Solo poesía
«Son pequeñas perlas (poemas) de los más variados poetas actuales aunque muchos son sobradamente conocidos e incluso laureados».
Matar para comer ¡qué atrevimiento!
Matar para vivir ¡qué desvarío!
Coger los pobres peces en el río
haciéndolos sufrir a fuego lento,
saciando así tu estómago vacío.
De niño me dijeron que el amor,
aquello era decir lo que sentía,
sin trampas ni cartón, con alegría,
dejando se expandiera el resplandor.
Hay veces que me vuelvo hacia el pasado,
son esos en que el alma se revienta,
que pienso que el vivir no trae a cuenta
y debo de mirar hacia otro lado
a ver lo que se cuenta.
Cada día que pasa es uno menos
o quizás uno más, según se mire.
No se puede alargar ni poner frenos,
nadie puede acercarle o que se estire.
Dejar la mente en blanco no es posible,
es cual si fuera un banco sin billetes,
un preso al que le han puesto los grilletes,
un vaso con un líquido imbebible,
la huelga sin piquetes.
Soñar es una válvula de escape
¡quién dijo que soñar si trae a cuenta!
el sueño es como el río que alimenta
al agua que no encuentra quien le atrape,
soñar, lo que es soñar, todo se inventa.
Hoy sentí que la vida se escapaba.
La vida ya se sabe es una fuente
que existe mientras que hay agua corriente,
se seca y se acabó lo que se daba.
Hubo un tiempo perdido en la distancia
que el cielo a mi me amaba y era mío,
comienza cuando empieza la lactancia,
se fue poquito a poco a su albedrío.
¡Nadie lo podrá evitar, la derrota se avecina!
Sobre la yerba cansina, la maldición va a empezar,
los corsarios en la mar blanden con saña tal zaina
sus sables que han de afilar. Y hasta llueve en la colina
Rellena, redondita y alargada,
por fuera tan morena y roja dentro,
jugosa, la anfitriona de este encuentro,
sencilla, complaciente y tan mimada.
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando finges sentir lo que no sientes
cuando triste, demuestras alegría.
Lascivas y engreídas olas, tan plateadas,
que andando a la deriva nadáis de predio en predio
encintas de misterio, leyendas impregnadas,
dueñas sois de destinos, Quijotes sin remedio.
Él era feliz hasta que un día
se quiso atravesar en su camino
un bicho que, apropiando de su sino,
torció sin compasión la travesía
causándole un tropiezo repentino.
La tierra se ha tragado mi memoria
coincide con que un día desgraciado,
me quiso recordar que soy escoria,
que debo de olvidarme de mi historia
pues nunca yo logré lo que he soñado.
Midiendo voy el tiempo que me queda
y quiero disfrutar hasta el final.
No sé si al otro lado será igual.
Si allí todo me irá como la seda,
si pues que habita Dios no existe el mal.
No me importa la vida, no me importa la muerte,
ni sufro que el mal fario me traiga mala suerte.
La vida es un tormento, la muerte es un fracaso,
maldigo aquí a la vida que nunca me ha hecho caso.
La media vida echada bajo el brazo
atenta siempre hurgando en la cartera,
la duda siempre al hombro por montera
en busca va perdido de un abrazo,
de alguno que le quiera.
Mi infancia son recuerdos de Castilla
de un trazo en la meseta recoleto,
el vino en las bodegas, la gavilla,
hogueras con la carne en la parrilla
y un niño que aprendía a ser inquieto.
