A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
Solo poesía
«Hace referencia al dominio general del planeta y de los diversos tipos de seres vivos, como plantas y animales, y en algunos casos a los procesos asociados con objetos inanimados».
Al chopo, al que amamanta la ribera,
algunas hojas verdes le han salido,
después de un largo invierno, tensa espera,
al tiempo que arribó la primavera
ya todo ha despuntado, está florido...
Caía la nieve, lenta, suavemente,
encima el tejado, sobre las iglesias,
los huertos humildes y los cementerios,
caía sin ruido, volando indolente,
cual ser que es cautivo de sus anestesias...
Un río es un garabato,
una especie de serpiente,
un meandro, una corriente
donde el agua pasa el rato;
un espejo de acetato...
Una hora al sol, en ella me relajo,
permite disfrutar, es mi alegría,
lo tomo poco a poco, gajo a gajo
cual fuera bebo un sorbo de sangría.
Que en Landelies llueve, lento llueve
lo mismo que al caer hace la nieve.
La lluvia que insistente y molestosa,
mostrando va su acento, su relieve
y lo hace de una forma rencorosa
pues cae poco a poco cadenciosa
que fuerte no se atreve.
Suenan cantos de sirena.
Por la alameda del río
va caminando una pena
con su sombra a su albedrío.
Mira el terreno baldío
que hay al lado allí y se siente
feliz como un afluente...
Que un día bajé al río, la corriente
seguía paso a paso disfrutando
del agua que lanzaba en la pendiente.
Lo hacía de manera sonriente
por eso yo deduje está gozando,
aquí el amor se siente.
Ayer salí a la calle. Vi llovía.
La lluvia ya se sabe es como un sueño,
un tren que descarrila en otra vía
que te hace desistir en un empeño.
De nuevo volví al mar. Yo no sabía
si el mar nunca pasaba de la raya,
pensando que quizá ya no estaría,
diciendo para mi qué es lo que haría
sin sol y sin la playa.
Sentado frente al mar mira el paisaje
que apena si percibe ya a lo lejos,
no puede precisar, no hay catalejos
que alcancen a otear tan largo viaje
y el mar no tiene espejos.
Hoy Cuba, tan bonita,
no tiene quien le escriba, no tiene quien le quiera,
que está ella abotargada en una madriguera,
tan linda y orgullosa, tan bella, tan chiquita,
en su jardín marchita igual que una cualquiera
Era una mañana de noviembre silenciosa y fría,
al sol del oriente abrí mi ventana,
el viento traía
perfume de rosa temprana,
-salvia, espliego, mejorana-
en besos de melancolía.
En mi terraza estoy, leo,
el sol va torrando un poco.
A cuestas con mi sofoco
pienso y dudo en lo que creo,
sé que estoy porque me toco.
La tarde va cayendo sumida en su pereza,
las hojas rebotando sobre el firme enfermizo,
-recuerdo yo esa tarde sufriendo aquel hechizo-
en medio del susurro de un aura que bosteza.
Que saber, hay que saber,
que yo nací una mañana
y echarme quise a correr
al ver desde mi ventana
lo que me iba acontecer.
Esperada, cuántas veces
he llorado por tu ausencia
suplicando,
y has gozado de mis preces
reclamando tu presencia
¡hasta cuando!.
Me gustan las ciudades vestidas y aseadas
ausentes de pasquines, paredes sin panfletos,
que amables te reciben y muestran sus respetos,
exentas de excrementos y esquinas sin meadas
mostrando al visitante que no habitan paletos.
Nieva en Soria. Invierno. La galbana
se apropia del ambiente. Compungidos,
los pájaros no salen de sus nidos,
el lino dando paso va a la pana.
En cada página puedes leer:
