A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
Solo poesía
«Quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste solo en la imaginación, relacionado con la fantasía».
La espiga permanece en mi retina,
lo mismo que el cedazo y la molienda,
las eras con el trillo y su contienda,
la blanca bendición que era la harina.
Si el cielo en vez de azul fuera amarillo
y el sol y las estrellas no brillaran,
los hombres que en la tierra aposentaran
habrían de morir. Es tan sencillo
que nunca habría aquí quienes dudaran.
Ando buscando un verso en que cupieran
doscientas mil ideas que le asaltan
a mi cerebro. Y mitigar supieran
las dudas que en mi mente se atragantan.
Yo admiro las altivas catedrales,
de los grandes artistas su figura,
las artes inclusive las marciales,
de escritores insignes su cultura.
Algunos hoy quisieran sin por qué,
a la infancia robarle la inocencia.
Pues que he de confesar, pido clemencia,
que una noche de Reyes yo me até
el dedo y una cuerda a la ventana...
Dormir me gusta a mi bajo la luna
gozando de tu amor al cielo raso
contando las estrellas una a una
libando del licor que hay en tu vaso.
¿Y qué es lo que ha pasado?
¿por qué si es infinito,
no se esmeró un poquito el querido dios bendito
para no hacer del mundo al actual desaguisado?
Imagínate, dulce, amada mía,
que un día me encaramo a tu jardín,
la flor que duerme, al verme, hace un mohín,
y empapo de placer y de alegría.
Sepa usted, señora mía,
que la cuestión que usted dice
no es de aquel que la bendice
ni fruto es de mente impía.
Pues no fue en la sacristía
donde se tramó la trama...
Soy escritor porque escribo
aunque no sea importante,
los hechos que aquí describo
los invento o los percibo
con mi mente delirante.
Quizás cuando me muera dirán que fui un poeta
que succioné en la teta de la musa Talía
y pensando en Erato guardarán mi libreta
o colgarán mi retrato en una sacristía.
Recuerdos de chulapo en los domingos
marchando a disfrutar de las verbenas,
ansiando ser capricho de las nenas,
y a veces con pesar yendo a los bingos
tratando de al amor curar las penas.
Te escribo desde aquí, desde mi muerte,
desde el lado invertido del espejo
donde lo que es, se aprecia ya es añejo,
sombras, desolación, materia inerte.
Esa calle algo arrugada, esa es la calle Isilla,
que aunque un poco paticorta es la más presumida
pues conoce al dedillo la ida y la venida
de la gente del pueblo ¡qué pueblo! de la villa.
Para mi en este mundo nada es mágico,
que ha perdido de su cara la inocencia,
vagabundo en su penar pide clemencia
pues de tanto arrastrar se ha vuelto trágico.
Sueños de papel son cuando las hojas
al alma van trocando en un señuelo,
planean suavemente desde el cielo
para que en el regazo tu lo acojas.
De qué sirve, quisiera saber, cambiar de cama
si ésta ya me conoce y, amable, es confidente,
si con mimo me trata y sé que ella me ama,
se comporta conmigo, gentil, muy diligente.
Sobre la fina arena y en la mimosa playa,
cuando el astro sol se asoma y comienza a sonreir
el agua anda aun dormida y el cielo se desmaya,
yo guardo entre las olas mis ansias de vivir.
En cada página puedes leer:
