Solo poesía
«Quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste solo en la imaginación, relacionado con la fantasía».
Navegando por la vida soy velero
que se encuentra sumergido entre dos aguas
rodeado de barcazas y piraguas,
capitán, soy atrevido y pendenciero.
Me canso de escuchar y digo ¡basta!,
¡ya basta, no soy sordo, no me griten!,
por más que con sus lemas desgañiten
jamás conseguirán, no más, me irriten,
su grito han de parar, que se malgasta.
Parece fuera ayer cuando, inocentes,
jugábamos a moros y cristianos,
sin nada más que sueños en las manos,
ni manchas que ensuciaran nuestras mentes,...
Una y otra vez más cambio de oficio,
me vuelvo de Valencia hasta Madrid
donde un día llegué siendo aprendiz
en busca de gozar del beneficio
de alguna meretriz.
He salido a la calle, sigue viva,
todo allí sigue igual, la misma gente,
el mismo caminar, la misma fuente
y el agua resbalando siempre activa.
siguiendo la corriente.
¿Por qué no imaginar?. Yo si imagino
que un día ha de llegar después cien años
¡qué digo cien! perdón si desatino,
que aunque parezca exceso estoy de vino
no pretendo embaucarles con engaños.
Y un día sin saber cómo ni cuando
la sombra de mi cuerpo se separa
cansada de cuidar y dar la cara
en busca de otro cuerpo, renegando,
por culpa de un mal dios que lo fundara.
Yo no sé si soy, no soy, o es verdad lo que ahora veo
que al vacío me he lanzado sin conocer mi destino,
ni sé si aquí estoy, no estoy o estoy borracho de vino
pues que en este desatino sólo sé que me mareo.
Un poema es un trayecto a la aventura
que empieza sin saber si en el camino
van a encontrarse abrojos. Y el destino
ha de hacer muy pesada su andadura.
El sol, bendito sol, bendita fuente
de luz, la que ilumina nuestras vidas,
y al tiempo da calor, con su aliciente
al alma va curando las heridas.
Yo sostengo que el poeta es inventor
de historias que construye con palabras,
ladrillos arrancando en su interior
sacando de su entorno alrededor
para hacerlas felices o macabras.
He extraído del tintero este poema
de líquido empapado, emborronado,
le he escurrido sacándole la flema
y en huesos le he dejado cual fonema
terso, blanco, vistoso y destintado.
A eso de escribir versos yo me aplico,
no sé si lo hago bien o lo hago mal,
es lo mismo que a dios cuando suplico
desconozco si existe o me es igual.
Lamentable, hace tiempo que ya anduviste muerto
y aunque hoy es que tu cuerpo dejó de caminar,
dormir puedes ya en paz, sabiendo que en tu huerto
aquello que sembraste jamás se va a secar.
Aquí la vida pasa lentamente,
con lánguida sordina, y es tediosa,
sólo existe la calma y el presente
se alarga sin cesar eternamente
cual agua que resbala de una losa.
Sueños he visto, muchos, más. Que en sueños
proclamo mi destreza. Soy experto.
He visto con frecuencia el cielo abierto
y a él subido en Madrid. (Los madrileños
tienen paso expedito hacia ese puerto).
¡Qué rápido fue! Nació, creció, murió.
Vivió sin conocer por qué vivía
asido a los poemas que escribía
cual ficha que se aferra al dominó
o espíritu penando en sacristía.
Me tiro a la piscina. Tú te tiras.
Espera que me tiro yo primero.
Empieza ya contando tus mentiras
y pueda yo después decir te quiero.
Hola, yo soy Donaciano, y tú?
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