Solo poesía
«Que afecta al grupo de personas formado por una pareja (normalmente unida por lazos legales o religiosos), que convive y tiene un proyecto de vida en común, y sus hijos, cuando los tienen, nietos…etc…»
Es bien cierto que fui un niño mimado,
lo mismo que un colgajo en una viña,
el suéter que se evita que destiña,
el oro en el joyero más preciado,
el jugo que destila de una piña.
Pequeños renacuajos, me despido
me llevo vuestra cara y sus retratos,
los ratos de alegría que he vivido,
relatos de emociones que he sentido
y algunos garabatos.
Niños,
esos bichos tan aviesos
que derraman ilusiones,
tan traviesos, juguetones,
tan inquietos y sabuesos
que destripan corazones
regalándonos sus besos.
Tal vez quieras saber. Quizás un día,
cuando tengas razón, tú me preguntes
Ya no podré ayudarte en tus apuntes.
Deberás agenciarte un mejor guía.
Confieso me he sentido algo aliviado
sabiendo que yo soy un ser vulgar,
que debo de aprender a caminar
mirando con cuidado a cada lado
pues puedo tropezar.
Vivimos en dos mundos diferentes,
en ríos muy dispares navegamos
surtidos por diversos afluentes
y, en fin, que no es igual lo que soñamos.
Yo nací cuando las balas
se quedaron sordomudas
y las gentes, mas sesudas,
ya dejaron de ser malas*,
cuando todo era antesalas...
Amigo mío, Ignacio, en esta vida,
hay cosas que merecen bien la pena
los goces de esas noches de verbera,
los roces de esa mano que, atrevida,
quisiera navegar surcando el Sena.
Este es Hugo, orondo y tan grandote,
sin perilla, pendiente y sin bigote,
fardando, dos, de alcores mofletudos
a punto de explotar y dejar mudos
al mismo don Quijote.
Si a mí al nacer me hubieran advertido
que iba a morirme al cabo de unos años,
no me hubieran venido con engaños
contándome falacias. Si el sentido
Esta es la historia de un viejo que jugaba a hacer poemas
sin saber que de escribir el buen hombre no sabía,
cogió un lápiz y un papel y en la mesa que allí había
se dispuso a cavilar sobre diferentes temas.
Es de un pueblo de tierras sin preguntas,
de iglesias y campanas siempre a solas,
lugar donde relucen amapolas
y a todo los paisanos sacan puntas
en luengas merendolas.
La abuela vive sola. Nadie sabe
cómo llegó hasta allí, de donde vino,
no tiene relación con el vecino
y nunca en su felpudo ocultó llave
temiéndole al destino.
No recuerdo a mi padre y de mi madre
guardo un recuerdo vano;
y de Enrique, quien era el más cercano,
gran amigo de alma, mi compadre,
hermano, más que hermano...
Yo nací para gozar
de este mundo cual quimera
y viví la primavera
en el calor de mi hogar,
empezando a despuntar
en esa mi infancia ardiente...
Comprendo que esto a nadie le interesa
mas yo he venido aquí para contaros
que nací sin querer, fue una sorpresa,
y sigo sin saber, aunque me pesa,
qué pinto en este mundo. Y recordaros...
Estás, madre, sentada ante el espejo
el mismo en el que antaño te mirabas.
Te veo aquí pintada en tu reflejo
ahora igual que tú, que ya soy viejo,
pensando en cuando niño me abrazabas.
Verás Hugo, este mundo es muy bonito,
tiene plantas y flores. Cuando crezcas
habrás de conseguir que tú merezcas
ser feliz en el mismo muy solito
y al tiempo así evitar que en él perezcas.
