A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
Solo poesía
«Del espíritu o relacionado con la parte inmaterial del ser humano a la que se atribuyen los sentimientos, la inteligencia y las inquietudes religiosas; se utiliza en contraposición a lo material».
Él ha asistido impávido al concierto
en que suele tornar la noche al día.
Siempre a punto en perfecta sintonía
cuando se asoma el sol. El cielo abierto
comienza a despertar con su alegría.
No sé si tu sabrás que el tiempo pasa,
que a veces va en silencio, de puntillas,
mas siempre va al pasado haciendo astillas
y a ese idem matando con su guasa
en guerra de guerrillas.
Nadie a mi me avisó. Nadie me dijo,
debieron suponer que lo sabría,
que si alguien no le riega a la alegría
de nada servirá tenga un botijo.
Me avergüenzo de haberme conocido,
y ser, como me dicen, ser humano,
de haber tocado el cielo con la mano
para poco después haberme hundido
sin agua en un pantano.
Iva en camino al cielo, esa quimera,
-nadie dirá que no, nadie lo ha visto-,
armado de un espíritu contristo,
esperando alcanzarlo en primavera.
Tengo un tiempo con forma de naranja
dividido al azar sólo en tres gajos.
Pasado, que me importa tres carajos,
futuro que no está, que es esa franja
de un ciclo tan incierto y sin atajos,
No tengo nada que hacer. Voy a pensar
¿pensar? ¿mas qué es pensar? ¿en qué ahora pienso?
¿hacerle a ese barullo aun más intenso?
Mejor es que me ponga a imaginar,
pensar deje en suspenso.
He mandado a paseo a mi pasado
librando de esa carga, de ese lastre.
No quiero recordar que fue un desastre.
Me trae a mal traer. Que el muy pesado,
He venido a buscarme y no me encuentro,
es posible padezca de ceguera.
Siempre anduve mirando para afuera
pensando que del mundo yo era el centro,
creo, como cualquiera.
Tomo la nieve blanca y se derrite,
el humo de una llama y desvanece,
voy buscando la niebla, si amanece,
me lanza con descaro a mi un envite
y allí un poco después desaparece.
De niño yo quería ser bombero
deseando los fuegos apagar,
después pensé, con fuego hay que jugar
¡cuidado no le afecte a mi sombrero!
y puédase quemar.
Un hombre soy, no sé, posiblemente,
un hombre con su vida despechado,
que un día se echó al hombro su pasado
haciendo del futuro algo indecente.
Al lado de la acera está la orilla,
que siempre anda mirando allí al que pasa,
así que, algunas veces, sea escasa
se muestre adormecida en la mirilla
que al firme le repasa.
La luz resplandeciente fundía el acetato
de un sueño que pacato mostraba su alma ausente,
dudando si paciente trazaba el fiel retrato
de un halo inexistente o un flato de alegato.
Hubo un tiempo que el tiempo no retubo,
que pasó sin chistar, sin hacer ruido,
mi espacio preferido. Fue un descuido,
mas recuerdos me trae por un tubo.
Ya empiezo a morir, Señor,
Señor, no me quieras tanto,
respétame con mi llanto
que muero con mi dolor...
Hace tiempo que sueña que no existe,
que un buen día amanece y se evapora,
se diluye, evanece y decolora,
desnudo, en una nube se desviste,
consciente existe el cielo al que él añora.
La vida es laberinto de caminos,
pues varios se presentan al azar,
e ignoras que trayecto has de tomar.
Y llevan, diferentes, a destinos:
que sueles ignorar.
En cada página puedes leer:
