Solo poesía
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Clamé al cielo y no me oyó
Líbrame de este calvario
¿Por qué no me escuchas, dios,
o de mi te has olvidado?
No tiene más razón el que más chilla
ni más rico es aquel que más consume,
y menos es mejor quien más presume
de esqueje, ser de palo tal astilla.
Sueño que bajo del cielo
recostado en una nube
que me desliza hacia el suelo
y de pronto, sin permiso, va y me sube.
Llamarlo poesía es una broma,
si aceptas no rimar es tu derecho,
sin métrica el poema está barbecho,
un plato a degustar que no hay quien coma.
Comprendo que yo soy un bicho raro
comprende hay muchas cosas que no entiendo,
la vida se me sigue resistiendo
y nadie a mi me ayuda. Pido amparo
y nada al fin me acaba convenciendo.
Qué pasa con los afectos,
los amores maternales,
los cariños a raudales
a los seres más dilectos.
Qué pasa, dime qué pasa...
Si un día por azar tú te encontraras
un gafe en tu camino,
por esas veleidades del destino
a un tipo de esa especie te toparas,
intenta simular que no reparas,
y evita se haga el dueño de tu sino.
Aquí estoy, en el cielo, sentado en una nube
por la mirilla el tiempo mirando al infinito.
Me siento bien al ver la misma baja y sube
en medio entre la tierra y el mismo Dios bendito.
A punto de acabar, ya nada esperas,
te sabes de este mundo ya excluido,
escuchas que hoy hay muchos que han partido
dejando tras de sí sus sementeras
y el mundo no se advierte resentido.
No sé si existes pero te imagino,
libélula dorada, luz que brilla,
por la gracia de dios ¡qué maravilla!
la imagen que esperaba y que no vino.
Abuelito, ¡qué palabra tan bonita
cuando nace de la boca primorosa
de una niña tan mimosa y tan chiquita!
Cuando pruebas el perfume de una rosa
y el efluvio de la flor sube y excita
a ese viejo corazón que ya marchita,
o musita cual gusano y mariposa.
Ignoro la razón por la que guste
Bukowski ese poeta deslenguado
que va soltando pedos sin cuidado
y a féminas zurzando con su fuste
pues siempre pareciera anda enfadado.
Y llovía y llovía, y tronaba y tronaba.
Y en esa tarde fría, nebulosa y sombría,
el silencio se ahogaba.
Y aquella plaza impía,
desierta sollozaba, ausente de alegría.
Las Cortes tienen forma de frontón
en el que la pelota no rebota,
¿preguntas? hay que se hacen un montón,
¿respuestas? hay se salen del renglón,
mas siempre las gallinas se alborotan.
¡México, yo ya no puedo entenderte, México,
discúlpame, quisiera hacerlo mas no puedo,
los vocablos se han escapado de mi léxico!
Hoy siento un gran dolor. La paz no me concedo.
El amor es necesario, ¡por supuesto!
acompaña el devenir de nuestras vidas,
unas veces va dejándonos heridas
y otras hay que cual vino se va presto.
Atilano, don Perfecto, aquella tarde
cuando el tiempo ya empezaba a empeorar
descompuesto allí se puso a cavilar
de su vida, si él pudiera hacer alarde.
Si el cielo en vez de azul fuera amarillo
y el sol y las estrellas no brillaran,
los hombres que en la tierra aposentaran
habrían de morir. Es tan sencillo
que nunca habría aquí quienes dudaran.
Hola, yo soy Donaciano, y tú?
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