Solo poesía
«Abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor platónico y la profunda devoción o unidad del amor religioso».
Cuando sea mayor quisiera ser
la mota de un afecto en tu pigmento,
la espuma que destila de tu aliento,
o el ansia en caminar para beber,
y estar de amor sediento.
¡Ay que la ví, que la ví
la niña en la balconada!
esa mañana de abril
con su sonrisa dorada.
Cuando a mi ya no me quieras, mátame,
cuando no me necesites, mátame,
si no entiendo lo que dices, mátame
cuando a mi ya no me creas, mátame.
Pequeños renacuajos, me despido
me llevo vuestra cara y sus retratos,
los ratos de alegría que he vivido,
relatos de emociones que he sentido
y algunos garabatos.
He cambiado, lo sé que yo he cambiado,
lo percibo palpando en el ambiente,
yo era un tipo tenaz e independiente
y hoy preciso de estar solo a tu lado,
me gusta estés presente.
Vivimos en dos mundos diferentes,
en ríos muy dispares navegamos
surtidos por diversos afluentes
y, en fin, que no es igual lo que soñamos.
Y es que el dolor que juega en la partida
lo mismo viene y va cual vuela el viento.
Igual que se marchó, sale a tu encuentro
o revuelve anunciando despedida
con un final cruento.
A mi me gusta el futbol. No me gustan
aquellos que agigantan sus colores,
aducen que es el club de sus amores,
y los fans de otros clubes los disgustan
fardando de ser ellos los mejores.
Para siempre es una amigo
si es auténtico y sincero,
que a dios pongo por testigo.
Y no miento si te digo
yo fui objeto de un te quiero.
Anoche soñé contigo
y vi que me sonreías,
y aún recuerdo me decías
que querías ser mi amigo.
A Dios pongo por testigo...
Cuando veo a algún niño me emociono,
no sé por qué será, mi alma se llena,
al tiempo, de alegría y de una pena,
y siento que es culpable y le perdono
y vuelvo así a pensar en su condena.
Yo he sido un soñador que ha trabajado
haciéndole al amor un buen servicio,
no dejando al azar ningún resquicio
y alguna vez habiendo naufragado
llegando al precipicio.
Este es Hugo, orondo y tan grandote,
sin perilla, pendiente y sin bigote,
fardando, dos, de alcores mofletudos
a punto de explotar y dejar mudos
al mismo don Quijote.
Sentémonos a hablar. Sin cortapisas.
Hagamos, como el resto de la gente
que intenta conciliar cuando disiente,
sin miedos, sin rencores y sin prisas.
Hablo hoy de ti, de mí, de lo que pasa,
del día en que tú y yo nos conocimos,
de aquellas experiencias que vivimos,
del fuego que abrasó y que ya no abrasa,
los besos que nos dimos.
Luchas cainitas, destrucción y muerte
conflictos y más guerras. Los matones
se muestran pululando a borbotones
con ansias de venganza. Que su suerte
en manos siempre está de algunos pocos.
Recuerdo aquella cita, fue en otoño,
tú andabas preguntándome quien era,
atónita, al oír no lo supiera
pues hube de inventar, como el bisoño
se encuentra en una espera.
No te llamas Adela, sin embargo,
permíteme que aquí te llame Adela,
la que un día sacó de su letargo,
a este corto aprendiz de pelo largo
haciéndole clavar luego su espuela.
