A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
DE CORRUPTOS Y SU AMNISTÍA [Mi poema]
Xavier Oquendo Troncoso [Poeta sugerido]
MI POEMA ...de medio pelo
Es triste pero así es, la corrupción
se mete entre los dedos de las manos
de aquellos que se dicen son humanos
llegando hasta arañarle al corazón,
haciendo un menosprecio a la razón
de tirios y troyanos.
Volcán en erupción descontrolado
que va dejando heridas donde pasa
llenando de carbón con el que arrasa
a todo lo que encuentra por su lado
entrando sin temor y sin cuidado
cual Pedro por su casa.
Y acaba como acaban los canallas
tratando de salir por peteneras
diciendo tú eso hicieras si pudieras,
saliendo a presumir con sus medallas
o acaso recurriendo a sus metrallas,
o fue de uvas a peras.
La historia se repite cada día,
cual fueran cangilones de una noria
que arrastran agua limpia en que la escoria
se ensucia mientras va en la cañería
a expensas de que llegue una amnistía
del "rey" a mayor gloria.
©donaciano bueno
Crees que #amnistiar ad hoc es #injusto para el resto de ciudadanos? Share on X
MI POETA SUGERIDO: Xavier Oquendo Troncoso
GRANADA
Allí
era la Alhambra un arco,
un pilar hecho en agujeta.
Allí
el agua tomada su cauce,
se anunciaba en el tiempo.
Allí un amarillo de manteca.
El árabe montando su potranca
para no volver más a la Alhambra
(Se despide
viendo a tiempo el horizonte);
Lloras como mujer
lo que como hombre
no supiste defender.
El árabe quería conquistar el agua.
de «La conquista del agua»
Extraño suceso
levantarse temprano,
lavarse con el viento las manos,
salir a probar suerte con el clima
(descubrir que tienes mala suerte).
Volver con crisantemos en los ojos,
parir un escalofrío que fríe,
visitar la ostra de tus perlas
(descubrirle a la perla la utopía).
Dormirse tarde,
despertar.
(de El (an)verso de las esquinas)
Tiempo de hijos
A los tres Jotas de mi vida.
I
En el fondo de los vientos
habitan los ángeles
que parecen otros vientos
que se juntan con los vientos normales
y entonces forman los colores de las brisas
que los hijos ven,
y nosotros creemos que es el viento.
Pero son los ángeles caídos
que quieren jugar a ser viento.
II
Mira hijo,
allá hay un fino ángel
que quiere jugar con el fuego de tus ojos.
Y por allá han aparecido otros seres nuevos
que no son los juguetes de la casa
ni los que encontramos en las ramas de los árboles.
No te tardes mucho con ellos
que tú no tienes alas
para tapar el frío de tu asombro.
III
Es el silencio ahora.
El silencio está de noche ahora.
El hijo duerme conmigo
y el silencio se prende en las luces de la ciudad.
Entonces se ven las luces dentro del silencio
y el niño se despierta y ve el silencio que le rodea
y duerme
como la ciudad
y la noche.
IV
Es la madre y el padre
y los hijos que se van haciendo
en el zaguán de los años.
Y esos sofás y esos adornos y cristales
y esas maderas y los libros, son la casa.
Y la casa son los hijos que se leen nuestros libros
y los libros que se van haciendo hijos de los hijos.
Y las cobijas y los almohadones donde duermen
todos los animalitos fabricados en cuentos
que han leído los hijos
y que se hacen realidad en esta casa
que es el hijo de la casa y la casa del hijo.
(de Salvados del naufragio)
La Católica
Cristóbal:
repite conmigo la oración castellana
y que en las grandes olas la oración se repita.
Que puedas llegar hasta el fondo de este mundo sin fondo,
que no tiene vértice y que parece un huevo sin retorno.
Espero tus especias: las esencias prometidas
y esa transparente complicidad
que conspira entre nosotros.
Las joyas se van contigo hasta donde el mar las haga flotar.
Son finas piedras. Cuida de su recuerdo,
como he cuidado yo de tu locura.
Ve hasta las Indias y conquista esas matas de aromas.
Tráelas hasta donde su majestad
pueda olfatearlas.
Y después, vuelve a repetir la oración castellana.
Yo te estaré esperando toda esta vida de especias,
toda esta muerte de esencias.
(de La Cruz de la ceniza)
Sed
A Rubén Astudillo y Astudillo,
a quien le gustaba este poema
No me pases la sal, samaritana.
En el pozo aún hay agua
sin fermentar.
He llegado sudando desde el monte
y quisiera ver en ti la luz del mar.
La sal, samaritana,
es el lamento del mar
sin naufragar.
El pozo tiene espuma
y es de dulce.
Samaritana,
quiero en tus ojos
ver el mar.
(de La conquista del agua)
Las elegías de la carne - Rubén Astudillo y Astudillo
1
Tendida te recuerdo, como un charco de
ron
sobre la hierba, y todo el aire
como una bocanada
de chesterfield besándote. Dónde
estarás, ahora, Maligna
entre
qué
muros, guardas tus
tragos lilas. Entre
tanto camino, cual el que todavía
conduce hasta la muerte
morada
de
tus piernas.
2
Antes, en dónde estabas. Dónde
la nave nueva
que salta de tus piernas. Al sur
de tus colinas se halla la patria
que amo; y cuando te
desnudo
surgen desde tu boca
los ríos
de mi pueblo. Listos a
derramarnos en una
muerte blanca nos vamos contra
el tiempo
sobre guitarras y uvas. La muerte
y sus
semillas galopan
con nosotros, mientras
nos agitamos. Dónde estarás
mañana.
5
En medio de las sábanas sus piernas, solían
incendiarse como un
neón, para el combate de los
frutos. Ardía el
vello
de
su
sexo curvo como una luna negra. Dura,
dorada, preparada, tierna
para la lluvia blanca, su arcilla
comestible
temblando como un
tajo de sed ardiendo
en agua. En qué metal sin
manos arderás esta noche.
Dónde
estarás
ardiendo.
15
Así
fuimos. Ahora
no son únicamente das calles,
que se
agrandan entre
los dos. Tampoco
son los días que
nos van
alejando
y absorbiendo hasta el nombre. Es
que ni siquiera
ahora
nos sabemos dónde. Es que no
adivinamos
a sabernos cómo. Es que ya
nunca nos cuándo.
Es
que yo
para ti. Es
que tú
para mí. Es
que los
dos pa ra
los
dos ya estamos
muertos. Ves? Me están oyendo. Ya
ni siquiera somos.