A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
YO NACÍ DE REPENTE [Mi poema]
Teresa Agustín [Poeta sugerido]
MI POEMA… de medio pelo |
Yo nací de repente, no recuerdo No recuerdo por qué, si estuve huraño, Pero pues que aquí estoy sin hacer daño Consciente de que soy un forastero, Que morir es vivir otra experiencia, |
Qué suerte he tenido de nacer,
para estrechar la mano de un amigo
y poder asistir como testigo
al milagro de cada amanecer.
(Alberto Cortez)
MI POETA SUGERIDO: Teresa Agustín
LE RELAIS DE L’ HOTEL DE VILLE
Seis de noviembre, cada una en una mesa mientras la gente cruza
deprisa, deprisa la calle gris, con boina roja, amarilla, azul.
Ella escribe y yo escribo sobre ella, sobre escribir, sobre
espiar en París a la que escribe, la mujer china y el cuaderno rojo.
Tocábamos el frío y la soledad en la ciudad de la luz, las dos
soñadas pero no queridas, la mujer china que bebe café.
En la otra mesa del bar y a su lado, apuro el vino en mi cabeza
bebe. Bebe café sin azúcar, ella.
Dos mujeres juntan palabras en dos mesas anónimas. Ella
mira y escribe tras los cristales y yo la escribo con ojos de lantana.
Vino y café y miles de palabras nos separan. Escribimos en el
mismo instante, en ese momento que no volverá a producirse.
No volveremos nunca a encontrarnos la escritura, la mujer y yo
Y me pregunto si esa hoy escritora llegará a contar el mundo.
Qué escribe ella que no veo yo. La pintora, la poeta, ella.
Delgada, el pelo recogido en una coleta, aún no se tiñe el pelo
Sin rostro, no tiene historia ni sé si es una mujer soñada esa noche
fría de noviembre donde los amantes no se encuentran más.
Cierra la mujer su cuaderno rojo, guarda sus cosas en un bolso
negro. Investiga un plano del metro de París, se levanta, va.
No supo que yo, detrás de ella, escribía un poema azul sobre ella.
(extraído de REVISTA CONLAA)
LA VIRGEN SUICIDA
También sueño que puedo dormirme en el color de las olas.
Veo un mundo imaginadamente azul, tal cual lo haría
un ciego y luego lenta desaparezco en el añil.
Distendida y frágil, azul, la lluvia
se suicida
desde el cielo.
Me visto para la luna
Me visto para la luna
que influye sobre mi único enamorado.
Me visto y salgo a su encuentro
deslizándome por entre las ruinas
que el sol ha hecho visibles durante el día,
escalo para lograr un encuentro
y canto mi miedo a los ríos salvajes
que crecen bulliciosos mientras fluye la noche.
Es el triunfo de lo invisible sobre lo visible,
es el grito el que subyace:
yo, siempre yo
y la desconocida yo.
Me visto para la luna
que influye sobre mi único enamorado.
Como Endimión, yo también la espero.
Una mujer en la ventana
Una mujer en la ventana,
incierta como luna navegando por el mar,
princesas destronadas que inventan historias
de reyes rojos, y mujeres sueño con labios
muertos, donde crecen las manos de los árboles.
Una niña del miedo llorando en el acantilado
mientras contempla a una ahogada.
Sólo esto vi en una noche múltiple y
dolorosa, donde un arlequín sin manos,
sin pies, volvía a colocarse entre mi sombra y el día.
Sueños desde el acantilado donde vive la iguana,
del que ya te he hablado,
y en el que he decidido insistir.
Y el niño aquella noche
Y el niño aquella noche
le pidió a la niña que le odiara;
y ella, recogidas las manos en su cintura,
lloró en grieta el largo camino de la palabra,
fría de silencios y de tiempos,
de quien antes le pidiese que le amara.