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Santiago de Pita

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PARIAS DE LA TIERRA [Mi poema]
Santiago de Pita [Poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

Clamé al cielo y no me oyó
Líbrame de este calvario
¿Por qué no me escuchas, dios,
o de mi te has olvidado?

Hoy presta, te suplico, atención a los clamores,
escucha el retumbar de cajas y timbales,
los parias de este mundo declaran sus temores,
lanzando sus lamentos cual fueran de chacales.

Son ecos de quien nace ya de esperanzas muertas,
carentes de derechos, sin vida, hasta sin alma,
son presos de infortunios, de carnes entreabiertas,
mas plenos de desgracias, luchas y de lágrimas.

Al vertedero echados, cual restos ya sin vida,
donde aves carroñeras se aprestan y preparan.
Ectoplasmas inermes, sombras, masa dormida.
¡Atentas, preparadas se encuentran las pirañas!

¡Pues qué es la libertad, ausente de alimentos!
sin nada que a la boca llevarse, ¡democracia!
Sólo un canto a la muerte, no más chistes cruentos,
¡mentiras de argumentos vacías y falacia!

Humildes, silenciosos, lánguidos y oprimidos,
cansados, malolientes de este mundo ignorados,
sumisos, infelices, sufridos y afligidos,
apaleados, hundidos y amen desesperados.

¡Quién presta su atención a estos seres desvalidos
que en silencio obligados quedaron sin palabras!
Excluidos, relegados, dejados al olvido,
son bultos sospechosos o míseros fantasmas.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Santiago de Pita

El príncipe jardinero y fingido Cloridano

Quedarme sola quiero
por ver, ¡ay triste!, si a la pena mía,
si a este dolor severo,
si a esta dulce agonía,
lisonjea tal vez la fantasía.
Mas, ¿qué lisonja vana
ha de aliviar el mal de que adolezco,
si en mi pena inhumana,
si en el mal que padezco,
la muerte es el alivio que apetezco?
Quisiera con las flores
comunicar mis bienes y mis males
y siento mil temores,
pues son mis penas tales,
que llorarán afectos desiguales.
Que el secreto guardéis
os encomienda, flores, mi decoro;
a nadie lo fiéis:
sabed, sabed que lloro
por Cloridano, a quien rendida adoro.
Veneno disfrazado,
¿con qué engaño en mi pecho te metiste?
¿Cómo, di, tan osado
mi corazón heriste,
y a mi pesar, en él te introdujiste?
[…]

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MI POETA INVITADO:  Faustino Medina

Intentos inútiles

Durante tu ausencia
obligué a los trozos
que te robé

a usurpar tu espacio.
Los acordes (disonantes) de tu voz
bailaron sobre las paredes
donde (con pequeñas gotas de luz)
mis ojos dibujaron tu rostro.

Durante tu ausencia
substraje (de tus huellas) tus impulsos.
Con uno arañé mis miedos
y (con otro) até
tu silueta vacía a mi cama.

Traté de conservar
los besos que tatuaste
en mi piel. No pude,
se negaron infamemente y
(a pesar de los esfuerzos)

se fueron escurriendo
con el sudor de las pesadillas.

Invasión

A los pocos días

de conocerte
se mudaron
a mis oídos
(en espacios
casi simétricos)

notas blancas
y negras.
No sé cómo
librarme de ellas
ni cómo evitar

que sus (constantes)
revoluciones sigan
derramando mi sangre.
Lo peor es que
ya no viven

donde las conocí,
se han traslado

(sigilosas como
ladrón en la noche)
a mi boca.
Si (de repente) quedo mudo
es porque (mientras te hablo)
asesinan mis canciones.

Llamado a huelga

Con los acordes
que me quedan
ni creas que voy a decir
que a la luna
se le murieron
las canciones
ni que se le han mojado
los ojos al sol.
Tampoco diré
(ahora que no te envuelves
con mis miradas)
que a las abejas
se les pierden las flores.
No esperes
que reconozca
(ante tu roja boca roja)
que el llamado a huelga
de mis labios
solo queda sin efecto
si los estampas
con algún trozo de ti.

Estos no son ruegos

No creas
que si no
vuelves a mudarte
entre mis piernas
ni a escupir
tus versos
en mis manos
ni a soplar
tus melodías
en mi boca
me voy a morir.
No creas que
(como uno
de esos
pendejos del cine)
estaré
(rosas en mano)
en tu puerta
esta tarde.
No creas
que estos versos
salen del hinchado vientre
de mi soledad,
solo pensé que al leerlos (quizás)
sus líneas salvajes
te obligarían
a regresar.

Sacando la basura

Estoy eliminando rostros.
En estos días,
cuando más que nunca,
nuestra memoria
es de tan corto plazo.
Será necesario, también,
reducir ciertos olores.
Estoy sacando de mis ojos
recuerdos de gente
que nunca conocí.
Dejando, al lado de la carretera,
canciones que ya no tienen
el color de mi niñez.
Estoy eliminando nombres.
Aquellos que son
muy largos, o viejos,
o esos que comienzan con /f/.
Necesito quemarlos
en la punta de mi lengua
o envenenarlos
antes de que escapen.
Estoy reciclando palabras
porque casi llega la hora y
no quiero morir
con la boca llena.

Tenue evasión de los lapsus que me miran

El tiempo es una cosa redonda
que me mira desde una ventana
como si no quisiera tocarme,
como si mi desesperanza
fuera el mutipucán
que mueve los
engranajes de
sus ojos.
Su verticalidad
asesina fonemas:
manchas sonoras
que se niegan
a reventar
en mi boca;
se traga las líneas
donde duermen
en mis pasos.
En sus manos rumia
la hora última-única-ufana,
ese fragmento que nunca llega
a lamer mi piel. El tiempo desdibuja
los rostros del prójimo
como haciendo espacio
para preñarme
con otras máscaras.
No se queda
ni regresa
ni me lleva a
otros momentos.
Luego del tiempo
no hay más tiempo:
un espacio
donde
flotan
cadáveres.