A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
VOY LUCHANDO [Mi poema]
Rolando Revagliatti [Poeta sugerido]
MI POEMA... de medio pelo |
Ahora ando, ando y creo, voy andando, Con la vida y la muerte disputando Pues me hiciste, es a tí que hoy yo recurro No me dejes penar, siga aquí triste, |
MI POETA SUGERIDO: Rolando Revagliatti
A Fernando Savater
Los políticos
a caballo de las naciones
La curiosidad
a canguro de la ciencia
Los ambiciosos
a tigre del comercio
El dogmatismo
a mastodonte de las iglesias
Los revolucionarios
a cóndor de las reivindicaciones
El goce estético
a unicornio de la dignidad.
Se infiltran
Se infiltran en las pesadillas de tus personajes
unos que embadurnan con plumas fascistas del Ku-Klux-Klan
y sellan con sus orgías crucificantes
el colapso
Así como antes esos personajes
se infiltraron
en tus pesadillas.
Polvito de rapé para dos
Una vela para la noche en ella
reclamo con la mirada salvaje
¿Perder la mente entre vistosas mañas?
(Para un volumen en prosa con aires de lubricidad.)
A Felisberto Hernández
Muequitas en el pizarrón:
escríbanme o partan tizas
Inteligiendo en las costas
los restos de un pesar
antroposófico
Caí
de fallecimiento provocado por un signo de admiración
Anticipé:
ya venía con brizna la brisa:
Alicia en el País de las Sevillanas
es una artista asediada por su vello púbico
Advertirlo
sin ablandarse en la modestia
Da sobre las cosas el sol:
sobre Felisberto da como vemos
que ve cómo da
sobre las cosas.
Colorín colorado
¿Exponer la predestinación de las perdices?
¿Exaltar la índole del apetito?
¿Guiar un tur por el masticar, el deglutir?:
Perdices
o chancho rengo.
La novela no vela, ¿no?
La no sobria novela dudosa no terminará de redactarse
y de aposentar en ella sus reales miserias el autor
quien no situará orondos huevos sobre mesa de altar
ni pelará lingam de glande absorto
(alardes motrices)
Ubérrimos y urentes: novelemos
espermatozoides en la hoguera
(no la contundente insignificancia es magnífica).
Jan Neruda de la Malá Strana
El señor Schlegl / una mujer (la misma mujer) / el señor Rysanek
(otra fue quien arruinó al pordiosero
otra féretro tras féretro la de corazón tierno y llorador)
Conversación nocturna sobre los tejados tentadores de la calle Ostruha
cruzada por el circunspectísimo médico-no médico designado misántropo
transitada por el magro Hastrman (“¡el mar! ¡el mar!”)
en la barriada del mesón “Las Tres Lilas”
(parroquianos suboficiales y cadetes en el saloncito)
tres enormes dogos feroces en la capilla de San Wenceslao
velando el prolijo orgullo del monaguillo narrador
revolucionario desprovisto de pólvora
Gorda María en el Día de los Muertos
(dos muertos, farristas, uno poeta, ambos pretendientes de la treintañera)
el epilogal treintañero estudiante de leyes (“¡qué hombre!”)
y los demás vecinos conspicuos convocados.
Preguntas de Anita
¿Importa saber qué edad he llegado a tener
y si soy risueña o resentida
hija adoptada por Karenin
(el marido de mi madre y padre de mi medio hermano)
hija del conde Vronski, e insisto
de aquella mujer tan bella que apenas conocí?
¿Heroína de la que precisamente habré heredado su belleza?
¿Escribí yo libros?
¿La perdoné?
A Ernest Hemingway
Langostas, grillos, truchas, salamandras como carnada
insectos, larvas y escarabajos para tu anzuelo
muchacho NickAdams, inventor de arroyos
para quien era Michigan una fiesta del verano
Las armas
del viejo Hemingway y el mar.