A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

OCTAVIO PAZ

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UN DÍA, LENTILLA [Mi poema]
Vicente Monroy [Poeta sugerido]

MI POEMA …de medio pelo

 

Vivo en piso alquilado sin puertas ni ventanas
donde las amapolas no salen a pasear,
como no tengo vistas no puedo ver el mar,
las olas disfrutar, ni el sol en las mañanas.

A veces me pregunto si en realidad soy ciego
y aunque a ver no me niego no consigo mirar
lo que hay tras de los muros, no puedo respirar,
que no puedo regar ni cultivar mi ego.

Y no hallo quien me baile, no tengo una mirilla,
ni nadie hay me acompañe para llevarme al bar,
se sincere conmigo y allí un trago tomar
pudiendo así olvidar que un día fui lentilla.
©donaciano bueno

No hay mayor #ciego que el que no quiere ver? Compartir en X

Hay veces en las que las obsesiones nos impiden ver más allá de nuestras  propias narices, surten el mismo efecto que una lentilla que con el paso del tiempo se vuelve opaca

MI POETA SUGERIDO:  Vicente Monroy

DEJASTE DE ESCRIBIR

Canciones intocables, lugares anchos y largos,
cervezas abiertas cuando teníamos veintidós
y las conversaciones duraban y duraban.
¿Qué te puso tan triste, que dejaste de escribir
esos poemas que nos gustaban tanto?
De las fiestas de aquel verano largo
recuerdo una. Muy cerca de la noche,
cayó un aguacero cálido de pronto,
rompió los toldos, desbordó la piscina.
Tú saliste a bailar casi desnudo, riendo como un loco.
En medio de la calle saltabas en los charcos.
Terrible hermano:
los jóvenes heridos también somos jóvenes.
Te fuiste pisando sitios que el sol no tocaba nunca.
Casas, prados, otros trenes
pasaron en el viaje del que vuelves.
En el porche desconchado ahora crecen aloes
y geranios enredados sólo en sí mismos.
El frescor sigue llamando a la siesta.
Aunque ya nadie lo escucha, sigue llamando.

EL EXTRAÑO OCIO

Cruzabas la piscina como un trazo
reflejado del cielo, fugaz,
quedaba tras de ti
un leve lodo turbio, te miramos brillar.

Los gestos de la noche son inconfundibles,
pero nada palpita al final del universo.

El corazón es pequeño.

Se oyen pasos de animales
que descienden a beber
en la desembocadura.
Niños que aman a otros niños
en el interior del bosque, temblorosos.
Más allá, el rumor de la autopista
que a veces confundimos con el mar.

Algún día, acostumbrados,
lo llamaremos silencio.
Después de tanto orgullo, de tanto extraño ocio,
alcanzaremos algo para poder perderlo.

UN POETA SALE A CORRER DE NOCHE

Inventabas poemas en medio de la noche,
en el sueño eran claros, pero cuando despertabas
habías olvidado las palabras.
Entonces salías a correr tranquilo,
libre del peso de algunos versos tristes.
En la calle, la canción del cielo,
máquinas expendedoras reluciendo
debajo de la lluvia, nubes negras
cayendo del espacio
entre el vacío y el suceso puro.
¿Quién animó todo esto
y lo hizo brotar así de lento, impedido,
de su propio interior, de las palabras
que lo nombran? Esta lenta zozobra
de todo lo que veo, ¿quién la soñó?
No fuiste tú. Tú amabas
el silencio en los parques, el olor de los hombres.

EL MAL HOGAR

¿Quién descargaba aquel peso del deseo
que doblaba la lona en el otoño
bajo las hojas secas y las avispas muertas?
Raros hongos asoman en los bordes de la loza.
¿Cuántas palabras de aquellas
que dijimos en verano
encontraron un destino?
¿Rebota todavía, aunque inaudible,
su eco en el jardín?
Murmuraste vencido:
Quizás nunca se apaguen.

Recogimos madera, escalamos un árbol,
nos manchamos las manos y la cara.
Cuando la cabaña estuvo terminada, pensamos
que no era nuestra imagen de un hogar,
pero era tarde. El invierno nos había sorprendido.
Dormimos abrazados.

Si todo el silencio del mundo
cayera sobre esta noche
y ardieran las ciudades de Europa,
no lloraríamos.

Hoy que viajamos

La foto muestra un mantel sucio de vino,
la merienda se alarga y cae la noche,
alguien dice que la sola idea del mar le empapa,
que la sola idea del sol le seca,
una ambulancia baja la avenida distante,
salpicando intermitentemente
las hojas de los árboles de luz naranja, de luz azul.
No siempre sé lo que siento, y hoy que viajamos
por espacios amplios o de ritmo eléctrico,
parece raro estar mirando este paisaje ondulante,
el agua que alguien derrama, los edificios blancos,
y pensar: me encuentro bien,
pero detrás algo me inflama, inexplicable,
irrespirable como un aire de fuego.
Somos jóvenes, pero eso durará poco.
¿No se agitaban las ramas como diciendo:
es cierto, hay algo más allá que es hacia lo que vamos,
sin remedio arrastrados por esta suave brisa
aunque las raíces nos mantengan sujetos
al suelo un instante más?
No siempre sé lo que siento, pero hoy,
aquí,
puedo decir firmemente lo que quiero:
que nada escape de la circunferencia
que trazó la belleza a nuestro alrededor,
pero que nada, sobre todo, nunca
revele la medida de su radio.
Incluido en Las estaciones trágicas. © Suburbia Ediciones, 2018.

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Octavio Paz

Poema La vista, el tacto de

A Balthus
La luz sostiene ingrávidos, reales
el cerro blanco y las encinas negras,
el sendero que avanza,
el árbol que se queda;

la luz naciente busca su camino,
río titubeante que dibuja
sus dudas y las vuelve certidumbres,
río del alba sobre unos párpados cerrados;

la luz esculpe al viento en la cortina,
hace de cada hora un cuerpo vivo,
entra en el cuarto y se desliza,
descalza, sobre el filo del cuchillo;

la luz nace mujer en un espejo,
desnuda bajo diáfanos follajes
una mirada la encadena,
la desvanece un parpadeo;

la luz palpa los frutos y palpa lo invisible,
cántaro donde beben claridades los ojos,
llama cortada en flor y vela en vela
donde la mariposa de alas negras se quema:

la luz abre los pliegues de la sábana
y los repliegues de la pubescencia,
arde en la chimenea, sus llamas vueltas sombras
trepan los muros, yedra deseosa;

la luz no absuelve ni condena,
no es justa ni es injusta,
la luz con manos invisibles alza
los edificios de la simetría;

la luz se va por un pasaje de reflejos
y regresa a sí misma:
es una mano que se inventa,
un ojo que se mira en sus inventos.

La luz es tiempo que se piensa.

PAZ Y TRANQUILIDAD [Mi poema]
Héctor Rosales [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Aquí la vida pasa lentamente,
con lánguida sordina, y es tediosa,
sólo existe la calma y el presente
se alarga sin cesar eternamente
cual agua que resbala de una losa.

Aquí se escucha el eco en retroceso,
pareciera el futuro se haya ido
tras aura compungida de algún beso
que presiente llegado ha a su deceso
en medio de un espacio adormecido.

Que aquí ahora no se oye ningún ruido
y hasta el viento parece que está ausente,
el ansia por gritar se halla escondido
entre brumas del alma dolorido
para al fin suicidarse en parapente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Héctor Rosales

PRESENCIA DE LA MÁSCARA

Islas: tanta claridad es misterio.

IDA VITALE

Su mutismo borraba las jaranas, los taconeos
cercanos al traspié, los acertijos que anoche pisaron
adoquines en aquella romana esquina gris.

Apretado y perfecto el carmín, más rojo
que la cabellera de plumas lloviendo sobre el antifaz
dorado, con algo de ese sol a su mañana esquivo;
muy negras, rotundas, las hojas negras
de sus pupilas, la capa bajando
en impecable caída hasta la ausencia de piernas;
mientras una blancura turbadora dibujaba
su cariz contra el tumulto de la calle.

Así la máscara, preparada para oferta,
al lado de la puerta de un comercio que ignoraba
la respiración de tal mercancía.

Indagué al pasar el absorto perfil,
su probable vida, sus sueños de fiesta, su espera,
y lo que habríanle murmurado al rechazarla.

La besé con el disparo de la foto.

Y no le dije adiós al dejarla, casi cabizbaja ante
la inminencia del frío, ante las antiquísimas columnas
que aún soportaban los restos de los restos de argollas,
caballos, carruajes y armas implicadas en siglos
y pretensiones de gloria.

No le dije adiós. Y permaneció sin la menor sombra,
impávida frente a las farsas y la providencia, sin nadie,
sin nadie, con todos nosotros.
Roma, 12 / 2008

EL INCENDIO

Escuché los gritos de los árboles
en el incendio, el reseco bramido
de la humareda, la coral fundida
del bosque fraterno. Quedé solo.
Nada pude hacer. Ni la primavera,
oyente de luto, viuda inesperada.
Años, aves, albas, vientos, todos
fuimos hojas, ojos cerrados, ramas
del esqueleto intacto de la noche.
Barcelona, agosto 2011

CULPABLES

Lo debemos asumir, piedra intratable
horadando nuestro tejado, mano
que desligada del brazo
se vuelve puño contra su pecho
ya vaciado de afán:

Estar es terminar
aceptando
lo que no podemos corregir.

Entonces y ahora cómplices
del viento aborrecido
en los espejos. Encorvados
barriletes en cielos y dedos
y días forasteros.

Las circunstancias
entrelazan el nudo, colocan
los filos, indican la ruta
preferida del veneno.

Lo debemos asumir, quitando
el injusto estigma sólo dispuesto
por cobardes, adocenados
devotos de la incomprensión:

Aquí, en este ciego soplo
donde nos crían los desgastes,
el menor culpable
es el suicida.
Barcelona, 2012/ mayo 2015

Ruptura

el refugio inmune ha dudado

esas pupilas a través de la playa del episodio
interrumpido por las mismas diversas saetas
dirigentes de tu rumbo haciaquí

observabas las aguas dormidas y eran ellas que desde ti
me miraban moribundos rubíes
pautaron en laxitud
nuncasumibles conveniencias

y quedar dentro de aquellas fosas
afiebrados no salir y sin embargo ya fuera
de nos-otros ya el viento en nuestrarena

observabas pero yo no estaba en esos minifundios
que contemplaron cómo los veneré cómo
en medio de aquel sueloxigenado
al que apostamos

quién traería estos oleajes los peces ahogados
las trampas de la repentina medusa

observabas
desde tus dedos apretados de inocencia y de no

rodaba un mañana similar a otoño eterno
y ambos evitando el centro

nos
otros

que teníamos la ecuación del hielo
resuelta con puro abrazo

los que acorralamos desgracias armados de humor y fe

otros

los que habíamos mantenido al sol
desde la orilla

Arbustos al borde de la vía

A Fernando Cabrera

arbustos al borde de la vía fibras del pensamiento
llano llamado esmeralda por cortos cables
verticales luego madejas del baldío avisos
vaticinios
pasto sin más usuario que mi aliento rastro
mío verdemente inmóvil cuando paso inmóvil
sobre carriles extremados a la estación de ceniza

bustos al margen de la huida testigos
atónitos de un pasaporte indefinido cada uno
arriando estrechas lupas que la carestía empaña

siento esas pupilas esas fuentes alcaloides
modificando vegetales dándoles la grave
información que de pronto al viento excita

tos al cabo del temblor en los macilentos conductos
de la tierra tos que trepa hasta mi espalda
verdemente doblada como un tallo un quebrado
cristal mientras me alejo

Semblanza II

cambia la hora su indumentaria de ayeres
mientras el señor se acuerda de los manzanos
aportando turgencias a la siestagraciada

tal vez sea cristal la carretera
que diametralmente atraviesa la estancia
donde un escritorio silla trenzada cirio
lápiz cuartillas grises boina y alcanfor
rifan la suerte de un poema estremecido

de ayeres borra la mano vestuarios
que cruzan asimismo el ámbito sin estufa
y es azul melodía de la edad
lo que quiebran los bronquios contra el sol
apagándose

desde un retrato reducido emana
verdores la miradadolescente desnudando
cincuentaños de chica trigales y altillo
plazas y sábanas como aves
picoteando fuegos y eneros haciatrás

pero nieva
sobre las áridas alfombras que la noche
confunde con la ruina ante las instrucciones
del río al sendero por los abiertos panes
rechazados que contempla la ridícula sonrisa
en el vaso cautiva nieva
entre las cejas del señor
al moverse una muchacha pelirroja
a través de los tatuajes del jardín
y traspasar la pared para detenerse ante
su propio retrato

y delicada lentamente cerrar
los párpados de un hombre que no escribe
ni sueña ni aguarda
ni extraña.

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Silencio - Octavio Paz

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

HABLAR POR LOS CODOS [Mi poema]
Mariano Blatt [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

La calle no es de nadie que es de todos,
de gente de pelaje variopinta,
el sol cuando aparece suda tinta,
la tierra está plagada de beodos.

Catetos, no te extrañe, somos todos,
que sólo descollamos por la pinta,
la vida ya no es vida si es extinta,
los tedios sedimentan con sus lodos.

Hablar, como se dice, por los codos
no es tener en los brazos una boca
pues que sólo quien habla se equivoca
y sólo en las verdades no hay recodos.

Cada uno va diciendo lo que siente,
y mudo es cual decir que presentimos,
pensar no es descubrir por qué vivimos
si hablamos de algún tema inconsistente.

Amar, sentir, soñar y disfrutar
de vivir necesarios ingredientes,
mas nada ellos serán sin contendientes
sufrir, luchar, penar y aun perdonar,
©donaciano bueno

Desde que el niño es niño ya lleva inoculado ese sentido de la propiedad hasta tal punto que se niega incluso a prestar lo que ha recibido de regalo.

(Octavio Paz)

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;

MI POETA SUGERIDO:  Mariano Blatt

El Paraíso, el Espacio Exterior

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un viaje en lancha por el Río de la Plata,
una charla confusa con un perro,
3 pibes caminando por el medio de la calle.
El olor de una panadería, de un porro y de después de coger en verano.
Una buena mesa en una pizzería. Un vaso de cerveza, un chico en cuero.
Un pibe con cara de drogado en el subte. Un ventilador de esos de pie que me tira aire a mí, a vos, a él, a vos, a mí de nuevo y así toda la tarde.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un camino entre árboles re altos,
las siete de la mañana,
una pila de libros,
varios pibes jugando a la pelota en un descampado
y otros destrozados por la droga y por el amor,
especialmente por el amor.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
una foto de un lugar abierto,
el ruido que hacen las estrellas
y el que no nos dejan hacer.

Gente del otro lado del alambrado.
Los diferentes tipos de drogas que usamos para estar bien,
el sol dándote de lleno en la parte de arriba de la cabeza.

El olor de una pileta techada,
la luz en el vestuario de chicos,
los chicos.

Un buen nadador,
un chico del interior andando en motito de delivery.
Un montoncito de yerba usada tirada atrás de un campo de deportes.
Un pibe con buzo de Tigre andando en bici por la plaza de Lobos.
Un campo de deportes a las cinco de la tarde.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un chico re lindo bailando re bien.
La luz de una estrella,
la de muchas,
un pibe extasiado mirándote de cerca a los ojos
y otro con cara de extasiado buscando perdido a su grupo de amigos.

El Paraíso,
El Espacio Exterior,
un buzo de los Minessota Timberwolves.
El primer día de vacaciones de cuando tenías diecisiete y se te marcaban los abdominales re bien.
El montoncito de mochilas en la playa,
un pibe dándole la mano a otro.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
el olor de fumar porro los sábados a la tarde.
Una casa con las ventanas abiertas,
las cerámicas frías de la cocina,
una pileta en la parte de atrás.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
el viento del Río de la Plata en la rambla de Montevideo,
un pibe rubio de ojos negros haciendo juego consigo mismo y la camiseta de Peñarol.

El olor del barro seco entre los tapones del botín,
el pantaloncito de fútbol manchado con pasto,
una droga nueva re rica que viene en gotero.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
la sensación de empezar a estar muy drogado en una super fiesta,
una foto del campo a las cinco de la tarde,
un amigo pasándote el brazo por atrás de la cintura para empezar a saltar juntos.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un chico en la cancha de Quilmes moviendo una bandera de palo de Argentinos.

Un jugador de fútbol bailándole cumbia al banderín del córner,
un puente re largo de cruzar.

Gente saltando porque su equipo va ganando,
un policía más chico que vos revisándote los bolsillos.

Quince micros parados al costado de la ruta a cincuenta kilómetros de entrar a Córdoba,
unos vagos que estuvieron tomando Fernet todo el viaje jodiendo a unas vacas para matar el tiempo,
un policía cordobés yéndolos a buscar.
Una foto desde el cielo,
la hinchada visitante cantando mucho más fuerte que la local.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
la única forma de entrar a un lugar.

Un pueblo de pocos habitantes,
un camión heladera llevando lácteos al almacén,
los yogures,
el chico que los descarga,
un billete de dos pesos volando en el medio de cualquier lado.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
la terraza de un edificio,
la parte más alta.

Una buena manera de empezar a bailar.
El primer momento que te das cuenta que te pegó,
saber que tenés más éxtasis en el bolsillo del pantalón.

Una charla graciosa con un amigo,
dos pibes hablando con los anteojos puestos,
siete amigos bailando exactamente igual por un ratito,
3 pibes caminando por el medio de la calle.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
una escalera que no termina nunca más,
un amigo jugando al ajedrez contra la máquina,
un pibito que no entiende lo que está pasando.

La droga de los buenos,
la de los mejores,
la de los increíbles.

Una foto satelital de altísima resolución,
un chico haciéndote una pregunta interesante.

Un abrazo re sincero.
Muchos recuerdos juntos que te hacen cosquillas en las piernas.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
las cosas que nadie entiende.

Un chico con los ojos cerrados,
unas zapatillas para saltar mejor.

Un perro de la misma raza que el chico que te gusta,
un amigo hablándote del campo a las cinco de la tarde
y en el momento en que iba a escribir que tomaba mate
tomo mate.

Un sueño re lindo,
un momento agradable para estar en.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un chico imitando el ruido del viento con la boca,
una esquina mal iluminada.
Dos pibes con capucha fumando porro.
Un poema que empieza y termina como vos querés.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un chico que te lo jura por dios,
una canción que viene con un sonidito increíble.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
saber que está todo bien.
Un chico con un tatuaje de Michael Jordan,
una pastilla que te pone como superhéroe.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un pibe bailando re bien con las mejores zapatillas,
un tema que te da ganas de vivir
y otro, que viene después, que te da ganas de vivir más arriba.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
un festejo de gol igual a un súper pico de pastilla,
los mejores chicos para estar enamorado de.

Un poema re fácil de escribir,
un chico re lindo de ver sin remera,
un arquero que achica bien en el mano a mano.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
la sonrisa de éxtasis más linda de la fiesta,
mucha gente levantando las manos al mismo tiempo.

Estar bien,
estar re bien.
El árbol más alto del pueblo,
un tema que te hace despegar.

El Paraíso,
el Espacio Exterior,
una carrera de acá a la esquina,
una cosa que se me acaba de ocurrir,
un poeta con la mirada puesta en.

Media pastilla de éxtasis en el bolsillo de la campera que más te gusta.
El Paraíso,
el Espacio Exterior.

FANTASMITAS (2009)

Va Mario Bros caminando con Dr. PacMan
por la famosa calle de la realidad
y vos sentado en una silla escuchando todo lo que tenés que hacer.
Tenés
por ejemplo que escribir poemas centrados
para que con ellos los chicos puedan construir
caños de cobre que esa misma tarde
en esa misma calle de la realidad
pero un poco más al costado
colocan en la plaza y se la pasan
haciendo pruebas muy difíciles pero a la vez muy bonitas
como el flip slide caño caño
o el doble triky sin remera
que consiste básicamente en lustrar los caños de cobre
con la panza de la tabla
(y hacerlo sin remera).
Esos caños de cobre lustrados
fueron hechos con la misma fibra con la que escribiste
poemas centrados. Tenés que escribir
además
poemas corridos.
Estos servirán para abastecer
la gran red de energía eléctrica
que está al servicio de la ya famosa realidad.
El proceso es así:
agarran tus poemas corridos
dicen esto está mal
esto está bien
esto no rima
esto no está pero lo veo igual
(fantasmitas).
Una vez que ya se sabe todo esto
pasan el poema por una maquinita
(es la misma maquinita
con la que los chicos hicieron los caños de cobre
solo que usada para el otro lado).
Entonces de ahí sale energía que se pasa al cableado
y así se iluminan las ciudades.
La iluminación de las ciudades es una cosa importante
aunque no lo parezca. A mí, personalmente
me gustan las luces rojas
las verdes, las amarillas. Me gustan las luces de mi cabeza
cuando están prendidas o cuando están apagadas.
Me gustan las luces con efectos.
me gustan los chicos con defectos
y me gusta que vaya Mario Bros caminando con Dr. PacMan
por la famosa calle de la realidad.
No me gusta, en cambio
tener que escribir poemas torcidos.
Pero los poemas torcidos
son los que se usan para volver a la corriente. La técnica es así.
Como sabíamos uno se venía cayendo de la famosa calle de La realidad,
porque esa es una calle resbalosa
además de angosta. Y como sabíamos
hay mucha gente caminando por la famosa, angosta y resbalosa
calle de la realidad. O sea que es casi imposible
no caerse. Pero como sabíamos
vos tenías que escribir poemas torcidos
que para que se los figuren
son como unas cañas de pescar, sólo que torcidas. Y para que se lo figuren
Si vos sacás tu caña de pescar y tirás el anzuelo para la calle de la realidad
como la caña está torcida, inmediatamente se te traba en un arbolito.
Es el arbolito que te trae a la realidad.
Abracemos el arbolito.
Ahora sentémonos un rato a la sombra del arbolito.
Y veamos
si queremos
cómo los chicos hacen pruebas cada días más hermosas
cómo el viento mueve las hojas del arbolito
cómo tu chico se saca la remera porque tiene calor
y porque tiene lindo cuerpo.
Y cómo el mundo sigue dando vueltas
un día es de día al otro día es de noche.
La gente que hoy conocés mañana ya no la conocés
los problemas se hacen chiquitos
las civilizaciones se van
y tu chico tiene lindo cuerpo
y vos tenés una capucha
y por ahora todo marcha más o menos bien.
(Publicado en la edición de marzo 2018)

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AMOR A PRIMERA VISTA [Mi poema]
Heli Ramirez [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Al chopo, al que amamanta la ribera,
algunas hojas verdes le han salido,
después de un largo invierno, tensa espera,
al tiempo que arribó la primavera
ya todo ha despuntado, está florido,
será hasta que dios quiera.

El mismo, el que arrogante apunta al cielo
y observa atardecer tras la colina,
sus hojas arrastrando por el suelo
igual que el que reparte una propina,
buscando así calmar su desconsuelo
en medio la neblina.

El chopo, el que no oculta la maleza
esbelto cual lo hiciera un estilista,
grabado con ternura en su corteza
y siempre en buen estado de revista,
amor del que rezuma su belleza,
pues fue a primera vista.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Heli Ramirez

No nací para morir antes de estar muerto

De las ilusiones que me hago a alguna llego.

Yo no nací para morir antes de estar muerto. Olvídese. Así
como no me quedé en la pared de una esquina pegado de grafiti
en fondo de pantalla para un video.

Nada está perdido para mí.
Y fuera de la consigna “plata o muerte”
que a veces tan burda suena cuando
se escucha desde la comodidad o desde un mediado estar
me he planteado otras consignas para ser
feliz entre la realidad cotidiana siempre de reina cruel
cuando se está encajonado entre
un Mínimo de salario que no entrega
una noche de fiesta ni aunque se le
amenace y de la amenaza se pase al
hecho de dejarlo en las afueras de la
ciudad de basura en una bolsa negra…, al
Mínimo. Claro. Con mayúscula.   ¿Muy viniendo traición?
Cuidado con ese muerto que quiere hablar.

La Colina

La colina es de cuatro o cinco cuadras
en adobe pelado el frente de las casas.
De lejos las calles son huecos obscuros
los muros se tragan el sol de un trago
Por un lado baja una quebrada
que en invierno se vuelve un río
Fue en una época el último montoncito de casas
en la parte alta de la ciudad hacia el norte
con rastrojo y piedras a los lados
Encima del barrio hay un puente sobre la quebrada esa
bajo ese puente a más de uno le han dado en la cabeza
y nadie ha dicho que ha visto espantos o ha oído quejidos
En la ciudad a los espantos les da miedo salir
Desde el picacho un viento acaricia el cuerpo del barrio
La primer casa de tabla y cartón fue
y siempre que pasaba un ventarrón se llevaba
dos o tres techos
Las gentes de noche corriendo
quitándole el techo al ventarrón
para seguir durmiendo
La voz en alto en las calles pendientes sin caber
entre las casas.

Uno es algo

Y no me diga que uno es nada en la vida. ¿Somos nada? Somos.
Yo soy.
Es imposible no ser algo. Uno es algo.
¿Que uno es nada si no se tiene un peso en el bolsillo
ni tarjeta en un cajero?
De acuerdo. Muy estúpido sería decirle que no. No tenemos un
peso, ni tarjeta para meter en la ranura de un cajero,
pero de ahí a que somos nada, mal me huele esa idea.
Y para que se muerdan las uñas: eso tiene solución en uno de esos
pensamientos que llaman malos bien parado en la mente
por una carretera sembrada en pinos de ilusiones.
Y no me diga que así lo quiso el destino.
A la una, a las dos, o a las cuatro de la tarde o del amanecer
uno es lo que quiera ser o sea
a no ser que de pereza nos quedemos sentados…
sentados a esperar que el billete
del cielo caiga por un hueco en el techo
a la sala del rancho.
Yo sí tengo muchas cosas que ser para hacer.

El miedo en un grito

Otra explosión se oye y disparos se escuchan
para que la tarde de falda gris
después de una ráfaga seguida de cansancio
llene su rostro la tarde de miedo
y los labios de quienes salen a buscar el bus o el metro
para sus casas huérfanos de alegría en la tarde,
despeguen los labios con segueta y se murmuren un
«buenas tardes» para perderse entre el miedo en un grito
al escuchar historias parecidas a las suyas
sobre los hombros en el bus o el metro al salir de la
tarde de falda gris y entrar a la noche de mirada negra
y despertar al amanecer de peludo horizonte…,
peludo horizonte.

Un día para otro su sombra

La vida cambia de un día para otro su sombra,
y otras son las ambiciones en un tiempo
que no se sabe a cuántos días equivaldrá;
Con oscuridad o claridad le rompo
el ojo ciego al destino que posa de duro.
Así las cosas, defiendo mi espíritu;
que mi espíritu no se vaya a doblegar.
Si lo logro,
hago fiesta.
Severa rumba hago.

(LA COLINA –uno- (fragmento)

La colina es de cuatro o cinco cuadras
en adobe pelado frente a las casas.
De lejos las calles son huecos oscuros …
Por un lado baja una quebrada
que en invierno se vuelve un río
Encima del barrio hay un puente sobre la quebrada esa
bajo ese puente a más de uno le han dado en la cabeza
y nadie ha dicho que ha visto espantos o ha oído quejidos
En la ciudad a los espantos les da miedo salir
Desde el picacho un viento acaricia el cuerpo del barrio
La primer casa de tabla y cartón fue
y siempre que pasaba un ventarrón se llevaba dos o tres techos
Las gentes corriendo
quitándole el techo al ventarrón
para seguir durmiendo…

LA COLINA –dos- (fragmento)

…Pero
cómo no
hoy por hoy
pasa por allí la setentayuno a
[…] De En la parte alta abajo. Ed. Acuarimántima. Medellín. 1979)].

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Octavio Paz

Nombras el árbol, niña... -

A Laura Elena

Y el árbol crece, lento,
alto deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.
Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de batalla.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
brilla en las hojas, habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
la marea de sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes nos dispersa
y nos devuelve, intactos,
en el centro del día, a ser nosotros.

UNA CALLE CUALQUIERA [Mi poema]
Ulalume González de León [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

La calle no es de nadie, que es de todos,
-ser libre es circular por las aceras-,
no existen ni fronteras ni alambreras
tratando como hermanos a los codos.

La calle es como un pájaro que vuela,
un barco que navega a la deriva,
que viene y va y se muestra permisiva
y va cantando al ritmo de la suela.

Del templo es libertad, es tolerancia,
es un himno, es la letra de un poema
que aun pervive salvada de la quema
de quien quiere hacer de ella su estancia.

La calle tiene marcha, tiene embrujo,
tiene magia a la luz de las farolas,
en las noches de invierno siempre a solas,
con la sombra del pobre y con su orujo.

Que mantiene feliz la compostura,
tan coqueta y a veces descarada,
no se priva de echar una mirada
a las niñas a fuer de ser impura.

Para todos la calle le acompaña,
no pregunta ni pone cortapisas,
se acompaña con gusto con las prisas
y en su salsa se encuentra en la maraña.

Las calles son las venas y su sangre
somos quienes andamos con las penas
que vamos al salir de las colmenas,
debemos impedir que se desangre.
©donaciano bueno

La #calle no #obedece, no tiene dueño, o si? Compartir en X

MI POETA SUGERIDO:  Ulalume González de León

Cuento

Se enamoró de Aquiles la Tortuga
y fingió huir de él para atraerlo.

Cuenta el cruel Zenón que esa tortuga
no perdió nunca la virginidad.

Pero Cantor,
Bolzano,
Weierstrass,
rehabilitaron para siempre al héroe.

Otra versión (no menos conocida)
asegura que éste no alcanzó a la Tortuga
porque el tendón de Aquiles se torció en la carrera.

Cuerpo entero

Separar el tacto de las manos
hacia un repertorio disidente
de ejercicios de menos

Tocar sólo tu voz
Después: sólo tu olor
Después: sólo tu luz

Después:
lo inacabado en tu presencia
un desconocimiento.

Y volver a calzarme el tacto
para tocar tu cuerpo
para tocar en tu desnudo
lo desnudo también de desnudez.

Dijo Pavese

La primera vez
para nunca fue.

La primera vez
sera
para siempre
la segunda vez.

Después,
corregida,
aumentada,
la primera vez
será nada.

Después:
siempre en vez de
siempre en vez de
siempre en vez.

El amante

Mientras besaba a Rosalía
notó que de ella nada había:
ni tronco, ni cabeza, ni miembros… pero esos
detalles olvidó y la cubrió de besos.

L’esprit de la langue

No podrías hablar en pájaro
No podrías hablar en viento
No podrías hablar en mar
Te faltaría
creo
l’ esprit de la langue

Lo que han dicho la ola el aire el mirlo
no admite discusión

Tú en cambio tuerces
retuerces las palabras

Love nonsense-suite

1
Creí ver un torrente detenido
vivo cada salmón a medio salto
Pero miré mejor y vi que era
un beso hacia el oeste de tu llanto
«Si lo tomo» me dije «convertiré en ahora
las pérdidas constantes de ser algo»

2
Creí ver lo que sobra de tu sueño
fmgirse lo que falta de tu sueño
Pero miré mejor y vi que era
una arruga en el tiempo haciendo tiempo
«Sin la voz de mi voz» me dije «cómo
callar este silencio del silencio?»

3
Creí ver una puerta que llevaba
desde ninguna parte a alguna parte
Pero miré mejor y vi que era
un hueco entre mirarte y no mirarte
«Un aquí en vuelo» dije «vale más «
que cientos de seguros todaspartes»

Lugares

No sé donde está el árbol
que me hace estar tán lejos
ahora que se acerca

No sé si yo lo traigo
o si es él quien me lleva

Un hilo desde el fondo de su tiempo
tira de mí y me arrastra

mientras tiro de un hilo
para arrancarlo al fondo de su tiempo

Él llega -árbol entero
Yo de mí misma falto

La memoria nos cambia de lugares
sin movernos de nuestros sitios

Nonsense suite

I
A veces uno se encuentra
con alguien que no está allí
y que al día siguiente otra vez no está allí
y uno se pone a desear
que ese alguien nunca se vaya
para poder no verlo siempre

2
Fui a visitar a nadie
en su casa vacía
y nos dijimos nada

Le di lo que no tengo

Esto pasó mañana

3
Apenas era: era
un umbral no cruzado
Las ganas de saltar
de este lado a aquel lado

Si no hubiera otro lado?
las ganas de saltar
Y perdidas las ganas?
El salto para atrás

4
Corrían tras las palabras
que corrían tras sus sentidos
que corrían

Nadie alcanzó a nadie

Todos corrían por espacios separados
Todos envejecieron.

Palabra

Pronunciada palabra
tán sola
tán desnuda:
regrésate a vestirte de indecible.

Problema

Calcular
(dado el producto de la multiplicación de las caricias
el número de golpes de ala por segundo con que la pasión
compensa el peso de los cuerpos
la velocidad adquirida al pensarnos
la resistencia del aire a todas nuestras iniciativas voladoras
el intervalo admisible entre la temperatura máxima y la
temperatura mínima del deseo
las intermitencias con que fabricamos nuestra continuidad
el margen de error tolerable para un ingreso simultáneo
en el olvido que sabes
las probabilidades de reincidir por falta de recuerdo
la mayor o menor necesidad de un postre metafísico al
banquete carnívoro
el porcentaje de limaduras virutas rebabas que pueden ser
recicladas in situ
y la fuerza de gravedad de toda alegría
y la trayectoria asíntota al más estrellado techo)
la condición necesaria y suficiente de este amor.

Propiedad de concesión

De algún modo
sumando nada y nada
tengo todo.

Sueños?
Cosas?
O un puente
entre cosas y sueños?

De algún modo
todo se acabará y al mismo tiempo:
lo de afuera y adentro.

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Octavio Paz

La calle -

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

A TROMPICONES [Mi poema]
Antonio Preciado Bedoya [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Voy andando a trompicones
la gente pasa, no mira,
hay alguno que suspira
y otros que hacen de mirones
y algún tipo que delira.

Cada cual va con su guasa
o su ignorancia supina,
los hay que son de la China,
todos según su argamasa
o su ascendencia divina.

La movida se acompasa
de un ritmo desenfadado.
Ahora mismo está a mi lado
un muchacho con su grasa
y el cabello almidonado

que muestra sin disimulo
y avanzando da bandazos
con descaro y a codazos
me ha empujado con su culo
y apartado con sus brazos.

Y hoy he visto a un pordiosero
que con su mano alargaba
y una frase mascullaba
pidiendo, creo, dinero
y a su dios se encomendaba.

Disfrazados de paisanos
de este jardín que es mi calle,
donde florece el detalle
de quienes somos hermanos
en lágrimas de este valle.

Muchos hay desarrapados
o con traje y con corbata,
todos, a salto de mata,
van así despreocupados
cuidando meter la pata.

Para mí todos los días
cuando salgo de paseo
esta fauna que ahora veo
es un mar de aguas bravías
que disfruto y me recreo.

Por demás es divertido
ver un mapa tan diverso,
ignorando el universo,
el cielo desentendido
y yo escribiendo este verso.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Antonio Preciado

MATÁBARA DEL HOMBRE BUENO

¡Atabé!
¡Atabé!
¡Ururé!
¡Matábara!

Tengo una hoguera de estrellas,
de las estrellas más altas,
y un lugar en plena luna
para que arda.

La claridad crece y crece
con fuerza de cien mañanas.
Cátala, catún, balé,
Catún balé caté cátala.
Tengo aquí una antigua vena,
innumerables pisadas,
un gran latido redondo,
cien volcanes
y una lágrima,
malabón caramba aché,
un tropel de viejas ansias,
un ay que ruge por dentro,
un pan,
una gota de agua
y cientos de ojos que miran
con una misma mirada.

¡Ah!
Los ángeles se han perdido
de las vías más andadas.
Cátala catún balé,
catún balé caté cátala.

¡Aquí tengo, para un grito,
polvo de trece gargantas!

Un hueso de cada muerto,
el largo de tu pisada,
y aquí yo te resucito
las vidas que te hacen falta.

¡Cátala catún balé,
catún balé caté cátala!

LOS SABE HERMANO Y LES TIENDE EL CORAZÓN

Desde cuando llegamos
hemos venido andando
con el dolor pegado a la piel,
a las manos,
a los pies, tan cansados de este camino largo,
y hemos aumentado
hasta ser una mancha indeleble,
hasta poder decir
que ya somos de aquí
como los ríos
o como las montañas.

Por eso es que en tu muerte estoy muriendo
y siento que resbalo por tus lágrimas,
por eso es que la herida que me duele
es tuya,
enorme,
abierta,
hermana,
por eso los mineros de Bolivia
me duelen en el alma,
por eso es que sumamos los dolores
y entregamos la hoguera que trajimos
al total de la rabia.

EN SUMA

Unánime,
colmado,
numeroso,
hoy me convoco a este levantamiento,
y oigo mi vocerío
llamándome en el eco de las viejas tonadas
y en los sangrantes alaridos que andan
por los alrededores de mis huesos.

Hoy en definitiva me congrego,
me afluyo sin cesar,
me arremolino,
subo por mis raíces
sin nacer todavía,
presentido,
y me empujo hacia afuera
y me encabezo
y, multitudinario, yo me sigo.
Voy mirando hacia atrás,
rememorándome,
cantando a coro una canción perdida.

Hoy me uno a mi gentío
y en la marcha,
al paso jubiloso de mis plantas,
florecerán las piedras del camino.

Chimbo

Me habís embrujao, morena,
ya me tenés amarrao,
me tenés que causo pena,
ya me tenés de tu lao.

Habís velao mi retrato
—una vela a cada lao—,
me habís dao tripa de gato
o tal vez me habís fumao.

Te habís metido en mi sangre,
sólo a tu lao quiero está,
y a veces ya ni siento hambre
de tanto en tu amor pensá.

Morena, ¿qué me habís hecho
pa teneme así socao?
¿Pa metete aquí en mi pecho,

morena, qué me habís dao?

Pero ya verás, negrona,
yo me lograré zafá;
tabaco ni querendona
me podrán asujetá.

Buscaré curación, negra,
iré pa onde el Colorao,
él me dará alguna hierba
cuando le explique mi estao.

Me dará un baño de ruda
con aguardiente y verbena,
pa que del mal me sacuda,
pa librame de esta pena.

y después de poco tiempo
a tu lao he de pasá
con la negra que yo quiero
sin que me podás jalá.

Ya ni las tripas de gato
con ponzoña de alacrán,
querendona ni tabaco
me podrán asujetá.
de “Jolgorio” (1961)

Dádiva

Busco al fondo de todos los cadáveres
sus tesoros abiertos.
Los que murieron niños
muestran a flor de tierra
sus recientes estrellas sepultadas.

¡Ah esta suerte de topo que me dieron!
¡Ah la confusa tierra que me llama!
¡Ah mis ojos despiertos que ven luces
detrás de las tinieblas más cerradas!

¡Un muerto me dio cal
para escribirle un claro verso al alba!

Ved que al norte de mí
se alza una hoguera pálida:
un niño recién muerto quiere darme
su anémica flor blanca
y me guiña su tumba
con la tímida luz de esa fogata.
de “Más acá de los muertos” (1966)

Andan

Los muertos andan
calculando alaridos para el viento.

Cuando cerráis los ojos,
sabedlo de una vez,
los muertos se alzan
y caminan secretamente vivos,
sin pisadas,
acomodando signos en el aire,
liberando palomas enterradas,
erigiendo colores escondidos
en la asomada cal de los fantasmas.
de “Más acá de los muertos” (1966)

Ánima Primera

Todas las noches salgo
a hablar con los fantasmas.
Todos llegan a tiempo con el viento
agitando sus nombres
en una multitud desesperada.

¡Ah!
Juana la lavandera
solo anda en noches claras.
Siempre me llega en lunas,
lunas,
lunas,
chapoteando el agua.

Ved que me lavan los ojos,
que me enjuagan la palabra
veintiún manos azucenas,
con agua de nueve charcas.

Ángel, ¿quién enjabonó
trece veces tus dos alas?
¿Entiendes, Dios, la blancura
de tu espléndida garnacha?

¡Guardián del noveno cielo,
llueve una lluvia de nácar,
porque Juana ensangrentó
una punta de su sábana!
de “Más acá de los muertos” (1966)

Su Voz

A ver, yo soy Manuel,
morí dormido
con un viejo dolor en la mirada.
Tú viniste a mi entierro
—¿lo recuerdas?­—
con un ramo de dardos bajo el alma.

Hoy dejo aquí a tu puerta
una viva raíz recién sembrada,
yo llegaré a regarla cada día
con la gota de rocío más temprana.
de “Más acá de los muertos” (1966)

Algo así como humano

Cuando le hicieron sitio,
ya fue tarde,
porque le había crecido otro cabello
y tenía en la lengua otra palabra.
También le habían crecido las uñas
y los dientes,
y, como es hombre,
le había salido punta en la esperanza.

Desde entonces se vive solitario,
se entretiene tejiendo
un látigo terrible con su barba,
cantando ese murmullo indescifrable,
mascando roca,
vigilando el alba
o atrapando luciérnagas
para hacerse un farol como la luna
y un faro para hormigas extraviadas,
cortando escamas de hojas,
para peces,
o parchando el tonel para sus lágrimas.
Cuando le hicieron sitio,
ya fue tarde.

Dicen que por las noches
se desata la piel
y que la cuelga
de la caña de azúcar de la entrada;
bebe un poco de hiel de sus panales
y se acuesta en el aire
con su viejo brasero como almohada,
que duerme a ojos abiertos
y que sueña,
qué sueñan los que sueñan,
y de mañana,
al minuto del sol,
cierra los ojos,
empieza su canción
y se levanta.

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La calle - Octavio Paz

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

»OCTAVIO PAZ

Octavio Paz Lozano fue un destacado escritor y diplomático nacido durante la Revolución en Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, y fallecido en la misma ciudad el 19 de abril de 1998. Dadas las actividades políticas del padre, que lo mantenían fuera de casa por largos períodos, su crianza estuvo a cargo de su madre, una tía y su abuelo paterno, novelista que influyó mucho en sus primeros contactos con la Literatura. Su variada vida profesional abarcó desde la participación en la Embajada de México en la India hasta la docencia en numerosas universidades estadounidenses.
Su obra, influenciada desde temprano por poetas europeos de la talla de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, comprende tanto denuncias de carácter social como análisis de naturaleza existencial. Entre sus poemarios destacan "Libertad bajo palabra" y "Salamandra". El ensayo "La búsqueda del comienzo" es un buen ejemplo de su encuentro con el surrealismo en Francia.

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Silencio

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

Sonetos I

Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud se cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.

Luz que no se derrama, ya diamante,
detenido esplendor del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y fuego equidistante.

Espada, llama, incendio cincelado,
que ni mi sed aviva ni la mata,
absorta luz, lucero ensimismado:

tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra oscura.

Otoño

En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.

CREPÚSCULOS DE LA CIUDAD

          III

A la orilla, de mí ya desprendido,
toco la destrucción que en mí se atreve,
palpo ceniza y nada, lo que llueve
el cielo en su caer oscurecido.

Anegado en mi sombra-espejo mido
la deserción del soplo que me mueve:
huyen, fantasma ejército de nieve,
tacto y color, perfume y sed, ruido.

El cielo se desangra en el cobalto
de un duro mar de espumas minerales;
yazgo a mis pies, me miro en el acero

de la piedra gastada y del asfalto:
pisan opacos muertos maquinales,
no mi sombra, mi cuerpo verdadero.

AGUA NOCTURNA

La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche,
la noche de ojos de agua en el campo dormido,
está en tus ojos de caballo que tiembla,
está en tus ojos de agua secreta.

Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.

El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas.

Si abres los ojos,
se abre la noche de puertas de musgo,
se abre el reino secreto del agua
que mana del centro de la noche.

Y si los cierras,
un río, una corriente dulce y silenciosa,
te inunda por dentro, avanza, te hace oscura:
la noche moja riberas en tu alma. 

ARCOS

A Silvina Ocampo

¿Quién canta en las orillas del papel?
Inclinado, de pechos sobre el río
de imágenes, me veo, lento y solo,
de mí mismo alejarme: letras puras,
constelación de signos, incisiones
en la carne del tiempo, ¡oh escritura,
raya en el agua!

Voy entre verdores
enlazados, voy entre transparencias,
río que se desliza y no transcurre;
me alejo de mí mismo, me detengo
sin detenerme en una orilla y sigo,
río abajo, entre arcos de enlazadas
imágenes, el río pensativo.
Sigo, me espero allá, voy a mi encuentro,
río feliz que enlaza y desenlaza
un momento de sol entre dos álamos,
en la pulida piedra se demora,
y se desprende de sí mismo y sigue,
río abajo, al encuentro de sí mismo.

SONETOS - IV

Bajo el cielo fiel Junio corría
arrastrando en sus aguas dulces fechas,
ardientes horas en la luz deshechas,
frutos y labios que mi sed asía.

Sobre mi juventud Junio corría:
golpeaban mi ser sus aguas flechas,
despeñadas y obscuras en las brechas
que su avidez en ráfagas abría.

Ay, presuroso Junio nunca mío,
invisible entre puros resplandores,
mortales horas en terribles goces,

¡cómo alzabas mi ser, crecido río,
en júbilos sin voz, mudos clamores,
viva espada de luz entre dos voces!

SONETOS - V

Cielo que gira y nube no asentada
sino en la danza de la luz huidiza,
cuerpos que brotan como la sonrisa
de la luz en la playa no pisada.

¡Qué fértil sed bajo tu luz gozada!,
¡qué tierna voluntad de nube y brisa
en torbellino puro nos realiza
y mueve en danza nuestra sangre atada!

Vértigo inmóvil, avidez primera,
aire de amor que nos exalta y libra:
danzan los cuerpos su quietud ociosa,

danzan su propia muerte venidera,
arco de un solo son en el que vibra
nuestra anudada desnudez gozosa.

    LÁMPARA

Contra la noche sin cuerpo
se desgarra y se abraza
la pena sola

Negro pensar y encendida semilla
Pena de fuego amargo y agua dulce
la pena en guerra

Claridad de latidos secretos
planta de talle transparente
vela la pena

Calla en el día canta en la noche
habla conmigo y habla sola
alegre pena

Ojos de sed pechos de sal
entra en mi cama y entra en mi sueño
amarga pena

Bebe mi sangre la pena pájaro
puebla la espera mata la noche
la pena viva

Sortija de la ausencia
girasol de la espera y amor en vela
torre de pena

Contra la noche la sed y la ausencia
gran puñado de vida
fuente de pena.

[/su_table]
Decir, hacer

A Roman Jakobson

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.

La calle

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

Las palabras

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.

Libertad bajo palabra

Viento
Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire
siempre de viaje…

Entre ir y quedarse

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.

Bajo tu clara sombra

Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….

Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

La poesía

A Luis Cernuda

Llegas, silenciosa, secreta,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.

El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.

Verdad abrasadora,
¿A qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas.

Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.

Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente,
abres mis ojos.

Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.

Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.
En su húmeda tiniebla vida y muerte,
quietud y movimiento, son lo mismo.

Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.

Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.

Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.

Niña

Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento y pleno,
anegando los aires,
verde deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.

Nombras el cielo, niña.
Y el cielo azul, la nube blanca,
la luz de la mañana,
se meten en el pecho
hasta volverlo cielo y transparencia.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
baña la tierra negra,
reverdece la flor, brilla en las hojas
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y nace del silencio
la vida en una ola
de música amarilla;
su dorada marea
nos alza a plenitudes,
nos vuelve a ser nosotros, extraviados.

¡Niña que me levanta y resucita!
¡Ola sin fin, sin límites, eterna!

Dos cuerpos

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

LA CAÍDA

(a la memoria de Jorge Cuesta)

          I

Abre simas en todo lo creado,
abre el tiempo la entraña de lo vivo,
y en la hondura del pulso fugitivo
se precipita el hombre desangrado.

¡Vértigo del minuto consumado!
En el abismo de mi ser nativo,
en mi nada primera, me desvivo:
yo mismo frente a mí, ya devorado.

Pierde el alma su sal, su levadura,
en concéntricos ecos sumergida,
en sus cenizas anegada, oscura.

Mana el tiempo su ejército impasible,
nada sostiene ya, ni mi caída,
transcurre solo, quieto, inextinguible.

PIEDRA DE TOQUE

Aparece
Ayúdame a existir
Ayúdate a existir
Oh inexistente por la que existo
Oh presentida que me presiente
Soñada que me sueña
Aparecida desvanecida
Ven vuela adviene despierta
Rompe diques avanza
Maleza de blancuras
Marea de armas blancas
Mar sin brida galopando en la noche
Estrella en pie
Esplendor que te clavas en el pecho
(Canta herida ciérrate boca)
Aparece
Hoja en blanco tatuada de otoño
Bello astro de pausados movimientos de tigre
Perezoso relámpago
Águila fija parpadeante
Cae pluma flecha engalanada cae
Da al fin la hora del encuentro
Reloj de Sangre
Piedra de toque de esta vida

INTERVALO

Arquitecturas instantáneas
sobre una pausa suspendidas,
apariciones no llamadas
ni pensadas, formas de viento,
insubstanciales como tiempo
y como tiempo disipadas.

Hechas de tiempo, no son tiempo;
son la hendedura, el intersticio,
el breve vértigo del entre
donde se abre la flor diáfana:
alta en el tallo de un reflejo
se desvanece mientras gira.

Nunca tocadas, claridades
con los ojos cerrados vistas:
el nacimiento transparente
y la caída cristalina
en este instante de este instante,
interminable todavía.
Tras la ventana: desoladas
azoteas y nubes rápidas.
El día se apaga, se enciende
la ciudad, próxima y remota.
Hora sin peso. Yo respiro
el instante vacío, eterno.

MONÓLOGO

Bajo las rotas columnas,
entre la nada y el sueño,
cruzan mis horas insomnes
las sílabas de tu nombre.

Tu largo pelo rojizo,
relámpago del verano,
vibra con dulce violencia
en la espalda de la noche.

Corriente oscura del sueño
que mana entre las rüinas
y te construye de nada:
amargas trenzas, olvido,
húmeda costa nocturna
donde se tiende y golpea
un mar sonámbulo, ciego.

LA CARA Y EL VIENTO

Bajo un sol inflexible
llanos ocres, colinas leonadas.
Trepé por un breñal una cuesta de cabras
hacia un lugar de escombros:
pilastras desgajadas, dioses decapitados.
A veces, centelleos subrepticios:
una culebra, alguna lagartija.
Agazapados en las piedras,
color de tinta ponzoñosa,
pueblos de bichos quebradizos.
Un patio circular, un muro hendido.
Agarrada a la tierra —nudo ciego,
árbol todo raíces— la higuera religiosa.
Lluvia de luz. Un bulto gris: el Buda.
Una masa borrosa sus facciones,
por las escarpaduras de su cara
subían y bajaban las hormigas.
Intacta todavía,
todavía sonrisa, la sonrisa:
golfo de claridad pacífica.
Y fui por un instante diáfano
viento que se detiene,
gira sobre sí mismo y se disipa.

LA CALLE

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

Sonetos II

El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.

El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.

De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,

y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.