Mateo Rosas de Oquendo

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LOS CONQUISTADORES-Quito Colonial [Mi poema]
Mateo Rosas de Oquendo [Poeta sugerido]

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MI POEMA…de medio pelo

 

Como cada noche en la hora exacta de la brujería,
cuando el suave viento se torna en lamento y deja de sonar,
los frailes recitan el último verso del avemaría
en el claustro insigne de la sacra iglesia de «La Compañía»
me siento en mi cama, recojo mi mente y me pongo a soñar.

Sueño que aparece la imagen difusa de unos personajes en la lontananza
que muy despacito van aproximando hasta mi sus apuestas figuras,
altas y espigadas como en una escena del gran Don Quijote y de Sancho Panza,
visten de armadura, cascos, calzados de seda, esgrimen sus lanzas,
montan a caballo de hermosos jamelgos aquestos señores,
son aventureros, soldados valientes, aguerridos guerreros, los Conquistadores.

Mi imaginación se aloja en la más bella suite del hotel Majestic sin número y nombre.
Desde mi atalaya a fuer preferente sigo los murmullos, idas y venidas de toda la gente.
Veo construcciones, amplias plazoletas, calles recoletas, míticos rincones
testigos discretos de mil y un sucesos, crímenes horribles, rencillas y algunas pasiones,
antiguas iglesias llenas de leyendas de frailes impuros a fuer de imprudentes,
damas complacientes, ricos pobladores, de indios, algunos señores y predicadores.

De la Catedral resuenan campanas marcando las doce.
Pesados mis párpados suplican descanso y echo los visillos.
Se oyen destempladas canciones de algunos borrachos y algún estribillo,
las ánimas vagan por las callejuelas lanzando reproches,
de la Independencia la plaza dormita. Ya se ha hecho de noche.
©donaciano bueno

La zona colonial de Quito, en donde se ubica este poema, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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MI POETA SUGERIDO:  Mateo Rosas de Oquendo

Romance en lengua de indio mexicano

Cada noche que amanece
quanto saco mi biscucho
las presco piento poscando.
Onas pillacas latrones
que me lo estaban mirando
que me bay tieso con dieso
mi carañona poscando.
Alcon diable se lo dijo
como me estaba pupado,
me rompieron mi poxento,
serradura con candado:
Y ortado mis callos tres
que un año que me a criado
para ir mi copempernasion
do estado mi marquesado.
Quanto tomo esporision
lo an de comer mis pasallo
questo mi primo el marques
tenemos ya gonguistado.
Y todos los pisorrey
la provision me lo han dado
qui todo el corregidor
por mi mano an de pasado.
Y me ponga orca y cuchillo
para que pien castagado
estén todas los pillacos
que mi mantado no aco.
Si ai las cojo los latrones
que an ortado los mis callos
por vida de Don Felipe
se sas tripa de sacallo.
Que aunque sea hecho chismole
yo conosere mis callos,
que ono permejo es,
otro como rosio blanco.
La otro mi callo es prieto,
so cabes colorado,
que mi sorrado ocho dias
para mercar estas callo.
Ya no lo tengo remedio,
no es pueno si me a horcado
mas pale tenco pasiencia
qui a diablo se lo ha llevado.
Yo me ire en el probisor
y ante ella me querellado,
para que me paporesca
condra dodos los culpados.
Y me manta dar so carta
para que descomulgado
estén los pillacos todos
que comido de mis callos.
Yo no cate la deguela
apagado con agua de jarro,
porque su almina lo lleve
con el infierno del diablo.
Y estos billacas parsande
que mi sacado al tabrado
no ay respeto a la bersona
que dicen yo soy Don Pablo.
Y mi mujer Polonilla
que es una santa cristiano,
que quando se va a la misa
lleva rosario en la mano.
Luego se puelpe a su casa
mi comita aderesando,
y pajando su miscueso
zas ijo esta totrinando.
Tanto tiene atreviemiento
que ya me tiene afrendando,
no hay justicia de la dierra
que lo orque estas pillacos.
O, joro a quien me pario
y por vida de Don Pablo,
que su cabesa y miscueso
la horca a destar clabado.

Soneto

Decid los que tratáis de agricultura:
en este valle umbroso y desabrido,
¿qué fruto del deleite habéis tenido
que no se os torne luego en amargura?

Del gusto y del regalo y la dulzura,
¿qué espigas y qué grano habéis cogido
que no salga nublado y revenido
del silo de la triste sepultura?

Del mal terreno y mala sementera,
¿qué se puede segar, sino sospecha,
disgusto, confusión, remordimiento?

El alma siente ya desde la era
cómo ha de baratar de la cosecha
agosto seco de eternal tormento.

A doña Blanca de Guzmán

Cabellos, ¡oh cabellos de oro fino!
lúcida frente y ojos celestiales,
nariz hermosa, labios divinales
dientes de aljófar, cuello cristalino.
El pecho de marfil adamantino,
con dos preciosas perlas orientales:
juntáronse a las perlas los corales,
salió desto compuesto un ser divino.
Sobró a sus partes tanto la mixtura,
quiso mostrarse así naturaleza
tan larga, liberal, pródiga y franca,
que el ser, la discreción, la hermosura,
la gracia y el saber, la gentileza
y todo lo demás, vale una blanca.

Soneto a Lima del Perú

Un visorrey con treinta alabarderos,
por hanegas medidos los letrados,
clérigos ordenantes y ordenados,
vagamundos, pelones caballeros.

Jugadores sin número y coimeros,
mercaderes del aire levantados,
alguaciles-ladrones muy cursados,
las esquinas tomadas de pulperos.

Poetas mil de escaso entendimiento,
cortesanas de honra a lo borrado,
de cucos y cuquillos más de un cuento.

De rábanos. y coles lleno el hato,
el sol turbado, pardo el nacimiento:
aquesta es Lima y su ordinario trato.

Sátira hecha por Mateo Rosas de Oquendo a las cosas que pasan en Perú, año de 1598

Sepan cuantos esta carta
de declaraciones graves
y descargos de consiencia
vienen, como el otorgante
Mateo Rosas de Oquendo,
que otro tiempo fue Juan Sanches,
vecino de Tucumán
donde oí un curso de artes
y aprendí nigromancia
para alcanzar cosas grandes,
puesto ya el pie en el estribo
para salir destas partes
a tomar casa en el mundo
dejando los arrabales,
en lugar de despedida
determino confesarme
y descargar este pecho
antes que vaya a embarcarme,
porque si en la mar reviento
al tiempo del marearme,
para salir de sus ondas
será pequeña la nave.
Dejen todos sus ofisios
y vengan luego a escucharme;
los casados, sus mujeres,
las mueres sus ajuares,
los poets sus consejos,
los músicos sus compases,
los indios sus sementeras,
los libros los colegiales,
las damas sus ejersisios,
sus paseos los galanes,
sus sillenas los comunes
y sus estrados los graves;
dejen el gato las negras
los negros sus atabales,
los pulperos sus medidas,
las pulperas sus dedales
la justicia sus corchetes,
los corchetes sus maldades
los alguasiles su ronda
y la ronda sus disfraces.
Venga todo el pueblo junto
no deje de oirme nadie,
que no habrá, uno entre todos
a quien no le alcance parte
y los que su propio honor
por el interés trocaren,
dando en sus casas lugar
para que otros las reparen,
vengan a oir mis sermones
y sabrán, si no lo saben
que el más amigo se ríe
de su proseder infame.
Oiganme con atensión,
ninguno tosa ni parle,
que en cada rasón que pierden
pierden un amigo grande.

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