¿CUÁNDO LLEGARÁ EL OCASO? [Mi poema]
Marié Rojas Tamayo [Poeta sugerido]
New
Marié Rojas Tamayo [Poeta sugerido]
MI POEMA… de medio pelo |
Henchido aún de ilusión y de esperanza, Sonámbulo de lisonjas y de mieles, Paso a paso hago el camino caminando, Tranquilo espero a que llegue ya el ocaso |
MI POETA SUGERIDO: Marié Rojas Tamayo
Canción del emigrante
En mi interior
Todo se torna una gran despedida.
Todo son adioses
En mi interior.
No hay retorno para el que parte,
no hay posible vuelta.
El otro mundo
Es siempre
El otro mundo.
No importa si está en Europa,
En las playas del Caribe,
O al otro lado de la Estigia.
Sabemos que será
Un ticket sin retorno
A pesar de los sueños de reencuentro,
de «te escribiré sin falta»,
de lecturas de Tarot,
sesiones espirituales,
tableros Ouija, caracoles
Y promesas.
Es ese dolor atenazante
Que no merma
Quien me recuerda cada amanecer
Que he nacido en una tierra
Limitada.
No es necesario morir
Para irse para siempre.
Café
Negro néctar
Amargo como la memoria,
Dulce como los recuerdos,
Filtro del amor eterno
Que me llega de tus manos
Cada amanecer,
Salutación del nuevo día,
Comienzo de la jornada.
Los vapores que le acompañan,
le siguen, o preceden,
Traen consigo el furor de las batallas,
El aroma de momentos repartidos,
El sabor de las noches en desvelo,
La zozobra de las fiebres de los hijos,
Lecturas de poemas a altas horas,
Veces que nos rendimos,
Las victorias,
Las derrotas,
Los fantasmas,
Los augurios…
Poción, bebedizo, pócima, brebaje
Que oculta los hechizos,
Ofrenda mística
Más de dioses que de hombres,
Licor que se brinda a los amigos,
Que aleja el sueño
Y deleita a los sentidos.
Mágico elixir,
Sombra entre dos mundos,
Sitio donde te encuentro
Aún si estás lejos
Desde la memoria de veinte años compartidos.
Memorias de reptil
La voluptuosidad de mi cuerpo ardiendo lentamente,
Reverberando bajo los rayos del sol
Contra la blanda arena.
Estirarme perezosa y volver la otra mejilla…
La increíble, inagotable sensación de subir,
Trepar, escalar,
Todo lo que sea subible o trepable o escalable,
Siempre hacia arriba, rumbo al cielo…
La piel pegada a la corteza vegetal,
Su rugosidad arañando mi carne,
La soledad de las ramas más altas,
De nuevo el sol que nos calienta…
El amor por tenderme a dormir en las piedras,
El placer por huir, por ocultarme,
Por mutar de envoltura si es preciso.
El infinito goce de enroscarme…
El saber apretar los anillos hasta el fin,
El engullir lentamente,
La digestión demorada de la presa,
Ese balanceo inconsciente cuando escucho un solo de flauta…
La incansable búsqueda del veneno del saber,
El no haber aprendido a guardar secretos,
La pasión por las manzanas,
El querer jugar a ser Dios…
Mil detalles como estos
Me confirman que un día fui serpiente.
Promesa
Ama a la mujer
Y no al fantasma.
Toma los defectos que te ofrezco,
Desdeña las ilusiones,
La figurativa imagen de perfección
Que has ideado
Porque soy de carne,
De humanidad,
De años transcurridos,
De recuerdos hecha.
He visto correr demasiadas lágrimas
He caminado tanto que he extraviado mi camino
En más de una ocasión.
Porque soy imperfecta,
Ámame.
A cambio, te prometo
Amar el rostro que tengas al despertar
Sea cual sea.
Regalarte sonrisas cada día,
Amar también tus momentos más oscuros,
Tus arrugas,
Tus malhumores,
Tus tristezas,
Los callos de tus manos,
Las canas en tus sienes,
La persona en quien te conviertas
Con el paso inclemente de las horas.
Prometo llenar de ti mis pensamientos,
Dedicarte cada minuto de vigilia
Y, cuando el sueño me visite,
Prometo amarte mientras duermo.
(De Cita a ciegas, poemario inédito proporcionado por la autora)
Receta para crear un pintor
Para sentirnos pintores
No hace falta llamarnos Da Vinci o Picasso,
Más bien, necesitamos:
Tener 5 años por fuera o por dentro,
Una idea genial, incluso sin musas,
Una tarde lluviosa que no permita ir al parque,
Una vestimenta vieja y cómoda
Que pueda embarrarse a gusto
(si se coloca al revés, da buena suerte).
El espacio adecuado para nuestro despliegue,
Una lata con agua,
Colores brillantes,
Papeles, mejor aún si son poemas de otros,
Los pinceles deben ser cuatro,
No pregunten por qué…
Algo de música siempre ayuda,
Una cinta para que no molesten los cabellos,
Dos manos.
Le añaden Mucha Alegría,
Un pizca de Concentración,
Un trocito de Magia.
Y se cocina todo a fuego rápido
En el perol de los sueños.
Se sirve al momento.
No tiene efectos secundarios.
Cantar de gesta al Caballero de París
Por las calles de la Habana
Un duende se pasea.
Bajo el sol o en pos de las estrellas
Se escucha a través de las celosías
Su voz cascada, sin prisas,
Cantando sus loas.
Su paso incansable
Golpea los adoquines
Con el peso de su historia.
Su andar de mil eras
Es camino que conduce
Al reino de la Hidra y de la Sierpe.
Sus manos no imploran,
Regalarle un pan no es dádiva,
Sino premio que otorga
Desde su antigua dignidad
De orate.
Sus manos van llenas de regalos:
Pajaritas de papel,
Cometas,
Flores…
Su trenza habla de noches en contienda,
Tormento de dragones,
Salvador de damiselas,
Amo del grifo y de la esfinge,
Glorioso servidor de tantos reyes.
Sus ojos se pierden más allá de la mirada,
Evocando sueños de gloria al descampado.
Su afilado perfil,
Retrato ideal de aquel Hidalgo,
Guarda las claves del misterio.
Su alma noble no conoce el reposo,
Va tras su voz,
Proclamando su gloria, que ya es nuestra.
Parte de nuestras evocaciones,
De nuestros más caros recuerdos,
Leyenda, aún antes de la muerte,
Le miro ahora, hecho estatua,
Y sé que el caballero no está ahí.
Nadie lo pudo atrapar jamás en jaula alguna.
Caballero del viento,
De la nube, de las aves,
Jinete de la lluvia,
De los bancos de los parques,
De las plazas y glorietas.
Paladín de los locos,
De los niños, de los bardos,
Del polvo y de la risa.
Sé que vagarás,
Cual adalid de lo mejor del alma humana,
Más allá del tiempo y del espacio,
Hasta desgastar los adoquines
Que forman las calles de esta villa
Que dio espacio a tus andares
En esta pequeña isla
Que flota sobre el mar
De la deriva.