EL CIELO DE LAS SOMBRAS [Mi poema]
Mariela Cordero [Poeta sugerido]New
MI POEMA… de medio pelo |
Y un día sin saber cómo ni cuando La sombra segregada no se muere No importa si esta sombra fue mandona El cielo de las sombras sé que existe |
MI POETA SUGERIDO: Mariela Cordero
Lanza
En la humedad de su ojo hundes tú la espada.
Paul Celan
Lanza suspendida en aire
antes de caer
flota despacio
insinúa
quizás
la posibilidad de la huida
irradia
quizás
algún brote de clemencia
antes
de la dureza invasora
antes
de partir mi carne
en dos amados tajos.
Para amar la cicatriz
La mano sin piedad
hurga en tu significado
hasta el leve suplicio.
Araña hasta que brota la roja espesura
aniquila el mínimo asomo de misericordia.
Rompe la piel
para poder besar la cicatriz.
Las jaurías
Cuando pisaste por primera vez
el suelo del reino zozobrante
olvidaste
tus signos heredados.
No volviste a elevar los ojos
para conjurar al cielo
y colmado de carne y tierra
eludiste el mapa inaprensible
de los astros
siempre en éxodo.
La antigua religión fue derruida
y no se escuchó nunca más
el incesante respirar
de tu moral
sin grietas.
Te multiplicaste
en el festín
de cortaduras y desgarramientos.
Seguiste el curso de las jaurías.
Ahora
no tienes nombre.
Aprendiz
Para cada día
un bautismo de fuego
ávidas pruebas
y secuelas irrespirables.
Ardes
sumido en la lección perpetua
y en el pavor sin tregua.
Temes
que en el otro
territorio
sigas siendo
aprendiz.
Entregarse
Entregarse
como una historia que se derrite
exponer
la arruga y la cicatriz
revelar también
la sonrisa contundente del cuerpo
dar de beber el agua turbia del corazón.
Entregarse
descalzo
sin más atavío que el candil
de los ojos indomables,
puro
como quien se entrega
a la muerte.
MI POETA INVITADA: Macarena Márquez Bueno
DUERMEVELA
El duermevela de la noche avanza,
lo sé por tus pestañas,
que apuntan ya bajadas,
al redondel de mi ombligo.
A tus ojitos cerrados,
y a tu boquita entreabierta,
les cuelga un suspiro que dora,
la luz candente del cuarto.
La lamparilla se asoma,
a ver tu sombra serena,
mientras complacida piensas,
más en sueños que despierta,
que buena es la buena hora,
de dormir sin más demora.
De ‘Un ramillete de jaramagos’