A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
FAIRE DES CHATEAUX EN ESPAGNE [Mi poema]
Luis Hernández [Poeta sugerido]
MI POEMA... de medio pelo |
Hace un tiempo rompí con mis caprichos, Los vicios creadores son de antojos, Caprichos, sé que existen, que hay caprichos, Los caprichos nos dicen son pecados |
Comentario: Faire des châteaux en Espagne (hacer castillos en España) es una expresión frecuentemente utilizada en algunos países de habla francófona para identificar los más ambiciosos antojos.
MI POETA SUGERIDO: Luis Hernández
Los laureles
Los laureles
Se emplean
En los poetas
Y en los tallarines
Qué es aquella flor
Qué es aquella flor
Que llevas
Pueda ser una flor
De lejanos días
Y te hablará de mí
Y tal vez te dijera
Shelley Alvarez estaba sentimental. Tal raro estado le
sobrevenía tan solo algunas veces. Quizás fuera verdad lo
que dice el valse:
Los afectos son leyes que gobiernan y mandan.
Porque cuando Shelley estaba sentimental llegaba aun a
aquel demoledor llamado recuerdo.
Qué es aquella flor que llevas
Pueda ser una flor,
Ya marchita de lejanos días
Y el afecto lo perturbaba estilísticamente. Una tarde, debido
al sentimiento, olvidó un bemol y recordó alguna tristeza:
pero el Preludio ganó algo: así debió soñarlo Federico
Chopin en Palma de Mallorca: Qué es aquella flor que
llevas.
A un suicida en una piscina
No mueras más
Oye una sinfonía para banda
Volverás a amarte cuando escuches
Diez trombones
Con su añil claridad
Entre la noche
No mueras
Entreteje con su añil claridad
No mueras
Por lo que Dios más ame
Sal de las aguas
Sécate
Contémplate en el espejo
En el cual te ahogabas
Quédate en el tercer planeta
Tan solo conocido
Por tener unos seres bellísimos
Que emiten sonidos en el cuello
Esa unión entre el cuerpo
Y los ensueños
Y con sus máquinas ingenuas
Que se llevan a los labios
O acarician con las manos
Arte purísimo
Llamado música
No mueras más
Con su añil claridad
Soy Luisito Hernández
Soy Luisito Hernández
Ex campeón
De peso welter
Y le dijeron:
Cuántas veces
Hemos de perdonar
Y el contesto
Setenta veces
Siete. Y como
Voy herido
Por la espalda
Sé hacia dónde
Voy. Y mi corazón
Sigue eligiéndote
Y un césped
Suave que crece
Al borde de la mar
Donde el Tiempo
Es fácil y vivir
Es de vidrio
El les contestó
Setenta veces
Siete. Y sobre
Las Colinas
Donde es tan claro
El tiempo
Y breve como
La Estación y
El contestó
Setenta veces
Siete. Hay sobre
El grass
El aire y las praderas
Contenido
Por las Colinas
Y él les contestó
Setenta veces
Siete.
Abel
Abel, Abel, qué hiciste de tu hermano,
Di, qué hiciste,
Con el tallo de tu cuerpo siempre pito
Las sandalias lustradas y tus veintes.
No mirabas las ubres de las vacas
Ni el coloquio escondido de tus perros,
Sólo el humo de tu ofrenda que ascendía
Como ascienden las moscas hacia el cielo.
Sin embargo
Yo he visto a tu hermano y lo conozco
Persiguiendo la cólera entre vainas
Entre campos de trigo
Con los sucios vapores de su llanto
Reposando en la tierra
Como pronos cadáveres sin deudos
Dime entonces qué hiciste
Hoy que yace tu hermano tan al este.
Tú que nunca pensaste que para otro
Era duro de roer el Paraíso
Browning, Robert
Dime Robert
Qué es más propio;
La grama
El césped
El grass
La extensa pradera
De hierba
Sordello; un loco señor
Me habló de Sordello;
Ezra Pound
Y otro de tus jardines;
Jiménez de Moguer
Byron, Lord
«A Jorge Noel Gordon Lord Byron»
Qué te diré; sinvergüenza
Compañero, yo también
Oculté mi tristeza
Y qué, sabemos
Cómo te plagio, Lord,
Como no sea quizá
Que hemos nacido
Para el morir
Eso que llaman muerte
¿La venceremos, Byron?
Yo creo que mejor
Bebemos por la Poesía.
Cantos de Pisac
Canto primero
Digamos que eres un muchacho,
Acaso el que tallara
La sortija del durazno,
Pensemos que ella fue creciendo en tu dedo
Hasta hacerse lejana como un astro.
Digamos que eres un muchacho
Que juega en una nave de piedra
Al abordaje.
Pensemos que atrapaste tu vejez
Con unos garfios,
Inútilmente.
Inútilmente dibujaste sobre tu cuerpo
Al vagabundo cruel
De las islas aladas:
Sin deseo, sin prisa, sin belleza,
Eres solo en la noche del espacio.
Canto segundo
¡Un río. Melodía, dios, un río!
El espacio en el cauce de lo alado,
Sordo monstruo tallado por Estío
Entre un triste frescor
Oh, ignorado,
Tan eterno tu Otoño en la caída!
Como garra rapaz: sí enredadera,
Flama amada del tiempo, desvaída
Por la turbia carcancha, tan certera.
Dios oculto en un vientre de roca:
Destrozado, muda espina lanzada
Por la noche fugaz sobre los cantos.
Agotada en sí misma es honda roca
Cegadora de grutas arrancadas
Por las fieras llameantes de amarantos.
Canto tercero
Astronauta,
A mil millas del mundo que los hombres crearan
Para nunca conducir,
Algo conoces de esta tierra
Y algo olvidas,
Algo conoces de las aguas,
Y relatas solitario a tus espacios:
En Atlántida, cuando se hunde océano
Brillan oxidadas las máscaras de los esclavos.
Piensa ahora que te anudas a las tardes
Con el limo en los ojos.
Piensa, con un niño en el pómulo celeste:
A la vuelta está el viento,
El paisaje deleznable de las nieves.
No temas nunca el mar
Que también tiembla.
No juzgues la carrera del Sol
Coronado por los zorros.
Suelta tus manos en los vuelos ajados del alambre:
En la última esquina del tiempo,
Mendigando en retorno, condenado,
Hallarás las mil fases de lo eterno.