A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
DON QUIJOTE (parodia) [Mi poema]
Lil Picado [Poeta sugerido]
MI POEMA... de medio pelo |
Yo era en sueños hidalgo don Quijote, Armado de mi casco y mi coraza ¡Santo y seña! grité, ¡quién anda ahí! (Permitan mi licencia, es una coz, ¡Vadre retro, villanos, non fuyades* Que no son malandrines, dijo Sancho, ¡Apártate de ahí! Ni mil gigantes ¡Válgame dios! el tal Sancho gritó Quijote hoy soy, me siento solidario, ¡Caray con mi escudero! El muy tunante |
MI POETA SUGERIDO: Lil Picado
Arábiga de la sombra
Así como la sombra está tendida
a los pies de su árbol,
quisiera yo estar siempre junto a ti,
mi amor, mi amigo;
simplemente tenderme, estar ahí,
sobre la hierba que te circunda.
Ser luz que tú desvistes
con tu cuerpo,
no ser tuya, ser tú
en viceversa pura. A tus plantas tenderme y alargarme
y recogerme en ti, como anillito oscuro,
para entonces besarte las raíces,
las más umbilicales y remotas,
las que parte de mí,
de mí… tu sombra.
Arábiga frente a ti
Frente a ti soy desnuda,
pequeña,
irremediable. Frente a ti me abandona
esta lúcida esgrima
de mi mente,
me quedo siendo música,
mirada,
dulce esquema del mar,
jazmín incandescente…
y entonces tú no quieres,
no puedes,
tocarme.
Campanario pleno
Ya repican mis campanas
los albores de mi cuerpo;
un ángelus verde y loco
me galopa en el cerebro,
me traspasa todo el vientre,
¡ay!, me resuena en todo el sexo.
Por ti llaman mis campanas
a los oficios primeros,
¡ay!, oficios de ternura
de la liturgia del beso.
Mi pecho ahora es campanario
gozándome por los senos.
Soy toda yo una campana
abriendo su oculto sueño.
¡Soy un repicar silvestre
inundando el viento entero!
Cantiga nuestra
Tú venías de la muerte,
yo de la fuente.
Tú traías en las manos
mi primera mirada de flor silente;
yo tenía
cantarcillos de musgo sobre la frente. El tiempo lo ha soñado,
¡ay bosque verde!
Ay soledad de piedra que se sorprende
del corazón de liquen que la acomete. …El tiempo lo ha querido,
y el agua vierte.
Cantiga dolorosa
Aquí estoy, aguardando por tu herida,
donde pulsa el amor laúd de horas,
con mi dolor de sol y primavera,
con mi dolor de flor a la deriva,
con mi dolor de espera.
Cantiga agónica
Me moriré de tiempo una mañana,
me moriré entre mis brazos, clara;
me moriré de labios, de mirada,
de loca desnudez acorralada,
de tiempo natural, en fin. De piel,
de alas… Me iré donde tu olvido quiera
que me vaya.
Eunicianas (III)
Eres como uno de esos aguaceros soleados
del trópico húmedo
cayendo grecolatinamente sobre el verbo.
Eunice.
Suma poética,
poesía multiplicada.
Hirsuta de colibríes nutricios.
Exégeta de asombros.
Altiva, leal, bravía,
sensualera y dulcísima.
Asceta dispendiosa.
Aguda, pertinaz, apabullante.
Imperiosa, sutil, epitalámica,
perturbadora incólume.
Desperezada, lánguida, doliente.
Pasional, discrepada, abarcadora.
Eunice.
Traspasada de flores numerales.
Tenías el espíritu recio
y la mente fulmínea.
Y eras dueña
De un corazón invulnerable y roto.
Eunicianas (IV)
Acusada de amor imprudencial
y excesos en el brillo metafórico,
de no andar por el centro de los lados
ni pagar el impuesto a tu belleza.
De moverte con gesto desafiante
y una rara cadencia libertaria.
De incorrección política
frente a todos los bandos.
De erotismo torcaz
y osadía mística.
De ser inteligente y ser creadora. Es decir,
de ser innecesaria y peligrosa.
Eunicianas (V)
Inflexibles patriarcas matriarcales
y apropiadas matronas patronímicas,
te volvieron apócrifa e inédita.
Pero nada pudieron. Se estrellaron
contra tu imprevisible órbita quemante,
contra toda la luz descabellada
de tu infinita frente corolaria.
Madrigales (i)
Puñados de avena tiro al aire,
amapolas al fuego,
desde que te he visto, amado;
la dulce ranciedad del higo pruebo,
y gimo,
y sorbos de agua bebo.
Y río y canto
y danzo hasta morir,
y me deleito
de la tierra que piso,
y todo es a mi voz
sonido y eco;
y loca me euforizo
y palidezco.
Aspiro todo el musgo
del sendero,
y las fuentes sombrias
merodeo
buscando, amor,
el tiempo
de saciar mi esplendor
bajo los chorros frescos.
Sólo trinos y piares desayuno,
y me trenzo guirnaldas
en las crenchas y el cuello;
y me perfumo con néctar y tomillo,
y me froto laureles en los senos.
Y me engalano el alma
de centeno
y del pubis
de misterios,
y de silbos las llagas
del corazón me siembro…
Madrigales (ii)
Llena de dulcedumbre,
te dejaré la flauta de mi cuerpo,
su murmúreo penar alejandrino,
el sigiloso arroz de mis mejillas. Y,
de mi oculto lagar, te daré vino
umbroso, fiel, sereno.