A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO [Mi poema]
Martín Adán [Poeta sugerido]
MI POEMA... de medio pelo |
Tú, que jugaste a la loto ¡Qué pena me das, qué pena! Yo que hoy subo a tu regazo ¡Qué pena me das, qué pena! Que entre gritos y lamentos ¡Qué pena me das, qué pena! |
À la recherche du temps perdu, en francés, es una novela de Marcel Proust, escrita entre 1908 y 1922 que consta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, de las que las tres últimas son póstumas. Es ampliamente considerada una de las cumbres de la literatura francesa y universal.
MI POETA SUGERIDO: Martín Adán
SOL
El sol brincó en el árbol.
Después todo fue pájaros.
Lejos, aquí, llovía
el cielo de tus manos,
un cielo pequeñito,
profundo, solitario.
Hora todo es distancia,
ceguedad, aletazo.
El sol tiene en el árbol
inquietudes de pájaro.
PARÁBOLA
Todo es como una abeja
sobre el florecer
de la eternidad, que comienza
y acaba en cada aparecer.
Todo es como una abeja
sobre el liquen o sobre el laurel:
aquí acude al néctar:
allí huye de él.
¡Alabemos a toda esencia
en Dios, florido y cruel!
¡Labre la muerte su cera!
¡Labre la vida su miel!
POESÍA, MANO VACÍA
Poesía, mano vacía…
Poesía, mano empuñada
Por furor para con su nada
Ante atroz tesoro del día…
Poesía, la casa umbría
La defuera de mi pisada…
Poesía la aún no hallada
Casa que asaz busco en la mía…
Poesía se está defuera:
Poesía es una quimera…
¡A la vez a la voz y al dios!…
Poesía, no dice nada:
Poesía se está, callada,
escuchando su propia voz.
OQUENDO DE AMAT
Vivía sin corazón;
vivía de su respiro;
tenía, como el gorrión,
el corazón de suspiro.
Cuando bebía su té,
nunca comió su tostada;
era de ayuno y de fe
como una enamorada.
Murió como doce veces;
pedía dinero, bajo;
y brincaba de altiveces
por el mundo y el carajo.
Le nombraban al reír:
todos lo sabían loco:
él juglaba hasta morir,
y uno le pagaba poco.
¡Cómo se volvió prudente
con la sensatez lobuna!
Era tan inteligente
y manso como la luna.
Hizo verso que lloraba
como Dios ha de llorar,
ternura que declinaba
muy antes de comenzar,
como el sol que sí acaba,
que no acaba, en el mar.
AGUIJÓN
Ella no sigue por él,
Sino a sí misma, virtual…
A la agonía infernal,
En la rosa de papel.
Y mana, amarga, la miel
El duro dardo de ardor;
Cursa entrañable labor,
Por restreñar el herir,
Y jamás para a morir
La abeja del sinsabor.
NAVIDAD
Tus ojos
unen las manos
como las madonas
de Leonardo.
Los bosques de ocaso,
las frondas moradas
de un Renacimiento sombrío…
El rebaño del mar
bala a la gruta
del cielo, llena de ángeles.
Dios se encarna
en un niño que busca los juguetes
de tus manos.
Tus labios
dan el calor que niegan
la vaca y el asno.
Y en la penumbra,
tu cabellera mulle sus pajas
para Dios Niño.
LA MANO DESASIDA – CANTO A MACHU PICCHU (Fragmento 2)
Créeme tú, Machu Picchu,
Haz que yo crea, horrorosa flora.
Nada es real sino lo que supones
Por debajo delo que tocas.
Nada es real sino tu ceño
Y una roca
Y alguna mano humana que va haciendo
La vista, la cosa, la forma…
Y la divinidad de lo inmediato,
Y el instante del sentido, y el abismo en sombra.
LA MANO DESASIDA – CANTO A MACHU PICCHU (Fragmento 1)
¿Qué palabra simple y precisa inventaré
Para hablarte, Mi Piedra?
Que yo no me seré mi todo yo,
La raíz profunda de mi ser y quimera
¡Tú crees estar arriba, honda en tu cielo,
Y me estás tan enquistada en mi vida muerta!…
¡Ay, Machu Picchu, pobre rostro mío,
Mi alma de piedra,
Exacta y rompidísima,
Innumerable e idéntica,
Vuelo del alma mineral,
Esencia de conciencia de relabrada fuerza!…
¡Ay, Machu Picchu, hueso mío de presencia
Cuándo estarás de mí defuera!…
POESÍA, MANO VACÍA
Poesía, mano vacía…
Poesía, mano empuñada
Por furor para con su nada
Ante atroz tesoro del día…
Poesía, la casa umbría
La defuera de mi pisada…
Poesía la aún no hallada
Casa que asaz busco en la mía…
Poesía se está defuera:
Poesía es una quimera…
¡A la vez a la voz y al dios!…
Poesía, no dice nada:
Poesía se está, callada,
escuchando su propia voz.
ANTRO
¿Cómo, Cosa, así… vacía,
A cima de espina y pena,
Como ninguna… serena:
Deshumana todavía?
¿Dónde el dios y su agonía…
Dónde la tumba y la esposa!…
Dónde la lengua gloriosa!…
Dónde el azar que a ti se eche!…
Dónde la sangre y la leche!…
Dónde, Capullo de Rosa?…
MI POETA INVITADO: León de Greiff
Balada del tiempo perdido
I
El tiempo he perdido
y he perdido el viaje...
Ni sé adónde he ido...
Mas sí vi un paisaje
sólo en ocres:
desteñido...
Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas
de turbio pelaje,
de negras plumas.
Y luces mediocres. Y luces mediocres.
Vi también erectos
pinos: señalaban un dombo confuso,
ominoso, abstruso,
y un horizonte gris de lindes circunspectos.
Vi aves
graves,
aves graves de lóbregas plumas
—antipáticas al hombre—,
silencios escuché, mudos, sin nombre,
que ambulaban ebrios por entre las brumas...
Lodo, barro, nieblas; brumas nieblas, brumas.
Ni sé adónde he ido,
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido...
II
El tiempo he perdido
y he perdido el viaje…
Ni sé adónde he ido...
Mas supe de un crepúsculo de fuego
crepitador: voluminosos gualdas
y calcinados lilas!
(otrora muelles como las tranquilas
disueltas esmeraldas).
Sentí, lascivo, aromas capitosos!
¡Bullentes crisopacios
brillaban lujuriosos
por sobre las bucólicas praderas!
Rojos vi y rubios, trémulos trigales
al beso de los vientos cariciosos!
Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras!
Vi arbolados faunales:
Versallescos palacios
fabulosos
para lances y juegos estivales!
Todo acorde con pitos y flautas,
cornamusas, fagotes pastoriles,
y el lánguido piano
chopiniano,
y voces incautas
y mezzo-viriles
de mezzo-soprano.
Ni sé adónde he ido...
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido...
III
Y el tiempo he perdido
y he perdido el viaje...
Ni sé adónde he ido...
Por ver el paisaje
en ocres,
desteñido,
y por ver el crepúsculo de fuego!
Pudiendo haber mirado el escondido
jardín que hay en mis ámbitos mediocres!
o mirando sin ver: taimado juego,
buido ardid, sutil estrategma, del Sordo, el Frío, el Ciego.
(De Libro de signos, 1930)