LOS NIÑOS, ESOS NIÑOS [Mi poema]
Justo Braga [Poeta sugerido]
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Justo Braga [Poeta sugerido]
MI POEMA… de medio pelo |
Los niños, esos niños, nuestros niños, Pequeños y graciosos pajarillos, Mimosos, revoltosos y aguafiestas Los niños, ah! los niños de vecinos, Mas sé que algunos hay que son amables, |
MI POETA SUGERIDO: Justo Braga
LOS POETAS
Los poetas se reúnen por la noches.
Beben vino y comen versos.
Buscan sentido a las palabras.
Los poetas dan un giro a los sonetos.
En este tiempo hostil, propicio al odio,
los poetas conspiran a crédito.
Rastrean en lo barroco de sus versos.
Están tan distantes de la vida
que han caído en un hondo onanismo sin remedio.
EL HORIZONTE
¿Recuerdas la playa de Poniente?.
Tú, distante de mis ojos, contemplabas
los músculos atroces de aquel negro.
Esperabas expectante
la caída de la tarde.
Absorta, mirabas, las olas de la playa de Poniente.
El negro, en la distancia, contemplaba a otras bañistas.
Eran sirenas varadas en la arena negra de occidente.
Hay gaviotas por todas partes.
Están al acecho , vigilantes.
Dominan con los ojos todo el horizonte.
Tienen las pupilas enormes, las garras imponentes.
El negro de la playa de Poniente
pone sus negras manos sobre el pecho dulce de una ninfa a punto de ahogarse.
Se estremecen las gaviotas desde el aire
que ven cómo el negro arrebata su presa.
Chillan.
Se desespera el resto de bañistas que quieren
también ahogarse en la playa de Poniente.
EL PISTOLERO
Hay noticias que parecen versos:
Un pistolero a sueldo asesina a una portera.
El catedrático de química se bebe una probeta.
El lingüista se atraganta en un fonema.
Hay versos que parecen silogismos .
Si llueve, diluvia.
Se inundan los fonemas.
Si se muere una portera,
el pistolero recibe recompensa.
Hay lingüistas tartajas,
porteras muy finas que apenas se atragantan
y fonemas diluviando en cada letra.
Hay versos que parecen probetas.
Silogismos que matan a porteras.
Hay porteras por todas partes.
Hay pistoleros en todas las esquinas,
al acecho
esperando a que pasen los lingüistas,
disparando a discreción
sobre sí mismos.
TUS CRÍMENES
Tienes ojos de venganza cuando miras
y un azul
en tu mirada inamovible.
Yo he visto esa mirada
dirigida al enemigo,
descubriendo, desolado,
su pálpito nervioso.
Soplaba,
otra vez,
la fábula del viento.
Y tú,
ni pálida ni débil,
te alegrabas
de tanto crimen,
tan injusto cometido por tus ojos.
LOS TELÉFONOS DE LA CIUDAD
De vez en cuando escribo versos. Para eso,
necesito estar ausente,
salir del despacho
y jugarme la vida con alguna carambola.
Por las tardes voy al viejo café
en el que tanto nos quisimos
y miro a todas las mujeres
con ese descaro que tú sabes.
En días como estos,
necesito sentirme joven
y quiero llamarte por teléfono.
Entonces veo que estás comunicando,
como siempre,
y salgo corriendo a la calle
y cuelgo todos los teléfonos de la ciudad,
porque pienso que todos son el tuyo.
GUERRA Y PAZ
¿Te acuerdas, amor?: era La Paz.
Con mayúsculas.
Era el aire conmovido con la vida.
La vida pasando a nuestro lado.
Las cosas sencillas, la primavera, el sol, el arcoiris.
Era todo lo que fuimos.
Aletargados, dormidos. Vivos.
El mundo estaba en ruinas
y nosotros a nuestras cosas:
La Ilíada, Homero, Góngora y los versos espontáneos.
Era viernes y la guerra estaba en Paz
junto a nosotros
TU PADRE
A veces
tu padre se te muere
a principios de semana.
Es lunes.
Tú ya sabes
de la muerte.
Te lo anuncian.
Entonces,
uno cede
al contratiempo
y se acostumbra
a casi todo.
La muerte
nos sorprende,
casi siempre,
en mitad
de lo imposible.
A veces
tu padre se te muere
en el invierno.
Es noviembre.
El frío nos congela
la garganta.
Repasas tu memoria,
lo de antes,
lo de ahora,
y, vagamente,
te sorprendes a ti mismo
vacilante,
inconcreto.
A veces
tu padre se te muere.
Y es tan triste,
tan corriente,
tan normal,
tan imposible,
tan fugaz,
tan imprudente,
tan doliente.
Es todo tan cansado
IMPERFECTO
Hoy he mirado tu diario
a escondidas y he roto algunas hojas
que llevo conmigo a todas partes.
En ellas he leído tus traiciones.
Dijiste que me amabas a mí solo
y no era cierto.
Te ves con él casi a diario
y es, por lo que leo, magnífico y hermoso.
Es perfecto y además no fuma.
En el fondo casi lo prefiero de este modo
y enterarme por escrito de todo.
Saber que me engañas
me produce cierta alegría.
Lo esperaba.
Ya tenía ganas de contarte
que a mí me pasa lo mismo:
fumo y soy imperfecto.
LOS QUE TIENEN SUERTE
Tienen suerte quienes miran la tragedia
desde el cielo.
En Colombia un terremoto ha matado a un millón de niños.
En otro lugar del planeta,
el dictador de turno se pasea
entre tinieblas.
Hay un gañán en alguna parte que escribe decretos de hambre.
Hay un ingeniero
que le ha tomado afición a los tálamos
y se sube a los árboles
cada vez que anuncian lluvias.
Tiene suerte este ingeniero del verso.
Casi nunca improvisa.
Iluminado por una fúnebre linterna
contempla los arcanos sin inmutarse
y escribe letrillas al azar,
sin prisa,
consternado,
eso sí,
por la ausencia de tiranos
y porque hoy no televisan
La Champions League.
EL TIRANO
Levanta el hacha este tirano.
Esdrújulo, mandril y fiero.
Frunce el ceño
y como una rata,
se esconde antes de ir al matadero.
Con saña y arte de carnicero
asesina al alba,
a quien llama Rosa –triste-vuelo.
A quien despierta a deshora ,
atruena y mata.
Este orangután despechado
lleva por armamento sus garras,
se inspira en el terror
y no se asusta por nada.
Hunde su diabólica energía
como si de un escarabajo se tratara.
Luego se acojona.
TESALINA
Él leía cartas de amor a Rosaura.
Ensalzaba su apacible hermosura.
Ella,
azorada,
tras la falda,
no perdona a Corina
el infortunio que su mirada empaña.
Él leía versos de amor y desamparo,
mientras anuncia,
triste
su delito:
dar tregua a su juventud y su codicia.
Mientras Corina avanza por la acera,
Rosaura mira anhelante.
Arrepentida espera
hallar en cualquier parte
su inocencia.
Los negros de Oklahoma
quebrantan su fragancia
y como un capricho a Mesalina
se inyectan en la vena la escritura de versos.
Consumen cocaína adulterada.
Recitan sonetos
armados de esa hermosa manía
de orinar en las esquinas.
BELISA
Belisa enmudece.
Recibe la noticia que ya espera.
Ahuyenta su mirada con natural destreza.
Aparta de su vista
la hoguera que detesta,
el fuego que la mira,
la luz que la ilumina.
Belisa palidece,
sin matices.
Belisa se desmaya,
sin desorden.
Belisa exhala estéril el invierno.
Indómita
e infecunda ofrece
su boca y sus pechos
al océano furioso en que se baña.
En la orilla,
una multitud contempla el cuerpo desnudo de Belisa.
Aplaude agitada su destreza.
De repente,
un débil devaneo en las miradas,
confirma que Belisa ha muerto.
PRIMERA CARTA A FABIÁN
Me has escrito Fabián esta mañana
preguntando por los viejos camaradas.
Yo te he dicho,
viejo colega,
que nada sé del Pigarra,
ya sabes,
el pope del partido.
Mis hijos,
sobre todo el mayor,
se parte de risa
con estas batallitas.
Ya sabes que soy de pocas palabras.
Tengo,
eso sí,
cierta retranca,
cuando hablo del pesoe.
Nada sé de Lydia,
La maligna.
Sé que estaba dolida contigo
y conmigo
y con todos.
Bien conoces su disgusto por los versos
que escribimos en el wáter
hablando de sus tetas.
Pedro está en Bosnia
con la boina de sargento de paracas.
Yolanda es banquera
o bancaria,
no sé muy bien cómo se dice. Gana una pasta.
Santi está en Dinamarca.
Es diputado de la extrema derecha.
Y a mí,
ya ves,
eso me hace gracia.
De Amanda nada te cuento.
Sólo te diré que se casó con Horacio,
el quiosquero,
y no he vuelto a verle el pelo
de su pubis
-el de Amanda me refiero-.
Ahora he vuelto a Misa
como en los viejos tiempos.
Comulgo casi a diario
y me confieso
pecador
de mis pecados.
Me han nombrado presidente
de escalera. Por algo se empieza.
Tengo,
tú bien lo sabes,
afán por superarme
y estoy estudiando esperanto. Nunca se sabe.
Acabo de comprarme
una escopeta de caza
y un pantano abrupto en las afueras
de mi barrio.
Cualquier día me mato. No sé.
Lo estoy pensando.