A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Julián del Casal

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EL PRESI, SEÑOR SÁNCHEZ [Mi poema]
Leopoldo Alas (Clarín) [Poeta sugerido]

MI POEMA… de medio pelo

 

¿Qué tiene el señor Sánchez y qué tendrá el poder,
ansiando tanto ser de nuevo el presidente,
consciente hay mucha gente que no le puede ver,
debiendo convencer sabiendo que él nos miente?

¿Y qué tendrá esa droga que a algunos encandila,
se incrusta en su cavila y convierte en chirigota,
bailando así una jota al ritmo de pabila
que surge, se deshace y pronto es una mota?

¿Y qué tendrá el poder tan falto de decencia,
que suelta su excrecencia, se agarra a un clavo ardiendo,
a malos defendiendo, no haciendo resistencia
y a todos los demás, con deshonor, vendiendo?

¿Y qué hace a los humanos sujetos a traiciones,
que aguantan tanta ofensa, tan llenos de suspensos,
mirándose en el muro de las lamentaciones
para morir de pena, de honor tan indefensos.
©donaciano bueno

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A colación de la llegada al poder de la nación de Pedro Sánchez mediante una moción de censura apoyada por las izquierdas radicales incluidas las de los partidos secesionistas, que desean destruir España, y los terroristas de la antigua ETA.

MI POETA SUGERIDO: Leopoldo Alas

Al filo de los treinta

Supón que todo sigue…
La voz que siempre escuchas por las tardes
cuando a solas suspiras para aliviar el peso,
con ganas de cambiar y miedo a las personas
y cierta desazón de estar sin ellas.

Oigo la luz, más que verla, tumbado
en esta cama antigua, en Almería,
al filo de los treinta.
Las notas del silencio,
el cielo azul cansado y una torre dormida.

…que todo siga siendo tan sencillo:
despenar sin heridas como en los viejos tiempos,
madrugadas difusas y, a la tarde,
un rato nada más en el abismo.

El ángel y el vampiro

Pasé la vida entre vampiros y ángeles,
libando con paciencia los unos mi energía,
los otros trasvolando mis días más sentidos.
Todos los trances de luz fueron suyos:
al ángel los del cuerpo, los del alma al vampiro.

Al sol como en la sombra estuve ciego
y en el tránsito hacia el zenit, perdido.
Confundí las alas blancas con las capas negras.
Gusté, besando al ángel, los labios del vampiro.

Siempre acudí a la cita con lo eterno.
Cada vez que llamó, me encontraba.
Unas veces hermoso y otras veces oscuro,
el timbre de su voz me subyugaba,
la miel de su sonrisa me encendía,
y bailábamos juntos, el ángel o el vampiro
y yo que nunca supe muy bien con quién bailaba.

El corazón en casa

No levantan la mirada. No hay nada
más que el aliento gris
que emanan sus marrones,
un resuello que va espesando arriba
y les deja rendidos al asfalto.
Ni sueñan: no hace falta. Ni recuerdan.
Ni desde luego intentan
elevar su plegaria a las alturas.

¿Dios qué puede ofrecerles?
¿Qué puede ofrecer a nadie un mendigo
que va pisando charcos sin ser visto?

Pequeños, sometidos,
al ritmo de unas músicas paganas
y en una ratonera de edificios,
celebran naderías.
Mientras sigan rodando los días con sus noches
y no vuelvan a descubrir el cielo,
será mejor así: los párpados caídos
y el corazón en casa.

Espectros de una vida que se agota

¿A qué viene esconderse los espectros?
Entonces no era así.
Íbamos juntas las almas en busca de cuerpos
porque en uno solo no cabía la conciencia.
Qué arteras artimañas usamos por no vernos,
qué orgullo solitario en nuestras cuevas
adornadas con estampas del deseo.

Hablaron de un camino que lleva a la derrota.
También de una cascada que da la bienvenida
y de una comunión de sombras exaltadas.
Sabemos ya que el tacto nos daba la medida
de nuestra pretensión, pero el recuerdo borra
la intensidad vital, el sol, la llamarada.

Espectros de una vida que se agota,
hemos llegado hasta aquí.
Vamos juntas las almas al olor de los cuerpos,
que en esa confusión estaba la respuesta.
Por absurdo que parezca el desafío,
habrá felicidad en el rencuentro.
Cuando hagan la señal, salgamos de las cuevas.

Pasión de afecto

En el amor fatal no brilla el pensamiento.
La mente se coagula cuando la sangre estalla.
Vuelve sombrío el ingenio y sin gracia
la fatuidad fanática del fuego.
Yo creo en un amor clarividente,
una efusión borracha de prudencia,
el fruto que se alcanza, las fuentes del desierto.

El riesgo y la pasión están en el afecto,
en un miedo común al abrazarse.
Dormidos, compartir el mismo sueño.
Despiertos, afilar las diferencias.
Amor que no se abisma ni se engaña,
amor que se resuelve en transparencia.

Razón de amor

No es sólo la pasión de los abrazos,
la saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de la ausencia.

Mi amor es la fábula y la trama,
el relato interior que sigue a cada encuentro,
la glosa que acompaña los adioses,
el minucioso examen de las frases
y el eco que tu voz le pone a mi silencio.

Mi amor es ser feliz y no engañarme
anticipando el daño del negro desengaño,
cuando el sexo se esfume en el recuerdo
remoto y resentido de un orgasmo.
El consentir la calma en las mareas
y atesorar las horas y los días
de la fiesta de luz que celebramos,
del banquete voraz de los sentidos.

Y abolir la frontera de los cuerpos,
detenernos, subiendo la escalera,
a besarnos en todos los peldaños.

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Julián del Casal

A un dictador

Noble y altivo, generoso y bueno
Apareciste en tu nativa tierra,
Como sobre la nieve de alta sierra
De claro día el resplandor sereno.

Torpe ambición emponzoñó tu seno
Y, en el bridón siniestro de la guerra,
Trocaste el suelo que tu polvo encierra
En abismo de llanto, sangre y cieno.

Mas si hoy execra tu memoria el hombre,
No del futuro en la extensión remota
Tus manes han de ser escarnecidos;

Porque tuviste, paladín sin nombre,
En la hora cruel de la derrota,
El supremo valor de los vencidos.

ES MEJOR REÍR QUE LLORAR [Mi poema]
Julián del Casal [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Si el hombre al fin cayera ya en la cuenta
que el lloro no remedia sus problemas
le haría un buen vacío a tantas flemas
buscando un comprador para su venta.

Los hombres si no fueran tan cegatos
e hicieran trabajar a su cacumen
habrían de evitar gotas rezumen
logrando así pasar los malos ratos.

Haciendo despertar a sus neuronas
así que el corazón les diga misa,
sacando de paseo a la sonrisa,
incluso si presumen de gruñonas.

Si ser puede no ser, o puede ser
y amén es imposible, ¡a qué llorar!
Es más sabio gozar y disfrutar
que en lágrimas y llantos perecer.

Hacer que el tiempo empiece a florecer
-lo más inteligente aquí es soñar-
a aquello nos fastidia despreciar,
y siempre a la belleza agradecer.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Julián del Casal

La mayor tristeza

¡Triste del que atraviesa solitario
El árido camino de la vida
Sin encontrar la hermosa prometida
Que lo ayude a subir hasta el Calvario!

¡Triste del que, en recóndito santuario,
Le pide a Dios que avive la extinguida
Fe que lleva en el alma dolorida
Cual seca ?or en roto relicario!

¡Pero más triste del que, en honda calma
Sin creer en Dios ni en la mujer hermosa,
Sufre el azote de la humana suerte,

Y siente; descender sobre su alma,
Cual sudario de niebla tenebrosa,
El silencio profundo de la muerte!

A un héroe

Como galeón de izadas banderolas
que arrastra de la mar por los eriales
su vientre hinchado de oro y de corales,
con rumbo hacia las playas españolas,

y, al arrojar el áncora en las olas
del puerto ansiado, ve plagas mortales
despoblar los vetustos arrabales
vacío el muelle y las orillas solas;

así al tornar de costas extranjeras,
cargado de magnánimas quimeras,
a enardecer tus compañeros bravos,

hallas sólo que luchan sin decoro
espíritus famélicos de oro
imperando entre míseros esclavos.

El Arte

Cuando la vida, como fardo inmenso,
Pesa sobre el espíritu cansado
Y ante el último Dios flota quemado
El postrer grano de fragante incienso;

Cuando probamos, con afán intenso,
De todo amargo fruto envenenado
Y el hastío, con rostro enmascarado,
Nos sale al paso en el camino extenso;

El alma grande, solitaria y pura
Que la mezquina realidad desdeña,
Halla en el Arte dichas ignoradas,

Como el alción, en fría noche obscura,
Asilo busca en la musgosa peña
Que inunda el mar azul de olas plateadas.

En el mar

Abierta al viento la turgente vela
Y las rojas banderas desplegadas,
Cruza el barco las ondas azuladas,
Dejando atrás fosforescente estela.

El sol, como lumínica rodela,
Aparece entre nubes nacaradas,
Y el pez, bajo las ondas sosegadas,
Como flecha de plata raudo vuela.

¿Volveré? ¡Quién lo sabe! Me acompaña
Por el largo sendero recorrido
La muda soledad del frío polo.

¿Qué me importa vivir en tierra extraña
O en la patria infeliz en que he nacido
Si en cualquier parte he de encontrarme solo?

Neurosis

Noemí, la pálida pecadora
de los cabellos color de aurora
y las pupilas de verde mar,
entre cojines de raso lila,
con el espíritu de Dalila,
deshoja el cáliz de un azahar.

Arde a sus plantas la chimenea
donde la leña chisporrotea
lanzando en torno seco rumor
y alza tiene su tapa el piano
en que vagaba su blanca mano
cual mariposa de flor en flor.

Un biombo rojo de seda china
abra sus hojas en una esquina
con grullas de oro volando en cruz,
y en curva mesa de fina laca
ardiente lámpara se destaca
de la que surge rosada luz.

Blanco abanico y azul sombrilla,
con unos guantes del canapé,
mientras en taza de porcelana,
hecha con tintes de la mañana,
humea el alma verde del té.

¿Pero qué piensa la hermosa dama?
¿Es que su príncipe ya no la ama
como en los días de amor feliz,
o que en los cofres del gabinete,
ya no conserva ningún billete
de los que obtuvo por un desliz?

Autoretrato

Nací en Cuba. El sendero de la vida
Firme atravieso, con ligero paso,
Sin que encorve mi espalda vigorosa
La carga abrumadora de los años.

Al pasar por las verdes alamedas,
Cogido tiernamente de la mano,
Mientras cortaba las fragantes flores
O bebía la lumbre de los astros,

Vi la Muerte, cual pérfido bandido,
Abalanzarse rauda ante mi paso
Y herir a mis amantes compañeros,
Dejándome, en el mundo, solitario.

¡Cuán difícil me fue marchar sin guía!
¡Cuántos escollos ante mí se alzaron!
¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas!
Y ¡cuán lóbregos todos los espacios!

¡Cuántas veces la estrella matutina
Alumbró, con fulgores argentados,
La huella ensangrentada que mi planta
Iba dejando, en los desiertos campos,

Recorridos en noches tormentosas,
Entre el fragor horrísono del rayo,
Bajo las gotas frías de la lluvia
Y a la luz funeral de los relámpagos!

Mi juventud, herida ya de muerte,
Empieza a agonizar entre mis brazos,
Sin que la puedan reanimar mis besos,
Sin que la puedan consolar mis cantos.

Y al ver, en su semblante cadavérico,
De sus pupilas el fulgor opaco
–Igual al de un espejo en bruñido–,
Siento que el corazón sube a mis labios,
Cual si en mi pecho la rodilla hincara
Joven titán de miembros acerados.

Para olvidar entonces las tristezas
Que, como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos.

Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.

Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansía el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
–Como un mendigo del postrer andrajo–,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.

Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasío,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!

Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.