A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ vs ANTONIO MACHADO [Mi poema]
Juan Felipe Toruño [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

De Antonio a Juan Ramón

Ayer te vi, vistiendo otro ropaje,
cambiando de chaqueta por lo visto,
mas pude confundirte en el paisaje,
quizás mejor, quisieras darte el pisto.

Después me hizo un amigo un lado aparte
diciendo te has echado ya otra novia,
yo sé que no es muy fácil aguantarte,
mas dicen tiene el nombre de Zenobia.

Pensar prefiero es otra de tus bromas,
si no es así, con pan tú te lo comas.

De Juan Ramón a Antonio

No esperes que me vaya a quedar quieto
traición tal no se hace al que es tu amigo,
yo en tu vida afectiva no me meto,
sabes bien siempre noble fui contigo.

Entiendo que me envidies por Platero
mas yo para curarme el deshonor
lo debo denunciar, seré sincero,
la herida tú has curado con Leonor.

No sé si tu conciencia te carcome
ya sabes quien se pica es que ajos come.
©donaciano bueno

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Un juego en clave de humor, tomando como excusa a sus respectivas mujeres,  en torno a la preferencia que ejercen sobre él ambos poetas.

MI POETA SUGERIDO:  Juan Felipe Toruño

SAN SALVADOR

CORONADA de cerros San Salvador parece
la encantada princesa, niña de Cuscatlán.
Efervescente urbe que ruidosa se mece
al halago de un lago, o al furor de un volcán.

Cosmopolita y bella, al viajero le ofrece
la sombra de un reposo o el calor de un afán.
Es un vivo motivo que vibra y se estremece:
la rige el cataclismo, la alienta el huracán.

Bajo de un claro cielo tibiamente palpita,
cual si fuera un enorme corazón que se agita,
sangrando savias que urden un rumor imperial.

Y en las noches desiertas, en esa subconsciente
vida de la ciudad, sonambúlicamente,
recorre sus antiguos dominios Atlacalt.

EGO

Yo canto como canta primavera en la flor:
rumores de montañas, caricias en los nidos
susurros de auras dulces en los bosques dormidos
y por toda fortuna el cielo y el amor.

Con vivos resplandores de incógnito arrebol
mis ensueños se enredan en madejas de lumbre….
¡Yo soy como los árboles que se sueñan en la cumbre,
que por estar más solos más cerca están del sol!

Voluntad es mi insignia. En mi ruda jornada,
con la fe por escudo, la lira por espada,
sin cansarme camino de la verdad en pos

Impulsivo optimista en el Combate. Fuerte.
Sobre el lomo del siglo me encontrará la muerte
cabalgando en los predios donde transita Dios.

SAN SALVADOR

CORONADA de cerros San Salvador parece
la encantada princesa, niña de Cuscatlán.
Efervescente urbe que ruidosa se mece
al halago de un lago, o al furor de un volcán.

Cosmopolita y bella, al viajero le ofrece
la sombra de un reposo o el calor de un afán.
Es un vivo motivo que vibra y se estremece:
la rige el cataclismo, la alienta el huracán.

Bajo de un claro cielo tibiamente palpita,
cual si fuera un enorme corazón que se agita,
sangrando savias que urden un rumor imperial.

Y en las noches desiertas, en esa subconsciente
vida de la ciudad, sonambúlicamente,
recorre sus antiguos dominios Atlacalt.

TENTATIVA DE UNA NUEVA POESÍA

(Compréndaseme bien, que se me entienda claro:

Estamos clausurando la
poesía barata, el verso de sillón y cabecera, el pálido poema de las niñas enfermas.

El libro de los viajes aburridos.
El consultor inútil de los tontos que impresiona a las tontas.
Estamos inaugurando una poesía nueva, prohibida de antemano para
el oído fino,

de escándalo, y abierta para el vocablo adrede
desnudo y abrazante.

Estamos en la física nuclear de los poemas, ozono la palabra que destruya a la «araña» que circunda a la mosca.
Estamos contra el ángel
por el hombre en la tierra. Estamos contra el cielo para instaurar la
piedra,
[estamos

contra el ídolo, para explorar el bosque del génesis pagano.
Poesía vigilante de los ojos despiertos, de los puños cerrados y

dientes punteagudos.
Estamos con el hombre cotidiano, en la calle, en el bar, en la plaza. Oliendo a cloroformo y a presencia de muerte. Con el sexo violado de
la niña vendida.

Con la huelga del hombre que se niega a comer,
hasta que un culatazo

le penetra el bocado y le salvan la vida.

Estamos con el noble mantenedor de calles, sentimos en sus manos la mordida del frío, la arenilla en la escoba, la humedad por los huesos, la fiebre en la pupila y el escorbuto amargo.
Estamos con la espalda desnuda en el arado, sembrando junto al
grano

una ilusión futura, una verdad que viene la noche galopando,
Caballero Del Alba.

Sentimos en sus manos la maternal caricia cuando toca la tierra, somos por sus manos gemelos en angustia, siameses en la ira. Estamos con mi hermano

que duerme en las baldosas

al pie de la República.

Con aquél que perdiera trabajando una pierna, y con cincuenta pesos
judíos

[le pagaron.

Y alguien vendrá a decirme que estoy equivocado!

Nosotros repudiamos prácticamente todo que nos venda o engañe…

Compréndaseme bien, que se me entienda claro: Estamos contra el hombre «Coyote» en almacenes ladrones de trabajo. Contra el obrero mismo que explota a sus hermanos. Contra aquellos que gastan jugoso Presupuesto con fin decorativo.

Estamos contra toda libertad de gotero, obediente a la mano del cirujano

en turno.

Estamos contra muchos por la salud de todos!…

II
Los poetas bajaron de las nubes.

Caminan por la calle como todos los hombres, hablan con ellos en su misma lengua

y construyen con ellos una patria. Son perseguidos por la policía.

Y no les dan trabajo porque cantan a tórax descubierto.

Los poetas bajaron a la tierra, vistieron el traje campesino,

labraron la tierra para otros, vendieron su salud a precios bajos…

Los que no se murieron se casaron; y sus hijos se hicieron

soldados, policías,

y olvidaron su origen o callaron.

Aceptemos que no tengan amigos por el hilo del traje que cubre su

derrota.

Aceptemos que vayan por la calle disparando saludos, recogiendo sonrisas

y monedas, para aliviar su angustia.

Aceptemos, que todos debemos evitar como humanos

la destrucción del sexo, la violación del ano. Aceptemos que vivimos con la muerte en el ojo, abierto noche y día para caer de frente. Aceptémoslo todo; pero nunca aceptemos ser crueles,

apologistas

de beneméritos de plumafuente y caudillos de cartón.

Los poetas se revelaron como hombres. Caminaron por calles y suburbios.

Murieron por su amor en Alicante.

Fueron asesinados en Granada.

Los poetas no se sientan en sillas académicas, se sientan en los parques, conversan con el pueblo, conversan con el mar. Ellos mismos son ola, ellos mismos se rompen en átomos de espuma con la roca, contra la piedra ciega que pretende ignorar la rebelión del agua, el golpe de la ola, la victoria del mar. Un día la poesía fue el plumaje melodioso de cisne, el cuello fue su símbolo donde ondulaba el verso. Materia noble entonces para eludir la vida, para eludir lo sucio y caótico del clima. Luego vino un ambiente

refugiado en lo abstracto

vendiendo su silencio.

Poesía fabricada de acuerdo con el prójimo que la compra y la paga. Y para ser sincero: Ahí están mis poemas con muleta y con gafas, media docena buenos, treinta docenas malos. Hay que decir las cosas con un acento claro:

Hoy detesto mis versos! Aceptemos que fueron malos versos. Aceptemos que los que ahora escribo sean peores. Que toda mi poesía es un desastre, pero canto en mi centro orbital. Girando hacia los hombres que sufren su silencio. Soy el espejo de mi tiempo!

Un hijo, que no tengo, preguntará mañana: ¿Y todo sucedió en el Siglo xx?
En La pájara pinta, Año II, diciembre de 1967, núm. 24, p. 8.

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A Juan Ramón Jiménez de Antonio Machado

Era una noche del mes
de mayo, azul y serena.
Sobre el agudo ciprés
brillaba la luna llena,
iluminando la fuente
en donde el agua surtía
sollozando intermitente.
Sólo la fuente se oía.
Después, se escuchó el acento
de un oculto ruiseñor.
Quebró una racha de viento
la curva del surtidor.
Y una dulce melodía
vagó por todo el jardín:
entre los mirtos tañía
un músico su violín.
Era un acorde lamento
de juventud y de amor
para la luna y el viento,
el agua y el ruiseñor.
«El jardín tiene una fuente
y la fuente una quimera...»
Cantaba una voz doliente,
alma de la primavera.
Calló la voz y el violín
apagó su melodía.
Quedó la melancolía
vagando por el jardín.
Sólo la fuente se oía.

A Antonio Machado, de Juan Ramón Jiménez

¡Amistad verdadera, claro espejo
en donde la ilusión se mira !
...Parecen nubes
más bellas, más tranquilas.
Siento esta tarde, Antonio,
tu corazón entre la brisa.

La tarde huele a gloria.
Apolo inflama fraternales liras,
en un ocaso musical de oro,
como de mariposas encendidas ;
liras plenas y puras,
de cuerdas de ascuas líquidas,
que guirnaldas de rosas inmortales
decorarán, un día.

Antonio, ¿Sientes esta tarde ardiente,
mi corazón entre la brisa ?

CADA UNO ES CADA CUAL [Mi poema]
Waldina Medina [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Pongámoslo muy claro que, ambos dos,
caminos anduvimos muy distintos
sorteando diferentes laberintos
para al fin acabar juntandonos.

Cada cual lleva a cuestas sus vivencias,
cada uno es cada cual y sus resabios,
con la sal que rezuma en nuestros labios,
la pena de sufrir nuestras dolencias.

Cada uno somos yo y las circunstancias
con sus dolos, sus risas y sus posos,
aperos de labrar y sus fragancias.

Tan distintos, de ideas tan distantes
ambos dos del saber somos golosos
y el libar de su miel nos hizo amantes.
©donaciano bueno

El #amor a la #cultura puede unir a una pareja? Si o no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Waldina Medina

Al íntimo cuadrante del Nosotros

Al íntimo cuadrante del Nosotros
la Vida nos reclama,
imposible
imposible oponerse,
nuestros cuerpos se atraen
con la fuerza del Cosmos,
en medio del plasma primigenio
sabores luz olor sonidos bordes
se mezclan imprecisos
dedos boca pezones pene vulva
se encuentran y confunden en el fragor vital,
tu piel mi piel resiste
en creciente tensión
en palpitantes
cúmulos de energía genésica
que irradia desde el núcleo del Nosotros,
imposible
imposible aguantar
se desborda la piel
estalla el gozo!

Claroscuro

Mi vientre atrapa fragmentos de universo
y los convierte en luz.
Crece el hijo y grita por los vientos
¡Heme aquí, convoco la mañana!

Busco desesperadamente algún empleo.
Pan y leche seguros para el niño
casa, cama
el amor que deviene de la tranquilidad de una labor digna.

Busco desesperadamente:
‘aquí, tal vez — me dicen — allá, tal vez’
y voy y corro
con el dolor y el miedo clavados en mi vientre
y con mis manos casi suplicantes,
y voy y llego y me hacen esperar
y en la entrevista
grita de pronto el hijo por los vientos:
¡Heme aquí, fabrico la esperanza!
y el empleador lo nota y dice:
‘No hay trabajo?
?No podemos emplearla?
?No creo que se pueda? No
No.
NO!
— no sé si pueda yo seguir luchando —
y sigo/
Sigo/
SIGO/
para este amanecer que casi implora desde el fondo de mí
y nadie
escucha.

Invitación de Waldina

«Nosotros dejaremos la tierra que perdura.
Gocémonos, amigos, gocémonos…»
Poesía Náuatl. Anónimo

Entre inmensos vacíos del infinito Cosmos
vos y yo
vanos corpúsculos fugaces,
casualmente tan cerca.
¿Es de verdad casual que estemos juntos
entre la inmensidad del Universo?
¿es de verdad casual que nuestra piel
se llame?

El tiempo se escapa sigiloso.

Gocemos del milagro de estar vivos:
¡que cada instante bese nuestros labios
que cada estrella moje nuestra piel!

La Luna me ha enseñado sus secretos,
vení
deseo regalártelos.

La muerte verdadera

Endurecí mis ojos para que ya no vieran
más pobreza
acallé mis oídos para que ya no oyeran
más dolor
mutilé mi esperanza para que ya no hablara
más Justicia
emparedé mi alma para que ya no amara
la Verdad
y cuando así maté lo más hermoso
me hice duro caucho
que no sonrió, no amó, ni siquiera lloró
mi propia muerte
porque la merecía
para siempre.

Mujer todos los días

Una madre puede hacer
todo lo que hace,
no por ser mamá
sino por ser mujer.

Mamá es una mujer como las otras:
es alegre, tiene canas, se enoja
trata de adelgazar aunque no de a de veras
está enferma
casi no se cuida

mi madre se equivoca
mi mami alguna vez ha sido injusta
lleva sus cuantos errores a la espalda
sus pecadillos por allí escondidos
o deseados

pero mami crió a sus hijos ella sola
y a tres hijos más como a sus propios hijos ella sola
mas era yo tan joven cuando madre quedó sola
que nunca pregunté cómo comimos siempre
y ahora todavía no lo sé
pero tiene que ver con la multiplicación de los pesares.

Ya que es una mujer como las otras
mi madre quiso más de alguna vez
reflorecer su amor
pero los que idolatran el estéril espejo
no entienden
el prodigio
de la transformación del oro en sueños
y si no derrotó en esta batalla
por lo menos a la rabiosa soledad
ya la tiene enjaulada como la bestia horrenda que es
por el claro milagro de los nietos.

Mi mamá nos recibe cuando estamos cansados y caídos
pero no nos convierte las espinas en flores
porque nos enseñó a quitarlas solos
y no es la más clara imagen de Dios sobre la Tierra
no alcanza requisitos para Santa
ni se parece en algo a la Virgen María

sin embargo

mamá puede reír aunque esté triste
madre puede amar aunque ella no sea retribuida
mami puede ayudar aunque ella esté también necesitada
madre puede trabajar aunque haya trabajado
hasta la madrugada/
mamá puede aguantar aunque ya no aguante más.

por eso
mamá es una mujer como las otras
una mujer, sencillamente un ser humano,
le dan derecho a serlo
sus cuidados su ternura su amor por los demás
su aguante para aguantar que ya me habría muerto
y por tanto que es esa mujer
me asombro
me inclino
me acorazo
y no sé cuánto decir
cómo la quiero.

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Distinto - Juan Ramón Jiménez

Lo querían matar
los iguales
porque era distinto.

Si veis un pájaro distinto,
tiradlo;
si veis un monte distinto,
caedlo;
si veis un camino distinto,
cortadlo;
si veis una rosa distinta,
deshojadla;
si veis un río distinto,
cegadlo...
si veis un hombre distinto,
matadlo.

¿Y el sol y la luna
dando en lo distinto?

Altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir
distinto
de lo distinto;
lo que seas, que eres
distinto
(monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre):
si te descubren los iguales,
huye a mí,
ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto.

YO NO CREO FUERA DIOS… [Mi poema]
Eusebio Ruvalcaba [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

No creo fuera dios quien hizo al hombre,
y aún menos que naciera de la nada,
ni creo que él lo hiciera a mano alzada,
y nunca yo creí, nadie se asombre,
que fue por un derecho de pernada.

Tampoco creo yo que el ser humano
sea tan alto, listo y tan fornido,
que más bien pareciera estar dormido
con electroencefalograma plano,
desde que al mundo llega está perdido.

Ignoro, más quisiera, quién lo hizo,
igual que tú, que yo, nadie lo sabe,
y aquel, el que alardée de su llave,
o es un tonto o muy listo. Un primerizo
que espera en internet hallar la clave.

Comprendo que haya muchos que se ofendan
y ante tal opinión peguen un grito,
que afirmen pues que existe un manuscrito
donde se habla de dios. Y otros defiendan
que todo en esta vida ya está escrito.

Que una cosa es saber y otra distinta
lo que en tantos momentos deseamos.
Y es ésta la razón por la que andamos
a quien quiera pidiendo explicaciones
y en tantas ocasiones naufragamos.

Tanto tiempo indagando, tantos años
sin que nadie descifre ese misterio,
tantos siglos viviendo en cautiverio
ignorando del agua de los caños
el origen y el fin, su climaterio.

De la vida buscar es la constante
aun sabiendo que nunca ha de encontrar,
tan inútil y tan arduo caminar
dando pasos mirando hacia a delante
para al fin ya del trayecto tropezar.
donaciano bueno

La vida de los #humanos sería más fácil si no existiera el #deseo de saber? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Eusebio Ruvalcaba

Delirio

Quisiera morirme ya mismo.
A la hora en que esté hablando de música.
Luego de la audición de una sonata
de Brahms, o de un cuarteto de Beethoven.
O al momento de charlar con un amigo.
Enfrente de él. Podría ser
en una mesa cantinera.
O después de haber mirado
los ojos verdes de una mujer.
De cierta mujer.
O, por qué no, luego de acariciar
la mano de mi hija.
También disfrutaría morir
a la mitad de un cuento de José Revueltas.
O de un poema de Pessoa.
O acaso dando mi taller de creación literaria.
Pero también podría morir
mientras reverbera en mis oídos
el violín de mi padre.
O el piano de mi madre
cuando tocaba Chopin para mí.
En cualquiera de estas circunstancias
me gustaría morir.
Si acaso no le parecen excesivas a Dios.
Que él decida. Yo me adapto.
Y desde ahora le doy las gracias.
Con tal de que no se tarde.
O no más de la cuenta.

Las canicas

Yo era bueno, muy bueno.
Le enseñé a jugar a Pablo,
que fue mi mejor amigo.
Se me hizo costumbre
traer las bolsas llenas de canicas.
Tenía mis favoritas,
con las que había vencido a terribles
enemigos.
Ésas no las cambiaba por nada.
Había otras muy lindas,
que intercambiaba por otras aún mejores.
No tenía chiste comprarlas.
En la esquina
había una viejita
que las vendía muy baratas.
Pero comprarlas equivalía
a hacer trampa.
Los tréboles eran
las más hermosas.
Siempre me pregunté
cómo habían metido esos pétalos
dentro del vidrio.
Y por qué nunca se marchitaban.

El viagra en un soneto sin rima

Para Rafael Ríos

Yo no lo uso; nomás lo recomiendo.
El viagra te abre las puertas del deseo.
Es como la música tropical
cuando la baila una mujer cachonda.

El viagra se desparrama en tu sangre
tan velozmente como la lectura
del Decamerón. Bocaccio lo habría
usado a espaldas de su querida.

Sin que se le mencione, el viagra está
al servicio del talismán erótico.
El viagra supera cualquier sesión

de psicoanálisis. Y es más barato
que la más módica de las consultas.
Quizás porque su efecto es inmediato.

Anoche lloramos juntos

No sé exactamente cómo aconteció.
Estábamos en la cama. Yo dentro de ti.
De pronto me di cuenta que la belleza
era mi ángel guardián.
Te dije que te amaba.
Como nunca había amado a nadie.
Me dijiste lo mismo.
Y sobrevino el llanto al mismo tiempo
que el semen.
Lloraste aún con mayor intensidad.
Nos juramos amor.
Las almohadas quedaron empapadas
de lágrimas.

El Mezcal

Para Guillermo Quijas

I
Más allá del mezcal está
la confección de la escritura,
el perfume de la lencería —cuando
aquella mujer
se desnuda frente al espejo—,
la mirada triste de los perros.

Pero todo esto es irreal,
y sólo existe en los jirones
que pueblan nuestros sueños.

Lo que existe en estado áspero
es la escritura,
la lencería, los perros.
Lo que hace el mezcal
es restregarte la belleza
de esta actitud en tu dulce cara.
Quitarte la venda de los ojos.

II
Ordenas el mezcal
y lo que estás ordenando
es una mujer que te traiga
la noche
en aquel vasito que en sus ratos libres
es veladora.

Destapas el mezcal
y lo que estás destapando
es la cloaca
de tu vida.
Sin contemplaciones
el mezcal
te va a conducir por los atajos
que te avergüenzan.
Territorio inhóspito y letal.
campo minado,
donde el tequila y el whisky
son niños de brazos.

III
El mezcal nació en cuna de oro,
pero la vida lo obligó a renunciar.
El mezcal es de sangre azul,
pero las decepciones —no
los fracasos, los fracasos no cuentan—
lo obligaron a rezumar alcohol.

IV
El mezcal nunca te decepcionará.
Es la prueba
de que has caído más bajo que él.

V
Se recomienda rociar mezcal
en el sexo
que has de beber.

VI
Hasta en los libros que hablan
sobre Oaxaca
llega el olor del mezcal.

VII
El mezcal nunca se debe beber solo;
siempre con tristeza.

VIII
El mezcal ayuda.
Hay un punto en que los hombres
se funden.
Hay un punto en que cada hombre entrega
lo mejor de sí mismo.
En el que por fin decide llamar a las cosas
por su nombre.
Ese punto no tiene nombre,
aunque algunos lo llamen muerte,
y otros vida.
Tampoco importa más de la cuenta nombrarlo.
Más bien hacer el viaje
y asumirlo.
Porque es irrepetible.
En el fondo es un tramo doloroso y miserable.
Los perros aúllan cuando un hombre
se aproxima
a este punto.
El mezcal ayuda
si te dejas llevar por él.

IX
El mezcal es un arte.
La vida es un aprendizaje.

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MI POETA INVITADO:  Juan Ramón Jiménez

El Dios final

Partimos de Dios
en busca de Dios,
sin saber qué buscamos.

El dios con minúscula,
el dios bajo cielo,
el cielo que es mar,
sobre aire que es cielo,
¡entre aire y marcielo,
y que es pleamar, y que es pleacielo!

El dios deseante,
el dios deseado,
—¡el dios deseado y deseante!—
me trae este Dios,
un dios Dios tan DIOS,
¡un dios: DIOS DIOS DIOS!
… que al cabo de todos los cabos,
que al borde de todos los bordes
un día encontramos.

Cada vez más suelto, y más desasido;
cada vez más libre, más ¡y más! ¡y más!
a una libertad de puertas de Dios.
Y entonces la puerta se abre… y ¡más libertad!

Estoy pasando la cuerda,
cuerda que tú me has tendido,
Dios mío, mi dios, ¡Dios mío!
¡Dios mío, no soples, Dios!

Siento la inminencia del dios Dios,
del Dios con mayúscula,
—el que nos enseñaron cuando niños
y no aprendimos—.
¡Dios se me cierne en apretura de aire!

¡Se me está viniendo Dios
en inminencia de alma!
¡Se me está acercando Dios
en inminencia de amor!
¡Se me está llegando Dios
en inminencia de Dios!

»JUAN RAMÓN JIMÉNEZ [Mi poema]
Mis Maestros [Poeta sugerido]

Juan Ramón Jiménez es uno de los poetas más increíbles de la Generación del 27; ésa que ha ofrecido decenas de distinguidos nombres a la poesía española y que, junto a la Edad Dorada de la literatura de este país, es sin duda uno de los períodos con la mejor calidad literaria hasta ahora conocida. Nació en Moguer, un pueblo de la provincia de Huelva (España). Se leo considera un incuestionable maestro de la lírica de principios del siglo XX; autores como Federico García Lorca o Alejandra Pizarnik, lo consideraron primordial para su obra.
Entre las obras más conocidas de este poeta se encuentran "Platero y yo", "Las hojas verdes" y "Animal de fondo".

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LOS POEMAS

OTOÑO

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
, en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
e todo; oh prado bello que deshojas
us flores; oh agua fría ya, que mojas
on tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
n que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
chado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
a vida se desnuda, y resplandece
a excelsitud de su verdad divina.

El viaje definitivo

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

IBA TOCANDO MI FLAUTA

Iba tocando mi flauta
a lo largo de la orilla;
y la orilla era un reguero
de amarillas margaritas.

El campo cristaleaba
tras el temblor de la brisa;
para escucharme mejor
el agua se detenía.

Notas van y notas vienen,
la tarde fragante y lírica
iba, a compás de mi música,
dorando sus fantasías,

y a mi alrededor volaba,
en el agua y en la brisa,
un enjambre doble de
mariposas amarillas.

La ladera era de miel,
de oro encendido la viña,
de oro vago el raso leve
del jaral de flores níveas;

allá donde el claro arroyo
da en el río, se entreabría
un ocaso de esplendores
sobre el agua vespertina…

Mi flauta con sol lloraba
a lo largo de la orilla;
atrás quedaba un reguero
de amarillas margaritas…

LA ROSA AZUL

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Se me torna celeste la mano, me contagio de otra poesía
Y las rosas de olor, que pongo como ella las ponía, exaltan su color;
y los bellos cojínes, que pongo como ella los ponía, florecen sus jardines;
Y si pongo mi mano -como ella la ponía- en el negro piano,
surge como en un piano muy lejano, mas honda la diaria melodía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
me inclino a los cristales del balcón, con un gesto de ella
y parece que el pobre corazón no está solo.
Miro al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro y la estrella se funden en romántica armonía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Dolorido y con flores, voy, como un héroe de poesía mía.
Por los desiertos corredores que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso -¡oh! Ausencia hueca y fría!-
y mis pisadas dejan resplandores.

¡QUÉ TRISTEZA DE OLOR A JAZMÍN!

¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano
torna a encender las calles y a oscurecer las casas,
y, en las noches, regueros descendidos de estrellas
pesan sobre los ojos cargados de nostalgia.

En los balcones, a las altas horas, siguen
blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas;
el río manda, a veces, una cansada brisa,
el ocaso, una música imposible y romántica.

La penumbra reluce de suspiros; el mundo
se viene, en un olvido mágico, a flor de alma;
y se cogen libélulas con las manos caídas,
y, entre constelaciones, la alta luna se estanca.

¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos
están abiertos; hay en todas partes miradas
calientes... Por el fondo de cada sombra azul,
se esfuma una visión apasionada y lánguida.

ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN

Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.

¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.

TRASCIELO DEL CIELO AZUL

¡Qué miedo el azul del cielo!
¡Negro!
¡Negro de día, en agosto!
¡Qué miedo!
¡Qué espanto en la siesta azul!
¡Negro!
¡Negro en las rosas y el río!
¡Qué miedo!
¡Negro, de día, en mí tierra
-¡negro!-
sobre las paredes blancas!
¡ Qué miedo!

ÁLAMO BLANCO

Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo, se me abre el alma.)

Entre dos melodías la columna de plata.
Hoja, pájaro, estrella; baja flor, raíz, agua.
Entre dos conmociones la columna de plata.
(Y tú, tronco ideal, entre mi alma y mi alma.)

Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja.
(Abajo y arriba, me tiembla el alma.)

NOCTURNO

A G. Martínez Sierra

Aun soñaba en las dulzuras de esta tarde.
Estoy solo; mis amores están lejos;
y mi alma que se muere de tristeza,
de nostalgia y de recuerdos,
se sumía fatigada
en la bruma de los sueños.

Esta tarde han florecido
los vergeles de los cielos;
los crepúsculos pasados fueron grises
cual monótonos crepúsculos de invierno.
Esta tarde renació la primavera:
los velados horizontes descubrieron
sus aldeas indecisas;
hubo rosas y violetas en lo azul del firmamento,
hubo magia fabulosa de colores y de esencias;
fue un crepúsculo de aquellos
de las dulces primaveras que mi alma
ve vagar en sus recuerdos.

En la nada flotó un algo de profundas transparencias
y los giros de las brisas, un momento
dibujáronse temblando;
una onda ensombrecía los misterios
de la tarde...
En el cielo religioso
las estrellas del crepúsculo entreabrieron;
y mi alma se perdió en la vaga bruma
de los últimos jardines melancólicos y quietos...

Aun soñaba en las dulzuras de esta tarde.
Estoy solo; mis amores están lejos.

He entreabierto mi balcón:
por oriente ya la luna va naciendo;
las fragantes madreselvas
dan al aire de la noche las unciones de sus frescos
y balsámicos perfumes;
están tristes los luceros.
En mi oído vibra el ritmo de las voces que se aman.
Me da horror de estar a solas con mi cuerpo...
El silencio me contagia;
estoy mudo..., en mis labios no hay acentos...
Me parece que no hay nadie sobre el mundo,
Me parece que mi cuerpo
se agiganta; siento frío, tengo fiebre,
en la sombra me amenazan mil espectros...

He sentido que la vida se ha apagado
sólo viven los latidos de mi pecho:
es que el mundo está en mi alma;
las ciudades son ensueños...

Sólo turba la quietud solemne y honda
el temblor de los diamantes de los cielos.
Estoy solo con mi alma
que se muere de tristeza, de nostalgia y de recuerdos.

¿A quién cuento mis pesares?
Me da miedo de turbar este silencio
con sollozos. ¡Si escuchara algún suspiro!
¡Mis amores están lejos!

Por los árboles henchidos de negruras
hay terrores de unos monstruos soñolientos,
de culebras colosales arrolladas
y alacranes gigantescos;
y parece que del fondo de las sendas
unos hombres enlutados van saliendo...
Los jardines están llenos de visiones;
hay visiones en mi alma..., siento frío,
estoy solo, tengo sueño...
Los recuerdos se amontonan en mi mente,
los suavísimos recuerdos
de las tardes que me dieron sus colores,
sus esencias y sus besos.
¡Son tan dulces esas tardes de la tierra!,
(¡ah, las tardes de los cielos!)

Ya la luna amarillenta
va subiendo.
Mis pupilas, anegadas por el llanto,
se han cuajado de luceros.
Siento frío...¡Quién pudiera
dormitar eternamente en su ensueño,
olvidarse de la tierra
y perderse en lo infinito de los cielos!
Llega un aire perfumado, caen mis lágrimas;
estoy solo; mis amores están lejos...

LAS TARDES DE ENERO

Va cayendo la noche: La bruma
ha bajado a los montes el cielo:
Una lluvia menuda y monótona
humedece los árboles secos.
El rumor de sus gotas penetra
hasta el fondo sagrado del pecho,
donde el alma, dulcísima, esconde
su perfume de amor y recuerdos.
¡Cómo cae la bruma en en alma!
¡Qué tristeza de vagos misterios
en sus nieblas heladas esconden
esas tardes sin sol ni luceros!
En las tardes de rosas y brisas
los dolores se olvidan, riendo,
y las penas glaciales se ocultan
tras los ojos radiantes de fuego.
Cuando el frío desciende a la tierra,
inundando las frentes de invierno,
se reflejan las almas marchitas
a través de los pálidos cuerpos.
Y hay un algo de pena insondable
en los ojos sin lumbre del cielo,
y las largas miradas se pierden
en la nada sin fe de los sueños.
La nostalgia, tristísima, arroja
en las almas su amargo silencio,
Y los niños se duermen soñando
con ladrones y lobos hambrientos.
Los jardines se mueren de frío;
en sus largos caminos desiertos
no hay rosales cubiertos de rosas,
no hay sonrisas, suspiros ni besos.
¡Como cae la bruma en el alma
perfumada de amor y recuerdos!
¡Cuantas almas se van de la vida
estas tardes sin sol ni luceros!

CANCIÓN DE INVIERNO

Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan? No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada... Yo no sé dónde cantan
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.

EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

TAL COMO ESTABAS

En el recuerdo estás tal como estabas.
Mi conciencia ya era esta conciencia,
pero yo estaba triste, siempre triste,
porque aún mi presencia no era la semejante
de esta final conciencia

Entre aquellos geranios, bajo aquel limón,
junto a aquel pozo, con aquella niña,
tu luz estaba allí, dios deseante;
tú estabas a mi lado,
dios deseado,
pero no habías entrado todavía en mí.

El sol, el azul, el oro eran,
como la luna y las estrellas,
tu chispear y tu coloración completa,
pero yo no podía cogerte con tu esencia,
la esencia se me iba
(como la mariposa de la forma)
porque la forma estaba en mí
y al correr tras lo otro la dejaba;
tanto, tan fiel que la llevaba,
que no me parecía lo que era.

Y hoy, así, sin yo saber por qué,
la tengo entera, entera.
No sé qué día fue ni con qué luz
vino a un jardín, tal vez, casa, mar, monte,
y vi que era mi nombre sin mi nombre,
sin mi sombra, mi nombre,
el nombre que yo tuve antes de ser
oculto en este ser que me cansaba,
porque no era este ser que hoy he fijado
(que pude no fijar)
para todo el futuro iluminado
iluminante,
dios deseado y deseante.

YO NO SOY YO

Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pié cuando yo muera.

TE DESHOJÉ COMO UNA ROSA

Te dehojé, como una rosa,
para verte tu alma,
y no la vi. Mas todo en torno
--horizontes de tierras y de mares--,
todo, hasta el infinito,
se colmó de una esencia
inmensa y viva.

¿REMORDIMIENTO?

La tarde será un sueño de colores...
Tu fantástica risa de oro y plata
derramará en la gracia de las flores
su leve y cristalina catarata.

Tu cuerpo, ya sin mis amantes huellas,
errará por los grises olivares,
cuando la brisa mueva las estrellas
allá sobre la calma de los mares...

¡Sí, tú, tú misma...! irás por los caminos
y el naciente rosado de la luna
te evocará, subiendo entre los pinos,
mis tardes de pasión y de fortuna.

Y mirarás, en pálido embeleso,
sombras en pena, ronda de martirios,
allí donde el amor, beso tras beso,
fue como un agua plácida entre lirios...

¡Agua, beso que no dejó una gota
para el retorno de la primavera;
música sin sentido, seca y rota;
pájaro muerto en lírica pradera!

¡Te sentirás, tal vez, dulce, transida,
y verás, al pasar, en un abismo
al que pobló las frondas de tu vida
de flores de ilusión y de lirismo!

NOSTALGIA

Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.

Las ramas de los sauces mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.

Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!

LLUVIA DE OTOÑO

(Llueve, llueve dulcemente...) ...

El agua lava la yedra;
rompe el agua verdinegra;
el agua lava la piedra...
Y en mi corazón ardiente,
llueve, llueve dulcemente

Esté el horizonte triste;
¿el paisaje ya no existe?;
un dia rosa persiste
en el pálido poniente...
Llueve, llueve dulcemente.

Mi frente cae en mi mano
¡Ni una mujer, ni un hermano!
¡Mi juventud pasa en vano!
-- Mi mano deja mi frente... --
¡Llueve, llueve dulcemente!

¡Tarde, llueve; tarde, llora;
que, aunque hubiera un sol de aurora
no llegará mi hora
luminosa y floreciente!
¡Llueve, llora dulcemente!

EL POETA A CABALLO

¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!

La dulce brisa del río,
olorosa a junco y agua,
le refresca el señorío...
La brisa leve del río...

A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!

Y el corazón se le pierde,
doliente y embalsamado,
en la madreselva verde...
Y el corazón se le pierde...

A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!

Se esté la orilla dorando...
El último pensamiento
del sol la deja soñando...
Se está la orilla dorando...

¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!

ANTEPRIMAVERA

Llueve sobre el río...

El agua estremese
los fragantes juncos
de la orilla verde...
¡Ay, qué ansioso olor
a pétalo frío! Llueve sobre el río...

Mi barca parece
mi sueño, en un vago
mundo. ¡Orilla verde!
¡Ay, barca sin junco!
¡Ay, corazón frío!

Llueve sobre el río...

(DE JARDINES LEJANOS)

VI
No hay sol; el cielo de invierno
es de bruma y nubes blancas;
sólo hay un raso celeste
sobre la saraucarias.

La avenida abre su sueño
llena de mujeres pálidas ...
los vientos están jugando
con las sedas perfumadas.

Hay carícias como rosas
en la lívida mañana;
la carne en flor da el perfume
que han perdido las acacias.

Es un pecado discreto,
es una carne cristiana
que va a misa, con un lirio
entre rosas deshojadas;

carne que nunca podrá
sobre la dulce frescura
de las espaldas románticas ...

en la mañana galante
rezan a Dios las campanas;
desde dentro están llamando
los corazones en gracia.

¡Fondos de oro, con albores
floreados, con fragancia
de purezas sin latido,
con dulzura de gargantas!

Pero el cielo gris ha puesto
muy rosas todas las almas
y tiende rasos celestes
sobre las araucarias ...

ROSAS MUSTIAS DE CADA DÍA

Todas la rosas blancas de la luna caían,
por la ventana abierta, en el cuerpo desnudo ...
Mirando aquellas carnes blandas que florecían,
hundido entre mis sueños, yo estaba absorto y mudo.

¡Oh su sexo con luna! ¡Esencia indefinible
de su sexo con luna! Hervían los blancores
de la carne, y el rostro, perdido en lo invisible
de la penumbra, lánguido, cerraba sus colores.

Era el enervamiento del dolor ... Y cual una
rosa de treinta años, opulenta y desierta,
el cuerpo blanco se elevaba hacia la luna
frío, espectral, azul, como una pompa muerta ...

REPROCHES

Como el cansancio se abandona al sueño
así mi vida a ti se confiaba...
Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño,
te quería dejar ....y no acababa...

Y no acababa.....¡Y tú te desasiste,
sorda y ciega a mi llanto y a mi anhelo,
y me dejaste desolado y triste,
cual un campo sin flores y sin cielo!

¿Por qué huiste de mi? ¡Ay quién supiera
componer una rosa deshojada;
ver de nuevo, en la aurora verdadera,
la realidad de la ilusión soñada!

¿Adonde te llevaste, negro viento,
entre las hojas secas de la vida,
aquel nido de paz y sentimiento
que gorjeaba al alba estremecida?

¿En qué jardín, de qué rincón, de dónde
rosalearán aquellas manos bellas?
¿Cuál es la mano pérfida que esconde
los senos de celindas y de estrellas?

¡Ay quién pudiera hacer que el sueño fuese
la vida!, ¡Que esta vida fría y vana
que me anega de sombra, fuera ese
sueño que desbarata mi mañana!

25 Octubre

Estaba echado yo en la tierra, enfrente
el infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente

Pensé en arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
el ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,

la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

DONCELLAS

Maeterlinck.

–¡Tenemos miedo a los ladrones!
–¿Qué os van a robar? ¡Ilusiones!
–Guardamos un dulce tesoro…
–¿Diamante? ¿Plata? ¿Perlas? ¿Oro?
–No… Un tesoro menos sonoro…

–¡Que cierren pronto los balcones,
tenemos miedo a los ladrones!
–¿Qué os van a robar, infelices?
–Tenemos todas un tesoro
que hace a los príncipes felices…

–¡Tenemos miedo a los ladrones!
–¡No nos habléis de apariciones!
–A ver… mostrarnos el tesoro…
–Como es más valioso que el oro
lo guardamos, corazones.

¡Hundí mi mano en el Poniente
y removí el fantástico tesoro

de oro
vehemente!

¡Tuve en mi mano jemas de la gloria!

la ilusión
visión hecha verdad.

… Mas el oro se apagó y solamente

queda
¡ceniza, escoria!

Anochecía.

LA VENCIDA

Habla una vencida.

Entraron los vencedores
rugiendo una fabla bárbara,
el sol se llenó de hierro,
las banderas desgarradas
tenían el cielo azul,
entre sus sedas bordadas…
trompetas poblaban de oro
la ciudad ensangrentada.

El que me abrazó tenía
belleza que yo soñaba,
¡entre plata y oro
el corazón lo saltaba!
traía la malla rota
herida de grana.

Sin hablar me entregué toda
a la hoguera de sus ansias,
de tanto apretar mis pechos
su cota los señalaba;
no sé si supo el amor
que mi vergüenza callaba,
mas dejaba entre mis labios
rosas de bellas palabras
que no sé lo que decían
pero que olían a brasa.

Por el honor no le dijo
lo que diciéndole estaba
pero mi carne, más dulce
que la miel, le regalaba
grandes olas de pasión
y lenguas vivas de llamas.

Brazos que ahora lo tendréis
en la gloria de su patria,
le pareceréis los míos
tristes brazos que se alargan.

OTOÑO

La hoja seca: el sexo triste
de una virjen muerta tísica.

–El ganso: un cisne sin agua.–

El sol: la luna con fiebre.
La luna: el sol trastornado

Amor

El amor, ¿a qué huele? Parece, cuando se ama,
que el mundo entero tiene rumor de primavera.
Las hojas secas tornan y las ramas con nieve,
y él sigue ardiente y joven, oliendo a la rosa eterna.

Por todas partes abre guirnaldas invisibles,
todos sus fondos son líricos -risa o pena-,
la mujer a su beso cobra un sentido mágico
que, como en los senderos, sin cesar se renueva...

Vienen al alma música de ideales conciertos,
palabras de una brisa liviana entre arboledas;
se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto
dejan como un romántico frescor de madreselvas...

Sueño

Imagen alta y tierna del consuelo,
aurora de mis mares de tristeza,
lis de paz con olores de pureza,
¡premio divino de mi largo duelo!

Igual que el tallo de la flor del cielo,
tu alteza se perdía en su belleza...
Cuando hacia mí volviste la cabeza,
creí que me elevaban de este suelo.

Ahora, en el alba casta de tus brazos,
acogido a tu pecho transparente,
¡cuán claras a mí toman mis prisiones!

¡Cómo mi corazón hecho pedazos
agradece el dolor, al beso ardiente
con que tú, sonriendo, lo compones!