A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

JOSÉ ÁNGEL BUESA

JOSÉ ÁNGEL BUESA

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ADIÓS, MI AMOR ¡LO SIENTO! [Mi poema]
Camino Román [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Desde que tú te fuiste yo peno en mi silencio,
la herida que me abriste no tiene justiprecio.
Tus risas, tus sonrisas retumban insistente,
si apago mis oídos resoplan en mi mente.
Tus ojos, tu mirada son luces sin reflejos
pues mi vista cansada les percibe muy lejos.

Quisiera ya olvidarte pero no lo consigo,
aún sueño con amarte cuando sueño contigo.
Mi corazón partido lo tengo en dos mitades,
aunque no estés conmigo vives mis soledades.
Ayer feliz paseaba tu brisa por el viento,
ahora ya en mi alcazaba la brisa ya no siento.

Pasemos de los odios, simulemos los besos,
los rencores y oprobios no tienen retrocesos.
Ni sé, ni me interesa si tu ahora eres feliz,
si otra boca te besa nada me importa a mí.
Voy recogiendo velas, me acomodo en mi asiento,
adiós a las novelas, adiós, mi amor, ¡lo siento!
©donaciano bueno

Acaso está lloviendo también en tu ventana; 
Acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.
José Angel Buesa

Inspirado en la poesía en general de José Ángel Buesa, un poeta romántico con un claro tono de melancolía a través de toda su obra poética, que es primordialmente elegíaca. Se le ha llamado el "poeta enamorado". Ha sido considerado como el más popular de los poetas en la Cuba de su época. Su popularidad se debía en gran parte a la claridad y profunda sensibilidad de su obra.

MI POETA SUGERIDO:  Camino Román 

Alejandrino

Un alejandrino podría ser
Algo inventado por nosotros
Algo perfecto como podríamos ser nosotros
El alejandrino, según la Wikipedia
Tiene catorce sílabas métricas
Y está compuesto de dos hemistiquios de siete sílabas,
Con acento en la sexta y decimotercera sílaba

Pero un alejandrino si lo edito en la Wikipedia
Podríamos ser nosotros dos
A la orilla del río
Con un perro pequeño
Llamándonos como si fuésemos perros también
Yo lo veo
El alejandrino perfecto.

Poetas

Poetas viejos muertos jóvenes, poetas veterinarios
Que saben bien que se siente al tocar una oveja peluda
Al mirarle a los ojos a una oveja peluda
Poetas que no saben que son poetas pero que sacan a pasear el perro por la noche y hacen fotos de las farolas y la oscuridad que las rodea y las suben a las redes sociales
Poetas que te mandan fotos de su gato por privado encima de un sofá con funda roja
Poetas que son animales porque tienen forma de perro y te huelen y así pueden saber más de ti y pueden describirte en un poema de manera detallada
Poetas que tienen hijos y piensan que es un poema más y le intentan inculcar unas ideas muy determinadas
Poetas que diseñan las portadas de la revista de moda y saben que no te importa qué son “CORTES SEXY Y CREMAS REVOLUCIÓN” pero lo resaltan con distintos grosores de letra.
Poetas que piensan qué regalo te gustará más para que entres al local de tonos tierra y logo amarillo y pidas una hamburguesa con forma de hamburguesa,
Una hamburguesa con un muñeco de plástico al lado.
Describe por favor que se siente cuando tocas esa oveja, te hace daño?
Cuántos días le quedan de vida?
Qué quieres que sea tu hijo de mayor?
Te gusta como huelo?
Dame un abrazo por favor
Suelta el perro.

CREPÚSCULO

“Morir en lugar de alguien a quien se ama”
Dice como rezando la protagonista de la película
Que ha decidido enfrentarse con la muerte
Por amor, que ha decidido dejarlo todo
Porque no es nada la vida sin amor
Aunque yo piense a diario, cuando amanece
O anochece
No necesito el amor, no es necesario
Podemos estar solos, sí
Como los árboles que siempre están solos, recluidos
Libertad lo llamamos a veces
Para reconocernos, aunque nadie nos conozca ya
Aspiro a molestar a alguien
Aspiro a quitarle el veneno a alguien
Aspiro a tirar los frutos que no has comido
Aspiro, lo confirmo, al amor.
De Accidente (Rialp, 2017)

EL MEJOR POEMA DE 2017

El mejor poema que vas a leer en 2017
Es una respuesta a una pregunta
En una entrevista a Ian McEwan fechada en este gélido y cálido tres de enero de 2017
En el THE TIMES LITERARY SUPPLEMENT
Dos puntos
“¿Cómo será el mundo de la literatura en veinticinco años?,
«Muchas novelas gráficas?
«Los lectores electrónicos no tomarán el control del mundo?
«El libro perdurará?
«La ficción literaria se mantendrá en su nicho?
Todo el mundo seguirá diciendo
«Es un mal momento para publicar? y ?¡Qué vergüenza dejamos que los estadounidenses participasen en el Booker!? y ?Los jóvenes no tienen la capacidad de atención para leer novelas?
«Y una persona brillante en una escuela de primaria aparecerá para asombrar al mundo con una novela sobre androides y el porqué se les deben otorgar los derechos humanos y la protección plena bajo la ley?
…”
Pero, y ahora te lo digo muy en serio
El mejor poema que vas a leer es algo que probablemente no tendrás que leer pero que si eres un poco listo te percatarás de que está ahí
Viajando alegremente hacia ti.

AMOR

Lo siento. Queremos volver al amor
Si la vida puede ser, estar aquí sentado,
Pensando de qué trata todo esto
Lo que el amor debería ser
Cómo funciona
Que no lo sabemos porque quizá no lo hemos vivido
y queremos intentar verlo o al menos describirlo desde lejos desde que lo sabemos
No está en los libros, lo intentan algunos poetas
pelan cacahuetes y los ordenan en línea recta,
El truco, no sabemos cuál es, he vuelto al plural para intentarlo
como si fuese este más potente
como si el plural pudiera saber la verdad
No sabemos lo que es el amor
Solo sabemos que nunca lo sabremos que mañana nos levantaremos solos aunque nos despierte una llamada que no es para nosotros
No sabemos o sí sabemos que esto consiste en estar aquí, en seguir, en buscar una razón, tener algo que hacer.
Pensemos
Vamos a dar un paseo hasta el río
Ah, lo hemos dado, sí, en plural
Seamos optimistas
Entremos en una tienda bonita compremos cojines velas vasos irrompibles
Pongamos una estantería nueva para los libros nuevos
Lo siento, mejor la blanca esa es muy grande es igual a la que tenemos
No sabemos lo que es el amor nunca lo sabremos y nos lo hemos dicho ya
Somos iguales ante eso, ante otras cosas también
En el río somos iguales
Para un perro somos iguales o eso queremos creer
Tenemos en común al menos
Que estamos aquí, en una tienda.

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»JOSÉ ÁNGEL BUESA [Mi poema]
Mis Maestros [Poeta sugerido]

José Ángel Buesa fue un poeta cubano nacido en el año 1910 y fallecido en 1982. Su vocación por la poesía despertó cuando era tan sólo un niño y en pocos años su dedicación a la escritura fue equivalente a la de una persona adulta. Buesa publicó casi dos decenas de poemarios, entre los que destacan los títulos "La fuga de las horas", "La vejez de Don Juan", "Lamentaciones de Proteo" y "Poemas en la arena". A pesar de que sus obras hayan sido traducidas a varios idiomas, la crítica no siempre ha sido muy bondadosa con Buesa. Sin embargo, la mejor manera de conocer a un poeta es a través de la lectura, y para ello ofrecemos una completa selección de poesías, donde es posible encontrar "Canción del viaje".

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LOS POEMAS
 
POEMA DE LA DESPEDIDA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

CARTA A USTED

Señora:

Según dicen ya tiene usted otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.

Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas sus goces y su lecho
pero el amor señora cuando llega el olvido
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón
aunque sé que la herida no es en el corazón
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho
que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.

Pues sepa que una dama con la espalda desnuda
sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.
Pero no como tantas de un difunto señor
sino para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente
al menos al principio, ya no, naturalmente.

Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.

O acaso cierta noche de amor y de locura
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.
Si... usted juró cien veces ser para siempre mía
yo besaba sus labios pero no lo creía.

Usted sabe y perdóneme que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.

Y como usted señora ya aprendió a ser infiel
a mí así de repente me da pena por él.

Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida.

Y también es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas
pero ni los rosales dan solamente rosas.
Y no digo estas cosas por usted ni por mí
sino por... por los amores que terminan así.

Pero vea señora... que diferencia había
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.
Pues nuestro amor concluye con finales diversos
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.

ALA Y RAÍZ

Ala y raíz: la eternidad es eso.
Y aquí, de frente al mar, en la ribera,
la vida es como un fruto que cayera
de un alto gajo, por su propio peso.

Ala y raíz. Y el ala, sin regreso,
a la raíz, con sed de primavera:
que así el confín de la emoción viajera
duerme a la sombra del follaje espeso.

(El mar corre descalzo por la arena.
Mi corazón ya casi es sólo mío.
El ancla está aprendiendo a ser antena

y el latido unicorde se hace escala.
Después, libre del tiempo, en el vacío,
Así: ¡mitad raíz y mitad ala!)

AMOR TARDÍO

Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;

pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón.

BALADA DEL AMOR LOCO

I

No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

II
Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene a prisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde
Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

III
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

CANCIÓN DE LA BÚSQUEDA

Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.

Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."

BALADA DEL MAL AMOR

Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar.
Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,
y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.

Yo eché mi red al río
Se me rompió la red…
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.

Se besa por el beso,
por amar el amor…
Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso,
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.

Amar es tan sencillo,
tan sin saber por qué…
Pero así como pierde la moneda su brillo,
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.

¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
Hay velas que se rompen a la primera racha,
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!

Pero aunque toda herida
deja una cicatriz,
no importa la hoja seca de una rama florida,
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.

La vida, llama o nieve,
es un molino que
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,
triturando el recuerdo de lo que ya se fue…

Ya lo mío fue mío,
y ahora voy al azar…
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar…

Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí…
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.

El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…
¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!

CANCIÓN DEL AMOR LEJANO

Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo...
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

ASÍ, VERTE DE LEJOS

Así, verte de lejos, definitivamente.
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Y sí que como el agua que brota de una fuente
aquellos bellos días ya no pueden volver.

Así, verte de lejos y pasar sonriente,
como quien ya no siente lo que sentía ayer,
y lograr que mi rostro se quede indiferente
y que el gesto de hastío parezca de placer.

Así, verte de lejos, y no decirte nada
ni con una sonrisa, ni con una mirada,
y que nunca sospeches cuánto te quiero así.

Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
la noche entera es corta para soñar contigo
y todo el día es poco para pensar en ti.

POEMA DEL RENUNCIAMIENTO

Pasaras por mi vida sin saber que pasaste.
Pasaras en silencio por mi amor, y al pasar,
fingire una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamas lo sabrás.
Soñare con el nacar virginal de tu frente;
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás.
Quizas pases con otro que te diga al oido
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amare más que nunca ... y jamás lo sabrás.
Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-- el tormento infinito que te debo ocultar --
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!

POEMA DEL FRACASO

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.
Y hoy llegas tu a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
Quisiera retenerte para toda la vida...
Pero no puede ser! Pero no puede ser!

YA ERA MUY VIEJECITA

Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.
Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.
Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.

CANCIÓN DEL VIAJE

Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuando, ya no recuerdo quien.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.

NOCTURNO IV

Así estás todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y la hoja aquella que te cayó en el seno
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas
y engarzando diamantes en tu vestido negro.
Así estás todavía lejanamente cerca
desde tu lejanía de sombra y de silencio.
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.
Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.
Si, me has dejado triste porque pienso que acaso
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia
con las manos temblando de frío y de deseo.
Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
bajo la lluvia clara de una noche de invierno.

ELEGÍA PARA MÍ Y PARA TÍ

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: "Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: "Se está poniendo viejo"
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosa,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

POEMA DE LA CULPA

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tú hicistes que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?

Trataré de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar el simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
ella no fue culpable, Señor... ni yo tampoco
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me diste los ojos para mirarla a ella.

Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el amar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hicistes el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre.

POEMA DE LA DUDA

Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cauce sin agua, como un arco sin flecha,
pues lo que enciende un beso lo apaga una sospecha,
y en amor es culpable el que perdona.

Ya es sombra para siempre lo que miró la duda
con su mirada amarga como una fruta verde;
y el alma está perdida cuando pierde
el supremo pudor de estar desnuda.

Así, frente a la noche, te he de tender la mano
con un gesto cordial de despedida,
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida
la angustia irremediable de haberte amado en vano.

YO VI LA NOCHE ARDIENDO

Yo vi la noche ardiendo en su tamaño,
y yo crecía hacia la noche pura
en un afán secreto de estatura,
uniendo mi alegría con mi daño.

Y aquella realidad era un engaño,
en un sabor de ensueño y de aventura;
y abrí los ojos en la noche oscura,
y yo era yo, creciendo en un extraño.

Y yo era yo, pequeño en mi amargura,
muriendo en sombra bajo el cielo huraño
y cada vez más lejos de la altura.

Y odié mi realidad y amé mi engaño,
y entonces descendió la noche pura,
y sentí en mi estatura su tamaño.

CANCIÓN DEL AMOR QUE PASA

M'apporte le parfum et te laisse la rose...

H. DE REGNIER

Yo soy como un viajero que no duerme
más de una vez en la misma casa.
Dame un beso y olvídame. No intentes retenerme:
Soy el amor que pasa...

Yo soy como una nube que da sombra un instante;
soy una hoguera efímera que no deja una brasa. 1
Yo soy el buen amor y el mal amante.
Dime adiós y sonríeme: Soy el amor que pasa...

Soy el amor que olvida, pero que nunca miente,
que muere sonriendo porque nace feliz.
Yo paso como un ala, fugazmente;
y, aunque se siembre un ala, nunca tendrá raíz.

No intentes retenerme: déjame que me vaya
como el agua de un río, que no vuelve a pasar...
Yo soy como una ola en una playa,
pues las olas se acercan, pero vuelven al mar...

Soy el amor de amar, que nadie odia lo inerme,
que se lleva el perfume, pero deja la flor...
Dime adiós, y no intentes retenerme:
Soy el amor que pasa... ¡pero soy el amor!

ALMA MUSICAL

Yo soy borracho. Me seduce el vino
luminoso y azul de la quimera
que pone una explosión de primavera
sobre mi corazón y mi destino.

Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo del llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.

Y no porque la vida mi alma muerda
ha de rimar su ritmo mi alma loca:
aun más que por la mano que la toca
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.

Así, cuando la negra y dura zarpa
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.

Y ya de nuevo en el astral camino
concretará sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía,
o en la alegría musical de un trino.

YO SOY AQUEL

R.D.

Yo soy aquel que vio pasar su entierro
y se unió al llanto de la comitiva,
con cuerpo en libertad y alma cautiva,
dueño de Dios y esclavo de mi perro.

Yo soy aquel de las canciones vanas,
con vivo afán y con palabras muertas,
que por querer abrir todas las puertas
se fue cerrando todas las ventanas.

Aquel que tuvo su éxtasis de luna
y su desfallecer de atardeceres
y quiso amar a todas las mujeres,
y amándolas a todas quizás no amó a ninguna.

Yo soy aquel, ni grande ni pequeño,
de boca en fiesta y corazón en luto,
que corta un árbol para coger un fruto
y luego olvida el fruto para soñar un sueño…

Yo soy aquel de la sonrisa extraña,
que, para sonreír sin amargura,
vio la montaña desde la llanura
y la llanura desde la montaña.

Yo soy aquel, que para ser más fuerte,
amó la indiferencia del que olvida:
viví mi libro y escribí mi vida,
y el resto —poca cosa— se lo dejo a la muerte.

LA ESTRELLA

Yo sigo enamorado de la estrella
que ilumina mi melancolía
dándole miel a la ternura aquella
que acaso era vulgar, pero era mía.

Mi corazón ha envejecido un poco,
pero, a pesar de su envejecimiento,
me duele todavía si lo toco
y todavía se me va en el viento.

Y tercamente, qué sé yo hasta cuándo,
mi viejo corazón sigue esperando
la última rosa del jardín marchito;

y ya después no importa que se vaya,
como la última arena de una playa,
con el último verso que haya escrito.

ELEGÍA PARA TI Y PARA MÍ

Nous, nous rencontrerons par hassard, dans la rue...

PAUL GÉRALDY I

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.

Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,

y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

II

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,

bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.

Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

III

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.

Yo pensaré quizás: «Qué linda es, todavía».
Tú, quizás pensarás: «Se está poniendo viejo».

Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo, o con otra.
O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

IV

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.

Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.

Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos.

V

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando,
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.

Yo ya te habré olvidado definitivamente,
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.

Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.

VI

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos, para siempre, cruzadas sobre el pecho.

Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.

Y cada primavera renacerán las rosas,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

CANTO FINAL

Yo seguiré cantando mientras crecen los árboles,
y sembraré canciones en los surcos del tiempo.
—Simiente: yo, algún día, me tenderé a tu sombra,
para olvidar el sueño que no cabrá en mi canto.

Yo seguré cantando mientras del gajo mustio
las hojas amarillas caen como alas muertas.
No importa que los pájaros picoteen mis ojos:
yo inventaré los astros en las noches oscuras…

Yo seguiré cantando mientras pasan las nubes.
para que el viento arrastre mi canto hacia el silencio.
No importa ni el olvido: debajo de la tierra
volaran maripoasas de mis cuencas vacias…

Yo seguiré cantando mientras sonría como un niño.
Yo seguiré cantando mientras se yerga un muro.
Más allá del silencio, más allá de la sombra,
más allá de mi canto, ¡yo seguiré cantando!

POEMA DE LA ESPERA

Yo sé que tú eres de otro. Y, a pesar de eso, espero.
Y espero sonriente, porque yo sé que un día,
como en amor el último vale más que el primero,
tú tendrás que ser mía.

Yo sé que tú eres de otro, pero eso no me importa,
porque nada es de nadie, si hay alguien que lo ansía,
y mi amor es tan largo, y la vida es tan corta,
que tendrás que ser mía.

Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia
solamente, en el fondo de la copa vacía;
y, como la paciencia puede más que la audacia,
tú tendrás que ser mía.

Por eso, en lo profundo de mis sueños despiertos,
yo seguiré esperando, porque sé que algún día
buscarás el refugio de mis brazos abiertos,
y tendrás que ser mía.

SONETO PARA UN REPROCHE

Yo no sé si tú esperas todavía
el gran amor con que soñaste en vano,
que era un pozo en la tarde de verano
y era la sed que el pozo calmaría.

Yo sólo sé que estuvo cerca un día,
cuando tú lo creíste más lejano;
y fue una llama que se heló en tu mano
al separar tu mano de la mía.

Así fue: Poca cosa en el olvido,
como el viento que llega y ya se ha ido
o la rama partida sin dar flor;

pero no es culpa mía si tú hiciste
una cosa vulgar, pequeña y triste,
de lo que pudo ser un gran amor.

EXCUSA DEL VIENTO

Yo le entregué mi corazón al viento
en una encrucijada del camino,
al viento de invisible movimiento
que se va sin saber de dónde vino.

Así por el camino polvoriento,
con el azar del viento en su destino,
mi corazón fue el príncipe de un cuento,
bajo un hosco sayal de peregrino.

Pero al ser como el viento, a veces lento,
y a veces con violento remolino,
también se hace voluble el sentimiento.

Y si mi amor se va por donde vino,
en una encrucijada del camino,
no es culpa de mi amor, sino del viento.

CANCIÓN PARA UNA DESCONOCIDA

Yo iba andando en la sombra y de repente
no podías ser tú pero te vi
ah, que triste que fuera solo
una mujer que se parece a ti

Y que amargo en el sueño y en la vida
saber que no, pero pensar que sí,
y echar a andar tras la desconocida
tan dulcemente parecida a ti,

seguirla así como si te siguiera,
como si fueras tú que estás aquí
al andar lentamente por la acera
tras la mujer tan parecida a ti.

Y qué dolor, qué negro latigazo
y qué celos, los celos que sentí,
viendo a aquel hombre que tomó del brazo
a esa mujer que se parece a ti.

RECAPITULACIÓN

Yo he vivido mi vida: si fue larga o fue corta,
si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa.
Y aquí estoy, esperando. No sé bien lo que espero,
si el amor o la muerte, —lo que pase primero.

Algo tuve algún día; lo perdí de algún modo,
y me dará lo mismo cuando lo pierda todo.
Pero no me lamento de mi mala fortuna,
pues me queda un palacio de cristal en la luna,
y por andar errante, por vivir el momento,
son tan buenos amigos mi corazón y el viento.

Por eso y otras me deja indiferente,
aquí, allá y dondequiera, lo que diga la gente.
—¿Trampas?— Pues sí, hice algunas;
pero, mal jugador, yo perdí más que nadie
con mis trampas de amor.

—¿Pecados?— Sí, aunque leves, de esos que Dios perdona,
porque, a pesar de todo, Dios no es mala persona.
—¿Mentiras?— Dije muchas, y de bello artificio,
pero que en un poeta son cosas del oficio.
Y en los casos dudosos, si hice bien o mal,
ya arreglaremos cuentas en el Juicio Final.

Eso es todo. He vivido.
La vida que me queda puede tener dos caras,
igual que una moneda: una que es de oro puro
—la cara del pasado— y otra —la del presente—
que es de plomo dorado.

Por lo demás, ya es tarde; pero no tengo prisa,
y esperaré la muerte con mi mejor sonrisa,
y seguiré viviendo de la misma manera,
que es vivir cada instante como una vida entera,
mientras siguen andando, de un modo parecido,
los hombres con el tiempo y el tiempo hacia el olvido.

LA DAMA DE LAS PERLAS

Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,
de esas que no se tocan por temor a romperlas;
pero sólo en tu cuello pudieron valer tanto
las burbujas de nieve de tu collar de perlas.

Y más, aquella noche de amor satisfecho,
del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,
cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho
y el rubor te cubría como un manto de rosas.

Yo acaricié tus perlas sin desprender su broche,
y las vi como nadie nunca más podrá verlas,
pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche,
vestida solamente con tu collar de perlas.

SONETO NOCTURNO

Yo he visto, a veces, cosas que no han sido,
con la mirada de aprender a ver,
—rostros que pertenecen al olvido,
formas del viento en el atardecer.

Y he conocido lo desconocido
del tiempo sin mañana y sin ayer,
—la voz que es un fantasma del oído
y los remordimientos del placer.

Y, tantas veces muerto y renacido,
el corazón se obstina en su latido,
—flor de una tarde o nombre de mujer.

Y todo para ser lo que ya he sido
polvo del tiempo, sombra del olvido
en una noche sin amanecer...

SONETO ROJO

Yo he besado el capullo de tu boca jugosa,
y he bebido en tus besos mieles espirituales,
con toda la liturgia de los viejos misales
y el arrebato que era mi ansiedad voluptuosa.

La caricia divina fue al cabo dolorosa,
que se hicieron incendio los paganos rituales,
y vi en tus ojos claros llamaradas sensuales,
y sentí de tu carne la llamada imperiosa.

Y la onda suprema de un estremecimiento
tremó en el nácar tibio de tu cutis fragante,
y una llama invisible caldeó tu puro aliento.

Y sobre tus espaldas vi enroscado un instante
el látigo, tan negro como un remordimiento,
que restalló en los aires la Lujuria, triunfante!

POEMA CONTIGO

Yo estaba allí, con otra. Y de repente
reconocí el espejo,
aquel espejo que una tarde ausente
pareció florecer con tu reflejo.

Y renació en mi olvido
tu perfume de rosas verdaderas;
y fue como si no te hubieras ido
o como si volvieras...

Si, eras tú como fuiste,
aquella tarde lenta y sin regreso;
eras tú con tu beso casi triste
que casi no era beso...

Y, tal vez, lo que guarde
como recuerdo de lo que no digo,
no será otra mujer que amé otra tarde,
sino otra tarde que pasé contigo...

LA PENA SIN OLVIDO

«Yo conozco la pena sin olvido
de tu melancolía de mujer,
como un rosal que nunca ha florecido
o que no lo dejaron florecer.

El corazón te duele en un latido
que lo atraviesa igual que un alfiler,
pues no hay amor, por triste que haya sido,
más triste que el que nunca pudo ser.

Y es que tu amor era una flor prohibida,
y ya no hubo más flor para su vida
calladamente fiel a un solo amor;

y ése es el luto que hay en tu mirada,
ese luto de novia abandonada,
tan parecido al de un rosal sin flor....»

POEMA FINAL

Yo cantaré algún día la angustia verdadera,
y, así lo que otros callan lo iré diciendo yo,
pues la mujer que amamos sin que ella lo supiera,
sin saberlo nosotros, acaso nos amó...

Aunque el tiempo nos lleva por un camino triste,
mientras tu cuerpo avanza, tu alma puede volver,
porque, en tu amor de ahora, tu amor de ayer subsiste,
y en la mujer que hoy amas sonríe otra mujer.

Y es que el amor más grande nos parece pequeño
mientras haya otra boca que podamos besar,
y el corazón no sabe la medida del sueño
como nadie ha sabido la medida del mar.

Porque el alma inconforme pide más a la vida,
que en cada don que otorga nos arrebata un don,
y así nos mata un sueño con cada despedida
y nos cuenta una muerte cada resurrección.

Pero el amor sonríe como un niño dormido,
y el mañana es la sombra de la luz del ayer;
y así se va la vida, sin saber que se ha ido,
como se van las nubes en el atardecer...

Y ahora, yo, que he hecho mía toda esa angustia ajena,
que canté sonriendo lo triste del azar,
comprendo que he cantado también mi propia pena,
y que he dicho las cosas que quería callar.

YO APRENDÍ

Yo aprendí a destapar sarcófagos y arcones
y a curiosear el polvo de los libros extraños,
y sonreí de pena cantando mis canciones
para las señoritas de 35 años.

Ah, no, no me digáis que es agria esta alegría
que se solaza un poco con el dolor ajeno,
ni me digáis que es triste la botella vacía
si tenéis en la mano el vaso lleno.

ÚLTIMO AMOR

Yo andaba entre la sombra,
cuando como un fulgor llegaste tú; de pronto,
con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quién eras.
Y eras la misteriosa mujer desconocida
que entristeció de un sueño lo mejor de mi vida;
la de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.
Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.
Lo he pensado eso es todo, pero si sucediera,
dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido —yo que nunca me quejo—,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.
Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte;
preguntaré si hay sitio, para mí, junto a ti.
Y Dios, seguramente, responderá que sí.

YA TODOS LA OLVIDARON

Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido,
pero, sobre las rosas de la tumba reciente,
florecía el recuerdo más allá del olvido…
Yo era el hosco, el ausente.

Qué le importa a la noche que se apague una estrella,
si el mar sigue cantando cuando pierde una ola.
Ya están secos los ojos que lloraron por ella.
Ya se ha quedado sola.

Ahora ya sigue, sola, su viaje hacia el espanto,
por las noches profundas, bajo el cielo inclemente.
Ya nadie me reprocha que no lloré aquel llanto,
que fui el hosco, el ausente…

Ya nadie le disputa su silencio y su sombra,
sobre todo su sombra, bajo la luz del día.
Ya todos la olvidaron, Señor. Nadie la nombra.
Yo la recuerdo todavía…

TEMA DEL INSOMNIO

Ya tengo, al fin, la llave de esa puerta
que, sin ser de salida ni de entrada,
no impide el paso cuando está cerrada
ni permite pasar estando abierta.

Digo que tengo al fin la llave triste,
porque es triste esa llave diferente,
que es diferente porque solamente
puede abrir una puerta que no existe.

Pero al llegar ante la puerta oscura
que ni es puerta ni tiene cerradura,
se me perdió la llave o que sé yo.

Y, aunque busco la llave todavía,
de nada sirve que aparezca un día,
porque la puerta desapareció.

POEMA DE LA MEDIANOCHE

(A Pablo Medina)

Ya se abre el palacio de ébano de la noche,
y salen en tropel los pajes de los sueños,
a ilusionar los ojos de la virgen dormida
y a ungir con miel la urna de su boca sin besos…

Yo, espero en la alta noche. No sé qué es lo que viene,
ni qué ansiedad me azota, ni siquiera qué espero…
No hay más rumor que el tímido de algún mueble que cruje,
ni más luz que el de un astro que se mira en mi espejo…

Ya todos los amantes dormirán abrazados,
a un lado las revueltas sabanas, y en sus nervios
estará ardiendo aún la caricia postrera,
que dejó acaso trunca la llegada del sueño…

Yo me siento muy solo en la alta noche. Solo cual
si estuviera en medio de algún vasto desierto.
Yo solamente escucho lo que dice la noche;
yo solamente sueño con los ojos abiertos…

Ya en sus cunas rosadas, sonrisa tras sonrisa,
entre sueños, los niños revivirán sus juegos;
darán cuerda a sus trompos y rodarán sus arcos,
y beberán el néctar de los besos maternos…

Yo espero en la alta noche. No sé qué es lo que viene,
ni qué inquietud me abruma, ni siquiera qué espero…
Yo solamente miro los ángeles que pasan,
con sus alas tan blancas, con sus ojos tan tiernos…

Ya en los antros hediondos, soñando, los malvados
se ven tras fuertes rejas, como animales fieros,
o ante la pavorosa silueta del patíbulo,
entre antorchas y armas y embozados de negro.

Yo me encuentro muy solo, muy solo en la alta noche,
oyendo el rechinar de los dientes del Miedo,
cuando cruzan las sombras de los ajusticiados
y aúlla el negro can de los remordimientos…

Ya dormirán las bestias… y si ellas también sueñan,
soñarán en que tienen un amo más benévolo,
o en galopes fantásticos, o en cópulas violentas,
o en baños en el río, o en festines de pienso…

Yo estoy solo en la noche, como superviviente
de una inmensa catástrofe de todo el Universo,
viendo a las pesadillas, cual monstruosas arañas,
tejer torturas entre gajos del silencio…

Yo estoy profundamente solo en la alta noche,
cual si estuviera en medio de algún vasto desierto,
viendo el desfile torvo de los ángeles malos
y el vuelo musical de los ángeles buenos…

Yo solamente escucho lo que dice la noche;
yo solamente sueño con los ojos abiertos!…

SONETO CON FECHA

Ya no está bien que mi cabeza cana
me haga más viejo
—tristemente viejo—,
o suspirando al pie de tu ventana.

No van bien las flores mustias y lozanas,
y atiende esta razón como un consejo,
pues lo que en este instante es disparate
lo irá guardando el tiempo mañana.

Digo aquí que los besos y las rosas
son cosas para siempre, pero cosas
que en los labios marchitos no van bien.

Y ahora quédate en paz y satisfecha,
pero apunta mi nombre y esta fecha
que tú, algún día, lo dirás también.

SONETO AL CAMINANTE

¿Ya has soñado una meta o elegido un camino,
caminante? ¿Has pensado honda y valientemente
en morir? ¿Ya has lanzado la divina simiente,
la simiente fatal, en el surco divino?

¿Ya has negado tres veces la fuerza del destino,
y has querido tres veces ir contra su corriente,
y tres veces tu barca se ha undido lentamente?
¿Ya has bebido, en la copa de la esperanza, vino,

y de la embriaguez dulce, supremo letargo,
has vuelto en ti de pronto, más triste y menos fuerte,
con la mirada turbia y con el labio amargo?

¿Ya has visto tu camino, de la coqueta suerte
al favor o desdén, o muy corto o muy largo?
Pues crúzate de brazos; No tardará la muerte.

CARTA DE AMOR II

Y ya ves: yo estoy solo, murmurando tu nombre,
recordando los besos que te di y no te di,
y acaso tú, esta tarde, le sonreíste a un hombre
que ni siquiera se parece a mí.

O puede suceder, quién sabe cuándo,
que irás entre el gentío de una calle cualquiera,
y yo sé de qué modo se le quedan mirando
a una mujer bonita que pasa por la acera.

Sí, tal vez siento celos, celos tristes,
celos de no estar juntos, celos de no sé quién;
celos de por qué sales y de cómo te vistes,
que no quieren ser celos y son celos también.

Y de repente no te siento mía,
o estás como más lejos de repente,
y tengo la tristeza de una casa sombría
donde aún sopla el perfume de una mujer ausente.

Afuera está la tarde, con su gris infinito;
afuera está la lluvia, calladamente cruel,
y quisiera decirte cómo te necesito...
pero se me emborrona la tinta en el papel...

DEL JARDÍN DEL EDÉN A LA MAGIA DE LA POESÍA XXI

XXI

Y vendrán nuevos hombres y poblarán la tierra.
Ninguno de nosotros vivirá todavía.
Ah, remota hecatombe de espanto y odio.
Seremos los abuelos del hombre de ojos tristes.

Sólo verán las ruinas de las altas ciudades.
Y ellos, los hombres nuevos se encogerán de hombros.
Removerán las tumbas de la edad del olvido,
y desdeñosamente mirarán nuestros huesos.

Y, sin embargo, entonces aún brillarán los astros.
Y seguirán corriendo los ríos todavía.
Y ellos, los nuevos hombres, inevitablemente,
suspiran también por Eva.

Y SOÑÓ LARGAMENTE SU ESTATUA

Y soñó largamente su estatua
frente al bloque de mármol.
Antes de dar el primer golpe, se detuvo cien veces.
Cuando empuñó el martillo se perfumó su mano.

Durante veinte años ardió en aquella nieve.
Nadie lo vio sonreír en veinte años.

En sus ojos morían extraños crepúsculos.
Sus negros cabellos se quedaron blancos.
Lo olvidó la mujer que no lo olvidaría.
Hasta sus enemigos lo olvidaron.

Y, al fin, surgió la estatua,
mitad de ensueño y mitad de mármol
y él miró largamente su obra, largamente.
Resplancediendo el sol como un milagro.
Y murrmuró feliz, «sí, es perfecta... perfecta».

Y la aplastó de un martillazo.

Poque ya para siempre pertecenes al mar.
Yo volveré algún día vivo o muerto.
Pero ese día de cualquier manera
será mi corazón como un desierto
que repentinamente floreciera.

CELOS

Ya sólo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez.

Yo sé que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.

MADRIGAL DE LA LLUVIA DE ABRIL

Ya no sé bien el sitio ni la hora,
ni por qué fuiste mía, ni por qué te perdí.
Sé que llovía como llueve ahora,
aunque ahora es más triste porque llueve sin ti.

Y sé que, de repente, cayeron dos diamantes
sobre tus zapaticos de charol...
Y era dulce aquel llanto de tus ojos radiantes,
como esos mediodías en que llueve con sol.

Y DE REPENTE EN LA MANSIÓN VACÍA

Y de repente en la mansión vacía,
sentí la oscura ráfaga del viento,
que era como la sombra en movimiento,
como una sombra que me perseguía.

Y aquel viento fatal, que más bien era
algo así como un hálito sombrío,
fue esparciendo ceniza en torno mío
y subió con pies negros la escalera.

Y me detuvo en medio de la sala,
con el pavor de aquella sombra mala
que por dentro de mí se anochecía.

Y entonces supe que un remordimiento
puede ser una ráfaga de viento
y el corazón una mansión vacía...

POEMA DEL DESENCANTO

Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:
No valías la pena.

Ya llegaba el otoño y ardía el mediodía.
Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
No valías la pena.

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:
No valías la pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es más que una condena. 1
Pero hoy puedo decirlo, sin rencor ni despecho:
No valías la pena.

Me alegré con tu risa; me apené por tu llanto,
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,
no valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:
No valías la pena.

SONETO FINAL

Y cerraré los ojos para siempre, algún día
y habrá noches de estrellas que ya nunca he de ver
y cantará otra boca lo que cantó la mía,
cuando pasan las nubes en el atardecer.

Y habrá polvo en los bordes de la copa vacía
donde exalté mi ensueño y aturdí mi placer.
Y en las tardes de otoño lloverá todavía,
para que otro hombre triste recuerde a otra mujer.

Todo será lo mismo, y a la vez diferente,
habrá rosas y besos naciendo dulcemente
y un niño sin infancia caminando hacia el mar...

Y yo seré la sombra de un viajero tardío
que quiso ser el cauce donde pasara un río,
y fue solo una nube que no volvió a pasar.

POEMA DE LOS BESOS

Y ante mi abrazo te sentí rendida...
y ante tu sumisión, mis besos sabios
pusieron a temblar entre tus labios
ansias de amor y de placer y vida...

Fue un instante no más, uno de esos
siglos-instantes que el amor nos brinda,
prometiéndole un lauro al que se rinda
primero en la batalla de los besos...

Lo ves, mujer... No cabe en la materia
la espiritualidad de lo insensible;
todo es vencido ante el irresistible
empujón de la carne y su miseria....

Y te sentí temblar como la fronda
al soplo tibio de la brisa vaga,
cuando en su trino el ruiseñor divaga
y peina el sol su cabellera blonda...

Y te sentí temblar como la onda
que su quietud sobre la arena apaga,
y como el ave que sin rumbo vaga
y un circulo invisible traza y ronda.

Y te sentí languidecer al peso
de mis labios, al peso de un gran beso
que perfumó en tus labios a un suspiro,

tal como languidece en la laguna
un cisne enamorado de la Luna,
al no hallarla en el cielo de zafiro...

Y te sentí latir, tal como late
al manotazo del ciclón la hoja,
como en la espada late, humeante y roja,
la sangre que bebiera en el combate;

tal como el sauce que su frente abate
cuando la nube en su aflicción lo moja,
o como el oceáno que se enoja
y en el escollo solitario bate.

Y te sentí vencida, con el lento
y anhelado y temido vencimiento
del sol, cuando la Noche abre la puerta

del negro templo de su Dios ignoto;
y te sentí dormida, como un loto
en la serenidad de un agua muerta...

Y te sentí anhelante y temblorosa
cual la irisada espuma de un torrente;
como un lucero en la región silente,
insinuando una seña misteriosa;

cual la palma que agita, rumorosa,
su abanico de jade, lentamente,
como despunta en un jardín durmiente
el milagro de gracia de una rosa;

y cual la cierva cuando la acorrala
la jauría, cual ave moribunda
que pliega triste su ya inútil ala,

y adoré tu sensual melancolía
llena de rendición meditabunda,
¡y te sentí profundamente mía!...

EL NOMBRE OLVIDADO

Voy andando en el tiempo de otro día,
alma sin nombre, nombre en el olvido;
te vi en un sueño y te he reconocido,
quizá porque en tu frente amanecía.

Y hoy es ayer en este parque viejo
donde está esperando, sombra leve,
como un olor de lluvia que no llueve,
como una niña ciega ante el espejo.

Pero eres tú, tan mía y tan ajena,
de un modo tan confuso y tan sencillo,
como el brillo redondo de un anillo
que no se sabe quién perdió en la arena.

Y yo soy la ternura de aquel hombre
que tú quisiste, ya no importa cuando,
y el tiempo se detiene, y sigo andando.

VIVIR DE AMAR

Vivir de amar, y el corazón sin dueño.
Y la edad, que remonta por la frente,
apesadumbra en cicatriz creciente
y desalienta en fugitivo ensueño.

Triste de sol en el país risueño,
seco de sed bogando en la corriente,
el pasado dolor siempre es reciente
y el presente placer siempre es pequeño.

Oh, sí… cantar… cantar inútilmente,
en única verdad y último empeño,
la noche en flor y el agua penitente.

Y, desterrado del país risueño,
taciturno habitante de lo ausente,
morir de amor, y el corazón sin dueño.

SENCILLAMENTE AMAR [Mi poema]
Lauri García Dueñas [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Amar, pero ¿a qué, a quién amar, amar,
a ese dios que te puso en su camino
y hoy observas le importas un comino,
y reniegas queriéndole olvidar?

¿A ese amigo de farra, parrandero,
el que expuesto a una prueba te traiciona
pues desea ponerse tu corona
solamente de su ego pordiosero?

¿Al afín que te mira desde arriba
y se ríe, se mofa y te desprecia,
y te incita a sufrir si el frío arrecia
y deja abandonado a la deriva?

¿Al que dice este mundo es podredumbre
rebelado ante el mismo y su injusticia
y está lleno de cieno y de avaricia
negando una pavesa de su lumbre?

¿Al mismo que presume de ternura
y ante el niño su baba se deshace
y te trata cual fueras de desguace
esperando tirarte a la basura?

Amar, amar, buscando otro mejor,
al que nada te pide y te reclama,
el que siempre calienta con su llama,
sencillamente amar, amando, amor.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Lauri García Dueñas

“Y el resto del trayecto se llevó a cabo en la deliciosa sociedad de mi propio cuerpo”,
Virginia Woolf.

Virginia y el pensamiento

Virginia no ha muerto
su boca es la hoja de un almendro rojo y redondo
su mano es el árbol aberrando tus pupilas
su lengua es el orden y el caos
la prisa el ojal del tiempo
una perdición-epifanía
nada siestas tragaluces
un grito táctil.

Nosotras, Virginia, no moriremos
la bruma habrá de cincelarnos la sien
hasta hacernos gritar las vísceras.?

Crujirá la locura cuando miremos abajo
hacia una superficie transparente y blanca
llena de gusanos.?

Tu pensamiento
mi pensamiento
no dependerá
jamás
del mundo y sus hombres.

La madre habrá tomado para sí toda la leche materna.

La mujer llorará las lágrimas nocturnas de sus hijos,
y de pronto, la luz que nos hará desaparecer a todos
dejará el mundo intacto y estaremos muertas
al lado de las hermanas Brontë
en un páramo salado.

Y seremos eternas, Virginia,
y de nosotras será la victoria.

Virginia y la infancia

Volvamos, Virginia,
a los días en que pasear por el campo nos hacía dóciles
y el paisaje, algo de nosotras
vistas, huellas en senderos únicos
saltamontes con los intestinos de fuera hablaban de la suerte
como un lugar inexpugnable de la conciencia
(la conciencia nunca alcanza
a extinguir la gama de posibilidades)
la realidad no existe
no la necesitamos.

Fuimos niñas,
hay de peces,
hay de hormigas rojas entre arenas lejanas.
Los canales de agua se enturbian.
¿Trajineras?

La gente nos habla de cómo fuimos
el paisaje escogido
campesinos
barcos detrás
hay de peces
garzas, recuerdos.

¿Y la muerte, Virginia?
Un día, la muerte.

Virginia y la suerte

A estas horas, Virginia,
todos nuestros hombres están muertos
o son reminiscencias de nosotras.

Los naipes descansan en la mesa redonda
esperando que la mañana los desplace
con su voz de platos
y el primer sorbo de las bocas.

La gente contará los números que desconoce
y creerá que la suma es la tenencia
pero no.
No tenemos nada que nos represente
sólo somos un espacio de escritura
un quiero decirte más
pero no puedo
no me corresponde.
El verano se vaciará lentamente
en los gritos de los pescadores
las sardinas saltarán en nuestros ojos
caminaremos por veredas deshabitadas,
y cuando alguien diga que el presente es insatisfactorio,
asentiremos.
Creeremos fervientemente en el síntoma,
en los apagones de luz como un conjuro,
en la sombra de nuestros hermanos,
en las pesadillas.
Y un día, despertaremos.
La suerte, Virginia, somos nosotras,
la atadura que nos une con este tiempo indescifrable.

Virginia y la oscuridad

Luna de medio rostro encendido
y ella tanta oscuridad.

Como algo intangible
bocas
siluetas adormecidas en el salón
los mesoneros viéndola tambalearse
en su húmeda cavidad de olor y textura
tuyas
expresión de lo no visto
de lo nunca imaginado por los dedos
en puntas
algo violento en el afuera
nombrar es ocurrir
es una masa en bruma
turbulencias
¿una mano?
gritos
un campo a tientas
1904
ella abre el rumbo
camina, bambolea
pero las cosas han cobrado otro orden
el orden de las cosas no existe
la escritura desaparece, se desdibuja
este podría ser el año de mi nacimiento
o del nacimiento de otros niños
o de millones de hombres desvaneciéndose
en la ausencia.

Cómo es tu noche a estas horas
impronta, el vocativo
babea por mi boca el borde satelital de la luna
ganas de irse y asaltar la mudanza
¿el tiempo permanecerá?
¿marrón?
asir las últimas volutas de polvo
cuando ella tampoco existe y es
una marea confusa
intervalos
lágrimas que aún no lo son
en el borde (ese borde)
mientras las sombras recogen la basura de todos
y el plástico rechina en mis ojos,
tú, Virginia, me estás mirando.

Al otro lado de la calle,
apagas la última luz.

por la perdición

el mundo guarda su ruido para sí
su pregón metálico y de sirenas
aún así, el cielo de hoy es un pálpito
que mella las cavidades convulsionadas de la ausencia

afuera y muy lejos
cerca del mar
Martina ha colgado sus bragas chorreantes al sol
y las gotas de agua fresca que caen
provocan el deseo de Ulises
como un gusto salado en la parte superior del paladar

el joven tiene empañadas las gafas
y un nudo de odas griegas en el sudor de las manos

el sol
hace crujir la arena y el pavimento

el sueño se convierte en dolor de párpados

de la otra noche, no recuerdo exactamente tus contornos
supe menos de tu silencio y un poco más del transcurrir circular de tus ojos
así, en la lucha que hacen de noche los gigantes cuando saben que el tiempo es también el enemigo, volví a ver el hueco del túnel que conocimos juntos

empiezo a reconocer las manchas de tu cuerpo, el tono pálido de tu piel,
pero el olor irreconocible de tu aliento
hace colar las gotas
en el piso de madera
causando un profundo estupor
en la estructura ósea de la realidad

guardo varias preguntas como Ulises en el paladar

tengo ganas de ser ola golpeando el musgo cavernoso de tu cuello
de comerte a dentelladas galeónicas
tener una soga prendida de mis velas
y volver a caer en el deseo agitado de los mares

de la perdición augurada, recobrar el brillo
clavarte estacas en los poros abiertos
agarrarme con mis rodillas de tu abdomen
como el amor se aferra a la vida
más allá de las tragedias cotidianas

y en el cielo enverdecido, entre el ruido de los coches y los barcos,
empezar a reconocer tus contornos
dejándote ir cada vez que sea necesario
destruir el apego, esclavitud tardía de los hombres
dibujar un eterno silencio
y apagar las luces que nos mezclan con los demás

Martina deja secar sus bragas en el patio
Ulises ve chorrear las gotas de los encajes como mira los erizos de mar y se los come
el viento hace grietas en las manos ásperas de los pescadores

él
todavía no volverá

Penélope
ya no espera en el puerto

ayer fue la ausencia
el adiós de las manos agitadas
la juventud que creímos detenida

hoy es el sol que se refleja en la arena, que abre y hace crujir el pavimento
mientras el mundo guarda el ruido para sí
mazunte, oaxaca, méxico, 5 de diciembre de 2007

hombre-mar

A César:

Había una vez un hombre que llegó al mar a pedir perdón
«perdóname», dijo, y cayó verticalmente sobre un pez

agitó alas de pelícano, mugió y luego se rascó las pulgas
porque era un perro al que algunas veces la gente le daba de comer espinas de pescado que le hacían daño

daño

«perdóname» por ser este atardecer de piedras dormidas como focas, de pies que sumidos en la arena casi se tropiezan

«perdón», repitió, por contar sin planetarios tus estrellas, por reírme de las extrañas formas de la osa menor y juntar piedras que parecen todas iguales
«perdóname», río, por dormir demasiado, pensar en ti sin admitirlo, inventar días dislocados donde todas me miran la-entre-pierna

para luego lograr todo lo contrario:

que tú creas que no pienso en ti

caminó
miró cómo recogían los huevos de tortuga y cómo los enormes reptiles acorazados lloraban al parir

«perdóname», concluyó, te extrañé sin darme cuenta, me confundí:
eras tú la que miraba el mar
y caías verticalmente sobre un pez
“La vida se instala en formas privadas de tercera dimensión, que desaparecen si se ponen de filo o dejan apenas una rayita rosada inmóvil vertical en el agua”, Julio Cortázar.

Otro idioma

Nada de lo nuestro puede explicarse así nomás
hemos tratado de dotarnos de un lenguaje diferente, privado
sobre todo privado
a otros, amantes arquetípicos, les interesan los peces
pero a nosotros, sombras mundanas,
instalaciones cómodas dentro de la burbuja
nos interesa el jugo de naranja con guayaba que tomamos después de untarnos con aceite una noche de esas en la que tuvimos que escondernos hasta de los des-conocidos
tomamos café en las librerías
comíamos en el lugar de las mariposas
hablábamos de nosotros con total prepotencia y desparpajo
entregándonos a nuestras particulares-
divagaciones-
metafísicas

nos interesa la posmodernidad ambulante
el centro histórico
decirnos amor en formas sucias e inquietantes
jugar a los niños con parques y comer dulces rellenos de cajeta

tanto y para mientras (dos de mis conjunciones favoritas)
estoy muy cerca del final de este viaje en que nos anudé más de tres veces en reflexiones proclives al llanto
intento hacer de mí una madeja de palabras inmortales y en eso estoy debajo de un puente, hay una paloma gris, asquerosa, que aparece recurrente como todas las de su raza, hay gente que deja basura cerca de las lenguas del río y recuerdo cómo hace once años hice lo mismo cerca de un atónito ecologista de caminos
hay tantas cosas de mí que quiero decirte
pero no puedo
sí, estoy casi al final de este libro rojo, de la lluvia diletante y enferma, del hastío por lo nuevo, del camino ése que no alcanzo a discernir y de un tembloroso afán por usar la caricia
oscura de anhelos verbales
ávida por conceptualizar la muerte y la miseria
tan dentro de mí que soy gris y horrible como las palomas
tan traslúcida como toda nuestra raza de verbo-diarreicos

cansada
cansada
de oírme hablar de vos para mis adentros
de barajar posibilidades del encuentro
mientras se hace tarde

próxima, turgente
instalada en los códigos privados de ambos
cansada

por eso me detengo

voy a hablarte en otro idioma, amor,
voy a decirte quédate, llévame al mar, dame de beber una cerveza oscura en el bar de la esquina
voy a decirte, amor,
arrójate al vértigo de tus ansiedades, de una vez y para siempre,

moríte,

de una vez

y cuando despertés, quiero:
volver a esas formas privadas, a nuestras películas surrealistas de primos sin sexo, a tu café, a la ducha en que no cabemos juntos, a tu cama –y a la mía-

y que todo el lenguaje del mundo desaparezca,
en el fondo de los peces que otros fundaron

casi es el final de este libro rojo y de los garabatos
(te aviso)
cógeme de los huesos, amor,
hundí tus ojos de cíclope en mis caderas
háblame en otro idioma
volvé para que nos revolquemos en el pasto hasta matarnos como vacas,

hablemos de nosotros, por fin,
que ya fueron muchos los barcos, muchas las aves de paso, muchos libros de orillas con ríos, demasiadas las páginas
las páginas insostenibles
las nubes vistas desde un “arriba” artificial
tantas las canciones repetidas
el dolor de estómago de los poetas

¡Demasiados!
demasiadas las mandrágoras
los malvones
los ananás
las escrófulas
los arcos perpiaños
las nervaduras y, sobre todo,
los intercesores

confieso:
es imposible mantener el ritmo de esta postal de calles antiguas, demasiado soliloquio para ver un puente, demasiada la intolerancia al verbo y a los monumentos, ha llegado la hora de destruirlo todo, todo, todo el lenguaje del mundo y decirnos al oído
nuevas y sucias palabras de amor

la esencia libre de las cosas
entonces
hace un tiempo
el horizonte de los ojos se cerró
los pasos no contenían más que la desgracia inmediata de la ausencia
el estómago era un volcán sin cráter, y la mañana, un arrebato infame de luz
no había silencio
porque el mar del génesis era un papel arrugado en el Eje Central

y que sé yo, que no sé nada de-cierto
que soy el coyote diminuto que se mete al fuego y termina siendo un perro
que soy un animal con cencerro que se da de topes contra las ramas
que siempre me pierdo

era demasiada la distancia que me separaba de mí
demasiados los años huérfanos de hilo para coser
demasiado el olvido de la bóveda celeste
la negación de mis manos
estas manos grietas que recogen la leña que se convertirá en fuego

fueron
demasiadas las mentiras que inventé frente a todos
para justificar mi histeria

pero voy a volver

la lucha del encierro la gané por ahora

peleé cuerpo a cuerpo con todo lo que en mí existe de incierto
hice más preguntas que respuestas
lloré poco
me soporté

y qué se yo que no sé nada de-cierto
que soy la hormiga roja cabezona que corre en pantalones cortos detrás del mediodía
que lloro los domingos porque no soporto la soledad angustiosa de mi cuerpo
que tuve novios, amantes y amigos a los que mostré la farsa de mi piel, el orgullo de mis espinas

yo
que a veces me convierto en la jactanciosa desnudista de mis lamentos

pero
voy a volver
la lucha del encierro la gané por ahora

entre las zarzas gobernantes del desierto
dejé un poco del afán por lastimarme
por hacer de mí un cuerpo lleno de agujeros
y de mi alma, un lugar sin refugios

que siempre regrese la calma
que valgan todos los intentos

soy la misma

no ocurrió nada alentador que haga cambiar el rumbo de la bóveda celeste o el curso de mi propia historia

solamente
quizás
que en un amanecer fuera del tiempo
embebida en la suma de mis alucinantes moléculas
mientras la luz del sol hacía clarear las montañas verdes
sola
en medio de mi propio silencio
pude contemplar por un momento la esencia libre de las cosas
y me perdoné

Noche cerrada

Cae cansada la princesa jinetera
sacudiéndose el moho
cae por la barra show del reloj inquieto
bamboleando los glúteos sonoros y perversos
suenan las ambulancias allá afuera
entre putas y secuestros
con violencia mueve las caderas andrajosas
la noche cerrada
se para en el atril circunspecto
de las máscaras y los perros
en su baile frenético
los hombres en directo buscan su sexo
para besar la miel de las esferas
pero ella no para
totalmente dueña de su cuerpo
la noche agitada
cede a los tropeles de su vientre
lo expande todo
ataca
ataca
la página roja deshecha de pétalos
explota
explota

Al final
la noche rellena de pieles sudorosas
de miradas lascivas
de hombres ciegos
de mujeres sordas
se rasga por completo
las ropas
la ninfa pegajosa se clava puñales
ella sola

Pensando en la edad

Cuando la edad se instale en mis ojos
y mi juventud con sus rarezas explosivas
se vaya a pasear con otros
tal vez con los fantasmas de unos tiempos
hasta más radicales
entonces iré deponiendo algunos defectos físicos
y de las ganas

Cuando la edad se instale en mis ojos
recordaré esta noche bulliciosa
estos excesos de sexo compuesto
alcohol en la sangre y marihuana en los pulmones

Me acordaré de tu pelo
y de tu olor al salir de la ducha
o quién sabe si hasta tu nombre se me diluya
cuando la edad se instale en mis ojos

Me acordaré también de tu psicosis
de cuando me cabalgabas poderoso
amenazante
fuerte
orgásmico

Cuando la edad se instale en mis ojos
lloraré los sueños que no alcancé
como aeroplanos
añoraré la belleza sin rebuscas
mi piel olorosa y siempre lista
estos piquetazos en el vientre
los besos húmedos que regalo
de madrugada
sin previos formularios

Cuando la edad se instale en mis ojos
y cuando mi juventud con sus rarezas explosivas
se disperse en el ocaso de una vida intensa
lloraré y sonreiré un poco
por las locuras que no hice
y por las que hice también
y de seguro voy a extrañarte
porque no serás el mismo que quise ayer
o anteayer

Video: Todo empezó…

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Poema de la despedida - José Angel Buesa

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

José Ángel Buesa Enamorado

LA VIDA AL FINAL DE LA VIDA [Mi poema]
Manuel Francisco Reina [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

Pintado el pelo en blanco, su apariencia
ajada por el paso de los años
llevaba en su mirar los desengaños,
del río de la vida la impaciencia,
de sueños los engaños.

Jugaba a despistar los sentimientos
haciendo garabatos por el aire
cuidando no infringir ningún desaire
a aquellos más cercanos, sus cimientos,
que no le traen al paire.

Consciente que su historia se acababa
trataba de agarrarse a la memoria,
momentos más felices de su historia,
que aquí ya se acabó lo que se daba,
con paz y después gloria.

Su vida consistía en caminar
sin norte, sin destino y sin los sueños,
in prisa y sin tener por qué el llegar
pensando en que muy pronto iba a parar
cediendo en sus empeños.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:   Manuel Francisco Reina

Límites

Alguien nos puso coto al paraíso;
marcó fronteras a la dicha,
castigos al placer,
vetos al conocimiento,
penas a la verdad.
Luego confundieron las lenguas,
los dioses en silencio fueron interpretados
para justificar la muerte, el genocidio,
la cruzada o la guerra santa.
Fue la verdad a medias
-rostro más perverso de la mentira-
al fin entronizada
como sol de nuestros días.

Todos aceptamos la fe del yugo, del límite,
contradicción sintiente de los vivos
que al amarse, anulan las lindes de los cuerpos,
la extrañeza de entregarse,
el tabú de entrar en otro,
la comprensión por la piel de un idioma ajeno.

Patria recurrente

Cuando la vida aprieta su lazo por mi cuello,
un nudo corredizo e invisible
que al intentar desatar anudo aún más fuerte,
como trampa perversa de los hados adversos,
cierro los ojos, respiro profundo,
echo a volar mis sueños con sus séxtuples alas,
y por el aire incineran las sombras,
aletean como libélulas de luz pura,
y no hay cepo de pesar que trunque mi alegría.

Patria de la lengua

Hélices y espirales de un código genético
los signos, morfemas y lexemas, inflexiones,
la voz que nos modula y nos traduce el mundo
desde la noche cavernaria de nuestra especie;
esa es mi patria verdadera: maternal, mía,
reconocible como el olor primero del cachorro
al ser alumbrado por nacimiento.
Tengo en la palabra mi bien más preciado,
mi país irreductible, presente,
libre de apriorismos y banderas,
en la lengua la herencia y el legado futuro.

La Vida en las Trincheras

Para Guadalupe Grande

La risa es tan sólo una trinchera.
Una de esas zanjas, improvisadas,
donde aguardamos juntos el momento
de saltarle al cuello a la injusticia.
Hay otras zanjas, sí: la poesía.
Ese espacio habitado en el vacío,
que tinta de emociones la blancura
más helada e inhóspita del silencio.
O la alegría; esa enorme chispa
que sin remedio prende en nosotros,
y anida inquieta como los gorriones
que rompen el aire con su gran ruido.
La risa es tan sólo una trinchera.
Es como un refugio abierto en la cara
a la esperanza de todo el mundo.
Es como una bandera sin más bandos
que reunirnos en la risa de otros.
Es como una cueva de maravillas
donde los niños llevan su inocencia,
sin saber que esta es oro incalculable,
joya que brillará en sus recuerdos.
Pero así, y sin grandes estrategias,
la risa nos cumple su labor de salvaguarda,
y nos mantiene vivos en tiempo de metralla,
en horas del hastío más oscuro.

La risa es tan sólo una trinchera,
pero es un surco roto por la vida,
latente de impaciencia por lo bueno
que espera su señal para el asalto.

La voz de Asfalto

La ciudad tiene en su entraña sirenas varadas.
Mujeres centenarias que vinieron nadando
en el líquido del mito, inmersas del amor
de hombres que ya no recuerdan,
deshechos en la brea del tráfago de siglos.
Extinto el deseo, sus cuerpos menguan;
tan sólo la excusa, la coartada de la urbe
les quedó como asidero posible
y ahora son el alma de sus calles.
Apenas un hilo de voz les queda,
traslúcidas al humo y a su propia sustancia
que es el sueño, y el canto, y el reclamo loco
de marineros náufragos del mundo.
Por eso llegamos con las mareas,
a tus puertos ajenos marineros perdidos,
buscando en tus escollos la patria del regreso,
atraídos por el hechizo
de la voz del asfalto.

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José Ángel Buesa

POEMA FINAL

Yo cantaré algún día la angustia verdadera,
y, así lo que otros callan lo iré diciendo yo,
pues la mujer que amamos sin que ella lo supiera,
sin saberlo nosotros, acaso nos amó...

Aunque el tiempo nos lleva por un camino triste,
mientras tu cuerpo avanza, tu alma puede volver,
porque, en tu amor de ahora, tu amor de ayer subsiste,
y en la mujer que hoy amas sonríe otra mujer.

Y es que el amor más grande nos parece pequeño
mientras haya otra boca que podamos besar,
y el corazón no sabe la medida del sueño
como nadie ha sabido la medida del mar.

Porque el alma inconforme pide más a la vida,
que en cada don que otorga nos arrebata un don,
y así nos mata un sueño con cada despedida
y nos cuenta una muerte cada resurrección.

Pero el amor sonríe como un niño dormido,
y el mañana es la sombra de la luz del ayer;
y así se va la vida, sin saber que se ha ido,
como se van las nubes en el atardecer...

Y ahora, yo, que he hecho mía toda esa angustia ajena,
que canté sonriendo lo triste del azar,
comprendo que he cantado también mi propia pena,
y que he dicho las cosas que quería callar.

LA VIDA DE LOS LIBROS [Mi poema]
Natalia Velasco [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo.

 

La vida de los libros es tan corta
que apenas pareciera que fue ayer
la imprenta la inventara Gutenberg,
que el libro la distancia no soporta
echándose a perder.

Que el libro hoy se ha tornado analfabeto,
de tanto que mirándose al ombligo,
creyendo ser de letras fiel testigo
no supo adivinar que un parapeto
dejara sin abrigo.

Los libros se subieron a la parra
creyendo ser los dueños del cotarro,
sujetos tan precoces a un catarro,
sintiéndose anfitriones de una farra
y hundiéndose en el barro.

Adiós ya a ese placer de la lectura
el órgano vital será el oído,
la vista ya se habrá reconvertido
y el alma ha de acudir, si tiene cura,
allí donde ha venido.

Que el libro habrá pasado a mejor vida,
lectores no ha de haber, solo escuchantes,
pues máquinas serán las que, parlantes,
leernos han de hacer lo que se pida
e incluso ser pedantes.

Por más que se discuta la sentencia
así tarde en llegar ya está dictada,
que al libro estamos dando una patada.
La culpa habrá que echársela a la ciencia,
que nadie somos nada.
©donaciano bueno

#Adiós al libro, o no es más que una amenaza...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Natalia Velasco

De cuando me llevaron al huerto

Tiene gracia.

Una tomatera detrás de una valla electrificada
es una cosa muy poética.

Y la casa tan lejos

y la tomatera tan roja

y ella no la toques,

no la toques

y yo, ¿qué hace una tomatera
detrás de una valla electrificada?

Tiene gracia porque es un recuerdo electrocutado,
porque el rojo, digan lo que digan,
no es un color cálido: el rojo puede ser
electricidad, digo, la fuerza que tumba un cuerpo;
puede ser el color de una tomatera
o de la tierra
si el cuerpo cae con la fuerza suficiente.

/r/

Voy a aprender idiomas raros
para evitar la erre
de desarraigo
errático
destierro.

Para que conjugar el pasado no suponga un acto de

violencia

y hacer de otros alfabetos el escondite perfecto.
Serán lenguas que no digan ausencia
que no digan lejos;
lenguas con un orden sintáctico
que hable de la importancia de las cosas,
de prioridades.

Así, poco a poco, me desordeno:
le pierdo la pista al sujeto
y aprendo a decir hogar en cinco idiomas
y busco en ellos el hueco,
la excusa.

Y a pesar de todo
acabaré arrancándome la lengua
para olvidar las cosquillas detrás de los dientes;
acabaré arrancándome la lengua y ya no habrá
desarraigo
errático
ni destierro.

Final de línea

Imagino una casa nueva
que no huele a cerrado
unas llaves con forma distinta
vecinos nuevos que pasean
a perros nuevos.

Imagino buscar a tientas el interruptor de la luz
en paredes que hablen un idioma más amable.

Hace meses que salgo a la calle y pienso
huir debe de ser esto
−pegarse siempre a la pared al doblar esa esquina
respetar los semáforos en rojo
leer todos los días los carteles en el metro

POR SU SEGURIDAD
NO CRUCE LA BANDA AMARILLA
HASTA QUE EL TREN ESTÉ TOTALMENTE PARADO

ATENCIÓN A LAS PUERTAS
ALÉJESE CUANDO SUENE EL TONO DE AVISO

SI VIAJA DE PIE
SUJÉTESE−.

Huir debe de ser subir al avión
imaginar que vuela marcha atrás
aguantar la respiración para caber
en las fronteras aguantar
la respiración
y esperar a que revienten todas las costuras.

Escena romántica en camión frigorífico

Diecisiete kilómetros.
El rumor de la lluvia se mezcla
con el de los fonemas exóticos
/resuenan en las paredes aislantes
de la parte de atrás de un camión frigorífico/.

No vamos a ningún sitio en concreto.

Un camionero muy gordo,
con los ojos azules y pelo en los nudillos.
Lleva una camiseta de publicidad en alfabeto cirílico.
Con los ojos clavados en la carretera, habla de su mujer;
le deseo a todo el mundo una historia de amor
como la mía.

Quince kilómetros.

No vamos a ningún sitio en concreto,

Tomar tierra

Se recomienda el uso de medias de compresión durante vuelos largos
músculo estrías sudor
¿Cuándo descubriste que este país era una isla?
piel fina palmas suaves uñas largas
Me gusta cruzar puentes viajar en avión subir a las azoteas porque siento
que aún me queda un poco de gravedad en el centro del estómago.
celulitis ropa de deporte grasa abdominal
Hace meses que me aterra el contacto con el suelo.
carne flácida hombros rectos depilación láser
He visto amanecer por la ventanilla derecha del avión;
en la de la izquierda todavía era noche cerrada.
asfixia rodillas crujido contractura

XXX

—mírame—
han desaparecido los callos
de las palmas de las manos
las manchas blancas de la ropa de fibra
los cardenales de los antebrazos
el polvo en los ojos

—mírame—
he perdido altura y ya no queda cuerpo:
¿cuándo empezó el salto a ser caída?

La palabra que busca no está registrada en el diccionario 

perder la lengua materna debe ser
como quedarse ciega por dentro

como quedarse sin piel
sin bordes

debe ser liberador
que las cosas dejen de tener nombre
que pierdan la forma
y se vuelvan líquidas
poder bebérmelo todo

y que me sepa para siempre la boca
a ningún sitio.

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José Ángel Buesa

POEMA DEL LIBRO

Entre todos mis libros, es éste el que prefiero
éste que un día dejé a medio leer
lo cerré de repente, lo puse en el librero,
y ya lo cubre el polvo del ayer.

Recuerdo que era un libro de una belleza
era como si en cada frase floreciera un rosal
pero temí de pronto que me desencantara
si seguía leyendo hasta el final.

Y ahí está en el librero, donde lo puse un día
tal vez un poco triste por lo que no leí,
pues recordé, muchacha, que casi fuiste mía,
y al guardar aquel libro, pensé en ti...

DOS MUNDOS DIFERENTES [Mi poema]
Cristóbal Castillejo [Poeta sugerido]

MI POEMA… de medio pelo

 

Vivimos en dos mundos diferentes,
en ríos muy dispares navegamos
surtidos por diversos afluentes
y, en fin, que no es igual lo que soñamos.

Partimos de patrones muy distintos
tú siempre preocupada por las formas,
a ti te gusta el blanco, a mi los tintos,
yo sólo me intereso por las normas.

A ti te encanta oír las comidillas,
yo a cuestas con mi cara de hombre serio,
huyendo de salir de mis casillas,
que escape de mi boca un improperio.

En una sola cosa coincidimos
aquello en que los dos complementamos.
Del día en que ambos dos nos conocimos
gozamos del saber que nos amamos.
©donaciano bueno

Y tú, en qué #mundo vives? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Cristóbal Castillejo

RESPUESTA A UN CABALLERO

Una copla me enviastes,
Señor, mala yacija,
Hecha con pies de estornija;
El mal es que trasnochastes,
Y al cabo paristes hija.
Mas, sin más satisfación
De los yerros que hay en ella,
Sois digno de haber perdón
Siquiera por la pasión
Que pasastes en hacella.

A OTRO, POR OTRO TANTO

Vuestras copias recibí,
Y es cierto que, si no fuera
Porque no digáis de mí
Que de envidia no las vi,
De asco no las leyera.

Y porque daros razón
De los yerros que llevaban
Era daros más pasión,
No os digo sino que son
Cuales de vos se esperaban.

A OTRO, POR LO MISMO

El que las coplas hicistes,
Todos los que las miramos
Sabed qu’en deuda os quedamos
De la risa que nos distes;
Pero vos de vos y dellas
Quexaros también podréis,
Porqu’el tiempo nos debéis
Que gastamos en leellas.

A UNO QUE QUERÍA QUE LE GLOSASE UN MOTE

No sufre glosa ninguna,
Porque huyen de rondón
La razón y la intención
Por su parte cada una.

Y de tal entendimiento
El mote tan lexos va,
Que no lo confesará
Sino a fuerça de tormento.

A UNO QUE APOSTÓ DE HACER UNA COPLA

Pues falta no hay en vos,
Desempeñad vuestra prenda,
Qu’esta cifra de contienda,
Mejor me perdone Dios
Que vuesamerced la entienda.

Y mirad a qué me atrevo,
Que aunque la echéis en la cama
Yo lo consiento y apruebo,
Tan sin temor de su fama
Como si fuese una dama.

RESPUESTA

No sé si huya de vos
O busque quien me defienda;
Porqu’en tan estrecha senda
No ternéis en mucho a dos
Si corréis suelta la rienda.

Y aunqu’el mote no fué nuevo,
Nueva querella me llama
De vengarme con renuevo,
Si en mí prueba vuestra dama
Cuán justamente os desama.

A UNA DAMA

¡Qué buen caballero era,
Perdónele Dios, amén,
Dexando tal heredera!
Si antes de escribir muriera,
¡Oh, cómo muriera bien!
Su pensamiento fué vano,
Aunque sano
Si le terciara el estilo.
Válgale por codicilo,
Pues lo escribió de su mano.

Mas si acuerda de aceptar
Vuesamerced esta herencia,
Quiéroos, señora, avisar
Que no os podéis escusar
De pleito ni diferencia;
Porque el alma que os dió a vos
Es de Dios,
Si quisiere recibirla;
La fe no pudo partirla,
Pues no puede ser de dos.

A UN AMIGO

No os burléis de la invención
D’este mi nuevo presente;
Que se hace por razón
Que este caballo bridón
Espuelas no las consiente.

Por su nombre lo veréis
Que derriba de loçano;
Mirad cómo arremetéis,
Porque a lo menos quedéis
Con las riendas en la mano.

A UN MAL PAGADOR

Pues no se escusa perderos,
Según que camino va,
Yerro pienso que será
Dexar perder mis dineros.

Y pues por tan poco precio
Perderme, señor, queréis,
Más quiero que me acuséis
De importuno que de necio.

A UNA QUE SE CASÓ CON UN BARBERO

Hi de puta, ¿qué señal
De querer quitar baraja?
Estando conmigo mal,
Señora, pesar de tal,
¿Echáis mano a la navaja?

Bastaba para una mora
Los regalos y sainetes
No dármelos ya, señora,
Sin que me queráis agora
Trasquilar a panderetes.

A UN CABALLERO

Por grosera cosa ser
Los dexó toda la gente;
Y vos, por bien parecer,
Holgáis, señor, de traer
El vuestro públicamente;
Por tanto, si no queréis
Que reniegue la paciencia,
Suplícoos que os le quitéis,
Salvo si no le traéis
En señal de penitencia.

Qu’en traer tan sin razón
Collar que tan poco pesa,
A muchos dais ocasión,
Señor, de murmuración,
Juzgándolo por empresa;
Mas, pues para lo dexar
Hay uso sobre razón,
No lo debéis dilatar,
Porque tan pobre collar
Peor es que de jubón.

A UNA GUARNICIÓN DE TERCIOPELO

En cuero me la envió
Con mil golpes por la cara;
Si el pelo no le faltara,
El tercio bien acudió;

Pues viene sobrerraída,
Señal es que fué borrón,
Porque para guarnición
Viene muy desguarnecida.

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José Angel Buesa

Poema de la duda

Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cauce sin agua, como un arco sin flecha,
pues lo que enciende un beso lo apaga una sospecha,
y en amor es culpable el que perdona.

Ya es sombra para siempre lo que miró la duda
con su mirada amarga como una fruta verde;
y el alma está perdida cuando pierde
el supremo pudor de estar desnuda.

Así, frente a la noche, te he de tender la mano
con un gesto cordial de despedida,
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida
la angustia irremediable de haberte amado en vano.

LO MUCHO QUE TE EXTRAÑO [Mi poema]
Concha Lagos [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

(A Ramón Pardo, buen amigo y compañero de fatigas)

Hace un tiempo te fuiste al otro mundo,
al que, dicen que todos nos iremos,
entre tanto me vaya y si nos vemos,
te recuerdo, no pierdo ni un segundo,
no sirve ya recemos.

Que hoy te llevo presente en un retrato
y es con ello que aplaco mi desvelo
pues te veo instigando desde el cielo
a través de este trozo de acetato
tu alma siempre en celo.

Con tu aspecto algo huraño y bullanguero,
cual trileros metidos a empresarios,
fuimos ambos lo mismo que corsarios
luchando con esfuerzo contra el clero,
buscando unos denarios.

Y es que, amigo, después de tantos años
que el azar nos privó de tu presencia,
tantas noches llorando por tu ausencia,
ascendiendo tan lento los peldaños
esta es mi confidencia.

Nuestras vidas tan llenas de aventuras
-nunca fuimos borregos de un rebaño-
vivieron su esplendor hasta aquel año,
y hoy te escribo, observando las suturas,
lo mucho que te extraño.
©donaciano bueno

Comentario: Ramón era un bont vivant, un vitalista, un amigo y un compañero de viaje en el proceloso mundo de los negocios. Ambos disfrutábamos tratando de sacar a flote nuestras iniciativas empresariales. Ese maldito año los dos nos arruinamos. Yo, conseguí revertir la situación. De él, ni Dios se apiadó dándole una segunda oportunidad. D.E.P.

MI POETA SUGERIDO:  Concha Lagos

Campo abierto

Enamoradamente he vuelto la cabeza,
allí, por la mañana de luz y de claveles,
con la viva alegría
del viajero que vuelve al lugar deseado.

Enamoradamente por los altos balcones,
entre jardines tibios, con risas de muchachas
que ya están presintiendo el roce del amor.

Lanzad, lanzad los lazos. Sujetadlo con bridas.
Es el amor, cogedle. No perdáis un instante.

¿Cómo serás sin estos ojos míos?

¿Cómo serás sin estos ojos míos?
¿Quién te leerá palabras por la frente
sabiéndote despacio, pena adentro?

¿Cómo serás cuando el río descienda
y sientas ya la espuma por las sienes?
La espuma de tu mar, el mar de todos.

No sé dónde dejarte escrito el nombre
crecido de tu tiempo hacia otras fechas,
desbordado de sí, fuera de madre.

Detenida en el hueco de tu espacio…

Detenida en el hueco de tu espacio,
fácil a la impaciencia de tu mano,
en el juego incansable, agua y luz,
de la arena y la ola por la playa.

Encendida de ti, llama en tu fuego,
varada ya en tu orilla, puerto y ancla,
presintiendo las cifras de la resta,
mientras sumo otra vez amor y duda.

Otra vez a volar, redoble, vuelo.
A contra luz voltean las campanas
el alegre repique de esta tarde
en vuelo por el aire de tu torre.

El diálogo

No hilvanemos historias, no hace al caso,
lo importante es saber que aquí me tienes.
¿Dónde ya la que fui?
Deja que el tiempo se nos lleve y pase,
así quedamos siempre renacidos.

Hoy no sé si estas manos son aquéllas,
sólo las siento como manos tuyas
porque tu tiempo es tiempo que me sueña
y me vive hacia más y más por dentro.

«Ayer», ¡qué lejos la palabra!
Dónde se fueron zapatos y trajes,
billetes de un trayecto recorrido
entre extraños viajeros vistos para olvidados.

Inútilmente en los bolsillos busco
contactos que ya fueron,
y sombras de mi cuerpo en las ventanas
contemplando paisajes con mis aquellos ojos.

¿No descubriste nunca un manojo de llaves
para imposibles cerraduras?

A veces algo vuelve, pero sólo en resumen;
una pequeña fecha que casi nada indica
o ese breve letrero alarmante que advierte:
«cuidado, es peligroso volcarse al interior».

¿Quieres hacer la cuenta?
Si miro a la derecha brilla sólo tu cifra.

A la izquierda la huella de algún borroso cero.
¿Qué prenda pagar debo por haber sido antes,
sin tu tiempo en mis horas?

Alcemos la cabeza
a la igualdad del cielo,
aunque tú apuntes «Marte»
y yo diga: «Saturno» (tal vez por los anillos).

Cada cual con su estrella, con su planeta en alto
y todas las preguntas por la arboleda azul,
compartiendo verdades,
como esta del amor, el milagro más nuestro.

No pienses en mis ramas,
me crezco sobre el tronco.
A punta de navaja puedes grabar el nombre.

Introducción

Ya todo está inventado, descubierto;
llego tarde, muy tarde, a vuestro lado;
por eso no me inquieta lo remoto
y voy tras lo sencillo y cotidiano,
llamándole al pan, pan, y al vino, vino…
Aunque no suene bien, ¡es tan humano!

Miro el jardín y digo: «¡Primavera!»
Y al extender los brazos
con tímido ademán hacia las cosas,
siento un tibio aleteo en cada hallazgo:
un compás repetido,
algo que va, que viene, que es alado.
Siempre será mañana la mañana
y más árbol, el árbol.
No quiero ya en el alma nada nuevo,
que todo esté estrenado.

Acaso la que ansío
es caminar segura
por las antiguas huellas de otros pasos,
o quedarme tranquila aquí, en mi huerto;
saber que ya está todo sosegado:
el corazón, la casa, los recuerdos…
Sentir la azada fiel del hortelano
remover, amoroso, los terrones,
como hicieron en tiempo sus hermanos.

Ya está todo gastado bajo el sol,
a fuerza de pasar de mano en mano.

Me pregunto por ti

Me pregunto las más sencillas cosas,
ese porqué, que acaso nadie sabe,
costumbre de vivir sin rumbo fijo.

Me pregunto por ti desde el umbral
como el que dice al aire «buenos días»,
y de pronto descubre que está solo.

Me pregunto palabras sin respuesta,
tal vez para dejar en el recuerdo
tu presencia grabada hora tras hora.

Otra vez a soñar desde el oscuro…

Otra vez a soñar desde el oscuro
imposible por qué, mano tendida,
intentando apresar amor y vida,
fijarle a lo inseguro lo seguro.

Otras veces cabalgando hacia tu muro,
soledad que me tiras de la brida,
seguidora incansable de mi huida,
vencedora en la lucha en que perduro.

Otra vez a mirar arena y cielo
en tu playa sin fin siempre desnuda,
bebiéndome el silencio que te nombra.

Otra vez como ayer perdido el vuelo
por el salto hacia atrás de miedo y duda,
seguida y seguidora de tu sombra.

Por volverlo a escuchar

Urgente la presencia te reclamo,
eje te quiero de mi todavía,
la espuma de tu orilla por la mía
ascendiendo sedienta tramo a tramo.

Prolongado oleaje del te amo
que de mi playa aleje la agonía.
Por volverlo a escuchar deshojaría
hasta el último sueño de mi ramo.

Vuelve y vuelve otra vez, vuelve a cantarme,
repíteme el compás a cada hora,
quédate detenido en mi presente.

Hoy sé que una campana va a sonarme
anunciando la vuelta de otra aurora
la razón de esta lucha por mi frente.

Qué fácil este ahora

Después de tanto y cuanto, aquí estamos de nuevo
ahorrando las palabras, sabiéndonos el fondo,
porque el silencio dice de nuestra paz ganada.

Nos tenemos compactos, casi a renglón seguido:
una página escrita con tu nombre y mi nombre,
encuadernada a pulso de sucesos y tiempo.

Qué fácil este ahora, resumen de los días,
y qué nueva tu mano por caricias antiguas
estrenando otra vez la mirada y el beso.

Te me vas y te quedas en aire que respiro,
en ausencia y presencia que nada me entorpece,
como un llevarte dentro aladamente en alto.

Y te me quedas más, como el hilo en la malla
de un pasar que se anuda, de un quedar avanzando,
de un agua inagotable siempre de cara al cielo.

Quiero mirar estatuas

Iremos por las calles que ya nos vieron antes;
el aire distraído para que nadie sepa
que la historia prosigue con capítulos nuevos.

Quiero mirar estatuas, balcones encendidos,
volver a la baranda del beso y de la noche.
Quiero decir tu nombre en calles solitarias
sintiendo la cintura frágil bajo el abrazo.

Otra vez como ayer con tu verso en el vino,
otra vez a tus ojos en igual frente a frente,
otra vez, otra y otra. Para siempre otra vez.

Quisiera hacerle hoy a mi vida un nudo…

Quisiera hacerle hoy a mi vida un nudo
y que se detuviera en este punto.
Aprisionar la sangre aquí, en las venas,
para que inquieta y ciega no corriera,
y esperar, esperar un largo tiempo:
como esos negros trenes que, de pronto,
traspasados de silencio y sombra,
se quedan en la noche detenidos.

Quisiera ya quedar por siempre absorta
con los remos flotando en el vacío;
sin claros firmamentos ni horizontes,
con la palabra exacta suspendida
en flor sobre los labios;
y olvidar los audaces pensamientos,
los «por qué», los letargos,
el silbido afilado de los vientos;
sin punta ya todos los alfileres
que el corazón usaron de acerico.

Sabrás

Sabrás que me has tenido por tenerte,
por saberte por fin fijo en tu adentro.
Sabrás lo que se sabe al encontrarse.

Y me sabrás después, desde el lejano
imposible-jamás, río perdido.
Ignorado final a cara o cruz.

Te esperaré en ayer, en hoy, en blanco.
¿Cómo explicar en el «adiós» mañana?
Si algo se puede hacer, cuenta conmigo.

Sé que trazaba signos

Yo no sé si te tuve; esto nunca se sabe.
Sé que trazaba signos con letras de tu nombre.
Que apretaba las manos inquieta contra el pecho
como el que siempre teme perder una medalla.

Estos son los recuerdos mezclados con el humo
de tu cualquier tabaco, de tu cualquier alcohol.

Puedes abrir el libro,
interrumpida en ti volverás a encontrarme.

Sé que trazaba signos con letras de tu nombre.

Sea

Agua sumisa al pez de tu capricho.
Tú me quieres así, yo digo: «sea»
y nos navega el cielo por el fondo.

Tú me quieres de estar casi en ausencia,
media luz de tu paz y de tu frente,
sujeta a la distancia en que me cercas.

Tú me quieres en gris como la tarde.
En oración, en sueño, de silencios;
ala cortada y mano sobre mano.

Tú me quieres de espera y de ternura,
al aire de tu tiempo y de tu aire,
surco de amor tendido a tu semilla.

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José Ángel Buesa

El amigo 

No envidiéis mi alegría, mi salud ni mi canto;
no envidiéis lo que sueño, ni envidiéis lo que digo.
Todo eso vale poco, por más que cueste tanto...
Pero, eso sí: envidiadme la amistad de este amigo.

Envidiadme la gloria de esta firme confianza
cuyo sentir profundo ni en bien ni en mal se altera,
porque yo siento mío lo que su mano alcanza,
y en él es permanente mi dicha pasajera.

Envidiadme este amigo que me mira de frente,
pues ni lo acerca el triunfo ni lo aleja el fracaso,
y él madura en espiga lo que en mí fue simiente,
y yo duermo en su lecho pero él bebe en mi vaso.

No importa si estoy solo, pues siempre está conmigo,
y mis propias arrugas lo van haciendo viejo...
Ah, sí, envidiadme todos la amistad de este amigo
que refleja mi espejo.

PENSAR, CREER, DUDAR [Mi poema]
Pilar Adón [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Me piden que yo tengo que creer
¿por qué yo he de creer, si yo no creo?
e insisten en que mande ya a paseo
mi cerebro y mis ojos . Y que ver
es un deseo ver, que yo no veo.

Me dicen no me agobie, que no piense,
¿por qué no he de pensar si es que yo pienso?
me encuentro en un consenso y un disenso,
difícil equilibrio tan circense,
mas yo sin meditar soy indefenso.

Me insisten en que sea complaciente
incluso que me muestre aborregado,
que admita a ese cenizo que hay al lado,
y entienda su problema: la simiente
que es germen de la duda, su pecado.

Pensar, creer, dudar, tres disyuntivas
¿a cual me he de agarrar cual clavo ardiendo?
Creer, ese ejercicio que no entiendo.
Pensar, sólo son drogas adictivas.
¿Dudar? Mejor. Dudando me entretengo.
©donaciano bueno

La #duda es lo más sensato o es también un problema? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Pilar Adón

LA VIDA REPETIDA

A veces sucede que toda la ingenuidad
de los seres adoptados como propios
se acerca y se adhiere para llenar los ya colmados vasos
de incertidumbre.
Abriendo los párpados al eterno insomnio
e impidiendo la respiración feliz -o, al menos, sosegada-
de la hija que descansa en el hijo,
tiritando. Como un animal.

Salvajes las mareas, pero no hay otra cosa.
Ritmos y palabras.
Llegar al lodazal.
Que las masas de vapor acuoso se sostengan sobre su cabeza
y que el cuerpo de frágil hija humana se transmute
en frágil líquido.
Mientras el sol mantiene su centelleo tardío.

El hijo ha vuelto a casa caminando
tras sus clases en la mansión Lady Hood.
Siempre ha valorado la práctica del ejercicio físico,
con una asfixia en el cuello, vulgar.
Empezar no es sencillo, pero cuando se empieza…
Ha deseado echar a correr. Apartarse.
Girar y girar. Hasta volar.

Galanteo

Garantízame una melodía polaca
fabricada de nieve y barro
con gotas de marginalidad.
Ofréceme un viaje de madera
por las vías de un tren en desuso
con verdes mareas y guaridas
habitables.
Cántame como Piaf rota
y luego ocúltame.

No vendas más planos
de pinturas inacabadas,
y deja de perseguir amapolas
por los pasillos encalados que desembocan
siempre
en el mirador.

La sonrisa arrugada de piel mordida
no provoca ya memoria
y tus manos, blancas, de artista expatriada
mendigan tantos méritos,
que los círculos van rotando
en direcciones opuestas.

Recluye con tu genio
la sofisticación de miradas nuevas
y mañana procura salvar del ahogo,
sin súplicas,
a la niña muerta que descansa en todos tus cuadros.

Vuelvo a clavar

Vuelvo a clavar por los marcos
rajados de humedad
las chinchetas de cabezas rosadas
y puntas fieles
que ingresan en la madera
y se asientan como flechas
para soportar el peso invariable
de las manitas
de mis muñecas.
Con vestidos de niña
aterciopelada.

Vuelvo a observar el susto aterrado
de las caras andrajosas
de mis muñecas hembras.
Y vuelvo a temer (imaginar)
un temblor en sus ojos.
De harina.

No puedo abrir los ojos.

No puedo abrir los ojos.
Cerrados persisten con un peso que duele e inquieta.
Ya no ensayo más amplias sonrisas.

Los labios secos de ayuno y de sed.
El irrespirable sol irrespirable. Sol.

Estudié el origen de la energía.
Ejemplos de dilatación del tiempo,
anomalías excéntricas y anomalías medias.
Calculé el área de un círculo (pr²).

Las mareas de los agujeros negros.
El horizonte de sucesos.

Y, sin embargo, ¿dónde la fórmula de la existencia?
¿Dónde la teoría de la conservación?

¿Y la ecuación para evitar el acabamiento?

¿Dónde la permanencia?

La ciudad interior

Desde fuera, la existencia de un ser pausado
parece más bien sencilla.
Eleva las manos hacia el cielo cuando observa las nubes
y recuerda que en China, desde hace siglos,
los suelos se diferencian por su color:
la tierra negra del noreste;
blanco, el suelo del desierto;
la tierra roja al sur del Yangtsé.
Azul o verde el fértil suelo del sur.

Sencilla, parece la realidad del ser pausado
que se detiene, al caminar, y observa con gesto dubitativo
las intersecciones del camino.
Tranquilo y reservado,
perdió los textos sagrados durante su último viaje.
Olvidó seguir las rutas más seguras.
Exploró, sin sus compañeros, los mandatos de la belleza.
Sacrificó las horas en dirección a un oasis
y, quizá, consideró las audacias de su serenidad.

Lamentó, en ocasiones, ofrecer un rostro tan triste.
Lamentó, en ocasiones, presentar un aspecto tan cansado.
Lamentó, con frecuencia, no ser otro. No ser nada,
mientras la lentitud de su nombre arrastraba, una vez más,
sus pasos desconcertados
hacia la gloriosa lejanía de la antigua Ruta de la Seda,
que pasaba ante las montañas de Xinjang.

Alimento

Yo… Lo sé. Tengo ese miserable aspecto
del que va demandando cariño por las puertas.
“Quiéreme un poco. Quiéreme un poco…”
Los ojos nostálgicos hacia el coche que se aleja
y la espalda estrecha que se detiene por última vez para decir adiós.

Yo… Lo sé. Persigo la mirada comprensiva de todas las madres
y a veces las manos grandes de cada padre.
El susurro al teléfono que me diga: “todo está bien”
mientras la niña del pañuelo negro gira y gira
esperando la llegada del sosiego.
El apaciguamiento de la marea oscura que sube.
Y sube a la boca desde el alma que se creía ya aliviada
pero que no. Porque el alma, aunque se suponga el éxito sobre ella,
cuando es dolorosa y cuando tiene la tez de la angustia,
sobrevive.

Yo… Lo sé. Me estoy ahogando y no entiendo nada.
Dejé que tomara mi mano y me arrastrara hasta la orilla.
“Vas a ver un milagro”, me dijo.
Y la niña de los zapatos negros con lacito
me miraba a la cara y me mostraba sus dientes de conejito.
Perdón. Perdón. Perdón.” Parecía suplicar. “Yo no fui. No fui yo…”

Yo… Ahora cuento las varillas azules que se insertan
en aquel jarrón transparente y me pregunto:
(uno, dos tres…)
¿Por qué lo haces?
(cuatro…)

Las ordenes

EL SILENCIO NUNCA es tan grande
como cuando algo lo rompe.

SOLO QUIEN TIENE el amor
lo cree imprescindible.

No descuido la escritura
sino a mi misma.

Ingeborg Bachmann

¿QUIÉN ME VA A CUIDAR cuando sea vieja?
¿Quién me va a esperar, feliz de verme?
Cabello de nudos. Sin cepillados nocturnos.
Peines y espejos de plata.
Sola en mi sillón. Harta del cansancio y los sermones.
Sin hijos que me bañen,
me cocinen asado con puré,
me traigan jerséis de talla grande,
me laven los pies y las axilas
cuando queden ya pocos motivos para existir.
Vencida por los razonamientos
sobre aquello de recoger lo que se ha sembrado.
Celebraciones, cumpleaños y fiestas
en perspectiva de una soledad redonda.
¿Quién va a venir a verme
los fines de semana?
Si no soy madre.
Si vivo sin reconocer la devoción, el auxilio.
La ternura. Las vistas a los amigos dolientes.
Entre evasivas, papeles y libros,
alejada del sentimiento original.
Escapando de la llamada primera.
Sin saber que es la entrega.
Qué la piedad. Qué la delicadeza
de los niños fotocopia. Su mente dulce y sencilla
como trozos de manzana asada. Como bolsas
de osos Haribo.

¿Quién va a abrazarme cuando sea vieja?
Y esté sola. Y no haya quien quiera hablarme. Y
las cortinas se prendan fuego
y las llamas asciendan hacia el techo. Y nadie
pueda acercarse
al teléfono. Para llamar al servicio de extinción
de incendios.

Yo (Yo… Lo sé. Tengo ese miserable aspecto)

Yo… Lo sé. Tengo ese miserable aspecto
del que va demandando cariño por las puertas.
‘Quiéreme un poco. Quiéreme un poco…’
Los ojos nostálgicos hacia el coche que se aleja
y la espalda estrecha que se detiene por última vez para decir adiós

Yo… Lo sé. Persigo la mirada comprensiva de todas las madres
y a veces las manos grandes de cada padre.
El susurro al teléfono que me diga: ‘todo está bien’
mientras la niña del pañuelo negro gira
y gira esperando la llegada del sosiego.
El apaciguamiento de la marea oscura que sube.
Y sube a la boca desde el alma que se creía ya aliviada
pero que no. Porque el alma, aunque se suponga el éxito sobre ella, cuando es dolorosa y cuando tiene la tez de la angustia,
sobrevive.

Yo… Lo sé. Me estoy ahogando y no entiendo nada.
Dejé que tomara mi mano y me arrastrara hasta la orilla.
‘Vas a ver un milagro’, me dijo.
Y la niña de los zapatos negros con lacito
me miraba a la cara y me mostraba sus dientes de conejito.
Perdón. Perdón. Perdón.’ Parecía suplicar. ‘Yo no fui. No fui yo…’

Yo… Ahora cuento las varillas azules que se insertan
en aquel jarrón transparente y me pregunto:
(uno, dos tres…)
¿Por qué lo haces?
(cuatro…)

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Poema de la Duda - José Angel Buesa

Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cauce sin agua, como un arco sin flecha,
pues lo que enciende un beso lo apaga una sospecha,
y en amor es culpable el que perdona.

Ya es sombra para siempre lo que miró la duda
con su mirada amarga como una fruta verde;
y el alma está perdida cuando pierde
el supremo pudor de estar desnuda.

Así, frente a la noche, te he de tender la mano
con un gesto cordial de despedida,
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida
la angustia irremediable de haberte amado en vano.

 

A TÍ, IGNOTA MUJER [Mi poema]
Manuel Díaz Martínez [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Te busco mas no espero ya encontrarte
que ciego estoy. Quizás no me convienes.
No sé si eres real, si vas o vienes,
si sufres o enloqueces al besarte.

No sé nada de tí, si es que lo vales,
mujer desconocida y admirada,
si tienes retorcida la mirada
o debo de subirte a mis altares.

Tampoco un día sé si fuiste mía
o andaste en un camino equivocado,
si acaso te encontré en mi fantasía.

Si eres virgen, causante de pecado
¡oh, piadosa mujer, mujer impía!
descúbreme ¡por dios! si te he soñado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Manuel Díaz Martínez

ESOS ADIOSES BREVES

A Dulce María Loynaz

De las flores de ese vaso,
la más cautivadora
es esa rosa a punto ya de incorporarse
a la penumbra
como el humo
al viento.

Pétalos suyos
han ido cayendo en torno al vaso,
abandonando en ella
un vago ademán de despedida.

Y ahora que estamos solos,
enlazados por un mismo silencio,
le pregunto y me pregunto
sin son de ella, sólo
de ella,
esos adioses breves.

De “El carro de los mortales”, 1989

SUITE FRANCESA

Entre la mar y yo, las soledades
y ese sol distrital y abandonado
cayéndose de frío y de horizontes,
cayendo en mí, cayéndose a pedazos.

Entre la mar y yo, la fiel memoria
como una fortaleza, o como un grito;
memoria que convoco y se aborrasca,
verbo despavoridamente vivo.

Entre la mar y yo, las temblorosas
e inútiles distancias se desnudad
a tientas, como estrellas en la noche.

Entre la mar y yo, la noche sorda,
más fría que el olvido y más profunda,
donde mi voz, como la mar, se rompe.
De “Memorias para el invierno”, 1995.

ESCENA DE LA CONDESITA DE JARUCO

Para Severo Sardui

La condesita de Jaruco espera
que llegue con la nueva primavera
un barco de la Francia tumultuosa
y en él un caballero y una rosa.

El mediopunto con la tarde trama
una leyenda de color y llama
mientras la condesita se adormece
ante la mar que a su balcón se ofrece.

Ella sueña que el áureo caballero
llega al puerto y quitándose el sombrero
toma el camino de la Plaza Vieja

hacia la casa de su padre el conde
donde ella por amor se muere y donde
al caballero aguarda tras la reja.
De “Memorias para el invierno”, 1995.

DISCURSO DEL TÍTERE

Esa noche dijo el títere bajo la carpa:
-Señoras y señores,
hermanos y hermanas,
soy un títere que quiere dejar de ser usado
por la voz de su titiritero,
esa voz a la que sólo añado el guiño
de mis párpados mecánicos,
el aspaviento
y el manoteo.
Este número será mío y sólo mío
(letra, música y pirueta).
Esta noche será mía y nada más que mía:
con mi propia voz diré palabras
que andando por la vida
recogí en las plazas.
Señoras y señores,
hoy mi espectáculo es unipersonal:
sin hilos que me tiren de las manos
ni resortes que me obliguen a bailar
ni varillas que me pongan a dar saltos.
Hoy soy un títere que hace a su manera
su propio espectáculo.
Señores y señoras,
hermanas,
hermanos,
suplico, desde luego, un poco de paciencia
para mis torpezas y tartamudeos.
Necesito como nunca su paciencia:
no es fácil salir de pronto,
sin hilos,
a la escena
habiendo sido tanto tiempo títere
con titiritero.
De “Memorias para el invierno”, 1995.

¿QUÉ ES UN HOMBRE FRENTE…?

¿Quién es un hombre sentado
frente al mar?

Pues un hombre
sentado ante ese abismo
no es más que un solitario
ante sí mismo.

Y su único remedio
es olvidar.
De “En la Isleta”, 2017.

LA GISELLE DE ALICIA ALONSO

¿Qué limpio vuelo es éste que parece
liberado del aire y de la prisa,
que en su íntimo temblor se nos ofrece,
que en su estremecimiento se eterniza?

Es ala que al volar desaparece
para darnos su imagen más precisa:
ansia del viento que del viento crece
y que del viento, al fin, se independiza.

Este soplo de luz que resplandece
cuando la vida en torno se oscurece
y hacia la sombra el alma se desliza,

¿no es lo que en las mañanas amanece,
lo que en cada ramaje se estremece,
lo que, siendo mortal, nunca es ceniza?
De “El carro de los mortales”, 1989.

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Canción del amor lejano - José Angel Buesa

Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo.
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

 

UN MAL PASO [Mi poema]
Manuel Adrián López [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Pongamos yo soy malo y tú eres mala,
que tú eres petulante y yo un pillín,
que soy en este juego el comodín
y tú eres la belleza que resbala.

Pongamos que me acerco y te protejo,
cual fuera aquel valiente Sandokán,
me pides que te acerque hasta el diván
y me haces el amor y yo me dejo.

Pongamos, suponer, que nos amamos
y logras ascenderme hasta el parnaso
y allí somos los dos que resbalamos.

Esta historia es secuencia de un mal paso,
ausente el qué dirán. Que lo creamos,
si incierto es o verdad no hace hoy al caso.
©donaciano bueno

Puestos a poner...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Adrián López

Volví a leer sus versos memorables

premiados por origenistas
jueces de manos tiznadas.
Fui en busca de una pista
indagué en las profundidades de sus libros
me sumergí
dejé que el sargazo de pueblo polvoriento
me asfixiara.
Disequé la lombriz
me disequé a mí mismo
introduje el bisturí
sin temblarme la mano.
Debo pretender que todo ha sido una pesadilla
el resultado del Zoloft
mezclado con el vino.
Me he convertido en minero
excavador en busca de evidencias.
Recolecté las historias que iban llegando de:
Isla de Pinos
Shenandoah
Pinar del Río
devoradas por el comején de una isla.

El altar ha colapsado.
Su grandeza ante mis ojos.

Lo peor de ver a un hombre sin máscara

no es su verdad.
La verdad es circunstancial
se manipula
se le puede aplicar una pátina
ese verde gris
de las ánforas griegas
la nostalgia de un objeto hallado a la entrada
del cementerio
o una canción de un trovador oportunista
“huracán no atormentes mi sol/suficientes celajes oscuros
soporta el amor.”
Escuchar planes de guerra
falsedades para reubicarse
puede causarle a uno
mínimo…
un huracán interior.

Ves desfilar los episodios combatientes
desoladoras imágenes recibidas con el cuerpo desnudo
con el fusil erecto
vistiendo cierto antifaz
intentando hacerte sucumbir
ante un nuevo plan despiadado.
Lo peor de ver a un hombre sin máscara
es no poder recuperar ni un solo verso
única posesión suya
de valentía
herramienta efectiva para la seducción.

Vuelve el sablazo de la madrugada

se oye el silbido de un pájaro
que no lo es
más bien un hombre herido
vacunado con lo que ha podido pagar.

Nunca aprendí a silbar.
He cambiado caricias
por paseos
por un ostensorio
que ahora brilla en espera
de ser comprado
por otro falso religioso.
Se confunden mis pesadillas
con la música del drogadicto.
Él busca un respiro
debajo de las escaleras
y yo me mantengo
escondido
detrás de las persianas
espiándolo.

No he superado las madrugadas.
No he logrado tomar café en la mañana
con otro que lo quiera hacer conmigo.
No miro a este hombre repulsivo a los ojos
por temor a parecérmele.

Desprenderse

pisar el abismo.
Sí pisarlo.
Tocar su pared con la yema de los dedos.
Es rocosa
áspera
color berenjena.
Te hacen un recibimiento de alfombra roja
esperan paciente
a la primera arcada.
Han ido aplicándote el veneno
microscópicamente
gotas agridulces
para que no te enteres del plan.
Eres un adicto
y este es tu proceso de desintoxicación.
O lo rebasas
o te quedas en la ceremonia de premios
que han inventado
los de capuchas marrón
los de sonrisas ahuecadas.
Esos que te persiguen
desde la niñez.

Es domingo y uno debe barrer los pisos de madera

lustrarlos
aunque es imposible de borrar la evidencia.
Aquí han vivido asesinos.
Dentro de estas cuatro paredes
salpicadas por la angustia
han masacrado sueños.
Es evidente del derrumbe que ha existido.
Apuntalados han permanecido.
Esta casa es una carnicería de barrio
las moscas se amontonan
sobre los muslos rollizos
sobre los pies deformes
entre las grietas que ha ido creando
la decepción.
(Todos los poemas pertenecen al libro inédito, El abismo en los dedos)

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El gran amor  José Angel Buesa

Un gran amor, un gran amor lejano
es algo así como la enredadera
que no quisiera florecer en vano
y sigue floreciendo aunque no quiera.

Un gran amor se nos acaba un día
y es tristemente igual a un pozo seco,
pues ya no tiene el agua que tenía
pero le queda todavía el eco.

Y, en ese gran amor, aquel que ama
compartirá el destino de la hoguera,
que lo consume todo con su llama
porque no sabe arder de otra manera.

 

UNA CARTA MUY ESPECIAL [Mi poema]
Crescenciano Vásquez Salazar [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Hoy recibí una carta con tus besos,
los pude percibir sin que la abriera,
aquellos que te diera en primavera
ingenuos, espontáneos, de embelesos,
y guardo en mi nevera.

Prometo no la abrí, que estoy seguro
que al lado aparecieran los rencores
los mismos que acompañan los amores
los frutos de inocencia del conjuro
de miedos y temores.

Y así cada equis tiempo cuando quiera
el sobre he de pasarme por mi boca
y lo recordaré. Y es que me evoca
que un día a ti te tuve por bandera
que fuiste la reoca.
©donaciano bueno

El #amor es un #correo que va y viene Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Crescenciano Vásquez Salazar

LIBRO PRIMERO, La llegada

Poema 1

En escombros
quedaron
los bosques,
el ardoso fogaje
de las llamas
se inicio con su llegada,
haciendo perdurar el dolor;
lo reseco se extendió
por los campos,
el verdor desapareció.

Poema 2

El hombre innato
de su territorio
fue expulsado. Esclavizado
con clanes, familias
y afanes. A todos
nos absorbió el universo;
y expuesto su sol ante los otros,
de pronto, sin darnos cuenta!
la noche, se apoderó
de nuestro entorno.

Poema 3

Bienvenida a la muerte
sin ser requerida,
llegó sin aurora,
en forma impuesta
y enmudecida.
Por lo que los vientos exclaman;
hueco es el cantar
en los riachuelos;
roca entre rocas
exclama, que pesar!, y ya no cantan!

Poema 4

En ruina
quedó América,
mestizaje
que enredó la materia,
espantó lo espiritual
sembrando deslealtad
a la herencia;
el nativo perdió su rostro
por normas impuestas.
La muerta creció en África y América.

Poema 5

La hora de amar no llega,
se disipa la herencia,
la presencia del niño sano
que está por venir,
y aspirar a ser feliz;
quiere construir un porvenir
y lloran al saber que no es posible.
Los matorrales pactaron
con la muerte. ¿Hay silencio?
porque lo impuso la represión.

Poema 6

En el silencio sangrante
los cuerpos; de lo indio,
lo negro, mestizos y blancos
con las miradas desolladas
permanecen inmóviles;
hacen satisfacer
la presencia inhumana
en los reinos mundanos
de los hombres “civilizados”
que ante el dolor actuaron con sarcasmo.

Poema 7

Pero el indio no lloró
quedaron los reinos
sin espacios;
en escombros las ciudades,
la conciencia permaneció.
El negro no tranzó;
no se pudo vender la vida,
la esencia innata
de la cultura, porque así
Dios lo determinó.

Poema 8

Negro “salvaje”
sois civilizado,
indio “ignorante”
eres edificante;
ante aquellos
que sacrificaron sus vidas,
minimizaron la existencia
de los hombres que en América
y África vivían tranquilos
antes de 1492, su valor prevaleció.

Poema 12

Por qué lloras,
en vez de cantar?
no lloren, rían!
si en la vida se es feliz.
Acaso sufre el sol porque llueve
en nuestras vidas
se danza, o, bailan los muertos
porque se muere?
Es la situación de Latinoamérica
y que desdichados somos, ya en nada cree!

Poema 15

Por no decir nada, callaré
con el dolor palpitante,
sangrando en los pechos
de niños con hambre,
y de mujeres infecundas: Por ello peliaré.
mas bien…., escombros somos,
no parecemos de carne ni espíritu
porque estamos destruyendo los bosques;
y a nosotros los hombres, se nos ha estructurado…,
y las conciencias quedaron…,hecha escombros.

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Poema de la despedida - José Angel Buesa

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

Comentario En muchas ocasiones el amor hace que tengamos que separarnos de la persona que queremos aunque no lo deseemos. Por la razón y los motivos que sean, aunque amemos a la otra persona, la mejor manera de querer es yéndonos, alejándonos y terminando definitivamente con la relación. Este parece ser el tema fundamental de este poema. Fuente https://www.poemas.de/poema-despedida/

HABLEMOS CON FRANQUEZA [Mi poema]
Álvaro Urtecho [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Hablemos con franqueza. Medias tintas
solo para el amor son sucedáneos,
se suben a la chepa en los amaños
y engañan a los ojos con sus fintas
huyendo la pasión por tristes caños.

Hablemos como Dios nos trajo al mundo
sin trampas ni cartón y sin engaños
que sangre el corazón fuego profundo
mostrando la explosión de un sí rotundo
evitando ponernos malos paños.

Hablemos alto y claro. Sin ambages,
sin guardar un conejo en la chistera,
ni agradarles cambiándonos de trajes,
anegando en idénticos brebajes
ni haciéndoles sufrir por tensa espera.

Si tú al igual que yo vamos deprisa
y no nos detenemos cuando vamos
habremos de acudir juntos a misa
juntando entre los dos nuestra sonrisa
para al fin descubrir si nos amamos.
©donaciano bueno

Hablar como dicen que Dios manda, no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Álvaro Urtecho

LÁZARO

El seco estrépito
de un repentino alzarse de palomas
estremeció mis pasos.

Fue como si algo
se me escapará de la carne,
sorprendida su raíz.

Como si al muerto que guardo
le levantaran la losa y por el mundo
caminara ya sin nada entre las manos.

SABADO A MEDIODIA

Azorado, ceñido el corazón a sus imágenes,
frente al intenso resplandor del sol
que se endurece entre el tejado de zinc
y los cables del alumbrado público,
piensa en la ciudad en que ahora vive
y se sabe, como en todas, extranjero.
piensa en la lentitud del mundo,
y las cosas rotundas que ha visto.
Símbolos, seres, signos. Todo tan real:
el paso de los años, el rito de los hijos
enterrando a sus padres, tántos
cuerpos amados, sus bocas olvidades,
la dulzura del niño perdido, el fragor,
el oscuro designio, la incandescencia
Reclama un horizonte que no lo petrifique,
una patria florida y generosa que dé amor
a sus hijos, un color, un movimiento
para la imaginación.

Cree que hay un lugar
donde él iría, un oculto lugar en un bosque,
Se siente allí, se imagina una senda esencial:
una cierta vereda con muy pocas figuras
en la bruma lechosa, un breve cementerio,
una fronda cercana de ondulados rumores
y ladridos y voces y campanas fluyendo
de otros tiempos como sangre…
Se sabe
tenebroso, es cierto y siente
como le crece por dentro la condena.

Amor eterno

(En memoria de Rocío Dúrcal)

A Carlos Garzón,
amante del cante y del diamante

Álvaro urtecho
La muchacha andaluza, victoriosa
en tantísimas hazañas del canto:
del cante jondo al pasodoble,
de la gutural canción de barrio madrileño
a la balada y al rock.
La muchacha andaluza briosa, gitana,
sensual, entrando a la gran muerte mexicana
del huapango en la Capilla de Guadalupe,
al saludo de su Juan Gabriel, a su falsete,
a sus trajes verdes de velo y lentejuela
que arden hoy, en la urna carnal de su ceniza.

La corona de espinas

Desde que vi, en la primera iglesia
-vecina de la casa en donde cantaron
los gallos de mi nacimiento junto
a la sonrisa inclinada y curiosa
de mi madre-, la faz de Jesucristo,
su corona de espinas, no he dejado
de buscar nunca a ese hombre,
la suma toda del dolor humano,
la suma de lo que no dijeron
ni griegos ni romanos, ni el judío
fariseo envuelto en su traje lujoso
de Pontífice dictaminando la Ley
y la Norma como después en las
capillas augustas del Vaticano.
La suma del dolor, de la pregunta
inquisitiva alzada al cielo desde
el peso del madero sangrante,
oloroso, para mí, a corozo e incienso,
la suma de todo lo que nos atañe
más allá de las eras con sus dioses
circulando y asentándose en altares,
deshaciéndose en oros y monedas.
¿Dónde habitas, Cristo nuestro,
dónde está tu primera y última
pregunta y tu corona umbilical
de espinas? ¿Eres el hombre
que habitamos, el hombre que
asesinan e incineran todos los días?
Inútil es recordar tu sufrimiento
que escribas y escribanos guardan
como una efemérides más en los
calendarios del César y sus sátrapas
de ayer y de ahora. Tú no existes,
Jesús, Nazareno, como algo fuera
de nosotros, como algo impuesto
por los perros guardianes de la
Fe ortodoxa en su euforia triunfante.
Tú estás en nuestras venas, eres
la sangre que alimenta nuestro
anhelo de protesta y rebelión.
Eres el vino que apuramos
y la embriaguez compartida.
Eres, en nuestra tarde que declina,
en nuestra noche poblada de
fantasmas y temores, el hombre
que somos, el rostro que nos
duplica en el espejo, el encarnado
en las vértebras y en los corazones
que resucitarán algún día cuando
sean dados todos los abrazos
y los besos que no pudimos dar.

Tarde

La tarde ronda siempre la infinidad
del día. Un límite de muerte
que nos recuerda el fin de toda cosa,
el color, los colores que se apagan,
los labios abrevando en la marea baja,
el cansancio del párpado y del cuerpo
buscando la sombra de la cueva,
el café con su leche, la poción
silenciosa, el lomo de los libros
intocados esperando la mano
que los abra y descifre.
Yo me envuelvo
en la tarde presintiendo a lo lejos
la miel densa de los hondos panales,
anhelando los besos que se podrían dar
y que nunca se han dado, y contemplando
al mundo que pasa inflamado de máscaras
con su noticia vil que se borra al instante.

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Segundo poema de la espera - José Ángel Buesa

Por un agua de hastío voy moviendo estos remos,
que pasan tanto al irme y tan poco al volver;
pero quizá un día no nos separaremos,
mujer mía y ajena, como el amanecer.

No importa que me quede ni importa que me vaya,
mientras pasan las nubes sin dejar de pasar,
porque tu corazón es igual que una playa,
que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.

Tu amor nunca responde cuando mi amor te nombra;
tu amor, que sin ser mío, tantas veces perdí;
y yo empuño los remos y viajo hacia las sombras,
pues todo se hace sombra si estoy lejos de ti.

Filibustero loco tras el botín de un beso,
viajo por aguas tristes que me entristecen más;
pero tu amor es siempre camino de regreso,
mujer que nunca llegas y que nunca te vas.

Tu amor es un remoto país desconocido,
más allá del mañana, más allá del ayer;
y ya sólo recuerdo las veces que me he ido
recordando las veces que tuve que volver.

Hay virtudes tan tristes, que es mejor ser culpable,
y más si es una culpa de amor amarte así;
pero, si en nuestras vidas hay algo inevitable,
inevitable tú serás para mí.

Ya me duelen las manos de remar en mi hastío;
pero yo sé que un día dejaré de remar,
y he de mirar el mundo como si fuera mío,
y romperé los remos en la orilla del mar...

SOÑANDO UNA VEZ MÁS [Mi poema]
Otoniel Guevara [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Si hoy yo pudiera hacerme otro cerebro,
o si dios al hacer me consultara,
haría al que es actual un buen requiebro
evitando que fuera cual enebro
torcido, y si es posible enderezara.

Gustaría que fuera rellenito,
de rosas su perfume lo adornara.
pintado en su interior y aseadito,
haciendo del amor un requisito
y al desagüe tirar lo que sobrara.

Pondría un envoltorio transparente,
de neón un letrero que avisara
que es preciso al pensar ser consecuente,
ser amable, sincero y ser prudente,
y a palabras insulsas las parara.

Con un lazo al trabajo el fin pondría
tendiéndole a lucir al sol de oriente
esperando que el mundo lo vería.
Ignoran lo feliz que eso me haría:
¡poder todos mirar siempre de frente!.
©donaciano bueno

Y tú, si pudieras cambiarías tu cerebro? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Otoniel Guevara

Nacionalidad

Mi país es el mar
que envenena a sus peces con espuma.

Mi país es el cielo
donde la muerte es gris y acuosa y fría.

Mi país es la tierra
con un bosque de cruz y calavera.

Mi país es montaña
que en lodo y sangre oficia su derrumbe.

Mi país es extraño
pero simple:
Se llama El Salvador y usted dirá.

Los perros

Aquí, en este silencio que no da sosiego a las catedrales,
aún resuenan los relucientes machetes que no soportaron transitar la
amargura.
¿Cuántos de nuestros pastores advirtieron la sombra?
¿Cuántos de nuestros hermanos no adivinaron la luz?
Seguimos a oscuras. Sin luz. Sin sombras.
Dudando de ser humanos, en el mejor de los casos,
cumpliendo con el simple ofertorio de respirar, en el más deplorable.
Siento que los perros sí sospecharon. Que en el fondo de sus ladridos
desataban la horrenda homilía del miedo.
No a la muerte, que es burocracia fugaz,
sino a la caravana de instrumentos, cada cual con su luz,
con su apretada nostalgia,
con su suave e incomprensible vibración.
Los perros sí sabían, por eso ladraron.
Y aquéllos les rebanaron el nervioso cuello, les clausuraron la voz;
y los otros hicieron de metal sus instintos
y olvidaron las lágrimas que en sus ojos animales
ya lamentaban
este tiempo maldito.

Dulce eva

para Raquel Cañas,
a la salud de ningún Adán

El verano teje enredaderas
para atrapar tus caminatas solitarias entre el verde del parque
para llenar de luz tu rostro desvanecido por el llanto

¿Por qué buscás el amor
en los incendios de las grandes ciudades?

Ningún portal reconoce tu nombre
Ningún jardín recuerda tus otoños
Y de silencio están cubiertas las paredes y los boletos para el cine

De nada sirve tu pañoleta verde contra el rojo de los semáforos
De nada el prendedor de tu amante muerto
De nada tu vientre palpitante contra el hollín de los días

¿Es que todavía te atormenta el recuerdo
de tu primera noche fuera del paraíso?

Asunto equino

El chofer del bus
empuja el acelerador y frente a él
se rompen las nubes frescas, blancas y eternas.
Ignora que Pegasso lo conduce más allá del sol,
más allá de la miserable realidad.

Atisba el semáforo en rojo
pero en su imaginación es el ojo de un cíclope
que amenaza a la humanidad con el exterminio.
El, por supuesto, es un heraldo de la redención
montado a lomos de Rocinante.

¿Cómo explicarle al hombre del volante
que su auténtico nombre es Amadís
cuando conduce a su brioso corcel diesel
hacia el castillo
donde espera una doncella su rescate?

Pobre hombre.
Sin Cervantes, sin Leonardo, sin Rachmaninoff.
Cuando por fin yace destripado en cualquier punto de la carretera
ni su viuda, ni sus huérfanos, ni sus amigos y vecinos
concebirán en él al héroe
que no alcanzó a llegar a tiempo
para conquistar el Olimpo aplastar monstruos rescatar a su amada.

Antropología con la corbata rota

Ahora sí que te fuiste
Ahora sí que no estás

La lluvia
que tanto amamos
cuando erizó nuestros cuerpos
que luego sin freno entibiábamos
maceró la tinta de tus cartas
y de mis poemas

Las palabras que nos enlazaron
ya no existen

La noche dejó de ser la pizarra
donde escribir
nuestros sueños irrealizables

Unicamente ha quedado de vos
un sórdido equivalente de tu esqueleto
para que sobre él
reconstruya
tu carne
y mis besos.

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José Angel Buesa

Soñar

Soñar es ver la vida de otro modo,
y es olvidar un poco lo que realmente es,
un sueño es casi nada y más que todo,
más que todo al soñarlo... casi nada después.

-  -  -  -

Por eso yo no sé si mi sueño es sólo un sueño,
yo no sé si algún día lo tocará mi mano
y yo no sé, ni me importa, si es grande o si es pequeño
pero mi sueño es sueño porque lo siento en vano.

AQUEL AMOR IMPÍO [Mi poema]
Serafín Quiteño [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

(octava real)

Hoy he vuelto a la orilla junto al río
donde un día el amor se hizo presente
recordándome aquel invierno frío
con el viento soplando de relente.
Reflejado en el agua aquel estío
me ha mostrado su cara displicente
como niña que a ratos te hace caso
o te arruina y te envía hacia el fracaso.

Y otra vez a ese río me he acercado
esperando curar mi desvarío
y otra y otra a un susurro yo he escuchado:
que ese amor no perdura, que era impío.
Cuando pueda o me amaine el resfriado
volveré a esa ribera con más brío,
aunque el quiste quitarme no pudiera
para ver si hoy por fin ella me oyera.
©donaciano bueno

1er Premio ex aequo del mes de Enero Lances poéticos

MI POETA SUGERIDO:  Serafín Quiteño

Sonetos de la palabra (poeta)

¡Oh, tú!, el abandonado entre puñales,
entre densos fantasmas, en perdidos
mares de sombra, selva de gemidos
y ausentes golondrinas y rosales.

¡Oh, tú!, el ciego, el confiado entre fanales
hoscos de noche y muertos sumergidos…
confiado entre lebreles contenidos
y solo ante los dioses inmortales.

Con todo, sosegado en la agonía,
Fuerte en el llanto, casto en la alegría
Resurrecta de oscuros manantiales.

Ahí un rodar de lágrimas te guía
Y una palabra pura frente al día
Alza sus infantiles catedrales.

Sonetos de la palabra (la palabra que viste) (ii)

La palabra que viste es siempre muda,
La palabra que viste es siempre triste.
No une, no libera, no persiste…
¡La palabra que viste no te ayuda!

Si pretende asistirte, no te asiste.
Si brazo, si defensa, no te escuda.
La palabra que viste es la más ruda
Entre todas las cárceles que viste.

Por ella, —muro, ergástula, cadena—
La isla del corazón es más condena,
Y la noche del hombre más sañuda.

¡Ah! Reposada soledad serena,
dame por fin, a ver, la última pena…
¡Yo quiero la palabra que desnuda!

Sonetos de la palabra (la que no viste) (iii)

He aquí la palabra que no viste
Y que no viste tú, por tan desnuda.
En claro anillo de silencio anuda
Lo que eres hoy y lo que antaño fuiste.

Si necesitas muda, ella te muda
Y de traje de sombra te desviste.
El poco de ángel que en el hombre existe
Es porque ella lo labra y lo desnuda.

Ella abre puertas, ojos, miradores,
Desnuda espacios, larvas, ruiseñores,
¡ninguna vestidura le resiste!

Une, aclara, congrega resplandores
Y por sus puentes de ángeles menores
Al fin, EL HOMBRE PARA EL HOMBRE, existe.

Auto-Retrato

Un soplo…una inquietud…un fiel quebranto…
Un dolor…un fervor…una tristeza…
Una vieja emoción mojada en llanto…
Una alta devoción por la belleza.

El mirar, un si-es no-es irrelevante
y la boca, de lúbricos antojos…
Un poco de Beethoven en la frente,
Un poco de Ben Turpin en los ojos.

Ensueño claro, la piedad, sincera;
la figura de trágicos asombros
– un poco yogui, un poco bandolera –
lleva la faz como una calavera
pávida y espectral sobre los hombros.

Así, en múltiples vinos encontrados
– el pecado, el hombre y el poeta
si Chaplin por los pies invertebrados.
Quijote por el alma tan inquieta.

Como potros retintos
ebrios de la ardentía de la vida
se le huracanan, briosos, los instintos
y se le van piafando en cada herida.

Pero en toda ilusión y en toda pena
canta su corazón – fácil allegro –.
Su alma criolla es un ánfora morena
rebosando un licor de café negro.

Y esta es la vera efigie y sin embargo
bien vale el cuadro el agregarle un poco:
cabello crespo y largo – no muy largo –
la fe infantil, el pensamiento loco,
labios de sonreír blanco y amargo
y los dientes de “jícama” y de coco.

¿El nombre? Una celeste melodía.
¿El apellido? Abrupto como un leño.
Pero él lleva los dos con gallardía.

El uno, porque es plácida ironía.
El otro, porque rima con ensueño.
Y no le importa nada y nada espera
porque le basta y sobra su alegría
donde hasta el mal se toca de armonía
y la última aventura es la primera.
Hugo Lindo (1917-1985)

Él se escuda

Acercaba los ojos a la grieta
para atsibar lo que hay detrás del muro,
y en hálito de miedos, inseguro
soplaba en sus impulsos de profeta.

Afirmaba. Negaba. Jamás inquieta
fue la pregunta en su silencio oscuro:
todas las acechanzas del futuro
eran contradicción para el poeta.

Se agitaban pendones de justicia,
se afirmaba el amor, más no era cierto,
y se hablaba de paz con impudicia.
Sobre la sangre del hermano muerto
Dirán que es evasión; pero él se escuda
en los secretos meandros de la duda.
(San Salvador, agosto de 1984)

No les pidáis virtud

(Religión no es para los vientres vacíos. – Vivekananda)

No coma no pidáis virtud en donde apenas
llegó un reflejo inútil de esperanza,
porque ya la virtud no los alcanza
en la atroz servidumbre de sus penas.
El desaliento cruza por las venas,
el egoism los clavó en su lanza,
y entre el hombre, el pavor y la matanza
creció la lividez de sus gangrenas.
Fuimos nosotros quienes les mataron
la luz, con soplo sin misericordia,
y llenaron sus pechos de ceniza,
quienes los redijeron y humillaron
plantado una tiniebla de discordia
que hoy nos sorprende y nos aterroriza.
(San Salvador, septiembre de 1984)

Los Apegos

Se ha coronado lo que estaba escrito
en la cartografía de las manos
y cada vez se encuentran más cercano
los límites del viaje que transito.

¡Y aún no acaba el penar del apetito
de sensaciones y de apegos vanos
que atan mi realidad, a los profanos
instantes de lo frágil y finito!
¿Cómo romper el hilo traicionero,
el encanto del ojo en el paisaje,
del oído en el trino del jilguero?
¿Cómo olvidar el tacto y su mensaje,
el gusto leve y el olfato artero,
para llegar al fin sin equipaje?
(San Salvador, agosto de 1984)

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José Angel Buesa

Te acordarás

Te acordarás un día de aquel amante extraño
que te beso en la frente para no hacerte daño.

Aquel que iba en la sombra con la mano vacía,
porque te quiso tanto que no te lo decía.

Aquel amante loco que era como un amigo
y que se fue con otra para soñar contigo

Te acordarás un día de aquel extraño amante,
profesor de horas lentas, con alma de estudiante.

Aquel hombre lejano que volvió del olvido
solo para quererte como nadie ha querido.

Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tú lo supieras.

Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente,

Viajero silencioso de las noches de estío
que sembraba en la arena su corazón tardío.

Te acordarás un día de aquel hombre lejano,
del que más te ha querido porque te quiso en vano.

Quizás así de pronto te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.

Tu rosal preferido se secará en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.

El andará en la sombra con su sonrisa triste
y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.

ENREDADOS [Mi poema]
Miguel Espejo [Poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

Enredados de la vida en la maraña
de quien dice ser tu hermano, ser tu amigo,
que proclama va mirándose en tu ombligo
y promete se refleja en tu legaña.

Que te arropa con su abrazo complaciente
y se envuelve amablemente en tus problemas
y se ofrece a resolverte tus dilemas
presumiendo de que siempre él va de frente.

Que se muestra solidario y compungido
y aunque poco habló contigo te conoce,
que es tan listo que lo intuye con un roce
muy letrado. que es muy docto y muy leído.

Ese, amigo, lo que quiere es enredarte
y sacar con disimulo tus entrañas
siempre a base de promesas y calañas
cual vampiros que la sangre han de chuparte.

No te dejes engañar, no seas lelo,
mas aprende a cribar quien te merece
no te avengas y no digas que te escuece,
los santos sólo habitan en el cielo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Miguel Espejo

ESCRITURA

Escribo por hastío
– sobre todo poemas que nunca salen de mi boca –
por desolación y falta de palabras.

El ruiseñor de la vivienda, mi casa, ha quedado sin lengua
desde el día, no lejano por cierto, que lo llamé a mi puerta,
aunque lo extraño era que yo no tenía puerta ni casa
o tal vez sólo una casa cerrada
con una pequeña ventana en lo alto del techo
apuntando al cielo.
Estoy en la tierra.
Quiero estar en la tierra
A cada instante necesito repetírmelo
recordar que no me encuentro flotando
en constelaciones sin nombres, en desiertos gigantes.

Amé con una desesperanza entre mis manos.
Me he separado de la desesperanza total
o quizás me abandonaron
todos los impulsos que he conocido.
Estoy sin instintos
como una vieja comadre
a la que le extirparon la lengua.

Ebrio de contradicciones y de dolor hubiese debido
abandonar la poesía
hablar de metafísica, de crítica literaria y de historia.
Pero la única historia que me interesa descifrar
la he perdido en la tormenta de esta época.
Escribo para aparentar un oficio.
Yo que siempre me he rebelado a tener algún oficio
pienso ahora que lo único que hice fue buscarlo.
Yo que nunca pude salir de mí y que nunca estuve en mí
busqué un refugio en la memoria tergiversada.

He inventado mi historia
porque no pude tenerla.

Mi biografía es mi sombra.
de «Larvario»

¿Dónde estás Padre?

Cierta Noche me encontraba,
Sobra la vida reflexionando,
Y entre más reflexionaba,
Más me iba preocupando.

Hasta que llegué al punto,
De cómo surge la vida,
O que si Dios, es un asunto,
Que de pronto se nos olvida.

Y sin querer, sin pensarlo,
Me pregunté: ¿Quién es Dios?,
¿Dónde tengo que buscarlo?,
Para demostrarle mi Amor.

Y no encontré respuesta,
Porque yo no la sabía,
Así que formulé una encuesta,
Para saber si existía.

Al otro día temprano,
Ingresé en la catedral,
Pero sólo vi humanos,
Que observaban un altar.

Y me llamó la atención,
La Fe de una señora,
Que con mucha devoción,
Prendía una veladora.

Después empecé a observar,
Cuánto lujo en los altares,
¿Y es que a Dios le van a agradar?
Tantas cosas materiales.

Me salí decepcionado,
Porque a Dios no encontré,
Y pensé desesperado,
Encontrarlo, no podré.

Así, que emprendí el camino,
Sin saber por dónde ir,
Dejando solo al destino,
Mi sendero dirigir.

Hasta detenerme en la plaza,
Observando a unos niños,
Que jugaban a la casa,
Con Amor y con cariño.

Tomados de una mano,
Brincaban entusiasmados,
Cuando de pronto un anciano,
Llegó y se sentó a mi lado.

Y volteando la mirada,
Al mismo tiempo los dos,
Él a los niños señalaba,
Diciéndome: ahí está Dios.

Prosiguiendo en seguida,
Ya sin dejar de hablar,
En las cosas de la vida,
Es donde él debe estar.

Pues pongamos por ejemplo,
A Dios y su devoción,
Si él construyera un templo,
Lo haría en tu corazón.

Para poder vivir,
Y también manifestarse,
En tu forma de sentir,
De amar y de expresarte.

Para construir un mundo,
Donde no exista el dinero,
Donde no haya moribundos,
Ni tampoco, limosneros.

Si quieres encontrar a Dios,
Vestido de ser humano,
Ponle el rostro de tu Amor,
De tu enemigo o tú hermano.

O quizás sea una rosa,
Un bebe o un ruiseñor,
Lo que quieras, cualquier cosa,
Porque Dios, Dios es Amor.

Esto fue lo último que dijo,
Pues al voltear la mirada,
Mi mirar se volvió fijo,
Puesto que no encontré nada.

Y fue cuando comprendí,
En mi pensar de mundano,
Que cuando a Dios Conocí,
Le puse el rostro de Anciano.

CORÁN

Nos sentamos a orillas de un río
para ver pasar el cadáver
de nuestro enemigo,
pero, detrás de él
pasa también nuestra vida.

ANGUSTIA

con los brazos en cruz
corriendo
desesperadamente
hacia una página en blanco
para expresar
lo inexpresable.

PETRÓLEO

antes que la tierra caiga
al centro de la nada
lo que reste de nuestros cuerpos
será alimento
de máquinas y de hijos desconocidos.

BUDA

Los cuatro dolores de la vida
son, en realidad, un solo dolor:
la vida.

AUTISMO

En dónde me encontraba yo
no lo supe un solo instante de mi vida.
En el fondo, no sabía qué era yo
qué era dónde.

LA ÚLTIMA ESTACIÓN

Si nos preguntamos para qué
nos detenemos
y dejamos una página en blanco.

A veces sentimos
que toda nuestra vida
es una página en blanco.

REPRODUCCIÓN

atravesamos el tiempo
por inmensos desiertos de carne.

LA ENEIDA

escribir poemas inconclusos
es la tarea de todo poeta
de todo hombre.

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José Angel Buesa

El clavel seco

Como el clavel del patio estaba seco,
yo, entristecido por sus tristes males,
bajé al jardín para cavar un hueco,
en buena sombra entre dos rosales.

Y eran rosales cerca, gajo a gajo
en una cercanía indiferente,
pero al cavar un poco, vi allá abajo
sus raíces trenzadas locamente.

Así, esta tarde, descubrí el secreto
de un cariño verdadero, hondo y discreto,
transplantando un clavel que se secó.

Y, en nuestra indiferente cercanía,
qué loco ensueño se descubriría
si alguien cavara un hueco entre tú y yo.

SOLO UN HOMBRE QUE NO ES POCO [Mi poema]
Christian Peña [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

¡Qué rápido fue! Nació, creció, murió.
Vivió sin conocer por qué vivía
asido a los poemas que escribía
cual ficha que se aferra al dominó
o espíritu penando en sacristía.

Y aunque ruido quiso hacer, olvidarán
a ese tipo el que tanto discutía
a sabiendas que a nadie convencía
siempre ausente y atento a el qué dirán
cuidando a la razón que era su guía.

Nadie debe asombrar que su osadía
no tenga quien la alabe, quien la nombre,
ni encuentre el que a su lar vaya y le nombre
ni siquiera quien fuera, sombra impía,
de quien luchó por ser sólo eso, un hombre.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Christian Peña

COLUMPIO

Para Pablo Molinet

Una cuerda amarrada, bien sujeta
al árbol más cercano de mi infancia.

Hoy he vuelto al vaivén donde pasé las tardes
mientras el viento golpeaba mi risa.

Hoy tomo la cuerda, hago un fuerte nudo
y lo ciño a mi cuello. Pero ya es demasiado tarde.
Ya no logro balancearme. Ya estoy grande para juegos.
Ya mis pies tocan el piso.

JOHNNIE WALKER

A punto de llevarme el vaso a los labios,
recuerdo que la noche antes de su muerte,
mi abuelo, que era escocés,
me enseñó que el secreto consiste
en dejar que los hielos se derritan
unos cinco minutos
antes de dar el primer trago;
“sólo después de ese tiempo
podrás probar un whisky puro”, me dijo.

Al día siguiente lo mató su vecino
clavándole un arnés de carnicero.

MARLBORO

“El cáncer de pulmón es mortal”, dice la cajetilla.
El cáncer vende: mi padre fuma como chimenea.
Lo quiero, pero no quiero ser como mi padre:
tan sedentario y tan feliz.
Y no quiero que mi padre muera.

Mi padre nunca me donará su sangre,
mucho menos,
por mucho amor que haya, un pulmón.

Nuestros pulmones valen igual a nada;
ambos tenemos humo, el suyo es doméstico
como el de una chimenea.

Yo soy una fogata de neumáticos.

Lo quiero, pero no quiero ser como mi padre;
a mí la promesa del cáncer me da paz:
sólo con la garganta hecha trizas
puedo hablar como hombre.

Lo quiero, pero no puedo ser como él.
Él fuma como chimenea, sedentario y feliz;
yo fumo como locomotora.

AUTORRETRATO

No tengo el pudor necesario para guardar silencio.
Mis ojos son verdes como la hierba que crece en las banquetas.
Nací un día de lluvia. Alguna vez un hombre confío en mí y fue en vano.
Casi no abrazo a mi padre, pero la primera vez que hice el amor
llevaba sus zapatos puestos. No sé nadar pero conozco la muerte.
No pude estudiar química. No me enseñaron a trabajar sin quejarme.
Me gusta el ron. Tengo una úlcera del tamaño de mi boca.
He entonado la primavera en la voz de los muertos.
No he visto el atardecer en Punta del Este,
pero me enamoró la luz en los ojos de Gabriela.
Fui un hijo íntimamente deseado aunque mis padres no me planearan.
Adoro el mar y sus olas que me rompen los labios.
En mis sueños tengo siempre una mejor vida. Me dan miedo los pájaros.
Sé leer la hora en los ojos del gato. Puedo llorar por casi todo.
No tengo hijos, pero sé lo que es perder a uno.
Un día, no muy lejano, espero dar un grito que incendie a los hombres
y apague al sol, porque amo desinteresadamente.
Y sobre todo, voy a la poesía como quien va a la iglesia y me inclino
ante estos dolorosos papeles que no atienden plegarias.

EL SÍNDROME DE TOURETTE

El síndrome de Tourette […] se caracteriza por un exceso de energía nerviosa y una gran abundancia y profusión de ideas y movimientos extraños: tics, espasmos, poses peculiares, muecas, ruidos, maldiciones, imitaciones involuntarias y compulsiones de todo género. […] El paciente de síndrome de Tourette constituye (tanto clínica como patológicamente) una especie de “eslabón perdido” entre el cuerpo y la mente.
Oliver Sacks

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
César Vallejo

En el principio fue el verbo
y luego nadie supo qué decir.
O quizá todos dijeron tanto que era imposible entender,
prestar oído a la voz ajena.
Alguien dijo: Mi virtud es errar.
Otro dijo: La coz del caballo me destrozó el pecho y vació mi corazón.
Uno más, envuelto en una fiebre oscura,
hincado ante el retrato de algún santo,
juró que rasgaría el cielo con un aullido
igual o parecido al de un lobo de monte.
Alguien fue cacofónico.
Alguien amenazó de muerte a su esposa.
Alguien lloró.
Yo estuve en el principio, por lo que he escuchado.
Yo dije: Nada es relevante.
Luego me contradije: Todo tiene un valor.
Luego mentí y quise contárselo a los otros.
Luego me arrepentí.
Alguno más dijo tres veces: Lengua, lengua, lengua.
Luego, alguien le dijo que estaba enfermo.
Otro preguntó: ¿Acaso no estamos enfermos todos?
A mí me gusta oler las manos de la gente, a él le gusta comer moscas,
ése prefiere limpiarse las orejas hasta encontrar la sangre;
a ese otro le encantan las puertas giratorias,
aquél no deja de encoger los hombros.
¿Acaso no es eso estar enfermo?

Lengua larga. Lengua, otra lengua.

Por qué todo se repite.
En el principio fue el verbo
y luego nadie supo qué decir.
Por lo que sé, yo estuve en ese principio, pero quizás estuve en otro.
En ese principio alguien dijo: Hay quienes piensan que soy un farsante, que mi enfermedad no existe; que me encuentro cómodo gritando obscenidades a los cuatro vientos. Hay quienes piensan que sólo hablo el lenguaje de cantina y que no es cierto que la coprolalia sea un síntoma del síndrome de Tourette.
Otro dijo: Todos tenemos Tourette.
Vallejo estuvo ahí y dijo: Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.
Vallejo dijo: Golpes como del odio de Dios.
Vallejo dijo: El suicidio monótono de Dios.
Yo lo sé, porque estuve en ese principio.

Lengua, lengua, otra lengua.

Desde hace días tengo ganas de gritarle a alguien: Malnacido.
Un malnacido dijo en ese principio en el que estuve,
y que no recuerdo ya si ocurrió de noche o al amanecer,
que su ingle olía al sudor del mundo;
que su mujer era la mejor amante del mundo;
que su dolor era humano y de este mundo;
que él había creído en el mundo hasta que cayó enfermo.
Otro más dijo: A mí me duele el mundo, pero no me quejo.
Otro lo interrumpió y dijo: Yo nací mal: mi cuerpo se puso en mi contra desde el principio. Dentro de mí hay más de un centro, una cadena de mundos que chocan entre sí. Digo cosas que no pienso. Me muevo sin querer. Nací mal, seguramente un día que Dios estuvo enfermo. Yo fui el dolor de cabeza del mundo, el malestar de Dios. Yo soy el accidente.

Puterías. Muerdealmohadas. Soplanucas.

Alguien dijo ese día:
Qué vergüenza escribir malas palabras en un poema;
y más aún en un poema aislado,
un poema como una isla donde el lector no entiende lo que pasa
y sólo desespera e intenta en vano atravesar el mar.
Muchos le dijeron a ese alguien que estaba equivocado.
Otro le dijo que lo que había dicho era cacofónico, que rimaba.
Tal vez alguno estuvo de acuerdo. Yo no.
Yo estaba ocupado, diciendo: Nada es relevante.
Alguien, uno del que ya hablé,
ese día o noche del principio del que hablo, dijo: Lo que yo tengo fue descrito por Georges Gilles de la Tourette, un neurólogo amigo de Freud. Lo que yo tengo, según Tourette, se caracteriza por tics compulsivos, repetición de las palabras o los actos de los demás (ecolalia y ecopraxia), y por pronunciar de una manera involuntaria o compulsiva maldiciones u obscenidades.

Lengua larga. Lengua, otra lengua.
Tengo un conejo gris que baño en leche.

Por qué todo se repite.
Ese día, o noche, del que aún no puedo contar todo,
yo dije: Todo tiene un valor.
Hubo alguien más que dijo:
Mi mujer tiene las piernas más duras de toda la ciudad;
sus pezones se erizan si acaricio su pelo o si escucha,
de pronto, un silbato en la oscuridad;
sus ojos negros muestran la pasión de un perro atropellado.
Alguien le contestó: Eso que dices me hace ruido: oscuridad y ciudad riman.
Otro dijo: Yo tengo un amigo al que le gusta perseguir ambulancias en su auto.
Hubo otro que escupió su rostro en el espejo.
Otro se mordió la lengua.
Otro gritó el nombre de su esposa.
Otro más, cansado de escuchar a todos, se encogió de hombros.
Vallejo dijo: El traje que vestí mañana no lo ha lavado mi lavandera.

Otra, otra, otra lengua.
¡Cuidado con el perro!

No sé si fue ese día, o noche,
cuando le lancé un guiño a la muerte, y otro, y otro.
Pero la muerte no quiso coquetear conmigo
y le grité hasta que los labios me dolieron y fue en vano.
La muerte sólo vino por los otros, yo conocí a alguno,
que sí murieron y ahora me llevan ventaja.
Uno de ellos, antes de morir, dijo:
La muerte es una señorita de escote pronunciado.
La muerte cobra por hora y no da besos en la boca.
La muerte es blanca; tiene la piel de gallina,
y cuando no está matando a alguien,
se mira en el espejo y se arranca las canas y los pelos de la nariz.
Otro, señalando al cielo, dijo: Al amanecer el sol hará polvo las tumbas.
Otro más, dijo: En una urna de mármol tendrá lugar el desierto de mi piel y huesos.
Vallejo dijo: ¡Hoy he muerto qué poco en esta tarde!
Vallejo dijo: No temamos. La muerte es así.
Yo escuché lo que dijeron, aunque estaba ocupado diciendo:
Sé de memoria la fecha de mi muerte. Nada es relevante.
Alguien más, inmerso en su discurso, dijo: Hay quienes piensan que hay algo primitivo en mí, que el síndrome de Tourette libera lo que habita en lo más hondo de mi inconsciente. Pero lo que yo tengo es un trastorno neurobiológico de tipo hiperfisiológico; una excitación subcortical y un estímulo espontáneo de muchos centros filogenéticamente primitivos del cerebro.

Ramera, golfa, zorra, perra, puta.
Quiero tomar agua de alfalfa a medianoche.

Por qué en el principio fue el verbo,
por qué si nadie sabía qué decir.
Por qué nada es relevante.
Por qué alguien dijo que estaba a punto de rendirse.
Por qué otro aulló.
Por qué otro apuntó con un arma a su esposa.
Por qué otro encogió sus hombros.
Por qué otro insistió y dijo: Mi virtud es errar.
Por qué Vallejo dijo: Tengo fe en ser fuerte.
Por qué alguien más repitió: Todos tenemos Tourette.
Por qué alguien dijo: A veces lanzo cosas que terminan por romperse en la pared; otras, relaciono extrañamente a un perro con mi madre. Mi atención y mi oído son llamados por lo raro, lo inusual. Hay momentos en que comienzo a escribir obsesivamente, ¿por qué?, ¿acaso escribir es sólo un padecimiento?, ¿la escritura es una consecuencia de la enfermedad? No lo sé. La enfermedad podría ser, en todo caso, un síntoma de la escritura. ¿Escribir es un acto involuntario, un reflejo crónico? Lo ignoro.
Por qué alguien comenzó a aullar después de lo que se dijo.
Por qué todos nos creímos enfermos en ese momento,
en ese principio del que hablo.

Quiero comprar una dentadura postiza.
Quiero otra lengua, una larga.

Por qué el principio fue contradicción.
En ese principio era de día
porque los árboles tendían sus sombras al descanso,
las aves recogían migajas de la mano abierta de las banquetas
y una anciana llevaba lentes de sol.
Era noche, quiero decir, por qué todo es contradictorio.
Era de noche en ese principio porque mi corazón estaba oscuro
y los ciegos atenuaban su tiniebla,
pasaban desapercibidos entre la oscuridad de los otros,
y alguien quiso encender la luz, prender una vela,
y todos corrimos confundidos y alertas
y nadie supo qué hacer ni qué decir.
Por qué todo inicia con el caos.
Por qué la luz necesita la sombra.
Por qué no logro recordar si ese día era noche.
Por qué alguien preguntó si escribir es un acto involuntario.
Por qué dije: Escribir no es relevante, nada es relevante.
Por qué otro dijo: Lo que yo escriba quedará impreso en la noche
como una prueba de que siempre estuve solo.
Mi amor renacerá en cada palabra,
alguien escuchará ese canto afilado a la luz de una lámpara;
alguien dirá que era hermoso como el nacimiento de un leopardo;
otros dirán que era en verdad horrible
como una mujer amarilla de hepatitis;
otros dirán que nunca lo escucharon;
y alguien más, alguno, acaso, dará la vida por él.
Por qué los aullidos de alguien rasgaron el cielo
e interrumpieron intempestivamente lo que se decía.
Por qué Vallejo dijo: ¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!,
por qué dijo: Esperaos. Ya os voy a narrar todo,
por qué dijo: ¡hay ganas de quedarse plantado en este verso!
Por qué quiero otra lengua.
Por qué el mismo del que hablé hace un momento, dijo: Lo que yo tengo puede ser utilizado creativamente. Cuando los tourétticos nos exponemos a la música o a una actividad rítmica, puede producirse una transición instantánea de los tics descoordinados y convulsos a la capacidad de moverse de manera perfectamente orquestada. Lo que yo tengo puede darme paz a ratos. Lo que yo tengo puede olvidarse, pero no sanar.

Quiero otra lengua.
Quiero correr hasta borrar mi sombra.

En ese principio en que fue el verbo, alguien dijo: A veces, me imaginoencerrado en un cuarto, con otros como yo: somos un griterío de personas a un mismo tiempo; una persona que lanza diferentes gritos. Comenzamos a hablar sin ningún orden, a emitir sonidos extraños, a articular una lengua ininteligible, a tratar de decir lo que no puede decirse; a repetirnos, una y otra vez lo que no puede decirse; a atropellar lo que no alcanza a decirse; a dar la vida por oír lo que no puede decirse.
Por qué alguien le gritó a ese hombre: Malnacido.
Por qué alguien insistía en matar a su esposa.
Por qué alguien encogió sus hombros.
Por qué Vallejo dijo: ¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!
Por qué otro dijo: Se trataba de reunirlo todo en una sola voz,
de conjugar un verbo en un tiempo estático;
de hablar otra lengua, una larga, una estática;
de formular entre el ruido una voz para todos.
Se trataba de tejer una red de lenguaje,
una red donde la palabra estuviera al alcance de la sed de todos,
de tener por siempre un verbo en la punta de la lengua.
Se trataba de tener qué decir,
de tener qué contar en el filo de un grito,
se trataba de un enjambre de gritos, de gritar al unísono.
Se trataba, más que de una cascada, de un despeñadero de sonidos.
Y luego ese alguien se detuvo.
Por qué, por qué demonios se calló.
Por qué demonios el aullido de alguien interrumpió lo que decía.
Y yo por qué demonios dije: Nada es relevante. Sé de memoria la fecha de mi muerte.
Por qué empecé diciendo: En el principio.
Si no sé en qué principio era, ni de qué hablaba.

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José Angel Buesa

Hombre

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!