A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

JORGE LUIS BORGES

JORGE LUIS BORGES

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MI DIOS, MI TABLA DE SALVACIÓN [Mi poema]
Julieta Valero [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

A ti, Dios, que tantas veces te he buscado,
y en lograrlo siempre he puesto un arduo empeño,
al que tanto en mis penurias he implorado
y he acercado mis pupilas muy risueño.

A ti, Dios, con el que poco he tropezado
y he buscado entre la niebla con ahínco
y en sus muros, sin lograrlo, me he topado
y perdido en ese enorme laberinto.

Al ti, el único, el mas grande al que yo he osado
suplicar por que vinieras en mi ayuda
cuando sólo y desvalido me he encontrado.

Que hoy quisiera que acudieras a mi lado,
¡oh, lector! y me sacaras de esta duda
aun fingiendo estar del verso enamorado.
©donaciano bueno

La #vida se nos pasa #buscándole...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Julieta Valero

Dónde puede ser visto.
Qué lugares frecuenta

Transcurres en todo lo que queda innombrado.
Sucedes en la arena que a la mano del tiempo se escapa.

Ocurre tu sexo mientras nadie lo mira,
florece y se licencia
en un triste salón
y nadie va a verle.

Tienes lugar en los ojos de tu madre,
en la boca de amigos, sastres y tenderos,
en el silencio de los contables,
en todas las palabras, comidas y siniestros
a los que renunció tu memoria.

Pero aconteces como nunca en las aceras
cuando libre de vigilias irrumpe
tu sola forma oceánica.

Tu sola forma oceánica,
los modos del mercurio.

Eres un exilio, un empeño en mil direcciones,
la fuerza del viento y su mal maridaje.
Parece que tus ramas brotaran alianzas,
que todo fueran signos de un íntimo
alzamiento. Y caen
las hojas, y no hay estruendo,
sinfonía ni conclusión.

Aunque exactamente hermoso, un instante.

Nunca sabrás el rostro que llevas cuando nadie te mira.
Es un pez del abismo, es un cuento hecho carne,
lo que dicen los dioses cuando está amaneciendo,
lo que piensa un atlante cuando ve que le acechan.
Don del errante, gran dignidad y un lecho para la dulzura.

Pero tú nunca sabrás de ti en tesoro.

Los días cabalgan en los días,
porta un recuerdo de sí todo lo que se rompe,
la ciencia del collar rige a los mortales.

Pero tú nunca, unánime nunca, nunca cielo de ti.

Es nocivo el deseo; vive en la anterioridad
y su experiencia es cesar. Es confusión de la memoria.
Antonio Gamoneda

Barcelona

Barcelona está bien en los cielos.
Allá arriba duerme lo negado,
lo que el reo de tus ojos
ya se encarga de desear.
Y parten sus aves en busca de ventura.
Sí. Barcelona y el mar deben seguir
percheando tu deseo.

Deja a Barcelona al noreste de la ansiedad.

Conocerla sería apagar sus incendios,
sufragar su miseria, violarte el espejismo;
un rumor de mercado enhebrando tus plumas.
Conocerla sería conocerla
para luego entender que la has perdido,
y que ya no sabrías perderte en su olor imaginario.

Barcelona triunfa colgada de tu afán.

Porque triunfa en los techos y no existe,
no deben caer las torres sagradas,
no debe ensuciarse el azar de su lodo,
que no pierdan esos labios sus mestizas vocales,
su besable extranjería.
Porque son como caderas, no se tocan.

Pues no tienes dios y del arte vas dudando,
protege la fe en las postales de tu frente.

Barcelona ignota. Barcelona a salvo.
Barcelona al noreste del deseo.

El dolor, ejercicio de cálculo

El principio de los tiempos, ahora
mismo, todos los seres

-millones de auroras
de caminos, de germinaciones, interminable
ristra de ojos, haz que no cesa-
que han pasado por el mundo
-augurios, coronas, el semen, palabras suspensas, lo perecedero-
todos aquellos que ruedan
-piel que no olvida ningún tono, lenguas inauditas,
conjuntos que el sol deshizo-
en este instante por el mundo
-el frío, el hambre, la pena, la perversión del hombre, poema infinito-
¿cuál, de entre ellos?
-ahogados, quemados, la tortura,
el abandono, ¿resuena en un tórax, la cuerda del dolor
lo mismo en Chicago que en Sodoma?
Campamentos, nieve, tiempos remotos o la próxima esquina
leyes y materia para un día
de imposible reconstrucción-
¡cuál, de entre todos ellos!
-y la insistencia, aquello que se encarniza o
simplemente se enamora, el dolor
tomando un cuerpo por posada-
fue y no lo supo, el perfume del Caos
-inquisidores, césares, soldados convencidos,
apóstoles, un sencillo homicida,
un cocinero de pavor y epifanía en sangre-
la moza abierta para el Caos
-un niño, luego un hombre, luego un niño,
el dolor no precisa anchas camas-
la cruz del Caos fue, o el foro del espanto
-en Persia, en Tebas, Bombay o Girona
sobre dos piernas y en torno a un vientre
ambicioso de pan y regalos blanquecinos-
el Elegido de Dios
-al alba, junto a un mar; noche-noche o luz absoluta-
de un Dios entonces más pequeño que un discurso
-hay tantos credos como vidas guarda una ola-
más concreto y deficiente que cualquiera de los Hombres.

No hay ley, máquina o cejas que dibujen el rostro
del que más ha sufrido, pero ha estado aquí
y todos los Hombres le tienen por rival,
y todos los Hombres soportan su rostro, un rato.

Galicia-agosto-otra mujer:

En estos días de verano
una mujer discontinua, pariente de olas y sórdidos menajes.
En este verano plagado de días para los que no tengo alimento
una mujer arrasada y sinembargo.

Y me mira, me mira enseñando el sistema nervioso,
a mí, sólo a mí, que me pongo hermosa de privilegio;
se abre la camisa y tiene dos llagas para mí,
que me revelo deseable como un desarraigo
e ingreso en la vida azarosa de los espías.

Una mujer arrasada y aún es tiempo.
Y en mí conoce al fin puente y calidez.

«Trabaja con las manos» -alguien dice-.
«Se le cayó el alma en un descuido y
la saca los domingos de paseo»
-susurran sus órganos, todos con fiebre-.
Y yo sé más de lo que debiera
escuchando su cuerpo de último esfuerzo por todo;
su cuerpo brotado a destiempo en un bosque
de árboles esbeltos como niñas
(«todas eran más guapas» -admitía su madre-).

Hoy son muchos los hombres y mujeres que corren a escuchar
lo que canta su desnudo.

¡Oh tierra que pace once meses bajo el agua!
¡Oh cuerpo hermano al borde del abismo!
Dadme plaza en este mes que a todos los ojos convoca.

La casa que habitamos apenas ha notado un susurro.
Los árboles de ahí fuera nos distan con jurásica piedad.

Se irán las diminutas clavículas de mi perro, que sostienen su tanto,
te llorarán los pechos con pena cada día más blanda.
Y me muero, me estoy muriendo en el sol,
me estoy muriendo de una pequeña dimensión
porque toco la vida y es tan frágil que me enferma.
Me muero de pena por todo lo innombrado
esa mujer y su puente hacia mi rostro.

Una fina corriente arrastra pronto el luto.
Soy desleal tal cual tomo aliento.

Viene mi amante, entran los días; yo diré si me tocan.
Bajo al comedor y ya te estás diluyendo, no nos hemos sucedido.
Silencio. Nuevos visitantes.

Paisaje sin células

Este hombre admirable se recuerda a sí mismo, muchacho,
arrojando piedras en un estanque. En un estanque.

El otro hacía memoria y regresar era un huerto,
patio, higuera, una hacienda almenada de faldones
(las mujeres irradiaban la excelencia de las viejas estatuas).

Cuando aún quedaban cosas remotas este joven desdichado
partía el muelle con desgarro trasatlántico. Al fin halló la calma
hilvanando su angustia con los sabios lagartos de ciudades verticales.
Lo hizo dejando una mano en el pozo de la infancia.
Ayudaron las claves de las fuentes que un amigo le prestara.

Ella busca cada tarde la forma. En sudar se contenta.
Ella busca en los venerables la forma de entrar por el crepúsculo
a la mañana. Son los eléctricos avisos nunca iguales.
Y por eso cruza la calle de espaldas; y escucha. Espera.

Dicen: jilguero. No puede ver nada.
Se oye: olivo, trasmina, la rosa es más rosa
de puro y puro dorada. Y del olivo, el aceite,
de la rosa, insólita fragancia,
hasta el almendro es un esfuerzo que precisa
nutritivas franquezas blancas.

No nos extrañemos. Antes de ver su primera gallina
ella cifraba la existencia en veintiocho deidades.

Sí, su niñez ya fábula de calles. Fábula.

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Lectores (Jorge Luis Borges)

De aquel hidalgo de cetrina y seca
tez y de heroico afán se conjetura
que, en víspera perpetua de aventura,
no salió nunca de su biblioteca.

La crónica puntual que sus empeños
narra y sus tragicómicos desplantes
fue soñada por él, no por Cervantes,
y no es más que una crónica de sueños.

Tal es también mi suerte. Sé que hay algo
inmortal y esencial que he sepultado
en esa biblioteca del pasado

en que leí la historia del hidalgo.
Las lentas hojas vuelve un niño y grave
sueña con vagas cosas que no sabe.

CON MI SUEÑO EN LA MOCHILA [Mi poema]
Mario Islasáinz [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Iba yo con mi sueño en la mochila
rampando por la vida tan campante,
cual avanza el ingenuo que espabila
o el amor se encandila hacia el amante,

la luna que al paisaje le vigila,
la sombra en movimiento atrás y alante,
el agua que rebasa de una pila,
orgullo que se muestra petulante.

Iba yo dando saltos en la acera
de un jardín donde el aire era belleza,
las risas se apostaban a mi vera,
los pájaros besaban mi cabeza,

muchachas me sacaban los colores,
las flores con su olor me perfumaban,
de frutas degustando sus sabores,
violines que en el cielo se asomaban.

Iba yo sin saber por donde iba
tal fue así que a un gran pozo me caí,
pasa eso cuando vas a la deriva
y no hay nadie que sacar pueda de ahí.
©donaciano bueno

Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
(Jorge Luis Borges)

MI POETA SUGERIDO:  Mario Islasáinz

Inocente

Recojo el miedo de la noche
sólo para unirme a tus recuerdos
y llenarme de ambos.
El sereno recorre las horas
erizándome los sentidos;
te temo exactamente igual.
Estoy aquí,
extrañando amanecer en silencio,
porque las palabras
eran funciones olvidadas,
respiros nocturnales en el pasillo
por donde debía marchar
a las asquerosas calles
rebotando a solas por las aceras
como vil vaso desechable.
Por eso espero a que amanezca,
a que la aurora penetre en ti
y en mis temores;
aceptando ésta noche
ser un día y número más
de lo que va de vida.
Salgo entonces,
recogiendo el miedo
que padezco por las aceras
y me declaro inocente
por seguir amando la libertad.

¿Por qué el silencio niña?,

es tarde y los motores de los autos
estremecen el asfaltado corazón de las calles.
El silencio es un animal que daña, extraña,
y no se cómo armar al decantado cielo
que se oculta tras la lluvia atípica
se va metiendo indolente en las entrañas.
Tampoco sé colgar en las estrellas la desnudez
de todos los segundos que transitan por cada
sílaba de la palabra olvido.
Paseo la memoria que se extiende a cada paso
en el murmullo que despierta la noche
cuando tu sombra degüella la silueta
de los pájaros.
Y cuando se quiere eliminar, como a ti, se extraña,
la ciudad se agranda
y se nutren las nubes en el espejo
de charcas astilladas por las ruedas
de los autos – caleidoscopio perdido en una rosa-,
por ello tenlo contigo huraña,
o es acaso una artimaña.
Las huellas de mis ansias deambulan
sin prisa entre la pátina del jueves,
entre los tambos de basura,
entre las sombras que se visten
con los aretes de jueves que luce la semana.
No importa niña,
sigue dándomelo cada mañana,
busco en tus senos el jueves nuestro
-de cada día-
y en la ternura del canto las lágrimas
de lluvia atípica,
que yo en la necedad de ti, niña,
no dejo de florecer sorteando mañas.
Es tarde y los motores de los autos
no cesarán de estremecer las calles
que amenazan con exterminar
con este día.

AY DE MÍ

Sentado,
repto por entre la náusea de pasillos
que significan la vida,
rapto momentos de ayer
para entretenerlos hoy
ante la ruptura de lo irreal.

Fin del principio
en esta angustiante etapa,
atraviesas hasta el centro
de las vivencias y revives
intentando redimir lo sucedido.

Las garzas que han volado
por encima de las alfombras verdes,
nada tienen que ver
respecto a las gaviotas de arena dorada
y mar azul:
adorada imagen que se regodea
de ser la única interna
en este espacio.

Luz de sol,
soledad de estar solo
en el sólido paraje que se
enfrenta:
soledumbre.

No me levanto,
y asido, menos,
no podría hacerlo
en el país que padezco
sin quererlo.

Ay de mí,
un ilusorio corredor me aguarda,
mientras, iluso ignoro
por qué deseo ilusionado
continuar aquí,
sumido en esta desazón
que lastima.

Cuando llegué y te vi ahí

lo supe
jamás volverá a ser lo mismo
qué difícil
y es que estabas tan bella
tan distinta
tan tú sin serlo ahora
pero eras
bastó mirarte a los ojos que resaltaban
azules
inmensos océanos inquietos
verdaderos
vertederos en donde me arrojé
mil veces
luego de convertirte en mujer
ahora
sé que fuiste de otros y muchos
asesinos
certero hachazo a la inocencia
indecente
matar para ponerte gruesas joyas
doradas
que te adornan todo el cuerpo
maduro
investida en ropas que desconozco
pobreza
de la que huiste ambiciosa
la tierra
es para los jodidos como yo dijiste
cobardes
que vivimos del sudor de nuestras frentes
me voy
mis aterradas manos no sirven para zafarte el cuello
no saben
cuelgas de un puente peatonal muy pelón
y sola
que el recuerdo y un dios de haberlo
te salven.

He de decirte que me expongo.

que alzo la voz desde el silencio trasero
para que la vida no pase sin mí
la próxima estación.
Que la locura me pide por las noches
hacer una verso verde
que brille sobre tu almohada
como sobre la cordura
duerme el arrepentimiento.
Se me ha ido olvidando llover,
tus gotas desesperadas
mojan las escaleras de mi garganta.
Me crecen gritos,
pero mi boca no los deja salir,
desayuno rutinas
y me invento ilusiones de arena
con las que descalzo
colecciono espejos quebrados
en donde verme roto,
he de decirte que a veces,
me voy poniendo triste
para poderme doler.

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NAYA [Mi poema]
Roberto Arizmendi [Poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

-Naya...
Es ese nombre que rezuma poesía,
dos sílabas llenas de afecto, dulzura, simpatía,
¿tendrá algo que ver con ese ancestral embrujo de algún maya
o quizás con algún conjuro maragato?
Simple, Naya es el nombre de mi gato.

Más que gato, es gata o, si prefieren, mi gatita,
pues es tan mimosa y chiquitita,
tierna, suave y gentil donde las haya
que si por no molestar fuera, ella no grita
ni siquiera cuando maya.

Naya, dócil, se acurruca en mi regazo
cuando con su lindo maullido me reclama.
Naya da un simple salto y trepa hasta mi cama
esperando de mi que yo le de un abrazo,
mientras dulcemente acaricia mi pijama.

-Aquellos gatos...
Micho, michino, micifuz, morrongo, morroño,
-otrora gato furtivo, ahora gazmoño-
desorientado ya no encuentras tu camino
¡hermoso gato felino! ¡ay quién fuera el adivino
para adentrarse en los misterios de tu mente!
Tú, que antaño asustabas a la gente
y que a los supersticiosos provocaba mala suerte
con tus penetrantes ojos de azabache,
¡gato extraño!
de cuerpo eléctrico, huraño
-gato negro de Larache-.

¿Dónde queda aquella gata callejera
que sigilosamente ágil trepaba a los tejados
de hojalata, buscando a sus amados?
¡gata lasciva!
que por la gatera salía y volvía a su tronera
a eso de la media noche, ¡siempre altiva!
¡esa fiera aventurera, sigilosa, pendenciera!
mininos aquellos de instintos predadores
ansiosos por perseguir a las ratas y ratones.

-Sucedáneos...
-Gatos de pitiminí,
yo aquellos felinos nunca más he visto aquí,
ahora, los nuevos señoritos de ciudad,
celosos ellos de tu castidad
te secuestran en recintos diminutos,
han trocado tu perfil en su mascota
de uñas afiladas rotas
para no herir la madera
¡te han privado de atributos!
Ahora a los gatos los pintan
con ropitas de colores
para recrear la vista
de amistades, de señoras y señores.

Ya no sois ni recelosos,
ni tampoco callejeros,
ni tan siquiera tramposos,
sin comportamientos fieros,
sólo sois gatos de angora
os han transformado ahora,
de peluche, en ositos amorosos.

Gatos, gatos maragatos,
dónde están aquellos gatos
que pintaron los pintores,
que cantaron los cantores,
que rimaron los poetas
-Neruda, Borges, Gerardo Diego, Bodelaire-
a gentes de mente inquieta
hoy dibujo este retrato
por si hubiera un despistado que lo quisiera leer.
©donaciano bueno

Los gatos han sido a través de la historia motivos de inspiración de los mejores poetas.

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
(Jorge Luis Borges)

MI POETA SUGERIDO:  Roberto Arizmendi

Llueve

La ausencia es vacío,
no hay duda.

De repente
ya no recorre la casa tu sonrisa
en la mesa hay un lugar vacío
y tus ojos no ven más
los cuadros colocados en las paredes
o la lluvia al infinito,
no miran a mis ojos
ni alcanzan a ver las palabras que te digo.

Tu copa se ha quedado vacía,
la cuchara y el trinche y el cuchillo,
como todo,
están ayunos de tu tacto.

Como si fuera un equipo de sonido
enciendo la memoria
y le subo el volumen
para delinear tu perfil y no olvidarlo.

La gaviota, plácida, aletea
al compás del viento leve.
Afuera llueve,
también adentro.

La vida es historia

La vida es romper el cerco que limita
descubrir la luz natural en medio de la noche
izar banderas siempre a tiempo
hasta lograr la plenitud sin cortapisas.

Sólo el correr del viento y el tiempo
sólo la luz equinoccial que nos impulsa
mientras una voz se torna caricia en la piel
y una sonrisa nos marca el derrotero.

La vida es también el recuerdo
la saudade que humedece los espacios
la presencia indecible o el sueño ilimitado
para reconstruir intermitente la historia, cada día.

Las puertas

La vida es un camino infinito
de puertas sin retorno.

En cada transponer existe un gozo
que no se puede disfrutar si no se toca.

El reto de la vida es acceder
con toda plenitud a todos los espacios.

Cada puerta espera ansiosamente ser abierta
pero es indispensable llegar hasta su lado
y empujar para que se abra.

La vida es amor, al fin y al cabo.
Para vivir el amor
hay que tocar todas las puertas.

Para quien ama,
su vida es el andar por todos los caminos
siempre en búsqueda,
para descubrir y tocar en toda puerta que se encuentre.

Cuando se ama
se debe aprender a tocar
en todas las puertas del otro
para ser;
el otro espera el llamado
para dar,
y mientras toca, es,
permitiendo que el otro, sea
y al abrir, es,
para que sean.

Una historia de amor

Mi madre amó a dos hombres.
Yo sólo vi
su llanto
y cómo la vida se convertía en promesa;
cómo el arco iris iba tomando sus tonos y su trazo
cada día.

Uno la preñó de siete,
nacieron sólo cuatro:
tres hombres y una mujer,
hicieron de su vida un papalote
que vuela por los aires buscándole tonos y color al horizonte.
Los otros tres no pudieron apreciar el aire de los días
porque su viento se acurrucó desde el amanecer
y no hubo manera de que apreciaran
el sol de nuestro tiempo.

El otro,
el otro de veras la amó
pero ella no quiso saber más de ese cariño.
El mundo de prejuicios destruyó los rayos de luz
sin dejar que arribara el nuevo día.
Antes de que nacieran flores de la primavera;
hizo pedazos su amor como confeti de papel
y lo dejó sin aliento en retruécanos de insomnio.

Todas las tardes
giraba en el ambiente
el aire de nostalgia
y el llanto hacía su arribo
a escondidas.

Yo la vi llorar
y su llanto era un grito de esperanza.
Pero nada pudo deshacer hechizos
para no lastimar la moral
de la ciudad adormecida
hasta que convirtió sus sueños
en llanto silencioso.

Tuvo que aprender a caminar
con su dolor a cuestas
cada tarde…

En presente y porvenir, tu nombre

Para tu asombro, el tiempo; para tu voz mi tacto.
Que no nos deje la historia sueños truncos
y que la circunstancia no altere los presagios
para construir con precisión los signos de tu nombre.

Nadie podrá negarme, ni negarte
el vendaval de sombras que nos marcan.
Tu palabra es mi voz de viento eterno
y la historia se escribe con tu nombre.

El insondable océano de discordias
deja huella imborrable en el espacio,
y es signo de aliento al porvenir
la sola mención exacta de tu nombre.

Impreciso en el camino, recorro este tiempo de zozobras.
Hay quien se asume redentor del mundo y lo desangra
y no atino cómo construir con precisión un mundo nuevo
porque me falta a veces, el impulso decidido de tu nombre.

Tejeremos redes de viento para inundar el mundo
con el sonido preciso del pasado lacerante.
Que despierte la gente de su letargo inútil a entretejer el porvenir,
a la sombra del aliento de tu nombre.

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¿DÓNDE ESTÁ EL PARAÍSO? [Mi poema]
Aitor Francos [Poeta sugerido]

MI POEMA… de medio pelo

 

Dicen que el paraíso está allí arriba en lo más alto,
donde plácidamente se encuentra el dios bendito,
que para subir no es suficiente dar un salto
y para que te oiga no precisas dar un grito.

Yo nunca un grito dí ni siquiera un sobresalto,
ni me atreví al cielo ir y ponerle una escalera,
ni el tiempo que me espera tomarlo por asalto,
aunque, insana curiosidad, allí aupar quisiera.

Mas si por ventura lo que dicen fuera cierto,
y no hay razón por la que dudar de quien lo dice,
subir quisiera antes para preparar mi huerto.

Por si cuando tuviera ya que ir yo hubiera muerto,
prefiero desbrozarle antes las gramas y raíces
o, por no prevenir, encontrármelo desierto.
©donaciano bueno

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Paraíso original hace referencia a un jardín extenso y bien arreglado, que se presenta como un lugar bello y agradable, donde además de árboles y flores se ven animales enjaulados o en libertad.

El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados.
Los actos de los hombres no merecen tanto
Jorge Luis Borges

MI POETA SUGERIDO: Aitor Francos

VUDÚ

Como un espejo encendido por los peces,
el correr de las brumas
donde se es extranjero.

La piedra también fluye
cansada de pesar
en el idioma de la juventud.

Como en algunas manos ?que arrasa un viento sin maleza,

deviene en la profundidad el rito.

EN EL CONFESIONARIO

No saludar me hace sentir que falto.

Suturo este instante y el horizonte se exilia
cruzando el paraíso
con manchas de lejía.

Vuelven de florecer
los mapas y los hilos del desorden.

Si pulso el botón de un tarro de tinta
le doy a cada tema
un dedo que señala.

La identidad me para en un semáforo,
busca su madriguera
de sarampión,
cambia de agua al silencio.
Desata los cordones
al idioma de sueños.

Esa imprecisión del lenguaje arrima
su cepo de cuchillo,
un dejar las llaves sobre la mesa,
la transparencia de lo que perdemos
envuelto en papel de aluminio.

Aunque habite palabras
de manos pegajosas
y mire mucho al suelo,

no conozco otra forma de ser alto.

Se comprende que el sol
tenga tanto afán de notoriedad.

Pregunto a la sangre seca,
con corazón de vidrio,
qué libro habrá olvidado hoy la nieve.
Doblo los bordes y sello la huida.
Lo que falta nos da seguridad.

Escribo de maletas por llenarse.

LA ESPERA

El cuarto permite sólo unos pasos
que repito en una dirección y en otra, como
quien busca confirmar
el tamaño de un cuerpo.
En un espacio no mayor que éste
quiere la escritura tener la medida
exacta de la verdad.
No hay más que un poco de madera: mesa,
libros, suelo y lápices.
Y un hombre solitario que a veces cruza
una calle en la memoria.

FUERA DE AQUÍ

Mi casa
es una pequeña enfermedad hecha
de lo que falta.
Otro hueco. Otro cuarto.
Y de nuevo, otra muerte.

Dije adiós a la posibilidad de ampliarla.
Algo falta: más huecos.
La casa envuelve
la realidad con mis carencias, yo
la provoco íntimamente:
quiero mi sitio. Seré agradecido
si me da un cuerpo.
Si no me abandona dentro.

. Y pregunto:
¿qué hacían estas manos
antes de desmontarla?

Todo debe permanecer así:
en piezas sueltas.
La casa de mis padres.
La casa de mis hijos.
Nunca la mía. Esa la dejaré

marchar. Yo ya estoy fuera.

METAMORFOSIS EN LA NOCHE

Esta humedad sí que la comprendo
habiendo un cuerpo.
Son pocos los que se agrietan
al decir adiós.
Doblar un papel,
madera y vidas que crujen,
en un mismo altar.
Las ramas que no saben el camino
a la palabra
quisieran recibirme
con la quietud del viento
dentro de casa. Dudar de mis manos,
si no reparan sombras.

EL FRACASO

Para escribir un poema
es necesaria una pausa de días, espacio
infinito en la imaginación, y cierto grado
de tedio y abandono.
Tener algo que amar, aunque sólo sean sombras
enganchadas a cualquier rama.
Las flores que alguien vendió para sobrevivir
o para comprar un libro de Natsume Soseki.
Esperar con fe a que un hombre
(el hombre es lo que importa en el poema)
vagabundee sin destino
y a que una moneda huérfana,
en un bolsillo, le dé un poco de luz de luna.
Algunos sueños, y calles suficientes como
para andar una vida entera.
Que la tristeza sea indefinible y arrastre
como un regusto a cena inacabada.
Que nos protejan con sus nombres
los árboles amados:
acacias y cipreses, limoneros y tilos.

NO HABITAR

El cuarto está vacío, aun para
quien lo habita no siendo más que un hombre.
No recibe otra luz que la pobreza,
y ninguna blancura en los papeles.

Mediante la plegaria y el estudio
me desvela la sombra de la cama.

Desentierro palabras
y doy un orden nuevo a la conciencia.
Que se noten las costuras
del monstruo. Que se aparten los poemas,
ese apéndice extraño de mi cuerpo.

Todo el pensamiento cuelga de un clavo.

UNIVERSO

Con que arroje una piedra al horizonte
mi sombra se desplaza
y el paisaje observa atento
el hueco que está dejando en mi mano.

Pinto, en lo invisible,
el abandono de un lugar.
A un tiempo,
la oscuridad, fuera de la ventana,
trata de mantener la postura más difícil.

LEYENDO A COSTAFREDA

La luna no conduce
mi tacto por la luz
y no firma el viento los papeles que se lleva.

Me despierto en la memoria de un muerto.

LA RESPONSABILIDAD DE LA CENIZA

III
En el poema del lenguaje
el estilo amplía su círculo de amistades
a un espejo de mano: concentración y visibilidad.
Y yo aprendo a diferenciar entre una vocal y un pájaro
que desea gravedad
si trato de cogerlo entre las manos. A respetar
el sueño hasta que viste
ropa prestada y balbucea cosas inconexas.

Leer es el acto de caminar descalzos sobre las paredes de la imaginación.
Si el poema nos ve sentados
da la razón a lo que abandonamos.

V
Hay un antes y después
en la danza. Contradicción del giro.
Esa duda que se exhibe en un movimiento
de la profundidad.
Pero la danza no es sueño ya sino
palabra. Significado en contracción, caída
de la transparencia, inspirar
y éxodo,
en la vigilia de lo vivo, respiración
visible en el poema,
un puro intercambio de espacios. Nada
más.
. Palabras que arrastran más de un límite
de viento.

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CARTA A UN AMIGO [Mi poema]
Raquel Sáenz [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Cuando muere la tarde, amigo mío
otro día se va, vendrá otro día,
aunque aquellos momentos de alegría
nunca ya volverán. Y a su albedrío

¡quién sabe cuántos más! será el rocío
que anuncie otra jornada si es invierno
y otro mes pasará y otro gobierno
que nos quite el brasero si hace frío.

Pero tú como yo, los dos sabemos
nuestro río se está acercando al mar,
se aproxima el dejar de caminar
así sea de fuerza nos armemos.

No es preciso nos pongamos a llorar
que ese lloro no cambiará el destino
que el morir es de humanos, ese sino
y algún día nos debiera de llegar.
©donaciano bueno

Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la #mar? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Raquel Sáenz

El barco que se aleja

¿Por qué, si no se lleva nada mío,
El barco que se aleja
Lleno de ausencia el corazón me deja?…

¿Por qué en ese vacío
Que ha dejado en el río
Yo he puesto una leyenda
Fantástica y tremenda?…

¿Por qué pienso que el alma que esperaba
Por mi lado ha pasado,
Sin advertir mi espera,
Y que se va… se va… arrastrada

Por esa nave traicionera?
Es tarde; y en el puerto,
Que ha quedado desierto,
Envuelta entre la bruma y la honda noche
Aún pienso en ese barco
Que nada me ha llevado,
Y tan triste y tan sola me ha dejado.

Por el largo camino,
Me voy con paso lento;
Mas misteriosa fuerza
Me detiene al momento.

Con mi pañuelo blanco,
Hago un signo de adiós.
¿A quién?…
Mirando al cielo,
Con ojos y alma en duelo,
Se lo pregunto a Dios.
Del libro «Bajo el hechizo»

El poema de tu ventana

Como el enamorado
Ronda a su amada.
Mi imaginación ronda
Tu ventana cerrada.

Tu ventana cerrada,
Se me quedó en el fondo
De la mirada.
¿No oyes en sus cristales

Mi alma aletear,
Como una mariposa
Que la luz de tu lámpara
Fuese a buscar?…

¡Tu ventana cerrada!
Detrás de ella mi espíritu
Está atisbando.
¿No sientes que mis ojos
En todos los instantes
Te están mirando?

¡Levanta las cortinas
Para que así yo sueñe
Que me adivinas!
Que me percibes
Como un velo en las frases.

Milagro de sol

Después de la lluvia
El sol me parece
Que sale de fiesta.
Es dorado y loco
Como un cascabel.
Baja hasta mi mesa,
Las manos me besa,
Juega en el papel,
Me envuelve en un manto
Y humilde, después,
En caliente alfombra
Se me echa a los pies.

Ya la lluvia helada
No arrastra su llanto
Sobre los cristales
De los ventanales.
La pared gastada,
Que el tiempo inflexible
Cubrió de señales,
Está transformada
Por el sol travieso
Que la ha vuelto joven
Con su ardiente beso.

¡Sol arlequinesco!
Si te derramaras
En mi corazón!
¡Si me barnizaras
Las grietas del alma
E hicieras de fuego
La helada ilusión! …
Vuélcate en mi vida
Sol abrasador!
Yo así temblorosa,
Soy como una flor
Que se da a tas rayos:
¡Mágico esplendor,
Seca este rocío,
Que desde la noche
De mis ojos tristes
Sobre las mejillas
Me vuelca el dolor!

Ensueño

El prado irradiaba
Bajo el sol radiante.

Yo me saturaba
De luz y color.

En brusca bandada
Volaron mis penas.

Mi loca alegría
Se desparramaba
Como un surtidor.

Y todas las rosas
Parecían mirarme.

Y a todas las rosas
Yo les sonreía.

Y así les decía:

¿Bajo de este palio

No estuvo mi Amado?. . .
¿No pisa su huella
La sandalia mía?. . .

¿No pasó mi Amado

Y os dejó un mensaje?…
¡ Decídmelo rosas ! • . •
Porque esta alegría.

Debe ser presagio
De cosas hermosas . . .

Tortura

Tomaría entre mis manos tu cabeza

Y con mis ojos fijos en tus ojos.
Llegaría así hasta el fondo de tu alma.
Luego me acercaría.

Hasta rozar mis labios con tus labios,
Mas*, no los besaría!

Dejaría que aspiraras mi perfume.

Te envolvería en la luz de mis pupilas.
Despertaría el clamor de tus antojos,
Pero, cuando anhelante
Quisieras estrecharme entre tus brazos . . .
Huiría en vuelo triunfante !

Desvanecerme ante tus mismos ojos:
Volverme luz, ser brisa acariciante.

Que tendieras los brazos para asirme . . .
¡Y no poder lograrlo!

¡Que sintieras el roce de mi beso…
Sin llegar a alcanzarlo!

Ser tu Imposible.

Tu falaz Quimera.

Esperanza y tortura de tu espera.

¡Ser llama de tus ansias infinitas!

Y amada… amada… amada…

¡Ser en tu vida: todo!

¡Hasta que todo tú, te vuelvas nada!

Sus Ojos

He mirado sus ojos tan cerca.

Que aún estoy mareada.

¿Qué influjo maléfico
Tiene su mirada?…

Sus ojos de abismo,

¡Me arrastran… me arrastran
A donde ellos quieren!

Voy siguiendo dócil,

Por todas las sendas
Que me sugieren.

Yo sigo con ellos.

Como si se hubieran
Fundido en los míos
Y por los senderos
De sus desvarios
Voy inquieta y loca.

¡Hoy sentí sus ojos
Como áscua en mi boca!

Hoy sentí en mi boca
Su mirada, abismo
De los embelesos . . .

¡Y la blanca torre
De mi misticismo.

La Carta

¡Oh, la carta esperada! . . •

Ya está aquí, y en mi mano aprisionada!

¡ Paloma mensajera !

¿Qué le traerás a mi quimera?

Ven, ven aquí, sobre mi seno
reposa, en tanto mi inquietud sereno.

Ahora que estás conmigo

prolongar más la espera no es castigo,

¿Acaso no ha de darme

un mnndo de ilusión cada renglón?

¡Si el trazo de mi nombre

ya es un poema para mi corazón!

Aguarda, aguarda alma. Espera . . . espera . . .
¡que la dicha ya está aquí prisionera!

¡ Oh, la carta anhelada !

¡Pensar que mi ansia inmensa
en sobre tan pequeño está encerrada!

Mi corazón alado,

buscará para leerla

el sitio, del jardín, más apartado.

Holocausto

Entre todos los hombres: ¡tú!

Mi alma es nna monja blanca y triste
Como las desposadas de Jesús.

Mi alma es una monja triste y blanca,

Que ha renunciado al mundo por tu amor
En el mundo le está vedado amarte,

Y para amarte, te transformó en Dios.

Y ante tu altar, de espaldas a la vida,

Cual lo hiciera una sierva de Jesús,

Se entrega toda a tí en suprema ofrenda,

Y es su oblación perpetua:

¡Entre todos los hombres – – . tú!

¡Entre todos los hombres- – – tú!

Quiéreme así. . .

Quiéreme con unción, místicamente.
Ponme junto al recuerdo de tu madre.
Que tus manos, que saben de pecados . . .
Sepan ponerse en cruz para adorarme.

Quiero ser lo más puro de tn vida.
Ingenuidad, en tu alma de salvaje.
Estrella que haga levantar tus ojos,

Y al cielo miren para contemplarme.
¡Quiéreme como soy: luz de tu espíritu!
¡No me quieras de carne!

Cumbre

He subido a la cumbre y estoy sola.

He subido a la cumbre y siento frío.
Hombre, que de la tierra
Me ofrendas tu cariño:

¡Que suba a mi, la llama de tu hoguera!
Que la más leve chispa de tu llama
Ascienda • . . ascienda . . • ascienda
Y junto a mi, sea estrella!

Que la más leve chispa de tu llama
Se prenda a mi, para incendiarme entera,

¡ Y quemada en tu fuego.

Mi alma logre la muerte que anhela!

Hosanna!

¡Me ha besado… me ha besado!
Correría,

Por caminos y caminos
Pregonando mi alegría!

¡Me ha besado!… y al besarme
Su alma estaba de rodillas.
¡Hosanna! hoy está mi torre
Cubierta de campanillas !

¡Suenen… suenen locamente
Las campanillas de plata ! . . .

En tanto que mi alegría
Portentosa se desata !

¡Tengo en los labios sabor
De los besos de mi Amado!

¡ Yo quiero gritarle al mundo
Que en los labios me ha besado.
Y que conquisté la gloria
Con el beso que le he dado!

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Carta a un amigo (Jorge Luis Borges)

No puedo darte soluciones
para todos los problemas de la vida,
ni tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y buscarlas junto a ti.

No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites, estaré allí.

No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano
para que te sujetes y no caigas.

Tus alegrías, tu triunfo y tus éxitos no son míos.
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.

No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte,
a estimularte y a ayudarte si me lo pides.

No puedo impedir que te alejes de mí.
Pero si puedo desearte lo mejor
y esperar a que vuelvas.

No puedo trazarte límites
dentro de los cuales debas actuar,
pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.

No puedo evitar tus sufrimientos
cuando alguna pena te parte el corazón,
pero puedo llorar contigo
y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.

No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser.
Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.

AQUÍ SIEMPRE ES AGOSTO [Mi poema]
Carlos Norberto Carbone [Poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

Las lluvias por aquí son muy escasas,
pudiéndose afirmar que nunca llueve.
Y puesto que uvas no hay, no se hacen pasas,
los braseros no existen, que no hay brasas,
y hasta aquí el suspirar parece breve.

Tampoco hay niebla aquí, tampoco nieva,
y a la escarcha no he visto ningún día,
y el río, si es que hay río, nada lleva,
y en las puertas no existe la falleba
que el mundo aquí transita en otra vía.

Las plantas, férreas van con alambradas
-hoy el cielo anunció que ya es agosto-,
no hay mieses dormitando arrebujadas
que arropen al saber serán cortadas,
no se ilusionen más, que aquí no hay mosto.

Las cabras emigraron a otros lares,
no hay rebaños de ovejas, ni calostro,
ni hay piñas suspirando en los pinares,
ni corrales con paja en los pajares
ni el frío manifiesta se en el rostro.

Todo es distinto aquí. Todo parece
no invita a reflejarse en la memoria
ni acaso en la retina permanece.
Mejor hoy recordar lo que  merece
aquello que, lejano, fue la gloria.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Norberto Carbone

SAMURAI I

“La antigua espada
se ha fundido en el fuego
de una palabra”
Lia Miersch

Cuando un samurai
toca una espada
debe derramar sangre.

Cuando un poeta
toca una palabra
debe derramar fuego.

SAMURAI II

El samurai le dijo a ella:
-Soy el viento.
Ella
bajando sus ojos murmuró:
-Soy el silencio.
Entonces él, con sus brazos de filosa daga,
la tomó y la hizo resonar por siempre.

MAR ROJO

El discípulo le preguntó al maestro:
-¿Dónde queda el mar?
El maestro
Acariciando su blanca barba contestó:
-Queda, donde tu sangre estalle.

DESOCUPADO

Lentamente
perdonando a la luz
Lleva bajo el brazo
fatiga de invierno
y arrastra su desdicha
camino a casa
otro día más
con las manos vacías.
“La llegada de los hombres” (1984)

PRECIPICIO

Entre brumas
arranco un beso trágico
muero lentamente
de muerte natural.
Corro asustado
pero
no logro oponer distancia
sigo exactamente
a tres pasos
de tu boca.
“En la huella del hombre” (1986)

LA PARED

Algunos días
me encuentro en el medio de todo.
Otros días
habito los rincones
y soy puro pensamiento.
La pared
me presta su color
y tengo miedo
que en cualquier momento
alguien
me cuelgue un cuadro
en la frente.
“Antes que el viento se apague” (1989)

DE OTROS VIENTOS

Reposa, noche, tu espalda desnuda
y vuelve tu semblante tímido
y brumoso
hacia mis oscuras ramas al viento.
Pastor de la terrible oscuridad
ahogado en nostalgias y sombras.
No florezco vanamente.
Soy ausencia en la tierra

ES NOCHE Y MIRO AL CIELO

Es noche y miro al cielo
una dulce caricia viene de la amante sombra
bajo estas mismas estrellas resignadas
conviven el amor y duros corazones.
Es noche y manoseo el feroz animal de un recuerdo.
Es noche y templo la madera de un sueño.
Es noche y mis manos piensan en la guitarra de
tu lluvia.
Es noche y los olvidos están dispersos por el jardín.
Es noche y se encierra como la vida misma
yo nazco esta noche y soplo sencillo
detengo la infancia en este silencio
esta noche huele a caldo sin reproches.

Es noche y en esta misma noche
andan suspiros recorriendo caderas de nácar
andan sedientos entre oraciones y penas
bebibles
andan miradas que palidecen sin vocación.
Es noche y la cas está vacía de luna.
Es noche y no hay escondite para
estas alas.
Es noche y el cielo es terrible como el mar.
Por eso la miro sentado
esta noche sólo hago lo posible.
“Variaciones sobre la noche y otras oscuridades” (1999)

EL VIAJE

A veces creo que ya no quedan
salidas heroicas
sólo pasos en el barro
pálidas puertas donde duermen
los finos hilos de la memoria
ventanas de cristal sin demencia
y sin culpas
despedazados pájaros en desiertas cocinas.

A veces siento una pena en el pecho
como si un hacha trabajara
en mis agrietadas ansias
y dejara caer los cortinados
de una función fatal

A veces habito un mundo flaco
peregrinas miradas demacradas
y vacías
aullidos de bisagras
en el corazón del futuro y de la noche.

A veces parece
que todos viven en un lugar
deshabitado de ilusiones

Y yo aquí con lo puesto
para iniciar el viaje.

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La lluvia (Jorge Luis Borges)

Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

NO SOY FANÁTICO, LO SIENTO [Mi poema]
Marta López Luaces [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Fanático no soy, que pleitesía
tan solo he de rendir a Dios o al Diablo,
al burro que rebuzna en el establo,
al niño que da saltos de alegría
mas nunca al que es retablo.

Que en eso de admirar siempre me abstengo,
se cuentan con los dedos de una mano,
-no miento cuando admito ser gusano-,
y a nadie a venerar yo me detengo,
ni pongo en primer plano.

Compréndanme, no soy fanático,
no mido a la persona por su pene,
lo mismo que no importa lo que tiene,
que a todos por igual les doy la mano
así que llueva o truene.

Admiro a aquel que el éxito acompaña
igual que al que fracasa yo valoro,
si logra atesorar algún tesoro
que, fruto del esfuerzo o de su maña,
la fe convierte en oro.

Que a nadie yo les subo a mis altares,
quizás solo se salve el hombre bueno,
cual dicen que Jesús de Nazareno,
reparte sus abrazos a millares
y al bien no pone freno.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Marta López Luaces

DEL VERBO AMAR

Me leo con tu voz.

Me inscribiste como paisaje de despedida.
Dibujaste mi cuerpo como soledad
pronunciada con tu acento.

Tú eras todo lo que yo sabía del verbo amar

En tus versos mi imagen me da de mí tu ausencia
que alimenta tus entrañas con la impureza
de mi sangre.

Vuelve

Te ofrezco la yugular abierta
para que bebas de mi esncia
contaminada
para que tu escritura se nutra
de mi peste.

Tus palabras
servirán de vacuna
contra la lepra
que suda mi naturaleza.

Tú eres todo lo que sé del verbo amar

Bébeme, desángrame, vacíame.
Te ofrezco todas las muertes
que engendra mi deseo.

Tú, que pudiste salvarme
de mi distancia
de esta lejanía
que llevo como herida.


que pudiste salvarme…
pero miento,
siempre he mentido,
porque mi exilio
nació conmigo.

LAS PREGUNTAS DEL REGRESO

-¿Y luego?
-Y luego está el mar.

-¿Y más allá?
-Los Andrófagos, un pueblo aparte
y el desierto llamado Arovot

-¿Y después?
-El cielo abierto
-¿Y algo más?
Una raza de monstruos
y el sendero incierto del deseo

-¿Y eso es todo?
La curiosidad del suspenso
sin las claves del misterio

-¿Y nada más?
-Sí, el gozo
de las múltiples lenguas.

EL CANTO DEL DESTERRADO

I

“Los que cantáis todos los destierros en el mundo, ¿no cantaréis para mí un canto nocturno que tenga la medida de mi dolor?” (Saint-John Perse)

En el desorden del alma
un canto anochece desposado,
gozo de azul vestido
anida en la garganta
–necesidad alada
en el cielo titilante.

II

Mi prerrogativa es el cielo
mi propósito las estrellas
(Saint-John Perse)

Mi prerrogativa el arrebolado cielo vespertino; mi propósito el Tiempo como lucero de un río que desemboca en el alba: Azogue transfigurado.

EN LAS FRONTERAS DE LO HUMANO

(Saint-John Perse)

Por la vertiente del fuego vespertino
se adentra la lluvia en la noche
corriente de pétalos,
el más íntimo misterio
es un fluir lento
el mundo se sostiene
en el secreto

Linaje del rocío
es de Ecos la morada
la música de las esferas
la forma
el bajorrelieve
de este paisaje
es canto

de pájaros.

SOÑAR TORMENTAS

Who do not know the ways of the wind
And the unseen forces
That govern the processes of life
(Charles Eskine Scott Wood)

Venía de nosotros
del viento y su ulular.

En la cresta de la brisa
la tormenta
asedió
la firma de las cosas
convocó
el temor de lo bello
traición de lo diáfano

Venía de nosotros
y violó el orden de la Eternidad
En la cresta de la tormenta
el gris.

SOÑAR MARES

But they are not in landscape.
They exist in an obscurity
(Robert Duncan)

–porque solo mi nacer
me procura el mar
como los ritos del viento
como el escudo de lo cotidiano
como el tedio de la lluvia
ocupa un espacio:

el despertar de una brisa
el blasón de la tormenta
el asedio del alma.

–inefable en mí
el salitre
que me procura la palabra.

A Trans-L=A=N=G=U=A=J=E Poem

taking cabs in the middle of the night
driving as of to save your soul
where the road goes round and round the park
and the meter glares like a moral owl”
(Elizabeth Bishop)

¿Vienes?
Are you coming,?
Apúrate, llega
Hurry up, come
sube por el Hudson
go up the Hudson
cruza la ciudad por el Central Park
cross to the other side of the city, through the Central Park
y llama.
and call me.

¿Vienes?
Are you coming?
En el East River
Up the East River
un barco nos llevará
a ship will take us
alrededor de la isla,
around the island
una y otra vez,
once and again
para que veas
so you can see
asomarse entre las torres gemelas
appear, through the Twin Towers,
el vacío que nos engendra.
the emptiness that begets us

¿Vienes?

Are you coming?
Brooklyn aún espera
Brooklyn still awaits
ser descubierta
to be discovered
desea ser Manhattan y su puente cuelga
it wishes to be Manhattan and its bridge hangs
como una pérdida.
hopeless.
De envidia no quiere ver
Its envy doesn’t let it seela isla que la niega.
the island that denies it.

¿Vienes?
Are you coming?
Aún te espero
I am still waiting
y veo por la ventana
and I see through the window
la neblina de otra ciudad
the mist of another city
que me marca
that leaves its mark on me
Llega, apura, salgamos
Come, hurry up, let´s go
protegidas por el anonimato.
protected by the anonymity.
La noche nos fuerza
the nigh compels us
a enmascararnos.
to disguise us.

¿Vienes?
Are you coming?
El metro pasa por el Bronx
The subway goes though the Bronx
sus ojos sin pestañas
its eyes without eyelash
te persiguen desde la ventana.
haunts you from the window.

¿Vienes?
Are you coming?
¿O prefieres llegar por la mañana
Or you´s rather come in the morning
cuando la ciudad muera
when the city dies
sin haber cumplido su promesa?
without meeting its promise.

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Carnicería - Jorge Luis Borges

Más vil que un lupanar
La carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
Una ciega cabeza de vaca
Preside el aquelarre
De carne charra y mármoles finales
Con la remota majestad de un ídolo
(Fervor de Buenos Aires, 1923)

UNA CASA, EL PINO Y SU HISTORIA [Mi poema]
Golcar Rojas [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Pensaba hacer mi casa con adobe
consciente iba a durar muy pocos años,
-seguro de tener que hacer apaños-,
creyendo no habrá nadie que la robe.

Cuidando en esa entrada planté un pino
que hiciera de guardián de los secretos,
gozara del descanso en los asuetos
lo mismo que hace el que es un buen vecino.

La casa se cayó. Junto a las ruinas
el pino siguió en pie cual penitente
observa lo que ocurre en el ambiente,
fisgando por debajo en las colinas.

El pino aun perduró muchos más años,
mas cuentan que mostraba su tristeza,
palpable al contemplar que su corteza
ajada estaba mal. Los desengaños.

La casa junto al pino andaron juntos,
y ejemplos son de vidas anodinas,
partícipes los dos de sus rutinas,
mas uno en el vagar ganó a los puntos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Golcar Rojas

1

y el niño que hay en mí, el niño
que sale en cierto día, el día
en que la mano casi no trabaja,
el día en que sencillos
mis pies pisan los duendes que están en el rocío
haciendo el oro joven del domingo.
Manuel del Cabral

En el perchero de casa
Hay un fantasma
Lo veo por el rabillo del ojo
Por el volumen, es un hombre grande
Usa sudadera con capucha
en invierno
cuando más sale.
Poco espanta los veranos
Se conoce que es friolero
Cuando lavo los platos o cocino
me acompaña
Cuando me voy
me despide posando su sombra
sobre la puerta entornada.
En el perchero de la entrada
Habita un fantasma
que se crece los domingos
cuando estamos todos en casa.

3

El olor del café y de los periódicos.
El domingo y su tedio.
Jorge Luis Borges

A una tristeza
Le sigue una alegría
Y viceversa
A un dolor
Le sigue un alivio
Y viceversa
A un fracaso
le sigue un triunfo
Y viceversa
Después de cada sábado
sigue un domingo
Razón tiene la Santa
… todo pasa
Pero agota
tanto afán
Cansa.

6

Domingo triste
Las campanas, el sol, el cielo claro
me llenan de tristeza, y en los ojos
llevo un dolor que el verso compasivo mira,
José Martí

Uno se habitúa al hambre.

Los primeros días, es más agobiante:
Duele el estómago
nos inquietamos
nos angustiamos
nos cuesta dormir

Poco a poco, el cuerpo se entrega
se acostumbra a la ausencia
Empezamos a consumirnos a nosotros mismos
sin notarlo apenas.

Tal vez tiritemos un poco
nos dé fiebre
Alucinamos

Se puede llegar a un estado de éxtasis
y sentirse cuerpo glorioso

de domingo Santo

Uno, de tantas hambres,
se habitúa al hambre

Pasado un tiempo
Ya nada tienta el apetito
Hasta la sola mención
de lo que más nos gustaba

nos repugna o nos es indiferente

Hasta que ya no hay más
autoconsumo
y sin extrañar ningún condumio

sobreviene la muerte.

7

Sunday Bloody Sunday

And the battle’s just begun
There’s many lost, but tell me who has won
The trench is dug within our hearts
And mothers, children, brothers, sisters torn apart
U2

A la gente le gusta el éxito
aunque sean bulos. Candilejas
La vida se tuerce
son vanos los esfuerzos
por enderezarla.
Al nacer nos dan un mundo.
La vida nos lo va quitando
Vamos restando domingos
Me aconsejan paciencia
Mi epitafio dirá:
Cuánta paciencia tuvo el tonto.

11

…cantan cigarras de tristeza
como en una apartada tarde de domingo.
Vicente Gerbasi

Soy buey sin labrador
Mula de carreta sin arriero
Perro ovejero sin pastor

Callo ensimismado
Entretengo a la muerte
con escoba y coleto

Los domingos no soy persona

Pero llega el lunes
la vida es en gerundio
hasta el siguiente domingo.

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TRES EN RAYA [Mi poema]
Jorge Gaitán Durán [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

No sé si tu sabrás que el tiempo pasa,
que a veces va en silencio, de puntillas,
mas siempre el muy tunante haciendo astillas,
se va matando él mismo con su guasa
en guerra de guerrillas.

No sé si tú sabrás, quizás no sepas
que así que tú te pares él no para,
que no es considerado, no repara,
y va siempre a su bola. Que es un trepas,
que tiene mucha cara.

No sé si tu sabrás, yo nunca quise
-que al tiempo no le debo mis respetos-
saber si el viento pone parapetos
si tiene alguna alarma que me avise
sacándome de aprietos.

Que he llegado hasta aquí, y aquí me siento
me encuentro tan a gusto en mi atalaya
en esta gran ciudad donde no hay playa
a solas con mi sombra y con mi aliento
haciendo un tres en raya.
©donaciano bueno

Por mucho que se #corra nunca se le alcanzará? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Jorge Gaitán Durán

Amantes

Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Enamorados como dos locos,
dos astros sanguinarios, dos dinastías
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Sólo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada día.

Amantes II

Desnudos afrentamos el cuerpo
como dos ángeles equivocados,
como dos soles rojos en un bosque oscuro,
como dos vampiros al alzarse el día,
labios que buscan la joya del instante entre dos muslos,
boca que busca la boca, estatuas erguidas
que en la piedra inventan el beso
sólo para que un relámpago de sangres juntas
cruce la invencible muerte que nos llama.
De pie como perezosos árboles en el estío,
sentados como dioses ebrios
para que me abrasen en el polvo tus dos astros,
tendidos como guerreros de dos patrias que el alba separa,
en tu cuerpo soy el incendio del ser.

Canícula

El sol abrasa toda
vida. No mueve el viento
un árbol. Fuera del tiempo
está el fasto del día.
La canícula absorbe
las horas, los colores,
el silencio.

De repente óyese una gota
de agua, y otra,
y otra más, en la tarde.
Es la música.

Canto XIII

La dulce tolvanera del silencioso otoño
va anegando tu imagen en su vaga humareda,
encendiendo en el tiempo la hoguera del olvido
para borrar la última ceniza de la ausencia.

Nadie sabrá que vivo para ti, que defiendo
contra las llamas trémulas tu desnudo recuerdo,
que lucho en el otoño de vientos desolados
y en sus ondas sombrías te reclaman mis sueños.

Nadie sabrá que fuiste mía bajo el otoño
de estrellas delirantes y crepúsculos vagos,
que llenaste mis labios con tu fuego de siempre,
que cayó mi tristeza sobre ti como un canto.

Porque nada resiste la invasión del olvido
cuando llega a mi alma su humareda de otoño.
Todo se va de mí, se fuga de mi vida,
tú también te me vas y permanezco solo.

De repente la música

La pura luz que pasa
por la calle desierta.
Nada humano
bajo el cielo abolido.
La blancura absoluta
de la ciudad confunde
la muerte y el sigilo.

De repente la música,
la sombra de los amantes en el agua.

El instante

Ardió el día como una rosa.
Y el pájaro de la luna huyó
cantando. Nos miramos desnudos.
Y el sol levantó su árbol rojo
en el valle. Junto al río,
dos cuerpos bellos, siempre
jóvenes. Nos reconocimos.
Habíamos muerto y despertábamos
del tiempo. Nos miramos de nuevo,
con reparo. Y volvió la noche
a cubrir los memoriosos.

El regreso

El regreso para morir es grande.
(Lo dijo con su aventura el rey de Itaca.)
Mas amo el sol de mi patria,
el venado rojo que corre por los cerro,
y las nobles voces de la tarde que fueron
mi familia.
Mejor morir sin que nadie
lamente glorias matinales, lejos
del verano querido donde conocí dioses.
Todo para que mi imagen pasada
sea la última fábula de la casa.

Envío

No he podido olvidarte. He conseguido
que este inútil desorden de mis días
solitarios, concluya en las porfías
de un corazón que da cada latido

a tu memoria. En tu mundo abolido,
he luchado por ti contra las pías
obras de Dios. Cuanto ayer le exigías
será invención del hombre que ha nacido.

Tantas razones tuve para amarte
que en el rigor oscuro de perderte
quise que le sirviera todo el arte

a tu solo esplendor y así envolverte
en fábulas y hallarte y recobrarte
en la larga paciencia de la muerte.

Hecha polvo

Tanto te amé ese día que la muerte
voló por la ciudad como mil soles,
abeja de mi duelo
en el definitivo verano que te llama.
Fui descubriendo un astro en tu desnudo
tras de mis pasos ciegos por tu sombra,
presente, ocio feroz, donde toda la sangre
al hombre exige lo que para el cielo es imposible.
El mundo, espejo de mi mano iba
como una joya opaca por tus ojos,
te miraba mirar rostros, reinos, memoria
súbita, nube que como una desdicha
pasa por la carne de donde me retiro
desterrado a la ajena imagen que te asalta.
Te fui quitando abrazos, conquistas, el peso
de una dinastía que ahora habita la noche.
Yo te hice habitar en las estrellas.
A ti, arrogancia, cuerpo impenetrable,
la pena de todos vencedora te ha penetrado.

La tierra que era mía

Únicamente por reunirse con Sofía Kühn,
amante de trece años, Novalis creyó en el otro mundo;
mas yo creo en soles, nieves, árboles,
en la mariposa blanca sobre una rosa roja,
en la hierba que ondula y en el día que muere,
porque solo aquí como un don fugaz puedo abrazarte,
al fin como un dios crearme en tus pupilas,
porque te pierdo, con la tierra que era mía.

Momentos nocturnos

Miré el tiempo y conocí la noche.
Mi mente puso incendios en la nada.
Fueron soles, miríadas, que llenaban
el cielo. Todo era cielo.
Tuve todo, menos dioses en impasible
felicidad. Viví con embeleso
en el radiante concierto de los mundos.

De astro en astro, hasta el infinito
pudieron ojos mortales
medir al fin la pequeñez humana.
De galaxia en galaxia, iba el alma
tras la vista, hacia firmamentos
en donde nada medra ni concluye.

Cantó en el cielo el azul de la noche
y el ruiseñor huyó al umbral del tiempo.
Los cerros llamaron con música de vuelo
a las estrellas. Pasó un ciervo blanco
por el sigilo húmedo del bosque,
y en la sombra despertó tu desnudo.
la tierra fue de nuevo mi deseo.

No pudo la muerte vencerme…

No pudo la muerte vencerme.
Batallé y viví. El cuerpo
infatigable contra el alma,
al blanco vuelo del día.

En las ruinas de Troya escribí:
«Todo es muerte o amor»,
y desde entonces no tuve
descanso. Dije en Roma:

«No hay dioses, sólo tiempo»,
y desde entonces no tuve
redención. Callé en España,
pues la voz de la ira desafiaba
al olvido con mis tuétanos,
mis humores, mi sangre; y
desde entonces no ha cesado
el incendio.

De reposo
le sirva tierra extranjera
al héroe. Cante fresca hierba
como abeja del polvo por sus
párpados. Yo no me rindo:
quiero vivir cada día en
guerra, como si fuera el último.

Mi corazón batalla contra el mar.

Quiero

Quiero vivir los nombres
Que el incendio del mundo ha dado
Al cuerpo que los mortales se disputan:
Roca, joya del ser, memoria, fasto.
Quiero tocar las palabras
Con que en vano intenté hurtarte
Al duelo de cada día,
Estela donde habitaban los dioses,
Hoy lisa, espacio para el gesto imposible
Que en el mármol fije el alma que nos falta.
No quiero morir sin antes
Haberte impuesto como una ciudad entre los hombres,
Quiero que seas ante la muerte
El único poema que se escriba en la tierra.

Quiero apenas

Presto cesó la nieve, como música.
Pájaros y verdes cruzan por el frío.
Vas a morir, me dicen. Tu enfermedad
es incurable. Sólo puede salvarte
el milagro que niegas.
Mas quiero apenas
arder como un sol rojo en tu cuerpo blanco.

Se juntan desnudos

Dos cuerpos que se juntan desnudos
solos en la ciudad donde habitan los astros
inventan sin reposo el deseo.
No se ven cuando se aman, bellos
o atroces arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo.
Sólo en la palabra, luna inútil, miramos
cómo nuestros cuerpos son cuando se abrazan,
se penetran, escupen, sangran, rocas que se destrozan,
estrellas enemigas, imperios que se afrentan.
Se acarician efímeros entre mil soles
que se despedazan, se besan hasta el fondo,
saltan como dos delfines blancos en el día,
pasan como un solo incendio por la noche.

Sé que estoy vivo en este bello día…

Sé que estoy vivo en este bello día
acostado contigo. Es el verano.
Acaloradas frutas en tu mano
vierten su espeso olor al mediodía.

Antes de aquí tendernos, no existía
este mundo radiante. ¡Nunca en vano
al deseo arrancamos el humano
amor que a las estrellas desafía!

Hacia el azul del mar corro desnudo.
Vuelvo a ti como al sol y en ti me anudo,
nazco en el esplendor de conocerte.

Siento el sudor ligero de la siesta.
Bebemos vino rojo. Esta es la fiesta
en que más recordamos a la muerte.

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Jorge Luis Borges

Reloj de arena -

La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.

En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.

Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.

SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA [Mi poema]
Francisco Muñoz Soler [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Santiago ayer y siempre cierra España,
que España no se alquila ni se vende,
que está en la historia viva y ella enciende
el ansia de agarrarse con gran saña,
al hilo que la prende.

Y así hubiera una rata traicionera
que saque a replicar sus alegatos
la historia juzgará por ser pacatos
a quienes dicen ser lo que dios quiera
y hacer de pelagatos.

Que #España no es de nadie, eso es seguro,
mas no hemos de dejar nos la arrebaten
y aún menos la troceen, la maltraten,
o quieran separar plantando un muro
para que nos la maten.

Que aquello que costó tantos esfuerzos
y empeños que enterraron nuestros padres
no pueden soportar tales desmadres
por parte de quien dicen ser mastuerzos,
gentes de malas madres.

Los pueblos que presumen de cobardes
que miran a otro lado y se amilanan
son esos que a la historia la profanan
haciendo dejación de sus alardes
mostrando que no la aman.

Y así se encuentre el cuerpo amenazado
y pueda destilar pus por la herida
España no ha de ser nunca partida
Que lo hemos de impedir. Quede firmado.
Que siempre estará unida.
©donaciano bueno

Hay gentes empeñadas en volver a las #tribus? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Francisco Muñoz Soler

HUERFÁNO EN LA CIUDAD DEL PARAÍSO

Qué difícil, qué difícil
es volver a casa
desde el corazón del paraíso,
esta noche rememoramos a Aleixandre
a orillas de la mar
en el hermoso Palmeral de las Sorpresas,
ubicado donde había un silo
cuando disfrutaba el poeta.
La evocación de recuerdos
me hace frágil y volver
por el paseo de la belleza
sólo con mis respuestas,
amplifican las voces contrarias
y los recuerdos de besos y caricias
instaladas en mi memoria
me hacen sentir más huérfano
cuanto la noche es más hermosa.
Y esta noche el cenit
fulge con más brillo, Aleixandre
cubre con su paleta de versos
la mar, el aire y las gentes
de la ciudad del paraíso.

CERTEZA

A mi hijo se le murieron los abuelos,
a uno no lo conoció, al otro por fotos,
ha asimilado que los abuelos se mueren
y da por bueno y lógico que moriré cuando sea abuelo,
en su seguridad yo le pregunto, mirándole a los ojos,
tendrás hijos, por supuesto, me dijo íntimamente convencido.
Y seguimos en lo nuestro, en lo incierto….

HALLAR ARDUOS ANTROPÓLOGOS DE EMOCIONES

Me conmueven las menudas sabidurías
que en todo fallecimiento se muere.
JORGE LUIS BORGES

Hallar arduos antropólogos de emociones
de las sensaciones vividas, capaces de rescatar
las diminutas esencias que aún bullen
en insospechadas frecuencias, rozándose con las texturas
de nuestros finitos cuerpos, sumergiéndose
en los interiores laberintos de nuestros entrañas,
de avezadas incógnitas, de un dial aún no hallado.
En qué magnífico mar vierte el río de la vida las sintonías
de conocimientos, afectos y sonoros pensamientos,
las imágenes captadas por pretéritos ojos,
la mágica energía transmisora de endémica vida?
¿Qué magma recibe esas esencias cuando el ser fallece?
Quizás no volverán esas íntimas y esenciales sabidurías
porque los recuerdos están mezclados con los sueños,
y todos llevamos una Alejandría dentro.

DESNUDOS, ESCARNECIDOS

En el momento de morir
sólo te llevas lo que has dado.
WILLIAM BLAKE

Desnudos, escarnecidos
por los egos
traspasan la sombra,
huérfanos de compasión,
flacos de amor,
turbados de indiferencia,
vacíos como su interior,
raquíticos de codicia.

SI DESCUBRIÉRAMOS LA VERDAD

Si descubriéramos la verdad
de lo que realmente somos,
se plegarían tierra y cielo.
Y entonces qué sería
de nosotros en esta turbación
donde se mata por Dios.
Seríamos libres o indefensos,
gozaríamos del sosiego y la luz
o penaríamos en la oscuridad,
mientras tanto, gocemos en la duda

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España - Jorge Luis Borges

Más allá de los símbolos,
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,
más allá de la aberración del gramático
que ve en la historia del hidalgo
que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue,
no una amistad y una alegría
sino un herbario de arcaísmos y un refranero,
estás, España silenciosa, en nosotros.
España del bisonte, que moriría
por el hierro o el rifle,
en las praderas del ocaso, en Montana,
España donde Ulises descendió a la Casa de Hades,
España del íbero, del celta, del cartaginés, y de Roma,
España de los duros visigodos,
de estirpe escandinava,
que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas,
pastor de pueblos,
España del Islam, de la cábala
y de la Noche Oscura del Alma,
España de los inquisidores,
que padecieron el destino de ser verdugos
y hubieran podido ser mártires,
España de la larga aventura
que descifró los mares y redujo crueles imperios
y que prosigue aquí, en Buenos Aires,
en este atardecer del mes de julio de 1964,
España de la otra guitarra, la desgarrada,
no la humilde, la nuestra,
España de los patios,
España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios,
España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad,
España del inútil coraje,
podemos profesar otros amores,
podemos olvidarte
como olvidamos nuestro propio pasado,
porque inseparablemente estás en nosotros,
en los íntimos hábitos de la sangre,
en los Acevedo y los Suárez de mi linaje,
España,
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
incesante y fatal.

Comentario: A la memoria de Don Santiago Abascal Escuza, fallecido en el día de hoy en Amurrio, ejemplo de hombre libre, resistente a la intolerancia, que vivió y murió como si fuera extranjero en su propio país.

NO HAGAS CASO… [Mi poema]
Ligia Guillén [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

El hecho de tenerle simpatía
es algo natural, que no es invento,
mas puede que esa historia sea un cuento
que un día te contó la tiá María
sin lema ni sentido ni argumento.

Y tú, tonto del haba, le seguiste
como dicen va el viento a los rumores,
o el eco le repica a los clamores
así digan bobadas cuando insiste
que cardos son y viste que son flores.

Que dicen, que me han dicho, que alguien vio
que en la radio se oyó que alguien lo dijo,
en la prensa escribió, que alguien predijo,
el cielo estaba abierto y se nubló
o fue un tipo cabal que lo bendijo.

Impide que te tomen por cateto
se acerquen hasta ti a engatusarte,
te vendan un detritus por besarte,
te engañen y te pierdan el respeto
y dejen ya por fin de marearte.

Cabal o no cabal, nunca lo olvides
cualquier mensaje está contaminado
por alguien que sacar quiere bocado
robándote las uvas de las vides
presumiendo de haberte emborrachado.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Ligia Guillén

Sólo desnuda conocí

Dejé las vestiduras
Perdidas durante la tormenta.
Sólo desnuda conocí
que se escribe con fuego.
el nombre del misterio.

En el refugio conoceré

Al salir del sueño
caracol tierno y desnudo,
se me impuso
una envoltura
que no tendrá nunca mis medidas.
Sólo en la casa de los espejos
conoceré el aspecto de mi sombra
que llora porque me queda grande.

Así regreso

En cada fuente entre las alamedas
lavé mi voz,
la pulí como un trozo de ónix
hasta dejarla transparente y celeste;
me la coloqué al cuello
(como pendiente de plata)
y así regresaré con ella
como si fuera una voz
que acaba de nacer.

Soy otra

Soy otra
No busques mi ternura, quedó donde
no alcanza la memoria. Dolor de vida
que obliga a vestirse son filos de
hojalata.
No
tengo
con el presente, ningún lazo de sangre.
Para purificar mo soledad no sobaré
recuerdos, ni aun el sonido de los besos
al oido que llenaron por años unos días.
No
te
comportes
como ese demonio que me acosa. Los sueños
me gastaron el tempo y nunca desperté.
No tuve.
No poseo.
No recuerdo.
Porque no conocí la redondez de la manzana
estoy limpia.
Soy
trino
y
una.
Estreno este camino con nuevas palabras
para nombrar las cosas.
-Lo que tiene la lengua para hablar no calle.-
De he dado a luz mi muerte

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Descarte - Jorge Luis Borges

Soy el único hombre en la tierra y acaso no hay tierra ni hombre.
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusión.
Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben la luna.
He soñado la tarde y la mañana del primer día.
He soñado a Cartago y a las legiones que desolaron Cartago.
He soñado a Lucano.
He soñado la colina del Gólgota y las cruces de Roma.
He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el volumen.
He soñado el amarillo, el azul y el rojo.
He soñado mi enfermiza niñez.
He soñado los mapas y los reinos y aquel duelo del alba.
He soñado el inconcebible dolor.
He soñado mi espada.
He soñado a Elizabeth de Bohemia.
He soñado la duda y la certidumbre.
He soñado el día de ayer.
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido.
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo.
Sobre el Danubio está la noche.
Seguiré soñado a Descartes y a la fe de sus
padres.

MUCHACHA TRISTE [Mi poema]
Luis Alvarenga [Poeta sugerido]

MI POEMA …de medio pelo

 

¡Oh, muchacha apenada que en la arena,
-el lugar donde el mar peina las olas-,
vas soltando la broza de tu pena
para así liberar de su condena
sentándote a sufrir con ella a solas!

Tus ojos cual dos lunas de tristeza
impregnadas de un tinte de acetato
van trazando una raya con destreza
simulando una flor en la maleza
con torcido e ilegible garabato.

Mientras sufres dolor llega la brisa
a tocar suavemente en tu mejilla
provocando una mueca, una sonrisa
que inocente se cuela en tu camisa
haciendo travesuras de novilla.

Aprende de ese niño y su pelota
cómo juega feliz justo a tu lado
siempre atento a mirar por donde bota,
y la sigue y la sigue si rebota.
Se pierde Y al minuto se ha olvidado.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Luis Alvarenga

El Ángel

A Silvia y Delia, en lo que aún no nos perece

Abierta está el arca:
Se renueva el rito de manos enlazadas.
Es noviembre.
Vi tierra nueva al ver
fijamente a tus ojos.

Hablábamos, entonces, de los días ya idos,
en los que tú hollabas suavemente,
lo suficiente como para conmocionar
a los peces del abismo.
Una encendida novedad nos agitaba.
Descubríamos el imperio del pectoral
el pozo donde nacía
un segundo corazón.
Eran tiempos de alegre hambre, creo.
En el azar venía también el momento del vacío,
el desfiladero que nos aterrorizaba,
pero al cual volvíamos
con alas de abeja.
Venías y me dabas flechas antes de volver a irte.
Yo cruzaba de nuevo el Río del Olvido.

En la luz descubro que los fantasmas
aún no han venido.
Esto es lo que me queda: luces,
un campo de juegos donde admirar mis distintas sombras.
Y sin embargo,
se oye el oleaje desde ayer deslumbrado
como desde el refugio de un caracol.

La sierpe

¿Es este el día? pregunté.
Su mirada no me dijo nada.
Ella miraba a mis muertos
cuando miraba hacia mis ojos.

Onanística

Te imagino
saliendo recién parida húmeda
de una quebrada que sólo yo sé
el cabello apenas en el lunar
dos lunas líquidas de pronto endurecidas

Te sabés acosada
por las pandillas del deseo
los niños de la bala
aún no se han quitado los pasos

Te sabés acosada por los poetas que te hablan
y luego duermen
acompañados de su mano.
Tan sólo un poro tuyo
bastará para salvarnos.

Selva oscura (I)

Es selva y desierto
la playa que encuentra
los restos de mi día deslumbrado.
«Hombre he sido», dice la Palabra,
que ciego me toma
y me resguarda
de los cristales del sol
de las fieras
que a todo solitario acechan
a mitad del camino.

Selva oscura (V)

Yo he sido las sombras de todos esos condenados.
A mí, todos los horrores de este círculo.
Yo fui más allá de las cenizas
y fui el perfume que se dilapida entre sedas.
Fui quien enloquece
por un cuerpo tibio
y luego cae desde la torre al escarnio.
Soy las lágrimas que vierten
los penitentes,
el futuro malbaratado
por el cielo fugaz
de una rosa abierta,
el que perfuma la tarde
y sus cenizas.

Selva oscura (VII)

‘Pape Satán, Pape Satán Aleppe’

No gastó de sí todo el canto insomne.
No guardó para sí la zozobra del que amó.
Lo veo y me digo:
el Enemigo no sólo
es el que rabia
contra el sol.
El soplo de la fortuna
disipó los granos de su mansión.

Selva oscura (XVIII)

¡Delta fluvial
al que llegar a tientas con la palabra!
Yo amanecía convertido
en el tacto
que hace brotar otra vez
las sinuosidades.
La boca pronuncia
tu nombre por primera vez.

Incrustación de caverna en una pared sin oscuridad

Un fantasma de tiza blanca
acecha, ligero,
el silbo de los libros. Desde aquí puede verse
el lar donde los ancianos de allá
acostumbran a pasear casi regimentales
dejando tal vez la factura buena
de un calendario de jade y obsidiana.
¿Erase de una parábola x y
o de una parábola descifrable
a fuerza de palabras de todos los días?
Sus ojos de la costa de Sara brillaban allá abajo.
Y yo no puedo menos que hacer de este viejo salón razonable
un modesto monumento
a lo que fuera su dermis
rozando las estrellas en un parque.

Algún día serán tus manos y las mías
casa de nuestros hijos.
Podremos andar para ese entonces descalzos
sin miedo al sol que quema los ladrillos
enloquecidos por las raíces de los árboles
y ya dejaremos de hablar en voz tan baja.
Al entrar en la oscuridad
lo haremos con profundas heridas
de luz en la vista.
Sólo de hoy quedarán
nuestras manos como haciendo punto de partida o promesa.
Y cumpliremos.
Cumpliremos como gotas interminables sobre las rocas inhumanas.

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El remordimiento (Jorge Luis Borges).

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

SOÑAR, ESE ANTÍDOTO [Mi poema]
Daniel Rodríguez Moya [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo no sé si soy, no soy, o es verdad lo que ahora veo
que al vacío me he lanzado sin conocer mi destino,
ni sé si aquí estoy, no estoy o estoy borracho de vino
pues que en este desatino sólo sé que me mareo.

Ni sé si creo o no creo a el que dicen ser divino
pues no he sido un adivino, no lo he visto y no sé nada,
sólo quisiera pensar no soy parte en la manada,
no hay derecho de pernada pues yo siempre desafino.

Quisiera pensar que soy, aunque a veces ya lo dude
un lindo y simple galán de una alegre mariposa,
un zorzal con sus polluelos, su nido, su humilde choza
y si soy y acaso fui, saber si hice lo que pude.

Que a veces yo me he sentido un tipejo incompetente
que engañándole a su mente, a sí mismo se ha mentido
que ha inventado mil patrañas o en las mismas se ha escondido
para acabar confundido o sentirse un indigente.

Y el tiempo que he consumido no he parado de dudar
con el miedo a naufragar y enfrentándome al ocaso
sin poderme yo aclarar. Y es por eso y por si acaso
que he seguido paso a paso no dejando de soñar.
©donaciano bueno

La propia #existencia es un conjunto de #dudas? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Daniel Rodríguez Moya

Epitafio de la tumba del poeta desconocido

Nunca salvó su patria.
Tampoco en gesto heroico
dio su vida por ella.
Bajo esta tierra yace,
acaso algunos metros más al sur,
un hombre perseguido
por sus propios fantasmas.

Los periódicos

Los periódicos son papeles lentos.
Nos cuentan que mañana
habremos enterrado un nuevo día
que no va a repetirse.

Así pasan sus páginas,
como briznas, un agua que emborrona
titulares, esquelas, anuncios por palabras.

No sé cuál es su magia,
si el olor de la tinta, sus manchas en los dedos
o tal vez sean sus fotos, nunca claras del todo
como el amanecer en un puerto con bruma.

Los periódicos nunca se recuerdan
pero llenan estantes de memoria imperfecta.
Es algo que aprendí poco después
del día en que murió el abuelo Tomás.
Él me enseñó a hojearlos, a leer entre líneas,
también a que se hicieran necesarios.
Esos lentos papeles de los que desconfío.

Pintas peces y pájaros

Con Ibis Palacios, alumna del taller de poesía de
Ernesto Cardenal en el Hospital La Mascota.

Pintas los peces del Río San Juan
con ojos tristes
pero aprietas el lápiz a la vez que tu gesto
con tanta fuerza.

Ignoro si será la rabia contenida
que explota al dibujar un sábalo real
azul intenso sobre un fondo viejo,
libreta de hospital llena de sueños.

Perfilas también pájaros y espantas
el vuelo amenazante de un negro zopilote
que aguarda como el cáncer
a comerse tu cuerpo que juega junto al agua.

Las páginas se llenan de trazos de colores.
La quebrada en el río,
dentro nadan los peces: un guapote,
también un roncador.
Y te quedas muy fija,
shhhhhhhh
hay que guardar silencio
para no despertar a los jaguares
que has pintado durmiendo
tendidos en la hierba.

Escribes un poema
como dice un señor de barba blanca,
–igual que su cotona– y boina negra:
Se tiene que escribir como se habla.
No tienes que rimar, el verso ha de ser libre,
y es mejor emplear los nombres propios,
de pueblos y personas, de ríos y montañas.

Por eso de tu lápiz
se escapan como el agua las palabras,
que son los mismos peces que dibujas.

Trazas versos tan libres
que vuelan del papel como los zanatillos
y los guardabarrancos,
tan sinceros, que escribes sin temor:
Me gustan los poemas
y me gusta la vida.

Mail delivery failed

Cuánto vale el acierto de una palabra justa.
Dónde van los tahúres cuando se sienten solos.
Quién deambula en las calles por las noches desiertas.
Cómo crece el asombro, la sorpresa de un niño.
Por qué algunos espejos son ojos entreabiertos.
Qué cura la resaca de la melancolía.
A qué correo electrónico envío estas preguntas
para que no regresen al buzón,
extraño el remitente y el mensaje:
“Mail delivery failed,
returning message to sender”.

Caracolas

Para asomarse al mar y conocer
el nombre de los barcos arruinados
y el rostro de marinos
que acabaron sus días convertidos en algas,
Neruda fue guardando caracolas,
fragmentos de memoria en espiral,
un silbido de tiempo sin relojes,
un susurro de sal
y voz de arena.

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Jorge Luis Borges

Descartes

Soy el único hombre en la tierra y acaso no hay tierra ni hombre.
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusión.
Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben la luna.
He soñado la tarde y la mañana del primer día.
He soñado a Cartago y a las legiones que desolaron Cartago.
He soñado a Lucano.
He soñado la colina del Gólgota y las cruces de Roma.
He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el volumen.
He soñado el amarillo, el azul y el rojo.
He soñado mi enfermiza niñez.
He soñado los mapas y los reinos y aquel duelo del alba.
He soñado el inconcebible dolor.
He soñado mi espada.
He soñado a Elizabeth de Bohemia.
He soñado la duda y la certidumbre.
He soñado el día de ayer.
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido.
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo.
Sobre el Danubio está la noche.
Seguiré soñado a Descartes y a la fe de sus padres.

DEL TIEMPO Y SUS CIRCUNSTANCIAS [Mi poema]
Samuel Noyola [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Ahora que los años han pasado,
y que ya se aproximan malos vientos,
que unas ramas del árbol se han rajado
y otras mustias esperan sus advientos.

Hoy que algunos retoños ya han brotado
y la savia rezuma en los almendros,
con sus tallos, de olor acicalados,
tan lucidos de jóvenes engendros.

Que se mide el paisaje en perspectiva
tiralíneas usando y cartabón,
resbalando la lágrima cautiva,
observando en la vida algún borrón.

Ya subido hasta su alma, su azotea
decidido a tirarse en parapente
se dedica a escribir a quien le lea
sin saber si mañana habrá un siguiente.

Mas si fuera mañana no haya rastro,
o alguien note la ausencia de sus versos,
se ha subido a los lomos de algún astro
a explorar con placer sus universos.

Volverá con un aire renovado
a contaros del cielo su aventura
como vuelve al redil cualquier ganado,
o que abraza el cordón a su atadura.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Samuel Noyola

Asisea

Ridículo padre
Bajo el cielo de Tucson
Que mandas todavía cartas de amor

A la madre.

No olvido mi nombre sellado en tu cara,
herrado a tres sílabas
y en labios de ella generoso chispazo
abriendo con fe lo oscuro,
fuego en el espejo desvelado del alba.

No venga más memoria
a perturbar
flor de sangre inquieta en el costado.

Seismona

Voy a arrojar un número de granos.
Casi caso la pluma con papel
en un pacto de signos deslenguados:
forcejeo de ideas emplumadas.

Seismona duerme con un arco
para mojar las flechas en el sueño.

Desplaza sobre el llano la memoria,
se cruza con la sombra del venado
y las huellas de un tigre perdido
que traza el ocho de la fiera en celo.

Seismona sueña con Ocho-Venado
Garra-de-Tigre y cambia de postura
sobre el lecho de pieles atigradas
que tatúan su cuerpo cada noche.

Seismona sueña con un charco
para quemar las fechas en el viento.

Años luz o luciérnagas

Todas las noches
llegan en coche espacial
Son una luz viajera
Son llamas bastante añejas

En donde esté siempre veo
palpitando las luciérnagas
Pero la raza no cree aunque las vea
Se trata del miedo ancestral
que encandila un gobierno animal

Sin ofender a la inocente fauna
Subiremos hasta ellos
en el elevador de las alma

Cuando tranquila mente la muerte
nos invite a abrir los sellos
del sueño de ojos abiertos
donde el cuerpo es una casa
de vitalicia renta pagada

Llegaremos hasta ellas
Beberemos sin botella
La leche de las estrellas
Aquel día dormí temprano

Tres extras
terrestres de tres metros
iluminaron mi nombre
con un bautizo estelar

Desaparecido de la almohada
desatomizado como el Doc Spock
en otro planeta me tambaleaba
embriagado en la visión

Cuando desperté me llamaba Sol

Siempre las noches buenas
llegan en nave solar

Son una luz verdadera
Luciérnagas bastante viejas
Viajaremos hasta ellas
Beberemos sin botella
La leche de las estrellas
¡Come together, right now, over us!

U-FO-FO-FO-U-FO-FO-FO-U-FO-FO-FO

La espera

Podría esperar a que la Inspiración
me muerda una oreja, y en la espera
encender el incienso de mariguana,
el televisor o llamar a Tabata
para que me traiga una botella de tequila,
beberla en el cuenco de la calavera.

Pero puede llegar cuando distraído
más ando, cuando me saco un moco
o duermo enamorado. Sin embargo,
sospecho que Doña Inspiración no me espera.

Así que me acerco al Libreto, paro
la oreja, miro la realidad con estrías,
y su ojo descarado me contempla.

Vértigo cantando

Es la mujer del hombre lo más bueno
Lope de Vega

Te quiero de golpe, amor,
somos el reflejo terrestre de alguna estrella.

Para ti la llama espiritual de mis besos
y el sol profundo del deseo,
déjame a mi la altura y el abismo del corazón,
déjame el rascacielos en la sangre.

Porque desde la firme rosa madre vengo cayendo,
como abeja en celo volaba vagabundo
hacia la soledad de un jardín más oscuro,
caí largo hasta que el vértigo me hizo mártir,
luego me perdió para siempre el infarto del amor.

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Jorge Luis Borges

Reloj de arena

La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.

En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.

Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.

AMIGO EN LA DISTANCIA [Mi poema]
Miguel Ángel Zapata [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Amigo, la distancia es la prisión
que entre ambos interpone sus barrotes,
no se pueden forzar aunque los frotes
la fuerza siempre está en el corazón.

No intentes ahacarle a la razón
que ella misma se siente incomprendida,
que argumentes no sanarán la herida
negados de cumplir esa misión.

Los hechos no son más que lo que son
y tal como ocurrieron se presentan
sobre el ritmo, lo marca el diapasón.

No hay pomada que cure a esa traición
cuando sufres y ves no sedimentan
o presientes llegó tu perdición.

Eficaz hacer caso a la oración
que al alma dan la paz y la sustentan
y así sea no cure, es bendición.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Miguel Ángel Zapata

Uno se cansa de estar solo

Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.

Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.

La vela del cuervo

Nadie sabe por qué la ciudad esconde el lenguaje
oscuro de las aves y los muertos.

El cuervo permanece callado, no quiere abrir la
bisagra y dejar salir su luz por la rendija de una
bocacalle.

Más allá del sueño de los cipreses está la sombra de
una manzana verde, la puerta que nos lleva a la
felicidad.

Dicen que la soledad nos llega con la lluvia, y que
la arena de las playas sube como un viejo reloj
hacia las torres derrumbadas.

El vino le habla al fuego, tu perro te mira escribir y
presiente las nubes que lo distraen en el jardín.

El sonido de una nube es como una campanada de
agua.

Nadie sabe por qué la puerta sigue cerrada, y los
pájaros no han vuelto a suceder.

Sólo hay una ventana, y desde ahí se ve a una mujer
con su deslumbrante cabellera trotando sobre un
caballo blanco.

La lluvia siempre sube

¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
César Vallejo

Ahora comprendo porque la lluvia
siempre sube por el corredor del cielo
para encontrarte.
Hoy quiero salir a caminar y volver
cuando sea necesario.
¿Por qué siempre hay que volver?
¿Por qué no esperar a que la lluvia se
suspenda como una acróbata en el malecón
para que nosotros podamos contarle nuestras
perlas al mar?

¿Y cuando la lluvia suba, por qué no retornar
a la casa que te espera?

Y allá arriba pareciera que todo ha muerto,
hasta el faro de la playa que te llama
con la neblina de la noche.

Abajo los perros soñolientos beben agua de
las calles, y los cuervos solitarios acampan
temerosos en la pradera de la playa.

Mi casa está sola: su luz amarilla se niega
a desaparecer en el pasillo.

El cielo que me escribe

Cielo blanco sin polvo ni memoria. Cielo que limpia la visión del ave clavada sobre la arena. Cielo de algas y peñas en el moho: aire de ninguna flor, brisa de ningún árbol donde no se escribe el poema ni el diario de la muerte. Cielo mío que calla a tiempo el sonido del ave sobre la arena. Cielo mío que no escribe su visión por el ave ni la arena, sino por el moho y el alga que verdea el espejo ya disuelto.

Menoscuarto Ediciones

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Jorge Luis Borges

A Elvira Sureda Montaner

Yo he quemado en mi lámpara el sándalo
de tu haz de palabras
Otra mañana tiembla
en tus manos
Tendidos de rodillas los violines
rezan sus incensarios
Jadeantes lejanías
se disputan
el aduar de un ocaso
La caravana lanza un ebrio lazo
horizonte de hierro
que derriba de bruces las ciudades
y en el prado relinchan los luceros

UN JUGADOR EMPEDERNIDO [Mi poema]
Alberto Rivas Bonilla [Poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

Ha jugado al solitario y ha ganado y ha perdido
y en un beso se ha escondido, y en las cuentas de un rosario
y en el show de un calendario y en el soplo de un olvido
que retándole al mal fario a sus flemas se ha comido
y alguna vez él ha sido un farsante solidario.

Que sólo soy lo que soy mas no soy lo que he querido,
inventor incomprendido de algún sueño delirante,
más que obtuso rocinante que en el trance se ha perdido,
unas veces reprochado y otras muchas reprendido
por el sino del destino, con un tinte acidulante.

Poco más que un peregrino, que un iluso caminante,
tildado de incontinencia como un barco a la deriva,
como un cedazo, una criba que cierne y recoge el guante
y va soltando su lastre para hacer que su talante
siga firme y expectante y a su obsesión sobreviva.
.
Que un día se puso al sol, a el que luce, al que más quema,
como el que se hunde en su flema agarrándose a su sombra,
jugando con las palabras, escribiendo este poema
con, escaso, su talento resolviendo algún teorema
clamándole a un dios, al cielo, velando bajo su alfombra.
©donaciano bueno 

MI POETA SUGERIDO:  Alberto Rivas Bonilla

AMOR TRISTE

Te contemplé al asar sin conocerte,
ver tus ojos ha sido un vano intento,
no sé cómo sonríes, ni tu acento,
jamás oí; mas soy feliz con verte.

Y en la alta noche, cuando el mundo,
inerte reposa, vuela a ti mi pensamiento,
y me siento dichoso porque siento ser
todo corazón para quererte.

Jamás llegará a ti. Como una estrella
te veo inaccesible, pura y bella
y en tu amor me consumo y por ti muero.

Ysa biendo que nunca serás mía
no sé, mi bien, que es lo que el alma ansía,
ni he de saber jamás por qué te quiero.

LAS GOLONDRINAS

Os veo levantar en raudo giro
En dorados crepúsculos el vuelo,
Rasgando el manto diáfano del cielo
Con el eco lejano de un suspiro.

Os persiguen mis ojos y deliro
En el acariciar de un vago anhelo,
Cuando vais a buscar en otro cielo
Dorada espiga y temporal retiro,

¡¡Cruzando espacios y salvando montes,
Cómo os asemejáis al alma mía!
Yo cruzo, cual vosotras, horizontes,

Cual vosotras, puedo ir de estrella a estrella;
Yo tengo alas también: mi fantasía,
Y un cielo: ¡El cielo de mi amor por ella!

Comienza así su canto

Patria gloriosa de Delgado y Arce,
de Celis y Rodriguez
oye las notas de vibrante acento
que hoy conmueve mi lira
y se dilatan en aras del viento.
Guardo Patria en mi lira
un oculto lienzo,
una cuerda inviolada,
cuerda de oro
para lo que enaltece y admira.
Y hoy por la vez primera
suena en un canto
de vibrantes notas,
como un crujido de cadenas rotas
el audaz tremolar de una bandera.

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Jorge Luís Borges

Ya somos el olvido

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

NO ME DIGAS… [Mi poema]
Esteban Nicotra [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

No me mires que no puedo respirar,
que no logro suspirar cuando te miro,
si a tus ojos los confundo con el mar
y me incitas a temblar porque te admiro.

Que te veo y no me paro a imaginar,
tu figura me resulta inigualable,
tu destreza con tu garbo al caminar
atraganta hasta mi voz e impide que hable.

¿Qué me pasa que a mi cuerpo hace temblar
y mis músculos se paran o tiritan?
Unos dicen que lo que hace es palpitar,
que es amor y son tus brazos que me invitan.

No me atrevo, no quisiera tropezar,
si es verdad, de ti preciso me hagas caso,
no permitas que me pueda así anegar,
hoy te pido por favor da el primer paso.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Esteban Nicotra

TE DESCUBRO EN EL CIELO

Te descubro en el cielo
cuando se va la tarde
como a estas estrellas primeras
que limitan la noche,
que la hacen humana,
para que mis ojos la recorran
como los viejos navegantes.
Cada una es un punto en la memoria,
donde contigo me reúno.
Vuelvo de este viaje,
y traigo el corazón, recuperado,
de mis manos a tus manos hermanas.
de La vida que se vive, Brujas,

UNA MAREA DE HIELO SUBIRÁ

Una marea de hielo subirá
desde los pies a la boca.
La vida, casi una fiebre,
irá huyendo como un río
hasta el último pantano de los ojos.
Y no sabremos por qué estamos muriendo.
Los grandes rascacielos de la noche
seguirán escuchando el rumor de las calles
y la frente será un témpano.
La lámpara,
hipnotizada insistirá sobre estos párpados
desesperadamente inmóviles…
Mudas presencias,
las formas familiares
van buscando rincones de olvido.

ANTES DEL ALBA

A la mejor juventud argentina

1
He sufrido.
Pero he defendido
mi alegría con franqueza
y generosidad.
No he sabido, ni querido,
medir mi vida,
ni calcular.
Estoy solo,
con mis pocos símiles.
Bendigo mi entrega
a mi pasión
innegociable.

2. En el galpón

Uno al lado del otro acostados
como larvas esperando la muerte.
Las vendas inútiles
sobre ojos que miran
hacia adentro.
El sudor de la fiebre
y el pus en las heridas.
La desgarrada sonrisa
vuelta hacia el futuro.

3. Hasta que resuciten

Somos los fantasmas vivientes
de aquellos muertos.
No viviremos nuestras vidas
hasta que descansen en paz.
Y eso será
cuando resuciten
en cada uno de nosotros.

EN LA ALTA NOCHE

En la alta noche escribo
desde mi baja condición humana.
El día ha pasado como un río crecido
de margen a margen arrasando.
Sobreviviente en esta orilla
del silencio y el reloj de la sangre,
escucho los ruidos de la casa y la ciudad
como los últimos signos
que quedaron detrás del paso
que ya no deja más persona viva.
Insomnes, almas en pena, parias,
son las últimas sombras
de este otro infierno, las últimas,
absortas, libres, tiritando
la soledad de un amor constante
más allá de la muerte.
Después del genocidio.
La vida que se vive, Editorial Brujas, 2006

ANTES DE LA NOCHE

Antes que estas nubes grises
cubran con su herrumbre el cielo
ese ebrio tiene que encontrar
su voz para poder cantar;
antes que las luces se enciendan,
en un silencio de escenario fatal,
tendríamos que poder oír la voz de la tragedia,
como un relámpago,
sobre la plaza de la ciudad;
antes de que llegue la noche
tienen que brillar unos ojos
(que sólo supieron llorar
y hace años que están secos);
antes que tú y yo tengamos que callar,
debe llegar como una ola,
hasta estas paredes fantasmales,
un rumor como un mar;
antes de que sea tarde
y acunados como niños,
gusanos en su capullo invernal,
tengamos que volar;
antes que este aire extraño,
confuso, se pierda en el alba
y la vida normal vuelva a empezar,
antes de que nos dejemos de amar,
antes de que el silencio silente
como el grito de una multitud
amorfa de estadio
no nos deje escuchar;
antes de la noche final,
cuando los gallos giman,
y los pájaros enloquecidos
crucen al azar,
¿veremos las ciudades del sol:
su rostro de verdad?
La vida que se vive, Editorial Brujas, 2006

LA HORA OSCURA

Bajo este cielo plúmbeo,
que oscurece en pleno día nuestras horas,
vives tu vida y lees
en este bar ermita,
el sueño de otros, en páginas
luminosas de vida que palpita.
Y ya el viento, que anuncia la tormenta,
agita las hojas de los árboles,
arrastra las noticias que murieron,
mece una cabellera en su vaivén,
pero no anticipa un límpido día,
ni el sol de un porvenir.
Es solo el recuerdo, in natura,
de una historia que no fue.
Esta hora oscura de nuestro tiempo
ensordece en su dominio
el grito callado
de los que no tienen un mañana.
Saldrás a la calle, a la llovizna,
fría, amarga, indiferente,
con la terca ardiente rabia
del que espera el amanecer
como si fuera un cataclismo,
el resonar en un cielo naciente
del clamor que es el anuncio
de lo que nombra esa palabra
que ya nadie se anima a pronunciar,
o se ha olvidado, en tanta mansedumbre,
en tanto conformismo amancebado.
Pero ya es la noche y la lluvia
es solo noche y lluvia,
y las pocas sombras fugitivas
corren a refugiarse.
La hora no entrega una señal,
las luces de las avenidas
iluminan alienadas
un silencio sin nadie.

ELLOS VUELVEN

En la noche,
como traídos por las olas negras,
entre el sudor salobre de las sábanas,
ellos vuelven.
Llegan hasta tu cuarto a oscuras
y flotan sobre tus párpados caídos,
hasta que te levantas, insomne.
No dicen nada,
te miran con sus ojos de corderos,
sonríen, cantan su canción muda,
como tantos años atrás.
Y tú caminas y caminas,
entre las dunas,
entre las zarzas y el viento,
hasta que tus pies
pisan la arena firme de la playa,
y tu paso va recto y seguro,
hasta que te internas
en el agua helada del alba.
La vida que se vive, Editorial Brujas, 2006

Terror del día

El terror del día
hace temblar el cuerpo
como si estuviera desnudo.
Cerrar los ojos, apretar los dientes, beber el propio
aliento,
puede llegar a salvarte.
O tal vez el calor de tus recuerdos.
(Es extraño ver cómo quedan las cosas de los que
se han ido.
No se hablan más que a sí mismas,
como si estuvieran ciegas).
Todo está bien mientras nada se mueva.
No hay que arriesgarse al azar de las calles;
la mañana mira por los ojos de las estatuas:
todo se refleja en su iris vacío.
Y los huesos gimen
su dolor de carne, de pequeña luz,
tan fácil de apagarse.
El cuerpo se ampara a sí mismo,
como las manos ocultan la llama
a los golpes del viento.

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Jorge Luis Borges

El remordimiento

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

»JORGE LUIS BORGES

Borges (1899-1986) es uno de los escritores más importantes del siglo XX, no solamente a nivel nacional en Argentina, su país de origen, sino mundialmente. Su obra incluye cuentos, ensayos y poemas. Sus ideas políticas fueron muy polémicas, lo cual se cree que conspiró en contra de que obtuviese el Premio Nobel de Literatura. De todos modos cosechó numerosos premios en el mundo, como el Cervantes en España. Entre sus poemas podemos encontrar Poema de los dones, Los justos, Ausencia, Ajedrez, Los espejos y Los Borges. https://www.borges.pitt.edu/

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LOS POEMAS

 

AJEDREZ 

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?

 

UNA ROSA Y MILTON

De las generaciones de las rosas
Que en el fondo del tiempo se han perdido
Quiero que una se salve del olvido,
Una sin marca o signo entre las cosas

Que fueron. El destino me depara
Este don de nombrar por vez primera
Esa flor silenciosa, la postrera
Rosa que Milton acercó a su cara,

Sin verla. Oh tú bermeja o amarilla
O blanca rosa de un jardín borrado,
Deja mágicamente tu pasado

Inmemorial y en este verso brilla,
Oro, sangre o marfil o tenebrosa
Como en sus manos, invisible rosa.

ARTE POÉTICA

Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo,

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.

A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA

¿Dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?

El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.

Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.

Entre los asfódelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.

Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que la ceniza
de que está hecho el olvido?

Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.

En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.

POEMA DE LOS DONES

Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
A unos ojos sin luz, que sólo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden

Las albas a su afán. En vano el día
Les prodiga sus libros infinitos,
Arduos como los arduos manuscritos
Que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esa alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
Y el Occidente, siglos, dinastías,
Símbolos, cosmos y cosmogonías
Brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
Exploro con el báculo indeciso,
Yo, que me figuraba el Paraíso
Bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
Con la palabra azar, rige estas cosas;
Otro ya recibió en otras borrosas
Tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
De un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
Mundo que se deforma y que se apaga
En una pálida ceniza vaga
Que se parece al sueño y al olvido.

 

EL RELOJ DE ARENA

Está bien que se mida con la dura
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura

El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.

Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.

Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento

Del alfil desparejo, de la espada
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.

¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?

Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.

Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.

La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.

En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.

El pilar de humo y el pilar de fuego,
Cartago y Roma y su apretada guerra,
Simón Mago, los siete pies de tierra
Que el rey sajón ofrece al rey noruego,

Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.

LOS ESPEJOS

Yo que sentí el horror de los espejos
No sólo ante el cristal impenetrable
Donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

Sino ante el agua especular que imita
El otro azul en su profundo cielo
Que a veces raya el ilusorio vuelo
Del ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosa
Del ébano sutil cuya tersura
Repite como un sueño la blancura
De un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
Años de errar bajo la varia luna,
Me pregunto qué azar de la fortuna
Hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
Espejo de caoba que en la bruma
De su rojo crepúsculo disfuma
Ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
Ejecutores de un antiguo pacto,
Multiplicar el mundo como el acto
Generativo, insomnes y fatales.

Prolongan este vano mundo incierto
En su vertiginosa telaraña;
A veces en la tarde los empaña
El hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
Paredes de la alcoba hay un espejo,
Ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
Que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
En esos gabinetes cristalinos
Donde, como fantásticos rabinos,
Leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
No sintió que era un sueño hasta aquel día
En que un actor mimó su felonía
Con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
Que el usual y gastado repertorio
De cada día incluya el ilusorio
Orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
En toda esa inasible arquitectura
Que edifica la luz con la tersura
Del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
De sueños y las formas del espejo
Para que el hombre sienta que es reflejo
Y vanidad. Por eso nos alarman.

 

LA LUNA (1)

Cuenta la historia que en aquel pasado
Tiempo en que sucedieron tantas cosas
Reales, imaginarias y dudosas,
Un hombre concibió el desmesurado

Proyecto de cifrar el universo
En un libro y con ímpetu infinito
Erigió el alto y arduo manuscrito
Y limó y declamó el último verso.

Gracias iba a rendir a la fortuna
Cuando al alzar los ojos vio un bruñido
Disco en el aire y comprendió, aturdido,
Que se había olvidado de la luna.

La historia que he narrado aunque fingida,
Bien puede figurar el maleficio
De cuantos ejercemos el oficio
De cambiar en palabras nuestra vida.

Siempre se pierde lo esencial. Es una
Ley de toda palabra sobre el numen.
No la sabrá eludir este resumen
De mi largo comercio con la luna.

No sé dónde la vi por vez primera,
Si en el cielo anterior de la doctrina
Del griego o en la tarde que declina
Sobre el patio del pozo y de la higuera.

Según se sabe, esta mudable vida
Puede, entre tantas cosas, ser muy bella
Y hubo así alguna tarde en que con ella
Te miramos, oh luna compartida.

Más que las lunas de las noches puedo
Recordar las del verso: la hechizada
Dragon moon que da horror a la halada
Y la luna sangrienta de Quevedo.

De otra luna de sangre y de escarlata
Habló Juan en su libro de feroces
Prodigios y de júbilos atroces;
Otras más claras lunas hay de plata.

Pitágoras con sangre (narra una
Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.

De hierro hay una selva donde mora
El alto lobo cuya extraña suerte
Es derribar la luna y darle muerte
Cuando enrojezca el mar la última aurora.

(Esto el Norte profético lo sabe
Y tan bien que ese día los abiertos
Mares del mundo infestará la nave
Que se hace con las uñas de los muertos.)

Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna
Quiso que yo también fuera poeta,
Me impuse. como todos, la secreta
Obligación de definir la luna.

Con una suerte de estudiosa pena
Agotaba modestas variaciones,
Bajo el vivo temor de que Lugones
Ya hubiera usado el ámbar o la arena,

De lejano marfil, de humo, de fría
Nieve fueron las lunas que alumbraron
Versos que ciertamente no lograron
El arduo honor de la tipografía.

Pensaba que el poeta es aquel hombre
Que, como el rojo Adán del Paraíso,
Impone a cada cosa su preciso
Y verdadero y no sabido nombre,

Ariosto me enseñó que en la dudosa
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.

De la Diana triforme Apolodoro
Me dejo divisar la sombra mágica;
Hugo me dio una hoz que era de oro,
Y un irlandés, su negra luna trágica.

Y, mientras yo sondeaba aquella mina
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
La luna celestial de cada día

Sé que entre todas las palabras, una
Hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
Con humildad. Es la palabra luna.

Ya no me atrevo a macular su pura
Aparición con una imagen vana;
La veo indescifrable y cotidiana
Y más allá de mi literatura.

Sé que la luna o la palabra luna
Es una letra que fue creada para
La compleja escritura de esa rara
Cosa que somos, numerosa y una.

Es uno de los símbolos que al hombre
Da el hado o el azar para que un día
De exaltación gloriosa o de agonía
Pueda escribir su verdadero nombre.

 

LA LUNA

A María Kodama

Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.

LA LLUVIA

Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

EL GOLEM

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.

Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave.

La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos en rumores
Y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
Estas verdades las refiere Scholem
En un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
"Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga."
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre,

Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?

¿Por qué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?

En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?

 

Elogio de la sombra

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.

La noche cíclica

Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras:
los astros y los hombres vuelven cíclicamente;
los átomos fatales repetirán la urgente
Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras.
En edades futuras oprimirá el centauro
con el casco solípedo el pecho del lapita;
cuando Roma sea polvo, gemirá en la infinita
noche de su palacio fétido el minotauro.
Volverá toda noche de insomnio: minuciosa.
La mano que esto escribe renacerá del mismo
vientre. Férreos ejércitos construirán el abismo.
(David Hume de Edimburgo dijo la misma cosa).
No sé si volveremos en un ciclo segundo
como vuelven las cifras de una fracción periódica;
pero sé que una oscura rotación pitagórica
noche a noche me deja en un lugar del mundo
que es de los arrabales. Una esquina remota
que puede ser del Norte, del Sur o del Oeste,
pero que tiene siempre una tapia celeste,
una higuera sombría y una vereda rota.
Ahí está Buenos Aires. El tiempo que a los hombres
trae el amor o el oro, a mí apenas me deja
esta rosa apagada, esta vana madeja
de calles que repiten los pretéritos nombres

 

Elegía de un parque

Se perdió el laberinto. Se perdieron
todos los eucaliptos ordenados,
los toldos del verano y la vigilia
del incesante espejo, repitiendo
cada expresión de cada rostro humano,
cada fugacidad. El detenido
reloj, la entretejida madreselva,
la glorieta, las frívolas estatuas,
el otro lado de la tarde, el trino,
el mirador y el ocio de la fuente
son cosas del pasado. ¿Del pasado?
Si no hubo un principio ni habrá un término,
si nos aguarda una infinita suma
de blancos días y de negras noches,
ya somos el pasado que seremos.
Somos el tiempo, el río indivisible,
somos Uxmal, Cartago y la borrada
muralla del romano y el perdido
parque que conmemoran estos versos

La moneda de hierro

Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
las dos contrarias caras que serán la respuesta
de la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?

Miremos. En el orbe superior se entretejan
el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio
y las inalterables estrellas planetarias.
Adán, el joven padre, y el joven Paraíso.

La tarde y la mañana. Dios en cada criatura.
En ese laberinto puro está tu reflejo.
Arrojemos de nuevo la moneda de hierro
que es también un espejo magnífico. Su reverso
es nadie y nada y sombra y ceguera. Eso eres.
De hierro las dos caras labran un solo eco.
Tus manos y tu lengua son testigos infieles.
Dios es el inasible centro de la sortija.
No exalta ni condena. Obra mejor: olvida.
Maculado de infamia ¿por qué no han de quererte?
En la sombra del otro buscamos nuestra sombra;
en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.

 

El enamorado

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.

POEMA CONJETURAL

El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829
por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:

Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.

LOS ENIGMAS

Yo que soy el que ahora está cantando
seré mañana el misterioso, el muerto,
el morador de un mágico y desierto
orbe sin antes ni después ni cuándo.

Así afirma la mística. Me creo
indigno del Infierno o de la Gloria,
pero nada predigo. Nuestra historia
cambia como las formas de Proteo.

¿Qué errante laberinto, qué blancura
ciega de resplandor será mi suerte,
cuando me entregue el fin de esta aventura

la curiosa experiencia de la muerte?
Quiero beber su cristalino Olvido,
ser para siempre; pero no haber sido.

1964

I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

VERSOS PARA FERNÁN SILVA VALDÉS

Ya le estoy estrechando la mano verdadera
Que sus versos me alargan. ¿Sabe que estoy contento
De me madrugaran con la linda nobleza
Y su amistá, que es mía, sabe la que merezco?

No por los versos chúcaros que pensó mi desgano,
Sino por los ponientes peleadores que he visto,
Y por una muchacha que me tuvo en su abrazo,
Y por unas divisas que conservo en un libro.

Yguálenos el mate parejo y compartido,
El mate que es de muchos como el sol y la luna,
Volcancito que humea caliente como un nido,
Manso reló que mide las horas de la duda.

Dele a su honda guitarra. Mi corazón la escucha.
Y ella, igual que un aljibe, desparrama confianza.
Levánteme la tarde, que en puerteando la luna
Saldré oscuro y callado pero diré una lágrima.

Soy un criollo pueblero. La he perdido y la busco
A mi herencia de auroras y pingos y zorzales.
Sus versos me la encuentran. Ya está dicho el retruco
Que mis tapias rosadas mandan a sus ceibales.

BUENOS AIRES

Y la ciudad, ahora, es como un plano
de mis humillaciones y fracasos;
desde esa puerta he visto los ocasos
y ante ese mármol he aguardado en vano.

Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
me han deparado los comunes casos
de toda suerte humana; aquí mis pasos
urden su incalculable laberinto.

Aquí la tarde cenicienta espera
el fruto que le debe la mañana;
aquí mi sombra en la no menos vana

sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto
será por eso que la quiero tanto.

 

UNA ROSA Y MILTON

De las generaciones de las rosas
que en el fondo del tiempo se han perdido
quiero que una se salve del olvido,
una sin marca o signo entre las cosas

que fueron. El destino me depara
este don de nombrar por vez primera
esa flor silenciosa, la postrera
rosa que Milton acercó a su cara,

sin verla. Oh tú bermeja o amarilla
o blanca rosa de un jardín borrado,
deja mágicamente tu pasado

inmemorial y en este verso brilla,
oro, sangre o marfil o tenebrosa
como en sus manos, invisible rosa.

UNA MAÑANA DE 1649

Carlos avanza entre su pueblo. Mira
a la izquierda y a la derecha. Ha rechazado
los brazos de la escolta. Liberado
de la necesidad de la mentira,

sabe que hoy va a la muerte, no al olvido,
y que es un rey. La ejecución lo espera;
la mañana es atroz y verdadera.
No hay temor en su carne. Siempre ha sido,

a fuer de buen tahúr, indiferente.
Ha apurado la vida hasta las heces;
ahora está solo entre la armada gente.

No lo infama el patíbulo. Los jueces
no son el Juez. Saluda levemente
y sonríe. Lo ha hecho tantas veces.

 

UNA LLAVE EN SALÓNICA

Abarbanel, Farías o Pinedo,
arrojados de España por impía
persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo.

Libres ahora de esperanza y miedo,
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo.

Hoy que su puerta es polvo, el instrumento
es cifra de la diáspora y del viento,
afín a esa otra llave del santuario

que alguien lanzó al azul cuando el romano
acometió con fuego temerario,
y que en el cielo recibió una mano.

UNA LLAVE EN EAST LANSING

A Judith Machado

Soy una pieza de limado acero.
Mi borde irregular no es arbitrario.
Duermo mi vago acero en un armario
que no veo, sujeta a mi llavero.

Hay una cerradura que me espera,
una sola. La puerta es de forjado
hierro y firme cristal. Del otro lado
está la casa, oculta y verdadera.

Altos en la penumbra los desiertos
espejos ven las noches y los días
y las fotografías de los muertos

y el tenue ayer de las fotografías.
Alguna vez empujaré la dura
puerta y haré girar la cerradura.

 

FRAGMENTO

Una espada,
una espada de hierro forjado en el frío del alba
una espada con runas
que nadie podrá desoír ni descifrar del todo,
Una espada que los poetas
igualarán al hielo y al fuego,
una espada que un rey dará a otro rey
y este rey a un sueño,
una espada que será leal
hasta una hora que ya sabe el Destino,
una espada que iluminará la batalla.

Una espada para la mano
que regirá la hermosa batalla, el tejido de hombres,
una espada para la mano
que enrojecerá los dientes del lobo
y el despiadado pico del cuervo,
una espada para la mano
que prodigará el oro rojo,
una espada para la mano
que dará muerte a la serpiente en su lecho de oro,
una espada para la mano
que ganará un reino y perderá un reino,
una espada para la mano
que derribará la selva de lanzas.
Una espada para la mano de Beowulf.

UN SOLDADO DE LEE (1862)

Lo ha alcanzado una bala en la ribera
de una clara corriente cuyo nombre
ignora. Cae de boca. (Es verdadera
la historia y más de un hombre fue aquel hombre).

El aire de oro mueve las ociosas
hojas de los pinares. La paciente
hormiga escala el rostro indiferente.
Sube el sol. Ya han cambiado muchas cosas

y cambiarán sin término hasta cierto
día del porvenir en que te canto
a ti que, sin la dádiva del llanto,

caíste como cae un hombre muerto.
No hay un mármol que guarde tu memoria;
seis pies de tierra son tu oscura gloria.

 

UN PATIO

Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

UN LOBO

Furtivo y gris en la penumbra última,
va dejando sus rastros en la margen
de este río sin nombre que ha saciado
la sed de su garganta y cuyas aguas
no repiten estrellas. Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
y que busca a la hembra y siente frío.
Es el último lobo de Inglaterra.
Odín y Thor lo saben. En su alta
casa de piedra un rey ha decidido
acabar con los lobos. Ya forjado
ha sido el fuerte hierro de tu muerte.
Lobo sajón, has engendrado en vano.
No basta ser cruel. Eres el último.
Mil años pasarán y un hombre viejo
te soñará en América. De nada
puede servirte ese futuro sueño.
Hoy te cercan los hombres que siguieron
por la selva los rastros que dejaste,
furtivo y gris en la penumbra última.

UN LECTOR

Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
a mí me enorgullecen las que he leído.
No habré sido un filólogo,
no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras,
la de que se endurece en te,
la equivalencia de la ge y de la ka,
pero a lo largo de mis años he profesado
la pasión del lenguaje.
Mis noches están llenas de Virgilio;
haber sabido y haber olvidado el latín
es una posesión, porque el olvido
es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda.
Cuando en mis ojos se borraron
las vanas apariencias queridas,
los rostros y la página,
me di al estudio del lenguaje de hierro
que usaron mis mayores para cantar
espadas y soledades,
y ahora, a través de siete siglos,
desde la Última Thule,
tu voz me llega, Snorri Sturluson.
El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa
y lo hace en pos de un conocimiento preciso;
a mis años, toda empresa es una aventura
que linda con la noche.
No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,
no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;
la tarea que emprendo es ilimitada
y ha de acompañarme hasta el fin,
no menos misteriosa que el universo
y que yo, el aprendiz.

 

ALGUIEN

Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.

UN CIEGO

No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
No sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.

Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.

Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,

pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.

SNORRI STURLUSON

(1179-1241)

Tú, que legaste una mitología
de hielo y fuego a la filial memoria,
tú, que fijaste la violenta gloria
de tu estirpe de acero y de osadía,

sentiste con asombro en una tarde
de espadas que tu triste carne humana
temblaba. En esa tarde sin mañana
te fue dado saber que eras cobarde.

En la noche de Islandia, la salobre
borrasca mueve el mar. Está cercada
tu casa. Has bebido hasta las heces

el deshonor inolvidable. Sobre
tu pálida cabeza cae la espada
como en tu libro cayó tantas veces.

A UN POETA SAJÓN

Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo,
pesó como la nuestra sobre la tierra,
tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella,
tú que viviste no en el rígido ayer
sino en el incesante presente,
en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo,
tú que en tu monasterio fuiste llamado
por la antigua voz de la épica,
tú que tejiste las palabras,
tú que cantaste la victoria de Brunanburh
y no la atribuiste al Señor
sino a la espada de tu rey,
tú que con júbilo feroz cantaste,
la humillación del viking,
el festín del cuervo y del águila,
tú que en la oda militar congregaste
las rituales metáforas de la estirpe,
tú que un tiempo sin historia
viste en el ahora el ayer
y en el sudor y sangre de Brunanburh
un cristal de antiguas auroras,
tú que tanto querías a tu Inglaterra
y no la nombraste,
hoy no eres otra cosa que unas palabras
que los germanistas anotan.
Hoy no eres otra cosa que mi voz
cuando revive tus palabras de hierro.

Pido a mis dioses o a la suma del tiempo
que mis días merezcan el olvido,
que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,
pero que algún verso perdure
en la noche propicia a la memoria
o en las mañanas de los hombres.

ELEGÍA*

Tres antiguas caras me desvelan:
una el Océano, que habló con Claudio,
otra el Norte de aceros ignorantes
y atroces en la aurora y el ocaso,
la tercera la muerte, ese otro nombre
del insaciado tiempo que nos roe.
La carga secular de los ayeres
de la historia que fue o que fue soñada
me abruma, personal como una culpa.
Pienso en la nave ufana que devuelve
a los mares el cuerpo de Scyld Sceaving
que reinó en Dinamarca bajo el cielo;
pienso en el alto lobo, cuyas riendas
eran sierpes, que dio al barco encendido
la blancura del dios hermoso y muerto;
pienso en piratas cuya carne humana
es dispersión y limo bajo el peso
de los mares errantes que ultrajaron.
Pienso en mi propia, en mi perfecta muerte,
sin la urna, la lápida y la lágrima.

* Scyld es el rey de Dinamarca cuyo destino canta el exordio de la Gesta de Beowulf. El dios hermoso y muerto es Baldr, cuyos sueños premonitorios y cuyo fin están en las Eddas

MILONGA DE DOS HERMANOS

Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.

Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche—
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.

Velay, señores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.

Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día—
el que era menor debía
más muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.

Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.

Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel.

 

EWIGKEIT

Torne en mi boca el verso castellano
a decir lo que siempre está diciendo
desde el latín de Séneca: el horrendo
dictamen de que todo es del gusano.

Torne a cantar la pálida ceniza,
los fastos de la muerte y la victoria
de esa reina retórica que pisa
los estandartes de la vanagloria.

No así. Lo que mi barro ha bendecido
no lo voy a negar como un cobarde.
Sé que una cosa no hay. Es el olvido;

sé que en la eternidad perdura y arde
lo mucho y lo precioso que he perdido:
esa fragua, esa luna y esa tarde.

TEXAS

Aquí también. Aquí, como en el otro
confín del continente, el infinito
campo en que muere solitario el grito;
aquí también el indio, el lazo, el potro.

Aquí también el pájaro secreto
que sobre los fragores de la historia
canta para una tarde y su memoria;
aquí también el místico alfabeto

de los astros, que hoy dictan a mi cálamo
nombres que el incesante laberinto
de los días no arrastra: San Jacinto

y esas otras Termópilas, el Álamo.
Aquí también esa desconocida
y ansiosa y breve cosa que es la vida.

 

1972

Temí que el porvenir (que ya declina)
sería un profundo corredor de espejos
indistintos, ociosos y menguantes,
una repetición de vanidades,
y en la penumbra que precede al sueño
rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,
que enviaran algo o alguien a mis días.
Lo hicieron. Es la Patria. Mis mayores
la sirvieron con largas proscripciones,
con penurias, con hambre, con batallas,
aquí de nuevo está el hermoso riesgo.
No soy aquellas sombras tutelares
que honré con versos que no olvida el tiempo.
Estoy ciego. He cumplido los setenta;
no soy el oriental Francisco Borges
que murió con dos balas en el pecho,
entre las agonías de los hombres,
en el hedor de un hospital de sangre,
pero la Patria, hoy profanada quiere
que con mi oscura pluma de gramático,
docta en las nimiedades académicas
y ajena a los trabajos de la espada,
congregue el gran rumor de la epopeya
y exija mi lugar. Lo estoy haciendo.

LA PESADILLA

Sueño con un antiguo rey. De hierro
es la corona y muerta la mirada.
Ya no hay caras así. La firme espada
lo acatará, leal como su perro.

No sé si es de Nortumbria o de Noruega.
Sé que es del Norte. La cerrada y roja
barba le cubre el pecho. No me arroja
una mirada su mirada ciega.

¿De qué apagado espejo, de qué nave
de los mares que fueron su aventura,
habrá surgido el hombre gris y grave

que me impone su antaño y su amargura?
Sé que me sueña y que me juzga, erguido.
El día entra en la noche. No se ha ido.

 

SPINOZA

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)

Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.

No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.

Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.

SOY

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

 

SONETO DEL VINO

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

SON LOS RÍOS

Somos el tiempo. Somos la famosa
parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.

Somos el río y somos aquel griego
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.

Somos el vano río prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.

La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja.

EL REMORDIMIENTO

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

 

Baltasar Gracián

Laberintos, retruécanos, emblemas,
helada y laboriosa nadería,
fue para este jesuita la poesía,
reducida por él a estratagemas.

No hubo música en su alma; sólo un vano
herbario de metáforas y argucias
y la veneración de las astucias
y el desdén de lo humano y sobrehumano.

No lo movió la antigua voz de Homero
ni esa, de plata y luna, de Virgilio;
no vio al fatal Edipo en el exilio
ni a Cristo que se muere en un madero.

A las claras estrellas orientales
que palidecen en la vasta aurora,
apodó con palabra pecadora
gallinas de los campos celestiales.

Tan ignorante del amor divino
como del otro que en las bocas arde,
lo sorprendió la Pálida una tarde
leyendo las estrofas del Marino.

Su destino ulterior no está en la historia;
librado a las mudanzas de la impura
tumba el polvo que ayer fue su figura,
el alma de Gracián entró en la gloria.

¿Qué habrá sentido al contemplar de frente
los Arquetipos y los Esplendores?
quizá lloró y se dijo: Vanamente
busqué alimento en sombras y en errores.

¿Qué sucedió cuando el inexorable
sol de Dios, La Verdad, mostró su fuego?
Quizá la luz de Dios lo dejó ciego
en mitad de la gloria interminable.

Sé de otra conclusión. Dado a sus temas
minúsculos, Gracián no vio la gloria
y sigue resolviendo en la memoria
laberintos, retruécanos y emblemas.

EL PASADO

Todo era fácil, nos parece ahora,
En el plástico ayer irrevocable:
Sócrates que apurada la cicuta,
Discurre sobre el alma y su camino
Mientras la muerte azul le va subiendo
Desde los pies helados; la implacable
Espada que retumba en la balanza;
Roma, que impone el numeroso hexámetro
Al obstinado mármol de esa lengua
Que manejamos hoy despedazada;
Los piratas de Hengist que atraviesan
A remo el temerario Mar del Norte
Y con las fuertes manos y el coraje
Fundan un reino que será el Imperio;
El rey sajón que ofrece al rey noruego
Los siete pies de tierra y que ejecuta,
Antes que el sol decline, la promesa
En la batalla de hombres; los jinetes
Del desierto, que cubren el Oriente
Y amenazan las cúpulas de Rusia;
Un persa que refiere la primera
De las Mil y Una Noches y no sabe
Que inicia un libro que los largos siglos
De las generaciones ulteriores
No entregarán al silencioso olvido;
Snorri que salva en su perdida Thule,
A la luz de crepúsculos morosos
O en la noche propicia a la memoria,
Las letras y los dioses de Germania;
El joven Schopenhauer, que descubre
El plano general del universo;
Whitman, que en una redacción de Brooklin,
Entre el olor a tinta y a tabaco,
Toma y no dice a nadie la infinita
Resolución de ser todos los hombres
Y de escribir un libro que sea todos;
Arredondo, que mata a Idiarte Borda
En la mañana de Montevideo
Y se da a la justicia declarando
Que ha obrado solo y que no tiene cómplices;
El soldado que muere en Normandía,
El soldado que muere en Galilea.

Esas cosas pudieron no haber sido.
Casi no fueron. Las imaginamos
En un fatal ayer inevitable.
No hay otro tiempo que el ahora, este ápice
Del ya será y del fue, de aquel instante
En que la gota cae en la clepsidra.
El ilusorio ayer es un recinto
De figuras inmóviles de cera
O de reminiscencias literarias
Que el tiempo irá perdiendo en sus espejos.
Erico el Rojo, Carlos Doce, Breno
Y esa tarde inasible que fue tuya
Son en su eternidad, no en la memoria.
"El oro de los tigres", 1972.

 

ESPAÑA

Más allá de los símbolos,
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,
más allá de la aberración del gramático
que ve en la historia del hidalgo
que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue,
no una amistad y una alegría
sino un herbario de arcaísmos y un refranero,
estás, España silenciosa, en nosotros.
España del bisonte, que moriría
por el hierro o el rifle,
en las praderas del ocaso, en Montana,
España donde Ulises descendió a la Casa de Hades,
España del íbero, del celta, del cartaginés, y de Roma,
España de los duros visigodos,
de estirpe escandinava,
que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas,
pastor de pueblos,
España del Islam, de la cábala
y de la Noche Oscura del Alma,
España de los inquisidores,
que padecieron el destino de ser verdugos
y hubieran podido ser mártires,
España de la larga aventura
que descifró los mares y redujo crueles imperios
y que prosigue aquí, en Buenos Aires,
en este atardecer del mes de julio de 1964,
España de la otra guitarra, la desgarrada,
no la humilde, la nuestra,
España de los patios,
España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios,
España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad,
España del inútil coraje,
podemos profesar otros amores,
podemos olvidarte
como olvidamos nuestro propio pasado,
porque inseparablemente estás en nosotros,
en los íntimos hábitos de la sangre,
en los Acevedo y los Suárez de mi linaje,
España,
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
incesante y fatal.

 

Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

Cosas

El volumen caído que los otros
ocultan en la hondura del estante
y que los días y las noches cubren
de lento polvo silencioso. El ancla
de Sidón que los mares de Inglaterra
oprimen en su abismo ciego y blando.
El espejo que no repite a nadie
cuando la casa se ha quedado sola.
las limaduras de uña que dejamos
a lo largo del tiempo y del espacio.
El polvo indescifrable que fue Shakespeare.
Las modificaciones de la nube.
La simétrica rosa momentánea
que el azar dio una vez a los ocultos
cristales del pueril calidoscopio.
Los remos de Argos, la primera nave.
las pisadas de arena que la ola
soñolienta y fatal borra en la playa.
Los colores de Turner cuando apagan
las luces en la recta galería
y no resuena un paso en la alta noche.
El revés del prolijo mapamundi.
La tenue telaraña en la pirámide.
La piedra ciega y la curiosa mano.
El sueño que he tenido antes del alba
y que olvidé cuando clareaba el día.
El principio y el fin de la epopeya
de Finnsburh, hoy unos contados versos
de hierro, no gastado por los siglos.
La letra inversa en el papel secante.
La tortuga en el fondo del aljibe.
Lo que no puede ser. El otro cuerno
del unicornio. El Ser que es Tres y es Uno.
El disco triangular. El inasible
instante en que la flecha del eleata,
inmóvil en el aire, da en el blanco.
La flor entre las páginas de Bécquer.
El péndulo que el tiempo ha detenido.
El acero que Odín clavó en el árbol.
El texto de las no cortadas hojas.
El eco de los cascos de la carga
de Junín, que de algún eterno modo
no ha cesado y es parte de la trama.
La sombra de Sarmiento en las aceras.
La voz que oyó el pastor en la montaña.
La osamenta blanqueando en el desierto.
La bala que mató a Francisco Borges.
El otro lado del tapiz. Las cosas
que nadie mira, salvo el Dios de Berkeley.

Lo Perdido

¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue? ¿Dónde estará el perdido
antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el amor, dónde el olvido
de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,
según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba y que tal vez me espera.