A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
UN MES Y OTRO MES… [Mi poema]
Jaime Cedillo [Poeta sugerido]
MI POEMA... de medio pelo |
Un mes ha terminado y otro llega Y otro ha de pasar y nunca será igual, Y esas ansias de pequeño por crecer Mientras fluye la vida el tiempo huye |
Comentario del autor sobre el poema: Siempre tratando de alcanzar algo, algún objetivo, algún deseo, sin darnos cuenta que ello conlleva un precio a pagar, que no es ni más ni menos que un bocado en el tiempo del que disponemos prestado.
MI POETA SUGERIDO: Jaime Cedillo
Al vuelo
Un poema aletea
delante de tus ojos,
se posa en tu nariz,
huye un segundo antes
de que lo atrapes. Vuelve
con un verso en la boca.
Te lo deja en un hombro,
cuando miras no está. Ríe
desde las sombras. Sabe
que ha de entregarse pronto.
La poesía también
Es lo que ocurre antes
de interrumpir el vuelo.
CONTINGENCIAS
Mil novecientos
ochentaiséis. Toledo.
Plaza de Toros. Mis padres
doraban el fulgor de su noviazgo
al calor de un concierto de Sabina.
Joaquín no había parido Y sin embargo,
mi madre no me había parido a mí.
Mil novecientos
noventa y mi madre las llamaba
Mentiras piadosas, poco antes
de la ruptura. Supongo
que no se imaginaba nadie entonces
que su hijo crecería entre los versos
de Joaquín y entre el fuego
cruzado de sus padres.
Ahora mi madre observa
una foto de mil
novecientos
noventa y dos. Y dice:
Aquí nos acabábamos
de separar. —Y añade:
Se me ve tan feliz.
VERTICAL
Si me miras a los ojos
podrás atar mis cabos.
Si me miras a la boca
creerás que digo lo contrario a lo que piensas.
Si me miras al pecho
encontrarás lo que buscas.
Si me miras a los pies
lo perderás.
No consiento que me miren
de arriba abajo.
Cementerio
Le compró un ramo de flores distinto por cada día del año.Jamás tuvo agallas para entregarle ninguno.
Construiría después su propio cementerio:
365 muertos.
(Del libro inédito Intramuros)
Trastos
Los objetos que viven
callados en mi alcoba
tienen memoria, conciencia.
La taza del café de esta mañana,
el marcapáginas de un libro perdido,
una foto sin marco de cara a la pared…
Mi madre los llama trastos.
Ella cree que este nudo de cables
o esa caja amarilla donde guardo papeles
llenos de tachaduras
sólo invaden mi espacio.
Ella siempre ha pensado
que un hombre sólo progresa
si distingue una senda transitable,
y supongo que está
cansada de verme aquí,
exiliado entre ruinas.
Objetos que están callados
y se ponen a hablarme
cuando cierra la puerta.
Un futuro de cuerpo presente
Llega mi vanidad
hasta tramar mi muerte.
Manipular los rostros
de quienes queden vivos
y lloren ante un cuerpo
que se parezca al mío.
No volveré a ser joven,
pensaré boca arriba
burlándome de mí y de quienes dicen:
qué enormes puñaladas
traperas da la vida.
(Qué estampa tan patética).
Mi madre llorará
por los años vencidos
que vendrán desde entonces.
Mi padre pensará:
aún me queda uno.
Mis otros familiares
creerán que aquella muerte
se corresponde al fin
y al cabo con mi vida.
Los que me relacionan
con la literatura
pensarán que así, al menos,
alguien publicará esto.
Y que unos pocos críticos
podrán hacerse eco
de una “prometedora trayectoria
cruelmente interrumpida”.
Mi muerte servirá como pretexto
a mis amigos para
recordarme entre copas
con las conversaciones desgastadas.
Mis enemigos no
podrán hablar de mí,
en realidad yo sólo
me he hecho daño a mí mismo.
Certeza de una sombra
¿Quién advirtió primero la presencia de la sombra
y anunció que lo muerto seguiría
sospechosamente vivo a la vuelta de nosotros?
¿Cuándo mi padre dijo:
la luz a media tarde, la ropa por los aires,
las sábanas calientes, el güisqui, la alegría,
la lumbre de los ojos de mi abuela,
las geometrías de luz tras la persiana,
el idioma exclusivo de los novios,
la caricia espontánea, los besos, la esperanza,
la rebeldía en el pecho, la lucha, la palabra
no será tuyo un día?
Quién osó obviar el drama,
establecer la norma,
hermetizar la conciencia.
Y, después de aquello, quién
tuvo agallas aún para tomar partido
contra el reloj de arena, cuya inercia
aplastará los sueños y los cuerpos.
¿Quién vino a levantarse un día por todos,
consumió su jornada
y convenció a los otros?
Me habría gustado, padre
«Me habría gustado, padre, que vinieras.
Contemplar tu silueta traslúcida a lo lejos
a través del cristal de aquella sala
donde vine a morir.
¿Por qué me abandonaste
a la vida?»,
me diría mi hijo si naciera.