A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Hugo Mujica

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LA INFANCIA, ESE TROCITO DE VIDA [Mi poema]
Carlos Fenoll [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

La infancia es ese trozo de la vida
que tienes bien guardado en tu zurrón,
la infancia en si no tiene explicación
pues llevas la lección bien aprendida
y nunca ya se olvida la lección.

La infancia es otro mundo, es otra historia,
un cuento en el que tú no pintas nada,
te intentan engañar que existe un hada
que un día ha de llevarte hasta la gloria
con sones de una música dorada.

Y hay otras, muchas veces, que amedrentan
tratando la verdad de meter miedo,
tú en medio la maraña, en ese enredo,
buscando una razón a lo que cuentan
pensando si eso a ti te importa un bledo.

La infancia, qué bonita que es la infancia
jugando sin saber a lo que juegas,
creyendo a pies juntillas sin más pegas,
inmerso en ese magma de ignorancia
dudando hasta agotar. Que estás a ciegas.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Fenoll

SENDA DEL AMOR, SOLA

El corazón tiene sendas .
. Una senda clara y sola;
~ájaros muertos, brillantes,
en medio! Senda que llora
el no tener compañera,
no poder ser una v~ora,
ni siquiera lanza, diente,
uña. Le matan las otras
la espiga, el pájaro, el agua,
y le echan lodo a sus rosas.
¡Si ella pudiera ser libre,
ser, sin la senda afanosa
de la envidia, sin la senda
tísica del odio, sola!
¡Cómo cuidaría entonce~
los trigos, el pan, a rop
nave del horno, la tierra
triste, hasta la triste roca!
Ser sola, senda de amor.
En mi corazón tú sola:
agua brillante, pradera
brillante, brillante rosa.
. Si yo pudiera quebrar
ia amarga raíz de las otras
en mi corazón, sacarlas
de sus basuras más hondas!
y no podré nunca. ¡Nadie
podrá nunca, nunca! sola.
(Silho», núm. 1, Orihuela, 1936)

CANCIÓN A MI VIDA

Yo tengo para amarte, vida loca,
un cáliz de veneno aquí en mi boca,
un rayo en el latir del corazón
centellas en mis ojos melancólicos
y trazos de murciélagos diabólicos
que llevo en mi cerebro de león.
Yo tengo para amarte… tengo sólo
las furias más soberbias del dios Eolo
en noches de fatal desolación.
Yo tengo para amarte la amargura,
el canto de la pena y la tortura,
rugidos prolongados de león.
Amor huyó de ti. ¿Cómo voy a amarte?
Yo soy para ti el rayo que se parte
encima de la cumbre perennal…
Detesto ya la risa de tu boca.
Tu senda no es la mía, vida loca.
Tu risa fue mi abismo más fatal.
Revista “Actualidad”, Orihuela, 27 de agosto de 1930, nº 128

GABRIEL MIRÓ, en su obra «Las cerezas del cementerio».

¡Le he visto! ¡Le he visto! Surgió de la entraña
fragante, gloriosa, del lírico texto.
Subía solemne, ante mí, su figura,
cual nube de oro, cual nube de incienso…

Cantaban a gloria unos ángeles rubios;
los ángeles suyos, los ángeles bellos
que él viera un día, en torno a su mesa,
bajar a sus libros —jazmines inmensos—.

¡Le he visto! ¡Le he visto! Tenía una mano,
cual muerta azucena, dormida en su pecho.
Firmeza de roca de mar levantino
tenían sus ojos y azul de los cielos…

¡Le he visto! ¡Le he visto!… ¡Vivía, vivía!
Allá en la cumbrera bebíase el viento;
gustaba el perfume de ariscos matujos,
tomillos y flores; sabinas, romeros…
¡islaba su alma ! Su alma era aquella
sumida en tristezas, en éxtasis bellos,
con gozos de infancia, herida y fragante,
do brotan canciones, ternuras y besos.

¡Miró resucita!, se alza, solemne,
cual dios, en su tumba que cubren cerezos…
¡Le he visto! ¡Le he visto! Surgió de la entraña
fragante, gloriosa, del lírico texto.
Firmeza de roca de mar levantino
tenían sus ojos, y azul de los cielos…
El Pueblo de Orihuela, 30 de septiembre, nº 153, 1930

LA SONATA PASTORIL

A Miguel Hernández, el pastor que en la
paz y el silencio de la hermosa y fecunda
huerta orialana, canta las estrofas que le
inspira su propio corazón.

Cuando la tarde declina
y el sol va perdiendo el brillo
tras de la parda colina,
se siente la sonatina
de un alegre pastorcillo.

¡Es él! .. . El es quien inspira
de mi huerta los cantares;
y es su cayado la lira
que suena cuando suspira
el viento en los olivares.

Sus versos son cual la brisa
que acaricia con dulzura
cuando la tarde agoniza
al agua que se desliza
silenciosa en el Segura …

Y a torna a su hogar querido
por la vereda desierta
de su rebaño seguido
este pastor … ¡que ha nacido
para can»i:ar a su huerta!

Recoge en su seno el viento
la sonatina que canta
marchando con paso lento …

¡El cantar tiene un acento
de plegaria sacrosanta!

Ostenta el cielo un color
amarillento pulido …
¡Es el iris que al cantor
lo subraya con amor
después del deber cumplido.
El Pueblo de Oxihuela», núm. 97, 30 Diciembre, 1929)

JUEVES DE CARNAVAL

San Miguel.
Fragancia a tomillo. Sol.
Sube la gente en tropel
la cuesta de caracol.

Huevos, sal,
pan y vino moscatel.
Y el jueves de carnaval
se pasa… ¡como la miel!

Vueltas mil
al son alegre del vals
da la muchacha gentil. ..
(que por cierto no está mal).

Cantares
la juventud alegre entona
bajo bellos olivares
(mientras agarran la mona)

se encona
la rueda de las zagalas .. .
la risa no se abandona .. .
¡Parece que tienen alas!
¡Qué angelotes son! ¡Qué malas!

Y escribo
sobre una blanca cuartilla,
sentado en peñón altivo
mientras el sol dora y brilla:

San Miguel.
Fragancia a tomillo. Sol.
Baja la gente en tropel
la cuesta de caracol. ..
(1930)

SUPLICA

A Ramón Sijé, al empezar mi senda.

Tú, padre espiritual, noble y ameno
Ramón Sijé de la gran nariz de loro;
tú, hermano sentimental, breve y moreno;
tú, que encierras en tu pecho un pájaro de oro … ,
no consientas que yo, enfermo de ilusiones,
caiga, roto y sin fe, en mi primer camino.
Dame tu mano que arde en santas vibraciones,
dame tu fe y tu luz en el cáliz de un pino.
Y si a flote me llevas, desde la aurora-luz,
yo te daré mis brazos en forma de cruz
con el temblor de dos ramas mecidas
de almendro joven, bellamente floridos.

¡Yo te daré mis ojos llenos de puras
lágrimas de jazmín, transparentes de ternuras!
(1932)

MADRIGAL EN OCTAVILLAS

(A una hora inoportuna}

De todos los manantiales
de agua, metal o armonía,
el de tus labios frutales,
los de tu cabeza umbría.

De todos los infernales
crespones en agonía,
tu corazón, que me imanta,
tu corazón, que me canta.
«Silbo», núm. 2, Orihuela, Julio de 1936

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MI POETA INVITADA:  Hugo Mújica

Llueve

Llueve
y al árbol le pesan sus hojas,
a los rosales sus rosas.

Llueve
y el jardín huele a infancia,

a cercanía de todos los milagros,
a ausencia de todas las memorias.

EN LA PIEL

A lo lejos, afuera,
cae
una lluvia
que tan sólo huelo, una lluvia
que aún no ha llegado.
Aquí
en la piel, como en una página
en blanco,
espero que el agua, la lluvia,
lo que vive y tiembla,
me sea alguna vez revelado.

ALTO, LEJOS

Alto,
lejos, por apenas
un instante
la nervadura de un relámpago
incendia de blanco mis ojos,
después todo regresa a lo oscuro,
pero ya no es sólo sombras:
son huellas de lo perdido.

TÚ Y YO Y AQUEL [Mi poema]
Hugo Mujica [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Tú y yo y aquel, el otro
y el que asó la manteca,
todos,
frutos somos del azar,
de un accidente en este macrocosmos
cuya inmensidad desconocemos.

Nacemos de padres pobres, ricos,
electricistas, funambulistas o toxicómanos,
en un punto del planeta Tierra
que nos tocó en la Loto celestial.

Crecemos intentando ganar tiempo al tiempo,
y a cada paso que damos menos nos queda.

Creemos en un dios heredado
al que buscamos a sabiendas que nunca encontraremos,
hasta el día en que pensamos, y dudamos,
y nos hacemos agnósticos
o lo que es peor, ateos.

Aprendemos de lo que nos inculcan
los obsesos adoctrinadores de turno,
vampiros, sacamantecas,
para beneficio propio.

Pomposamente proclamamos nuestros principios,
si no les gustan tenemos otros (Groucho Marx).

Vivimos, sin saber por qué vivimos,
intentando acumular riquezas materiales
que pronto se irán por el inodoro
sirviendo de carnaza para los herederos,
que, como aves de rapiña,
nos lo agradecerán con sus disputas.

Gozamos y elevamos un altar al placer,
al amor, a la amistad
y a la vida
y en todo nos ciscamos.

Fingimos ser buenos de solemnidad
-a dios rogando y con el mazo dando-,
como los falsos predicadores.

Sufrimos porque Ronaldo no mete un gol
a sabiendas de que nosotros a Ronaldo
le importamos un carajo.

Jugando a ser trascendentes,
nosotros, si, nosotros,
fantasmas auto-sobre-valorados, de mierda.

Y en esta tesitura
aparece en escena una caja de madera
y se acaba la función. Baja el telón.
Y fin de la representación.
Aquí haya paz y después gloria.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Hugo Mujica

Desnudez

ni la ruina de un muro
sobre el que apoyar las palmas, sobre el
que descansar la gente

nada, salvo polvo que el viento alza,

viento
borrando ruinas
una sábana blanca
ondea en el viento

ceremonia de nada,
gesto de nadie,

nadie, nada o las huellas más tenues
o tal vez un llamado

el viento
la desnudez en la que viene y huye:

la huella, que borrando traza.

En plena noche

También en plena noche
la nieve
se derrite blanca

y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.

Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,

la que nos expande
las pupilas.

Lo que busca con su bastón
el ciego es la luz, no el camino.

Entre la noche y el alba

Entre el tejado y el cielo

hay un vacío de
pájaros,

una nostalgia de lluvias.

Entre la noche y
el alba

la cita imposible de cada vida:
la ausencia que el alma abraza.

Entre latidos

En las dunas
todo es silencio,

salvo el soplo
del viento
que lentamente las forma
y lentamente las deshace.

En su cama de hospital
un moribundo escucha como
uno a uno van callando
sus latidos.

Todo es silencio y entre latido
y latido

se cumple el azar o la esperanza:
lo que al final vence,
sin dejar vencidos.

Formas blancas

En un baldío,
sobre el polvo y la
hojarasca

un pájaro moribundo
aquieta sus alas.

Una nube, impasible,
juega
sus formas blancas.

Al final también mi boca se llenará
de tierra,

al final siempre se besa
aquello que desertamos.

Hay un alma

apenas la sed
descubre sin cubrir, apenas el agua
acaricia el borde
sin extender la herida,

es lo ausente lo que más
se muestra,
lo olvidado lo que más se espera.
hay un alma

lo dice la sed y
el agua

lo calle el olvido, la herida
abierta entre el sueño
y la vigilia

el naufragio de todo reflejo
en la transparencia olvidada.

Horizonte

Es la hora más lenta,

es crepúsculo
y un par de relámpagos
destellan un horizonte.

Descalzo, sobre la arena
tibia,
un niño corre tratando
de atrapar gaviotas.

En la noche,
la lluvia borrará las huellas,
iniciará un desierto,
regalará el olvido.

La espera

Como un mantel
a la espera de la fiesta

las manos
ya están desnudas.

Falta la brisa
que las desborde y el afuera
que las cobije,

falta el hueco de ellas mismas,
falta olvidar la limosna.

Lluvia sobre la lluvia

Al fondo,
sobre una mesa, debajo de
un árbol desnudo,

una taza
desborda la lluvia.

Desborda, cae, y dibuja un charco,
un espejo, una vida.

Lo abierto

Cae quieta la lluvia,
lo abierto mana.

Cae la lluvia, cae sobre
la espera,

en la caída la lluvia es su camino
y el camino su llegada.

Hay que osar lo abierto y la caída:
el desierto de la sed
no la sed del desierto.

Lo imposible

Llueve sobre
el silencio de un plato vacío,

llueve
y se desborda lluvia.

Hay que derramarse hasta
lo imposible de uno mismo:

la herida sin decirse sangre,
el alma sin saberse alma.

Lo humano

Un viento límpido
recorre la noche.

En las calles,

un hombre
apura sus pasos, cumple su rito:
inclina su nada;

deja el temblor que a veces queda
donde hubo vida y ahora hay olvido.

Orillas

afuera ladra un perro
a una sombra, o a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia
siempre es para huir
que cerramos una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse

como bordes de la misma herida
adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.

Primavera

Es el mismo
árbol
de tantos otros años,
de algún que otro poema;

el mismo que otra vez
reverdece en mi ventana.

Es la misma savia que, año tras año,
se dice más callada en mis latidos.

Página tras página

Serena, sin despertar
los sueños

la noche va dando
a luz su alba.

Inclinado sobre un libro,
leo,

página tras página
se encienden la vida y
algunas palabras.

Atrás queda
lo que el alba no despierta:
lo que ya ha muerto
sin pronunciar su nombre.

Resplandor

Ya noche,
caminando,

vi el instante de un relámpago
sobre el charco de una calle,

cerré los ojos
y, blanca e inmensa, y a la vez serena,
se encendía un alba.

Temblor

Una hoja, rojiza,
tiembla,

es otoño
y el sol va entristeciendo su paso
por mi ventana.

Algo,
cada instante se detiene,
algo es ya siempre nunca;

el final es siempre un combate:
el de no aferrarse a las armas.

Transparencia

Noche sin cielo
y lo más alto
es el nacer de la lluvia.

Sin un antes
ni un después,
en su puro ahora

cae la lluvia;

cae sobre el mundo
y algo,
algo otro que la duda o la certeza,
se transparenta sobre sus aguas.

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