A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
DEL TIEMPO Y SU CARENCIA [Mi poema]
Gonzalo Osses-Vilches [Poeta sugerido]
MI POEMA... de medio pelo |
Voy paseando y mientras, miro y veo Cada paso que doy es uno menos Cuando la luz se ausenta y no aparece Sólo será pensando que florece |
MI POETA SUGERIDO: Gonzalo Osses Vilches
Al ver pasar la gente
Al ver pasar a la gente,
¿Nunca te has preguntado quiénes son?
¿Por qué luchan, qué sienten, qué hacen?
¿serán protagonistas de historias románticas,
serán esclavos de una rutina amarga,
serán juguetes del destino o marionetas de Dios?
Al ver pasar a la gente,
al caminar junto a ella, tú sientes, al igual que yo,
que no caminas entre ganadores y perdedores,
sino que sabes que caminas entre sobrevivientes.
Entre sobrevivientes de revoluciones hechas por falta de comida,
entre sobrevivientes de guerras que comienzan durante un partido de ajedrez.
Al ver pasar a la gente,
te das cuenta que paseas entre hombres y mujeres sin nombre,
hombres y mujeres indiferentes para ti,
cuyas vidas no conocemos y cuyas muertes no nos causan nada.
Son sólo muertes; muertes que leemos en los diarios matutinos,
obituarios fríos, nombres sin rostros.
Al ver pasar a la gente
¿No te gustaría conocer sus historias? …a mí sí.
me gustaría saber de sus sueños, aprender sus razones para sobrevivir.
contar sus historias; inventándoles momentos alegres,
regalándoles felicidad.
Creo que debería empezar por mí.
creo que debo comenzar por mi historia.
Por la historia del amante abandonado.
Por la historia del amigo traicionado.
Por la historia del soñador que despierta
en medio de un torrente de mentiras verdaderas.
Serán cuentos de infiernos y cielos,
de noches con sol y días con luna,
de corazones negros cicatrizados
y ventanas por donde ya no se asoma el sol.
Es la repetición de la vieja historia,
lo mismo, pero con distintos actores.
Los mismo sentimientos entremezclados
y las mismas perversiones colectivas,
relaciones autodestructivas, valores alterados,
niños olvidados y dioses censurados.
Al ver pasar a la gente, ahora,
me doy cuento que no quiero contar historias;
es todo, es siempre lo mismo.
Tampoco contaré mi historia.
Si quieres saberla… imagínatela.
párate en una esquina
y al verme pasar con el resto de la gente,
Invéntame un final feliz.
¡Cuánto te odio distancia!
Vestida de puta disimulas tu ingenuidad,
con tu ligero de olvido alimentas el recuerdo
¡cuánto te odio distancia!
La rabia que llevo dentro te la debo a ti
¿contenta? ¡deberías!
porque no puedo matarte
Te escupo en la cara si miro una foto
y entrada la noche me revuelco solo,
sacudido por tu estúpida risa.
¡Cuánto te odio distancia!
Como quisiera deshacerte, enamorarte, dejarte
y estrujarte poco a poco y volverte nada…
y pisarte ?con los pies?
hasta que la luz se acabe, hasta quemarte de frío,
distancia… ¡Cuánto te odio!
Definición
No soy bueno ni malo ni bueno
Soy irresponsable,
como un niño que al salir
se mete el sol
en un bolsillo agujereado.
El hombre que mira al poniente
Sobre las llanuras
del cielo atardeciendo
cabalgan figuras,
como manchas.
Un hombre
mira hacia el poniente.
A sus espaldas
la oscuridad avanza.
Pero la mirada
viaja con la luz
y se desprende.
El hombre
se ha quedado sin los ojos.
Ironía
A ti te gustaba el hecho
que yo dijera ser poeta
Pensabas que así me tendrías
y yo -baboso- te escribiría
largos y encendidos versos.
Versos que exaltaran tu belleza
que hablaran al lector de tus virtudes
para que no existieran dudas
sobre la grandeza de tu alma
y la firmeza de tus besos.
Y así, con tu cara de portada de revistas,
querías ser Gala, ser Matilde,
para elevar tu feo nombre
a la categoría de musa,
inspiradora de artistas
¿no es irónico, entonces
que el primer poema que te escribo sea éste;
escrito en estos días,
al cumplirse tres meses de la noche en que te fuiste?
Poema para un día cercano
Tú estarás lejos.
Yo dejaré la vida
como una pena olvidada
que se abandona para
proseguir el camino,
y emprenderé la muerte.
Detrás de mí, siguiéndome,
irán todas las cosas
queridas,
el silencio que nos uniera,
el arduo amor que nunca pudo vencer el tiempo,
el roce de tus manos,
las tardes junto al mar,
tus palabras.
Si donde estés tú oyes
que alguna voz te nombra,
seré yo que en el viaje
te recuerdo.
¡Qué me importa la muerte!
Ráfaga veloz que rasante te besa.
Canción de torrente con veneno en la sangre.
Trueno desierto con arenas que dan tu tiempo.
Vino traicionero, por incapaz.
¿Qué me importa la muerte?
Si total no es mía.
Y si lo fuese, da lo mismo, no me quedo con ella.
Querella prehistórica de buitres trajeados.
Respuesta de pétalo frágil, etéreo, inexistente.
Risotadas turbias de aquellos nogales caídos.
Vértice de verdad que se escapa.
Absurdo infinito de la nada concreta.
Locura atroz al engendrar, una duda que sangra.
Inocencia de argucias falaces, en aquel libro de magia negra.
¿Qué más podría suceder?
¿Acaso alguien preguntaría por la palabra libre?
Pongo condiciones a la butaca sorda y muda,
al lector desconocido,
pero lo ignorado comienza a desligarse.
Así quedo, en un justo medio, sin referentes.
No se olvidará de mí, me lo asegura
no por amor, sí por voraz y voluptuosa.
Será pronto, para un tiempo sideral hecho masa.
El ansiado anonimato verterá su pócima,
entonces sí, todo será normal, real y eterno.