A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

FRANCISCO de QUEVEDO y LUCIENTES

FRANCISCO de QUEVEDO y LUCIENTES

Inicio » Archivo de FRANCISCO de QUEVEDO y LUCIENTES

IGNORAR… [Mi poema]
Josefina de la Torre [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Sorbo del eco misterios,
del aire filosofía,
la brisa, melancolía,
del silencio, los criterios.

De los pensamientos serios
el juicio, la reflexión;
los males que al corazón
traen malos improperios,

esos son los cautiverios
que matan a la razón;
que sueños hay un montón
incluso de cementerios.

La ocurrencia es flor de un día,
la ingenuidad, otro tanto;
subir y besar al santo
es motivo de alegría.

Una tormenta es un llanto,
un fracaso, una traición,
de un idioma, confusión,
un reclamo al esperanto.

La muerte es al cielo un canto
y una triste despedida,
una patada a la vida,
correr un tupido manto.

Insípido el desencanto
de oportunidad perdida;
el miedo a la recaída
que hace ya morir de espanto.

Ignorar si eres, la duda
que hoy aquí te hace pensar,
descubrir que has de ignorar
tu existencia tan oscura.
©donaciano bueno

Francisco de Quevedo:
[¡Cómo entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas edad mía!
¡Qué mudos pasos traes, oh, muerte fría,
pues con callado Pie todo lo igualas!]

MI POETA SUGERIDOJosefina de la Torre

A la muerte de Galdós

Yo noté al levantarme
que el día era sombrío;
sentí una gran tristeza
dentro del pecho mío.
Presentí, entonces, algo,
Y mi hermana me dijo:
—¿Sabes, hermana, sabes?
Se ha muerto don Benito.
¡Don Benito! Aquel viejo
que estaba cieguito,
aquel que me gustaba
porque me daba el cariño.
—Hermana, hermana, hermana,
¿ha muerto don Benito?
Todos, todos, lloraban,
todos, todos, los míos.
Y hasta mi pluma ahora
al escribir, sin ruido,
es como si callara:
¡Ya murió don Benito!

Versos y estampas

Sobre la superficie
del mar encandilado
de las seis de la tarde,
saltan algunos peces
que dejan sobre el agua,
al caer, una onda.
Así, a trechos, bordado
el mar por esta aguja
parece que sonríe:
sonrisas que se ensanchan
y cierran lentamente;
sonreír de la orilla,
encaje de la falda
azul y transparente.

Poemas de la isla

Mi falda de tres volantes
y mi blusa desprendida,
qué bien me adornan andares
y brazos del aire libre.
¡Cómo se ondea mi falda
desde el volante primero
perseguida curva eléctrica
hasta la rodilla firme!
Y mi blusa desprendida
viento y calma, sol y sombra,
cómo juega y se persigue
desde el hombro a la cintura.
¡Ay qué me gusta mirarte
espejito biselado,
cristales de las esquinas,
gafas de los estudiantes!
¡Qué bien me veo pasar
remolino de las brisas
pequeña y grande, confusa
huella blanca en el asfalto!

Pero no me dejes sola.
Dime palabras y ritmos
y gestos para el alcance
y voces acompasadas.
Pero no me dejes sola.
No es presencia ni vaivén
ni caminito seguro
ni ruedecitas del aire
ni luz, ni sol, ni mañana.
Es un presente, constante,
aquí, cerca, más, despierto,
vivo, alerta, repetido,
único instinto posible.
Dime tu palabra intacta
de luz repetida y libre.
Pero no me dejes sola.

Marzo incompleto

Soñábamos un mundo fabuloso.
Juntos, hubiéramos sembrado campos,
construido fortalezas: vencedores,
porque oíamos ambos igual eco.
Hoy nuestros hijos ya serían hombres,
muchachas que sonrieran su esperanza.
Hijos de nuestro amor, árboles fuertes
a cuya sombra nos acogeríamos.
Jamás el mar hubiérase apartado
de mi contemplación, hija de la isla,
porque allá en su rincón, el mar antiguo
habríame esperado cada estío.
En las cuatro paredes de su cada
—aquella que en imagen yo habitara—,
hubiéramos vivido nuestras horas.
¡Qué jóvenes y fuertes los dos éramos!
Edad nueva, increíble, misteriosa,
que entonces parecíanos sencilla
y hoy la sueño, impalpable, ya perdida.

Tú en el alto balcón…

Tú en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.
Esclavo tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.
En pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.
Pero el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
–como un pájaro ciego– por los años.

Agua clara…

Agua clara del estanque.
Era un espejo del chopo
y alfombra verde del cielo
con reflejos de los árboles.
¡Oh si yo hubiera podido
entrar con los pies descalzos
y ser el viento en el agua
y hacer agitar el chopo!

Toda mi ilusión…

Toda mi ilusión la he puesto
en la espera de un mañana.
¿Cómo vendrás? ¿Adornado
de blanca flor de retama
o de flor de pensamiento
que de luto se engalana?
¿Vendrás con rojas miradas
o con pálidas miradas?
¿Tendrás voz, tendrás sonrisa,
o no me guardarás nada?
¡Mañana, horizonte en niebla,
fiel timón de mi fragata:
hace tiempo que me llegas
con las velas desplegadas!

Si te gusta #Josefina_de_la_Torre... Compartir en X

AMANDA, AMADA MÍA [Mi poema]
José María Jurado [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Amanda, amada mía, si me muero
no pienses te he dejado o que me he ido,
que es cierto que a otro cielo me he subido,
que en vida me quedé sin asidero.

Tú sabes como yo cuanto te quiero,
lo mucho que los dos hemos sufrido,
mas quiero que recuerdes que el olvido
huyó cuando me hiciste prisionero.

Si el pájaro disfruta lo vivido
por nada ha de mostrarse traicionero
tornando con amor agradecido.

Quien sella un buen acuerdo convenido
lo mantiene hasta el fin. Y yo te espero
a gozar para siempre en otro nido.
©donaciano bueno

#En la vida siempre se precisa de un asidero? Compartir en X

MI POETA SUGERIDO:  José María Jurado

EMILY DICKINSON

Ella tenía abejas en los ojos,
pisaba un silencio de palabras completas.
Si decía la Flor, el Pájaro o la Nube,
un encaje temblaba en las manos del cielo.
Imágenes y voces en un cuenco de almendras,
semillas que volaron más allá del sendero,
por el cielo del bosque y la cabaña perdida
en busca de la tierra y de su negro alabastro
donde crece el jacinto y palpita la oruga.
Cuando llama la esquila al oficio divino
y las niñas son ángeles de Nueva Inglaterra
hay una sombra blanca que susurra en la casa
los nombres azules de todas las estrellas
para cribar las arenas de las playas lejanas.
Un viento ajeno roza las copas de los árboles,
borda un dibujo nuevo sobre el cristal del mundo.
En el cuarto solitario nos aguardan -Ellos-
los ha llamado –Ella–.

«Aquel día hubo bruma, pero hoy yo puedo verlos
gravitar sobre el agua como cuerpos celestes,
como lentos castillos de maderas y nubes…»
JMJ

«Bodegón»

Una vara de mimbre con jilgueros,
algunas hortalizas, las perdices
suspendidas del cielo, cicatrices
de parda luz, y el sol del limonero.

A un cordel amarrados siete peros,
otros dos pajarillos, las raíces
del rábano y el cardo que bendice
con su clara estameña este tablero.

En el silencio negro del atril
donde habitan la muerte y la blancura,
el cardo, alabeado como un cuerno

o un colmillo tallado de marfil,
hiende la carne de la noche oscura
asomado al abismo de lo eterno.

CHOPIN

(Balada No. 1 en sol menor)

El piano es una góndola sin luna
que boga por canales de silencio
bajo las sombras mansas de la noche
y la belleza de Varsovia herida.

Los dedos de cristal sobre las aguas,
las estrellas mojadas por la música,
diez cisnes irisados de tristeza
y la blancura de París nevada

cuando la muerte ostenta por las calles
la diadema de plata de los daguerrotipos.

«…No sé soñar despierto, sólo sé soñar…»
JMJ

«Mañana de Pascua»

(Caspar David Friedrich)

Las mujeres, calladas, contemplan el camino
que se pierde en el páramo espectral y brumoso.

Esqueleto del alma, los árboles desnudos,
como dos urnas negras enmarcan el paisaje.

Y aunque las ramas tienen algunos brotes tiernos
no pueden impedir la profusión de espinas.

Bajo la luz dudosa del recuerdo de un sueño
se esfuman a lo lejos ciertas sombras extrañas.

Todo es simple y solemne como el astro radiante
que enciende en el espacio una pálida hoguera.

Por su altura en el cielo debe de ser la luna,
parece, sin embargo, un sol recién nacido.

Pero no canta el gallo y aún dormitan las bestias,
¿Amanecer? ¿Anochecer? Algo está sucediendo.

La muerte esta mañana es débil e imprecisa.
El frío está pintado de forma minuciosa.

Águilas, 14

[Sevilla]

Llueve sobre la casa de mi madre.
El agua descuartiza las paredes.
De pie, bajo la lluvia, ante el umbral contemplo
cómo pasan las sombras,
cómo pasan las sombras de las sombras,
a través de los siglos y los siglos.

Este solar,
que alguna vez fue huerta, cuadra,
horno de pan, taller de alfarería,
vio desfilar las águilas de Roma
y ya llevaba mil años habitado.
Desde aquel remotísimo fenicio
que atravesó la niebla y los pantanos
y cobijó sus sueños tras un muro
en el siglo, ¿cuál?, antes del tiempo.

En su recinto
hubo alegría y duelo;
en primavera, flores y, en el invierno, lumbre.
Engendrados y muertos en la casa
se sucedieron hombres y mujeres
bajo los alminares y los galeones
como las hojas de los árboles.

Acaso pudo dar refugio
a un soldado de Urbina
o alojar a una escuadra de dragones franceses,
y escuchó –esto es seguro-
las radiadas arengas de Queipo de Llano
(«y nadie se atrevía a asomarse a las ventanas»).

Sentados a la mesa cuatro niños
atienden a sus juegos.
Mi madre borda y canta,
junto al balcón su padre lee
y una luz cereal ilumina la estancia.
Es una tarde clara de verano.
La última.

Pasajeros terrestres de la casa,

«… la luna es una flor de ciruelo
y en el aire tiembla
la rama del cerezo…»
JMJ

«Todas las primaveras»

A Fernando Ortiz

A la luz albariza de las tardes de marzo
cuando el breve vencejo y la lenta espadaña
escriben sobre el cielo La Epístola Moral

y la flor del naranjo se posa en las callejas
con su asiático velo de nieve perfumada,
oh Góngora de oro los retablos abiertos,

cuando la muchedumbre cordial y velazqueña
irrumpe como un río por tabernas y plazas,
gran teatro del mundo y don de la ebriedad,

la dama de blanco corta las cuerdas del arpa
—nocturno de Chopin bajo la luna—
desde el ángulo oscuro de algún viejo balcón.

Si te gusta #José_María_Jurado... Compartir en X

Amor constante más allá de la muerte (Francisco de Quevedo)

Cerrar podrá mis ojos la postrera
ombra que me llevare el blanco día,
podrá desatar esta alma mía
ora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de es otra parte, en la ribera,
ejará la memoria, en donde ardía:
adar sabe mi llama el agua fría,
perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
enas que humor a tanto fuego han dado,
edulas que han gloriosamente ardido:
u cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
olvo serán, mas polvo enamorado.

VENID TODOS A VER [Mi poema]
Matilde Ladrón de Guevara [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Venid todos a ver que hoy es mi día,
que quiero celebrar todos los santos,
dejad ya de acudir a camposantos
guardando para mí vuestra energía,
que es fiesta y es motivo de alegría
y deben desterrarse ya los llantos.

Venid a disfrutar sin los problemas
echando las penurias al olvido,
no importa si creyente o descreído,
anegado te encuentres con tus flemas
no sepas resolver tus teoremas
o sientas que de ti ya se han reído.

Despojaos de vicios y fantasmas,
poner la fantasía en ejercicio
amando la belleza de algún vicio,
que nunca han de ponerse cataplasmas
la vida ha de fundirse con sus plasmas
trocando al maleficio en beneficio.
©donaciano bueno

Que la #vida sea muy #bonita depende de ti Compartir en X

MI POETA SUGERIDO:  Matilde Ladrón de Guevara

El crepúsculo

a mi esposo Marcial Arredondo Lillo

Fuego dormido, pausa del ocaso.
Dorada miel del trabajo vuelo.
Vencida sangre, enternecido celo,
vino de abismo en el profundo vaso.

Sabia desesperanza en el fracaso,
pupila firme en el activo cielo,
frente a la noche, desprendido vuelo
que hacia la muerte nos incita el paso.

Y esperanza también o despedida
que se prende a los soles de la vida
con garras de naufragio y de delirio.

Besas en el crepúsculo la rosa.
Quemas la frente en la ebriedad fogosa,
y alzas en llama el último martirio.

A PABLO NERUDA

(a mi amigo Pablo Neruda)

Día a día cuando la sangre zarpa
del corazón –su puerto- desatada,
avanza entre la espuma, lastimada
en mi carne morena. Como un arpa

amarilla de luz, el sol que asoma
hunde sus rayos cada vez que vivo
y cada vez mis sueños fugitivo
asciende más tu vuelo hasta la loma.

Y hacia un rincón del alma sola y mía
me voy intimidando de agonía
con un llanto que afrenta mis mejillas,

Con humo y con ceniza entre mis huesos;
por ti, Pablo Neruda y los anhelos,
cayendo hasta la muerte de rodillas.

A WALTER GIESEKING

(a mi amigo Walter Gieseking)

Nunca igual luna y sol, y sentimiento.
Nunca en dolor tan cruel más melodía,
ni en sorda tempestad, más alegría
ni en más fiel voluntad, más ardimiento.

Río de soledad y pensamiento,
ternura desbordada en la armonía,
todo su corazón se le vertía
en amor, en abismo y en tormento.

Humano incendio y fuegos sobrehumanos,
naturaleza entera en ígnea fuente
de profundas creaciones desgarradas.

Canto de amor y música en sus manos
quemaron las laderas de su frente
y sus inmensas alas desatadas.

LA NOCHE

(a mi amiga Gabriela Mistral)

Todo vivir, en trance de la muerte,
nocturno linde y hora indefinible,
notas de luna en el temblor sensible
y en alto sueño, pensamiento inerte.

¿Cómo podré en la niebla sostenerte
con igual devoción, vuelo indecible,
si vierto lo posible en lo imposible
y mueren todo azar y toda suerte?.

Quiero en igual silencio, igual destino.
Muerta en lo humano, toca lo divino;
tras lo que fue de amor en tierra yace.

¡Noche profunda, dale ese reposo!.
un caer en la sombra, cadencioso,
y una dormida sed que al sueño abrace.

LA AURORA

(a mi hija Sybila Arredondo)

Viertes, aurora, al múltiple horizonte
dorados lirios y encendidas rosas,
emanan luz tus alas bulliciosas
y labras en color el arduo monte.

Joven y alegre ante mis ojos, ponte
sobre un puente de estrellas laboriosas
y con lanzas y flechas victoriosas
quema la nube que tu rueda monte.

Irradias en la noche, casto mito,
y quiebras su silencio con un grito
de amor y sed en la brumosa entraña.

El universo virgen te enamora.
¡Apura tus corceles, vencedora,
la creación del hombre te acompaña!.

EL DÍA

(a mi hijo Marcial Arredondo)

Niño del alto día que floreces,
rubia de luz la crencha enmarañada;
alado el pie, la sien alada, alada
la voluntad de fuego con que creces.

Con la aurora de fiestas amaneces,
sigues al sol y el sol es tu mirada,
siembras la luz sobre la tierra arada
y el cenit de los valles estremeces.

Niñez y juventud, y fuerza plena.
De trigo mozo van tus manos llenas,
y vital enardeces tu estructura.

Niño de sol, que la mañana orea.
Niño de sol, que sobre el mar procreas
y escultor de la frágil escultura.

Si te gusta #Matilde_Ladrón_de_Guevara... Compartir en X

Don Dinero - Francisco de Quevedo

Poderoso caballero
es don Dinero.

Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nace en las Indias honrado
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y pues quien le trae al lado
es hermoso aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Es galán y es como un oro;
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Son sus padres principales,
y es de noble descendiente,
porque en las venas de oriente
todas las sangres son reales;
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla,
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y pues él rompe recatos
y ablanda al jüez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
mirad si es harto sagaz,
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra;
y pues al pobre le entierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Comentario Para Francisco de Quevedo la crítica social es importante y la denuncia de los males de la sociedad es un hecho. Esta temática ha sido la base de varios de sus poemas, entre los que se incluye este que a continuación comentaremos. Sólo el título ya nos dice claramente la intención del mismo. Se personifica el concepto del dinero y se le da un estatus social alto, el de caballero, muy importante en esa época.

En la primera estrofa del poema, el poeta nos sitúa un personaje que ama al dinero más que a sí mismo, lo adora como aquellos que adoraban al becerro de oro.

La segunda estrofa es una descripción perfecta de cómo el dinero viene, llega y desaparece de España.

En la tercera estrofa se habla de un cambio social en el que los nobles tienen muchos menos recursos económicos y los nuevos ricos, los que manejan realmente dinero, quieren subir socialmente y, para ello, compran títulos nobiliarios.

En la cuarta estrofa, mediante una pregunta, el protagonista del poema nos quiere convencer de que, para él, aunque sea algo malo o ruin, prefiere tener dinero y para ello hace una referencia al reinado de doña Blanca de Castilla.

En la quinta estrofa se indica que el dinero, aunque sea en monedas de menor valor, continúa siendo dinero y su valor sigue siendo importante, siendo capaz de hacer trabajar al holgazán y al jornalero por igual.

... Fuente https://www.poemas.de/poderoso-caballero-es-don-dinero/

¿POR QUÉ NO IMAGINAR? [Mi poema]
José de Jesús Martínez [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

¿Por qué no imaginar?. Yo si imagino
que un día ha de llegar después cien años
¡qué digo cien! perdón si desafino,
que aunque parezca exceso estoy de vino
no pretendo embaucarles con engaños.

De la Cuesta Moyano* a una caseta
en Madrid donde acuden los lectores
en busca de aliciente, de su anfeta,
que conduce el placer hasta la meta
a través la visión de sus autores

vino un tipo a calmar su desconsuelo
por un libro de poemas algo arcano
que el poeta tildó de medio pelo,
dijo, vino a encontrarlo desde el cielo
y firmaba, su nombre Donaciano.

¿Donaciano?, le dice, eso está hecho,
con tal nombre no existe más que uno.
Voy buscando…, a ver…, está desecho…,
que era un libro de versos muy maltrecho
y calvo* se quedó ¡qué inoportuno!
©donaciano bueno

Por #imaginación que no quede? Compartir en X

*El autor subtitula sus escritos con el nombre de Donaciano ...y sus poemas de medio pelo. *La Cuesta de Moyano es la calle donde, cada año, se celebra la Feria del libro en Madrid.

MI POETA SUGERIDO:  José de Jesús Martínez

Lección del Árbol

Tú, que te nutres, árbol, de la tierra
llena de amargas sombras y de muertos
tienes el pelo verde, de esperanza,
y alzas los brazos saludando al cielo.
Yo, sin embargo, que me nutren nubes
y esperanzas y pájaros y sueño,
y que huyo de la tierra y sus gusanos,
siempre miro hacia abajo, y tengo el pelo
más negro que la noche y más amargo,
por más que es luz y cielo mi aliento.
Tú estás plantado, eres feliz así,
y así bailas y cantas con el viento
y resistes las grandes tempestades.
Inmutable, seguro, satisfecho,
eres de y en tu patria. Yo soy huésped
hasta en mi casa, hasta en mi propio cuerpo,
y ni bailo ni canto, y si camino
es porque busco qué buscar de cierto
cayéndome a menudo en las tinieblas
tal un inválido indeciso y ciego
al que le falta Dios como una pierna.
Débil apoyo aunque en extremo bello
hacen las nubes a los hombres fáciles
de caer, de morir de desconsuelo.
¡Oh, cuánto diera yo por un bastón,
por una dura fe como tu cuerpo!
A ti te riega el agua, tibia apenas,
y hasta te llueve sin amparo el hielo,
y das frutos sabrosos, y das flores.
A mí el sudor y lágrimas de fuego
me llueven en la carne y en el alma
y crezco en uñas nada más, y crezco
en versos que no sirven para nada,
y en niños epilépticos y en pelos.
Aun derribado por el hacha o rayo
tú sigues siendo útil en invierno
cuando calientas el hogar del pobre.
Yo, sin embargo, ni después de muerto
seré otra cosa que un abono para
esa hierba que crece en cementerios
y que no se la comen ni las cabras
porque posiblemente sea veneno.
Antes que eso suceda imitaré
tu único amor por este suelo nuestro
que algo debe tener de bueno y dulce
para que el mar, en olas y de lejos,
venga en lengua a lamerlo, desdentado,
salpicando saliva, como un perro
sediento, amargo, y sin creer en Dios.
También yo me harté de su alimento;
probará mi alma la comida cruda
que arranco de la tierra y doy al cuerpo;
no me alimentaré más de las nubes
ni de las esperanzas y los sueños
que tanto mal nos hacen a los hombres.
Quiero aprender a soportar mi peso
sin ningún otro apoyo que mis piernas:
olvidaré las cosas que no veo;
olvidaré el consejo de mi madre
y buscaré en la tierra mi sustento.
Así tal vez una esperanza crezca
de mis manos y de mis pensamientos
amiga de los pájaros, del hombre
y de la tierra, hasta del mismo cielo,
para recompensarme mis raíces
clavadas amorosas tierra adentro
y únicamente, como a ti, oh árbol
que hoy me has dado un camino con tu ejemplo.

Llueve en mi corazón

Llueve en mi corazón lágrimas duras
como en una ciudad deshabitada,
en la que entre la sombra reposada
sin paz me ronda tu recuerdo a oscuras;

por mis venas amargamente impuras
camina tu recuerdo hacia la nada:
y oigo mi pulso igual a su pisada:
en algo hueco, como sepulturas.

Procuro otros recuerdos de qué asirme
sobre este mar de luz, de esta razón,
donde entre pulso y tiempo y olas peno;

mas has de irte al fin, y he de morirme,
y he de caerme ahogado al corazón
que está de sombras y de ausencia lleno.

Aquí, Ahora – 7,

Voy todas las mañanas a la vida,
y yo me quedo aquí, esperándome,
ansioso, con temor de que algún día
no vaya a regresar.

La muerte es eso: esperar
sin ver llegar a nadie.

Lamentaciones

I
Veinte y cuatro colmillos tiene el día
que con sus horas y feroz manera
me muerde como perro, como fiera
de carne hambrienta y de la vida mía.

Cada minuto es leña seca y fría
que me apresura el corazón hoguera
para que salte en su veloz carrera
hacia la sorda campanada umbría.

¡Ay, bestia mía, corazón hambriento,
digiriendo en mis venas lo que tragas
con sed de sol, meridional, sangriento!
Se apaga el día, y con el día apagas
también tu sed; entonces es que siento
por fuera heridas, por adentro llagas.

II
Todo mi cuerpo me odia y me reclama
y me quiere botar del cuarto aciago
cuya renta con lágrimas la pago
y que mi corazón habita y ama.

Sólo en mi pecho puede arder su llama
con la cual ardo y con la cual me apago,
solo en mi pecho, en tan total estrago,
que —no de orgullo—. De dolor se inflama.

Solo en la oscuridad, sólo en un clima
tenaz, como del pecho, y tan sangriento,
habita el corazón, que aunque lastima,

que aunque feroz consume, arde violento,
todo cuanto inocente se le arrima,
es la única vida su tormento.

Amor, como a través…

Amor, como a través de un agujero,
asomado a mis ojos todo el día,
me espié los pasos y la vida mía,
la voz y el corazón con que te quiero.

Quise saber qué falso derrotero
me ha traído a este estado de agonía,
y con mirarme cuando te veía
me bastó para ver por quién me muero.

Conspiraré en mi corazón que te ama;
cerraré el ojo que me pida verte
y patearé mi pie que husmee tu huella.

Me morderé la lengua si te llama
y huiré de ti, de tu amorosa muerte,
así pierda la vida al irme de ella.

Si te gusta #José_de_Jesús_Martínez... Compartir en X

A una nariz - Quevedo

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

YO NO QUISE SER… [Mi poema]
Sara María Uribe Sánchez [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo no soy lo que he querido
que yo nunca quise ser
ni un marqués, ni un buen marino,
ni un soldado tunecino,
ni siquiera un portugués.

Ni tampoco lo que ves,
que harto ya de tanto vino,
voy andando en mi camino
dando pábulo a un traspiés
tropezando con mi sino.

¡Pobre de mi! Ni un comino,
una brizna de un alpiste
la mala leche de un quiste
que se cruza en tu destino
sin pudor con lanza en ristre.

Ni lo mismo, ni al revés,
ni un capitán ni un teniente
y ni siquiera asistente,
ni el salvado de la mies
que despreciado se siente.

Y no soy alguien que miente
ni un derecho de pernada.
ni un agua pura enturbiada
que complace a la simiente,
ni un borrego en la manada.

Que yo no quise ser nada
ni el revés del parecer,
ni una mota que al barrer
se queja de estar manchada
o el regusto del placer.

Si antes de nacer yo no era
y yo nunca quise ser
¿quien fue el que me quiso hacer
sin consultarme siquiera?
Al menos me pudo hacer
con plata en la faldriquera.
©donaciano bueno

Cada uno se lo monta como puede Compartir en X

MI POETA SUGERIDO:  Sara María Uribe Sánchez

Baldío

No quiero despertar no quiero despertar no quiero
despertar no quiero despertar no quiero despertar
no quiero despertar no quiero despertar.
Todas las mañanas es 17 de enero de 1874.
Tú no lo sabes. Mi apellido es Búnker.
No quiero despertar. Mi nombre es Eng.

Esta es la habitación de las suturas,
dice el rótulo

Esto es un sueño. Te quedarás quieta un rato y todo estará
bien. No has visto sino el fondo de la sombra, los restos de
la demolición de algo (…) Pasará.
MARÍA NEGRONI

Todavía estoy huyendo y ya desmantelan el escenario. Ya
las lumbres para sí reclaman los muros, las plazas las
fortificaciones. Una ciudad de utilería que a sí misma se
consume, que abandono a mansalva, sin miramientos.
Bajo telones se calcinan los contornos.
Admonición es índice, hemisferio.
Arden los maniquíes tras los aparadores. Su humareda
tiene mal colocada la etiqueta del precio. Los saldos.
Las cenizas. Las calles adquieren la densidad del
desahucio.
Hay pájaros alejándose del incendio pero no son reales.
Me advirtieron: si minúsculo el corazón, artefacto,
empuñadura. Yo olvidé darle cuerda al mío, por eso es
que me marcho así, sin avisar a ninguno. Por eso es que
en mis sueños las ciudades ya se esfuman.
Por eso el hábito, la incandescencia. El vano lenguaje de
las despedidas.

Lusus Naturae (versión acústica)*

Nacidos en el reino de Siam dos hermanos cuyos cuerpos.
Dos hermanos. Por un maravilloso capricho de la
naturaleza. Unidos como si fueran cuyos cuerpos uno.
A Londres llegaron. El jueves 19 de noviembre de 1829.
Uno. Dos hermanos para su examen. Por un maravilloso
capricho. Ante los más eminentes profesores de cirugía
y medicina. Cuyos cuerpos.
Dícese de la metrópolis. Algunos caballeros son
actividades de ciencia y literatura.
Para que a través de sus reportes. De ser favorables.
El público seguro estar pudiera.
El público. De los cuerpos. Del capricho de los nacidos
en Siam.
De que la exhibición proyectada. De estos admirables
y extraordinarios jóvenes. No es bajo ninguna
circunstancia. Decepcionante.
Que no hay nada ofensivo a la delicadeza en dicha
exhibición.
Que no hay nada ofensivo. Que estos jóvenes.
Por un capricho. Están en posesión de buena salud
y extraordinaria fuerza corporal.
Uno. Dos hermanos que manifiestan todas las facultades
de la mente.
Y parecen. De hecho.
Y parecen, de hecho.
Disfrutar de un estado de perfecta felicidad y contento.

*Extractos de la declaración firmada por el más eminente profesor de cirugía y medicina en Londres. Salón Egipcio. Picadilly, 24 de noviembre de 1829. Honorable Leigh Thomas. Pres. Real Col. Cir.

Chuun-Inn

Eng Búnker murió de miedo la mañana del 17 de enero
de 1874.*
Nunca fue lo que se dice: un hombre solitario.
Nunca. A todas partes en compañía.
Lo despertó la noticia de que Chang Búnker. El hermano
al cual había estado unido. Perímetro del limbo: nueve
centímetros de largo, veinte de circunferencia.
Durante más de sesenta años. El hermano esternón
abdomen. Flexible como era. Epidermis bajo epidermis.
Elongación. Caudal que lo hizo sombra. Boxeo de sombra.
Sombra de sí.
El hermano réplica de su costado. La mirada extraviada.
Había. Por fin.
Desaparecido.
*El examen post mortem realizado en el College of Physicians and Surgeons de Filadelfia reveló que Chang murió por la rotura de un aneurisma y Eng, de miedo.

Recorrer una ciudad para amarla.

Tal vez de eso podría tratarse todo.
Lo digo porque tu cuerpo es una ciudad.
Lo digo porque tu yo no físico es también una ciudad.
Lo digo porque los sueños a veces son ciudades
y uno sale del sueño como quien sale de una conversación
o de un cuerpo
y no puede volver a casa
porque la casa es entonces el sueño
y la ciudad un cuerpo.
Lo digo porque a veces tus palabras
andenes / plazas / puentes
hoteles donde pasamos la noche y despertamos
en otras ciudades
en otros cuerpos.
Lo digo porque somos estos cuerpos
que son esos otros que somos.
Lo digo porque a veces
toda ciudad y todo sueño.
Lo digo porque quiero recorrer todos los sitios
donde alguna vez
alguien cruzó una calle o miró un semáforo
y se detuvo un instante.
Lo digo porque quiero trazar algunos mapas
y decir: en esta esquina, a la derecha
y saber que ahí está algo del presente
que construimos.
Lo digo porque tengo recuerdos
que son sueños y ciudades
y fotografías de cosas que nunca ocurrieron
pero sí. Como si el futuro fuera una ciudad
invisible que invocamos al tocarnos.
Lo digo como si el futuro fuera una ciudad
que se recorre si proferimos las palabras indicadas.
Tal vez de eso podría tratarse todo.
Invocar sueños o ciudades
para amarlas en futuros invisibles.
Para deletrearlas como quien avanza por calles
y avenidas.
Como quien frente al tráfico hace un alto
y decide tomar una ruta alterna.
Y la ruta alterna es un siempre recorrer más.

ORDENANZA

Lenguaje es cuerpo [inserte aquí la imagen del envío] [inserte aquí no la imagen, el cuerpo] [inserte no el cuerpo: las palabras que describen la imagen] [inserte las palabras que son también cuerpo] [inserte el cuerpo o la imagen del cuerpo] [inserte lo que el cuerpo le dice a través de la imagen que lo representa] [inserte aquí la representación del cuerpo] [inserte sin palabras y sin lenguaje al cuerpo] [inserte aquí la advocación, la invocación, el exvoto] [inserte aquí no el cuerpo: inserte aquí el cuerpo].

Si te gusta #Sara_María_Uribe_Sánchez... Compartir en X

Soneto a Luis de Góngora - Quevedo

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

Era proverbial la disputa dialéctica entre los poetas de la época. Este es un ejemplo que lógicamente recibió su réplica por parte del aludido.

»FRANCISCO de QUEVEDO y LUCIENTES

Recordado tanto por su impecable uso de la lengua como por su fuerte y controversial personalidad, Francisco de Quevedo nació en Madrid en 1580 y falleció en Villanueva de los Infantes en 1645. Este escritor, a quien el sabio humanista Justo Lipsio describió como la "gloria excelsa de los españoles", llevó una vida tan productiva literariamente como turbulenta en el ámbito social y político. Fue de trascendente fama su rivalidad con Luis de Góngora, objeto de muchas de sus obras satíricas, siendo especialmente recordado su "Soneto" y "A un hombre de gran nariz". Estudió varios idiomas, que aprovechó tanto para la traducción de obras extranjeras como para su propia producción.
Francisco de Quevedo y Lucientes. Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su pensamiento, típico del Barroco.

Si te gusta #Francisco_de_Quevedo... Compartir en X

LOS POEMAS
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Miré los muros de la patria mía

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;

vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

SONETO A LUIS DE GÓNGORA

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

A UNA NARIZ

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón mas narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

ROMANCES
HALLA EN LA CAUSA DE SU AMOR TODOS LOS BIENES

Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
Por mi bien pueden tomar
otro oficio las auroras,
que yo conozco una luz
que sabe amanecer sombras.
Bien puede buscar la noche
quien sus estrellas conozca,
que para mi astrología
ya son oscuras y pocas.
Gaste el Oriente sus minas
con quien avaro las rompa,
que yo enriquezco la vista
con más oro a menos costa.
Bien puede la margarita
guardar sus perlas en conchas,
que buzano de una risa
las pesco yo en una boca.
Contra el tiempo y la fortuna
ya tengo una inhibitoria,
ni ella me puede hacer triste,
ni él puede mudarme un hora,
El oficio le ha vacado
a la muerte tu persona:
basquiñas y más basquiñas,
carne poca y muchas faldas.
Don Melón, que es el retrato
de todos los que se casan:
Dios te la depare buena,
que la vista al gusto engaña.
La Berenjena, mostrando
su calavera morada,
porque no llegó en el tiempo
del socorro de las calvas.
Don Cohombro desvaído,
largo de verde esperanza,
muy puesto en ser gentilhombre,
siendo cargado de espaldas.
Don Pepino, muy picado
de amor de doña Ensalada,
gran compadre de doctores,
pensando en unas tercianas.
Don Durazno, a lo envidioso,
mostrando agradable cara,
descubriendo con el trato
malas y duras entrañas.
Persona de muy buen gusto,
don Limón, de quien espanta
lo sazonado y panzudo,
que no hay discreto con panza.
De blanco, morado y verde,
corta crin y cola larga,
don Rábano, pareciendo
moro de juego de canas.
Todo fanfarrones bríos,
todo picantes bravatas,
llegó el señor don Pimiento,
vestidito de botarga.
Don Nabo, que viento en popa
navega con tal bonanza,
que viene a mandar el mundo
de gorrón de Salamanca.
Mas baste, por si el lector
objeciones desenvaina,
que no hay boda sin malicias,
ni desposados sin tachas.

DESENGAÑO DE LAS MUJERES

Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.

Puto es el gusto, y puta la alegría
que el rato putaril nos encarece;
y yo diré que es puto a quien parece
que no sois puta vos, señora mía.

Mas llámenme a mí puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejare;
y como puto muera yo quemado

si de otras tales putas me pagare,
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.

BURLA DE LOS ERUDITOS DE EMBELECO,
QUE ENAMORAN A FEAS CULTAS

Muy discretas y muy feas,
mala cara y buen lenguaje,
pidan cátedra y no coche,
tengan oyente y no amante.
No las den sino atención,
por más que pidan y parlen,
y las joyas y el dinero,
para las tontas se guarde.
Al que sabia y fea busca,
el Señor se la depare:
a malos conceptos muera,
malos equívocos pase.
Aunque a su lado la tenga,
y aunque más favor alcance,
un catedrático goza,
y a Pitágoras en carnes.
Muy docta lujuria tiene,
muy sabios pecados hace,
gran cosa será de ver
cuando a Platón requebrare.
En vez de una cara hermosa,
una noche, y una tarde,
¿qué gustos darán a un hombre
dos cláusulas elegantes?
¿Qué gracia puede tener
mujer con fondos de fraile,
que de sermones y chismes,
sus razonamientos hace?
Quien deja lindas por necias,
y busca feas que hablen,
por sabias, como las zorras,
por simples deje las aves.
Filósofos amarillos
con barbas de colegiales,
o duende dama pretenda,
que se escuche, no ose halle.
Échese luego a dormir
entre bártulos y abades,
y amanecerá abrazado
de Zenón y de Cleantes.
Que yo para mi traer,
en tanto que argumentaren
los cultos con sus arpías,
algo buscaré que palpe.

A una dama bizca y hermosa

Si a una parte miraran solamente
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
se helaran el ocaso o el Oriente.

El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.

Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l’alma tantos premios como enojos.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?

A una adúltera

Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
El adulterio la vergüenza al cielo,
Pues que tan claramente y tan sin velo
Has los hidalgos huesos ofendido.

Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
Que no sepa tu infamia todo el suelo:
Cierra la puerta, vive con recelo,
Que el pecado nació para escondido.

No digo yo que dejes tus amigos,
Mas digo que no es bien que sean notados
De los pocos que son tus enemigos.

Mira que tus vecinos, afrentados,
Dicen que te deleitan los testigos
De tus pecados más que tus pecados.

REFIERE SU NACIMIENTO Y LAS PROPIEDADES QUE LE COMUNICÓ

Parióme adrede mi madre,
¡ojalá no me pariera!,
aunque estaba cuando me hizo,
de gorja naturaleza.
Dos maravedís de luna
alumbraban a la tierra,
que por ser yo el que nacía,
no quiso que un cuarto fuera.
Nací tarde, porque el sol
tuvo de verme vergüenza,
en una noche templada
entre clara y entre yema.
Un miércoles con un martes
tuvieron grande revuelta,
sobre que ninguno quiso
que en sus términos naciera.
Nací debajo de Libra,
tan inclinado a las pesas,
que todo mi amor le fundo
en las madres vendederas.
Dióme el León su cuartana,
dióme el Escorpión su lengua,
Virgo, el deseo de hallarle,
y el Carnero su paciencia.
Murieron luego mis padres,
Dios en el cielo los tenga,
porque no vuelvan acá,
y a engendrar más hijos vuelvan.
Tal ventura desde entonces
me dejaron los planetas,
que puede servir de tinta,
según ha sido de negra.
Porque es tan feliz mi suerte,
que no hay cosa mala o buena,
que aunque la piense de tajo,
al revés no me suceda.
De estériles soy remedio,
pues con mandarme su hacienda,
les dará el cielo mil hijos,
por quitarme las herencias.
Y para que vean los ciegos
pónganme a mí a la vergüenza;
y para que cieguen todos,
llévenme en coche o litera.
Como a imagen de milagros
me sacan por las aldeas,
si quieren sol, abrigado,
y desnudo, porque llueva.
Cuando alguno me convida
no es a banquetes ni a fiestas,
sino a los misas cantanos
para que yo les ofrezca.
De noche soy parecido
a todos cuantos esperan,
para molerlos a palos,
y así inocente me pegan.
Aguarda hasta que yo pase
si ha de caerse una teja;
aciértanme las pedradas,
las curas sólo me yerran.
Si a alguno pido prestado,
me responde tan a secas,
que en vez de prestarme a mí,
me hace prestar la paciencia.
No hay necio que no me hable,
ni vieja que no me quiera,
ni pobre que no me pida,
ni rico que no me ofenda.
No hay camino que no yerre,
ni juego donde no pierda,
ni amigo que no me engañe,
ni enemigo que no tenga.
Agua me falta en el mar,
y la hallo en las tabernas,
que mis contentos y el vino
son aguados donde quiera.
Dejo de tomar oficio,
porque sé por cosa cierta,
que siendo yo el calcetero
andarán todos en piernas.
Si estudiara medicina,
aunque es socorrida ciencia,
porque no curara yo,
no hubiera persona enferma.
Quise casarme estotro año,
por sosegar mi conciencia,
y dábanme un dote al diablo,
con una mujer muy fea.
Si intentara ser cornudo,
por comer de mi cabeza,
según soy de desgraciado,
diera mi mujer en buena.
Siempre fue mi vecindad
mal casados que vocean,
herradores que madrugan,
herreros que me desvelan.
Si yo camino con fieltro
se abrasa en fuego la tierra,
y en llevando guardasol
está ya de Dios que llueva.
Si hablo a alguna mujer,
y le digo mil ternezas,
o me pide o me despide,
que en mí es una cosa mesma.
En mí lo picado es roto,
ahorro cualquier limpieza,
cualquier bostezo es hambre,
cualquiera color vergüenza.
Fuera un hábito en mi pecho
remiendo sin resistencia,
y peor que besamanos
en mí cualquier encomienda.
Para que no estén en casa
los que nunca salen della,
buscarlos yo sólo basta,
pues con eso estarán fuera.
Si alguno quiere morirse
sin ponzoña o pestilencia,
proponga hacerme algún bien,
y no vivirá hora y media.
Y a tanto vino a llegar
la adversidad de mi estrella,
que me inclinó que adorase
con mi humildad tu soberbia.
Y viendo que mi desgracia
no dio lugar a que fuera
como otros tu pretendiente,
vine a ser tu pretenmuela.
Bien sé que apenas soy algo,
mas tú de puro discreta,
viéndome con tantas faltas,
que estoy preñado sospechas.
Aquesto Fabio cantaba
a los balcones y rejas
de Aminta, que aun de olvidarle
le han dicho que no se acuerda.

Definición del amor

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

A un juez mercadería

Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.

El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.

No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.

Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.

A Aminta, que se cubrió los ojos con la mano

Lo que me quita en fuego, me da en nieve
La mano que tus ojos me recata;
Y no es menos rigor con el que mata,
Ni menos llamas su blancura mueve.

La vista frescos los incendios bebe,
Y volcán por las venas los dilata;
Con miedo atento a la blancura trata
El pecho amante, que la siente aleve.

Si de tus ojos el ardor tirano
Le pasas por tu mano por templarle,
Es gran piedad del corazón humano;

Mas no de ti, que puede al ocultarle,
Pues es de nieve, derretir tu mano,
Si ya tu mano no pretende helarle.

A Apolo, siguiendo a Dafne

Bermejazo Platero de las cumbres
A cuya luz se espulga la canalla:
La ninfa Dafne, que se afufa y calla,
Si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,
Ojo del Cielo, trata de compralla:
En confites gastó Marte la malla,
Y la espada en pasteles y en azumbres.

Volvióse en bolsa Júpiter severo,
Levantóse las faldas la doncella
Por recogerle en lluvia de dinero.

Astucia fue de alguna Dueña Estrella,
Que de Estrella sin Dueña no lo infiero:
Febo, pues eres Sol, sírvete de ella.

Soneto amoroso

A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.

Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.

Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.

Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.

PASIONES DE AUSENTE ENAMORADO

Este amor, que yo alimento
de mi propio corazón,
no nace de inclinación
sino de conocimiento.
Que amor de cosa tan bella,
y gracia que es infinita,
si es elección, me acredita;
si no, acredita mi estrella.
Y, ¿qué deidad me pudiera
inclinar a que te amara,
que ese poder no tomara
para sí, si le tuviera?
Corrido, señora, escribo
en el estado presente,
de que estando de ti ausente,
aún parezca que estoy vivo.
Pues ya en mi pena y pasión,
dulce Tirsi, tengo hechas
de las plumas de tus flechas
las alas del corazón.
Y sin poder consolarme,
ausente y amando firme,
más hago yo en no morirme
que hará el dolor en matarme.
Tanto he llegado a quererte,
que siento igual pena en mí
del ver, no viéndote a ti,
que adorándote, no verte,
si bien recelo, señora,
que a este amor serás infiel,
pues ser hermosa y cruel
te pronostica traidora.
Pero traiciones dichosas
serán, Tirsi, para mí,
por ver dos caras en ti,
que han de ser por fuerza hermosas.
Y advierte, que en mi pasión
se puede tener por cierto
que es decir ausente, y muerto,
dos veces una razón.

LAMENTACIÓN AMOROSA Y POSTRERO SENTIMIENTO DEL AMANTE

No me aflige morir, no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte, que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.

Siento haber de dejar deshabitado
cuerpo que amante espíritu ha ceñido,
desierto un corazón siempre encendido
donde todo el amor reinó hospedado.

Señas me da mi ardor de fuego eterno,
y de tan larga congojosa historia
sólo será escritor mi llanto tierno.

Lisi, estáme diciendo la memoria,
que pues tu gloria la padezco infierno,
que llame al padecer tormentos gloria.

EN LO PENOSO DE ESTAR ENAMORADO

¡Qué verdadero dolor,
y qué apurado sufrir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
¡Qué cuidados a millares!
¡Qué encuentros de pareceres!
¡Qué limitados placeres,
y qué colmados pesares!
¡Qué amor y qué desamor!
¡Qué ofensas!, ¡qué resistir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
¡Qué admitidos devaneos!
¡Qué amados desabrimientos!
¡Qué atrevidos pensamientos,
y qué cobardes deseos!
¡Qué adorado disfavor!
¡Qué enmudecido sufrir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
¡Qué negociados engaños
y qué forzosos tormentos!
¡Qué aborrecidos alientos
y qué apetecidos daños!
¡Y qué esfuerzo y qué temor!
¡Qué no ver! ¡Qué prevenir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué enredos, ansias, asaltos!
¡Y qué conformes contrarios!
¡Qué cuerdos! ¡Qué temerarios!
¡Qué vida de sobresaltos!
Y que no hay muerte mayor,
Que el tenerla y no morir:
¡qué mentiroso vivir!
¡qué puro morir de amor!

FUE SUEÑO AYER, MAÑANA SERÁ TIERRA…

Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.

EN VANO BUSCA LA TRANQUILIDAD EN EL AMOR

A fugitivas sombras doy abrazos,
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día,
con un trasgo que traigo entre mis brazos.

Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.

Voyme a vengar en una imagen vana,
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.

Empiézola a seguir, fáltanme bríos,
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.

CON EJEMPLOS MUESTRA A FLORA LA BREVEDAD DE LA HERMOSURA, PARA NO MALOGRARLA

La mocedad del año, la ambiciosa
vergüenza del jardín, el encarnado
oloroso rubí, tiro abreviado,
también del año presunción hermosa:

la ostentación lozana de la rosa,
deidad del campo, estrella del cercado,
el almendro en su propia flor nevado,
que anticiparse a los calores osa:

reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas
de la hermosura y la soberbia humana,
que a las leyes de flor está sujeta.

Tu edad se pasará mientras lo dudas,
de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde, y con dolor, serás discreta.

COMPARA EL DISCURSO DE SU AMOR CON EL DE UN ARROYO

Torcido, desigual, blando y sonoro,
te resbalas secreto entre las flores,
hurtando la corriente a los calores,
cano en la espuma, y rubio como el oro.

En cristales dispensas tu tesoro,
Líquido plectro a rústicos amores,
y templando por cuerdas ruiseñores,
te ríes de crecer, con lo que lloro.

De vidrio en las lisonjas divertido,
gozoso vas al monte, y despeñado
espumoso encaneces con gemido.

No de otro modo el corazón cuitado,
a la prisión, al llanto se ha venido,
alegre, inadvertido y confiado.

UN VALENTÓN

Un valentón de espátula y gregüesco,
que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,

retorciendo el mostacho soldadesco,
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica,
y en el nombre de Dios pidió refresco.

'Den voacedes, por Dios, a mi pobreza
-les dice-; donde no; por ocho santos
que haré lo que hacer suelo sin tardanza!'

Mas uno, que a sacar la espada empieza,
¿Con quién habla? -le dice al tiracantos-,
¡cuerpo de Dios con él y su crianza!

Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?"
Respondió el bravonel: '¡Irme sin ella!'

A LA EDAD DE LAS MUJERES

De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!

De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.

A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
cumplidos los cincuenta, da en santera,

y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.

BODA DE NEGROS

Vi, debe de haber tres días,
en las gradas de San Pedro,
una tenebrosa boda,
porque era toda de negros.
Parecía matrimonio
concertando en el infierno,
negro esposo y negra esposa,
y negro acompañamiento.
Sospecho yo que acostados
parecerán sus dos cuerpos,
junto el uno con el otro
algodones y tintero.
hundíase de estornudos
la calle por do volvieron,
que una boda semejante
hace dar más que un pimiento.
Iban los dos de las manos,
como pudieran dos cuervos;
otros dicen como grajos,
porque a grajos van oliendo.
Con humos van de vengarse,
que siempre van de humos llenos,
de los que por afrentarlos,
hacen los labios traseros.
Iba afeitada la novia
todo el tapetado gesto,
con hollín y con carbón,
y con tinta de sombreros.
Tan pobres son que una blanca
no se halla entre todos ellos,
y por tener un cornado
casaron a este moreno.
Él se llamaba Tomé,
y ella Francisca del Puerto,
ella esclava y él esclavo,
que quiere hincársele en medio.
Llegaron al negro patio,
donde está el negro aposento,
en donde la negra boda
ha de tener negro efecto.
Era una caballeriza,
y estaban todos inquietos,
que los abrasaban pulgas
por perrengues o por perros.
A la mesa se sentaron,
donde también les pusieron
negros manteles y platos,
negra sopa y manjar negro.
Echólos la bendición
un negro veintidoseno,
con un rostro de azabache
y manos de terciopelo.
Diéronles el vino tinto,
pan entre mulato y prieto,
carbonada hubo, por ser
tizones los que comieron.
Hubo jetas en la mesa,
y en la boca de los dueños,
y hongos, por ser la boda
de hongos, según sospecho.
Trujeron muchas morcillas,
y hubo algunos que, de miedo,
no las comieron pensando
se comían a si mesmos.
Cuál por morder el mondongo
se atarazaba algún dedo,
pues sólo diferenciaban
en la uña de lo negro.
Mas cuando llegó el tocino
hubo grandes sentimientos,
y pringados con pringadas
un rato se enternecieron.
Acabaron de comer,
y entró un ministro guineo,
para darles agua manos
con un coco y un caldero.
Por toalla trujo al hombro
las bayetas de un entierro.
Laváronse, y quedó el agua
para ensuciar todo un reino.
Negros dellos se sentaron
sobre unos negros asientos,
y negras voces cantaron
también denegridos versos.
Negra es la ventura
de aquel casado,
cuya novia es negra,
y el dote en blanco.

ADVIERTE AL TIEMPO DE MAYORES HAZAÑAS,
EN QUE PODRÁ EJERCITAR SUS FUERZAS

Tiempo, que todo lo mudas,
tú, que con las horas breves
lo que nos diste, nos quitas,
lo que llevaste, nos vuelves:
tú, que con los mismos pasos,
que cielos y estrellas mueves,
en la casa de la vida,
pisas umbral de la muerte.
Tú, que de vengar agravios
te precias como valiente,
pues castigas hermosuras,
por satisfacer desdenes:
tú, lastimoso alquimista,
pues del ébano que tuerces,
haciendo plata las hebras,
a sus dueños empobreces:
tú, que con pies desiguales,
pisas del mundo las leyes,
cuya sed bebe los ríos,
y su arena no los siente:
tú, que de monarcas grandes
llevas en los pies las frentes;
tú, que das muerte y das vida
a la vida y a la muerte.
Si quieres que yo idolatre
en tu guadaña insolente,
en tus dolorosas canas,
en tus alas y en tu sierpe:
si quieres que te conozca,
si gustas que te confiese
con devoción temerosa
por tirano omnipotente,
da fin a mis desventuras
pues a presumir se atreven
que a tus días y a tus años
pueden ser inobedientes.
Serán ceniza en tus manos
cuando en ellas las aprietes,
los montes y la soberbia,
que los corona las sienes:
¿y será bien que un cuidado,
tan porfiado cuan fuerte,
se ría de tus hazañas,
y victorioso se quede?
¿Por qué dos ojos avaros
de la riqueza que pierden
han de tener a los míos
sin que el sueño los encuentre?
¿Y por qué mi libertad
aprisionada ha de verse,
donde el ladrón es la cárcel
y su juez el delincuente?
Enmendar la obstinación
de un espíritu inclemente,
entretener los incendios
de un corazón que arde siempre;
descansar unos deseos
que viven eternamente,
hechos martirio del alma,
donde están porque los tiene;
reprender a la memoria,
que con los pasados bienes,
como traidora a mi gusto
a espaldas vueltas me hiere;
castigar mi entendimiento,
que en discursos diferentes,
siendo su patria mi alma,
la quiere abrasar aleve;
éstas si que eran hazañas,
debidas a tus laureles,
y no estar pintando flores,
y madurando las mieses.
Poca herida es deshojar
los árboles por noviembre,
pues con desprecio los vientos
llevarse los troncos suelen.
Descuídate de las rosas,
que en su parto se envejecen;
y la fuerza de tus horas
en obra mayor se muestre.
Tiempo venerable y cano,
pues tu edad no lo consiente,
déjate de niñerías,
y a grandes hechos atiende.

HALLA EN LA CAUSA DE SU AMOR TODOS LOS BIENES

Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
Por mi bien pueden tomar
otro oficio las auroras,
que yo conozco una luz
que sabe amanecer sombras.
Bien puede buscar la noche
quien sus estrellas conozca,
que para mi astrología
ya son oscuras y pocas.
Gaste el oriente sus minas
con quien avaro las rompa,
que yo enriquezco la vista
con más oro a menos costa.
Bien puede la margarita
guardar sus perlas en conchas,
que Búzano de una Risa
las pesco yo en una boca.
Contra el tiempo y la fortuna
ya tengo una inhibitoria:
ni ella me puede hacer triste,
ni él puede mudarme un hora.
El oficio le ha vacado
a la muerte tu persona:
a sí misma se padece,
sola en ti viven sus obras.
Ya no importunan mis ruegos
a los cielos por la gloria,
que mi bienaventuranza
tienes jornada más corta.
La sacrosanta mentira
que tantas almas adornan,
busque en Portugal vasallos,
en Chipre busque coronas.
Predicaré de manera
tu belleza por Europa,
que no haya herejes de gracias,
y que adoren en ti solas.

ROMANCE SATÍRICO

Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo,
las grandezas y el valor.
Él es un médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio, y el bolsón.
Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.
En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
Dios perdone al que murió.
Y con ser todos mortales
los médicos, pienso yo
que son todos venïales
comparados al doctor.
Al caminante en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a peste,
de si le conoce, o no.
De médicos semejantes
hace el rey, nuestro señor,
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
Si a alguno cura y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta,
escribe: "ante mí pasó".
No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.
De envidia de los verdugos
maldice al corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.
Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciélagos viven
a la sombra de un rincón.
Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte,
que le viene a ser peor.
En que se ve tan famoso,
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
No pide le deis más dote
de ver que matéis de amor,
que en matando de algún modo,
para en uno sois los dos.
Casaos con él, y jamás
de viuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
Si lo hacéis, a Dios le ruego
que gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al doctor.

Poderoso caballero es Don Dinero

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Soneto

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

Apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

A la mar

La voluntad de Dios por grillos tienes,
Y escrita en la arena, ley te humilla;
Y por besarla llegas a la orilla,
Mar obediente, a fuerza de vaivenes.

En tu soberbia misma te detienes,
Que humilde eres bastante a resistilla;
A ti misma tu cárcel maravilla,
Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.

¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
De ocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al viento?

Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.

Túmulo de la mariposa

Yace pintado Amante,
De amores de la Luz muerta de amores,
Mariposa elegante
Que vistió rosas y voló con flores;
Y codicioso el fuego de sus galas
Ardió dos primaveras en sus alas.

El aliño del prado
Y la curiosidad de Primavera
Aquí se han acabado,
Y el Galán breve de la Cuarta Esfera
Que con dudoso y divertido vuelo
Las lumbres quiso amartelar del Cielo.

Clementes hospedaron
A duras Salamandras llamas vivas;
Su vida perdonaron,
Y fueron rigurosas, como esquivas,
Con el galán idólatra que quiso
Morir como Faetón, siendo Narciso.

No renacer hermosa,
Parto de la ceniza y de la muerte,
Como Fénix gloriosa
Que su linaje entre las llamas vierte,
Quien no sabe de amor y de terneza
Lo llamará desdicha, y es fineza.

Su tumba fue su Amada,
Hermosa sí, pero temprana y breve;
Ciega y enamorada,
Mucho al Amor y poco al Tiempo debe;
Y pues en sus amores se deshace,
Escríbase: Aquí goza, donde yace.