A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

FEDERICO GARCÍA LORCA

FEDERICO GARCÍA LORCA

Inicio » Archivo de FEDERICO GARCÍA LORCA

COSER Y CANTAR, TODO ES EMPEZAR [Mi poema]
Marina Casado [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

INTROITO.
Para tí, si eres nuevo en estas lides,
y que ignoras el reto a que te enfrentas
a la hora de escribir, y hacer las cuentas
no aciertas a versar por más que cuides.
Tres consejos te doy, no los descuides,
verás como lo logras si lo intentas.

EL RITMO.
La primera es quien marca la cadencia,
es la estrofa del verso, la importante,
las siguientes irán siempre constante
repicando ese ritmo con paciencia
cual si fueran sujetas a indigencia
como paso que da el fiel caminante.

LA RIMA.
La rima juega un rol impresionante
y es del verso la savia que alimenta,
que la rima se entona, no se cuenta,
así sea termine en asonante
o aun mejor que esta sea en consonante,
del clásico es la sal y la pimienta.

LA MÉTRICA.
Es aquí que entra en juego la medida,
la que advierte si enfrías o te abrasas,
cual obeso le ocurre con las grasas,
cada acento será aquí el que decida
apoyado en la sílaba sentida
para al fin ya salir verde y con asas.

COLOFÓN.
No desistas ni dejes engañar
que aprender a versar es un oficio
que se logra a través del ejercicio
y con algo de esfuerzo has de lograr.
Ya verás como vas a disfrutar
si conviertes los versos en tu vicio.

APOSTILLA.
¡Ozú!, se me olvidaba, amigo mío,
que el verso a la palabra es esqueleto,
tendrás que algo decir. Yo no me meto.
Hablarle a tu lector del amorío,
la muerte, del humor, yo aquí me río,
o incluso que estás loco, en un soneto.
©donaciano bueno

#Coser y cantar, ¿todo es empezar...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Marina Casado

El olvido (De las horas sin sol, Huerga y Fierro, 2019)

“Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.”
(F. García Lorca)

No reconozco los rincones de mi casa.
Cuelgan de ellos flores invisibles
que nunca había mirado:
flores negras como el dolor de un astro
o como la memoria malherida
que asesina el presente.
El olvido cobra la forma infecta
de un acordeón abandonado,
de alguna habitación vacía
donde no llegan los rayos de la luna.
Las paredes confiesan que me han visto llorar
y una niña, muy lejos, se despide en silencio.

Todo es silencio ahora.

El olvido cuelga de las paredes
como un astro invisible,
pero tan cierto.

Ya no hay gatos en Roma (Este mar al final de los espejos, Torremozas, 2020)

A Rafael Alberti.

Ya no hay gatos en Roma.
Los busqué inútilmente
entre las madrugadas del Trastevere
y por las ruinas cadenciosas del Coliseo.
Hay en cambio pintores ambulantes
que jamás manejaron un pincel,
que exponen en las calles ruinosas del verano
idénticos paisajes de dudosa autoría,
con una casa junto al río y un cielo afónico
cansado de llover.
Hay cafés amarillos, casi deshabitados,
que sirven capuchinos a seis euros
cerca de la estación de Termini;
peregrinos camino de las heladerías;
turistas que camuflan su ateísmo,
calurosos y exhaustos,
en las bancadas de San Pedro,
junto a un cartel que reza:
“Entrada solo para fieles”.

Nos recuerdo invadidos de fantasmas
bajo la luna llena del Foro de Trajano.
El amor en los labios, una canción lejana de Batiatto
que no llenaba la soledad de aquel paisaje.
Cada uno es el poseedor de su propia derrota
–“Mira Nero de Tarpella…”–
y hasta las civilizaciones más gloriosas
llevan el precipicio tatuado en la cumbre.

No; ya no hay gatos en Roma.

No es posible que no quede nadie (Los ojos fríos del vals, Bajamar, 2022).

He aprendido muy pronto
el mecanismo de la ausencia.
Estar triste consiste
en inventar un bosque
al que poder marcharnos
cuando no quede nadie,
cubrirlo de leones y de besos
y de todos los cuentos
que un día nos contaron
para poder dormir.
He empujado la puerta muy despacio
con la esperanza de encontrarme
a alguien que me esperara.
Entre la lluvia y yo solo estaba tu cuerpo
y esta melancolía que me abrasa
y los racimos de leones
que olvidaste plantar a orillas de mi llanto.
Alguien canta a lo lejos y me recuerda que la muerte
es una casa dócil con paredes azules
donde pronto olvidamos
las razones del miedo.

Nada de esto es posible, ¿lo comprendes?
Aún no he aprendido
el mecanismo de la ausencia.

Alicia fragmentada

«¿HABRÉ CAMBIADO DURANTE LA NOCHE? VAMOS A VER: ¿ERA YO LA MISMA AL LEVANTARME ESTA MAÑANA? CASI CREO RECORDAR QUE ME SENTÍA UN POCO DISTINTA. PERO SI NO SOY LA MISMA, LA PREGUNTA SIGUIENTE ES: ¿QUIÉN DIABLOS SOY? ¡AH, ESE ES EL GRAN ENIGMA!»
LEWIS CARROLL, ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Alicia ya no es rubia si no se posa el sol en sus cabellos.
La bruma castaña de sus ondas parece triste
en los días tristes, desvanecida
entre las otras muchas brumas castañas
de la estación de metro, Línea 3.
Alicia busca desesperadamente
los flashes sin escrúpulos de las fotografías
para sustituir el sol por sus taladros cegadores
y recrear aquel ámbar dulzón de los tiempos pasados
en sus cabellos. Después mira las fotos un instante
y siempre se sonríe –con su boquita triste
de piñón y carmín- y dice que es Alicia.
Que a pesar de todas las muertes es Alicia.

Alicia nunca deja de afirmar que es Alicia.
Tal vez aún recuerde aquel tétrico bosque
poblado de parlantes cervatillos
donde un día sin tiempo se olvidó de su nombre.
Hay quien dice que desde el día aquel,
Alicia ya no era tan Alicia, que progresivamente
fue dejando de serlo.

Pero Alicia es Alicia porque tiene su nombre.
Porque tiene los flashes de las fotografías
y los caprichos tontos de niña encantadora,
descalza sobre los jardines de asfalto de la ciudad.

Sin embargo, no contempla las fotos nada más que un instante.
Tiene miedo de ver sus ojos rojos envenenados por el flash,
por sus taladros cegadores despuntados de sangre.
Alicia ya no es rubia sin esos ojos rojos acompañándola.
Ella insiste en que un naipe confundió sus pupilas
con una rosa blanca
y equivocadamente las tiñó de carmín
-¿pasaría lo mismo con su boquita triste?
Aun así, no mira sus fotografías más allá de un instante.
Y huye por los bosques sin árboles, sin flores,
de la ciudad insomne; huye descalza y sonriente,
caprichosa, inconstante, borrando soledades
a golpes de planetas; accesible y dispersa,
corriendo siempre para que no se cumpla
su eterno primer miedo:
desembocar en el Espejo.

La sonrisa de Cheshire

«-¿CÓMO SABES QUE ESTOY LOCA? –DIJO ALICIA.
-TIENES QUE ESTARLO –DIJO EL GATO- O NO HABRÍAS ACUDIDO AQUÍ.»
LEWIS CARROLL, ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Alicia loca,
fragmentada
y descalza
se pierde sola por la ciudad.
Las luces de neón le envían guiños silenciosos
desde escépticos edificios que han perdido su nombre,
amenazando con contar a los Tres Reyes Magos

que ella no es Alicia.

Alicia entonces tiembla, porque el invierno es frío
y el reloj es muy grande,
y las luces tan blancas
y los semáforos tan tristes
la están desvaneciendo por momentos.
Íntimamente descarnada, se pone los tacones
–que saca de la noche sin fondo de su bolso-
y sigue caminando muy deprisa para volver a casa
antes de que el amanecer despunte
y le repita aquella eterna y sola pesadilla:

que ella no es Alicia.

Una risa imposible sacude las paredes de la noche.
Alicia se estremece
y piensa que tal vez ha regresado sin saberlo a su País
y que por eso está tan sola.
De pronto no recuerda ya su punto de partida:
se detiene en el límite de una ancha rotonda
por la que ya han dejado de circular los automóviles.

Y espera.

Alicia tiene entonces el cabello
desesperadamente oscuro y los ojos llorosos, saltarines:
dos ojos de museo en sus mundos sin lluvia.
-¿Será verdad entonces
que yo no soy Alicia? –se pregunta en voz alta
frente al telón tan fijo de la madrugada.
Una risa burlona resuena irremediablemente en su cabeza.
De manera inconsciente, Alicia mira el firmamento
y descubre, de nuevo, la familiar sonrisa
–en su cuarto creciente- flanqueada de estrellas.
-He perdido el camino –susurra su boquita de piñón,
apretada de penas. La sonrisa en el cielo
se perfila y responde, a través del silencio:

“Todos estamos locos”.
© Los despertares, 2014

Si te gusta #Marina_Casado... Share on X

LOS PUEBLOS TIENEN ALMA DE POETA [Mi poema]
Carlos Julià Braun [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Los pueblos tienen alma de poeta,
sus míseros lugares, sus rincones,
trastocan holocausto en oraciones
de santos del ayer y sus profetas
sujetos a traiciones.

Los pueblos nunca cantan las cuarenta
que saben adaptarse y ser sumisos,
contentos con su altar, y aunque sus guisos
carezcan del manjar que los sustenta,
de sueños imprecisos.

Los pueblos componiendo van estrofas
al ritmo que les marca el diapasón,
que saben y suponen, siempre son
objetos de repulsas y de mofas,
de juegos de frontón.

Los pueblos son alegres, divertidos,
mirando cuando van hacia otro lado,
no intentando saber lo que ha pasado
demuestran que ellos son agradecidos
y libres de pecado.

Los pueblos son el alma de la tierra
la que engulle a un millar de advenedizos
que vienen a embarrarse allí en sus vicios,
queriendo seccionarles con su sierra
cual simples desperdicios.

Los pueblos están llenos de inhumanos
que suelen tropezar más de mil veces
estando algunos hueros cual las nueces,
sin nada que ofrecer, de sueños vanos
de vinos y de peces.
©donaciano bueno.

Los pueblos, pura poesía Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Julià Braun

SONETO

¡Que me place esta sarta de improperios,
nostálgicos elogios del pasado,
argumentos a cuál más enojado
y versos enojosos más que serios…!

Mucho más os valdría, celenterios,
dedicaros a oficio contrastado
y no a intentar fingir que no han dañado
a vuestro ingenio vuestros climaterios.

No me importa el dativo o el ablativo,
ni si Abascal es conde o condesa,
ni si Portas y Marcos secuestran vivos;

con san Benito os digo -él bien lo explica-
que quien ora y labora a Dios confiesa
y al Diablo el haragán que versifica.

Y os lo resumo sólo en dos plumazos:
¡poneos a cavar, so poltronazos!

OCTAVAS REALES MISÓGINAS

No hace falta que tú nos corrobores
«que se embotó el cerebro hace ya rato»,
que de tus versos muestran los horrores
que el tuyo, al tú nacer, quedó nonato.

Ocupa tu ocurrencia en las labores
más propias de tu condición y trato,
y no hagas como aquella sor Juaneja
que confunda el Señor: no seas hereja.

Llámaste damisela, cacho impúdica,
mas apestan tus sílabas a aldeana;
créeste, tan ilusa, musa lúdica
y tienes menos gracia que Zaplana;
a los pantanos debe la palúdica
lo que a tu estro infecto mi almorrana:
condenaraste al fuego de la hoguera
por impía, por fea y por hortera.

SONETO

Encontrome el Marqués dando en la sierra
la bienaventuranza al fiel serrrano;
agora me difama a salva mano
y a defenderme oblígame en vil guerra.

¡Jamás gasté florete, pues me aterra;
que mi daga es bastante a cortar sano!
¡Jamás rocé doncella, mal cristiano;
pues quien doncella juzga, fijo yerra!

Quién sabe con qué infiel me ha confundido
(quizá el que hollaba de su madre el nido),
y en público hame dado por rijudo;

mas si no se disculpa por su parte,
por mi fe en el Señor, que es mi baluarte,
que aquese bujarrón me como crudo.

POEMA DEL CONFESIONARIO

A mi Protectora,
Su Alteza Serenísima la Excelente Dama Fidelísima
Sra. Dª Norma Cecilia Acosta Manzanares,
princesa del Monte Parnaso
y duquesa de Santiago de León de Caracas

Bajada del altar de tu hermosura
pediste consolase tus desvelos;
mas eras tú, Princesa, quien podía
cuidar de quien ya solo cuida en celos.

La Virgen presidía nuestro encuentro
y en torno a nuestro diálogo extendía
su manto protector, pero sus ojos
con rubor de doncella retraía.

Oh, Princesa que tanto echo de menos:
cuál fuera la virtud de tu belleza
que, queriendo consuelo de mi parte,
a mí me lo prestabas con destreza.

Oh, Princesa lejana y tan cercana:
tus secretos me abriste, confesando,
y yo acabé, para tu penitencia,
mis aguas más benditas asperjando.

Si te gusta #Carlos_Julià_Braun... Share on X

TODOS LOS DÍAS POR LA MISMA PUERTA [Mi poema]
Hipólito García Fernández -Bolo [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Todos días paso por la misma puerta,
todos días cruzo con la misma gente,
los hay que van raudos con la boca abierta
y otros despistados siguen la corriente.

Y unos van alegres y otros silenciosos
los hay que van tristes y otros ni se sabe,
repaso sus gestos, les miro a los ojos
algunos son dulces, de mirada grave.

Todos van cargando con su vida a cuestas
algunos no tienen nadie que les ladre
se sienten seguros con las botas puestas
no tienen familia ni madre ni padre.

Autómatas marcan el tiempo y espacio
así cada día soltando su lastre
nadie a pensar para si el tiempo es reacio
y el lapso del viento lo evitan que arrastre.

Quizás todos tengan algo que les unan
deseo, ilusión, esperanzas y sueños,
antídotos esos con los que vacunan
sus miedos rellenos de halagos pastueños.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Hipólito García Fernández -Bolo

EL SOFÁ DE LOS VALIENTES

La ventana eligió el suicidio.
No ensayo mis errores,
pura narrativa.
La papelera perdió los papeles.
La humanidad con la que beben los caballos.
No te entiendo casi todo.
Brilla más mi soledad cuando regalo interrogantes.
Dos desgracias seguidas, alivio inminente.
La verdad a partir de tres personas cambia.
En esta vida pasas de no tener nada a perderlo todo.
Me obsesiono con la idea de no dejar rastro.

Me sorprendió masturbándome.
¡No sabía que fumabas!, dijo.

El sueño nunca vuelva al punto de partida.

Ya no necesito tu daño,
disfruto sólo del mío.

Un día decides, bueno predispones,
simplemente caminar más despacio.

Llegué al lugar donde la luz no era ella.

A Él, mi PADRE

A Hipólito
mi Padre,
una
especie
de
Fernando
Fernán
Gómez
venido
a más.
Sentado
en
el
sofá
de
los
valientes,
soldado
a
sus
recuerdos.

Si te gusta #Hipólito_García_Fernández -Bolo... Share on X

Adelina de paseo - García Lorca

La mar no tiene naranjas.
ni Sevilla tiene amor.
Morena, qué luz de fuego.
Préstame tu quitasol.

Me pondrá la cara verde,
zumo de lima y limón,
tus palabras, pececillos,
nadarán alrededor.

La mar no tiene naranjas.
Ay, amor.
Ni Sevilla tiene amor!

Canciones andaluzas(Canciones 1921-1924)

MI PASEO DIARIO [Mi poema]
Lorenzo Gomis [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Hoy como cada mañana
siempre entorno de las diez
cojo a mi nieto ¡pardiez!
y lo saco de jarana.
Recorro la Castellana
y en una tahona amiga
me paro, de nombre Miga,
-una tostada, un café
y un zumo, y a saber qué-
hago un lapsus a mi andana.

Después tomamos Orense
o quizás Capitán Haya
que vaya por donde vaya
respira un aire circense.
Que está lleno de suspense
transpirando por sus poros
sonidos que son canoros
o de toques de trompetas
de esas niñas pizpiretas
que destripo cual forense.

A medida voy andando
al ambiente tomo el pulso,
a veces éste es convulso
o es que al cielo está bramando,
otros, en cambio, silbando
a mi alrededor rebotan
y a mi nieto le alborotan
respondiendo el muy tunante
que le empuje hacia adelante
y que a mí me vayan dando.
©donaciano bueno.

MI POETA SUGERIDO:  Lorenzo Gomis

LA EDAD

A veces pienso que algo se prepara.
Cada mañana veo en el espejo
un hombre que me mira, un hombre viejo,
un viejo que me mira cara a cara.

No le conozco, pero –cosa rara-
me mira con sonrisa de conejo
y me coge el cepillo, si le dejo,
y se afeita en mis barbas, y no para.

Y no para y no para de imitarme.
No sé si es un actor o es un abuelo,
un viejo actor que estudia bien mis gestos

o un abuelo que viene a consolarme.
Es más viejo que yo, ya es un consuelo,
mi compañero de los ratos estos.

Lo humano no es el hombre, es lo que deja

Lo humano no es el hombre, es lo que deja:

es la muñeca que olvidó la niña,
la vasija de aceite con que aliña
la mujer la comida, es la madeja
en la sillita baja de la vieja;
lo humano no es el gesto, no es la riña,
el jadeo en la torpe arrebatiña
o la sombra que agranda candileja.

Lo humano es el objeto, la casita,
el menudo instrumento, lo que emplee
el tipo en su trabajo. Más humano

que el hombre -lo que afirma, lo que grita-
es el objeto -toma, mira, lee-
que un día él mismo hizo con la mano.

La otra vida

SI hay otra vida es vida, pero es otra,
y si es otra el mortal no la imagina,
una vida sin sexo ni cocina
tiene que ser sencillamente otra.

qué haremos en la vida si es tan otra
y si ya no hay taller ni oficina
y si ya elmismo cuerpo no declina
(si declinara no sería otra)?

Si hay otra vida, es otra pero es vida
y si es vida es noticia y es sorpresa,
sin que la muerte acabe la partida,

vida que canta, vuela, abraza y besa.
Es la vida de Dios la otra vida
y si es de Dios nos basta su promesa.

Lo humano no es el hombre…

Lo humano no es el hombre, es lo que deja:
es la muñeca que olvidó la niña,
la vasija de aceite con que aliña
la mujer la comida, es la madeja

en la sillita baja de la vieja;
lo humano no es el gesto, no es la riña,
el jadeo en la torpe arrebatiña
o la sombra que agranda candileja.

Lo humano es el objeto, la casita,
el menudo instrumento, lo que emplee
el tipo en su trabajo. Más humano

que el hombre _lo que afirma, lo que grita_
es el objeto _toma, mira, lee_
que un día él mismo hizo con la mano.

EMPRESA DE LAVADO

Aquí se lava todo, todo queda borrado,
la mancha y el zurcido, el crimen y el pecado.
Aquí se lava todo. Empresa de lavado
abierta el año 30 por un ajusticiado.

Era un hombre de pueblo, carpintero de oficio.
No llevaba corona, ni espada, ni cilicio.
A los hombres piadosos les sacaba de quicio.
Comía con los malos. No tenía otro vicio..

Predicó por los pueblos algo más de dos años.
Hablaba de la siembra, de pesca y de rebaños.
Curaba al paralítico, veía sus engaños.

Era Dios en persona y murió como un hombre.
Se levantó de nuevo _que ninguno se asombre_
y a uno de sus amigos, Pedro de sobrenombre,
le encargó que lavara, que lavara en su nombre.

EL HORROR ES UN MOMENTO

El horror es un momento
Ya no siento lo que siento

El horror visto por dentro
Va de la nada al encuentro

Cuando estalla el explosivo
Queda muerto el que era vivo

Pon horror en la memoria
Y pasarás a la historia

El horror es el vacío
Que traga lo que era mío

Es la boca de la muerte
Que te sorbe sin morderte

Oh Rorr oh Rorr Cuánta erre
Ya no cierra ningún cierre

El horror es ese grito
Que traspasa el infinito.

UN CARDENAL LLEGA AL CIELO

El señor cardenal, de púrpura encendida,
subía del abismo buscando mejor vida.

Traigo cánones nuevos en perfecto latín,
confiaba jovial a un monseñor pillín.

Pero había en el cielo cola de costureras,
de peones, maestros y chicas casaderas.

En el cielo es domingo ¡cuánta gente, Señor!
San Pedro está ocupado, atiende a un pescador.

Tendrá usted que esperar. Tome asiento, Eminencia.
Es el cielo. Es domingo. Hay que tener paciencia.

Y pasaban las horas y venía la noche.
El cardenal dudaba si reclamar el coche.

El señor cardenal decía para sí:
¿Y ahora dónde iré? ¿Qué haré, pobre de mí?

Y entonces vio una cola que avanzaba de prisa.
No pedían siquiera que hubieran ido a misa.

Los pequeños mostraban la señal en la frente
y entraban en seguida por la puerta adyacente.

Y el cardenal probó, rebuscó en la memoria.
Poco a poco llegó al fondo de su historia.

No siempre he sido anciano. Hace tiempo fui niño.
Yo tenía una abuela. Yo tenía cariño.

Muchos años atrás yo fui niño pequeño.
Rezaba de rodillas. Me caía de sueño.

Ahora que recuerdo, veo luz en mi infancia.
Prefiero ser pequeño que cardenal de Francia.

Beatísimo Padre Pedrito, por favor,
búscame algún rincón en casa del Señor.

Si te gusta #Lorenzo_Gomis... Share on X

Adelina del paseo - García Lorca

La mar no tiene naranjas.
ni Sevilla tiene amor.
Morena, qué luz de fuego.
Préstame tu quitasol.

Me pondrá la cara verde,
—zumo de lima y limón—,
tus palabras, —pececillos—
nadarán alrededor.

La mar no tiene naranjas.
Ay, amor.
¡Ni Sevilla tiene amor!

(De Canciones)

 

LOS DESEOS HUMANOS [Mi poema]
Vidaluz Meneses [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Todos llevamos dentro algún tesoro,
aunque algunos jamás lo podrán ver,
la dicha de un placer, fontana de oro,
o el ansia de llegar para volver.

Todos mirando siempre al infinito
así que el firmamento no existiera
ansiosos de esperar la primavera,
del letargo salir y dar un grito.

Todos pidiendo vamos la escalera
para al cielo subir con desparpajo
sintiendo el padecer de estar abajo
cual si en el mismo suelo se muriera.

Y es así, desgranando los deseos
cual dardos por que dios nos complaciera
hacemos de la vida una quimera
de todas sus excusas siendo reos.

Si dios hubiera hecho a los humanos
logrando que estuvieran satisfechos
sin ansias de escalar tantos repechos
cabría el ser feliz en nuestras manos.
©donaciano bueno

Siempre #soñando y culpando al empedrado? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Vidaluz Meneses

SOLA CONMIGO MISMA

Observo los nenúfares sobre la superficie acuosa.
Su apacible estar me lleva a indagar sobre mis raíces,
no por las inmediatas, la Abia Ayala de mis antepasados,
sino por la planetaria causa por la que estoy aquí.
Por la que el Innombrable que sabe
y me llama por mi propio nombre
me hace sentir esta nostalgia de lo desconocido
de donde vine y adonde sé que tengo que volver.
Vidaluz Meneses
Octubre 2008
“Uno se casa con alguien….”
Uno se casa con alguien
y da la espalda a la pasión
y a su zarpa mortal que cobra
la entrega absoluta.
Uno prefiere ese alguien
con quien se recibe el alba sin zozobra
y se está dispuesta a compartir atardeceres,
la cena y el noticiero de la noche.
Alguien que apaga la luz
cuando se cierra la cocina y los candados
antes de retirarse al plácido ayuntamiento
o al sopor del descanso.
Uno deja a sus espaldas la tormenta, el caos,
el arrebato que un día nos dejó vaciada
y removida el alma desde sus cimientos.
Uno toma la mano extendida
para cruzar la calle
y opta por transitar así.
La muerte entonces ya no sobrecoge
porque es prolongación del sueño
que ya se empezó a vivír.

Poemas del desamor

He visto a la mujer rondar el centro,
el centro de su vida misma.
Ensayar la sonrisa más seductora de Eva.
Descalzarse ante el amado
y poner la ofrenda sagrada de su cuerpo
en las manos del hombre desconcertado ante la abundancia.
En qué momento le crecieron los días,
esa distancia insalvable entre los dos?
Qué trampa les ha jugado la vida
a éstos mil veces sorprendidos por la aurora?
Qué secretos arpegios habrá de pulsar ahora
para conducirlos de nuevo al paraíso?
Qué cantos de sirena? Qué música encantada?
Qué incienso? Qué aliento para convocar de nuevo al fuego?

ANALIZA TU VIDA

Analiza tu vida
que ya está programada.
A lo mejor ya vieja, las canas te pesen
y te hagan bajar la cabeza
porque tu herencia será lastre
y tus descendientes,
indefensos insectos adheridos.

ALGUNA NOCHE INSOMNE

Alguna noche insomne,
sentada al borde de la cama
los pies en mullidas zapatillas
y la tristeza enroscando
como un gato su cola en mis tobillos,
contemplo su tranquilo descanso,
su confinado sueño,
como si aún flotaran
en la acuosa seguridad de mis entrañas.

ÚLTIMA POSTAL A MI PADRE GENERAL

Debiste haber cumplido años hoy
y ya no estás, para tu bien.
Guardo tus palabras
y tu postrera ansiedad por mi
destino,
porque la historia no te permitió
vislumbrar este momento,
mucho menos comprenderlo.
El juicio ya fue dado.
te cuento que conservo para mí sola
tu amor generoso.
Tu mano en la cuchara
dándole el último desayuno al nieto,
haciendo más ligera
la pesada atmósfera de la despedida.
Cada uno en su lado,
como dos caballeros antiguos y
nobles
abrazándose, antes el duelo final,
fatal.

Karla Dolores

Karla Dolores es un poema japonés.
Sus ojos fueron hechos de palabras
rasgadas.
y su piel, de finísima porcelana,
fue robada a Lin Fu, el alfarero.

Karla Dolores, el mejor poema
que tu madre no escribió:
tú te hiciste.

Karla Dolores es un poema japonés
que en su pequeñez mueve inmensidades.

Si te gusta #Vidaluz_Meneses... Share on X

Deseo Federico García Lorca
Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.

Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.

Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.

Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
Nada más.

YO, NARCISO [Mi poema]
Pedro Geoffroy Rivas [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo, aunque no lo creáis, siempre me beso,
algunos hay dirán que es que estoy loco,
me beso cuando cojo algún sofoco,
cuando leo, levito, y me embeleso
y lo hago despacito, poco a poco.

Me beso cada día, cuando pasa,
cuando siento pesar, melancolía,
en tiempos de dolor, en la agonía
del sueño que ausentóse con su guasa
sabiendo que jamás retornaría.

Y puestos a querer ¿quién es mi amigo,
el que siempre me sigue a cada instante,
el que ríe conmigo y presta el guante,
el mismo que me arropa con su abrigo,
que más que ser amigo, él es mi amante?

Que yo con mi modestia considero
que todo lo que soy es muy importante
a cuestas con mi gozo y mi talante,
mi sueño de invencible aventurero
así fuera me tilden de pedante.

No quiero ya ocultar, a quien más quiero
es al que al mundo esparce simpatía,
que cree que el amor o la alegría
nunca fue un sentimiento temporero,
tal como yo, disculpen mi osadía.
©donaciano bueno

A quién se debe querer más que a uno mismo? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Pedro Geoffroy Rivas

Soledad

Frecuentemente el viento sopla fuerte
En el minúsculo jardín junto al que duermo
Y su largo aullido me mantiene entre sueño y vigilia
Entonces pienso grito o recuerdo es lo mismo
O proyecto futuros que nunca llegaré a vivir
O hago recuento de cuanto pudo ser
Paso las noches asediado por muertes que todavía no se atreven
Golpeado por poemas que todavía no me decido a escribir
Asaltado por imaginaciones que me caminan
Como extraños insectos desde los pies hasta el alma
O me navega la sangre buscando un olvido
Que jamás ha logrado detener mis diástoles
Queriendo recuperar vasijas que alguna vez rompí
Sin encontrar el prometido tesoro que debieron contener
Recogiendo las hojas del árbol que siempre quise sembrar
O acariciando al pequeño animal que humildemente espera
En cualquier rincón de los epitelios en que habito
Su aleatoria oportunidad de ser el iniciador de una nueva estirpe
De un alfabeto de fábula con el que sea posible
Nombrar poéticamente las cosas más repulsivas
Declinar adjetivos apropiados para cada uno de los colores
Que matizan el terrible submundo en que me muevo

Cuando cierro los ojos
O celebrar holocaustos definitivos
Sobre la antigua piedra en que se inscriben todos los

Sacrificios
Permanezco anegado de preguntas que nadie sabría
Contestarme
Exhausto por el interminable forcejeo
Entre mis debilidades y mi fuerza
Paralizado por el irrefrenable impulso
De realizarme en pájaros o rosas
Desesperadamente urgido de invisibles presencias
Anhelante de un pensamiento que me permita sobrevivir
En la espantosa realidad que me rodea
Atado por una absurda confabulación de negaciones
Que me impide soltar mi bandada de instintos
O me reduce a la desesperante pequeñez del poema
Todo se diluye en una densa oscuridad
Donde el silencio es el único sonido
Y una lluvia de pálidos pétalos
Va levantando muros alrededor de mi dolorosa respiración
Construyendo la tumba en que no quiero descansar
Condenándome a una eternidad que definidamente
Rechazo
O abandonándome en medio de un encrespado mar de piedra
En el que todo naufragio es imposible
Despierto hundido en mi propia materia
Horriblemente oliendo a carne moribunda
Me levanto
Me visto mi raído traje de soledad
Y salgo a caminar entre fantasmas.

Primavera

Allá lejos, la primavera andará despeinándose,
Ahora, en esta hora desatendida y lenta,
Cuajada de racimos imprevistos,
De pupilas sin sueño,
De reptaciones trémulas,
De avances y de orugas y de sexos hambrientos.

Pero aquí hasta nosotros no llegará la primavera.

A nosotros se nos niega la pregunta
Y el contacto y la luz y el improperio.

Las gentes huyen al vernos macilentos y erguidos,
El viento se detiene en las rejas,
Las respuestas chocan contra los altos muros
Y rebotan y se van sin encontarnos.

Andará por las calles la primavera luminosa,
Con los senos alzados,
Provocando a los mendigos y a los perros sin amo,
Alborotando instintos, desparramando pólenes,
Concretando las largas imprecisiones del invierno.

Caminará por los barrios ricos de todas las ciudades la primavera

Prostituta
Ofreciendo en subasta su diminuto vientre,
Halagando a los posibles compradores de su perfume y de sus brisas
Y de su aliento
cálido,
Infundiendo asquerosas intenciones en los viejos impotentes
Y encendiendo la sangre de los jóvenes que aún no tuvieron
Tiempo de
estrenarse el sexo.

Ah, pequeña primavera desvergonzada,
Niña precoz y lista;
Qué bien sabes calcular tus dones y escoger tus clientes.

Pero ya llegará la hora de bajar hasta los barrios de los pobres,
De penetrar en las casas de vecindad increíblemente desoladas,
De pasearte del brazo de todos los que no logran pagarte tus favores,
De parir lindas primaveritas engendradas por un robusto viento
Que limpiará el mundo de prostíbulos e igualará los barrios
De todas
las ciudades.

Entonces llegarás hasta nosotros sin temerle a las rejas ni a los muros
Y serás verdadera primavera; la dulce camarada primavera.

Entonces nos veremos, primavera.

La búsqueda

Yo no encuentro la letra deseada
Para mi canción,
Ni encuentro los ojos que llevo
En el corazón.

Cuando escucho un canto me digo:
Esa es mi canción.
Cuando veo unos ojos exclamo:
Los del corazón.

Pero pasa el canto y se van los ojos
Y aún siento en el alma vibrar la canción
Y siento como arden dos negras estrellas
En el corazón.

Breve lamento

¿He de marcharme entonces?
¿Sólo un instante viviré sobre el mundo?
¡Como la flor del tiempo,
iré perdiendo pétalo tras pétalo!
¿Nada quedará entre nosotros?

Hasta las piedras finas se rompen.
El oro se destruye.
Se rasgan las plumas preciosas.

¿Qué ha de hacer mi corazón entonces?

¿Nada será mi nombre alguna vez?
¿En vano he venido a la tierra?

¡Oh amigos!

No dejéis que perezca del todo.

¡Conservad este canto!

Por el hermano que cayó aquel día

Por el hermano que cayó aquel día
Hoy me corono de palabras crueles,
De palabras punzantes como espinas.

Una mañanita,
Clara
Como él soñó los ojos del hijo que aún no le nacía,
Lo llevaron al muro del viejo cementerio.

Él levantó la frente
Y los maussers rezaron su oración tremenda.

Hoy duerme bajo la dulce tierra
Junto a sus dos amigos.

Una mujer preñada nos dejó en herencia.

Una canción de amor

Perfúmate con agua de nocturnas campánulas,
¡Oh Corazón del cielo!

Con greda nueva adórnate,
Con semillas de achiote.

Cíñete la cintura con el refajo verde.
Ponte el huipil bordado de ardientes girasoles.
Que te alumbre los ojos la flor del jiquilite.

Baja a la playa entonces,
Búscame en el estero
Cuando la luna prenda su lámpara en los cocos
Y el mar esté sonando todos sus caracoles.

Un lecho de algas húmedas olorosas a yodo
Ha tejido mi amor para tu cuerpo
De venada inocente.

Quiero estrecharte el torso
Con guirnaldas de súchiles morados,
Ungirte el pecho con sagrado bálsamo,
Mirar en tus pupilas las estrellas más grandes.
Quiero besar tus muslos de amorosa serpiente.

Soltarte el nudo de la trenza
Y enredarte luciérnagas
En el manglar oscuro del cabello.

Quiero envolver tu cuerpo con la espuma más blanca.

Que mis manos despierten tus desnudos sensontles.

Quiero elevar tu sueño hasta el delirio
Y dejar en tu vientre la semilla de un dios.

Si te gusta #Pedro_Geoffroy_Rivas... Share on X

García Lorca

Narciso - Amor (Canciones 1921-1924)-

Narciso.
Tu olor.
Y el fondo del río.

Quiero quedarme a tu vera.
Flor del amor.
Narciso.

Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.

Tú diminuto y yo grande.
Flor del amor.
Narciso.

Las ranas, ¡qué listas son!
Pero no dejan tranquilo
el espejo en que se miran
tu delirio y mi delirio.

Narciso.
Mi dolor.
Y mi dolor mismo.

POETA, INVENTOR [Mi poema]
Izaskun Gracia [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Yo sostengo que el poeta es inventor
de historias que construye con palabras,
con ladrillos arrancando en su interior
o sacando de su entorno alrededor
para hacerlas felices o macabras.

Muchos creen que el poeta ha de llenar
de sus filias y fobias en los textos
y ellos gozan del poder de interpretar,
de experiencia y de razón con que alegar
pues para eso en estas lides son maestros.

Dependiendo de quien sea ese poeta
-muchos hay que escribieron a voleo-
que el poema solamente es una treta
de llevar al lector hasta una meta
que le añada la emoción en su paseo.

Todo es fruto o un invento de la mente
que rezuma por sus poros fantasía,
y es el caño tan fluido de esa fuente
que incita cuando aprecia de repente
una idea y puede hacerla poesía.
©donaciano bueno

Cada #poema es un nuevo invento? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Izaskun Gracia

Encontrar voz que case con los árboles que no dan sombra

con mentiras construidas al amparo de lo que no se recuerda
y no(s) conviene
y construir entonces la historia de lo que no fuimos
y presentarnos
sin mácula
ante otra traición
ante otro grito en el vacío
[que nos revele callando] como perdido entre algodones
sacudido de nuestras verdades
para bailar al son de tu no ser
y de mi silencio

idos

entre bosquejos de otros posibles

cambiados los géneros soy al fin protagonista de tu relato

abrazando mi rol con el paso de tu desconocimiento
encarnando incluso lo descartado
lo exiliado de tus palabras por el pavor a la crítica
o al rechazo privado de quien quizá no importa
y ahora que ha huido el invierno
rumio mi actuación a la espera de otros cielos
de otro cierre para nosotros
que nunca fuimos.

derretida la savia que unía las nubes

sujeta la lluvia que no termina de romper
cae el cielo deshecho sobre las ventanas
a tu sombra como árbol
en este astillarse eterno
doliente bajo las uñas de quien no te ve.

puedes gritárselo al alba porque todavía estamos solos

a pesar de los kilómetros y los días a nuestra espalda
aún no hemos hallado refugio y nos resbalan en esta tierra los pies sin cimientos
las ganas de encontrar lo que inconcediblemente no buscamos
como si intentáramos aprender un idioma nuevo cada jornada
como si
cobardes
no fuéramos más que una compañía intermitente al amparo de lo desconocido

será tu marcha silenciosa y repentina

y nos sorprenderá con las manos manchadas de otros asuntos
como si por anunciado nos hubiéramos olvidado de esperar lo obvio
como si la ausencia de enfermedad no reportara otro vacío
y permaneciéramos ufanos saciados de una existencia que nunca fue nuestra
prometo velarte cuando llegue el momento y dedicarte las horas que me faltaron
no cubriendo mi deuda pero sí demostrando que siempre te tuve
que corres por mis venas más de lo deducible
y tu presencia en mí no es sólo un recuerdo a narrar a los que se acercan

a Julia, mi abuela

tu silencio es mi descanso
el bálsamo que aleja los males y relaja la guardia en este reino de trincheras
donde la palabra es sinónimo de mentira
y su omisión esconde traiciones no desveladas
tu silencio es síntoma de mis desvaríos
de mandíbulas desencajadas por el cansancio de lo falso
y la invención agria pegándose a la lengua
al despertar cada mañana con un amargo sabor de genocidio en el paladar.

ESTANDARTE

y si
después de recorrer el mundo y escarbar tu nombre
estandarte salvador que todo lo puede
no te encuentro
y si
rebelada contra las angosturas me descubro débil
e incapaz de cruzar mis puentes
me quiebro
qué bandera ensalzaré entonces
a quién callaré estos errores

eta
munduan zehar ibili eta zure izena hastakatu ondoren
zutoihal salbatzaile ahalguztiduna
aurkitzen ez bazaitut
eta
mehartasunen aurka asaldaturik ahul aurkitzen badut neure burua
eta nire zubiak zeharkatzeko ezgauza
apurtzen banaiz
zein bandera goratuko dut orduan
nori isilduko dizkiot aktas hauek

Si te gusta #Izaskun_Gracia Share on X

Interpretar lo que pensó o quiso decir un poeta es un ejercicio de alto riesgo.
Como ejemplo, Pequeño vals triste de Lorca, cuya letra les dejo aquí abajo.
Muy distintos son otros poetas como Antonio Machado. Ver mi versión sobre el mismo musicado por Leonad Cohen:  Pequeño vals triste

Pequeño vals triste (García Lorca)

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

HE EXTRAIDO DEL TINTERO [Mi poema]
Boris Elkin [Poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

He extraído del tintero este poema
de líquido empapado, emborronado,
le he escurrido sacándole la flema
y en huesos le he dejado cual fonema
terso, blanco, vistoso y destintado.

Le he tendido a orear y le he secado
procurando a su lado hubiera viento
no estuviera en peligro, amenazado,
y lo he vuelto a dejar acicalado
cediéndole un lugar en este asiento.

Nadie puede pensar que es traicionero
pues denota que se encuentra muy a gusto
renunciando a volver a su tintero
ni que he sido un ingrato, traicionero,
cada uno ha de elegir lo que es más justo,
©donaciano bueno

La #imaginación no tiene #límites? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Boris Elkin

DE CARNE SOMOS

¿Echala a m´hija
porque viene a llenarnos de vergüenaza
tráindonos de regalo ese nietito
sin que naides supiera?
¡Vaya un pecao más grande!
¿Qué la gente ha de ráirse de nosotros?
¡Pacencia!

Y al final, ¿qué cara… ncho saben ellos
pa venir a meterse en casa ajena?
Mi hija es mi hija,
y su tata no la echa puerta ajuera
porque compriende bien que esa disgracia
le puede suceder a mas güena.

Las leyes de la vida están escritas
dende que vino Adán y Eva,
y es al ñudo que el hombre escriba otras
pa marcar el camino´e la decencia.

Tuitos somos de carne
y nos corre igual sangre por las venas.
Y…-perdonándome la comparancia-
también nos parecemos a las betias…

¿Ellas? Se juntan como Dios manda.
¿Nosotros? Po´el civil o por la Iglesia…
Pero puestos a mirar las cosas
no se alcanza a notar la diferencia,
ya que al final del cuento nos risulta
que se han juntao… un macho… y una hembra.

¿Qué culpa tuvo m´hija
si no pudo paliar contra esa juerza?
Pa mejor, comenzaron sus amores
cuando dentró a puntear la primavera
-que jue pal tiempo que cortó el cabestro
el malacara pa seguir las yeguas-.
Cuando el toro rompió los alambraos
y al trotecito se nos jué la perra…

¿Echala a m´hija
porque viene a llenarnos de vergüenza
tráindonos ese nieto de regalo
sin que naides supiera?
¡Valla un pecao más grande
lo de cumplir con lo que Dios ordena
y criar el hijo
en vez de malparir sin que la vena!

EL COBARDE

Un muchachón de manos engrilladas;
un comisario «bravo» y un alcalde
que, sabiéndolo al mozo, bien seguro,
le escupen su desprecio «pa que hable».
-Lo mataste a traición, seguramente…
Y el mozo le contesta: -Sepa, alcalde,
que los hombres nacidos en mi tierra
muy poco matan de traición a naides.
-Sin embargo-interrumpe el comisario-,
nunca matan de frente los cobardes.
-¿Y cuándo esa fama, comisario?
-Te la ganaste bien aquella tarde
qu’el finao te insultó delante é todos
y vos, como faldero, te achicastes.
-Aquello jue otra cosa, comisario;
me achiqué con razón, no por cobarde.
Aquella tarde me allegué hasta el pueblo
pa buscarle rimedios a mi madre,
que había quedao solita, allá en el rancho,
quemándose de fiebre sobre el catre.
Si me achiqué, señor, no jue de miedo.
Jue su voz que me gritó:»¡Párate!»…
Es muy fiero, señor, pa quien ya siente
que la muerte comienza a aproximarse,
encontrar que no hay naides en el mundo
que le empreste un poquito de coraje,
sin tener quien le rece un padrenuestro,
ni tener quien le pida un «Dios te salve».
Pero ayer me cobré. Mi mamá ha muerto;
y ya sin su cariño que me ate,
m’encaminé pal pueblo, bien seguro
de no encontrar branquera que me pare.
Estaba en el boliche el «hombre guapo»
hablando de bravura, de coraje…,
«que a los hombres los reta como a chicos…»,
«que no encuentra varón que se le cuadre…».
Por eso, al dentrar yo, ni m’hizo caso,
y con desprecio comenzaba a ráirse
cuando mi zurda le cruzó la cara
pa evitar el decirle: «¡Acomódate!»
Sacó el facón y me vino al humo.
La carrera conmigo l’era fácil…,
y el hombre, entusiasmao siguramente,
tiró un hachazo…, se quedó pagando…,
buscando sitio pa poder dentrarme,
y sonzo juera yo de no cobrarme.
-¿Tenés más que agregar?
-Sí, comisario:
¡qué no güelva a tratarme de cobarde
sin soltarme una mano, por lo menos…,
por si tiene antojo de probarme!

CHARQUEANDO.

Para aquellos que no sepan
qué quiere decir «charqueando»,
aclaro que es el recurso
pobre, de algunos paisanos
que se meten de jinetes
siendo flojitos pal basto.
Y apenitas el bagual
se agacha y pega dos saltos
pierden toda su apostura,
quedan desacomodados
y se agarran al apero
para evitar el porrazo.
Y a mi me pasa lo mismo;
pensaba anotarme un tanto
creyendo que domar versos
no es cosa que dé trabajo.
Y ya metido en el baile,
no se extrañen si me aguanto,
ya «que no ha nacido el potro
que me revuelque en el pasto».
(Disimulen, aparceros;
no digan que voy charqueando.)

CONTESTANDO.

¿Por que me empeño en escribir en «gaucho»
en lugar de escribir versos modernos,
y me aferro al pasado con las fuerzas
con que el ombú enraíza en el terreno?
¿Que por que me empeño en escribir en gaucho?.
Ha de ser, yo calculo, porque tengo
esta paisana voz para mis cantos
y este pobre decir para mis versos.
Y ha de ser por capricho del destino
que me quiso elegir como instrumento,
sin probar la apagada resonancia
que se encierra en la caja de mi pecho.
Pero voy a cantar, mientras me quede
una nota en la voz, vida y aliento
para avivar las brasas recubiertas
por la ceniza que acumula el tiempo
y el olvido que ponen los ingratos
sobre el pasado que quisieran muerto.
Honrar la tradición no es una forma
de escribir para nuestro lucimiento:
es poner devoción en cada estrofa;
es vivir venerando los recuerdos;
es sentir emoción límpida y serena
frente a la estampa de un paisano viejo,
y es querer el retoño que aparece
junto a las ráices de su noble abuelo.
Sentir la tradición, es asomarse
a ese pozo de luz de nuestro acervo
y reiniciar la marcha hacia el futuro
sin olvidar lo que quedó atrás nuestro.
Si un país sin tradición es como un rancho
que se derrumba, falto de cimientos,
¿como es posible, entonces, que sus hijos
no den su apoyo para sostenerlo?
Yo cumplo mi deber de esta manera:
¡escribo en «gaucho» porque así lo siento,
y hay treinta años de camino y surco
que me enseñaron a querer lo nuestro!

EL AGÜELO

¿Qué le vamos a hacer?
Me basuriaron, áura que voy pa’viejo;
a la edá que a los hombres no les hace
vivir un año más o un año menos
y no es cuestión de andarle mezquinando
a los ojales, cuando sobra cuero.
Risulta qu’esta tarde,
cuando volvía contento, de un arreo,
sentí que unas chirolas m’estorbaban
y llegué al boliche’Del Recreo’
-no diré pa’tomar, porque no tomo-,
pero m’hija, usté sabe, soy agüelo,
y no quise venirme pa’las casas
sin tráirle golosinas a mi nieto.
Dentré y pedí, sin reparar en naides:
‘Me da unos caramelos;
treinta de aquellos que parecen guindas
y veinte d’esos…’
De una mesa de truco medio al fondo
sentí que se me rieron,
y una voz que conozco hasta dormido,
porqu’es aquella que mintió tan fiero,
me revolvió la entraña preguntando:
‘-¿Así que son pal’nieto?’
Y me volvió a cargar:
‘-Y la Ramona
sigue linda, nomás?Le dá recuerdos,
y digale que espere sentadita
si cré que yo vi a dir al casamiento’.
Yo tuve tentación de atropellarlo
y matarlo a lo perro;
ya que ni ansina pagaría la cuenta
que te quedó debiendo de hace tiempo.
Pero pensé que te dejaba sola,
qu’eras muy poco pa’cuidarlo al nieto,
y juntando valor pa’ser cobarde,
dejé que piensen que le tuve miedo
y agarré los paquetes y me vine.

¡Nieto! Venga pa’cá:
¡sus caramelos!

EL OVERO.

Degollalo, Cipriano, degollalo;
ya el matungo no tiene más rimedio:
hace dos o tres días qu’está cáido
y es inútil buscarle un aliveo.
-Anoche al acostarme, yo pensaba
en eso mesmo que m’estás diciendo,
y esta mañana preparé la daga
pa despenar pa siempre al pobre overo;
pero,¿sabe, mi vieja, lo que pasa?.
Me alcanzó a conocer a veinte metros,
y levantando un poco la cabeza
m’hizo un relincho corto, dend’el suelo.
Me arrimé pa matarlo,
y vide en sus cansados ojos negros
yo no sé que mirada tan extraña
que me tembló la daga entre los dedos
y me puse a pensar:¡que diría
al saber que soy yo que lo degüello!
‘¿Es ansí cómo pagan los cristianos
dispués que uno está cáido y está viejo?’
‘Este es un bien pa vos-quise esplicarle-.
Sentirás un dolor cuando entre el fierro;
pero dispués verás, cuando la sangre
dentre a chorriar y a coloriarte el pecho,
te sentirás liviano como en antes
y todo ese dolor se te irá yendo…’
¡Y sacando coraje, ni sé di’ande!,
con una mano le tantié el pescuezo,
y cuando estaba a punto ‘e degollarlo
me maniaron la mano los ricuerdos.
Recularon los años de mi vida
y m’entraron a arriar los pensamientos
pa los tiempos aquellos que denguno
me prestó más servicios que’l overo.
Yo tenía pa’quel tiempo veinte años
y él sería un potrillo ‘e tres y medio…
cuando una vez por cosas…
por sonseras que cuasi ni me acuerdo,
le pegué unos hachazos en el tuso
al comesario mesmo.
Y tuve que juír. Mi suerte estaba
puesta en las patas de mi parejero,
y pa ganar el monte
vadeó los ríos, jinetió los cerros,
y si de un galope no cruzó los Andes
jué porque nunca le pedí ese esjuerzo.
Dispués, cuando unos ojos
que no sé si eran brujos o hechiceros
m’enredaron pa siempre y armé’l rancho
`pa tener en mi rancho ¡dos luceros!,
mi overo puso el anca pa’llevarte;
…y como pa dir al cura estaba lejos…
hizo la vez de cura, de padrino
y jué testigo ‘e nuestro casamiento.
Después de algunos años,
cuando el gurisito cayó enfermo,
¿quién se galopió las doce leguas
que hay estendidas dende aquí hast’al pueblo,
y quién se galopió las otras doce
pa venir hasta aquí con los rimedios?.
Por eso, no me animo a degollarlo;
dejalo al pobre overo
¡que se muera solito allá en el bajo,
que yo perdí el coraje hasta pa verlo!

MI CHALA.

No sé si es cosa `e mandinga
o es un regalo del cielo;
algunos dicen qu’es malo;
pa mí se me hace qu’es güeno…
Ricién me dijo el dotor
qu’esta fatiga que tengo
es por culpa del tabaco
qu’está minándome el pecho,
¡y me ordenó que lo deje
si quiero salvar el cuero!
Pero dejar el tabaco
áura que ya voy pa viejo
y no tengo en que afirmarme
pa tironear los recuerdos…
¿dejar el tabaco dijo?
¡Si es cosa que ni pienso!
Hacen años, muchos años,
yo trabajaba ‘e boyero
cuando prendí el primer chala
pa quemar mi aburrimiento.
¡Qué lindo se ivan las horas,
que pronto volaba el tiempo
y qué hombre me sentí
con el chala entre los dedos!
Cuando mi madre se jué
sin tiempo pa darme un beso,
¡quién otro sino mi chala
me acompañó al sentimiento
y se quemó sin renuncios
con tal de darme consuelo!
Más tarde,cuando el amor
dentró a golpear en mi pecho
ese amor qu’es vida y muerte,
qu’es triunfo y renuncianiento
y que nos mata de a poco
porque se vive muriendo,
¡si habré domado impaciencias
pitando como murciélago!
Y al fin,¿pa qué?: pa que un día
barriera todo el pampero…
Ella no tuvo reparos
en aventarme los sueños.
Cuando esa tarde me dijo
que no perdiera más tiempo
y supe que otro varón
se había ganado su aprecio,
¡menos mal que tuve el chala
que supo darme un consejo
y m’entretuvo la mano
que andaba tanteando el fierro!
Dispués cambié de querencia;
me dijo :»Hacete resero.
Nada hay mejor que el camino
pa quien no tiene un afecto».
¡Las noches que habré pasado
tendido sobre el apero
sin mas estrellas que el chala
parpadeando en el silencio!
Más tarde,cuando la vida
m’enredó entre los puebleros
y entré a borroniar cuartillas
pa darle forma al ricuerdo,
¡quien otro sino mi chala,
me ayudó a escribir los versos!
¿dejarlo,porqu’el dotor
me vino con ese cuento
de qu’el tabaco hace mal
y está minándome el pecho?
¡Deje nomás que me mate!
¡Si por él estoy viviendo!

Si te gusta #Boris_Elkin... Share on X

F. García Lorca, Poeta en Nueva York.

Vuelta de paseo
Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!

»FEDERICO GARCÍA LORCA [Mi poema]
Mis Maestros [Poeta sugerido]

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898-camino de Víznar a Alfacar, Granada, 19 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la llamada Generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español del siglo xx, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió fusilado tras el golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil Española solo un mes después de iniciada esta. Federico García Lorca

Si te gusta #Federico_García_Lorca... Share on X

Comprar: Poesía completa- Rústica

LOS POEMAS
GRANADA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.

Las que van delante, garzas
la que va detrás, paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la umbría
el surtidor y la rosa?

¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores redondas?

Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus bueyes
y el Dauro a sus mariposas.

La noche viene cargada
con sus colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.

¿Quién serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

LLUVIA

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

CANCIÓN OTOÑAL

Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.

Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.

¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?

¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?

¿Y si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.

ELEGIA A DOÑA JUANA LA LOCA

A Melchor Fernández Almagro

Princesa enamorada sin ser correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

Eras una paloma con alma gigantesca
cuyo nido fue sangre del suelo castellano,
derramaste tu fuego sobre un cáliz de nieve
y al querer alentarlo tus alas se troncharon.

Soñabas que tu amor fuera como el infante
que te sigue sumiso recogiendo tu manto.
Y en vez de flores, versos y collares de perlas,
te dio la Muerte rosas marchitas en un ramo.

Tenías en el pecho la formidable aurora
de Isabel de Segura. Melibea. Tu canto,
como alondra que mira quebrarse el horizonte,
se torna de repente monótono y amargo.

Y tu grito estremece los cimientos de Burgos.
Y oprime la salmodia del coro cartujano.
Y choca con los ecos de las lentas campanas
perdiéndose en la sombra tembloroso y rasgado.

Tenías la pasión que da el cielo de España.
La pasión del puñal, de la ojera y el llanto.
¡Oh princesa divina de crepúsculo rojo,
con la rueca de hierro y de acero lo hilado!

Nunca tuviste el nido, ni el madrigal doliente,
ni el laúd juglaresco que solloza lejano.
Tu juglar fue un mancebo con escamas de plata
y un eco de trompeta su acento enamorado.

Y, sin embargo, estabas para el amor formada,
hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,
para llorar tristeza sobre el pecho querido
deshojando una rosa de olor entre los labios.

Para mirar la luna bordada sobre el río
y sentir la nostalgia que en sí lleva el rebaño
y mirar los eternos jardines de la sombra,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

¿Tienes los ojos negros abiertos a la luz?
O se enredan serpientes a tus senos exhaustos...
¿Dónde fueron tus besos lanzados a los vientos?
¿Dónde fue la tristeza de tu amor desgraciado?

En el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto,
tendrás el corazón partido en mil pedazos.
Y Granada te guarda como santa reliquia,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

Eloisa y Julieta fueron dos margaritas,
pero tú fuiste un rojo clavel ensangrentado
que vino de la tierra dorada de Castilla
a dormir entre nieve y ciprerales castos.

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios; la sierra, tu retablo.
Un retablo de nieve que mitigue tus ansias,
¡con el agua que pasa junto a ti! ¡La del Dauro!

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
la de las torres viejas y del jardín callado,
la de la yedra muerta sobre los muros rojos,
la de la niebla azul y el arrayán romántico.

Princesa enamorada y mal correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!

EL CANTO DE LA MIEL

La miel es la palabra de Cristo,
el oro derretido de su amor.
El más allá del néctar,
la momia de la luz del paraíso.

La colmena es una estrella casta,
pozo de ámbar que alimenta el ritmo
de las abejas. Seno de los campos
tembloroso de aromas y zumbidos.

La miel es la epopeya del amor,
la materialidad de lo infinito.
Alma y sangre doliente de las flores
condensada a través de otro espíritu.

(Así la miel del hombre es la poesía
que mana de su pecho dolorido,
de un panal con la cera del recuerdo
formado por la abeja de lo íntimo)

La miel es la bucólica lejana
del pastor, la dulzaina y el olivo,
hermana de la leche y las bellotas,
reinas supremas del dorado siglo.

La miel es como el sol de la mañana,
tiene toda la gracia del estío
y la frescura vieja del otoño.
Es la hoja marchita y es el trigo.

¡Oh divino licor de la humildad,
sereno como un verso primitivo!

La armonía hecha carne tú eres,
el resumen genial de lo lírico.
En ti duerme la melancolía,
el secreto del beso y del grito.

Dulcísima. Dulce. Este es tu adjetivo.
Dulce como los vientres de las hembras.
Dulce como los ojos de los niños.
Dulce como las sombras de la noche.
Dulce como una voz. O como un lirio.

Para el que lleva la pena y la lira,
eres sol que ilumina el camino.
Equivales a todas las bellezas,
al color, a la luz, a los sonidos.

¡Oh! Divino licor de la esperanza,
donde a la perfección del equilibrio
llegan alma y materia en unidad
como en la hostia cuerpo y luz de Cristo.

Y el alma superior es de las flores,
¡Oh licor que esas almas has unido!
El que te gusta no sabe que traga
un resumen dorado del lirismo.

ELEGÍA

Como un incensario lleno de deseos,
pasas en la tarde luminosa y clara
con la carne oscura de nardo marchito
y el sexo potente sobre tu mirada.

Llevas en la boca tu melancolía
de pureza muerta, y en la dionisíaca
copa de tu vientre la araña que teje
el velo infecundo que cubre la entraña
nunca florecida con las vivas rosas
fruto de los besos.

En tus manos blancas
llevas la madeja de tus ilusiones,
muertas para siempre, y sobre tu alma
la pasión hambrienta de besos de fuego
y tu amor de madre que sueña lejanas
visiones de cunas en ambientes quietos,
hilando en los labios lo azul de la nana.

Como Ceres dieras tus espigas de oro
si el amor dormido tu cuerpo tocara,
y como la virgen María pudieras brotar
de tus senos otra vía láctea.

Te marchitarás como la magnolia.
Nadie besará tus muslos de brasa.
Ni a tu cabellera llegarán los dedos
que la pulsen como
las cuerdas de un arpa.

¡Oh mujer potente de ébano y de nardo!
cuyo aliento tiene blancor de biznagas.
Venus del mantón de Manila que sabe
del vino de Málaga y de la guitarra.

¡Oh cisne moreno! cuyo lago tiene
lotos de saetas, olas de naranjas
y espumas de rojos claveles que aroman
los niños marchitos que hay bajo sus alas.

Nadie te fecunda. Mártir andaluza,
tus besos debieron ser bajo una parra
plenos del silencio que tiene la noche
y del ritmo turbio del agua estancada.

Pero tus ojeras se van agrandando
y tu pelo negro va siendo de plata;
tus senos resbalan escanciando aromas
y empieza a curvarse tu espléndida espalda.

¡Oh mujer esbelta, maternal y ardiente!
Virgen dolorosa que tiene clavadas
todas las estrellas del cielo profundo
en su corazón ya sin esperanza.

Eres el espejo de una Andalucía
que sufre pasiones gigantes y calla,
pasiones mecidas por los abanicos
y por las mantillas sobre las gargantas
que tienen temblores de sangre, de nieve,
y arañazos rojos hechos por miradas.

Te vas por la niebla del otoño, virgen
como Inés, Cecilia, y la dulce Clara,
siendo una bacante que hubiera danzado
de pámpanos verdes y vid coronada.

La tristeza inmensa que flota en tus ojos
nos dice tu vida rota y fracasada,
la monotonía de tu ambiente pobre
viendo pasar gente desde tu ventana,
oyendo la lluvia sobre la amargura
que tiene la vieja calle provinciana,
mientras que a lo lejos suenan los clamores
turbios y confusos de unas campanadas.

Mas en vano escuchaste los acentos del aire.
Nunca llegó a tus oídos la dulce serenata.
Detrás de tus cristales aún miras anhelante.
¡Qué tristeza tan honda tendrás dentro del alma
al sentir en el pecho ya cansado y exhausto
la pasión de una niña recién enamorada!

Tu cuerpo irá a la tumba
intacto de emociones.
Sobre la oscura tierra
brotará una alborada.
De tus ojos saldrán dos claveles sangrientos
y de tus senos, rosas como la nieve blancas.
Pero tu gran tristeza se irá con las estrellas,
como otra estrella digna de herirlas y eclipsarlas.

ALBA

Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semillero de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos
cogiendo nidos y ramas,
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!

¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada.

INVOCACION AL LAUREL

A Pepe Cienfuegos

Por el horizonte confuso y doliente
venía la noche preñada de estrellas.
Yo, como el barbudo mago de los cuentos,
sabía el lenguaje de flores y piedras.

Aprendí secretos de melancolía,
dichos por cipreses, ortigas y yedras;
supe del ensueño por boca del nardo,
canté con los lirios canciones serenas.

En el bosque antiguo, lleno de negrura,
todos me mostraban sus almas cual eran:
el pinar, borracho de aroma y sonido;
los olivos viejos, cargados de ciencia;
los álamos muertos, nidales de hormigas;
el musgo, nevado de blancas violetas.

Todo hablaba dulce a mi corazón
temblando en los hilos de sonora seda
con que el agua envuelve las cosas paradas
como telaraña de armonía eterna.

Las rosas estaban soñando en la lira,
tejen las encinas oros de leyendas,
y entre la tristeza viril de los robles
dicen los enebros temores de aldea.

Yo comprendo toda la pasión del bosque:
ritmo de la hoja, ritmo de la estrella.
Mas decidme, ¡oh cedros!, si mi corazón
dormirá en los brazos de la luz perfecta.

Conozco la lira que presientes, rosa:
formé su cordaje con mi vida muerta.
¡Dime en qué remanso podré abandonarla
como se abandonan las pasiones viejas!

¡Conozco el misterio que cantas, ciprés;
soy hermano tuyo en noche y en pena;
tenemos la entraña cuajada de nidos,
tú de ruiseñores y yo de tristezas!

¡Conozco tu encanto sin fin, padre olivo,
al darnos la sangre que extraes de la Tierra,
como tú, yo extraigo con mi sentimiento
el óleo bendito que tiene la idea!

Todos me abrumáis con vuestras canciones;
yo sólo os pregunto por la mía incierta;
ninguno queréis sofocar las ansias
de este fuego casto que el pecho me quema.

¡Oh laurel divino, de alma inaccesible,
siempre silencioso, lleno de nobleza!
¡Vierte en mis oídos tu historia divina,
tu sabiduría profunda y sincera!

¡Árbol que produces frutos de silencio,
maestro de besos y mago de orquestas,
formado del cuerpo rosado de Dafne
con savia potente de Apolo en tus venas!

¡Oh gran sacerdote del saber antiguo!
¡Oh mudo solemne cerrado a las quejas!
Todos tus hermanos del bosque me hablan;
¡sólo tú, severo, mi canción desprecias!

Acaso, ¡oh maestro del ritmo!, medites
lo inútil del triste llorar del poeta.
Acaso tus hojas, manchadas de luna,
pierdan la ilusión de la primavera.

La dulzura tenue del anochecer,
cual negro rocío, tapizó la senda,
teniendo de inmenso dosel a la noche,
que venía grave, preñada de estrellas.

NOCTURNO DEL HUECO

Para ver que todo se ha ido,
para ver los huecos y los vestidos,
¡dame tu guante de luna,
tu otro guante perdido en la hierba,
amor mío!

Puede el aire arrancar los caracoles
muertos sobre el pulmón del elefante
y soplar los gusanos ateridos
de las yemas de luz o las manzanas.

Los rostros bogan impasibles
bajo el diminuto griterío de las yerbas
y en el rincón está el pechito de la rana
turbio de corazón y mandolina.

En la gran plaza desierta
mugía la bovina cabeza recién cortada
y eran duro cristal definitivo
las formas que buscaban el giro de la sierpe.

Para ver que todo se ha ido
dame tu mudo hueco, ¡amor mío!
Nostalgia de academia y cielo triste.
¡Para ver que todo se ha ido!

Dentro de ti, amor mío, por tu carne,
¡qué silencio de trenes bocarriba!
¡cuánto brazo de momia florecido!
¡qué cielo sin salida, amor, qué cielo!

Es la piedra en el agua y es la voz en la brisa
bordes de amor que escapan de su tronco sangrante.
Basta tocar el pulso de nuestro amor presente
para que broten flores sobre los otros niños.

Para ver que todo se ha ido.
Para ver los huecos de nubes y ríos.
Dame tus manos de laurel, amor.
¡Para ver que todo se ha ido!

Ruedan los huecos puros, por mí, por ti, en el alba
conservando las huellas de las ramas de sangre
y algún perfil de yeso tranquilo que dibuja
instantáneo dolor de luna apuntillada.

Mira formas concretas que buscan su vacío.
Perros equivocados y manzanas mordidas.
Mira el ansia, la angustia de un triste mundo fósil
que no encuentra el acento de su primer sollozo.

Cuando busco en la cama los rumores del hilo
has venido, amor mío, a cubrir mi tejado.
El hueco de una hormiga puede llenar el aire,
pero tú vas gimiendo sin norte por mis ojos.

No, por mis ojos no, que ahora me enseñas
cuatro ríos ceñidos en tu brazo,
en la dura barraca donde la luna prisionera
devora a un marinero delante de los niños.

Para ver que todo se ha ido
¡amor inexpugnable, amor huido!
No, no me des tu hueco,
¡que ya va por el aire el mío!
¡Ay de ti, ay de mí, de la brisa!
Para ver que todo se ha ido.

II
Yo.
Con el hueco blanquísimo de un caballo,
crines de ceniza. Plaza pura y doblada.

Yo.
Mi hueco traspasado con las axilas rotas.
Piel seca de uva neutra y amianto de madrugada.

Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo.
Canta el gallo y su canto dura más que sus alas.

Yo.
Con el hueco blanquísimo de un caballo. Rodeado
de espectadores que tienen hormigas en las palabras.

En el circo del frío sin perfil mutilado.
Por los capiteles rotos de las mejillas desangradas.

Yo.
Mi hueco sin ti, ciudad, sin tus muertos que comen.
Ecuestre por mi vida definitivamente anclada.

Yo.
No hay siglo nuevo ni luz reciente.
Sólo un caballo azul y una madrugada.

CUERPO PRESENTE

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados.
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.

Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas,
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.

Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.

Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llénarse de agujeros sin fondo.

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen dónde está la salida
para este capitán atado por la muerte.

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.

Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.

No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

ALMA AUSENTE

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el rasgo negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque to has muerto para siempre.

Porque, to has muerto para siempre
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los ollvos.

BALADILLA E LOS TRES RIOS

A Salvador Quintero

El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor,
que se fue y no vino!

El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.

¡Ay, amor,
que se fue por el aire!

Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor,
que se fue y no vino!

Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.

¡Ay, amor,
que se fue por el aire!

¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay, amor,
que se fue y no vino!

Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.

¡Ay, amor,
que se fue por el aire!

LA CASADA INFIEL

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Mi niña se fue a la mar…

Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró, de pronto,
con el río de Sevilla.

Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.

¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.

El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado.

Soneto de la dulce queja

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

Largo espectro de plata conmovida…

Largo espectro de plata conmovida
el viento de la noche suspirando,
abrió con mano gris mi vieja herida
y se alejó: yo estaba deseando.
Llaga de amor que me dará la vida
perpetua sangre y pura luz brotando.
Grieta en que Filomela enmudecida
tendrá bosque, dolor y nido blando.
¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza!
Me tenderé junto a la flor sencilla
donde flota sin alma tu belleza.
Y el agua errante se pondrá amarilla,
mientras corre mi sangre en la maleza
mojada y olorosa de la orilla.

Romance de la luna, luna

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías

A mi querida amiga Encarnación López Júlvez

1
La cogida y la muerte

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

2
La sangre derramada

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par.
Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!

No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!

Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos,
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!

3
Cuerpo presente

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados.
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.

Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.

Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.

Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen dónde está la salida
para este capitán atado por la muerte.

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.

Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.

No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

4
Alma ausente

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Pequeño vals vienés
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
 
Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.
 
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.
 
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.
 
Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del "Te quiero siempre".
 
En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.
El amor duerme en el pecho del poeta

Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.
¡Oye mi sangre rota en los violines!
¡Mira que nos acechan todavía!