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Elías Calixto Pompa

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CREER EN LA JUSTICIA? YO NO CREO [Mi poema]
Elías Calixto Pompa [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

¿Los jueces son los dioses? no lo creo.
¿Los jueces son humanos? eso dicen.
Sentencias dictan, pues, y las bendicen
seguros de acertar y no hacer reo
a aquel al que, inocente, penalicen.

¿Los jueces se equivocan? por supuesto.
¿Los jueces son parciales? es posible.
Si errar o equivocarse es asumible,
mear, pueden mear fuera del tiesto,
creer yo en la justicia es imposible.

¿Los jueces de que juzgan? son conscientes.
¿Si alguno se equivoca? van al grano.
No tienen la conciencia de un cristiano
mas son con sus afines indulgentes
prefiero la justicia del gitano.

¿Hay veces que quizás no quieran ver?
¿Hay veces que los jueces están ciegos?
Pues digan por favor qué debo hacer
por qué yo en la justicia he de creer
que imparten esos hombres con sus egos.

¿Las leyes quien promulga? el Parlamento.
y hay alguien que consultan? nunca al censo.
Permitan que yo piense que es un cuento,
lamento por demás que sea cruento
tan faltos de anuencia y de consenso.

¿Y a jueces quienes juzgan? ellos mismos,
de modo que son ellos arte y parte,
-se dejen ya de tantos silogismos
e incluso de cinismos y egoísmos-
pues llevan sin dudar la mejor parte.
©donaciano bueno

Creer en la #justicia humana, tururú! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Elías Calixto Pompa

ESTUDIA

Es puerta de luz un libro abierto:
Entra por ella, niño, y de seguro
Que para ti serán en lo futuro
Dios más visible, su poder más cierto.

El ignorante vive en el desierto
Donde es el agua poca, el aire impuro;
Un grano le detiene el pie inseguro;
Camina tropezando; ¡vive muerto!

En ese de tu edad abril florido,
Recibe el corazón las impresiones
Como la cera el toque de las manos:

Estudia, y no serás, cuando crecido,
Ni el juguete vulgar de las pasiones,
Ni el esclavo servil de los tiranos.

TRABAJA

Trabaja, joven, sin cesar trabaja:
La frente honrada que en sudor se moja,
Jamás ante otra frente se sonroja,
Ni se rinde servil a quien la ultraja:

Tarde la nieve de los años cuaja
Sobre quien lejos la indolencia arroja;
Su cuerpo al roble, por lo fuerte, enoja;
Su alma del mundo al lodazal no baja.

El pan que da el trabajo es más sabroso
Que la escondida miel que con empeño
Liba la abeja en el rosal frondoso;

Si comes ese pan serás tu dueño,
Mas si del ocio ruedas al abismo,
Todos serlo podrán, menos tú mismo.

DESCANSA

Ya es blanca tu cabeza, pobre anciano;
Tu cuerpo, cual la espiga al torbellino
Se dobla y rinde fácil; ya tu mano
El amigo bordón del peregrino

Maneja sin compás, y el aire sano
Es a tu enfermo corazón mezquino.
Deja la alforja, ve, ¡descansa ufano
En la sombreada orilla del camino!

Descansa, sí, mas como el sol se
acuesta, Viajero como tú, sobre el ocaso,
Y al astro que le sigue un rayo presta:

Abre así con amor tus labios viejos
Y alumbra al joven que te sigue el paso

¡Con la bendita luz de tus consejos!

EXCUSAS POR NO SALUDAR A UNA SEÑORITA

Es mal criado el tal K. listo
dijo tu labio cruelmente
la noche, precisamente
de la rogación del Cristo.
Si yo, hermosa, he merecido
tan doloroso improperio,
y cual siervo de tu imperio
en tu desgracia he caído:
¡Perdóname que son meras
mis faltas para tus desdichos,
y aunque me sobran caprichos,
de sobras tengo… maneras!
Hablo, niña, de modales,
no vayas a presumir,
que yo tengo donde abrir
maneras mas materiales.
Óyeme: yo tengo ideas
cual cumplido caballero,
que no le quito el sombrero
sino a las mujeres feas.
¿por qué? porque al ver las bellas
para mi tan seductoras
con sus colores de auroras
y con sus ojos de estrellas:
¡Es tanta mi admiración
que en lugar de mi sombrero
se me quitan por entero
las alas del corazón!
Por eso niña, al pasar
por tu reja, sin consuelo
paso mirando hacia el cielo
viendo mis alas volar;
¡Y en sus campos de topacios
advierto desde la tierra,
cual la esperanza les cierra
sus encantados palacios!
¿cómo pues será galante
y político en sus pasos
quien tiene el alma en retazos
y la esperanza distante?
Por tanto, bello lucero,
levanta tu excomunión
que no es falta de masón
la falta de mi sombrero:
Ni dice nada la Encíclica
en punto a galanterías,
auque son las cortesías,
achaques de la política.
¿Me perdonas? yo lo creo:
son tan justas mis razones
que merecen concesiones
del corazón mas ateo.
De lo contrario, certero,
creeré que aprecias, con calma,
mas que las alas de mi alma
las alas de mi sombrero.
En fin, aunque tengo ideas
raras, como caballero,
que no quito mi sombrero
sino a las mujeres feas:
Lo haré en la primera vez
teniendo en cuenta tus dichos;
diciéndote, sin caprichos
hermosa, besos tus pies.
22 de diciembre de 1865,
publicado en El Porvenir, el 04 de enero de 1866

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DESESPERANZA [Mi poema]
Ricardo Riverón [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

(a los jóvenes desempleados)

Oigo el ruido sibilino de la suerte
que persigue con descaro mis talones
condenándome tan joven a la muerte.
Ese oscuro despertar que a mi alma inerte
va arrancando su futuro hecho jirones
repitiéndome ¡bye, adiós, hasta más verte!.

Es la imagen que refleja en el espejo,
en que solo hay dolor, pena y hastío,
así que joven sea aparento viejo.
Huérfano de curro estoy, de eso me quejo,
pues que ya este panorama es tan sombrío,
y saciar la sed, sólo oigo algún consejo.

El desánimo ha ocupado ya mi mente,
ya no siente, insensible está al fracaso,
el parnaso no me tiende ningún puente.
Nada sirve que a la vida yo me enfrente,
esta vida no me hace a mi ya ningún caso.
Nada soy, pues ya no tengo ni presente.
©donaciano bueno

Trabaja, joven, sin cesar trabaja:
la frente honrada que en sudor se moja,
jamás ante otra frente se sonroja,
ni se rinde servil a quien la ultraja.
Elías Calixto Pompa

Parados son aquellas personas a las que futuro les ha abandonado antes de tiempo.

MI POETA SUGERIDO:  Ricardo Riverón

Ella sueña con estrellas

La condeno a conocerme
y a recordar que me visto
con la ternura, que asisto
al sueño donde ella duerme.
La condeno siempre a verme
donde el viento hace un recodo.
La condeno a ver mi modo
de cantarle y mi palabra:
a entrar en mí cuando abra
su corazón hacia todo.

FURIA DE FIN DE AÑO (MUDEZ DE FIN DE SIGLO)

Y a quién le voy a dedicar esta furia
de animal que se espanta con su nombre;
a qué calle caminar cuando los ojos
ya no esperan sucumbir de transparencia.
Tendremos que apartarle la verdad a quienes graban,
en la pared, su pánico sutil,
proteger a la niña que se duerme con las piernas
tácitamente dirigidas al ruido de la noche.
Y callar
como el rústico esqueleto de las nubes
cuando anuncian la calma.

¿Qué dulce inmediatez, en la piedad del aire,
pudiera despeñarse hacia el noble musitar
de los almendros en flor
y a quién le voy a remitir la terquedad
de no pacer sobre los frutos tan cercanos del invierno?
Míralas pasar: son las fotos de cuando estuve protegido por el agua:
tenía la bondad de una lámpara salvándome la luz
y en otra parte
cantaba, de cristal, el corazón de un cuervo.

Furia de fin de año (mudez de fin de siglo):
en el mundo nada tiene ese estertor de noche gris
y sobre nadie
debiera descargar tanta paz inclemente.

HAGAMOS PREGUNTAS MÁS AUDACES

Es bueno preguntar a veces
por la falta de dolor de los que viven sin memoria.
Como lógico sería
permitirle a los románticos que indaguen por la luna.

A mí me gustaría investigar
por la parte de mí que sobrevive
después de los discursos donde soy el que resta.

Tal vez puedan pasar por nuestros ojos
taciturnos fantasmas enfermos de intemperie.
Muy bien podría suceder
que después de una semana de ocio y libaciones,
reconozca en mí a los hombres donde al hombre aborrezco:
Fátima, la de una mano delante y la otra en un cuerno,
Gastón, de porcelana, tantas noches inerte;
Sebastián, casi gris, sin saber la plegaria.

Hagamos, entonces, preguntas más audaces:
¿qué mano intentará decapitar
esa mano que, en sueños, decapita los sueños?

RETABLO

Sopla el viento insensible a la mañana
y nada es tan común como asomarse a la pared
donde reposan los que fuimos.
A cada rato, tul:
en las cortinas el aire
manchado por la espuma.
La del centro es mamá; del otro lado
una corbata regresa del invierno
tras el humo epistolar del mes de octubre.
Gorrión. Sagitario. Perdigones en el pecho
de los desconocidos:
ese tío fugaz como una iglesia en las tardes de abulia;
la abuela del sillón, atrapada en sus brazos de mimbre.
Entonces me descubro con la ropa de morirme los domingos
y pregunto por mí:
una sombra en la sala,
sudando mi dolor debajo de los muebles.
Al fondo queda el mar sin una sombra
y el torpe vendaval que devora a los astros.

LOS PÁJAROS SON MÁS CHIQUITOS, Y VAN AL RÍO

La sed parece una invención del agua.
En pos de reinventarnos la memoria,
agoniza la palabra «fin», y alguien sentencia:
—El tiempo no se gasta: vuelve.
En el lago la luna, holograma del sol,
desmenuzada se refracta y, finalmente,
la asumimos: engendro de la sed.
Tu frase portaba trascendencia, madre.
Pero yo lo ignoraba.
Los pájaros volaban hacia el río
en busca de saciar la sequedad del alma,
mas yo me solazaba con ensoñaciones.
Ahora me diluyo en tu bondad,
pero no sé volar. Y el río queda lejos.
—Devuélveme, memoria, la imagen de mi madre
(azul bajo la noche o blanca frente al día)
con todo lo que hizo, en vano,
por calmarme la sed
hasta que el río fluyera por mi sangre,
como la luna rota.

SUPOSICIÓN

Quisiera pensar que todos se inclinan sobre la acequia
buscando la imagen que estamparon al saciar la vieja sed,
quizás no tan urgente, pero sí más profunda.

DISQUISICIONES EN TORNO A MI ALMA

Tuve un alma y no era esta,
ni aun se parecía a mis fantasmas:
un alma para aliarme a lo imposible,
aunque siempre a la zaga del más listo.
Andábamos —mi alma y yo—
en relecturas de las tardes:
la luz tras un color que no fue solo
permanencia de la furia solar, sino también
escándalo espumoso en el crepúsculo.
Tuve un alma, y no en la magnitud correcta,
pues nutría de eufemismos su persona:
espejo de lo ido, templo del Señor…
Un alma es mucho más que la tontera con que arriamos
la mañana hacia la noche, el pasado hacia lo actual,
los ojos hasta ver qué magia se nos fuga
adonde nunca buscaremos
con tanta densidad de incertidumbres.
Me estudio, de arriba a todas partes. Y tiemblo
cuando el águila dibuja caligramas sobre el azul de fondo.
Mi alma se expresa en cualquier sitio siempre que la certeza
de correr a contrapelo de los ríos no la exonere,
por la destrucción de lo aprendido no sé con quién,
ni desde cuándo.
Las culpas de mi alma serían:
acomodarse como un alba existencial, sobre un colchón
de hojas maceradas por la sed de otros árboles;
coexistir con mi persona en el común anhelo
de no complementarnos, y vagar como si nada tuviera
gravedad suficiente para domesticar sus corduras.
Replegada en tales inconsecuencias
mi alma vive condenada por sí misma.
Y deberá pagar por lo que le usurpamos a la melancolía
sin exigir tolerancia por los sordos desconchados en la historia.
También le tocará sentir en carne propia cualquier desolación
y lanzarse al vacío desde el alto horizonte para purificar
las mínimas certezas que nutren su delirio.

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