A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

DECÍA SCHOPENHAUER [Mi poema]
Oscar Ayala [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Decía Schopenhauer de este mundo,
así lo hiciera Dios, que está mal hecho,
quedando el mismo Dios insatisfecho
al verle tan dañado y tan inmundo,
cual fuera el resultado de un desecho.

Que el fin del ser humano era sufrir
dejando el devenir a la esperanza,
moviendo a la constancia a resistir,
atándose a las ganas de vivir,
negando que haya tiempos de bonanza.

Y el hombre, sin comerlo ni beberlo,
ya estaba condenado a soportarlo,
sufriendo sin poder modificarlo.
Lo supo el mismo Dios nada más verlo
y el hombre no más tuvo que aceptarlo.

Incluso fue más lejos su aserción
-partamos de la base que era experto-
que vino a predicar cual libro abierto
poniendo por bandera la razón
consciente que todo era un desconcierto.

Predijo este gran sabio ya hace tiempo
que Dios no nos dejó ni una salida
que hubiera preparado para huida.
El mundo se formó de un contratiempo,
la muerte si aplazada, eso es la vida.*
©donaciano bueno

* La vida es una muerte aplazada

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MI POETA SUGERIDO: Oscar Ayala

VÍTRICO

Desde desestimamos-vivir-eternamente
y suple-la-falta-de-la-tierra-el-arte
era una escala
y era también una sustancia o círculo
y desde aquel compré la magia del desierto
en una lata
que aún no he podido abrir,
se puede entrar, y sí,
pero ¿la puerta?

Alguien que ha estado toda
la vida suicidándose
regresa a casa y ve cómo copulan
dos cepillos de dientes en silencio.
Entra cristal y ciega
y grita y limpia
será la extirpación
de su maldita glándula poética.
Cuenta que estuvo cerca
de lo que fue que fue
un automóvil blanco cortándose las venas contra un escaparate.
Solo a la causa aspira
y reprueba el efecto
en un jardín donde una rosa aclara
su voz con la sangre de otra.
¿Dónde dejaste mi-silencio-ha-sido-una-flecha-temblando
en el corazón de mi corazón?
¿Existen caminantes sin color como reptiles
sin camino
frente al lejos perfecto en las primeras horas
de límite cautivo en unas manos
agarrotadas, hondas, sin contrario?

POEMA III

Crueldad, vehemencia, frío, lentitud, placer, tacto, santidad, trigo, magia
en el azote aciago del alba a las lechuzas.
Me ha gozado hoy un sueño fabricado de espuma,
blando como la muerte, blanco blanco y sencillo
y triste como tú cuando estabas entera concedida a los ojos.
Ha sido el despertar lo que me trae aquí,
peregrino a rebufo del aliento del largo sendero mortecino
y cándido no obstante,
tallo tenaz que al fin se deja degollar, indigno aullido adánico
que se va deslizando contra corriente desde
el horizonte a mí.
Desde el azul azul luna de la garganta de bruces hasta mí.

POEMA X

Humanidad también las palabras en línea
de fuego
contra Él.

Humanidad de luz sus grutas y sus manos.
Conjurad todo orden y ciudad todo yermo,
evacuad la quietud,
resbalad por la Historia hasta el abismo,
fracasad en el nombre,
pero siempre
reconoced la flor de sus discursos.
No lamentéis que su brutal camino
sea practicable entonces. Precisión
humildad, bailad las desoladas
estaciones vacías del silencio.
Mientras espliego el alba id regresando
al cada vez más trópico y seguro
punto
y aparte
de mí este cáliz
de donde bebe el mar su oscuridad final.

En las avenidas generalizadas de la soledad
uno se pregunta
qué le sucede al aire.
Y la palabra que asciende es con frecuencia
la palabra que cae.
No quiero suponer, pero supongo
que este verso
ha venido a morir
justo cuando la luz comenzaba a licuarse
sobre el cáliz —¡aparta!—
de donde bebo, amor, mi humanidad indómita.

Música

las manos, aniquilado inercias de músicas
malheridas de luz
o de venganza,
ha suplicado en tantas ocasiones un refugio
bajo las ruinas de su sombra,
detrás de la humildad en extrema tensión,
tanto que irse a morir
tiene la forma
de chasquido de dedos delgado casi tonto
o así como de ruido de libro cayendo desde la mesa.

Definitivamente

otoño
que desde aquí diviso todo el verso.
Sin embargo, la palabra
arde ahora con más dificultad.
¡Arráncame el tormento del lenguaje!
¡Líbrame de la culpa cerrada del acento!
¡MÁS LUZ! ¡MÁS LUZ!
Quisiera merecer el roce del silencio
o alimentarme del calor que el nombre
de las cosas desprende.
Escoltar la vertical del verso.
Saber decir que hay sitio para dos en el espacio
que queda hasta llegar al punto.
Tensar, hasta romperlo, el olor a unidad.
Poemaperla:
nacer
en torno
a un diminuto
grano
de dolor.
Yo no soy un poema como esos otros que a mi lado esperan…
La palabra, aterrada, se refugió en mi boca
y sin aliento aguarda a que todo esto pase…
(De Parajes de lo incierto, Alacena Roja, 2014)

/UN PLAN PARA MORIR DE MUERTE AZUL Y AMARGA/

Tendrá por fin un plan para morir de muerte azul y amarga.
Se cerrará sobre su propia esfera.
Destapará una música de pájaros que arpegien el tejado con sus vuelos [heridos.
Y los grávidos cúmulos arrancarán de cuajo los troncos de los árboles.
La única brisa perceptible será la vibración del alarido unánime.
Los escasos remansos de luz quedarán prisioneros entre piedras y muerte.
Los pocos cráteres que el amor practicó se sellarán con barro de ceniza y de [sangre.
El espacio y la noche.
La certeza.
La profundidad de los puntos.
El aire ahogando el aire.
La quietud acumulada durante siglos.
No habrá esta vez paloma ni brote ni grieta ni lejano goteo.
Tendrá tendrá por fin un plan para morir el mundo de muerte azul y amarga.
Se apagará y entonces un suspiro de alivio
desgarrará sus bronquios.
Será entonces.
Será en ese momento.
Será cuando se siente al defecar y descuide los ojos
cuando le clavaré mi canto en el centro de centro de la frente.
No antes.
“Metaéxtasis”, Ediciones Baile del Sol, Col. Sitio de fuego, Tenerife 2018

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EL MUNDO RURAL, CONDENADO A MUERTE [Mi poema]
José Asunción Silva [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Se ha quedado él anclado en el paisaje
como un punto perdido al horizonte,
una mota dormida tras del monte,
hoy sin alma, estructura ni andamiaje
cual triste polizonte.

Descuidado, se encuentra abandonado,
ya no hay gatos ni hay puertas con gatera,
ni hay otoño, verano y primavera,
que el invierno llegó y ya se ha quedado,
y a nadie se le espera.

Traicionando el pasado hoy sin futuro
como puta se arrastra por rastrojo.
Sometido a las burlas y el sonrojo
no habrá nadie por él que de ni un duro
pues queda ya el despojo.

Solo escucha del hombre los lamentos
mientras ve cómo miran a otro lado,
asistiendo al sepelio algo cansado,
confirmando se van presentimientos,
que ha muerto asesinado.
©donaciano bueno

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El mundo rural se ha ido muriendo poco a poco causado por el sistema capitalista que nos ha ido fagocitando a los seres humanos con el objetivo de convertirnos en voraces consumidores.

MI POETA SUGERIDO:  José Asunción Silva

Taller moderno

Por el aire del cuarto, saturado
de un olor de vejeces peregrino,
del crepúsculo el rayo vespertino
va a desteñir los muebles de brocado.

El piano está del caballete al lado
y de un busto del Dante el perfil fino,
del arabesco azul de un jarrón chino,
medio oculta el dibujo complicado.

Junto al rojizo orín de una armadura,
hay un viejo retablo, donde inquieta,
brilla la luz del marco en la moldura,

y parecen clamar por un poeta
que improvise del cuarto la pintura
las manchas de color de la paleta.

Suspiro

a A. de W.

Si en tus recuerdos ves algún día
Entre la niebla de lo pasado
Surgir la triste memoria mía
Medio borrada ya por los años,
Piensa que fuiste siempre mi anhelo
Y si el recuerdo de amor tan santo
Mueve tu pecho, nubla tu cielo,
Llena de lágrimas tus ojos garzos;
¡Ah, no me busques aquí en la tierra
Donde he vivido, donde he luchado,
Sino en el reino de los sepulcros
Donde se encuentran paz y descanso!

Crisálidas

Cuando enferma la niña todavía
salió cierta mañana
y recorrió, con inseguro paso,
la vecina montaña,
trajo entre un ramo de silvestres flores
oculta una crisálida,
que en su aposento colocó, muy cerca
de la camita blanca.

Los días después, en el momento
en que ella expiraba,
y todos la veían, con los ojos
nublados por las lágrimas,
en el instante en que murió, sentimos
leve rumor de älas
y vimos escapar, tender el vuelo
por la antigua ventana
que da sobre el jardín, una pequeña
mariposa dorada…

La prisión, ya vacía, del insecto
busqué con vista rápida;
al verla vi de la difunta niña
la frente mustia y pálida,
Y pensé ¿si al dejar su cárcel triste
la mariposa alada,
la luz encuentra y el espacio inmenso,
y las campestres auras,
al dejar la prisión que las encierra
qué encontrarán las almas

Madrigal

Tu tez rosada y pura, tu formas gráciles
De estatuas de Tanagra, tu olor de lilas,
El carmín de tu boca, de labios tersos;
Las miradas ardientes de tus pupilas,
El ritmo de tu paso, tu voz velada,
Tus cabellos que suelen, si los despeina
Tu mano blanca y fina toda hoyuelada,
Cubrirte como fino manto de reina;
Tu voz, tus ademanes, tú no te asombres;
Todo eso está ya a gritos pidiendo un hombre.

Realidad

Para M

En el dulce reposo de la tarde
Cuando al ponerse el sol en occidente
Su luz dorada, de la vida fuente,
Como una hoguera en los espacios arde,
O de la noche en el silencio umbrío
Cuando la luna con fulgor de plata
Alumbra a trechos el sonante río
Y en sus límpidas ondas se retrata,
Entre las sombras de la vida hay horas
En que la realidad que nos circuye
A detener el ímpetu no alcanza
De nuestra alma que a lo lejos huye
Y a la región de lo ideal se lanza…

Y entonces cuando pienso en tus amores
Nuestras dos vidas deslizarse veo
No cual la realidad que aja sus flores
Sino cual la ilusión de tu deseo.
No por las conveniencias separados,
Soñando tú conmigo, yo en tus sueños,
Sino juntos los dos en los collados
De la Arcadia risueños;
Asidos por las manos a lo lejos
Buscando el fin de la campiña amena
A los pálidos rayos de la luna.
O del ardiente sol a los reflejos,
Dejando transcurrir una por una
Las no contadas horas venturosas
Que no mancha la sombra de una pena
Libando amor y deshojando rosas
Del verdor y del musgo en lo sombrío
Ocultos en lo ignoto del boscaje
Radiante aún de gotas de rocío
De virgen fuerza y de vigor salvaje;
Sentados a la orilla del torrente
Tú escuchando los ecos del follaje
Yo acariciando -trémula la mano-
Tus rizos al caer sobre tu frente…

Otras veces trayendo a la memoria
Los fantasmas de un tiempo ya pasado
Junto con ellos cual sencilla historia
Los ideales de tu amor soñado.
Y es entonces un gótico castillo
De altivas torres de musgosas piedras
En cuyo muro gris crecen las hiedras
Teatro de nuestro amor santificado.

Y en reducida y perfumada estancia
Cuyos tapices abrillanta y dora
El fuego de la antigua chimenea,
Juntos los dos oímos a distancia
Diciéndonos protestas de ternura
La voz del agua que al perderse llora
Y el viento que en los árboles cimbrea
Entre el silencio de la noche oscura.

O en frágil barca en plácida mañana
De lago azul flotando en los cristales
Con la mirada errantes contemplamos
El cielo, la ribera, los juncales,
Y las nieblas que inciertas, vaporosas,
Van a perderse en la región lejana
Como se pierde la esperanza humana
O el postrimer aroma de las rosas.

Mas cuando el alma en sus ensueños flota,
La realidad asoma de improviso
No más resuena la encanta nota
Brotan espinas do la rosa brota,
Y en crüel se torna el paraíso.

Vuelvo a mirar… y pienso que nacimos
Para vivir por siempre separados,
Que no es una la senda que seguimos
Y que la lumbre que cercana vimos
Fue visión de tu amor y tus cuidados.

Y al comparar la realidad penosa
Con los paisajes de ideal que miro
En el fondo del alma lastimosa
Para tu dulce amor -niña piadosa-
Para tu dulce amor surge un suspiro.

Ars

El verso es vaso santo. Poned en él tan sólo,
un pensamiento puro,
¡en cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes
como burbujas de oro de un viejo vino oscuro!

Allí verted las flores que en la continua lucha,
ajó del mundo el frío,
recuerdos deliciosos de tiempos que no vuelven,
y nardos empapados en gotas de rocío

para que la existencia mísera se embalsame
cual de una esencia ignota,
¡quemándose en el fuego del alma enternecida
de aquel supremo bálsamo basta una sola gota!

¿Recuerdas?

¿Recuerdas? Tú no recuerdas
Aquellas tardes tranquilas
En que en la vereda angosta
Que conduce a tu casita
Plegaban a tu contacto
Sus hojas las sensitivas
Como al poder misterioso
Del amor tu alma de niña
En la oscuridad pasaban
Las luciérnagas cual chispas
Que bajo la yerba espesa
Nuestros dedos perseguían
¡Así también en las horas
De mis años de desdicha
Cruzaban por entre sombras
Mis esperanzas perdidas!…

¿Recuerdas?… Tú no recuerdas
La cruz de mayo que hicimos
Con violetas silvestres
Y con sonrosados lirios
Bajo el frondoso ramaje
De tu árbol favorito.
Como una lluvia de perlas
Sobre blanco raso níveo
Brillaba por los […] En las hojas del rocío!
Y los pájaros cantores
Hicieron cerca sus nidos…
Después pasé una mañana
Y vi tu ramo marchito
Como mi pasión ardiente
Por tu infamia y tus desvíos.

¿Recuerdas?… Tú no recuerdas
Más de esa noche amorosa,
La lumbre de tus pupilas,
El aliento de tu boca
Entreabierta y perfumada
Como un botón de magnolia,
Los murmullos argentinos
Del agua bajo las frondas,
El brillo de las estrellas
Y las esencias ignotas
Que derramaron los genios
En las brisas cariñosas,
Quedaron como una huella
Que el tiempo aleve no borra
¡Ay! para toda la vida
¡Escritas en la memoria!

¿Recuerdas?… Tú no recuerdas
Pero yo, cuando levanta
El crepúsculo sombrío
Del fondo de las cañadas
Y las tristezas inmensas
De lo profundo del alma
Al pasado fugitivo
Tiendo la vista cansada
Y nuestra historia de amores
Hacia mí tiende las alas.
¡Cuando en las horas nocturnas
Cabe el esposo que te ama
Tu agitado pensamiento
Tenga segundos de calma
De aquella pasión extinta
¡Jamás te acuerdes, ingrata!

¿Recuerdas?… Tú no recuerdas
La tarde aquella en que juntos
Bajamos de la colina,
Tus grandes ojos oscuros
Se anegaban en los rayos
Sonrosados del crepúsculo
Y tu voz trémula y triste
Como un lejano murmullo
Me hablaba de los temores
De tu cuerpo moribundo!
Si hubieras entonces muerto
Cómo amara tu sepulcro
Ahora, cuando te veo
Feliz gozar de tus triunfos
Tan sólo asoma a mis labios
Una sonrisa de orgullo!

Mariposas

En tu aposento tienes,
En urna frágil,
Clavadas mariposas,
Que, si brillante
Rayo de sol las toca,
Parecen nácares
O pedazos de cielo,
Cielos de tarde,
O brillos opalinos
De alas suaves;
Y allí están las azules
Hijas del aire,
Fijas ya para siempre
Las alas ágiles,
Las alas, peregrinas
De ignotos valles,
Que como los deseos
De tu alma amante
A la aurora parecen
Resucitarse,
Cuando de tus ventanas
Las hojas abres
Y da el sol en tus ojos
Y en los cristales!

Los maderos de San Juan

¡Aserrín!
¡Aserrín!
¡Aserrán!
Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan,
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique
¡Los de triqui, triqui, tran!

Y en las rodillas duras y firmes de la Abuela,
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos agitados y trémulos están,
la abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.

Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan.
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Esas arrugas hondas recuerdan una historia
de sufrimientos largos y silenciosa angustia
y sus cabellos blancos como la nieve están.
De un gran dolor el sello marcó la frente mustia
y son sus ojos turbios espejos que empañaron
los años, y que, ha tiempos, las formas reflejaron
de cosas y de seres que nunca volverán.

Los de Roque, alfandoque
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Mañana cuando duerma la Anciana, yerta y muda,
lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,
donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están
del nieto a la memoria, con grave son que encierra
todo el poema triste de la remota infancia
cruzando por las sombras del tiempo y la distancia
de aquella voz querida las notas vibrarán…

Los de Rique, alfeñique
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Y en tanto en las rodillas cansadas de la Abuela
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos conmovidos y trémulos están,
la Abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.

¡Aserrín!
¡Aserrán!
Los maderos de San Juan
piden queso, piden pan,
los de Roque
alfandoque
los de Rique
alfeñique
¡Triqui, triqui, triqui, tran!
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

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NO SOY FANÁTICO, LO SIENTO [Mi poema]
Marta López Luaces [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Fanático no soy, que pleitesía
tan solo he de rendir a Dios o al Diablo,
al burro que rebuzna en el establo,
al niño que da saltos de alegría
mas nunca al que es retablo.

Que en eso de admirar siempre me abstengo,
se cuentan con los dedos de una mano,
-no miento cuando admito ser gusano-,
y a nadie a venerar yo me detengo,
ni pongo en primer plano.

Compréndanme, no soy fanático,
no mido a la persona por su pene,
lo mismo que no importa lo que tiene,
que a todos por igual les doy la mano
así que llueva o truene.

Admiro a aquel que el éxito acompaña
igual que al que fracasa yo valoro,
si logra atesorar algún tesoro
que, fruto del esfuerzo o de su maña,
la fe convierte en oro.

Que a nadie yo les subo a mis altares,
quizás solo se salve el hombre bueno,
cual dicen que Jesús de Nazareno,
reparte sus abrazos a millares
y al bien no pone freno.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Marta López Luaces

DEL VERBO AMAR

Me leo con tu voz.

Me inscribiste como paisaje de despedida.
Dibujaste mi cuerpo como soledad
pronunciada con tu acento.

Tú eras todo lo que yo sabía del verbo amar

En tus versos mi imagen me da de mí tu ausencia
que alimenta tus entrañas con la impureza
de mi sangre.

Vuelve

Te ofrezco la yugular abierta
para que bebas de mi esncia
contaminada
para que tu escritura se nutra
de mi peste.

Tus palabras
servirán de vacuna
contra la lepra
que suda mi naturaleza.

Tú eres todo lo que sé del verbo amar

Bébeme, desángrame, vacíame.
Te ofrezco todas las muertes
que engendra mi deseo.

Tú, que pudiste salvarme
de mi distancia
de esta lejanía
que llevo como herida.


que pudiste salvarme…
pero miento,
siempre he mentido,
porque mi exilio
nació conmigo.

LAS PREGUNTAS DEL REGRESO

-¿Y luego?
-Y luego está el mar.

-¿Y más allá?
-Los Andrófagos, un pueblo aparte
y el desierto llamado Arovot

-¿Y después?
-El cielo abierto
-¿Y algo más?
Una raza de monstruos
y el sendero incierto del deseo

-¿Y eso es todo?
La curiosidad del suspenso
sin las claves del misterio

-¿Y nada más?
-Sí, el gozo
de las múltiples lenguas.

EL CANTO DEL DESTERRADO

I

“Los que cantáis todos los destierros en el mundo, ¿no cantaréis para mí un canto nocturno que tenga la medida de mi dolor?” (Saint-John Perse)

En el desorden del alma
un canto anochece desposado,
gozo de azul vestido
anida en la garganta
–necesidad alada
en el cielo titilante.

II

Mi prerrogativa es el cielo
mi propósito las estrellas
(Saint-John Perse)

Mi prerrogativa el arrebolado cielo vespertino; mi propósito el Tiempo como lucero de un río que desemboca en el alba: Azogue transfigurado.

EN LAS FRONTERAS DE LO HUMANO

(Saint-John Perse)

Por la vertiente del fuego vespertino
se adentra la lluvia en la noche
corriente de pétalos,
el más íntimo misterio
es un fluir lento
el mundo se sostiene
en el secreto

Linaje del rocío
es de Ecos la morada
la música de las esferas
la forma
el bajorrelieve
de este paisaje
es canto

de pájaros.

SOÑAR TORMENTAS

Who do not know the ways of the wind
And the unseen forces
That govern the processes of life
(Charles Eskine Scott Wood)

Venía de nosotros
del viento y su ulular.

En la cresta de la brisa
la tormenta
asedió
la firma de las cosas
convocó
el temor de lo bello
traición de lo diáfano

Venía de nosotros
y violó el orden de la Eternidad
En la cresta de la tormenta
el gris.

SOÑAR MARES

But they are not in landscape.
They exist in an obscurity
(Robert Duncan)

–porque solo mi nacer
me procura el mar
como los ritos del viento
como el escudo de lo cotidiano
como el tedio de la lluvia
ocupa un espacio:

el despertar de una brisa
el blasón de la tormenta
el asedio del alma.

–inefable en mí
el salitre
que me procura la palabra.

A Trans-L=A=N=G=U=A=J=E Poem

taking cabs in the middle of the night
driving as of to save your soul
where the road goes round and round the park
and the meter glares like a moral owl”
(Elizabeth Bishop)

¿Vienes?
Are you coming,?
Apúrate, llega
Hurry up, come
sube por el Hudson
go up the Hudson
cruza la ciudad por el Central Park
cross to the other side of the city, through the Central Park
y llama.
and call me.

¿Vienes?
Are you coming?
En el East River
Up the East River
un barco nos llevará
a ship will take us
alrededor de la isla,
around the island
una y otra vez,
once and again
para que veas
so you can see
asomarse entre las torres gemelas
appear, through the Twin Towers,
el vacío que nos engendra.
the emptiness that begets us

¿Vienes?

Are you coming?
Brooklyn aún espera
Brooklyn still awaits
ser descubierta
to be discovered
desea ser Manhattan y su puente cuelga
it wishes to be Manhattan and its bridge hangs
como una pérdida.
hopeless.
De envidia no quiere ver
Its envy doesn’t let it seela isla que la niega.
the island that denies it.

¿Vienes?
Are you coming?
Aún te espero
I am still waiting
y veo por la ventana
and I see through the window
la neblina de otra ciudad
the mist of another city
que me marca
that leaves its mark on me
Llega, apura, salgamos
Come, hurry up, let´s go
protegidas por el anonimato.
protected by the anonymity.
La noche nos fuerza
the nigh compels us
a enmascararnos.
to disguise us.

¿Vienes?
Are you coming?
El metro pasa por el Bronx
The subway goes though the Bronx
sus ojos sin pestañas
its eyes without eyelash
te persiguen desde la ventana.
haunts you from the window.

¿Vienes?
Are you coming?
¿O prefieres llegar por la mañana
Or you´s rather come in the morning
cuando la ciudad muera
when the city dies
sin haber cumplido su promesa?
without meeting its promise.

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Carnicería – Jorge Luis Borges

Más vil que un lupanar
La carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
Una ciega cabeza de vaca
Preside el aquelarre
De carne charra y mármoles finales
Con la remota majestad de un ídolo
(Fervor de Buenos Aires, 1923)

LA HOJARASCA [Mi poema]
Winston Morales Chavarro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que Adán y Eva nunca existieron,
me lo dijo alguien que había dedicado toda su vida a estudiar a Adán y Eva.
– – –
Si la envidia corroe,
la población mundial debiera ya haber fenecido de cirrosis.
– – –
El miedo es irracional,
otro que tal baila.
– – –
Si no hubiera ricos todos seríamos pobres,
si no existieran los pobres, todos ricos.
– – –
Creer ser Dios, es estar loco,
querer vivir como Dios, es otra cosa.
– – –
¿Sexo sin amor, amor sin sexo?,
menudo dilema.
– – –
Yo no sé quien soy,
para lo que pudiera descubrir,
mejor no enterarme.
– – –
Si no hubiera donde elegir
se acabarían las dudas.
– – –
La muerte es la única lotería
que a todos nos toca.
– – –
Si con uno nos entendemos
¿a qué viene eso de inventar tantos idiomas?
– – –
Si no existe dios habría que inventarlo,
uno está bien
pero ¿para qué tantos?
– – –
En casa, mi padre y mi madre nunca discutían,
siempre se hacía lo que decía mi madre.
– – –
La razón no entiende de emociones,
las emociones ignoran la razón,
agua y aceite.
– – –
Yo no quiero pasar a la posteridad,
después de todo no me voy a enterar.
– – –
Antiguamente las parejas declaraban su amor
junto al brocal de una fuente,
hoy ya no existen las fuentes.
– – –
Hoy nadie sabe ya qué es poesía,
solo Bécquer lo supo:
poesía eres tú.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Winston Morales Chavarro

A Eva en el destierro

Qué hermosa es Eva
Qué hermosa la serpiente que le rodea
El árbol que crece en su talle
El fruto carnoso que despliegan sus labios
Al posar sobre la ocarina
Su música en las orillas del bosque.
Qué hermoso su cabello
—Grajillas oscuras que caen sobre sus hombros
perfumados—
su nariz que respira otros mundos
y crea para tantos laberintos
el azahar y las guirnaldas que los sustituya.
Qué hermosa es Eva
Qué hermosos sus tobillos
Las huellas que dibuja sobre la arena
Para marcar el camino hacia la luz y hacia las
sombras.
Qué hermosos los hijos que le ha arrojado al mundo
El río que desciende por las colinas de su vientre
El volcán de sus ojos de fuego.
Qué hermosa esta costilla pensante
Este polvo sagrado
Esta caña aromática
Que guarda en sus pechos fragantes
Otra manzana para las épocas de lluvia.

LA CANCIÓN DE LUCIFER

Mi ídolo de bronce es el abismo
El fuego, las cavernas.
La vida del maldito
-desterrado de la luz y las alturas-
Se péndula entre el mal, el bien, lo dionisiaco.
No maldigo de las sombras
No aspiro a las venganzas,
Continúo con mi vestidura satánica
Instruyéndome en el bien
Y solazándome en el mal.
Los más doctos dicen que fui expulsado del espejo,
Que mi imagen vagabundea por los laberintos y paradigmas de la muerte.
Pocos saben que conservo mi posición de ángel
Que aparezco majestuoso cuando miro mi belleza ante las nubes
Que mi sabiduría multiplica la ignominia de los justos
Y la nobleza de los desterrados
Contagia de belleza a los malditos.
Voy del ascenso al descenso
Como el viento que hila los caminos:
No creo en la maldad, en el bien,
En el pasado, en el futuro
Pues los cuatro están confinados en las sombras
Y las sombras
En el hades de un espejo orbicular.
No maldigo a las alturas
No me duele la caída
Hay un punto en que todo deja de ser contradictorio
Y nada en este punto se excluye sino que interacciona.
¿Quién ha dicho que el abismo no es la altura?
Qué la maldad,- producto de la belleza-,
No es el bien?
Que las sombras no son la luz?
Que el caído no es el levantado?
Pocos saben que sobrevuelo el infinito,
El paraíso, la manzana,
Que mi vestidura de Vampiro
Me da el elixir de la noche,
Que sustraigo del día los frutos del iluminado
Y que espero sabiamente el último camino
Para empezar mis andanazas
Por la otredad, por la vaguedad,
Por lo inmensurable,
Por lo indefinible.

BEELZEBUB DE PALESTINA

Sí, tú eres aquél
Príncipe de los infiernos
Noble ángel de los desterrados
Descifrador de paradigmas escritos en las noches
Y multiplicador de diluvios sobre las hogueras de la muerte.
Sí, tú eres aquél
Pero cuánto distas de ser
El de aureola destellante,
Cuánto distas de la luz
A pesar de sobrecogerte en otra luz
Y cuánto de la oscuridad
A pesar de instruirte en otra oscuridad.
Sí, tú eres aquél
Ángel o demonio
El que ahora se pasea por los intrincados laberintos
Miles de servidores ahora te coronan
Se deslizan por la orilla del vasto funeral
Sobre una muerte serena que te sobrecoge;
Una muerte que se ensancha

Como la curva, como los ángulos.
Sí, tú eres aquél
El del paraíso perdido y nunca recobrado
-sobran fuerzas paro no recobrarlo-
Tu delicia recae sobre el silencio que viene
Sobre la sabiduría humilde que centellea en la noche:
Pensamiento que se dibuja como una barca
En el océano de los afligidos.
Sí, tú eres aquél
-Gozas con este distintivo-
una estrella de hojas
reposa en tu frente de hiedra quemada
y vagas por el mundo
igual que otro iluminado
restituyendo el camino para los menos doctos
y provocando, a partir de tu imagen alucinante,
la animadversión a las olas ardientes de tu precipicio ,
a la tierra despreciable de los infiernos.

LA VISIÓN DE MOLOCH

¡Desgracia a los habitantes de la Terra!
Arremetió el maligno del infierno
Mientras veíamos discurrir
Las hondas guerras del desierto
Por los pasajes de la arena
Y sus cóleras inflamadas.
¡Desgracia! ¡Desgracia!
Los pájaros de fuego
-Encorvados por la cabellera elástica del cosmos-
surcaban los laberintos electromagnéticos del éter
y soltaban por doquier
su huevo de ira y uva venenosa
desvertebrando como un soplo
el país de los cedros y los pinos.
Por entre los montes de Armenia y el Golfo Pérsico
-En donde alguna vez se situó el paraíso-
vaga ahora, desde la época de las lunas crecientes,
el hijo de la noche.
Bañado por el Tigris, el Eufrates, el Nilo y el Pisón
-Revestido como lo que fue, antes de la rebelión y la caída-
el maligno del infierno
se pasea con sus tentáculos de muerte,
con sus hiedras vengativas y siniestras
destruyendo todo lo que aventure por el mundo.
¡Desgracia a los habitantes de esta Tierra!
Vocifera con la fuerza de los acantilados
Y las voces enhiestas de las rocas.
Una cohorte de fantasmas
Le secundan en el canto,
Un séquito de hombres
Le tributan con aceites.
Desde Aurán hasta California ,
Desde las torres reales de la gran Seleucia
hasta las bocas cerradas del Mississippi
se pasea el maligno del infierno
por las llanuras volátiles de Proserpina.
Sus principados y potestades
Se doblegan como ramas
Al paso majestuoso de los falsos evangelios.
Sus columnas de humo y fuego
Continúan tatuándose en la tierra

Como una señal de insólitos presagios
Mientras la noche se retuerce
Al florecer del hongo radioactivo
Y el hombre
Evocando la memoria de la Sodoma de los moabitas
Queda prendido al viento
Como la estatua del Apocalipsis,
La torre de sal de los últimos sepulcros.

I
Y estoy buscando las voces del camino
Para traducirlas
Seguro llevarán tu nombre
He aprendido a interpretar la voz del viento
Esa misma que arrulla las hojas entreabiertas
De tu árbol.

¡Aniquirona, Aniquirona!
Te llama el río
Y en las gotas frenéticas del aire
Va tu aliento prendido a las veletas.

Al cuenco de mis manos
Llega impetuoso el sol
Con el oro y el trigo de tu cima
¿Debo ascender al principio del lenguaje?

Allí narran las gaviotas
Los días difíciles del cielo
El trasbordo misterioso de las nubes
¿Debo traducir el idioma musical de sinsontes y de mirlos
para conocerte?

He de cuestionarme
Mujer de largos sueños
E inexplicables trances
¿Cuál es el país al que me invitas?

Apenas sé cómo te llamas
Me lo ha contado el río
Y sé que Aniquirona
Es el umbral de otros caminos.

II
Toda vez que me aproximo a Schuaima
La muerte posee la voz
De múltiples aves
El aire azul revolotea de fibra en fibra
Mientras las piedras
Juegan a pronunciar sus palabras menos comunes
Y las hojas saben de antemano
Que soy nuevo en este sitio.

Aniquirona
Hay un yo que me detiene
Que se esmera en el regreso.

A veces pienso
Que ese habitante
Joven entre los viejos
Ama las mismas cosas
La obscura puerta de las posibilidades
La famosa casualidad de las instancias
¿A dónde van todas esas voces
que me conducen a tu reino?
Sigo las hojas que corretean presurosas
Sigo la lluvia y su música húmeda
Sigo los pájaros y sus ondas
Hay una aproximación entre el lenguaje de los árboles
Y el mío.

Sólo así puedo acercarme
Sólo así sé que existo
Y que el camino no es camino
Si no va cargado de palabras y de voces.

Estoy en Schuaima
He llegado con la brisa
Sólo su silencio musical me satisface
Aniquirona:
¡Hablemos de poesía!

VII
Extranjera
Danza de fuego
Sé que la muerte es escuchar otras voces
Y por eso
Poso mi oído
En la cascada de tu río.

Busco la muerte
Y camino desnudo entre las piedras
Busco esa voz
¿Acaso distante?
¿Acaso cercana?
Tal vez en mí
Disfrazada en mí.

Sé que allí
En el silencio obscuro del espejo
Está el sonido orquestal de otra mañana,
Mi cabeza se agita con el viento
Y llueve
Llueve y he sabido con la lluvia
El diccionario abierto del camino.

XII
Mujer en el espejo
Toma de mí
Las cosas que ya fueron tuyas
El sonido de las hojas
El silbar quedo de mis ramas
Haz de este escueto tronco
Un asentamiento para tu estadía,
¡Ven, forastera!
Sólo ofrezco para tus manos
Un ramillete de fragantes piedras
Bajo la pequeña
—casi mi diminuta sombra—
puedes quedarte
no importa el tiempo
al fin y al cabo
el tiempo para los dos no existe.

Soy un hombre viejo
Un árbol moreno y oxidado
Pero te juro
Que aún puedes hacer de mí
Una canción para la muerte
Para la vida
O quizás para otra cosa más hermosa.

Forastera
Aún anidan en mi tallo
Escarabajos transparentes
observa mujer de ojos luminosos;
mi coraza de colibrí y de mariposa
resiste millones de guerras, de guitarras
y otro caminar para la suerte de tus días.

Quédate extranjera
Mañana ya seré otra cosa
Y tú estarás demasiado joven
Para comenzar de nuevo.

XVII
Extranjera
Hemos llegado a este ritual
Esta es la ceremonia de las flores
El ritual de la palabra;
Palabra olorosa que se expande
Como enredadera de músicas balsámicas
Y que trepa suavemente
Por la savia de los árboles.

Esta es la ceremonia de las flores
Entra y gózate la fiesta
Entra y gózate la vida
Ven a festejarme
Todavía hay vida en estas manos
Tómalas
Estas manos que aún escriben
Poemas de amor para mujeres solitarias.

He venido a este festejo
Llorando ante la belleza de la noche.

Aniquirona
Diana de los bosques
Dime hasta qué lugar se extienden tus visiones
¿Dónde el cáñamo de la música?
¿Dónde las hogueras de los besos?
¿El suave murmullo de las hojas?
¿Qué de venturoso tiene
ser laureado por la muerte?

En algún punto
Entre la vida y la muerte
He venido a este reencuentro,
Todavía hay vida en estas manos
Míralas
Ellas escribieron con anterioridad
Sobre estas cosas
Ellas pronosticaron
Esta magnificencia

Este acto de laurear a los hombres soñadores
Este acto de celebrarse mutuamente
Cuando silencio, poesía y muerte
Suelen restituirnos.

XXII
A Roberto Chavarro Chavarro
Aniquirona
¿Dónde están los versos perdidos?
¿En qué lugar la alforja
que esconde las palabras
y el mundo de las premoniciones?
¿En qué lugar los pañolones de las viudas
que enlutaron su tristeza
hasta fraguar la música?
¿Acaso en Schuaima la luz?
¿La gran nube en forma de ánfora
Donde todas las tristezas se evaporan
Y los niños juegan con los tamariscos y los pájaros?
Schuaima es la nación
Donde todos los que se fueron han llegado.

Crucen amigos de infancia
Vengan marineros y soldados muertos
vengan prostitutas
que los músicos desnuden su tristeza de guitarra
y los villanos se levanten de las prisiones
¡Hay pan para todos!
Venga también el salmista, el misionero,
Judíos, mahometanos y gentiles
Crucen pescadores con sus redes de plata
Y el místico con su trozo de parafina.

Marchen hacia Schuaima
La luz de la lámpara gigante
Es el arco de la travesía.

Marchen que las campanas del calvario
Han cesado su repicar de entierro
Y la brisa se ha detenido
Para no despeinar el sueño
De extranjeros y visitantes.

Aniquirona
Ha llegado el instante de multiplicar pájaros y peces
Es la hora del fuego
La hora del canto y el grito
Despójense de su armazón y de su escafandra
Los científicos
Vengan los alquimistas con el rayo y el trueno.

Marchen hermosos gusanos
Es hora de tejer las alas para remontar el vuelo,
Después de la metamorfosis
¡Todas las larvas serán mariposas!

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SE VA, SE VA, SE VA… [Mi poema]
Juan Boscán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Se va por la pendiente poco a poco,
mirad como resbala y precipita,
desciende cual tratase de un sofoco
que sufre y se desliza como un moco
y amar al que es su origen necesita.

Se va con la corteza hecha pedazos
borracho de inconsciencia y de aguardiente,
ausente de caricias y de abrazos,
debiendo de esquivar muchos codazos
como hace al deslizarse la serpiente.

Se va, se va, se va sin que siquiera
a tanta iniquidad pongan remedio,
en tanto no haya alguno que le quiera
dejando de observar su faltriquera,
que coto ponga y libre de este asedio.

Se va, se va, se va, se va muriendo
lo mismo que hace el agua y se va al mar,
mirando a los que pasan, resistiendo,
ajenos al dolor, que está sufriendo,
derecho a su destino: naufragar.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Juan Boscán

COMO AQUEL QUE EN SOÑAR GUSTO RECIBE

Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.

Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.

Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante

a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mí lo mejor lo que no es nada!

DULCE SOÑAR

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.

Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme.

¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.

EL RUISEÑOR QUE PIERDE SUS HIJUELOS

Cual suele el ruiseñor entre las sombras
de las ahojas del olmo o de la haya
la pérdida llorar de sus hijuelos,
a los cuales sin plumas aleando
el duro labrador tomó del nido;
llora la triste pajarilla entonces
la noche entera sin descanso alguno,
y desde allí, do está puesta en su ramo,
renovando su llanto dolorido,
de sus querellas hincha todo el campo.

GRAN TIEMPO FUI DE MALES TAN DAÑADO…

Gran tiempo fui de males tan dañado,
por el dañado amor que en mí reinaba,
que a sanos y a dolientes espantaba
la vista de un doliente tan llagado.

Conveníame andar siempre apartado,
según de mí la gente se apartaba,
y aquello en que más yo me reposaba
era hartarme de ser desdichado.

Vime sano después en un momento,
y vueltos en placer los males míos;
miraban todos esta salud mía

con un maravillado sentimiento,
como al ciego miraron los judíos
espantados de velle como vía.

LA AUSENCIA

Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.

Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.

No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas.

Que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló,
no por eso serán mejor curadas.

Soneto CVIII

Como el triste que a muerte está juzgado,
y de esto es sabidor de cierta ciencia,
y la traga y la toma en paciencia,
poniéndose al morir determinado.

Tras esto dícenle que es perdonado,
y estando así se halla en su presencia
el fuerte secutor de la sentencia
con ánimo y cuchillo aparejado:

así yo, condenado a mi tormento,
de tenelle tragado no me duelo,
pero, después, si el falso pensamiento

me da seguridad de algún consuelo,
volviendo el mal, mi triste sentimiento
queda envuelto en su sangre por el suelo.

Soneto CXXIX

Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,

dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?

Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:

que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.

Soneto LXXIV

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ello en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos no distes,
llevadme junto al mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

Soneto LXXXII

Cargado voy de mí doquier que ando,
y cuerpo y alma, todo me es pesado;
sin causa vivo, pues que estó apartado
de do el vivir su causa iba ganando.

Mi seso está sus obras desechando;
no me queda otra renta, ni otro estado,
sino pasar pensando en lo pasado,
y cayo bien en lo que voy pensando.

Tanto es el mal, que mi corazón siente
que sola la memoria de un momento
viene a ser para mí crudo accidente.

¿Cómo puede vivir mi pensamiento
si el pasado placer y el mal presente
tienen siempre ocupado el sentimiento?

Soneto XXIX

Nunca de amor estuve tan contento,
que en su loor mis versos ocupase:
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento.

Esto siempre juzgó mi entendimiento,
que deste mal todo hombre se guardase;
y así porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.

¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos,
gustando de leer tormentos tristes,
según que por amar son infinitos;

mis versos son deciros: «¡Oh! benditos
los que de Dios tan gran merced hubistes,
que del poder de amor fuésedes quitos».

A la tristeza

Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo,
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.
¡Oh tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.

No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.
Pero di,
ya que estó en tu compañía:
¿Cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?

Que el placer de verte en mí
no hay remedio para echallo.
¿Quién jamás estuvo así?
Que de ver que en ti me hallo
me hallo que estoy sin ti.
¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tú heciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!

Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces
mucho más que en tu presencia.

Capítulo

…Era este tu cuerpo, el cual yo viendo,
tan grande era mi miedo y mi deseo
que moría entre yelo y fuego ardiendo.

Pues ya de tu alma si escribir deseo,
tanto he de andar por lo alto rodeando
que habrá de ser perderme en el rodeo.

Andaré pues, así como trazando
las figuras por sí, sin las colores
la obra por mis fuerzas conformando.

No basta amor, ni bastan los amores,
a levantar tan alto mi sentido
que muy bajos no queden mis loores.

El saber de tu alma es infinido:
¿cómo podré de vista no perdelle,
con este mi entender que es tan finido?

harto será de lejos sólo velle;
y aun este ver será en mí tan confuso
que su bulto veré sin conocelle.

El cielo acá en el mundo te dispuso
con obra tal que, al tiempo que te hizo,
el bien que en él pusieron en ti puso…

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LA BUENAVENTURA [Mi poema]
Antonio Cabrera Serrano [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Lo dijo una gitana, más te vale
comprarme una ramita de romero,
lo dice el de la suerte, el agorero,
y el sueño del que espera el cuento cale.

Lo dice todo el mundo, tengas suerte,
y aquellos que engañando hacen dinero,
e incluso los que dicen ser del clero
te engañan cuando te hablan de quererte.

La suerte y la verdad son un apaño,
que juegan a extraerte un entresijo,
los dos formando van este acertijo,
los dos polos opuestos de un engaño.

Que aquí saber, saber, solo se sabe,
saber eso es el arte de soñar,
y ¿qué decir poder adivinar
incluso de este mundo cuando acabe?

Sabemos solamente cuando estamos
mas nunca si otro paso hemos de dar.
Que venga dios a verte y demostrar
si él es el mismo dios al que adoramos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Antonio Cabrera Serrano

Ganador XII edición Premio Loewe

LA INTIMIDAD

Vine hasta aquí para escuchar la voz,
la voz que según dicen nos habla desde dentro
y endulza la verdad si la verdad
merece una degustación serena,
o la hace más amarga si es amarga,
con sólo pronunciar la negra hiel
que ha reposado intacta entre sus sílabas.
Vine hasta aquí para escuchar la voz
que no sabe, ni quiere, ni podría engañarnos.

Elegí este lugar de belleza imprevista.
(Llegué hasta él casualmente un día de abril
por el que navegaban nubes grandes,
manchas oscuras sobre el suelo, pruebas
acaso necesarias de que la luz habita
entre nosotros: esa transparencia
que olvidamos y que es, al mismo tiempo,
difícil y evidente.)
Diré por qué es tan bello este lugar:
forma un valle cerrado entre montes boscosos,
un circo escueto que circundan peñas
rojizas, donde el viento es un cuervo
delicado aunque fúnebre;
los hombres han arado su parte más profunda,
y allí crece el olivo y unos pocos almendros
y un ciprés y una acacia; las sombras del pinar
asedian desde entonces las lindes de estos campos,
su yerba luminosa, y el pedregal resiste
como un altar al sol; todo tiene una pátina
de realidad, un ansia, un prestigio remoto.

Porque creí que este silencio era
igual al de una estancia solitaria,
vine a escuchar la voz que desde dentro
nos habla de nosotros mismos. Pero
pasa el tiempo y escucho solamente
la prisa del lagarto que se aparta de mí
Y el vuelo siseante de la abeja,
no mi voz interior.
Todo es externo.
Y las palabras vienen
a mí y en mí se dicen ellas solas:
la ladera encendida bajo la nube exacta,
el bronce del lentisco,
una roca que liquen acaricia…
Lo íntimo es el mundo. Con su callado oxígeno
Sofoca sin remedio la voz que quiere hablar,
la disuelve, la absorbe.

He venido hasta aquí para escucharme
y todo lo que alienta o es presente
me ha hecho enmudecer para decirse.

LA ESTACIÓN PERPETUA

El invierno se fue. ¿Qué habré perdido?
¿Qué desapareció, con él, de mi conciencia?

(Esta preocupación -seguramente absurda-
por conocer aquello que nos huye,
me obliga a convertir el aire frío
en pensado cristal sobre mi piel pensada,
y a convertir la gloria entristecida
de los húmedos días invernales
en la imposible luz que su concepto irradia;
esta preocupación, en fin, tiene la culpa
-y qué confuso y dulce me parece-
de que duerman en mí los árboles dormidos.)

El invierno se fue, pero nada se lleva.
Me queda siempre la estación perpetua:
mi mente repetida y sola.

Lugar de ruiseñores

Está junto a una fuente. No es secreto.
Un barranco con zarzas, con aliagas,
con rosales silvestres, con adelfas.
Es un espacio donde el tiempo esculpe
un bronce vegetal exacto y limpio.
A ese lugar retornan por abril
los ruiseñores, y abren de inmediato
en la floresta su diálogo nocturno
sobre intactas verdades misteriosas,
en un idioma lleno de razones
que son un raro compromiso y son
al mismo tiempo hipnosis y soberbia.

No he vuelto a ese lugar. Lo guardé un día
en el firme paisaje de mi mente
donde el cielo pensado está cubriendo
la misma luz difícil, el prodigio
de la fidelidad que lo impalpable
a veces establece con lo grávido,
con lo real, con lo que el aire mueve.

Allí también puedo escuchar el canto,
la conjetura ardiente que medito.

De ‘Con el aire’ 2004

Poesía y verdad

A Carlos Marzal

En la naturaleza no hay nada melancólico,
aseguraba Coleridge.*
He salido a mirar
entre las nubes mansas
una luz semejante a la luz triste
que escriben los poetas.
El resplandor solemne y repetido
del ocaso cubriendo el naranjal
es todo lo que había. Se ocultaba
el sol que tantas veces han descrito
los poemas que niegan lo que sostuvo Coleridge,
pero cuya silueta inofensiva y noble
he podido observar, y no era un apagado
cristal de pesadumbre.

Luego he puesto mis ojos
en algunas presencias más sencillas,
por si estuviera en ellas el hálito extinguido
que ensombrece las cosas esenciales
de la naturaleza, que les otorga un don
oscuro, una verdad umbrosa, ya cantada:
ni en la vegetación humilde, ni en los brazos
inmóviles del árbol,
ni en las piedras –que son el tiempo puro–,
ni en la casa ruinosa donde anidan los pájaros,
he visto en su dominio
a la melancolía.

Así que he regresado adonde estaba,
persuadido, sereno, y a la vez
envuelto enteramente en la nueva ignorancia
que esta certeza teje, porque he visto
que nada es melancólico en la naturaleza
mientras no la pensamos.
Quien la contempla tiene,
acaso como Coleridge,
el solo afán de ser testigo mudo
de su mudo fragor,
pero al considerarla,
al detener su luz,
se abre allí, sin remedio, en la conciencia,
la exhausta flor mental de la melancolía.
De En la estación perpetua, 2000
*Poeta y crítico inglés iniciador del Romanticismo en su país.

Amor fati

El crepitar
de unas ramas de olivo
que se queman sin prisa tras la poda,
el ímpetu del pájaro en el cielo,
su timidez en el arbusto, el áspero
zarzal y la humareda
me están pidiendo
una confirmación, su debido registro
entre lo que sucede.
Necesitan
el sí callado que he de darles
para poder hacer en su existencia
un hueco a mi existencia muda.
Comprendo que se trata
-como en el lazo entre la flor y el día-
de un destino recíproco,
de un mutuo ser en lo que es, sin más.
(Ninguna plenitud,
tampoco, aún, ninguna pérdida.)

Acepto estar aquí, y estar mirando
estas cosas sin cifra.
Acepto, juzgo, doy
al aire
el mismo aire
que me sustenta a mí.
De «Con el aire» 2004

Esta paz anodina

A menudo me observo
y aprecio en mí tu falta,
un vacío que borra mi relieve,
que pacta con los días esta paz anodina.

Entonces, nada pienso, nada sé.
Te llamo alma, con un cuidado extremo.
y escojo esta palabra para hacerte presente,
para magnificar tu ausencia entre las cosas
que han brillado en el centro de otras cosas menores
y me ofrecen ahora su palidez, la cera
derrotada de lo que tuvo vida.

Son las horas sin luz,
los días sin asombro ni memoria,
tiempo impávido, cuando
las únicas noticias de mí son estos pobres
mensajes de mi cuerpo,
el que todo lo ignora,
ese tibio volumen que avanza y parpadea
cargado con la necia metafísica
de su respiración.
De «En la estación perpetua» 2000

Idea

He anotado esta idea: El silencio no existe.

La he descubierto en mí mientras miraba
unas fotografías
que alguien tomó en un paisaje nórdico.
Podía ver en ellas la rara condición
de una llanura en soledad,
y en soledad también un poste ensimismado
y un asfalto remoto.
Bajo la luz raptada, parecía
que estuvieran presentes en su abandono estricto,
en el légamo claro de cuando nadie mira.

El silencio no existe.

¿Cómo podría haberlo
si todo tiene vibración y luce
y restalla por dentro más allá
de su apariencia muda?
En donde estemos ¿no escuchamos siempre
su murmullo o su pálpito?

El silencio no existe.

(Noto cómo la idea extrae de mí
las líneas de un sentido,
y busca su espesor, y al mismo tiempo
apunta al blanco en sombra
donde está su verdad.)

Quizá silencio es sólo un nombre,
un nombre acostumbrado aunque inexacto,
una palabra errónea que habla, en realidad,
del sonido terrestre
que está perdido
en un espacio ajeno y despoblado
donde nadie lo escucha.

El silencio no existe.

(La idea
ya es un dardo que está cruzando el aire.
Su vuelo es pensamiento.
Mis palabras lo empujan y lo frenan.)
De «Con el aire» 2004

Meditación del cristal

Tras el cristal que lo protege
hay un gesto afligido.

Los músculos de un torso
–su latir dibujado–
gimen
en la tensa postura
que los mantiene entre la rigidez
y la elegancia quebradiza:
una mano en el pecho; un brazo alzado
que se dobla hacia atrás
y acompaña obediente la inclinación del rostro;
el perfil, entrevisto; la mirada,
vuelta hacia un fondo de grafito ciego.
Fijado en ese fondo, su sombra lo repite,
lo difumina
sobre ese envés impuro.
En todo reina el gris,
turbia plata en la luz que tras el vidrio
es dolor y es hermética codicia.

Extrañamente,
junto a ese silencio dibujado
con rumor y gemido,
el cuadro pone,
en el cristal,
otra versión de lo que ahora existe:
yo me reflejo en él si lo contemplo;
detrás de mí, las cosas se reflejan.

Mi rostro, en primer plano, abisma su mirada
en mi mirada idéntica. Tras él,
las cosas que a mi espalda son reales,
en el cristal, detrás de mí,
vacilan y se hunden:
veo la puerta en su destierro súbito,
pintada con barniz de brillo falso,
y un trozo de pared incomprensible, frágil,
y en el fondo, aturdidas,
unas últimas cosas casi ausentes
flotando en ahogada semejanza.

Al ocultarte
al otro lado de esta opacidad tan clara,
inútil torso, gris perdido,
¿en qué limbo te borras un instante?
¿Qué es este vértigo
de rostros sobre rostros y sombras sobre sombras?
¿Qué son estas miradas
que van al esplendor y en luz se enturbian?

Contemplo la belleza y soy un velo.

Imprevisto cristal, vidrio inmutable,
¿quién conoce, quién ve, quién no confunde?
De «Con el aire» 2004

Narcisos

(Narcissus poeticus)

Me indicó alguien
que aquellas flores blancas crecidas entre juncos
eran narcisos.
En pleno mes de enero, florecían
bajo el cielo nublado y la inclemencia.

Así pues, el narciso es la aterida flor
que el invierno regala,
pensé entonces, vencido por la literatura.

De vuelta a casa, con cuidado ritual
–tal vez exagerando una fragilidad leída–
formé un pequeño ramo y lo dispuse
en un jarrón ingenuamente griego.
Su perfume imponía una emoción sin forma,
una reminiscencia débil
de palabras de un poema
donde ellos significan,
inevitablemente, el yo,
la incógnita
en su nívea hermosura.

Pero esta mañana,
al contemplar el ramo tras haberlo olvidado,
no he visto flores literarias, fingidas,
sino breves narcisos
silvestres,
y no he pensado nada,
y me ha abrumado
su inaudita delicia incontestable
puesta sobre la mesa.
De «Con el aire» 2004

Páramos altos

Altos son estos páramos que cruzo,
país de la intemperie. Las sabinas,
con un pétreo porqué,
han tejido sus ramas geológicas
en conos de esmeralda que el aire ensucia y seca.
La calima me roba el horizonte,
encierra el llano abierto en la interrogación.
¿Son así, retraídos, estos árboles?
¿Es polvoriento el cardo? ¿No es de un lila inocente?
¿Es tan moroso el vuelo de las águilas? ¿No concluye?
¿Se ha apagado el charol de las cornejas?
Siempre hay calima. Siempre estamos
en la proximidad más engañosa.
Estamos lejos aunque cerca estemos.
Qué pobre mineral, qué poso tan estéril
hay en lo comprendido.
Existe un sitio adonde escapa todo.
De «Con el aire» 2004

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BIENAVENTURADOS – Ramón Alarcón Crespo

Compañero, canta y ríe
aunque te muerda la rabia
y arrastres como un castigo
la indigencia de tu panza,
¿tienes sed? cierra la boca,
¿tienes hambre? aguanta y calla
que allá en el cielo te esperan
las más sabrosas viandas.

¿Qué importa que tu vecino
se revuelque en la abundancia
y sepulte en la basura
el pan que a tus hijos falta?.
¿Qué importa que haya quien viva
en el ocio y en la holganza
mientras tú sudas las horas
de tu existencia ignorada?.

Bienaventurados sean
los que sufren y se aguantan,
los que convierten en flores
las espinas que les clavan
y agradecen a su Dios
la miseria que les manda.

Bienaventurados sean
los que nacen de la casta
de los bueyes y se rinden
bajo el peso de las astas
y a la carreta se ofrecen
con la humildad de su raza.

Bienaventurados sean
los mansos de cuerpo y alma,
los que al dolor se encadenan
con la convicción lograda
que la vida es privilegio
que a los débiles no alcanza.

Dichosos sean los que truecan
realidad por esperanza
porque de ellos será el reino
de la eterna venturanza.

Mientras tanto, compañero,
sufre, espera, llora y canta
sin escuchar las protestas
que te suben de la panza.
¿Tienes sed? cierra la boca,
¿tienes hambre? aguanta y calla,
que el hambre que espera hartura
es hambre bien empleada.

QUEMO, TRISTE, LOS DÍAS… [Mi poema]
Elena Garro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Quemo, triste, los restos de mi vida
igual que la pabila en la candela,
consciente que ya nada me consuela,
sin ganas de encontrar una salida
que hiera y que no duela.

Arrastras voy las penas soportando
dejándome llevar por la amargura
sabiendo que mi mal no tiene cura,
a solas preguntándome hasta cuando
se alargue esta tortura.

Convivo con mi angustia y mi congoja
haciendo un lado aparte a la rutina,
sufriendo al observar como culmina
cual árbol que deshoja hoja tras hoja
cavando así su ruina.

No intento sacar fuerzas de flaqueza,
tan solo en escribir ya hallo consuelo.
No creo en Dios. Tampoco espero el cielo.
Me encuentro entre desidia y la pereza
perdido en este duelo.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Elena Garro

O.

Todo el año es invierno junto a ti,
Rey Midas de la nieve.
Huyó la golondrina escondida
en el pelo.
La lengua no produjo más ríos
atravesando catedrales ni eucaliptos
en las torres.
Huyó por la rendija la ola azul
en cuyo centro se mecía la paloma.

El cielo blanco bajó para ahogar
a los árboles.
El lecho es el glaciar que devora
los sueños.
Surgió el puñal de hielo
para cercenar minuciosamente
la pequeña belleza que defiendo.

El sol se aleja cada día más
de mi órbita.
Sólo hay invierno junto a ti,
amigo.

18 de enero de 1955

El llano de huizaches

¡Elena!
Oigo mi nombre, me busco.
¿Sólo esta oreja queda?
¿Ésta que oye mi nombre en un llano de huizaches?
¿Mi nombre, gritado así, a los cuatro vientos,
de noche, en el llano de la muerte?

¡Elena!
Es raro que descuartizados
mis miembros avancen por el llano de huizaches.
El nombre ya no los une ni los nombra.
Es raro que sigan avanzando
y que en el centro esté la boca del vacío.
Ahora los llama mi nombre:
¡Ven aquí, nariz de Elena!
¡Ven aquí, brazo de Elena!
Sólo la bacinica sigue firme cubriendo la cabeza
que sonámbula rueda en el valle de huizaches.
¿Hay todavía un puntapié sobrante?
¿Ya nadie llega a jugar a la pelota?
¿Nadie olvidó un buen escupitajo de colmillo
para la cabeza que rueda entre huizaches?

¡Elena!
Los llama mi nombre:
¡Vengan aquí, mano pierna pescuezo!
Hace años que bailan separados
en la tierra de los escupitajos.
¿Hay alguien que guarde todavía un gargajo
para ese ojo cerrado a gargajazos?

¡Elena!
La voz viene del centro profundo de mi ombligo.
Hay quien vive adentro del ombligo y me llama.
La voz corre para atrapar los pies que corren
entre huizaches
y las manos que bailan el baile loco de los dedos locos
sin pizarra, sin lápiz, sin niño, sin amante.
Me busco. Me encuentro.
Colgado de una rama seca está uno de mis labios.
Y ahora por allí corre la lengua
que recitaba las lecciones del colegio:
Rosa, rosae… 
¿Qué hará allí, tan lejos del pizarrón,
tirada en el valle de huizaches?

¡Elena!
Me busco. Me encuentro.
Nadie levanta la bacinica que cubre paisajes,
pájaros vistos en deslumbrantes copas,
el pico de la estrella de la cual colgaba yo
y las sílabas de mi nombre meciéndome hacia un pasado
y un futuro los dos de oro
antes de estar aquí, gritándote a ti mismo
en los huizaches.
Tampoco hay que mirar por el agujero de la aorta.
¡Señores, un mecate para ligarlo bien!,
para que nunca más se llegue al centro de ese corazón
que yace luna roja caída en el llano de huizaches
¿Les gustará a las damas y a los caballeros
tumbado, iluminando de rojo a los huizaches
en el valle en el que rueda mi ombligo
como antes rodaron canicas llamándome?
¡Clic! !Clic! !Clic!

¡Elena!
Mi espinazo blanco avanza como víbora
hacia el pozo negro del vacío.
¿Hay algún tacón de raso,
de esos piadosos tacones de raso que llevan las señoras
para que aplaste su cabeza?
¡Rosario y decencia en mano, hubo damas!
¡Chequera y decencia en mano, hubo caballeros!
El llano, este llano, es para los pelados.
Las damas y los caballeros viven en avenidas
de cartón y beben sangre de indio.

¡Elena!
Me busco. Hay tiempo, el pozo está lejos todavía.
Los dientes separados de la encía avanzan a saltitos.
Hasta que caiga el último de ellos,
hasta que caiga la solemne campanilla que presidió
al paladar y a la palabra, no podré responderte.

¡Elena!
Te digo que me busco, que me encuentro.
Espera hasta que llegue al pozo negro la última de las uñas.
¡Es largo el llano de huizaches!
¡Es ancho el llano de huizaches!
¡Se tarda uno siglos en cruzarlo!

El extranjero

Allá donde encontramos lo perdido
Allá donde se va lo que se tuvo
Allá donde los muertos están muertos
y hay días en que renacen y repiten
los actos anteriores a su muerte
Allá donde lloradas lágrimas se vuelven
a llorar sin llanto
y en donde labios intangibles se buscan
y se encuentran ya sin cuerpo
Allá donde pronto somos niños
y tenemos casa
y en donde las ciudades son fotografías
y sus monumentos residen en el aire
y hay pedazos de jardines atados a unos ojos
Allá donde los árboles están en el vacío
donde hay amores y parientes mezclados
con objetos familiares
Allá donde las fiestas suceden a los duelos
los nacimientos a las muertes
los días de lluvia
a los días de sol
Allá, solitario, sin tiempo, sin infancia,
cometa sin orígenes, extranjero al paisaje
paseándote entre extraños
Allá resides tú,
donde reside la memoria.

París, 1951

A A.B.C. 

Que cada una de mis lágrimas
ahogue en sal cada uno de tus días
y cada uno se te convierta en roca
y cuando sueñes sólo seas tú solo
perdido en las salinas,
muerto bajo un viento de sal.
Que mires los ojos de la muerte
en los ojos que mires y te miren
y los caminos intrincados de mis lágrimas
de aquel viernes
se hundan en tu piel
hasta volverte una máscara tatuada.
Que ellas tengan la virtud
de borrarte la memoria de la dicha
y días vacíos encadenen tu tedio.
Baste una sola
para amargar el más dulce de los frutos
y otra para cegarte a la belleza.
Una, ligera, leve,
se te convierta en roca
y todas en río caudaloso
en el que nades a contracorriente
por todas las edades venideras
persiguiendo un punto luminoso
engañosa estrella fija
como esta inexplicable desdicha
de perseguir aquel viernes
aquel balcón de piedra
aquel adiós
aquel árbol flotando solo en el aire nocturno
alejándose más a medida que avanzo
en la memoria.

A Deva

[Versión 2]

Duro, vivísimo, nocturno, me llega tu recuerdo
parte mi sueño en dos, divisor de mis noches.
¡Clara imagen! Tus cabellos tierna crin de maíz
se columpian sobre tu rostro niño.
Rostro niño,
Niña bruja creciendo en el tiempo
a mi medida.
Ya sólo jugamos en las noches
-en las mías- a la mitad del sueño.

“Este es el juego de los encantados”.

Te toco y me despierto grande,
en una cama grande, sola.
Tu mano me dejó una flor
que busco entre las sábanas,
un pájaro, un talismán.
Lo tengo firme.
Abro la mano, la mía
sólo mi palma sola
la noche barre
llevada por tus brazos
-Alguien te castigó-.
Barres estrellas y monedas de oro.
La noche nocturna se ilumina;
yo no estoy asombrada,
tú eres asombro.

Lejos de mí ya no creces tampoco,
ya no juegas.
Te montas en tu escoba de luz
y viajas a mi sueño,
pájaro incandescente.
Te despiertas.
Mis lágrimas soñadas en tu rostro,
tus lágrimas vivísimas
joyas de sangre sobre el mío
riegan mi almohada,
pequeños ríos que fabricamos juntas
con nuestras cuatro manos
en el tiempo en que cuatro eran dos
y cabían en una sola de mi padre.

Ay, sembradora de fantasmas!
¡Ay, milagrosa!
Ya sólo en sueños me dices tu secreto,
aquel antiguo, el mismo.
Pasan los años y cada vez es más profundo,
pasan hacia adelante diurnos,
retroceden nocturnos
y te reencuentro
en el momento en que interrumpimos el juego
cuando un pájaro iba a salir
de entre tus labios y me despierto
porque este es el juego de los encantados.
París, 5 de noviembre de 1950

A un pescador

Con tu anzuelo de plata,
con las redes tejidas por tus manos
sácame a este pescado frío
que vive adentro de mi estómago.
A la feroz langosta
que tiene en sus tenazas mi corazón.
Al pulpo cenagoso
que navega en mis venas.
Al sapo que croa
echado en mi silla turca.
Al lagarto ojeroso
que mastica mis vísceras.
A la pequeña sanguijuela
instalada en mis ojos chupando sueño.
La pesca se cotiza en el mercado
y yo dormiré
como antes de la invasión de los monstruos.

Explicaciones a Helena en la Montaña

Escribes en la montaña de los niños
y pides que te diga cómo es tu país.
Las moscas aplastadas de tu letra
han llegado volando,
curiosas, exigentes de nombres de ciudades,
de héroes, de batallas, de flores, de volcanes.
No tengo nada que decirte:
Hernán Cortés llegó hablando
en una lengua que nadie conocía.

Adivinanza

De día es un fruto este nombre,
gotas de miel endulzan las encías.
De noche sus letras son estrellas
que señalan los viajes de los sueños.
En el agua
está en la superficie de los lagos.
En el cielo
pasea entre los filos de las nubes.
En la tarde
es cifra el ala de una golondrina.
En la mañana
canta sobre un tejado.
Con la luz
sus oes vuelan hacia los cuervos.
Con la sombra
se encierran en los magnolios.
En el centro
una columna se yergue entre las oes.
Cántico abandonado
sirena por Ulises olvidada
nombre tan poco nombre
vives del otro lado
del precipicio de los sueños.
Velero taciturno
tu viaje dura un año.
Una fecha te encadena al calendario
y mi memoria, lúcida bahía,
te encierra en invisibles playas.
París, 1949

Viaje

Miro tu rostro
su dorada geografía
las pendientes
los minúsculos ríos
navego sin parar por ellos.
Siempre es otoño,
siempre hay hojas cayendo
y pájaros que se despiden.
Voy de viaje, hermana,
voy al país abierto, navegable
del rostro de mi amado.
París, 1950

En la memoria

En la memoria
hay rastros de serpientes
jeroglíficos trazados en jardines
palabras secretas en la arena
guedejas de caminos que se encuentran
el porvenir escrito en signos
y en el centro del laberinto tu nombre.

En la memoria
hay ventanas abiertas al perfil de la luna
países minerales
ramas de pájaros
estrellas pegadas a los vidrios
ardientes soles
cayendo en la boca del infierno
oscuros visitantes
embozados en azufrosas capas
el círculo de una falda roja
y tus diez dedos inventando la tarde.

En la memoria
hay rejas y un brazo de mar
azul y solitario
abriéndolas, cerrándolas
en un ir y venir de espumas.
Un río que corre entre los muebles
árboles adentro de una biblioteca
unas palabras que navegan
sobre las mesas de un café
un puente abierto a los amantes
y un caracol acumulando cantos en la playa.

En la memoria
avanzas alta marea en llamas
y retrocedes sobre la arena quemada por tu paso.
México, miércoles 22 de diciembre de 1954

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POETA HORTELANO [Mi poema]
Aurora Luque [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mis versos yo hoy extiendo por las Redes
igual que el hortelano
esparce las semillas con la mano
buscando que adornados de mercedes,
produzcan un buen grano.

Echando cual el trigo es a voleo
en campo no baldío.
Si puedo le acompaño de algún río
con agua, que evitando el abucheo,
le aplauda un buen gentío.

Los cuido con gran mimo y los abono,
la yerba mala escardo
tratando de extirpar si veo un cardo,
pues sé bien distinguir del que es muy mono
de aquel que es un bastardo.

Que yo soy un poeta, un hortelano
y amén no tengo abuela.
Los versos yo los labro con la azuela
disfruto y los digiero. Soy vegano
así que a alguien le duela.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Aurora Luque

Premio Federico García Lorca (1981) y de Poesía Generación del 27 (2008)

Ciudad

Una ciudad del sur con su mitología
urbana vagamente, subrayada de mar,
desgarrada de instintos,
con toda la belleza luchando por asirse
con dignidad a un resto de materia.
Tanta, tanta es la luz sin asidero…
De «Carpe Noctem» 1996

De la publicidad

Reportaje de moda en Marrakech.
Tres loin de l’innocence este perfume.
Una fotografía retocada
con acuarelas suaves. Si desea
reparamos su piel. Esta revista cuenta
familiares parábolas al fin:
de cómo maquillar los sueños agresivos
o cómo estilizar la derrota y el tedio.
Perfumada de Armani
la nada es altamente soportable.
De «Problemas de doblaje» 1982

Del descifrar

Fluir en la corriente sagrada de los versos
de una noche a otra noche
y ser atropellada, ser mordida
por la negra belleza que estalla en las palabras.

Y qué saturación sentir el aire
de otros mundos, la hoja que temblaba
en la lluvia con sol, los astros asomados
a la leve escritura,
un aroma olvidado de la infancia
o un placer sumergido
en las aguas más hondas de la vida:

carne que se entreviese
-erórico fulgor rosado y denso-
bajo el encaje oscuro del poema.
De «Problemas de doblaje» 1982

Acuarela

Hay viajes que se suman al antiguo color de las pupilas.
Después de ver la isla de Calipso ¿es que acaso Odiseo
volvió a mirar igual? ¿No se fijó un color
como un extraño cúmulo de algas
en sus pupilas viejas? Lo mismo que en los pliegues
mínimos de la piel
se fosilizan besos y desdenes, así los ojos filtran
esa franja turquesa del mar que acuna islas,
medusas de amatista, blancura de navíos.
La piel es vertedero de memoria
lo mismo que el poema. Pero acaso unos ojos
extrañamente verdes de repente dibujen
empapados de luz
un boscoso archipiélago perdido.
De «Carpe mare» 1996

Anunciación del verano

Una avioneta blanca sobrevuela la costa
con su estela de lona casi en blanco.
«Anúnciese en el aire». Desde el apartamento
los parasoles verdes, naranjas, morados

hacen que el mar se vista a estas alturas
una túnica pop. Se hunde aquel barco
centímetro a centímetro, sus tribales quehaceres
de antigua pesquería. Este verano

nos deslumbra el blanquísimo poliéster
de un yate sobre el puzzle inacabado
de un movedizo mar turquesa, malva.
Descienden las gaviotas. ¿No está la vida acaso

bajo un inmenso toldo de luz que la protege
del ardor del vacío, de su abrazo
de las ondas violetas de la muerte,
de su quehacer tribal, del viejo pacto?
De «Carpe mare» 1996

Réplica de Adonis

He muerto. Mira mis manos malva
caer en el silencio, y mi sombra sin carne.
Mi nombre, desasido de mí, apenas levemente
se posa en vuestros labios.

No poseéis ya nombre,
leves frutos humanos: solamente la piel
teñida por el sol, el vello fino y blando,
el jugo que embriaga los muslos y los besos.

Mas ni siquiera el sueño de la luz
me permite la muerte:
la tierra que me abraza es más oscura
que el vientre de los bosques
o el espacio pisado por los astros.

Tras la muerte me nutre la nostalgia,
el aroma vinoso de la fruta
demasiado madura,
y su peso en mi palma,
mejillas con sabor a frutos de verano
y caricias devueltas a la luna
sobre una piel hermosa.

La nostalgia quemante de los muertos.
No hay por qué dar las gracias
a dios alguno.

Azuloscuro

No sé si te parece paradoja
pero quizá no mienta si declaro
la inmensa inteligencia del deseo:
las lentas odiseas por tu cuerpo
en el sabio navío de la búsqueda
en todos los senderos tan exacto,
propicio a saturar, con islas encendidas,
las nostalgias antiguas.

Azuloscuro y sabio es el deseo,
lira que desde lejos obligase a la danza,
a componer un himno de latidos:
la sola inteligencia de vivir
en deseo perpetuo de naufragio.

La deconstrucción o el amor

Amar es destruir: es construir
el hueco del no-amor,
amueblar con milagros la pira trabajosa
echando al fuego lenguas, carne de ojos vencidos,
piel jubilosa, dulce, nucas saladas, hombros temblorosos,
incinerar silencios y comprobar la altísima
calidad combustible del lenguaje.
Hay estadios del cuerpo a cuerpo a cuerpo
que no alcanzaron nombre en el origen.
Y quién inventa hoy
vocablos para el quicio
fragante de una piel, nombres para los grados de tersura,
acidez o tibieza de un abrazo, quién justificaría
las palabras-tatuaje, las palabras tenaces como un piercing,
las palabras anfibias e ilegítimas.
El poeta ha dejado junto a cada palabra
lo que cada palabra le pidiera al oído:
derramarse indecible en otro cuerpo
o estallar en un verso como válvula.
El poeta, desnudo,
cuelga una percha en un árbol perdido
y las palabras van
al poema a vestirse.

Definición del abrazo

-No temerás los odres destapados de Eolo.
Los vientos se entrecruzan tras los mares,
viajan en las borrascas, pulsan olas turgentes,
despeinan deportistas y palmeras.
Los abrazos son vientos concentrados y sabios
-mi noto tú mi céfiro mi bóreas.
No temerás las calles arrasadas,
los bosques descuajados, los altos oleajes.
No temerás los odres destapados de Eolo.

APROAR

Vino la poesía de improviso.
A mí, que me sentía
malquerida por ella
—porque yo no la quise a su capricho—
me dijo: Túmbate y mira al cielo.
Vuelve al ciclo del huerto,
vuelve al mar mitológico.
¿No adorabas de niña las mochilas?
Da la espalda al vecino vertedero
de datos, ruido y prosa.
Traduce —a ver si puedes—
esa gracia del mundo
que es aullido y sonrisa.
Métete ya en un barco
con proa de dragón.
Fuiste vikinga, sí,
aunque no lo sepas.
Así que bebe océano,
come islas y duerme ya en los bosques
que metí entre tus sueños
de once años.

ANFITRITE

Anfitrite. Qué pocos te nombraron.
Casi sola en tu nombre: no lo cedes
a una carencia triste o a un peligro.
No te asignaron ritos ni subieron
a colinas ni a acrópolis. Estás en tu albedrío.
Eres la mar tranquila
sin caballos de patas de huracán.
Poseidón, codicioso de Atenas,
destruyó con su cólera el voto de mujer,
los nombres de las madres.
Tú eres el mar-espejo, el mar-aceite,
la presencia mayor, mas no invocada:
no aterrorizas: bañas.
Matérica materna ensambladora,
regalas la corona submarina a Teseo.
Estar serenamente. Coexistir.
¿Y si aprendiéramos de ti
una forma de estar en el lenguaje?
¿Si expulsáramos
a los que exigen súplicas y trueques,
acatamiento, altares, sumisiones?
¿Y si cuidáramos la calma
circulante y azul en que consistes?
Tomar de ti, Anfitrite,
la ética serena
que aleje a los feroces.

MAR DE ARGÓNIDA

“No estuve nunca allí, dijiste,
nunca regresaré de aquella Atlántida”.
O estuve desde siempre. Navegarte más tarde
fue la duplicación de una existencia
jubilosa y absorta, previvida,
no sé qué transfusión
de salmo, sueño, sangre de aventura,
de olores subsumidos, deseos encriptados
en no sé qué vehículos del cuerpo.
Los mitos nos enseñan, Medusa, a habitar mares.
Tengo una casa, pero tengo los mares
cuando amo los mitos.
El cieno murmurante bajo el cauce, armazones de redes
clandestinas, diálogos de aves
puras e incandescentes, las arenas absueltas,
libres de orografías y echadas a volar,
a nadar onduladas como carne de ninfas.
Oh, sí, qué vivas siguen
las diosas de las aguas. Todas las extensiones del misterio
las prodigan los vientos oceánicos
o esa cuna de sombras y abismo que se mece
en cada ola cobalto de la tarde.
Las fábulas fascinan porque eligen un barco,
zarpan de puertos viejos, merodean marismas,
escuchan gritos hondos, roban música al mar.
Los limbos de los monstruos,
las cabezas de múltiples Orfeos,
la memoria errabunda de los náufragos,
las criaturas azules nunca vistas,
la locura del hombre mitad isla perdida:
fruta extraña del mar, droga insondable.

—Medusa, qué corales nacieron de la sangre
de tu pelo reptil, de la cólera roja de saberte
moribunda y vencida. Medusa, es hora ya
de anular tu mirada de piedra, tus serpientes.
Desencriptar la fábula que hundieron en el fondo,
robar contigo música del mar.
Y aquí, después del canto,
que la mar nos archive en su destino.

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EL MUNDO, ESE CAMPO DE MINAS [Mi poema]
Baldomero Fernández Moreno [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Dolores ¡ay! producen amargura,
atento está al cadalso, el sacrificio,
dispuesto dios, cumpliendo con su oficio,
cayendo ya, la fruta está madura.

El mundo, que es un campo, está minado
de bombas que revientan, de racimo,
convierten a este mismo en un gran timo,
ocurre cuando el cielo está nublado.

Carroña, recogiendo las migajas,
las aves vigilantes, de rapiña,
se aprestan a morder como una piña
al filo tan mordaz de sus navajas.

Así es la estancia aquí, así es de oscura,
se juntan los dolores y maldades,
crueles al albur de mezquindades,
cansado es el andar, la vida es dura.
©donaciano bueno

#Hay que tener pelendengues, no...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Baldomero Fernández Moreno

Mudable como el tiempo es tu mejilla…

Mudable como el tiempo es tu mejilla,
o arde como una tarde del estío
o hiela, o poco menos, si hace frío;
pero ardiente o helada es maravilla.

Deja que acerque mi cansada arcilla
al pétalo de amor que llamo mío,
mientras corre mi brazo como un río
por tu cuello, delgada torrecilla.

Calor o frío, llamarada o nieve,
no me importa un instante su mudanza,
que a ocultos nervios nada más se debe.

Tu corazón es nido de templanza
y grave su latido al par que leve.
Y si no, que lo diga mi esperanza.

Ausencia

Es menester que vengas,
mi vida, con tu ausencia, se ha deshecho,
y torno a ser el hombre abandonado
que antaño fui, mujer, y tengo miedo.

¡Qué sabia dirección la de tus manos!
¡Qué alta luz la de tus ojos negros!
Trabajar a tu lado, ¡qué alegría!;
descansar a tu lado, ¡qué sosiego!

Desde que tú no estás no sé cómo andan
las horas de comer y las del sueño,
siempre de mal humor y fatigado,
ni abro los libros ya, ni escribo versos.

Algunas estrofillas se me ocurren
e indiferente, al aire las entrego.
Nadie cambia mi pluma si está vieja
ni pone tinta fresca en el tintero,
un polvillo sutil cubre los muebles
y el agua se ha podrido en los floreros.

No tienen para mí ningún encanto
a no ser los marchitos del recuerdo,
los amables rincones de la casa,
y ni salgo al jardín, ni voy al huerto.
Y eso que una violenta Primavera
ha encendido las rosas en los cercos
y ha puesto tantas hojas en los árboles
que encontrarías el jardín pequeño.

Hay lilas de suavísimos matices
y pensamientos de hondo terciopelo,
pero yo paso al lado de las flores
caída la cabeza sobre el pecho,
que hasta las flores me parecen ásperas
acostumbrado a acariciar tu cuerpo.

Me consumo de amor inútilmente
en el antiguo, torneado lecho,
en vano estiro mis delgados brazos,
tan sólo estrujo sombras en mis dedos…

Es menester que vengas;
mi vida, con tu ausencia, se ha deshecho.
Ya sabes que sin ti no valgo nada,
que soy como una viña por el suelo,
¡álzame dulcemente con tus manos
y brillarán al sol racimos nuevos.

Canción de luna

En el aro ligero de la luna
canta para mí solo un ruiseñor.

A cada golpe de oro de su pico
brota en el aire una constelación.

Canta el pájaro pardo dulcemente
y se eriza de plumas y palor.

Cuando se pone el pecho más delgado,
dice mucho más clara su canción.

Morir, acaso, es continuar un sueño
de luna en luna y de sol en sol.

Como sobre una tapia se adormece una rosa…

Como sobre una tapia se adormece una rosa
yo quisiera tu grave cabecita en mi hombro,
espontánea, caída, comprensiva, mimosa,
sin un soplo de miedo, ni una brizna de asombro.

Y contemplarte luego a la luz de una estrella
interminablemente de la frente a la boca,
como contempla el agua, inclinada sobre ella,
la frente taciturna y eterna de una roca.

Contemplación del beso

Debe el beso venir desde la hondura
de una cabeza baja y atraída
en la penumbra gris desvanecida
mientras un viento vuele de frescura.

Boca entreabierta, elástica, madura,
que en el atardecer se haga una herida.
Toda ella roja de profunda vida
con un signo mortal: la dentadura.

Verlo avanzar después muy lentamente
como un ascua encendida o roja estrella
y detenerlo, ay, súbitamente.

Contemplarlo en deliquio y miel de abella,
huir la boca por rozar la frente
y a ella volver para morir en ella.

Presentación

Esta que viene aquí toda vestida
de un traje blanco y un negro sombrero
tiene la obligación de mi sendero
y las rosas y espinas de mi vida.

Porque una noche el ánima afligida,
mustia de soledad, dijo: Te quiero.
Hace ya mucho tiempo que te espero
con una mano lánguida extendida.

Era una rara orquesta de violines,
era un pasar de extraños bailarines,
era un degüello de camelias rosas

bajo tus finas manos temblorosas.
¡Era que el corazón se me moría
de tanto, amada, como te quería!

Soneto

Ya ves que no te suelto, que me ato
a tu recuerdo rubio y vaporoso,
fugitivo en la calle y silencioso,
yo, que era poderío y arrebato.

Me estiro lo que puedo; dudo y trato
de asir tu traje, por ser tuyo, hermoso;
ceñido siempre y a la vez pomposo,
tentación por aquí y allí recato.

Mírame en un café de esta plazuela
en que el tránsito al sol crepita y arde
y en la que todo, hasta un tranvía, vuela.

Pienso en ti, en tus ojos, en tu tarde…
Y me quisiera henchir como una vela
y me refugio en mi interior, cobarde.

Tal vez haya soñado con un beso instantáneo…

Tal vez haya soñado con un beso instantáneo,
dos estrellas fundidas augustamente en una.
Un temblor en el cuerpo y un mareo en el cráneo
y un ponerse la sangre del color de la luna.

No, jamás me has besado ni siquiera la frente,
sólo has puesto los labios o los atraje yo.
Continuaré soñando, Alondra, eternamente.
Ni tú tienes derecho a decirme que no.

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EL PAN CANDEAL [Mi poema]
Paloma Palao [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El arte de segar con la zoqueta.
La hoz con su destreza. Segadores.
El sol sobre la espalda. Los sudores.
La brisa y su galbana siempre aprieta.

Obsesos de la mies. Madrugadores.
El vino de la bota en el almuerzo.
Alguna lagartija, algún escuerzo.
La paja en las gavillas. Soñadores.

Las eras y los trillos, precursores
de máquinas segar. Cosechadoras.
Humildes las arcanas beldadoras
los sueños ventilando a labradores.

Moliéndose la piedra en el molino,
las mieses penarán hechas pedazos,
la harina del salvado en los cedazos,
comida servirá para el cochino.

Y así acaba esta historia. Su final
pondrán la harina, el agua con la masa,
en tanto que amasar la vida pasa
y nace, horno de leña, el pan candeal.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Paloma Palao

Cansa la voz, que se deshace en pan…

Cansa la voz, que se deshace en pan,
lengua de costumbre. Cansa
la concordancia
de fugacidades, que extienden
la mano sobre el peso
del tiempo, momento de lentitud
en la paciencia. Cansa
la ambigüedad
del beso -intercambio de necesidades-,
raíz de la luz en la inocencia, descubrimiento
de las exequias
de una a paz tolerable. Cansa
la inquietud de la mano, que arrastra
soledad en el tiempo: poseo
lo que se me entrega en la nostalgia
-tiempo sobre la razón que araña-. Esta es
mi senda
para alcanzar
la garganta de nieve del amor. Cuerpo el mío
disociado de la razón, canto imposible
de una unión pasajera.
De «Resurrección de la memoria» 1978

El ángel de la música

A Antonio Colinas

No responde
la añoranza a la música, sí, al esfuerzo
de una armonía
celeste y casi hallada. Tañe el laúd
y canta: esfuerzo sumo y aún anhela, contempla.
Hay un dolor, aunque su cabello
orle una franja, de fingidas piedras. Su cuello
es recio, cual de varón. Sus ojos
perdida
la hermosura tienen. Traspasa suave
la túnica sus alas. Hay un dolor del aire
detenido. Las cuatro cuerdas del laúd tan tensas
donde las manos
no reposan. El paraíso
está perdido en el esfuerzo: no es un ángel
quien tanto dolor siente.
Hojas de naranjo acompañan
tras del azar perdido su memoria.
De «Resurrección de la memoria» 1978

En…

En
la larga desolación, de que la luna
se tienda sobre mi corazón, aunque yo no lo quiera,
de que el pez
se agarre a mi voz, sin que yo pueda
mover una sola de mis intenciones, atada
para siempre
a una mesa, a la mesa
de un cuarto vacío; en esta larga desolación
me permito
alguna locura, de cuando en vez,
luna quieta,
que se agarra a mi ventana, que quiere
abrir mi corazón, mi puerta, la llaga
la llaga de luz que se ambiciona; la agobiante
asfixia
de entreabrir
esa puerta y ver a alguien, alguien
que no soy yo -pero que finge serlo-
atada a una mesa, en un cuarto vacío,
mientras me ponen una inyección para sobrevivir,
mientras la luna se pasea
por el fondo verde de mi corazón
y
mientras alguien, alguien que no soy yo, entreabre
esa puerta que da
a
una habitación,
a
un cuarto oscuro, oscuridad
que se niega a comprender, mientras
la luna
corre
por entre la oscuridad de aquel cuarto
vacío,
de aquel cuarto, entreabierto, con estantes
llenos de luz -llagas abiertas- que se consuman
en un sacrificio -que no ha sido pedido-,
en ese cuarto, donde alguien,
-que no es aquella que no soy yo-,
finge dolerse, de una llaga
que no da luz, ni se ambiciona.
De «Resurrección de la memoria» 1978

Esa puerta de mármol, esa losa…

Esa puerta de mármol, esa losa
que cae sobre mi alma
si ando, donde me voy dejando
nudillos, nudos, manos…
He de tirarla abajo.
Esa madera joven, en la que me he
clavado, con ranuras
estrechas, con bisagras gigantes,
que envuelta de recuerdos
me sale siempre al paso…
He de tirarla abajo.
Esa puerta que llama cuando sigo
adelante, esa puerta que avanza
cuando yo me he parado. Esa puerta
que escucha cuando yo estoy
llamando…
Esa puerta -que es mía-
he de tirarla abajo.
De «El gato junto al agua» 1981

Aprendo un camino para tu pestaña

Aprendo un camino para tu pestaña: luz
abierta que no se desboca.
Acudo
a la razón: todo niega
la posibilidad de ser de nuevo
carne en la conjunción de tu memoria.
Barro el dolor, porque busco en mi ventana
la nota
que produzca silencio prometido: escribo
sobre un amor, que no llega;
pero no me despeino
en la nostalgia, porque
la fuente me deja su ruido,
promesa de una necesidad
que se intuye. Contra el dolor
yo tengo mi palabra: firme promesa
de resistir.

Esa puerta de mármol, esa losa

Esa puerta de mármol, esa losa
que cae sobre mi alma
si ando, donde me voy dejando
nudillos, nudos, manos…
He de tirarla abajo.
Esa madera joven, en la que me he
clavado, con ranuras
estrechas, con bisagras gigantes,
que envuelta de recuerdos
me sale siempre al paso…
He de tirarla abajo.
Esa puerta que llama cuando sigo
adelante, esa puerta que avanza
cuando yo me he parado. Esa puerta
que escucha cuando yo estoy
llamando…
Esa puerta -que es mía-
he de tirarla abajo.

Vivir en tu voz

Vivir en tu voz,
doblarme
bajo tu párpado, sería necesario
para compensar
el beso
de nieve, la luciérnaga
de esta resurrección imposible. Pero nada
han hueco como el agua,
donde el pozo
no es medida, sino acumulación
culpable del vacío, inexistencia
proclamada,
fondo desposeído por su transparencia,
recompensa de mirar
hacia la oscuridad
y hacia dentro.

Inmóvil permaneces Annelein, con un algo…

Inmóvil permaneces Annelein, con un algo
de sirena encendida, cuando creíamos
haber desvelado tu secreto. Nadie
tiene tu rostro -Annelein-. Nadie
percibe qué paisaje te mira de frente.
Ya no hay desolación en torno a tus ruinas,
ni invencible pudor en torno a tu desgracia.
Tu resignación explica
el número de tus desventuras y una tristeza
impar nos devuelve tu rostro. Nadie sabe
Annelein que has muerto, a pesar
de todas las ceremonias.
(De Contemplación del destierro, 1982)

Magnolio

Soledad de caoba
que la piedra comparte, sigilosa memoria
que hacia el tiempo
confluye y brota prisionera
de la luna y el sueño
y lentamente aspira
la verdad y su belleza.
Manzana de la luz,
suavemente ignorante,
el cáliz terso
de su piel construye,
aroma y fuerza
que el deseo clama.
(De Hortus conclusus 1986)

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POETAS PARA PARAR UN TREN [Mi poema]
Abelardo Castillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Poetas hay que pasan por la vida
sin nada a celebrar, pena ni gloria,
tratandoles cual fueran una escoria
y hay otros que llenando van la historia
gozando de alabanza desmedida
dispuestos a guardarse en la memoria.

Poetas de la vida y de la muerte,
poetas del placer y sinsabores,
poetas de los sueños, de las flores,
que cantan al amor de sus amores
y envidian al que tiene buena suerte
lo mismo que a los peces de colores.

Poetas a millares, por un tubo
poetas como chinches, a patadas,
que sueñan con las musas como aliadas,
volviendo siempre van a las andadas,
creyendo que quien tuvo lo retubo
pues fueron bendecidos por las hadas.

Consciente como sé no es de recibo
y en esto cada loco con su tema,
intenten disfrutar de algún poema
a cuestas su presteza o con su flema,
propongo si a alguien gusta lo que escribo
que pida a Dios lo salve de la quema.
©donaciano bueno

Duro camino el de poeta con tanta competencia, no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Abelardo Castillo

Espejos

Antes que yo, dos hombres han sentido
el sagrado pavor de los espejos.
No soy yo, es mi miedo lo que mido
con esos dos, tan altos y tan lejos.

Poe y Borges supieron de esta rara
maldición de la luz: la que duplica
el horror paulatino de mi cara
que en vejez, tiempo y muerte se disipa.

Dios debiera velarnos a estos jueces
de la ruina del alma y de sus grietas.
Ya es pecado morir, por qué mil veces
matarse entre cristales y aguas quietas.

Por eso no hay espejos en mi casa.
En la pared, un gran dibujo intenta
fijar mi antigua cara. El tiempo pasa
y me asesina sin que yo lo sienta.

FOTOGRAFÍA DE MALCOLM LOWRY

Tremendas mangas, tremendos pantalones y ese mar y esa barba, Malcolm Lowry, y el Popocatepl detrás, o lo que sea,
algo como un volcán,
como el Embudo aquel,
como un presagio.

Es raro, señor Lowry,
lo miro y hace frío,
me digo yo a este hombre lo conozco con esa mole gris
como la muerte, tiene las manos entre las piernas, tiene
frente de mono y grandes mangas y un pantalón de lino, un
pantalón como de marinero,
detrás la Bestia gris,
detrás
hay una especie de montaña que a lo mejor fue verde en las laderas,
pero cómo saberlo.

Y es notable
que alguien saque la foto
de los que posan sobre un fondo tan gris mirando lejos.

Sería interesante
hacerse una pregunta, consultar
a un astrólogo,
sincerarse,
y ver qué significa Malcolm Lowry mirando lejos junto al mar y con las manos entre las piernas como un
chico que duerme, con sus tremendas mangas y sus
tremendos pantalones, Malcolm Lowry con sus tremendos
pantalones y su barba,
tranquilamente junto al mar,
pegado en mi pared,
de perfil al demonio.

LA OSCURA

Esa mujer semidesnuda aguarda
a un hombre que tal vez vendrá esta noche.
Veo su pelo y en su pelo un broche
de plata isabelina. El hombre tarda.

La mujer es inglesa pero tiene
ojos y largo pelo de española.
Es hermosa, es ardiente y está sola.
No dormirá esta noche si él no viene.

Hay un gato, tal vez… No sé más nada
de esta dama morena y de su impuro
insomnio de mujer que espera a un hombre.

Solo sé que está en Londres, que en su almohada
arde su pelo como un fuego oscuro
y que Shakespeare jamás dijo su nombre.

EL ORANTE

En el exacto centro de mí mismo
hay un hombre que reza, cada noche,
yo lo dejo
tratando de no perturbarlo demasiado.

él no cree en las palabras que murmura
pero reza de noche
cuando siente que yo no lo vigilo.

Tres dijes

I
Salgo a remar de noche
por el agua profunda de tus ojos
Una larga ola parda
donde mi amor deriva
como un barco lento.
A veces
se oye una música muy triste
dentro de tus ojos
Y hay como un estuario
donde me gusta estar tendido de espalda
recordándome.

II
Pero a veces te odio
salgo a cazar de noche
husmeo el aire
para divisar allá tu espinazo de corza
caer sobre tu flanco
como un amor
como un tropel de perros
partirte el corazón bajo la luna.

III
Mientras la noche se arma
sobre el mundo
separados como dos continentes
lejos como amantes polares
divididos
por el ecuador simbólico del sueño.

Elegía para la casa demolida

Sólo quedan fantasmas de blasones
yuyos contando historias de rosales con una rosa azul
tumbados leones
Hay que soñarlo todo
los hastiales, el aljibe que amó la enredadera
decir la luna de oro en los vitrales
el geométrico marco, la escalera
los frisos del balcón, los capiteles
el dragón, el cupido, la quimera
No olvidar allá atrás los dos lebreles de piedra
y el estanque circundado por canteros ardidos de claveles
y la puertita de metal forjado, condenada y profunda
y misteriosa
como para un fantasma demorado por el que
alguna noche sigilosa él jugó a entrar cuando
ella le decía que era nuestra casa
yo tu esposa y allá
yo sé en qué austera galería
una grave armadura medieval
que viéndonos pasar se sonreía
Era de ellos y así era
cada cual nació para una casa y unos sueños
ellos tenían casa señorial
mirarla era mejor que ser sus dueños
Era invierno
cerraban bien la puerta
y abrir un libro y encender los leños
para ser de esos dos que más
Abierta sólo a ella y a él los esperaba
aún más acogedora por desierta
y un día simplemente ya no estaba
Ni la muchacha fue
ni él vino nunca
Un día no hubo más que yuyo y grava
un león tumbado, una escalera trunca
un día simplemente ya no estaba
y a aquellos dos ya no soñaba nunca.

El desterrado

Esta ciudad queda lejos de las rosas de mi padre y de la ventana que da sobre las rosas y de mi mesa junto a la ventana y de mí.

Si valiera la pena escribir en esta ciudad la historia de mi vida
hablaría primero de mi pueblo
y de las calles de mi pueblo
angostas
y cortas
y mal iluminadas.

De la iglesia
(del curita aquel que una mañana no dio misa
y de la muchacha que desapareció esa mañana)
del río
y la barranca y de las lápidas irlandesas del cementerio viejo que está sobre la barranca y del vecino loco que muere entre sus flores y de una puerta que a veces no existía.

Después, padre, hablaría de un perro que se llamaba clavel.

Todo en voz muy baja
como quien se confiesa.

Me da un miedo espantoso morirme en esta ciudad sin haber hablado nunca de estas cosas.

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LOS POETAS – Mario Benedetti

Los poetas se encuentran en congresos
en saraos en cárceles en las antologías
unos cosechan loas en manuales de fama
otros son asediados por la casta censura

los poetas se abrazan en los aeropuertos
y sus tropos encienden la alarma en las aduanas
a menudo bostezan en recitales de otros
y asumen que en el propio bostecen los amigos
los poetas se instalan en las ferias anuales
y estampan codo a codo sus firmas ilegibles
y al concluir la faena les complace de veras
que se acerquen los jóvenes confianzudos y tímidos

los poetas se encuentran en simposios
por la paz pero nunca la consiguen
unos reciben premios / otros palos de ciego
son una minoría casual y variopinta
sus mejores hallazgos son harto discutibles
estudios inclementes revelan sus andamios
los analistas buscan variantes / los poetas
suelen dejar alguna para animar el corro
los poetas frecuentan boliches y museos

tienen pocas respuestas pero muchas preguntas
frugales o soberbios / a su modo sociables
a veces se enamoran de musas increíbles

beben discuten callan argumentan valoran
pero cuando al final del día se recogen
saben que la poesía llegará / si es que llega
siempre que estén a solas con su cuerpo y su alma.

EL TIEMPO, EL RELOJ … Y YO [Mi poema]
Andrés Eloy Blanco [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que el tiempo ya hace tiempo que no existe,
de aquel viejo reloj ya ni me acuerdo,
comprendo que aunque vivo aun esté triste,
a estar allí olvidado se resiste,
al ver que sin su ayuda no me pierdo.

Y es que hoy ya ese artilugio está obsoleto,
perdido en el desván junto a otros trastos,
quizás ande a la espera de otro reto
consciente de que el tiempo no está quieto,
sucede como ocurre con los astros.

Que el tiempo es un concepto relativo
se sabe que él existe si lo mides,
te dice tente tieso mientras vivo
y yo que no lo añoro no consigo
que entienda no me sigas, que me olvides.

Pues yo rompí con él las relaciones
el día en que dejé de trabajar,
no atiendo a su insistir ni a sus razones,
tampoco han de ayudar sus bendiciones,
dispuesto a relajarme y esperar.
©donaciano bueno

#Me gusta perder el tiempo, y a ti...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Andrés Eloy Blanco

A FLORINDA EN INVIERNO

Al hombre mozo que te habló de amores
dijiste ayer, Florinda, que volviera,
porque en las manos te sobraban flores
para reírte de la primavera.

Llegó el Otoño: cama y cobertores
te dio en su deshojar la enredadera
y vino el hombre que te habló de amores
y nuevamente le dijiste: —Espera.

Y ahora esperas tú, visión remota,
campiña gris, empalizada rota,
ya sin calor el póstumo retoño

que te dejó la enredadera trunca,
porque cuando el amor viene en Otoño,
si le dejamos ir no vuelve nunca.

La barca del pasado

Y ahora, vuelvo los ojos
hacia la síntesis del Canto,
hacia la barca del Pretérito,
de parda vela y el bauprés sangrado,
tu propia barca, donde tú venías,
piloto de ti mismo, timonel de tu barco,
donde venía la Patria recién nacida,
como Moisés entre sus mimbres, por donde Dios quiso llevarlo.

Caracas fue la cuna
y Angostura la eternidad.
Por los montes andaba la Patria sin bautismo,
cuando llegó a los llanos, curva de caminar,
y entre tus aguas se fundió contigo
y fue contigo un solo llanto y un solo rugido tenaz.
Y bajaste con ella. Te cabalgó. Su trenza
era la espiga del escudo y tú eras el caballo sin paz.

Surcaste las tierras crucificadas
y en Angostura le diste tu agua lustral
y seguiste con ella: ¡allá va la República!
y en las bocas se hace veinte patrias más
y se asoma a tus veinte labios
cuando se va acercando al mar
y el mar alza en hostias su mejor espuma
y en las veinte bocas te pone sal.

Padre del Agua, Orinoco de las Siete Estrellas:
cayó en tus aguas mi parábola
como un llanto en el fondo de una mano abierta.
Si el mar te bautiza con la sal del mundo,
Río de la Patria de las Siete Estrellas,
mi Parábola desnuda,
mi llanto manado de una herida nueva,
te caiga en el fondo y a la mar se vaya
y en el mar se espume y suba en la niebla
y en la nube viaje
y en la montaña llueva
y salte en la fuente y a tus aguas torne
y arda en el brasero de tus Siete Estrellas…

(Aguas del Orinoco, noviembre de 1927)

Caminos

Dijo un preso:
—Por la cañería
se podría enviar un mensaje
que caería en el río
y desembocaría en la mar;
en el mar lo encontraría un barco
y el barco empezaría a izar velas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podría el barco de la mar
meterse por el río, meterse por la cloaca
y una tarde cualquiera, la mar de dos azules
surgiría en el patio, empavesada.

Dijo un preso:
—Por el tubo del agua
se podría meter este grito admirable
que iría al acueducto
y de allí a las montañas emplumadas de nubes
y las montañas empezarían a moverse
con sus nubes de espuma en sus olas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podría la montaña
verterse en el raudal,
correr al acueducto, colarse por el tubo
y una tarde, del grifo nos podría saltar
la nube más azul del mundo.

Dijo un preso:
—Por el alambre de la luz
se podría meter esta hermosa palabra
que cruzaría las calles, cantaría en los postes,
llegaría a la dínamo, donde están los obreros
y al campo donde están los labriegos de bruces
y empezarían ellos a sentir que de pronto
se les iban poniendo las cabezas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podrían ellos
meterse por el cable de la luz,
saltar sobre los postes, atravesar las calles
y una noche, a la hora de Silencio,
nos caería en las manos una palabra azul
con medio despertar y medio sueño.

Dijo un preso:
—Así también podría
meterse el sol en uno de sus rayos
y traerse los campos y los ríos
y el azul de todos los horizontes
y todo el bendito azul del Universo
y apearse por entre las nubes
y se nos partirá en dos la noche
con la grieta de un día
hasta ser, para siempre, nosotros,
los hombres del alma amanecida.

Y dijo el preso que no lloró nunca:
—Ya eso ocurrió y ocurrirá de nuevo;
aquí está el sol metido en agua fresca;
aquí está el huerto, aquí está el horizonte
y aquí el camino que no tiene atajo.

Todos volvimos la cabeza.
Estaba recio y limpio en la sombra del patio
y nos mostró, bajo el sol de su risa,
sobre el país de su pecho
la voluntad de sus manos.

Abril de 1929

Canto de los hijos en marcha

Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras;
que no vengan todos a pasar la noche
rumiando pesares, mientras tú me lloras;
que no esté la sala con los cuatro cirios
y yo en una urna, mirando hacia arriba;
que no estén las mesas llenas de remedios,
que no esté el pañuelo cubriéndome el rostro,
que no venga el mozo con la tarjetera,
ni cuelguen las flores de los candelabros
ni estén mis hermanas llorando en la sala,
ni estés tú sentada, con tu ropa nueva.
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras.

Lléname la casa de hombres y mujeres
que cuenten el último amor de su vida;
que ardan en la sala flores impetuosas,
que en dos grandes copas quemen melaleuca,
que toquen violines el sueño de Schuman;
los frascos rebosen de vino y perfumes;
que me miren todos, que se digan todos
que tengo una cara de soldado muerto.

Lléname la casa
de flores regaladas, como en una selva.
Déjame en tu cuarto, cerca de tu cama;
con mis cuatro hermanas, hagamos consejo;
tenme de la mano, tenme de los labios,
como aquella noche de mi padre muerto,
y al cabo, dormidos iremos quedando,
uno con su muerte y otro con su sueño.

Madre, si me matan,
que no venga el coche para los entierros,
con sus dos caballos gordos y pesados,
como de levita, como del Gobierno.

Que si traen caballos, traigan dos potrillos
finos de cabeza, delgados de remos,
que vayan saltando con claros relinchos,
como si apostaran cuál llega primero.
Que parezca, madre,
que voy a salirme de la caja negra
y a saltar al lomo del mejor caballo
y a volver al fuego.
Madre, si me matan,
que no venga el coche para los entierros.

Madres, si me matan,
y muero en los bosques o en mitad del llano,
pide a los soldados que te den tu muerto;
que los labradores y las labradoras
y tú y mis hermanas, derramando flores,
hasta un pueblo manso se lleven mi cuerpo;
que con unos juncos hagan angarillas,
que pongan mastranto y hojas y cayenas
y que así me lleven hasta un cementerio
con cerca de alambres y enredaderas.
Y cuando pasen los años
tráeme a mi pedazo, junto al padre muerto
y allí, que me pongan donde a ti te pongan,
en tu misma fosa y a tu lado izquierdo.
Madre, si me matan,
pide a los soldados que te den tu muerto.

Madre, si me matan, no me entierres todo,
de la herida abierta sácame una gota,
de la honda melena sácame una trenza;
cuando tengas frío, quémate en mi brasa;
cuando no respires, suelta mi tormenta.
Madre, si me matan, no me entierres todo.

Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero.

Llora en un pañuelo que no tenga encajes;
ponme tu pañuelo
bajo la cabeza, triste todavía
por las despedida del último sueño,
bajo la cabeza como casa sola,
densa de un perfume de inquilino muerto.

Si vienen mujeres, diles, sin sollozos:
-¡Si hablara, qué lindas cosas te diría!
Ábreme la herida, ciérrame los ojos…
Y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba
Y un domingo, con sol afuera,
vengan la Madre y las Hermanas
y sonrían a la hermosa tumba
con nardos, violetas y helechos de agua
y hombres y mujeres del pueblo cercano
que digan mi nombre como de su casa
y alcen a los cielos cantos de victoria,
Madre, si me matan.

Las uvas del tiempo

Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca…
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujeres ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.

Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una perdida.

Píntame angelitos negros

¡Ah mundo! La Negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí señor.

—Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le acataba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del Cielo.

—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.

Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.

Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

Si al cielo voy algún día,
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.

Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calientito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?

Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

EL RÍO DE LAS SIETE ESTRELLAS

(Canto al Orinoco)

Una Pumé, la Hija de un Cacique Yaruro,
fue conmigo una noche, por las tierras
verdes, que hacen un río de verdura
entre el azul del Arauca y el azul del Meta.
Entre los gamelotes
nos echamos al suelo, coronados de yerbas
y allí, en mis brazos, casi se me murió de amores
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.

Quiero recordar un poco
aquella hora inmortal entre mis horas buenas:
Sobre la sabana los cocuyos
eran más que en el cielo las estrellas,
no había luna, pero estaba claro todo,
no sé si eras mi alma que alumbraba a la noche
o la noche que la alumbraba a ella;
estábamos ceñidos y hablábamos y el beso
y la palabra estaban empapados de promesas
y un soplo de mastranto ponía en las narices
ese amor primitivo del caballo y la yegua.
Ella me contaba historias
de su nación, leyenda
que se pierden entre los siglos
como raíces en la tierra,
pero de pronto me cayó en los brazos
y estaba urgente y mía, coronada de yerbas,
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.
Fue en el momento en que evocamos
al Orinoco de las Fuentes, al Orinoco de las Selvas,
al Orinoco de los saltos,
al de la erizada cabellera
que en la Fuente se alisa sus cabellos
y en Maipures se despeina;
y luego hablamos del Orinoco ancho,
el de Caicara que abanica la tierra,
y el del Torno y el Infierno
que al agua dulce junta un mal humor de piedras,
y ella quedó colgada de mis labios,
como Palabra de carne que hiciera vivo el Poema,
porque le dije, amigos, mi Parábola,
la Parábola del Orinoco,
la Parábola del Volcán y las Siete Estrellas.

Y fue así: La Parima era un volcán,
pero era al mismo tiempo un refugio de estrellas.
Por las mañanas, los luceros del cielo
se metían por su cráter,
y dormían todo el día en el centro de la Tierra.
Por las tardes, al llegar la noche,
el volcán vomitaba su brasero de estrellas
y quedaban prendidos en el cielo los astros
para llover de nuevo cuando el alba viniera.

Y un día llegó el primer llanto del Indio;
en la mañana del descubrimiento,
saltando de la proa de la carabela,
y del cielo de la raza en derrota
cayó al volcán la primera estrella;
otro día llegó la piedad del Evangelio
y del costado de Jesucristo, evaporada la tristeza,
cristalina de martirio e impetuosa de Conquista,
cayó la segunda estrella.

Después, recién nacida la Libertad,
en su primera hora de caminar por América,
desde los ojos de la República
cayó al volcán la lágrima de la tercera estrella.
Más tarde, en el Ocaso del primer balbuceo,
en el día rojo de La Puerta,
nevado del hielo mismo de la Muerte
cayó el diamante de la cuarta estrella;

Y en la mañana de la Ley,
cuando la antorcha de Angostura chisporroteó sobre la guerra,
despabilada de las luces mortales,
sobre el volcán cayó la quinta estrella.

Y en la noche del Delirio,
desprendida de Casacoima, Profetisa de la Tiniebla,
salida de la voluntad inmanente de Vivir,
estrella de los Magos, cayó la sexta estrella.

Y un día, en el día de los días, en Carabobo,
bajo el Sol de los soles, voló de la propia cabeza
del Hombre de cabeza estrellada como los cielos
y en el volcán de la Parima cayó la última estrella.

Pero ese mismo día
sobre la boca del volcán puso su mano la Tiniebla
y el cráter enmudeció para siempre
y las estrellas se quedaron en las entrañas de la Tierra.

Y allí fue una pugna de luz,
una lucha de mundos, un universo en guerra;
y en los costados de su tumba,
horadaban poco a poco su cauce las siete estrellas;
que si no iban hacia el cielo
se desbastaban con sus picos la trayectoria de las piedras.
Hasta que llegó una noche
en que rotos los músculos del gran pecho de tierra,
saltó de sus abismos, cayó en una cascada,
se abrió paso en la erizada floresta,
siguió el surco de las bajantes vírgenes,
torció hacia el Norte, solemnizado de selvas,
bramó en la convulsión de los saltos,
y se explayó por fin, de aguas serenas,
con la nariz tentada de una sed de llanuras,
hacia el Oriente de los sueños
el Orinoco de las Siete Estrellas.

INVOCACIÓN AL DIOS DE LAS AGUAS

Dios submarino, Dios lacustre, Dios fluvial,
uno en el tritón y en la garza
y en la dulce corbeta y el áspero crucero,
Dios del agua, Señor de la Casa de Cristal,
Dios Marinero.
Expresión de agua de tus mil expresiones,
río tendido de Volturno a Cristo,
vuelo del ibis que cruza
del mascarón de Argos
al mastelero de la Santa María, Dios argonauta,
que tiendes a las manos de la Armonía
el río de tu música, largo, como una flauta.
Dios infuso en el lago blanco de la nube
alinderada de azul,
Dios de espuma en el crespo del corderillo,
Dios tormentoso en la melena del león,
Dios zahorí, estancado en la pupila del tigre,
Dios del río de estrellas que de Oriente a Occidente
cruza de noche el cielo,
Dios del agua combatiente
en el crinado Niágara y el sospechoso Dardanelo:

Tiende la diestra, donde nace el Río
y la zurda, donde desemboca
-en un cristalino arco de Brahma-
tiende el ánfora de las manos,
Señor del Agua, Viejo Comandante,
hacia los manantiales sonoros,
hacia el tibio remanso
del Orinoco de agua beligerante
brotado de tus sienes, sudado de tus poros
en el sábado de tu primer descanso!

LA ÓRBITA DEL AGUA

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota de agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla da agua,
la mitad de lágrima de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de un ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el Río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos… Volveremos mañana

LA PARIMA Y LAS FUENTES

La Parima es el sueño faraónico
y la piedra de Moisés,
el panal negro de la Hermana,
que el Hermano Francisco no vino a conocer.
Catedral del misterio, Sierra del Sur, ignota,
lengua escondida de la voz del agua,
párpado mal cerrado de Dios, que deja ver
la hebra azul de una mirada.

Yo soñé para tu Gloria,
río de la Patria,
escribir una palabra esencial
en la hoja de la sabana,
mojando en tus fuentes oscuras
el aguijón celeste de una pluma de garza.
Pero, solo encontré mi sangre,
con su rojo tenuado por la mezcla de las lágrimas.

Sin embargo, te ofrecí venir
¡y en tu camino estoy!
Tu saldrás de tus fuentes: el Dios de la Parima,
el Dios Indio, te abrirá la puerta
de su gran casa oscura; el Viejo Dios
te dejará venir como todos los días
y en tu camino estaré yo…
Tú sales de las manos de tu montaña,
como sale un milagro de la mano de Dios,
como todas las noches, de la jaula del cielo
se escapa y va a los campos el pájaro del Sol.

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ADVENEDIZOS [Mi poema]
Isaac Goldemberg [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hoy mi jardín florido está muy triste
perdida la esperanza en el futuro
pues nadie ha de encontrar que dé ni un duro,
y al paso de los tiempos no resiste
en este ambiente oscuro.

Las plantas que con mimo se sembraron
y que otros con sudor las protegieron
algunas sin regar ya se murieron
y hay otras que en la pena se ahogaron
o bichos se comieron.

Que aquello que se hereda no se aprecia,
lo mismo es que al caballo regalado,
y nadie ha de inquirir lo que ha costado,
y aun menos valorar la peripecia
de aquel que lo ha cuidado.

Y es que hay advenedizos que hoy opinan
ser centro el universo de esta historia
dejando sin pasado la memoria,
se ciscan en las plantas y se orinan
aunque ellos son la escoria.
©donaciano bueno

Creen que el mundo antes de ellos no existía...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Isaac Goldemberg

Arte poética I

El sueño es un arte poético involuntario.
Immanuel Kant

Estoy de espaldas a la vida
y ésta alza su silencio bajo el mío,
aún no rebalsa la sombra en que se plasma
porque mi despertar detrás de ella me deslumbra
y la sequedad del ruido mancha mi alma,
impidiendo que flote mi cuerpo sobre la tierra.
Adrede rehúso abrir los ojos,
sobre mi ajena angustia,
hecho pedazos, luchando grave
fuera de mí, liberto,
separado de la luz y de las sombras,
para evitar morir
como hilacha de carne en la memoria.
Lo que fuera de mí se calla
rehuyendo zafarse del vacío
se esconde encogiéndose
en imágenes de vigilia
en la última ola de palabras,
libre de voces hasta partir
como único grito de la sílaba.
Mi cuerpo, rápido y de pie
ante la pobre desazón del adjetivo,
alza el alma, no ve alejarse
al que intenta hallarse en la imagen,
desconcertado frente al rugir del verbo
obviando su corazón ajeno
a espaldas mías, entregado.

Arte po/ética con Dios en el medio

I
Arte Poética
1% de inspiración
2 de traspiración
& el resto suerte
Nicanor Parra

Detrás de todo hay una matemática,
diríase una turbulencia del tiempo
y de sus cifras.

Así como todo Dios es tanto palabra como razón,
toda poesía no es una sucesión de eventos.

Toda poesía hermana al humano
con la economía de las palabras.
Y todo Dios y todo humano cohabitan
en el mismo tiempo y en el mismo espacio,
donde todo es manejado por el todo poético.

Dioses, humanos, gatos, líquenes, algarrobos
son acumulaciones de genes poéticos.
Y todo parto poético es el big bang
entre todo espacio y todo Dios.
Entre toda nada y Su más íntima condición.

II

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios…
César Vallejo

Reducir a Dios a una sola letra de ningún alfabeto.
A ningún accidente gramatical.
Tampoco a ningún número
que sea potencia exacta de otro
o que sea exactamente divisible
por sí mismo y por la unidad.

Diseñar un Dios no regido por el azar,
ni por la creación a partir de la nada
ni de Su cuestionada existencia.

Un sistema autosuficiente debe suponer
un cerebro desde donde imaginar
una sola letra de ningún alfabeto,
un solo guarismo de ninguna numeración
un solo umbral donde asome Su ningún único rostro.

III

Sea la muerte el tropo del que no sabemos
absolutamente nada… el ejercicio diario
de versificación pura que embrutece cada sílaba.
Mario Montalbetti

Invocar a los dioses del cielo y de la tierra
a todos los rayos activos de luz
a todas las letras de derecha a izquierda
y de izquierda a derecha.

Fijar la vista en el centro de cada una
y seguirlas en sentido anverso
hasta el infinito salvo en el sueño
o en el presagio.

Desplazar la materia sin asustar al espíritu
ni volverlo inestable.

Invocar a las voces
sin nombrar la esencia de los dioses
y de las palabras.

Recordar que a quien vivió le será reclamada
la armonía infinita.

Arte poética II

La poesía tiene que ser humana. Si no es humana, no es poesía.
Vicente Aleixandre

No a la palabra que busca llegar al infinito.
Cielo y tierra se dan la mano en el verbo diario.
La tierra desnuda antes del primer ojo,
el cielo metafísico antes del primer átomo.
No a la palabra que dice una cosa por otra.
Cuerpo y alma se dan la mano en el sustantivo diario.
El cuerpo recién horneado de cara al firmamento,
el alma recién insuflada por el soplo justo.
No a la palabra que no dice nada.
El pensar y el imaginar se dan la mano en el adjetivo diario.
Imaginar con pies bien plantados en la tierra,
Pensar como quien cobra un cheque en el cielo.

Lección de poesía

Aunque te mantenga en vela toda la noche,
lava las paredes y friega el piso
de tu escritorio antes de componer una sílaba.
Billy Collins

Sigo pensando que es otra cosa la poesía.
José Emilio Pacheco

La poesía sufrió la mayor devastación.
Fue expulsada de nación en nación.
¿Dónde estaba la justicia en esto?

Al examinar lo ocurrido,
La poesía llegó al corazón del asunto:
Podía ser que hubiese sido la víctima
por haberse dedicado a servir sus propios propósitos.

Cierto, tuvo una visión y una perspectiva del Universo,
pero permaneció oculta al humano.
Su perspectiva fue nada más
que una proyección de sí misma
y quedó bastante satisfecha de su conclusión:
no se encontraba a disposición de los humanos,
y no era sensible a sus términos,
estaba oculta y se revelaba sólo cuando lo deseaba.

La poesía era la poesía
y el humano era el humano
y ocurrió que ya casi nunca se encontraban
la una con el otro.
Esto puso al humano en su lugar,
Golpeó en la raíz de su error,
de su concepción de la realidad misma.

¿Pero por qué se dio en el humano esa aversión tan profunda?
El humano dijo que su mismísima presencia
lo había puesto en peligro
y tenía que hacerla perecer para no ser su amenaza.
Luego rehusó voltear a mirarla.

Arte poética III

Poesía no dice nada:
Poesía se está callada,
Escuchando su propia voz.
Martín Adán

La poesía hace que nazca el poema.
Es la madre del poema.
Existe sólo en el poema.

No hay poema sin poesía
ni poesía sin poema.

Sin el poema, está callada.

Estilos

Si yo soy yo porque yo soy yo y tú eres tú porque tú eres tú, yo soy yo
y tú eres tú. Pero si yo soy yo solamente porque tú eres tú,
y tú eres tú porque yo soy yo, ni yo soy yo ni tú eres tú.
Rabí Menajem Mendel de Kotzk

Mi estilo podría llamarse bipolar.

Por no buscar mi propia voz
—temor a no tener qué decir—
he escrito a través de otras voces,
como con mordaza.

Voces de personajes que no saben escribir.

Personajes que escriben con la voz del escritor.
Nunca con la voz del yo.

Es mortal el temor de no tener qué decir desde el yo.

Arte poética IV

La poesía huye, a veces, de los libros, para anidar extramuros,
en la calle, en el silencio, en los sueños.
Joaquín Sabina

Sales como alma que se lleva al Diablo,
soplan los faroles luces en boca de la noche,
desvencijadas maletas se desfondan risueñas
en el viaje que vuelve emborrachado
y entras a mansalva con dientes como dagas.
No te detengas.
Te salvarás si logras penetrar en lo oscuro,
desaparecerá tu rostro en la sangre del prójimo,
sirenas callarán frente al hueso del accidente.
Ponte en la cola.
Recoge tu boleto.

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Raquel Jaduszliwer

Hay una hora en que las cosas encuentran su apego por el aire

se apegan sencillamente a lo menos pesado: sí
porque las mueve un deseo muy amplio, más vasto aún que el de volar.
Eso quiere decir
que será suspendida toda afirmación, toda constancia
y tendrá su vaivén ritual la permanencia. O quién sabe mejor
se tratará de un viaje. Un recorrido
bajo el sol más profundo que reside en la noche y aguarda la mañana
con su espada dispuesta para lo no tan claro y para lo incandescente.

Vi pasar la barca de Caronte por la alcantarilla

tras de ella iba yo buscando el óbolo
una moneda entre las aguas para mi viaje de los muertos

pero la vida, ah, la vida
con la misma precisión de las fatalidades
abajo se refleja un cielo líquido

los días precipitan. En lo alto
una moneda brilla, resplandece.?

Está esa flor urbana secuestrada

la cabeza ladeada sobre el tallo
sueña despierta con un mundo del todo vegetal.
Al respirar, las cosas, tan ajenas, se le tornarían verdes

y ese es todo su sueño, nada quisiera, nada saber
nada quisiera
más que darle la espalda a lo que la circunda
para escuchar tan sólo su propia vibración, sentir que late
debajo de la espina elemental. Así lo piensa
razona como puede en su registro
quien sabe del precámbrico
o de alguna otra era
más antigua, difusa, inconcebible.

UN BESO EN LA MESILLA [Mi poema]
Roberto Juarroz [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Te he dejado hoy un beso en la mesilla
por si acaso es que un día aquí regreses.
Al dormir aun espero que lo beses.
Tengo miedo a perder tal maravilla.

Lleva efluvio impregnado en su argamasa
y una impronta preñada en esa arcilla,
la que hiciste posarse en mi mejilla
y hoy se arruga lo mismo hace una pasa.

Ese beso que sufre en solitario
que decora las aguas de tu río
y era tuyo lo mismo que era mío.

Una enseña de ejemplo insolidario
consecuencia de un triste desvarío
cual ceniza en un campo mies baldío.
©donaciano bueno

#Qué triste es el desamor! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Roberto Juarroz

Detener la palabra…

Detener la palabra
un segundo antes del labio,
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que puede prescindir de todo nido.

El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita otros
para que las cosas sean
su destino de aire.

La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia.

El amor empieza cuando se rompen…

El amor empieza cuando se rompen
los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco
sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o
alta,
se agacha hasta la sangre.

El amor empieza cuando Dios termina
Y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier
parte.

El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un
muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.

Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.

El centro del amor…

El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes

Cada uno tiene su pedazo de tiempo

Cada uno tiene
su pedazo de tiempo
y su pedazo de espacio,
su fragmento de vida
y su fragmento de muerte.

Pero a veces los pedazos se cambian
y alguien vive con la vida de otro
o alguien muere con la muerte de otro.

Casi nadie está hecho
tan sólo con lo propio.
Pero hay muchos que son
nada más que un error:
están hechos con los trozos
totalmente cambiados.

Las distancias no miden lo mismo

Las distancias no miden lo mismo
de noche y de día.
A veces hay que esperar la noche
para que una distancia se acorte.
A veces hay que esperar el día.
Por otra parte
la oscuridad o la luz
teje de tal manera en ciertos casos
el espacio y sus combinaciones
que los valores se invierten:
lo largo se vuelve corto,
lo corto se vuelve largo.
Y además, hay un hecho:
la noche y el día no llenan igualmente el espacio,
ni siquiera totalmente.
Y no miden lo mismo
las distancias llenas
y las distancias vacías.
Como tampoco miden lo mismo
las distancias entre las cosas grandes
y las distancias entre las cosas pequeñas.

Poesía vertical 18

Fisuras interiores,
grietas por donde se filtra gota a gota
el líquido espeso y apremiante
de esa invasión profunda
que llamamos oración.
La oración, que no es algo que se reza
sino una inclasificable sustancia
que no está hecha de un decir,
aunque a veces se abrigue con palabras
o fragmentos de palabras,
como el sueño se viste de fábulas rotas,
con desarticuladas historias que descarrilan al pensamiento
y encarrilan, en cambio, el sagrado estupor
que tapiza el lado oculto de los seres.
La oración y el sueño se parecen:
son dos entidades o elementos
que gotean en los entresijos de una nada
que se asemeja a algo.
¿Qué ocurriría si se abrieran de pronto
esos lentos arcaduces,
esos estrechos canales
por donde se filtra la oración
y quizá también el sueño?
¿Se mezclarían ambos acaso?
¿Un torrente arrastraría al hombre
desde su propio interior?
¿O tal vez sólo la oración continuaría goteando,
implacablemente goteando
con el mismo ritmo y la misma medida
por la imprevista abertura?
Es probable que la oración sea una parte fija,
una porción estable
de la naturaleza de cada hombre,
la aplicación de una discretísima posología,
una cuota inmodificable como el sueño.
La dosis establecida
de una extraño y casi abrumador rescate
que llevamos en el centro
de nuestra propia sustancia.

Levantar el papel donde escribimos

Levantar el papel donde escribimos
y revisar mejor debajo

Levantar cada palabra que encontramos
y examinar mejor debajo

Levantar cada hombre
y observar mejor debajo

Levantar a la muerte
y escudriñar mejor debajo

Y si miramos bien
siempre hallaremos otra huella.
No servirá para poner el pie
ni para aposentar el pensamiento
pero ella nos probará
que alguien más ha pasado por aquí.

Así como no podemos

Así como no podemos
sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.

No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo
las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía
cuando nada lo visita.

El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,
ni tampoco a lo que no es el hombre.

Y sin embargo puede
soportar el peso inexorable
de lo que no existe.

A veces me parece

A veces me parece
que estamos en el centro
de la fiesta
sin embargo
en el centro de la fiesta
no hay nadie.

En el centro de la fiesta
está el vacío.

Pero en el centro del vacío
hay otra fiesta.

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FELICES DÉCIMAS/décimas felices [Mi poema]
Maruja Vieira [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El agua de la corriente
llega mansamente al río
y yo voy, cariño mío,
cayendo por la pendiente.
Que corazón que no siente
así se acerque una boca
se hará dura cual la roca
que a besarse nunca aviene.
El amor es lo que tiene,
no es amor si no provoca.

Que un alegre pajarillo
un buen día en mi ventana
se posó por la mañana
cuando al cielo saca brillo.
Y él, pintado de amarillo,
con la voz entrecortada
y fijando la mirada
me explicó muy compungido
que el amor que había sentido
no pasó de una niñada.

Yo soy pobre, un indigente
de las letras. Mi alegría
es sentarme cada día
y expresarme libremente.
Decir lo que mi alma siente
sin pensar si es alegato
y pasar así un buen rato
entre risas y osadía
con mi humilde fantasía,
la sonrisa en mi retrato.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Maruja Vieira

Más que Nunca

Porque amarte es así, tan dulce y hondo
como esta fiel serenidad del agua
que corre por la acequia, derramando
su amorosa ternura sobre el campo.

Te amo en este sitio de campanas y árboles,
en esta brisa. en estos jazmines y estas dalias.
La vida y su belleza me llegan claramente
cuando pienso en tus ojos, bajo este cielo pálido.

Sobre la hierba limpia y húmeda, mis pisadas
no se oyen, no interrumpen el canto de los pájaros.
Ya la niebla desciende con la luz de la tarde
y en tu ausencia y mi angustia, más que nunca te amo.

(Musicalizado por el Maestro Jaime León)

Memoria de la Escuela

Recuerdo que mi escuela tuvo un balcón de árboles
y un patio, junto al claro viaje de los gorriones.
La vida era una mano que me esperaba afuera
y una cabeza blanca, llena de sueños altos.

Era mi padre. Íbamos juntos. Era el mundo.
No había más en las trémulas soledades del alma
que su paso ya lento, su voz dulce y antigua
y el tiempo azul que araba la tierra de mi infancia.

Salíamos de noche, la pequeñita sombra
de mi cuerpo de niña junto a su sombra grande.
El hablaba un idioma de recuerdos y ausencias
y me enseñaba nombres, banderas y ciudades…

Amaneció Diciembre

Hermano,
esta mañana amaneció diciembre.

Si no me lo dijera el calendario
lo sabría en el aroma de los pinos
que llega desde lejos.
Amaneció diciembre
con lluvia en la colina.

Lleva del campo un árbol
que le diga a la madre
cómo sigo viviendo mis diciembres,
desde el primer diciembre en su regazo.

Luego, en la noche de la Nochebuena
espérame con ella bajo el árbol.

Los Muros y el Recuerdo

Era blanca mi casa, con ardientes geranios
que cifraban la luz en las altas ventanas.

Había enredaderas finas y acariciantes,
lirios que recordaban la frente de mi madre.

Allà crecieron dalias, claveles y azaleas
para la cruel dulzura de mis manos pequeñas.

Allì aprendí la forma del árbol en el viento
y el viaje de las nubes en el agua del cielo.

Los pasos de mi padre resonaron alegres
en el amor lejano de mi primer recuerdo

y poco a poco fueron haciéndose más lentos,
mientras mis ojos iban hallando el universo.

Allá una tarde supe que en el trigo hay angustia
cuando siegan de pronto su dorada cabeza.

Me arrancaron del alma los geranios ardientes
y los lirios y el río de los amaneceres.

Se llevaron mis ojos a un paisaje distinto,
de montañas heladas bajo cielos de acero.

Me quedó un vago asombro de ternura y ausencia
y un camino que busco, más allá de los sueños.

Agresiones

Defenderé tu rostro
y tu nombre
de los años que se amontonan
como piedras rotas.

Defenderé tu voz,
tus palabras,
de estos largos silencios
que pesan
sobre mis labios.

Defenderé tu luz
de esta sombra!

Al final del camino

Sólo pido
tu rostro para el sueño.
Tu nombre dibujado
en los telones del recuerdo.

Me iré con ellos lejos,
a la ciudad tranquila de los lirios,
de las campanas y de las violetas.

El tiempo será largo como un río
y seguirá copiando el mismo cielo
eternamente.

Y eternamente clara, casi viva
tu sombra estará cerca.

Atardecer del sábado

Ha llovido en mis manos,
áspero sol, tu lenta quemadura,
tu fuego repetido.
Ahora son más altas
las montañas azules,
más altas y se alejan en perfiles
de cristal y de humo.
Los rumores del día
se pierden en la tarde.
La noche será larga.
A la orilla del sueño
veré pasar las horas,
silenciosas y cálidas.
Mañana
vendrán a saludarme
los ladridos alegres
de mi perro.
Le diré que se calle,
que es domingo.
No hay que ir al trabajo
ni al colegio.
Despertará la niña
cantando. Nos iremos
los tres. Hoy es domingo
y sale la familia de paseo.
y se me habrá olvidado
por la noche
la tristeza.

Breve poema del encuentro

Me detengo a la orilla de la tarde
y busco las palabras olvidadas.
Los antiguos colores de la tierra,
la huella luminosa de los árboles.

Estás aquí. Sonríes a mi lado
bajo la rama azul que se deshace
en un pequeño cielo caminante.
Otra rama -de oro- está en mi mano.

Hablo contigo como siempre. Cálidas,
amorosas, las sílabas desgranan
un lento surtidor de agua tranquila
sobre el silencio de la piedra blanca.

Campanario de lluvia

Te buscaba en la sombra. Lentamente surgía
tu mirada lejana, leve flor de horizontes.
Era clara, serena….Con amor la sentía
transitar el camino de mis ojos insomnes.

No fue un eco ni un sueño. Fue la brisa en al árbol
que me trajo tu acento con perfume de savia
y creció por mis venas y se fue deslizando
con temblor de caricias al llegar a mis manos.

Nada más….en la torre desgranó la campana
un rosario de tiempo claro, fino y distante.
Como niebla de aroma se quedó entre mis labios
la dulzura imposible de una frase: te amo.

Clave mínima

Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.
Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.

Estaba azul el monte esa mañana
azul. Eras hermoso
y yo te amaba.

El nombre de antes

No es fácil escribir
el nombre de antes.
Es como volver a un traje antiguo,
unas flores, un libro,
un espejo, amarillos por los años.
Con aquel otro nombre
era como tener entre las manos
toda la luz del aire.
Ahora vuelvo
a mi nombre de antes.
Mi nombre de ceniza,
el que anduvo conmigo por el tiempo
y por las soledades.
Ahora estoy frente a mí, frente a mi nombre,
con la fría y terrible sensación de regreso
que conocen los náufragos.
Pero escucho una risa y unos alegres pasos.
Todo no se ha perdido.
Aquí estoy otra vez, frente a la vida,
con el nombre de antes.

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SOÑAR, SOÑAR, SOÑAR… [Mi poema]
Ilia Galán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Pues nadie me avisó que en esta vida
soñar era ante todo lo importante,
andando sin mirar siempre adelante,
haciendo caso omiso a la deriva
cambiándome de acera a cada instante.

¿Mirar, a qué mirar? ¡Lo que hay que ver!
Yo miro y lo que veo me entristece.
No puedo soportar lo que acontece.
Me digo que hay que ver para creer.
La vida así vivir, no se merece.

Mejor imaginar, cual si no vieras
dejando a la verdad a un lado aparte,
fingiendo que es la vida una obra de arte,
ansiar, fantasear, ambicionar,
haciendo del soñar nuestro estandarte.
©donaciano bueno

#La vida en color siempre mejor...? Por supuesto. Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Ilia Galán

(Premio Internacional de Poesía José Zorrilla)

Oxford, Magdalen College, 26 de agosto de 2007

El dolor clavado con oxidadas saetas
por la mano sucia de nuestra sombra más siniestra
echa sangre negra sobre el sillón de piedra.

Los jardines refulgen todavía con prestada belleza
del Dios que por ellos pasó rozándolos.

El Sol del ocaso ilumina mi pluma
y vuela.

Recordar las páginas rotas y
comidas por los hongos
que al pasado huyeron
me pinta en la mente un retrato
que pudo haberse desfigurado
mientras mi vida era perdida
entre las bragas de una mujer nueva.

Pero freno mis caballos sobre las nubes
y me dejo en manos del gran silencio
que resuena en mí con su caricia
señalada por el Eterno.

Galicia, playa en la ría de Villarrube, 24 de agosto de 2010

Señor, ante vos soy mosca
que el viento lleva, pesarosa,
pero nuestro amor
me transmuta en águila de alas inmensas
llevado en tu altísimo vuelo.

Ante vos con temor no me arrodillo
sino entre tus besos,
para besarte las llagas
que en tus pies y en las manos
de tu corazón
mis injurias hicieron.

Ante vos soy príncipe, niño,
tu hijo, y el caballero más valiente
invencible con tu bandera
ondeando al viento,
un mar inmenso por delante
y mil veleros para descubrir nuevos universos,
conquistados ya por nuestros comunes anhelos.

Y tú, mi Rey amado, ante mí te arrodillas
y acaricias mis sucias mejillas
y tus besos a veces me despiertan,
tú, que por mí llevar quieres
las oxidadas cadenas
que en mi mente apenas resuenan
con sus ecos lastimeros.

Tú eres, Amor, mi Señor,
por mí muerto en el tormento
y por ti también yo muero
porque no muero
y tal vez apenas quiero
y no sé saberlo.

Gredos, Candeleda, Garganta de Santa María, Roca del Espíritu Santo

Vine a buscarte, Señor del Amor,
a nuestro secreto santuario
sobre la montaña de los bosques sagrados.

El automóvil no funcionaba y,
ya arreglado, mis pasos se retrasaron
para beber combustible, comer algo,
mientras las fuerzas se escapaban hacia un árbol.

Por fin llegué a donde las máquinas
no alcanzaban
y planté tus cipreses y otros colosos en su germen
para que la tierra saltase de nuevo
hasta tu cielo, claro y abierto.

Solitario subí por la vereda
que siguen las bestias,
leyendo, montañero,
el Cantar de los cantares
y mi último libro: Amor y Tú.

Mareado, las rocas confundían mis ojos,
arroyos y hojas que no habían sido leídas
vestían los suelos de viejos otoños recién nacidos
y explosiones de estrellas
inundaban mis pupilas rotas
con otra noche, apagadas las farolas.

Trepando, llegué al promontorio sobre
los abismos,
al fondo un río bramaba brillando,
fluido de diamantes que los peces
horadaban con su plata afilada de vida sumergida.

Extraje mi cuchillo para devorar
y corté, junto a los alimentos, mi dedo.

Sin señalar ya, me tambaleo,
Señor del Amor, en tu espera.
Una mata de espino que hace años
se clavaba en mi cuerpo
ha sido por fin cortada
con pensada violencia
y en tu trono de roca me he asentado,
esperándote,
caído por mi lluvia de pecados.

Pero sé que vendrás, aunque te hagas desear
pues nunca fallas, Amor, sobre todos los dioses.

Inglaterra, Wells, 26 de agosto de 2008

Poder sacerdotal derramado en sus templos,
derretido en gotas de belleza sobre piedras
que se creyeron eternas.
¿Y el amor que nos guía y quema?
¿Y el vivo genio que arrebata
a la duda las masas y la fe les entrega
en lo más alto y hermoso
de nuestros internos firmamentos?
¿Y el fuego en el corazón que a los débiles conforta?
Hablan las rocas talladas como la Sacra Paloma
del Libro.
Los sordos, miles, pasan.
Cae la tarde, pero habrá estrellas
en el inmenso campo de nuestra noche.

HOMENAJE MUSICAL A UN BEETHOVEN SORDO

¿Por eso creaste la música,
porque decían que no escuchabas?

El mirlo negro ha huido
gritando porque me acerco,
auscultó el rozar de mis brazos abiertos
con las matas floridas en las que se cobijaba
su mancha.

La cárcava rellena las canciones olvidadas
con ecos recientes y leyendas nuevamente forjadas
en la lejanía de las peñas más altas.
La sierra reposa la dureza de su jornada.
Ya no quedan castañas en el gran árbol,
y los rastros de los jabalíes en el suelo casi desaparecieron
como apenas fue desvanecido el invierno
bajo los tiernos brotes de los follajes
que iniciarán la moda en la estación de un mañana.

Sigue desnudo el nogal, como yo,
hundiendo con sus raíces el silencio escondido,
elaborando, oculto en su retiro subterráneo,
el fruto de mi alborada,
envuelto, como habitualmente se nos entrega la alegría,
con sus espinas eternas
(señal de vida es pincharse con el dolor
y devorar luego el producto que éste nos ocultó).

Se acerca a mi boca una mosca,
se aleja, zumba, se acerca,
pero la dejo escapar, sin masticar
su repugnante oscuridad, después de besar
sus patas que cosquillean el sabor ácido de mis labios altivos y trágicos.

Cantan las aves del bosque
sobre lo elevado
desplegando en sus partituras
una belleza de cielos nunca volados.
En la maleza se mueven insectos,
en lo ínfimo se destaca lo más alto;
un anillo de oro con antiguo sello
se desentierra con águila bicéfala
y una paloma en su seno labrada:

hacia las cumbres tropiezan mis ojos
con la más grande infinitud,
hacia la tierra me descubro, tropezando,
la más mínima infinitud
que entre las cosas brota, inmensidad desgarrada y rumiada
de la que se nutre el universo entero que somos:
el límite cobija en su interior a lo ilimitado,
grave descubrimiento ingenuo y cotidiano en el que ahora
me desplomo.

Secretos sones me tumban en la fatiga
sobre la hierba, sobre las hormigas, sobre los firmamentos,
y caigo en el lago del reposo escuchando en mi mente
todas las sinfonías que la naturaleza nos prodiga,
todas las que no pudo escribir Beethoven, todas
las que provocaron sus sorderas,
las que incendiaron sus locuras,
las que nunca pudo tocar con sus dedos de marfil sonoro;
improvisando las neuronas en este bosque de plenitudes
que todavía no han podido destruir los humanos,
los versos inmensamente pronunciados de Schiller
hermanándose con las palabras más groseras
del último de los hombres
que el tedio nos haya entregado:
vamos borrachos de fuego,
este beso al mundo entero,
una sinfonía novena,
y un silencio inacabado.
Candeleda, Sierra de Gredos, 23-31 de marzo de 1996.

PERCEPCIÓN

Blanca cumbre blanca,
montañas escaladoras de cielos
que nos habéis convertido la tierra en piedra
para acceder,
consistentes, hacia lo alto.
Me extasío, naturalmente, pura naturaleza;
sobre el lomo de un vetusto pino recuesto mi alma
y escucho el silencio de los robles pelados
por el invierno
que descienden sobre milenarias laderas
aguardando el canto húmedo pleno de truenos
de una nueva primavera.
Ladra, lejano, el perro de un pastor
a mis pensamientos.
Tintinean un rato
— el paisaje de las cabras es fugaz —
los cencerros.
Traspasa el color del aire
límpido el zumbido atroz de un abejorro negro.

Cae la tarde desplomándose sobre mi ánima,
se derrumban las horas,
luminosas entre las sombras
de las peñas altas;
las nieves, incluso el albo cántico
triunfal de los picos más elevados,
se tiñen de oscuridad,
— las alturas se producen mutuamente las umbrías
con las que se humillan unas a otras —
hermanándose poco a poco a las llanuras más bajas,
amigas endurecidas por tempestades,
inviernos y veranos, que oscurecéis
mis paisajes por vuestras paredes alzadas
con vísceras de hirviente lava, dejadme,
mísero, que me levante y proteste
ante la noche.

Si no hallo estrellas en el dorso de mi conciencia
me agarraré a la luna de las mentes preclaras;
si es nocturnidad cerrada la que me atrapa,
encenderá el fuego una linterna mínima
y torpe, con quien escribiré, letra de hormiga,
sobre las nevadas páginas
mis íntimas hazañas.

Aves del sueño, carboneros,
herrerillos, pinzones, jilgueros, al grito de la oropéndola,
mecidas mis palabras en el zig-zag que las golondrinas
recién llegadas del África me trazan en el cielo,
devolvedme la primera primavera trágica.
Un ratón se ha movido en la hojarasca,
lo percibo,
estirando mis oídos hacia lo inmenso
topo con lo mínimo.
Me alzo.
Candeleda, 23 de marzo de 1996

EXALTACIÓN

Se alza un vuelo sobre las peñas
desplomadas donde la tormenta brama,
bosques que serpentean cabalgando sus siglos
sobre las montañas,
yedras caminantes de los troncos, alcanzando
las ramas más elevadas,
enredaderas sobre mí.
Grita mi águila joven que despierta enojada
al ver que una rata entre las malezas
se le ha escapado a su rutina cazadora.

Se alza un vuelo y mi alma se calma,
susurra el aire, se levanta
un viento que me arrastra,
cumbres lejanas, me acerco; nieve,
no me convertiré en hielo,
mi color es la sangre del hombre niño y viejo,
por eso soy joven, por eso me ensalzan
las grandes esperanzas de atrapar lo pequeño,
de otorgar el beso robado a la noche.
Nevadas todavía no mancilladas, aguardad mis huellas,
a la corona del mundo hoy tampoco llego,
pero volveré mañana, mi mente ya la palpa;
ideal, somos uno como los enamorados,
aunque nunca te halle;
en mis pensamientos te abrazas,
como las plantas trepadoras que florecen
en las ramas del barro más distantes
y qué alto he llegado, dioses, que deambuláis
por mi casa con las costumbres hechas de los mortales;
cuando lo infinito es cotidiano,
todo es cercano, se aman las minucias
agarradas de los océanos remotos y tempestuosos.

Qué lugares he alcanzado, viajes sin olvido,
cotidianos retornos, cuánto me falta,
hermanos gusanos, altivos humanos;
los que hacemos caminos nunca los acabamos,
es la muerte quien viene a culminarlos
para entregarlos, tortuosos o rectos, en las manos
de los otros.

Los altozanos me esperan todavía con indiferencia,
el impulso y el entusiasmo los hemos de poner
nosotros.
Hacia atrás los valles,
las sendas mil veces pisoteadas,
y en las llanuras, penosamente lentas, seguras,
las caravanas de los automóviles
que pugnan por huir de las ciudades negras
mancillan los campos unciéndolos con óleos
sagrados, desperdicios de metal y de plástico.
Atrás sus grandes ideas que dieron mil y
mil vueltas en el caucho de sus ruedas,
dispersando sus sentimientos desgastándolos
en carreteras ajenas, autopistas para los inválidos
del espíritu;
hacia atrás, vuelven luego a las urbes,
lentas hileras de orugas que les impiden conseguir
el último de los horizontes; un humo
envenenado expelen sus pisadas,
como los anélidos venenosos de los pinos, las procesionarias;
pero el sol que huye todavía les toca
con sus miradas, y ellos, férreos motores
envanecidos, rebotan sus destellos hacia distancias
menos transitadas.

La jara y el romero comienzan a cantar
a merced del viento sus palabras perfumadas.
Aquí no llegan aún a ensuciar mis caminos
la tediosa voz del partido de fútbol
y lo que traen, con sus inmundicias,
lenguajes que nada dicen de los domingueros.

Mediocridad que me pegas tu fealdad gris,
tu nada me espanta, tu muerte desaparece
sin sombra entre multitudes inanimadas.

Huyo corriendo, tropezando piedras
que me arrojó el sendero, enredándome la retama,
jadeando el esfuerzo que me hace reventar
el espíritu de las entrañas, monte arriba,
¡cuánto me falta!

Pero cuando descanso el cuerpo, su alma
reposa el ojo en los paisajes conquistados
y responde: pero cuánto tengo…
Mucho poseo sin tener nada, soy Todo.

El caminar basta,
cada acción me entrega su fruto
cuando me busco otra el presente
es un futuro que se muele en pesada
ánima convirtiendo sus restos en pasados
iluminados por los trayectos nuevos,
proyectil, que te abalanzas sin respetos,
¿dónde está tu rumbo?
O todo es destino, o nunca se logra.

Montañas culminadas con el blanco
de los cielos que un día os vomitaron
las nubes y el fuego,
cielo azul, espejo de los espíritus que acecharon
al tiempo para atrapar lo eterno,
serenos pero nunca tranquilos,
aguardadme.

Trochas en las ondas de la serranía,
me elevo, lento.
No sé si un día llegaréis a estar bajo
mis pies, alba helada del invierno, entre mis dedos,
derretida y en cristales, espejos, aire del agua.
Me elevo, eso basta.

Viento, hijo de huracanes ancestrales,
un día tu milagro me alzará
hasta mi alma,
alma del mundo,
Dios de mi espalda,
al frente.
Más allá de la invisible, oscura nada,
todo se escapa, y mi carrera
se alza matando la muerte,
viviendo la vida que nunca
se acaba;
seré tierra,
seré mar evaporada,
seré nube,
lloveré sobre el sol,
porque seré Dios.

Un vuelo se alza.
Candeleda, Gredos, 23-31 de marzo de 1996.

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MI POETA INVITADO: José de María Romero Barea

EUROPA APLAUDE

Signos símbolos sobre
un fondo de púrpuras naranjas las
diversas franjas de color su
énfasis horizontal
contrarrestado por
una figura vertical alada una
señal un ser humano con
habilidades sobrehumanas algo
que flota algo que
es una cosa al mismo
tiempo que su anulación un
sistema de signos una
imagen consciente de que
la realidad no se limita al
reino de lo visible a eso
que con desigual fortuna denominamos
realidad sino al significado
intrínseco de factores autónomos la
línea la forma el
color los agentes expresivos que
adolecen de una base
científica racional en la
instrucción de la imagen luz y
oscuridad división y
unificación expansión y
contracción compresión y
estratificación regularidad
e irregularidad identidad
diferencia un equilibrio
dinámico una figura en
blanco un aroma dulce inexplicable un
equilibrio estático un medio de
conciliar las contradicciones las
fuentes de disonancia un
estado de tensión un equilibrio
inestable apariciones fantasmas
espectros espíritus formas
visibles presencias invisibles
translúcidas señales de
densidad de campo radiaciones
una forma tenue apenas
visible una visión realista ese
oxímoron cuando la perspectiva no
logra crear una
ilusión de distancia sino
de tensión dinámica a
través de las desviaciones la
dinámica de una armonía a base de
capas transparentes una
óptica en lugar de una
ilusoria sensación de
profundidad un término común de
color música una sensación
física real un par de
alas variaciones de contrapunto a
través del uso de la rotación la
reflexión la secuencia de pares e
impares una cocina a
oscuras dos triángulos brillantes dentro
de un matriz amarillo una
imagen especular una
manera de conciliar lo poético
lo arquitectónico el
ritmo la superposición las
divisiones la regularidad de la
repetición de las unidades cuando el
punto no es solo el
punto de luz sino un
vehículo de color que
introduce una dimensión polifónica un
rayo de luz de pie junto al
ángel un conjunto que funciona como
las teselas de un mosaico la
urdimbre la trama de
un tapiz un espacio abstracto una
serie de símbolos un
equilibrio rítmico una referencia una
incisión en la superficie de la realidad un
alivio de ultratumba.

MI PADRE ERA UN BUEN CICLISTA [Mi poema]
Dulce María Loynaz [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mi padre era un ciclista muy avezado,
sabía manejar bien los pedales,
cogía el manillar por cualquier lado,
no usaba buenas formas ni modales.

Si alguna de las ruedas se pinchaba
un parche con su Sami*, el pegamento,
y todo lo arreglaba en un momento.
La rueda como nueva se quedaba.

La bici, un bastidor, sin más sermones,
de tubo, hecha de hierro de primera,
sin timbre ni zapatas, los piñones
hacían que el motor no se rompiera.

Si a veces se salía la cadena
mi padre con gran maña lo arreglaba,
Frecuente es por la noche regresaba
cansado de labrar ya su condena.

Los días del invierno crudo y duro
de tanto pedalear, la pulmonía,
valiéndose que estaba muy oscuro,
fue en busca de mi padre. Y se moría.
©donaciano bueno

#Así era la vida por aquellos años de la post-guerra... Share on X

Mis padres regentaban una carnicería en su pueblo, Zazuar, próximo a Aranda de Duero en Burgos y solía salir a los pueblos limítrofes de Segovia a la compra de corderos en pleno invierno, incluso cuando las adversas condiciones climatológicas no lo aconsejaban. *Sami era la marca del pegamento, similar a la que utilizaban los zapateros.

MI POETA SUGERIDO:   Dulce María Loynaz

Selva

Selva de mi silencio,
apretada de olor, fría de menta.

Selva de mi silencio, en ti se mellan
todas las hachas; se despuntan
todas las flechas;
se quiebran
todos los vientos.

Selva de mi silencio, ceniza de la voz
sin boca, ya sin eco; crispadura de yemas
que acechan el sol,
tras la espera
maraña verde… ¿qué nieblas
se te revuelven en un remolino?
¿Qué ala pasa cerca
que no se vea
succionada en el negro remolino?

(La selva se cierra
sobre el ala que pasa y que rueda.)

Selva de mi silencio,
verde sin primavera,
tú tienes la tristeza
vegetal y el instinto vertical
del árbol. En ti empiezan
todas las noches de la tierra;
en ti concluyen todos los caminos.

Selva apretada de olor, fría de menta.

Selva con tu casita de azúcar
y su lobo vestido de abuela;
trenzadura de hoja y de piedra,
masa hinchada, sembrada, crecida toda
para aplastar aquella,
tan pequeña,
palabra de amor…

Creación

Y primero era el agua:
un agua ronca,
sin respirar de peces, sin orillas
que la apretaran…
Era el agua primero,
sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…
Era el agua…
Todavía
la tierra no asomaba entre las olas,
todavía la tierra
sólo era un fango blando y tembloroso…
No había flor de lunas ni racimos
de islas… En el vientre
del agua joven se gestaban continentes…
¡Amanecer del mundo, despertar
del mundo!
¡Qué apagar de fuegos últimos¡
¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro¡
Era primero el agua.

Amor es

Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan…
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces….
Amar lo amable, no es amor:

Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra…

Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro…

Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen…
¡La esperanza de la estrella!…

Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender…
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar …

¡Amor es resucitar!

Quiéreme entera

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras

Rosas

En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar las rosas
que mañana…
mañana no tendrás.

En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy,
que tienen alas para volar …

En mi jardín abejas
labran fino panal:
¡Dulzura de un minuto…
no te la quiero dar!

Para ti lo infinito o nada;
lo inmortal o esta muda tristeza
que no comprenderás …
La tristeza sin nombre de no tener que dar
a quien lleva en la frente algo de eternidad …

Deja, deja el jardín…
No toques el rosal:
las cosas que se mueren
no se deben tocar.

Agua escondida

Tú eres el agua oscura
que mana por dentro de la roca.
Tú eres el agua oscura y entrañable
que va corriendo bajo la tierra,
ignorada del sol,
de la sed de los que rastrean la tierra,
de los que ruedan por la tierra.

Tú eres agua virgen sin destino y sin nombre
geográfico; tú eres la frescura intocada,
el trémulo secreto de frescura, el júbilo secreto
de esta frescura mía que tú eres, de esta agua
honda que tú has sido siempre,
sin alcanzar a ser más nada que eso;
agua negra, sin nombre…
¡Y apretada, apretada contra mí!

Cheché

(Muchacha que hace flores artificiales)

Dedico estos veros a la señorita
Mercedes Sardañas, heroina anónima
A ella devotamente

Cheché es delgada y ágil. Va entrada en el otoño.
Tiene los ojos mansos y la boca sin besos…
Yo la he reconocido en la paz de una tarde
como el Hada -ya mustia- de mi libro de cuentos.

Cheché es maravillosa y cordial;
vuela sin alas por calles y talleres.
En invierno hace brotar claveles y rosas y azucenas
con un poco de goma y unas varas de lienzo …

Esta Cheché hace flores artificiales.
Ella es la abastecedora de escuelas y conventos…
¡La primavera la hace florecer como a tierra virgen!…
Y la deshoja y la sacude en pétalos …

Ella tiene la altura de los lirios pascuales en sus manos;
y tiene que pasar por sus dedos la mística corona
para la niña de Primera Comunión, enviada desde el cielo …

Cheché no llora nunca.
Ni necesita cantos en su trabajo largo, silencioso, ligero…
Es seria sin ser agria;
es útil sin ser tosca;
es tierna sin blanduras
y es buena sin saberlo …

Yo no sé de árbol fuerte más fuerte que su alma…
Ni de violeta humilde comparable a su gesto.
Ni se de ojos de niño más puros que sus ojos,
ni de música grata aún más que su silencio …

Ella es la Primavera Menor,
la Segadora de prados irreales, de jardines inciertos…
¡Ella es como un rosal vivo!…Como un rosal:
¡Cuando ya hasta las flores su aroma van perdiendo,
yo he encontrado en las flores de Cheché la fragancia de los antiguos mayos,
de los cerrados huertos!…
Más que un clavel me huele a clavel su inocente clavel de trapo…
¡Y más que otras tierras
yo creo que serviría para sembrar una esperanza
la poca tierra humilde y noble de su pecho!…

Criatura de isla

Rodeada de mar por todas partes,
soy isla asida al tallo de los vientos…
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
Puedo volar o hundirme… Puedo, a veces,
morder mi cola en signo de Infinito.
Soy tierra desgajándome… Hay momentos
en que él me ciega y me acobarda,
en que el agua es la muerte donde floto…
Pero abierta a mareas y a ciclones,
hinco en el mar raíz roto.
Crezco del mar y muero de él… Me alzo
¡para volverme en nudos desatados…!
¡Me come un mar batido por las alas
de arcángeles sin cielo, naufragados!

Deseo

Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá… ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!…

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EL PASO DE LOS TIEMPOS [Mi poema]
Javier Heraud [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

El tiempo está cambiando, es evidente,
lo sé porque me acuerdo cuando antaño
yo usaba el orinal, que no había baño,
y a veces el corral, como otra gente,
y el agua era del caño

sagrado que manaba de la fuente
erguida como un gallo que en la plaza,
mostraba presumiendo de su raza
-el pueblo aun no tenía agua corriente-
del líquido a la caza.

De aquellas madrugadas, memorizo
tan blancas, las escarchas descarnadas,
los chuzos repicando en las fachadas,
la nieve, las heladas y el granizo,
las manos resolladas.

Los pies con los molestos sabañones,
de tanto soportar abotargados,
las lágrimas volando en los tejados
sufridos los humildes canalones
tan tristes y apenados.

La lumbre era la vida en esa etapa
tan llena de penuria y de penumbra.
Y el mismo sol, que hoy sale y nos alumbra
asusta al contemplar como derrapa
y a veces nos deslumbra.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Javier Heraud

Yo no me río de la muerte

 Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y árboles

Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reír de la muerte,
pero sí conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.

Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.

Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.
La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario.

Imagen nueva

Para Armando Zubizarreta

A veces me parezco un poco
a la imagen de la muerte
que mi madre descubría
entre sus cuentos.
Con mis ojos hundidos y
mis manos señalando
blancas calles
me suelen confundir
con la muerte devoradora,
y entonces,
para jugar,
penetro en algunas
casas,
aliviando a carpinteros y
artesanos del dolor,
cogiendo tierras
y hundiéndolas
en el mar.
Soy la muerte a ratos,
y a ratos conservo mi belleza
y mis vestimentas
y asusto perros, gatos,
y al final,
como siempre,
a la higuera estéril y solitaria
la quemo con el rayo de mis manos

Dos preguntas

primera pregunta

¿En qué lugar de Lima, la dorada,
vivían los que la coristruyeron?’
(Bertolt Brecht)

segunda pregunta

¿Por qué será  que todavía existen
infelices que nos hablan de una Lima
señorial, antigua, colonial y bella?
¿Por qué quedan todavía desgraciados
que anhelan sin cesar la ciudad de los Reyes,
las tapadas, los balcones, la alameda,
si de eso sólo queda un basural de hambre,
de miseria y de mentira?
Ciudad de los Reyes
de la explotación y el hambre,
tres veces coronada por la sumisión,
ciudad triste, hambrienta, mísera
por todos lados,
salvo pequeños rinconcitos
donde se canta «la flor de la canela»
«viva el Perú y sereno» y se bebe whisky
con hielo y cocacolas.

Palabra de guerrillero

Porque mi patria es hermosa
corno una espada en el aire,
y más grande ahora y aún
más hermosa todavía,
yo hablo y la defiendo
con mi vida.
No me importa lo que digan
los traidores,
hemos cerrado el pasado
con gruesas lágrimas de acero.
El cielo es nuestro,
nuestro el pan de cada día,
hemos sembrado y cosechado
el trigo y la tierra,
y el trigo y la tierra
son nuestros,
y para siempre nos pertenecen
el mar
las montañas y los pájaros.

los visitantes de la noche 

Me has dado de beber
en tus manos el agua
que sale de la fuente,
la fuente para aplacar,
mi sed de caminante,
mi sed que corría por
los campos cubiertos y
tejidos de sol,
la fuente para calmar
mi sed de vida y muerte.
mi sed de tus manos frescas,
la fuente clara,
la fuente que reía con Machado,
la fuente que me adentraba con sus besos
Esta fuente ha llenado de piedras
mi seco corazón,
la fuente y tus manos.
el agua que me ofreciste
a beber aquella tarde de
Pájaros entre el desierto,
la fuente y la piedra,
el amor destruye como la muerte,
el amor llena de agua fresca mi
rostro y mi aliento,
la fuente como un día en tus manos,
la fuente de la tarde y de la noche,
la fuente y mi sed,
tus manos y la fuente de la tarde.

Nadie te molesta, hermano

Nadie te molesta,
hermano.
Hoy duermes en tu cuna
Y en tu leche,
hoy duermes en tu sueño
y en tu noche.
¿Qué espantos, qué
miedos te cogerán
en madrugada y
te sacudirán en
viernes o en sábados
o en sábados convulsos?
No. Aquí estoy yo,
hermano,
velando tu tranquilidad
y tus noches,
mirando tus manos
enlazadas con
la luna,
mirando tu rostro
hundido en tus
sus otoñales.

Invierno. Y aquí
está tu hermano,
tu colcha, tu
sábana, y
tu almohada,
y tu hermano
para evitar que
ángeles perversos
paseen por tus
ojos
para coger tus
sueños y arrullarlos
fieramente.
Hoy, durmiendo,
cuidando tu muerte
por momentos,
evitaré que nuevos
soles nazcan en tu
frente, evitaré
las tinieblas y las
ruinas,
las miserias y,
los males,
(que hoy se vislumbran
en mis ojos)
para hacer de ti,
hermano,
un nuevo hombre
nacido aquí en
la aurora.

poema a un amigo

Jueves, día último de la
infancia
Jueves, viernes días dulces
y amargos para el oído
qué sombra que luces
qué soles
descansaban
en
tu
f rente
qué soles te acercaban
al pasado,
jueves,
doce,
último, día de
los lunes
poesía,
martes de la
semana.
Luis, hermano,
hoy la humanidad
me sabe fuerte
hoy descanso
en mis ojos
y en mi voz.

krishna o los deseos

A. C. B., interminable amigo.

Keshava, ¿con qué objeto mataría
a los míos? No deseo la victoria,
los reinos ni los placeres.
Bhagavad-Gita. I, 31

I
No deseo la victoria.
La victoria es siempre pasajera,
no queda después sino la muerte,
el regocijo, el gozo falso de la vida:
una hierba caída sobre el hombro,
un refugio que aguarda su retorno,
un escondido llanto después de la
batalla y la victoria.
Un vaso palpitante,
un cuerpo en perpetuo movimiento,
un cenicero vacío eternamente
son más efímeros quo la victoria,
efímera y vana, cansada y agotante.
Difícil es remar a remo suelto,
difícil llenar el vaso lleno,
difícil cambiar el tiempo ajeno.
No deseo la victoria ni la muerte,
no deseo la derrota ni la vida,
sólo deseo el árbol y su sombra,
la vida con su muerte.

II
No deseo los reinos.
Un reino es siempre mensurable:
tantos metros y distancias,
tantos bueyes y caballos lo
separan de otros reinos pasajeros.
No deseo ningún reino:
mi único reino es mi corazón cantando,
es mi corazón hablando,
mi único reino es mi corazón llorando,
es mi corazón mojado:
mi reino es mi seco corazón (ya lo dije)
mi corazón es el único reino
indivisible,
el único reino que nunca nos traiciona,
mi reino y mi corazón,
(ya tengo el corazón)
no deseo los reinos si tengo mi
pecho y mi garganta,
no deseo los valles ni los reinos.

III
No deseo los placeres.
No existe el placer sino la duda,
no existe el placer sino la muerte,
no existe el placer sino la vida.
(El mar lavará mi espíritu en las arenas,
lo lava todos los días en el recuerdo,
lo ha lavado con palabras,
el mar no es un placer sino una vida).
El mar es el reino de la soledad y el naufragio.

IV
No deseo sino la vida,
no deseo sino la muerte.

V
Descansar en el valle
que baña el río todas las tardes,
en las arenas que cubre el. mar
todas las noches,
en el viento que sopla en los ojos,
en la vida que alienta ya sin fuego,
en la muerte que respira el aire lleno,
en mi corazón que vive y muere diariamente.

poema

El valle de
Tarma es grande.
Pero más grande
es mi corazón
cuando lo miro,
pero más amplio
es mi pecho cuando
aspiro aire, y aire,
cielo y cóndor,
martes y jueves,
más grande que el
río es el hombre,
más grande que el
valle son los ojos
de tantos caminantes
de costado.

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