A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

HASTA CUANDO, HASTA CUANDO? [Mi poema]
Ana Enriqueta Terán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mi tiempo distribuyo en escribir
y el resto que me queda pienso y leo,
de tanto en tanto voy, doy un paseo,
después, cuando ya debo de dormir
si voy a despertar no me planteo.

Que el tiempo que se tiene que vivir
nunca hay que discutir, no trae a cuenta,
no importa, que el mañana no se inventa,
si tiene que llegar ha de venir
así quiera amenace una tormenta.

¿La muerte? Quita, a mí no me interesa,
que un día ha de llegar pues bienvenida,
en tanto que ella llegue, a quien decida
habré de recibir puesta la mesa
y el plato preparado en la comida.

Si el tiempo que vivimos es prestado,
del préstamo no existe un documento
que pueda descubrir su vencimiento,
mejor será apurar cada bocado
y el trato así mandar a tomar viento.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ana Enriqueta Terán

Infancia

Apenas rosa, apenas tallo leve
de buen vivir, apenas mariposa
por la corriente del samán umbrosa
o por la rosa de tranquila nieve.

Jazmín en la cintura por lo breve
y en los ojos comarca silenciosa
y derramado cuervo en la espaciosa
cabellera que el hálito conmueve.

Luminosa presencia sustituida
por desatados ámbitos vitales,
ausente al verde oscuro sometida,

el frágil pecho de incipiente nieve,
el pie con su pequeña flor lejana
y la sonrisa por el aire leve.

Soneto del deseo más alto

Necesito un anillo delirante
para la oculta sombra de mi mano,
un archivo de mar para el verano
y documentos de agua suplicante.

Para mi mano un riguroso guante
de piel de tiempo y pensamiento vano
y la mesa de juego donde gano
contra la muerte mi color menguante.

Una sortija de algas con países
y lenguas diferentes, con nocturnos
bisontes y cuadernos vegetales;

para mi mano los rebaños grises,
las edades de tactos taciturnos
y el pulso de los secos minerales.

La poetisa cuenta hasta cien y se retira

La poetisa recoge hierba de entretiempo,
pan viejo, ceniza especial de cuchillo;
hierbas para el suceso y las iniciaciones.
Le gusta acaso la herencia que asumen los fuertes,
el grupo estudioso, libre de mano y cerrado de corazón.
Quién, él o ella, juramentados, destinados al futuro.
Hijos de perra clamando tan dulcemente por el verbo,
implorando cómo llegar a la santa a su lenguaje de neblina.
Anoche hubo piedras en la espalda de una nación,
carbón mucho frotado en mejillas de aldea lejana.
Pero después dieron las gracias, juntaron, desmintieron,
retiraron junio y julio para el hambre. Que hubiese hambre.
La niña buena cuenta hasta cien y se retira.
La niña mala cuenta hasta cien y se retira.
La poetisa cuenta hasta cien y se retira.

Hacer la casa

Llegaron; mediciones del paisaje
fue lo primero, luego sucedía
una tierra a otra tierra labrantía
con un techo de pájaros en viaje.

Después la nube en cóncavo viraje
sobre arboledas, picos, lejanías,
ocasos recortados en umbrías
de más allá de un rojo con bagaje

de figuras extremas: forma escasa
de una vicuña vuelta poderío
en espacios de cóndor, ya disuelto

porque cae la noche y suena el río.
Hubo fogata de labiaje suelto
y se pensó en la casa. HACER LA CASA.

Zazárida

Zazárida es una ciudad frecuentada por el llanto.
Ciudad con estatura y manejos de sueño.
Ciudad como águila, un instante, amortajada en lo profundo.
Ciudad con perros agudos meando el aire y trágicas pertenencias:
la historia como sartas de coral sobre el balanceo de los viajes.
Un poco también humildad, párpados de nación muy poco amada.
Y también nuevo deleite para las grandes señoras negras,
especialmente para la vieja dama negra de mi amistad,
que pespuntea colinas con su báculo de regio araguaney,
escenificando viejos tratos, restituciones, lóbregos sucesos.
Zazárida, ciudad de habla mayor difícilmente nuestra
en su oficio de FUTURO.

SONETOS DEL AMOR PERENNE Y DEL AMOR FUGITIVO

I
Aquella “sin razón” que desafiaba
y que negaba fuerza a mi alegría;
naturaleza firme que vivía
en amorosos tintes que ignoraba.

Aquella lumbre que necesitaba
y que en mi propia sangre relucía,
en este día la he sabido mía
cuando mi sangre ya no la esperaba.

Porque para saber lo que he sabido
mi corazón estuvo prisionero
y en amargas pasiones sumergido;

porque para vivir como he vivido
no basta la pasión, no basta el fiero
amor que mi esperanza ha consumido.

«Alta niebla circunda mi cabeza
desde que puse en ti mi pensamiento».

IV
Aquí, donde tu ausencia desafía
los aromados pulsos de tu ausencia.
Aquí, donde doblega tu presencia
el recuerdo que gime noche y día.

Aquí, donde tu ausencia es menos mía,
el amarillo niega tu existencia.
Tierra vencida por tu vana ciencia;
aquí, donde agoniza mi alegría.

Con este fuego hiéreme tu fuego,
aquí de mar y noche siempre alzadas
y de inocentes astros detenido.

Aquí, donde perdiste tu sosiego;
donde tu lumbre niega tus espadas:
aquí, tierno amador de bien perdido.

«Yo que en el cauce de lo ya vivido
puse a gemir mi carne pensativa;
yo que ignoro la causa primitiva
de mi vivir y mi naciente olvido».

ODA VI

La soledad me envía mensajeros de llanto,
los recibo en los mares nocturnos de mi pecho,
en los hombros del agua que crece hasta mis sienes
y en el oscuro limo de la entraña y del beso.

Camino con las olas y con el árbol dado
a la corteza muda que me hiere y enciende,
camino con la tierra y un entreabierto goce
me lastima y conduce más desnuda la frente.

Alguien me dijo algo de bestias taciturnas,
de mares y tinieblas que azotaban mi rostro,
escuchaba su voz y buscaba su cuerpo
por altos corredores sin llegar a su lodo.

Existo. Me detengo para escuchar mi muerte
que viene por mi sangre como un hondo latido
mi muerte tiene en mí, cantos de mansedumbre
y secretas constancias del amor y el olvido.

Existo por mi muerte, para mi muerte y amo
libremente mi vida, libremente mi muerte
con su silencio en alas de ardientes mariposas
escucho, me detengo en sus frágiles sienes.

Y recuerdo la mar, siempre la mar echada
a la orilla de un árbol limpio como la vida;
el sueño con mesetas minerales y espumas
de soledad, la mar a ciegas por la orilla.

Puedo decir: “las rosas” y decir “estas rosas
son de umbrales nocturnos de secretas fogatas
abiertas en los llanos, o son rosas marinas
de sentidos azules, sin rumbos ni distancias”.

Yo escuchaba las rosas porque si desde el sueño
descontanto matices y savias verdaderas,
el olvido me daba con su primer recuerdo,
memorias en la gracia de la sal y la tierra.

Que la ciudad entera viene de lo salobre
lo digo, por mis sienes y por mi voz primera.

«Todo gime y se calza sus sandalias de llanto,
mas yo apoyo mis sienes sobre el pecho del mundo,
para sentirme aún doblemente en el canto
y escuchar el orgánico rumor de lo profundo».
De Presencia terrena (1949)

ELEGÍA A UN SAMÁN

Recuerdo cómo fuiste y dónde fuiste
mezcla de viento y cielo enfurecido
y entresoñado silabario triste.

Tu musical urdimbre de colmena
era a la niña tiempo desceñido
y monedero de la luna llena.

Hubo patio interior y barandales
que traspasaste libre y encendido
con tu amarilla venda de turpiales.

Hubo gente de amor y la hermosura
rescató tu silencio del urgido
memorizar de la simiente oscura.

A más tiempo se acorta la distancia
entre el hoy y un ayer como de olvido
construyendo tu noche y tu fragancia.

Tu fragancia, suavísima redoma
labidental como lo verde ha sido
y vaciados zureos de paloma.

Corteza abajo penetraste el suelo
húmedo, lentamente acontecido
por tu raíz avizorando cielo.

Aún después de ti mismo sigue alerta
tu inmensa sombra de ángel desvestido,
tu verano, tu lámina despierta,

tu enmarañado traje florecido
como el umbral de un aire que presiento
avergonzado, fiel, sobrevivido;

suerte de ausencia, copa en movimiento
cuando del cielo fuiste desprendido
esparciendo tu cálido argumento

de follaje quebrado, malherido
ya para siempre en alto pensamiento.

SONETO CINCUENTA

Definitivamente estoy despierta
en un claro de patria donde abrazo
mis dos casas terribles y rechazo
planchada luz de página desierta.

Digo y lo dicho me asegura el paso
que atraviese la rosa y la convierta
de creatura perenne y entreabierta
en ave fija de enlutado trazo;

digo como una planta que obedece
en sueños y en seguida restablece
bestia tupida, sorda, desligada,

inútilmente libre, enmarañada.
Sobre lo escrito, girasol o nada.
Sin embargo lo escrito permanece.
Poemas de Libro de los oficios (1975).

OBJETOS Y RODAJES DE ORACIÓN

Aquí gobierna la paciencia y cierta
avidez que atestigua la premura
del crecimiento, mínima dulzura
alargada en el tono de la oferta.

La voz rodea muros y desierta
ciudad para llegarse hasta la altura
necesaria y saber cuánto perdura
lo escrito y abisal en foja abierta

que se ofrece, reclama sin desdoro
los pequeños objetos y rodajas
de oración, como ritmo y lejanía.

Sonido y pauta con ribetes de oro
para escribir la música y migajas
de compasión en tiempos de agonía.

«La libertad espera tras un muro
de actos cumplidos donde el mar no llega.
Océano profundo y distraído».
Casa de hablas (1991)

EL GRAN RÍO

Nombrarte no me atrevo, ni siquiera
moldear tu nombre en página mezquina
con destino a lucir. Modo y manera

de avanzar ancho en copia vespertina
de lo que fuera amanecer ardido.
Distintas horas tu lisura atina

a reflejar, ya calmo, ya encendido
buco de atardecer, o ya dichosa
rizadura en la piel de tu latido.

Es amplitud serena lo que acosa
mi pensamiento. Ahora, en la montaña
con ímpetu veraz y faz hermosa,

recrear tu gobierno. Gracia extraña
para una hembra en la vejez y pobre
de toda suerte de artificio o maña

para cambiar el oro en sordo cobre,
en sorda pista de aire y cardenillo.
Oro es lo escrito y en lo escrito sobre

entorno singular, singular brillo
de oropeles, cegados en redondo.
Idioma siga siendo en el orillo

del fino material donde me escondo:
sosegada corpada de tu espejo
como reflejo sin color ni fondo.

Otra mujer de lírico entrecejo
pulió tus barcos, y ánimo historiado
tuvo para cantarte donde cejo

en mi empeño, pues nunca te he nombrado,
menos ahora, cuando se acrecienta
rumor de despedida en mi costado.

Río mayor, mi soledad intenta
unirse a tu caudal, marcha profunda,
abundancia sagrada, sombra lenta

en pos del movimiento, que redunda
en estrechez de abajo; copa abierta
hacia bordes de arriba. Y se confunda

con extensión caída, pulpa incierta
en tono verde-oscuro, asaz, mullida,
asaz, acompasada como cierta

lentitud, que asegura clara herida
para fluir de adentro, de manera
que inicien luces piel acontecida.

Cuerpo amasado en soledad. Primera
dejadez, en tus ámbitos se ampara
y acude, libre, en actitud señera.

Geografía excesiva le depara
entorno recio al ímpetu fragante
de tu extasiado rostro que dejara

copia de nubes, palidez errante
de garza, como fina rayadura
en azogado clima resonante

de vibraciones. ¡Ay! asir la dura
inclinación del verbo, destinado
a moverse en la entraña que asegura

curso perfecto al íntimo deseado.
Lectura igual a la corriente amiga
que al pecho dulcemente deletreado

es todo cuanto aspiro, y no me intriga
humano elogio, si despeje y plana
de buena letra donde llegue y siga

masa de transparencia con desgana
de premura, y recursos auditivos
haciendo hermosa plácida mañana

para ir dejando trechos sensitivos,
antes con otros nombres, hasta alzarse
único nombre en coros posesivos.

No puede andar más lejos y quejarse
ha mi palabra, con extraño miedo
de sucumbir y en nubes alejarse

de preciosa madeja. Más no cedo
y valiente restauro la medida
de la humildad que en fuegos me concedo.

¡En vos quiero seguir a toda vida!

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LA MALASOMBRA [Mi poema]
Roberto Fernández Retamar [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Del día ese infeliz en que nacemos
la muerte anda espiando en cada esquina
siguiendo desde cerca y observando.
Nosotros que invencibles nos creemos
soñamos con llegar hasta la cima
tratando de seguir siempre escalando.

Los días que te añaden esa suerte
de ver la luz del sol cuando amanece
pudiendo al fin decir hasta mañana,
ocultan que al acecho anda la muerte,
la dueña de la luz, lo que acontece,
atenta a destruir tu barbacana.

Verás que nace el sol y está la sombra
que siempre como amiga te acompaña,
mas nunca se pronuncia y te reprende.
Pudiera simular tiende una alfombra
llenando de caricias su guadaña
fallando que hoy la vida se suspende.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Roberto Fernández Retamar

A mi amada

En el Día de los Enamorados, el domingo, he despedido a mi amada.
Subió al ómnibus de la mano de su compañero,
Que en la otra mano llevaba una guitarra remendada.
Se sentaron sonrientes en el primer asiento: ella ocultaba su tristeza con un giro
de sus bellos ojos,
Y él estaba ya proyectando aventuras, cacerías, veladas con música.
Los rodeaban nuevos amigos que aún ignoraban que lo eran:
Iban a empezar a conocerse en un largo viaje,
Cambiando de avión en Madrid, en Roma, hasta llegar a su destino,
Su destino de médicos durante dos años.
Fui a buscar una flor, o al menos una hoja de árbol,
Para dársela como hacía cuando ella regresaba cada domingo a su beca.
Pero el ómnibus empezó a ronronear, y tuve que regresar de prisa.
Mi amada había de4scendido y me esperaba en la calle.
Apenas nos abrazamos. No teníamos tiempo. Quizás tampoco teníamos fuerza.
Regreso a su asiento. Movimos nuestras manos en el aire del mediodía.
Sé que lleva en su maletín dos dólares y unos centavos y una novela alucinada.
Confío en que le duren los tres días del viaje.
Luego empezará su otra vida, su otra novela, de médica en África,
De médica en Zambia, adonde mi hija ha marchado,
En el Día de los Enamorados, de la mano de su gallardo compañero de barba
roja.
–Sé útil. Sé feliz. Este triste está orgulloso de ti–.
Te espero siempre, amada.

El otro (enero 1.959)

Nosotros, los sobrevivientes,
¿a quiénes debemos la sobrevida?
¿quién se murió por mí en la ergástula,
quién recibió la bala mía,
la para mí, en su corazón?
¿sobre qué muerto estoy yo vivo,
sus huesos quedando en los míos,
los ojos que le arrancaron, viendo
por la mirada de mi cara,
y la mano que no es su mano,
que no es ya tampoco la mía,
escribiendo palabras rotas
donde él no está, en la sobrevida?

Hacia el anochecer

Hacia el anochecer, bajábamos
Por las humildes calles, piedras
Casi en amarga piel, que recorríamos
Dejando caer nuestras risas
Hasta el fondo de su pobreza.
Y el brillo inusitado del amigo
Iluminaba las palabras todas,
Y divisábamos un poco más,
Y el aire se hacía más hondo.

La noche, opulenta de astros,
Cómo estaba clara y serena,
Abierta para nuestras preguntas,
Recorrida, maternal, pura.
Entrábamos a la vida
En alegre, en honda comunión;
Y la muerte tenía su sitio
Como el gran lienzo en que trazábamos
Signos y severas líneas.

Epitafio de un invasor

Tu bisabuelo cabalgó por Texas,
Violó mexicanas trigueñas y robó caballos
Hasta que se casó con Mary Stonehill y fundó un hogar
De muebles de roble y God Bless Our Home.
Tu abuelo desembarcó en Santiago de Cuba,
Vio hundirse la Escuadra española, y llevó al hogar
El vaho del ron y una oscura nostalgia de mulatas.
Tu padre, hombre de paz,
Sólo pagó el sueldo de doce muchachos en Guatemala.
Fiel a los tuyos,
Te dispusiste a invadir a Cuba, en el otoño de 1962.

Hoy sirves de abono a las ceibas.

La Habana, octubre, 1962

Una salva de porvenir

A Jacqueline y Claude Julien.
A Fina y Cintio.

No hay pruebas.
Las pruebas son que no hay pruebas.
No estaban, no están, no estarán dadas las condiciones.
Creer porque es absurdo,
Y creemos.
Más absurdo que creer es ser,
Y somos.
Nada garantiza que fuera menos absurdo
No ser ni creer.
Las llamadas pruebas yacen por tierra,
Húmedas reliquias de la nave.
Se derrumbaron las estatuas mientras dormíamos.
Eran de piedra, de mármol, de bronce.
Eran de ceniza.
Y un grito de ánades las hizo huir en bandadas.

No guardar tesoros donde
La humedad, los bichitos los mordisqueen.
No guardar tesoros.
El tesoro es no guardarlos.
El tesoro es creer.
El tesoro es ser.

No existen las hazañas ni los horrores del pasado.
El presente es más veloz que la lectura de estas mismas
palabras.
El poeta saluda las cosas por venir
Con una salva en la noche oscura.
Sólo lo difícil.
Sólo lo oscuro.
Y contra él, en él, el fuego levantando
Su columna viva, dorada, real.

El amor es
Quien ve.

Por primera vez

En países y más países,
Casas, hoteles, embajadas,
Suelos, hamacas, autos, tierra,
Rodeados de agua o sobre el lino.

Olor de desnudez primera.
Vasija de arcilla sonora.
Sorprendente, augusta, profunda.
Camanances, colinas, bosques.

Como leones, como santos.
Lo antiguo, lo simple, l0 súbito.
La plegaria, el descubrimiento.
La conquista, la reconquista.
El relámpago de ojos de humo.

Cada desgarradura sólo
Para encenderse con más fuego,
Con más seguridad de aurora.
Ya él no puede perderla más.
Ya la perdió toda una vida.
Ahora de nuevo y para siempre
Va a amarla por primera vez.

Qué son las islas

Esto tienen de bueno los poetas,
Que han dicho lo que uno quería decir.
¿Dé que otra manera comunicarle lo que sintió
Al ver desde el aire los islotes verdes desparramados por el mar,
y cuando ya en el barco contempló a lo lejos el borde agreste
de la isla,
Sino como ya lo escribió la poeta:
¿Qué son las islas si no estás tú?
Eso es lo que gritó al aire luminoso de la tarde
Y lo que musitó después en la atormentada noche,
Añadiendo un nombre que en la cabina sonaba extraño
Como una flor de otro planeta.
¿Y podrá creer que la playa maravillosa,
Con su cadera de oro mordida por un ávido mar,
y la planicie del centro echada como un manto
No han podido ser gran cosa no estando ella,
Que ha dejado despoblada y silenciosa
Esa ciudad, ojo de la violencia, que ella hechizara
Marcando los lugares de encuentros y despedidas
Con una nostalgia como una cicatriz?

Un hombre y una mujer

¿Quién ha de ser?
Un hombre y una mujer
Tirso de Molina

Si un hombre y una mujer atraviesan calles que nadie ve
sino ellos,
calles populares que van a dar al atardecer, al aire,
con un fondo de paisaje nuevo y antiguo más parecido
a una música que a un paisaje;
si un hombre y una mujer hacen salir árboles a su paso,
y dejan encendidas las paredes,
y hacen volver las caras como atraídas por un toque de
trompeta
o por un desfile multicolor de saltimbanquis;
si cuando un hombre y una mujer atraviesan se detiene
la conversación del barrio,
se refrenan los sillones sobre la acera, caen los llaveros
de las esquinas,
las respiraciones fatigadas se hacen suspiros:
¿es que el amor cruza tan pocas veces que verlo es motivo
de extrañeza, de sobresalto, de asombro, de nostalgia,
como oír hablar un idioma que acaso alguna vez se ha
sabido
y del que apenas quedan en las bocas
murmullos y ruinas de murmullos?

Mi hija mayor va a Buenos Aires

A Silvia Werthein y Juan Carlos Volnovich, príncipes.
Y a Teresa.

1
Mi hija mayor va a Buenos Aires
Casi con la misma edad que yo tenía
Cuando en 1961 estuve por primera vez allí,
Y en el vestíbulo del hotel, recién llegado ya sus ojos muy
joven,
Fryda Schultz tan fina, tan dibujada,
Me dijo que mantenía correspondencia con mi padre,
De quien había recibido un libro de poemas,
Y me vi obligado a responderle que cuando yo era niño
Mi padre había publicado un libro, pero a pesar de su
bella dedicatoria
A Obdulia, mi madre, que con tanta abnegación lo ayudaba
a sostener el peñón de Sísifo
(¿Tendré que añadir que entonces Albert Camus era casi
un adolescente?),
Y a sus hijos, es decir a nosotros, que con el tiempo
íbamos a considerarnos los Karamazov,
A pesar, digo, de esa dedicatoria, era un libro de
contabilidad,
Y también a pesar de que él era más digno de mantener
relaciones con ella que yo,
Era conmigo que ella se carteaba,
Y era mío el libro que ella había recibido.

Poco después conocí a mis hermanos destinados,
Como Juancito Gelman, que me regaló sus breves y ya
estremecedores libros primeros,
Y en El juego en que andamos me puso esta dedicatoria:
A Roberto/revolución de por medio/ tu hermanisimo/ Juan
/Baires, diciembre 61,
Y empezamos a intercambiarnos poemas/ cartas del uno
para el otro,
Y su poesía/su dolor/sus preguntas crecieron tanto que su
luz/su sombra se extienden sobre todo el Continente;
Como Paquito Urondo, que al igual que Juancito y tantos
otros poetas entrañables
Había nacido en 1930, el mismo año que yo,
Y ya había publicado un libro con el título de otro que yo
iba a publicar,
Aunque el suyo, por supuesto, me gusta más,
Y un día, quizá en su último poema,
Conversó conmigo por aquellos versos sobre los hombres
de transición,
Seguramente sin saber que tales versos a su vez
Eran resultado y parte de una conversación inconclusa que
tuve con el Che,
Y otro día iba a morir combatiendo
Y yo le escribiría un llanto que quise terminar con
esperanza,
Pero sé, porque él me lo escribió desde Caracas,
Que entristeció al sempiterno joven León Rozichtner;
A Rodolfo Walsh ya lo había conocido en La Habana,
cuando con Masetti, Gabo y otros tercos locos llevaban
adelante Prensa Latina:
Rodolfo me presentó en la entrada de una pequeña librería
habanera a Waldo Frank,
Cuyo amoroso libro sobre Cuba iba a contribuir tanto a
alterar el destino de mi Julio Cortázar,
Que en los últimos veinte años de su vida formó parte
completamente de la nuestra
En las alegrías y en los dolores, en los aciertos y en los
desaciertos, en lo que aprendíamos y en lo que
desaprendíamos.
A César Fernández Moreno, a Haroldo Conti, a Mimi Langer,
Para sólo nombrar aquí a algunos hermanos idos,
Los iba a conocer en Cuba, y volví a verlos en Francia, en
México, en muchas partes:
César murió, como de un rayo, del corazón, que debe ser
la muerte de los elegidos de los dioses;
Julio y Mimi fueron carcomidos por atroces y minuciosas
enfermedades
De las que me escribían con sereno valor, como si
estuvieran hablándome de cosas impersonales;
A Rodolfo y a Haroldo me los desaparecieron, me los
asesinaron,
Y nadie sabe dónde quedaron sus huesecitos, su polvo.

5
Mi hija mayor va a Buenos Aires
Casi con la misma edad que yo tenía
Cuando Miguel Ángel Asturias, a quien yo había recibido
en el aeropuerto de La Habana una madrugada de 1959,
Me ofreció una cena en su apartamento bonaerense,
Una cena de la que recuerdo a muchas personas,
Y sobre todo a Estela Canto, quien se paró de cabeza para
hablarme
Y luego me dejó, con dedicatoria en que mencionó al sol
de Cuba, su novela En la noche y el barro,
Y muchos años después me conmovería con su libro Borges
a contraluz, comentado por el joven Andrés Zavala.

Otro poema conjetural

(J.L.B., 1899-1999)

Así como descreí (al menos eso he repetido) de la fama,
Descreí también de la inmortalidad,
Y es claro que hoy finado no puedo ser quien traza o dicta
estas líneas falsamente póstumas,
Pero no es menos claro que ellas no existirían sin las que
yo produje de veras,
Si es que yo y de veras tienen sentido en el extrañísimo
universo
(Algún curioso habrá reparado en que ese superlativo no
podría ser mío,
Pero eso no da autenticidad a las restantes palabras).
Afirmé que la duración del alma arbitraria está asegurada
en vidas ajenas,
Y nada puedo hacer para impedir quedar en el autor que
me atribuye este texto,
Y en muchos otros autores inconciliables.
Acaso en mí también fueron inconciliables los rostros, los
estilos que asumí,
Y sin embargo hace tiempo los vanos diccionarios, las
vanas historias de la literatura
Los han reunido bajo tres palabras, entre dos fechas,
De las cuales soy el abrumado, el imaginario prisionero,
no la realidad.
Qué mal he sido leído con demasiada frecuencia.
Cómo no repararon en que laberintos, bibliotecas, tigres,
espadas, saberes occidentales y orientales
Eran transparentes metáforas del pobre corazón de aquel
muchacho
Que simplemente quería ser feliz con una muchacha
Como sus amigos corrientes en Buenos Aires o en Ginebra.
Al evocar mis antepasados, los presenté en mármol o
bronce, y fingí ignorar
Que ellos mezclaron con sus batallas lágrimas, ayes y amores.
La tristeza, la soledad, la desolación contribuyeron a que
existieran mis páginas perfectas,
Pero yo habría cambiado tantas de esas páginas
Por haber besado labios que nunca besé.
Dije abominar de los espejos, y no se entendió que lo que
quería era verme reflejado
En ojos oscuros y claros bajo la gran luna de oro
O en la penumbra de la alcoba.
Me han atribuido la indeseable paternidad
De vocingleras sectas literarias y cenáculos de eruditos,
Cuando yo quería ser padre de hijas e hijos de carne y hueso.

Nadie extrañe dónde decidí quedar enterrado
Si antes no me entendió ni me ayudó a salir de mi celebrada cárcel.
Lamenté no haber tenido el valor de mis mayores,
Pero ahora que nadie puede censurármelo como jactancia
Proclamo que no fui menos valiente al afrontar una adversidad atroz.
Hubiera preferido muchas veces la bala en el pecho o el
íntimo cuchillo en la garganta
Antes que el espanto que contemplé en mí
Mientras pude contemplar.

No se olvide que no soy quien escribe estos versos.
No los escribe nadie.

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EL MIEDO, ESE ARMA LETAL [Mi poema]
Hesnor Rivera [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

En sueños yo he subido hasta el desván,
lugar donde guardaba en la memoria
pedazos que hice añicos de mi historia
con miedo a los demás, al qué dirán.

Hurgando entre tan rancios cachivaches,
perdidos entre el polvo y telarañas,
volvíme a tropezar con artimañas
expertas de humillar con sus escraches.

Algunos hoy de nuevo al verme allí
trataron de engañar y amilanarme,
ignoran de que el tiempo hizo curarme
de aquella la inocencia que perdí.

Que al tiempo poco a poco que crecí
me supe sustraer a sus engaños,
y hoy subo del desván ya los peldaños
valiente, y sin temer lo que haya allí.
©donaciano bueno

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De pequeño, uno de mis mayores suplicios era cuando mis padres me decían que subiera al desván a por uvas. Había la costumbre de, después de las vendimias, dejarlas allí esparcidas para que se conservaran en el tiempo.  Sobre todo si era de noche.

MI POETA SUGERIDO:  Hesnor Rivera

Para ser más humanos

La poesía siempre
es otra cosa.

Es la ventana –por lo menos
lo fue hasta hace poco–
que se derrama desde el frente
de mi casa hasta el lago.
Y enseguida deja de ser
las diez mil torres petroleras
y el brillo de los peces
que dan saltos mortales
cuando el viento casi inmóvil
sale de la alcoba donde el sol
duerme aún junto al alba.

La poesía sigue de largo
porque ya la poesía es otra cosa.

Por eso la belleza
–la del porvenir sobre todo–
será huella pasada. Será
eternamente pretérito
que se renueva libremente
sin pausas de este lado o del otro
de la superficie del tiempo
perdido entre las altas briznas
azules de sus propias lluvias.

La poesía baja ahora
de los árboles de oro
que alimentan las ruinas
y las humaredas muy vivas
del gran reino de antaño.
Pasa ahora por encima
de la transparencia del cielo
y se vuelve para alborotar
de nuevo con sus manos de duende
la cabellera de acertijos
de los milagros y la magia.

Vuela y entra de inmediato
por la misma ventana
que cae de espaldas.
La poesía deja de ser la casa
para ser la casa por eso.
Y desaparece y cobra
sin moverse la velocidad
perfumada del fuego
que destruye sus propias formas.
Y se bebe y sopla las palabras
previas al comienzo
de los resplandores inútiles.
La poesía siempre
es otra cosa.

Y es ordenada a cada paso
sin ton ni son por el azar
más íntimo y por tanto certero
–o por las circunstancias comunes
para que las imágenes
sean a todas horas libres–
sean en cualquier parte
la oscuridad y la duda
que nos apasionan hasta el vértigo
y nos hacen por pálpitos o a ciegas
cada vez más humanos.

La casa de Machiques

La soledad que nace ahora
–y por eso da vueltas
de animal pequeño
alrededor de mi sombra–
sabrá discernir
todas las cosas
relativas al tiempo
incluidos los cambios
de su piel y sus máscaras.

Desde ese alucinante dominio
puedo ver y palpar
y hasta oler los aromas
del cielo siempre rojo
pero bastante bajo
que remueve sin descanso
la atmósfera de la casa
de Dulvie –la adivina
más joven de las que fabrican
las flores y la miel del árbol
donde el sol come en la noche.

¿Es alguna montaña? preguntan
los suspicaces profesores
de las secas teorías
sobre el fin de este mundo
que ha logrado mantener intacto
el misterio de su bello desorden.

Ahora mismo Dulvie levanta
un puñado de agua
tomado de la cabellera
de un arroyo muy viejo
–perdió la transparencia
de tanto que lo han visto a fondo.
De ese modo la joven
adivina traza el curso
de los laberintos orgánicos.
De los cataclismos domésticos
y el amor y las puertas
y las paredes y el patio
desde donde la ciudad
echó a volar los pájaros.
Los caimanes de plumaje dorado.
Las piedras de mineral en llamas
aptas para construir volcanes.

Echó a volar los sonidos
de la madera con que se arman
navíos para que nazcan islas
alrededor de todos los océanos.

La casa de Dulvie
en Machiques tiene
naturalmente ventanas.
Allí las soledades nuevas
reclaman sus melenas solares
y entran al cuarto de los sueños
donde no hay más soledades.

la nave de los elegidos

de los arponeados en la nuca

de quienes creímos la fábula
de ser felices sin saberlo

ya embarcan los marinos burilados

los crédulos
los huérfanos de esquistos

los que no logramos defender
la fogata de la tribu

vamos los gesteros

contagiados del mal

diezmados por la cortadura

con arena puzolana
en los ojos

eufóricos

agradecidos del estigma

corderos flotando
en las sobras de su estiércol

rebaño crucificado
en un bote de cadillos

arrasados
bajo este guarapo azul
salado y asesino

sombracura

i

toda patria me hace sentir
tan miserable

golpean mi rostro
sus banderas obstinadas
sus cerros chamuscados
ya sin pastos

las alforjas que no tengo

y esta calina

ii

duélete en tu corazón
lo que has ganado

jamás la oveja salvará al pastor
de su fajina

iii

garabatear la presencia

o la ausencia

es un intento
de regresar al paraíso
en una frágil canoa

a sabiendas

de que tal cosa es imposible

confórmate con vivir
desde la palabra
no en la palabra

lo que no está escrito
aún espera.

LABERINTO DE APARIENCIAS

Perdimos hace tiempo el rumbo.
Perdimos —alma extraña— el rastro
de sus ocultamientos más esplendorosos
que el alba donde beben los árboles.
No le escucho al porvenir el fuego
con que tejía tu mirada la noche
de la desaparición en camino.

¿Qué es lo que realmente
perdimos? Algo de improviso
se cae de las paredes
en cuyas aguas volaban
los delfines colorados del sueño.
Las palmeras con colmillos de lámpara.
Las canoas con vaivén de doncellas.

Las paredes mismas se han caído
contra el bosque y el bosque se recuesta
como un caballo inválido
contra el cerco de sus alas finales.
Es evidente que han cambiado
de sitio los huesos vegetales
donde se afincaban mis sentidos
para sobrepasar de un salto
la zona arrebatada del tiempo.

Perdimos para siempre la noche.
La desolada noche de los ámbitos
bañados por el agua celestial
del asombro —los espacios
barridos por el polvo del ímpetu
que hace crecer las flores
y el plumaje de las piedras del riesgo.

Perdimos hace tiempo el rumbo y no importa
nada ahora que la música
vuelva a pasar con su bastón y su porte
de guía inagotable
hacia las calles más bellas.
Hacia los malecones con barcas
donde aprenden los héroes
la fatiga de la lucha
frente a la alucinación del retorno.

No importa nada porque advierto
que las casas —las tabernas.
Esa loca ventana que da vueltas
como la taraba de los desarraigos
deshechos el marco ardiente
de los paraísos emplumados de helechos.
Y el mar que carga a cuestas
su corazón de náufrago —que arrastra
por los suelos su túnica bordada.
y desbordada por las viudas
pendientes del final de los viajes.
Y hasta las tormentas que todavía
acechan su oportunidad ocultas
en la calma de unas antiguas sombras
no son más que recuerdos. Textos
de un calor transparente. Huellas
que se quedaron sin la arena aparente
donde echar a descansar tanto brillo.

¿Qué es lo que realmente
perdimos. Dónde sigues alma
extraña gobernando el misterio
de no estar y de estar en todas partes?

Si me atreviera a desafiar
el vacío cruzado por la órbita
de las furias con cara
de animal de convento.
Si me atreviera a descubrir la ruta
de la realidad donde lloran
como gatos en celo los jardines.

Donde los hospitales cantan
verdaderos prodigios por las bocas
de la herida del hambre.
Donde no se parte
ni se regresa nunca
como si ya se estuviera en el pasaje
inmóvil para el gran desfile
del laberinto de las apariencias
que embellecen la muerte.
Si me atreviera volvería
con seguridad a preguntar por tus señas.
Por el río de las cuatro puertas.
Por la puerta del cerro donde empiezan
los arcos. La ciudad
—el mundo con sus cielos sangrantes.
Los cielos con la alcoba en el centro
donde estás tendida satisfaciendo
por turnos mis necesidades
amorosas. Las de antaño.
Las de ahora —las que no se formulan.
Las de las aventuras y desventuras
siempre como es debido a destiempo.

INVENCIONES

A Celalba.

Era el tiempo de las invenciones
vehementes. Habíamos
descubierto que las palabras
en su vaivén de la imaginación
a la memoria solamente servían
para ganar perdiendo
—para perder ganando.

Y hablábamos de comarcas
que se adornaban con el lustre
de los animales de feria. De ese
modo logramos deducir
la composición por piezas
de la eternidad concebida
para justificar los giros
de la ciudad en torno de la puerta
cotidiana de la taberna más bella.

Enloquecíamos para llenar
de significación el hastío
de las multitudes sin rumbo.
¿Qué es el hambre? Un caballo
de peltre que se astilla cuando
galopa bajo el sol de la tarde.

¿Qué es la noche? La pradera
llameante donde se multiplican
las palmeras amadas por los elefantes
enanos. ¿Y la copa? Nada más
que el punto donde el amor
recobra su soledad primitiva.

De ese modo logramos adivinar
el peso exacto de la realidad
donde las astromelias existen.
Donde las mujeres que jamás
existieron visten su desnudez
con la rama de la existencia infinita.

De ese modo moríamos
para vivir a fondo sobre
la superficie del hallazgo de estar
perdiendo sin solemnidades el tiempo.

¿Qué es el puerto? La alcoba
con espejos donde se exhibe el pubis
de la adolescente atisbada desde
la ventana a oscuras
de una inocencia sin manchas.
La montaña es el buque
que camina sobre los propios lomos
de sus pesadillas donde
no dejan de brillar las estrellas.

Era el tiempo de viajar sin siquiera
remover la piedra de las ilusiones
para entonces perdidas ganándole
a las palabras la apuesta
sobre el enigma sin sentido
de su plenitud insaciable.

Recogimos en la selva las flores
más asemejables al veneno
de las serpientes que se confeccionaban
con los ruidos de las hojas sus alas.

Y era entonces hermoso
conversar —gritarles cara
a cara a los esbirros que embrollan
la serenidad de los infiernos nocturnos
que la libertad es la fiera
roja con que el corazón del suicida
enaltece el delirio
de las ciudades insomnes.

Era el tiempo de las invenciones
vehementes. ¿Qué es el viento?
Un amanecer que pasa sólo
para que los árboles suenen —sólo
para que la eternidad no moleste
con las apariciones y desapariciones
de una realidad ilusoria.

NOMBRE DE LAS VISIONES

Antes de conocerte pude
dar con tu nombre —con tus señas
atmosféricas de divinidad
de montaña. Supe de antemano
que los dioses del azar estaban
detrás de tus sentidos confundiéndote.

Por eso cuando subiste la escalera
para alcanzar a oír mis versos
sobre las noches del sur supiste
que el hallazgo del nombre era
el comienzo de una larga
adivinanza maligna en torno
del amor y la muerte. Sobre fechas
e itinerarios de un viaje donde
la ternura resultaba ser un signo
de debilidades y culpas.

Más tarde en cualquier parte siempre
encontrabas un libro con historias
de genealogías dudosas. Con cifras
referentes a nuestros antepasados comunes.

Por eso huímos. Esa estrella
mortificante nos hizo caminar
demasiado bajo el cielo de los altiplanos
cruzando por los patios de bodegas
siniestras. Por las salas de hospitales
sin rumbo. Corriendo por los callejones
de los baños públicos —de las rifas
clandestinas que empiezan sólo
con el primer canto del gallo. Por mercados
donde se vendían animales
inútiles como la escolopendra
a rayas semejantes
a las de los trajes de baño antiguos
Como la serpiente que sabía
cantar remedando el acento
de las cotorras. De los gatos en celo.
De las tías solteras cuando
cuentan sus aventuras perdidas.

Huímos. Pero tus sentidos
se sabían de memoria el orden
de las confusiones heredadas.
Los pasos de las ceremonias
que consagran el caos como
cumbre de las desapariciones místicas.

Por eso comprendo todavía
no sin inquietud tus desmanes
amados: te bañabas desnuda
lo mismo en el océano a la hora
de siesta que a la medianoche
en la arena de la red de trillas
de los contrabandistas invictos.

Te acostabas a mirar las bahías
para que se incendiaran los barcos.

Huímos como perseguidos
por la estrella de tus visiones
de sombra. Pasando por entre gentes
que bailaban una música infame.
Por pensiones donde se refugiaban
ancianos desde la infancia huérfanos.
Por establos para caballos
sin dueño. Por las avenidas
de los iluminados que inventan
talismanes de hierba para conjurar
la furia descomunal de los santos
—la oscura sedosidad de los diablos.

Perseguidos finalmente
olvidados nuestros nombres. Nuestra
fuerza para evocar el destino
en los hechos que nos puedan
ocurrir hace tiempo en el mundo.

CONFESIONES TARDÍAS

Para Adriano González León

He vuelto a la ciudad donde antaño
la locura tocaba una campana
en las puertas de las casas amadas.

Había poco espacio entonces
para andar —como era necesario— sin rumbo.
Por eso sin parar volábamos
desde un parque recién nacido a otro parque.
Desde el cielo recién volado hacia el bosque.
Desde el bosque recién perdido hacia el mundo.

Por esos días fue cuando los bares
abrieron para siempre la cámara
de las confesiones tardías —los bares
contraían febrilmente el contagio
del ruido de nuestro desvelo insaciable.
Los bares asumieron la imagen
del navío de fuego o la ventana
con la rama de trinitaria en el mástil.

Allí cantaba el gallo de la pasión inconstante.
Allí venían a morir las centellas.
Las tormentas vegetales del alba.
La noche —toda la noche con su caja
de voces atribuibles a mujeres
que nos abandonaban a diario
a pesar de que nunca llegaron.

Cuando levantaron las torres
con sótanos y laberintos previstos
para la demencia de algún joven suicida
nos pudimos percatar del tormento
de la memoria y de sus enfermedades
que dañan a la palabra y su sombra.

Era el tiempo de las hambres cuidadas
y engordadas como el árbol
del fruto de los infiernos perdidos.
Era el tiempo de las desobediencias
congénitas —de la intemperancia heredada
como la piedra de apariencias sanguíneas
que protege en su ebriedad a los náufragos.

Bebíamos con ferocidad guitarras
revestidas con la sonoridad de las viudas.
Bebíamos la letra de las desventuras
escrita por los lobos eternos.
Bebíamos raíces de animales
desaparecidos para siempre.

Ahora cuando vuelvo a la ciudad
donde tanto atisbamos a las inmigrantes
con cara de novias hace mucho olvidadas
pienso una vez más en la casa
que jamás tuvimos —en la muerte
que los demonios del azar no nos dieron.

Todos los viajes se habían
a su tiempo en realidad cumplido.
No existían si se quiere razones
de algún modo válidas para acogerse
al regreso. Pero a veces es bueno
verle la espalda donde cicatriza
el delirio al corazón que nos nació bebiendo
en la campana llena de relámpagos
—los que nos alumbraron en la soledad las rutas
por donde el porvenir moriría
y los olvidos por donde empieza el pasado.

LAS RUEDAS DEL LABERINTO

A José Antonio Castro

Ese barco no ha debido partir
dejándome abandonado entre las ruedas
de este laberinto de las disculpas
por mis empedernidos retardos.

No ha debido marcharse sin ensayar
un juego de signos y señales
convincentes —una palmera
que se abre como fuego fatuo de feria.
Una pisada de fábula semejante
a la de un tigre en la playa. Una
bandera que cante con la voz
en falsete de las heroínas
—todo eso con que se anuncia el final
del gran viaje a cuyas
consecuencias sin querer me resigno.

Ese barco no ha debido partir
sobre todo ahora cuando estaban
arregladas todas mis cuentas
con los empresarios de la nocturnidad
ofensiva. Con los traficantes que devoran
hasta las sobras del aire. Con los dueños
del infierno de perros que se roban
hasta el giro de la sombra
de sus propias alas. No ha debido
no esperar que mi debilidad
por la confusión de las cosas
extremas me retuviera aún
en los pasillos de aquella lavandería
parecida a una fábrica de ángeles
con sabor a hierbas. O en la sala
mortuoria con olor a desperdicios
de flores a donde volverían
para despedirme los deudos
habituados hace mucho a la muerte.

(¿Debo recordarlos?… Traían
en un cesto de helechos papeles
de colores para hablar del pasado.
Con las patas de los ojos andaban
pregonando historias sobre animales
marítimos. Leyendas sobre propiedades
perdidas en la noche de los grandes
relámpagos. De facultades ahogadas
bajo el peso de una larga inocencia).

Ese barco no ha debido partir
y sería necesario ahora
que volviera sobre sus pasos.
Que regresara al punto de partida
donde aguardan los que sólo
creen en la soledad terminante.

He llegado alguna vez a tiempo
pero nada más que en la pesadilla donde
se dobla y se desdobla la carrera
por las mismas calles con mujeres
de luto. Por los malecones
donde pareciera que el calor
se bebe gota a gota la esperanza
de vivir apenas lo debido.
Por entre mástiles y poleas
de cielo que destruyen los indicios
hasta de sus propias apariencias de pájaros.

Corro por las encrucijadas donde
confluyen las culpas. Llego tarde
a pesar de mi meticulosa conciencia
sobre la intemporalidad de las causas.

Ese barco no ha debido partir
sobre todo batiendo tanta música.
Tanto resplandor de ceremonias
públicas como para que se comprendiera
que estaba abandonando a la suerte
de su desolación terrena
apenas o nada más que un náufrago.

LA PUERTA DE LOS POEMAS

El poema que estaba colgado
de tu puerta como en lo alto
de una pared muy lejana decía:

“Te hubiera amado si los viajes
que emprendiste fueran todavía menos
inútiles frente a los tiempos que pasan.
Te hubiera amado si fueras
tan inútil como parecías al comienzo. Fin”.

Releo de memoria la historia
de los que como yo desaparecen.
Trato de recordar los viajes —esa forma
de andar solo en todas partes.
Los vicios y las virtudes contraídos frente
a la enormidad de los paisajes más puros.

Yo te inventé bajo la poca sombra
de una palmera en mis sueños.
Y ha sido más bien triste detenerse
frente a las circunstancias que te atañen.

Cuando hice que crecieran
a mi alrededor las penínsulas
maquinales de los desolados
había regresado a los sitios
casi crueles de la partida inminente.

Pero ¿dónde entonces te habías
entretenido comiendo flores
imaginarias —formas de pájaros
itinerantes parecidos
a mi desaparición necesaria?
Busco la respuesta entre ruinas
domésticas. Pierdo el tiempo
revolviendo el rastrojo delirante
de un pasado todavía pendiente.

Por eso en este instante en que me parece
que ya no tengo fuerzas
ni siquiera para atestiguar mi existencia
toco sin embargo y una vez más la puerta
detrás de cuyas hojas deben estar
los poemas junto a ti esperándome.

COMIENZO DE LA INEXISTENCIA

Ya has regresado a tu origen.
Al comienzo donde nunca estuve
pero que a través de tu cuerpo
y tus palabras comprobé que era frío
y ardiente —común y sin embargo
extraño. Blanco y negro y celeste
aunque terreno y sobre todo siempre
desconocido y como necesitando
que se lo invente sin descanso a diario
para que no comience nuestra muerte.

Amo estas contradicciones como
te hubiera amado si en realidad
existieras. Amo pregonar
tu existencia porque de lo contrario
el mundo se reduciría al hecho
de ver pasar el viento. De andar entre
amigos marchitos y fantasmas
largos como la sombra singular
que cabe en la botella del viaje.

Ya has debido regresar a tu aldea
de cerros con campanas. De catedrales
paridas. De dioses que se bañan
desnudos en la transferencia
de los arroyos y en el silencio
de la soledad donde florece el eco.

Amo estas cosas más reales
que el día derramado afuera
como una arena líquida. Como un fuego
en el agua que remeda la serenidad
de tus labios opuestos. La tormenta
que ilumina tus ojos y las piernas
de tus corazones extremos.

Amo la necesidad de que tu regreso
al comienzo sea la explicación
verdadera de esos barcos que vuelan.
De ese árbol que me sigue
como un perro en la noche.
De esa estrella que se posa sobre
el hombre de mi final más próximo.

ITINERARIO

En los aeropuertos el viento
se ha quedado más tranquilo
que mi espíritu. Sube desde el mar
el fuego con que deben comenzar
las catástrofes. Y te sigo esperando
desde antes de que se inventaran
los viajes. Desde antes
de que yo tuviera la más mínima
noción del tiempo. Desde antes
de que me golpeara con sus manos
solares el convencimiento
de que ahora envejezco sin tregua
hacia un porvenir más bien trágico.

Una anciana desciende cantando
la escalera hasta el vuelo
que la llevará a Madrid —a los bellos
océanos cuyo recuerdo me hastía.
Dos enamorados dejan
que la soledad los encubra en medio
de esta luz de pasadizos marchitos
En medio de este ruido de animales
que zarpan. En medio de mi certeza
de que tú has perdido hasta el deseo
de embarcarte ni siquiera en el aire
de tormenta que recorre estos días.
De que has perdido los boletos.
La contraseña —el pase
de salir hacia la eternidad
en cuya majestad aún confío.

Y te espero. Te espero siempre
con evidentes ganas de convertirme
en la piedra donde se detengan
todos los retornos del mundo.
En el estanque donde se ahogue
la ilusión de que llegues. La esperanza
de que ya has llegado y el manto
del azar invicto no me ha permitido
verte cuando dijeron tu nombre.

Un niño corre por mi misma vía
llorando por las alas del corazón
que se le cayó hace un instante
Un marino medita sobre los países
que conoció cuando el tiempo existía.
Y corro a esperarte una vez más.
A ver que no has llegado. Que pasaste
hace horas sobre las cenizas
de mis grandes deseos y ni siquiera
he sabido decirte que es inútil
y es tan bueno y absurdo y es
muy bello que llegaras de pronto
y para siempre ahora.
Poemas del libro Los encuentros en las tormentas del huésped (FUNDARTE– 1988).

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BENDITAS LENTEJAS [Mi poema]
Lydda Franco Farías [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

De las cosas que Dios hizo
¿qué hay mejor que las lentejas
cuando llevan buen chorizo?
Tan sabrosas las pendejas
¿quién te dijo pues las dejas
que no fuera algún cenizo?

Con su grasa y condimento,
y un poquito pimentón,
sabe a gloria ese alimento.
Si es que lleva un buen jamón
y hay buen vino en el porrón
ya me deja a mi contento.

Ante un plato recién hecho
¡vive Dios, no ne resisto!
pues mi olfato está al acecho
y le doy, visto y no visto,
a gustar siempre estoy listo,
hasta dentro y por derecho.

Las lentejas, redonditas
y aun mejor si son Pardiñas*,
diminutas, tan chiquitas,
son graciosas como niñas
si al coleto las endiñas
pues simulan que levitas.
©donaciano bueno

#Si quieres las comes...¡mentira! Share on X

* Pardiña: De pequeño tamaño. Se denomina así por tener una piel de color pardo, que no se desprende durante el cocido. Su tamaño oscila entre los 3,5 y 4,5 mm. Se cultiva en el área que comprende zonas de las provincias de León, Palencia, Zamora y Valladolid.

MI POETA SUGERIDO:  Lydda Franco Farías

Es preciso

Sentir la muerte girando en los talones

Es necesaria
Una huelga de risas y de llantos
Es imprescindible
Convivir con las raíces metálicas del tiempo
Es hora
De formar un sindicato de piernas y cerebros
Es el momento
De hacerse solidarios con los muertos
Propietarios, uníos ,
Una tempestad de fusiles nos acecha
Pero aún
Nos quedan brazos para izar banderas,
Nuestra libertad viene de adentro
Como un incendio de gritos y latidos
Como ráfagas de voces en la sangre,
Como un canto ardido de palabras…

Caminemos
Caminemos sobre las horas indefensas
Desarmando a latigazos el silencio…

De Poemas circunstanciales (1965)

No nací para ocupar un espacio y nada más.
Ignoro cuál será mi participación.

Me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios.
Destruyan mi epidermis resentida,
despedacen mis sueños, mi alegría,
aniquílenme
mas no pretendan sancionarme
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité
y tuve fronteras y no quise despertar sin ellas
y tuve armas y allí están
perfiladas, inmóviles, ariscas.

De Las armas blancas (1969)

comienza mi poema para nadie porque nadie es la absolución
todos llevan parches oscuros
aquí las cosas no suceden se dicen con naturalidad
esta gente tiene la piel de las victorias pasadas no asimila
esta gente feliz sueña con héroes de la independencia
en esta ciudad nadie mata
música suave franquea la distancia
salmo profundo flota en lo más alto
es la vigilia del poeta que sueña
gato agazapado en la oscuridad
aspiro a la otra orilla
esta orgía de cuerdas es un cerco continuo
en verdad no me lamento
en alguna parte la vida sale de su retiro
evaporando los fantasmas de la víspera
en alguna parte no aquí esta gente es feliz

quedé para ser la última invitada
estoy alegre de las botellas sordas
puedes beberme soy todos los licores
no distingo
y si respondo es
para ligar placeres inimaginables contra el tiempo
a una temperatura en que tampoco sabes
lo que haces*

De Una (1985)

con esta cara de estropicio que me gasto
con esta imbecilidad que atribuyo
a las noches en vela y al cigarro encendido
y al humo que me cubre con hálito de cementerio
con este archivo de recuerdos y falsificaciones
con estos ojos que desde luego se han de tragar la tierra
y con los que apenas diferencio
una estrella de un semáforo
y con los que sin embargo detecto
el color de tus ojos amor mío
(ese prodigio que me salva a ratos)
con estos modales de alimaña
no sé de lo que soy capaz
pero les advierto excelsas majestades
que a veces me muevo entre alfiles y cuchillos
me comporto como toda una dama

UNA amanece
con el cuerpo de cera
con la víspera haciendo piruetas
con ojeras que delatan los retorcimientos del amor
UNA sabe que tiene prejuicios
y los va perfeccionando
UNA es apolítica
UNA no se mete en camisa de once varas
UNA estampa el beso curricular
Él se va con sus ínfulas
con su ontológico suficiente
UNA comparece ante el tribunal de los hijos
y cede ante la tiranía de los hijos
UNA tiene el deber de ser bella
porque entre otras cosas para eso está UNA
y para comprar lo que nos vendan
y para sufrir por la muchacha de la telenovela
que es tan desgraciada (la muchacha y la telenovela)
y para llorar de felicidad porque a la final
el sapo se convierte en magnate y se casa con
ELLA
UNA es tan sentimental
UNA es tan fiel tan perrunamente fiel
qué asquerosamente fiel es UNA
UNA se asoma al espejo y comprueba lo que no es
sabe qué cara va a poner
qué silencio va a arriar
qué píldora de domesticidad va a tener que tragarse
qué anticonceptiva es UNA
UNA queda tendida
knock out
para reaparecer al día siguiente
pidiendo la revancha

a esta hora
serás la muchacha ejemplar y enamorada
a quien engañan y maltratan
todos los hijos de puta de la tierra
lo cual no tiene la menor importancia
ellos siempre regresan
compungidos
a tus faldas
solícitos
con la cara lavada
con la excusa de siempre
con la eterna cantata
yo te perdono
yo te prometo
yo te lo juro
mi ego te besa
al final de la escena
hasta el perro es feliz

De Descalabros en obertura mientras ejercito mi coartada (1994)

cuando ya no sea un cuerpo
y no sea nada
infiltración o pesadilla
ausencia por la que se cabalga a ratos
amante que fui
muñeca rota
muerte mórbida esta que no me deja
flor intermitente para el ojal de tu camisa
para que no se te ocurra dejarme en el exilio
en el fárrago
de la sola palabra.

Desconfía hija de esos muchachos

que te leen poemas de dudosa factura
tú que diferencias la verdadera poesía
diferénciales y conócelos a ellos
son falsos prestidigitadores
sopla sobre los castillos de arena de sus discursos
tú que crees que el sexo es regocijo
y que como el espíritu necesita ventilarse
desconfía de esos muchachos
que intercambian novias
para ellos las novias consisten
en esa economía de mercado basada
en el trueque de objetos para el uso y el abuso
ni siquiera son neoliberales esos muchachos
son neolíticos y cerrados como las bóvedas de un banco
desconfía de esos muchachos
quebradizos como láminas de anime
que odian al prójimo
(especialmente si el prójimo es una muchacha)
no te enamores más nunca hija
de esos errátiles
y radicales
muchachos enmascarados.

La mujer que soy, canta.

Mi génesis: la escoria, la ceniza, los agrarios sudores.
Mi elemento: la palabra, piedra del camino para ser lanzada
vínculo secreto que madura sus claros volúmenes,
cópula exacta para que el amor germine.
Hablo de la mujer que soy e intuyo
que mi presencia trenzará la llegada de minutos fluviales.
Creo en el privilegio de la sangre nueva,
en la voz que no se escurre,
en la dialéctica orgánica de mi estructura viva.
Creo en la síntesis del hueso,
en el axioma de mi futura desintegración
de Poemas circunstanciales, Policrom, Caracas, 1965

No nací para ocupar un espacio y nada más.

Ignoro cuál será mi participación.
Me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios.
Destruyan mi epidermis resentida,
despedacen mis sueños, mi alegría,
aniquílenme
mas no pretendan sancionarme
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité
y tuve fronteras y no quise despertar sin ellas
y tuve armas y allí están
perfiladas, inmóviles, ariscas.
de Poemas circunstanciales, Policrom, Caracas, 1965

A esta hora

serás la muchacha ejemplar y enamorada
a quien engañan y maltratan
todos los hijos de puta de la tierra
lo cual no tiene la menor importancia
ellos siempre regresan
compungidos
a tus faldas
solícitos
con la cara lavada
con la excusa de siempre
con la eterna cantata
yo te perdono
yo te prometo
yo te lo juro
mi ego te besa
al final de la escena
hasta el perro es feliz.
de Una, Secretaría de Cultura del Estado Zulia,
Maracaibo- Venezuela, 1998

Me encontrarán tendida a ras de la luna

o flotando lluvia abajo
en la resaca del ultimo cigarro
en el silencio que vibra emparamado
desde donde pronuncio mi postrer discurso
exhortando a los curiosos a que desvíen la atención
hacia otra parte
por ejemplos a ciertas virtudes
que no tuve tiempo de probar
quizás porque no logre lo que quise
un cómodo sofá
un mundo que no cambio
que apenas empieza a pestañear
ahora que purgo mi orfandad
que los párpados pesan asidos al desamparo
ya voy tierra
ya voy cenizas
ya voy olvido
circulen buena gente
aquí no ha pasado nada
regresen a sus oficios
a la sobrecogedora normalidad
en Antología poética, Editorial El Perro y la Rana,
Biblioteca Popular para los Consejos Comunales,
Serie Las artes y los oficios, 2008

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SI BACO LEVANTARA LA CABEZA II [Mi poema]
Violeta Parra [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

A ese gran periodista y escritor Raúl del Pozo

Si Baco levantara la cabeza
y hubiera sido Baco hoy dios del vino,
si hubiera transitado en el camino
del hombre que disfruta y que bosteza;

si el vaho que desprende tan divino,
tan lleno de emoción y de empatía,
aquel que desparrama su alegría,
transforma al que es humano en adivino,

su templo construiría en la Ribera
a orillas de ese río que es el Duero,
al lado de un meandro en su sendero,
el mismo que Machado ya anduviera

y fue su inspiración. Y hoy ya a la espera
aun sigue rezumando en su tintero.
La vida sin el vino hoy no sería
lugar para el disfrute y fantasía.
©donaciano bueno

Que #viva el #vino! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Violeta Parra

La jardinera

Para olvidarme de ti
Voy a cultivar la tierra,
En ella espero encontrar
Remedio para mis penas.
Aquí plantaré el rosal
De las espinas más gruesas,
Tendré lista la corona
Para cuando en mí te mueras.

Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa´ mi pasión
Y para saber si me corresponde
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,
Tranquilo queda mi corazón.

Creciendo irán poco a poco
Lso alegres pensamientos
Cuando ya estés florecidos
Irá lejos tu recuerdo.
De la flor de la amapola
Seré su mejor amiga,
La pondré bajo de la almohada
Para dormirme tranquila.

Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa´ mi pasión
Y para saber si me corresponde
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,

Tranquilo queda mi corazón

La carta

Los hambrientos piden pan

Me mandaron una carta
por el correo temprano.
En esa carta me dicen
que cayó preso mi hermano
y, sin lástima, con grillos,
por la calle lo arrastraron, sí.

La carta dice el motivo
que ha cometido Roberto:
haber apoyado el paro
que ya se había resuelto.
Si acaso esto es un motivo,
presa también voy, sargento, sí.

Yo que me encuentro tan lejos,
esperando una noticia,
me viene a decir la carta
que en mi patria no hay justicia:
los hambrientos piden pan,
plomo les da la milicia, sí.

De esta manera pomposa
quieren conservar su asiento
los de abanico y de frac,
sin tener merecimiento.
Van y vienen de la iglesia
y olvidan los mandamientos, sí.

¿Habrase visto insolencia,
barbarie y alevosía,
de presentar el trabuco
y matar a sangre fría
a quien defensa no tiene
con las dos manos vacías?, sí.

La carta que he recebido
me pide contestación.
Yo pido que se propale
por toda la población
que «El León» es un sanguinario
en toda generación, sí.

Por suerte tengo guitarra
para llorar mi dolor;
también tengo nueve hermanos
fuera del que se engrilló.
Los nueve son comunistas
con el favor de mi Dios, sí.

A mi casa llega un gato

A mi casa llega un gato,
pero es un gato decente,
pero es un gato decente.
Si yo le tomo la cola
al tiro muestra los dientes.
A mi casa llega un gato.

Este gato romano
que es medio cojo,
si lo tratan de cucho
se pone rojo.
Este gato romano
que es medio cojo.
Se pone rojo, sí,
bajo la parra.
No te juegues con gatos
que tienen garras.

¡Anda a cazar ratones
por los rincones!

Me gustan los estudiantes

Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan
De animal ni policía.

Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de la jauría
Caramba y sambalacosa
¡qué viva la astronomía!

Me gustan los estudiantes
Que rugen como los vientos
Cuando le meten al oído
Sotanas y regimientos.

Pajarillos libertarios
Igual que los elementos
Caramba y sambalacosa
¡Qué viva lo experimento!

Me gustan los estudiantes
Porque levantan el pecho
Cuando le dicen harina
Sabiéndose que es afrecho.

Y no hacen el sordomudo
Cuando se presenta el hecho
Caramba y sambalacosa
El código del derecho.

Me gustan los estudiantes
Porque son la levadura
Del pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura.

Para la boca del pobre
Que come con amargura
Caramba y sambalacosa
¡Viva la literatura!

Me gustan los estudiantes
Que marchan sobre las ruinas
Con las banderas en alto
Va toda la estudiantina.

Son químicos y doctores,
Cirujanos y dentistas,
Caramba y sambalacosa
¡Vivan los especialistas!

Me gustan los estudiantes
Que con muy clara elocuencia
A la bolsa negra sacra
Le bajó las indulgencias.

Porque hasta cuando nos dura
Señores la penitencia
Caramba y sambalacosa
¡Qué viva toda la ciencia!

¡Qué viva toda la ciencia!

Maldigo del alto cielo

Maldigo del alto cielo
la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos
destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo
la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno
porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos
del tiempo con sus bochornos,
cuánto será mi dolor.

Maldigo la cordillera
de los Andes y la Costa,
maldigo, señor, la angosta
y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra,
lo franco y lo veleidoso,
maldigo lo perfumoso
porque mi anhelo está muerto
maldigo todo lo cierto
y lo falso con lo dudoso,
cuánto será mi dolor.

Maldigo la primavera
con sus jardines en flor
y del otoño el color
yo lo maldigo de veras;
a la nube pasajera
la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto.
Maldigo el invierno entero
con el verano embustero,
maldigo profano y santo,
cuánto será mi dolor.

Maldigo a la solitaria
figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema
la Venus y la Araucaria
el trino de la canaria,
el cosmos y sus planetas,
la tierra y todas sus grietas
porque me aqueja un pesar,
maldigo del ancho mar
sus puertos y sus caletas,
cuánto será mi dolor.

Maldigo luna y paisaje,
los valles y los desiertos,
maldigo muerto por muerto
y el vivo de rey a paje,
el ave con su plumaje
yo la maldigo a porfía,
las aulas, las sacristías
porque me aflige un dolor,
maldigo el vocablo amor
con toda su porquería,
cuánto será mi dolor.

Maldigo por fin lo blanco,
lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos,
ministros y predicandos
yo los maldigo llorando;
lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero
le pongo mi maldición
en griego y en español
por culpa de un traicionero,
cuánto será mi dolor.

Gracias a la vida

Gracias a la vida que me ha dado tanto;
me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado,
y en las multitudes al hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto;
me ha dado el oído que en todo su ancho
graba noche y días, grillos y canarios,
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y las voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto;
me ha dado el sonido y el abecedario;
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto;
me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto;
me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto;
me ha dado la risa y me ha dado el llanto;
así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es mi propio canto,
y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.

Volver a los diecisiete

Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente.
Volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios,
eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
ay, sí sí sí.

Mi paso retrocedido,
cuando el de ustedes avanza;
el arco de las alianzas
ha penetrado en mi nido
con todo su colorido,
se ha paseado por mis venas
y hasta las duras cadenas
con que nos ata el destino
es como un diamante fino
que alumbra mi alma serena.

Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el más claro proceder
ni el más ancho pensamiento.
Todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencia:
solo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.

El amor es torbellino
de pureza original;
hasta el feroz animal
susurra su dulce trino,
detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros;
el amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el cariño
lo vuelve puro y sincero.

De par en par la ventana
se abrió como por encanto,
entró el amor con su manto
como una tibia mañana;
al son de su bella diana
hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín,
al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete
los convirtió el querubín.

Arauco tiene una pena

Arauco tiene una pena
Que no la puedo callar,
Son injusticias de siglos
Que todos ven aplicar,
Nadie le ha puesto remedio
Pudiéndolo remediar.
Levántate, huenchullán.

Un día llega de lejos
Huescufe conquistador,
Buscando montañas de oro,
Que el indio nunca buscó,
Al indio le basta el oro
Que le relumbra del sol.
Levántate, curimón.

Entonces corre la sangre,
No sabe el indio qué hacer,
Le van a quitar su tierra,
La tiene que defender,
El indio se cae muerto,
Y el afuerino de pie.
Levántate, manquilef

Adónde se fue lautaro
Perdido en el cielo azul,
Y el alma de galvarino
Se la llevó el viento sur,
Por eso pasan llorando
Los cueros de su kultrún.
Levántate, pues, callfull.

Del año mil cuatrocientos
Que el indio afligido está,
A la sombra de su ruca
Lo pueden ver lloriquear,
Totora de cinco siglos
Nunca se habrá de secar.
Levántate, callupán.

Arauco tiene una pena
Más negra que su chamal,
Ya no son los españoles
Los que les hacen llorar,
Hoy son los propios chilenos
Los que les quitan su pan.
Levántate, pailahuán.

Ya rugen las votaciones,
Se escuchan por no dejar,
Pero el quejido del indio
¿por qué no se escuchará?
Aunque resuene en la tumba
La voz de caupolicán,
Levántate, huenchullán.

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PARTAMOS DE LA BASE QUE NO EXISTO [Mi poema]
Félix Francisco Casanova [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Partamos de la base que no existo,
comprendo si alguien dice que es mentira,
la vida es una pieza que se estira,
se acerca, viene y va, visto y no visto.

La vida con la muerte dos extremos
que a veces se aproximan o se alejan,
que salen a bailar o desmadejan
mas dicen es lo que hay, lo que tenemos.

Supongan que ahora parto de un sofisma
y piensen los que lean que estoy loco,
que miro cuando escribo y no me toco
y achucho al empedrado con mi crisma.

Pensar e imaginar, todo es posible,
así se mezclen peras con manzanas,
pensar, dicen pensar, que salen canas,
yo sueño con que soy un invencible.

Entre uno y otro estado está la duda,
la duda, si es posible, no conviene,
pues nunca has de acertar si va o si viene,
la duda cuando ataca es muy tozuda.

Pensar, soñar, dudar, qué panorama,
que forman el diagrama que es la vida,
te tienes que enfrentar, no existe huida
figuras son notables de esta trama.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Félix Francisco Casanova

Poemas de la memoria olvidada

(A Jesús Cabrera Vidal)

De más allá del mar
vienes a contarme tu derrota
y esperas que yo te arrulle
y te preste un poco de viento.
Hoy, día de la carne abierta,
con tu olor a subterráneo
y tu pálida huella en las cosas,
amigo, urge saltar del tren
y dejar un disfraz vacío
velando el asiento:
así verás que eres tú el túnel
por donde los demás corremos.

(Síndrome no 1)

Siempre tengo nostalgia
de lo que no he vivido,
la ventana se abre al frío
del ángel exterminador
y el año se llama invierno,
la sombra de mi cuerpo
flota como un cadáver.

MUERTOS DE BAGATELA

Se murió en el prostíbulo
el triste empleado
de la fábrica de ataúdes.

No entendió la película,
le ganaron al póker,
y le hicieron los cuernos.

Realmente se cree
tan inferior
que tiene miedo
a que su hijo crezca.

En su primera noche de vodka
copuló con un espejo,
y en su primera mañana de muerto
se encontró demasiado cerdo
para volar.

ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME

(A María José)

14 diciembre 1975 (Último poema)

Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock’n’roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos,
te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.

Una maleta llena de hojas

¿A qué podremos jugar
cuando el invierno emigre
y las lluvias cesen?
Ya no será tan fácil deslizarse
por la húmeda lengua del crepúsculo,
alzar el vuelo con los cuerpos
trenzados
y respirar por una misma boca.
¿Sería ésa la hora
de suponer perfecto nuestro estilo,
de, quizás, haber creado
la verdadera comunicación
para rechazarla luego?

A veces, cuando la noche me aprisiona,
suelo sentarme frente a una cabina
telefónica
y contemplo las bocas que hablan
para lejanos oídos.
Y cuando el hielo de la soledad
me ha desvelado, los barrenderos moros
canturrean tristemente
y las estrellas ocupan su lugar,
yo acaricio el teléfono
y le susurro sin usar monedas.

Extraño es el arte

Extraño es el arte
de sufrir: se cultiva
en selvas y ciudades,
el semen negro y espeso
de una cicatriz de nieve.
Desde las plantaciones
al cuarto de alquiler
el mismo humo del sueño
nos excita como un pezón,
el vicio subterráneo
de los solitarios
extendiéndose
como un sangriento polen
en cada beso de raíz a raíz.
Los barcos cargan toneladas de cigarrillos
y las arañas se encienden en los hoteles.
Nadie se está quieto.
Es un asunto muy contagioso
este de la muerte.

PROVERBIO YANKEE

Las fotografías
de hermosos jóvenes muertos
en trajes de baño
son casi siempre
el más perfecto
de los recuerdos.

SÍNDROME Nº3

Los relojes me quieren mal,
como al hacer el amor por dinero
me venden un tiempo gastado,
una botella que sólo guarda
el perfume de su licor.
Y así, un vaso de fiebre,
un largo termómetro
como el brazo pálido de un muerto,
me hunden en los sueños sin retorno,
me arrancan el rostro como a un derrotado boxeador.

SÍNDROME Nº4

Hoy, los veinte dedos
de mi cuerpo
desean abandonarme
igual que pájaros
al árbol seco,
hoy cada uno de mis cabellos
está erguido
como un soldado que van a fusilar,
hoy el viento arruga mi piel
como una bandera rota,
hoy, macilento brujo,
he colgado mi máscara
y mi boca se abre
como un fruto al caer.

YO SOY TU DESTINO…

Espero que nos crucemos
al doblar una vida
y del susto me mates
por última vez.

CUARTO DE ALQUILER

Oler en el corredor
vieja colonia derramada
por una mujer, el olébano
que cosquilleó
la nariz de un moribundo
en su última hora
y esa risa lejana
de un parto feliz,
me exilian de estas paredes,
me susurran que yo no vivo aquí-

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MI POETA INVITADO:  Sebastián Mondéjar

CONTRAPUNTO

A Juan Carlos Verástegui

Salgo de la ciudad por la autovía
(voy con tiempo al concierto) y pongo música.
El cielo está nublado, el aire es húmedo;
me adentro, de repente, en la tormenta.
Subo las ventanillas, doy las luces,
conecto el limpiaparabrisas…
Las nubes son muy bajas y compactas
y descargan a ráfagas
una lluvia vibrante y vaporosa;
una lluvia que bulle
suspendida en el aire
e impregna la calzada
de reflejos difusos, movedizos.
Parece, por momentos,
que llueve en espiral.
El agua emana viva, como a impulsos
que insuflan a la noche movimiento
y a mi espíritu el clima más propicio
mientras conduzco oyendo Changes One
y Changes Two, de Mingus,
que es la banda sonora de mi vida.

De La herencia invisible. Calambur.
Finalista del I Premio Internacional de poesía Los Odres.

LOSAS SUELTAS

He vuelto tarde a casa. Todos duermen.
A oscuras, me descalzo
y procuro llegar hasta mi cuarto
sin romper con mis pasos el silencio.
Controlo palmo a palmo las distancias;
conozco el sitio exacto en que se encuentran
algunas losas sueltas del pasillo.
Pero en la oscuridad, son como imanes:
las piso, fatalmente, una tras otra.
Mi error, en un principio, me fastidia;
pero después me río de mí mismo.
Qué ignorante me siento, qué ridículo;
qué inepto ante el fracaso de mis cálculos.
Las losas sueltas, vida, nos delatan
aunque no hayamos hecho nada malo.
Llego, vida, contigo,
y me siento culpable por amarte.
Mi culpa es mi perdón, me digo;
mi culpa es compasión por mis deseos:
no quiero que se cumplan.
Te quiero, vida, como soy sin ti;
como serías sin que yo existiera.
Porque eres, vida, efímera;
y yo sigo el camino de mis sueños
(procurando sortear las losas sueltas).

LABRADORES DEL AYER [Mi poema]
Adelardo López de Ayala [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Labrar, de los oficios el más noble,
se dice del labriego, es labrador,
del mismo se destaca su sudor,
que es fuerte y valeroso como un roble,
obviando si hace frío, hace calor.

Que arando va la tierra, con la azada,
sembrando con gran mimo las semillas,
cuidando de que el clima no haga astillas
y encuentre su emoción cada jornada,
después de hincar con fuerza las rodillas.

Y así, sin descansar de sol a sol,
soñando por si el tiempo algo refresca,
bebiendo del botijo de agua fresca,
fingiendo ser muñeco de un guiñol
de ensueños e ilusiones a la gresca.

Forjando vais del alma fantasías,
regando vuestra hacienda con trabajo,
echando muchas horas a destajo,
un día y, sin parar, todos los días
y vuelta a trabajar, vuestro relajo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Adelardo López de Ayala

Ante el retrato de una bella

De vista y muy de pasada
nos conocemos los dos,
y la tuya, vive Dios,
no es vista para olvidada.

Mas tú verás, si me escuchas
con la atención que te pido,
que el no habernos conocido
tiene ventajas, y muchas.

¡Cuánta alabanza podemos
decir recíprocamente
de los dos…, Precisamente
porque no nos conocemos!

Tú dirás que la modestia
en mí acredita su nombre,
pues para ti no hay un hombre
que cause menos molestia.

Que, aunque me llamen adusto
los que… Me conocen mal,
soy tan blando y tan leal,
que nunca te di un disgusto.

Yo diré que hasta el presente
no te oí murmurar nada,
ni de amiga mal tocada
ni de amiga impertinente;

que debes tener un arte
singular y un gran talento,
pues que ni un solo momento
me he cansado de escucharte;

que es tu tino tan perfecto,
tu prudencia tan cumplida,
que juro a Dios que en mi vida
te he conocido un defecto.

Y en un mes lo acabaría
si hubiera de referir
cuanto podemos decir
de tu alabanza y la mía.

Todo bueno, y, sin embargo,
todo verdad lisa y llana,
y todo, chica, dimana
de habernos visto de largo.

Que en este mundo fatal
tales engaños se ven,
que para alabarse bien
hay que conocerse mal.

Mas, si iguales han nacido
tu corazón y tu cara,
yo mucho más te alabara
si te hubiera conocido.

A Luis Larra

Porque el mundo es una bola,
rueda inconstante, cual ves…
Pues ¿qué fijeza habrá en tres,
si nadie fija una sola?
Si gané por carambola,
hoy malograré mí afán…:
¡No temas! Listos están
mesa, marfil, tacos, tizas…
Y, ¡qué diablos!… Las palizas
como se toman se dan.

A unos piés

Me parecen tus pies, cuando diviso
que la falda traspasan y bordean,
dos niños que traviesos juguetean
en el mismo dintel del Paraíso.

Quiso el amor y mi fortuna quiso
que ellos el fiel de mi esperanza sean;
si aparecen, de pronto me recrean;
cuando se van, me afligen de improviso.

¡Oh, pies idolatrados; yo os imploro!
Y pues sabéis mover todo el palacio
por quien el alma enamorada gime,

traed a mi regazo mi tesoro
y yo os aliviaré por largo espacio
del dulcísimo peso que os oprime.

Mis deseos

Quisiera adivinarte los antojos,
y de súbito en ellos transformarme;
ser tu sueño, y callado apoderarme
de todos tus riquísimos despojos;
aire sutil que con tus labios rojos
tuvieras que beberme y respirarme;
quisiera ser tu alma, y asomarme
a las claras ventanas de tus ojos.
Quisiera ser la música que en calma
te adula el corazón: mas si constante
mi fe consigue la escondida palma,
ni aire sutil, ni sueño penetrante,
ni música de amor, ni ser tu alma,
nada es tan dulce como ser tu amante.

La cita

¡Es ella..! Amor sus pasos encamina…
Siento el blando rumor de su vestido…
Cual cielo por el rayo dividido,
mi espíritu de pronto se ilumina.
Mil ansias, con la dicha repentina,
se agitan en mi pecho conmovido,
cual bullen los polluelos en el nido
cuando la tierna madre se avecina.
¡Mi bien! ¡Mi amor!: ¡Por la encendida y clara
mirada de tus ojos, con anhelo
penetra el alma, de tu ser avara..!
¡Ay!, ¡ni el ángel caído más consuelo
pudiera disfrutar, si penetrara
segunda vez en la región del cielo!

El sol y la noche

Encendido en sus propias llamaradas,
la sed devora al luminar del día,
y, eterno amante de la noche fría,
persigue sus espaldas enlutadas.
Ansioso de sus sombras regaladas,
en vano corre la abrasada vía;
que él mismo va poniendo el bien que ansía
donde nunca penetran sus miradas.
La dicha ausente, y el afán consigo,
arde y redobla su imposible instancia,
llevando en sus entrañas su enemigo…
¡Así corro con bárbara constancia,
y siempre encuentro mi ansiedad conmigo
y el bien ansiado a la mayor distancia!

Sin palabras

Mil veces con palabras de dulzura
esta pasión comunicarte ansío;
mas, ¿qué palabras hallaré, bien mío,
que no haya profanado la impostura?

Penetre en ti callada mi ternura,
sin detenerse en el menor desvío,
como rayo de luna en claro río,
como aroma sutil en aura pura.

Ábreme el alma silenciosamente,
y déjame que inunde satisfecho
sus regiones, de amor y encanto llenas…

Fiel pensamiento, animaré tu mente;
afecto dulce, viviré en tu pecho;
llama suave, correré en tus venas.

La música (en un album)

La música es el acento
que el mundo arrobado lanza,
cuando a dar forma no alcanza
a su mejor pensamiento:
de la flor del sentimiento
es el aroma lozano;
es del bien más soberano
presentimiento suave,
y es todo lo que no cabe
dentro del lenguaje humano.

Dichosa tú que su palma
has llegado a merecer,
conmoviendo a tu placer
la mejor parte del alma.
Tu voz infunde la calma
y arrebata y enamora…
¡Ay de mí! Tu seductora
y celestial armonía,
¡cuántas veces calmaría
este afán que me devora!

La pluma (Ayala)

¡Pluma: cuando considero
los agravios y mercedes,
el mal y bien que tú puedes
causar en el mundo entero;
que un rasgo tuyo severo
puede matar a un tirano,
y que otro, torpe o liviano,
manchar puede un alma pura,
me estremezco de pavura
al alargarte la mano!

Epístola a Emilio Arrieta

De nuestra gran virtud y fortaleza
al mundo hacemos con placer testigo:
las ruindades del alma y su flaqueza
sólo se cuentan al secreto amigo.
De mi ardiente ansiedad y mi tristeza
a solas quiero razonar contigo:
rasgue a su alma sin pudor el velo
quien busque admiración y no consuelo.

No quiera Dios que en rimas insolentes
de mi pesar al mundo le dé indicios,
imitando a esos genios impudentes
que alzan la voz para cantar sus vicios.
Yo busco, retirado de las gentes,
de la amistad los dulces beneficios:
no hay causa ni razón que me convenza
de que es genio la falta de vergüenza.

En esta humilde y escondida estancia,
donde aún resuenan con medroso acento
los primeros sollozos de mi infancia
y de mi padre el postrimer lamento;
esclarecido el mundo a la distancia
a que de aquí le mira el pensamiento,
se eleva la verdad que amaba tanto;
y, antes que afecto, se produce espanto.

Aquí, aumentando mi congoja fiera,
mi edad pasada y la presente miro.
La limpia voz de mi virtud entera,
hoy convertida en áspero suspiro,
y el noble aliento de mi edad, primera,
trocado en la ansiedad con que respiro,
claro publican dentro de mi pecho
lo que hizo Dios y lo que el mundo ha hecho.

Me dotaron los cielos de profundo
amor al bien y de valor bastante
para exponer al embriagado mundo
del vicio vil el sórdido semblante;
y al ver que imbécil en el cieno hundo
de mi existencia la misión brillante,
me parece que el hombre en voz confusa
me pide el robo y de ladrón me acusa.

Y estos salvajes montes corpulentos,
fieles amigos de la infancia mía,
que con la voz de los airados vientos
me hablaban de virtud y de energía,
hoy con duros semblantes macilentos
contemplan mi abandono y cobardía,
y gimen de dolor, y cuando braman,
ingrato y débil y traidor me llaman.

Tal vez a la batalla me apercibo;
dudo de mi constancia, y de esta duda
toma ocasión el vicio ejecutivo
para moverme guerra más sañuda;
y, cuando débil el combate esquivo,
«mañana, digo, llegará en mi ayuda»;
¡y mañana es la muerte, y mi ansia vana
deja mi redención para mañana!

Perdido tengo el crédito conmigo,
y avanza cual gangrena el desaliento:
conozco y aborrezco a mi enemigo,
y en sus brazos me arrojo soñoliento.
La conciencia el deleite que consigo
perturba siempre: sofocar su acento
quiere el placer, y, lleno de impaciencia,
ni gozo el mal ni aplaco la conciencia.

Inquieto, vacilante, confundido
con la múltiple forma del deseo,
impávido una vez, otra corrido
del vergonzoso estado en que me veo,
al mismo Dios contemplo arrepentido
de darme un alma que tan mal empleo:
la hacienda que he perdido no era mía,
y el deshonor los tuétanos me enfría.

Aquí, revuelto en la fatal madeja
del torpe amor, disipador cansado
del tiempo, que al pasar sólo me deja
el disgusto de haberlo malgastado;
si el hondo afán con que de mí se queja
todo mi ser, me tiene desvelado,
¿por qué no es antes noble impedimento
lo que es después atroz remordimiento?

¡Valor! y que resulte de mi daño
fecundo el bien: que de la edad perdida
brote la clara luz del desengaño,
iluminando mi razón dormida:
para vivir me basta con un año;
que envejecer no es alargar la vida:
¡joven murió tal vez que eterno ha sido,
y viejos mueren sin haber vivido!

Que tu voz, queridísimo Emiliano,
me mantenga seguro en mi porfía;
y así el Creador, que con tan larga mano
te regaló fecunda fantasía,
te enriquezca, mostrándote el arcano
de su eterna y espléndida armonía;
tanto, que el hombre, en su placer o duelo,
tu canto elija para hablar al cielo.

Los ecos de la cándida alborada,
que al mundo anima en blando movimiento,
te demuestren del alma enamorada
el dulce anhelo y el primer acento;
el rumor de la noche sosegada,
la noble gravedad del pensamiento,
y las quejas del ábrego sombrío,
la ronca voz del corazón impío.

Y el gran torrente que, con pena tanta,
por las quiebras del hondo precipicio
rugiendo de amargura, se quebranta,
deje en tu alma verdadero indicio
de la virtud, que gime y se abrillanta
en las quiebras del rudo sacrificio,
y en tu canto resuenen juntamente
el bien futuro y el dolor presente.

Y en las férvidas olas impelidas
del huracán, que asalta las estrellas,
y rebraman, mostrando embravecidas
que el aliento de Dios se encierra en ellas,
aprendas las canciones dirigidas
al que para en su curso las centellas,
y resuene tu voz de polo a polo,
de su grandeza intérprete tú solo.

Los dos artistas

Introducción
¡Salud, Genio, salud! Yace la muerte
a tus plantas llorando tu victoria…
¡Quiero en la tierra padecer tu suerte,
por alcanzar tu deslumbrante gloria!

Es el artista un sol que se levanta
sobre el mundo, y eterno resplandece;
en la virtud su lumbre, se abrillanta
y en el rostro del crimen se ennegrece.

Y allá en el trono cuya lumbre pura
los seres engalana y hermosea,
descorre el velo a la celeste altura,
para que el mundo a su Monarca vea.

Genio, ¿por qué, si condición tan alta
a un nuncio de los cielos te asemeja,
sólo a tu triste corazón le falta
la luz que el mismo en los demás refleja?…

En ese mundo que a tus pies se agita,
gloria tan sólo alcanzará tu nombre;
porque morir el hombre necesita
para ser estimado por el hombre.

Mas ¿tú eres hombre? No, que en tu memoria
hay un mundo, que el mundo no te inspira…
Tal vez has visto la ignorada Gloria,
y por gozarla tu ambición suspira.

Tal vez eres un ángel soberano
que alzaste al trono de tu Dios las alas,
y, por castigo de tu orgullo insano,
¡Él te arrojó de las empíreas salas!

Así en el mundo arrastras con despecho
el orgullo de un ángel en tu mente,
de un Edén las memorias en tu pecho,
de un Dios los anatemas en tu frente.

Pero, si el mundo a padecer te lanza
de tu altivez el sin igual castigo,
¡abre tu corazón a la esperanza,
que al fin el cielo se unirá contigo!

Pues de ese Dios que con su ardiente vista
orbes suspensos a sus pies mantiene,
la noble mente del sublime artista
es el palacio que en el mundo tiene.

¡Águila real! Tu cárcel es en vano;
sabrás romperla con tu pico de oro,
y el mismo Dios te tenderá su mano
para que vuelvas a su regio coro.

¡Y al mundo vil de condición tirana,
que hoy con desprecio mofador te nombra,
desde el empíreo lo verás mañana
en una piedra venerar tu sombra!

I : El pintor
¿Adónde vas, Trovador?
Ven y siéntate a mi lado;
y, al poniente resplandor,
admirarás del Pintor
el bello mundo ignorado.

Faltóme un rayo de lumbre,
pedíselo al horizonte;
y el sol, contra su costumbre,
se para sobre la cumbre
de aquel orgulloso monte.

Sombras… Me las presta el suelo,
colores… La luz del día,
y sólo del limpio cielo
copio el cándido modelo
de mi doliente MARÍA.

¡Contempla mi cuadro! ¡Mira!…
Y, al ver que un Dios complaciente
mi tosco Pincel inspira,
tal vez arrojes tu lira
al fondo de ese torrente.

¿Pudieras hacer más cierto
ese dolor que retrata
la Virgen, que siente yerto
al que por salvar ha muerto
el linaje que lo mata?

¡Altiva también, poeta,
mi frente a los cielos mira!
¡La eternidad me respeta!…
Que hay mundos en mi paleta
tan grandes como en tu lira.

Si quieres, vate español,
cantar, que tu acento blando
siga deteniendo el sol,
porque a su puro arrebol
siga mi pincel pintando…

II : El poeta
Nuestro sol otros mundos engalana…
Y va con él, de nuestra pobre vida
una esperanza, que traerá mañana
en desengaño acerbo convertida.

¡Genio del bien, monarca moribundo!
¡No más tu luz con las tinieblas luche!
¡Huye al abismo, porque calle el mundo
y a mí tan sólo tu creador escuche!

En nombre de la tierra, a su palacio
quiero elevar mi lúgubre plegaria,
y ahuyentar con mi acento del espacio
los genios de la noche solitaria.

Escucha ¡oh Dios!; que mundanal despecho
no es el que sólo mi cantar inspira:
¡Ahora las fibras del humano pecho
las cuerdas son de mi doliente lira!

Inquieto el hombre, de esperar cansado,
en las tinieblas de la duda gime…
¿Cuándo será el instante deseado
que rompas tú la cárcel que lo oprime?

¿Cuándo iremos a ti, sin que nos quede
otro mundo debajo de tus huellas;
mundo agitado, que llorando ruede
y turbe nuestro bien con sus querellas?

La luz espira… Si padece tanto
y, porque vive, el hombre es infelice,
¡apaga el sol, y bajo el negro manto
el sueño de la nada se eternice!

Y si tu gloria vidas necesita,
¡en ese sol que acaba su carrera
mire mañana el universo escrita
Señal alguna que le diga «Espera…!»

¡Inútil lamentar!… ¡Tormento impío!
Todo gira a mi canto indiferente.
Antes el hombre de nacer, Dios mío,
¿qué grave culpa cometió en tu mente?…

¡Dios!, me responden los espacios huecos
¡¡Dios!!, me repite el huracán bramando…,
Y de su nombre los solemnes ecos
dentro de mí se quedan resonando…

¡Calla, mundo infeliz! Teme que estalle
contra nosotros la celeste ira,
y yo también, para que siempre calle,
sobre la fuente romperé mi lira.

Esos lamentos que angustiado exhalas
guárdalos ¡ay! con tu dolor profundo…
¡Genios del mal, estremeced las alas!
¡Venid, genios, venid; vuestro es el mundo!

Dijo: su frente abismada
cayó en el pecho abatido;
y a moverse no es osada,
temiendo hallar la mirada
del justo Dios ofendido.

El Pintor, que delirante
lo escuchaba, con denuedo:
-«¡Canta!, le dice anhelante,
poniendo en su frente el dedo,
porque su rostro levante.

¡Canta, canta; que te anime
otra vez tu frenesí;
que el mundo que a tus pies gime
con ese canto sublime
lo levantas hasta ti!

Trovador, que has conmovido
mi corazón con tu anhelo,
¿en ese canto sentido,
lloras un cielo perdido,
o quieres ganar un cielo?

Tal vez el son de tu lira
melancólico y profundo
el mismo Creador lo inspira,
y por tu boca suspira
las desgracias de su mundo.

¿Es lamentar tu destino
del hombre los padeceres?
¿Qué buscas? ¿Dó vas? ¿Qué quieres?
Cántame tu ser divino,
que quiero saber quién eres.

¿Ves la corona que ufano
tiene mi ángel inocente?
¡Pues yo en mi delirio insano
la arrancaré de su mano
para ponerla en tu frente!»

Sacudió su cabellera
el vate en su desvarío,
contemplando la alta esfera,
como el águila altanera
mide el inmenso vacío.

Tal vez un Dios no ha encontrado
más allá del firmamento,
y en su despecho violento
él mismo se ha proclamado
por Dios en su pensamiento.

El sol sus tibias centellas
ha ocultado ya en el mar
y más balas y más bellas
aparecen las estrellas,
para mejor escuchar.

Silenciosa el agua gira
sobre arenas de topacios,
y al blando son de la lira,
melancólica suspira
el alma de los espacios.

Auméntase la emoción
del trovador sin fortuna,
y prosigue su canción,
brillando de inspiración
a los rayos de la luna.

Digno reflejo de mi luz, Artista,
¿quieres saber mi condición? La ignoro.
Sólo sé que hay un cielo ante mi vista,
y entre mis manos un laúd sonoro.

Para mí resplandece el sol brillante,
para mí las estrellas resplandecen;
mío es el mundo y porque yo las cante
las ondas de la mar se ensoberbecen.

Y yo, lo mismo que el Creador supremo,
alzo los héroes de su pobre huesa,
y maldigo la frente del blasfemo,
y doy consuelo a la virtud opresa.

Sonó mi voz. Generación dormida,
siglos pasados, muertos universos;
si allá en la nada suspiráis por vida,
¡venid, sonad en mis sentidos versos!

Versos que son mi alcázar soberano,
alcázar cuyo rey es el Poeta…
¡Cuanto escribe en sus mármoles mi mano,
con emoción la eternidad respeta!

Creo en el Dios que en la celeste cumbre
rodar los mundos a sus plantas mira;
porque los rayos de su eterna lumbre
reflejan en las cuerdas de mi lira.

Y aun ese Dios, a mi solemne canto
le debe parte de sus altas glorias…
¡No se admiraran por los hombres tanto,
si el vate no cantara las victorias!

Es mi asiento la tierra estremecida;
corona de mi frente es el espacio;
la vida de los tiempos es mi vida;
la memoria del hombre mi palacio.

III
Dijo. -El Pintor, conmovido,
miró a su alrededor en vano,
sintiendo que de su mano
el pincel se había caído…

Y entonces vio que el torrente,
que a sus plantas murmuraba,
despacio se lo llevaba
en su límpida corriente.

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PARTAMOS DE LA BASE QUE SOY CIEGO [Mi poema]
Joaquín Pérez Azaústre [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Partamos de la base que soy ciego
ya sé que eso no es cierto, mas podría,
el mundo tal cual es no lo vería.
La vida en este mundo es un trasiego.

Pongamos otro ejemplo, que soy lego,
que hacer la O no sé con un canuto,
que peco de inconsciencia a fuer de bruto,
pensar es una flor que yo no riego.

Ya sé que esto segundo si es posible
y a veces al dudar ya estoy seguro,
de qué sirve dudar si no me curo.
Y aun menos que me agobie y me torture.

Que a veces me despierto y me pregunto
a qué viene aquí ver lo que hay que ver,
si el mundo no se puede aquí entender
mejor será creer, en Dios. Y punto.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Joaquín Pérez Azaústre

(Premio Loewe de poesía 2011)

Caudal

Caudal es cantidad
de agua que transita en un segundo,
que viene al punto dado en la corriente.

Si no se especifica el sitio en el que mides,
si es el litoral, si es el meandro,
si hay un lugar de agua que te ignora,
pongamos que el lugar en el que mides
se acerca a lo que resta, te resta de la boca.

Así el caudal varía, según tú lo alimentes,
según la infiltración de afluentes que reciba.

El agua se evapora, se merma así el caudal
que viene a reponer el hombre en su trabajo,
la nieve si se funde, la lluvia en su estación
que mide y que se crece en el final.

Las piernas que se abren,
el agua que al abrirse desemboca.

De Delta 2004 Visor Libros– Colección de poesía

Duración

Mis alas te las dejo.
Agítalas con fuerza, toma impulso.
Yo prefiero quedarme entre los hombres,
volver a hundir mis pies en tierra blanda.

Qué si hasta el misterio se derrumba.
Me puedes encontrar detrás del árbol.
Quién ha dicho que el tiempo verdadero
nos tiene que durar más que la vida.

De Delta 2004 Visor Libros- Colección de poesía

El laberinto

Ella estaba detrás del laberinto.
Lo supe al conocerla.
Aunque al principio, al relumbrar su cuello
en la puerta fugaz de aquel hotel
(creo que podía ser el Miguel Ángel,
y había un piano-bar), jamás me habría creído
que era posible entrar con tanta suerte
ni en ningún otro hotel, ni en cualquier otra parte.
Tenías que haberla visto. Tenías que habernos visto.
Era casi imposible imaginar
a dos seres tan frágiles,
con un fulgor tan raramente humano.
Y el brillo se quedó dentro del pecho,
como un tibio dolor del corazón.
Poco después moriste, pero ya pude ver
que había una hebra invisible, un deseo capilar,
en ti y en ella,
de no tener más freno que la muerte.
Y se lo dije entonces, quizá hasta un poco antes:
eres como un cachorro de león asustada.
Tú sólo tienes miedo de tener
ese miedo más grande que la vida.
Eres como un cachorro de león asustada,
porque un león no se rinde,
no cesa ni claudica,
se encrespa en la batalla,
apenas retrocede
y muere de un impulso o ruge y toma aliento
y vence a dentelladas.
Me gustaría decirte que fue fácil.
Me gustaría decirte que aún es fácil.
Pero ella está detrás del laberinto
y no hay salida fuera de sí misma:
es un hotel costero abandonado
donde todas las puertas nos llevan hasta el mar.

De Las Ollerías 2011 Visor 2011

El perfume de las nubes

He leído las palabras que aquel día
grabaste en unas hojas frente a un río.

Dejaste atrás la puerta
de madera tan gruesa como el cosmos,
subiste los peldaños de la entrada
y encaraste el ascenso de su Torre.

Pasaste dentro,
te sorprendió el aire acristalado,
llenos tus ojos blancos del rumor
de la hierba brotando en cada piedra.

Recordaste el murmullo último entre las carnes.

Pensaste que aquel sitio
podría gustarle a ella,
tu Torre construida sobre el mundo;
pero ella era del mundo sobre todo,
y tu mundo una Torre de silencio.

Saltaste más de cien
escalones de pensarlo
y el viento se volvió dulce al llegar;
el vino se acercaba a tus mejillas
borrachas del calor del que está solo.

Vindicaste tu orgullo de perdido
en la tierra vencida por los fuertes;
tu padre te observaba en un peldaño.

Tú sabías lo que sus ojos blancos
susurraban: -Nunca olvides cantar
a las estrellas del alba. -Tú olvidas
-contestaste-
que las empiezo a rozar.

He leído las palabras que aquel día
grabaste en unas hojas frente a un río
y he soñado tu Torre por el mundo;
dime, William ¿dónde marcháis los hombres
que habéis de cruzar el cielo
para hallar el sentido de las cosas?

¿Dónde ha quedado tu casa, tu mesa,
la tumba de tus hijos y tu amada?

Nos miras desde lo alto de tu Torre.

¿Y ahora qué?, canta el fantasma de Platón.
¿Y ahora qué?

¿Respiras el perfume de las nubes?

De Una interpretación 2001 Ediciones Rialp S.A.

Estampa del exilio

Tu puente de agua blanca va y se extiende
más allá del país de los naufragios.

El faro verde de estribor te avisa,
vas nadando con fe hasta la baranda.

Te extrañas. Nadie sale a recibirte.

Estás aquí, en un barco
de vidrio silencioso
y descubres de pronto nuestra fiesta
de huérfanos que sueñan con el mar.

De Una interpretación 2001 Ediciones Rialp S.A.

La pendiente

Miras abajo porque sientes
que todo lo que sientes
va a acabarse,

que el dolor sí se ha roto,
que hay un viento que anuncia
tu nombre y tu llegada a otras ciudades,

un lamento gris,
tus ojos que ahora sí lo entienden todo
y lo perdonan todo,

tus ojos que no miran
más que el vago contoneo de las cosas
para guardadas dentro,
que saben que la marcha
es una aceptación.

Antes de irte
quieres estrechar la mano del verdugo,
porque no deseas llevarte
nada parecido a un mal sueño.

Olvidas el dolor,
te están llevando,
parece que ahora estás mucho más lejos.

De Delta 2004 Visor Libros- Colección de poesía

Litoral

Estás quieta dentro del paisaje.

El rastro del azul
en la legión de puntas esparcidas.

La espalda como un río
encuentra la belleza en su estar dentro,
un sigilo que se afina,
que expone y que acompaña a la escalera;
ve a él, saborea en él
lo grueso de este labio sobre labio.
De «Delta» 2004 Visor Libros- Colección de poesía

Parada en las calle Velintonia

Y bajamos la cuesta de la luz.

Era una tarde de marzo y el aire
una caricia hilada del pasado,
un susurro dorado que iba ardiendo
en las copas acres,
en las aceras de plomo,
en los veleros perdidos por aquel mar naranja.

Supimos que otros hombres de otro tiempo
distante de este sol que se deshace
vinieron en tu busca en otro ocaso
con la sola querencia de escucharte.

Y bajaron la cuesta de la luz.

Divisaron de lejos los postigos
y los sauces naciendo sobre el muro;
era también aquél
un atardecer de marzo
y en el aire danzaban las palabras,
y tu verso latía entre las copas rojas,
en las aceras de bronce, en los barcos
llegados a tu puerto de acacias desde el mundo.

Tú estabas allí para aguardarles
con tu mirada gris de tardes largas.

Y todos acudían a que oyeras
sus sueños de papel y peregrinos.

Y bajaban la cuesta de la luz.

Ayer bajamos nosotros
tu cuesta de la luz.

La puerta de la verja está oxidada.

Las acacias ahogadas en la tierra.

Los sauces ya crecieron y espumosos
han vertido la niebla en tu jardín.

Sólo queda tu nombre en esta calle.

Y subimos la cuesta de la luz.
De «Una interpretación» 2001 Ediciones Rialp S.A.

Una hermosa muchacha despierta en 1939 tras un largo sueño

Has contado despacio
las ruinas que quedaron

de tu casa de mármol tras el fuego.

Buscas los restos, esperas
encontrar las miradas,

las voces de los tuyos.

Cada roca te muestra una sonrisa,
cada gesto se oculta en cada roca.

Te conquistan desiertos de silencio,
el polvo se ha anudado a tu garganta.

Ahora gritas, y gritas para nadie.
De «Una interpretación» 2001 Ediciones Rialp S.A.

Una noche de conjuros y ebriedad

Anunciaron tu nombre las estrellas.

Sacamos nuestras galas al saber que venías.

Disfrazamos la casa de palacio,
cubrimos nuestras mesas con los manteles de oro;
quemamos varas de incienso en el salón,
fuimos a pisar mil uvas
en una tina de cobre, dulce baile.

Te esperamos cantando hasta las tantas,
y de la noche llovió un susurro
azul de vino; un lamento veloz
que fue desbordando, triste, tu caudal.

Soñamos que llegabas,
cansado de tan lejos, como una vez llegaste,
siendo nosotros niños que esperaron
esa mirada oscura perdiéndose en palabras,
esos paisajes ocres que envolvían
a los cielos marrones del invierno.

Pero no apareciste en varias noches
y el viento se volvió de pronto frío,
se encresparon cascadas en los valles.

Tu vino de la vida nos regó.

Acordamos lucir todas las galas.

Soñamos que llegabas,
cansado de tan lejos, como una vez llegaste.
De «Una interpretación» 2001 Ediciones Rialp S.A.

Viento

Cambios de viento,
cambios de rutina que maltratan
aciertan con un gris tan macilento,
un gris de atmósfera, un gris de lluvia rota.

Las nucas erizadas, asfalto mal medido,
un gris que metaliza,
cambios de rutina y un maltrato.

El aire que no esperas.
El aire que no ves por la ranura.
De «Delta» 2004 Visor Libros- Colección de poesía

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NO CREO EN LOS DEMÁS [Mi poema]
María Eugenia Vaz Ferreira [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

No creo en los demás, bien que lo siento,
consciente de que existen excepciones,
que así se escriban rectos los renglones,
la broza se entremezcla con el viento
causando desazones.

Que el odio y el amor, sin distinciones,
reparten el afecto y desafectos;
mezcladas las virtudes y defectos,
según y como son sus devociones,
se cuecen sus proyectos.

Dispuestas a soltar sus zancadillas,
las piernas preparadas, siempre atentas,
verán de que el que salta rinda cuentas,
si pueden que se pongan de rodillas
y salde sus afrentas.

No vengo a descubrir que el egoísmo,
las ansias de placer, las perversiones,
atacan con fiereza a las razones
quemando hasta la pila del bautismo
de algunas religiones.

Ocurre como ocurre en el autismo,
cada uno es cada cual, sus intereses,
cada uno va cuidando de sus mieses
así que no acontezca un cataclismo
que deje sin arneses.

El precio no se sabe, no está escrito,
que afecta al corazón de las traiciones.
Traición es dedicarse a las pasiones
fingiendo que en la vida son un rito
sujeto a las presiones.
©donaciano bueno

La #verdad según los intereses? Share on X

MI POETA SUGERIDO:   María Eugenia Vaz Ferreira

Hacia la noche

Oh noche, yo tendría
una palma futura, desplegada
sobre el gran desierto,
si tú me das por una sola noche
tu corazón de terciopelo negro,
y yo, al compás de su morena sangre,
canto con las ondas beatas el sacro silencio.

Mi canto será vivo
sólo por el deseo
de serenar la cuotidiana angustia…

Oh noche, yo te quiero
sin el fulgor de luminosos astros,
sin marinos clamores
y sin la voz que finge
en los cráneos sonoros el rumor de los vientos.

Oh dulce noche mía, oh dulce noche!
Aunque el glorioso pájaro del alba.
rompa después mi lapidario ensueño,
un polvo de inquietud arda en mis ojos,
y me seas de nuevo
sólo una palma antigua, replegada
sobre el gran desierto.

Invocación

Oh noche embriagadora
hecha de soledad y de desesperanza,
que brindas en tu copa de azabache y de estrellas
sobre la tierra ardiente en quietud derramada.

Noche de las delicias mudas y negativas
de que gozan los muertos vivos como fantasmas,
abrochando en la sombra su carnal vestidura
marchita de enflorar la fiesta meridiana.

Noche, noche infinita, rincón de los olvidos,
perdón de penitentes que nunca hicieron nada
más que cargar a solas el pesado madero
sobre la ligereza cautiva de sus alas…

Te espero día a día
para esconder mis horas en la paz de tu lápida,
cuando las ondas vivas su vibración aquietan
bajo la fuerza ignota de atávicos nirvanas,

y en invisibles soplos
el numen secular su inspiraci6n levanta
del fondo de los tiempos para siempre extinguidos,
aunque la rueda cósmica traiga sus añoranzas.

Yo no sé lo que dice tu boca abierta y muda
al que doró su tienda con oro de esperanza,
pero yo sé que sabes con amorosa ciencia
tenderte suavemente sobre el alma cansada!

Tu voz dice en silencio tu eternidad futura;
la rúbrica del «Fin» está en tu obscura mancha,
aunque a besarte vengan en sus carros sonoros
con sus aureolas rubias las doncellas del alba.

Todavía los mundos
relucen en la bóveda de tu urna sagrada;
un viejo tesorero se ha dormido en los tiempos
y ha olvidado en tu fondo sus últimas alhajas…

Dale a los benditos que todavía sueñan,
tus áureas lentejuelas y tu hostia de plata,
y a mí, que te deseo inextinguible y única,
dame la eternidad de tu silencio, oh Hermana.

La estrella misteriosa

Yo no sé dónde está, pero su luz me llama,
¡oh misteriosa estrella de un inmutable sino!…
Me nombra con el eco de un silencio divino
y el luminar oculto de una invisible llama.
Si alguna vez acaso me aparto del camino,
con una fuerza ignota de nuevo me reclama:
gloria, quimera, fénix, fantástico oriflama
o un imposible amor extraño y peregrino…

Y sigo eternamente por la desierta vía
tras la fatal estrella cuya atracción me guía,
mas nunca, nunca, nunca a revelarse llega!
Pero su luz me llama, su silencio me nombra,
mientras mis torpes brazos rastrean en la sombra
con la desolación de una esperanza ciega…

La rima vacua

Grito de sapo
llega hasta mí de las nocturnas charcas…
la tierra está borrosa y las estrellas
me han vuelto las espaldas.

Grito de sapo, mueca
de la armonía, sin tono, sin eco,
llega hasta mí de las nocturnas charcas…

La vaciedad de mi profundo hastío
rima con él el dúo de la nada.

Las quimeras

Sangre bullente de las bocas rojas,
sangre que brilla
y en recónditos vasos se retrae
cuando fervientes labios se avecinan…

Paladar calcinado,
lengua de fuego
que lleva el peregrino
bajo el sol meridiano del desierto
y cuya sed no aplacan
el límpido raudal de los oasis
y el dulce jugo de los cocoteros…

Collares desatados,
lacias guirnaldas de los brazos quietos,
ceñidores de amor nunca prendidos
para estrechar los cuellos ofrendarios
y los torsos solícitos…

Cuencas de las pupilas
curiosas de figuras,
ebrias de perspectivas deslumbrantes,
conturbadas por blondos espejismos
adonde fácilmente
se borran los mirajes
como en el mar la curva de las olas
y la fugaz estela de las naves…

Placa de oro para el son propicia,
fibras de acústica sonora
por donde ruedan todas las palabras
sin imprimir sus líricas rapsodias…

Campanas mudas de los corazones,
cosas rebeldes,
también como a vosotros
más de una vez las manos me tendieron
más de una vez riéronme los labios
y se deshizo en cálidos aromas
la brasa de sus rojos incensarios…..

También como a vosotros
miráronme gozosas las pupilas,
que rayaron en tórridos incendios
con brillo de fulgentes pedrerías…

Mas seguí torvamente y tristemente
porque también me ungieron en mal hora
con sedes y ambiciones sobrehumanas,
con deseos profundos e imposibles,
y voy como vosotros
también inaccesible e impotente,
cargando con la cruz de la quimera,
ajustada a la sien ardua corona,
sin poder claudicar
y sin tocar la carne de la vida
jamás, jamás, jamás.

Oda a la belleza

Oh Belleza, que tú seas bendita,
ya que eres absolutamente pura,
ya que eres inviolada,
límpida, firme, sana e impoluta.
Fuente de la divina complacencia,
Oasis infinito
que prodigas los éxtasis beatos
y las románticas contemplaciones…

Adonde quiera que tu signo luzca,
adonde quiera que la esencia encarnes,
emerge de tu gaya fantasía
una gloria serena y luminosa
una fruición profunda e inefable…

Eres el cauce pródigo
surtidor de armonía,
crisol de místicas depuraciones,
la veta que colora y que sublima
el eterno miraje;
eres la gema augusta
prendida sobre el arca
fértil del universo.

Aunque el ciego te ignore,
el profano te niegue
y el infiel te repudie,
eres eternamente triunfadora
sobre la indiferencia de los necios
y la conjuración de los apóstatas…
Aunque los pecadores
te inculpen sus pecados,
y te acusen los réprobos
de atributos malditos,
eres inmaculada e inocente;
no te corrompes con la hiel del odio
ni la ponzoña del amor sacrílego.

Eres inaccesible,
Eres pasiva y sola,
sencilla y sobrehumana;
no inspiras, no padeces
el dominio imperial de la materia
ni la sensible turbación del alma…

Entre todos los acontecimientos
evoluciones, mitos y teorías,
entre la suficiencia que te alaba
y la diversidad que te interroga,
tú te levantas religiosamente
dentro la urna dúctil de tu forma
como en la alada prez del incensario
la inmunidad de la sagrada hostia.

Oh Belleza, que tú seas bendita,
más la sabia legión de tus apóstoles,
la entraña que te crea,
el sol que te ilumina,
el prisma que te agranda,
la plancha que te copia,
el áureo pedestal que te enaltece
y el soberano lis que te corona.

Por eso sobre el plinto de tu imagen,
sobre la majestad de tu hermosura,
sobre el fulgor joyante de tus iris,
sobre la egregia línea de tus curvas
pongo la rendición del canto mío…
a tu gracia inmortal loa fecunda.

Regreso

He de volver a ti, propicia tierra
como una vez surgí de tus entrañas;
con un sacro dolor de carne viva
y la pasividad de las estatuas.
He de volver a ti gloriosamente,
triste de orgullos arduos e infecundos
con la ofrenda vital inmaculada.
No sé, cuando labraste el signo mío,
el crisol armonioso de tus gestas
dónde estaba…
dónde la proporción de tus designios…
Tú me brotaste fantásticamente
con la quietud de la serena sombra
y el trágico fulgor de las borrascas…
Tú me brotaste caprichosamente
alguna vez en que se confundieron
tus potencias en una sola ráfaga…:
Y no tengo camino;
mis pasos van por la salvaje selva
en un perpetuo afán contradictorio,
la voluntad incierta se deshace
para tornasolar la fantasía;
con luz y sombra, con silencio y canto
el miraje interior dora sus prismas;
mientras que siento desgranarse afuera
con llanto musical los surtidores,
siento crujir los extendidos brazos
que hacia el materno tronco se repliegan,
temor, fatiga. solitaria angustia,
y en un perpetuo afán contradictorio
mis pasos van por la salvaje selva.
Ah, si pudiera desatar un día
la unidad integral que me aprisiona
Tirar los ojos con los astros quietos
de un lago azul en la nocturna onda…
Tirar la boca muda entre los cálices
cuyo ferviente aroma sin destino
disipa el viento en sus alas flotantes
Darle el último adiós
al insondable enigma del deseo,
cerrar el pensamiento atormentado
y dejarlo dormir un largo sueño
sin clave y sin fulgor de redenciones
Alguna vez me llamarás de nuevo
Y he de volver a ti, tierra propicia,
con la ofrenda vital inmaculada,
en su sayal mortuorio toda envuelta
como en una bandera libertaria.

Heroica

Yo quiero un vencedor de toda cosa,
invulnerable, universal, sapiente,
inaccesible y único.

En cuya grácil mano
se quebrante el acero,
el oro se diluya
y el bronce en que se funden las corazas,
el sólido granito de los muros,
las rocas y las piedras
los troncos y los mármoles
como la arcilla modelables sean,
A cuyo pie sin valla y sin obstáculo
las murallas amengüen,
se nivelen los pozos,
las columnas se trunquen
y se abran de par en par los pórticos.

Que posea la copa de sus labios
el licor de la vida,
el virus de la muerte,
la miel de la esperanza,
las beatas obleas del olvido,
y del divino amor las hostias sacras.

Que al erótico influjo de sus ojos
se empañen los cristales,
la nieve se calcine,
se combustione el seno
virginal de las selvas
y se empenache con ardientes ascuas
el corazón de la rebelde fémina.

Que al rayar de su testa iluminada
resbalen de las frentes
las más bellas coronas,
los lábaros se borren,
repliegue sus insignias
la faz del estandarte
y vacilen los símbolos ilustres
sobre sus pedestales.

Yo quiero un vencedor de toda cosa,
domador de serpientes, encendedor de astros
transponedor de abismos…

Y que rompa una cósmica fonía
como el derrumbe de una inmensa torre
con sus cien mil almenas de cristales
quebrados en la bóveda infinita,
cuando el gran vencedor doble y deponga
cabe mi planta sus rodillas ínclitas.

Historia póstuma

Todo me lo diste, todo:
el ritmo azul de las cunas
en cuentos maravillosos
glosados de suaves músicas…

Las palabras melodiosas
divinas como el silencio,
las rosas de nieve y oro
perfumadas de secretos…

Las albas anunciadoras
de los venturosos días
henchidos de primaveras
refulgentes de sonrisas…

Las pálidas nebulosas
de los cielos taciturnos,
la soledad, el olvido
y la paz de los sepulcros.

Holocausto

Quebrantaré en tu honra mi vieja rebeldía
si sabe combatirme la ciencia de tu mano,
si tienes la grandeza de un templo soberano
ofrendaré mi sangre para tu idolatría.
Naufragará en tus brazos la prepotencia mía
si tienes la profunda fruición del oceáno,
y si sabes el ritmo de un canto sobrehumano
silenciarán mis arpas su eterna melodía.

Me volveré paloma si tu soberbia siente
la garra vencedora del águila potente;
si sabes ser fecundo seré tu floración,
y brotaré una selva de cósmicas entrañas,
cuyas salvajes frondas románticas y hurañas
conquistará tu imperio si sabes ser león.

#Tu rosa y mi corazón

Antes que entre tus labios y mi oído
el ciprés del silencio, largo y mudo,
alce su quieta cima,
de tu palabra en el cristal sonoro
dame una roja rosa, que será
por tu lirismo y tu carne fragante
rosa de amor humano y rosa mística.

La prenderé en mi pecho
sobre la palpitante rosa mía,
y del perpetuo beso el tibio roce
esparcirá sus perfumadas ondas…

Hoy,
ebria de aroma me será brindada
la belleza infinita…
y en mi larva fugaz cuando se apaguen
los armoniosos éxtasis
me envolverán las perfumadas ondas
en su mortaja amante y siempreviva.

Dame una rosa, antes
que el ciprés largo y mudo, entre nosotros
alce su quieta cima…

#Vaso furtivo

Por todo lo breve y frágil,
superficial, fugitivo,
por lo que no tiene bases,
argumentos ni principios;
por todo lo que es liviano,
veloz, mudable y finito;
por las volutas del humo,
por las rosas de los tirsos,
por la espuma de las olas
y las brumas del olvido…
por lo que les carga poco
a los pobres peregrinos
de esta trashumante tierra
grave y lunática, brindo
con palabras transitorias
y con vaporosos vinos
de burbujas centelleantes
en cristales quebradizos…

#Voz del retorno

Nada le queda al náufrago; ya nada: ni siquiera
la dulce remembranza de un viejo sueño vano,
ni la marchita y frágil ala de una quimera
que al estrecharse deja su polvo entre la mano.
La media noche es tarde y el alba fue temprano,
y el orgulloso día le dijo al sol: “Espera”;
quien sin besarla aspira la flor de Primavera,
pasa como una sombra por el jardín humano.

Violetas de los prados en el solar fragante,
rosas de los pensiles rojas y perfumadas
que al pasajero abrieron su misterioso broche;
el náufrago retorna como una sombra errante,
sin una sola estrella de flámulas doradas
con que alumbrar el fondo de su infinita noche.

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SENTADO EN UN PEDRUSCO [Mi poema]
Luis Alberto Maco Camizán [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Sentado en un pedrusco en ese monte
medita sobre el tiempo y la distancia
tratando de tornar a aquella infancia
perdida la mirada al horizonte.

Cansado se ha apoyado junto al pino,
aquel que tras los años aun pervive
enhiesto, sin dar muestras de declive,
que dio el pistoletazo a su camino.

Comprueba si es que aun cruje la tamuja
y vuelve a resoplar tras las pisadas,
cual fuera dando vuelta a las andadas
al ver como renace cuando estruja.

Inpira del olor de la resina
que intenta devolverle hacia el pasado.
¡Qué lejos y remoto se ha quedado,
qué corta esa distancia y qué mezquina!

El cielo antaño abierto se ha nublado,
presiente que se acerca una tormenta,
el monte seguirá, no tiene en cuenta,
sintiendo agradecido si ha mojado.
©donaciano bueno

#Seguro que el monte seguirá, lo que no ha de ocurrir con el pino? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Luis Alberto Maco Camizán

Del confundido

Nunca he tenido mucho por contar, como un perro bien comido
que busca la sombra de la última batalla
y se duerme: no mirar las palabras
es huir de la vida,
y yo las temo tanto como a los terribles
augurios
por lo que necesito menos de la vida
que de un buen sueño para echarme a andar
y que, luego, me he soñado así: obrero de la canela,
ignorante del progreso, de los pueblos cuajados en un aleluya
de sol;
abandoné a mi mujer por los libros,
si bien el amor no me mejoró como
alma, me fortaleció el orgullo
,
además, nadie me cuidará tanto la espalda
como un buen libro.

Te digo que soy como el perro bien comido
que se duerme sin tener nada
que decir: sólo al estar despierto
fuera de la vida,
como un feto que registra estatutos
de libertad en las murallas de su oscuridad,
podré mirar a las palabras como a
ritos cotidianos, como a escombros de un cielo
que no he visto ¿podrás verlo tú?
Y después tomaré el único telescopio
que conozco ¡mi soledad! así
sabré que el ataque del alma a la ciudad debe
ser silencioso como el peligro
que se deja caer sobre el que se alejó
del rebaño,
y tendré un mejor alcance
de las vísceras humeantes de mi infancia,
consultaré en ellas por mi propio bien,
saber ¿por qué mierda
estoy aquí si no voy a soportar mirar las palabras?

Del reservado (otra versión)

Ya voy más de una vida
con el mismo gesto de silencio.
Qué mercado tan monótono,
mercado de demonios.
El fuego era tan reciente
que era difícil quemarse; esas noches
que rugían, me injuriaban
“¡te vamos a quemar la lengua, a destriparla
porque no la necesitas!”,
y la risa que me dio al patear
una lámpara: el alma que salió.

Voluntario

No cuenta lo que soy
sino quién está conmigo ¿y quién lo está?
No quiero crías en mi vientre ha dicho el relámpago.
Y esto es muy poco para llamarlo
soledad,
vejez, tumba de animales que han reído.
¿quién está conmigo?
¿qué cielo se jugará su fuerza
para salvar cada nervio liberado de estos desechos?
Me enojé con los pueblos que aseguran que el progreso
es dormir, aburrirse más,
me enojé con las palabras
que ensucian el camino, y las que miran
desde su palco de oro,
riéndose de mi corona de moscas
bajo el brazo,
de los hierbajos creciéndome entre los inhóspitos dientes,
de mi cama que aulló dejando más
prisioneros en la tierra,
y de mi alma, el lavaplatos de turno, jugando
con ladridos y con pesados empleos en oscura ternura.

¿Y quién está conmigo, débil
como estoy, con la plúmbea bocanada

de tener orgullo todavía?
¿aquél que hable menos de la tierra,
y de los tambores de guerra de los sueños pastoriles?
¿de las facultades de un ave decapitada
bajando, silbante, hasta sorprender
el secreto de los otros?
¿el que trazará en el nenúfar del vino
la vida que no se hizo con el sol?
¿quién está conmigo, en este reino
de todos contra uno?

No es que sea Peter Pan

Algunos nunca tendremos edad
para hacer las cosas:

Siempre me repiten
que no me ven como padre
y luego se ríen de mí,
eso es bueno, aunque los ángeles beduinos de Abraham
afirmen que en tener hijos
hay ganancia, o está el irritado linaje del señor Bovary
embalsamado aún en el hipo del falo.

Otras veces me parece extraño
llegar a ser dueño
de una casa o de un huerto,
no veo que tenga edad para irme de viaje
a los volcanes del país,
a los templos que zumban
en lenguas de laúd,
ni moverme hacia el reloj del ajetreo,
ni huir de mi sedienta buhardilla
buscando gente de paz.

Algunos nunca tendremos edad
para entender demasiadas preguntas,
el germen hostigado de las quejas,
la obligación de reír
en raros episodios de placer:

Es el rito de tener edad
para estar solo y luchando
como raíces que no miran.

Breve carta de un aprendiz de obrero para un amigo del siglo XX

Porque somos lo que por nosotros
somos en cada jornada diaria.
Víctor Mazzi

De cualquier modo tengo un empleo,
y el olor de la vida
es diferente, aunque el trabajo
es una sarta de eventos inútiles
que otros le atribuyen
la importancia de una guerra.

Dios mío, pero hace tiempo
que el amor por la tierra se esfumó
de las manos y el canto de los buenos
muchachos, así que quítate del seso
la idea del obrero muerto en los abrojos, de pensar que de la cama al trabajo
el siervo está en sus límites,
en sus presagios de clamor más rojos
que la sidra; y que el nudo de horca
de los poemas y de los libros reflexivos
nos han traído a recuento:
yo vivo entre ellos, soy uno de ellos, otro pez que no ve
con claridad en qué sílaba de la red están Dios y el alimento,
el más genuino y postor de su suerte,
y te diré que en las más de veinte fábricas
por las que travesó la desesperada mosca
de mi juventud
miré obreros ociosos, malhadados, truhanes, blasfemos,
obreros jóvenes o seniles,
liebres en el asfalto del licor, tortugas
en el tugurio de sus puestos,
obreros que no les apetece trabajar,
que hacen hora,
flojean,
trampean,
relojean,
hacen cola en los destartalados baños
como postes callejeros,
para sentarse a dormitar, a chatear
con las nubes de sus amores —son sus teléfonos los que eructan auténticos
gestos de ternura
obreros que silban
a los jefes atontados,
obreros sin pasión
por la soledad de las máquinas,
menos por el trabajo que los sustenta, obreros sin país,
no saben más de su patria que un pájaro de cabinas telefónicas,
obreros que se trajean
con lo más caro del mercado:
Nike, H&M, Apple, etc. y que creen
deben disiparlo todo
en festines y lupanares clandestinos,
en níveos artefactos que darán
vida a sus cuartuchos; que se meten
a los sindicatos
para protegerse de ser despedidos
por sus olímpicas vagancias, por sus falsos descansos
médicos,
por vivir con los desechos que definen a las piedras.
Verás, muchos desertan:
es imperativo adquirir la mueca de los
que quieren tomar en serio sus vidas
y largarse de aquí, es por estudiar, por volver abrevar de sus inquietantes lagos,
dormir en los corrales de sus estrellas
apagadas, o bien, probar en otras latitudes
de la vida, y abandonan el papel
de obrero citadino.
Pero no llegan a más, y se regresan:
llamando obstinadamente
a la fábrica que abandonaron,
llamando con olifantes de 120
decibeles,
los he visto deambulando, como diablos en las estepas,
con el maldito sobre manila
dentro de la vasija del alba,
y en la sal del mediodía,
los he visto
tocando ventanillas, preguntado si reciben a ex trabajadores, a ex estatuas, a ex maniquíes del infierno,
los más jóvenes postulan a buitres eventuales…
Así que quítate de la sangre putrefacta
el mito fílmico del obrero oprimido,
del obrero loco por numerar las migajas,
del obrero sin purulencia ni derroches,
del obrero que inventaste en tus testamentos de martillo y carbón.

Están ansiosos

El mayor espanto de esa gente
es quedarse en casa un sábado, un domingo,
ojalá que cuando retornen
encuentren al televisor riéndose
de la mesa rota y del pescado en el piso,
y a la pimienta fornicando con la sal,
con una mosca flautista
en la esquina del crepúsculo, y la ventana del salón
abrazada al árbol barbón del frente,
ojalá que cuando vuelvan
la casa les dé una patada
allí donde los escrotos se prensan
a las telas de la vida.

Qué gente para tener miedo
del polvo y de paredes que se apoderan
de los años
como gigantes que hurtan manzanas
del Oriente,
Qué gente resoplando en las calles,
protestando por el peso de la soledad
en sus cerebros alunados.
Ojalá que esa gente no llegue al sábado, al domingo,
y cuelguen de la luna roja del más allá
como arañas y calzones mal lavados.

Ámame si puedes

Deja el frío wáter, cariño
y siéntate en mis manos,
la luna llena sacudirá los fríos platanales
de la ducha
y te sacará de allí,
pero déjale el vello púbico a tu sombra,
déjale el vello núbil a tu vida
que no quiero ver abajo,
abajo hay pedazos de un hogar que perdiste,
risitas que echas en falta.

Deja la fría cama, cariño
y apréstate a mojar el corral de los duendes,
yo seguiré tu lácteo rastro de orina
y llegaré a tu amor,
y hoy tu amor es la pena de no decidirse por nada,
es la rareza de guardar en tu frigobar plateado
copos de mi alma, gotas apagándose,
y sólo cuando me vaya —bien al trabajo, bien al estiércol posible—
te harás una mascarilla de verano
y te hará reír ese ritual,
ebriedad de estar volviéndose loco como lagartija
que cree poder limpiar de las rocas
años de abandono.

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Sergio Inestrosa

La frontera

Un niño encontró su muerte prematura
justo al intentar cruzar, junto a su padre,
el río que divide la frontera.

La madre se inclina y llora
sobre el ataúd forrado de papel blanco.
Iba con su padre en busca de fortuna —dice—
pero la mayoría de periódicos callan.

Quien encontró ahogado al niño
afirma que tenía el color blanco del papel
y llevaba una corona de algas.

Ya la criatura entró en los dominios
de ese sueño moroso que es la muerte.

Afuera silba el viento al rozar los árboles
y rompe la luz de la alborada.

Noche triste

Noche triste, absoluta,
Noche espacial, perforada de estrellas.
Aquí en la tierra,
La sangre sonámbula clama venganza
Por aquellos que han sido asesinados
Por defender el bosque
Que después ha sido arrasado por las llamas
Volviéndolo ceniza astral;
Muy poco después,
El hacendado ha mandado sembrar soya
Pues tiene en mente
Hacer un negocio redondo con los chinos.

HOY EL TIEMPO SE HA PARADO [Mi poema]
Soleida Ríos [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Hoy el viento se ha parado
un buen rato a descansar,
no ha dejado de mirar
lo que andaba por su lado
compungido con su enfado
ha mostrado su pesar.

Y ha observado que las olas
arrastrando iban la arena
murmurando con su pena
musitando siempre a solas
y ese campo de amapolas
va sufriendo una gangrena.

Que en el campo de batalla,
entre montes y pinares
van sufriendo de avatares
por la culpa del canalla
que ha mostrado su metralla
a pesar de sus pesares.
©donaciano bueno

Es cierto eso de que el tiempo no se para nunca? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Soleida Ríos

Arcano

para Luis Lorente

Abandono.
Detenimiento.
Suspensión.
Lo resistente es el árbol
(guásima, fresno, abedul)
las ramas que sostienen la cuerda
atada al pie
las verdes ramas.

Diríase que a ese muerto, sustraído
no lo soporta una estrategia
(mirar y mirar, ver, entrever
¿qué? desde arriba
caído y, no obstante, por encima
de las líneas de congestión).

Soberano detenimiento. Arde
lo que tiene que arder.
Arde y se apaga.

El que cuelga
puede no calcular
los polos de la frialdad
ni el golpe de una ventolera.
Resiste, pues su manera de hibernar
le da visión.
Ve pasar las carrozas deshilachadas
de los triunfadores.
Ve pasar hacia los blancos cementerios
la cadena de interminables
muertos vivos.

El que cuelga
como mira de frente, ajeno
invertirá los símbolos:
el agua: artificial, la ingravidez: perfecta.
Pero ¿qué es el qué
desde arriba y caído
y no obstante por encima
de las líneas de congestión?

Arde lo que tiene que arder.
Arde y se apaga.

Y en la distancia, confluyendo
en el detenimiento del deseo
la muerte
mas, nunca para reducir.

El que cuelga, cruzado de pies y manos
si despierta, podría beber de sí
podría desplegar desde sí su permanencia.

Pero lo resistente sería el árbol:
guásima, fresno, abedul.

Pies de palma

a Lorenzo García Vega, in memorian
a Mario Rivas

Ni Reina
ni Roja
ni Sagú
ni Silvestre o de Monte
ni Palma Thrinax
ni Thrinax Multiflora o Miraguano
ni Thrinax Paviflora
ni Thrinax Rígida
ni Thrinax Lejeye
ni Urania o Rabanela
ni Vitchi
ni Arenga Sacarífera
ni Yarey
ni Yeaiba o de Guinea
ni Yuma (no descrita)
ni Yuraguano
ni Palma Erizada
ni Sin Espinas

Palma de Seda (Real). En Imías
Roystonea lenis León.

las palmas ay las palmas deliciosas
ay esa palma negra…
la palma sola, soñando
libre y sola

Tablas techos bastones catauros tercios…
para tabaco en ramas
manojos de palmito: cogollo y corazón nutrientes
fruto oleaginoso. Yo
palma de seda, elevada, coronada, descalza, inerme
flores sésiles, hojas pinnatisectas…

¿Quién o quienes fijan el precio de una palma?
¿Cuándo?

Poema Ofó

No contra el dolor, contra el sufrimiento
no contra la ceguera, contra la rabia
no contra la necesidad, contra el imperio del deseo
no contra el enemigo, contra la enemistad
no contra la pequeñez, contra la disminución
no contra la imaginación, contra el exceso de fantasía
no contra el poder, contra el abuso de poder.

Antes que la defensa, la protección.
Jamás golpea la muerte a una roca
y jamás corre un río hacia atrás.

Populus trémula

por G.

a Amelia Carballo y Carina Maguregui

En la noria
entre los cangilones
de la noria
salimos
entramos
volveremos a entrar
de lleno (azoro)
al agua seca.

Siete gajos de álamo temblón
solos, dibújanse…

Entretiene la testa
un airecillo (cuaresma)
singular. Ala
dentadura canina, ojos de miel
entre los cangilones de la noria
miraba acaso nubes, arabescos…

Y entre los cangilones de la noria
ver de pronto siete gajos
de álamo temblón (azotar
azotar)
hacer el árbol
y ver el árbol ay multiplicado
crear la encrucijada. Y ver
siete pares de álamos temblones
(azotar)
sacudir las cenizas del miércoles.

Y
el cuerpo de Ala, dulcenombre
atado a la cadena
succionado, pujar temblar irse
ir cayendo
caer
enterrarse
en el basto engranaje
de la noria.

Y ver casi al instante (pánico)
un
extraviado
surtidor.

Es Cuba y Amargura, calles
de otrora, sombreadas hoy
(cenizas, verde y humo)
por siete pares de álamos temblones.

Lágrima ay del corazón
loto cerrado.
Es Cuba y Amargura: San Francisco de Asís
da de comer […] a toda clase de aves sigilosas,
no hace mucho despavoridas.

Un poco de orden en la casa

Para mi hermana Olivia

Esto está oscuro y tiembla.
Mi padre, el padre del que todo lo puede
¿me ha mentido?

Yo decía si viro, si retrocedo
muero.
Vi a la gente gritar, vi a la gente
muriéndose, con pan sin nada que ponerle
pero gritando vivas verdaderos
en sus casas de tablas remendadas
caídas ya de frío y de esos vivas.

Vi a la gente, esa gente era yo
mi madre
mi padre loco en un cuarto enloquecido
el padre de Renté que no aparece en mapamundis
ni en diccionarios ni en los coloquios internacionales.
Ese que digo no está vivo ni muerto.
Yo lo boté en el secadero.
Las monedas mensuales tiradas por esta mano mía
que no es mía ni es la mano de nadie
a la furia del viento y al camino de El Triunfo.
Me mandaron, ve y tíralas.
Boté lo que era mío.
Más bien boté lo que nunca fue mío.

Ahora se dice abajo, en ese tiempo no
en ese tiempo éramos bellos
nos llamábamos bellos, gente con suerte
seres mágicos que cambiaron el rumbo
porque decían amar al pobre no es más que amar a Cristo.
Cristo está en los maderos

clavado en una cruz [hizo muchos milagros] clavado en una cruz entre ladrones.

Mi padre, el padre del que todo lo puede
¿me ha mentido?
Sus hijos, los apóstoles, lo van a divulgar.

Maleva y los niños en el paraíso

Los únicos paraísos no vedados al hombre
Son los paraísos perdidos
J.L.Borges

En el jardín
y más al fondo, en los ojos de Maleva
los niños se tiran de los árboles.

Aquellos niños puros que ya fuimos
cubiertos por pañales blanquecinos
se tiran de los árboles.
Pero se tiran a morir
a que nos olvidemos.
Y se tiran riendo
porque disfrutan de antemano
la pena que vendrá
la desesperación en que más tarde
o más temprano
sucumbiremos todos.

La muerte de los niños no está escrita.
Ellos la prefiguran en la rareza de sus juegos.
Ayer, si no es que hace un instante
o hace doscientos siglos
los niños figuraban ciertos juegos
como en una nostalgia de niños anteriores.
[Los primeros, los últimos que vuelven
a comenzar las filas
ya no figuran nada, gritan
carne de momia carne de momia
queremos la cabeza del escudo.] Quiénes simulan ser los últimos.
Quiénes son los primeros.

Los niños
hace un instante o hace doscientos siglos
entraron al jardín con papeles marcados.
Se tiran de los árboles.
Se tiran

Último rezo para los ojos del traidor

No existirán los pasos que no llegaron a la puerta
no existirá la mano que no toque o empuje
y abra la hoja clarísima
no existirá la voz
como un pez será mudo
como un pez vivirá bajo las aguas
aquel arroz que iba a su boca ya cesó
hilo de cobre será por donde pase el trueno y
tienda una música ronca un sol cortado en dos

como una sola vez los grandes animales se perdieron
como una sola vez las raíces del árbol
fueron pobladas por el humo del fuego fatuo
y por el diente de la hormiga
así se irá pudriendo en el camino aquella sombra
aquella sombra el gesto de una mano que fue
con cinco dedos con sus cinco sentidos
con su nombre y su cuchara ardiente
era dirán
en su ojo fijo ya no hay sueño.

Cuerpo presente

Tensa la cuerda
se deshilacha en sesenta flechas moribundas
en sesenta sonámbulos vestidos
en uno solo
en uno
en un cuerpo que cae

yo no quiero morir
yo no quiero morir
no veo ya no veo
son las moles de tierra
las varillas eléctricas del miedo
la corriente del miedo

en este hoyo no percibo
no puedo ver no puedo
toda mi fuerza empuja estas moles de tierra
que se apartan y vuelven
vuelven vuelven

atrás

no acude nadie dios
no viene nadie
papá ya sé que estás ahí
dame tu enorme mano antigua
levántame oh dios
virgen del cobre
ruego por ti los juanes
ruego por ese niño huérfano que cargas

el hoyo se abre
abre la boca donde estoy
pero el agua es tan limpia
es el agua del brindis
para tu despedida en copas blancas
recuérdalo papá
hace ya tiempo
dame tu mano antigua
yo no quiero morir
échame el lirio la cebolla del lirio
la raíz de la tierra
yo no quiero morir

oh las moles
vuelven las moles padre
míralas cómo vuelven a encerrarme
en su escabroso pecho oscuro
yo no quiero morir
sueño desnuda
sueño no peso ya
pesan las moles
pesa el agua
el cielo es mármol pesa
cierra la puerta padre
en paz descanse
en paz.

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NADA LE DEBO A DIOS [Mi poema]
Agustín Delgado [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Nada le debo a Dios.
Con miedos le he pagado.
Y el tiempo ya lo tengo amortizado.
Después de tanto esfuerzo hoy digo adiós,
me voy sin conocer ni hacia qué lado.

Los sueños que he tenido
se fueron cuesta abajo,
tirando, echando millas a destajo,
igual que un luchador empedernido
que no sabe parar, sin un relajo.

De nada me han servido
los ruegos y quebrantos,
que hubiera de poner tupidos mantos
ni haber a los deseos resistido
lo mismo que a sirenas con sus cantos.

Me voy como en un cuento
con un final feliz,
consciente que yo he sido un aprendiz
que no supo pararse ni un momento
a ver ni el más allá de su nariz.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Agustín Delgado

EN FAVOR DE MANES

Ay de ti, prepoeta,
Que no te flaqueciste en hinchazar
Débil legado de revelaciones.

Esa así tu condena:
Esnifar sin ya tregua
Polen cáreo
De los idilios idos de agosto,
La tela de hedor
De las pecinas fáciles,
Celada agua de desolación.

Y oh a vos, solecísimo:
Gloria, aeda, in excelsis,
Seas.
Oh quien apacientas
El archivo de peonias
Lactantes.
Séase,
Ballena burócrata,
Que cultivas con esmero
El anillado de las giocondas.
Tus dias están hechos
De leche incólume.
Tu verdad se sienta
A la diestra de más beldad.

SANSIROLÉS DE LOS MADRILES

Maloliente ciudad está Madrid,
Pocha de machos cabe marujones.
Rompeolas del Sol, puerta fetal
Do hasta la Osa esnifa y saca ubre.

Dos bocinazos dánse la Gran Vía
Espantando marchitos en enaguas.
Alguacilillo pone chirimbolo
En el trasilo del Kilimanjaro.

El mediodía va de rompe y rasga,
Estribaciones del panel higiénico.
Y no da abasto Isidro Maravillas:
Todo máquero dios españolea.

Malcrecida heredad, oh Magerit,
De aquellos polvo torcas vastos lodos.
En la espiral que sorbe tu declive
Con viento fresco bulo a la bartola.

Gritan, allá lejos, escuchad

Para poder siquiera los dos acercarnos
necesitaríamos
siglos de instantes como este instante.
Para que pudieran morir las aguas más sucias,
para que pudieran brotar las aguas más claras.

Aquella sed, los gritos, el pájaro amarillo
que cantaba ayer tarde y te ponía triste.
Aquel candor feroz de tus ojos de esponja
en el momento cumbre, al desplegar los párpados.

El viento, el mar, las más bellas palabras
que pronuncia un hombre a la hora de morir.
El verte y el no verte. El deslizar los dedos
por las venas muertas de tus manos vivas.

Todo es vana poesía. Todo se ha convertido
en inútil deseo de un deseo de amor.

Para poder siquiera los dos acercarnos
necesitaríamos
siglos de ternura como esta ternura.

La muerte del padre se alza en la ventana…

La muerte del padre se alza en la ventana
sale al espacio vestida de blanco.
Por las escaleras interiores golpea su cuerpo
descendido a hombros bajo espesa madera.

Los hijos del padre cruzan las calles,
el globo de la tierra gira sobre sus ojos.
Están para estallar pero no sollozan.
Sonríen pero están para partir.

La energía del padre yace en el vaso de agua,
en la mesa de noche de las salas de espera.
La chaqueta del padre vaga por los percheros,
no es símbolo, no es viento, no es amor.

La madre de los hijos inflama la pared
con una luz roja y con una luz roja.
La memoria deshace las miradas.
Mariposas clavadas con alfileres.

La sombra del padre se disuelve en la atmósfera,
habita las galaxias, los macizos blancos.
La madre de los hijos y los hijos del padre
cavan una tumba en el corazón de la tierra.

Otra vez más

Siempre quedan los papeles llenos de metralla
encima de alguna mesa.
Pero más triste es morirse de hambre
y sin chaqueta y lejos de la patria.

Por eso hoy, Antonio Machado,
rasgo todos los versos,
todos los discursos de después de la comida
y me quedo en mi cuarto
mirando hacia afuera, mientras sigue la lluvia.

Por eso y porque es febrero,
tantas veces cuajado de nieve
pero tan pocas de copos de libertad.

Y porque el Volga
se deshiela a estas horas y en el Mediterráneo
llamean las aguas que te vieron morir.

Y también
por los dos versos
que encontraron en tu bolsillo y que dicen:
‘estos días azules
y este sol de la infancia’.

Por sobre todo, padre mío,
porque estoy desnudo como los hijos de la mar.

NATURALEZA MUERTA

Sobre coágulos de mármol las hilachas rojizas
Cuando el azúcar se desprende y muere

Al fondo de la taza de café de verano.

La cuchara de plata
El cigarrillo rubio
Yéndose lentamente
Azulada pavesa
Entre cenizas ralas y círculos de sopor
Yéndose.

Bajo la soledad de las maderas del salón milenario
En este reposo del mediodía
Ligeramente predispuesto a las palabras suaves
“Ángel azul
Festivales de amor plateada orla
De sueños”.

Dejó el líquido una red de espuma
En el borde de la taza disimulando aferrándose
El resbaladizo tiempo cristalino.

El ticket con el precio
El vaso de agua
Las cerillas
La mancha inmóvil calurosa empedernida
Muerta.

Me pegaría un tiro.

NUEVE RAYAS DE TIZA

I
Ahora, más que nunca
Se creían valiosos.

Orígenes y duelo
De toda una pasión, de verdadera prole
De asesinos, de manchas
En la pared, donde la lluvia
Consolidó el disparo
O vocerío entre las aguas. Polvo
De amor; de lo que ellos llamaban
Amor.

Se creyeron tan dignos,
Tan magnánimos jueces
De una historia aprendida en cartillas de escuela.

Fuera como si otros, alguien,
Desde arriba, de lejos, de las nubes
Hubiera hecho el papel de intermediario
Alzando
Tanta miseria,
Echándola a voleo sobre las cabezas.

Y cuando aquella historia
Definitivamente acaeciera
Otra resucitaría. Y serían ellos
Los que yéndose al muro de las lamentaciones
Volverían a hablar
De su origen y de sus emblemas
Sin que nadie les escuchara.

II
Se afanaría
Lo más posible en divertir.
Ni demasiado sentimiento
Ni tampoco palabras de dulzura en los labios.

Pasaría la tarde
Ensayándose solo, iría hasta tres veces
Frente al espejo, escucharía lentamente
Su voz
Alejándose, expatriada.

Mediada el alba, volvería a caer
Sobre la iridiscente lejanía
De la última tarde, paladeando
Categorías, usos
De aquellos que tenían en sus manos
Pocas palabras, demasiado oro.

E intentaría grabar
Como la cinta graba, como algo que viene
Envolviéndonos la piel.

Al fin, irremisiblemente
Extirparía entre las sábanas
Cuatro, cinco manchas de amor.

III
En el feroz acuerdo
A que llegaron. Donde dobla el día.
En las patas de oso
Que levantaron ellas hasta amarrarlos por detrás del cuello.
O en el cristal de las sábanas.

Hubo más tarde, como siempre, llamadas
De reloj, de teléfonos abiertos
Inútilmente ya, cuando ya sólo eran
Cenizas, o brasas, un hiriente latido
De carmín en los labios.

Esporádicamente
Da el viento en los visillos y se vuelve a marchar.

Porque no hay nada. Nadie
Obligará a ese gato de la esquina
A levantar los párpados
E iluminar de luz verde la pared
Que siempre fuera una página en blanco.

IV
Cuando el amor se meta debajo de estas paredes
Me olvidaré de los óleos
En que con una cuchilla el lienzo blanco fuera dividido
En tres partes, lejos de toda simbología marina.

Y volveré a un puerto cualquiera
A estrellar contra las ruinas de ese barco holandés
Tres botellas de whisky, pero ya digo, lejos
De cualquier balanceo específicamente literario.

En el color oscuro de las aguas de aceite
Arrojaré la última gota de mi vida
Y nunca una sonrisa, nunca la carcajada
Caerá en unos labios más tristes que los mios.

Pero ya digo, lejos. Para que nadie estorbe.
Para que nadie crea que es una frase más.

(Eras como las ruinas de ese barco holandés
Cuando soñé contigo esta noche pasada.)

V
Cuando en el siglo nueve
Un poeta en Calcidia
Escribió en las paredes de la cárcel
La palabra libertad
Recordé aquella mañana
En que estábamos solos, mirándonos, y el viento
Daba mucho más lejos

Allá donde las olas
En las suaves colinas de Síbaris.

Juré
Que ya nunca
Cuando una mano de hombre
Escribiera en las paredes la palabra libertad
Me sentiría solo
Y te miré a los ojos
Como si todavía fuera adolescente
Y juré
Que nadie perturbaría mi calma
A pesar de las olas
Y de estos momentos en que quisiera
Tenerte entre mis brazos por encima de todo.

VI
Y si tampoco
Esto fuera posible;
Y si
Como cuentan que sucede
Entre las clases nobles
Nos viéramos obligados a repetir
Esas fórmulas asquerosas de despedida

Y si tampoco
Te ha servido de nada
Escuchar en mis venas los preludios del viento

Que sepas al menos
Que por una vez
Conociste a un hombre
Que no entendía de póker
Ni de vida de sociedad.

Y si te dejan
o si puedes creerme
O si los labios
Fueron hechos para algo más que para una venganza
Que sepas
Que seguiré leyendo aquella triste historia
Donde se narra
Que una vez, en un parque
Vio un jardinero huellas de lucha
Y las borró con el rastrillo
Creyendo que dos perros se habían extenuado
Allí de amor.

Porque hemos llegado
A un tiempo en que es mejor
Leer historias tristes
Que decir una sola palabra verdadera.

VII
Como esos solitarios
En los bancos de algún parque
Que se hunden y notan
Avanzar la punzada
Por el costado izquierdo.
Y cuando en medio
El estallido surge, cuando a lo lejos
Pasan las pancartas
Sucede
Como en esas películas
En que a los diez minutos, tiernamente,
Nos quedamos dormidos.

Y cuando por fin
Aquello que nadie ha visto
Que nadie querrá reconocer
(Pero que es inevitable como todas las cosas)
Cuando al fin aparezca
Esconderán la cabeza
Como esos solitarios

Y la punzada avanzará
Por el costado izquierdo.

VIII
En las paredes
Habían ido turnándose y ahora
-Oh democracia, oh viento
Que vienes de lejos-
Salían de las sombras de la noche
Y se quedaban mirándonos
Desde las paredes de la propaganda
Como si fuéramos suyos
Y escribían debajo
Que eran más inteligentes que nosotros
Más patriotas.

Solos ante el peligro
Recogíamos del suelo octavillas verdes
Y las íbamos dejando caer.
En las sombras de la noche
De vez en cuando se oía una carcajada.

Y cuando los cerebros
Escribieron en la pizarra
El resultado del escrutinio
Todos sabíamos
Que como ya lo dijo la escritura
Eran
Los mismos perros
Y los mismos collares.

IX
La novena raya de tiza
Se extendía furiosa
Entre los jeeps y los perros.

Como una cuchilla
Cortaba ataduras
A ras de tierra.

En las calles de la ciudad
Fueron apareciendo
Rostros jubilosos detrás de los cristales.

La novena raya de tiza
Escribió
Y eran tan claras las palabras
Que todos sabíamos
Que eras tú la que dictabas,
Libertad.

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MÁS BURRO QUE UN ARAO [Mi poema]
Javier Bozalongo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que el burro siempre vuelve a las andadas,
¡qué sabio ese refrán!,
no entiende ni le importa el qué dirán,
y a aquel que le molesta da patadas
mas no convencerán.

No otea más allá de sus narices,
¡benditas orejeras!,
que nunca ha de salir por peteneras,
el burro nunca entiende de matices
no atiende a otras maneras.

Conoce que ha de ir derecho al grano
sin nada que le tuerza,
por mucho que se intente, con su fuerza,
no importa si le tildan de tirano,
que el burro come berza.

Se sabe que una vez que ha muerto el burro,
al rabo la cebada,
tozudo, seguirá con su mirada,
más burro que una arado, el muy cazurro
pues mira y no ve nada.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Javier Bozalongo

HURACÁN

¿Cuál es la gota exacta
que colma el vaso,
la palabra que agota la paciencia?

Puedes decir que sí durante años
negándote a ti mismo
y al final decir no,
afirmativamente.

Vendrá el dolor entonces,
pues nada hiere tanto como la soledad
ni hay huracán tan fiero
como el que nace de los monosílabos.

ALREDEDORES DEL ESTADIO

Justo un minuto antes de sonar las sirenas
todos los caminantes entraron dando voces
al único refugio al aire libre
en el que aún podían sentirse protegidos.

Lo habían repetido en las noticias,
megáfonos violentos lo anunciaban
mientras todos corrían con su entrada en la mano
como si se tratara de un salvoconducto.

Los miedosos, los frágiles, los desfavorecidos
se quedaron en casa frente al televisor
viendo cómo aquel hombre, un hombre solo
recorría Madrid envuelto en sombras,

ciego ante las señales, inmune a los semáforos
y al grito repentino que confundió a los pájaros,
pronunciado a la vez por miles de gargantas
casi unánimes: ¡Goooool!. Y todo fue silencio.

NORMALISTAS

. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . A mis hermanos mexicanos

En todos los relojes resuenan una a una
cuarenta y tres campanas que hacen de la jornada
un desfile de interminables horas.

Ya nadie reza en las iglesias.

Hoy los crucificados
ocultan con las manos su mirada
en un gesto de rabia y de vergüenza.

Los creyentes no les ofrecen velas
a los que fueron santos predilectos
y las llamas se elevan en mitad de la noche
buscando iluminar una certeza,
tratando de agrietar
un silencio más cómplice
que la peor mentira.

Quien carece de sueños se queda sin futuro.

Quien niega a sus maestros un pedazo de tiza
niega a sus propios hijos
la posibilidad de una pizarra
donde escribir “mañana”.

PASO DE CEBRA

Si te cruzas conmigo por la calle
y me ves como ausente,
regálame un abrazo.

Haz que los camareros se sorprendan
de tu efusividad,
que se paren los taxis
con los semáforos en verde,
que salgan a la puerta de las tiendas
los comerciantes
y confundan su rumbo
los motoristas,
que los carteros pierdan
sus direcciones
y la ciudad entera
celebre nuestro encuentro.

Porque al salir de casa
no pude imaginarme
que en mitad de la sombra
se abriría la vida
como se abre una zanja
en las obras que no terminan nunca.

Si te cruzas conmigo
déjame que disfrute del hechizo
que durante un segundo
nos convirtió en noticia.

TREINTA PELDAÑOS

Para Paula Bozalongo, abril de 2021

Nunca he sido muy dado a las ciencias exactas,
o más bien al contrario:
refugiándome siempre en las palabras
aprendí a contar sílabas muy pronto
sin prestar atención al resto de las reglas.

Y sin embargo, hoy,
sé que esta multiplicación
no se repetirá nunca jamás:
treinta por dos, sesenta
–los tuyos y los míos–.

Yo no te volveré a doblar la edad
ni tú tendrás ya más la mitad de la mía.

No debes preocuparte: son solo matemáticas
y no nos hace falta calcular estructuras
para saber que este edificio aguanta
porque lo construimos sobre tierra robusta,
con un cimiento sólido
para ir levantando, poco a poco,
las plantas que al final componen una vida.

Y, desde la atalaya, puedo ver como tú
vas subiendo peldaños, te acercas a la cumbre.

Solo puedo decirte que no mires abajo,
que te detengas solo para tomar impulso.
A tu lado estarán tanto los que te alientan
como aquellos que quieran impedirte el ascenso:
de los primeros toma el ejemplo que puedas,
de los demás, ni el agua que te ofrezcan.

Disfruta del camino sin olvidar la meta,
pero sabiendo siempre que lo más importante
está en cada etapa, cada pequeño tramo,
cada paso que das, uno tras otro.

Te dolerán los pies algunas veces,
te escocerán los ojos algún día,
tendrás frío en las manos en invierno,
pero todo será malestar pasajero
cuando alguien te abrace
o te ofrezca un pañuelo
o te acerque una manta.

Yo seguiré observando, al lado del camino,
anotando estos versos y otros muchos
que debes olvidar, para seguir creciendo
y escribir con los tuyos el libro de tu vida.
De Los días generosos

UN HOMBRE SIN PASADO

Entrégueme las llaves.

No nos debemos nada el uno al otro.
Compré con su salario su tiempo y mis ganancias.
A cambio de su esfuerzo yo negocié sus deudas
y las alimenté con la ilusión
que usted tuvo una vez, creyéndolas saldadas.

Su ímpetu juvenil
naufragó en la moqueta de un despacho.
No se sienta culpable si al retirar las fotos
alguna le reprocha sentirse abandonada,
puede culparme a mí, que no soy nadie.

A nadie le ha entregado usted su vida,
a nada ha consagrado tantos años.
De ahora en adelante va a saber lo que es
convertirse en un hombre sin pasado.

Entrégueme las llaves.

Si algo hemos compartido usted y yo
fue el vacío del aire:
ni siquiera al tocarle dejé huella.

Puede pensar que ha sido un espejismo,
pero el despertador desocupado,
las mañanas sin prisa
y las corbatas tristes
vendrán a recordarle lo que es.

Lo que pudo haber sido lo doy por bien pagado.

Entrégueme las llaves, salga sin hacer ruido.

Recoja las monedas que sellan el adiós.

NORMALISTAS

A mis hermanos mexicanos

En todos los relojes resuenan una a una
cuarenta y tres campanas que hacen de la jornada
un desfile de interminables horas.

Ya nadie reza en las iglesias.

Hoy los crucificados
ocultan con las manos su mirada
en un gesto de rabia y de vergüenza.

Los creyentes no les ofrecen velas
a los que fueron santos predilectos
y las llamas se elevan en mitad de la noche
buscando iluminar una certeza,
tratando de agrietar
un silencio más cómplice
que la peor mentira.

Quien carece de sueños se queda sin futuro.

Quien niega a sus maestros un pedazo de tiza
niega a sus propios hijos
la posibilidad de una pizarra
donde escribir ‘mañana’.

Una Historia

Ella le conoció
mientras tocaba al piano
una pieza olvidada.
Se miraron de lejos
y empezaron a hablar
sobre el vaivén del tiempo.
Ambos iban en busca
de alguna libertad:
ella ansiaba hace mucho
complementarse en él
y él deseaba con ella
fundirse solo en uno.
Rieron como locos
y así fue como amaron:
con la misma locura
con que se han olvidado.

De Líquida Nostalgia

Tarragona

En la ciudad sin puertas
las ruinas de mi infancia
nunca fueron romanas.
En el anfiteatro
de mis jóvenes años
las piedras saben más
de lo que yo recuerdo.
Subir a tocar ferro
fue después la rutina
que animaba las tardes
al terminar las clases:
era la eucaristía
que juntos celebrábamos
los miembros de distintas religiones.
Un solo dios: el mar,
al que adorar en lenguas diferentes
mientras el sol, aliado con la piedra,
daba cuerda al reloj
que adelantaba el tiempo de marcharse.

CURRICULUM VITAE

Nací con el calor del mes de julio
y crecí junto al mar.

En mi primer colegio
quisieron enseñarme a tener miedo
de las cosas que más feliz me hacían.
De los curas y monjas solo guardo
una extraña aversión al color negro.
Cuando no sabes bien dónde terminan los bolsillos,
dónde esconde la mano el enemigo,
el golpe siempre acaba en tu cogote.
No soy olvidadizo.
Recuerdo las lecciones de aquellos profesores
que ponían calor en sus palabras.
Los años de instituto
no fueron los más fértiles, pero sí muy felices.

La patria me robó
el tiempo imprescindible para que las banderas
me parezcan tan solo retales de colores.

Crecí con dos idiomas
y en los dos aprendí a decir adiós,
y en los dos olvidé decir te quiero.

Hice caso a mi padre
buscándome un trabajo para toda la vida:
Trabaja niño no te pienses
que sin dinero vivirás.
Junta el esfuerzo y el ahorro
ábrete paso, ya verás…
cómo se ríen otros de ti y tu dignidad.

Entre mis aficiones
no destacó el deporte ni como espectador,
ni la jardinería ni la música clásica
consiguieron hacerme un fiel adepto,
y casi todo el tiempo en que me siento libre
lo ocupan dos poemas con nombre de mujer.

Siempre estoy disponible para un viaje;
aunque sé conducir me distraigo al volante,
y ya no estoy dispuesto a buscar un trabajo
que requiera un esfuerzo que usted tampoco haría.

De Hasta llegar aquí

WOODY ALLEN vs FREUD

Hay algunas películas tan lentas
que puedes ver en ellas cómo crece la hierba,
igual que algunos sueños se alargan varias noches
lo mismo que las malas novelas por entregas
y te pasas el día bostezando
mientras llega el capítulo siguiente
de una vida vivida en paralelo.

No importa que los sueños carezcan de color,
que les falten matices o estén desenfocados.
Intentar comprenderlos es inútil
como inútil resulta creer que son verdad.
Nunca hubo escaleras que llegaran al cielo
ni ríos infinitos ni abismos tan profundos
cuyo fondo resulte inalcanzable.

Confórmate si puedes con ver amanecer
y saber que las horas de todas formas pasan
para llevarte en brazos a los brazos
de la noche siguiente, de la continuación
de lo que no recuerdas y sin embargo existe:

oculta realidad en blanco y negro
por donde pasa un río, que surca un precipicio
y termina en el mar, cuando despiertas.

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LAS NOTICIAS DE HOY EN DÍA [Mi poema]
Concha Méndez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La red hoy anda llena de noticias,
algunas, que son falsas de raíz,
te engañan cual si fueras aprendiz
e invitan a pagar con sus caricias
más propias de una actriz.

Noticias de relleno o a la medida,
noticias de verdad, que son a medias,
más propias de soltarse en las comedias,
que, falsas, te darán la bienvenida
y trocan en tragedias.

Desnudas de un mensaje que interese,
que han sido en otros medios publicadas,
y vuelven a fingirse enamoradas,
dispuestas a esperar que alguien las bese,
y vuelta a las andadas.

Noticias que son bombas de racimo,
atentas al lector con su metralla,
revientan repartiendo en la batalla,
más nunca te dirán que son un timo,
sugieren come y calla.

Noticias que nadando entre dos aguas
preñadas de segundas intenciones,
tomadas al azar. Lamentaciones.
De tanto ya bailar que están cansadas.
Incultos, dan lecciones.

Noticias que están llenas de sandeces
dispuestas a saltar por los balcones,
que fingen repartir las bendiciones
y suelen repicar cual almireces
en nuestras emociones.
©donaciano bueno

#Bulos, trolas, chismes, paparruchadas...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Concha Méndez

Quisiera tener varias sonrisas de recambio…

Quisiera tener varias sonrisas de recambio
y un vasto repertorio de modos de expresarme.
O bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar el hábil gesto que pudiera escudarme…

Y al igual que en el gesto buscar en la mentira
diferentes disfraces, bien vestir el engaño;
y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con sutil maniobra, la caricia del daño.

Yo quisiera ¡y no puedo! ser como son los otros,
los que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre el beso en el labio, ocultando los hechos
y al final… el lavarse tan tranquilos las manos.

Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo…

Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.
Se repartió mi alma para formar tu alma.
y fueron nueve lunas y fue toda una angustia
de días sin reposo y noches desveladas.

Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte.
¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra?
Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda,
porque sabe que fuiste y te llevó en la vida,
te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.

Todo, menos venir para acabarse…

Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.

O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse,
como se acaba, al fin, nuestra existencia!

Ven a mí que vas herido…

Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.

Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.

Ni me entiendo ni me entienden…

Ni me entiendo ni me entienden;
ni me sirve alma ni sangre;
lo que veo con mis ojos
no lo quiero para nadie.

Todo es extraño a mí misma,
hasta la luz, hasta el aire,
porque ni acierto a mirarla;
ni sé cómo respirarle.

Y si miro hacia la sombra
donde la luz se deshace,
temo también deshacerme
y entre la sombra quedarme
confundida para siempre
en ese misterio grande.

Ancho es el mar; él ha de separamos…

Ancho es el mar; él ha de separamos;
quedarán nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresas lucirán nuestras miradas.

El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde…
tal vez en algún puerto… en una playa..!

De qué trigal malherido…

¿De qué trigal malherido
te fueron a levantar,
mi pobre ángel caído?

¿Acaso era tu destino
ir tan lejos a acabarte
y por eso tanta prisa
tenías cuando marchaste?

¿Era la cita en Castilla
y esa noche castellana
para acogerte en sus brazos
a esa hora te esperaba?

¡Qué ajena estaba mi vida
a que tu vida marchaba
en un viaje de ida
sin más vuelta ni más nada!…

En una tarde, como tantas tardes…

En una tarde, como tantas tardes,
y en un gran parque de ciudad lejana,
para evadirse del rumor ajeno
conmigo misma paseando estaba.

Era el frescor intenso, se veían
sobre los verdes las señales de agua,
agua primaveral que da a la tierra
cierta sensualidad que nos exalta.

En un remanso del florido parque,
junto a un banco de piedra verde y blanca,
un gran rosal lucía en la penumbra
-la tarde ese momento declinaba-.
Me senté a reposar y ancho perfume
sentí que en mis sentidos se adentraba.
y se me vino al alma extraña angustia.
El ala de un recuerdo aleteaba…
¡Ah, sí, ya. sé!… ¡Perfume de unas rosas!…
¡Otro país!… ¡El mío!… ¡Ya llegaba
a comprender por qué!…
¡Era en sus brazos
donde un perfume igual yo respiraba!

Eran verdes como un mar…

Eran verdes como un mar,
con reflejos de alto cielo.
-¡Qué bien sabían mirar!-
unos ojos que recuerdo.

En la penumbra lucían
con una luz de misterio,
como dos claros abismos
abiertos a mil deseos.

Muchas horas tuve cerca
los ojos verdes aquellos,
que implorantes me miraban
¡y yo hacia por no verlos!

Y hoy que mirarlos quisiera,
están tan lejos…, ¡tan lejos!

La risa

Alguien dijo que «la risa
es la gran enterradora».
Algo se me está enterrando
porque río a todas horas.

Los brazos que te han llevado…

Los brazos que te han llevado,
no te dejan escapar
para volver a mi lado.

Nos separa un ancho mar
de difíciles tormentas,
y náufrago has de llegar,
si es que vuelves a mi puerta,
para quererte salvar.

Brazos que te sujetaron
para alejarte de mí,
¡a mí sí que me salvaron!…

Cuando ya no sepa de ti
¡qué bien estaré en la vida!,
cuando ya no sepa de ti.

Cuando no vuelvas a verme
y mis horas sean mías
y yo vuelva a ser quien era
lejos de tu compañía:

Cuando no te vean mis ojos,
¡qué bien me sabrá la vida!

No faltará quien se alegre…
Unos, porque no me quieran,
y alguna porque me quiere…

Tan sola no me has dejado,
que estoy conmigo y me basta
-igual que siempre lo he estado…

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YO HE SIDO UN CARPINTERO [Mi poema]
Carlos Garrido Chalén [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo he sido en esta vida un carpintero
experto en cepillar con la garlopa,
la lija yo he aplicado con esmero
lo mismo que hace al vino el tabernero,
el niño que tiene hambre hace a su sopa.

Experto en taladrar con berbiquí,
labrando la madera con la azuela,
mimando cual la ropa al maniquí,
al sastre al que valora un potosí,
lo mismo que el dentista hace a su muela.

Que he sido carpintero, no ebanista,
los trazos que he tirado han sido gruesos,
soñando con lograr ser buen tallista
cuidando bien mi estado de revista
y en ello devanándome los sesos.

Y es hoy que este proyecto se hizo astillas
que sigo aquí aserrando mis miserias,
llegándome el serrín a las rodillas,
a base de afilar bien las cuchillas
tratando de encolar las cosas serias.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:   Carlos Garrido Chalén

EL AGUA DE ESOS CÁNTAROS

(Premio Mundial de Literatura ‘Andrés Bello’ 2009 de Venezuela)
(Premio Nacional de Poesía)

Seis tinajas de vino
preparado en el Cielo
arrullaron de piedra los quicios de Canaá
y una urgencia de gozo
se hizo mosto en la brisa
como rojo pañuelo
coloreando el cristal.

El agua de los cántaros
era un río de vino
y sobre sus corrientes
navegó la embriaguez.

Ebrio el maestresala
reconoció su excelencia
y el candor de preguntas
que no pudo evitar.

Seis tinajas de piedra
arrulladas de vino
importaron del Cielo una sed
y un poder,
Y Galilea supo
de la virtud y el milagro
mientras Jesús crecía
como Señor y Rey.

PORQUE LOS PÁJAROS LIBRES TAMBIÉN LLORAN

Porque los pájaros libres
también lloran el dolor del precipicio
yo lloro en singular, desde mi barco a la deriva,
el naufragio de este mundo
– la calamidad llega como un torbellino
y hay necesidad de escapar como gacela
de la mano del cazador –
y lloro también el cautiverio de la madrugada
en donde Dios sale a la guerra
y se junta en combate contra sus enemigos;
la tristeza insalvable del zorzal
que antes del adiós definitivo
pronuncia un memorable discurso de trinos
a su amada;
y sé que la tristeza es un paraje común
para el pájaro herido en la batalla;
y yo mismo soy un pájaro
que muere de sí mismo y se rebela,
y como vuelvo a tu sombra moribundo
para buscar la vida
pongo mis pies en el cepo y encuentro que Dios
también sabe llorar cuando se vuelve ave
y sé en consecuencia que es un privilegio
el llanto matutino que lloran los abismos.
No me avergüenza entonces llorar por los que sufren
y lloro con todo mi torrente
– como el buey que sabe que va al degolladero –
con toda mi devoción de cóndor en lo alto
pero una lágrima, reservo premeditadamente,
para llorar de alegría
por la vida.

CUANDO MADURARON LOS CEREZOS

Cuando el fruto sea perfecto, y pasada la flor se maduren los
frutos, podará con podaderas las ramitas, y cortará y quitará
ramas’ (Isaías 18:5)

Cuando pasada la flor
maduraron los cerezos
en la viña del vino rojo
confidencié con el viento,
y me encargaron de lo Alto
cubrirla de celosías
con farolas encendidas
por el celo de la brisa.

Guardé la fruta temprana
y canté a los cabrahigos
y en batalla conspiraron
los cardos y las termitas.
Hicieron alianza inútil
debajo de las pezuñas
y cerrojo en las corolas
y azafrán entre los tules.
Y en el cinto de mi ronco
y el perfil de mi cintura
las hijas del canto fueron
amadas por mis esquirlas.

Yo no quería decirle
a nadie lo que es el tiempo.

Yo guardaba vino rojo
en las pipas del silencio.
Y era carmesí la rosa
y el color de los misterios.

De rubí, tinto, escarlata,
el horizonte del eco.

Caducó la flor y siempre,
maduraron los cerezos
y el que añade alas al viento
le puso llamas al fuego.

Y fueron como manadas que suben al lavadero.

NO SÉ LEER, PERO ME ESCRIBEN

No sé leer, pero me escribe el alba
en plenilunio
y el atardecer desde el equinoccio
y el solsticio de todos los clamores.
Me escribe el arco iris
que hace burbujas de océano
en el vientre de la ballena que se tragó a Jonás
para sembrar sus pactos en mi sangre.

Y cuando la luna llena
se detiene pretensiosa
en mi heredad
y en mis verdosos pastizales
y todo parece día en mi cobertizo
y se alumbran de cisnes mis picos levantados
me escribe el silencio
desde el que Elías se hizo Profeta
para contarme cómo nació el caos
en el tobogán del otoño que desató el furor.

Todos me escriben
y ya no sé qué hacer
con todas las cartas que recibo

Y como el más dócil de todos los rumiantes
– el que ama a oscuras
y se alucera de cosmos cuando sueña –
no sé cómo leerme a mí mismo
cuando callo.

Cómo leer a todos
si vengo de la casa del jilguero
pero me es ajeno el sonido
de su pecho de pinkuyo.
Si nada de lo que está aquí me pertenece
y las palabras que vomita el horizonte
terminan por convencerme
que no saben por qué fueron inventadas
por la vida.

– No es el momento
de plantar nuevas semillas – me dijeron,
y yo vi cómo se aceleraba vigesimal el tiempo
en los cantones del viento
y como sobre el Árbol del Mundo
alguien asediaba con preguntas a la noche.

CONFESIONES DE UN ÁRBOL

Antes de ser un hombre
yo he sido un árbol bueno
sobre cuyas ramas creció por temporadas
la tarde con sus sombras.
En aquel entonces tenía mis propios tallos
y mis propias raíces
Carlos Garrido Chalen: o el impulso creativo, Ancile.
y servia de parque a los jilgueros.
Y no me molestaba cuando los enamorados
encorazonaban mi corteza
para cruzar con flechas sus sueños
en los míos.
Era un árbol firme
y nada me importaba más que ver mis frutos
venciendo el hambre de los niños;
No recogía uvas de los espinos
ni higos de los abrojos.
Tenía un alma vegetal infinitamente sensitiva.
Y eso lo sabían los grillos que orquestaban
mis fiestas coloquiales.
Era yo árbol para todos. Tronco vegetal
callado y majestuoso.
Pero sobre mi savia crecieron
mis viejas ilusiones
y mis iras.
Y me elevé al infinito irrigado por el llanto
del mismo firmamento,
y resistí estoico las ingratitudes
del clima
y sus tertulias.
Era yo un árbol con ganas de ser árbol!
Mi idioma era el idioma
que hablaban en secreto
los geranios
Y yo era para ellos como un hermano grande
rodeado de eucaliptos y gardenias.
No sé si he sido un roble
o acaso un guayacán de verdes hojas.
Solo sé que me placía servir de sombrilla
a las calandrias
Hube que conocer entonces muchas cosas.
Y a veces sentía ganas
de levantar mis raíces
y echarme a volar con las gaviotas
Y como era silvestre
me atraía la magia de los campos
y me gustaba compartir
mis soledades con la tarde.
No me van a creer, pero yo,
antes de convertirme en transeúnte
– siendo un árbol silente y majestuoso –
tenía el corazón de un ser humano.
De, Confesiones de un árbol.

CUANDO ERA MÁS QUE UN ÁRBOL, UN MENSAJE

Como tenía el asombro
de los que se preparaban
para ir a la batalla
yo conocí camino hacia el edén
lo que era Dios en la humedad
del surco campesino
y, cuando los batracios croaban su jactancia
entre los juncos
de alfil me convertí en confesor de los arroyos,
pero siempre esperé una palabra tierna del verano
(como una criatura imperfecta
bramando a las estrellas colosales).
Humano, aunque verde claro y verde oscuro
yo era más que un árbol, un mensaje.
Por eso celebraba la vida y la muerte a mi manera
y solía entristecerme.
Algunos días
me remecía de lado a lado para no llorar
pero lloraba
y, aunque imperceptibles,
mis lágrimas gustaba compartirlas
De, Confesiones de un árbol.

LA MUERTE DEL GALLO, SEGÚN S. PEDRO

II
No fue crepuscular,
sino profético
su canto entristecido.
Se alzó por encima
de estambres y pistilos
y conmovió
con su jocunda fuerza
a los cipreses.
Una magnolia
de delicado perfume
se murió de dolor
y en esa penitencia
falleció también
el palo de mambo
y la canela,
entró en depresión
la higuera de caucho
y la damiana.
El canto del gallo
inclinó más
el eje de rotación
de la tierra
respecto al plano
de su órbita,
y un viento real
de ráfaga
e intervalos de calma
hizo ondear
con desprecio
las banderas
de la muerte.
Gotículas
en estado de sobrefusión
y cristalitos de hielo
saturaron el aire
y en la sabana
un denso manto
de angustia
penetró el boscaje.
La bruma húmeda
que formó
el atardecer
degradó
la anatomía
sin fin
de los matojos.
Y en la boca
del abedul
se abrió la queja.
Pedro pensó entonces
en el gallo
y en su canto delator
y sintió
el deshonor
en la breña
de su corazón.
Y un aire
de borrasca
tempestuosa
agitó como un adagio
la fronda, la dársena,
de su alma
de varón.
De, La muerte del gallo, según S. Pedro.

DESDE SU OLOR A HORNO Y MALA RACHA

No se leer, pero me escriben
las garzas sobrevivientes de Hiroshima:
en carta vienen volando hacia mi nido
con las palomas pico de oro y azul de Nagasaki.
Vuelan hacia mí en estampida,
mientras el fuego consume la hojarasca.
Me escriben en hiragana y katakana
con su dolor abrevando en sus mortajas.
Me escriben con palabras que no entiendo
que proceden del silencio y de la nada
como ese cigarro que se extingue
presuroso y rendido en la batalla.

Me escriben desde su olor a carne que musita,
vestidas de agua verde y de cucarda.
Vienen tiznadas de explosión, exangües y marchitas
y tengo que entenderlas con el alma.
El Ota me enseña a comportarme
y en su gramática me hablan sus cascadas.
Las asordó el estruendo de la pólvora
e intentan sobrevivir a la redada.
Hay temblor en sus alas y en sus ojos.
Y es de uranio y de plutón
la voz que callan.

No sé leer, pero me escriben desde su olor
a horno,
a bomba nuclear y mala racha.
De, no sé leer, pero me escriben.

MIRANDO ADÓNDE VAN LAS MARIPOSAS CUANDO BRIZNA

Soy lugarteniente
del viento
cuando llueve,
íbis del páramo,
oso escrutador
y caelacanto;
y desde comienzo
de los siglos hablo
un lenguaje
sin parentesco,
con el que suelo
entenderme también
con los albatros.
Y porque conozco
el arte de la adoración
amo el verdor
de la floresta
con mi pelaje invulnerable.
Mi enemigo natural
es sin duda el torbellino
y mis parientes cercanos
los arcángeles
y aunque vivo
la ambrosía
de la inmortalidad
me siento
irresistiblemente atraído
por la magia
de los líquenes
y por esa bella obra
de artesanía
que se llama
telaraña.
Para transformar
a los biógrafos
de la Gloria,
– como cazador de vieja hechura –
paso
vertiginosamente
de lo verde
y húmedo
a lo ocre
y seco
y me consta
adónde van
las mariposas
cuando brizna.
De, Idioma de los espejos.

EN EL PRINCIPIO CREÓ DIOS LOS CIELOS Y LA TIERRA

Génesis 1
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.

Nadie había rastrillado la tierra
sobre la semilla
recién sembrada
y no había montaña derribada
ni león que embiste
en el mascarón de proa
del silencio.
La tierra era caos
y confusión
y oscuridad
por encima del abismo.
Entonces, Él form
las aguas superficiales
y las subterráneas,
el hidrógeno, el oxígeno
y le enseñó al viento
a precipitar
la lluvia sobre el campo.
Hizo lo mismo
con los ácidos inorgánicos,
el anhídrido
y el óxido
y todo lo combinó
para construir la vida.
(había creado en la estratosfe
un gas venenoso
llamado ozono,
los campos gravitacional,
eléctrico
y magnético
y para hacer danzar la luz,
los fotones
y takiones,
la masa gaseosa
y el movimiento rotatorio
del Planeta).El viento real y el de gradiente,
el monzón,
las brisas de tierra
y mar,
de valle
y de montaña,
el frente frío y el caluroso,
os ciclones y anticiclones
las nubes de chubasco,
las trombas
y tornados
los estratos,
los cúmulos,
los cirros
y los nimbos,
los climas tropicales, húmedos y templados,
fríos y polares.
Por eso que el viento de Dios
aleteaba
como señal de victoria
encima de las aguas.
De, Un ángel en el Edén.

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HAY VERDADES COMO PUÑOS? [Mi poema]
Adolfo Sánchez Vázquez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Quisiera hoy descubrir si las verdades
en vez de a misa ir son un camelo,
si aquello ‘si eres bueno vas al cielo’
pudiéronse inventar con falsedades,
para tomarte el pelo.

Si es cierto que verdades solo hay una,
y el resto siempre son a conveniencia,
que suelen acechar a tu conciencia,
y allí donde se encuentra una laguna
se cuela una creencia.

Si existen las verdades a montones
tan grandes como puños de la mano,
y debes de guardar como oro en paño
brindándole al azar tus bendiciones,
posibles de un engaño.

¡Verdad, eso es verdad! pues quien lo dijo,
¿acaso alguien conoce las razones?
Verdades van parejo a convicciones.
¿Saber lo que es verdad?, un acertijo.
Sugiero explicaciones.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Adolfo Sánchez Vázquez

Miseria de una poesía

Poesía enfermiza sin más huella
que la escoria que dejas en el alma;
sólo entre odios tu dolor se calma
y sólo con la vida es tu querella.

Al declarar la guerra a la ternura
ni una tierna sonrisa te detiene;
sólo veneno tu metal contiene,
sólo la podredumbre en ti perdura.

Te reconozco en ese recoveco
revuelto entre cenizas y gusanos
en este muladar de tu porfía.

Tu voz ya no es tu voz, sólo es un eco,
un rescoldo de fuegos inhumanos,
un cadáver que escribe todavía.

Al dolor del destierro condenados

Al dolor del destierro condenados
—la raíz en la tierra que perdimos—
con el dolor humano nos medimos,
que no hay mejor medida, desterrados.

Los metales por años trabajados,
las espigas que puras recogimos,
el amor y hasta el odio que sentimos,
los medimos de nuevo, desbordados.

Medimos el dolor que precipita
al olvido la sangre innecesaria
y que afirma la vida en su cimiento.

Por él nuestra verdad se delimita
contra toda carroña originaria
y el destierro se torna fundamento.

Yo sé esperar

Si para hallar la paz en esta guerra
he de enterrarlo todo en el olvido,
y arrancarme de cuajo mi sentido
y extirpar la raíz a que se aferra;

si para ver la luz de aquella tierra
y recobrar de pronto lo perdido,
he de olvidar el odio y lo sufrido
y cambiar la verdad por lo que yerra,

prefiero que el recuerdo me alimente,
conservar el sentido con paciencia
y no dar lo que busco por hallado,

que el pasado no pasa enteramente
y el que olvida su paso, su presencia,
desterrado no está, sino enterrado.

Elegía a una tarde de julio, II

Y ahora sí;
ahora que el silencio
ya no puede perdurar sobre el grito;
ahora que la muerte se pone un uniforme,
ávida de recoger su ansiada cosecha,
olvidad vuestras dudas,
vuestros pasos inciertos.
De las tinieblas más viejas de la historia
va a nacer un río de sangre
que arrasará los campos y jardines,
soberbias torres y humildes monumentos,
altivos árboles y pobres matorrales.
Todas las lágrimas del mundo,
todo el odio que empuja
a las fieras dentelladas
va a reunirse de pronto
en esta tersa piel de toro.
Gritad, llamad,
hombres del campo y las ciudades
antes de que los prados se calcinen
y las casas se desplomen en llamas.
Pronto, pronto,
antes de que el huracán del odio
derribe en las ciudades
las primeras paredes
y quiebre en el campo las primeras ramas
de los temblorosos árboles.

Esta voz que nos convoca

Oigo esta voz que nos convoca
por hondos precipicios de gangrena
mientras nadan los peces homicidas
y la espuma se vuelve cómplice del crimen.
Sólo el viento que se bebe esa espuma,
sólo aires que congelan los trigos,
sólo estepas que calcinan las plantas,
sólo nieblas que aniquilan los sueños,
sólo tumbas que impacientes esperan
no escuchan esa voz
que entre presagios de espanto
insistente nos convoca.

Entrada a la esperanza

El huracán se acerca a nuestra mano
perezosa la luz de mi alegría.
Yo estoy de pie, clavado sobre un llano,
para igualar su muerte con la mía.
Una sed infinita me apresura
un temor impaciente en mis oídos.
Me persigue su oscura dentadura
y acuchillan mi espera sus latidos.
Ya conozco la piel de ese tormento
de morir esperando nueva aurora,
anclado sobre un mar de desaliento,
sin que apaguen la sed que me devora.
Ya no puedo esperar. Este silencio
huele a sangre y dolor sobre mis venas.
Sobre un campo inocente yo presencio
la muerte de inocentes azucenas.
Yo no puedo esperar, que ya los ríos
no conocen el mar que más venero.
Si unos ojos se clavan, ya vacíos,
ser ventana de luz es lo que quiero.
No me conformo, no, con una hoguera
cuando hay pulsos helados todavía:
¡un volcán siempre vivo! Y de bandera:
¡una llama lamiendo la agonía!

Tierra de dolor

¿En qué región del aire, por qué mares
— oh latitud humana del tormento —
tuvo el crimen tan claro yacimiento
y la muerte más vivos hontanares?
¿En qué bosques las hachas seculares
gozaron de tan largo valimiento?
¿Dónde tuvo el dolor mejor cimiento?
¿Dónde el llanto tan pródigos lagares?
Labrador de la muerte que en mi tierra
sólo con sangre riegas los terrones
y con huesos abonas nuestro suelo.
¿Qué esperas cosechar si nada aterra
a quien sabe encontrar a borbotones,
en el terrón más duro, su consuelo?

Al héroe caído

Tu corazón caliente, derribado,
levanta un estandarte en la mañana
por la pendiente del dolor cruzado.

Contra el rumbo del aire, se devana
gran madeja de muerte en tu cintura
enredada de sangre en tu ventana.

Entre nieblas de pólvora, va oscura
la mano que te lleva hacia estaciones
que clavarán la muerte en tu espesura.

¡Camaradas, de esbeltos corazones,
vedle, muerto, caído, prisionero,
del ataque de mudos tiburones!

¡Vedle, pronto, vosotros, marinero,
aviador, tanguista, combatiente,
navegando sin vida, sin remero!

¡Qué se aparten las manos de su frente,
que en pañuelos de sangre, no vencida,
van bordando un gemido transparente!

De pie, junto a su mano descendida,
firmes estamos, el fusil al brazo,
muro ardiente sobre la pena erguida.

Yo sé esperar

Si para hallar la paz en esta guerra
he de enterrarlo todo en el olvido,
y arrancarme de cuajo mi sentido
y extirpar la raíz a que se aferra;
si para ver la luz de aquella tierra
y recobrar de pronto lo perdido,
he de olvidar el odio y lo sufrido
y cambiar la verdad por lo que yerra,
prefiero que el recuerdo me alimente,
conservar el sentido con paciencia
y no dar lo que busco por hallado,
que el pasado no pasa enteramente
y el que olvida su paso, su presencia,
desterrado no está, sino enterrado.

Miseria de una poesía

Poesía enfermiza sin más huella
que la escoria que dejas en el alma;
sólo entre odios tu dolor se calma
y sólo con la vida es tu querella.
Al declarar la guerra a la ternura
ni una tierna sonrisa te detiene;
sólo veneno tu metal contiene,
sólo la podredumbre en ti perdura.
Te reconozco en ese recoveco
revuelto entre cenizas y gusanos
en este muladar de tu porfía.
Tu voz ya no es tu voz, sólo es un eco,
un rescoldo de fuegos inhumanos,
un cadáver que escribe todavía.

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CASITA DE PESCADORES [Mi poema]
María Ángeles Pérez López [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Se encuentra a pocos metros de la playa,
ajado por el tiempo el paredón,
muy triste pues las redes, su cobaya,
huyeron de esa, antaño su atalaya,
hundidas por el llanto sin perdón.

Sin barcas y sin peces, la tristeza
se palpa ensimismada en el ambiente,
la arena, la que antaño sonriente,
observaba al mar ancho, hoy la pereza
la nubla y la desprecia el sol naciente.

Mirando hacia el pasado con desgana
descubre en el paisaje a torreones,
lanzando al infinito sus pendones
que incita así a dudar Dios dio en la diana
pues que hizo allí torcidos sus renglones.

Descubre entristecida esos intrusos
anclada fijamente en el pasado,
de un hecho que ocurrió y que se ha olvidado
molesta por quien fueran tan obtusos
a espera llegue un viento de costado.

Casita un día el lar de pescadores
por mucho que hoy te quieran olvidar
tú fuiste en el pasado lindo hogar
de insignes y hacendosos soñadores
buscando algún sustento bajo el mar.
©donaciano bueno

El hombre como el burro siempre vuelve a las andadas? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  María Ángeles Pérez López

Haikús del amanecer

Umbral primero
donde el día es la noche
y la noche, el cuerpo.
*
Palabras mudas.
Saliva que humedece
sus comisuras.
*
Útero que abre
con dolor los contornos
hacia el lenguaje.
*
Sombra y derrota.
Alacranes que duermen
bajo las horas.
*
Herida turbia
del reloj que atenaza
la luz desnuda.
*
Sólo energía.
El empuje caliente.
La algarabía.
*
Luz que levanta
su proa, su rompiente,
su espuma blanca.
De Diecisiete alfiles (2019)

El musgo

abre
su mano
en la retícula
afilada
de lo real.
Nudo verde,
diéresis
que el agua
disemina:
espora de lenguaje
hacia lo vivo.
No urge
ningún modo
de sintaxis
o
tallo
para crecer
sobre esta línea
vertical.
Turba tan obstinada:
ligadura.
*
En los infolios
y cartapacios
se ocultan
granos de polen,
huevos de tortuga prehistórica,
el largo sedal
que ataba los peces
al cauce lodoso
de la lengua
y
aquellas buganvilias
que insisten
en el regalo
de la luz.
Porque abres
el libro,
los códices,
la larga noche
de los edictos de expulsión
y cantas el ajuar
de lo invisible.
También
vibra
tu cuerpo
en sus estambres
y escapa del cordel,
la signatura.
*
Todo nombre
procede
de un equívoco.
También los mapas
son hijos
irreductibles
y sagrados
del error.
Sobre ellos
crece
el liquen,
su obstinado cantar
y tachadura.
De Mapas de la imaginación del pájaro (2019)

Pies

La mujer pinta sus pies de verde y se sube a ellos.
De los talones nace el odio del asfalto,
su ennegrecida capa de petróleo
embetunando pájaros y niños,
forma de aminoácido esencial
que desgasta las alas, la llovizna,
las caracolas blancas peleando
contra el rencor viscoso de la brea.

Con una brocha grande, la mujer
pinta el verdor oscuro de las aguas
en las que se deslizan los arenques
y sus anillos de aire livianísimo,
también los hipocampos, las ballenas,
los moluscos marinos que retozan
en praderas de posidonias vivas
y se aparean en nombre del amor.
Igualmente la hierba de los montes
el musgo cariñoso y los helechos
comienzan en los dedos desiguales
de los pies y remontan las rodillas
como salmones tibios desovando
a la altura feliz de las caderas.

Para el negro sudario del benceno
que atrapa las gaviotas y las lanza
contra la arena triste, enrarecida
del tiempo y el esfuerzo alquitranados,
la mujer se encarama en sus dos pies
y suelta el corazón como una tórtola.
De Atavío y puñal (2012)

Tijeras que no

Tijeras que soñaron con ser llaves
acercan su metal hasta la llama
y lloran aleación incandescente,
el filo en que florecen las heridas
sobre el silbido agudo del acero.
En su silueta par, en su desdoble
de dedos que saltaron por el aro
como animales tristes y obedientes,
las tijeras se niegan al destino
de amputar la memoria de la lana
y el cordón que nos ata a los relámpagos.

Ellas cortaron días y raíces,
el estupor carnoso en las cerezas
con su gota de luz para encender
la boca de los pájaros, el hilo
que sostiene prendidas las palabras
dignidad, avellana, compañero
y el vientre del pescado en que se oxida
la llave de los vientos y el fulgor.
Tijeras que cortaron los mechones
de pelo de los niños en la inclusa
y el fino filamento del wolframio
que amparaba la noche de zozobra.
Tijeras que no quieren ser tijeras
y acercan hasta el fuego su pesar
para romperse ardiendo contra el yunque
y al disolver su nombre en los rescoldos,
abrir el corazón y sus ventanas.
De Fiebre y compasión de los metales (2016)

El bisturí

El bisturí inocula su dolor.
En el corte limpísimo florece
el polen que envenenan las avispas,
su aguijón turbulento y ofensivo.
La mesa del quirófano está lejos
de la luz y la tierra del jardín,
su amor desesperado por la vida
y el material mohoso del origen,
lejos de la pasión de los hierbajos
y la piedra porosa en la que sangra
la desgastada edad de las vocales
que escribieron verdad y compañía.

En la asepsia que exige el hospital,
el bisturí recorta el corazón
de la página blanca del poema,
la sábana que tapa el cuerpo enfermo.
No queda ni memoria ni alarido,
tan sólo un hueco rojo en el lenguaje.
En la mano que empuña la salud
hay sin embargo un corte diminuto,
una línea de sangre y su alfabeto.

con Álvaro Mutis
también con Gambarotta.

En el aire, la piedra

En el aire, la piedra ya no duele.
Cuando rueda, recorre con violencia
la edad que se camina hasta ser bronce
y transforma en herida cada lasca.

Limadura, fracción con que el lenguaje
despedaza la piedra en sus dos sílabas
como vocablo hendido y estilete
que afila la humildad de la derrota
para ofrecer la dádiva del miedo,
la floración solar del sacrificio.

Piedra cuchillo, caracola de aire
que encierra los sonidos de la tribu
en el tambor solemne de la guerra,
en la angustia y pezuña de animal,
en la desesperada turbación
con la que Gaza sangra por sus cifras.

Sin embargo, la piedra se resiste.
No está dispuesta a ser domesticada.
Hay en su corazón un alto pájaro.
Hay en ella arrecifes, elefantes,
caminos y escaleras, soliloquios,
las circunvoluciones, el destino,
el álgebra, la luz de las estrellas,
el abrazo de Abel y de Caín.

Hay en su corazón un alto pájaro.
Cuando vuela en el aire, ya no duele.

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Patricia Colchado

Orfandad

Él ha callado.
He visto su rostro extraviarse
como cuando lo encontré
abandonado en la playa…
¿Dónde quedaron sus pensamientos?,
¿sus palabras?, ¿su sonrisa?
Y, a pesar de todo, es este pequeño
el que me ha salvado.
No este permiso de residencia,
no esta compasión.

Mis uñas se han llenado de mugre
al escarbar en el dolor.
Mi piel se ha secado
como un ciprés del Sahara. Mi piel,
mas no mi tallo, qué es él: mi niño.

Nos hemos convertido
en dos seres que transitan
entre ladridos y olores nauseabundos,
que despiertan sin saber cómo
bajo la mirada paciente de palomas y grillos.
De Ningunlado (Hipatia, 2021)

Tizne

Me acuerdo de aquellas niñas
—las pocas que volvieron—,
regresaron ya hechas mujeres.
Sus ojos no brillaban más
al mirar la arena blanca.
Se les negó la ilusión de pintar sus manos
con heno;
sus almas parecieron impregnarse de tizne.
Les fueron extirpados sus encantos,
su fragilidad
devorada por lenguas de fuego.

La angustia era una flor negra, inmensa,
carnívora
que crecía dentro de nosotras.
Por mucho tiempo nuestros cuerpos fueron
cobijo de temblores.

Atardecía…
Algunas logramos saltar el muro, a las demás
se las llevaron atadas,
dejando de su infancia apenas
una sombra proyectada en las paredes.

DECÍA SCHOPENHAUER [Mi poema]
Oscar Ayala [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Decía Schopenhauer de este mundo,
así lo hiciera Dios, que está mal hecho,
quedando el mismo Dios insatisfecho
al verle tan dañado y tan inmundo,
cual fuera el resultado de un desecho.

Que el fin del ser humano era sufrir
dejando el devenir a la esperanza,
moviendo a la constancia a resistir,
atándose a las ganas de vivir,
negando que haya tiempos de bonanza.

Y el hombre, sin comerlo ni beberlo,
ya estaba condenado a soportarlo,
sufriendo sin poder modificarlo.
Lo supo el mismo Dios nada más verlo
y el hombre no más tuvo que aceptarlo.

Incluso fue más lejos su aserción
-partamos de la base que era experto-
que vino a predicar cual libro abierto
poniendo por bandera la razón
consciente que todo era un desconcierto.

Predijo este gran sabio ya hace tiempo
que Dios no nos dejó ni una salida
que hubiera preparado para huida.
El mundo se formó de un contratiempo,
la muerte si aplazada, eso es la vida.*
©donaciano bueno

* La vida es una muerte aplazada

#Depende del cristal con que se mire...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Oscar Ayala

VÍTRICO

Desde desestimamos-vivir-eternamente
y suple-la-falta-de-la-tierra-el-arte
era una escala
y era también una sustancia o círculo
y desde aquel compré la magia del desierto
en una lata
que aún no he podido abrir,
se puede entrar, y sí,
pero ¿la puerta?

Alguien que ha estado toda
la vida suicidándose
regresa a casa y ve cómo copulan
dos cepillos de dientes en silencio.
Entra cristal y ciega
y grita y limpia
será la extirpación
de su maldita glándula poética.
Cuenta que estuvo cerca
de lo que fue que fue
un automóvil blanco cortándose las venas contra un escaparate.
Solo a la causa aspira
y reprueba el efecto
en un jardín donde una rosa aclara
su voz con la sangre de otra.
¿Dónde dejaste mi-silencio-ha-sido-una-flecha-temblando
en el corazón de mi corazón?
¿Existen caminantes sin color como reptiles
sin camino
frente al lejos perfecto en las primeras horas
de límite cautivo en unas manos
agarrotadas, hondas, sin contrario?

POEMA III

Crueldad, vehemencia, frío, lentitud, placer, tacto, santidad, trigo, magia
en el azote aciago del alba a las lechuzas.
Me ha gozado hoy un sueño fabricado de espuma,
blando como la muerte, blanco blanco y sencillo
y triste como tú cuando estabas entera concedida a los ojos.
Ha sido el despertar lo que me trae aquí,
peregrino a rebufo del aliento del largo sendero mortecino
y cándido no obstante,
tallo tenaz que al fin se deja degollar, indigno aullido adánico
que se va deslizando contra corriente desde
el horizonte a mí.
Desde el azul azul luna de la garganta de bruces hasta mí.

POEMA X

Humanidad también las palabras en línea
de fuego
contra Él.

Humanidad de luz sus grutas y sus manos.
Conjurad todo orden y ciudad todo yermo,
evacuad la quietud,
resbalad por la Historia hasta el abismo,
fracasad en el nombre,
pero siempre
reconoced la flor de sus discursos.
No lamentéis que su brutal camino
sea practicable entonces. Precisión
humildad, bailad las desoladas
estaciones vacías del silencio.
Mientras espliego el alba id regresando
al cada vez más trópico y seguro
punto
y aparte
de mí este cáliz
de donde bebe el mar su oscuridad final.

En las avenidas generalizadas de la soledad
uno se pregunta
qué le sucede al aire.
Y la palabra que asciende es con frecuencia
la palabra que cae.
No quiero suponer, pero supongo
que este verso
ha venido a morir
justo cuando la luz comenzaba a licuarse
sobre el cáliz —¡aparta!—
de donde bebo, amor, mi humanidad indómita.

Música

las manos, aniquilado inercias de músicas
malheridas de luz
o de venganza,
ha suplicado en tantas ocasiones un refugio
bajo las ruinas de su sombra,
detrás de la humildad en extrema tensión,
tanto que irse a morir
tiene la forma
de chasquido de dedos delgado casi tonto
o así como de ruido de libro cayendo desde la mesa.

Definitivamente

otoño
que desde aquí diviso todo el verso.
Sin embargo, la palabra
arde ahora con más dificultad.
¡Arráncame el tormento del lenguaje!
¡Líbrame de la culpa cerrada del acento!
¡MÁS LUZ! ¡MÁS LUZ!
Quisiera merecer el roce del silencio
o alimentarme del calor que el nombre
de las cosas desprende.
Escoltar la vertical del verso.
Saber decir que hay sitio para dos en el espacio
que queda hasta llegar al punto.
Tensar, hasta romperlo, el olor a unidad.
Poemaperla:
nacer
en torno
a un diminuto
grano
de dolor.
Yo no soy un poema como esos otros que a mi lado esperan…
La palabra, aterrada, se refugió en mi boca
y sin aliento aguarda a que todo esto pase…
(De Parajes de lo incierto, Alacena Roja, 2014)

/UN PLAN PARA MORIR DE MUERTE AZUL Y AMARGA/

Tendrá por fin un plan para morir de muerte azul y amarga.
Se cerrará sobre su propia esfera.
Destapará una música de pájaros que arpegien el tejado con sus vuelos [heridos.
Y los grávidos cúmulos arrancarán de cuajo los troncos de los árboles.
La única brisa perceptible será la vibración del alarido unánime.
Los escasos remansos de luz quedarán prisioneros entre piedras y muerte.
Los pocos cráteres que el amor practicó se sellarán con barro de ceniza y de [sangre.
El espacio y la noche.
La certeza.
La profundidad de los puntos.
El aire ahogando el aire.
La quietud acumulada durante siglos.
No habrá esta vez paloma ni brote ni grieta ni lejano goteo.
Tendrá tendrá por fin un plan para morir el mundo de muerte azul y amarga.
Se apagará y entonces un suspiro de alivio
desgarrará sus bronquios.
Será entonces.
Será en ese momento.
Será cuando se siente al defecar y descuide los ojos
cuando le clavaré mi canto en el centro de centro de la frente.
No antes.
“Metaéxtasis”, Ediciones Baile del Sol, Col. Sitio de fuego, Tenerife 2018

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