A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

A UN AMOR DE IDA Y VUELTA [Mi poema]
Raquel Vázquez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Y no quiso volver. Me dijo adiós.
E incluso alzó la mano con desprecio.
Debí de responder, ¡ni fuera un necio!
La culpa del fracaso es de los dos.

Que fuese haciendo gala de un despecho,
cual fuera solamente yo el culpable.
Le quise demostrar que ser amable
no afecta a que el amor ya esté maltrecho.

Pues odio solo ataca a quien lo tiene,
tenía que pasar y éste era el caso,
me tuvo que encontrar cambiando el paso.

Quizá fuera un amor que no conviene,
lo opuesto a ese dicen nunca acaba
pues vino y se marchó por donde estaba.
©donaciano bueno

El #amor y desamor afectan solo al que lo padece? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Raquel Vázquez

SIN LENGUAJE

Hay cosas que suceden.

En un cristal de noche
aun desde el día, desde alguna parte;

en medio de una luz
pensada lejos, emulada triste,
luz breve que no colma ninguna madrugada.

Y hasta los sueños suelen dejar huellas más sólidas.

Pero en cambio sucede.
A pesar de que no
quede registro, no haya resplandor, no haya piel.
Hay cosas que suceden
sin lenguaje siquiera para poder tocarlas.

RAÍL

Todos tus sueños hechos ventanilla.
Cargas con lo correcto, sin defraudar a nadie.
Y para los andenes te has roto la mirada.

Un millón de caminos
perpetran en tu espalda los recuerdos
que has llevado a desguace en el futuro,
que no han sido presente.

Tu equipaje es, te dices, el que te corresponde.
El único posible.

Para aliviar la herida,
sólo sabes cerrar fuerte los ojos.

CUADERNOS DE UN VENCEJO

Un vencejo, de media, vive unos cinco años.

Un poemario recién
publicado se olvida en pocos meses.
En cinco años lleva ya muchos años muerto.

Sólo es un ejercicio
arqueológico el de quien recupera
de vez en cuando alguna de sus páginas.

Apenas una anécdota que ríe la memoria.

Mientras un año más
los vencejos cincelan sobre el cielo sus lunas.

Y las crías recitan, temblorosas,
un primer verso que con emoción
les cuelga desde el pico.

Antes de continuar
escribiendo, antes de seguir volando.

En los vencejos viaja la poesía
que se muere en nosotros.

UCRONÍA

Serían las palabras adecuadas.
Con la elocuencia justa, hacer explícita
la talla sobre el aire;
un beso tímido, dos, ya sin duda
entrenzados los ojos.

Y en cada encuentro la piel como un fénix
que en la misma ceniza
ya reconoce el vuelo,
con sonrisas que riegan
la orquídea de la luz que cae en la tarde,

los abrazos sin cifra
ni tampoco computados los pasos
—alguno errado—, incluso los bostezos:
la sombra, al fin, tan necesaria siempre
para alguna promesa
que, aun nacida del tacto,
se mantendría inmune a la erosión.

Sería la rutina
en un realismo mágico,
los hallazgos, los juegos con los niños
o al cuadrar la hipoteca,
la discrepancia, el grito inapropiado
al que sigue un perdón tal vez no velocista
pero que nunca deja inconcluso el camino.

Igual que el de los años, las arrugas,
camas impuestas, blanco
de hospitales, el negro inamovible
con el que acaban por hacer su trueque
todos los horizontes y lenguajes.

Y ahora sólo serían las frases oportunas.
Si no fuera el reloj, los minutos sembrados
en medio de los tópicos,
la cuenta ya abonada al camarero
y dos sillas que gimen su derrota:

la hora de despedirse
—cada uno hacia su casa—.

Despedirse en silencio, una vez más,
de aquel maldito tiempo que no llega.

INTÉRPRETE DE SILENCIOS

El mundo habla de ti aunque aún no lo sepas.
Aunque aún todos estemos aprendiendo
a conjugar los pájaros,
a deletrear una luz temblorosa
pero que al fin se decide a mirar,
se decide a decir y da las gracias.

El mundo habla de ti,
tal vez aún en silencio pero acaso
sólo con discreción se forje lo imborrable.
Y eso está sucediendo.
No te esperan cristales, no habrá ningún cuchillo,
el único metal es convertir
la incerteza en espera,
imitar al funámbulo en desdeñar la calma.
Hay sólo una verdad amable allá en el fondo:
apenas necesita
tiempo para llegar y despojarse
de su capa de máscaras, equívocos y nieblas.

El mundo habla de ti
aunque no sepa decirte; tampoco
aciertan estas líneas:
sólo un trino extraviado entre la lluvia
que no evocará el mar.
Pero que al menos siempre intentará cantarlo.
No habrá nunca un cielo tan inmenso
como el abrazo que no puedo darte.

CÁMARA

Detrás de un maquillaje
de pájaros afónicos
cuánto nos hemos soñado, tú y yo,
quebrados cómplices, testigos mudos
de cómo se desangra este silencio.
Apenas quedarán unas manos manchadas
por la caja de música
que en la niebla ninguno de los dos acertó a abrir.
Y el diafragma se cierra
y se encuentran nuestros ojos,
pero esta luz ya duerme en la humedad
y su página rota.
Con la mordaza sonreímos dolor.
El flash nos compadece, y de qué sirve.
No sé qué haremos con tanto recuerdo
muerto en líquido amniótico.

SUFIJOS TELEFÓNICOS

Guernica 37, Nagasaki
45, Sarajevo 93,
Basora 2003, Alepo 2015.

En tantos cementerios,
lápida a lápida se va tallando
un final repetido
a modo de punzante sufijo telefónico.

Son hilos ya cortados:
qué comunicación posible, qué palabra.
Salvo el dolor, ya todo lo demás no llega nunca.

O demasiado tarde.
Cuando tal vez ningún número importe.

La cifra en la memoria
como el mismo sufijo de un silencio.

EN EL PICO

Querría resguardarte de la noche,
que no hubiera intemperie,
que no hubiera latón ni aire oxidado.
Querría que el olvido o la erosión
fueran muecas risibles de otra historia
y ahora nunca murieras
y ahora nunca el insomnio te quemase
de plástico los ojos.
Querría que el deseo
llegara siempre a tiempo a la estación,
que el reloj consistiera en un juego de niños.
Que la tormenta fuera con flor de jacarandas.
Y el dolor, nada más que dos sílabas inermes.
Que la mayor herida la dijesen los pájaros.

EN CASO DE EMERGENCIA

Rompimos el lenguaje.
Vamos, dijiste; o yo traduje, eso no importa:

sólo importó aquel mirlo
que aguardaba en tu mano con las alas plegadas.

Pusiste esa sonrisa
boba que tanto me ha atraído siempre.

Ahora pude decírtelo.

La eternidad se demostró pequeña,
manejable: cabía
dentro de una modesta habitación de hotel.

Y estábamos allí para tocarla.

CRUSTÁCEOS

Algún día recordaremos esto.
Cuando no haya palabras que nos dejen nombrarlo.

Este tiempo de equívocos,
este tiempo cangrejo.

Este tiempo de diálogos sin voz
que nos gritan los ojos

y que después no llegan siquiera a la garganta.

Algún día recordaremos esto.
Probablemente en silencio, por no
perder tanta costumbre.

Por no saber hablar
otro idioma distinto a la nostalgia.

PROMESA PARA HORAS OSCURAS

Desplegaré los brazos,
rezumaré un par de alas tratando de salvarte,
y si esto fuera imposible,
tan sólo
tendería mi mano para caer contigo.

FLOR DE MÁRMOL

[ Arnulf Rainer ]

Con sus hojas de máscara de hielo
blanca como la muerte?
que chapotea en el lienzo del mundo
no habrá retorno ni viaje ni huida.

Apenas la constatación del frío?
como guarida eterna?
del choque artificial de nuestros cuerpos.

ARMONÍA NATURAL

Lloran los árboles
cuando se ven desnudos
frente al invierno.

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CUÁNTOS REZOS [Mi poema]
Yolanda Castaño [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Cuántos rezos, suspiros y plegarias,
cuántos salmos y a Dios invocaciones,
cuántos llantos plagados de emociones,
de creyentes, de gentes solidarias,
y cuántas frustraciones.

Cuántos ruegos, preguntas sin respuesta,
esperanzas que nunca se han cumplido,
rogativas que al cielo se han rendido,
y oraciones y aun actos de protesta,
echadas al olvido.

Peticiones sin más contestaciones,
que se agarran igual que a un clavo ardiendo,
cuando el hombre se observa se va hundiendo
y no acierta a entender por qué razones
debiera ir resistiendo.

Cuando intuye que todo está perdido,
desconfía le ayude el que es su hermano,
sin resortes, lo mismo que un gusano,
va buscando consuelo a lo ocurrido,
mas nada encuentra a mano.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Yolanda Castaño

Premio nacional de Poesía 2023

Si hablase de ti no pronunciaría…

Si hablase de ti no pronunciaría
las sílabas supremas
pero besas bien y me gusta estar contigo.
Mi verde con tu azul.
Delirio de ramas.
Mi verde con tu azul.

Me abstengo de pronunciar esas sílabas sublimes
pero me gusta cómo abrazas y tu pelo hace juego con mi vestido.
Tus dedos patinan en mis medias.
Mi verde con tu azul.

Para que venga una lluvia pura…

Para que venga una lluvia pura sobre la miseria de no saberse nada,
pulsaremos los silencios hasta arrancar una uva demasiado violenta.

Estoy resbalando por una flor caliente…

Estoy resbalando por una flor caliente. He estado siempre cansada. Este egoísmo voraz
que insiste en la miseria. Pulsa mi vigilia la única fortuna de los locos. La que no comprendió
nada pero lo sintió todo.

Y en las madrugadas hago panegíricos a esta yolanda mezquina, que sabe venderse
y          conoce el final.

Deja que se alargue esta inquietud del ahora…

Deja que se alargue esta inquietud del ahora.
Que tarde, que tarde tanto
la patria de este
movimiento de la servidumbre del pan.

Yo me acaramelaba encerrada en una urna
pero no enlazaba nunca la miseria de una carencia.

Deja que mane
una prisa lentísima

y que el deseo sea
inmovilización de la urgencia.

LISTEN AND REPEAT: un pájaro, una barba.

Todo el cielo está en cuclillas. Una sed intransitiva.

Hablar en una lengua ajena
se parece a vestir ropa prestada.

Helga confunde los significados de país y paisaje.
(¿Qué clase de persona serías en otro idioma?)

Tú, me haces notar que, a veces,
este instrumento mío de cuerda
vocal
desafina.

En el patio de luces del lenguaje,
se me engancha la prosodia
en el vestido.

Te contaré algo sobre mis problemas con la lengua:
hay cosas que no puedo pronunciar.

Como cuando te veo sentado y sólo veo
una silla –
ceci n’est pas une chaise.
Una cámara oscura proyecta en el hemisferio.

Pronunciar: si el poema es
un exorcismo, un cambio de agregación; algún humor
solidifica para abandonarnos.

Así es la fonación, la entalpía.

Pero tienes toda la razón:
mi vocalismo deja
mucho que desear.

(Si dejo de mirar tus dientes
no voy a entender nada de lo que hables).

El cielo se hace pequeño. Helga sonríe en cursiva.

Y yo aprendo a diferenciar entre una barba y un pájaro
más allá de que levante el vuelo
si trato de cogerla
entre las manos.

Todas las salvaguardas que nos merecemos…

Todas las salvaguardas que nos merecemos.
Tu perfil confidente.
Como todo lo que te digo cuando no puedes oírme
y es tan dura la tarde, y tú tanto me faltas.

Nuestros dáctilos Par a par.
Sueños fértiles Par a par.
Parecía imposible que cupiese tanto aliento, tan madreperla
como ahora nos preña.
Venga, mi bella bestia, ven con tu yolandalatría.

La tarde nos frecuenta alguna vez abandonados,
y tú dices corazón, esa palabra que odio.
Fuiste tú, mi animal, fuiste tú quien esculpió
en mis nalgas un verso que decía para siempre.

Qué pensarán…

Qué pensarán.
Yo toda grácil entre las garras de una negra criatura.
Litros de barbaridades con purpurina,
y mi tiempo se acomoda a tu mandíbula cómplice.

Yo canto para ti todas las posturas escotofílicas
y las vamos reproduciendo con la feroz inocencia del debutante,
frecuentamos los vulcanos y yo te hago de todo;
yo vestal con uve y tú bestal con be.

La suma de las perturbaciones. Nos seducimos distinto.
Los tormentos que preceden a mi incontinencia.
Aprendernos de memoria
la biografía de nuestras piezas
y tus garras de tiniebla que sean horizonte.

Estaba en el enfrentamiento, en el malsano enfrentamiento
de mis años relativos
contra tus uñas de cuatro centímetros y medio.

La noche, calentadora,
y te pronuncio así: mi bella bestia.

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MI POETA INVITADA:  Daniela Stucan

LA VIDA DE LOS PÁJAROS

Soy la rama del árbol
la lluvia breve
que enhebra hojas
contra el viento
Soy el ave que se lleva
la rama
hasta su nido
y lo construye
Soy el nido
y su vacío
El pájaro que nace
sobre el árbol y espera
Soy el vuelo nuevo
transparente
La efervescencia
de la primera vez
que volamos
el pájaro y yo.

HÁMSTER

Se jubiló de la fábrica
Le dieron un premio a la eficiencia
Una palmada a la responsabilidad

y un viaje a Mar del Plata
para clavar los ojos
en el horizonte
en un cadáver de caracol
y preguntarse
y pensar un poco

Atornillado
a la máquina.

Un enlace a esta autora

MORIR DE SOLEDAD [Mi poema]
Victoriano Crémer [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hay formas de morir, morir matando,
morir porque ya el cuerpo no te aguante,
morir de amor queriendo a cada instante,
hartando de reír no respirando,
colgado de un buen libro en un estante.

Morir por un exceso de trabajo,
de pena y de pesar, de aburrimiento,
de frío, de cansancio y sufrimiento,
de sed y de calores a destajo,
del hambre que no encuentra su alimento.

O incluso por el éxito, morir,
de miedo a fracasar, morir de sueño,
el miedo a naufragar, sobrevivir,
-por boca muere el pez- al escribir
morir cuando se muere en el empeño.

Mas una hay más cruel, de soledad,
sin nadie al que acudir, que te reciba,
te agarre de la mano y se perciba,
se acerque para oír que muere en paz
te de su último adiós. Y se despida.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Victoriano Crémer

Muchacha fea ante el espejo

Tímidamente pregunto
por mi carne de nardo
a los hondos espejos de la noche,
en la soledad de las alcobas.

Como ríos inmóviles, naciendo de improviso,
la imagen desolada me devuelven,
en un oscuro grito sumergido:

(Mi quebrada cintura, el amplio abrazo,
que sostienen mis hombros;
mis duros besos, la mirada
de doliente tigresa
y este mi vientre estéril
que soporta su brío de mar encadenado.)

Los encajes marchitan sus frescas azucenas
entre olor de manzanas;
y los oscuros cuencos que contendrán mis senos
se esparcen como rosas quemadas en la espera.

¿Qué tonos violentos, qué descrinados potros
romperán con sus cascos mis helados cristales,
mi azorado silencio,
mi soledad, poblada de nieblas y rubores?

Me siento desvelada por manos de ceniza,
recorrida por tristes miradas compasivas,
evitada por sauces y ríos vigorosos
a quienes doy mi blanco desnudo palpitante.

Lejanas voces claman.
Cuerpos, como montañas, se golpean, se funden,
y su lava se vierte
sobre la vida ávida, fecundando sus brotes…

Rompen ríos de sangre sus oscuras cortezas,
y entre bosques, se buscan
y mezclan sus furiosos caudales enemigos
elevando a los cielos sus sangrientos despojos.

Y yo, sola, me busco
entre espejos siniestros;
sin encajes ni lágrimas, con mi triste desnudo
—¡Oh fealdad doliente!—,
saltándome a los labios
como un perro, en la triste soledad de mi alcoba…

Sueño, porque vivo en mi

Sueño, luego existo.
Pienso
que sueño tan hondo y cierto
que el sueño me despierta
en mitad del pensamiento.

Y me duele este soñar,
pensando que es tan sin sueño,
que los sueños se me rompen
—espumas del pensamiento—
en las arenas del mar
en que soñando, navego.

¿Pero existo? ¿Dónde y cómo?
Aquí, encerrado, me encuentro
en el sueño sin salida
que teje mi pensamiento,
preguntándome, doliéndome,
de ser, soñándome, cierto.

Soledad de soledades:
ya ni yo mismo me sueño,
pensando que existo y soy
sueño de mi pensamiento.

Los caminos del amor

Huele a soledad el campo
tan breve, tan sin sentido,
bajo un firmamento abierto
de par en par.
¡Apetito
de tierra sola, de tierra
desterrada, de caminos
que nunca llegan a Roma!

La carretera es un río
enjuto que no se acaba
y que no tiene principio.

Pero la esperanza enseña
a creer lo que no vimos;
el aire, la luz, la música,
la palabra…

Desistimos
de andar mirando las cosas,
descubriendo los registros
concretos.

El alto cielo
nos orienta con sus guiños
fulgurantes.

Levantamos
la mirada y transcribimos
su fausta telegrafía:

«¡Para el amor no hay caminos!»

Canto total a España

Más que verte, sentirte en las entrañas
y asistir al galope de tu voz en mis venas,
y rehogar el alma en tu aceite y tu lumbre
mientras los dientes mascan tu resollar de tierra.

Pero no basta tu nombre, aunque me azote
como un bosque de espadas violentas;
ni tu aliento abrasado, aunque derrumbe
mis tristes huesos de arena.

Que tu nombre, o tu aliento, o tu mirada
caminos son que al corazón te llegan;
partes crujientes de tu ser más hondo,
sosegados perfiles que te muestran.

(Así el redondo son, lejano y tímido,
no es la campana misma, ni la fiesta;
sino tu voz tan sólo,
su musical presencia).

Te necesito a ti España, toda;
cuarzo gigante, macizo bosque o piedra;
cielo total de corazones
en pena.

Te necesito España
unánime y entera
como el clamor del viento
sobre la mar inmensa.

No España tuya o mía.
¡España nuestra!
Geografía íntegra, trasvasada en halago
de materna entereza.

Porque todos son hijos de tu carne y tu sangre,
sueños de tu vigilia, cuchillos de tu vela…

El amor y la sangre

«Borradle. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros…»
Blas de Otero

El amor sube por la sangre. Quema
la ortiga del recuerdo y reconquista
el ancho campo abierto, la ceniza
fundadora, que la brasa sostiene.

El amor es herencia de la sangre,
como el odio, su amante, y se mantienen
íntimos, besándose, nutriéndose
de sus dobles sustancias transmitidas.

Nada podrá arrancarles de su abrazo:
La espada, el hielo, el tiempo, con sus filos
mezclarán sangres, que, lluviosamente,
germinarán odios, amor o nuevas sangres.

¿Cómo decir:
—«Aquéllos, que nunca conocieron
la sangre derramada, que separen
el odio del amor y reconstruyan
las viejas catedrales de la dicha…»

¿«Aquéllos»?, ¿son acaso otros que los murientes
trasvasados, hechos de sangre antigua?
No es posible lavarse el alma ni las manos
cuando fluye hacia ellas sangre y olor a sangre.

Si ha de hacerse el amor, será con sangre
trepadora, quemante, conocida,
pura sangre del odio, amante impávido
que el amor fecundiza.

Si ha de hacerse la paz…

—¡Callad, campanas!,
¡Ved la tierra, la tierra, que resume
su tempero sangriento y le convierte
en paz, en paz, a puñetazos puros…!

Amor

¿Serás, amor, un largo adiós que
no se acaba?
Pedro Salinas

Extenso mar, o renovado velo;
cuna del sueño, en la que el ser madura;
alondra vertical ganando altura
en la flotante música del vuelo.

Si látigo, te ciñes con anhelo.
Si beso, resplandece tu blancura
y la tierra redime su clausura
en la pradera extática del cielo.

De la raíz del hombre te alimentas,
de sus juegos más nobles, y le dejas
como una negra tierra fecundada.

¡Mírame ciego, Amor, buscando a tientas,
en un mundo de adioses y de rejas,
la salvadora luz de tu mirada!

Aquí contemplo vida, me hago llama…

Aquí contemplo vida, me hago llama
de esta hoguera de manos que levanta
sus negras lenguas a lo alto, siento
que soy un hombre más entre los hombres,

y un vestido de angustias me abandona
sencillamente, así la noche deja
desnuda el alba y libre, aunque con frío,
cuando lejanos sones la presienten,

frío tengo en el alma, pero canto,
ahora que estoy aquí de nuevo y veo
tanto gozo y dolor, tanta miseria
y tan clara esperanza compartida.

Canción para la guitarra

Y canto para adentro
porque no tengo afueras…
Me aprieto la guitarra
y siento la madera.
Se me llenan de música
las oscuras cavernas…
Yo soy yo, limitado
por carne sorda y venas.

Si alguna vez levanto
los ojos de las cuerdas,
me siento fugitivo
de lo que vale y cuenta.

Y no me reconozco,
y me doy tanta pena
que enmudezco y me duele
la raíz de la lengua

Por eso cuento y canto
para adentro las penas:
Porque me sueno a hombre
y me duelo de veras…

Y puedo decir: Hambres,
en plural; Vida Perra;
o simplemente Amor;
y escupir a la Tierra…

Canciones que me arranco
de las furiosas piedras
del montón de la sangre
que llevo siempre a cuestas.

Palabras con sentido,
efectivas vivencias.
No, Sol, Luna, Nenúfar
o Arcángel sin Fronteras.

Me escucho y no me importa
que los demás entiendan;
me basta con sentirme
el alma en la madera.

Que canto para adentro,
porque no tengo afueras.

Canción serena

Un día puro, alegre, libre quiero.
Fray Luis de León

No me dejéis así:
Sorbido por la tierra
hondísima y vibrante como el clamor penúltimo;
con este olor maduro de soles y horizontes
abriéndome en el pecho un surco luminoso.

No es que el cuerpo me suene a cristal derramado
ni que diez corazones me alanceen las yemas,
ni que cielos redondos agolpen sus rebaños
a mis ojos mastines, ladradores de cimas.

Es que un mar fugitivo rinde velas y senos
y pétalos y espumas en la gozosa playa
donde el rumor se atreve a mancillar la sombra.
¡Y se me ciegan labios y gritos y pupilas!

Es que siento que el aire es de carne dulcísima
y la luz sólo luz. Que el contorno me huye
a bandadas blanquísimas de palomas y lirios
y me abandonan manos y dientes y melenas.

¡No! ¡No me dejéis así! Moriría desnudo
sin sentirme morir.

Y mi pobre vestido, con su sangre caliente,
se hundiría, esperando mi imposible retorno.

Descubrimiento de la rosa

¿Cómo no amar la rosa? Pero falta
descubrirla entre tanta incertidumbre,
entre tanta apariencia. ¿Quién no ama
la música si acierta a despojarse
del grito, rebotado por la sangre…?

Conozco su existencia, la sostengo
inevitablemente, como el peso
tranquilo de la luz, belleza ausente
pero cierta, que al hombre corresponde
si busca su caricia en la esperanza.

Esperamos, con hierros, más feroces
que los hambrientos tigres, y tan densos
como dormidas aguas de pantano.
Esperamos: vivimos esperando
el reino de la tierra libertada.

De la tierra evidente, sudorosa
en su preñez de muertos y metales;
fecunda y triste tierra inacabable,
que el hombre enreja, hasta cavar en ella
una profunda cárcel sin estrellas.

Encerrados vivimos. La costumbre
levanta muros, aprisiona cielos,
esparce sones, crucifica rosas,
limita los caminos y reduce
el verbo a pensamiento atormentado.

¡Pensar! ¡Oh triste sino de lo humano!
La altiva fuente de energía se hace
pozo seco de horror, sima del odio;
Porque sin viento, la agresiva nave
se pudre, quieta, sobre el mar inmenso.

Mar de sargazo, omnipotente calma
que en prisiones azules nos retiene,
en tanto el alto cielo transparece
y una paloma bíblica, en el pico
transporta del olivo su mensaje.
¿Cómo no amar la rosa…? Pero falta
descubrirla entre tanta incertidumbre.

Dulce amor

Las cosas suceden así,
sencillamente:

Vuelven del trabajo
con sabor de cal viva entre los dientes.
la esposa les contempla con costumbre.
-¿Quién dice amor, si la palabra estalla?-.

Y cogen del pan,
como si fuera barro y arena,
un puñado tan sólo.
(Es pan de pobres, desalado y negro
y triste como el silencio de la casa toda.)

Y se marchan.

(La esposa les oye cerrar la puerta,
pero no dice nada. ¡Está tan cansada!
Prefiere aquella fría soledad
con olor de abandono.

Pudiera recordar su juventud y dormir,
pero ¿quién sueña o duerme?
Los pobres no recuerdan;
mueren como las piedras roídas de las murallas.

Ellos, en tanto, beben
un agrio vino con sabor de azufre;
y si ríen y gritan y golpean,
es porque -¡Dios, qué vida!-
da rabia beber sin alegría.

Acaso entonces lleguen hombres
de esos que velan por la paz de las familias,
y les hablen del dulce amor de las esposas
y del descanso junto al fuego,
escuchando, por la radio, una dulce canción,
mientras los niños buscan en el atlas
países coronados de yedras o corales…

Si esto sucede, gritan con más fuerza
y beben más vino agrio con sabor de azufre,
hasta que ya no saben dónde tienen los ojos,
ni por qué les duele el corazón.

Les arrojan con prisa.
La calle es larga, y en el firmamento
las estrellas relucen.

Regresan a la casa -¡oh dulce hogar!- llorando.
La esposa les contempla con costumbre.
-¿Quién dice amor, si la palabra estalla?-.

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DEL MORBO Y SUS LÍMITES [Mi poema]
Carilda Oliver Labra [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Se dice, se divulga y se comenta,
que aquí si eso es verdad nunca se sabe,
en tanto que el prestigio se socabe,
se ignora en qué principios se sustenta.

El morbo va engullendo su carnaza
mas nunca ha de quedarse satisfecho.
El morbo es una especie de despecho
que gusta del hedor ir a la caza.

Se encuentra como dios en sus altares
consciente de que hay muchos le bendicen.
Ignora si es que algunos lo maldicen
pues tiene seguidores a millares.

Después cuando amaina la tormenta
seguro de a su fieles satisfecho,
-no importa si el citado está desecho-
que nunca ha de saberse quién lo inventa.
©donaciano bueno

Ya lo dice el refrán: #calumnia que algo queda. Es verdad que todo vale? Share on X

MI POETA SUGERIDO:   Carilda Oliver

Carilda

Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta…

Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.

En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces… ¡qué ganas de llorar!

Con desdén y oro

Voy a verle
en cualquier sitio,
él pedirá un ron para mezclarlo con mis pupilas;
yo, el crepúsculo.
y me traerán una lágrima.

Voy a verle:
a las seis de la tarde,
cuando los combatientes repasan sus fusiles
y los adúlteros se acuestan con mariposas;
a las seis de la tarde,
sin luna,
cuando por los cines naufragan las divorciadas
y los obreros comienzan a bañarse.
A las seis,
con temblor y relente,
con bochorno,
ciega como leche y sed,
voy a verle.
Azogue en su mano,
una extraña,
qué poco de suerte,
subterráneo para reírme a carcajadas.
Con un traje amarillo como si renunciara a la tristeza
voy a verle.

Tendré cuidado
no sea, que, al abrirme, estalle el sollozo
Y comprenda que delinco.

Seré cauta,
debo mentir: «adiós, alguien espera».
y al levantarme con desdén y oro
crecerán los pulmones donde le respiro
y para que no muera del todo
lo atraparé en mi verso.

Voy a verle
-he dicho en la hermosura-
mientras recupero el ala que no sirve
y llueven los nísperos,
divagan las márgenes rumorosas:
voy a verle
y nos desbaratábamos a besos
y el libro se quedaba a medias
y luego quién creía en los relojes
si aquí se olvidó su boca del binomio de Newton.

Guárdame el tiempo

Vuelves a renovarme el don perpetuo.
Otra vez eres ése
que me enseñó las señales del alba,
el que salvó una hormiga en el borde del vaso.

Vuelves para pedirme que reúna
la corte de los gatos,
que te ampare de aquel golpe en la nuca,
que te dé mi tristeza como un sorbo,
que te recorte alguna uña,
que me moje de ti,
que te alcance el café,
que no oscurezca,
que me case contigo esta noche otra vez.

Se nos quedaron muchas cosas sin hablar,
Necesitamos una cita,
porque
¿a quién le doy tantas caricias
que sobraron,
aquellas que olvidé ponerte sobre el pecho?
¿A quién le cuento
que he planchado, creyendo que era tela,
tu perfil de muchacho?

¿A quién convido ahora con mis piernas
y le enseño el jazmín que nació anoche,
y le pongo una abeja a que lo pique,
y le saludo la inocencia?

¿A quién le miento y juro,
a quién le tiro un pan contra la oreja,
a quién le digo que lo odio,
y luego, que lo amo?

¿A quién le digo hijo,
y me lo paso por dentro como un trapo?
Sé bien que estás metido en nuestros átomos,
que te mueves en ese aire que espantó estas páginas
que observas desde los retratos,
que te has caído hoy contra mi pecho
y para que seamos uno solo
hasta este propio corazón
me lo has parado;
sé que estoy muerta
soñando que te busco por el cuarto.

Guárdame el tiempo.
Guárdamelo.
Estoy segura de que puedes.
Así no ha de caer la luna
ni tendrás que morirte en la mañana
y el jueves será eterno
y te besaré siempre como el veinticuatro
de septiembre
de mil novecientos ochenta y uno.
Guárdame el tiempo,
guárdamelo.

¡Qué no pase ni un minuto,
que nada ciego nazca,
que no se invente un aparato de tortura
ni estalle otra contienda contra el hombre;
que no cacen más pájaros,
que no se malogre la pureza,
que vuelvas
a ser
y aquel esplendor tuyo se mezcle, poderoso,
a mis harapos!

Guárdame el tiempo,
guárdamelo.

Te lo pido con rabia,
con ternura,
con todo lo que no es palabra.
Para que siempre seamos lo estupendo:
hombre y mujer
girando,
nueva especie del mundo;
ya casi un milagro.
Pues me han salido en la cara tus ojos
y a ti en el rostro mi boca,
y no sé cuando te miro si eres tú quien me mira
ni cuando tú me besas
si soy yo quien te ha besado.

Cuento

Yo era débil,
rubia, poetisa, bien casada.
Tenía deudas
y una salud de panetela blanca.
Hicimos una casa pobremente,
muchas ventanas:
para enseñar nuestros besos a las nubes,
para que el sol entrara.

La casa era tan bella
que tú nunca dormías.
Ya no eras abogado ni poliomielítico
ni nada.
Nunca dije:
¿cuándo vas a poner esa demanda?
porque yo tampoco
cocinaba.

Fueron días
como no quedan otros en las ramas.
Yo me empeñaba en sembrar algo en el patio:
tus gatos lo orinaban,
pero era tan feliz que no podía
decir malas palabras.
Ay, una tarde…
( Septiembre tomó parte en la desgracia ),
Ay, una tarde
( Dios estaría sacando crucigramas );
ay, una tarde
pusiste tantas piedras en mi saya
que desde entonces
ando inventándome la cara.
El cuchillo
tenía la forma de tu alma;
yo quería ser otra, hablar de las estrellas…
( sobraron noche y cama ).
Yo me empeñaba en sembrar algo en tu pecho:
tus gatos lo orinaban,
y era tan infeliz que no podía
decir buenas palabras.

Tarde en otoño.
Miré las sábanas amargas,
el jarro de la leche,
las cortinas,
y el crepúsculo me convirtió en su mancha.
( Yo era un clavel podrido de repente,
un canario botado ).
Con empujones que lo gris me daba,
entre temblores,
volví a la falda
de mi madre.

Pasaron tantas cosas
mientras yo me bebía la soledad a cucharadas…

Un viernes
-un viernes en que tu olvido me enterraba-
llegué a la esquina
deja casa.
Estaba allí como una tumba diferente,
se veía otra luz por las ventanas.
Tuve miedo de odiar…
(Ya era hasta mala).

Pasaron tantas cosas;
el tiempo fue cosiendo mi mirada.

Ahora no pueden asustarme con los truenos
porque la luz me alza.
Ahora no pueden confundirme con un libro.
Soy la palabra recobrada.
¡Ríanse,
agujas que en mi carne se desmandan;
ríanse,
arañas que me tejen la mortaja;
ríanse,
que a mí, también, carajo, me da gracia!

Adiós

Adiós, locura de mis treinta años,
besado en julio bajo la luna llena
al tiempo de la herida y la azucena.
Adiós, mi venda de taparme daños.

Adiós, mi excusa, mi desorden bello,
mi alarma tierna, mi ignorante fruta:
estrella transitoria que se enluta,
esperanza de todo por mi cuello.

Adiós, muchacho de la cita corta;
adiós, pequeña ayuda de mi aorta,
tristísimo juguete violentado.

Adiós, verde placer, falso delito;
adiós, sin una queja, sin un grito.
Adiós, mi sueño nunca abandonado.

Amor, ¿cómo es que vienes…

Amor, ¿cómo es que vienes
a darle al pensamiento tu estocada
si estoy entre las sienes
-débil mujer a golpes decorada-
y apenas tengo trato con la aurora
por no mirar la luz que eres ahora’?

Amor, ¿cómo es que usas
el mismo corazón en que naufrago
y arrimas tus confusas
palabras al silencio este tan vago
y en brote que es de gloria me enajenas
mientras ardiendo estoy entre las penas’?

Amor, ¿cómo es que tocas
eI mundo donde salgo desmentida,
y vuelves y provocas
de nuevo los dolores de tu huída
si a tiempo de morirme tanto y tanto
te yergues sin cadáver en mi canto?

Anoche

Anoche me acosté con un hombre y su sombra.
Las constelaciones nada saben del caso.
Sus besos eran balas que yo enseñé a volar.
Hubo un paro cardíaco.

El joven
nadaba como las olas.
Era tétrico,
suave,
me dio con un martillito en las articulaciones.
Vivimos ese rato de selva,
esa salud colérica
con que nos mata el hambre de otro cuerpo.

Anoche tuve un náufrago en la cama.
Me profanó el maldito.
Envuelto en dios y en sábana
nunca pidió permiso.
Todavía su rayo lasser me traspasa.

Hablábamos del cosmos y de iconografía,
pero todo vino abajo
cuando me dio el santo y seña.

Hoy encontré esa mancha en el lecho,
tan honda
que me puse a pensar gravemente:
la vida cabe en una gota.

Busco una enfermedad que no me acabe…

Busco una enfermedad que no me acabe
sino el dolor constante de la vida:
algo para fingir que estoy dormida
detrás de este temblor de escarcha grave.

Busco un agua cósmica que lave
la lágrima terrible que me oxida;
busco el morir distinto, y voy herida
por la pena vulgar que nadie sabe.

Y así me marcho, sonriendo a todos,
luminosa de gracia y desventura,
con el secreto horror hasta los codos;

callándome en el verso y en la prosa,
para que escriban en mi tierra dura:
esta mujer ha muerto de dichosa.

Callados, por la tarde, gravemente…

Callados, por la tarde, gravemente,
sin elegir el sitio de la tierra,
tú y yo nos besaremos como en guerra
hasta quedarnos fríos frente a frente.

Yo, cada vez más tumba que se ahonda,
tú, cada vez más carne renovada,
acaso llames y jamás responda
cuando te vuelvas en mi cuerpo nada.

He de tragar entonces, con locura,
en tu vaso de tórrida hermosura
la sangre poderosa que se queja;

y daré media vuelta hacia lo inerte,
perdida en esa luz que te refleja,
tan hambrienta de ti como la muerte.
Última Elegía
Yo podría decir que estoy de primavera
bajo un aire oloroso a luz definitiva,
y podría tapar la mirada bisiesta
que se me está cayendo afuera de la vida,
y ser de flor, de lluvia de mariposa buena,
semejante a este cielo cuidado por la brisa,
a la ignorancia simple con que quiere una abuela
o a la salud del alba, que es casi campesina.

Pero me estoy llorando el corazón que llevo
frente al hombre que tiene un poco de mi frío.
Ya no puedo dormir con párpados violentos:
él me espera despierto en la calle del vino.

Quizás debo acordarme de este color que tengo
y debo ser mas que un rincón de olvido.
Le diré blandamente con mi voz de febrero:
Enséñame una llama que se apague distinto.

Y estaremos las noches que le falten al tiempo
en el lugar humilde donde se acaba un trino;
él, con la frente inútil que le puso el invierno,
y yo, como un adiós sujeto en el vacío.

De paso por el sueño

Te levanto la noche de la vida.
Deshilvano una luz para tus sienes.
Te visito en el agua y no me tienes.
Cuando llego ya soy la despedida.

Se desangra tu voz como una herida
por el largo secreto donde vienes.
Te pareces al viento, y no detienes
este rostro de nube estremecida.

Pero soy lo que sabes: una pobre
que te pide algún pájaro que sobre,
o el oficio de luna candorosa.

No me quieras llevar a tu desvelo,
porque casi no miro para el cielo
me aburro del canto y de la prosa.

II
Me lo aprendí una noche de azul lento,
bajo la luna abierta encaramada
como niña de luz, en la portada
sonámbula oficial del firmamento.

Me lo aprendí esa noche. De su acento
salía una caricia inusitada;
y en la esquina tenaz de su mirada
me tropecé desnuda con el viento.

Desde entonces anuncia cada cosa
que ha tirado a mis pies, como una rosa,
el corazón absurdo en que vivía.

Y no sé si por eso me persiste
este alegre dolor de ser tan triste
con que sigo durando todavía.

III
Mi corazón de vértigo y remanso,
mi corazón difícil como un nudo
se me zafó una tarde en que no pudo
cuidarse este latido que te alcanzo.

Porque llegaste al aire en que me canso,
amaneciendo mi dolor desnudo,
te quiero así: con amarillo mudo,
inútilmente, y hasta e! tiempo manso.

Me trajeron tan lacia y parecida
a una estatua de carne arrepentida,
que apoyada a la izquierda de tu nombre,

desde mi soledad, casi sonora,
cada noche que estudia para aurora
te espero como a Dios… y vienes hombre.

Declaración de amor

Haz el amor, no la guerra…

Pregunto si llevo corazón
cuando despierto el peligro entre sus muslos,
si me equivoca
cuando preparo la única trinchera
en su garganta.

Yo sé que la guerra es probable;
sobre todo hoy
porque ha nacido un geranio.

Por favor, no apuntéis al cielo
con vuestras armas:
se asustan los gorriones,
es primavera,
llueve,
y está el campo pensativo.
Por favor,
derretiréis la luna que da sobre los pobres.

No tengo miedo,
no soy cobarde,
haría todo por mi patria;
pero no habléis tanto de cohetes atómicos,
que sucede una cosa terrible:
lo he besado poco.

Dejadme dar la vuelta

Ya tuve esta neblina que pesa como un monte,
ya tuve este delirio,
ya tuve este fantasma y lo creí persona,
ya tuve casi el sueño,
y agonicé de pronto sin cerrar la ventana
y me quedé dormida con los ojos abiertos.

Bien sabéis que respiro apenas por milagro,
que estoy de adiós radiante,
de hasta pronto
y no vuelvo.
Dejadme pues alzar este rato de música,
este paisaje breve donde hago maromas,
esta ilusión que tiene un misterio imponente.

Dejadme dar la vuelta de la flor contra el viento
o ser sencillamente una mujer cualquiera
a quien salvó el demonio.

Discurso de Eva

Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?

Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.

¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.

De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor…
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?

Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta…

Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.

Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.

Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para sIempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.

El lirio

A Raúl Rivero

Llevo un lirio fantástico, tremendo;
bello por fuera y por dentro malo.
Me espanta con su sed. Lo doy, lo vendo,
a cualquiera que pase lo regalo.

Que se vaya a crecer; alto, derecho,
a la tierra más dura de otro hombro.
A mí me da dolor suelto en el pecho,
solitario y de pie como un escombro.

Me estorba su reflejo empobrecido,
su no querer llegar a ser olvido,
su seda intolerable y cenicienta.

¡Quitádmelo de aquí! Pronto… lo pido.
Haced un corazón ciego, abolido,
de este lirio que al fin se me aposenta!

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DESTRIPANDO LAS NOTICIAS [Mi poema]
Raúl Rivero [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Destripo las noticias cada día
y algunas que me impactan disecciono,
si hay una no me gusta la sanciono,
o pongo en cuarentena su osadía,
que yo ni a una mentira la perdono.

La leo en otros medios, la contrasto,
fijando la mirada en el autor,
si estimo contamina con su hedor
la tiro como tiro a cualquier trasto
o a aquel que considero es un traidor.

Pues tengo a mi criterio en un altar,
no vayan a creer me chupo el dedo,
me atengo a la razón, no tengo credo.
Admito que me pueda equivocar
mas sepan nunca lelo yo me quedo.

Que siempre mi actitud aquí es dudar
por eso en cuanto puedo me aseguro.
Después de tanto hurgar sigo inseguro
y aun dudo si me debo asegurar
o debo de pasar, fumarme un puro.
©donaciano bueno

#Y tú, te informas bien? Pues espera a ver la IA! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Raúl Rivero

POEMA PARA LOCALIZARME

Escríbeme una nota que me hable
del azar, de tu cara, y de las venas
una nota de duelo, de regreso
desde las catedrales de las penas.

Que diga confusión y firmamento
indemne, encadenada y presunción.

Un manuscrito que he esperado siempre
una escaleta de arrepentimiento
un dolor que me toque y que me asalte.
Un llanto relativo que me empañe
los ojos tristes y los espejuelos.

Una reseña del amor perdido
la crónica letal de esos que fuimos
las palabras finales con el mapa
(la cruz de tinta que señala el sitio)
donde abriste la tumba en la que vivo.

Polvo de estrella

Julia Roberts se equivoca conmigo
resisto su mirada hora tras hora
y otras veces la pongo de castigo:
contra el piso su cara seductora.
Si va a decirme algo, no hago caso
si me guiña los ojos o algo d eeso
la oculto con un gesto de mi brazo
y le dejo en la boca congelado un beso.
Julia mira las paredes a porfía
sofoca con silencio su reproche
y yo, con mi desdén, la mortifico.
Le ignoro normalmente por el día
aunque a decir verdad todas las noches
la uso con pasión como abanico.

Pañuelo para nadie

Llora tú que aprendiste a tocar el clavicordio
y descubriste el mal del que voy a vivir.
Sufre esta otra grávida soledad:
quedarte sin el único hombre
que pensaba en ti todos los días.
Llora, llora hoy esa viudez de hielo
porque ya no volverás
joven, con olor a colonia
a vivir en la provincia que fundé
para administrar tu recuerdo.
Llora en privadocomo si no supieras por qué lloras
hasta que recibas
este pañuelo blanco.

Poema de marzo

Prométeme que irás
y que irás sola.
Prométeme que el sol
va a estar en la distancia
opaco por las nubes
y los árboles.
Júrame que estarás
muy cerca
confundida
entre un grupo de extraños
sin levantar la vista
salvándome del íntimo
destino que me acoge.
Prométeme que al menos
al final
vas a estar
lo más cerca posible
de mis ojos cerrados.

Autógrafo para Blanqui

Cuando sueñes con él
no me lo cuentes.
Déjame en la inocencia
de creerme el niño
que recibía tus cartas.
Abandóname en la música
y en el tintero
de la boda municipal
que cambió tu fragancia
y me hizo un forastero
para la fantasía
y el cáliz
y los escorpiones.
Cuando alguien aparezca
en tus sueños como un príncipe
ponle mi cara.
¡Niégalo!
Favoréceme con la historia
como si fuera mía.
El amor no dirige los sueños
ellos son nuestra locura diaria
pero necesita restauraciones
teatralidad, renuncias
para que la vigilia no pierda
el sacramento de la neblina.

Teatro

Pasó que no nos conocimos.
Eramos los personajes
que el otro añoraba que fuéramos.
Así es que aquellos años
los perdimos
haciéndonos que amábamos.
Eso pasa, señora de Valdés
eso sucede hasta en las mejores
familias de palabras.
Yo quise a una mujer
que Ud. no era
y Ud. a un personaje que bordé
para que me quisieran.
Hemos querido a unos fantasmas.
Sin embargo, hay partes del drama
que recuerdo
y bocadillos que dije con ternura
y hay noches en que me gustaría
volver al escenario
a reencontrarle con aquella investidura
para besar en falso
esa boca de horno de carbón
y miel de abejas.

Estaciones

Amanecí confuso
noviembre, nubes grises, invierno en la terraza
quería hacerte feliz
más que el primer día
abril, suave llovizna, primavera en La Habana
Así es que hice señales
desde el techo
y le dije a un relámpago:
yo amo a esta mujer
y necesito consagrarme a su felicidad.
El relámpago siguió deslumbrante
su camino de luz
y pasó el mensaje.
Me fui esa mañana de la casa
y sé que ha sido
uno de los días más felices de tu vida.

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JUVENTUD DIVINO TESORO [Mi poema]
Nara Mansur Cao [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo envidio de los jóvenes su empuje,
las ganas de vivir y de luchar,
y envidio la manera de enfrentar
la vida cuando sienten que les cruje
y lleva sin cesar a naufragar.

Y admiro a los que tiran de la vida
gozando y disfrutando sin cesar
sin ver tiene un final y ha de parar,
cual fuera que se dan a la bebida
y sienten el placer de emborrachar.

Me gustan los que armados de coraje
presumen de taimados y valientes
haciendo a sus verdades consistentes
cuidando no ocultarse en el paisaje
dejando no arrastrar por las corrientes.

Que así es como era yo cuando empezaba
a andar este camino de aventuras
driblando con las duras y maduras
que así ya se acabó lo que se daba
poniendo a cada herida mis suturas.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Nara Mansur Cao

Piano preparado

Dentro del instrumento ocurre la bacanal
primera pieza en la que inserto
–entre las cuerdas de la garganta–
pequeños objetos encontrados la noche anterior:
¡mi boca, mi boca!
en un salón con cuatro probadores y un único
espejo de pared a pared;
Entre las cuerdas del vecindario comienzo a sumar
el gusto por la preciosa madera
los biombos, el fileteado en rosa, el honor.
Bacchanale escriben sobre mi puerta los bandidos
y me nombran con una cruz rosa y definitiva;
Dentro de mi boca se oye la melodía del diente enfermo
decidido a contar, a reparar la afrenta:
es la primera pieza para piano preparado, para boca aséptica
en la que inserto la invención rosa, que consiste
en entresueños de objetos
de metal, goma, burletes y tornillos, con tuercas rosa flor
lengua exiliada, rosas en la boca
para modificar el aliento, y más recientemente
el timbre de la voz, la altura de los molares superiores.
Rosa descalza, arrugada, pero reconocible
flor todavía
cuando el cuerpo es un inmenso escaparate
y un único espejo de pared a pared te cuenta lo cuerda que estás
¡oh cuerda de piano preparado!, ¡oh bacanal!;
[…]

Pero esto sólo parcialmente porque la cabeza
continúa sobre los hombres
y los viejos resortes se vuelven esponjosos
y demasiado tibios adentro del instrumento.
Ya no me puede sostener mi nombre a mí.
¡Oh, cuerda! ¡Oh, cruz rosa y definitiva!
(de El trajecito rosa, Buenos Aires Poetry, 2018)

Rouge

Me dice que debo ser más espiritual / ¿me dice
que no soy espiritual?
entonces
tírate en la yerba patas arriba mira el cielo me tiro le digo me tiro
me caigo miro el tiro largo en su entrepierna
estrella solitaria el tiro sobre mi frente largo
como una perra una cucaracha una boina me tiro
brillante toda de lentejuelas cabeza y zapatos tacos aguja
espiritual metida ahí mirando sin ver de qué se trata el espíritu
la verdad tirar y tirar bien
de estos tiempos la economía el precio de la leche hoy.
Y empiezan los ladridos a vestirme como nadie
lo ha hecho
amo a estos perros –me digo– y ladro yo también
ensimismada, peluda
dejándome ser en otra parte en parte ser otra misma
porque aquí no hay palabras solo tiros cortos y largos
le repito: “Aquí no hay palabras es sólo espíritu”.

¡Ay!

de aquellos que quieren llegar a alguna parte déjenlos ir
ahora o en cualquier otro momento Dispárenles
en la frente como a mí.Den a cualquier pensamiento
un empujón
como me lo dieron a mí en la yerba patas arriba
una pulsión, como si me desnudara con todos los brillantes sobre los ojos
como si no hiciera falta mirarse destajar la pared
como si me olvidara de los tacos aguja.

Pero lo asume lo lleva adelante se entrena es porfiado
habla. Me mete un tiro. Me pone
ese tono rosado en las mejillas tan favorecedor
y el rouge que no puede faltar en los labios
el rouge.
(de El trajecito rosa, Buenos Aires Poetry, 2018)

United States of America

Usa palabras demasiado sofisticadas, argumentos
memoriosos, infalibles.
Usa depiladora profesional, se deja besar
la barba recién nacida, se acuesta boca abajo.
Usa el tenedor como cuchara de albañil. Usa mis dientes
para zafarse de lo que lo aprisiona, grilletes
aparecidos en una página de El presidio político en Cuba.
Se llama Lino Figueredo,
el hombre niño que nos deja los ojos sin agua potable
cavernosos
y toda la antigua humedad la usa para limpiar
para volver a leer la narración como no narración
el silencio como ruido callado a destiempo
el rocío para lavar la ropa recién comprada.
¡Ay, los encajes! ¡Ay, el cloro!
Usa palabras como testigo ocular, palabras como ojos
palabras como lágrimas.
Usa mis manos para abanicarse
porque hace mucho calor, porque hace mucho frío.

Se toca. Se llama Lino Figueredo
y va a morir en mis brazos.
Usa las palabras sin entenderlas pero le gusta
argumentar, contarle a los otros lo que le pasa
o mis técnicas.
Si no entienden no importa, usa las palabras, usa
los silencios, se corta las patillas, come, patina, me pide
las manos abiertas, la rosa moñuda.
Se toca.

Usa la vida como si estuviera muerto
porque la presencia no basta
la resolución de presencia no basta –me dice– y yo
lo agito, le corto las patillas, le doy vuelta, me lo tomo:
“La resolución de presencia no basta”
me toco / estar viva no basta / me toca / estar vivo no
basta / lo toco.
La depiladora la uso para saber que está ahí
para abrir la ventana – las técnicas –
sin caerme, para cortar a lo lejos los vestidos, las armaduras.

Usa las palabras para nombrar infalibles, deseos, grilletes
ventiladores: cuchara dolida por mi rosa, por la impostura de su mano
porque no entiende si no lo ve, porque no sabe si no lo toco.
(de El trajecito rosa, Buenos Aires Poetry, 2018)

El ojo tiene que viajar

Todo eso vuelve como los sueños en los que suspendemos
las pruebas de física, de química, de astronomía… Hay
que contar esos sueños, el turbio negocio de los datos
la mente en blanco, el cero sobre cero de esas horas
solos tú y yo
marcadas al agua esas horas, fileteadas en dorado y rosa
horas en que soy devuelta a otro concurso seguramente
a otro cuerpo, toda arrebol y vergüenza.
Suspensa, suspendida. Rosada.
Todo eso puede volver –me digo. ¿O me dicen?
Solos tú y yo, los impostores, las sombras
los muertos que regresan a pedir alguna explicación
los enfermos que quieren abrir la palabra y encontrar
el tesoro, especular.
Otra vida

“I love you” –me dices.

Todo eso vuelve como los sueños y los desaprobados
las cartas abiertas.

Todo ese espejo te vuelve a mirar
–le digo porque le creo–
Solos tú y yo. Amar en tercera persona, decir
flexionar la cabeza e intentar pronunciar un
“vosotros, ustedes”.
Solos tú y yo y cierta invalidez que nos convida, nos favorece:
tan solos, tan torpes, con el cuello todavía blanco
todavía joven.
Otra vez con esas horas de cero sobre cero
de dorado y rosa, de lo que te dicen y de lo que repites.
“I love you”
Pero suspender es mejor que apagar, incluso mejor que
hibernar. Suspendida. Rosada.

— “Cuando tengas cuatro, mamá, y seas grande como yo”—

Y es Emilia la que me despierta y me sacude
las fatales horas, los retratos con la boca torcida.
(de El trajecito rosa, Buenos Aires Poetry, 2018)

Tratado de mecánica celeste

Flor doméstica, beso que besa triste a una amiga;
inocultable paz, vergüenza casi —tu nombre pegado a
mi boca—
mi boca diciendo que esta boca no es tuya ni mía;
un ritmo insalubre, un ritmo otra vez y otra vez
malhumorado, que siente vergüenza de sí mismo,
y me digo y me dices: «no me acuerdo». Qué palabras
son esas.
«No niego esa pequeña f lor en mi balcón
doméstica» —dije. «Domesticada» —dijiste,
no sé de dónde vino semejante f lor:
si la pesqué o la cacé o la maté de algún modo
a esa f lor antes ajena y libre
(la maté de algún modo para poseerla,
para dominarla con cierto criterio de belleza
más salvaje aun que su condición).
Qué banal, qué venática, qué vena abierta,
qué ventolera:
cómo enseñar a jugar a una f lor,
cómo enseñarle a jugar con los demonios de una casa.
Qué decirle cuando nos quedamos solas.
—«¿Me vas a enseñar a jugar?» —le digo yo a la flor salvaje.
Qué voz es esa:
¿la de mi madre afónica por la tiza o es Emilia otra vez?
¿quién amenaza, quién provoca, quién quiere entretenerse?,
blanca mi madre, blanca Emilia, yo verde.
Qué cosa inmaterial su voz, qué alegre la voz de mi madre
después de tantas horas de clases,
qué tierna revancha al paso del tiempo.
La voz de mi madre qué cantarina —dice mi padre.
¿Y ahora soy feliz?
Ahora y después o mañana y antes incluso quizás.
Ayer mientras llovía quizás estaré lista para ser feliz.
Me quedaré tranquila un rato ayer. Hablaré
más bajito y más despacio ayer.
¿Me vas a enseñar a jugar, mamá?
(de Régimen de afectos, Letras Cubanas, 2015)

Hombre vertiente

A fuerza de dentelladas, a fuerza de apalearme;
con el desorden en la boca y los malos arreglos,
voy directo a comer y de una zampada digo adiós
y tiro la trompetilla final:
me acuso y me perdono a un mismo tiempo
y no se sabe más nada de mí, más nada de mi vértigo,
más nada del régimen de lluvias, más nada del salto.
Sólo agua y silencio, sólo cuerpos sin orden:
hombre aislado en la muchedumbre —diríamos ahora.
Hombre a secas, hombre piedra dentro de las piedras,
piedra dentro de la bota de otro hombre, orín ya seco en el pantalón;
hombre molestia, hombre que se acobarda
—eso dijeron entonces—, de eso me acuerdo.
(de Régimen de afectos, Letras Cubanas, 2015)

Reinventando persona y personaje

En ese momento en que hemos sido más que nada rutina:
violación aplazada, sin plaza y sin palacio.
En ese hueco de sobriedad y grisura
sin miramientos ni lugares para la duda,
en el instante del desamor
profundo,
como el mar que nos ahoga en la foto
aun sin sumergirnos.
En ese momento cuando lo dimos todo
equivocadamente,
como una limosna grácil y burguesa,
con un leve aire de superioridad:
algo así como un par de zapatos usados
ya levemente deformados en la empuñadura.
¿Serían armas eficaces nuestros zapatos,
aquellos zapatos que me regalaron, que yo misma regalé?
Algo así como un vestido que nos adormece
de tan abrigado y sólido. En esa hendidura
se fragmenta el frío gesto de la dádiva,
el diálogo y el sigilo.
En ese vuelo sin plumas ni globo me desintegro un poco:
en este globo agujereado y triste que nos deja caer ahora,
en el instante borroso, irrepetible,
que la foto no supo testimoniar ni yo
contarle a Guillermo con suficiente claridad.

Este momento es el de la mano que se levanta pero no asiste
a la revelación anunciada.
Sólo el hábito la recibe –a mi mano–
dulce el hábito
que me adormece nuevamente y me viste de largo
para irnos juntos de fiesta.
(de Régimen de afectos, Letras Cubanas, 2015)

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Canción de Otoño en Primavera – Rubén Darío

Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar no lloro
y a veces, lloro sin querer.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura, amarga, y pesa.
Ya no hay princesa que cantar.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!

A pesar del tiempo terco
mi sed de amor, no tiene fin.
Cabello gris, así me acerco
a los rosales del jardín.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!

FRONTERAS MENTALES [Mi poema]
Félix de Azúa [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El hombre por costumbre y por derecho
ansía ser distinto, diferente,
se deja que le arrastre la corriente,
si es que ésta le permite sacar pecho,
fardando de esa fuente.

El pueblo de esos hombres, donde habitan,
se creen superiores de al de al lado,
presumen de tener mejor legado,
cuando hablan del lugar, ellos levitan,
pues que ellos lo han logrado.

Ya dentro, en los países, las regiones
a ver cuánto destaca está el orgullo,
y en medio del fragor de este barullo
no dudan en pagar con sus traiciones,
que eso es de perogrullo.

Los hombres, los que dicen ser humanos
al tiempo que realizan carreteras,
mentales van creando más fronteras,
desprecian a los otros cual enanos
que fueran con paperas.

Algunos hay que pasan por la vida,
se aferran con un lazo a tradiciones,
atados a su idioma con cordones,
folklore al que se dan a la bebida,
e incluso religiones.

Que el burro siempre torna a las andadas,
la tribu, aunque parezca, no ha olvidado,
responde a ese pesebre en que ha mamado,
si hieren al ajeno sus patadas
le tienen sin cuidado.
©donaciano bueno

Se intenta volver a las #tribus...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Félix de Azúa

Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos…

Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos
y me olvido de ti, de tu salvaje higuera y tus higos salvajes,
cuando tu carne, como un libro de cuentos, resplandece en la noche
a la luz de un hogar mediterráneo;
y me dejo cegar por el brillo solar de la memoria
mientras mi cuerpo entero se quema en un chispazo.

Ahora infantiles yemas te descubren, y entre las llamas muertas
rescato el viejo yugo, los utensilios viejos y las viejas guirnaldas
del buey, de la cebada y de la Pascua de Resurrección.
Es mi turno, no el tuyo. Te levanto en mis palmas
como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas, irritadas
como vacas repletas que atronan el establo
los campos secos, el pozo, la uva amarga.

Pero tú, hecha una niña, también tientas las ubres, y arqueada
jadeas entre brasas; es mi turno y tú danzas
resonando perpleja y sonriente,
átomo, brizna, astilla de una combustión
que no puedo pensar sin sentirme infinito.

Tus yemas y tu sonrisa atónita me invitan al incendio…
pero me venden luego por la espalda como cosa fútil,
como ese azar minúsculo, gratuito
que te alcanza las nubes y se empeña en durar.

Y mientras tú contratas con terribles clientes
a los que yo sólo conozco por el nombre,
y cuyas sombras, mantos, miradas esquinadas,
me hacen alzar la sábana aterrado;
hundido al fin, hundido,
olvidado por fin, perdido y solo, cobijado en mí mismo,
puedo gritar, gritar hasta romper el techo y por la grieta ver
la esplendorosa faz sin ojos y sin boca
que me agarra del cuello y me disuelve en risas,
fuego de azufre, espanto y aroma de castaños.

Antes morir que pecar

Estás triste, los desnudos no te afectan
y sus caricias resbalan por tu dorada piel.
Salidos de una piscina de sangre diluida,
estos ángeles rojos no te afectan y en ellos sólo ves bronce,
Pollajuolo, Cristo.
Su llamada es lejana e insistente;
están maquillados con dureza y ellas muerden sus labios.

Estos desnudos te entristecen -¿ quieres que seamos amigos?-;
estos desnudos no te afectan,
aunque te embriagues con el aroma de tanta página.
¿Y la Virgen, oh María del Pilar, estos adolescentes
que aprietan pesadillas en pequeños sostenes
nubes de nylon y tormentos,
baños de espuma rosa, sus pesadillas?
Salen de un río de plata
y la naturaleza los disfraza como el Céfiro a Flora;
ellas miran de frente
como esperando ser dulcemente castigadas por un nazi.
No pueden afectarte los desnudos
vuelan entre ellos Perseo y CliteMnestra
y no piden cariño sino asombro,
¿su amigo vas a ser ? Suenan los cascabeles
cuando extiendes la mano y la sonrisa,
mas recuerdas,
y el huracán de la memoria mezcla cines y discos y muñecas:
alguien corta tus dedos. Estos desnudos,
estos vidrios latentes no deben afectarte.

Así, con un delirio de brasas y de lágrimas
tu enloquecido ‘no’ los decapita.

¡Suicidios precedidos por el salvaje grito,
la frase eterna de San Luis Gonzaga!
De ‘Lengua de cal’

I. Geschrei

Geschrei (clamor)
el rey del bosque, único
hombre del bosque y rey
waldgeschrei ( clamor del bosque )
rey de la voz
voz del bosque es el hombre
voz cuando el bosque se cierne
freudengeschrei (alegre clamor)
risa del bosque, bosque sin palabras
bosque es palabra del rey: palabra del silencio
ein stilles leben (una vida en silencio)
por ser habla del bosque
y por ser bosque ein stilles leben ist es
( entonces el silencio es vida)
del bosque por la voz del rey.

¡Oh rey! ¡Padre del bosque!
tú, tú mismo
ein zeichen deutungslos (un signo sin sentido)
en el bosque sólo como clamor
creador, explicador del bosque
nada para ti mismo, nada para nosotros
ein zeichen sind wir, deutungslos
(nosotros, un signo sin sentido )
nosotros tras el árbol
nosotros tras el que sólo es trazo
sprachlos und kalt (mudo y frío)
el clamor de la nada
nada muerta en el trazo
que todo el bosque busca.

II. Por toda referencia...

Por toda referencia
en el paisaje que la nieve ha cubierto

(las sombras ahora resplandecen)

borrado incluso el trecho
donde antes caminara el sacerdote,

un hombre busca el norte, el sur,
el este y el oeste.

El hombre, único en el paisaje,

busca el norte y el sur
y el este y el oeste.

III. Así suspenso ni crucificado…

Así suspenso ni crucificado
ni en fúnebre meditación ni en cruz
ni en sepultura
suspendido
en perpetuo descenso
la figura está inmóvil tras ochocientos años.

Crueles escultores y conversos
que acudían y un mísero ladrón
le mantienen en perpetua agonía.

Mil años de madera
lo contienen a medio caminar
del fracaso y del triunfo:

ni cadáver ni resucitado,
más allá de los hombres
sin llegar a los dioses.

El jugador de dátiles

El pentotal paqué
Oliverio Girondo

Me dan los dados, dicen: ¿tiras o la muerte?
con ellos juegas con su juego vives
donde nace la fórmula te haces
donde se rompe acabas.
Y si te dan los dados te dirán: ¡juega la vida!
porque los dados son la cara del insomnio y la pena
y otros hasta doce retratos. Por eso te dirán:
apenas dejo yo dinero en este par
¡ya!, dobles, para ti la suerte
-Para mí la desgracia, centeno y sidra, esa fue mi desdicha.
Rancio es el olor de la taberna, sé lo que juego
y si lo arriesgo es ocio, no aventura.
-¡Tira los dados! Seis figuras contiene cada uno
la muerte se desliza entre los puntos negros
suma su sino goza la ganancia.
-Tirar pá qué. Los pentotales nada.
-Para eso estamos, dale ya, no jodas.
Tiro, rodean el tablero, giran matan.
-Mal paso.
Siempre fue así, entre cebada y hule de pequeño
ahora de grande con acero y cristal.
Cojo los dados, los peso, arrojo y ¡dame!
azar, peso del tiempo, sacrilegio,
cantan bailan suben bajan regocijo geométrico
galanteo de puntos. Resultado.
Avena y trébol, tristeza misma de bacalao y patata
norma del hombre que nunca fuese al cine.
Esto es así:
comprender que las fórmulas vacilan ante la regla
la matemática se incendia ante el derecho
lo abstracto teme a la barbarie del fascista concreto.

Función superestructural

Literatura es la forma de historia
como si hacer poesía fuera la leyenda de una sola palabra
monasterios helados la tinta fue sacada con pólvora
desde el puente de mando o ante las ruinas
nadando para cruzar el río o unidos a naciones extrañas
meditativos -la aristocracia es la esencia de la literatura-
al borde del río y del sepulcro.
Una forma de historia muy sutil
no por eso menos unida a la guerra y los dioses
enamorada de lo imperecedero -soberbia, sí-
( oh Señor Dios de los ejércitos )
fragantes y coquetas cuando los nobles cortesanos
unían ambos polos largas colas y puños esmaltados
buenos tiempos para volver a Anfriso y Galatea.
La gran forma de historia Tod ist Freude madre
atlantes rubios antropófagos.
Al disfraz de método y sistema
medio ciegos mezclados hacia dentro hacia fuera
descubiertos en sucios barrios conocidos cuartos
detenidos junto a bacantes y corruptos senadores
subidos en el veloz camión hacia la cárcel
tan arrepentidos como inocentes. Literatura es la historia
letra de historia donde la lupa puede ver los sistemas
en frases que se muerden la cola
rastrear entre palabras victoriosos términos
capítulo final antes de abrir epílogos de la materia.

Romance tecnócrata

Silbando su tonada hacia la izquierda
con el tren bajo las nalgas de melocotón
el pecho atravesado todavía por una dentadura
y desdén de la pierna por la media de nylon
camino de la ventilación de un asunto amoroso
se lanza al mar y pide dos horchatas
brindando con el aire «¡salud salud!»
se acerca entonces el bruñido atleta
«sé lo que pasa y que tu weltanschauung
la voluntariedad, quiero decir;
él en cambio -plagiando a Scott Fitzgerald-,
es escolástico hasta en la compra de tabaco».
Ella grita con júbilo y sonríe
por la noche y en íntima fusión los dos orines
cantan a dúo:
-«Nada tan claro como las ciencias del espíritu
nada tan taylorista como la psiquiatría «.

Gabinete del mago

Mientras de mi clepsidra se destila
un nuevo no man’s land
la piel se resquebraja
pierde su liso color pálido Anglada Camarasa
cuando a través de la laguna de cigüeñas
los picos de metal deshacen tristes fríos peces
fríos peces.

Nueva ausencia sin fondo
y por detrás del aire
donde esos pájaros espían.

Antes morir que pecar

Estás triste, los desnudos no te afectan
y sus caricias resbalan por tu dorada piel.
Salidos de una piscina de sangre diluida,
estos ángeles rojos no te afectan y en ellos sólo ves bronce,
Pollajuolo, Cristo.
Su llamada es lejana e insistente;
están maquillados con dureza y ellas muerden sus labios.

Estos desnudos te entristecen -¿ quieres que seamos amigos?-;
estos desnudos no te afectan,
aunque te embriagues con el aroma de tanta página.
¿Y la Virgen, oh María del Pilar, estos adolescentes
que aprietan pesadillas en pequeños sostenes
nubes de nylon y tormentos,
baños de espuma rosa, sus pesadillas?
Salen de un río de plata
y la naturaleza los disfraza como el Céfiro a Flora;
ellas miran de frente
como esperando ser dulcemente castigadas por un nazi.
No pueden afectarte los desnudos
vuelan entre ellos Perseo y CliteMnestra
y no piden cariño sino asombro,
¿su amigo vas a ser ? Suenan los cascabeles
cuando extiendes la mano y la sonrisa,
mas recuerdas,
y el huracán de la memoria mezcla cines y discos y muñecas:
alguien corta tus dedos. Estos desnudos,
estos vidrios latentes no deben afectarte.

Así, con un delirio de brasas y de lágrimas
tu enloquecido «no» los decapita.

¡Suicidios precedidos por el salvaje grito,
la frase eterna de San Luis Gonzaga!

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EL HOMBRE Y SUS IDEAS [Mi poema]
Alfonso Álvarez de Villasandino [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Sorprende ver que hay gentes sin criterio,
carentes de opiniones y de ideas,
ausentes de diatribas ni peleas,
in albis, que el cerebro es el misterio
de un ciego en las plateas.

No saben, nunca opinan ni contestan,
estando a lo que ocurre siempre ajenos,
no atienden ni a los rayos ni a los truenos
y así que llueva a mares no molestan
pues siempre van de buenos.

Y hay otros que mejor no las tuvieran
pues nunca han de cambiar, de ideas fijas,
sin pizca de resquicios ni rendijas,
seguros de si mismos que alardean
de atar bien las clavijas.

Y en fin, los que caminan por la vida
y vagan al albur que sopla el aire,
sujetos a la inercia del socaire
adictos del azar a la bebida,
pues todo trae al paire.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Alfonso Álvarez de Villasandino

A los amores de una mora

Quien de linda se enamora,
atender deve perdón
en casso que sea mora.

El amor e la ventura
me ficieron ir mirar
muy graciosa criatura
de linaje de aguar;
quien fablare verdat pura,
bien puede decir que non
tiene talle de pastora.

Linda rosa muy suave
vi plantada en un vergel,
puesta so secreta llave
de la línea de Ismael:
maguer sea cossa grave,
con todo mi corazón
la rescibo por señora.

Mahomad el atrevido
ordenó que fuese tal,
de asseo noble, cumplido,
alvos pechos de cristal:
de alabastro muy bruñido
debié ser con gran razón
lo que cubre su alcandora.

Diole tanta fermosura
que non lo puedo decir;
cuantos miran su figura
todos la aman servir.
Con lindeza e apostura
vence a todas cuantas son
de alcuña donde mora.

No sé hombre tan guardado
que viese su resplandor
que non fuese conquistado
en un punto de su amor.
Por haber tal gasajado
yo pornía en condición
la mi alma pecadora.

Excelencias de la Virgen

Quien sabría nin diría
cuánta fué tu omildanza,
o María, puerta e vía
de salud e de holganza.
Fianza
tengo en ti, muy dulce flor,
que por ser tu servidor
habré de Dios perdonanza.

Noble rosa, hija e esposa
de Dios, e su madre dina,
amorosa es la tu prosa,
Ave, estela matutina.
Enclina
tus orejas de dulzor
oyendo a mí, pecador,
ayudándome festina.

Quien te apela maristela,
flor del ángel saludada,
sin cautela non recela
la tenebrosa morada.
Criada
fuiste limpia, sin error,
porque el alto Emperador
te nos dió por abogada.

Que parrías al Mexías
dijeron gentes discretas,
Jeremías e Isaías,
Daniel e otros profetas.
Poetas
te loan e loarán,
e los santos cantarán
por ti en gloria chanzonetas.

Señora Flor de Azucena

Señora, flor de azucena,
claro viso angelical,
vuestro amor me da gran pena.
Muchas en Extremadura
vos han gran envidia pura,
de cuantas han hermosura:
dubdo mucho si fue tal
en su tiempo Policena.

Fizo vos Dios delicada,
honesta, bien enseñada:
vuestra color matizada
más que rosa del rosal,
me tormenta e desordena.

Donaire, gracioso brío,
es todo vuestro atavío,
linda flor, deleite mío;
yo vos fui siempre leal
más que fue Paris a Elena.

Vuestra vista deleitosa
más que lirio nin que rosa
me conquista, pues non osa
mi corazón decir cuál
es quien así lo enajena.

Complida de noble aseo,
cuando vuestra imagen veo,
otro placer non desseo
sinon sofrir bien o mal,
andando en vuestra cadena.

Non me basta más mi seso,
pláceme ser vuestro preso;
señora, por ende beso
vuestras manos de cristal,
clara luna en mayo llena.

A nuestro señor el rey de Castilla

A nuestro señor el rey de Castilla
Salga el leon que estava encogido
En la cueva pobre de la grant llanura,
Mire florestas, vergeles, verdura,
E muestre su gesto muy esclarecido;
Abra su boca e de grant bramido,
Assi que se espanten cuantos oiran
La boz temerossa del alto soldan
E gozese del trono desque proveido.
El aguila estraña transmude su nido,
E passe los puertos de la graut friura,
Del valle ronpiendo la grant espesura
Asiente en la casa del fuego escondido,
Vesite el grant poyo enfortalecido,
Fuelle los campos e selvas del pan,
Coma en la messa do comen e estan
Millares de bocas sin cuento sabido.
En la mediania del valle partido
More algunt tienpo, ques breña segura:
Corra los montes con gran ladradura
Quel gran vencedor ya ovo corrido;
Su noble tropel vaya esparzido
E llegue al otero ques del gavillan;
La torre temblosa los que la veran
Veran su cimiento so el agua sumido.
Despues de los veinte sera revestido
En justa justicia, virtud santa, pura,
Esfuerço e franqueza, verdat e cordura;
Seran sus arnesses del muy alto ungido,
Por estas virtudes sera conoscido,
E dende adelante lo recelaran
El javali crespo e el viejo alacran
Que tractan en pazes, buscando roido.
Junten sus huessos a boz de apellido
E sigua la via de la grant calura.
El grant girifalte con recia soltura
Vaya adelante bien apercebido;
El alto consejo verna bastecido
De muchos e nobles que lo agradaran
Con las dinidades del rico faisan,
El toro domado, el daine engreido.
Verna de levante un cirio encendido
Que alunbrara la montaña escura,
Por su lealtanca será por mesura
De los esperantes muy bien rescebido:
El arbol cruzado e el jaspe broñido
Con el leon juntos, e assi llegaran
Al charco viciosso del fuerte jayan,
Do Julio poblo gran pueblo escogido.
Alli folgara amado e temido,
Perdiendo cansancio, tomando folgura,
Mirando jaezes de grant fermosura,
Alcacares, torres, plazer infinido:
Vera rica huerta, que tal nunca vido,
En la grant fumera todo esto sabran
Las sus antexias pavor e gemido,
E sus anaxires pavor e gemido.
De alli partira su pendon tendido,
El bien costelado con buena ventura;
El pueblo agareno de mala natura
Sera conquistado e todo estroido,
E quende la mar sera establecido
Cual quier que ayunare en el ramadan,
Creyendo la seta del nescio alcoran,
Que deva ser muerto o ser convertido.
En aqueste tiempo sera obedecido
Un solo vicario segunt la Escriptura,
Sera desatada la cisma e orrura
Por que era el mundo dañado e perdido,
El fralle profeso sera requerido
Que dexe las celdas de ques capellan,
Montañas e puertos del flumen Jordan
Que con tirania gran tiempo a tenido.
FINIDA
Del fuerte leon suso contenido
Dize el Merlin, concuerda fray Juan,
Que entre los que fueron e son e seran
En España reyes, sera enoblecido.

Decir contra una dueña

Señora, pues que no puedo
abrevar el mi carajo
en este vuestro lavajo,
por demás es mi denuedo:
he perdido, segunt cuedo,
mi afán e mi trabajo,
si tras el vuestro destajo
non vos arregaço el ruedo.

Señora fermosa e rica,
yo querría recalcar
en ese vuestro alvañar
mi pixa qu’es grande o chica;
como el asno a la borrica
vos querría enamorar,
non vos ver, mas apalpar
yo deseo vuestra crica.
Señora, flor de madroño,
yo querría sin sospecho
tener mi carajo arrecho,
bien metido en vuestro coño.
Por ser señor de Logroño,
non deseo otro provecho
sinon foder coño estrecho
en estío o en otoño.

Señora, por fijo o fija
en vos querría haber,
más vos querría foder
que ser señor de Torija;
si meades por vedija,
fazedmelo entender,
que yo vos faré poner
atanquía en la verija.

Señora, en fin de razones,
yo me ternía por sapo
si el culo non vos atapo
con aquestos mis cojones,
e a los çinco empuxones
non vos remojaré el papo:
non me den limpio trapo
para enxugar los tajones.

Señora, quien mea o caga
non se debe espantar,
aunque se sienta apalpar
por delante o por de çaga;
la que tal bocado traga
como vos faré tragar,
non se debe despagar,
pues alguna bien se paga.

Señora, notad el modo
de aquesto que vos digo:
vos habedme por mendigo
si diez veces non vos fodo.
En vuestras ingles devodo,
que si subo en vuestro ombligo
de vos çerrar el postigo
non sé si será del todo.

Señora, sabed de çierto
que podedes bien a osadas
medir nueve o diez pulgadas
en mi mango grueso e yerto:
si yo con él vos açierto
a poder de cojonadas,
las sedas bien remojadas
serán d’ese boca-abierto.

Fynida

Si vos fallo en descubierto,
como fodo a ventregadas,
veredes por las pisadas
que non duermo, antes despierto.

En loor de doña María de Cárcamo

¡Biva sempre ensalçado
o Amor maravilloso,
por el qual, sin duda, oso
dezir que só enamorado!
Amor, Esforço e ventura,
en concordia, sin errança,
todos tres con gran mesura
guarnesceron miña lança.
Amor me deu esperança,
Esforço noble osadía,
ventura, que al mundo guía,
me faz’amar e amado.
Desque me vi garnescido
de arnés de tal valía,
omne de o mundo nascido
non ovo tanta alegría.
Longe de toda folía
vi ante os ollos meus
una rosa que fiz’Deus
fermosa de alto estado.
Cuando ben mirei su gesto,
seu falar e noble riso,
lindo rostro, claro, onesto,
aire, luz de Paraíso,
entón quise e ela quiso
que foise seu servidor;
ésta teño por señor,
de otro ben non he cuidado.
Ésta siempre será ley:
que meresce ser servida,
e jamáis partiréi
miña entención complida.
Ora veña morte o vida
non faría otra mudança,
pois l’amo con lealtança
e non por fol gasallado.
Ya todo ben pensamento
será sempre en aquela
que per seu merescimiento
chaman todos linda estrela;
si es dona o donzela,
por mí non será sabido
fasta el mal ser abenido
e eu ledo e muy pagado.

A la ciudad de Sevilla

Linda sin comparación,
claridad e luz de España,
plazer e consolación,
briosa cibdad estraña,
el mi coraçón se baña
en ver vuestra maravilla,
muy poderosa Sevilla,
guarnida d’alta compaña.
Paraíso terrenal
es el vuestro nombre puro;
sobre cimiento leal
es fundado vuestro muro,
onde bive Amor seguro
que será siempre ensalçado;
si esto me fuer’ negado,
de maldizientes non curo.
Desque de vos me partí
fasta agora, que vos veo,
bien vos juro que non vi
vuestra egual en aseso;
mientra más miro y oteo
vuestras dueñas e donzellas,
resplandor nin luz de estrellas
non es tal, según yo creo.
En el mundo non ha par
vuestra lindeza e folgura,
nin se podrían fallar
dueñas de tal fermosura;
donzellas de gran mesura,
que en vos fueron criadas,
éstas deven ser loadas
en España de apostura.
Una cosa que non es
–si en vos fuesse, sería
más guarnido vuestro arnés
de plazer e de alegría–:
que la flor de gran valía
en el mundo ensalçada,
si fiziesse en vos morada,
vuestro par non avería.

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ACERCA DE LA INSPIRACIÓN [Mi poema]
José Ramón Muñiz Álvarez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ese día en que estuve yo inspirado,
ese mismo en que anduve algo más cuerdo,
la verdad es que pienso y no recuerdo
si existió o es que acaso lo he soñado
o es posible no exista o ya me pierdo.

O es que haciendo de tripas corazón
frecuente me anduviera por las ramas
en busca de una excusa en otras tramas
dejando siempre en blanco a la razón
oculta entre lo oscuro de las gramas.

Pues dicen la ocasión la pintan calva,
y el tren cuando se para en la estación
no vuelve para atrás, no hay solución,
lo mismo aquí más da si apelo al alma
o clamo al más allá, revolución.

Se dice que te inspiras si es que bebes
o acaso es a san Google que recurras,
que pronto ella vendrá si te lo curras,
empieces ya a pensar y lo compruebes,
que debes de leer hasta te aburras.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Ramón Muñiz Álvarez

Las lluvias en Asturias son constantes

Para Mael Muñiz Vega y para Jimena Muñiz Fernández

Las lluvias en Asturias son constantes.
El alba lo declara cuando llega,
manchando el horizonte con sus brillos,
callados, tras las nubes de noviembre.
Las luces que despliega la mañana
lo gritan con sus grises, y sus grises
son parte del milagro de la lluvia.
Y entonces, el milagro de la lluvia
despierta sensaciones en la gente
que ve nacer el alba en lo lejano.

Las lluvias en Asturias son constantes.
Lo dicen los que van en los pesqueros,
cruzando el mar, atentos a las olas,
sabiendo adivinar las tempestades.
Y siempre el temporal llega a la tierra,
nos viene por Galicia, nos empuja
con la sonrisa ilusa de un chiquillo.
La gente le hace caso a los que dicen
que son caprichos raros del Nuberu,
que azota con violencia cada villa.

Las lluvias en Asturias son constantes.
Y hay veces en que caen de las alturas
las nieves y granizos con la furia
que quieren los inviernos despiadados.
A veces, la llegada del invierno
también habla de lluvias y de luces
que miran cómo duermen las pallozas.
La braña del pastor, en las Asturias,
quizás en los Ancares, que está cerca,
nos hablan de los cielos del Atlántico.

Las lluvias en Asturias son constantes.
No dejan un respiro a la arboleda,
parecen querer dar al eucalipto
regalos a deshora en cada monte.
No cesan cuando llega ya la tarde,
que ve morir al níscalo que crece
sereno entre humedades y pinares.
Y tú, que ves la lluvia silenciosa,
sus voces por detrás de los cristales,
no entiendes que la lluvia es la poesía.

Los chorcos

I
Las nieves y las cumbres
hermanan sus palabras,
se abrazan en un beso
de blancos, bajo el brillo de la luna,
y el hielo que contemplan las estrellas
recubre las lagunas y los lagos.
Asturias, porque sigue
siendo bella,
esconde los desnudos del hayedo,
los viejos castañares derrotados.

II
Y entonces recordamos
los tiempos no vividos
que vieron otras gentes,
tal vez esos discursos que escucharon,
al ver la chimenea, los ancestros,
testigos de las sombras de las brujas.
Aquellos fueron tiempos
terroríficos,
si hacemos caso al eco de rumores
de viejas que contaban sus historias.

III
El lobo y sus aullidos
llenaban esas noches
de llantos y de vientos,
y el grito en lo lejano era advertencia,
llegando, amenazante, de los montes
a valles y villares de la zona.
Enero era ese mes
en que las horas
del lobo se averaban a los pueblos,
quebrando con su voz la calma misma.

IV
Los viejos siempre hablaban
del lobo y del raposo,
de aquellos seres míticos
que llenan desde antaño nuestros sueños
y encienden en el pecho los temores
de aquellas alimañas respetadas.
Y, al cabo, siendo adultos,
los temores
quedaron tan atrás como las tardes
de niebla y de nostalgia en lo lejano.

V
Pero hubo un tiempo virgen,
distinto de estas épocas
de aceras y de asfalto,
de noches cuya luz es como el día,
a costa de farolas en las calles,
las plazas y los nuevos arrabales.
Y, en ese tiempo virgen
que os ofrezco,
los chorcos eran zona de aventura,
si el lobo descendía hacia nosotros.

VI
La piel del lobo muerto,
su sangre por la tierra,
sus gritos lastimeros
después de sus fatigas en la lucha,
quizás la humillación de su derrota,
no hallaron la piedad en los vecinos.
Aquella era una muerte
deseada
por gentes campesinas y labriegos,
los viejos enemigos de los lobos.

VII
En cambio, si escuchamos
las voces de los lobos,
sentimos algo nuestro,
buscamos con tristeza en sus aullidos
un algo de nosotros en las selvas
de asfalto y alquitranes perniciosos.
Y el lobo es un hermano
que nos habla
del mundo que perdimos en los bosques
que siguen ofreciéndonos sus reinos.

Dejó el lugar aquel, junto a las llamas

Dejó el lugar aquel, junto a las llamas.
Sentía en lo lejano los aullidos del lobo que llamaba de lo lejos:
la voz del lobo, lúgubre y sombría, le hablaba del dolor del plenilunio, después de las borrascas y las nieves;
la voz del lobo, lúgubre y sombría, le hablaba de las largas soledades que no se acaban nunca en el invierno, si quedan hoy inviernos que no cesan.

Dejó el lugar aquel, junto a las llamas.
Sabía que la noche, siempre densa, quería confesarle sus rarezas:
los cárabos, a veces, son voceros del mundo de los muertos, de las sombras, de todos los demonios que se esconden;
los cárabos, a veces, son voceros del más allá, del beso de la muerte, quizás como los lobos cuando bajan, y enero era momento de los lobos.

Dejó el lugar aquel, junto a las llamas.
Las luces de las velas encendían la sala, suponiendo mil presencias:
la bruja suele verse entre las sombras, guardándose de todos, guareciéndose, igual que las criaturas de la noche;
la bruja suele verse entre las sombras, y juega con las sombras cuando quiere, disfruta de las sombras cuando tiene las sombras de la noche como capa.

Pero eran solamente fantasía,
poesía que se añade a cada canto, poesía que nos llena con sus versos,
las músicas sagradas de la noche, si es cierto que la noche nos advierte peligros más allá de la ventana;
las músicas sagradas de la noche, si es cierto que la noche nos anuncia, capaz de sorprender nuestra inocencia, que somos niños siempre ante sus ojos.

Y, hablando de las músicas sagradas
que llenan cada noche con su velo de cuentos y leyendas del pasado,
dejó el lugar aquel, junto a las llamas, sintiendo en lo lejano los aullidos del lobo que llamaba de lo lejos,
sabiendo en lo lejano los aullidos del lobo que llamaba de lo lejos, que hablaba de tristezas a lo lejos, que ardía con sus cantos a lo lejos.

Y el canto de los lobos fue sincero.
Fue bella la mirada de la luna, mirándose en sus ojos, encontrándose:
volaba en el reflejo de la nada, después de que las nubes la dejaron, abriendo el cielo claro a la belleza;
volaba en el reflejo de la nada, después de que la escarcha decidiera montar su campamento en esos valles que quedan apartados de las urbes.

El faro silencioso

I
El faro silencioso
que mira, desde el cabo,
contempla los paisajes apartados,
lejanos como el vasto precipicio
que mira la belleza más agreste.
Y tú, como esos mares
me dices con tus ojos
que formas esas olas, sus espumas,
los piélagos eternos que suspiran
el llanto de corales y de arenas.

II
Y el agua de la playa
se mira en tu pupila,
se advierte en tus ojuelos delirantes,
que oyeron a los viejos narraciones
de tiempos de tormentas y galernas.
Y, en tiempos de galernas,
supieron tus pestañas
del golpe de las olas, de la espuma,
de rayos en la altura y de la lucha
del mar con los pesqueros más humildes.

III
A veces, esa madre
se torna en un abismo,
convierte su belleza en furias vivas
que arrancan la ilusión, que hieren hondo,
que saben abatir al más valiente.
Y, hablando de valientes,
¿son pocos los que cruzan
las olas, cuando el alba se aproxima,
luchando con corrientes y con vientos,
dejando el alma allá por un salario?

IV
Y sé que tu pupila
contempla, con dureza
—también con hermosura—, los abismos,
el mar de los abismos que nos mira,
que sabe suspirar o amenazarnos.
El verde de tus ojos,
el verde de los mares,
la furia bella y clara que nos hiere,
sorprenden a ese faro que barrunta
después de las auroras los crepúsculos.

V
Y viene ya el ocaso,
y vienen los crepúsculos
y saben a tristezas, a otoñada,
a lanas y a una ropa que nos cubra,
que evite los cuchillos de la brisa.
Son estas humedades
testigos de un invierno
que ya no está muy lejos, que regresa,
que invade nuestros reinos hechizados,
los reinos del hechizo en que vivimos.

Las playas de Carreño

I
Las playas de Carreño
te saben de memoria,
pronuncian de memoria cada parte
del pecho que desnudas en su espuma,
pendiente de tu vientre silencioso.
Las playas de Carreño,
acaso cada arena
perdida en las corrientes del Cantábrico,
pronuncia la palabra de tus horas,
nos cuenta los misterios de tus tardes.

II
Y tú, como la brisa,
enciendes las pasiones
de aquellos que te miran en la arena,
de aquellos que vigilan en las playas
la voz de tu belleza inalcanzable.
Pues eres la princesa
de rocas y cantiles
que sabe de los llantos de las islas,
igual que las sirenas de Galicia,
llegando a las Asturias que te exclaman.

III
Y dices en Carreño,
en esos puertos tristes
y playas de la zona de Carreño,
tu nombre a las gaviotas que levantan
el vuelo hacia esos cielos que sucumben
al plomo de las densas nubaradas.
Y son las nubaradas
oscuras como el plomo,
pesadas como el plomo amenazante
que sabe de misterios, que nos dice
tu nombre en el hechizo que lo guarda.

IV
Y siento que en Carreño
te vuelves más divina,
que cada sortilegio te hace diosa
de un mar inesperado que madruga
igual que el bonitero con el alba.
Pues sabes que Carreño
contempla el alba siempre,
que llora la partida del marino
y goza con la espuma encabritada
que lucha con los viejos precipicios.

La gente de los castros

I
La gente de los castros
nos habla cuando el viento
nos habla de su historia.
Y sabes que los árboles del bosque
no dejan de cantar esas leyendas
de gentes aguerridas y valientes.
Tus ojos, que lo saben,
contemplan las escenas
que dicen los hayedos, si es que quieren
contarnos los sucesos de ese tiempo.

II
También los urogallos
nos dicen que los árboles
supieron de estos hechos.
Y el mar, furioso a veces, nos lo grita
en playas apartadas, bajo enormes
y viejos farallones olvidados.
En cambio, nuestros libros
ignoran que los héroes
tuvieron esos nombres que escuchamos
al viento y su lenguaje incomprensible.

III
Y tú, con tus ojuelos,
tus perlas de azabache,
descifras en la noche
milagros tan extraños como el alba,
que canta la derrota sin vergüenza,
sin eco de deshonra, sin deshonra,
de un pueblo que, aguerrido,
lanzándose a la lucha,
estaba condenado, sin embargo,
por más que demostrase su valía.

La playa de Verdicio

I
La playa de Verdicio
nos habla de las olas,
nos habla de la espuma,
contempla el viejo cabo y se lamenta,
igual que algunas veces me lamento,
igual que algunas veces
se escuchan tus lamentos,
tus voces quejumbrosas y los llantos
que saben que la playa de Verdicio
nos habla de la espuma y de las olas.

II
Y viendo que las olas,
la voz de las espumas,
la arena de las playas
nos hablan del amor a la poesía
—supongo la poesía si la siento—,
la playa de Verdicio,
las olas de Verdicio
no dejan de insistir con sus cadencias
bajo esos cielos grises y preciosos
que saben de la espuma y de las olas.

III
Por eso, si las olas
y acaso las espumas
se mezclan en la arena
y dicen lo que sienten los océanos,
podré soñar con costas solitarias
que escuchen esas voces
que quiero en cada verso
que sale de mi boca, cuando escucho,
queriendo descifrar esos idiomas
que suenan en la espuma y en las olas.

El eco de las playas candasinas

I
Perán, en la bahía,
sospecha la tristeza
del llanto de la espuma
que toma la palabra cuando entona,
con un recitativo casi lúgubre,
el eco de las playas candasinas.
Y el eco
de las playas nos susurra,
nos habla de sus sueños atrevidos,
de tardes de galerna en el Cantábrico.

II
Perán, en la bahía,
no lejos de Entrellusa,
parece recitarnos
el largo paternóster de la historia,
sabiendo de los siglos de miserias,
de duelos, de lamentos y de llantos.
Y entonces,
escuchando los quejidos
del mar, de la tormenta y su penuria,
aprendo a ser paciente con las lluvias.

III
Asturias nos lo impone,
acaso lo parece,
y pienso que lo impone:
quizás es que apetecen las tormentas
que hieren un ocaso desolado,
rendido en la derrota del otoño.
Y el soplo
de su aliento en la derrota
nos dice la verdad de lo que siente

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EN MEMORIA DE LA MEMORIA [Mi poema]
Guillermo Sucre [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Estoy leyendo un libro, no me acuerdo
del nombre de su autor,
y aun menos de la fecha, el editor,
y en medio de la trama ya me pierdo,
dudando si yo fuera un buen lector.

Confundo los distintos personajes
y a veces me aturullo,
me encuentro despistado en tal barullo
y pierdo la atención, sin más ambages,
sintiendo que me afecta hasta el orgullo.

Olvido sin cesar cada secuencia
y tengo que volver
y al texto que he leído releer,
llamando su atención a mi paciencia
pidiéndole perdón a este placer.

No sé que hacer. Me pierdo en la memoria.
Me siento anonadado.
No puedo recordar lo que ha pasado.
Presiento estoy ausente de esa historia.
Y de esto que escribí ya me he olvidado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Guillermo Sucre

De Mientras suceden los días (1961)

I

Atado como siempre a tu simetría de oscuro río
que fluye entre mis manos.
Ya no hay girasoles en tu pecho,
sino lágrimas y otras caídas hojas
del árbol de la noche. Y más espesa,
más silenciosa, aferrada a eso pequeños
amuletos que ha destruido el tiempo,

y a las palabras: ¡oh redes vacías!

Una ráfaga de tu olor me precipita, sin embargo;
después un viento grave me atempera.
Herido más tarde como un tigre
Por el celo de la tierra,
me sacudo las mojadas hojas que me dejas.
Tu cabellera y grandes arañas en mis ojos
pervierten luego mi reposo. Y nuevamente

soy el movimiento de los días,
el movimiento de las hojas del otoño
recién extinguido.

V
Cuántos ríos, mares, que el horizonte exila
y que yo reúno en tu corazón;
cuántas auroras, extensiones naturales
del augurio, limbos ensangrentados.
Y las cosas que apaga mi tristeza
cómo fluyen en ti a imagen del fuego.
He aquí las ciudades que atravieso,
poseído de los climas con que te rodeo;
y mi rostro fundido bajo los soles,
mi espíritu arrastrado por las calles

al abrigo de respuestas y revelaciones,
mis pasos al azar del gris o del púrpura,
mi lenguaje sustituido por las lluvias,

el caracol de los días despiadadamente callado
junto a ti que inicias las distancias,
los atributos y las posesiones del amor.

VI

El alba, como un hormiguero gris,
devora nuestros cuerpos, nos distancia.

Nos sobresalta el soplo que atraviesa
las calles, los jardines,
nos enfrenta a los vagos, opacos
vestigios del sueño.

Aún hay noche donde tus ojos
hacen fuego y aún eres vertiginosa
del instinto, anémona deshecha
en un océano triste.

El día irrumpe luego en ti, coronación de reflejos,
y se aviva en tu carne el olor de la tierra
como un nuevo espíritu.
Amanecido en medio de la nada de la sombra,
aún debo jadear entre aguas invisibles,
cenizas implacables,
para conquistar la dura aparición
de tu fulgor.

De los viajes y el Regreso

I

Me esperaban los crepúsculos sobre el mar.
El mar que glorifica los desastres y sella los enigmas
El mar erguido en sus violencias, sus instintos,
inacabado e inabordable en su eternidad.

Debí atravesar sus resonantes dominios, poseído
de silencios y de blasfemias.
Las aves que asumían la distancia me abandonaban
a los destellos de los atardeceres.
Los delfines se cruzaban, sagrados, nupciales,
como espadas: en ellos reconocí
la furia o el amor.

Y el olor de brea de los buques era ya la ausencia:
puertos y ciudades – ¡oh memoriosas
imprecaciones de la piedra!-
que se acumularon en mi corazón.

Ciudades impenetrables o sensibles a la noche que
se ilumina como un hangar.

Entre las duras aguas un orden sistemático moría,
Una raza de lamentos,

Un orgullo de ídolo en el ocaso sobre la faz del
Mundo.
Se esfumaba una red de palabras como una
dinastía de sal.
Había tanta fosforescencia, tantos soles caídos en
las espesas olas,
y luego ese martirio de la luz devorándose a sí
misma,
aquella cadena de sonidos prolongando la muerte.

Oh vigor inmóvil saciado en sus cenizas, límite
más allá de los límites,
materia jadeando de materia,
¿quién me arrojaba en tus parpadeantes sueños,
irisados de lámparas, de vigilias:
el rayo de la muerte rápido como un deseo o las
embriagadoras crisálidas de la vida?

…Más era el tiempo de partir.

El tiempo de arder, oh memoria, en la arboladura
de los navíos,
bajo la constelada dehiscencia de los cielos.

Se abrían los caminos del estupor, los grandes
nacimientos.

Y más lejanos que los sueños, sucumbían los recuerdos,
Mi adolescencia condenada a las espejeantes

Comarcas del estío,

El brillo o el secreto de aquellos seres en una
soledad de abismos y cometas.

Así, en la inminencia de la hora, como en la turbulenta
caída de las sombras,
fui penetrando aquella vastedad…
Me pertenecían aquellas costas desérticas.

Me dilataban aquellas olas salvajes y solemnes.
Y era acaso el destino, semejante a un fuego que
devora sus cenizas.
O la noche que irrumpía entre tantos reflejos.
O el alma ya deshecha entre los errantes reflejos.

Y heredero del futuro, hombre transitorio y volcánico,
dominado por los ademanes del mar,
imaginé entonces la tierra que habría de conocer,
y, evadido de la muerte o de mi propio lamento,
construí la ciudad del exilio:

su multitud de seres que se levantan y se destrozan
en medio de la fugacidad de los días.

Donde el Viento no ha podido vencer

II
Somos, cada uno, toda la historia.
No el espíritu, el éxtasis
que lo embalsama y lo suspende
en sus radiantes jerarquías;
no la gracia de una edad con la púrpura
de su origen, flor ilusoria
como la eternidad;
no la sangre que, sin vivir, extinguida
violencia,
cada día se preserva
del fuego o del desastre,
sino esta cólera cambiante, esta ola
oscura y ardiente de la vida,
más la sal que la devora o la redime,
más las ruinas también,
esas congojas
que se acumulan en el fondo del tiempo.

VIII
Mas en mi corazón como una brasa del estío
de la tierra, en lo más arduo, irreparable
de mi corazón,
en su dura hoguera:
allí te precipitas y ardes y te avivas,
oh incesante, heredera de tantos fuegos
extinguidos y perdidos.

No dejan cenizas tus llamas, no hacen sombra.

Son puro destello como el presente.
No crepitan de nostalgias en el exterminio
del tiempo,
no son requiebros del ayer:
fulgen, crecen, como el Río que lame,
inexorable, nupcial, mi ciudad.

Oh reinante de grandes ojos como los astros
del sur,
aquí todos te evocan más libre
que los sueños, todo te origina, te recrea
en el grave ardimiento de los seres.

Y, desafiante, inminente como una ola
o como un relámpago,
penetras
en el clima de mi corazón y allí de nuevo
eriges la antigua, desterrada columna
de fuego del amor.

SINO GESTOS

plume solitaire éperdue
Mallarmé
Las notas que tomo en mi memoria
y luego olvido o traslado
torpemente,
desasistido ya
de ese relámpago que enardecía mi infancia,
las veo llenarse de ruinas, frases
que no logro hilvanar
con hechizo,
y así se deslizan,
discurren con crueldad.
Lo extraño: su tenaz compañía,
los gestos, los sueños que hacen
nacer en mí
y las furias, las cóleras
que en mí sepultan.
Para decirlo todo: añaden no
la confusión
sino el espejo
transparente
del fracaso.
Donde me miro y reconozco
mi nombre.
La mirada, 1970.

PARA EMPEZAR: NO MORIREMOS DE POESÍA…

para empezar: no moriremos de poesía

nadie tiene la palabra aunque hablen
o todos la tienen aunque callen

poetas de su tiempo llegan a destiempo

me voy con los que parten y no regreso

anuncio a los que nada anuncian

el ojo del poeta se adueña del mundo
que reAparece

condenados a la realidad por la realidad
que inventamos
(realidad, realidad, no me abandones)
En el verano cada palabra respira en el verano, 1976.

ESCRIBO CON PALABRAS QUE TIENEN SOMBRA PERO NO DAN SOMBRA…

Escribo con palabras que tienen sombra pero no dan sombra
apenas empiezo esta página la va quemando el insomnio
no las palabras sino lo que consuman es lo que va ocupando la realidad
el lugar sin lugar
la agonía el juego la ilusión de estar en el mundo

la ilusión no es lo que hace la realidad sino la ráfaga encendida
simulacros donde ocurren las ceremonias
intercambios del fulgor del vacío del deseo

ya no hay sitio para la escritura porque ella es el sitio mismo
de lo que se borra
no descubrimos el mundo lo describimos en su terca elusión

ya no volveré al mar pero el mar vive en esa ausencia
que es el mar cuando la palabra lo dice
y se derrama sobre la página como una mano
ya no estaré en el bosque sino en la hoja que escribo
y entreveo su ramaje pasa el viento
ya no habrá más verano sino sol que devora a la memoria
y viene la gran noche de la arena que cubre los ojos
y sólo podemos leer lo que no estaba escrito
La vastedad, 1988

Los que piensan que les ha llegado la hora…

Los que piensan que les ha llegado la hora
y se aprestan para asumir su destino
los que saben que siempre llegan a deshora
contra todo destino

los que escriben para sobresalir
no para encontrar la salida -¿hay salida?

los que sólo viven para poner la vida en palabras
los que escriben para poner la palabra en la vida

los que lo coleccionan todo para sentirse perdurables
los que han contemplado una sola vez la belleza
y ya ello les depara una riqueza un desamparo
para siempre

la vida no es avara ni para preservarla
hay que saber también arriesgarla
como en el amor: más fuerte cuando más lo alimenta
el desamor
más vívido cuando nace y se extingue cada día.

Y vuelvo a verme ciñéndome de nuevo a su cuerpo…

Y vuelvo a verme ciñéndome de nuevo a su cuerpo
vuelvo a verme respirando su piel su pelo que apenas toco
otra vez las lluvias la noche como un árbol centelleante
ha cubierto la casa
el ojo torrencial del cielo me juzga me condena
oigo los rápidos chorreones caer en el patio siento la sumisión de las piedras
el ángel que se debate en las sombras afila su perfil de fuego
y lo vivo todo como si fuera memoria del exilio
pero pasarán los años
el adolescente se baña
en el río que ya no refleja
expone su desnudez bajo la luz brava del mediodía que hiere sus ojos
con la mano con que endiosa el sexo escribe sobre la arena
el latido de ese espacio salvaje
pasarán los años
pero sólo allí estará reposando
la cabeza
cerca de ese cuerpo
respirando la última tersura de su piel la trama cenicienta de su pelo
en la claridad que ha ido escindiendo el tiempo.

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UN MINUTO FELIZ [Mi poema]
Ludovico Silva [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Soñé, ya sé que lo soñé que, humano,
el hombre que conoces,
el mismo que anda aquí pegando coces,
venía y me cogía de la mano
ausente de altavoces.

El mundo, un paraíso de colores,
a mí me sonreía,
brindándome una alegre melodía,
gozando del perfume de las flores,
en una fantasía.

Y Dios, que repartía bendiciones,
a todos nos mimaba,
si alguno estaba enfermo le sanaba
a todos por igual sin distinciones
que amar Él no dudaba.

E incluso los actuales gobernantes
miraban por la gente,
cuidando sobre todo al indigente,
perdiendo ya su imagen de farsantes,
derecho y por de frente.

Ya sé que lo soñé, ¿y qué me importa?
si el tiempo fui feliz
lo mismo que si yo fuera un aprendiz,
que observa lo que ve y le reconforta
jugando en buena liz.

Que un minuto feliz, su precio es oro.
No existe parangón.
Se olviden de la drogas y el porrón,
no existe sucedáneo a ese tesoro
así fuera invención.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ludovico Silva

Lanza tu poesía

Lanza tu poesía como un puñal enérgico hacia la
realidad; ya verás cómo la realidad te lo devuelve
con mayor fuerza.
No te embriagues para conocer la realidad; ella
está embriagada. Te toca a ti ser lúcido.
El amor puro a las palabras no se mantiene por siempre;
llega un momento en que se imponen las cosas.

Mis Beatrices

Dice un amigo mío, experto y sabio,
que todas las mujeres se llaman Beatriz:
¿Será verdad este ojo de crepúsculo?
Dice también mi amigo, antiguo y denso,
que el Dante se olvidaba
de las Beatrices del infierno.
Ésa es la que yo quiero,
la que va con mi infierno a sus espaldas.
Sacerdotal, inmensa,
entre sus manos toma el blanco cáliz
lo pone entre mis labios
y se disuelve todo en llamaradas.

No me hables de la muerte

La muerte me atraviesa parte a parte,
es la daga de oro que me hurga
buscando una respuesta.
Pero ¿cómo se puede responder a la muerte,
si uno está en ella misma, o más allá?
No me hables de la muerte, Ludovico,
tú no quieres morir,
déjala que se muera ella sola.
C’est la vie, mort de la mort!
Y sin embargo, tú, fantasma mío,
sabes que del morir se hace la vida,
que en el destierro hay patrias interiores,
que de la soledad se hace el destino,
que la muerte es el ángel de la vida
y que mi muerte aullante es la vivienda
donde reposarán los huesos míos.

La poesía

Yo supe en otro tiempo lo que es la poesía. Conocí
la máscara más profunda de todas.
Y la viví hasta su fondo absoluto de rostro debajo
del rostro.
Supe lo que ella es en todo su veneno, su hipócrita
manera de decir bien lo que está mal,
sus costumbres nefastas de hablar con elegancia cuando
se tienen los huesos del corazón podridos y
temblando,
y enjoyarse locamente a solas y en tinieblas, como
una puta borracha,
pero aún así es mala, tenebrosa costumbre. Así es ella,
según la he conocido.
Y para algo me ha servido la poesía: para disimularme.
Cuando era un inocente imbécil ilusionado, cuando creía
en los dioses y en mi destino
ella me servía para aparecer como un gigante atormentado
y luego cuando me llené de desgracias y terror verdaderos,
cuando sepulté el rostro en el fango
mi único recurso fue escribir de mí mismo que era
un ángel sin mancha y sin recuerdos.
Después, la poesía se despidió de mí. Luego de haberme
zarandeado un tiempo
el águila consideró en las alturas que era hora de
soltarme como gallina o trapo
y voló hacia otros continentes, como un gran dólar
por los cielos.

Un Dragón

Un dragón no es un
dragón hasta que un
poeta no lo decide.
Yo decido que hay un
dragón que no vomita
fuego, sino piedras.
Y que mira a un rostro de mujer.
Extrañamente, como si
quisiera cantar con ella
el coro de la luna.
Sus escamas de piedra
pesan sobre el mundo.
¡Oh dragón unicornio
de mis alucinaciones nocturnas!

El sexo de los ángeles

Mis ángeles son ángeles con sexo.
Yo, nada teológico, pero erecto y divino
veo una mujer ángel en mis sueños.
Tiene espíritu y carne
y tiembla cuando la toco,
vuela en torno mío
como una mariposa de cristal
y se detiene en lo alto de mi torre
de mármol.
Como invitándome a escalarla.
Mi angelesa me cuenta, por las noches,
después de la tormenta del amor,
cosas acerca de la soledad de dios.
Dios está helado
en su propia memoria,
recordando a Lucifer
el ángel de la luz que lo alumbraba
cuando estaba prisionero
del tedio de la eternidad.
Mi angelesa me sigue a todas partes.
Como una mujer fiel.
Yo amo su sexo puro y hermoso
como el tiempo.

GALAXIA 3

Un hombre, tan pequeño, soporta el mundo,
es cariátide torturada
de maldición aquí, de sangre allá, de cementerios,
pero soporta el universo.

Y soporta en el hombro y en el hambre
sobre un cráneo acostumbrado al martirio
el peso de los órganos eternos,
aquella perfección esférica,
aquel número enorme clavado en el espacio
y ese piano, en fin, que se derrumba sobre nosotros
como si algo más fuéramos
que esta misérrima cariátide.

Un día de éstos nos haremos dioses,
quemaremos el antropoide, nos crucificaremos y ascenderemos,
pero antes hay que amar,
antes hay que roerse de dolor,
conmemorarse uno mismo sin terminar estatua
para soportar con este hombre y esta hambre
el incesante peso del universo.

CIEGO DE NO SER

Deslumbrándome en hombre puedo volverme hombre,
quedarme ciego de ser,
y esto es lo principal:
asombrarse de la existencia
como se asombra uno de sus sueños;
mirarse bestia
siendo animal que ama y que desprecia,
contemplarse enrejado entre los huesos
siendo una libertad antigua y noble.
Y deshojarse
muy lentamente y siempre
y sabiamente
de ese árbol cargado de milagros.

RECLUSO

Vivo como recluso entre dos paredes que avanzan
moles hacia mis huesos
ciudades que me enseñan el puño
dos manos llenas de alacranes
flores de hierro
en el presente vivo
bestia reconvenida
odio a todos los que cobran la esperanza
siempre tentáculos en la puerta de mi casa
odio a todos los que no dan
porque están muertos
me defiendo con sangre y recuerdos
con música y memoria trato de comprender
pero sangre y recuerdos amenazan
mi libertad
ella es el cauce de la vida
mi libertad comprende al mundo
yo no comprendo no comprendo no comprendo.

ESTO YO LO HE ENTREVISTO

Es triste estar sin algo que represente al mundo
en la gran ciudad solitaria.

Pero tenemos tú y yo, palabra mía,
algo que puede hacer temblar los cielos.
Tenemos nuestra humanidad.
No hay cosa alguna que no soporte el hombre;
no hay la carne incesante
que sacie el hambre nuestra; no hay pan duro
que reviente esta encía furiosa.

No hay ciudad en el universo
que no esté sustentada por el hombre.

NOCTE DIEQUE INCUBANDO

No hay cuchillo mejor que el diente humano
ni mejor tenedor que la mano del hombre.
De día creo en mis dientes
y en mis manos
y en todo lo que calla y persiste.

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EL ALMA DEL PAPIRO [Mi poema]
José Carlos Cataño [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El alma del papiro en que yo escribo
es blanca, ella es muy limpia y transparente,
mantiene una actitud muy complaciente
con todo lo que ve no es de recibo,
pues nunca dice no, que siempre asiente.

El alma no es agnóstica o creyente,
pues nada lo que escribo lo rechaza,
ni pone en mal lugar, no mete baza,
que todo le resulta indiferente
cual pan es tierno y suave como hogaza.

El alma del papiro es limpia y pura
si algún grumo se encuentra es del que escribe,
se presta a publicar tal que recibe,
no pone ni un mal punto de sutura,
por ver que alguien le lea se desvive.

El día en que me vaya y le abandone
el alma del papel se habrá librado
por fin y para siempre del malvado,
aquí pido al buen dios que le perdone,
y deje ya ande libre de pecado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Carlos Cataño

Elegía marina

Imperceptible, un sol
Declina por las ramas de la costa
Hasta las ondas de poniente
Que agitan los insectos.

Aquí reposa el cuerpo en la húmeda
Tierra de la memoria.

Un grito hubiera roto la distancia.

El único retorno
Murmura en lo más alto de la densa arboleda
De eucaliptos bajo el cielo cubierto. La sombra
Del volcán vertida al mar es el último mar
Que se cierra a los ojos en medio de un gran sueño.
El mar que penetraba por el borde más alto
Del sol, será el último mar
Para dorar tu frente. Como
Si el mar que terminara
de un golpe
Cumpliera tu figura
De ‘Disparos en el paraíso’ 1982

En noviembre

Al fondo de esta tarde de tormenta
Nada huye del sabor a duelo
En las nubes que pasan.
La confianza de que vendrá
Otro amanecer, la cabaña
Entre los sombríos redobles
Del viento,
Como invitando a danza
O fin de asedio.
No puedo darte nada más
Que este ahora de todo en abandono,
Como si cumpliera una respuesta o un deseo
Que ya no importa.
Montón de labios, presencia de cosas
De repente, vislumbres que se apagan,
Desolada siembra en los bordes de la crecida
Avalancha que trastoca y confunde,
Y todo lo inunda, y también termina.
(De libro inédito)

En Zanzíbar no hay trabajo

Carece de importancia cómo dicen que me llamo.

Carece de importancia la reputación que me sostiene.
El primer cuerpo con que tropiece será el primero y el
más hermoso, si no quiero morir bajo un montón de
lealtades.

El auténtico perdedor debe de ser un ganador nato,
pues sólo así se entiende la insistencia, la
meticulosidad que pone en la derrota.

Nada, nada es en vano. Todos cumplen con su deber,
todos tienen razón. Soy lo que me he dejado hacer y
valgo lo que la longitud de un sable.

Después de todo, la vida es un puente hacia la verdad,
cuyo peso se enamora del abismo.
De ‘El cónsul del mar del Norte’, 1990

Fuera de juventud

FUERA de juventud
Nace la vida verdadera.

Infancia sólo es tierra,
Ya sólo tierra lo que beso.

Si yo abro la memoria
El aire allí su tumba encuentra.
De ‘Disparos en el paraíso’, 1982

Ligero como el canto

LIGERO como el canto que no acaba
Se ondula tu recuerdo en el verbero.
Regresa y es el mismo.
Despierto y no es un sueño,
A tu vuelta inocente encadenado.
La voz no sabe lo que canta.
Tallas mi vida y no lo advierto.
Hablo,
Y siempre ignoro de quién hablo.
De ‘Muerte sin ahí¡, 1986

Nos obligaron a olvidar…

Nos obligaron a olvidar
Dónde estábamos
Tan sólo dónde estábamos.

¿Es mi patria la lengua?
¿Habita
En la ciudad que ya no existe?

En la memoria,
Silencio de un cielo sin despedidas.
Al pie de otro volcán,
¿Hay patria que cantar?

Trazamos
El color de la sombra
De los cuerpos ausentes y nombramos
Lo que la aviva
Con los restos de los borrados
En la lengua de sus verdugos.
De ‘En tregua’, 2001

Nubes en la noche

Nubes vanas en la noche,
Así pasan las palabras
Por la aurora irreversible de las cosas.

Todo pensar se declina
En el grito oscuro de lo pleno.

Y yo entre las vorágines te buscaba
Como si así pudiera con tu rescate
Cumplir un luminoso pasado.
De ‘A las islas vacías’, 1997

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MI POETA INVITADO: Margarita Roncarolo

CONSIDERACIÓN A TODOS LOS QUE ME GRITAN POR LA CALLE ‘MAMARRACHO’ PORQUE A LOS 60 AÑOS LLEVO EL PELO PINTADO DE ROSA

Porque lo mío no es el arte por el arte
El color rosa en el pelo es
una declaración de guerra
Una guerra suave sin sangre
una guerra acorde los tiempos
lavados
de tanta toda la sangre que hubo antes
que mejor no.

Me viene así
rosa
de debajo de las raíces
Brota tibio
gastadito
lavadito.

Pero mirá que para los tiempos que corren
es casi lo mismo

Y a juzgar por lo que veo
y escucho
la cosa no ha cambiado mucho.

No te confundas conmigo
Es rosa
pero bien podría ser rojo
rojo sangre

Y no sé si esto te dice algo
te lleva a alguna parte
pero a mí sí
ya te estoy viendo
cerdo capitalista
burgués explotador

Exijo!

Exijo una jornada laboral de duración normal, y la exijo sin apelar a tu corazón, ya que en asuntos de dinero la benevolencia está totalmente de más. Bien puedes ser un ciudadano modelo, miembro tal vez de la Sociedad Protectora de los Animales y por añadidura vivir en olor de santidad, pero a la cosa que ante mí representas no le late un corazón en el pecho. Lo que parece palpitar en ella no es más que los latidos de mi propio corazón. Exijo la jornada normal de trabajo porque exijo el valor de mi mercancía, como cualquier otro vendedor.

¡Rosa o muerte!

ESTAS COSAS SUCEDEN EN LAS NOCHES DE CHACARITA

Poca gente
puede entender perfectamente
en qué consiste
el paso del tren
de las 4 menos 10.
Un tren que mansamente
llanura
rumiando sobre las vías.
Un tren romántico
Debería llevar rosas.

El mismo tren que pasa por las vías
al lado de casa
algunas noches des-vía
y entra en la cocina
y mi padre se baja
se sienta a la mesa
y me deja este riel
en medio del pecho.

ESCRIBIR COMO UN LOCO [Mi poema]
Ludwig Zeller [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Escribo sobre un verso inapetente
que siempre me pregunta a qué has venido,
se suele comportar cual ciervo herido
hurgando en los misterios de mi mente,
mas nunca me he rendido.

Escribo en un papiro, en una roca,
allí donde me encuentre, allí yo escribo,
fingiendo que hay poderes que derribo
con sesgos que deslizan de mi boca,
que a veces yo mendigo.

Escribo sobre el líquido en la fuente
al ver como desliza y se resbala,
lo mismo que en la guerra hace una bala
que intenta reventar y dar de frente,
o el agua cuando cala.

Y escribo sobre el aire que respiro
y a veces yo le añado un condimento,
si existe o no una trama me la invento
que allí donde no llego pego un tiro
fingiendo que lo siento.

Escribo sin pensar, como hace un loco
en medio de una crisis, que delira,
confunde la verdad con la mentira,
se pega con frecuencia un buen sofoco
y acaba en una pira.

©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ludwig Zeller

DOBLADO EN DOS SOBRE LA MESA ESCUCHO

Doblado en dos sobre la mesa escucho, cómo suben
Y bajan las poleas. Tantos años perdidos sobre ese polvo
Seco que ensordece. A veces en la noche me pregunto
A mí mismo por los muros salobres y empiezo a sollozar.

¿Para qué tanta angustia, tanta estrella girando
Hecha una brasa en los cielos de ayer? Me recuesto
En la plancha, dura como un madero de difunto.
¡No hay respuestas! Si pudiera tan solo hacer al fin un nudo
Con palabras capaces de dar cauce al alarido, ese recuerdo
De los seres ciegos, que no logro olvidar.

Pero ahora por fin, siento extendido el cuerpo
En un río de marfil tibio que sonríe, ondula y se pregunta
Por las líneas del techo, los clavos y el porqué.
Jamás mi mesa
Ya será una mesa, ahora entiendo, bajo la tersa piel
Fluye la sangre. ¿Escuchas? Recorrer estos límites
Es encontrar a Dios, llegar hasta ese borde del desierto
Que encabrita a los vientos. Ha empezado a llover.

LA COLA ES AL COLLAGE…

Al poeta Juan Jorge Bautista

Ya he recortado todos los papeles. He llegado
A ese borde de los años cuando se mira atrás en el fracaso.
Todo está derramado por los suelos, cuchillos y colores y papeles,
Esperando que vuelva con mi nudo de fiebre en las orejas
Y peque para siempre una pata de pájaro a la luna,
Un sol al ojo, un verde al amarillo.

Cae el polvo. Escarbando, escarbando encuentro a las beatíficas
Señoras, sombreros y botines, ropa interior de cuero.
¡Qué carajos!
Todas apolilladas en las tumbas,
Semillas de otro sol, el grabador les dio cien años
Más y puedo verlas recorrer esas páginas
Del libro y Ser otras, casi las mismas mariposas.
Las tijeras no juzgan, cortan trapos de tinta y salta el escorpión
Que guardaban secreto entre sus piernas.
Ahora no recuerdan,
Sólo son mitad máquina, mitad hembras. Muestran su corazón
Tras de las plumas de un abanico que arrebata el tiempo.

SED SOBRE EL CUERPO

A Alsina, piedra sellada, nostalgia de Aguas Vivas.
‘Ante todo es la sed’ 
Catalina De Siena

Mujer, nombre de fiebre bajo el Árbol del Oro
¿escuchas desde lo hondo bramar al sol que viene?
¿Se alzan desde tu sueño los cristalinos pétalos sedientos, que arden,
crepitan, son de tu esencia real, ópalo furibundo?
¿oh mareas? ¿Oh cántaro donde quiebra la sangre su imagen melodiosa?
Formas del movimiento, ala que enciendes los cielos de la noche,
dame a beber por siempre esas venas sin termino,
esa piel que acarician soñando los cristales. Rostros. Huidas. Formas
Sobre ti se desgasta la pavorosa sed.

¿Que viento mueve, ¡ oh pura!  la raíz de la sangre?
¿Que mares se entrechocan, cuando
brilla en relámpagos, tu cuerpo desde el mármol?
¿Como podría amar y comprender
tu secreto designio, llama errante que he buscado mil años y
he perdido otros mil, fiebre en la fiebre, labio sobre labio,
en el vacío, inmóvil?

Tu rostro es cántico
Escuchado en la noche, es fulgor
al cuchillo, piel que espera melodía imposible.
Frente combada en vidrio que acarician
las alas, sol donde a veces siento subir el río
inmóvil de la crueldad, del miedo, del deseo
en ojos que me miran desde el fondo.

¡Estaba ya en la piedra,
la forma de los dioses, deseada!
Ya soñaban en ti las estaciones
cuando el polvo y la lluvia consumían los días.

Levantate de lo hondo, !Inmombrable!
Rostro de sueño, rostro de tinieblas,
Miradas que se apagan como astros,
sonrisa que se pierde en los labios
al borde; cielos del rostro donde brama el tiempo,
rostros de tempestad. Formas del agua, del amor,
del fuego que entrelaza los cuerpos, formas-animales.
Rostros inescrutables, creciendo como flores
que palpitan, imagen del Gran Rostro en que te veo,
¿Oh pupila invisible!

Detente, tiempo eterno, enséñame
el temblor de los labios que entreabrense al silencio,
imagen de mujer, bruñida en sueños.

Si tu mano se cierra sobre el mundo,
acaricias la espuma; si en afiladas yemas
suplicantes, pasas felina azul, arde mi ser
que centellea en uñas, que te escucha en perfume
y certidumbre, te bebo en soledad.

¿Que persiguen tus manos cuando gimes en sueño?
¿Vibra en ellas el secreto rumor con que mugen los astros al destino?
¿Que corrientes te arrastran, floreces en que vida,
Cuando salto jaguar sobre tu espalda, espejo de la luna?

¿Oh soledad, valles de la vida, sobre vosotros
Siento como giran los hilos invisibles
como se alza la sangre en trémula música
buscando un sol de piel, grabando signos
que crepitan en ti, fiera de estío!

ÉXODO

Sol implacable de los días, pasa sobre nosotros,
devora la luna en sangre de la existencia.
Estamos cansados, extraviamos las fuentes,
y lágrimas beben las mujeres, sudarios de nuestra vergüenza.
Polvo, polvo que sopla ¿desde donde en la lengua reseca,
en los patios desiertos, en las plumas de la sed?.

Otros fueron tus siervos, Señor: Humo sobre el día
y llamaradas en la noche, tu báculo de fiebre los guiaba.
Empero, ¿alzáronse ellos de las tumbas?
¿Vieron acaso tu ciudad? ¿Bebieron de tus aguas?

Solos estamos y el ojo escruta en vano el corazón
la noche donde florecen los enigmas.
Crujen las puertas al roce de otros hálitos,
pero ¿Quienes las abren?,
Los mendigos recuerdan el embrujo de unas aves de fuego;
ellos se aprestan a morir en las llanuras infinitas,
vueltos los ojos hacia adentro, los oídos pegados
al ritmo de la sangre.

!Polvo y recuerdo nos persiguen!
Arrastramos la tierra, morimos extenuados, imploramos en vano
(la lengua esta pegada a las heridas, ningún agua lograra ya saciarnos)
¡Ay¡ somos como los ciegos, cuyas órbitas huecas desafían a un sol de crueles luminarias.
¿No llegaremos nunca?, año tras año perdimos esperanza,
golpeamos piedra, con ciencia golpeamos, pero obtenemos lágrimas.

Señor la misión que tu nos asignastes, ¿es por ventura errar y consumirnos en caminos nocturnos?
Restaña mis heridas: ¿Ellas no son acaso tus pies que se lastiman entre los escombros?
Apartame de las cosas de este mundo,
aléjame de este valle en que giran cadáveres:
Divino, -Escucha a tu corazón, pues yo no lo siento:
¡El llora en sueños!

A QUIEN VELA , ¿TODO SE LE REVELA?

Sopla el viento en las altas soledades a plomo
Donde al filo ilumínanse sus cabezas de fósforo,
Aves que van abriendo las venas en la noche.

Tras los ojos quemados esa imagen perdura,
Hormigas que devoran su pezón incunable.
Las espinas no duelen, flotan sobre la nada,
Si volamos en circulo su piel late y nos habla.

-No hay respuesta, señor, su numero no existe,
Cortados los alambres, no se escucha, despierte
A otro sueño en otra estancia. – La paloma no vuelve,
La ceniza se aquieta en los patios del Arca.

Muñecas del Desierto de Atacama

Para Estela Lorca

Las encontré allá al fondo de una vasija rota,
Venían arropadas con los viejos tejidos de sus muertos.
Sonreían al paso de mi mano, era como si hablaran
Me contaran secretos tras de la lana de sus ojos negros.

No sé ya qué decían, las tres en un jergón de palos aromáticos
Simulan el encanto tras el dibujo arcaico de ese pájaro
Errante que en cada vida nos parece eterno, ese que vuela
Desde una vida a otra arrastrando las flores del deseo.

Yo nací en el desierto, los oasis son quizás sólo una ilusión
Espejismo que ofrece la piel de la adorada, encantamiento
De creer que podremos detener el tiempo y sostener delante
De los ojos el fuego de esa imagen, aquella lava que desaparece.

Aquí sobre mi mesa están aquellas locas, las que volvieron
De la edad antigua esa nube de luz sobre mi infancia,
Las veo sonreír, reírse a carcajadas de las dudas que tengo
Mientras el viento mueve en mi cabeza sus coloridas faldas.

Ellas duermen también y allí en el sueño las encuentro
Sedientas de pasión, ellas queman los días con la sola
Mirada, los días y los años que ha dispersado el viento;
La lujuria que enciende el tictac del instinto bajo el pecho.

Estoy viejo y cansado, los caminos se cierran sobre la tierra seca,
Quizás la sangre añora el color de esos pétalos, misterio
De repetir un rito milenario, beber desde sus bocas
La dulzura de abuelas ya difuntas, muñecas locas,
Vasijas del amor de donde vengo.

Las fases de la luna

A Paul Delvaux

Estabas blanca en desnudez completa, a la luz tibia
De la luna. Sentada en el balcón un ramillete te cubría
El seno, iluminándote por dentro. Frente a ti dos señores
Se calan los anteojos, pero miran las piedras, no el brillo
De esa gema de tus ojos.

Los ancló allí Julio Verne hace cien años.*
Al fondo del jardín un hombre marcha con los pies
Desnudos, sin advertir que detrás de él un grupo de mujeres
Tratan de percibir la melodía de una flauta invisible.

El rostro de la diosa crece noche tras noche sobre
Los pechos de los montes. ¿Cuándo sabrán que estás aquí?
El gran secreto de la noche es el silencio, se arrastran
Hacia ti las sombras del fantasma, los señores del sueño,
Que dejaron las piedras para encontrarte al fin

Al fondo del jardín en laberintos que arden; desatada la lengua
Se interroga la esfinge al fondo de tus ojos: sólo dos llamaradas
*Otto Lidenbrock

Abro mi cráneo en dos

Abro mi cráneo en dos, trato de recordar y apenas veo
Pues bajo el sol que hierve no hay salida,
Condenado por fin, entre las sábanas me río a carcajadas
Pongo mi oreja en el reloj y escucho cómo cae la arena en los embudos.

¿Es que ya nunca, nunca volveremos al patio
De la infancia? ¿Hasta el ojo más dulce es sólo brasa
Que nos quema por dentro? ¿No habrá piel,
No habrá mano que se abra en la caída? ¿Por qué los gatos
Tendrán que devorar esas plumas que cantan en la nieve?

Quizás sólo yo cambio de pieles
Y llagas cada día. Quizás no pueda despertar
Ya nunca en la caja de tierra y de vinagre,
Quizás la tempestad bajo los párpados
Es tan sólo impotencia o es fastidio.

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LO NUESTRO ES SEPARAR [Mi poema]
José Hernández [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Lo nuestro es separar,
separan las costumbres, separan los idiomas,
lo mismo que separan los puntos y las comas,
un paso al caminar,
distinguen los colores, los gestos diferentes,
la música y deportes, los gustos de las gentes,
la boca, el paladar,
el dios al que heredamos de padres que, creyentes,
habremos de rezar.

Jugamos a enrocarnos,
el otro, ese de al lado, no tiene mi abolengo,
pretenden apropiarse, robarme lo que tengo,
tratando de esquilmarnos.
Que en nuestros minifundios, aquí somos felices,
sabemos nos envidian ansiando los barnices,
por nada hay que juntarnos.
Pues somos los maestros y ellos son aprendices,
mejor diferenciarnos.

Nosotros lo primeros,
que el otro ha de venir solo si nos conviene,
si tienen mi Pe Hache, si es mismo su ADN,
si acatan nuestros fueros.
Volvamos a las tribus, forjemos alambreras,
pongamos parapetos, creemos más fronteras,
echemos marcha atrás,
los otros son los otros, o sea los demás.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Hernández

Cantares

Yo tengo entre mis libros
Un libro viejo
Que una vieja lo mira
Con espejuelos.
Y tengo un libro
Que lo ve una muchacha:
Con ojos lindos —

La viejita leyendo
Pasa el dia entero,
Y da vueltas las hojas
Con dedos secos;
Pero la otra
Tiene para las suyas
Dedos de rosa.

A las unas les gustan
Crónicas viejas
Y gustan á las niñas
Lindas novelas—
Mas no me asusto
De que tengan entre ellas
Distintos gustos.

Y para que no digan
Que es impolítico.
Después de estas verdades
Haré un cumplido
Las viejas, vivan!
Que son madres ó abuelas
De lindas niñas.

El carpintero

El compás de su herramienta
Mientras trabaja afanoso
Así sus desdichas cuenta,
Así canta y se lamenta
Un carpintero amoroso.

«Es mi vida su mirada,
Y cuando su voz escucho,
Siento mi alma arrebatada
De tierno gozo inundada….
— Muchacho, trae el serrucho,

«Brotan de sus ojos bellos
Penetrando el corazón
Esos fúlgidos destellos
Y absorto me quedo en ellos….
Muchacho, trae el formón.

«De sus labios de granada
Se escapa de amor el soplo,
Y es ondeante y perfumada
Su cabellera rizada…
Muchacho, trae el escoplo.

«Y mi vida antes serena
Tornóse agitada y turbia
Cambióse el placer en frena,
De amor gimo en la cadena,
Muchacho, traeme la gurbia.

«Y cariñoso con ella
Inocente el cefirillo
Juega al mirarla tan bella
Fulgente como una estrella,
Muchacho, trae el cepillo.

«Por ella es este dolor
Por ella siento esta pena,
Y ella con su cruel rigor
Desdeña, ¡ingrata! mi amor:
Muchacho, trae la barrena.»

Y amante sigue sus llantos
Y sus eternas disputas
Aliviando sus quebrantos
Con sus amorosos cantos
Entre tablas y virutas.

El viejo y la niña

Cruza un arroyo inocente
Sobre un campo de esmeralda,
Y á su orilla crece un sauce
Reflejándose en sus aguas.
En sus trasparentes ondas,
Serenas, limpias y mansas.
Varios descuidados cisnes
Su blanco plumaje, bañan.
Los pintados pajarillos,
Saltando de rama en rama,
Enamorados y alegres,
Con su dulces trinos cantan.
Y las flores caprichosas,
Que crecen entre la grama,
Aquel manto de verdura,
Entapizan y engalanan.
Y las perfumadas brisas,
Al cruzar en tenue calma,
Rozan leve y suavemente,
Agua, cisnes, flor y grama.
Pálido un rayo de sol,
Que se quiebra entre las ramas,
Va á reflejar moribundo
En las cristalinas aguas.
Del verde sauce á la sombra
Un pobre viejo descansa,
Pura la mirada y limpia,
Serena, aunque triste el alma.
A sus trémulas rodillas
Alegre una niña salta,
Y sus sonrosados dedos
Entre sus canas enlaza.
El las huellas de la vida
Muestra en su faz arrugada,
Y ella refleja en su frente
La pureza y la esperanza.
De la sien del viejo penden
Escasas hebras de plata,
Pues deja tan poco el mundo
Que hasta deja pocas canas.
Y ella los sedosos rizos,
Flotantes sobre la espalda,
Por la brisa acariciados
No suelta, sino derrama.
El es la verdad del fin,
Es la realidad ingrata;
Y ella es la ilusión risueña
Que dá vida á la esperanza.
El es el árido invierno
Con su nieve y sus escarchas,
Es desierto, soledad,
Repulsión, tinieblas, nada
Y en la senda de la niña,
La primavera derrama
Todas sus galas floridas
Con generosa abundancia.
El es la noche sombría,
Ella la aurora galana,
Ella viene, y el se vá
Libre de congoja el alma.
Ella en su inquieta inocencia
Jugueteando con sus canas
— ¿Por qué motivo, le dice,
Tienes la cabeza blanca?
Fija en la niña el anciano
Pura y serena mirada,
Sus secos labios contrae
Lijera sonrisa amarga,
— ¿No sabes, niña inocente,
No sabes niña adorada,
Que la vida se parece
A la antorcha que se apaga?
Seductoras ilusiones,
Nuestra juventud engañan
Y al retirarse fugaces
El tinte del pelo cambian,
Vienen muchos desencantos
Muere ó se vá la esperanza;
Que la esperanza de ayer
Es desencanto mañana.
Y solo nos deja el mundo
Al terminar la jornada,
Al espíritu congojas
Pero no á los ojos lágrimas,
Solo deja el desengaño
Y tristezas en el alma,
Las arrugas en el rostro
Y en la cabeza las canas!!»
Oyó la niña el sermón
Sin entender ni palabra,
Pues la vida tiene aún
Arcanos que ella no alcanza.
Se fué á arrojar juguetona
Piedrecillas en el agua,
Los cisnes tienden el vuelo
Y el viejo vuelve á su casa.
Las flores siguen creciendo,
Las aguas siguen su marcha,
Sigue el sauce dando sombra,
Sigue el pájaro en sus ramas.
Sigue la brisa apacible
Y al verde follaje arranca
Esa tímida armonía
Que solo percibe el alma.
Mas yo he seguido hasta aquí,
Y es tiempo de decir basta,
Porque las penas son mías
Y soy dueño de ocultarlas.
Yo soy ese pobre viejo
Lleno de arrugas y canas
Y es la niña juguetona,
La lectora de esta fábula.
Guarde ella sus ilusiones,
Yo mis tristezas amargas,
Ella sus blondos cabellos
Y yo mis escasas canas.
Que ya fugaron veloces
Las ilusiones del alma;
Pues ayer compré un billete
Y no me he sacado nada.

Los dos Besos

Volaron aquellas horas
En que la mente delira:
Sin cuerdas está mi lira
Y sin fuego el corazón.
Y pues que cantar no puedo
Tus encantos y embelesos,
A una historia de dos besos
Presta, niña, tu atención.

En los inmensos espacios
Dos besos que iban errantes,
Vagos, perdidos, flotantes,
Se llegaron á encontrar.
Y al tocarse levemente,
Yerto el uno y maldecido,
Tembló el otro, como herido
Por aquel roce fatal.

Y entre el éter de las nubes,
Dó el trueno tiene su cuna,
Un tibio rayo de luna
Los ilumina á los dos.
Y el silencio interrumpiendo
Que en los espacios reinaba,
Un génio que allí pasaba
Oyó la siguiente voz:

—¿Quién eres?
— ¿A donde vas
Por el espacio infinito?
— Tan fresco tú.
— Tú marchito
— ¿De donde saliste, dí?
— Yo soy ternura.
— Yo rábia.
— Yo dulzura.
— Yo dolor.
— Yo soy hijo del amor.
— Yo del ódio y frenesí.
— Yo vierto una alma en otra alma
Divinizando las dos:
Soy el hábito de Dios,
Soy inocencia y virtud.
Y yo soy remordimiento,
Infamia, oprobrio, perfidia:
Soy maldición, soy envidia,
Y perversa ingratitud.

— Yo soy perfume suave,
Soy celestial armonía,
Soy placer, soy alegría,
Soy esperanza que brota.
— Yo soy maldición, blasfemia,
Soy rencor de furias lleno,
Soy para el alma, veneno
Que destila gota á gota.

— Yo soy pureza y esencia.
— Yo crímen y falsedad.
— Yo salvé á la humanidad.
— Yo á la humanidad perdí.
— Soy yo de orígen divino.
— A mí el infierno me hizo.
— Yo nací en el Paraíso.
— Yo en Jerusalen nací.

— Yo soy virtud
— Yo maldad.
— Yo inocencia
— Yo delito.
— Yo soy deleite infinito.
— Yo soy infinito horror.
— Digámosnos, pues, quién somos,
Y así saldremos de dudas.
— Yo soy el beso de Judas.
— Yo el primer beso de Amor.
Y los dos al separarse,
Para seguir su camino
Por un mandato Divino
Se miraron con horror.

— ¡Adiós! yo busco en el mundo
Odios, venganzas, agravios!….
Y yo unos cándidos lábios
Que me den vida y calor.

CUENTA SU VIDA EN LA PAMPA (LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO)

De ese modo nos hallamos
Empeñaos en la partida
No hay que darla por perdida
Por dura que sea la suerte;
Ni que pensar en la muerte,
Sinó en soportar la vida.

Se endurece el corazon
No teme peligro alguno
Por encontrarlo oportuno
Allí juramos los dos:
Respetar tan solo á Dios
De Dios abajo, á ninguno.—

El mal es árbol que crece
Y que cortado retoña—
La gente esperta ó visoña
Sufre de infinitos modos—
La tierra es madre de todos,
Pero tambien dá ponzoña.

Mas todo varon prudente
Sufre tranquilo sus males—
Yo siempre los hallo iguales
En cualquier senda que elijo—
La desgracia tiene hijos
Aunque ella no tiene madre.—

Y al que le toca la herencia
Donde quiera halla su ruina—
Lo que la suerte destina
No puede el hombre evitar—
Porque el cardo ha de pinchar
Es que nace con espina.

Es el destino del pobre
Un continuo safarrancho,
Y pasa como el carancho
Porque el mal nunca se sacia,
Si el viento de la desgracia
Vuela las pajas del rancho.

Mas quien manda los pesares
Manda tambien el consuelo—
La luz que baja del cielo
Alumbra al mas encumbrao,
Y hasta el pelo mas delgao
Hace su sombra en el suelo.

Pero por mas que uno sufra
Un rigor que lo atormente
No debe bajar la frente
Nunca—por ningun motivo—
El álamo es mas altivo
y gime costantemente.

El indio pasa la vida
Robando ó echao de panza—
La única ley es la lanza
A que se ha de someter—
Lo que le falta en saber
Lo suple con desconfianza.

Fuera cosa de engarzarlo
A un indio caritativo—
Es duro con el cautivo,
Le dan un trato horroroso—
Es astuto y receloso,
Es audaz y vengativo—

No hay que pedirle favor
Ni que aguardar tolerancia—
Movidos por su inorancia
y de puro desconfiaos—
Nos pusieron separaos
Bajo sutil vigilancia—

No pude tener con Cruz
Ninguna conversacion—
No nos daban ocasion,
Nos trataban como agenos—
Como dos años lo menos
Duró ésta separacion.

Relatar nuestras penurias
Fuera alargar el asunto—
Les diré sobre este punto
Que á los dos años recien
Nos hizo el cacique el bien
De dejarnos vivir juntos.

Nos retiramos con Cruz
A la orilla·de un pajal—
Por no pasarlo tan mal
En el desierto infinito,
Hicimos como un bendito
Con dos cueros de bagual.

Fuimos á esconder alli
Nuestra pobre situacion
Aliviando con la union
Aquel duro cautiverio—
Tristes como un cementerio,
Al toque de la oracion.

Debe el hombre ser valiente
Si á rodar se determina,
Primero, cuando camina;
Segundo, cuando descansa,
Pues en aquellas andanzas
Perece el que se acoquina.

Cuando es manso el ternerito
En cualquier vaca se priende—
El que es gaucho esto lo entiende
y há de entender si le digo,
Que andabamos con mi amigo
Como pan que no se vende.

Guarecidos en el toldo
Charlabamos mano á mano—
Eramos dos veteranos
Mansos pa las sabandijas,
Arrumbaos como cubijas
Cuando calienta el verano.

El alimento no abunda
Por mas empeño que se haga;
Lo pasa uno como plaga,
Egercitando la industria—
Y siempre como la nutria
Viviendo á orillas del agua.

En semejante ejercicio
Se hace diestro el cazador—
Cai el piche engordador,
Cai el pájaro que trina—
Todo vicho que camina
Va á parar al asador—

Pues alli á los cuatro vientos
La persecucion se lleva,
Naide escapa de la leva
y dende que la alba asoma
Ya recorre uno la loma,
El bajo, el nido, y la cueva.

El que vive de la caza
A cualquier vicho se atreve—
Que pluma ó cáscara lleve,
Pues cuando la hambre se siente
El hombre le clava el diente
A todo lo que se mueve.

En las sagradas alturas
Está el maestro principal,
Que enseña á cada animal
A procurarse el sustento
Y le brinda el alimento
A todo ser racional.—

Y aves, y vichos y pejes,
Se mantienen de mil modos;
Pero el hombre en su acomodo
Es curioso de oservar:
Es el que sabe llorar—
Y es el que los come á todos.

CRUZ (EL GAUCHO MARTÍN FIERRO)

—Amigazo, pa sufrir
Han nacido los varones—
Estas son las ocasiones
De mostrarse un hombre juerte,
Hasta que venga la muerte
Y lo agarre á coscorrones.

El andar tan despilchao
Ningún mérito me quita,
Sin ser un alma bendita
Me duelo del mal ageno:
Soy un pastel con relleno
Que parece torta frita.

Tampoco me faltan males
Y desgracias, le prevengo,
Tambien mis desdichas tengo,
Aunque esto poco me aflige—
Yo sé hacerme el chango rengo
Cuando la cosa lo esige.

Y con algunos ardiles
Voy viviendo, aunque rotoso;
A veces me hago el sarnoso
Y no tengo ni un granito,
Pero al chifle voy ganoso
Como panzón al maíz frito.

A mí no me matan penas
Mientras tenga el cuero sano,
Venga el sol en el verano
Y la escarcha en el invierno—
Si este mundo es un infierno
¿Por qué afligirse el cristiano?

Hagámosle cara fiera
A los males, compañero,
Porque el zorro más matrero
Suele cair como un chorlito;
Viene por un corderito
Y en la estaca deja el cuero.

Hoy tenemos que sufrir
Males que no tienen nombre,
Pero esto á naides lo asombre
Porque ansina es el pastel;
Y tiene que dar el hombre
Más vueltas que un carretel.

Yo nunca me he de entregar
A los brazos de la muerte—
Arrastro mi triste suerte
Paso á paso y como pueda—
Que donde el débil se queda
Se suele escapar el juerte.

Y ricuerde cada cual
Lo que cada cual sufrió
Que lo que es, amigo, yo,
Hago ansi la cuenta mía:
Ya lo pasado pasó—
Mañana será otro día.

Yo también tuve una pilcha
Que me enllenó el corazón—
Y si en aquella ocasión
Alguien me hubiera buscao—
Siguro que me había hallao
Más prendido que un botón.

En la güella del querer
No hay animal que se pierda…
Las mujeres no son lerdas—
Y todo gaucho es dotor
Si pa cantarle el amor
Tiene que templar las cuerdas.

¡Quién es de una alma tan dura
Que no quiera una mujer!
Lo alivia en su padecer:
Si no sale calavera
Es la mejor compañera
Que el hombre puede tener.

Si es güena, no lo abandona
Cuando lo vé desgraciao,
Lo asiste con su cuidao,
Y con afán cariñoso
Y usté tal vez ni un rebozo
Ni una pollera le ha dao.

Grandemente lo pasaba
Con aquella prenda mía—
Viviendo con alegría
Como la mosca en la miel!—
¡Amigo, qué tiempo aquel!
La pucha — que la quería!

Era la águila que á un árbol
Dende las nubes bajó
Era más linda que el alba
Cuando vá rayando el sol—
Era la flor deliciosa
Que entre el trebolar creció.

Pero, amigo, el comendante
Que mandaba la milicia,
Como que no desperdicia
Se fué refalando á casa;—
Yo le conocí en la traza
Que el hombre traiba malicia.

El me daba voz de amigo,
Pero no le tenía fe—
Era el jefe, y ya se vé,
No podía competir yo—
En mi rancho se pegó
Lo mesmo que un saguaipé.

A poco andar, conocí,
Que ya me había desbancao,
Y él siempre muy entonao,
Aunque sin darme ni un cobre
Me tenía de lao á lao
Como encomienda de pobre.

A cada rato, de chasque
Me hacía dir á gran distancia,
Ya me mandaba á una estancia,
Ya al pueblo, ya á la frontera—
Pero él en la comendancia
No ponía los piés siquiera.

Es triste á no poder más
El hombre en su padecer,
Si no tiene una mujer
Que lo ampare y lo consuele:
Mas pa que otro se la pele
Lo mejor es no tener.

No me gusta que otro gallo
Le cacarée á mi gallina—
Yo andaba ya con la espina,
Hasta que en una ocasión
Lo pillé junto al jogón
Abrazándome á la china.

Tenía el viejito una cara
De ternero mal lamido,
Y al verle tan atrevido
Le dije: —¡Que le aproveche;
«Que había sido pa el amor
«Como gaucho pa la leche.»

Peló la espalda y se vino
Como á quererme ensartar,
Pero yo sin tutubiar
Le volví al punto á decir:
—«Cuidao no te vas á per…tigo
«Poné cuarta pa salir.»

Un puntazo me largó,
Pero el cuerpo le saqué,
Y en cuanto se lo quité,
Para no matar un viejo,
Con cuidado, medio de lejos
Un palazo le asenté.

Y como nunca al que manda
Le falta algún adulón,
Uno que en esa ocasión,
Se encontraba allí presente,
Vino apretando los dientes
Como perrito mamón,

Me hizo un tiro de revuelver
Que el hombre creyó siguro;
Era confiado y le juro
Que cerquita se arrimaba—
Pero siempre en un apuro
Se desentumen mis tabas.

El me siguió menudiando
Mas sin poderme acertar,
Y yo, déle culebriar,
Hasta que al fin le dentré
Y ay no más lo despaché
Sin dejarlo resollar.

Dentré á campiar en seguida
Al viejito enamorao,
El pobre se había ganao
En un noque de lejía—
¡Quién sabe cómo estaría
Del susto que había llevao!

Es zonzo el cristiano macho
Cuando el amor lo domina!—
El la miraba á la indina,
Y una cosa tan jedionda
Sentí yo, que ni en la fonda
He visto tal jedentina

Y le dije: —«Pa su agüela
«Han de ser esas perdices.»
Yo me tapé las narices,
Y me salí esternudando,
Y el viejo quedó olfatiando
Como chico con lumbrices.

Cuando la mula recula,
Señal que quiere cosiar—
Ansí se suele portar
Aunque ella lo disimula,
Recula como la mula
La mujer, para olvidar.

Alcé mis ponchos y mis prendas
Y me largué á padecer
Por culpa de una mujer
Que quiso engañar á dos—
Al rancho le dije adiós
Para nunca más volver.

Las mujeres dende entonces,
Conocí á todas en una—
Ya no he de probar fortuna
Con carta tan conocida:
Mujer y perra parida,
No se me atraca ninguna!

EL JUGADOR (LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO)

– 880 –
Andube como pelota,
y más pobre que una rata.
Cuando empecé a ganar plata
se armó no sé qué barullo.
Yo dije: a tu tierra grullo
aunque sea con una pata.

– 881 –
Eran duros y bastantes
los años que allá pasaron.
Con lo que ellos me enseñaron
formaba mi capital.
Cuanto vine me enrolaron
en la Guardia Nacional.

– 882 –
Me había egercitao al naipe,
el juego era mi carrera;
hice alianza verdadera
y arreglé una trapisonda
con el dueño de una fonda
que entraba en la peladera.

– 883 –
Me ocupaba con esmero
en floriar una baraja,
él la guardaba en la caja
en paquetes como nueva;
y la media arroba lleva
quien conoce la ventaja.

– 884 –
Comete un error inmenso
quien de la suerte presuma,
otro más hábil lo fuma,
en un dos por tres, lo pela;
y lo larga que no vuela
porque le falta una pluma.

– 885 –
Con un socio que lo entiende
se arman partidas muy buenas,
queda allí la plata agena.,
quedan prendas y botones;
siempre cain a esas riuniones
sonzos con las manos llenas.

– 886 –
Hay muchas trampas legales,
recursos del jugador.
No cualquiera es sabedor
a lo que un naipe se presta.
Con una »cincha» bien puesta
se la pega uno al mejor.

– 887 –
Deja a veces ver la boca
haciendo el que se descuida.
Juega el otro hasta la vida
y es siguro que se ensarta,
porque uno muestra una carta
y tiene otra prevenida.

– 888 –
Al monte, las precauciones
no han de olvidarse jamás.
Debe afirnarse a demás
los dedos para el trabajo
y buscar asiento bajo
que le dé la luz de atrás.

– 889 –
Pa tayar, tome la luz,
dé la sombra al alversario,
acomódese al contrario
en todo juego cartiao;
tener ojo egercitao
es siempre muy necesario.

– 890 –
El contrario abre los suyos,
pero nada ve el que es ciego.
Dándole soga, muy luego
se deja pezcar el tonto.
Todo chapetón cree pronto
que sabe mucho en el juego.

– 891 –
Hay hombres muy inocentes
y que a las carpetas van.
Cuando asariados están,
les pasa infinitas veces,
pierden en puertas y en treses,
y dándoles mamarán.

– 892 –
El que no sabe, no gana
aunque ruegue a Santa Rita.
En la carpeta a un mulita
se le conoce al sentarse.
Y conmigo, era matarse,
no podían ni a la manchita.

– 893 –
En el nueve y otros juegos
llevo ventaja no poca,
y siempre que dar me toca
el mal no tiene remedio,
porque sé sacar del medio
y sentar la de la boca.

– 894 –
En el truco, al más pintao
solía ponerlo en apuro;
cuando aventajar procuro,
sé tener, como fajadas,
tiro a tiro el as de espadas,
o flor, o envite seguro.

– 895 –
Yo sé defender mi plata
y lo hago como el primero.
El que ha de jugar dinero
preciso es que no se atonte.
Si se armaba una de monte,
tomaba parte el fondero.

– 896 –
Un pastel, como un paquete,
sé llevarlo con limpieza;
dende que a salir empiezan
no hay carta que no recuerde;
Sé cuál se gana o se pierde
en cuanto cain a la mesa.

– 897 –
También por estas jugadas
suele uno verse en aprietos;
mas yo no me comprometo
porque sé hacerlo con arte,
y aunque les corra el descarte
no se descubre el secreto.

– 898 –
Si me llamaban al dao
nunca me solía faltar
un cargado que largar,
un cruzao para el más vivo;
y hasta atracarles un chivo
sin dejarlos maliciar.

– 899 –
Cargaba bien una taba
porque la sé manejar;
no era manco en el billar,
y por fin de lo que esplico,
digo que, hasta con pichicos,
era capaz de jugar.

– 900 –
Es un vicio de mal fin,
el de jugar, no lo niego;
todo el que vive del juego
anda a la pezca de un bobo,
y es sabido que es un robo
ponerse a jugarle a un ciego.

– 901 –
Y esto digo claramente
porque he dejao de jugar;
y les puedo asigurar
como que fui del oficio:
más cuesta aprender un vicio
que aprender a trabajar.

LOS LAMENTOS (LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO)

– 551 –
Aquel bravo compañero
en mis brazos espiró;
hombre que tanto sirvió,
varón que fue tan prudente,
por humano y por valiente
en el desierto murió.

– 552 –
Y yo, con mis propias manos
yo mesmo lo sepulté.
A Dios por su alma rogué
de dolor el pecho lleno.
Y humedeció aquel terreno
el llanto que redamé.

– 553 –
Cumplí
con mi obligación,
no hay falta de que me acuse,
ni deber de que me escuse
aunque de dolor sucumba.
Allá señala su tumba
una cruz que yo lo puse.

– 554 –
Andaba de toldo en toldo
y todo me fastidiaba.
El pesar me dominaba
y entregao al sentimiento,
se me hacía cada momento
oír a Cruz que me llamaba.

– 555 –
Cual más, cual menos los criollos
saben lo que es amargura.
En mi triste desventura
no encontraba otro consuelo
que ir a tirarme en el suelo
al lao de su sepoltura.

– 556 –
Allí pasaba las horas
sin haber naides conmigo.
Teniendo a Dios por testigo
y mis pensamientos fijos
en mi muger y mis hijos,
en mi pago y en mi amigo.

– 557 –
Privado de tantos bienes
y perdido en tierra agena,
parece que se encadena
el tiempo y que no pasara,
como si el sol se parara
a contemplar tanta pena.

– 558 –
Sin saber qué hacer de mí
y entregado a mi aflición,
estando allí una ocasión,
del lado que venía el viento
oí unos tristes lamentos
que llamaron mi atención.

– 559 –
No son raros los quejidos
en los toldos del salvage,
pues aquel es vandalage
donde no se arregla nada
sino a lanza y puñalada
a bolazos y a corage.

– 560 –
No preciso juramento,
deben creerle a Martín Fierro.
He visto en ese destierro
a un salvage que se irrita,
degollar una chinita
y tirársela a los perros.

– 561 –
He presenciado martirios
he visto muchas crueldades,
crímenes y atrocidades
que el cristiano no imagina;
pues ni el indio ni la china
sabe lo que son piedades.

– 562 –
Quise curiosiar los llantos
que llegaban hasta mí,
al punto me dirigí
al lugar de ande venían.
¡Me horrorisa todavía
el cuadro que descubrí!

– 562 –
Era una infeliz muger
que estaba de sangre llena,
y como una Madalena
lloraba con toda gana.
Conocí que era cristiana
y esto me dio mayor pena.

– 563 –
Cauteloso me acerqué
a un indio que estaba al lao;
porque el pampa es desconfiao
siempre de todo cristiano,
y vi que tenía en la mano
el rebenque ensangrentao.

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LÍBREME DIOS DE LOS AGOREROS [Mi poema]
Alfredo Espino [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Al circo, al que le crecen los enanos,
que siempre que se angustia mira al cielo,
las cosas siempre van a contrapelo
pues todo le resbala de las manos.

A aquel que piensa que él está gafado,
maldice sin cesar su mala suerte,
invoca con frecuencia hasta la muerte,
sospecha que algún tuerto le ha mirado.

El mismo al que si existe una escalera
pasar nunca ha de hacerlo por debajo,
le llueven las desgracias a destajo,
y negro verá un gato en la gatera.

Que el gol nunca entrará por muy poquito
y nada ha de tomar si acaba en trece,
consciente la fortuna no merece
y que hace del fracaso un requisito.

Y pasa por la vida de agorero,
a cuestas con su queja, a paso lento,
después cuando amanece y calma el viento
habrá dejado el mundo el temporero
a lomos, bien seguro, de un lamento.
©donaciano bueno

#Conoces alguno? Líbreme Dios. ¡Cuidado, contaminan! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Alfredo Espino

Después de la lluvia

Por las floridas barrancas
Pasó anoche el aguacero
Y amaneció el limonero
Llorando estrellitas blancas.

Andan perdidos cencerros
Entre frescos yerbazales,
Y pasan las invernales
Neblinas, borrando cerros.

La tórtola

¡Cucú, cucú! ¿Estás gimiendo,
tórtola del arrozal?
¡Mirá que me estás haciendo
con tu cantar, mucho mal!

¡Cucú, cucú! EL caserío
se va llenando de calma,
¡y un naranjo y una palma
se están besando en el río…!

Cantarito que te llenas
con el agua del riachuelo:
¡Qué bello es mirar el cielo
bajo las tardes serenas!

Lirio del campo, morena
que hueles a leche y rosas:
¡Cómo el alma es tan dichosa
cuando la vida es serena…!

Entre sonrosadas galas
la tarde se va durmiendo.
Tórtola que está gimiendo:
¡Si eres madrigal con alas!

Árbol de fuego

Son tan vivos los rubores
de tus flores, raro amigo,
que yo a tus flores les digo:
‘Corazones hechos flores’.

Y a pensar a veces llego:
Si este árbol labios se hiciera…
¡ah, cuánto beso naciera
de tantos labios de fuego…!

Amigo: qué lindos trajes
te ha regalado el Señor;
te prefirió con su amor
vistiendo de celajes…

Qué bueno el cielo contigo,
árbol de la tierra mía…
Con el alma te bendigo,
porque me das tu poesía…

Bajo un jardín de celajes,
al verte estuve creyendo
que ya el sol se estaba hundiendo
adentro de tus ramajes.

Quezaltepec

La noche fue dantesca… En medio del mutismo
rompió de pronto el retumbar de un trueno…
Tropel de potros que rompiera el freno
y se lanzara, indómito, al abismo…

Un pálido fulgor de cataclismo,
al cielo que antes se mostró sereno,
siniestramente iluminó de lleno,
como si el cielo se incendiara él mismo…

Entre mil convulsiones de montaña
se abrió la roja y palpitante entraña
en esa amarga noche de penuria…

Y desde el cráter en la abierta herida
brotó la ardiente lava enfurecida
como un boa incendiando de lujuria.

El nido

Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol, su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical.

Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
para beber rocío, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido, cantando, el corazón.

Un rancho y un lucero

Un día —¡primero Dios
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.

¿Que más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor…

Y entre aroma de saúcos,
un zenzontle que cantará
y una poza que copiará
pajaritos y bejucos.

Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos…

Con sólo eso, vida mía;
con sólo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría…

Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un ‘Te quiero’
y huele a sendas en flor…

La muchachita pálida

Aquella muchachita pálida que vivía
pidiendo una limosna, de mesón en mesón,
en el umbral la hallaron al despuntar el día,
con las manitas yertas y mudo el corazón.

Nadie sabe quien era ni de donde venía
su risa era una mueca de la desilusión.
Y estaba el sello amargo de la melancolía
perpetuado en dos hondas ojeras de carbón.

En las carnes humanas dejo el hambre sus rastros…
La miraron las nubes, lo supieron los astros…
El cielo llovió estrellas en la paz del suburbio

Nadie sabe quien era la muchachita pálida…
Entre tanto —en la noche, la noche triste y cálida—
arrastrando luceros sigue el arroyo turbio…

DESPUÉS DE LA LLUVIA

Por las floridas barrancas
Pasó anoche el aguacero
Y amaneció el limonero
Llorando estrellitas blancas.

Andan perdidos cencerros
Entre frescos yerbazales,
Y pasan las invernales
Neblinas, borrando cerros.

LAS MANOS DE MI MADRE

Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!

Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades.

Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas).

Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!

LOS POTROS

Ya se acercan los potros; raudamente precisa
el grupo sus contornos de estética salvaje;
entre el pálido rosa del lánguido paisaje
corren desenfrenados, a la par de la brisa.

Los potros ya se acercan: mas lo hacen tan aprisa,
que parece volaran sobre el quieto paraje;
desplázanse los cascos en fantástico viaje
atrás dejando chozas de silueta imprecisa.

Huracanadamente por los llanos nativos,
van devorando leguas los potros fugitivos,
por burlar los afanes de inútil seguimiento;

como una sombra alada pasan ante nosotros,
y los recios gañanes, en fuga tras los potros,
describen con los lazos rúbricas en el viento…

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SU PEQUEÑO HUERTO URBANO [Mi poema]
Mario Lourtau [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Él tiene un huerto urbano
pintado en una esquina en su terraza
que espía y de los bichos va a la caza
tratando de evitar que algún gusano
de plantas signifique una amenaza.

Le cuida y se entretiene
sirviendo de relajo cada día
buscando el adquirir sabiduría
acerca de la vida. Es lo que tiene
el tiempo ha de pasar. Melancolía.

Se fija en cada planta
cual madre hace a su niño cuando crece
atento a lo que entorno le acontece,
cubriendo si hace frío con su manta
no vaya a constipar. No lo merece.

Hoy mismo a la lechuga hizo un poema,
mañana será a un puerro o coliflor,
momento de alegría o de dolor,
que a todas relaciona con un tema.
La planta es un humano sin rencor.

Y así pasa los días cultivando,
consciente de los dos nada sabía.
Su vida llena está de miopía,
suspira mientras sigue así esperando
el fin del caminar. Filosofía.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Mario Lourtau

DON DE LA DISTANCIA

El destino ha querido separar vida y muerte
de tal modo que la vida se prolongue
hasta el cauce salado que divide las sombras de las luces,
donde muerte, frío, y silencio se confunden
con olas y naufragios.

El río donde nadamos no es tan solo
el agua donde juegan los chavales
de una tarde agostada de recuerdos y estrellas.
El río donde nadamos, como peces caducos,
es el tramo confuso de unos labios
que se acercan a besarnos
y marcan nuestra piel de adolescentes,
o la orilla fría y desnuda que contempla
concurso de los años sucesivos.

Arrastran las corrientes,
como aves cansadas de fingir el invierno,
los nombres de lugares memorables que ya
nadie recuerda, un hálito fugaz
de aquello que hemos sido y desvanece.

Cuando el tiempo persigue nuestros pasos sin dueño
es el don de la distancia quien nos guarda y redime
de buscar el apremio de las aguas someras
o nadar hacia el fondo de una tarde de niebla
por los cauces salados donde crecen las sombras.

LEÑADOR

Las manos de este hombre han cortado la luz y la madera.
Cortaron la madera cuando el frío se volvió áspero y violento.
Cortaron la luz cuando todo se hizo oscuro e impenetrable.
Luego sus manos se fueron desgastando lentamente.
Tomaron la conciencia de la carne rugosa,
se llenaron de musgo, de cortes, de hinchazones,
pero también amaron y sintieron el temblor de los cuerpos.
Donde el árbol ve su edad por los círculos contiguos de su anillo
por las manos de este hombre fluye, abierta, generosa,
la sangre que da fuelle y empuje a cada sacrificio.
Ahora regresa al bosque con esas mismas manos
adiestradas para el corte diagonal y preciso.
Él conoce que el árbol le teme por verdugo,
y que el gélido invierno precisa de madera.
Él conoce su oficio como al frío de la noche,
y sabe que en su casa, cuando la helada arrecia,
necesita el cobijo del fuego y la esperanza.

LABIOS IGNÍFUGOS

No me beses si no es para quemarme —me decías—
si no es para colmarme del más dulce veneno
y ofrecer a mi boca la hoguera y la esperanza.
No hace falta que me abrases las entrañas,
que descosas mi cuerpo, igual que un cirujano,
para volver a remendar tanta tristeza.
Sólo quiero que recojas de mis labios
las pavesas heladas que otros labios dejaron,
que llenes con el gesto de tu lengua melada
mi oscuro paladar, mis vulnerables dientes,
y cada comisura que mi boca esconde.
Acércate a besarme, no lo dudes,
ahora que hay rocío sobre la leña
de esta bóveda abierta a las hogueras.
Y si algún día te alejas, volátil como el humo,
dejando mi corazón en plena umbría,
remíteme las señas del mar en el que habitas
para saber donde arrojar tanta ceniza.

HERÁCLITO DE ÉFESO

Muchas piedras después de haber nacido, allá
por el año 535 AC, después de soportar desaires
de sus contemporáneos y de la ciencia moderna,
de ser recordado vagamente en algunos tratados filosóficos
más por sus locuras ordinarias y salidas de tono
que por sus postulados carentes de sentido,
Heráclito de Éfeso, sabio entre los sabios de la antigua Grecia,
al que algunos apodaron el Oscuro,
regresa a nosotros fluyendo con más fuerza,
desde la materia de la vida y la grandeza del viento,
desde el origen de las cosas y el fin de lo creado.
Conocedor de todo lo que al cabo existe,
Heráclito de Éfeso no mentía cuando hablaba
de nubes oxidadas como bolas de fuego,
de ríos silenciosos como lenguas de fuego,
de cuerpos que caminan bajo un signo de fuego.
Hay un movimiento de otoño y hojarasca
que todo lo transforma, una dinámica sencilla
y al tiempo complicada, como de antiguo mecanismo
que se engrasa y sigue funcionando eternamente.
Así, el fuego, su retornar constante,
el brillo frío y templado de sus crestas,
el vigor con que se trenza su melena,
inciden en las cosas, en la luz, en los paisajes,
y hasta en el propio devenir de nuestras muertes.
Así afirmaba Heráclito de Éfeso,
y así acabó sus días:
frío, mustio, confuso, incomprendido,
solitario como un anacoreta
que no encuentra su sitio en este mundo,
enterrado —por propia voluntad—
en una bola enorme de excrementos,
consumido por la vida y la miseria,
feliz y devorado por los perros.
(De Quince Días de Fuego)

LEÓN

A mi padre

Sobre las altas lomas de la vida,
desafiante, hermosa,
asoma la silueta del más grande
asoma la silueta del más grande
embajador de la memoria y los recuerdos.
Aún es alto, y es bravo, y pueblan sus facciones
el mapa de los días, sus surcos, sus batallas,
la orografía que va marcando la experiencia.
Si esparce sus palabras por el viento
un rugido de luz se escucha entre las simas;
si escruta el horizonte con hondura
un brillo de humildad y de certeza
multiplica la bondad de su mirada.
Acaso desgastado por los años,
pudiera alguien pensar
que ya las horas juegan en su contra
una partida en vano, ya perdida,
pero este león curtido en la añoranza,
aún mantiene la fuerza y el coraje
del hombre que da todo por sus hijos,
el carisma de un padre sensato y admirable
que siempre supo guiar a su manada.

TARÁNTULA

En la noche, desnuda,
tu cuerpo es ese barro que respira
y extiende los dominios del deseo.
Tus muslos contraídos, tu vientre
vertiginoso y blanco, húmedo en su hondura,
el espasmo que precede a todos los silencios.
Tantas veces –aún sin luna llena–
hemos vertido nuestros jugos sobre la madrugada,
de tantas maneras hemos sobrevivido a las caricias,
que hoy ya todo es tedio y displicencia,
volver la vista atrás para poder salvarnos,
buscar en las hogueras, como un ángel de escarcha,
las ascuas apiladas que dejan los recuerdos,
el brillo incandescente del pasado.
El único sacrificio que aún nos queda,
la única verdad que aún nos pertenece,
es este juego extraño en que hemos convertido
el ritmo singular de nuestros corazones:
tú me ofreces la planicie de tu pubis, su vello
peralte encendido de rizos y secretos,
y yo deslizo, suave, con destreza,
—igual que una tarántula de niebla—
la seda de mis dedos, mi tacto, mis caricias,
ese inmenso temblor que proyecto en tu carne
mientras gimes de placer y al cabo te entristeces,
porque sabes —después de tantos años—
que esto es solo un juego que termina
pasándonos factura, una manera atroz
de querernos decir que nos amamos
cuando arden de silencio, ya sin tiempo,
la vida y las palabras.

LIBÉLULAS

Las han visto en la tarde mecidas por la brisa
igual que un remolino de palabras sin dueño.
Se posan en el aire como duendes sagrados
y por unos instantes la vida se detiene.
Acarician el río,
cimbrean sobre la orilla como juncos,
reducen la verdad a una música de espigas y colores.

En su rubor de plata,
aman la luz y el silencio de las aguas estancadas,
deslizan su belleza por parques y jardines.

Tienen los ojos grandes y dichosos, enceldados,
con cierta dimensión extraterrestre.

Estrategas del viento, camuflan en sus alas
la infancia donde eleva la memoria
el vuelo singular del autogiro.

Luego heredan la espuma de los días, y tras la muerte
desnudan su armazón hasta la transparencia;
se vuelven saliva, nieve, cristal enmudecido,
espectros que decantan hacia el mismo sigilo
la hermosura invisible de lo efímero,
sombras de luz posadas sobre el mundo como estatuas
de sal y de ceniza.
(De La Mirada del Cóndor)

A LOS JÓVENES POETAS

Acaso resulte cierto que está llamado a ser poeta.
R.M.Rilke

Vosotros, alquimia que se crece hacia lo cierto,
vivís soñando la luz y sus destellos.
Habéis andado un camino oscuro y sinuoso
y ajenos al Olimpo de los dioses
ensalzáis la palabra sobre un pódium aún tierno.
¿Qué palomas de hielo se posan en la noche de los cirios?
¿Qué margen de verdad es el que evoca
el canto de las musas?
Humildad y constancia —compañeros—
disfrute y larga espera.

Si sembráis en la tarde la semilla temprana del almendro
recogeréis el fruto en la paciencia justa de los versos.

Por eso yo os aliento, muchachos del alba,
en la búsqueda que imploran las palabras:
ejercitad la luz —os digo—, cubrid de lluvia el fuego,
y haced de la experiencia
un diamante que transpire su brillo en cada estrofa.

Y si algún día llegáis a lo más alto
no dejéis que el desdén se aferre a vuestros cuerpos
como musgo supremo. Gozáis al fin y al cabo
del tiempo y del vigor con que la vida apremia
el entusiasmo y la frescura de los nuevos bardos.

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YO SOY DE LOS QUE CREE [Mi poema]
Ana Cristina César [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo soy de los que cree que la vida
se mata a garrotazos,
y debe de abordarse sin abrazos.
La vida es esa cosa divertida
que engaña pues te deja hecho pedazos.

Se muestra cual si fuera una doncella
llevando a su terreno,
cuidando y acogiéndote en su seno,
seduce con su luz como una estrella
al tiempo que inocula su veneno.

La vida es siempre un salto en el vacío,
con un triste final,
el río que ensuciando va el caudal
del mal y el bien en lucha contra el río
en medio de un horrible vendaval.

La vida solo avisa que has vivido
si el viaje ya se acaba,
te indica que se dió lo que se daba,
que el tiempo te ha tocado has consumido.
La vida así no es vida, es una esclava.
©donaciano bueno

#Un corto camino resbaladizo hasta la muerte...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Ana Cristina César

En este interlunio:

En este interlunio
Soy diluvio o me ahogo.
Y entre espectros que comprimen,
Nada se cumple,
El destino se hace polvo.
De querella y harina se yergue un ojo.
Las voces despetalan,
Los períodos se ablandan,
Oraciones enteras lentas se consumen,
En pozos hay sumirse de palabras sordas.
En este interlunio
Soy centella o hulla inerte.
Enorme tórsalo entra cuerpo adentro,
Entre los dientes, carne.
Arde el ente y escupe,
Escupida inútil invadiendo espacio.
Moléculas blandas coleando,
Víboras vagas rimándose,
Poetas quietos entreviendo
Cosas cosas que fallecen.
En este interlunio,
Soy cosa o poeta.

Cabecera

Intratable.
Ya no quiero poner poemas en el papel
ni dar a conocer mi ternura.
Me doy aires de dura,
muy sobria y dura,
no pregunto
‘¿de la sombra de aquel beso
qué haré?’
Es inútil
quedar a la escucha
o maniobrar la lupa
de la adivinación.
Dicho esto
el libro de cabecera cae al suelo.
Tu mano que se desliza
¿distraídamente?
sobre mi mano.

El hombre público

Tarde aprendí
qué bueno
es dar el alma como lavada.
No hay razón
para conservar
esta hilacha de noche vieja.
¿Qué significa eso?
Hay una hila
que va siendo cortada
dejando una sombra
en el papel.
Discursos detonan.
No soy yo que estoy allí
de ropa oscura
sonriendo o fingiendo
oír.
Sin embargo
También escribí cosas así,
para personas que ni sé más
quienes son,
de una dulzura
venenosa
de tan honda.

Poesía

jardines inhabitados pensamientos
supuestas palabras en
pedazos
jardines se ausenta
la luna figura de
una falta contemplada
jardines extremos de esa ausencia
de jardines anteriores que
retroceden
ausencia frecuentada sin misterio
cielo que retrocede
sin pregunta.

A punto de partir…

A punto de
partir, ya sé
que nuestros ojos
sonreían para siempre
en la distancia.
¿Parece poco?
Suelo de sal gruesa y oro que se raja.
A punto de partir, ya sé que
nuestros ojos sonríen en la distancia.
Lentes oscurísimas bajo los pilares.
De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

Cabecera

Intratable.
Ya no quiero poner poemas en el papel
ni dar a conocer mi ternura.
Me doy aires de dura,
muy sobria y dura,
no pregunto
«¿de la sombra de aquel beso
qué haré?»
Es inútil
quedar a la escucha
o maniobrar la lupa
de la adivinación.
Dicho esto
el libro de cabecera cae al suelo.
Tu mano que se desliza
¿distraídamente?
sobre mi mano
De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

Como Caperucita

Corro de mamá a la abuela
cargada de bolsos.
Pero es en el camino donde exclamo:
– ¡ahora puedo todo!
Para esta figura obstinada voy hasta el
agotamiento,
valiente,

soy una mujer del siglo XIX
disfrazada en el siglo XX
De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

En este interlunio:

En este interlunio
Soy diluvio o me ahogo.
Y entre espectros que comprimen,
Nada se cumple,
El destino se hace polvo.
De querella y harina se yergue un ojo.
Las voces despetalan,
Los períodos se ablandan,
Oraciones enteras lentas se consumen,
En pozos hay sumirse de palabras sordas.
En este interlunio
Soy centella o hulla inerte.
Enorme tórsalo entra cuerpo adentro,
Entre los dientes, carne.
Arde el ente y escupe,
Escupida inútil invadiendo espacio.
Moléculas blandas coleando,
Víboras vagas rimándose,
Poetas quietos entreviendo
Cosas cosas que fallecen.
En este interlunio,
Soy cosa o poeta.
De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

Fisonomía

no es mentira
es otro
el dolor que duele
en mí
es un proyecto
de paseo
en círculo
un malogro
del objeto
en foco
la intensidad
de luz
de tarde
en el jardín
es otro
otro el dolor que duele
es aquí
por ahora
todavía no hay
cortina
alfombra
luz indirecta
amenizando la noche
cuadros en las paredes
De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

Nada disimula la perfección del amor…

Nada disimula la perfección del amor.
Un auto en marcha atrás. Memoria del agua en movimiento. Beso.
Gusto particular de tu boca. Ultimo tren subiendo al
cielo.
Aguzo el oído.
Los aparatos que sólo hacen sonido ocupan el lugar
clandestino de la felicidad.
Necesito atarme al velamen con mis propias manos.
Sirgar.
Desde aquí al fondo de la reserva forestal oigo cosas que
nunca oí, pájaros que gimen.

De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

No estás muriendo dulzura…

No estás muriendo dulzura.

Así como dije: de aquí a diez años estaré de vuelta.
Certeza de que un día nos reencontramos.
Dulzura, no estás muriendo.

Barca engalanada a pique,
pero fija: dulzura, no ahogues.
De «Guantes de gamuza y otros poemas» Ediciones Bajo la Luna 1992
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida

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VIAJAR, MIRAR, VOLAR [Mi poema]
Mirta Rosenberg [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Viajar, ¿sabes? viajar es muy bonito,
quisiera sin descanso yo ir viajando,
haciendo al observar un requisito,
viajar, mirar, volar cual pajarito,
contando y con amigos disfrutando.

Viajar no importa cómo, ni hacia dónde,
ni acaso si es invierno o primavera,
si frío hace o calor, si no responde
el dios de la verdad que allí se esconde,
o debes de aceptar, nadie te espera.

Viajar en libertad, a mi albedrío,
gozando del soñar e imaginar,
nadando como un pez hace en el río
sin miedo a ser objeto de extravío
consciente que su fin está en llegar

al mar, que a gusto atiende y te recibe,
sin ascos, que no se hace de rogar,
sumerge en los misterios de ese aljibe
igual que se sumerge el que esto escribe,
y allí, si ya es preciso, naufragar.
©donaciano bueno

#Ah, la imaginación, herramienta de la #felicidad! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Mirta Rosenberg

RETRATO TERMINADO

The art of losing isn’t hard to master.
Elizabeth Bishop

Es una manera de decir
quiero quedarme sin palabras,
perder sin comentarios.

Hasta cuándo voy a hablar
de lo que ya no está.

De la que ya no está
viéndome escribir de ella.
¡Y con esos ojos!

También yo de noche los abro
y miro el silencio
en la oscuridad
donde el retrato termina
sin que lo alcance a ver

y pienso
y pienso
y pienso

en temas como vos
que no parecen tener
vencimiento,

en tu deseo de llegar a casa:
con la llave preparada,
aferrada a la puerta del taxi,
te dejabas caer en tu puerta
casi con la voluntad incierta
de una hoja en otoño,

esa clase de vencimiento,

y esos ojos más bien dorados
de los que decías en las descripciones
ojos verdes. Para mirar
cada ocasión con buenos ojos
que no me miran más,
aunque los recuerde.

Y ahora
quiero quedarme
sin palabras. Saber perder
lo que se pierde.

O eso parece.

Parece que las dos
nos hemos quedado sin madre:
yo sin vos
vos sin ella,

y sucesivamente,
como eslabones perdidos
y encontrados por un rato
con los padres,

pero ésa es otra historia
que está mejor contada
en la foto de casamiento
para la que palabras
nunca tuve,

como si fuera anticipo
de  mi  propio vencimiento.

De los  padres decías que el tuyo
tenía ojos verdes,
como vos, tu nieto Juan,
y nadie los tenía del todo
aunque merecían tenerlos:
tu manera
de embellecer el retrato
era tu manera de verlo.

De ella decías en cambio
desde su muerte no fui la misma,
y ésa sería tal vez tu manera
de no terminar el retrato.

La palabra no.

Lo mismo digo  yo.

Aunque también se diría una ocasión
más bien vulgar: en general,
todos nos quedamos sin ella,
y esa ausencia de luz parece
descansar los ojos
sin vaciarlos. Los anima,

o los vuelve hacia la oscuridad,
que es donde el retrato termina.

Dijo mi padre de la suya:
nací con ella y ahora
voy a tener que morirme
solo. Y después
lo hizo.

Dijo mi maestro de la suya:
me pasé toda la vida para tener
la letra de mamá. Y después
la tuvo.

Era un dolor perfecto:
hablando de ella,
hablaban de sí mismos.

O eso parece.

Parece que perder
no es un arte difícil:
los muertos de verdad de uno
son víctimas amadas de los vivos.

De lo que cada uno dijo.

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