A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

PUDIERA SER… [Mi poema]
Adriano de San Martín [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Pudiéra ser que tú nacieras rico,
pudiéra ser de pobres o veganos,
pusiéra ser de padres mahometanos,
pudiéra ser de listos o borricos,
pudiéra ser de nobles o villanos.

Pudiera ser nacieras de estraperlo,
que en antro donde hay putas te engendraran,
pudiéndote abortar no te abortaran,
siguiendo sin comerlo ni beberlo,
pudiéndose parar no se pararan.

Pudiéra ser que tú nacieras bizco
o acaso un esmirriado o también cojo,
un tipo en vez de fuerte más bien flojo,
mangando a la maldad un buen pellizco
cual yerba que germina en un rastrojo.

Pudiera ser que fueras negro o blanco
o véte tu a saber cómo te hicieran,
nacer, fuiste a nacer donde nacieran
alguno como tú que nació manco
o acaso si dejaran te tiñeran.

Pudiera ser…Recuerda ser pudiera,
que aquí todo redunda en el azar,
no debes presumir. Tu en ese ajuar
no tienes arte y parte tan siquiera
así mejor, te debes de callar.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Adriano de San Martín

Hotel de paso

(Hora de almuerzo)

Afuera un altavoz anuncia artefactos
de línea blanca
con trasfondo de reggae y reggaetón

Adentro un adagio para violín
de Johan Sebastian Bach
ordena la penumbra de la habitación

Las cortinas doradas de la ventana
sacuden el humillo de hierba
con una danza tenue de peces y dulzor

En la cama los labios de su vulva
besan con ímpetu mi boca

Su clítoris erecto y en éxtasis
salta y regresa enredándose
y enredándose con mi lengua

VERDE OLIVO

Luciano se llamaba el miliciano
que enterramos en Sapoá
o en Peñas Blancas
bien no lo recuerdo

Así se llamaba el guerrillero
de mirada clara y ardiente
alto delgado recio
proleta tierno inteligente

Lo recuerdo internándose en el parque
de La Sabana con su novia
porque entonces para el amor
no se consideraba el dinero

Llegaremos a Managua juntos
tomaremos el infierno por asalto
pronosticó como si nada dos días atrás

Había fatigado San José y Heredia
Ciudad Quesada Terrón Colorado
donde laborara con refugiados

Cuzamos el río Ostallo
con el enorme cadáver hasta el Gran Lago
donde como velas blancas se hermanaban
los compas en una camioneta azul

Ciertamente lo asaltamos
Infierno Irato de otra Managua
enardecida como enorme supermercado
Tu muerte no fue en vano
compañero del alma tan temprano

la piñata, sin embargo,
ha sido el corolario

Heterónimo

Si fuese otra persona, os daría gusto a todos
Fernando Pessoa
me llaman así
con este nombre
sin alcanzar al hombre
quien puebla los bares las calles
barrios de sombra piel de soledad
guerras abrazos despedidas de aeropuerto
libros entre muslos de miel y primavera
puntos suspensivos ante el vuelo del niño alcatraz

así sencillamente
sin concederme por qué debo diluirme
en la máscara que desenmascara al antifaz

(mi nombre cae ciego en la noche
blanco en las plantas aéreas de la luz
por los balcones de la memoria
minotauro amenazante de la medusa
del templo / la caverna / la noria)

no me saben muerto en la vida sin nombre
vivo en la muerte que me nombra
(Del libro Profesión u oficio, Ediciones Andrómeda, 2002)

Acerca de la tradición y cómo se reescribe

En el año 908 Abdullah Ibn Al-Mu’Tazz
poeta príncipe de los árabes quien vivió consagrado
a la poesía y al estudio
es asesinado después de gobernar un día y una noche Bagdad

Entre el 627 y el 650 d. C. (¿700 y el 780 d. C.?)
Han Shan el monje de la Montaña Fría
con un sombrero de corteza de abedul
chanclas de madera y tierra
escribía sobre las hojas amarillas del otoño
sobre tablillas de bambú pedazos de troncos
en los muros de las casas de los vecinos de la aldea
sus trazos invisibles luz perpetua del andariego

Más cerca aún de mi tiempo y nuestra frontera
Carlos Martínez Rivas en sus arrebatos de fauno herido
ángeles y demonios convocados
solitario en una casa de Altamira Managua
pinta poemas en la pared desesperado
por la ausencia de páginas blancas máquinas de escribir

Yo digito una red de estrellas eléctricas
de no sé cuántos megabytes de memoria
como si tratara con sombras rupestres en la caverna
en la noche que teje y desteje La Vencedora
y no sé qué sentido tiene sino el mismo
de una guadaña de plata en Bagdad o Managua
rotas marionetas después de su momento en el tablado
o el año viento inconstante de la palabra vulnerada
(Del libro Profesión u oficio, Ediciones Andrómeda, 2002)

VERDE OLIVO

Luciano se llamaba el miliciano
que enterramos en Sapoá
o en Peñas Blancas
bien no lo recuerdo

Así se llamaba el guerrillero
de mirada clara y ardiente
alto delgado recio
proleta tierno inteligente

Lo recuerdo internándose en el parque
de La Sabana con su novia
porque entonces para el amor
no se consideraba el dinero

Llegaremos a Managua juntos
tomaremos el infierno por asalto
pronosticó como si nada dos días atrás

Había fatigado San José y Heredia
Ciudad Quesada Terrón Colorado
donde laborara con refugiados

Cuzamos el río Ostallo
con el enorme cadáver hasta el Gran Lago
donde como velas blancas se hermanaban
los compas en una camioneta azul

Ciertamente lo asaltamos
Infierno Irato de otra Managua
enardecida como enorme supermercado
Tu muerte no fue en vano
compañero del alma tan temprano

la piñata, sin embargo,
ha sido el corolario

COLINA 50

El Gran Lago
Entrecruza la niebla
Atiborrado de vultúridos

Arriba las trincheras
Manos / granadas / manos
Agua púrpura / viento salobre
Bocas sin boca desenterradas

Las estaciones ciñen las cruces
Con huesos
Abren los senderos de la ceniza
Donde crecen enormes árboles de silencio
Para cobijar a los muchachos
Que regresan con sus mochilas
Y la muerte adherida a las camisas

EPIGRAMA

A Cristián, a Eduardo

Los rostros son manos humeantes
con el pañuelo rojinegro en colinas de sangre
donde ruedan niños/ángeles y chicas
por el lodazal del eterno combate

Las manos son los rostros transparentes
en las fotografías de piel más reciente
bajo el traje de fatiga y los sombreros de verde
con el fusil cargado de poco futuro y mucha muerte

Los rostros las manos y el vientre
adjetivos minados plenos de púas y pelambre
obtusos por lo perdido bosque adentro
verticales por lo encontrado en abrazo a suerte

Al final somos eso: minadas imágenes
llovizna de nostalgia
insomnio de la fiebre
alrededor del cerco enemigo
calcinado por la memoria

palabras disparándose
contrapalabras.

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QUÉ PINTO YO AQUÍ Y QUÉ ES…ESPAÑA [Mi poema]
Isabel Roselló [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

En un banco, sentado, de madera,
de un paseo que llaman Les Palmeres
yo desgrano mis lemas y saberes,
y dudas que atiborran mi mollera.

Aquí apoyo mi mente y posaderas
y en sencillo este libro en el que escribo
soltando voy las notas que ahora cribo
del humo que aun perciben las lumbreras.

Repaso dando al tiempo y los momentos
en que anduve sujeto a unas cadenas,
de luna llena tarde en las verbenas,
de amores que dejaron sedimentos.

Tengo un alma orgullosa que agradece
al cielo, a dios, al mar, al sol y al vino
lo bueno que acompaña mi camino
y a espíritu más noble resplandece.

Converso con el hombre que acompaña
mis paseos por la tarde en el estío,
momentos de placer en que me río
e incluso que percibo que me engaña.

Y ahora inmerso que ando en la maraña.
oculto a los sollozos, tan sombrío,
quisiera despertar ya de este hastío
saber qué pinto yo y qué es España.
©donaciano bueno

No acierto a comprender a algunos de nuestros políticos y menos a los ciudadanos que los votan, y tú? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: Les Palmeres es un magnífico paseo en la población de Museros (Valencia) en el que suelo yo pasar algunos ratos de sol y hastío.

MI POETA SUGERIDO:  Isabel Roselló

Carne del mar tensa y desnuda…

Carne del mar tensa y desnuda,
violenta sombra de nácar oscuro,
hacia el verano tiendes tu lamento,
oh carne de muerte latiendo inmensa
bajo mi corazón embravecido de amor.
Hacia ti los tibios suspiros del alba,
hacia ti los jóvenes miembros adolescentes,
hacia ti los brazos marineros,
la hojarasca poderosa del sueño,
ese semblante cóncavo del miedo,
el horizonte de sal que no te siente
cuando estrechas un pecho maduro,
carne del verano, luz recogida
en este temblor de muslos tensos,
en estos palpitos en que respira el mundo,
fulgor instantáneo de isla,
en ti se concreta la noche
cuando te apaciguas y derramas,
cuando emites tu tierno gemido de ave
en tu lejanía de plata y algas.
Por ti yo sabría de la muerte
y de sus pechos sonámbulos,
por ti, oh mar,
yo sabría del Eterno,
del suspiro de un dios
que hubiera posado en mi vientre
su espléndida desolación de música quebrada.

Y es la muerte presidiendo mi duro gesto…

Y es la muerte presidiendo mi duro gesto,
mi tiempo disperso en el escombro de las horas,
deshabitadas, las horas yacen muy pálidas,
como manos desnudas de caricias,
como grises tardes envenenadas de silencio.

El tenso vacío me desvive con calma,
se demora en mi cuerpo sombrío
el vasto atardecer ausente y tenaz,
el delgado hilo de la noche
se presenta desértico y curvo,
y ansiosamente hinca su negra dentadura
sobre mis pupilas calientes, y feroz
traza signos de fuego en mis párpados,
signos desprovistos de lenguaje,
un brutal concierto de antiguas voces,
de colores antiguos y música indecisa,
amplias desolaciones me lloran por el vientre,
por la frágil espalda, los quietos hombros,
las caderas combadas por la recia acometida
de la noche, que triste,
sepulta formas en silente combate,
calladamente, porque inocente dibuja
firmas de muerte sobre los cuerpos oscuros.

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MI POETA INVITADO: Eva Tur

EPIFANÍA

Me pides si tal vez yo te podría
poner una lavadora
en un gesto de intimidad destripada
que percibo desnudo y cuesta abajo
ciertamente un
desangrarse absoluto.

Aunque sea sólo ropa de trabajo también tiene
las máculas de yema de huevo de la jaula.Tiene
la huella de la carne, relámpagos de gloria.
Está manchada
de cuando fui el boquete
por donde
se escurría la esperanza,
la guarida donde se curaban las angustias,
el consuelo de las santas que habitaban
el país de los lactantes,
la cocina de butano,
las noches de cucharadas
de aspirinas infantiles y jarabes.

Me pides,
así, sin inmutarte,
que lave tus calzoncillos,
las chispas de piedad,
las galaxias de rencor bordada en los manteles,
los celos, las migas de tristeza
en los bolsillos que tendré que vaciar
antes de elegir bien
qué programa es adecuado,
si el de prendas delicadas
o el de catorce minutos.
Es decir:
el tiempo en que cuaja una nevada,
el tiempo de guarecerse de las babosas,
el tiempo de la siesta
de todas las idiotas
que no saben quererse y
se esconden en su concha y vacían los bolsillos
de la ropa del amante para después hacerle
la colada.

THE CLOUD IN HER ROOM

No sé aún si esta noche nuestros cuerpos
compartirán la misma idea
o seremos
extraños sin consignas.

Y al despertar no sé
cómo
quebrarás mis infiernos
ni mi incendiaria
manera de exponerme cruda
y calienta sobre la fría mesa
de disección
de todo aquel que me quiera explorar.

¿Conocerás el habla
de las bestias más puras?
De Kilimanjaro – Ibiza Editions

QUÉ REGALAR [Mi poema]
Ignacio de Luzán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si hay cariño y lo quieren demostrar,
-una joya, camisa, una corbata,
la más cara es mejor que la barata-,
cualquier cosa le habrán de regalar.
mas no meter la pata.

No hay motivos, se buscan o se inventan,
por el santo, los padres, los abuelos,
Navidad, por que quieren; son señuelos
que habitual solo excusas representan
en fiestas hasta en duelos.

Si no gusta un regalo se devuelve,
tan fácil de lavar como a camisa,
por pecar darse golpes en la misa,
el azúcar que en líquido disuelve,
correr en una prisa.

Solo cuesta tirar de la chequera,
alguien dice, muestra es de sentimiento;
que al amor se le compra, no es un cuento,
regalar de esa forma hace cualquiera,
este es el lado cruento.

Que un detalle con gusto es más bonito
y a las claras demuestra existe amor,
voluntario, así tiene más sabor
que al querer el esfuerzo es requisito
tiene un mejor color.

Pues la ofrenda más bonita se ha de dar
cada hora, cada instante, cada día,
a enfados otorgando una amnistía
y a rencillas y disgustos encerrar
en una sacristía.

La rutina, una costumbre a desterrar
¡ojo, existe una parte interesada
que pretende de ti sacar tajada,
no seas bobo, no te dejes engañar,
tú, el Rey en la jugada!
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Ignacio de Luzán

IDILIO LEANDRO Y HERO

Musa, tú que conoces
los yerros, los delirios
los bienes y los males
de los amantes finos

Dime quién fue Leandro
qué Dios o qué maligno
astro en las fieras ondas
cortó a su vida el hilo

Leandro a quién mil veces
los duros ejercicios
del estadio ciñeron
de rosas y de mirtos

Ya en la robusta lucha
ya con el fuerte disco
ya corriendo o nadando
diestro gallardo invicto

Amaba a Hero divina
bellísimo prodigio
sobre cuantas bellezas
Sesto admiró y Abido

Negro el cabello ufano
con naturales rizos
realzaba del cuello
los cándidos armiños

En proporción y gala
de rostro talle y brío
quiso ostentar el cielo
esmeros peregrinos.

Pero aun más que otras gracias
brillaba el atractivo
de una modestia humilde
de un natural sencillo

Tal entre los celajes
de nubes escondidos
vibran del sol los rayos
ardores mas activos

Y tal entre las flores
a gustos exquisitos
más que una rosa agrada
un cárdeno jacinto.

Viola Leandro un día
en los cultos festivos
que a Venus tributaban
de Sesto los vecinos.

Era sacerdotisa
del templo y sacrificio,
y aún emulaba en todo
al sacro numen ciprio.

Viola en el gran concurso
de los solemnes ritos
brillar único asombro
viola y quedó perdido

Y a la deidad del templo,
con el nuevo excesivo
ardor que le abrasaba
frenético la dijo:

«Gran diosa de Citeres
de Pafos y de Gnido
esta mortal belleza
es tu traslado vivo

»Perdona, pues si a ella
tus mismos cultos rindo
y si un traslado adoro
equívoco contigo»

Oyó Venus sus voces
oyolas el dios niño
y decretaron ambos
venganzas y castigos

Tanto el enojo puede
en ánimos divinos
un lenguaje del alma
ha de ser un delito

Dígame el que conozca
a Venus y a Cupido
si es más cruel la madre
o es más cruel el hijo.

Qué sé yo: cruel la madre,
crüel y vengativo
es el hijo, que ejerce
tiránicos caprichos.

Miró tierno Leandro,
habló amante, instó fino,
ya mudo, ya elocuente,
con ojos y suspiros.

Oyole Hero con pecho
ya tímido, ya esquivo,
mas poco a poco un fuego
la entró por los sentidos

un fuego que es veneno
un fuego que es martirio
si es martirio y veneno
¿cómo es apetecido?

De una torre en la playa
el murado recinto
de esta sacerdotisa
era albergue y retiro.

Allí, cautos, sus padres
del concurso y bullicio
este bello tesoro
guardaban escondido

Mas contra amor ¿qué muro
será seguro asilo
si todo lo penetran
sus vencedores tiros?

Leandro, enamorado
resuelto y atrevido
los reparos allana
desprecia los peligros.

Pasar nadando ofrece
del uno al otro sitio
prometiendo himeneos
nocturnos y furtivos.

Mas sobre las almenas
del la torre encendido
quiere que un farol arda
de sus bodas testigo

Cuya luz para el nueso
peligroso camino
sirva de norte y guía
en rumbos no sabidos

Arde farol no ceses
astro de amor benigno
que astro serás de muerte
si se apaga tu brillo

Lleno ya de esperanzas
vuelve Leandro a Abido
y cuenta los instantes
como si fueran siglos

Llegó en fin de las sombras
el lóbrego dominio
obscureciendo objetos
remotos y vecinos

El joven en la playa
arrojando el vestido
a las ondas se entrega
con intrépido brío

y alternando de brazos
y pies el ejercicio,
ágil y diestro rompe
el ímpetu marino

Mas ya había gran trecho
del piélago vencido
y ya el cansado brazo
rehusaba su oficio.

Clara brillante luna
con rayos reflexivos
de Anfitrite a los campos
daba argentados visos

Leandro ya al extremo
terminó reducido
a su favor acude
en el fatal conflicto

Diosa triforme dice
con ánimo sumiso
protectora de amantes
propensa siempre a oírlos

Si los casos de Latmos
no has puesto aun en olvido
y sabes lo que puede
un amor como el mío

Seame aquí tu numen
favorable y propicio
y en la playa de Sesto
dame el puerto que pido

Fuese el favor del numen
o fuese el norte fijo
del farol, que ya cerca
vio arder con grato auspicio,

o fuese amor, que suele
con prósperos principios
atraer los amantes
a infaustos precipicios,

Cobrando nuevo aliento
a esfuerzos repetidos,
afierra de la arena
el suelo movedizo.

Allí a aguardarle sola
su fina esposa vino
y al verle tiembla toda
de susto y regocijo

«Ven, esposo» —le dice—,
«llega a los brazos míos;
para exponerte tanto,
¿cómo ha de haber motivo?

»Amor venció tan duro
insólito camino.
¿Cómo vienes? ¿Qué numen
tu conductor ha sido?»

Así diciendo, enjuga
los restos del rocío
salobre que de cuerpo
corrían hilo a hilo,

Y a la torre le guía
aliviando el prolijo
afán con oficiosos
brazos entretejidos.

Entretanto Himeneo,
volando en torno el vivo
sagrado fuego enciende
de sus nupciales pinos

Pero antes que saliese
el astro matutino
ya volvía Leandro
a su confín nativo.

Así todas las noches
por el silencio amigo
iba nadando a Sesto
centro de sus cariños

Tal ruiseñor amante
vuela y revuela el nido
donde de su consorte
le llama el tierno pico

Pero en amor que halago
se vio jamás continuo,
movibles son sus dichas
sus escarmientos fijos

Siete días pasaron
sin mostrarse de Cintio
la luz siete noches
sin luceros ni signos

En fin salió una aurora
con ceño y desaliño
siguiose triste día
en tenebroso Olimpo.

La noche añadió horrores
y para más cumplirlos
dio licencia a los vientos
Eolo , su caudillo.

Leandro en tanto triste
anhela ver tranquilo
el mar y ya calmados
los vientos enemigos

Pero al fin impaciente
cediendo a su destino
fuese a la playa y de esta
manera habló consigo

«Corazón, ¿qué te espanta?
¿Qué importará que tibios
huyamos de una muerte
si de otra nos morimos?»

Dijo, y de su arrestado
amante desvarío
impelido se arroja
al mar embravecido.

Y a pesar de su furia
contra los torbellinos
lucha con fuerte brazo
por no poco distrito.

Pero ya se redoblan
del Aquilón los silbos
levanta el mar sus olas
aumenta sus bramidos.

¡Ay, mísero Leandro,
ya con dolor te miro
contiguo a las estrellas
y al Tártaro contiguo!

Apuradas las fuerzas
sin aliento, sin tino,
y del farol amado
el claro norte extinto

Viendo por todas partes
presente a los sentidos
de la pálida muerte
el bárbaro cuchillo

A las ondas se vuelve
trémulo y semivivo
hallar piedad pensando
donde nunca la ha habido

«Ondas, si darme muerte
es decreto preciso,
no a la ida, a la vuelta
matadme a vuestro arbitrio».

Las crueles ondas niegan
al ruego los oídos
y le sepultan dentro
de su profundo abismo

Entonces exhalando
el último suspiro
tres veces a Hero llama
con lamentable grito

Viole el Alba otro día
cuando dejaba al Indo
y tuvo horror del triste
espectáculo indigno

Al pie de la alta torre
del mismo mar traído
yacía el infelice
yerto cadáver frío

Cual suele quedar mustio
cárdeno hermoso lirio
si le arrancó el arado
o deshojó el granizo

Viole Hero y de la torre
se arroja sobre el mismo
cadáver y allí logra
en la muerte el alivio

Así tuvieron ambos
igual fin indiviso
viéndose en vida y muerte
Hero y Leandro unidos

Es fama que lloraron
de Sesto los sombríos
bosques y que se oían
mil veces los gemidos

Y al huésped extranjero
llorando compasivo
cantaba el triste caso
el morador de Abido

Y hasta en lejanos climas
con flebil tierno estilo
el trágico suceso
cantaba el peregrino.

CANCIÓN A LA DEFENSA DE ORÁN

Dame segunda vez, Euterpe amiga,
bien templada la lira y nuevo aliento,
que alcance a referir nuevas hazañas:
ya de Orán y de Ceuta las campañas
ofrecen otra vez alto argumento
que a renovar aplausos nos obliga.
El África enemiga
ya produce otras palmas y laureles
para adornar del vencedor la frente.
Tú, diurna Piéride, consiente
que del furor sagrado con que sueles
grandes héroes cantar, y sus renombres,
a pesar del olvido, entre los hombres,
inmortales hacer, pida hoy no poco:
es justa la razón por que te invoco.

Como la generosa águila altiva,
sobre las vagas aves hecha reina,
y que sirve al Tonante al pronto rayo,
si de su arrojo en el primer ensayo
culebra arrebató que escamas peina,
y erguida la cerviz su furia aviva,
en vano ya cautiva,
de la garra feroz, silba y forceja,
que el ave, uñas y pico, ensangrentada,
no suelta más la presa, y remontada
por la región suprema, el vuelo aleja,
hasta que el monstruo al fiero orgullo abate;
y destrozado en desigual combate,
palpitando algún miembro, en tierra yace;
lo demás en el aire su hambre pace;

así la osada juventud de España
contra el moro obstinado ahora defiende
las conquistas debidas a su brío.
En vano el ya perdido señorío
la descendencia de Ismael pretende
recobrar con la fuerza o con la maña.
Verase la campaña
de Marruecos, de Argel y Terudante
de púrpura teñida y ríos rojos;
revolcarán los bárbaros despojos
al mar de Mediodía y al de Atlante,
destinados juguete al Euro y Noto,
cuando después sulcase algún piloto
las playas hasta donde fue Cartago,
conocerá en los huesos el estrago.

Es difícil empresa al enemigo
la firmeza vencer de tales pechos,
que honra sólo, valor y fe respiran.
Ya vulgares ejemplos no se admiran,
ya del brazo español no salen hechos
sin conducir la heroicidad consigo.
Del infeliz Rodrigo
no dura más el ocio y muelle trato:
entre noble vergüenza y rabia lucha
cualquiera de nosotros cuando escucha
el nombre pronunciar de Mauregato.
Ya en defender circunvalado muro
con varia muerte es del ibero duro
propio, innato el tesón, del cual arguyo
que sería obstinado, a no ser suyo.

¡Oh Cantabria feroz! ¡Oh de Sagunto
inflexible valor! ¡Oh gran Numancia,
cuyas pérdidas hoy son nuestra gloria!
Siempre que se renueva la victoria
de nuestra heroica, indómita constancia,
falta voz a la fama en tal asunto.
Cuando el extremo punto
llegó del hado, el fiero numantino
al fuego se arrojó de rogos varios,
dejando admiración a los contrarios;
trofeos no; que el vencedor latino,
cuyo valor no en vano se eterniza
sólo pudo triunfar de la ceniza:
no haga otra gente de constancia alarde,
que a esto no llegó nunca, o llegó tarde.

Nace del fuerte el fuerte, y de la interna
virtud del padre toma el becerrillo
que en las dehesas de Jarama pace.
¿Acaso alguno vio jamás que nace
del águila feroz triste cuclillo,
nocturno búho o palomita tierna?
Como en cadena eterna
se eslabona el valor, y la prudencia
se infunde al español de sus pasados.
De aquellos ascendientes celebrados
esta nació valiente descendencia,
de quien ahora tiembla el mauritano;
después vendrán, y no lo espero en vano,
emulándose en glorias y en efetos,
los hijos de los hijos y los nietos.

Canción, si yo pudiese, bien querría
hacer de modo que tu voz oyese
la zona ardiente, la templada y fría;
y que en tus alas fuese
la fama de mi patria y sus trofeos
a los pueblos del Indo, a los sabeos,
a los de Arauco, Taura, Ida, Erimanto.
Pero no son tus alas para tanto.

A LA CONQUISTA DE ORÁN – CANCIÓN

Ahora es tiempo, Euterpe, que templemos
El arco y cuerdas, y de nuestro canto,
Se oiga la voz por todo el hemisferio.
Las vencedoras sienes coronemos
Del sagrado laurel al que es espanto,
Del infiel Mauritano, al Marte Ibero.
¿Ya para cuándo quiero
Los himnos de alegría y las canciones,
Premio no vil que al coro de las nueve
A las fatigas debe;
Y al valor de esforzados corazones?
¿Para cuándo estará, musas, guardado
Aquel furor que bebe
Con las ondas suavísimas mezclado,
De la castalia fuente, el labio solo,
De quien tuvo al nacer propicio a Apolo?

Una selva, de pinos y de abetes
Cubrió la mar, angosta a tanta quilla.
Para henchir tanta vela faltó viento.
De flándulas el aire y gallardetes
Popblado, divisó desde la orilla,
Pálido el africano y sin aliento.
Del húmedo elemento,
Dividiendo los líquidos cristales;
Y blandiendo Neptuno el gran tridente.
Alzó airado la frente
De ovas coronada y de corales.
¿Quién me agobia con tanta pesadumbre
La espada? ¿Hay quien intente
Poner tal vez, en nueva servidumbre
Mi libre Imperio? O ¿por ventura alguno
Me lo quiere usurpar? ¿No soy Neptuno?

Así decía el dios. Las españolas
Proas en tanto del undoso seno
Iban cortando la salada espuma.
Humildes retirábanse las olas;
Céfiro, por el cielo, ya sereno,
Batía en torno, su ligera pluma.
¿A dónde irá la suma
De tanto alado pino? ¿Hay otro mundo
Que el español intrépido someta?
¿Hay otro que acometa
Riesgos por el océano profundo?
¿Si es que el soberbio inglés moverá guerra
O si verá otra vez la Etnisia tierra?
¿Adónde ha de ir, si no es donde le llama,
La Santa fe, la verdadera fama?

Estremeciose el africano suelo,
Y temblaron de Orán torres y almenas,
Del formidable vencedor a vista;
En vano a la mezquita erróneo celo
Trae madres y esposas, de horror llenas,
A rogar que Mahoma las asista.
No hay poder que resista
Al ímpetu y ardor del león de España,
Que vino, vio y venció; y el agareno
Probó, de susto lleno,
A un tiempo amago y golpe de su saña,
Cual suele ver, no sin mortal desmayo,
Rasgarse en ronco trueno
Las pardas nubes, y abortar el rayo,
El pasmado pastor, y todo junto
Arder cielo y encina a un mismo punto.

Reconocen los bárbaros adarves
El ya noto pendón que se enarbola
Con armas de Castilla y celtiberas;
Gimen de pena y rabia los alarbes ,
Al ver que el viento plácido tremola
Con respeto la cruz de las banderas.
De escuadras lisonjeras,
De alados paraninfos cortejada,
Entra la Fe triunfante por las puertas,
Ahora de nuevo abiertas
Por el celo de España y por su espada.
Huye del Alcorán el falso rito,
Y abandona desiertas
Las mezquitas infames; y bendito
El lugar profanado y templo inculto,
Vuélvese a consagrar en mejor culto.

Estas ¡oh noble España! son tus artes:
A l cielo dirigir guerras y paces,
Pelear y vencer sólo por Cristo.
Del orbe entero y a las cuatro partes,
Siempre invencibles, discurrir tus haces
Por la sagrada religión han visto.
Por ti, desde Calisto
Hasta el opuesto polo, en trecho inmenso,
A l verdadero Dios el indio adora,
Y el que en la tierra mora
Donde al cruel Plutón se daba incienso.
Por ti del Evangelio arrebolada,
Con mejor luz la aurora
Del Gánges sale; por ti da la entrada
A nuestra fe la más remota playa
Del Japón, de la China y de Cambaya.

Por ti, de hoy más, el bárbaro numida,
El de Getulia y el feroz masilo
Dejarán l a impía secta y ritos vanos;
Renacerán a más felice vida
Cuantos habitan entre Lixo y Nilo
Abrazando la ley de los cristianos;
Con tratos más humanos
El togado español pondrá sus leyes
Entonces al morisco vasallaje,
Y parias y homenaje
Recibirá de los vencidos reyes.
La piedad, el valor, la verdadera
Virtud y el nuevo traje
Aprenderá la Libia prisionera;
Y sabiendo imitar, sin otra cosa,
Su misma esclavitud la hará dichosa.

Sulcará el industrioso comerciante
El libre mar Tirreno y el Egeo,
Sin temor de mazmorra o de grillete.
¿Si diré lo que mandas que ahora cante,
¡Oh Febo! o dejaré que lo que veo
Claro en la edad futura otro interprete?
E l andaluz jinete
Beberá del Cedrón , el santo muro
Libertado será, y el fiel devoto
Podrá cumplir su voto ,
De tiranos insultos ya seguro.
Tendrá la España , más que un tiempo Roma,
De su imperio en el coto,
El marfil indio y el sabeo aroma
Para las aras y el sagrado fuego :
Ven, oh dichosa edad, pero ven luego .

De tu antiguo valor así no olvides
Los ilustres ejemplos, patria mía,
Lejos del ocio y de extranjera pompa;
Ame el fuerte mancebo armas y lides,
Y en vez de afeminada melodía,
Guste sólo del parche y de la trompa.
Ambos ijares rompa
Con la espuela el bridón; con pecho fuerte.
Entre polvo, humo y fuego a verse aprenda,
Y por la brecha ascienda
A buscar y vencer la misma muerte;
O aprenda a domeñar del mar la furia,
O a moderar la rienda
Del gobierno político en la curia,
Dejando en guerra y paz clara memoria:
Así se sube al templo de la gloria.

Pues ya tanto tu vuelo se remonta,
Canción, ligera y pronta,
Ve de Orán a la playa,
Y allá también contigo al campo vaya
Este aplauso primero;
Y di en mi nombre al vencedor ibero,
Que si por dicha tanto
Como ya su valor puede mi canto,
Sin que el tiempo o la envidia al fin lo estorbe,
Será eterna su fama en todo el orbe.

ODAS DE SAFO [FRAGMENTO]

(TRADUCCIÓN)

A los celestes Dioses me parece
Igual aquel que junto a ti sentado
De cerca escucha cómo dulcemente
Hablas y cómo

Dulce te ríes: lo que a mí del todo
Dentro del pecho el corazón me abrasa,
Mas ¡ay!, que al verte en la garganta un nudo
De habla me priva;

La lengua se entorpece; ya por todo
Mi cuerpo un fuego rápido discurre;
De los ojos no veo, los oídos
Dentro me zumban.

Toda yo tiemblo, de sudor helado
Toda me cubro; al amarillo rostro,
Poco faltando para ser de veras
Muerta parezco.

Canto 1.°

De la Giganteida, Poema burlesco.

1
De los Titanes, hijos de la tierra,
canto el vano i sobervio atrevimiento,
conque intentaron, en abierta guerra,
dar la escalada3
al estrellado asiento,
quando encimando sierra sobre sierra
i un Monte i otro (¡temerario intento!)
quisieron fieros, con esfuerzo extremo,
birlarle el Reino a Júpiter supremo.
Escalado, en el original.

2
Y de tan loca i bárbara osadía
el escarmiento canto i el estrago
que el poder de la Impírea Monarchía
f. 68 en ellos hizo, dándoles el pago:
empresa sin igual, rara porfía,
cuio principio sólo i cuio amago
a las Deidades mismas puso espanto.
Que no es moco de Pavo lo que canto.

3
Musa que no eres grande ni pequeña,
porque a todo acomodas tu estatura,
i en oro o plata, o seda, o estameña,
i en qualquier traje luces tu hermosura;
tú me inspira, me alienta, tú me enseña,
i para tanto empeño me assegura,
a fin de que mi voz suba de punto,
e iguale lo gigante del asunto.

4
Ya sabes que te quiero i he querido,
siendo tú mi perene chichisbeo4
desde mis tiernos años, Si en olvido
no has puesto mi continuo devaneo,
no me niegues, Musilla, lo que pido.
Ven a mi ruego i cumple mi deseo,
haciendo que en mi canto las verdades
sepan a risa i sean seriedades.

5
Assí el esperto i ducho cocinero
para mesa abundante i regalada
dentro de un pastelón tosco y grosero
esconde la Perdiz, o la becada.
El convidado más glotón, primero,
* Chischibeo, en el original.
al derredor destapa la empanada,
y allí descubre, sin trabajo o susto,
indias del paladar, minas del gusto.

[6] El cojo Beticón, valentonazo,
rije quinientos de la Andalucía,
jaques que bosan del pulmón i bazo
ardimiento, guapeza i osadía.
A este jayán, saltando de un ribazo,
se le quebró una pierna cierto día;
el bravo capitán iba zanqueando
i todos los soldados gateando.

[7] Cada uno de ellos lleva un gran xifero
natural instrumento de su laña;
el capitán blandía un roble entero
por arma que jugaba como caña.
En la punta le puso un corvo acero,
de la muerte imitando la guadaña,
como quien dice, con brabata fuerte:
«donde está Beticón, sobra la muerte».

[8] Armados de saetas i puñales,
siguen trescientos de color cetrino
que agotaran del cinca los raudales,
si vevieran tanta agua como vino.
Montarazes, agrestes i brutales,
son todos comedores de tocino;
en lengua i trato, medio Catalanes,
Pleitistas i sin fe, pero truhanes.

[9] Era su Gefe el fiero Monticonio,
de horrenda i espantable catadura;
su voz de trueno i cara de Demonio
atemoriza a toda criatura.
No hubo Caribe o Cafre o Lestrigonio
de tan mal genio ni de tal figura.
Es fama que en España este grande hombre
fundó una Villa de su propio nombre.

[10] Del Vero, de la Isuela i de Alcanadre
una gran tropa de dos mil venía
(fidalgos todos que, por Padre i Madre,
vienen de Adán, sin duda ni porfía).
Es su caudillo, con amor de Padre,
Barbazas, un jaián de Nombradía;
trae una Clava el capitán Barbazas
i de ellos, unos Porras i otros Mazas.

[11] Una ilustre ciudad de Celtiberia
de este jaián conserva la memoria;
sus grandes barbas i su cara seria
honrran las armas de su antigua gloria.
En los dinteles de sus puertas feria
al Peregrino (en fe de que mi historia
es verdadera), por blasón añejo,
la Carátula hermosa de este viejo.

[12] De la trinacria fértil i abundosa,
donde se dice que alcanzare Alpheo
a su Arethusa, esquiva cuanto hermosa,
concurrieron al campo giganteo
tres batallones, cuia prodigiosa
estatura era afrenta del Pigmeo.
95 De sus tres valles van tres capitanes,
más tiznados los tres, fiero-jaianes.

[13] El uno es Piracmón, que va desnudo
por ir más expedito a la batalla;
no quiere peto, ni espaldar, ni escudo,
desprecia todo arnés i toda malla.
Su piel le basta contra el fierro agudo,
ni hai esfuerzo bastante a penetralla
i dice a todos, sin quedarse corto:
«Amigos, omnia mea mecum porto».

[14] Esteropes el nombre es del segundo,
pronto, listo i activo como un raio;
y el otro es Brontes, capiscol profundo
rústico, bronco, agreste i grande Payo.
Su rimbombante voz a todo el mundo
pone grima i horror, causa desmaio;
Piracmón, pues, Esteropes i Brontes,
tres Gigantazos son, como tres Montes.

[15] Después venían Ephialtar i Oto,
mellizos de Neptuno i de la tierra,
que tienen hecho juramento i voto
de hacer al cielo i a su Padre guerra
(juramento piadoso, i mui devoto,
i propio de Ginebra o Inglaterra).
Era[n] iguales estos dos Gigantes
i es fama que crecían por instantes.

[16] Como suelen erguir la altiva frente
en combentos de Padre[s] Capuchinos
dos cipreses que van derechamente
a taladrar los cielos cristalinos;
vense de muchas leguas, i la gente
los muestra a los devotos Peregrinos,
dando por seña e indicio extraordinario
los dos árboles junto a un campanario;

[17] No menos descollaban su estatura
por cima a los demás los dos hermanos,
mui flacos i delgados de cintura,
larguíssimos de brazos i de manos.
Muy raras veces se halla tal figura
como la de estos entre los humanos;
sólo en lo flaquilargo semejantes
acuerdóme que vi dos estudiantes.

[18] Sigue el famoso Gerión tri forme
los tres cuerpos juntando estrañamente,
si bien la triple máquina disforme
anima un sólo espíritu valiente.
A este, los del exército, conforme
al estilo i usanza de su gente,
llaman Don Gerión de Trispanzones;
tan antiguos como esto son los Dones.

[19] Guiaba otro escuadró [n] el gran Briarco
altíssimo de piernas i membrudo.
Nu[n]ca vio el sol más espantable i feo
jaián horrible, ni más feo i crudo.
Sólo le excede en corpanchón Typheo,
pocos le igualan en lo narigudo,
i sobre ser tan alto como he dicho,
era, por su figura, estraño vicho.

[20] Cien manos tiene i libra en cada mano
cinco uñas de Gato Montesino;
llamábale, por esso, Centimano,
con nombre de dos voces el Latino.
En vestir i guapear era mui vano
y vivía empeñado de continuo
porque sus rentas, aunque exorbitantes,
apenas le bastaban para guantes.

[21] Mas, ¿dónde a ti, famoso, insigne Ceo,
deja en silencio la memoria mía?
Y de ti, noble Xipes, según veo,
ia casi se olvidaba mi Thalía.
De ti también, infatigable Atheo,
ilustre luchador, cuia osadía,
con el contacto de la Madre tierra,
renovaba las fuerzas i la guerra.

[22] Tras éstos, la gallarda Camilona
hija del gran Palante i de Sivila,
venía bella i gentil Protoamazona.
Camila le pusieron en la Pila
a esta heroína, afrenta de Belona;
mas después le mudaron lo Camila
en camilona, y se le fue aumentando
el nombre, assí como ella fue engordando.

[23] Nunca quiso tocar uso ni Rueca
ni agujas, ni dedales, ni almohadilla:
de tales exercicios hace mueca,
empleos a su vez de mugercilla;
i en vez de ellos, la mano i la muñeca
aplicó al dardo, al arco, a la trahilla;
y persiguiendo fieras en la caza,
ganó fama de gran mugeronaza.

[24] Mas luego que como la horrible guerra
y la empresa del vando Giganteo
dejó la caza, abandonó su tierra
por seguir los Pendones de Typheo,
y con dos mil Gigantas de la sierra
acudió a ser de muchos devaneo,
y en un gran frisón de dinamarca,
desafiando hasta la misma parca.

[25] Como se ve con garvo i bizarría
en una procesión de Zaragoza
ir, entre nuestro pueblo y gritería,
una que llaman la giganta moza,
que a unos muchachos llena de alegría
a otros espanta, y a otros alboroza,
tal yba Camilona entre la gente,
hermoso marimacho archipotente.

[26] Subió en un calesín pronto i lijero
su muí proprio carruaje de campaña
Hecho con mucho gasto i con mucho esmero,
entonzes moda nueva y cosa estraña;
casi era angosto para el gran guerrero,
aunque hay valles menores en España;
tirávanle sudados y anhelantes
cinquenta i cinco pares de elephantes.

[27] Marte, vibrando el fulminante acero,
sobre él se arroja, firme i denodado,
i la cintura del revés primero
le segó del un lado al otro lado,
con tal delicadez, que como entero
se quedó el cuerpo i en el proprio estado;
tanto que, sin sentirlo el mentecato,
después de muerto peleó un grato rato.

[28] Es fama que Rugero Ventimilla
un día que en Sicilia iba cazando
movió una liebre i, ciego por seg[u]illa,
en una cueva se metió, juzgando5
que fuese cueva, i era esta canilla;
i assi todos, corriendo i galopando,
liebre, galgos, caballo i caballero,
fueron por la canilla un día entero.

[29] Por la gran Sala entró la bella Diosa,
contando por los pasos los trofeos
boqui-risueña, petrimetra airosa,
española en el garbo i los meneos.
Leche, nieve, jazmín6
clavel i rosa
era[n] basura, eran objetos feos
al lado de su pecho i su mejilla;
iba de mar a mar la picarilla.

[30] Frente espaciosa, candida, bruñida,
(paseo regular de amor i zelos),
ojos como de humilde i de dormida,
pero capazes de abrasar los cielos;
boca i nariz con proporción debida,
formando en cada risa dos hoyuelos,
* Guzgando, en el original.
* Cazmín, en el original.
donde Marte pasaba el Purgatorio
con mucho Ángel en poco territorio.

[31] Suelto i corto el cabello y muy rizado,
qual Joveneto Abate en Roma lleva,
con mucho polvo en chipre fabricado,
peinado nunca visto i moda nueva,
por quien queda abolido i antiquado
quanto la docta antigüedad aprueba
en orden a cabello; haciendo, en suma,
mil poéticos males a mi pluma.

[32] De netas perlas trahe un sofocante
al cuello, que era afrenta de Alhelíes;
el vestido, en virtud del consonante,
bordado de diamantes i rubíes,
la Basquina i el Manto rozagante,
de finos celestiales carmesíes,
i un gran tontillo, causa de mil males,
perfecta imitación de dos timbales.

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LA NOCHE DESAVIADA [Mi poema]
Igor Barreto [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mirando fijamente hacia la nada
en una noche del invierno, fría,
la savia vi del cielo que caía
dejando deslizarse enamorada
dudando si lloraba o sonreía.

Por mas que a los cristales se agarraba
sus uñas no impedían el descenso,
no importa un SOS lanzara o que llorara,
el cristal fue empañándose de incienso,
la gota feneció desconsolada.

La luna que en la niebla se escondía
con un halo de luz iluminaba
la estancia cual lo hiciera una bujía,
la vela, una candela. Y aún llovía,
las lágrimas del cielo dios regaba.

Pronto se hizo la luz entre la brisa
la joven, tan sumisa, tan callada,
tan triste que adornaba su sonrisa
presumida que dice acude a misa,
cual niña, pizpireta, descocada.

Mas el tiempo pasó. Y la amnistía
hizo a la oscuridad su gran aliada,
el silencio voló a la sacristía
y segundos después yo me dormía.
La noche quedó sola y desaviada.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Igor Barreto

El Árbol de Mango

Para venir a poseerlo todo
no quieras poseer algo en nada.
San Juan De la Cruz

El árbol de mango
es inmortal
y no necesita de lo humano.
Forma umbríos claros
en lo denso del monte
y ahí perdura.
La palma
podrá sostener al mundo,
pero el mango
ha aceptado
la oscura llamada del bien.
Porque no quería tener
algo en nada
se ha ido:
más allá de las dunas azules,
entre madroños y píritus
de negra espina.
Allí
donde dos ríos se unen
como semblantes de soledad.

Estas Garzas

A la memoria
de José Natalio Estrada.

Estas garzas
deben ser castellanas
porque forman una V al volar.
los ríos se represan
y se hacen cada vez más anchos.

Dos manatíes afloran
y lanzan tenues chorros de vapor blanquecino.

La vieja casona del puerto:
bisagras, cerraduras de bronce.
En el meandro constelado de uno de sus cuartos
los pezones negros de una mujer.

La cúpula
de la iglesia.
En un nicho de su fachada
el enyelmado guerrero
pregunta al ya caído en el hondón:
¿Quién como Dios? ¿Quién como Dios?
¿Quién como Dios?

Y más allá la sabana,
el polvo con el viento tras los viajeros
y el ganado,
y tras ellos el tardío anhelar del corazón.

Que sople fuerte el viento del idioma
para que estas aves lleguen lejos

Reminiscencias

A la mitad de la segunda estrofa
aparece
la palabra “almendro”.
El mismo árbol
estuvo
junto al palafito de una sola pieza
y el pequeño balcón de barandas.

Hoy
un taller mecánico
arroja restos de aceite y grasa,
ahí
donde tus amigos te recuerdan
de camisa y pantalón blanco
sentado en el chinchorro
frente al río.

La soledad
de aquellas tardes,
el esmeril
sobre el oro y el nácar de los versos.
Han sido
sesenta años,
tanta basura acumulada
sobre la línea serenísima de la tierra.

De aquella ciudad
que amanecía entre barcos de paleta,
de tu lecturas de Lugones,
de Herrera y Reissig,
bajo el ala corta del sombrero,
sólo resta
la palabra “almendro”
a la mitad
de la segunda estrofa.

Naturaleza del Exilio

Unas reses llegaron del boscoso anhelo,
de unas calcetas añoradas.

¿Qué sentido tenían aquellos animales
de rostros humanos?

La cocina era una hoguera
a media noche.

El acallamiento
vegetal del balcón

donde unos helechos
aletean como esfíngidos.

¿Qué fue de la quietud de unos parajes
que conocía tanto?

No encontré barriales constelados,
ni la camisa azul.

Era la naturaleza del exilio,
un río de nada.

Algo que corta una cebolla en pequeños trozos,
blanca, como un farol bajo un árbol marchito.

HAMBRE

Tienen hambre
y han abierto
la boca.

Un árbol entero
podría colocarse
en ella

y un río
entero,
hasta unas montañas

con sus picos
y lomas.
Todo cabría

envuelto
en saliva,
en paños blancos.

La saliva
se estira
y ablanda el paisaje:

unas vacas pastan
en la profundidad
de su inocencia

y los caballos
sobre la barda
como estelas funerarias.

Piedad
para los que son
pasto y hueso

porque luego
serán triturados
por el deseo

bajo el cielo
incendiados,
y el ansia

y las paredes
del cosmos
se moverán

y el paisaje quedará guardado
en el saco ácido
de la desmemoria.

El deseo
de comer
lo incomible:

el perro fiel
calles y aceras,
edificios y trenes.

La hoguera de vidrio
de la pequeña ciudad
está encendida.

Devoración, devoración,
no importa cuánto
y cómo.

La hambruna,
la resaca súbita
del ánimo

una epidemia
masiva,
la voracidad

el ventoso remolino
de las aves carnívoras,
el entenebrecimiento.

EL SILENCIO

EL silencio lo aprendí de un cordel blanco
a la orilla del río.
Mis ojos atentos
y las nubes pasando tardas
en el ir y venir de las estaciones.

Estoy sentado
sobre un montículo de arena,
donde estuvieron iguanas
y gavilanes
oteando la creciente,
los trozos de árboles
que irán al mar.

Mi cordel blanco,
mi conversación con los peces.

Nuestro lugar común:
ver pasar los días y las calamidades
y conservar
una misma temperatura.

Luego,
recojo el nylon
y regreso.
(No es nada,
mañana estaré de vuelta).

POR UN CAMINO

POR un camino
al pie de unos árboles de drago
encontré a un morrocoy.

¡Qué figura anciana
la de este animal!

Tenía pequeños
y renegridos ojos.

Como el morrocoy
me es imposible
volar:
sólo el vuelo
del corazón
en el interior
de mi cuerpo.

Me acerqué
al solitario compañero
y descubrí
que su coraza
es un mapa astral:

entre placas
negras,
unos rombos
amarillos
como estrellas
muy antiguas.

El amarillo añejado,
la luz guardada
que brota
de lo negro.

Al regresar
de noche
tuve
que atravesar potreros
de cielo abierto.

Apagué la linterna
para contemplar
ese otro caparazón
sideral.

Pero dónde están los ojos
que me enseñaron
la verdadera luz
aquella que nace
de la pureza
del color negro.

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HOY PIDO REFLEXIÓN [Mi poema]
Ignacio Ramírez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Reflexión, que hoy os pido reflexión,
esa palabra inmensa, tan profunda,
se aparque en un momento el corazón
otorgando el derecho a la razón
y evitando así que el mundo se hunda.

Que ahora la verdad es muy convulsa,
ovejas sin pastor en la mesnada,
la doctrina social fue asesinada
e incluso la razón se ha vuelto insulsa,
y no hay patrón, ni dios, no existe nada.

Hagamos un examen de conciencia,
y a esa verdad cruel plantemos cara,
mimando los reclamos de la ciencia.
Los odios. la maldad y la violencia
hoy cardos son quien fuera los firmara.

Dejemos su papel al pensamiento
sobre ese mar de impulsos que al acecho
dispuestos a asaltar. Y al mundo atento
ha de abrirse la luz a un nuevo adviento
voviendo así brillar. Esto es un hecho.
©donaciano bueno

Tú crees que la gente se para a #pensar con frecuencia? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: Si los seres humanos hiciéramos uso frecuentemente de la razón y dejáramos a un lado los sentimientos, el mundo sería más justo.

MI POETA SUGERIDO:  Ignacio Ramírez

Al amor

¿Por qué, Amor, cuando expiro desarmado,
de mí te burlas? Llévate esa hermosa
doncella tan ardiente y tan graciosa
que por mi oscuro asilo has asomado.

En tiempo más feliz, yo supe osado
extender mi palabra artificiosa
como una red, y en ella, temblorosa,
más de una de tus aves he cazado.

Hoy de mí mis rivales hacen juego,
cobardes atacándome en gavilla,
y libre yo mi presa al aire entrego.

Al inerme león el asno humilla…
Vuélveme, Amor, mi juventud, y luego
tú mismo a mi rivales acaudilla.

Soneto

Heme al fin en el antro de la muerte
do no vuelan las penas y dolores,
do no brillan los astros ni las flores,
donde no hay un recuerdo que despierte.

Si algún día natura se divierte
rompiendo de esta cárcel los horrores,
y sus soplos ardientes, erradores
sobre mi polvo desatado vierte,

yo, por la eternidad ya devorado,
¿gozaré si ese polvo es una rosa?,
¿gemiré si una sierpe en él anida?

Ni pesadillas me dará un cuidado,
ni espantará mi sueño voz odiosa,
ni todo un Dios me volverá a la vida.

El hombre-Dios

Todo tiene su ley en este mundo,
Ya sol, se eleve al estrellado cielo,
Ya arena, caiga al piélago profundo.
Natura hizo esta ley, y no una vieja;
Y en vista de esta ley, sereno fallo
Que el Hombre-Dios no pasa de conseja
Bien pudo un sabio con traviesa mente
Figurarse una cosa sin figura
Y escribirle: “soy Dios”, sobre la frente.
Mas la sustancia pura, ni la impura,
¿Se han desnudado nunca ante el humano?
¿Quién sabe cómo tienen su natura?
¿El polvo vil disfruta esa potencia
Que con su agitación en tierra y cielo
De un espíritu anuncia la presencia?
“Un puñado de polvo, que del suelo
Cualquier patán levanta, ¿de qué suerte?,
Como bandada de ángeles, el vuelo
¿Puede armar? ¿La materia no es inerte?
¿No siempre ha proclamado el universo
Que quien dice materia, dice muerte?…”
Ya señor, ya juguete del destino,
A perderse en el sepulco un día;
Ya es buenas noches, ¡oh mortal divino!

Por los Gregorianos muertos

Cesen las risas y comience el llanto.
Esta mesa en sepulcro se convierte.
¡Vivos y muertos, escuchad mi canto!

Mientras que vinos espumosos vierte
nuestra antigua amistad, en este día,
y con alegres brindis se divierte;

y en raudales se escapa la armonía;
y la insaciable gula se despierta;
y va de flor en flor la poesía;

y el júbilo de todos se concierta
en una sola exclamación: ¡gocemos!,
y gozamos… La muerte está a la puerta.

Rechazar unas sombras, ¿no las vemos?
¡Ellas nos tienden suplicantes manos!
Ese acento, esos rostros conocemos.

¿No los oís?, ¡se llaman gregorianos!
Permíteles entrar, ¡oh muerte adusta!
He aquí su asiento… Son nuestros hermanos.

Pudo del mundo la sentencia injusta
proscribirlos, mas no de mi memoria:
Conversar con los muertos no me asusta.

Algunos de ellos viven en la historia;
otros, en florecer ocultamente
cifraron su placer, su orgullo y gloria.

Villalba asoma su tranquila frente
y el fraternal abrazo me reclama…
Y yo no puedo declararlo ausente.

¡Ay! en Fonseca ved cómo se inflama
el paternal cariño, no olvidado,
y, por nosotros, lágrimas derrama.

¿Será de nuestro seno arrebatado
Domínguez, que constante nos traía
un fiel amor y un nombre venerado?

¿No guarda nuestro oído todavía
los brindis que en el último banquete
pronuncian Soto, Iglesias y García?

Pero ¿será la Parca quien respete
los votos del dolor? ¡Empeño vano!
¡Turba de espectros, a tus antros vete!

¡Separóse el hermano del hermano!
Para sentaros a la mesa es tarde,
¡para irnos con vosotros es temprano!

Para vosotros, ¡infelices!, no arde
ya un solo leño en el hogar; ni miro
cuál copa vuestros ósculos aguarde.

¡Sólo va tras vosotros un suspiro!
Idos en paz; y quiera la fortuna
no cerrar a la luz vuestro retiro.

Odio el sepulcro, convertido en cuna
de vil insecto o sierpe venenosa
donde jamás se asoman sol ni luna.

Arraigue en vuestros huesos una rosa
donde aspire perfumes el rocío
y reine la pintada mariposa.

Escuchad sin temor el rayo impío;
y sonreíd al contemplar cercano,
vida esparciendo, un caudaloso río.

¡Para irnos con vosotros es temprano!
Aguarde, por lo menos, la Impaciente
que la copa se escape de la mano.

Más que a vosotros ¡ay! rápidamente
¿por qué de la existencia nos desnuda?
A éste despoja la adornada frente;

al otro dobla con su mano ruda;
a unos envuelve en amarillo velo;
y algunos sienten una garra aguda

en las entrañas, y en las venas hielo.
¡Ay! otra vez vendrá la primavera
y hallará en nuestro hogar el llanto, el duelo;

y este festín veremos desde afuera.
Tal vez alguno a despedirse vino.
Turba de espectros, al que parte, espera.

¿Sabéis cuál es el puerto, del camino
que llevamos? La tumba. Ya naufraga
nuestra nave; en astillas cae el pino;

quién en las aguas moribundo vaga;
quién a la débil tabla se confía,
y el que a la jarcia se subió, no apaga

la luz de la esperanza todavía,
y conviertan sus golpes viento y olas,
y el cielo inexorable un rayo envía.

Sube el fuego a bajar las banderolas,
y el ave de rapiña, el triste caso,
y las fieras del mar lo saben solas.

¿Qué es nuestra vida sino tosco vaso
cuyo precio es el precio del deseo
que en él guardan natura y el acaso.

Si derramado por la edad le veo,
sólo en las manos de la sabia tierra
recibirá otra forma y otro empleo.

Cárcel es y no vida la que encierra
privaciones, lamentos y dolores.
Ido el placer, la muerte ¿a quién aterra?

Madre naturaleza, ya no hay flores
por do mi paso vacilante avanza.
Nací sin esperanza ni temores:
Vuelvo a ti sin temores ni esperanza.

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MI MUNDO PERFECTO [Mi poema]
María Olimpia de Obaldía [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si yo pudiera al mundo cambiaría
haciéndole mejor, a mi manera,
que el tiempo siempre fuera primavera
reinando aquí la paz y la alegría.

Mi mundo el más perfecto, ese sería
aquel en que se hablara un mismo idioma,
orando a un mismo Dios, y que la coma
tan solo a la palabra serviría.

Un mundo sin derechos de pernada
que fuera el late motiv de los amores,
sacando a relucir como las flores
ofrecen su belleza perfumada.

Un nuevo orden mundial en que la muerte
no fuera del vivir un requisito,
y en que la libertad no fuera un mito
que debiera asociarse con la suerte.

Que exentos los humanos de egoísmos,
conscientes del final que les espera
vivieran sin cuidar de la cartera
queriendo a los demás como a ellos mismos.

Y a la hora de emprender su último viaje,
siguiendo los consejos de Machado,
lo hicieran con semblante iluminado
ligero de temor en su equipaje.
©donaciano bueno

Y tú, también lo #cambiarías? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  María Olimpia de Obaldía

Mi Bandera

De tela humilde o de luciente raso
-nada importan su brillo o calidad-
es mi bandera símbolo precioso
de mi Patria adorada, Panamá!

Se alza como ala de ilusión suprema
en vuelo majestuoso hacia el azul
buscando siempre la amplitud del cielo,
enamorada eterna de la luz.

Sus pliegues vibran como flores vivas
sedientas de los ósculos del sol
mientras enciende su divino efluvio
en las almas patriótica emoción.

Y cuando sube el pabellón que encierra
Pretérito, Presente y Porvenir,
es la Patria que expresa sus anhelos
de mantenerse libre y ser feliz.

Es Panamá que busca su destino
por senderos de Bien y de Verdad
haciendo suya la inmortal proclama:
Libertad, Igualdad, Fraternidad …!

Post Umbra

Mi corazón el tuyo presentía;
buscaba tu alma mi alma soñadora,
y te esperaba al despertar la aurora
y te llamaba cuando el sol moría.

Tu alma acudió al reclamo de la mía,
y el esquife de amor, con rara prora,
hacia la playa de la dicha mora
las llevó bajo el sol que sonreía.

Juntas habitan esa tierra hermosa,
y unidas seguirán, aunque celosa,
la Muerte, con crueldad, de ti me aparte,

pues, cuando a solas, llores mi partida,
en una estrella mi alma convertida,
por escalas de luz vendré a besarte…

Rimas de Otoño

Te dije ayer: «»Llegó la primavera…
Cogidos de la mano
vamos a la pradera a cortar flores,
amado, sin temores, que es temprano.»»

Hoy te digo: «»Murió la primavera
y también el verano;
pero vamos al huerto,
que aún pueden nuestras manos
extraer de las uvas
el jugo que rebosa en nuestras cubas.

Antes que el hielo llegue,
vamos al campo, unidos de la mano;
nuestra hoz de plata las espigas siegue,
que aún es temprano.»»

Mañana te diré: «»Dulce bien mío,
la nieve nos rodea,
llegó el invierno frío,
pero aún el fuego del amor caldea
nuestras almas dichosas;
ya la vida nos niega frescas rosas,
madura fruta y rica mies dorada;
ya en nuestras venas la pasión no arde;
ya la tierra nos brinda suave almohada.
Amado: ¡vamos a dormir, que es tarde…!»

Primicias

Para Ana Jilma

Tú llegaste al hogar como primero
fruto de amor en estación dorada
y tu presencia -lumbre de lucero-
hizo más bella la feliz morada.

El tiempo discurrió suave, ligero,
sobre tu infancia siempre iluminada
por el amor, que desde enero a enero
es del hogar la lámpara sagrada.

Y llegas hoy, dichosa y conmovida,
sin saber de dolor ni desengaños,
al dorado balcón de quince años:
¡es la edad más hermosa de la vida!

Pero guarda el recuerdo de tu infancia,
¡rosa celeste de inmortal fragancia!

Niño Goloso

En el árbol de la noche
cuelgan espléndidas
frutas;
yo quiero la más hermosa,
redonda y blanca: ¡la luna!

¿Su pulpa, será de coco,
de guineo o de naranja?
¿Tendrá jugo delicioso
como piñas o granadas?

¿Cómo será su perfume:
suave y puro de violetas,
fuerte y raro como
orquídeas
o de todos tendrá mezcla?

Si yo comiera esa fruta
no sé qué me pasaría…
Si tan solo con mirarla
¡me emborracho de
alegría…!

Del Libro: Semillitas
Lectura para niños No.2
Edición: Red de Materiales Artesanales

Matinal,

En tanto que la aurora,
jardinera celeste,
hace abrir las brillantes amapolas
de los prados de Oriente,
se despiertan las aves
que sueñan en las ramas
y tienden hacia el aire
las flechas de sus alas.

Así mi alma también cada alborada
_tal el cielo de rojos arreboles_
se tiñe con el grana
de bellas ilusiones,
y, cual aves de luz, mis esperanzas
en ascendentes giros
tienden hacia el azul sus verdes alas
con ansias de infinito…
Del libro: Parnaso Infantil

En medio de los árboles,

En medio de los árboles
mi padre se formó;
su cuerpo era de roble
de seda el corazón

En medio de los árboles
la madre de mi amor
creció sana y hermosa
como silvestre flor.

En medio de los árboles
mi infancia transcurrió
¡alegría de arboleda
flotaba en mi ilusión…! )

En medio de los árboles
yo busco inspiración:
ellos dan energía,
serenidad y amor…!

Historia De Hoy

Cuando la tierra sea poesía
volaremos despiertos por detrás de las nubes
habrá una estrella en todos los tejados
y veremos las cosas que hasta entonces no vimos
la luna rubia baña los hoteles
hay una fiesta en el ático muchachas con los ojos de cerveza
bailar con ellas mientras se hunde el mundo
en la violeta claridad de junio
con monedas de espuma saltando en el bolsillo deseando llegar
y contar la aventura a los amigos mirad este es el cielo
os haré un mapa con palabras verdes
aquí está la verdad aquí está la belleza cuidado con el bosque
seguid este camino para entrar en el oro
aquí está la ciudad donde es imposible morir
comprad su luz famosa
llamando a las ventanas llegar tarde después
nuestra vida empapada por la lluvia naranja
ya lo veis ya lo veis
os dije que podíamos cantar
y entraremos cansados de volar
en una casa llena de manzanas
donde todo es muy lento y el mar aún no ha nacido
todo eso será cuando vivamos
cuando la tierra sea poesía.

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SE VAN, SE VAN, SE VAN… [Mi poema]
Carlos Rubio Rosell [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

¿Qué pasa, qué le ocurre a las campanas
que en vez de repicar están llorando,
los viejos del lugar abandonando
cual fuera de vivir no tengan ganas?

Se van, se van, se van por las mañanas
se van a todas horas, por las noches
se van poquito a poco y sin reproches
cansados de cuidar y cantar nanas.

A solas, sin chistar, sin una mano
que pueda trasmitir algo de aliento,
se van uno tras otro a paso lento
sin rito al que agarrarse de un cristiano.

Sin nadie que les rece una oración
se van, se van, se van, se van, se van,
cual trastos a guardarse en el desván
dispuestos a olvidarse en un rincón.
©donaciano bueno

La vida es injusta pero más lo es la muerte y aún más en tales circunstancias Share on X

El maldito coronavirus se ha cebado en los mayores como si pretendiera exterminarlos de un plumazo sin siquiera permitirles un último abrazo de despedida.

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Rubio Rosell

Cuántas veces

Cuántas veces, amenazada por la ira, dijiste que sí,
que tal vez las nubes grises de su cielo
no volverían a escupirte a la cara tormentas de odio.

Cuántas veces, convencida por la bondad de sus ojos,
cambiaste el espejo roto
para mirarte en ellos nuevamente.

Cuántas veces dijiste que sí,
sola en la muchedumbre que te absorbía,
cuántas, cuántas veces,
golpeada, amoratada, enjaulada
en el nido que tú misma habías construido
volviste a dejar tu cuerpo a la deriva,
naufragando en sus brazos de ola enfurecida,
entregada al ultraje como un botín de guerra.

Cuántas veces tus labios temblorosos
no pudieron decir ¡ya basta!
Cuántas, cuántas veces.

Huida

Ella huía en el dolor,
huía para no dejarse atrapar por la costumbre,
para escapar de la cocina donde todos los días
hervía café con amargura y preparaba tostadas de tristeza,
para olvidarse de las habitaciones que limpiaba de reproches,
de la rutina de esperarlo con las piernas abiertas al insulto,
los labios partidos de silencio y la mirada prisionera.

Nunca le traía flores, sino burla y desprecio
y a menudo le regalaba puñetazos.
La amaba como se ama un cigarrillo cuando se está aburrido,
con la felicidad de una bala que explota en el pecho,
sin ternura fingida ni dulzura forzada.

Se miraba al espejo y encontraba en las marcas de los golpes
un pasaporte al olvido de sí misma,
viajera hacia la tierra donde ya no era nada,
sin miedo ni angustia ni espera,
volátil, ligera, ajena a su cuerpo violado una y otra vez,
vencida la memoria del horror y el martirio,
feliz en esa fuga y libre al fin para encontrar la muerte.

La niña madre

Juega la niña
con su muñeco de carne;
juega y lo abraza
hasta romperle las tripas,
hasta dejarlo sin alma y sin hambre
para que no sufra y no llore.

Qué ilusión pone la niña
en ver crecer su barriga,
qué desaliento que el padre
ande en la bicicleta.

Una noche ambos jugaban
a ser los novios perfectos
y en el abrazo de sangre
sus cuerpos se confundieron.

Ella buscaba un recuerdo
y se encontró un misterio;
él disputaba una apuesta
y se quedó con el premio.

Ahora la niña no quiere
jugar a la madre grande,
pero el muñeco de carne
roba sus horas de ensueño
y tiñe sus madrugadas
con el color del desvelo.

Pobre niña madre
nunca tuvo más tiempo
para jugar a otras cosas
que no fueran las del muñeco,
y poco a poco se fue apagando
hasta pudrirse en silencio.

Fragilidad

El corazón se parte solo,
no hace falta darle martillazos,
apenas el roce de una caricia ausente,
la ligera brisa de un olvido
o el delicado silencio tras una despedida.

El corazón es frágil aún en las pieles más duras,
aún en aquellas almas rocosas que han visto la muerte.

Si una palabra despojada de cuchillos es paciente,
noble o envilecida, puta, cabrona, alegre o triste,
esperará a que llegue su momento,
penetrará hasta lo más profundo de la sangre,
ahí donde se inventa la vida,
y convertirá unas cuantas gotas
en diamantinas lágrimas que horadarán el pecho
hasta romperlo todo.

Estrategias para besar un coño

1

Dirigirse a los ojos.
El resto es símbolo.
Todo debe arder.

2

Huir de la impaciencia.
Como un cazador de soles
esperar eclipses de alegría.

3

Encontrar la cúspide del alma,
el terciopelo del deseo,
la feliz conjunción del horizonte.

4

Perseguir la embriaguez de la saliva,
la alquimia de esencias
que contienen lo ignoto.

5

Desnudarse de pronombres.
Asistir al rito como un sacerdote
que oficia por toda la humanidad.

6

Estar dispuesto a zozobrar.
Es la mejor manera de no morir en el naufragio.
Y con cielo despejado siempre hay la posibilidad
de volver a zarpar.

7

El temor a la sangre es atávico.
Pero es lo que nos une a la vida.
El caldo de los días de muerte.

8

Escuchar el rumor del aire,
la fiesta encerrada en cada eco,
el violento torbellino que se avecina.

OLVIDO

Dibujé tu pelo en el laberinto obscuro de la noche,
cuando era imposible recuperar el viento
y el brillo que repetían a coro tus cabellos
la tibieza del aire entre su sombra.

Nada de aquel tiempo cabía en el trazo
y sin embargo eran ciertas las líneas del lápiz
que fijaba el sueño y a memoria.

Había una sonrisa que duraba años
y una mirada sin pasado,
el gesto verdadero de las cosas que perduran,
el infinito resplandor de la alegría.

Escarbé la noche para precipitarme en el centro de tus ojos,
vacío de ebriedad y de deseo, abrazado a una cama
que se rompía entre carcajadas
y huía hacia el corazón del universo
con las astillas temblorosas
encajándose en el firmamento iluminado.

Todo quedó allá,
lejos,
desnudo de palabras.

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LAMENTO AL VIENTO [Mi poema]
José Eusebio Caro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Veo a cientos, mil gorriones
que se empinan en tu chepa,
sin motivo, que se sepa,
defecando sus razones.
En molestas situaciones
se mofan de ti y tu orgullo
presumen de hacer barullo,
y allí exhiben sus pendones
entonando sus canciones
que suenan a Perogrullo.

A ti vienen a turbar,
a ti, que duermes la siesta,
con su fanfarria siniestra
la tabarra quieren dar.
Y no te dejan soñar
pues con sus ruidos desvelan,
ya que obsesos son y apelan
a que suyo es el solar.
Que no quieren molestar
aunque molestarte suelan.

Y aun cuando sepan te duelan
vuelven a revolotear
y en tí vuelven a soltar
excrementos aunque huelan.
Ni lágrimas les consuelan
que su exceso es tan voraz
que, aunque exentos de maldad,
insumisos se revelan,
más allá no van, no vuelan,
la frontera es su ciudad.

Y apelan así a su historia,
su idioma, su identidad,
no importa si es la verdad
que minutos son de gloria.
Un aparte en la memoria,
que ahora quieren olvidar,
que fueron tu valladar
y también fue su victoria.
Prefieren antes la gloria
de un posible lupanar.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  José Eusebio Caro

A OCAÑA

Aquí nací: bajo este hermoso cielo
Por vez primera vi la luz del sol;
Aquí vivieron mis abuelos todos…
¡Adiós, Ocaña! ¡adiós, Ocaña! ¡adiós!

¡Ocaña! ¡Ocaña! ¡dulce, hermoso clima!
¡Tierra encantada de placer, de amor!
Ufano estoy de que mi patria seas…
¡Adiós, Ocaña! ¡adiós, Ocaña! ¡adiós!

Mi padre aquí, de boca de mi madre
El dulce sí por vez primera oyó…
¡Adiós, Ocaña! ¡adiós, Ocaña! ¡adiós!

Y yo también aquí pensé… ¡silencio!
Olvidemos tan plácida ilusión;
Y aunque mi pecho deba desgarrarse,
¡Adiós, Ocaña! para siempre adiós!

EL CIPRÉS

¡Árbol sagrado que la obscura frente,
Inmóvil, majestuoso,
Sobre el sepulcro humilde y silencioso
Despliegas hacia el cielo tristemente!
Tú, sí, tú solamente
Al tiempo en que se duerme el rey del mundo
Tras las altas montañas de occidente,
Me ves triste vagando
Entre las negras tumbas,
Con los ojos en llanto humedecidos
Mi orfandad y miseria lamentando.
Y cuando ya de la apacible luna
La luz de perla en tu verdor se acoge,
Sólo tu tronco escucha mis gemidos,
Sólo tu pie mis lágrimas recoge.

¡Ay! hubo un tiempo en que feliz y ufano
Al seno paternal me abandonaba;
En que con blanda mano
Una madre amorosa
De mi niñez las lágrimas secaba…
¡Y hoy, huérfano, del mundo desechado,
Aquí en mi patria misma
Solitario viajero,
Desde lejos contemplo acongojado
Sobre los techos de mi hogar primero
El humo blanquear del extranjero!
Entre el bullicio de los pueblos busco
Mis tiernos padres para mí perdidos;
¡Vanamente!… los rostros de los hombres
Me son desconocidos.
Y sus manes, empero, noche y día
Presentes a mis ojos afligidos
Contino están, contino sus acentos
Vienen a resonar en mis oídos.

¡Sí, funeral ciprés! cuando la noche
Con su callada sombra te rodea.
Cuando escondido el solitario búho
En tus obscuros ramos aletea;
La sombra de mi padre por tus hojas
Vagando me parece,
Que a velar por los días de su hijo
Del reino de los muertos se aparece.
Y si el viento sacude impetuoso
Tu elevada cabeza,
Y a su furor con susurrar medroso
Respondes pavoroso;
En los tristes silbidos
Que en torno de ti giran,
A los paternos manes
Escucho que dulcísimos suspiran.

¡Árbol augusto de la muerte, nunca
Tus verdores abata el bóreas ronco!
¡Munca enemiga, venenosa sierpe,
Se enrosque en torno de tu pardo tronco!
¡Jamás el rayo ardiente
Abrase tu alta frente!
¡Siempre inmoble y sereno
Por las cóncavas nubes
Oigas rodar el impotente trueno!
Vive, sí, vive; y cuando ya mis ojos
Cerrar el dedo de la muerte quiera,
Cuando esconderse mire en occidente
Al sol por vez postrera,
Moriré sosegado
A tu tronco abrazado.
Tú mi sepulcro ampararás piadoso
De las roncas tormentas;
Y mi ceniza entonce agradecida,
En restaurantes jugos convertida,
Por tus delgadas venas penetrando
Te hará reverdecer, te dará vida.

Quizá sabiendo el infeliz destino
Que oprimió mi existencia desdichada,
Sobre mi pobre tumba abandonada
Una lágrima vierta el peregrino.

DESPEDIDA DE LA PATRIA

…terraeque urbesque recedunt.
Virgilio, Eneida.

My native land, good night
Byron, Child Harold.

Lejos ¡ay! del sacro techo
Que mecer mi cuna vio,
Yo, infeliz proscrito, arrastro
Mi miseria y mi dolor.
Reclinado en la alta popa
Del bajel que huye veloz,
Nuestros montes irse miro
Alumbrados por el sol.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

A tu manto, cual un niño,
Me agarraba en mi aflicción;
Mas colérica tu mano
De mis manos lo arrancó:
Y en tu saña desoyendo
Mi sollozo y mi clamor,
Más allá del mar tu brazo
De gigante me lanzó.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

De hoy ya más, vagando triste
Por antípoda región,
Con mi llanto al pasajero
Pediré el pan del dolor:
De una en otra puerta el golpe
Sonará de mi bastón,
¡Ay, en balde! ¿en tierra extraña
Quién conocerá mi voz?
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

¡Ah, de ti sólo una tumba
Demandaba humilde yo!
Cada tarde la excavaba
Al postrer rayo del sol.
«¡Ve a pedirla al extranjero!»
Fue tu réplica feroz:
Y llenándola de piedras
Tu planta la destruyó,
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

En un vaso un tierno ramo
Llevo de un naranjo en flor:
¡El perfume de la patria
Aún aspiro en su botón!
Él mi huesa con su sombra
Cubrirá; y entonces yo
Dormiré mi último sueño
De sus hojas al rumor.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

MI SUERTE

¡El pobre! Al pobre menosprecia el mundo
El pobre vive mendigando el pan;
Falsa piedad o ceño furibundo,
Cual un favor le dan.

La gloria al pobre le deniega un nombre,
El poder le deniega su esplendor,
La noche el sueño, su amistad el hombre,
La mujer el amor.

¡Oh, verdes bosques, círculo del polo!
¡Montes, desiertos donde el rico va!
¡Mar insondable, eterno, inmenso y solo!
¡El pobre no os verá!

¡Ah! en los ojos del pobre brota el lloro,
Y no enternece un solo corazón;
Que las lágrimas sólo en copa de oro
Merecen compasión.

¡Vedlo! su pie la tierra triste pisa;
Todo en él nos revela el padecer:
Ojos sin luz, y labios sin sonrisa,
Y vida sin placer.

Y empero el pobre tiene una esperanza
Que vale más que el mundo y mundos dos;
¡Inmenso bien que el oro vil no alcanza!
—¡El pobre tiene a Dios!

EL POBRE

¡El pobre! Al pobre menosprecia el mundo
El pobre vive mendigando el pan;
Falsa piedad o ceño furibundo,
Cual un favor le dan.

La gloria al pobre le deniega un nombre,
El poder le deniega su esplendor,
La noche el sueño, su amistad el hombre,
La mujer el amor.

¡Oh verdes bosques, círculo del polo,
Montes, desiertos donde el rico va!
¡Mar insondable, eterno, inmenso y solo!
El pobre no os verá.

¡Ah! en los ojos del pobre brota el lloro,
Y no enternece un solo corazón;
Que las lágrimas sólo en copa de oro
Merecen compasión.

¡Vedle! su pie la tierra triste pisa;
Todo en él nos revela el padecer:
Ojos sin luz, y labios sin sonrisa,
Y vida sin placer.

Y empero el pobre tiene una esperanza
Que vale más que el mundo y mundos dos;
Inmenso bien que el oro vil no alcanza
El pobre tiene a Dios.

MEMORIAS

Dulces memorias,
Cual inefables glorias,
Hoy recibí que me has dejado:
¡Y hoy vuelvo humilde apenas un quizá!

Viejas historias,
Que son a ti notorias,
Esto en refrán han consagrado:
¡Quien recordó quizá después querrá!

¡Oh! ya lo veo
¡Oh! ya en tus ojos leo
Que a replicarme vas ceñuda:
¡Quien recordó tal vez odiando está!

¡Ah! si el deseo
También orgullo feo
No te parece, cual la duda,
Deja que al menos vuelva un ojalá.
Septiembre, 1838.

ESTAR CONTIGO

¡Oh, ya de orgullo estoy cansado,
ya estoy cansado de razón;
déjame, en fin, hable a tu lado
cual habla sólo el corazón!

No te hablaré ce grandes cosas;
quiero más bien verte y callar;
no contar las horas odiosas
y reír oyéndote hablar.

Quiero una vez estar contigo,
cual Dios el alma te formo;
tratarte como a un viejo amigo
que en nuestra infancia no amó.

Volver a mi vida pasada,
olvidar todo cuanto sé,
extasiarme en una nada
y llorar sin saber por qué.

¡Ah!, para amar Dios hizo al hombre.
¿Quién un hado no da feliz
por esos instantes sin nombre
de la vida del infeliz,

Cuando, con la amarga desgracia
de amor doblado su poder,
toda su alma ardiendo vacía
en el alma de una mujer?

¡Oh, padre Adán! ¡Qué error tan triste
cometió en ti la humanidad,
cuando a la dicha preferiste
de la ciencia la vanidad!

¿Qué es lo que dicha aquí se llama,
sino no conocer temor,
y con la Eva que se ama,
vivir de ignorancia y de amor?

¡Ay!, más con todo así nos pasa:
con la patria y la juventud,
con nuestro hogar y antigua casa,
con la inocencia y la virtud.

Mientras tenemos despreciamos,
sentimos después de perder,
y entonces aquel bien lloramos
que se fue para no volver.

En boca del último inca

Ya de los blancos el cañón huyendo,
hoy a la falda del Pichincha vine,
como el sol vago, como el sol ardiente.
como el sol libre.

¡Padre sol, oye!, por el polvo yace
de Manco el trono; profanadas gimen
tus santas aras: yo te ensalzo solo,
solo, mas libre.

¡Padre sol, oye!, sobre mí la marca
de los esclavos señalar no quise
a las naciones; a matarme vengo,
a morir libre.

Hoy podrás verme desde el mar lejano,
cuando comiences en ocaso a hundirte
sobre la cima del volcán tus himnos
cantando libre.

Mañana solo, cuando ya de nuevo
por el oriente tu corona brille,
tu primer rayo dorará mi tumba,
mi tumba libre.

Sobre ella el cóndor bajará del cielo.
Sobre ella el cóndor que en las cumbres vive
pondrá sus huevos y armará su nido,
ignoto y libre.

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QUITARME DE ENMEDIO [Mi poema]
José Luis Rey Cano [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo un día lo elegí y hoy lo lamento,
nunca podré decir no me avisaran,
sé, no quise escuchar, cuánto lo siento,
obviar acompañarme en sentimiento,
tamaña decisión, que hoy se apiadaran.

Y decidí llevarla hasta el altar
haciendo de aquel consejo oídos sordos,
sin salvavidas lanzarme hasta alta mar
y anduve en un constante naufragar
en la gran profundidad de los fiordos.

Hoy solamente siento un gran pesar
mas comprendo no tiene ya remedio.
No deseo, no puedo ya esperar
que la calma me quiera acompañar,
sólo aspiro a quitarme ya de en medio.
©donaciano bueno

#De arrepentidos están los cementerios llenos? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Luis Rey Cano

Historia De Hoy

Cuando la tierra sea poesía
volaremos despiertos por detrás de las nubes
habrá una estrella en todos los tejados
y veremos las cosas que hasta entonces no vimos
la luna rubia baña los hoteles
hay una fiesta en el ático muchachas con los ojos de cerveza
bailar con ellas mientras se hunde el mundo
en la violeta claridad de junio
con monedas de espuma saltando en el bolsillo deseando llegar
y contar la aventura a los amigos mirad este es el cielo
os haré un mapa con palabras verdes
aquí está la verdad aquí está la belleza cuidado con el bosque
seguid este camino para entrar en el oro
aquí está la ciudad donde es imposible morir
comprad su luz famosa
llamando a las ventanas llegar tarde después
nuestra vida empapada por la lluvia naranja
ya lo veis ya lo veis
os dije que podíamos cantar
y entraremos cansados de volar
en una casa llena de manzanas
donde todo es muy lento y el mar aún no ha nacido
todo eso será cuando vivamos
cuando la tierra sea poesía.

CANCIÓN DE CUNA 1870

Un niño se ha perdido.
Por el camino de niebla
son fantasmas los olivos.
La iglesia está cerrada a cal y canto.
Ya no suena la música. Es domingo.
Barco pirata, el pueblo está hechizado.
Del cielo se desprenden los erizos.
Un ángel llora. El puente ya es violeta.
Han muerto los burgueses. Y un suspiro
se escucha al alejarse la carroza.
Rimbaud sueña con lobos y con lirios.

País poético en Rochester

Cuando la tierra sea poesía
volaremos despiertos por detrás de las nubes
habrá una estrella en todos los tejados
y veremos las cosas que hasta entonces no vimos
la luna rubia baña los hoteles
hay una fiesta en el ático muchachas con los ojos de cerveza
bailar con ellas mientras se hunde el mundo
en la violeta claridad de junio
con monedas de espuma saltando en el bolsillo deseando llegar
y contar la aventura a los amigos mirad este es el cielo
os haré un mapa con palabras verdes
aquí está la verdad aquí está la belleza cuidado con el bosque
seguid este camino para entrar en el oro
aquí está la ciudad donde es imposible morir
comprad su luz famosa
llamando a las ventanas llegar tarde después
nuestra vida empapada por la lluvia naranja
ya lo veis ya lo veis
os dije que podíamos cantar
y entraremos cansados de volar
en una casa llena de manzanas
donde todo es muy lento y el mar aún no ha nacido
todo eso será cuando vivamos
cuando la tierra sea poesía

Plenitud

Cuando murieron los poetas ingleses y franceses
la rosa florecía.

Cuando murieron los húmedos poetas alemanes
la rosa florecía.

Cuando murió Montale y el cielo se llenó de diamantes asmáticos
la rosa florecía.

La rosa florecía
cuando murió también Whitman el núbil.

Verde siempre el vestido de este aire.
Yo vivo con la rosa que no muere.

Baltimore

Para María José

Te quiero porque hay nubes amarillas
tu vestido en la lluvia
campanillas azules en los pies
se quieren cuando entra lentamente la luz

Te quiero cuando llegan los piratas
y la luna y la arena son todo mi tesoro
y acabo de lavar la ropa de los niños
y he perdido un recuerdo
los he visto quererse flotando sobre el mundo

Y ella tuvo la espuma yo la quise en el aire
y cogió él la luz cuando os besabais
nos queremos callando se quisieron a gritos
y las islas subieron y tocaron el sol
sí la quiso desnuda te he querido y dormías
en un mar infinito y un planeta naranja

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MI POEYA INVITADO: Edilberto Cardona Bulnes

Pedruscos rojos, pedruscos blancos.

¿Me puedes ver, hermano?
Recordando pudiera hablar de un cinturón
de hierro, de un collar de piedra,
de una frontera de plomo, constriñéndome.
Literatería. Literaterismo de verseros.
Contigo, Muerte,
nos respiramos la palabra.
Quebramos el espejo de entre nosotros
y a oscuras, a ojos cerrados, te miras,
me miras, como me miro, como te miro.
cambiamos ojos.
¿Cuáles son los tuyos? ¿los míos?
Cuando estamos más lejos
es cuando vamos por la playa
de la mano, perdiéndonos en hierba,
en nieve, y hallándonos
en cualquier parte a toda hora,
y esto, volviéndonosles, intransmisible,
no se explica ni cantándolo.
Nuestro lo mío tuyo.
Sin reservas. Sin regateo.
No hay cuenta con los hombres.
No debemos nada. A nadie.
¿Qué me han de cobrar? ¡Bah! ¿Quiénes?
¿Saldo o total de qué? ¿Cuál es mi deuda?

Clark Kent emerge de lo cotidiano buscando

su permanencia sobre la diaria grandiosidad
del periódico, visualizarse en la acción
deportiva, en la fresca juventud, infantilidad
instintiva del deporte y en la serena adultez
de la letra, el juego juego solo
y el juego del signo, lo inabstraíble
del acto, de lo real manifestándose, juego
vivo, y la realidad en abstraída
realidad altísima, sólo claridad
comunicándose, juego vívido; lo deportivo
y lo periódico, deporte y periodismo,
periodismo-deporte, lo fugaz renovándose,
nuevo, ¡ya!, fijación del instante,
del relámpago. Irrumpe día a día
cuajándose, vitalizándose a través
de los que han hecho de su vida
un juego palpitante, alucinante, candente,
ágil, digno de héroes, de campeones, dioses,
acto que asombra, pasma, da sentido,
razón a la existencia, como paradigmasde lo supremo, espectacular, indiscutible,
indisputable, irrecusable culminación
de lo máximo, lo único. Clark Kent, este
permanente periodista de la instantaneidad
contemporánea, de los entusiastas múltiples,
multitudinarios, de la aventura colectiva
sobre los verdes engramados claros,
animosa, estimulante, tonificante, alegre,
sana, fenomenal, del triunfo de la prontitud,
la rapidez, lo raudo, la agilidad,
la oportunidad, la audacia, la fuerza,
la inteligencia, el vigor, el amor, el coraje,
el civismo, el poder, cúspide inobjetable
de lo épico, lo actual, lo dinámico,
lo vital, lo genial; este periodista activo,
vivo, hábil, íntegro, convive, vive
con los mejores ejemplares humanos
y baja hasta nosotros diariamente
a mezclarse con nosotros por la amplitud
el desprendimiento ecuánime del periodismo
en su función testimonial, social, popular,
directriz, humana, sin más compromiso
que cubrir y cumplir con el deber
de informarnos ni más satisfacción para sí
que la misma del deber que se cumple
en favor de naturalizarnos ciudadanos del mundo,
habitantes, contemporáneos de la hora
del progreso, de la evolución, del ser histórico,
con los que hacen la historia
y son la historia,los prototipos del género, de la acción, del drama.
Clark Kent, nuestro cabal intermediario
lealtísimo, el informado, el conocedor,
sabedor de lo grande, de todo, de lo que no
supiéramos si no fuere por él, él,
el pavlov de la información; él, el bergson
de la novedad última, el perseo, teseo
de lo absurdo, prometeo, jesucristo
de la verdad, él, el servet de la vida;
él, el arquímides de las cosas; él, el sócrates
del honor; él, el descartes de la opinión
pública, proteo del ser, pluto, creso, midas,
onasis de la idea, freud de la razón,
ezequiel de la luz, alejandro del idioma,
bolívar de la palabra, se nos deja
aproximar como si fuéramos iguales
permitiendo tutearlo, poder decirnos
cómo estás, cómo estuvo eso, cuéntanos
haznos conocer, ansiamos, necesitamos,
nos urge saber. Clark Kent es el que sabe
y el que está entre nosotros, los anónimos,
y ellos, los epónimos, y aún así
participa de nuestra inutilidad,
nulidad, de nuestra abnegación, de esta
innata, atávica, adánica timidez
de estúpidos, los más que estúpidos,
los extranjeros, los inválidos, estos
que no pudimos ni podremos estar
adentro, los inferiores, los ínfimos,
esos desgraciados pobres diablospaupérrimos que no sabemos ni supimos
nada, aquellos execrables invasores
que no sabremos nada de nada… aquello.
Clark Kent nos salva, espartaco
de menesterosos ignorantes apátridas,
nos colma, nos significa, nos da el significado,
inventa ser uno de nosotros, miente ser
de nosotros el tímido, el encubierto,
y calcula, especula estafando
nuestra perfecta credulidad de imbéciles,
nuestra normal anormalidad desde
su juicio, desde él natural a nuestra
condición natural de idiotas, y cerca,
constriñe y avasalla, coloniza
bajo una falsa realidad que nos cae
pusilánime falsamente repitiéndonos.

Y venís, mariposas, por caminos i-rreales
a nos: (otros).
La nula existencia de ejemplares de este libro en las bibliotecas hondureñas llevó a la Editorial Ypres a investigar, hasta que llegaron a Sistema de Bibliotecas, Documentación e Información de la Universidad de Costa Rica, y finalmente en la Biblioteca Carlos Monge Alfaro, localizaron un ejemplar completo. La Editorial Ypres hizo una recopilación íntegra de los poemas tras encontrar el ejemplar original. Esta es una selección de algunos poemas que componen ese libro «perdido». La transcripción es textual, incluyendo algunos posibles errores tipográficos.

YO ESCRIBO… [Mi poema]
Isabel de los Ángeles Ruano [Poeta sugerido]New

MI POETA… de medio pelo

 

Yo escribo por escribir que no me tientan los retos
pues con todos mis respetos no sabría qué decir,
que a mí el dar y el recibir
palabras son que en sonetos
sólo si éstos son muy escuetos
los podría describir.

Ni siquiera sé hoy vivir y a mi voluntad someto
y trazo algún vericueto cuando ya pienso en morir,
soy como el que piensa en ir
que en regresar no me meto
pues que nunca yo prometo
lo que no puedo sentir.

Un sujeto impertinente que duda de lo que piensa
agarrado a su despensa, miedo a fenecer de hastío,
que avanza tras de algún río
sin descanso, espera tensa,
que hace a la verdad más densa,
que lo suyo es albedrío.

Que sólo soy aprendiz, no me pongas soy poeta,
que no me gusta esa treta de presumir de maestro,
un personaje siniestro
deseando ser esteta
una rueda en la carreta
prefiero que a ser cabestro.

Alguien que se come el coco intentando superarse
mas no desea arrastrarse y aun menos hacerse el loco,
que avanza poquito a poco,
sin aliento ha de quedarse
ni en lágrimas ahogarse.
pues a nadie yo provoco.

Que yo prefiero pintar mis versos de colorines
y en sábados en maitines con sus notas adornar
para unirnos a brindar
textos que no folletines
cual si fueran calcetines
a los que hay que remendar.

Que pagar, no han de pagar, con que lean me contento
e intuyan el pensamiento que yo he elegido al sembrar,
que poner quiero el acento
con mis trastos de matar
y aquí los llevo al altar
con su y mi consentimiento.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Isabel de los Ángeles Ruano

Los desterrados

Hoy he visto un cementerio vacío,
solo un niño
correteaba sobre las tinieblas,
corría huyendo de los asesinos
y quería atrapar una mariposa.

Entonces me dolió tener la voz
de los desterrados,
me dolió que no me dejaran gritar,
me dolieron las víctimas, la carne torturada,
me dolió la miseria.

Lloré sobre las flores, entre los muertos,
bajo la luz del cielo, entre geranios tristes,
lloré con el gemido de las cocinas deshabitadas,
con el coraje de los desempleados, con la
apagada
linterna de las barriadas escondidas.

Lloré por mis anhelos asesinados,
por esta sorda metralla que ciega,
por no tener donde decir, por no poder hacer,
por el dolor de los que estamos desterrados,
amargamente desterrados, escabulléndonos,
morosos de las tumbas, inquilinos de las criptas
que esperan.

Aurora nueva

Amanecí de nuevo.
No he muerto. Estoy viva.
Respiro y soy.
Aún soy con esta luz de fuego.
Así soy
con la aurora que nace.
Así soy resonando en mi pecho.
Jubilosa y feliz.

A Luis Cernuda

Viejo solitario de la tarde,
te veo con tu vaso de ron, escribiendo
tu tristeza de niebla, trajinante
como una yegua loca, sorbiendo lentamente
una lágrima gris, deslucida, amarillando
junto a la briosa estación del verano.

Te veo envuelto en papeles oscuros
en el departamento quieto, separado
de la ciudad, caminando en sigilo,
viendo que gota a gota se te escapaba el cielo,
huyendo en la bruma metálica de la lluvia,
resguardado en los terribles potros que cabalgaban
tu antiguo vicio de llorar despierto.

Te resucito en las pavesas alejadas
en las remotas playas del insomnio acezante
y en los inquietos torbellinos de espera.
De niño te encuentro en un caserón deshabitado
y siento crecer en ti brillantes mariposas,
el júbilo de los cuerpos desconocidos
deseados en cualquier parte.

Te quiero en ese resplandor de miedo voluptuoso
donde nació el acento melancólico,
en las ventanas del sueño, en ese gemir suave
de adolescente incendiado en el otoño,
te quiero en el vaivén de habitaciones olvidadas,
ignorado en escalerillas fantasmas,
martillando una angustia sin nombre,
tragando besos sucios a hurtadillas del día,
comprando una primavera inexistente
bajo un silencio de sombras y sábanas revueltas.

Te busco guarecido en oscuros cinematógrafos,
hundido en cualquier esquina, pensativo,
rumiando tu ingenuidad desmelenada,
sentado en algún bar, fugitivo en derrota,
oyendo un vulgar silbido de jauría,
almacenando siluetas, rompiendo espejos falsos,
lanzando amargas flechas sin respuesta.

Y te gustaba pasear sobre los puentes,
sentir correr los ríos, oír el mar,
te esfumabas con las volutas del ocaso
y mirabas de vez en cuando a las estrellas.

A veces te dolía la vida, casi recuerdo tu gesto,
tu voz taciturna, aquellos ojos que se perdían
tras una lejanía invisible,
tus manos desgranadas en las puertas del alba,
la canción siempre hirviendo en tus torres de espanto,
el violín cabizbajo que reptaba tu ensueño
la máquina de escribir que te seguía
y los discos de jazz disfrazándose en la penumbra.

Entonces añoro las cortinas regadas en torno tuyo,
ese misterio vacío, esa leyendas de avenidas esparcidas,
la guitarra del viento acompañada de roncas voces,
las vacilantes perspectivas de los desvanes macilentos,
el suicidio de peregrinas campanas desquiciadas
desapareciendo en las esclusas derruidas del tiempo.

Añoro las dispersas ansiedades que desgarraron
tu vibrar de avecilla desgajada al invierno,
tu displicente recorrido de espermas apagadas,
la aguja que rompía tu vibrante relámpago,
la cuchilla del sexo trepando tus nervios,
tu tibio abrazo dulce de ruiseñor tremendo,
las noches en que el mundo te crujía insepulto
tras una cordillera de plumajes azules,
la rosa que perdiste en las veredas náuticas,
la emoción presentida, los caminos abiertos
a tus zapatos que hollaban las inciertas regiones
donde un ancla de bermellón ataja los placeres prohibidos
tras las puertas abiertas desbocadas al sueño.

Te siento pasajero, de una inmensidad amorfa
viviendo en las filas de los que retan, en esa
difícil soledad de ir cargando una cantidad de absurdas cosas,
entre fórmulas aparatosas y obligadas,
en una pirámide de aburrimientos continuados,
y el hastío de ir repitiendo historias
en evasiones que se esconden en laberintos
dislocados, en ese rugir sordo que nace y quema,
en la protesta que vuelca y hiere
junto a las murallas.
Porque llega la hora en que ya nada importa
y entonces explotaron tus versos, te regaste
como una erupción incandescente, como una lava violenta.

Porque morías en la secuencia de las semanas
de disecadas focas, en las farolas mudas
que quiebran los anhelos caracoleantes,
en los lechos abandonados, en los cocodrilos
de taxidermia inconclusa, en los años que doblan,
en ese instante de ya no sorprenderse,
en ese susto repentino que arrasaba, desolador,
temible, en la repentina voz que aullaba
exigente, profunda, en un fluido de fiebre
como una líquida plataforma que te llevara.

Ahí estaban las azoteas del hielo,
el grito partiéndose en pedazos,
la atribulada pesadumbre de repartirse,
de huir, de esconderse en suburbios pedregosos,
de ser frágil, de humo, efímero, de sólo aventar
un ruego caldeado en disgregados cristales,
en un frío que recorría callejones sonámbulos,
intemperies agonizando bajo epilépticos alambres
sincronizados al fúnebre estertor.

Y te esfumabas en la sangre disuelta de los cadáveres morados,
en la serenidad del paseante
que violaba las tiránicas ataduras, en la fiera,
inextinguible antorcha que encendías, en la valiente
y dolorosa actitud de ser tú mismo.

Caricatura de la verdad

Vengo de mitos desbaratados
donde se quiebra el tiempo.

Armo en mi ser nuevas estructuras.
necesito el mármol de las viejas creencias
para apoyarme en algo.

Definitiva ha sido mi luz y mi ceguera,
ha sido tajante su alucinada escarcha
y mi intento triste de huir de cualquier dogma.

Así, regreso a buscar el techo de una casa,
el calor de las mentiras conocidas,
el cristal que deforme una visión
con los gastados sueños rosa.

Huí de falacias acreditadas,
me despojé de su facilidad y sus cristales,
y de pronto en la gruta de Platón vi mi silueta
terriblemente deformada.

Cinematógrafo

Luz azulada y besos distraídos,
amnesia momentánea, afuera llueve.

Siluetas, siluetas de días desaparecidos,
alardear de vida, sin telones, con butacas
inmóviles.

Humo de cigarrillos, almas calladas
con espirales de sonrisas anestesiadas.

Afuera llueve, los carros encienden sus faroles
pero la sala quieta
se estremece ante sueños encadenados con ceniza.

Hora sin soporte

Hoy pierdes un objeto, mañana otro,
como si te arrancaran a pedazos la vida;
te mutilan la voz, te quedas sin lágrimas
te cuentan del suicidio de un amigo.

Mueres a pausas tu también.
de ayer a hoy
cada dolor es una nueva llaga,
en cada instante hay una herida

El mundo de las cosas, caprichoso,
no responde a tus ideas, se te escapan los
objetos
como pequeños tiranos, se te esconden,
y te hacen girar y girar, golpearte la cabeza,
o mascar trozos de papel con ira desbordada.

Pierdes todo lo que has amado,
te hundes sin retorno en cada pliegue del
pasado

Y de súbito un caos interior,
la tempestad, la locura, toda la rebeldía,
lo indescriptible se te mete dentro,
tensos los nervios, los dientes encorajinados…
… y el tedio invencible de las horas vacías…

La noche

Qué edad, qué frío, qué tormenta
puede ser más terrible
que una noche
a solas,
una noche sin nada, una caverna
olvidada, un pasaje secreto,
de hielo.

Y digo una noche a solas
una noche de tiempo.

Y no hablo de sexo
ni del calor de un cuerpo,
no hablo de alguien, de algo,
hablo de una noche a solas
frente al universo,
en el infinito,
a solas con el cosmos chispeante,
con preguntas fósiles,
con nosotros mismos,
con todo.

Los del viento

Nosotros, los del viento,
los que llevamos versos incrustados
al centro del timón de nuestra sangre.

Nosotros, los portadores de enredaderas turbias
nacida en lo incierto de la raza.

Sí, los que llevamos el destino broquelado
más allá del color de nuestro sexo,
más allá de las voces de la herencia,
más allá del dolor de nuestro grito.

Sí, iremos cantando, cantando,
como si germinaran las palabras
y no fuera prestado nuestro aliento;
como si en verdad la luz nos recubriera
y no tocara la muerte a nuestra puerta.

Desde el corazón al alma
nos vemos royendo nuestras propias ansias,
nosotros, los seres de la tarde aniquilada,
los del perdido otoño, los del viento,
los que llevamos nuestra vida
más atada a los cielos que a la tierra
y que vamos cantando, desde siempre, cantando.

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EL ABRAZO DEL OSO [Mi poema]
José Antonio Ramos Sucre [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tomo la palabra y digo:
no quiero que me adoctrinen,
que a mi espíritu le arruinen
y me tomen por mendigo.
Que a torturas me sometan
y eviten este suplicio.
Si han de sacar beneficio
prohíbo que en mi se metan,
que no me saquen de quicio
y a principios no arremetan.

Pues que de mí soy celoso
aquí grito ¡voto a dios!
no quiero uno sino dos
¡bendito abrazo del oso!
Ese apretar cariñoso
divino, no interesado,
que algún amigo te ha dado
y agradable deja un poso
para siempre recordado
tan lindo y tan afectuoso.

Que al trigo igual que a la paja
hay que saber distinguir
y nunca dejarse ir
por quien, aunque sea alhaja,
va en busca de otro interés
que te aprieta y ves que es falso
quiere llevarte al cadalso
y sólo te muestra el bies
agua que inútil yo embalso,
del escalón, un traspiés.
©donaciano bueno

#Adoctrinar, crimen de lesa humanidad? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Antonio Ramos Sucre

Los herejes

La doncella se asoma a ver el campo, a interrogar una lontananza trémula. Su mente padece la visión de los jinetes del exterminio, descrita en las páginas del Apocalipsis y en un comentario de estampas negras.
La voz popular decanta la lluvia de sangre y el eclipse y advierte la similitud con las maravillas de antaño, contemporáneas del rey Lear.
Un capitán, desabrido e insolente con su rey, fija la tienda de campaña, de seda carmesí, en medio de las ruinas. Los soldados, los diablos de la guerra, dejan ver el tizne del incendio o del infierno en la tez árida y su roja pelambre. Un arbitrista, usurpador del traje de Arlequín, los persuade a la licencia y los abastece de monedas de similor y de papel.
La doncella aleja la muchedumbre de los enemigos, prodigando las noches de oración. Se retiran delante de una maleza indeleble, después de fatigarse vanamente en la apertura de un camino. El golpe de sus hierros no encontraba asiento y se perdía en el vacío.

Trance

He soñado con la beldad rubia. Miro su despejo y siento su voz.
Inicia con razones elegantes una conversación de motivo lisonjero.
Yo estoy prosternado. Quiero oprimir entre mis manos su diestra delgada y perezosa.
Expone en el lenguaje selecto un suceso de siglos ilustres. Refiere las cuitas de un trovador desengañado.
Yo espío los rasgos de su faz iluminada.
Añade comentarios de crítica afilada y suspicaz, y yo asiento con mudez inescrutable.

La verdad

La golondrina conoce el calendario, divide el año por el consejo de una sabiduría innata. Puede prescindir del aviso de la luna variable. Según la ciencia natural, la belleza de la golondrina es el ordenamiento de su organismo para el vuelo, una proporción entre el medio y el fin, entre el método y el resultado, una idea socrática. La golondrina salva continentes en un día de viaje y ha conocido desde antaño la media del orbe terrestre, anticipándose a los dragones infalibles del mito. Un astrónomo desvariado cavilaba en su isla de pinos y roquedos, presente de un rey, sobre los anillos de Saturno y otras maravillas del espacio y sobre el espíritu elemental del fuego, el fósforo inquieto. Un prejuicio teológico le había inspirado el pensamiento del situar en el ruedo del sol el destierro de las almas condenadas. Recuperó el sentimiento humano de la realidad en medio de una primavera tibia. Las golondrinas habituadas a rodear los monumentos de un reino difunto, erigidos conforme una aritmética primordial, subieron hasta el clima riguroso y dijeron al oído del sabio la solución del enigma del universo, el secreto de la esfinge impúdica.

Ocaso

Mi alma se deleita contemplando el cielo a trechos azul o nublado, al arrullo de un valse delicioso. Imita la quietud del ave que se apresta a descansar durante la noche que avecina. Bendice el avance de la sombra, como el de una virgen tímida a la cita, al recogerse el día y su cohorte de importunos rumores. Crecen silenciosamente sus negros velos, tornándose cada vez más densos, hasta dar por el tinte uniforme y el suave desliz la ilusión de un mar de aguas sedantes y maléficas.

Envuelto en la obscuridad providente, imagino el solaz de yacer olvidado en el son de un abismo incalculable, emulando la fortuna de aquellos personajes que el desvariado ingenio asiático describe, felizmente cautivos por la fascinación de alguna divinidad marina en el laberinto de fantásticas grutas.
Expiran los sones del valse delicioso cuando el sol difunde sus postreras luces sobre el remanso de la tarde. A favor del ambiente ya callado y oscuro disfrutan mis sentidos de su merecida tregua de lebreles alertos. Y a detener sobre mi frente el perezoso giro de su velo, surge del seno de la sombra el vampiro de la melancolía.

El resfrío

He leído en mi niñez las memorias de una artista del violoncelo, fallecida lejos de su patria, en el sitio más frío del orbe. He visto la imagen del sepulcro en un libro de estampas. Una verja de hierro defiende el hacinamiento de piedras y la cruz bizantina. Una ráfaga atolondrada vierte la lluvia en la soledad.
La heroína reposa de un galope consecutivo, espanto del zorro vil. El caballo estuvo a punto de perecer en los lazos flexibles de un bosque, en el lodo inerte.
La artista arrojó desde su caballo al sórdido río de China un vaso de marfil, sujeto por medio de un fiador, e ingirió el principio del cólera en la linfa torpe. Allí mismo cautivó y consumió unos peces de sabor terrizo. La heroína usaba de modo preferente el marfil eximio, la materia del olifante de Roldán.
Un sol de azufre viajaba a ras del suelo en la atmósfera de un arenal lejano y un soplo agudo, mensajero de la oscuridad invisible, esparció una sombra de terror en el cauce inmenso.

Preludio

YO QUISIERA estar entre vacías tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras.
Entonces me habrán abandonado los recuerdos: ahora huyen y vuelven con el ritmo de infatigables olas y son lobos aullantes en la noche que cubre el desierto de nieve.
El movimiento, signo molesto de la realidad, respeta mi fantástico asilo; mas yo lo habré escalado de brazo con la muerte. Ellas es una blanca Beatriz, y, de pies sobre el creciente de la luna, visitará la mar de mis dolores. Bajo su hechizo reposaré eternamente y no lamentaré más la ofendida belleza ni el imposible amor.

El asno

Yo no podía sufrir la vivienda lóbrega y discurría por la vega de la ciudad escolar.
Yo disfrutaba la soledad montado sobre un asno y me detenía en presencia de un río sereno. Los pájaros volaban al alcance de la mano y al amor de una ráfaga del infinito. Yo buscaba en el seno de las nubes rasantes el origen de una música de laúdes.
El senescal de un rey santo me había separado de solicitar la salud por medio de las letras y me invitaba a abrazar la humildad de las criaturas insipientes. El trato del senescal me reposaba de la meditación febril.
El rey santo vivía afligido por los reparos de una conciencia mórbida y se calificaba de soberbio al aceptar de sus hermanos el ministerio de criados de su mesa. La etiqueta se inspiraba en un paso de la Biblia.
El rey santo me había dirigido a pensar en los rodeos y asaltos del diablo a las almas de los moribundos. El trote modesto de mi cabalgadura facilitaba el arrobo y la pérdida de mis facultades. El asno frugal y resignado, presente en las ceremonias del culto, dividía conmigo la cuita suprema. Me salvó en una carrera súbita al descubrir, en el enredo de unas espadañas y lentejas fluviales, la obesidad innoble de una esfinge de ojos oblicuos.

La redención de Fausto

Leonardo da Vinci gustaba de pintar figuras gaseosas, umbrátiles. Dejó en manos de Alberto Durero, habitante de Venecia, un ejemplar de la Gioconda, célebre por la sonrisa mágica.
Ese mismo cuadro vino a iluminar, días después, la estancia de Fausto.
El sabio se fatigaba riñendo con un bachiller presuntuoso de cuello de encaje y espadín, y con Mefistófeles, antecesor de Hegel, obstinado en ejecutar la síntesis de los contrarios, en equivocar el bien con el mal. Fausto los despidió de su amistad, volvió en su juicio y notó por primera vez la ausencia de la mujer.
La criatura espectral de Leonardo da Vinci dejó de ser una imagen cautiva, posó la mano sobre el hombro del pensador y apagó su lámpara vigilante.

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MI POETA INVITADO: José González Torices

MAESTROS Y MAESTRAS

Cuando no cante el mundo,
cuando se apague el alba,
cuando el rosal no huela
a letras y pizarras,
llamad a los maestros y maestras
que limpian nuestras lágrimas.

Cuando lloren los niños
en campos de batalla,
cuando enfermen los niños
de hambre y sin palabras,
llamad a los maestros y maestras
que están en las ventanas.

Cuando lleguen temprano,
respetad su enseñanza.
Queredlos como padres,
son ellos nuestra patria.
Llamadlos por su nombre
no sea que se vayan.

Ninos sin guerra

La luna estaba en el cielo
sin saber lo que pasaba.
La nube nevaba frío
en copos de lluvia blanca,
(sin saber qué pasaba)
El niño junto a la niña,
mirando por la ventana,
(sabían lo que pasaba)
El niño y la niña juntos
pegados a sus miradas.
Era de noche, de noche;
las estrellas apagadas.
El viento gritaba: Guerra!
El odio gritaba: Balas!
El niño y la niña juntos
besándose en la ventana.
-Tengo miedo- se decían,
se decían y callaban.
La guerra en el olivar,
Los niños en la ventana
dibujando en los cristales
palomas de trigo y nata.
La Web de José González Torices

YO NO TENGO LA CULPA (canción) [Mi poema]
Iacyr Anderson Freitas [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si el viento se marea
yo no tengo la culpa,
si mueren las estrellas
no me miren a mí,
pues yo me encuentro aquí
lo mismo que están ellas
inmerso en la pelea
que nunca pretendí.

Si el mundo no se para
miren hacia otro lado,
que, libre de pecado,
mi trecho hoy recorrí,
que nunca yo rehuí
lo que el cielo me ha dado,
y siempre dí la cara
y a promesas cumplí.

Si el alma es un misterio
pregunten a quien sepa
donde se halla la cepa
si está en el Sinaí,
quiero subir allí
donde anida el criterio
mas sólo el cementerio
se apiadará de mí.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Iacyr Anderson Freitas

Constelación

Durante incontables noches
durante días tan numerosos
como las leguas de viento
en su geografía o espanto
navego ese mar que me entierra
busco la isla prometida
la constelación de islas
o incluso la tierra
– esa
que regresará sobre mi cuerpo
cual ciudad
de cosas muertas o vencidas
cosas nacidas del limbo
crecidas del limbo
para cualquier mitología
que desconozco.

Soledad

De la infancia no llegan postales
apenas algas
y un cierto olor a nube
que el viento disimula.

alguien discurre sobre el diluvio.
el telégrafo se calla.

distinto se hizo el ejercicio de la aurora,
ornada por un sol de pobres.

de algún país
llegan las convocatorias
pero ya no basta estar entre los navegantes
para sobrevivir
(lo que fue el amor
no nos escolta).

nos quedamos solos,
con el día desvaneciéndose,
en el humo.

día espeso, espeso,
en el que aún no es posible penetrar.

Lustro

Más que la noche,
en el abandono de cada segundo,
en el dolor
donde el silencio
destila sus ardides.

más que la noche, el yugo,
desconsuelo cavando sus diques,
veranos detenidos en el claustro,
entre fiebres,
para el ejercicio de una fecha cualquiera
(ya perdida
en el piso de los meses).

como si antaño
en la difícil elección de existir,
aún fuera posible esa fuga
que se evapora de la noche
(en ese cuarto)
y para siempre
de la memoria.

Sentido

Sin duda un ritmo
algo impreciso
en sus conchas,
sabrá recordar
lo que se escribe ahora,
en la cincha
que el calor murmura,
pero en contienda,
sin otros lazos
que el delito de esas flores,
oh pobres, oh desguarnecidas,
como el sol
de un tejado corroído
bajo la piel.

un ritmo: sin duda
muy poco
ante el vestigio
de lo que aquí se espera.

de repente la hora calla
en las marismas.
el sentido duerme,
la pasión indaga
la muerte, otra quimera.

El último día

Llegado es el tiempo
en que todo se hunde
sobre mi cuerpo

El beso me acusa a las milicias
y yo sé
desde hace mucho
que todo beso es traición.

Cuento los que me condenaron
y no comprendo
el asedio de las muertes en mí,
el avance de todas las digresiones
contra mi nombre,
ese azul que no se curva
frente a ningún sacrificio.

Contemplo solo
lo que me cupo.

Al sur y a lo ancho
desvío los fuegos
de la transfiguración.

Llegada es la hora más grande
cuando el aire se arrodilla,
cuando los numerales se hunden,
cuando la trinidad
rasura el cero de los milenios, cuando
la eternidad entera se escurre
en la proa de un segundo,
cuando a la sombra de mi nombre
los buitres oran y comen.

La hora cuando Dios
se pone a prueba

y conmigo comparte
el fardo
de ser hombre.

En mil

trazaron en el espacio
la horizontal de un nombre

hasta sangrarle el zumo
(mientras el mar se sienta

tranquilamente
en las patas traseras)

exclamaciones agrietadas como ríos
discurren hacia la muerte

no sabemos qué hacer
por eso no hacemos nada

el olvido surca
nuestro hombro
y nos dice no se olviden
por favor no se olviden

en la margen izquierda y en la margen derecha
desolación

de las huellas saltan escorpiones
del talón una náusea suntuosa

estamos libres
y oramos

nuestra fe divide en mil
la oscuridad

Fui yo

Tu rostro me acusa.

Tu rostro
es todo un pasado
trascendiéndome.

De frente, ojos fijos,
ese pasado me sondea,
me asalta y
a cada minuto
me principia.

Al fin vuelvo a nacer.
más desolado y solo
cada día.

¿Pero no sería este mi rostro?
Miro alrededor, me interrogo

: mediodía que busca el sol-puesto.

Tan solo él

Todo muy quieto
si no fuera por el niño
retozando
en la memoria

he aquí nuestra infancia
entre los muebles
como el retrato
de Cecilia

alguien toca el piano
tan solo él
no va bien
con el mobiliario

Ese extraño nombre

Aún buscaba
alguna caricia
con la palabra.

En todo
veía diluirse el rito,
el piso, el habla, luego
el cielo solo, nada más.

¿Qué incendio
abate el encanto
de esta casa? ¿Dónde
la promesa de los días,
los retratos provincianos,
las cartas
nunca escritas,
por leídas
en la fiebre y el estiércol,
el amor? ¿Dónde el amor,
ese extraño nombre?

En verdad buscamos
y es caída
el tesoro
no tocado

De a pocos
surge la sed
de excavar la tierra
con la tierra.

De escribirla
al margen
como algo vivo
o casi:

entre las heredades
no podemos verla
(nunca la conocimos,
a decir verdad).

Después, escultura tímida,
erigir sus moldes
en el cuaderno

(traición, traición
es su música extrema)

Buscamos el abismo
-no el daño, las letras, el
contorno que
por leve
se agosta:

lo que escribimos
como recuerdo
nos escribe.

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EL HOMBRE Y SUS MISERIAS [Mi poema]
Jorge Arturo Ortega Acevedo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El hombre
Fatuo, cual tú, cual yo, tan presumido,
el que vino hasta aquí por peteneras
a cuesta la obsesión de hacer barreras,
él que antes de llegar casi se ha ido,
ausente de pasado y aun de nombre.

El trepa,
que sale a trabajar cada mañana,
y pasa junto a ti y no te saluda,
te mira de soslayo como un cura
perdonando la vida con desgana
sin rastro de abolengo que se sepa.

Idiomas
Aquel que repartiendo va permisos
seguro del terruño él es el dueño,
arguye de que un día tuvo un sueño
que trabas va aportándole a tus guisos
no come mas no deja que tú comas.

Costumbres
Que en el fondo desprecia al de a su lado
y para ello forjando va artilugios
vistiendo de reflejos sus refugios
a espera de que estés impresionado
por ritos, su folklore y por sus lumbres.

Fronteras
Que siente que es del resto diferente
pudiendo disfrutar de más derechos,
colgando identidades por los techos,
aquí trazando una raya, allí un puente,
sujeto a la traición de sus quimeras.

Iluso
Su afán por parecer que es trascendente,
que ha sido por los dioses bendecido,
que ese lugar es dios quien lo ha elegido
o leyendo la mano algún vidente,
de luces algo escaso, algo obtuso.

Distinto
Distinto pues se apoya en la manada,
“nosotros, nuestra historia, los ancestros”,
siguiendo a los que mandan cual cabestros
sólo a su impulso atiende, pensar nada,
pues todo en él se mueve por instinto.

Me mofo
que yo hoy aquí me río de ese hombre
al que, sepan, no guardo yo respeto,
un bobo, un simple, un lerdo escueto,
y es que ese para mí no tiene nombre
si alguno he de poner, que es un forofo.
©donaciano bueno

Ese hombre en el que de alguna forma, en mayor o menor medida, todos nos vemos representados.

Hombre – Blas de Otero
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
¿Ser y no ser? eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

MI POETA SUGERIDO: 

Jorge Arturo Ortega Acevedo

Pretexto de lugar

La piedra y la naranja,
su contigüidad.

La roca y el pistilo.

Entre ambos
la celosía de un vitral:
racimo de contrastes,
antinomias.

El siempre y el ahora traslapándose
en la longevidad
y lo
caduco,

aspereza inmune,
suavidad
de la cáscara.

Lo eterno y lo perecedero
desmarcan de este modo sus dominios,
el pedregal y el huerto,
la piel junto al cascajo,

el parto y la convalecencia
en un mismo pasillo de hospital.

Entre permanecer y doblegarse,
entre estar llegando y estar yéndose
una sola pared
y dos habitaciones,

la cuenta regresiva.

Tratado de la sed

La vida pasada es parte
de la muerte advenidera;
es pasado por esta arte
lo que por venir se espera;
¿quién no muere antes que muera?
Juan de Mena

Pensar en lo que aún no ha sucedido
es pensar lo imposible.

Lo que no es no será
o será
en otro tiempo
que no es
hoy,
este presente romo de conjuros
para desviar la acequia de la historia.

Sólo la nada es garantía
o todo se mantiene
tal cual era.

Encierras en la mano tres monedas
y abriéndola de nuevo
están las tres monedas.

Todo se posterga. Todo
está invariablemente
acechando
la mejor coyuntura,
la mejor juntura de caminos
en el doblez exacto.

Y nos apaciguamos con el gusto
de anticipar el sesgo
de los hechos,
con el supuesto de que las promesas
contienen ya
un futuro.

Y alargamos el déficit.

Y así vamos regando
los predios de la falta
con gotas de sequía.

Cada quien planta a diario la semilla
de quién sabe qué fruto.

Cruzar los dedos

Necesitas un milagro.

Que lo que esperas
se haga en ti
con la aglomeración de la carencia,
con la rotundidad
de lo que no tienes.

Que al trozo de cantera
le broten alas,
que vuele
y regrese
al hueco
de tu asombro sin cura.

Si la suerte ha sido echada
todo puede ocurrir,
si la moneda aún no toca suelo
y en su caída libre
sigue irradiando probabilidades.

“El golpe avisa”
—solemos decir.
El tumbo, la primicia, los pespuntes,
signos de vida o muerte
para una conclusión.

Mientras no sepas algo
tuyo es lo posible, tuya
entera
la impronta
del fracaso y el tino.

Hallazgo

Una mujer dormida en el vado del alba.
Una mujer dormida
en el sector más bajo de los sueños
como un guijarro liso
al fondo del estanque.

Bien parece una muerta. Lo pregonan
la escuadra que postula su rodilla,
los brazos en un gesto de abandono,
el dorso en posición un tanto incómoda,
la ausencia de resuello
por tiempo indefinido.

Alguien se viste a un lado
cuidadosamente, tratando
de no hacer mucho ruido o alterar
el agua del sepulcro que la habita,
su nivel.

La luz va esmerilando los contornos.

Pensar que no estarás cuando ese cuerpo
renuncie a ser un bulto inanimado
y se convierta en el papel volátil

que al curso de las horas encandile
—con un fulgor quizá más necesario
que el sol de los cristales—

los zócalos de casa
donde la transparencia que nos cubre
despliega el manuscrito
de todos sus enigmas.

Parábola de la migraña

El oído. La sien. El ojo.
El cántaro agobiado por el agua
y su presión de arteria.

Tambores muy adentro.
Tambores en el hueso de la fruta
filtrando desde dentro la descarga
rumbo a la superficie mojada por el fuego.

Llevar bajo la cera del semblante
un coral rojo, un rojo candelabro
de venas palpitantes. Solución:
ceder el pensamiento por un rato.

Pero tampoco el sueño.

Sus turbulencias viajan por el agua
y alcanzan la otra orilla
del cántaro apacible
con la celeridad de cualquier ruido.

Basta una sola onda
—el desliz de la manta—
para volver al punto de partida
y prolongar el fin.

Escuela flamenca

La madre emparejando calcetines
frente al televisor,
y
una luz tenue
—entre amarilla y blanca
pero sin consistencia—
viniendo desde afuera
a esclarecer la cueva de la sala,
depósito de sombras.

A un lado su marido
con la pierna cruzada
y el aspecto cansino,
el rostro un tanto más iluminado
por las detonaciones de la tele
que estalla en sus imágenes.

El par en su rutina
dejando transcurrir las manecillas
hasta las nueve y media,
esperando la muerte en el sofá
con la mirada puesta ya en la nada;

en la pantalla, no en el noticiero,
en el tapiz y
no precisamente
en la pared,
y no en el revistero
sino en el monograma de la alfombra.

Las fotos familiares, los adornos,
las acuarelas, el piano arrumbado
por más de cuatro lustros
se adhieren al suspenso
de cuanto los rodea.

Autovía del noroeste

Onde a terra se acaba e o mar começa
OS LUSÍADAS, III, 20, 3.

Nos acercamos a la finisterra
bordeando la costa.
La niebla peina el bosque
y entre los altos robles
cariados por el musgo
enreda su enigmático sudario.

De pronto, en una curva,
la alfombra lapislázuli, casi ficticia
de sorpresiva y breve;
y otra vez la espesura
negándose a menguar en el asombro.

Los límites del orbe
no son de agua ni fuego,
de rugientes llamaradas
en un cantil sin fondo
o de cascadas que caen
interminablemente
al magma planetario.

Abundan las coníferas,
y el mar, en cualquier caso,
prefigura un comienzo, indica un horizonte
con su genoma que engloba
—lo sabe el renacuajo—
los orígenes de la vida.

Todo pronóstico está por cumplirse
a expensas de la incertidumbre.

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UNA LARGA ESPERA [Mi poema]
José Antonio Dávila [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo me senté a llorar frente a la puerta
a ver si algún momento tú la abrías,
una hora pasó y otra hora muerta,
mientras yo, vigilante, estaba alerta
y tú, incomprensible, no salías.

No entré hasta tu dintel, no me atrevía,
en su entorno la calle era desierta,
ni una rama de un árbol se movía,
dudé si en arrojarme a algún tranvía
mas mi alma me insistía estar despierta.

Y así fueron pasando día tras día
y una semana , un mes e incluso años,
apostando muy terco en la porfía,
confiando apareciera la alegría,
repleta de esperanza y desengaños.

Y harto ya de esperar me eché la siesta
cuando el sol más se expone al mediodía
y daba más profundo allí en mi testa,
tesitura de duda tan siniestra,
aunque un ojo despierto mantenía,

Y al fin reflexioné, sin darme cuenta
el tiempo que en la espera yo perdía,
dudando si amainaba la tormenta
y en esta dilación vil e incruenta
no pude más decir y me moría.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Antonio Dávila

Ex-libris

Soy padre, planté un roble, y dejo escrito
este libro de versos; ni es sorpresa
que el alma quede entre sus hojas presa,
como si fuera un pétalo marchito.

Se ve en él que, en la vida, la aspereza,
tras mucho herirme, sonrió un poquito,
y que llevé metido en la cabeza
un afán de beberme el infinito.

Huyendo de mi sombra y de un recuerdo,
loco en pensares y en sentires cuerdo,
derramé en la poesía mi agonía.

Mas veo al cabo que el sentir más hondo
no se hizo verso; se quedó en el fondo.
¡Y siento que me ahoga todavía!

Yerba Mora

¡Yerba Mora, no hilvanes más reproches
en el trapito gris de mi conciencia!
Que no tengo la culpa de quererte
ni tú la culpa de que yo te quiera.
Fue jueguito de dioses lo que vino
a envolvernos en sus tretas:
tu parte fue la blanca y mi parte la negra;
tuya la guinda reventona y púrpura,
mía la boca codiciosa y seca,
y no tengo la culpa de quererte
ni tú la culpa de que yo te quiera…

Pasaste por mi predio:
¡tal parecía que te parió la selva!
Bocado de quebrada que se cae
de las fauces musgosas de las piedras
y corre, malvestida de frescura
con los flancos besados por la yerba.

Pasaste con tu boca como flor de geranio
y tu pisar de lluvia mañanera,
con tus perfiles de novilla joven,
temblándole en la carne
la morena carne de los barrancos florecidos
y el respirar de toda la maleza.
Y oliendo… ¡qué sé yo ni a lo que olías!
A rosa zahareña, a mejorana, a pacholí y albahaca,
a surco abierto, a pulpa de grosella…

Los dioses te envidiaban;
venías inocente de sus estratagemas:
y no tengo la culpa de quererte
ni tú la culpa de que yo te quiera.

Pasaste, con el pelo mordiéndote la nuca;
gavilla con su polen de candela;
con sacudires de guajana al aire;
con rebeldías de una enredadera
que a la sombra de cobre del crepúsculo
contra el hombro del monte se desfleca…
Con el seno a brinquitos,
la cintura avispada y ceñida y retrechera;
taconeando el tacón de tus chapines
una canción trigueña que acompasaba el ritmo
que corría por las bravas columnas de tus piernas…

Y me miró el mirar de tus dos ojos
con sus remotos ángulos de almendra,
con el iris felino y color níspero,
sombreando por las sombras de esas breñas
que mienten tus pestañas,
y acechando desde el lila holgazán de tus ojeras.

¡Y me miró el mirar de tus dos ojos!
Tú sabes lo demás, ¡no llores, Yerba!
Que tú eres sólo como Dios te hizo,
y yo amo sólo como el cuerpo ordena,
y ni tengo la culpa de quererte
ni tú la culpa de que yo te quiera.

RESIDUOS

Ya tú no importas, ni tu amor conmueve,
Ni yo soy en tus días la emoción dulce y leve
que como brisa tibia pasó por tu desierto;
porque tu amor ha muerto y mi pasión ha muerto.

Pero sobre tu mesa reposa mi estatuilla:
Y al pasar de los años y al caer nuestra arcilla,
Seguirá reposando sobre la misma mesa
Sin que nadie pregunte al mirarla en la mesa
Si es el mudo tributo de una huesa a otra huesa.

La pasión ha volado;
Pero hay ciertos residuos que en el alma han quedado,
Y noto cuando pasas por la calle, altanera,
Que aún te peinas el pelo de la misma manera
Que tanto me gustaba y que amé con tal celo.
(Yo viví enamorado de tu pelo.)
Y aún tengo la costumbre de usar el sobretodo
con un botón de rosa en el ojal, al modo
que tanto te gustara;
y hasta existe una frase que en broma yo imitara,
llena de tu decir y tu manera,
que ahora uso por mía y usaré hasta que muera…

Cosas inconsecuentes, livianas, con las huellas
Que les deja el amor al pasar sobre de ellas:
Lo que una vez tú hiciste, lo que yo dije un día…
Inconsecuencias muertas que viven todavía…

Y no ha de saber nunca la mujer que yo quiera
Por qué le doy la mano de la misma manera…
Ni ha de saber el hombre que en tu amor quedé preso
Por qué cierras los ojos antes de dar un beso…

Tierra piadosa

¡Tierra piadosa! Tierra en que se anida,
como en cofre, la cal de nuestros huesos,
sé acariciante y tímida con esos
despojos de la blonda de mi vida.

Sé suave con sus formas, sé sufrida
de su rosado escombro bajo el peso,
sobre sus ojos, sé como mi beso,
y bajo de su cuello, sé mullida.

Guárdamela del aire y de la lluvia,
sé cojín de edredón para sus manos,
y sé joyero a su melena rubia.

Haz que su cuerpo indemne se mantenga,
a la voracidad de los gusanos
¡guárdala para mí cuando yo venga!

Cuando me vaya

Cuando me vaya, escóndeme en tus ojos:
tras esas silenciosas amplitudes
de tus mirares hondos y trigueños;
llévame en tus más solas solitudes
hecho rubor en tus deseos rojos;
guárdame en algún viejo relicario
junto a los besos que jamás me diste,
fundido a algún impulso temerario
que aún te reprocha lo que nunca hiciste…

Cierra, sobre el recuerdo que te deje,
tu cofre de Pandora: que cuanto más
me aleje me sientas más de cerca a cada hora.
Cuando me vaya, guárdame en tu pecho,
tras el portón que cierran tus pestañas:
para ir, como yedra, trecho a trecho
cubriendo la pared de tus entrañas.

Que en tu ansia oculta y siempre preterida
me derrita al calor de tu tormento,
para llenar cual savia derretida,
todas las grietas de tu pensamiento
y todos los recodos de tu vida…

Que cuando cierres tu mirar trigueño
pueda quedarme en tus reconditeces,
como el hombre-imposible, el hombre-sueño
que la vida destroza tantas veces…
Que al través de los años y el olvido
siempre logres tener, no el recuerdo
del hombre que yo he sido,
sino el del hombre que yo pude ser..

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MI POETA INVITADO: Alfonso Armada

Poema de las cuatro de la madrugada

“No separes el sí del no, dale a cada palabra su sombra”
Paul Celan

Cuando estamos tan perdidos
Que no nos atrevemos a levantarnos
A salir a la calle
Donde no hay nadie
Solo los mendigos
Que llevan nuestra máscara
Tan pegada a la calavera
Que ya no se la van a poder quitar
Hasta la muerte

Un río de escoria
De rosas oxidadas
Un río que pasa sordo a las metáforas
Ahora que estamos para darle una vuelta
A la misma noche
Que ha de quedar al margen
De lo que digas
De todo lo que hagas
En una cama elástica donde la moral te observa
La que has fabricado
Con arcilla gramatical

Ladrillos amasados
Cuando eras un niño de este hemisferio
Tan afortunado
Al menos en esta época
En la que puedes permitirte el lujo
De decir que no
Y de pensar que sí, que las palabras
Son como un gran témpano a la deriva
Que se va a disolver
Con los inconvenientes

Son otros los que observan
Como las cariátides de un templo arrasado por la certeza
De que rezar era tan inútil
Como remover las cenizas de un gran padre de madera
Al que habíamos adorado como a nuestra propia sombra
Pájaros tallados que dejaron de cantar
En cuanto dejamos el formón en manos de los agrimensores

El poema de las cuatro de la madrugada
Es como el de un pájaro carpintero
Que estuviera esperando el alba
En el alféizar
De la única ventana iluminada
Para comenzar
A grabar nuestro epitafio
Contra un azul añil
De lavar la ropa
Que nos pusimos para vivir

Un azul pesado como el plutonio
Que ingerimos cada vez
Que no nos atrevemos
A decir que no
Que no vamos a seguir jugando
A los vaqueros y a los indios
Como si hubieramos perdido el tiempo
Sabiendo que no es lo mismo consentir
Que hacer que se despeñe
La carreta del mal

Que no es lo mismo
Seguir mirando hacia otro lado
Mientras cobramos nuestro salario del miedo
Y escribimos lo que nos dicta la conveniencia

Con un jergón de lluvia
Con una sombra hecha de cuarzo, feldespato y mica
Lo que sabíamos que era preciso hacer
Antes de cerrar los ojos
A las cuatro de la madrugada
De un mes de rendiciones.
Fronterad Revista Digital

A TI TAMBIÉN TE QUIERO II [Mi poema]
José Elgarresta [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tú ¡oh, señor! que a tu imagen me creaste
con el barro que amasaste con esmero
no permitas que hoy el tiempo le eche al traste
tu trabajo de artesano y de alfarero.

Te perdono pues conmigo no hiciste arte
ni tampoco mi intelecto fue puntero,
mas permite que en mis versos tome parte,
te reproche mi dolor, pues soy sincero.

Pues la vida es un canuto que fumarte,
y el reflejo de un espejo en que mirarte
conseguir has que éste sea placentero.

Y si tú colaboraste a hacerme un hombre
inconexo no aparente, no te asombre
si te digo que yo a ti también te quiero.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Elgarresta

Premonición

El pájaro vuela,
el hombre vuela también
¿o es viento?
Echado en el bosque
rememoro las penalidades pasadas
mientras veo pasar el cielo
sobre mi cabeza.
¿Estoy haciendo lo correcto?
Pero ¿qué me importa
hacer lo correcto?
¿Y qué es “lo correcto” para mí?
A veces pienso que soy un estúpido.
Poco tiempo conservan las nubes su forma.
¿Y mis ideas?
¿Merecerán esta vida mía
que estoy dando por ellas?
Solo sé que algo germina dentro de mí,
es un árbol grande
y un día
cuando haya sucedido
todo lo que tiene que suceder,
alguien mirará el bosque
y dirá “ese árbol
canta distinto al resto”.
Alzo los ojos,
¿me he quedado dormido?
Últimamente me resulta difícil
distinguir la realidad del sueño.
Claro, si no fuera así
¿podría ser tan tonto
de actuar como siento?

Anciano en la playa

¿Dónde fue ese vigor tumultuoso?
¿Ese romper las olas con el pecho?
Y al mismo tiempo esa sutileza,
ese oler la hierba mojada
que tras de sí deja la tormenta,
antes incluso de que ésta llegue.
A ningún sitio, sino aquí,
a este cuerpo cuya respiración ansiosa
cada vez más se confunde con el viento.
Unos lo llaman Dios,
otros la muerte.

Deshabitación

Despoblada la piedra de recuerdos
¿Aún te aferras a ella?
¿Cuánta agua
ha tenido que resbalar sobre tu corazón
hasta dejarlo pulido y redondo
como un canto de río?
¿Y cuánta más tendrá que pasar
hasta que te arrastre?
De Derecho de asilo

FUGAS IV

Todo momento no es
sino ocasión de otro momento.
Toda realidad no es
sino ocasión de otra realidad.
Por eso un ciego
comprende mejor las estrellas
que tú,
en quien sólo aprecio la sonrisa.
Cuanto se oculta
tras ella
es cuanto busco
en mí.
¡Maldita sea!
Esto decía mi amigo
perdido en la noche profunda de las copas
y todos asentíamos,
pues nos dábamos cuenta
de que la vida es un asesino insobornable.

ESTRELLAS EN EL DORMITORIO

Años atrás,
lo hacíamos en el coche,
incómoda cuna que se mecía a nuestro ritmo,
las palancas del cambio y de los frenos clavándose en el trasero,
el viento de la noche silbando suavemente
y después el pitillo,
pensando quién estaría fumando ahí arriba,
iluminando el cielo con miles de pequeñas brasas,
hasta el alba y entonces
a casa sin miedo al sueño
(ya veis, teníamos una casa,
un sueño profundo y una seguridad de despertar).
Hoy en cambio,
con un coche que no se balancearía,
pero también
con un cuerpo que no tolera incomodidades
y un sueño ligero como el vuelo de una abeja,
parapetado tras las paredes de mi dormitorio
en ese momento mágico en que te disuelves sin darte cuenta,
una antigua canción rasga el silencio palpitante del amanecer:
“las estrellas están sangrando en mi corazón”.

LA SILLA

En mi pueblo lo llaman el juego de la silla.
Los jugadores se sientan en círculo, cada uno en una silla:
tan pronto como suena la música se levantan
y giran velozmente hasta que ésta se detiene;
entonces se sientan de nuevo, pero una silla ha sido retirada.
Para cuántos, quizá la mayoría de nosotros,
es una imagen perfecta de la vida:
una oportunidad fallida,
algo que debió ser, pero no fue consumado,
el pájaro invisible que nos rozó con sus alas.
Aquella mujer que abandonamos,
aquella carrera que no estudiamos,
aquel trabajo que no osamos solicitar,
aquella ciudad en que no nos decidimos a residir,
aquellos amigos que no nos atrevimos a tratar.
Y sin embargo era lo que nos gustaba,
hubiéramos sido genios o hubiéramos sido felices.
En cambio ahora somos menos que nada,
porque pudimos serlo y no lo fuimos,
no por necesidad ni por imposición de algo o de alguien,
sino por rutina o comodidad o simple cobardía.
No dimos el golpe de timón
cuando nuestra barca era arrastrada por la corriente,
no nos arrojamos al agua
cuando vimos la perla desde encima del puente,
la sonrisa de la desconocida se extinguió en el metro
sin que fuésemos capaces de dirigirle la palabra.
Un segundo para equivocarnos y todo el resto del tiempo para lamentarlo.

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NO ME MOLESTEN [Mi poema]
Jorge Ernesto Olivera [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hoy voy a descansar, no me molesten,
quiero librarme ya de tanto hastío,
me niego a conocer si es que hace frío,
que a mi mente, si piensa, que la arresten.

Pues ya estoy harto de tanto divagar,
sentirme prisionero, atormentado,
cual niño que responde maltratado
y quiere echar sus alas a volar.

Que mi luz no alumbra, es pesadumbre,
el alma desgajada es de una rama,
el ansia ya rebosa y se derrama
ni una pavesa queda de esa lumbre.

A solas quiero estar con mi costumbre,
con mi sombra, mis dudas y mis velas,
desnudo con zapatos, con sus suelas,
tristeza, mi dolor, mi podredumbre.

En mi baba afligido y ahogado,
sin casi respirar ni ver el mundo,
sumido en el letargo más profundo,
y en hedor del mis heces naufragado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Jorge Ernesto Olivera

El amor y los relatos de la revolución

El tiempo del amor se acaba como una hoja agrietada.
y las historias de batallas que pueblan de héroes la revolución
se encuentran en libros de relatos
de magia sin par,
repito:

que las historias de amor se acaban cuando menos lo piensas
igual que las batallas
las victorias
y la gloria.

Labios del poniente

Para Lucía
escribo, sentado a la siniestra del vástago,
en noche sin fronteras,
patente locura del espacio,

escribo sin tener conciencia del camino,
como un gamo,
un roedor alucinante,
como una bomba de tiempo,
escucho rock and roll,
sintonizo emisoras, recuerdo amigos,
cansada quietud/amargura, tiempo,
mirada pausada por desgano,
-allí está todo-,
mente humana
mente corporal
mente mecánica
mente sátrapa.

Sirenas

Como sirenas de la noche crepuscular
medusas de tu cabello hecho cielo,
estallido de luz, rasgando tinieblas,
voz del espacio llamándote,

como aullidos de monte vacuo
lebreles de tu cintura hecha tierra,
látigo de verdor, trasfondo de grises,
oído de la noche irascible,

tu voz,
arrullando los tímpanos
emulando llamadas nocturnas,
pausados giros del dulce crepitar,
amarrando el barco de tu blanca simiente.

***
las he visto desnudando la aurora
alejarse entre muchedumbres de delfines
raspar el agua como aviones de titanio
surcar el cielo como barcos entrevistos al filo del horizonte

las he visto pasear tu mirada en los árboles del trasiego
dominar las olas como látigos de pluma
allanar senderos de espuma tras estela de vapor carguero,

tu nombre no tiene el sentido de
ángeles parados a la siniestra de aquel
tu nombre no tiene el nombre de quien
vino sobre el agua
tu nombre no sacude corazones de nubes en
los desiertos del cielo

las he visto con sus cabelleras de fuego trenzado
sacudir los verdes del río como mar,
iluminar la tarde en rayo verde,
despedida fugaz,
aturdir la noche con su canto insoportablemente real,
pasear su sombra en los ocasos de la escollera.

Labios del poniente

y,
¿dónde?,
¿dónde se esconde el retrato de Rimbaud?
¿dónde, que no aparece
en el diccionario?
una breve reseña,
unas líneas,
nada dicen,
unos Poemas
un traficante de marfil
una pierna amputada.

¿dónde esta la voz
la vida que se ahueca como un silencio
el grito que no tiene piedad,
la poesía adolescente apenas,
la vida cansada, frágil, no aparece,
no aparece la piel restante,
el dibujo,
el cansado mirar?;
¿dónde colocan el tiempo aquellos que en el futuro no lo tendrán?

ahí está la clave del francés,
ahí está el consabido silencio cargado,
ahí está el cementerio mudo que mira con ojos tristes sin hablar,
pequeño epitafio imposible
– treinta y siete años-
ríscolo respaldo resguardado rémolo temporal
no hay adiós posible.

Noches de montevideo

Y la noche es un remolcador viejo y carcomido
al oeste de la bahía de montevideo
donde un viejo flaco vende pollos,
y da la muerte por un vintén.
está cuajada de líquenes
auroras desencontradas,
navajas que se guardan en los gabanes
graffitis escondidos en huecos de árboles.

En el cielo de baja california

Se muere marilyn monroe
marilyn monroe se muere
mirando el cielo de baja california.

y no puedo soportar los pájaros emigrantes del invierno
largas bandadas ocultándose en el gris de la distancia,

he estado amontonando recuerdos que vienen de tarde en tarde
en este rincón del siglo,
mientras,
marilyn monroe se muere en cada verano
mirando el cielo de baja california.

Los trabajos y los días

Acerca de los trabajos y los días puedo decir que no domé tigres en el asia
no cabalgué a lomo de elefantes cazando fantasmas en la niebla
no obligué la voz llamando a los otros changadores,

se sin embargo la exacta huella donde
tocar el hombro de una mujer en solar desierto, mugriento,
subiendo la sangre, sangrando desde abajo,
sudando en los trabajos y los días,
en la semipenumbra del día agonizante,

en la entrepierna sibilante y lúbrica
en la línea exacta de su terminación
donde espalda y nacimiento dejan lugar
para envainar sables de vigor y dolor.

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EFÍMERA ILUSIÓN [Mi poema]
Moisés Castillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que aunque nunca te tuve entre mis brazos
y aunque nunca a besarte haya accedido
sepas niña que nunca ya te olvido,
que por ver tu sonrisa di codazos.

Y así sea no fueras la más bella,
ni siquiera más lista y más graciosa,
fuiste siempre lo que al clavel la rosa
resplandor rutilante de una estrella.

Hablo y digo mirando hacia el pasado,
que el pasado lo traigo hasta el presente.
Fuiste niña cual cántaro a la fuente
el refugio de un lerdo ilusionado.
©donaciano bueno

Fue #emocionante, qué importa si no fue real? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Moisés Castillo

Idilio Campestre

Hálito perfumado del bosque brota.
El arroyuelo vierte melancolía;
las avecillas brindan la alada nota,
que brota de sus cuellos, con alegría.

Al són de mejorana, ya vieja y rota,
el campesino entona, con nostalgia,
la canción con que cuenta su cuita ignota
a la núbil doncella que lo extasía.

Se encuentra ella a su lado__ bella zagala
que, como el bosque, grato perfume exhala_
y describe mil líneas con su albo pie.

Mientras el mozalbete canta su copla,
de pasión una ráfaga en ella sopla,
y hacia la tierra mira cuando él la ve!
Del libro: Poesías Líricas, Las Visiones del Sendero

La Agonía del Crepúsculo

Agoniza la tarde. En occidente
se desmayan el lila y el naranja;
y un hilo rubicundo entre la zanja,
corre con el de plácida corriente.

El cielo pone somnolenta franja
en la mar, que se agita blandamente;
la fronda se adormece en la pendiente,
que le hace linde a pintoresca granja.

Favonio calla, cual si no quisiera
despertar la quietud de la pradera,
que duerme, bajo el beso del crepúsculo.

Y todo sufre su melancolía:
el villorrio, la mar, la oscura umbría,
y el mogote, que finge enorme músculo.

El Alma de un Paisaje

Muestra su evanescencia un resplandor ambiguo.
Una copa invertida, de un oro muy antiguo,
parece el cielo. Aléjase de garzas suave vuelo,
que forma buen contraste con el oro del cielo.

Sobre un árbol consunto, que parece un exiguo
palacio, un gavilán atisba algún polluelo;
una gama, saltando, se esconde con recelo,
por entre la cañada, que ofrece un tomo ambiguo.

Parece brotar una melancolía del monte;
otra del mar, que ofrece difuso su horizonte;
otra del vuelo pálido de las aves que aléjanse.

Hay en todo el paisaje un buen gusto emotivo,
y en mi pecho incorpórase un sentir redivivo,
mientras solloza Eolo y las fontanas quéjanse.
Del libro: Poesías Líricas, Las Visiones del Sendero

El Dolor del Muelle

Con banderas de tarde llegan los barcos grises
trayendo entre sus quillas añicos de horizontes,
las noches los cubrieron con su piedad de sombras,
las auroras rindiéronles su homenaje de flores.

Las gaviotas se hicieron banderas en sus mástiles
y el vendaval en ellos ensayó sus azotes.
Llegan serenamente -como los héroes llegan-
dialogar sus viajes con el muelle trifronte.

Y se van y regresan otros barcos distantes,
con su carga de ausencias, sus banderas de auroras…
y se abrazan al muelle, que les escucha absorto,
todo lo que le cuentan de las distantes costas…

Ansias de navegar y no poder seguir
—hundido mansamente en la undívaga comba
de la ensenada, atado con su amarra de hierro—
lleva el muelle en su alma de alquitrán y de sombras.

Por eso cuando todos los barcos se despiden
—puestas al horizonte sus intranquilas proas—
el muelle siente un dulce dolor de lejanías
y reclinado al muro con la marea solloza.

Mi Pueblo

Sobre la alcatifa de floridos prados,
con suaves escorzos, se extiende mi villa
cual una andaluza ciudad de enrejados
huertos de claveles ricos, perfumados
de parras alegres de vid y vainilla.
Mi árboles abren sus copas floridas
para perfumarla con suaves aromas;
y en las verdes ramas gimen compungidas
cándidas palomas.

Bordados de rico cristal veneciano
tejen los arroyos cantando mil arias,
locas en invierno, dulces en verano
(mientras que en las frondas, con tristes plegarias,
se reclina el viento, cual débil anciano)
y van recorriendo bosques florecidos
de verdes naranjos y esbeltas palmeras
y guabos robustos y mangos erguidos
y enanos cafetos y limos caídos
que cubren triunfantes las fértiles eras.
– – –
Bajo las preciosas lumbres vespertinas
hermoso es mi pueblo con su naranjal:
las palmeras tórnase llamas purpurinas
y se tornasolan las verdes colinas
y a lo lejo azulan las cumbres andinas
de la Cordillera Transcontinental.

Líricos de fila, de luz vesperal
sueñan los estanques de las cien lagunas
que bordan sus campos, un sueño eternal,
donde las palmípedas, en noches de luna,
nadan ledamente moviendo el juncal.

Las sabanas duermen taciturnamente
de la dulce fuente al suave blu-blú,
y lanzan los bueyes su mugir doliente
y retoza el potro de la sangre ardiente,
con los entusiasmos de la juventud.

Da encanto a mi pueblo la luz vespertina:
tras de cada casa musgosa, ancestral,
que el tiempo ha sellado con cruel patina,
asoma una palma, cual hada madrina,
mostrándonos una bella Palestina,
pues mi pueblo es una ciudad oriental.
– – –
¡Oh noches de luna que bañáis mi villa
con la maravilla de tenue esplendor!
¡Cuántos madrigales oyó mi chiquilla
sentada en la fresca sabana amarilla!
¡Cuántos madrigales henchidos de amor!

¡Oh noches de luna…!Suave poesía…
Amantes parejas se hacen el amor;
traviesos chiquillos forman gritería,
y con la ternura de una melodía
pulsa un tetracordio algún trovador.

¡Oh noches de luna, de bruñida plata!
Oh noches de luna, de la serenata
que junto a las rejas traduce el amor.
La guitarra gime lánguida sonata
y florece endechas algún trovador;
y las damiselas en sus tibios lechos
sienten de ternura florecer sus pechos
al oír las quejas de su ruiseñor.

Sueñan las callejas, largas, retorcidas,
un sueño de luna, de honda laxitud;
y todas las cosas encantan dormidas
y en tanto se alejan las notas perdidas
que brota debajo las parras dormidas
el alma bohemia del tierno laúd.

¡Oh, bellas las noches de Semana Santa!
¡Cuán bellas saudades traen al corazón!
Mientras que la orquesta litúrgica canta
y al son de sus marchas va la procesión,
en la muchedumbre hay algo que encanta:
¡los ojos que alumbran nuestro corazón!
– – –
¡Después…! ¡Los fantasmas de los infernales
nubarrones grises de la tempestad;
el viento que entra por los ventanales
de las viejas casas medio coloniales,
batiendo sus locas alas infernales,
que son cual las alas de la inmensidad!

¡Tras de cada objeto vemos una sombra
como la silueta de un ser fantasmal,
y oír nos parece que una voz nos nombra,
una voz profunda, una voz que asombra,
porque imaginamos que es la misma sombra
que nos interroga con voz sepulcral!

Y el fragor del trueno y los garabatos
que los rayos trazan en la inmensidad,
y el río con ímpetus llenos de arrebatos,
los toros que mugen en coro en los hatos,
las ramas que crujen en sus garabatos,
son las recias voces de la tempestad.
– – –
¡Es bello mi pueblo: ya ría en las suaves
brisas perfumadas del verano en flor,
ya arrulle en las fuentes, ya trine en las aves,
ya gima en las frondas con susurros suaves,
ya impreque iracundo con las voces graves
de las tempestades llenas de fragor!
Del libro: Sendas Hermanas

Chombo de Calidonia

Chombo de Calidonia: good morning, buenos días…
Chombo bilingüe, a veces; siempre binacional:
panameño, si quieres comerte tu tamal;
extranjero, si buscas extrañas garantías.

En tu sonrisa blanca abres las alegrías
que estremecen los viejos rincones de arrabal.
Y no vas a Santana ni vas a Catedral
porque le son extrañas a tus algarabías.

Tú vas lleno de galas por las amplias aceras
-continente altanero y voces altaneras-
luciendo el regocijo estre tus blancos dientes…

Y, olvidado del Istmo y la lengua de España,
loas a luengas tierras en una lengua extraña,
cantando el patriotismo que en tus entrañas sientes.

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LA NOCHE FRÍA [Mi poema]
Gabriel Alfonso Pérez Reyes [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La puerta al fin se abrió en la noche fría,
la sombra de la luna amilanada
al verse allí tan triste y desgraciada
se quiso suicidar. Y se moría

dejando la esperanza en una esquina
abriendo por si acaso algún resquicio.
El alma al deslizarse al precipicio
se puso a discutir. Y es que la inquina

al ver difuminada en su reflejo
gritó a su mala suerte maldiciendo.
La noche que ya andaba feneciendo
clavó el puñal cerril a aquel espejo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Gabriel Alfonso Pérez Reyes

Morir

En el más cariñoso lecho
me siento morir,
cuando en la naturaleza,
toda mansa como jardín.

Muelle, el ala del ángel blanco
¡qué piedad, que ternura al fin!—
primera vez roza mis hombros
como el arco roza el violín.

Esta frescura de saber
que también nos vamos de aquí,
¡qué novedad en la conciencia,
qué persuasión blanda y sutil!

¡Qué conformidad, que tersura,
qué dejarse ir!
Sus filos y puntas los actos
redondean al llegar a mí.

Ni la sangría del estoico
que se amenguaba sin sentir,
ni el áspid que penas besaba
el botón de ansioso carmín:

Lento declive, y tan seguro
—hinchado de sí—
que ni da lugar a lamentos
ni a temores, ni

siquiera al vago cosquilleo
de ese minuto por venir
en que se ha de abrir a mis ojos
algo que se tiene que abrir.

¡Qué natural lo que se acaba
cuando ya se acaba por sí!
Voy con la razón satisfecha,
dormido, contento, feliz.

¡Y yo que viví tantos años,
tantos años como perdí,
sin dar oídos a la esfinge
que susurraba junto a mí!

Yo no sabía que la vida
se reclina y se tiene así
en esa gula de la nada
que es su diván, es su cojín.

Sol de Monterrrey

No cabe duda: de niño,
me perseguía el sol.
Andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el Niño Andante,
y el sol, mi escudero.)

Todo el cielo era de añil,
toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuanto pesa el sol!
¡Oh cuanto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!

Yo no me conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.—
Cada ventana era sol,
cada cuarto eran ventanas.

Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.

Y a mí el sol me desvestía
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
—¡Ya llevas sol para rato!—
Es tesoro —y no se acaba:
no se me acaba —y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
que ya tanto sol me cansa.—
Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.

Manzana

Como su padre Adán, Gabriel Alfonso
sintió caer en la mollera el fruto
y logró articular, pese a estar sonso,
ley de gravitación llamada luto,
la que precisa: vivirás responso
eterno tú, animal de anacoluto,
desde que oses andar sobre dos pies,
horror del Dios cuadrúpedo Uno y Tres.

Dionaea muscipula

No enuncio como enuncia mi tocayo
(consanguíneo tal vez, tal vez mi abuelo,
de cuando abuela echó la cana al vuelo)
“morada amapolita” pues no hallo
cómo hacer que florezca sin desmayo
en la maceta de mi desconsuelo;
digo mejor: carnívora amapola
sostengo en la solapa de la estola.

Herencia

A mi abuela, por cuya gran altura
los pies no le acalora la mortaja,
achaco mi obsesión por la baraja
y culpa en casi toda travesura.
Hasta creo que debo mi tonsura
al día en que la abuela, cabizbaja,
cáncer en mano me tiró pavesa
por accidente sobre la cabeza.

Impotencia

Abres Eva tu flor como el mar Rojo
ante el precepto de mi endeble vara
(hace cuarenta noches que no cojo)
quiere ser caduceo, es cuchara
para mala fortuna de tu antojo
comparable en volumen al Sahara;
levántate ¡por Cristo! sé abedul
abracadabra o por pastilla Azul. ~

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