A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

VERSOS BARATOS [Mi poema]
Lara Moreno [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Versos que son baratos, versos míos,
carentes de mejunje y de sustancia,
escasos de color y sin fragancia,
no saben provocar escalofríos,
ni tienen militancia.

No invitan a subir por las paredes
pues solo servirán para chatarra,
que a veces, ay, se suben a la parra,
y hay otras en que, sálvate si puedes,
ni sirven pa’ ir de farra.

Caprichos de un poeta fracasado
que saca a pasear por si algún ciego
tropieza y se inmiscuye en este juego
y en esta ineptitud que dios le ha dado
consiga darle el pego.

Versos los que ha parido su mollera
sin nada que almorzar, sin sindicato,
ausentes de esperanza ni alegato,
en busca alguien les lea antes que muera,
para matar el rato.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:   Lara Moreno

MI MADRE es esa mujer que se levanta a las seis para ír al

trabajo y deja antes de salir de casa su cama perfectamen-
te hecha, los almohadones ordenados y unas lentejas en
remojo en la cocina (nunca se olvida mi madre).

Solo a los pies de la cama sus zapatillas hacen un
dibujo raro sobre el suelo. Hay como un descuido o una
torpeza en las zapatillas desnudas y solas, en medio del
dormitorio impecable.

Es ese resto que mi madre tiene, ese tropiezo que
mancha la pulcritud: la niña que siempre habrá dentro
de ella, una niña asombrada del mundo, quizá asustada.
una niña que llega la última aunque se haya levantado la
primera.

Una niña con gafas, ojos verdes, que escribe con la
mano izquierda en un mundo de diestros ignorantes.

Esa es mi madre.
Del libro “Tuve una jaula”, La Bella Varsovia (2019).

ESTOY A UN PEQUEÑO PASO DEL GAME OVER

Guardo
recuerdos de la selva que no son míos
una medusa por corazón
la certeza de saber que quizá aún
no haya experimentado la resaca más grande de mi vida

y guardo
también
más cosas
y me duele
tu cuerpo sobre el mío
ahora que estás lejos
a veinte centímetros de mí
en la otra orilla
en tu almohada
*
Por qué te echo de menos
tanto
a veces.
Estaría subida
en este taxi
recorriendo la ciudad
en este día de niebla
hasta que te disiparas.
Es por la mañana, dicen,
y eso qué es,
mañana.
*
Esta vida incontrolada.
El pánico a las estrategias.
La inseguridad paralizándome
las cejas y el vientre y
arrancándome el corazón,
corazón inestabilizado
e hirsuto y despiadado
y mártir y prohibido
y demacrado y desolado
e inflado y corrupto
y apócrifo y nunca
corazón.
Ya no sé qué
guardo entre las costillas.
A qué animal suicida
alimento de mentiras
y otros lujos.
*
A veces amanece
y la ciudad se ha ido.

Las farolas con sus pasos
desgarbados,
el ruido torpe
del puente de hierro.

No quedan gaviotas en el mar.
Un milenio agotado.

Después, los gritos de los
niños escapando,
el alborozo de todas
las faldas al vuelo.

Hay un paso de cebra
dibujado en mi colchón,
la sombra de un atropello
entre mis sábanas.

PERDER EL TIEMPO

Perder el tiempo no es mirar embobado
el cielo azul de las diez de la mañana.
No es hacerse el remolón en la cama,
decidirse por una leche con miel.

Perder el tiempo no es ir a buscarla a ella
para desayunar, sacarla de la cama,
desmenuzar las experiencias de la noche.

Perder el tiempo no es no tenerlo claro,
o cambiar el taxi por el autobús.
Subir la cuesta del parque del Oeste.

Perder el tiempo no es no saber adónde ir
ni adónde mirar.
Dejar el trabajo para más tarde.
Cancelar las citas del día.
Todas (hasta las verdaderamente importantes).
Dejar que pasen las horas de la mañana
fumando hachís entre medias y frío.

Perder el tiempo no es acercarse a un cuerpo extraño
con todas las dudas colgándote del pelo,
arriesgándote a no sentir,
a no percibir.
Tomar la parte por el todo,
y no querer huir, que ya es tanto.
Recolectar colillas a las tres de la mañana,
oler los gatos en las escaleras.
Una rendición falsa, un aplazamiento.

En la cabeza otro nombre
a punto de salirse por la boca;
mirar de reojo, por si acaso estuviera.
Y sin embargo sentir,
sentir la calma.
A ratos mucha calma.
Las manos ásperas,
los labios blandos.

Hay algo en esta vida que me gusta.

Perder el tiempo no es pararse a mirar a través de los cristales.
Perder el tiempo es otra cosa.
Es estar muerto, en orden.

POEMAS

I
A veces amanece
y la ciudad se ha ido.

Las farolas con sus pasos
desgarbados,
el ruido torpe
del puente de hierro.

No quedan gaviotas en el mar.
Un milenio agotado.

Después, los gritos de los
niños escapando,
el alborozo de todas
las faldas al vuelo.

Hay un paso de cebra
dibujado en mi colchón,
la sombra de un atropello
entre mis sábanas.

II
Acaricio su mano y el tacto de las venas en el dorso de la muñeca me estremece. Algo de mis propias venas se remueve hacia el centro, al sentir que estas otras están dispuestas para mí sobre la colcha, como minúsculos ríos de agua que hierve, desnudos
ante el acecho de mis dientes.
Sigue en mí el tacto, el pensamiento.
Porque la calma de esta habitación viene a parar al sueño, a la tarde inmóvil de invierno, con el sol caído y unos perros rebeldes desgañitándose al fondo de la plaza.

III

Víspera de viernes

La luz de una vela y un gemido antes de la mañana./
Un gemido para cada grieta del aire cuando la luz traspasa firmamentos delgados como músculos del pie./
El pie sube, se agarra a la pared de piedra./
Hay señales./
Contrapuertas secretas para este mundo nuevo que habitamos./
Dijimos una vez: basta./
El pie tiembla; es la luz de las farolas de la niebla que preguntan por el día siguiente./
Siente la piel el fuego de la llama y no se retuerce al pensarlo./
Lo dijimos una vez: no importa el dolor./
Quiero que vengas antes que la noche, puedes aparecer desvencijado, hecho un cúmulo de malas intenciones./
Recogeré tus huesos uno a uno, caricias para un náufrago./
El pie tropieza, es carne fresca lo que ha encontrado./
Tiene un sentido doble tu presencia: la hora del amor y del ahorcado./
La cuerda un epicentro en la batalla, toque de queda y gritos, sabes que guardo el sexo en la garganta./
Tiempo de vivos./
Esas palabras tuyas, las de la isla, miramos tanto al mar que nos volvimos mudos de hacer calor, tiernos de espanto./
Yo sé que allí nos vimos, nos encontramos./
Ahora es otra cosa./
Todo en tu mano./

IV
Torbellino
lleno
de curvas
a veces
se estanca
y uno se pregunta
cosas
algunas
cosas determinantes
como
por ejemplo
quién soy
dónde estoy
y todo eso.
Pero
entonces
esa calada del cigarro
sorbo de ron
a ver qué canción
suena ahora
levantarse para
ver
que la vida
no es
más
que un pedacito
de indiscriminación
de tenacidad
disfrazada
la vida no es
más que algo de esto
esto que siento
nuevo y viejo
aquí y ahora
parapetos
del sabor
de la nostalgia olvidada
ya sabéis
perder el tiempo
un rato
intuir
que el cielo va a caerse
machacando nuestros pies
que hay que tener
las dos manos libres
para levantarle la falda
todos quietos ahora
por un segundo
milimétrico
el ruido de tu noche
cada noche
los párpados quemados
ceniza por doquier
y ningún lamento
luchar un poco
por la ausencia
que también hay que luchar
por la ausencia
que de presencias
vamos servidos

inestabilizados
nos aguantamos el alma

V
Perder el tiempo no es mirar embobado
el cielo azul de las diez de la mañana.
No es hacerse el remolón en la cama,
decidirse por una leche con miel.

Perder el tiempo no es no tenerlo claro,
o cambiar el taxi por el autobús.
Subir la cuesta del parque del Oeste.

Perder el tiempo no es no saber adónde ir
ni adónde mirar.
Dejar el trabajo para más tarde.
Cancelar las citas del día.
Todas (hasta las verdaderamente importantes).
Dejar que pasen las horas de la mañana
fumando hachís entre medias y frío.

Perder el tiempo no es acercarse a un cuerpo extraño
con todas las dudas colgándote del pelo,
arriesgándote a no sentir,
a no percibir.
Tomar la parte por el todo,
y no querer huir, que ya es tanto.
Recolectar colillas a las tres de la mañana,
oler los gatos en las escaleras.
Una rendición falsa, un aplazamiento.

En la cabeza otro nombre
a punto de salirse por la boca;
mirar de reojo, por si acaso estuviera.
Y sin embargo sentir,
sentir la calma.
A ratos mucha calma.
Las manos ásperas,
los labios blandos.

Hay algo en esta vida que me gusta.

Perder el tiempo no es pararse a mirar a través de los cristales.
Perder el tiempo es otra cosa.
Es estar muerto, en orden.

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POEMA DE LA DESPEDIDA [Mi poema]
Emma Posada [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

No preguntes por qué nunca sonrío,
la vida para mi no es como antes,
ni el río en que bañaba ya es mi río
y hoy tus manos desnudas llevan guantes.

Cuando observo a través de mi ventana
hay rasguños en lágrimas sangrantes
-obviando si es de noche o de mañana-
tus caricias son gestos emigrantes.

No te engaño, deseo hacer regates,
no te hago, quiero sepas, hoy reproches
si no hay riego la planta no hay tomates.

Acaso es mi oro exento de quilates,
la luna te aparezca por las noches
o alguien serio que no haga mil dislates.

Aquí firmo el adiós, aunque dudando,
el ánima encogida atragantando
y en nube con su pena naufragando.
©donaciano bueno.

MI POETA SUGERIDO:  Emma Posada

Noche mendiga

En los telares eternos, las brujas tejen fantasmas para estas noches de invierno. La geometría gris de la tristeza descuelga un arco trágico sobre el lomo del tiempo.

Madre Miseria ríe, piruetea y danza en el circo de las desgracias; en las callejuelas mendigas, los perros hambrientos aúllan hasta hacer rodar sobre las sombras los aros fríos del silencio…

Luna medio apagada, lluvia fina y nerviosa. La ciudad mendiga duerme cubierta con sus harapos. Madre Miseria ronda… y un perro triste lame la luna enferma.

Gato negro

Alma de duende en cuerpo de sombra. Enjoyada la cabeza, el espinazo interrogante, el paso de seda.

Las campanas desbordan sus doce vinos. Luna en los tejados. Brisa en las ramas deshojantes. La pedrería de los ojos de gato se abrillanta. Espera…

La bruja de la escoba, andrajosa y hambrienta no ha de venir ahora; se durmió de cansancio en el campanario del pueblo.

La desesperación en el lomo del gato forma un arco y lanza la flecha de un maullido. Un signo lúgubre se alarga en el silencio.

Gato negro, embriagado de luna. Gato negro, bohemio de los tejados; eco del infierno, silueta de un pecado. Gato negro: seda, sombra y pedrería.

Rincón de barrio

Pocilgas: nidos de hambre, sed y frío. El pan negro y duro temblando en la mano mugrienta. El hambre a flor de ojos…

Harapos, hedor, blasfemias agrias, melenas ariscas sobre frentes marchitas.

Chiquillos que juegan con las penas, el cuerpo enfermo, la mirada huraña. Madres con el hierro lacerante del dolor en las carnes y la oración sin fe entre los labios. Hombres aguardentosos, brutales, el alma emponzoñada con sarna de perro.

Entra la noche en el barrio con luces tibias y la música lejana de un viejo organillo.

El dolor se ha hecho saeta en el espíritu. Hambre, sed y frío. Los ecos de ese abismo de miseria remedan el paso de las cabalgaduras jineteadas por el hambre, la peste y la muerte.

Caracol

Caracol. Cartucho donde el mar ha guardado sus cantos. Receptor de armonías. Pergamino a medio enrollar, en el que están escritos los arabescos de las olas. De trampolín en trampolín de espumas ha llegado a mis pies.

Mi corazón, caracol que se quedó dormido en las playas de mi cuerpo; hoy ha soltado sus enigmas; ha cantado como el mar.

El caracol que estaba a mis pies se fue en un tumulto de olas…

Corazón, ¿qué olas te llevarán?

Desolación

Llamaron a mi puerta, y por temor a las sombras y a los lobos hambrientos no respondí. ¿Fue el huracán, el amor, o la muerte? ¡Quién sabe! ¡Tal vez!

Más tarde tuve encendida mi lumbre y servido mi vino. Nadie llamó. Los búhos silbaban en mis ventanas.

Y ahora que las sombras rondan, en vano digo: regresa, peregrino; caliéntate a mi lumbre y bebe mi vino. Nadie responde…

Fuera, en el sendero, un grillo deshila una canción sedienta… rueda una hoja seca.

Dentro, se apaga la lumbre y se derrama el vino.

Tu obra

Tú, el que vive con plenitud la obra; que ha colmado en ella todo su gozo; el de los ojos ávidos sobre el paisaje extraño; el de las manos suaves sobre la flor y el nido; el de los labios frescos a la caricia del fruto.

Tú, que arrancas la belleza que te rodea para desbordarla en tu obra, gran felicidad es la que tienes. Has tejido con tus manos la seda escondida de las cosas y en tu obra humilde o brillante, han de estar lo cristalino del río y lo armonioso del vuelo.

Has plasmado en tu pobre carne que destrozará la muerte, un soplo de eternidad y de luz.

Tu polvo ha de perderse en los caminos, tal vez se vuelva ciénaga con pestes en las entrañas, o lodo que mancha los pies del niño alegre que va cantando a la escuela. Eso serás tú, tu pobre carne; pero tu obra, si la vives con plenitud, seguirá siendo clara en el río y armoniosa en el vuelo. Tu obra es soplo eterno.

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MI POETA INVITADO:  Martha Rivera-Garrido

No te enamores de una mujer que lee

No te enamores de una mujer que lee,
de una mujer que siente demasiado,
de una mujer que escribe.
No te enamores de una mujer culta,
maga, delirante, loca.
No te enamores de una mujer que piensa, que sabe
lo que sabe y además sabe volar;
una mujer segura de sí misma.
No te enamores de una mujer que se ríe o llora
haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu
su carne; y mucho menos de una que ame la poesía
(esas son las más peligrosas), o que se quede
media hora contemplando una pintura
y no sepa vivir sin la música.
No te enamores de una mujer a la que le interese
la política y que sea rebelde y vertigue
un inmenso horror por las injusticias.
Una a la que le gusten los juegos de fútbol
y de pelota y no le guste para nada ver televisión.
Ni de una mujer que es bella
sin importar las características
de su cara y de su cuerpo.
No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida
e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así.
Porque cuando te enamoras de una mujer como ésa,
se quede ella contigo o no, te ame ella o no,
de ella, de una mujer así, jamás se regresa.
(Fragmento de Los Amantes de Inbox de Papel, 2014)

Mujer #2.

Para Sandy

Todos los hombres que he amado están aquí.
Todos me hacen doler las piernas
y desnudar la ternura de vez en cuando.
Todos contemplan la logicidad de mi caos,
desenredan los internodios de mis cabellos
y cabalgan
todas las veces del amor tantas
cual son.
A todos amo con mi virginidad eterna.
A todos celo con mi pecho blando y sediento.
Todos golpean en mis encierros
con sus cuchillos y sus miserias
todas las veces del mar tantas
cual son.
Todos están aquí, amontonados sobre ti,
multiplicando tu aliento,
humedeciendo tu sexo,
sobre ti, que ahora descansas
sobre la muerta
que ahora soy yo.
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MIS FACTURAS IMPAGADAS [Mi poema]
Enrique Fernández Granados [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un día llegará que Hacienda quiera,
de la empresa he de hacer tabula rasa,
pondré en un gran letrero: se traspasa
o se vende por si comprar quisiera,
y alguno lo anotara cuando pasa.

Y así pondré el final a mi negocio
al que en vida tanto esfuerzo dediqué,
le pondré un candado y diré que
he roto la baraja con mi socio
recordando aquel día en que empecé.

Haré cuentas, diré, no me hice rico
que ya al final de todo acabé a pachas
pues buenas he tenido y malas rachas,
a obreros liquidar me costó un pico
y allí sólo ya quedan cucarachas.

Y aunque buen siempre he sido pagador
es posible que quede una factura
-prometo compensarla con ternura-
sin pagar. Perdón pido al acreedor
pues que ayer ya lo hice a el señor cura.
©donaciano bueno.

Tranquilo pues que Dios todo lo #perdona, no? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: La vida es como un negocio. Dura lo que dura y al fin un día pone el cartel de se vende o se alquila. Nunca, Se traspasa.

MI POETA SUGERIDO:  Enrique Fernández Granados

A una rosa

Pura, fragante, hermosa,
reina serás del blanco ramillete
de tiernas flores que mi fe le envía.
¡Cuánto envidio tu suerte, oh dulce rosa!
¡Nacer te cupo en venturoso día!
Llega, y al seno cándido que adoro,
donde serás de amor purpúrea enseña,
lleva de aroma el virginal tesoro
que la aurora al nacer te dió en exceso.
Mi amada en cambio te dará, risueña,
miel de sus labios al calor de un beso.

A unas violetas

Dulces violetas, como el cielo azules,
que cultiva la mano delicada
de aquella por quien lloro,
mis desdeñosa cuanto más la adoro!
Si, por ventura, unidas tiernamente,
ornáis de Laura el seno o la alba frente,
decidle mis dolores
y aplacaréis ¡oh flores!
de mi cruel adorada los enoJos ….
Pues ella debe amaros, cuando os dieron
su alma el aroma y el color sus ojosl

Desdén

Corté una blanca flor, de mi ternura
símbolo puro, y la ofrecí a mi dueño;
ella, con rudo ceño,
entre su mano, que la nieve imita,
cruel la oprime y aja su blancura ….
Lejos de sí la arroja, ioh ruego vano! ….
cayó al suelo marchita,
pero, al caer, le perfumó la mano.

¡Bebamos!

De pámpano y rosas
ceñid mi cabeza,
prorrumpa en acordes
la cítara griega,
y el vino, ese numen
que a todos alegra,
rebose en las copas
y aleje las penas!
Bebamos, amigos,
bebamos Sin tregua;
el vino difunde
ventura suprema.
Al Joven enciende,
soltura le presta,
sus frases inspira
y a un dios lo asemeja.
Bebiendo el anciano
recobra las fuerzas
y torna a ser Joven
le aman las bellas.
¡ El vino es la vida!
Bebamos sin tregua;
v un canto a Dionysos
levante el poeta!

Los fantasmas

el arte de olvidar comienza recordando

alúmbralos escúchalos una vez más
devuélveles un cuerpo
a tus fantasmas

esa demorada forma de decir adiós
a lo que fue y amaste y ha brillado
con su huella imperfecta pero firme
en el recuerdo de las cosas
que guardarías como un tesoro

hay que amarlos hasta que se vayan
mirarlos hasta que desaparezcan
oírlos hasta que el silencio
detenga al fin su corazón
herido todavía de palabras

pudieran ser a través de tu llegada algo que no se ha ido
del todo o un mendicante
amor que ha extraviado en alguna encrucijada
su camino de regreso
o solo cierta vieja luz
que por momentos vuelve

no huyas de ninguno
recuerda que todos como tú mismo están de paso
dales audiencia y justicia
con la misma dignidad que a los vivientes
pues si los ignoras
habitarán tus actos
porque también forjan los eslabones de tu miedo

déjalos alumbrarte desde su ausencia
acaso el itinerario de vivir
requiere presenciarlos
y ellos son la mitad de su belleza

y ten en cuenta que el arte de aprender
también comienza recordando.

La higuera

Creo que fueron los mejores años de mi vida
los que no comprendí
y sólo pasaron
aquel verano donde rompimos los frascos delicados
de la infancia
aquellos días de sol
donde guerreamos y caímos
llenos de música de ruedas
de sangre en las rodillas
ese lugar veloz
donde no éramos sino velocidad.

A LIDIA

¿Qué soy falso y aleve,
traidor y vil, y pérfido y malvado?
Y… ¿qué más? ¿Nada más te han declarado
los pétalos de nieve
de la cándida flor que has deshojado?
¿Que yo no tengo amor, que lo he fingido,
que Irene, diestra en la maldad me incita?
¿Que no te quiero, no, ni te he querido?…
¡Vaya una mentirosa margarita!

EL VINO DE LESBOS

Si queréis de mi lira
oír los sones,
dadme vino de Lesbos
que huele a flores.

Y si queréis que dulces
amores cante,
venga Lelia a mi lado
y el vino escancie.

Pero no en cinceladas
corintias copas,
¡porque el vino de Lesbos
se liba en rosas!

El Amor nos lo brinda,
y el que lo bebe,
¡arder en sacro fuego
feliz se siente!

Es suave como el néctar
que, en los festines
del Olimpo, Ganímedes
alegre sirve.

¡Que venga Lelia hermosa,
y sus hechizos
celebraré en mis cantos
bebiendo vino!

Veréis cómo la niña
si oye mis coplas,
me da vino de Lesbos,
pero en su boca…
¡Porque el vino de Lesbos
se liba en rosas!

En Invierno

Huyó la Primavera,
y el aterido Invierno
cubrió de pardas nubes
la bóveda del cielo.
La inquieta golondrina
dejó el nido desierto;
sus flores y sus frondas
los árboles perdieron.
¿No ves en la alta cumbre
de la montaña el hielo
brillar, del sol que muere
al último destello?
¡Qué triste está la tierra!
¡Todo está helado y yermo!
Como a un sueño de muerte
se entrega el universo! ….
Mas; no tema , bien mío,
rigores del invierno,
mientras la edad no extinga
de nuestro amor el fuego!

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UN HOMBRE DE PRESTIGIO [Mi poema]
Alberto Beceiro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Aun sigue ocupando un cargo de prestigio,
tiene su silla, su escudo, su estandarte,
la recompensa y honor a su servicio,
de Consejos, más de mil, formando parte.

Ha logrado acumular muchas riquezas,
tiene un buen coche, una casa, tiene un yate,
se ha codeado con todas las bellezas,
donde él acude la salsa es del tomate.

Y la paz tuvo en sus manos de este mundo
aunque la misma jamás durmió en su mano,
pues impregnado de angustia, Segismundo,
nunca pasaste de ser de oro un gusano.

Y es hoy que llegas a tu último destino
te pilla a contrapié, no preparado,
así repleto ya estés de pan y vino
de nada sirve, ya el tiempo se ha acabado.

Tu pedestal fue de barro sin cimientos,
lleno de logros tu vida otro dislate,
de nada han de servirte hoy los lamentos,
sin darte cuenta te han dado el jaque mate.
©donaciano bueno

Comentario del autor sobre el poema: VIP (Very Important Person) es una expresión que se emplea en diversos ámbitos para designar a personajes -políticos destacados, famosos, empresarios…- asistentes a un evento que requieren una atención o protección especial; la persona con consideración.Cuando el evento es la vida, al final, no sirve de nada.

MI POETA SUGERIDO:  Alberto Beceiro

EL REGALO

La última vez que me dijiste
que me odiabas
fue el día de tu cumpleaños.
Coincidió con una tarde azul,
o una mañana azul,
o azul era; tal vez, el color de tu jersey
o la goma con que te sujetabas el pelo
haciéndote una coleta
mientras me decías eso,
que me odiabas.

Pero el azul estaba allí mismo, lo recuerdo,
instalado en el salón mientras el regalo
que te había comprado
permanecía a medio abrir sobre la mesa.
Estático, casi atónito.
Como si pensara en su regreso
a la tienda de regalos,
a cambio de otro artículo inútil
que se le parezca.

UN POEMA DE AMOR

Esta mañana no preparé un zumo de naranjas
que llevarte a la cama al despertarte.
Ayer se terminaron y no salí a por más.
Se me olvidó.

Tampoco he bajado esta mañana
a la tienda veinticuatro horas cuando recordé
que ayer me había quedado sin naranjas.
Ni al salir paré en el bar de la esquina,
como te prometí, para traerte
un zumo de naranjas en un vaso de cartón.

En cambio,
te dije que el del bar
también se había quedado sin naranjas.

AZUL

Fija la RAE
que es el color del cielo sin nubes
o del mar en un día soleado.
Pero azul sería también la foto
que me enviaste de Copenhague.
Y en ella, las grúas
en aparente movimiento
seccionando una niebla
que entorpece el amanecer,
pero no impide la incipiente claridad
granulada y azul,
como si un papel de lija azul
o una tormenta de arena azul
se sostuvieran en el cielo.

Y azul sería el color del puente
sobre el canal azuloso,
donde un autobús casi vacío
circula a punto de salirse de la foto
que te imagino tomando de repente, detenida,
porque la marabunta de edificios azules
cimentada frente a ti
te haya recordado el amanecer
que nos sorprendió en la calle
y me preguntaste:
si lo que ocurre con los pájaros
es que se acostumbran a huir
o dedican su vida a encontrar un hogar.

EL DIÁLOGO IMPRESCINDIBLE

Pienso en ti, mamá, y me viene a la cabeza
el color amarillo.
Un vasto amarillo estático
esparcido sobre ti como un manto,
que te penetra la piel y rellena tus uñas
endurecidas como estacas.
Un amarillo que te rebosa tantísimo
y apenas nos deja espacio.

Y amarillos son cada vez más tus ojos, mamá,
y el recuerdo inmenso que tengo ahora de tu voz
que se ha detenido y encogido tanto.
Porque tus sentidos lucen tan pálidos,
bajo ese tono tuyo cobrizo
que te cubre como una mancha
de sudor en el colchón,
que presagian sábanas, cuerpos
y mañanas heridas de muerte.

Qué puedo hacer si me resisto
—te lo prometo mamá—
pero el pecho se me da la vuelta
y despide un viento
que te reseca y amarillea tanto. Ya ves,
este niño tuyo mata despiadadamente
como un cazador;
primero te corta el paso
y, por último, te arrebata la coloración.

HASTA EN EL INFIERNO

Tienen razón quienes afirman
que un amigo es para toda la vida.
No se refieren al mengano
que hizo con nosotros la escuela
y al tropezárnoslo en la calle
paramos a por un café
para ponernos al día.
Hablan, por el contrario,
de un vínculo más recio
y un afecto más honesto
que el de las familias.

Un amigo es exigente.
Reclama sinceridad, perdón y lealtad.
Por eso es muy difícil
que una persona, extrovertida o no,
arisca o cordial da lo mismo,
alcance en su vida
más de uno o dos amigos
de verdad.
Pueden contarse
con los dedos de una mano.

Bien.

Solo espero
que alguien
me presente a los míos
alguna vez.

EL FRÍO PUDO CON LA FERIA

Nunca mencionamos el amor.
Resignados a dudar
de nuestra inocencia,
preferíamos otras palabras
para nombrarlo.
Tú utilizabas, por ejemplo,
compromiso
y decías a menudo
que las flores
no mueren de viejas,
más bien se pudren al encharcarlas.
No nombrábamos el amor
aunque nos refiriésemos a él
con insistencia.
La última vez este verano,
cuando dijiste
que en algún lugar del norte
cavan siete tumbas en agosto
que llenarán durante el invierno,
cuando el hielo haga imposible
abrir una sola zanja.
Y a continuación me abrazaste,
a espaldas de un cristal
que reflejaba un cielo a punto
de desaparecer, desmaquillándose
en borrones violetas
como tus lágrimas
de las que ya no pudimos escapar.

Eres tú

La espera se me atraganta.
Me atiborra la boca
y la noto ahí mismo
aferrada al paladar,
latiendo; hinchándose
y reduciéndose como el saco
de las ranas bajo la boca.
La espera reseca el aire
que pueda respirar,
agrietándome el paladar,
dejándolo como un vaso roto.

Pero en ocasiones, la espera
se hace aún más terrible
cuando se sumerge
bruscamente
en mi cuerpo, reptando
hacia el estómago
como una lombriz
que va incrustando a su paso
cristales como espinas.

Es la espera imaginando
tu voz al completo
como un aullido
diciendo que sí,
mezclándose con el aire
sin acoger cansancio
ni conjunciones
—aunques, peros o sin embargos—
que la prolonguen.

Es la espera dañina
a plazo fijo,
abundante,
exageradamente presente
y que jamás apaga la luz.
Es la espera
a que por fin
la hagas concluir,
con tu voz
al teléfono
que comienza
de la mejor manera:
desvergonzada.

El círculo de la crisis de la patata

Aunque primero fue el grito,
no tardó en aparecer la dureza
con que oscureces mis palabras
al dejarlas a tu suerte.
Cuando tras sostenerlas y arrastrarlas
me las devuelves en frío
y tan deformes
con ese tono tuyo tan gris.

Y aquí sigo a solas con ellas,
bajo tu mirada más corta
y tu silencio
que conduce a un abismo
que se extiende como una llaga
desde la mañana a la madrugada,
y apenas contiene más
que el cansancio
acumulado en mi pecho
que necesito sacudirme
como un pez con esa piel mía
tan gris.

Y desearé de nuevo
que reserves espacio suficiente
para tanto desencanto
amontonado en tus ojos,
que amenaza siempre
con desbordarse.

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DIOS HA MUERTO [Mi poema]
Antonio Luis Ginés [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Yo, que siempre he vivido entre tinieblas,
en un bosque de incertidumbres lleno,
en que todo ese ambiente huele a heno
y el viento más audaz pone las reglas.

Que vivir nada no es lo que parece,
y aprender a morir es un oficio,
los sentidos son fuegos de artificio
y el tiempo cuando crece, más decrece.

Que a conocer comienzas la verdad
y dudas de que la verdad exista
y crees que el estado de revista
es acto de paciencia y de humildad.

En que vivir igual es a matar
en permanente y lúgubre holocausto,
que así de reclamar quedes exhausto
un desierto es y nadie va a escuchar.

Que el caminar se troca en penitencia
hablando de la pena y el castigo
y esa rabia que ver causa un mendigo
se cura en un lavado de conciencia.

En este panorama tan incierto
¡qué quieren que les diga! Deducción,
(adelanto que es sólo mi impresión)
creo que eso es así pues dios se ha muerto.
©donaciano bueno.

A vueltas con #Dios! Hasta cuando? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: Y si no se ha muerto, impertérrito antes los dramas humanos, ni se le ve ni se le espera

MI POETA SUGERIDO:  Antonio Luis Ginés

Bisturí en mano

Qué queda de nosotros cuando nadie hace ruido
con nuestro nombre, nadie nos calienta un cuarto
entre los ojos, un resquicio mínimo,
la duda por si nos hubiesen amado

en secreto, con saña.
Qué podría quedarnos
si no es esta locura de caminar más solos
que varillas de cohetes después de la verbena.

Busca y captura

Era otro el tiempo
de concesiones, de contar las bajas
con la punta de los labios,
de esperar sentada un saqueo anunciado,
otro.
La lucha cansa, sin embargo,
está en juego un capítulo
de tu vida y no sabes si el más importante,
así que saca tus preciosos puños
de chica en guardia, respira,
amaga buscando un costado que te calme.
No consientas que el amor
entre, como una bomba, en tu agenda,
a sembrar de cadáveres tus ojos.

ANIMALES PERDIDOS

Nos llama un ser querido sólo por escucharnos.
Cercanía es consuelo. Conocemos ese impulso
pero apenas sabemos qué frase es la siguiente.
El calor del contacto nos sacude debajo
de la ropa, nos devuelve a la vida
entre palmadas y besos; una pequeña fiesta
a la que no siempre estamos invitados.

Acto seguido llamamos a alguna amiga,
buscando ese golpe de voz que nos aliente,
y ahora somos nosotros los que pedimos
unos minutos de escucha, ternura
para entregarnos torpes, imprecisos, dispersos.

Extraña noche en la que andamos
buscándonos con paso cambiado, tan confusos,
sin luna que nos coma a besos
ni bosque para aullar bajo los árboles.
Animales perdidos bajo el cielo.

JUNGLA

El hombre de la grúa no se mordió la lengua:
“Cuanta más gente trato
más quiero a mi perro”.
Entonces no entendimos nada.
Los tres allí apretados, de regreso,
dejándonos la vista en las casitas diseminadas,
sin preguntas sobre familias
que no sabrían de nuestra existencia.
Al cruzar los primeros barrios nos pudo el ajetreo
endemoniado, las bocinas roncas
de pedir auxilio, la trampa del bullicio,
puños en alto, amenazas, gente poco feliz.
Silencio de animales perplejos, impotencia
de hallarnos perdidos,
los tres, ante nosotros mismos,
cada uno a su manera, sin un lugar seguro
donde dejar que las manos
descansaran, sin querer bajarnos de la cabina,
conteniendo el fiero animal
que a menudo nos suplanta
con tristes ladridos en campo abierto.
De Animales perdidos, Plurabelle, 2005, Córdoba

COSTUMBRE

No existe la noche pasada, sólo la próxima. En medio
una extensión de luz trata de manteneros despiertos, y
escuece esa claridad, escuece el primer amor que nos
seduce con pocas palabras y gestos torpes. Resistimos.
Mientras vuelve la oscuridad en una inercia a no
quedarnos quietos, quisieras regalar todas las noches que
conducen a ninguna parte, a rostros que jamás conociste;
sombras pasando por la puerta de tu casa. Quisieras
cambiar
la vieja cerradura,
si es que aún
estás a tiempo.

FUGAS EN BLANCO

Dime quién pasará por cada lugar que hemos pisado,
qué vehículo cruzará puertos, carriles oscuros, se
detendrá en miradores, viajará hacia sitios que hace años
que no pronuncio. ¿Acaso no nos pertenece ni un trozo
de cada camino recorrido, queda al menos el surco de
nuestros dedos en la tierra?, ¿qué huella se recoge en
formol aunque una y otra vez nos venciera la certeza de
que el trayecto éramos, únicamente,
nosotros mismos?

UNA VIDA

El joven que se ganaba la vida haciendo fotocopias ahora
limpia cristales en los semáforos. Hay días que no pasa de
los diez euros. Sus movimientos son rápidos, aprendió
la mecánica y no repara en quién está al otro lado; puede
limpiar el parabrisas del tipo del banco que lo hundió;
un impago y el sistema te premia. Ya no es tan joven, no
dispone de futuro, ha vuelto a la calle, a dejar pulcros
grandes automóviles donde la dignidad y la rabia nunca
ocupan asiento. Si llueve, mala suerte, amarga publicidad
en sus labios, aunque sus manos parezcan esquivar el
tiempo, caen tristes, resignadas con la languidez de esos
días que nunca terminan
de irse
del todo.

EN UN BOSQUE DE SINTRA

En un bosque de Sintra.
En la foto parecemos diminutos.
Apenas se reconocen nuestros rostros.
Tú y yo, quietos,
detenidos para la posteridad,
bajo los enormes árboles.
No se ve el cielo ni el sol consigue
penetrar entre la maleza.
Tal vez una foto más,
una foto sin relevancia, pero no.
Los árboles grandiosos,
ramificados hacia arriba,
nos protegen antes del aguacero
dando sentido a la escena.
Nosotros, simples invitados,
pequeños ante lo que nos rodea,
a merced de los elementos.
En un bosque de Sintra.
Un mes de diciembre.
La vieja nostalgia de dar vueltas
y giros sobre lo que se tuvo
y lo que se dejó de tener.
Parecemos felices.
Somos nosotros.
Son los árboles.

EN AUSENCIA

En la noche, imagino ese piso vacío
sin nuestro calor, pero la felicidad
nos persigue por montañas y valles
hasta alcanzarnos. No supe que nuestro corazón
suma latidos, señala la belleza y la dibuja en el aire;
y los bosques de eucaliptos, y los senderos frondosos,
y la niebla oculta bajo la lluvia, y todo el trazado
no es nada, no permanece si desaparecemos
de cada sitio, si nuestra huella se esfuma,
la última tarde de abril,

por los bosques quemados,

hacia las playas salvajes del oeste.

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UNO SONETO al DON (palabras moribundas IV) [Mi poema]
César López [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(palabras moribundas)

Al DON, hoy descolgado de la parra,
que antaño definía al señorito,
al hombre que sabía o había escrito
o un título llevaba en la zamarra.

Vocablo éste florido, tan bonito
el que se anteponía al nombre, el Don,
motivo de prestigio, admiración,
para ser recibido un requisito.

Sujeto hoy al desdén y vejación
ni conocen, desprecian o te ignoran
denostado ya en tu uso y condición.

Desde aquí solicito explicación
-la ciencia y el saber no se pignoran-
un responso, rezando una oración.

Y en acto de tristeza y emoción,
las lágrimas me afligen y me afloran,
me sumo a tu cortejo y defunción.
©donaciano bueno.

Comentario del autor sobre el poema: ¿Quién si no, Don Quijote pudiera ostentar ese título mejor? Palabras moribundas son aquellas que están condenadas a su desaparición o porque ya no existe el oficio o porque han caído en desuso

MI POETA SUGERIDO:  César López

Epitafio para don Antonio Machado

He recibido una carta de Colliure, breve
y casi desmemoriada. «El rostro del hermano se ilumina
suavemente«. ¿Qué significa,
cuál destino supone la tierra vigilante, la dura
y alejada sepultura?
No le importa una flor, cuando pasaron
alegremente, sin conocer siquiera los verbos regulares,
todos los puñeteros muchachitos de quinto año, ni la
taza de café derramada, en la solaa, las tremendas vocales

que se olvidaron rápidas, o un muñeco de nieve:
«Tournez, tournez, chevaux de bois».
Al cruzar bajo el arco de un estrecho callejón en la judería,
(Yo no pude llegar hasta Numancia, Soria
había sido inundada por cientos de fascistas)
guardaba todas las cosas inéditas, los poemas, las pregunas
a aquella buena vieja, las hojas amarillas
y la leve corriente y música de vísperas en el monasterio…
a pesar de los yunques
sonad y enmudeced campanas, y a pesar
de ir contando las escasas monedas
para dormir en un albergue pobre bajo el acueducto, todavía
busco el texto más
adecuado a tu epitafio.

No puedo hablar de él como no era

No puedo hablar de él como no era:
No fue poeta.
Los versos que escribiera balbuceaban la voz,
iban saliendo,
pero por muchas cosas se quedaron
a mitad de camino.
No fue pintor.
He visto emocionado los dibujos
y sin embargo, la mente, el corazón, la mano,
quedaron en el aire como un trazo empezado.
No fue músico.
Porque aquellas sonatas
eran signos borrosos, no cuajados,
que sólo algunos pocos escucharon.
No fue padre.
Se guardó su simiente en la pureza
de los hijos futuros.
…………………………………………………
Fue un niño a quien recuerdo
diciendo afirmativamente y siempre:
Quiero.
¡El ser que mutilasteis,
asesinos,
era, en resumen, todo lo posible!

ORISHA

Dame la gracia y dame, dame mejor
toda la sabiduría
acumulada por el tiempo en estas islas,
en esta sola isla donde el viento
a veces arrebata, donde la calma reina
en apariencia y la rabia tascada
entre los dientes va devorando el alma.
¡Di de dónde vinieron
los ancestros oscuros con sus ritos,
busca entre otras montañas tus montañas,
animal hembra o macho, mezcla
de nieve derretida y delgada
y de criaturas fieras o elegantes
que a dioses llaman y a dioses se asemejan
con ritmo omnipresente, indescifrado,
como un signo perpetuo entre los cuerpos!
Una suma total, todos los símbolos
superiores y hermosos te sostienen,
diosa o leyenda, bosque
o sabana donde en pastos trémulos
bestias de dulce mirar y regio porte pacen,
pacíficas descansan o se mueven.
Escapó la tarántula del monte,
el sinuoso majá dejó su fatalismo inveterado
y ya se purifican al aire por el agua,
del cielo al fuego entre tus piernas arde.
El tomeguín, la tórtola, la tojosilla al monte
se fugan para siempre y allá acampan contigo.
Dame otra vez lo que te he suplicado,
para ser nuevo aquí donde la vida,
aquí donde la muerte, en fin, aquí,
para que exista la atrevida imagen
que todo tiene y con orgullo altiva
como señora de los tiempos llevas.

CADENCIA PARA SERVANDO CABRERA

Servando, en las sedientas
sementeras serenas seculares,
en donde crecen juntas
luces y transparencias tamizadas,
retiene un rayo su color poderoso;
el bulto, su figura y su prodigio,
instala el tiempo de la patria en vuelo,
tonos recorre, acierta
en el contorno preciso,
da el toque genital, engendra el ala
del sombrero, el arma, la mirada
que abarca los misterios del futuro.
Como un cascabeleo,
como un columpio en pleno movimiento
que revela el secreto alegre o serio,
va por la piel hermosa a los extremos
del cuerpo, con el donaire de la rosa.

Pero tan comedido y grave,
o tan jacarandoso y festinado,
lleva una gota contraria siempre al lienzo.

Tan comedido y festinado
o tan jacarandoso y grave,
a veces, tembloroso, te tienta,
Servando, la tormenta.

CONVERSACIÓN CON VICENTE ALEIXANDRE

¿Dónde están esos tigres del tamaño del odio?
Cómo es posible
si una voz toda trémula y una leve o ligera
pregunta inquisitiva preside: ¿Es la Poesía
quehacer de todo el mundo?
Y mientras,
se recuerdan los nombres amigables, el asiento
ocupado por jóvenes, o viejos ya; y entre el rumor
los ladridos cercanos (es un perrazo
horriblemente cariñoso y que no muerde)
y un vientecillo que viene de la sierra, detrás
de una sonrisa se cierra, imaginada casi,
una cancela.

QUIÉN HA DICHO QUE EL AMOR…

¿Quién ha dicho que el amor no se encuentra
al doblar de una esquina insospechada del mundo?
Amada, el jueves por la tarde no hacía demasiado frío.
Toda mi vida
se limitó al Madrid de aquel instante.

CONTRA LOS HOMENAJES

¿De qué tamaño habrá sido tu cadáver
en las pequeñas tierras que acogieron tu muerte?
Adoraban tu pecho desnudo,
posiblemente lo único verdaderamente amplio
que adornaba tu cuerpo,
las criaturas erráticas que rodeaban tu risa.
Nadie podría llamarte señor, hubiera sido
mejor denominarte señorito,
burlonamente hablando, desviando
la connotación virginal que se atribuye al sexo.
¡Qué alta y sonora suena
la carcajada, la saeta volandera
que fue marcando el paso a tu figura!
¿Dónde estarán tus noches interminables,
alcohólicas, equívocas,
abiertas en el sueño sobre alfombras
y náuseas y ronquidos,
envuelto entre sudores, sudorosos
y descomunales berrinches tropicales?
Si vigilaste el suelo americano, si fuiste
al mismo tiempo
el bufón, el poeta, el revolucionario,
alabado y negado, vilipendiado acaso,
¿Con qué furia soportarías ahora el homenaje?

Esos que rasgan camisas desteñidas
y desentrañan cartas y hasta fotografías,
esperaron a que tu cuerpo podrido confirmara
la muerte y los insultos,
pues dudaban, y en el fondo querían
que hubieras sido un traidor, muchacho tonto,
perdido en la balumba delirante;
con sigilo de asco (mierda tú hubieras dicho)
acechaban el robo y el hedor que llegaban
desde un país cercano y a la vez remoto.
Pero no te creían,
o mejor deseaban que hubieras sido otro.
A ti no te querían, borracho ilusionado,
torpe entre ideologías punzantes y enfrentadas,
a grito limpio contra el futuro limpio
que soñabas y ansiabas.
¡Oh, Roque, niño u hombre, loco ensoberbecido,
no se resisten estas celebraciones
falsas, descascaradas, resentidas!
Nunca fuiste perfecto y no eras
un gran poeta,
pero eras (eres) un poeta verdadero,
eras (eres) un hombre humano hasta los mismos tuétanos.

Te equivocaste tanto, amando
hasta las lágrimas, hasta en el mismo
asesinato o crimen
a donde te llevaron tantas gentes.
Vamos a perdonar, a callar a los perros
y a poetastros con cargos oficiales. Vamos
a pasear por los bares abiertos, con las manos
extensas y apretadas en los sitios ocultos,
gritando un sueño alto, americano,
con una ronda de amigos verdaderos.

PEQUEÑO RECORDATORIO

PARA ALFONSO COMÍN

¿Quién está? ¿Quién se coloca
en medio de su pueblo para intentar
sencilla, cotidianamente
el milagro de ser carne y espíritu?
Si alguna vez se hizo, si ese lugar común
y si la misma retórica piadosa informa de esas cosas,
el símbolo quedó enredado entre los tiempos,
sea porque los sabios o los necios
insistieran de buena o mala fe
en dejar con su sed a los sedientos.
Descifrar los misterios no era su cometido,
sino desentrañar lo oculto en la madeja,
que parece lo mismo, pero no es igual,
panes, monedas, peces,
además del valor, del plus valor, las clases,
contradicciones, obreros y burgueses.
Rodeado de una guerra, entre las guerras,
de literales montones de periódicos,
revistas ilustradas, bellas cartas,
cárceles, herramientas, griterías,
panfletos, conferencias, entrevistas y huelgas…
a más de incomprensiones, vituperios, ofensas.
Mierda por todas partes. Muerte y mierda.
y en medio de su pueblo, estaba,
como el Señor en quien creyera tanto,
tratando, entre los textos de Marx y con mirada
abierta (a los tres mundos existentes)
de convertir gozoso el agua en vino.

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A VUELTA CON LOS IDIOMAS [Mi poema]
Jesús Marchamalo [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Si con uno basta y sobra,
¿para qué tantos idiomas?
Lo cierto es que es una obra
que más que comunicar
lo que intenta es evitar
que otros gusten lo que comas.

Sólo si me sirve estimo,
pues yo no les tengo afecto,
el resto sólo es un timo
propio de locos de atar
e intención de complicar
y confundir mi intelecto.

Si es que de sabios presumen,
que un día los gobernantes
afinarán su cacumen
en pro del entendimiento,
abandonando ese cuento
y renunciando a ser liantes.

Pues que sólo a uno han de elegir,
en fundada decisión,
que es la que va a constituir
la que ha de ser la herramienta,
gran pilar y basamenta
de la comunicación.

Que haga de su capa un sayo
con el resto cada uno,
quien quiera sea lacayo,
coma lo que venga en gana,
se atiborre de banana
o que practique el ayuno.
©donaciano bueno

Existe un lenguaje que va más allá de las palabras.
Paulo Coello (escritor brasileño)

Comentario del autor sobre el poema: ¡Bendito sea ese día en el que todo el universo use un mismo idioma con el que podamos inter-comunicarnos. El resto, ahora convertidos en elementos de diferenciación emocional, que queden al albur del consumo de cada uno. Os imagináis una internet en la que cada país utilizase un sistema, protocolo, diferente e incompatible? Propongo que la UNESCO elija uno ya, podría denominarlo UNIVERSAL y se empiece a estudiar obligatoriamente en los Centros de todo el mundo.

MI POETA SUGERIDO:  Jesús Marchamalo

ME ACUERDO

1
Me acuerdo de que los médicos llevaban un espejo redondo en la frente, con un agujero por el que nos miraban la garganta.

2
Me acuerdo de cuando daba clases de guitarra en el colegio, y tuve que comprarme una cejilla.

3
Me acuerdo de los tejados, grises, de Uralita.

4
Me acuerdo de que despegábamos los sellos de las cartas con agua tibia, y los guardábamos para ayudar a las misiones.

5
Me acuerdo de que un día se me pegó un chicle en el pelo, y tuvieron que hacerme un trasquilón.

6
Me acuerdo del cierre hermético de cerámica blanca, con una goma roja, de las botellas de Casera.

7
Me acuerdo del servicio de Telefónica, el 093, que daba la hora.

8
Me acuerdo que, de pequeño, me pintaban relojes en la muñeca con un bolígrafo.

9
Me acuerdo del jilguero en el patio de casa, y del hueso de sepia que tenía encajado en los barrotes de la jaula.

10
Me acuerdo de las escopetas de perdigones.

11
Me acuerdo de los tacos del capitán Haddock en las aventuras de Tintin: ¡Ectoplasmas! ¡Noctívagos! ¡Batracios! ¡Filoxeras!

12
Me acuerdo de una colonia que usaba mi madre, Maderas de oriente, y de su olor pastoso y asfixiante.

13
Me acuerdo de un rectángulo que llevaban los camiones en el que se leía ‘Tara’. Nunca supe lo que significaba.

14
Me acuerdo de los aviones de propulsión a chorro.

15
Me acuerdo de haber leído, por la noche, en la cama, debajo de las sábanas, a escondidas, con una linterna.

16
Me acuerdo de cuando nos salían motitas blancas en las uñas, y decíamos que eran mentiras.

17
Me acuerdo de los mejorales.

18
Me acuerdo de que en algunas carreteras, los troncos de los árboles, al lado de la calzada, estaban pintados de blanco.

19
Me acuerdo de las marcas de las vacunas en los brazos.

20
Me acuerdo de que cuando enfermó mi tío Pedro rezaba, en secreto, por las noches, para que no se muriera.

21
Me acuerdo de las máquinas de Rayos X, del contacto frío, allí, desnudos, del metal en la piel y de que teníamos que quitarnos la medalla.

22
Me acuerdo de una perra que tuvo un tío mío, Linda, y de que tuvieron que ahorcarla porque se volvió loca.

23
Me acuerdo de que a los equipos de fútbol se los animaba gritando ‘Alabín, alabán, alabín bom, bam’ o ‘Ra, ra, ra’.

24
Me acuerdo de los patines metálicos, con correas de cuero y, los mejores, con ruedas de madera.

25
Me acuerdo de que en la colada de las sábanas, se echaba una pastilla de Azul Brasso.

26
Me acuerdo de una relojería, al lado de mi casa, y de que en el escaparate exponían uno de los primeros relojes sumergibles metido en un vaso de agua.

27
Me acuerdo de los balones de reglamento, con pentágonos de cuero cosidos, negros y blancos. Y me acuerdo de que nunca tuve uno.

28
Me acuerdo de que, durante las tormentas, en el pueblo, a las niñas las hacían quitarse los pendientes.

29
Me acuerdo de unos cubiertos minúsculos, desparejados, con mi nombre grabado en el mango, ‘Jesusín’. Eran de plata Meneses.

30
Me acuerdo de la plata Meneses.

31
Me acuerdo del cueceleches. Tenía una larga chimenea para impedir que la leche se derramara al romper a cocer.

32
Me acuerdo de haber ido a bañarme al río.

32
Me acuerdo de una vez, de pequeño, en que me sacaron una foto en un periódico local, y de que apenas se me distinguía.

33
Me acuerdo de un vencejo que encontramos una tarde en el suelo, y que subimos al tejado para que echara a volar.

34
Me acuerdo que mi primera bicicleta, una pequeña Orbea azul oscuro; llevaba una bandera de España en la palomilla de la rueda delantera. Y otra del Real Madrid.

35
Me acuerdo de la Carta de ajuste de la tele.

36
Me acuerdo de que nos clavábamos chinchetas en los zapatos, para bailar claqué.

37
Me acuerdo de los papeles de periódico que ponía mi madre, en el suelo recién fregado, para que no lo pisáramos.

38
Me acuerdo de una amiga de mi madre que decía ‘convidar’ y ‘convite’.

39
Me acuerdo de haber cantado ‘chivato acusica, la rabia te pica’ y también ‘la roña’ o ‘la tiña’.

40
Me acuerdo de que mi prima Montse tiene un ojo de cada color: uno marrón y otro negro.

41
Me acuerdo de cuando nos sabíamos los teléfonos de memoria.

42
Me acuerdo de los premios de consolación.

43
Me acuerdo de cuando llovía, y echaban serrín en el suelo de las tiendas.

44
Me acuerdo de que, al cerrar el puño con fuerza, las arrugas que salían junto al dedo meñique eran los hijos que ibas a tener.

45
Me acuerdo de aquellas jeringuillas, intimidatorias, de cristal esmerilado y de las agujas que el practicante, al lado de casa, cocía en un infiernillo.

46
Me acuerdo de que llevaban un enfermo, en los que el conductor sacaba un pañuelo por la ventanilla, mientras tocaba el claxon.

47
Me acuerdo de que en las bodas, nos hacíamos anillos con las vitolas de los puros.

48
Me acuerdo de Ironside, de Bonanza, del Superagente 86…

49
Me acuerdo de que una vez que tuvieron que darme nueve puntos en la mano, porque me corté con un cuchillo. Tengo la cicatriz.

50
Me acuerdo de que las raquetas de tenis eran de Paquistán.

51
Me acuerdo de que, por la noche, en invierno, mi madre ponía en las camas bolsas de agua caliente.

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MI POETA INVITADA:  Susana Hernández

SEDA

A las puertas del cielo
me sorprende la noche
bautizada en las marismas
de tu cuerpo,
prendida en la suavidad
de tus senos
ansiosa de ti
avariciosa de la seda
que te envuelve y me derrota.
A las puertas del cielo
me rindo ante tus besos.

PALABRAS INCENDIARIAS

Palabras incendiarias arrasan mis venas.
Te siento en la lejanía
hermosa y serena
como un rumor que nuca se acalla
como la hiedra trepa a las barandillas
de tus deseos.
Tan adentro
y a la vez,
lejos, muy lejos.
Allí donde el malecón rompe con el mar
y el mar ya no es mar ,
es negrura salvaje y viscosa.
Allí donde tú y yo no somos nada,
apenas sombras difusas a contraluz
mapas desteñidos por el tiempo.
Allí entre tu cuerpo y el abismo
nacen y mueren las palabras que te escribo.

SEPTIEMBRE

No quiero conocer tus secretos,
tan sólo tumbarme en la hierba
y caer de rodillas
bajo la lluvia de tus besos.
Apaga la vela
y afila los sentidos,
vendré a cerrar
tus ojos cansados
mojaré mis labios,
y caeré de rodillas
bajo la lluvia de tus besos.
No digas nada,
deja que el tiempo
se encargue de nosotras.

PARTE DE LO QUE TE DEBO

Después del sol,
el calor de mis manos
renueva mi cuerpo.
Veo tu risa caer al vacío,
y sé que mañana será un día
extrañamente dulce,
extrañamente quieto.
Las tardes están aprendiendo
a silenciar mi deseo.
Te cedo mis besos,
como una fianza
un modo de desfallecer
hermoso y digno.
Siempre quise
entregar las armas,
arrojar las toallas del ajuar,
romper todas las barajas,
hacer un boquete
en el corazón del tiempo.
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DE POLÍTICOS Y PRINCIPIOS [Mi poema]
Víctor del Árbol [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

¿Principios? oiga amigo no me ofenda
pues sepa que político yo soy,
¿de dónde yo iba a estar en donde estoy
sin nada que arriesgar en la contienda?
si sigue usted así, sepa me voy.

Lo siento, nunca estuvo en mi intención
herirle a usted señor, más faltaría,
¿prefiere que le llame señoría?
pues yo soy ciudadano del montón
y hablando a un gran señor confundiría.

Pues sé que ustedes gozan de prebendas
y no como este menda que es quien larga
y debe de bregar con una andarga
a tope sin parar ni en las calendas,
a tope con su carga y su descarga.

¡Qué más quisiera yo ser como usted!,
comer sin laborar la sopa boba,
menudo papelón ¡no te joroba!
mas sepa que tocando el almirez
soy bueno y no preciso me den coba.

Mas pronto llegarán las votaciones
y usted ha de epatar con sus sorpresas.
Olvídese, señor, de sus finesas,
a otro se ha de ir a dar lecciones
y meta en donde quepa sus promesas.
©donaciano bueno
#Mentir es consustancial a los #políticos? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Víctor del Árbol   

UN HOMBRE VALIENTE

De ti recuerdo mi recuerdo,
hermano,
la mirada guiñada
y la sonrisa del diastema;
esa risa tuya sin huesos
que siempre tenía hambre de pan.
Tus historias interminables y tus manos de molino,
las hormigas que corrían por tus pupilas al contar.

Todo quería ser poeta en ti
y te inventaste la biografía
en tu lado de la pared
con malditos,
los cantantes de cantina
y las muñequeras con clavos de punta roma,
porque tú, hermano, nunca supiste dañar.

Te tatuaste la piel con dolores de antes,
barones rojos y flores del mal,
botas militares y tejanos de mercadillo,
pitillos robados de padre,
para princesas de falda corta
en el patio de la escuela.

Querías ser algo
parecido a lo que eras
pero no lo sabías.

Luego llegaron las perolas de arroz blanco
en el parque de Los Pajaritos, ¿te acuerdas?
Ya no eras un niño
pero todavía querías galopar
el caballo de la furia
los viernes por la tarde
cuando en los bolsillos los puños,
un par de colillas y el número al que llamar
por si en un mal túnel
te rompía la vida.

Dejaste que tus cejas marcaran tu ira.
Te crecieron aretes de pirata
y cuchillos en la lengua
aunque tu mirada seguía
en el tiempo
de juegos
en las aguas del Ter.

Te volviste del color que trae la desgracia,
la frente apoyada en el ladrillo
y la tristeza en los tronos
del callejón.
Trampas sin salida
y los jaguares no te dejaban en paz.

Oficiaste el olvido,
la muerte a mano propia,
la resurrección de vez en cuando,
un verso de púas para enrocar el corazón,
una frase en la ventanilla del autobús.

Pateabas las piedras,
despejabas el camino a tu epitafio.
Sin gloria, harto de héroes
de cerveza caliente y de hachís culero,
de novela barata y barrotes en el puerto.

Y entonces lanzaste el grito que rompió el cielo
en la gasolinera de tu ruina:
te abriste el pecho,
metiste la mano dentro,
rezumaste el veneno verde
hasta la amarga locura,
te ataste con cadenas a la mazmorra del cielo bajo
y juraste morir
para nacer de nuevo.

Fuiste el hombre más valiente que jamás he conocido.

POR SI ACASO

Habrá que empezar por algo,
me digo,
un juego de manos
o el artificio perfecto
para el pirómano.

En el ojo de cristal estalla
el resplandor
de una verdad posible,
una vida cosida
con papel verde
de cometa.

Yo no entiendo de sujeto y predicado,
ni te cuento de complementos
directos,
si va primero el significante
y detrás el significado.

No divorcio palabras con los dedos,
no soy alejandrino ni profeta,
ni gallo cantamañanas.
Y si me quemas, a la hoguera conmigo.

Fui el último de la fila,
el de los pájaros de barro,
el que nunca levantaba la mano.
Un fraude, decían.
Un espejo rayado.

Materiales orgánicos, entonces,
allá vamos:
las emociones,
arrugas de corazones indolentes
en este tiempo sin preámbulos.

Las palabras en parpadeos,
aire que se parte,
agua en la tierra,
sarmientos sin raíces.
Y, a veces, algo nuevo.

¿No dicen que anudamos el mismo universo?
Qué puedo saber yo,
acaso amasemos el mismo silencio.

Esta mi sublevación
antes de que el gusano se quede
lo que quede.
Antes de que el verso
se vuelva cadáver
y, luego, se pudra.
Será antes del último arrebato
triste y esforzado.

Me joden los años tachados,
me mortifican los días sin aliento,
las grutas lunares,
el limonero seco
y el hierro en la cruz.

Aquí no hay volcán desatado,
no hay Poeta.
No hay urgencias pueriles
ni lluvia de tatuajes.

Que pequen solos los amantes si se quieren.
Que se destruyan las consonantes si se odian.
Que se salven los justos y sus corderos.
Que se condenen los culpables con sus besos.

Que se vuelva vientre quien quiera parir,
o sabio quien sabe lo que no sabe…

Ya me he cansado de perder o ganar.

Por eso ahora.
Por eso aquí.
Por eso tú.
Por si acaso.

EL PINTOR

Exponía el pintor su evidencia
con su carga de apatía
a las seis de la tarde.
Decían sus cuadros gritados
que pintaba porque le entristecía la fealdad,
quien arrastra los pies
sin ganas de volar,
un perro que hurga
el despojo.
No tenía otra explicación
esa paleta enloquecida,
como no sea que le dolían
las cosas rotas
y las vidas incompletas.
Pintaba el pintor lo imperfecto
porque nada hay más insoportable
que soportar
este mundo perfecto.

EL RINOCERONTE BLANCO

Hace muchos años conocí
un rinoceronte blanco
de esos que abundan en nuestras calles
con su corte de pájaros.
Lo encontré al girar
mi esquina escrita
donde se lee lo que te espera
pero no se puede borrar.

Eran esos días de glorias
en los balcones
y bombonas de butano,
de calzoncillos en los tendederos
y reinas acodadas,
de quemaduras de cigarrillo en el pantalón
y quioscos prohibidos.
Tardes noches
de cremalleras rotas.

Tenía el rinoceronte lo que tienen todos
los émulos:
el ojo de cristal,
el cuerno del hechicero
y orejas de duende.
Y claro, esa sonrisa de vendedor de biblias.

A cinco pesetas el sueño;

a veinte, las pesadillas.

Por cincuenta, un alma;

por cien, una condena.

Caían los diecisiete
como las bombas sobre Hiroshima:
hongos perfectos vistos desde arriba
y Rosendo en la serpentina
del escote de mi Cleopatra
egipcia de peluca y varices prematuras,
falso cuero y peor entraña.

Territorio propicio para rendiciones íntimas,
las paredes pintadas con esperanzas colibrí,
la música perdida de Medina Azahara
en muros sin adobe
muy a lo lejos.

Tenía el rinoceronte blanco la pajarita negra
y mi número de la suerte.
Sierpes azules debajo de la piel,
heridas de suburbio,
cuartillas en el bolsillo trasero
y el deseo de algo por lo que morir.

Una jaula pintada en el aire
fueron los ochenta
cuando el rinoceronte blanco enseñaba
su diente de marfil
y las rosas eran verdes.
Los diecisiete, los treinta
y la vida se marchó sin mí.

En un sucio váter del barrio sur
se lee el epitafio de un cazador:
«Yo conocí al rinoceronte blanco y él me conoció a mí».

A MEDIAS

No quiero contenerme en un miedo
ni encerrarme en una excusa.
No quiero sino ser palabra.
Más aún, ser nada.
Entender desde dentro
lo que corre en los hilos dorados.

Mirada y sentir.
Silencio que a todas partes viaja.
Verga de fuego, hierro el hielo.
Ninfo y santo a lomos del asno.

Que arda lo que no sirve.
Que muera lo muerto.

Mientras el mundo dice no. Editorial: Espasa.

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MI POETA INVITADO: José Salento

El hilo dorado

—¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—.
El minotauro apenas se defendió.
Jorge Luis Borges

Tus pies atraviesan los umbrales
Dejando atrás un hilo dorado,
En tu frente dibuja el sudor
Escarchas de agua caliente,
Y la sangre de un minotauro
Empapa tus manos de efebo.
Tienes tan solo veinte años
Pero ya has sido sacrificado,
Al sol le debes tu trabajo,
A la luna el descanso.
Por ello te aferras al hilo,
A la ilusión de una salida
Que te lleve a las noches
De vino y acordes,
Y de jamelgos desbocados.
Morir a los veintisiete no parece,
Así dicho, un mal trato.
Sin embargo, las paredes se hacen
Eternas y cierran las semanas
Y los años, y ahora tienes treinta,
Pero los ignoras para seguir tirando.
Doblas las esquinas gemelas,
Hermanas de todas las anteriores,
Ya nada sabe a nuevo ni encuentras
Placer en ninguno de tus actos.
Los compañeros que iniciaron
Contigo el camino se han perdido
O han desertado, sin dudarlo,
Del sendero del hilo dorado.
Mañana cumples cuarenta,
Estás solo y solo acompañado
Por la certeza de una salida,
Por las sombras y la rutina.
Tu cuerpo ya conoce el dolor
Y las miserias de la existencia,
Tu cabeza es un polvorín
En permanente estado de alerta.
A pesar de que la luz ya no ilumina,
Sigues en pie, agotado pero aún
Convencido, tirando de aquel
Viejo hilo dorado.

Tedio en la tarde

Unos ojos encendidos alumbran la tarde
Y su rugido es el himno del tedio.
Se emplaza la memoria al sopor del fin del día
y es calamidad el tiempo perdido.
Tánatos y Eros están de cacería y nadie
En la ciudad quiere batirse en duelo,
Así que endulzo el pensamiento con algún
Motivo estúpido y hago grande mi estulticia.
Qué bueno hubiera sido
Haber nacido holgazán,
Idiota,
Funcionario,
Votante de la derecha,
O simplemente
Alguien con la cabeza sobre el cuello.
Sin embargo,
Llevo en mi cinto una espada de madera
Y tengo los ojos encadenados al cielo.

Se desangra la tarde sobre las antenas
De los edificios
Y creo que alguien me reclama a los lejos.
De No mires atrás, Orfeo. Ed. Averso Poesía, 2024

LA HORA DE LA SIESTA [Mi poema]
Claudia González Caparrós [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Esa unidad de tiempo que es el día
que viene a completar veinticuatro horas
exactas, sin retrasos ni demoras,
que llenan de dolor o de alegría.

Doce de insomnio, doce para soñar,
para en vigilia estar o estar en vela,
pendientes siempre allí de una candela
y brújula que te ayude a navegar.

Si tuviera que elegir tan sólo una
partiría en dos mi alma del disgusto
¿si es con todas que yo me encuentro a gusto

por qué he de renunciar a mi fortuna?
Como buen padre, debo de ser justo
que la siesta me causa más regusto.
©donaciano bueno.

Los #países en los que no existe la #siesta no saben lo que se pierden? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: Para los que tienen la suerte de vivir en países como España, la hora de la siesta es…indescriptible, tanto es así que es imposible hacerlo incluso en el mejor de los poemas.

MI POETA SUGERIDO:  Claudia González Caparrós

en los bordes de algo que termina, uno ya no sabe si saltar

o quedarse a mirar co´mo las ruinas crecen
Y si ya nunca dejo la puerta abierta no es porque no tenga esperanza

sino porque no creo en las puertas
– – –
no sé si es posible salvar el abismo entre dos mundos,
entre dos cuerpos

entre dos bocas que se mueven sin emitir ningún sonido, no sé
si es posible hacerle frente al frío de los pies descalzos sobre las baldosas

al frío que sube como un insecto por el cuerpo

(el cuerpo
se mueve
sin emitir ningún sonido)

la piel contra la piel como si hubiese guerra

como si te mirara y en mi mirada ya te estuviera deformando

y no sé si es posible salvar el abismo
entre dos ojos que se oponen

(tocándote, tocándome, el cuerpo era lo único recíproco)
– – –
la luz es la continuidad de la luz, el recorrido de la luz a lo largo de mi pasillo,
como una mano que avanza tanteando la superficie uniforme de la pared

como un cuerpo
que se mueve a tientas
recordando los pasos que todavía faltan hasta el final del corredor

la mano acaricia la pared como si acariciara un cuerpo

líquido
homogéneo

la luz interrumpida
en una casa que conozco de memoria
es también un ejercicio de renuncia
– – –
dispongo de esta casa,
de sus interferencias, de las interrupciones
que sus paredes generan en la luz

dispongo de esta casa

vacía
vaciada

como si en ella nunca hubieras habitado, como si en ella nunca
te hubiera permitido entrar
– – –
(en esta desprotección
está la intimidad)
me abro camino a través de tu imagen, igual
que un reguero de agua crea su caudal entre la arena blanda:

con la violencia suave que supone sesgar
aquello que no opone resistencia.

STILL LIFE, LA VIDA quieta como tú y yo pasando

la mañana en la cama,
eres
como una naturaleza muerta, la quietud
de la vida palpitando y, mientras te duermes
te conviertes para mí en un objeto

no haré de ti retrato sino bodegón,
disposición ordenada de cosas en pausa, la
quietud
de la vida mientras intento
retenerte
en un gesto

(amaba
tu manera de sentirte solo)
(en esta desprotección está la intimidad)

YO ESTABA ALLÍ, AMOR, estaba allí como la lluvia detrás de las ventanas un lunes por la tarde

desnuda
discreta
mirándote

estaba allí sentada, erguida, estirada
con mi cuerpo que palpitaba, mi cuerpo que latía como un viejo árbol que decía tu nombre
un viejo campo que ha visto muchos cielos pasarle por

encima,
que conoce tu nombre y todos los demás nombres

yo estaba allí, amor, como lo está la luz horizontal sobre los ríos

todo mi cuerpo, amor, estaba siendo un río mientras te miraba,
un río que decía y conocía tu nombre,
tu forma de estirarte por las mañanas, de dormirte
agotado en el sofá

estaba allí cuando te me rompiste entre las manos como
de las montañas se desprenden las rocas
mirándote, amor, escuchando mi voz decir tu nombre
escuchando tu voz decir el suyo
como una letanía
con esa voz de río medio seco
con esta voluntad de ser paisaje,
cuerpo tendido al sol,
palabra matutina

buenos días, amor, me gusta tanto
despertar contigo).

Si te gusta #Claudia_González_Caparrós... Share on X

MI POETA INVITADO:  Federico Díaz Granados

Jazz del solitario

La moneda cayó por el lado de la soledad
Andrés Calamaro

El día de la creación
tendré semillas tuyas entre mis manos
y te dispersaré en el fértil territorio de cielos abolidos
o en la voz que persigue otras luces, otros fulgores.
Busca entonces la dirección de la guerra
no importa que tu ausencia sea del tamaño de la muerte
te buscaré al otro lado de la noche
cuando regresemos de esta estación de adioses que es la vida.

Princesa Leia, vestida de novia

Y sé que a la princesa
Leia irán dirigidas mis últimas palabras
cuando la luz se apague, y que repetiré
su nombre en mi agonía, como si ella tuviese
un nombre, antes de hundirme en la noche total.
Luis Alberto de Cuenca

Te conocí en las noches de mi infancia.
Tenías 18 años y eras una sola mujer:
Leia Organa,
Senadora y Princesa de este corazón más roto y fragmentado
que tu soberana Alderaán.

Te perseguí por los viejos cines de barrio,
tuve tus posters en los muros de mi cuarto stickers en mi ventana
y repetí de memoria cada una de tus palabras.
Tú eras mía y desde entonces siempre lo has sido
Eras la primera, la única y la última de mis mujeres.

Algo de ti tiene hoy mi soledad.
Algo de tu belleza este rencor y cobardía
frente a postales de planetas con dos soles
y naves que huyen con aprendices, piratas mercenarios y viejos guerreros.

Princesa Leia, regresas vestida de novia.
Por qué ese ademán de tristeza cuando oyes la suite de la Batalla de Yavín
Por qué esos gestos si a este amor lo pronuncia un idioma que no nos pertenece
Cuántos siglos, cuántas millas y a qué velocidad viajaron tus lágrimas
para llegar a este cuerpo.
Ante cuál religión te persignas cada día,
ante qué rituales inclinas tu cabeza, pequeña princesa.

Ahora que la vejez llega con sus finos deterioros,
a esta edad que es más lenta que la tuya.
Ahora que llega con sus polvos en las estanterías
yo deseo cantar, pequeña princesa
del mismo modo que te amo:
igual que una gota de aceite extraviada en el universo
más y más lejos de mi muerte.

Si de niño
jugaba a encontrar tesoros en el centro de la tierra
o gigantes criaturas y grandes minerales en el espacio
y pintaba mapas en cuadernos cuadriculados
Qué diré de este amor de lápices de colores y papel mantequilla
Que nunca tuvo horóscopos, canciones ni peluches.
Qué diré de ese amor que pronuncia tu nombre y dibuja tu rostro
mientras me recoges una vez más,
como ayer, como en el cine matinal,
como en los sueños que nunca pude atrapar,
como la primera navidad o el último halloween.
Me recoges como antes y como hoy,
Leia Organa de Alderaán,
la primera, la única y la última de mis mujeres

y siempre vestida de novia.

Suenan timbres

Homenaje a Luis Vidales

Golpean, llaman.
Suenan timbres en la casa.
Alguien busca algo a horas imprevistas.
Serán de la oficina postal
o los mormones ofreciendo Biblias.
Algún extranjero despistado
o el mendigo que viene por su ración de pan.
Será la vecina que quiere hablar sobre la carestía
o su esposo el prestamista a cobrar los intereses.
Quizá el plomero
o la gitana a pronosticar malos días,
extrañas pestes y fuertes infecciones.
Quién golpeará a esta hora inoportuna.
No es el amor,
no es el hijo, ni mi padre.
Seguro será la muerte y el ropavejero
que vienen por mi cuerpo con su derrota
o el casero a desalojar,
que es lo mismo.
Todostuslibros

UN ARRENUNCIO [Mi poema]
Francisco de Rojas [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo
 

Que lo mío no fue la poesía,
creo me equivoqué, digo lo siento,
pues yo no sé mentir y el sentimiento
hoy me impide decir lo que sentía.

Que yo no sé escribir, eso es bien cierto,
pues solo sé expresar cuatro palabras,
mi tierra es un erial donde las cabras
han trocado el vergel en un desierto.

Y aunque intento regar, no lo consigo,
imposible es ya ver los brotes tiernos,
ni aun subiendo a bajando a los infiernos
nunca ya observaré crecer mi trigo.

Mas me niego a caer y no renuncio
a exprimir hasta el fin a mi sesera,
no sepa adivinar lo que me espera
me pillen en el juego un arrenuncio*.
©donaciano bueno

Y tú, sabes #escribir...bien? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: * ¡Arrenuncio!: Expresión que se aplica en el juego de las cartas, cuando uno de los jugadores comete una falta por no seguir las reglas del juego o, más claro, hacer trampas.

MI POETA SUGERIDO: Francisco de Rojas

Francisco de Rojas

DÉCIMAS

1
No se causan mis enojos,
ô Clori, de ajenas glorias;
otras temidas victorias
dan lágrimas a mis ojos.
No envidio dulces despojos
de amante favorecido,
que la suerte me a traído
a no amar ser envidiado;
moriré alegre abrasado,
como no fuera ofendido.

Fundo mi cierta alegría
en vivir dentro en mi fuego,
i aquel deleite me niego
que tu luz darme podría.
Mi dulce passión porfía
en llevarme a tu rigor,
pero ardiendo aun tengo horror
del desprecio con que miras,
i llego a sentir tus iras
más que a estimar tu favor.

No hay sombra de bien que pueda
concederme la fortuna;
crece mi llama importuna
esparziendo el humo en rueda.
I tan abrasado queda
el pecho de su violencia
que desmaya la paciencia;
mas después un favor lento
assí ensuavece el tormento
que aun lo busca la prudencia.

Mas tan poco se detiene,
que vengo a desengañarme
que Amor no quiere matarme
porque más de espacio pene.
La esperiencia me previene
a que huya el cierto daño,
pero amo tanto el engaño
que a la imagen de un favor
siento apagado el dolor
del incendio más estraño.

No sé si llame piedad
a esta remissión de pena,
porque afloxar la cadena
para apretarla, es crueldad.
En esta inhumanidad
a mi llama lisonjea
un cierto error porque crea
en tan acabada fee
que no es cierto lo que ve
sino aquello que desea.

Yo triste a conocer vengo
que mi bien desvaneció;
como sombra me huyó;
lágrimas ya le prevengo
¿Será qu’en el mal que tengo
halle imperio el llanto mío?
Mas, ¡ô necio desvarío!:
contra llamas celestiales
no pueden tibios cristales
ostentar sobervio brío.

2
Quiero mi grave tormento
en silencio padecer,
pues assí usurpa el temer
la fuerça al atrevimiento.
Mas no es mi fuego tan lento
qu’el humo pueda ocultar;
modos vengo a dessear
con que desmienta mi ardor,
i la fuerça del dolor
aun quita el imaginar.

Pierda el nombre de atrevido
quien no pretende favores,
i no acuse mis dolores
quien nunca los a sufrido.
Viva yo en público olvido,
siempre ocioso a la memoria,
i alcance aquella vitoria
que me diere tu piedad:
que a corta capacidad
no conviene mayor gloria.

¿En qué te injuria quien ama,
Clori, la encendida rosa
que por tu nieve hermosa
dulcemente se derrama?
No aumenta el rigor la fama;
sienta tu crueldad el día
que a hazer polvo porfía
el fuego con que as vencido,
porque ofender al rendido
es covarde valentía.

Y si es ofensa adorarte
dentro en mí con blando ruego,
permite que trate el fuego
pues él puede assí vengarte;
que si vienes a enojarte
con menor belleza miras:
¿el puro cielo que admiras
i los mares espaciosos
no se ven menos hermosos
cuando más muestran sus iras?

Ofendes a tu razón
en tener tanta fiereza,
que Amor es de la belleza
apazible adulación.
Quien no huie tu prisión
bien merece menor mal:
¿no ves el manso cristal
que a la flor que ama su frente
le da con crespa corriente
de agradecido señal?

3
En tan lento resistir
i en incendio tan severo
poco a la razón espero
i mucho temo al vivir.
Una ley vengo a sentir
cuya violencia no acuso;
tiemblo i sígola confuso,
que avisos de la prudencia
dizen que no hay resistencia
contra el imperio del uso.

I quedo entre este temor
con tal gusto persuadido,
que aun cuando más ofendido,
hallo deleite en mi ardor.
Tus altos modos, Amor,
tarde llego a conocer:
el siempre elar i encender
a quien tu fe solicita
es porque sólo acredita
las glorias el padecer.

Solamente el bien de amar
quiero, sin correspondencia,
pues muere assí la paciencia
en naciendo el dessear.
Tiempo, dexa de apagar
el fuego que me eterniza:
que tu hielo atemoriza,
i el arte de la razón
no tiene juridición
para encender la ceniza.

Esta luz que en mí florece
i obraron passiones mías,
a la injuria de los días
sin advertir desvanece.
Fuerças el discurso ofrece
del ánimo al blando fuego;
mas su esfuerço i risa i juego
contra la edad a de ser:
que es violencia su poder
i el de la razón es ruego.

Pero si roba la flor
de tu voz i de tu aliento,
Clori, el sol menos violento,
bien tengo a mi ofensa horror.
¿Qué osará humano valor
viendo divinos despojos?
Mas, ¡ô importunos enojos!
pues aun no da la esperança
engaños a la vengança,
dé el dolor llanto a mis ojos.

SESTINAS

1
Crespas, dulces, ardientes hebras de oro
que ondas formáis por la caliente nieve,
¿cuándo veré salir las alvas luzes,
contento de encenderme en vuestro fuego,
que dexe de bolver al triste llanto,
bañado en cana espuma como cisne?

Igual entonces el Tebano Cisne,
siempre ilustrara los celages de oro
por quien el coraçón destilo en llanto,
o asombren sueltos la purpúrea nieve
que esparze rayos de invisible fuego,
o recojan en áurea red sus luzes.

Mas mientra viere tus divinas luzes,
no dexaré de andar, cual blanco cisne,
cantando en muerte el amoroso fuego
en que me encienden, i los cercos de oro
que me desatan, como el sol la nieve,
por los ojos contino en dulce llanto.

Siempre resuelto estoi en puro llanto,
salgan de Phebo o del Dragón las luzes,
caya dulce rocío o caya nieve;
i aunque más dulce cante que alvo cisne,
nunca veré el compuesto en nieve i oro
con blandos ojos a mi ardiente fuego.

¡Ô si ya consumiesse el duro fuego
el miserable coraçón en llanto,
i nunca viessen más bordarse en oro
el cielo a la mañana aquestas luzes!,
pues ardo siempre en ondas como cisne
cuando sale la noche i cae la nieve.

Bien sé, triste, que puede arder la nieve
cuando se acabe mi infinito fuego,
i que abitar en él bien puede el cisne
cuando toque piedad del grave llanto
a mi Eliodora en sus acerbas luzes,
i cuando esté ligado en lazos de oro.

Pues no me enlaza el oro ni la nieve,
den fin tus luzes a mi ardiente fuego,
i en llanto i muerte cantaré cual cisne.

2
De Febo Apolo el claro ardiente rayo
ya muda l’alta nieve en tibias ondas
del más helado i riguroso monte;
sólo a mi pura luz no cambia el yelo
en piedad su centella, ni la llama
que humedece los cercos de mis ojos.

El polvo, el siclamor, sus blandos ojos
abren con el calor del puro rayo
que esparze en tomo de Phaetón la llama,
i con el fresco humor de vivas ondas;
mas nunca reverdece, suelto el yelo
(bien que a la faz del fuego), mi arduo monte.

Las plantas bolverán de cualquier monte
otra vez a cerrar sus lindos ojos,
i cubrirá sus calvas duro yelo
ante que yo vos vea, ô dulce rayo
del eterno splendor, bañada en ondas
por la piedad de mi sobervia llama.

¡Ô si en cana ceniza mi alta llama
buelta, anduviesse solo por el monte,
o por do forman triste voz las ondas
del Betis, i no viesse aquellos ojos,
ni aquel luziente i amoroso rayo,
poderoso a encender el duro yelo!

Amor, enciende el cristalino yelo
de mi dulce enemiga con tu llama,
si no quieres mirarme al duro rayo
suelto (cual en verano nieve al monte)
en lágrimas, i ciegos estos ojos
con el incendio de sus negras ondas.

I si no te movieren estas ondas,
ni de mi Laida el amarillo yelo
a quererme mirar con blandos ojos,
sacude con valor tu acerba llama,
i abrásame cual suele a espesso, monte
un fogoso i horrendo i fiero rayo.

Pues duro rayo i encendidas ondas
no vencen deste monte el arduo yelo,
abrasa, llama, mis osados ojos.

SILVAS

1
Queriendo pintar un pintor la figura de Apolo en una tabla de laurel.

Mancho el pinzel con el color en vano
para imitar, ô Febo, tu figura
en tabla de laurel: o los colores
no obedecen la mente ni la mano,
o huye también Dafne tu pintura,
árbol, aún no olvidando tus amores.
Perdió la rosa i nieve que solía
teñir su boca i frente,
mas no la castidad con que vivía,
pues oi la guarda en la corteza dura.

Si perdió solamente
color i hermosura,
¿i anima el rudo tronco Dafne esquiva
en tu desdén, aún a tu imagen viva?
A la Aurora pinté en el horizonte
entre inflamadas nuves i distintas,
con puras luzes i rosado arreo.
De la Ninfa que abita el güeco monte
mentí con los pinzeles el desseo,
cuerpo dando a la voz con varias tintas.
I tú, Marte soberbio, aunque guerrero,
contra mí no vibraste el limpio azero
porque con los colores te mostrara
espirando fiereza.

Sola esta virgen prueva su dureza
en mí, porque intentara
que, leño informe, Apolo la abraçara.
Dafne l’arte a vencido;
venció ya Dafne l’arte.
¡Ô Cintio, culpa tuya!
¿Dó está el arco, dó está el divino aliento?
A tan flaco poder mengua es que huya
y que dél se remita alguna parte.

Dime, ¿l’antigua llama
con imperio en tu sangre se derrama?
¡Que el desdén sólo puede en un rendido!
Ya tu desprecio i no el del arte siento:
que sí queda sin gloria (ilustre Apolo)
tu fábula, i sin lustre al mundo solo.

2
A la riqueza

¡Ô mal seguro bien, ô cuidadosa
riqueza, i cómo a sombra de alegría
i de sossiego engañas!
El que vela en tu alcance i se desvía
del pobre estado i la quietud dichosa,
ocio i seguridad pretende en vano:
pues tras el luengo errar d’agua i montañas,
cuando el metal precioso coja a mano,
no a de ver sin cuidado abrir el día.

No sin causa los dioses te ascondieron
en las entrañas de la tierra dura;
mas ¿qué halló difícil o encubierto
la sedienta codicia?
Turbó la paz segura
con que en la antigua selva florecieron
el abeto i el pino,
i tráxolos al puerto,
i por campos de mar les dio camino.

Abriósse el mar i abriósse
altamente la tierra,
i saliste del centro al aire claro,
hija del’avaricia,
a hazer a los ombres cruda guerra.
Saliste tú i perdiósse
la piedad, que no habita en pecho avaro.

Tantos daños, riqueza,
an venido contigo a los mortales,
que aun cuando nos pagamos a la muerte,
no cessan nuestros males:
pues el cadáver que acompaña el oro,
o el costoso vestido,
sólo por opulento es perseguido;
i el último descanso i el reposo
que tuviera en pobreza, l’es negado,
siendo de su sepulcro conmovido.

¡A cuántos armó el oro de crüeza,
i a cuántos a dexado
en el último trance, ô dura suerte!
Pierde su flor la virginal pureza
por ti, i vesse manchado
con adulterio el lecho, no esperado.

Al menos animoso,
para que te possea,
das, riqueza, ardimiento licencioso.
Ninguno hay que se vea
por ti tan abastado i poderoso
que caresca de miedo.

¿Qué cosa habrá de males tan cercada?,
pues ora pretendida, ora alcançada,
i aun estando en desseos,
pena ocultan tus ciegos devaneos.
Pero cánsome en vano; dezir puedo
que si sombras de bien en ti se vieran,
los immortales dioses te tuvieran.

3
A la pobreza

Desde el infausto día
que visité con lágrimas primeras,
me tienes, ô pobreza, compañía;
aunque tan buena, como dizen, fueras,
por ser tanto de mí comunicada,
me vinieras a ser menos preciada.

Diré tus males sin que mucho ahonde
en ellos, que es mui raro
lo que por glorias tuyas contar puedes.
Tal vez el que en su casa un monte asconde

de Numidia i de Paro
en arcos i paredes,
cuando entre el blando lino se rodea,
puesto de los cuidados en el fuego,
sin conocerte alaba tu sossiego,
i nunca, aunque lo alaba, lo dessea;
llegas a ser de alguno, en fin, loada,
mas de ninguno apenas desseada.

¿Si eres tú de los males
el que nos trata con mayor crüeza,
cómo podrá ninguno codiciarte?
Después que nació el oro,
i con él la grandeza,
murió tu ser, murió tu igual decoro,
en otra edad divino:
¿si por esso, pobreza, en toda parte
con enfermo color andas contino?

Con preciosos metales
siempre veo levantado
lo que tienes tú sola derribado.
¿Qué ciudad populosa
se sabe que por ti se aya fundado?
¿Qué fuerça inespunable i espantosa
por ti se a fabricado?

El süave color, la hermosura
sólo en tu ausencia con su lustre dura.
Pintame la belleza
mayor que imaginares,
compuesta de jasmines i de grana:
si con vestido tuyo la adornares,
su lustre pierde i gracia soberana.

Pues cuando el agro ivierno,
hijo tuyo sin duda,
que, como tú, también siempre desnuda,
roba al bosque el verdor i lo despoja
de su amarilla hoja,
pobre por ti su frente,
ni su sombra codicia más la gente,
ni sus ramas las aves.

I si yo vanamente no dicierno,
¿cuándo armarse pudieron vastas naves
donde se vio tu sombra?,
¿cuándo exércitos gruessos?
El número infelice de sucessos
que por ti an avenido, ¿a quién no assombra?
Hablen los nunca sepultados güessos
que en las playas blanquean,
de tantos que por falta de sustento
al mar rindieron el vital aliento.

¡Cuántos as ascondido
en los anchos desiertos
para que al mal seguro caminante
asalten encubiertos!
¡Ô, en cuántas partes se verá teñido
el campo con la sangre de los muertos!
No hay voz, aunque de hierro, que bastante
sea a dezir los males que acarrean
duras necessidades.

Los pobres que habitan las ciudades,
¿qué afrenta no padecen?:
lo que por sus ingenios merecieron,
ô pobreza, por ti lo desmerecen.
¿Qué pobre hubo discreto?
¿Cuándo tuvo amistades
que aun con pequeño honor correspondieran?
¿Cuándo con la pobreza algún respeto
jamás se tuvo a las tendidas canas
que tú de blanca nieve, edad, coloras?

¡Ô mentes de la humilde gente vanas,
no cuidéis, a despecho
de vuestra pobre i mísera fortuna,
levantaros al cerco de la luna!
Mirad que cuantos hijos van saliendo
del nunca en vano frequentado lecho,
tantos esclavos, ¡ai!, os van creciendo
que ocupéis en mesquina servidumbre,
no sin tormento vuestro, no sin llanto.

¿Qué vale, ô pobres, levantaros tanto?
Mirad que es necio error, necia costumbre,
soltar a la soberbia assí la rienda:
que yo apenas, humilde i sin contienda,
puedo contar en paz algunas oras
de las que passo en el silencio oscuro,
olvidado en pobreza i no seguro.

4
Al clavel

A ti, clavel ardiente,
invidia de la llama i de l’Aurora,
miró al nacer más blandamente Flora:
color te dio ecelente
i del año las oras más süaves.

Cuando a la ecelsa cumbre de Moncayo
rompe luziente sol las canas nieves
con más caliente rayo,
tiendes igual las hojas abrasadas.
Mas, ¿quién sabe si a Flora el color deves,
cuando devas las oras más templadas?
Amor, Amor, sin duda, dulcemente

te bañó de su llama refulgente
i te dio el puro aliento soberano:
que eres, flor encendida,
pública admiración de la belleza,
lustre i ornato a pura i blanca mano,
i ornato i lustre i vida
al más hermoso pelo
que corona nevada i tersa frente,
¡sola merced de Amor, no de suprema
otra deidad alguna,
ô flor de alta fortuna!

Cuantas vezes te miro
entre los admirables lazos de oro
por quien lloro i suspiro,
por quien suspiro i lloro,
en invidia i amor junto me enciendo.
Si forman por la pura nieve i rosa
(diré mejor, por el luziente cielo)
las dulces hebras amoroso buelo,
quedas, clavel, en cárcel amorosa
con gloria peregrina aprisionado.

Si al dulce labio llegas que provoca
a süave deleite al más helado,
luego que tu encendido seno toca
a su color sangriento,
buelves, ¡ai, ô dolor!, más abrasado.
¿Dióte naturaleza sentimiento?
¡Ô yo dichoso a avérseme negado!
Hable más de tu olor i de tu fuego
aquél a quien invidias de favores
no alteran el sossiego.

5
A la rosa

Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve i veloz buelo,
i ni valdrán las puntas de tu rama
ni púrpura hermosa
a detener un punto
la execución del hado presurosa?

El mismo cerco alado
que estoi viendo rïente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas,
i oro de su cabello dio a tu frente.

¡Ô fiel imagen suya peregrina!
Bañóte en su color sangre divina
de la deidad que dieron las espumas,
¿i esto, purpúrea flor, esto no pudo
hazer menos violento el rayo agudo?

Róbate en una ora,
róbate licencioso su ardimiento
el color i el aliento:
tiendes aún no las alas abrasadas,
i ya buelan al suelo desmayadas.

Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la aurora
mustia tu nacimiento o muerte llora.

SONETOS

1
Corre con albos pies al espacioso
Océano, veloz Tarteso río,
assí no ciña el abrasado estío
tu dilatado curso glorïoso;

i di a mi ardor que crece tu espumoso
seno a las muchas lágrimas que envío,
o esparza la dudosa luz rocío
o muestre Cintia lustre generoso.

Que oyendo en mustio son mi afán ardiente
de ti, con crespa lengua resonado
en verde prado o en sedienta arena,

será que blandas luzes al herviente
humor muestre (ya en vano derramado)
mi acerba i dulce i clara luz serena.

2
Sube, frondosa vid, i en estendido
ramo corona la desnuda frente
deste infelice povo, que al corriente
cristal yaze, de honor destituido.

Sube, assí no amanzille el aterido
ivierno en duro yelo tu ecelente
cima, ni Febo, cuando más ardiente,
muestre a tu gloria el rayo embravecido.

Que pues, cuando en su lustre florecía,
te dio el áspero tronco i dilatado
seno donde luziesse tu ufanía,

es razón, sacra vid, qu’el despojado
leño de verde i fresca loçanía
ornes agora en su funesto estado.

3
Ya del sañudo Bóreas el nevoso
soplo cessó, ¿el triste ivierno elado,
dando passo, al divino ardor templado,
huyó al profundo centro tenebroso.

I buelve el verde honor al espacioso
seno vuestro, del yelo despojado,
sacros povos, que ornáis el intricado
curso del claro Guadiamar ondoso.

¡Felices vos!, que ufanos al süave
rayo de Febo coronáis la frente,
libres del yerto humor que os oprimía.

Mas, ¡triste yo!, que de importuno i grave
yelo siento oprimir la frente mía,
lexos de ver mi altiva luz ardiente.

4
Menoba, que con turbia i alta frente
buelas veloz al gran Tarteso río,
horrible a fuerça del pluvioso i frío
Austro, la selva oprime tu corriente.

I vi yo cuando en la sazón ardiente,
corriendo apena, de cristal vazío,
ella te defendió del cano estío,
de tu ceñido umor mustia i doliente.

No des al aire, pues, ô río sagrado,
raízes de tan fiel i generosa
selva que te asombré al estivo fuego.

Templa la saña i el confuso i ciego
hervir de tu profunda agua espumosa;
assí discurras puro i dilatado.

5
Marchite, ¡ô nunca!, frío i cano yelo
de tus labios la dulce i blanda rosa,
do las Gracias, do Amor siempre reposa,
ni otro sitio invidiando ni otro cielo.

Dellos nunca a herir levanta el buelo,
ni hacha cuida o flecha rigurosa,
que una blanda palabra gracïosa
arma i enciende en el purpúreo velo.

Destos, pues, roxos, blandos i süaves
labios do se arma Amor, i que encendieron
mi pecho en llama i rosa dulcemente,

¡nunca, ô tiempo!, permitas que los graves
yelos de edad la púrpura ardiente
amortigüen, i llama en que m’ardieron.

6
¡Salve, ô mancebo, flor de la hermosa
llama qu’enciende i cerca el puro cielo!,
cuanto menos que Cintia generosa,
tanto luzes más cándido en el suelo.

Apazible destierra en la sombrosa
noche el horror de su medroso velo,
que aún no vibra su hacha luminosa
Venus mirando al gran señor de Delo.

Luze en su vez, ¡ô Héspero dichoso!,
en su silencio, i con tu luz m’envia
a mi dulce esplendor i mi cuidado.

Y si tal vez sentiste el amoroso
fuego que assí encendió mi pecho helado,
dame no errar por tenebrosa vía.

7
Otro tiempo profundo i dilatado
te vi correr, ô sacro Esperio río,
i ya te ciñe el abrasado estío
i tu luziente mármol seca airado.

Triste pensava yo nunca sobrado
sentir tal vez el ardimiento mío,
o elasse al Tánais el ivierno frío,
o regalasse el sol su curso elado.

Pero si tú, gran lustre d’Ocidente,
Betis, siendo deidad, del inhumano
tiempo la vez i sientes la crüeza,

no desespero de mi ardor insano
buelta ver en ceniza la grandeza
mientra Febo rayare en Orïente.

8
Lánguida flor de Venus, que ascondida
yazes, i en triste sombra i tenebrosa,
verte impiden la faz al sol hermosa
hojas i espinas de que estás ceñida;

i ellas el puro lustre i la vistosa
púrpura, en que te vi apuntar teñida,
te arrebatan, i a par la dulce vida
del verdor que descubre, ardiente rosa.

Igual es, mustia flor, tu mal al mío:
que si nieve tu frente descolora
por no sentir el vivo rayo ardiente,

a mí, en profunda oscuridad i frío
yelo, también de muerte me colora
l’ausencia de mi luz resplandeciente.

9
A don Juan de Fonseca i Figueroa

Ya la hoja que verde ornó la frente
desta selva, don Juan, en el verano,
tiende amarilla por el suelo cano
fuerça de helado espíritu ardïente;

i la ova que en agua vi pendiente
de un güeco risco con verdor loçano,
mustio ya i sin color, despojo vano,
Betis esplaya con mayor corriente.

I yo assí bien no desigual mudança
siento en mi mal, que ya mi ardor intenso
cambia el yelo en ceniza vana i fría.

¿Quién esperó igual bien? ¡Ô grata usança
del tiempo: que fallece a par del día
si un hermoso verdor, un fuego ¡inmenso!

10
Aunque pisaras, Fili, la sedienta
arena qu’en la Libia Apolo enciende,
sintieras, ¡ai!, que el Aquilón me ofende,
i del yelo i rigor la pluvia lenta.

Oye con qué rüido la violenta
furia del viento en el jardín s’estiende,
i que apena aun la puerta se defiende
del soplo que en mi daño se acrecienta.

Pon la soberbia, ô Fili, i blandos ojos
muestra, pues ves en lágrimas bañado
el umbral que adorné de blanda rosa;

que no siempre tu ceño i tus enojos
podré sufrir, ni el mustio ivierno helado,
ni de Bóreas la saña impetuosa.

11
Claro i tranquilo el mar me conduzía
a que sulcara su profundo seno,
i apena entré, cuando el color sereno
huyó, de Bóreas con la saña fría.

Crespos montes de humor al cielo vía
subir, i el mar, d’oscura sombra lleno,
cambiar varios semblantes, i el terreno
assiento entre las olas parecía.

Entonce, ¡ai!, ô mesquino!, un mortal yelo
me cubría, i el güeco leño roto
luchava con las aguas fatigado.

En tanto afán, con voz ya incierta, al cielo
moví a piedad; libróme, i hize voto
de fiar nunca en ponto sossegado.

12
Cuando entre luz i púrpura aparece
l’alba, i despierto, ¡ai, triste!, i miro el día
i no hallo la blanca Fili mía,
alba i púrpura i luz se me oscurece.

Lloro, i crece mi llanto cuanto crece
más la lumbre i la sombra se desvía;
i un torpe yelo assí me ata i refría
que aun la voz para alivio me fallece.

I a un tiempo apura amor con alto fuego
en este ancho desierto el pecho mío,
donde el pesar lo aviva más i enciende.

Lloro, pues, i ardo assí, i el mal se estiende
tanto, que a luz i a sombra i a rocío
muero en llamas i en lágrimas me anego.

13
¡Ai, amarilla selva, que desnuda
yazes, i en cano i yerto humor cubierta,
cómo tu hórrida faz en mí despierta
nuevo mal a mi incendio i llama cruda!

Siéntome, ¡ai, triste!, arder cuando se muda
tu frente, i se descubre blanca i yerta;
i cuando l’alma tierra más desierta
se ve de luz, mi llama es más aguda.

Pero ¿qué mucho, ô selva, si la ardiente
hacha con que te alienta el claro día
declina tanto al Austro pluvïoso,

i yo estoi tan cercano al refulgente
rayo que de sus hizes siempre envía
mi dulce ardor, Aglaida, i glorïoso?

14
No esperes, no, perpetua en tu alba frente,
ô Aglaya, lisa tez, ni que tu boca,
que al más helado a blando amor provoca,
bañe siempre la rosa dulcemente.

¿Ves el sol que nació resplandeciente,
cuál con luz desvanece tibia i poca,
i tú sorda a mis ruegos como roca
estás, en quien se rompe alta corriente?

Goza la nieve i rosa que los años
te ofrecen; mira, Aglaya, que los días
llevan tras sí la flor i la belleza;

que cuando de la edad sientas los daños,
as de invidiar el lustre que tenlas
i as de llorar en vano tu dureza.

15
Passa, Tirsis, cual sombra incierta i vana
este nuestro vivir i, como nieve
al tibio rayo, desvanece en breve
todo apazible bien i gloria humana.

Mira cuánto en color, cuánto en loçana
juventud confiar el hombre deve,
si assí acabó Medrano: ¡ô, en buelo leve
subido aya a la estança soberana!

Siendo su fin veloz (aunque no incierto,
triste imagino aquél que nos aguarda)
sólo por no avenirle en pena, en lloro.

Tirsis, dexa este mar, buelve ya al puerto
la nave i busca el celestial tesoro:
que a nos, quiçá, tan triste fin no tarda.

16
Cuando te miro, ô fresno, assí al helado
soplo del Aquilón, calvo la frente,
i al tibio i blando soplo de Ocidente
de purpúreo verdor la cima ornado,

alegre buelvo a mi infelice estado
i esfuerço assí mi coraçón doliente:
«Espera, no importunes al luziente
cielo con vozes i con llanto airado.

Tiempo será que tan crecida pena
acabe, i tu luz gozes, si oprimido
yazes aora en tan profundo yelo.

I si el bolver del incansable cielo
da a un mudo tronco el verde honor perdido,
¿cómo a ti no tu pura luz serena?»

17
Yo acabaré, infelice, en el ondoso
golfo que ensaña i turba el viento airado,
pues en nevoso ivierno sulqué osado
piélago assí profundo i proceloso.

Ya me arrebata el ponto furïoso,
i miro el leño, en pieças desatado,
entre la espuma errar (¡ai, yo cuitado!)
i no el cielo a mis lágrimas piadoso.

Yo acabaré, pues me creí imprudente
del manso mar, que inmenso me rodea
i bolverá en sus olas mis desnudos

güesos. No fíe de cristal luziente,
tome exemplo en mi mal quien no dessea
ser, cual yo, pasto de nadantes mudos.

18
¡Náufraga onda, i cómo leda frente
tuya, mientra ocio fácil posseía,
otra vez me a engañado, que creía
siempre tranquilo tu cristal luziente!

Ya no miro encresparse dulcemente
el mar con l’aura que Ocidente envía,
mas espumosos montes que a porfía
levanta al cielo el Euro furïente.

Tres vezes fueron ya qu’e1 hondo Egeo
rompí, mal cauto, con aguda prora,
náufrago, i tantas lo sulqué animoso.

Debiera escarmentar, porque no ahora,
opuesto en vano al mar impetuoso,
llorara el cierto fin en que me veo.

19
Este que ves, ô güésped, vasto pino,
útil sólo a la llama ya en el puerto,
selva frondosa un tiempo, en descubierto
cielo dio amiga sombra al peregrino.

De la cumbre Citoria al ponto vino,
por la mordaz segur el tronco abierto,
i después, alta máquina, el incierto
golfo abrió, siempre con hinchado lino.

Vientos, aguas sufrió; llegó a la Aurora,
veloz nave, i rompió luengos caminos,
i a su patria bolvió soberbia i rica.

Mas no firme a sufrir del mar ahora
los ímpetus, por voto a los marinos
dioses Cástor y Pólus se dedica.

20
Almo, divino Sol, que en refulgente
carro sacas i ascondes siempre el día,
i otro i el mismo naces tras la fría
sombra que huye l’alba luz ardiente;

pura i cándida Ilitia, que luziente
eres del cielo honor, si se desvía
el áureo rayo que tu hermano envía
a tu hermosa faz resplandeciente:

venid ambos, venid, lustre del cielo,
fáciles a mis ruegos. Tú, Lucina,
seas blanda a Celia en la cercana ora.

I pues te honra, ô Febo, con divina
voz, da al infante cuando sienta el yelo
del aire, ingenio i dulce voz sonora.

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VIAJANTE DE SUSURROS Y PLEGARIAS [Mi poema]
Enrique García Bolaños [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Viajante de susurros, tienes alma
de padre espiritual
de un mundo en que destaca el carnaval
y en que de la quietud huye la calma.
No olvides que el humano es animal
Con llagas que rezuman turbios posos
Y sueños que padecen tormentosos.

Mercancía caduca con tu fecha,
no existe quien te compre.
Tanto al pretil va el cántaro y se rompe
que ya al candil se le acabó la mecha,
y hasta en silencio el ruido se corrompe
Triste materia gris de un mundo ignoto
de antojos descosidos que se han roto.

Sonreír nunca será ya una exigencia
para esta travesía.
Soterrada ha quedado la alegría
en un acto servil de penitencia
y dolor en ignota sacristía,
tan dura y tan tediosa del desierto
donde observas la brisa ya se ha muerto.

Sólo la sombra ya eres de tu sombra
pues que ahora los gritos
a sus anchas campando en los garitos,
inclusive en la voz de quien te nombra,
asume tan innobles requisitos.
De muerte sentenciadas las caricias
por la envidia y maldad de las codicias.

Que ahora no se llevan las plegarias
no insistas, no hay clientes,
que los hombres son dios ¡pobre indigentes!
sólo miran por las cuentas bancarias.
Allí donde carne hay echan los dientes.
Tanto es ya el desprestigio del susurro
que acaban rebuznando como un burro.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO: Enrique García Bolaños

Enrique García Bolaños

ALIEN VS. PREDATOR

Mi mirada necesita los contrastes las estaciones la piel
la mujer que se revuelve debajo de las mantas
del montón enmarañado de sábanas
de recuerdos que es mi cama.

Ella es la cama. Yo soy el sillón.
Me digo.
Ella es la cama. Yo soy el sillón.
Me repito una y otra vez
hasta dar conmigo
hasta dar con la mujer que resuelve
el final de los mantras que no recuerdo.

Miro las inofensivas estelas de los aviones
sobrevolar estas trece antenas
estas espigas muertas
estas metálicas esquelas marinas
estas ausencias.

De noche, el asfalto rojo de la azotea
parece sangre negra. Pero yo soy el sillón.
Estos ladrillos no son mis costillas.
Estas antenas no son mis pestañas.
Éste, bajo las sábanas, no es mi cuerpo.
Esta mujer no soy yo.

NADA

El infinito es
incapaz de albergar
el tremendo vacío
que dejas cada vez
que vuelves.

FUSIÓN NUCLEAR

Hace mucho que no veo el sol sabes
si sigue existiendo no me lo digas
no quiero saberlo engáñame dime
lo que sea que todo va bien
engáñame como hasta ahora una vez más
qué más me da el sol supongo
sigue ardiendo este infierno prematuro
es lo único que me queda arder fingir
seguir ardiendo hoy despertar quizás mañana.

CONTROL DE GÁLIBO

La razón de todas las cosas se me escapa
como se me escapa la arena entre los ojos
y nunca llega la hora de volver a casa.

Intento recordar la forma de tus huellas
ahogadas en el vaivén de la marea
de aquella mañana empeñada en escaparse.

Así voy, coleccionando estigmas, dolores;
limaduras y esquirlas que van enredándose
en lo más hondo del reloj.

Termina la serie. Empiezan los anuncios.
Apagamos el televisor y seguimos
desesperadamente solos.

MOBY-DICK

Me embisten de nuevo tus dudas
bajo el dintel húmedo de la puerta
y estas rejas separan
sin yo saberlo
el mar
del resto.

I

Entre aquel lugar sin peatones
y el reflejo cálido de la lana

estoy yo. Soy un puente.

No tengo un plan. Estoy fuera de vista.
Trabajo a turno. Pocas veces sueño
y lo recuerdo
entre todo lo que se mueve
debajo de las mantas y el vinilo
y el horizonte libre de automóviles.

Soy un puente
y lo entenderéis
cuando me habiten ríos de sonido
y en las avenidas pisen mi nombre.

Todo sucede fuera de mí.
No tengo miedos.
Suelo estar listo.
Aguardo lo que me espera
porque es sólo para vosotros

pero la muerte mía no me alcanza.
de Las mil y una noches del 1900 (Niebla, 2017)

Tengo todo lo que buscas…

tengo todo lo que buscas
el ritmo, la mirada, el calor
el silencio, las respuestas
el color verde si te empeñas
el otoño y el invierno los tengo
dispuestos a calarte las pestañas
la tormenta, la candela
el plato de lentejas
la triste tarde de domingo
que no es hoy
que no es ahora o nunca
todo lo que quieres
todo lo que buscas lo tengo
en un rincón inesperado
de tu memoria si yo supiera
en realidad qué es lo que quieres
de este montón enmarañado de cadenas

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¡NO ES CULPA MÍA! [Mi poema]
Andrés Pi Andreu [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Soy un viejo ¡qué hacer, no es culpa mía!
perdón no he de pedir por ser ya viejo
ni hundirme deberé en melancolía,
no crean, no me amargo y no me quejo.

Y es que aunque quiera, volver atrás no puedo,
ni vendiendo, cual Fausto, mi alma al diablo,
que un haya soy viviendo en un hayedo,
un becerro pastando en un establo.

Ni excusas pedirás, si eres culpable,
nadie a mí me consultó por qué nací,
ni dónde era ni cuándo yo elegí,
ni siquiera el por qué he de ser amable.

Pues que estirar el tiempo ya no puedo
que en este corto plazo en que viví
por ser yo mismo luché y lo conseguí
aunque nunca escapar logré del miedo.

Yo sé que siempre he sido un verso suelto,
que no asumo ni sumo a las corrientes,
azucarillo que en agua se ha disuelto
cual verdad que se esfuma cuando mientes.

Mas él habla de lo que sabe, que ha oído,
que dicen que ocurrió, mas no se sabe,
un ave que husmeando va el deslave
del sueño que un buen día haya tenido.

Y no habla por hablar, que en su sendero
ha visto despuntar las florecillas,
y sedientas morirse en el florero
de lágrimas cubriendo sus mejillas.

Y al corazón ha visto prisionero
y hasta su alma arrancarle una rapiña
y ver enternecerse al limonero
con un limón brindándole a una niña.

Y ahora aquí sentado junto al mar
levanta la cabeza al cielo y mira
si acaso valió la pena caminar
para acabar ardiendo en una pira.
©donaciano bueno.

Comentario del autor sobre el poema: Ignorantes. Ser viejo no es una enfermedad, y, si lo es, lo seguro es que todos estamos condenados a sufrirla, incluidos los que ahora sonríen.

MI POETA SUGERIDO:  Andrés Pi Andreu

la otra mitad

La casa tenía una media ventana,
una media puerta,
una media sala,
con una media lámpara
a media luz.
Una media cocina.
Un medio baño
con una media ducha.
Un medio pasillo
que llevaba
a un medio patio.
Un medio jardín
con flores a medio florecer
por el medio sol
de los mediodías.
Una media habitación
en cuya media cama
medio dormía
un medio hombre.
Y en la media gaveta
de su media mesita de media noche,
el medio hombre guardaba
un medio portarretrato,
con la fotografía de la otra mitad del mundo.

diana

en el patio han quedado tus sonidos pegados a los pájaros,
tu cuerpo se mece con la sombra de las hojas
tenues y onduladas,
siguen una cadencia aprendida
de tus curvas, tus arranques pélvicos… pobres hojas,
no tienen la culpa de tanta hembra
en la memoria de sus hebras
de tus susurros
musicando sobre mis poros una sonata de carne.
Sé que aré un abismo con mis ojos
que me llevé esa piel etérea tan fina y tan tierna
casi un encaje de pasión en la tela de tu juicio:
tu amor de un instante duró mil años
mi amor de mil años duró un instante,
fue un no coincidir, un mal milagro
como errar una diana
que nunca se suponía que falláramos.

soplo

ya no confío en mis sueños, los trato como a inmigrantes de ideas extrañas que han cruzado la frontera hacia mí mismo: en medio de mi noche, allá adentro, pasando mil puertas, he visto una luz pequeña que me sobrevive asida a mi inocencia

abulia

llevo un espejo bajo mis ojos
llevo una manzana frente a mi cara
llevo un mundo sobre mis hombros:
me apoyo en los picaportes de todas mis puertas
me paro sobre todos mis muertos
me asomo a todos mis puentes:
por esa ventaja de poder transcurrir
sin avanzar…
o viceversa

otra isla

Me fui de mí,
a ninguna parte,
me fui
a una isla donde no existen los pájaros
a un lugar sin mar
sin rampas
sin despedidas.
Me fui de mis odios
me fui de ti,
y al dejarnos atrás
convertí en recuerdos
mi felicidad

El visitante

Me siento sobre mis recuerdos
con ese aplomo inquieto que me han dado los años:
los sopeso, los aplasto con mis pérdidas:
con esa isla en que me he convertido al perder mi isla
con esas palabras con las que se suponía iba a cambiar el mundo
y que ahora no están, cambiadas por otras más inteligentes
más líricas y trascendentes: aunque esa voz,
es la voz de otro que nunca quise ser.

Palabras como:
me siento sobre mis manos a esperar a Dios
y en la espera,
camino sobre el filo de un mundo que todo lo ha echado al viento.
Me levanto sobre mi cadáver para desnudar a aquellas novias
que decían que me amaban con palabras de otros tiempos,
y en la suave cadencia de sus despedidas
se adivina un acento lejano
una distancia real:
como cuando uno emigra de sí mismo
y ya no está en su casa, sino de visita.

Deseos

quiero levantarme a ser feliz,
a sobarme las ganas de vivir
con las hojas afelpadas de una enciclopedia
exquisita,
quiero que mi sangre sea la de antes
quiero que mi cuerpo me acompañe…
viviendo dentro de mí echo de menos al de antes:
ese que llevaba sin pesar mis cojones milenarios,
mi ternura a flor de piel y de ojos y de labios
mis locuras, mis espinillas, mis orgasmos
extraño al tonto, al perdido, al inconstante
al que se dejaba herir sin consecuencias
al generoso por soledad y por inocencia
al solitario, por raro, casi al borde,
ladrillo de una casa poblada de amigos de otros.
No quiero un cuerpo hecho de mis recuerdos.
Si no el recuerdo de mi cuerpo intacto,
bello e inmutable
flotando sobre un mar de mi otra sangre.

casual

No has probado mi sudor.
No eres cándida.
No ensayas para mis padres esa sonrisa escuálida.

Desconcierto

Te has ido
y tu ausencia me ha caído sobre los hombros
como una muerte tan viva,
tan llena de espacios que eran míos,
que no existo.

fellatio della mia anima

Deambulo por los espacios vacíos,
lleno de gente,
con la tarde tatuada en la frente, ladeando la cabeza con gesto ajeno,
espantado de mí,
habitante del Valle inquietante y profundo,
espejo de los otros,
cadáver de todos,
esperando que aparezcas sonriente
a beber de mí.

mi carne asciende hacia tu boca

(variaciones sobre un tema de Valéry)

Mi carne asciende hacia tu boca donde bailas
una tarde de diciembre apócrifa, entre mis manos,
apretando con tus labios un recuerdo de miradas,
de desnudos excesivos y perfectos, de flores oblongas
flotando en la tela de tu cuerpo, como un perfume de bezos,
entonando una canción letárgica que desborda mis audífonos.

Regreso de esos días acompañado de tu cuerpo muerto
de amor, de un futuro que vivimos en otros tiempos,
caído, doblado, vencido con esa languidez de los espectros
que flotan ebrios en las crestas espumosas de los malos recuerdos.

Me extiendo transparente hacia tu ocaso,
mi carne miente, adorada por manos vagabundas
de perfumes errantes, por vulvas de melaza y conga
una tarde adornada de ti y de tus córneas
mirando al mundo como si fuera una aurora de nácar,
donde estalla un ave ebria de sombras.

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EL COPYRIGHT DE LA PALABRA [Mi poema]
Antonio Ferres [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El día en que descubra la palabra
el plus que de ella tiene hacer buen uso,
poniendo algún impuesto a quien la labra,
dejando sin valor las de en desuso.

Se acoja a la justicia universal
haciendo uso legal de sus derechos,
instando a todo el mundo en general,
pidiendo disfrutar de sus  provechos.

El día en que algún juez la cautelar
decida al fin poner a los desmanes,
incluye a los que deban de oficiar,
por fin se acabará ya los truhanes.

Sólo algunos que paguen hablarán
y aquellos la utilicen con decencia,
los otros sin licencia quedarán
hasta que hagan examen de conciencia.

Palabra, verbo es, sabiduría,
si respetas su honor, es complaciente,
motivo ésta es de rabia o de alegría
hasta el día en que esté el cuerpo presente,
deseando que jamás llegue ese día.
©donaciano bueno

El día que alguien descubra un resquicio legal para atribuirse los derechos de autor de las palabras y alguna entidad de gestión haga suyo ese filón, todos tendremos que quedarnos mudos…o pagar por hablar.

MI POETA SUGERIDO:  Antonio Ferres

AÑO 2020

Por las arboledas del Tamarit
han llegado los perros de plomo…
F.G.L.

Habíamos olvidado
que a pesar del buen augurio
de los idus de marzo
ese día asesinaron a César.

Pero sobre todo habíamos olvidado
que era el equinoccio de primavera
—cuando las noches se hacen iguales
a los días—

Sabíamos que en los parques cerrados
no podían entrar los niños
por la gran epidemia del coronavirus
que parecía asolar el mundo

pero que dentro retoñaban los árboles
y revoloteaban las mariposas.

Teníamos miedo
aunque en lo hondo de la memoria
sabíamos todos los hombres
que pronto triunfaría la vida

y que las ciudades arderían de festejos.
A.F. Marzo, 2020

EL FUSILADO

Era finales de marzo, y hacía viento… Pasaba
una fila de prisioneros… Llevaban los monos rotos, con
las insignias arrancadas.
(De Los vencidos, Primera parte)

He llegado a la tapia
donde he muerto joven

marzo aún
y retoñan los árboles.

He llegado alegre
hasta la muerte

sin ser viejo nunca.

He llegado mirando
la calle donde tú naciste
el portal fresco de tu casa
donde te besé un día.

He llegado contento
como si la revolución triunfase
y ya fuéramos libres.

He llegado a la tapia
y he mirado los ojos de los otros
cerrados mientras disparaban
los fusiles.

He mirado sus párpados oscuros
y he visto a contraluz las torres
las campanas en las que se posan
los pájaros

marzo aún
todavía.

He llegado a la tapia
donde he muerto joven
he llegado pensando
otra vida que existe en otra parte
en otra ciudad contigo
como en el portal fresco y callado
de tu casa.

TE HE ESPERADO EN LOS CONFINES

A Isabel García

Te he esperado siempre
como leche o pan o agua

te he esperado
desde antes de que fueras tú

te he esperado
desde que me nace la memoria
y del cielo caían astros
y se estremecía la tierra.

Te he esperado
igual que en la avenida
donde oigo el temblor de los pasos
de las tropas enemigas

Te he esperado como los pájaros
que miran de perfil el mundo.

Te he esperado aún
cuando veo la tarde adormecida
en el espejo del café
que todavía existe como una estampa
antigua.

Te he esperado rezando
en un tiempo escondido en las partículas
y que a la vez se expande a los confines

un espacio que llega
hasta donde a lo mejor estás

donde te he esperado siempre
como leche o pan o agua.

EL INSTANTE

A Lana

En este instante
está deshaciéndose la nieve
en el tejado de este año

está tan tibio el sol
en este instante
que vienen conmigo hombres
como recién resucitados

y mujeres con sudarios blancos.

En este instante
canta un gorrión en el tejado
y está deshaciéndose la nieve

mientras la tierra brilla como fuego
en este instante

mientras hay caminos
con hombres iguales que nosotros

y ciudades donde aún no he nacido.

EL ALIENTO BRILLANTE DE LA VIDA

Estar en el aliento brillante de la vida
el tiempo inmenso de la tarde
donde aún somos jóvenes desnudos

estar cuando las sombras tiemblan
en la alcoba

cuando el viento agita los nogales
en un sueño de años como nubes

y se oye la alarma ronca del tornado
y no te importa otra vez vivir conmigo

otra vez otro año y otra vida

vivir en el aliento brillante de los árboles rojos
del verano indio

en el siguiente mundo y tu suave piel
en las praderas abiertas a los vientos.

LAS ESTRELLAS DESHECHAS

-Mira, nosotros somos esas hojas que caen..
-No, somos esto, sin más.
-¿Te refieres a todo esto, el aire,
las hojas, el sol en la arena..?
-Sí.
Miguel Ángel Bernat

Ha pasado sin ti el mundo
y busco aún la esperanza
el temblor del aire
el vacío que dejaron
las deshechas estrellas

y no sé cuándo nacerán
de nuevo los árboles
que nos cobijen
ni en qué montañas
encender un fuego.

HASTA LOS MESONES CON VINO Y DANZAS

Quizás haya un poema
una voz nacida detrás del fuego
de las estrellas
que cuente por qué es terrible el mundo

por qué lloramos o nieva

por qué ansío el camino contigo
cabalgando a lomos de caballos
que mueren

por qué devoramos la vida cada día.

Quizás una voz del Universo
que cuente imágenes temblorosas

el hambre interminable

leves seres que siguen
reglas nacidas del fuego
del átomo primero

hasta llegar al jardín de Melibea
a mesones con vino y danzas
hasta esta hora
cuando pienso en una voz
jamás nacida.

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UNA OVEJA EN UNA PLAZA DE TOROS [Mi poema]
Ignacio Montes de Oca y Obregón [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Asisto aquí impertérrito a mi muerte
lo mismo que hace el toro que en la plaza
espera del torero no dé caza
y pueda celebrar su buena suerte.

Encima de mi carne atormentada
presiento ya el crujir de banderillas
dejándole a este leño ya hecho astillas
dispuesta a sucumbir a la estocada.

Después vendrá otro a dar la vuelta al ruedo
mostrando por trofeo las orejas,
copiando así el balar de las ovejas

lo mismo que hice yo, que otro borrego,
anduvo presumido bajo rejas
debiendo de engullirse sus lentejas.

©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Ignacio Montes de Oca y Obregón

Al Sol

¡Oh Sol! Yo amé tu luz, yo amé tu fuego.
Acarició en los trópicos mi frente
tu roja lumbre, para mí clemente,
y bienestar me dio, paz y sosiego.

Hoy tus favores a pedir me niego,
mi helado tronco tu calor no siente,
tu rayo ofusca mi ojo deficiente…
¡Inicuo Sol, me estás dejando ciego!

¿Acaso te ofendí, porque tus galas
y tu fulgor troqué por el estudio
al brillo de la lámpara de Palas?

¿O porque de la Luna enamorado,
a sus destellos pálidos, preludio
los cánticos que tú me has inspirado?

Inpandro Acaico

Triste, mendigo, ciego cual Hornero,
Ipandro a su montaña se retira,
sin más tesoro que su vieja lira,
ni báculo mejor que el de romero.

Los altos juicios del Señor venero,
y al que me despojó vuelvo sin ira
de mi mantel pidiéndole una tira,
y un grano del que ha sido mi granero.

¿A qué mirar con fútiles enojos
a quien no puede hacer ni bien ni daño,
sentado entre sus áridos rastrojos,

y sólo quiere en su octagésimo año,
antes que acaben de cegar sus ojos
morir apacentando su rebaño?

PRIMERA ODA OLÍMPICA

A GERÓN , REY DE SIRACUSA ,
VENCEDOR EN LAS CARRERAS DE CABALLOS.

Nada hay mejor que el agua: brilla el oro
Como luciente llama en noche oscura
Entre las joyas de real tesoro.

¿No ves ¡oh Musa! en la celeste altura
Que en medio al solitario firmamento
Ninguna estrella como el sol fulgura?

Si celebrar victorias es tu intento,
A la Olímpica lid lleva tu lira;
Que otra no habrá más digna de tu acento.

Ella a los vates el cantar inspira
Del Tonante en honor; con que resuena
La augusta casa do Gerón respira;

Rey que a Sicilia (de ganados llena)
Mientras la flor de las virtudes liba,
Con cetro bienhechor rige y ordena.

La música dulcísima cultiva,
Y, brillante cantor, el arpa hiere
Con que el poeta en el festín cautiva.—

Descuelga ya del clavo que la adhiere
A la pared, la cítara de Doria
¡Oh Musa! si cantar tu numen quiere

Del Alfeo y Ferénico la gloria.
¡Noble bridón! corrió sin acicate
Y a los brazos llevó de la victoria

A su dueño, de Pisa en el combate.
¡Ah! Con razón del Rey siracusano.
Sus corceles al ver, el pecho late.

Su fama admira el pueblo fuerte y sana
Que Pélope de Lidia condujera;
A quien amó Neptuno soberano,

Después que en la purísima caldera
Volvió á formar su cuerpo Cloto santa
Y el hombro de marfil le dio hechicera.

Mil maravillas hay; y al hombre encanta
Fábula que de bella se gloría,
Más que verdad cuya crudeza espanta.

Tal hermosura da la Poesía
Y tanta autoridad, que hace creíble
Lo que antes imposible parecía.

Mas la posteridad es infalible
Juez. Hable de los Númenes el sabio
Sin proferir jamás calumnia horrible.

¡Hijo insigne de Tántalo! el agravio
De repetir antiguas falsedades,
No te hará, no, mi reverente labio.

Cuando, correspondiendo a sus bondades
En Sípilo a banquete sin mancilla
Convidó tu buen padre a las Deidades,

El dios, cuyo tridente al ponto humilla,
Sobre sus yeguas de oro, enamorado,
Te trasportó de Olimpo a la alta silla,

Do el tierno Ganimedes fue llevado
Por el águila, el néctar delicioso
A propinar a Jove destinado.

Buscábante con rostro congojoso
Tu madre y sus amigos por doquiera;
Mas todo en vano. Entonces envidioso

Vecino, murmuró que en la caldera
Hecho pedazos mil, en agua hirviente
Tu cuerpo sumergió venganza fiera,

Y tus miembros, en mesa irreverente
Colocaron los Dioses, su apetito
E n ti cebando con horrible diente.

Yo blasfemias tamañas no repito.
¿Cómo acusar a un dios de intemperancia?
Es el murmurador siempre maldito.

Si algún mortal se vio desde la infancia
Colmado de riquezas y de honores,
Por los que habitan la celeste estancia,

Ese Tántalo fue; mas de favores
Gozar no supo su soberbia loca,
A sus débiles fuerzas superiores;

Y sobre su cabeza enorme roca
Suspende Jove: aterrador castigo
Que a una inquietud eterna lo provoca .

Y esta vida sin techo y sin abrigo,
De la sed y del hambre los tormentos,
Y de insomnio sin fin, lleva consigo.

El néctar y ambrosía tuvo alientos.
De robar a los Dioses inmortales,
Y dar como vulgares alimentos

En eterno festín, a sus iguales,
Los que inmortal lo hicieron. ¡Loca empresa!
¿Qué se oculta a los ojos celestiales?

Por crimen tal lo arrojan de su mesa
Sus divos padres; y sobre él de muerte
La sentencia común, de nuevo pesa.—

Su juvenil mejilla apenas vierte
La flor del primer bozo, cuando ansía
A gloriosa doncella unir su suerte;

Mas antes de pedir a Hipodamía
Al Príncipe de Pisa, a la ribera
Del mar, va solitario en noche umbría;

Y al que en el ponto bramador impera
Con el áureo Tridente, el joven llama;
Y el Numen de las aguas salta fuera.

«¡Neptuno (dice), si de Venus ama
Tu ardiente pecho los preciosos dones,
Hoy tus favores sobre mí derrama!

»Ya de Enomao, trece corazones
La lanza atravesó; de su hija el lecho
Negando a los espléndidos varones.

»Su férrea punta aparta de mi pecho;
Y a Elis volando en rápida cuadriga,
A la victoria llévame derecho.

«Aborrece el peligro y la fatiga
Imbele corazón; mas el valiente
Que de morir la certidumbre abriga,

»¿Cómo será posible que indolente,
Sin gloria y sin honor, vejez oscura
En paz inútil a aguardar se siente?

»De la victoria pende mi ventura,
Y emprenderé la lid: a mis afanes
El anhelado triunfo tú asegura. »

Dijo: y no fueron súplicas inanes.
Neptuno lo agració con carro de oro
Y alados incansables alazanes.

Ganó a Enomao el virginal tesoro,
Que seis héroes le dio, de las fulgentes
Virtudes, gratos al celeste coro.

Y hoy día, a funerales esplendentes
Cabe su altar y túmulo, a la orilla
Concurren del Alfeo extrañas gentes.

De Pélope la prez de lejos brilla
En la Olímpica lid, de ligereza
Y de atléticas fuerzas maravilla.

¡Dichoso aquel que ciñe su cabeza
Con el lauro del triunfo! De dulzura
Vida eterna, y de paz, para él empieza.

Place al mortal felicidad que dura
Más que otro galardón. Al caballero
Cuyo bridón cual vencedor figura,

Con eólicos himnos tejer quiero
Corona triunfal. De altos loores
Otro más digno señalar no espero.

¿Quién de los más esplendidos señores
Los corceles como él doma robusto,
O conoce del arte los primores?

Tu numen protector, ¡Gerón augusto!
Con tal afán sobre tu gloria vela,
Que ordena los sucesos a tu gusto.

Que presto entonaré, tu ardor revela,
Himno más dulce a tu veloz cuadriga,
Si no te deja su eficaz tutela.

De Cronio la región, que el sol abriga,
Palabras me dará: flecha volante
Me guarda en su carcaj la musa amiga.

Es de mil modos el mortal brillante:
La regia dignidad es la suprema;
No aspires a pasar más adelante.

Conserva hasta la muerte la diadema:
Cual la presente, espléndidas victorias
A mis cánticos den sublime tema,

Y admire Grecia por doquier mis glorias.

INÉS A SU AMANTE

¡Apártate veloz de mi camino,
Manjar de muerte! que amador más bello
Con margaritas circundó mi cuello
Y há (*) tiempo en mis afectos te previno.

Con diadema de piedras y oro fino
Grato ciñó mi virginal cabello:
Marcó mi frente con eterno sello
A su amor enlazando mi destino.

Puso en mi dedo anillo relumbrante
Que fiel ostento; y túnica preciosa
De plata me donó, pura y brillante.

De amor por Él mi corazón rebosa:
¡Léjos (*)de mí! De tan glorioso amante
La prometida soy y casta esposa.
(*) Usamos la ortografía del libro original.

INÉS AL PREFECTO

Buscas en balde en la Romana Corte
Al rico Esposo cuyo amor me llaga;
Que ni fasto imperial mi pecho halaga,
Ni me deslumbra terrenal consorte.

En vano ¡oh Juez! tu arrebatado porte
Con degradarme ante mi Bien me amaga;
Porque doquiera Su dulzor me embriaga,
Y es mi dueño doquier, mi escudo y norte.

Admiran Sol y Luna la hermosura
Del augusto Señor, en quien coloco
Mi esperanza, mi gloria, mi ventura.

A Cristo reverencio, á Cristo invoco:
Yo lo amo, y al amarlo soy más pura:
Me abraza, y limpia soy cuando lo toco.

INÉS EN EL LUPANAR

Arrastran á la tórtola inocente
Al torpe lupanar; y entre la ruda
Romana soldadesca, va desnuda
Con ojos bajos y tranquila frente.

Mas nadie puede su mirada ardiente
En la virgen cebar; porque la escuda
Del Angel tutelar la espada aguda,
Y á su esposa el Señor viste clemente.

Y desde el hombro hasta la breve planta
Baja veloz la densa cabellera,
Y cubre la beldad que á Roma encanta.

Y en vez de los deleites de Citera,
Halla el procaz que osado se adelanta
Sempiterno baldón y muerte fiera.

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QUÉ ES EL AMOR, ME PREGUNTABA [Mi poema]
Ricardo Fernández Esteban [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Y qué es amor, ayer me preguntaba,
mirando fijamente en el espejo,
amor es lo que sientes cuando viejo
precisas como apoyo a una cachava
mirando con nostalgia tu reflejo.

Es dar y recibir sin condiciones
consciente tú también lo necesitas,
mimando a tu galeno en tus visitas
y a veces repartiendo bendiciones
incluso cuando sientes que vomitas.

Amor es repetirte una y mil veces
que Dios es un dechado de virtudes
y ver como se traga en los aludes
la vida de los panes y los peces
así para evitarlo mucho sudes.

Amor es admitir que los humanos
sin duda en general son gentes buenas,
y ver que se comportan como hienas,
por dentro llenos andan de gusanos
por fuera solo instigan tus condenas.

Amar es comportarte cual cristiano
en tanto ves que el tipo te acribilla
metiendo en tus entrañas la rodilla,
y tú con un abrazo dar la mano
poniendo sin chistar la otra mejilla.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ricardo Fernández Esteban

¿HAY BUEN POETA SIN UN BUEN SONETO?

¿Se puede ser poeta sin soneto,
sin haberte obligado a metro y rima,
y de esa forma conseguir que el reto
de los catorce versos te redima?

Mi respuesta es que no, que el versolibre
precisa de una escuela, que las normas
se deben conocer para ser libre
de abandonarlas por distintas formas.

Quien se salta las reglas sin saberlas,
hace un salto al vacío; la ignorancia
es creer que las ostras crean perlas
sin el núcleo que inspira la sustancia.

Al menos un soneto cada año,
te hace versar mejor y no hace daño.

EL NAVEGANTE DE ISLAS

El navegante salta de isla en isla
buscando la imposible perfección.
Por eso, nunca se aposenta y sigue
hilando con su barco singladuras.
¿Quién sabe definir lo que es perfecto?,
¿quién puede asegurar que la siguiente
no tendrá aguas más limpias, o más bosques,
o el óptimo refugio al viento duro?
Así, su travesía es un rosario,
las cuentas son las islas, los misterios
agrupan archipiélagos, los mares
se recitan en cada letanía
y el conjunto es un círculo vicioso
que impide reposar lo descubierto.
Odiseo, sin Ítaca en su mente,
ha de seguir rompiendo mil azules
en la busca de incógnitos perfiles
a los que dirigir, firme, la proa
si los vientos se entienden con las velas.
Pero toda Odisea tendrá fin,
acabará su recorrido el día
en que su nave, harta de fondeos,
decida embarrancar en cualquier costa.
Y, si es un navegante afortunado,
la isla será normal, con sus carencias,
en la que, sin embargo, residir
es fácil y agradable. Allí podrá
soñar con imposibles ideales,
mientras disfruta de la imperfección.

(navegando de isla en isla…)

CUANDO MUERA QUE NO ME REPATRÍEN

Anclado en estas islas, abandono
la búsqueda falaz del paraíso,
tantas veces perdido en esa ruta
del buscar imposibles y no ver
que ya lo has encontrado, que lo habitas.
Por eso, y por si hay más y hay otro mundo:

Cuando muera que no me repatríen,
enterradme desnudo en suelo griego.
Buscad un cementerio entre los pinos,
con amplias vistas al azul del mar,
donde el cuerpo se mezcle con la tierra
y acaso vuele el alma hacia sus musas.

Así, si hay otra vida, cuando llegue
esa resurrección y abra los ojos,
contemplaré mi amado mar Egeo,
mientras —con juvenil vejez— retorna
la psique enriquecida por los mitos
con los que ha convivido en el Parnaso.

(contemplando el Egeo…)

ENVEJECER JUNTO A NIKURIA

Mi primer baño griego es en Nikuria,
porque pasé por Mýkonos de prólogo,
después de muchos años de abstinencia,
y no me apeteció lo que encontré;
me asustaron sus bosques de sombrillas
con tumbonas a juego y los beach-clubs
amurallando el fondo de las calas.

Esto tampoco va de isla perdida,
pero resiste bien y, aunque los peces
ya no desfilan frente a mí, la arena
tiene escasas palmeras de cañizo,
no hay tumbonas de lujo y la cantina
sirve algo de beber y poco más.

Nikuria evoluciona y yo también.
Antes clavaba parasol en playas
alejadas de todo, con el cuerpo
recostado en guijarros; Robinsón
voluntario con Viernes femenino
que quisiera esa guisa en vacaciones.
Ahora acepto gandula y sombra ajena,
si están poco pobladas y no hay música
—salvo si es la del agua con la orilla—
y el Viernes es Domingo de guardar.
Eso sí, les exijo un mar azul
sin almacén de barcas, horizontes
rotos por los perfiles de otras islas
y destellos de luz que formen puentes
que las unan en el atardecer.

Nikuria y yo envejecemos juntos,
nos seguimos queriendo y repetimos.

HABEMUS PRESIDENT

“Habemus President”, “Fumata blanca”
en esa extraña América que Europa
no acaba de entender, se nos atranca
la forma de pensar con que esa tropa

ha estado a punto de elegir a un tipo
arrogante, que miente cual bellaco,
que se salta las normas del equipo,
que acosa a las mujeres, que es opaco

en ingresos, que burla los impuestos,
que desprecia al rival, que es prepotente…;
resumiendo, un compendio de los gestos
que nunca ha de mostrar un Presidente.

Esto da que pensar, pues las razones
no cuentan, si se enfrentan a emociones.

MI MUSA ME PIDE UNA RECETA EN VERSO

¿Versos que sean receta?,
¡“Voto a Dios” que compromiso!,
uno ejerce de poeta,
mas de cocinar, ni un guiso.

Pues me travisto de “barman”,
oficio en que estoy más ducho
con cócteles que desarman
y para muestra un cartucho.

Un buen “Gin Tónic” precisa
primero copa decente
grande y cónica, sin prisa
y con hielo transparente.

Del limón sólo corteza
abundante y apretada,
la ginebra con pureza
en cantidad mesurada,

y la tónica amargante
y de burbuja pequeña.
Por último, está el talante,
que es algo que no se enseña.

Ya está lista la bebida,
ahora queda de mi parte
que con persona querida
disfrute de este, mi arte,

pues la copa es una excusa,
que usaré, cual caballero,
para que esa esquiva musa
me acepte por compañero.

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LAMENTO POR ESPAÑA [Mi poema]
Joan Manuel Serrat [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Por más que intentes, mar, no he de decirte
aquello que yo pienso de otros mares,
pasión, la que despiertan sus andares
cuando el agua la arena la desviste
besando a mil lugares.

Ni así muerdas la cuerda que te ahorca,
ni así intentes salir de esa maraña,
tú, tierra eres que ahoga el mar, España,
al centro de ese lago una mazorca
en la tela de araña.

Tus ojos ven la brisa zambullirse
igual que el alma hoy sufre atormentada,
y observa como en esa marejada
tus lágrimas a punto están de hundirse
y en cieno así anegada.

Atento al fin que amaine la marea,
observas a ese cielo que no engaña:
sufrir, que has de sufrir en la pelea
para al fin gozar de quien te baña
¡mi dulce hogar, mi aldea!
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Joan Manuel Serrat

MEDITERRÁNEO

Quizás porque mi niñez
Sigue jugando en tu playa
Y escondido tras las cañas
Duerme mi primer amor
Llevo tu luz y tu olor
Por dondequiera que vaya
Y amontonado en tu arena
Guardo amor, juegos y penas
Yo, que en la piel tengo el sabor
Amargo del llanto eterno
Que han vertido en ti cien pueblos
De Algeciras a Estambul
Para que pintes de azul
Sus largas noches de invierno
A fuerza de desventuras
Tu alma es profunda y oscura
A tus atardeceres rojos
Se acostumbraron mis ojos
Como el recodo al camino
Soy cantor, soy embustero
Me gusta el juego y el vino
Tengo alma de marinero
Qué le voy a hacer, si yo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo
Y te acercas, y te vas
Después de besar mi aldea
Jugando con la marea
Te vas, pensando en volver
Eres como una mujer
Perfumadita de brea
Que se añora y que se quiere
Que se conoce y se teme
Ay, si un día para mi mal
Viene a buscarme la parca
Empujad al mar mi barca
Con un levante otoñal
Y dejad que el temporal
Desguace sus alas blancas
Y a mí enterradme sin duelo
Entre la playa y el cielo
En la ladera de un monte
Más alto que el horizonte
Quiero tener buena vista
Mi cuerpo será camino
Le daré verde a los pinos
Y amarillo a la genista
Cerca del mar, porque yo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo

LUCÍA

Vuela esta canción para ti, Lucía
La más bella historia de amor que tuve y tendré
Es una carta de amor que se lleva el viento pintada en mi voz
A ninguna parte a ningún buzón.

No hay nada más bello que lo que nunca he tenido
Nada más amado que lo que perdí
Perdóname si hoy busco en la arena
Una Luna llena que arañaba el mar.

Si alguna vez fui un ave de paso
Lo olvidé pa’ anidar en tus brazos
Si alguna vez fui bello y fui bueno
Fue enredado en tu cuello y tus senos.

Si alguna vez fui sabio en amores
Lo aprendí de tus labios cantores
Si alguna vez amé, si algún día después de amar
Amé, fue por tu amor, Lucía, Lucía.

Tus recuerdos son cada día más dulces
El olvido solo se llevó la mitad
Y tu sombra aún se acuesta en mi cama con la oscuridad
Entre mi almohada y mi soledad.

AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS

Uno se cree
que las mató
el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto
de ida y vuelta.

Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.

Como un ladrón
te acechan detrás
de la puerta.
Te tienen tan
a su merced
como hojas muertas.

que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.

PENÉLOPE

Penélope
Con su bolso de piel marrón
Y sus zapatos de tacón
Y su vestido de domingo
Penélope
Se sienta en un banco en el andén
Y espera que llegue el primer tren
Meneando el abanico.

Dicen en el pueblo
Que un caminante paró
Su reloj
Una tarde de primavera
Adiós amor mío
No me llores, volveré
Antes que
De los sauces caigan las hojas
Piensa en mí
Volveré a por ti.

Pobre infeliz
Se paró tu reloj infantil
Una tarde plomiza de abril
Cuando se fue tu amante
Se marchitó
En tu huerto hasta la última flor
No hay un sauce en la calle Mayor
Para Penélope.

Penélope
Tristes a fuerza de esperar
Sus ojos, parecen brillar
Si un tren silba a lo lejos
Penélope
Uno tras otro los ve pasar
Mira sus caras, les oye hablar
Para ella son muñecos.

Dicen en el pueblo
Que el caminante volvió
La encontró
En su banco de pino verde
La llamó: Penélope
Mi amante fiel, mi paz
Deja ya
De tejer sueños en tu mente
Mírame
Soy tu amor, regresé.

Le sonrió
Con los ojos llenitos de ayer
No era así su cara ni su piel
Tú no eres quien yo espero
Y se quedó
Con su bolso de piel marrón
Y sus zapatitos de tacón
Sentada en la estación.

LA MUJER QUE YO QUIERO

La mujer que yo quiero
No necesita bañarse cada noche en agua bendita
Tiene muchos defectos, dice mi madre
Y demasiados huesos, dice mi padre
Pero ella es más verdad que el pan y la tierra
Mi amor es un amor de antes de la guerra para saberlo.

La mujer que yo quiero, no necesita deshojar
Cada noche una margarita, la mujer que yo quiero
Es fruta jugosa prendida en mi alma como si cualquier cosa
Con ella quieren dármela mis amigos
Y se amargan la vida mis enemigos.

Porque sin querer tú
Te envuelve su arrullo y contra su calor
Se pierde el orgullo y la vergüenza
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa madurando feliz
Dulce y vanidosa, la mujer que yo quiero
Me ató a su yunta, para sembrar la tierra
De punta a punta de un amor que nos habla con voz de sabio
Y tiene de mujer la piel y los labios
Son todos suyos mis compañeros de antes.

Mi perro, mi Scalextric y mis amantes
Pobre Juanito
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta
Pero, por favor, no se lo digas nunca
Pero, por favor, no se lo digas nunca.

TU NOMBRE ME SABE A HIERBA

Porque te quiero a ti, porque te quiero
Cerré mi puerta una mañana y eché a andar
Porque te quiero a ti, porque te quiero
Dejé los montes y me vine al mar.

Tu nombre me sabe a hierba
De la que nace en el valle
A golpes de sol y de agua
Tu nombre me lleva atado
En un pliege de tu talle
Y en el bies de tu enagua.

Porque te quiero a ti, porque te quiero
Aunque estás lejos yo te siento a flor de piel
Porque te quiero a ti, porque te quiero
Se hace mas corto el camino aquel.

Tu nombre me sabe a hierba
De la que nace en el valle
A golpes de sol y de agua
Tu nombre me lleva atado
En un pliege de tu talle
Y en el bies de tu enagua.

Porque te quiero a ti, porque te quiero
Mi voz se rompe como el cielo al clarear
Porque te quiero a ti, porque te quiero
Dejo esos montes y me vengo al mar.

MUCHACHA

Piensa en mí, muchacha, piensa en mí
cuando las brujas te arañen por la mañana.
No te haré más tibio el frío
ni más dulce el café con leche
pero piensa en mí,
muchacha,
piensa en mí.

Piensa en mí cuando no te llegue el sueldo
o cuando te rocen en el metro a las ocho y pico.
Y llévame
bordado en tu blusa
o pintado en tu sonrisa roja.

Colúmpiame
en tus pendientes.
Rodéame con tus anillos
y déjame ir contigo, déjame ir.

Déjame ir a dónde vayas, déjame ir
muchacha, entre el gozo y la pena
abrazado contra el poema
que lees a escondidas.

Bostezará perezosa la ciudad
cuando marques la hora y abras las ventanas del despacho
y te sacudas los pájaros
que hacen nido de tu pelo,
te dice el corazón
que el pájaro enjaulado, muere.

Ellos me traen en sus plumas sueños y latidos
cuando sus picos golpean mis cristales
y me cuentan
la historia blanca y pequeña
que entre cuatro paredes se marchita.

Pían
que muere la primavera
que no pueden salir a pasear.
Déjame ir contigo, déjame ir.
Déjame ir a donde vayas, déjame ir
muchacha y aviva el rostro.

Piensa que todavía nos queda
el camino de tus pájaros
para volarlo tú y yo, con ellos.

EL TIRITITERO

De aldea en aldea el viento lo lleva
Siguiendo el sendero
Su patria es el mundo
Como un vagabundo va el titiritero
Viene de muy lejos
Cruzando los viejos
Caminos de piedra
Es de aquella raza
Que de plaza en
Plaza
Nos canta su pena
¡Allez hop
¡Titiritero, allez hop
De feria en feria, siempre risueño
Canta sus sueños y sus miserias
Vacía su alforja
De sueños que forja
En su andar tan largo
Nos baja una estrella
Que borra la huella
De un recuerdo amargo
Canta su romanza
Al son de una danza
Híbrida y extraña
Para que el aldeano
Le llene la mano
Con lo poco que haya
¡Allez hop
¡Titiritero, allez hop
De feria en feria, siempre risueño
Canta sus sueños y sus miserias
Y al caer la noche
En el viejo coche
Guardará los chismes
Y tal como vino
Sigue su camino
Solitario y triste
Y quizá mañana
Por esa ventana
Que muestra el sendero
Nos llegue su queja
Mientras que se aleja
El titiritero

POEMA DE AMOR

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.

Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.

Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.

Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.

La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.

Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.

Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.

Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.

Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.

Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.

Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.

PALABRAS DE AMOR

Él me quiso tanto…
Yo aún sigo enamorada.
Juntos atravesamos
una puerta cerrada.

Él, cómo os diría…
era toda mi ocupación,
cuando en la lumbre ardían
sólo palabras de amor…

Palabras de amor sencillas y tiernas
que echamos al vuelo por primera vez,
apenas tuvimos tiempo de aprenderlas,
recién despertábamos de la niñez.

Nos bastaban esas tres frases hechas
que entonaba un trasnochado galán,
de historias de amor, sueños de poetas,
a los quince años no se saben más…

Ella, dónde andará,
tal vez aún me recuerda.
Un día se marchó
y jamás volví a verla.

Pero, cuando oscurece,
lejos, se escucha una canción,
vieja música que acuna,
viejas palabras de amor…

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DIVAGANDO, VAGANDO, DIVAGANDO… [Mi poema]
Eliana Navarro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Y luego dicen que la vida es corta.
Y luego dicen que el amor es ciego.
Y dicen ¿quién lo dice? lo que importa
cómo es y quién lo apaga cuando hay fuego.

Comentan que el planeta ya se hunde,
que pronto va a cambiar este escenario,
que el hielo si es con el amor se funde,
lo que el futuro depara es un calvario

Y sabemos que hasta hoy nada sabemos.
viviendo sin saber que lo soñamos
ni a la vida intuir por qué bebemos
dudando si adelante caminamos.

E intentamos abrir una rendija
por donde en sigilo intentar colarnos
llevando con nosotros la valija
y en un receso a pensar pararnos.

Y huimos, de esta materialidad huimos,
a esta noria, la vida, vueltas dando,
e infatigables, sin cesar, seguimos
divagando, vagando, divagando.
©donaciano bueno.

MI POETA SUGERIDO:  Eliana Navarro

AMIGA POESÍA

Me preguntan a veces : ¿ Qué es de la poesía ?
—Es una gran amiga. Suele venir por casa.
Le encanta alborotar. Ayuda tanto :
No puede ver las lágrimas.
Las recoge por todos los rincones
y las cuelga en las lámparas.
En el ropero guarda mariposas
y en algunas mañanas
toca el disco del sol en primavera
y la casa navega
agitada por nubes y cigarras.
Cuando el señor Invierno, sentado a nuestra puerta
se echa a fumar su pipa a bocanadas,
ordena los armarios
con especial esmero
y enciende en cada pieza
una llama de ensueño.

A veces la tristeza nos visita
con su capa de niebla tan extraña.
Todos queremos que se vaya pronto
y le hacemos desaires.
nos sonreímos en su propia cara.
Pero, si trae miras
de quedarse instalada,
entonces, de improviso
un almendro florido se levanta
en el mismo lugar que ella ocupaba
o una nueva ventana sobre el muro
copia un cielo de nubes extasiadas.
Recomienzan los niños sus rondas y sus juegos
y todo fue tan sólo como un pérfido sueño.

ANILLO

¡Qué jauría salvaje! La oigo rugir
y estoy ausente, sola, tan ajena.
Los chacales que rondan en mi noche
no tocan, no desgarran; sólo acechan.
Sí, tú, diente feroz, podrida hiena,
que con tu agudo hocico
olfateas mi huella.

Oh, padre, padre amado, cuánto ansío tu mano
sobre mi cabellera.
Oh, dulce amigo,
arrebatado a mí por la tormenta,
rompa tu fuerte abrazo
este anillo de llamas que me cerca.

Y tú, muerte que retrocedes,
ven, acércate, hiere!
que tu río me invada, me avasalle,
y me arrastre por siempre entre su gleba.

EL ESPEJO

A José Echeverría

Hacia adentro, muy hondo,
donde la risa tiene el temblor del sollozo,
donde los ojos miran sin temor de mirarse,
me contemplo al espejo de imágenes borradas,
y ya no sé quién soy,
ni qué río me arrastra,
ni qué fulgor me ciega.

Quisiera huir donde el sol consuma
los ríos de mi sangre,
donde el mar incansable
sus espumas levante,
donde el viento, con bárbara armonía
cante, y cante.

LIED

Estás en mí. Desde mis ojos miras
estas suaves colinas en que flota la niebla.
Ausencia. Soledad. Cae la tarde.

Desnudo vaso tuyo: va tu sangre en mis venas.
Cruza el río el paisaje como un adiós,
cansada voz eterna.
Como un río en mi sangre va tu sangre.
Juntos volvemos por la noche inmensa.

PLEAMAR

Inmóviles las manos, el cuerpo abandonado,
así, cerrar los ojos y dejarse abatir por la tormenta.
Antiguas voces llaman. Ya no es hora.
Sangre, amor, amistad, ternura, ¡fuera!
No quiero vuestros rostros de alegría,
vuestras sedientas máscaras de cera.
Dejadme así, tan sola, primitiva, salvaje,
dueña de mi coraje y de mi fuerza.
El aluvión me arrastra;
en él, alegre, quieta,
camino hacia la muerte.

SALMO

Aquí, junto a esta puerta,
aquí llamo llorando.
Aquí sin cuerpo llego,
perdida de mí misma,
perdida de mis pasos,
de mi voz, de mi alma,
con un sabor de muerte
entre los labios.
Y tú tienes un verbo sin palabras,
una luz cegadora,
una sombra que es áspera,
un hálito de nieve,
un tiempo todo llagas.
Y estoy aquí llamándote
como la frágil caña
cuya ceniza un soplo desparrama.

UNA VOZ

His voice was like the voice of my own soul.
SHELLEY

Sabía que existía esa voz,
esa clara voz mágica;
que me estaba llamando
con las varas del mimbre
detrás de las nubes,
cerca de las estrellas rezagadas.
Sabía que venía,
corriendo sobre el viento
para besar jugando mis cabellos.

Tanta sombra y ceniza.
Tanta noche.
Ya no puedo escucharla.
Y todo me parece de raíz arrancado,
campo de sal, abierto páramo,
camino,
camino con mi sangre comprado.

LOS DESEOS [Mi poema]
Elsie Alvarado de Ricord [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo un día quise ser lo que no pude
-que aunque sabes quizás no eres consciente-
el agua que se lleva la corriente,
el aire que a las olas les sacude.

Extremaba el poder de los deseos
olvidando que desear no es ser,
lo mismo que tampoco es el querer
muro que impida ver a los ateos.

Desear o querer son el principio
para lograr, lo que ansías conseguir,
mas no siempre es así, pues que el vivir
a veces sólo excusa es para un ripio.

Mal se puede vivir sin desear
aquello que no alcanzas, que no tienes,
es como ser muy machos mas sin penes
o sin remos una barca navegar.

Mas siempre lo debemos de intentar
aun creyendo que fuera una utopía,
pues constancia, esa es la única vía
para hacer del camino un caminar.
©donaciano bueno

No se puede desear lo que se ignora, no....? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Elsie Alvarado de Ricord

La Voz Ausente

Porque me siento sola
mi corazón camina a la intemperie.
Lejos, lejos estás, como los astros,
y la leyenda que emprendimos,
eres una constelación en mi desvelo.

Recuerdo que una tarde
más hermosa que el cielo,
en un mundo imposible
fui novia entre tus brazos.

Estás en mi, tarde cautiva,
espejo
para mirar la faz de la alegría
al que dije un instante
como una reina ufana
en un cuento fugaz en que conté mi vida:

«Espejo del encanto,
respóndeme por Dios,
¿tiene alguien en el reino
más ventura que yo?»

Mientras la calle, ciega a nuestra música,
miraba el gesto sin oír el beso,
una rosa dorada sonreía en tus brazos:
la renovada gracia
con que asomaste el alma en mi camino.

Lejos estás, amor, como los astros,
y yo espero tu luz desde el silencio,
porque tal vez me digas
con los labios colmados por una dicha cierta,
que no somos el rostro que sonríe,
ni la mano que forja,
ni el cerebro que vela,
ni siquiera la voz,
que nos refleja en cauces de armonía.

Que en las zonas ocultas del corazón, apenas
somos, tal vez, ese anhelar secreto
con que el amor nos trunca o nos redime.

Lejos estás, amor, dame la mano,
dame la voz,
y dame
lo imposible.

Poema V

Amigo, si mi alma nació para tu oído,
escúchala en el agua y en el trino.

Para que tú la palpes, mi mano recupera
la suavidad del humo, de la espuma y la niebla.

Si mi palabra brilla para que tú la leas,
temblará en el rocío, persistirá en la estrella.

Si la ternura mía brotó para tus labios,
la hallarás en el cáliz de las rosas de mayo.

Si he de vivir, amigo, para velar tu sueño,
echaré mis raíces a orillas de tu lecho.

La Dulce Evidencia

Se ramifica el frenesí en tus dedos
predispuestos al viaje apasionado
sobre las aguas, que en silencio esperan…
O tal vez, más efímero,
en impetuoso vuelo sin escalas,
tan lejos del dolor como de la esperanza,
porque en esta confluencia venturosa
besas hacia el adiós, sin recordarlo.

Recorres, vida adentro, las tangibles
regiones del espíritu, que oscila
-turbado péndulo- entre impulso y muerte.

Vertiginosamente
el mar gime y me arrastra,
girando en la ternura que derrama
tu amor, hecho evidencia.
Del Libro: Entre Materia y Sueño

Amor Ausente

Siempre estás allá, como el mañana.
Procurando abreviar la espera mía,
amanezco mil veces cada día
y echo a volar el cielo en la ventana.

Para encender una esperanza vana,
para aromar de músicas la vía
y constelar la soledad vacía
le basta al hombre con su sed humana.

Sin embargo en las horas en que el mundo
muere de sombra, y el clamor suicida
golpea el corazón con mano fuerte,

gimen los peces en el mar profundo.
Amar ausente es orbitar la vida
desde las alas frías de la muerte.

Donde el amor dejó su sed escrita,
en ansia desplegó su dulce vuelo;
y para cada ascenso se abrió un cielo
de emoción espasmódica inaudita.

Cuando el adiós anocheció la cita
y el nunca más humedeció el pañuelo,
quemó lámparas lentas el desvelo
desde la soledad más infinita.

En la hojarasca gris del calendario
ardo, literalmente, en esta espera,
con un fulgor que es casi un fanatismo,

soñando que una vez tu itinerario
arribará a una pausa verdadera
en este amor que vive de sí mismo.
Revista Lotería N°. 194

Estación de Llegada

¿Dónde estás? ¿En qué climas amaneces
sin que te roce la ternura mía?
¿Llenas el calendario
sin reservar un cupo a la esperanza?
¿No germinó algún beso
entre los ascensores
por donde el alma sube hasta el deseo?

Aire imantado puebla las ciudades
que recorrimos juntos
hacia el adiós, que es siempre
la estación de llegada.

Tal vez he de morir sin reencontrarte.
Y mi palabra morirá conmigo.
Pero te he de esperar
hasta el último instante.

Destino Filial

Creció mi corazón con tu presencia
al acunarte en maternal anhelo:
un ala de ilusión para mi cielo,
y una raíz de terrenal potencia.

Chispa de la entrañable confidencia,
con nuevo aliento para el propio vuelo.
Segura gracia contra todo duelo,
germen de sol para la inteligencia.

La vocación de luz de tu mirada
derrama el día en mis absortas manos,
rige el itinerario de mi estrella.

Un mensaje de néctares humanos
alimenta tu sangre, destinada
a redimir mi fugitiva huella.

Plenitud, XV

Te amo, amigo, sin límite, sin sombra;
con todas las potencias del espíritu
infinitamente.

Te amo con la sangre, con todos los sentidos,
con delgadez fluvial en la palabra,
con el cerebro pleno de tu luz sin dobleces.

Te amo con la voz eco de tus anhelos,
con la mano que se hace de seda a tu contacto.
Tu presencia absoluta, principio de mi vida,
evidencia con creces la realidad del mundo.

Eres, amigo mío,
todo lo que hay de positivo, de ilímite, de cierto.
Se nutren en tu ser el Amor, la Verdad y la Belleza.
Por ti la noche cuenta sus ansias siderales,
canta el mar su epopeya milenaria,
se desmaya de amor la blancura de un lirio…

Todo impulso vital te rinde su homenaje:
halaga tu pupila
el río, con su azul
logrado por la dulce armonía de las aguas y el cielo.
La aurora se engalana de rosas encendidas,
y los pájaros trinan para alcanzar tu oído.

Por ti mi corazón comulga con las flores.
Vivo por un anhelo de ti, que se prolonga
en todas direcciones: sol interior, sol pleno,
nacido de tu amor para tu amor sin tiempo.

Te amo, amigo, con todo lo que la vista alcanza,
con todo lo que sueña la mente enamorada,
con todo lo que integra mi total existencia.
Del Libro: Holocausto de Rosa

A los Héroes Panameños

Mártires de mi Patria, compañeros
que enfrentasteis el pecho a la metralla,
maduros de valor, como maduran
los niños pobres, ay, desde la infancia.

En vuestras manos firmes, la bandera
era una nueva llama de esperanza,
del amor a la tierra y al idioma,
del derecho a la paz, y sobre todo
a la equidad en nuestro noble suelo.

¿Quién ha osado segar este prodigio
de corazones jóvenes, colmados
por más de medio siglo de injusticia,
vivas antenas que captar sabían
los acentos más hondos de la Patria?

¿Quién responde con pólvora a las notas
de nuestro Himno Nacional, quién pudo
infestar nuestra atmósfera de gases,
qué soberbia ancestral mueve esas manos
que destrozan así nuestra bandera?

¿Por qué regáis la muerte en nuestro suelo,
desleales inquilinos zoneítas?

No descendéis de Washington, de Lincoln;
vuestra mano no es mano libertaria;
es la mano esclavista, que asesina,
la que codicia, la que ruge armada
por tierra y mar y cielo; vuestros pasos
siembran la indignación en nuestro Istmo;
por vuestros labios hablan solamente
los Teodoros, los Truman, los MacCarthy,
y vuestros corazones no conocen
la esencial hermandad de los humanos.

Mártires panameños, inmolados
en pleno florecer, llamas enhiestas
que un vaho de impiedad ha derribado
al amparo cobarde de los tanques.
Mártires panameños, niños-hombres
que el hogar y la escuela modelaban,
frentes ya para siempre reclinadas
con el gesto rendido de la muerte.

Cómo mirar con ojos apacibles
el silencio cuajado en vuestros labios.

¿Quién mirará sin estremecimiento
el rostro de dolor de vuestras madres?
¿Tiene la patria alguna recompensa
comparable a la vida de los hijos?
¿Acaso el llanto unánime del pueblo,
la protesta del mundo, el grito airado,
llenarán esa ausencia, esa honda herida
que nunca cicatriza: un hijo muerto,
y aquel rincón del alma en que la madre
sigue acunando, aunque en secreto, al hijo?…

La sangre de los héroes no es estéril:
es río desbordado que fecunda
con dolor, las entrañas de los pueblos.
Rosa Elena Landecho – trece años-
del maternal regazo desprendida,
te ha acogido el regazo de la historia.
José del Cid, Ricardo Villamonte,
estudiantes, obreros, no habéis muerto:
crecéis en la Avenida de los Mártires
como banderas vivas de la patria.

Los héroes no yacen en la tumba:
remueven la conciencia de los pueblos.
Publicado en: El Panamá América, domingo 19 de enero de 1964

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