A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

EL INDECISO [Mi poema]
José Manuel de Lara [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

Se ignora si ese tipo sube o baja,
si un día vino aquí o iba de paso,
camina hacia el infierno, hacia el parnaso,
si es vago redomado o si trabaja
o es eco de algún éxito o fracaso.

La duda está presente en sus batallas,
no acierta a distinguir si es blanco o negro,
torcidas sus ideas cual enebro
se duda si es cobarde o tiene agallas,
si el gordo le ha tocado o el reintegro.

Pues debe de pensar, tal decisión
la tengo que tomar bien meditada,
después cuando ya esté más madurada
veré que la conozca el del montón
pidiendo al que no guste que se apiada.

Pues nunca él mismo puede estar seguro
y qué decir del resto, los demás
sumando al desconcierto los tendrás
dudando si eso es fruto de un conjuro
o haciéndo va un conjuro a Satanás.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Manuel de Lara

Agua de Otoño

No sé qué larga sombra de silencio
entristeció la duda de tus ojos.
Aquella luz, aquel abril contigo
ahora sólo es agua del otoño.
Desconfiada y triste me preguntas
por un amor que fue y quedó en nosotros;
y, sin quererlo, anidan en mi sangre
aquellos raros pájaros remotos.
Sé que la vida ha puesto, desde entonces,
un algo sobre ti, que no conozco.
Pero en tu modo inquieto de mirarme
contemplo tu niñez, llena de asombro.

Retrato apresurado

Está lloviendo. Llueve,
interminablemente, desde el alba.
No se ve el cielo ni se ve la tierra,
solamente el agua.
Silencio.
¿Qué decir
sin que no se me mojen las palabras?
Tengo abierto delante un horizonte
que se me está cerrando por la espalda.
Y no sé qué pensar, ni sé qué hacer
debajo de esta lluvia fría y larga.
El mundo se ha encogido, que las cosas
parecen más pequeñas con el agua;
y yo, empequeñecido, me contemplo
en el mojado cristal de una ventana.
En el centro de un círculo pequeño
ahogada tengo el alma.
Levantaré la frente hasta ponerme
un arañazo de lluvia por la cara.
Voy pisando los charcos fuertemente,
salpicando de barro la esperanza;
que hasta Dios me parece descendido
de su altura de luz esta mañana.

Ilusión y esperanza, canto y risa

Ilusión y esperanza, canto y risa,
y en el aire fragancia de canela
Y correr y saltar por la plazuela
quebrando, por quebrar, la yerbaluisa.

Pura y mansa y azul siempre la brisa
a la salida ingenua de la escuela.
Y ante la verde cruz de una cancela,
en dos trenzas envuelta, una sonrisa.

Incienso. Tarde malva. Y en el viento
la cara sin la cruz de un pensamiento
leve y frágil, como una golondrina.

Y está la infancia alegre y siempre abierta
llamando, por llamar, en cada puerta;
gritando, por gritar, en cada esquina.

El Colegio

Cuatro paredes tiene el colegio.
Los niños gritan sin gana
lecciones, cantos y rezos,
mientras el patio vacío
repite el eco.
Sobre la negra pizarra
trazos inciertos,
y en un rincón pone un mapa
colorines polvorientos.
Todas las amplias ventanas
tienen su trozo de cielo.
Y un rayo de sol le pone
guiños de luz a un tintero.
Lentos, cansados, monótonos,
dicen a un tiempo
montes y ríos de España,
canciones y padrenuestros,
mientras un aire dormido,
sumiso y tierno,
entre pupitre y pupitre
bosteza su aburrimiento.

Aquí me ves, ausente la mirada

Aquí me ves, ausente la mirada
perdida en una rota lejanía.
Hundida en la esperanza que tenía
y ya o tengo. Ciega y olvidada.

Aquí me ves, de gris, con la cansada,
melancólica y fiel soledad mía,
repitiendo la inútil letanía
de unos sueños que ya no dicen nada.

Solitaria mi voz. Solo una sombra
tras de un sol desprendido que me nombra
las estrellas que tuve, una por una.

Este soy yo, ya ves, que anda y tropieza.
Y que a veces recuerda con tristeza
al ayer que hizo vversos a la luna.

Biografía incompleta

Nací en Andalucía un martes triste
del otoño del año veintinueve.
Hoy es martes también y también llueve,
pero aquel yo lejano ya no existe.

El hombre que ahora soy se resiste
a contaros su vida en este breve
milagro de un soneto. No le mueve
la pasión con que ahora se reviste.

Solo os confesaré, y en confianza,
que he vivido amarrado a una esperanza
que quedó sin final y sin salida.

Lo demás ya carece de importancia.
Es dificil decir con elegancia
las mil desilusiones de la vida.

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MI POETA INVIDADO: Ágata Navalón

VINLAND

Hemos estado allí ¿lo recuerdas?

No dejamos rastros ni rostros,
solo tierra y silencio con pupilas plantadas,
cuyas raíces ruidosas aplastábamos al caminar.

La bautizaste Vinland pero nunca se materializaba ese nombre.

¿Qué es esto? ¿Cómo se llama? Dilo,
nómbralo, nómbranos, nombra el nombre
-gritabas-,
mientras te soñabas dueño,
tú vikingo dueño de la tierra, dueño de mí, dueño
de la hoja seca y el fruto licuado:
zumo caliente podrido
que se imagina divino; líquido
mágico ladrón de esferas,

las nuestras.

Regresaré, regresaremos -me decías-.
y después, luego, más allá del entonces,
más lejos de tu grito y tu nombre y tu mirada férrea sobre mi y esa tierra,
han escavado, nos han buscado,
ellos, aquellos que no son nuestros hijos,
sombras de los hijos muertos que me arrancaste,
tú y los otros.

Fue solo un colapso,
un asentamiento inconcluso,
un destello,
aquí,
han escrito ellos.

LUZ

Antes no había luz.

Vivían sin luz,
amaban sin luz,
reían sin luz.

Y llego la radiación electromagnética brillante e iluminadora de rostros,
nacida del hombre primero,
bautizada por la máquina después.

Lúmenes en candela,
luces para dormir bebés con sonidos digitales de una nana inventada, que no
tejieron los
viejos,
luz morada que te despertará de tus sueños.
No hay filtros,
luz absorbente de ojos,
degeneración macular que abre la grieta en esta alma,
inacción imposible porque la luz te vigila,
ojos secos de lágrimas artificiales
gotas con conservantes multidosis,
lubricantes de horizontes para ordenadores biológicos,
albúmina, sal, viscosantes y emulsivos no demulcentes, geles mucílagos.

Queda el regreso
el regreso al túnel de la oscuridad,
al solo escuchar el ruido de la calle
porque ya nadie lee libros en voz alta.

Luz viva,
locura en tu lucidez, soles de litio y cobalto,
reiterados mensajes en cada luminaria, afables disculpas y perdones,
luces, la muerte de saber que nos cegarán.

Malditos, escribimos, amamos y te seguimos, luz naciente de cristal líquido,
y la anciana deja la carta en el buzón equivocado,
nadie ya es estudioso de la ciencia de los correos primitivos.

Hemos perdido algo en medio de esta guerra, en la búsqueda de un sentido al origen.

Cocinaban sin luz.
Antes de todo esto.
Antes de la luz casi blanca parpadeante en el techo de tu dormitorio.

Se escapa
se te escapa,
hablaban a oscuras
también morían,
sabían de la muerte y de la oscuridad antes de que sucediera.
El petit Editor

LAS COSAS POR SU NOMBRE [Mi poema]
Horacio Hidrovo Peñaherrera [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hoy citaré a las cosas por su nombre:
y al pan, pan llamaré y al vino vino,
que igual me da, me importa a mí un comino
haya alguien me reproche o que se asombre.

Versos he leído, lindos, muy floridos,
otros en cambio son zarrapastrosos,
algunos que nacieron malheridos
y muchos que en origen son tramposos.

Versos hay que rezuman fantasía
y otros más que a la vida la retratan,
poemas rebosantes de alegría,
paletas* que a la vida la alicatan.

Los hay de amor melindre y glamorosos,
cestos que han sido tejidos con buen mimbre,
o inconexos, sin sal, nada sabrosos,
y aquellos que resuenan con buen timbre.

Otros hablan del mar y las estrellas,
de aquello que rodea a nuestro mundo,
de la vida, de dios y cosas bellas,
la muerte, el padecer, lo más inmundo.

Poetas que presumen de poetas
o aquellos que se anuncian como humildes;
aves que uso al crear hacen de tretas,
que acentúan sus egos con las tildes.

Todos deseamos epatar, queremos
únicos ser, el original, el Verso,
que cause una explosión al universo,
entre tanto a la vida nos bebemos.

¿Cuáles son los mejores? Como el vino,
el que a usted más le guste, caballero;
aquí pido perdón por ser mezquino
que a los míos deberé elegir primero.
©donaciano bueno

Llamar a las cosas por su nombre, o lo que es lo mismo, ser sincero.*Paleta; dícese del albañíl.

MI POETA SUGERIDO:  Horacio Hidrovo Peñaherrera

La Paz es una niña perdida en una gran ciudad

A los niños de cualquier siglo
«En este siglo resulta difícil aprender a cantar».
Horacio Hidrovo

«Me es difícil dar noticias biográficas acerca de mi persona por una razón sencilla: yo dejo de lado mi propia vida y casi me he olvidado de vivirla, hasta el punto que nada puedo decir de ella. Y es que yo no vivo mi vida: la escribo»
-Pirandello

«Los niños son la esperanza del mundo»
-José Martí

Aunque una flor
no debería ser tocada,
hoy desearía deshojar una flor.

Entre otras cosas
quisiera abrir mi primer cuaderno.
Siempre me pregunto
dónde quedó nuestro primer lápiz
y en qué sitio
quedaron nuestros primeros pasos.

Es difícil reconstruir nuestra niñez.
Hay que tocar tantas puertas.
Regresar y caer en el regreso.

La infancia de los niños pobres
es una larga competencia.
Son pocos los que alcanzan la cuerda.

Siempre he pensado
en los niños que no pudieron crecer.
Por eso conscientemente
siempre miro hacia atrás.

Posiblemente
por la savia de los árboles
suben las vidas frustradas.
Será por eso que resulta bello
contemplar el crecimiento de los árboles.

El tiempo se va quedando
en las cosas de la infancia.
Es que nunca dejamos de ser niños.
A veces
sin que nos demos cuenta
vamos pisando los abismos de la infancia.

Resulta tan difícil
saber si fuimos niños.
A veces
Pero es necesario
recordar que fuimos niños.

Los niños pobres
tienen la forma de una lágrima larga.

El mundo de hoy
es un gran suburbio.

Los niños crecen
sobre cunas de viento.

Mis dos hermanos menores
no pudieron cumplir el largo itinerario.
Recuerdo bien
que no hubo tiempo para despedirnos.
Recibimos la posta para seguir adelante.

El asma de mi hermana muerta
es algo que todavía me persigue.
Su tos hacía llorar
la piel de las auroras.
Mi hermano menor nació enfermo.
No conoció la sonrisa.
De él sólo conozco su nombre: Gorki.
Cuando murió Gorki
mi padre se había olvidado del llanto
y nosotros nos quedamos
con las palabras guardadas.

Todo sucedió en un invierno gris.

Después de todo nos preguntamos
cómo pudimos salvar el escollo.

Hoy para no tocar las arrugas de mi madre
casi siempre la contemplo de lejos.
Cuando llega el domingo
la beso en la frente.

Mi infancia fue tan larga
como la tos de mi pueblo.
Por eso a veces inconscientemente
me pongo a jugar con los niños.

Yo he lanzado al viento
a los niños de mi barrio.

El rostro de la guerra

«Los caballos eran en la guerra más felices que nosotros los soldados, porque aunque ellos también soportaban la guerra como nosotros, por lo menos no se los obligaba a creer en ella. Desgraciados, pero libres los caballos»
– Celine

«El mundo nos ha dejado como herencia una guerra por dentro»
-Horacio Hidrovo Peñaherrera

No es que me asuste la guerra,
es el hecho que me disminuye.
Cuando pienso en la guerra
creo que todavía no hemos crecido.

Con la mano derecha
aprendimos a escribir.
También la guerra
se dispara con la mano derecha.

No hay duda
que un Marsault
nos grita por dentro.

Deberíamos comenzar de nuevo.
A veces es bueno retornar.
Volver
y descansar sobre el pasado.
Un cuaderno para dibujar.
Un lápiz para escribir.

O cultivar la tierra.

Manos que siembran
serán siempre manos puras.
Manos que cosechan
serán siempre manos limpias.
Y las manos limpias
se pueden mostrar.

Retornemos al campo.
Crucemos los ríos de la infancia.
Recibamos el viento
de los cañaverales.
Dejemos que se acerquen los pájaros.

La naturaleza nos hará de nuevo buenos.

Hoy no quiero que me hablen de Vietnam
porque ayer estuve llorando por Vietnam.
Estoy a punto de que me estallen los oídos.

Hoy no.

Mejor es abrir la puerta.
Escapar.
Salir a la calle.
Caminar libremente
sin apresurar el paso.
Respirar
hasta llenar los pulmones.

Quisiera extender los brazos.

La guerra está en nosotros mismos.
Por eso quiero escapar.

Si lloviera hoy fuera mejor.
Me mojaría con la lluvia.

La lluvia se parece a un hombre bueno.
Hoy más que nunca
quisiera llevarme la esperanza de los ceibos.

Sería bueno subir a la colina.
Contemplar el valle.
Irme imaginariamente con el río.
Algo mágico tienen los ríos.

A las seis de la tarde
pasan las golondrinas
y el viento nos deJa una caricia.

No me detengan.
Desde un sitio verde puedo pensar
que el mundo de la mañana será bueno.
Ya no estaremos presentes.
Es cierto.
Pero estarán presentes nuestros hijos.

Natacha

A mi hija Natacha
que llora cuando se muere un perro.

Perdóname Natacha.
Hoy no pude contestar tus preguntas.
No me preguntes. _
por qué mueren los niños.
Mejor es que sigas jugando.
Es una buena manera
para que los niños ignoren muchas cosas.

Natacha tiene siete años.
Es el juguete alegre de la casa.
Me dice que no quiere crecer.

Natacha, mi hija menor,
se duerme con las muñecas.
Y cuando llega el domingo
se viste como las muñecas.

En Vietnam
los niños no tienen ni tiempo ni edad.
Crecen y no crecen.
No existe la palabra ternura.

La letra a de Natacha
se parece a la letra a de mi padre.
Mi padre dejó una ternura guardada
para mis hijos.
Hoy mi padre no es un recuerdo.
Es el amigo que siempre regresa.
El señor que entra sin golpear la puerta.

Las manos de mi padre
cultivaron el rostro de los niños.

Carta de Natacha al hermano distante

«Si no existiera la palabra hijo, buscaría una nueva palabra. Una palabra que sea pura como el viento.»
-Horacio Hidrovo Peñaherrera

En cada hijo nuestro
el hombre universal
se prolonga:
nuestra palabra,
nuestra vitalidad.
Pero sobre todo,
en cada hijo nuestro,
hay una vida renovada.

En el otoño
las hojas caen
pero vuelve la tierra
a nutrirse de ellas.

Ningún árbol muere.
Cuando cae
las raíces quedan sobre el viento.
Y nosotros
nos nutrimos del viento.

La carta

Querido hermano:
Te escribo
porque estoy triste.
Si en Alemania hay muñecas,
no te olvides de comprarme una.
Una de trenzas largas.
Te cuento que mi hermana
no quiere jugar conmigo.
El gato se murió.
Yo jugaba con el gato.
Elías, mi compañero, se murió.
Mi madre nos compró flores.
Yo no quiero morirme.

Te besa,
Natacha.

Un niño se ha muerto en la ciudad

A Elías Velásquez,
que teniendo piernas no pudo caminar.

Cuando pasen
el cadáver del niño Elías,
por favor, me avisan para esconderme.
Y si alguien pregunta por mí,
digan que no estoy.
Digan cualquier cosa.

Aquí también hay otro Vietnam.

La tarde siempre cae en la ciudad
con el entierro de un niño pobre.

Los niños por instinto
detienen el juego de la pelota.

Poema a un niño paralítico

Estoy seguro niño Elías
que en tus manos
hubieran sido más bellas las cometas
y que en tus piernas
hubieran muerto todos los relojes.
Estoy tan seguro,
como el beso tierno de Tatiana
que tiene la ternura de la hierba,
que si algún día hubieras caminado
hubiera sido más roja la protesta.
Sí, niño Elías.
Tenía que escribir para ti este poema
porque cuando pienso que te has muerto
corro como un loco en busca de mis hijos.
¿Por qué se murieron tus piernas
niño Elías?
Si todavía hay caminos en el mundo,
si con las piernas pisamos las auroras
si hay que saltar todas las barreras
para que el pan llegue a nuestra puerta.
y pensar que te mintió el maestro
diciéndote que los niños nunca mueren…

Los niños

«Es muy difícil saber lo que sucede en el cerebro de un niño; pero es imposible saber lo que sucederá en en él.»
– Bernanos

Una pelota de todos los colores
va rodando por la calle.
Un niño la persigue.

Sobre las casas humildes
están volando las cometas.

Agosto se parece a los niños.

El circo ha llegado al pueblo.
Desde los barrios humildes
parece un regalo del cielo.

Esta Natacha es grande.
Cada vez que pinta
hace una escalera al cielo.
Cuando está triste Natacha
pinta el Sol de color gris.
Esta Natacha es grande
cuando se va a la escuela
va saltando por la calle.

Vietnam me duele por dentro…

Epitafio en Vietnam:

Aquí murió un niño
con una pelota en las manos.

Conmigo mismo

«Es menester que los hombres tengan ideas, suele decirse. Yo, sin negar esto, diría más bien: es menester que las ideas tengan hombres»
-Unamuno

Si me dieran un sitio
sembraría un árbol.
Y si lo viera crecer
entonces sería más bella la vida.

El mundo de hoy
es un estado de sitio.

Los niños quisieran saltar la muralla.
Trepar el horizonte.
Contar las estrellas.

Hoy quisiera respirar fuertemente.
Respirar mientras camino.
El viento de la tarde
me limpia la cara.
Quisiera en verdad
cruzar el camino más largo.
Pero más allá hay una muralla.
Y más allá hay otra muralla.
Siempre hay algo que nos ataja.

Cuando pasan las aves
pienso en las ciudades.

Las torres de la catedral
son blancas por fuera…
De pequeño me parecían inalcanzables.
Para entonces
yo era un niño enfermo.

Las noticias del cable

«Nadie puede corregir bien una cosa mal hecha»
-Aristóteles

Un hospital de niños
fue bombardeado en Vietnam.
Mañana Bob Hope
hará reír a los soldados.

¿De qué color
será la muerte de los niños?

Por equivocación
una escuela fue bombardeada en Vietnam.

¡Siempre los niños!

A veces se mueren
sin conocer los colores.
En Guayaquil
a un recluso le preguntan:
¿De no ser persona
qué hubiera querido ser? .
-Pájaro, porque aunque hubiera tenido
mala suerte
de caer en los hilos de una jaula,
me hubiera quedado el consuelo de silbar.

Cassius Clay no fue a la guerra.
Cassius Clay se quedó sin corona.

Cuando Cassius Clay llega a una ciudad
recibe flores de los niños.

Decreto contra Cassius Clay:
Te sentenciamos a perder por dos años
Los derechos de ciudadanía.

Decreto de los pueblos del mundo
a favor de Cassius Clay:
Te declaramos ciudadano universal.

Declaración de los niños vietnamitas:
¡Gracias, Cassius Clay!

Los niños que no saben escribir
dibujan una paloma blanca.

¿Cuántos niños vietnamitas
te deben la vida Cassius Clay?

Un soldado norteamericano
perdió la vida en el aeropuerto de Da-Nang.
Regresaba a su patria
en goce de vacaciones.
En la mano le encontraron
la foto de su hijo James.

Paz en la tumba del soldado norteamericano.
Pienso qué también fue un niño…

Consigna sobre un muro:
Por cada soldado
que no vaya a Vietnam
crecerán cien niños.

En corazón de un barrio

«No hay más que una manera de felicidad: vivir para los de..
más»
Tolstoi

Un pájaro solitario
pasa silbando en la tarde.

Para un niño que ha muerto,
flores blancas.

La tumba de mi padre
tiene siempre flores rojas
Es que mi padre vivió protestando.

Se ha muerto La Negra Dolores,
la lavandera del pueblo.

«El progresista» del pueblo
se ha muerto con cáncer en los huesos.
En la vieja catedral
habrá misa de cuerpo presente.

La hija de La Negra Dolores
se ganó la Medalla de Oro
De esto los diarios no dicen nada.
Discurso de agradecimiento:
Mi triunfo lo dedico
a la memoria de mi madre
que se pasó lavando la ropa de los ricos.

Cosas de la ciudad

«El hombre es algo que ha de ser superado. ¿Qué habéis hecho vosotros para superar al hombre?»
-Nietzsche

La casa de Juan Macías
tiene cuatro paredes de caña.

Cuatro niños descalzos
juegan a la pelota.

Tres cometas muy altas
llevan los colores de la Patria.

Juan Macías no tiene jubilación.

A las seis de la tarde
bajan los estudiantes
de los barrios humildes.

Los niños aprenden la lección de memoria:
El castellano es nuestro idioma nacional…
Nuestros antepasados hablaron el quichua.
Nacional es todo aquello que es propio del lugar.

En grandes titulares:
«Seamos más ecuatorianos aprendiendo quichua“.

Reflexión

«El mundo está lleno de caminos pero todos están interceptados»
-Noel Claraso

No sé por qué somos buenos a las seis de la tarde.
El viento, la hierba, un pájaro cercano.
Y desde aquí el viejo cauce del río.

Siempre fui amigo de los ríos.
Whitman tiene una voz mineral.
Hojas de Hierba es la Biblia
con la cual todos amanecemos.
Poema de un niño vietnamita

Un niño vietnamita
no puede jugar con la hierba.

Un niño vietnamita
murió sin conocer las estrellas.

Toma de mi cielo
una estrella niño vietnamita
y anda a jugar con ella.

Toma de mi horizonte una cuerda
y anda a saltar con ella.

No podría recordar
cuántas veces he conversado con las estrellas.
Creo que hasta conocen mi nombre.

Aquella estrella que se mueve
se parece a mi hija Natacha.

Y aquella que está en el mismo sitio
se parece a mi hija Tatiana.

La estrella lejana
pero que siempre regresa
es como mi hijo distante.

Y la estrella que no se lava la cara
se parece a Patricio.
Patricio es un niño que desayuna
en las calles de la ciudad.
Las colinas son los balcones de la ciudad.
Aquí me siento bien,
aunque a veces triste.

Los niños del Barrio San Pablo van trepando la loma.

No hay necesidad de un libro.

El rostro de la ciudad
es un libro no escrito todavía.

Por la colina de Andrés de Vera
bajan el cadáver de un niño.
Siempre es larga la travesía.

La pobreza de los barrios
es como una mano extendida.
Sin embargo, aquí,
podrían desayunar todos los niños vietnamitas.

En Vietnam la esperanza debe crecer
para que no sea más alta, la pobreza.

Estallan las bombas y recuerdo a Bertrand Russell.
¡Oh, Bertrand Russell, caminante de la paz,
los niños del mundo te conocen!

Mitin

«En cada mitin hay un cartel que dice algo.»
-Horacio Hidrovo Peñaherrera

¡En vez de bombas, escuelas!
¡Telescopios para mirar las estrellas!
¡No apunten a los cuadernos!
¡Queremos lápices para escribir poemas!

Un alto al fuego en Vietnam
debe ser el tiempo necesario
para que un soldado vietnamita
conozca a su hijo recién nacido.

O para que un soldado vietnamita
vuelva a sembrar arroz
sobre una tonelada de bombas.

Es posible que un pájaro errante
sea un pájaro vietnamita.

Vendedor de lotería

Andan por las calles de América

Poema estremecido
A un niño vendedor de lotería

Las calles abren sus pestañas con tu grito
y no hay reloj que apague tu voz.
El miércoles te lanza piedras en el alma
y a las seis de la tarde te arrimas al silencio.

Multiplicas tus sueños con billetes de. viento
y tu grito es una moneda gastada
que cae a tus pulmones.
Llevas en tus manos la suerte de los ricos
y en tu camisa rota el salario de los pobres.

La esperanza tiene un sólo idioma

Mañana podremos correr con los ojos cerrados.
Y de seguro que no tropezaremos.
Saltaremos como grandes atletas
los horizontes del mundo.

Pero hoy
debemos apagar la garganta de la guerra.

Mañana como de costumbre
besaré la frente de mis hijos.

Comprendan bien,
es una manera de besar la frente
de un niño vietnamita!

Epílogo

La guerra es lo único que no cambia de máscara.
Ganador del Ismael Pérez Pazmiño de 1973

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SE ME HIZO TARDE [Mi poema]
Ignacio Rueda Latasa [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Se me hizo tarde, hoy ya se me hizo tarde.
El tiempo pasa aquí sin darse cuenta.
Que amaine no espera la tormenta,
no tiene compasión, es vil, cobarde.

Se esconde, en el silencio va y se esconde.
Se asienta, abotargado va y se sienta.
Y aunque insistas, pararse no lo intenta,
nadie lo vió y, si está, se ignora dónde.

Hay quien dice que no es lo que antes era,
que extasiado se hundió en la alcantarilla,
mas discreto y taimado anda a la espera,
vigilando a través de su mirilla.

Hoy un lápiz con punta de grafito
ha intentado pintarlo y se lo inventa:
la lluvia de granito sin granito,
o un beso que se ve a cámara lenta.

El tiempo es ese pájaro furtivo
que anda siempre volando por su cuenta,
que aun cuando mudo es, siempre es testigo
y a cualquier atestado se presenta.

Como quien no se entera se hace el loco
enfilando al albur la carretera
yo le persigo aquí poquito a poco
hasta que diga stop o que dios quiera.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ignacio Rueda Latasa

Crucigrama nocturno

I
El cielo se me antoja más cercano
desde lo alto del cerro Santa Ana.
Me embarco en la ilusión de que yo mismo
enciendo con mis ojos las estrellas
a cada parpadeo, y que la noche
salpica las albercas de mi llanto
con una pirotecnia de esperanzas.

Siento arderme los ojos de la noche
de tanto, escudriñar el infinito
y urgentemente necesito una fresa ablución de luces y una brisa
a fin de despejar las dos incógnitas
de este siglo, de este hombre y de este Dios.

Diría que detecto bajo tierra,
aquí, donde se afincan mis talones,
un algo que fue historia y aún alienta
ansias de renacer desde el rescoldo
Un tacto vegetal, como un prurito,
se me enzarza en las venas y me sube
desde la misma tierra a la garganta
Y grita Y clama y llora y se retuerce
como una enredadera entre los muros
cuarteados de un pasado lejano
que aun puja por seguir sobreexistiendo.

II
Y yo, aquí, anclado
entre el cielo y la tierra
querencia Y trascendencia
enigma de mí mismo,
profeta, visionario,
queriendo y no queriendo
responder a la urgencia
del cielo acribillado
de puntos suspensivos
o a la angustia telúrica
que palpita a mis plantas.

No sé, pero algo o alguien,
efluvio, tacto o savia,
me corre por las venas
desde abajo y me increpa
el cielo desde arriba
con voz de estrellas
y tiniebla indescifrable.

III
Y la ciudad allá,
a un tiro de ojos, casi
animal dormido ahora
a mis pies, crucigrama
en el entreverado de sus calles,
preguntando o queriendo
que alguien venga a llenarle los vados
ansiosos de su,s cuadras,
luz y tiniebla, muerte y esperanza,
odio, cópula, sueño.

IV
Y el cielo, arriba,
urgentísimamente,
sin dilación,
ahora.
Y, abajo, soterrada,
la infinita querencia
de reventar la piel
y gritar el entierro
escondido de siempre en sus entrañas.

V
Y la ciudad.
La miro. La remiro.
Vuelvo a mirarla y siento
que me canta la sangre
un ritmo de tristezas
y me florece un ansia
de abrazarla,
de llenarla de besos,
de escupirla.

VI
Y miro al cielo.
Me golpea en los ojos
la luz de las estrellas
como un morse fantasma
de mar a mar…
No puedo responder.
La opaca luz que brilla
en la ciudad apenas,
los cuadros blancos, ¿son
luz de verdad o sueño?
Los mismos cuadros negros
que tengo ante mis ojos
¿son tumbas o son algo
que alguien, antes que yo,
consiguió descifrar
en este crucigrama?

VII
Sólo tengo tiniebla en mis pupilas
a pesar de la luz de las estrellas
y noche sólo, oscuridad y llanto
no obstante el tibio resplandor que alumbra
algunas de las cuadras
de esta ciudad que duerme
a mis pies como un perro.

VIII
Y arriba, Dios, gritando,
y abajo, el mundo, hundido,
gritándome también,
y yo, muñeco, o visionario, o loco,
junto a este ajedrezado crucigrama,
caballo a trancos o castillo frío,
piafando de coraje
o, incapaz, afincado en mis rincones.

IX
¿Qué quieres, Dios?, Escúpelo en mil rayos,
en sismos o en sequías,
en brisa, en pájaros,
en malvas o en violetas,
en vida, en muerte.
¡Dime!
Calla, animal, historia, hierba o pulso.
Dejadme solo entre. cielo y tierra
como un pájaro quieto,
o hedor, mejor, de algo que fue
y no es, o es ya tan solo
hedor y hedor y hedor.

¿Por qué me gritas, Dios?
Historia, ¿por qué me urges?
¿Por qué tanta incistencia,
tanto apremio y urgencia,
al alimón, los dos,
y pobre bestia yo,
acorralado, solo?

Agujas luminosas
de estrella.s insistentes
buscan el acerico
de mis ojos saltones…
Mil ortigas me bogan.
por la sangre y me erizan
la piel de escalofríos
urgentísimamente…
-Hache, o, eme
—me susurran la brisa y los luceros—
be, erre.
? suena como un bramido
la entrana de la historia.
-Animal racional
-me dice un ceibo mórbido
con voz algodonada.—
-Hache, o, eme,
be, erre.
-Hache, o, eme,
be, erre.
-Hache, o, eme,
be, erre.
-suena el eco y resuena
como un alucinante
redoble de tambores.-

¿Qué puedo responder o llenar cómo,
letra tras letra, la urgencia de estos huecos
que a mis ojos se ofrecen
como cráteres chicos
succión de rabia hoy o en erupción mañana?

X
¿Qué quieres que responda?
¿Por que has querido
que divise en la noche
toda esta teoría
de nichos mortuorios?
No sé llenarlos, Dios. No sé taparlos.
Ya no caben adentro más cadáveres.
Son tumbas, lo presiento,
son hornos crematorios,
mentira enjalbegada,
sepulcros blanqueados.

No quiero, aunque me urjas
con el rescoldo vivo
y ardiente de este suelo
en que afinco mis plantas.

Me pedís que descubra el nombre exacto,
la última pieza,
pero no he de echar yo sobre mi espalda
un hijo así que sufra
opresión y vejamen
para toda la vida.

No quiero, no me atrevo
a pronunciar la letra que lo acabe,
que lo haga ser, que nazca, que se yerga,
que camine en la vida y venga a ser,
porque me avine al juego,
otro hijo de perra.
Es mejor que aquí mismo,
en este cuadro blanco,
un pozo de petróleo
reviente la negrura
de su alquitrán espeso
y ahogue la nacencia
de quien debió haber sido.

Es mejor que no nazca alguien que,
ya en la cuna, ha de servir de abono
para flores de lis,
rublos o dólares.

XI
La piel del crucigrama
se eriza como un ántrax
de cien bocas que escupen
pus y carroña:

Biafra, Vietnam Dachau,
Silesia, Hungría: Harlem…

Aunque todo me empuje y el mismo Dios me llore
tormentas tropicales
o reviente la historia
mil archivos de Indias
no escribiré esa letra.

Que en el ombligo mismo
del crucigrama muera
como un aborto dulce
que equivocó de ruta!

XII
Y, sin embargo,
hombre,
te amo,
cualquiera,
el que pudiste
ser en esta geografía
latinoamericana.

No quiero ser tu padre, y aún así y todo,
tan entrañablemente te deseo
que de quererte tanto, casi te odio
y, antes que muerto, te quiero no nacido.

XIII
Y el juego se repite:
– J U S T I… Me faltan sólo
tres bocas anhelantes
que gritan la equidad
para todos los hombres.
Se me antoja que puedo
acabar la palabra
con una sigla que
vomita una mentira…
Cuando los hombres se odian
no puedo hacer la farsa
de escribir una C,
y una I, y una A
que insinúan uniones
y son sólo egoísmos.
Limitados o anónimos,
de una brutal presión capitalista.

Miro los cuadros negros
de todo el crucigrama
y creo adivinar
las dos alas negrísimas
de un gallinazo enorme
que encubre la miseria.
El suburbio es un llanto
y la injusticia corre
como un estero amargo
a perderse en el mar.
¡Vivan las compañías
navieras y los trusts!

XIV
– C R I S T I A… Son cinco letras.
Se afilan los lebreles
de mis cinco sentidos rastreando la pista.

El corazón quisiera explotar cien latidos
para sobrar las ansias
de esos cinco brocales que se agostan y esperan
desesperadamente
casi veinte centurias..

Y el rostro me frutece
vergüenzas sazonadas
y mis dientes se clavan
en la cárdena pulpa de los labios
como una dragadora
que removiera escombros,
mentiras y basuras
o palabras bellísimas…

Miro la altura y veo
que el cielo se me cierra
más negro todavía
ahora, cuando quisiera
oír su voz clarísima.
La misma geometría
de la cambiante Cruz del Sur se quiebra
en sendas paralelas
a flancos de Centauro.
Todo se apaga.

Hasta la misma tierra
parece que latiera en los antípodas…

No puedo, no, mentir una vez más
ante esos cinco pozos que sedientan
la verdad como lluvia suave y honda
en el mismo brocal
cuarteado por el sol y la desidia.
Se antojan a mis ojos cinco llagas
sangrantes como ayer, en este cristo
clavado al mangle y a las cañas
del suburbio.

¡Y no puedo!
Pudiera, sí, llenarlas de algodones
o entecarlas también, y sahumarlas
de inciensos y esperanzas,
de un más allá, de voluntad divina…
Prefiero más que el blanco de estos cuadros
se tiñan de carmines
y que, mañana acaso,
si tenemos redaños
de sembrar afanosos
de baches denigrantes de la historia,
sobre esos macrofundios,
verdee el trigo,
el banano y el maíz se doren,
se yergan nuevos hombres de esa cuna, y en su hornacina santa
un robot o un computer
perfore el último cuadro en blanco
del gran crucigrama de la histona
como un altar al hombre-Dios por siempre.

XV
Sube la aurora lentamente a mis espaldas.
Se va tiñendo el río de ocres tenues.
Una lanchita a remo, empeñosísima,
parece que trajera el nuevo sol
para todos los hombres, arrastrándolo.
Aún vive la esperanza.

?Mañana habrá más luz
y cantaran los pájaros…

Es noche todavía.
Aún quedan muchos blancos
por rellenar.

-Pasión-

(me dan de pista al pie del crucigrama)
Y no logro alumbrar exactamente
algo que bien pudiera ser un neologismo.
A M O… es dominio, dueño,
pasión también de esclavizar acaso…
Pudiera ser, pero hay un blanco al aire
que me suena a dolor, a voz en grito,
a falta de cariño,
a no sé cuántas cosas:
a manos extendidas,
a labios entreabiertos
en espera de un beso,
a sonrisas apenas esbozadas
Ycort~da1s.~ flor por un desprecio,
a humillación, desaire,
mueca, apodo, racismo…
¡Si los hombres supiéramos
rellenar este vacío
no habría guerras, ni injusticias, ni odios,
ni hambre, ni sed, ni drogas, ni rebeldes,
ni paros, ni extorsiones!…

¡A M O S del mundo, yo os invito al juego
de cambiar una letra no más a vuestro nombre!
Tachad la ESE con una cruz o un aspa
(no valen dos líneas verticales)
e iluminad con oros viejos la ERRE
redentora del Cristo pobre y bueno
que dijo y dice y lo dirá mañana:
„amaos los unos a los otros“…

XVI
Se me cansan los ojos.
Me apena haber escrtio
segurisimamente
palabras que jamás
debieran haberse pronunciado_
UNESO,
FAO,
analfabeto,
hambre.
Lucha de clases,
capital,
limosna.
Militarismo,
dictadura,
guerra.
Cáritas,
clericalismo,
reo.

Me apenan sin embargo
también los cuadros yermos
que quedaron vacíos
porque no me atreví
a jugar a mentiras.
¡Me apenan!

Y me alegra
saber que hay muchos hombres
que juegan, como yo,
haciendo crucigramas.
No conciliéis el sueño
mientras queden en blanco
tantos cuadros vacíos.

XVII
Hunde en la tierra el hierro
y siembra, y sueña un poco.
Tal vez mañana crezca,
sin haberlo pensado,
como una flor exótica,
un algo que pudieras
trasplantar al cuadrito
de nuestro crucigrama.

XVIII
O acaso tú, que ahondas
más abajo, en la mina,
pudieras encontrar
tal vez una esmeralda
verde, para esperar
cantando de alegría.

XIX
¿Quién sabe si detrás
de las mismas estrellas
no se ha escondido Dios
jugando al escondite?

XX
En tus manos grasientas,
si las sigues sudando,
ha de crecer mañana
un puñado de espigas.

XXI
Y en la ambición ansiosa
de tus dedos, que cuentan
el dinero robado
nadie puede dudar
que, a lo mejor, mañana,
te crezca una amapola,
o un clavel reventón
te nazca en la solapa
con la raíz hundida
allá, donde tú sabes.

XXII
¿Y por qué no esperar
que reviente un obús
lo mismito que un beso,
o que una grúa pueda
levantar a los hombres?

XXIII
Hay poca diferencia
entre un avión y un ángel
por las rutas celestes
de un puente de emergencia.

XXIV
También la rebeldía
debe seguir gritando
La violencia es un golpe
amigable a la espalda
para el que no ha querido
saludar al hermano.
Y una voz angustiada
es una flor que pide
un poquito de brisa…

XXV
Un ángel mañanero
pasa tiñendo el río
de rosas y alhelíes
Y la barquita sigue
abriendo una esperanza
de sol con sus dos remos.

Parece que salpica
desde el cauce del río
dos gotas a mis ojos.
La tierra, en lontananza
se ha abrazado al crepúsculo.

Yo me embarco también
esperanzadamente
al ritmo de los remos en la historia.
Primer Premio en el Ismael Pérez Pazmiño de 1971

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NO SÉ LO QUE SOY [Mi poema]
Ignacio Carvallo Castillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Soy un alma desnuda que a la vida
aún le queda por dar una calada
y al que su última cena está servida.

La sombra de una vela iluminada.
De la olla en la que el agua vuela hervida
y en vapor quedará difuminada.

Siento que un alma soy aún resentida
al albur del azar, sus avatares,
la cortina que ha sido descorrida.

El pesar soy de todos los pesares,
esa luna que luce deprimida,
la bruma que amenaza allá en los mares.

Guillotina que al tren de la memoria
en sus rieles de rabia se estremece
mientras el diablo allí se vanagloria.

La noche adormilada que oscurece
antes de dar el gran salto a la gloria
mientras de ese río el caudal decrece.

Una rosa, un jazmín, un crisantemo
la blasfemia en la boca de un aldeano
la espuma de la boca de un blasfemo.

Soy todo eso y mucho más. Me entretengo
pensando a donde voy. Sepas hermano
que aun no sé lo que soy, de dónde vengo.
©donaciano bueno

Y tú, acaso #sabes lo que eres? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: El lema de mi epitafio es: vino sin siquiera conocer para qué vino. *Calada: la última chupada al cigarrillo.

MI POETA SUGERIDO:  Ignacio Carvallo Castillo

Ecuatorial

Revelación y ancestro

Porque mis dedos rasgan el misterio de la selva,
la sombra ecuatorial se cierra sobre mí.

Ruedan mis puños hacia el enigma de la noche
y parten su máscara a golpes y llamas.
Mis párpados crujen con la fuerza que les hunde el asombro
y caigo sumergido en penetrante amor
de ciego desorientado por una noche que grita y golpea
con voces de brujos milenarios,
con gritos de vírgenes de agua,
perseguidas por saurios semihumanos
y latigazos de lianas venenosas
como ágiles serpientes.
Cruzo, como beodo, el túnel de la selva,
como ciego tacteando el seno de la noche,
los ángulos acuáticos,
los muslos de la tierra…
Tiendo mis manos en súplica solemne,
la sangre arrodillada, el corazón vencido,
mi frente atravesada por pájaros y gritos.

Mi sangre vuelve sobre sí. Desciende
a despertar un mundo
donde los más remotos atavismos crepitan.
Sus lanzas levantan los dioses que me dieron nombre.
Oigo el ritmo ancestral de negros guijarros
y cinceles de cobre
inventando flores de obsidiana y granito.
Alzan mis indios de América sus pesados sueños,
sus voces agoreras, ramos de reptiles, pirámides
de eterna y tranquila gravidez.
Vuelvan mis monstruos rituales.
El colosal combate de sus estirpes arde.
Las enormes cabezas de roca levantan,
los inmensos párpados…, los ojos
de un pasado quimbaya, del ayer mexicano,
de la bruma terral de Tiahuanaco, Valdivia y Guatemala…
Aguzan sus oídos para escuchar al tiempo
de la cerámica ciclópea y los templos de fálicas columnas.
¡Y de cóndores vuelven huracanes,
las almas de peces, loros y pelicanos,
libres de sus cárceles de arcilla!
Oigo a los hombres de mi sangre incrustar todavía
en máscaras terribles la turquesa y el nácar.
Rostros que los siglos esculpieron en mágicas maderas
me invaden y se apoderan hasta de mi última vértebra.
Nubes de humo embriagante asaltan mis palabras
y les dan este sabor a Poesía que quisieran retener para siempre.
Rápidos peces de sueño se estrellan contra cuevas de vidrio
bajo la luz de mi sangre,
cuando desde las copas de los árboles
alguien arroja semillas como piedras explosivas.
Y así, en plena selva,
en medio de este lento y ancho resp1rar,
bajo el peso de la noche ecuatoriana,
no me doblega su puño inmenso cerrado sobre mi:
¡Salto como joven felino acosado por las llamas
al túnel de la sombra madre,
a la bóveda equinoccial
en cuyas noches oigo cantar los pájaros
y a raros animales, sin nombres todavía,
hacer sus madrigueras bajo tierra!
* * *
Undívago y acuático, llego hasta los profundos resortes de los vértigos
padres de las furias amazónicas.
Soy pez que vuelve en busca de su cueva remota
donde una arena de oro rompiera su ovulillo!
¡Caigo a los espacios de silencio verde,
rotos tan sólo
por el rugir del corazón de los jaguares,
y puedo ser la hoja que trémula rueda
a las cuevas, génesis del trueno,
o el élitro zumbante de algún insecto azul flotando en medio abismo!
Desde urbes trepidantes,
Desde turbios crepúsculos de asfalto,
me citaba la voz de un amor embrujado.
Por algo la sombra nocturnal, el alba y el mediodía
me aislaron para empujarme los sueños dardeantes de la selva!
¡Y hoy tiran mis venas hacia la gigante glándula vegetal
donde el tiempo se acompasa a mis latidos,
revienta con los truenos de los ríos
y se hace pedazos entre las mandíbulas de la hormiga!
Y vuelvo a tener la videncia de remotos arúspices
de los días en que América nacía.
Y vuelvo a ser luz salvaje combatiendo
por entre la espesura donde ríos y lagartos se disgregan
y es musgo y vórtice, puma y mariposa en júbilo.
raíz, tempestad y araña atemorizada -pero intrépida- mi sangre.
Y es tierra que se libera y fuego incontenible
que me arrastran al corazón de orquídeas y lianas.
Confidente del arbóreo helecho, hermano del nogal,
amor de la tagua y los viejos, barbados árboles,
vuelve a nutrirme la savia de América!
¡Alma de vegetal, sangre de olas amazónicas,
piel sudorosa y hambrienta de multiplicarse!

Arrastrado a este viaje por mi ancestro,
me pierdo en el enigma poético y salvaje de la Amazonía:
¡Soy fuerza interior revolviéndose en rugidos
perdida ya por el tropel de las arterias
y las concavidades enmarañadas del planeta
al que los hombres abandonan en vuelo desesperado!

El ámbito de los ríos

Los ríos abren sus bélicos abanicos,
estiran y recogen sus falanges multiformes
arañando piedras enronquecidas de tanto gritar.
Muerden con llamas blancas la oscuridad de la garganta equinoccial
y destellos de estaño lanzan a los ojos de las tortugas impasibles
que aplastan bajo el lodo a un tiempo sin memoria.
Con potencia de machos, con venganza de padres deshonrados
buscan día y noche, hurgan sombríos y llameantes,
cavan con dientes afilados el abismo
y saltan y se empujan y bufan hasta darse
de bruces con la llanura a 1a cual dominan
como mujer largamente deseada
para hacerle hijos como piranhas,
echarse a proteger boas como la yacumana,
apacentar rebeldes manatíes
y besar los fúlgidos cuadrúpedos
-veloz tapir, tempestuoso capiguara, cachicambis y guatusas-
cuando sorben las estrellas enlodadas de esas aguas peleadoras y espumosas.
A orillas del Macuma, en los bordes arcillosos del Santiago,
por las ribas solares del Pastaza,
di con patriarcas jíbaros de testas orgullosas,
indios dueños del fuego blanco de las aguas,
semidioses y sabios,
poetas misteriosos embriagados por bebidas y yerbas,
jíbaros que en sus brazaletes de piel de culebra
atesoran secretos que nadie podrá arrancarles.
Videntes que hablan lenguas antiquísimas
transmitidas por las almas de los árboles
a quienes oyen, dulcemente, en madrugadas.

Les cruzan llamas por sus frentes, cuando hablan.
Sus mujeres cierran los ojos y los ven
romper con sus bíceps las mandíbulas del odio,
arrancar las alas a la nube de vampiros
y despedazar la sonrisa escalofriante de la muerte.
Sólo las viejas raíces crujen en el silencio,
pues su trabajo nunca puede cesar:
toda la selva los atiende suspensa y sobrecogida.

Viejos patriarcas, rostros de oro y cobre,
piel trabajada y fría como sus lanzas de chonta,
recogen los siglos en sus ojos asaeteados por arrugas,
lectores e intérpretes del Evangelio de la Selva.
Las garras de la noche les han volcado ríos oscuros en las manos:
poderosas llaves de sangre ronca y áspera.
Allá por el Upano, por el Bobonaza,
en las altas orillas del río Tigre,
vírgenes indias miran la corriente y echan flores de tzárui
para hacer realidad sus sueños.
Y el día las ve adornarse con alas de inmensas mariposas
y arder de belleza,
desnudas,
bajo la sombra compasiva de los árboles.

Jíbaros y Quijos, Cofanes y Záparos,
por el Morona y el Guazaga,
por mil ríos verticosos como el Tiputini,
tétricos y lentos como el Negro,
feroces como el Ambiyacu,
agitan flores de alucinancia
arrancadas al iris ecuatorial.
Cada indio muerto deja su voz clavada en un árbol
y la selva es ancho río de voces lúgubres
cuando el viento se rompe contra el muro de sombras.
Los indios que nacen abren sus ojos a los gritos roncos de sus ríos,
despiertan al son de sus coros
y el último sueño los habrá de arrastrar bajo el alarido de sus tribus
confundidos con la fuerza recia de las olas:
¡Namangoza, Taraporo, Corihué!

Los ríos cobran altas resonancias, tendiéndose
entre arcadas de espumas y rocas que musicalizan la eternidad
de mis indios de América,
y tras el zarpazo a la selva que jura venganza,
aúllan su insolencia las aguas tragándose una música líquida
enredada a los nombres aromáticos:
Arirauri, Morona, Pucacuri, Caquetá…
Huiririma, Curiyacu, Curaray…
Y alrededor, la selva… Toda una catedral serena.
Los indios en perpetua, recóndita oración.
Hinchan las planicies tamarindos y ceibos, canelos y copales
cabezas majestuosas y tranquilas.
Enredadas sin un temblor…
Las hormigas, como siempre, trabajando.
…Toda una soledad agitando sus aspas de angustias para el blanco:
la sangre empuja las edades del asombro,
las arranca de cuajo
para apagarlas en el pequeño santuario de las manos.

Mi palabra se perdió entre la humareda viscosa de los ríos,
helando a las gargantas de plomo y cobre.
Siente
los torrenciales nombres de Urcusuqui, Arajuno y Payamine
penetrar a candentes gritos con crepitaciones de hidrógeno.
Mi palabra se fue en nieblas hasta las espesuras suicidas del Jivino,
hasta los espejos que se trizan y desatan
en el Jondachi,
hasta la ronca sed del Guapuno
y las fracturas del Yasuní golpeándose los colmillos
por incendiar las oscuras rocas de su lecho.
Nombres como Nangaritza,
voces como Bombuscara, Cusuime
saben a dilatadas lunas, a descoyuntamientos del acero.
Hay palabras como Putumayo, Coca o Xingú
que aún pronuncio entre los aletazos silbantes de las aguas.
En las profundidades donde el silencio escribe los renglones de mi vida,
se volcaron sus candelas.

Oda del verbo trémulo amazonas

Mi sangre se ovilla en un caracol pensante, como cráneo.
Amazonas, no llego a ti, pero ya te veo,
trueno arropado en agua llena de ojos,
vuelto a una aguja que clava
soles de espanto al hielo de mis sienes.
Ya escucho los corceles de los siglos esculpirte en mi sueño.
Sierpe que lavas los pies resinosos de la selva.
Aorta y torbellino. Herida de la noche,
estoy llegando al borde de tus henchidas ubres
y oigo gritar los mundos de vidrio y roca,
reventados en pleno combate por tus músculos.

Desde adentro te crece una luz retorcida,
una luz que se hiere en garfios de basalto y proclama
tu insaciable fuerza imperial, bebedora de aguas ajenas,
sorbedora de todo tributano sin esperanzas de rebeldía.

Amazonas, arrancas al Chinchipe su último grito
la última astilla de sol al Napo.
Te bebes, gota a gota, el lazo desatado del iris,
y la diamela caída al oleaje· se hunde despavorida
por entre tus navajas.

Blanco a la madrugada, pulso tenso en acecho,
verde para cortar al mediodía
niebla reptante a la tarde,
tu solo aliento ahoga a los pájaros extraviados.

Ciego, quizá la noche te reventó los ojos cuando niño,
y hoy crecido en venganza,
devoras la luz, la selva a oscuras
y revuelcas tu furia de dios encadenado
en una axila verde rota por tus relámpagos,
hendida por tus coces de espejos desquiciados.

Ciego: empujas las columnas de la selva.
Y América espera que eches abajo el templo.

Amazonas, aluminio de bruces rodando sobre espinas,
tu éxodo es de nubes impulsoras de lluvia torrencial.
Tus aguas se tragaron la digital de Dios
y la marca que, a tu anca, Orellana pusiera
con furor rechinante.

De Quito te llegaron hambrientos visionarios
y partieron tu lomo con sus gritos de júbilo;
tus manos se rompieron desesperadas
con los esqueletos de las aves
y el polvo de suicidas estrellas;
sacudiste tu loca melena alborotada
entre los dedos del furor
y una larga venganza de emperador domado
estiras, desde entonces, al alma de los indios.
En tu universo líquido giraron ojos deformes
de peces con linternas, que alumbraban la hazaña,
y tentáculos ígneos y plantas condenadas
por el hado del mal.

Asomaron airados:
lanzaron sus destellos
a clavarse en los ojos de los blancos de Quito
y arrancaron, a pedazos,
las cuerdas de sus nervios.

Ellos sabían de ti, río de barbas floridas.
La leyenda decía que rodabas hinchado
desde una edad de espumas, mordiendo tus pensamientos,
cual venido de hogueras y éxodos bíblicos,
memoria de los tiempos en que morían los dioses
en lechos de venganza y de lujuria.
En Quito, aves de extrañas voces decían,
descansando en las cruces de los templos,
que un gigante de piel acuática se tendía entre la selva,
creaba esmeraldas y aluminios
con sangres de viejas raíces;
suspendía diluvios en los fuelles de su tórax
y estremecía los carbones de la tierra con su respirar,
que cortaba en dos al Continente,
taladrando la línea del destino de América.
Al oriente, la isla Marajó, un pañuelo de pantanos acezantes
entre los dedos del coloso, cuando se iba
dando su adiós a la selva,
volcando todo su vigor al mar,
reventado su puño en estrellas acuáticas,
llamaradas y cataratas pulverizadas
en la crispación de su garra sobre la ácida sal del Atlántico.
¡Ah, tus nácares recónditos … y tu carroña!
En su puño de visionario, Orellana te vio
fugar en descargue viperino de culpas y cóleras,
en arrojo de viejos amores prohibidos,
como escondiendo tesoros de pecados
en los líquidos montes que decidió robarte,
río de espumas llameantes… Y llegaron
4.000 indios quiteños con sus venas volcánicas
a echar en tus honduras las sondas de sus sueños
porque ellas se trizaron en tus garras eléctricas.
Un arcángel nativo de tu cielo profundo
los trajo creando huellas de sangre, cal y llanto,
con la tierra en las bocas famélicas, las palabras:
espadas de cobre pulverizado… Venían
a hacer sonar tus cuerdas rabiosamente,
a latiguearte con sus largos gritos,
a pedir cuentas a ti, olvidadizo,
a preguntarte por raíces arrancadas entre aullidos,
por islas, flores y trizadas piedras,
por las semillas muertas, los nidos deslazados,
las ninfas de agua caídas desde 6.000 metros de altura
y devoradas desnudas por tu furor.
Pueblos de bronce y plata se lanzaron desde las nieblas del Pichincha
para hundir en la comba espejeante de tu agua metálica
el remado del Hombre,
el espíritu del fuego.
¡Y tu brazo potente no pudo clavarlos
en las cavernas congeladas de la muerte!

Las llaves del epílogo

La última compañera que el mundo amazónico me deja
es la soledad.
Soledad que ha curvado la tensión de mi sangre
derramando la ráfaga de su canto a la selva.
Mi soledad que se atrinchera
cuando afuera rondan los tigres del odio
con rugidos más fuertes
que el reventar tempestuoso de las nubes.
Aúllan hienas, se escucha la sangre derramada caer
mientras los dientes asesinos asoman en sonrisa.
He salido del mundo amazónico y vuelvo a los hombres,
a las cavernas ciudadanas,
a las rosas de concreto que se abren con olores venenosos.
Vuelvo a perderme por urbes de humo y vidrio
donde mi soledad de salvaje
habrá de sostenerme, dueño de un ansia vegetal
por las reconditeces trabajadoras y volcánicas.

Entre humos de gasolina y estrépitos metálicos
me sostendrá la diaria nostalgia amazónica,
nutriéndose con la oculta raíz hundida en sus légamos
Apresaré con ímpetus avaros los sonidos,
los gritos cortantes, las corrientes coléricas
que la selva encendió en lo oscuro de mis huesos.
Yo orientaré mi sangre hacia vosotros,
aullido en infinito silencio de la selva.
Agitaré las bases florales donde brotan el fuego y las espumas de mi sangre
para tocar los ámbitos de la vida amazónica
que me llaman y arrastran ineluctables.
Yo, azorado viajero por el túnel del tiempo,
quiero la luz y el grito, el tropel arrasante de voces ancestrales
y la transformación volcánica de árboles y fieras:
Os buscaré en el reducto remoto de mi sangre
porque ahí os revolvéis agazapados.
Allí reposáis, universo libérrimo, reptiles, maderas, vientos.
Allí golpearán mis urgencias vitales,
abriré los brazos con ávidos deseos
a que la rebeldía amazónica suba a mis músculos,
pegue a mi voz su aliento.
Tornaré a los furores internos de las raíces tropicales
hinchadas por descargas de savia v de petróleo,
para poner allí mis últimas renuncias.
Regresaré a la hondura de mi ser interior,
al sitio donde confluyen mi.s arterias y nervios
para desbocarse con el mar irritado de mi vida,
al sitio donde ruge mi tierra con su celo
de víbora y de lluvia,
mientras cruzan mis tendones -electrizándolos—
los felinos de fósforo paridos por la Amazonía.

El hombre va hacia las cúpulas del éter
y devora infinito en sus cápsulas fúlgidas,
un retemblar de atmósferas recibe la marca de su rúbrica,
última seña que deja el instinto de la fuga.
Pero yo, el inconforme,
el rebelde heredero de una estirpe selvática y combativa,
el que calla, quizás para no morder,
he de plegar más a mí,
a los orígenes y núcleos de mi raíz terrestre,
insensible a las garras de la angustia,
sordo al impotente corazón,
un temblor de arboleda, un salvajismo
de jungla, anacondas y anguilas asaltantes
retorcerá con amorosa furia mi sangre
para arrojarme al misterio de la selva.
Bastarán para hundirme por la ancha lujuria de su oleaje,
por sus Hamas siempre verdes, troncos de greñas hoscas
y barbas venenosas,
el golpe sofocante del recuerdo ancestral,
los gritos de los pájaros selváticos
desplumando el cadáver de la noche,
el remalazo del olor amazónico
traído por el viento hasta mi cueva de concreto,
el trueno distante de los ríos patriarcales…
taladraré la nieve de mis huesos
y entrando más en mí, entraré a la Amazonía,
la sangre renacida
por la vuelta a su principio como los ofidios y escorpiones
resucitados por el olor, la humedad y la hondura crujidora de sus nidos.
Puedo morir lejos de la selva,
que mi raíz secreta me volverá a la vida, allá
entre el verdor violento de los árboles,
por la guarida del relámpago.
La tumba metropolitana puede apresar mi cuerpo
entre cuatro paredes de cemento,
que mis rebeldes venas reventarán su cántico a los ríos orientales.
Por las mínimas flores y los insectos volátiles,
por los gritos ululantes y los estremecimientos cósmicos,
arrancando troncos, durmiendo bajo humus, espantando reptiles,
encontrarán, hombres del mañana, mi realidad, mi espíritu
agitando su eternidad tranquila y verdadera.
Habré ido al abrazo profundo de la savia terrígena
donde el silencio se quita la mordaza y me llama con largos sonidos
y me empuja
a la profundidad equinoccial, a las honduras de mi hombría.
¡Y quedaré en mí y en mi selva, confundido con verdes olores
cruzado por luces inesperadas,
hasta que el último cataclismo me despedace
agarrado a la matriz de donde mi voz arranca su infinita melancolía!
(Escrito en las Selvas Orientales del Ecuador)
Primer Premio del Ismael Pérez Pazmiño de 1966

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RESULTA QUE ÉL NACIÓ EN UN CEMENTERIO [Mi poema]
Tamara Tenenbaum [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Resulta que él nació en un cementerio
un día en que ella andaba de visita,
decir que allí nació no es nada serio,
ni evita que se suelte un improperio
al ver lo inoportuno de esa cita.

Nacer donde a la vida se la entierra
tan lleno de misterio y de tristeza,
mezclado en los despojos de una guerra
la muerte allí se encuentra bajo tierra
lugar donde la gente llora y reza.

Nacer para morir, ¿a qué nacer
y andar y desandar, si ese es el sino?,
¿andar y desandar para volver?
las penas de la vida padecer
andando y desandando ese camino.

Mejor será al venir no se despierte,
que aquí el que mal empieza mal acaba,
negando concesiones a la muerte
en vez de concesiones a la suerte
y así ya se acabó lo que se daba.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Tamara Tenenbaum

Filosofía.

Hay cosas que
para hacerlas
poemas
solo hay que contarlas.
Mi papá se murió
el día
que fue a la AMIA
a hacer el trámite
para enterrar a su papá
(mi abuelo)
en el cementerio
de La Tablada.
Listo.

El pasado

De todas las personas
que tienen un pasado
mis preferidas son las chicas
vestidas de ortodoxas
con la pollera y la peluca
y las medias color
hueso
que cuando se agachan
a atarle los cordones
a un Samuelito de tres años
o una Deborita de seis
dejan ver un tatuaje
de un dragón o de un delfín
en la base
de la espalda.

La tierra no se adapta a lo que el cuerpo le pide

No sé, lo leí en un poema

Leí en un poema
que no tener padre
se siente como una
ausencia
que crece,
como
un árbol.
No sé, Sylvia.
Es verdad que crece
pero más
como un tumor
porque no va todo
hacia el mismo lugar
y mucho menos
hacia arriba.
Te lo encontrás
en rincones impensados del cuerpo
como protuberancias, como tubérculos,
como lunares
con bordes feos
o pelotas duras en lugares
que deberían ser
blandos.
Y si llegás muy tarde
solo se lo puede matar
con algo
que un poco
también
te mate a vos.

Hasta un reloj parado

A veces pienso
en Nurit, en Adela,
en Sarita. Las chicas del colegio
que hoy están casadas
y tienen muchos hijos
y no tienen nada más
(o eso me digo
a mí misma
porque tenerle lástima a gente
que vive distinto
es mi deporte favorito
y porque juzgar así
lo bueno y lo malo
lo justo y lo triste
me parece a la vez
una forma de coraje
y una de cobardía).
Me pregunto qué estarán haciendo
en un instante determinado
cuando yo estoy yendo al banco
a canjear un cheque
o entregando algo
para vivir
y pienso
que debe haber momentos
en que yo estoy en mi casa, mirando tele
y ellas están en las suyas
haciendo eso también
o que yo estoy en casa
cogiendo con alguien
y ellas en las suyas
haciendo lo propio
(the proper thing
to do)

con sus maridos
y estamos haciendo lo mismo
como esos relojes parados
que dos veces por día
dan la hora.

Génesis de las copas

Vivo en la casa de mis abuelos. En la primera casa
que tuvieron mi abuela,
maestra de tanaj,
y mi abuelo, que a veces trabajaba
pero en general no. Tengo unas copas
de cristal verde
de una época en que él tenía
un trabajo en la Embajada
(la de Israel), y justo se enteraron de que Eichmann
estaba escondido en la Argentina
levantaron la Embajada
y todos los empleados
se quedaron con algo. Después volvieron
a armar la Embajada
pero mi abuelo nunca devolvió
las copas. Y ahora son mías. Son de un cristal
tan finito
que a veces siento
que podría
romperlas con los dientes. Casi nunca las uso
pero una vez las saqué
la noche que vino a casa
una chica
con una serpiente tatuada
a la altura de la clavícula
y yo quería contarle esta historia
porque para darle un beso
me faltaban agallas.

Reconocimiento de terreno

Conozco la tierra.

Siempre me costó dormir
en superficies blandas.
Mi espalda enroscada precisa
un contrapeso
tan fuerte como yo
como mis huesos.
Si pudiera elegir dormiría
todas las noches
sobre un banco
de tierra mojada.
La tierra no se adapta
a lo que el cuerpo le pide
y está bien
porque hay cuerpos
que son como el mío.
Cuerpos equivocados
errados.
No saben lo que quieren.
Piden lo que les hace mal.
Lo que los encoge y los destruye.
Lo que los retuerce
como a un repasador
que usaste
para limpiar leche derramada
y queda para siempre
con olor
a leche podrida.

Hay gente que besa la tierra
cuando llega a Israel
aunque sea tierra de baldosas.

Los sefaradíes
entierran a sus muertos
sin ataúd. Como en la ciudad
está prohibido
por disposición municipal
llevan el cajón
lo rompen en pedazos
y después los tiran al agujero
primero los tablones
después el muerto.

Los soldados israelíes
cuando llegan a un lugar
a hacer la guerra
lo primero que hacen
es un reconocimiento de terreno.

En los campamentos del Once
jugábamos a eso: nos despertaban
en la mitad de la primera noche
y nos hacían salir
en pijama
descalzas
a conocer la ternura
y el sabor a hierro
de la tierra.
* Del libro Reconocimiento de terreno, editorial Pánico El Pánico.

BAR MITZVÁ

Yo no tuve Bar Mitzvá
porque no quise. Me daba vergüenza
hacer una fiesta en el salón
y ponerme un vestido blanco
para que todos me miraran.
Pero cuando tenía 12 años
mi mamá me compró
unos tacos
para el Bat
de otra.
Y al verme caminar
se dio cuenta
de que caminaba torcida
para el lado derecho.
Me sacaron una placa
me hicieron un molde de yeso
y me dieron un corsé de plástico.
Ese fue mi Bat-Mitzvá.
Así me hice mujer
ante los ojos de Dios.

NO NECESITO NADA

Lo peor del corsé
lejos
era cuando se me caían las monedas
y tenía que hacer
como que no me importaba
porque no podía
agacharme a levantarlas.
Dese entonces me acostumbré
a fingir que no me importan
las cosas que no puedo tener.

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ÚTIMO DESEO [Mi poema]
Hugo Salazar Tamariz [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo, Dios omnipotente, aquí te pido
pues que animal curioso tú le hiciste,
al pecador otorgues que hoy insiste
este sueño que querría ver cumplido.

Es muy simple. Y a ti será sencillo
atender al que es su último deseo.
Si lo haces tallaré en mi camafeo
tu imagen en relieve con gran brillo.

Quisiera de mi muerte a los cien años
cual por arte de magia, tu eres mago,
permitas asomarme y ver el mundo.

Confío que me queden aún redaños.
-yo encenderé la luz y yo la apago-
No preciso mucho tiempo, un segundo

Y si de esa sorpresa me rehago
me sumiré en el sueño más profundo.
¡Juro no recurrir a los engaños!
©donaciano bueno

Comentario del autor sobre el poema: ¿Os imagináis levantar la cabeza después de cien años cuidando malvas y echar un vistazo al mundo?

MI POETA SUGERIDO:  Hugo Salazar Tamariz

Réquiem

A César Dávila Andrade

Junto al fuego repleto de memorias,
espectando los círculos insomnes,
un anónimo dios deja su huella
y sollozando de retraimientos
se conjuga la sangre desarmada
con el filo imposible de la náusea.
El día, acicalado, ,se le viene
como los hondos perros campesinos,
y una mala palabra le sustenta
en el líquido andamio de su anhelo.

Todo de sed es hecho a semejanza
y alguna vez de triángulo o de trigo,
algo vuela en el ruedo del aroma
como si de la piel hiciera lámparas
para velar los pasos presentidos;
nada se opone a su mitad de llanto
cuando pasan los indios sin sembríos
mojados por el río y por la escarcha,
escarbándole el ojo que no sueña,
llamándole del nombre nunca dicho.

Con paso lento se venía lejos
esquivando encontrarse con los dientes;
miraba y remiraba los instantes
llenándole las copas al prodigio
donde aletea a muerte un conocido.
Se oyó nombrar como detrás de un árbol
-Y el fruto ya maduro despedía
una substancia de niñez o madre—,
en las trastiendas de la antigua noria,
perdidos los sentidos que golpean…

Llevar la mano hasta la propia entraña
donde está de puntillas la esperanza
y asustarla como la piedra al agua . ..
Gritar sin voz, para el tímpano propio,
con esa palabrota que usa la soledad
cuando una cañería estalla en gotas …
Decir cosas que ajenan a los otros
entre vetas de opacos cotidianos, .
cuando un hombre se muerde las esquinas
pegado a la moneda…

Las ventanas, de lejos, son tinieblas;
nosotros, la distancia imponderable
que se viene por todos los costados
con su carga de leña sin retorno;
entre hambres y besos tambalea
recontando praderas y murallas
donde agoniza el eco de la carne;
en esa luz titilan los dialectos
que como un toro inmenso se dilatan
midiendo medias noches asombradas.

¿Quién va a llamarle con la gran ternura,
quién a encararle con un dios de espuma,
quién a empujarle una camisa insomne?
No le vengan con alas ni sandalias
a contener la aorta y su sonido!
Un sol antiguo toca los portales
citándole a las horas inclementes
con el sonido extraño de la hierba
cuando está yéndose como un poco de humo…

¿Por qué decir ahora la noticia
que turba al ángel inventado anoche
cuando el demiurgo dividió el sustento
y un calcinado sexo reclamaba?
No se trata de mirar acodados
algún camino agreste, abandonado…
Era la expectación hecha pregunta,
un sí es o no es interminable
que desde cerca pareció sonido
cuando lo,s otros iban de paseo…

¿Repasa el polvo en su talud del tiempo
o sólo roza en su enredado cráter
que siendo ser no está ni en la tiniebla?
Cara de sombra, se confunde y clama
cuando el ídolo muerde su milagro
y un círculo de plomo lo difunde,
lo anonada, le afirma y le sitúa.
Nunca sabrán los días ni las noches
por qué se tiene siete escalofríos
y un ¡Solo trago como una corteza…

El viento llega con sus ropas sueltas,
el ave se devuelve a su misterio,
la lluvia llega a recoger sus pasos
y el mar no acaba de arreglar sus citas,
cuando él se esconde en vino inconsagrado,
muerde los puños de sus apellidos,
parece un viajero en la partida,
quiere contar la hierba que le queda,
hace una estrella en su vacía mano
y nunca se parece a la llegada!

El se mojó, de noche, en lo distinto
y contó con los dedos las paredes
mientras el esqueleto le crujía
como el casco de un barco ingobernable.
Su signo perdió el hilo de cometa
entre la poca gente conocida,
que se deja pasar yendo más lejos
con un grito apretado en los colmillos,
el ojo saturado de algideces
y en el paso los círculos viciosos.

Cuando estaba en el sol de los aleros
le hacía sitio a la melancolía
para charlar con ella del idioma
que tiene la canela trashumante,
del tinte que inunda las aldeas
mojadas por adentro de amargura;
y, por entonces, todo el alfabeto
extraviaba la tinteneante llave
en la vista que afina la silueta
desesperante de la eterna música…

No lo retuvo el aire hecho paisaje
si el pájaro de azul significado;
se echó raíz a madre impostergable
ni abrazó la agonía de su tarde
sin grillos, sin crepúsculos, sin ganas.
¡Cayó en lágrima, en hojas, en bramido
cuando la llama le cortó la sombra
y siete transparentes concubinas
le pusieron sus olorosas manos
sobre la piel a medias desprendida?

Él, que buscaba el suspensivo tiempon
de la corteza al fondo demacrado
se puso en pie tocado por la urgencia
en la voz asistida de fantasmas,
cortó la doble amarra del celaje
tiró los ecos sobre las aceras
donde el día renuncia su destiempo,
y sin mirar a otros, sitibundo,
hundió sus puños de espectral presente
mientras muchos, dormidos, continuaban…

Oh, el vino que rebasa su memoria
para forzar el lecho de los ríos
y violar la tiniebla de las piedras!;
aquel vino de júbilos esquivos ‘
que dibujaba frutos auxiliares
,con color a verano -niñas álgidas
al ponerse los sueños en la cara-;
ese vino en las tardes sumergido,
al que buscó con voz y manos secas
y extraviaba, otra vez, con labios húmedo…

Respiraba en un aire lleno de alas
con un pulmón de anonadado bosque,
sintiendo las vigilias en que ayuna
la sangre que jamás rizan los sueños.
Hacia tiempo se extravió su niño
enredado entre arduos campesinos
-de aquellos que se extraen la semilla
de entre la prieta y confundida carne-
su niño de los lívidos temblores
atorado en el ángel de la guardia.

Todo lo que en las manos le pesaba
fueron sus cotidianos alimentos:
mascar la luz, despacio, despacito,
sin que alguien viniera de repente
con la pregunta en vilo desnudada;
remiraba lo trunco y lo marchito
papa darles su ángel acosado
con un sabor a hermana aguardadora,
de aquella forma que exprimió a la duda
cuando no se cansaba de estar tenue.

Sólo él sorprendió su desperezo,
su siempre amanecer en el silencio,
su hosca condición de encadenado.
En un ágil caballo de berilo
se iba por sus campos inunda~os
donde un ídolo verde se ha ca1do
de bruces en el alma de las cosas.
siempre estuvo volviendo del subsuelo
cargado de gavillas y de angustias,
como los indios de ceniza helada…

El menos forastero de los hombres,
el vecino que llega sin recuerdos
con su intacta semana adormecida,
el que escribe su número en las puertas
cuando aún no despiertan las mujeres,
aquel que habita bajo las corolas
mientras los perros ladran cristalinos
y el polvo muele todos los contornos,
trazó la frágil línea del perfume
y por ella, en puntillas, se hizo nombre.

Sembrado como el trigo o la cebada,
madrugaba con ansias de colina,
algo de río le empujaba el canto
un no sé qué de árbol lo elevaba’
un ventanal de viento le ponía ‘
bruscamente de pie y estupefacto.
Cavado como pozo en el desierto,
agua de luces frescas escondía
en su rumor de cosas entrevistas
a la hora más lejana de la arena.

¿Por qué dormía sobre los despiertos
y sobre los dormidos despertaba?
El mismo se hizo herida en pan temprano.
¿A qué llegaba siempre jadeante
si todo lo esperaba a otra hora?
El mismo se empapaba de impaciencias.
¿Qué buscó mientras todos olvidaban
su ración mineral que a nadie alcanza?
El mismo repicaba las campanas
que convocan la ausencia en la memoria.

Con un gesto que espanta a los espejos
el que amó se fundió de melodía
el no llegar se acomodó en su carpa
remendada de estrellas y gorriones;
un poco de algo lo llevó hacia el límite
gris y perenne que sacude al grito.
Ahora tiene un algo de venado,
un contorno de lago en la montaña…
Nadie se asombre si percibe cerca
su carga de pasión, abandonada!

Intempestivo fue, naturalmente
y el litoral del tiempo lo mojaba;
se sabía remoto, no lejano,
con su viña encendida de promesas
donde el demonio se devuelve al ángel.
Labrador de su onírica heredad,
sabía cuándo cosechar la vida,
dónde elevar la parva de canciones,
en qué cofre guardar el fruto agreste,
la edad del vuelo, el clima del anhelo.

En un rincón, a veces, se quitaba
la piel y los recuerdos, como pétalos,
sin que nunca llegara a desnudarse;
otras veces, amargo, se emplazaba
con las ocupaciones de la muerte
que tienta con su bosque imaginario.
Dilatado y profundo, compartía
con pocos su puñado de alimento
que duele tanto al hueso irrenunciable
y que adereza el día sigiloso.

Ligado al humo, traza las mañanas
esas palabras que ,se deletrean
en los lejanos gallos aurorales
que hacen gargarismos de rocío
y despiertan el fondo de las flores;
comprometido con las espirales
venía a ser vecino de los juncos
que detectan el peso de las ave.s
o cliente al dintorno agazapado
en las plumas de olor de los naranjos.

Le debemos el beso nunca dado,
la almohada que llenamos de renuncias,
la arrodillada madre que olvidamos
al cruzar el umbral del apetito,
la plenitud de tantas maldiciones
que sumamos de noche a nuestras culpas
le debemos la piel insatisfecha,
la amante que guardamos en suspenso,
el absurdo secreto que destiñe
poco a poco nuestro íntimo retiro.

La madreselva de su pensamiento
enredada en los muros del destino
cubrió las, hondas grietas del suplicio
y escondió en su dialecto de campiña
aquel inapelable veredicto
que flamea igual a una bandera
en lo más clandestino de la sangre:
porque tomado como está de ausencias
es todo un signo su delgada sílaba
excitando los potros del delirio.

Pasó de cara al frente, acumulado,
con la quimera ardiéndole en la lengua
inventando senderos y veredas
para la plúmbea huida de las bestias
que tienen la substancia de los niños;
pasó turbado, en trance de enramada
que hurga el viento con indócil mano
buscando la matriz de los olores,
fingiendo el ademán de la caricia
que adormece el ardor de los vencidos.

Ahora ya no está como nosotros:
zapatos y camisas y proyectos.
Nada de más palabras y monedas
para teñir las cosas entrañables.
Se anudó una corbata irrenunciable,
descendió los peldaños circulares
buscando la estatura de la imagen,
nubló su brazo de afiebrada estirpe
y está añejándose como los licores
en un letargo azul y transparente.

Nos quedamos adustos de quehaceres,
cada día cansándonos un poco,
clavando algo de luz en nuestras torres,
cavando el duro pan de este planeta,
saboreando el dolor que nos madura
hasta el clima dorado de la ira.
Mientras él tiene una actitud postrera,
inscrito en polvo, en ese extraño polvo
tembloroso que asusta a las mujeres
y hace a los hombres que se pongan tristes…

No le echemos en cara nuestra enjuta
ración de vacilantes inquietudes
ni reclamemos su único vestido
porque un día pasó a nuestro lado
aleteando como una golondrina…
No le pidamos cuenta de su oriente
cerrado como un templo de granito,
si fue capaz de renunciar lo útil,
de refutar nuestra inclemente búsqueda
y turbar la canción que comenzamos…
Tercer Premio en el Ismael Pérez Pazmiño de 1967

Sinfonía de los antepasados

Solos
y de puntillas al borde del asombro
estamos,
en el centro mágico de los nombres,
castigados de ciclos,
de guerras
y de polvo,
como un fruto que enciende su piel en la tiniebla.
Avidos vigilantes que,
sin embargo,
somos
tan sólo como el viento sobre la buena tierra:
pasajera cosecha de canciones
y ausencia,
eterno niño convertido en fechas.
Rojo licor que corre como un venado,
somos,
y alzamos la palabra frente al viento sin muros,
renunciando la forma del ángel en los hombros
y clavando con furia los dientes en el duro
alimento del tiempo repleto de presagios.
Alguien dijo,
alargando su voz tibia
y desnuda:
–somos sombra labrada por anónimas sombras–
y es verdad!
Oh,
las sombras que a los padres preocupan
en la noche
moviéndolos como a hojas…
Y ellos
y nosotros,
vasijas nunca llenas,
hambre de compañera,
de justicia
y cereal
desbordamos el vino,
los proyectos,
la pena,
la dura sal de entonces,
el hervor de la espera,
los cien frits cortados para la diaria cena,
la mínima semilla que justifica al surco
mientras llueven los días en los cuerpos oscuros.
Hacia ellos volvemos la cabeza,
muy solos,
como los campesinos que retornan cargando
su brazada de trigo
y de abandono!
Desde los bisabuelos ignorados al margen,
hortelanos de de flores,
de barbas
y de olvidos
en la huerta abonada de crepúsculo
y sangre,
conocemos el polvo que amasa en sus artesas
todo cuanto se extiende de la nube a la hormiga,
del silencio a los vítores,
de la novia a la madre,
desde el seno a la frase,
de la bruma a la vida
de la mano infantil a la cometa.
Oh,
ellos
y nosotros,
rumorosos e inquietos,
agua golpeada contra musgosas piedras blancas,
encontramos vocales en el siseo lento
de las leves sandalis de un campo de cebada.
Tenía tal cantidad de imponderable bosque
en sus espíritus que,
de lejos,
su carne
era el árbol añoso que se convierte en odre;
simulaban paisajes de la séptima luna,
flameando con un viento de maíz
y leyenda,
desnudos
y totales como un día de lluvia,
con un sabor a duendes en su chica morena
y en su nostalgia sin explicaciones.

Ingrimos como dioses,
velaban recogidos
al pie de las nociones de la rueda
y la rosa;
como hogueras,
herían el vientre femenino,
hurgando en el futuro su repetida forma.
Oh,
profundas abuelas surcadas de deseos;
lejano
y tenue nido al fondo de una selva…
Oh,
profusas abuelas de llanto insomne,
cómo
os veo arrodilladas recontando los trojes
y las limpias gavillas del día
y de la noche,
o bajando a las vegas con rumor de terrones
desprendidos por unos pies de cobre.

Oh,
tierna agua fluida,
líquido solitario,
última instancia de terreste sangre!
Oh,
vosotros,
los puros ausentes inclinados
sudando en los sembríos como horas de invierno,
dejando en las praderas vuestros antiguos pasos
descalzos,
que corrían por los cerrados sueños.
No sabría nombrarlos,
pero desde mi canto,
sale la llamarada
y crepita
y se vuelca
sobre mis mil hermanos:
molineros del llanto,
picapedreros que hallan en su alma la cantera,
necesitados con las manos llenas…!

Os quiero ver alzando las ya doradas parvas
y las faldas repletas de hijos venideros,
desde la simple línea clara de las ventanas
que aún existen al fondo de los caminos viejos.

Oh,
vosotros,
que estabais allí,
precisamente,
prolongando la rama,
la ribera,
la voz,
encaramados sobre las semillas candentes,
dándonos un destino de alfareros…

Hay que poner el aire a la entrada del límite
y gritar que ya en todo está a punto la flor,
oh,

longevos guerreros,
pescadores humildes!
Cómo es posible,
entonces,
que vuestra luenga tierra
batida de sudores,
de hijos,
de jornadas
esté en otras manos.
Y la fiera corteza
titila como un astro entre las noches largas,
alzando sus mareas de protesta.

Oh,
vosotros,
sentados sobre la vieja piedra
grande,
junto al quicio sin puerta
y sin esperas,
vigilando el granero múltiple de las hembras,
repasando lecciones de saliva
y de estrellas:
qué amor en los perfiles del cerro
y de los hijos,
cuando se abate herida de sueño la pupila,
cabe el hogar,
sobre el oscuro
y arduo piso
donde ningún pariente extraña su comida
ni piensa en la partida que está cerca.
Cómo escucho ese eco de vuestra audaz carrera
insatisfecha
y pálida
fatigando los sexos,
parecida al rugir de imponderables fieras.
Nada pudo detener su avance.
Y cayeron vencidos
de estaciones terrestres,
de costumbres,
los amados hermanos que domaron el fuego;
no cayeron vencidos de conquistas ni guerras
pues sus raíces eran tan hondas como el tiempo
que es un árbol;
árbol lleno de nidos
y días,
días de pies liviano que llegan
y que pisan
un inmenso lagar lleno de polen!

No habláis desde estancias de apetito insaciable
bajo la geografía,
ahora dormidos padres,
con el profundo tono del hombre tras los besos.
Os veo en todos cuanto del amor participan:
mis vecinos,
que cuidan su trágica candela
al fondo de sus casas en perenne desvelo,
rodeados de angustias,
de dudas,
de cadenas,
pero con ambas manos en la vida.

Oh,
repletos de ausencia,
tensos arcos que ahora
hienden,
lejos,
la espesa soledad de sus selvas:
aquí,
oscuros parientes desvariaron la aorta
mágica de la ciencia
y amenazan la siembra
con fatídicos ángeles de hidrógeno
y cobalto,
soplando en la mañana de las mieses la entera
longitud de la muerte,
del espanto
y del caos.
Oh,
manes de los chasquis,
fallecidos eternos:
pueden batir sus alas en los cielos del infierno
pero no ha de secarse ni la luz ni la fuente,
porque en todos los puntos cardinales del hombre
cuidamos la redonda vida de la ternura,
vigilando sus vastos horizontes.

Pasáis,
todos los días,
por frente a mi ventana,
deseados cuerpos duros,
amados rostros simples,
perforando la adusta soledad que no acaba.
Cómo me duele,
entonces,
el tránsito seguro,
irremisible hundirse hasta el cuello del alma,
repletos de burbujas,
de tacto,
de capullos,
atónitos de ser irrepetibles!

Quiero que estéis conmigo cuando mi parca cena
finalice,
cuando el sol en los hondos platos
del día rebose,
cuando esté al filo de la
espada,
impagable,
cumplido ya los plazos,
y embriagado del jugo dionisíaco
y fértil
que exprimió vuestro abrazo mientras tendía,
duro,
a lo largo del viento,
su postrer epidermis.
Quiero estéis conmigo cuando sea la hora
de alzar el mantel blanco puesto para la cena,
y cuando se interrumpa mi abecedario alegre
y se nublen las manos al buscarme.

Y,
con todos vosotros estaré,
la alborada
en que despierte el hombre liberado
y hermoso,
dueño
y señor del júbilo,
la canción
y la raza,
después de haber limpiado de sus ojos el polvo.
En mi mano,
la eterna mano que ha construido
desde una oscura cueva hasta una sinfonía,
habrá un cartel ardiendo,
una bandera,
un lirio,
y en la apretada marcha de los pasos sin réplica
oirán todos los muertos,
desde todos los signos,
cómo canta la verdadera vida!.
Primer premio del concurso Ismael Pérez Pazmiño, 1959

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MI POETA INVITADA:  Ninfa Duarte

SOY POSIBLE…

Este destino de leña, destinada a arder sin remedio,
me puso frente a un dilema que me cuesta descifrar;
con sofocos… me enseñó a ser posible;
me unció a conceptos y decretos firmados,
llenó mi vida de fundamentos bien sentados
y me empujó a bogar mar adentro sin timón.

Se apagaron los tizones con las olas indomables,
se enfriaron mis entrañas por un siglo y algo más;
pero el viento trajo soles calentando los deshielos;
las sirenas con su canto misterioso me arrullaban,
y flotando en las espumas mi destino regresó.

Leña mojada y maltrecha, en las rocas me encontré,
los soles de aquel viento, calentaron camalotes
florecieron los abrojos, sanaron mis pies heridos;
mi destino en rebeldía volvió de nuevo a prender.

Con las aguas del deshielo o la arena del desierto,
en medio de sofocos… fui posible;
me apremiaron las quimeras… fui posible,
las falacias midieron mi estatura… fui posible,
engrillada… solitaria y sn alas… fui posible,
al ocaso voy llegando suavemente y segura,
porque con sofocos aprendí, que soy posible…

MIS TRAVESURAS VERBALES

Estas agradables travesuras verbales
son apenas ensayos poéticos
que nacen en las trastiendas del alma,
con voces que llevan mensajes
o simples palabras de osada fantasía.

Si a veces nacen ingenuos contrapuntos,
es acaso para lograr reconciliados gestos
que obedecen a internas pulsiones,
deliberadas tal vez…, con intensiones quizá…

Musicales notas dan ritmo a lo bello,
cadencias amorosas recorren sus líneas
pintando arco iris sobre el horizonte,
o nubes oscuras lanzando su estruendo
para caer exhaustos enlazados de amor…

Tienen estos versos un hilo imantado,
aleación poética que nacen espontáneas,
no es acaso, no es antojo, ni es capricho,
son dulce amalgama de voces internas…

El amor siempre está presente en ellos
en sutiles paradojas de rimadas expresiones,
o vistiendo los rosales con estrellas matutinas;
es que buscan tus sentires más ocultos
para darles tiernamente el ritmo del amor…

En mis juegos inocentes de versares,
se encuentran los amores más intensos,
las caricias sensuales de las almas
que viajan sin cuerpo por el éter
llevando en sus labios mojados de lascivia,
un gran beso de vientos poblados de rosas,
el aroma dulce de mil mariposas,
el canto sonoro de las madreselvas…

y tú, mi amado poeta, mi sueño de Orfeo,
mi callado éxtasis… mi cadenciosa rima;
lindeza del alma que vive incorpórea
muriendo en mis brazos suspirando amores…

Ya ves, asombrado peregrino,
mis juegos verbales son sólo palabras
que a veces, encuentran eco en tus devaneos
y otras veces se pierden sin rumbo
en la noche eterna de la orfandad…

TARDES DE NOSTALGIAS

Mis lánguidos pasos van rozando la gramilla
y escuchando la tarde en respetuoso silencio,
…un tributo a la vida!
Escucho llorar a las rosas por sus espinas,
lloran los mares por sus espumas,
llora el ocaso por sus últimos rayos,
y mis recuerdos lloran por los suspiros
en la tarde ardida cargada de nostalgias.

Veo en lejanía clarear otro día,
viene limpio de suspiros y caminos,
con aroma de flores silvestres;
trae en sus manos espumas y caracolas,
de ayeres lejanos,
para adornar con ellos mis cabellos canos.

Viene de un sitio cerca de casa
a enseñarme nuevos horizontes
de encendidos soles y brazos, … unos brazos cobrizos
que esperan por mi, bendito día!

Llega a mi, el aroma de tus flores,
se adueñan de mi alma y rezan
la oración del amor en tu regazo
Cubierta de pétalos mi piel ardida espera el tiempo de hacerme tuya…

MI CIELO ES.. [Mi poema]
César Poveda [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mi cielo nada tiene que ver con las estrellas
ni tan siquiera mención hace con Dios. Mi mundo
lo construye este sentir grandioso y tan profundo
como lo es el placer de gozar de cosas bellas.

Que el derecho a ser feliz no exige volar alto
pues basta con proyectar nuestra alma en el espejo
andando hacia adelante y obviando ser reflejo,
los pasos dando firmes, sin miedo al sobresalto.

Mi cielo es tan sólo mío y no lo presto a nadie,
no tiene justiprecio, por eso no lo vendo,
con nadie lo comparo mas a otros no desprecio.

Me doy por satisfecho con que bonanza irradie.
Y pues que este negocio me renta un dividendo
le tengo un gran amor y profeso un gran aprecio.
©donaciano bueno

Y tú, cómo te imaginas que es tu #cielo? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  César Poveda

Donde estén…

¿Ya se hicieron uno con el recuerdo?
hasta sus recuerdos pretenden enterrarlos,
díganme si me escuchan,
díganme que se encuentran en algún lado.

Respondan cuando ustedes quieran,
al fin y al cabo los seguimos esperando,
mientras, buscaremos sus huellas en mis dedos;
mientras, imagino tenerlos por un rato.

¿A qué saben los abrazos que no pudieron abrazar?
¿de qué color son las sonrisas que no pudieron dar?
en vez de eso los casaron con la ausencia,
los hicieron elegía perfumada con nostalgia
en procesión lamentada de los mil supuestos,
en la esperanza convaleciente de su encrucijada.

Que las mentiras no corroan sus cuerpos,
que la barbarie no cale en su fugaz mirada,
que sus carniceros encuentren algún castigo,
¡castigo, en sus rostros de blanco y negro!
que la cobardía no perdure jamás hasta mañana.

Los susurran como el más contado de los sigilos,
y preguntan dónde quedaron plantados sus sueños;
¿dónde más van a estar?
¡si recorren cada calle del país entero!
en las muertes que evitaron al ser desaparecidos,
en otras risas que evitaron su destierro.

Su historia sigue siendo la inconclusa;
resulta que los chacales son los inocentes;
resulta que ustedes jamás vivieron;
que todo fue un juego de nuestras mentes.

Santiago, ya todo pasó,
ya no llora más tu hermano,
Andrés, tranquilo,
que estamos buscando tus pasos.

Ustedes: los hijos de los que no olvidamos,
la lágrima provocada por el tirano,
una verdad que no quiere ser parida,
las dos únicas golondrinas que hicieron un verano.

Aún inquirimos su última alba,
cuadro de acuarelas de engaño,
cárcel de la vida de su familia,
allá está mi alma y mi corazón…
con ustedes,
quizás en Yambo.

Si es que están,
donde estén,
como estén,
dicen que lograron desaparecerlos,
sin embargo yo todavía los respiro;
dicen que lograron esfumarlos,
sin embargo yo todavía los miro.

¿Aún están?
¡pero por supuesto que están!
indelebles, impolutos, intocables,
tatuados en la retina del alma,
ceñidos a la esfera de lo impostergable.

Si es que están,
donde estén,
como estén,
al consagrado Tártaro iremos si es preciso
a arrancarlos de las agrestes manos que los tuvieron,
a acariciar cada uno de sus pequeños rizos;
ya duerman niños míos,
ya duerman al son de nuestros latidos.

Solines

Compañero ausente por imperceptibles espacios;
camarada de hasta luegos sin despedida,
el agnado que regresó más rápido;
el alquimista de tiempos en risas.

El quimérico de la objetividad tras bastidores,
el viajero que viste a Montaña de luto,
cuando aquel huye a sus espaldas,
mientras ella pide que no se vaya,
¡no sin tomarse un último ron!
uno con sabor a madera y poeta,
mientras bailamos penas invisibles,
zumbando hielos en todas sus veredas.

Confesionario obligatorio de alguna lágrima,
institutor de las resacas curtidas
marinando jaquecas huyendo al día,
el mejor de mis amigos,
el relicario de sinvergüencerías,
el más sincero de mis críticos,
rapsoda y sabueso de mentiras.

El apellido hecho sinónimo de lealtad,
carajillo al son de una puta amanecida,
la tinta del tintero de esta sobria bohemia,
la prudencia de la bala lanzada y jamás perdida.

¿Te acuerdas que galopamos las de Caín?
yo recuerdo el consuelo perpetuo de tu abrazo
¿te acuerdas que fuimos y somos nuestro Abel?
recuerdo que esta vida te bautizó como mi hermano.

La religión que yo quiero

Tus caricias son rosario de mis rezos
acordonando noches de cofradía,
rogando tu desnudez por mis días,
al misterio guardado de tus besos.

Tu mirada es la letanía de mi alma
repetida por tu corazón desenfreno,
por la liturgia transcrita en tu espalda,
por tus dogmas nocturnos en destierro.

Tus pasos son los salmos de mis éxodos,
tu compañía: consagración de mi vida,
yo seré la encíclica que santifique tu sonrisa
y el amor comulgado en carboncillo cielo.

Tu presencia será apostolado de mis días
y mi bautizo, el costado de tu aliento,
seré vicario de tus altísonos secretos
mientras te adoro por mística guerrilla.

Mis gustos

Me gusta encontrarte de madrugada,
en el rezago de nuestros refugios,
en el lapicero que dibuja tu espalda,
en la caída de todos tus muros.

Me gusta dormir contigo
y ser el espejo de tu mirada,
confesión desnuda al delirio
y corazón entregado a tu almohada.

Me gustas recostada en mi hombro
sentada a la rivera de primaveras,
mientras te relato luceros de fondo
en el óleo del amor en frontera.

Me gusta ser tu beso de vereda
y llevarte por adoquines de utopía,
mientras te pregunto por quimeras
o si vas a descobijar mis fantasías.

Me recuerdas

Me recuerdas un poema nunca escrito
como el hijo que jamás engendramos,
aquel viaje proscrito al pudimos
y un largo vals jamás bailado.

Me recuerdas ese universo perdido
y mi ser huérfano de tus manos,
una carta narrando un muerto latido
y un teclado asignado a este bárbaro.

Me recuerdas tu imposible olvido,
la calle que no caminamos descalzos,
el empleo de las risas sinsentido,
el tormento de no tenerte a mi lado.

Me recuerdas ese tren, perdido,
una página en blanco de este extraño,
la sobriedad de un ron que grita al oído,
y el alba que ya no te ruega un te amo.

Mañana miel

En este momento te amo,
te amo hecha fuego en candelabro,
te amo en mi soberanía por hacerlo,
te amo en roces no abroquelados.

Te amo sin una supuesta causa real,
dirán algunos sin motivo aparente
pero ellos no conocen nuestros pábulos,
sólo sabrán que te amo sencillamente.

Te amo en tu convención de ternura,
en la impía desaparición de tu cuerpo,
te amo sin invitar a la cordura,
tomada de mi mano sin rumbo cierto.

Te amo en los dominios de mi calma,
en mil miradas cotejadas a besos,
en la huella de tus pisadas;
te amo mía,
te amo tuyo,
te amo siendo nuestros.

Te amo con relojes sin tiempos,
con esa lógica de quimeras,
te amo consonante en el viento
y en el deambular de nuestras sendas,
te amo con atronador sentimiento
desde que me invitaste a tu existencia.

Te amo en los disparos de tus ojos
y en mi ser aherrojado de tu piel,
en la fuga no avisada de tus besos,
te amo antes,
te amo ahora,
te amo en un mañana miel.

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SOÑADOR [Mi poema]
Aixa Rava [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Él es un solitario empedernido,
un tipo que no aguanta la corriente,
que vino para estar siempre presente
y en medio del camino se ha dormido
y acaba de indigente.

Se siente como el ave que está herida
por culpa un cazador impresentable
que impide ya volar, de ala partida,
y obliga a que se diera a la bebida
y ofenda al respetable.

Maldice a los que al agua la bendicen
y dicen que te sana, que te cura,
y en cambio a la cordura la maldicen,
convierten en verdad lo que ellos dicen
en medio su amargura.

Su sueño es conseguir no tener sueños
haciéndole a la vida un estropicio
dejando de insistir en los empeños
asi que se presenten halagüeños
tratando de escribir, su único vicio.
©donaciano bueno

Por qué llaman #vicio a eso que te alegra la vida...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Aixa Rava

Cuando no haya nada

No sé cómo suena tu voz, hermana,
cómo danza tu risa y tus ojos cómo transitan
las cosas, los bordes, lo amplio, lo angosto.
No sé cómo tocan tus manos
lo rugoso, lo suave,
lo que amás, lo que te hastía,
ni cómo sueña tu mente, tu pecho
cómo abraza lo que te ilumina, lo que te calma.
No sé si lloraste anoche, si bebiste
¿te alimentaste?
Si hubo un hombre o una mujer
a tu lado, si fue hace mucho,
ayer, si será quizás la próxima semana
esa felicidad inmensa
o esa tristeza abisal
que poco a poco mata.
No sé de vos casi nada
solo lo que importa: que sos hermana
y basta para armar un cuerpo de palabras
que te abrace cuando el tuyo se vuelva parva
una casa para que habites en la distancia
una carta para que leas cuando no haya nada.

El principio

Yo ansié tener un cuerpo que practicara,
como un arte, la ignorancia de sí.
Claudia Masin, “Mi mundo privado”

¿No te diste cuenta?
Eras vos,
te sentaste a mis espaldas.
Yo leía un libro boca abajo
—era mi cama
vos me mirabas.
¿No te diste cuenta?
Eras vos,
yo no entendía que te acercaras
con la mano como pala
para hundirme en el cuerpo
—no te miraba
pero eras vos
tocando
mi fondo
mi principio
—fuiste el principio de todo.
Tiesa seguí, leía
leí
leí
no hubo palabras
no supe si no entendiste
o no te importaba
que era yo
y que me ahogaba
en un silencio que fue solo nuestro
en un dolor que fue solo mío.

Lo que saben mis plantas I

piescésped
piescésped
piescésped
activo el mecanismo de mis piernas
al borde el lago
arriba nubes
abajo
mis plantas
uniéndose a la tierra
piesnervaduraspies
nervadurascésped
rastros que llegan hasta la gruta
rastros de olas, trazos de arcilla
descanso
mi lado oscuro sobre la hierba.

LOS SITIOS DE MI CUERPO

Muérdago magnolia y parra

Caminamos hacia el frambueso sobre el tibio césped
la cabeza cubierta, las mallas bordeadas con factor 50
nos gusta este plural que se desliza por la tarde
este recoger los brotes con el sol encima.
Al costado se extiende más allá la leña
y los pies pueden encontrarse con el pozo y la sierra,
el calor bosqueja todos los contornos
y quién sabe qué hacemos
en este punto del mundo
con ardor semejante.
Acequiándose con el agua
agitada inquieta
viene un tropel de hojas, penachos y tierra
no hay nada que no corra acá
nada que escape en la siesta de la chacra,
muérdago magnolia y parra.
Caminamos en reversa, abandonamos
un vaso sobre los bins, una tuca en la cocina,
ropa interior en un living, alguna
toalla mojada y en ocasiones también
—ya no se niega
la ternura antes de la cama.
Hubo veces que despertamos
y no nos sentimos en casa.

Lo que saben mis plantas II

a FM

Me besa los pies como si supiera
lo que yo no sé.
Los pies me besa, me muerde como si pudiera
hacerme renacer.
No me devuelve intacta
yazgo ahora
coloreada por ese acento suave de su lengua
entre mis dedos
me besa, me lame, me muerde
los pies que enloquecidos corren
sueltos de todo enlace
con el resto de mis miembros
con el deseo.

COCINAR

Pienso mientras corto las papas
mientras cocino para mí como hace tiempo
cocinaba para nosotros
que yo querría cocinarte a vos
cocinarte en esta cacerola
reducirte con un bocado de hongo
mágico
salpimentarte a gusto, rehogarte apenas
con cebolla morada y pimiento rojo
ponerte las papas debajo y encima
no te preocupes
hace calor pero el aroma es extraordinario.
Quedarías tierno, casi tanto como sos
dorado
así como se vuelve tu pelo en el verano,
te comería a mordiscos desesperados
tenerte dentro como nunca antes.

Está claro
que todavía no puedo
cocinar para otro.

ESTARSE VACÍA

Se me van los recuerdos de ese suelo
y con ellos
un poco me voy,
un poco me pierdo.
Y quizás
yo tampoco quiero
perderme de a poco en este tiempo.

Primero fueron los olores.
Aquel perfume dulce y viejo
que moraba en un tapón
de frasco sin cuerpo.
El olor de la tierra y de los troncos,
de las flores del jardín de casa,
el olor de mi cuarto, de mi cama.
No hay olores de toda esa pequeña infancia.

Tampoco junto las piezas del barrio donde vivía,
el dóberman de la vuelta, los gatos de la vecina.
Había extremos y aridez en las aristas
tierra y cemento helado, ñires
barbados, lejos,
y mucha sal en el viento —ese sabor sí que había.

Se me van los recuerdos,
qué ironía,
tanto quise que se fueran
y hoy me extraña
como si pesara la ausencia
este estarse vacía.

Con la barcaza se aleja,
mi niñez de isla.

TARDE

Tatung pone el mate sobre la mesa,
lleno de yerba suave hasta la mitad;
la miro entrar por quinta vez a la cocina
y volver con la pava
y el repasador de las frutitas.
Sabe que no me gusta que me hablen cuando leo,
y yo sé que le gusta hablarme mientras ceba.
Dejo los libros
y también subo las piernas a la mesa.
Nos miramos antes de entrar en las palabras
como si volviéramos otra vez a ser dos niñas,
bajo el árbol de casa,
planeando construirnos otra vida.

—Las llaves estaban sobre la mesa del living
y estaba durmiendo en el escritorio.
—¿Te dijo algo cuando se levantó?
—Seguía durmiendo cuando me vine.
—…

Nos miramos otra vez, ahora como mujeres,
el agua ayerbada en la saliva,
amarga, caliente, anodina.

—Me tengo que depilar.
—Sí, yo también.
—Qué al pedo, ¿no?

Planeamos construirnos otra vida.

Tierra del fuego

La luz rodea el verano en el recuerdo,
aquí la sombra deambula con los niños;
entre turberas y fiordos, los glaciares
hacen que el hielo se vuelva un enemigo.

En esta isla, la sangre se congela,
la piel se raja, la voz se hace chillido;
y hasta las bestias, las plantas, los caminos
creen que la nieve es ajena al paraíso.

Y es que no hay cardos, sudor, no hay regocijo
de tambos, de granjas ni de silos;
y si hay un sol, un día, una tarde,
se esconde junto al hierro sin aviso.

Jugar es cosa de adentro, no de plaza,
y a nadie se le antoja el infinito,
que está en el mar, en el nombre, en la bahía,
en todo el viento, y también, en todo el frío.

En un domingo de bosque y costa espesa,
la libertad una rama de lenga
quiebra
con la ilusión de salir y no encontrarse
con el blanco, el gris y la tristeza.

La isla para el niño es una cárcel
con gaviotas, nutrias y orcas muertas,
un exilio, un castigo, una venganza,
que en el sur de estos pies dejó su huella.

Tempestad

Detrás del vidrio se entroniza el gris,
en una superposición de formas de cemento,
de humedad que chorrea y se hincha,
de grietas que enmudecen y agudizan.

El verde más verde se mueve y se moja,
siente el frío temblor de las hojas
y narra
entre las ramas
impulsos de manos, pechos blandos, encrucijadas.

En volátil sedición, destiñéndose
las nubes se evaporan desiguales,
ultrajadas, proteicas, desmembradas

—más profundas son las líneas
cuando están desdibujadas—
y suman manchas más grises,
más lilas, más blancas
para enterrarse en el cielo.

La calma sin combate se adueñó del tiempo,
presumo un suicidio de pájaros y ecos.

Horizonte

Bicicleta y pedaleo
veo pasar la piedra
toda cortada en figuritas,
veo el cemento y las baldosas,
la tierra bajo mis ruedas
de triciclo
pedaleo
y me alejo porque no quiero
pero quiero
llegar al campo, rascar el cielo.
Perderme
entre los maíces
que grises se van poniendo
y entre semillas
y tallos —tumbas,
trigo, puentes, bayos
punzar el horizonte
muy lejos
muy alto
y en un punto
desbordado nubloso extremo
quedarme porque me siento
muy afuera

y muy adentro.

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VOLAR, ESO ES LO MÍO [Mi poema]
Efraín Jara Idrovo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Sé que no sé nadar. Nunca he salido
en un barco de vela a navegar
en el tiempo que hasta hoy he consumido
y he por esta razón sobrevivido
en la vida que es mi lago, que es mi mar.

Pues lo mío es andar o caminar
si es posible a la orilla de algún río
donde pueda entre chopos meditar
escuchar a los pájaros trinar
y al silencio llamar amigo mío.

Comprendo, no lo niego, que he perdido
de la brisa el placer del susurrar.
Oculto en la neblina he sucumbido,
la duda al más allá me ha perseguido,
y han frustrado mis ansias de volar.

Volar sin sujeciones ni ataduras
moviéndome al igual que vuela el viento,
las almas que demuestran que son puras
los sueños, las quimeras, las locuras
detrás siempre del tiempo hasta el adviento.
©donaciano bueno

Nunca me he sentido #libre_de_ataduras, y tú? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: ¿Por qué dios al hacer al ser humano no le dotó de alas y sí de ansias de volar, creando en cambio en él una permanente frustración?

MI POETA SUGERIDO:  Efraín Jara Idrovo

Tres designios en intensidades agudas

su pasión
su posición
(¿suposición?)

………mi posesión

su pasión
su presión
su precisión

………mi supresión

su pasión
su misión
sin remisión

………mi sumisión

Amarga condición

El mar está ahí.
El agua de por sí es evidente:
elástica y compacta,
se deja estar, indiferente, en su volumen.
El caballo está ahí.
¡Indeleble presencia!
Tiembla el bosque en sus ojos,
cuando huele a la yegua…

¿Qué sucede contigo?

Sólo menguas en vez de acrecentarte,
como un río,
cuyo caudal exiguo,
lo hará languidescer en las arenas.

Crees fijar la espléndica
diadema de los astros
y ya es otro quien se obstina en la imagen:
el que, sí es, no es el mismo,
el que al brillar se extingue
para recomenzarse.

Círculo fatal

del fuerte es la suerte
la suerte del fuerte
la muerte es la suerte
la muerte del fuerte
la muerte muerde
muerde la muerte
muerde la suerte
la suerte muerde
fuerte muerde la muerte
la muerte muerde la suerte
la muerte muerde fuerte
suerte es la muerte del fuerte
la suerte de la muerte del fuerte
la muerte es la suerte del fuerte
la muerte de la suerte del fuerte
la muerte muerde la suerte del fuerte
la muerte del fuerte muerde la suerte
suerte de la muerte
muerte de la suerte
¡coño!
y no hay etcétera
no hay etcétera.

Balada de la hija y las profundas evidencias

El gozo de la luz se hace manzana;
el sueño de la tierra, hierba trémula.
Lo más lento del aire se hace nube;
lo más ágil del agua, pez o espuma.

Lo más áureo del sol prende la espiga.
Lo más triste del cielo cae en lluvia.
Lo más raudo del viento cuaja en pájaro;
lo más sueño del hombre, en canto, en hijo…

¡Oh sueño de mis sueños, Hija Amada,
alboroto de mi alma, flor surgida
entre tantos. escombros de la sangre!
¡Pequeña uña rabiosa de la vida!

Me redimes del tiempo, luminosa
arteria del diamante o del lucero.
Antes de ti, el bosque, el prado, el río;
después, el corazón, de nuevo el bosque…

No hay antes ni después; sólo este júbilo
detenido en tus ojos para siempre.
¿Qué pudo suceder antes de tu alma
o advenir después de tu sonrisa?

¡Cuánto tardaste, amor, en devolverme
la soledad gastada a manos llenas!
Monedas de pasión nunca extraviadas,
en mi canto tornáis, multiplicadas.

¿En dónde está la espina de mi infancia,
la luz de junio sobre los nogales,
el ardor del torrente, la oxidada
cimbra que en la humedad tensan las ranas?

¿En dónde están: mi corazón cansado
de tanto amar a los desposeídos,
las grandes pausas de abandono y muerte
frente al total silencio de los astros?

¿Qué se hicieron los días en que el vino
fundó la realidad con los fantasmas,
la ola de redención de la belleza
que rescató los despojos de los sueños?

¿Qué se hizo la mar, su piel violenta,
la agitación del ser cumpliendo, insomne?
¿Qué fue de la conciencia empecinada
en oponerse al mundo, que es su imagen?

El ser retorna al ser. Nada se pierde.
Lo más leve del fuego esplende en llama,
lo más denso del rayo nutre el trueno;
lo más puro del alma, el polvo, el tiempo…

Lo más frágil del alba quiebra en trino;
lo más pobre del pobre, en la ternura.
Lo más blando del ave adensa el nido.
Lo profundo del hombre se hace canto…

En dar brillo y aroma a los rosales
gasté muchas sandalias y veranos;
en otorgar murmullo a los arroyos,
rumor del corazón, flema del alma.

Todo iniciaba en mí su resonancia.
Cobrando oscuridad, como la noche
para el hilván de las constelaciones,
se apagaba mi ser, y el mundo ardía…

Nada es gratuito, si algo es verdadero.
No cuestan sólo el pan y las camisas:
más caro es el balido del cordero,
la luz del alba, de nuevo, en la ventana…

En mí fue dispersión, Niña Preciosa,
lo que tu sangre aquieta y eslabona:
la redondez del fruto no recuerda
la oscura agitación de las raíces…

Desde mis arboledas, como un himno,
el rumor de tus venas se expandía.
Mi alma soñaba a tu alma; como el viento,
su nudo de palomas desatado.

Eres yo y más que yo: eres la espuma
que torna a la inconstancia de la ola;
el desmoronamiento del aroma,
devuelto a la cantera de la rosa.

Eres yo y más que yo: en ti regresa
el bosque a ser puñado de semillas;
retornan las madejas de la nube
al susurrante asombro de las aguas.

Te prolongo hacia ayer; tú me proyectas
con la avidez del ala, hacia el futuro.
Agotas, tú, mi ser y lo desbordas
en el presente puro de tus ojos…

¡Porque nada se gasta sin motivo!
Lo más dulce del trébol se hace abeja;
lo más terso del tacto, p1el amada;
lo mas arduo del alma, pensamiento.

Lo voluble del nardo huye en aroma.
Lo tenaz de los huesos pacta en lágrimas.
Lo más fresco del árbol se hace sombra
lo ávido de la conciencia, el universo…

Quebranto y alegría, anhelos, júbilo,
vuelven al corazón donde partieron.
Pero si alguien soñó o amó en la vida
los confines del mundo ha dilatado.

Ya no es el mundo el mismo, su armonía
con recientes acordes ha acrecido.
Si vuelve la cometa, es diferente:
torna empapada del rumor del cielo.

¡Oh esencia extraña del cundir humano;
vida que sólo es vida si e.s más vida!
¡Oh pura agilidad siempre en peligro,
efímera extensión, sombra del tiempo!…

En hermosura y música regresa
tu imagen bienamada hasta mi pecho
de varón solitario, corroído
por el viento nocturno de la muerte.

Con sombra de paloma hice tu frente,
con peso de jazmín tus leves manos.
Al espectro del ciervo yo he creado
para que fulgurara en tus cabellos.

La oveja me devuelve la dulzura
con que aureolé su paz para tus ojos.
Para tu voz, el río me repone
su manojo de venas disgregadas…

En ti rescato lo que di a la vida:
mi niñez aventada en las espinas:
mis años junto al mar, allá en las islas,
oyendo respirar, sordo, el planeta.

¡Hija mía, presagio de la dicha!:
no la felicidad, su anuncio sólo,
!a intensa exaltación que la antecede
y que, por no advenida, jamás cesa…

Nada fue inútil mientras destellaba.
Lo absorto de la piedra engendra el musgo.
Lo inmóvil de la altura se hace nieve;
el perfil de la brisa, mariposa.

Lo terco del sonido irradia en eco;
la plétora del ser, en sensaciones.
Lo más voraz del alma enarca el sexo.
Lo vano del recuerdo se hace olvido…

De queresas de mosca estamos hechos,
de obstinada pasión irremediable.
No venimos, no vamos, aquí estamos;
mientras anima el fuego fulguramos…

Sólo el amor nos salva y justifica
la indolente crueldad de la existencia.
Sólo el amor y el canto nos reintegran
lo que dimos al mundo, dilatándolo.

¡Hija amada, burbuja de alegría!,
todo converge en ti y, acrecentado,
en tierra, en cielo, en mar, en aire, en fuego,
reposa en ti, salvado para siempre…
Ganador del Ismael Pérez Pazmiño de 1969

El almuerzo del solitario

maniatado en el torrente de la duración
así te quise ver
viejo y roñoso amigo efraín
piedra confundida
entre el estruendo de piedras de la desesperación

tanta presunción de follajes ya envilecidos
por la dorada lepra del otoño
tanto tremor
……………….temblor
…………………………..fragor
tantos remolinos de frustraciones y sueños
tanto ir y venir de la conciencia al mundo
y al fin quedarse extraviado
en el dédalo de espejos de las palabras
¿hay algo más que roer el hueso del tiempo
bajo el silencio de las estrellas?
y si esto es todo
……………………como en verdad es todo
¡salud deslumbramiento enceguecedor del instante!
¡salud rastro del meteoro!
¡salud rostro curtido por los rigores del relámpago!
no de hojas arrebatadas por la tempestad
sino de fría y obstinada pasión de usurero
por metales preciosos
están hechos el destino y la poesía
5rojodelfrenesí
…………………..12negrodelasoledad
asdebrillosdelsexo
………………………dadoscargadosdelamuerte

hay el azar
……………..y no hay el azar
porque es menester haber peregrinado muchos años
por las arenas del esplendor
para que nuestros pasos se anticipen a lo imprevisible
como el impulso del gavilán al ímpetu del viento
ah desdichado y conmovedor animal
orinado por la necesidad y la costumbre
abandonado a la erranza de témpano de la indolencia
al otro lado del otro lado del tiempo
repitiéndote
……………….repitiéndote
………………………………..y repitiéndote
como un mecanismo estropeado
como un impecable afanarse de hormigas
la fatalidad que te sorprende siempre dormido
la palma colmada de rosas del amor
que ya no reconoces
la subterránea corriente de truenos de la especie
el hocico húmedo
………………………torpemente certero
y feroz de los apetitos
la piedra reverberante y sin peso del hambre
el estómago como cuero de res templado entre estacas
¡el almuerzo
……………….señores
…………………………..el aaalmmmuuueeerrrzzzoooo!

siniestramente hermoso es
…………………………………..e indómito
quien puso a blanquear sus huesos
bajo el deslumbramiento de cuchillos de la intemperie
quien por nada tener
…………………………..todo lo acepta reconocido
todo lo pone a incandescer junto a su corazón
y todo exalta
………………..y desborda
pero al peso dorado de fruto de la plenitud
sólo llegamos por la renuncia
como a la cantera de rayos de la pureza
por lo augusto de la desnudez

olor a trapos fermentados por la rutina
………………………………………………….¡nunca más!
trampa de los deberes conyugales
…………………………………………..¡ya no más!
pantano de los honores y genuflexiones
…………………………………………………..¡jamás!
aniversarios melancólicamente ruidosos
sábados devorados por la infección de las visitas
llaveros engordados hasta la obesidad
y uno cada vez más próspero
…………………………………….y desamparado
más compre un congelador
………………………………….y lleve gratis una batidora
sombríamente cada vez menos futuro y más pasado
los honorables padres de la patria
padres
………..podres
………………….pudrepatrias
asumen el poder en nombre de la democracia
la historia se limpia con el infeliz de nixon
¡si estas vacaciones pudiera ir al mar!
ah poderosa hedentina a eyaculación
de las playas en la madrugada
ah delirante vocabulario de azucenas de la espuma
el jueves toca cena donde los fernández
no te olvides de tomar la píldora anticonceptiva

en el aire radicante de la soledad
adquieren los pensamientos la nitidez de las espadas
o de las osamentas de los caballos en el desierto
soledad luminosa
soledad establecida como pepa en el fruto
soledad en la que todo lo que cruza por el corazón
se consume en llamarada
como en el aliento de topacios del estío
no aceptamos la trayectoria de flecha de la duración
para lamentarnos
………………………sino para maravillarnos
empapado por la lluvia de la purificación
llega el canto del pájaro
asoma entre las rajaduras de la sal
el sollozante temblor de ala de cigarra de los retoños
hubo de arriesgarse descalzo sobre las brasas
para ganar la vida
para que el tiempo decline su cólera
en los ramajes de la sangre
y las palabras centelleen como un bosque de lámparas

olor vociferante de la cebolla
olor chirriante de la cebolla
(con los ojos bañados en llanto
¡canta
……….solitario
…………………..canta!
…………………..la cebolla
…………………..se va a la olla
…………………..tralalá
…………………..tralalá)
olor bravío de axila exasperada
olor petulante y ofensivo de excitación animal
planeta de agujas y dientes de la pimienta
limaduras áureas del comino
dulce aspereza de vello puberal del orégano
hay en el tomate la insolencia de las verrugas
iracundos dientes de roedor del ajo
lágrimas de silenciosa resignación del aceite
deleite
………..aceite
…………………afeite del apetito
como si se tronchara un árbol de trinos
crepita la dorada galaxia del sofrito
zumbido de abejas
……………………….trueno de berilios
crujir de cardos secos en las sienes del fuego
¡aromas y sonidos de la vida!
cada sensación nos instala en una nueva ola
cada ráfaga de olor niega la muerte
cada latido es un encuentro y una despedida
presente implacable
…………………………presente y ausente
presente ya ausente
la pisada del meteoro del presente
por su propia condición de instantaneidad
sólo es eco
…………….o nostalgia
en realidad nada es
………………………..nada está
todo se hace y deshace
¿cuándo fuimos señalados por el dedo de la impaciencia?
¿cuándo nosotros
………………………los fugaces
con el alma chorreando confusión y oscuridad
nos decidimos por la intrépida ocupación
de pulidores diamantes?
ah remolino de formas
desencadenado por un alfarero demente
ah peldaños resbaladizos
………………………………..y pérfidos del desvarío
pero el alarido desesperado de la perduración
pero la gran voluntad de espejo de las imágenes
el deslumbrante imperio de soles de la belleza
no se es
………….se llega a ser el solitario
la obstinación de la lente que concentra la luz
la polea que gira delirante sobre sí misma
el astro suspendido
a pura fulguración en el vacío
en la penumbra de enredaderas
del vientre de la madre
fuimos macerados por la soledad
………………………………………….y la incertidumbre
y desde entonces
siempre blandiendo la espada como la dispersión
siempre modelándonos como una ánfora preciosa
siempre vigilando nuestra pequeña ración de adversidad
el olor a animal sudado de la perseverancia
¡ah infancia
floresta nunca hollada
por la pata de elefante del tiempo!
sólo entonces
…………………en el entoncessinentonces
en el sueño de cordero entre las flores de la inocencia
inocencia
…………….indolencia
…………………………..sin dolencia
……………………………………………de la conciencia
la pura ingravidez del ser
la frase nunca acabada del mar
el ala que se desplaza sin agitar el aire
el ojo que se contempla sin devorar el mundo

loor a la médula de los huesos de la vaca
a las túnicas de jade de la col
a los oscuros sabañones de las papas
bienvenidos puerros vermiformes
suculento amargor de los nabos
tiernas estalactitas de las zanahorias
¡sopa de verdura del desolado!
pegaso cálido que lo transporta
a la torre más alta del arrobamiento
pague a tiempo sus impuestos con un 10% de descuento
francisco franco agoniza durante 34 días
-¡parece que los gusanos se han declarado en huelga!-
el equipo de fútbol local puntea el campeonato
hay que crear una sobretasa sobre el agua potable
para dotar de preservativos a los arcángeles
¡a la mierda!
……………….caprinos
…………………………….caprunos
…………………………………………..cabrones
todavía mi yo es mi yo
polen aventado en las florestas
rastro desasosegante del cometa
garra desaprensiva del milano
estruendo de astros en la garganta del volcán
piedra que anima la corola de círculos de agua
todavía mi yo es mi yo
y no ceniza estéril esparcida
en el asfalto de la tercera persona del plural

bullelaguaenlaolla
………………………..bulladetallosdeagua
esta hambre
……………….estambre de fuego del hambre
enjambre de mariposas del hambre
lunares de leopardos de la grasa flotan sobre la sopa
es la hora de las ramitas de apio
la hora de los rizos de perejil
de compruébese la sal y rectifíquese
-los solitarios son tremendamente apegados
a la ortodoxia inútil de las recetas-
en realidad no se es
…………………………se llega ser el solitario
la bandera ensimismada en su tempestad de palomas
la majestad arisca del velamen del albatros
el harpa caída en el ojo de estupor del huracán
porque alguien ha de alimentarse de espinas
para labrar las pestañas de la rosa
alguien ha de aceptar los terrores de la aniquilación
para que el instante no se desvanezca
como en el regazo de las tinieblas
la espada lamida por el relámpago
o el salto del pez entre en tumulto de las olas

y ahora la inmaculada escarcha del arroz
del orden febricitante
de la cámara de larvas del termitero
los dientecillos de leche del arroz
su nitidez de lágrimas de perdiz
la nieve sobre la que se enardece como un sol
el huevo frito
el prodigio de la carne en la sartén
asediada por las constelaciones del aceite

fui el animal
………………..gremial
……………………………social
…………………………………….oficial
el ciudadano tranquilo
en la impersonalidad de sus pantuflas
pero detrás de esta facciones
de indio melancólico y cortés
se escuchaba el bramido de la grieta del sismo
el silbo del viento en el pajonal
el vaho ardiente de cobra de los instintos
¿es la abundancia de los que nos pertenece
la causa de nuestra aflicción?
¿o tal vez nuestra ineptitud para mirar
la rutilante orfebrería del cielo nocturno
sin que nos agobien las interrogaciones?
¡olvida todo esto!
acepta simplemente que estamos aquí
que es cosa de privilegio
……………………………….y ventura
dar testimonio de la duración que no somos
sentando perdidamente ebrios de amor
a lo efímero sobre nuestras rodillas

cacerolas
…………..colillas
……………………..platos sucios
corredores colmados de desesperanza
en los días tormentosos del solitario
los botones le abandonan sin despedirse
(con los ojos enrojecidos por el insomnio
¡canta
……….solitario
…………………..canta!
…………………..los botones
…………………..son mis únicos
…………………..doblones
…………………..tralalá
…………………..tralalá)
las arvejas germinan
de tanto guardar un poco para el día siguiente
fermentan los limones
…………………………….y los recuerdos
ya para qué tender la cama
¿cómo es posible la existencia de dios
si el hombre está hecho para morir?
calzoncillos y libros en el suelo
uno se vuelve dos
………………………y habla hasta por la bragueta
uno se vuelve lascivo
…………………………..cínico
……………………………………tierno
hostilmente autobiográfico
el dolor es la arrogancia de la conciencia
¿cuál cojudo?
¿cuál polvo en las sillas?
¿cuál rencor de ojo de pulpo del perecimiento?

el almuerzo está servido
sabes que no te envidian la camisa
……………………………………………sino la alegría
no te envidian la comida
………………………………sino el hambre
no abominan tu pobreza
………………………………sino tu desesperación
el gran júbilo de tu desesperación
cuando sangre y mundo contienden
en los declives profundos de tu corazón
o braceas hacia la vigilia
con un ramo de palabras abrasadas por el frenesí
salherido
…………..solitario
………………………solidario
pon un concierto de bach en el tocacintas
y sentado a la mesa ensalza tus dones frugales
esta hermosa y brutal incoherencia de la vida.
De El almuerzo del solitario (1974).

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UN APRENDIZ DE MIERDA [Mi poema]
David Ledesma Vásquez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo nunca seré un buen poeta, lo sé.
Que para ello hay que ser bien instruido,
de fuentes del saber haber bebido,
de nada sirve el ojo si no ve.

Nunca seré poeta pues no entiendo
los que escriben tan bien como hizo Lorca,
jamás seré un buen maíz de esa mazorca,
a quien juegue por mi, lucro no arriendo.

Que hay un morir más grave que la muerte
que es dejarse abatir, morir en vida,
perdiendo ya de entrada la partida,
de angustia, inanición quedarte inerte.

Yo nunca he de poder besar el cielo
que voz soy de guitarra sin la cuerda,
ingenuo, un escritor de medio pelo,
de poeta, un aprendiz de mierda.
©donaciano bueno

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La vida es eso, una lucha por conseguir algún objetivo y momentos de euforia y decepciones, de éxitos y fracasos..

MI POETA SUGERIDO:  David Ledesma Vásquez

El poema final

Poema hallado en el bolsillo de la camisa del joven al momento del levantamiento del cadáver por el comisario de turno; El Universo, 9 de abril de 1961, suplemento dominical

De pronto…
como cortado o incompleto,
como un silencio nada más…
¡desciendo!
Como una sequedad en la garganta;
como una pausa en que
vacila el aire.

¡Amor mío… Amor mío…!
¿Qué cosa puedo darte?
Tú me has dado tan sólo tu presencia,
tu sonrisa y a veces tu aliento,
una proximidad nada más.
Yo te regalo un muerto. ¡Cuídalo bien
… es tuyo!

Solamente recuérdalo
cierta fecha de octubre,
porque donde tú naces yo termino….
Y mientras tú me pienses, viviré.

De pronto
toda la vida se hace un punto;
se hace un grito;
se hace la más perfecta y dulce música.

Perdóname, hija mía. No conozco
si no tu leve risa de inocencia.
Perdóname si sola, si desnuda,
si limpia te he dejado,
torno a la soledad… ¡Allí he vivido!

Perdóname, tú, madre.
No me entienden.

Si un ruido horrible suena en la cabeza,
si una cosa sin nombre nos agobia,
si algo estalla de pronto… ¿Qué ha de hacerse?

El prudente tal vez buscará un médico,
el ocioso tal vez dejará estarse las venas en su sitio,
pero el que es todo corazón y siente
por el pellejo igual que las arterias,
¿qué ha de hacer, me pregunto?

Si de pronto
uno repugna ante uno mismo.
Si cada corazón,
cada pulgada
de íntimo dolor pesa y resuena
como pasos andando por dentro,
como trompadas en el alma…

Amor mío, perdóname. Lo sé.
Ahora ya puedo amarte. ¡Nada más!

Puedo decir que estoy en ti, que vivo
libre, sin huesos,
como un aire vivo,
como algo que sí puedes amar.

¡Ah! Lo demás. Ya lo demás no importa…
Simplemente no se es.
No quedan huecos.
Apenas un momento de silencio
y nada más.

La rueda sigue andando.
El molino no deja de moler.
Ni nadie pierde su trabajo a causa de un tornillo que se rompe.

¿Lloran? No sé.
Yo no he querido el llanto.

Adoro las inmensas bocas frescas
que se abren al impulso de la risa.
Y la música adoro. Y la alegría.
Y las cosas más limpias de los seres:
por ejemplo, los besos, los adioses,
la mano que se pone sobre el hombro,
los niños y los perros indefensos.

Pero de pronto es necesario irse.
De pronto es necesario ser no-ser,
abrirse una ventana,
o acabarse
sencillamente
como podremos hoy, mañana o el Domingo
tú, yo o fulano
hacer paréntesis,
borrarse del paisaje, hacerse humo.
¡Suprimirse de la vida para siempre!

TEORÍA DE LA LLAMA

Ya no soy más
el hijo de mis padres,
sobrino de mis tías,
nieto de mi abuela;
el ciudadano
que portaba la cédula
número 1317284,
que -en pie- cantaba un himno nacional
y que firmó: David Ledesma
sobre cartas
y cheques
y canciones.
He muerto en mí para resucitarme.
Un nuevo ser me viste.
Ya no puedo decir que soy un hombre
ni que vivo en tal parte,
ni que amo,
ni que soy. Ya no soy.
Me transfiguro
en una entera llama de Poesía
que arde,
crepita
y ruge
desde adentro.
Puedo tener un rostro como un viento,
un hueso como un río,
una muerte como un canción.
Mi ser no es esta costra.
No soy yo.
Ni es mi familia.
Ni es mi pueblo. Ni
es siquiera mi nombre.
Es un espacio luminoso y puro.
Un punto indefinido.
Intangible.
Inasible.
Indescriptible.
Una partícula
de fuerza,
de combate
que me nutre con sus tremendas brasas.
Ahora puedo morir,
puedo vivir también,
sobre mi cuerpo pueden caer piedras,
puede, bajo mis plantas hundirse el suelo:
y no caeré,
ni sufriré dolor.
La Llama me alimenta.
Me sostiene.
Estoy enteramente poseído
de una fuerza que es magia
y armonía.
No busco las palabras hermosas,
ni quiero los sentimientos nobles;
no busco ni siquiera el tono melodioso de la voz,
no busco nada,
mi voz es parte de la Llama,
es un instrumento al servicio de la Llama.
Y este fuego letal,
sagrado,
inexplicable,
me nutre y me posee.
Y ardo
nada más.
Tocado estoy de Gracia y de Misterio.

POETICA POSIBLE

Yo nací con el símbolo errante de todas las gaviotas.
Con los pies andariegos y sueltos;
con la sed de la miel del camino,
con las manos queriendo ser alas
y los ojos buscando horizontes…

DISTINTO

El pájaro que tiene solo un ala,
la naranja cuadrada,
el árbol tenso
que tiene raíces para arriba
y el caballo que galopa para atrás,
solo ellos me entienden.
Mis hermanos,
mis diferentes semejantes que amo.

Y un día,
distinto,
sin pareja,
con ellos cavaré un hoyo muy negro
donde meterme con mi sombra a cuestas.

ARITMÉTICA

Me decían los chicos de la escuela
-Aprende la aritmética.
-David, estudia la aritmética…
-Tú no sabes aritmética. ¡Eres un tonto!
Me gritaba mi padre diariamente:
-Estudia la aritmética,
¡aprende la aritmética!…
Si no sabes la tabla de sumar,
no irás al cine el domingo,
ni al corrousel, ni al foot-ball…
Hay que saber que dos y dos son cuatro
para poder vivir.
Me rogaba mi madre, entristecida:
-Aprende la aritmética,
estudia la aritmética:
si no sabes restar y dividir
no tendrás un futuro,
ni dinero, ni casa, ni amigos, ni coche…
Y no aprendí las tablas de aritmética.
Ni he logrado el futuro, ni el coche, ni el amigo;
pero he tomado todos los dones de la Vida,
gozándolos intensa y plenamente.

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UN AUTO SACRAMENTAL [Mi poema]
Ángel Padilla [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La historia aquí comienza aquel mal día
que un cura, de preceptos casto y puro,
leyó, cual se tratara de un conjuro,
un libro que leer él no debía.

El cura susodicho, Obispo en ciernes,
atento a lo indecente de aquel texto
que hablaba de exorcismos y de incesto,
del arte del fornicio y los alternes,

al púlpito a menudo se subía
gritando lo malévolo del sexo
que fuera más allá que darse un beso
en tanto a desahogar él se escondía.

La gente del lugar siempre obediente
trataba de escuchar y se aplicaba
a hacer lo que ese cura les mandaba
así no pareciera pertinente.

Y un día sin que nadie lo esperara
cual santo del caballo se cayó,
y a todo lo que hiciera renunció
sin causa que contar, sin dar la cara.

La culpa fue de Silvia Caballol
que dicen fue la que hizo el exorcismo
negando lo que dice el catecismo
buscando el erotismo sin control.

Se cuenta por demás que ambos felices
se dieron sin mesura al vil fornicio
sin miedo a que follar se hiciera un vicio
obviando ya a las santas directrices.
©donaciano bueno

Así, como si de tal cosa se tratara? Share on X

Ya lo dice el refrán que la jodienda no tiene enmienda.

MI POETA SUGERIDO:  Ángel Padilla

YO LLAMO A UN MUNDO

Yo llamo a un mundo en que las mujeres
no tengan que tener miedo de los hombres,
los animales, de los humanos,
los humanos, de llamarse animales,
los países, de disolverse en pueblos,
los pueblos, en individuos,
los individuos en tierra
y la tierra en libertad.

TU ERROR FUE

Tu error fue
tapar el viento con paredes,
esconderlo todo tras paredes, ocultarlo todo tras paredes.
Tu primera traición, al viento.

Tu error fue
levantar la frente cuando te viste vestido,
los sastres y los clérigos te dijeron: Eres superior.
Tu segunda traición, a la verdad.

Tu error fue
cubrir de asfaltos las sendas y caminos,
tapar con himnos todos los silencios y pintar sábanas de colores
delimitando lindes con amos, viviendo en Sociedad,
tu tercera traición fue a la tierra.

Traicionaste al mundo
enjaulando a los otros,
a las otras, ellas, ellos
que, como tú, no se vistieron.
Ni se alejaron.
Ni te siguieron en un rumbo hacia una mentira que hasta día de hoy sigue variando su argumento.

Numerosos y fatales fueron tus errores.
Todo por estar más alto. Todo por gobernar la Tierra. ¿Y ahora qué?

Es como estar parado en un desierto blanco.

Necesitas un poeta que escriba algo en él, para que te salve.

Ya no hay discursos. Te perdiste.
Los limones sólo los ves en el supermercado.
Sólo visitas la mar en agosto,
ves las montañas en las fotografías.
A la cebra en el zoo.

¿Y ahora qué?
Si todo lo redujiste a tu condición, a tu plan imperfecto,
a tu error.

Ya no sabes leer en la hoja del campo. Te ofrezco un camino,
te hablo desde una desnudez.

Quema esa ropa. Quema tu casa. Quema tu nombre
y conversa de nuevo con las olas.

Apoya tu frente en el tronco del árbol
y escucha la oración que ya olvidaste.
*
Es de todos esta tierra
y no existen las fronteras.
El campo no tiene puertas
ni mi corazón banderas.

REVELARÉ MI NOMBRE

Mírame, carcelero. Soy todo lo que temiste. Ya entendí.
Todos los nombres que le pusiste a la tierra
son falsos.

Patrias, Países, Naciones, Reinos, Territorios…
y sólo hay una única Nación, el Corazón.

Mi Defensa, mis manos.
Mi credo, el amor.
Mi territorio, todo.

El nombre mío lo diré al final.

Mira, gobernante. Ya no existes para mí. No eres nada.
Porque sé
que mi sangre es un pueblo.

Mis vecinos, aquellos que respetan que soy árbol,
que soy mares y cielos,
que soy voz y faro de todas las criaturas vivientes.
La mano que rompe todas las jaulas.

No tengo himnos, mira mis ojos.
No hay que rezar, andemos.
¿Temor? ¿De qué? Si esta hierba es eterna…

Enciérrame tras barrotes y te perderás.
Intenta callarme y te sentirás triste en la noche.
Podrás desgarrar con centuriones mis confines, y luego llorarás.

Al fin puedo decir mi nombre.
Dile a los demás esta canción
que los liberará.
No hay más tiempo, hemos de mostrarnos. Pues somos lo verdadero.

No ha habido verdad más cierta y más esperada.
Echa a volar, sonríe, nada firme.
No me temas, soy tu amigo:

Mi nombre es Tú.

QUE LA PALABRA SEA

Que la palabra sea.
Que la palabra vuelva.
Que torne a iluminarse.
Que sea.
Y como el haz de luz
que escriba en este folio del mundo
y lo que digamos hoy
sea superior
a
lo existente.
Y lo venza.
*
En la tierra me perdí
y en la tierra me encontré.
Nunca pienses que estás sola.
Tú, yo y ella somos tres.

LA CANCIÓN DEL MAYORAL

En tus pasos la muerte, tus piernas son de la muerte,
tu mirada de la muerte, en tu lengua la muerte.
Sangre, tristeza, lluvia, duele hablar de ti,
la hoz.

Mayoral, la hoz,
tu sonrisa la hoz,
en tu heno la cruz, los clavos verdes, come, toro,
y muere la pradera.

Viene tu te quiero de nieve a cubrir de hielo
las cumbres, los labios, mayoral,
invierno.

Mayoral, invierno, luz, lágrima,
manos verdes, manos blancas, el vino,
la muerte.

Tu cara verde un árbol más, los pájaros,
y caminas por dentro del toro, su mujer callada,
le creces cielos falsos en la espalda y pájaros,
caminas las astas con piernas de estrellas, azul,
pero lluvia, y tu morada en la noche,
la tristeza y la sangre, mayoral,
tu verde reino, la llama de tu lengua, tu heno rojo,
la hoz,
en tus dedos de margarita la hoz, y la sangre, el viento,
su funeral en tus dedos celestes, la sangre, tristeza,
la hoz.

PARA EN MEDIO DE LA BATALLA UN BESO

1
Madre
Tierra mordazas de asfalo silencian tu cano verde
y en claros al cielo
las ciudades frenan tu oleaje de árboles,
tu ascenso en paloma,
el galope hacia el sol de tu dividido caballo verde.
Ya no oigo
el ruido de tu hierba al alba como una estampida de trenes
por las venas del aire,
no te escucho
llorar con voz de mujer desde dentro de cada árbol
-desde la barricada de sus hojas-,
por con sus cuchillos de sombra/desangrándote de luz
la noche
Antes era
tu canto en cada brizna en cada pétalo un salmo
interminable,
y antes era
el imparable paso de tu celeste sangre
hasta en las aortas de la nieve.

Y ahora callas,

callas
(funeral de tu lengua),

ahora callas pensando como un muerto que espera.

¿Madre?
[…]

Padre
cielo como una hoja al viento flota la campana de tu
relincho.
Y ya no brilla tu alta crin azul entre las nubes.
Dónde la majestuosa cordillera de tu celeste lomo
en ninguno de los techos del aire. ¿Qué jinete qué
endemoniado
ángel
espolea tus ijares y ya siempre tu ausencia?

Visión de hoja
para ver al amanecer tu hocico azul antes de tu marcha,
para ver tu ojos de mar gigantes como rosas,
para oír la hierba en tus cascos antes de tus patas ser
aire,
en un poema de aire en que ningún ave de verso
conoce la palabra espuela. Pero
ya hastaen el tronco del árbol, en
la superficie del mar,
en la espalda de cada nuevo ser nacido se lee la palabra
fusta.

¿Padre?
[…]

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MI JILGUERO [Mi poema]
Claudio Mena Villamar [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Al jilguero que todas las mañanas
me despierta al nacer un nuevo día
y que inunda la estancia de alegría,
a través del dintel de mis ventanas.

Ese mismo que al oído me susurra,
que me anima a iniciar otra jornada,
que me invita a cantarle una balada
y que al final me vocea un ¡hurra, hurra!

Ese ángel que es mi amante, que es mi amiga,
que me dice me quiere a cada instante
que me incita a soltar una sonrisa,

el mismo que en su sábana me abriga.
Tan puro es, tan hermoso este diamante,
que guardo, bien guardado, en mi repisa.
©donaciano bueno

#Qué suerte que un jilguero te despierte con su canto no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Claudio Mena Villamar

Las líneas de tus manos

I
Te hablo
sin ver el iris de tus ojos
fuera de tus elipses, continentes,
desde la playa agreste de mi envoltura humana.
Sin campanas ni salmos
Bajo un cielo desnudo de arcángeles.
Te hablo
como si fueras un amigo lejano
que guarda la sorpresa de mi horóscopo
el primer día del año.
Pero cómo decirte
si yaces impalpable en el nido del átomo,
en el chispazo súbito del rayo,
más allá de los huracanes,
en el centro salino de las lágrimas.

Afanoso te busco
en el espiral del sueño y la vigilia.
Asecho tu llegada
en las pisadas del viento,
en el simple milagro cotidiano,
pero lúdico y grácil, apenas te columbro,
retornas a tus fuentes que generan
los ríos y los mares.

Acaso nos observas desde la altura
donde los niños alzan sus cometas,
azotado por vientos y huracanes
en el centro de todas las galaxias.
Quizás vienes fundido en teologías
entre el humo de antorchas milenarias.
Quizás tus ojos tristes se humedecen
con el humo que aflora de los sirios
en las noches pascuales.
¿En qué aire se detuvo tu palabra?
¿Que cábalas que absorben?
¿En qué Deuteronomio se te alcanza?
Inconsútil
tu cuerpo se recuesta
a lo largo de la línea que forma
bajo el cielo plomizo el mar inalterable.
Conservas tu misterio
en el cero infinito del Nirvana;
Buda que nos espera
piedra inmóvil
éxtasis del Samadhi.
¿Habrá un Corán que hilvane tus designios
una plegaria
un cántico
una alabanza
que tricen la distancia y desmadejen
el hilo que nos lleva al Arca de tu Alianza?

Dios ubicuo e inasible
como un soplo, una luz, un sortilegio,
dinos los comités de tu ágora
Si te hallan tus creyentes en los templos,
en las escalinatas de tus ríos,
bajo la oblicua luz de las pagodas.
Dinos si ellos encontraran tu olor de trigo verde,
tus celestes misterios y la paz de tus mares
en la osamenta abtrusa de dogmas, silogismos y rituales.

II

Al buscar tus reliquias
se me pierden certezas
y la duda
oxida los metales de una fe que se me escapa
mientras en un rescoldo de memoria
la esperanza
es manzana podrida de mis alforjas.
Por eso en este valle
enturbiado de lágrimas
voy en busca del eco
la nube
la calandria
del misterio que traza la luz en el boscaje
para hallar
la primera de tus causas.

De las cruces cristalinas
te descuelgo y
entro en mis catacumbas
pobre de sacramentos
buscando soluciones
al judaico teorema
de los diez mandamientos.
Dinos dios el lugar de tu morada
la luz que te encandila
setenta veces siete
el nombre que te nombra
para llamarte
cuando la higuera se consuma
en algún Sinaí de tentaciones.

Voy en pos de los ritos:
cábalas, abluciones, ramadanes,
me humedecen las aguas de todos los bautismos,
pero sigues oculto
cual sombra desvalida en los carismas
de todos los altares.
¿Habrá un rastro secreto que nos lleve
hasta el centro de tus lunas ingrávidas?
Al recodo en que alumbras tus fogatas,
a la playa de arena incandescente
donde Tú nos reservas inmóvil la llegada?
Cuáles son tus arcángeles
los labios que humedeces
los ojos que dilatas
las manos que te palpan.
¿Tras qué misterios rondas
en que pesebres naces
dónde están tus auroras?

Por las babeles altas de tus torres asciende tu anagrama
pero ninguna lengua te delata.
En algún Himalaya congelas tu palabra
y subes por las nieves unido al Dalai Lama.
Señalános la torre de tus sueños,
el hogar que calientas a la diestra del Padre,
la paloma que encarna tu tercera persona,
el garito en que juegas nuestra suerte o desgracia.
¿Habrá una danza
un loco frenesí
que nos transporte el piélago de tu paz insondable?
Espasmos de macumba
derviches giratorios
pues que en noche incansable
de monótonos sones
bailan hasta la muerte las mil danzas sagradas.

III

El Dios de Israel, arena prometida,
terrible en tu venganza y en tus cóleras
tus semillas se pierden entre becerros de oro.
Prisionero de biblias
una nube te lleva agobiado de historias y patriarcas
mientras tu rostro emerge en las batallas
frente al pueblo escogido
porque eres
¡Oh misterio de misterios!
El Dios de los ejércitos.

Al final de un antiguo testamento
vienes desde Samaria
entre espigas de paz y miel silvestre
multiplicando panes de bondad
en el nombre del padre
y del espíritu.

Son doce pescadores
prendidos en la red de tu palabra
que nos anuncia un reino que se viene
en cada Padre Nuestro.
El amor es batalla
y empiezas a ganarla con el verbo
y basta tu saliva
para que el ciego vea.
Milagros y parábolas
no hacen más grande el ojo de la aguja.
En la sombra
acuñan los denarios
para el beso de Judas.
Te convierten en pan y vino dulce
porque una cruz te espera
sobre el Getsemaní de las tradiciones.
En el Gólgota exprimes
la esponja del martirio.
Envías un ladrón al paraíso
y cumplidos los últimos misterios
retornas a tu padre.
No hay dioses en las tumbas, Jesús de Galilea,
la espiga de tu cuerpo venció la enorme piedra.

IV

Vinieron catacumbas, persecuciones, mártires,
pero a la orilla santa de tu nombre
tu iglesia se volvió cardenalicia.
Por eso, sin la pompa de las tierras
de pulso más liviano
en la hogaza de pan que se reparte,
en la sed que se sacia
en las manos que cubren al desnudo
en los niños que juegan con tus barbas.
Tu doctrina: El Sermón de la Montaña,
la mejilla dispuesta a una nueva bofetada,
ser último en la mesa del banquete
para llegar primero a tu morada.
Huir del poderoso
de la piedra del escándalo
del rezo que se reza para que otros lo oigan,
de que forniquen en vano
y no perdona
del que mata
y atesora
monedas que se deben al César.
Así, oh Dios,
pasó tu faz cristiana
y volvieron las turbas
los verdugos,
la manzana envuelta en serpiente,
el trasiego del odio en nuevos odres
el aliento del Malo en las tinieblas.
Pasó tu eres cristiana
con el rezo del ángelus
en el hambre de las fieras
se quedó sin los mártires.
Desprovisto de aureolas y cortejos de santos
quedaste de arquitecto, de Dios de los Filósofos,
de motor y primera de las causas.

En el círculo interno de tu ciencia
el hombre que creaste en mal presagio
olfateó como lobo tus apriscos.
No hay velos desgarrados en el templo
ni vírgenes que esperan con sus lámparas.
Levantamos más cruces
en el alba
el agua es de Pilatos
y no basta
para las manos largas del pecado.
En nuevos Sanedrines comparece
esa voz que clama en el desierto.
El hombre no se fía de milagros:
le sobran las probetas y los ácidos
para negar tus puntos cardinales.
A la dorada sombra del altar
vuelven los mercaderes porque no los expulsa
el látigo de tu ira.
Mientras tanto, los hijos de este mundo
refocilan y gimen en tristes lupanares
gestando en las tinieblas l
as últimas monedas de Satán.

V

Quiero arrojarte un lazo corredizo
para pegarte en mi álbum y canjear tus estampas.
Entonces, desearía preguntarte:
¿cuáles son tus metáforas, silogismos y números sagrados,
si está tu ley en tablas, en círculos o triángulos,
qué haces
en los espejos que se trizan
en los mágicos filtros
en las lenguas que suben de la llama?
Debe existir un soplo,
una brizna
un círculo cuadrado que te lleve y te traiga.

Afina tu palabra
por escucharla absorto
en todos los calvarios,
retumbando en las grutas
de los siete pecados
o a la sombra de un árbol.
¿Será tu voz monólogo de paja que crepita?
¿El estampido súbito del trueno?
¿Los pasos que se escucha con los duendes del alba?
Será que hacer silencio de una mirada larga?
Habrá que oírte siempre en estado de gracia
o se filtra tu voz
en los turbios riachuelos del llanto
cuando agudos puñales
se clavan en el alma?

Oigo
tu caminar por mis tejados
bajo luna impúdicas que violan astronautas.
Presiento
tu llegada cuando miro
la ecuación que resuelven las hormigas,
cuando escucho en la noche
el rugido del viento en las rendijas
y el aullido de algún perro noctámbulo.

Oh, Dios del universo
y del rectángulo
permaneces geométrico en tu ciencia
cuando yo necesito algún milagro
que yo te cueste nada
y me lleve a tus naves.
Necesito
las líneas de tus manos
un silbido
una nota
un astrolabio
una mujer adúltera
para dejar el móvil la pedrada.
Quizá puedas enviarme
un logaritmo
un ábaco
una línea imaginaria,
el cielo convertido en lapislázuli.

Oh Dios, autodidacta,
sorpréndeme de noche en el dintel del pecado
extinguiendo luceros, modelando cariátides.
Quiero verte
traslúcido bajo el ala de un ángel
en el último grano del espiga,
en la trémula esfera del rocío,
dibujando arco iris, contando golondrinas,
esfumando mañanas.

Descúbrenos tu juego
para buscar el aire que nos falta,
ese juego es que somos
el sueño que nos sueñas,
la lumbre que mantienes encendida
hasta el día secreto que la apagas.

En qué lunas descansas
la fatiga del sábado,
tras qué constelación escondes tus teoremas
y el secreto del alma.
Remóntanos al cáliz de la nada
a tu tibio regazo de magnolia
para encontrar la lengua de tu verbo.
Quiero mirar tus ojos y sentir tu respiro
en las dunas estériles de mi búsqueda interna
cuando no hay un „ahora” sino un „siempre”
y el mundo es de obsidiana.

VI

Quizás vienes de incógnito
en el río fondo afanoso de mi sangre
y te advierto
en el débil palpitar de las sienes
en la sed que me abraza
en el sexo que me urge
en una arteria que estalla.
Quisiera que en tu eterna duermevela
me tuvieras atado
como un remordimiento
un antojo,
una lágrima.
De tus mil rostros debe haber uno
que al menos reconozca,
que se expanda anulando mi conciencia
para formar el mismo centro de todo círculo,
la planicie, la estepa,
el mar abierto.

Pero estoy en tus redes casi sin advertirlo,
uncido, capturado y busco tu silueta
cuando en vano la tengo
en la sombra que sigue mis pisadas
en el viento que agita los manglares del alma.

VII

Cuando
el día adelgaza su estertor de crepúsculo
y las sombras avanzan,
cuand
recuerdo todo lo vivido en un segundo intenso,
inacabable,
cuando
se despedazan las certezas
y cae
sin sentido este aire,
esta ventana
este suspiro
—polvo de realidad en el abismo—
te encuentro metafísico, fácil, iluminado, transparente,
como si antes de último y final cataclismo
un elixir me diera
sabiduría al fin,
tu santo y seña al fin
para el viaje de vuelta
que es morir
al fin.
Ganador del primer premio del Ismael Pérez Pazmiño de 1976

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YO BUSCO ALGÚN POETA [Mi poema]
Francisco J. Falquéz Ampuero [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo busco algún poeta que me guste,
que me haga liberar lo que yo siento,
que me invite a asomarme a su aligustre,
a asaltar sus almenas con gran fuste
y que acabe al final de sed sediento.

Leo a cientos y cada día encuentro
poco más que palabras y ocurrencias,
experiencias desnudas de talento
tratando hacerme ver, en vano intento,
que lo mío es soportar las penitencias.

No todo ha de gustarme, lo comprendo,
-que aunque ves al espejo, él no te mira-,
confieso que de todos algo aprendo.
De argamasa castillos construyendo,
el fortín al que el poeta siempre aspira.

¿Quién puede presumir? Ser los mejores
dependerá de aquel que a tí te lea
si coincide contigo en los sabores.
Las obras sin razón no son amores,
sea un ciego o vidente quien lo vea.
©donaciano bueno

Para gustos los colores? Share on X

Comentario del autor sobre el poema: La libertad nos permite disfrutar de aquello que a nosotros nos motiva o emociona, aunque a veces el maldito marketing juegue un papel de celestina.

MI POETA SUGERIDO:  Francisco J. Falquéz Ampuero

EL BUZO

Del costado en vaivén de la piragua,
en un claro remanso ribereño,
baja el buzo. Su prócero diseño
copia en su lomo vacilante el agua.

Relumbra el cielo como ardiente fragua;
filtran los chorros áureos el risueño
cristal dormido… Más allá, el desgreño
de su rompiente ostenta una cancagua.

Abierto del flujo de las ondas
sobre lecho de arena y algas blondas
yace el cable de voces inauditas.

Mudas están pero el obrero fuerte
se hunde sin miedo en el abismo inerte
y desata las lenguas infinitas…

VENUS NEGRA

Alta y fornida, cual gallarda encina,
de ébano tiene el resplandor tu seno;
eres un vaso de febril veneno
con sabores de miel luciferina.

Tu mirada picante es de felina,
hembra de lomo mórbido y relleno;
tu rojo labio, en el festín obsceno,
lanza su muelle copia libertina.

Como el manto cobrizo de una hoguera,
envuelve tu ampulosa cabellera
las desnudeces de tu carne ardiente;

y en el dogal de tu insaciable abrazo
se mezclan las crueldades del zarpazo
al lánguido ondular de la serpiente.

D’APRES NATURE

A los vastos incendios de colores
de una tarde de julio bochornosa,
llegué a la granja donde se alza hermosa
la casa que ocuparon mis mayores.

Me ofrecieron los bardos ruiseñores
sus endechas, la fuente rumorosa,
espejo de la ninfa pudorosa,
cantaba a los favonios sus amores.

Mi noble overo, en sobresalto, para
junto a un cactus gigante, en cuya vara
Pitón sus bodas trágicas consuma.

La cópula potente el árbol mueve
y vuela el aire por el aire leve,
en un temblor de sonrosada bruma.

EL AGUA

Bajo el palío de estrellas luminosas,
cual radiante y sonora pedrería,
cantan y ondulan, ebrias de alegría,
las gotas en miriadas fabulosas.

Pero si enormes fuerzas misteriosas
las combaten, aumentan su energía;
y el mar se torna fúlgida armería
donde se templan láminas vistosas.

«Alto bien es el agua», (*) cuando el cielo
la vierte de sus ánforas al suelo
y flores gayas renacer permite;

y es alegre, si en juego de colores
la vomitan, cual grandes surtidores,
los iracundos potros de Anfitrite.

(*) Píndaro.

SANGRE Y ARENA

A DON ISAAC J. BARRERA

El pueblo acude a la función de gala,
cual la plebe de Roma al Coliseo.
Hay de telas suntuoso cabrilleo,
mil abanicos en batir de ala.

El sol, en chorros de color, resbala
sobre capas y mantos en coleo;
las manolas de rítmico ceceo
destellan como luces de bengala.

Por los palcos, en ánforas de arcilla,
ofrece la ojinegra gitanilla
sus refrescos que aceptan las huríes.

En la arena, do expira un bravo toro,
enjuga el diestro, de chaqueta de oro,
su estoque tinto en gotas carmesíes.

ENSEÑA ROJA

(CANCIÓN ANARQUISTA)

Vivid tranquilos, seres macilentos. . . .
de hirsuta barba y diestra vengadora,
que han de cesar los bárbaros tormentos
y están muy cerca las amables horas…

Pálida raza que el dolor asedia
hasta en la huesa que respeto infunde,
estamos al final de la tragedia
y tu hoja invicta en los malvados hunde!

El trono que miramos tan erguido
en vano lucha por vivir con gloria:
es un mueble de lujo, carcomido,
en el salón de fiesta de la Historia, etc.
(De Rondelas indígenas y mármoles lavados)

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MI POETA INVITADO:  Pedro Flores

HOUDINI

Así llamaban en casa al padre de mamá.
Yo sólo supe por qué mucho tiempo después
y es que cada vez que hacía un hijo se volatilizaba;
abuela era un enorme tanque de agua quieta
del que escapar en el último segundo.
Houdini volvió un día,
sólo poseía una radio y un cáncer,
pero el viejo teatro volvió a abrirse para él.
Sus hijos vociferaban y comían naranjas en platea
y en el palco abuela lo observaba todo
con unos binoculares que conjuraban su glaucoma.
Lo sumergieron en el tanque de agua, encadenado
y al redoble de un tambor señoras y señores
apareció aquí, en este poema, chorreando,
dejando a una recua de hijos y a una vieja
aplaudiendo la liquidez de la existencia.

ASÍ PLANCHABA QUE YO LA VI

Que extraña manera de estarse muertos
Vallejo

Cuántos pantalones
hubo de planchar aquella mujer
para que sus hijos tuvieran unos pantalones
que le dejaban los viernes
en el cesto de la ropa por planchar.
Pareciera que las arrugas
de los pantalones que planchaba
le trepaban por los brazos
y se alojaban para siempre en su rostro.
La muerte la encontró planchando
en el cuartito de la radio,
rociando con agua tibia pantalones ajenos
como una sacerdotisa bendiciendo
las piernas de un ejército invisible.
Y ahí debe de estar todavía,
nadie ha abierto la puerta desde entonces.
Ella no pudo acompañar a la muerte.
Le quedaba aún mucha ropa por planchar.

LA TIENDA DE JUGUETES

Pulcramente vestido, Zoilo, te ríes de mis prendas raídas.
Marcial

Yo le pedía que me llevara al centro de la ciudad.
Sabía que luego tendríamos que volver caminando
y me quejaría de mis pies y ella me miraría,
más compasiva que severa: ya te lo dije,
ves ahora que oscuro el regreso…
Pero valía la pena plantarse ante el gran escaparate,
mirar adentro los infinitos juguetes refulgiendo
hasta empañar el cristal con la bruma de la avaricia.
Un día me atreví a entrar y aunque no toqué nada
me dijeron, sacudiendo el polvo de las estanterías,
aquí no hay nada para ti, chico.
Luego me planté frente al escaparate de la poesía,
adentro hablaban de La tierra baldía, de la “Postposmodernidad”,
del tío Ezra. Había un fulgor que reconocía mi desconsuelo.
Un día me atreví a entrar y aunque no toqué nada
me dijeron, sacudiendo el polvo del abrigo de Stéphane,
esto no es para ti, muchacho.
Y tú, que ya estabas muerta, me tomaste de la mano
para llevarme a casa, a las sombras, diciéndome,
más compasiva que severa, verás ahora, tonto,
cómo te van a doler los pies.
Del libro “El don de la pobreza” (Premio Flor de Jara, Diputación de Cáceres, 2019)

PENSAMIENTOS OBTUSOS [Mi poema]
Julio César Aguilar [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hoy le dicen cultura a cualquier cosa,
lo que importa es que sea sea original
¿un orinal? boca abajo es lo normal,
sin gas una bebida si es gaseosa.

La kultura sin cultura, les da igual,
dado que en la verdad ellos defecan,
¿sagrado? mierda es, pues nunca pecan,
la boutade es su estado natural.

¿Respeto a qué, a quién, a dios, al mundo?
Su objetivo es ante todo el epatar
no importa si para ello han de ensuciar
a el que es del orbe el verbo más profundo.

¡Sea irreal, insólito, estrambótico,
fuera de contexto, fatuo, qué más da!
es la moda, que inocente viene y va
en este mundo del saber caótico.

Que ellos, negados de avanzar, obtusos,
se intentan evadir por la tangente.
¡Lamentable es que exista tanta gente
que preste su atención y aplauda a ilusos!
©donaciano bueno

Comentario del autor sobre el poema: Hay quien se pasa la vida con la intención de impresionar haciendo chorradas. La culpa no es de ellos sino de los que las aplauden.

MI POETA SUGERIDO:  Julio César Aguilar

Soy el guardián…

Soy el guardián
de la noche,
administrador de los sueños
y de las conquistas.
Mientras ella duerme, contemplo
desde la sombra
la obstinación de la luna.
De sus entrañas
brota mi voz,
sé que me sueña,
¿o es que sus ojos
son mi espejo y su nombre
mi apellido?
De pronto se desliza
entre mis hombros
y estamos juntos.
Me introduzco
al sueño respirando
de su aliento minutos breves.
Somos uno.
Permanecemos bajo paréntesis
hasta que el balbuceo de la luz
mina nuestras paredes.
La noche entonces
abre mis ojos,
baja mis párpados
y al verdadero mundo
me lanza.

Nada, sino tu sombra…

Nada, sino tu sombra
galopando.
Va y viene a través de las cortinas
translúcidas del pensamiento.
Y la atrapo.
Y consagro
las palabras
al silencio de tus manos.
Ah, la fatiga.
Cavé una fosa, en vano,
para tu luz distante, imperecedera.
Mas nada. Nomás la sombra
de un fantasma.

Mañana escucharé…

Mañana escucharé
el eco de tus pasos
en mi memoria,
no para reconstruirte,
sino para negarle al tiempo
su complicidad con el olvido.

El corazón

Amanece
tras un instante
y otro
ritmando sueños,
silbándole al sol
la memoria
de una leyenda.
Alza
su propio eco
hacia el más alto pino
de la noche lenta.
Bajo
el aliento palpitante
de la muerte
renace siempre
amaneciendo.

La flor en la tierra

La semilla de la muerte
que ha de germinar al sol
revienta bajo la tierra.
Las manos de Dios alegres
que desgranando los días
cultivan la muerte ya
trabajan siempre la tierra
desde el único principio
de la extensísima vida.
Apenas una raíz
asciende hacia el infinito,
mientras Dios medita y ve
los vastos frutos de luz
que van a cubrir la tierra.
Está la flor de la muerte
brillando sobre la tierra,
y con su esencia perfuma
el aire todos los aires:
los rincones de la vida
donde se deshoja eterna.

Hacia la muerte

Como moneda
que lanzara Dios al abismo,
sin detenerse,
ruedan los días
hacia la abierta alcantarilla
por la que exhala, en su locura,
su desorden la infatigable muerte.
Y nosotros,
con el afán de rescatar la moneda
y de hacerla propia,
tras ella rodamos.
Arrojados al vacío
igual que desechos
por el Dios invisible,
junto con la moneda nosotros
vamos también al respiradero
donde, irremisiblemente,
un pedazo de nuestras vidas,
cualquier día al fin, ha de arrastrar
el asfixiante tumulto de sus aguas.

Canción

Hay en tu boca
la luz de un hálito
que resplandece
Desde tus ojos
más cercano es
el horizonte
Un canto alegre
mi sueño canta
para tu boca
Renace el mundo
vivos mis ojos
en tu mirada

Medianoche

Los pensamientos, hoy perdidos,
en la eternidad de mi noche
buscan su cauce, su destino.
Llega de unos gatos la cópula
de lejos hasta mis oídos.
Ya por debajo de las sábanas
más helado se vuelve el frío.
A través de un terco reloj
muy lentamente me aproximo
a los latidos del silencio
más rotundo y definitivo.
Custodiando en la oscuridad,
antiguos fantasmas amigos
con su pasado ríen-saltan:
dan un salto desde el olvido.
Entonces enfrento la noche
armado de mí, de mí mismo,
y empiezo después a escribir…

El instante es el camino

Árbol antiguo visto desde una infancia,
el tiempo se deshoja, floreciendo,
siempre reintegrándose a sí mismo,
firme ante los aires de cualquier viento,
ante los vientos de la muerte,
el viento iracundo de la nada.
Suspiro interminable es caminar el tiempo,
jugar un juego que no acaba
dentro del árbol de las horas,
muy adentro del ramaje más caudaloso.
Si los pasos se detienen en su marcha
los abandona el tiempo a la intemperie,
pasos perdidos son hasta reencontrarse.
!Y qué laberinto es el camino!
(Pero encuentra el pie su huella, y al momento
retoma su destino y se desborda.)
Mientras el tiempo se hunde
en su savia brevieterna,
de las ramas, fruto pleno,
asciende uno hacia el fondo de la vida.

La espera

Ha vuelto a madurar la fruta sobre la mesa,
las flores de las macetas ya se secaron,
enterradas las cosas bajo el polvo
¿qué se puede hacer?
Los anocheceres dan fe de la espera,
la multitud de estrellas -testigo perpetuo-
sin duda alguna lo sabrá decir,
pero a quién sino al corazón
que a veces siento caduco,
imposible para vivir: endurecido.

El florecido sueño

En la fertilidad de tus manos inacabables
puse anoche a dormitar el sueño
más largamente soñado,
y ya ves ahora, mano tan abierta,
cómo de tus costados, poco a poco,
lúcidamente va enraizándose,
dando al aire su aromada luz
que apenas se irradia.
No ráfagas de amor es lo que pide el beso,
sino habitar en tus manos
que son mis manos:
claridad de la luz en la luz,
labios del amor verdadero;
y en la perfección de tu magnífica mano
darle dichoso a los días
un tiempo que sea mi tiempo,
siempre eterno de amaneceres
igual al sol de la vida.
El florecido sueño tiene el sabor de tus manos,
y tus manos saben a lo que sabe la fruta
cuando madura bajo las manos de Dios.

Sólo un rumor

Ven, aún es tiempo de habitar el paraíso,
me dije
cuando en el alma crecía tal deseo
como un rumor de aves:
eran pájaros que no cantaban,
batir de alas en desventura.
Me acerqué a la luz de la conciencia,
no vi nada.
Fui entonces a las cavernas interiores
y pude seguir las huellas del polvo
conduciéndome al olvido,
a la cruel indiferencia.
No dije más.
Comprendí que aquel deseo, mínimo,
era sólo un leve, lánguido rumor.

El desierto del mundo

A través de la ventana (que son mis ojos)
veo el desierto del mundo
y miro lo que puedo, lo que sé mirar:
¿qué fuera yo si no fuera lo que soy?,
¿qué soy en este desierto
sino un cactus, un animal salvaje,
un insecto más?
¿Sería acaso el sol enfermizo,
el veneno de los alacranes
o el silencio devastador?
Descendiendo las escaleras del tiempo
no arribo a ninguna parte,
por eso me callo, por eso me voy…
Cierro la ventana
y me encierro en la oscuridad
de mi espíritu.

Si acaso…

Yo nada pido, nada
estoy diciendo, no,
es nada lo que quiero
al decir lo que digo;
mínimamente es nada
esto que estoy diciendo.
Si acaso, la conciencia
de no saberme muerto,
de pretender subir
por rumbo misterioso
a ese gran misterio
de la palabra dicha.
Yo nada pido, nada
estoy diciendo, no,
sólo sé que es del canto
la inevitable voz.

Nada puedo pedirte

Dame lo que me quieras dar, Señor,
nada quiero pedir, nada te exijo,
hoy ya comprendo que si miro el cielo
es tu resplandor de luz lo que miro;
cuando me siento extraviado en la noche
en tus estrellas encuentro el camino.
Eres, Señor, agua para la lluvia,
para los manantiales y los ríos;
en el arcoiris tú estás presente
en las sombras escucho tus latidos…
Nada puedo pedirte, Señor, nada:
creo en tu amoroso amor siempre vivo.

Escribes…

Escribes
bajo el fulgor de la noche,
sintiendo su influjo
como un llamado a la escritura.
Piensas entonces que la noche
uno a uno
te dictará los versos.
Pero en verdad, nada dice.
Solamente los grillos,
entre sí,

e dicen su cuento;
ah, y también las lechuzas.
Sigues esperando que la noche te hable,
y nomás un coro de estrellas lejanas
deletrea tu presencia.

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EL CUADERNO DE LA ESCUELA [Mi poema]
Carmen Acevedo Vega [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Abriste hoy el cuaderno de tu infancia
leyendo con nostalgia aquellos versos
que hicieron recordar tu dulce estancia,
momentos revividos tan intensos.

Renglones que rezuman las vivencias
y brillan cuando miran tus pupilas,
tan jóvenes y limpias, tan intensas,
que algunas si pudieras las fusilas.

El trazo de aquel lápiz que recorre,
la línea asaz dudosa e imprecisa,
por mucho que lo intentes que se borre,
mejor será perciban tu sonrisa.

Ideas ¿mas qué importan las ideas?
¡que vuelen, que en viento se desborden!
Los tiempos han cambiado aunque no creas,
el orden que aprendiste hoy es desorden.

¡Maldita seas tú! ¿por qué jugaste
de cuajo y me arrancaste la inocencia?
Las letras que con mimo tú juntaste
del tiempo son el paso, su evidencia.
©donaciano bueno

Comentario del autor sobre el poema: Los cuadernos, aquellos cuadernos lisos o rayados de nuestra infancia tienen la virtud para los que los hayan guardado de redescubrir la auténtica dimensión de nuestra personalidad. Cuántas emociones hay en cada garabato!

MI POETA SUGERIDO:  Carmen Acevedo Vega

Preguntas

En los hombros llevamos, tristemente,
este peso tremendo, esta amargura
de arrastrar nuestro sino, humildemente,
con su fardo repleto de ternura.

Y esta actitud hostil que nos obliga
a doblegar la frente sin alzarla,
con un cansancio cruel que nos hostiga
y nos lanza, febril, a levantarla.

¿Hasta cuándo vivir, si estos días
se nos tira un mendrugo que no alcanza
ni a iluminar las cámaras umbrías?

Hasta cuándo este yugo nos impele
con las manos vacías de esperanza
sin que nada ni nadie nos rebele.

Sin Retorno

Escojiste el camino
Del cual todo el mundo quiere entrar
Aprendes lo que no debes
Sigues al que no debes
Matas
Y asi dices que amas
Entra al camino
Sin retorno
No hay marcha atrýs
Preparate para el mas alla
Cada cual
Juega con su destino
Para ti mentir es tu verdad
La hipocresia es tu amistad
Crees en lo que no debes
Obedeces alo que no debes
Mientes
Y asi dices que no temes
Entra al camino
Sin retorno
Tu mundo es tu fantasia
llenas de mentiras vacias
Se acaba tu vida
empieza la agonia
Mientes a los que quieres
Aborreces con tus estupideces
Engaýas
y asi dices que amas
Entra al camino
Sin Retorno
ha empezado tu infierno….

Estampa proletaria

Bostezando sobre el agua salada
cual un barco está la pobre casita,
y dentro la familia lacerada
rebosa de atroz miseria marchita.

Los chicos con su desnudez bronceada
corren entre la lluvia y sentina,
bebiendo la tenue aura viciada
que luego sus cuerpecillos fulmina.

El padre sobre la huelga dormita,
y en la tina la madre desfallece,
mientras un gamonal grita y grita
queriendo ganarse las elecciones:
—¡Si triunfo, todo, todo se embellece!—
y el suburbio; ¡cede a sus ambiciones!

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MI POETA INVITADO:  Pedro García Cueto

EL CUERPO

A Isabel Alamar

Tiene el cuerpo sus detalles
cuando lo acaricias en la noche,
busco la piel que brilla
en una luna original.
Toco tus manos,
cuento los dedos lentamente
y los acerco a mi pecho
conjugo tu voz con la mía.
En la noche todo calla
lejana la cigarra y su cantar,
los dedos son las yuntas
que exprimen el amor.
Amar hasta el tuétano
tocar nuestras caderas
decir que el día muere
y evadirse en un rincón.
En la tibia luz
se extingue una mariposa,
va suicida hacia la llama
muriendo en su esplendor.
El cuerpo, todo un mapa
que recorro en su extensión
cuando se aquieta la noche
solos en la habitación.
En la ventana, brilla el mar
los rumores de la playa
y ese incendio de las olas
que se hacen mariposas.
El cuerpo y nada
el cuerpo y todo
vivamos esta noche
por si no existiese aurora.

CASA ABIERTA

A María Prado

La casa está abierta
en su interior vibran los muebles.
Los oigo estremecer
con su música interior.
El patio parece un huerto
con su flor en la cima
y en el aljibe el mar
que fue nuestro paisaje.
La casa está abierta
vibran las fotos de los muertos
que parece que nos miran
cuando cerramos la cancela.
Casa que fue confesión
donde jugaron nuestras pieles
en un solo y largo abrazo
con los ecos del amor.
Si cierro los ojos, veo tu cuerpo
camina despacio y lento
como si fuese un pensamiento.
He abierto la casa
he dejado que entre el mar
y la brisa lo cubre todo.
Casa que fue nuestro edén,
y ahora, huele a sal
a las olas que estremecen
en el aire, su sabor.
Casa niña, casa nuestra
casa con sombras y fulgor.
(De La lentitud de la noche. Editorial Olifante, 2021)

EN UNA TARDE VALENCIANA

A Francisco Brines

Por Oliva el pensamiento
naranjos como racimos
que caen de los árboles
con luz en la mirada.
Otra tarde, maestro, en silencio
callada la lumbre del hogar.
Los libros como seres vivos
alfombrando el pavimento.
Otra tarde, en pleno sueño
en Elca con tu voz cansada.
El tiempo se marchita
con tupidas esperanzas.
Apenas queda nada, el mar
es lejano y transparente
te susurra su esplendor
cuando mira hacia poniente.
Maestro, recita ya
que la vida se hace noche
y en su lentitud
solo deja la ceniza.
En una tarde valenciana
converso con el viento
¿Dónde vas, maestro?
arrastrado hacia el abismo.
Miró, Gil-Albert, Sorolla
escriben y pintan la distancia
la de este día estival
como un cuadro que se borra.
Cierra el velo, poeta
deja tu eco en la estancia
los naranjos esplenden
de sabor a sol e infancia.

ALFONSINA Y EL MAR

Tu cuerpo roto
cuando lo acaricia el mar.
En olas tus besos idos
y en el atardecer callado.
Empieza a anochecer en la playa,
llena de hierba la arena
que un día rozó tus pies,
hierba fresca como agua salada.
Te adentras y el mar te llama,
pronuncias versos que oscurecen
ese acantilado donde sueñas
cuando la luna fue pensamiento.
Apenas se ve tu cuerpo
se pierde en el agua leve,
lo mecen las olas allí dentro,
donde muere tu voz cansada.

EL SENA Y PAUL CELAN

Vivías quemando hojas
como el que quema rastrojos de sueños
y el dolor se posaba dentro
en un día triste de tu vida.
Te arrojaste al Sena
y como si fuesen olas
te tocó el agua cristalina
mientras ardía de pena
toda una luz de la mar salina.
Celan, ¿quién te llama?
¿dónde vas hacia la nada?
cuando quemaba el agua tu mirar,
porque morir es siempre el final.
¿Por qué te apresuraste?
¿Acaso la mar te llamaba?
mientras tus poemas ardían
y eran sus hojas llamarada.
(De Poemas de la caligrafía del mar. Editorial Ondina, 2023)

NO SÉ POR QUÉ SERÁ [Mi poema]
Manuel Fernández Sanz [Poeta sugerido]New

Carmen Verde Arocha

MI POEMA… de medio pelo

 

No sé por qué será, nunca lo supe,
por qué cuando comienza la mañana
me empiezo a despertar de mala gana
creyendo molestando el cielo escupe.

Y hay días en que empiezo de mal genio,
pues ganas no me dan de levantarme,
no encuentro una razón en que apoyarme,
y dudo si existir, eso es un premio.

Creyendo que hasta el cielo se ha nublado,
y el viento ya no sopla suavemente,
dejándome llevar por la corriente
en medio de la duda si he pecado,

me muevo en la galbana y la pereza
y sigo adormilado complaciente.
negándome a tender a Dios un puente
pues meto bajo el ala la cabeza.

Deseo conciliarme con mis sueños
haciéndole al futuro garabatos,
rompiendo a la existencia los retratos
de aquellos que no fueron halagüeños.

Bendigo la indolencia y la desidia
a gusto aprisionado a esa cadena,
dudando si vivir vale la pena
cual fuera de morir ya siento envidia.
©donaciano bueno

Que hay #días que mejor no levantarse? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Fernández Sanz

La churrera

Encaramada en la acera,
dando está diente con diente
la churrera.
¡Con cuánta frescura miente
su pregón de: calentitos!
La delatan los mitones;
encubren a diez curritos
de un guiñol de sabañones.

Canción para dormir un pie

A la nana, nanita, nana.
Duérmete chiquirritín
dentro de tu calcetín:
que es de lana.

El niño y las ranas

Al pasar junto a la charca
el niño me preguntaba:
-¿Qué son las ranas?
-Pues, mira niño, las ranas…
-¿Y por qué cantan?
-Pues, mira niño, las ranas…
-¿Y por qué saltan?
-Pues, mira niño, las ranas…
-¿Y por qué nadan?
¡Y no tuve más remedio
que tirar el niño al agua!

Semana Santa

Jueves Santo,
Viernes Santo:
duelo y llanto.
Tanta aflicción es de espanto;
no sé ni cómo la aguanto,
ni soporto ni resisto,
ver al Hombre, ver a Cristo
tragar hiel ¡está tan visto!
Y en filas indias, detrás
y delante, nazarenos,
nazarenos,
nazarenos,
unos diez mil, indio más
indio menos;
el interminable lote,
por docena un iscariote,
de agudos de capirote;
y el impenitente brote
de unicornios,
de bicornios,
de tricornios;
la teoría del cuerno
rogándole al Padre Eterno
que nos libre del Infierno.
Y el blandón, el cirio, el hacha,
y el hacha, el cirio, el blandón,
y suma y sigue la racha,
y, ¡toma!, más procesión,
y otro paso y otro envite
y el asunto se repite,
si no hay lluvia que lo evite,
hasta que Dios resucite.
Y, ¡qué tonos!,
la semana está de monos.
Y, va que arde, de cera
litúrgica, la carrera;
la de Cristo, nos espera:
muchos,
muchos,
muchos,
muchos
¡¡cucuruchos!!

Silva, Grillera Y Cigarral De Manolito El Pollero- Los versos de Cordelia

Bodegón

Portada tinta de almagre,
tufo a bazofia y vinagre: bodegón;
fondo bajo
de cocina
donde el ajo
predomina.

Saquemos a colación
los bodrios que de acicate
nos muestra su escaparate.

sobre los desaguisados,
un cabrito y un lechón
se orean ajusticiados.

hay restos en pepitoria,
del Gallo de la Pasión
que esté en Gloria;

secándose, en los peroles,
aguantan ollas y días,
el pisto, los caracoles,
los callos y las judías;

a pesar del salmorejo
y las zurras con tomillo,
no se le borra el gustillo
domiciliario al conejo;

la fritanga de livianos
toma tintes albazanos

la paella
cobra del tiempo que pasa
dejando pátina y huella
solideces de argamasa;

menguantes, las pescadillas
cumplen, espinoso, un mes
mordiéndose en la cazuela.

El tarro de las guindillas
brama turbio en portugués
y asusta a la clientela;

y entre moscas y mosquitos,
se descuajaringa un queso
y se diluye un melón…

Divergentemente escritos
con blanco de España espeso,
a modo de colofón,
dos renglones
advierten al comensal:

“Se sirven medias raciones,
desde un real”.

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MI POETA INVITADO:  Carmen Verde Arocha

La risa del río

El río inicia su danza después de la risa

Justo antes de que llegue la tristeza a los ojos

Tanto que pensamos Mar abierto
Todo destella

Tú me abrazas fuerte en el fuego

—Vamos poco a poco

Tú lo has dicho Yo lo dije
Los dos reímos

Miramos el bucare
Nuestras bocas recogen las semillas

Tú seduces con tus miedos
Me obligas a cerrar mi voz

—Ven que te abrazo —Piensas

—Ya estoy adentro —Repites una y otra vez

La cosecha de la tierra
está por salir

Te dejo temblando con olor a limón

Amén a todo.

Cielo inacabado

Un paño blanco
se extiende o se enrolla según aparezca el deseo

El cielo justo a mi lado
Figura transparente
Cuenta despacito los dedos de mis pies

Oigo tu respiración

El desgaste de las fieras del bosque
desborda mi voz mis manos mi rostro húmedo

Un cielo inacabado viene por nosotros dos
Pinta los cuerpos de bronce
Nos deja brillantes con pudor a mirarnos

Lo inacabado del cielo
el deseo de amarte
y no amar al mismo tiempo
está cuando nos miramos a los ojos y llueve
Llueve toda la noche sin darnos tiempo a cubrirnos

Con derecho sólo a sentir frío

El agua tal vez nos ayude a terminar
el pedazo de cielo que falta

Canto para un cocodrilo
[Primera versión]
Por un atajo el deseo se transforma

Tú vienes hacia mí
como un tren sobre el mar
con un íntimo sagrado anhelo

Me dueles
Cocodrilo

Los árboles por doquier
nuestras manos recogen
flores de manzanilla

Nos sentamos juntos a mirar el bucare

Aprieto los labios
Te escucho muda

Cocodrilo
acaricias los rizos de mi cabeza
los disimulo bien al peinarme

Llueve detrás del mar

La tierra
sigue abriendo mi boca

Por eso llueve.

Festival Hispanoamericano de Escritores

LA MUERTE DEL MUNDO [Mi poema]
Francisca Ortega Salazar [Poeta sugerido]New

MI POEMA… sugerido

 

Hoy, aquí, ahora no, tal vez mañana,
el mundo habrá pintado una explosión,
retumbe repicando el mismo son
y al dardo increpe que le dio en la diana.

Quizás el orbe un día caiga al vacío
donde tiente a la muerte sin remedio,
sus tripas despanzurren por el medio
reclamando clemencia al desvarío.

Quizás un día haya otro sin licencia
que se apiade y que al nuestro lo fecunde
y nazcan otros más que al nuestro inunde
llenando hasta su vientre de decencia.

Quizás llegue un día y yo me vuelva loco
y mi mente ofuscada otro pariera,
haciendo siempre fuera primavera
y al tiempo retrasando poco a poco.

Quizás, siempre quizás, yo presintiera
que el planeta no es más que una falacia;
es lo que pienso bien y me hace gracia,
pues realmente es lo que él es y no quisiera.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Francisca Ortega Salazar

Sueños

Ahora tengo sueño.
Son las dos de la tarde.
Por eso no voy a nadar.
Pronto va a teminarse
este tiempo de mar y sol.
Playa negra y húmeda.
Pescadores silentes.
y mis brazadas lentas
fuera de la costa del sueño
y despertar.

Salinas

Sólo unos pocas
veleros se despiden de ti.
Son tan pequeños
que puedo medirlos
con mis ojos. Pronto
el pueblo estará solo
y entonces voy a respirar,
tu agua echa burbujas
y nadar en el juego
de tus olas de colores
que nadie ve
sólo yo que tengo las pupilas
de arena y nácar.

Salinas 2

Así dorada, solitaria
viva como los peces,
como el mar. Me gusta más.
Esta mañana la arena
cubría la calle
y las palomas se desbandaron
al escuchar mis pasos.
Sólo las paredes lisas
y los portones negros y cerrados
me dieron la bienvenida.
El mar allá abajo
caracoleó y se abrió
en un abanico de espuma
entre las redes blancas
de los pescadores y el cálido
dejar pasar el tiempo
de las dos: la mujer morena
y la sirena.

Medida

En el mar cambiante,
en la sal. en la arena tranquila,
en los parques vacíos,
en la calles silentes
he encontrado la exacta
medida de ti. Salinas.
En tu recuerdo
de tarjeta postal
escribo la medida
de mi adiós.

He de volver

Sí. he de volver
alguna vez.
Sé que para entonces
el mar estará igual de azul
y en la bahía pequeña
como cuenco de agua verde
dormirán los mismos sueños
otros hombres.
Bajaré la misma escalera
y otras mujeres
peinarán sus cabellos
igual que antes.
Yo también para entonces
tendré este mismo sueño.

Pierce

Decía que había
estado aquí.
en la guerra pasada.
Que conocía todos
los sinsabores de la costa,
los designios del sol
y la ternura de las lunas.
Pero no murió
en este mar como él quería.
sino que lo enterraron
junto a un árbol
de buganvillas
casi en silencio
en un pueblo lejos de aquí
llamado San José…

El último verano

Este es mi último verano aquí.
Voy a extrañar las rocas silenciosas,
la arena tibia, el sol que espejeaba
en el mar dormido, las olas juguetonas.
tu presencia.
pero es el tiempo de llamar a los barcos
en la bruma dorada más allá del este
donde está el último muelle
y donde los aqueos de vez
en cuando nos llaman.

Abril 30

Han llegado temprano
con parasoles de colores
y bolsas al hombro.
Han mirado el mar
sin nostalgia
y se han tostado al sol
pausadamente bajo las palmeras,
luego se han ido.
sin volverte a mirar
yo me quedé a recoger
tu soledad limpia de risas.
Pero llena de sal.

Pueblo viejo

Aquí en el pueblo viejo
nadie te recuerda padre.
Sólo una vieja
antigua vendedora de pargos
ahora enriquecida
te nombró por tu apellido
y escupió un poco de maldad
desde su faz de momia.

Por lo demás nadie recuerda
cómo eras. ni tus amaneceres
en alta mar dando la bienvenida
a los ingleses,
tampoco todo lo que hiciste
por el pueblo viejo
con el solo hecho
de hacerme nacer
cerca de la rompiente
y los atardeceres olvidados.

Ajedrez

Sólo la reina sabe
el nombre del caballo
y el peón.

Sólo ella conoce
la trizadura del hielo
en el aire frio
que cortaba la madrugada
la otra forma de muerte:
el no poder dormir.

El dolor que era latido.
Ahora la torre cayó
y ha ganado el Alfil.
Jaque Mate al caballo.

La burbuja

Ahora son las seis de la mañana
y el mar y el horizonte
son un abrazo de plata líquida.
Aquí no hay otra burbuja que el aire
que respiro.

Pero las otras
las que están en el estanque
han visto caerse sus escamas
en cada madrigada del encierro
sin mar.

Baraja

En la baraja
el hombre era el destino.

Ayer me la encontré
envejecida, perdido
el celeste fulgor en sus ojos
hinchados. En el leve
parpadeo del reconocimiento
la marejada de los recuerdos
la devolvió por un instante
su antigua faz perdida.
O fue hermosa como la otra vez.

Magician

En la baraja
no sale ya el hombre
ni el agua. Sólo muestra
un largo camino sinuoso
y una orilla color de esmeralda.

La mujer está signada
por un tatuaje de sal
pero no sé qué significa.

Al final hay una gran ciudad
y un sueño pequeño
como el amor que jamás conociste.

La noche

Sólo escucho el romper
de las olas en la playa.

Me he levantado para saber
de qué color es el mar en la noche
y lo he encontrado iluminado
de luna, blanco de barcos,
plateado de estrellas, azul de
humo, verde de orquestas.

Y me he quedado dormida
con el balcón abierto
sin saber de qué color es
el mar en la noche.

El ancla

Enmohecida, casi negra
de olvido y sin cadena
te he encontrado cerca de la rompiente.
No hay signo de qué barco caíste,
ni cual fue el temporal que te cortó.

Sólo miré la herrumbre
que cubre tu noble faz de acero
tu pesadumbre
y tu nostalgia del barco y las sirenas.

Atlántida

Todos piensan que
yaces sumergida
en el fondo del mar.
que eres sólo una isla
blanca en el azul infinito
de la memoria. Nadie recuerda
tus puertas de Ori-calco.
tus dársenas de basalto.
el templo de oro de Antinea.

Sólo nosotros las sirenas
sabemos que continúas igual
sólo dormida entre el musgo
de un archipiélago de corales
gigantes, esperando
el otro despertar.

La vejez

Como sirena
no conozco otro tiempo
que el del mar.

No conoceré la vejez
desconocido coral
que no cubrirás mi garganta
de estrias.

Ni el mirar despectivo
de algún hombre
que escondida siempre
en mis ojos de alabastro
todas las promesas
que no se cumplieron.

Troya

Esta es la parte vieja
de la costa.

Desde el mar
las torres de los ricos del pueblo
me recuerdan los palacios
de Troya. También lladmaa Ilión
en otros tiempos.

Pero no hay cóncavas naves
en el puerto azul
tranquilo de yates blancos
y gaviotas perezosas.

No hay más guerra
que una perdida ilusión
y eso en el recuerdo del inmortal
Homero es nada.

Arena

¿Quién te dio arena
esa fugaz arquitectura
donde los bancos viejos
dejan el eco de su salobre pena?

¿Quién te dio arena,
todo el amor que hecho recuerdo
lamida por la espuma
sin dolor o cansancio espera?

¿Quién te creó, arena,
pensándote como el perfecto
juego de los niños?

¿Quién en su vida
no hizo castillos en la arena?

¿Quién te dio, arena, la forma
de contener el mar,
de guardar los secretos de origen,
de conocer los nombres,
de todas nosotras, las sirenas?

¿Cómo naciste
grano a grano
corpúsculo a corpúsculo
mezclada con escamas,
con el color de los peces
voladores, con el aire sabor
de las mareas, con el olvido
de todos los naufragios?

Yo he descubierto ahora,
que estoy hecha de ti
porque si bien
comparto el mar contigo
mi tiempo es sólo arena.

Orfeo 6

He venido al mar
para estar cerca de ti
Orfeo.

Para buscarte en las barcas
carcomidas, en los remos cansados
en las redes inmunes, en las
últimas mareas.
Crisantemo de algas
coral en flor,
Nenúfar de nácar
devuélveme mi espejo de ónix
quiero encontrar
otra vez en mis ojos
el recuerdo de los últimos aqueos.
Ganador del Ismael Pérez Pazmiño de 1984

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CON MEDIA PIERNA FUERA [Mi poema]
Enrique Noboa Arízaga [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Con media pierna fuera
observo hoy el vacío,
las lágrimas del río
desbordan la ribera.
Pasó la primavera,
se acerca ya el invierno,
como no soy eterno
no sé lo que me espera.

Con media pierna fuera
ya no miro al futuro,
me encuentro con un muro
que derribar quisiera.
Me siento en la ladera
mirando al tren que pasa,
el sol aquí me abrasa
cercano a la frontera.

Con media pierna fuera
me miro y me desnudo,
vivir se me hace duro,
soñar lo hace cualquiera.
¡Qué linda es la pradera
si el tiempo no es esquivo!
que yo vivo y no vivo,
la duda desespera.

Yo espero por si acaso
de mis versos bebido,
para ser recibido
de vino con un vaso.
Y así cuando me muera
no será de improviso
pidiéndome permiso
con media pierna fuera
©donaciano bueno

#Y dale, con media pierna fuera Share on X

Comentario del autor sobre el poema: Desde que nacemos debieran ya prepararnos para ese momento con al menos media pierna fuera por si acaso tuviéramos que saltar y aterrizar con el pié bueno.

MI POETA SUGERIDO:  Enrique Noboa Arízaga

Inicial

Presencia y símbolo

Tú estás en la esmeralda. de la selva fragante,
en los acantilados del espejo marino;
tú tienes, de sus olas, su ensueño delirante
y das a las gaviotas su vuelo femenino.

Jornada primera

El amanecer y la mañana

Las 4 a. m.

Hoy hallo el corazón en brisa leve,
para nombrarte, Amor, de amor rendido,
latido desde el sueno presentido,
deja tu dardo azul sobre la nieve.

Afligido en amor, haz que me lleve
tu pálido rosal de amor perdido,
el árbol, bajo el cielo, que ha sufrido
la mejilla del llanto cuando llueve.

Herido de la eterna pesadumbre,
abierto en el costado por tu lumbre,
la mano en sangre por amor llagada;

traigo la espiga del ausente grito,
desde el verde madero donde habito,
con mi roja caricia enamorada.

Las 5 a. m.

Ingenua como el alma de la brisa,
perfumada en la rosa mas amada,
cierta como la paz siempre sonada,
abierta en flor, en música y sonrisa.

Imagen del amor que se precisa,
límpida como lámpara sagrada,
milagrosa de amor, fuente sellada,
en el claro jardín de tu sonrisa.

Dorada por el sol tu cabellera.
Tú misma en alto sol de primavera,
imagen de mi amor, flor de mi huerto.

Íntima de mi ser: te transfigura
la dulzura de tu alba y tu ternura
sobre el humano corazón ya muerto.

Las 6 a. m.

Liviana como el ala que me toca
el corazón, en el liviano paso
de mi sangre en tu sangre. Como un vaso
que, infinito de amor, llega a mi boca.

Esa mi misma boca que te invoca
cuando, en la ciega noche, me traspaso
con la flecha que viene de tu brazo
y, liviana en el aire, me, provoca.

Liviana como el aire, me conmueve
tu desnudez tan límpida y tan leve,
tan nocturna de amor como un suspiro.

Promesa: suave pan sobre mi mesa,
cuando sientes mi aliento que te besa,
yo, desde el fondo de mi amor, te miro.

Las 7 a. m.

Tuya mi sed, mi angustia, mi tormenta,
tuya mi ardiente noche desvelada,
tuya mi ancla de amor enamorada
y mi vino de amor que me sustenta.

Tuya 1a hora de ardor, que me consienta
poner tu corazón en mi callada
sombra sin sol, en lumbre violada
por desiertos destinos en afrenta.

Tuya mi mano al corazón doliente,
mi pasado de amor sobre tu frente
y el cielo de tus ojos en mis ojos.

Tuya, por fin, Mujer, mi Poesía,
mi voz, con una azul melancolía,
en el refugio de tus labios rojos.

Las 8 a. m.

Porque en la verde noche estoy amando,
ebrio de verde miel en la mirada,
mantienes la ternura sepultada
en las cosas de amor que estoy hablando.

Porque las ciegas manos, desatando
los finos hilos de la trenza amada,
sorprenden en tu frente una callada
niña de roja sangre, delirando:

ponme un río de luz en la cabeza,
la lámpara de azul en la tristeza,
junto a la piedra donde crece el llanto

porque de sólo hoy, y en la terneza
de amarte con amor, tengo pereza
de que te quiera como quiero tanto.

Jornada segunda

El mediodía

Las 12 m.

En mi mano, amándote y sintiéndote,
como la fruta que a la mano llega;
como esta luz profunda que me ciega,
cuando mi corazón vibra teniéndote.

Este mi sueño en el que voy hundiéndote,
con el sueño propicio de tu entrega;
este querer que a tu querer se llega,
y de tanto querer, muere queriéndote.

Anhelo de anhelar: Tú, mi armonía,
mi alegre conocer de tu alegría
en la mano que siente tu ternura.

Mi corazón en paz. Tú, mi palabra,
que cerca de tu oído es tu palabra:
¡mi pura luz en lámpara tan pura!…

La 1 p. m.

Guardé memoria de este fuego que arde
en la orilla abismal de tus ojeras,
cuando sienta la hora en que me mueras
adentro el corazón. Memoria guarde

del conmovido espejo en que me miras,
del nocturno camino en que me esperas,
de los vientos dorados de las eras,
donde, al caer la tarde, me suspiras.

Transparentes de amor, en mi cabeza,
reflejarán su amor y mi tristeza
las puras manos que me amaron tanto;

memoria de la brisa en tu vestido,
de tu nombre en la cárcel de mi oído,
cuando, en la noche, me refresque el llanto.

Las 2 p. m.

Melancólicamente, como el día
en que, juntos, guardamos el anhelo
de mirar en la lámpara del cielo
el reflejo final de tu alegría.

Entonces fuiste solamente mía,
en la blancura fiel de tu pañuelo
que dejaste en mis manos, como un velo,
lleno de fe, de amor, de poesía…

Entonces mía, junto al mar que canta.
Sobre la tierna arena conmovida,
dejaste la frescura de tu planta;

y sobre el corazón que has dolorido,
la huella de tu mano, tan querida,
y este enorme dolor que te he sufrido.

Las 3 p. m.

Junto a tu corazón que me ilumina
en este obscuro caminar errante,
viajero de un ensueño delirante
en tu mundo de paz que se adivina.

Viajero en luz y en música divina,
en esta lengua mía, ardida amante,
te entrego mi palabra suplicante,
enclavada en la voz, como una espina.

Quiero la vida que en tu ser se vive,
el ámbito de paz que circunscribe
la frontera radiante de tu cuerpo;

el río que en su canto te saluda
y, al desbordarse sobre ti, desnuda
la catarata ardiente de tu cuerpo.

Las 4 p. m.

El día en que definas mi tristeza,
el día en que conozcas mi secreto,
las rosas y los lirios de tu huerto,
pensativos, irán a tu cabeza.

Y a nadie extrañará, que en tu sorpresa,
sobre mi ardiente corazón ya muerto,
los lirios y las rosas de mi huerto,
doloridos, estén en tu cabeza.

Y ese día será. Yo lo presiento.
Será cerca de ti mi pensamiento,
como la piedra al filo de la fuente.

Entonces… ah, sí entonces te dijera
que he de vivir en ti, ¡como si fuera
la gota de sudor que hay en tu frente!

Jornada Tercera

La noche y el sueño

Las 8 p. m.

Tú fuiste, Desamor, mi aliento triste,
mi música en desnuda llamarada,
mi sangre en soledad, ensangrentada,
en el vaso de olvido que me diste.

Estrella que en silencio se desviste
para la noche azul de tu mirada,
palabra en mi silencio, abandonada
en la hora del amor que me quisiste.

Hoy la desnuda soledad comparte
estos versos de amor que quiero enviarte
en la callada noche de tu olvido.

Por todo el corazón en desconsuelo,
perdido en las espigas de tu pelo,
de amor, en desamor, estremecido.

Las 9 p. m.

Déjame vuestras manos en la herida
que ha siglos me naciera, desolada;
vuestros ojos de mar, en la asombrada
noche que el corazón halla perdida.

Amamde en la piedad de la querida
hora por vuestro amor iluminada,
por la verde promesa ya olvidada
y por el cielo azul de vuestra vida.

Que de mucho esperar estoy cansado
y que, del todo amar, enamorado
de vuestros ojos en serena orilla,

voy, triste, a recordar vuestra mirada,
vuestros ojos que ayer, en la alborada
de mi campo de amor, fueran semilla.

Las 10 p. m.

La su estrella en la frente. La su ardiente
rosa desaparecida en el ocaso. .
¿Por qué, flecha de amor, tiende su brazo,
si soy, por su impiedad» varón gimiente?

Agua de soledad, agua inclemente,
dióle a mi corazón en el su vaso:
allende fui marino del fracaso;
aquende, en otro mar, igual ausente.

Mi vocación de náufrago constante
tiene su cardinal cartografía
en la playa desértica y distante.

Y al soportar su atroz geografía,
la rosa de los vientos, claudicante,
desmáyase de olvido en la bahía.

Las 11 p. m.

Esta cara es la cara desolada
que hundió su soledad en el espejo;
este es el ojo que miró, perplejo,
mi naufragio de sueños y de nada.

Esta vieja palmera abandonada,
este inútil y viejo catalejo,
es todo lo que tengo y lo que dejo
en la playa mortal de la ensenada.

Mi naufragio de barca apolillada,
con su carga de heridas y de escombro,
imagen es de mi alma masacrada;

y no puedo escaparme del asombro
de mirar cómo, por mi nave anclada,
una estrella del mar dormita en tu hombro.

Las 12 p. m.

La sombra aquí. La sombra olvidadora
de aquesta soledad intempestiva.
La llama de la frente evocativa,
cayendo en soledad, hora tras hora.

Aquí la noche que en el ojo mora.
La mano sobre el pecho, ala cautiva
de la otra mano -la derecha escriba-
que trazara mi urgencia y tu demora.

Quince son los momentos del diario
de estas 15 horas, que en el sonetario
de intempestiva soledad, convido:

voy a dormir. El sueno vuelve. Espero
que, esta vez, la mañana y su velero
me conduzca a las aguas del olvido.
Ganador del Ismael Pérez Pazmiño de 1963

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