A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

LAS BODEGAS DE ARANDA [Mi poema]
Elsa Veiga [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Las bodegas,
donde siempre se anda a ciegas.
Es ese un lugar bendito
que hendido está bajo tierra,
-a el que bajas despacito
y que a oscuras nunca cierra-
de escalón por escalón,
sin pegar un trompicón
mientras vas pidiendo guerra.

En el que la noche duerme,
escondiendo su tristeza,
donde oculta sus pesares
que le sugieren lagares
y en el que el silencio reza.
Este profundo garito
en el que por soplar vino
¡ese alimento divino!
hay quien pierde la cabeza.

Típicos de estos lugares
¡los cantares!
¡bálsamos que desperezan!
¡Y ese jarro!
¡tan sencillo!
ese objeto rimbombante
hecho de un humilde barro
que al hombre vuelve parlante
y al que todos sacan brillo.

¡Los cubillos!
redonditos y tan pillos
que aunque hijos son de cubas
su cuerpos llenos de uvas
siempre dispuestos, bailando,
mientras van ronroneando
¡que fresco, mejor, qué frío!
¡me produces desvarío!
¡y ese porrón!
¡de cristal,
de pitorro empitonado
¡tan pícaro, tan salado!
que viene bailando al son
de los que allí están tocando.
¡Catacumbas
del dios Baco!
que guardais tantos secretos
¡sordomudas como tumbas!
donde las penas yo aplaco,
tu eres mi lugar de asueto.

¡oh cercera!
¡esa nariz de primera!
único respiradero
de ti olvidarme no quiero.
al subir las escaleras
que ésta si que es una cruz,
-¡cuidado que me mareo!
no sé si estoy bien, no veo-
no encuentro ninguna luz,
y no percibo al trasluz
ni pa dentro, ni pa fuera.
©donaciano bueno

En Aranda de Duero las hay hermosas,
Las cubas de veinte años, también las mozas
(dicho popular)

Bodegas subterráneas de Aranda de Duero constituyen una red de 7 km. de túneles, o galerías, excavados entre los siglos XII y XVIII, que se encuentran en el casco histórico. Actualmente existen unas 135 bodegas,1 hallándose ubicadas en un rectángulo de 800x380 metros. Son auténticas catacumbas del vino.

MI POETA SUGERIDO: Elsa Veiga

Y veo lo que queda

Yo, cuando decepciono,
me retiro.
Agacho la cabeza,
la meto bajo tierra.

Tú, cuando decepcionas,
te haces grande.
Gigante del orgullo,
me persigues.
Yo hundo la cabeza.
Lentamente.

Los ojos,
como hogueras encendidas,
cómo si no,
si no, no son hogueras,
comienzan a mirar
lo que nos falta
y lloran lamentando
lo que queda.

Yo, cuando soy consciente
del otoño,
dejo caer las hojas
que me sobran.
Retiro la coraza
con premura
y en carne viva
dejo que me veas.

Recuerdos enfrascados

A las tardes ociosas
se unió la pesadumbre
de tener que pensarlas.

No valía con sentirlas
—sentirte era otra cosa—.
Había que contenerlas
en frascos de memoria.

Guardé con certidumbre
los momentos pasmados,
las arañas reptando,
mi ojo en las paredes.

Escondí tras la puerta
los momentos felices
que no fueron ociosos.
Viví tras las persianas
los que me devolviste.

Guardé en frascos y en cofres
los instantes perdidos.
Cubrían las telarañas
los más afortunados.

Me pillas recogiendo
los restos de una tarde
entre cristales rotos
de un frasco que rompimos.

Acumulado el polvo
entre el corcho y el vidrio
destapo uno bien alto
que observa lo que hacemos.

El olor de momentos
felices y perdidos,
aunque quiera apresarlo,
se escapa por el cuello
e impregna todo el cuarto.

Las arañas esquivas
que anidan en lo alto
van cayendo, invadidas
por el olor a viejo
por fin recuperado.

Mañana y cicatrices

Es miedo lo que tengo
y cicatrices.
Anuncian su comienzo al principio del muslo
y ascienden imparables hasta ahogarse
en el cuello.
Las miran los que esperan encontrar mi conciencia.
La doctora las trata con mimo y sin sorpresa.
Sospecha el miedo azul que trasluce en el fondo
de cada cuadradito de la piel que me forma.

Conforman mi conciencia cantidades de miedos
que intentan escaparse por la boca y los ojos,
por los huecos que saben que no quieren abrirse.

Las mañanas despiertan con los ojos cerrados.
Queriendo ser mañanas siguen siendo mis noches.
La boca entumecida del vómito pasado
no expresa un miedo eterno,
no habla conmigo apenas.
Cobra vida, a mí ajena,
cobra muerte en lo triste
que resulta ser mía.

De mí se sonreía
la otra noche, temblando,
mientras yo la forzaba a expulsar
lo que había.
A través de la risa
sostenía la mía.

Mi boca independiente
y mis ojos ausentes
no creen en las mañanas
porque habitan personas
llenas de cicatrices.

El cruce de caminos

El cruce de caminos
que une tu historia
con mi historia
acabará en una encrucijada
en la que no habrá vuelta.

De vueltas de la vida vengo,
y sin embargo
miro
y no sostengo
los restos que me quedan
de cordura.

Me agarro a las paredes
que duras y solemnes me protegen.
Como si fuera importante
lo que existo,
que importa más al resto
que a mí misma.

La protección de cunas y algodones
la cambié, sin querer, por el vacío.
En casa se sembró la mala hierba.
A diario la recojo y crece obscena
para marcar mi vida para siempre
para juntar mi pena con tu pena.

Levanto la persiana y entran soles.
La felicidad se doblega
a la voluntad de ambos.

Tus soles mañaneros
se precipitan en noviembre
hacia la escarcha
que en ventanas con borde
se sustenta.

La nieve no aparece
hasta diciembre
y anuncia su llegada
con queja y alarido
grito helado
querido, conocido para todos,
final de mi día transformado.

De la unión de dos cuerpos
creí que salían almas enceradas.
Y compruebo que no.
Que encrucijadas hay muchas
y la mía es más tuya
y la aspereza.
No hay ceras que abrillanten imposibles
ni historias que prolonguen mi aventura.

Ligera como araña

Las arañitas locas que bailan en mi piso
esperan mi llegada con las patas abiertas,
me abrazan a lo araña
y estudian mis reacciones.

Las observo subirse y bajarse por sus obras.
Orgullosas reptaban y bajaban tan tristes
que les puse un sofá pequeñito, una tele,
una Play y unos libros.
La idea era que olvidaran sus hilos por un rato.
Quizá nunca lo hicieron.

Intenté acomodarlas a un espacio pequeño.
Entre las dos paredes
creé mundos de arañas
por supuesto invisibles.
Les gustaban.

A partir de aquel día
quisieron recibirme
con halagos y fiestas,
con noches sin ser tristes.
Construyeron castillos
con hilos que volaban,
alados, contagiosos de risa
y de ese ritmo
que quiero y que no olvido.

Me balanceo ahora
de hilos hecha mi hamaca.

Permanezco escondida,
feliz con mis arañas.

Nueva York desde Bryant Park

Me siento a contemplarte
en Bryant Park
pocos días antes de irme
de ti
quién sabe si para siempre.

Bajo el quiosco de helados, a la entrada,
una tarde de calor y humedad
de fin de agosto,
de resto de verano,
de Labor Day con vida.

Times Square a mi izquierda.
Las Américas miran en mi norte.
Detrás, el Empire,
majestuoso,
se refleja en el cristal
de un rascacielos.

“Si deja de llover prometo…”
me digo con pocas esperanzas.
Y no sé qué prometo,
qué podría,
qué daría
consuelo a esta tarde.
Qué de nuevo.

Permanecer aquí
daría esperanza
a las últimas horas de este día.

Una tarde,
de verano cargada
todavía,
me miré en el espejo
de una orilla
de edificios inmensos
que invitan a quedarse.
Enormidad plagada de alegría.

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A UN TRONCO DE ÁRBOL [Mi poema]
Leopoldo Díaz Vélez [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

A ese tronco patoso, desmochado
por el paso del tiempo zaherido
que apenas si pervive deslucido
mirando siempre al cielo ensimismado.

Por mucho que lo intentes ¡presumido!
-tu torso sudará sangre aun cortado-
pues nunca vivirás, pues, compungido,
de tu alma ya el futuro han desgajado.

Y aunque un retoño verde te ha salido
y el sudor de un labriego hayas calmado
no pasarás de ser, mustio, un tullido,
del bosque serás siempre el rey pasmado.

De nada te valdrá que el corazón
el hacha al descubierto haya dejado,
¡tu eres ya poco más que un cortezón
incapaz de sentir ni una emoción
lloroso y triste tronco desolado!.
©donaciano bueno

"Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido."
Antonio Machado

A ese maestro de maestros que es don Antonio Machado: Para escribir de Castilla/ hay que leer a Machado de una forma tan sencilla/, Antonio ¡qué maravilla! y pensar que es sevillano.

MI POETA SUGERIDO: Leopoldo Díaz Vélez

Quién Tiene Tu Amor

He recibido una cartita tuya
Donde me dices adiós, sin alma…
Yo me pregunto cómo puedo ahora
Seguir viviendo si tú no me amas…

¿quién tiene tu amor
Ahora que yo no lo tengo?
Dime de quién es
Y quién se ha llevado tus besos…
¿dónde reinará
El dulce mirar que no siento ya?
Yo no sé
Porqué te perdí sin quererlo.
Hoy tengo ante mis ojos
Una foto donde estás
Sonriéndome, última limosna que me das…
¿quién tiene tu amor
Ahora que yo no lo tengo?
Dime de quién es
Tu vida que ayer mía fue.

Entre las cosas de tu adiós insistes
En recordarme tu amor lejano.
Yo me pregunto: si eso ya no existe
¿por qué te empeñas en tanto daño?

Entre Tu Amor Y Mi Amor

¿Por qué mirás así
y no confiás a mí
tus hondos pensamientos?
Si vós sabés que yo
te supe comprender
en todos los momentos.
No quiero que ocultés
ni dudas, ni rencor,
que puedan deshacer
nuestro amor.
¿Por qué mirás así,
haciéndome sufrir,
y castigas mi alma?

Entre tu amor y mi amor
debe existir la verdad,
ya no podemos jugar
con nuestras almas los dos.
Entre tu amor y mi amor
hay cosas para pensar,
y una promesa ante Dios
que es imposible olvidar.
Y vos podés curarme,
curarme tanta herida,
salvándome la vida
con sólo amarme más.

La vida me enseñó
a ser como soy yo,
sufrido y comprensivo.
Por eso sé que al fin
nos vamos a entender,
si sos como te pido.
Vení juntito a mi
y hablá como sabés
de cosas que ocultarme querés.
¿Por qué mirás así,
haciéndome sufrir,
y castigas mi alma?

El Solitario

La vez que me dijiste que no, que no me amabas,
oscureció mi cielo y un puñal me desgarró.
Mira, soy el solitario que envejece de tristeza,
sin fe, sin esperanza, sin consuelo ni ilusión.

Mira, mira, mira, mira,
mira, como estoy penando,
mira como estoy sufriendo,
mira como estoy llorando.
Mira, mira, mira, mira,
mira como estoy penando,
mira como estoy sufriendo,
mira como estoy llorando.

Busqué en otros amores amor, pero imposible,
la boca que besaba no tenía tu dulzor.
Mira, soy el solitario que envejece de tristeza,
sin fe, sin esperanza, sin consuelo ni ilusión.

Muchachos Comienza La Ronda

Muchachos, comienza la ronda
Que el tango invita a formar
¿quién, al oir el arranque
De un son tan brillante,
No sale a bailar?
Yasí enredar su emoción
A esta canción
Que en nuestras almas se ahonda.
Muchachos, comienza la ronda…
Vayan pasando al salón.

No se pierdan ni un compás de este tango
Que va cautivando rebelde y dulzón.
Entre vueltas y requiebros galantes
Imaginemos hoy vivir el tiempo de antes;
Ese tiempo feliz
Del chambergo bien gris,
El piropo locuaz
Y el farol de arrabal.
No se pierdan ni un compás de este tango…
Así, al escucharlo, ¡qué lindo es bailar!

Oyendo este son tan porteño
Revive mi corazón…
Mientras entono este tango
Me voy oluidando
De todo dolor.
Su musiquita cordial
Y sin igual en nuestras almas se ahonda…
Muchachos, comienza la ronda…
Vayan pasando al salón.

Qué Habrá Sido de Lucía

¿qué habrá sido de lucía,
Que era tan rubia y era tan mía?
¿qué habrá sido de lucía,
Que no la vi nunca más?
Su pena-pena de tango-dejaba añorar
-de tango y calle cortada?…
Y con pena se alejó acobardada
De mi querido arrabal.

Fue un pasaje de novela nuestro querer,
Tema humilde y sensiblero.
Un pedacito de cielo
En sus ojos pude ver
Y en ese azul puse un sueño
Y en ese sueño mi fe…
¡cosas lindas de mi vida
Que después, después lloré!
¿qué habrá sido de lucía, tan mía?
¡y tanto como la amé!

Una pena deshojada
Sobre recuerdos en esta pena;
Una estrella de esperanza
Que ya no quiere brillar…
En esta vida, mi vida, que muerde al rodar
Una canción ya perdida;
Canción de besos y frases queridas
Que no viviré más.

El Picaflor Del Oeste

Nací en un barrio pobre de casas sencillas
de patios con malvones y olor a jazmín.
Humildes ventanitas, faroles de esquina,
pero de gente honrada, modesta y feliz.
Fui dueño de una chata con dos percherones
y un zaino cadenero de estampa ejemplar,
pintada de celeste, lucía el renombre
con que la muchachada me supo adornar.

Yo soy, yo soy,
El Picaflor del oeste.
Todo un señor,
aunque decirlo me cueste.
Sencillo voy
porque conservo ese rango,
del tiempo flor,
cuando era tango mi tango.
Yo soy, yo soy,
un tipo bien conocido,
embajador
de aquel pasado florido.
Y estoy,
penando por un olvido
que no ha querido consolar
mi corazón.

Las cinco de la tarde marcaban la vuelta
y enderezaba el tranco para el corralón.
Y mientras descansaba, con las riendas sueltas,
iba silbando un tango sencillo y dulzón.
Después los matecitos, de tan cariñosa,
cebaba la viejita, de mi corazón,
prendían la llamita de una milagrosa,
ternura que embriagaba de dulce emoción.

Yo soy, yo soy,
El Picaflor del oeste.
Todo un señor,
aunque decirlo me cueste.
Sencillo voy
porque conservo ese rango,
del tiempo flor,
cuando era tango mi tango.
Yo soy, yo soy,
un tipo bien conocido,
embajador
de aquel pasado florido.
Y estoy,
penando por un olvido
que no he podido arrancar
del corazón.
Yo soy, yo soy,
de un tiempo que ya pasó.

Salimos a Bailar

Mientras solloza el tango y estás conmigo,
Será como ninguna la noche de hoy.
Te queda tan pintado ese vestido
Que estás resplandeciente en el salón.
Tu andar y tu sonrisa me han embrujado,
Dejame confesarte lo que sufrí
Pensando en este baile tan esperado
Sabiendo que estarías cerca de mí.

¿salimos a bailar, sueño querido?
Que tengo tantas cosas que decir;
No importa que te envuelva el torbellino
Del baile, cielo mío y sufra más así.
¿salimos a bailar, sueño querido?
Que en cofre de oro traigo para vos,
Este cariño santo que para darte vivo
Y esta esperanza mía de que me des tu amor.

El mechoncito rubio sobre tu frente
Te hace una cara dulce y angelical,
Estando así, los dos estrechamente,
Mil rosas de ilusión florecerán.
La noche tiene un alma iluminada,
Dejemos dentro de ella la sensación
Feliz de nuestras almas enamoradas
Al mágico conjuro del corazón.

La Uruguaya Y La Porteña

Yo tengo dos amores
Que son como flores
Que aroman mi alma.
Y son, agüita para calmar mi sed
Canción de amor para mi dolor.
Ternura pura que cura
Cualquier amargura,
Cualquier sinsabor.
Los dos, son dos amores que tengo
Caricia y ensueño de mi corazón.

Uno es beso y luz de luna
Y es su vida mi fortuna,
Uruguaya que por santa,
Tiene un altar en mi alma.
Y la otra es mi porteña,
Mi porteña, inolvidable,
Sol de amor inigualable
Que el entibiar desempeña.
Es la uruguaya, mi madre
Y la porteña, mi dueña.

Ternura pura que cura
Cualquier amargura
Cualquier sinsabor,
Es la uruguaya, mi madre,
Y la porteña, mi dueña.

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SE FUE LA INSPIRACIÓN [Mi poema]
Arturo Trejo Villafuerte [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

La vida es tan pequeña que cabe en el pañuelo
del caminante en celo que observa alguna luz,
no advierte que al trasluz, nada hay mirando al cielo
y acaba en su recelo colgado de una cruz.

La cruz, ese castigo tan duro y tan pesado
que al Gólgota el calvario condujo al buen Jesús,
es a ella ahora esa cruz que, infame, le ha tocado,
y amén que se ha olvidado le han insuflado pus.

¡La pus, qué secreción que huele putrefacta!,
maltrata corazones, y al seso ata un corsé,
la súplica no escucha y aun mas ni se retracta
pues ella echará en falta la ayuda que no fué.

Se fué como la brisa, se fué como la espuma
y aquí sigue esperando y se fué, se fué, se fué,
y en su barca de versos ya no encuentra ninguna
razón de abandomarle, por qué se fué, no sé.

No sé si fue hacia el norte, si se marchó al oeste,
ni pude preguntarle, si en otra dirección,
pues todo alrededor se convirtió en agreste
girando y dando vueltas ¡maldita sinrazón!

Razón de su esperanza, razón de su locura,
de un barco a la deriva, que ausente aunque no quiera
quisiera que ahora el sol matara su amargura,
tornando hacia su lado, que eso es lo que quisiera.

Quisiera ya olvidarle pero olvidar no puedo
de aquellas nubes grises su intensa plenitud,
ya sus ojos no brillan, su mente es un torpedo
de un iris que anda ciego, no ve ya ni al trasluz.
©donaciano bueno

La inspiración existe, pero tiene que encontrarse trabajando.
Pablo Picasso

La anadiplosis consiste en una repetición de la última palabra en la primera palabra del verso siguiente. Como variante, existe la encadenación a través del uso de la anadiplosis en todos los versos. Es una figura de repetición. No sé si ésta es la figura que le corresponde. ¿Hay algún sabio que pueda responder?

MI POETA SUGERIDO: Arturo Trejo Villafuerte

Blanca vida

Este amor ¿es vida o muerte?
Orlando
Brevemente (…) el amor es la tendencia a poseer el bien para siempre.
Platón, Simposio

Me acerco a ti,
poco a poco,
como quien no quiere asustar
al ciervo herido,
como quien espera que la presa
no dé el salto y escape.
Me acerco, con temor,
con asombro,
a tu mundo,
tu vida,
tu cuerpo.
Ignoro cómo eres
y qué esperas de la vida,
sin embargo yo quiero ser
parte de ella,
lo que esperas,
anhelas,
buscas.
Por favor, te lo pido,
déjame llenarte de ternura
mientras la luna brilla sobre nosotros.
Sólo te pido me dejes decirte al oído
las más tiernas palabras de amor
que jamás has escuchado y después,
si quieres, vete,
déjame vacío,
solo
y abandonado,
con mi mundo destrozado
alrededor.

Me sorprendo pensando en ti

Los hombres siempre han mal interpretado el amor: creen, cuando aman, que son desinteresados, deseando la ventaja del otro ser a menudo contra su misma ventaja; pero, en cambio, desean poseer el otro ser…
F. Nietzsche, Fragmentos póstumos

De pronto
me sorprendo pensando en ti
y sonrío
¡qué barbaridad!
Cuantas emociones produces
tan sólo al recordarte,
cuanta obsesión detrás de tu nombre
que esconde la promesa de una mujer,
cuanta insensatez ronda la puerta negra
de tu ausencia.
Pensarte es una actividad mayor,
un regocijo
y una unción.
Es recibir un novedoso sacramento
donde la diosa pide absoluta veneración.
Desde ahora te lo digo: quiero ser tu sacerdote,
tu monaguillo.
El predicador más fiel de tu esencia de diosa,
de reina, de mujer.
Sencillamente déjame cantarle a tu belleza.
¿Qué más puedo pedir de ti?

Quisiera saber La belleza es verdad,
la verdad es belleza,
esto es lo único que vale la pena saber

John Keats

De pronto me entra la curiosidad
la inquietud
por saber más cosas de ti:
de qué lado de la cama duermes
cómo te vistes
cuál es tu perfume
favorito, en qué piensas
cuando estás ausente de mis ojos
y de mi vida
Quisiera ser un pequeño dios
que te cuida y te vigila
pero como no lo soy
sencillamente
me conformo con disfrutar
de esos instantes diáfanos
que me brinda
tu jovial belleza.

No tengo tiempo

O mes petites amoureuses, Que je vous hais!
Arthur Rimbaud

Ya no tengo mucho tiempo que perder
en las cosas del corazón:
he visto todo y he sentido todo.
Me han deslumbrado
los hermosos cuerpos juveniles
que se entregaban como si fuera cualquier cosa.
Muchas mujeres abandonaron su corazón
para que yo lo guardara en el arcón
de mis recuerdos más queridos.
Otras sencillamente
ignoraron mi canto
y mis absurdas pasiones
para dejarme
al borde de la muerte.
Pero sobreviví.
Ahora estoy aquí
de nuevo frente a ti
haciéndome de tiempo
procurándote
al borde del abismo

definitivo y contundente
para que dejes tu huella
entre mis brazos
para que seas
ese sol
que
siempre
llega
para
iluminar
y calentar
alguna
vejez.

MESTER DE HOTELERIA

(Fragmento)

Mientras te desnudo
la armadura de tus sueños
te conserva serena.
Tu sostén no tiene ya sentido
Como dos globitos con agua
tus senos tiemblan en mis manos
las pantaletas descienden poco a poco
como una bandera derrotada.
Un vaso de vino reclama tu boca
Tus besos reivindican a mis besos
Recorro con mis labios
la ruta de tu cuerpo
Mi lengua transita pilastras
Simas Bordes
hasta llegar al lugar de la discordia
donde las espuma es negra y se rebela
Rincón profundo
que guarda del cielo el gran secreto
Mi boca palpa su textura
y bebe la gruta su silencio.
Las nubes se deshacen en tus senos
Mi cuerpo se moja de deseos
Los besos son cielo y sol
careo tu cuerpo con mi cuerpo
Tus ojos se cierran al destino
Hurgo en tu morada perpetuamente oculta
Mi historia es tu historia cuando entro
Una chispa de muerte me reclama
Una centella de vida ya te inunda.
Me siento tan tuyo entre tus piernas
que no quiero abandonar tu cuerpo
Las palabra se envanecen
Yo me sumerjo en tus días.
(De Mester de Hotelería, 1974)

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SE ALQUILA RESIDENCIA [Mi poema]
Raúl Herrero [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Hay una cruz en el viejo cementerio
sobre mármol de lápida fulgente,
a la espera de un huésped impaciente
que quiera allí fijar morada en serio.

Tiene un jardín con flores a ambos lados,
y en la parte superior lucen dos tiestos,
al centro letras hay que se han borrado
con nombres de inquilinos que están muertos.

Un mausoleo ideal, ¡es tan bonito!,
sin puertas ni ventanas, todo es paz,
lugar para elevarse al infinito.

Anuncio aquí sin trampa ni misterio
pues todo lo que dice es la verdad:
la estancia yo la alquilo. Y hablo en serio.
©donaciano bueno

“El último que apague la luz."
Epitafio Oswaldo J. Arocha V. Venezuela.

MI POETA SUGERIDO: Raúl Herrero

LA RECREACIÓN DE LA CREACIÓN

A Jesús Herrero, mi abuelo

El cielo pusilánime escupe su castigo
mientras mi abuelo me conduce
del colegio a casa;
—de omega a «El Dorado»—.
Tutela mi mano en el estuche de la suya.
Sobre nuestras cabezas sostiene con pulso de atlante
un majestuoso y onírico paraguas negro;
profunda obscuridad atravesada por bastón,
noche de tormenta metamorfoseada en murciélago,
virgen blanca desgarrada por lengua de carbón,
cúpula parcialmente iluminada por luciérnaga,
pieles de morcilla cosidas con mugre,
tinta china derramada sobre pedazo de aire,
noche acotada por el filo de tijeras,
media capa adornada por cucarachas,
cargado café en plata negra transmutado,
uvas masacradas que componen pasta diamantina,
alas de cuervo cubiertas por azogue,
tazas de nada repletas de chocolate espeso,
cuello cobrizo ahorcado por cabellos quemados,
jirón de luna arrancado y cubierto de azabache,
plaza negra con arena negra y toro negro
en el centro del ruedo negro con cuernos
blancos pintados de negro;
una luz verde me arranca la nuca.
Nuestros puntapiés golpean a los pulpos
enredados en mis pies.
Mi abuelo, que aquel día
era Spiderman,
apaleaba a mis enemigos
del autobús, de la escuela,
de los muelles del ascensor;
y aún hoy lo continúa haciendo
desde los orificios mojados
del firmamento siempre-vivo.
¡Temblad!,
mocos antropomórficos
pegados a la suela de mis zapatos.
De Bolol (y ningún otro poema), 1996, 2ª edición

Kyrie

Casi todo lo creo muy seguro
(Dámaso Alonso. Duda y amor sobre el ser supremo).

Casi nada lo creo muy seguro.
Los que solo son para sí mismos
como amenaza contemplan lo trascendente.
La duración se contiene en la duración misma,
sin paréntesis de horas, sin ese repecho
de impostura al que denominamos tiempo.
En la equivalencia entre el instante y lo permanente
reside la sustancia de mi alcance.
Pido piedad a los recuerdos,
a esas notas adscritas a mi conciencia,
a esos sueños, a esas mentiras
semejantes a la certeza, a esas evocaciones
conservadas para el rencor o la podredumbre.
La piedad a sí misma se alcanza si cumple con el deber
del perdón para lo inexcusable, sin tal merced
la caridad se convierte en limosna,
en gracia concedida sin mérito ni virtud.
¿Qué será de la conciencia
cuando se desprenda de la memoria?
¿Continuará bajo el dictado
de las vividas impresiones?
La misericordia
en la aceptación miserable del abandono.
Saciarse de la hierba del olvido
silencia, pero no acalla.
¿Cómo habitar la respiración, el crujir denso
que acompaña a la vida en cada gesto?
Ni el rechazo, ni la consunción,
ni el reclinarse frente a un altar dorado,
ni el morder con rabia las privaciones
son causa de mayor virtud ni gracia.
Cuando el camino es el fin
se anula la falta.
Finalmente, la vida no es tan importante,
pueden serlo más los pájaros.
De Officium Defunctorum. 1.ª edic. Colección las patitas de la sombra,
Madrid, 2005.2.ª edición en versión bilingüe francés-castellano, traducción
al francés por Paola Masseau, con prólogo de Francisco Torres Monreal.
Publicado bajo el título Tiniebla original junto al poemario
Origen de los Meridianos del autor canadiense Paul Bélanger, también
en versión bilingüe y con traducción al castellano de Jesús Belotto. Logos,
Colección Islarremota de Poesía, Alicante, 2010.

Himno fúnebre

Cuando mis evocaciones se pueblen de muertos,
¿quedará una boca donde encajar mi cráneo?
¿Me tendrán a mí las cabezas?
Los despojos me apuntalan mientras cribo la criba.
Ni las pesquisas, ni el hombre, ni el diablo,
ni el mundo, ni la carne me pertenecen.
La luz impura, la luz sujeta al cambiante
relente de los seres dispersados
por eco de abismo y nadie,
construye la catedral de lo inmaculado.
En el risco sulfuroso de tapices y espirales
me siento vacío y albar.
Me muerdo las ideas, muerdo el azogue,
me desgarro las uñas, me desgarro a picotazos.
Cruzo la encrucijada que divide
el sendero de vida y muerte.
Ante la esfinge ciega recito mi plegaria:
«Invocadme,
sabed que he sido,
hijos de nada».
Publicado en Almunia Revista de creación y pensamiento,
n.º 5, 2001. Incluido también en El faro de Sigfrido,
(con Alicia Silvestre), Libros del Innombrable, Zaragoza, 2003.

Oda a Fred Astaire

Tumbado, con los pies de charol sobre el universo, pareces una alucinación de moluscos;
desnudas el aire con tus pasos curvados,
tus ásperas nubes.
En la cima del ocaso derribas a los osos del balompié,
pared con sabor a mejilla,
sombrero de copa que sostiene el vacío,
una sombra negra sobre tus manos llevadas hasta el fuego;
libo de la pistola que proyecta tu imagen
sobre el cuaderno desgastado de la nada.
Avivas el silencio decrépito de mi indolencia;
introduces el delgado pico de tus zapatos en las muñecas de mis brazos yermos y doloridos.
Describes con las piernas una circunferencia de olvido,
cocinas la materia y el movimiento,
bebes del fluido de la inmortalidad.
En la rapidez de tu vuelo superas la distancia
que separa al aerolito de la vida,
bailas y cortas del césped.

[Ve, como gran Maestro,
con tu cabeza de pepino
y tus muslos de conejo,
con movimiento diestro,
escobando el tósigo del tiempo].

Tiembla dentro de la corteza del árbol caído.
Los titilantes enredos de la gloria caminan sobre las pisadas
que entregas a esta tierra muda y obscura.

Eclipsas el corazón del huracán,
—hoja herida por el proyectil eterno del viento
que perfora la alegría—,
eliminas el dolor del vértigo,
en tu lengua tiembla el bienestar mojado.
De Ciclo del 9 9.1 Las palmeras de Verona, Libros del Innombrable,
Zaragoza, 2000.

El poeta con pantalones

El poeta en la calle hace el ridículo.
Las monjas le señalan y a carcajadas se ríen de sus pantalones.
Los burócratas le roban la ropa,
lo dejan desnudo, en hora punta,
en mitad de una avenida.
Los perros se lanzan a morderle
el cuello.
El poeta se peina con mimo,
se viste con optimismo,
caza unas moscas,
se calza los zapatos,
sale a la calle y todos le disparan.
Corre de esquina a esquina
esquivando balas y flechas.
Aunque se transforme en escarabajo
los niños le reconocen.
Los prelados le escupen en la cara
y se mofan de su figura hasta caer rendidos
por el hipo de la risa.
Cuando entra en las tiendas
le hacen pasar por un embudo
y después lo expulsan a empujones.
En la universidad los primates le temen,
pero se le acercan con precaución,
armados con quijadas y
disfrazados de poetas,
a golpearle en las sienes.
Solo le permiten entrar en el cine,
pero la entrada le cuesta el doble.
Camina junto a la comparsa evitando
las minas que apostan a su paso.
Si no fuera tan obstinado,
y se dejara vestir de primera comunión,
mejor le iría en la vida…
8 de septiembre de 1997
De La voz de su amo, El último Parnaso, Zaragoza, 1998

Extasiado ante los dedos y las fuentes de Lily Monster

(En memoria de Yvonne de Carlo)

Cuando tu cuerpo en blanco y negro
se introduce en el aire,
tus dedos de liturgista
parecen los más lívidos;
la blancura de tus ojos provoca
una luz transparente, nevada,
sarmentosa, nacarada, vibrante y táctil.
Mientras, en tu melena retráctil, obscurecida
por las grises tonalidades de la televisión,
se adivina un nido lleno de gracia;
es, por tanto, tu cabellera,
un huracán de carbones incendiados;
un ovillo consumido por aliento de obscuridad,
la pérdida que entristece porque oculta,
la luz nocturna dispuesta a enredarse,
la ceniza olvidada en los altares,
el espasmódico sudor del anfibio escaldado.
Al verte impresa en la pantalla
¡y en movimiento!,
siento que crezco
dentro de ti, en tus entrañas,
en tu nuca,
en tus galápagos gallardos,
en tus senos como surtidores de neón,
en tu cintura como nido de moscas,
en tus nalgas de mariposa,
en tu espalda de invernadero,
en tus piernas: fuentes recostadas.
En ese cuello adornado con la crucifixión
de un murciélago
creo
con la firmeza
del fuego incombustible,
por ello araño en mi memoria
los desplantes lechosos de tu carne
que, a mis ojos,
se muestra tiznada
por el oro de la santidad.
Me relamo tras tus pasos de gato,
tras tus andares frágiles como la fe,
tras tus gestos discretos como la verdad.
En tu ausencia de fusiles y males menores
vuelve y me contiene una y mil veces
tu cuerpo cincelado bajo mis párpados.
En tu imagen, encarnada en un beato
animado por una linterna mágica,
profundizan mis pupilas desde la soledad.
Entonces, cuando duermes bajo mi carne,
como un cuchillo manso y mamífero,
te emulsionas en mi apariencia
con tu cándida imagen rodeada de telarañas,
muebles pesados y luminarias.
Tu cuerpo,
apetecible como un mar-monstruo,
bajo unas telas impávidas y sutiles
se refleja en mi recuerdo,
como una hoja de piel posada
en el agua del deseo.
Los trenes salvajes, 1ª edic. Libros del Innombrable,
Zaragoza, 2009. 2ª edic., 2010.

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SI SUPIERAS… [Mi poema]
Luis Miguel Rabanal [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Tú no sabes, mi amor, si tú supieras
las ansias de volar que ahora yo tengo,
las nulas esperanzas que mantengo
de agarrarme a la vida. Si pudieras
comprender la amargura que atenaza
obviando de una vez ya la coraza
y escapar sin destino. Y comprendieras
que no encuentro en mi vida otra salida,
que esto es un sin vivir, ya en mi no es vida,
todo lo veo oscuro, con barreras.
Que ya no espero nada, no he sabido
mi existencia adornarla de un ropaje
sucumbiendo, a mi pesar, en el paraje
y hoy con rabia maldigo haber nacido.
Que quisiera supieras que la espera
en lo hondo de mi alma se atraganta.
Si pudiera ahogaría mi garganta,
si pudiera..., pudiera..., si pudiera....
©donaciano bueno

Aquí dejo constancia de esa profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas que casi todos hemos sentido alguna vez a lo largo de nuestra azarosa vida.

MI POETA SUGERIDO: Luis Miguel Rabanal

A VECES LO HAS ANSIADO EXAGERADAMENTE

A veces lo has ansiado exageradamente
y te conformas con volver a imaginar
el sitio donde estabas, la edad verdadera
de cuanto perdiste.
Amabas un cuerpo atisbando desde Las Fuéquinas
la tarde.
En la distancia ella te informa de que las nevadas
no cubren aún,
no hay torva como cuando eras pequeño,
casi cincuenta años de amor
y cincuenta años de olvido.
A veces has ansiado la muerte.
Doblas tus dedos para que nada malo les suceda
fuera de la inmensa soledad.
Abusa de ti la memoria, no ceja en su obstinación
de negarte el mínimo consuelo
que producen las cosas terminadas:
juguetes con óxido, un beso infrecuente,
muchachas entristecidas por tu causa.
Si quieres mirarlos,
van paseando el camino del Ariego sin hablar,
él cuenta que un mastín
lleva muerto varios días frente a la Utrera
y ni da olor de tanto frío como hace.
Crees saberlo.
Escenas recogidas en álbum impertinente,
los hermanos de nuevo se han tenido que ir,
quien te amó declina ahora su aprecio
desde la indiferencia extremada, pobre de ti.
También le escuecen hoy al amanecer los ojos
al añorar pecados, bah.

CRECEN CON APREMIO IGUAL QUE EL TORMENTO

Crecen con apremio igual que el tormento,
añejas estampas que olvidaron
en el baúl los buenos desterrados.
Iglesias provistas de chupiteles, no has vuelto a beber
desde aquella,
te declaras cobarde porque es pequeña la dicha.
Crecen con apremio, una imagen y una imagen
que tratan de vosotros y de los que se han acercado
a mutilar con su impasibilidad el vagabundo recuerdo,
instante de necia servidumbre que golpea las sienes
de alguien hasta hacerlo sangrar.
A Valdaldón, casi seguro, regresan los lobos.
Apenas creerás en lo que entonces creías,
mujeres enlutadas que lavaban en presas,
niños como tú ocultos
en la Arenera Grande para nunca ser encontrados.
A veces te contagias de la peor sumisión.
Seguramente que estás perdido, los cazadores
pregonan las señas de quien falta,
el rostro ensangrentado.
Miraban sus armas y no eran de madera tampoco.
Te pareces tanto a él que me produce pesar,
guerreros que han podido ser crueles
y cortan gargantas.
Sospecho que es el afilador.
No intuyes en tu mano temblorosa su pulso:
extraviarse en los Orrios más tarde
para con serenidad fallecer.

YO TUVE MI CUERPO ENCADENADO UNA VEZ

Yo tuve mi cuerpo encadenado una vez
a la probabilidad de ser angosto,
escasamente enumerable y oportuno, fui de súbito
alguien que responde a las preguntas más brutales
con el recuerdo de los días dulces, esos que acontecen
lo mismo que un fulgor nos quemará en la boca.
Pensaba en las palabras asombradas
que el atardecer hacía huir con su chaqueta beige
y bajo los árboles crecía un musgo amarillento y triste,
una forma más de la pereza,
el cisne muerto de ojos devastados.
Yo siempre creí en mi propia desolación
y habitaba un mundo descompuesto, mostrándome
su sangre o su miseria y construyendo con mis manos
todavía páginas sin rencor repletas de ternura,
pero lo que fue entonces veredicto horroroso
de las noches casi bárbaras
hoy ya ha sido disuelto en el vodka taciturno
de ciertas muchachas amigas de su placer si pasa.
A menudo me digo que enfermar es hermoso.
Quiero ahora encontrar la senda que borró la bruma
de todos los lugares que amaba, el amor
hecho de pie detrás de las casonas como un susto
y al aproximarse a mí su rostro el humo lo desplazaba
a la soledad,
al desmayo de saberse ya empedernido y roto.
Mis brazos también buscaban la saciedad
para vencer las ansias de vivir al margen de la vida,
y crecí dentro de ese engaño.
del poemario «Cancer de invierno»

LA NIÑEZ QUE IGNORAS

Di que las eras de Riello
cubrían tu niñez de colores
posibles, de pelotas de goma
con que triunfar una tarde
de sol.
Di que perdiste en su seno
los años execrables, los años
que no cesan jamás de narrar
su exacta lejanía,
que ganaste amargura.
Di que sí, que el tiempo
reconoció tu otro cuerpo
prestado a los héroes de papel
y de nieve, que ahora
resulta que no eres tú
de ningún modo quien fuiste.
Di también que ha pasado
casi ya todo.
de Diez poemas para leer (y amar) detrás de los saúcos.

A VECES, TAMBIÉN, HAY CAMINANTES QUE LLORAN ESTRELLAS

Si una noche cualquiera te encuentras con un niño
que no sonríe ofrécele caballos
y te dirá que no porque está triste, ofrécele tu pelo
para que en él deposite sus tesoros y te dirá que no porque
nunca ha sido navegante, ofrécele tus ojos para en ellos confundirse
a cambio de su boca y te dirá que no porque sólo tiene
dos monedas, ofrécele si no redondeles de tu humo
o banderas de algún país inexistente y te dirá que no porque se cansa
de bucear en los kilómetros,
ofrécele por último llevarlo hasta la casa a cambio de su nombre
por lo menos

y te dirá que no porque es joven todavía,
te dirá que nunca duermen las estrellas y que todavía estaba triste.
de «Labios de la locura»

CAMINO DE CEIDE

De la mano de la infancia, vistiendo los frutales con mi intemperie y llovizna.
Dentro de las casas ya habita el invierno, su túnica
es triste como el murmullo que pasa a mi lado,
paseando la tardecina pleno de nostalgia y de nubes.
En este camino, una vez, besé los labios radiantes
de una niña llamada ternura.
Apenas recuerdo el color de sus ojos, las ramas
de su lengua. Tan sólo sé que fue hace tiempo
de este atardecer de soledad y de frío.
Dentro de las casas se vacía la leña, y alguien,
acaso sea un hombre muy roto, remueve en sus manos
la furia del espejo y olvida las horas.
Camino de Ceide que conduce a la noche.
de «La memoria buscando sus disfraces»

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BUSCANDO A DIOS [Mi poema]
Jardiel Poncela [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Ensimismado, ayer salió de casa
¿seguro que fue ayer?
Quizás…la vida pasa.
Vea usted…
busco…
Ya sé…su gato se ha perdido.
Que no, que no, que ha sido…
¡decídase, pardiez!
Que en verdad es a dios a quien yo busco.
¿a dios, ha dicho a dios? vaya ¡qué chusco!
Pues va listo ¿Vosotros le habéis visto,
o acaso alguno sabe por donde anda?,
espetó, mientras unos se miraban,
otros se sonreían,
y muchos, sorprendidos se callaban.

Y así día tras día
él buscaba y buscaba,
sin éxito, un casual, una fotografía.
¡Mire hacia su interior, le requerían!
Mas por más que intentaba no lo hallaba
por lo que concluyó que eso era un chiste,
que el dios al que él buscaba ya no existe.

Obseso, nunca pensó en abandonar,
mas por eso no crean que estaba triste,
pues que en este deambular,
de uno a otro lugar,
buscando a dios o a Cristo,
descubrió lo que nunca había visto.
¡Sabia la naturaleza,
oculto estaba dios en la maleza!

Olvidar ya, repetía,
las viejas catedrales,
las basílicas, iglesias y los altares.
Buscar a su realeza
en árboles frutales,
en limpios manantiales,
en el rostro de un niño cuando reza,
en la cara arrugada de una vieja,
en el fértil versar de los poetas,
el agua, las nubes y las centellas
y en las cosas más bellas
¿y en las nietas? por supuesto en las nietas.
¿Y en la tierra? mas allá de la tierra.
¿Y en la suerte? mas allá de la suerte.
¿Y en las guerras? y también en las guerras.
¿Y en la muerte? mas allá de la muerte
y en fin, allí donde la mar se cierra.

Con ardor te busqué, dios, no me reproches,
en valles y montañas y en los prados,
en mis sueños, mis días y mis noches,
y en los tristes semblantes de parados.
Tanto ir y venir, fue tanto mi sufrir,
y tanto mi atrevimiento
que hoy, por fin, ya puedo escribir,
henchido de emoción y gran contento,
que feliz soy por vivir,
de nuevo disfrutando en mi aposento.

Que para descubrir
a dios, preciso es explorar su huella
mirando al cielo, hablándole a una estrella:
que en la naturaleza anda dios. Y el firmamento.
©donaciano bueno

Así voy yo, borracho melancólico,
guitarrista lunático, poeta
y pobre hombre en sueños
siempre buscando a dios entre la niebla.
Antonio Machado

MI POETA SUGERIDO:  Jardiel Poncela

LA VIDA

Por lo breve es… el tiempo de un respiro;
un relámpago; el cruce de una estrella;
un parpadeo; un goce; una centella;
una germinación; un beso; un tiro;
un do de pecho; un brindis; un suspiro;
una flor en un búcaro; una huella;
una amistad; lo bello de una bella;
una promesa; un éxito; un ¡te admiro!;
un convertirse en público un secreto;
un pasar de cadáver a esqueleto;
un naufragio; una rúbrica; una bruma;
un rubor; un crepúsculo; un asueto;
un eclipse; una boda; un sí; una espuma;

un amor; una dicha… y un soneto.

MIS RAZONES PARA HABLAR DE PRISA

¡Oh! ¡Destino, que riges el ritmo de mi vida!
¡Oh! ¡Destino, que das el tono a mi existencia!
Dicen que hablo de prisa, cualidad maldecida,
que hace que el radioyente pierda tiempo y paciencia.
¿Por qué no me das tú la calma necesaria
que tuvieron San Luis, el Santo Job y Arcadio?
¿No ves que estoy jugándome la vida a la contraria
cada vez que me toca conferencia en la Radio?
Yo, que quisiera hablar con claridad de cielo,
por lo visto, estoy siendo un as en el camelo,
y, según es costumbre en esta clase de ases,
me meriendo y digiero el final de las frases.
Dame tú claridad en la pronunciación
cada vez que me toque actuar en la emisión,
y si no claridad para excitar la risa,
dime al menos la causa de por qué hablo de prisa.

CARLOS ARNICHES

«Es el rey del sainete» —se susurra al pasar—,
y él pasa —largo y alto— sin oír ni mirar,
y no mira ni oye porque vive en la altura.
(Hay que advertir que tiene dos metros de estatura.)
Los actores, el día que manda convocarlos
a «una lectura» nueva, se alegran ipso facto,
y se abrazan, gritando: «¡Hoy va a leer don Carlos!»,
mientras la Empresa gime: «¡No traerá más que un acto!»
Escribe poco y bueno. Si acierta es una mina:
corre el oro en taquilla en forma de cien llenos.
Mas cuando se equivoca se arma una sarracina
de cuatro mil doscientos ochenta sarracenos.
«¡Le ríe el alma a este hombre!» —he oído siempre yo
al ocupar mi sitio en las noches de estreno.
«Le ríe el alma a este hombre.» Le ríe el alma… ¡Bueno!
Debe reírle el alma, porque la cara, no.

PARÍS

París… ¡París! Voilà Paris!
Asfalto azul y cielo gris
que se contempla vis-à-vis,
o, mejor dicho, tête-à-tête.
Aristocracia en flor de lis
hacia la Estrella y Saint-Denis.
Pueblo Burgués en La Villete.
Frauleins y niños. Y una miss
junto a una estatua del rey Luis
en un jardín. Voyons, Pierrette,
viens donc ici; ne sois pas bête!
Rue de la Paix. Hotel Claridge.
Puesto de libros. Casa Hachette.
Capas de piel de petit-gris.
Y en el «Casino» una vedette
mucho más vieja que el país,
a quien la gente llama «Mis-
tinguette».

CUENTOS Y CHISMES DEL OFICIO

Como habrán visto ya por el programa
redactado para este beneficio,
Jardiel me ha hecho un monólogo de «dama»
hablando de las cosas del oficio.
Y aquí salgo a decirlo, porque es fama
que de ustedes estoy siempre al servicio.
Lo único que me escama
es que es un poco tarde ya para el suplicio.
Pero hablaré de prisa, aunque sea un vicio,
y se marchan ustedes a la cama…
y Dios les premiará su sacrificio.

El teatro es mi centro,
y bien puedo hablar de él, pisando firme;
voy, pues, a contar algo de aquí dentro,
a saludarles… y después, a irme.

El tema es siempre ameno,
y se pueden decir cosas curiosas:
voy a hablarles a ustedes de las cosas
que suelen ocurrir en un estreno.
La obra llega a las manos de la Empresa
o bien hecha de encargo o por sorpresa.
De la primera manera
rara vez la comedia llega entera,
porque el autor, a quien la Empresa asedia,
por ser de los probados y aplaudidos,
tiene siempre aceptados diez pedidos…
y nunca tiene escrita una comedia.
En el caso segundo,
cuando la obra se acepta y no se encarga,
porque el autor es nuevo en este mundo,
la comedia está entera, pero es larga,
y otras veces es corta; mas no importa,
porque el autor, si es corta, pues la alarga,
y si es larga, suspira y va… y la corta;
pues, aunque no se explica, ni concibe,
el que no es escritor escribe mucho,
y el escritor ya ducho,
ése, si puede no escribir, no escribe.
Dispuesta por completo la comedia,
se anuncia su lectura a los actores;
suele ser a las dos o dos y media,
la hora de los calores;
vienen todos dormidos, tan dormidos,
que ni recuerdan bien sus apellidos,
y avanzan por las calles soleadas
de dos en dos, o bien de cuatro en cuatro,
palpando con las manos las fachadas
hasta dar con la puerta del teatro.
Y es que no hay un actor del siglo veinte
que consiga dormir lo suficiente,
y sólo mientras leen los autores,
en la penumbra gris del escenario,
consiguen los actores
dormir alguna vez lo necesario.
Reparto de papeles. Discusión.
Trance que es siempre amargo,
pues todo el mundo quiere un papel largo…
y todos no lo son.
No existe ni una sola profesión
donde suceda lo que ocurre en ésta:
y es que cobrar sin trabajar molesta…
¿Tiene esto explicación?
El autor sufre… El empresario grita:
«¡Tenéis que haceros cargo!»
Y la primera actriz, la pobrecita,
no sufre ni se irrita…
porque tiene un papel así de largo.
Queda, al fin, el disgusto a flor de piel;
se separa otra vez la compañía
y se empieza a ensayar al otro día…
sin que nadie se sepa su papel.
Cuatro ensayos más tarde
un actor, sin querer, se aprende el suyo,
armando un buen barullo
con su alarde;
pero al día siguiente,
de improviso, el actor se ve atacado
de amnesia efervescente,
y cuando quiere hablar, se le ha olvidado
irremisiblemente.
En los primeros días nuestra gente
no estudia su papel, aunque sea poco,
porque hay tiempo de hacerlo suficiente;
y en los últimos días…, pues tampoco,
porque no hay tiempo materialmente.
Una semana en pleno desvarío
de compras y de gastos;
y aquí dentro hay tal lío,
de modistas, de telas, de tijeras,
de pelos, de papeles, de maderas,
de muebles y de trastos,
que la Empresa, como hacen las mamás
cuando lanzan al mundo un nuevo infante,
declara: «¡Éste y no más;
no estreno ya jamás
ni a Lope que del nicho se levante!»
(Aunque, como hace luego la mamá,
nunca cumple lo dicho, claro está.)

Se llega, al fin, a la última jornada,
que –como hay que llamarla de algún modo–
se llama: «ensayo general con todo»,
pero es ensayo general sin nada.
Falta siempre lo más imprescindible;
no traen los decorados prometidos;
va a ponerse una luz, y no hay flexible;
y, como ya coser es imposible,
se hace con imperdibles un vestido
y dos horas después ya se han perdido,
porque ésa es la misión del imperdible.
El estreno, por horas, se avecina;
se galopa, se suda, se trabaja
con verdadera inquina,
se manda a por bencina;
uno sube, otro baja
y todos piden sellos de aspirina.

La comedia le pesa al empresario
y le dice al autor que es necesario
cortar lo menos media;
el autor tiene un miedo extraordinario,
y quiere cortar toda la comedia.
Los actores, con gestos lastimeros,
le piden que no corte lo que importe;
que, si acaso, que corte
lo que hablan los restantes compañeros.
Y la primera actriz,
a la que todos creen tan feliz
mecida en una vida placentera,
mientras la peluquera
le hace tirabuzones,
forra en un rinconcito unos sillones
sentada en una estera.

Todo el mundo se queja de los pies
se encargan a docenas los cafés,
y el que tiene memoria suficiente,
se acuerda vagamente, en día veinte,
de que almorzó en su casa el día tres.
Y, en tal marimorena,
está de mal humor incluso el gato,
que no encuentra su plato
porque se lo han quitado para escena.
Y así, entre sinsabores,
y angustias, y esperanzas, y sudores,
dan las diez de la noche de aquel día,
y se enciende, por fin, la batería…
Silencio… Expectación…
Nervios deshechos ya por la emoción:
emoción siempre nueva, aunque es antigua.
La gente de aquí dentro se santigua…
¡Se levanta el telón!

Y desde ese momento,
ahí fuera hay con frecuencia diversión,
pero aquí dentro hay siempre sufrimiento…
A veces surge el triunfo, y otras veces
se bebe uno el frasco hasta las heces:
pero de esto es mejor no hablar siquiera,
ni tocando madera.
Del triunfo hay que decir que, por rotundo
que dicho triunfo sea,
siempre hay sabor amargo en la jalea,
pues nunca se da gusto a todo el mundo.
A partir de la noche del estreno,
el ambiente aquí dentro es más sereno;
pero aún no han concluido los apuros:
hay que estar sin salir del escenario;
esclavos del reloj y del calendario;
y hay que ver cuántos duros
ingresan a diario;
y hay que vivir pendientes del calor,
nuestro gran enemigo en los estíos:
y pendientes del frío, amigos míos,
pues nadie va al teatro con los fríos,
y se pierde un horror.
Y si llueve, muchísimo peor,
porque, ¿a ver quién se atreve
a salir de su casa cuando llueve?
Y cuando el tiempo es bueno, pues es malo,
y siendo hermoso es feo,
pues las gentes se marchan de paseo
y no vienen aquí ni con regalo.

En fin: que es un oficio el de la escena
que no vale la pena.
¡Palabra de mujer!
Si volviera a nacer,
y, si fuera la misma todavía:
con mi misma alegría
y mi modo de ser
y mi tipo y mi cara y mi nariz;
si volviera a nacer, como decía,
y si fuera la misma… ¡volvería
a dedicarme a actriz!

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YO VENGO DE CASTILLA [Mi poema]
Jorge Luis Mederos [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo vengo de esos lares donde mares no existen,
allí donde amapolas juegan con los trigales,
las aguas en verano de amarillo se visten,
y liebres son los peces entre los matorrales.

Yo soy de aquellos lares donde la luna brilla
tras de escarpados montes siempre al atardecer,
los paisanos disfrutan de las cosas sencillas
y en sus altares guardan mil cosas que ofrecer.

Yo soy, como hago público un simple castellano
que en la mas tierna infancia tuvo que ir a la mar.
Y así duro y tedioso fuera su caminar
aún sigue a su terruño asido de la mano.

Mi yunta y mis aperos siguen en aquel lar,
por si quedara duda yo allí tengo mi silla,
bendigo a mi pasado y espero regresar
yo soy yo y mis andares, yo vengo de Castilla.
©donaciano bueno

¡Castilla varonil, adusta tierra.
Castilla del desdén contra la suerte,
Castilla del dolor y de la guerra,
tierra inmortal, Castilla de la muerte!
Antonio Machado

Castilla la Vieja fue el nombre de una de las antiguas regiones en que se subdividía España antes de 1978, cuando se implantó la actual división en comunidades autónomas. Estaba ubicada en la zona norte del antiguo Reino de Castilla, al norte del Sistema Central. Su territorio se correspondió durante la mayor parte de su existencia con el de las provincias de Santander, (con su salida al mar, denominado también Mar de Castilla), Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid y Palencia.

MI POETA SUGERIDO: Jorge Luis Mederos

NAOH, VEINTE AÑOS DESPUÉS

Se te pudrió en las manos
la vieja maza que partiera el colmillo al de los dientes-de-sable
pero no adviertes que la llanura te está quedando larga.
Son pocos los que recuerdan una historia que tú mismo olvidaste:
corrías por la sabana tras el alma del fuego
eras fuerte y corrías entre el devorador y el devorado
olisqueando carbones rastros límites
hace veinte años corrías veinte noches sin perder el aliento
tus ojos podían entonces con la luz..
Pero Gau se ha marchado de la horda,
Nam engordó muchísimo,
y sólo Gamla, hermosa como la paz del junco,
permanece a tus pies junto a la roca donde te oyen gritar
“Los Devoradores-de-Hombres, que vienen los devoradores
…/de hombres…”.Todos saben que los devoradores no tendrán que venir,
y no es su hambre
sino la nuestra quien tirita en las noches junto a un fuego inservible
tan rojo como el aullido de los muertos.
.
No comprendes, no quieres comprender las conversaciones del
…/fuego
cuando vuelven los jóvenes desorejados, sin una pierna de antílope.
Terminarán odiando esa llamita que un día les trajo la felicidad
o romperán la piedra con la piedra.
.Ahora no se te ocurra soñar que has descubierto el fuego,
toda la ceniza del mundo puede negarte, toda la evolución de las
../especies,
todos los relámpagos.

Ahora no se te ocurra soñar que otros no saben darle vida a la
../hoguera
cuando los tuyos mascan hojas crudas,
cadáveres putrefactos, mariposas…
hartos solo del grito interminable de
“Los Devoradores-de-Hombres, los Devoradores-De-Hombres,
¡que vienen los devoradores de hombres!”

El INTRUSO

(a)
Existen días magníficos para que nos hagan una invitación a cierto pueblito de una provincia vecina donde se va a efectuar cierto evento literario. Esos días existen y uno coloca lo indispensable en una mochila y parte, casi deja olvidado un poema que escribía en el momento que llegó la invitación – un proyecto de poema magnífico, según la humilde opinión de uno –, pero finalmente no lo olvida y parte.
A veces sucede que allá las cosas no ocurren más o menos como uno las esperaba; suerte que una joven de pelo casi rubio irá por la habitación a visitarnos – ella también había leído a Henry Miller – y como no especifica la hora puede inferirse que llegará alrededor de las 9 p.m. Uno de ningún modo va a permitir que la ansiedad le haga presa, para salvarlo está el proyecto – en la opinión de uno, magnífico – de poema sin terminar; solo que apenas hay oportunidad para corregir un par de líneas cuando se escucha el susurro bienoliente de la muchacha que llega – la que ha leído a Henry Miller – y el poema – que vislumbra magnífico – ha de aguardar todavía un poco más.
Esos días existen.
Esas mujeres llegan.
Esos poemas a cada rato están por escribirse.
Lo muy difícil de aceptar es que uno regrese apenas una hora más tarde – otra vez las cosas no ocurrieron más o menos como se esperaba – y sobre la cama encuentre aquel poema, aquel proyecto de poema – en la humilde opinión de uno, magnífico – donde un intruso agregó diecinueve versos en tiempo récord, para terminarlo con toda limpieza. Impecable. Y mecanografiado.

(b)
para Ronald, que bien pudo haberlo escrito.

Nunca muerdas la mano de una mujer que ha rezado por ti.
Déjala irse, loca de sí misma.
como quien va al infierno o a Miami.
Pero no muerdas su mano.

Ella curó tus fiebres de hombre solo y cada noche lloraba,
Luego te dijo adiós como podía
y no sabes que fue con todo amor este pozuelo de hambre.

Tú mordiste su mano como Dios y ella crujía de miedo.
Por eso nunca maldigas la mujer, te pudrirías de odio,
tus miserias serán
como decir he vuelto de cien años y ningún hijo me espera.
Aunque estás ciego y solo y desdentado,
tú no maldecirás a una mujer que no encontró la paz
cuando tu corazón era un fermento loco de las iras.
Tantos perros aullaron en sus noches
que no supiste cuándo se marchó
ni en qué momento te negara tres veces
por el absurdo precio de vivir. Tú debes recordarla
cariñosa de Ogún, la buena hembra
que te puso a volar más de una noche:
es la moneda justa;
fuiste el gran perdedor y el gran culpable
por exigirle a un sueño que soñara,
por creerte feliz donde no hay sitio,
por estrellar un labio en la pared y un cabezazo en el cielo.

He aquí que se marcha
y el jodido que eres no comprende la mitad del dolor;
tu máscara es un puño, un estandarte anónimo en la sangre.
Pero muerde su mano y quién te salva.
Cómo endulzar las plantas del guerrero que danzó para ti,
dentro de ti; tal vez cuando ella,
en un lejano idioma, vio llegar el relámpago.

Déjala irse, loca de sí misma,
donde no quede piedra sobre piedra para contar la historia.
Seas el perdedor, no el desdichado que apostó a recordar,
Seas, el de la mansa medialuz,
ahora que otra mujer abre tu puerta y huele a todos los santos.

Ella no tuvo paz, la pobrecita. Todo en ella era irreal,
como esta espalda rota que hoy te deja, nuevamente sangrando,
con qué negra moneda en los bolsillos.

Y no puedes volver; tú solo escucha
el murmullo del tiempo contra el tiempo.
Esa mano que al fin no morderás era una huella en la niebla,
cierto pájaro azul. Nada importante.

En mi país se mueren los caballos.

Yo los he visto espuma y corazón desde el asfalto heridos
y los he visto muertos masticando el látigo
como quien ruega al cielo la clemencia que Dios no puede darle.

A golpes los veo morir;
tienen los ojos tristes de color como a pradera en el alma
y no gritan, no juzgan, no maldicen.
A palos los veo morir
ignorantes de tanto poderío; mansos
y venturosos de inocencia.

Lo más triste no es
el golpazo ni el látigo;
lo más triste es que mueren los caballos y nadie lo quiere ver.
Caballos y caballeros marchan juntos, criaturas del polvo:
unos ponen el casco y la paciencia,
otros ponen el fierro y el chasquido de dientes,
unos cuelgan monedas al pescante de su alma,
otros tiemblan debajo del machete.
Unos alcohol y negras.
Otros lomo y silencio.
Ambos ignoran mucho de vivir y todos sufren.

Por eso es que en mi país
en cualquier callejuela de la tarde se revienta un caballo
y deja su poca suerte desmembrada bajo plena canícula.
Desamparo y Caballo son la misma resurrecta miseria,
condominio del hambre y el país en la mejilla menos perdonada.

Y con el paso triste de los reyes enfermos veo pasar los caballos
tan limpios como Jesús de todo mal de conciencia.
Cuando han muerto setenta veces siete no precisan del odio,
no reniegan del cielo que no ven ni sueñan el pasto simple;
su desaliento es viejo como su hambre,
su cansancio es azul.
Y como llevamos dentro la cicatriz del caballo
esquivamos los ojos y apretamos el paso.

En mi país se mueren. Se están muriendo todos los caballos
y nadie lo quiere ver.

Yo estoy aquí para decir “lo siento”

El día que se avecina
conoce el hambre de ayer
y una punta de mujer
muestra su oreja asesina.
Qué falsa estela ambarina
precede su trasnochada
reticencia (desfocada
luz-sombra, luz-espejismo)
devorándose a sí mismo
viene con hambre atrasada.

Miles de buitres callados
que hieren como amenazas
abren mi puerta: tenazas,
dolores bien trasnochados…
Asombros agazapados
(un viejo susto en acecho)
castran la mujer del lecho
y al fin se queda con una
amarga canción de cuna
tatuada con sangre al pecho
Y luego, desdobladiza,
como quien se sabe pobre
mi mujer abraza el cobre
de lo que fue una sonrisa.
Masacrada la ceniza
del hambre que compartimos,
del odio y de los racimos
(aderezados los muertos)
pasan, con ojos desiertos,
los hijos que no tuvimos.

La calle, regurgitándose en la nada

bajo el andamio ronco y el desplome.
Y el loco de cada día. Y la mujer que come
del borracho los sueños…Y la espada
pendiente de una ciudad harto embrujada
con su herida despierta en cada arteria.
Hablo de la caída y de la histeria
del andamiaje adusto. Y la testuz
de la ciudad doblada por su cruz
al paso entre la pobreza y la miseria.

Hablo de un corazón enfermo y redivivo,
de una improbable culpa toda máscara.
El andamiaje es túnica y es cáscara
de otra herida más vieja. Hablo cautivo
de una ciudad que a duras apenas vivo
apuntalando sueños desplomados;
interiores andamios que me fueron dados
en la magra parodia de un invierno
donde dos legionarios del infierno
apuestan la vieja túnica a los dados.

Resumen de noticias

En mi país se mueren los caballos.
Yo los he visto espuma y corazón desde el asfalto heridos
y los he visto muertos masticando el látigo
como quien ruega al cielo la clemencia que Dios no puede darle.

A golpes los veo morir;
tienen los ojos tristes de color como a pradera en el alma
y no gritan, no juzgan, no maldicen.
A palos los veo morir
ignorantes de tanto poderío; mansos
y venturosos de inocencia.

Lo más triste no es
el golpazo ni el látigo;
lo más triste es que mueren los caballos y nadie lo quiere ver.
Caballos y caballeros marchan juntos, criaturas del polvo:
unos ponen el casco y la paciencia,
otros ponen el fierro y el chasquido de dientes,
unos cuelgan monedas al pescante de su alma,
otros tiemblan debajo del machete.
Unos alcohol y negras.
Otros lomo y silencio.
Ambos ignoran mucho de vivir y todos sufren.

Por eso es que en mi país
en cualquier callejuela de la tarde se revienta un caballo
y deja su poca suerte desmembrada bajo plena canícula.
Desamparo y Caballo son la misma resurrecta miseria,
condominio del hambre y el país en la mejilla menos perdonada.

Y con el paso triste de los reyes enfermos veo pasar los caballos
tan limpios como Jesús de todo mal de conciencia.
Cuando han muerto setenta veces siete no precisan del odio,
no reniegan del cielo que no ven ni sueñan el pasto simple;
su desaliento es viejo como su hambre,
su cansancio es azul.
Y como llevamos dentro la cicatriz del caballo
esquivamos los ojos y apretamos el paso.

En mi país se mueren. Se están muriendo todos los caballos
y nadie lo quiere ver.

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EL HOMBRE Y LA PAZ [Mi poema]
Jorge Leónidas Escudero [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Muy cerca de mi casa hay una tapia,
de adobe hecha y de un barro que es cristiano,
que dicen no la salta ni un gitano
so pena de dejarse allí la napia.

La cerca protegiendo va el sosiego
de aquellos habitantes del recinto,
cancela, que un candado es su precinto,
humilde ese lugar tan palaciego.

De todo lo que existe en este mundo
al cielo y al infierno el más cercano,
el sacro cementerio castellano
haciéndole un lugar a Segismundo.

Que allí lo que reposa no son muertos
mas bien son el orgullo y vanidades,
las dudas, las mentiras, veleidades,
que están jugando al mus siendo ellos tuertos.

Ejemplo de justicia y de bondad
ajeno a la injerencia de lo humano,
los ricos y los pobres de la mano,
mostrando al fin proclives a la paz.
©donaciano bueno

#Un ejemplo de la bondad del hombre? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Jorge Leónidas Escudero

Referencias

El tatarabuelo por lado de mi papá
salió de La Rioja hace cuándo
en una sequía grande y ¡Ea! ¡Quiá! ¡Ea!
con sus animales por delante
fue a dar a El balde, en San Luis.

Tuvo allí descendencia hasta que mi padre
dio un saltito a Mendoza, dobló hacia el norte
y acampó aquí. Ya estamos en San Juan, pues.
Entonces fue que Leonidas casó con la Margarita
y aparecí yo en escena.

Nací en calle Santa Fe a pasitos de Alem,
junto al taller de don Manuel Trías, mi tío,
donde una vez me quemé en la fragua
pero no aprendí la lección
ya que en otros asuntos me he quemado siempre.

Después con mi abuelito por parte de madre
fui a la finca del Médano de Oro, y ya se sabe
que todavía ando con olor a pájarobobo y pichana.
de Umbral de salida

AVE PODEROSA DE GARRAS DULCES

Ave poderosa de garras dulces
alzó a un hombre y lo entró a volar,
y le metió la lengua en la boca
para besarlo profundamente
y después librarlo a su suerte. ¿Qué más?

Alas de puro sexo.
Y aquél en sus garras iba embelesado
creyendo era ya aire o nube o rayo de sol.

Hasta que a la reina de las aves le pareció suficiente
el paseo del hombre y lo soltó, sin más trámite,
sobre la arena del desierto.
De manera que no ha muerto el enamorado,
es cierto,
pero camina derrengado y agitando los brazos
en un estúpido intento de volar.

ESTO ES TRISTE Y BONITO

Abriste ojos excesivamente para decirle
que tenías el apetito vencido,
que ya no gustabas de él.
Él se arregló el cuello de la camisa
como ante el espejo,
dijo algunas palabras de menos
y abandonó la silla malherido,
rabo entre las piernas.
¡Oh, brava matadora!
Y como éramos amigos fui a preguntarte
mujer por qué hiciste eso con él.
Me contestaste que por ser bueno era,
y por feo;
y que el pulso no te había temblado
al enviarlo al ostracismo.

Es lindo eso es lindo ¿ah?
cuando a la altura de la tetilla izquierda
le dijiste la espada, es bonito eso,
asestar como en la corrida de toros le
la espada.

Y abandonado a su miseria
se le doblaron las patas al bicho,
hocicó en la arena.
Es un final hermoso
para quienes gustan de la fiesta taurina.

PALEOZOICO INFERIOR

Cierta vez me hiciste un beso rápido, urgente,
o tal vez lo soñé pero no creo.
Inocente de mí que me entusiasmé
y eché andar calles propalando
que me querías.

Esto ha sido en el Paleozoico, dije.
Ahí se ve que no hubo repetición alguna
por más que atrapé botellas de vino
y me hacía encontradizo a vos.

El caso es que camino todavía
por la cuerda floja de aquel antiguo beso
recibido furtivo de perfil
en la comisura de la boca.

Si lo soñé o no vos lo sabrás;
pero estás muda, porque no te gusta
hacer excavaciones en busca de fósiles.

LA HERIDA MÁS MORTAL

La herida más mortal es enteriza,
baja desde la coronilla
hasta las uñas de los pies.
Podés hacer cuanto se te ocurra pero
has fallecido.

E herida mortal que scapa
a todo hablar, asfixia
como si en una bolsa
a un pozo negro te hubieran.

Esto ocurre a enamorados tozudos
que aspiran a recuperar besos perdidos.
La realidad los engancha de atrás como un clavo
los abre en canal y deja colgados
como res en el matadero.

Se les vacían los tuétanos,
gimen lloro inconsolable,
se mean y defecan encima. No,
no es gracioso
ver así a un inocente agregado al olvido
brutalmente por lo que él más quiere.

LA VERDAD CRUDA

Te retiraron el amor y ver que regrese es no,
lógico, pasa
porque la naturaleza aborrece
dar pasos a atrás.

Muy sincera ha sido la desamorada
que te dijo no insistas con tu hambre
se acabaron los bocaditos.

De suerte castañetean
de frío tus mandíbulas
y no poder hablar bonito. Arcadas horribles
cuando tragaste la verdad cruda, bien.

Pero como está en desuso llorar penas de amor
componé el gesto,
quedate en un rincón y esperá la visita
del tiempo si es que se digna
ponerte una mano de olvido en la cabeza.

DEL AMOR

Todo lo escrito aquí es añejamiento,
de suerte que en mí estaba escondido
y hoy lo saco a la luz. Digo solemnemente:
el amor es una planta que si la cultivo
se seca;
es convivir sin compromiso,
no tiene futuro, es de ya a ya,
son gustos compartidos, actos y es sabido
que la belleza no va con la figura.

Podría seguir con más lindezas
pero se me atraviesa esta verdad de Perogrullo:
todos necesitamos amar y ser amados.

Mas quisiera un final algo florido
ya que el amor es poesía.
Para esto adhiero a una sabiduría antiquísima
y suspiro:
las abejas no saben por qué van a las flores
y las flores no saben por qué atraen a las abejas.

CERROS ABAJO

¿Qué te aflige hoy?
¿Qué te arruga las arrugas?
¿Has visto algún mal modo en el aire?
Veo un murciélago en tu cabeza,
¿vas a espantarlo?

Buen amigo me entero qué ¡carajo!
Lo esperado no anduvo. Entiendo:
el tiempo te castigó y la mujer deseada
en vez de incorporarte besos, cariciarte,
agarró distancia de vos.

Y hora no te alcanza la palabra
para decir las uvas están verdes sino
que quisieras morirte.

Y si gritaras eso hacia la Cordillera
los guanacos dispararían asustados;
y acaso algún amigo desos viejos allá,
levantaría las cejas incrédulo: ¿Cómo
sos vos el mismo firme que ayer
buscaba oro nestas piedras? No –diría–, no
puede ser él tienen que ser
quejas del viento.

La creatividad

Viene de antes que vos y sorpresivamente
a veces te habla.
Mientras tanto el artista hace
garabatos y cree
gobernar la manija creativa.

A veces se te asienta
el pájaro famoso de la inspiración
y otras un sapo intuitivo
salta en tu pecho y caza hermosa mariposa.

Creíste ser el creador de eso
cuando era el otro,
el que está escondido siglos y siglos atrás
y te habló porque estabas propicio a escucharlo.

Pero vos creíste ser el fabricante de crear
cuando más bien agradecé
porque te arrojaron desde lejos, si acaso,
un pedazo de verdá.

Porque antes de eso
cuántas veces creíste que sí,
que eras vos el creador y al intentar
hacer arte sólo hiciste
palos de ciego, merdosidá.

Luego si nadie es creador ¿qué pasa? Nada,
porque todo es garabatear mientras se espera
que desde lejos, de alivio,
se te asiente un pájaro hermoso
o el sapo intuitivo te entregue una mariposa.

Lo inescrutable

Si usted toma la punta de un conocimiento
y empieza a tirar el hilo
va a sacar una sombra.

Es tremendo y espanta,
porque si todo está unido a todo
uno piensa extraer un pez gordo
y termina vencido con la boca gusto a nada.

Mi caso es el de siempre, siempre el mismo.
Ya no puedo callar y más tranquilo
vivir sino que indago e inmerecidamente
caigo en la oscuridad.

Tras el fuego sagrado a si pellizco
me levanto alta noche y sigiloso
pongo la caña de pescar en vano.

Sin embargo insisto.

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LA ÚLTIMA CITA [Mi poema]
Alejandro Céspedes [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

El rumor de la brisa
de ternura que al alba le engalana
¡oh, divina Artemisa!
en la playa pagana
vestirá de susurros la mañana.

La gente casquivana
por la arena observándole a esa diosa
de belleza romana,
de envidia maliciosa
mostrarán su mirada lujuriosa.

¡Qué efímera es la vida!
un repique hereje hoy de campana
anuncia tu partida.
Tu hermosura lozana
la esperanza la habrá trocado en vana.

¿Y después de la muerte
qué, dulce y fiel, amada amiga mía?
¿cuál ha de ser mi suerte
si ya amarte no podría,
penándola a sufrir la noche fría?

¿Si yo preciso verte
un minuto…una hora…todo el día…
y tocarte..y… cogerte….?
¡dios de melancolía!
¡oh noche traicionera, triste, impía!

Tarde es. Lágrimas llueven
en la arena la playa que recita
los versos que al alma le conmueven.
La tierra que hoy tirita
en tu honor. Yo esperaré tu cita.
©donaciano bueno

Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento..
Garcilaso de la Vega

Estas liras han sido creadas a partir de la propuesta de Ramón (soñador secreto) sin cuya sugerencia no hubieran visto la luz, y al que se las dedico, con afecto. Espero haber estado a la altura de sus expectativas.

MI POETA SUGERIDO: Alejandro Céspedes

El deseo, como después supimos,

no había muerto con la primera tanda.
Tanto glóbulo rojo ensimismado
en trasegar sustancias al cerebro
y no nos percatamos que ese ímpetu
se estaba revolviendo ante su acoso
como animal herido.
Nos sorprendió esta vez con su agonía.
Supimos que iba a ser más larga que la otra.
Siempre sucede así. Nos habituamos
a ir cercando más su territorio
y él, en su defensa,
se vuelve en cada embate más suicida.
Cargamos nuestro empeño con más pólvora
y yacemos después como deshechos
de una guerra que olvida las razones
para empezar,
seguir,
o detenerse.
No sabemos no ser uno en el otro,
y en no aprender siquiera a ir enterrando
la miseria que nos mantiene juntos
tenemos nuestra propia penitencia.
Hasta que el aire se hace irrespirable
por culpa del olor a podredumbre
hay que seguir,
y hay que inhalar más para saciar
el ansia de acabar con el deseo.
Hasta no ser conscientes es preciso
llegar para encontrarnos mas cercanos.
Entonces
serán nuestros fantasmas los que emprendan
la más fácil tarea de entregarse.

Pero ni tú ni yo somos los mismos

que empezaron a abrir este pequeño
frasco donde guardamos nuestra estafa.
Él renueva el amor.
Él nos redime.
Él reverbera y todo
vuelve a ser como ambos deseamos.
El poppers, aire adentro.
Hay que apurar su ardiente bocanada.

Y qué

si me alimento de los muertos
que poblaron mi infancia, mitos rancios
corriendo por los sueños a escondidas
de padres y de amigos,
y hasta a veces de mí
cuando ya no quedaban artimañas
para tener en pie las fantasías.

Y qué
si no soporto esta casa nueva
en la que habitan muertos verdaderos,
padres, hermanos, sórdidos ronquidos
que hieren mortalmente a los fantasmas
que, a fuerza de rezar la noche entera,
consigo que revivan de las revistas porno.

Y qué
si se me antojan las paredes
revestidas de cuerpos tan desnudos
como mi desazón por no poderlos
amar ni sobre el clímax del insomnio.

Y qué
si sueño a veces
con que los basureros,
adornados con flores de hojalata,
recogen los deseos de las bolsas de plástico
y los devuelven íntegros, cumplidos
a sus dueños
y me los traen aquí,
por la ventana abierta,
desnudos como muertos que han bebido
de golpe el alcanfor de mi nostalgia.

Y qué
si ya prefiero esa blancura
de la piel de un cadáver en mis manos
antes que disfrazarme ante los otros
de lo que ellos quieren que yo sea.

Y qué
si necesito unos retretes,
una estación, un parque,
la esquina de una noche,
un cuarto oscuro
donde acudan en busca de trofeos
otro adolescentes engañados.

Y qué
si sólo tengo esta ventana
para mirar un mundo prohibido
que está latiendo siempre en otras manos,
en las sombras que buscan tras las tapias
fundirse sus volúmenes,
en los rastros blancuzcos que entre los soportales
proclaman que la urgencia pudo más que el amor,
que este amor que me agota y que se agota
en las fotos pegadas por el uso
a la siguiente página.

Y qué
si ya no puedo soportarlo.
Si cansado de amar a fotos muertas
introduzco mi aliento en una bolsa
de plástico y aspiro el pegamento,
y en esta irrealidad que me deslumbra
y pone mi cerebro en cuarentena
aprendo a fecundar a los fantasmas
con los que he de vivir
en esta casa nueva, llena, estéril.

A pesar del fervor con que la lluvia

ametrallaba el cuerpo de los coches,
caminaban despacio. Parecía
que venían sin una procedencia,
que se alejaban sin tener destino,
como si llegar fuera un incidente
ajeno a cada paso que ambos daban.
Masticaban los últimos problemas
igual que los rumiantes,
con esa lentitud que da el convencimiento
de que tendrán que ser regurgitados
otra vez a la boca
para seguir moliendo.
Se notaba en las líneas de sus frentes,
en la escasa importancia que daban a los charcos,
en la barra de pan y en el periódico
que estaban en sus manos, inservibles.

La lluvia hace las calles más estrechas.
Ninguno de los dos se percataba
de que otra vez la vida tropezaba con ellos.
Se alzaron tan de golpe
de un pozo tan profundo
que llevaban prendidos en los ojos
colgajos de la sombra en que vivían
cuando por fin clavaron sus miradas,
uno en otro durante un largo instante,
y casi se sonríen.
Pareció que intentaban volver a conocerse,
volver a situarse en el mundo inequívoco.
Pero eran rostros viejos, caras nuevas,
lo que vieron los dos.
Supieron que volvían de otro tiempo,
de un espacio perdido e inmedible,
sin paralelos y sin meridianos,
del lugar inexacto al que se emigra
cuando no se es amado y no se ama
y no se espera porque no hay razones.

Todo ocurrió muy rápido.

Aunque sin el menor convencimiento
trataron de evitarse, se rozaron los hombros.
El viento, el sol, la lluvia,
hacen siempre las calles más estrechas.
Ninguno de los dos cedió al recuerdo.
No se tendieron trampas, no aceptaron
quemarse como insectos en la antorcha
que de nuevo ante ellos se encendía
después de que otro tiempo y otra lluvia
la hubiesen extinguido.
Ninguno de los dos giró atrás la cabeza
y tampoco ninguno de los dos lo supo.
No vieron sus espaldas alejarse.
La lluvia, a cada paso, dibujaba
dos meridianos más de lejanía.

Los observo reír.

Se abrazan.
Beben.

Únicamente yo
concedo eternidad
a esas conductas.
Juventud. Para ellos
todo es aún la escoria
de los días.

En realidad no existen. Sólo valen

para hacer más robusta la certeza
de que esta soledad
se ceba en el derroche
de sus días.

La vida es la moneda
que me cubre los ojos
para pagar el tránsito al barquero.

Se me olvidó reír
y ya no abrazo.
Derrocho mis monedas en bebida
porque hoy es la nostalgia
de mis días
la herencia de la envidia y del deseo.

Hoy, otra noche más, el tiempo juega.

Se divierte ocultándose,
me abraza por la espalda,
me susurra al oído palabras que conozco.
Ahora es tarde, le digo.
Pero él sigue jugando.
Hace ondear las sábanas,
repliega las cortinas,
extrae de su chistera
un deseo cansado.
Lo hilvana torpemente.
Me empuja hacia los coches
que dejan en la calle
los rastros luminosos
de su urgente existencia.

La noche nos encubre o nos señala.
No hay como en otros tiempos
vaga indefinición, materia, caos.
No hay nada primigenio.
La vida indesignada se parcela,
los grandes mercachifles de los dioses
al dividir obtienen plusvalías.
Nos dejan las acciones del amaos
los unos a los otros
y a los otros
y a los otros,
pero no a tantos otros como nos gustaría
para poder vivir del dividendo.
¡Ay, el tiempo!
papel mojado es entre las manos,
regulación de empleo para las esperanzas
de ser amado aún con los ojos abiertos.

El verbo se hizo carne.
Se pudrió entre nosotros.
Se afilan los extremos de la noche.
Cierro los ojos, veo
que el mundo encuentra sórdidas ranuras
para intentar fluir sin alborozo
y aquellos que deciden ser amados a ciegas
notan sobre su espalda las esquirlas del tiempo.

Aquí no hay nada mío. Ni prestado.
Ni hay apego al deseo
porque su único afán es resistir, y esa
es la guerra más cruel que me declara.
Se tiene en pie
con voluntad ajena a quien lo expira.
Me abrazan por la espalda los hijos de la muerte,
vomitan en mi oído su alimento,
quieren seguir, quieren que los transporte
porque no tienen piernas
y han de agarrarse a quien los disemine.
Ahora llevo estos fardos sin saber hasta dónde,
ni para qué, ni importa
qué cuerpo elegirán para apearse.
Se afilan los extremos de las sombras.
El tiempo juega ahora con barajas marcadas.
Me empuja hacia los cuerpos que dejan en la calle
los rastros luminosos de su urgente existencia.
El amor, si algún día lo hizo, ya no salva.
Cierro los ojos. Veo
que el verbo se hizo carne
y que se pudre en todos.

Y CON ESTO TERMINO DE HABLAR SOBRE EL AMOR

Con qué impostado afán de trascendencia
me demuestra que él es fin en sí mismo.
No quiere intermediarios que confinen
la anchura de su ingrávido principio.
Sólo a tiempo parcial.
Así son los contratos con sus distribuidores.
Acepta con desdén manifestarse
ante mis ojos crédulos
como una religión, un dogma, un clavo
al que me agarro con firmeza
para desgarrar, siempre, las manos con sus hierros.
Se muestra en su soberbia
para ignorarme luego o despreciarme.
Prescinde de ridículas plegarias,
no hace caso a promesas, las incumple.
Es mezquino, huidizo, vengativo,
es igual que una puta porque cobra
por los breves placeres que concede.
Y por esos deslices me conoce tan bien.
Emplea en sus bajezas los secretos
que susurré cien veces en su oído
cuando por vez centésima engañado
creía que era mío.
Que esa vez sí era mío.
Me deja poseerlo fugazmente
y me ofrece sus tetas dilatadas
para dar de mamar a un nuevo sueño,
pero sólo lo estrictamente necesario
para engañarme más.
Ni una gota malgasta, ni una sola.
Es avaro, me mantiene famélico
y así en esta impaciente dependencia
yo me vuelvo a postrar,
a suplicar,
a mendigar las gotas que me dejen
extender unas alas gallináceas
que levantan el vuelo unos centímetros
para otra vez caer sobre el estiércol.
Se maquilla, me restriega su brillo,
me deja emparentar con su apariencia,
me deja ver sus formas,
como si un cuerpo fuese
el humilde vehículo
que utiliza para manifestarse.
Me nutro del efímero espejismo
que exhibe alguna vez por sus ranuras.
Brillo en la escasa luz que sé robarle.

No espero nada de él,
sólo me necesita para seguir vendiendo
su oxidada quincalla.
Ya sé que únicamente es purpurina
lo que me vende a precio de aureola.

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LA NORIA [Mi poema]
José Manuel Lucía Megías [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo te azuzo: ¡burrito arre que arre!
sin parar vueltas dándole a la noria
trotando en tanto el polvo el rabo barre,
que a tu esfuerzo le esperará la gloria.

Mantén el ritmo firme y cadencioso,
ágil, atento, monótono y constante,
pausado, cauteloso y vacilante,
así ha de parecer parsimonioso.

Maneja en tu trabajo sostenido
con suma precisión los cangilones,
regando va ese fluido recogido,
saciando sed los áridos renglones.

Que ejemplo es tu trabajo de constancia
en que deben mirarse los mirones
mientras hacen alarde de vagancia.

Ignora si alguien duda, tu elegancia,
tu laboriosidad les da lecciones,
¡más listo que ellos eres de aquí a Francia!.
©donaciano bueno

La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
(Antonio Machado)

A diferencia del burrito de Juan Ramón Jiménez, éste se llamaba Manolo. Por lo demás, puntualmente, al atardecer cumplía, durante una hora, con su función de extraer el agua del subsuelo hasta que el pozo le indicaba: ya estoy seco, hasta mañana. Pero, al igual que Platero, también era pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. O, al menos así aparecía a los ojos de un niño, a la sazón el que esto escribe.

MI POETA SUGERIDO: José Manuel Lucía Megías

SE NOS ESTÁN MURIENDO LOS POETAS

Se nos están muriendo los poetas,
están quedando sin versos las avenidas
y las gargantas mensajeras que solo saben volver,
una y otra vez,
a esta voz que un día le dio la vida,
que un día las creó a su imagen y semejanza.
¡Qué gris, qué desolador, qué muerto un mundo
sin poetas y
sin poesía!
¡Qué deshabitado! ¡Qué inhumano! ¡Qué mudo!

Se nos están muriendo los poetas
que un día pusieron voz a nuestro grito de libertad,
a la alegría desbordada en las avenidas
de las revoluciones y los ideales compartidos.
Un día fuimos felices porque había versos
que echarnos a la boca,
que echarnos a la cara.
Un día fuimos humanos porque soñamos
con revoluciones permanentes, construidas con los versos
de tantos y tantos y tantos poetas.

Pero se nos están yendo todos,
una a uno.
Y uno a uno se van alejando de nosotros sus versos,
el verdadero murmullo de nuestras conciencias,
sombras en los espejos de la historia.

Uno a uno
somos cada vez menos humanos
a medida que
uno a uno
se nos van muriendo nuestros poetas,
llaga viva de nuestra conciencia, de nuestro destino.
(en la muerte de Juan Gelman,
José Emilio Pacheco y Félix Grande)

TRENTO (O EL TRIUNFO DE LA ESPERA)

“Ven pronto,
mi amado.
Los racimos
de besos
están ya maduros”.

Apoyado en el balcón,
mirando al oeste,
espera cada noche
el milagro de un encuentro,
repitiendo como una oración
ese nombre extranjero
que le llena de miel los labios
y de sonrisas los amaneceres.

“Ven pronto,
mi amigo.
Lejos queda el invierno.
Ven pronto,
amado mío,
que ya me quema la espera”.

EN EL MUSEO DE HISTORIA JUDÍA, BERLÍN

A Ruth Fine, por tantas historias compartidas

Silencio.
Tan solo una luz.
Una luz lejana.
Una línea de luz a lo lejos.
Silencio.
Escucho tan solo mi corazón.
Las paredes están frías.
Frías como mi corazón.
Frías como mis caricias.
Frías como el recuerdo de tus besos.
Silencio.
Miro con mis manos las paredes de hormigón.
Y están frías.
Nada.
Silencio.
Intento esconderme en una esquina.
Y me siento pequeño.
Diminuto.
Inexistente.
Tan solo un latido.
Un lento y cansado latido.
Un latido que dejará de serlo.
Tan solo en unos segundos.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Paso mis manos por las paredes frías.
Y el frío me entra por la boca.
Rebota entre mis dientes y mi lengua.
Y me quedo mudo.
Silencio.
Dos lágrimas heladas
Recorren mi cara
Abriendo dos arrugas a su paso.
Dos nuevas arrugas
Que tú nunca podrás ver,
Que tú nunca serás capaz de ver.
Y sigo con mi mano en la pared.
Y el frío me congela el corazón.
Por fin. Ahora. Por fin.
Silencio.
Silencio.
Ahora podré existir.
Ahora que he dejado de vivir.
Ahora que muero solo.
Sin esperanza.
Sin memoria.
Sin nombre.
Sin pasado.
Muero en la alta torre de frío hormigón
Con las manos sobre las paredes.
Con la cabeza sobre la pared helada,
Mirando a un punto,
A ese único punto de luz
En lo más alto de mi pecho.
Este único punto de luz
Que no viene de ningún sitio.
No hay nada fuera de la torre.
No debe haber nada fuera de la torre.
Nada después de haberte tocado
Y estar tan frío como estas paredes.
Tan muerto como estas paredes.
Tan silencioso como estas paredes.
Nada.
Ni latidos.
Ni corazón.
Ni vida.
¿Para qué la necesito si ya no te tengo?

ESPÉRAME EN EL CIELO

Respirar. Tan solo respirar.
Dejar caer los brazos
en medio de las aceras
y buscar en el horizonte una playa
en la que poder respirar.
Abrir los pulmones al mundo.
Las aguas estancadas de los calendarios
se filtran por la alcantarilla de los candados.
Respirar sin abrir la boca, de perfil.
Respirar sin tener que pronunciar
sílabas atónitas de anonimato.
Cruzarse de brazos y de pies
y de manos. Cruzarse de alas.
Y respirar, respirar, respirar.
Buscar el aire de los atardeceres
y fumarse los últimos rayos de sol.
Y respirar el alcohol irascible
que compartimos la otra noche,
los bordes de los reproches injustos
y esos otros que nos callamos
y que nunca, ya, nos diremos.
Respirar. Respirar. Respirar. Respirar.
Recuperar la brisa de las alas
y volver a respirarte por la noche
entre almohadas y sueños sudados.
Respirar tu pecho y en tu pecho
buscar las sombras de otro tiempo.
Respirarte una vez más, la última vez.
Abrir los pulmones al mundo.
Dejar libres, por fin, tus alas,
y respirarte una vez más en un beso.
El último. El definitivo. El eterno.
Ese beso que se repite y multiplica
en las repetidas imágenes de estos versos.
(a partir de los ángeles de Ana Matías. Inédito)

Las cuentas…

Deshacerse.
Confundirse en la nada.
Tomar las medidas del folio en blanco
y abarcarlo en sus cuatro costados.
Abrazar las esquinas,
tocar con la punta de los dedos
la tinta imaginaria de un círculo
que se convierte en un punto rojo.
El cielo se ha llenado de líneas blancas
y cada una de ellas es una historia
que se cruza con la sombra de las nubes,
con el recuerdo de sombras del silencio.
Amanece y todo comienza a repetirse.
Un día más para deshacerse
en el cuadriculado ritmo de las horas,
la previsible alevosía del despertador,
la monótona y certera alarma del móvil.

Deshacerse una vez más en la duda,
una vez más en la noticia que golpea la radio
con el ritmo anunciado de las agencias.
Deshacerse al ritmo de los torrentes
que bañan de nostalgia nuestros rostros.

Una nueva línea en el cielo
y todo es azul en el fondo,
por más que sea un folio en blanco,
por más que sea el verde de un compromiso
o el rojo de una nueva circunstancia.
Y poco a poco las líneas del cielo desaparecen
y solo queda el brillo azul del amanecer.
Y poco a poco las historias van perdiendo color
y los diálogos comienzan a ser monosílabos.
Poco a poco todo parece comenzar.
Como este amanecer. Este nuevo amanecer.

Deshacerse nada más abrir los ojos.
Olvidar tantas historias que nos habitan,
tantos personajes que desean tener nuestra sonrisa.
Miradas que nunca serán ya las nuestras,
manos tendidas que nunca nos salvarán,
enlazadas manos de las que ya no me acuerdo.
Imaginar trece razones para decirte adiós
y terminar por abrir el ordenador silencioso
y escribir, una vez más, un te-quiero.

Una nueva línea blanca en el cielo azul.
Una nueva línea que, poco a poco, va desapareciendo
hasta convertirse en un punto lejano.
El centro de la pupila de un sueño.
Una de esas historias que me contaste de niño,
una de esas ilusiones que siendo niños nos creímos.
Una de esas palabras de niño que coronan
nuestra frente, esa frente que no ha dejado de crecer.

Deshacerse.
Amanecer.
Saber que este nuevo día será igual que el de ayer,
por más que se llene de nuevas palabras,
de citas convertidas en un gris recuerdo,
en una nueva historia que otros vivirán
ahora que se van convirtiendo en literatura,
en palabras que no conocen el tacto del tiempo
a medida que tú vas resucitando en estos versos.

Estoy condenado al recuerdo,
a recordar una y otra vez, una y otra vez,
a inventarme una y otra vez, una y otra vez,
las historias que me contaste siendo niño.
Esas que voy convirtiendo en versos y literatura,
esas que me devuelven la vida al amanecer,
tan falsas, tan necesarias como tus recuerdos.

Deshacerse.
Comenzar a vivir en la tinta de la escritura.
Sentir, una y otra vez, que esto es la vida:
un volver a recordar lo que nunca hemos vivido.

1.
Ahora
que podría tener tus años,
los años que un día abandonaste.

(Pronto.
Siempre demasiado pronto)

Ahora
que descubro los ojos de aquel niño
que un día fui,
ojos ciegos de legañas y preguntas,
ojos que me devuelven el espejo intermitente
de una ventana, de aquella ventana.
La misma.
Siempre el mismo vidrio.
Siempre idéntico reflejo que se pierde
en un abrir y cerrar de ojos,
en un pasar y adelantar de coches,
en las paralelas miradas de las vías del tren.

Ahora
que podría ser tú, con tus años,
con tus espaldas cargadas, tus dedos débiles
y las mismas arrugas en la geografía de las manos.

Ahora
que podríamos tener el mismo aliento,
y los mismos huecos de los dientes perdidos,
el mismo brillo en la calva soleada
y las mismas graduaciones en idénticas gafas…

Ahora,
por fin,
ahora,
después de tantos años,
vuelvo a asomarme al espejo del cristal
y rescato ahora esa mirada sin respuestas
bajo el telón de fondo blanco de una nevada
y un mes de febrero que me robaron.

Ahora
vuelve aquella noche, aquella única noche
de llantos enmudecidos y de suspiros sonoros,
de carreras por el pasillo sin distancia
y una voz que calla al otro lado del teléfono.

Un último suspiro.
Una última palabra.
Un último gesto.
Una última mirada.
La única lágrima.

Y el mismo olor de aquella almohada sobre mi cara,
ese cerrar los oídos y los ojos y los puños.
Cerrados, desde entonces, para siempre.

Hasta ahora.

Ahora
que vuelve aquel niño a hacer las paces con los espejos.

Ahora…
o nunca.

2.
Algo se cayó aquella noche.
Sin romperse.
Algo sigue cayéndose desde aquella noche.
En silencio.

Y, de pronto,
la oscuridad es un estruendo…
o un sollozo,
o una lágrima
que se rompió aquella noche,
que sigue rompiéndose desde entonces,
que no ha dejado, desde entonces, de derramarse.

3.
Llegaban por la radio ecos de disparos
y de aliento suspendido en el miedo.
Solo tres miradas aguantaron el pulso
a la diana semicircular del golpe de estado.
Las radios retransmitían el silencio
y las venas se llenaban de historias,
las historias que volvían a recordar las abuelas.
Así había sucedido un 17 de julio
y así volvía a repetirse un 23 de febrero.
La televisión muda. Los teléfonos ansiosos
y un silencio que crecía desde el pasillo.
Un silencio de últimos suspiros
y de confesiones nunca pronunciadas.
Una puerta se cerró de golpe.
Ahí,
justo al final del pasillo.
Y todos supimos que todo había terminado,
que ya no habría suspiros ni últimas palabras,
que habría que inundar de negro los armarios
y llenar de lágrimas los ojos de las visitas.
Ahora.
En ese momento.
Entonces.
Todo acabó en un instante.
Todo comenzó en aquel instante.
El instante del inicio del olvido.

Y entonces
la radio pareció de nuevo cobrar vida
en el ritmo nasal del discurso del Rey.
Y entonces
supe que todo había terminado.

El tiempo.
La espera.
Las esperanzas.

Hacía frío aquel inevitable mes de febrero.
Nunca, desde entonces, ha dejado de hacerlo.

4.
¿Es suficiente?

¿Acaso pueden ser suficientes unos versos
para recordarte,
unas palabras hilvanadas en la tarde?
Una tarde que no has conocido,
en un sofá del que no tienes noticia,
en un barrio que era solo campo y lodo
cuando aún tenías deseos de recordar.

¿Acaso son suficientes
estos versos para seguir inventándome una vida?

Me siento y escribo.
Me siento y te recuerdo,
intento inventarme imágenes de un ayer
que nunca llegaron a nada,
que, en realidad, nunca fueron tan íntimas
que merecieran la impresión de un recuerdo.

Cierro los ojos
y son las fotografías las que evoco.

¿Acaso es suficiente escribir,
escribirte a nuestros cincuenta años compartidos
para comenzar a recordarte,
para comenzar a darme cuenta de todo
lo que te he echado de menos durante este tiempo?

Suficiente.
Hoy es suficiente.

Hay recuerdos que son peores que las heridas.
Los recuerdos en silencio. Inexistentes.
Aquellos que nos inventamos a todas horas
para creernos que un día estuvimos vivos.

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DESESPERANZA [Mi poema]
Ricardo Riverón [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

(a los jóvenes desempleados)

Oigo el ruido sibilino de la suerte
que persigue con descaro mis talones
condenándome tan joven a la muerte.
Ese oscuro despertar que a mi alma inerte
va arrancando su futuro hecho jirones
repitiéndome ¡bye, adiós, hasta más verte!.

Es la imagen que refleja en el espejo,
en que solo hay dolor, pena y hastío,
así que joven sea aparento viejo.
Huérfano de curro estoy, de eso me quejo,
pues que ya este panorama es tan sombrío,
y saciar la sed, sólo oigo algún consejo.

El desánimo ha ocupado ya mi mente,
ya no siente, insensible está al fracaso,
el parnaso no me tiende ningún puente.
Nada sirve que a la vida yo me enfrente,
esta vida no me hace a mi ya ningún caso.
Nada soy, pues ya no tengo ni presente.
©donaciano bueno

Trabaja, joven, sin cesar trabaja:
la frente honrada que en sudor se moja,
jamás ante otra frente se sonroja,
ni se rinde servil a quien la ultraja.
Elías Calixto Pompa

Parados son aquellas personas a las que futuro les ha abandonado antes de tiempo.

MI POETA SUGERIDO:  Ricardo Riverón

Ella sueña con estrellas

La condeno a conocerme
y a recordar que me visto
con la ternura, que asisto
al sueño donde ella duerme.
La condeno siempre a verme
donde el viento hace un recodo.
La condeno a ver mi modo
de cantarle y mi palabra:
a entrar en mí cuando abra
su corazón hacia todo.

FURIA DE FIN DE AÑO (MUDEZ DE FIN DE SIGLO)

Y a quién le voy a dedicar esta furia
de animal que se espanta con su nombre;
a qué calle caminar cuando los ojos
ya no esperan sucumbir de transparencia.
Tendremos que apartarle la verdad a quienes graban,
en la pared, su pánico sutil,
proteger a la niña que se duerme con las piernas
tácitamente dirigidas al ruido de la noche.
Y callar
como el rústico esqueleto de las nubes
cuando anuncian la calma.

¿Qué dulce inmediatez, en la piedad del aire,
pudiera despeñarse hacia el noble musitar
de los almendros en flor
y a quién le voy a remitir la terquedad
de no pacer sobre los frutos tan cercanos del invierno?
Míralas pasar: son las fotos de cuando estuve protegido por el agua:
tenía la bondad de una lámpara salvándome la luz
y en otra parte
cantaba, de cristal, el corazón de un cuervo.

Furia de fin de año (mudez de fin de siglo):
en el mundo nada tiene ese estertor de noche gris
y sobre nadie
debiera descargar tanta paz inclemente.

HAGAMOS PREGUNTAS MÁS AUDACES

Es bueno preguntar a veces
por la falta de dolor de los que viven sin memoria.
Como lógico sería
permitirle a los románticos que indaguen por la luna.

A mí me gustaría investigar
por la parte de mí que sobrevive
después de los discursos donde soy el que resta.

Tal vez puedan pasar por nuestros ojos
taciturnos fantasmas enfermos de intemperie.
Muy bien podría suceder
que después de una semana de ocio y libaciones,
reconozca en mí a los hombres donde al hombre aborrezco:
Fátima, la de una mano delante y la otra en un cuerno,
Gastón, de porcelana, tantas noches inerte;
Sebastián, casi gris, sin saber la plegaria.

Hagamos, entonces, preguntas más audaces:
¿qué mano intentará decapitar
esa mano que, en sueños, decapita los sueños?

RETABLO

Sopla el viento insensible a la mañana
y nada es tan común como asomarse a la pared
donde reposan los que fuimos.
A cada rato, tul:
en las cortinas el aire
manchado por la espuma.
La del centro es mamá; del otro lado
una corbata regresa del invierno
tras el humo epistolar del mes de octubre.
Gorrión. Sagitario. Perdigones en el pecho
de los desconocidos:
ese tío fugaz como una iglesia en las tardes de abulia;
la abuela del sillón, atrapada en sus brazos de mimbre.
Entonces me descubro con la ropa de morirme los domingos
y pregunto por mí:
una sombra en la sala,
sudando mi dolor debajo de los muebles.
Al fondo queda el mar sin una sombra
y el torpe vendaval que devora a los astros.

LOS PÁJAROS SON MÁS CHIQUITOS, Y VAN AL RÍO

La sed parece una invención del agua.
En pos de reinventarnos la memoria,
agoniza la palabra «fin», y alguien sentencia:
—El tiempo no se gasta: vuelve.
En el lago la luna, holograma del sol,
desmenuzada se refracta y, finalmente,
la asumimos: engendro de la sed.
Tu frase portaba trascendencia, madre.
Pero yo lo ignoraba.
Los pájaros volaban hacia el río
en busca de saciar la sequedad del alma,
mas yo me solazaba con ensoñaciones.
Ahora me diluyo en tu bondad,
pero no sé volar. Y el río queda lejos.
—Devuélveme, memoria, la imagen de mi madre
(azul bajo la noche o blanca frente al día)
con todo lo que hizo, en vano,
por calmarme la sed
hasta que el río fluyera por mi sangre,
como la luna rota.

SUPOSICIÓN

Quisiera pensar que todos se inclinan sobre la acequia
buscando la imagen que estamparon al saciar la vieja sed,
quizás no tan urgente, pero sí más profunda.

DISQUISICIONES EN TORNO A MI ALMA

Tuve un alma y no era esta,
ni aun se parecía a mis fantasmas:
un alma para aliarme a lo imposible,
aunque siempre a la zaga del más listo.
Andábamos —mi alma y yo—
en relecturas de las tardes:
la luz tras un color que no fue solo
permanencia de la furia solar, sino también
escándalo espumoso en el crepúsculo.
Tuve un alma, y no en la magnitud correcta,
pues nutría de eufemismos su persona:
espejo de lo ido, templo del Señor…
Un alma es mucho más que la tontera con que arriamos
la mañana hacia la noche, el pasado hacia lo actual,
los ojos hasta ver qué magia se nos fuga
adonde nunca buscaremos
con tanta densidad de incertidumbres.
Me estudio, de arriba a todas partes. Y tiemblo
cuando el águila dibuja caligramas sobre el azul de fondo.
Mi alma se expresa en cualquier sitio siempre que la certeza
de correr a contrapelo de los ríos no la exonere,
por la destrucción de lo aprendido no sé con quién,
ni desde cuándo.
Las culpas de mi alma serían:
acomodarse como un alba existencial, sobre un colchón
de hojas maceradas por la sed de otros árboles;
coexistir con mi persona en el común anhelo
de no complementarnos, y vagar como si nada tuviera
gravedad suficiente para domesticar sus corduras.
Replegada en tales inconsecuencias
mi alma vive condenada por sí misma.
Y deberá pagar por lo que le usurpamos a la melancolía
sin exigir tolerancia por los sordos desconchados en la historia.
También le tocará sentir en carne propia cualquier desolación
y lanzarse al vacío desde el alto horizonte para purificar
las mínimas certezas que nutren su delirio.

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UNA TARDE GRIS [Mi poema]
Jose Vicente Casadiego León [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Y llovía y llovía,
y tronaba y tronaba.
Y en esa tarde fría,
nebulosa y sombría,
el silencio se ahogaba.
Y aquella plaza impía,
desierta sollozaba,
ausente de alegría.
Las farola yacía,
mustia y desconsolada.

¿A dónde vas Lucía
con chupa y con abarcas?
La fuerza del destino
ya le inundó al camino,
lo ha convertido en charcas.
Desde la torre erguida,
dormida una campana
espera deprimida,
soñando en su guarida
de sombras su pisada.

De pronto se ilumina
y el cielo esconde el hacha.
Descorre las cortinas,
relinchan las neblinas,
la luz ya está borracha.
Y en esa tarde gris
de olor a remolacha,
desprende su barniz
y es tras ese tamiz
la noche que se agacha.
©donaciano bueno

Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.
Rubén Darío

Escena: La vida es una tarde triste, oscura, en la que de pronto parece que aparece un tímido rayito de luz para inmediatamente llegar la noche y cubrirlo con su manto de negritud.

MI POETA SUGERIDO:  Jose Vicente Casadiego León

Las noticias de la lluvia aún son más tristes

Te contaré algo terrible: soy poeta
y padezco la ternura de las cosas.
Es muy duro ser poeta, madre
Eduardo Cote Lamus

Madre
ellos se han apostado
en los almendros de la noche
para que no los vea

En el día ocultan su enojo
con una sonrisa
van al pacificador
y por pocas monedas
compran mi suerte

Maldicen con buenas palabras
cuando otros pronuncian mi nombre

Madre
esta tierra es de bárbaros
con sus voces me quieren herir
y lo más triste
mi corazón atribulado
aún los convoca a la mesa

Desde allí
arrojan mis pobres palabras
al peñasco

Madre
estos hombres sienten una profunda herida
cuando escuchan mi voz

Por eso
las noticias de la lluvia
aún son más tristes

Como el pan
amasan la cicuta
con la navaja de Buñuel
buscan mis ojos
ultrajan el sonido y la música
se burlan de los signos y de las metáforas
se niegan a beber
la poesía de mi vaso
ubican mi canto en una brújula extraviada
poseídos del aliento de la pólvora
rompen los cristales
y siguen campantes como si nada pasara

Por eso madre
las noticias de la lluvia
aún son más tristes

La poesía padece una gran enfermedad

Ya no viene
ya casi no visita la casa de sus padres
poco sale a recibir el sol
no enseña su mueca sonrisa
a los viajeros

Su mirada intacta
deja huellas en el piso
como aquellas cuchilladas
de los viejos fantasmas de la muerte

Ella
está desahuciada del curaca
se va -digo yo-
como una condenada sin escapatoria
a la pureza del delirio

En invierno iza su banderita raída
para sorpresa de los extranjeros
como una perra famélica
recorre las calles del suburbio
solicitando colillas de cigarro
y aguardiente fresco

Sus amantes la han abandonado
el misterio
con su capa negra y su hedor a podredumbre
no ha vuelto a acariciar sus leves manos

La metáfora dejó de ser su amiga
y ahora viaja con desconocidos
a los peligrosos bares de la muerte

Como si fueran palomitas de maíz
en silencio
recoge las palabras olvidadas por los amantes
con ellas construye un armario
y deposita allí
sus viejos vestidos
sus zapatos de charol
las fotos de sus hijos mayores
y el sueño desorbitado de todos los poetas

Biografía mínima

Nosotros somos los insultados, hermano
Los desolados muchachos
Sonámbulos en una oscura y terrible tierra
Kenneth Pachen

Intentando invadir
la hermosa tristeza del bohemio
con los ojos húmedos
se abandona en el bar más triste de la calle
donde los cuchillos afilados pronuncian su nombre
y buscan su mágica presencia

Como lamento
que el viento sacude contra un acantilado
pronuncia un manojo de palomas
saluda a la muerte que se esconde detrás de un tango de burdel

La noche lo viste de inmigrante
y quiere tocar un caracol
en el oído de la luna llena
para que ella extasiada lo esconda en su locura

Él es el caminante ebrio
que no sabe a qué puerto llega
ni cuál es su morada preferida
sólo busca entonar ditirambos en mitad de la noche

Perdido
recorre afilados cauces cantándole a la vida
sonámbulo busca la meretriz más joven
para prometerle
plumas de pájaros
tranquilidad de bosques

servilletas blancas
paraguas destruidos
palabras y cosas que no sirven de nada

Es por eso el llanto de la niña
y la risa estrepitosa de este hombre

Duele que el poema
no pueda anunciar
cuántos tambores llenos de proyectiles
buscan su pecho
por la simple condición
de ser un hermoso encantador de sueños

Para Jaime Casadiego León

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MI POETA INVITADO:  Juan José Sánchez Ondal

A PESAR DE TODO

A pesar de todo, a pesar de tu ausencia,
del abandono del jardín,
han florecido este verano
las hortensias.
Blancas como la leche

y azules como el cielo.

A pesar de todo, a pesar de tu ausencia,
del abandono del amor,
ante las flores,
han retornado los recuerdos
dulces como la miel,
salobres como el llanto.

A pesar de todo, a pesar de tu ausencia,
del abandono largo,
del tiempo transcurrido,
persiste este dolor en el costado
como lanzada cruel,
como punzada crónica.

A pesar de la ausencia, sin embargo,
del abandono del jardín,
ante el mayor olvido,
este verano,
a solas las hortensias
de nuevo han florecido.

DONDE CAER

“El hombre quiere
caer donde el amor fue suyo un día”.
Elegía anticipada. Luis Cernuda.

¿Caer donde el amor fue generoso
y se nos entregó? ¿Caer de nostalgia,
transidos de dolor por la memoria
de un efímero gozo de momentos?
Si no es caer definitivamente,
o no es caer ciego, de nuevo,
tropezando en la piedra de Cupido,
¿quién nos levantará de aquel recuerdo?
Caer, no; morir,
donde el amor fue nuestro.

A OSCURAS

A oscuras te contemplo,
brillante en el recuerdo, iluminada.
Delineadas las formas,
matizado el color, dorado y grana.
El pecho palpitante,
dulcemente fulgente la mirada.
En el recuerdo de quien nunca fuiste
te muestras obstinada.

A ORILLAS DEL DUERO [Mi poema]
Josep Maria Ripoll [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Mediaba el mes de mayo de aquel hermoso día
a la orilla del Duero ¡dichoso atardecer!
buscaba entre las frondas tupidas que allí había
algún de paz remanso para aplacar mi sed.

Vagaba ensimismado, pausado, lentamente,
ausente que la gente pasaba por mi lado.
De pronto era el relente de un rayo iluminado
que en mi calva se echaba su siesta dulcemente.

Que en una reunión me habían encargado
emplazar a escritores, poetas los que a Soria,
entre más conocidos, ilustres y afamados,
la hubieran ensalzado a través de la historia.

Yo aquel representante de insigne cofradía
que tanto presumía de conocer el Duero,
y, fiel, ese escudero, Machado era mi guía,
Gerardo era su nombre y su apellido Diego.

Buscaba un escenario, lugar para un altar
en donde celebrar aquel tan solemne acto,
todos los trovadores del Duero iban a estar
y al resto recitar sus versos y relatos.

Y fue que apareció Machado en su sendero
y el viejo profesor sus versos recitó,
y en tanta esa emoción, se arriscoló el sombrero,
por el mismo camino que vino se ausentó.

Absorto ensimismado quedó Gerardo Diego
su romance del Duero a entonar comenzó,
y tanto fue el clamor, desmedido el revuelo
que diz “de amor palabras” y en eso se durmió.

Y así pasando fueron Cernuda y Unamuno,
y Lorca, Bécquer, Guillén todos fueron pasando
Dámaso Alonso, Aleixandre y todos uno a uno
sus versos poco a poco los fueron desgranando.

No sé si lo que escribo lo he visto o lo he soñado,
si vengo de otro lado, ni siquiera si voy,
mas sigo mi vereda del Duero enamorado,
que Soria es mi legado, medio soriano soy.
©donaciano bueno

El que esto escribe, partiendo del encabezado del poema de Machado, simula una reunión de poetas famosos que han escrito en torno al Duero y a Soria en la que van a a recitar sus poemas.

MI POETA SUGERIDO: Josep Maria Ripoll

La lengua de los otros

Quiera la noche que este idioma
de herrumbres y murmullos cárdenos,
que en duermevela me musita
la canción de la noche,
no me abandone nunca,
ni me ofrezca desnudo a la otra lengua
bajo el pretexto de la vida.
Quiera el oscuro mar que guarde
en el acuoso intento de mi respiración
el arcaico compás de la tormenta
donde aún naufragan las palabras
que nunca se dirán.
Quiera el errante viento no otorgarles
la forma de otro cuerpo,
ni otra voz que me enuncie,
ni que me represente
más allá de la sombra de esta gruta
donde habito sin nombre,
sin causa y sin materia.
Quiera el verbo del mundo ser el eco
de un perpetuo silencio que amalgame
el azar y el destino,
la reverberación de un filamento
que vibra en el olvido igual que en la memoria,
punzada monocorde
de un laúd que acompaña la canción de la noche
con la que me resisto a la otra lengua:
la lengua de los otros.

Blanco

Pintar de blanco las paredes,
eliminar el óxido amarillo que las cubre
para volver a empezar:
imaginar juegos de verdes boscosos
o del rojo sabroso del melocotón de agua,
hacer que el gris del metal parezca nuevo
para absorber la luz azul
y que el blanco los refleje todos,
como síntesis de aquello que late
en su interior y quiere salir afuera;
pintar de blanco las paredes
para que aún puedan serlo todo.

Josep Maria Ripoll, Interiors i paisatges. Papers de Versàlia, 2017.
Traducción: Toni Quero

No para ser otro

Liberarse.
El lastre del pasado pesa,
infla el globo del dolor
y no deja arrancar las adherencias.
Respirar
hondo y expirar el aire
viciado por el paso del tiempo,
los gastados corredores de la costumbre,
las habitaciones cerradas
donde la rutina duerme y hace su trabajo.
Renovarse
en un piso nuevo de paredes blancas
sin cuadros colgados,
con los armarios vacíos
y los balcones frente al mar
contra la percusión del viento y el oleaje.
Expirar el aire
y salir a la superficie.
Renacer.
No para ser otro.
Para ser uno mismo.
Josep Maria Ripoll, Interiors i paisatges. Papers de Versàlia, 2017.
Traducción: Toni Quero

Blanc

Pintar de blanc les parets,
treure’n el groc de rovell que les cobreix
per poder recomençar:
imaginar-hi jocs de verds boscosos
o de vermell sucós de préssec d’aigua,
fer que el gris del metall hi sigui nou
per absorvir la llum blava
i que el blanc els reflecteixi tots
en la síntesi d’allò que batega
en l’endins que es vol enfora;
pintar de blanc les parets
perquè pugui ser tot, encara.
De Interiors i paisatges. Papers de Versàlia, 2017.

No per ser un altre

Alliberar-se.
El llast del passat pesa,
infla el globus del dolor
i no deixa arrencar les adherències.
Respirar
fons i treure l’aire
viciat de l’escala del temps,
els gastats passadissos del costum,
les habitacions tancades
on la rutina dorm i fa la seva feina.
Renovar-se
en un pis nou de parets blanques
sense quadres penjats,
amb els armaris buits
i els balcons mar enllà
contra la percussió del vent i les onades.
Treure l’aire
i sortir a la superfície.
Renéixer.
No per ser un altre.
Per ser un mateix.
De Interiors i paisatges. Papers de Versàlia, 2017.

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TRAMPAS SADUCÉAS [Mi poema]
Pedro Licona [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Si un día mando yo, cuando alguien muera
prometo ha de cobrar una pensión,
me ocupo de guardarla en un cajón
cuidando para hacer lo que prefiera.

Así sin cotizarla tan siquiera,
por tanto sufrimiento es un regalo
que viene a compensar el varapalo
que impuso a obedecer el que antes fuera.

Haré una ley instando al parlamento
que tenga validez en mi mandato
firmada por detrás de mi retrato
en prueba y demostrando que no miento.

Si no, ya sé que nadie creería
dudando al aceptar lo que prometo,
mas yo no soy así y acepto el reto,
y alguno pensará que me reía.

Mas sepan que no hay nada sin trabajo,
acuérdense del día de votar,
que tienen una paga por cobrar
no vayan a olvidar por su relajo.

Y luego a mi me vengan a llorar.

Es líder, mentiroso es convulsivo.
El pueblo en general se chupa el dedo.
Se deja engatusar por algún credo
promesas que después no habrán cumplido
o engaños que acompañan con un pedo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Pedro Licona

ÁFRICA

Si escuchas el romance del sol y la tierra
Si sientes el llamado del sol canicular
Imagina que alguien, algo, avanza, feliz;
Para desafiar las voces, las leyes del destino.
Un concierto de tambores hace el reclamo,
Comunica las querellas del hombre,
Tendido sobre los altos y bajos del camino,
Escucha los ecos dormidos en la bóveda,
En la casa.

África avanza, llama, se endereza,
Levanta la cerviz y no calla,
Soberbia,
Imparable.

África sabe que si se acaban los ardores de la partida,
Hay refugio seguro en los sonidos brasileros,
En los sentidos que buscan siempre una explicación,
Entre las luces de cada día.
Del libro Ilusión

RAIZALES

En estas montañas profundas,
En el apéndice del mundo,
Nacimos, crecimos, correteamos,
Hijos de negros, hijos de mestizos
Y de cuanta criatura quiso dios tuviera existencia.

Sin creer en tantas historias escritas en las páginas olvidadas
Nos dijeron estábamos abandonados a cualquier sueño,
hasta la hora en que la mente pudiera medir los desastres.

Mentira, nadie nos habló del caos provocado por la necedad
Cuando insiste con sus tentáculos apoderarse de otros silencios.

Ahora que la oscuridad ha partido
Sabemos que el universo es más sabio
Que el aire de esta deliciosa humedad.

LA ILUSIÓN

Como la roca que emerge del océano
Limpia, sublime,
Imponente,
Mostré la cara al sol que estrellaba sus fauces en el acantilado.

Sólo un chapuzón de confianza
Y la tierra engulló la arena
Se llevó el agua
Silenció al viandante.

En vano quise ser halcón
Girar desde lo alto
Irrespetar el vacío.

CUANDO CORRE EL VIENTO DESCOCIENDO EL AIRE

Suda la frente del árbol desnudo en medio del bosque sediento
Al lado el lago y su mirada suave, indeleble.

Una nube de ramas retuerce los alientos
Cuando corre el viento descociendo el aire
Y los hombres soliviantados por la natura piden perdón:
Calla la voz de la justicia.
Cada fuente natural guarda las historias
Donde las carreras y la alegría disimulan los amores
Donde la barbarie sosegada disimula las afrentas.

En el celaje del relámpago
hallé el camino de la infancia
un corredor apacible
un patio súbito de encantos
el escondite secreto de esos días
cantados en la algarabía de la tarde

Infancia ungida con hierbas y asombros
en el filo de la luz
con una ronda de pocas voces

Sólo éramos tres
anudando miedos en el reclamo del trueno
en la desolación de los espejos
en los baúles y su abandono
Sólo éramos tres en medio de la tarde
en el corazón de la noche.
Del libro Fronteras

CIRCULA AVANZA CIRCULA

Calles arriba viene el río rompiendo cementeras
Atrapa casas, ganado, cultivos, hombres:
Dios ha desnudado las intenciones.

La tierra se mece para seducir al humano dentro de su guarida
El miedo por los abismos azules circula, avanza, circula
Dentro de sonidos de horror y el desquite.
La naturaleza sonríe.
El hombre y la tierra han desgastado la paciencia de los elementos
Cada vez que la luz de abajo precede a la de arriba
Mientras circula, avanza, circula.

COMO EL CAMINANTE

He regresado a ti
Como el caminante a las márgenes azules del peligro
Crecido el pecho como el mar de leva
Ansioso de lamentos y alegrías que salpican el alma.

He regresado desde el otro lado del sol
Para contemplar la placidez oculta en las tardes del Río Grande
Memoria exacta donde en las noches habita el frío
Que muerde las entrañas del poeta
Que aligera los vuelos placenteros
De las palabras comprometidas con la nada.
Del libro Río Grande

SORPRENDIDO POR EL ROCE DEL MILAGRO

A lo largo de las fangosas aguas del río
Se aproximan las grises sombras de la ceguera
Escondidas entre grandes moles de arena y de cemento.

El hombre prepara el sacrificio diario a la tierra prometida
Entierra los rayos de sol para animar la comedia
Goza entre el delirio de la posesión
Así el hermano mienta, asesine
Sorprendido por el roce repentino del milagro.
Del libro Receta para Llamar el Amor

LA CANCIÓN DE LAS LUCIÉRNAGAS

Olía a río malherido, algarabía de visitantes entre el Samán,
Cantaban los muchachos historias difíciles de entender,
imposibles de olvidar
mientras la ciudad prestaba los recuerdos entre la confusión de las calles solitarias.

El agua se sometía a la historia de los árboles, como los cerros
Huía a los embates de la soledad, a los golpes del silencio.

Todos lo sabían desde el nacimiento, como el breve paso de las luciérnagas
Que enredadas en alas de amor, cegaban su canto para siempre.

Los hombres decían escuchar el canto del amor entre las piedras,
Las luces reflejaban el juego de todos los días;
El tallo del árbol encerraba el secreto del misterio tejido en la noche,
Con largos hilos de savia,
Olorosos a rezagos de concupiscencia.

LA VIDA EN FÁBULA

Juega a la claridad.
El mar juega a que no importa el invierno y la sequía,
El mar se mueve en las lejanías, lo que parece imposible,
El mar sabe llegar a todas las orillas,
Pero el mar no puede esquivar a la luna y sus desaires.
El lomo del mar brilla bajo el imperio del sol,
Todo es verde,
A lo lejos azul,
Piensa quitarse uno a uno los leños donados por corpulentos ríos.
Antes solía guarecerse debajo de los armarios,
Lo asustaron la borrasca y el desierto,
Se movía creyendo que jugaba al fugitivo.
Ha jugado el mar a cambiar de colores en la tarde,
A que no importa la luna,
A que el sol no duele;
Pero continua abrasado por la sal
Sin poder hacerse invisible porque siempre hay orillas
Y se acaba su sabio vaivén
Y se mecen los troncos en su lomo,
Y se hace más fuerte la ida y el regreso
Y cae atrapado en manos de dios.
Del libro Receta para llamar el Amor

NO INSTALES NOMEOLVIDES EN EL FONDO DE LA CASA

No instales Nomeolvides en el fondo de la casa
Los vientos del desierto se acercan,
A despertar a las hormigas con su aliento de matorral.

Entre los escombros el deseo sube y se derrama,
Como el río crecido azotado por la borrasca,
En procura de la soledad del mar, para sembrar los silencios.

No instales Nomeolvides en el fondo de la casa,
El hombre ha incendiado con sus latidos las luces de la tarde;
Para atropellar una y otra vez el canto del amor.
Del libro De cuerpo entero

CAMINABA POR EL CENTRO DE LA CALLE

Esa mujer ansiosa del asfalto, del ladrillo, del cemento,
A quien le importaban poco los latidos del reloj,
Las enseñanzas de los viejos,
Los ladridos de los perros,
Y las imágenes que le brindaba una mañana rebosante de alegría,
La música de cuerdas y la danza de la nube virginal.

Esa mujer, por el centro de la calle, celular en mano,
Soñaba con más datos, más aplicaciones;
Con más tiempo para sumergirse en la web,
Que genera las sombras de otro paraíso
Donde no existe el hambre, el dolor y los compromisos.

La alegría del carnaval le rodeaba la cintura
Ella sonreía y volvía a una realidad que le estropeaba el sueño,
Por la negligencia de la batería número 112455, vacía
Y con la marca descontinuada,
Sometida a la galaxia más perfecta que existe.
Del libro En otra calle

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ME GUSTAN LAS HOJAS VERDES [Mi poema]
Yamil Díaz [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Me gustan las hojas verdes,
pardas, rojas y amarillas
y de las cosas sencillas
flores de olor que recuerdes,
de la semana los viernes,
del campo las florecillas
las risas de unas chiquillas
y el mirar con que me pierdes.

Odio a los iluminados,
los que se creen profetas
que hacen uso de sus tretas
para ponernos candados.
Los que recurren a dios
para lavar nuestras mentes,
de arengas inconsistentes
y luego dicen adiós.

Me gusta tumbarme al sol
viendo al cielo en la pradera
observando en primavera
el sueño de un caracol.
Del río, cañaverales,
del polvo, la carretera,
las moscas ¡tan puñeteras!
y del monte los pinares.

Me repugnan los que mienten
y también los renegados,
los que hablan ¡iluminados!
que dicen lo que no sienten.
¡Maldecidos los negados
y también los convertidos
que se muestran afligidos
por sus indignos pecados!.

Que fingen llantos ser llantos
en cementerios perdidos,
lamentos, dicen, heridos,
preñados de desencantos.
Vengo a buscar lo que busco,
campos llenos de amapolas.
No quiero ver si hay pedrusco
sino el bailar de las olas.

Yo busco en los romerales
las obras de arte barrocas,
de los diques en las rocas
y en los montes, los trigales,
las vides, los matorrales,
donde el canal se desboca
liberando los pesares
que a cada quisqui nos toca.

Yo huyo cual gato escaldado
de vendedores de sueños,
que te dicen muy risueños
que la vida es un pecado.
Desde que ya eres pequeño.
antes que te hayan regado,
en ti ellos ponen su empeño
¡Maldita que les han dado!
©donaciano bueno

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Brotaban verdes hojas
De las hinchadas yemas del ramaje,
Y flores amarillas, blancas, rojas,
Alegraban la mancha del paisaje.

Antonio Machado

MI POETA SUGERIDO: Yamil Díaz Gómez

EL NACIMIENTO DE MAMBRÚ

Te llamarás Mambrú. Tu doble irá a la guerra,
y los dos cantaremos qué dolor
cuando pasen los soldados sobre el puente.

Ya lo sabrás, Mambrú:
los soldados se matan por un rey al que no han visto respirar;
la guerra queda lejos.
Qué dolor: el pañuelo jadeante de la novia,
el pañuelo que silba junto al tren,
y el tren se arrastra sobre el puente de los tristes.

La historia queda lejos. Qué dolor:
esa novia que gime no es la historia.
Y la muchacha que olvidó nacer a la hora precisa
para aplaudir al padre que nunca volverá,
y esos soldados que pasan, nunca fueron la historia.

Tú has nacido en el puente de los tristes.
En este sitio, nacer no es derramarse
sino estar condenado a no partir.
Aquí vienen, llorosos,
el leñador, el ministro, el nigromante.
Aquí se dan la mano ladrones y verdugos:
todos tienen un doble que roba o guillotina.

Ya lo sabrás, Mambrú:
tu doble un día volverá de la guerra,
y no estará la novia. Qué dolor.

Hijo: la soledad no tiene doble;
la soledad viaja en el tren de los soldados
para que el puente vibre,
y tú y yo nos abracemos,
y cantemos de nuevo qué dolor.

Las palomas no vienen al andén cuando regresan los soldados.

Aquí no nacen héroes. Qué dolor.
Qué dolor.
Qué pena.

DISCURSO EN UNA ESQUINA DE PARÍS

a veronique joncheray

Son las dos de la tarde en los relojes de París,
y la ciudad se llena de viajeros y palomas.
Los viajeros preguntan por Rimbaud,
los viajeros se llevan una torre de juguete:
un país de juguete que gobernaron cuando niños.
Son las dos de la tarde,
y la niñez de los viajeros regresa por las calles de París,
y todos aman a una mujer de treinta y siete años.

Todo el que ama tiene
algo de organillero.
Por eso los viajeros llevan en las arterias una música oculta
mientras las estudiantes navegan por el Sena.

Son las dos de la tarde.

Tener amigos por solo una semana,
es el oficio más triste del mundo.
Y he aquí que los viajeros se consuelan
dando una falsa dirección:
disimulan sus lágrimas poniendo en hora los relojes.

En París, casi siempre, son las dos de la tarde.

EL TESTAMENTO DE MAMBRÚ

Hijos míos: yo nunca seré un héroe.
Nunca tracé las coordenadas por donde debió cruzar el río;
no descubrí la pista hacia la lluvia;
no ordené a los soldados un eclipse.

Hijos míos: yo nunca fui a la guerra.
Mi historia era un pretexto
para que las mulatas salieran al balcón.

Vengo del fango y del trigo
sin más que mi serenata.
Voy a la muerte, mulata,
¿quieres morirte conmigo?

Yo sé cuán poco vale el hijo de un soldado,
y por eso les dejo este silencio:
nadie recuerde que Mambrú tenía dos hijos
y un telescopio
y un fusil
y unos zapatos blancos.

Un día el tiempo abrirá de par en par las siemprevivas,
asomarán otras muchachas al balcón,
y por eso les dejo estas palabras
con las que les dirán que ellas vienen del trigo.

Hijos míos: yo nunca fui a la guerra;
pero he cruzado las calles donde alguien estafó al ilusionista.
He dormido en portales
sin más que el viento saltando entre mis dedos,
y por eso les dejo las campanas, los puentes, los caminos…
Pero no volveré a prender candiles en los rincones de la casa
porque si vuelvo dejaré de ser eterno.

Mi historia servirá
para que los soldados inventen un eclipse
y descubran la pista hacia la lluvia
y tracen las coordenadas por donde va a cruzar el río
y mueran por la patria,
aunque la patria sea una palabra que no entiendan.

CON LOS OJOS DE TU ABUELO

24 de octubre de 1998
24 de julio de 2000

Padre, te me fuiste al viento
con tu voz y tu camisa,
para esconderme la risa
más allá del firmamento.
Y en este juego violento
de llevar tu pantalón,
me has hecho trampas, bribón,
pues sé desde el primer guiño
que, con un cuerpo de niño,
has vuelto a mi corazón.

¡Pero qué modo perfecto
de abandonar tu escondrijo!
Así: vestido de hijo
y hablando en otro dialecto.

Tu verso puro y directo
no dijo cuánto te quise,
mas tu mirada me dice
que —deshaciendo las huellas—
vienes a cobrarme aquellas
travesuras que te hice.

Ay, hijo, siempre que miras
con los ojos de tu abuelo,
¡cuán poco cabe mi anhelo
en tu mundo de mentiras!
Tu boca, cuando suspiras,
lleva a mi padre en la punta.

Viejo, ¿cuál hilo nos junta
por sobre todas las muertes?

Hijo, ¿por qué me conviertes
el mundo en una pregunta?

FOTÓGRAFO EN POSGUERRA

Muchachas que una vez creyeron esas cartas,
yo,
que nunca he existido,
les advierto:
Todos los barrios tienen un fotógrafo,
quien saca copias al adiós y la nostalgia.
Basta gritar: ASÓMENSE,
y allá vienen las viudas con una flor podrida,
ahí vienen el verdugo de posguerra,
los locos de posguerra,
la puta de posguerra…

Todos los barrios tienen
un amargo refrán que los ancianos no pronuncian,
y un farol
del que año tras año brota la primavera,
y una pandilla de muchachos que apedrean las victrolas
para que Adelita no pueda irse con otro.
Pero todos los barrios tienen un balcón
que no ha de abrirse cuando pase el retratista.

Muchachas que una vez creyeron esas cartas
donde yo hablaba del amanecer,
perdonen mi mudez,
las golondrinas,
la gota gris del otoño en los portones;
pero —por Dios— no salgan.
Ya no puedo correr ni sonreírles.

Cuando los niños jueguen a disparar sus dardos,
enseñen a mis hijos
que no se mezclan las cartas de amor con las postales de combate,
porque así como todas las fotos de la guerra son la última foto,
todas las cartas de amor son la primera carta.
Cuando los niños jueguen a disparar sus dardos,
enseñen a mis hijos que no se apunta al corazón.

Muchachas que una vez me esperaron tras un arpa,
yo soy el otro
—el que se fue con Adelita—,
el que repite:
ASÓMENSE;
MUESTREN LA PIERNA QUE NO TENGO,
LA RISA QUE NO TENGO;
TRAIGAN GRAMO POR GRAMO SU AÑORANZA.
YO LES RETRATO LA DESILUSIÓN.

Aunque nunca he podido dejar en una efigie
mi cuerpo de humo,
mi corazón de humo,
les adivino un porvenir desde mi cámara.
Dicen que un arpa sonará,
que algo va a renacer,
y nadie más perderá su barrio y su farol;
mas ahora posen para estas instantáneas que engordan el pasado.
(Todos los barrios tienen un Miguel de Nostradamus,
y es el que pasado lo que profetizan).

El pasado se anuncia en las vidrieras empolvadas
cuando trato de hallar en la penumbra
la frágil voz de esas muchachas que algún día
leerán emocionadas estos versos.
Esas muchachas algún día comprenderán que la guerra no ocurrió en el pasado:
el pasado es la guerra.
Es un raquítico fantasma
que va, detrás de mí, de barrio en barrio
cuando repito:
ASÓMENSE, RETRÁTENSE,
PERO —POR DIOS— SONRÍAN.
(DICEN QUE SOMOS LOS SOBREVIVIENTES).

MADRIGAL DEL VERDUGO

Es la primera tarde en que un verdugo
se ha visto a punto de no bajar la guillotina,
sólo porque tú estabas,
y a través de tus ojos vi un geranio
y a través de tus labios pedí misericordia
y a través de tus manos rocé la soledad.

Pero donde hay adolescentes tiene que haber verdugos,
aunque a través de tus ojos pase un barco
en que no viaja este suicida de a poco.
Este —quien mata en nombre de un honor
que no alumbra mi sopa
y no completa mi salario—.

Ahora que todos gritan,
tened misericordia del verdugo.
Entre mi rostro y mi capucha corrieron lágrimas amargas;
detrás de la capucha alguien masculla frases de amor,
palabras tontas.
Tú no entiendes.
Tú lloras a lo lejos.
Y a través de tus manos la textura del mundo es tan distinta.

Han cambiado los nombres de los héroes,
pero yo soy el mismo desde antes de la guerra.
Yo nunca tuve nombre,
sólo esta angustia con que me pregunto:
si yo corto cabezas,
con cuál cabeza pudiera imaginar que tus geranios florecieron.

Pero donde hay adolescentes tiene que haber verdugos.
Y ahora es el filo de la soledad
el que va cercenándonos por dentro,
porque la vida no va a empezar otra vez
aunque yo sea el primero en quitarme la capucha
esta primera tarde en que un verdugo
ha estado a punto de gritar: ¡TE AMO!

LOS PARAGUAS DE CHERBURGO

(escena del regreso)

Cruzan otra ciudad, bajo otra nieve,
otros novios hirientes de inocencia.
Ya no bajas del cielo cuando llueve.
En Cherburgo no llueve: cae la ausencia.

¿Qué le queda a un soldado que regrese,
frente a un Olvido que jamás partió?
(Pita a medias un tren. Desaparece,
dibujando la guerra entre tú y yo).

¿Qué me queda? El Olvido. Sus espejos.
Tu nombre, disipándose a lo lejos.
Tus manos, como cántaros remotos.

Tu risa, como un río detenido.
Tus ojos, como dos paraguas rotos
que no podrán cubrirme del Olvido.

LETANÍA MENOR PARA TU MANO

Estoy leyendo el último periódico del siglo,
y llegas tú.
Y tu mano derriba las noticias
y tu mano me toma de la mano.
Soy un niño perdido
en la dulce emboscada de tu mano.

Más allá de tu mano no hay relámpagos,
no existe la palabra nomeolvides
ni cosa tan real como la sombra de tu mano.
Ahora todos mis versos terminan en tu mano
porque yo estoy escrito en las líneas de tu mano.

Yo voto con tu mano.
Aplaudo con tu mano.
Me refugio en tu mano por si mañana Dios está más lejos.

Donde acaba tu mano comienzan las preguntas.
¿Qué será de la lluvia sin tu mano?

Sólo tengo tu mano contra el espanto y la rutina.
Tu mano que me escribe;
tu mano que me toma de la mano,
que me deja perdido en un poema
donde yo estoy leyendo el último periódico del siglo,
y llegas tú.

HOY, CUANDO ACARICIABA LA CABEZA DEL HIJO
DEL VECINO…

Lacerante milagro el que presencio:
el niño del vecino se bebe mi estatura.
Hoy, hijo, te mereces una palabra dura
si hay alguna palabra más dura que el silencio.

Hoy, cuando el niño del vecino dijo
que los muertos se esconden en el mar,
comprendí que te voy a regañar
en cuanto nazcas, hijo.

Tú —sin haber estado— te me fuiste.
Y cuando cruces el portón más triste,
un regaño será mi bienvenida.

Te voy a regañar porque tal vez
la verdadera muerte no es lo que está después
sino lo que está antes de la vida.

1995

EL SOLDADITO DE PLOMO

…fue una caída terrible. Quedó clavado de cabeza entre los adoquines…
H. C. ANDERSEN

No vendrás al abismo en que me postro,
porque eres de papel: no has existido.
No escucharás mi último latido,
ni habrá más polizones en tu rostro.

Amada, a causa de mi desconsuelo
todo cae, todo flota, todo yerra.
Ahora el cielo ha bajado hasta la Tierra,
y la Tierra ha subido rumbo al cielo.

Mi humilde eternidad ya no reposa,
porque sé que la muerte no te roza.
Y —aunque el cielo te brinda sus candiles
herido por mi única estocada—
voy descubriendo que la muerte, Amada,
es cruel hasta en los cuentos infantiles.

Muero. Y un espejismo me promete
anunciar a las puertas de palacio
que un soldado te aguarda en el Espacio
clavado como un Cristo de juguete.

Voy cerrando los ojos, con tal gozo
que detrás de mis párpados te miro,
que lo perenne cabe en un suspiro,
y es otro el cuento, mucho más hermoso.

A este trozo de plomo y remembranzas
le late un corazón porque tú danzas,
porque eres todo lo que hay esta vez,
porque das a un soldado la certeza
de que es bueno pararse de cabeza
cuando todo en el mundo está al revés.

Pero no tengo ya dónde ni cómo
ganar mi apuesta a la melancolía;
pues no vas a morir, amada mía,
a pesar de estas lágrimas de plomo.

Ahora el duende repite sordo, cruel,
que hay una bailarina suspendida
a salvo de la muerte y de la vida.
¡Ay!, mi novia no existe: es de papel.

Amada, ¿te me has vuelto colibrí?
Me he quedado sin quién, sin qué, sin cuándo,
sin más amparo que mi frenesí.

Voy muriendo de un golpe oculto, blando.
Y he cerrado mis ojos, preguntando
cómo será la eternidad sin ti.

EL FLAUTISTA EN LA CRUZ

Hombre, yo creo en ti cuando me cambias por monedas,
cuando me clavas a esta cruz,
cuando no te preguntas por cuál rincón de tu barrio pasó Dios.
Hombre, tú eres el Verbo y el Principio;
tú eres capaz de amar y traicionar:
eres el único milagro.

Desde esta cruz puedo mirar mi adolescencia.
Yo soy aquel que disimula su tristeza en la tristeza de la lluvia
(un flautista invisible, sólo real para los ciegos).
Desde esta cruz yo soy el cómplice de todos los amantes.
Yo soy la luz del que clama en el desierto.
Ven, toca mis heridas.
Ven, escucha.
La verdad te hace libre,
y la esperanza te hace blando el corazón.

Hombre, tú eres el único milagro.
Durante veinte siglos te he tentado con la promesa de mi reino;
pero tú eres capaz de no entender:
durante veinte siglos has puesto precio a mis parábolas.
Dios hizo el mundo y tú le has puesto precio.
Las utopías tienen precio,
mi corona de espinas tiene precio.
Y el madero y los clavos
con que cercenas otra vez mi carne.
El usurero prefiere cruzar por el hueco de una aguja
antes que renunciar a sus monedas.
Tal vez por eso imagino que escuchas cuando digo:
BIENAVENTURADOS LOS QUE NUNCA APOSTARON SU NIÑEZ,
LOS QUE JAMÁS CREYERON EN WALT DISNEY.

Ven, toca mis heridas.
Ven y escucha.

Bienaventurado sea el rincón más blando de tu cuerpo.
Eres el único milagro.
Tú has dejado de ser adolescente
y si aún esperas
—y si aún ignoras lo que esperas—
será porque la vida es una trampa para que nadie caiga.

Hombre, que hayas dejado de creer no significa que seas Dios.
Yo creo en ti.
Ven y apacienta mis corderos.
Vamos a conversar
yo, que te he prometido el paraíso;
tú, que siendo imperfecto
hiciste un dios a tu imagen y semejanza.
Si no logramos tocarnos las entrañas uno al otro
será porque la vida
es una trampa donde tú naciste,
y no te puedo rescatar.

El mundo duele menos cuando se mira desde arriba;
pero la eternidad también es una trampa.
Hombre, soy el vencido.
Ven a escuchar mi confesión.
Hombre, soy el autor de todas las canciones clandestinas.
Durante dos milenios he bajado a la Tierra tercamente,
y tercamente me has reconocido
y has tocado mi réquiem desde un tranvía que nadie sabe a dónde va.

El viento se hace música a través de otra flauta.
Hombre, soy el vencido.
Desde esta cruz puedo espiar al usurero cuando pregona mis parábolas.
Puedo mirar mi adolescencia,
mi vida, que se esparce sobre el mundo.
Entonces, era esto lo que llamaban vida…
Yo soy el cómplice de todos los amantes:
yo les dibujo un horizonte ajeno al ballestero.
Desde esta cruz palpo la herida del mundo.
Me repito
que no es triste morir para quien tiene una flauta.
Pero sigo gimiendo,
y no me escuchas;
pero sigo sangrando,
y no me escuchas;
pero sigo creyendo,
y no me escuchas.
Y al final no comprendes porque, HOMBRE,
la vida era la única parábola.

BUEN DÍA…

buen día, tortuguita
periquito del agua.
Aquiles Nazoa

Buen día, tortuga macho,
carcelero de ti mismo,
que llevas todo el abismo
dentro de tu carapacho.
Buen día, lindo muchacho.
Buen día, tortuga triste
que sin querer aprendiste
a andar entre tierra y sueño,
pues el cielo es tan pequeño,
tan pequeño que no existe.

Hoy te convido a una fuga
porque escuché en tu palacio
que caminando despacio
se llega lejos, tortuga.
Ya me lo dijo la oruga:
en ti la tarde se fragua.
Buen día, hermano jimagua
que –gracias a un buen consejo–
lograste llegar a viejo.
Tú, periquito del agua.

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¡CORRUPCIÓN! [Mi poema]
Carlos Loreiro [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Amaneció en Madrid. Por la radio se escucha,
mientras sigo en la ducha, una gran explosión.
Sugieren que un cabrón la mano hundió en la hucha,
-deduzco por lo que oigo que hablan de corrupción-,
ocultos, sin permiso, sin autorización.

No entiendo al locutor de tanto como gritan,
diatribas que suscitan los que chillando están,
protestas que unos van mientras otros recitan
arengas que malditas se envían al tran trán
y al viento volarán ¡todos se desgañitan!

Parecen coincidir que el jefe ni se inmuta,
que oculto está en su gruta ajeno a la ocasión,
por más que ya el volcán se encuentre en erupción,
su oído es un tapón, banana es esa fruta,
autista es que es Rajoy o acaso está turuta.

País éste que inerte observa ya su muerte,
por hijos indecentes carentes de ilusión,
¡malditos los que son que te roban la suerte!
que hurgan en tu mente sisando el corazón,
hurtando impunemente sin dar explicación.

Amaneció en Madrid. Las gentes diligentes
las que oran y laboran mueren de inanición,
piden una nación de líderes decentes
que ejerzan su misión y que a esas malas gentes
¡declaren disidentes, reos de alta traición!
©donaciano bueno

Acaparan dinero con descaro 
y enmascaran su cara con careta
y camuflan con traje de etiqueta
la voraz avaricia del avaro.

(Wenceslao Mohedas Ramos

Este sistema pseudodemocrático, llamado partitocracia, (osease, dictadura de partidos) ha conseguido que la corrupción política se convierta en un hecho putrefacto. El clamor del pueblo contra aquellos que constituyen esa élite es universal. ¡Ay de aquellos que se cavan su propia tumba!

MI POETA SUGERIDO: Carlos Loreiro

Guillaume y Chéron repartiéndose el mercado del arte a mis espaldas

De niño habría querido montar a caballo aunque también
me conformaba con curar mi asma y conservar las piernas
con los zapatos y sus calcetines si no era pedir demasiado

Por el escorzo de su culo al inclinarse y la concavidad de su tronco
Por sus ojos grandes algo ausentes y su adicción a la cocaína
Beatriz se me antojaba un potro encabritado
De la manera en que esos cadáveres devueltos días después

de los fondos fluviales
donde la carne es como un flotador de playa alrededor del hueso
mi piel cedía igual de mansa al efecto de sus uñas
La cosa es que empezaba a enamorarme y sin embargo
los mordiscos de la espalda iban a ser el único recuerdo de ella
que perduraría. Unas heridas que obligan a dormir de pie
aunque es siempre mejor que acostarse solo cada noche

Ahora me tiene encerrado en un cuartucho trabajando
bajo los designios de marchantes que también me despellejan
La ventana que parecía suficiente se vuelve de golpe opaca
Latas de conserva compartidas con modelos tímidas, seis botellas
de grapa… Esos son mis honorarios
Todo a cambio de bocetos a la luz de las velas cuya fragilidad
se esfumará con el sol como los tres grillos de Bateau Lavoir

Existe un intervalo durante el atardecer en que las moscas
se dejan atrapar
La ociosidad ha dejado mis cualidades intactas. Una de ellas
es la inacción, otra, la indiferencia ante la vida

Y pese a todo trabajo mientras estallan los obuses y sus racimos
hacen polvo la ciudad sobre nuestras cabezas
¿Cuánto aguantarán estos pulmones acabados?

Por mí puede irse todo a hacer puñetas.

Dos figuras en una cama, con testigos

Mi estudio en un atardecer de primavera
después de una velada en el Colony Room
Un intento por reemplazar a todos los que quise
Copas de champán sobre las fotos del pobre Georgie
algunas tomadas en la Marlborough de Nueva York
y botes de pintura secándose como lagartos bajo
la radioactividad de la luna. Su luz en la naturaleza muerta
de unos huesos de pollo frito
supone una visión enternecedora. Ese satélite bastante estúpido
parece apurar los restos de mi cena. Qué imprevisible es
en ocasiones la belleza

He apartado muchas veces la carne buscando
un corazón aún crudo. Pienso en nuestras manos girando juntas
la llave del hogar, las mías enseguida abriendo sus nalgas
y eso creciendo como un caracol tranquilo

Eran los primeros estertores del amor
Pero la nostalgia perjudica mi badajo
La sangre no quiere posarse más en esta flor decrépita
Ocupados en sus funciones primarias
mis órganos trabajan sobre cosas inútiles
relacionadas con la necesidad de estar vivo porque sí

No es demasiado tarde. Los camiones de la basura desfilan por las calles
desiertas como una legión de soldados en retirada
derrotados y tullidos
¿Se sentirán la flora intestinal de una ciudad siempre estreñida?
Izquierda, derecha, izquierda

El ruido de mi cuerpo sobreviviendo
me despierta durante la madrugada.

31.01.2015

Yo no lo quiero, amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.
Pablo Neruda

La Puerta del Sol en streaming a 4.000 km
¿Una esperanza lejana, tal vez?
Y nos decimos las últimas palabras,
tristísimas. Después, la sensación
de un largo coma, la ausencia de deseo
La claridad que ya se intuye ahí fuera

Soy capaz de adivinar la próxima jornada
A las 4 de la tarde la noche será perfecta y pura

Nada aprenderé de esta ciudad
Prefiero la agonía plácida del cuarto
donde todo permanece quieto bajo una bombilla
Las cosas empeñadas en no ser
ofrecen cierta calma y sin embargo
la paz dura muy poco

Y esa manía de estar vivo

Unos cuantos videoclips más tarde
el cuerpo experimenta algunos signos de actividad
que terminan en una servilleta

Entonces la realidad toma otra vez las riendas
Echo un vistazo a mi alrededor
Pieles de naranja fermentando en una bolsa
Ondulaciones descritas en la superficie
de las botellas. Los ácaros que avanzan
Esto que parece que soy yo,
gimoteando en la cama, lamentable

Hace horas que no meo, que no hablo
Al cruzarme en el pasillo con los compañeros
la voz sale incomprensible
Apenas un ligero carraspeo

Albergo la esperanza de volver un día

Te voy queriendo un poco, mientras tanto.

Mariinsky

y el grito de los cisnes en el lago
les anunciaba el paso de la muerte,
la enfermedad y el Arte y el deseo
Antonio Colinas

Un aire lúdico estropea el conjunto de la sala
Las butacas gruñen bajo sus jinetes
que posan de espaldas a la orquesta
rodeados del destello de los móviles,
enseñando, como animales rabiosos,
los dientes. Yo he olvidado mi ballesta

Hacia el final de la tarde, con el toque de queda,
mucho antes de las salas vip y los clubs de golf,
el séquito real se adentraba en los teatros
(herencia de sus abuelas decimonónicas)
amoldando el hábito de las partidas de caza
Escondían su carne flácida bajo las lentejuelas

Tras el telón, el mundo permanece inalterable,
como envasado al vacío. Extiendo la mano
y los tapices tiemblan con una leve distorsión
Soy Sigfrido y soy Rothbart
Dos alas enfrentadas en un mismo tronco
Estoy dentro de una nevera sin tirador

Mientras me resquebrajo en un estado de doble conciencia
los cisnes en el lago entonan una canción triste
que escribí para Odette. He recibido el beso delator
Sorprendentemente, el agua estaba tibia

Al fin podemos entablar un diálogo de tregua
pero hemos decidido gemir de dolor
Es lo que hacen los moribundos cuando agonizan

Flota una claridad eléctrica en la bóveda, un ambiente
de derrota. Los soldados posan su tambor, se sientan
a descansar el hombro. La música ha cesado

Alguien de los dos ha dado ya la última nota.

Como creo que debe de sentirse un ser humano

El glaucoma de mi padre y las borracheras del arrendador
La depreciación del rublo y las políticas neoliberales
La absoluta apatía o los nervios crispados

Me cargo de rencor durante la semana y de repente
una sonrisa inesperada, una mirada afectiva
acaban por frustrar mis planes de destrucción

Envidio a esos depredadores emocionales
carentes de remordimientos, expertos en seducción
Sin conocer del amor más que su entramado
conmueven y destrozan con idéntico talento

He ido al centro comercial a encontrar a mis iguales
Entre gritos y codazos me he sentido un ser humano
esperando el turno en medio del tumulto y las rebajas
Estaba tan contento arrastrando mi carrito

Qué bien metabolizan las señoras el estrés, debatiéndose
en el pasillo de las bragas, propinando insultos

En la cola, unas chicas me han quitado el sitio
Eran tres. Tenían una sonrisa encantadora

Si hubieran advertido mi presencia
me habría lanzado a sus pies.

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UN MUÑECO DE TRAPO [Mi poema]
Luis Ramiro [Poeta sugerido]New

MI POEMA...de medio pelo

 

Soy muñeco, soy de trapo,
viejo, sucio y maloliente,
que abrevando irá a la fuente
a lavarle a su retrato,
y a su mente.

Soy amable, de buen trato,
insensato e impaciente.
Voy siguiendo la corriente
y hago al fin un garabato,
de repente.

Miro al triste y al siguiente,
y después miro al primero.
En este humilde sendero
ando mirando a la gente,
que más quiero.

No he de ser yo prepotente
ni tampoco zalamero,
ni cruel, ni aún persistente,
con aquello que prefiero
voy de frente.

Pues mi trapo tiendo al sol
después de haberlo lavado
y ya brilla entusiasmado
y se vuelve tornasol,
bien planchado.

Que la vida es un contrato
de colores, reluciente.
Negro es de cuerpo presente,
y al final de su mandato,
ya no miente.
©donaciano bueno

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Yo soy un muñeco,
muñeco de trapo
ni alto ni bajo
ni gordo ni flaco
(canción infantil)

A lo largo de la vida vamos acumulando manchitas que vamos lavando hasta que llega el momento final en el que ya nos presentamos tal cual, con todas nuestras virtudes y miserias.

MI POETA SUGERIDO: Luis Ramiro

MARIPOSAS IMPOSIBLES

Mejor será creer en los dragones,
en grandes superhéroes invencibles,
mejor seguir soñando con leones
que cazan mariposas imposibles.

Los Reyes Magos nunca son los padres,
no dejes que te engañe un torpe adulto,
prefieren que enmudezcas a que ladres,
la infancia que se alarga es un insulto.

Y yo sigo creyendo en Don Quijote,
en locos como aquellos los de antes,
en Sanchos gobernantes de su islote.

Reniego de los cuerdos dominantes,
yo tengo un corazón que sigue a flote,
yo sé que los molinos son gigantes.
Del libro Te odio como nunca quise a nadie, 2015

DOMINGO

El domingo:
Ese eterno despechado de los viernes.

LA ETERNIDAD

Susurró un «no» con un suspiro.
Respondí un «sí» como una espada.

Y

venció
la eternidad
a lo imposible.

MUSAS

Para escribir sobre una mujer
sólo tiene que poseer una cualidad:

dejarte
sin
palabras.

CASI

Ya casi he conseguido olvidarla.

Y ahí está el problema.

Ese «casi» demuestra no
haberla olvidado en absoluto.

SEXO ORAL

Meter la boca,
entera,
succionando despacio,
con suavidad,
y recorrer con la lengua
cada pliegue que
da forma a la
palabra «tú».

TIEMPO

Se puede querer a una persona en cinco minutos.

Olvidarla, a veces, puede llegar a durar toda una vida.

Amores de película

Una vez fui William y viví en Notting Hill,

en una casa con la puerta azul. Y un buen día entraste tú, Anne Scott,
la actriz más famosa del planeta, en mi pequeña y escondida librería.

Y acabamos colándonos en aquel jardín prohibido y tú me llamabas «flojeras»
y todos mis amigos me dijeron que te olvidara…
que aquello sólo pasaba en las películas.

Y por arte de magia, se nos torció el guión.

Y nunca me regalaste un cuadro de Chagall.

Y te fuiste de Londres para siempre.

Y otra vez fui Adèle y tú Emma,
la chica de pelo azul que me pintaba desnuda
en noches de 24 horas.

Recuerdo aquella cafetería,
aquel «ya no te quiero»
que escapó de tus labios.
Recuerdo que no lloré.
Nunca te supliqué.

Me salté directamente aquella escena.

Y tampoco aparecí en tu primera exposición.

Y otra vez fui Otto y tú Ana,
y me escribiste en una hoja de cuaderno
«Esta noche te espero en mi cuarto. Salta por la ventana, valiente».

Y salté.

Y te quise más allá del Círculo Polar.

Tanto que dolía.
Tanto que dejé de creer en las casualidades.
Tanto que me negué a ser piloto.
Para no buscarte.
Para hacer que siguieras viva.

Y otra vez fui Rick y tú Elsa. Y entre todos los bares del mundo, tuviste que aparecer en el mío, en aquel local perdido en Casablanca.
Y amaba tanto tu recuerdo que preferí dejarte marchar.
Por miedo a perderte otra vez.
Y elegí quedarme con el pasado.

«Siempre nos quedará París» te dije, mintiendo.

Debí decirte la verdad:

«Siempre me quedará París».

Y un buen día se marcharon los directores.
Desaparecieron técnicos, actores, maquilladores, guionistas, ayudantes de atrezo.

Desmontaron todos los platós.

Se apagó el último foco.

Y salí, como pude, al mundo real.
Y viví, como el resto,
bajo el tedio de los días,
bajo el peso de las estaciones,
en esta absurda cárcel
que algunos llaman vida.

Pero nunca olvidaré,
hasta el día de mi muerte,
que viví contigo en Notting Hill,
que besé tu pelo azul bajo la noche,
que te abracé temblando
en mitad del Círculo Polar,
que fuiste mía,
para siempre,
en aquel rincón
perdido en Casablanca.

Que tuve un amor.

Absoluto.

Infinito.

Y verdadero.

Como todos los amores de película.

Contigos

Ya sabes que te quiero aunque me duela,
que verte y no tocarte es un castigo,
si muero, tú te encargas de mi esquela,
si vivo, entiérrame (pero contigo).

Mi piel lleva las marcas de la suela
de aquel tacón frenando por mi ombligo,
tu forma de reír aún sobrevuela
el cielo de un pasado que aún persigo.

Quisimos ser felices sin excusas,
sin boda, sin contrato, sin testigos.
Así eran nuestras ganas: tan ilusas.

Y el tiempo desgastó nuestros abrigos
llenándolos de ayer y de pelusas.
Y no hubo más conmigos ni contigos.
De Te quiero como siempre quise odiarte (Frida, 2016).

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ESE HOMBRE [Mi poema]
Ana Castro [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

El hombre es ese ser que prepotente
no puede ya ocultar que es alimaña,
pues trepa entre los suyos con gran maña
sin miedo al qué dirán frecuentemente,
calmando a su conciencia malamente
y a todo lo que pilla dando caña.

Los hombres. No me fío. Son traidores.
Tirando van la piedra y con la mano,
no tienen compasión del que es su hermano,
fingiendo has de gozar de sus favores
si al paso no se cruzan los rencores
no creas que es el buen samaritano.

Los hombres son muy buenos, o eso dicen.
La mano con que tiran van y esconden,
si dices por qué ha sido no responden
pues ellos siempre al agua la bendicen,
si pillan infraganti no desdicen
o aluden a pecados que les ronden.

Los hombres son amables, diligentes,
El hombre es egoísta y vengativo
El hombre fingirá, si es que está vivo,
que bebas siempre el agua de sus fuentes,
haciéndote uno más de sus clientes
pasándote él a cambio su recibo.

El hombre es un malaje, chupatintas,
no tiene corazón y es marrullero,
si observas que levanta su sombrero
e intuyes pues que él tiene buenas pintas,
recela pues pretende con sus fintas,
si puede, a tí arrastrarte al basurero.

El hombre más que bueno es un buenazo
excepto si se trata de dinero,
te quita a ti poniéndose él primero,
a la hora de pedir él pone el cazo
a dios rogando y dando con el mazo
lo mismo que si fuera un pordiosero.

Los hombres los que tienen y no tienen,
los unos por contar cuánto tenían,
los otros que no tienen porque ansían,
que en esto de tener nunca se abstienen
y quieren tener más así que truenen,
de dios y de las nubes no se fían.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Ana Castro

LAS HILANDERAS

Mi hermana es la primera mujer de mi familia que no sabe coser.
Perplejas, nos miramos las unas a las otras
y nos culpamos en silencio.
Cómo ha podido pasar,
si las mujeres de mi familia arreglamos todo así,
cosiendo,
si las mujeres de mi familia hilvanamos la aguja siempre a la primera
y sentimos que así se calma un poco el mundo.

Comentamos este hecho aterradas
y nos preguntamos cómo será su vida cuando esté sola.
Cómo criará a sus hijos, cómo cuidará las plantas,
cómo se asomará al balcón, si no sabe coser.
Nos parece imposible que sin saber coser
una pueda salir adelante en la vida.
Luego, nos acordamos de los tiempos de ahora,
la vida moderna,
y nos decimos que lo que importa no tiene arreglo.

La abuela no quería que sus hijas aprendieran a coser.
Pensaba que así tendrían un trabajo. Yo, que trabajo,
también sé coser y me resulta inconcebible
no tener una aguja y un dedal a mano
(por lo que pueda pasar).
Al fin y al cabo, nos criaron así,
al calor de una mesa camilla, viendo
las horas pasar al ritmo de los pespuntes.

Mi hermana no conoció estas costumbres.
Cuando ella llegó,
el tiempo de los hilos ya había pasado,
la abuela ya había muerto,
la manada se había roto.

Y todo eso queda lejos.
Las muchachas de ahora,
como mi hermana, no saben coser
y no se preocupan. Es mejor así:
que tengan un trabajo y no cosan
–como quería la abuela–,
que salgan adelante así,
sin árbol genealógico,
todo pólvora y futuro.

MATERNIDAD

Sobrellevar el dolor
es criar un hijo:
una ciencia exacta que sólo conocen las madres.
La madre del hijo y la madre del dolor;
vientre por vientre.
La ruta silenciosa
por el cordón umbilical de luz
que conecta los cuerpos,
algo de lo que sólo saben
los ojos que alimentan
el defecto y la raíz.

MI DOLOR

Los moratones y las cicatrices son sólo marcas.
Se ven. Se reconocen.
La gente es capaz de intuir
si aquello o lo otro.

Pero el dolor no,
el dolor es transparente-casi-invisible,
acaso una vibración en el rostro
o una súbita contracción del vientre.
Por eso hay que nombrarlo, decir MI DOLOR,
reivindicar su existencia como parte
de un compromiso con la salud pública,
porque a menudo ni siquiera
los diagnósticos médicos o el amor lo creen.
Por eso cada día cruzo las puertas del metro
y salgo al campo de batalla.
Encaro este pulso entre la normalidad con prisas y el dolor y yo.
Asisto a él como las mujeres acuden cada día a trabajar:
con uñas, con dientes.

Este mi compromiso político:
hacer que corra una suave brisa en los ojos,
que se vea lo que golpea dentro.

MI DOLOR es mi dolor y existe:
existe más que yo.

BATMAN. AÑO UNO

Batman descansa en mi sofá.

En algún punto, mi abuela grita y se echa
las manos a la cabeza.
Siento cómo sus ojos me observan
y yo levanto la vista y la retiro y luego
la vuelvo a levantar.
Quiero contarle, explicarle
todo cuanto sucedió en el Año Uno:
los gritos, el dolor, los abogados, el banco.

Por eso acaricio el cómic una y otra vez.
Cada vez que lo hago,
los dedales de la abuela tiemblan.
Está asustada y lo comprendo.

Pero después de todo lo que sucedió en este salón,
la escena más importante es ésta:

Abuela, quiero ser Batman.
Abuela, soy Batman: me he tragado todos los murciélagos.

CANCIÓN DE CUNA

¿Quieres que te cuente un cuento recuento
que no se acabe nunca?

No te pido que me digas ni que sí
ni que no, cariño,
sino que si quieres que te cuente un cuento
recuento
que no se acaba nunca?

Estás sola.
Estás sola.
Y un día tendrás dolor.

RAÍCES

Mis raíces fosilizan como una enredadera seca alrededor de mi cuerpo.
Se clavan entre las uñas y la piel y taponan los oídos.
Reptan sigilosamente y escarban.
Se transforman en nudos por mi pelo.
Luego, afloran las canas.

Tengo una relación contradictoria con mis raíces.
Mis raíces desentierran fobias hereditarias.

Moriré de cáncer antes de enterrar a mi madre.

INJERTO

Este dolor vive como un injerto en mi vientre.
Trepa por el abdomen
y crece, crece, crece
sin que nadie sepa cómo llegó a mí,
tronco de mujer-raíz sin grito.

Temo tocar cosas y que los tejidos hagan que el dolor se propague a otros.

La limpieza para la que me educó mi madre
no comprende esa forma de contagio.

DESIERTO

Jamás pensé que me ahogaría así.

Yo, que pasé años regando mi cuerpo
con litros y litros de agua
y tendiéndolo al sol,
que crecí rodeada de hilos y volantes
y crías que pían, que recorrí países
y libros con los ojos sin sueño,
que trabajé y trabajé y escribí y bebí
y mantuve una dieta equilibrada,
me veo ahora repleta de sed,
desbordada de sed,
hecha desierto.

Ahora un vacío, flores en el balcón de otros
y mi anatomía una extensión áspera
de montículos y cicatrices.

El dolor barre con un viento sordo cuanto toca,
hace planicie.

Tras el dolor todo es desierto.

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