A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

Y YO ¿PARA QUÉ ESCRIBO? [Mi poema]
Rosa Silverio [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Y yo ¿para qué escribo? si en la era
la mies será aplastada por el trillo
después de la anhelada sementera.
Y qué es lo que me espera si no brillo,
si la musa se niega, ¿qué me espera?
¡quisiera yo saber para qué escribo!

Y yo ¿para qué escribo? si las olas
del mar, por mor del aire, el sol y el viento,
naufragan a mi frágil barcarola.
Si de este jardín donde ahora vivo
no ha de quedar ni un grito ni un lamento
¡quisiera yo saber para qué escribo!

Y yo ¿para qué escribo? si el amor
a mi no me hace caso. Y el parnaso
ha perdido el perfume y su color.
Si en esa burbuja opaca en que habito
mi sombra me persigue en cada paso
¡quisiera yo saber para qué escribo!

Y yo ¿para qué escribo? si la vida
una corta carrera es con final
tan cercano hasta el punto de partida.
Si por más que me digan yo percibo
que es un cuento, todo es un carnaval
¡quisiera yo saber para qué escribo!

Y yo ¿para qué escribo? si en enero
el rocío ha de enfriar mis pensamientos,
siguiendo la borrasca al aguacero,
Si los duelos que llevo no mitigo,
si digo la verdad, yo nunca miento
¡quisiera yo saber para qué escribo!

Y yo ¿para qué escribo? es lo que siento
y aquí mismo lo cuento por si acaso
alguien me da respuesta algún momento.
Mas si yo una respuesta no recibo
seguiré aquí viviendo al cielo raso
intentando saber para qué escribo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Rosa Silverio

Hay que ponerle nombre a esta tristeza

Hay que ponerle un nombre a esta tristeza
hay que ponerle un corazón,
un ojo de gato o de serpiente,
hay que ponerle un vestido
tacones
maquillaje
y sacarla a pasear
emborracharla
y cogérsela en una esquina
o en un motel de mala muerte.
Hay que golpear a esta tristeza,
darle latigazos,
enseñarle quién manda,
amarrarla a un poste eléctrico
o deshojarla en una tarde de septiembre.
Hay que saber que el mundo
es una telaraña o una sombra ancha
dispuesta a devorarlo todo,
a tragárselo todo de una bocanada
o de un zarpazo.
Hay que entender que las cosas
tienen un lugar geográfico, un nombre,
una textura exacta y una forma
y que dentro de esas cosas
está desnuda y en silencio
la tristeza,
como una corriente de aire frío
o el mar cuando se han dormido las olas,
como un conuco solitario,
un rancho de tabaco a oscuras
o Matanzas a las cinco de la tarde.
Hay que saber que la tristeza existe
como existe la casa, la tacita de té,
el reloj, el árbol, los recuerdos
o la fotografía de mi abuela
con una blusa llena de pájaros blancos
y una mirada que me hace recordar
a todos los muertos que ha tenido que llorar
mi pobre abuela.
Hay que saber que la tristeza no sólo existe
sino que también tiene su espacio,
su rincón en el interior de cada cosa,
su propia coloratura, sus exigencias
e incluso sus horarios
y que a veces uno se cansa,
se harta de tanta mansedumbre,
de tumbarse en una cama,
de tomarse un frasco de pastillas,
de pensar en sogas, en puentes
o en desahogos sentimentales,
y de repente uno se levanta
y dice coño
y decide cambiar el orden del mundo,
ponerle un nombre a la tristeza,
etiquetarla,
mandarla a la mierda,
y seguir hacia delante,
siempre adelante,
como el que va en un tren
o en un motoconcho,
aunque el vacío siga en el lugar de siempre,
aunque nada sea como antes,
aunque el amanecer no sea luminoso,
aunque la tristeza jamás desaparezca.

La mujer transparente

De repente, como por arte de magia,
mi cuerpo comienza a volverse transparente
y salgo por el mundo para ver si no estoy delirando,
camino por la calle El Conde, me siento en el parque,
y saludo a un turista que enamora a una muchacha,
pero ni él, ni el limpiabotas, ni las palomas hambrientas
se fijan en mí, no advierten mi presencia,
no saben que estoy aquí sentada,
totalmente desnuda, como una recién nacida o un fantasma
que se detiene a escarbarles las imperfecciones y las sombras.

De repente me doy cuenta de que esto es en serio,
de que a partir de ahora nadie reparará en mí,
y quizás tampoco nadie me extrañe.
Nadie dirá “¿dónde está María?”, “¿por qué no llega?”,
“¿le habrá pasado algo?”, “¿estará enojada esta María?”.
Nadie se preocupará, a nadie le dolerá,
nadie irá a rescatarme,
nadie irá a derribar la puerta y a devolverme la vida.

Desde hace mucho tiempo,
desde antes de que mis líneas se borraran de esta historia,
yo había empezado a desaparecer para todos,
había ido, poco a poco, borrándome a mí misma,
despojándome de todo lo que no me hacía falta,
descarnándome con el viejo cuchillo de cocina,
dejando en la goma rosada toda mi negrura.

Y qué felicidad la de ser transparente,
la de no existir, la de no ser para nadie,
qué manera de enfrentar el mundo,
qué forma de salvarme, qué crueldad,
qué método,
qué solución más extraña he encontrado.

Mientras tanto la vida sigue su curso.
Nadie sospecha que un pez se ha escapado del acuario.

Canto a la mujer que se consume

Una mujer se levanta en la mañana
emprende el camino que la espera
Cualquiera diría
que estamos ante la última heroína
pero en sus aguas hay algo turbio que ella esconde
y que intenta proteger a toda costa
Hace muchos años
en el tiempo de la raíz primigenia
incluso antes de que el árbol fuera árbol
y el fruto fuera fruto
esta mujer levantó una cruz en su calvario
y se dedicó sin piedad a la matanza
Hoy ella deberá pagar sus crímenes
los poetas ya han hecho la hoguera
y a su alrededor baila el enemigo
Mujer
no hay forma de que puedas eludirlo
nadie te librará de tu condena
las Keres ya están listas para el ataque
y Némesis blande en su mano la guadaña
Pobre Athenea derrotada
llama que sin remedio se consume
para ti se han acabado los caminos
sólo el amor persiste en su afán de rescatarte
Mujer
carne de tu carne
polvo, naranja, costilla, sangre, nervios, espina dorsal, brazos, piernas, cerebro, corazón, pensamiento y vida
por ti se han abierto y desaguado los cielos
se han quemado muchas ciudades
a ti te han perseguido y asesinado
con dureza han sido condenados tus pecados
y a tu jardín han ido a parar todas las piedras
Ha llegado por fin la hora de tu muerte
el cuervo ha detenido su viaje
y espera paciente su carroña
Muere, mujer, consúmete
dirígete hacia el fondo de ti misma
y desaparece.

Encierro

He descubierto el mundo a través de esta casa,
encerrada entre estas cuatro paredes blancas,
claustrofóbica, enferma,
jodidamente triste.
Podrida y apartada como una fruta que ha madurado demasiado.
He descubierto mi cuerpo,
mis lugares más remotos y sagrados,
las rugosidades extrañas de mi alma,
la violencia y el fuego,
la melancolía triste,
la danza y el vuelo de la espuma.
He inventado el mar entre estas paredes de cemento,
lo he descubierto y he navegado entre sus olas.
He llegado incluso a tocar la franja roja que cada tarde
se dibuja como una línea en el horizonte.
He ganado grandes batallas, me han abatido muchas tormentas,
la lluvia me ha comido el rostro cientos de veces
y cientos de veces me he ido volando como un pájaro
que se va (que es libre)
hasta que un cazador lo avista y le dispara.
Y cómo me he acostumbrado a todo esto:
a este amor que he moldeado y destrozado tantas veces,
a este peregrinar por estos cuartos,
por esta caja urbana que ahora me contiene.
Cómo me han domesticado,
cómo me he perdido,
cómo me he vuelto a encontrar
y cómo quisiera arrojarme abruptamente hacia el vacío.

Este poema

Este poema viene desnudo y transparente,
delgado como un hilo,
liviano,
imprescindible,
cotidiano como los enseres de la casa.
Este poema viene sin sexo y sin horas,
sin drogas y sin amigas,
de espaldas,
con cuchillos en sus fauces,
sin faldas y cigarrillos,
como un pájaro,
una caída
o un alumbramiento.
Este poema viene con latidos
y sangre,
dentro de un panal de abejas asesinas,
doloroso y nauseabundo,
salvaje y con pelos en las piernas.
Este poema viene de adentro,
trae la ingravidez del alma
y las rosas que dormitan en el pecho,
trae la tristeza en un frasco pequeño
y lo destapa,
y lo huele,
y se enamora de su fragancia lacrimógena.
Este poema viene del fondo,
se me escapó de un resquicio del alma
y ya no consigo hacerlo regresar.

Leer un libro

Leer un libro de pie,
sentada,
llorando,
haciendo el amor,
desnuda,
con el café en la mano,
con un poco de droga en los bolsillos,
con un cuchillo entre las venas,
sin ganas de aprender, sin horarios,
sin ruta de navegación y sin remos.
Leerlo con ganas,
a prisa,
sudando,
acongojada.
Leerlo en los parques, en los aviones,
en los edificios públicos,
en las peluquerías y los trenes.
Leerlo con hambre,
sin fe y sin justicia,
leer por leerlo,
leerlo entre el pan y la mañana.

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TODO TIENE UN FINAL [Mi poema]
Clara Chacón [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

A punto de acabar, ya nada esperas,
te sabes de este mundo ya excluido,
escuchas que hoy hay muchos que han partido
dejando tras de sí sus sementeras
y el mundo no se advierte resentido.

Admites que el pensar no trae a cuenta,
quizás solo va hacerte mala sangre,
del hecho de vivir no tienes hambre,
y pides que la muerte sea incruenta
mostrando compasión por tu raigambre.

Y escuchas de los Medios sus lamentos,
contando una desgracia a todas horas
y piensas, mejor ya irse sin demoras,
buscando así el ahorrarte sufrimientos
en busca de otro tren y otras auroras.

Comprendes que has llegado hasta el final
del tiempo en que los dioses te asignaron,
sin que un minuto que haya te sisaron,
y admites resignado que es normal,
los mismos que lo dieron lo quitaron.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Clara Chacón

PALABRAS

Quiero llenarte de palabras.
Palabras sucias. Palabras limpias.
Quiero llenarte hasta que estés completamente
exhausto de mí.

En el interior de tu cajita,
donde se ahuecan y acomodan las palabras que elijo regalarte,
hay palabras tan puras que son impronunciables.

Palabras que llegan desde la mirada hasta adentro,
sin saber ni siquiera decirlas.

La lengua se me enreda con la tuya y no consigo hablar.
Te beso,
la caja de palabras se mantiene intacta en tu pecho.

LABERINTO

Muéstrame el camino que hay hasta el laberinto.
Sólo quiero entrar para despreocuparme del que existe ahí afuera.
Quiero entrar en él para volverme loca,
para sentir que estoy perdida,
más que antes,
y volver a encontrarme por mis propios pasos.

Muéstrame dónde puedo alquilar unas alas,
las mías están rotas y aún me queda tiempo para repararlas.

Muéstrame el sendero que existe entre tu tierra y la mía, dónde se cruzaron para no volver a encontrarse,
dónde fue el punto en el que se volvieron completamente paralelas.
Déjame entrar para perderme,
sola,
sin necesitarte para salir de mis ramas descuidadas.

QUEDAOS EN MI BOCA

Equivocarse fue mi mejor aliento
Lo prohibido me dio tanta felicidad que no cabe en el horizonte de los que miran.
Me apretaban las tripas las voces de los otros
Pero tenía el presente en mis manos.
Mi presente es ahora.

Miradme, sí.
Mirad como se enreda mi pelo en mis ideas, en las ideas que no son vuestras.
Y perdeos entre mi boca,
que habla limpio
sin juicios

PROMESAS

Prometer no cabe en la boca de cualquiera.
En las bocas limpias, puras.
La promesa se convierte en desconfianza,
¿Hace falta firmar los labios para creer en alguien?
no hagamos más juramentos,
la verdad nos hace eternos.

MONSTRUA

Deja salir al monstruo,
tu parte salvaje también es muy bonita.
Deja que se exprese tu animal,
lo primario,
la tierra,
coge tu centro y grita,
muévete, baila,
rómpelo con rabia
y sonríe,
eres libre.

Permítete estar con la ira que envuelve tu momento.
Momento en el que tienes que aparentar ser bonita.
Y vuela,
moviendo tus alas con fuerza,
como el animal salvaje que encerraste con tu saber estar.
A los ojos de los demás serás la furia,
para ti eres la creatividad y la expresión.

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MI POETA INVITADA: Luisa Navarro

Pereskia Macanoi de mi jardín

Emergen del sepulcro en que las puse,
el día que rogando la esperanza
aposté a la carta bienhechora,
por un azar de mágica abundancia.
Arcanos del tarot de mis augurios,
tahúr inmaculado de mi suerte,
al verles florecer este verano,
amo a la tierra que hace vida.

HAIKUS

"Neblina seca
como un cielo cansado
Montaña blanca".

"Flotan las pencas
plumas abandonadas
ensortijadas".

"Hacia la tierra
cabizbaja y secas
miran tus canas".

"Hogar de leña,
acoso del invierno,
lentos los pasos.
Ruta de los ciruelos
abril esperan calmos".

"Un tallo verde
a las flores atado,
llovido poemas,
en papel parasoles,
¡Secretos amoríos!"

De su obra "Hagakure "  editada por el poeta y gestor cultural, Ramón Saba.

POR SI ACASO… [Mi poema]
José Ramón Medina [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Por si acaso me voy dejo ya escrito
que la vida me ha dado sinsabores,
que no supe luchar con los mejores,
e imposible me fue pegar un grito.

Que querer cual quisiera no he sabido,
así sea que a veces lo he intentado,
la verdad es que creo he fracasado
o peor me encontrado muy perdido.

He fallado frecuente me confieso,
nunca supe apreciar lo que tenía,
repartir los afectos no aprendía
y es por eso no supe dar ni un beso.

Si algo puedo alegar en mi defensa
es que nunca me he dado por vencido,
pues que es mucho que hubieran merecido
aquí pido perdón, pido dispensa.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO: José Ramón Medina

Texto sobre el tiempo

Decimos: no hay paz, no hay descanso
para estas pobres manos,
para estos pies con prisa,
para este pecho solo.
Y tú escuchas y callas.
Y tú callas, solemne, en tu grandeza.

Decimos: estas horas suenan a tiempo muerto,
las hojas del verano recuerdan la tristeza,
y no hay un césped nuevo
para echarnos a andar sin marchitar la carne,
sin dolernos los años sobre el cuerpo
desde tantas inútiles cadenas que nos cercan.
tú escuchas y callas. Y el silencio es tu reino.

Decimos: estos hombres son débiles, Señor,
se doblan como el junco, irremediablemente,
nuestras fuerzas decaen frente a muros intactos
y no podemos más sobre la tierra
porque un follaje umbrío nos retiene.
Y tú escuchas y callas. Y la armonía rodea tu hermosura.

Oh, Señor, desde tu límpida noche
mira esta noche triste en que invocamos tu nombre,
mira esta pobre carne en que moramos;
no hay sangre donde puedas posar tu pie libremente,
ni prado donde no exista el principio de la marchitez,
ni espejo donde puedas mirarte como en un pozo cristalino.

Líbranos, Señor, de esta cárcel tejida con tantas redes,
con tantos huesos inútiles, con tantas sangres ciegas,
porque el leño se quema en medio de la soledad
y sólo cenizas recogemos en la desolación del día.

Y tú escuchas y callas. Y el viento solo,
el viento de la tarde, mueve las hojas caídas,
amarillentas, del verano…

Paisaje

De esta humedad crecida, en el fondo,
un ojo rencoroso nos mira turbiamente,
desgarrando los pliegues de la yerba y el agua,
unidas en la muerte de la tarde, en el ronco
espacio ardido de las antiguas cigarras.

No atrevo mi historia de varón exacto
entre los graves responsos de esta catedral silenciosa;
bajo los árboles, con su oculto misterio, con su temblor
de ave oscura, royendo la invisible serenidad,
alguien nos llama con una voz profunda, irrescatable.

(Hemos venido de la ciudad.
Somos cinco hombres. Íbamos
al mar. Nos quedamos en esta playa.
Nuestros corazones
ya habían empezado a morir.
Eran la sombra
de muchas fechas, de muchos
rostros fieles, de alguna
triste circunstancia de amor, acaso
de aquellos viejos ritos olvidados.
Y sin embargo…)
Desconozco esa ebriedad inútil de la arena,
esa seca corteza de la tierra porosa
que agarra nuestras huellas, que las hunde
en memorias de cactus, de roídos espejos
brillando en la profunda ceguedad de una pupila.
El verano, la dura garganta del verano,
sobre el corazón desierto, como la tierra, canta.)

Hay una mano inerte al comienzo de la sombra.
Y una boca, tristemente, besa las viejas calaveras grises.

Poema #228.

Algo
invisible
vuela
de pronto
frente
a ti
mientras
tu mano dibuja
en el vacío
una inexistente
mañana
que no pudiste
retener
en tu memoria.

MUJER ANTIGUA

I
Allá estás detenida bajo la sombra,
con el rostro bajo una mancha oscura.
Estás en una tierra cruel,
marchita por los duros picotazos del mar,
dejando que un can sombrío, que un salobre
can te muerda, te lama las carnes avariciosamente.

Son feroces los días que te acompañan, viejos
los empanados muros del tiempo en que te miras,
y el dolor sube a tus ojos, baja a tu corazón,
como un caballo negro cabeceando en la noche.

Te sostienes a puro acongojarte, a puro
ausentarte de ti,
como un mugido triste, ressonante
al pie de las altas montañas,
como la sombra inútil en los ojos de un muerto,
hecha de pavorosa claridade, de estériles adioses.

Ah mujer, allí estás, detenida marea,
en el alma tristíssima de los días,
Doliendo con un golpe tenaz, con uma
sucia espuma sangrenta
bramando en la desierta orilla de la noche.

CALLAVA SIEMPRE

Callava siempre. Había
un dejo de cansancio en su silencio.
(Tenía la costumbre de callar. A veces
usaba su linguaje y de repente
su olvido se colmaba
de historias grises, pátinas y muertes,
y un gran dolor cerraba nuestra casa.)
No sé decir si su mirada era
un pájaro dormido o una flecha

aguda y penetrante como un látigo.
Sé que tenía
unas manos creadoras y solemnes,
unos violentos signos de beleza
en la frente profunda y misteriosa,
unas delgadas manchas en los ojos
que lo hacían distante, inaccesible,
al esfuerzo afectuoso, a la alegría!

En la tarde: “Los viejos pájaros regresan.”
“El pozo se ha secado… Los colores del agua
huyen, como peces, ante la lengua larga del verano.”

Y su voz trémula creaba
un cielo gris, un árido paisaje,
la hostilidade del viento,
el agrio vacío de la casa, el ronco
jadear de la sombra hacia los cuartos…

590. Enmudece todo el derredor

Enmudece todo el derredor.

Enmudece todo en derredor. La tarde está lejana.
Y la noche es un pastor detenido a los pies de la colina.
De todo lo creado sube Dios, tembloroso,
en el misterio de las luces distantes.
Por el cielo nos llega el clamor de los días
caídos en la antigua caverna de las sombras.
Y el hombre -junco móvil en medio de tinieblas-
pone su corazón al viento, escarba en su pasado.

¿Quién se asoma en esa ardiente nave,
con su poder de intimidad sedienta?
¿Quién se pone ese traje de soledad en el crepúsculo
y mueve las lentas lámparas de su agonía?
¿Quién escapa tan alto, como una queja apenas,
perdido en la nocturna inmensidad de los árboles?

Más, sólo un rostro profundo se mira en el espejo.
Y el amor ha caído vencido por el tiempo.
Y la carne es tan débil como una triste caña.
Y nadie sabe cuánta habita el corazón.

Una campana, un ala, un verso me conducen a un pueblo.
En él habita dulcemente una edad de manzanas y
riachuelos.
En él hay una senda de naranjos que florecen azahares y
recuerdos.

Nada es tan limpio para el alma como la viva estampa
de este pueblo.
Sus contornos me son tan familiares que no necesito del
día para verlo.
Va conmigo su suave transparencia, alta en el aire azul
de un claro cielo.
(Yo diría callada y brevemente:
-La memoria lo guarda entre sus muros como la soledad
guarda el silencio.)
De: Edad de la esperanza (1945-1947)

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LOS REYES MAGOS [Mi poema]
Giovanni Astengo [Poeta sugerido]New

MI POEMA...de medio pelo

 

Yo, puestos a elegir, el Nacimiento,
es lo que representa Navidad,
la historia que le araña al sentimiento
tan tierna, tan real cuando el adviento
anuncia y trae la paz.

El árbol, ese intruso, saduceo,
que vino aquí a reinar de redondón,
no tiene parangón, pues que es ateo
pudiera asemejar, sin más rodeo,
al vino con sifón.

Y digo Santa Claus, ese otro invento
Papá Noel, se llame o Nicolás,
tan gordo, bonachón, un esperpento
pues niños no os fiéis que ese es un cuento,
sonrisas nada más.

Los Reyes Magos son los verdaderos
que acuden sin dudarlo a cada cita
siguiendo las misivas de carteros,
los mágicos que nunca ponen peros
y saben complacer con su varita*.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Giovanni Astengo

Nerval Colgado

La noche tan negra
La noche tan blanca
Me habitan desde esta respiración
Saludable a un dobre nudo
con lenguas fuera de sí
Y oscila el péndulo Nerval resplandeciente
Oscila en el frío
Alguien barre la nieve sucia de París
“No me esperes esta noche amor,
No me esperes”*
*Fragmento de Última carta de Gerad de Nerval , antes del suicidio.

De: La morada irreal (2006)

Esferas luminosas

–Motel Giralda–

Himen, himeneo, himen
el curso sexual que atrasa –que otrora sí–,
la velocidad real de lo que se pierde
X un segundo, algo de capullos rotos y pétalos,
pero al otro lado de la vereda
donde jugábamos a ser grandes resplandece
la belleza de unas cuantas esferas al azar
–algo como un aerolito
ocupa este espacio– para leernos tatuados
en los cuerpos: el hueco, el obstáculo,
la pequeñez que somos.
:pero la palabra es otra cosa
esconde un mundo
hálito de obscuras posibilidades
para abrirse poco-a- po-co -a- otro.

Artes amatorias de una chica cristiana

–Motel Esperanza–
a Carmen

Y hay algo que te empuja a frotarte y frotarte
Entre los muslos húmedos.
Oscar Hahn

Otra vez se introyecta en mí,
pistilo a pistilo, órganos inoperantes sobre la bañera
se abren labios sobre un espejo quebrado donde
dos labios que se besan a sí mismos –un poco de Freud–
hablan en quiebros –como los terribles
niños de La pieza oscura de Lihn– ¿Lo has leído?
Mi medusa que parasitando en mí y fuera también
me das golpes de corriente en la ducha
y lo peor te mascullas eso de
el consejillo de ancianas o un tratado medieval
que disocia carne y alma, por eso
has manipulado tu cuerpo al punto de lo ficticio
para que no crezcan como dos naranjas jugosas
tus pechos/ por esa necesidad del padre
y por miedo –y como medio eficaz también– abortar todo
/Incesto
pero has visto cómo crecen las caderas pletóricas
eso un poco reluce –como enviste–
para los foráneos, esos te asaltan en los espacios públicos
–también púdicos–
y la volátil estocada advierte
lo grácil, lo efímero, lo torpe de tu cristiana impostura
respetando
cierto brillo que emerge de tu rostro
angelical que acicalas y ensayas en tu espejo
los domingos para el corpus
la receta/ el folletín/ el kamasutra ilustrado
los aderezos.

Lengua astral

–Motel Marín–
I
… esa es la figura de la sacerdotisa
la que ya no lee porque lee para dentro
la que tiene el libro en la mano
no la que besa o se deja besar, sino la que espera con el libro
/ en la sien…

_Es un poco de Tarot_

Otra vez se introyecta en mí
pétalo a pétalo
desordena el cause aleatorio de las cosas
/ se espuma –estalla como río/ la (Muy) rompiente–
/ y se vuelve tráfico de influencias
Incienso aroma sándalo y café de granos: Narrar su bitácora
/ sería
hundirme de mismisidad, besar –valga la repetición–
/ mis labios
y en el espejo ella en su doble vida de gata
lamiéndose el pelaje, contorsiona el ámbito de intriga
/ y seduce
citando a Perec, Millán y algo de estallidos, los pistilos
/ para las flores
como la lengua para nosotros son órganos inoperantes,
/ trampas en los puzzles
exequias del verbo y del barro/ cartas de desalojo y embargo.

III
La lengua dista mucho de ser órgano de consumo
–de hecho las prostitutas no besan–
la lengua reviste un bien raíz devaluado
una verdadera lengua entra húmeda a otra boca
y sale verdaderamente seca como un reptil.
Ora/ versifica/ habla en quiebros la pedestre
Lengua viva o muerta.
/ Pero el beso es otra cosa:
El beso asume un lenguaje de ciegos
/ Palpando apenas la oscuridad que somos.
(De Cuartos de motel)

El pozo

Tengo un pozo en mí.
Me ha tragado el alma
y los pájaros que de allí salen
devoran mi psiquis
Hay un pozo dentro
lo único que deja salir – de lo que queda de mí-
son estas letras.
me pudro en mi pozo, ardo en mil infiernos.

al fondo- del pozo sin fondo- un niño me salva.

Fijación

Sólo porque ella existe
a la misma hora hay santos en las parroquias
y bebedores en las tabernas
Sólo porque ella existe
se puede amar a más de una a la vez
sólo porque ella existe
todo se corresponde y se afinan los detalles
sólo porque ella existe
bañarse dos veces en el mismo río no basta
sólo porque ella existe
todo lo que existe aún sigue existiendo en la retina
y el mar es inmenso y una flor intrusa en tu boca me llena de
/de todos los éxtasis
sólo porque ella, la tufosa, existe
está ahora mirándome afilando sus dientes
mientras escribo. Oh!“Monótono oficio”

Sección de objetos perdidos

Los ves soñando un sitio donde encontrarse?
Como en un espejo las cosas que perdimos
en lugares públicos ya no son nuestras
sólo algo que dos empleados archivan y clasifican
por ejemplo, la idea del amor se quedó
allí en un anillo un reloj o un mapa de Santiago
y nadie jamás reclamará por ellas

Así la muerte siempre avanza unos pasos por anticipado.

Sección objetos perdidos.

Ellos sintieron lo fugaz

A la manera de Pound – y a su manera-.

Los empleados de la sección aquella vez lloraron
no había nombres no había marcas ni lugares
fue como tener el amor entre sus manos
-el amor que para ellos había sido esquivo-
donde hubo piel hubo amor –pensaron-
aunque eso dure un instante y nevermore.
Lo olieron, lo rozaron, lo vivieron
sin importar las cámaras de seguridad
lamieron el calzón de la muchacha
el aroma de su sexo pasó / como pasa todo
después lo guardaron y archivaron
y nadie hizo reclamo.

Últimos objetos

Perdieron su propia alma ese día
los infames de la sección
pensaron: donde ponemos esto.
Qué hacemos?
Pues clasificaciones de orden místico
no se registran.
Salieron a la calle a fumar un cigarrillo
Mover las piernas respirar un poco.

Salir, fumar, mover, respirar:
Reflejos automáticos de cuerpos sin alma.

(V.

Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Gabriela Mistral.

Hubo algo más, lo sé? Pero la fuente no es la misma.
como si fuese de un grial bebo cerveza hasta el amanecer.
Mi hijo reza el Padre nuestro por mí y por nosotros
de esa forma me siento a salvo de la furia de Apolo
y del amor de las sirenas.
Metástasis el alma cuando el cuerpo se cree rey y señor.
Has pensado en mí? le pregunto a una muchacha
que divisé en el metro.
Te desvela la patria y esas cosas?
Te hace sentido este poema en tu oído,
llegará algún Mesías a salvarnos?

Si echaron abajo todas las puertas.

. _____Y las fábulas

VII)

Somos la fiesta y la ceniza,
espacios de luz que se debaten entre tinieblas
o el anhelo de pertenecer a algún lugar.
Francisco Véjar.

Sincronías que aún nos pertenecen.
Las gotas de rocío o el lugar de origen embarrado
aunque la lluvia sea la música de una pianola
de otro mundo sobre los tejados del barrio,
continuamos siendo tristes.
He vuelto) Lo has notado?
O será que ya nada importa
cuando escribir es un deporte más.
Tengo treinta y algo y he perdido la fe en todo.
Porque al fondo de todo canto se esconde
/un gran silencio.

____Para escucharlo.

– Un fado-

Sucia la palabra sucia
de estos lamentos de maricón enfermo
¡nunca creces, nunca creces, Giovanni – ni adivinas
la forma en que el tiempo te transforma en otro-
la caricatura de alguien que brilló en los bares
eso ya no es divertido y es más cruel que el juego
de dados lanzados al azar de las mesas y los abismos.

______ Un fado a mal traer
(de Los poemas y los días. Inédito)

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SABLAZOS A PORRILLO [Mi poema]
Juan de Cueto y Mena [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Se debe de saber así no quiera,
que un día cuando nadie lo esperaba
el viento ante sus ojos se paraba
haciendo un ademán justo a su vera
y un beso allí le daba.

No supo reaccionar. Fue de repente,
tan rápido que el cielo que observaba
no pudo distinguir si es que soñaba
o acaso fuera un fallo de su mente
que todo lo enturbiaba.

Se acuerda de aquel lema que decía:
hagámos el amor y no la guerra,
que el viento hoy sin dudar a eso se aferra.
Lamenta que le llamen osadía
y entierren bajo tierra.

Y añora hoy aquel tiempo en que cambiaban
las bombas de racimo por abrazos,
los besos y arrumacos a codazos
que ingenuos sin maldad allí se daban
y hoy dicen son sablazos.
©donaciano bueno

Somos el fruto de nuestra #educación infantil? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Juan de Cueto y Mena

ARGUMENTA CONTRA LA FORTUNA

I

tus casos falaçes, Fortuna, cantamos,
estados de gentes que giras e trocas;
tus grandes discordias, tus firmezas pocas,
y los qu’en tu rueda quexosos fallamos.
Fasta que al tempo de agora vengamos
de fechos pasados cobdicia mi pluma
y de los presentes fazer breve suma,
y dé fin Apolo, pues nos començamos.

CANTAR DE MACÍAS

CVI
«Amores me dieron corona de amores
por que mi nombre por más bocas ande.
Entonces non era mi mal menos grande
quando me davan plazer sus dolores.
Vencen el seso los dulces errores,
mas no duran siempre segund luego plazen;
pues me fizieron de mal que vos fazen,
sabed al amor desamar, amadores.

COMPARACIÓN

CVIII
»E bien como quando algund malfechor,
al tempo que fazen de otro justicia,
temor de la pena le pone cobdicia
de allí adelante bivir ya mejor,
mas desque passado por él el temor,
vuelve a sus vicios como de primero,
así me bolvieron a do desespero
desseos que quieren que muera amador.»

CÓMO FALLÓ MACÍAS

CV
Tanto anduvimos el cerco mirando,
que nos fallamos con nuestro Macías,
e vimos que estava llorando los días
con que su vida tomó fin amando.
Lleguéme más çerca, turbado ya quando
vi ser un tal ombre de nuestra nación,
e vi que dezía tal triste canción,
en elegíaco verso cantando.

CONCLUYE CONTRA LA FORTUNA

IX
¿Pues, cómo, Fortuna, regir todas cosas
con ley absoluta sin orden te plaze?
¡Tú non farías lo qu’el cielo faze,
e fazen los tiempos, las plantas e rosas?
O muestra tus hobras ser siempre dañosas,
o prósperas, buenas, durables, eternas;
non nos fatigues con vezes alternas,
alegres agora e agora enojosas.

DISPUTA CON LA FORTUNA

VII
Pues dame liçençia, mudable Fortuna,
por tal que blasme de ti como devo.
Lo que a los sabios non deve ser nuevo
inoto a persona podrá ser alguna;
e pues que tu fecho así contrapuna,
fas a tus casos como se concorden,
ca todas las cosas regidas por orden
son amigables de forma más una.

EXEMPLIFICA

VIII
La orden del cielo exemplo te sea:
guarda la mucha costancia del Norte;
mira el Trión, que ha por deporte
ser inconstante, que siempre rodea;
e las siete Pleyas que Atlas otea,
que juntas parescen en muy chica suma,
siempre s’esconden venida la bruma;
cada qual guarde qualquier ley que sea.

OTRA VEZ INVOCA

VI
E ya, pues, desrama de tus nuevas fuentes
en mí tu subçidio, inmortal Apolo;
aspira en mi boca por que pueda sólo
virtudes e viçios narrar de potentes.
A estos mis dichos mostradvos presentes,
o fijas de Tespis, con vuestro thesoro,
y con armonía de aquel dulçe choro
suplid cobijando mis inconvenientes.

PROPIEDADES DE LA FORTUNA

X
Mas bien acatada tu varia mudança,
por ley te goviernas, maguer discrepante,
ca tu firmeza es non ser constante,
tu temperamento es distemperança,
tu más cierta orden es desordenança,
es la tu regla seer muy enorme,
tu conformidat es non ser confforme,
tú desesperas a toda sperança.

SUPRASCRIPÇIÓN

I
Al muy prepotente don Juan el segundo,
aquél con quien Júpiter tuvo tal zelo,
que tanta de parte le fizo del mundo
quanta a sí mesmo se hizo del çielo;
al grand rey d’España, al Çésar novelo,
al que con Fortuna es bien fortunado,
aquél en quien caben virtud e reinado;
a él, la rodilla fincada por suelo,

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JURAMENTO [Mi poema]
Carlos Juárez Aldazábal [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Empeñé mi cabeza ¡tantas veces!
en pos de la verdad, del sentimiento
jurando lealtad siempre con creces
para poco después decir lo siento.

Buscando la amistad hice memeces,
cediendo en buena lid mis emociones,
no ausente falsedades y traiciones
llegué a morir de pena muchas veces.

Si labras la amistad tu te enriqueces,
decían, que un amigo es un tesoro,
mejor, el compañero que mereces.

Y aunque eso fuera así no estará exento
de ser la baratija, sólo el oro
es digno de que exista un juramento.
©donaciano bueno

Un #amigo es un #tesoro, esa palabra hoy tan devaluada? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Carlos Juárez Aldazábal

Sufragio

Un plebiscito para esculpir el sueño del triunfo,
modelar la pasión con un temblor alcohólico.

Celebro la música de las letras unidas,
la convicción,
la empecinada astucia del adverbio,
la reunión del asesino con el caso animal
que lo motiva
lastimar el papel.

Celebro el plebiscito de lo inútil,
por eso la derrota:
voy a votar en blanco.

Pronto, cuando abran las urnas,
cenizas de mi cuerpo,
de mis letras.

Escena

Foca de circo.
Con su nariz empuja las preguntas,
la pelota de sangre.

En el acto final
toca el tambor.

Pescados del recuerdo
le crecen en los dientes.

Variaciones sobre un tema de Piazzolla

1
Las lágrimas llenaron
los vasos del tiempo,
el llanto corrosivo, llanto de tango.
(Ahí está el dolor,
tortuga que camina por la arteria,
caparazón con púas).

Si lloro es por el viento:
los álamos se agitan cuando pasa
y yo soy ese piano torcido y esmirriado
al que no toca y de lejos le silba.

Clorofílicas, piñones en la hierba,
lágrimas derramándose en vasos,
vasos a los que el tiempo olvida
como el viento
se olvida de los pinos.

2
No se trata de llanto.

Se trata de ablandar la digestión.

La entereza de saberse perdido,
estatua en algún parque.

El destino del bronce
con el brillo mojado
que le ensucia la cara.

Los derrotados

Algunos perdimos.
Pero no tanto como la sangre
caída en el Bermejo.
No tanto como el Bermejo
con sus peces cansados,
dormidos en la costa.

Boca tendida al Occidente.

Brújula del miedo.

Algunos perdieron
la intención, otros la calma,
pero no tanto como la sangre
caída en el Bermejo
no tanto como el rumbo.

Llega hasta el monte el día,
llega el hachero,
llegan los carpinchos y las plumas.
Y la boca tendida comenta la derrota,
que el monte siempre gana:

la brújula marcaba el Occidente
y los peces se ahogaron en la tierra.

Comúnmente

Esta costumbre de vivir con tantos gestos,
con esas expresiones de amanecer nublado,
no es más que consecuencia del oficio.

Mis amigos comerciantes
emprenden la jornada adormecidos,
apilando monedas en cajones,
o mejor dicho,
tratando de que la muerte se lleve las monedas
y no la esperanza que los salva del tedio.

En el barrio se hace lo posible
por conservar la indiferencia entera,
por eso somos pocos los que nos saludamos.

Pasa que el comercio es un mal hábito
y en esta vecindad no hacen otra cosa
que proseguir con esos gestos
que les nublan,
para colmo,
la poca humanidad que por ahí les amanece.

LIBRO

Este autor prefiere las corolas
y escribe poemas sin espinas.

Yo no digo corolas.
No hay semillas
que broten desde el mármol
ni girasoles decorando las lápidas.
Pasto seco, nomás, pasto y más pasto,
caminatas y lluvias para no entristecerme
por la corola insulsa.

Ayer me enamoré de una estudiante
vendedora de libros.
Leímos unos versos de Lihn sobre la muerte
y ella los comprendió,
a pesar del bolsillo sin monedas.

Después se apareció el odio bravo,
el odio corralón, el que junta las culpas,
las vende, las reparte,
el que no cuenta por qué llega de pronto:
el odio reservado.

Y al frente yo, con la estudiante
leyéndome poemas de su autor favorito.

Entonces recordé que en la camisa
me quedaba un billete
y dije “envuélvalo”, y tuve un libro,
y ese libro hablaba de corolas.
(Poema inédito)

PROFESIÓN DE FE

En Salta creemos
que no hay nada mejor
que
escribir un poema,
destapar un buen vino
o fornicar con morenas
de esas que te muerden
cuando se suelta el orgasmo.
Creemos que en la tierra
se esconde un terremoto
y que la esterilidad es un problema ajeno,
propio de los peces.
Creemos en el sol,
en el folklore,
en la virginidad porfiada de las niñas del centro,
de las que van a misa.

Hay algo, sin embargo,
en lo que no creemos.

Sabemos que la angustia es un suspiro
de los gorriones que se sientan a contemplar los muros
encima de la cruz del San Bernardo.
(de La soberbia del monje)

LA HIGUERA

Cuando el argumento lo exigía
yo era el que despertaba a los fantasmas
y llamaba a los ovnis
para viajar en el torrente sanguíneo
de lo absurdo.

Las runas se trazaban
sobre las axilas,
las esquinas de los barrios
que escondían duendes ostrogodos,
y así la invocación surtía efecto.

La higuera era el buque pirata
que conducía a la selva del fondo,
la máquina del tiempo que me acercaba
al dinosaurio perro
que me mordió una tarde
y terminó ahorcado por el vecino,
el malo de la jungla
al que yo bombardeaba
con piedras de Hiroshima
para reírme de la radioactividad
que se elevaba
sobre el tejado de sus cejas.

Cierto día el buque se hundió:
mamá decidió parquizar el fondo
y eliminar las malezas
que afeaban las fuentes de las ninfas,
seres de yeso
que se comieron la tierra de las parras
y confabularon con el vecino
para terminar con mi reinado
sobre la higuera.
(de Por qué queremos ser Quevedo)

TUMBAS EN RÍO GRANDE

Esta ciudad fue fundada por la poesía:
primero sustantivos, después verbos
y finalmente la gracia de lo anónimo.
Antes de la ciudad: tumulto de guanacos,
buscadores de oro, mercaderes.
¿Y mucho antes?: los selk’nam.

Como en todas las ciudades
existe otra ciudad detrás de sus muros:
“la casa de los muertos”, podríamos llamarla,
ya que la poesía, en Río Grande,
permite esas licencias.

Aquí se juntan a charlar amenamente
personas que en la vida tuvieron sus disputas,
sus préstamos, sus deudas,
su cuota de poder y de desdicha.

¿Y doña Ángela Loij?

Dialoga con Lola y con Segundo.
Con los antepasados y los hijos.
Conmigo, que busco entre las lápidas su nombre,
porque su nombre me habla del destino,
la futura parcela dispuesta a mi descanso.

“Pobre, Loij, pobre. Fuego en la casa.
Pobre, Loij, pobre. Tierra en las patas,
toda la posesión de la sin tierra.
Pobre, Loij, pobre”, me cuenta la señora.

Yo también digo “pobre”
cuando cansado de buscar
entre las lápidas
me siento en una tumba
y soplo entre mis manos.
(de Nadie enduela su voz como plegaria)

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ESCRIBIR [Mi poema]
Gustavo Caso Rosendi [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Amor es dolor, dolor es sufrir.
Amor y dolor son siempre el motor
de nuestro vivir.
Pensar en soñar, soñar, intuir
que el sitio en que estás
la gente es feliz.
De nuevo existir, también divagar,
y seleccionar a quien quieres dar
y de quien recibir.
Llorar y gozar y siempre sonreír.
A la ciencia amar y a dios recibir.
Y brincar, saltar y jugar,
siempre disfrutar,
cantar y bailar
y vivir, vivir…
y reír
y callar
o filosofar
y reflexionar,
y nunca perjurar
¡fuera el sin vivir!
Callar es morir, morir, claudicar.
Callar y morir son siempre penar
y no resurgir.
Pensar es dudar, querer descubrir
que por mucho andar
nunca has de lograr
a dios descubrir.
Siempre imaginar,
nunca abandonar,
y jamás escupir
¡Ojo a perjurar!
¡Ja, ja, ja, ja, ja!
¡Ji, ji, ji, ji, ji!
me pongo a soñar,
música escuchar,
la luz vislumbrar,
prejuicios saltar,
mentiras obviar,
nada descubrir,
nada razonar,
no quiero pensar,
hoy quiero sentir
mi alma abandonar,
el cuerpo relajar,
los ojos cerrar
nunca más sufrir.
Me subo a mi altar,
me pongo a escribir,
y ya de placer ¡me quiero morir!.
©donaciano bueno.

Aquí he realizado un juego de geometría asimétrica en forma de versos con una reflexión final: escribir relaja mi espíritu. Espero me lo sepáis perdonar.

MI POETA SUGERIDO: Gustavo Caso Rosendi

Trinchera

Comenzamos cavando como si
fuera nuestra propia tumba
Pero cuando el cielo escupía fuego
nos dábamos cuenta
que era un buen hogar
después de todo

Cuando cayó el soldado Vojkovic
dejó de vivir el papá de Vojkovic
y la mamá de Vojkovic y la hermana
También la novia que tejía
y destejía desolaciones de lana
y los hijos que nunca
llegaron a tener
Los tíos los abuelos los primos
los primos segundos
y el cuñado y los sobrinos
a los que Vojkovic regalaba chocolates
y algunos vecinos y unos pocos
amigos de Vojkovic y Colita el perro
y un compañero de la primaria
que Vojkovic tenía medio olvidado
y hasta el almacenero
a quien Vojkovic
le compraba la yerba
cuando estaba de guardia

Cuando cayó el soldado Vojkovic
cayeron todas las hojas de la cuadra
todos los gorriones todas las persianas

Gurkas

Mercenarios de perfil bajo
(los únicos que los vieron
ya no están)

Cuchillos fantasmales
cortando los sueños

¿Pero acaso nosotros
no veníamos del país de
las picanas sobre panzas
embarazadas?

¿Quién le tenía que tener
miedo a quién?

Ese día el soldado Aguilera traía el sol
Como un ciprés harapiento
bajo la rama verde de su brazo
el soldado Aguilera traía el sol
No venía con la mirada caída de otros días no
Se recortaba triunfante en la colina
apretando al sol-rehén bajo su axila
contagiado por la luz
Se acercaba como el amanecer
agigantándose a cada paso
Ya entre nosotros lo sujetó contra el suelo
clavó su bayoneta en el ojo dorado
y rápidamente nos llenamos manos
y bocas con esa carne de cíclope
que sabía a dulce de batata

Cantata

Pasa la esquirla
y al soldado Martínez
le salen puentes
amarillos de la media oreja
y abajo la sangre
corre turbulenta
y Spinetta rema
sobre su guitarra
y gira el paisaje
como un cuadro de Van Gogh

Es por eso que hoy
cuando alguien le habla
adopta una postura
de figura egipcia
como si el silencio
de aquel hospital
le perdurara

(Pero yo sé bien que
cuando Martínez está solo
ese oído se le abre
como una ventana
y es cuando vuelve
a escuchar el silbido
y luego el trueno y luego
como un viento las voces
de los muertos que le cantan)

Poema ornitológico

Casi todas las aves se habían ido
(Eran sabias las aves o casi todas)
No como esas gaviotas que flotaban
enrojeciendo la bahía
No como aquel Pucará que caía en picada
ennegreciendo la mañana

Dormíamos abrazados
Marilyn –te decía–
Todas las madrugadas
aseaba tu cuerpo tus agujeros
Sin embargo me fallaste
cuando más te necesité
Pude haberte abandonado
en medio del camino en llamas
pero me aferré de vos como si
fueras un idiota al que tenía
que proteger
Y ese amanecer te saqué
las entrañas para arrojarlas
al mar
y ya en la fila acaricié
tu cuerpo hueco
y te dije adiós
antes de tirarte en la fosa
de los fusiles rendidos

En el camarote del Canberra

Se fregó y se refregó
bajo una lluvia caliente
Consiguió sacarse la mugre
pero no la angustia
pero no la desolación

Se miró al espejo
y supo que ya no era
y supo que nunca
se marcharía del todo
de esas dos islas rojas
como mordida de vampiro

Puerto Madryn

Como una Moby Dick de acero
el Canberra nos derramó en la explanada

Luego el abrazo de la gente el griterío
un hogar un plato de guiso un poco de vino
el ruido del chorro del sifón y los ojos
encendidos de una chica

Partimos al atardecer

Lentas algas se amontonaban en la orilla

El último enemigo

Jorge se despertaba
entre la tempestad del fuego
con esa tos de cañoneo
que no se le iba nunca
y antes del desayuno
se afeitaba en un pedazo
de espejo que latía

Esa mañana besó
a sus hijos a su mujer
besó como el sueño
profundo y suave
besó de una manera
imperdonable y dulce

Más tarde en el baño de un bar
sacó un revólver y disparó
justo en el lugar donde
se apostaba la tristeza

Brindis

Subía y bajaba colinas
hasta llegar al soldado Sañisky
Le daba un abrazo
le ponía entre las manos
mi paquete de Marlboro
esto es tuyo -le decía-
es todo lo que tengo
y nos dedicábamos a echar humo
igual que aquellos agujeros
que de pronto aparecían
en la turba como un
acné irremediable

Hoy cuando nos juntamos
en algún cumpleaños
y enciendo un cigarrillo
sentimos que estamos allá de nuevo
Entonces mi amigo
–que ya no fuma-
me pone en la mano
una copa de vino
y miramos cómo corren
nuestros hijos
cómo hablan nuestras mujeres

Y porque aún nos perdura
la tristeza es que estamos felices
y porque sabemos que de alguna
manera no nos han vencido
es que brindamos

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A LA MUERTE DE HUGO CHAVEZ [Mi poema]
Jacobo Fijman [Poeta sugerido]New

MI POEMA...de medio pelo

 

Después de tus soflamas, hoy te has ido,
sin laudos, despidiendo de tu gente.
Alguno habrá llorado al ser querido,
mas otros respirando eternamente.

Hugo Chávez, Hugo Chávez
quién te ha visto y quién te ve
a tu pueblo utilizaste
pa’ seguir en el poder.

Golpisla, guerrillero, arrepentido,
orador de semblante omnipresente,
ególatra, has quedado reducido
al lúgubre ataúd de un cuerpo inerte.

Hugo Chávez, Hugo Chávez
quien te ha visto y quien te ve
a tu pueblo utilizaste
pa’ seguir en el poder.

“Victoria, Venezuela, hasta la muerte”,
en “ALÓ PRESIDENTE”, repetida,
en mítines, discursos tu envestida,
ya nadie ha de escuchar y aun menos verte.

Hugo Chávez, Hugo Chávez
quien te ha visto y quien te ve
a tu pueblo utilizaste
pa’ seguir en el poder.

Fardabas de caudillo iluminado
votado a por un dios omnipotente,
mesías del país bolivariano,
librando de miserias a tu gente.

Hugo Chávez, Hugo Chávez
quien te ha visto y quien te ve
a tu pueblo utilizaste
pa’ seguir en el poder.

Tratante, comprador de voluntades,
liaste a los países adyacentes
cediendo ante tus falsas veleidades
cual Napoleón, tu sueño incongruente.

Hugo Chávez, Hugo Chávez
quien te ha visto y quien te ve
a tu pueblo utilizaste
pa seguir en el poder.

Hoy quiero dedicarle este final
a ese pueblo leal, bueno y valiente,
seguro de un futuro más legal
pues “Chávez solo ha sido un accidente”.
Quito, 5 de marzo de 2013
©donaciano bueno

Este poema, que escribí coincidiendo con la muerte del caudillo bolivariano, lo traigo ahora como homenaje a ese amigo venezolano que hace uso del pseudónimo Bam-Bam, Eladio Rodulfo González,  que ayer publicó un poema-lamento bajo el título "Si yo fuera joven", en prueba de solidaridad para con todos los que, como él, sufren la dictadura de Nicolás Maduro.

MI POETA SUGERIDO: Jacobo Fijman

EL CANTO DEL CISNE

Demencia:
el camino más alto y más desierto.

Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!

ALDEA

Mi blanca soledad-
aldea abandonada.

Revuelo de perezas
sobre la torre de un anhelo
que tañe sus horizontes.

Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes solariegos.

Se ha sentado el dolor como un cacique
en el banquillo de mi corazón.

Las lluvias estancadas de mis sueños
se han cubierto de musgo.

En el horno apagado del silencio
mis frutos maduraron
estérilmente.

Perdí mi itinerario en el desierto.

¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el azar!

En una pradería de cansancios
balan estrellas mis ovejas grises.
Lugarón sin destino;
las calles andariegas
beatas de mi ser
son manos
contemplativas
que van perdiendo soles…

BARRIO

Barrio apartado;
bandada de colores
de las ventanas de las casas.

Silencio cruzado de brazos
ante la luna.

Sobre los árboles
embalsamados de cordialidad,
aromadas de estrellas
se trepan las callejas.
¡Dulzura!

Nada interroga.
Se está y no se está en sí mismo
muy limpio y ancho.

¡Y todo es tan lejano y puro
que una nueva inocencia nos consuela!

¿He salido a buscar
juguetes
para los niños?

Barrio apartado:
paisaje de estampas y estrellas.

VÍSPERAS

Toque de vísperas de fiestas.
Presentimientos.
Mi corazón es blanco de ternura.
¡Solemnidad!

Hablamos en voz baja.

Un árbol canta como un niño
piadoso
todo blanco de estrellas.

Mi corazón es blanco de ternura.

MAÑANA DE SOL

Tañía el sol sus llamas
en los cántaros húmedos del viento
de rocío y paisaje
que alargaba el elástico sendero.

Desentumecimientos.
Carnes del trigo;
espigas de mis manos.
Jadean los aromas;
temblequean cual besos los caminos.

Silencios verdes de los bosques rojos
apretados de gozo y alegría.

¡Enloquece en mis ojos la mañana!

OCASOS

Ocasos turbios de violeta.
Reliquias. Devociones.
Caras amortiguadas.
Nostalgias
descoloridas.
El mar se acoge en mis matices;
¡ciera su boca atardecida y fría!

El timbre de mis ojos
esparce intimidad.
Mi piedad de rodillas
se aroba en los suspiros del ocaso
(palomas de violeta)
Mis manos palpan el color de misa!

CREPÚSCULO

Ponderan los ocasos gustos violetas.
Un árbol negro, un árbol blanco, un árbol verde
cuelgan sus blusas
en la inmovilidad.

Ha cerrado los párpados el viento.

Luces deshechas;
pétalos estrujados
en superposiciones.

Ponderan los ocasos gustos violetas.

CIUDAD SANTA

Tres gritos me clavaron sus puñales.
Paisaje de tres gritos
largos de asombro.
¡Bromearon los sudarios del misterio!
Fuga de embotamientos;
suspiros
en la niebla inmovilizada.
Cipreses.
Bronce de los terrores
informes, fragmentados.
Mueren caminos
y se levantan puentes.

Un árbol se transforma
cerrando sus pupilas.

Caen medrosamente las palomas
angélicas del sueño
en las uñas heladas del espanto.

Un infinito horror
manaba en mis entrañas
en un himno de muerte.

TOQUE DE REBATO

Agua de trinos
manó de las gargantas estelares;
nos lavaba la angustia
el silencio concéntrico de los cielos lejanos.

En un andar de media-luz volvían los caminos
y un gran bosque de aromas
tañía las campanas de la aurora
un himno de la vida.

CÓPULA

¡Nos unió la mañana con sus risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
desnudos -rojo y bronce.

El olor de la luz era sagrado:
música de horizontes,
espacio de paisajes-
rojo y bronce-
ruido de melodías,
himno de soles,
eternidad
y abismo de la dicha
en la alegría loca de los vientos.

Canciones de naranjos
en la piedad de los caminos.
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!

Dicha de los abrazos y los besos;
toda la gloria de la vida
en nuestros pechos
jadeantes y ligeros;
nuestros cuerpos: au roras y ponientes
en la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo en nuestra boca!

VELADA

Rumor de carreteras aflautadas
en los alientos turbios de las miradas grises.
Portazos;
temblor de las vidrieras; cóleras destempladas.

Aúlla el frío blanco;
el suelo se ha caído de mis manos.

Crucifijos en somnolencia.

Marcha de retrocesos
¿Qué ruedas empujamos?

Acordeones desafinados
de mi sabrosa angustia.

Aúlla el frío blanco
cual los gitos helados de un espejo.

Silencios enjugados de la nada;
marchas muy bien envueltas, casi fijas.

Almohadas que lloran desesperadamente;
júbilos disonantes
de huellas desgarradas;
pasos atrás, deshechos
en la inconciencia.

Mi corazón es una estrella en sorna;
canción de mis fogatas.

Almohadas burlescas que sollozan
desesperadamente.

Aúlla el frío blanco
cual los gritos helados de un espejo.

TARDE VIOLETA

Cae de bruces un silencio frío
en el ocio violeta de la tarde.
¡Perplejas añoranzas!

Se tuercen las paredes de mi estancia.
Ronronean las luces como gatos.
El caserío soñoliento
engrisa las campanas.

El viento tiene los pies desnudos.

Se ensordece la tarde
arrastrándose, lentamente.

¡Perplejas añoranzas!

De reojo me miran los sarcasmos.

EL VIAJERO AMARGADO

Gris andurrial de la mañana.
El mar descorcha sus botellas
de vinos espumosos.

Bailan como muñecos
mis anhelos, creados por los vientos;
y vanse a pique , sollozando,
con las manos abiertas, distendidas.

El mar embriaga mis sarcasmos-
aguja de relojes negros,
trasnochadores;
conciencia amarga de la vida.
Hastío.
Zozobras.
Gargantas temblorosas.

De día en día
preparo mis maletas;
¡cambio los aires y las horas!
Las grises estaciones me han dejado
el silencio de sus faroles
enfermos, de velorios;
y los puertos sus guinches y sus barcos
afiebrados de esclavos y bocinas.

Se alargan las agujas de los relojes negros.
Sarcasmos.
Bailan mis muñecos, oreados por los vientos
en el gris andurrial de la mañana.

MORTAJA

Por dentro:
atrás el rostro.
¡El pasado aniquila!

¡Es en vano que encuentre una herradura
en el estanque turbio de mi imaginación!

El árbol ha cubierto de palomas
mi soledad; pero es en vano.

Desnudo
siempre estoy como una llanura.

Para buscar un cerro
miro las multitudes.

Estoy siempre desnudo y blanco;
Lázaro vestido
de novio;
Una mortaja viva
entre el ayer eterno
y el eterno mañana;
una mortaja viva
que llora en mi garganta.

MÁSCARAS

Sangró mi corazón como una estrella
crucificada.
Dolor;
del sándalo purísimo del sueño
trabajaron la balsa de mi vida.

Amor
hízome calles de esperanza
que oprimieron tus manos de alegría.

Sus máscaras de aromas pusiéronme los astros
en las músicas negras que miran lentamente
mi soledad de túnel olvidado.

Y todavía el muelle
de mi ser bosteza;

yerra mi angustia
dando vueltas y medias-vueltas
como barricas.

Hasta que al fin, se romperá algún día
mi corazón, como un ladrillo.

¡Sus máscaras de aromas me prenderán los astros!

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NOSTALGIA DE CASTILLA [Mi poema]
Héctor Gagliardi [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Caminante que caminas por los campos de Castilla,
dime tú fiel caminante si es verdad que el cielo brilla,
si esa luz verdiamarilla ensimismada o errante
que asoma tras las colinas e invade el dulce semblante,

cuéntame para que ensalce yo a esos campos y a esas villas
de mis tierras, trashumante, -labriegos, gentes sencillas-
cuando triste, junto al fuego de mi hogar, por el nublado,
sufra y llore, tan frecuentes en el suelo vascongado.

No sigas más adelante, para un rato a descansar.
Dime todo lo que sepas de esas tierras que yo añoro,
sobre el llano, las estepas, pardos montes, campos de oro,
de mi infancia fiel tesoro e imposible de olvidar!

-¡No puedo más, otro día…, tengo tanto que correr…
de aquesta tierra bravía tengo tanto que aprender…
No puedo más, algún día… -Pero no ves buen viajero,
no puedes ver que yo anhelo, que yo quiero…que yo espero….

Ya se ve en la lontananza, ya tuerce el camino, ya…,
adiós mi triste esperanza, viniste de cualquier modo,
ya nunca más volverás. El cielo ya empina el codo,
torna el sol de un gris beodo, la tarde cayendo está.
©donaciano bueno

De mi época de estudiante por esas tierras del norte, en Fuenterrabía.

MI POETA SUGERIDO: Héctor Gagliardi

Canción

El Río de tu Sueño cantará el abecedario del agua.
Tendrá árboles, como llamas verdes
chisporroteando alondras;
y altos bambúes cazarán el girasol de las lunas
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

El alba será un loto que perfuma
la muerte de tus noches;
de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaro-moscas.
Habrá remansos y un polen que hace dormir al viento
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días.
Mis hermanos pelarán la fruta del mundo, la más roja…
Con mi remo inútil, a lo largo de las noches,
busco el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.
De «Días como flechas» 1926

Canción para que una mujer madure

¡Fruto nuevo, amasijo de tierra y de agua!
Cristalizó en el gajo más curvado del mundo
la sal de tu ternura.

¡Afilando puñales de sed,
trenzando los cabellos de una esperanza niña,
desvaneciendo sombras he cuidado tu rama!

Pastor de grandes cosas que se mueven,
yo conduje el rebaño de los días piafantes;
he visto cien mañanas con los picos abiertos
devorar la migaja de la última estrella
y tembló entre mis manos toda noche
como una yegua renegrida y ágil…

Yo hilvané con mis ansias una canción de cuna
para que se durmieran los cachorros del viento;
y alcé un espantapájaros de odio
sobre el campo frutal de tu sueño sin lágrimas.
Con las hebras del sol
has torcido el cordaje de tu risa.

En las enredaderas de tus voces incuba
sus tres huevos azules un pájaro de gracia…
¡La vida en tus talones es un giro de baile!

Te aferras al abierto pavorreal de los días
y le robas la pluma;
sabes abrir tu noche como un libro de estampas.

Y no sé si deshojas
la flor menguante de las lunas;
y no sé si libertas los luceros cautivos;
¡o si el verano salta de tus ojos iguales
a una lluvia con sol!

Tengo los dientes rotos de morder imposibles:
para ti guardan lechos de martirio mis brazos.
En mis dedos retoñan zarzales de caricias,..

¡Todas las noches naufragaban
en esta costa de mi anhelo!

Grabé tu nombre en todas las arenas del aire:
tu nombre es el perfume que buscaban mis años.

Redoblan los tambores de mi fiebre
largos llamados al otoño.

Has de llorar tus frutas
redondas como lágrimas…

Ensartare en el hilo de mi plegaria sorda
las cuentas de cien días y de cien noches;
¡y haré un collar de tiempo que te ciña!

Conduciré el rebaño de mis voces
por caminos que duerman bajo el opio del alba.

He de atar mis dos ojos a carros de vigilia
¡y haré un collar de tiempo que te ciña!
para que sea manso tu caer en un día
con fragancias de alcoba;
y para que en la noche de tu llanto
las estrellas más altas fructifiquen
entre la mano de los niños.
De «Días como flechas» 1926

Canto de otras vidas

Silencio,
sangre de campanas muertas.
Llanto de las casas vacías
que imploran un retorno de niños…

Yo sé un canto sin nombre
que fructifica en el silencio.
Una canción de aquellas que soldaban tus párpados
cuando la lámpara florecía
en los aposentos mojados de sombra.

Entonces hubo dedos color de reloj
y un perfume de llantos antiguos en la ropa vetusta.

(Hay que tirar guijarros musicales
al fondo del silencio:
el silencio responde con su voz de agua muerta.)

¡Tus manos!
Veo tus manos desgarradas
en cinco tiras de cansancio.

¿En qué viejo episodio se gastaron tus dedos?
La vida fue un liviano cascabel en tus ropas
¡y has echado a rodar el juguete del mundo
yo no sé en qué mañana de libro con viñetas!

El cántaro vacío de tus ojos
ha mordido la fuente de algún sol en pañales…

(Todo está en el silencio
y en la fatiga de tus brazos.)

Una mañana tus ojos de Simbad arponearon el sol.
En madera profunda
tallaste el mascarón de un navío fantasma:
un mascarón de gestos petrificados
que mordió la carne frutal de aquel día sin nombre.

Entonces un mar sin leyendas
habló de tu origen a dioses color de esponja.

Y el viento no había pisoteado todas las distancias.
El viento niño rompió el juguete de tus Cantos
y hacía danzar en sus horcas
a los piratas de tu miedo…

¡Quién te dijo una noche que la muerte
sólo un tapiz de sueño era!

¡Quién te enseñó una noche de qué modo la vida
se acostaba en sus linos,
como tú, de pequeño,
cuando en los labios de tu madre
nacían llavines de música para tus ojos!

¡Quién te habló de la muerte
y de un retorno en caballos festivos!

(Yo sé un canto de abuelas;
el silencio responde…)

¡Tus pupilas
-amente fieles a la hoguera
que abrió incurables llagas en la noche de añil!

¡Qué vieron tus pupilas? ¿Qué vieron
la barba color hoja seca de los ancianos
t6rax de hombres adustos
hablaban un lenguaje aprendido en la boca del viento?

Una voz deshizo el collar de tu nombre,
una voz musical de nodriza recién castigada…

¡ Todo está en el silencio!
He ahí tus pasos amigos de una tierra sin edad.
Y la mujer a tu carne ceñida, igual que una ropa de llamas.
Y un amor traslúcido como el reír de los niños
que mataron pichones de alondra junto al Río Dios.

Todo está en el silencio
y en la fatiga de tus brazos.
Has roto la ventana de un Olimpo sin risas
y salieron los dioses en pantuflas
esgrimiendo sus rayos de juguete…

¡De qué metal será la palabra
que infantilice los labios del mundo!

¡Qué harás con tus manos de cinco tiras
en el puente de las noches, cazador sin sueño!

Yen el oeste un pájaro se alza:
con el pico enhebrado de música
viene cosiendo el traje de una edad.
De «Días como flechas» 1926

Credo a la vida

Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño
del numen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.

Padeció, la titán, bajo los yugos
de una falsa y mezquina religión;
veinte siglos se hicieron sus verdugos
y aun padece, titán, bajo sus yugos
esperando la luz de la razón.

Fue en la humana estultez crucificada;
murió en el templo y resurgió en la luz…
¡Y, desde allí, vendrá como una espada,
contra esa Fe que germino en la nada,
contra ese dios que enmascaro la cruz!

Creo en la carne que pecando sube,
creo en la Vida que es el Mal y el Bien;
la gota de agua del pantano es nube.
Creo en la carne que pecando sube
y en el Amor que es Dios.
¡Por siempre amén!

De la adolescente

Entre mujeres alta ya, la niña
quiere llamarse Viento.
Y el mundo es una rama que se dobla
casi junto a sus manos,
y la niña quisiera
tener filos de viento.

Pero no es hora, y ríe
ya entre mujeres alta:
sus dedos no soltaron todavía
el nudo de la guerra
ni su palabra inauguró en las vivas
regiones de dolor, campos de gozo.
Su boca está cerrada
junto a las grandes aguas.

Y dicen los varones:
«Elogios impacientes la maduran:
cuando se llame Viento
nos tocará su mano
repleta de castigos

Y las mujeres dicen:
«Nadie quebró su risa:
maneras de rayar le enseñaron los días.»

La niña entre alabanzas amanece:
cantado es su verdor,
increíble su muerte.
De «Odas para el hombre y la mujer» 1929

De la rosa prudente

A su espinoso mundo sometida,
vive y muere la rosa colorada:
su pura soledad, ¡qué bien guardada!,
su bandera de amor, ¡qué defendida!

Guerra, pero entre dardos florecida;
cielo, mas al arrimo de la espada,
si hasta la rosa llega tu mirada,
no se le atreve al fin tu mano herida.

Miel indefensa, corazón desnudo
que a todo viento, si es de amor, te inclinas,
falto a la vez del arma y del escudo,

¡busca ya la milicia cuidadosa!
Y que, mortificado en tus espinas,
te valga la prudencia de la rosa.
De «Sonetos a Sophía y otros poemas» 1940

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DE MAYOR, YO QUIERO SER MUJER [Mi poema]
Antonio González Guerrero [Poeta sugerido]New

MI POEMA...de medio pelo

 

Mamá, cuando yo vuelva a ser niño,
si volviera a nacer
y tú me preguntaras tan dulce con cariño,
hijo ¿de mayor qué quieres ser?
respondería, mami, yo a tu mimo:
de mayor, mujer yo quiero ser.

Ya sé, mami, ya sé que eso no es posible,
pero espero que comprendas que ardo en deseos por saber
y sentir lo mismo que tú sentiste
y ese misterio que es la gestación de la vida conocer.

Quisiera saber cómo fue la convivencia
durante las nueve lunas que permanecí en tu ser,
si me porté bien, si fuiste feliz con mi presencia,
si después de esa experiencia
de nuevo desearas volverme a tener.

Qué pensabas cuando aún no me conocías,
cuando en el vientre te daba pataditas sin querer,
cuando si sería niño o niña no sabías,
si es verdad que tanto ansiabas ya verme aparecer.

¿Con qué palabras puede describirse la ternura
de la madre que al hijo coge en sus brazos en la primera vez?
La expectación, los miedos, la sorpresa, la esperanza y la dulzura,
todas esas emociones en un segundo reunidas en torno a su bebé.

Si es verdad que alguna vez de mi padre te acordaste,
cuando por culpa mía te hacía devolver,
cuando los inoportunos antojos te hacían insoportable,
¡os prometo que algún día os recompensaré!

Recuerda, mamá, lo que te digo
que aunque volver a nacer no pueda suceder
ahora sólo pretendo ser tu hijo más querido
pero que me gustaría poder haber sentido
todas las emociones que has vivido,
que durante el embarazo percibe una mujer.
©donaciano bueno

Este poema va dedicado en particular a una persona muy querida para mí, que aunque el texto no esté a la altura de lo que ella se merece, sabe que lo he hecho con la mejor intención.
Y por extensión, a todas las futuras mamás sin distinción y en especial para las que en esa etapa tan sensible de la vida, estén atravesando problemas económicos, afectivos...etc...para que sepan valorar el maravilloso privilegio que tienen de ser protagonistas de ese misterio que es la gestación y el nacimiento de un ser humano.

Adivina, adivinanza,
Mi poema es para ti
Inquilina de mi alma
Rosa azul de mi jardín
Adivina, adivinanza.

(Acróstico)

MI POETA SUGERIDO:  Antonio González Guerrero

Hagamos del amor una vasija

donde poder beber a todas horas;
que cuando llegues tú se me desborde
en tu pezón el vino. Que tus muslos
sean odres de miel para el reposo,
y tu pubis la sábana que cubra
toda la desnudez de mi inocencia
reencontrada en tus brazos.

Si fuera el desamor, como se dice,

tan altivo y cruel, tan a la forma
del sentimiento grave que nos une
en esta eucaristía de pan negro.
Si fuera el corazón como una fuente
de piedras para rodar, una escultura
solesmente radiante en su abandono
de agua abrideñal que sobre el mármol
de sus venas trasciende y se desliza.

LA FUENTE MILAGROSA

Aquí está el jardín. Entra. La fuente
que cura todo mal tiene sed de tus labios.
Bebe en su laxitud y pon la fruta
de Adán sobre la lóndiga del delta.

El jardín es espeso, sazonado y profundo:
con su hierba trigal y su fresón salvaje.
Cógeme las manzanas o sea tu cuchillo
odre de leche y miel para calmar la hambruna.

No hay horas de visita. Ven de noche si quieres.
Tráete a los amigos; la fuente es milagrosa.

OFICIO

Deja que te desnude con la boca,
a despecho del hambre de mis manos.
Que arranque tu pretina con los dientes
y muerda con mis ojos la sangre de los lirios,
que hiere tus pezones, gota a gota,
preñándolos de azúcar, cual si altivas cerezas.

Permíteme que caiga en el olvido
de toda dignidad. A cualquier precio
quiero la subversión, la guerra sucia
de tu lengua arrastrándome hasta el vértigo.

Amo la turbación, el desafío
de darme por doquier y toda entera
mansamente a tu ley y tu lujuria.
Ordéname matar y te obedezco.

Perra o esclava seré si tú lo pides,
o puta complaciente con quien mandes.
Pero acepta el oficio de mi boca
y escúpeme tu semen en la cara.

EL CHULO

No era un muchacho de esos
que trabajan colgados de un andamio,
con sus monos abiertos hasta el pubis
y el sexo a reventar. No era tampoco
un chicarrón vestido de uniforme
ni un chavalote al uso: con su culo
musculoso y gentil.
Yo no sabría
decir qué me sedujo de aquel hombre
o por qué sigo atada a su codicia.
Tal vez fue la dureza de sus ojos,
o esa forma especial de dar las gracias
tras cobrar su estipendio.

NEBUR

En la escuela jugábamos las chicas
a darnos el placer de buscar novio
(Los días eran largos y tediosa
la vida en aquel pueblo de mi infancia).

Cuando sea mayor -contaba Carmen-,
me iré a la ciudad con mis padrinos.
-Y yo seré azafata de congresos
Pues yo -decía Mabel-, seré enfermera.

La pasiva refleja… -Ángela, dime
¿qué función tiene el se cuando leemos
se vende, verbigracia, o se realquila?
-preguntaba Sor Juana sin respuesta.

El bedel era un hombre de principios
(si tocas menos diez, te doy un camel),
hacía sonar el timbre y la pasiva
quedaba hurtadamente en la pizarra.

La hora del recreo, con los chicos
jugando al escondite y a las prendas,
es el único gozo que recuerdo:
con Nebur manoseándose el paquete.

Si pierdes, quiero un rizo de ya sabes.
-Y ¿si gano?. Pues si ganas te la enseño.
¡Diecienueve centímetros de polla
-sentenciaba Miguel- Se la he medido.

No sé por qué razón perdía siempre
Nebur en aquel juego; aunque no quise
ninguna recompensa por entonces,
o su alarde viril me estremecía.

Tiempo al tiempo, chiquilla, tiempo al tiempo,
que yo sabré esperar hasta que crezcas.
Y me escribía versos en los libros
o me mandaba cartas por mi hermano.

Era un muchacho amable, inteligente,
sensible y soñador. Y, a sus quince años,

responsable en exceso y juicioso,
que firmaba al revés para ocultarse.

Tiempo al tiempo, chiquilla, tiempo al tiempo,
que quiero ir modelándote a mi modo,
y darme a tu ternura en cuerpo y alma,
y ver crecer contigo a nuestros hijos.

La clase de dibujo fue una historia
que no quiero contar. Hermana, mire,
Ángela está sangrando por las piernas,
-dijo Carmen nerviosa-.
Y sor Socorro,
que sabía latines de la vida,
me llevó a los lavabos advirtiéndome:
si lo haces con Nebur, ponle una goma.

PASEO VESPERTINO

Paseaba su mastín mientras leía
los versos, con fruición, de Leumna Haeget,
con el torso desnudo y atrevido
tal un jovial David de Miguel Ángel.

Lo miré al pasar junto a los setos
y proseguí ojeando ensimismada
la agenda de El País. Hola -me dijo.
Hace una tarde espléndida; el verano
es un tiempo infeliz para los perros.
-Quieto,Tom; deja en paz a la señora.

Vestía un short de atleta en raso fino,
tan blanco que un cristal transparentaba
el vello de su pubis, rizo y negro,
y su glande a estallar de tan hinchado.

Los perros son la leche. Tom, tranquilo;
sal de entre las celindas -reclamaba.
Y mirándome dijo: ven, entremos.
La tarde está ideal para un buen polvo.

REENCUENTRO

Me seguía a menudo hasta el colegio
en un BMW color blanco.
Su aspecto era de hippy: pelo suelto,
un escorpión tatuado en una nalga
y un pearcing de oro fino vigilando,
a modo de aureola, su prepucio.

Lo hicimos una vez y fue tan bello
que aún siento placer al recordarlo;
o el sexo se humedece y me estremezco
si digo que le di lo más profundo.

No quise verlo más. (Como presente
llevo puesto en la vulva su zarcillo).
Tampoco él insistió. Niña -me dijo-,
soy mayor para ti y obraré en causa.

Lo odié asesinamente por cobarde,
por dejarse vencer sin dar batalla.
Pero ayer, otra vez, lo eché de menos,
y todo volvió a ser maravilloso.

LUZ DE PONIENTE

¿Qué dulce medicina
hay, amor, en tus labios? ¿Qué palabra
capaz de contenerme
el ritmo de los pulsos?
Si memoro
las noches desdeñosas, en su urgencia
de traición o mentiras. Si me entrego
a la tenue alegría de tus ojos
de mieles y azafrán, leo en tu risa
los poemas más bellos que un amante
haya escrito jamás.
Tu diccionario
era un coro interior, con su liturgia
de límpidas sonatas. O solías,
a modo de ofertorio, abrir la puerta
de la gloria con líquidos clarines.

Tu verbo era la carne de las almas
que buscan comulgarse. Por tu boca
se derramaba un cáliz de alhelíes
a guisa de oración o de presagio.

Venías a mi fuente de agua tibia
con el vino feliz, para embriagarme
o dar calma a mi sed, sedientamente,
y a herir tu corazón de rosas rojas.

Traías el zurrón amanecido
de versos y de frutos escarchados.
Y siempre un solespones bondadoso
como lluvia de abril, tras la tormenta.

Yo no sé, en verdad, cuál fue el prodigio
que me arrastró hacia ti. Pero te juro
que aún llevo tu memoria como guía
de luz en esta ruta hacia el ocaso.

CITA APLAZADA

Le gustaba exhibir su poderío,
esplender su hermosura por la casa
y mostrar el paquete a las vecinas,
sutilmente detrás de los cristales.

Yo lo oía gritar cuando metía
un gol el Real Madrid. Zidane e Hierro
fueron aquel otoño contraseña
de duendes en mis manos.
Una noche
que jugaba en Montjuic el Barcelona,
subió a preguntarme por un libro
de Violeta Rangel. -Por favor, pasa.

Hablamos largamente de poesía:
de Moya y de Gahete. (¡Gol del Barça!)
Joder qué bien la mide el brasileño.
Perdóneme -añadió- te estoy cansando.

-No importa -sonreí-. Yo soy merengue
(aunque hay algún culé que está que mata).
Entonces -concluyó- sé generosa;
después veremos juntos el partido.

SIEMPRE LLEGAN LAS ROSAS

Porque me entrego al mundo
con llana devoción, sin darme tiempo
para orar a los ángeles castrados
o zaherir a los dioses de la niebla.

Porque soy como soy, aunque haya sido
lo que nunca sería si no fueras
el reloj de mi sangre, el meridiano
y el propio mapa mundi de mi cuerpo:
que no es tierra ni es mar sino latido
o pura alegoría de la llama,
u hostia a compartir.
Aunque te niegues
a creer que en mi pecho los chacales
han hallado botín, o que es estepa
de olvido la ceniza en los rescoldos,
y que no hay salvación en la derrota.

Aunque ya la templanza
me traicione en su azogue y me asesine
lentamente el dolor, o la locura
se haya vuelto a aliar con tu recuerdo.

Aunque sueñe tu pubis
ardiendo como un sol entre mis muslos,
o crezca todavía
tu aroma por mi piel desparramado.

Aunque haya tenido que matarte
para tenerte, en fin, eternamente
y sea un epitafio
mi vida, que se escribe en cinco letras;
aún siento el fervor, el fuego altivo
de esas ganas de amar, tal si a destajo.

Cierto que tengo el alma corrompida
de lunas navajeras y hojarasca;
pero odio el rencor cuanto amo el vicio,
y pago con ternura lo que debo.

O el corazón me dicta en su destreza
que, pues me doy al mundo sin ambages,

hallaré en la esperanza mi camino.
Las rosas siempre llegan, tras la nieve.

JUEGO DE NIÑOS

¡Aires de libertad! Hubo a menudo
días en gris marengo, interminables
noches de ensoñación que amanecían
urdidas de barrotes. En la cárcel
del sexo a medio abrir, las muchachillas
aldeanas pintábamos sombreros
y tulipanes rojos como falos
de fuego abrasador.
Con cierta astucia
los chicos adulaban nuestro empeño:
Te doy un chupa-chups si me dibujas
una almeja carmín en el ombligo.

En casa nos prohibían seriamente
comer pipas con sal o golosinas,
de ahí que convinimos, previo pacto,
el no comentar nada a los colegas.

Las cosas eran duras por entonces,
y el mínimo desliz era motivo
para no ir al cine una semana
o estudiar alemán todo el verano.

La libertad -decían- no es un peso:
es regalo de luz para uno mismo.
Y un regalo no llega ociosamente;
quien guste del deber será más libre.

Libertad, para qué -había leído
yo en alguna parte-. Y sonreía,
pues todo en nuestra regla era pecado,
o diera un panamá por un merengue.

El riesgo no era grave, si guardaba
Miguel nuestro secreto. Y yo creía
firmemente en la ley de la prudencia:
era un chico sagaz y agradecido.

El riesgo no era grave. Así que dije:
¿dónde quieres la almeja? -Aquí debajo.
Pero come primero el chupa-chups con ganas,
-concluyó jubiloso-. Lo mereces.

ANUNCIO POR PALABRAS

Rubén: chico viril, para parejas
con ganas de gozar; diez mil la hora.
También para bisex sano y discreto.
Abstenerse drogatas e indecisos.

Escueto era el mensaje. Terminaba
con un seiscientos seis de nueve cifras:
un número feliz que estaba impreso,
difuso y familiar, en mi querencia.

Quedamos en su casa. No tenía
el brillo de los ojos con que antaño
abrasara mi piel, tal si una esquirla
de lumbre se encendiera hasta los huesos.

Su gesto era taimado y se ocultaba
en un look inquietante y pandillero:
la cabeza rapada, voz adusta,
uniforme a lo Reich y carnes densas.

No pareció extrañarle mi visita:
Yo me llamo Rubén. -Y yo soy Nadja.
Pues ya sabes el precio: diez mil pelas
por un sesenta y nueve y un buen griego.

No supe contener mi desatino
y, a pesar de que el páncreas me temblaba,
hicimos el amor hasta extenuarnos,
o yo sentí mi cuerpo a la deriva.

Las cosas son así… Ahora vete
-dijo dándome un beso en la mejilla-.
Podemos, no obstante, hablar mañana;
tal vez aún quede un algo que decirnos.

CONFESIÓN

Quisiera confesarme
abiertamente ahora que anochecen
tus labios ateridos
en un vaso de whisky y de brown sugar.
Contarte, por ejemplo,
que aún siento el calor entre las piernas,
de tu semen rotundo:
uva dulce de Onán para mis días
de fiebre y ansiedad.
Si tú me escuchas
o si aún vale un verbo la franqueza,
te hablaré sin dolor, para decirte
que fuiste para mí lo más sagrado.

Es verdad que una tarde entre los tilos
Del parque Enrique Gil -¿por qué negarlo?-,
sentí mi doncellez arrepentida
y mandé asesinarla por tres veces.

Empeñó mi palabra
para jurarte, al fin, que tus deseos
eran para mi sed ríos de lluvia,
o no hubo otro hombre igual dándome gozo.

No es venganza si explico
que sé que te lo hacías con mi hermano;
o no hay razón alguna de tu esperma
que mi tacto cabal no certifique.

Cosas sin importancia, si se asume
que todo en esta vida es relativo;
o el libro del amor es más hermoso
si uno sabe leerlo en varias lenguas.

Hace frío. Tu cuerpo
huele a luz flagelada y sal antigua.
Cierra el confesonario con seis llaves,
y abriguémonos bien; la noche es larga.

TRÁNSITO AL DESENCANTO

A veces me gustaba darme al vicio:
dejarme flagelar ligeramente
e implorarle a mi novio de rodillas
que me atase con fuerza y sazonara,
con su lluvia amarilla, los racimos
agraces de mi sed.
Me apetecía
también, de cuando en cuando, el beso negro;
y con cierta frecuencia el fetichismo:
(morder su Calvin Klein bien empapado
de flujo seminal y droga dura).
O pinzar con su hebilla mis pezones,
o infligirme la cera sobre el clítoris.

A veces me gustaba seccionarme
en dos medias naranjas de tristeza,
y ofrecerme a Nebur virginalmente
e inmolarme en su fuego de caricias.

A veces, Dios lo sabe, en la miseria
pedí un jarro de amor como limosna.
Y sólo hallé lascivia y me di entera
con ganas de morir en unos brazos.

Inútil dejación. Aquel chiquillo
al que yo puse nombre de poeta
-ávido mercader de soledades-
mermó mi corazón hasta negarlo.

Lo amé en mi grandeza y mis ruinas
o di por él mi sangre en cien subastas.
Pero, aunque ahora vuelva a darme al vicio,
Nebur no beberá más por mi boca.

ACTO DE FE

Si piensas que ha caído
en las garras del miedo, te equivocas.
Puedo seguir amando aunque me duelan
los huesos de llorar.
Aunque se pudran
mi boca y los jacintos de mis labios,
voy a seguir creyendo en la alegría
de un nuevo amanecer en cualquier parte.

Te equivocas si estimas
que fuiste mi guardián de horas inciertas:
el amante atrevido
o el astro de mis noches de penumbra.

Te engaña el corazón cuando pretendes
hacerte perdonar tus arrebatos,
cuando vas por la vida de buen tío
y hablas del amor vacíamente.

Podría, si quisiera,
traerte el mar entero hasta tus ojos,
e inventarme jardines en mis manos
para darte el cobijo que me niegas.

Podría rescatarte de ti mismo,
romper como un cristal tu escaparate;
pero quiero soñar. Hoy necesito
soñar que aún te quiero, pese a todo.

DESTRUCCIÓN DE NEBUR

Como si nada hubiese muerto todavía
Pedro A. González Moreno
Como si nada hubiese muerto todavía
o la palabra aún tuviera el peso
de la ley de las almas pudorosas,
que saben de lealtad y abnegaciones.

Como si esta mañana las palomas
que pastan en mi sien, ya de regreso
de los cálidos bosques de Tunicia,
dibujaran tu nombre en los arroyos
de mi sangre cautiva; por mi sangre,
he visto zurear los pentagramas.

La música de ayer, las melodías
de tus ojos de arrope sosegado;
el timbal de tu cuerpo en su gemido
antes de darse, libre, a la contienda.

La flauta de tus labios suplicante,
el oboe encendido de tu sexo:
y el susurro también: el arpa antigua
de mis manos rezando a todas horas.

Dios del fuego invernal, yo te nombraba
dios, que quiere decir pasión ardiente:
temblor, gozo, dolor, herida, llama,
solar donde volver para habitarse.
Volvía yo a la casa en aquel tiempo
de arándanos en flor y miel tranquila,
con los odres henchidos de presagios
y el ánfora a quebrar de la ternura.

Mis bienes eran pocos ciertamente,
o nada a comparar con los almudes
ahítos de tus labios, generosos:
tierras de pan traer y blanco trigo.

Pero yo era feliz o me bastaba
esa frase perfecta que decías:
soy dichoso contigo, para serlo,
o amor es agradar la luz del otro.

Después, no sé por qué, fueron cayendo,
tras los soles de abril, las nieves frías;
y a la nieve siguió la niebla negra,
y hubo plagas, y aludes, y huracanes.

Quizás fuera la niebla. Pero, en junio,
enfermaron de golpe los castaños,
y no quedó en el valle ni un negrillo,
ni reventó la vid, ni hubo cerezas.

Tristeaba el silencio en mis rastrojos
pidiendo a Dios razón de su indolencia.
Y en tu pecho mordían las serpientes
del mal de desamor toda bonanza.

Por tus hermanas supe -tiempo al tiempo,
cual solías repetir a los quince años-,
que tenías negocios importantes
o cambiabas de coche alegremente.

Cuando te vi, Nebur, tras los deshielos,
no eras más que un rescoldo de ti mismo,

los restos recobrados de un naufragio
de un bello galeón repleto de oro.

Seguías siendo aún gentil y astuto,
con un aire naïf; pero aquel brillo
de azogue en las pupilas delataba
tanta desolación que, incluso el nombre,
no parecía igual.
Tú no lo sabes,
pero a veces te amé con tal vehemencia
que diera el corazón por destruirte.
O pequé contra ti hasta humillarme,
o no supe encontrar la luz precisa.

Sin embargo, ya ves, hoy las palomas
redibujan acordes por mi sangre
y pastan en mi sien, como si fuera
posible la esperanza todavía.

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AQUELLA TINTA CHINA [Mi poema]
Gustavo Tisocco [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

La tinta en mi tintero se ha secado
no sé por qué será, si ya está vieja,
la pluma ya otra novia se habrá echado
o acaso el escribiente la ha olvidado,
o encuentra prisionera tras la reja.

La tinta la guardaba de la infancia,
entonces tan famosa, era la china,
que a mí me recordaba aquella estancia,
colora, su textura, su fragancia
igual que hoy me recuerda la gomina.

Pues yo con mucho mimo la tenía
metida en una caja entre algodones,
cuidando por si fuera que algún día
quisiera yo escribir caligrafía
con rasgos, sin salir de los renglones.

Y pienso en lo que yo he hecho, qué ha ha pasado
si acaso fuera ayer cuando en la escuela
escrito con la tinta hice la esquela,
me miro y me contemplo, estoy ajado,
que el tiempo corre más que se las pela.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Gustavo Tisocco

AMO A UN HOMBRE PEZ

Amo a un hombre pez,
un hombre marino,
acuático como las algas, como la sal.
Habita en las profundidades oscuras de todos los naufragios,
a veces llora
terriblemente solo allá abajo,
en otras baila en salones transparentes, torrentosos.
Yo amo a ese hombre pez
de cuerpo brillante/filoso,
de un mirar constante/horizontal.
Un hombre que me cuenta eternas leyendas,
que me canta con su voz de espuma
y me abraza como puede.

Yo amo a un hombre pez
y soy hombre terrestre.
Me condena la asfixia.
Lo condena mi aire, mi mundo de pájaros,
mi universo de redes, de anzuelos.
Me mira desde la superficie apenas sumergido,
lo miro desde mi oxígeno
al límite extremo del ahogo
y nos besamos apenas un instante,
ínfima eternidad habitando en la apnea.

LLORA LA NIÑA

Llora la niña
que carga a la niña
llora el caballo
que carga ambas tristezas.
Lloran pues gritar no pueden,
no pueden con la carga,
no pueden con el daño.

De tanto llorar los tres
se nos inundó el cielo.

Gritar mis aciertos y desiertos,

mi aurora, mi ocaso.
Estrujar la garganta con hilos de nubes
o enjambre de sedientas agujas.
Que no retorne el eco, que no se bifurque el sonido.
Gritar de pie, con mi cetro, con mi vagabundo
despojo.
Gritar ante águilas aguerridas
o ínfimas campanas.
Gritar y ser hormiga, neón, disfraz,
sucumbir ante mis absurdos, clonar mis odiseas y
que estas sean eternas proezas.
Gritar con el silencio,
con todo mi humo, con el negro alquitrán,
despojarme de la ira y ser viajero errante.
Gritar gritando todo,
gritando nada
hasta que resurjan las palabras que olvidé.
Despliego mi voz, empiezo a ser libre.

Hermano

la casa sigue buscando rincones de luz.
Maltrechos tejados rasgan el velo lunar
de lejanas añoranzas.
Si vuelves, búscame en la hamaca del patio
donde quedaron ilesas antiguas inocencias.

Hermano
el camino sigue difícil y empinado.
Las viejas carretas circulan con los abatidos obreros.
En el cielo hay barriletes
con recuerdos legendarios.
Si vuelves, te espero en esta hamaca donde quedan aún
nuestras risas inconclusas.

Hermano, si vuelves torturado y perdedor
estaré en el portón aguardando los pasos.
Si es que no puedes retornar,

si tus sueños aniquilaron,
si desapareciste tras un manto de ironías,
seguiré esperándote en la vieja hamaca
donde no existen los olvidos.

Ella la muerta.

Sube al colectivo,
baja,
aparece,
se esconde,
percibe,
se mutila, trabaja de día, de tarde,
de noche lava, plancha,
se prepara para el otro amanecer.
Pálida sucumbe,
respeta,
no levanta su voz
se peina -nunca se despeina-,
cede su asiento,
reza mucho -cree poco-,
no llora,
no ríe.
Ella la muerta
que no ama,
que no siente,
que no grita,
la que nunca nadie miró,
la que nunca nadie soñó,
que no tiene niños, gatos
ni jazmines.

Ella es la muerta que camina sin lápida.

Ahí

donde juego a la rayuela
y con mis hermanos nos escapamos al río
a embriagarnos de fábulas.
Donde a lo lejos diviso todavía
al indómito tren de aquella estación.

Ahí donde nazco y perezco
según otoños que encarcelan octubres,
donde la música del viento
me recuerda aquellas calles, aquel pueblo.

Ahí donde no hay almanaques
y conservo aún los ojos tristes de mi perro.
Donde el circo luce su carpa reluciente,
donde salgo al recreo
donde me invaden perfumadas mandarinas.

En ese lugar donde tener memoria duele,
los muertos parecen latir
sin vejez, sin andamios.
Donde habitan también tantos desamparos,
niños de cartón, mujer desgarrada.

En ese lugar donde hay un país vencido y mutilado,
palomas bombardeadas,
clausuradas plazas, iglesias infames.

En ese lugar,
ahí, en mi paisaje de adentro,
mi casa aún es refugio
mis manos palabras.

¡Escucha…!

ladran los perros.

Mi hijo muerto
me llama en la bruma.

Inmóvil
sangra mi útero.

¡Escucha…!
gimen los perros.

Has caído sobre mí

y te impregnan tantos exilios
que olvidas mi voz
implorando besos.

Has reposado tu abrazo
sobre mi cama
y te inundan de pronto
tantos desamparos.

Has aspirado el néctar
del impiadoso invierno
y huyes denunciando tu derrota
y la mía…

De pequeño me decían

-no vayas al río-
que puedes morir.

Yo me sumergía en profundas odiseas,
nadaba entre espasmos tórridos
y gemía en el agua.

Buscaba cada vertiente
y cuanto mas profundo
el limite líquido-aire
traspasaba mi cabeza inquieta,
más brincaba mi corazón,
más estallaba mi sexo.

De niño me decían cuidado con el río

Hombre de suburbio simple

te grito esta sentencia
de harapo y licor.

Tengo una nada tan llena de nada
que inerte este corazón
simplemente late/explota.

Deja que en mi rebaño
se acurruque el lobo.

Dame tu veneno.

Horizonte

inundado de llanto.

Tejas que sufren
dolor de escarcha.

Puertas al abismo,
ventanas al muro.

Mi corazón
es una casa vieja.

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UN CONSEJO LE PIDO A USTED… [Mi poema]
Juan Laurentino Ortiz [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

-Voy a pedirle un consejo, señor cura.
-Ya sé para qué es.
                               -Lo sabe usted?
Acaso es que percibe mi amargura?
-Dios todo lo ve.
                          -Lo sé, lo sé.
                                              Soy viejo.
-Sabía usted que en verano hay elecciones?
-ha dicho en verano? ¡qué cabrones!
-Por dios, señor!
                             -Discúlpeme, Ramón.
Comprenda que en esto de emociones
hasta el mejor escribano echa un borrón.
Pero, Ramón, prosiga y acabemos
con su duda ¿a quién piensa votar?
-Un nuevo partido ha nacido: es Podemos.
-Ha dicho jodemos?
                                 ¡Qué nombre tan vulgar!
-Que no, señor, discúlpeme, no ha oído bien.
-Pues?
          -que usted está turuta.
                                                 -Le digo amén,
pero otra vez termina usted hablándome de putas.
-Y dígame…, ese partido qué promete?
-No se lo va a creer, un sueldo de por vida.
-Así, ¿sin trabajar?
                               -Sin trabajar!
                                                     -Eso es de rechupete.
-Pero esto es sólo el punto de partida.
-Y dígame, de dónde han de sacar tanta viruta?
-No tengo idea, padre.
                                     -¿no?
                                              -No es esa mi disputa.
-Y quién está detrás de tal proyecto?
-Se llama Pablo Iglesias, no lo conocerá.
-¡anda ya! el líder del PSOE ya está muerto.
-Y el segundo de abordo es Monedero
-Oiga, eso no suena mal.
                                          Apúnteme el primero.
Mas ahora que yo caigo.
                                           diga, diga...
que soy yo quien ha venido a consultarle a usted!
-Es cierto, Ramón, pero en política yo soy lego
y no quiero darle el pego. no se lo puedo dar.
-Entonces?
                  decida usted ¡pardiez!
Mas, no sea usted lerdo ni déjese engañar
pues todos le han de prometer hasta que meten
y dicen lo que quiere usted escuchar.
Y luego,
               -¿y luego qué?
-y luego, que de lo que ayer le dije no me acuerdo.
©donaciano bueno

Podemos es un nuevo partido político de extrema izquierda que ha nacido al amparo de la desafección que los ciudadanos tienen para con la partitocracia actual, haciendo uso del populismo y la demagogia y cuyos objetivos son los llevar a España a un régimen totalitario. Sus líderes son asesores de países tales como Cuba y Venezuela, por citar algunos.

Inspirado en el poema de Ramón de Campoamor "Quién supiera escribir"

MI POETA SUGERIDO: Juan L. Ortiz

A la orilla del río

A la orilla del río
un niño solo
con su perro.
A la orilla del río
dos soledades
tímidas
que se abrazan.

¿Qué mar oscuro,
qué mar oscuro,
los rodea,
cuando el agua es de cielo
que llega danzando
hasta las gramillas?
A la orilla del río
dos vidas solas
que se abrazan.
Solos, solos, quedaron
cerca del rancho.
La madre fue por algo.
El mundo era una crecida
nocturna.
¿Por qué el hambre y las piedras
y las palabras duras?
Y había enredaderas
que se miraban,
y sombras de sauces,
que se iban,
y ramas que quedaban…

Solos de pronto, solos,
ante la extraña noche
que subía y los rodeaba:
del vago, del profundo
terror igual,
surgió el desesperado
anhelo de un calor
que los flotara.

A la orilla del río
dos soledades puras
confundidas
sobre una isla efímera
de amor desesperado.

El animal temblaba.
¿De qué alegría
temblaba?
El niño casi lloraba.
¿De qué alegría
casi lloraba?

A la orilla del río
un niño solo
con su perro.

A Teresita Fabani

La sombra, al fin, la sombra en que ya casi flotabas,
te cubrió, frágil niña, con la ola temida
que golpeaba contra tu cabecera en el desvelo visionario.
Ah, la luz del alba celeste, en las cortinas, qué vana,
qué vana la franja de oro desvaído en la pieza,
y qué vanas las flores, y qué vano el gesto largo de tus brazos,
llamando, ay, llamando sobre tu cabellera ya medio anegada.

Los finos brazos de cera hacia una luz con alas, apenas luz,
pero donde temblaban jardines y campanas de media tarde,
hacia, a pesar de todo, la esperanza, otro ángel,
que solía traerte un chal para los breves hombros al crepúsculo,
un aire amigo, lírico, para la asfixia de la noche,
y un ligero conjuro para los fantasmas últimos de la noche…

Qué solos, frágil niña, qué solos los largos brazos llamando!
¿Se desesperaron frente a la crecida extraña, extraña?
¿O encontraste en lo hondo, en la pálida aurora abisal,
que “todo tenía nombre”, el nombre, ay, cambiante pero el
único de nuestro amor
y del amor de todo con los números de que tu alma ya estaba
melodiosa?
Oh, si esa melodía oscura de tu alma
se hubiera fundido dulcemente, y en seguida
con las ondas que traerían ahora el día profundo, musical
—esas ondas que habías sentido y que rehuías, marea etérea,
infinita, de estrellas en el vértigo—,
y estarás ya, frágil niña, de vuelta en estas ramas que se mecen,
serena ya, de aire sobre nuestra tristeza
y nuestra inquietud vaga por ser dignos de ti
hasta en los menores gestos grises de una mañana de invierno:
criatura toda de música, de la música de aquí y de la música
de allá,
atravesada como un lirio sobre la corriente del límite,
crucificada largamente, largamente, sobre el filo mismo del
límite:

del aire, frágil niña, del aire y de estas ramas,
la sonrisa sin herida, y la voz sin penumbra rota ahogada…
al fin, al fin?

Ah, esta tarde encendida…

Ah, esta tarde encendida, amigos, esta tarde,
de un oro vegetal iluminada toda
y toda penetrada de la gracia celeste
qué dulce, ah, qué dulce! entre el follaje frágil:

lluvia pálida o fluido casi primaveral
con una muy secreta y fragante nostalgia
de alma. Luz celeste y sensible mirando
entre la irradiación de la muerte suntuosa.

…Fue en Abril, sí, en Abril, en los primeros días
en que empieza a reinar un orden aún tierno
en las cosas. Venía distraído. De pronto
al volver de una esquina suburbana aquel árbol
me sorprendió con una presencia tan perfecta,
tan acabada, que, en un milagro hube
de creer. Parecía destacado con un
equilibrio, un ritmo, del todo musical,

en la plenitud grave y frágil de sus formas.
Y todo al punto se ordenó en torno de él
en una paz que hubiera madurado el sensible
pensamiento latente ya del mediodía.

Ah, los crepúsculos de allá…

Ah, los crepúsculos de allá. Iguales a los de acá.
La misma tristeza primaveral, límpida.
Y los grillos, los grillos…

Y la brisa, casi el viento,
con la misma melancolía, de qué agua invasora?
en las islas de los follajes.

Ah, mis amigos, habláis de rimas…

Ah, mis amigos, habláis de rimas
y habláis finamente de los crecimientos libres…
en la seda fantástica os dan las hadas de los leños
con sus suplicios de tísicas
sobresaltadas
de alas…

Pero habéis pensado
que el otro cuerpo de la poesía está también allá, en el Junio
de crecida,
desnudo casi bajo las agujas del cielo?

Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpo
del que el vuestro, si frágil y si herido, vive desde “la división”,
despedido del “espíritu”, él, que sostiene oscuramente sus
juegos
con el pan que él amasa y que debe recibir a veces
en un insulto de piedra?
Habéis pensado, mis amigos,
que es una red de sangre la que os salva del vacío,
en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire,
de esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio,
a no ser una escritura de vidrio?

Oh, yo sé que buscáis desde el principio el secreto de la tierra,
y que os arrojáis al fuego, muchas veces, para encontrar el
secreto…
Y sé que a veces halláis la melodía más difícil
que duerme en aquellos que mueren de silencio,
corridos por el padre río, ahora, hacia las tiendas del viento…
Pero cuidado, mis amigos, con envolveros en la seda de la
poesía
igual que en un capullo…
No olvidéis que la poesía,
si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva,
es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin,
cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin
y tendida humildemente, humildemente, para el invento del
amor…

Al Paraná

Yo no sé nada de ti…
Yo no sé nada de los dioses o del dios de que naciste
ni de los anhelos que repitieras
antes, aún de los Añax y los Tupac hasta la misma
azucena de la armonía
nevándote, otoñalmente, la despedida
a la arenilla…

No sé nada.. .
ni siquiera del punto en que, por otro lado, caerías
del vértigo de la piedra
bajo los rayos…

No sé nada…
O sé, apenas, que el guaraní te
asimiló
al mar de su maravilla…
y que ese puma de tu piel que te devuelve, intermitentemente,
el día
lo tomas en un rodeo, no?,
de tu destino. . .

No sé nada.. .
Aunque me he oscurecido, en ocasiones, al
sentirte, arriba,

entre un miedo de basalto,
buscándote,
buscándote
sin el ángel del sabiá,
aún. . .

Y me he recobrado, luego, contigo, en la Anaconda que
decían.. .
y hasta cuando denunciabas
sobre ti
a los máuseres de las Compañías…

No sé nada. ..
Aunque te conocí, ha mucho, allá, donde mi río
es de tu eternidad
de Palmas…
y por el salmón o por el rosa de Ibicuy
y por las lunas de Zárate
y por la línea de tu agonía en el estuario, finalmente,
del alba…
Mas éste sería
tu sentimiento,
y éste, acaso, el misterio que pareces bajar desde los
mismos
torbellinos del círculo?

No sé nada de ti. . . nada de ti. . .
Es, acaso, decirte enteramente, decir tus avenidas, sólo,
al fin,
de silencios sin orillas,
que podrían ser, es verdad, derivaciones de gracia corriendo a
redimir
oh Canals,
la palidez del Norte?

Es, por ventura, presente, siquiera,
el acceder únicamente a las escamas de tus minutos,
bajo lo invisible, aún,
que pasa…
o a las miradas de tus láminas
o de tus abismos,
en los vacíos o en las profundidades de la luz,
de tu luz?
Y se podría hablar de ti,
intimando, aún por años, con las figuraciones que reviste,
diríase,
aquí y allá, la corriente
de tu ser?

Oh no…
no se podría, me parece,
tocarte todavía
así…

Cómo,
entonces, cómo,
asumir tu duración sin probabilidad de disminuir
tu tiempo, tal vez, de dios?

Y en el tiempo de un dios, qué de los que vinieron a
apagar
las hogueras que te amanecían…?
y qué de los monosílabos que presumiblemente respondían a
las gamas
de tus espesuras de flautas
y que se desconocían entre sí,
al llegar a interponerles; tú, las seis o siete
leguas
que entonces te abrían…?

Y qué de los dueños que arriaban, de arriba, todo un
río de mugidos
hacia los potreros que fluían, aquí,
y que sólo detenía tu hermano con esa vena del naciente o ese
azul
del surtidor de las avecillas…?

Y qué de aquél de la “Rinconada” enfrentándolos, el
único,
más “adelante” que el siglo
y junto a la aorta del “país”?

Y qué del otro que te cruzara por tres veces
para salvar a Mayo
de los cuernos de la derecha y de los cuernos del sur…?

Qué, pues, todo ello y lo demás,
si tú no sabes y no podrías saber, por otra parte, de las
milicias de la ceniza,
ni de una sociedad de sílabas
ni de una codicia de millas…
ni menos de los intercesores de los últimos,
como tampoco de la caballería que se atreviera a rescatar
el sol… de las neblinas,
para el “interior” al “exterior” no?, por ahí:
del azar o del olvido:
qué…?

“Maya”, entonces, asimismo,
para ti…
“Maya” las llamas y el vocabulario que se
entendía…
“Maya” la cuaresma
sobre las lenguas de tus orillas…
“Maya” el despojo y la lujuria de praderías…
y la vista en alto, y la orden de las cañas, triplemente
vadeándote,
por los derechos del día…?
“Maya”, con más motivo, esos celestes de tus pupilas,
o de concentración,
en que, místicamente, desaparecerías, o poco menos, con tu
tarde, sí
en la palidez del uno,
allá,
a no ser unas pestañas empequeñeciéndose en un cielo
o en un infinito de islas…?

Y “Maya”, así,
esa, si se quiere, sensibilización de la ausencia, ésa en que tú
libras
o recreas,
con unos signos que huyen,
el rostro mismo, diríase,
del éter…?

Pero no sé nada de ti.
Nada. Nada.
Y hace, sin embargo, diecinueve setiembres que te miro y te
miro.
Mas, es cierto, te miro
con los ojos de aquél a cuyo borde abrí los
míos…
No podría hacerlo sino así.
He de llevarlo, bien íntimamente, y a la izquierda, claro,
del latido,
y es él, sin duda, el que me haría preferir
tu enajenamiento en el cielo
a esa piel que hubiste, muy significativamente, de investir
por ahí…
y que asorda los momentos en que debes de sentirte
más leoninamente contigo…
Pero por veces, es verdad, sin una pluma que lo explique
desde el secreto, aún, del aire,
flotas por el atardecer no se sabe qué alma
que suspendiese como el fluido
de una inmanencia de cisne…

Mas ve, ve:
sigo mirándote, mirándote, con las niñas del
origen…
Y todavía de aquí,
de aquí,
en que por ceñir, o poco menos, a la ciudad
a la que hubiste,
sacramentalmente, de “alzar”
una “debilidad” más que de padrino, no podrías, no
naturalmente, reprimir…
Y es así
que aun en la tempestad que te estira hasta el confín,
diríase,
en una unidad de siena
que quemase el caos… el caos…
pareces desplegarte lo mismo que una “cinta” para ella
detrás de los vidrios
y sobre la barranca que le cincelaran
todavía…

Pero perdóname que insista
e insista:
no sé nada de ti. Nada, en realidad, de ti. Y no podré
decirte jamás…
No es una “madera”
sino un “metal”, o los metales, mejor, o más de acuerdo, aún,
las ráfagas de unas tuberías,
o las ondas de unos hechiceros,
lo que requeriría eso que recelas
bajo lo femenino que te prestan las veleidades de
las horas
en complicidad con las estaciones
y con tu infidelidad misma
al que nombras
y con la visión de un mediterráneo que vela
el idilio, ay,
de unos sauces en ojiva
sobre el sueño de unas muselinas que espectralmente despabila
el después, sólo,
del cachilito,
plegándolas en seguida, y envejeciéndolas al
punto, en un final
de escalofríos
que marchita hasta las cejas, hasta las cejas, ahí,
del anochecer…
No sé nada de ti…

Y no podré decirte nunca, probablemente. ..
nunca…

Pero deja que, al menos, te despida unos pétalos
de ese ángelus de mis gramillas
que desciende casi hasta el agua
cuando ésta
pierde sus ojeras
y da en hilar, fúnebremente, con la primicia que deslíe
el duelo de arriba,
la raíz
de la lágrima…

No sé nada de ti…
Nada…

Alma, sobre la linde…

Alma,
sobre la linde de ese aparecido de amarillo
en una acequia de limbo,
alma,
por qué tiritas,
si la melancolía, no lo ves?, pasa a su cielo, allá,
casi en seguida
encima del platino que pareciera el en sí
del río.
y encima del infinito que se redime,
agónicamente,
de las islas?…:
don de amor, por qué no?,
ella,
don de amor que se revela, es cierto, luego de cernirse
por un imposible de hojillas
y un imposible de nomeolvides,
pero que no puede menos de estirarse y estirarse, arriba,
en una iluminación
de hilas
que querrían curar la lividez, aún,
de la frente del anochecer
con una demora de rosa solamente, ay, solamente, todavía,
para la veladura del fin…

Es que Junio, en este momento, por ahí
sube, sube de los juncos,
y afila hasta el hielo las pestañas de la soledad
contra las “ánimas” de la crecida,
todas las “ánimas”
que ni al unirse, paradojalmente, y ser la propia desesperación
del aire
yéndose por sus heridas,
no han de tener otros ecos que ésos de sus letanías
en una invocación como a sí mismas,
se dirá,
en la misma espiral que anhelaría tocar, ay,
el sentimiento de Sirio. ..
ello en la línea de ese juego que ha de repetir
en la mirada del miedo
o en la pupila, si quieres, del destino de esas lástimas,
los guiños de la eternidad
o las raicillas que hundirán los años-luz,
en la quimera, también,
de la piedad de un abismo,
cuando los narcisos del origen, tal vez, con sus vigilias de
milenios,
y mares de silencio
entre sí,
desaparecieran, en qué antes?, bajo los remolinos de las
tinieblas,
en las avenidas del éter…
o volviesen a su llamamiento del principio
por los países de Alicia
hacia el amor de una nube…

Pero qué podrías hacer desde aquí, o desde tras de los visillos…
qué podrías hacer, siquiera,
por esos prójimos de silencio
que en este momento han de atar a su “cubil”
para una vela sin vela
entre una vela de estertores y de chasquidos
por ceñirles,
serpentinamente, las pajas?
Qué podrías hacer, di?
Podrías, acaso, desenredar ese silencio
a los fines de la voz
que enfrentará a las “diademas del sur”,
sí, del mismo “sur”?

—Mas mi privación del presente
no me induce, no, a olvidar la privación que “fantasmea”, me
permitiríais,
que “fantasmea “ las lamentaciones,
o que “fantasmea”, mejor, lo que el pajonal ha de decir
al aguzar una brisa…
Pero quién declararía, quién, que los mismos suspiros
que atraviesan unas muselinas
y se niegan, en realidad, de alguna manera,
los suspiros
al unirse y presionar, aunque misteriosamente, sobre las
ligaduras del atardecer
o la mudez de los anegadizos
no pudieran ayudarles, así, a liberar su metal,
para cuando, a su vez,
deban ellas inundar las constelaciones de las vías
o del propio frío,
con el coro de las cuentas?
—Sí, pero mientras,
cuántos, cuántos, sin alcanzar una ramilla
sobre la espuma y los nudos…
los nudos…
—Quién sabe… las callosidades hoy día
se habitúan, ligerísimamente, a calzar las siete leguas…
—Y hacia ellos, después,
la invasión de lo que ahora sólo ha de dar contra su llanto
en el rebote del llanto?
—Si continuasen, desde luego, cerrando la “familia”
a las “compañías” del viaje
que deben de esperar, a cada diluvio, desde
lo espectral o lo invisible,
y bajo las lunas, aún,
lo que en el Arca ha de venir
alguna vez, no?:
las cepas de ese linaje que irá salvando de su noche
a las sensitivas del agua,
en el camino de la mirada que no temblará,
no, en la relación,
ni en la participación,
fuera de los niveles y de la tristeza,
tal vez…
o en el camino del reencuentro, a través del
azul,
con el presente,
quizás,
de las criaturas de las profundidades…
y en esa caña, consecuentemente, sin divisiones, del sufí,
el hálito, nuevamente, uno, uno,
con la melodía…

Colinas, colinas…

Colinas, colinas, bajo este Octubre ácido…
Colinas, colinas, descomponiendo o reiterando matices aún
fríos.
O no pudiendo decir plenamente el oro y el celeste, fluidos, de
los cultivos.
Nos dueles, oh paisaje que no puedes cantar en la tarde agria
e indecisa,
lleno de escalofríos bajo las nubes tenaces e inquietas todavía
de tu sueño
y estás solo, solo, solo, con la angustia y el desamparo de tus
criaturas.
Pero aun si cantaras el canto no se oiría casi.
Oiríamos sólo el ruido de los carros largos con su carga de
desesperación.
Oiríamos sólo el silencio de los niños y de las mujeres junto
a los ranchos transparentes.
Veríamos sólo la figura deshecha con la bolsa al hombro sobre
la cima de la loma.
Veríamos sólo esos arrabales de las Estaciones, oh campos de
Entre Ríos con aún países absolutos de injusticia,
oh campos de Entre Ríos hechos para la dicha
de los que os evocaron esa aurora florecida que aún no canta
y que es extraña al día.
Otro será el paisaje mañana en las mismas líneas puras.

Cantará con un múltiple canto entre las casas próximas con
mesas, ah, seguras y con libros y músicas.
Como de la noche de su alma del sueño de los campos el
hombre extraerá toda la maravilla.
No más dividido, no, con el hermano ni consigo mismo ni
con la tierra, el hombre.
Uno consigo mismo y con el mundo para crearse sin fin en la
gracia más alta de la criatura,
y sonreír al rostro cejante de la sombra.

Deja las letras …

Deja las letras y deja la ciudad…
Vamos a buscar, amigo, a la virgen del aire…
Yo sé que nos espera tras de aquellas colinas
en la azucena del azul…
Yo quiero ser, amigo,
uno, el más mínimo, de sus sentimientos de cristal…
o mejor, uno, el más ligero, de sus latidos de perfume…
No estás tú también
un poco sucio de letras y un poco sucio de ciudad?

Sigue, sigue, por entre la bencina, sobre la lisa pesadilla
de las calles extremas, hacia la gracia de las huellas…
Ay, la ternura de Octubre, a las nueve,
ya hace, por aquí, flotar a la pesadilla
en celeste de agua…
Pero derivemos rápido, del lado de los caminos del rocío,
invisible, casi, lo adivino, en el seno mismo de la luz…
Sentémonos, mi amigo, entre estas niñas rubias
que suben y bajan, altas, por unas orillas de jardín,
apoyadas, contra los cercos, sobre un rumor de enredaderas…
El sol ha bebido sus propias perlas
y hay apenas de ellas una memoria por secarse…
No temas, no temas, y mira, mira hasta las islas…
Viste alguna vez la melodía de los brillos?
La viste ondular, todavía de gasa,
desde tus pies al cielo, sobre el río?
Oh, la misma ciudad, a lo lejos, es una música blanca
con unos silencios amatistas…
Y ahora, ahora, torna la vista alrededor…
Saluda como un aura a estas humildes gracias de miel,
capaces, sin embargo, de atraer hacia sí
a las abejas todas del día
y de volver de margaritas a la melancolía más flotante…
No las sientes curvarse bajo un amor transparente
en un hálito de alas?
O es sólo la cortesía más misteriosa
entre esa que inclina, alternadamente, a los otros finos tallos,
ante algo que al parecer es la respiración de un dios?
Saluda, también, a sus vecinas menos subidas y más pálidas:
qué delicadísimo sueño de amapolillas más pálidas,
sobre un rastreo de tases, serpentino?
Y a las apenas malvas, medio escondidas entre las espiguitas:
pétalos de alba, a su pesar, con sus secretos amarillos…
Y a las apenas níveas, por bordadas, del país de Liliput,
pero que visten, igual que a una novia, a toda la gramilla…
Y ah, a las más sin nombre que se van
con los alambres libres
en una fuga preciosa de piedritas…
Y al trébol de allí, loco de verde, y miniado de sol,
increiblemente miniado de sol en primores casi íntimos
pero que extenúan a la brisa…
Y a las verbenillas, por cierto, de aquí:
oh, la más dulce sangre labrada por los misterios
para los misterios de las hierbas.. .
Y a estos emblemas de llama, perdidos de los trigos
mas que blasonan, del mismo modo, todo el aire…
Y a esos recuerdos de la luna,
aparecidos de seda, ay, en una vigilia de espejo
que se busca, a su vez, en su infinito todavía…
Pero no olvidemos, mi amigo,
a las esbeltas criaturas que arden el azul, allá,
delante no se sabe qué sacramento etéreo:
no olvidemos, mi amigo, a las criaturas de los cardos…
Ni olvidemos a aquéllas que ya parecen abisales
con su “pasión” de cielo sobre el susurro trepador:
rêveries de qué abismo hacia otro abismo las de mburucuyá?
Y no habremos comprendido, es cierto, a todas. ..
Cómo abrazar, mi amigo, a estas miríadas del beso
que van estrellando, se diría, todos los minutos
con todos los pétalos y todos los fuegos del suspiro?

Y si nos corriéramos hasta el arroyito del otro lado de la loma?
Allí, lo veo, las redes hondas sin bautizo
con su penumbra colgada y su casi vía láctea de jazmines
sobre una huida de vidrios, poco menos que nocturna,
con las navecillas de cita. ..
Y los laberintos de los taludes, aún con su sin fin
de pequeñísimas miradas en los iris más inéditos,
dando no sé qué números de no sé qué otra noche
o qué mareo de gemas entre unos miedos de crepúsculo…

Mas no oyes al silencio, ahora, mi amigo?
Qué ave de diamante, di, sobre la línea del sueño,
se deshace dulcemente?
O qué llamado para el sacrificio, di
de campanillas de humo?
Oh, todo dorado de misivas sobre las alas del azar
es el mismo amor que no teme perderse
como la propia gracia ya, libre, sobre su propio cielo de
corolas…
Y no oyes en este momento, di, al silencio o al amor más allá
de las lianas que tejiera para vencer su abismo,
asumiendo justamente la muerte con los modos de un espíritu?
Sí, en los amantes invisibles está asimismo la otra flor
o el otro lado de esa flor,
llama, serena llama, que viviría de su sombra…
Dónde, entonces, aquí, nuestras debilidades hechas dioses?
Aquí, lo que llamamos “horror”, o lo que llamamos
“amenaza”,
sonriendo desde la semilla, se diría,
o equilibrando a las mariposas, si quieres,
con un frío que nos duele, es cierto, en lo uno de la sangre…
Pero aquí también enfrentando a lo innombrable,
algo como los honores de un ángel…

Mas es en nosotros, mi amigo, que la agonía es dividida,
terriblemente dividida, y expedida a la ventura…
Y aquella música blanca con unos silencios de jacarandaes?
Allí y aquí, a la vez, la condena “de la rueda”,
desde las madres del río y desde las madres de las zanjas…

Y aquí, ay, asimismo, lo que vinimos a buscar..
Si el lirio da a los precipicios, qué le vamos a hacer?
Hay que perder a veces “la ciudad” y hay que perder a veces
“las letras”
para reencontrarlas sobre el vértigo, más puras
en las relaciones de los orígenes…
O más ligeras, si prefieres, como en ese domingo
y en esa fantasía que serán…
Hay que perder los vestidos y hay que perder la misma identidad
para que el poema, deseablemente anónimo,
siga a la florecilla que no firma, no, su perfección
en la armonía que la excede…
O para ser el arpa de Lungmen
eligiendo ella sola los temas de su música,
lejos de los tañedores que se cantan a sí mismos
o que no oyen con los suyos a los recuerdos de las ramas
ni lo que dice el viento…
ni menos ven lo que el viento, por ahí, pone de pie. ..
Y aquí, además, las rimas entre los escalofríos de las briznas,
con los hilos temblando, siempre más allá de nuestra luz..
Y el rostro de Ella no escrito,
oh, recién nacido, con unos signos por hallar
y que serán, oh amigo, los que han de llevarte hasta su esencia
como las mismas, las mismas letras de tu alma…
Pero la viste a Ella,
amaneciendo aquí, Ella, de la espuma de las matas,
Venus de las colinas. Ella, sobre un flujo de jardín,
virgen profunda ésta toda aún de cabellos?

Dulce es estar tendido…

Dulce es estar tendido
fundido en el espíritu del cielo
a través de la ventana
abierta
sobre los soplos oscuros…

Dulce, dulce…
El pensamiento amarillo de allá
es nuestro mismo silencio casi póstumo
libre
sobre los abismos…

Dulce, dulce haber en alguna manera muerto
hasta el primer jazmín de arriba
que titila de súbito
en la misma brisa del poema que leemos…

Dulce, dulce…
¿Pero has olvidado, alma, has olvidado?
Dulce, dulce, bajo el vértigo
de las enredaderas celestes
estar solo con Keats,
bajo Keats, mejor bajo otra liana eterna…

Oh melancolía, oh melancolía que se enciende como un jardín
sobre la terraza que flota en una luz pequeña…

¿En qué urnas etéreas, alma,
olvidaste tu tiempo y tu piedad?

Bajo la breve dicha algo en el aire:
las ramas de la angustia, alma, que llaman…

Una angustia que quiere dejar de ser en todas partes,
en todos, en todos los grados de la soledad…
desde la piedra, acaso, alma,
hasta el ángel que se contrae herido…
La vida quiere unirse, alma, de nuevo, por encima de los
suplicios…
¿No oyes los gritos profundos del edén que quiere ser
con la lucecita desvelada, sí pero tierna, sin el fruto de la
muerte
y libre al fin de sí misma?

Alma, dulce es el sueño,
pero no se roba ahora, ahora, a la memoria del amor?

Ay, el amor, ahora, con los ojos abiertos sobre el infierno,
sin poder alzarlos, serenos, hacia el cielo de todos,
o bajarlos, serenos, hacia su cielo íntimo para más puramente
devolver…

El Aguariba y florecido

Muchachas de ojos de flores y de labios de flores.
En la sombra exhalada—¿de qué su dulce hálito?—
los vestidos ligeros, muy ligeros, con pintas.

Arde de abejas el aguaribay, arde.

Ríen los ojos, los labios, hacia las islas azules
a través de la cortina
de los racimos
pálidos.

Ríen los ojos, los labios. ¿Veis las muchachas o es
la tenue sombra ebria
y bordoneada
que se alucina de muselinas claras
y de otras flores vivas—extrañas flores vivas—
riendo, riendo, riendo hacia las islas?

Muchachas de ojos de flores y de labios de flores.

Arde de abejas el aguaribay, arde.

El manzano florecido

…Y lo creíamos muerto, abatido por la tormenta.
Oh, la herida profunda que separaba casi el tronco,
y el tejido de las ramas, sobre el suelo. en un anhelo, al parecer,
seco.

Bajo el balconcito, en el sitio hondo, su melancolía ida,
breve reposo sólo de algunas tacuaritas, o encanto oscuro
de algún escalofrío súbito de mariposas amarillas…

En otro mundo, se hubiera dicho, ya
—cuál es, niños, el cielo bajo de los árboles?—,
su indiferencia era gentil para el ramillete de tártago
que quería subir bien a su lado y entre su urdimbre.
¿Qué vida, bajo sus brazos, dulce, se humedecía
que había allí caminitos afanosos
y hierbas para ahuecar, discretas, el sueño de los gatos?

Y él había sido, para la ventana alta, la nieve de la primavera
en las primeras locuras del azul entre sus dibujos ligeros
sobre la ilusión reciente, verde, tenue, del confín de las islas:
¿líneas de Hokusay o imágenes de Tchou chou-Tchenn
en el aire ebrio de las diez?
Y él tendiera sombras de encaje y diera
las palideces nilo y los fuegos del amanecer
en las formas mismas de la delicia, puras,

y él fuera luego, sin “dueño”, con esa delicia,
más que el agua de la “canilla” de al lado para la sed alada o
pobre…
Y algunos chicos después, sobre su gracia ya caída, ay,
equilibran sus juegos de la siesta o de la media tarde…

Pero vino Septiembre y una mañana apareció así lo mismo que
una novia,
y abría los ojos pálidos, de seda, sobre el sueño lastimado…
Oh, la invencible luz de la vida que ascendía de la noche herida
en copos que eran tímidas miradas hacia arriba, sí, tímidas. ..
No podía, no, mirar de un poco más allá como antes,
el río sensible y las lejanías sensibles entre los hálitos celestes,
pero el paraíso grande, ahora más cerca, inclinaba sobre él
en todos los momentos del silencio un leve amor morado…
Oh, este amor cuando la sombra dormida se había mullido más
y las flores se hacían más blancas, abajo, como preguntas hacia
el amor,
y no eran ya la luz fiel a la ritual cita de arriba
sino una humilde fe, algo sorprendida aún, de comulgantes…
mientras él, todo él, también, en una presencia que dolía casi,
era la voluntad feliz, desde el lecho mismo del martirio,
de seguir dándose, dándose, a los labios desconocidos del
tiempo…

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MI OCTAVA MARAVILLA [Mi poema]
Amparo Carballo Blanco [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

No sé si existes pero te imagino,
libélula dorada, luz que brilla,
por la gracia de un dios ¡qué maravilla!
la imagen que esperaba y que no vino.

Un castillo de amor, eras de arena,
una ilusión, un soplo de ternura,
una fuente sin fin de un agua pura,
sutil realidad de alma serena.

Blanco eras de algodón almidonada
que aparece diluida en la mirilla
para esfumarse así sin decir nada.

El tallo que agradece a la semilla
su presencia feliz de enamorada.
Eras, sin más, mi octava maravilla.
©donaciano bueno

#Y qué más da si existe o no? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Amparo Carballo Blanco

TODO CAMBIA

la mirada, la piel,
los labios, el gesto,
la sombra, el alma.

Otro ser me mira
desde este rostro,
máscara de nadie.

La proyección oscura
de la palabra luminosa
también es otra.
Y otra la escritura del amor,
su materia o su nada.

Todo lo que dura
es pasajero:
canta la miruella
en los helgueros.

Todo se va, se aleja.

Y en el aire queda
un deje sutil
de íntimo desamparo.-

SI PUDIERA VERME

desde ti,
con tus ojos,
si pudiera
¿cómo me vería?
Acaso viera
lo que no me gusta de mí,
o quien sabe
tal vez descubriría
un verso
recién cortado
con tu propia luz,
y algo de hermosura
en mi triste mirar.

Si pudieras verte
desde mí,
con mis ojos,
si pudieras,
¿cómo te verías?
Acaso vieras
lo que no te gusta de ti,
o quién sabe
tal vez comprenderías
lo que me impulsa a buscarte,
amor mío,
ciegamente
y sin mucha esperanza.-

ESTE VERSO TRASTERO

Está muy lleno
de apretada nada.
Envejecen aquí:
el rostro de un sueño
roto por el alma,
la voz y la querencia
fuera de uso,
y un ansia implacable
de amor sin olvido.
Cosas dispersas
de los días perdidos,
que ya no son
sino rumor de agua,
lágrimas despeñadas
sobre la piedra inmóvil,
árboles abrazados
en la onda expansiva
de la melancolía
Nubes altas o bajas
del hondo corazón
y sus mudanzas.
De cualquier forma, pasa.
No te quedes ahí.
¡Pasa, que al fondo hay sitio!.-

A MI PADRE NO LE GUSTABA EL MAR

quizá temía que el mar tan grande
me dejase abandonada,
pequeña y rota en cualquier playa.

Mi padre nunca me llevó al mar.
No creía en el mar.

Pero me enseñó campos de tréboles,
recodos y caminos
donde crece la fresa silvestre,
la madreselva, los nomeolvides.

Mi padre nunca me llevó al mar.
No creía en el mar.

Pero me enseñó ríos pequeños,
agua de esperanza que corre
entre surcos ásperos
arrancando aromas a la tierra seca.-

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MI POETA INNVITADO:  Hernán Miranda Casanova

“A NADIE DARÉ UNA DROGA MORTAL...”

Aquí estoy solo con mis pócimas, mis escalpelos,
mis uñas rotas, mis salpicaduras.
Aquí con mi intranquila conciencia.
Aquí con mi mundo perturbado.

Aquí, con mi cadáver desnudo sobre el mármol
y el tiempo que aquí debería ser abolido.
Somos los mismos. Los que tuvimos un día
la capacidad de asombrarse.

Cartílagos sólo hay, sólo huesos.
Debo suturar desgarros que yo no produje.
Debo hacer coincidir las piezas de un cráneo.
Soy demasiado humano para vivir en paz.

Pero quién se sonreirá por ti algún día.
Pero quién repetirá después las cosas que tu dijiste.
Pero quién cometerá tus mismos errores.
Pero quién heredará tu desencanto.

Morirse pero contemplar tu propio funeral.
Pero huir y ser testigo de tu fuga.
Pero perderse y participar en tu propia búsqueda.
Pero se trata de estar aquí y en otras partes.

Pero yo soy un cirujano fiel a su juramento
y seguiré cortando tendones, removiendo las vísceras
sin lograr ver en ellas el futuro
y a nadie daré una droga mortal.

INSECTARIO

Yo me enamoré una vez de una muchacha maravillosa
y los dos preferíamos los vanos de las puertas,
los rincones más oscuros de los cines,
de las plazas públicas.
Huiamos de la luz como los fantasmas que éramos en realidad
y esperábamos la noche
y apagábamos todas las luces para hacernos el amor.
Yo gustaba de recorrer todo su cuerpo
centímetro a centímetro
como un escarabajo por las habitaciones en tinieblas.
Y ella tenaz y laboriosa como ninguna
tejía y destejía en silencio su tela sobre mis labios.
Un día nos equivocaríamos de grieta
o la luz del día nos ahuyentó en opuestas direcciones
y nos perdimos de vista entre la multitud.

De ese tiempo,
mi sensación de llevar antenas en la frente
y los ojos facetados.

De ese tiempo,
mis pestañas sensibles a la luz del sol
y mi forma de andar
de insecto extraviado entre los hombres.
Del libro “Arte de vaticinar”, 1970

IGLESIA DE LA MATRIZ

En la Viña del Señor
hombres suelen ser muertos
a manos de los escopeteros
que cuidan las uvas.

La Iglesia de la matriz se sentó
Cuando vino el terremoto. Ahora
Está nuevamente de pie.
La iglesia más antigua de Valparaíso
Es saludada por un borracho que orina en la pared
Casi por encima de un amigo dormido.
Es un vagabundo que se ha echado a morir
Bajo la Vía Láctea
En los momentos que Cristo de la Agonía
Sale en procesión por las calles del puerto.

Vaya, amigo, a Valparaíso en Viernes Santo
Y entre al bar de los que nada esperan.
Quizás un hombre flaco y patibulario
Le diga también
Que en Viernes Santo no hay que matar a nadie.
Del libro “Versos para quien conmigo va”, 1986

TODO ENCAJA EN TODO ARMONIOSAMENTE

El macho encaja en la hembra y la hembra en el macho
tal como el cuchillo encaja en los labios de la herida sangrante
y el árbol de corteza arrugada en el paisaje que lo rodea.
Cada palabra encaja como un rompecabezas dentro de lo conversado
así como una mirada encaja entre otras miradas
o la columna atacante en el espacio del enemigo
que se repliega a duras penas.

El extremo oriental del Brasil encaja en la costa occidental de África
y el cuerpo del atormentado en el instrumento que lo lacera,
la mano del ladrón con su presa.

El vuelo de un pájaro y la caída de un pájaro encajan
y el fusilado en las balas que lo perforan
y el niño en su madre
y una boca que besa en otra boca que devuelve el beso.
La línea quebrada de las montañas encaja en la línea quebrada
del cielo que hay sobre las montañas.
El río encaja en su cauce
el mar en su lecho cóncavo
y en su cuenca el ojo lloroso y la llave en la cerradura.

Todo encaja con todo
y no parece tarea fácil desligarse de este designio.
Cómo separar al muerto de su ataúd
o la partida del viajero de su regreso.
Todo se relaciona con todo
y hasta el que se esconde en una isla solitaria
encaja como un alfiler en la solapa del olvido.
Cada cosa se disuelve dentro de otra
y hasta “el camino de subida es el mismo camino de bajada”.

Al poema le es dado envolverlo todo,
evidenciar las relaciones que hacen posible
la armonía del caos.
Del libro “De este anodino tiempo diurno”,1990

VOY AL BAÑO A MEDIANOCHE

Voy al baño a medianoche
y dos o tres cucarachas huyen a esconderse
Una de ellas se queda a medio camino
y se las arregla, negra y reluciente,
para simular que está escondida
inmóvil en un resquicio
Yo también simulo que no la veo
Y actúo para ella representando mi papel
“No te preocupes (le digo al retirarme). Sé
lo que es ser sorprendido en medio de la noche,
sé lo que es vivir en peligro amenazado siempre por el poder”.
Del libro “Anna Pink y otros poemas”, 2000

¡ABUELITO! [Mi poema]
Pascual Fernández Baeza [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Abuelito, ¡qué palabra tan bonita
cuando nace de la boca primorosa
de una niña tan mimosa y tan chiquita!
Cuando pruebas el perfume de una rosa
y el efluvio de la flor sube y excita
a ese viejo corazón que ya marchita,
o musita cual gusano y mariposa.

Cuando escapa de la mano de su madre
y corriendo va hacia ti con tanto ahínco,
coge impulso y sin dudarlo pega un brinco
a tu cuello mientras ves que el cielo se abre.

Y te abraza repitiéndote ¡abuelito!
Y presientes te da vueltas la cabeza,
y la aprietas, gracias dando al dios bendito
por haberte permitido tal riqueza.

Qué ilusión es ese mimo de una niña
que te dice “ay, abuelito yo te quiero”
suave y dulce como el zumo de la piña
para tú corresponder “por ti me muero”.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Pascual Fernández Baeza

LA VIDA DEL HOMBRE

Débil raudal, que tímido marchando
leve rama de brezo detenía,
crece, ligero corre, y en su vía
entre plantas y riscos va jugando.
Límpido arroyo, salta retozando;
riachuelo veloz, con valentía
salva el tronco y peñasco, y su alegría
en medio la pradera va mostrando.
Río, surca orgulloso el valle ameno;
mas cuando las llanuras fertiliza,
mezcla sus puras aguas con el cieno.
Turbio y pesado entonces se desliza
del mar a sepultarse al hondo seno.
Tal nace el hombre, crece y finaliza.

Poema dedicado al Teniente Arango

Tu cuarto lustro alumbra el Dos de Mayo Arango,
y de valor sublime alarde haces,
lanzando al opresor el rayo del patriótico fuego que en tí arde.
De guerrero en el parque noble ensayo tuviste con Daoiz y con Velarde,
y compañero en lid de tanta gloria, tu nombre al suyo enlazará la historia.

El perro y el gato

Sobre el hogar un gato saboreaba
un trozo de jamón que había cogido,
y un perro desde abajo le ladraba:
cayó parte de aquel; cesa el ladrido,
porque el perro en la presa el diente clava.
¡A cuántos como el perro he conocido
que dándole al Gobierno ataques rudos,
un cacho de turrón los dejó mudos.

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MI POETA INVITADA:  Graciela H. Bolzoni

Flores en el pelo

La niña era triste
nada de dulce por fuera
ni por dentro
ojos de roca
Sus facciones como rencores viejos
¿Una malquerida?
O una niña del futuro
olfateando la sequedad
adivinando el fuego.
Sin agua no hay caricias
no hay aroma a manzanas
solo cenizas inertes
¿Con que rescato su humor?
¿Qué ilusión le sacaría una sonrisa?
¿Un brote tierno? ¿Una brisa húmeda?
Sólo la veo ahí en la huella
parada, inmóvil
como soldadito
o una pieza de metegol.
Princesa del desierto.
Monumento a la fatalidad.
Piedritas en sus manos curtidas
aferrando una ilusión:
tener flores en su pelo.

Niño roca

En la montaña
encontré un niño
solo en el cerro
parado ahí
respirando amanecer,
el viento le silbaba
una melodía
que yo no entendía.
Sus pies descalzos
entibiaban las piedras.
Sus mejillas (rojas)
tenían el color
del atardecer del otoño
y un cóndor
le venía a ver
pidiendo un consejo.
Niño de roca
de mil años
las laderas te acarician
y la bruma te tapa
con sus sábanas blancas.
¿Cuál es tu juguete favorito… mmm?
Los hilitos de agua
te tejen collares.
Una yareta de almohada
y miles de estrellas
cuidan tu sueño

Te busco

Somos dos cometas
que orbitamos la tierra,
dos estrellas con diferente velocidad.

Voy a caminar
la marea viene
y va
yo voy
cuando el día aclara
y vuelvo
cuando vuelve a aclarar
y el gato maúlla para entrar
y cantan los pájaros
voy
hasta el borde del acantilado
y miro si estás
allá.
Camino y las olas llegan
y se van
no te veo
y voy hasta el final de la playa
los barcos pasan lejos
es mediodía
un invierno cruel
y el frío no deja
que se asomen las ballenas
y vuelvo
saltando piedras.
Sube la marea
y subo yo la escalera
que me lleva a casa
y miro otra vez
pero no te encuentro.
Mañana vendré
a caminar
hasta
el final de la playa
cuando salga el sol
y el gato quiera entrar
y los pájaros empiecen a cantar
me asomaré
al borde del acantilado
a ver si te veo
con las ballenas
y los barcos
y las olas
que se van.

Yo que soy una bestia

escribiendo.
Una bestia enfurecida
ladrando y escupiendo letras.
Una línea quebrada
un manchón sin forma.
Soy
La que putea
La que abraza
La que se enternece
con un pájaro
Y la que odia
que me digan qué hacer
Qué sentir
Qué es ser mujer
Soy la hormiga negra
que come un dulce
derretido en el asfalto
Un puto libre
La mierda en tu zapato.
Soy y no soy
Ni quiero
Verte.

EL ÚLTIMO PASO [Mi poema]
José Guillermo Ros Zanet [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Quisiera haber nacido hecho de arcilla
pareciéndose a ti, muy refrescante,
al rozar con mis labios tu mejilla
y extenderlo a tu cuerpo insinuante.

Y poder acercarme hasta la orilla,
respondiendo a tus ansias al instante
comenzando a subir por la rodilla
y avanzando seguir hacia adelante.

Cuando ya haya llegado a la mirilla
bordeando al abismo el mal causante
en tus ojos ya ver la luna brilla.

Y después de insinuarme a ti, chiquilla,
preguntar si deseas ser mi amante,
regando con mi esperma la semilla.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: José Guillermo Ros Zanet

Poema,

Por las horas que caen hasta tu rostro
-circuido de pájaros y voces-,
por la yerba que crece en los escombros,
por las cosas que nacen en las noches
pobladas de antiguas flavescencias,
por la carne de árbol que sustenta tu nombre,
te amaré hasta el cansancio,
llevado por la euritmia del tiempo y el espacio.
Del libro:Poemas Fundamentales.

Origen,

Huyen los pájaros profundos.

Mar y rocas y vértebras de peces
subyacen tras la imagen primitiva
de este sueño que yo sueño.

Noble junco y ciega flor de siempreviva
lo circundan.
(Ya retornan sus huesos a mis huesos).
Arcángeles de sal y clorofila
edifican su luz aborigen, liberada.

Viva forma reintegrada a mi voz,
marina, vegetal y exacta.

Signo,

Todo era la noche:
negro barro
y hojas negras,
llanto amargo.

Sangre y signo de mi sueño taumaturgo,
de mi vertical
acento de amor desesperado.
Voz astral de lirio y nardo.

El perezoso,

El oso Perezoso,
el mono Perezoso,
el perico Ligero.
¿Por qué mono y perico,
si es perezoso y solo?
y sólo, por tan lento, perezoso.

Del árbol ha bajado, lentamente;
y, solo, ya bracea. . .
Brazo. . .a. . .brazo. . .Se acaba
lentamente su bosque;
y, perezosamente, se termina
la más mullida alfombra de mil hojas. . .

Al frente está surgiendo
la dura carretera.
Y “El Perezoso” sigue
para cruzar la inmensa,
la encendida autopista. . .
Ya comienza. . . ,Prosigue. . . ,cruza. . . ,dura…

De pronto, bruscamente contrario,
lo cruza un ruido inmenso. . .
No perdonó el “diez ruedas”;
ni, en el timón, el otro.
Desaparecen velozmente, duramente.

Queda mono-perico, lento y solo
adherido al cemento, y al destiempo.
Extraña ostia animal, y gris y roja. . .
Desde este instante, el lento está viajando
por duras autopistas,
por colinas y valles. Sin recuerdo.
¡Veloz! ¡Se ha transformado!.
Del libro: Lugares y criaturas.

San Juan,

San Juan, ciudad del tiempo,
de anillos y lebreles
lumbre gozosamente
descendida al misterio
y las horas.
Las colinas solares,
fontanas circulares.
Canjilones de lluvia.
Resolanas.

Solar cercano oriente.
La sabana encendida
de veranos,
de toronjil y llama.
Pastoriles senderos
y sus lumbres.
Los jinetes profundos
y sonoros.
Pasturas y majadas.

Higuerillas de lumbre,
el níspero sediento
y el alcanfor de luz
como una luna.
Algarrobos sonoros,
cigarras vesperales.
Tierreritas de llama,
los gnomos de la umbría. . .
Y corceles del alba.

Los abuelos de lluvia.
Sus naves invernales
salieron de la hoguera.
Casal de las higueras
-Pasa un aire de siglos-
Santoral de la vida.
Ermitas de la nube.
Las voces, la montiña,
las edades del agua.
La seda desde el alba.

Dúrenme tempestades,
hablas, reinos.
Árboles de la vida
y la Alegría,
el lenguaje, el dialecto,
los números, la lágrima,
la azumbre, el aguazal,
la fe del carpintero;
y mucho más.

San Lorenzo,

Altísima raíz
de todas estas tierras
de rebaños y lluvias,
situadas al oriente
de la noble ciudad
-Cantón del Ángel-
Estambre de la luz
y estos cielos heridos
de tormenta.
Valderas del Apóstol.

Montadores de potros
y de reinos.
Vinieron a poblar
los sitios de la higuera,
de aromo y cardillar.
Fonsecas. Palios. Cielos.
Trinitarias del musgo. . .
La luna entre los siglos,
como un cofre encendido.

Turbión de las palabras.
Solar empuñadura.
Aquí reposan siglos,
campanarios
y heráldicas espigas.
Comendadores solos
de vidas y de haciendas. . .
Azufres, alcanfores
y añoradas especias.

El recental y el tigre
aquí dejaron lumbres,
navajas y terrores.
Frutal desgarradura.
Cazadores de rumbos
y de cielos.
Salitrales de ciervos.
Jabalinas.
Flechadores de cielo.
Y hacedores de lumbres.

Los ojos pedernales
y la oscura manada.
El azogue insepulto.
Iba pesada danta
entre frutal y estruendo,
y el zaino de almizcle
y mordedura.
El colibrí encendido
de pulso o cerbatana.

La poesía,

Y dura
bien nacida,
y sigue,
piedra dura,
durando hasta la vida,
piedra pura.

Y muy duro le dan
entre las sombras;
pero sigue nombrando
hasta las médulas,
y sigue hablando duro,
en piedra pura.

Y le tiran cadáveres
y espantos
y sigue tercamente
subiendo a puntapiedras,
a piedra perdurable
y pedregosa.

Y para hacerla leña
llegan oscuros,
mudos.
Y sin embargo sigue
piedra siempre total
y duradera.
Tenaz piedra encendida,
piedra siempre cabal
y bien nacida.
¡Verdad tan verdadera
-la piedra-la Poesía!
Del libro: Cumbres aldeanas y otros poemas.

Puerto Pedregal,

Esteros de la luz
y clara sal solemne.
La sabana de sombras.
Luminarias del cielo.
Cadejos y silampas,
la dama del sombrero.
Ermitas y plegarias
y horneros de la bruma

Ermitaños del mar,
escamas y marismas.
Manglar de las derribas,
carbón de los auspicios.
Palmeras del albumen
y albuferas del cielo.
Pescadores del alba,
las hondas escafandras,
y ostral de las ofrendas. . .
Las barcas timoneras,
con sol de los remeros.
Vigilias de la mar,
las tenas y el tanino.
Leñadores de siglos
y carretas del alba.
Terral. Poma del cielo.
Infancia: agua de brumas.
Solar agua tomada.

Potrerillos,

Potrerillos de musgo
y limonero.
Cordillera ramal.
Pradera de la altura
y altura de las manos.
Llanura toronjil.

Silencio de subir
hasta la vida.
Piedra en la piedra
y en las manos vida.

La molienda del cielo.
La atadura y la miel.
Caminaban los hombres
-humanamente, el hombre-
encendiendo
un agua de labranza
y poderío.
En el frío,
en el aire
y en las eras
se reúnen las eras
y las vidas,
las más dulces colmenas
tutelares.
Honda fertilidad
de la labranza.

Extendido jardín,
alba del trueno.
Flor de la piedra
y piedra del Carmelo.
Potrerillos, Chiriquí. Febrero de 1983.
Del libro: Cumbres aldeanas y otros poemas.

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A-M-O-R [Mi poema]
Mario Morales [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Dos sílabas, cuatro letras.
Ese recurso manido
al que acuden los poetas
y hacen uso de sus tretas
fingiendo que lo han vivido.

Pero se nota que mienten.
Su texto es pura invención.
Utilizan la razón
para hablan del corazón
y denotan que no sienten.

Los hay que hablan del amor
con lenguaje decadente
y carente de color,
cual si fuera de una flor
que se extingue lentamente.

Algunos se han suicidado,
existen supervivientes,
muchos son los desgraciados,
pululan los fracasados,
y los menos, persistentes.

¡Oh. el amor incomprendido
o también el despechado,
el platónico o fingido,
aquel que ya ha fenecido
o al que dicen olvidado!.

Efímero amor eterno,
ingrato, amargo, de un día,
loco, dulce, amable, tierno,
El dilema sempiterno:
¿Amor o melancolía?
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Mario Morales

Fragmento de 1964

(inédito)
pero mientras haya hombres que no tengan tiempo para ser hombres
mientras exista un solo niño que no recuerde ninguno de los lugares
donde fue niño
mientras los disparos no se vuelvan lágrimas
mientras otros nos atajen las balas
mientras continuemos charlando sobre la amistad y tratemos
al amigo como un libro para subrayar solo en algunas líneas interesantes
mientras el verbo no sea también encarnar los pétalos vivos de la rosa
junto a todas las verdades y los virus del hombre
mientras la verdad de algunos diarios sea más urgente
que la verdad de no leerlos
mientras suceden estas cosas dudo
si aún puedo continuar
a solas
con mis palabras
ahora
que ellas están solas y necesitan más que nunca
mi soledad.
[De La tierra, el hombre, el cielo, Ediciones Último Reino, 1983]

ANTES DE HABLAR
HAY QUE APRENDER A ESTAR SOLOS

¿Es la vida del poeta
violencia y rencor,
celos que hacen del corazón
un archivo de miserias?
Para qué
escribir infamias, ambiguas dedicatorias,
traicionar Al Maestro o Al Joven Discípulo,
imaginar epitafios para los vivos en lugar de amarlos
como se ama el sol y la noche interminable
que nos une a todos
en la palabra que nos separa de todo.

(EL MEJOR MAESTRO ES EL VIENTO.
El mejor poema, un amigo.)

HAY QUE APRENDER DE LOS ÁRBOLES
EL SILENCIO Y LA CAÍDA.
(Pehuajó, 1936-Buenos Aires, 1987)

«Nos Une» (extracto de «La distancia infinita»)

Nos une
el silencio que no hemos dicho,
los días infinitos, la lluvia, la tristeza,
la ternura y sus ojos ciegos, pero azules.

Nos une
Algo oscuro como delirio y cenizas,
como la palabra adiós cuando la soledad calla
pero vence.

¿Sabes lo que es la vida
cuando se ama pero estamos solos?
Es no poder decirlo
y ser una herida sin respuesta.

Es abrir los brazos
y encontrar la ausencia
y escribir nada mas que un eco, una campana de oro sepultada en la bruma.
Es gritar la palabra recuerdo
en la mitad de un beso, en la mitad de un verso
tan violento y tan inútil como todo el recuerdo.

Es amarnos
con el corazón vacío
como un pájaro cuando nace.

Pero amarnos hasta el fin,
en la soledad,
en el día interminable
aniquilado.

CARTAS A MI SANGRE

1
Soy un mito. Estoy fabricando mi espejo y con un placer asesino me dejo aniquilar por este vidrio que de tanto copiar, crea.

Furiosa sed de vivir hasta vivir. Y no mechado de sol, robando a escondidas de nuestra mano, que no sabe robar: olores verdes, misa con cruz hecha de carne y sangre, goce limitado por lunas borrachas de mirarse y desearse. Y vestidas por algún sueño frustrado sin soñar.

Y la noche. Sólo ella es constante en su locura. (Pero todavía puedo crear cucarachas para enloquecer mis sábanas y equilibrar la cordura).

Las mañanas mueren con sol y sin reposo. Las mañanas mueren levantando senos que me viven con su implacable desafío de no saber nunca. Pero yo tampoco sé. Y entonces quizás ser feliz y tener hijos como un Dios de catecismo. Y sin redención. Pero con cruz.

¿Acaso hay muerte alguna vez? Ahora, aquí y ahora, hay este eterno vivir, este vivir sin causa y casi sin hombre. Y toda hora sabiendo y sin decidir es una agonía que vivo con mi verdad. Y mi ser es una joroba de ángel, un contrahecho de verdades. Negar o aceptar es suicidarme un poco, a medias, existiendo. Fuga y retorno resueltos sin resolverme. Uno de mis pies está apoyado en el mundo, el otro en nada. Y éste es mi equilibrio.

Estamos en una existencia dilatada entre lo azul y lo azul, una existencia que no podemos dejar de amar ni siquiera con todo nuestro odio.

Ah, y el tiempo, el tiempo. La angustia sin horas ni minutos, la angustia burlada pero llena de sí misma, rebasándose, la infinita angustia.

Y el amor, alcahuete del alma, que me hace feliz, irreparablemente feliz.

Hay una impotencia de estrellas. Impotencia de estrellas que no pueden ser hacia arriba. Imposible sed, copa ebria de vaciarse. Las estrellas deberían ser paganas.

Soy un Lázaro paralizado entre la vida y la muerte, por un Jesús sin ganas. Soy un creador sin reino y con creación. Creación para nada. Y sin pausa.

2
Siento ganas de morir hacia todas partes. Siento ganas de morir lejos de mí. Siento ganas de morir con todo el ser.

Escribir, tomar café, fumar: nada. Pero escribir, tomar café, fumar.

Y un dios desteñido con el azul, de pensarlo. Un dios disuelto en la mirada neurótica de la página en blanco.

Yo sé que lo eterno muere hoy, en esta página.

Siento ganas de morir. Y más. Siento ganas hasta de estar enfermo después de morir.

3
La palabra es un hueco que comienza a crecer, antes y después de los labios. Y hoy las palabras me nacen en la columna vertebral, bebiendo sus propios cuerpos hasta volverse invisibles.

La tierra no es redonda para mis pies, que la descubren todos los días. Pero la muerte tiene la dimensión exacta de mis pies y no la de mi voz. Ese es el equívoco. Y las distancias se rompen al cruzar mis labios, como una bandada de sed.

Además, es tonto haber nacido de ochenta y nueve años y media estrella. Y es tonto que la muerte viaje con mayor precisión y velocidad en mis puntos suspensivos. Y es demasiado tonto haber nacido en el tiempo, a contramano de hablar y callar.

He caminado desde el amor hasta después del suicidio. Y sé que la muerte y el silencio son cortos para la lejanía de mis pies, y que muero en mis manos, de la infinita distancia que hay entre ellas y yo.

Yo deseo comenzar a ser en la última mirada, ésa que donamos a la tierra, como un espasmo de ser. Y, tal espasmo me salve del riesgo de no querer ser eterno.

Yo no sé morir. Sin embargo, por mi muerte soy zurdo. Y hasta tengo por costumbre vivir de ese lado.
Pero vivir debería ser algo mucho más simple que nacer o morir. Algo así como amarnos. Pero la vida es una estrella encendida con un fósforo.

Y yo soy el que está clavado en el lugar donde los sueños piensan.

He palpado una caída después del último fondo. He creado una angustia para que Dios comience a pensar. He hablado con la voz que grita en los pies de los muertos. Pero en mi voz hay ahora tinieblas que nunca serán mías.

Y aquí, sobre el vértice de mi imposible, necesito crear. Crear mi grito, el único, el grito de mi muerte a Dios.

VARIACIONES TRES

A veces,

persiguiendo el infinito,
el destino del trueno
y ese olor de las praderas
cuando se desnudan en falso verde
y en azul sonámbulo de espacio y luz desesperada.

A veces,
cuando el silencio se da vuelta
y canta hasta despertar,
hasta cubrir de alas ese presagio
de catástrofe
que tiembla como una penumbra en el fondo de las
últimas raíces.

A veces, solamente a veces,
el fondo de la vida hecho de piedra
y soledad
y cicatrices de lluvia buscando su
forma de caer o permanecer
semejantes a un pensamiento abraza-
do a su día y a su noche y a su edad
de relámpago y flor unánime.
(De «Plegarias o el eco de un silencio» (Bs.As.) Sudamericana, 1974)
Publicado en «La distancia infinita» Antología poética 1958-1983

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TODO ES UN CUENTO [Mi poema]
Francisco Lazo Martí [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Imagina que el tiempo se ha acabado,
tú no existes, no estás, no se te espera,
todo es falso, que es solo una quimera,
son recuerdos que afloran del pasado,
o fantasmas volviendo sin se quiera.

Lo que ves solo es pura fantasía
que produce en tus ojos la pupila,
un reflejo del seso que maquila,
que disfruta jugando a lotería,
cuando ocurre se aburre y se espabila.

Que todo es irreal pues nada existe,
el mundo se marchó ya a tomar viento,
quejándose metido en un lamento
diciéndome al pasar que estaba triste
que igual que existe Dios, esto es un cuento.
©donaciano bueno.

Todo es un #cuento...algo cruel, no es cierto? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Francisco Lazo Martí

Silva criolla

Invitación
A un bardo amigo

1. Es tiempo de que vuelvas:
es tiempo de que tornes…
No más de insano amor en festines,
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.

2. Es tiempo de que vuelvas…
Tu alma –pobre alondra—se desvive
por el beso de amor de aquella lumbre
deleite de sus alas. Desde lejos
la nostalgia te acecha. Tu camino
se borrará de súbito en su sombra…
Y voz doliente de las horas tristes,
y del mal vivir oculto dardo,
el recuerdo que arraiga y nunca muere,
el recuerdo que hiere,
hará sangrar tu corazón, ¿Oh Bardo!

3. No más a los afanes de la corte
humilles la altivez de tus instintos,
ni turbe de tus noches la armonía
falaz visión de pórticos y plintos,
y fúlgida terraza como el día.
Deja que de los años la faena
los palacios derrumbe,
donde el placer es vórtice que atrae
y deslumbrada la virtud sucumbe.

4. Ven de nuevo a tus pampas. Abandonada
el brumoso horizonte
de apiñadas cumbres se corona.
Lejos del igneo monte
ven a colgar tu tienda. Ven felice,
ven a dormir en calma tus quebrantos,
y como el sol de la desierta zona
en viva inspiración ardan tus cantos.

5. Guárdate de las cumbres…
Colosales, enhiestas y sombrías
las montañas serán eternamente
la brumosa pantalla de tus días.
Deja para otra gente
el gozo de mirar picos abruptos,
y queden para ti las alegrías
de ver, al despertar, alba naciente,
y de abrazar con sólo una mirada,
del Sur al Setentrión, y del ocaso
hasta el fúlgido Oriente,
la línea, el ancho lote, siempre al raso,
de la tierra natal.

6.!Ah! de las cumbres,
baja la nieve a entumecer las almas:
las almas que han soñado en el desierto
a la rebelde de sombra de las palmas
y bajo el cielo azul, claro y abierto.

7. Libra tu juventud! el rumbo tuerce
de la fastuosa vía
en la que el vicio su atracción ejerce
y se tiñe de rosa la falsía:
donde el amor procaz vive a su antojo,
y cubierta de pámpanos la frente
celebra en la locura del despojo
parda penumbra y carnación turgente.
Si es oro la lisonja al bravo y ero
Señor– de cuantos míseros se humillan –
desprecia el arte vil, por lisonjero,
en que nombres y almas se mancillan;
y si quieres al n que no te alcance
de la vergüenza el dardo,
de igual manera que al hiriente cardo,
a la pasión venal esquiva el lance.

8. Es tiempo de que vuelvas:
es tiempo de que tornes.
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.

El sembrador

Sudorosa la faz, desnudo el pecho,
de simientes henchida su escarcela,
bajo el sol que furioso le flagela,
va sembrando el buen hombre su barbecho.

Al pasar, vida siempre en el estrecho
surco reciente que su pie nivela;
en tanto sorda cólera revela
el áspide traidor que está en acecho.

Y siempre así, bajo el flagelo ardiente,
cegado por su afán a ver no alcanza
la serpentina piel que flores miente.

A la postre hallará, como el Divino
Ser que sembraba el bien y la esperanza,
la traición y la muerte en su camino.

El mundo es el gran circo sin salida...

El mundo es el gran circo sin salida
donde la humana hueste se amaestra
para las grandes luchas de la vida.

Armados todos van a la palestra:
el crimen, de puñal; de escudo y lanza
el heroico valor; de hoz siniestra

la avaricia; de dardos la acechanza;
de sayal la traición y de careta;
de piedad la mujer; y de esperanza
los que sueñan: el niño y el poeta.

El turbador

En silencio la selva se recrea:
ya no turba su paz el rudo hachero
a cuyo golpe aquel roble altanero
vibraba con un ritmo de odisea.

Junto al árbol que un hálito menea,
presa de oculto mal yace el bracero:
y a través de la fronda un sol artero
con lanza de cien puntas lo alancea.

Abrazado a su hacha de combate,
contraída la faz, el ceño adusto,
en garras de la fiebre se debate.

Y bajo el roble –de su vida ignota–
finge su cuerpo miserable arbusto
que despiadado el vendaval azota.

Invitación

(A un bardo amigo)

Es tiempo de que vuelvas;
es tiempo de que tornes…
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosas y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.
Es tiempo de que vuelvas…
Tu alma –pobre alondra—se desvive
por el beso de amor de aquella lumbre
deleite de sus alas. Desde lejos
la nostalgia te acecha. Tu camino
se borrará de súbito en su sombra…
Y voz doliente de las horas tristes,
y del mal de vivir oculto dardo,
el recuerdo que arraiga y nunca muere,
el recuerdo que hiere,
hará sangrar tu corazón, ¡oh Bardo!
———
Ven de nuevo a tus pampas. Abandonada
el brumoso horizonte
que de apiñadas cumbres se corona.
Lejos del ígneo monte
ven a colgar tu tienda. Ven felice,
ven a dormir en calma tus quebrantos,
y como el sol de la desierta zona
en viva inspiración ardan tus cantos.
Guárdate de las cumbres…
Colosales, enhiestas y sombrías
las montañas serán eternamente
la hermosa pantalla de tus días.
Deja para otra gente
el gozo de mirar picos abruptos,
y queden para ti las alegrías
de ver, al despertar, alba naciente,
y de abrazar con sólo una mirada,
de Sur al Septentrión. Y del Ocaso
hasta el fúlgido Oriente
la línea, el ancho lote, siempre al raso
de la tierra natal.
———
¡Libra tu juventud! El rumbo tuerce
de la fastuosa vía
en la que el vicio su atracción ejerce
y se tiñe de rosa la falsía
donde el amor procaz vive a su antojo
y cubierta de pámpanos la frente
celebra en la locura del despojo
parda penumbra y carnación turgente.
Si es oro la lisonja al bravo y fiero
Señor –de cuantos míseros se humillan—
desprecia el arte vil, por lisonjero,
en que nombres y almas se mancillan;
y si quieres al fin que no te alcance
de la vergüenza el dardo,
de igual manera que al hirviente cardo,
a la pasión venal esquiva el lance.
Es tiempo de que vuelvas,
es tiempo de que tornes.
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.

I
Torna a soplar del Este
el viento alegre y zumbador. Ondea
cual agitada veste
el sedoso follaje. El sol orea
la charca pantanosa,
y por el reino de la luz pasea
legión de garzas de plumaje rosa.
Florecer es amar… Sobre la falda
de las toscas malezas entreteje
la parásita en flor, áurea guirnalda;
cuelga blanco vellón, de su costado
el nido comenzado;
regio collar de abiertas campanillas
la trepadora mazadaza enreda,
y en dos porciones de oraza rota,
despide al aura leda,
del nevado cairel de su bellota
trenza brillante el orozul de seda.
Tras la menuda flor cuaja el uvero
su gajo tempranero;
sus nacarados frutos en el limo
el punzador curujujul engendra;
la maya erige colosal racimo
y desprende el merey sabrosa almendra;
señuelo de su copa en lozanía,
escondidos granates el orore
en mil estuches cría;
emulando la escarcha
el espinito su jazmín estera,
y del verde mogote en la cimera
abre su flor simbólica la parcha.
En el aire, en la luz, en cuanto vive,
amor su aliento exhala;
y su aliento febril –tras el espeso
ramaje que es baluarte y es escala—
estremece del pájaro travieso
el mullido pulmón bajo del ala.
Torrente luminoso
de cumbre cenital se precipita;
del árbol generoso
la regalada sombra al sueño invita;
por el margen del caño
espárcese el rebaño;
tiemblan reverberando los confines,
y borracha de sol y miel llanera,
celeste mariposa mensajera
batiendo va sus cuatro banderines.

II
Ya no viene bramando cual solía
al declinar el día,
por uno y otro rumbo la vacada;
ni plantado en mitad del paradero
escarba y muge fiero
el toro padre de cerviz cuajada.
Ya no turba el reposo de los hatos
madrugador lucero;
ni despiertan el eco adormecido
el amante reclamo del bramido
a la par de la copla del vaquero.
A más benigno suelo,
a más fértil región de aguas profundas
y de lucientes pastos regalados,
a las islas distantes y fecundas,
fuéronse al fin pastores y ganados.
¡Cantando una tonada clamorosa
y bajo el fiero sol de la sabana,
al paso lento de la res morosa
con rumbo al Sur cruzó la caravana!

III
Ya dos veces, monstruoso y despiadado
sobre la tierra pródiga, el incendio
su abanico flamante ha desplegado;
ya dos veces, por furias impelido,
las yerbas infecundas
su aliento abrasador ha consumido;
y de pie sin cejar, y frente a frente
con el río que impasible está delante,
humo y llamas lanzando su turbante
ha brillado en las noches del desierto
como si fuera un faro ignipotente
clavado en la ribera de un mar muerto.
En línea de combate, a campo raso,
pronta la garra, la mirada alerta,
hambrientos gavilanes, paso a paso,
asediaron del fuego la reyerta.
Consume aún su aliento las entrañas
de los troncos vetustos;
fluye sutil fermento de las cañas
y blanda mirra lloran los arbustos.
Coronando el pavés de la macolla
sangriento cardenal bate sus alas;
las consumidas galas
vertiginoso remolino arrolla;
y sobre el lienzo oscuro del quemado,
de perfiles grotescos,
la ceniza y el aura han dibujado
flores grises y rotos arabescos.
Cuando mengüe la Luna habrá verdores
en el fresco bajío;
y cerriles hatajos corredores
y venado bisoño,
en las tempranas horas del rocío
alegres pacerán tiernos retoños.

IV
La riente primavera,
Primavera fugaz, del sol amiga;
La que lluvia de flores le prodiga
Al monte y la pradera,
También como la hierba al pobre arbusto
la primorosa dádiva recibe,
y de su escasa floración primera
el botón más hermoso
prende sobre el cabello revoltoso
la inocente muchacha sabanera.
———
¡Oh florida estación! Haced que nunca
turbe dolor violento
la paz de mis nacientes alegrías…
Y cuando vuele al fin mi pensamiento,
cuando vuele hacia allá, cuando yo muera,
que sea su compañera
la más brillante aurora de tus días!.

V
En estas dulces tardes veraniegas,
cuando el sol, que se va, desde lejano
purpurino confín, luz moribunda
esparce por el llano,
y del boscaje todo rumoroso,
y de un amor desconocido en alas,
por el aire sutil suben serenas
la canción funeral de las chicharras
y la ronca canción de las colmenas;
cuando apaga el purpúreo sangriento
y brota el color gris al horizonte
baña de nuevo en rojo
la columna de fuego que calcina
la tostada maleza del rastrojo.
———

VI
Al tornar frescos hálitos del Norte,
del país de la nieve,
en junco silbador y hora leve
tendrá el estero florida corte.
Al pie de sus ganados,
y cuando caiga la primera bruma,
volverán los pastores emigrados;
volverán las vacadas
a repletar las cercas, y de espuma
a coronar los botes,
la linfa de las ubres ordeñadas.
Concertará de nuevo la alegría
el coro de las voces;
tras la recia labor –ya muerto el día—
caballeros veloces
partirán la amorosa romería;
y al calor del brasero,
cuando la noche pavorosa avance,
cantando irán de trovador llanero
la copla, el tono triste y el romance.

VII
Sin amor, sin deber ¿qué existencia?
¡Es tiempo aún de combatir! Procura,
Oh Bardo sin ventura,
Que cese al fin tu dilatada ausencia!
¡Es tiempo aún de combatir! Acude,
ven a luchar con juveniles bríos
por el bien de la raza cuyos lares
consagra el almo sol junto a los ríos
y cerca de los próvidos palmares.
Por el bien de la raza que abandona
El rincón sin azares…
———
Por amor a tu raza en desventura;
por esta pobre tierra,
que el maléfico genio de la guerra
convierte ya en enorme sepultura;
por estos seres buenos y sencillos;
por este pueblo amado,
que vive –noble víctima—entregado
a la ciega ambición de los caudillos.

VIII
Tus pasos vulva hacia el hogar, ¡oh Bardo!
Yace por tierra el matizado velo
con el cual primavera engalanaba
los montes de tu suelo.
Cantando sin reposo la guacaba
pide lluvias al cielo,
conquistan con la fuerza y la osadía
nidos para el invierno los turpiales;
en los ralos matales
mueve el amor trinada algarabía;
y con tesón rayano en el enojo,
en la verde oquedad de la montaña
el carpintero de bonete rojo
cincela el tronco hasta la dura entraña.
Nueva decoración y nuevo encanto
lucen las atrayentes lejanías
que tu espíritu amó con amor santo.
Grises tapicerías
cubren el horizonte. La llanura
tiene otra vez reverdecido manto.
Como en aquellos días
del venturoso tiempo ya lejano,
en pos de mis pasadas alegrías,
vuelvo a tender la vista sobre el llano.
Caído en la remota lontananza
sin su manto de gloria,
el moribundo sol parece un cirio
que alumbrase honda cámara mortuoria.
El viento, sin rumor, apenas risa
la silente laguna en cuyo espejo
invisible dolor vertió ceniza;
y con vuelo despacio,
de la tarde a los pálidos reflejos,
las garzas que se irán, que se irán lejos,
pueblan de cruces blancas el espacio.
Hoy como ayer, andando a la ventura,
absorta la mirada, lento el paso,
trayendo margaritas del Ocaso,
miro bajar la noche a la llanura.
Mas de pronto pensando que fue triste,
pensando con dolor, pensando en ella,
me arrodillo en el polvo del camino
que en hora igual de gozo vespertino
recibió las caricias de su huella.
¡Oh destino de todos los que amaron!
¡Oh destino cruel! ¡Tú me condenas
a buscar en las móviles arenas
unas huellas que ha tiempo se borraron!
Llanura o cielo, cúspide o abismo;
¡santa Naturaleza!
para el dolor que vivo en tu grandeza
¿cuál palabra mejor que tu mutismo?
¡Oh Madre! El áureo broche de tus días,
y tus campos que amó la primavera,
retienen prisionera
el alma de mis muertas alegrías!
Hoy como ayer, y de la noche oscura
bajo la inmensa nave,
en tono triste, quejumbroso y grave
brota doliente canto en la llanura;
y trae breve silencio, cual sonoro
trueno de burlas el cantar vecino,
en son de fiesta, alcaravanes pardos,
abierta el ala de purpúreos dardos,
rompen a carcajadas en su trino.
De pavura o dolor, el grave canto
y la seguida estrepitosa burla,
de crueldad casi humana,
hieren mi corazón, lo hieren tanto
que anheloso y de prisa me levando
a mirar si está sola la sabana.
———

IX
¡A meditar no acude cual solía
dulce melancolía
en la tumba del sol! Es la tristeza
la que doliente se arrodilla y reza
cuando, para dormir, desmaya el día.
Ya las noches no son como eran ellas
propicias al amor. El cielo oscuro
a las almas no atrae. ¡Grietado muro,
por él se asoman pávidas estrellas!
Ya no brilla inclinada hacia el Oriente
la hermosa Cruz del Sur. Barre las hojas
la ráfaga bravía,
y siguiendo la negra lejanía,
serpean ligeras llamaradas rojas.

X
¡Es tiempo de que vuelvas!… ¡Sin mancilla
te aguarda el viejo amor! Viva te espera
del culto del hogar la fe sencilla.
¡Se fue la primavera!
Ruge amenazador trueno lejano
y de soles nublados, agorero,
la cenicienta garza del verano
tañe, al pasar su canto plañidero.

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VERDAD PALMARIA [Mi poema]
Jorge Arias [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Sentada estaba asida en la parada
atenta a que llegara el autobús,
oyendo una canción de Celia Cruz,
al frente allí perdida la mirada.

Quería así ocultar lo que sentía
mas, dulce, su mirar la delataba,
fingiendo por si alguno la observaba,
ausente a lo que entorno sucedía.

Debieron trascurrir muchos minutos
y el bus al que esperaba no pasó,
con él se fue el amor con que soñó,
la suerte a veces cobra sus tributos.

En esto que ella andaba obnubilada
un joven a su lado se acercó,
y cuentan que del otro se olvidó
y hoy sigue felizmente enamorada.

Pues dicen que la suerte es veleidosa
haciéndote sentir abandonado,
mas otras hay se sienta a nuestro lado,
y piensas que en verdad es una diosa.

La suerte en el amor es necesaria,
sin ella existe un riesgo en ese trance,
quien sale victorioso de ese lance
habrá de ser feliz. Verdad palmaria.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Jorge Arias

En la mañana

Las muchachas aun húmedas por las telas del sueño
barren como arrojando al viento sus deseos
basura de las noches
Es un oscuro canje
Abramos nuestras manos rueden las aguas
y el fresco de la noche
los ojos en las nubes recibirán su premio
Una tristeza fina llueve sobre la tierra
El sol se tranquiliza bebiendo en las esquinas
los ruidos de la calle tratan de armar el mundo
Ya es bastante alegría
La luz nos enceguece
El alma de la noche se evapora en los ojos
La mañana nos bebe en una sola copa
No llegamos a estar a la altura del mundo
sino cuando apuramos toda la eternidad
Mientras tanto flotamos en un líquido impuro
Navegando vacíos como nueces cascadas
Porque antes de la noche nos esperan las horas
No deben marchitarse hay que ponerles algo
para que el mundo gire y las lágrimas vuelvan
Un cielo como un mar sorbe nuestros deseos
El agua de la noche se ha secado en los techos
El mediodía nos espera muertos.

La Fuente

En la fuente se exalta la soledad del agua.
Una onda de brisa mece la cabellera
de la virgen que surge y se entrega a los aires
voluptuosa de nada, para volver a sí.

El árbol incesante, sin pausa deshojado
ha fatigado al día. La noche se adormece
acunada a lo largo de su flanco estrellado
por el canto monótono que la fuente devana.

Plateada melodía con que celeste lira
Interroga al espacio que calla y nos devuelve
Los derrotados trinos y en el silencio vierte
La reflexión continua de las ruinas del día.
De Piedras de toque (ediciones de la Banda Oriental, 1969)

Canción

Se recoge el viento
en tus ojos fríos.
Yo recuerdo un cuento
de amor, amor mío.

Yo recuerdo tanto
que al recuerdo fío
el dolor y el llanto
para verlos míos.

La nube de armiño
desnuda al ocaso.
¿No oyes acaso
que se ha muerto un niño?

¿No escuchas la estrella
hablarte al oído?
Si tú no eres ella
no me habrás tenido.

Te das a la noche
y yo sé que lloras,
porque en esta noche
por fin te enamoras.

El viento del mar
amor, me aconseja
perder tu mirar
si tu voz me deja.

¡Llora! ¡Canta! Goza
tus amores idos.
Si te vuelves rosa
no me habrás perdido.
De Piedras libres (ediciones Canal, Buenos Aires 1973)

Lógica

Quizás la simple lógica
en el plano de sus proposiciones,
nos conduzca, por líneas inquietantes
al volumen final de la tragedia.
Quizás, al fin de cuentas,
la simple suma
de dos más dos,
dé un grito.
De Piedras de canto (Ediciones de la Banda Oriental, 1976)

Declaración del recién nacido

Madre, ¿son las auroras
así, de sangre?

Vengo a través de ti,
desde tu carne,
pero mi alma es un viento
ingobernable.

Sé que vengo de ti,
mas de otra parte,
de un sueño en que los hombres
son inmortales.
Vengo a través de ti,
desde muy antes
que signaran tu cuerpo
mis iniciales;

como luz que se agita
entre cristales
asombrada del rumbo
de sus imágenes

que navegan apenas,
unas, plurales.
Madre, ¿son las auroras
así, de sangre?

Sólo nacer podía,
tú bien lo sabes:
no fue un crimen rasgarte
el sexo, madre,

tan tenso como el falo,
pálido amante
que en ese laberinto
del que era clave,

buscaba una salida,
su desenlace.
(muerto en su laberinto
yo fui la llave).
Madre, ¿son las auroras
así, de sangre?

Largo el camino y largo
este abrazarte
desde dentro de ti,
mi primer trance;

siento, ya consumado
el traspasarte,
la tristeza divina
de los amantes;

estoy aquí, vencido,
triunfante, nadie.

Que este instante de amor
Inevitable,
más fuerte que nosotros,
como un derrame

de la vida que cruje
para salvarme,
no es para mí un principio,
es acabarme.

Yo no te amaba, estaba
esperando un viaje,
el toque de agonía
que me lanzase

como de pez a pájaro,
del agua al aire,
que si ha nacido un niño
ha muerto, sabes,

el suave prisionero,
tu habitante.

Quisiera que me digas,
de veras, madre,
¿son así las auroras,
crepusculares?

Crepúsculo

Es domingo de tarde. Ya se han ido.
El mar en mi ventana. Me he quedado
nadador de la nada, adormecido.
El día parpadea, consumado.

El mar en la ventana. El agua es fría
y, ya fantasma gris bajo la luna,
se esfuma la ciudad, como si una
ola hubiese arrasado su alegría.

De pie otra vez, nuestro mortal orgullo
sugiere, con un pálido murmullo
un abismal crepúsculo de rosa;

pero, un segundo más, y la imprudente
magia se nos desploma. Es evidente
el mísero misterio de las cosas
De Piedras en el aire, edición del autor (2012)

El nombre secreto

Caminante, no debes dar por cierto
que yo, que yazgo aquí, soy Jorge Luis
Borges, ducho en enigmas y en esfinges.

Fui un desterrado errante. Inventé al otro
para darle una máscara a mi padre.
Fui un vagabundo del amor. A ella

la adoré bajo el nombre de las otras.
Borré pistas, tejí mis laberintos:
Doctor Jekyll, Mister Hyde, Dorian Gray,

mas mi nombre secreto es el de Edipo.
Los dioses me otorgaron los castigos
que inmortalizan ese amor temible:

la ceguera y el fiel tartamudeo
cuando quise decirle “yo te amo”.
los tebanos ya no me soportaron,

erré otra vez, con mi hija, con Antígona
o María, por Ginebra, por Colono.
No puedo recordar nombres exactos.

Los árboles azules

Corazón, de tu soledad
vuela a ese país lejano
donde silentes, gravemente
por los recintos de la mente
crecen los árboles azules.
Ese sitio preciso
donde el perfume de las cosas
por entre estruendos y dulzuras
busca una abeja melodiosa;
y bajan tus pájaros sutiles
como la nieve, en leves copos
sobre copas de hojas azules.

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