A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

ÉL ES UN PORDIOSERO [Mi poema]
Roxana Méndez [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Él es un pordiosero, nadie le roba,
sólo recuerdos lleva en la faldriquera,
por no tener no tiene ni quien le quiera
y hasta escaso pervive incluso de coba.

Cuando pasa le miran sus desarapos
con disgusto le observan y con desprecio,
él sabe que su vida no tiene precio,
piensa mal de los otros y en sus gazapos.

Sabe donde no tiene caerse muerto
por eso a sus vecinos nada ya esconde,
sólo tristeza lleva cuando responde
con un ojo cerrado y otro entreabierto.

Sabe le esta rondando ya la guadaña,
consciente descendiendo las escaleras,
en el zurrón no quedan ya ni quimeras
quisiera no creerse que esto es España.
©donaciano bueno

Esos #hombres que llevan la tristeza a cuestas Share on X

Un país con tanta #historia se encuentra ahora envuelto entre la enorme deuda y las tensiones independentistas generadas por los egos de algunos dirigentes incapaces.

MI POETA SUGERIDO:  Roxana Méndez

Memoria

Todo es presente ahora: mis ojos desatados
pueden ver la penumbra del cielo en este instante,
y en ese cielo inmenso, frío, extraño, distante,
vuelan aves de siempre sobre sueños pasados.
Otras calles retornan y es presente en mis labios
que besan las siluetas de los que ya han partido:
los niños de otras tardes y el viento conmovido
que trae de la iglesia su aroma de incensarios,
y las beatas señoras musitando oraciones
y el abuelo en el patio cantándonos canciones
y las lentas campanas de las cinco doblando.
Las calles imprecisas retornan al silencio
y ese cielo de ahora que sufro y que presencio
comprendo que es de un día que existió no sé cuándo.

El dibujo

Cuando éramos niños
el mundo era un dibujo.
Algo tan simple.
Un solo trazo que acababa
solo para empezar.

Estaciones o casas o ciudades
subían y bajaban
a través de la línea del grafito.

Tirados en la calle
su frente parecía siempre
llena de algo: pájaros
o astros o mareas incontenibles
que se estrellaban
en lo hermoso.

Porque entonces era todo lo hermoso.

Y nada parecía más grande
que sus pequeñas manos.

Sus ojos eran cien kilómetros de gaviotas
hacia el occidente,
y dos tormentas blancas
al cerrarse de pronto,
dos iglesias inmensas en silencio.

Sus brazos caían sobre mí
como una bendición.
Porque su cuerpo era un país
lleno de acantilados
y todo era caer.

Cuando éramos niños,
quiero decir, cuando éramos,
el mundo era un dibujo
y la noche un rumor
y nada sucedía demasiado deprisa,
salvo el invierno.

Su perfume de niño
era una tumba blanca,
y su voz un aliento,
un océano.

Cuando éramos niños,
en ese largo día único
donde aún somos nuestros.

El instante, la vida

He tenido una buena vida:
una guerra de diez años
y tres terremotos
que echaron abajo la ciudad
y cumplieron la profecía
de la abuela,
quien meses antes
nos había anunciado
la destrucción terrible
con una voz que era la misma
con la que nos contaba
los dulces cuentos
donde todo era del color
de las avellanas secas.

Pero he tenido una buena vida,
apacible, sentada
a la mesa en el patio,
o escondida
entre los sacos de maíz,
a la espera que las detonaciones
cesaran, que las voces
cesaran, en la oscuridad
donde el mosquito
era un murmullo
que me hacía dormir.
El mosquito cuya picadura
no causaba la muerte.

Pero he tenido una vida buena,
un amor de mil años
verdadero y brillante
como oro que ha adquirido
la forma de un broche,
un búho de grandes
ojos blancos,
prendido siempre
bajo mi blusa, y por ello
una gota de sangre
es lo que queda
del pasado, una gota
suspendida
como un planeta frío.

Pero he tenido una buena vida,
una vida donde la guerra
y el amor
han durado
los mismos años.
Una donde la muerte
me ha visitado poco,
y donde he visto el mundo
y he escuchado
los sonidos de las grandes
aguas y los enormes
valles, donde los cascos
del caballo criollo
y el venado me muestran
su extraña diferencia.
He visto y olvidado
lo que he visto
y vuelto a asombrarme
con lo que había sido
asombro una vez.
No me quejo.
Las aguas siguen
abrazando mis pies,
aferradas con toda su tibieza
a la brevedad que poseo.

La palabra precisa

He pasado los años de mi juventud
observando sobre los árboles,
empinada para ver qué llega
o qué se marcha. He querido
mirar antes que nadie la tormenta,
y la he visto acercarse como una leona sombría
cuyas fauces son la mitad del mar.

También la he visto derrumbarse
como un alcohólico
sobre la casa de una niña,
destruir ciudades de papel
y levantarse para pisotear lo que queda.
Estruendo es su nombre inimitable.
Luz que rasga la luz, su boca.

He concluido cada tarde y cada mañana.

No hay música que me defina.
Mi pasado es un destello. La punta
de un cuchillo que no corta,
que no separa lo futuro de lo presente.
Pan seco es mi lengua.
Una mancha de café
que es solo oscuridad, mi ojo abierto.
Penumbra, mi ojo cerrado.

En alguna habitación,
sigo siendo una niña que escucha,
en la calle, a toda hora,
aullidos de perros o de hombres,
y cierra los ojos y reza
una oración de una sola palabra
pues no conoce otra.

Realidad

Cuando nos vemos solos y el cuarto donde estamos
nos parece tan frío, tan lleno de humedad,
siempre nos enternece soñar con lo pasado
y buscar la celeste flor de la inmensidad…
Y nos vemos los ojos, infantiles y puros,
y nos vemos las manos cargadas de caricias,
y el jardín del hogar es grande como el mundo
y es hermosa la noche y es extensa la vida…

Que tristes son las horas de esta tarde en mi alma:
se caen las palomas de su rumbo en el cielo,
no hay astros suspendidos en la profunda nada,
mi voz es lluvia lenta que humedece mi anhelo…
Cuánta mar que se aleja perdido en mi nostalgia
y cuánta playa oscura, monótona y desierta…
Qué tristes son las horas de esta tarde en mi alma…
Cuánta voz en la sombra… y cuántas aves ciegas…
Estos días no dicen de mi eterno cansancio,
no dicen del silencio donde mi voz se esconde,
solo hablan del olvido con sus lentos letargos
y del rostro al que le hablo por siempre y no responde…

Hablan de invierno oscuro, de vientos que marean,
hablan de luz herida por puñales de hombre…
Nada dicen del canto donde mi voz es bella
y del sol que, aún niño, vuelve a decir mi nombre…
Cuando nos vemos solos que triste es descubrirse
con los ojos ausentes mirando el horizonte..

Sentada en la estación

Sentada en la estación
de algún invierno,
siento como el silencio
me alcanza y me rodea…

De los vagos rincones
veo salir siluetas…

Siluetas que transportan
neblina entre los dedos…
Rostros que no he observado
y voces que no entiendo…

Siguen, siguen llegando
continúan saliendo…

Vienen hasta muy cerca:
me cantan al oído
melodías nocturnas
que me saben a mar,
a marismas, a viento,

a lugares antiguos
donde nada es real,
a luz cálida y suave,
y frases pronunciadas
en un tiempo remoto
con lenguajes de sal…

Oscurece otra vez
me levanto, camino,
y el sendero que tomo
se torna más sombrío.

Camino en la penumbra…
Atrás, el cielo azul,
no encuentra ningún sitio.

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QUÉ BONITA ES LA VIDA! [Mi poema]
María de Zayas y Sotomayor [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Qué bonita que es la vida
cuando estás enamorado
con el alma apasionado
vas dorándote la herida.
Mas si llega la partida
¡qué decepción, qué fracaso!,
te sientes como un payaso
que hace una mueca fingida.

Todo es dulce, y de color
y a mayor abundamiento
pareciera que es un cuento
donde sólo existe amor.
Mas, como ocurre a la flor
que un día va y se marchita
es posible, muchachita,
que el sueño vuelva en hedor.

Prepara ya la tirita
por lo que pueda pasar
pues en el arte de amar
la cura se necesita.
Si la herida es chiquitita,
la dolencia es pasajera
tómate un tiempo de espera,
mal hace quien precipita.

Y si ésta es larga y profunda
y no tiene solución
recuerda a tu corazón
la verdad ya sea inmunda.
Que esta decisión fatal
debe ser muy meditada
pues que dar una patada
es un hecho irracional.

Para poner el final
a esta estrofa edulcorada,
¡sin limón, no hay limonada!
así es la vida, tal cual.
©donaciano bueno

Existe un antídoto para el desamor...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: María de Zayas y Sotomayor

QUE MUERA YO, LISEO

Que muera yo, Liseo, por tus ojos,
y que gusten tus ojos de matarme;
que quiera con tus ojos alegrarme,
y tus ojos me den mil enojos.

Que rinda yo a tus ojos por despojos
mis ojos, y ellos en lugar de amarme
pudiendo con sus rayos alumbrarme,
las flores me convierten en abrojos.

Que me maten tus ojos con desdenes,
con rigores, con celo, con tibieza,
cuando mis ojos por tus ojos mueren.

¡Ay, dulce ingrato! que en los ojos tienes
tan grande deslealtad como belleza,
para unos ojos que a tus ojos quieren.

Romance a la muerte del doctor juan pérez de montalván

Cúbrase de luto el mundo,
pues ya del mundo faltó
aquel sol que con sus rayos
escureció al mismo sol.

No madrugue ya el aurora,
estése con su Titón,
que si á ver el sol salía,
ya su sol se escureció.

No canten los pajarillos,
solo diga le ruiseñor,
en sus lamentos, que el fénix
al cielo se remontó.

Y las selvas, á quien dijo
en dulce acento su voz
mil amorosos requiebros,
secas muestren su dolor.

Porque si les faltó Lope,
nunca Lope les faltó,
mientras Montalván les daba
aliento, vida y verdor.

No sienta Vénus la muerte
de su amante cazador,
la de aqueste Adónis sí,
que la llore es más razón.

¡Oh Parca, si tu supieras
el empleo de tu arpón,
llorarás, como otro César,
de tu guadaña el rigor!

Préciate, pues ya ho hiciste,
de haber marchitado en flor
la gala de Manzanares,
la gloria de su nación.

Treinta y seis años postraste;
¡oh muerte! pluguiera á Dios
que contara á tu despecho
los del caduco Néstor.

Su gala, su bizarría,
todo á tus piés se rindió,
porque a tí sola pudiera
reconocer por mayor.

Su divino entendimiento
(¡oh, qué valerosa acción!),
para morir sin estorbo,
en sí mismo le escondió.

¡Oh muerte! mas bien hiciste;
porque fuera sinrazón
quitarle el puesto que goza
por el puesto que perdió.

Tú caminante que pasas,
si te deja tu pasión,
vuelve á este mármol los ojos,
oye que dice su voz:

«Ayer fuí, ya no soy nada,
la muerte de mí triunfó:
aprended, hombres, de mí
lo que va de ayer a hoy.

«Si vistes mi bizarría,
mirad cómo polvo soy;
mi cuerpo cubre esta losa,
mi alma goza de Dios

Respóndele, caminante:
«reposa en paz,» y si no
puedes hablar, con la pena
llora, llora, como yo.

Amar el día…

Amar el día, aborrecer el día,
llamar la noche y despreciarla luego,
temer el fuego y acercarse al fuego,
tener a un tiempo pena y alegría.

Estar juntos valor y cobardía,
el desprecio cruel y el blando ruego,
tener valiente entendimiento ciego,
atada la razón, libre osadía.

Buscar lugar en que aliviar los males
y no querer del amor hacer mudanza,
desear sin saber qué se desea.

Tener el gusto y el disgusto iguales,
y todo el bien librado en la esperanza,
si aquesto no es amor, no sé qué sea.

De dos penas que ha querido…

De dos penas que ha querido
dar amor a un desdichado,
mayor que ser olvidado
es el ser aborrecido:
que el que olvida, aquel olvido
en amor puede volver,
mas quien llega a aborrecer,
cuando se venga a acordar
será para maltratar,
que no para bien querer.

El olvido es privación
de la memoria importuna;
consiste en mala fortuna,
pero no es mala intención;
mas quien ciego de pasión
contra la ley natural
aborrece en caso igual,
más que olvido es el desdén,
pues sobre no querer bien
esta deseando mal.

Y si, en fin, aborrecer
es agraviar, bien se infiere
que el que ingrato aborreciere
está cerca de ofender;
y si hay quien quiera querer
ser antes aborrecido,
tome por suyo el partido,
que si me han de maltratar
por no verme despreciar,
quiero anegarme en olvido.

Claras fuentecillas…

Claras fuentecillas,
pues murmuráis,
murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que vive
libre y descuidado
y que mi cuidado
en el agua escribe;
si sabe mi pena,
que es dulce cadena
de mi libertad.

Murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que tiene
el pecho de hielo,
y que por consuelo
penas me previene:
responde que pene
si favor le pido,
y se hace dormido
si pido piedad;
murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que llama
cielos otros ojos,
más por darme enojos
que porque los ama,
que mi ardiente llama
paga con desdén,
y quererle bien
con quererme mal;
murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Y si en cortesía
responde a mi amor,
nunca su favor
duró más de un día;
de la pena mía
ríe lisonjero
y aunque ve que muero
no tiene piedad;
murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que ha días
tiene la firmeza,
y que con tibiezas
paga mis porfías;
mis melancolías
le causan contento,
y si mudo intento,
muestra voluntad:
Murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que he sido
eco desdichada,
aunque despreciada,
siempre lo he seguido;
y que si le pido
que escuche mi queja,
desdeñoso deja
mis ojos llorar:
Murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que altivo,
libre y desdeñoso
vive, y sin reposo,
por amarle, vivo;
que no da recibo
a mi tierno amor,
antes con rigor
me intenta matar:
Murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad sus ojos
graves y severos,
aunque bien ligeros
para darme enojos,
que rinde despojos
a su gentileza
cuya altiva alteza
non halla su igual:
Murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad que ha dado
con alegre risa
la gloria de Belisa,
que a mí me ha quitado,
no de enamorado,
sino de traidor,
que aunque finge amor,
miente en la mitad:
Murmurad a Narciso
que no sabe amar.

Murmurad mis celos
y penas rabiosas,
ay, fuentes hermosas,
a mis ojos cielos,
y mis desconsuelos,
penas y disgustos,
mis perdidos gustos,
fuentes, murmurad,
y también a Narciso
que no sabe amar.

En el claro cristal del desengaño…

En el claro cristal del desengaño
se miraba Jacinta descuidada,
contenta de no amar, ni ser amada,
viendo su bien en el ajeno daño.
Mira de los amantes el engaño,
la voluntad, por firme, despreciada,
y de haberla tenido escarmentada,
huye de amor el proceder extraño.
Celio, sol desta edad, casi envidioso,
de vel la libertad con que vivía,
exenta de ofrecer a amor despojos,
galán, discreto, amante, dadivoso,
reflejos que animaron su osadía,
dio en el espejo, y deslumbró sus ojos.
Sintió dulces enojos,
y apartando el creistal, dijo piadosa:
«Por no haber visto a Celio, fui animosa,
y aunque llegue a abrasarme,
no pienso de sus rayos apartarme.»

Como la madre a quien falta…

Como la madre a quien falta
el tierno y amado hijo
así estoy cuando no os veo,
dulcísimo dueño mío.

Los ojos de vuestra ausencia
son dos caudalosos ríos,
y el pensamiento sin vos
un confuso laberinto.

¿Adónde estáis, que no os veo,
prendas que en el alma estimo,
qué Oriente goza esos rayos
o qué venturosos Indios?

Si en los brazos de la Aurora
está el sol alegre y rico,
decid, siendo vos mi Aurora,
cómo no estáis en los míos.

Salís y ponéis sin mí,
ocaso triste me pinto,
triste Noruega parezco,
tormento en que muero y vivo.

Amaros no es culpa, no;
adoraros no es delito;
si el amor dora los yerros,
qué dorados son los míos.

No viva yo si ha llegado
a los amorosos quicios
de las puertas de mi alma
pesar de haberos querido.

Agora, que no me oís,
habla mi amor atrevido;
y cuando os veo enmudezco
sin poder mi amor deciros.

Quisiera que vuestros ojos
conocieran en los míos
lo que no dice la lengua
que está para hablar sin bríos.

Y luego que os escondéis
atormento los sentidos
por haber callado tanto,
diciendo lo que os estimo.

Mas porque no lo ignoréis,
siempre vuestro me eternizo;
siglos durará mi amor
pues para vuestro he nacido.
De la novela: La inocencia castigada

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¡MALDITOS EGOÍSTAS! [Mi poema]
Sergio Arlandis [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

A veces obsesivo, sucumbo ante la infamia
de quien traiciona su alma por ansias de poder,
de aquellos individuos, culpables de bigamia,
que a dos barajas juegan por miedo así a perder.

De sentimientos faltos, de escrúpulos vacíos,
del agua sois que al río le dejareis correr,
mas torceréis su rumbo con presas si hay baldíos
que construiréis gozosos por vuestro propio bien.

¡Malditos egoístas! posesos e indecentes,
escasos de prejuicios, plenos de obscenidad,
solo es la mezquindad la que ofusca sus mentes

¿por qué tanta maldad invade el subconsciente?
Ni caridad se siente, ni solidaridad
y es sólo la ruindad que se hace allí presente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Sergio Arlandis

(IN)VERSO

A Luis Claret

I

Siempre tendré cuarenta años,
— perdone el lector
este dato tan anecdótico como irrelevante
para el curso de su quehacer cotidiano—,
entré aquí no sé
qué día de qué semana,
ni bajo qué sonido, ruido, música o vibración
me dejé seducir, llevado por una dulzura áspera,
como la piel de una manzana mordida
prematuramente,
porque venía la noche
y no sabía cómo frenarla con mis propias manos.
Ignoro por qué razón no tengo el tacto suficiente
para salir de estos versos
y tomar la puerta de emergencia que está al final
de su escalera, hasta dejar intacta la sonrisa.

II

Si a ti volviera,
como en otro acto
de contrición,
y se hiciese con este poema un milagro nuevo
para ungirlo como al recién nacido
¿al fin dirías que fuimos felices?
No soy digno de que entres
en la córnea de mi mirada:
aunque ahora me sanases,
y pisaras mi casa como quien pisa una hoja
seca, más tarde volvería
a la blancura de los huesos,
al temblor nimio del aire dentro de un cajón,
como el liquen regresa
a las piedras desenterradas.
La muerte es una curva
entre rectas: te permite volver
en sentido contrario,
cuando la oyes en la voz de otros,
inversamente y en el lugar
que será el de tu propia voz,
pero no dejes tú que estas palabras
lleguen hasta tu boca,
que no te trepen enroscadas.
No las digas tampoco en vano:
a nada que no sepas te conducen.

III

No se puede medir
el vacío, pero tiene su exacta
forma, y la rigidez de una costilla
y el tacto del barro
o el sabor de un fruto con la tersura
estéril de su destino, una vez
pasa por el arco de tu boca.
El vacío es la conca de las manos
que no te acogen.

De Desorden, Editorial Valparaíso (2015)

MANUAL DE INSTRUCCIONES PARA ULISES,
DESDE EL OTRO LADO

A Francisco Javier Díez de Revenga

Que cada voz que suene ahora sea una promesa.
Que la luz no te ofenda
y tras ella no te quede ya nada.
Que en ti el grito de la calle aún retumbe,
y no te quemen
las naves por si decides quedarte
y construir tú mismo, de nuevo,
Ítaca entre rescoldos.
Haz tierra propia
del vacío si te vence:
las islas no se dejan llevar por la deriva
aunque te sientas náufrago sobre ellas.
Que no te humille la memoria
o que toda palabra
que conserves esté escrita en números romanos.
Cuéntalas una a una hasta agotarlas,
hasta secarlas
de tu saliva.
Sé nadie entre corderos, sé cortante
silencio en el desorden
de ese no irse del todo nunca.
Sé la noche para el remordimiento.
Habita el deseo solo hasta que encuentres
tus llaves de madera,
y no regreses:
dirán que fuiste afortunado
en tu viaje, que tienes más cenizas que un gato,
pues siete vidas fueron pocas para morir
sin excusas. Encuentra una ventana
cada día sobre la que te vayas
haciendo viejo:
mira la tierra, acaricia tu perro
cuando se acerque a olerte los tobillos.
Sólo él hará de ti su única patria.

DOS PUNTOS

Siempre hay
alguien que mira cuando
la distancia es
tan sólo un punto de vista
que arquea otro punto
de fuga.
Cerrar los ojos,
dos puntos, mirar más allá
del plano

unir en ti los signos

equidistantes.

MÉTRICA SILENCIOSA

Gozo en el cuarto verso de tu poema.
Con yámbicos sonidos en tu boca
te haces vocal aguda
para sumarte,
para hacer
que mi yemas contigo rimen
entre oclusivas y labiales.
En la curva de nuestra sinalefa
cae una lluvia de acentos:
y es tu vientre el que asume
el recuento de las gotas impares.
Tocan las uñas como estrofas libres.
Un suave tono
deja abierto el final, por si más tarde
queremos ser la piel sonora
de una oda, de una silva, de un soneto,
de un himno, de una estancia
o de un romance, pero que su métrica
silenciosa, en el pie
quebrado de la noche, nos ate como sílabas
al ritmo de un deseo sin previa forma.

AMOR COMPARTIDO

Suenan muelles que de tan viejos
renacen sobre el tránsito
final del día,
y en la ventana abierta
voces que trepan otras noches dejan
un vacío sobre cualquier vacío agitado
de tus manos. Habrá motivos,
te respondes, para tanto amor de medianoche
y los saqueos de otras oscuras casas:
ajenos al agravio de mi deseo
la voz de mis vecinos se desprende,
impune, como hilo, hasta el tallo
de las farolas encendidas.
Y sin dejar más rastro de vida, huye
hacia la boca que no beso.

DE CONTEXTURAS, EDITORIAL RENACIMIENTO (2013)

2 +1

Este cálculo simple,
esta siempre inocente operación,
suele acabar perdiendo
su candidez sencilla:

su cristalina
causalidad
en tu amor resta.

REFLEJO

A Giancarlo Depretis

El mar responde
cada vez más brillante.
Testigo de su sombra fui,
con mis juegos sobre su arena.

Miro su espesa piel azul
ahora que regreso
acorde con los ritmos de la tierra.

Qué densa es la barrera de la tarde
sobre su espuma.
Fulge en el mar la luz
que se pierde en mi sombra.

De Caso perdido, Editorial Renacimiento (2009) XXVII Premio “VICENTE GAOS” CIUDAD DE VALENCIA

DESEOSA (MENTE)

Ahora que amanece,
al vestirnos sabemos
que no existen caminos de regreso
en los mapas trazados
en solitario:

quizá mañana hagamos el amor
por nuevas veredas de sombras,
para perder el pulso
de todos los relojes.
Quizá las manos dejen algo a cambio
a la noche que cruzan,
con su oquedad saciada.

Pero, al fin, vivir es tan solo esto:
un extravío casi simultáneo,
una inquietud que agita nuestros cuerpos
hacia la luz,
la insolidaria huida hacia el deseo.

REALIDAD USADA

Realidad que se rompe
es realidad usada,
y solo lo usado
ha sentido las emociones de la vida,
pero solo lo roto
entiende el lenguaje del olvido.

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MUÑECO DE PELUCHE [Mi poema]
Edmundo Retana [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

El hombre, ese muñeco de peluche,
que sale a presumir y cacarea
cual gallo que metido en la pelea
dispuesto siempre está a llenar el buche.
Un hombre, el que se extingue cual la tea.

Que pasa por la vida haciendo cuentas
dudando si al final todo es un cuento,
el hombre, el que no para ni un momento
gritando cuando intuye que hay afrentas
y manda la razón a tomar viento.

El mismo, el que gozando si amanece
se siente tan contento y complacido
y cree que él ha sido bendecido.
Después llega la lluvia y lo aborrece,
y empieza a preguntarse a qué ha venido.

Y pasa así las horas divagando,
si alguno le pregunta no contesta,
quisiera disfrutar de la floresta
mas sabe que al final le está esperando
la muerte, cuando acabe al fin la fiesta.
©donaciano bueno

El #hombre como el #burro siempre vuelve a las andadas? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Edmundo Retana

El viento

Aquí no cesa el viento,
a veces busca hablarme,
yo también quisiera contarle
algo de mí
pero callamos,
luego se escapa
por las avenidas solitarias,
busca el trigo,
la cebada,
la miel de las colmenas,
se queda en la orilla
de los ríos
y desde las ramas
más altas
de los árboles
me llama.

Canción de la tierra

Algo en el aire,
en cada hoja,
en la lenta caída
de las estaciones
dice viviremos.

La tierra
huele a naranjos,
extiende su manto
como una madre,
lleva la luz
hasta lo más hondo
de la noche.

Profecía

Entonces
todas las estatuas
de las ciudades
serán derribadas,
sólo quedará
el monumento de las manos
que sostuvieron
la doliente esperanza
en las plazas vacías del mundo.

Prodigio

Vino el sol,
primero en una lágrima,
después en una canción.

Vino el sol

y yo estaba aquí,
esperándolo.

Blues

Te fuiste,
doblando
la esquina
del Café Belgrano,
con tu sombrero
de lluvia
y la barba blanca.
Y ahora no sé
a quién buscar
cuando la tarde se fuga
en el humo
de tu cigarrillo
olvidado.

Ecos

Escucho el derrumbe
montaña abajo,
entonces hago café,
leo los viejos libros,
me pierdo,
me reencuentro
en el polvo
que desciende
al alba.

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MISTERIOS [Mi poema]
José Manuel Benítez Ariza [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Misterio es esa cosa que se ignora
y adorna con un halo espiritual,
se envuelve entre la sombra de un ritual,
y al alma que anda débil la devora
clavando de la duda su puñal.

Es eso que no encuentra explicación,
que trae a mal traer a los que dicen
que sabios son y ves se contradicen,
buscando descubrir esa razón
que solo Dios y el cielo la bendicen.

Si escuchas que la vida es un misterio
no empieces a dudar y no hagas caso,
la vida ya en principio es un fracaso
que acaba donde empieza el cementerio,
el día en que ya al fin se da el sorpaso.

Y el hombre solo un tipo presumido
que viene hasta este mundo a dar lecciones,
tan preso como está de sus pasiones.
La música tocando va de oído
sin ver del desafino las razones.
©donaciano bueno

Esa #palabra a la que frecuentemente recurrimos? Share on X

MI POETA SUGERIDO: José Manuel Benítez Ariza

POÉTICA

Es posible que estemos confundidos;
que acaso por haberles
hecho excesivo caso a los dictados
de una noche confidencial,
o a los razonamientos
precisos del insomnio, muchas cosas
que parecían claras
permanezcan oscuras. Y que hayamos
olvidado otro modo de pensar
anterior, más abstracto, parecido
a ese juego de niños que consiste
en encajar figuras en un hueco
con forma de manzana, de triángulo,
de estrella (más bien pienso
en un niño obstinado, que se empeña
en poner el triángulo en el hueco
de la estrella)… O, tal vez,
en el fondo se trate de otro juego
más simple, consistente en juntar cosas
desiguales, que evocan otras cosas:
un caracol, un ábaco, un sombrero
que son el tiempo, el miedo, la cercana
presencia de la muerte (de la muerte,
que es un niño que encaja una figura
de pájaro en el hueco de una luna);
para acabar sacando del sombrero
–y aquí es inevitable hacer de mago,
son gajes del oficio–
un paraguas que se abre y del que salen
palomas silenciosas que nos dejan
un nudo en la garganta. Y uno, en ese
momento, balbucea como un niño
(otra vez ese niño de antes, ya
cansado y aburrido)
y se escucha a sí mismo y se consuela
buscando en el dibujo de la alfombra
la pieza que le falta, la silueta
cambiante de la nube
que se le escurre siempre entre los dedos.

Los extraños, 1998.

LLANOS DE LÍBAR

El llano es cima y más allá no hay más que cielo
alineado de altas crestas
a cuyo pie se extienden los ranchos alargados,
el camino de tierra entre los pastizales,
los rebaños dispersos.

Hemos dejado atrás la atareada
rutina de los pueblos bajos,
su frescura de huertas junto a un cauce,
el subrayado de la línea férrea
junto a las alamedas de otro siglo.

Hemos dejado atrás un rumor de tabernas y cocinas
y un recato de alcobas sin ventilar al filo de la siesta.

Hemos dejado atrás un mulo melancólico con las patas trabadas
y una mujer que riega un patio con agua de fregar.

Ahora el sol restalla sobre nuestras cabezas
y en el silencio sobrevenido a la parada del motor
un prolongado grito de ave
ha formulado una protesta.

Busca el ojo la sombra en las encinas arriscadas
y el gesto panorámico de mirar se traduce
en el asombro de saberse centro
de un vasto entorno circular
que es también un instante suspendido
de atención expectante.

Tras un cercado
un toro y una vaca restriegan tiernamente las testuces
antes de acometer la monta.

También el tiempo ahora es circular
y en su centro no se distingue el intervalo
entre la expectativa y su consumación;

quiero decir: las cosas son eternas
y sólo es temporal nuestra manera
de percibirlas, que es también vivirlas.

Cansados, sucesivos, redundantes,
lo nuestro ahora es desaparecer
—una rápida nube de polvo que se aleja—
bajo el vuelo concéntrico de las rapaces.

CASA EN SANTA MARÍA

Era la casa complicada y honda.

Al pie del alto mirador,
en un valle que a veces encauzaba una brisa
con olor a cañaveral,
confluían dos ríos.

Y la pinaza unánime tenía al mediodía
el mismo color ocre de las altas paredes interiores
sin libros ni retratos.

Tras las contraventanas entornadas
contra el sol de la tarde, las chicharras
pautaban el sopor de las extemporáneas sobremesas

y aprestaban el ánimo, al filo del anochecer, a cierta
aguzada capacidad de percibir
en la sobrevenida contención
de todos los rumores y como quien atiende
a un milagro modesto,
el paso cauteloso de los ciervos
que abrevaban en lo hondo.

La casa entonces se expandía
en un estruendo de contraventanas
que se abrían al fresco,

mientras una aguzada opresión en el pecho,
concomitante al áspero regusto
de la ginebra y el limón,
cedía el paso a una
lenta visión de casas que eran también un claro y un círculo de luz.

Duraba lo que un día de verano en la infancia:
un instante sin tiempo, del que venían a sacarnos,
tenaces e insistentes, los mosquitos.

LA BIBLIOTECA

Aquellos días empezaban antes
de que fuera de día.

Y luego, por la claraboya
iba filtrándose despacio
un primer sol que parecía el último.

Había algo nocturno en aquellas mañanas:
ese desorden sensorial
por el que la penumbra se traduce
en el zumbido de los fluorescentes
y el silencio es un modo de estancarse la luz.

Y había también músicas secretas:
el lento despertar de las maderas
al calor de las luces encendidas,
el ritmo de la propia respiración, sentida como presencia extraña,
el tacto de los libros;

y el tiempo, que era música también,
con sus silencios y sus pausas
en las que se imponía
un modo de durar que no era sucesión,
un modo de sentir la plenitud
de la luz al ganar los espacios diáfanos
que no presuponía la mirada cansada,
una conciencia de uno mismo ajena
al hecho de alentar o respirar
o sentir en los dedos el roce del papel.

Al fondo de la sala un lector dormitaba sobre un libro.

Yo lo miraba sin rencor ni envidia,
como quien mira en un cristal
el reflejo de algo que queda fuera o lejos,
sólo visible para ti en su sombra.

Los dos soñábamos la realidad.

Espárragos

Aunque, más que mirar, lo que aquí importa
es saber esperar: fijar los ojos
como en un fondo de agua en movimiento
y aguardar, en lo verde, el surgimiento
de un matiz diferente de verdor,
más tierno y limpio,
recién nacido para un mundo nuevo.

Jazmines

Tiene la noche oscuridad de pozo,
negrura de pizarra, opacidad primaria de cristales ahumados.

Y hay algo que interroga y no encuentra respuesta,
un tanteo en lo oscuro más allá de las voces,
en el espacio abierto que media entre la propia
respiración y los lejanos
ladridos de los perros.

VIAJE DE ESTUDIOS

(Habla C.)

El aire es de cristal y la ciudad
está guardada dentro de una urna.
Inútilmente alargo la mano hasta tocar
su superficie satinada.

Y esa luz en los techos de los coches:
élitros bajo el sol filtrado entre los árboles.

Ahora todo está desenfocado.

Mis recuerdos operan, no sobre la experiencia directa de las cosas,
sino sobre recuerdos anteriores,

y las imágenes que guardo
de la ciudad no son de la ciudad,
sino meros reflejos de reflejos,

la foto que se superpone
a la imagen real de lo vivido,

la rosa que es la rosa que es la rosa.

Y he perdido las fotos como perdí mi infancia.

Y ya no soy quien era entonces.

Y si me acuerdo ahora de París

(aquellos élitros que destellaban
bajo las ancas poderosas
de la Torre –Bergère ô tour Eiffel–)

es porque ya mi infancia se me ha borrado igual;
es porque ya cumplí los dieciséis;
es por la lejanía de mis padres
y sus abrumadoras convicciones
y su asfixiante intimidad
y sus cenas con vino
y sus extenuantes confidencias,
y su decirme cómo era,
cómo tiene que ser, París,

donde nunca han estado.

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POEMA SOCIAL I [Mi poema]
Eduardo Chirinos [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Hoy escribo aquí un poema
que con medida asimétrica
utilice algún fonema
para indicarnos lo mal
que está el mundo y desigual
es la vida en el planeta.

Denuncie las injusticias
que a los humanos asolan
tan plagado de inmundicias,
las que unos pocos controlan.

Donde existe un animal,
humano, para más señas,
que aunque crean más pequeñas
mantiene la misma boca,
y aún no sea natural
ya que a éstos nada les toca,
risa a los ricos provoca
porque no llevan bozal

Rima que lleve asonantes
y esté ausente de cadencias
para denunciar farsantes
y condenar las carencias.

Cada verso sea un grito,
cada estrofa una condena
a este damero maldito
que a algunos mata de pena,
para deshacer el mito,
brille el ritmo por su ausencia
y así suplicar clemencia
al dios llamado infinito.

Hoy deseo que la épica
desmonte al romanticismo
para darle buena réplica
al infiel capitalismo.

¡Abajo la melodía,
que resoplen los trombones!
y ganemos tiempo al día
puliendo nuestras acciones.

Pido un halo de esperanza
para mirar al futuro,
resplandezca la constancia,
que se derrumbe este muro.

Seamos buenos hermanos
distribuyendo alegrías,
démonos todos las manos
repartiendo cual cristianos
algo más que eucaristías.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Eduardo Chirinos

Fragmentos de una alabanza inconclusa

Debe haber un poema que hable de ti,
un poema que habite algún espacio
donde pueda hablarte sin cerrar los ojos,
sin llegar necesariamente a la tristeza.
Debe haber un poema que hable de ti y de mí.
Un poema intenso como el mar,
azul y reposado en las mañanas,
oscuro y erizado por las noches
irrespetuoso en el orden de las cosas, como el mar
que cobija a los peces y cobija también a las estrellas.
Deseo para ti el sencillo equilibrio del mar, su profundidad
y su silencio, su inmensidad y su belleza.
Para ti un poema transparente,
sin palabras difíciles que no puedas entender,
un poema silencioso que recuerdes sin esfuerzo
y sea tierno y frágil como la flor que no me atreví a enredar
alguna vez en tu cabello.
Pero qué difícil es la flor si apenas la separamos del tallo
dura apenas unas horas,
qué difícil es el mar si apenas le tocamos se marcha lentamente
y vuelve al rato con inesperada furia.
No, no quiero eso para ti.
Quiero un poema que golpee tu almohada en horas de la noche,
un poema donde pueda hallarte dormida, sin memoria,
sin pasado posible que te altere.
Desde que te conozco voy en busca de ese poema,
ya es de noche. Los relojes se detienen cansados en su marcha,
la música se suspende en un hilo
donde cuelga tristemente tu recuerdo.
Ahora pienso en ti y pienso
que después de todo conocerte no ha sido tan difícil
como escribir este poema.

ESCENA PARA UNA PELÍCULA

¿CÓMO MANEJA uno los recuerdos? Yo tengo
varios que se alternan y, para colmo, varían
con el tiempo. No son organizados. Un buen
día aparecen y ¡zas! se instalan sin permiso
reclamando alguna música, si es posible
alguna explicación. Ayer, por ejemplo, tenía
siete años y entré sin llamar al dormitorio
de mi madre. La ventana daba a un amplio
jardín donde jugaba el collie, al fondo
renacía una palmera, un floreciente árbol
de papayas. Mamá se pintaba las uñas
de los pies. Parecía estar muy concentrada
y apenas me hizo caso. «¿Por qué te pintas?»,
pregunté. «Porque hoy llega tu papá», me
dijo. Y eso fue todo. No. Eso no fue todo.
Su vestido colgaba impaciente de una silla
y una cámara filmaba sus piernas (la
izquierda recogida, la derecha ligeramente
levantada). ¿Qué quería de mí ese recuerdo?
No lo sé. Si le pregunto dirá que no había
ningún collie. Que tal vez había soñado.

Antes de dormirme

Es tarde, pero quisiera decir algo.
Esa música tardía, esos ecos que rebotan
en las piedras y crean silencios.
No, no es eso exactamente:
entre eco y eco hay una música
y en ella un ladrido, un dolor, un golpe seco.
La palabra que alguna vez borramos
vuelve a su lugar
como la música tardía, como el silencio.
Pero no es eso tampoco. Escribir: callar:
cerrar los ojos. Ecos
que rebotan en las piedras y de nuevo
el ladrido, el dolor, el golpe seco.
No sé cómo explicarlo.
Pero es tarde
y en verdad no quiero decir nada.

Derrota del otoño

Aquí no es bienvenido el otoño.
Nadie lo espera
a la orilla de ningún río melancólico
que esconda en su cauce los secretos del mundo.
El otoño reina en otras latitudes.
Allá lejos, donde los ciclos se cumplen, allá lejos
donde envejecen y renuevan las metáforas.
(El sol se hunde en un verdoso charco
donde flota, solitaria, una hoja de laurel).
Pero esta tarde no ha llovido. Las hojas
se aferran a sus ramas,
heroicamente luchan contra el viento
y en la noche celebran la derrota del otoño.
No saben que las hojas que caen son las escritas
y el árbol un seco y callado poema sin estrías.

Para Margarita Sánchez

AQUÍ NO HAY BULLA ni miseria,
sólo un bosque de árboles mojados y cientos de ardillas
correteando vivaces o escarbando una nuez.
A lo lejos un puente
una interminable fila de automóviles retorna a sus hogares
y nubes balando ante un perro pastor y amarillo.
¿Eres tú quien camina en las riberas del Raritan?
Recuerdo un río triste y marrón donde las ratas
disputan su presa con los perros
y aburridos gallinazos espulgándose las plumas bajo el sol.
Ni bulla ni miseria.
El río fluye educado como en una tarjeta postal
y nos habla igual que hace siglos, congelándose y
descongelándose,
viendo crecer a sus orillas cabañas, iglesias, burdeles,
plantas refinadoras de petróleo.
Escucho el vasto rumor del Raritan, el silencio de los patos,
de los enormes gansos salvajes.
Han venido desde Ontario hasta New Brunswick,
con las primeras nieves volarán al sur.
Dicen que el río es la vida y el mar la muerte.
He aquí mi elegía:
un río es un río
y la muerte un asunto que no nos debe importar.

La tranquilidad es un campo de arena

El mar,
las piedras, algunas gaviotas,
gaviotas blancas, grises, de pico anaranjado,
maderos rotos,
moscas sobrevolando el cadáver de un lobo marino
(hermoso animal varado por las aguas) corrientes aguas, puras,
cristalinas
y una toalla húmeda secando nuestros pies

(«La tranquilidad es un campo de arena», escribí en la inmensa
soledad de estos parajes.
«Moles de arcilla y concha han resistido al furioso embate de las
aguas, al furioso embate de estas mismas aguas
donde ahora me entristezco y canto.»)

¿Y yo qué he de cantar?
El dulce lamentar del s. xvi en un paraje salino
(rocas peladas y no verduras en las eras);
el triste cantar de dos pastores en las playas del sur
(murmullo solitario de las aguas y no silencio de la selva umbrosa),
idénticos espacios para ejercer el oficio
do natura o menester me inclinan.

«Aves y peces han condicionado sus cuerpos para habitar este lugar.
Aves y peces han evolucionado en el curso de los tiempos
para enterrar por siempre
sus huesos en la arena.»

Es así como la muerte anuncia el nacimiento y vuelven, ambas,
al punto de partida,
y las estaciones y los calendarios no son más que piezas
distintas de un mismo tablero y estas aguas son, amor,
las mismas aguas que vienes observando en algún lugar del
mundo
donde jamás habrás de ver lo que yo veo:

El mar,
las piedras, algunas gaviota?
gaviotas blancas, grises, de pico anaranjado,
maderos rotos,
moscas sobrevolando el cadáver de un hernioso animal varado
por las aguas.

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AMOR INOLVIDABLE [Mi poema]
Alicia Aza [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Tú, amor inolvidable, amor sincero
¿por dónde estás, en dónde te has metido?
mi sed quiero saciar de abrevadero,
obviando desengaños que he sufrido.

Permite que te diga que aun te quiero,
tu imagen nunca al aire se ha perdido,
que pasa cada instante y aun te espero,
cual nadie en esta vida te ha querido.

Que así tú me recuerdes altanero
cansado estoy, maltrecho y malherido,
y solo junto a ti sueño el parnaso,

y sigo ansiando ser tu bandolero.
Si nunca has de volver por donde has ido
morir prefiero, amor, al cielo raso.

Firmando este estrambote por si acaso
resulta algo vanal e inconsistente,
en prueba que el que escribe aquí no miente.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Alicia Aza

CIPRESES CUSTODIOS

Como árboles nacemos y morimos
sin que medien preguntas habitamos
la libertad ausente, sombra frágil.
Pequeño ciprés fúnebre, lamento
de muerte que cautiva siempre llega.
Lloramos a los lares derrumbados
antiguas plañideras empujadas
velan la voz divina de Caronte.
Tegumento de vacuos despertares
belleza de mujer con larga vida
de astillas aromáticas, madera
resistente que lanza a un largo viaje,
flota que se aventura hacia la nada.
Entre sombras efímeras rozarte
eclipsada con ramas silenciosas
espinas en las lápidas hoy lloran
en agonía de otras vidas muertas.

LA GOLONDRINA MERODEA ENTRE EL MAGNOLIO

En la penumbra de los días
se desvanece lo vivido
en los misteriosos susurros
lento marchitar de las flores.
Tus labios, sépalos robustos
que dulcifican la sonrisa
de un cáliz poseedor de néctar,
se condensan en mi memoria.
Mientras me esfuerzo en ser corola
alentadora de suspiros
muestro los colores de un ave
cuyo nombre tú me enseñaste.
Negro, azul, blanco, trilogía
de la noche aterida y mansa
cuando sólo es una mañana
apaciguada de domingo.

EL SILENCIO DE LAS CIGARRAS

(T.W. Higgison llega de visita a Amherst)

Dejaron de cantar nuestras cigarras
y acudí a rescatarte por otoño
al lugar de las tierras arcillosas
donde sembré cosechas de esperanza.

Un recuerdo se esconde persistente
tras las hojas revueltas en los prados
que cansadas esperan a ser humus
alimento de tristes recompensas.

Fuiste sueño inflamado con los días
insomnio recurrente en las penumbras
sendero melancólico de estrellas
partícula de sabia retardada.

Hoy he vuelto a por la siembra madura
de los sueños ocultos y exiliados
y sólo el polvo guarda tu memoria
en la tierra cubierta por el fango.

EL SONIDO DE LOS ABEDULES

(El sueño de Katherine Whitmore)

No puedo prescindir de ti ni apagar estas voces
que siguen viajando por arquitecturas remotas
y al regresar contemplan la mesa donde una vez
dejamos de extrañarnos
para cuando ya no sean necesarios
los mensajes ni la letra teñida
con los colores de la bandera que nos reviste
no tenga que moverme de tu lado
y tú sigas hablándome con tu voz liberada.

LAS VENTANAS DEL ALMA

Me pierde la amplitud de tu palabra
nadie acude vencido a rescatarme
ni siquiera el amor que siempre guardas.
Perdido surcaré por el mar roto
de tus días y tus noches solitarias
tus ausencias y los tristes silencios.
Y velaré de tu sueño expectante
por si el destino un día estremecido
me permitiera ver la clara bruma
de la ventana de tu alma cautiva
preludio de los pasos que dirijo
a la casa que espera mi regreso.

CARTOGRAFÍA DEL TIEMPO

Somos viajeros libres de la vida
nómadas con maletas de inquietudes
por la senda que llora bajo el cielo
engalanado de promesas nobles.
En la eternidad de tus ojos grises
despiertas en la noche sin embozo
y arrastras los deseos inconclusos
brújula de una cueva de pasiones.
Recorro tu mirada empedernida
por el mapa que tú misma construyes
y busco ese lugar de arquitecturas
que sólo lleve el nombre de tu tiempo.
Somos esclavos fieles de la muerte
que llega sedentaria del remanso
y difumina las heladas horas
en los inviernos de la verdad blanca.

ESTALAGMITAS EN EL JARDÍN DE INVIERNO

No sentirás más frío
tras la excelsa vianda
ni palparás los huesos
de los frutos cortados
siervos de tu deleite.
Se extinguirán las rutas
de la gélida niña
con los brazos que roban
en el jardín de invierno.
Quedará una violeta
rival de tu vigilia
puñal de tus temores.
Y perderás el brillo
de las lágrimas ciegas
estalagmitas tristes
de la flor de febrero.

LOS LÍMITES HELADOS DE TU AUSENCIA

Cuando no duermes a mi lado quiebra
nuestra esencia y licuada se derrama,
malvado sedimento de inquietudes
que envejecen mis ojos aturdidos.
La noche se subleva caprichosa
extendiendo su mano por el cráter
que tu cuerpo, la escolta de mi vida,
ha dejado en los límites helados.
Los minutos se vuelven balaustrada
de los reproches que se desvanecen
al paso de los sueños que titilan
con zumbido constante por tu ausencia.
Cuando no duermes a mi lado todo
alrededor se vuelve pesadumbre
y mis costumbres son desconocidas;
lo que construimos es como el destello
de un ritual que me arrulla persistente.

Cuando mate al mosquito con mis labios
pronunciaré palabras de esperanza.

PALABRAS DE ESCARCHA

Eres sol retenido en el crepúsculo
del invierno de tus días descalzos
que hicieron prisioneras tus mañanas
de ciegos despertares a la vida.
Tus ojos te mendigan amapolas
que recuerdan la infancia sin consuelo
poseedora de tu dicha distante.
Hoy sólo te mantienen los zumbidos
de los recuerdos de tus pies mojados
en agua que se vierte por la escarcha
en la orilla de las palabras tenues.
Pronto llegará la noche serena
y el cielo teñirá cromado tono
de soledad velada con tu gesto.

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EL RETORNO DEL EMIGRANTE [Mi poema]
Luis Bagué Quílez [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Dejé por fin los montes y mi querida aldea
en una noche triste de aquel invierno gris,
con sólo una mochila y el corazón en ristre
vagué por las esquinas yo solo en la pelea
para salir airoso sin una cicatriz.

Volando silencioso por entre grandes mares,
mi parche de pirata, mi espada y mi sombrero,
sin mor al desconsuelo ni tiempo de estar triste,
mandando en mi bajel, del mismo prisionero,
burlando huí furioso de pinos y encinares.

Bajo mil avatares con mis amadas lunas,
sin herida ninguna bregando en buena lid,
mil penurias sufriendo, mil batallas enristre,
pasé de incomprendido para ser adalid
de causas ya perdidas luchando entre las dunas.

Y así que un día huí obviando la tarea,
jamás logré olvidar lo mucho que dejé,
-si hay quien piensa que miento, a mi que me registre-,
que aunque agua derramé yo nunca la olvidé,
los sueños que dejé vuelven con la marea.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Luis Bagué Quílez

En la ciudad blanca

La ciudad de los grandes miradores,
donde la luz enferma
de fuego los paisajes, los tejados
ardientes de la alfama,
los tranvías amarillos que siempre desembocan
en el mar
o en a espuma deprimida de los sueños.
La ciudad blanca
se van volviendo gris
con el compás monótono
de los días de invierno
y las luces eléctricas que incendian
las ramas decoradas
del árbol de neón que nos vigila.
La ciudad es la llave
que abre el cofre secreto de otro siglo
donde las calles guardan nuestro nombre
y el rumor del océano
convoca la nostalgia de lejanos imperios.
La ciudad -los lluviosos rincones
que esconde el Bairro Alto
bajo el paraguas de la aurora-
extiende su tibieza
al bullicio de tontas avenidas
con aroma de especias y jardines
y la sombra de antiguos terremotos.
La ciudad que se aleja
ya no nos reconoce.
Su voz serán restos de aquel fado
entre cuyos acordes se ocultaba
un amargo sabor a despedida
y la vana promesa del regreso.

Biblioteca personal

A Joaquín Juan Penalva

Solapas clausuradas por derribo,
libros en doble fila
que persiguen un territorio propio
donde exhibir su nombre
–acaso su verdad–,
volúmenes recién encuadernados,
heridos por un óxido invisible
que erosiona la nieve de sus páginas
con un rencor antiguo
tras el fuego tenaz de la derrota,
inevitables clásicos modernos,
aventuras de Verne y Salgari
que surcaron la fiebre y la vigilia,
catálogos que duermen
en las manos abiertas del desprecio,
traducciones baratas,
fragmentos en versión original.
Nos observan en un raro silencio
desde la esclavitud de su dominio:
son la isla remota
donde mueren los sueños
que arrastra la marea después de los naufragios,
la deriva final donde despierta
quien ha leído ya todos los libros.
In Un jardín olvidado. Madrid: Hiperión, 2007.

Variación sobre un tema de Poe

Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar…
RADIO FUTURA

Cuando ya no hay castillos
ni nombres en la arena,
cuando el agua ha borrado las palabras
y las gaviotas vagan por un cielo
vacío de milagros,
como una cinta gris y transparente,
vuelves a mencionar la misma sombra.
Quizá en ese momento
recitarás de nuevo las palabras de Poe
sobre alguna muchacha
perdida entre las ruinas de la literatura.
Aunque puede que finjas
que olvidaste la historia y su canción,
que no sabes de lápidas románticas,
del aroma febril de las magnolias,
de unos labios tan fríos
como el mármol de aquellos veladores
donde dejas la copa
en que apuras la vida en lentos sorbos.
Luego descubrirás
que no hay ningún misterio en el dolor,
ni es más bello el poema
que la playa en septiembre,
sin testigos que sepan que ahora mismo,
bajo la débil luz
que filtran tantas nubes,
has vencido a los mitos de la infancia.
Annabel Lee no existe.
Un cuervo está graznando Nevermore.
In Un jardín olvidado. Madrid: Hiperión, 2007.

La vida te hará trizas

When routine bites hard
And ambitions are low
Joy Division

La vida te hará trizas,
pasará sobre ti como un tornado,
te marcará la frente con la espuela
de plata de los años,
y con la soga al cuello
acabarás bailando,
ante cualquier espejo,
la danza ritual de los ahorcados,
porque el futuro suele
tener cambiado
el paso.

Hazme caso, resuelve tus asuntos.
Hazme caso, muchacho.
La vida te hará trizas,
como lo hizo con tantos.
Y a los viejos errores
acabarás llamándolos
pasado.
In Página en construcción, Madrid, Visor, 2011.

El síndrome de Casandra

Puedes llamarme
La Hechicera, Casandra, Zona 0.
Elijo los presagios.
Tacho
la opción menos propicia.
El hilo de la historia
o el tapiz de la fábula. Espejo
o espejismo. Memoria o argumento.

Me devano los versos, el destino,
velo para que todo
lo que tiene comienzo tenga fin,
una finalidad o un desenlace,
punto y aparte, puntos suspensivos…
Pero no hay nada nuevo bajo el cielo.
No existe la visión.
Existe lo que ves, lo que contemplo.

Sé quién soy
porque nunca
regresaré al hogar de las ficciones.
No cabe duda: corren
malos tiempos para la épica.
In Página en construcción, Madrid, Visor, 2011

– – –

1

Vienen de cualquier mar.
Descienden
de los barcos.

Fenicios numantinos,
traficantes de esclavos y ladrones de cobre,
criados por una loba
al pie del Capitolio,
cainitas y gregarios, pero fuenteovejunos.

Libertad, amnistía.
El pueblo unido. Etcétera.

Desembarqué en Emporion. Fundé Cartago Nova.
Respiré el olor cítrico
de todo lo que crece a la intemperie,
de todo lo que muerde a la intemperie:
la carroña y el musgo.

Caminé sobre el agua.

Teñí de rojo
el cielo.

2

El mar como una puerta giratoria.

El cerrojo del mar. El mar donde naufragan
los romances moriscos y los campos de almendros,
la lámpara de aceite con siete extremidades.

El mar abierto al sol del Nuevo Mundo.
El mar por el que entran Calibán y Atala,
la patata, el cacao, la viruela,
los cigarrillos rubios, el cultivo transgénico,
la limpieza de sangre y la libra de carne.

Sale bisutería y entra oro.

Derogado el principio de Arquímedes.
Bienvenido el teorema de Pitágoras.

Entran los que salieron, los que no llegarán
a buen puerto, los de las mil
y una
noches a la deriva.

Ellos heredarán las branquias de la tierra.
Ellos descubrirán el mar Mediterráneo.
Clima Mediterraneo

Desembarqué en las Indias. Fundé Guanahaní.
Puse nombre a las cosas
porque no tenían nombre.
Los enseñé a rezar porque no tenían fe.
Les entregué mis sueños porque no tenían nada.

Perdí el norte magnético.
Gané la eternidad.

3

En la playa de Niza, herido ya de muerte, escucha el
movimiento que hace el alma —ondulación serena, curva
serpentinata, escorzo trágico— cuando quiere separarse del
cuerpo. En la lucha escogió armas de doble filo: el hierro
de Toledo y el soneto de Italia. Versos de importación. El
mar Mediterráneo es el mar rojo.

El mar avanza un siglo de oro viejo. Lope de Vega y
Carpio ve la luz en los ojos de Marta de Nevares, bebe el
viento en los ojos de Marta de Nevares, acaricia la piel de
la serpiente en los ojos de Marta de Nevares. La cicatriz
del sol en carne viva.

Detrás de la peluca se esconde la Edad Media. Encerrado en
la cárcel de las tres unidades, aún sueña con volar a lomos
de una escoba, con arder hasta el tuétano, con el umbral
donde lo espera Goya. El mar Mediterráneo es el mar negro.

Desembarqué en Mallorca. Fundé
la soledad.

Cruzan el mediodía
como un sudario blanco.

No vienen a por mí.

4

El mar sigue su curso,
su dis-

curso.

Sé flotar en el agua. Estoy hecho de corcho.
Corteza de alcornoque. Quercus suber.
Solo crecen en el Mediterráneo.
Viven más
que el brazo que descarga el primer golpe.

Mis bisabuelos entran en la estrofa.

De la extracción manual al producto acabado.
La cadena como perpperpetuum mobile.

Nadie pensaba entonces en paneles aislantes.
Nadie pensaba entonces en las tablas de surf.

Solo tapones.
Un millón de tapones cada día:

en botellas de vino y en botellas de cava,
en el blanco espumoso y en el champán francés,
en corcho natural y aglomerado,

lo que sobra tras triturar, prensar, pulverizar.

Los Estados Unidos, Argentina y Australia
son las nuevas franquicias.
El mar se hace pequeño.

Nadie pensaba entonces en la tuberculosis.

Nadie pensaba entonces en tapones sintéticos.

Desembarqué en Escocia.
Fundé el vapor y el barco de vapor.

Medí la longitud de todos los océanos.

En pulgadas el mar,
en millas la tormenta,
las potencias del alma en megavatios.

Un hijo de mi tiempo:
la pieza en el troquel y el defecto de fábrica.

5

Es el mar contra el mar:
un maricidio.
Una sublevación de costa a costa.
Se levantó el Levante. Se amotinó el timón.

La historia, un pentimento.
El caballo deforme
galopa con seis patas.

Recuerda el cielo raso, un toldo y poco más.
La memoria se seca
como ropa tendida, se destiñe
como algo que lavamos muchas veces.

Lo mandaron al Ebro.
Sobrevivió en Belchite.
En Játiva los miembros colgaban de los árboles.
Los pusieron en fila.
Echó a correr y ya no se detuvo.
Seguía corriendo aún muchos años después.

De esa arena nacieron estas playas.

Desembarqué dos veces. Refundé lo que nunca
debió ser revocado: el imperio del sol
donde siempre amanece,
donde está amaneciendo,
donde ya viene el alba, donde acecha la aurora.

¿Es que acaso no veis que empieza a clarear
allá a lo lejos,
no veis lo que promete el nuevo día?

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QUÉ PASA CON LOS AFECTOS? [Mi poema]
Ángela Serna [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

Qué pasa con los afectos,
los amores maternales,
los cariños a raudales
a los seres más dilectos.

Qué pasa, dime qué pasa
con los besos, los abrazos
que hoy están hecho pedazos
pues que nadie los engrasa,

los mimos, las carantoñas,
arrumacos a porrillo
que ya nadie saca brillo
porque dicen que son ñoñas.

Los halagos, los aprecios,
la querencia, las estimas,
los mimos, quizás las mimas
(esto va para los necios).

Apretones, achuchones,
rozamientos, devaneos,
los contactos, besuqueos
e incluso los mordiscones

en la oreja, en la rodilla,
allí donde el cielo brilla
donde suenan más canciones
de una forma tan sencilla,
tan sensual ¡qué maravilla!
©donaciano bueno

Qué ocurre que tanto nos preocupa aparecer como blanditos? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Ángela Serna

Faltan palabras para avanzar

y ser más libres en la trama de la espera.

Faltan palabras para nombrar
el silencio blanco de la noche
que arde en sobresaltos absolutos.

Falta saber hasta dónde
y hasta cuándo perseguiremos
la palabra invertebrada
y única que me permitirá
nombrarte más allá del verbo.

Hoy he hecho el amor

con la palabra amor.

He despertado abrazada
a la palabra amante.

Hoy me he estremecido
en brazos de la palabra abrazo

y he degustado placeres
cabalgando a la grupa
de la palabra cópula.

Por fin, hoy me ha penetrado
el grito del silencio.

Hoy el verbo se ha hecho
carne en mí, y he
reconocido su tacto
al contacto con mi piel.

Desde la orilla, sólo me llega

la voz de un viejo sauce llorando
la pérdida, eterna ya,
de esa palabra que te nombre.

Una a una, el aire mece
las letras primigenias,
los sones de un lenguaje olvidado.

Y alguien, sentado en el umbral de los días,
recoge el canto entonado por sus ramas.

De eternidad en eternidad,
sólo las raíces
de este viejo sauce
recuerdan en silencio
la última palabra.

Sólo su frágil apariencia
afirmará, desde su languidez,
el paso de tu nombre
por mi ausencia.

La caída me eleva

a lo hondo de la voz,
donde, en eco, otros versos
refulgen babélicos y ciertos.

Descender es sólo un alto
necesario en el camino,
la búsqueda agónica
de luces y sombras enredadas
en el muro pétreo del sueño:

Inclinación marmórea
en la hora intensa del
silencio y en la claridad
urgente del adiós:

Un leve deslizarse por el acaracolado
alfabeto ideado desde el principio

en el principio

y hasta el fin.

Tu palabra,

prendida en un rosal,
-perfumada aunque marchita-
se resiste a ausentarse
con el viento de la tarde.

Fermentado ya el barro

que da forma a mi cuerpo de mujer,
transformo la materia primera
en ropaje de palabras:

lenguaje abisal con que vestir
la desnudez cáustica de mi voz.

Escritura:

unos instantes de libertad
ante el precipicio del mundo.
(De eternidad en eternidad, La Palma, col. Ministerio del aire)

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MI POETA INVITADA:  Gabriela Rey Guerra

Gabriela

Soy
La indómita frontera de mí misma
esta balanza de cristal que busca
La que esconde su noche
y a los malos
bajo el párpado trecho
y guarece las sombras
hasta el albor de la mañana
La que escribe versos bajo la lluvia
la que quiere todo, el amor
el hogar y el sueño
el mar, la montaña y tu boca
la que vaga en busca de la luz
la que codicia
expatriar desiertos

Soy
La que anda La isla
Y la isla dentro de la isla
La que no engendró
más que palabras
La que aulló tan lejos
La que rompió la jaula
La que cantó sin voz
ahogada por el verbo
La que quiso gritar y se contuvo
y sí engendró la sonrisa
como escudo entre las balas

Soy
Gabriela, María
Hellena, Rebeca
Marian, Apolonia y Juana
Soy Inconforme Bebé.

Nosotros

Qué destinos le esperan
a un hombre y una mujer
que sin verse presagian levedades
entre la maleza, en mi abra
Que sin tocarse resisten el tiempo
el viento
el polvo
el hambre
la vaga nada

Cuál el destino de los hijos
que la isla arrojó al agua
a la impenitencia de los abismos
a la memoria desarmada

Dónde quedó la rosa
entre mi trópico y el tuyo
que nadie aún deshoja
que nada
que vaga

Hacia qué allá te desvías
Dónde izo esta bandera desgarrada
y toco tu boca, mi vientre y esa nada

Cierro los ojos
me pongo a gritar dónde estás
Te veo loco, fisura en la montaña
Y yo sin mí, sin nosotros
sin este viernes de junio
sin morada.

MANIFIESTO DEL ESCRITOR [Mi poema]
José Cabrera Martos [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

¡Oh, escribir por escribir!
hoy se me ocurre una idea,
mañana no hay quien la lea,
no me importa, eso da igual.

Por mucho que el personal
no atienda más mis requiebros
no podrán ponerle fierros
a lo que debo decir.

Pues la mujer al parir
se agarra a su nascituro
si cree que está maduro
dispuesto para vivir.

Más, no deseo mentir,
ya caigan rayos o truenos,
mis textos no sean buenos
y os escuche maldecir,

que ¡aun sordos, tendréis que oír!,
no quiero ser insistente,
pese a que el cuerpo os reviente
o ganas de hacer del vientre
os entre y ¡queráis morir!.
©donaciano bueno

Es el #poeta un #obseso mental? Share on X

MI POETA SUGERIDO: José Cabrera Martos

ANTOLOGÍA

PRIMER NOCTURNO DEL JOVEN YEHUDA HA-LEVÍ[1]
Y ÚLTIMO ACECHO EN GRANADA DE TIGRES EN EL JARDÍN.

Estuvo después todo el país en paz cuarenta años
Jueces, 5, 32.
Entre el suspiro encarnado de Otura
y la Granada engarzada en jardín,
tigres de tez aceituna.
Con la tierra, con el viento:
dátil, seda, blonda y uva.

Cuando el amor desató sus heridas
y se alejó -campanillas eólicas
bajo la noche en el muro,
últimos álamos-, sus
pasos rehusaron la dócil
copa de olvido, acecharon al tigre.
Pero la fecha expiraba y mordía
en el jardín con la aurora.
Tuvo un instante de paz:
cicatrizaron la noria
y el alhelí, sus heridas, cuarenta
hondas espadas, sintió su latido
tibio de flor, de sencillo
pájaro. Vocalizó
uno por uno a los tigres,
el paladar suspiró por la vega
y se marchó entre la luz de canela bucólica.
(de Goethica, 2009)

FRANKENSTEIN O EL HORRENDO HUÉSPED

(Última carta de Robert Walton al Secretario General de las ¿Naciones Unidas?)

Lo había deseado con tal ardor que excedía a cualquier
sentimiento imaginable; pero ahora que lo había terminado, la
belleza del sueño se desvaneció y un horror y repugnancia
invadieron mi corazón.
Frankenstein, Mary Wollstonecraft Shelley

Supe el error, fui Magnánimo tarde, aunque nunca es demasiado pronto –casi resulta ofensivo citar a Novalis- para cantar: Tú eres la muerte y tú sólo nos salvas.
Anteriormente, el nacido, fue alimentado en el odio por décadas, fue financiado en silencio y blindado su corazón por la estrella Única, hexágona a veces, otras cruzaban sus órbitas media centena entre el Tigris y el Éufrates, mégano oía, ahí: Hiena… Y amó amanecer con el puño de corazones cerrado…
(Falta el final de la carta)

Así, Ban Ki Moonfue hacia los hielos del norte faltaba el
fin de la historia.
Nada Hubo.
Al volar gris
de una paloma en ocaso,
supo el error, como blanco de halcones,
años más tarde
¿Cuál de los dos era el monstruo maldito?
Supo el horror, por entonces,
para escribir el final[de esa carta]y remitirlo al diablo:

Ven a por mí, porque vivo sin tiempo. Nadie me espera, ni nada me acopia. Bajo la noche sin nubes, somos iguales que estrellas y luna: Siervos del Sol, sin imagen ni humo.
21 de Enero de 2009
(de Goethica, 2009)

AMOR Y VIDA

(SINFONÍA INACABADA)

Y esta orquesta de plumas extiende por los campos
Amor como girándula armada en leves flores,
la batuta comedia un final en apócope
y una gota sostenida ancla al oceano.

Si la nota es por Eros sostenida
la vida, sinfonía inacabada…
(de Fanales entre el agua, 2002)

GENOAMEBA HUMANO

I
Diálogo del hombre y el genético doctor

[…]

-Ya puedo elegir al niñito que quiero
¿Podría mostrarme la gama de tonos
del pelo?…
¡Qué guapa estaría en ardiente cobrizo,
purísimo gualda!
-Señor ¿No le gusta el moreno o el negro?
Contrasta con tonos de pálida piel.
-Descarte el moreno, más tarde hablaremos
de gamas de tez.

Transcurre la Ciencia y avanza en su siglo.
Su lema:
“Socorre al humano que sobre la mano
te traiga el dinero”.
(de Sombra deshabitada, 2002)

TODO COMIENZA LA TARDE DE UN SÁBADO, TRECE.

Todo comienza la tarde de un sábado, trece
mil setecientos millones de años
antes del ser.
Fue necesario instalar nebulosas

en la azotea orientarlas en flor
reconocer
que apagamos sin dormir
-¿no lo recuerdas…?- la noche
para empezar a encenderles los ríos
que seguirán a la piel de los verbos

no transparentes.
Los planes
del universo, y los nuestos, te implican, estás –estáis-
desde el principio. No temas
las sensaciones del nido y la pirografía

del algodón y su ombligo.
El firmamento se viste y se briza por ti
con canesú,
luego traerá el vegetal en las cumbres.
(Inédito)

ACOLCHADO DE RELOJES,  ALMOHADILLAS Y REVOLUCIONES

Thank you, fog
W.H. Auden

No sé por qué estoy huyendo, ni de qué, desde hace tiempo,
después del cristal las nubes tienen prisa y no se abrochan
el cinturón, acelero,
que no encuentran, ni he buscado.

Abre las alas y el suelo se duerme. Seré discreto,
según la cuneta el cruce no es peligroso, disculpad
al sol si borró los pétalos.
Fuimos aquellos que nunca

saben la luz del albero,
-hete ahora en la plaza y no sales, la claridad, el túnel,
¿En dónde estamos?- tampoco ellos pueden frenar, confunden

al cazador rojo.
Octubre,
resumiéndote ha llegado con la niebla y los ancestros,
enemigos implacables de la prisa…
y los bomberos.
(Inédito)

[1] Poeta hispanojudío (Tudela, 1075) nacido en el ambiente cultural de la corte de los Banu Hud de Zaragoza. Se traslada a Granada invitado por su amigo Moseh Ibn ‘Ezra hasta que la entrada en 1090 de los almorávides le obliga a huir. En torno a 1130 emprende viaje a Tierra Santa al abogar por el destino mesiánico de Sión, lugar más cercano a Dios, y por el hombre como instrumento divino. Tras pasar largo tiempo en Alejandría y el Cairo, cuenta la leyenda que fue asesinado por unos ladrones a las puertas de Jerusalén.

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TRISTE ESPIGA [Mi poema]
Carlos Humberto Santos [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

La espiga en que su grano no ha preñado
por siempre será moza, triste espiga,
tampoco se hará pan y menos miga
pues sola y solterona se ha quedado.

No habrá nadie la quiera o que la escriba,
pues esa es la desgracia Dios le ha dado,
posible no esté libre de pecado,
inútil de cernirla en una criba.

Quizás es que el varón no la vio bella,
quizás la edad legal no la tenía,
quizás es que ese amor no prometía,
quizás se enamoró de alguna estrella.

La espiga sin preñar no se resiste
ni sirve como a un roto un descosido,
mejor pudiera ser no haber nacido
pues juega si le llamas al despiste.

Sin vástagos su vida acabará
sin nadie en el futuro la recuerde,
y nunca ha de llegar siquiera a verde,
ventaja: el segador no segará.
©donaciano bueno

Al fin y a la postre, menuda de la que se libra? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Carlos Humberto Santos

Decadencia

Si las flores más hermosas pueden pervertirse hasta oler a muerte
y si el más majestuoso de los pájaros puede trinar agujas venenosas,
entonces nada puede esperarse de un saco de huesos y carne que soy yo.
Al menos, las flores devoraron el sol que yo nunca quise mirar
y los pájaros cantaron libres por los campos que yo nunca visité.

Nunca estuve vivo,
siempre estuve muerto;
muerto de miedo,
muerto de amor;
muerto en vida de muertos.

Yo me he dado cuenta tarde,
¡Pero ustedes!
¿No ven acaso que este mundo se hunde bajo un mar de lágrimas?

Tarde es para mí,
pero más tarde es para ustedes.

Oda al perro callejero

Yo celebro al compañero
de cuatro patas y una cola
que a la luz de una farola
acompaña al limosnero
con cariño muy sincero
le agradece sus cuidados
el refugio regalado
en las calles solitarias
es la casa de los parias
hogar de los olvidados

Sus dos ojos vigilantes
han descifrado al humano:
Indiferencia, desgano,
fraternidad confortante,
pieles finas y diamantes
junto a harapos y monedas
transitan esa vereda
donde un tierno cachorrito
goza echado los rayitos
que el señor Sol le conceda

Y esas pocas almas puras
que a los perros dan cobijo
deben sentir regocijo
de saber que esa criatura
que escarbaba en la basura
hoy disfruta su alimento
no hay más noble sentimiento
ni cariño mas leal
que el que brinda un animal
para olvidar tu tormento.

Adiós golondrina

¡Oh golondrina azulada,
que volaste hace unos meses!

Primero hacia el poniente,
luego hacia el norte.
Cruz de viento,
en el cielo americano.

Yo te vi despegar,
pero nunca aterrizar.

¿Te recibieron con aplausos los cuervos verborrágicos?
¿Ya armaste tu nido con las ramas de los árboles caídos?

Tú ya has abrazado a todos los continentes,
pero tu motor, corazón de aeroplano,
jamás se detiene.

Tú no naciste terrestre.
Tú floreces en los descensos
y te iluminas en los despegues,
pero lloras sobre el regazo de tu madrastra cordillera.

Mi último canto es de despedida.
Con las velas derretidas de tu altar,
me fabriqué mis propias alas.

Hoy dejo para siempre esta tierra endurecida.
Quizás, cuando el invierno implacable te obligue a buscar veranos,
revolotearás nuevamente entre estas nubes de diamante.
Y quizás entonces sientas el perfume dulce de mis besos,
impregnados en el nido cálido,
que abandono junto al río.

Y si se cumple mi presagio,
Trágate la brisa y canta.

Canta,
canta,
canta.

Porque la vida es una canción desesperada
y la muerte,
su último acorde.

El verdadero poema no es un poema

El verdadero poema
no le pertenece al poeta. No.
El verdadero poema
nace de algo que no es;
de algo que nunca será,
pero que fluye como el agua:
todo lo embellece,
a nada se le opone;
de algo que nunca ha sido,
pero que inspira a la flor:
crece en medio de la tierra
arrasada por el hombre.
El verdadero poema
no será jamás leído,
porque aquello que puede
ser escrito y nombrado,
no puede ser verdadero;
como la imagen en el espejo
no puede ser el hombre.
El verdadero poema
es como una estrella errante:
polvo que no se deja atrapar,
pero tampoco rechazar.
El verdadero poema
no conoce la palabra poema;
es esa sabia ignorancia
la que lo hace verdadero.

Adiós niña sonanta

Niña sonanta, no me abandones
¡No en esta noche tan silenciosa!
Motivos tienes para estar furiosa,
por no saber cantar tus ilusiones.

Mas no te vayas sin oír razones,
que sin ti, yo tengo un pie en la fosa;
vuelve a mis brazos niña caprichosa,
colma mis dedos de tus vibraciones.

¿Acaso hay alguien que te toca mejor?
Si esa es tu razón, debes saber
que jamás te tocarán con tanto amor.

No te dejes seducir por el placer
de sentarte en las piernas del gran cantor;
en su genio, sólo vas a padecer.

Milonga de la vieja solitaria

A Irma Olimpia

Sin cruzar jamás la puerta,
se conoce más el mundo;
sin mirar por la ventana,
se ve el cielo más profundo.

Cuando más lejos se va,
menos es lo que se aprende;
sin un paso igual se llega,
sin buscar todo aparece.

Entender y no saberlo,
como el niño, es perfección;
no ser sabio y creer serlo,
es del mundo perdición.

De los años que he vivido,
una cosa tengo clara:
que los que hablan nunca saben
y los que saben nunca hablan.

Triunfa el sabio sin reñir
e ilumina sin brillar;
habla todo sin decir
y te enseña sin juzgar.

Mucha gente está segura,
de saber lo que es correcto;
pero olvidan que lo malo,
de lo bueno es un espejo.

Haber visto la maldad,
de sus garras me ha librado;
hoy la vida yo la acepto
con lo bueno y con lo malo.

Milonga en el 104

Una mañana luminosa,
en el bus hacia el trabajo,
encontró a esa pelirroja
que tanto había admirado.

Le pareció aún más bella
de cómo la recordaba;
cuando era un hombre casado
sin pecado la miraba.

Y ahora, ella estaba ahí,
a dos pasos de distancia;
pero en su corazón huérfano,
alzó el miedo su muralla.

Y pensó por un momento,
como tantos otros días,
resignarse solo a un cruce
en la puerta de salida.

Pero un poeta rodante,
que cantaba por monedas,
le susurró en el oído,
al final de su poema:

“Cuando te haces invisible,
no hay secretos que esconder;
cuando tú no tienes nada,
nada tienes que perder”.

Y poseído, en un papel
escribió su viejo nombre,
nueve cifras y un mensaje:
¿Quieres salir esta noche?

Leve lo soltó en su falda,
la miró por un momento,
y le sonrió, con una mezcla
de dulzura y de tormento.

Y siete noches más tarde,
recibió como respuesta
un enigmático texto:
“loca, pero amé la idea”.

Caminaron y rieron
por las calles de Santiago,
cada cual volvió a su pena,
nunca más se encontraron.

Las siete estaciones del amor

Soledad

Dos seres humanos,
dos almas solitarias,
solitarias como las rocas verdes y amarillas,
solitarias como el mar de tempestades negras y azules,
solitarias como las arenas sangrientas coaguladas,
solitarias como el cielo pálido celestial.
Dos seres humanos,
dos almas solitarias,
unidas por un destino trágico,
decididas a crear una soledad más
grande que sus soledades.
Una soledad de dos.
Una soledad de nadie.

Beso

En la verde oscuridad del mundo,
emerge una pequeña luz,
esperanza amarilla
que atraviesa la ventana velada del alma
Dos rostros fundidos en la sangre,
fundidos sin saber dónde empieza uno
y donde acaba el otro.
Brazos que sostienen,
brazos que envuelven,
brazos que se dejan caer,
brazos que abrazan una nueva forma,
indescifrable, nebulosa.

Separación

Una brisa morada y negra
sopla implacable las arenas doradas
de un mar que se vuelve negro.
Atrás los verdes campos sangrientos,
los frutos negros de los árboles muertos,
un corazón estallado en el pecho,
un alma oscura como la mierda.
Se va, se va, se va la belleza,
se va su alma hacia la mar,
Atrás deja la vida,
Atrás deja la muerte.

Melancolía

Solitarias carnes ocres
cubiertas de tristezas negras.
Allá lejos, lejos de sus ojos vacíos y rectos
los verdes campos,
las doradas arenas,
el cielo púrpura, celeste y amarillo.
Allá el muelle, la barca,
los enamorados, la blanca casa.
Aquí, las piedras verdes ensangrentadas,
los moluscos muertos arrastrados por las olas turbias,
y un enorme mar azul y verde
que atraviesa la cabeza de la muerte.

Cenizas

En las calles sangrientas
de un bosque violeta y escarlata
yacen las flores muertas,
yacen las ropas teñidas de tinieblas,
yacen las cenizas de un alma muerta.
Un viento negro y lejano
sacude los cabellos ardientes de la culpa.
Bajo su vestido blanco y destrozado,
manchado de verdes manos,
emerge la seda roja de la vergüenza;
y bajo ella, sus grandes pechos ocultos,
humedecidos por salivas amarillas.
La tristeza fundida con el árbol,
verde la carne, azul el alma.

Celos

Ocultos tras murallas de bronce,
bajo nubes azules y un cielo de perlas,
se cortejan los amantes.
Ella, roja y desnuda
en sus dorados cabellos,
lo tienta con las voluptuosas
manzanas que cuelgan del árbol del mal,
Él, vestido en traje de sastre
le ofrece las flores que arrancó del jardín.
Escondido entre los árboles negros,
el furioso Dios de la tragedia
les da la espalda
prefiere mirar al infierno de frente
con su rostro azulado,
sus brazos de serpiente
y su espada de fuego.

Desesperación

Un grito infernal hizo estallar el cielo
en fuegos rojos y amarillos.
Todo lo envuelve esa luz sangrienta:
El puente, los bosques,
los mares agitados de cemento,
los barcos azules de la muerte,
los trajes negros de la indiferencia.
La ciudad entera es el grito
que atraviesa las verdes cabezas:
el grito de la violencia,
el grito del olvido
el grito de la vida
el grito de la muerte,
el último grito,
el silencio blanco.
La calma azulada.
Ada azul del alma,
calma, alma, calma…

Todo vuelve a empezar.

Pena negra

Columbia Heights

Negra es la pobreza,
en la ciudad americana.
Tras el humo de los cigarros,
se esconden calaveras negras.
Agujas nadan en el río,
donde se bautizan las negras cabezas.
¡Ay, como duele esta negra miseria!
En mi tierra, el hambre es amarilla
y la locura azulada.

Pero aquí…
aquí señores son negras,
como la noche más profunda.

Y quizás mi alma también se puso negra.
No puede ser de otra manera.
Porque si de otro color fuera,
no sentiría como siento,
esta pena tan negra.

Melancolía dominical

poeta, que cantas desamor
¿Cómo puedes escribir con las venas
rotas? Cuando me torturan las penas,
de las flores no distingo el color
y más profundo se hace mi dolor,
cuando leo tus palabras, tan llenas
de libertad, no obstante tus cadenas.
Yo en cambio, que inundado estoy de amor,
me ahogo en esta página vacía,
que de mi alma nublada es el espejo.
Tal vez, en tu fugaz melancolía
se oculta solo el doliente festejo,
del que ha entendido la cruel ironía:
que el sufrir, de una dicha es el reflejo.

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SÚPLICA AL DIOS BENDITO [Mi poema]
Isla Correyero [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Dios que al mundo hiciste mal,
lleno de contradicciones,
de contiendas y traiciones,
y de luchas sin igual.

A ti, rey de este lodazal
no quiero hacerte reproches
ni decirte cuantas noches
te he llamado criminal.

Comprendo que es natural,
creaste a humanos fantoches
llenos de odios y derroches
a esta ciénaga infernal.

Mas, hay que ser animal,
falto del común sentido,
para crear mal nacidos
que vienen a hacer el mal.

¿No te hubiera dado igual
hacer del mundo un vergel
que la bondad fuera el gel
y el amor lo natural?.

¿Te imaginas, dios bendito
que el globo fuera un payaso?
¡qué gracioso, qué bonito
y durmiendo al cielo raso!

Que el mundo es una mortaja,
y aunque dude si te adoro,
que separes, yo te imploro,
al buen trigo de la paja.
©donaciano bueno

Existe una corriente filosófica que defiende que este mundo es el mejor de los posibles. Otra, encabezada por Schopenhauer, defiende todo lo contrario. Yo opino que un pequeño escardado (limpieza de las malas hierbas) no le hubiera venido nada mal. Que se entienda este texto como lo que es, un simple poema. Además, ¡quiénes somos ninguno de nosotros para juzgar a dios!

MI POETA SUGERIDO: Isla Correyero

28 DE SEPTIEMBRE DE 1993

Inclino la cabeza para que nadie sepa que ya no soy humana.
Debemos pasar inadvertidos.
Todos los enfermeros provenimos de una raza de autómatas.
Afuera, llueve sobre la clínica.
Un polvo pegajoso, negro y denso, cubre los coches y los impermeables.
Dentro, cada gramo de antibiótico es aplicado con indiferencia.
Un buscador de oro recorre la zona de los mortuorios.
Los científicos vacían a los animales.
Ya no conozco a nadie que pueda ser humano.
¡Hay tanta muerte y tanto olor a muerte!
Esta mañana han enterrado a un mono y a un hombre…
Aquí sólo existe la lluvia negra de la muerte en los pasillos.

CONJUNTO DE CONDICIONES
GENERALES —DEL SENTIMIENTO
Y LA SEXUALIDAD— PROPIAS DE EUROPA
OCCIDENTAL, A PARTIR DEL AÑO MIL

Deslízate en mi cuerpo como en agua.
Cierra tus caderitas con mi llave.
Pon tentación en mí, señal y curvas,
levanta el movimiento de mi paz.

Que hoy has venido a mí, mi niña, alegre,
y yo busco tu amor hasta el futuro.
No quiero ver mi fin sin que me ames,
tú has de ser de mi cielo fiel testigo.

Se tiñan con mi lengua tus tristezas
para el adiós que me darás mañana.
Se estiren mis caricias golpeando
los pámpanos azules de tus nervios.

Pero ahora que la tarde desfallece
y está la luna entrando en tinta blanca,
deslízate en mi cuerpo, llave ponme,
ciérrame las caderas, sombra en sombra.

TRÍO

Propuso un trío al festejar su vuelta.
Puse de lujo vasos y vajilla,
rosas y lirios en la mesa grande,
blanco mantel de acanalados pájaros.

Llegó preciosa cuando vino el otro,
los dos entraron juntos en la casa,
uno inflamó las velas y visillos,
la otra llenó mi copa de ginebra.

Bebimos sin comer, los tres a un tiempo,
la mesa se cubrió de fuego y hojas,
mi amada me ofreció su pan mojado,
y yo comí de él. El pan sangraba.

El afecto nos hizo inseparables.

TODOS NOSOTROS

Todos nosotros que debutamos
en la vida con una tara irremediable,
que deseábamos tanto y habíamos
obtenido tan poco, que con tan
buenas intenciones, tan mal
acabamos… Todos nosotros.
Jim Thompson

Todos nosotros.
Los que nacimos rechazando la política y las leyes.
Los orgullosos.
Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la
libertad.

Todos nosotros.
Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.
Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.

Todos nosotros.
Viajeros.
Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.
Los buscadores de belleza.
Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el
cine y en la noche.

Todos nosotros.
Generación, tribu, conjunto de perdedores que
imaginamos que la ruina era el más alto honor.

Todos nosotros.
Los desterrados ahora de aquel grupo.
Los olvidados, los oscuros, los ausentes.
Los abandonados y los destruidos.

Todos nosotros.
Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de
todo.
Los arrasados por el dinero y por las guerras.
Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.

Los que contemplamos la luna desde el cielo.

COÑO AZUL

Mi coño es negro como carbón evaporado.
Pero se vuelve azul
a la luz de la tele y de la luna.

La característica más peculiar que explica su color y forma
es que tiene una circulación lenta y estremecida
que va navegando hacia la tinta de las venas
y se abre al desamparo de mi dormitorio
como si comprendiese que un dedo impenetrable
masculino no pasará por él
ni por las sábanas.

Sería una esperanza considerar
que sobre mi sexo solitario aún pueden caber volúmenes
remotos
o un pañuelo azul que penetrase las dos secciones
púrpuras abiertas
y así pasar esta tela azul ensangrentada quedándose
rompiéndome
porque mi coño ya es invencible
mi enemigo.

Aislado del amor
cualquier coño es violento.

CITA PSICOLÓGICA

Mi perro no ve bien doctora pero huele
mis lágrimas y se viene a mi lado
tirándose en el suelo lamiéndome
las uñas —algo olfateará del que fuera
su amo en los días de amor y sangre
derramada—. Él sabe aún sin verme
tomar las medicinas que la cabeza
me duele horriblemente y no puedo
aguantar ni el ruido de su rabo.
Esta cabeza terriblemente enferma
doctora ya no puede explicarse ni pensar
ni leer ni siquiera tratarme
con los seres humanos ni los irracionales.
Allí en mi casa sola tratando de encajar
con torpe coherencia una cosa con otra
haciendo un irreal esfuerzo sobrehumano
por mantenerme viva porque me vean alegre
mis hijos o mi madre o al menos
que no sepan hasta qué punto finjo
porque no sepan ellos ni nadie ni mi perro
cómo de mi cabeza entran y salen
los más feroces actos de suicidio
ahorcamiento o decapitación.

Mándeme otras pastillas doctora si es posible
curarme de él su destructiva forma de
desesperarme…

O elimine mi nombre de la lista de espera
no estaré aquí llorando el próximo trimestre

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MARADONA [Mi poema]
Mariano Dubin [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Está por todas parte, Maradona,
¡que ha muerto Maradona! se lamenta!
¡qué pena que muriera a los sesenta!
¿por qué razón la muerte no perdona
al fútbol al que él tanto representa?

Nació para jugar, su filigrana
llenó todas las canchas de emociones,
del uno a otro confín de las naciones,
y hoy debe de admitir de mala gana
que el cielo no anda exento de traiciones.

Contigo se nos fue toda una vida
plagada de carreras y remates.
Después ya te acecharon los dislates
-permíteme que así yo hoy te despida-,
de nada te sirvieron los regates.

Descanse en paz el héroe y el villano,
aquel el que, elevado a los altares,
no supo que en la vida llueve a mares,
dejando Dios de darte ya la mano,
inane a resistir sus avatares.
©donaciano bueno

El cielo y el infierno? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Mariano Dubin

Con permiso

pa´ la peonada

Yo me iba durmiendo
en la vera del río me fui,
acordoneándome el alma
desperté
un monte
talándose por dentro.
Cuando la tierra
en sus hombros
yo me pierdo
y no vuelve,
(el vino gotea
y se llena de río
mi vaso de vino.)
Yo quiero bailar
señorita Aguirre
guardarle en el algodón
la muerte de su vientre
yo me pierdo
y no vuelve…
que me muerda
una yarará acordeón
curame de esta pena hoy
porque yo me pierdo
y no vuelve…
también siento su monte
cuando me despertó
porque me pierdo
y no vuelve.
Cuando calle:
vino monte sol
yo quiero ir
otra vez
monte vino sol
no te olvides
otra vez
curame de esta pena hoy

porque yo me pierdo
y no vuelve…

Flaco Pescuezo

Flaco Pescuezo
para en la esquina
bardea las minas.
Su panza arde
el vino compartido
el fuego latido.
Cuello de gallina
siente en las tripas
como cruje la muerte
su hambre de días.
Cara de diaguita en sol,
el Flaco mareado
manguea un trago.
En una zanja
en un baldío
en un pasillo
duerme el Flaco
borracho meado
curtiendo su dolor.
Se apaga como
una civilización
sus ojos en el trago.
El Flaco Pescuezo
se tira en la esquina
entre trapos y bolsas
hace su rincón.
El Flaco se duerme
tirado en el piso
se apaga como
una civilización.

Isla Paulino

para Carlos, maestro de la isla

El crota vive en la paulino, vive
en un rancho alto, el río
se mete por la ventana; por dentro
las damajuanas se ajuntan, entre maderas
que trabaja el crota, para hacer del tiempo
algo humano, algo nuestro;
la gente no lo entiende
ni son mis versos videntes, no
de su alma de río, de su isla paulino.
Toma vino patero, se cura
con yuyos
del monte, son las yararás
el peligro de la noche, para
un hombre dormido son
el único desvelo.
Él no preguntó,
a Dios no, ni matea
pensando en ello, por qué
creó la sudestada, creó
la bronca, el pus: la sudestada
que arrasa los ranchos, que arrasa
las maderas, las chapas.
Toda la mañana siguiente
agua anegada y resaca.
¿Por qué le preguntarías
al crota
de su alma en vino, de su
alma en
isla paulino?

Abraham

el mar es revuelto por los vientos;
mientras alguien no lo mueva,
es la más justa de todas las cosas

Solón
Abraham
bume mi zeide abuelo
me enseñó el sistema solar
con manzanas naranjas
sobre una mesa.
Me enseñó
las pirámides
los secretos
del petróleo
me dio para leer
David Copperfield
pero se disgustó
cuando a mis doce años
llevé conmigo
el manifiesto comunista;
en su biblioteca encontré
a los primeros poetas
Heine Darío también las
historias de Solón sabio
que fue poeta subversivo
y cruzó el Egeo conmigo;
los mares fueron, el sistema
solar el petróleo:
la biblioteca.
Me enseñó
tangos y renegó
de su abuelo rabino que vivió con él
en un sucucho de Villa Crespo…
y no quiso
o no supo
que todo judío o es
rabino o comunista,
yo fui
rabino y comunista
leí a los siete años
David Copperfield escuché
tangos malditos que son
que me hicieron perder
también
en un desierto.
Mi zeide mi bume
nombró en palabras
ya secretas para mí
algo,
que me hace
aunque no quiera
lituashne polishe
me hace rabino
comunista
me hace volver
a ese desierto al que ya
nunca más
volveré.

***

La eternidad la transan cortada
en un rancho de la Favela tolosana
fortines rabiosos patrullan la cara
de indios que vagos llevan robada.

En la casa de la Elsa gualichera,
¡guarda fórmulas de amor y de espera!,
mezcla con pelos de gato culebra:
los tambores tangó hacen la trinchera.

Por rica estaquean falopa a un guacho
(en donde para otros locos la estiban)
muertes deudoras no zozobran: ¡liman!
venas surcadas emparchan el nicho.

En arroyos del olvido tirados
en la tempestad palabras vadean
tinto en el puente ellos Roma sublevan
allá por Berisso todos dormidos…

Retumba del barro su tumba cumbia
Añácabulea a giles postrero
mal fundido oro a Dido del Bolero
cicatriza billetera la labia.

San Dieguito susurra la pelota
del vaguito que pisa pedregosa
esquiva uno, dos, tres la venenosa
la gambeta endiabla nuestra derrota.

Yo ato con alambre todos mis versos
como pa un ranchito villero nuevo
cirujeo todo lo que más puedo,
y ya viéndolo hecho: busco otros pesos.

La razón de mi lima

/ y puta que ahí están / que ahí están/
cajas de tetra abiertas: / vino agua alcohol gaseosa saliva / la sonrisa salitrosa del Caracuá / recostado sobre su carrito / fumando uno que acaba de levantar/
su panoplia de costras diarios cartones sogas / lo convierte en / un caballero descansando / con el hígado más picado que / Prometeo encadenado/
el Sietesacos / callado / mientras el otro le da / le da / a la lengua / al trago/
su aliento atenta / a los avances dentífricos / de los últimos / cinco / siglos./
Los trenes crujen los senderos / que van a los barrios / tolosanos: al Mil Casas / al Churrasco / a la villita 122 / (más allá de las fronteras.) / A los barrios / a las villas / a los ranchos/
Pero al Caracuá nada le importa / nada / ni el sol que quema los alcoholes/
mixturado entre sus perros / habla habla / relojeando el / silencio perpetuo del / Sietesacos./
Atraviesan van / los obreros los galpones / yendo tras / el tren que / llega ya/
a otros sí / el poxi-plan les / bajonea la / sinfonía escuchá / el ruidito guachín / las costillas son / un arpa afinada al / traqueson de / los rieles a / cruzar:/
y a mí / el hígado me saineteaba sonetos / a las siete de la mañana / y me despertaban las fiestas / a la Virgen de Copacabana / entre morrones tomates lechuga banana./ el Caracuá me cruzó / viéndome en bicicleta / salen con unos puchos pibe / (salen como pueda)/
No che, / Dale / no fumo / Dale / no fumo / dale che / copate: / se te llenó el culo / de dudas eh / pibe dale / Tomatelá / Caracú rajá / Ehhhhhh / Me planto che / viejo molesto / Tomatelá / puto: / te vamo / gil / a dar/ lauchita / rajá / te vamo agarrar…/
Entonces. / El Caracuá y El Sietesacos me cascotean / así sentados / nomás / me cascotean / el otro callado / levanta el brazo./
¿Sabés lo que pasa? / Sietesacos / vos no hablás / porque / sos un cagón hijodeputa / porque / sí viejo / sos un turro./
Caracuá llora;/
hablame a mí / nomás / Sietesacos / no se lo cuento a nadie / lo juro / carpusa./
Sabés lo que pasa / es que la anduve pensando che / lo de Dios / es lo mismo que pasa en todo este puto país / sí / el Viejo ganó una licitación / ¿no? / ¿entendés? / chantó un par de vigas ladrillos / chau / se la tomó / con la guita / de Una / se fue./
Sietesacos (callado) / sos un gato bárbaro Sietesacos / allá en Berisso son todos unos / gatos. / A mí mi zeide me dijo Goi / y anduve / por cada lado / y luego mucho mejor no me fue: / Gringo / Winca / Curepí / otra vez/…/
El Sietesacos se deja el sueño / y le da que da calambres al vino sucio / espeso / el sol está metido en esa caja de Casas de Troyas / dormido./
A Caracuá le dio por las minas ahora / que no sé / que le dijo / que no le dijo / ahora dijo / ¿quién dijo?/
Se echa un vomito / no sé que / dijo / no le dijo / la mina una / la otra / y una otra de Los Hornos que…/
El Sietesacos se levanta y patea / al vino tinto / ¡Qué hacé! / el Caracuá se tira / abraza al piso / derramado / como brea /
mientras lo lame / su barba / llora / lame / sus dedos costrosos / al tinto/…/
El Sietesacos va / desentierra un vino / que escondido / dejó por ahí / y se va yendo nomás / con el vino / para el río./

La tierra

unos / de Ekatherinoslav / polishes / rodaron junto al talmud y el samovar / ancestros míos/ otros / criollos sureños / con indios cultivaron / echados de la tierra / ancestros míos/
a Tolosa / barrios de yerra / caminé los pasos / malos dados / volví sin poder/
Góngora me secreteó las limas / Eneas curte la esquina / lenguaraz de las astillas/
la patria / la tierra / derramo vino / por ellos / los muertos / ancestros míos/…/

¡BASTA DE NEGROS!

(i)
indio / negro / negro de mierda / negro de alma / negro negro/

mulato / la Boca / vendedores / ambulantes / negros lindos / son del Corso / la comparsa / de los negros / ¡negros chorros! / los tambores / negros negros / qué macana / son villeros / re villeros / y tumberos / ¡no te olvides! / negros negros / muchos negros/
escuchan cumbia / la verdad / toman vino / y además / carnavalito / chamamé / tereré / ¿qué queré?/
¿música? / ¡de negros! / ¡y qué negros! / bolivianos / y de obreros / ¡paraguayos! / todos vagos / son peruanos / correntinos / argentinos / santiagueños / sin trabajo / que no quieren / progresar/
piqueteros / medios gauchos / todos guachos / rostros negros / ¡y villeros! / cada negro / que trabaja / como negro / que no quiere / trabajar / y los negros / que trabajan / siendo negros / ¡todos negros! / ¡sin un peso!/
los mestizos / con yapa / Namuncurá / sin changa / Catriel / en cancha / Saihueque Nahuel / ¿en qué idioma habla? / ¡parece un indio! / ¡parece ranquel!/
la milonga / arranca gorda / los negros / payadores / la chola / negro mono / hay quilombo / hay pardos / hay morenos / y zambos / los negros / ¡qué borrachos! / ¡qué linyeras! / cabecitas / todas negras/
también baila / la morocha / bien sudada / como negra / como en baile / catinga cabeza/
negro cabeza / criollo / buen hoyo / cartonero / basurero / ¿documentos? / ¡al calabozo!/
ciruja / el toba / ¿trabajan? / el kolla / limpiavidrios / pide limosnas / el coplero / chamullero / ¡que trabaje! / es minero / todo negro / y tan sucio / parece indio / el obrero / medio indio / es un indio / entero / ¡que lo manden! / ¡al desierto!/
meta vino / también chicha / del pico toma / la cerveza / con la baba / el potrero / ¡cómo corren! / van corriendo / muchos negros / sí que corren / ¡que no roben! / son los negros / son los indios / son malones / los secuestros / Panamericana / los fortines / los countries / y el desierto/
(ii)
Evita rubia / ennegrecida / negra / enrubiada / solo negra / y bien negra / ¡prostituta! / con las putas / putas negras / y el cáncer / de las putas / la barbarie / en Los Toldos / ¡se te escapa! / ¡es la india! / los mapuches / y la mierda / de la tierra / negros negros / che los negros / de los negros / che vos / y che negro/ negro negro / todos Che / cuántos negros / che vos / che vos/ ¡che vos!/
el 17 / fue en Octubre / muchos negros / con el mate / las mucamas / los gualichos / el mandinga / Ceferino / el Gauchito / con la tierra / y con el vino / son los santos / de las cruces / de los negros / son los diablos / macumberos / con facones/ todos negros / peligrosos / ¡y paganos!/
en la orilla / peludear / estampillas / en los trenes / tortas fritas / chinchulines / locro y guiso / con los pedos / chori vende / compra un negro / la bailanta / en la puerta / muchos negros / van bailando / rico faso / la guitarra / es Epumer / con Gardel / el cuatrero / cuartetero / el asado es de caballo / las nutrias / de ayer./
el porongo / y la noche / los rochos / la comida / la basura / y los negros / todos sucios / ¡con que olor! / es a negro / a pan negro / a como comen / los negros/
(iii)
el quechua de Santiago del Estero / el quechua / de los negros de la construcción / el quechua boliviano / el quechua de la bandera / el quechua del sol / qué quechuas / son negros / bien negros / mugrientos / son quechuas / son negros / son indios / son negros / negros de adentro/
las alpargatas / el chambergo / las llantas / qué piolas / la esquina / pulpería / el tango / de la esquina / el chiflido / el piropo / el bruto / que habla / cómo habla / como negro / como un guaso / muy guarango /
es el indio / y el criollo / es el negro / africano / barrios negros / todos negros / son los negros / de los barrios / los que cogen / a las negras / y lo siguen / practicando / pa´tener / otros negros / más negritos / en el barrio / para que / haya negros / en mi barrio / ¡no lo olviden! / es el barrio / de los vagos / de los negros / de al lado/
es el rancho / la casilla / son los toldos / y Los Toldos / es la orilla / es el campo / la frontera / es la villa / en la esquina/
(iv)
San Martín / Tupac Amaru / los dos indios el Che / son hermanos / Artigas / Cabral / Peñaloza / El Chacho ¡y usted! / sus cabezas / sus cuerpos / su sangre / su piel / todo negro/ todo negro:/
¡Basta de negros!
Neuquén / Ushuaia / Jujuy / viene Quilmes / también / el Sur / es un mapa de negros / no hay punto sin negros / ¡basta de negros! / ¡basta de negros!/
¡Basta de negros!
y por si no lo saben / acá canta un negro / argentino hasta los huevos / que se presenta / Mariano Dubin / un negro negro / que les canta / a los negros del país/

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EL MUNDO EN QUE HABITAMOS [Mi poema]
Francisco Bejarano [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

El mundo en que nosotros habitamos,
con mares y con ríos y afluentes,
con hombres que aparentan diferentes,
el mismo que no cabe en nuestras manos,

buscando va que aquí nadie se entienda*
con ritos y con dioses variopintos,*
con leyes y sistemas muy distintos
metidos siempre hurgando en la contienda,

hablando sin parar de libertades,
marcando el territorio con barreras,
brindando por sus modos y maneras,
aireando y proclamando sus verdades.

Que el mismo es un completo carajal,
do campan a sus anchas las pasiones,
y hay unos predicando dan lecciones
y hay otros van haciendo el animal.

Pues todo lo dirime el bien y el mal
inmersos como están en esta lucha,
y en medio de los dos está la hucha
quien sale vencedor. Punto final.
©donaciano bueno

El #dinero, el #Dios de los humanos? Share on X

*7000 idiomas
*4200 religiones, ¿dioses? ni se sabe.

MI POETA SUGERIDO: Francisco Bejarano

ARIA DE BRAVURA

Yo no quise la turbia
soledad de los versos,
sino la vida clara
sin reflejarla en ellos.

Conocer las desdichas
por los libros ajenos
en la plaza y el retiro
de mis días benévolos.

No pude. Aparecía
un pájaro siniestro
y yo le hacía frente
con las armas que tengo.
Las tardes, 1988.

UN JUEGO PELIGROSO

Para curarme de melancolía
escribí versos: no sirvió de nada.
Quien sufre de nostalgia se acomoda
a convivir con ella y no la vence
aunque mienta inventándose la vida.

Perdí la juventud por desdeñoso,
despilfarré mi paz para ser sabio
y malgasté mi ingenio en lides vanas.
Mas nada conseguí, sólo el espejo
que guarda y que sostiene mi demonio.

Me lo acerca cruel de madrugada.
Me despierta de un sueño en el que un niño
ríe en su eternidad despreocupado.
«Mira, pues me llamaste, hasta qué extremos
de soledades te llevó tu orgullo».
El regreso, 2002.

ME DICEN QUE NO ESCRIBO VERSOS. CREEN…

Me dicen que no escribo versos. Creen
que abandonado por la Poesía
en las noches estériles persigo
un fantasma que es una sombra mía.

¿Quién se atreve al dolor de hablar con alguien
si es uno mismo, tras la luna fría
de un espejo pulido al que se asoma
la imagen fiel de la melancolía?

Toda la soledad de la existencia
con los versos entró en mi casa un día.
Siempre que pude le cerré las puertas
a una visita que me malhería.
El regreso, 2002.

VIDA RETIRADA

Nada tengo para vosotros, nada.
¿Estos versos, quizá? No son ya míos
y no se puede dar lo que no es propio.
Qué son los versos sino la manera
de engañarnos a solas, de decirnos
que fuimos inmortales como dioses
en un reino guardado en la memoria.

No quise escribir versos porque oigo
en cada uno el nombre de una lágrima,
el nombre de una pérdida, el sonido
de una voz que deseo, como un eco
que juega con nosotros y responde
desde lejos, desde el lugar contrario
donde estuve seguro de encontrarla.

Pero una tarde me dejaron solo
con el dolor oscuro de una herida
que no podía restañar. No estaba
visible en parte alguna de mi carne,
pero sé dónde están las cicatrices:
en estos versos sin deseo escritos
en suaves palabras que no curan.
El regreso, 2002.

Historia verdadera

Cuando yo era pequeño y no me daba
cuenta, desde mi entorno concebía
la paz como aquel campo de viñedos
que era todo mi reino y mi horizonte;
entendía la vida como aquella
vereda que tomábamos los niños
para asistir a clase en las heladas
mañanas del invierno.

Cuando yo era pequeño, ya morían
palomas solitarias en el campo,
ya estabam preparadas por entonces
todas las cosas para hacerme triste.
Y comencé a escribir poemas al ocaso,
a un amor que jamás besó mi frente,
y me inventaba alondras donde sólo
hubo tedio y borrasca.

Era el hondo silencio una pregunta:
¿por qué ha de ser así, para que tanto
me cueste la subida y me convierta
más árida la tierra adolescente?

Ahora sé cuánto pesa aquel silencio
porque me hace mendigo de palabras,
de unas manos que nunca se vislumbran
cálidas en las mías
De Primeros Poemas (1969-1971)

Cuerpo extendido

Visconti

Hermoso era hasta el desconsuelo.
Yo sé de la tristeza que engendra un cuerpo hermoso:
es como desear el fondo de un espejo
y no psar de su frontera helada.

Mirar un cuerpoen sueños
bajo luz sosegada o una creciente música
—toda materia y toda muerte juntas—
en arriesgarse a un despertar de nubes
con íntimo clamor entre los labios.

Piel como piedra mágicamente viva.
Sangre como un inmóvil río de carmines.
Voz desde lejos. Boca
tras un cristal azul lleno de lluvia.

Cuerpo para decir “te amo”
con una voz tan triste que emocione.
De Transparencia indebida (1977)

La ciudad despoblada

Esta ciudad vacía a medianoche
y blanca a pesar suyo, y esta casa,
sola y blanca también, se desmoronan.
Así yo. Y es costumbre. Cada paso
del exterior confirma mi creencia;
cada rumor externo es una gota
de soledad o el golpe de una puerta
porel viento batida, otra llamada
dentro del corazón. Uno quisiera
que de verdad el viento fuera alguien,
porque es esa la fe y así el deseo:
pero sólo es el aire y permanece.

Hecho estoy a vivir entre las ruinas
de esta ciudad. No tengo escapatoria.
uno sale a la calle y no comprende
la utilidad de su blancura, el eco
de la esquina o la luz en las paredes.
una enorme ciudad para mí solo
ha sido construida y pienso a veces
si no seré una calle o una piedra,
algún trozo de mármol o ese árbol
que el levante atormenta conmoviéndolo.

La soledad incendia los tejados.

Un joven de mirada triste me pide unos versos

A Mos

Si supieses, tan joven, el poder que te asiste
maldad fuera la triste belleza de tus ojos,
la pesadubre, humo; el amor intangible,
temblor vivo en tu pecho.
Pero lo sabrás tarde, si unas manos entonces
tienes para posar tu vida
o recorrer su palma con un dedo de niebla,
serás feliz.
Si no, la sombra grave de los años agota
y el amor, que hoy te tiene,
será palabra extraña en los labios de otros.
De Recinto murado (1981)

Casa de Riquelme

Ved la gloria que tuvo Hernán riquel: su casa,
hoy desolados los muros alzándose en ruinas.
No pudieron, ni juntos, la mezquindad y el tiempo
abatir la grandeza del noble Veinticuatro.

¿Qué fue, Hernán, de ti? ¿qué decadencia vino
sobre tu raz altiva? ¿quién empañó blasones,
señoríosriquezas? Mas te salvó un palacio
en Jerez del olvido. La Belleza perdura.

Retablo de ánimas

Si el fuego purifica y el dolor ennoblece
y al final de la prueba te han de elevar los ángeles
a la contemplación de tan grande hermosura,
dejadme entre estas llamas. Cuanto más tarde el goce,
si mayor ansiedad su posesión provoca,
más habrá merecido mi mirada y mi tacto.
De Elogio de la piedra (1981)

Padre mío

En un sueño dorado por la luz amarilla
que lo soñado tiene cuando vuelves al mundo,
estaba yo sentado en un lugar aombrío,
secretos enemigos rodeándome.
“¿Quién es éste que altivo con su actitud provoca?
¿Qué especial privilegio pretende entre nosotros?”
Y hacían burla de mí, niño inseguro,
con la crueldad terrible que los hombres poseen
con un ser indefenso.
Cuando todos reían y arreciaban las voces,
padre mío, te vi y corrí hacia tus brazos
abrumado de tnta soledad y tristeza.
Hubo un destello cómplice en tus ojos:
“Nada debes temer cuando yo esté contigo”.
Y se hizo el silencio.
Como sombras de niebla se diluyeron todos.
Yo descansé en tu pecho, mientras tu mano tibia
me acariciaba el rostro arrasado de lágrimas.

Ciudad

Cuando un hombre maduro, con las primeras lluvias,
recorre esta ciudad que en otros tiempos viera
pasar su juventud, y reconoce en ella
—perfumada y astuta— sus etenos encantos,
puede reconciliarse con su visión hermosa.
Pero cuando comprende las sombras que en el alma
le dejó su belleza, por las húmedas calles
que abrillantan la pálida luz de las farolas
—y y sin dejar de amarla porque ya no es posible—,
advertido y cansado retorna a su retiro.

Para huir de la vida verdadera,
del mundo gris que me salió al camino,
inventé otra existencia, y ahora esclavo
de mi invención en soledad escribo.

En soledad habito, paso solo
el tiempo que yo quise compartido
y he descubierto que la nueva vida
es tan verdad como verdad yo mismo.
Ya es falso el mundo gris que me aguardaba
y el verdadero es ése en el que vivo,
y si no soy feliz, tengo ganado
un lugar propio para mi infortunio.
De Las tardes (1988)

Vida retirada

Nada tengo para vosotros, nada.
¿Estos versos, quizá? No son ya míos
y no se puede dar lo que no es propio.
Qué son los versos sino la manera
de engañarnos a solas, de decirnos
que fuimos inmortales como dioses
en un reino guardado en la memoria.

No quise escribir versos porque oigo
en cada uno el nombre de una lágrima,
el nombre de una pérdida, el sonido
de una voz que deseo, como un eco
que juega con nosotros y responde
desde lejos, desde el lugar contrario
donde estuve seguro de encontrarla.

Pero una tarde me dejaron solo
con el dolor oscuro de una herida
que no podía restañar. No estaba
visible en parte alguna de mi carne,
pero sé dónde están las cicatrices:
en estos versos sin deseo escritos
en suaves palabras que no curan.

La poesía sirve para todo

La poesía sirve para todo: reemplaza a la anestesia
donde el dentista, y no produce efectos secundarios.
En dosis muy concentradas (p. ej. Keats + Vallejo) puede dar escalofríos en
[la médula espinal,
estremecimientos, palidez
y una sensación de pisar en el vacío.
En esos casos se recomienda dejar una flor seca entre las hojas
señalando al culpable ?hasta que otra alma piadosa
de aquí a cien años
arriesgue el pellejo en la aventura.
Ganímedes /6, 1980.

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UN TELONERO [Mi poema]
Luis Franco [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Si el sol fuera tan grande como dicen
y yo por el contrario tan pequeño,
cuidando no morir en el empeño,
habría de evitar le estigmaticen.

La luna sin el sol no pinta nada
pues cumple una función de telonera,
se encuentra con la música a la espera
que el ídem no le suelte una patada.

Que un día yo fui un sol, según decía
mi madre, por mi gracia y mi salero,
aquí debo insistir cuánto la quiero
sabiendo por piedad que me mentía.

Mas ella les prometo si era un sol
y el día en que murió yo me apagué.
Hoy debo de admitirlo pues se fue
la luz que le alumbraba a mi crisol.

Que fue lo que la estrella al festival
y yo, como amateur, su telonero,
por mucho que le sigo y que me esmero,
no acierto ya a embobar al personal.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Luis Franco

ESTELIAL

Nos mimbra la estatura de la noche,
la noche que se esconde detrás de sus estrellas.

La Vía Láctea atraviesa su fantasma de lira
recelando una música sin fondo.
Tal vez el tiempo intenta uno de esos instantes
que hacen vibrar lo eterno en nuestro tránsito.
Aquí en los muelles de la noche
como siempre en tus ojos tu alma está partiendo hacia cualquier estrella.
El asombro sereno de suponerte mía
vive todo el misterio de tu gracia
tan constelado como el de la sombra.
Sueño versos que aunaran en su rima
la suavidad sin fin de tu pelo o tus sueños
al enigma de luz que hay en tus ojos,
(tus ojos que hacen olvidar tu cuerpo
tal como el cielo hace olvidar la tierra).
Pero bajas los párpados temiendo
quizás que la excesiva vecindad de tu alma
pueda parar mi corazón en seco.

A tu lado la noche blanquea antes del alba.
Sueño que a dúo nuestros corazones
cruzando están el signo de Estelial,
el genio de las alas perforadas de estrellas,
vencedor de la noche y el olvido.

DIALECTICA

El iris que se baña en el rocío
y la onda yacente del remanso
por la onda emigrante avanzan hasta el mar,
o hacia la hidrografía velera de la nube,
o la lluvia, bajando en tumbo celestial,
para iniciar de nuevo la ronda eterna de lo transitorio.
Grillos de roca y nieve de la montaña estorban
el aborto del fuego prisionero en su útero.
Lo constante y lo efímero son dos caras del tiempo,
y ya el retorno muerde la cola de la fuga.
El devenir enlaza
la unidad individua a la unidad del todo
y se da el contrapunto de lo uno y lo diverso
y el equilibrio vivo entre universo y mónada.
Todo lo que palpita acusa
un costado diurno y un costado nocturno.
De atracción y rechazo se inventa la armonía.
La castidad y el coito se besan en la boca.
Doquier, doquier la vida se nutre de la muerte
como de fango y de boñiga el lirio.
Todo muere sangrando en el ocaso
para resucitar sin mácula en el alba.
Lo inmensamente grande y su invisible antípoda
son no más que los polos opuestos del abismo.
Lo de afuera está adentro tal como macho y hembra
y es preciso que marchen acordes y sin trampas
como el dolor y el gozo en su honda cadencia.
¡Siempre la melodía dialéctica del todo!

Bendición

Y tomando un puñado de trigo, con la unción
de los antiguos días, dije en mi corazón:
Bendito sea el gusto previo del pan seguro,
en el contento agrario como una hostia puro;
bendito sea el sol, que es servidor y rey;
bendita la criada que es gran reina, la tierra;
también la mansedumbre de los ojos del buey,
y el trabajo escondido de la lombriz de tierra;
y a más la golondrina, que amadrina la lluvia.
Bendita en cada grano, vuestra cosecha rubia,
sembradores, y vuestro vivir de hondura y calma
como un arar. Bendita la fatiga divina
que endurece las manos y que mejora el alma.

La calandria

Silencio de diamante. En el campo ni un eco.
De pronto la calandria que halla en la luz su alpiste
desciende melodiosa sobre un gajito seco
como buena noticia sobre un corazón triste.

Padre árbol

Leguas brutas del campo en tu sombra se entienden.
Ablución de frescura que nos inspira el pecho,
testimonias el dios clandestino que eres.

Amo de hondura y cima: de prietas sombras, árbol,
te yergues con la altura total del mediodía,
sabiendo que tu cuarta dimensión es el pájaro.

En ti alza el campo el signo de dulzura y fuerza.
Cierras la intimidad redonda del hogar,
abres la envergadura sin fin de las banderas.

La soledad te abraza ceñida e infinita
como a mí: tu alma fresca, la mía en fiebre, en lo hondo
se sumergen buscando la dispersa armonía.

Tu equilibrio gobierna geometría oculta:
la solidez se viste con gracia de lo aéreo.
Arte nuestro: el destino final está en la música.

Trabajas más aparte que la araña hilandera.
Si el viento te vocea noticias y distancias,
tú escuchas el pausado corazón de la tierra.

Profundidad de carne es tu vida, y de alma.
Con tu ademán injertas nuestra vida en lo unánime,
presidiendo el desfile de alas y mañanas.

Comprendes el callar y latir de la noche,
tú, alzado con la pura elevación del alba;
¡y cómo nos afinas el corazón discorde!

Breve cauce del Tiempo, somos, y nada más.
Lo sabes y te quedas tranquilo. Mas no ignoras,
de veras, que lo fúnebre aborta en lo nupcial.

Y que la rosa es dogma indiscutible, sabes,
y al mundo dinastías de hermosura lo pueblan.
Tú levantas tu copa por lo total, oh padre.

El misterio de cristal

El misterio con tapa de cristal,
la pura libertad en desaliño
y un renaciente gozo manantial.
El genio humano, puro, está en el niño.

Creación, más que la otra, matinal.
Todo el turbión vital bajo su armiño.
Un futuro dios, cierto, está en el niño.
Como ignora la muerte es inmortal.

Los mercaderes de la sangre (fragmento)

En un mundo creado por los mercaderes
y regido por ellos,
la órbita de las ideas de los filósofos y los moralistas
cabía siempre en la órbita del vientre de los mercaderes.
Los sermones de los curas confeccionábanse sobre medida
para ellos.
Los obreros, los inventores, las prostitutas, los eruditos
sudaban para ellos.
La política, los barcos, las rotativas, los cables, la filantropía,
se movían por ellos y para ellos,
y para ellos el viento labraba las olas y el sol labraba la tierra.
Pero los mercaderes habían llenado de armas el mundo,
porque las armas habían devenido la mejor mercancía.

He aquí que las máquinas de guerra
precisaban bautizarse en la guerra.
Y sus amos precisaban defender a muerte sus alcancías,
sus dividendos futuros, su moral bifronte,
su lote de jubilación celestial.
Y así el casi arrumbado genio de los caníbales,
el que dio a las demiúrgicas manos del hombre
un destino más lúgubre que el de la fiebre de los pantanos,
se puso, más experto que nunca, a las órdenes de los mercaderes.

Él vino a arreglar las cosas
cuando el entredicho entre los compadres de la víspera
no tuvo armisticio ni en la lengua bífida de los diplomáticos.
Entonces toda la erudición humana
se enroló dócilmente para el servicio auxiliar de la guerra.
Las inmemoriales ciencias del fuego y del fierro
perfeccionadas con tan ínfinito amor
que el cielo con su rayo y el infierno con sus altos hornos
quedaron en ridículo junto a ellas.
Y la geografía y la oceanografía,
y la reciente colonización de los altiplanos vírgenes del aire,
y los aportes últimos de la psicología colectiva.
Hasta que todo el hombre fue trocado en súbdito
de las dictatoriales máquinas de guerra.
¿El tecleo de máquina de calcular de las ametralladoras,
enumerando una a una, sin falla posible,
todas las unidades de la masacre?
¿Los submarinos cosechando más naufragios
que todas las tormentas pasadas del mar?
El mismo cielo, alquilado por la muerte,
se abatió, ronco de aviones, sobre el valle de las lágrimas.
Y he aquí que ni el genio de la dinamita, ni el de la gelinita,
ni el de la iperita,
resultaron ya suficientes.
Entonces se descendió a meter cuña entre los átomos,
a desatar las fuerzas cariátides del cosmos,
para lanzarlas en presencia de todos los cielos
contra la desnuda, desnuda vida humana.

De «Constelación», antología de Editorial Sarquís,

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A MI AMA SADO-MASOQUISTA [Mi poema]
Eduardo Moga [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Tú, mi ama sado-masoquista que tan mal me tratas y atormentas,
que hurgando en mi interior con saña disfrutas abriéndome una herida,
que a veces me flagelas, me ignoras o vas vagando adormecida,
a ti, mi dueña, mi señora, mi amor, mi madraza y malquerida,
es a ti y sólo a ti que suplico y por dios imploro no me mientas.

Lo que me pidas yo haré, fiel esclavo juro serte en esta vida,
átame, pégame, maltrátame, yo me arrodillo ante tu puya,
pues por más dolor que me causes, a ti siempre yo amaré, hazme tuya,
y hasta al diablo mi alma venderé, mas por piedad no me rehuyas,
que ansío saciar mi sed de placer, ¡dame veneno en la bebida!.

Traicionarte, voto a dios que nunca haré, gozarás de mis amores,
antes muerto que mi fidelidad a ti algún día traicionando,
mas ¿no ves que yo ando triste tu ayuda a todas horas suplicando,
que las flores hasta ayer lozanas ahora se andan marchitando?
dime tú, inspiración ¡qué debo hacer para ganarme tus favores!
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Eduardo Moga

Poema i de : diez sonetos.

A Juan Luis Calbarro.

Regresas como un pájaro de sueño,
como un fruto caído del tiempo. Hablas
desde el fin de las cosas, despoblada
de labios, grávida de labios, sexo

en el caz del teléfono, deshielo
de besos que habitaron mi garganta.
¿Por qué no permaneces en el ámbar
del silencio? ¿Por qué no sigues siendo

fuego ausente, clamor de nada, oro
muerto, oquedad donde brotó mi nombre?
De alas y oscuridad es tu retorno,

de sombras que respiran. Y yo, insomne
aún de ti, abrasado, oigo tus ojos,
tus cenizas pidiendo que te toque.

ESTE LUGAR es blanco

ESTE LUGAR es blanco.
La luz, arenosa, se oscurece,
pero este lugar es blanco
como el silencio de los abedules.
Las manos buscan palabras en la sed
y hallan una extensión doliente,
la atalaya de los labios,
la caligrafía encanecida,
de la que cuelgan los ojos y la inocencia.
Las palabras se miran, aturdidas de blancura,
y se palpan la ropa
como si en algún lugar se escondieran los documentos
que acreditasen su identidad.
La labor es ardua, pero la tarde es clara.
Este olor a luz quemada, a palabras quemadas,
a sombra,
es el mío.
La ausencia embadurna la piel.
Los hombros soportan la helada,
aunque el mundo arda.
Ya cesan las columnas,
en cuyas bocas penetra el dolor,
de cuyas bocas brota el dolor.
La soledad es blanca, como este desván
en el que escribo contra lo que dicta el cuerpo,
contra su dolorosa persecución de otros cuerpos,
contra mí.
Y lo negro me acomete, inerradicable
como las moscas, como el papel
o la memoria,
como tantas cosas insignificantes,
profuso como un ciempiés
que atravesara el reflejo de la luna en un charco.
Lo negro soy yo, enharinado de virutas carnívoras,
irritado por vaginas como escarpias,
magullado por relojes contrahechos,
que aguardan mi decisión con el júbilo sombrío
de los decapitados.
Me he diluido en el hambre de otra luz,
porque no podía gritar,
porque sonreía como si muriera.
Y he vuelto de la destrucción;
he vuelto bautizado de flemas y herido por la irreversibilidad,
pero he aguzado los sueños,
y ordenado mis papeles,
e insistido en el amor,
de naturaleza tan somera.
Ahí está el viento,
manchado de horas,
abrevando de la hemorragia que es el mundo,
vivaz como el gesto con el que saludo
a quienes me son indiferentes.
Y ahí estoy yo, indiferente también,
zarandeado por el lenguaje, construyendo casas
en las que nunca viviré,
casas que no son casas, sino formas de la huida,
embestidas cárdenas en la seda fracturada
de este día,
o de otro día,
o de otro yo.
Las palabras están aquí, recrudecidas
como árboles fusilados,
hijas del espasmo y del ojo,
consecuencia de la ferocidad laxa con que nos resistimos a morir.
Y yo estoy en ellas, aferrado a su tránsito,
sin advertir otra cosa que lo permanente
de su fugacidad,
sin poseer otra cosa
que las aristas de su nada.
No sé lo que emerge,
salvo que esa ignorancia es la realidad.
Este lugar era blanco,
como las espinas de la luz.
de El desierto verde.

ESTE SILENCIO ES

ESTE SILENCIO ES, otra vez, la palabra:
este silencio en el que resuenan los engranajes de la sangre
y se desbarata la geometría de los sueños. En este clamor mudo
distingo un rostro asombrado. Sé de la extrañeza de estar aquí,
de hablar sin que se muevan los labios, de acuñar el silencio,
que es una pared y un derramarse, y también un cuerpo,
cuya muerte me pertenece. Este paisaje carece de centro,
como el desierto, y posee su misma indiferencia oleosa,
idéntico ensimismamiento sin yo. Los ojos de la nada
me miran: su palidez es lunar, pero en sus ángulos
encuentro cristalizaciones de la inocencia,
árboles que proyectan una sombra embrionaria,
avatares que han conocido el desatino del nacimiento.
En este silencio sobrevivo como un náufrago en una playa
sin cartografiar, ceñida por fumarolas y saxífragas.
El peso del aire, vestido de tristeza, es mucho,
y me golpeo en sus esquinas, que sobresalen
como cantiles de sombra
o púas de cinc.
El aire imanta la carne, hueca. Las pupilas están huecas.
El sexo, refugio de oxiuros y tinieblas, está hueco.
También los nombres están huecos: no me desprendo de ellos,
ni me redimo con ellos. Afronto el silencio
como si litigase con lo ausente.
Ahora oigo el canto de un pájaro: es maleable y amarillo.
Se me clava el lápiz con el que hiero el papel.
Considero la posibilidad de comprobar el correo electrónico
[lo he hecho inmediatamente después de escribir este verso:
un mensaje de Juan Manuel, una espeluznante oferta de Viagra,
una llamada a la insumisión contra Esperanza Aguirre
y otra a la independencia de Cataluña],
o de hojear alguno de los libros que me observan desde sus nichos
en las estanterías, o de encender la luz del despacho, porque la claridad,
magullada, se inclina a la fuga. Descarto la solicitación de lo baladí,
pero dudo de que nada significante me interpele. Soy estas
nimiedades que se apilan en los párpados y anteceden
al pensamiento; soy estos actos oscuros.
Ahora lo sé. Digo, sin enunciar nada. Me acerco
a lo que huye, como quien acaricia el arma
que va a herirlo. Me acerco a este rostro pasmado
que me mira desde el azogue de la mesa. Me acerco, sí,
pero, agraviado por una sombría incandescencia,
me retraigo a un lugar ahogado de invisibilidad,
creciente como una luna
que se desploma.
¿Quién eres?, preguntan las palabras [las palabras son los sujetos
de nuestros actos; no hay hechos, sino descripciones de los hechos],
¿quién ha esculpido tu silencio y apuntalado tu vulnerabilidad?
¿Por qué sigues enlazando sílabas, como si los nombres fueran la vida,
como si morir fuese un anacoluto?
¿A quién sonríes,
si toda sonrisa es un anochecer? ¿Qué horas
insemina tu lengua o destruye tu lengua,
a qué horas da sentido este corazón negro, este calamitoso
corazón, que patalea en sus profundidades calcáreas,
que se tiende en harapos al sol
y enseña un pecho tatuado de alegría
y terror? Antes me poseía el espanto de ignorar
quién era el que se preguntaba quién era: ahora
eludo el abrazo pavoroso de esa desazón
mediante el ejercicio hipnótico del fingimiento
o el consuelo triste del olvido.
Y en este tránsito me he desprendido de la placenta
y de la piel: ya no me rozan las alas de los pájaros,
ni me perturba la mansedumbre con que aceptamos el dolor,
ni me asombra el caminar sereno –o acaso irreflexivo– de mi madre
hacia la muerte; la espesura de la ficción sustituye a los antiguos
bálsamos. Pero hoy insto a la conciencia a fructificar,
en lugar de languidecer en esta urna fuliginosa.
La urjo a alejarse del engaño que es un libro entreabierto,
o esta pluma que me regaló alguien a quien he olvidado,
o el reflejo de mi cara en el cristal
que me separa de un cielo
inhóspito. Sé quién soy, porque persisto,
porque un poema es un pretexto
es una oración es un cadáver, porque las grietas
son también caricias, y ya llega la primavera, con su séquito de impaciencia
y mierda, y este cuerpo encaja aún los golpes
de los besos, y la lealtad royente
del insomnio, y el peso insoportable de la esperanza.
Sé también quién no soy:
no soy el fiel, ni el que cree,
ni el inteligente;
no soy el que agradece haber nacido,
sino el que deplora aquel arrebato bioquímico,
estimulado por la charanga de cualquier verbena
y las fanfarrias de un barrio miserable, en el que se bebía
vino a la puerta de las casas, y los hermanos se morían de tuberculosis,
y se comerciaba con leña y alpargatas, y rostros blancos eran cuarteados
por manos oscuras, como cartelas de yeso resquebrajadas por el vendaval,
y los niños colgaban de los pechos de las mujeres como las reses
cuelgan de los ganchos oxidados de los matarifes;
y tampoco soy el que escribe estas palabras,
envuelto por la humareda de la lluvia,
ni el que oye el crepitar cárdeno de la noche asediada
por el fuego de la terminación,
ni el que piensa en qué hará cuando acabe este poema
y el corazón siga deshaciéndose en una conspiración de latidos,
y la muerte se jacte
de su plenitud incorporal
y se ría de mi terror, espeso como el calostro,
de este no ser quien soy
y, no obstante, esperar, ulcerarme,
adormecerme.
Sé quién habita en mí: alguien
que no consigue escapar de esta habitación renegrida
por las luces del tiempo, ni de la opresión de un cuerpo
que tiende a lo alto, pero tropieza
con cosas mutiladas, con seres que vuelan
bajo tierra; alguien que contiene sombras
estucadas de hielo,
encajadas en la existencia
como las mamparas de teca en un sampán,
con el gorjeo de un pájaro
clavado en el vientre
y el tejer de la madre devanándose
en la rueca enfurecida de la nada;
alguien que hoy es ayer y mañana será nunca, nadie, nada,
objeto de la alquimia eterna de la muerte y de otras transformaciones
indecibles [lo indecible lo es, no porque se carezca de palabras,
sino porque se carece de entidad: no nombramos,
porque hemos sido incapaces de erigirnos en interlocutores
de lo que nos interpela]; alguien que convive con su putrefacción,
aturdido por la certeza de que se pudre.
Oigo el lamento de las campanas.
También ellas perecen en el lodazal del cuerpo.
Decimos lágrimas, pisamos los ojos decapitados,
el estómago poseído por la electricidad.
La lámpara me interroga, pero no sé
la respuesta.
de Insumisión.

[OCUPO UN PUNTO QUE SE PIERDE…]

Ocupo un punto que se pierde
en la insignificante sucesión
de puntos que me forman.
Soy lo que se ha ido, lo que se hace instante
y se hace piedra, lo que me amamanta
y me succiona: un punto más
en la fuga del ser, en la demolición
del latido. Y veo estas manos
que escriben,
los dedos que moldean el silencio
y lo transforman en silencio humano.
Reconozco los ojos que me miran
desde el cristal, velados por una niebla ardiente:
corren, inmóviles, como si huyeran
del cuerpo, o careciesen
de él; quieren detenerse, pero gritan
y se ennegrecen,
y abrevan
en ácido,
y se consumen
en el desorden y la simetría;
producen tinta:
son tinta, y pugnan por que todas
las noches sean una sola noche.
Y arde la noche,
desde cuyas profundidades
observo
el caer de los cuerpos,
y me sumo a él:
glándulas y ataúdes y murmullos
que circulan por este deshacerme
en el que estoy
recluido; afectos
diseminados
como metralla
por un impacto irresistible;
gavillas
de espectros
que corroboran
la nada.
Ni siquiera conozco mi pasado: es un cuerpo
ajeno el que se hospeda en mi cuerpo y concibe
el poema; son otras hebras las que componen
el ininteligible
tapiz del ser, el tabernáculo
salobre de la madre, el aire
virginal que es membrana
del mundo, piel en la que desemboca
mi piel, y besos
que escuecen,
pero silíceos:
besos como regatos.
El árbol no es: su copa imita el gesto
del agua yéndose, y los pájaros
que lo coronan sobreviven
en la frontera
sin líneas de lo fluido.
Huye su masa:
su movimiento es su quietud;
y huyen también mis ojos,
que tiemblan
con su temblor
de suceso limítrofe,
con el tumulto efímero de su musculatura.
Tampoco existe el banco
que veo, ni la injuria de la luz,
ni la espadaña próxima, arqueada
como un cisne: todo es vislumbre de la muerte,
renovada obsesión de la materia
por exhalar su polvo
y su indiferencia.
Lo que está niega el mundo,
pero es el mundo, y su presente
es memoria: un oasis de átomos,
médula apenas médula, entidades amándose,
o fugitivas. Veo el aire,
y lo que rompe el aire, y a mí viéndolo;
y la carne abandona
su sede,
y el tiempo
envejece, y madura el sucinto coágulo
que es desaparecer. Mis ojos ven
lo que seré: un cadáver, como ya
soy, pero exento de lenguaje,
privado
de esperma y de sol; algo
nonato,
desechado antes
de concebirse; una partícula
de este futuro que se ofrece
hoy, seminal,
con zarpazos de jade y de ceniza.
Y en esta percepción me adenso,
frío como la pez,
mientras percuten, a mi alrededor,
los objetos nacientes,
o los que dejan
de ser.
(Poema IX de Cuerpo sin mí, Bartleby, 2007)

Poesía para… (letanía a modo de poética)

Poesía para desnudar la palabra.
Poesía para que se encienda la piel.
Poesía para conjurar el miedo.
Poesía para interpretar el caos.
Poesía para razonar los sueños.
Poesía para hacer exacta la alucinación.
Poesía para ver lo invisible.
Poesía inútil.
Poesía para la belleza.
Poesía contra la estupidez.
Poesía frente a la intemperie.
Poesía para llegar al día siguiente.
Poesía para tener tema de conversación.
Poesía para respirar.
Poesía para sustituir al grito.
Poesía para follarnos al lector.
Poesía para que el poema nos folle.
Poesía porque es lo único que sé hacer.
Poesía para que la oscuridad sea luz y la luz, oscuridad.
Poesía para vivir más.
Poesía para decir “te quiero”.
Poesía para eyacular.
Poesía sin poéticas.
Poesía para la revolución.
Poesía para la nada.
Poesía para todas las palabras.
Poesía en silencio.
Poesía para que no nos engañen.
Poesía porque no se vende.
Poesía para el poema.
Poesía para ser libre.
Poesía para los amigos (y los enemigos).
Poesía de lo inverosímil y de lo cotidiano.
Poesía para crear otra realidad.
Poesía porque de algo hay que morir.
Poesía para no pensar en la muerte.
Poesía porque es divertido.
Poesía para llevar la contraria.
Poesía para tener razón.
Poesía porque no me da la gana escribir prosa.
Poesía porque no sé escribir prosa.
Poesía para rezar.
Poesía para que nos quieran más.
Poesía para preservar el espíritu.
Poesía por facilidad de palabra.
Poesía porque suena bien.
Poesía para que la palabra diga lo que dice.
Poesía para que la palabra diga lo que no dice.
Poesía para comprenderme.
Poesía para convivir con la contradicción.
Poesía para vencer al pudor.
Poesía para olvidar el tiempo.
Poesía para sentirnos diferentes.
Poesía para que nos pregunten: “¿Qué ha querido Ud. decir con…?”
Poesía porque no rima.
Poesía para recordar.
Poesía por imitación.
Poesía para tener algo que hacer los fines de semana.
Poesía como prótesis.
Poesía como consuelo.
Poesía para entretenar la espera.
Poesía para seguir escribiendo “poesía para…”
Poesía por vanidad.
Poesía poro.
Poesía para que se nos ocurran versos al acostarnos (y no los recordemos al despertarnos).
Poesía para que nos deseen las mujeres (o los hombres).
Poesía para que nuestro padre nos apruebe.
Poesía para que nuestro padre nos repruebe.
Poesía para cagarnos en alguien.
Poesía, siempre, para la emoción.
Poesía porque poesía.

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QUÉ ME PASA DOCTOR? [Mi poema]
José Gregorio Vásquez [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo sé que no está bien, que es mi pecado.
Pudiera no admitirlo mas lo admito.
De vez en cuando salto y pego un grito
con esa voz tan fuerte Dios me ha dado,
e incluso que me irrito.

Y sé que me desmadro y desmeleno,
a formas voy perdiéndole el respeto,
y hay veces que no sé por qué me meto,
me siento cual si fuera un sarraceno
y a veces de un paleto.

Quizás sea bipolar. Hoy me analizo.
¿Pues quién me dio a mi vela en este entierro?
¿Soy víctima un conjuro o de un hechizo?
¿Un gafe? pienso aquí rizando el rizo,
que a todo yo me aferro.

Pues siento que me miro y no me encuentro
dejándome llevar por la pasión,
que es tanta que me explota el corazón,
y admito descontrolo y me descentro
y lloro de emoción.

No sé si es que sufriera de idiocitis
de donde viene a mi este desafuero,
o acaso esa inflación es prostatitis.
Admito que padezco futbolitis.
Doctor soy futbolero.
©donaciano bueno

Ser #forofo, es una #enfermedad? Share on X

MI POETA SUGERIDO: José Gregorio Vásquez

1

El ciego exhibe sus ojos
y abre el ocaso con sus palabras
de donde ocultos los sonidos
vibran
y señalan con otras antorchas
las estrellas

Esta noche calla,
pero calla contra mí…
W.S.

Todo es tormenta en este cuerpo
precipitado ya
en el abandono
Los años venturosos
se han quedado atrás
lejos del atardecer.

Y quien persiste en el anhelo de seguir
no va solo
aunque limitada sea la hora
y final el juicio severo del tiempo.

No hay remedio que evite el largo y azaroso
suplicio de una pena.

No hay plegaria capaz de sostener
ya a un cuerpo débil y errante
que anda en su último desierto:
incapaz y sin fuerza para proseguir.

Abandonado no queda sino el adiós:
la amarga caída de golpe funesto
a esta tierra triste y reseca

Todo vuela por encima
y solo aquella palabra olvidada puede continuar
un inventario borrado ya por otros.

La señal profunda de la vida
estampa en el hondo papel
lejano de ese olvido
su última letra:

la más antigua conexión
con otra tierra prometida.

Del cuerpo no queda nada

Lo poco se vuelve refugio lejano
de otra noche
de otro silencio
de un último acomodo
antes de recostar la cara ante el viento
del abandono.

Ya son pocas las palabras
y se me atragantan.

Y en mi piel ya sedienta y maltratada
y en mis ojos sofocados
comienzan a aparecer otras marcas
otros sonidos:
lejanas señales e imprecisas.

Hago silencio
callo ante la noche.

Cierro los ojos para entrar
a la otra ciudad
la antigua
la verdadera
aún entre murallas y misterios:
es ella la que ilumina mi nuevo destino
permitiéndome decir un día
nuevamente.

Aquí ya no hay lugar
para una página desdibujada
donde intente refugiarme
antes de perecer.

Aquí no hay lugar
para volver atrás
y recorrer los años.

Son muchas las marcas y profundas
de otras desdichas que me acorralan
sometiéndome inclementemente.

Escribirlas aunque se decline la mano
y palidezca la tinta
empaña ya
lo que está en calma.

Quiero quemar
lo borroso.

Los restos
de otras ilusiones
ya ajenas y abandonadas.

Quiero cruzar de un día a otro
de una noche oscura
a una más distante de la intemperie
pero nada puedo.

El silencio sigue atado a mi piel
y a mi cuerpo agobiado.

Cruzo sin sueño
y sin nadie
el río antiguo.

Doy pasos lentamente
deshojando la nueva hora
llevando el luto a cuestas y callado
de cada aliento movedizo de mi mano.

Voy trayendo forzadamente el poema
a un cielo roto
en la miseria

con otro aire detenido
que se apaga.

Cuando vuelvo a él
es otro de verdad

otro el sonido misterioso
de sus noches


es otro el poema ya sin cuerpo
ya sin esta piel cansada
por los años

y sin embargo me quedo en él
contemplándome
desde lejos

mitigando la obscuridad
que se extingue

sabiendo desde allá que todo cambia
en el aire ya vencido que me atrapa
Todo aquí se apaga
y apenas puedo.

Queda el papel vacío
la tinta seca

y por debajo del líquido funesto
otro temblor mancha el papel
aún dudoso.

Al despertar vuelvo sin aliento
y sin mí y sin nadie
resistiendo la agonía.

Ahora sé en verdad
lo que es penoso
y entonces
me distancio
bajo un profundo silencio
uno nuevo.

Sé que todo quedará lejos
incluso
este papel
que palidece
ante la noche

ante el vano intento
que me trae hasta aquí
por decir un día
al menos uno más
sabiéndome
ya lejano
y desdichado.

2

Lo que queda del día es ya ceniza. Me corroe haciéndome
un daño irreparable. Detiene mi cuerpo vulnerado
y nada logro a pesar de los tropiezos. Mis pasos
son lentos e inseguros. En ellos me sostengo. La inútil
sentencia no me ayuda.
Cuando callo se enciende en mí todo para no morir.
Pero justo es callar con un último soplo.

3

La palabra no busca sólo un sonido. La palabra busca
en otras formas. La duda corroe ese afán. Quiere perderse
en otras formas. Intenta esconderse. Huir, dormir,
despertar. Seguir detrás del tiempo. Otras penas.
El ágil movimiento de otras horas. Busca el pequeño
agujero en otro relato. El lugar perdido. La fuerza de
una nueva ilusión. La prolongación de un silencio más
íntimo. Las escenas infinitas y repetidas de la vida.
Todos vamos ahí. Nos quedamos ahí, escondidos, ausentes,
infringiendo un destino otro.

4

Mi último aliento lo abandono en este lento escribir.
Arrastro mis silencios hasta el papel, sabiendo que sólo
puedo dejar jirones de piel en la palabra. Trasiegos de
otros instantes rotos cuando respiro. Sangre aciaga
como tinta manchando el pliego vencido por los años.
Voy dejándolos marcados con viejas palabras para esquivar
el destino incierto de un sombrío fi nal que se
acerca inminente.
Ya las palabras no me envenenan. Queda poco de mí.
Sólo ruinas. Algunas letras secretas del olvido que me
acompañan y me ayudan a morir calladamente.

5

Estos son mis ya lejanos dictámenes. Son los que ahora
me niegan, me abandonan, me hacen daño. Los que se
apoderan de mí cuando apenas puedo o nada valgo. Los
que me dejan en la noche oscura, desmembrado, inútil.
Aquí están. Ríen mientras quedo como un viejo harapo
arrastrado en la penumbra.

1
Se desprende de las hojas de un árbol
olvidado

y cae
a pedazos en la tierra.

Desperdigado
no tiene otro destino
sino el regreso.

Marcado por el olvido
busca a tientas la otra casa

anda a ciegas
lejos ya de los mayores

naciendo con el viento
de un callado y solitario mediodía.

Sus noches vienen de lejos
donde la soledad
también es condena.

El viejo abalorio salvaje
y duro
del silencio de su corteza.

La raíz intacta
de los nombres
heredados
que aún sigue tatuada en su frente.

La luz
esa luciérnaga inmóvil
que vigila las entrañas
y enciende las palabras
escondidas.

La heredad del antiguo sonido
del canto sigiloso
de los dioses.

El viejo acorde
en las entrañas de los otros árboles.

Un misterio
arrastrado de noche en noche
con sus antiguas ceremonias.

Sus manos ahora raíces
se acomodan para escribir
los signos más sublimes
de esta intemperie

en un papel lleno de tiempo

impregnado ya
por otros atardeceres.

Editorial Aricema

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VIRUS A MONTONES [Mi poema]
Antón Arrufat [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Contra el Covid pues ponte mascarilla,
contra el Covid pues lávate las manos,
contra el Covid pues ¡que les den morcilla!
contra el Covid ¡maldita esos gusanos!

Contra el virus rechaza a los villanos
que presumen de inmunes y presumen
de ignorancia, mas nunca de cacumen,
de su suerte pues que ellos están sanos.

Esperpentos de gentes que egoïstas
solo piensan dar rienda a sus deseos,
pregonando pues que ellos son ateos
se divierten jugando a ser turistas.

Contra el virus pues lávate las manos
contra el virus enjuágate la boca,
repensando al hablar que es lo que toca,
evitando intervengan cirujanos.

La ocasión ya se sabe pintan calva,
a mansalva existen virus por doquier,
esos virus que ignoran qué hay que hacer
y de empeño e incordiar nadie se salva.

Pues que virus existen a montones
hay algunos malicia no aparentan,
que te engañan si ves lo que te cuentan ,
tan pequeños y en cambio tan matones.

A ese hombre, ese tipo prepotente
que la fuerza en la boca se le escapa,
al que observas y ves como derrapa
el que engaña pues no es tan buena gente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Antón Arrufat

“A LA BELLEZA”

¡Oh, divina belleza! Visión casta
de incógnito santuario,
ya muero de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.
Nunca te han visto mis inquietos ojos,
pero en el alma guardo
intuición poderosa de la esencia
que anima tus encantos.
Ignoro en qué lenguaje tú me hablas,
pero, en idioma vago,
percibo tus palabras misteriosas
y te envío mis cantos.
Tal vez sobre la tierra no te encuentre,
pero febril te aguardo,
como el enfermo, en la nocturna sombra,
del sol el primer rayo.
Yo sé que eres más blanca que los cisnes,
más pura que los astros,
fría como las vírgenes y amarga
cual corrosivos ácidos.
Ven a calmar las ansias infinitas
que, como mar airado,
impulsan el esquife de mi alma
hacia país extraño.
Yo sólo ansío, al pie de tus altares,
brindarte en holocausto
la sangre que circula por mis venas
y mis ensueños castos.
En las horas dolientes de la vida
tu protección demando,
como el niño que marcha entre zarzales
tiende al viento los brazos.
Quizás como te sueña mi deseo
estés en mí reinando,
mientras voy persiguiendo por el mundo
las huellas de tu paso.
Yo te busqué en el fondo de las almas
que el mal no ha mancillado
y surgen del estiércol de la vida
cual lirios de un pantano.
En el seno tranquilo de la ciencia
que, cual tumba de mármol,
guarda tras la bruñida superficie
podredumbre y gusanos.
En brazos de la gran Naturaleza,
de los que huí temblando
cual del regazo de la madre infame
huye el hijo azorado.
En la infinita calma que se aspira
en los templos cristianos
como el aroma sacro de incienso
en ardiente incensario.
En las ruinas humeantes de los siglos,
del dolor en los antros
y en el fulgor que irradian las proezas
del heroísmo humano.
Ascendiendo del Arte a las regiones
sólo encontré tus rasgos
de un pintor en los lienzos inmortales
y en las rimas de un bardo.
Mas como nunca en mi áspero sendero
cual te soñé te hallo,
moriré de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.

El temeroso amor

La noche se abre sobre el cine.
Estamos juntos y te siento respirar.
Las oleadas últimas de sombra
corrompen las amarras ajenas.
Miramos aturdidos la pantalla,
sé que la miramos en busca del momento
en que la Bestia enseña sus dominios,
y agoniza en la yerba
para mostrar la forma de su amor.

Nos gustaba ese momento, esa frase.
Yo la repetía despacio en tu oído,
un poco inclinado sobre tu carne pálida.
Esa frase, la intensidad del gesto, la mirada
postrera del que sabe que pierde,
se unían a nuestro amor. Nos servíamos
de las cosas ajenas, de lo que otros soñaron,
tal vez, en la butaca de otro cine del mundo.

Te siento respirar, aletear levemente,
buscar en la sombra las pastillas del asma.
«Anoche dormí dos horas, con el pecho
oprimido.»
Y tus manos fulguran y las acaricio calmado,
sin presión, para descubrir el nacimiento
del amor en mi pecho, en la sangre.

La aparición dolorosa del amor, el temeroso
amor, siempre jugando su partida,
siempre en el pavor de perderla.
Crece en mis venas. Parece
que tú entras en mí y yo salgo,
dejo reinar tu presencia oscura
y busco, en la penumbra de la sangre,
pasarme suavemente a tus venas.
El temeroso amor emprende el viaje,
y conoce, por su propia lucidez, el fin.
Tú quedarás indescifrable,
tu carne pálida por siempre ajena.
Yo quedaré en mi soledad, apartado,
en mi butaca sombría.
Pero no importa, el amor
juega su perenne partida.

Hablamos de tener ojos
en la punta de los dedos,
ojos que conocieran el color de tu carne,
el cambio de la luz en tu carne, fragmentos
del film, el resplandor de los candelabros
en la casa de la Bestia,
y no estos torpes dedos, que avanzan
sin mirar, percibiéndote apenas.

De pronto se encienden las luces
y queda blanca la pantalla.
Me pierdo solo en la calle.

AL FILO DE LA MAÑANA

En una cama en penumbras,
hay dos cuerpos tendidos.
Respiran y libremente fluyen
como el agua muy pura.
Uno al otro se vuelven, y vagan remotos
por sus propias llanuras.
Sin relojes ni prisas, habitantes de sueños
que no logran compartir,
y ambos sienten su lejanía, y al sentirla
se palpan con la mirada.
Luego acuden las manos buscadoras,
dos manos que en la cama forman algo distinto,
algo que no les pertenece, y abre
un espacio sin dueño, vivo organismo
latiendo desprendido en un enlace efímero.
Diez dedos como diez ojos quieren trazar un puente,
por el que nadie pasa ni pasar puede.
La luz del mundo duda todavía en comenzar,
y sólo es cierto, y quizá real,
el calor inseguro de sus cuerpos tendidos.

El nuevo poderío

Si puedes andar varias horas,
conversar, reírte a carcajadas,
sin preocuparte del reloj,
de que se hace tarde, muy tarde,
sin temer el arribo de la medianoche…

Si puedes ver la mitad vacía de tu cama
sin desvelarte,
con el teléfono y el fax desconectados…

Si puedes sentir la alegría
carente de motivo, la alegría pura,
y no temes al miedo de aceptar
la relación de tu cuerpo
con el espejo del cuarto al levantarte…

Si con dócil euforia
conjeturas el porvenir,
y puedes mirar sin ver
realmente, las ciudades y los puentes,
el paisaje que conociste,
y recordar antiguos caminos
sin severidad ni nostálgico…

Si puedes llegar a creer
que serás -o ya eres-
displicente, tranquilo,
de un modo sabio…

Podrás, siendo así,
sin lamento, rubor
ni autoengaño,
podrás decir:
finalmente, estoy solo.

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