A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

LAS GUERRAS [Mi poema]
Ricardo Bellveser [Poeta sugerido]New

MI POEMA...de medio pelo

 

¡Las guerras generan odios y rencillas y venganzas!
conflictos que benefician a fabricantes de armas,
a los gobiernos corruptos y a sus cómplices, las mafias.
¡guerras, tristes, sois reflejo de la estupidez humana!

De personas ambiciosas que se creen salvadores
de los pueblos y sus tierras. Que aspiran a ser señores
de lo divino y lo humano. Que no aceptan a traidores
de sus ideas absurdas y aplican sin restricciones
llagas con dolosa crueldad a sufridos pobladores.

Yo no anhelo un mundo así mandado por caraduras.
Quiero que la gobernanza la lleven gentes maduras,
sin ambición personal, más preparados, no ineptos.
¡al averno los partidos con ambiciones impuras
que tocar poder desean para aupar a sus adeptos!

Sé que aquí expreso un deseo, que la verdad es más fuerte,
más lo pienso defender para siempre y hasta la muerte.
Un buen día ha de llegar en que el sueño, esta utopía,
se ha de hacer realidad. Pero aún me quedan muchas dudas
cuanto en llegar tardará y desgracias y desventuras
tendremos que aún soportar hasta que llegue aquel día.

Propongo a los presidentes, para calmar sus desvelos
y así salvar a países que ellos mismos representan
que busquen otros remedios, no estas técnicas sangrientas
Y aconsejo a gobernantes que para evitar los duelos
vayan ellos por delante, parientes en paralelo,
y cuando vuelvan triunfantes los pondremos por modelo.
©donaciano bueno

Las guerras son las más palmaria demostración de la estulticia humana.

MI POETA SUGERIDO: Ricardo Bellveser

Tarde de Julio

Probablemente era una tarde vulgar,
tedio contagiado, brisa que teje los pinos
y los evita. La tierra cálida como un pecho.

En las manos, un libro curvaba las alas
y descendía aguilucho hacia las rodillas.

Nos miramos y estalló la estancia.

La saliva es la que prologa el amor
en su viscosa ceremonia del génesis,
con su efímero nacimiento y su endriago.

De pronto el tacto fue importante.
tentar lo que las miradas habían encendido,
reducir la distancia del inflamado deseo
que gesticulaba un salmo de la consumación.

Una paloma se asomó entre sus finos labios.
Le desabroché la blusa, y sonaron Las Valquirias.

La casa de los padres

Qué desorientación y qué soledad,
aunque, ¿no es el vivir soledad
y no es la soledad el primer síntoma
de la Gran Desorientación?

Es lo último que quizá quedaba de ellos,
una casa repleta de objetos raros
de los que me deshago con impaciencia,
apenas trastos han sido en el sendero,
cachivaches henchidos de extravío.
La casa de los padres, ahora lo sé,
se transforma en una tibia crisálida,
espesa red de recuerdos aturdidos
que tejen las madres con hilos de seda
mientras nos tienen atrapado el corazón.
Allí pasé de gusano a mariposa,
y emprendí el vuelo si es que andar es volar.

Esa casa, esta, después de irnos todos,
quedó como piel de serpiente olvidada
en el camino tras precisa la muda,
pues la sierpe la cambia para crecer
y eso es lo que le da la libertad.

La abandono, creedme, sin emoción,
con la extrañeza de saber que ha acabado
parte de mi historia y que ahora comienza,
en serio, la otra, la gran aventura
que surge de lo que queda del recuerdo,
la memoria o la lección bien aprendida.

Salí de allí pues el mundo me esperaba,
que era solo mío desde ese momento,
del que ya he consumido buena parte.
Salgo ahora silencioso y conmovido,
a beberme los últimos tragos largos
de una vida en la que se desorientan
los mal contados días que me queden.

Clavo en la pared

Todo acto humano tiene un propósito.
El tiempo se encarga de ocultarlo.

Hasta el más olvidado clavo
en la pared, isla de acero
en el desierto de cemento,
tuvo sentido.
Quizá de él colgó un retrato,
una medalla, un título,
un testimonio del ayer.
Se puso allí para cumplir
una misión hija del cálculo.

Hoy, en las cenizas del nido
es un objeto solitario,
que parece un insecto detenido
e inútil al que nadie atiende.

Su absurda soledad desvela
lo que hay de vano en nuestros actos.

La ausencia del calor humano
engendra hostil entre las cosas
un confuso caos sin albedrío.
Lo inexplicado muere de olvido.

Vamos a ver

Vamos a ver: la noche es cálida,
hay un insecto detenido en el aire
y un gato cruza la calle
husmeando en cada charco.

Vamos a ver, cayó la noche
y formamos una sola melena
de saturnos enhebrados
como caracolas marinas.

Vamos a ver: la noche es cálida,
el gato curioso, cansino y negro;
nosotros junto a un vaso de vino
como el que enriqueció el sueño
del patriarca Abraham,
sabroso cuál mistela de postre.
Y en algún país hay una guerra.

Vamos a ver: hemos vuelto a vernos.
Mientras reímos historias contadas,
un insecto se ha detenido en el cielo
y nuestros cuerpos, leves cual sombras,
reflejados en el charol mojado,
recuerdan el tacto del contacto,
el sabor de la saliva en los labios,
el azúcar del aliento jadeante,
mientras se escurre el gato
entre los coches varados en la orilla
y el insecto busca la luz de una farola.

Vamos a ver: bebo un trago de vino,
nos olvidamos, quizá, de las guerras
y nos declaramos una, ¿lo entiendes?

Antes del silencio

Bien lo sé: la fragua que incendia las venas,
el yunque en el que se moldea el corazón
a golpes de conciencia, negarán, después,
haber existido. Dirán que fue un ensueño.
Todo se habrá convertido en sinsentido,
en indignación, en explosión de cólera,
en arrepentimiento, en sueño soñado,
cuando caiga, profunda y lúgubre, la razón
sobre mis sienes y robe lo poco de valor
que aún quedaba disuelto por el ánimo.

No es necesario esperar a ese momento,
aquí tenéis la vida, el deseo, la esperanza:
cobraos el gasto de mi saldo de tiempo
y aún os estaré agradecido por el negocio,
si con ello me ahorro el mentir callando.
Coged las arrugas, los versos, la vida
y daos por satisfechos con ese pago
muy superior a cuanto os debo.
Quedaré conforme con las sobras
de los enojos, con los residuos del día,
los pecios que cubren el mar de lo diario.

Triste alma la que a anochecidas ilumina
con su mirada el retrato de un lejano cadáver
que desde la pared, enmarcado en sudario
de óleo, mira, y al hacerlo inclina los ojos
avergonzado por el desplante.

Iros de aquí, huid de mala gana,
porque nunca entenderéis, me temo,
que una sombra fresca pueda aliviar,
la ruta cotidiana de solanas, rampas y aguaceros,
por la que transcurre la diaria vulgaridad,
la aceptada primavera de la noche,
que precede al silencio.

El lecho

… campos de pluma
G.

No puedo recostarme en este lecho
en el que fui engendrado hace tanto,
aquella cama de pies amurallados,
tapia por la que miraba de niño
el inquietante sueño de mis padres,
tibia presencia en sombras y suspiros.
Bajo las sábanas, ángulos, curvas,
enigmáticos bultos, volúmenes
de anatomías sueltas en la noche.
El tiempo tenaz todo lo ha cambiado:
el techo no es tan grande, ni tan alto,
ni tan misterioso, ni me acongoja.
La cama, sólo es un campo de plumas
que el tiempo con la muerte ha desolado.
(De Las cenizas del nido. Ed. Visor)

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VERSOLARIS [Mi poema]
Luis Rius Azcoita [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

De un amplio vocabulario,
mas de ideas algo escuetas,
sembrando van el erario
de burdas letras catetas.

Cuidan la métrica exacta,
que riman en consonantes,
burlando las asonantes,
de imaginación pacata.

Yo prefiero la música
muy cantarina
así la misma no tenga
clásica rima;
venga de donde venga
que el verso vibre y que cante
y que al ánimo levante
¡gloria divina!

Que los vocablos anden
no encorsetados
suaves, raudos y sueltos
nunca forzados;
que suspiros susurren
con embeleso
y hacia adelante empujen,
no en retroceso.

Pero si tú aquí conjugas
ambos factores
el arte verás que enjugas
de los mejores.

Fin pongo en el corolario
a estas cuartetas,
que escribas tu poemario
como te guste ¡puñetas!
©donaciano bueno

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Estos versos van especialmente dedicados a Margarita Dimartino de Paoli, José Alberto y en general a todos aquellos para los que la métrica clásica forma parte de sus obsesiones que, si bien yo aplaudo, aunque reconociendo ciertas licencias en base a la fluidez y musicalidad de los textos.

MI POETA SUGERIDO: Luis Rius Azcoita

Canción de amor y sombra

Quiero sembrarme en ti. No me conformo
con tu piel, ni con tu risa, con tu aliento.
No me bastan tus ojos y tus labios.
Tu sangre quiero.
Tenderte junto a mí,
desmadejar tu pelo
sobre el césped, sentirlo embravecido
como el torrente negro.
Deslizar mi silencio por tu lengua.
Beber de ti en tus pechos.
Surcarte libre, único, infinito,
como el barco en el mar y el pájaro en el cielo.
Enamorar tu entraña con mi entraña.
Herir de paz tu cuerpo.

Yo callo triste, tú besas mis manos,
mientras gime de amor mi pensamiento.

Federico García Lorca

A lo oscuro corrías
de los bosques, huyendo.
Se llevaba tu sombra la mañana
herida por el fuego,
y a tu voz la arrojaban
en un pozo profundamente negro.

¿Dónde podías ir tú sin voz ni sombra?
¿Dónde esconder la muerte de tu cuerpo?
a lo oscuro corrías
de los bosques, huyendo.

Era río tu voz de velas blancas,
rojos peces y azules marineros;
su verde transparencia
no correrá ya al mar. Un limo espeso
la ahoga y aguas muertas
cubren su silencioso yacimiento.

Descansa, pues, ahora
que duermes ya el descarnado sueño
y no te duele el corazón. Descansa
del terror de las balas en tu cuerpo.

Con tus ojos, ya estrellas
abiertas en el cielo
de tu paz, nos verás
regresar al lugar donde estás muerto,
y en el foso en que ahogaron tu voz arrojar flores
hasta cubrir el limo negro
de luces y de aromas,
y hacer de tu morada un claro huerto
donde lleguen abejas
a buscar miel, y mágicos insectos
vuelen enamorados
llenando de rumores tu silencio,
eternamente.

León Felipe en sus 75 años

Vedlo otra vez aquí.
De su vieja piel brotan
absurdamente flores
en salvaje melena enmarañadas:
recientes, frescas, olorosas flores
(así Elvira Gascón lo ha dibujado).
Y de la cueva honda de su boca
a veces una voz terrible sale
clamando; voz oscura
que, inesperadamente traicionada,
al aire se transforma
en un tierno, armonioso,
inexplicable canto.

El león viejo, siempre
caminando sin tregua, solo, acecha
en torno a sí, de día;
de noche, cara al cielo.
Errante majestad, centro moviente,
inestable, de un mundo
cambiante como él, sin equilibrio.

Quisiera descansar un poco; tienen
sus fauces la nostalgia
de un enorme bostezo. Pero siente
que una larga mirada lo vigila.
Por eso se revuelve,
se irrita, increpa, llora,
suplica.
Ruge amenazador a las estrellas
clavadas en la rueda de la noche,
buscando al ojo inmóvil entre ellas
?única estrella fija?
sin esperanza de encontrarlo nunca
en ese sinfín de astros sin sentido.

Él sabe que está ahí. Aguda siente
su mirada punzándole la piel,
mojándole de helada claridad
la florida melena embravecida.
Y escudriña la noche
y cuenta estrellas (antes,
piedras había contado)
e impotente blasfema
por fin para incitar
a Dios a revelarse.

Él no sabe si le lanzaría entonces
un zarpazo rabioso
para dejarlo ciego,
o si bajo la lluvia
de su luz se echaría
adorándola humilde
a cobijar su sueño ya logrado.

Ya ha caminado mucho el león viejo.
Le ha dado varias vueltas
al mundo, por eriales,
por selvas, por la guerra, por la paz,
por las noches y por días,
sin descubrirlo; orando, sin hacerse
oír de Él, sin conmoverlo nunca.

Y ahora vedlo otra vez
pasar junto a nosotros;
nosotros, que sentimos
cómo su voz que clama
en la noche, terrible,
en nuestro pecho queda absurdamente

resonando tan dulce
como la voz de un pájaro o de un niño.

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SEMANA SANTA [Mi poema]
Rafael Soler [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Gloria a ti, Jesús que en esta tierra ibera
con tanto fervor celebran tu calvario
en tanto y tan diverso ese escenario,
matiz que a la ficción entristeciera.

Que hasta el Gólgota portaste tu sudario,
tiara de espinas hendida en la cabeza,
son tristes fechas de gente en que ella reza
festejando tan gozoso aniversario.

¿Dónde los sentires nobles se reflejan
adorando a tu semblante bajo palio
que cargando con la cruz su sudor dejan?

Mientras plegarias y cánticos procesan
cofrades y penitentes del hispalio,
nazarenos castellanos que os profesan.
©donaciano bueno

Definición RAE de «hispalio, hispalia» según el Diccionario de la lengua española: 1. adj. p. us. sevillano. Apl. a pers., u. t. c. s..

#Andalucía y #Castilla, la misma #Semana Santa? Share on X

Última semana de la cuaresma, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, que la iglesia católica dedica a recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesús, famosa por sus diversas procesiones.

MI POETA SUGERIDO: Rafael Soler

Mujer con un panal al fondo

Cada abeja en su bondad extrema
escribe con el canto un apego a sus alas
para alzarse y comprender la dimensión del aire
como hace el náufrago al engullir voluntarioso
el agua que separa sus bronquios de las algas

toda abeja madruga si es el caso
listas para el hambre las antenas
palpitante el élitro converso

atenta siempre a su labor cosechadora
su frágil equilibrio ponderado
su lugar en ese pánfilo azul
que llaman horizonte y somos todos

pero esta mujer sobresaliente
atento el rímel a disfrazar su angustia
que dice ser hogaza partitura postre cereal
argumento de un duelo con pistolas

esta mujer que tuvo lo que tiene

la matemática
la joven del violín
apuradora de versos con ginebra
imprevisible entonces al son de una bachata

pasea por su rostro el dedo anular del desamparo

evoca desprovista
la imposible ternura del pezón en retirada
los aledaños benignos de un vientre devorador y astuto
la brújula que sus pasos empuñaban para evitar el norte

y ahora tirita en su final
en busca del enjambre que unos llaman vida
y los desesperados portal de la misericordia
porque
todo dedo admonitorio
todo escrutinio supuestamente inofensivo

toda invectiva amenaza pústula
sacramental divorcio

cualquier afirmación solemne
exclusión en apariencia maliciosa
augurio semblanza devastación urgente

caben en un cucurucho blanco

toda flagelación en su disculpa
toda muerte en su envés
toda paz en su derrota

y todo abrazo pendiente en la palabra nunca.

Escorzo de anciano a la intemperie

A buen precio el medio kilo de honesta zanahoria
su huella ignominiosa dejando en los baberos
la renuncia de sabores cumplidos con la edad

textura por ejemplo de nísperos y vino
paladar de frambuesa en la terraza
titubeante oblea
postre fatal

más barato todavía
el olor a detergente en el pasillo
renqueante su fragancia entumecida
funcionario y cumplidor cuando enmascara
fumarolas de orín bullendo en los pañales

y dos por uno atento tienes
el tacto sudoroso de la felpa
que hacendosa en tus rodillas viaja

de saldo
cliente aventajado
un ruido con asma silencioso en tu sordera
tan distinto a mi música de piano

y gratis
completamente gratis
un martes buscando en las esquelas
y una sonda amable a tu nariz prendida

te mataría amor por haberte suicidado.

Reservado, por favor, el derecho de admisión

Perdurarán a tu pesar los balbucidos
suburbio circular de la memoria

los que hicieron del estiércol su lugar común
los hacedores del engaño
los amanuenses del silencio
los que a víscera completa prometieron
compartir contigo las trincheras
y patizambos a otros se abrazaron

los cocineros del hambre
los esquivos
los que nunca faltaron a una cita
los que siempre buscaron una excusa
y aquel diminuto sinvergüenza
que contaba hasta diez y éramos cuatro

desafiantes llegan para ocupar un sitio
legítimos y audaces con su vasija rota

y traen
en su descenso último
en su bien llevada alegoría de lo efímero
un musitado amago de perdón
una disculpa en ciernes
una caries que enturbia su sonrisa

prietos de carne
así a tu pesar los balbucidos.

¡Lávate las manos!

Atento a sus cachorros numerados
padre hablaba de lacónicos sucesos

la caída del dólar por ejemplo
y el enigma pendiente de la luna de Mercurio
más alta que nosotros en su tristeza crónica

escanciando con vino y gaseosa
noticias prescindibles
apocalípticos desmanes de la fiebre
la aflicción que causa siempre lo perdido

escuchaba el reloj con su campana
escuchaba madre en la sopera
escuchaba el hule bajo el lino

a tenedor alzado
enumeraba las bondades del potasio
el pasado sustantivo de las truchas
los cinco punto cardinales que nacían en el sur

y su papada arzobispal
su labio de acero clausurado
marcaban para todos la distancia

camaradas de andén
pintábamos entonces de vainilla
la pregunta que nunca hicimos entre todos
por si acaso

discutía el reloj con su campana
suspiraba madre en la sopera
nuestra voz bien tapada con el hule bajo el lino.

National Geographic

Al encuentro del cofre que atesora
indefensas termitas con el glande a la intemperie
bobaliconas crías retozando en la madera
zascandiles abuelos desdentados

un ejército de hormigas siempre se detiene
por esperar el alba y sus confines
cada una con su terrible pinza
su bolsa y su entrecejo

en cambio tú
que te levantas tarde
que nunca descuelgas el teléfono si llamo


con tu sombrero sucio
tu boca de martini y tu mechero inquieto

cuando te aburres pasas
prematuro distante soberano
abriendo sin permiso el escote de mi cama.

Una derrota compartida es siempre la mitad de una victoria

Por separar mis piernas baobab
a menos veinte llegas
con tu aliento amoniacal
y tu culebra verde

a menos cuarto
tu decir oleaginoso
varón estricto que por mirarme explora

a menos diez
mi rendición de hembra

y a las en punto dos comas suspensivas
dos cuerpos que dóciles se entregan
antigua soledad sin cauce
yuxtaposición del tedio.

Donde de nuevo nace todo

Hay labios que no navegan nunca
y hacen del beso su frustración primera

labios tardíos de algas coronados
con la conciencia limpia para surcar el hielo
echando a los amantes por la borda

y hay labios de universal dominio y pleitesía
labios tijera así desdén para otras bocas
que hacen del carmín un estandarte

labios caimán
que besando culminan una historia
y por besados recuperan su decir bibliotecario

labios vudú amor como los tuyos
enteramente ciegos
de muda voz y mano laxa
para abolir al teutón que llevo dentro.

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PERROS SARNOSOS [Mi poema]
Luisa Futoransky [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Son fatuos, prepotentes, presumidos,
escasos de principios o amorales,
algunos hay bastante carcamales
que sueñan con mandar cuando aun dormidos
presienten que han logrado sus avales.

Capaces de matarse aun entre ellos,
adictos al veneno del poder,
ajenos a quien deban de joder
soñando deslumbrar con sus destellos
mirando hacia su Dios y hasta más ver.

Algunos hay mediocres, chupatintas,
negados para hacer con un canuto
incluso ni la O, pues que a algún bruto
así sea aparente buenas pintas
si un título hay que dar, ese es de puto.

¿Creer en un político? ¡inocente!
¿creer en lo que cuentan? ¡mentirosos!
Sujetos son obsesos, belicosos
dispuestos a matar porque la gente
se deje engatusar. Perros sarnosos.
©donaciano bueno

Para los #políticos, el fin siempre justifica los medios? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Luisa Futoransky

Circería

A estos hombres
los transformé en versitos
y los confiné en libros y revistas
porque, con los tiempos
que corren, no es cosa
de andar encima procurándoles bellotas
ni margaritas, para los días
de guardar.

En cuanto al Ulises, ése, de Ítaca,
díganle que de áspides, sapos
y mastodontes como él
tengo llena la sartén.
Además, el juego (circense)
de las resurrecciones
no es más una especialidad mía.
Yo ahora, tejo.
Créanme.
De: La sanguina

Foto sepia

Así debimos de haber permanecido
con una pequeñísima imperfección que nos haría sublimes, inmarcesibles: el volado del calzón desparejo
un levísimo fruncimiento del ceño
la piel tan tersa
rivalizando con el primer durazno de estación

En algún firmamento, así somos.
La casa hermosa, el jardín pulcro

La rueda de la vida brinca, reina
la flecha de la aguja trucada, desde el vamos
pero tanto desmayabas por jugar que girabas la manivela con fruición
a sabiendas que los prodigios no eran ni de tu voz ni de tu tiempo

un mundo de abrazos y humores exangües fue tu lote
y confundiste géneros, meteoros con planetas,
derroche y derrota, tan vecinos.

Entre los pliegues vagamente celestes zurcidos de la burqa
Detrás de las escarificaciones anidan destellos de soberbia

Aquí y ahora
mi desvencijada máquina de vivir.

Lik, la de la foto

Un animal inquieto en su radiante madurez
un manojo de luz que se derrama con intermitencia de faro,
de estrella tan remota.

Y te duermes, nena, con tus juguetes acariciados con largueza
los nombres de ciudades ultramarinas donde pierdes leyes y ceñidores
ebria de absoluto en zoológicos y bazares donde impera desconcierto

Sobria, la foto retiene y revela la escueta timidez
en la arrogancia de algún gesto
En cambio tus lágrimas que nunca dejan presa
asoman detrás de la sombra, las perras
van así, de peñasco en peñasco, construyendo nido
en la comisura alzada de tu sonrisa
y alojándose en tu repentino desfallecimiento
Un escalofrío inextricable revelará, a deshoras
tu melancolía,
sin remedio.

Repican los grillos en los llanos del sur.
La más cálida aguarda el brazo de su abrazo y tiene dispuesto para el asombro, cree, el más secreto amor.

Desde la otra orilla el remolino parece un sistema solar.
Pajitas, troncos, serpientes de río, ahogados, bagres y viejas, bronca, esperanzas, marcos desquiciados; en el estuario, todo vale.
Hasta los hoyos negros del firmamento que no te ofrezco.
Te desgrané en las aspas de loas y blasfemias, de crónica y cantigas. Atrapando nada.

Reseña

Soy de otra parte, otro cuerpo, otro golfo
Para que me entiendan
para que no me entiendan demasiado
por atajos y digresiones
escribo.
A mano limpia. A campo traviesa.

Vivo por circunloquios, espirales, pidiendo disculpas, permiso. Demasiado.
Tropiezo, desentono, me repito,
adiciono prótesis, me encorvo
heteróclita, minuciosa, descuidada
descartando a manotazos, boqueando
con notas a pie de página
inverificables.

Desenraizada como tronco de plátano
a merced de la borrasca, puro cráter, pura fragilidad
sin saber echar raíces pero voy
poniéndome en escena, fuera de foco,
por lente cóncavo o convexo
nunca el del arcoiris nunca el del amor correspondido menos furtivo.

El mínimo denominador común del dolor es universal
y su raíz cuadrada esta nuez, este rubí,
que aún alumbra, soberbio, secreto, aunque airado
la palma de mi mano.

Llanos del sur

los calmos bergantines las flores más sangrientas los lienzos
de la discordia los panes del milagro

adjetivos y ritos profusamente iluminados
por la luz mala, fosforescente de lo corrupto
se yerguen de la llanura atrás del acero oxidado de sus armaduras
allí donde el ganado abona el suelo
pero las simientes olvidan crecer

extensión de la condena soledad es tu nombre
los vientos fatigados se detienen a contemplarse en tus riachos
pampa de la desesperanza
sólo tu feroz tenacidad hace que entres
por la puerta grande de la tragedia

llano enrojecido
llano del atardecer donde la palabra descubre el secreto
y los pájaros enloquecen de temor

hora en que los elementos son un haz vandálico
un estremecimiento prolongado en el espinazo de los vivos
hora en que los hechiceros soplan las narices de los enfermos
pero no logran felices resultados
hora en que la lejanía y la vecindad de los estrechos
confunde aguas y tierras

únete viento
ven basilisco que es tu turno
huye unicornio por las altas gramíneas
refúgiate en los tapices de las damas
que ya las maderas del presagio
arden en razones de cuidado
y el silencio es un enigma que no predice
un solo día venturoso

entre la cima y el valle
el menor esfuerzo, nada agotador
nada que turbe la indiferencia de las tierras llanas

ciudad cuyo medio propicio es la humedad
pulpo extendido, ambiguo y perezoso
tu abrazo es el ahogo febril que impones a los otros
ansiosa ciudad gris
a la que es necesario ganar palmo a palmo la alegría
ciudad de artilugios y espejismos
con su poder agazapado en las tinieblas
contigo los pactos de honor
están destinados al fracaso
ciudad perdida en estéril oratoria
y en la retórica infernal de los posesos
predispuesta de antemano a la condena

cuando las algas se adueñen de tu estridencia
y el limo se solace en tus bodegas
cuanto te sumerjas en la noche sin espejos
¿quién tendrá piedad por tu arrogancia?

cuando los peces retiren sus ovas
de los recovecos de tus construcciones
otra vez un ingenuo, un loco, un guerrero
un fanático, un ambicioso, o todos ellos juntos
o alguien con todos y más de estos defectos y virtudes
erigirá un fortín en el desierto
y te llamará de alguna nueva o vieja manera
buenos aires

Poda severa

Amor trota con pies de légamo
chapoteamos,
Sancho

Eso, polvo de estrellas
y nada más que vanidad.

De ortigas y lianas
sangre derramada y vinos de la tierra
mero espejismo
la mi vida
esta larga marcha
hasta perderte

mi íntimo diluvio
vos.

Rima reincidente

canturrea
vocaliza
se golpea el pecho
relata baladas
sempiternos
adioses y fusiones

el paseo marítimo
los acordes
los murciélagos pasan rasantes,
no los ángeles.
¿Quién me referirá que no quiero verme
en «el grito» de Munch?

Para existir la pasión exige un testigo
un pasante
la caníbal

arma de otoño es
la estrepitosa lucidez

Villa Imperial de Potosí

El adobe, tendido a desgano,
recupera los hermosos rostros
pobladores de este suelo
historiado en ignominia.

El orgullo se pierde en las manos
y sólo subsiste la tenaz comunión
del vender y regatear.

Potosí, gran cementerio
afila sus hierbas.

Huid de su aire enloquecido
es demasiado tarde
para devolver a sus ruinas
la antigua y limpia
dignidad que les pertenece.

*
Este aparato de andamiajes extranjeros
me ha agotado hasta el dolor.

Las palabras
se pierden.
Una masa viscosa
me prende los hombros.

Aquí
la Comedia y la Cena
son rituales
sin apóstoles posibles.

Arte poética

1
El pescador conoce de aparejos, sedales, tanzas,
cañas, anzuelos y plomadas.

El pescador sabe tirar al agua
las palabras
que no sirven.

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CAMINO DE SANTIAGO [Mi poema]
Lubio Cardozo [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

A Santiago hemos de ir
a cumplir con el Apostol,
no sé si lo haré en agosto,
o si he de hacerlo en abril.
Para dar al santo mil
gracias por ser como es.
Si haré el camino francés
o lo haré por el más corto
dependerá de si el costo
lo soportarán mis pies.

Durante el viaje prometo
saludar a peregrinos
que encuentre por los caminos
durante tan difícil reto.
¡Adiós señor , mis respetos!
¡bonjour, mon ami, monsieur!
¡good bye, mister!, yo le espeto
a un exótico sujeto
¡que el santo tenga, pardiez,
de bendiciones repleto!

Les deseo que el calor
no les impida llegar
y demostrar su fervor
que aunque es duro el caminar
cuando logren su objetivo
les ha de recompensar,
y si por cualquier motivo
les impide al fin llegar
súbanse en algún tiovivo
para postrarse al altar.

Saluden a la posada,
lo mismo que al posadero,
los que cuidan con esmero
de ustedes cada jornada.
Aplíquense a la pitanza
si es posible de matanza
regada con un buen vino,
pues que el cuerpo está más fino
después de llenar la panza,
más liviano es el camino.

Y cuando a Santiago lleguen,
después de haber recorrido
con el cuerpo algo maltrecho
y los testigos entreguen
se sentirán satisfechos
por éxitos conseguidos
y triunfar en la contienda
y brillará su conciencia.
¡Compostela, bienvenidos
aunque por distintas senda!
©donaciano bueno

Camino de Santiago es una ruta que recorren los peregrinos procedentes de todo el mundo para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las supuestas reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la actualidad ha vuelto a tomar un gran auge. El Camino de Santiago Francés y las rutas francesas del Camino fueron declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1993 y 1998 respectivamente;1 2 Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa y ha recibido el título honorífico de Calle mayor de Europa. Hasta para os agnósticos constituye un reconfortante ejercicio espiritual.

MI POETA SUGERIDO: Lubio Cardozo

DOCTRINAL

Diezmar la carne y el alma hecha por los otros
a retazos de su propia conformidad y miedo.
Disciplinarse en la soberbia.
Diezmar la carne y el alma para asumir la
escogencia.
Doblegar el pánico de los heraldos en las torres
acobardadas.
Poner con toda su desnudez el cuerpo y el alma
sobre la tierra
e iniciar un juego en espiral contra la muerte.

ALMA

Conoce tu daga mejor que tus manos.
Ámala. Impídele tus debilidades gástricas,
hepáticas, visuales, de alma. La pasión de
los canes de caza, la presa enséñale. Si
desea calor lo robe a las vísceras.
Ten por ella le sentiment du fer.

ANTÍPODAS

Todo fue inútil mientras no se poseyó
la verdadera clave de los límites. Se trabajaba
en espacios exorbitantes y tiempos absurdos.
Mientras, los itinerarios, el océano, las islas
y el sol poco significan.

BASÁRIDE

Siempre la forma engaña. Si no se tiene el don
de los niveles la metamorfosis es invisible. En
el estallido polícromo al impulso de un
clavicémbalo el basáride es una adolescencia. En
la objetivación del ansia –infinible por su fría
y bella naturaleza lúdica– descansa su voracidad.

CODICIA

Para el Caballero de la Orden no eran útiles
los protectores de hierro ni los pesados escudos.
Necesitaba un arma más terrible ante el gran reto.
Por ello, en la repartición de los acertijos
había escogido un monosílabo: sed.

DESEO

Las comunicaciones integran un espectro fallido.
Descansan sobre la secreción inútil de los
símbolos, de la lógica aislante.
Tiene el dolor por daga inherente la materia que
se levantó para ver, olvidada la mimesis
cultural del pánico.
El grito maravilloso, mudo, agobiante, cálida
rojez salina, el otro: El acto vivo del deseo
transmite una situación cuyo significado escapa,
pese a ser exclusivo de esta magnitud temporal.

DELICTUOSO

Tiene razón la tribu con sus normas, están
escritas para la arrebañada manera de sobrevivir.
Mas, los Caballeros de la Orden poseen su
propia justicia. En medio del combate del
mundo levantan sus incendiarias antorchas
secretas. En los suburbios están sus galerías
del delito, es decir, en medio de la vigilante paz
de las fogatas inventan la dimensión
de su libertad.

DESOLLADERO

Únicamente la claudicación da alegría al rostro
de los estúpidos, rebaño de fantasmas. El
guerrero lo haría si no disfrutase la ebriedad
de perder; será una tea en la mazmorra de su
corazón y no extraviará el hilo en el laberinto
de las tribus.

DOCUMENTO

La palabra escondida alienta y enardece la
exploración hacia la miel y el fuego. Puerto
agreste como una bacante que se inicia.

FANAL

Desde las torres los falsos profetas predican
en las almenas la algarabía de los gremios.
A la larga brotan los lazos invisibles y se inicia
el acoso a la carne indiferente. La secta
de los forajidos en sus banderas la iluminante
consigna agita. «Vivir de espaldas a la noche
derrumbada».

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YO TENGO UNA VECINA [Mi poema]
Luis de Lión [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo tengo una vecina
con ojos de escarlata,
la chica está divina
no crean se recata.

Me mira por encima
en esa escalinata,
se ríe y me lastima
y de rubor me mata.

Se arrima y se me arrima
o agacha y se me agacha,
se empina y se me empina
¡qué buena es la muchacha!

Si veo que camina
con aires de novata,
miro qué se adivina
por si algo le delata.

¡Qué linda es la pupila,
qué bella es la rapaza!
me sube la autoestima
y a mi nada me baja.

No crean que ella es muda,
la chica es dicharacha
hasta cuando estornuda
¡es una vivaracha!

Mis ojos la desnudan,
como a un helao de nata,
rezuma y que rezuma
pero a quien nadie cata.

Esta noche, chiquilla,
yo me tomé un cubata
con permiso hice ¡quilla!
muesca otra en mi culata.
©donaciano bueno

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(Coplas picantillas) Entre col y col lechuga (de vez en cuando un poco de humor…verde naturalmente)no viene nada mal.

MI POETA SUGERIDO: Luis de Lión

Y Dios creó a la mujer

…en el trigo de tu cuerpo.

No eras hecha por humanos.

Por eso tan perfecta.

Me gustaba verte
desnuda y alta como la Torre de Eiffel,
tu pelo universal
desplegado al viento como la bandera de tu patria.

Eras el Arco del Triunfo del erotismo:
sobre la suave extensión de tu espalda
ondulaban los Campos Eliseos,
sobre tus senos y tu vientre
se exhibían todos los tesoros del Louvre.

Eras una botella de miel.

Eras la Parisien.

Después de cada filme,
yo te buscaba entre las aguas del Sena
de mi cuaderno de mapas.

Eras el fuego en la caverna y yo
el pitecantropus erectus.

«Por un beso,
yo…» le hubiera dado una mordida
a tu boca de manzana.

Eva mía,
caminabas
y eras la tierra y sus dos movimientos.

Eras mi sueño.

Todas las noches te metías en mi cabeza
con tu cuerpo de serpiente y tu piel de lirio.

Brigitte Bardot,
yo venía de un pueblo donde no había cine
y sus mujeres eran catedrales.

Mis ojos sólo conocían los troncos de los árboles
y nunca habían visto un muslo.

Los senos no tenían nada de erotismo,
eran frutas llenas de jugo para los labios de los niños.

Los brazos y los abrazos eran cunas o nidos.

Las cinturas no eran de avispa,
eran redondas.

Los vientres eran surcos para reproducir la vida,
no almohadas.

Y uno crecía,
se casaba,
tenía hijos
y eso era todo.

Pero Dios
creó en París una mujer
y la exportó envuelta en celuloide.

Eras Nuestra Señora. Mi Señora.

Pero sobre todo, eras la Revolución Francesa.

Tus piernas eran dos cañones de amor
que disparaban a mis ojos y sacudían mis tímpanos.

Brigitte Bardot,
yo intenté la resistencia,
pero tu fuego era demasiado.

La aldea que yo traía en la cabeza
fue tomada por asalto y arrasada.

Y tuve que abrirte mi corazón
y luego alzar los brazos.

De eso hace muchos años,
Brigitte Bardot.

Y sin embargo…

Epitafio

¿Por qué se empeña la muerte
en matar, vanamente, a la vida,
si la más humilde semilla
rompe la piedra más fuerte?

Acerca de la función del adjetivo

niños
puedo decirles
peces
pájaros
cogollos
hierba
frutas
mariposas
semillas
pero
es imposible verlos
y no agregar un adjetivo
perseguidos
peces
perseguidos
niños prisioneros pájaros
cogollos
marchitos
niños
hierba pisoteada hierba
aplastadas semillas
mariposas heridas
sin embargo

que ese adjetivo cambiará
mañana
peces rebeldes peces
niños
libres
pájaros
cogollos firmes niños
fresca hierba fresca
triunfales
mariposas
triunfales semillas
indomables

Acerca del poeta y sus creaciones

oh poeta del poema
oh revolucionario del poema
oh revolucionario de la vida del poema
pero menos de LA VIDA.

Los creadores

Los hombres sentimos envida de los dioses:
ellos están en el cielo y nosotros, en la tierra,
ellos vuelan sin necesidad de alas
y nosotros tenemos que hacerlo sobre aviones,
ellos hacen los milagros y nosotros tenemos que adorarlos.

Pero cuando tú y yo formamos la figura de un pájaro
volando sobre nuestro propio cielo
-alas son nuestros brazos-
y tu vientre se llena de la más perfecta creación,
son los dioses los que sienten envidia de los hombres.

El enfermo

Si tus labios en verdad fueran de azúcar
y no solamente dulces,
hace años que habría muerto…

¡Tú sabes que yo soy diabético!

La lluvia, de Luis de Lión imprimir | correo
Así me gusta tu pelo,
tendido y húmedo
como una lluvia.

Ah,
qué infinidad de delgados ríos
se derraman sobre tu espalda,
qué inagotable fuente,
qué cielo el que se deshila.

Si tu pelo no fuera negro,
si fuera transparente
como esta gota,
diría que el día de hoy
principió el invierno
y correría descalzo
hasta empaparme
y vigilaría el momento
en que estallara la primera flor
e insurgiera la primera hierba.

Si tu pelo no fuera negro,
sería la primera cabellera
de este invierno.

Acerca de la ternura

Si no hubiera conocido tu piel,
si tus ángeles y sus pájaros
-morenos, desde luego-
no hubieran sido acariciados por mí,
si no hubiera tocado la ternura
de sus cantos y sus arpas
y la seda de sus plumas,
seguramente,
mi mano,
esta mano
tendría la dureza
de una piedra.

El poema y el poeta

Tú me pides
un poema
y yo te digo:
amor,
si tú lo eres.
Cada parte tuya
es una estrofa
y todo el conjunto,
poesía.

Para escribirte
habría que volver
a la poesía clásica,
habría que volver
gimnastas a los versos.
Escribirte
en verso libre
no es correcto
y yo no puedo
escribir
a la manera clásica.

Mejor déjame
entonces plagiarte
con mis besos,
déjame sentir
toda la resonancia
de la estrofa,
pues de todos modos,
amor,
si tú eres el poema,
yo soy el poeta.

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LOS NIÑOS, ESOS NIÑOS [Mi poema]
Justo Braga [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Los niños, esos niños, nuestros niños,
que piensan en jugar y en el deporte,
tan lindos y graciosos, sin sus piños,
a todo lo que ven haciendo guiños
logrando que perdamos nuestro norte.

Pequeños y graciosos pajarillos,
haciéndonos pasar tan malos ratos,
tratándonos cual fuera a maestrillos,
pintando en la pizarra garabatos
tan propios e incipientes de chiquillos.

Mimosos, revoltosos y aguafiestas
reparten su alegría y su amargura
allí donde se meten con sus testas.
Nos llenan de placer con su ternura
lo mismo que la flor en las florestas.

Los niños, ah! los niños de vecinos,
de aquellos con frecuencia nos visitan,
que más que niños toros son zainos,
permitan que les diga que me irritan
lo mismo que les temo a los felinos.

Mas sé que algunos hay que son amables,
sensibles, bondadosos y obedientes,
que muestras sus aspectos más sociables.
Pues todos se declaran no culpables
de padres es sufrir y ser pacientes.
©donaciano bueno

Los #niños para sus #padres, o no? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Justo Braga

LOS POETAS

Los poetas se reúnen por la noches.
Beben vino y comen versos.
Buscan sentido a las palabras.

Los poetas dan un giro a los sonetos.

En este tiempo hostil, propicio al odio,
los poetas conspiran a crédito.
Rastrean en lo barroco de sus versos.

Están tan distantes de la vida
que han caído en un hondo onanismo sin remedio.

EL HORIZONTE

¿Recuerdas la playa de Poniente?.

Tú, distante de mis ojos, contemplabas
los músculos atroces de aquel negro.

Esperabas expectante
la caída de la tarde.
Absorta, mirabas, las olas de la playa de Poniente.

El negro, en la distancia, contemplaba a otras bañistas.
Eran sirenas varadas en la arena negra de occidente.
Hay gaviotas por todas partes.
Están al acecho , vigilantes.
Dominan con los ojos todo el horizonte.
Tienen las pupilas enormes, las garras imponentes.

El negro de la playa de Poniente
pone sus negras manos sobre el pecho dulce de una ninfa a punto de ahogarse.
Se estremecen las gaviotas desde el aire
que ven cómo el negro arrebata su presa.
Chillan.
Se desespera el resto de bañistas que quieren
también ahogarse en la playa de Poniente.

EL PISTOLERO

Hay noticias que parecen versos:

Un pistolero a sueldo asesina a una portera.
El catedrático de química se bebe una probeta.
El lingüista se atraganta en un fonema.

Hay versos que parecen silogismos .
Si llueve, diluvia.
Se inundan los fonemas.
Si se muere una portera,
el pistolero recibe recompensa.

Hay lingüistas tartajas,
porteras muy finas que apenas se atragantan
y fonemas diluviando en cada letra.

Hay versos que parecen probetas.
Silogismos que matan a porteras.

Hay porteras por todas partes.
Hay pistoleros en todas las esquinas,
al acecho
esperando a que pasen los lingüistas,
disparando a discreción
sobre sí mismos.

TUS CRÍMENES

Tienes ojos de venganza cuando miras
y un azul
en tu mirada inamovible.

Yo he visto esa mirada

dirigida al enemigo,

descubriendo, desolado,
su pálpito nervioso.

Soplaba,
otra vez,
la fábula del viento.

Y tú,
ni pálida ni débil,
te alegrabas
de tanto crimen,
tan injusto cometido por tus ojos.

LOS TELÉFONOS DE LA CIUDAD

De vez en cuando escribo versos. Para eso,
necesito estar ausente,
salir del despacho
y jugarme la vida con alguna carambola.

Por las tardes voy al viejo café
en el que tanto nos quisimos
y miro a todas las mujeres
con ese descaro que tú sabes.

En días como estos,
necesito sentirme joven
y quiero llamarte por teléfono.

Entonces veo que estás comunicando,

como siempre,
y salgo corriendo a la calle
y cuelgo todos los teléfonos de la ciudad,

porque pienso que todos son el tuyo.

GUERRA Y PAZ

¿Te acuerdas, amor?: era La Paz.
Con mayúsculas.
Era el aire conmovido con la vida.
La vida pasando a nuestro lado.
Las cosas sencillas, la primavera, el sol, el arcoiris.

Era todo lo que fuimos.
Aletargados, dormidos. Vivos.
El mundo estaba en ruinas
y nosotros a nuestras cosas:
La Ilíada, Homero, Góngora y los versos espontáneos.

Era viernes y la guerra estaba en Paz
junto a nosotros

TU PADRE

A veces
tu padre se te muere
a principios de semana.

Es lunes.
Tú ya sabes

de la muerte.

Te lo anuncian.

Entonces,
uno cede
al contratiempo

y se acostumbra

a casi todo.

La muerte
nos sorprende,

casi siempre,
en mitad
de lo imposible.

A veces
tu padre se te muere

en el invierno.
Es noviembre.

El frío nos congela
la garganta.
Repasas tu memoria,

lo de antes,
lo de ahora,
y, vagamente,
te sorprendes a ti mismo

vacilante,
inconcreto.

A veces
tu padre se te muere.

Y es tan triste,
tan corriente,
tan normal,
tan imposible,
tan fugaz,
tan imprudente,
tan doliente.

Es todo tan cansado

IMPERFECTO

Hoy he mirado tu diario
a escondidas y he roto algunas hojas

que llevo conmigo a todas partes.

En ellas he leído tus traiciones.

Dijiste que me amabas a mí solo

y no era cierto.
Te ves con él casi a diario
y es, por lo que leo, magnífico y hermoso.

Es perfecto y además no fuma.

En el fondo casi lo prefiero de este modo

y enterarme por escrito de todo.
Saber que me engañas
me produce cierta alegría.

Lo esperaba.
Ya tenía ganas de contarte

que a mí me pasa lo mismo:

fumo y soy imperfecto.

LOS QUE TIENEN SUERTE

Tienen suerte quienes miran la tragedia
desde el cielo.
En Colombia un terremoto ha matado a un millón de niños.

En otro lugar del planeta,
el dictador de turno se pasea
entre tinieblas.
Hay un gañán en alguna parte que escribe decretos de hambre.

Hay un ingeniero
que le ha tomado afición a los tálamos
y se sube a los árboles
cada vez que anuncian lluvias.
Tiene suerte este ingeniero del verso.
Casi nunca improvisa.
Iluminado por una fúnebre linterna
contempla los arcanos sin inmutarse
y escribe letrillas al azar,
sin prisa,
consternado,
eso sí,
por la ausencia de tiranos
y porque hoy no televisan
La Champions League.

EL TIRANO

Levanta el hacha este tirano.
Esdrújulo, mandril y fiero.
Frunce el ceño
y como una rata,
se esconde antes de ir al matadero.
Con saña y arte de carnicero
asesina al alba,
a quien llama Rosa –triste-vuelo.
A quien despierta a deshora ,
atruena y mata.

Este orangután despechado
lleva por armamento sus garras,
se inspira en el terror
y no se asusta por nada.

Hunde su diabólica energía
como si de un escarabajo se tratara.
Luego se acojona.

TESALINA

Él leía cartas de amor a Rosaura.
Ensalzaba su apacible hermosura.
Ella,
azorada,
tras la falda,
no perdona a Corina
el infortunio que su mirada empaña.

Él leía versos de amor y desamparo,
mientras anuncia,
triste
su delito:
dar tregua a su juventud y su codicia.

Mientras Corina avanza por la acera,
Rosaura mira anhelante.
Arrepentida espera
hallar en cualquier parte
su inocencia.

Los negros de Oklahoma
quebrantan su fragancia
y como un capricho a Mesalina
se inyectan en la vena la escritura de versos.
Consumen cocaína adulterada.
Recitan sonetos
armados de esa hermosa manía
de orinar en las esquinas.

BELISA

Belisa enmudece.
Recibe la noticia que ya espera.
Ahuyenta su mirada con natural destreza.
Aparta de su vista
la hoguera que detesta,
el fuego que la mira,
la luz que la ilumina.

Belisa palidece,
sin matices.
Belisa se desmaya,
sin desorden.

Belisa exhala estéril el invierno.
Indómita
e infecunda ofrece
su boca y sus pechos
al océano furioso en que se baña.

En la orilla,
una multitud contempla el cuerpo desnudo de Belisa.
Aplaude agitada su destreza.
De repente,
un débil devaneo en las miradas,
confirma que Belisa ha muerto.

PRIMERA CARTA A FABIÁN

Me has escrito Fabián esta mañana
preguntando por los viejos camaradas.
Yo te he dicho,
viejo colega,
que nada sé del Pigarra,
ya sabes,
el pope del partido.
Mis hijos,
sobre todo el mayor,
se parte de risa
con estas batallitas.
Ya sabes que soy de pocas palabras.
Tengo,
eso sí,
cierta retranca,
cuando hablo del pesoe.

Nada sé de Lydia,
La maligna.
Sé que estaba dolida contigo
y conmigo
y con todos.
Bien conoces su disgusto por los versos
que escribimos en el wáter
hablando de sus tetas.

Pedro está en Bosnia
con la boina de sargento de paracas.

Yolanda es banquera
o bancaria,
no sé muy bien cómo se dice. Gana una pasta.

Santi está en Dinamarca.
Es diputado de la extrema derecha.
Y a mí,
ya ves,
eso me hace gracia.

De Amanda nada te cuento.
Sólo te diré que se casó con Horacio,
el quiosquero,
y no he vuelto a verle el pelo
de su pubis
-el de Amanda me refiero-.

Ahora he vuelto a Misa
como en los viejos tiempos.
Comulgo casi a diario
y me confieso
pecador
de mis pecados.

Me han nombrado presidente
de escalera. Por algo se empieza.
Tengo,
tú bien lo sabes,
afán por superarme
y estoy estudiando esperanto. Nunca se sabe.

Acabo de comprarme
una escopeta de caza
y un pantano abrupto en las afueras
de mi barrio.
Cualquier día me mato. No sé.
Lo estoy pensando.

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POETA MODERNO/modern poet [Mi poema]
Clementina Isabel Azlor [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Cogiendo voy del cesto unas palabras
mezclando con las churras las merinas,
y en esto que ya entramos en harinas
tratando de pelmazo a las macabras.

Agito sin parar la lavadora
colgando al buen tun-tún del tendedero.
Le añado un poco sal de mi salero
y pizca de una crema que decora.

Incluyo un buen sofrito a la compota
de forma lo que escribo nadie entienda,
y deba intervenir en la contienda
un grillo que se agita y alborota.

No crean que estoy loco o que deliro,
que tengo un picazón y me provoca
a hacer salgan gusanos de mi boca
al tiempo que los miro y pego un tiro.

Que juego a ser moderno. Yo poeta.
Y a todo lo que pillo doy bandazos.
No tengo compasión dando codazos.
No puedo ya ocultarlo: soy un jeta.
©donaciano bueno

Es oro todo lo que reluce? Share on X

El título POETA "MODERNO/modern poet" solo es para darme el pego ante el lector. Maldita sea. a qué viene establecer tanta confusión.  

MI POETA sugerido: Clementina Isabel Azlor

Invocación

¡Oh Divino Pastor de las canciones!
Guía serás de mi rebaño lírico.
Confío más en tu saber empírico
que en el acierto de mis previsiones.
Estoy cansada ya de estas laderas,
y siento que mi vida se quebranta…
Para mí el manantial ¡gime!… ¡No canta!
Llévanos, ¡oh Pastor!, donde tú quieras.
¡Lejos, lejos!… Allá cerca del cielo
donde su vuelo audaz el cóndor tiende…
¡Oh! ¡Nada habrá que mi fervor no ofrende
por el goce instantáneo de mi anhelo!…
¿Riesgos?… ¡Avanza! Mi inquietud flamea,
y al paso seguirá mi mansedumbre,
sabiendo que un momento allá en la cumbre,
ebria de luz retozará la Idea.

Al azar

¿Para qué echar la sonda?
¡Saber lo que el Destino te reserva!
¡Interrogar la Esfinge!
¡No! No hay poder humano que sorprenda
sus obscuros designios.
Perseguir en la noche una luciérnaga
para indagar la causa de su fosforescencia,
cuando puedes llenarte las pupilas
con el suave fulgor de las estrellas
y vivir horas de quietud y gozo…
Hasta cuando amanezca!
Es mejor no inquirir. Hoy que la Vida
ha querido mostrarte su faz buena,
y en acto de humildad, contrita, viene
a verter en tu copa de su néctar,
apúrala sin preguntarle cómo
ni cuándo has de beberla.
¡No sea que en un sueño
la Realidad se pierda!
¿Para qué echar la sonda?
El más puro Ideal llama a tu puerta.
Anda. Abre. Contémplalo.
Extasíate en él, y luego cierra
los ojos. ¡Que su imagen
llegue a tu alma como hostia de belleza!
¿Interrogar la Esfinge?
¿Qué te diría su mirar de piedra?
Confíate a la Vida
que ha querido mostrarte su faz buena
y síguela sin preguntarle adónde.
¡Es mejor ignorar y andar a tientas!
¡Oh, poder despertarse de mañana
y bendecir el día que comienza!

Arcano

¿Qué mano misteriosa erizó de doradas,
promisorias espigas, el siniestro abrojal?
¿Qué vendaval maldito derramó la simiente
que hoy viste de esmeralda lujoso el cenagal?

¿Qué espíritu invisible llegó en la tarde lívida
a borrar con su magia la apariencia del mal?
¿Quién te dio esa sonrisa seductora y aviesa?
¿Quién te puso en los labios ese embrujo fatal?

Hannifa

Por destronar a Alah, Ibliis despliega
en labios del rumi, frase galana,
y a saborearla, tímida, se entrega
Lalla Hannifa, la virgen musulmana.

El amor la deslumbra. Nueva aurora
le presagia en sus fúlgidos destellos,
y tiende el alma al alma que la implora
en el mirto que adorna sus cabellos.

Se olvida de su fe. Reta al Destino.
Mas huyendo en la noche solitaria,
conjura a los fantasmas del camino
susurrando enigmática plegaria.

Quiere sondear el porvenir, y vuelve
los ojos hacia el golfo que dormita,
y la ciudad en brumas se resuelve
en el albo esplendor de una mezquita.

Ya en el mar, al singlar hacia ese puerto
con que soñó en instantes de extravío,
siente el brusco aletazo de lo incierto
sobre su rostro demudado y frío.

Es la noche beatífica y serena,
y de las olas, rumorosa fluye
esa fuerza invencible que encadena
el sueño en flor con el ensueño que huye…

¡Lalla Hannifa! ¡No más prisión ni reja!
¡No más velo celoso de tu encanto!…
Sigue al grito de amor una honda queja,
y al quererla besar bebe su llanto.

Y la nave recoge su velamen…
Parece una mujer que se arrebuja
trémula, al ver que sufran los que amen
y el mar no se estremezca, ¡el mar no ruja!
……
De los ojos de Hannifa cae la venda
y ante el temor de que su fe refluya,
se transfigura en la suprema ofrenda:
«¡Por Alah gime mi alma y seré suya!»

Víctima al fin de sus caprichos vanos
murmura resignada: «Estaba escrito».
Y siente que se templa entre sus manos,
el corazón glacial del Infinito.

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MARGARITA [Mi poema]
Olvido García Valdés [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Estos versos los dedico a Margarita,
ese nombre que me suena tan bonito
como el agua que salpica en la chinita
para luego deslizarse despacito.

Cuando sufro, cuando siento algo me irrita
o presiento que me falta el apetito
yo repito margarita, margarita
y me pongo a disfrutar como un bendito.

Margarita no es un ser, sólo un fonema,
un delirio de mi amor, mero un capricho
que utilizo para hacer este poema.

A su gusto decorar dejo la crema,
cuerpo y cara para ornar lo que aquí he dicho
y ponerle el colofón a este dilema.
©donaciano bueno

Deshojando la #margarita? Share on X

Aunque el poema, como podéis ver, es impersonal, se lo dedico a la única poetisa que conozco en Poemas del Alma que así se llama de apellidos Dimartino de Paoli.

MI POETA sugerido: Olvido García Valdés

Conozco una pareja de cuervos…

Conozco una pareja de cuervos, sé que tienen
un tiempo semejante al de los hombres
para vivir; podría visitarlos,
pasear juntos
hasta los sauces de la orilla.
Hoy he hablado con alguien por quien sentí afecto,
le encontré satisfecho y próspero;
su enemigo murió. La muerte
siempre es de frío.
De «Ella, los pájaros» 1993

Cuando voy a trabajar es de noche…

Cuando voy a trabajar es de noche,
después amanece poco a poco,
hace mucho frío aún.
A menudo en el cine
me parece oír lluvia azotando el tejado,
como si no hubiese lugar
donde guarecerse.
Hoy alguien en un sueño dijo:
ten, en esta garrafa
hay agua limpia, por si toma moho
la del corazón.
De «Ella, los pájaros» 1993

Deslumbra el cielo…

Deslumbra el cielo
si mira fijamente
contra él una flor,
se hace negra y deslumbra.
No habla. Porque son inherentes
al hablar el oír
y el callar. Mira: tomates,
hojas, tallo, tierra. El cielo
es una bóveda, finito
mundo azul sobre el mundo,
los tomates son rojos.
De «Caza nocturna» 1997

El recorrido del sol cuando cae…

el recorrido del sol cuando cae
la noche, el recorrido
de la noche, hacia dónde
va llegando, mirar
lo conocido como signos
que son y ya no son, un aceite
de estar, representar
su hueco,
desplazados miramos
como si fueran los otros
siempre a estar ahí y de
pronto no están o no estuvieran
De «Y todos estábamos vivos»

El rey Cophetua y la muchacha mendiga

Burne-Jones

Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna
indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso,
pero es como si fuera
una esfera
de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos.
Hace ya mucho tiempo que él la había soñado
como un aire
de cigüeñas, una luz,
y ahora estaba allí.
Tantas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida.
Campanillas azules en la mano.
Él sabe que se irá. No hablan
y el momento está lleno de voz,
voz acunada, lejana.
El amor es una enfermedad,
campanillas azules. Siempre en ti,
como en el sueño, volviendo
siempre en ti. Tan incierta
la luz. Como en el sueño.
De «Exposición» 1979

Escribir el miedo es escribir…

escribir el miedo es escribir
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares
De «Caza nocturna» 1997

La voz, la de esta niña…

la voz, la de esta niña
que canta sola ahí,
la del muchacho
que por la noche da gritos y repite
obsesivo hijo de puta, las voces
de los niños que juegan;
intransitiva voz, exenta
en el mundo, cuerpos autómatas
que a diario veo y que no veo, chillidos
veloces de vencejos
en el anochecer
De «Caza nocturna» 1997

Muda y hosca, se niega…

Muda y hosca, se niega
a entrar en casa, a pesar
de la noche, a pesar del buen sentido.
Él le habla
con paciencia o la empuja y golpea
con el puño. La insensata materia
que el alma es, su obstinación eficaz
o, contigua y exenta,
esta vibración azul del azul
luminoso y oscuro. Sólo
me m interesa e vacío.
Ocurrió el mismo año
en que frascos y líquidos
se arrojaban contra la pared,
a oscuras, en aquella alcoba
italiana. Eran innumerables
los huesos del cuerpo, incomprensibles
sus nombres. Sincronizado
estrictamente, rápido
y melancólico, con este azul,
aquel salto, olor de carbonilla,
adherido a la piel.
De «Caza nocturna» 1997

Nadaba por el agua transparente…

Nadaba por el agua transparente
en el hondo, y pescaba gozoso
con un pequeño arpón peces brillantes,
amigos, moteados.
Aquella agua tan densa, nadar
como un gran pez; vosotros,
dijo, me esperabais en casa.
Pensé entonces en Klee
en la dorada. Ahora leo:
estas roto y tus sueños
se cuelan en tu vida, esa sensación
de realidad es muy fuerte; estas pastillas
te ayudarán.
Dorado pez,
dorada de los abismos, destellos
en lo hondo. Un sueño subterráneo
nos recorre, nos reune,
nacemos y morirnos, mas se repite
el sueño y queda el pez,
su densidad, la transparencia.

(Antonio Gamoneda, Jerónimo Salvador )
De «Caza nocturna» 1997

Nastagio degli onesti

Boticelli

Una escena de caza
en que el amante
azuza hacia la amada los mastines,
abre en canal su espalda
y arrojando a las bestias
las vísceras sangrantes
da de nuevo comienzo, como un sueño
-ella expía y consiente y habita
el mismo sueño-, a la persecución.
De «Exposición» 1979

Otro país, otro paisaje…

Otro país, otro paisaje,
otra ciudad.
Un lugar desconocido
y un cuerpo desconocido,
tu propio cuerpo, extraño
camino que conduce
directamente al miedo.
El cuerpo como otro,
y otro paisaje, otra ciudad;
atardecer ante las piedras
más dulcemente hermosas
que has visto,
piedras de miel como luz.
De «El tercer jardín» 1986

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EL CASTOR Y LA ARDILLA [Mi poema]
Miguel Veyrat [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

¿Qué piensas tú de la vida?
dice a la ardilla el castor
mientras reclama su amor
con su pasión desmedida.

-Pues verá usted, buen señor,
me pilla desprevenida.
-La vida es…tan atrevida,
un sueño... es como una flor

que despunta con su olor
al comenzar la mañana
y presume de esplendor
al llegar al mediodía.

Y cuando se acaba el día,
de joyas engalanada,
se prepara sin temor
a volverse hacia la nada.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERDIDO: Miguel Veyrat

Elegía en Tholos

A Martine Broda,
In memoriam

Mas si creemos que nuestro único sujeto
es el deseo y al mismo tiempo
nuestra esencia, querríamos ser el objeto
perdido y olvidar todo lenguaje.
Dormir en la colina disfrazados de chopos
y cantuesos. Dormir junto a las cosas
enterradas bajo un horizonte
de leche negra -dormir entre las zarzas
jaras y sarmientos que un día fueron
sujetos abrasados. Y también con los muertos
de dolor o de una borrachera. Dormir
bajo la grava junto a las flores de Víznar
o Bagdad, crucificadas de noche
por el odio que despierta la conciencia
de ser libre. Dormir en la colina
de Spoon River tras un mausoleo cualquiera,
bajo el manzano de un huerto
o sobre una sima del mar. Ser para siempre
un ser aunque muerto deslumbrante
de deseo -y conseguir que dure al menos
el tiempo de regreso hasta el chispazo inicial.
Sólo un gesto. Y dormir para siempre
de la mano de nadie -como duerme Martine
con su enjuto cuerpo entregado
en ofrenda a sus amantes lares, Jouve
Juarroz, Celan o Lacan. Todos duermen
ahora en la colina de Tholos. Y nosotros también
muertos con ella como objetos cosas
húmedas entre la seca arena -este silencio.

Et in arcadia ego

Arrastra tu canto el viento
con su voz de bestia
inmemorial. Deja en las zarzas hojas
de carne arrebatada
al río de sombras -rival
turbio de lo eterno, cuando la vida
se detiene obstruida
en la garganta. Porque
ya conozco de memoria
esta muerte inventada
por nosotros en una noche oscura,
quiero ser expulsado otra vez
del Paraíso para morir
tranquilo -tras colgar como hilo
de araña mi grito
rebelde desde el abismo a la nada.

Ítaca

Nunca hubo jardín. Tu nombre
es laberinto y la patria
perdida el hilo roto de tu hija
Adriana que el viento trae
y aleja, uncido al ritmo
entrecortado de lo vivo: Barre
las hojas de la especie
en tanto que tu pierna
herida de Rimbaud enhebra
de nuevo el camino
de regreso. Nunca hubo jardín
ni patria conocida. Tu nombre
es estela -y lo borran
constantes el viento y las mareas.

La desintegración de la rosa

I
Fue primero tierna y rosa
apretado botón contra mi alma
donde oculto el escorpión
se agazapaba.
Se abrió después
al sol de otoño
y sus órganos al viento
y sus pétalos estaban
abiertos como manos.
Fue luego secando
su vientre breve
fecundado,
y mustia la tersura
pudo separarse
de su tallo y otra rosa
brotó en la carne
y yace rosa seca verde y rosa vieja
enjuta y deshojada.

II
Pergamino de su carne
descarnada
ilumina a veces
el tubo de ensayo
literario.
Sola,
rota y sola
en alacrán
desintegrada.

III
…venas que han gloriosamente ardido…

La huella del nómada

Vive en su mente una lengua
que se apoya sobre el viento:
De luciérnagas se nutre
y ya sabe como el fuego,
que posee cuanto nombra.
Pero la huella del nómada
sólo es un aroma, una palabra,
acaso una canción que acude
hasta el lugar donde se inicia
la espiral del gran regreso.
Así es el viajar del hombre,
temeroso de sombras y evidencias:
Para cruzar los desiertos,
loco de amor trastorna
la razón de las palabras.
Y sólo existe cuanto mira,
vive solamente aquello
que en él se ilumina y crea.

La libertad del mirlo

Amor mío: la música siempre será
la misma mientras dure -rumor
de estrellas acordándose
con los verdes de hoja nueva
o rugidos de glaciares
pariendo nuevas fuentes: angustia
o silencio de huevos y placentas
so la furia brutal del sol. Lo nuevo
es el tono imperceptible
con que cada mirlo entona
de rama en rama su propia canción -acorde
con los golpes de los vientos,
de los tiros, los desgarros y los cebos
del aire envenenado. El ave
no tiene mente -su memoria no es la suya;
libre de toda razón humana
ignora la muerte que le aguarda
entre las sombras impasibles
de la extinción de su especie. Su canto
suena -sobre los limos pensantes,
igual que la inocencia primera
inserta en la ficción del tiempo: lleno
de ruido y de furia, tan bello
como inmenso y carente de sentido.

La luz ya vuelve al día…

Pensaste que el amor
Ya no era aquel combate,
Que pasión cedió al insomnio
Y a la fuente las palabras.

Un grito cruza el agua,
Sólo un grito y desde el pecho
Agitado que se calma, ola
De la luz que vuelve al día.

Amor, contigo voy seguro
Hacia el mar del gran silencio.

La palabra perdida

I
Perdido en la línea del alba
-meta o partida,
volveré a la patria
torturada de mi infancia
y habitaré mi lengua.
Abandonada bruma,
pie de luz en la ceniza.

II
¿Dónde la palabra,
agua interior congelada
en la pupila del tiempo?
Al fragor de la sangre
me abandono:
Río rojo donde fluye
la brasa insomne,
el incendio.

III
Compañera,
en el latido del viento
-desesperado silencio,
quizá el corazón lo sepa.

La rosa y la máscara de yeso

Interpreta tú la estela de mi nombre
para reconstruir el rostro
que los titanes embadurnaron
de yeso: léeme en ese otro
que apareció –sin ser llamado
en el espejo y sácame del laberinto
de consonantes y vocales: dame la clave
para que pueda amarte -al ser
yo mismo y mi contrario,
porque siempre es otro quien te toca
cuando beber procuro tu mirada.
Mi cabeza ya no puede cantar sola
-ni sentirse extranjera
al vagar en estos prados, donde las ménades
aguardan el instante
en que brote la rosa descompuesta
por su oculto sin porqué: Acaso
el dúo sagrado que se alce
en himno verdadero, consiga que renazca
el niño nuevo que jugaba
con el mundo -sobre los hombros
del tiempo, a las orillas del mar.

Le dormeur du val

He roto ya el silencio
porque
se marcharon todos.

Y ahora la amapola
en el cráneo
es una herida
que escucha
la oscura canción.

Así es el corazón:
a los pájaros
libres no les gusta
que les miren.

Libertad

Tan sólo el rayo
podría gobernarte.

El que rápido
ilumina
para después
fulminarte.

En él naces,

Donde
el espíritu
golpea
y huye:

Donde amaste.

Mapas y pecios

Y si trazas el mapa de tu propio
cuerpo, sentirás cómo coincide
con el universo de tu palabra. Y también
que a las ínsulas se llega
solamente por los ríos de la sangre
que anega las selvas, las praderas
y los cielos. Proa siempre
hacia lo incierto que tú configuras
sin precisar de sextante ni instrumentos.
Pero no hay regreso, capitán. Atrás
quedan las estatuas que nunca
o pronto volverán a la arena
por las playas -en la medida
que progrese, extrañamente encendida,
la palabra sobre el cuerpo
en la luz de la razón que no naufraga.
Mas ¿quién podrá saberlo? Casi nadie ahora
junta pecios para después leerlos.

Mnemósina

Cuando Mnemósina bebe
el tibio semen de las flores -o espuma
ardiente de mareas,
trazas tú los ritmos de la canción
sobre el laberinto
de tu templo altivo y solo -poema
irrepetible donde todo
deberá reunir al Todo y aplomar
sus altos muros. En
ese aroma tú decides el sentido
de la fiesta: Aquello
que habrá de quedar
y lo que debiera seguir -pues
suceden al unísono
tiempos futuros y tiempos
pasados, alentando -Oh sí,
al viento que te horada
ahora, libre y luminoso en el momento
preciso en que el sol te pintaba
sobre un muro: Furia
del límite, concentrada luz
que hacia adentro crece. Evohé.

My verse, the strict map of my misery

Como tu verso el mío -John Donne,
dibuja el mapa exacto
de mi miseria. Tan desgarrado
y transparente
estoy ahora
que otro corazón ya no podría
abrir ni ceñir -o arder
un nuevo dardo, cadena
o llama
que de la muerte no llegase.
No es fácil vivir urgido y solo
por devenir nada
finalmente: ¿Y si me diese al aliento
como me entrego al viento -y a las olas,
las preguntas y las llamas
para creer en todo
lo que aún no ha sido dicho?: Escribir
daría más miedo todavía
y yo no fuera acaso tan humano
para entonces.
Mas si el silencio pudiera
dibujarse entre nosotros
como mapa de la nada inexpresable,
podríamos hallar la muerte
a contraluz al asomarnos a la aurora
entre sus trazos movedizos: ¡La última
llamarada de sombra Oh John
podría ser aquel misterio! Palabras que flotan
agujeros negros o pecios de soles yertos.

Palpo en tu muro grietas y oleajes…

Palpo en tu muro grietas y oleajes
hasta notar el seno de barro.
Trazo columnas donde debo escribir -eros de roca,
mi sagrado calor de animal muerto
en matas de liquen espeso y puro. Una mano
nueva me limpiaba de tierra en Atapuerca.

Soy rojo como aurora…

Soy rojo como aurora
y amo a Gilgamesh. En sus ojos
arden todos los colores
y su mente es el punto
en que la luz se convierte
en una forma. Mi sola posesión
mi patria será siempre su rostro
igual al claro día. Piedras
y estrellas laten en sus pechos
y en la espesura del vientre
tiembla su fruto como el mío:
¡Soy el cielo y no puedes tocarme!
¡Soy la tierra y no puedes
hechizarme! Sólo viento llevan
nuestros pies errantes.

El poeta I

Jaime Gil de Biedma
In memoriam

Veyrat está de pie
Frente al paisaje.

Ya sabe que no sabe
Y casi no presiente.

Tuvo sueños y poco tiene
Que no haya profanado.

Palabras ofrecidas
Como putas, cansadas
Frases que un día
Pudiera unir un muchacho
En versos verdaderos.

Sólo le queda resignarse a morir,
Como un hecho ineludible de la especie.

Querría salir de la barbarie
E iniciarse en la noche temblorosa,
Al aire limpio, al frágil tallo.

Quién sabe, tras cruzar la sombra o el amor.

Ha perdido a su hermano.

El poeta II

Unificó el poeta
el mundo
que en cada uno
se dispersa
o aniquila -oculto
hasta la gloria
de la noche
final
celebrada
ruina o simetría. Halló
también
la lengua donde
terminan
todos
los lenguajes -en
la vertiente
oculta
inhabitable del aire.

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¡CÓMO TE RECUERDO! [Mi poema]
Homero Carvalho Oliva [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Estos versos carecerían de sentido sin conocer, aunque brevemente sea, la historia de su protagonista. Yo en esa época vivía en Torrelodones, una mediana población cercana a Madrid. Una mañana de un sábado de noviembre, mi hija de 14 años llegó a casa con un muñeco de peluche. O al menos, eso es lo que yo creí. Hasta que descubrí su mirada inocente, entre melancólica y un poco triste, como la que pone alguien carente de cariño a la espera de recompensa.
A pesar de que yo siempre había vivido en el campo, nunca acepté tener animales de compañía por la responsabilidad que ello implicaba de atenderles como se merecen.
Sin que casi pudiera reaccionar, de pronto mi hija me espetó:
¿no te gusta, papá? ¿no te parece bonito? ¡mírale!
Yo traté de seguir con mi discurso y respondí: muy bien, hija, pero eres tú la que vas a asumir la responsabilidad de cuidarle.
¡Vale! respondió, cortando en seco la conversación, como para evitar que me pudiera volver atrás.
Como suele ocurrir en estos casos, al día siguiente era yo el que me ocupaba de sus cuidados.
El tiempo pasó rápido y un año cumplió. Y desde entonces puntualmente todas las tardes ansiosa me esperaba ella, mi perrita linda moviendo la cola, que volviera del trabajo para sacarme de paseo.
Hoy, después de mucho tiempo, he vuelto a hacer ese mismo recorrido. Y he querido reflejarlo en estos versos.

La misma torre sigue enhiesta,
pasa el tren con sus vagones
con sus curvas de ballesta,
bailando a los mismos sones. (*)

Ah! se me olvidaba. Zoe, se llamaba Zoe, nombre que le puse en honor a Zoe Valdés, escritora cubana, que por aquel entonces estaba de moda.

Un perro, mejor dicho, una perra tuve yo,
era mi compañera, mi más fiel confidente
y un día de repente, de pronto se murió,
así y sin despedirse pues lo hizo de repente.

Sin preparar el duelo que en silencio se fue.
Yo fui quien la cuidó, y el que frecuentemente
la daba de comer, también el mismo fui yo el que
llevaba por el monte a mi perra diligente.

Y que ahora entristecido hago el mismo paseo
y allí brincando veo entre los pedregales,
la veo en los matojos, la veo en los jarales,
la miro y que no esté conmigo no me creo.

Y su pata y su mano me da si yo aún le pido
y agacha las orejas mirándome de frente,
y es que ella reconoce pues sabe soy su amigo
mas sus ojos no miran ya lamentablemente.

Y echo la vista atrás y pienso y yo me digo:
qué dura que es la vida cuando coges afecto
y tú vas mendigando como un pobre mendigo
pomadas para heridas que no surten efecto.
©donaciano bueno.

(*)La torre que da nombre al pueblo se percibe desde un pequeño acantilado por donde discurre el tren de cercanías.

MI POETA SUGERIDO: Homero Carvalho Oliva

Emigrantes

Creen que se llevan
el amor de una muchacha
prendido como un escapulario
que espantará todos los males
el sabor del guiso de carne de la madre
el abrazo del amigo de infancia
que promete recordarlo en cada festejo
la lágrima del hijo que inunda sus labios
y el olor a humedad que en cada verano
recorre las calles y se pega en las ropas.
Cuando llegan a su destino
al otro lado del mundo
descubren que han olvidado su equipaje.
(De Inventario Nocturno)

Nosotros

Fuimos tantas veces nosotros
que me fui olvidando
que tú eras tú y yo era yo.
Hoy después de tantos años
extraño que tú no seas tú y yo no sea yo.
(De Inventario Nocturno)

El fin del mundo

Para llegar al fin del mundo
no necesitas salir de Bolivia.
Basta con que viajes en un destartalado bus
de La Paz Cochabamba o Santa Cruz
y a media hora del centro
en un vertiginoso vértigo temporal
como una herida abierta
en las aparentemente sofisticadas urbes
allí donde los hombres
se confunden con la basura
están los barrios pobres
las villas miseria de las que los políticos
solamente se acuerdan en épocas electorales
las auténticas últimas fronteras
los domésticos fines del mundo
que cada país posee.
(De Diario de los caminos)

Cielo y Tierra

Para ustedes palabra mayor es Cielo
para nosotros palabra mayor es Tierra
ustedes miran al Cielo
buscando esperanzas
nosotros labramos la Tierra
desentrañando esperanzas
encantados por el Cielo
ustedes no se preocupan
por la continuidad del Universo
el Cielo es solamente
el que está sobre sus cabezas
para nosotros lo es
el que está bajo nuestros pies.
(De Quipus)

Wuliwya

En el país de la memoria
donde las alpacas
y las vicuñas aún corretean
en el que todavía soy niño
recuerdo que
en un pequeño librero
perdido en la biblioteca
de la solitaria escuelita
del ayllu de Q’ara Qhatu
había un gran Atlas
de mapas un libro
decía el profesor
y una vez al año
para las fiestas de la patria
orgulloso nos mostraba
que entre sus ilustradas hojas
estaba nuestro país Bolivia
nosotros los aymaras
siempre dijimos
Wuliwya
yo tardé más de medio siglo
en pronunciar bien
el nombre de la patria
(nunca soñé con ella
porque nunca supe lo que era
y hasta ahora sigo esperando
que alguien me lo cuente)
en ese antiguo Atlas
y en el centro de Sudamérica
recortado por sus límites
con otros cinco países
está nuestro país
en su interior se dibujan
la cordillera de Los Andes
y sus altas montañas viejos achachilas
el altiplano y el gran lago compartido
la inmensa llanura verde esmeralda
las manchas de los bosques húmedos
y como pequeñas serpientes
sobre el brillante papel
se trazan los fabulosos ríos amazónicos
lejos de sus fronteras está el mar
siempre pintado de color azul
de la esperanza su color diciendo
y más lejos aún estamos nosotros
de los ayllus sus habitantes
tan lejos que no nos vemos en ningún Atlas.
(De Quipus)

Revelación

Te vi jugando desnuda
en el río de mi vigilia
y sentí celos porque
el río se bañaba en ti,
el agua centelleaba
sobre tu piel tostada;
entraba impetuosa
y se deslizaba satisfecha
por tu cuerpo revelado;
deseo, sueño, tiempo.
En ese instante
dije piel y dije mucho.
(De La luna entre las sábanas)

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SIRIMIRI [Mi poema]
Carlos Alcorta [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Campando va a sus anchas la conciencia,
se encuentra entre nosotros los humanos,
se escapa entre los dedos de las manos
haciéndose notar por su impaciencia
con tirios y troyanos.

Que es fina y es delgada en apariencia
tan fluida como el agua de la fuente,
pues suele presumir de transparente
dejándose notar por su insistencia
haciéndose presente.

Y es suave, sigilosa y sibilina
cual si ella aquí existir no pretendiera,
se encoge como un gato en la gatera
tratando de ocultar que ella es felina
así no pareciera.

Se invoca más que a dios pues que en la vida
es piedra y es pedal y es referente,
pues suele ella venir rauda de frente
y siempre aquí se da la bienvenido
pues sirve de aliciente.
©donaciano bueno

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MI POETA sugerido: Carlos Alcorta

LECTURA DEL INCENDIO

En diciembre pasado un incendio destruyó la casa y la biblioteca del poeta en la capital mexicana, y su salud se ha deteriorado desde entonces, aunque no se conocen informes detallados de sus afecciones.
DE UN SUELTO PERIODÍSTICO

Crespones ondulantes, inservibles
páginas tachadas que el viento arrastra
hasta el confín del mundo, alambradas
disuasorias que cercan con cemento
y olvido el horizonte de los sueños.
¿ Qué juez puede dictaminar la furia,
el ensañamiento voraz
de las llamas?, ¿ qué venganza alimenta
el fuego inextinguible, su constancia
felina?,¿ qué dios blasfemo aconseja
golpearse en el pecho,
cristiana resignación frente al orden ficticio
de la ceniza, frente a la mudable
naturaleza del humo? Supongo
que no reconoceréis, amigos verdaderos,
mi rostro. He envejecido de repente.
Ahora soy tan sólo ese intruso achacoso
que camina a tientas por los pasillos
carbonizados de su casa.
Carezco de biografía,
de historia propia que me justifique.
He perdido el pasado, mi lugar en el mundo.
Sólo la dignidad de los recuerdos
retrasa la llegada de la muerte,
que ya no temo,
pero, ¿ dónde los míos?
Sin su amparo quedamos a merced
de la locura, de los hambrientos perros
que rastrean incansables indicios
de vida, recientes heridas, manchas
de sangre, el agrio sabor de la nada.

ANTONIO MACHADO: UN MONÓLOGO

Llegan rumores hasta mis oídos
sobre mi indumentaria, sobre mi cotidiana
falta de aseo. El propio Juan Ramón,
a quien hace ya años que no frecuento,
se burla públicamente
de mi atuendo raído y mal oliente,
de mis humildes versos con sabor
a sopa de ajo. Y no descarto
que algún otro colega de este precario oficio,
en días venideros, hable mal de mí o invente
anécdotas apócrifas
e irreverentes para divertir
a sus acólitos o me calumnie
con burdas patrañas. Es ley de vida
y ya he perdido la fe en la bondad
natural de los hombres.
No es compasión lo que pido. Detesto
que la misericordia se regale
como vulgar bisutería,
pero creo que, aunque tan sólo sea
por mi avanzada edad,
tengo derecho,
como cualquier persona,
a vivir en paz, a ser respetado.
Porque jamás empleé ni un minuto
de mi tiempo en menospreciar al prójimo,
consentid que me juzguen
los lectores futuros. Mientras tanto
reservadme un pedazo
de esta infecunda tierra castellana
en la que malvivo y envejezco
donde puedan mis restos reposar ya insensibles
al odio, a la traición, a la venganza
que torva e infatigable se avecina.

VOGELFREI

The aim is to walk tall
in the sun.
R. S. THOMAS

Acantilados, playas, musgo y pájaros
congregados en grandes robledales,
cielos despejados o negras nubes
encelando montañas, astros, ramas.
Cierro los ojos para examinarme
en el esplendor de la oscuridad,
en las desnudas formas y en sus ecos,
en la velada luz de mi naturaleza.

Desconcertado por las discrepancias
con mi yo que procura la experiencia
buscaba sin saberlo este lugar
ajeno a mi pasado para saber de mí,
ungido por las aguas de un bautismo apremiante,
con un corazón de cristal latiendo
en el pecho ahora fortalecido
por los ingredientes de una oración
oportuna, moteada igual que la guerrera
de un cazador disciplinado.

Ahora éste es mi mundo. Éste mi tiempo,
igual y diferente en sus repeticiones,
y por eso despunta, sin temor al comienzo,
en un tallo cualquiera la razón
de ser que rastreaba con insistencia
en el desorden del asfalto y el sueño,
y vuelo, no con alas cercenadas
por una voluntad inconsistente,
dentro de mí, en la jaula que construyo
con el acero de mis convicciones,
libre, sin lastre alguno, sobre el día
naciente, en busca del temblor que crece
bajo la novedad de la costumbre.

NUBES EN EL CIELO DE PARMA

A Fabio Pusterla

El sol alumbra intenso en lo más alto
desde un espacio breve entre dos nubes
y como una hoja seca desprendida
de un árbol moribundo, se apelmaza
su luz en el lecho caliginoso
del mediodía. Vuelan las palomas
cerca de los antiguos palacios demolidos,
diseminando sombras sobre el friso
de las ventanas rotas. Fugazmente
se reflejan sobre las frías aguas
que fluyen bajo el puente sus brillantes
alas extendidas, el cuerpo frágil.
Su aleteo disoluto y bullicioso
congrega las miradas de la gente
que pasea o descansa en los bancos de mármol.
Recostado en el esplendor mullido
de la creciente hierba los ojos, fijos
en un punto provisional del cielo,
se abisman en un interior fungoso
que empequeñece el alma y, a la vez, la convoca.
Escuchas las palabras de los otros
cerca de ti, su tono de voz ensimismado
y protector, desmigas en tu mente
ese nervio invisible que al mundo te sujeta,
vacías la memoria, porque no es el deseo
lo que lúcido inspira el ademán
definitivo sobre el blando césped,
sino la plenitud del ser completo
y ese orden natural que ahora entiendes.

EL TEJO

Apenas sobresalen de entre la hierba
sin cortar incipientes hojas verdes
puntiagudas, osadas, defensivas.
Despacio asciende hacia la luz el tronco
joven, enraizado en el terraplén
desprotegido que, orientado al norte,
circunda la casa. Parece inerte
y sin embargo, en su interior palpita
la savia sin edad de lo perfecto.

Quien lo plantó ya no es el mismo de antes.
Es otro quien lo observa vertical,
sujeta la mirada a ese inflexible
mástil que desafía año tras año
el constante vigor de las tormentas
y el penetrante sol de los veranos.

Hacia la tierra, hacia la interminable
noche crecen, igual que la nostalgia
sus morosas raíces en silencio.

Nuevas voces escucha en derredor.
No son las del pasado, pero vuelve
a su ser la constancia de un origen
remoto: bebedizo que promete firmeza,
filtro amargo para la soldadesca
y el más visible, símbolo de un pueblo
del que sólo hablan ya manuales inservibles.

En mí vivirá más que otras imágenes.
Pero, ¿recordará su hosca corteza
el tacto apasionado de las manos
que lo plantaron?, ¿permanecerá
su fiel envergadura como un faro
iluminando el mar de los sentidos
en mi ausencia o sin más, desguarnecido
por talas crueles, defenderá solo
su verdad, ese aire sin tiempo, previo
a todo, que circunda su pureza?

PUENTE DE LA PIEDAD

Testimonio del tiempo, ya es el tiempo.
CÉSAR SIMÓN

Su actual emplazamiento manifiesta
aún más su modesta envergadura.

Construido acaso para salvar corvas
hendiduras o lánguidos arroyos,
une ahora invisibles muros de aire,
vertientes del vacío, mudos rastros
de luz desorientada y de silencio
insomne. Blancos números ordenan
la posición exacta de junturas
y masa como fechas en una vieja lápida
que lacra los despojos tumefactos
de un cadáver sin nombre. Agridulces
bayas de acebo crecen junto al cauce,
protegidas por sombras momentáneas.
Yo las miro irritado, viendo en ellas
a intrusos que saquean los recuerdos
a plena luz del día, recobrando
ese espacio enviciado que cobija
su mayestática impostura.

Nada dicen las piedras de este puente,
aunque hacia mí se vuelva mientras paso
la cimbra fantasmal que inalterable
sustenta su equilibrio como un ángel
de la guarda previene del pecado.
Jamás quien fui exploró esa eventualidad.
Todo es falso. Extrañado, mira al frente
su único ojo buscándose en el cielo
del futuro, y ve sólo su soledad creciente.

De Corriente Subterránea (2003) Editorial Renacimiento

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LA RUTINA [Mi poema]
Andrés Sánchez Robayna [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Oigo la radio, veo un partido y escribo un poco,
doy un paseo, voy caminando, ya me sofoco.
Mientras camino voy observando, alzo la vista,
siempre mirando hacia ambos lados como un turista.

Voy meditando, raudo atisbándole al horizonte,
ante mi vista la Calderona, se asoma el monte.
Busco una piedra en que apoyarse mis posaderas,
sobre mi frente un parabrisas limpia goteras.

Sólo tres pasos yo dar consigo ya en mi paseo,
un, dos y tres, pues más de un metro yo ya no veo.
Las florecillas que hay a mi lado me dicen loco,
yo les sonrío y de mi me río poquito a poco.

Este es el río en el que me baño todos los días,
un padre muestro, dos me arrepiento, avemarías.
Así se acaba hoy la rutina de esta jornada
quizás mañana yo ya no exista, no haya aquí nada.
©donaciano bueno

El parque natural la sierra de la Calderona, por su cercanía a la ciudad de Valencia, unos 20 km, es considerada como el principal pulmón verde de esta. Ocupa los términos municipales de las siguientes poblacione Albalat dels Taronchers, Alcublas, Algimia de Alfara, Estivella, Gátova, Gilet, Liria, Marines, Náquera, Olocau, Puig, Puzol, Sagunto, Serra, Torres Torres, Segart, la Villa de Altura y Segorbe.

MI POETA sugerido: Andrés Sánchez Robayna

Fluye, fluye sin fin…

Fluye, fluye sin fin, oh tejido invasor, oh red que ciernes.
Fluye secamente de toda ausencia oscura. Fluid, rayos ex-
tensos, sobre los arenales. Salid densamente de la ausen-
cia, sed, ahí, llamas en el trono del ojo. Oigo como un mur-
mullo en las dunas del fondo y aún no hay hojas ni pasos
ni pensamientos en los pasajes del espacio sediento. Que
venga rumor de fibras y de lacas en la hora altiva sobre los
médanos. Ahí están los maderos, los corchos y las planchas
de cobre bajo el cielo segmentado y rodante, y las olas, y
el polvo; también ellos te aguardan. Da, luz, tu paso entero.
Llégate hasta la lengua que jadea. Sé el agua de esta nada.
De «Tinta» 1981

La abubilla

En la hierba del cielo, o de los mundos,
el animal levanta el vuelo breve,
la cabeza incendiada, el cuerpo astuto,
la cresta reflejada por los charcos del tiempo.

Lo vi en días de luz que no regresa,
pero un niño regresa. Un niño, ahora,
cuida su pata herida junto a una casa blanca,
en el tiempo sin tiempo y en el no de la luz.
De «Fuego blanco» 1992

Deseo de verano

El verano alumbró las laderas de nuevo,
con otro sol más puro cegó las hondonadas,
incendió la morera. Sobre el torso del día
dejó sus secos signos, el fuego material.

Ave, sobre la tierra desnuda del verano,
muestra tu sombra breve. En el aire callado,
o en el solo susurro de incesantes abejas,
enséñanos tu vuelo contra la eteridad.
De «Sobre una piedra extrema» 1995

El durmiente que oyó la más difusa música

Las delicadas espaldas del sueño
remontan rojas el océano,

nubes de densidad calurosa
al extremo del día abovedado,

el mar en esta brisa de verano.
La más difusa música, en el sueño,

la visión más intensa,
las olas prolongadas y el sol y los pinos

giran con esas olas y ese aire que él sueña.
Las nubes son su espalda.

Ni el sol ni la mañana serán ya que para él
un sol o una mañana o un azul ilusorios.
De «Clima» 1978

El libro tras la duna I

Ahora,
en la mañana oscura del desceñido octubre,
en que, umbroso y en calma, yace el mar
entregado a la pura aquiescencia del cielo,
al deslizarse de las nubes blancas
que un gris ya casi mineral golpea,
marmóreo, dilatado,
ahora,
mientras el tiempo gira
a punto de ser siempre alumbramiento,
sin dar a luz más que el instante cierto
y siempre tembloroso,
y damos vueltas en su vientre ciego,
y entrega solamente
un puñado de arena
que vemos escurrirse entre las manos,
mientras un niño juega,
después de echar los dados,
ahora,
sólo ahora,
el comienzo
comienza.

El libro tras la duna II

Todo comienzo es ilusorio.
Todo comienzo es sólo un enlazarse
del principio y del fin en la cadena
del tiempo, es el instante
en que creímos ver el nacimiento
y el nacimiento es sólo un acto
de lo incesantemente renacido
—es decir, estas líneas semejan un comienzo
pero el comienzo surge a cada instante,
como la lluvia que esta tarde
vi caer sobre el mar
y esta tarde es tan solo una tarde del tiempo que renace
en un eterno recomienzo
y la lluvia y la tarde se han hundido en el tiempo
en el que ruedan siempre las nubes agolpadas
sobre los mármoles celestes

y la línea inicial es un comienzo
y la línea final será un comienzo.

El libro tras la duna III

Allí, en aquella parte
del libro que se abre
de la memoria mía, oigo
un rumor de arboledas, un barranco interpuesto
entre laderas altas en las que recorría
las piedras, las veredas,
la tarde en la que, solo, me alejé de la casa
y grabé en una piedra,
bajo los cielos cómplices,
la inicial de mi nombre
para dejar señal
del nombre y su secreto.

Y los cielos copiaban
el color de la tierra.

El libro tras la duna IV

Me seguía un perrillo
hambriento y fiel. Yo era
fiel también a sus pasos, y no sabría decir,
ahora, quién seguía
a quién. Y exploraba con mi hermana,
o con algún amigo, y muchas veces solo,
los pasajes del fuego sediento, el verano
en las bellas laderas, o los felices charcos
del otoño insular. En lo más alto
de los árboles hice un mirador
sobre la casa y sobre los caminos
que hasta ella llevaban, la camisa
manchada por el níspero de julio
y con tierra en las manos, descalzo
sobre la tierra húmeda y rojiza.

¿Podré decir, así, que el cielo
como manto allá arriba protegía
con su extendida claridad mis pasos?
Amada tierra de esplendor, cavé
desde entonces en ti, y en ti me acogerás.

El libro tras la duna V

Cada día, una página
del desplegado libro de la luz
se entregaba a mis ojos. ¡Fulgurante blancura
pisada por los pasos del niño que corría
sobre los médanos solares!
Luego, sobre la hierba, restañaban
las heridas manantes.

Oh renacida claridad,
aprendí pronto a amar, cerca de los naranjos,
la pedrería de la luz, el sol
cortado por las hojas en la hierba,
multiplicados soles diminutos
en el agua sencilla, en el estanque
y en las claras acequias. Aprendía.

El libro tras la duna VI

Los pies desnudos en la tierra, sobre
las uvas para el vino de noviembre,
sobre las piedras del barranco seco,
sobre la luz y su deshacimiento.

El pie dejaba
su huella por los mundos, se manchaba
con el limo solar. En las acequias
se lavaba tan solo
para poder ser uno con el sol.

Pisaba el pie la luz.

El sol tenía
la anchura del pie humano.

El libro tras la duna VII

El rumor de los árboles
y su texto infinito se escribían
con negros caracteres en el ojo
del sol. Y desde allí,
en remolino prieto, resbalaban
cayendo en la mirada como una fundición
de oro y hojas exactas
sobre el punto del iris.

Oh desasida claridad,
echado sobre el césped contemplaba
la avalancha solar, el aluvión
suave de nuestra luz
abrazando los mundos. Yo habitaba
en las torres del sol.

El libro tras la duna VIII

¿Era Sirio o Capella, Vega o Pólux?

Cuántas veces la vi temblar, arriba,
tras las montañas que tomaba
la espesura nocturna, entre las hojas
vibrátiles de abril, o echado yo,
las manos en la nuca,
por la arena de agosto,
sobre la lenta duna que aún guardaba el calor,
y cuántas veces quise
penetrar por su nombre en el secreto
silabario del cielo,
y saber la palabra que escribían
las luminarias renacientes, claro
secreto escrito en el fulgor supremo,
en la curva estelar del cielo tembloroso.

El libro tras la duna IX

Rosa carnal del risco, oscuro nudo
de pétalos que abrazan los soles y las lunas
y los aires que soplan desde el mar atezado,
animal que reposa: mira pasar a un niño.

Tú que fuiste mirada y que gobiernas
las horas y los días y las noches
en lo invisible que renace, mira
a un niño abandonar tu paraje aterido.

Míralo despoblar tu reino absorto,
dejar tu compañía para siempre,
el grácil contubernio. Un niño deja
el exento país entre el gorrión y el góngaro.

El libro tras la duna X

Comenzaba a saber
(pero sólo del modo en que ignorarlo
es una forma de conocimiento)
que, al igual que el silencio
ha de ser una parte del decir, que al igual
que la visión del cielo
forma parte del cielo,
una nube interior, muy parecida
a la que fluye quieta en la mañana
hecha de transparencia entrecruzada,
se alza hasta la visión
de la nada que somos, y que es todo.
Y la visión del hombre
se llega a transformar en la experiencia
de esta nada que está en ninguna parte.
Es una nube. Sólo
años después sabría que su nombre,
entre otros nombres justos que la llaman
y el nombre conseguido de los nombres,
es la nube clarísima
del no saber, la nube
interna del amor
y la contemplación. Es una nube
oscura y clara a un tiempo,
hecha de cegadora oscuridad.

Por este tiempo comencé a sentir
la sombra de esa nube
ante mí, precediendo
a menudo mis pasos,
y seguirla fue a veces
un acto de inocencia.
Era sólo una sombra, y ya sentía
su potestad, con todo.
Aquella nube, aquella
sombra del no saber era un saber.

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LO HE CONSEGUIDO [Mi poema]
Ramón Bascuñana [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

A ti, sí, a ti, quien hoy me escucha
que cree ser la flor en el florero,
presume de un buen coche y de dinero,
que lleno a rebosar tiene la hucha
e insiste en ser de todos el primero.

A ti, sí, el que al otro menosprecia,
disfruta del nacer de buena cuna,
gallea al no sufrir penuria alguna
e incluso que ni sufre de alopecia,
y suele alardear de su fortuna.

A ti, sí, a ti, ese el cual se vanagloria
de haber venido al mundo en tal lugar,
y sale cada día a publicar
que Dios le va a premiar luego en la gloria
así que no se canse de pecar.

A ti, que un palo al agua nunca diste
pues todo te llegó sobrevenido,
narciso presuntuoso, presumido,
no sabes calcular lo que perdiste
cuando logras gritar ¡lo he conseguido!
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ramón Bascuñana

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE

[Homenaje a la novela de E. María Remarque]

Hay que contar los muertos.

Primera guerra púnica.
Cuatrocientos mil muertos.
Sin novedad en el frente.

Segunda guerra púnica.
Trescientos mil muertos.
Sin novedad en el frente.

Guerra de las Galias.
Entre cuatrocientos mil
y un millón de muertos.
Sin novedad en el frente.

Las Cruzadas.
Cinco millones de muertos.
Sin novedad en el frente.

Las guerras napoleónicas.
Entre cuatro y siete millones
de personas muertas.
Sin novedad en el frente.

Primera Guerra Mundial.
Entre diez y treinta y un millones
de personas muertas.
Sin novedad en el frente.

Segunda Guerra Mundial.
Entre sesenta y setenta y tres
millones de personas muertas.
Sin novedad en el frente.

Guerra de Corea.
Entre dos millones y medio
y tres millones y medio
de personas muertas.
Sin novedad en el frente.

Guerra de Vietnam.
Entre dos y seis millones
de personas muertas.
Sin novedad en el frente.

Guerra de Siria.
Entre ochenta mil
y cien mil personas muertas.
Sin novedad en el frente.

Hay que contar los muertos.
Los muertos también cuentan.
Artículos de primera necesidad. Murcia; Boria ediciones, 2020.

COMO EL TEMBLOR DEL VINO

Como el temblor del vino
es el escalofrío
que recorre mi espalda
cuando alzo la copa
y brindo por los años
que esperan, todavía,
Besarnos en los labios
con su leve caricia.
El gesto del escriba (Antología) Ed. Huacanamo, 2009.

LA LUZ DE LA TRISTEZA

Nado contra corriente en el mar de los días,
lucho contra la fuerza del oleaje del sueño
y contra la rutina de las noches en calma.
Soy un superviviente en mitad de la nada,
un náufrago que anhela refugiarse en la playa
de la infancia perdida y levantar castillos
de arena con palabras escritas en la brisa
de la melancolía.
Quiero alcanzar la costa
de los seres felices, pero no lo consigo
a pesar de mi empeño. Al final, como siempre,
la luz de la tristeza me atrapa entre sus redes.
[ De Desnuda luz de la melancolía]

POESÍA

La poesía es un televisor con el volumen silenciado
Mientras suena música y los cuerpos se enajenan.
Roger Wolfe.

Fría desolación
en la unanimidad del sentimiento.

Perseverar en el error es simple.
En ocasiones demasiado simple.
Un vaciarse de todo
-incluso de la vida-,
un desnudar el alma sobre el papel
borroso de la lluvia
o puede que un desnudar la lluvia sobre el alma
borrosa del papel,
para intentar hacer de la palabra
el aliento del cielo;
un lenitivo contra la tristeza.
[De El humo de los versos]

(LA TIERRA PROMETIDA)

después de atravesar las barricadas
los bosques medievales del olvido
este valle de lágrimas que alberga
el caudaloso río de la vida
del que tanto discuten los poetas
los húmedos umbrales del pasado
el desierto de tu propio espejismo
los fantasmas prohibidos y las calles
de todas las ciudades del presente

después de atravesar todos los miedos
por fin has alcanzado tu destino

la tierra prometida del poema
[De El centro de la sombra]

LAS PALABRAS DE SIEMPRE.

Escucha cómo suenan las palabras de siempre.
Esas que nos decimos por rutina o desidia:
Buenos días ¿Me quieres?¿Qué tal en el trabajo?
¿Te apetece una copa? Te amo ¿Me deseas?
Son una letanía carente de sentido.
No significan nada y en nada nos ayudan
a sostener la frágil verdad de nuestra historia.
En cuanto las decimos se marchitan y mueren
al borde de los labios. Quisiéramos que fueran
distintas cada día, que quien las escuchara
respondiese con otras palabras diferentes:
Desde luego ¿Lo dudas? Ni bien ni mal ¿Qué quieres?
Tan temprano ¿una copa? Sabes que te deseo.
Preguntas y respuestas guardan esa distancia
que da la cortesía de los que han recibido
tantos golpes y heridas que prefieren decirse
las palabras de siempre a soportar el peso
un silencio que aplasta su amor contra la nada.
[De Apariencia de vida]

LA VENTANA INDISCRETA

Me asomo a la ventana del presente.
Contemplo el cielo azul y su derrota,
la calle del pasado que se aleja
y el futuro que apenas se insinúa
como una prostituta
al doblar una esquina.

El miedo y el futuro
siempre laten al doblar una esquina.

Ya no siento añoranza
por la gente que habita la calle del pasado.

Vivir es asumir el riesgo de ahora.
El riesgo de perder objetos y personas
que fueron importantes para seguir viviendo.
Que lo son todavía.
Comprender que avanzar es un peligro,
un desgaste que antes o después
nos dejará en los huesos.

Hay que aceptar la vida con sus limitaciones.
La pena y la alegría suele darse la mano.

Me asomo a la ventana del presente
y miro cómo juegan los niños en el parque.

Juegan con la esperanza del futuro
-como si la esperanza fuera un balón de fútbol
al que pegar patadas-,
mientras yo los contemplo
desde este cielo azul y su derrota.
[De El dueño del fracaso]

APOLO PERSIGUIENDO A DAFNE

Yo te persigo, amor, aunque tú sabes
la maldición que pesa en nuestra contra.
Yo te persigo, amor, y al alcanzarte
tu carne será un tacto de madera.
El Amor es así, su sino es ése.
Es el Amor una categoría
del amplio espectro de las ilusiones.
Nada más alcanzarlo se transforma.
O, puede ser peor, se desvanece.
[De los días del tiempo]

ANTE EL CUADRO “LA MUERTE DE MARAT” DE JACQUES LOUIS DAVID.

¿Duermes o acaso la muerte reflexiona?
Domina el equilibrio en la tragedia.
Solo el cuchillo inerte, equivocado,
traiciona los sentidos un instante.
Solo la herida leve, incipiente,
se obstina en recordar la infamia.
El cálamo prendido entre los dedos
ignora todavía su cruel destino.
Incluso en la muerte yace la armonía.
Lenta fluye la sangre desde la cisura.
Solo la herida mutila la belleza,
La dejadez mortuoria del cadáver.
¡Oh mártir de la libertad! ¿Quién dijera
que tiene la muerte nombre y apellidos?
[De Quedan las palabras]

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QUITO ES UN BESO [Mi poema]
Gata Cattana [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

La Flor es de los Andes, se decía,
precioso lugar, ciudad sin techo,
de firme irregular algo maltrecho
y gente apabullante de alegría.

La que vive soñando con derechos
mirando como así pasan los días,
algunos recogiendo los desechos
entre gracias a Dios y avemarías.

Pareciera que aquí la vida avanza
en este divagar sin rumbo fijo,
pidiéndole al buen Dios les dé cobijo
y provea del bien de la pitanza.

Diríase que un nuevo Sancho Panza
habita y se recrea en estos lares,
por todos lados, hay cientos, a millares
repletos de ilusión y de esperanza.

No tienen mucho, sí lo indispensable,
cabalgan, la cabeza llevan alta,
de aquello que no ansían no les falta,
aparente su vida es saludable.

Quiteños son, de aquí gente sincera,
de trato familiar inigualables,
ejemplos, que son seres de primera,
sonriendole a la vida, insuperables.

Yo que de aquí no soy, aquí quisiera
pedirles que visiten la ciudad
tan llena de belleza y de bondad,
lugar en donde siempre es primavera.

Pareja Quito y yo somos de hecho,
yo la amo y ella a mi me corresponde,
si la busco, yo sé donde se esconde,
todo es amor pues de ella no sospecho.

Paseo hoy por la zona colonial,
con sus bellos espacios me embeleso,
sus plazas y rincones sin igual,
Quito es sensacional, Quito es un beso.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Gata Cattana

¿Qué es el amor?

Soy procaz, no soy sincera,
y el día que yo me muera
se muere lo que más quiero,
que no hay amor verdadero
para aquel que no se espera,
y como yo no te espero
soledad es mi compañera.

Pues ¿qué es el amor
para aquel que no lo encuentra?
Un anhelo insaciable,
verdugo del alma cuerda.

Pues ¿qué es el amor
para aquel que atormenta?
Un yugo sobre su frente,
víspera de muerte lenta.

¿Y para aquel que lo guarda
en su garganta hambrienta?
El amor es como un juego,
es ambrosía y néctar.

Para mí el amor no existe,
es cantar de los poetas,
pues no hay amor complaciente
para aquel que no lo espera.

A Madrid.

Este domingo de reconciliación y desagüe,
de desarme,
esta tregua momentánea de recuento
y disuasión…

que no sirva de precedente.

Es verdad que estabas
más guapa que nunca,
con tu tráfico, tus lucecitas de navidad
encendidas desde agosto,
tu amanecer
tremendamente adictivo
por su naranja
y la contaminación.
Te sienta bien la contaminación,
esa mañana te sentaba bien,
filtraba la luz como el papel cebolla
y ese amarillento nublado
también resaltaba
el azul de mis ojos.

Tus mañanas son como las mías,
con ese rastro de pintura negra en el contorno
y ese violeta de temprano, de ojeras,
por las secuelas de la noche
ajetreada.

¿Soy yo la que se parece a ti o eres tú,
que me has estado tentando hasta convertirme
en lo que tú querías?
Este saco de ojeras y de huesos
que vaga por tus cloacas esperando
que te dé por sacarme de ahí y
me pagues lo que me debes.

Se nota que no tienes ni puta idea
de donde vengo ,
se nota que no sabías quien era
hasta que me tragiste a tus cloacas,
si lo supieras
me habrías puesto en otro sitio.

Pero da igual.
Porque mi excentricidad era inapreciable
al lado de la tuya,
mi soberbia era una canica
al lado de la tuya,
y por eso siempre me sentí
cómoda bajo tu látigo,
porque mi locura y mi crueldad
pasaban desapercibidas
y en comparación
aquí yo era David
y tu Calígula.

Eres tan cínica,
eres tan jodidamente cínica
hija de puta que pareces el mismo Dios
te crees el mismo Dios verdad?
Pues he venido a darte de tu propia medicina.
Te crees que tu administras
y repartes, y partes la pana
pero se nota que no tenías ni idea
de quien era yo antes de traerme,
y eres tú la que se parece a mí,
la que ya quisieras parecerte
un poco a mí,
ya quisieras.

Este domingo has estado muy cerca.
Pero eso.

Que no sirva de precedente.

El orden de los factores

Matar al padre.
Matar al hijo.

El orden de los factores

altera el producto.

Dicen los viejos, los libros,
los filósofos..
todas las fuentes de conocimiento que conozco
dicen
que es fundamental
primero
matar al padre
y luego
matar al hijo,
si lo tuvieras.

yo he tenido muchos
muchos, tantos
que ni siquiera recuerdo
los nombres que les puse.
que ni siquiera la hora del parto,
ni la hora
de la muerte.
Tantos que
ni uno favorito,
ni mi ojito derecho,
tantos que de
tantos caínes y abeles
aquello era una guerra civil.

y yo estaba ahí,
con el rostro serio que debe tener Yahvé
viendo,
dejándolos morir…
participando activamente
en la de algunos:

-tu quoque mater mii?
-ego quoque, ego quoque hijo mío,

con mis propias manos
con el mismo puñal que a tus hermanos
hube de matarte en favor propio
y aún así
me siguen saliendo los tiranos
desde el coño a la cabeza,
de la punta de las manos a la punta
de la lengua, cada equis tiempo
y cada equis tiempo
la sangre nos riega
la casa.

Todos los psicólogos,
las bibliotecarias, los poetas,
todas las fuentes de conocimiento
que conozco
y los farmacéuticos insisten:
es fundamental
matar al padre
y luego
matar al hijo.

Pero he tenido tantos,
he sido tan madre que
apenitas tiempo para ser hija
y mi padre sigue vivo.

Pero sólo tengo uno.

LA ESCALA DE MOHS (fragmento)

(..) Al final todo el mundo…
Todo el mundo tiene un precio.

Y quién me iba a decir a mí
que después de tanto principio,
tanta ley y tanto código,
tanto juez y tanta ética
tanto farol bien tirao´…,
que el mío iba a ser tan minúsculo.

Yo siempre lo supe:

cuando me dieron a elegir
entre la gloria o la paz,
yo ya lo sabía,
hubiera elegido lo segundo.
no soy de cantares de gesta.

TU OFICIO, POETA (fragmento)

(…) Que el conocimiento
no sea una amenaza.
Tu oficio, poeta,
es dignificar la especie.
Escoger las palabras
que pondrías en tu lápida.
Decir, por ejemplo:
Merecerte la vida
hasta tal punto
que tu muerte
parezca una injusticia.

Y dejarte ir,
como si nada, como todos
(poetas o no)
hacia la larga
y aburrida
eternidad

LA SATINE (fragmento)

Tu amor siempre fue
el niño amor.
El tierno amor adolescente
de eres mi garza
y mi Helena de Troya,
de cuánto te quiero
y sin ti no hay más luna…

Pero yo nunca fui Helena.
Yo nunca fui Helena y ni siquiera Penélope.
Yo nunca fui ese tipo de princesa
que espera sentada
escuchando odas a su hermosura.

Porque yo era más la Satine,
la Agripina. La Teodora de Bizancio,
que administraba y quebraba imperios
con una palabra.

COSPEDALES (fragmento)

Te vas y me aparecen Cospedales.
En serio.
Miles de ellas esparcidas por toda la ciudad,
bien repeinaditas, con falda por la rodilla
y pendientes de perla.

Y me tiro cosa de un mes
escribiendo mierda insustancial en diferido,
en forma, efectivamente de simulación
o de lo que hubiera sido en diferido,
en forma, de noticia pasajera,
de anécdota, de suceso,
de lista de la compra
y de prospecto.
En serio.

Te vas y me aparecen Gallardones
con la mueca inquisidora
y el discurso de mi abuela,
persiguiéndome los gestos,
los derechos y las metas,
señalando con el dedo
y escupiéndome por puta.

Y mientras todo esto pasa, mi amor…
Mientras todo esto pasa
Rouco Varela se frota las manos.
Se frota las manos y otra cosa.

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YO ANDUVE HUNDIDO [Mi poema]
Sergio Raimondi [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo un día anduve hundido entre tinieblas
con rabia defecando en mi jardín,
sin ver la realidad dejé mis huellas
cual río que ante el mar llega a su fin.

Yo un día me olvidé que hay cosas bellas,
pensando que esta vida era una cruz,
que el cielo no era azul y las estrellas
dormidas se encontraban sin su luz.

Pensé morir de amor, morir por ella,
a punto de arrojar mi vida al mar,
en tanto apareció la niña aquella.

Fue una constelación, una centella,
no sé si preparado o por azar,
al fin ya hoy soy feliz, la vida es bella.
©donaciano bueno

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MI POETA sugerido: Sergio Raimondi

Qué es el mar

El barrido de una red de arrastre a lo largo del lecho,
mallas de apertura máxima, en el tanque setecientos mil
litros de gas-oil, en la bodega bolsas de papa y cebolla,
jornada de treinta y cinco horas, sueño de cuatro, café,
acuerdos pactados en oficinas de Bruselas, crecimiento
del calamar illex en relación a la temperatura del agua
y las firmas de aprobación de la Corte Suprema, circuito
de canales de acero inoxidable por donde el pescado cae,
abadejo, hubbsi, transferencias de permiso amparadas
por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca; ahí:
atraviesa el fresquero la línea imaginaria del paralelo, va
tras una mancha en la pantalla del equipo de detección,
ignorante el cardumen de la noción de millas o charteo,
de las estadísticas irreales del INIDEP o el desfasaje
entre jornal y costo de vida desde el año mil novecientos
noventa y dos, filet de merluza de cola, SOMU y pez rata,
cartas de crédito adulteradas, lámparas y asiático pabellón,
irrupción de brotes de aftosa en rodeos británicos, hoki,
retorno a lo más hondo de toneladas de pota muerta
ante la aparición de langostino (valor cinco veces mayor),
infraestructura de almacenamiento y frío, caladero, eso.

Cada vez que se aproxima el extremo contrario
donde los rígidos peldaños acanalados pierden
la apariencia de su forma y se vuelven cinta

continua lanzada a rehacer la operación otra vez
según una mecánica capaz de instalar el concepto
de que cuenta la circulación no un rumbo eventual

de hecho el sentido es reversible y arriba y abajo
intercambiables mediante un simple dispositivo
pasible de fallar sin embargo ante el uso frecuente

convendría no voy a decir detenerse a reflexionar
no se trata de favorecer el riesgo de un accidente
pero sí reflexionar desde ese mismo movimiento

sobre el devenir de las sustancias y las compañías
rinde reconvertido en base a una tasa de ganancia
que interminablemente asciende o de pronto cae

aleación ayer usada para dejar en el aire vestigios
explosivos de una munición de cañón de sesenta
a veinticuatro milímetros y que ahora en el descanso

aparente, inicial o final de esta escalera automática
indica el pasaje de un paradigma de la guerra a otro:
fusión figurada THYSSENKRUPP en el acero fundido.

Solo un país ubicado entre dos placas tectónicas
puede pasar de importar la revolución socialista
a exportar al mundo el modelo más liberal.

‘La izquierda unida jamás será…’. Bueno, ‘jamás’
lo que se dice ‘jamás’, mejor decir ‘a veces no’,
pero rota métrica y mística, ¿quién cantaría?

Porque al final la liberación fue la liberación
de las trabas al arribo de automóviles extranjeros
y de los precios de las cepas regionales de vino.

No hay que subestimar acuerdos académicos.
Mientras un ejército se entrenaba en Panamá,
el otro hacía sus ejercicios en Chicago

para aprender que el Estado capaz de apropiarse
de los monopolios de distribución, fomentar
el control de los cordones industriales y castigar

al empresariado boicoteador era interrupción
del movimiento auto-regulado del mercado
tan parecido al movimiento mismo de la vida.

Donde la política se mide con la escala de Richter
es imposible imaginar cualquier gradación.
Bombardeo primero y por las dudas shock:

achique inmediato del déficit fiscal, recorte
del gasto público, supresión del código laboral,
privatización de pensiones, educación y salud

para que surja al fin de una vez aquel que confía
en sí mismo, maximiza utilidades y solo existe
en la competencia. El nuevo Hombre Nuevo.

En la casa del gobierno de facto el conferencista
negaba la relación inevitable entre el flujo
de las divisas y la detención del militante popular

pero su acento en la eliminación de la inflación…
¿Se trataba de eliminar la inflación exactamente?
¿Había que contar también la inflación ideológica?

Tal vez ya entonces era posible imaginar el gran día
en que solo tanques metafóricos y no literales
fueran suficientes para hacer triunfar el plan.

WEIL BROTHERS

Una de las «cuatro grandes» compañías exportadoras
afincadas en la Argentina a fines del siglo diecinueve
éxtasis de la división internacional de la producción

Es decir: rápida expansión de la frontera agrícola local
siembra al voleo de maíz y variedad de trigo Barletta
en el aire una mano de las millones de manos arribadas

de la península itálica o ibérica con una memoria secular
de los ritmos fértiles de Ceres y las fiestas lupercalias
completamente inútil para estos suelos sin roca y casi

sin linde para arrendar mal y pagar con una cosecha
potencial ante el granizo y el retorno de la langosta
o de los braceros y crotos de todo tipo para la siega

el uso de la espigadora si se invirtió en capital parvas
más parvas parvas trilla y largo trecho a la estación
tras el embolsado obligado la estiba alta en el carro

y la pérdida de uno que otro cero ante la ignorancia
de los movimientos bruscos de ascenso y descenso
de los precios en pizarras del otro lado del mundo

cablegramas desde Londres o Rotterdam o Amberes
para distribuir la información a los agentes zonales de,
bueno, p. ej. esta empresa cuyas rentas financiaron

durante años los estudios de la Escuela de Frankfurt
dedicados a superar con elegancia la visión ortodoxa
economicista y mecanicista de base–superestructura.

El poeta menor ante el nacimiento de su hijo

Luego de hallar, tras días de búsqueda, el lápiz
en la cabina del camioncito de los bomberos,
y de comprobar la independencia de juicio
del heredero, que rompe las páginas predilectas
e intactas deja las indiferentes, el poeta menor
decide dialogar con su mujer sobre un tema clave:
la organización espacial y temporal de su labor,
en la casa, luego del nacimiento del hijo.
A lo largo de la conversación se tocan varios temas:
compra de comestibles y artículos de limpieza,
pago de impuestos, turnos para el cuidado,
diversión, alimentación e higiene del niño,
ausencia de cuidado, diversión, alimentación
e higiene de la pareja, necesidad de registrar
sus primeros pasos, frecuencia de uso del
—vulgarmente denominado— chupete,
amables formas de imponer distancia a los abuelos.
Cuando una mutua mudez evidencia el final,
el poeta menor comprueba que su inquietud
ha sido desplazada en vista de otras urgencias.
Esa noche, como un inspirado romántico
que aprovechase el silencio de los mortales
para dejar fluir el carácter alado de sus versos,
canta durante horas una canción de cuna.

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ANALFABETO [Mi poema]
Manuel Bretón de los Herreros [Poeta sugerido]New

MI POEMA ...de medio pelo

 

Era un simple analfabeto de las letras
que escribía lo que el cuerpo le pedía,
un gandul, estrafalario sin recetas,
aspirante a parodiar a los estetas,
que uso haciendo de trampas y mil tretas
a imitarles él lograr nunca podía.

Pues no encuentro la razón, pensaba un día,
que en mi mente siempre aniden pedregales,
solo arbustos y rastrojos y jarales
y que nunca se perciban melodías.
Que el agua quieta esté en sus manantiales
no fluyendo en armoniosa sintonía.

Ay, amigo, se oyó bajo el sombrero,
prefiero no pecar de intromomisión,
formación y la lectura es lo primero
y una vez entrenada, imaginación
y las flores luciendo en tu vivero
esperar a que aparezca inspiración.
©donaciano bueno

#Y tú, sabes #leer y #escribir? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Bretón de los Herreros

A LA PEREZA

¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar un ave la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora, y otra hora!
Comer, holgar…, ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!

¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo

me arrastra bostezando; y, de tal modo
tu estúpida modorra a entrarme empieza,
que no acabo el soneto… de per…eza.

– I –

La noche

No para mí los anchurosos valles,
¡Oh sol! coronas de precoz espiga;
No a mi placer consolador majuelo
Dora tu llama.

No yo a gozar de tus hermosos rayos
Cuando la escarcha del Enero rompes
La ijada hiriendo de alazán brioso
Cruzo la vega.

¿Qué alumbra mío tu fulgente carro?
¡Ah! ¿Qué me anuncia que dolor no sea?
¿Cuándo a templar de mi destino el ceño,
Cuándo amaneces?

Aguija al menos tu cuadriga, ¡oh Febo!;
Hiende veloz el eternal zafiro,
Y allá perdido en los profundos mares
Huye a mi vista.

¡Cuánto más grata a mi abrasado pecho
De Cintia luce la dudosa tea
Cuando retarda su tranquilo curso
Tétrica nube!

¡Oh de Morfeo bonanzosa madre!
¡Oh dulce tregua a los afanes míos!
Ven. Tiende al orbe el misterioso manto,
Lóbrega Noche.

Yo te deseo como al nueva
De virgen rosa purpurado cáliz;
Y no es mi seno al horroroso crimen
Bárbaro asilo.

Ni tanto es fiero tu atezado rostro
Que al hombre infunda merecido espanto.
Más de una vez en hermosura y pompa.
Vences al día.

No siempre en torno a tu dosel umbroso
Rugen los vientos y el olimpo truena;
No siempre arrasa los floridos campos
Árido hielo.

¡Cuán apacible en el ardiente Julio
Con mil estrellas tachonando el cielo
Reposo al hombre y al vergel envías
Céfiro leve!

¡Oh cuánto es dulce sobre el haz dorado
Libre tender los fatigados miembros
Cuando en los brazos del pastor querido
Vela Diana!

Todo es sosiego. Murmurando apenas
Desciende al mar el argentado río.
Susurra apenas en tu copa el aura,
Plácido fresno.

Sólo el silencio de la noche viola
Suave cantar de codorniz amante,
O allá a lo lejos el zagal sonando
Rústica avena.

¡Horas felices! Corazón helado
Yace en el seno del mortal que os odia.
¡Horas de paz! En alabanza vuestra
Suene mi lira.

Si el sol recrea y reverdece el campo,
También su hoguera lo consume activa;
Si alguna vez a la virtud alumbra,
¡Cuántas al crimen!

¡Oh infausto siglo! Las nocturnas sombras,
Gratas un tiempo a los malvados fueron.
Hoy no; que impunes a la luz sus ojos
Alzan osados.

¡Oh Noche! En tanto que tranquilo sueño
El vil traidor y el asesino duermen,
Tú los prodigios de Natura sabia
Plácida velas.

¿Por qué te llaman de la muerte imagen?
¡Oh sacrilegio! Cuanto puebla el mundo
A ti su vida y sus delicias debe,
Próvida Noche.

Y tú de amor, que las tinieblas ama,
Los dulces hurtos con tu negro manto
Cubres amiga; y el amor mi culto
Lleva a tu templo.

Almas sensibles a la grata herida
Que el niño alado sonriendo graba,
¿Cuál de vosotras negará a mi canto
Precio sublime?

No empero, oh Noche, tus tranquilas horas
Torpe conato a bendecir me impele.
No amor venal de meretriz infame
Guía mi planta.

Ni el sacro lecho del ausente esposo
Corro a manchar; ni seductor aleve
De incauta virgen a la fama tiendo
Pérfido lazo.

Vuelo a la choza de mi Silvia bella,
Mansión celeste de inocencia pura:
De Silvia bella, que me llama, ¡oh gloria!
Bien de su vida.

Feliz entonces mi destino acerbo
Lanzo al olvido con la luz febea;
Y apenas puede contener el alma
Júbilo tanto.

Ora ingeniosa a las palabras yertas
Que a la importuna sociedad dirige
Sabe mezclar para embeleso mío
Blandos amores.

Ora sus labios deliciosos ríen;
Ora en sus ojos mi ventura leo,
Ora en las mías al descuido encierra,
Cándida mano.

Ora… Mas ya del perezoso día
Lánguida brilla la remota lumbre.
Silvia me espera. -Protectora Noche,
Dame tus alas.

– II –

La beneficencia

A DORILA.

Ángel radiante en el Edén creado,
Dulce consuelo al humanal gemido,
Plácido orgullo de las nobles almas,
Yo te saludo.

No a ti los hombres religioso incienso
Píos tributan y fragantes flores,
Bien que tu nombre por falaces lenguas
Sea ensalzado.

Eleva en tanto al opresor cruento
Soberbio altar la adulación cobarde
Y al ciego error el fanatismo inmola
Fiero holocausto.

Beldad voluble con falaz ternura
Tal vez usurpa la veraz ofrenda
De amante pecho, que en acerbo lloro
Baña traidora.

Ídolos crea a su placer el hombre,
Y patria, amigos, bienestar, conciencia
En torno arrastra del indigno templo
Tumba a su fama.

Uncido el siervo cual si bruto fuera
De atroz caudillo al insolente carro,
Calla, y ni aún osa maldecir su horrendo,
Bárbaro triunfo.

Y el ronco son de la guerrera trompa
Tu grito ahoga, desolada madre,
Y en vano al cielo tu clamor envías,
Huérfano triste.

El torvo Genio de la infanda guerra
Roba al amor la voluptuosa danza,
Y canta el pueblo que verter debía
Ríos de llanto.

¡Dios de bondad y de fraterna sangre
Te brinda el hombre el infernal tributo,
Y el himno impío de feroz victoria
Suena en tus aras!

¡Tanto el engaño, la codicia, el miedo
Al corrompido corazón humano,
Y la ignorancia y la fatal discordia
Tanto envilecen!

Ya no hay pasión ni detestable vicio
Sin pingüe ofrenda, sin ardiente culto;
¡Y nadie a ti, Beneficencia santa,
Nadie te adora!

¿Será tal vez que al afrentoso imperio
Del oro infausto sometido el hombre
Seguir de Astrea te ordenó la triste,
Prófuga planta?

¿Cómo dudarlo cuando en balde llega
De altivo prócer al cancel dorado
La inope virgen si a lasciva llama
Cierra su pecho?

¿Cómo a mirar el sobrecejo altivo
Con que desoye del anciano débil
El ruego humilde y los dolientes ayes
Mozo liviano?

¿Cómo dudarlo quien lloroso vea
A todo un pueblo en la miseria hundido,
Y al hambre insana disputar el crimen
Víctimas tantas?…

¡Ah! no. ¿Qué digo? Caridad ferviente,
¡Salve otra vez!; que los humanos valles
No para siempre abandonó tu influjo,
Don de los cielos.

No a mí tu grato, predilecto albergue,
Bien que no sea renombrado alcázar,
Se oculta ya, ni en tu loor mis votos
Vagan perdidos.

En vano ya la hipocresía, en vano,
Robando artera tu sagrado nombre,
Ante mi vista mostrará su impía
Máscara infame.

Quien ve, Dorila, tu mansión callada,
Tu afable rostro, tu virtud sencilla,
Su velo sabe arrebatar al negro,
Pérfido monstruo.

De ti, Dorila, el impostor aprenda
Que no se cura de servil lisonja
Ni en vano alarde la virtud se halaga
Cándida y pura.

Dentro del alma el bienhechor encuentra
Mayor ventura, galardón más alto,
Y el hombre inicuo su mayor verdugo
Dentro del alma.

¡Ay, cuántas veces a piedad mentida
Estatuas funde y edifica altares
La ilusa plebe, y en el lodo al justo
Sume iracunda!

Tú más hermosa y duradera palma
Allá en el reino de la luz espera,
Si acá la fuerza, la falsía, el oro
Triunfan y ríen.

Tú, a quien no es dado con enjutos ojos
Penando ver al oprimido, al pobre;
Y nunca es solo compasión estéril
Dádiva tuya.

Tú, que no sientes criminal hastío
Si oyendo el ay de miserable viuda
Pisas tal vez con generosa planta
Rústica choza.

Rústica choza para ti más bella
Que el áureo techo y el tapiz de Oriente,
Do nuevo brillo a tu preclaro nombre
Dan tus virtudes.

Y no en el ara de imitar al cielo
Sagrados votos proferiste un día,
Ni el albo seno de engañosa cubres,
Áspera jerga.

No la virtud en aprendido metro
Sabes cantar, ni el anatema horrible,
Rayo eternal, con espumoso lanzas,
Cárdeno labio.

A ti y a Dios que el corazón sondea
Más gratos son tus eficaces dones.
Ellos te afianzan eternal corona,
Júbilo inmenso.

Ni austera tú la sociedad esquivas;
Que en ella vives de esplendor cercada,
Y aún besa ufano tu serena frente
Céfiro blando.

Y enciende amor con sus ligeras alas
La hermosa lumbre de tus negros ojos,
Y es del amor tu seductora risa
Plácido asilo.

¡Ah! si en las gracias que a natura plugo
Dar a tu rostro tu ambición fundaras,
¿Quién más trofeos al vendado Niño,
Quién le daría?

Mas tu modestia a tu hermosura iguala,
Y tu alma en vano sojuzgar anhela
Diestra lisonja, que en el vago viento
Rápida muere.

¡Cuánto más dulce en tu piadoso oído
Suena la voz que sin cesar tu nombre
Grata bendice y tutelar te llama,
Próvido numen.

Harto al amor y sus fugaces glorias
Suaves acentos consagró mi lira.
Hoy tu clemencia sublimar al cielo
Séame dado.

Lo sé, no es digno de tan alto asunto
Mi rudo canto, ni quizá lo fuera
Tu plectro mismo que inmortal florece,
Píndaro excelso.

Mas un altar mi corazón te erige,
Alma Piedad, si te lo niega el mundo,
Y en él la imagen de Dorila hermosa
Vive grabada.

– II –

Defensa de las mujeres

Es honrar a las mujeres Deuda
a que obligados nacen Todos
los hombres de bien.
Lope de Vega.

Mitad preciosa del linaje humano,
Triste Mujer esclavizada al Hombre,
Que tu escudo nació, no tu tirano;

Yo a defender tu mancillado nombre
Dulce a mi corazón, audaz me arrojo,
Bien que mi sexo indómito se asombre.

Tal vez me atraiga su temible enojo;
Que en tu defensa combatir no puedo
Sin cubrir a los hombres de sonrojo.

¡Oh! si mi bella con semblante ledo
Reconoce mi amor en mi poema,
Ni a todo un batallón le tengo miedo.

Mas ¡ay de mí si un crítico postema
Con indigesta pluma envenenada
A mis versos fulmina su anatema!…

¡Piedad, piedad! Sumisa, arrodillada
(¿Qué más quieres de mí?) pues no te ofende
Gracia pide esta sátira cuitada.

Tal vez en vano deleitar pretende.
No importa: sé indulgente, que harta pena
Tendrá su pobre autor si no la vende.

La Mujer ha nacido dulce y buena,
a recrear, a embellecer la vida
Como al campo la cándida azucena.

Si a los deberes falta inadvertida
De cariñosa madre y fiel consorte;
Si el virgíneo pudor acaso olvida;

¡Hombre severo! Si perdido el norte
A alguna ves que mísera naufraga
En el mar borrascoso de la Corte,

Tuya es la-culpa. Si el poder embriaga
De orgullo tus sentidos, al opreso
También sus grillos quebrantar halaga.

Hasta el insano tigre allá en lo espeso
Del arduo monte, y la feroz pantera
De tu barbarie culpan el exceso;

Que si ceban la garra carnicera
En la sangre del tímido cervato,
Dulces son a la dulce compañera.

Mas ¿qué admirar de ti cuando insensato
A la mujer inerme tiranizas,
Si ni al Hombre perdonas, Hombre ingrato?

De tu nombre el escándalo eternizas,
No la gloria, matando, destruyendo,
Jamás harto de sangre y de cenizas.

Y es suave a tus orejas el estruendo
Del infernal cañón, que el muro atierra,
Y de la alzada bomba el silbo horrendo.

Si una vez la ambición tu pecho encierra,
En saña vences al caudal torrente
Que el Noto arroja de la adusta sierra.

Mas ¿dónde voy? Del dios armipotente
Narrar no es mío el carro sanguinoso,
Ni Talía bufona lo consiente.

Así, bien que de cólera reboso,
Combatiré del Hombre la injusticia
En tono menos grave y ampuloso.

¡Oh tú, que tanto culpas la malicia
De tu pobre mujer!, ¿por qué primero
No culpas, di, tu sórdida avaricia?

Si tanto le escatimas el puchero,
Y comer es forzoso, ¿cómo quieres
Que tenga amor ni a ti, ni a tu dinero?

¡Qué tibios son de Venus los placeres,
Dijo allá in illo témpore un poeta,
Sin dulce Baco y regalada Ceres!

Tú, que apuras en vicios la gaveta,
Marido de una hermosa, ¿por qué exiges
Que penitente viva y recoleta?

Sin cesar la reprendes, y te afliges
Porque baila y se alegra; pero en tanto
Tu perversa conducta no corriges.

¿Y qué diré de ti, necio Crisanto,
Que con sesenta Eneros a la cola
Humillas tu cerviz al yugo santo?

¡Y con quién! Con Leonor, que campa sola
En gracias, en frescura y lozanía,
Y a quien tanto galán su pecho inmola.

¿Cuándo han vivido en plácida armonía
El suave nardo con el rudo espino,
El alegre con la noche fría?

¿Y no ha de renegar de su destino
Si recuerda que es joven, que es amable,
Y encuadernada vive en pergamino?

Compara tu braguero miserable,
Y tu rugosa frente ilimitada,
Y el asma que te aflige perdurable,

Con aquella cintura delicada,
Aquellas formas de beldad modelo,
Aquella tez brillante y sonrosada;

Y luego, si te atreves, clama al cielo,
Y acúsala de infiel y de perjura
Si sucumbe al amor de algún mozuelo.

«¿Era menos infausta mi figura
Cuando me unió, dirás, el sacro nudo
A su liviana y pérfida hermosura?»

¿Y no compraste escudo sobre escudo,
Respondo yo, la inicua tiranía
De su padre avariento y testarudo?

¿No la robó tu bárbara porfía
Al dulce amigo de su infancia tierna
Con quien dichosa y casta viviría?

O darse a ti, o clausura sempiterna:
¿Qué otro medio restaba a la infelice
Para aplacar la cólera paterna?

Llama sin tregua en el abismo atice
El tétrico Plutón al que de un hijo
La inclinación honesta contradice.

Lleve el diablo al decrépito canijo
Que no espera su término cercano
Tranquilo y sin bodorrio en su cortijo.

Y tú, lindo don Diego casquivano,
Que por salir de trampas y pobreza
Vendiste a doña Críspula tu mano;

Si porque el hado le negó belleza
La desprecias ingrato, ¿cómo extrañas
De su gruñir eterno la rudeza?

¿Se encuentran cada día esas cucañas?
¿No debes nada a tu mujer, que entero
Te consagras sin rienda a las extrañas?

«No se compra el amor con el dinero.
Por qué enlazarse a mí?» ¡Linda salida!
¿Te explicabas así cuando soltero?

¿Y aquello de mi amor, mi bien, mi vida?
¿Qué se hicieron los dulces madrigales
Do tu pasión pintabas desmedida?

«Rojos tus labios son como corales;
Nieve tu seno, que Cupido precia
Más que en Chipre su cuna de rosales.

«Ni Cleopatra famosa, ni Lucrecia
Te igualan en beldad, ni la traidora
Que tantos lloros arrancó a la Grecia.»

Así hablaba tu boca engañadora.
¿Por qué es hoy a tus ojos una arpía
La que antes fue sirena encantadora?

«Que pague su orgullosa tontería.
¿Por qué no consultaba algún espejo,
Y hubiera visto en él que yo mentía?

»A un hombre de mi garbo y mi gracejo
Harto cuesta el llamarse su marido
Sin hacer el papel de su cortejo.»

Y acaso, dime, ¿la primera ha sido
Que hermosa se ha juzgado, o menos fea
A fuerza de adularla un fementido?

¿Es por ventura extraño que se crea,
Y más en la mujer, débil, sencilla,
Lo que el orgullo humano lisonjea?

¡Y cuántas veces el amor humilla
A una fea dichosa el Ganimedes
Admiración y hechizo de la villa!

¿Ni aun el consuelo a la infeliz concedes
De haber creído conquistar tu pecho,
Si no con su beldad, con sus mercedes?

¿Tan mal fundado juzgas el derecho
De una rica al amor de un pelagatos
Que no tiene ni viña ni barbecho?

Recuerda cuando andabas sin zapatos,
Y si un creso la sopa te ofrecía
Te tragabas hambriento hasta los platos.

«¡No se hubiera casado!» ¿Y qué sería,
Qué sería de ti, que tal profieres,
Si, pudiendo ser madre, aún fuera tía?

¡Ah! bien pudo nadar en los placeres
Sin gemir en amargo cautiverio;
Mas ¡oh suerte cruel de las mujeres!

Si del amor cedéis al dulce imperio,
Sólo el placer el Hombre se reserva:
Vuestro es el deshonor y el vituperio.

Pasa por gracia en la viril caterva
Lo que castiga cual atroz delito
En la mujer, su infortunada sierva.

No hay un freno que dome su apetito;
Que más aplauden al que más codicia
El lupanar, la crápula, el garito.

Y en tanto ¡cuál te oprime su injusticia,
Triste Mujer! Feroz si te condena,
Cocodrilo falaz si te acaricia.

¿Es mucho, pues, si de Natura suena
Dentro en su pecho la incesante aldaba,
Que anhele una infeliz nupcial cadena?

¿Y qué mujer de resistir se alaba
Al soberano amor? Su arpón maldito
A la hermosa, a la fea, a todas clava.

Y hoy que domina el interés precito
¿No ha de esperar que el oro la haga bella
Aunque sea una furia del Cocito?

¿De rabia no arderá como centella
Si es despreciada del marido injusto
Que sus derechos sacrosantos huella?

¿No ha de tenerle en sempiterno susto
Espiando al perjuro día y noche?
¿No ha de arañarle el entrecejo adusto?

¡No, que verá tranquila que derroche
Su hacienda en un burdel, y a una piruja
Querrá ceder el heredado coche!

¡Y tú la llamas deslenguada y bruja
Porque charla, y te aturde y desespera!
Hace bien en charlar; que no es cartuja.

Mas ¿cuál infame y cínica cohorte
A mis ojos parece?… ¡Ah vil canalla,
Escándalo y escoria de la Corte!

Ahora sí que saltar quiero la valla;
Ahora como la pólvora tronante
Mi cáustico furor arde y estalla.

¿Quién puede ver sin cólera a un tunante,
A su triste mitad poner en venta,
Del conyugal pudor vil traficante?

«Resista la mujer tamaña afrenta.»
¿Cómo podrá si su holgazán marido
La hace vivir desesperada, hambrienta?

Si en tanto algún ricacho corrompido
Con larga mano a su hermosura brinda
Ya el collar, ya el magnífico vestido;

Menos heroica que graciosa y linda,
¿Es mucho que por hambre o por despecho
Al pródigo magnate al fin se rinda?

Así el macizo artesonado techo
Que una gotera mina sin reposo
Al fin viene a caer roto y deshecho;

Así en el alto cerro pedernoso
Un año y otro la robusta encina
Al huracán resiste proceloso;

Y al fin la copa vacilante inclina,
Cruje el tronco tenaz, y al valle umbrío
Baja rodando en estruendosa ruina;

Así al oso feroz del Alpe frío
A fuerza de hambre y palos y cadena
Hace bailar el hombre a su albedrío;

Así a dormir con ruda cantilena
La serosa nodriza de Vizcaya
Los infantiles párpados condena;

Y tanto boga, sin hallar la playa
El desvalido párvulo en su cuna,
Que al fin duerme sin sueño o se desmaya.

¡Ay! en tanto que halaga la fortuna
A un gandul sin vergüenza, torpe, idiota,
Gime el talento y el honor ayuna.

¿No ha de sufrir la pública chacota
Un marido venal? ¿Por qué a ese reo
Sin honra ni pudor no se le azota?

¿Por qué ha de ser escudo el himeneo…
Mas silencio: mi pluma avergonzada
Se niega ya a pintar cuadro tan feo.

«Escuche usted, me dice un camarada:
Veamos cuál disculpa a la soltera.
El vengador de la mujer casada.

«¿Por qué Flérida esquiva y altanera
Me precia en menos que su mano hermosa,
Talle gentil y rubia cabellera?»

No la adulara tanto la enfadosa
Cuadrilla de babiecas que la hostiga,
Y frívola no fuera y vanidosa.

«¿Por qué si a tantos sin rubor prodiga
La blanda risa y la mirada ardiente,
Inés se llama mi constante amiga?»

Porque ya la ha engañado un pretendiente;
Y pues en todo el hombre da el ejemplo,
No es mucho que le imite… y le escarmiente.

«¿Por qué, si bien a Fílida contemplo,
Más humana la encuentra y más propicia
Quien lleva más ofrendas a su templo?»

¿Qué ha de hacer! De su padre la codicia
Al que suspira a secas no consiente,
Y al que regala, aplaude y acaricia.

«¿Por qué, si es cierto que Belarda siente
El amor que su boca me ha jurado,
En sus heladas cartas lo desmiente?

»Amor tan circunspecto y reservado
Es farsa, no es amor. ¿Por qué no imita
Mi volcánico estilo apasionado?»

Porque a la imberbe tropa hermafrodita
En el café no leas el billete,
Y la insulten después con su risita.

¡Mal haya el confitado mozalbete
Que por darse ridícula importancia
La opinión de una hermosa compromete!

Escuchadle contar, ¡oh petulancia!
Más victorias de amor, que de Belona
Ilustraron al héroe de Numancia.

Mirad cómo su lengua fanfarrona
A alguno cierto, que callar debiera,
Mil placeres soñados eslabona.

«¿Veis aquella que va por la carrera?…
Pues cierta noche hasta rayar el …»
¡Infame! ¡Y no ha pisado su escalera!

«¿Diréis que Petronila es una malva?
Pues me da cada lunes una cita,
Y el marido… ¡Infeliz! La fe le salva.»

¿Cuál de su lengua gárrula, maldita,
Aunque sea una santa se liberta?
¿Cuál no fue suya si nació bonita?

¡Ay desdichada joven si inexperta
Vencer te dejas del procaz lampiño!
¡Ay si le atranca tu virtud la puerta!

Que, muerto en breve su falaz cariño,
Tu honor es su juguete o su venganza,
Aunque sea más puro que el armiño.

Mas la florida edad de la esperanza,
Del placer, del amor rápida vuela,
Y a luengos pasos la vejez se avanza;

O bien el lindo rostro de Marcela,
Que fue portento ayer, hoy desfigura
Crudo tumor, aleve erisipela.

¡Y cuánta soledad, cuánta amargura
Guarda el hado cruel a la que llora
Marchita o jubilada su hermosura!

Si la rosa de Mayo encantadora
Del hombre esquiva la canosa frente,
Ciñe al menos oliva triunfadora.

Si en sus aras Amor no le consiente,
Temis le acoge, y próvida Minerva
Le brinda del saber la sacra fuente.

Si el crudo tiempo su vigor enerva,
Riquezas prodigándole y honores.
Del hambre y de la infamia le preserva.

Días ha que disputan los doctores
Si es justo o no que la Mujer se ciña
A mezquinas domésticas labores.

En buen hora se niegue a la basquiña
Regir la noble cátedra severa,
Blandir el asta y escardar la viña;

Pero al menos el Hombre ¿no pudiera
De algunas artes reservar el uso
A la pobre Mujer su compañera?

Todo lo abarca su poder intruso.
Tejedor es el Hombre, y cocinero,
Y sastre, que es el colmo del abuso.

¡Oh mecánico siglo chapucero!
¡Oh molicie del Hombre vergonzosa!
¡¡¡Yo he visto hacer calceta a un granadero!!!

Y porque anhela el título de esposa
Con ardor incesante una doncella
¿La censura tu lengua ponzoñosa?

¿Dirás que es liviandad si se atropella,
Por si otro más gentil no se aparece,
A escoger un marido indigno de ella?

¿Qué mucho si de un hombre se guarece,
Quien fuere sea, contra el hombre injusto
Que si no la persigue la escarnece?

¡Triste!… ¿No ha de temer el ceño adusto
Del que la juzga y manda soberano
Sólo porque ha nacido más robusto?

Bien con el corazón diera su mano
Al bello mozo que en secreto quiere,
Y no a su novio enclenque y chabacano.

Mas ¡ay, que en vano sin piedad la hiere
Del caprichoso amor la flecha aguda;
¡Que ha de arrancarla o despechada muere!

Su mal recata ruborosa y muda
Si movido por rara simpatía
Amoroso el doncel no la saluda.

El Hombre con descaro y osadía
Declara sus amores, pobre y feo;
A la hermosa de excelsa jerarquía.

No es dique la opinión a su deseo,
Y de una en otra hasta encontrar posada
Convierte el trashumante galanteo.

Mas en todo la Hembra infortunada
Contra su pecho para amar nacido
Nace a perpetua lucha destinada.

Legislador el Hombre empedernido
Ni aun el consuelo, ¡ay mísera! te deja
De elegir un tirano en un marido.

Así con el cetrino la bermeja,
La niña con el trémulo caduco,
La aguda con el fatuo se empareja.

¡Persiga Capricornio al mameluco
Que sin pasiones vegetar te manda
Cual si fueras de mármol, o de estuco!

«Bien; resignada estoy, dice Fernanda.
Ya del sexo opresor la ley recibo,
Aunque me dicta amor otra más blanda.

«Mas valga de mi rostro el atractivo,
Valga a adquirirme racional esposo
El laudable recato con que vivo.»

¡Inútil esperanza! Licencioso
Prefiere el Hombre al plácido himeneo
Celibato infecundo y vergonzoso.

Griego, romano, egipcio, persa, hebreo;
Todos honraban cuando Dios quería
El santo nudo que ultrajado veo.

Si alguno con culpable antipatía
Osaba desdeñarlo, era maldito,
Y en el desprecio y el baldón vivía.

Mas hoy se tiene a gala el sambenito.
«¿Casarme? dice Erasto, ni por pienso.
No caiga yo jamás en el garlito.

»Otro al ara nupcial lleve su incienso.
Libre quiero vivir, independiente;
Libre gastar mi patrimonio inmenso.

»No sea yo ludibrio de la gente.
No sufra yo, tras la mujer y el dogo,
Cuñado hambrón y suegra impertinente;

»Y una recua de primos… (¡yo me ahogo!…
Y ¡oh Dios! la ambigua prole venidera,
Y el comadrón, el ama, el pedagogo…

«¡Qué horror! Ya ¿quién se casa? Un calavera,
O el palurdo, si amaga alguna quinta
Que en morrión le transforme la montera.»

Santo Himeneo, quien así te pinta,
Quien te denuesta así no tiene un alma,
O más negra la tiene que mi tinta.

Y cuando veo su insolente palma
Blandir al vicio ¿enfrenaré mi furia?
¿Veré su impunidad en torpe calma?

¿Hasta cuándo, ¡oh virtud! cual hija espuria
Te abnegará el ibero corrompido
Del Lete al Duero, desde el Miño al Turia?

¿Nada debes al suelo en que has nacido?
¿Nada a ti mismo por ventura debes,
Tú que el nombre escarneces de marido?

¡Hombre que al escuchar no te conmueves
De la natura el imperioso acento,
Feliz te llamas y a vivir te atreves!

No más hinchado prócer opulento
Compra el amor, sincero, don divino,
Que el piloto en el mar próspero viento.

Basta a alcanzar el oro alto destino,
Basta a lograr efímeros placeres,
Basta a rendir el muro diamantino;

Mas si algún corazón rendir quisieres,
Te ha de costar el tuyo; a menos precio,
Te afanarás en balde; no lo adquieres.

¡Ay miserable, miserable y necio!
El que compra lisonjas con el oro
Comprará la par su ruina y su desprecio.

Vendrá la senectud, y amargo lloro
Te ha de bañar el lánguido semblante,
Si hoy tal vez lo embellece tu tesoro.

No habrá una hiedra cariñosa, amante,
Que en abrigar se goce al tronco yerto
Lozano en otro tiempo y arrogante.

Muerto a ti mismo, a los placeres muerto,
El mundo que hoy no basta a tus antojos
¿Qué será para ti? Mudo desierto.

¿A quién entonces volverás los ojos?
¿Quién cubrirá de rozagantes flores
De tu vejez los áridos abrojos?

¿Quién vendrá a consolarte en tus dolores?
¿Quién besará tu mano, dulce fruto,
Dulce acuerdo de plácidos amores?

Y cuando pagues el fatal tributo
¿Quién cerrará tus párpados gimiendo?
¿Quién vestirá por ti fúnebre luto?

Así rasgada con horrible estruendo.
Pasa fugaz la nube veraniega
Entre granizo y rayos descendiendo;

Y ni una planta generosa riega;
Que al caer se disipa, no dejando
Vestigio de su tránsito en la vega.

Mas ¡cómo ciega al Hombre el vicio infando!
¡Cuántos la arrastran, ay! más ponderosa
La conyugal cadena desdeñando!

Arruina a Damis Lesbia, la Raposa,
Inmunda meretriz; y Damis fiero
Desprecia a Laura linda y virtuosa.

No quiere que al olor de su dinero
Algún pariente acuda; y el pazguato
Pariente viene a ser del pueblo entero.

Mucho cacarear su celibato;
Y obedece la ley de una buscona
Que ayer fue propiedad de un maragato.

Su corazón le ofrece la bribona;
Pero ¿qué corazón ni qué embeleco
Si ni aun manda absoluto en la persona?

Mírale al tonto pasear tan hueco
En soberbio landó con su manceba,
Que le burla después como a un muñeco.

¡Mira cuál le engatusa la hija de Eva,
Y cuán cara le vende su conquista!
¡Pobre caudal! El diablo se lo lleva.

¿Dónde hay repleto cofre que resista
Tanto gastar en fonda y coliseo
Y peluquero y tiendas y modista?

Cual si fuese la hacienda de un hebreo,
La tía de alquiler, el falso primo,
Todos entran a parte en el saqueo.

Así a la viña de su fruto opimo,
Lindera del camino, se despoja,
Si al paso cada cual corta un racimo.

¿Y a quién apiada luego su congoja
Si reducida su fortuna a cero
La ingrata Lesbia del umbral le arroja?

¿Quién no se ha de reír del majadero,
Del bagaje mayor que de este modo
Su juventud consume y su dinero?

«¿No es fuerte cosa, desde el sucio lodo
Do yace hundido, me dirá fulano,
Que en todo has de culpar al hombre, en todo?

«¿A mí me llamas cínico y liviano,
Y bagaje mayor, ¡sangrienta injuria!
Y estéril monstruo del linaje humano?

»¿Y acaso es una Porcia, una Veturia,
O más bien una torpe Mesalina
Quien vende su beldad a mi lujuria?

»Tu lógica es por cierto peregrina.
Porque estoy arruinado ¿soy culpable?
¡Pues, qué! ¿No peca más la que me arruina.

»¿Querrás tal vez el título de amable
Ganar entre las damas abogando
Por la ramera inmunda y despreciable?

»Y con la vieja infame que el nefando
Lenocinio ejercita ¿por ventura
Serás también caritativo y blando?

»No fuera tal del hombre la locura
Si mercenaria la mujer no fuera.
Más bendiciones echaría el cura.

»Cierto que mueve a lástima Glicera
Linda y graciosa, sin hallar marido,
Consumir su galana primavera;

»Mas ¿qué mucho si un joven aturdido
A la adusta Glicera recatada
La fácil Araminta ha preferido?

»¿Quién no coge la poma sazonada
De rama dócil que su mano toca
Mejor que de alta copa enmarañada?

»¿Qué marinero con audacia loca
Cuando le brinda la amigable arena
Se va a estrellar en la erizada roca?

»¿Quién si la rubia miel puede sin pena
Gustar en libre mesa, quién la busca
expensas de algún ojo en la colmena?

»¡Vate mordaz! ¿Qué vértigo te ofusca?
Contra tu mismo sexo ¿quién te mueve
A escribir una sátira tan brusca?

»Eso faltaba a la Mujer aleve
Para colmar su orgullo. ¡Ah! quien la apoya
Caiga en sus lazos; sus engaños pruebe.

»Acuérdate de Elena. ¡Linda joya!
Ella fue de su patria horror y estrago;
Ella ardió los alcázares de Troya.

»Fíate, necio, de amoroso halago;
Patrocina y elogia a las mujeres;
Temprano o tarde te darán el pago.

»Dones lleva a la diosa de Citeres;
Leda con una mano los recibe,
Y con otra envenena tus placeres.

»¡Dichoso quien a tiempo se apercibe
Contra el sexo falaz y más dichoso
Quien sin amor y sin mujeres vive!»

¿Has dicho? Óyeme ahora; que celoso
A mi defensa vuelvo y a mi ataque,
Homenaje debido al sexo hermoso.

Quizá ya el triunfo cantarás muy jaque;
Mas basta a evaporar tu vanagloria,
No digo yo, cualquiera badulaque.

¿Qué vale recordar la añeja historia
De la hermosa Tindárida funesta?
Sólo pruebas con eso tu memoria.

Citar mujeres mil poco me cuesta
De castidad y de valor modelo;
Mas no es del caso erudición molesta.

Ni cubre mi razón tan denso velo
Que a todas las disculpe. ¡A buen seguro!
Muchas son el oprobio de su suelo.

Mas para alguna que rompiendo el muro
De la austera opinión al torpe crimen
Guiar se deje por conato impuro,

¡Cuántas el hambre déspota redimen
Con su indefenso honor! ¡Cuántas, ay! Cuántas
de artera seducción víctimas gimen!

Censor injusto que de ver te espantas
De Isaura la flaqueza, ¿acaso ignoras
Que el lloro de Damón bañó sus plantas?

Las palabras recuerda engañadoras
Que insidiaron su cándida inocencia,
Las elocuentes cartas seductoras.

Viérasle de su amor en la demencia
Jurar por el divino firmamento
Consagrarla por siempre su existencia.

Viérasle cuán solícito y atento
Sus más leves caprichos prevenía,
Y así velaba su traidor intento,

Y gimiendo a su lado noche y día
Cuán rendido ensalzaba su hermosura,
Su ingenio, su donaire y bizarría.

Así entre gayas flores y verdura
Se oculta el áspid y en manjar sabroso
La ponzoña vertió mano perjura.

No de otra forma el piélago espumoso
Con mansas olas el fatal bajío
Al marinero cubre cauteloso.

¡Ah! ¿Qué no inventa el corruptor impío
Hasta que el triunfo bárbaro asegura,
Que olvida luego con cruel desvío?

Ora baña su rostro de dulzura,
Diestro camaleón; ora abismado
En el dolor lo finge y la amargura.

Viérasle, en fin ante el objeto amado
Con mentido furor el hierro agudo
Convertir a su seno depravado.

Débil Mujer, en el combate rudo
Do a par de la natura el hombre lidia,
¿Qué Palas te defiende con su escudo?

Nutrida en la ignorancia, en la desidia,
Y tierna más que el Hombre y amorosa,
¿No ha de vencer del Hombre la perfidia?

Así en torpe ramera escandalosa
La seducción convierte a quien sin ella
Tierna madre sería y fiel esposa.

Así, Clori infeliz, tu frente bella
Do celestial pudor resplandecía
Marchita el vicio y la ignominia sella.

Aquella que en inmunda mercancía
Torna el amor, decrépita rufiana,
Aún llora de un amante la falsía.

Nunca la hubieran en su edad lozana
Con pérfidas lisonjas seducido;
Y ahora sería respetable anciana.

¡Ay! después que una mísera ha perdido
La buena fama, su mayor tesoro,
¿Qué asombro si el pudor lanza al olvido?

Sin apiadarse de su ardiente lloro
Hoy lenguaz la deshonra el embustero
Que ayer la repetía: yo te adoro.

«De la virtud, respondes, al sendero
Puede tornar. Si el Hombre se lo niega,
Dios le dará el perdón, menos severo.»

¡Saludable moral más que a la vega
El fecundo rocío!, aunque en la boca
De un botarate lúbrico no pega.

Mas tu ejemplo al desorden la provoca.
¿Y por qué llamas hoy crimen horrible
Lo que llamaste ayer una bicoca?

La que ayer, a tus lágrimas sensible,
De gracia fue raudal y de delicias
¿Infame ha de ser hoy y aborrecible?

Hoy no vendiera Lola sus caricias
Si no la despreciase el insolente,
Que robó a su hermosura las primicias.

Y no es menos ludibrio de la gente
La que al vicio aprendido se abandona
Que aquella que lo llora y se arrepiente.

¿Qué digo? Despreciada se arrincona
La que siente pesar de su flaqueza,
A la relapsa la opulencia abona.

Perdió a Dorila su gentil belleza.
Pues otro bien no tiene, ¿será extraño
Que con ella conjure la pobreza?

Ya me replicas tétrico y huraño
Que eso de traficar con la hermosura
Causa a la sociedad inmenso daño.

Sí; mas viviendo mísera y oscura
¿Por qué a la sociedad ser inmolada,
Que la arroja de sí como basura?

Ni premio espera la mujer honrada,
Que entre los hombres vive como ilota,
Ni socorro y piedad la descarriada.

A tu lengua mordaz el filo embota,
Pues, si no seductor, cómplice fuiste,
Y no la imprimas indeleble nota.

El poder con que el hado te reviste
Templa tú con la plácida indulgencia;
Y harto será si tu poder resiste.

Si el saber y el valor fueron tu herencia,
De la Mujer son dotes la ternura,
El candor, la piedad y la paciencia.

No ve el rostro a la negra desventura
El que de una mujer amado vive
Que de sus males temple la amargura.

La Mujer en su seno te recibe,
Y a tu labio infantil el pecho ofrece
Do el almo néctar sin descanso libe.

No la aurora tan próvida amanece,
No a serenar el hórrido nublado
Tan halagüeño el iris aparece,

Cual su labio amoroso y regalado
Sonriendo saluda al caro dueño
Cuando a sus lares torna fatigado.

Ella, a olvidar el enconado ceño
De su estrella enemiga, le previene
La limpia mesa y el tranquilo sueño.

El cielo dio a su acento que resuene
Grato y consolador, y que a tu ira,
Hombre feroz, los ímpetus enfrene.

La Mujer con el mísero suspira,
Y mano tiende al pobre bienhechora
Como el Hombre impasible la retira.

Su mirar enternece y enamora,
Y su sonrisa el alma lisonjea
Como las auras al dosel de Flora.

Mientras el Hombre bárbaro pelea;
Mientras de acero la discordia insana
Arma su diestra o de encendida tea;

Sobria, dulce, benéfica y humana,
Paz amorosa la Mujer ansía,
Fuente de dichas que incesante mana.

Y en los altares fervorosa y pía,
Cuando el Hombre los huye pervertido,
Preces al Alto por el Hombre envía.

Ni, bien que débil gima y abatido,
Al eco de la patria, de la gloria
El sexo del amor cierra su oído.

¡Cuántas ganaron inmortal memoria
En los campos de Marte y a su frente
Ciñeron el laurel de la victoria!

Ni labio luminoso y elocuente
A la Mujer negó Naturaleza,
Y claro ingenio y fantasía ardiente.

No es patrimonio suyo la rudeza,
Como pretende el Hombre; que el talento
Bien se sabe hermanar con la belleza.

Mas no ya a la Mujer como portento
De gracia y de virtud el Hombre estime:
Sólo su compasión mover intento.

Duélete, sí, de la Mujer que gime,
Por nacer menos fuerte, condenada
A adular al tirano que la oprime.

Aún por el mismo amor atormentada,
En tutela infeliz desde la cuna
Vivir la mira hasta la tumba helada;

Y en soledad austera la importuna
Existencia arrastrar; y al hombre avaro
Los favores ceder de la fortuna.

Cual rota nave, si luciente faro
El puerto no le enseña en noche umbrosa,
La cuitada perece sin tu amparo.

Contempla que madrastra rigorosa
Le envía en cada gozo mil dolores
Natura, para ti madre amorosa.

Contempla en fin los negros sinsabores
Que por tu causa sin cesar padece,
Y si la has de ultrajar no la enamores.

Basta; que ya mi sátira te escuece.
Si en vano corregirte me prometo,
Confiésame a lo menos que merece
Más amor la Mujer y más respeto.

– IV –

El carnaval

Hic summa est insania.
Horacio.

Callad, no me sopléis, diosas del Pindo,
Y tú, crinado Apolo, aparta a un lado,
Que hoy de tu numen délfico prescindo.

A ti, Momo procaz y descarado,
A ti te invoco, mofador eterno,
Ya del estro satírico impulsado.

Tu influjo, con permiso del gobierno,
A mí descienda, y reirán los hombres,
Y reirá Caronte en el Averno.

Y tú, lector benigno, no te asombres
Si a las nueve doncellas no demando
Inmortales proezas y altos nombres;

Que ni es este su siglo, ni en su bando
Me acogerán los Píndaros; que el búho
Mal con los cisnes brillará cantando.

Ingenuo en lo que valgo me valúo,
Y no soy como Clori la italiana,
Que exige pesos mil por cada dúo.

No, hinchando mi pellejo cual la rana
Que reventó de orgullo, hasta las nubes
Alzar pretendo yo la frente vana.

Tú, que al Olimpo sin escala subes,
Allá pulsa mi lira, Fabio mío,
Y dancen en tu torno los querubes.

De ti, de tu sublime desvarío,
Y del humano género demente,
Y de mí, de mí propio yo me río.

¿Y por qué no reír? ¿Soy yo intendente?
¿Soy padre provincial? ¿Soy covachuelo?
¿Quién me obliga a fruncir la adusta frente?

Quien no espera una toga, ni un capelo,
Ni cruzarse del santo Hermenegildo,
Siquiera de reír tenga el consuelo.

Respeto a quien me manda, y no le tildo;
Sus timbres, su decoro, su importancia
Por mí no ha de perder ningún cabildo;

A nadie ofendo yo. Pues, pesia Francia,
¿Por qué no he de reír, si a la chacota
Me provoca doquier la extravagancia?

Mas no te admires, no, si alguna gota
Mezclo de amarga tuera con la risa
Que me respinga ya naturalota.

¿Oís? Ya, maldiciendo al que le pisa,
Petardos vende el ciego por la plaza,
Y petardos el dengue de Melisa.

Ya la pueril caterva se solaza
Prendiendo al elegante remilgado
Sobre el rico sedan hedionda maza.

¡Oh Carnaval risueño y anhelado!
Haciendo gala ya del sambenito,
El pueblo te saluda alborozado.

¡Ya, abusando del público apetito,
Esta es la mía!, dice el pastelero,
Y el hojaldre encarece y el cabrito.

Ya la manola con procaz salero
Cantando al son de ronca pandereta
Alborotado tiene el barrio entero.

Ya al avaro, ignorante de la treta,
Cabe el umbral de alegre barbería
Escarmienta clavada la peseta.

Ya, cuando el manto de la noche fría
Al mundo vela, en lúbrica algazara
Madrid aguarda el presuroso día.

¡Filósofos! Mirad. ¿Quién lo pensara!
Rubias, cetrinas, espantosas, bellas…
Ya no hay mujer contenta con su cara.

¡Filósofos! Reíd. Veinte doncellas,
Modelos de beldad, Fileno esquiva,
Y de vieja salaz sigue las huellas;

Vieja salaz, que un soplo la derriba,
Y aun en el pecho siente, a par del asma,
De ridículo amor la llama activa.

¡Huye a rezar, escuálida fantasma!
¡Huye, y sumida en olvidado lecho
Ponte la consabida cataplasma!

¿Veis aquel que tan vano y satisfecho
Arrastra en el salón purpúreo manto?
Pues no tiene ni viña ni barbecho.

¿Veis aquel otro que se engríe tanto
Porque ostenta una toga? Ayer me dijo:
¡Qué morazo sería aquel Lepanto!

Necio y sabio, la corte y el cortijo…;
Todo se amasa aquí. Cada viviente
Es una farsa andando, un acertijo.

Ya el guirigay resuena impertinente.
¿Y cómo no reír cuando a un becerro
Oigo charlar en tiple aunque reviente?

¿Y cómo no reír cuando por yerro
Se ciñe diplomática venera
Quien debiera llevar rudo cencerro?

Ved. En vano Damón busca a Glicera,
Y en tanto un licencioso mancebillo
De su mórbido talle se apodera.

¿Y quién se guarda del osado pillo?
¿Y quién le acusa, quién, si cada bulto
Puede apenas pisar medio ladrillo?

¡Qué bulla! ¡Qué sudar! Acá un singulto;
Allí se escucha un ¡ay, que me sofoco!
Allá de un pisotón nace un insulto;

Otro acullá da vueltas como loco;
Otro, creyendo oír plática tierna,
Oye tal vez rabaneril descoco;

Más allá con las náyades alterna
En muelle danza un sátiro nefando
Que cinco lustro s mueve en cada pierna.

No allí de puro amor el eco blando;
Que el metro de Reaumur sube con furia.
¿Dónde es ido el rubor? Es contrabando.

Ya al oído más casto no es injuria
Torpe solicitud. Ya su veneno
No reboza galante la lujuria.

¡Oh cuadro escandaloso! Mal enfreno
Mi horror al contemplarte y mi quebranto;
Que cristiano soy yo, no sarraceno.

No llega, oh Momo, mi locura a tanto
Que a carcajadas sin pudor me ría
Cuando debo anegarme en triste llanto.

Ya opresa de dolor el alma mía…
Mas ¡llorar un satírico poeta!…
¡Y en Carnaval!… No, no. ¿Qué se diría?

«¿Eres tú, me dirán, anacoreta?
¿Tendrás más juicio tú, que nos reprendes,
Si el dominó te cubre y la careta?

»¿Acaso el mundo reformar pretendes?
¿No ha de otorgarse al pueblo algún recreo?
¡También contra las máscaras la emprendes!»

Basta, no me creáis; que me chanceo.
Torno a reír, y el dominó me pongo,
Y en bacanal festín me regodeo.

¿Yo llorar? Solitaria como el hongo.
Llore la fea que el cartón desata,
Al componerse incauta su zorongo.

El necio llore que gastó su plata,
Y acudiendo a la cita de una Elena,
Topa una bruja legañosa y chata.

Llore aquel que su capa, mala o buena,
Pierde en la confusión; y más si en tanto
Goloso Micifuz traga su cena.

Llore a lágrima viva don Crisanto,
Que buscando un amor pesca una fiebre,
Y su viaje apresura al camposanto.

Llore y alfalfa coma en un pesebre
Aquel que por bailar una galopa
Deja que otro galán cace su liebre.

Llore el que gasta miles en su ropa,
Y un clavo se la rasga, o vierte en ella
Beodo bailarín la henchida copa.

Llore y maldiga su menguada estrella
El que se ve de un fatuo perseguido,
Que le soba, y le tunde, y le atropella.

Llore y se ahorque el mísero marido
Que de la mano lleva a su consorte
Donde la espera incógnito el querido.

Llore y escarnio sea de la Corte
El que en la fe descansa de su novia
A quien de micos sitia una cohorte.

«Que se divierta. Es fiel. Si uno la agobia…»
¡Bien! Serás venturoso en tu himeneo
Como yo soy obispo de Segovia.

¿Qué mucho, si en tan cínico bureo
Tal vez sucumbe Porcia, y Artemisa
Afrenta a su llorado Mausoleo?

Amor en Carnaval anda de prisa.
¿Veis? Por allá desfila una pareja.
¿Dónde van? ¿Qué sé yo?… No irán a misa.

Allá sueña placeres una vieja,
Y a su hija entre tanto un mozalbete
Placeres no soñados aconseja.

«¡Clara!… Lléveme usted al gabinete.
Allí estaba bailando la mazurca…
No la veo. ¡Ay Jesús! ¿Dónde se mete?

»¡Clarita! Y yo que estoy hecha una urca,
¿Cómo pasar?… ¡Dios mío, qué empellones!…
Quien sepa el paradero de una turca…»

«¡Eh! ¡Que deshace usted los rigodones!»
«¡Clara!…» ¡Sí, buenas noches! Ya está Clara
Donde no la hallarás ni con hurones.

Llore el que paga triple en cada vara
La tela que en egipcio le convierte
A un mercader ladrón, que no es Guevara.

Llore el menguado cuya dura suerte
A escuchar le conduce un desengaño,
Y le dicen después que se divierta.

Mas ¿qué digo llorar? Aun en su daño
Todo prójimo ria y se alboroce;
Que no hay dos Carnavales en el año.

Y en buen hora Semíramis retoce,
Y con Dido Temístocles meriende,
Y baile Jezabel con Carlos Doce.

Y aquí y allá Cupido como duende
Gire triunfante, sin cuidarse un punto
De si Holanda sucumbe o se defiende;

Que también de la guerra es un trasunto
Danza de Carnaval, por más que en ella
Pocas damas imiten a Sagunto.

Y si teme la púdica doncella
Que audaz alguna diestra la analice,
No al baile tentador lleve su huella.

Y con tu prenda en tálamo felice
Duerme y ronca, oh marido, si la danza
Funesta cefalalgia te predice.

Haya broma, haya júbilo, haya holganza.
Alégrese Madrid: puto el postrero;
Que ya el terrible Miércoles avanza.

Jóvenes, vaya todo al retortero.
Descolgad las cortinas de damasco,
O víctimas seréis de algún prendero.

«¿Dónde está mi broquel? ¿Dónde mi casco?»
Se lo llevó Fabián el meritorio.
«¿Y qué me pongo yo? ¡Vaya, que es chasco!»

«Venga usted a ayudarme, don Liborio;
Que no sé yo ponerme los gregüescos.
Acuda usted… ¡Jesús, qué purgatorio!»

«¿Y usted no tiene traje? ¡Estamos frescos!
Vamos, póngase usted esa chamberga,
Que un día espanto fue de los tudescos.

«Tú en esa funda de colchón te alberga;
Tú ponte el casacón de la otra noche,
Y tú el refajo y el jubón de jerga.»

«¿Estamos todos?» «¡Ay! Me falta un broche. –
¡Mi careta! -¡Mi liga! -¡Oh pierna…! -Vaya,
No mire usted, don Blas. -¡El coche! ¡El coche!»

¡Oh bien haya mil veces, oh bien haya,
Farsante Carnaval, tu amable caos
Que previene al placer tan ancha playa!

Niñas, de la estación aprovechaos.
¡Buen ánimo, donceles!, ¡arma!, ¡guerra!;
Que gran cosecha habrá de Menelaos.

Si llora algún Heráclito y se emperra,
Ya veréis como a sátiras le hundo
Y le diré: no hay santos en mi tierra.

Ayer cierto doctor, hombre profundo,
Con tétrico semblante me decía:
«Perpetuo Carnaval es este mundo.

»Tal vez a la infernal hipocresía
De la piedad cobija el sacro velo,
Y en la humildad se esconde la osadía.

»Máscara de amistad viste Juanelo,
Que hoy te acaricia, y forjará mañana
Contra tu honor anónimo libelo.

»Tal vez entre la turba cortesana
Fidelidad parece la lisonja,
Y celo ardiente la calumnia insana.

»Aquel que siente escrúpulos de monja
Si por la puerta pasa del teatro,
Es de los hijos pródigos esponja.

»Don Luis, que dice a Laura: te idolatro,
Es máscara también; que su falsía
Anda a caza de tres y engaña a cuatro.

»Y mujeres sin fin te nombraría
Que, con ungüentos que inventó una bruja,
Estrenan una cara cada día.

»Juan, que andaba no ha mucho a la granuja,
De noble patriotismo se disfraza,
Y es del erario público sanguja.

»Máscara lleva aquel que de su raza
La nobleza desmiente, y en su mano
No sentaría mal una almohaza.

»Y máscara también el publicano
Que con plumas de cándida paloma
Garras esconde de rapaz milano.

»Y es máscara falaz el suave aroma
Que compra a Petibón aquel mancebo,
Ciudadano asqueroso de Sodoma.

»Y aquel… Mas callo ya; que me conmuevo,
Y me ciega el furor, y en esta era
A predicar verdades no me atrevo.»

Dijo el doctor, y echó por la otra acera;
Y me guardó las vueltas; y con maña
En un burdel entró. ¿Quién lo creyera!…
Muchos doctores hay de esta calaña.

– VII –

Epístola moral sobre las costumbres del siglo

A mi querido amigo
El excelentísimo señor don Ventura de la Vega.

¡Oh siglo del vapor y del buen tono!
¡Oh venturoso siglo diecinueve…
O, para hablar mejor, decimonono!

Si alguna pluma cáustica se atreve
A negar tus virtudes y tu gloria,
Yo la declaro pérfida y aleve.

¿Cuándo ha visto en sus páginas la historia,
Sea en la antigua edad, sea en la media,
Tantas acciones dignas de memoria?

¡Y qué saber! Si Dios no lo remedia,
Tendrá cada varón dentro de poco
Montada en su nariz la enciclopedia.

Mozuelo a quien ayer hacía el coco
Bestial pasiega, y sin ajeno auxilio
Ni andar podía ni limpiarse el moco,

Hoy desafía a Homero y a Virgilio,
O con él comparado, si gobierna,
Era un mal aprendiz Numa Pompilio.

Hay quien echa a Demóstenes la pierna
De la elocuencia gárrula prendado
Que aprendió en los cafés… o en la taberna.

A otro basta nombrarle diputado,
Aunque su nulidad sea notoria,
Para que él se repute hombre de estado.

Hasta un pinche que en docta pepitoria
Perdices o besugos condimenta,
De sabio alcanza ya la ejecutoria;

Que si a la parca víctimas aumenta
La ciencia culinar, sabrosa muerte
Es morir con su sal y su pimienta.

Escribir y crear es nuestro fuerte,
No hay poste ya sin cartelón impreso,
Ni prensa ociosa, ni punzón inerte.

¡Así se compran páginas al peso,
Pagando medio duro por arroba,
Para envolver los dátiles y el queso!

Uno invoca a las brujas en su trova;
Otro sigue a Aristóteles y a Horacio;
Otro pinta a los héroes con joroba;

Aquel pulsa la lira en un palacio;
Aquel otro rasgando la bandurria
Muestra en un bodegón su cartapacio.

Ya nos posea el júbilo o la murria,
A todos nos ataca esa manía,
Esa especie de métrica estangurria,

Y lo mismo en la dulce poesía
Que en moral, en política, en hacienda,
Nuestro estado normal es la anarquía.

«El genio por doquier se abre una senda.»
Asentada esta máxima, ¿qué importa
Que ya ningún cristiano nos entienda?

Así también la muchedumbre absorta
Sus goces multiplica intelectuales
Con tantas coplas como España aborta.

Así quizá en los públicos corrales
Involuntaria risa nos asedia
Cuando ejecutan dramas sepulcrales,

Y hoy que tanto se ríe en la tragedia
No es maravilla si se queja alguno
De que le hagan reír en la comedia.

Mas dejando en su tema a cada uno,
Hugos y Tasos, Góngoras y Ovidios,
Decidme, y perdonad si os importuno;

¿Cuándo persas, ni sármatas, ni lidios
Hilaron tanto y tan delgado en esto
De acumular gabelas y subsidios?

Ello es verdad que con amargo gesto
Suspiran más de dos por un sistema
Que a lo justo reduzca el presupuesto.

Ello es verdad que rústico anatema
Fulmina audaz contra el avaro fisco
El pobre ganapán que caya o rema,

Y cuando alza el orgullo un obelisco
Exclama en su dolor: ¡yo lo he pagado
Con la postrer oveja de mi aprisco!

Mas ¿quién es un pechero mal criado
Para meter impertinente el cuezo
En el Sancta Sanctórum del Estado?

Humille al suave yugo su pescuezo,
Y al sueño lo atribuya buenamente80
Cuando el hambre le arranque algún bostezo.

Pues ¡no faltaba más!; ¡que un insolente
Su bienestar prefiera…, verbigracia,
A las arduas cuestiones del Oriente!

Harto tiene que hacer la diplomacia
Si ha de avenir con el bajá del Nilo
A un tal Abdul Mejid, sultán de Tracia.

¡Es grave la cuestión! Pende de un hilo
Si ha de ser del vecino, o tuya, o mía
La pesca del caimán y el cocodrilo.

Arreglemos primero a la Turquía,
No sea que del uno al otro polo
Arda la guerra asoladora, impía.

A bien que Metternich se pinta solo,
Y Palmerston es hombre que lo entiende
Para eso de enjergar un protocolo,

Y después que conjuren aquel duende
Y al bajá y al sultán protocolicen,
Protocolizarán a los de aquende.

¡Oh! mármoles y bronces eternicen
Al que inventó tan linda panacea,
Aunque algunos ingratos la maldicen.

Lo que antes en diez años de pelea,
En un par de semanas hoy se ajusta
Con polvos y papel, tinta y oblea.

Otorga el flaco lo que al fuerte gusta;
La guerra es ya de pura ceremonia,
Y aunque truene el cañón nadie se asusta.

Venga, dice el inglés, esa colonia,
Y el prusiano y el ruso y el austríaco
Se reparten el reino de Polonia.

Si esto no agrada al infeliz polaco,
¡Paciencia! Era mal clima la Siberia:
Mejor campa en el Vístula el cosaco.

Así en el archipiélago se feria
A Otón un cetro, y a Coburgo en Flandes;
Así muere absoluto el rey de Iberia,

Y en su cartera así los hombres grandes
Del universo encierran el destino
Desde el hercúleo mar hasta los Andes.

Acaso algún espíritu mohíno
Más daño que a la pólvora y al hierro
Atribuya al papel y al pergamino.

Si al fin, dirá, la albarda y el cencerro
Ha de imponer al débil el potente,
Si le han de dar al cabo pan de perro,

Más vale pelear como valiente
Y a lo menos salvar la negra honrilla,
Como dijo aquel príncipe excelente.

¡Grosero error! Doblemos la rodilla,
¡Oh santo Protocolo, en tus altares.
¡Vítor!… Eres la octava maravilla.

Y no porque a los bélicos azares
Sucedan los primores de la pluma,
Faltan héroes. Nos sobran a millares.

De tal renombre la grandeza suma
Apenas se otorgaba en otra era
Al audaz vencedor de Moctezuma.

Hoy lo arreglamos ya de otra manera;
Proclamas y periódicos sin cuento
Conceden ese título a cualquiera.

¿Y qué diré, oh Ventura; (que el momento
Ya llegó de nombrar el ciudadano
A quien mi carta dirigir intento)

¿Qué diré del prodigio sobrehumano
De valer hoy millones los billetes
Que ayer menospreció todo cristiano?

Ve a la Bolsa y, sin miedo a los corchetes,
Verás improvisar su bienandanza
A quien sabe mover los cubiletes.

¡Doloso cebo al necio Sanchopanza
A quien sepulta en súbito naufragio
Viento falaz que le auguró bonanza!

¡Maldito sea, exclamarás, el agio,
Peste de las modernas sociedades,
Más fiera que el bubón en su contagio!

¡Dichosas las pretéritas edades
Do fue desconocido! ¡A buen seguro
Que lo sufrieran Jerjes ni Milciades!

Mas ¿qué hicieras, replico, en el apuro
De ser ministro, di, y en el erario
No hallar para un remedio un peso duro?

¡Oh! No cabe sistema tributario
Que iguale ni con mucho al arte eximia
Que convierte el papel en numerario.

¿Y cómo reprobar la nueva alquimia
Cuando con ella el alto financiero
Si no salva al estado… lo vendimia?

¿Y qué importa que gima el pueblo entero
Mientras jugando al alza y a la baja
La bursátil legión nada en dinero!

Que no a todos es dable la ventaja
De comprar al futuro y al contado
Sin un real en la bolsa ni en la caja.

Al bolsista chambón, desventurado,
Que, paga una primada en cada prima
¿Quién le manda meterse en tal fregado?

Pero aunque esta verdad nos cause grima,
El maldito interés es una plaga
Que nunca el hombre se echará de encima.

Yo mismo, mal coplero que, a la zaga
Del Venusino que ilustraba al Lacio
En dulce son que persuadiendo halaga;

Yo que, imperito imitador reacio
De Rioja insigne, cuya docta pluma
Dio a la hispana región segundo Horacio,

Oso epistolizar (¡audacia suma!)
Y en vano forcejeo con la carga
Que ya mis hombros frágiles abruma,

Cuando escribo estos versos de botarga,
Y con algo de miel los elaboro;
Que a secas la verdad es muy amarga,

No de gloria fugaz al almo coro
Demando la merced: sólo me impulsa
La golosina de la Rosa de oro:

Y aunque peque mi sátira de insulsa,
Me quedaré más frío que la nieve
Si el adusto areópago me repulsa.

Mas, por si tal ocurre, quiero en breve
Dar a mi carta fin; que es ya prolija
Y tal vez hoy se lean ocho o nueve.

Así, aunque mucho queda en la valija,
Adiós, Ventura amable; siempre tuyo,
Como sabes… et caetera…, y concluyo
Antes que el auditorio me lo exija.

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Voy a hablarle ingenuamente:
su soneto, don Gonzalo,
si es el primero es muy malo;
si es el último excelente.
Manuel Bretón de los Herreros

UNA QUIMERA [Mi poema]
Luis Enrique Belmonte [Poeta sugerido]New

MI POEMA... de medio pelo

 

Desde aquesta enredadera
vivo la melancolía
acordándome del día
que apareciste a mi vera.

Era un día en primavera,
cantaban las alegrías,
vi los ojos que tenías
y me fije en tu pechera.

Eras joven y altanera,
¡qué linda que eras, chiquilla!
una rosa de Sevilla,
eras como una quimera.

Pero antes que floreciera
desapareció la flor
es posible que por mor
de que la flor no existiera.

Mas te llevo en mi pupila
y me resisto a creer
que aquello que creí ver
fruto fue de una cavila.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Luis Enrique Belmonte

Antidepresivos

Había baja de suplementos y de municiones.

La vida se nos había puesto cuesta arriba
y todo nos parecía muy lejano.
Cualquiera de nosotros
hubiese podido resbalar fácilmente por una aspirina,
escuchando canciones que venían del desierto,
pensando y pensando qué es lo que es y que será será,
cargando piedras de un lado a otro, rezándole a las lámparas,
muriendo con sentimiento como una rockola concurrida,
como una cigarra achicharrándose en la frontera
y todas esas cosas más o menos tristes.

A veces se nos partía una cuerda o se soltaban las tuercas
justo antes de salir al ruedo,
y entonces sí que había baja en todos los sentidos,
incluyendo las yerbas, las bombonas, las cantimploras,
la cara que te devuelve el espejo, el índice de credibilidad
y los niveles de autorrealización.

Y no es que dejásemos de hablar ante una audiencia respetable,
como tampoco dejaba uno de hurgar en las telarañas,
interesarse por el asunto criminal
o sospechar cuándo un fantasma
te está jugando una broma macabra.

Así que el mundo estaba aproximadamente así
hasta que llegaron los antidepresivos
traídos directamente de la farmacia
por una sílfide nocturna
con zapatillas deportivas.

Producen los antidepresivos
un estado alterado de la mente
que consiste en pensar todo el tiempo
que todo está bien.

Así que ahora estoy aprendiendo a tocar la flauta dulce,
a no ser tan duro con los de la junta de condominio,
a planear como un pajarraco negro
por encima de cualquier circunstancia.

Así que ya no se sufre tanto
por el recalentamiento planetario
o las medusas en vías de extinción.

Así que ya no más nada que no sea:
una flor de floristería, la siesta del desayuno
y la siesta del almuerzo,
un repentino arrebol en la cafetería
o fumar en la ventana
mirando estrellas muertas
antes que lleguen las lechuzas.

Como quedarse dormido
viendo una película en blanco y negro
y despertarse al día siguiente
creyendo haber soñado en tecnicolor.

Como participar en un bingo de caridad
sabiendo que lo ganado o lo perdido
contribuirá de igual forma
a la remodelación de una casa de reposo
para ancianos con demencia.

Como vivir a gusto con tu propio bostezo
y olvidarte del índice de credibilidad
o los niveles de autorrealización,
pues nadie te está viendo,
los días son inocuos
y ya no hay ningún nudo que desatar.

Producen los antidepresivos
un estado alterado de la mente
que consiste en pasar
y dejar pasar.

Producen los antidepresivos
un estado alterado de la mente
que consiste en quererse en cómodas cuotas
y a plazo fijo.
(De Compañero paciente, 2012)

Voz en la espesura

Voz que te adentras en la espesura,
hazte ligera, canta,
fertiliza en lo más hondo,
esparce tus pájaros en la oscurana.

Voz que te adentras donde no hay morada,
donde lo blanco hiere en la intemperie
y lo negro acecha con un aletazo.

Voz desprendida, ala traslúcida, llama viva,
hierofante, primer y último temblor, avanza,
avanza en la espesura,
bebe del fondo de la ciénaga,
haz que brote el germen, la brizna,
el deseo de rozar
la piel de lo que no es palabra ni canción
sino asombro, incandescencia.
(De Vendrá otra larga travesía, 2006)

Canción que no se olvida

No quiero tocarte como si fuese la última vez.
Y no será la última vez. Me lo han dicho
los zorros que cruzan sigilosamente por la carretera.

Vendrá otra larga travesía.
Vendrán caminos, ventanas,
señales tuyas en las cabinas telefónicas.

Saldrán cangrejos del cuarto
hambrientos de noches y sábanas.

Guardaré en mis bolsillos
las migas de tus panes, la lana de tus medias.

Y el tiempo tejerá mantas para el encuentro.
Y se escuchará la canción que no se olvida.
(De Vendrá otra larga travesía, 2006)

Pájaros ardiendo en pleno vuelo

Lo que se dicen los amantes después de la travesía,
los gatos y los paraguas bajo los portales,
los gorriones sobre los cables antes de la desbandada.

Lo que se dicen los zorros en las cabinas telefónicas,
los contrabandistas en los muelles, entre canciones y licores,
los condenados y sus verdugos a la hora del gallo.

Lo que se dicen los niños sobre la yerba al final de la tarde,
los moribundos en las salas de urgencias,
los borrachos cuando se despiden
en el callejón en donde se prolongan los abrazos.

Monedas líquidas que se intercambian en el tráfago,
pájaros ardiendo en pleno vuelo,
llamas del solsticio que se inclinan para que el viento las sople.
(De Vendrá otra larga travesía, 2006)

Canción de los que parten

Los que se van tarareando una canción
dejando que la luz ocupe su lugar en las esquinas,
en los rostros que llegan,
en las manos que tantean el espacio habitable.

Los que se van arrimando al horizonte
buscando pájaros que aletean en la oscurana.

Los que en su marcha desprenden astillas, espinas,
cáscaras que señalan el sentido
de lo que no pudieron decir a tiempo
cuando era justo decirlo.

Los que se van no deben mirar la estela de su paso
sino el relumbre de la tierra prometida
que no es más que el destello de sus propios cuerpos
trasegando caminos en lo más cóncavo de la noche.

Escuchemos la canción
sobre los tejados de pueblos afantasmados,
en los goznes de puertas entreabiertas,
en los áticos del viento.
(De Vendrá otra larga travesía, 2006)

A la deriva

Desde que estoy a la deriva me falta detergente.

Desde que estoy a la deriva me visitan los redentores,
los traficantes, las musarañas.
Como un pelotón de nubes desmoronándose.
Como un trozo de hielo
flotando en un trago sin dueño.
(De Cuartos de alquiler, 2005)

Cómo se funde un motor

Cuando te pregunten cómo se funde un motor,
diles que con el pellejo, la caña, el dale que dale.
Diles que con el desvelo, las canciones tristes,
la corredera tras la liebre que se escapa.
Dile que con los sustos en la madrugada,
los frenazos al borde del barranco, el espejo delator.
Dile que con todas las veces que uno llama al otro lado
y nadie, nadie responde.
(De Cuartos de alquiler, 2005)

El jardín donde todo murmura

Recójanse en sus guaridas
los hombres y las bestias.
Concentrar bajo techo las mantas,
las humeantes tazas.
Que fluya bajo la garganta de las gárgolas
la voz de una memoria antigua.
Que se aquieten los amantes
en los cuartos de alquiler.

Sólo por esta tarde
callar, frotar los cuerpos contra los ventanales,
oír cómo resuenan secretamente
las rejas, los cristales, los estanques.

Retroceder con cada gota
hasta el jardín en donde todo murmura.
(De Paso en falso, 2004)

La franja

Arden
los últimos conjuros de una lámpara,
y por esa franja se deslizan
los esclavos del sueño.

Miro sus rostros hinchados
barbitúricos, cerúleos,
queriendo de veras
habitar esta página.

Tan atontados por la búsqueda
de un lugar que no está aquí.
(De Paso en falso, 2004)

Pasemos revista

A ver, pasemos revista: allí están las cosas íntimas
con la costumbre sobre el lomo, almacenando viejos rencores
ya olvidados por nosotros. La mesa y su llanura
y sus taras invencibles, también la luna
del primer beso hecha añicos, la solapa de un sobre
que por miedo nunca abrimos. Las sombras, a ver,
las sombras y sus ademanes tristones
como los de algún dios embaucado.

Las promesas huyen por un pasadizo estrecho
y se esconden en un punto donde la luz se devuelve arrepentida.

Todo está en calma, de esa calma
que nos ofrece la resignación de la pérdida, pero exactamente
¿qué es lo que se nos ha escapado e intentamos recuperar
sólo por la vanidad de enarbolar la memoria
a la manera de una estrategia cautelosa
en el asunto de apuntar el agua de los ojos
a la resolución de un llanto a hurtadillas?

Pasemos revista, a ver las bajas, las municiones,
los moribundos, las degluciones,
todo lo que se acumula en forma de residuo,
de reclamo tácito por la palabra no pronunciada,
por el inoportuno movimiento del cuerpo, por el libro
o la mano que no estrechamos a tiempo
cuando era urgente hacerlo.

Un vistazo a los fragmentos del desastre, un guiño
a los restos de esta debacle mínima, vespertina,
una discreta reverencia a sus sonoridades dodecafónicas
para espantar el tiempo, el tiempo que por demás hace lo suyo
y no tiene medida ni culpa
de estos escombros sobre la mesa y su llanura
y sus taras invencibles.
(De Inútil registro,1998)

Hoy no hay nada que decir.

La mano apenas puede alcanzar
el somnífero en la mesa de noche,
y sólo queda el amparo
de una lámpara que balbucea.

Esta geografía que se desploma,
silenciosa como la siesta de los gatos,
no tiene nada que mostrar,
a menos que el hundirse
con los días de esta Atlántida
sea algo digno de mostrar.

No hay nada aquí, no pidan los restos, no escarben más.
Será mejor recoger los cabellos caídos en las barberías
o trasfundir con nuestra sangre
a los canarios moribundos, pues hoy la nube
se niega a precipitar
y a los enanos que quedaban
se los tragó el carrusel.

Alguien encalla bajo una lámpara
sin la ramita que traen las gaviotas
a la proa del día extraviado.
Ni las barbas de un santo, ni el ocaso, ni nada.

Así que si alguien llama, grita o busca razón,
díganle que hoy, precisamente hoy, irrevocablemente
el hoy de aquí, casto, boquiabierto,
ojo de pez en la arena,
no hay nada que dar, nada del soluto del decir.
(De Cuerpo bajo la lámpara, 1996)

Aquellos que buscan profundidades no saben
que detrás de la nieve azul
existe un lugar de raíces, de tierra negra,
del cual nunca podrán regresar. Descienden absortos
en su búsqueda tras la humedad de un beso largo.
Una vez abajo, serán olvidados por siempre.

Quizá sea esa su recompensa.
(De Cuerpo bajo la lámpara, 1996)

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