A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

SENTADO EN MI TERRAZA [Mi poema]
Julio J. Casal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

De mi piso, sentado en la terraza
una tarde de otoño moribundo,
intentando ya aislarme de este mundo.
un respiro le doy a mi cachaza.

Entretanto un rayito juguetón,
garabatos dibuja por mi calva,
que bailando desliza al mismo son
pues que nadie del sol si huye se salva.

Desde el cielo vestida de amarilla
hay una hoja que cae entre mi frente
deslizando del chopo que en la orilla,
intensa, esa quietud parece ausente.

Interrumpe mi estado de anestesia
su bullicio y los niños de un colegio,
y el de un perro ladrado. Privilegio
del sonar de campañas de la iglesia.

La tarde está al caer, yo observo el cielo,
diviso más allá en la lontananza
en el campo brillando una naranja,
doyme el piro y me ausento del señuelo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOJulio J. Casal

Máscaras

No hay un pintor que sin defecto encuadre
la vida y nos la muestre, porque toda
paleta de otros siglos, o a la moda,
no sirve… ¿Ha de llegar la noble madre
de cuyo parto brotará la ciencia
que ha de entregarnos lo que nadie pudo,
de cascabeles y antifaz desnudo,
el payaso genial de la existencia?
¿Pero conviene que algún ser descorra
la mentira, mostrando lo que existe,
en el fondo, tal vez de justo, para
herirnos? La verdad lo bello borra,
y el carnaval humano sería triste
sin el encanto de la doble cara.

Árbol

Árbol, yo ya sabia que eras hermano mío.
Hacia los cielos vamos en claro florecer.,.
Y tus ramas audaces, hallaron el rocío
en el cristal y el ámbar, luz de mi amanecer…
¡Árbol, yo ya sabia que eras hermano mío!

En ti hay, a momentos, más pájaros que hojas
Y eres en primavera mágico surtidor.
Y en mí, ¡qué profusión de rosas, blancas, rojas,
Y qué acento en mi lírico manantial interior!

Los dos brindamos, árbol, savia joven y nueva.
Y por nosotros corre un idéntico río
de emoción, y sabemos en las nieves de prueba
aguardar libremente el calor de otro estío.

Hacia lo azul, el mismo impulso azul nos lleva…
Árbol, yo ya sabía que eras hermano mío.

Ruego

Ni tú me esperarás. Ni yo he de ir.
Estás en lo escondido
de tu hiedra de cielo, tan lejano,
que hasta tu rostro
no podrá la muerte
alzarme en su marea.

Condenado a seguir desde la orilla
a los que ascienden hasta ti. Mi sombra
da su presencia en el movible mundo.
Apenas sube en luz. Otra vez sombra.

Tal vez no quieras que yo llegue. El campo
aguarda en flor de muertos, mi ternura.
Sobre los infinitos lirios echaré
mi corazón de hombre. Déjame ser lluvia.

Déjame como niebla ligera
por los caminos.
Seré danza de estío para la rosa débil,
como labio de arroyo para la orilla oscura.

Estarán junto a ti los que amaron la vida
y los que la encendieron en heroicos espejos,
los que en duro ejercicio moldearon
el umbral en que se echan perros fieles.

Muerto aún amo la tierra. Despertando
del pecho de una muerta está mi infancia.
Intimo, hundirme
en el enjambre eterno.

Renacer en los ojos de los bueyes.
Con el rojo mastín
ladrar antiguamente a los viajeros
que llegan hasta el humo de las chozas.

¿Qué he de hacer yo en tu fiesta de elegidos?
Mi corazón es pájaro de agua
de tus copiosas venas de la tierra.
Piensa en un vuelo más que se ha extraviado.
Ni tú me esperarás. Ni yo he de ir.
Haz de mi muerte lluvia. Échala al campo.

Aligerarse para el vuelo

Aligerarse pata el vuelo. Un día
nada de lo superfluo pesará.
Iremos tan sin carne,
tan sin sombra,
sólo en la luz…

Creíamos,
que lo que fue quedando en el viaje,
lo íbamos perdiendo,

Perder no es desprenderse
de lo frondoso,
ni es ir dejando aquello que nos viste
de transitoria y fácil alegría.

Mirar como se apaga
la voz que grita,
no es perder.
Y nos alcanzará, con nuestra parte
de agua y de viento.

Un día
irá nuestro corazón ligero
-no vacío-
sólo en la luz,
tan sin carne,
tan sin sombra…

Tierna palabra

Tierna palabra de olvidado día
llegas a ml por nubes de entresueño,
y me vuelvo a sentir, dulce y pequeño,
abriendo con tu llave, el alma mía.
Ves corno asciende por la tarde fría,
convertido en paloma, el turbio ceño
que en mi frente, al partir, me dejó el sueño.
y paloma van en romería.

Tornas palabra a darme la dulzura
De mi madre, en la plácida tutela
la noche me era larga. Vienes

a convertir mi llanto en agua pura,
Hoy otra vez, estás conmigo, y vuela
Tu mano entre el otoño de mis sienes.

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Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla
(Antonio Machado)

HOY SALE EL SOL [Mi poema]
Selva Casal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hoy sale el sol. Se espera haga un buen día.
De un rayo que atraviesa mi ventana
deduzco será así. Que la alegría,
ansiada, me ha mirado y sonreía,
dotando de esplendor a la mañana.

Sale el sol para todo, para todos,
aquellos que transitan sin razones,
abstemios de experiencias y beodos,
obviando ya por fin los malos modos,
brindando el resplandor a los rincones.

Que sale el sol. Con él nace la vida,
y eleva la ilusión de los paisanos,
la flora luce un ansia desmedida,
más dulce, más amable, más florida,
y anima así al caudal de los pantanos.

Que el mundo sin el sol nada sería,
la sombra defecando en el ambiente,
un siglo sin gozar, melancolía,
y dudo si el amor no moriría
de triste inanición cual indigente.

¡Que pena!, muere el sol, con él la luna,
y estrellas que dan luz al firmamento,
promesas se diluyen una a una,
mas nunca por jamás se irá la hambruna,
cuán triste es el remate de este cuento.
©donaciano bueno

El día en el que el sol se apague, el mundo fallecerá de tristeza.

Para y óyeme ¡oh sol! yo te saludo
y extático ante ti me atrevo a hablarte:
ardiente como tú mi fantasía,
arrebatada en ansia de admirarte
intrépidas a ti sus alas guía.
(José de Espronceda)

MI POETA SUGERIDOSelva Casal

Aúllan

Como quien prepara un complot
Se prepara el silencio
Los enemigos lloran
Ya les hemos entregado la vida
Pero lloran
Aúllan su extraño sueño
Mis vísceras sueñan tu mismo sueño
Viven un destiempo
Un río
Todo se oscurece.

Hay tantas formas de amar

Hay tantas formas de amar
Como seres vivientes
El mundo está hecho de tal manera
Como para que nadie entienda a nadie
De ahí la fantasía
Este quehacer que a nada se asemeja
Que vivifica y danza
Escribo desde el sueño
Y desde los espejos
Que misteriosamente se abrieron una tarde.

En mí vive una pena

En mí vive una pena
A la que día y noche me abrazo
Si miro una flor ésta amanece
Y caen como racimos las noches blancas
Todos los seres humanos están en deuda
Están en crimen
Por el sólo hecho de existir
Y no poder
No poder llegar nunca
Mi rostro es el firmamento
El firmamento por donde navego
Qué importa que sea un siglo u otro.

Pasión

Nunca busqué ganar ni perder nada
Mas temo perder esta pasión
Y olvidar
No sentir nás este dolor
Desde el que soy y me alimento
Encontrarás mi cuerpo en cada esquina
Mi único cuerpo sin fin y sin principio
Como una catacumba
O una supernova
El cuerpo por el cual entraste al mundo
Lo que quiero decir es tan hondo y extraño
Que lacera mis vísceras
Hace vibrar el aire
Tú como Lázaro volviste
Sólo por un momento
Para soñar el mar.

Desaparecido

Desaparecidos ascienden tal un hombre asciende
Hasta el altísimo
Como una oración o un recuerdo
Recuerdo tu llegar
Mis manos latían de gozo
Recuerdo el crujir de la puerta
Porque eres así
Un presente absoluto
Cristo nos dio la esperanza
Por eso deberíamos vivir sin sospechar
Sin indagar
Sin nada
Donde está el desaparecido
No hay leyes que te restituyan la vida
Los pequeños días cotidianos
Cristo ven
Ya basta
Y pensar que morimos cada noche
Y no sabemos.

Todo encuentro sufre de ausencia

No ser tu cuerpo ya
No poder ser tu cuerpo
Los bosques cantan
Las noches como dormidas casi desconocidas
La tierra en que viajamos
Entre nubes y cuerpos dislocados
Expedida de un vientre estrangulada yo caía
No ser tu cuerpo ya
No poder ser tu cuerpo
Yo soy mi propia madre
Para encontrarle extenderé mi piel sobre la hierba
Me arrancaré los ojos
Escarbaré raíces
Seré como un relámpago
Todos los que vivieron los malhechores estarán junto a mí
Contra ti contra todo sobrevivo
Recuerdo aquel abrazo en donde naufragamos
Todo por ser mortales
Llámame al 00000
Llámame al infinito
De dónde salí yo
Quién me indujo a existir
Si yo hubiera imaginado les confieso jamás me hubiera asomado a la vida.

Quien soporta el peso de la nada

No nos podemos quedar
Tenemos que huir
Más quién explica esto
No nos podemos quedar
Sin embargo
Quién soporta el peso de la nada
Cortada por el ruido frenético de los vehículos de la calle
Quién soporta levantarse y sentir que es verdad
Que ya no estás
Verdad de ensueño y de luciérnaga
No puedo admitir razones
Hace siglos que espero
Y abrazo tal el viento abraza.

En noches de hospital

En noches de hospital bajaron ángeles
El cielo conjuró a la tierra
Hacia el mar cabalgaban caballos blancos
Yo estaba viva y muerta
No sabía que todo mal es alucinante
Que todo bien duerme
Que convocamos sombras porque somos sombras
Y ya no sé qué hacer con tanta vida
No me dejes morir sin ver tu rostro
Voy por la tierra como un río iracundo
Me despeño tal la montaña se despeña
Poderoso es el sexo
Sagrado
Todo sucede en mí
Mientras escribo para un hombre distante
En noches de hospital se ve la nada
A ella me abrazo
Un animal que muere trastoca el mundo
Se cierne peligrosamente sobre los hombres
La luz que nunca jamás.

Llegará el día

Llegará el día en que florecerán los muertos
Los abuelos que no conocimos
Los que forjaron tu pedazo de vida
Tu minúsculo ser entre los días
Y las noches
Eras
Estabas
Nadie escuchaba a nadie
Todos nos hemos ido
A un país que no existe
Yo tuve el cielo y lo perdí
Tuve la nube y la perdí
Este lugar está clavado en mí
Está clavado
Como el grito de un recién nacido
En la oscuridad más profunda.
——–
Cuadernos

Con un cuaderno donde escribes tus sueños
Padre nuestro hijo
Oremos con poesía pan y barro
Fui madre hijo tigre en la maleza
Asesino alevoso
La eternidad descalza
Grito descarnado hueso puro
Y de tus pies ausencia
No sé ser otro no sé ser nada
Por un campo de trigo emocionado
Sobrevuelan cabezas
Miles de águilas miden la distancia
La infinita distancia que hay entre las cosas
Yo que meditaba y creía en la lluvia
En las palabras ciertas amaba el viento
Tengo un duende en las venas
Un mar sin fin que arremete y me arroja
Allí donde no hay tabla de sumar ni de multiplicar
Una mujer se arroja al río
los árboles afirman que es verano
Yo que nunca maté a nadie
O tal vez sí de amor y de tristeza
Digo: nada de grandilocuencia
La verdad sólo la verdad
Basta de libros falsos
Menos conferencias
Clausuremos la solemnidad.

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MIS PASEOS POR MADRID [Mi poema]
Álvaro Macías Rondán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Paseando voy la vida por la ciudad,
los pasos van pasando por mi sendero,
de lo que antes anduve ya nada espero
que ahora voy mendigando la caridad.

Mientras voy caminando pienso en las prisas
que antaño provocaran mi desespero,
van recuerdos lanzando desde mi albero
entre llantos y risas algo imprecisas.

Observo lo que acontece a mi alrededor
ando tranquilamente, subo las cuestas,
aun cuando ya ágil no estoy, que no hago apuestas,
contando los pasos sigo con gran ardor.

Como pasan los coches, pasan las horas,
las gentes van pasando con sus mochilas,
hoy ya las emociones vagan tranquilas
destilando suspiros por sus esporas.

Todo va acelerado, raudo aquí pasa,
cual si anhelar quisiera tocar el cielo,
sólo ya voy rumiando mi desconsuelo
pues los sueños murieron y el sol ya abrasa.
©donaciano bueno

Mi opinión: Madrid es una fantástica ciudad para pasear, no puedo decir lo mismo para trabajar y tener que ir de un lado para otro haciendo. Si lo sabré yo.

Madrid, castillo famoso
que al rey moro alivia el miedo,
arde en fiestas en su coso,
por ser el natal dichoso
de Alimenón de Toledo.
(Nicolás Fernández de Moratín)

MI POETA SUGERIDO:  Álvaro Macías Rondán

DESTINO DE SAL

Otra vez aquí, en el destino
en este cruce de uñas, en este secarral de lágrimas
donde los castillos han dado paso a la intemperie
los olivos a perfectas astillas
el plural a un átomo horrible.
Donde tomarte de la mano es ahora un folio sucio orilla de la fiebre.

El destino está abierto como la tripa de los bueyes
o el pescuezo de un burro
y aquí me alimento de musgo y de pieles muertas
—patrimonio inhóspito del llanto—.

Me adelantan los días que no vivo contigo.
Me cae el sudor a chorros, su sal de simulacros.
Los anillos son triángulos de victorias perdidas.
La luna se hace hueco entre mis piernas
como un chamán dormido
que no ha deshecho el equipaje ni destensado mis fallos.

Error. Culpa. Jadeo solitario.
El pasado es el carbono en lejanos planetas.
El futuro, una coherencia gritando libertad por debajo de los manicomios.
Otros sí que saben de qué hablo cuando digo tu nombre
porque hablo el idioma de los que el amor ha doblegado.

Le importo a los perros.

Otra vez aquí, en el destino, aquí siempre.
No soportaré de nuevo el lastre inútil del mal olvido
porque he sido aquel que conoció el poder oculto del cieno
de la broza, de la marihuana, del kumquat y de los besos:
agotamos el amor como una serpiente,
de un solo bocado.

De nuevo aquí, donde la noche me forja
donde la noche me forja
y extraño la hermosa pringue de las jacarandas
la profana amistad de las peluquerías
y me doblego a la avaricia final de la nicotina y el espanto.

Cerca está lo imposible.
Lejano lo demás.

Debiste, sin duda,
morderle a mi vida el corazón
si te gustaba lo amargo de su asunto
si ya mordiste otro duro invertebrado
ser que nunca fuimos.

Debes ahora, sin duda,
marcharte, alejarte, irte
dejarme aquí, de nuevo aquí, en el destino
con sangre de lobo y una cruz de gitanos
sobre el alma.
Con toda esta tristísima cohorte de lirios.

Y tal vez no grite. Tal vez ya nunca más grite.
Pero lloraré.

Y esa será mi venganza.

BAJO LAS RAÍCES

Mirar desde abajo las raíces
y detener el tiempo. Eso es la muerte. Por ahora
apenas tengo espacio para pensarla
pero ahí está, arrellanada
sobre la cama que me espera, en la calle
pidiendo limosnas o cantando saetas, en el puerto
cuando llega un viejo barco.
También en la madera está la muerte.
También en las manos que han escarbado la tierra.

Tras las raíces, las nubes. Lejanas.
Como ya el ayer.
Muere también quien no distingue
la muerte de dos labios.

Y hay algún grito de perro que lloriquea.
Los gusanos bisbisean con su bisectriz
que nada los une más que un cuerpo frío y solo.
—Pon tu mano en mi costado y siente y palidece—.
Mientras el otoño empapa el campo de amarillos
y se meten en mi pecho los depredadores.

Es el amor quizá otra muerte, quizá otro llanto.
Quizá una biblioteca.
Aunque el amor está lleno de libros vacíos.
Para él sí tengo espacio y tiempo
pero no raíces ni barcos ni cama ni limosna.

Todo lo más es algo lejano.
Ayer aún eras una nube
—del amor me quedan la culpa y este cuerpo—
y yo un niño jugando con sus formas
dentro del laboratorio de vidas que es la infancia.

La muerte sigue ahí porque sabe
que no es en vano su espera.

Y yo tengo el amor dentro de la boca
colérico, agitado y enfermizo
como una bandada de pájaros negros y mojados.

¡Amor!

ABANDONO PEOR

Qué recodos deja el camino
qué de esquinas grises que parecen todas las esquinas
como un estraperlo de emociones ya afligidas
con el latigazo del absurdo
con la pasión coartada porque ya fue pasión antaño
en otra añada de dedos más firmes
cuando no importaba dar caricias impostadas
con un peaje barato de azules memorias
y un túnel corto de olvidos
en el momento de subir a un tren partisano
con su huelga de raíles y entonces un rímel y una oscuridad suprema
y toda la lucha de repente es yerma
y deshaces la maleta como separándote entrañas
pues al final todo es cuestión de conquistar infinitos
por cualquier medio, con herramientas viejas
calcular los roces, los números de las burocracias
el turno por el que llegarán las cien siguientes olas
a morir o matar contra una roca que ya estaba allí
erosionada menos que las pupilas con las que miras
la nueva vida de los otros, los vencedores
aquellos que conocen de verdad la poesía
porque no hay abandono peor que darse cuenta
de que ya para todo es demasiado tarde.

Hubo una época de felices tormentos:
tuve la lluvia, tuve miedo y te tuve a ti.

POLVO

Me gustaría poner flores
sobre tu cuerpo.
Flores blancas en tu boca.
Flores lilas en tus ojos.
Enterrar todos
los latidos de esta casa.

Tengo cinco lunas en el pecho
y una cruz en tu nombre.
No hay casa.
No hay carretera.

Siempre me he enamorado
de golpes y animales muertos
en el suelo.

Siempre
se me dio bien caer de pie.

Ya no busco aire.
Ahora
solo intento no ahogarme.

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PERDIENDO EL TIEMPO [Mi poema]
Teresa Soto [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Comprende que alguien diga que está loco,
si el tiempo tan escaso que le queda
haciendo un mal poema desperdicia,
consciente nadie lea y que tampoco
si existe algún valor nadie conceda
siquiera a criticar por su estulticia.

Si acaso alguno ayer le hubiera dicho
no corras, deja al tiempo que se pierda,
que aquello de que es oro, eso es mentira,
con ira habría tildado de mal bicho
mandando a tomar viento o a la mierda
peor, a que se queme en una pira.

Curioso, cuando más ya le escasea,
parece no le diera la importancia
que antaño cuando al tiempo se comía,
sin pausa, allí metido en la pelea,
aprende a disfrutar de la vagancia
consciente lo que él hace es nadería.
©donaciano bueno

Que no por mucho #madrugar amanece más #temprano, o si? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Teresa Soto

Imitación de Wislawa

Mis hermanas no escriben poesía,
mis hermanas no leen los periódicos
ni se ponen sombreros
ni saben a las cinco de la tarde
que son las cinco de la tarde.
Yo no soy Wislawa Szymborska,
no soy Marina Tsvietáieva
y no soy Hölderlin.
No soy ninguno de los tres
y no quisiera ser los tres a la vez.
Mis vecinos no saben que escribo,
les agradezco que no lo sepan.
No lo saben y no me leen
y a mí me gusta que no me lean.
Gracias a que no me leen
no pienso nunca en qué pensarán
mis vecinos de mis versos.
La ciudad donde vivo no es silenciosa
así que en mis versos no está el silencio
de mi ciudad.
Mi portero no sabe pronunciar mi nombre
y no lo pronuncia por las mañanas
cuando se sacan los nombres
a pasear atados a una correa de saludos.
Así que no oigo mi nombre cada mañana.
De tanto no oír mi nombre
empecé a pensar que no lo había tenido nunca.

¿Se puede perder un nombre?

Yo no necesito mi nombre para escribir,
así que no lo escribo.
Esto es una imitación.
Para una imitación
sólo sirve el nombre de otro.

Sin título

MI ABUELA tiene las manos en el mismo sitio que yo,
al final de los brazos.
Se las mira con calma.
Tienen algunas manchas y restos de tierra.

Su falda negra forma pliegues raros, diría que vegetales,
llegan casi a tocar el suelo.
Pienso que si lo tocasen tal vez germinarían.
¡Imaginad una corregüela de pliegues negros!

¡Pliegues vegetales! ¡negros pliegues!
¡tejidos de pliegues! ¡senderos plegados!
¡creciendo por todas partes! ¡pliegues!

Los pliegues de la falda negra son un final.
Dicen en su nueva forma de corregüela negra:
“Aquí termina un luto”.

La falda se aleja del suelo unos centímetros.
El luto nunca toca la tierra.
Las manos de mi abuela sí la tocan.
Desde el final del brazo tocan la tierra,
la surcan, la remueven con todos los dedos,
con todas las manchas.

Aunque tengo las manos en el mismo sitio que mi abuela,
al final de los brazos;
no puedo tocar la tierra de la misma forma,
no puedo surcarla ni removerla.

Me temo que tampoco puedo colgarme un luto
y dejarlo a unos centímetros del suelo.
No podría hacer que se quedase ahí suspendido,
ni hacerlo callar.
Mi luto se escurriría quejumbroso
queriendo embadurnar el mundo
con la punta negra de su nariz.

***
Nos fatigábamos esperando la distracción
del ciervo. Nunca caminé más despacio
que entonces. La distancia justa para
observar sin provocar espanto. Esperar
y agotar la vista en el mirar
hasta que
la mandíbula vuelve al pasto
y rumia, traga
sabiéndose a salvo. Los que observan
no buscaban hierba ni sangre ni carnes,
tendones.
Hubo muchos pastos. Todos
se aúnan en este, ya lejos.
* * *
Seguíamos con atención el curso
del agua. Cada estación éramos
los primeros en llegar, admirados
siempre del movimiento de lo blando
hacia lo duro. Hielo y agua y espuma
río abajo. Quietos, tocábamos,
atentos a las superficies. Sumergían
a veces la cabeza los otros,
nosotros con ellos.
De la superficie al fondo
y lo inverso,
qué fácil entender aquello, admirarlo.
Un martín pescador aferrado a la rama
del álamo. Cuántas horas ateridos
esperamos por el grito aquel del pájaro.
Nos daba, creo, la sensación clara
de lo feliz que uno podría llegar a ser.
* * *
Llegó el pie tan alto que se oían los bramidos
de los alces. Nos quedamos sin aliento,
tan arriba, junto a los neveros.
Corrimos pensando poder registrar todos
los horizontes posibles, cada madriguera,
cada marmota, ardillas negras.
Nada se entendía antes tampoco después,
pero allí la cumbre trajo un estar
silenciosos. Vuelo imaginado del pensamiento,
alas como corduras nuevas.
(De Erosión en paisaje (Vaso Roto, 2011).

***
¿Observaste, dime, el peso de la rama
cargada de frutos?,
¿la ubre repleta de alimento?
¿No es palpable, un dolor,
el crujir de la madera ya doblada
de esfuerzo, la fatiga del mamífero
con aquello a cuestas?

De esta misma densidad
es hoy la desdicha.

Sin tocarla,
su consistencia es gruesa.
Dolor quieto.

***
Una colina de álamos era
plata bruñida
el temblor de la copa que rebosa.
La felicidad era toda mordaza
a la raíz, al tronco, a las ramas,
ignorante de lo argentino, de las copas.
Clavada a mirar el agua helada
.. .. .. .. hiriente de tan fría.
Era ese dolor, no otro, el trueque
de lo feliz, de lo cálido.
***
Nos fatigábamos esperando la distracción
del ciervo. Nunca caminé más despacio
que entonces. La distancia justa para
observar sin provocar espanto. Esperar
y agotar la vista en el mirar
hasta que
la mandíbula vuelve al pasto
.. .. .. y rumia, traga
sabiéndose a salvo. Los que observan
no buscaban hierba ni sangre ni carnes,
tendones.
Hubo muchos pastos. Todos
se aúnan en este, ya lejos.
***
Seguíamos con atención el curso
del agua. Cada estación éramos
los primeros en llegar, admirados
siempre del movimiento de lo blando
hacia lo duro. Hielo y agua y espuma
río abajo. Quietos, tocábamos,
atentos a las superficies. Sumergían
a veces la cabeza los otros,
. . . nosotros con ellos.
De la superficie al fondo
. .. .. . y lo inverso,
qué fácil entender aquello, admirarlo.
Un martín pescador aferrado a la rama
del álamo. Cuántas horas ateridos
esperamos por el grito aquel del pájaro.
Nos daba, creo, la sensación clara
de lo feliz que uno podría llegar a ser.

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ECHAR LA VISTA ATRÁS [Mi poema]
Matilde Bianchi [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Echar la vista atrás, vuelta al inicio,
creer que en el nacer está el vivir,
soñar, eso es lanzarse al precipicio,
llorar, por qué llorar, por qué sufrir.

Vivir, vivir, vivir, siempre vivir,
penar, a qué penar, fuera el suplicio,
sentir llega el final y presentir
de nada sirven fuegos de artificio.

Dolor, nombrando a dios y resistir,
pensar no existe el drama ni el dolor,
hacer la vista gorda, ir y venir
asiéndose a ese clavo que es amor.

Luchar y así la gloria conseguir
y en fragor de la lucha en alta mar
no encontrar una ayuda a que acudir
y acabar naufragando en el dudar.

Temor, a ir a destiempo y fracasar
hundiéndose en el fango y no subir
al templo del deseo, hasta su altar,
nacer, crecer, vivir, y al fin morir.
©donaciano bueno

Mirar hacia el pasado es algo natural, aunque únicamente sirva de consuelo. Algo es algo.

Todo el pasado se quiere apoderar de mí
y yo me quiero apoderar del futuro,
me dislocan la cabeza para que mire atrás
y yo quiero mirar adelante.
(Gloria Fuertes)

MI POETA SUGERIDO:  Matilde Bianchi

Fábula

Las piedras preciosas escaparon
de la vidriera
y del remate al mejor postor
Aparecieron rodando
en un curioso baile de disfraz.

Aquel muchacho
sentado en la esquina del salón
no pudo resistir el brillo
y se puso la mano en la visera.

«Yo soy la amada eterna»
dijo la turquesa
cubierta de celestes plumas degradée.

La Turquesa se arregló el peinado:
dijo, adiós, adiós,
vio una magnolia
y se fue por las ramas.

«Soy la princesa escapada del mapa»
(Habló la rutilante esmeralda)
«Llegará el momento
que la bella durmiente me despierte
yo bella y ella bella,
beldad y bondad de suave verde,
luz verde como el mago
de la luz de jade.

El muchacho escuchó sobresaltado:

Monsieur Rubí
cantaba una canción.
Se abrió el chaleco
mostró su corazón
a pecho abierto.
La sangre se derramó
sobre la palma de su mano,
en medio de la línea de fuego.
Monsieur Rubí anunció:
«Púrpura, carmín y vermellón
será el regalo
para los que no amaron ni odiaron
porque el hombre
debe amar
y odiar al mismo tiempo.
Quién conoce el límite,
la gratificación
del amor o del odio».
«Yo soy el topacio de capa dorada»
se presentó esta piedra,
entusiasmada
entre fulgores
y fuegos fatuos.
«Quiero seguir al sol
devanando el oro
que cagó el moro»
«Soy la severidad»
dijo con voz ronca el azabache.
Vengo de la caverna:
ahogados terciopelos
me traen y me llevan.
El antifaz esconde mis ojos
y mis labios negros.
Resalto el brillo
donde menos se espera:
el hombre se marea
en la negra noche del alma,
en la confusión de los carbones.

Las negras naves
deben cruzar los cielos y los mares.
Negra es la severidad
y negra será la sentencia»
Me llamo Diamante o Brillante
para servir al Gigante.
Yo vivo,
agregó pavoneándose,
en los cintillos
de los enamorados.
El amor gasta su honrada moneda
en tocas de ilusión.
Déjenme correr
tras la vaga esperanza
que se derrumba
cuando la pobre vieja
en la subasta
empeña el anillito
Luego volverá la esperanza
en otra mano
con el mismo brillo.

El muchacho, cansado,
olvidó la fiesta y el salón.

En la puerta
apareció una piedra dando tumbos.
Era un pedazo de roca
pulido por el mar,
agrisada, agujereada por la lucha
con los cuatro elementos.
«Yo soy la justicia»
dijo en voz baja.
Con ojos de piedra
contempló los cielos:
bajó la cabeza
y miró el horizonte.

Sonsonete

Quiero quedarme así con el silencio
de la memoria de todas esas cosas
que llenaron tu vida y esta vida
que te dieron un cambio de una rosa.
Como la rosa de Martí, tu rosa
fue compañera y franca, a veces roja
en noches de vigilia apasionada
donde el amor pudo cambiar la historia.
En nombre del padre y del clavel
se fue callado aquel único hijo
y en nombre de la rosa atravesamos
la desmesura oscura y no pudimos
trocar aquel amor por este olvido.
Rosa y fervor, afanes y bravura
se ocultaron incluso a los amigos
que nos vieron salir desesperados
y nos vieron volver entristecidos.
Al cabo, pues, de tanto itinerario
quiero quedarme marchitamente rosa
en un jardín pequeño, fabricado,
con estas pobres flores primorosas.
Si al fin me diste el cabo de una rosa
debo decir por la dicha cumplida
que prendí mi pelo al cabo y navegué
como pude, por aguas de esta vida.
Montevideo, agosto de 1988

– I –

Pedro contó con la línea de dicicosa
que separa la fealdad de la hermosura
Lucas contó la historia
de la muchacha que quebró el ánfora
cansada de llevar el cántaro a la fuente
y con el rostro consumido
se bañó en el agua de aquel río.
Santiago considerado de la divina proporción
que viene a ser la relación
entre cabeza y torso,
entre piernas y brazos:
las nubes en el cielo,
la madona y el niño,
el labrador de pie
sobre la tierra.
Marcos se refirió
a la caída de la rama
cargada de frutos.
Un maestro de la Grecia antigua
supo que la muchacha
no se bañó dos veces
en el mismo río.
Cómo buscar el número de oro:
en la lengua que cojo las heridas,
en el timbre de la voz que canta,
en los ritmos del baile,
en el golpe de la espuma
que el hueco de la mano empapa?
Al final, Juan
pronunció estas palabras:
vamos a sonreír
y también a llorar:
vamos a descubrir la flor
escarbando la tierra.
Las estatuas decoradas por siempre
Las avenidas que llegaron
o no llegaron:
Bella es la luna y el poniente.
Hermosa es la bondad
que vive y muere.

– II –

A Ada

Hace no sé cuánto
que pido perdón
por no haber muerto a tiempo.

No se trata de perder la juventud
la cabellera rubia
o las piernas hermosas.

Pido perdón
—yo que lo quise tanto—
por no haberlo querido mucho más.

Pido perdón
por las palabras gastadas
que utilizo en la clase.

Y perdón por decir buen día
cuando debiera despedirme
internarme
entre los médanos y pinos
que amé tanto
camino de mi casa floreada
y mi camino.

Pido perdón a todos:
solo puedo ofrecer
aquellos tornasoles
y esta espuma.

– III –

No escribo para el olvido,
escribo para el amor.
No sé quién se aferrará a mi letra
ni quién me olvidará primero.
De olvido y tierra
preparamos la muerte.
De amor y de terrón
levantamos la vida.
De amor fue el lazo
de la primera blusa
y el brillo
de la primera estrella.
Dijo el poeta:
mi madre trabajó para el olvido.
No se puede negar
que el viento barre
nombres y recuerdos.
Si los poetas
escriben para el olvido
la modestia se cuela antes de tiempo:
De igual manera
la convidada de piedra
llegará a la cita
para el olvido, el odio o el perdón.
(Para lo que quiera Dios)
Con estas letras me despido.
Tiene el natural encanto
del tiempo
sobre el papel en blanco.

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ODA AL DIOS BALÓN [Mi poema]
Ana María Martínez Sagi [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

¡Oh, ese objeto volador, esa cosa redondita,
tan inquieta, tan chiquita, que salta sin ton ni son,
al que todo el mundo admira, tú eres pura dinamita,
eres la gloria bendita para toda la afición!

Que provocas emociones de los hinchas a millares,
que sus pasiones excitas y avivas sus corazones
como en la primera cita. Sujeto de los mirones
al que la masa recita con aplausos y cantares.

Capaz de amarte y odiarte en décimas de segundo,
que vas de acá para allá viajando por todo el mundo.
Tu poder no tiene lindes. Gustas a pobres y a ricos,
mujeres, hombres y chicos, altos, gordos, pequeñitos.

¡Casi gol, por qué poquito! gritan con resignación
luego de una frustración, calma chicha y decepción.
¡Qué golazo! afirmación del señor que lleva el pito,
arrebato y a renglón, saltos y miles de gritos.

Hasta yo que soy ateo, en tu divinidad creo,
sigo. sigo, sigo, sigo y en tu imagen me recreo.
Y aunque tachado de autista, por chupón y peleón
con ardor por mozos fieros, ellos también son tus reos.

Y para los que gozamos eres tú, nuestro balón,
el dios al que veneramos, fútbol nuestra religión.
©donaciano bueno

El #fútbol bien se merece un #altar, no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Ana María Martínez Sagi

ÍBAMOS DE LA MANO

Íbamos de la mano
por el bosque aromado de espliegos y tomillos.
Íbamos de la mano:
era claro el camino.
Tarde de primavera.
Rosado el mar tranquilo.
Íbamos de la mano las bocas silenciosas.
No se oía más ruido
que el del mar y la brisa los últimos reflejos
del sol incendiaban las copas de los pinos.
Nuestras sombras unidas
pasaban con sigilo.
-El verde de tus ojos
era sereno y limpio-.
No sé si tú sentías el calor de mi mano,
la gracia milagrosa de aquel contacto íntimo.
Tu voz quebró el silencio: «¿En qué piensas, pequeña?»
-Cruzó una gavïota por el cielo encendido-.
Yo te miré los ojos que ya amé en otro mundo
y algo breve y muy dulce te murmuré al oído.
Besaste tú mi mano. Luego la noche vino.

El amor lésbico (y frustrado)

Es en mi sangre en mi cuerpo
donde me dueles España.
En mi pensar libre y limpio.
En mi alma.
Como una cruz
clavada.
(…)
¿Qué hiciste de Fray Luis
de Cervantes de Quintana
de Quevedo de gracián
de la fabulosa hazaña
que Colón preso insultado
ofreciera a tus monarcas?
(…)
Destierras. Persigues. Odias.
Condenas. Calumnias. Matas
la flor de la inteligencia
de la entereza y la gracia.
Desagradecida tierra.
Intolerante. Iletrada.
La que desterró a Unamuno.
La que asesinó a mansalva
a aquel poeta inocente
que a los gitanos amaba.

EL DESEO

         Noche
de insomnio negro.

         Sobre mi talud de cardos
crispada me recuesto.
En cada pliegue blando
recôndito del lecho:
una espina de miel
un cuchillo de fuego.

         Incrustado
a mi cuerpo
tentáculo feroz
y agressivo: el deseo.

         Gritos broncos derriban
murallas de silencio.
Sofocante me absorbe,
la boca que no tengo.
Mordaza de mi mutismo.
Pantera de mi desierto.
Hoguera de mi penumbra.
Abismo de mi tormento.
En un rojo
revuelo
de combates
sin freno
aberta
desmembrada
me consumo y me pierdo.
En la noche demente
resucitada muero:
con la boca quemada
com los flancos ardendo.

         Lívida madrugada
cortará el aire denso.

         Y el rostro que persigo
morirá en el espejo.

Venía tu cuerpo moreno…

Venía tu cuerpo moreno
en el agua rosada del río.
Un viento, de pena callada,
retorcía los grises olivos.
Venía tu cuerpo moreno,
inmóvil y frío.
El agua, cantando, pasaba
por tus dedos rígidos.
¡Venías tan pálido,
soldado, en el río!
La boca cerrada, las manos heladas,
la piel como el lirio;
y una herida roja, en la frente blanca,
y una luz de aurora, en los ojos limpios…
¡Qué muerte la tuya, soldado del pueblo,
bravo miliciano, corazón amigo;
qué muerte más dulce, cien brazos de agua
ceñidos en torno de tu rostro lívido!
No venías muerto sobre el agua clara;
sobre el agua clara, venías dormido:
un clavel granate, en la sien nevada,
y en los ojos quietos, dos luceros vivos.
¡Qué pálido y frío,
venía tu cuerpo moreno
sobre el agua rosada del río!

TU ROSTRO

Pacientemente sí.
Porfiadamente sí.
En mármoles de olvido
en bronces de congoja
en granitos de ausencia
día tras día noche
tras noche con dulzura
he labrado tu rostro.
Tu rostro que inventé
hoy pervive en mis ojos
va siguiendo mis pasos
hasta borrar el tiempo
hasta velar mi nombre
hasta cubrir las islas
de luz de la memoria.
Amorosamente sí.
Angustiadamente sí:
he labrado tu rostro.
Traspuse pavorosas vorágines de gritos
derribé cordilleras
descendí por los anchos
océanos secretos
descorriendo el cerrojo de las noches hostiles
del ansia adormecida
de mi voz ahogada
en canteras de angustia.
Aurora tras aurora.
Ocaso tras ocaso.
Ni demente ni cuerda:
así labré tu rostro.
¡Y nadie lo descubre
vibrando entre mis manos!
¡Oh rostro conquistado!
Ardiente quemadura.
Grito tenso del sueño.
Fiel herida del alma.
¡Estatua de fulgor
que no podrás robarme!

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LA ATENAS DEL ECUADOR [Mi poema]
Roberto de las Carreras [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tal fue lo que escuché que no creía
¡no lo demores más, ya vete allí!
Lo que digo no es pura fantasía,
ni fruto de emoción o de empatía
sorprenderá, cual yo me sorprendí.

Fue tanta con la fuerza que insistía
que hacer tan largo viaje decidí
de Quito el corazón la serranía,
a Ambato y Riobamba llegaría
a esa ansiada belleza del país.

Y al fin llegamos frente a la verdad,
¡Ahí estaba real Cuenca la bella!
ornada de esa luz, brillante estrella,
la Atenas de Ecuador dejando huella,
cuatro arterias en medio la ciudad.

Tu estampa colonial, joya sureña,
-de Unesco patrimonio declarada-,
de artistas y poetas laureada,
de plazas y de villas adornada,
de habitantes del sur su santo y seña.

¿Después de Cuenca, qué? -era un clamor-
¿en dónde hay gente que hable cantadito,
que se palpe el amor al Dios bendito?
En Azuay, se encuentra en Ecuador
¡permita recomiende con ardor
y lance a cuatro voces este grito!
©donaciano bueno.

Cuenca es llamada la Atenas del Ecuador por su majestuosa arquitectura, su diversidad cultural, su aporte a las artes, ciencias y letras ecuatorianas y por ser el lugar de nacimiento de muchos personajes ilustres de la sociedad ecuatoriana.

MI POETA SUGERIDO:   Roberto de las Carreras

Al lector:

Es mi crimen, lector, no haber nacido
En toda regla… Y quedo sin herencia!…
Teníamos, es cierto, divergencias
De opiniones. Severo, reservado,
El siempre respetó las conveniencias,
y era, además, político exaltado.
Firme y recto, me hubiera dedicado
Por su gusto, al comercio o a las ciencias.
Mas, yo lleno de sueños y lirismo,
Soy un gran holgazán… Siempre lo fui.
y si comprendo, con un gran cinismo,
Que los demás trabajen para mí,
Aseguro que nunca concebí
Que ellos pudieran también pensar lo mismo.
Más adelante se declara:
Sin ideal, de condición suicida,
Suelo escribir, esto es, desperezarme.
Pero no creo ni por un momento
Que ser bastardo sea denigrante.
Al contrario, me encuentro muy contento
Por ello. Me parece interesante,
Original, feliz, hasta elegante!
Te lo digo, lector, como lo siento.
Mi nacimiento es muy decadentista,
y viene bien a un hombre que no anhela
Nada más que ser nuevo y ser artista,
A un poeta sin reglas, sin escuela…
A más, puedo ser héroe de novela
Romántica… y también naturalista.
Para nacer, según es muy sabido,
Es de necesidad, generalmente,
Que dos personas hayan consentido
En casarse, a lo menos civilmente.
Mas yo, siempre discorde con la gente,
Para nacer de todo he prescindido.
La ley, la religión y la moral
No han tenido, lector, nada que ver
Con mi cuna. Eso ha sido algo infernal;
Pero se relaciona, a mi entender,
Con mi estilo. Ese modo de nacer
Es muy mío. Lo encuentro personal

AL VAMPIRO

En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor… Sentirlo era
Sentirse el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus pájaros de cera,
Bajaron… y callaste Pareciste
Oír pasar la Muerte Yo que abriera
Tu herida mordí en ella ¿me sentiste?
iComo en el oro de un panal mordiera!
y exprimí más, traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y exquisita
De, un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto
y las mil bocas de mi sed maldita
Tendí a esa fuente abierta en tu quebranto.
¿Por qué fui tu vampiro de amargura?
¿Soy flor o estirpe de una especie oscura?
¿Qué come llagas y que bebe el llanto?

Mi italiana

A Arturo Santa Anna

Yo me hice a mí mismo la promesa
De no amar ni escribir… Ha sido vana,
Y después de cantar a una francesa,
Ahora voy a cantar a una italiana.

La mujer que amo ahora no es ingrata. .
Me ama… ¡Yo la idolatro! Y no hablo en broma:

Adoro a mi italiana: me arrebata,
Y de París, lector, me paso a Roma!
¡Italia tiene encantos!.. Cuando pienso
Que a causa de otro amor yo quise a Suecia!
Pero este es el más grande, este es inmenso,
Poético y gentil como Venecia!

A un mismo tiempo alegre y afligido,
Estoy lleno de angustias, de ansiedades;
No como, duermo mal, he enflaquecido;
¡Que pasiones! más bien: ¡qué enfermedades!

¿Y mi musa? .. La, pobre está olvidada.

Estará, lo supongo, resentida.
En mis brazo?, convulsa, enajenada,
Ahora en vez de ella tengo a mi querida!

¡Qué amor excepcional! Naturaleza¡

Es una gloria tuya! un monumento…
Que te alzamos! ¡Qué asombro!’¡Qué grandeza!

¡Y qué acontecimiento!

No hay a que comparar este ardoroso

Fuego de amor la atmósfera está fría:.
No hay guerra, el socialismo está en reposo,

Los volcanes tranquilos. En el día,

No hay nada digno de él. Yo nada advierto,
Ni un dolor grande, ni una gran fortuna!..
Ninguna tierra más se ha descubierto
Y no ha nacido ayer montaña alguna!..

Está el término medio en derredor.
En ese cielo espléndido y profundo
Las estrellas de siempre… Es nuestro amor

La actualidad del mundo!

El universo entero ha de admirarnos!
¡Qué cuatro alas!.. Es ella inteligente:
Cuando hablamos lo mismo que al besarnos
Estamos frente a frente!

Yo le digo hermosuras, maravillas,
Frases que la acarician por millares;
Hablan de Dios mis frases más sencillas,
Y hasta llego a decir cosas vulgares!

Soy romántico ahora; mas poeta!
Mi musa de otra vez no tiene asilo.
Este amor es la pérdida completa

De mi paz, y el trastorno de mi estilo!

¿Y ella me quiere? Mi alma se encapricha
Y se empeña en dudar… ¡Si no me amara!
Estoy lleno de. sombras … Esta dicha
¡Tan natural, es rara!

Mas debo convencerme: soy dichoso..
Seré amado como hoy todos los días,
Y de nosotros dos lo más hermoso,
Será el desprecio por las almas frías!

Nuestro amor entrará en el clasicismo
¡Qué soberbia, qué espléndida pasión!
Despreciamos el mundo hasta el cinismo,
Y vivimos a pleno corazón!
Cuando están nuestros labios confundidos
Pensamos: este amor es de otra zona,
Y hay en ella temblores y rugidos
Así me gusta más: ¡es mi leona!

¿Quién es capaz de comprender, quién siente
Una pasión como esta?
No es amor de salón, seguramente,
Es un amor que pasa en la floresta.

Ella tiene un ardor
Natural, espontáneo, incalculable,
Y en sus locos empujes, un vigor
Que podría matar: ¡es adorable!

Mas por desgracia, su primer amante
No soy yo; ni el segundo ni el tercero…
A todo llego tarde: es irritante,
Aunque a su corazón llegue el primero
Según ella… Me dice, me asegura,
Que su alma es virgen hasta de un deseo…
Que no ha sentido nunca, que no ha amado
Me lo jura… ¡Y qué diablo! yo lo creo.

Nos amaremos, pues, querida mía.
Y seremos de bronce, de algo fuerte
Para que esta pasión, toda alegría, .
Viva a pesar del tiempo y de la muerte.

¡Sólo nuestra embriaguez, nuestros placeres!
¡Sólo tus labios cálidos y suaves!
Desprecio a esas mujeres
Que no son más que vírgenes! …

Que una dicha inmortal sus brazos abra :
El resto será olvido!
iQué manera de amar! Esta palabra:
Infinito, por fin tendrá sentido! …

¡Gocemos hasta el fin! Yo amo la vida,
Tu amor es una fiesta. .
¡Esto es un triunfo! Bésame, querida,
¡No dejemos jamás nuestra floresta! .

Reto a Venus Cavalieri

Púgil del sensualismo, te desafió a la lid amorosa!
¡El genio griego ha inflamado mi alma por la gloria de los lechos!
¡Anhelo más que el triunfo en los juegos olímpicos del Arte, más que el oro y los trofeos y las gemas de Bizapur, contemplar, después de la lucha hirviente, los ojos de una amante, llorosos y agradecidos!…
¡La moribunda lasitud de un cuerpo ablandado por el placer, me sonríe mejor que la ambrosía; me embriaga más dulcemente que el Falerno apurado en ánforas etruscas!
¡En la noche de Venus yo canto a los deleites soberanos un himno de fatigas!
¡Yo vivo en las súplicas de la agonía de los besos la eternidad de la tumba!
¡Yo recojo en el seno batiente de las locas derrotadas el laurel de los triunfos venusinos!
Yo seguiré las rutas de tus convexidades: ¡Intrincaré tu cuello, tus brazos, tus senos, tu cintura, tus muslos, tus pies de lotus, con hilos de perlas de besos!
¡Yo tachonaré tu cutis de nácar con las manchas moradas que enseña el libro del amor indostánico!
¡Serán tus incensiarios las alcobas hervorosas de sándalo consagradas al arrobamiento de Karma!
¡Se desvanecerán sobre tu ara la mirra y el incienso, el sándalo y el almizcle, el cinamono y el ámbar, todas las notas de la música del Perfume!
¡Yo haré fulgurar bajo tus párpados volteados el centelleo de los goces trémulos que entonan sus cánticos de gloria en los Paraísos del Profeta!
¡Yo ceñiré a tu cuello la sierpe del placer afanoso! ¡Yo abismaré tu razón con filtros salomónicos!
¡Yo poseo el Ovidio y de Propercio el secreto de rendirte!

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EL HOMBRE, LA VIDA Y LA MUERTE [Mi poema]
Juan Carlos Veloso Retamal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La muerte está presente en los humanos,
la muerte no te avisa, es traicionera,
la muerte nunca encuentra quien la quiera,
la muerte tiene un alma con gusanos.

El hombre vive al margen de la muerte,
el hombre nunca piensa en el final,
el hombre es un muñeco en carnaval,
el hombre anda pendiente de la suerte.

La vida se halla unida a la desgracia,
la vida tiene un halo de misterio,
la vida ya se sabe es algo serio,
la vida es esa cosa que hace gracia.

El hombre con la muerte y con la vida
un juego es de trileros al que juegan
los tres en tanto ven que se la pegan
e impulsan aquí a darse a la bebida.

Las patas, tres, del juego de las sillas,
atentos como están saliendo al quite
que a veces, ay, te invitan al convite
haciendo que tú sientas maravillas.

Y hay otras en que ven que te relajas
y debes de cuidarte, estar atento,
te quedas sin tu silla en un momento
y ves que ya te han puesto las mortajas.
©donaciano bueno

Tres constantes de la #existencia? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Carlos Veloso Retamal

Canaán

Canaán camina por el campo,
a la deriva,
no puede atravesar por las pirámides,
encontró refugio
a la sombra de las escopetas de estrellas.

Canaán,
es descendiente directo de Adán,
expulsado de él mismo,
obligado a caminar y no pertenecer

Conoció la vergüenza en el retail
la extravió buscando sus origenes,
hace años que se esconde tras los puentes
intentando encontrar de donde viene

Seguro que andaría desnudo,
los capilares de su cara no se llenan
por el hondo frío de su médula
cubre su cuerpo de sucias telas

Lo desterraron de las pirámides,
por ver a su abuelo ebrio y no cubrirlo,
les gritó: Su alimento, es alimento de mi hambre
su caridad, la exhumación de los pesares.

Canaán vive, alternadamente, en el campo y el edén,
por la noches le brota la historia,
pequeñas piedritas
que le perforan la piel.

Quiero decirlo claramente

Poeta, pacta tu sangre con la sangre
liberada en la ultratumba del demonio
cambia tu viva miseria por lucidez:
éxtasis de extraviarse a la deriva.

Aguardas entonces la certeza más precisa
incluso que la hora de la muerte.
Espérala en forma tal de derramar
con tu codo el vendaval de la sequía.

Ahora crees mirar la certidumbre, y,
tu vista sangra por las llagas del camino
el agua es ilusión de arenas movedizas.
Despierta: la “vida de los dones” son horrores.

Deja que el violinista de turno te bendiga,
que el arpa llena de sangre te invite a su jardín
de fuego, luz y destrucción inseparables.
Pacta, vence, soldado del hombre, a lo caduco.

La poesía no pertenece a los libros

La poesía pertenece al sonido
al aire que son las palabras
más allá del ícono
del símbolo y el significante
la palabra está encarnada en la vida
y la poesía encarnada en la existencia

Sucesos de pandemia

Mientras conversamos sobre el amor romántico
vemos salir la bolsa
donde va un cadáver
de la primera pandemia del siglo

Es gris como el hormigón
o un eterno cielo nublado
lleva un distintivo amarillo
terrible como flores de plástico

Mientras los médicos discuten
sí conectar o no a otro enfermo
interrumpimos nuestra discusión
para narrar la escena

¿Qué nombre tienen estos modernos sepultureros?
La indolencia es una peste
la verdadera peste en este siglo
he ahí la causa del amor que discutimos

En el laberinto de mi propio aquí

Triste el aburrimiento cuando las horas se amontonan
el tedio se dilata y cortinas cerradas desfilan frente al día
El presente es inconcluso en la espera de la novedad
y es triste mirar el celular con la grasa impreso de tus dedos

En el laberinto propio de mí aquí
soy todos mis fracasos estrellados
escape enjaulado de voluptuosidad
derrotero sin vuelto ni limosna

El mundo es un bostezo de sueño insomne
el parpadeo del aire a manotazos
señales que no golpean la ventana
ni exhortan la puerta el ser llamado

La espera es coleccionar tiempo en reversa
en un mundo que te pasó a buzón de voz
y el tedio es la nostalgia del presente
doliendo en la emergencia del pasado

Visiones poslisérgicas

Te vi de niña
apoyada en tu pupila
fondo de ojo estrellado
como una galaxia sobre otra

En esa niña otra pupila
en esa pupila otra niña
apoyada
como espejos enfrentados

Y así

en progresión infinita
(sagrada geometría tú dirías)
una niña apoyada
en la pupila de sí misma
sosteniendo desde dentro la mirada

Al fin
solo un destello
una luz
un centelleo
la visión de un loco
el ruido de una puerta a medio cerrar

o a medio abrir
y una escalera cediendo sus extremos a otra dimensión

Te vi de niña
y al abrir tu mirada
y transparentar el ser
vi a todas las niñas
las flores
las piedras
los volcanes
las estrellas blancas y abuelas:
todo lo que actualmente hemos sido

No soy lo que tú crees

Sin embargo soy lo que parezco:
llevo por manos colgando dos heridas
e historias pegadas como ojos
que a veces cuando miran son volcanes

La tempestad me aparece por la boca
sobre todo si la noche ataca el alma
y truena y llueve en las pestañas
con vientos de nostálgicas derrotas

Algunos días llegan bandas de exiliados
que trashuman destierros de otros lares
percuten el tambor de la memoria
y pulsan contra el ritmo del olvido

Las islas se me inundan bajo el mar:
espejos que se prenden de señales
mis oídos son canales de conciencia
que cuelgan pendientes del sonido

Mis pasos fueron parias del destierro
mi mente sufre históricas amnesias
y no hay barro que dude de esta carne
de este cuerpo cimentado en el temblor

Nací en la punta invertida de los mundos
parido desde flujos subterráneos
entre lavas de espíritus ardiente,
que florecen deshojando las montañas

No soy más de lo que oyes
soy lo mismo que parezco
no soy norte sino sur
soy las llamas de este magma
paraíso que resiste
en los cuerpos que se olvidan
de mis muertos extraviados

Soy
un cielo
bajo tierra.

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NAYA [Mi poema]
Roberto Arizmendi [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

-Naya…
Es ese nombre que rezuma poesía,
dos sílabas llenas de afecto, dulzura, simpatía,
¿tendrá algo que ver con ese ancestral embrujo de algún maya
o quizás con algún conjuro maragato?
Simple, Naya es el nombre de mi gato.

Más que gato, es gata o, si prefieren, mi gatita,
pues es tan mimosa y chiquitita,
tierna, suave y gentil donde las haya
que si por no molestar fuera, ella no grita
ni siquiera cuando maya.

Naya, dócil, se acurruca en mi regazo
cuando con su lindo maullido me reclama.
Naya da un simple salto y trepa hasta mi cama
esperando de mi que yo le de un abrazo,
mientras dulcemente acaricia mi pijama.

-Aquellos gatos…
Micho, michino, micifuz, morrongo, morroño,
-otrora gato furtivo, ahora gazmoño-
desorientado ya no encuentras tu camino
¡hermoso gato felino! ¡ay quién fuera el adivino
para adentrarse en los misterios de tu mente!
Tú, que antaño asustabas a la gente
y que a los supersticiosos provocaba mala suerte
con tus penetrantes ojos de azabache,
¡gato extraño!
de cuerpo eléctrico, huraño
-gato negro de Larache-.

¿Dónde queda aquella gata callejera
que sigilosamente ágil trepaba a los tejados
de hojalata, buscando a sus amados?
¡gata lasciva!
que por la gatera salía y volvía a su tronera
a eso de la media noche, ¡siempre altiva!
¡esa fiera aventurera, sigilosa, pendenciera!
mininos aquellos de instintos predadores
ansiosos por perseguir a las ratas y ratones.

-Sucedáneos…
-Gatos de pitiminí,
yo aquellos felinos nunca más he visto aquí,
ahora, los nuevos señoritos de ciudad,
celosos ellos de tu castidad
te secuestran en recintos diminutos,
han trocado tu perfil en su mascota
de uñas afiladas rotas
para no herir la madera
¡te han privado de atributos!
Ahora a los gatos los pintan
con ropitas de colores
para recrear la vista
de amistades, de señoras y señores.

Ya no sois ni recelosos,
ni tampoco callejeros,
ni tan siquiera tramposos,
sin comportamientos fieros,
sólo sois gatos de angora
os han transformado ahora,
de peluche, en ositos amorosos.

Gatos, gatos maragatos,
dónde están aquellos gatos
que pintaron los pintores,
que cantaron los cantores,
que rimaron los poetas
-Neruda, Borges, Gerardo Diego, Bodelaire-
a gentes de mente inquieta
hoy dibujo este retrato
por si hubiera un despistado que lo quisiera leer.
©donaciano bueno

Los gatos han sido a través de la historia motivos de inspiración de los mejores poetas.

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
(Jorge Luis Borges)

MI POETA SUGERIDO:  Roberto Arizmendi

Llueve

La ausencia es vacío,
no hay duda.

De repente
ya no recorre la casa tu sonrisa
en la mesa hay un lugar vacío
y tus ojos no ven más
los cuadros colocados en las paredes
o la lluvia al infinito,
no miran a mis ojos
ni alcanzan a ver las palabras que te digo.

Tu copa se ha quedado vacía,
la cuchara y el trinche y el cuchillo,
como todo,
están ayunos de tu tacto.

Como si fuera un equipo de sonido
enciendo la memoria
y le subo el volumen
para delinear tu perfil y no olvidarlo.

La gaviota, plácida, aletea
al compás del viento leve.
Afuera llueve,
también adentro.

La vida es historia

La vida es romper el cerco que limita
descubrir la luz natural en medio de la noche
izar banderas siempre a tiempo
hasta lograr la plenitud sin cortapisas.

Sólo el correr del viento y el tiempo
sólo la luz equinoccial que nos impulsa
mientras una voz se torna caricia en la piel
y una sonrisa nos marca el derrotero.

La vida es también el recuerdo
la saudade que humedece los espacios
la presencia indecible o el sueño ilimitado
para reconstruir intermitente la historia, cada día.

Las puertas

La vida es un camino infinito
de puertas sin retorno.

En cada transponer existe un gozo
que no se puede disfrutar si no se toca.

El reto de la vida es acceder
con toda plenitud a todos los espacios.

Cada puerta espera ansiosamente ser abierta
pero es indispensable llegar hasta su lado
y empujar para que se abra.

La vida es amor, al fin y al cabo.
Para vivir el amor
hay que tocar todas las puertas.

Para quien ama,
su vida es el andar por todos los caminos
siempre en búsqueda,
para descubrir y tocar en toda puerta que se encuentre.

Cuando se ama
se debe aprender a tocar
en todas las puertas del otro
para ser;
el otro espera el llamado
para dar,
y mientras toca, es,
permitiendo que el otro, sea
y al abrir, es,
para que sean.

Una historia de amor

Mi madre amó a dos hombres.
Yo sólo vi
su llanto
y cómo la vida se convertía en promesa;
cómo el arco iris iba tomando sus tonos y su trazo
cada día.

Uno la preñó de siete,
nacieron sólo cuatro:
tres hombres y una mujer,
hicieron de su vida un papalote
que vuela por los aires buscándole tonos y color al horizonte.
Los otros tres no pudieron apreciar el aire de los días
porque su viento se acurrucó desde el amanecer
y no hubo manera de que apreciaran
el sol de nuestro tiempo.

El otro,
el otro de veras la amó
pero ella no quiso saber más de ese cariño.
El mundo de prejuicios destruyó los rayos de luz
sin dejar que arribara el nuevo día.
Antes de que nacieran flores de la primavera;
hizo pedazos su amor como confeti de papel
y lo dejó sin aliento en retruécanos de insomnio.

Todas las tardes
giraba en el ambiente
el aire de nostalgia
y el llanto hacía su arribo
a escondidas.

Yo la vi llorar
y su llanto era un grito de esperanza.
Pero nada pudo deshacer hechizos
para no lastimar la moral
de la ciudad adormecida
hasta que convirtió sus sueños
en llanto silencioso.

Tuvo que aprender a caminar
con su dolor a cuestas
cada tarde…

En presente y porvenir, tu nombre

Para tu asombro, el tiempo; para tu voz mi tacto.
Que no nos deje la historia sueños truncos
y que la circunstancia no altere los presagios
para construir con precisión los signos de tu nombre.

Nadie podrá negarme, ni negarte
el vendaval de sombras que nos marcan.
Tu palabra es mi voz de viento eterno
y la historia se escribe con tu nombre.

El insondable océano de discordias
deja huella imborrable en el espacio,
y es signo de aliento al porvenir
la sola mención exacta de tu nombre.

Impreciso en el camino, recorro este tiempo de zozobras.
Hay quien se asume redentor del mundo y lo desangra
y no atino cómo construir con precisión un mundo nuevo
porque me falta a veces, el impulso decidido de tu nombre.

Tejeremos redes de viento para inundar el mundo
con el sonido preciso del pasado lacerante.
Que despierte la gente de su letargo inútil a entretejer el porvenir,
a la sombra del aliento de tu nombre.

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A MI PERRITA ZOE [Mi poema]
Juan Esteban Fagetti [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

¡Zoe, así se llamaba de nombre mi perrita!
hoy ya nuestra mascota se encuentra muy viejita.
Feliz naciste un día para alegrar la casa,
jugábamos contigo, como un bebé de gasa.
Eras nuestro juguete, fiel, tierno y cariñoso,
cual de algodón muñeco revoltoso y mimoso.
Mas fue pasando el tiempo y tú fuiste creciendo
al ritmo en que las vidas nos iban consumiendo.
Testigo silencioso de risas y del llanto,
como el más fiel amigo que conoce una cuita
manteniendo el secreto hasta la última cita,
fiel a tu compromiso, lo que se dice un santo.
Añoro aquellas tardes al sol en la terraza,
sentado yo en la mesa, cercado de gorriones,
un café degustando en el bar de la plaza.
Cómo tú te quedabas observando, bribones,
esperando sin suerte, paciente darles caza.
Mas este último año dificil fue aguantarte,
te has vuelto insoportable, los avisos no atiendes.
Escucho algunos dicen que hay que sacrificarte
y sólo de pensarlo mis lágrimas enciendes.

Amiga, cuando faltes me quedará un vacío.
las tardes evocando, los ratos junto al río
del puente en la ladera que hay en Torrelodones,
con tus ágiles brincos saltando en la maleza,
en libertad gozando por la naturaleza,
del camino que cerca las urbanizaciones.
Disculpas hoy te pido, para mi es un mal día
que nunca imaginé que un día llegaría.
Perdóname, mi amiga, si me pongo a llorar.
Espero que en el cielo de animales caninos
te acuerdes de los años que junto convivimos,
si en algo te he fallado, me sepas disculpar.
©donaciano bueno

A mi perro/perra. D.E.P. Puntualmente, todas las tardes, cuando volvía del trabajo, ella me estaba esperando para sacarme a pasear. Hoy, me entra pereza, ya no tengo ganas.

MI POETA SUGERIDO:  Juan Esteban Fagetti

BUCEO (II)

En el Buceo, de noche,
se asoman al mar los muertos
El que no trisque confianza
que encienda una luna. Es cierto.
Y si los muertos se asoman,
de noche, al mar comunero,
es porque tañen aldaba
modistas y zapateros.

Son las deudas planetarias:
los deudos, ¿por qué pusieron
al difunto ropa nueva,
zapatos y traje negro?

Quien sigue una luna, vaya
por los fondos del Buceo.
Hay quien pesca para afuera
hay quien pesca para adentro.

El hombre de los ocios líricos

Dulce conformidad de la treintena…
Rostro aniñado y bello, y un silbido
rondador por las calles siempre solas.
Tan poca cosa, y ¡qué feliz, Dios mío!

De gorra humilde; mujeriego siempre.
Todo desgalichado, misterioso.
Peleador sin rival. Trompo en la danza.
Danza a la moda con el vals del cosmos.

La vecindad augusta no le arredra
de la nieve que abisma los collados.
Nada de nada, al fin. O el premio sólo
de una luz en el dombo ilimitado.

Flor en la landa; canto entre las ocas.
Paradojal en sumo grado; y sueña
en la verdad más dulce:
en la mala que peca…
por amar demasiado algunos versos.

Mediodía

Mediodía: el amor, el vino, el humo,
con las flores rosadas del sendero…
la hora y las dudas que execró Unamuno
con recia prosa cual un buen tendero.
El verso fluye cada treinta días
cuando lo impone Amor, malignamente.
(Es fama que los bardos se han jugado
por una dama sus mejores predios).
Así, este peregrino,
en un alto prudente del camino,
reverenciando a medias los asedios,
enhila su canción.
La canción del minuto. Balbuciente
si bien se mira, y vaga…
(Dicha a cambio de un beso que le halaga
y que aletea en su marchita frente).

Y dicha la canción, que le entusiasme
y ría Nietzsche, y Schopenhauer grazne.

En la noche

Como un noble filósofo, mi «viejo»,
en la quietud de la paterna casa,
«Los Subterráneos de París» repasa,
frunciendo a cada paso el entrecejo.

Mi buena madre, con feliz gracejo,
me proclama juicioso. Por la gasa
del cielo silenciosamente pasa
con tardo andar el nocturnal cortejo.

Comentan las julietas a porfía
los infaltables éxitos del día;
importuna el tic-tac de los segundos,

y mi imaginación, sin que lo sepan,
va con ensueños que al empíreo trepan
en peregrinación por otros mundos.

Se vela a un muerto

El zaguán y dos ventanas
abren tres franjas de luz
con las que pudiera hacerse
triste, deleznable cruz.

Este velorio en el pueblo
es el último bastión
de vida. A un paso del alba,
lejos, suena una canción.

Las calles muertas de miedo.
Dan las 2 y viene a ser
con su luces el velorio
faro en el amanecer
de antaño pueblo ilusorio

Quien va por la calle piensa
en la fragante emoción
de las chicas que sonríen
ante el fúnebre cajón.

Y allá, al doblar una esquina
yendo hacia la madrugada
el muerto nos dice: toma
mi alma, y tenla, bien guardada.

Soneto

Montado en una constelación,
así, pareces el antropoide
cabe un pingo de mar.
No un jinete
sino el camalote
que enciende la farola de una flor
sobre el aceite móvil.

Poeta: el soneto
es un féretro.
El olor del muerto
anda en torno nuestro,
contagioso, infecto.

Yo pagaré el entierro
y hasta cien gimoteros,
pues nadie de sus deudos
querrá perder un céntimo,
como heredero,
en hipotecas
y en alquiler de templos.

No al cementerio,
sino a un lazareto,
para que el océano,
el viento
y los cuervos
le echen una palada de plata
y el pésame a los deudos.

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A DON MIGUEL DE CERVANTES [Mi poema]
Heraclio C. Fajardo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Voto al cielo, me encuentro anonadado
por tamaña ficción, tanta locura,
de un Quijano chiflado, a la aventura
de un supuesto molino imaginado.

Por los clavos de dios resucitado
-reconozco mi mal no tiene cura-
ante tanta beldad de su lectura
me he sentido a los cielos transportado.

Espíritu inconsciente, tan incierto,
valiente, tan intrépido y osado
gustando de nadar contracorriente.

Juro aquí que a vuecencia me convierto
con la espada valiente del soldado,
dispuesto para dar su paso al frente.

Nadie pararle intente
aquesta alma abducida, obnubilada
que hoy desafía a la razón. Más nada.
©donaciano bueno

Miguel de Cervantes Saavedra fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español. Está considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha. Basado en su más que laureado soneto, éste es mi humilde homenaje en el IV aniversario de su muerte.

MI POETA SUGERIDO:  Heraclio C. Fajardo

MI CARA

Esta cara impasible, yerta, umbría,
Hasta ¡ay de mí! para la que amo helada,
Sin fuego, sin pasión, sin luz, sin nada,
no creas que es ¡ ah, no ! la cara mía.

Porque esta, amigo, indiferente y fria
Que traigo casi siempre, es estudiada….
Es cara artificial, enmascarada,
y, aquí para los dos, -la hipocresía!

Y teniendo que ser todo apariencia,
Disimulo, mentira, fingimiento,
Y un astuto artificio en mi existencia,
Por no poder obrar conforme siento

Y me lo mandan Dios y mi conciencia.

EL LUNAR

Como del cuerpo entro todos
Los hechizos sobresale,
Y hasta una hermosura vale,
De los ojos la beldad :
Así entre las bellas dotes
Del corazón y del alma,
Como en la selva la palma,

Descuella la caridad.

UN MAL CASADO

En medio de los dolores
de una muerte que amagaba
Un infeliz recordaba
Sus ya pasados errores ;

Mas cuando aquel recordó
De haberse buscado suegra,
Basta, dijo, muerte negra,

Líbrame, de él, y espiró.

INÉS

En su próxima dicha embebecido,
Delirante de amor Favonio espera,
Que se desnude Inés, y placentera ..
Entre con. él al lecho apetecido.

La ve soltar un lazo, y sorprendido
Mira caer á sus pies la ancha cadera;
Un resorte, y con él la cabellera,
Y en pos de un otro, el muslo desprendido.

Queda el rustro divino : ¡ oh ! ¡qué blancura !
Mas no, que es Solimán …. se pone prieto,
Y… ¿ qué saca, después ? ¡ la, dentadura !
El seno ¡ ah! se desprendo con el. peto!
¿Y qué resta por fin do su hermosura?
¡Oh engañosa beldad, -un esqueleto !

UN SONETO

Un soneto! sí, Fabio; un cuarto de hora
Que escribo, y sudo, y voto, y me fatigo,
Y llano al . . pero qué . . nada consigo;
Si mas quito y añado, más se empeora.

Iba á escribir …. mas ya … ni sé ahora;
Y es esto diversión, ¡ ah ! no ; maldigo
Hasta el mismo alto numen que es testigo
Del vático furor que me devora.

De esta vez, no hay remedió, pierdo el juicio!
Quince versos, dos ripios, plan y objeto
Es preciso borrar ; ¡qué sacrificio !
También un consonante, un epíteto
Mal aplicados ¡ oh ! ya esto es suplicio !

¡ Llévese el diablo, pues, pluma y soneto !

EL SASTRE

De un rico lino cortaba
Para su esposa, un vestido
Cierto sastre, y distraído
La mitad del lino ahorraba.

Nótalo ella y grita: Espera,
Tú me robas mucho paño!
Y él responde : No es extraño,
Me olvidaba de quien era.

A UNA DAMA

Preguntóme una doncella.
¿Me falta algo por ventura,
Siendo rica, noble, y bella?
Sí, le dije, más cordura.

LA RESPUESTA

Preguntóme, ¿cuál de aquellas
Cinco damas es mas linda?
Un amante; óyelo Alcinda

Y dice, ninguna de ellas.

EPIGRAMAS

Un pendenciero

Un valentón desafió
A un antiguo militar,
Y llegados al lugar
De la riña, así le habló :

Tú tiras, o tiro yo,
O me matas, o te mato,
Y es sabido que un mal rato
Debe huirse.. . .y disparó

La Viuda

Bañada en lágrimas vi
Quejarse á una joven viuda,
Diciendo: muerte sañuda,
¿Porqué me dejaste á mí ?

Grita, llora; mas voy yo,
Háblole de casamiento,
Y la viuda en el momento
En risa el llanto mudó.

El beato

Rezando estaba un devoto
Muy contrito, cuando al paso
Pisa su hijo por acaso
Un mal jarro y queda roto :

Se enfurece con exceso,
Grita el beato, rabia y vota,
Toma al hijo, cruel le azota,
Se hinca luego y sigue el rezo,

El busto

A un chulo se preguntó
Si el busto de un magistrado
De blanco mármol labrado
Le era fiel, y respondió :

El busto no admite medra
Ni puede hacerse mejor
Porque imitó el escultor

Hasta los sesos de piedra.

AL MONUMENTO

Poesía premiada con medalla de oro

¡Para, cálido sol, tu raudo vuelo!
Que la onda brillante
De benéfica luz que adorna el suelo
Con la espiga y la flor, ciña radiante
Ese grupo de mármoles y bronces,
Barrera levantada al hondo olvido,

Y alto padrón de gloria
Donde graba el esclavo redimido
La primer frase de su libre historia!
Truene el ronco cañón, no ya de muerte
Mensajero fatal; su acento augusto
Al amor de lo grande y de lo justo
Eleve el corazón del hombre fuerte.
Vibre en el viento el címbalo sonoro:
En armonioso coro
La voz de los levitas, retumbando
Bajo las anchas bóvedas, difunda
Allá en el templo el cántico ferviente;

Y mientras, vuelto en vaporoso velo,
Del turíbulo ardiente
En lentas nubes el incienso humea,
Aquí, bajo la bóveda del cielo,
La plegaria del pueblo alzada sea!
¡Dio? y la libertad! Tal era el grito
Que el corazón de Lavalleja henchía,
Cuando el bravo proscrito
A la victoria rápida y segura
Su indómita falange conducía.
¿Lavalleja clamé? Grande figura,
¿Por qué no estás aquí»? ¿Por qué el Eterno
Los dias de los héroes no prolonga
Aun más allá del término marcado
Á la vida vulgar? ¡Ah! yo te viera
Sobre ese frió pedestal alzado,
Con el roto girón de tu bandera,
Trémulo el brazo, trémula la planta,
Ornar esa columna
Que la justicia á la virtud levanta.

Yo te saludo, veneranda sombra
(Y las lágrimas saltan á mis ojos
Cuando mi voz te nombra).
Si allá, en el éter que circunda el suelo
Donde yacen sepultos tus despojos,
Tu espíritu flotante se pasea,
Al contemplar el pueblo que apiñado
Ese mármol rodea,
Al fruto de tus obras consagrado,
Séate dulce la gloriosa ofrenda,
No menos justa porque fué tardía;

Y desde el éter, de tu amor en prenda,
Á tu patria tu espíritu sonría!
¡Salve otra vez, el bueno entre los buenos,
Y para mí el mejor! …. Si entusiasmado
En la homérica historia me absorbía
De tus ínclitos hecbos,
No era sólo el valor lo que veía!
Bravo te hallé cuando en la ansiada arena,
Del primer paso al estampar la huella.
Con los tuyos juraste
a Salvar la patria ó perecer por ella».
Héroe te vi de Sarandí en la pugna,
Lanzando á la carrera tus bridones,
Animado de aliento soberano,
Gritar á tus legiones:
«Carabina á la espalda y sable en mano».

Pero aun más grande y noble
Te pude contemplar! Cuando tu frente,
Con el laurel de la victoria orlada,
Inclinaste tranquila y reverente
En el recinto de la ley sagrada,
Y el invencible acero
Con digno continente depusiste
Anle esa misma ley. . . . ¡cuánto creciste!
Tú fuiste, sí, el primero
Que dejó, entre nosotros, en la historia
Esta lección á la futura gente :
«Para alcanzar los timbres de la gloria,
«No le basta al soldado ser valiente.»

En láminas de bronce burilado,
Mirad ahí del inmortal caudillo
El nombre venerado:
Con él están sus ínclitos campeones,
Y allí, á la par, nuestro primer Senado,
Salve, ilustres varones,
Y tú también, inolvidable dia!
El valor y el saber, ¡oh, patria mia!
Aqui, bajo osle sol, sobre este suelo
Cumiaron tus destinos soberanos:
Al recordarlo, aquí, bajo este cielo,
¡Descubramos la frente, ciudadanos!
Por fia, lo ves alzado
Ese padrón de honor, bella Florida!
¡Tardo recuerdo del favor gozado,

Porque el dolor hasta el deber descuida!
Mármol, granito y bronces
Relatan un poema en sus labores:
Las memorias de entonces
Aparten del artista y sus primores
La plácida atención del pensamiento;
Bronce, mármol, granito,
Despierten de virtud el sentimiento
Y eleven nuestra mente al infinito,
Porque Él estaba allí: sin Él, ¿qué fuera
La obra de los hombres? ¡Polvo inútil
Que, flotando en espacios sin espacio,
En abismos de sombra se perdiera!
Con El, todo se viste y se colora,
Y en las formas eternas de la idea
Sobrevive la fuerza creadora,
Aunque de polvo el instrumento sea.

Vivos están los hechos de los héroes!
¿Qué importa que, cegado
El odio vil por la pasión, los tuerza?
Pocos, inermes eran,
Y triunfos alcanzaron sobrehumanos.
¿No sabéis el secreto de su fuerza?. . . .
¡Todos eran hermanos!
Pura fraternidad, hija divina
De un Dios de amor y sacrificio santo,
Fruto feliz de la sin par doctrina
Que alienta el corazón y endulza el llanto :
Tú eres la roca inmoble
Donde el torrente mugidor se estrella;
Tú eres el fuerte roble
Que entre el furor del huracán descuella,
Sin que el furor del huracán lo doble!
El amor es la unión, ella la fuerza,
Y en ese incontrastable fundamento.

En medio los embates que la acosan,
La humana sociedad halla su asiento,
Y honor, poder y libertad reposan.
¡Necio aquél que pretenda,
Tejiendo el interés y el egoísmo,
Cubrir su prole, con instable tienda!
En su infecundo anhelo,
¡Ay! será en vano que prolijo imite
De la fraternidad la trama santa:
Va laborando en hielo
Que el primer sol déla pasión derrite,
Ó el primer golpe del dolor quebranta.
¡Dios y la libertad! Allí aspiremos
El aura de verdad que nos anime
Delante de ese noble monumento,
Que en nuestras almas el respeto imprime,
De un Génesis divino el pensamiento,
De la fraternidad la idea fecunda;
¡Que el germen puro derramado al viento,
Gertilizando nuestras almas, cunda!

Fraternidad — el estandarte sea
Que muestre á nuestros hijos el camino
Do en cada paso aproximar se vea
El ideal de su feliz destino;
Y si un dia, tal vez, desfalleciendo
Con el polvo y el sol de la jornada,
Sienten que su valor va decayendo
Y que se dobla su cerviz cansada,
Vengan aquí, pregunten á ese mármol
Cuánta es la fuerza que en la unión se esconde,
Y escuchen en la voz de los recuerdos
Lo que el pasado al porvenir responde.

Buenos Aires, Diciembre 27 de 1859.

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ME IMPORTA UN PITO [Mi poema]
Ramón Martínez López [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La vida los demás me importa un pito
así que venga un dios, les parta un rayo,
cada uno habrá de hacer de capa un sayo,
pues nada a mi me quita el apetito
y todo lo percibo de soslayo.

La vida los demás ni fu ni fa,
bregando con la mía ya he bastante
logrando que haya alguno que me aguante,
ni chicha a mi me da ni limoná
así que venga alguno a darse el cante.

Si al otro no le gusto que a mi plin,
yo paso, je m’en fous, no me interesa,
le miro cual se mira a una compresa,
cual mota inapreciable de serrín,
el peso de algún peso que no pesa.

Cada uno es cada cual. Y el que se crea
que sabe más que el otro, que es más listo,
le observo como a dios, que nunca he visto,
al tipo que más largo dice mea
y entonces ya a reír no me resisto.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Ramón Martínez López

Eternidad en la ausencia

Tú no sabes,
pero yo alguna vez lo he visto:
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
parece que se quedan.
Andrea Cote

Siempre quisiste ser lluvia,
prolongación de nube,
rocío mismo
sobre la verde hierba.

Yo, en cambio, solo anhelaba ser camino
bajo tus pies descalzos,
regazo de tierra
para tu cuerpo herido.

Siempre quisiste ser río sin cauce,
sueño impío y sobresaltado,
brizna suelta de sueño
sobre los tejados.

Yo, sólo mano en tu cintura,
susurro en tu oído,
Secuencias de piel sobre el invierno
caricia en tu espalda,
beso en tu ombligo.

Imposible abrazarnos:
Yo, ceniza; Tú, agua.
Fragmento de ti.
Sendero no transitado.

Maldita verdad la nuestra:
siempre te estás yendo
aunque parece que te quedas.

Sí. Siempre quisiste ser lluvia.
Yo, al menos, seré el camino
bañado por tus aguas.

Inmortalidad en el beso

Sólo quien ha besado sabe que es inmortal
Raquel Lanseros

El cuerpo nos recuerda lo que fuimos
con sus prisas ajenas y silencios.
Las flores seducen la mirada,
nos alejan de los grises
de la pátina del tiempo.
Hay lunes que sonrojan las mejillas
con secuencias de piel sobre el invierno.
Las caricias están en la otra esquina,
deambulando incansables por tu sueño.
Somos aire que acaricia los contornos
y semillas acunadas por el viento.
Incertidumbre somos
y pasajeros borrosos del recuerdo.
Manos cansadas que buscan temblorosas
los perfiles lejanos del encuentro.
Inconstantes somos
y, a pesar de los pesares, fuego.
Juguetes rotos que anhelan ser mañana
extraños en las playas de febrero.
Un lunar en tu falda
y su derribo.

Un punto, en tu cuaderno,
Secuencias de piel sobre el invierno
suspensivo.
Unos ojos.
Sus contrarios.
Hielo en el estío.
Al menos, eternos en el beso.
Inmortales lenguas de rocío.

Al abordaje

Este dolor tan simple es un desierto.
Fernando Valverde

Ahora que el mar se cobija en mis recuerdos
y tus ojos ya son parte de su antiguo oleaje.
Ahora que las ciudades son fríos inviernos
y un temblor de septiembres y paisajes.
Ahora que el viento azota mi rostro
y octubre se escapa por las autopistas de peaje.
Ahora que la noche es el olvido
y tu cuerpo niebla, sueño y maquillaje.
Ahora este dolor tan simple es un desierto
y yo, un náufrago sin ti al abordaje

Cuando la lluvia cae

Negar el agua es negarse a uno mismo
Francisco Ruiz Udiel

Me resguardo del tiempo y la memoria
bajo el balcón del sueño y tu recuerdo.
Octubre siempre tuvo la melancolía de las horas
anestesiadas por la humedad de las caricias sin prisa.
Negar el agua es negar nuestros instintos,
alejarnos de su lenguaje que se asienta en la tierra,
rechazar nuestras raíces hasta hundirnos en el lodo.
Negar el agua es negarse uno mismo,
aniquilar el cuerpo deshidratando la sombra que proyecta.
Por eso, ahora que los años me liberan
de la falsa quietud que da la primavera,
abandono mi soledad de centinela
y me entrego a la lluvia que cae sobre mi rostro
sin saber que redentora será imagen de otros.

Pequeño cuento

Era tu cuerpo una ciudad desierta,
infinita de sueños y de aceras.
Bordeaba la luna tu sonrisa
al vaivén de tu mar y mis caderas.
Sí. Era tu cuerpo una ciudad desierta
y yo, un vagabundo sin prisa
por tus calles.

AH DE TU VIDA

Tu vida es un verso sin sentido,
una playa sin visitas a mi vida,
un laberinto de sueños escondidos,
un cuerpo sin piel sobre la acera.
Sí. Tu vida es un verso sin sentido,
y no lo he escrito yo,
esa es mi pena.

INCENDIO

Llega la noche
y tus ojos iluminan
las estancias
de mi cuerpo.
Tal vez mañana
nos encuentren
en los rescoldos
del incendio.

BALCÓN SIN VISITAS

Hay sueños que saben a derrota
y ojos que anuncian despedidas.
Hay risas ajenas al tiempo
y balcones sin vistas a tu vida.
Y hay manos que rozan tu desnudo
y heridas que una vez fueron caricias.

VIVIR DEL AIRE

Viviré del aire, del soñar despierto.
Manuel Salinas

Casi siempre el tiempo nos impone sus verdades
como el viento empuja las nubes en noviembre.
Hay rostros que han nacido para ser de nadie
y ojos que duelen como turbias heridas.
Quizás la risa nos encuentre un día
bailando con la lluvia que empapa las manzanas
y esa luz del mar moje nuestras retinas
anegando el alma de sueños.
Porque todos merecemos un mañana,
hasta la rosa de amantes pétalos inquietos.
Todos necesitamos, al menos un instante
vivir del aire, soñar despiertos.

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DE CAZA POR LA GRAN VÍA [Mi poema]
Carlos Manuel de Céspedes [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Una tarde cuando el sol se pierde en la lejanía
yo cruzaba la Gran Vía de Madrid, con mi galbana
a cuestas, y mi alegría, mi presencia casquivana,
cartuchos en mi canana, de ojeo en la travesía.

Iba pausado, tranquilo, cual cazador va en la caza,
de pronto vi en la terraza de un café que hacía esquina,
los labios junto a una taza de una muchacha divina,
belleza cálida y fina cual aceite de linaza.

Dí a mis pasos un respiro para mirar de soslayo
¡dios mío, me parta un rayo! que a observarla no resisto,
un poco más me desmayo, ¡voto al cielo, viva Cristo!
para mí era nunca visto. Hice de mi capa un sayo

acercándome a su vera con descaro y disimulo,
no piensen que esto es un bulo, que la bella puñetera
me dio un pellizco en el culo y acercando su cadera
quiso alzarme la cartera encomendando a su chulo.

Ahora que todo ha pasado sigo un poco resentido,
no comprendo aun por qué ha sido, ni lo acepto tan siquiera,
y me encuentro deprimido, mas me palpo la cartera
y a quien manda en la tronera le aconsejo esté dormido.
©donaciano bueno

Mejor no fiarse de las #apariencias? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Manuel de Céspedes

Los traidores

No es posible, ¡por Dios!, que sean cubanos
los que arrastrando servidumbre impía,
van al baile a la valla y a la orgía,
insultando el dolor de sus hermanos.

Tan horrible abyección, tales villanos,
tan negra afrenta y tanta bastardía
fruto no han sido de la patria mía;
tanta mengua no cabe en mis paisanos.

Esos que veis a la cadena uncidos,
lamiendo, ¡infames!, afrentoso yugo,
son traidores, sin patria, envilecidos,
que halagan por temor a su verdugo;
son aborto del Báratro profundo
para afrentar la humanidad y el mundo.

Al Cauto

Naces, ¡oh, Cauto!, en empinadas lomas;
bello, desciendes por el valle ufano;
saltas y bulles, juguetón, lozano,
peinando lirios y regando aromas.

Luego, el arranque fervoroso domas,
y, hondo, lento, callado, por el llano
te vas a sumergir en el Océano;
tu nombre pierdes y sus aguas tomas.

Así es el hombre. Entre caricias nace;
risueño, el mundo al goce le convida;
todo es amor, y movimiento y vida.

Mas el tiempo sus ímpetus deshace,
Y, grave, serio, silencioso, umbrío,
baja y se esconde en el sepulcro frío.

Haidea (Goete)

Huyó el reposo mis dolientes ojos
La paz que un tiempo plácido gocé,
Perdiola ¡ay Dios! el corazón enfermo
y ya nunca, jamás la encontraré

Do quier que llevo mis inciertos pasos
Si allí a mi vista la robó la suerte,
Abrúmame el silencio de la muerte,
y al mundo entero el velo del dolor,
El pensamiento que interior se ajita,
Rompe bullendo mi febril cabeza
Y el corazón jadeante, en su tristeza.
Siente morir las fuerzas y el valor.
Huyó el reposo mis doliente ojos…

Vagando voy por la sombrosa selva,
Buscóla inquieto al pie del arroyuelo;
adorar de sus ojos quiero el cielo,
Y oir que suena su armoniosa voz,
Quiero admirar su rostro peregrino,
Y su rosada boca, y su sonrisa,
blanca forma que áurea se divisa,
como un ángel que al éter va veloz
Huyó el reposo mis dolientes ojos…
Cuando a su lado por acaso me hallo
mi corazón se oprime, y enmudezco:
Al oir sus palabras me estremezco,
Y entonces vivo solo de pensar.
¡Ah! que no pueda sorprender su mano,
y al atraerla en seductores lazos,
verla caer en mis amantes brazos,
a sus ardientes besos espirar.

Huyó el reposo mis dolientes ojos:
La paz que un tiempo plácido gocé,
Perdióla ¡ay Dios! el corazón enfermo,
Y ya nunca, jamás la encontraré.

Mi deseo

Un techo pobre, escondido,
dadme al pie de la colina,
donde el viento en vano amague,
y que allí el suave zumbido
de una colmena vecina
por la mañana me halague.

Un cristalino arroyuelo,
de blancos lirios sembrado,
de una fuente pura brote,
y salte en quebrado suelo
y bajando apresurado
las duras rocas azote.

La ligera golondrina,
só las pajas de mi choza,
de la tierra forme nido
y cuando el sinsonte trina
al placer que la alboroza
lance su alegre chirrido.

El errante peregrino,
triste, desnudo y hambriento,
llame a mi puerta afanoso
y olvidado del camino
halle en mi mesa sustento,
halle en mi lecho reposo.

Una arenosa avenida
donde perfumadas flores
beban gotas de rocío,
parezca que me convida
del verano en los ardores
a un fresco bosque sombrío.

Y allí arrullándome el sueño,
en los brazos de Carmela,
goce puros regocijos,
mientras con rostro risueño,
porque el placer los desvela,
juegan en torno mis hijos.

Desde allí mi vista errante
mire un pardo campanario,
tras la colina frondosa
y el alma recuerde amante
que es el templo solitario
donde la llamé mi esposa.

«Desencanto»

Hijo del amor, del goce y la sonrisa,
nace el hombre a la fe y a la esperanza, y
por el mundo férvido se lanza,
y cree que alfombra de claveles pisa.

A sus pies los abismos no divisa,
Ni la tormenta oculta en la bonanza:
solo siente placer y bienandanza,
respira solo amor, juegos y risa.

Mas, ¡ay! que pasan los fugaces años,
Y huyen los sueños de zafir y rosa:
Hieren su corazón los desengaños,

Ve la verdad desnuda y horrorosa,
y es dichoso, si al fin de su existencia,
le acompaña al sepulcro una creencia.

Amor callado

Más bella es la mañana,
un sol más puro el horizonte dora,
cuando ligera, ufana,
gentil y seductora,
al prado vas, lindísima cubana.

Tu rostro peregrino,
tu talle esbelto que la brisa ondea,
ese fuego divino
que vivo centellea
en tus ojos al rayo matutino:

Y ese pie que liviano
la verde yerba y margaritas huella,
y tu artística mano
la gracia que destella
todo tu ser, querube americano;

Esa aureola ardiente
que en torno te rodea esplendorosa
¡oh, estrella refulgente!
¡oh, purpurina rosa!
¡oh, azucena del trópico inocente!

Cual palma en la pradera,
flexible, airosa, tu cintura meces:
de nuestra edad primera
una ilusión pareces:
¿quién no ha de amarte, virgen hechicera?

¿Quién al ver tu mirada,
quién al oír tu voz pudo ser yelo?
De todos adorada
Cruzar el triste suelo:
¡a todos seas como a mí sagrada!

Yo te amo delirante:
eres mi bien, mi dicha, mi tesoro:
vuelve a mí tu semblante:
las penas que devoro,
no aflijan más a tu infeliz amante.

Mas si mi amor fogoso
pudiera acaso envenenar tu suerte…
¡oh! pase silencioso,
y sufra yo la muerte,
y sea tu caro porvenir dichoso.

Pisa feliz la yerba
sin encontrar la sierpe allí escondida:
risueña te conserva:
la senda de la vida
floreo tan sólo para ti reserva.

Pero insensible y varia,
cuando el bullicio de la corte vuelva,
no olvides que en l selva
por ti eleva de amor una plegaria.

La bayamesa

¿No te acuerdas, gentil bayamesa,
Que tu fuiste mi sol refulgente
Y risueño en tu lánguida frente
Blando beso imprimí con ardor?

¿No te acuerdas que en tiempo dichoso
Me extasié con tu pura belleza,
Y en tu seno doblé mi cabeza
Moribundo de dicha y amor?

Ven y asoma a tu reja sonriendo;
Ven y escucha amorosa mi canto;
Ven, no duermas, acude a mi llanto;
Pon alivio a mi negro dolor.

Recordando las glorias pasadas
Disipemos, mi bien, las tristezas;
Y doblemos los dos la cabeza
Moribundos de dicha y amor.

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SOY ASÍ COMO SOY [Mi poema]
Alberto Ruy Sánchez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Oigo la radio, las noticias, leo
los versos de poetas que me gustan,
repaso mi correo. Y al paseo
a tirar voy las penas que me asustan.

Del resto de las horas me recreo
haciendo a las palabras compraventa,
la masa que a mi espíritu alimenta
y calmo mi ansiedad en el aseo.

Me encantan las peleas, las diatribas,
disfruto a los contrarios refutando,
las hierbas del camino despreciando,
los granos voy cerniendo por mis cribas.

Reclamo a mi cerebro las ideas
que animan a pensar y a describir
si un día algo tuviera que decir
esperando, lector, que a mi me leas.

Si acaba la jornada y ya es de noche
disfruto de escuchar a Luis Herrero*,
si el sueño me respeta y es guerrero
cambiando de dial a troche y moche.

Mi vida aquí es normal, tampoco soy
siquiera de mi mismo un referente,
prefiero descubrir donde a la gente
quisiera ver que fuera y que no voy.
©donaciano bueno

*Programa radiofónico que dirige en esRadio el magnífico profesional de Castellón.

MI POETA SUGERIDO:  Alberto Ruy Sánchez

ENTRE TU LUZ Y EL AGUA

Quiero ser la luz
que te moja más que el agua.

Quiero ser el agua
que te ilumina por adentro.

Quiero ser la luz
que se escurre por tu espalda.

Quiero ser el agua
que te mira con los dedos.

Quiero ser la luz
que obscurece tu cabello.

Quiero ser el agua
que te canta sus silencios.

Quiero ser la luz
que eterniza cada instante.

Quiero ser el agua
que en tu cuerpo fluye quieta.

Quiero ser la luz
y quiero ser el agua
que de pronto emana
alegre
del esplendor
sorpresivo
de tu sexo.

La puerta enmarca al deseo

La puerta enmarca al deseo
iluminado en la sombra.

La puerta tiene guardianes
como labios que la celan.

La puerta brilla insistente
como mojada por dentro.

La puerta mueve reflejos
que antes van por mis ojos.

La puerta va por su cuenta:
cuenta y cuenta mil historias.

La puerta se abre cantando
con el placer de una queja.

La puerta cierra y aprieta
si por suerte quedé dentro.

La puerta emite mil ecos
que mis sentidos navegan.

La puerta no está en tu cuerpo
pero tus labios la engendran.

Toco la puerta curioso
y me recibes bailando.

A la entrada de tu cuerpo
todo es mucho y mucho es poco.

ABRAZOS PENDIENTES

Plegarias de ausentes,
de distancias,
de anhelos,
los besos no dados
y los abrazos pendientes
en mi piel y en sueños
se anudan como sirenas,
anfibias serpientes
que delicadas se miran,
se tocan, se dicen,
se escuchan, se encienden.

Del río enamorado al templo del amor
el agua las mece, la piedra las junta.
Del templo ilustrado al río veloz,
la piedra las fija, el agua las usa.

Los abrazos pendientes
son eros erosionados,
que renacen sin embargo de su fuga
y en los espejos del tiempo y del agua
en mi piel se multiplican.

UN BESO LARGO

Un beso largo es eso
que el tiempo desconoce,
tiene horizontes lejanos,
caminos que se pierden
de un lado al otro
entre mi sangre
y la comisura
de tus labios.

Un beso largo
es mucho más largo
que el mismo beso:
comienza siendo anhelo,
ansia y sed y hambre,
sigue corriendo en el tacto
cuyo órgano es todo el cuerpo.
Te toca con los labios
y allá y más allá mi piel se eriza
y todos los sabores agradables
se despiertan en la lengua,
fruta madura,
pulpa y perfume,
vainilla si te gusta,
plenitud y fugacidad del mango,
por ejemplo.
Un beso largo se apodera de los oídos
y es música y la saliva canta.
Sigue y gira y sigue
hasta en recuerdos danzando
porque un beso largo,
de verdad, nunca termina.

De lejos un beso largo
parece estatua de piedra
pero es suave y fresco
y a su manera, eterno.
Se extiende siempre
hacia adentro,
y viaja de arriba a abajo
entre tus bocas.

Un beso largo tiene manos,
dibuja, abraza, ilumina.
Un beso largo es creativo,
es instintivo, es reflexivo,
y un poco salvaje,
por naturaleza.
Un beso largo es,
algunas veces, diminuto
y lleva siempre en su gracia
una pizca de torpeza.

TU ABANICO

Pekín tiene en la luz
un río de asombros amarillos.
Y tú, desnuda, multiplicas la luz.

El sol dora los muros
y da vida a todo lo que vuela:
la garza escapó del abanico
cuando lo abriste
y se fue corriendo hacia la sombra.
Brincaba entre islas de luz
huyendo de tu mirada.
La garza aceleraba el paso:
su huella, su meneo,
su lance huidizo.
Su cuello dibujaba y borraba
al ritmo de sus pasos
una S en el aire.

Por el hueco que dejó en el abanico
el sol acariciaba tus pezones.
Y ellos, como la garza,
decididos,
parecían querer volar.

Tu abanico aletea.
La garza agita el aire.
Y tú, vuelas lentamente
a hundir tu pecho en mí.

Las mañanas de Pekín
llenas de ti
son como un sueño
de garzas.
Y como la garza lo sabe,

al despertar escapa.

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LAS COSAS QUE PASAN [Mi poema]
Joaquín Romero Murube [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo escribo de las cosas que me pasan,
que observo, que percibo o que presiento,
que añaden emoción al sentimiento,
conforman la verdad con que la amasan
el grito o el lamento.

De las gentes sencillas, de las flores,
de los hechos vulgares que hay a ciento,
los sueños, los deseos, los colores,
lo que me hace dudar, los desamores,
y hasta del mismo viento.

Y escribo de los niños, ¡bendición!,
y alabo esa su gracia y su sonrisa
de lo que suena a fracaso, ¡maldición!,
obligado a bailar al mismo son
y aludo hasta la brisa.

Me fijo de una mosca en el susurro,
el gesto de un paisano que bosteza,
hilarante ese rebuznar de un burro,
la ingenuidad innata del cazurro
y en la bella y dúctil naturaleza.

Y sueño con los sueños y describo
a un mundo en el que todo es fantasía.
contrario a este lugar en que ahora vivo,
testigo pongo al cielo y lo percibo,
de toda mi alegría.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Joaquín Romero Murube

SEVILLA

Sevilla, cuando yo muera
no quiero ser tierra tuya.
Aire fino de tus barrios.
Soledad de tus clausuras.
Vuelo y canto de campanas
que suben a Dios su música.
Luz de la tarde dormida.
Jazmín de novia. Ternura
de madre joven, contenta.
Caridad dulce y oculta
que besa llagas y heridas
y no pregona sus luchas.
Casta de tu señorío.
Claridades sin penumbras.
Aroma, canto, saeta,
júbilo, oración, profunda
sabiduría sin norma.
Sencillez que nada oculta.
Sevilla, cuando yo muera
quiero ser tu gracia pura.

A UN AMIGO MUERTO

He subido las calles de Granada
para buscar tu voz y tu gemido
y en fría soledad ya voy perdido
por muro blanco y tarde desolada.

Mudo el rumor del monte y la llanada.
Sin flores ni canción, sin luz, tu nido.
Busco jardines altos que has vivido
y sólo encuentro pena soterrada.

¿Y aquel caudal de vida, aquel potente
ritmo de voz humana poderoso
hecho yema del mundo y luces bellas?

Ya no te ve Granada ni te siente.
Tu sangre es caño de agua silencioso.
Tu luz y tu temblor, de las estrellas.

CASIDA DE AMOR Y MIEDO

-¿Quién me sigue por la calle?
-¿Quién en la esquina en acecho?

-Nadie te vio entrar. Respira.
La vida nace en tus besos.
Están las puertas cerradas
y el corredor en secreto.

-¿Quién pasa tras la cancela?
-¿Quién habla cerca, aquí dentro?
-No pasa nadie. Los muros
no devuelven ningún eco.
Tus labios, llenos de espanto,
duelen de frío y de fuego.

(En la oscuridad, las sombras
juegan su baile de espectros.
En el aire de la cita
brinca la cebra del miedo.
Crujen auras navegantes
sobre el cauce del silencio.
Y el mundo rueda al abismo
ante un reloj descompuesto.)

¡Ay amor si tú volvieras,
amor de amor y de miedo!

CASIDA DE LA GLORIA

Algún día por esta calle
de Santa Clara, en la paz
de un atardecer de oro,
pasará un hombre perdido
hacia un afán inconcreto.
Habrá esta luz trasparente,
celeste, pura, sin fin.
Habrá este claro reposo
lleno de sonoridades
de cal profunda y sencilla.
Jugarán, puros, los niños
ante el marco de sus puertas.
Una risa de mujer
en el abril de su edad
pondrá en la carne del viento
el temblor de una caricia.
¡Y algo unirá nuestra sangre
con los cimientos del mundo!
Irá un hombre por la acera
con toda el alma en sus ojos.
Yo estaré muerto, olvidado
para el mundo y las personas.
Y alguien pensará que un día
habrá existido otro hombre
que gozara esta delicia,
este silencio, estas luces,
esta risa, esta tristeza
dulcísima, irreprimible
hacia ese afán inefable
que es más que vida y que muerte…

ESPEJOS

El espejo es el hijo predilecto de la luz
Basta un espejo para desbaratar el mundo.

En el río están los espejos atacados de prisa.
El mar es el manicomio de los espejos.
La luna, el camposanto de las lunas rotas y muertas de los espejos.

La única tristeza de los espejos es no tener voz.

Hay muertes ocasionadas por el veneno de los espejos: la de Venecia, entre otras.

Los espejos guardan el cadáver del aire.

SIN SABER POR QUÉ HE VENIDO…

Sin saber por qué he venido.
Esta es mi alcoba y mi cuarto.
En la ventana el herraje
eterniza el mismo cuadro.
Se adivina, negra, el agua
en el pozo ensimismado.
Entre las ramas del cielo
tiembla el sueño de los pájaros.
La casa grande, esterada,
mata mi voz y mis pasos.

¡Soledad de mi niñez
por el pueblo y por el campo!
¡Yo nunca supe tu nombre
ni nunca te di la mano.

SOMBRA

¡Sombra, tumba primeriza
que cava el cuerpo en la tierra,
contorno justo que encierra
presuntas nadas, ceniza.
La línea fiel, puntualiza
un perfil muerto, aunque crece
si el cuerpo en la luz se mece.
Sólo al colmar la mañana
en la alegría meridiana
la tumba desaparece!

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JUEGO DE TRONOS [Mi poema]
Alberto Infante [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

-Que sí me ajuntas, que no te ajunto,
¡anda ya, por fá, que seré bueno!
juro seguirte cual nazareno,
no entrometerme en ningún asunto.

-Si tu me prestas unos cartones
prometo darte lo que me pidas,
seré un buen socio de tus mociones,
juguemos juntos, que haremos migas.

-¡Anda ya, Iglesias, no seas malo!
vuelvo a pedirte ya que me ajuntes,
que si no lo haces me das un palo
y no te dejo ni mis apuntes.

-Amigo mío, yo soy quien manda
tú vas a hacer lo que yo te diga
que soy batuta yo en esta banda
y tú al sustento solo una miga.

-Si te parece, cambiamos cromos,
yo te daré los que tengo repes,
pues que ya sabes que amigos somos
sólo te pido que no me increpes.

-A la peonza juguemos ¿vale?
así enfrentamos al mismo juego
prime soy yo, tú tiras luego,
sin hacer trampas que alguien te cale.

-Si no te avienes hoy te amenazo,
seré quien gane yo en esta guerra,
tu eres culpable de echarme tierra,
sin disimulo darme un codazo.

-Llamo a mi primo el de zumosol*,
verás entonces como te rindes,
yo no hago paces con un guiñol,
sólo yo marco todas las lindes.
©donaciano bueno

Escenificación en clave de humor, del juego infantil, representativo de la situación política en España entre dos candidatos, aprendices, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El juego con cartones era uno con los que nos entreteníamos en mi niñez con las tapas de las cajas de cerillas. El primo de «Zumosol» hace referencia a un comercial de televisión en el que un niño amenazaba a otro con llamar a su primo, un joven fornido.

MI POETA SUGERIDO:  Alberto Infante

RETORNO

“Ahora aúllan los perros por los pinos”
F. Brines

El té ya no humea sobre la mesilla.
La fiebre acecha como un gato hambriento.
Fuera, la niebla le dibuja sombras a la nada.
Tendido en el lecho tirito y deliro
sin saber bien cómo. Otra vez, otro delirio
me hizo devorar un embozo para refrescar mi boca
y pienso que está de nuevo aquí,
que siempre son uno y el mismo.

Lo peor, dijo el poeta, es no tener testigos,
aullar solo como los perros por los pinos.
Oigo entonces girar la llave en la cerradura
y siento que la felicidad también existe,
que tú siempre regresarás.
(De “La sal de la vida”, ediciones Vitruvio, Madrid 2004)

PIEL

La piel. Tú eres mi piel.
Yo soy tu piel.
Somos tu piel y mi piel,
parpadeo solar viajando hacia la nada,
y no hay ungüento, pócima, espanto
para la desintegración más bella
que jamás han visto
tantos orbes cerrados,
ni cielo como el de esa barca
sobre la arena gris,
ni flecha con su dardo en agua.

En cuanto a la imaginación:
respira, llora, suda…
a lo más,
vive en el aire.
Pero piel, lo que se dice piel,
ésa eres tú. Y algo se encierra ahí,
traslúcido al ojo.

Y es sagrado.
(De “Diario de ruta”, ediciones Vitruvio, Madrid 2006)

Billy Collins cita a Juan Ramón Jiménez

Desde la biblioteca y el mediano plazo al jardín japonés
podríamos seguirle el rastro
ignorando su distribución.

“Lo peor de la muerte debe de ser la primera noche”
escribió Juan Ramón Jiménez
y Billy Collins arrancó de ahí.

Se lo escuché en YouTube:
“Esa noche debe de ser la única noche”, exclamó.
Y se me quedó grabado.
También el final, algo bastante corriente
sobre el espino y la rosa pero que dicho
por él parecía nuevo gracias a su sentido
del humor y a su manejo del swing.

Oyéndole me repetí que la poesía es un juego muy serio
para explicar lo inexplicable con imágenes hermosas
y eludir el hecho de que todo paraíso es artificial
y todo sueño poco más que una desordenada
sucesión de fragmentos
que no logramos reconstruir.

Billy Collins nació en Manhattan y se crio en Queens
un lugar a cuyo río Juan Ramón le regaló su mar,
el mar de Moguer, que era más blanco
y más azul y estaba muy lejos.

Eso no se lo escuché a Billy Collins
aunque supuse que lo conocía,
cómo no conocer ese fragmento
que tiene de sueño lo que sólo los sueños
pueden tener: espacio, tiempo, río, discurrir por una orilla
y aparecer en otra,
orillas de Moguer a lo largo del Hudson,
mareas y olas de Moguer
arenas dulces y soles anunciando el ocaso,
es decir, la primera y única noche
porque las demás no cuentan,
aseguran, insisten, confirman,
pero no cuentan,
lo que cuenta es esto
que una tarde, otro poeta,
en otro lugar,
en otra lengua.

Yo había leído antes a Billy Collins
y, lo confieso, no me había parecido gran cosa
pero ese día sí
pues eso tiene también la poesía
que nos devuelve la voz de los muertos
en las palabras de los vivos
en el tono, el ritmo, el sonido de las palabras de los vivos;
los significados están bien, y la respiración,
y el slang, y el sentido del humor,
pero es lo otro, lo otro,
lo indefinible y otro.

Quién haya vivido lejos
y distante y solo
me comprenderá.

(De “principio y final”, 2019)

24 de febrero de 2020

No recuerdo

No recuerdo bien qué hice o dije,
o, más bien, qué dejé de hacer o de decir.
Recuerdo, sí, tu llamada nocturna.
Y siendo como eres orgullosa,
el cálido, cercano tono que empleaste.

Y, también, que me dormí pensando
qué más habrías dicho, o hecho,
o, al menos, intentado, si aquella no hubiera
sido tu postrera noche en la ciudad,
si yo no hubiera colgado tan aprisa.
(De La sal de la vida, 2004)

Madrugada en blanco

A las 4:56 de la mañana la belleza
lo destruye todo y no hay cómo
echarse atrás, encender la luz, poner un disco,
evitar que una vez más al amanecer
se lo coman no los gallos sino
los afilados tacones de las transeúntes
o las ruedas de los tranvías.

A las 4:56 de la mañana relámpago sin rosa,
no clamor
sino presencia ausente.

A las 4:56 de la mañana,
exactamente a las 4:56 de la mañana,
si hubiera vida,
lo amado
valdría más que lo escrito.
(De “Diario de Ruta”, 2006)

No hay Godot en Beckett

Que seas irlandés, flacucho y desgarbado,
y salgas de un cine junto al Sena,
y sea el invierno del 38,
y te apuñale un vagabundo,

que sobrevivas,
y vayas luego hasta la cárcel
y preguntes “¿por qué lo hiciste?”
y él, tranquilo, responda “y yo qué sé”,

algo tendrá que ver me digo
con que en el 52 Estragón y Vladimir,
en medio de la nada
hablen, peroren, disparaten,
se crean necesarios
esperen a quien no vendrá,
pues Godot nunca vendrá.

¿Cómo va a venir si sabe bien lo que le espera?
(De “Los poemas de Massachusetts, 2010)

Billy Collins cita a Juan Ramón Jiménez

Desde la biblioteca y el mediano plazo al jardín japonés
podríamos seguirle el rastro
ignorando su distribución.

“Lo peor de la muerte debe de ser la primera noche”
escribió Juan Ramón Jiménez
y Billy Collins arrancó de ahí.
Se lo escuché en YouTube:
“Esa noche debe de ser la única noche”, exclamó.
Y se me quedó grabado.
También el final, algo bastante corriente
sobre el espino y la rosa pero que dicho
por él parecía nuevo gracias a su sentido
del humor y a su manejo del swing.

Oyéndole me repetí que la poesía es un juego muy serio
para explicar lo inexplicable con imágenes hermosas
y eludir el hecho de que todo paraíso es artificial
y todo sueño poco más que una desordenada
sucesión de fragmentos
que no logramos reconstruir.

Billy Collins nació en Manhattan y se crio en Queens
un lugar a cuyo río Juan Ramón le regaló su mar,
el mar de Moguer, que era más blanco
y más azul y estaba muy lejos.

Eso no se lo escuché a Billy Collins
aunque supuse que lo conocía,
cómo no conocer ese fragmento
que tiene de sueño lo que sólo los sueños
pueden tener: espacio, tiempo, río, discurrir por una orilla
y aparecer en otra,
orillas de Moguer a lo largo del Hudson,
mareas y olas de Moguer
arenas dulces y soles anunciando el ocaso,
es decir, la primera y única noche
porque las demás no cuentan,
aseguran, insisten, confirman,
pero no cuentan,
lo que cuenta es esto
que una tarde, otro poeta,
en otro lugar,
en otra lengua.

Yo había leído antes a Billy Collins
y, lo confieso, no me había parecido gran cosa
pero ese día sí
pues eso tiene también la poesía
que nos devuelve la voz de los muertos
en las palabras de los vivos
en el tono, el ritmo, el sonido de las palabras de los vivos;
los significados están bien, y la respiración,
y el slang, y el sentido del humor,
pero es lo otro, lo otro,
lo indefinible y otro.

Quién haya vivido lejos
y distante y solo
me comprenderá.

(De “principio y final”, 2019)

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SUEÑO CUMPLIDO [Mi poema]
Andrés Echevarría [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Al fin, Señor, al fin
te has dignado escucharme.
Al fin a tus oídos
ha llegado mi súplica. No en balde
he llorado y sufrido porque vieran
acercarse ese día los ojos de mi carne.
Estos ojos que, tú ves, ya están marchitos,
que se apagan,
que pugnan por quitarse
esa neblina densa que les cubre
y quisiera que en breve se cerrasen.
Es la araña del tiempo, mi Señor,
ese tirano
que exige inexorable
el pago a su tributo
que todo humano ser tiene que darle.
Más no pienses por eso que yo sufro,
no creas que mi carne
se desgarra en tétrico suplicio
ni al viento atruena con sus ayes.
Que hoy, por fin, se han cumplido mis deseos
que hoy mi alma feliz tiene que darte
las gracias. Las gracias, si,
pues he logrado
la esencia de su esencia y su raigambre,
esa paz que hace tiempo anda buscando
y hoy has querido tú que se cruzase
en mi camino de espinas y de abrojos,
de lágrimas, de sangre.
¿Que mis ojos se cierren? qué me importa
que tú quieras llevarme
para siempre a gozar de tu presencia?
¡adelante!
Hoy cual nuevo Simeón he visto
cumplidos mis deseos más formales,
he visto una Patria que progresa
y un pueblo sencillo y responsable
que lucha en paz. Esta es la España
que yo ansiaba llegase.
Esta es la paz por la que mi alma ha echado
sus lágrimas no en balde.
Recibe pues, Señor, la ofrenda
de un campesino español que nada vale,
pero que lucha y sufre por sus hijos,
los hijos de su sangre.
Al fin, señor, al fin
te has dignado escucharme.
(España en paz)

Poema escrito a la edad de los sueños, justamente a la muerte del Caudillo y regreso de la democracia.

Levántate y mira la montaña
de donde viene el viento, el sol y el agua.
Tú que manejas el curso de los ríos,
tú que sembraste el vuelo de tu alma.
(Víctor Jara)

MI POETA SUGERIDO:  Andrés Echevarría

poema sin título

qué será de la muerte de mi vecino
que hace tanto que no lo veo
a él que le gustaba pasear a su perro
siempre atento atento

a las noticias
a la vida en general

a cómo pierde el tiempo la sombra
en no ser nada

y él que miraba tras un vidrio
y absorbía su lapso
antes de pasear a su perro

qué será de la muerte de mi vecino
que hace tanto que no lo veo.

las horas vacías

cada tarde lleva un gesto dibujado
en el canto que respira su silencio
y las horas se contemplan con las horas
y a las horas se le escapan sus vacíos.

el lector

en sus libros habita una insistente polilla
que separa las hojas le señala
la sombra quieta de la letra efe
le palpa la risa con su cosquilleo
y le azota el ahogo en la frente

escucha en la página la nota más blanca
y pasa de hoja y pasa de siempre.

anatomía de mi casa

mi casa con sus paredes cubiertas
de un silencio que habla mi propio idioma
la ventana al patio por donde asoma
el resto y algunas puertas abiertas
que dejan escapar fábulas de agua
de relojes que latieron sus turnos
del charco de la luz y los nocturnos
trazos que duelen y por donde fraguas
mi ejercicio de sombra y desvarío
(no me cambies tu voz por el vacío
no cambies ningún mueble de lugar
no conviertas esta tarde en un frío
murmullo controlado de gentío
hoy no mates este tiempo de estar)

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POR QUÉ, HOY ME PREGUNTO [Mi poema]
León David [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Por qué hoy yo me pregunto, por qué tú te preguntas,
si vienen todas juntas me han de tocar a mi,
si nunca di motivos y hoy hieres y me apuntas
con tantas marabuntas, con tanto frenesí.

Por qué, dime por qué, si el pueblo es tan creyente,
tú no eres más clemente lanzando hacia él tus iras;
no les digas mentiras ni nada inconsistente
o esperes que la gente no piense que deliras.

Maldito desconsuelo, por siempre seas maldito,
yo aquí lanzo este grito a un dios obnubilado,
¡qué triste y desolado has dejado y qué contrito
solo salvando a Quito de tal desaguisado!

Que hoy la tierra ha temblando sembrando la amargura,
con rabia y sin premura a muerte has condenado,
tal hecho desalmado, tal acto de locura,
fuiste con mano dura, con rabia te has vengado.

Guayaquil no merece una venganza santa,
ni Esmeraldas ni Manta y aun menos que te rece,
que el río cuando crece si en cieno se atraganta
se arruga la garganta y hasta de sed fenece.

Y ahora toca agarrarse y unir las manos juntas
con fuerza, sin preguntas, ésta es la realidad,
con solidaridad, como labran las yuntas
y aunque de fe difuntas pedirle a dios piedad.
©donaciano bueno

(17 de abril de 2016-El Ecuador) La tierra tiembla y se revuelve y nosotros los humanos, que nos creemos sus dueños, somos engullidos cual pececillos por las fauces del tiburón.

MI POETA SUGERIDO:  León David

ARTE POÉTICA

Dadme el verso desnudo, musical, transparente,
En cuya carne gima el alma en cautiverio,
El que mana del tiempo fecundo de la fuente,
El que me lleva en andas al linde del misterio.

Dadme el verso que plañe igual que la guitarra,
El que todo estremece por dentro como un sismo,
El que deja la huella profunda de su garra
Y me entrega de pronto en brazos del abismo

Dadme el verso que sepa soñar, pero despierto,
El que horada el silencio desde el transido estigma,
El que al vivo apuñala y resucita al muerto,
El que ha visto arrobado el rostro del enigma.

Dadme músculo y roca y sangre y cristal puro,
Que cuanto más altivo más diáfano es el verso;
Dadme la sombra ciega, porque ciego y oscuro
Del vientre del prodigio me llama el universo.

Dadme, en fin, la palabra precisa, opalescente,
La que cuando acaricia deja la piel mordida,
La palabra que acosa mi sed y de repente
Me hace caer de bruces sobre la vieja herida.

Procede el verso mío de un conspicuo linaje,
Prosapia de la angustia, estirpe del espino,
Que cuanto más se interna y pierde en el paraje
De la atrición, más pronto descubre su camino.

Y cae y se levanta y al horizonte enfila
Su rebaño de torpes vigilias meretrices,
Y mirando a lo alto se limpia la pupila
Mientras cuenta una a una sus anchas cicatrices.

Así mi verso es: oculto y sordo escalofrío
Que crepita y restalla bajo un cielo de estaño,
Que por ser mío es tuyo y siendo tuyo es mío
Y cuanto más aprehende más lo ve todo extraño…

Desciende de la pulcra alcurnia de la Grecia,
Aunque el sol tropical funde su aristocracia;
Huye del refinado y de la gente necia,
Ni en tiranos confía ni cree en la democracia.

Que tal es la palabra que germina, semilla
De un árbol gigantesco de amplio ramaje hirsuto
En la que me traslado a la prístina orilla
En donde hasta el erial da aroma y sombra y fruto.

Es ligera su traza cual cirro de verano,
Erguido su ademán de viajero proscrito;
Siempre tras la celada aviesa del arcano,
Siempre tras el perfume letal del infinito.

Desbocado y sutil, nervioso, suave, terco,
Tiene mi verso ritmo de arteria y de laúd;
En sus tensadas cuerdas a la vida me acerco,
Mas cuando ya la pulso… ¿qué toco?: el ataúd.

Es ambiguo y rotundo, coloquial y solemne,
Gusta quemar incienso aunque no tenga altar,
De todas las batallas siempre ha salido indemne
Pero con la presura más ancha que la mar.

La palabra que ansío es esa, la que habita
En el hálito simple del viento y la verdad,
La que en el libro abierto de la carne está escrita,
La que le da al segundo sabor a eternidad.

Una plegaria eleva mi voz y se hace canto,
(¿Será nieve ancestral de inexpugnable cumbre?);
Desde esta calle ciega con ciega fe levanto
La despiadada estatua de Dios: la incertidumbre.

No me deis lloriqueos de vírgenes vestales
Que no soporta el verso vanas hipocresías;
El sentimiento intenso tiene buenos modales
Y evita las histerias, los gritos, las manías.

Dadme la transparencia cuajada de obsesiones,
El baldón infamante de la yaga y la pus,
La oquedad del sepulcro, las grávidas pasiones
Y, al final, sobre todo, dadme, dadme la luz.

Pretendo desde el verso edificar el día
Y que al nombrar las cosas surja algo más que un nombre,
Que pueda mi lenguaje –entrañable ordalía-
Dar fragancia a la rosa y plenitud al hombre.

Así iré tras el rastro de núbiles mañanas,
Detrás de mí las huellas, los ensueños delante;
Sin escuchar oiré repicar las campanas
Y veré deshacerse las hebras del instante.

Y una tarde de estío –quizás de madrugada-,
La lúbrica serpiente me dirá: “por aquí…”
Yo besaré tranquilo los labios de la Nada
Y en ese último beso tal vez te encuentre a ti.

Verso, no te retengo; no hay muro, no hay postigo
Que interrumpa el airoso empuje de tu marcha;
De basalto estás hecho y evanescente escarcha
Y de pasmo de tierra donde madura el trigo.

¿Cuál agua milagrosa mueve tus cangilones?
¿Hacia que latitud del llanto te desgranas?
¿Cómo brotan de ti, descalzas, las mañanas
Maltrechas de nostalgia, borrachas de canciones?

A tu trémulo cuerpo me acojo, y la razón
Pierdo mientras la noche sobre mi piel se escancia.
Eres el espejismo que irradia a la distancia,
La esperanza escorada en cada corazón.

De pajarera sangre, verso amigo, estás hecho
Y hasta la soledad se te puebla de flores,
Dotas al arco iris de flamantes colores
Y vuelves tierna y mansa a la fiera en acecho.

Alquimista naciste, mi fiel y bravo verso;
Hacia el nidal del cielo, no empece tu ala rota,
Te elevas… ¿Qué te importa el triunfo o la derrota
Si es tu gesto el que alumbra, perplejo, al universo?

De la augusta prosapia del árbol y el rocío
Eres, y a tu nobleza jamás se le hará ultraje;
Alma de lluvia tienes, querencia de boscaje
Y hacia el mar siempre fluyes cual olímpico río.

Todo lo entiendes tú, lúcida es tu doctrina,
Aunque de sabio o docto jamás has presumido;
No te arredra la saña de alambre del graznido
Y del segundo burlas la torpeza asesina.

En tristeza eres ducho, también en alegría,
Y tan sólo conoces lo que tu mano toca;
Haces estremecer a la impávida roca
Y reprimir el ígneo bramar del mediodía.

Trenzas mil reflexiones que nadie toma en serio,
Leve como el capullo, áspero cual granito,
Te contemplo como eres: bizarro y exquisito
Mientras salmodia un albo motete tu salterio.

La palabra que esparces tiene sabor a cuna,
A hoja recién lavada por el bronco aguacero,
Tiene rumor de aprisco, de recogido estero
Donde aflora y se baña una azucena bruna.

¡Cuántos siglos me hablan con tu voz temblorosa!,
-Voz de acero imperioso y delicado armiño-,
La que infunde candor a la hechizada rosa,
La que siendo tan vieja retoza como un niño.

Quiero viajar contigo a esa entrevista playa
Donde un mar de aguas roncas mece la soledad,
Donde en trueno de luz el cielo herido estalla,
Donde sonríe, oculta, la postrera verdad.

Quiero lavar mis manos y levantar la frente
Y en la artesa del nunca encender una hoguera;
Contigo quiero estar porque eres inocente
Como eufórica espuma, como la enredadera.

Sin ti mi vida es sólo un monótono oficio
De ademanes obtusos, de tedio y desazón,
Y respirar entonces –no exagero- es un vicio,
¿Pues acaso se puede vivir sin corazón?

Al jazmín le regalas su mórbido perfume
Cuando, nidio, tu canto por fin se despereza,
Y al escandirte, verso, el ansia me consume
De habitar en tu reino de embrujada belleza.

Florecer en el barro es tu orgullo y estigma:
Construir con vil materia al hombre superior,
Ser faro, señal, guía, lucero y paradigma
De una vida más digna, de un futuro mejor.

Mas en ti pocos creen, noble y dulce palabra;
No hallarás más que oscuros callejones desiertos
Y no esperes, amiga, que una puerta se abra:
No hay puertas ni ventanas en casa de los muertos.

Déjalos que riendo se hundan poco a poco
En la pocilga inmunda donde engordan los cerdos,
Mientras a toda voz proclaman que estás loco
Y que ellos en el fango son los únicos cuerdos.

¿Cómo podría el ciego admirar los colores?
¿Cómo el sordo podría aprender a cantar?
Se ensaña la pezuña y pisotea las flores,
Mas no el cielo estrellado ni el desatado mar.

Cantar, -siempre lo supe-, es mi norte y destino,
Pues el canto me alumbra y me permite hacer
Que frutezcan los pasos que doy por el camino
Y, límpido y ligero, del barro renacer.

De tu estampa se burlan; te encuentran trasnochada,
-Pues de lo que no entiende siempre el vacuo se mofa-,
Pero cada dicterio y cada risotada
Más tus galas renueva, ¡oh mi espléndida estrofa!

Con cintillo de astros la noche se atavía
Sin que importe que el alma se quiebre seca y dura,
Que no hay rencor que pueda acallar la armonía
Ni nadie al mar hurtarle su vastedad y hondura.

Tú las cuitas ahuyentas, disipas el enojo,
En blanco mirto mudas torpeza y podredumbre;
En tu ser me recluyo, en tu seno me alojo
Bien lejos de la estulta y fosca muchedumbre.

Yo sé perfectamente que estoy aquí de paso
Y que la gloria es vana y que el placer no dura
Y sé también que el cuerpo –y el espíritu acaso-
En la tierra mañana hallará sepultura.

Pero ¿qué más me da el cierzo del otoño
El fuego del estío, la nieve del invierno,
Si el fugitivo instante del canto en que retoño
Me hace probar el zumo de vida de lo eterno?

Tú fecundas mi sangre con la sangre del orto,
De visiones soberbias haces siempre derroche,
Y al distinguir tu acento inescrutable, absorto
Quedo, como la luna en medio de la noche.

No sé por qué se empeñan tu susurro y tu grito
En coronar la enhiesta levedad de la palma
Y ni por qué tu canto generoso y precito
Cual vira de ballesta se me encajó en el alma.

No sé por qué en el crudo y brutal ostracismo
De este instante volátil al que me ató la suerte
De súbito te abrazo y me veo a mí mismo
Más allá del espanto, de la ardicia y la muerte.

Me cansa la retórica, esa hueca palabra
Donde el sentir se estanca, se pudre, se marchita,
Engolada elocuencia donde se descalabra
El secreto tesoro de la gracia infinita.

Mil años o un minuto he de vivir contigo,
¿Acaso no da igual? ¿Quién lo puede decir?
Lo único que anhelo es cantar, verso amigo,
Y al entonar el canto aprender a morir.

Un ósculo afiebrado le da el mar a la arena;
Con mano leve el viento el azul eterniza;
De vaga luz extraña la pupila se llena;
El férvido horizonte descoge una sonrisa.

Tiembla el aura en el frágil capullo del suspiro;
De negro y amarillo viste la mariposa;
Zigzaguea la abeja zumbando, mas su giro
De repente detiene para libar la rosa.

Con requiebro de nubes se deslíe el ocaso
Y a la más alta estancia el águila se encumbra;
¿Quién es el que me estrecha con tan devoto lazo?
¿Quién es el que de lejos me llama en la penumbra?

¿Quién sobre el bosque húmedo propala su fragancia?
¿Quién a la noche impávida su primicia lunar?
Y ¿quién es el que ha dado desde la ausencia el ansia
De hondura y lejanía al insondable mar?

Ése eres tú, mi verso, que haces clarear el día,
Que haces brotar la espiga con plegarias de lluvia;
Niebla de añoro eres, cautivante armonía
De verdes ojos claros y cabellera rubia.

Sonríe incauto el cielo…es que el sol se levanta
Con su bostezo de oro cálido y primordial
Y la aflicción ahuyenta cuando al pasar nos canta
Con garganta fragante a resina y a sal.

Lo que afuera palpita es lo que mora adentro;
Si la mente te acusa, el corazón te absuelve;
Tu efímero latido es el único centro
De donde todo mana y a donde todo vuelve.

No es ajena la estrella ni el acedo granito
A tu cansancio antiguo, a tu miedo o tu queja,
Porque nada se pierde y en tu vagar proscrito
Hasta lo que no ha sido tu sombra lo refleja.

Eres selva, eres río, eres polen y piedra,
Del liquen y el granizo aprendiste el idioma,
Morder viejas paredes te lo enseñó la hiedra
Y deletrear sabores fue lección de la poma.

Mira a tu derredor y te verás allí,
Porque ronco en tu pecho germina el universo,
Que nada es adventicio, todo retorna a ti
En el aire que aspiras, en la carne, en el verso.

Me obsequiaste dos alas, amorosa poesía
Y escapé de este antro inhóspito y avieso;
No sé cómo lo hice, mas tuve la osadía
De cortejar la tumba y de estamparle un beso.

Soy aquel que esculpiste con el arte extremado
Que extrae al bloque informe su indeleble figura;
Desde entonces me llaman orate, enajenado
Por mi hambre de luz, por mi fiebre de altura.

Cuando miro sé ver lo que no ve la gente,
-Ingrato don que, cauto, no impongo ni divulgo-;
Mi secreto confío al páramo inclemente
Y callo cuando escucho el trepidar del vulgo.

Exultante me entrego como piadoso cirio
Al mirífico enigma de mi infancia primera,
Mientras que muy atrás, coceando en su delirio,
Dejo a la muchedumbre que ronca vocifera.

Pretenden que el poema es fuego de artificio,
Exóticos antojos y pompas de jabón;
Nada saben del arduo y contumaz oficio
De arrancarse del pecho el propio corazón.

Aseguran -¡cuán torpes!- que el musical cariz
De mi verso es banal escarceo gratuito;
No advierten su impoluta y acendrada raíz
Que da el acento al agua, la rezura al granito.

Creen escribir poesía cuando estupran un pliego
De buen papel con prosa insípida y barata,
Cuando sin devoción se consagran al juego
Del críptico decir, de la facundia chata.

Se tienen por autores cuanto mayor distancia
Del sencillo lector su frase ha colocado,
Como si la rareza –insólita pitanza-
Lustre pudiera dar a un verbo desquiciado.

Juzgan que la medida, la rima y el sonoro
Oleaje de la estrofa es decrépito ornato,
Pero ¿quién va a admitir que el excremento es oro
Y sinfonía excelsa el maullido del gato?

Permíteles errar…Están en su derecho;
Siempre al final se impone la ignota melodía,
Esa que el alma ensancha cuando en el cauce estrecho
Del verso ha echado anclas la fiel melancolía.

Tienes la mansedumbre de alpaca de la quena
Aun cuando a veces sabes ser insolente y ruda;
Bien conoce tu pie la lujuriosa arena
Cuando vas por la playa espléndida y desnuda.

Concedes a la ola que meza sin reproche
Tu cándida lascivia en su vaivén ameno,
Mientras, arrebatada, la mano de la noche
Acaricia el pezón erguido de tu seno.

Todo acude hacia ti con asidua premura
Cuando de entre el ramaje insinuante y feliz
Asomas, y te arropa el cielo y se apresura
A hospedarte la tierra en su tibia matriz.

No hay criatura que al verte no quede anonadada;
En tu impasible rostro el tiempo se extravía
Porque estás hecha, amiga, con hebras de alborada,
Con palpitante carne de ausencia y lejanía.

De ti brota la flor y hacia ti se abalanza
Con el seno anhelante la muda ensoñación
Y la tarde se posa, arrebolada y mansa,
En la espina perpleja de tu intacta pasión.

Sé interpretar el signo desdeñado y oculto
Del crepúsculo vago, del horizonte quieto,
Y en puntillas el alma, con el oído ausculto
El desahuciado polvo que ofrenda su secreto.

La tonada del brote cuajado de rocío
Con aturdido esmero espulgo y desentraño,
Y desde su inquietud abisal el vacío
Me habla con arduo idioma inhóspito y extraño.

Leo plácidamente la dorada escritura
Que dibuja en el cielo la mano de la aurora,
El discurso descifro de la huraña espesura
Y la hermética clave del tuétano y la espora.

Lo que fabula el lago en letargo pacífico
Pronto lo dilucida mi sangre abroquelada,
Y aclaro y soluciono el hosco jeroglífico
Que con fúnebre cálamo emborronó la Nada.

El dictamen acato de la alta cordillera,
Como también la queja del pecho en ostracismo;
Le soy fiel al murmullo del agua en la pradera
Y al legado de Delfos: “Conócete a ti mismo”.

A la congoja observo que, macilenta y mustia,
El fulgor del diamante con su pátina apaga
Y sé cómo atormenta la daga de la angustia
E irremediablemente, gimiendo, el sol naufraga.

En espasmos de gozo y en aflicción soy ducho;
Me ha tallado la vida en singular madera;
A mi sombra acaricio, con el recuerdo lucho
Mientras que algo acezante y ominoso me espera…

La agitación me abruma, el bullicio me aturde,
Me refugio, y aislado puedo por fin soñar,
Y en tanto que el perverso su torva trampa urde
Respiro el aire virgen a la orilla del mar.

Observa bien el mundo: todo él es un portento,
Desde el desierto urente hasta la cumbre fría,
Y vibrando en el lábil capullo del momento
Se desboca en su airoso corcel la fantasía.

No es de ilusión ni engaño ni de mendaces sombras
La vida superior que brota con la espiga,
Porque tú, mi poema, elevas lo que nombras
Y vistes de asfodelos cilicios y fatiga.

Avanzo receloso entre el agrio gentío
Con mi sonrisa abierta, con mi verdad sencilla;
Nunca tomo lo ajeno, tan sólo lo que es mío
Y el guijarro me habla, humilde maravilla.

El camino del verso siempre será el más corto
Aunque sinuoso luzca y equívoco y provecto,
Que es vana la nostalgia sin el cristal absorto
Del vocablo que altivo nace limpio y perfecto.

Del necio no hagas caso; el vulgo aullante evita;
Quien apuñala pétalos muestra su vil estofa;
La voz viril y enhiesta el corazón irrita
Del que tan sólo envidia, rebaja y apostrofa.

No tiene este mi verso complicación alguna;
Simple como la perla contempla sin reparo
El logogrifo insomne de la pálida luna
Que inútilmente busca bajo la noche amparo.

Oriundo de una algaida de augurio y embeleso,
Hacia el asombro malva del crepúsculo voy…
Yo no soy esta carne ni este pavor espeso:
El rostro indescifrable de la Esfinge: eso soy.

Todo es en ti fulgor, euritmia y transparencia;
Al confín más distante consigues acceder;
Eres el palpitar tenaz de la existencia,
Aviso imprescriptible del nuevo amanecer.

Nada podrá empañar el cristal de tu gloria,
Ni el silencio implacable, ni el desolado grito,
En leyenda conviertes la orfandad de la historia
Y siembras a tu paso la roja vid del mito.

No hay díscola manía ni vergüenza ni luto
Que tú no transfigures en rotundo amaranto;
Se inclina la montaña y te rinde tributo
Cuando arpegias el terso incienso de tu llanto.

¡Oh, entrañable poema!, vástago de la aurora:
¿Qué sería del mundo sin tu amable obsesión?
¿Qué sería del hoy, del ayer, del ahora
Sin el vagido cósmico que inunda tu canción?

Que la esperanza nunca en tus manos se aduerma
Y la abyección no encuentre tolerancia ni indulto,
Y que te fertilice la luz del sol, esperma
Que asaeteada de amor, renovará tu culto.

Ven, desciende hasta mí… La tarde se desboca,
Se irisa el horizonte como luciente espejo;
La muerte agazapada quiere besar mi boca
Y yo –pues tu lo mandas- mansamente la dejo.

Es violeta el recuerdo y la añoranza gualda;
Vas cimbrando y el prado en tu cadera ondula,
El viento impertinente te acaricia la espalda
Y henchido de placer alza la voz y ulula.

Mientras estés conmigo, recóndita poesía,
Fresca será la hierba y oloroso el mastranto,
Tendrá sabor a sueño la antigua melodía
Y olvidarán la herrumbre la angustia y el quebranto.

Eres múltiple y una, fugaz e inmarcesible
Y fuerte y desatada y candorosa y tierna,
Eres la perfección, semilla imprescindible
De la vida que aspira a la belleza eterna.

Por doquiera que vas se disipa la bruma,
El tumultuoso orgullo aplacas del verano;
Eres tú la que pones blanco acento en la espuma,
Bramido en la cascada y amplitud en el llano.

Hora es ya de que nazca en el instante breve
De este cuerpo vencido la claridad del día,
Que si de barro soy, es barro que se atreve
A esplender como el astro en noble epifanía.

Hora es ya que el espurio hedor de la sentina
El soplo inmaculado del poema lo alumbre
Y que su mano tierna, despaciosa, divina,
Acaricie las sienes de la agria pesadumbre.

Hora es ya de que taña la indómita campana
En la más elevada torre de la cartuja
Y agua bendita mane la secreta fontana
Cuya aterida voz la alborada repuja.

Hora es ya de que cese el pavoroso aullido
Del lobo que muy dentro de nuestra carne acecha;
Ha transcurrido el tiempo del odio y el gemido,
Atrás quedó el pantano y su ominosa endecha.

Hora es ya de que el hombre, hermoso, firme, digno,
-¡Cómo al imaginarlo mi alma se recrea!-,
Del firmamento intacto sea cifra, espejo y signo
En donde, irresistible, eche raíz la idea.

Dame, Diosa, la copa a que mi sed aspira,
No me dejes clamando desventurado y solo;
Para entonar la oda necesito la lira
Que pulsaran los dedos musegetas de Apolo.

Dame, Diosa, el quejido del sutil instrumento
Cuyas febriles notas más que notas son llanto,
Porque despavorida Siringa en un momento
Para escapar del fauno fue transformada en canto.

Quiero, Diosa, que limpies y temples mi garganta
Y me prestes las cuerdas de Orfeo, el desdichado;
A su mágico acorde la muerta se levanta
Del averno y escucha con oído extasiado.

Como Arnaldos, el conde, yo quiero al marinero
Oírle en su galera fantástica gorjear
Y que mi acento embruje al cansado viajero
Y a las aves del cielo y a los peces del mar.

Sólo tú puedes, Diosa feliz de la armonía,
Darme el fuego ancestral, el arrebol primero
Y que se cumpla al fin la añorada utopía
Y recupere el numen de Píndaro y Homero.

Circula urente y roja la sangre por mi vena;
El cielo, a la distancia, se transparenta y arde;
Fatigada, la ola va a morir en la arena
Mientras serenamente agoniza la tarde.

¡Oh, cuánta es la ansiedad de mi pupila obsesa!
(Hasta la pura luz con su caricia insulta),
Y yo, poesía, sé que exhibes la corteza,
La imagen exterior, no tu verdad oculta.

Es quebradizo y frágil el humano entusiasmo;
¿Cómo verter la estrella en la cratera mía?
Sabes que si te entregas sin frenos al orgasmo,
De irredimido gozo y amor fallecería.

Pero a mí no me importa lo que pasar pudiere;
Contigo, augusta amante, me dispongo a partir,
Que si en el mundo todo se extingue, calla y muere,
¿Por qué no he yo de arrobo a tu lado morir?

Dame la mano y vamos…, en frente está el camino
Que espera con paciencia de hueso despreciado;
Algo en mi sangre fluye, un estupor divino,
Un estremecimiento musical y sagrado.

De estas mis llagas tercas brotará la poesía,
Sonsacaré al crepúsculo su rúbeo corazón,
Y será mía la aurora y la cascada mía
Y la nieve y el lago, el bosque y la oración.

La vergüenza, la angustia, el miedo, el infortunio
En el límpido verso hallarán acomodo,
Porque es mágico el canto, igual que el plenilunio,
Igual que blando soplo impregnado de yodo.

Y mientras el pastor en la abrupta ladera,
Bajo la espesa sombra de un olmo centenario,
Ve crecer en los gajos tiernos la primavera,
Mi saga ascenderá cual humo de incensario.

No requiere la trova de solemne coturno,
Ni túnica talar ni tocado de gala;
Prefiere ella el acorde cadencioso y nocturno
Del suspiro granate que el pecho mustio exhala.

Y en tanto que hasta el mar, en majestuoso estuario,
Fluye el rojo caudal de mi impiedad transida,
Tañe clara la esquila del viejo campanario
Y por doquier se expande, feraz, la nueva vida.

No consientas, mi canto, que el silencio te ultraje
Ni el turbio desaliento te arrastre en su resaca;
Que nos espera, hermano, un proceloso viaje
Hacia el mítico suelo de la escarpada Itaca.

Viajar, viajar muy lejos sin rumbo y al acaso,
Dejar atrás el rictus del asco y la pavura
Y pedirle al bruñido gorjeo del ocaso
Que, piadoso, restañe tu feral mordedura.

Viajar sin norte fijo, mas no sin horizonte,
Allá, donde se embriaga de insomnios la esperanza,
Allende el apartado y penumbroso monte,
Con la frente cuajada de musgo y lontananza.

Viajar silbando rauda como alada saeta,
Sumergirme en las aguas tras el ansiado pecio,
Jugar como lo hacen el niño y el poeta,
Al margen de la herrumbre, la garra y el desprecio.

Viajar, oh compañera febril y visionaria
A la que, suplicante, mi corazón se aferra,
Desprenderme del alma esta angustia esteparia,
Este óxido inclemente, este sabor a tierra.

Tú me enseñaste, verso, que este mundo de sombras
Es la trampa que urde el segundo que pasa,
Que todo lo que observas, que todo lo que nombras,
La muerte –esa tahúr- lo adultera y arrasa.

Tú me enseñaste a amar sólo lo que perdura,
Me dijiste que exhibo el rostro de un extraño,
Que hacia el piadoso polvo mi sangre se apresura,
Que el dolor y el placer son ilusión y engaño.

A repudiar me invitas cuanto hay de transitorio
De efímero y mudable, lábil y pasajero,
A desconfiar del tiempo y su afán predatorio,
A sentirme en la carne atado y prisionero.

A escapar me enseñaste de toda imagen huera,
Que a un luminar más puro el alma noble aspira,
Que frente a mí no hay más que añagaza y quimera,
Que la materia es bruma y es humo y es mentira.

Me enseñaste también a abominar del vicio
De acomodar mis días al glacial cautiverio
De la razón que inventa argucia y artificio…
Y fue así como entonces se desbordó el misterio.

Me enseñaste que existe una risueña hoguera
Que hasta la queja entibia al calor de su brasa,
Que éste no es mi país ni ésta mi primavera
Y que sin rumbo vago muy lejos de mi casa.

Me enseñaste que el cambio que el segundo propicia
Es reacio al conjuro, al rezo, al exorcismo
Y que la gran verdad que la belleza auspicia
Como la lava surge del fondo del abismo.

Me enseñaste que no hay paraíso ni averno
Y que de nada sirven el sollozo ni el grito,
Pero que oculto late el germen de lo eterno
Y en cada cosa anida el ansia de infinito.

A amar tú me enseñaste la claridad del día
Y el beso helado y casto de la nieve en la cumbre;
Desterrar desde entonces dolo y superchería
Ha sido mi expiación, mi norte, mi costumbre.

Sígueme así mostrando el camino que busco,
Pues el alba florece donde rutilas terso:
No importa que gentil me apremies o que brusco
De un empellón derribes el capcioso universo.

Tú confiado me cuentas la inmemorial historia
Del error y el cansancio, la culpa y el hastío,
Que en su ergástula el hombre, sin luz ni escapatoria,
Espera a que lo engullan las fauces del vacío.

Tú me hiciste anhelar la verdadera vida,
La que es polen de oro, lluvia transfigurada,
La que escuece y lacera a mi asombro adherida,
La que es pétalo intacto y homicida cornada.

Me has enseñado a amar, verso, -¡qué hermosa ciencia!-
El pistilo y el ala, no la ruin delusión;
Limpiaste mis pupilas y la falsa apariencia
Descubrí con el ojo zahorí de la pasión.

Sin ti yo tropezaba por intrincada breña;
Caer y resbalar era mi único oficio,
Mientras que un dios artero con su voz halagüeña
Me conducía -¡crédulo!- al hondo precipicio.

Pero al fin me enseñaste que del astro al oprobio,
De la larva al bramido y del hielo al panal
Nada se pierde o gasta, y el tiempo es ilusorio
Cuando sus brazos te abre la noche sideral.

Rindo culto a la flor que balbuceando nombro,
(Una estatua de amianto esculpe la tristeza),
Y desechando broza, cascajo, escoria, escombro,
Me sumerjo en el seno glauco de la belleza.

¡Oh, cándida belleza!, sacro lecho en que yago,
Encendido clavel donde el vuelo madura,
No hay pavor, no hay martirio, no hay aflicción ni estrago
Que no disipe el suave tremor de tu voz pura.

Vuelves grácil e inmenso el desvalido instante;
Me arrastra tu corriente a una gloriosa orilla
Y hasta el lerdo guijarro, roto, insignificante,
En tus manos se torna prodigio y maravilla.

Tienes la portentosa vehemencia del verano,
La ternura del brote, la fuerza del alud;
Todo en ti es sorprendente, inquietante y arcano,
Milagro de rocío, planto de excelsitud.

Rindo culto al silencio pues que de él nace el canto,
Y de cantar tan sólo mi corazón se cura:
¡Oh belleza inmortal!, cúbreme con tu manto
Que todo lo que alientas resplandece y perdura.

Desando los caminos sin peto y sin escudo
Cargando en la mochila una infantil pasión:
Arrebatarle al día su resplandor desnudo
Y a la noche arrancarle su helado corazón.

Camino entre las zarzas y mi alma se despeña
Por donde los cometas y los luceros van;
¿Qué importa que la copla se rebele zahareña?
¿No es magnífica acaso la ira del volcán?

Por entre la cizaña y el cardo me aventuro
Mientras al horizonte, exhausto, el sol declina;
Algo flota en el aire, como un sordo conjuro
Que penetra en la carne con perfidia asesina.

Nunca he tenido nada y mi único tesoro
Es haber sido blanco del invido anatema;
Abandoné la tierra del espanto, ahora moro
En el descalzo reino de espuma del poema.

Desde este promontorio todo mi vista abarca
Y la alondra gorjea y la sed no importuna;
Dueño soy de una núbil y diáfana comarca
Donde en la noche ronda, misteriosa, la luna.

No desprecia mi numen el pulcro pensamiento
Si una intensa emoción lo arrastra en su corriente,
Porque con la cadencia, la rima y el acento
Se hace carne la idea, trepida, brilla y siente.

Y la mente respira, se estremece, palpita
Al zambullirse osada en la armonía del canto;
La musical concordia de voces precipita
En la trillada frase vida, espesor y encanto

No reniega la estrofa del agudo intelecto
Siempre que fuere éste fruto de exaltación
Y discurra el concepto undívago y perfecto
Sobre rubor de plumas y lampos de ilusión.

Sin la intrépida idea no hay forma trascendente
Y la forma se dora en el horno del verso,
Pues minúsculo y breve el verso es la simiente
De todo cuanto incuba de luz el universo.

Sin la euritmia del metro la voz se descalabra;
Es preciso injertar la música al sentido
Y resarcir con flores de hibisco la palabra
Que al corazón penetra cautivando el oído.

Todo el horror, la rabia, el tedio, el sufrimiento
Que el pecho descompone con su mordida amarga
El plomizo fantasma abruma del momento
Y una ominosa sombra la soledad embarga.

¡Oh, cuántos siglos llevo de penoso exorcismo!
¡Cuánta penumbra rancia se ha agolpado en mi ser!;
Sonámbulo recorro el falaz espejismo
De un podrido mañana, de un desolado ayer.

En su púrpura agobio el ocaso se abisma
Y algo oscuro y glacial y furtivo me advierte
Que una tarde cualquiera sorprenderá a la misma
Transparencia del cielo la sigilosa muerte.

Vivo en la tierra impía de la viscosa angustia,
Donde medra tan sólo la aberración y el asco,
Donde hoza el desconsuelo con la mirada mustia,
Donde el remordimiento y la fatiga masco.

Esta es la tierra ajena, la del mástil roído,
En la que el arco iris se agrieta y se derrumba,
El país del oprobio, el espanto, el graznido
Donde toda esperanza yace yerta en la tumba.

A mi lado se encrespa frenética la turba,
De impúdico talante, de entendimiento chato;
Ella no piensa, embiste, hace muecas, conturba,
Irrita, aplasta y gruñe con furioso arrebato.

Este es el tiempo estólido del miasma y la jauría,
Cuando ya se ha apagado la luz, y la aventura
-Hastío y pesadez y gris monotonía-
de vivir ha abortado en náusea y en locura.

El tiempo del naufragio es éste y es su historia
Una cornada brusca, un obtuso calambre,
Que de la flor no guarda el hombre ya memoria
Atrapado en el cepo de la sed y del hambre.

Es el tiempo andrajoso de la promesa trunca,
Contra un muro te estrellas a donde quiera vas,
Tiempo del “¿para qué?”, del “no puedo”, del “nunca”
Del sueño amordazado, del “¡ay!” y del “jamás”.

Pero el tiempo y el mundo y la tierra en que habito
No me harán olvidar que estás, ¡oh maravilla!
A mi lado, belleza preñada de infinito,
Para aventar del alma la infame pesadilla.

Te escuda la inocencia contra el torvo vejamen,
Al zarpazo brutal opones la sonrisa,
Del violento apaciguas el bárbaro dictamen
Con chasquido de hojas, con bisbisar de brisa.

Todo en ti es cristalino, pluvial, áureo derroche
De gracia que deslumbra y señala el camino;
Y extasiada la arisca y proditoria noche
Venera tu desplante ingrávido y divino.

No importa cual figura en tu metamorfosis
Adoptes: sol, ausencia, liquen o soledad,
Pues siempre eres la misma, belleza, la apoteosis
De un anhelo incoercible de azul serenidad.

La opacidad del rictus tu pupila esclarece,
Todo surge del fondo de tu insondable hondura,
Crece la eternidad en tus labios y crece
Del témpano, calor, del agobio, dulzura.

Altiva y misteriosa siempre vas adelante
-Que nada acalla nunca tu primoroso arpegio-
Y germina la espiga dorada del instante
Regada por tus aguas de ensalmo y sortilegio.

¿En qué embrujada estancia, trémula, apareciste?
¿En qué apartada zona la rosa ultraterrena
De la fresca mañana, ufana, sorprendiste?
¿Qué vuelo de gaviota circula por tu vena?

¿De qué impoluta nata procede tu alabastro?
¿Por qué en tu nívea entraña con desenfreno hurgo?
¿Cómo das voz al cauce y resplandor al astro?
¿Quién sembró en tu garganta fervor de taumaturgo?

¿Por qué de puro diáfana te siento inescrutable
Y teniéndote cerca te haces inaccesible?
Y ¿por qué, simple y obvio, es tu gesto insondable?
¿Por qué, púdica y frágil, persigues lo imposible?

¿Qué tiene tu pupila que más que mira augura
Y ese treno de bronce que gime en la espadaña?
¿Con qué intacto lucero, con qué amapola oscura
A la sangre extrajiste su cantilena extraña?

¿Por qué si me acompañas permaneces tan sola?
¿Por qué desde mi carne tu canto parpadea?
¿Y por qué al escucharte el cielo se arrebola
Y de súbito brota transparente la idea?

No necesitas, trova, venablo ni loriga,
Despreocupada insistes en recorrer la playa;
Es tu clípeo un clavel y tu alfanje una espiga:
Y ganarás –lo sabes- al final la batalla.

La nostalgia te nutre como el agua a la esponja,
Convives con la nube y frecuentas el cieno;
No te escuece el agravio ni crees en la lisonja,
Y eres mar tempestuoso y eres regato ameno.

Espléndido es tu porte y tu presencia fasta;
De la áptera torpeza no dejas ni un vestigio;
Te es suficiente ser y con eso te basta
Para alzarte triunfal al solio del fastigio.

Inventaste la bruma, la alborada, la rosa
Y la miel del panal y el vino que se escancia,
También las altas cumbres y el aura primorosa
Y el rubor del ocaso que tiembla a la distancia.

¿Cuándo, cuándo, belleza, serás al cabo mía?
Pierdo al verte el sentido, el aliento, la calma
Y en el milagro verde de tu dulce armonía
El cuerpo me abandona y me abandona el alma.

Apacigua mi sed, pon oído a mis preces,
Por dentro de mi espíritu extiende tus rizomas,
Que la vida me has dado innumerables veces
Cuando en el horizonte –sagrado sol- asomas.

Tu ósculo musical con acucia deseo,
-Así de la orfandad del instante me aparto-,
Porque yo solamente, oh belleza, en ti creo
Y en la huella que deja tu sandalia de esparto.

Eres la inmaculada y numinosa acequia
Que riega la añoranza y me da de beber;
Eres el hontanar perfumado que obsequia
Al mundo que declina un nuevo amanecer.

Sabia eres, pero no de hinchada enciclopedia;
Tu ves lo que el cobarde se resiste a mirar
Y toda la zozobra y el cansancio y la acedia
Se disipan cual niebla cuando estás frente al mar.

Noble eres y te alabo, portentosa poesía,
El corazón te ofrendo que ya tu mano estruja,
Y pues es rama seca, que se quiebre, que cruja,
Que en tu abisal aroma mi sueño se extravía.

Ya es hora, marinero, de recoger la vela,
Ya araste el hondo surco, exhausto labrador;
Entre azoradas nubes la luna se desvela
Y habla en lengua granate su vago resplandor.

Tienen procaces dientes las fauces del dicterio,
Y el encono es inútil y el improperio vano;
¡Oh poesía que anhelas hundirte en el misterio
Y reposar por siempre en brazos del arcano!

Más allá de la piel, del tendón y del músculo
Algo en la inmensidad del cielo azul suspira
Y es veteada su voz, con fragancia a crepúsculo,
Donde no hay madriguera de sierpes ni mentira.

Atrás quedó el afeite postizo de la fama;
Abriéndome la carne interpelé la herida;
El poder no me tienta ni el éxito me llama…
Sólo a lo perdurable me acojo, y a la vida.

Intuyo que detrás de esta caduca estancia
Un orden superior las edades apila;
No por azar se viste de colores la infancia
En las flores y el astro por las noches titila.

Yo tu pendón sostengo, preterido poema,
Y al buscarte me encuentro a mí mismo, ¡oh locura!
¿Por qué el húmedo almíbar de tu boca me quema
Y cenital me arrastra en vértigo de altura?

Yo soy el que moldeaste con la sumisa arcilla
Y nada en mí hallarás de que no tengas parte;
Soy barro atribulado, éxtasis que se humilla
Ante la soberana plenitud de tu arte.

Tu dignidad no es fruto de aliño y abalorio;
Es hija del arroyo, del viento y de la arena,
Vástago del augusto y ancestral esponsorio
De la luz y la sombra, el júbilo y la pena.

Voy deslumbrado y solo, sin guía ni equipaje;
Seguir tras de tus pasos es mi única doctrina
Y aunque espero llegar, sé muy bien que este viaje
Tuvo principio, sí, pero nunca termina.

Recorreré las sendas desnudas de la tarde
Con la sonrisa a rastras y la mirada inerte
Y mientras en tus ojos la lontananza arde,
Un desahuciado día toparé con la muerte.

Ella muy quedamente susurrará a mi oído
Y me dirá: “No temas, yo soy una ilusión…
No hay cadáver ni fosa ni oscuridad ni olvido,
Sólo el fluir perenne de una ignota canción.”

Entonces a la muerte besaré en la mejilla
Con gratitud y alivio y fervor y piedad
Y le daré las gracias por llevarme a la orilla
Donde germina en polvo de astros la eternidad.

Del espasmo y el grito no quedará memoria,
Sólo la noche abierta, terrible, inmaculada,
Una noche que escucha gélida y sin historia
La melodía entrañable que modula la Nada.

Porque es bella la Nada, bella e inexorable;
Yo fluyo hacia su seno soñando como el río,
¡Oh cónyuge amorosa!, quietud, ausencia amable,
¡Insondable silencio!, ¡generoso vacío!

Me despido. Este verso que con la sangre he escrito,
Aunque parezca mío, pertenece a otra voz,
Galáctica escritura de un arduo manuscrito
Que habla en cifrado idioma del estupor de Dios.

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