A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

MI MALA SOMBRA [Mi poema]
Juan José Vélez Otero [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Yo siempre voy conmigo y con mi sombra
y a veces, si no hay luz, sólo conmigo.
Si trato y de entenderme no consigo,
no paro de buscar bajo la alfombra
al sueño que persigo.

Comprendo. Mi cerebro es muy obtuso.
La culpa aquí es de dios que es quien me hizo.
No me miren a mi. Que en mi bautizo
estaba tan cegato y tan confuso
que casi allí agonizo.

Y aunque hoy sigo observándola y me abrazo
jugando va conmigo al escondite.
Espero que me lance algún envite
y pueda espachurrarla con un mazo
cobrándome el desquite.

Pues tengo mala sombra, con matices,
que siempre es alargada mi silueta,
así fuera montando en bicicleta
de bruces vaya dando de narices
y caiga en la cuneta.

Que voy siempre conmigo y con mi sombra
no quiero provocar un desacato,
con ella me divierto más de un rato
la encuentro tan cercana y no me asombra,
presiento en mi zapato.
©donaciano bueno

Será que tengo #mala #sombra? Share on X

Sugerencia: El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas

MI POETA SUGERIDO:  Juan José Vélez Otero

De «Panorama desde el ático» 1998

y en esta isla atormentada,
de oscuridad y roca,
mis pies pisan el mundo desolados.
Francisco Brines

La torre semeja, sobre el pueblo
sin ilusión y sin sentido, mi fracaso;
J.R.Jiménez

Mère de souvenirs, maîtresse des
maîtresses
Ch. Baudelaire

III. Magnolias en mis sábanas dejaba…

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
J.R. Jiménez

Magnolias en mis sábanas dejaba,
magnolias, azahar y labios duros.
Sus senos, de la tarde flor dormida,
aroma de amapolas y cerezas,
temblaban en mi boca, entre mis dedos.
Magnolias y sabor a playa y barro,
a sol y arena, hierba y gorriones.
Oh, cómo retornar ya a este vacío
la luz de la alborada por sus ojos,
el vino de su piel y su cabello.
Magnolias en mis sábanas dejaba,
su cuerpo de clepsidra y su alma nueva.
* * *
IV. Oh, tardes del balcón. Abril. Cuajada
de pájaros y númenes el alma,
expuesto a la aquiescencia de la brisa,
soñaba con las voces de poniente.
Los dijes de oro y tul del horizonte,
la inquieta sensación de estar naciendo
al gozo y al clamor de savia nueva.
Oh, tardes del balcón, fecunda en flores
y añil, ciegas de cal, ciegas de vides.
Qué vacuo este vivir si vacua el alma
de luz, de tiempo y sal, de Dios y espigas,
se baña en la desdicha del recuerdo.
Qué vacuo el caminar hacia el olvido,
hacia la ungida torre de los siglos.
* * *
V. Si he venido a colmar de enredaderas
la nieve de tu talle es porque tengo
cansado el corazón de tantos siglos
en busca del incendio de la aurora.

Hoy vengo del desorden y a la nada
retornaré con labios florecidos,
al yugo de la noche, a las quimeras
del sueño y al olvido complaciente.

Yo seguiré asomado a mis balcones
rodeado de astrolabios y de estrellas,
de inciertos firmamentos y de mirtos
dormidos sobre viejos ataifores.
* * *
VIII. A qué esta sinrazón y este deleite,
qué sabia languidez me ocupa el alma
de fértiles lloviznas y de lucios
calmados en las llamas del crepúsculo.
A qué este azul litigio de la tarde
me lleva hacia los pájaros cansados
que buscan las higueras en las sombras
dormidas por el láudano del tiempo.
Yo, histrión sobre el triclinio recostado,
engullo mieles y uvas de calendas,
me absuelvo en el silencio etéreo y negro,
en cándidas sonrisas de vestales.
De euménides un rito me acrisola
en urna de cristal y cadmio blanco.
No sé qué piedras ávidas de muerte
me muestran las necrópolis hambrientas.
* * *
IX. Un beso de estramonios y alhelíes,
tan dulce y a la vez veneno y nieve,
caliente flor o musgo sorprendido
por la herrumbrosa niebla del pasado;
un roce de amapolas y de plumas
que nutren con certero humo las sombras
postradas en los páramos desiertos
y estériles al sueño de centurias.
El tiempo irremediablemente arcano
es cáliz destinado al sacrificio
pomposo de los días sepultados
en cieno de nostalgias y embalajes.
Oh, dónde se perdieron las valijas
antiguas y olvidadas y el enigma
creado en el insomnio de lo obscuro.
A dónde recurrir, dónde, vencido,
saciar la sed de agua no llovida,
de eterna soledad sobre el alféizar.
* * *
XII. Sí, cuéntame tus tiempos de geranios,
tus blancos plenilunios en la arena
bruñida por el mar de la bahía
y el tuétano de siglos y memorias.
Sí, háblame de aquellas alboradas
que aún llevas indolentes en los ojos,
de brisas otoñales y veleros
cruzando el horizonte de tu playa.
Sí, dime; yo te oigo y enmudezco
parado ante la voz de aquellas horas.
Yo sé que primaveras en tu boca
son gotas de cristales en la niebla,
mas, háblame y sonríe, no adolezcas
de patios y jazmines nocturnales.
Descifro tus palabras en el éter
cansado que se esconde en tu mirada.
Preludio es que tus sueños prevalezcan
al tiempo y al cansancio y al olvido.
Sí, dime, mientras yo callado observo
la tarde que ensombrece tus arrugas.
* * *
XVI. Ya sabes. Es tan bello este ostracismo,
tenderme junto a ti, sentir tus dedos
rodarme por la piel en esta alcoba
caliente y apartada del vacío…
Lo sabes cuando beso, cuando hiero
tu boca con torrentes de amapolas,
lo sabes cuando busco tu saliva
y toco tus pezones como almendras.
La carne hecha canela, el aire entero
dehesas de ambarinas deliciosas.
Lo sabes que me huelen tus cabellos
cual huelen las higueras en septiembre,
cual huelen los geranios en los patios
y el aire de las huertas tras la lluvia.
Es bello estar tendido, acostumbrado
al musgo de las ingles delicadas,
que sólo el tragaluz sea blanca orilla
del mundo que ahí afuera nos pretende.
* * *
XXII. Me vienes con las manos germinadas
y pétalos de amor entre los dedos,
sin nombre y sin ayer, con la sonrisa
nevada entre los labios de verano.
Me vienes de la luz y traes contigo
el mosto de la piel y frescas uvas
que al mueso de tu carne se revientan.
Hay agua de jazmín en tu saliva
y cielo en el olvido de tus ojos.
Tú llegas hacia mí, pisando nubes,
borrando la memoria con los brazos,
luchando como ángel con la muerte
que observa sigilosa tras los vidrios.
No queda soledad en los visillos
ni oscuros alfileres de ceniza
que puedan destrozar la primavera.
Miremos más allá de los espejos,
al cielo de alas blancas y espumosas
que hay sobre las olas de los puertos.
* * *

XXVIII. El alma de la tarde, la belleza…

Je suis belle, ô mortels! comme
un rêve de pierre
Ch. Baudelaire

El alma de la tarde, la belleza
marchita de la luz en las callejas,
el múrice dorado de las nubes,
los ecos mortecinos que el levante
difunde por trigales y labranzas…
mortales son si mueren con nosotros,
si mueren a los ojos y a la lengua,
al tacto y a la flor de los sentidos,
si un día han de acabar como acabaron
las horas ya difuntas que, sin freno,
capaces de asolar el tiempo, fueron
veloces, fugitivos rayos mudos.
La tumba de los sueños profanada
hoy huele como algas insepultas
que no vuelven al mar con las mareas.
Dejadme contemplar el panorama:
de piedra sueños muertos en sudarios,
la soledad, el viento en las acacias,
los folios del recuerdo y el lamento
de que algo se está yendo para siempre.
* * *
XXX. Dormidas en el ático han quedado
la sombra del reloj en las cortinas,
la brújula del sueño y de las nubes
que giran sin dejar lluvia en las tejas.
He vuelto las vasijas boca abajo
y es blanca soledad lo que derraman
al suelo contagiado de alas secas.
La rosa de los vientos he tomado
naciendo del escombro. Hay un destino
que llama desde el mar y oigo bocinas
silbando entre la niebla que clarea.
Un nuevo sol desnudo se levanta
detrás de los cristales del rocío,
un nuevo mar de índigas espumas
y cándidas ciudades ribereñas.
Recuerdo los naranjos y la aulaga…
Ya es vano recordar, que quiero olvido,
eterno bebedizo de esperanza
y enjambres de hojas verdes en las manos.

De «Ese tren que nos lleva» 1999

Resonante,
jadeante
marcha el tren.
A. Machado

Y ese tren que se va, con ruido alegre
de silbidos y alegres despedidas
lo di ya por perdido.
F. Benítez Reyes

1. No tardes. Si no vienes la tarde es una hoguera
de gélido cansancio, de lluvia sin sentido.
No tardes, que los peces del mar se desorientan,
se van las avefrías camino del otoño.

No tardes. Los jazmines despiertan de la siesta
y vuelven a dormirse callados por la ausencia.
No tardes, que las calles no encienden sus farolas,
ni empiezan en los cines los sueños inventados.

No tardes, que te espero sentado en la reliquia
cansada de mi alma antigua como el vino.
No tardes, no me abras las páginas pintadas
de olvidos y resacas, de nieve en los espejos.
* * *
4. Siempre fuiste viajera golondrina de tardes
que cruzaba mi calle con sus alas de libros,
la mirada perdida y la blusa celeste
de colegio de monjas.
Golondrina de tardes,
te miraba asomado por los vidrios de enero.
Se imantaba mi pecho en aquellas ventanas
apagadas de luces, telegramas de lluvias.

Siempre fuiste viajera y cruzabas mi calle
hacia el blanco ciruelo y las cepas podadas,
hacia un mundo de cañas y macetas azules
donde estaba la casa, nido tibio de invierno.

Vino un tiempo deleble, de siluetas lejanas
y tu casa quedó atracada al olvido
y mecida en la niebla de los muelles borrosos.

Viene el tiempo a su cauce, mariposa invisible,
y volviste volando sin la blusa celeste,
sin los libros del aire y tus alas son otras.

Pero un nuevo temblor resucita en mis labios
y aún revienta la luz en la cal de la calle
desde donde la tarde pensativa se asoma
al balcón de las olas repetidas de entonces.
* * *
7. La luz de cada día de nuevo en la ventana
hiriendo con ventosas los pechos de la aurora,
vaciando de silencio las sábanas del sueño
con trompetas heladas y teclas invisibles.

La luz. Y las maletas detrás de los portales
como perros sin dueños esperando acomodo
en los trenes que arrastran por el hielo los pasos
que conducen al frío temblor de los andenes.

La luz de cada día de nuevo en las ventanas…

La bruma arrinconada detrás del horizonte
espera la llegada constante de los trenes,
y los postes del tiempo, fugitivos espejos,
recorren las lucernas de mis ojos atónitos.
* * *
9. La hueca soledad de ruinas calladas…

Ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo.
Alberto Caeiro

La hueca soledad de ruinas calladas
que se acuesta en las tapias de las casas caídas
por el viento de siglos y las lluvias tenaces,
la misma soledad de búcaro en invierno
que ha llamado a mi puerta y me espera paciente,
sabe bien que es eterna tentación en la umbría
de los muros vencidos que ya nada resisten.

La sorda soledad que conozco hace tiempo,
que ha vivido conmigo en ciudades diversas,
en diversos recintos acotados al musgo.

La soledad desnuda, de pechos prodigiosos
y tentadora boca que llevan al olvido,
la soledad amante, puta súbita y bella
en los vidrios sin brillo, en el cáliz gozoso
de abandono lascivo, ha llamado a mis huesos
y me pide cansancio, y me ofrece un celeste
relicario de sombras.

Soledad o clemencia,
sucesión de los días por las aguas dormidas.

Tomaré la tristeza que me ofrecen sus pechos,
volveré hasta el aljibe de los pájaros dulces,
al incendio de chopos amarillos del alba.
* * *
12. En estas tardes plácidas, las últimas de marzo,
tras meses de avenidas umbrías y de lluvias
en el jardín cerrado, en la casa que abre
sus ventanas al cielo y al verdor de los montes
pendientes de amapolas, te deseo. Te invoco
a la verde marea de viñas encendidas,
al incendio de rosas que me enturbia la boca.

Te llamo y te deseo como llamo al constante
resurgir de las hiedras y a los nuevos paisajes
de la aulaga amarilla.

Te llamo al mar de siempre,
al de las olas blancas y desnudas estelas.

A los juncos te invoco y te invito a la rama
de los pájaros mudos. No tardes. Ven. Te espero
con la luz en las manos y en los ojos la llama
temblorosa de vida.

En estas tardes plácidas,
las últimas de marzo, buscaremos cerezas
en los tolmos del sueño y en los llanos despiertos.
Jugaremos al sol en los campos de aulagas,
en los chopos del aire que al invierno han dormido.
* * *
14. Es día de difuntos, exequias de noviembre…

…yo voy muerto, por la luz
agria de las calles
J.R. Jiménez

Es día de difuntos, exequias de noviembre,
me anudo la corbata y asisto al funeral
del hombre sumergido en tumbas de ladrillos,
del hombre sepultado que asiste a la agonía.

Cuerpos a la deriva por pasillos de insomnio
he visto esta mañana, por las dunas de asfalto
y jardines de hierro; ataúdes de carne
en esquinas heladas. Muertos en las aceras,
todavía calientes, respirando lo hueco.
Muertos en los negocios que producen el oro
que requiere Caronte.

Hoy he visto rebaños
de difuntos al paso que les marca el entierro,
sin dolor ni recelo; el espanto es de vivos
y los muertos no sienten, sólo habitan la nada.

Es día de difuntos, día exangüe de niebla,
cementerio de vivos, columbario de ideas,
es un día cualquiera, como tantos, vacío,
sólo lleno de muertos, sólo lleno de muertos.

Muertos, trenes de muertos disidentes de vida,
empañados del vaho que les ciega el cerebro.

¿La esperanza está viva? Quién nos pone los trenes
sin cabinas ni vías, sin ventanas al viento.

Oh, necrópolis vanas, apestáis al vacío
de las tumbas sin cuerpos. Quién nos pone los trenes…
Olvidad la esperanza, que también dios ha muerto.
* * *
19. A veces el mar tiene un extraño sosiego
que las aves imitan, una incierta conciencia
de la vida que pasa inútilmente bella,
hermosamente vana, calladamente quieta.
Es el mudo deseo de ser hoja en la brisa
lo que emulan las aves. A veces el mar tiene
una cierta tristeza que las aves imitan,
el rotundo vacío de un poniente sin ecos
de veranos antiguos. Es la blanca nostalgia
de la infancia sin prisas lo que emulan las aves.
A veces el mar tiene las ventanas abiertas
y el batir de visillos que las aves imitan,
un aroma de fruta otoñal y madura
en el cesto dormido. Es el lento destino
en espejos de agua lo que emulan las aves.
A veces el mar tiene reflejos de mis alas.
* * *
22. Ponme vino en los labios. Ya no tengo otro afán
que el olvido y la dicha de los líquenes blancos.

El sereno silencio me ha marcado en estigma
con letargo de dioses y crisálidas negras.

Ponme vino en los labios con los tuyos. (La copa
no me importa que sea del color de tu carne
ni del tibio cristal de tus muslos desnudos).

Dame vino en la llave poderosa que abra
las entradas al mar del constante abandono.

Ponme vino despacio a la orilla del sueño
de tal forma que olvide tantos trenes perdidos.
* * *
25. Esa noche bailaron el vals de la ternura
en la casa habitada por recuerdos y cactus,
el vals que sólo bailan los cuerpos solitarios.
Decoraron la mesa con flores encarnadas
y brindaron con besos en las copas antiguas.

Bailaron esa noche un vals hasta el desmayo.
Apagaron las luces y sólo las farolas
testigos fueron albos detrás de las ventanas.

Se pusieron los trajes de los días de fiesta
y bebieron la dicha de los peces del alba.
Y mecieron sus cuerpos como tallos dormidos
en los brazos borrachos de dulzor y diamantes.

Bailaron desde el sueño el vals de la ternura,
tuvieron en la boca las uvas del estío.

En el patio la noche les olía a mimosas
y tomaron la senda de la aurora de mayo
dejando la tristeza desnuda en el armario.

Cogidos de los labios huyeron del escombro.
* * *
26. Tantos días de espera, tantas noches de insomnio…

Tanto aspirei, tanto sonhei, que tanto
De tantos tantos me fez nada en mim.
Fernando Pessoa

Tantos días de espera, tantas noches de insomnio,
tantas cartas trucadas, tantos sueños en tumbas,
tantas fotos guardadas en carpetas perdidas.
Tantas copas en bares refugiando el fracaso.

Tantos trenes lejanos y estaciones cerradas,
tantos besos y tantas despedidas de luna
tanta música rota, tanta niebla sonora.
Tanta lluvia encerrada en aljibes de cal.

Tanta muerte en las alas, tanta vida en la cesta
de papeles usados. Tanto fuego en la nada.

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MI AUTOR INVITADO:  Javier de Bengoechea

Mala es mi sombra, mala…

Mala es mi sombra, mala. ¿Me convino
nacer? Pero nací. O así lo cuentan.
Y si me busco en mí, mis manos tientan
una pared al fondo de un camino.

Yo soy un ser nacido a contra sino.
Los hombres formidables me lamentan.
Aumentan segurísimos, y aumentan
mis posibilidades de asesino.

Soy una solución que siempre yerra.
(Siguen en pie la muerte y sus baluartes.)
Un hospital en medio de una guerra.

Me llamo trece, y me apellido martes.
Pero sé lo que soy: algo de tierra
rodeada de Dios por todas partes.

A una mejilla blanca

( Madrigal póstumo )

Lento el carmín, cayó de su mejilla.
Ya se apagó ese pétalo de fuego.
Ya no es la sangre más desasosiego
que el de saberse quieta y amarilla.

Aquella de antes, ágil y sencilla,
es esta dura realidad de luego.
Jugó la rosa a terminar. Yo juego
a lamentar su lenta maravilla.

Ahora todo es igual de diferente:
la llamarán como antes la llamaban,
la olvidarán inolvidablemente…

En un principio fue lo que se acaba.
Sigue siendo lo mismo. Solamente
que ya no está una rosa donde estaba.

Ahora, sí

Ejercicios de amor, los que ahora hago,
y los que hacen conmigo. Sacrificios
sin duda, y de dudosos beneficios.
Hoy, mérito es amar. Ayer, halago.

Antes, cuando los cisnes sobre el lago,
amante era el mejor de los oficios.
La humanidad, delicias y delicios
pagándose con besos. No era pago.

Dichosa aquella edad, pero se acaba,
y el aquel -nunca más– de todo ello…
Se amaba, ¿de verdad?, pero se amaba.

Porque el labio era rojo y era bello,
deseaba, buscaba, y lo besaba.
¡Y amor, Dios mío, amor llamaba a aquello…

LA INOCENCIA PERDIDA [Mi poema]
Carlos Drummond de Andrade [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Yo quise ser inocente
pero a mi no me dejaron
los que dicen que me amaron
y en mi entorno mucha gente.
Los que alababan de frente
criticándome a escondidas
con sus miradas perdidas
y su gesto intransigente.

Los mismos que adoctrinaron
cual si fuera sanguijuela,
que eran maestros de escuela
y en mis sueños se mearon.
Aquellos que disfrazados
a mi consciente asaltaban,
los que a dios siempre pintaban
perdonando los pecados.

Pues mejor me hubiera ido
si contaran la verdad,
que el mundo es zafio y mendaz
así fuera un descreido.
Y evitar me hubiera reido
sin cesar de tantos cuentos
y enfrentarme ya a lamentos
sin perderme en un descuido.

Que he perdido la esperanza
y más fuerzas ya no tengo
y en dudar ya me entretengo
mientras bailo en esta danza.
Y no sé si voy o vengo,
si en un pozo me he caído
si ciego soy y a mi oído
de escucharle ya me abstengo.
©donaciano bueno

#Inocente, inocente... Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Drummond de Andrade

Los que sufren

Las plantas sufren como nosotros sufrimos.
¿Por qué no habrían de sufrir
si esta es la llave de la unidad del mundo?

La flor sufre, tocada
por la mano inconsciente.
Hay una ahogada queja
en su docilidad.

La piedra es sufrimiento
paralítico, eterno.

Nosotros -animales- no tenemos
ni siquiera el privilegio de sufrir.

No, mi corazón no es más grande que el mundo…

No, mi corazón no es más grande que el mundo.
Es mucho más pequeño.
En él no caben ni mis dolores.
Por eso me gusta tanto contarme a mí mismo
por eso me desvisto, por eso me grito,
por eso frecuento los diarios,
me expongo crudamente en las librerías:
necesito de todos.
Sí, mi corazón es muy pequeño.
Sólo ahora veo que en él caben los hombres.
Los hombres están aquí afuera, están en la calle.
La calle es enorme. Más grande, mucho más grande
de lo que yo esperaba.
Mas en la calle tampoco caben todos los hombres.
La calle es más pequeña que el mundo.
El mundo es grande.
Tú sabes como es grande el mundo.
Conoces los navíos que llevan petróleo y libros, carne y algodón.
Viste los diferentes colores de los hombres,
los diferentes dolores de los hombres,
sabes cómo es difícil sufrir todo eso, amontonar todo eso
en un solo pecho de hombre… sin que estalle.
Cierra los ojos y olvida.
Escucha el agua en los vidrios tan calmada. No anuncia nada.
Sin embargo, se escurre en las manos,
¡tan calmada! va inundando todo…
¿Renacerán las ciudades sumergidas?
¿Los hombres sumergidos -volverán?
Mi corazón no sabe.
Estúpido, ridículo y frágil es mi corazón.
Sólo ahora descubro cómo es triste ignorar ciertas cosas.
(En la soledad de individuo
desaprendí el lenguaje
con que los hombres se comunican).
Otrora escuché a los ángeles, las sonatas, los poemas,
las confesiones patéticas.
Nunca escuché voz de gente. En verdad soy muy pobre.
Otrora viajé por países imaginarios, fáciles de habitar,
islas sin problemas, no obstante exhaustivas
y convocando al suicidio.
Mis amigos se fueron a las islas.
Las islas pierden al hombre.
Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo está creciendo todos los días,
entre el fuego y el amor.
Entonces, mi corazón también puede crecer.
Entre el amor y el fuego,
entre la vida y el fuego,
mi corazón crece diez metros y explota.
-¡Oh vida futura! nosotros te crearemos.

No lo hagas

Carlos, fácil, amor
es lo que ves:
hoy un beso, mañana nada,
y el siguiente día es Domingo
y por Lunes, quién sabe
qué sucederá.

Tonto, deberías resistir
o matarte, aún.
No lo hagas, Oh, no lo hagas.
Guárdalo todo para
la fiesta de bodas, nadie sabe
cuando vendrá,
o aún si vendrá.

Amor, Carlos, hijo de la Tierra,
pasaría la noche contigo
y, vencidas tus hesitaciones,
dentro crecería una maravillosa barahúnda:
rezos
estéreo
santos bendiciéndolos
avisos para las mejores marcas de jabón,
una barahúnda nadie sabe
de dónde, qué por qué.
Aún caminas
melancólico, vertical.
Eres la palmera, eres el grito
que nadie escuchó en el cine
y las luces se apagaron.

Amor en la oscuridad -no- amor por día
es siempre triste, Carlos, mi hijo,
pero no le vayas a contar a nadie,
ellos no saben y no tienen que
saberlo.

Permanencia

Ahora recuerdo uno, antes recordaba otro.

Día vendrá en que ninguno será recordado.

Entonces en el mismo olvido se fundirán.
Una vez más la carne unida, y las bodas
cumpliéndose en sí mismas, como ayer y siempre.

Pues eterno es el amor que une y separa, y eterno
el fin
(ya comenzara , antes de ser), y somos eternos,
frágiles, nebulosos, tartamudos, frustrados:
eternos.

Y el olvido todavía es memoria, y lagunas de
sueño
cierran en su negrura lo que amamos y fuimos
un día,
o nunca fuimos y que con todo arde en nosotros
a la manera de la llama que duerme en la leña
apilada en el galpón.

Procura de la poesía

No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.

Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.
(Versión de Manuel Graña Etcheverry)

Reconocimiento del amor

Amiga, cómo carecen de norte
los caminos de la amistad.
Apareciste para ser el hombro suave
donde se reclina la inquietud del fuerte
(o que ingenuamente se pensaba fuerte).
Traías en los ojos pensativos
la bruma de la renuncia:
no querías la vida plena,
tenías el previo desencanto de las uniones para toda la vida,
no pedías nada,
no reclamabas tu cota de luz.
Y te deslizabas en ritmo gratuito de ronda.
Descansé en ti mi fajo de desencuentros
y de encuentros funestos.
Quería tal vez -sin percibirlo, lo juro-
sádicamente masacrarte
bajo el hierro de culpas y vacilaciones y angustias que dolían
desde la hora del nacimiento,
estigma desde el momento de la concepción
en cierto mes perdido en la Historia,
o más lejos, desde aquel momento intemporal
en que los seres son apenas hipótesis no formuladas
en el caos universal.
¡Cómo nos engañamos huyéndole al amor!
Cómo lo desconocimos, tal vez con recelo de enfrentar
su espada reluciente, su formidable
poder de penetrar la sangre y en ella
imprimir una orquídea de fuego y lágrimas.
Pero, él llegó mansamente y me envolvió
en dulzura y celestes hechizos.
No quemaba, no brillaba, sonreía.
No entendí, tonto que fui, esa sonrisa.
Me herí con mis propias manos, no por el amor
que traías para mí y que tus dedos confirmaban
al juntarse a los míos, en la infantil búsqueda del Otro,
el Otro que yo me suponía, el Otro que te imaginaba,
cuando -por agudeza del amor- sentí que éramos uno sólo.
Amiga, amada, amada amiga, así el amor
disuelve el mezquino deseo de existir de cara al mundo
con la mirada perdida y la ancha ciencia de las cosas.
Ya no enfrentamos al mundo: en él nos diluimos,
y la pura esencia en que nos transmutamos perdona
alegorías, circunstancias, referencias temporales,
imaginaciones oníricas,
el vuelo del Pájaro Azul, la aurora boreal,
las llaves de oro de los sonetos y de los castillos medievales,
todos los engaños de la razón y de la experiencia,
para existir en sí y para sí,
con la rebeldía de cuerpos amantes,
pues ya ni somos nosotros,
somos el número perfecto: Uno.
Tomó su tiempo, yo se, para que el «Yo» renunciase
a la vacuidad de persistir, fijo y solar,
y se confesara jubilosamente vencido,
hasta respirar el más grande júbilo de la integración.
Ahora, amada mía para siempre,
ni mirada tenemos para ver, ni oídos para captar la melodía,
el paisaje, la transparencia de la vida,
perdidos como estamos en la concha ultramarina de mar.

Unidos por las manos

No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos unidos por las manos.

No seré el cantor de una mujer o de una historia,
no hablaré de suspiros al anochecer,
del paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el presente tiempo, los hombres presentes,
la vida presente.

Vamos, no llores…

Vamos, no llores…
La infancia se ha perdido.
La juventud se ha perdido.
Pero la vida aún no se ha perdido.

El primer amor ya pasó.
El segundo también pasó.
El tercer amor pasó.
Pero aún continúa vivo el corazón.

Perdiste a tu mejor amigo.
No realizaste ningún viaje.
No posees tierra, ni casa, ni barco,
pero tienes un perro.

Algunas duras palabras
en voz tenue, te golpearon.
Esas, nunca, nunca cicatrizan.
Sin embargo, ¿existe el humor?

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YA NO ERA UN NIÑO… [Mi poema]
Alfredo Silva Estrada [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo un día comprendí que no era un niño,
-tanto tiempo hace ya que no recuerdo-,
jugaba a no jugar, a ser ya cuerdo,
dejando y al pasado haciendo un guiño.

Debía de dejar en la estacada
-en esa disyuntiva me entretuve-
a ese tiempo que anduve en una nube,
el niño al que le dan una pedrada.

Fue un tiempo en que yo andaba a la deriva
sin brújula ni luz ni referente,
dudando en navegar contracorriente
sorbiéndome los mocos y saliva.

Y aún dudo si ando allí que ya me pierdo
y en esa alternativa sigo anclado,
si estoy en ese impasse o he superado
que nadie me pregunte, no me acuerdo.
©donaciano bueno

Es ese día en que #dudas si aún eres un niño o ya un adulto? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Alfredo Silva Estrada

SENTIDO

Sintiendo en el instante creemos:
no hay arriba ni abajo,
igual cuando nada surge
(pero habitamos con acento)
E igual se afirma
arriba, abajo, en el centro,
el necesario resurgir. Y sentimos
la negación destrozada, acento.
Acentuándose, sintiendo el macizo remoto
¡que vértigo en las manos!
cerradas, abiertas
al estar así sintiendo
lo rugoso, lo liso. Y jamás volver a sentir
esta calma reconocida en el vértigo.
No está en las manos.
Tan simplemente cóncava, está. Y sentimos
aquí, hasta remotamente. Sintiendo
ilímite recreándose nos cerca
más allá y en los párpados. Recreación.
Y se retrae
pues quedamos a nivel desbandado
sosteniendo y sostenidos
por lo que permanece retraído y surgiendo.
Sentir esto sólo
y no dice la lengua su sentir.
Variación saboreada
del saber del sabor en la lengua
sintiendo lo intransferible. A solas
y a nivel desbandado
sintiendo todo siempre extraño.
Y los ojos ¿en qué contacto intransferible?
Casi visión
sentir el aire siempre extraño
hasta el olvido de la asfixia.
Sintiendo, olvidamos. Otro sentido
a nivel desbandado nos atrae. Ni disensión
ni tropos es la sed del sentido por hallarse
instando, acentuándose, conduciéndonos
sin posesión en el sentir.

EN LOS UMBRALES

En los umbrales
Ante puertas erectas
No hay desgaste
apenas plenitud
Ni barniz cuarteado ni leño carcomido
Ni rostro oculto tras el rostro
Serenidad apenas
Nadie insinúa en la noche
Los relieves del día no vivido
Nadie graba en lo oscuro
Borrosos frutos
Estás allí erguido como nunca
Bajo las vetustas arcadas
Y los puentes de un antes que se esfuma
Estás allí
En todos los lugares comunes rezumantes
Los sexos
En recios extravíos y entre los surcos suavizados
¿Quién lo afirma junto al ciprés más hendido y tanta hierba inquebrantable?
Frente a frente posible
Por este día en vislumbres que se arriesga en el júbilo

LA POESÍA

La Poesía desde el amanecer

Abrir esta ventana
Y celebrar el pan
Y nuestro amor con horizonte

Y la cosa aquí no ha aparecido

Una visión de nunca
por instantes
en el ahondado reposo del latido
captando hasta los poros
se arroja a un delirio de piedra.

Y en la continuidad perseguida
de la ráfaga fantasmal tendida al sueño
ábrese el desnivel de la significación desterrante.

El reposar golpe,
golpea sobre la tierra celadora
la develación de la muerte.

Más solo un eco ambiguo responde:
dar paso, asentir, aguardar
en la extinguida conjetura
el muro por siempre habitable
y el azar de par en par al fin
como una puerta amiga.

VA LIBRE DE MÍ MISMO

Va libre de mí mismo y de sí mismo
Y me ilumina y canta
Juntos sobrevivimos
Sobre el tropel de la ciudad ahogada en su inmundicia
Entre andrajos el tiempo es aire libre
Descubriendo la inocencia de un rostro
Y el instante
Cuarteado de estampidos
Es la huella continua
La pisada desnuda que se afirma junto a los sumideros de la nada
Los tajos del olvido
Las fracturas de ausencia
En mi insomnio respira su escritura
Desde ruinas de sueños hacia futuros horizontes olvidados
En la erguida constancia de la sangre
Sostenido feliz a flor de horario
Horas hechas de humus
De estrellas que se hunden con la rueda atascada
Y vuelven con el eje el diamante y el ajo
Horno a plena intemperie su latencia de fuego
Vertiente y lactescencia de un ritmo constelado
Cuerpo
Transpiración de la página
El ser en su comienzo sin nombre sin imagen
Y la meditación
Un halo apenas sobre las mieses
Las sienes en las cumbres
Las voces subterráneas.

ACERCAMIENTOS

Por momentos
brechas apenas sobre la indiferencia rocosa
por momentos
en un paso al descuido entre dos piedras silenciosas
por momentos
¿de qué tiempo aún no vivido
como si respirásemos olvido inabarcable?
por momentos
franqueamos la niebla conjetural
y llegamos a ver

como si el origen fuera cosa
como si el destino fuera cosa
llegamos a ver nuestro propio despojo
nuestro despojo inmóvil invadiendo la memoria
nuestra memoria desmembrada
el despojo agrandado en el desvelo de ver

ver
olvidándonos en un vilo sin tensión
olvidados
de la apetencia que levanta su ráfaga continua
su ráfaga continua de espacios habitados
habitamos por momentos
nuestro despojo inmóvil desplazando la memoria
nuestro despojo excedido en el desvelo de ver
nuestro despojo en vilo
en vilo sin tensión entre dos piedras silenciosas
y todo lo que fuimos cae en escoria de niebla
en exaltación traspasada por la suficiencia total
la indiferencia total sin fundamentos
brechas apenas
una visión rocosa traspasa hasta el sin sentido del abismo
y todavía
los huesos que comprenden el movimiento
la respiración que no comprende la respiración
y un ansia de escrutar la evidencia del tiempo

en la desierta conjetura la evidencia del despojo

en un reposo donde la respiración no es reposo
la muerte simplemente
la muerte en bloque de tierra sin promesas
como una cosa sola
como esta niebla de súbito rígida y deshecha
entre dos piedras silenciosas

palpamos
nuestro despojo inmóvil desplazando la memoria
sin pavor ¿con qué manos?
en el rechazo de quimeras la evidencia del despojo
la evidencia del despojo en una niebla rígida

la niebla conduce la visión como una cosa sola
como las brechas ciegas
como si el origen fuera cosa
como si el destino fuera cosa vivida por momentos sin vislumbres
mientras en ráfaga continua
una vislumbre insiste entre dos piedras silenciosas

la niebla empece el desvelo de ver
los sentidos golpean el sin sentido
la aspiración sobre el bloque de tierra sin promesas
sobre las brechas ciegas
el balbuceo de vuelo indescifrable
nos abarca para decir la muerte
mientras la muerte se dice en nuestra aspiración extenuada
en la memoria desmembrada por el desvelo de ver
de ver e interrogar nuestro propio despojo
excedido entre dos piedras silenciosas.

DE UN NAUFRAGIO

Sola en el vado está la proa. Incapaz de rehacer el naufragio,
ya remota extensión sin sosiego.

Emergerán los peces con un girar de llaves recobradas,
defensoras del templo.

(Oh las gradas del órgano.
El ábside expandido como gallo hacia el alba.
El vitral que aventura cometas
por un cielo de hiedras y de arañas)

Mas estarán perdidas las noticias boscosas.

Un niño habría salvado los espectros.
Y el timón carcomido ajustado a la tabla final
nos cantaría su barca,
sabedora de riesgos.

O los restos humanos hinchados en el cejo,
lejos hoy del estertor de sus arranques,
libertarían pupilas de resina
y hondo bullir de insectos,
nacidos del desgaste.

Allá en el vado sola está la proa.
Un pájaro se inmola en su brasa de canto.

DESNIVEL

Tener que encarar esta magia a la inversa
esta magia que no restituye
que solo hurta

Este fasto de un fuego que solo sabe extinguirse
que solo labra el sedimento de las lágrimas
que solo deja imágenes en el desorden de la memoria
y en el desorden de los sueños

Tener que encarar la magia escueta
desde el abrupto
irreductible desnivel
de este telón de fondo que de repente engulle la escena de los cuerpos

Ceder, construir
con el sedimento de las lágrimas
y la indigente provisión de la memoria y de los sueños
la conjetura vacilante, la raída pregunta
el único futuro que a veces nos sostiene

ANTE MI PADRE MUERTO

I
¿Qué decir ante mi padre muerto?

Que lo diga la lejanía que interroga
Cuando canta el pájaro porque sí.
En la rama no importa si a punto de caer
Y brilla el sol
Y lucen los frutos como escarcha de artificio
Y sentimos que no sufrimos bastante frente al espectro abrupto
Frente a esta cosa vuelta abismo
Casi a tono con el dolor tajado de asombro
Ante mi padre muerto

II
¿Cómo decir este despojo bajo el cielo?

Balbuceo sin saber
Sobrecogido de saber y no saber aún
Niño tanteando entre el aire que acompañó el vagido

Pesa el cielo sobre este rostro muerto
Pesa con todo el peso del espectro
Y me pesan sus párpados entre el cielo y la tierra

III
¿Cómo decir cómo pesaban sus manos bajo el cielo denso?

Todo el cúmulo del cielo
Sobre sus manos que sabían hacer la estancia
Las manos recogidas en el tiempo hacedor

Sus manos que hoy gravitan sobre el pecho roto
Mientras llora mi pecho respirando aires vivos

IV
Solamente la lágrima cuajada, detenida
Para mirar de frente
A través de fugaces aristas
La muerte de mi padre

¡Pobre amparo del dolor en la palabra
En la palabra huérfana!

Que escriba esto el silencio
O el cielo balbuciente en la lágrima

DESLUMBRAMIENTOS DEL ORIGEN

Deslumbramiento del origen
En el espacio del balbuceo asombrado

Hoy todavía la voz en el repliegue germinante

Hasta llegar al fondo regresas
Tocas fondo

Se alumbran extensiones fértiles

Padre y madre sonrientes en la piedra angular

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Manuel Alcántara

Biografía –

Lo mejor del recuerdo es el olvido…
Málaga naufragaba y emergía…
Manuel, junto a la mar, desentendido;
yo era un niño jugando a la alegría.

Ahora juego a todo lo que obliga
la impuesta profesión de ser humano,
y a veces, al final de la fatiga,
enseño a andar palabras de la mano.

Ser hombre es ir andando hacia el olvido
haciéndose una patria en la esperanza;
cuerpo a cuerpo con Dios se está vendido
y a gritos no se alcanza.

(Dentro de poco se dirá que fuiste,
que alguien llamado así, vivió y amaba…)
Ser hombre es una larga historia triste
y un buen día se acaba.

Desde mis veinticinco historias vengo.
Nada me importó nada.
Pero cualquier capítulo lo tengo
miniado en letra triste y colorada.

Un hombre hecho y deshecho
os habla. Soy distinto cada año.
Tengo un desconocido por el pecho.
Sí. Miradme a los versos. No os engaño.

Tengo el sombrío bosque de la frente
esperando que llueva;
mientras, el alma suena bajo el puente,
y cuando el alma suena es que a Dios lleva.

Vuelvo a andar el camino desandado
y en mi paso resuenan las cadenas.
Recuerda el corazón acostumbrado…,
¡qué buen fisonomista de las penas!

Unas pocas palabras me mantienen:
duda, esperanza, amor… Siempre me pierdo…
Amor, duda, esperanza… Siempre vienen…
La ilusión, si la he visto no me acuerdo.

Lo mejor del recuerdo es el olvido…
Málaga naufragaba y emergía…
Manuel, junto a la mar, desentendido;
hubo una vez un niño en la bahía.

Y un hombre hay de pie sobre mis huellas,
indefenso y sonoro, a ras del suelo,
que se irá mientras hacen las estrellas
propaganda de Dios allá en el cielo.

QUIZÁS NO SEA QUIEN [Mi poema]
Iñaki Ezkerra [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Quizás no sea quién para decirte
que el mundo es un paraje de cuidado,
o es posible ya lo hayas comprobado
y quieras a ti mismo maldecirte.

Que hay gentes que desean poner puertas
y hay otros que quisieran plantar rosas,
o echar sus excrementos a las fosas
limpiando la hojarasca de hojas muertas.

No tengo yo el apósito o vendaje
tampoco nadie tiene una pomada
y nadie a mi al llegar me dijo nada
que hubiera que cuidar de este paisaje.

Ocurre entre el follaje y el desierto
iguales, sin embargo tan distintos,
los dos son del paisaje variopintos,
el uno con futuro y otro muerto.

Mas ya que estoy aquí, cuido mi huerto
al resto ¡que le zurzan, vayan dando!,
me siento a disfrutar. Voy navegando
llevando mis amarras a buen puerto.
©donaciano bueno

Comentario: Los hombres somos animales depredadores, matamos para comer, arrancamos vegetaciones para construir…etc…Todo sea por el progreso. Y la realidad es que de pronto viene un cataclismo y nos deshace lo que se ha hecho. Mi opinión es que debe mantenerse un equilibrio. Ni hacer caso a los agoreros del fin del mundo y tampoco abusar para saltarse las mínimas normas. 

MI POETA SUGERIDO:  Iñaki Ezkerra

Extrarradio

Has venido a perderte en este barrio
donde la luz y la ciudad se cansan
de tanto prolongarse. A cada paso
y a través de la goma
caliente de tus suelas
y palpas las fracturas y las llagas
de un suelo desahuciado
de muerte. Alguna lata está rodando.
Te detienes. Con una extraña prisa,
has visto algún camión –por la ribera-
latir bajo el bombeo de sus toldos.
Has venido a perderte. Muere el ronco
bramar de los motores. Se detiene
Alguna lata ahora. Es el momento
de cruzar a la muerte. Eres orilla.
Este mundo es la orilla de este mundo.
Por colinas de escombros
tu soledad asciende.
Las plantas de tus pies mantienen diálogos
con las piedras y los cascos de cerveza
que en el barro se clavan, duro y húmedo.
Hiere un balón en la tarde. En la explanada,
sucede la yerba a un legendario asfalto.
Unos autos de choque,
suena un disco,
la voz de un cantante ya pasado de moda…
Intentar la juventud
es ya de la vejez signo iniciático. Envejecen
los coches, las canciones…, mientras duran
las gárgolas, los bustos,
las logias y los templos, antiguos de antes
que nadie los soñara. Tú has venido
a perderte. De ti apartas los ojos.
Sin esperanza, crecen, venciendo al horizonte
de tu memoria muerta,
tulipanes endémicos.
Anochece. Tus suelas son dos hielos.
Has venido a perderte en este barrio.

Puente levadizo

Ya no se volverá a partir en dos
el puente como un lento y ordenado seísmo.
Ya no contemplaremos la rutinaria catástrofe
de naipes que era el paso de algún barco.
Tenía algo de rito colectivo,
bendición pontificia o funeral
aquella operación siempre imprevista
que se mentaba con una solemnidad
de natural apenas perceptible.
“Están abriendo el puente” se decía
dentro de un autobús o de algún taxi,
desde un balcón, una ventana, un bar
o una de las orillas de la ría.
Se decía con ese tono grave
a su pesar del prodigio asumido,
con espontaneidad y con fastidio acaso,
sin poesía alguna,
sin sospechar el poema que habitaban
los cientos de automóviles en fila,
los peatones junto a las barreras,
la ciudad detenida unos instantes
en el tiempo del mito
mientras en medio del paisaje estático
la chimenea o el mástil avanzaban
de una imposible Argos con graffitis
escritos por un pez: Líneas Pinillos.
Sólo algún tren, con discreción cumpliendo
su guardia horizontal y rutinaria
por una realidad puesta en peligro,
mostraba ante ese sueño su licencia
y seguía su ruta de hierro, inalterable,
bajo la maquinaria
secreta del hechizo.
“Están abriendo el puente”, farfullaban
un chófer, un transeúnte, un camarero
mientras secaba un vaso con consciencia
de que era aquél un contratiempo mágico.
Y desde los autobuses y los taxis
y desde las ventanas y desde los balcones
y desde los bares
y desde las barandas
todos los transeúntes y los chóferes
y los ejecutivos y los niños,
en silencio, con resignación leve,
con aquella familiaridad
solemne, casi con recogimiento,
padecían la fantástica visita
de ese Abaddón benigno e industrioso.
Y así, tan cerca como el pavimento
oblicuo y las aceras verticales,
nadaba en la metrópoli el mercante,
sentíamos quizá poder tocar
al fantasmal pasaje, tan atónitos
los unos y los otros por esa proximidad
desconcertante y breve.
Y así, como un cajón de autómatas
que acciona una moneda, recobraba
de pronto la ciudad su movimiento,
las hileras de coches, la afanosa multitud,
pisando con rencor esas alas de asfalto
que ya se hallan selladas para siempre;
la realidad pisando igual que lo hacen hoy
exactamente, como si el milagro pudiera acabar aún de repetirse.

LOS POEMAS DE EL VIGILANTE

EL VIGILANTE I

Quizá el alcohol
o la onírica lógica de la madrugada,
la oscuridad maligna de aquel pub mitológico
que todos frecuentábamos,
la neurosis que allí imponía el jazz.
No sé quién o qué le otorgaría ese papel
de obsceno Vigilante presto a fiscalizar
los besos, las caricias, las sonrisa alelada
que ella me dedicaba o le dedicaba yo,
las miradas de entrega que ambos nos dirigíamos,
y las que planeábamos
o sólo recordábamos
e incluso aquellas otras que ambos nos conteníamos,
aquella ilusión limpia que él envilecía
con levantar su acta notarial en la sombra.

No sé quién le nombró El Vigilante ni qué.
Quizá los focos del local, que abolían
toda neutralidad en la mirada,
todo espacio entre los cuerpos,
para sustituirlo por auras de culpa, celos, fiebre,
dolor esencial e infierno humano,
como un lienzo de Munch.
Quizá la reverencia rencorosa y cínica
de alguno de aquellos camareros espectrales.
Quizá mi propia edad e inexperiencia.
O que ciertamente era un viejo y fiel amigo
de ella y de su cónyuge ausente.

EL VIGILANTE II

Desafiar al Vigilante me estimulaba, lo confieso.
Mirar a su protegida con una ternura súbita
que a él le debía de parecer intolerable,
proponerle bailar, llevarla por las zonas
más sombrías de aquel antro decadente
donde en otras noches reinaba otro orden
para que él nos siguiera con sus pupilas afiebradas,
sus trajes exiliados de una boda conclusa,
tropezando con las parejas y con los camareros
como el detective que intenta entre la multitud
detener el inminente asesinato.

Qué terrores, qué culpas enterradas
de la infancia, qué delitos mitológicos,
qué inconfesos pecados lograba endilgarme
la sola mirada de escándalo
y de horror y de vergüenza
de aquel tipo entrañable.
Miraba a nuestra historia de amor El Vigilante
como a un incesto, como se mira a una escena
de necrofagia o estupro. Miraba de tal modo
a los catorce años que su amiga me llevaba
que no sé cómo ella misma no se dio por ofendida
en lugar de solicitar su complicidad y su silencio
para la aberración de sucumbir a mis brazos.

Nunca llegué a saber si la vigilaba a ella
o a mí. Y en esas ambigüedades
siniestras residían sus poderes difusos,
su papel de extravagante chambelán de una corte
que resplandecía sólo en la madrugada negra
y se esfumaba en la luz tibia e inaugural;
que elevaba a mi amante a la categoría
de majestad de los neones y tugurios
y a la vez la humillaba condenando su exceso.

Retarle me estimulaba, sí, pero en el luego
venían de golpe todos los remordimientos juntos.
Yo no sé con qué edipos y electras ya luchábamos
en la azulada hora de escapar en los taxis.
Leopoldina, el edén y la insania de sus besos,
las maldiciones, las leyes,
los tabús que ambos habíamos
quebrantado de toda la civilización
se cernían en la pesadilla ebria
y en la realidad aflorando como una gran resaca.
¡Pero Dios mío, qué he hecho! ¡Qué es lo que he
[hecho!
¿Podrá alguna vez El Vigilante perdonarme?

EL VIGILANTE III

A veces El Vigilante me daba lecciones
de cómo debía tratar a Leopoldina.
No haberla conocido, como él, a sus veinte años
era ya una irrefutable demostración
de inmadurez y de que no la merecía.

Todo lo que no sabía de ella
era una prueba contra mí,
torpeza y signo de mi gran inexperiencia,
algo de lo que yo era responsable
y debía arrepentirme.
Todo el amor y la ilusión y el ansia
que en mí aquel solo nombre convocaban
podrían ser utilizados en mi contra
como les ocurría en las películas
a los detenidos del FBI.
Y mientras mi sentencia se iba dibujando
en gruesos expedientes con rigor vedados
a mi mirada ingenua y limpia
yo babeaba esas sílabas borracho por los bares,
las calles recién regadas, los garitos.
Leopoldina: el nombre que se enredaba
con los hierros de las puertas modernistas
y la piedra ondulada, blanda, orgánica
de La Pedrera y del Parque Güell.

¡Sería hijo de puta El Vigilante,
que llamaba inmadurez a no haberla
conocido a su edad!

EL VIGILANTE IV

A veces El Vigilante me daba bola
y se concedía un descanso
en su papel de amigo fiel del marido,
de confidente que conocía sus debilidades de ella
y tenía que protegerla de sí misma,
hacer de socorrista incondicional,
de guardaespaldas,
de Primer Ministro de su majestad la Reina
por una suerte de juramento que sólo él se había
[impuesto.

A veces actuaba ante una mirada mía lánguida,
ante una confidencia
bochornosa a la que yo me atrevía
como si me la perdonara por esa vez
y no me lo apuntara en si libreta,
como dando a entender
con una chusca complicidad masculina
que no coincidía con su estilo afeminado y sectario
que aquellos besos corrían de su cuenta.

Y esa permisividad para conmigo,
sin duda interesada, denotaba la falta
de categoría humana y de razón de El Vigilante,
su abyección,
su capacidad para dejarse sobornar,
que lo atormentaba y de la que se vengaba en mí,
sus mala conciencia que afloraba
en su virulencia repentina y alcohólica.

Yo era más joven que El Vigilante.
Me llevaba diez años.
Diez años más que su mirada fiebrada de borracho
[eterno,
de centinela que se duerme.
A veces a El vigilante había que llevarle a su casa
en un taxi.
Y entonces nos quedábamos solos
y empezaba la angustia.

EL VIGILANTE V

Habían pasado quince años desde aquello
y El Vigilante ya sólo era un hombre acabado,
la sombra de lo que creyó ser.
Lo vi bajo los focos ambarinos
e igualmente demoníacos de otro decadente bar
diferente de aquel del que lo habían desahuciado
por dictamen del tiempo y de los mitos.

Encontré a El vigilante, gordo, hinchado, calvo,
desesperado en su orgía de letras de salsa repetidas,
de vasos de tubo con un vaho recalentado
y con un prologado culín de tedioso whisky
en el que se reflejaba su cansancio, su hastío,
su inquina hacia el mundo y las vidas de los otros,
la alopecia o una sonrisa rencorosa y fea.

Dos palabras, su modo de apoyarse en la barra,
sirvieron para darme noticia de su exilio,
de que había perdido el favor de Leopoldina
como un cortesano desgraciado
perdiera la protección de su emperatriz.
Estaba acabado, sí, pero en sus ruinas
El Vigilante seguía retorciéndose y odiando
mi respiración o mi modo de nombrarla
como odiara años antes
la turbación, el ansia, la arrogancia jóvenes
o la dicha inexperta con las que yo la amé.

De nuevo noté el rencor de El vigilante,
su afán de recuperar aquel infame dominio
que tuvo sobre mí o mi situación precaria.
De nuevo noté su improcedente rabia
y su babosidad
en el aliento como en la voz que me acercó al oído,
orquestadas por un agua de cisterna
en unos urinarios
–“¿Sigues enamorado de Leopoldina?”–
mientras meábamos juntos.

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NADIE ME LO DIJO [Mi poema]
Horacio Quiroga [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si a mí al nacer me hubieran advertido
que iba a morir al cabo de unos años,
no me hubieran venido con engaños
contándome falacias. Si el sentido

que da Dios a la vida no existiera,
y así que el mismo Dios tampoco exista,
yo es posible que corto sea de vista
o he dejado robarme la cartera.

Que a quien fuera que a mí me hubiera hecho
le hubiera retirado ese permiso
culpando de abusar de mi derecho.

Pues no supe al lugar al que venía
renuncio aquí a vivir. Mi compromiso
es nulo al ocultarme prescribía.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Horacio Quiroga

Tu agonía

La tarde se moría y en el viento
la seda de tu voz era un piano,
y la condescendencia de tu mano
era apenas un suave desaliento.

Y tus dedos ungían un cristiano
perdón, en un sutil afilamiento;
la brisa suspiró, como en el cuento
de una melancolía de verano.

Con tu voz, en la verja de la quinta,
calló tu palidez de fior sucinta.
La tarde, ya muriendo, defluía

en tu sien un suavísimo violeta,
y sobre el lago de tersura quieta
los cisnes preludiaron tu agonía.

El juglar triste

La campana toca a muerto
en las largas avenidas
y las largas avenidas
despiertan cosas de muertos.

De los manzanos del huerto
penden nucas de suicidas,
y hay sangre de las heridas
de un perro que huye del huerto.

En el pabellón desierto
están las violas dormidas;
¡las violas están dormidas
en el pabellón desierto!

Y las violas doloridas
en el pabellón desierto,
donde canta el desacierto
sus victorias más cumplidas,
abren mis viejas heridas,
como campanas de muerto,
las viejas violas dormidas
en el pabellón desierto.

Combate naval

Flamean en el aire los gallardetes
sobre el viente vacío de inflados foques
y aúna el centelleo de sus estoques
la vanguardia marina de los cadetes.

Repercute en el pomo de los floretes
la arterial valentía con claros choques,
y en el salón distante suenan los toques
de un hipnótico dúo de clarinetes.

Y comienzan de pronto las desazones:
Más alto que el reflejo de los cañones
se extienden en la bruma los catalejos;

y más alto que el humo del carbón de hulla
alza el clarín su grito, y el bronce aúlla
a la mancha de sangre que ve de lejos.

Noche de amor

Noche de amor. Bajo la sombra cómplice:
La ingenua tentación. En la arboleda
El motivo de vida va pecando
Como un ensueño de precoz histeria,
Hay quemantes sudores en las pieles:
Sorda germinación en las arterias;
Protestas en las curvas no labradas
Y en tu pupila audaz, francas ofertas.
La idealidad se tiñe de rubores
Como un pálido lirio, de vergüenzas:
En los lechos abiertos y manchados
Se tiende la pasión. La noche arquea
Su gran complicidad sobre la falta;
El lirio de tu sexo se doblega,
Y señala tu carne temblorosa
El índice fatal de mis torpezas.
¡Oh la sed de mis labios, cuyos besos
Recargan la intención que nos rodea!
¡Oh el carmín de tus labios, cuyo orgullo
Palidece al fulgor de tus caderas!
Dame tu cuerpo. Mi perdón de macho
Velará la extinción de tu pureza,
Como un fauno potente y pensativo
Sobre el derrumbe de una estatua griega.

Las pantallas de fátima

Niebla y paisaje. Vago hemisferio
que marca un lírico planisferio;
noche de noches y de zafires
sobre la ruta de los fakires;

luna que azula la lontananza
con las turquesas de su romanza;
cielo que empluma los desahelos
con la quimera de tardos vuelos:

en el desierto de locas glorias
donde se angostan las trayectorias.
Tienden las brumas en los mirajes
Su desabrido guipur de encajes.

Luz indecisa de un asteroide
Sobre la negra mancha elipsoide
Y hay un Mar Muerto tras la neblina,
Como una gota de tinta china.

La barca

(Combate por la vida)

La aurora lucia tranquila en Oriente,
la luz inundaba los montes y valles,
las flores abrían los pétalos leves
y a Dios saludaban trinando las aves.

Solté mi barquilla, y al centro del río
de un golpe de remo lancéla contento;
¡marino errabundo, pensaba aquel día
hallar el ansiado magnifico puerto!

Un blanco fantasma se sienta en la caña
y el rumbo dirige, mirándome fijo,
y yo, desde el banco, le vía temblando
de horror y de angustia, de miedo y de frío.

Al fin me resuelvo. ¿Quién eres?, pregunto.
Con voz cavernosa responde el espectro:
“Yo soy el eterno patrón de las barcas
que al río se lanzan en busca de puerto”.

Seguimos bajando la rauda corriente,
yo a entrambas orillas mirando con ansia,
que en una y en otra, del sol a los rayos,
castillos, jardines y bosques se alzaban.

Ya frente al primero, la barca se vía,
bizarros galanes y lindas doncellas,
asidos del brazo, diciéndose amores,
cruzaban el bosque, jardín y pradera.

Algunos en gruta de mirto y jazmines
buscaban la sombra y el grato misterio,
trayendo a la barca del aire las ondas,
ahogados suspiros, rumores de besos.

Volvíme al fantasma, que frío, inmutable,
miraba impasible tan dulces escenas,
y al fin le pregunto con voz anhelosa:
“¿Arrojo aquí el ancla?” Respóndeme: “Rema”.

Bajé la cabeza, y un triste suspiro
salió de mi pecho, pensando en que alegre
pasara mi vida por grutas y valles
con una de aquellas hermosas mujeres.

Y sigo remando y el sol ascendía,
el agua imploraba mi labio sediento
y espléndida plaza veíase cerca
que alegre llenaba frenético un pueblo.

El remo abandono, y en medio la turba
a algunos contemplo ceñidos del laura,
tañendo sin pena la citara blanda
y dando a los aires su férvido canto.

Mis ojos despiden torrentes de lumbre,
la sangre a mi rostro de pronto se agolpa
y digo al fantasma con voz en que vibra
la fuerza de un alma que el triunfo ambiciona:

“También, coma ellos, yo tengo mi canto;
también, coma ellos, yo tengo una lira;
un mundo, cual ellos, yo siento en mi alma;
tal vez, coma a ellos, coronas me ciñan.

¡Qué hermoso es el triunfo! ¡Qué bella es la gloria!
¡Cuán luce en las sienes la noble diadema
que el Bardo conquista luchando constante!
¿Arrojo aquí el ancla?” Respóndeme: “Rema”.

Al pecho, agitada, mi alma inclinóse
y amargas y ardientes corrieron mis lágrimas
cual plomo fundido quemando mi pecho,
dejándome inmenso dolor en el alma.

El sol a Occidente, con marcha tranquila
llevaba el tesoro de luz y colores;
la tarde llegaba; mi brazo rendido,
las ondas apenas hería del golpe.

Un último y grande castillo se alza,
aún brilla en el cielo la luz del ocaso
y el rayo postrero bordaba las nubes
con franjas de plata, de fuego y topacio.

Al pie del castillo, soberbios magnates
cobraban tributos de pueblos y villas,
y el oro rodaba, cual corre en las playas
al soplo del viento la arena amarilla.

“Ni amores ni gloria”—, pensé con tristeza—;
pues oro tengamos, poder y fortuna,
que el mundo se humilla delante del oro
y el oro es el amo de estúpidas turbas».

“Por fin—a la blanca fantasma le digo—,
un último puerto, ¿lo ves?, ya nos queda:
entrambas orillas desiertas contemplo.
¿Arrojo aquí el ancla?” Respóndeme:»(Rema»

Y sigo remando, y el golpe inseguro
movía con lento vaivén la barquilla;
la noche avanzaba, la tierra y el cielo
crepúsculo vago, medroso, envolvía.

Allá, tras la cumbre lejana del monte,
la luna cual globo brillante se alza,
y finge su rayo, jugando en la espuma,
encajes y blondas de azul y de plata.

Se extingue del río la rauda corriente,
perdiéndose en ancho, tranquilo remanso,
y ya a la barquilla faltábale fondo,
a veces la arena la quilla rozando.

De pronto la luna, rasgando las nubes,
alumbra una extraña ciudad en la orilla,
y cruces y verjas, cipreses y sauces
formaban las calles de tumbas sombrías.

Hirsuto el cabello, la faz descompuesta,
le digo al fantasma con voz temerosa:
“Aquí no es posible que el puerto busquemos
al centro del río volvamos la proa.

Mi brazo conserva su fuerza y empuje,
el último aliento gastemos remando,
¡y míreme lejos del cuadro sombrío
que forman las tumbas, cipreses y osarios!”

Con triste sonrisa que aterra y fascina,
me toma una mano la horrible fantasma,
y “Aqueste es el puerto —me dijo——;
llegamos; el remo abandona y arroja tu ancla”.

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UN POLLO SIN CABEZA [Mi poema]
Álvaro Cunqueiro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Este mundo es un pollo sin cabeza
que sale a pasear y es desnortado,
dando tumbos se va de lado en lado
haciendo presunción de su torpeza
igual que un jubilado.

Que el mundo no es que vaya hacia el abismo,
que el barranco ya al mundo se ha tragado
e inseguro se muestra de sí mismo;
desde el día en que fuera su bautismo
ya estaba condenado.

Nació ya desahuciado. Su exterminio,
haciendo a dios culpable subsidiario,
así no tenga fecha en calendario,
se encuentra ante un humano latrocinio,
de un rito funerario.

No puede ya salvarse. Que se libre
está en manos de dios. Que los humanos
jamás han de sacar sus sucias manos
en tanto, disfrutando un cubalibre,
actúen cual marcianos.

Si no tuviera nietos ya no habría
hierro con que agarrarme en esta estancia.
Así que practicara quiromancia
les juro que mis manos quemaría
por tanta petulancia.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Álvaro Cunqueiro

Elegía

Yo temía por su sonrisa.
Ella era aquella profundamente meditativa
a la que todo le nacía de los ojos
a la que nada le nacía de los ojos.

Sabía su sino por experiencia
y esto le había dado una melancolía graciosa de
ángel herido.

Ella era aquella que quería que yo le guardase
el secreto
de como todo le nacía de los ojos
de como nada le nacía de los ojos.
De «Poemas do si e non» 1933
Versión de Vicente Araguas

Soledades de mi blanca señora

¿Me escuchas así, mi señora amada,
cuando de mi pecho la trova arde,
o detrás de ti la sombra de mi sueño
locamente la tuya apresa y besa?

¡Oh dulce el peso de tu cuerpo en mi mente echado!
En este río de mi vagar sin fin,
¿qué incendiado navío no navegas en la noche?

-¿Por qué este corazón tanta flor marchita,
por qué no es mortal de tanto fuego la ceniza,
por qué aún soy yo de tanta palabra la boca?

Mi blanca señora, cuerpo delgado:
este bosque es del tiempo de la más reciente luna,
y ese malvís que tanto aire enflauta
cada día que amanece renace y silba.
Amante, en mi vaso todavía canta la sed.

¡Esa luna nevada, amor, que de tu cuerpo
crece con la noche sobre las cumbres de mis ojos!

Deja que florezca, al abrigo de los cerezos
en las islas de tus ojos el alba rumorosa.
Adormece a mi lado, mientras se quiebra el día
bajo un techo de alabanzas, tímidas cantadoras.

-¡Ese sueño que por dentro se desliza
y poco a poco se asoma a mi rostro!
¿Hace falta, quizás, un caballo rojo
o un ala mortal y fría para saltar afuera de esta lengua de fuego?
De «Dona do corpo delgado» 1950
Versión de Vicente Araguas

Rondeu de la dama enterrada en Xohán de Badón, con dos ángeles a los pies

Le verse

Acaricio tu frente y la lozana almohada de tus cabellos,
y las puntas de mis dedos posándose en tus ojos
reconocen en la piedra un celeste azul antiguo y amoroso.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?

¡Si pudiera apartar de tu pecho las finas manos!
Tus blancos hombros volarían como palomas en la tarde
huyendo de la lluvia que mansamente cae.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?

Esos tus pies que parecen las manos de una niña, ¿qué
caminos soñaron? ¿Y qué bailas?
-Ese bullicio de llamas y sombras agitadas
donde van y vuelven y se desparraman los pies de la rubia
danzarina.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?

Esa banda de seda que tu talle ciñe,
¿qué amante de cálidos besos la trajo de Rocamador?
¿O quizá es un trozo de la brisa que abanicaba los avellanos de antaño?
¿Quién amores há,
cómo dormirá?

L’envoi

Las letras de tu nombre ya no se pueden leer,
y pues no te puedo llamar aunque quisiese,
déjame en tus labios tus soñares saber.

Quizás soñáis, amor, con el blanco avellano
o con el ciervo que baja a beber a la ribera
o con el mirlo que canta su ocio en el rosal.

¿O por soñar tú sueñas, amante piedra fría,
en aquel corazón, tuyo, que era carne algún día
y amor, ese enemigo, en llamas encendía?
¿Quién amores há,
cómo dormirá?
De «Dona do corpo delgado» 1950
Versión de Vicente Araguas

Retorno de Ulises

Pendiente y pensativa Penélope
pierdo ovillo nueve nuevamente canto.

Ese rostro que a las aguas envidiando
cómo sonríe tejiendo cuando el viento:
a las aguas cómo sonríe envidia que tejiendo
ese rostro en que pende que amanezca.
Cuando el viento el ovillo ovilloviento lleva,
-los largos dedos que nacieron flautas
en la boca de Ulises, cuando estaba enamorado.
Digo que los largos dedos no resisten
el polvo del viento que en los olivares,
los largos dedos que sorprendidos dicen
ovillo viento, ovillo nueve pido,
mi corazón tejiendo mar y sueño
bajo ese puente de ríos ignorados.

¡Oh Venus! ¿Adónde va el hilo revoloteando
que mis blancas piernas amorosas,
adónde los molinos, donde el viento gira,
cauces por donde el viento pasa, pisa?
¡Te digo Venus por arbustos, vallados,
rocas, caminos, puentes, silbidos,
ese hilo es un rostro que sonríe tejido:
acordándome ahora estoy que en el ovillo
nueve los labios cuando se pliegan habla.
¡Solamente dicen cuándo llega la sed
por los celestes puentes de esas islas?

Yo soy Danae

Yo soy Dánae. Desnuda caía en el lecho come
bianca neve scende senza vento.
Y llegó secreto con el fulgor
convertido en monedas de oro que cayeron
sobre mí, alrededor, en el suelo
Díjose a sí mismo una voz y aquel oro de ceca
se arremolinó en un amén y se hizo el varón.
Me encontró virgen, me surcó y me sembró.
Me bebió, como quien se echa con sed sobre un río.
Pero lo pasado pasado está.
Ahora soy vieja, y en un reino de columnas derrumbadas
voy y vengo por entre los cipreses y las palomas.
Me tienen por loca, y piensan que miento
cuando digo que fui desvirgada por Zeus.
Para burlarse de mí baten una moneda en el mármol
y yo pienso que él vuelve, y me quito la ropa
y me dejo caer desnuda en la hierba come
bianca neve scende senza vento.
Ni escucho sus risas. Ya soy vieja
pero nunca pude salir de aquel sueño de antaño.

Le dije a la tórtola

Le dije a la tórtola: ¡Pase mi señora!
Y se fue por el medio y medio del otoño
por entre los abedules, sobre el río.
Mi ángel de la guardia, con las alas bajo el brazo derecho,
en la mano izquierda la calabaza de agua,
mirando a la tórtola irse, comentó:
-Cualquier día sin darte cuenta de lo que haces
dices: ¡Pase mi señora!
y es a tu alma a quien despides como un ave
en una mañana de primavera
o en un atardecer de otoño.
De «Herba aquí ou acolá» 1980
Versión de César Antonio Molina

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LA CALLADA POR RESPUESTA [Mi poema]
Carmen Díaz Margarit [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Tengo un tiempo con forma de naranja
que divido al azar sólo en tres gajos.
Pasado, que me importa tres carajos,
futuro que no está, que es esa franja
de un ciclo tan incierto y sin atajos,
sólo el hoy anda exento de yerbajos.

Del tiempo que voló todo se sabe
salvo aquel que se ha echado ya al olvido;
se fue sin darnos cuenta y se ha perdido,
no puede ya volver y eso es muy grave,
el tiempo en que yo fui ¿por qué se ha ido?
Quizás en el nacer está la clave.

Pasado, ese presente sin futuro,
que se ha quedado inerte, congelado.
¿Futuro? No me digas. No ha llegado.
Ni puedo adivinar, que está muy oscuro.
Presente es lo mejor. Me fumo un puro.
Aquí me las den todas. Ya es pasado.

De todo lo que apoya esta aventura
no es preciso apropiarse de una encuesta.
Que he llamado al azar y no contesta.
Tampoco lo ha resuelto ningún cura,
no existe la tirita a tal sutura
y hasta Dios da callada por respuesta.
©Donaciano Bueno

Realmente solo el #presente se ha de tener en cuenta? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Carmen Díaz Margarit

De «Gacelas de la selva alucinada» 1991

Gacela de la amistad

La amistad es una ráfaga de peces luminosos,
y te arrastra
hacia un océano feliz de mariposas.

La amistad es un plañir de campanas
que invocan el aroma de los cuerpos
en un jardín amanecido de heliotropos.

Gacela de la caricia

Una duda infiel.
Un torbellino verde.
Un centímetro de ternura.
Un peligro vacío de palabras.
Un instante de cielo atropellado.
Un cerezo en las hebras del olvido.
Un arrullo, un roce de segundos…

Gacela de la cueva rumorosa

No conozco cueva alguna
que tengas más recovecos
ni más ciervos, ni más hadas
que la tuya, amor mío,
que la mía.

Gacela de la mano tibia

Bruma o cielo blanco en la noche.

En los párpados velados
todo era nácar, luz, cristal nimbado.
La mano, mariposa infantil, ardió silente.

Gacela de la muerte

La piedra intacta
se yergue en nudo negro de grasa y sangre.

Los ojos, roedores de tinieblas,
viven al fondo de un pozo iluminado.

Marionetas y naranjas
se deslizan por tumbas sin sonido.

No hay cielo que resista el rayo y el incendio,
y los muertos duermen ajenos a sí mismos.

(El amor de los ataúdes tiene márgenes sensibles
y flores violentas.)

En los arrecifes duermen los nenúfares, Señor,
y los muertos se creen culpables.

Se ofician funerales en la línea de los tejados,
y desde el cielo canta un tigre del color del olvido.

Gacela de la vida

Una lámpara tenue en la penumbra
un minuto olvidado de los dioses
un sueldo miserable a las palomas
una yegua de lluvia enloquecida
una oreja de toro ensangrentada
un manojo de truenos tartamudos
y un puñado de deudas a la luna.

Gacela del niño malva

Una serpiente blanca entre los labios.
Los ojos -charcas firmes de morfina-
miran sin alas a Thánatos.

Un niño muerto es una metáfora malva.

Gacela entregada

Tu risa es una desbandada de aves azules.

Tu cuerpo es la selva del universo,
y en tu vientre duerme un pájaro blanco.
Por tu espalda está bajando
una bandada tierna de palomas.

Eres todo de espuma
como los niños muertos a las orillas del mar.

Te pertenezco tanto
que en mi pecho tu ausencia es sólo herida.

Gacela visionaria

Yo he sabido esconder musgo en el muelle.
Vosotros no conoceréis nunca
cómo crece la mágica piel de la madera.

Yo he visto llover a muertos
sobre los muelles,
y bajo los botes acurrucarse la angustia como
leopardos.

Cuando las rejas espiaban la madera
y la bóveda del cielo era un túnel,
yo he hecho un fuego de astillas con la noche
cerrada.

De «Perfil de sirenas» 1994

Autosirena

El plural del abanico
se resolvió en un único destino.

Resolví la leyenda de mi infancia
con una forma ajena y humana,
y a mis mayores debo mi amargura milenaria.

Nunca vieron turistas mis pestañas.

Con almendras fabrico pingüinos, collares.
Mis libros son atletas
y mi palabra antigua como la seda.

En un ataúd blanco
escondo una niña que es un arpa,
y tengo tanta sed de amor
que se estremecen cerezas
en los seres más extraños.

Mi alergia al espacio
y mi manicura siniestra
son la curiosidad de mi magia.
Me mantuve siempre libre
de la ternura azul de los leopardos.

Amé todas las entrañas marinas,
amé incluso seres fatuos
por si alguien tachaba de inmóviles mis pestañas.

Desde entonces, un arpa da sombra a los senos en mayo.

Sirena de la selva

El agua inundó la selva alucinada
y crecieron escamas en las yeguas.

El paraíso anida hoy en nucas y barcas celestes.

Pregúntale ahora a los brazos de los pájaros dormidos
si el amor existe.
Hoy quiero declararte mi amor.

Murmullos de sirena sólo se escuchan cuando tu cuello se
abandona en mi hombro.

Sólo tu ausencia es triste como los lagartos.

Sólo quien te haya amado puede sentir
porque sólo tu pérdida es inmensa como el océano del dolor.

Pregúntale a la risa de los nardos si existe la alegría.
Dirán que la alegría sólo la conocieron en tu pecho
desvalido, dulce y tremendo.

Yo te amo,
Y ese amor se engendró en mi garganta.
Tu amor es tempestad que estira de un barco
hacia la inmensidad,
pero también seguro, como el alivio del cielo.

Eres como un pirata perdido en una selva de agua
y tus párpados sólo son ternura.

Tu voz suave es melodía de espaldas amarillas
y de axilas que laten como rosas antiguas.

Encántame.
Cuéntame un cuento de lunares salvajes,
y de Sevilla y Málaga entre rejas.

De «Orlando o el desconcierto de las alondras»

«Le picó un enjambre de víboras
Cada una más venenosa que la anterior…
Pero Orlando se quedó inmóvil».
Orlando, Virginia Woolf

Introito

Orlando, hay miedo, miedo en las criaturas y en los cuerpos.
Cruzan los pies de hueso el paisaje de doscientos ahogados.

A los niños les crecen las rodillas
en los estanques de mármol,
Y por las noches huyen de las culebras en las corrientes
donde se hunden todas las tristezas.

Hay miedo, miedo en las criaturas y en los cuerpos.
Sobre el océano habitan la lluvia y el petróleo.

La desnudez humana se aleja de la playa anclada en la muerte-
De pie en la popa los blancos esnifan lunas como sonámbulos,
a babor se arrastran mulatas secretas como ciudades.

Las lágrimas no brillan en los tobillos ni en las fronteras.

Los ancianos son tan invisibles
que no se ven ni en los espejos del agua,
y si los edificios fueran cipreses
la soledad sería un arroyo contra el cielo.

Hay miedo, miedo en las criaturas y en los cuerpos.
Se alquilan novias, pestañas y culebras desconcertadas.

El veneno se vende en forma de poema,
de liguero, de fruta, de pájaro, en calles solitarias de domingo.

Orlando,
¿sabrías decir qué mérito tiene
que el mar sea tan libre sin saberlo?
El mismo que el bostezo que te envían
los labios amarillos del ser más tirano.

Dime si es azufre lo que brilla en tus dientes,
dime quién es, quién eres.

¿Dónde van a expirar los gemidos de tu pecho tan rígido?

Dime si tu bostezo es interminable
como el alma del hierro que sólo quiere
herir el pétalo del alba.

¿Hacia dónde se alarga, Orlando, la persecución sin sonido?

Dime si no te asfixia el dolor en tus labios,
y a quién bostezarás cuando la tempestad
te arranque de cuajo el incienso de tu vientre.

¿Adónde volará la luz que hoy ilumina tu secreto?

Dime, ¿adónde,
adónde buscará cobijo el relámpago
que abriga el desmayo de los labios del pez desnudo?
Dime qué cicatriz de amor temblará en el deseo,
si los amantes nunca sintieron el pecho junto al pecho.
¿Hacia dónde, Orlando, vagará la cadencia
de tu bostezo larguísimo?

Dime si acaso existen los cuerpos
porque la carne sólo siente la cintura de la tierra.
Dime, si es que puedes,
¿adónde irá a latir el engaño de la piel indivisible?

¿En dónde morirá la única verdad,
la esperanza de los dientes,
y esa nuca que interrumpe el amor sin saberlo?

Orlando, te traigo en la melena
de algas larguísimas como sirenas
las alas que olvidó Perséfone.
Nadie sabe por qué se ciegan sus ojos cuando te mira.
Quizá sólo sea la mentira efímera del amor.
Cuéntame ahora, si puedes, Orlando,
los daños de la guerra en su piel anónima,
y quiénes temblarán en los árboles mañana como lágrimas.

De su laberinto, del musgo y de la playa
nadie recuerda la luz.
Se marchó volando con su cuerpo a cuestas
y te abandonó borracho de placer sobre las olas.

Nada existe en la carne,
sino la miseria y el hambre.
Nada existe en Europa
si no fuese la flauta que te dejó Perséfone,
para que difundieras por la Rosa de los Vientos
el engaño más tierno.

Del corazón que bebió en sus labios
no queda en el mundo nada más
que el reflejo ambiguo de los espejos.

Y en la vida humana todo es codicia.

II. Cuando Orlando nació mujer

En el libro segundo del Génesis, Orlando
tenía condición femenina y salvaje,
forma de mujer y de cabra.

A Orlando la encontraron
en un nido de sangre negra.
Sus alas pegadas en el barro.
Su frente, en la ballesta, inmóvil.

(Un pez vive en eterna penumbra bajo el agua.)

Orlando aprendió a ser serpiente marina,
bestia codiciosa de la materia.

Buscó como alimaña en la tristeza
ignorando su sombra de color y ombligo.

Se mojan las escamas de la piel negra
dentro de un manantial de claridades.

Orlando abandonó ayer la ciénaga.

No podría negar el membrillo de tu voz.
La niña que olvidé navega
en el seno de cristal azul marino,
y en todos los tejados de esta ciudad sin duendes.

No he visto descender por tu espalda
las naranjas azules del amor
ni la cereza amarilla del olvido.

Que el vientre de granada cubra año tras año mi cintura
cada cinco de mayo en primavera.

La voz de Orlando,
entre todos los instrumentos de viento,
elevará la sangre blanca que ya no existe.

Su frente delicada,
y su lengua que lamió los ataúdes de Burundi.

Alada se ahogó en laguna blanquecina de la infancia,
incólume pasión de agua.

Ya ya te sabía hábil carne de estaño
como suave espasmo de rosa.

El reloj y el arpa cotidiana te esperan
cada noche,
y la muerte.

En enero de 1932,
Orlando nació gitana.
Galante, toda una reina.

Águila bellísima en la espesura,
en el lago oscuro de su cabello.

Una mirada tan negra que hasta la noche la temía.
negra la piel, negros los ojos,
negra pasión de la España negra.

Bravura del toro en su amanecida.

El corazón de acero iba a cantarle la zarzamora.

Hay un incendio en el aire,
cuando sólo la tierra se retuerce por su bravura.

No te acerques. Tus ojos.
son tan duras las llagas de la víbora,
las escamas de los besos inertes.

El miedo de las fieras
siento
si te aproximas.

Por favor, no te acerques.
Es tan fría la sonrisa que resplandece.
Aquel dolor antiguo de cuando me perdía en tu talle,
el que ya casi no puedo atreverme a decir,
por la desolación después en una vida lejos del mar.

No te acerques. Tus ojos.
Por favor, no te acerques.

III. Y cuando Orlando nació…

Porque los ángeles no están permitidos
el ángel nacerá con el pecho mutilado.

Conseguirá la alquimia del hombre
en una rosa negra.
Volverá desnudo y sin alas.

Orlando olvidó la plenitud de la luz,
el desconcierto de la alondra.

(Se quemas criaturas inocentes
en la luna menguante que crece en los delfines.)

Si me resisto a la muerte
es porque el dolor se confunde
con el poema que nunca escribiré.
Ardiente vocación la del náufrago.

Llegué a la villa de Madrid en 1504,
en un globo de mi amigo Ariosto.

Nunca conocí bien el destino.
Me engañó una hembra verde claro de tules,
que me vendió como nenúfar en el mercado de Abastos.

No he sido nunca caballero
ni he tenido rango
pero lamento la masacre de los Balcanes.
(Y también la de indios y kurdos.)
Violaciones y soledad para los muertos.

No soporto el incendio de tus ojos, Orlando.

Con el calor del mes de julio el asfalto se hincha
y las dominicanas bailan con las sogas al cuello en Aravaca.

Madrid está tan triste
que hasta se ha suicidado un murciélago blanco.

(Si hubiese tenido el color amarillo de juan ramón
para besarte,
no me habrías dejado.)

Madrid entra por las venas,
como las jeringuillas del estío.

Madrid soy yo, Orlando,
una calavera cubierta de gusanos.

Sobre el asfalto negro se estremecen ilustres
los pocos jilgueros que quedan del invierno.

El lamento de los seres consumidos
por la heroína y los ácidos.
El vacío de las cuencas submarinas y el caballo.

Madrid es un asesino,

Una calavera cubierta de gusanos.

La calavera es la de un caballo árabe,
que espera un concierto imposible de vihuela.
O de violines largos.

El negro que vende tabaco
en la esquina del metro o del desierto
nació en un país donde las niñas mueren ahogadas
si nacen en cualquier mes del año.

Nací con el deseo de perderme
en este cuadrilátero de lobos y semáforos.

Me pierdo en la geografía de tu cuerpo, Orlando.
(El mundo es canalla como los buitres leonados del Duratón.)

En el Líbano mueren judíos israelitas.
(La ayuda humanitaria es secuestrada en Kosovo.)

Si fuiste Madrid, Europa o Mesalina,
o quizá un sueño de paz en Oriente Medio,
todo me resultó tan insólito como el abrazo torpe de la nieve.

El oráculo de Hermes ha descifrado
en esta mañana de septiembre
unas escrituras egipcias.

Pero del humo nadie recuerda nada,
pero la ceniza nadie la reconoce
en el aire de las basílicas otomanas
ni en el de la catedrales góticas.

Pero el humo de los niños asesinados por el cólera,
la desnutrición y la maldad nadie lo recuerda.

Pero la ceniza de la carne calcinada por la guerra,
La injusticia y la tortura nadie la recuerda.

Un hombre de color llega sin alas
a la meta del hambre y de la muerte.
Es un ángel desnudo que desafía
La velocidad de las balas.
Selva de África para turistas boquiabiertos.
Dos niños, nenúfares de tres años,
parece que duermen en la selva del desierto.
Un hacha les ofrendó la eternidad del sueño.

Una mujer, sentada en su trono de polvo,
ofrece su pecho a un niño hinchado de metralla.
Todo muy europeo.

Burundi es un cementerio vivo
de ángeles mutilados,
de cadáveres de color amatista

Dionisos le quitó a Orlando
las riendas del carro de los vientos,
por eso Orlando no cuenta fábulas en el mes de julio.

En Asia, no hay violetas ni álamos de primavera.
Sólo una mujer que ofrece su niña
de once años a los corsarios,
a la orilla del mar,
a cambio de trigo y agua.

Que no quede el rostro de la miseria.

(Las montañas cantan como un órgano de ojos acuchillados.)

El pensamiento del amor recorría
huesos y libélulas doradas.

La claridad tejía las sombras
de los hombres y sus lanzas.

Orlando llevó a Europa
las trenzas ahogadas de todas las niñas yugoslavas.

Niñas violadas, mujeres malvas y violetas.

Orlando en agosto viajó a Etiopía.
Era 1986 y la mentira azul.

Una mujer delgada moría de cáncer,
del mal que desfallecen los nenúfares
que viven con los labios en el polvo de la tierra.

La mujer esquelética
yacía en su nido que no devora rosas
ni lunas descendiendo.

Niños de dos y tres años miraban con un pez en el hombro.

La madre,
desahuciada de sus pobres túnicas blancas.

Los humanos corrían como aves de colores,
Levantaban un polvo celeste que inundaba la noche
Como si hubiese un mar de nubes acuáticas.

(En 1996,
ganaron medallas como alondras amarillas en Atlanta.)

La voz de un ángel.
Una voz infantil con el hueso dulce de una mujer
y la savia incendiada de un hombre.

El timbre que pudiera acercarse a la leyenda de Orlando.
Al umbral del Barroco.
De la fragilidad.

El año del despertar en la Europa del s. XVII.
Los grandiosos carruajes.
Los lujosos vestidos.

Pobres desgastados como látigos,
cuyas voces sublimes se elevaban
hacia la perfección inalcanzable.
Mudos y ciegos,
olvidados de sí mismos.

Su cuerpo no podía acceder a la plenitud de los hombres.

Orlando disfrutó de su voz prodigiosa,
pero no de mujer
ni del hombre y su vileza.

Orlando castró a su hermano.

Indolente en la corte de Felipe II,
consela su melancolía
en los furiosos brazos de Mesalina.

Orlando y una voz única y humana.
Envuelto en una armonía universal sin sexo,
en la que hemos oído la voz de Dios
o el eco de un ser mítico que nos acongoja
con su grito frágil hacia lo inefable.

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PENSAR O IMAGINAR [Mi poema]
Paola Valverde Alier [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

No tengo nada que hacer. Voy a pensar
¿pensar? ¿mas qué es pensar? ¿en qué ahora pienso?
¿hacerle a ese barullo aun más intenso?
Mejor es que me ponga a imaginar,
pensar deje en suspenso.

Pensar es comenzar a caminar
por un sendero agreste y pedregoso,
es despertar la mente haciendo el oso
sabiendo que al final no has de llegar,
pensar es muy penoso.

En cambio imaginar es agradable,
no precisa carnet, que no hay fronteras,
ni miedo de salir por peteneras,
ni nadie que te impida, inconfesable,
hacer lo que tú quieras.

Pensar, eso es de locos. Que inconsciente
no encuentras quien te sirva de aguafiestas
y puedes sin dinero hacer apuestas
creer que eres del mundo el presidente,
el dueño de las fiestas.
©donaciano bueno

Mejor #imaginarse algo #bonito? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Paola Valverde Alier

LA VENDIMIA DEL POLVO

16 de octubre de 1900, Castrovillari

Un pulso raquítico me atormenta.
He alucinado con alimento para mis hijos,
banquetes en hojas carcomidas
por donde resbala la luz.

Las gotas desatarán la primavera,
convertida en piel
y pequeñas rajaduras de arcilla.

¿De qué me sirven estas manos
si no puedo cultivar la tierra?

Cosecho el polvo sumergido en la feroz enredadera.
Me tumbo a esperar a que caigan las uvas.

Esta patria que parió viñedos frente al lago
hoy me expulsa como un diente de león.

Mis hermanos renacieron en los pechos de una loba.
Su vientre nunca los contuvo.
Veo el hundimiento de mis zapatos.
Caminaré descalzo.
La química de los pasos me pertenece.
Probaré sus colores como en un experimento.

PALABRAS PARA TERESA

01 de enero de 1902, Puerto Limón

El aguacero ataca el tejado.

Persigo las gotas.

¿Cuántas serán suficientes para acortar la distancia?

Quiero improvisar tu aroma.
El aceite esencial de tu corteza en mí.

No me pidas ser paciente.
No vuelvas a escribir esa palabra.

He aprendido a seguir tus instrucciones
para encontrar la lágrima en la manzana
o el esqueleto en la semilla de durazno.

Hazme caso. Si cierro los ojos cae un alud.
Si los abro, la soledad se estanca.
Tienes que vender lo poco que hay en casa
y confiar en esta tierra que germina.

No insistas en un campo que niega sus cosechas.

En este ejercicio de serenidad
que me enseñó la ausencia
ha saltado una idea
que nos hará salir de la pobreza.
Trae el invento de Manzetti.
Trae a mis amados hijos.
Pregunta en el pueblo
cuándo zarpa el próximo vapor.
Date prisa.

HERRAMIENTAS DEL BOLERO

I.
Colocaron el taburete de madera,
el betún y el trapo.
Dieron brillo al cuero
hasta ver sus dientes reflejados en él.

Domenico y Antonio lustraban zapatos
mientras sus padres ideaban la receta
para un nuevo destino.

La clientela creció como levadura.

Todos en la ciudad querían reposar sus pies
en la caja de los limpiabotas italianos.

II.
Quizá por la i que siempre pronunciaban
al hablar en plural,
o la confusión de tantos transeúntes
que se comunicaban con ellos por señas,
los hermanos Musmanno
se convirtieron
en los hermanos Musmanni.

III.
Aunque esta no es una película de Vittorio de Sica,
También soñaron con cabalgar largas distancias.

IV.
Observo la fotografía en que Domenico
le da de comer a unas palomas.

Quiero besar sus manos,
entrar en la imagen para limpiar sus botas,
escribir un poema que prolongue la infancia,
para que nunca más
vuelva a trabajar un niño.

TERESA Y LA BARRERA DEL IDIOMA

No tiene alas
la victoria terrestre:
tiene pan en sus hombros,
y vuela valerosa
liberando la tierra
como una panadera
conducida en el viento.
Pablo Neruda

La palabra entra en el horno
como un rumor que se perdió en el trigo.

Regreso a mi piel.
Traigo en el canasto
un mensaje de primavera con olor a pan.

Estas líneas endurecidas en mi mano son blancas
y desmoronan la ausencia.
Me acuesto entre montañas.
Los troncos colisionan contra el distante paisaje que fui.

Atrás quedaron las muñecas y los pantalones cortos.
Ahora las máquinas dominan el movimiento,
motor con que tejí ajuares para mis hijos.

Voglio imparare questa lingua,
le digo a las palomas que circundan mi delantal.

Para todos ha sido fácil aprender este idioma,
pero a mí no se me adhieren las palabras.

Las palomas me escuchan
y se largan exhaustas
hasta el palomar que ha construido Domingo
en las afueras de su habitación.

Luego comprendo:
solo vinieron a custodiar las migajas.

Voglio imparare questa lingua, repito
mientras se alejan tranquilas.

EL CLAVEL

La mujer que sostiene el clavel
camina sobre la cúspide
de sus zapatos flamencos.

Su blanca espalda está cubierta
por un chal de cachemir.

Abre su bolso,
coloca la flor encima del tablero.
El vendedor roza su mano
cuando le entrega la pasta
y en ese instante dos cometas
comprenden su luz.

Ella se desliza por debajo de las sombras.
Los párpados unen su respiración.

El silencio electrocuta los cimientos.
Ella da media vuelta
y cruza la puerta apresurando el paso.

Cuando llega a casa, descubre que olvidó el clavel.

ARRULLO PARA EL PADRE DORMIDO

Cargo un caballito de coral en los ojos del horizonte.

Levanto los platos de esta mesa, bajo la escalera.

La muerte no repara entre ruiseñores o poetas,
pero ambos se alejan en el mismo barco estelar.

Parece que llueve, la nostalgia son estas gotas
que nos golpean débilmente
y nos deshacen como papel.

Está servido el café y yo no estoy ahí
para balancearme junto a la gaviota de madera.

El tiempo elástico es un pozo donde quiero construir.

Mi padre sale a caminar dos horas a la montaña,
y en la sombra solo encuentra un pino.
La tarde está oscura. Duerme su respiración.

CIERRO UN LIBRO EN LA MESA ANTIGUA

Con cicatrices en los brazos
–por haberlos dejado ir, tantas veces,
a un costado de las máquinas–
los hijos se secaban las lágrimas.

Vino la muerte y tuvo sus ojos.

Teresa despidió a Nicola
con la esperanza de zarpar
en el próximo vapor.

PALOMAS MENSAJERAS

Entreno palomas mensajeras.

En su ojo derecho
la brújula
guía el vuelo de retorno
hacia su palomar.

Sé muy bien dónde se oculta el sol,
unas alas agitan el horizonte
y los pichones viajan
con las miradas abatidas.

Abro las compuertas de sus jaulas.

Pronto romperán la inocencia
y yo refugiaré mi silbido
en la dilatación del tiempo.

Volarán en círculos
hasta convertirse en lluvia.

Son tan distintas a mí,
yo viajé desde otro continente
y aprendí a volar hacia una latitud desconocida.

Por eso
sigo el corazón de las palomas.

Siempre regresan al lugar donde probaron el alpiste
y vieron por primera vez un amanecer.

EL ALTO DE LAS PALOMAS

Sobre esta roca abro los brazos:
aquí quiero mi nido.

La roca está por encima del océano
y yo, sentado en la cumbre,
invento el trayecto.

Los halcones no pudieron arrebatarnos la dignidad.
Volví a instaurar los palomares
en la azotea de la fábrica.
Me gusta ver sus relevos,
la rapidez con que cruzan mi montaña
para llegar a la ciudad.

Soy un hombre que cree en el viento.
He vuelto a enlazar sobres
con el pago de los trabajadores
a sus pechos.

El aire siempre ha sido un territorio seguro.
La mente, otra forma de volar.

ÚLTIMO VUELO

Un camastro de troncos desnudos sostuvo la caída,
el chaleco de lino, la cadena sin tiempo
y el clavel rojo
que nunca marchitó.

En la puerta de la fábrica
un lazo negro marcó en el calendario
que un 17 de enero de 1967
Domingo Musmanni partió a las estrellas.

Zarpó de la agonía hacia una carroza transparente.
Sus caballos escoltaron el desfile
y las mujeres de su familia,
abrigadas con velos,
encarnaron la ópera.

Cuatro pájaros blancos posaron las extremidades
en la tapa de aquel féretro
para elevar su espíritu
a las bergamotas del Sur.

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Manuel Alcántara

En busca de una persona

En busca de una persona
he sido por las calles
con perros y con palomas.

La he buscado por el parque,
detrás de cada palmera
y en cada hueco del aire.

Cerca de la catedral
y en el humo de los barcos
que se acaban de marchar.

Cien ojos por la Alameda
—en busca de una persona—
y mil pasos por la acera.

Llego de noche a mi casa.
Los perros y las palomas
me están mirando con lástima.

 

UNA SABANDIJA [Mi poema]
María Sánchez-Saorín [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

Nació, creció y murió cual sabandija
cuidando nadie hiriera y machacara
haciendo aquello que alguien le indicara
tratando de asomarse a una rendija.

Se fue por donde vino, hacia la mierda,
allí donde germinan las simientes
saltando de emoción tan florecientes
perdonen, pues mal huele, que me pierda.

Se fue sin más tal cual al cielo asalta
un día triste y gris mientras llovía
metido en un vagón de mercancía
sin nadie que al vagón lo echara en falta.

Tan poca cosa fue que inadvertido
pasó si acaso alguno percibiera
tratando de luchar con su pernera,
quizás lo que allí fue más divertido.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: María Sánchez-Saorín

Metapoética

Ven, deja que desate tu melena;
bajo este cuerpo que muere cada vez
que advierte la lejanía de tus pasos
quiero verla esparcida entre las sábanas,
e imaginar que tú y que yo, que yo y que tú somos
dos mujeres sin nada que temer.

Corre, entra conmigo al cuarto,
en esta tarde al filo de las horas
quiero que compongamos juntas unos versos.

Distancias

A menudo en los patios
se crea una distancia entre mujeres:
una sábana blanca.

Frente a frente, las dos
alisan las arrugas sacudiéndola,
la pliegan varias veces
antes de unir sus dedos
y mirarse a los ojos un segundo.

La tarde es íntima;
en silenciosa danza,
se hacen y se deshacen
las distancias.

24 de marzo de 1939

Con dieciséis años entró rapada
por la puerta, se hablaba de lo punki
que era la niña.

La abuela, que tan solo recordaba
su infancia y pesadillas de una guerra,
se echó a llorar
cuando reconoció a su hermana.

Del movimiento de la Tierra

Si las madres dejasen de esconder
un día los secretos de sus hijas,
se hundiría la bolsa,
colapsaría el tráfico
y subiría el precio del petróleo.

Si las madres, un día nada más,
lo destapasen todo,
ya nada llegaría a su destino.

Ellas lo saben y por eso escuchan,
guardan la información más susceptible;
así mantienen en su sitio al Mundo:
sin que nadie se entere.

Las demás

Tú no eres como las demás —dijiste
queriendo enamorarme,
y pensé de repente en mis amigas,
que son maravillosas,
en las protagonistas de los libros,
en la chica del tiempo y en mi profesora
de lengua,
que me enseñó a contar.
Pensé en mis compañeras de trabajo,
en las kellys y en Uma Thurman,
y me di cuenta entonces:
a mí sí me gustaban las mujeres.

Un coche propio

Tú págate lo tuyo,
no debas nada a nadie,
que no te tengan que llevar,
ahorra y sácate el carné,
cómprate un coche
y abandona la fiesta
cuando tú elijas.

Recuerda bien lo que te digo,
porque tu vida está en manos de un hombre
cuando es él quien decide
el camino que tomas,
y te la he dado yo.

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VESTIGIOS DEL AYER [Mi poema]
Javier Mateo Hidalgo [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Hablemos de un lugar. Excavaciones.
Retorno hacia el pasado de la historia.
Deseos de sacar con una noria
el agua ya oxidada en cangilones
incluso con su escoria.

Gran ansia por saber. Incontinencia.
Hurgando sin cesar en cementerio,
tratando de encontrar algún misterio
con luz que aproximar hasta la ciencia
aunada de criterio.

Aplausos a rabiar o decepciones.
Del éxito al camino hacia la nada.
Y así vuelta a empezar otra jornada,
en medio del suspense. Conclusiones:
al sueño otra patada.

Que un día ha de llegar. Perseverancia.
Así la realidad se torne terca
a cada paso dan ya está más cerca,
un premio es de la vida a la constancia.
Les hablo de Atapuerca.
©donaciano bueno
Solo uno o todos los #caminos...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Javier Mateo Hidalgo

1.

A Arantxa Aguirre

Es sólo una sombra,
ocupa la estancia sin estar realmente en ella.
Existe como recuerdo de lo que fue,
más presente que nunca.
Al fondo apenas penetra la luz,
espera sin temer su desaparición.

Cómo llegó allí,
nadie conoce el origen de su presente.
Se yergue desde su trono, gran interrogación.
La ausencia de olor le hace invisible,
el recuerdo hizo por obviarle.

No es extraño que se defienda
su inexistencia.
Solo alguien, un extranjero, le visita.
Dos ojos que miran otros
y son cuatro
intentando resolver la pregunta de la esfinge.
Tan solo el barniz separa aquellos mundos inacabados.
Silencio total. Nadie puede escuchar su conversación.
Cernuda y Paravicino.
El Greco.
España y Boston.

2.

Visitante no invitado,
observador a quien nadie mira,
color en la oscuridad,
no existes
pero les ves
porque tu vida no es la apreciada.

Un retablo sin títeres
solo iconos, imágenes doradas.
Allí están,
cada uno en su marco,
habitando la estructura del edificio.

Primera tabla: fue la visita de los pastores
aquella de los que rindieron pleitesía a un Mesías.
El gabinete de psiquiatría,
último piso a la izquierda.

Segunda tabla: la Virgen subió a los cielos.
El primer encuentro de una joven con un amor furtivo.
El último piso, a la derecha.
Bajemos a la siguiente planta.

Tercera tabla: la anunciación.
Una carta advierte a su destinatario de la buena nueva
que le sacará de pobre por un tiempo limitado.
El corredor de apuestas.
Piso intermedio, izquierda.

Cuarta tabla: en ella se ve a la Sagrada Familia.
Este matrimonio es feliz porque todavía son fértiles.
Si tienen dinero, ahora en la madurez, pueden.
Piso derecho.
Bajamos a la planta baja.

Quinta tabla: un profeta.
Durante mucho tiempo lo supuso y ahora lo sabe.
Su mujer nunca volverá,
fue en pos de la juventud.
No tiene ya nada que pensar y bebe.
Primera planta, izquierda.

Sexta tabla: Pentecostés, la esperanza.
¿Quién vivirá allí?
La cortina no le deja ver y él está muy lejos.
Él, el crucificado.

3.

Los personajes de Cézanne, sin saberlo,
jugaron al póker con el tarot de Marsella.
Un extraño azar conmueve sus colores
y temen que un accidente les desdibuje
haciéndoles desaparecer del lienzo.

En la montaña de Santa Victoria hay un loco
diminuto entre el paisaje, como figura de Patinir
alza su voz para ser oído entre la masa.

Pero nadie puede escuchar la pintura. Sólo
comprenden el sonido engañoso y efímero de Debussy.

4.

Sería inútil decir
que las cosas se mueven
porque tú las miras…
que la noche vence al día
porque tú quieres dormir,
que la música resuena
porque te cansa el silencio,
que el agua brota
porque tus labios se secan.

Sería inútil…
que las estrellas vibran
porque la oscuridad te parece,
cómo decirlo,
demasiado densa.

Sería inútil pensar
que todas estas cosas funcionan
gracias a tu mera existencia.

Sería inútil decir
que me he vuelto astrónomo,
que quiero volver a ser músico
y que tengo más sed que nunca
porque tú me miraste.
Es fácil que todas estas cosas sucedan
mientras andes tú por medio
a un lado mío y a un lado de ellas.

Es fácil ser consciente de ello,
por eso pensarlo o decirlo… sobra.

Y emprendió el vuelo
Mas, no fue un gran vuelo.
Algo inconcluso, difuso
pero atrevido al fin y al cabo.
Yo lo vi, juro que lo vi despegar los pies de su madre tierra
rompiendo su cordón umbilical,
mis ojos de deseo bajo la cúpula de Florencia.

Se mantuvo en el aire un tiempo determinado.
Por un momento pensé que me observaba,
vana ilusión, era su sombra,
proyectada en las comisuras de mi retaguardia.
A veces grande y a veces pequeña
como su arrogancia, como su esperanza,
cansado de que le llamaran loco.

Pero no era a mí a quien miraba.
Era a su pasado, era a sus recuerdos cubiertos de polvo
del que él se despojaba abatiendo sus brazos.

No fue un gran vuelo, pero esos 20 centímetros de aire
densos, muy densos, extremadamente densos
consiguieron agrietar sus viejas perspectivas.

En las paredes de sus ojos, ahora apuñaladas de ventanas
Se adivinaban paisajes de otros mundos:
colores aún no catalogados,
formas vírgenes, sonidos imperceptibles pero contundentes
hablan del silencio, de palabras impronunciadas.

Y fue justo en este lugar,
dentro de las hendiduras arrogantes como cuchillos en forma de
aislantes vidrios
donde este alma inexperta vislumbró la estela de un incierto
porvenir.

Yo lo vi, juraría que lo vi, mas no puedo demostrarlo.
Solo podéis fiaros de mis palabras
que ahora también vuelan a 20 centímetros del suelo
junto con aquella difusa silueta del pájaro sin plumas.

No fue un gran vuelo, mas fue su vuelo.
De La imagen sonora. Editorial: Vitruvio

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TOREANDO… [Mi poema]
Jorge Pimentel [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Están en todas calles. Merodeando.
Subiéndose a menudo en las paredes.
Van de acá para allá. Sólo, si puedes,
habrás de protegerte toreando
que quieto no te quedes.

Son seres que se muestran violentos,
y pedos por un tubo van echando
pues no saben ni hablar. Que andan pitando
cuando han de avanzar a pasos lentos
y al resto mareando.

Y así sea que tienen corazón,
no pueden presumir de sentimientos,
sujetos son de miedos y lamentos,
y algunos se desmayan de emoción
cual príncipe en los cuentos.

Nadie aquí es imparcial, que unos los aman
mientras otros los odian. Sus rencores
tan fuertes son, que algunos conductores
al mismo dios, al rey y al cielo claman
tildando de traidores.

Como siempre no tiene solución,
que imposible ha de ser poner de acuerdo.
No es cuestión de ser listo o de ser lerdo,
habrá que recurrir a Salomón
que en ello yo hoy me pierdo.
©donaciano bueno

Son esos los que hacen del grito su razón de ser? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Jorge Pimentel

Esso itt ipc gulf united fruit shell

adentrándonos en interrogaciones que nos llevaron a descubrir
al culpable de cuanto pudiera estar sucediéndonos.
Y fue como perdimos la nariz, los ojos y nos arrancaron las
extremidades, y perdimos las orejas, otros extraviaron
la risa en la mesa de las operaciones. A mi madre también la
persiguieron hasta que dieron con ella y nunca más
alcancé a verla claramente; la enclaustraron en una oficina.

Tengo noticias que a mi padre lo sacrificaron en una Cia.
de aguas gaseosas. Trabajó hasta su muerte, asta que
decidieron sacrificarlo amarrándole un tigre a la espalda
hasta que chille, y luego ardió y sus cenizas arañaron
las paredes de cualquier cantina repleta de aserrín, de discos
de Paul Anka y la Sonora Matancera, como una despedida
como un último brindis; y aquella fue la hora más solitaria del mundo.

Muerte natural

Me estoy muriendo mordí el anzuelo, caí en las trampas
estúpidamente, y ahora me contradigo con facilidad,
me extravío, me pierdo, y con la luz de un lamparín
cruzo puentes rústicos donde nadie me espersa,
donde no hay lugar preciso para mi cara que ya dejó
de ser columpio o lecho de fresas.
Me estoy muriendo, mordí el anzuelo, caí en las trampas
al tratar de entender lo que pasaba
al tratar de medir el alcance del engaño, la crueldad servida,
masivamente, matanzas que desbordaron los océanos
en montañas de cuerdos ofrendado como un sacrificio, como un rito
del que nunca participé, cuando nuestra inquietud
era otra o consistía en entender, si esas sombras dispuestas
al alba, eran para ser besadas, o simplemente para
observar su evolución en la forma cimbreante y espectacular
del relámpago.
Y todas fueron trampas a la larga mortales para nosotros,
sobre todo al tratar de explciarnos las siglas
que se multiplicaban como abanicos, como colas de pavo real.

CAMINO PEDREGOSO

Camino pedregoso que te alzas ante mi vida no sé
qué hacer sin ti eres parte de los deshielos y de los
abismos eres parte de los labios que me hicieron
infeliz, parte de la pesadumbre del mundo, mitad y
fragancia de una pierna estirada en los follajes.
Camino pedregoso qué más da para este invierno
te tengo este poema y una muchacha que se lleva las
calles en su bolso. Y sé que no esperas nada de mí
camino pedregoso. Tocaré la flauta acompañado de
un perro negro como lo único que supe hacer en esta
vida, como todo encantador que sólo lleva en los
bolsillos globos rotos pedazos de alambre y bordes
de agua tiernamente agradecidos. Camino pedregoso
tu desolación es un eterno remolino, un beso del que
meriendan los que van hacia el viento desnudos a
plantar un cardo o una oración para así servirse de la
hierba que en ti no crece y eso nos enluta camino
pedregoso. Eres tan inservible que siempre acudirán a
ti aquellos hombres alabados en el silencio por
grillos, por hormigas, aquellos hombres que
rompieron sus ojos inútilmente aguardando la ola que
los elevara y nunca más los vimos. Camino pedregoso
refugio de los que no tienen un cuarto para acostarse con
una mujer, ni un cesto de campanas, ni lunas que piensen
en ellos, ni nube que los recoja, sólo el olor de fogatas,
de hogueras, de vagabundos que quisieron tu sombra
sin desnudarse, camino pedregoso. Y fueron inútiles tus
esfuerzos de plantar un arbolito, te pedían demasiado al
entrar en la noche. Tú estabas seco cuando nosotros
nacimos. No tuviste tiempo de esconderte de lagartijas,
tus habitantes inauditos, tus más cercanos parientes;
los aborrecidos, los que atisban la lluvia imperturbables,
los que lamen piedras calientes y danzan con luz de
luciérnagas. Camino pedregoso, camino que recorrí,
tú me tejiste una esperanza cuando los hombres se
aniquilaban mostrando tu palidez de almendra, tú
me hiciste hombre abrazando tu sequedad, tus surcos
como manos implorando unas gotas de amor, unos
himnos que se oían lejanos, camino pedregoso me diste
sólo el trébol blanco que exprimió el rocío como única
herencia y me marché hacia lo inaudito,
lo inconmensurable, lo llorado, lo terrible, y comprendí que
estábamos solos tú y yo camino pedregoso tan solos
como la flor que te ama en el silencio de esas hojas
tendidas que quisieron abrazarte y no hubo un viento
que las enlazara. Camino pedregoso, estaré tan unido a
ti a tu pesar muy a tu pesar, seré una premonición del
infortunio, de la pobreza, sin un hijo, sin una casa. Soy
de los que se dejaron tumbar sin comprender. Soy de
los que se dejaron engañar y sólo se hicieron preguntas.
¿Adónde fue a parar tanta tibieza tanta ternura? ¿En
qué túneles nos estará aguardando la mariposa que
tanto quisimos? ¿Cuál de los túneles será el que nos
conducirá finalmente o fatalmente? ¿Cuál de mis
manos penderá como una estatua hacia el final? ¿Cuál
de mis ojos será el lucero que cace el pájaro en su
recorrido hacia ti? Camino pedregoso que te alzas ante
mi vida cuando los ejércitos se aprestan a prenderte
a iluminarte y ése no es el fuego que tú quisiste sino la
luz de un extraño silbido del viento, quisiste
una tenue brisa en un río de retamas, caminos siempre
de moras, de hojas silvestres, de cantos de mujer, de los
solos que brotan cada tarde prendiéndole fuego al agua.
Camino pedregoso no abras cuando toquen voces de
destrucción, no te tuerzas con golpes, ni con gritos
ni con el terror de guerras y matanzas. Sólo así
permaneceremos como hasta ahora camino pedregoso.
Te fallé como trapero, como amanuense, como jilguero,
como payaso, como lo que la vida hizo de mí, mas no
como poeta. Camino pedregoso que te alzas ante mi vida
no sé ya qué manjares servirte.
Vive el tiempo que me queda.
Para siempre será este canto.

MUERTE IGNORADA

Qué clase de vida es esta
ulterior, posterior, media,
cuarta vida, enésima, vigésima,
infinitesimal, variada, altisonante,
borrosa, punitiva, tripoidal, prismática,
antológica, cromoidal, de primer turno,
de ínfima posibilidad, borrosa, constante, sonante,
milimétrica, para todo uso, cítrica,
con espejos, a sueldo, demencial,
barata, negativa, venga de donde venga,
vuelva otro día, lo siento, queda usted despedido,
agarre sus cosas y lárguese, parta de una vez
antes de que sea demasiado tarde,
gerencial, por poder, a cachetadas, direccional,
de poder a poder, de uso ocasional, correctiva, mística,
comprobada, rítmica, lóbrega, de espasmos violentos,
a la cuenta de, desesperada, de peso, con características propias,
de asesinato, de levitación, exagerando la nota
y caída con consecuencias mortales,
ajuste de cuentas, torrencial,
inalámbrica, de la boca para afuera
del estómago para adentro,
sin salida, a rayas, mantecosa,
con fe ciega, creyente al máximo,
de desfogue bilateral, de compromiso,
de suprema audiencia, silenciosa,
roja, azul , verde, honesta, pendenciera,
quijotesca, marsupial, venenosa, agreste,
bilingüe, aterrada, más te vale decir la verdad,
eléctrica, con comba y cachiporra, puro balazo,
a puñete y patada, a picanazo limpio,
servil, mediante decreto supremo, negra,
amarilla, con concha, brillante, intelectual,
cimbreante, quién da más de 3, de 20 años,
de 5, de 6, escupida, de susto, de una errada versión de la inmaculada
concepción,
de caridad nuestra en el nombre del padre,
del hijo, de rigor, con proyecciones ad infinitum,
de prédica ostentosa, predicha, fusiforme, chata,
pastiche, solapada, voluble, entrenada,
con todas las de la ley, aguerrida,
de espíritu noble, es suyo el puesto,
otrosí digo, de honda preocupación,
más vale decir la verdad,
más le cuesta, es excesivo el pago,
no es asunto mío, que mueve lo que no tiene
que vive lo que tampoco quiere, que tiene que vivir lo que no USA,
que tiene que utilizar lo que no sabe, que miente,
que es arrogante y que sin embargo
el gusano ese quiso utilizarme, para después él,
de comprobante de pago, para uso exclusivo
con signos con visos con estadísticas, excesiva,
con molde, de amplios pergaminos,
de grandes caracteres, de excelsas virtudes,
con dólar, condolidamente con dolor,
sin condolerme con billetes grandes,
no condoliéndome con sencillo,
abigarrada, uniforme, multiforme,
de recibos, de abusivos, de impunidad,
me jodo, me jodes, me jodí,
razonada, volcánica, idílica,
constreñida, más claro no canta un gallo,
de pescuezo corto, de anchas caderas,
perseguida, granate, que pase el rey,
y que no ha de quedar, abre el cofre
y verás los contratos con las transnacionales,
de FMI, de imperialismo, desapropiada,
con canas, rabiosa, bondadosa
y en esta esquina, con barro, tutti fruti,
de archivo, más que mal, choza, barriada, insalubre,
a guantazo, de una vez por todas, equinoccial,
de acoso, de atosigamiento, sumergida,
tétrica, infernal, desproporcionadamente sí,
exageradamente no, sin posibilidad aparente,
visible, a plazos, enrevesada,
en desuso, misteriosa,
de hoyo hondo, sin mente,
fisiatura,
tuberada,
inflación,
mancomunada traición,
ajuste de cuentas,
tugurización,
esquematismo,
acomete la incomprendida,

aniquilamiento y devastación poblacional,
sin derechos, masacres y amargura,
y precipicio y última fase,
facción de tiempo, pujanza,
interioridad, fracaso imborrable,
tenue, hosca, rota, injusta,
de quebrado beso, mierda y hartazgo y miseria,
de vómito, de otra oferta,
treinta mil,
mentada, chicle,
vitrola, puta, puerta, muere, occiso,
serpiente,
carajo, aquí estoy con la muerte, contesten.

Balada para un caballo

Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan.
Por esencia me siento un completo animal, un caballo salvaje
que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando
muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra
el cemento de las calles.
Troto y todo el mundo trata de cercarme, me lanzan
piedras y me lanzan sogas
por el cuello, sogas por las patas me tienden toda clase
de trampas en un laberinto
endemoniado donde los hombres arman expediciones
para darme caza
armados con perros policías y con linternas y cuando esto sucede
mis venas se hinchan y parto a la carrera a una velocidad
jamás igualada
por los hombres; vuelo en el viento y vuelo en el polvo.
Visiones maravillosas
aparecen ente mis ojos. Y vuelo y vuelo. Mis extremidades delanteras
ejercen presión sobre las traseras y paralelamente a un mismo ritmo
antes de asentarse en el polvo retumban en la tierra.
Relincho. Y mi cuerpo
va tomando una hermosísima elasticidad, me crecen
pelos en el pecho
y es un pasto rumoroso el que se ondea y es una música
y es un torbellino
de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo.
Atrás van quedando
millares de kilómetros y sigo libre. Libre en estos
bosques dormidos
que despierto con el sonido de mis cascos. Piso la mala yerba
y riego mis orines calientes, hirviendo en una como especie de arenilla.

Descanso a mis anchas, bebo el agua de los rios, muerdo
yerba tallos, rumio.
Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola espantando
a los mosquitos.
Los guardacaballos vigilan desde la copa de los árboles.
Caen las hojas secas.
Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la vida.
En invierno los senderos se hacen tortuosos; el fango
todo lo invade.
Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los
cerros que me resguarden
de las tormentas. Yo observo la lluvia desde mi cueva.
Cae la lluvia
y todo lo moja. Con este tiempo suelo galopar poco
cuidándome
de algún desgarramiento. Muchas veces me siento solo
y llego hasta
los helechos de los ríos para pensar muy dulce en ti
muy triste en ti
y voy galopando bordeando el río añorando alguna
yegua que llegó
a correr en pareja conmigo. A veces los niños que vagan
sueltos por las campiñas
mientras sus padres realizan tareas de recolección o
labranza me montan a pelo
y solemos recorrer ciertas distancias, ganando los años,
aumentándolos.
De ellos sí recibo algún trozo de azúcar. En el verano el
sol se pone rojo
y se hace presente con su alegría y los habitantes de
los bosques y campos
suelen saludarme con el sombrero o con la mano. Yo les
contesto con un relincho
parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo

invade suelo dar galopes
hacia la vida. Allí
donde mi presencia es esperada me hago realidad. Allí
donde ni un sueño se revela me hago realidad. Me hago
realidad
esos ojos que están cansados de ver las mismas cosas.
Y es en verano
cuando la vida se enciende y mis cascos recogen la hermosura
de la tarde
y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones de mar
de cielo de tierra.
Mi figura domina la naturaleza.
Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas.
Cae la noche.
Mi sombra se recobra.
Las ramas crujen.
Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti.
Cae la noche en estos bosques. Pareciera que la piedra
se difunde con la noche
se propaga se manifiesta. Y toda la noche he ido creciendo.
Y crecía y crecía.
aún más aún más ¿Hasta dónde crecerás? No tienes miedo.
No, contesté.
Soy libre.
El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo.
Por esta época del año suelen cruzar manadas de caballos
ahuyentados
y en busca de nuevos campos. Recuerdo que logré darles alcance
y me contaron que lograron salvarse de una cacería
emprendida contra ellos
para mandarlos a vivir a un potrero y luego de ser sometidos
al cubo de agua
y a la alfalfa son obligados en los hipódromos a correr
distancias de 1,000,
2,500, 5,000 mts. y no eres libre de correr sino que te dopan
te colocan descargas eléctricas, te manosean, te latigan
con una fusta

despellejándote. Y así durante un buen tiempo mientras
ves acumuladas
alforjas de oro y plata. Hasta que llega el momento de ser
sometido
a la reproducción arrinconándote a una yegua a la vista
y paciencia de todos
sin intimidad en una mañana de tinieblas y poca luz y
luego te separarán
de tu yegua y potranco y pasarás tus años inmisericorde
como padrillo viejo
y cuando manques te dispararán un balazo en la sien.
Ya había galopado un buen trecho con la manada
que huía despavorida
y me dijeron que probablemente para el invierno pasarían por aquí
para ir más al norte. Y se alejaron a la carrera.
Yo sabía lo que le sucede a un caballo en la ciudad.
Y por ello me mantengo
alejado de ella. Pero a veces me interno y sucede lo que
tiene que suceder.
Pero si yo me rebelo y persisto y amo terriblemente mis
posibilidades
de realizarme en un medio donde la civilización se mata
y permanecen
odios prefiero ser caballo. Mojaré
la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas
ganas inmensas de vivir
y me uniré a las manadas para galopar hacia la vida
para mantenernos
unidos y vencer para no estar solos para volvernos verdes-azules
amarillos-anaranjados-rojos y trotar hacia el nuevo aire fresco
y el campo sin límites.
Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán de mí
y de mi yegua y de mi potranco.

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BUKOWSKI [Mi poema]
Charles Bukowski [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

¿Es famoso Bukowski? Es muy famoso.
Así sea afamado, no me gusta,
no crean por soez que a mi me asusta
pues no le encuentro gracia haciendo el oso
ni a mi madre azuzando con su fusta.

Mas sé que mucha gente le venera
y aplauden cuando escribe sus poemas,
disfrutan ahogándose en las flemas
que corren sin cesar por su pernera
logrando defecar de sus enemas.

Ya sé. Yo no soy nadie. Que la iglesia
es quien dicta el marchamo a los poetas,
que sabe valorar si son estetas
y debe de juzgarlo sin amnesia
así surjan del ruido de braguetas.

Mas yo doy mi opinión. Si alguien la escucha
podrá conmigo estar o no de acuerdo,
que sepan soy humano, que no muerdo.
Que acabo de leerle y en la ducha
me he metido y sentido como un cerdo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Charles Bukowski

CHICAS TRANQUILAS Y LIMPIAS CON LINDOS VESTIDOS

Todas las que conozco son putas, ex putas,
locas. Veo hombres con mujeres
tranquilas, amables, los veo en los supermercados,
los veo caminando por las calles juntos,
los veo en sus departamentos: gente en
paz, a menudo horas o días de paz.
Todas las que he conocido son adictas a las pastillas,
alcohólicas, putas, ex putas, locas.
Cuando una se va
llega otra
peor que la anterior.
Veo tantos hombres con chicas tranquilas y limpias
bien vestidas
chicas con caras que no son lobunas
o predatorias.
‘No traigan más una puta por acá’, les digo a
mis pocos amigos, ‘me voy a enamorar de una’.
‘No podrías estar con una buena mujer Bukowsky’.
Necesito una buena mujer,
necesito una buena mujer,
más de lo que necesito una máquina de escribir,
más de lo que necesito a mi auto, más
de lo que necesito a Mozart.
Necesito tanto una buena mujer que
puedo saborearla en el aire, puedo sentirla
en la punta de mis dedos,
puedo ver veredas construidas
para que sus pies caminen,
puedo ver almohadas para su cabeza,
puedo sentir mi risa que espera,
puedo verla acariciando un gato,
puedo verla durmiendo,
puedo ver sus pantuflas en el piso.
Sé que existe
pero, ¿Dónde está ella en esta tierra
mientras las putas continúan llegando?

LINDAS NALGAS

Este Viernes por la noche
las muchachas mejicanas en el carnaval católico
parecen muy buenas
sus maridos andan en los bares
y las muchachas mejicanas lucen jóvenes
nariz aguileña con tremendos ojazos,
cálidas nalgas en apretados bluyines
han sido agarradas de algún modo,
sus maridos andan cansados de esos culos calientes
y las muchachas mejicanas caminan con sus hijos,
existe una tristeza real en sus ojazos
como si recordaran noches cuando sus bien parecidos hombres-
les dijeron tantas cosas bellas
cosas bellas que ellas nunca escucharán de nuevo,
y bajo la luna y en los relampagueos de las
luces del carnaval
lo veo todo y me paro silencioso y lo lamento por ellas.
ellas me ven observando-
el viejo chivo nos está mirando
está mirando a nuestros ojos;
ellas sonríen una a otra, hablan, salen juntas,
ríen, me miran por encima de sus hombros.
camino hacia una caseta
ponga una moneda de diez en el número once y gane un pastel
de chocolate con 13 coloreadas colombinas en la
cima
suficiente por demás para un ex-católico
y un admirador de los calientes y jóvenes y
no usados ya más
aflijidos culos de las mejicanas.

LAS HORMIGAS SE ARRASTRAN POR MIS BRAZOS BORRACHOS

Oh las hormigas se arrastran por mis brazos borrachos
y dejaron que Van Gogh se sentase en un trigal
y privase al mundo de la Vida
con un disparo de escopeta
las hormigas se arrastran por mis brazos borrachos
y enviaron a Rimbaud
a traficar armas y rebuscar oro
bajo las piedras,
Oh las hormigas se arrastran por mis brazos borrachos,
metieron a Pound en el manicomio
y lograron que Crane se arrojara al mar
en pijama,
las hormigas,
las hormigas se arrastran por mis brazos borrachos
mientras los estudiantes piden a gritos a Willie Mays
y no a Bach,
las hormigas se arrastran por mis brazos borrachos
y en la bebida busco
tablas de surf y fregaderos, girasoles
y la máquina de escribir cae como un ataque al corazón
de la mesa
o un toro muerto el domingo,
y las hormigas se me meten en la boca
y bajan por la garganta
y me las bebo con vino,
y subo las persianas
y están en la mosquitera
y en las calles
suben por los campanarios
y se meten en las cubiertas de los neumáticos
en busca de más
comida.

BOTELLA DE CERVEZA

acaba de ocurrir algo milagroso:
la botella de cerveza ha caído del revés
pero ha aterrizado de pie,
y la he puesto en la mesa para asentar la espuma
pero las fotos no han tenido tanta suerte
y el zapato izquierdo se me ha
agrietado, pero todo es muy sencillo:
es imposible acaparar demasiado: existen leyes
de las que nada sabemos, toda suerte de impulsos
que nos estimulan o paralizan; no es cosa nuestra
que el mirlo acabe en las fauces
del gato ni que algunos hombres
estén enjaulados como ardillas
mientras otros se acurrucan entre pechos enormes
durante noches interminables… he ahí
el cometido y el terror, y no se nos enseña
el porqué. por suerte, la botella
ha caído de pie y, aunque me queda
una de vino y otra de whisky,
en cierto modo esto presagia una buena noche,
y tal vez mañana me habrá crecido la nariz:
zapatos nuevos, menos lluvia, más poemas.

ELABORADA Y ENVASADA EN…

hay tristeza
en la mano que sostiene
la lata de cerveza,
hay tristeza
hasta en la suciedad
debajo de las uñas,
y la mano
es como la mano de una
máquina
y, aun así,
no lo es…
se curva por completo
(un esfuerzo mágico)
alrededor
de la lata
como las
raíces
que dan vida al gladiolo
y lo elevan a las alturas,
y la cerveza
se cuela en mí.

Traductor: Abel Debritto. Título: Beber. Editorial: Visor Libros.

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MORIR DE PENA [Mi poema]
Ramón de Almagro [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Vino a verme y aun creo que fue ayer
mas huyó con el rabo entre las piernas.
Y hoy espero que no quiera volver,
que a mi esencia la deje envejecer
buscando alrededor otras más tiernas.

Y es que, atea, se niega ya a creer,
anda ausente, muy triste y apenada,
maleada, tan dura es de roer
que hoy ya ajada de tanto acontecer
hasta a un hola responde ya cansada.

No tiene mies, sustancia que extraer,
anda triste, ausente y desconsolada.
Compungida. Está a punto de yacer
la nostalgia de aquel amanecer
donde toda la miel era dorada.

Esa miel que endulzaba su semblante,
rezumando adornaba su camino,
que impelían su cuerpo hacia adelante
difujando su espíritu arrogante
cual si fuera un espíritu divino.

Hoy desecho, se encuentra ya hecha trizas,
su cerebro, sin luces, ya barbecho,
sin rescoldo, se aprecian sus cenizas.
y hasta el sueño de pena está maltrecho
harto de soportar tantas palizas.

Funesto el deambular, ¡oh triste sino
que resiste aceptar esta condena
que interpuso a la muerte en su camino!
y así fuera que sea su destino
si ha de morir, morir, mas no de pena.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ramón de Almagro

EL VELERO BLANCO

Desde que era niño siempre tuvo un sueño,
se lo dio un barquito hecho de papel,
y fue desde entonces que quiso ser dueño
de un velero blanco y bogar en él,
no por los paisajes de un mundo lejano
cubierto por islas de hermoso coral
él solo soñaba sentarse en su barco
y por una brisa dejarse llevar.

Al pasar el tiempo se quedó en un sueño
como tantos sueños, su sueño de mar
nunca dijo nada, pues siempre temía
que si alguien sabía se fuera a burlar.

Hoy que ya está viejo, y nadie le ofrece
por sus pocas fuerzas un trozo de pan,
agarra la silla, esa que se mece,
y se va hasta el patio, buscando soñar,
en la vieja silla se siente en el barco,
cerrando los ojos escucha la mar
y hasta hay una brisa…
que baja a sus labios
olas muy pequeñas…
con sabor…
a sal…

MI POEMA DE ABRIL

Picoteando la cáscara
de algún viejo recuerdo
con la lluvia de Abril
nacerá mi poema
le pondré mil colores
los más puros y claros
una música tenue
y un perfume de nardos.

Como una luciérnaga
brillará titilando
y se irá por los aires
escapando de mi alma
se estirarán mis manos
sin poder alcanzarlo,
se quedarán mis labios
como siempre rogando:

Que una estrella lo guíe
que lo lleve a tu lado,
pues si tú lo encontraras,
y llegas a escucharlo
mi poema de Abril
quizá viva… hasta Mayo.

TU ESPALDA

(Dedicado a mi esposa Doña Elsa)

Tu espalda es mi descanso, mi sosiego,
es la calma después de haber amado,
tu espalda es un refugio donde llego
a lamer mis heridas angustiado.

Tu espalda es taller de mi poesía
en las noches que paso desvelado,
tu espalda tiene el fin de cada día,
es el sueño y un beso ya cansado.

Y si todo se me hace cuesta arriba,
si la vida se ensaña con mi vida,
más que nunca, tu espalda es necesaria,

Pues si es dura la mano del destino,
tu espalda es el altar donde me inclino
para llegar a Dios… con mi plegaria.

Por el camino del río

Por el camino del río
camino de enamorados
buscando la fronda espesa
donde el amor hace nido
se nos va una parejita
de la manita tomados
y el lápiz de algún poeta
los persigue dibujando.

Y que hermosa está la luna,
reflejadita en el agua
y que feliz canta el agua
dichosa de ser un río,
cuanto fulgor en la noche
cuanto brillo en el lucero
y el lápiz de aquel poeta
en todo encuentra un te quiero.

Por el camino del río
camino de enamorados
ya no se ve la pareja,
los de la mano tomados
y hay un revuelo de hojas
en la vera del camino
y hay risitas por lo bajo
risitas y algún quejido,
es que a ellos como al río
los va empujando el destino
y aquel poeta discreto
se vuelve a su caserío

Que destino los poetas
pasan la vida cantando
de amores que viven otros
y ellos se quedan soñando.

Por un camino de río
camino de enamorados
sueñan todos los poetas
algún día ser amados.

NIÑA DE LA ARENA

Niña que en la arena te encontré llorando,
con un llanto blando, tu primer amor,
orgullo de niña que se hallaba herido,
tal vez un motivo, que nunca existió.

Por algo que él dijo o no sé que cosa
tu boca de rosa se te marchitó.
y aquellos pucheros, los que se habían ido,
vuelven del olvido a llorar tu amor.

De un mundo de mimos salís a la vida,
y aquí,
no hay quien cuida de algún moretón,
ya viene la noche niña de la arena
recoge tu pena, mañana…
mañana habrá sol.

RONDA PARA MALVA

Esa niña, aquella, de los ojos claros,
la que llaman Malva,
la de pies desnudos, y a veces sangrando,
no tiene apellido.

Entre los cartones donde ella ha nacido
nunca sobra nada,
y menos monedas para un colectivo,
y… no la anotaron.

Su madre… Su madre ha buscado,
entre los recuerdos, unos ojos claros,
unos ojos claros o algo parecido.
Pero tan oscuro siempre fue el amor.
Sólo por las noches se le han acercado
siempre atropellados
pidiendo el favor,
y luego se fueron
como habían llegado,
siempre apresurados,
sin decir adiós,

Y esa niña, aquella,
la que llaman Malva,
la de pies desnudos y sin apellido,
a todos nos mira, como preguntando:
¿Estos ojos claros,
estos ojos claros
de donde
han venido?

ME PREGUNTO

(Soneto II )

Que se dirán, amor, esas veredas
Que nos vieron pasar juntos del brazo
Que se dirán, amor, hoy que nos queda
Llevar entre los dos nuestro fracaso.

Que se dirán, amor, aquellos árboles
Que marcamos con tantos juramentos
Que se dirán si oyen nuestras voces
Discutiendo llevadas por el viento.

Que se dirán, amor, esas estrellas
Que se dirán al ver nuestras querellas
Que se dirán, ya sé… no dirán nada.

Amores tan deshechos como el nuestro
Se ven tantos, amor, que por supuesto,
Las estrellas ya están… acostumbradas

LA NIÑA DEL LAGO

La niña sentada a orillas del lago,
Leyendo poesía de su libro Azul,*
Te muestra que todo, no está tan cambiado,
Están los que sueñan, lo mismo que tú.

Son los que leyendo de un mundo de ensueño,
Mundo de romance, reino del amor,
Sienten que ellos pueden también ser los dueños
De esos sentimientos que brinda el autor.

Sueñan ser amados como en la poesía,
Por seres perfectos de muy suave voz,
Que al hablar envuelven con la melodía
Que solo se escucha cuando habla el amor.

La niña del lago levanta los ojos,
Viendo que la tarde ya casi pasó,
Leyendo poesía se le hizo tan corta,
Que dubitativa… mira su reloj.

Con pena, suspiros, recoge sus sueños,
Los guarda entre hojas de su libro Azul,*
Y por un sendero se nos va corriendo,
Ha vuelto este mundo, de tanta inquietud.

OLVIDO

Tú puedes olvidar y los recuerdos
Se pegan a mi piel como un castigo

Tú puedes olvidar, yo sólo vivo
Añorando el querer que se ha perdido

Tú puedes olvidar y en cada noche
Mil vueltas siempre doy buscando olvido

Tú puedes olvidar, cómo quisiera
Olvidar como tú… sin un suspiro.

PÁGINA EN BLANCO

… y me vuelco a una página en blanco,
a llenar los renglones vacíos…

…a tratar de formar con palabras,
el poema que venza tu hastío…

… el que logre llevar a tus ojos
unas gotas de suave rocío …

…el que arranque por fin de tus labios
un susurro que suene a suspiro…

… el que pueda poner en tu pecho
algo de esto que hoy late en el mío…

ME HAN TIRADO UN BESO ESTA MAÑANA

Me han tirado un beso esta mañana,
me lo enviaron los labios de un niño,
y tú sabes cuanta sed hay en el alma,
de una simple muestra de cariño.

Me han tirado un beso esta mañana,
y mira como influyen estas cosas,
que mi aburrido día de semana,
de golpe… se pobló de mariposas.

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IGUALES PERO NO TANTO [Mi poema]
Ángel Cruchaga Santa María [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Todos los hombres somos iguales,
todos los hombres somos distintos
pues padecemos los mismos males
aunque pelajes hay variopintos.

Unos presumen de carcamales
otros en cambio pecan de humildes,
nos comportamos como animales
cada uno a cuestas con nuestras tildes.

Somos, se dice, lo que comemos
que eso quisieran, que hay quien pensamos,
vamos más lejos de lo que vemos
siempre diciendo que nos amamos.

Cuando la lluvia llama a la puerta
entre las mantas yo me cobijo,
y a mis enseres pongo a cubierta
ande caliente, que no me aflijo.

Todos, humanos, somos iguales,
todos, humanos, somos distintos
con nuestros egos, nuestros rituales,
y siempre presos de los instintos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ángel Cruchaga Santa María

Acacia

Converso con la acacia
que está florida como un mar de espuma.
¿Por qué, poeta, no me ven tus ojos
que ayer me presentían en el llanto?
Para no lastimarla es mi voz suave.
La miro ahora desde el fin del mundo,
desde el árbol primero de la tierra.
La miro ahora desde el alto día
en que se abrieron todos los retoños
en el arco del cielo resonante.
Vivo más allá del sufrimiento.
Hasta el amor se me trizó en los ojos,
y me vistió de lentas golondrinas.
Converso con la acacia
-racimo de marfil, vaso de lumbre-
y detrás de mis hombros amanece
el signo teologal de la esperanza
y hay un rumor de cera que desciende
de las dulces pestañas de las manos.

Adoración

Este mi amor no puede volverse un alarido.
A veces en él siento fragancias de ceniza.
Así en el mediodía se quemarán los trigos.
¡Yo no puedo llorar a Dios como las islas!

Atraviesas mi orgullo flameando tan cercana
que me emociono como si yo fuera algo tuyo,
pulsera de tu mano, collar de tu garganta,
y lloro contemplando tus pestañas de humo.

Amada mía

Amada mía, amada en tiempos del primer arco iris
o allá en la creación junto a las primeras alas.

Desde la sangre de mi madre hacia ti vuelvo mi rostro.
Las abejas de mis almendros vuelan en torno de tus ojos.

Mi corazón, saeta gastada de noche en el cielo
atraviesa la paloma del día para borrarse en tu voz.

Alargas en tus ojos los hondos paralelos
mientras la mañana se eleva de tus brazos.

Te llevaré en la ola de mis venas
así como el cielo lleva su largo temblor de pájaros.

La tierra gira, mi amiga, en un rincón de tus ojos.
El viento distancia estrellas detrás de tu cabellera.

Cuando cierro los ojos yo sé que me quisiste…

Cuando cierro los ojos yo sé que me quisiste.
Hasta mi sombra llegan tus ondeadas pestañas.
Vienes en un temblor maravillado y triste
y sin mirar mi muerte ríes y me acompañas.

Yo besaré las rosas que perfuman los muros
de mi casa tranquila. Sorberé la belleza
de vetustas ciudades en horizontes puros.
¡Seré como un panal que llora su tristeza!

Antes de que vinieras era el mundo un sollozo;
en sus redes de plomo me envolvió el sufrimiento.
Iba por los senderos sin hallar el reposo
cuando te acercaste besándome en el viento.

La gracia de tu cuerpo, tu hermosa cabellera
viven en mí: los besa mi sangre agradecida.
Algo tuyo hasta Dios iría si muriera.
Mirándome a los ojos has honrado mi vida.

Yo sé que me quisiste. Aunque Saturno tienda
sus redes sobre el mundo no besará el latido
que abrió mi corazón cuando vino tu senda.
¡Toda la eternidad estaré conmovido!

Cuerpo de la mujer, claro como un sollozo…

Cuerpo de la mujer, claro como un sollozo
que fulgura en la noche de granates dormidos,
zona de la esperanza, reseda del reposo,
hacia tus brazos van trémulos los sentidos.

Cuerpo de la mujer, país de la alegría
que adivinamos con un deleite jocundo
desde tus hombros sube su marejada el día
y de ola en ola crea cada mañana el mundo.

Cuerpo de la mujer, leche y luz en las venas;
aureola del tiempo, visión de las escenas
del pasado, de hoy… tú sabes sonreír.

En ti cantan los árboles, los arroyos, las rosas.
Como el paso de un niño maravillas las cosas.
¡Y si eras como Dios no debieras morir!

Cúpula

Es mi corazón como una cúpula
llena de cantos. Hacia él suspiran
los mares y los ríos de este mundo.
Y todo este vibrar se vuelve al cielo
como en las alas de un arcángel hondo.
Me siento perfumado como un fruto
por la desgracia; pero siempre llevo
la música y la miel de mis abejas.

Yo sé que ni el amor consolaría
este duelo solemne de mi sangre.
¡El que ha volado mucho ya no puede
ver más que cruces en el horizonte!

El amor junto al mar

En mi silencio azul lleno de barcos
sólo tu rostro vive.
En el mar de la tarde el día duerme.
Eres más bella cuando estoy más triste.

Tiembla mi amor como una voz antigua
sobre la calma verde.
El sol cantando como los pastores
te dio su melodía hasta la muerte.

¡Oh tus cabellos en la tarde de ámbar!
Cerca de tu pureza soy más blanco.
Sé que jamás tu corazón sencillo
latirá en la tristeza de mis manos.

Eres más bella cuando estoy más triste.
En mi desgracia largamente vivo.
Soy en el desamor tan desolado
como los continentes sumergidos.

Tu áurea cabeza brilla
en la tarde sutil soledosa.
¡Pobre mi corazón que está llorando
y hasta su Dios se va como una ola!

Más allá de la vida,
triste como una selva abandonada,
miro irse las horas
en las lunas, los pájaros y el agua.

Tu corazón sonríe
sin mirar mi fatiga.
¿Te arrancaron los ojos
en qué calle siniestra de la vida?

Yo me iba al futuro
con los brazos abiertos en la luz,
como se van las almas de los muertos…
¡Voy al futuro caminando aún…l

Como a un infante solo
te llevé de la mano
por mis sendas dormidas
en un claro perfume de alicanto.

En haces de centellas
fulgió mi corazón. ¡No lo miraste!
Más allá de la vida está llorando
como un niño en el seno de su madre.

El canto de los mares solos

Somos la remembranza de la tierra vencida.
Necesitaba Dios nuestro vaivén profundo
que era ritmo en sus venas y en su carne florida
la invencible y eterna melodía del mundo.

Nuestro vigor es fuerza de estrellas y raíces.
Los árboles nos dieron sus moribundos bríos.
Soñamos en las claras y enormes cicatrices
que abrían las soberbias quillas de los navíos.

Como un collar perdido de piedras fabulosas
las estrellas nos hieren en nuestro sueño esquivo.
Somos la sangre turbia de las difuntas cosas;
el grito gutural del hombre primitivo.

En nuestra rebelión de temblores y nervios
el eco de la tierra que se murió podrida.
¡Oh, mástiles sonoros; oh, navíos soberbios
llevados por los vientos primeros de la vida!

¡Qué nuevos argonautas verán el vellocino!
En un dolor horrendo tiemblan nuestros ciclones
queriendo revivir el difunto destino
que fue sangriento y hosco como un tropel de leones.

Sabemos dónde estaban las estrellas, sus rastros
quedaron en nosotros. Con dulzura de abuelo
iremos sobre el agua colocando los astros
que desprendió Jesús con su mano del cielo.

Seremos un vigor enorme y tenebroso.
En nuestras olas vibran inmortales tormentas,
la voz del Cristo rueda semejando un sollozo
lanzado de la cruz hacia los Cuatro vientos.

En el éxtasis

Era tu amor el único digno de tristeza.
Se me volvió una llaga perenne tu belleza.

Hoy, para no morir, miro el rostro profundo
de mi madre. Mis ojos sienten llorar el mundo.

Y agradezco a mi Dios el momento encantado
en que mi corazón trémulo te ha mirado.

Y agradezco a mi Dios que vivas, que respires
cerca de mi quebranto, aunque nunca me mires.

Pudo un banal amor encenderme las venas,
pero ellas en el cuerpo se volvieron cadenas.

Entregué mis estrellas hasta quedarme exhausto,
y aquella amada nunca comprendió mi holocausto.

Tú que estás inundada de cielo y eres clara,
como si eternamente el Cristo te mirara,

perfumaste mis siglos, tu claridad me diste.
Era este amor el único digno de hacerme triste.

Es amor

Abeja de mi tarde y de mi muerte,
anticipo del sol, bien de mis ojos,
deja que en tu cruz grabe mi día
como en la gloria de un bajo relieve.
Ancha de mirra, música de arcángel
en toda latitud tu cuerpo vive,
como la rueda leve de este mundo
que de los cielos a los mares gira.
Tú llevas el rocío en las pestañas
y en los cabellos el matiz dorado
de un caracol que se quedó dormido.
Todo esto es el amor entre retoños,
entre resinas, olas y relámpagos.
Este es el amor que se desprende
como un lento cometa de tus hombros
Éste es el mundo para tu garganta,
erguido ventanal de las palomas.
Ésta es la noche de fulgor de esencia
en donde el mar detiene su caballo.
Eres la dueña de las golondrinas,
del azahar que atrae al moribundo.
Tú tienes el vestido de la tierra,
verde y dorado con encajes de agua.
Si te mueves de súbito, el rocío
moja la tarde porque estás colmada.
Si levantas los brazos inauguras
una grave y doliente geometría.
Dueña del gnomo que embrujó la selva
donde duerme y suspira la avellana.
Para tu hechizo lloran los pastores
en los oteros de marfil y de ámbar.
En ti doblega el día su corola
y tú la meces en tus pulsos finos.
Y si viene la noche con los ojos
cerrados te adelantas a la muerte.
Entre el cielo y la tierra, detenido
está el amor con túnica de mirra…

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PERDIDO ESTOY… [Mi poema]
Rafael Courtoisie [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Perdido estoy en campo de amapolas
entre un viejo solar desconocido
y un ancho mar tejido por las olas
buscando descubrir si me he perdido.

Aquí no hay dios. No existe quien me oriente.
No hay pueblo, ni iglesias ni campanas,
ni un hijo del lugar que se presente
pues no tiene ni luz y no hay ventanas.

Mi voz no se ha de oír, por más que grite
así que haga un esfuerzo y desgañite.
Por no tener, no tengo ya ni ganas.

Es esto que me ocurre en las mañanas
cuando intento acercarme hasta la vida
dando vuelta la doy ya por perdida.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Rafael Courtoisie

Las piedras de amar

Los hijos de los Grises le arrebatan el gozo a las mujeres,
justo en el último momento, justo cuando están por acabar. Los hijos de los Grises,
en el último instante, se llevan esa gema invisible del sexo de las mujeres
y hacen un collar de maravilla.
En las noches cálidas, el collar hecho con los guijarros del gozo humedecido,
palpita en la penumbra inmóvil, sin que nadie se adueñe del temblor. Los Grises
ponen esos collares en las vitrinas de los museos, y quedan tontamente alegres
por haberles quitado el gozo a las mujeres.
Las perlas, algunas oscuras y otras claras, producen un latido inmóvil y concéntrico,
un espasmo translúcido que se pierde en el espacio silencioso. Pero las mujeres de los hijos
de los Grises van, cada vez que pueden, a la aldea vecina, donde los hombres saben
desprenderles del vientre esos cantos rodados, esas perlas opalinas y latientes,
y las dejan flotando en la entrepierna, húmedas y tibias todo el tiempo,
durante la eternidad que dura el acto.
De «Umbría» 1999

Los que no están

Para las almas los cuerpos valen oro. Pero es un oro carnal,
de ruido tibio, un oro en trazos y fibras, oscuro, más oscuro que la muerte
que lleva y devuelve las almas a su origen, la muerte como un mar que las devora.
Los cuerpos flotan.
Sin la muerte, un cuerpo es más grave que su sombra. La muerte los levanta,
los madura, hace de los cuerpos un sueño irrepetible en el que el deseo encuentra
materias claras para hacer la casa.
La casa se levanta y se derrumba, pero los trozos esparcidos son duras gotas
del agua del deseo, humedecen la vida que les falta.
De «Umbría» 1999

Mujeres

Algunas mujeres se consuelan con dedos que arrancan de las estatuas.
Un lago tibio les crece entre las piernas y en el fondo del lago
colean pececillos y se escurre en lo profundo su rojez partida en dos.
El pulpo, como una estrella blanda sumergida, recibe al anular y provoca
una estampida de puntas de peces y arenas del temblor que desmoronan.
Las mujeres acaban exhaustas y en los lúbricos dedos de mármol,
brillantes de humedad del lago, se entibian y boquean, hasta morir,
algunos pececillos adheridos.
De «Umbría» 1999

Q habla del Edén

«Un pez de hule envuelve la comida diaria. Las escamas de nylon
se deshacen pero no logran pudrirse en la boca del desierto:
bolsas, jirones y retazos de plástico, trozos de cármica y latas como joyas oxidadas.
Cada cosa es un tesoro y tiende a la aridez. Las raíces de los vegetales esperan
entre vidrios y coronas de caucho, los óxidos de plomo y el agua del cadmio
entre los dientes de un cero gordo, el mar envenenado de sulfito
en la gran concha del mar, en la raja del mar, en el coño del mar, en la vira del
mar con aguavivas.
Un temblor de hilo en las vocales: n-a-d-a.
Estos son los huesos de Dios. Las ramas despojadas por el viento enfurecido,
los ojos cubiertos por los labios de los ojos, la Mosca Reina con su séquito
en el sexo.
Chatarra, chatarra y más chatarra. Junk.
La savia retrocede en las palabras cuando voy a hablar del árbol.
Un sarcoma voraz seca la rama. El aire me respira y se envenena.
Lo que amo se vuelve arena.»
De «Umbría» 1999

Una mujer ha muerto

Antes de dormir, Z macera raíces y pasa los jugos
sobre los ojos de las piedras. Las estatuas brillan serenas,
con una humedad oscura y un derroche de luz y lava sólida.
Así apacigua la noche su custodia.

* * *

Una carta llega a destino antes de ser escrita.

* * *

Una mujer ha muerto en algún sitio. Q sale a cielo descubierto,
apoya el oído en tierra y escucha cómo las orugas
despedazan un castillo subterráneo.
De «Umbría» 1999

Voces

Un idioma de polvo se escucha en las calles.
Q transporta una vasija y las gentes se apartan.
Lleva una carraca para anunciar su paso y un niño se adelanta
moviendo los brazos, anunciando el peligro.
Alguien, desde una azotea, tira una piedra. La vasija se rompe
y deja ver el interior. Hay fuego maduro que comienza a derramarse.
Q corre despavorido y tira la carraca, que enmudece al caer. Umbría se aparta y,
en el centro de la columna de fuego, crece un hueco.
Una niña llega corriendo desde lejos, se acerca a mirar y se apaga en la ceniza.
Nadie alcanzó a advertir el peligro, nadie gritó a tiempo.
Comienza a lloviznar. Las bocas están llenas de polvo.
De «Umbría» 1999

Voces 2*

Un hijo de palabras, hecho de coágulos, hecho de fragmentos
de cosas que dije o que no dije. Es un minuto y una boca de vidrio picado,
es una sombra y a su costado crece el río de otra sombra que lo sigue
y que dice y que no dice.
De «Umbría» 1999

Voces 3*

Una mano de tierra edifica ciudades y relámpagos oscuros.
En el cuerpo de un árbol, un nervio de humedad siente la brisa.
De «Umbría» 1999

Voces 4*

Un hijo hecho de coágulos entre la maravilla de la música,
en los oboes, en las guitarras, en la palabra «piano» con sus dientes flojos,
y una luna de trapos enjuga los sonidos. Es la canción de la infección
con sus arpas tisulares, el agua del contagio llevada por la brisa. Música
de piedras y jugo de metales, agüitas virulentas acompañan la canción del mudo.
De «Umbría» 1999

Y el fondo

Cuando la forma comienza a declinar aparece el fondo. Se adelgazan las paredes,
se afina la membrana, la noche extensa, sencilla o intrincada de la forma. El fondo
se opaca entonces, comparece.
Hay un instante de atraso, de desfasaje entre la forma y el fondo y es allí donde
se ve su orilla, su materia dispersa, su líquido sin continente. Espesura, densidad
opaca.
Un punto. El punto concentra el fondo, el fondo despojado.
La intemperie como una precipitación en el seno de un líquido, como un cuerpo
extraño. Pero el fondo siempre estuvo en la forma, la pulpa en la fruta, el agua en el
vaso, la carne con sus linfas en el cuerpo. El cuerpo dentro del mundo. El mundo
dentro del cuerpo.
Pues abandonada la forma queda una circularidad, una huella.

Cuando fa forma comienza a declinar, aparece el fondo.
De «Estado sólido» 1996 Premio de la Fundación Loewe

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UN MOCOSO [Mi poema]
Juan Cunha [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

¡Cálla niño!, los viejos te decían,
¡apártate, mocoso!,
¡Qué ignorantes! tu genio revoltoso
llevaba al paroxismo y se reían
al verte haciendo el oso.

Pues siempre fuiste un crío muy gracioso,
locuelo y divertido.
Gozabas más con mucho al ser reñido,
de humor haciendo gala contagioso
a fuer de consentido.

¡Que vayas con la música a otra parte!
¡maldito este chiquillo!
¡pues deja de portarte como un pillo!
¿No tienes padre? Aprende a comportarte.
¡No corras que te pillo!

Hoy te vuelve a sonar ese estribillo,
¡bendito mozalbete!
al que un día pusieron en un brete,
tan serio, tan sesudo, y apostillo,
sin pelo, ya calvete.
©donaciano bueno

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Juan CunhaJuan Cunha Juan Cunha

A mi espalda

El que fui vuelve llorando, y no hay manera
De aplacar su pena sola.
El que fui viene llorando: es sólo un niño
Que no puede con la tarde.

Le diría que se vaya,
Que ya no tengo más aquellas láminas
Con paisajes, donde una luz de atardecer duraba;
Donde pasaba un ángel con un aro

Mas no tengo valor para volverme.
Él me toca en el hombro, y se detiene
Alelado: no comprende; y llora aún más.
Cómo arreglarme un rostro ya para enfrentarlo.

Y se queda. Y reincide. Y calla luego.
(La luz, final, vacila; sale la brisa; algo tiembla)
Cuando no es más que un niño desvalido
Y solo, que no puede con la tarde.
De «Carpeta de mi gestión terrestre» 1956-1959

Allá donde las lagunas son el cielo…

Allá donde las lagunas son el cielo
Tuve mi vacación de vacas verdes
El viento era un caballo sin escalas
y yo me le sentaba firme al flete

El sol
Era un melón
La tarde
Una sandía
Y la vida
La vida una pura gana
De morder y morder manzanas

Pero de esto hace mucho
De «Enveses y otros reveses» 1981

Aquella vez y allá cuando solía…

Aquella vez y allá cuando solía
Allá y aquella vez tengo presente
Pero es sólo un recuerdo solamente
Lo que se dice fue quién lo diría

Un tiempo nadie nunca lo sabría
Una vez y un allá que hay en mi frente
Un allá y una vez lejanamente
El entonces y el donde que decía

Sucede alguna vez de tal manera
Sucede que sucede entonces era
Allá donde te dije que recuerdo

Sin duda qué sé yo pero es el caso
Que lo tengo presente paso a paso
Donde ay tanta cosa olvido y pierdo
De «Cancionero de pena y luna» 1953

Cómo no estás en mis arterias

Si eres flor cómo no estás fija en un tallo
Apenas balanceada por este aliento que abrasa

Si eres paloma cómo zureando no huyes
Cuando se acerca el cazador rojo de furia roja

Si eres vela cómo no te vas ligera
Como las velas que el río se lleva entre sus dedos

Si eres mi sangre cómo no estás en mis venas
Pasando y repasando mi corazón que no duerme
De «El pájaro que vino de la noche» 1929

De pronto emerge y sobresale un nombre

Hoy anda Cármelo en el aire
No sé de golpe escucho Cármelo
y Cármelo otra vez al poco rato
Pues claro que no es más que el solo nombre
Que me entresuena hoya tantos años
Ya tantísimas leguas transcurridas

Cármelo le decían por Carmelo
A cierto muchachón que hacía parte
Del personal de estancia de mi abuelo
En Molles del Pescado allá en mi tiempo
De chiquilín ya premocito
Ay en benditos breves días

Cármelo allí ensillaba un pangaré
y rumbeaba pa el puesto de Las Chilcas
Por ejemplo o salía a echar las vacas
Y a lo lejos ya Cármelo llegaba
Y de vuelta otra vez por los caballos
Y galopando irrumpe la tropilla
De variados pelambres y relumbres
Y ya entre polvaredas y tropeles
O que adónde fue Cármelo
Lo mandaron temprano hoy hasta el pueblo
Y regresaba Cármelo a la noche
Con el flete sudado hasta la cola
y era Cármelo siempre al otro día

Era aindiadito el mozo y medio tuerto
Con una nube blanca por lo menos
En un ojo que usaba entrecerrado
Y no le daba un muy airoso aspecto
Mas entre el personal hacía juego
Que era algo así de tres a cinco peones
Entre los pardos y negros y otros tonos

Bueno pero por qué me vuelve el nombre
Que lo escucho decía como náufrago
En este aire hoy tan de otra época
Y Cármelo a esta altura quién lo dice
Quién lo pronuncia que lo escucho nítido
y en más de una ocasión lo oí esta tarde
Como llegando de distintos rumbos
Entre otras cosas que la tarde nombra

Cármelo que decían por Carmelo
Pero hoy ya es sólo el nombre sin el hombre
Con otra dimensión y en otro orden
Justo las siete letras recompuestas
Las que reordena el aire y ratifica
y por decir Carmelo insiste en Cármelo
De «Palabra cabra desmandada» 1971

El pajarito y el pez…

El pajarito y el pez
Éste abajo aquél arriba
O justamente al revés

Según de donde se mira
Al uno le ves el lomo
Pues y al otro la barriga

Cuestión de situar el ojo
y en cada caso entrever
La cauda la coda el codo

De modo que toda vez
Las mires de todos lados
y más que nada al través

Sale el signo inesperado
La señal que yo me sé
y hasta el indicio olvidado
De «A solicitud de los pájaros» 1957

Guitarreos

Una tarde rayada de garúas
Recuerdo el viento aquel como un cuchillo
Pero entonces qué gracia era en el tiempo
Que uno no le hace ascos al destino

La recuerdo patente y hoy quién sabe
Por qué es que la memoria la ha traído
Una tarde de invierno como tantas
Pero hoy viene del fondo del olvido

Tantos otoños mismo legua a legua
A descampado invierno y desabrigo
Tal vez de más atrás de espacio y tiempo
Me llegó su humedad su olor su frío.
De «A eso de la tarde» 1961

La nostalgia de mi tierra…

La nostalgia de mi tierra,
de mi campo, el de otro tiempo,
me anda siempre por las sienes,
la nostalgia de tierra.
Me anda siempre por las sienes
y se me asienta en el pecho.

A veces es nube y pájaro,
a veces galope y eco,
a esa majada, esa tropa,
y yo silbando, tropero.

Paisanos de serio rostro,
ancha mano y gesto lento,
paisanos de serio rostro,
cuando me ausento a las veces,
cuando me ausento a las veces
al paso me los encuentro.

De noche veo fogones
con ruedas de mate y cuentos.
De noche veo fogones
y el llanto de las guitarras.
Y el llanto de las guitarras
que a rachas me trae el viento.

La nostalgia de mi pago
me pone triste el acento.
Viene de allá, campo afuera,
y se me va pecho adentro.
De «A eso de la tarde» 1961

Lejos la ciudad lejos…

Lejos la ciudad lejos
Lejos su absurda rueda dura girando sin sentido

Ah la ciudad sin pájaros libres ni horizontes
Y tan sólo en lo más alto de las torres un poco de ansia del cielo
La ciudad que es una hélice vacía enloquecida de movimiento
Ah la ciudad que cierra el alma con sus frías sucias manos
Y que no oye la oscura angustia de los hombres.

Aquí sólo el campo la soledad desmesurada de los campos
La soledad extraña del campo que invade el espíritu de cosas lejanas
Y el silencio llega como un pájaro huraño al anochecer a pasar la noche en el monte del alma.

Porque aquí el recuerdo se va hacia todos los vientos en cada alborada
Y vuelve como los pájaros todos los atardeceres con un canto lejano cerrado en el pico
Y el corazón a cada latido amanece una esperanza nueva que tiene algo del cielo.
De «El pájaro que vino de la noche» 1929

Me voy le dije al alba…

Me voy le dije al alba
Me voy me voy a la alborada

A mi mano derecha oí zorzales
A la zurda un caballo relinchaba

El saltamontes de cintura breve
Me saludó tres veces por la grama

Lento el arroyo su cuchillo nuevo
Cortaba largo a largo la mañana
De «Triple tentativa» 1954

Quiero saber a qué ladera…

Quiero saber a qué ladera
Rueda la luz cuando te espero
Hay una brisa o mano tierna
Que quizás sepa de tu pelo

Pero decime dónde pongo
Estas palabras como gotas
No sé dónde asomar los ojos
A qué lado volver la boca

Escúchame es azul y lejos
No tengo indicios sólo piedras
Ya ni dónde buscarte tengo
Ni cómo hallarte que yo sepa

Es que nunca vi claro creo

Ni menos supe cómo eras
De «Enveses y otros reveses» 1981

Repaso

Veinte años hizo ayer que yo llegaba
Del campo, con mis pájaros- qué lío.
Y aquí, de torre a torre, los soltaba
Con temblores aún de bosque y río.

Y hoy me encontré que de su vuelo y pío.
No más, sino la ausencia, me quedaba.
Ninguno de mis pájaros cantaba.
Y miré sin un ala el cielo frío.

Veinte años. Tantos días. Pena tanta.
Tanta tanta nostalgia acumulada
Y acumulada espina en la garganta.

Qué será de mi monte y mi torrente.
Adónde, adónde, adónde mi bandada.
Eran veinte los años; y hace veinte.
De «Hombre entre luz y sombra» 1955

Vine para decir tu primavera…

Vine para decir tu primavera
Digo para nombrar dulce tus aves
Por abrirte las flores que tú sabes
Para hacerte de todas la primera

Era hermosa la tarde y cómo era
Si la evoco de pronto ya ni cabes
Eres tarde infinita ya sin llaves
Estás en donde esté y yo te quiera

Que estás en donde estoy hoy y te quiero
Ya no me importará decir me muero
Porque no será cierto de seguro

Pero vine no más para decirte
Que ya no podrás irte ni morirte
Por más que se haga triste y ponga oscuro
De «A eso de la tarde» 1961

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MEJUNJES Y MEZCOLANZAS [Mi poema]
Alfonso Costafreda [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Aquí en la población donde ahora vivo
no hay fiesta que se precie si no hay toros,
la música te impregna por los poros,
el ruido de petardos, de recibo,
que el fuego forma parte de los coros.
– – –
Yo sé que yo no sé, que nunca supe.
Y puestos a saber, si alguien supiera,
faltando a la verdad no se muriera
por qué cuando con rabia al cielo escupe
rebota ese esputo en su mollera.
– – –
Hoy me he querido meter bajo la ducha
por ver si mi cabeza es resistente
y he dejado que siga la corriente
dcalando mi cacumen sin capucha
siguiendo tan tranquilo y sonriente.
– – –
Viven bien. Hablan de todo. Pretenden
darnos a entender que se estremecen.
Que sufren al saber que otros padecen.
Mas ellos viven bien. Que se comprenden.
Reprochándole al resto que no recen.
– – –
El ir contracorriente es un pecado
mas yo suelo avanzar contracorriente.
Me miro y me reprendo sonriente.
¿Será esa una maldad que un dios me ha dado
que me obliga a mirar siempre de frente?
– – –
Dudar, esa constante en mi existencia,
quien no alcanza a dudar es que no existe
o tiene por cerebro, triste, un quiste
que impide al que lo sufre la evidencia
de ver y de embestir con lanza en ristre.

– – –
Supongo. Yo sé bien. Que es utopía.
Que los hombres echaran por el recto
las razones que aporta su intelecto
para hacer de este mundo una sangría
y pensar además que eso es correcto.
– – –
Pues todo el que aquí viene es sin permiso,
que es fruto del azar o de dios sabe.
Y no tendrá permiso cuando acabe
este tiempo de andar que es un inciso,
que a Cristo no hubo dios que lo desclave.
– – –
El tiempo es un repaso a la memoria
pues lo que ha de venir se desconoce.
Así que haya llegado y que te roce
pasará a formar parte de la historia
de lágrimas, cruentos y de goce.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Alfonso Costafreda

Compañera de hoy

Compañera de hoy, no quiero
otra verdad que la tuya, vivir
donde crezcan tus ojos,
dando tu luz, tu cauce
a lo que veo y siento…

Deshacer ese ovillo
oscuro del temor,
encontrar lo perdido,
quebrar la voz del sueño…

Y lenta, lentamente
aprender a vivir,
de nuevo, de nuevo,
como en una mañana
cargada de riqueza.

Contemplo…

Contemplo
el monte frío,
la lenta paz,
la cumbre…

Mas volvería
a andar
el mismo camino,
a amar la misma tierra
honda y desposeída,
apasionadamente
la misma incertidumbre.

De noche en noche…

De noche en noche más alto parecía
en la memoria ardiente el árbol de los sueños,
como si tú tuvieras de nuestra vida el fuego,
el poder de una hoguera.

Tantas y tantas veces
de este mundo irreal, prisionero y rehén,
con qué esperanza hoy veo el contorno vivísimo
del día, la realidad de un momento,
con qué avidez, con qué fervor distingo
la voz, la mano, el pecho.

El silencio

No puedo hablar; aunque quisiera
no puedo hablar con alegría.
¿Qué he de decir? Ni tan siquiera
presentar puedo una página limpia.
No puedo hablar, sólo tinieblas crecieran
sobre la hierba maldita.
He de callar, pero yo diera
mi vida.

Ella quiso seguirte

Ha muerto mi padre.
Se repite su ausencia cada día…
(De «Nuestra Elegía»)

Ella quiso seguirte, encerrada en su sueño
arañaba las puertas para que tú la oyeras,
para que respondieras a gritos te llamaba.

Su palabra vencida, se sentó gravemente
como si un pensamiento profundo la ocupara,
y entre su propia sangre fue entretejiendo sombras,
en su fe, en su armonía, en su sustancia humana.

Nosotros confundidos, ella hacia ti, sin rumbo. ..
En medio de dos mundos total desorientada.

Late su pulso aquí, su memoria en tu nada.

En un solo deseo

Los años que se perdieron están aquí, ahora.
Los sueños que he vivido crecen entre mis manos.
Siento cómo han pasado tantos días y seres,
tantas cosas a mi lado sin que las viera.
Pero de pronto todo regresa y se reúne en la memoria,
y tantas vidas
en un solo deseo hoy he encontrado.

Has crecido, raíz…

Has crecido, raíz,
en el cuerpo, en las manos,
en mí como una parte
visible de mí mismo,
en el pecho febril como un sueño palpable.

Dejaban su guarida
de pronto esos temores
oscuros de la sangre,
mi vida, frente a frente, y el fulgor
de un sueño interminable.

Las pequeñas palabras

Decías tú palabras
íntimas, silenciosas.

Palabras que se dicen
del amor al amor,
de una boca a otra boca.

El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
memorables, dichosas.

Las hazañas diarias,
ilusiones del día,
las más pequeñas cosas;
palabras compartidas,
útiles, generosas.

El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
-otras no he de decir-
durarán como rocas.

Los límites

Pienso en mis límites,
límites que separan
el poema que hago
del que no puedo hacer,
el poema que escribo
del que nunca podré escribir.
Límites también, en consecuencia,
de lo que amo
y de lo que nunca podré amar.

Límites de lo que quisiera decir
o ver o tener.
Palabras que daría
para descubrir, palabras para ayudar.
Límites del amor, palabras
insuficientemente valiosas,
en un desierto inacabable.

Los pájaros vinieron…

Los pájaros vinieron y desaparecían.
Regresan las palabras a su sueño remoto.
¿Quién habla de esperanza ? Siento frío.

Sobre el dolor y aún más en la alegría,
-sobre estas rosas y en los ríos-
antes como después sobre la vida.
En el amor,
al comienzo, al final del desvarío.

El fruto de los árboles cesó.
En el humano vientre el fruto abunda.
El monte se levanta, se derrumba.
Sin sentido la tierra gira, gira.
Sigue la sombra tan profunda.

Sobre lo que más quiero

Sobre lo que más quiero, sobre las cosas mías,
tu ley y tu poder se imponen.
Años atrás, años ya en lejanía,
de mi propia morada alguien que yo no soy,
las llaves más secretas te ofrecía.
Tú las guardaste, quedan
sin ser recuperadas todavía.

…Y surgen llamas de pavor
dentro del corazón en estas noches frías:
cuando tú vienes sigilosamente,
cuando tú brutalmente a ti me obligas.

Te dieron vida

Te dieron vida y ahora vives
aun más allá de sus deseos.
Les fuiste una quimera necesaria
y te apoderas de tus dueños.

Y no diremos que no existes
aunque tenaces te neguemos:
si son en el desierto de su vida
sólo espejismos tus soñados reinos,
en nuestra mente estás, estás, acaso
más que nosotros eres cierto.

Todo lo que tememos

No sé de dónde vienen
tu risa, tu alegría,
en qué instante aprendiste
a mirar frente a frente
todo lo que tememos.
A mirarlo en los ojos
como si nada hubiera
que temer
y tu mirada
hubiese descubierto
entre tanto desorden
un principio de luz.

Como si tú estuvieras
al borde del misterio
y nada sorprendiera
tu fe
y nos hablaras
no de lo que estás viendo,
sino de lo que sientes
venir
y entiendes tan fácilmente…

Así entonces separas
del terror su envoltura
diaria
y tu mano
traza en la oscuridad
un camino seguro.

Y si algún día…

Y si algún día el aire viene bueno
y todo se ilumina,
nada cabe esperar.

El propio corazón rehusa el vuelo.
el dolor pesa más que la alegría.

Yo pregunto

Ha muerto mi padre.
Se repite su ausencia cada día
en el hogar vacío.
Yo pregunto,
y además de la ausencia y además
de perder los caminos de esta tierra,
¿qué es la muerte?

Yo te pregunto, padre, ¿qué es la muerte?
¿Has hallado la paz que merecías?
¿Encontraste cobijo en nueva casa
o vas errante, y sufres bajo el frío
del invierno más grande, del total
desamor?

Yo te pregunto, padre, si son algo
los muertos, o si la muerte es sólo
una inmensa palabra que comprende
todo lo que no existe.

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JUSTICIA vs INJUSTICIA [Mi poema]
Elsa Cross [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

He intentado entender todo en la vida
mas esa facultad ya la he perdido,
no tengo más paciencia, he desistido
hacerle una virtud de la indulgencia
y ser más comedido.

No creo en la justicia. Que a la hoguera
he decidido echar sin disimulo.
Si dicen que hay justicia, eso es un bulo.
Ni dios ha dado ejemplo tan siquiera
metiéndose en su zulo.

Que en este mundo, es cierto, no hay justicia,
que está contaminada de intereses.
Las reglas son cambiantes. Y los jueces
las suelen aplicar con su malicia,
y a veces sus memeces.

Ya lo dice el refrán: que confesado,
si debes de enfrentarte, dios te libre.
Distinto es para todos el calibre
según sea ese juez que te ha tocado
y el ritmo con que vibre.

Sólo queda aguantar pues que los lloros
tampoco son pomada que lo cure.
Intenta que la fuerza no se apure.
Y no creas que sirven los imploros
así alguien te lo jure.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Elsa Cross

Amor el más oscuro I

Aquí comienzo a amarte,
en estos muros clarísimos,
en esta ciudad cálida al tiempo de las lluvias.
(¿Dónde estás ahora,
esta primavera tarde que pienso en ti?
¿Dónde estás, ignorándolo todo?)
Aquí te descubro
inalcanzable y triste.
Dime qué pasos te trajeron a estas tierras,
cómo abandonaste tu gracia de elegido,
tu ministerio de humildad;
qué suplicios te agobian desde entonces
que violentan tu rostro
y vierten en tu voz la nostalgia y la ira.
Dime en qué forma eres vulnerable
o ganas la lucidez en un momento.
Qué caminos dejaste,
qué expiación te vence y te despoja,
qué caminos seguiste para llegar aquí,
desconocido y hermoso,
donde yo te amo.
De «Poemas escogidos»1965-1999
Colección Poemas y Ensayos – Universidad Autónoma de México

Amor el más oscuro II

Viene la melancolía del principio,
días de incertidumbre y sueño.
Vienen sólo distantes tu risa y tu perfil
y abarcan mi deseo
y me vuelcan a tu rostro,
a tu vehemencia contenida.
Ya siento de algún modo
tus manos previstas de ternura
conduciéndome,
olvidándome,
dejando a medias para siempre mi destino.
Sé que otra vez me cercará la calma,
la soledad llena de amor,
tu nombre.
Quiero pronunciarlo tantas veces
como días tendré después
para perderte en la memoria.
Pero qué lograría apartarme
si muestras la misma angustia que sustento,
la soledad de idéntico linaje,
la imperfecta voluntad de amor.
Para reconocernos
baste la oscura nostalgia socavándonos,
baste nuestra olvidada condición de amantes,
vocación de locura,
celda,
fuego.
Maldigo desde ahora
tu cuerpo cerrándome el abismo.
Sean el tedio y la tristeza,
sea apacible y humana tu mirada.
En este momento te amo para siempre
y van mis pasos hacia ti
para cumplir tu voluntad.
De «Poemas escogidos»1965-1999
Colección Poemas y Ensayos – Universidad Autónoma de México

Amor el más oscuro III

A la desventura voy.
Algo en mí cada día te reconstruye
y me devuelve tu imagen.
Algo me lleva al lugar prohibido
en que te encuentras,
sitio que jamás debió tocar mi pensamiento.
Qué maleficio me extravía
y me oscurece todos los caminos.
A la desventura voy
y no quiero virtud que me confunda,
no quiero fortaleza ni mesura
que me aparten de ti.
Sean desoídas mis palabras
y viéndote
me sea dada tu menor ausencia.
De «Poemas escogidos»1965-1999
Colección Poemas y Ensayos – Universidad Autónoma de México

Aparece tu rostro…

Aparece tu rostro.
Se hunde en leche,
como el Cordero bienhallado
en los Misterios.

El fuego se acerca sin tocarnos.
El azul es más intenso
que la ebriedad creciendo hacia las islas.

Tembloroso,
como detrás de humo,
aparece tu rostro.

El caracol mezcla el mar
al propio estupor
en el oído,
oleaje donde navegan
islas de la conciencia,
destellos-
Ultramar.

Movimientos del muslo y la cadera
esbozan al tiento
una danza.

El mar se extiende
en olas que no rompen.

Movimiento-
la última vocal
reverbera en el oído.
El mar se extiende
más allá del tiempo
inamovible.
Temblor,
eco del movimiento–
calla
y nos habla
en su lengua otra,
parecida a ese incendio de adentro,
juega y se difunde
hasta aquietarse en un rayo vertical.
Omnipresente,
lenguaje del tacto sin manos.
De «Ultramar»
Fondo de Cultura de México 2002

Canciones del Egeo

1. Amorgós

Para Leonora y Pere

La tarde brilla en el vino
y en el mantel mojado

en palabras que sabemos
y no decimos

en el canto ambulante
y las cuerdas que rasga

en el jardín del templo
y la boda que empieza

en el sol que se acuesta
con el agua

2
A la mañana
la huella de tu oreja
ha tatuado en mi hombro
un caracol

Sus trazos paralelos
se separan
hacen de su voluta
un corazón

En su espiral de espuma
se detiene
el eco de tu voz-
ebullición

3
Toma el silencio la forma
de tus manos

La mañana se abre en la terraza
con el tajo del sol.
Extiende su brillo hacia la higuera
y se mece en el aura
de tu olor

Toma el aliento la forma
de tu nombre

Va subiendo sin peso la mañana
va cobrando color
Se enciende como las barcas a lo lejos
bajo el cuidado mínimo
del sol

4
Como las aceitunas
tus ojos
negros

y en cada gota de vino
tu beso
entero

5
Prendida de tu ala
me pierdo de claridad

De la barranca suben buganvilias
como del sueño esas vides moradas
transparencias

Prendida de tu ala
cruzo la o3curidad

Y brillando entre el mar y la montaña
como faros diminutos nos saludan
las luciérnagas

6
Langada

Para Nikos Vasalos

Pasa un rayo de sol
por la copa de vino
y danza en la hoja
donde escribo

Traza notas que van
y vienen
y se detienen
giros que van y vuelven
y se devuelven-

igual que sobre el mar
una gaviota
pequeña mancha blanca
en la página viva

donde ola tras ola
escriben también
y borran
la antigua historia

7
Al pie del promontorio
un ciprés entre olivos

Ropa tendida
tan blanca
como las tumbas a lo lejos

o el fantasma del viento
en los molinos

8
El gran estruendo rompe las palabras
Se dispara el sentido
-sólo queda un vaivén

oleaje de los amantes
un punzar en la vértebra
un esplendor furtivo

La gran marejada nos envuelve
nos anega en su fondo
-sólo queda un latido

México-Grecia, 1995-2000
De «El vino de las cosas»
Ediciones Era 2004

De lejos viene

Cuando lo sepas quisiera ver tu cara.
Por que vas a saberlo
aunque no te lo diga
ni leas estos poemas.
¿Cambiará algo entonces?
Es imposible
que no adviertas aún mi turbación:
tanto desorden de miradas,
tanta avidez
registrando el más breve de tus gestos.
¿Y nada modifica tu indolencia?
Ah, íntegro varón, que Dios te guarde.
Pero voy a aclararte
en nombre de esta cólera
y a manera de agravio,
que si te amo
es seguramente por error.
has de saber
que nunca me gustaron ojos desteñidos
ni maneras solemnes,
menos aún cabello lacio y bien peinado
(y de la solemnidad líbrame Dios, libérame).
También has de saber que eres
demasiado sencillo para mi soledad,
demasiado humano para mi deseo,
demasiado lineal
para la arquitectura de este laberinto.
Pero ya basta: pido una disculpa.
Ocurre tal vez
que sólo seas un poco distraído.
Vendrá entonces de ti
el reconocimiento
o una sincera frase paternal.

Lamida por un filo…

Lamida por un filo
en tus ojos no turbados,
la luz se escalda
sobre la piedra húmeda.

En sus mínimas cavernas
se detiene
entre musgos e insectos
tu pupila solar.

Rupturas en la piedra,
grietas,
algo que mira
desde el fondo.

Tu mirada refracta
el deslave abisal,
y eras de pensamiento se derrumban.
De «El vino de las cosas»
Ediciones Era 2004

Las Hijas del Viento

1
Murmuran tu Nombre
en las terrazas
inundadas de luz
frente al vinoso mar

2
Serpentean en la hierba
devanan suaves
sus marañas

Sisean
entre las siemprevivas

3
Juntan sus voces
al gemido de las piedras
y los arbustos
Hacen del corazón
un arpa tensa

4
Desatan su grito alucinado
a lo ancho del valle

Braman como terneras
son aullido reseco
trino
inverosímil

5
Se obstinan
como escenas repetidas
de una misma película

golpean en las ventanas
recorren muelles interminables
en el amanecer

6
Azotan las rocas de Haghía Triáda
con sus cuevas para ocultarse
de los piratas

Derriban al caminante
en el monte que se llama
Demonotópos

Alzan el rugido del oleaje
hasta el recinto de los cantos piadosos
junto a la Panaghía

7
Despeinan
al joven eucalipto
hacen caer sus resinas
sobre los barandales

Zumban amorosas
como abejorros
en el hueco de las cañas

Llenan la mirada de hormigas amarillas

8
Despiertan
al espíritu guardián del olivar
Dejan pacer tranquilo
el apetito de las bestias

Afilan
el cincel azulado
de la avispa

9
Someten a su ritmo
las flores encrespadas
el lomo de los cerros

Todo lo vuelven piedra lisa

10
Traen los ecos
de una conversación enfática
de un campanilleo de cabras
de un violín

Cantan en la noche
con sus aires de lamento oriental

11
Se agrandan
sus lenguas arpadas
en el invierno del espíritu

Fuerzan al alma
a agazaparse
en su rincón.

12
Escriben con sus dedos ligeros
tu Nombre
sobre la arena

repiten como plegaria
su grafía
De «El vino de las cosas»
Ediciones Era 2004

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