A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

UNA CALLE CUALQUIERA [Mi poema]
Ulalume González de León [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La calle no es de nadie, que es de todos,
-ser libre es circular por las aceras-,
no existen ni fronteras ni alambreras
tratando como hermanos a los codos.

La calle es como un pájaro que vuela,
un barco que navega a la deriva,
que viene y va y se muestra permisiva
y va cantando al ritmo de la suela.

Del templo es libertad, es tolerancia,
es un himno, es la letra de un poema
que aun pervive salvada de la quema
de quien quiere hacer de ella su estancia.

La calle tiene marcha, tiene embrujo,
tiene magia a la luz de las farolas,
en las noches de invierno siempre a solas,
con la sombra del pobre y con su orujo.

Que mantiene feliz la compostura,
tan coqueta y a veces descarada,
no se priva de echar una mirada
a las niñas a fuer de ser impura.

Para todos la calle le acompaña,
no pregunta ni pone cortapisas,
se acompaña con gusto con las prisas
y en su salsa se encuentra en la maraña.

Las calles son las venas y su sangre
somos quienes andamos con las penas
que vamos al salir de las colmenas,
debemos impedir que se desangre.
©donaciano bueno

La #calle no #obedece, no tiene dueño, o si? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Ulalume González de León

Cuento

Se enamoró de Aquiles la Tortuga
y fingió huir de él para atraerlo.

Cuenta el cruel Zenón que esa tortuga
no perdió nunca la virginidad.

Pero Cantor,
Bolzano,
Weierstrass,
rehabilitaron para siempre al héroe.

Otra versión (no menos conocida)
asegura que éste no alcanzó a la Tortuga
porque el tendón de Aquiles se torció en la carrera.

Cuerpo entero

Separar el tacto de las manos
hacia un repertorio disidente
de ejercicios de menos

Tocar sólo tu voz
Después: sólo tu olor
Después: sólo tu luz

Después:
lo inacabado en tu presencia
un desconocimiento.

Y volver a calzarme el tacto
para tocar tu cuerpo
para tocar en tu desnudo
lo desnudo también de desnudez.

Dijo Pavese

La primera vez
para nunca fue.

La primera vez
sera
para siempre
la segunda vez.

Después,
corregida,
aumentada,
la primera vez
será nada.

Después:
siempre en vez de
siempre en vez de
siempre en vez.

El amante

Mientras besaba a Rosalía
notó que de ella nada había:
ni tronco, ni cabeza, ni miembros… pero esos
detalles olvidó y la cubrió de besos.

L’esprit de la langue

No podrías hablar en pájaro
No podrías hablar en viento
No podrías hablar en mar
Te faltaría
creo
l’ esprit de la langue

Lo que han dicho la ola el aire el mirlo
no admite discusión

Tú en cambio tuerces
retuerces las palabras

Love nonsense-suite

1
Creí ver un torrente detenido
vivo cada salmón a medio salto
Pero miré mejor y vi que era
un beso hacia el oeste de tu llanto
«Si lo tomo» me dije «convertiré en ahora
las pérdidas constantes de ser algo»

2
Creí ver lo que sobra de tu sueño
fmgirse lo que falta de tu sueño
Pero miré mejor y vi que era
una arruga en el tiempo haciendo tiempo
«Sin la voz de mi voz» me dije «cómo
callar este silencio del silencio?»

3
Creí ver una puerta que llevaba
desde ninguna parte a alguna parte
Pero miré mejor y vi que era
un hueco entre mirarte y no mirarte
«Un aquí en vuelo» dije «vale más «
que cientos de seguros todaspartes»

Lugares

No sé donde está el árbol
que me hace estar tán lejos
ahora que se acerca

No sé si yo lo traigo
o si es él quien me lleva

Un hilo desde el fondo de su tiempo
tira de mí y me arrastra

mientras tiro de un hilo
para arrancarlo al fondo de su tiempo

Él llega -árbol entero
Yo de mí misma falto

La memoria nos cambia de lugares
sin movernos de nuestros sitios

Nonsense suite

I
A veces uno se encuentra
con alguien que no está allí
y que al día siguiente otra vez no está allí
y uno se pone a desear
que ese alguien nunca se vaya
para poder no verlo siempre

2
Fui a visitar a nadie
en su casa vacía
y nos dijimos nada

Le di lo que no tengo

Esto pasó mañana

3
Apenas era: era
un umbral no cruzado
Las ganas de saltar
de este lado a aquel lado

Si no hubiera otro lado?
las ganas de saltar
Y perdidas las ganas?
El salto para atrás

4
Corrían tras las palabras
que corrían tras sus sentidos
que corrían

Nadie alcanzó a nadie

Todos corrían por espacios separados
Todos envejecieron.

Palabra

Pronunciada palabra
tán sola
tán desnuda:
regrésate a vestirte de indecible.

Problema

Calcular
(dado el producto de la multiplicación de las caricias
el número de golpes de ala por segundo con que la pasión
compensa el peso de los cuerpos
la velocidad adquirida al pensarnos
la resistencia del aire a todas nuestras iniciativas voladoras
el intervalo admisible entre la temperatura máxima y la
temperatura mínima del deseo
las intermitencias con que fabricamos nuestra continuidad
el margen de error tolerable para un ingreso simultáneo
en el olvido que sabes
las probabilidades de reincidir por falta de recuerdo
la mayor o menor necesidad de un postre metafísico al
banquete carnívoro
el porcentaje de limaduras virutas rebabas que pueden ser
recicladas in situ
y la fuerza de gravedad de toda alegría
y la trayectoria asíntota al más estrellado techo)
la condición necesaria y suficiente de este amor.

Propiedad de concesión

De algún modo
sumando nada y nada
tengo todo.

Sueños?
Cosas?
O un puente
entre cosas y sueños?

De algún modo
todo se acabará y al mismo tiempo:
lo de afuera y adentro.

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Octavio Paz

La calle –

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

YO HE SIDO UN SOÑADOR [Mi poema]
José Gorostiza Alcalá [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Yo he sido un soñador que ha trabajado
haciéndole al amor un buen servicio,
no dejando al azar ningún resquicio
y alguna vez habiendo naufragado
llegando al precipicio.

Del mismo un presidiario hoy un ex-preso
que, inútil, ya no encuentra quien le quiera,
y ha cruzado en sigilo la frontera
que impide así quisiera dar con queso,
a que el furor ardiera.

El mismo que lanzándose al vacío
huyendo con el rabo entre las piernas,
en medio del fragor de las galernas
anduvo en un incierto desvarío
sin norte y sin linternas.

Y en la busca furtiva de algún beso,
aunque fuera embustero, se entretiene,
que a todo lo que venga ya se aviene
sin miedo de pecar, de algún exceso,
o a que al besar se queme.
©donaciano bueno

Tú también te habrás #quemado alguna vez, o no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Gorostiza Alcalá

Mujeres

A Ciro Méndez

De mi ciudad sonora
viene al pueblo de tibia somnolencia,
donde saben a sal los labios de la aurora.

Y traje una dolencia
de mis valles,
ansiosos de marina transparencia.

Cruzaban las angostas cintas de las calles
mujeres de aguzados senos
y agilidad de música en los talles.

Había sol en los rostros morenos;
dos ágatas de luz en sus pupilas,
y en sus labios melifluos los venenos.

en onduladas filas,
eran como de cálidas palomas
Por el limpio tejado de las montañas lilas.

Y soñaban en pomas
paradisíacas de filtrado jugo,
y en un idilio de los vientos con los aromas.

Al Señor Nuestro plugo
darles líneas de copas transparentes,
como se reza en Hugo.

Y secaron mis fuentes
por esa gota lánguida de un beso
en las finas copas de labios adolescentes.

Córdoba, cofre de mujeres, dulce embeleso:
Les prometí la luz de un arrebol
por esa gota lánguida de un beso…

¡Y me dieron el sol!

Nocturno

A Eduardo Luquín

Esta noche sin luces y esta lluvia constante
son para las historias de aquellos peregrinos
que dejaban el lodo de sus buenos caminos,
cegados por la recia tempestad del instante,
y con paso más firme seguían adelante,
al lucir de los nuevos joyeles matutinos.

Esta noche sin luces aguardo ante mi puerta
los tres toques de aldaba que tocará un viajero,
y, no obstante, podría negarle mi dinero,
el calor de la alcoba o la paz de mi huerta;
pero vendrá a mi casa y al corazón alerta
porque siempre me busca cuando yo no lo quiero.

E iluminado por el espejo que brilla
-todo un campo de luz en las horas morenas-
al vaivén de las manos blancas como azucenas
me contará su historia agradable y sencilla,
y a sus labios, ocultos por la barba amarilla,
ha de fluir el canto mortal de las sirenas.

Ya no podré vencerle, ya no tendré la mano
fuerte para arrojarle de mi casa tranquila,
si apenas el relámpago negro de su pupila
le da el pequeño orgullo de llamarme su hermano,
mientras retiene un poco del cielo de verano
la lluvia pescadora con sus redes en fila.

Pero tú, que de nobles éxtasis te revistes,
no abras nunca la puerta para dar hospedaje.
Ten el oído sordo cuando ceda un ramaje
bajo la taciturna pisada de los tristes,
o busca el más secreto bálsamo si resistes
a no probar el ímpetu fantástico del viaje.

Pausas

I
¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.

II
No canta el grillo. Ritma
la música
de una estrella.

Mide
las pausas luminosas
con su reloj de arena.

Traza
sus órbitas de oro
en la desolación etérea.

La buena gente piensa
– sin embargo –
que canta una cajita
de música en la hierba.

Pescador de luna

Cuando me mira los faroles rojos
en la orilla del mar,
mi pescador, el de profundos ojos,
pone sus negras redes a pescar.

( El mar ante la noche se ilumina,
y sus olas doradas, al nacer,
florecen como un ansia repentina
en ojos de mujer. )

Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador.
Agua del golfo, la ondulada y fresca,
deja que riegue la orilla con amor.

No persigas la forma del lucero,
que ni el agua dormida la dará;
si él, como un sonámbulo viajero,
sólo viene y se va.

Que, pobres, las corrientes y la charca
encierran ilusión,
y ajenos al peligro de tu barca
vienen sueños de luz al corazón.

Con los ojos, ya tímidos, escarbas
en los mares rebeldes a cincel,
y puede correr llanto por tus barbas
de serpientes de miel.

El agua misma, la ondulada y fresca,
ponga un poco de sol en tu dolor.
¡Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador!

Presencia y fuga

Te contienes, oh Forma, en el suntuoso
muro que opones de encarnada espuma
al oscuro apetito de la bruma
y al tacto que te erige luminoso.

Dueña así de un dinámico reposo,
marchas igual a tu perfecta suma
ay, como un sol, sin que el andar consuma
ni el eco mismo de tu pie moroso.

¡Isla del cielo, viva, en las mortales
congojas de tus bellos litorales!
Igual a ti, si fiel a tu diseño,

colmas el cauce de tu ausencia fría;
igual, si emanas de otra tú, la mía,
que nace a sus insomnios en mi sueño.

¿Quién me compra una naranja?

A Carlos Pellicer

¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?
Una naranja madura
en forma de corazón.

La sal del mar en los labios,
¡ay de mí!
la sal del mar en las venas
y en los labios recogí.

Nadie me diera los suyos
para besar.
La blanda espiga de un beso
yo no la puedo segar.

Nadie pidiera mi sangre
para beber.
Yo mismo no sé si corre
o si se deja correr.

Como se pierden las barcas,
¡ay de mí!
como se pierden las nubes
y las barcas, me perdí.

Y pues nadie me lo pide,
ya no tengo corazón.
¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?

Romance

La niña de mi lugar
tiene de oro las cejas,
y en la mirada, desnudas,
las luces de las luciérnagas.

¿Has visto pasar los barcos
desde la orilla?
Recuerdan
sus faros malabaristas,
verdes, azules y sepia,
que tu mirada trasciende
la oscuridad de la niebla
-y más aún, la ilumina
a punto de transparencia.

¿Has visto flechar las garzas
a las nubes?
Me recuerdan
si diste al aire los brazos
cuando salimos de tierra,
y el biombo lila del aire
con tus adioses se llena.

Y si cantas -¡canta, sí!-
tu voz anula mi ausencia;
mástiles, jarcias y viento
se confunden con tan lenta
sencilla sonoridad,
con tan pausada manera
que no sería más claro
el tañido de una estrella.

Robinsón y Simbad, náufragos
incorregibles, ¿mi queja
a quién la podré confiar
si no a vosotros, apenas?
Que yo naufragara un día.
¡Las luces de las luciérnagas
iban a licuarse todas
en un hilo de agua tierna!

Se alegra el mar

A Carlos Pellicer

Iremos a buscar
hojas de plátano al platanar.

Se alegra el mar.

Iremos a buscarlas en el camino,
padre de las madejas de lino.

Se alegra el mar.

Porque la luna (cumple quince años a pena)
se pone blanca, azul, roja, morena.

Se alegra el mar.

Porque la luna aprende consejo del mar,
en perfume de nardo se quiere mudar.

Se alegra el mar.

Siete varas de nardo desprenderé
para mi novia de lindo pie.

Se alegra el mar.

Siete varas de nardo; sólo un aroma,
una sola blancura de pluma de paloma.

Se alegra el mar.

Vida -le digo- blancas las desprendí, yo bien lo sé,
para mi novia de lindo pie.

Se alegra el mar.

Vida -le digo- blancas las desprendí.
¡No se vuelvan oscuras por ser de mí!

Se alegra el mar.

Tu destrucción se gesta en la codicia…

Tu destrucción se gesta en la codicia
de esta sed, toda tacto, asoladora,
que deshecha, no viva, te atesora
en el nimio caudal de la noticia.

Te miro ya morir en la caricia
de tus ecos, en esa ardiente flora
que, nacida en tu ausencia, la devora
para mentir la luz de tu delicia.

Pues no eres tú, fluente, a ti anudada.
Es belleza, no más, desgobernada
que en ti porque la asumes se consuma.

Es tu muerte, no más, que se adelanta,
que al habitar tu huella te suplanta
con audaces resúmenes de espuma.

Una pobre conciencia

A Bernardo Ortiz de Montellano

Un anciano consume su tabaco
en la vieja cachimba de nogal.
La tarde es solamente un cielo opaco
y el recuerdo amarillo de un rosal.

El anciano dormita…
Es tan triste la tarde para ver
un reloj descompuesto, y la infinita
crueldad de un calendario con la fecha de ayer.

Y silencio, un silencio propicio
para rememorar cómo canta una boca la lectura
de la antigua conseja familiar.

En el fino paisaje se depura
una tristeza del atardecer,
y el reloj descompuesto parece una dolida
conciencia de caoba en la pared.

Una pobre conciencia, cuya charla
con la vieja cachimba de nogal
es el agrio murmullo de un postigo
y el recuerdo amarillo del rosal.

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César Vallejo

AVESTRUZ –

Melancolía, saca tu dulce pico ya;
no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales
la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!
No acabes el maná de mujer que ha bajado;
yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,
mañana que no tenga yo a quien volver los ojos,
cuando abra su gran O de burla el ataúd.
Mi corazón es tiesto regado de amargura;
hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él. . .
Melancolía, deja de secarme la vida,
y desnuda tu labio de mujer…!

A CUESTAS CON LA MUERTE [Mi poema]
Feliciana Enríquez de Guzmán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

A cuestas con la muerte, siempre a solas,
cansado ya de tanto caminar,
sentado está en la arena frente al mar
mirando el movimiento de las olas
y empieza a divagar.

Perdida la mirada al horizonte
allí donde termina el firmamento,
palpándose la mente en un momento
lo mismo que si fuera un polizonte
que va silbando al viento,

bucea en las memorias del ayer
-lo mejor del recuerdo es el olvido-,
que en aguas muy lejanas se ha perdido,
no tiene ya añoranza que ofrecer,
que todo se ha bebido.

Y espera, preparadas, sus maletas,
al sol que más calienta con su guasa,
tumbado con su pena a ver que pasa,
guardando en el bolsillo unas pesetas
por si el cielo se atrasa.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Feliciana Enríquez de Guzmán

Madrigal

Dijo el Amor, sentado a las orillas
de un arroyuelo puro, manso y lento:
«Silencio, florecillas,
no retocéis con el lascivo viento;
que duerme Galatea, y si despierta,
tened por cosa cierta
que no habéis de ser flores
en viendo sus colores,
ni yo de hoy más Amor, si ella me mira».
¡Tan dulces flechas de sus ojos tira!

Romance amoroso

A lágrimas y a silencios
reducida, Elisio, el alma,
modo le falta a la queja,
de referirse mis ansias.

No tiene la voz acento,
no encuentra el labio palabras;
todo la pena lo oprime,
todo el dolor lo embaraza.

La causa, ¡ay de mí!, es tan triste,
es tan fuerte la desgracia,
que no mata padecida
porque mate imaginada.

Los suspiros desde el pecho
tiernísimamente exhalan
fuego, que a los ojos míos
comunica en vivas llamas.

Estos de mis sentimientos
verás y extremos declaran;
atiende, Elisio, a mis ojos,
pregúntales lo que pasa.

Mas el corazón te envían,
no saben decirte nada;
no es mucho que aquesta vez
le falten lenguas al agua.

Mi afecto, amigo, te explique
la desdicha más extraña,
que si ha de volver al pecho
no importa del pecho salga.

No para buscarme alivios,
para negociarme lástimas
dispensa mi mal conmigo;
que en razones mal formadas

yo propio, ¡Ay, cielo!, te informe;
valor y aliento me falta,
que expiró, ¡terrible lance!,
la generalmente amada.

A las bodas de Maya y Clarisel

A las bodas de Maya y Clarisel

En los campos elisios Himeneo,
Juno y Venus las bodas celebraban
de dos esposos, y las coronaban
de arrayán y del árbol de Timbreo.

Caliope y Euterpe al son que Orfeo,
Elio y Talía en arpas acordaban,
sus tálamos felices festejaban
de uno y otro llegados al deseo.

“De descanso, diciendo, largos años
les de el divino amor, y la discordia
de su puerta no pase los umbrales;

entre brocados y purpúreos años
Maya y su Clarisel, siempre leales,
gocen de felicísima concordia.”

Soneto.

Farol, jardines, sois que los navíos
encamináis al puerto de bonanza;
ley, pragmática nueva y ordenanza
insigne de los pitios desafíos.

Crisol que al oro dais de vuestros ríos
y al falso y a la alquimia su balanza.
Arte cierta, doctrina y enseñanza
negada a licenciosos albedríos.

Alta atalaya y torre que ambos mares,
el del Sur y el del Norte, descubristes.
Nivel, regla, padrón, peso, medida.

Ricos campos sabeos singulares,
única es vuestra fénix que hoy nos distes
en los nuestros Elisios, do se anida.

De Apolo. A doña Feliciana Enríquez de Guzmán. Soneto.

Las torpes parias de las cien donzellas
devengaron con gloria soberana
las ilustres Leonor y Mariana
con sus castas consortes cuanto bellas.

Vos, que en la luz de tales dos estrellas,
luceros de la tarde y la mañana,
como tan vuestras, bella Feliciana,
guía y norte hallastes y centellas;

del valor alentada de su ejemplo,
el tributo pagado con desmanes
al paganismo bárbaro del vulgo,

redimistes con gloria. Si de templo
no digna, ¡oh honor de Enríquez y Guzmanes!,
digna de la mayuma que hoy promulgo.

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LA MAR SALADA [Mi poema]
Marcos Herrera [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

El mar, la mar, la marea
sumisa pero valiente
va siguiendo la corriente
arrastrando lo que sea
susurrando lo que siente.

No puede nadie lograr
que cambie esa sintonía
ni el cielo incluso podría
la brisa sisarle al mar,
minar su monotonía.

Fingiendo va intermitente,
zigzaguea con la arena,
cual si fuera una condena
hacer mirar a la gente
y asociarlo con su pena.

El mar y la mar, la playa
va oteando el horizonte
y algo más allá del monte
que se salió de la raya
como un vulgar polizonte.

Nadie podrá, nunca, alguno
así que a la mar la odiara
lograr que en ella se ahogara,
en tanto exista Neptuno
y el sol y luna alumbrara.
©donaciano bueno

El #mar es mucho mar para #hundirse, no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Marcos Herrera

Madrigal nº 6

Unas chapas, unas maderas
y un poco de esperanza

pueden construir una
estúpida casa o rancho.

El amor es igual.
Un malentendido.
Pero es imposible escaparse.

Las simbólicas trampas culturales
nos hacen creer que no hay
nada mejor:

ahí es cuando se me empiezan
a ocurrir poemas.

Cristales y palancas para
despertar a un dinosaurio que yo creía
muerto para siempre.

Proust decía que un libro era
como unos anteojos que
te hacían ver cosas que si no no podías ver.

El amor es igual:
los anteojos de Proust, pero con más potencia,
una potencia demencial que todo lo deforma.

No tengo tabla de valores, te dije,
tengo necesidades.

Humo

Un tren se aleja
en la materia de mis sueños.

Mi madre me enseñó a nadar.
Yo era muy chico. Pocos
años después gané medallas.

Juego con las cartas
de mi historia clínica.

Un tren que se aleja
Es un tipo de final.

Rompo todas las ventanas,
camino por los pasillos.

Un pequeño camión rojo,
un pájaro muerto comido por las hormigas,
me fui a vivir lejos
con una mujer que esperaba otra cosa de mí.

Tuve hijos. Me separé.
Me fui a vivir con otra mujer que sin decir
nada me dio las llaves de su casa.

En las noches de verano
enumero los detalles y luego los olvido.

Las agrias cucharas que me dan de comer,
cuando están vacías,
hacen una música
que solamente yo escucho.

Nadie se olvida de cómo nadar,
aunque pase mucho tiempo
sin hacerlo.

Una música dulce que solamente yo escucho.

Son las seis de la mañana,
prendo un cigarrillo. Me concentro
en el humo. Algo simple: aspirar el humo,
exhalar el humo.

Enero

Ya lo saben, compañeros. Pero
hay que decirlo cada tanto. Para que
no haya dudas: enero es una escupida caliente.
¿Cómo te puede gustar el verano?,
me dijo Soledad. Tal vez porque yo cumplo años
en enero, le contesté. Me respondió con una
sonrisa (triste) (Dostoievskiana).

Ayer, sábado, me hicieron ir al trabajo. Con
la promesa de que me iban a pagar horas extras.
Encontré en un archivador (medio destartalado)
una botella de vino tinto. Alguien la había sacado
de la caja navideña que nos da el sindicato. Me
la llevé a casa.

La tomé con hielo. Me encanta el vino tinto con hielo.
Claro, en verano.

La tomé mientras fumaba mis Camel.
Estoy tranquilo. Tengo
muchos amigos. Y un gran plan para este año:
me voy a comprar un par de guantes de boxeo
profesionales para pegarle a la pared.

En la manada

Los lobos tienen los ojos calientes
nieve y sombras.

Los lobos comen hasta el dolor.
Los lobos flacos.

La noche bombea crudeza al cielo.

Los cazadores esperan fumando.

Madrigal nº 4

La verdad
no existe.

Son los vidrios de la mitología que abandonaste
cuando decidiste operarte los ojos.

Cada ojo, un tubo de ensayo
en donde un dios
enclenque y mal pago
mezcla líquidos,

colores fantásticos
que atacan sin que los veas,

como lobos a ovejas,

para que al amanecer
me abraces antes de que me despierte

y me digas que nunca más
vas a viajar a las profundidades.

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YO CONOZCO UNA TIERRA [Mi poema]
Inti García Santamaría [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Conozco una tierra llena de tristeza
y un barco sin velas presto a naufragar,
y un viejo sin alma que gime y que reza
y un ciego sin ojos de tanto llorar.

Y a un niño que absorbe la sopa en el plato
y a madres que sufren al verle ensuciar
y he visto, no crean, besar su retrato
a un tipo pacato gozando a rabiar.

Y a curas y frailes, y a pares, a monjas
subiendo a un estrado y allí predicar,
decirle a los fieles bonitas lisonjas,
con ellos a coro ponerse a cantar.

Y he visto, no piensen que lo haya soñado,
que yo por el día no suelo soñar,
a un pobre indigente sufrir despreciado
besando al sujeto y subirse a su altar.

A burros roznando leyendo poemas
de Lorca o Machado, quizá Baudelaire,
y a heces suturando por sucios eccemas,
y a dios repicando muertos de placer.

Y he visto a fantasmas jugando a ser hombres
buscando en las fuentes su signo al nacer
y a otros descontentos cambiando sus nombres
rumiando en silencio sin saber qué hacer.

Y así que haya alguno que a mi no me crea
-me duele en el alma decir que no he visto-
el que a mi me hizo quien quiera que sea
ya fuera Mahoma, ni a Buda ni a Cristo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Inti García Santamaría

LA DANTA

Debió ser en Gran sertón: veredas
donde supe que existía
la danta.

¿Por qué al pensar
un nuevo ciclo
de videos de lecturas de poemas
vino a mi mente
la danta?

¿Y por qué me guió
el sonido de la danta
a la pequeña manta
que vi en el tour de esnórquel
en Huatulco?

De la danta
a la manta
y de la manta a la mantis
en las redilas de una camioneta
en la zona arqueológica de Kohunlich.

Debió ser en Gran sertón: veredas
donde supe que existía
la danta.

LA PLAYA

Todas las estrellas
son estrellas
fugaces.

Estas aran~as veloces
son cangrejos malaquitas.

¿Reconoces a Ca´ncer en el cielo?
Todos los mapas cambian.

Los brillos de sal
sobre nuestros cuerpos oscuros
son estrellas
fugaces.

SOBRE EL ESQUELETO DE UN POEMA DE PENNA

Tú que protagonizaste
esos treinta segundos
—caminabas con dos maletas lilas
hacia una fila de taxis del aeropuerto—
eras la pieza que equilibra la torre.

En este jenga
donde diferentes colores han desaparecido
permanecen intactos
los hilos de las costuras
—esos treinta segundos—
de tus maletas lilas.

POEMA

estela
la de la

pirámide circular

un rojo
cono (ser
otro rojo (distinguir
lo granate))

el pulso del púlsar
ayer

hoy la
tierra

tronco tupí´
tantas palabras para “loro”
y lo demás

aurora
la de la
ladera

viernes
oyes viento

una habla
una lente

habla

labra veredas

sin apalabrar caminos

habla

RESERVA DE LA BIOSFERA

Tucanes vivos
sin necesidad de ser
vicepresidentes de nada.

Nunca repitas

—porque es verdad:
ni la medusa turritopsis
es inmune al tiempo—
las cosas que dijimos
en estado de gracia.

No representes
ni gestos ni oraciones
de lo que vino vivo:
la carpa koi
tampoco es eterna.

Y sin embargo
—tú sabes—
nos sobrevivirán:
las carpas, las medusas,
nos sobrevivirán.

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ARAÑANDO LA MENTE… [Mi poema]
Carmen González Huguet [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Arañando la mente en la memoria
como escarba la escarcha y nace el frío
ha podido sentir escalofrío
aflorando una parte de su historia.

Y ha sentido, tumbado junto al río,
la mirada perdida al horizonte,
a los pinos sangrando de aquel monte
con que un día soñaba siendo un crío.

Y a ese tiempo pasado imaginando
de su mundo teñido de colores,
y advertido el aroma de esas flores
y hasta al sol percibido susurrando.

Y ha subido a la iglesia, al campanario,
y ha bajado del pueblo a las bodegas,
y arrancado del árbol una brevas
y unas fechas robando al calendario.

Recordando vivencias del pasado
se ha lanzado a si mismo un desafío
en este panorama hoy tan sombrío
cual si fuera que el tiempo se ha parado.
©donaciano bueno

El #tiempo solo se detiene cuando se #recuerda? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Carmen González Huguet

AIRE SOLO

Aire sólo, fervor que callo y digo,
palabra que te nombra y te delata,
que te eleva en su vuelo o te maniata:
en mi boca te encierro o te prodigo.

Te dejo a la intemperie o al abrigo,
te guardo en ventisquero o en fogata.
Pródiga, codiciosa catarata,
vas en mi labio como fiel testigo

de todo lo que en él pones y eres,
de todo lo que en él tu sed convoca
y de lo que en su amor beber quisieres.

Silencia esta ebriedad que el labio aloca
y con el agua en que dichoso mueres
cúbreme, amor, el cielo de la boca.

BRASA EN LA LLAGA

Brasa en la llaga, sal en cada herida,
sombra en el sol, carámbano en el fuego,
río de luz que fluye en ojo ciego,
brújula encandilada y confundida.

Vas en mis venas como va la vida
en el ardor oculto que trasiego
y afirmas en mi pecho lo que niego
con la voz traicionada y malherida.

Vas en esta palabra renacido
con una decisión de ser tan fuerte
capaz de hacer arder hasta el olvido.

Y yo, que renunciara a retenerte,
me abandono en el cauce de tu oído,
lengua del mal, guijarro de la muerte.

La amante

«El mar ahogado en la arena…!
Federico García Lorca

«Ebria de carne azul, hidra absoluta,
que te muerdes la cola refulgente
en un tumulto análogo al silencio»
Paul Valéry

Un lento derramarse, un cielo en fuga,
un crepúsculo muerto sobre el agua.
Una raíz de sal que te sumerge
en la hondura más negra de su grito.

El agua viene y lame cada orilla
con su lengua de cántico y caricia
y amortigua la luz su llaga inmóvil
para no herir la entraña de la tarde.

Sobre cada colina deja un soplo
detenido el arado de los besos.

Las manos se persiguen, se acorralan,
huyen por los rincones, vuelan, gritan
o van a agonizar en tus cabellos.

Tú miras y vacías tu mirada
en el recodo oscuro más remoto.
Y las llenas de nuevo con aromas
de un país que recorres entre sueños.

Miras y vas sembrando de tus ojos
un territorio fértil y sangriento
donde el rostro más frágil y furtivo
se hace piedra y derrota en cada ausencia.

Tú miras y te inventas lo que miras.
Miras el sol y enciendes en la tarde
un universo de luces moradas
que derraman su vino en las pupilas.

Tú miras y en el fondo de la noche
nace la luz del alba sucesiva.

Vuelve otra vez, espejo del pasado.
Ábreme en las entrañas otra llaga
más permanente y mucho más deseable
que la herida que llora lo que pierdo.

Pues si el reproche afila con su lengua
la navaja fatal de los agravios,
tú matas con la sola certidumbre
de no volver a ver el rostro amado.

Recorres un sendero y se disuelve
la ternura en tus manos como arena
deshecha en las entrañas del arroyo.

Y en al quietud endulzas esta boca,
hecha de espada y hiel, arena y odio,
para lamer el tallo del deseo.

Entonces amo el tacto de tus dedos,
que no engaña jamás como las voces.

Pueden mentirme todas tus palabras.
Mentir tu desazón y tu distancia;
mentir también el vértigo cerrado
de la pasión que encierra mis temores.

Pero tus manos, no. Tus manos tiemblan.
Como si fueran pétalos del agua
acariciados por la brisa fría
y estremecidos por su raudo beso.

Ellas me aman más en su mutismo
que tú con las palabras exaltadas.
Tus manos, las raíces extendidas
de diez morenos dedos de mi carne,
hablan mejor en su silencio a gritos.

Dicen, suspiran, nombran, llaman, cantan.
Arrullan o se agitan, iracundas,
dan nombre al mundo y al nombrarlo crean
la realidad feroz de su quimera.

Tú te marchas. Te vas, pero se quedan
tus manos en mi ser, me reconocen
como dulce extensión de las caricias.

Soy suya. Me poseen, me recorren,
me saben parte de su piel. Me besan.

Yo me sumerjo en ellas y me siento
hundida en una carne transparente
más densa que la mar, más perdurable
que la roca tenaz de las distancias.

Me alimenta la sed esa agua en fuga
que entre tus dedos tejes y derramas.

Ebria estoy, más sedienta. Tú lo sabes,
tú que inauguras esta sed a gritos
con que en silencio bebo de tu cuerpo.

Dame más sed, dame más sed. Abreva
con tu silencio mi ansiedad abierta.

Tengo la piel cuarteada sin el agua
que nace de las fuentes de tus dedos.

Sumerge el manantial, cava ese pozo,
siembra en mí con tu gesto sed y agua,
riega la era, al fin. Dame tus labios.
Las palabras, jamás. Dame los besos.
Déjame que te beba a borbotones.

Mañana sé que ha de venir el día
y con él el desierto sin memoria.

Mañana me darás, en el silencio,
potestad de medir el infortunio
con la falta infinita de tus manos.

Mañana…
pero hoy, siémbrame toda
de ansiedades, deseos, luces, sombras,
de miradas furtivas, ecos, risas,
de cuartos defendidos contra el mundo
y abiertos a los mares interiores
de una ternura oscura, indescifrable.

Ahora ven, y ahógame en tu boca.
Déjame agonizar bajo la dicha.
Bajo tu lluvia tiende mi vacío
y sumerge en mis ojos tu mirada.

Ciega estoy si me asomo al universo
sin la luz que me otorgan tus pupilas.

Viviré en las orillas de tus besos
exilada en la noche sin fronteras.
Siempre al borde de ti. Siempre a la orilla,
siempre al margen, apenas en la playa,
mojando con la punta de mis dedos
la sed que de tu espuma me atormenta.

Sedienta de tus vértigos a gritos,
de remolino mutuo que se bebe
juntos la sed, el agua, la marea
de la ebriedad…
Dos cuerpos enlazados
bebiéndose la vida a borbotones,
saciando el agua, abriendo la frontera
donde pueda la sed seguir viviendo.

Más allá de la luz, yo te deseo
cada vez más desnudo, más tú mismo.
Despojado de antiguos atavíos,
de cadenas pesadas como nombres,
de grilletes de epítetos terribles,
de absurdos conformismos, de secretas
pasiones que sepultan su recuerdo,
que se cambian de nombre o que disfrazan
su rostro bajo símbolos oscuros.

Así quiero mirarte, que me veas:
Desnudo de verdad, de veras mio.
Aunque sea un minuto, un día sólo,
un instante sin tiempo ni distancias,
cuando pueda alcanzar al fin tu boca
y alzarme a la estatura de tu beso.

Entonces no podrá la muerte entera
vulnerar con su barba y su gusano
la pura luz de este milagro intacto.

Y voy a verte, entonces, como ahora,
inédita belleza, labio puro,
desafiando al destino desdichado
con la fe en la ternura inquebrantable.

Por ti comprendo ahora mi existencia.
Tiene sentido haber buscado en vano
por años, trenes, pájaros, distancias
el relámpago oscuro del deseo
brillando en tus pupilas como un astro.

Cada recodo halló su rostro vivo
para cobrar sentido entre tus manos:

Suave concavidad, copa inefable
que llenas con tu vino y que rebosa
cuando me das la plenitud.
Dormida
torre de sangre alzada en mi homenaje
y que en su suave miel se desparrama
endulzando los labios que la besan.

Subterránea raíz de los relámpagos.
Tu labor inefable no descansa.
Déjame que te beba con los ojos
cuando manos y boca no me alcancen
para abarcar tu cielo y tu hermosura.

Pero no seas nunca más esquivo,
ni entregues a mi boca vino amargo,
ni sea tu pan hecho de ausencia y hambre.

¿Qué puedo hacer con este mar indócil
que agita sus oleajes en mi pecho?
¿Cómo se emplea una marea inútil
de besos que no encuentran otra boca?

¿Adonde voy con la ternura sola
que se pudre en mis manos sin objeto?
¿Qué destino le espera a los abrazos
cuando sólo la noche nos estrecha?

¿Qué hacer con el amor cuando nos deja
con una vaga sombra entre los dedos?
¿quién puede comprender la melodía
si el amante está sordo o está lejos?

No confíes jamás en el olvido,
ni entregues esta historia a mi memoria.
Nadie es más cruel que una mujer herida.

Como una maldición, la ausencia pone
vinagre y hiel en todo lo que toca.
Hay un rumor de sal en la sonrisa
y un río soterrado en el silencio.

La soledad es un país saqueado
por la duda, el despecho y la amargura.
Una se siente en guerra con la vida,
exilada del reino de la dicha,
extranjera entre todos los humanos.

El polvo crece, entonces, y sepulta
la piel de las mejores ilusiones
y la ceniza clava, silenciosa,
su puñal en el vientre de los fuegos.

Nada resiste. El río que se empoza
ve pudrirse sus aguas en el lodo,
y un mar congela su furioso oleaje
derrotado por gélidos desdenes.

Ahora voy a hablar en el silencio
de abismos que conozco, que visito
cuando me das de ti sólo la ausencia.

Soy entonces tu luna, tu satélite,
extraviada de pronto en el espacio
sin un planeta en torno al cual girar.

Y agonizo en el aire como un trino
abandonado por su flauta de alas,
o como un ave en agua sumergida
o como el agua sumergida en fuego.

Absurda, absurda, absurda y si sentido.
Boca muda, caricia sin el tacto.
Labio ciego a la voz, palabra inútil.
Oído clausurado a toda música,
nombre lanzado al fondo del vacío.

Devuélveme la voz, dame la risa.

Quiero volver a ser libre y sin miedo.
Quiero habitar un mundo a mi medida
y no el galpón oscuro de los otros.

Devuélveme mi casa, mi aposento.
Quiero ser yo de nuevo, libre, a solas.
Habitar en mi cuerpo sin intrusos,
posesionarme de mi propio mundo.

Ya no girar en órbitas de otros.
Estar sola y saber que nadie escoge
por mí la ruta inédita del viaje.

Ser libre para errar, para salvarme,
para creer, para abjurar, consciente
de que yo soy mi opción más importante.

Quiero ser más que un beso de tus labios.
Más que el bregar sin pausa de tus olas.
Más que el vórtice quieto donde acaban
de resumirse todas tus pasiones.

Quiero ser más que estela de cometa.
Más que sombra de luz, dorado anillo
con que, necia, he intentado contenerte.

Quiero ser signo solo y absoluto.
Tener al fin significado propio
y no necesitar tu compañía
para nombrar mi mundo, mi universo.

Quiero ser más que espuma, más que adorno.
Más que la luna para ti, planeta.
Cansada estoy de ser para los otros.,
a costa de no ser para mí misma.

Amada, no. No quiero que me tomes,
que me bañes de espuma y de palabras,
que me entregues el nombre, las cadenas,
la razón de vivir, el eco, el mundo,
el oficio de ser ama de llaves
en la casa que siempre me es ajena.

No vas a usufructuar mi piel, mi sangre,
ni el aliento, ni el goce del deseo.
No vas a ser ya mi propietario.

La amante II

Dicen, suspiran, nombran, llaman, cantan.
Arrullan o se agitan, iracundas,
dan nombre al mundo y al nombrarlo crean
la realidad feroz de su quimera.

Tú te marchas. Te vas, pero se quedan
tus manos en mi ser, me reconocen
como dulce extensión de las caricias.

Soy suya. Me poseen, me recorren,
me saben parte de su piel. Me besan.

Yo me sumerjo en ellas y me siento
hundida en una carne transparente
más densa que la mar, más perdurable
que la roca tenaz de las distancias.

Me alimenta la sed esa agua en fuga
que entre tus dedos tejes y derramas.

Ebria estoy, mas sedienta. Tú lo sabes,
tú que inauguras esta sed a gritos
con que en silencio bebo de tu cuerpo.

Dame más sed, dame más sed. Abreva
con tu silencio mi ansiedad abierta.

Tengo la piel cuarteada sin el agua
que nace de las fuentes de tus dedos.

Sumerge el manantial, cava ese pozo,
siembra en mí con tu gesto sed y agua,
riega la era, al fin. Dame tus labios.
Las palabras, jamás. Dame los besos.
Déjame que te beba a borbotones.

Mañana sé que ha de venir el día
y con él el desierto sin memoria.

Mañana me darás, en el silencio,
potestad de medir el infortunio
con la falta infinita de tus manos.

Mañana…
Pero hoy, siémbrame toda
de ansiedades, deseos, luces, sombras,
de miradas furtivas, ecos, risas,
de cuartos defendidos contra el mundo
y abiertos a los mares interiores
de una ternura oscura, indescifrable.

Ahora ven, y ahógame en tu boca.
Déjame agonizar bajo la dicha.
Bajo tu lluvia tiende mi vacío
y sumerge en mis ojos tu mirada.

Ciega estoy si me asomo al universo
sin la luz que me otorgan tus pupilas.

Viviré en las orillas de tus besos
exilada en la noche sin fronteras.
Siempre al borde de ti. Siempre a la orilla,
siempre al margen, apenas en la playa,
mojando con la punta de mis dedos
la sed que de tu espuma me atormenta.

La amante III

Sedienta de tus vértigos a gritos,
del remolino mutuo que se bebe
juntos la sed, el agua, la marea
de la ebriedad…
Dos cuerpos enlazados
bebiéndose la vida a borbotones,
saciando el agua, abriendo la frontera
donde pueda la sed seguir viviendo.

Más allá de la luz, yo te deseo
cada vez más desnudo, más tú mismo.
Despojado de antiguos atavíos,
de cadenas pesadas como nombres,
de grilletes de epítetos terribles,
de absurdos conformismos, de secretas
pasiones que sepultan su recuerdo,
que se cambian de nombre o que disfrazan
su rostro bajo símbolos oscuros.

Así quiero mirarte, que me veas:
Desnudo de verdad, de veras mío.
Aunque sea un minuto, un día sólo,
un instante sin tiempo ni distancias,
cuando pueda alcanzar al fin tu boca
y alzarme a la estatura de tu beso.

Entonces no podrá la muerte entera
vulnerar con su baba y su gusano
la pura luz de este milagro intacto.

Y voy a verte, entonces, como ahora,
inédita belleza, labio puro,
desafiando al destino desdichado
con la fe en la ternura inquebrantable.

Por ti comprendo ahora mi existencia.
Tiene sentido haber buscado en vano
por años, trenes, pájaros, distancias
el relámpago oscuro del deseo
brillando en tus pupilas como un astro.

Cada recodo halló su rostro vivo
para cobrar sentido entre tus manos:

Suave concavidad, copa inefable
que llenas con tu vino y que rebosa
cuando me das la plenitud.
Dormida torre de sangre alzada en mi homenaje
y que en su suave miel se desparrama
endulzando los labios que la besan.

Subterránea raíz de los relámpagos.
Tu labor inefable no descansa.
Déjame que te beba con los ojos
cuando manos y boca no me alcancen
para abarcar tu cielo y tu hermosura.

Pero no seas nunca más esquivo,
ni entregues a mi boca vino amargo,
ni sea tu pan hecho de ausencia y hambre.

La amante IV

¿Qué puedo hacer con este mar indócil
que agita sus oleajes en mi pecho?
¿Cómo se emplea una marea inútil
de besos que no encuentran otra boca?

¿Adónde voy con la ternura sola
que se pudre en mis manos sin objeto?
¿Qué destino le espera a los abrazos
cuando sólo la noche nos estrecha?

¿Qué hacer con el amor cuando nos deja
con una vaga sombra entre los dedos?
¿Quién puede comprender la melodía
si el amante está sordo o está lejos?

No confíes jamás en el olvido,
ni entregues esta historia a mi memoria.
Nadie es más cruel que una mujer herida.

Como una maldición, la ausencia pone
vinagre y hiel en todo lo que toca.
Hay un rumor de sal en la sonrisa
y un río soterrado en el silencio.

La soledad es un país saqueado
por la duda, el despecho y la amargura.
Una se siente en guerra con la vida,
exilada del reino de la dicha,
extranjera entre todos los humanos.

El polvo crece, entonces, y sepulta
la piel de las mejores ilusiones
y la ceniza clava, silenciosa,
su puñal en el vientre de los fuegos.

Nada resiste. El río que se empoza
ve pudrirse sus aguas en el lodo,
y un mar congela su furioso oleaje
derrotado por gélidos desdenes.

Ahora voy a hablar en el silencio
de abismos que conozco, que visito
cuando me das de ti sólo la ausencia.

Soy entonces tu luna, tu satélite,
extraviada de pronto en el espacio
sin un planeta en torno al cual girar.

Y agonizo en el aire como un trino
abandonado por su flauta de alas,
o como un ave en agua sumergida
o como el agua sumergida en fuego.

Absurda, absurda, absurda y sin sentido
Boca muda, caricia sin el tacto.
Labio ciego a la voz, palabra inútil.
Oído clausurado a toda música,
nombre lanzado al fondo del vacío.

Devuélveme la voz, dame la risa.

Quiero volver a ser libre y sin miedo.
Quiero habitar un mundo a mi medida
y no el galpón oscuro de los otros.

Devuélveme mi casa, mi aposento.
Quiero ser yo de nuevo, libre, a solas.
Habitar en mi cuerpo sin intrusos,
posesionarme de mi propio mundo.

Ya no girar en órbitas de otros.
Estar sola y saber que nadie escoge
por mí la ruta inédita del viaje.

Ser libre para errar, para salvarme,
para creer, para abjurar, consciente
de que yo soy mi opción más importante.

Quiero ser más que un beso de tus labios.
Más que el bregar sin pausa de tus olas.
Más que el vórtice quieto donde acaban
de resumirse todas tus pasiones.

Quiero ser más que estela de cometa.
Más que sombra de luz, dorado anillo
con que, necia, he intentado contenerte.

Quiero ser signo solo y absoluto.
Tener al fin significado propio
y no necesitar tu compañía
para nombrar mi mundo, mi universo.

Quiero ser más que espuma, más que adorno.
Más que la luna para ti, planeta.
Cansada estoy de ser para los otros,
a costa de no ser para mí misma.

Amada, no. No quiero que me tomes,
que me bañes de espuma y de palabras,
que me entregues el nombre, las cadenas,
la razón de vivir, el eco, el mundo,
el oficio de ser ama de llaves
en la casa que siempre me es ajena.

No vas a usufructuar mi piel, mi sangre,
ni el aliento, ni el goce del deseo.
No vas a ser ya más mi propietario.

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Mario Benedetti

Tiempo sin tiempo –

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.

AL REY DE LA CREACIÓN [Mi poema]
David Vicente [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Maldito seas rey, tú que me has hecho,
por qué con mis desgracias te has cebado,
por qué quisiste fuera un desgraciado,
un tipo proveniente de un desecho
que nunca ha dado frutos, de un barbecho,
y no de un polvo limpio y aseado.

Acaso me tomastes ojeriza,
o alguno de mis padres te hizo daño,
quizás fuera yo fruto de un engaño,
un día en que la noche era plomiza,
errando al dibujarme con tu tiza
quedaste ya sin tiempo y fui un apaño.

Por mucho que quisieras explicarme
ahórrate palabras, no lo entiendo,
quisiera no pensar me vas mintiendo,
pudiste y no quisiste a mi adornarme,
con un poco de esfuerzo decorarme
y así yo hoy te siguiera prescribiendo.

¿Por qué es que a mi al hacer no te esmeraste
Adonis eligiendo? Quasimodo
me hiciste sin cuidar de cualquier modo
mostrando no tener amor al arte.
Disculpa si hoy no puedo ni mirarte
hundido como estoy en tanto lodo.
©donaciano bueno.

O es que a #Dios algunos le caemos mejor que otros? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  David Vicente Valentín

ANODINA RUTINA

Todas las rebeldías adolescentes
se concentran en las menstruaciones de mi hija.
Ansias que aseguran
que todos sus caminos
serán diferentes.
Yo finjo que lo creo,
aunque sé que acabarán
convertidas en coágulos
de frustración
y desengaño.
Peor aún,
en rosáceas manchas
de anodina rutina.

EXPECTATIVA

Huele a humedad
entre los muebles de Ikea.
Ella espera
sola.
Él coloca su pene
dentro
de otra boca
en un luminoso lavabo
de oficina.

PARÍS (OR ANOTHER CITY)

París es un hogar de enfermos terminales.
El Sena, semiseco,
huele a muerto
y a sueños de acomodo.
París cuelga postales de la Revolución
cerca de Notre Dame
mientras Notre Dame arde.
Muertos guillotinados
con sonrisas congeladas.

AÑORAR LO QUE NUNCA SUCEDIÓ

Añorar los días
que no llegaron.
Los sueños anillados
en los charcos que saltaba.
Los cuerpos no poseídos,
Las resacas no sufridas.
Vislumbrar un futuro conocido,
una esperanza desgastada,
una excusa no dicha,
pero ya utilizada.
Soy lo que queda entre los restos,
dijo el poeta.
Soy los restos de lo que nunca logre ser,
añado.

LA DEMENCIA DE MI PADRE

Empujo la silla de ruedas
en la que, desde hace un par de días,
se desplaza mi padre
por los pasillos de hospital.
La empujo mientras corro.
Luego la suelto
a lo largo del pasillo.
Repetimos
una y otra vez,
una y otra vez.
Su demencia ríe a carcajadas.
Es domingo.
Una mañana de domingo soleado.
De Lo que queda entre los restos. Edit.: Bala perdida.

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HAY QUIEN ESCRIBE VERSOS [Mi poema]
María Clara Salas [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Hay quien escribe versos para matar el tiempo,
hay quien versos escribe para sisarle al alma
sus ansias de vivir, jugando al contratiempo,
que interrumpirle pueda y destrozar la calma.

Hay quien no lo conoce, que disfrutar no sabe,
no atiende a quien le espera que a dialogar se avenga,
que el tiempo se desea, se aspira a no se acabe,
y nunca habrá logrado que al menos se contenga.

No esperes ni sospeches te invite a algún convite
y aun menos que se acerque y te agarre de la mano,
disfruta y se entretiene jugando al escondite,

que el mismo no distingue ni invierno ni el verano,
sus cantos de sirena vendrán saliendo al quite,
por mucho que le observes te sonará lejano.

Hay quien escribe versos para matar el tiempo,
hay quien versos escribe para sangrarle al alma.
©donaciano bueno.

Solo uno o todos los caminos...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: María Clara Salas

reinos

no sabría decir
a qué reino pertenezco

como los dioses antiguos
cambio fácilmente de estado

mis piernas son troncos de árboles
se asientan en tierra firme
pero a mis ojos
con demasiada frecuencia
los veo convertirse
en fuentes

en cuanto a mis pensamientos
sería inútil
tratar de fijarlos
mucho menos
predecir su curso.

Multitud

Cuando alguien
pretende negar
el lado irracional del alma
me arrojo en una de tus calles
Desconocidos nos reciben
Sin hablar
en el abrazo de la multitud
se recobran principios
El paso se acomoda
a la luz de otros rostros
lentamente
a la guarida
se vuelve

HILANDERA

El poeta pide una venda a la hilandera
y después la rechaza.
Para volver
al ojo limpio
y al caminar seguro,
¿cuánto tiempo?
Se cuentan por miles
los heridos.
Demasiados escombros, cuentos
e inoportunas burlas se mantienen.
Sobre aquel cuerpo cayeron azotes,
a él y a muchos otros
los destruyó el encierro.
Negamos la presencia de Caín,
pero las formas de la crueldad
persisten.

TESELAS

Si él creó su laberinto
o le fue impuesto, no lo sé,
este país compatible con soles
y mosaicos de teselas azules,
no da para más.
Decimos, con la atadura al cuello,
que mañana es el día y
no hay mañana.
Para los que huyen sin pensar
en lo irracional de sus
andaduras, pedimos que
crezcan los bosques,
que los alimentos lleguen
a sus manos.
No piensen en volver,
si han encontrado vida
en otra parte.

SOBRE ALGUNAS PREFERENCIAS

Los entregados a la distancia
huyen del mundo,
la voracidad del tiempo frena
sus canciones.
Los que por una mano recia son apartados de las plazas
cierran sus ojos a la desventura.
Algunos sonidos,
los más feroces,
logran despertarlos.
No sé si afirmar tan persistentemente el amor
sea saludable.
Reír o dejar de reír
es la disyuntiva.
El azote peor
es la arrogancia de estar
muerto-vivo.
Puestas sobre un mantel,
nuestras vanidades aspiran a un corte
preciso.
La mirada se detiene en las palabras de los libros,
en sus sentidos y sin sentidos,
en la emoción que doblega,
vuelo suave deleitoso sin ruido.

WANDERER

No hace falta saber
a dónde vamos
Las sombras de las hojas tejen
el borde del camino
Somos viajeros sin meta
nos detenemos
en lugares donde la sed
nos detiene
Hacemos alto
a cualquier hora
La prisa es otra ilusión del tiempo

INSTRUCCIONES DEL VIENTO

Lo más sensato
es el silencio
de nada sirve
hablar
Cuando somos explícitos
la confusión
es mayor
Mejor decir
tenemos tigres en los ojos
nuestra piel es una habitación sin armas
La sed requiere lo fugaz
tender las manos
a las nubes
obedecer las instrucciones del viento.

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TE FUISTE SIN REZAR… [Mi poema]
Armando Buscarini [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Te fuiste sin rezar ¡qué mal cristiano!
No tienes corazón, nunca tuviste
amor a la ciudad donde naciste,
ni asiste de la mano a algún hermano,
que a nadie bendeciste.

Naciste como nace otro cualquiera
nadando entre dos aguas al despiste,
tratando procurar siempre el alpiste,
pegándola a esta vida puñetera
la coz del que resiste.

Viviste, si eso es cierto que viviste,
si algún día vivir supiste qué era
pintando en ese tiempo una escalera
a la espera llegara ya y subirte
al cielo, esa quimera.

Te fuiste un día gris sin que siquiera
-lo mismo que un vulgar malabarista-
alguno apercibiera al pasar lista
cual fluye ese fluido en la pernera,
lo mismo que un perista.

Al fin y al cabo el día en que naciste
supiste de tu estancia temporera.
Que al mundo tú te echaste por montera,
muy pronto de este mundo te reíste
saltando a la torera.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Armando Buscarini

YO SOY UN TRISTE JOVEN DE ARDIENTE SED CARNAL…

Yo soy un triste joven de ardiente sed carnal,
porque, como a Verlaine, me devora ese mal,
y busco en los burdeles, sediento de lujuria,
las mujeres que calmen mi afrodisíaca furia:
esas mujeres, propias mártires de sus vidas,
que tienen cadavéricos semblantes de suicidas.
Y encuentro en las caricias de esas pobres rameras
como un florecimiento de muertas primaveras…
Yo soy un triste poeta taciturno
a quien embruja el rayo siniestro de Saturno,
y en mis íntimas horas de dolor y de anemia
voy trazando mis versos que son rezo y blasfemia.
Mis poemas son tristes porque triste es mi vida,
los poemas sin nombre de mi alma dolorida
por todos los dolores de mi negra orfandad,
en esta vida inquieta de amarga soledad.

El Poeta

Sentado junto a una mesa
carcomida por el tiempo
y alumbrado débilmente
por la luz de un quinqué viejo,
un joven pálido escribe
en cuartillas, varios versos.
Es un poeta, las noches
pásaselas escribiendo…
Anhela la gloria, joya
más valiosa que el dinero.
Y continua impasible,
sin descansar un momento,
hasta ver recompensados
algún día sus desvelos.

ORGULLO

Aunque sufra del mundo los desdenes
de mi vida de artista en la carrera;
aunque pasen altivos a mi paso
los hombres de alma ruin que nunca sueñan;
aunque salgan aullando a mi camino
los famélicos lobos que me acechan
con la envidia voraz; aunque en mi lucha
hambre y frío sin límites padezca;
aunque el mundo me insulte y me desprecie
y por loco quizás también me crean;
aunque rujan tras mí ensordecedoras
tempestades de envidia; aunque me vea
harapiento y descalzo por las calles,
inspirando piedad e indiferencia;
y, en fin, aunque implacables me atormenten
las más grandes torturas, aunque vea
que a mi paso se apartan las mujeres
por ver con repugnancia mi pobreza
( pero quizás ignorando de mi alma
el tesoro de ensueño que se alberga),
nada me importará, porque yo siempre,
caminando sereno por la tierra,
con el alma latiendo por la gloria
y flotante a los vientos mi melena,
iré diciendo al mundo con voz fuerte,
¡ con voz en la que vibre mi alma entera!:
-Es verdad que yo sufro; pero oídme:
¿qué me importa sufrir si soy poeta?

El cafetín de los parias

En mis terribles horas de dolor y anemia,
cuando en la alta noche cae la implacable helada,
pálido y ojeroso, con la faz demacrada,
busco en un cafetín albergue a mi bohemia.

Cafetín de la noche. Una roja caldera
entre columnas de humo y olor a aceite frito,
y hacinada en las mesas la gente pordiosera
que descansa del diaria mendigar infinito.

La luz amarillenta ponen los reverberos
del cafetín. Acaso los tristes pordioseros
hablan con voz doliente, y en esa rebelión

que muestran en sus santos semblantes demudados,
se ve que la miseria los tiene aprisionados
en la cárcel eterna de la Resignación.

YO

Como mi cuna fue un transatlántico
soy navinato, como D’Annunzio
y mientras viva yo no renuncio
ni a ser poeta ni a ser romántico.

Soy arrogante, con la arrogancia
fiera y gallarda de un mosquetero,
amo la trágica historia de Francia
¡y tengo un alma de aventurero!
Soy orgulloso como italiano;
solo a los héroes tiendo mi mano
y muestro al vulgo como un blasón
mi exaltado romanticismo
que cualquier día pienso yo mismo
cantar en una canción
(…)

El Busto

Los hospicianos
van esta tarde
hasta las húmedas
frondas del parque,
entre las cuales se yergue un busto
que por lo afable de su semblante
recuerda a héroes antepasados,
cuyas hazañas fueron tan grandes,
que hoy se les rinde tributo augusto
sobre las lápidas mortales…

Los hospicianos miran atentos
la pétrea imagen
que por sus rasgos, tan expresivos,
revela antiguas cordialidades…
Luego se alejan
diciendo el nombre del personaje…
-Es don Ricardo Gasset –murmuran;
y aún vuelven todos por admirarle…

ALMA DE ARTISTA

Una errata de imprenta se deslizó en mi nombre:
No es Armando, es amando como siempre viví.
Amando a la alimaña y a la fiera y al hombre,
que el amor no se apaga en mí.

Rufianes sin ingenio rompieron mi apellido
«Buscarini», dijeron. «¡Bah! La busca del pan».
El pan que a mí me dieron siempre lo he repartido;
y también partí otro que los hombres no dan.

Armando Buscarini. El nombre trae de Galia
el perfume galante, y el apellido Italia
dice; pero soy sólo pobre poeta español,

que en esta tierra inhóspita, que no ama a sus cantores,
arrastra, entre sarcasmos, su juventud sin flores,
su sed sin agua, y su primavera sin sol.

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Pablo Mendez

Muerte y vejez –

Diariamente, con una quieta
monotonía eterna, sin hacer
ridículas preguntas, los ancianos
se dirigen al mirador.

Se sientan en la desgastada madera
de los bancos, y de su silencio
hacen un brillante juego
de comunicación precisa.

Los ancianos creen verlo todo
y piensan que son las manos de Dios
lo que tienen ante su vista.

¿Cuánto tiempo les queda aún?
¿Cuánto podrán soportar sus ojos
el peso de este oquedal?
¿Qué quieren ver en realidad?

Miran sin ver lo que ya conocen,
y mientras recuerdan las copas
de los árboles que vigilaban su juventud,
o las manos tibias de su madre
acariciándoles el rostro, se resisten
a pensar que este puede ser
su último crepúsculo.

ES MEJOR REÍR QUE LLORAR [Mi poema]
Julián del Casal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si el hombre al fin cayera ya en la cuenta
que el lloro no remedia sus problemas
le haría un buen vacío a tantas flemas
buscando un comprador para su venta.

Los hombres si no fueran tan cegatos
e hicieran trabajar a su cacumen
habrían de evitar gotas rezumen
logrando así pasar los malos ratos.

Haciendo despertar a sus neuronas
así que el corazón les diga misa,
sacando de paseo a la sonrisa,
incluso si presumen de gruñonas.

Si ser puede no ser, o puede ser
y amén es imposible, ¡a qué llorar!
Es más sabio gozar y disfrutar
que en lágrimas y llantos perecer.

Hacer que el tiempo empiece a florecer
-lo más inteligente aquí es soñar-
a aquello nos fastidia despreciar,
y siempre a la belleza agradecer.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Julián del Casal

La mayor tristeza

¡Triste del que atraviesa solitario
El árido camino de la vida
Sin encontrar la hermosa prometida
Que lo ayude a subir hasta el Calvario!

¡Triste del que, en recóndito santuario,
Le pide a Dios que avive la extinguida
Fe que lleva en el alma dolorida
Cual seca ?or en roto relicario!

¡Pero más triste del que, en honda calma
Sin creer en Dios ni en la mujer hermosa,
Sufre el azote de la humana suerte,

Y siente; descender sobre su alma,
Cual sudario de niebla tenebrosa,
El silencio profundo de la muerte!

A un héroe

Como galeón de izadas banderolas
que arrastra de la mar por los eriales
su vientre hinchado de oro y de corales,
con rumbo hacia las playas españolas,

y, al arrojar el áncora en las olas
del puerto ansiado, ve plagas mortales
despoblar los vetustos arrabales
vacío el muelle y las orillas solas;

así al tornar de costas extranjeras,
cargado de magnánimas quimeras,
a enardecer tus compañeros bravos,

hallas sólo que luchan sin decoro
espíritus famélicos de oro
imperando entre míseros esclavos.

El Arte

Cuando la vida, como fardo inmenso,
Pesa sobre el espíritu cansado
Y ante el último Dios flota quemado
El postrer grano de fragante incienso;

Cuando probamos, con afán intenso,
De todo amargo fruto envenenado
Y el hastío, con rostro enmascarado,
Nos sale al paso en el camino extenso;

El alma grande, solitaria y pura
Que la mezquina realidad desdeña,
Halla en el Arte dichas ignoradas,

Como el alción, en fría noche obscura,
Asilo busca en la musgosa peña
Que inunda el mar azul de olas plateadas.

En el mar

Abierta al viento la turgente vela
Y las rojas banderas desplegadas,
Cruza el barco las ondas azuladas,
Dejando atrás fosforescente estela.

El sol, como lumínica rodela,
Aparece entre nubes nacaradas,
Y el pez, bajo las ondas sosegadas,
Como flecha de plata raudo vuela.

¿Volveré? ¡Quién lo sabe! Me acompaña
Por el largo sendero recorrido
La muda soledad del frío polo.

¿Qué me importa vivir en tierra extraña
O en la patria infeliz en que he nacido
Si en cualquier parte he de encontrarme solo?

Neurosis

Noemí, la pálida pecadora
de los cabellos color de aurora
y las pupilas de verde mar,
entre cojines de raso lila,
con el espíritu de Dalila,
deshoja el cáliz de un azahar.

Arde a sus plantas la chimenea
donde la leña chisporrotea
lanzando en torno seco rumor
y alza tiene su tapa el piano
en que vagaba su blanca mano
cual mariposa de flor en flor.

Un biombo rojo de seda china
abra sus hojas en una esquina
con grullas de oro volando en cruz,
y en curva mesa de fina laca
ardiente lámpara se destaca
de la que surge rosada luz.

Blanco abanico y azul sombrilla,
con unos guantes del canapé,
mientras en taza de porcelana,
hecha con tintes de la mañana,
humea el alma verde del té.

¿Pero qué piensa la hermosa dama?
¿Es que su príncipe ya no la ama
como en los días de amor feliz,
o que en los cofres del gabinete,
ya no conserva ningún billete
de los que obtuvo por un desliz?

Autoretrato

Nací en Cuba. El sendero de la vida
Firme atravieso, con ligero paso,
Sin que encorve mi espalda vigorosa
La carga abrumadora de los años.

Al pasar por las verdes alamedas,
Cogido tiernamente de la mano,
Mientras cortaba las fragantes flores
O bebía la lumbre de los astros,

Vi la Muerte, cual pérfido bandido,
Abalanzarse rauda ante mi paso
Y herir a mis amantes compañeros,
Dejándome, en el mundo, solitario.

¡Cuán difícil me fue marchar sin guía!
¡Cuántos escollos ante mí se alzaron!
¡Cuán ásperas hallé todas las cuestas!
Y ¡cuán lóbregos todos los espacios!

¡Cuántas veces la estrella matutina
Alumbró, con fulgores argentados,
La huella ensangrentada que mi planta
Iba dejando, en los desiertos campos,

Recorridos en noches tormentosas,
Entre el fragor horrísono del rayo,
Bajo las gotas frías de la lluvia
Y a la luz funeral de los relámpagos!

Mi juventud, herida ya de muerte,
Empieza a agonizar entre mis brazos,
Sin que la puedan reanimar mis besos,
Sin que la puedan consolar mis cantos.

Y al ver, en su semblante cadavérico,
De sus pupilas el fulgor opaco
–Igual al de un espejo en bruñido–,
Siento que el corazón sube a mis labios,
Cual si en mi pecho la rodilla hincara
Joven titán de miembros acerados.

Para olvidar entonces las tristezas
Que, como nube de voraces pájaros
Al fruto de oro entre las verdes ramas,
Dejan mi corazón despedazado,
Refúgiome del Arte en los misterios
O de la hermosa Aspasia entre los brazos.

Guardo siempre, en el fondo de mi alma,
Cual hostia blanca en cáliz cincelado,
La purísima fe de mis mayores,
Que por ella, en los tiempos legendarios,
Subieron a la pira del martirio,
Con su firmeza heroica de cristianos,
La esperanza del cielo en las miradas
Y el perdón generoso entre los labios.

Mi espíritu, voluble y enfermizo,
Lleno de la nostalgia del pasado,
Ora ansía el rumor de las batallas,
Ora la paz de silencioso claustro,
Hasta que pueda despojarse un día
–Como un mendigo del postrer andrajo–,
Del pesar que dejaron en su seno
Los difuntos ensueños abortados.

Indiferente a todo lo visible,
Ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasío,
Como si dentro de mi ser llevara
El cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!

Libre de abrumadoras ambiciones,
Soporto de la vida el rudo fardo,
Porque me alienta el formidable orgullo
De vivir, ni envidioso ni envidiado,
Persiguiendo fantásticas visiones,
Mientras se arrastran otros por el fango
Para extraer un átomo de oro
Del fondo pestilente de un pantano.

TIERRA PROMETIDA [Mi poema]
Juan Antonio González-Iglesias [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que campos yo he visto llenos de tristeza,
de sueños sedientos que al cielo bramaban,
a huraños rastrojos que a dios suplicaban
reclame a la lluvia no tenga pereza.

Y he visto a parajes hartos de maleza
y a surcos resecos con yerbas y ortigas,
de plantas, baldíos, sin flores de espigas,
votos profesando de humilde pobreza.

Soñando que un día sus labios sedientos,
bebieran los vientos de otra amanecida
mostrando unos dientes menos cenicientos.

Pobres ignorantes. No sirven lamentos.
Nunca serán ellos tierra prometida
por mucho lo intenten con sus aspavientos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Juan Antonio González-Iglesias

Acepto que belleza es la fulguración…

Acepto que belleza es la fulguración
natural de las cosas naturales.
Me digo que tus dientes mostrados en sonrisa
son eso. Que tus ojos me dan tanta dulzura
porque cumplen remotas instrucciones gen éticas.
Que tu cuerpo de hombre con mi cuerpo de hombre
construyen un lugar necesario en el mundo.
Que nada extraordinario hay en dos que se aman.
Pero, cuando te abrazo una noche tras otra
y me encuentro tu pulso a oscuras en cualquiera
de los puntos que laten en tu cuerpo dormido,
cruza por mi cerebro la palabra milagro.

Capoeira

Felices los flexibles.
Sus tobillos son súbitos
puntos en el espacio, como estrellas fugaces
en el atardecer. Sus pies alados
no pisan las cabezas de los hombres
porque no quieren. Cercan,
sobrevuelan los cinco centímetros de aura
donde el otro se guarda.
Nadie
diría que han estado durmiendo hasta hace poco,
que han trabajado duro a lo largo del día,
o han estado metidos en rollos malos, porque
ahora
levantan un tobillo por encima
del horizonte
y con el otro pie tocan la tierra.
Así proyectan arcos instantáneos,
con las extremidades inferiores.
Son preferibles a los arquitectos,
y a los programas de diseño gráfico
más potentes. Benditos
los acróbatas nuevos.
Luchan de dos en dos, como los que se aman.
Se atrapan mutuamente en un deseo
que los hará volver. Con golpes inaudibles
se aproximan. Se alejan de los demás mortales.
Tan simbólicamente
tan intrincadamente
combaten, que los ángulos
los pantalones blancos de algodón intangible
las líneas y los músculos euclídeos
trabajan
como instrumentos de alta precisión
al servicio de una sorprendente pureza.
Nada les interrumpe durante media hora.
Jóvenes conflictivos de barrios marginados
cada tarde reducen a cero la violencia.
Felices los descalzos
que conocen a ciegas
el número perfecto de la arena.
Nadie más libre que estos descendientes
de esclavos.
Felices los flexibles.

Déjame que te abrace…

Déjame que te abrace, ahora que todavía
tu piel no lleva escritas las mentiras del mundo
y tus labios son sede sólo de la hermosura.
Porque sólo he querido ser bueno y verdadero,
y tú puedes hacerme,
déjame que te abrace.

Digo lo que me dicta mi corazón sereno

Homenaje a Darío Jaramillo
a partir de unas palabras de Ezra Pound

Otros escriben para desconcierto
de las generaciones actuales
y venideras. Yo
Sólo aspiro a que alguien
(no necesariamente en el futuro)
en alguna cultura muy antigua
me comprenda.

El poema de amor debe tener previsto…

En el bus ves por dónde vas
E.M.T. De Madrid

El poema de amor debe tener previsto
el transcurso futuro de los astros
pero también
el vocabulario de la derrota
y la gloria muy simple del minuto.
Debe tener prevista la palabra Albertur
sólo porque está escrita en el costado
del autobús nocturno que te devuelve a casa.
Debe decir la periferia urbana,
aceptar lo que ve por donde va,
y desde nuestros labios convertirse
en oda a las ciudades encendidas.
Debe tener previstos los fracasos,
toda nuestra pobreza,
el miedo a que se quiebre nuestro amor extramuros.
El poema de amor debe saber que somos
iguales, y por tanto debe incluir tu nombre y mi nombre,
de la misma manera que mi nombre incluye el tuyo. Así
no diré que Petrarca no nos sirve.
Diré que no nos basta. Nuestro fuego sucede
más acá de los límites del mundo.

Si el ciprés y la lluvia tienen la misma forma,
no quiero ser oscuro, ni pobre de aventura.

En sangre y en tesoro…

Edward Gibbon

En sangre y en tesoro, la amargura
de los días se paga
imperceptiblemente.
En gotas no se cuenta, ni en monedas.
En palabras tampoco.
La fábula difícil de mis días
no merece poema.

Esto es mi cuerpo…

Esto es mi cuerpo. Aquí
coinciden el lenguaje y el amor.
La suma de las líneas
que he escrito ha dibujado
no mi rostro, sino algo más humilde:
mi cuerpo. Esto que tocas es mi cuerpo.
Otro lo dijo
mejor. Esto que tocas
no es un libro, es un hombre.
Yo añado que esto que te toca ahora
es un hombre.
Soy yo, porque no hay
ni una sola sílaba que esté libre de amor,
no hay ni una sola sílaba
que no sea un centímetro
cuadrado de mi piel.
En el poema soy acariciable
no menos que en la noche, cuando tiendo
mi sueño paralelo al sueño que amo.
No mosaico, ni número, ni suma.
No sólo eso.
Esto es una entrega. Soy pequeño
y grande entre tus manos.
Ésta es mi salvación. Éste soy yo.

Este rumor del mundo es el amor.

Exceso de vida

Desde que te conozco tengo en cuenta la muerte.
Pero lo que presiento no se parece en nada
a la común tristeza. Más bien es certidumbre
de la totalidad de mis días en este
mundo donde he podido encontrarme contigo.
De pronto tengo toda la impaciencia de todos
los que amaron y aman, la urgencia incompartible
de los enamorados. No quiero geografía
sino amor, es lo único que mi corazón sabe.
En mi vida no cabe este exceso de vida.
Mejor, si te dijera que medito las cosas
(fronteras y distancias) en los términos propios
de la resurrección, cuando nos alzaremos
sobre las coordenadas del tiempo y el espacio,
independientemente del mar que nos separa.
Sueño con el momento perfecto del abrazo
sin prisa, de los besos que quedaron sin darse.
sueño con que tu cuerpo vive junto a mi cuerpo
y espero la mañana en la que no habrá límites.

Francesco

Homenaje a Alvaro Pombo

Relajado.
No jerárquico, ajeno
a las categorías.
Simple, indocto, desnudo
sobre la nieve. Súbito.
Homogéneo.
Primero en la pobreza, en la fiesta del frío.
Abstracto, delicado, limpio de corazón.
Dueño de una montaña diminuta.
Monócromo, concreto,
carne sobre la tierra.
Audacia y sencillez donde descansan
los intelectuales.
Enamorado, herido
cinco veces.
Solar. Aventurero.
Indistinto del cosmos.
Astronauta de humilde
escafandra. Teorema
tranquilo, de una línea.
Sorpresa de los atlas.
Nombre puro de amor
junto al océano.
Colega de los pájaros.
Lobezno.
Hermano de las cosas.
Criatura.
Poeta.

He detenido el vuelo de las aves…

«las pasiones, por contener el máximo de vida
son las cosas más santas»
Yeats

He detenido el vuelo de las aves,
el canto de los pájaros
para cantar la gloria de Dios en tu cintura,
tu torso receptivo de claridad a oscuras,
boxeador diminuto entre mis brazos.
Por ti
me convierto en amor varias veces al día.
Amo tu cuerpo simple y masculino.
Vámonos al combate de los muchos asaltos.
He leído el tratado geométrico de Euclides
antes de acariciarte. Sólo quiero que estemos
las próximas diez horas
perfectamente interconectados.
De madrugada llego a tu garganta.
El lugar de tu lengua, yo lo tomo.
y aunque ahora podría erigirme en un nuevo
portavoz de la joven poesía en llamas,
prefiero ser el hombre que es capaz del silencio,
y así, con los residuos más pobres del lenguaje
celebro la presencia de tu cuerpo en mi vida.

Iba el lenguaje…

He estado acordándome intensamente de ti.
Me puse a traducir a un poeta alemán,
en principio a leerlo, pero tuve
que recurrir al diccionario, y luego
salió algo sorprendente. Creo que te gustaría.
Es un desconocido.
Mi memoria quizá no es la mejor.
Fíjate, qué comienzo:
Iba el lenguaje por sotos y praderas…

Mon tout dans ce monde

Palabras de otro idioma, de otro siglo,
de otro amor: aceptarlas
para poder decir cómo te quiero,
lo que eres para mí.
Exactamente eso: mi todo en este mundo.

Nosotros no dormimos en el lecho paterno…

Por la tarde te examinarán en el amor
San Juan de la Cruz

Nosotros no dormimos en el lecho paterno.
No queremos tendernos sobre ese venerable
lugar donde nacieron y murieron y amaron
nuestros antepasados. Al examen nocturno
del amor acudimos a deshora y por libre.
En el camino somos un caballo y un potro.
Corremos sobre líneas ideales muy próximas,
nunca sobre la misma. Nuestro mejor relincho
anuncia que ha llegado la libertad al mundo,
y se lo dedicamos al poeta que dijo
que un día nacerían hombres como nosotros
y que nos esperaba. Ya pisamos la tierra.
Hablamos y lloramos, igual que en la Ilíada
los caballos de Aquiles. El amor nos transmuta
y hace que esta semana vengan nuestros dos nombres
en un número extra de la revista Time
al lado de los hombres más bellos del planeta,
porque somos como ellos, según su directora,
luminosos y oscuros, rudos y delicados.

Oda a la belleza del dato inesperado

la cultura está hecha de sorpresas
Bruno Munari

Poesía que conviertes el saber
en una fiesta: pido que me dejes
describir la belleza en términos exactos
de biodiversidad.

Debería movernos a lágrimas el hecho
de que los animales polares sean blancos.
El oso, por ejemplo:
porque en algún momento hasta la nieve
vino, tiene un contorno de blancura
independiente de los copos, puro
hermano de los hielos que nunca se derriten.

Los biólogos saben que debajo
de ese manto esplendente
la piel del oso es negra, íntegramente negra.
Su blancura, miríada que nadie le acaricia
está hecha de translúcidos filamentos, pelaje,
suaves cables de fibra óptica que trasladan
la energía solar hasta la piel que guarda
la leve luz del ártico, su calor impalpable.

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Manuel Gahete Jurado

Memorándum –

Solo el tiempo reserva la memoria del hombre,
sus cálices sagrados, su dolor en la arena,
el amor —como fruto perenne de su pena—
trasvolado en una agua de vida que lo asombre.

Y solo el tiempo asume su verdad y su nombre,
el dardo amarillento de tan breve condena.
Espera que otro cuerpo trizado como avena
de la piel de sus labios otros besos escombre.

A los hombres nos gusta enlazar nuestras manos
a la luz de la antorcha, cuando nadie vigila
y todos somos uno, el fuego, hasta la sangre.

Comer el pan hermano que parten los hermanos,
amasar la esperanza que se yergue y oscila
hasta que una mañana la sombra nos desangre.

A los hombres nos urge revivir la pasada
estación de las luces que la muerte recobra,
hablar de nuestras ansias si es que el aire nos sobra
y arrancar cada día el trigo de la nada.

A los hombres nos cumple sortear la vaguada
donde el barco sin rumbo tercamente zozobra
y amansarnos el alma, dulce diente de cobra,
con la música roja de la lírica amada.

Es mirarlo a los ojos, devolverle un saludo.
No es difícil el hombre si se vive de frente,
cara a cara, en silencio, a sorbos, sin escudo.

Sólo pide un espacio de paz para sus hijos,
una mujer —no un ángel— sorbida lentamente
y un pedazo de tierra para sus ojos fijos.
de Alba de lava (Sevilla, 1989)

PUESTOS A ELEGIR [Mi poema]
Pablo García Casado [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ha elegido penar en el infierno
por si el cielo relleno ya estuviera
esperando llegar en primavera
cuando el frío es más suave. Que el invierno
es sombrío y quemado huele a cuerno
y él se encuentra cual gato sin gatera.

Es un tipo no más algo corriente
como tú, ese soy yo, como cualquiera,
un pobre pecador que se perdiera
y un buen día tiró por la pendiente
en un acto inconfeso, inconsistente
y cayó al precipicio. La repera.

Uno más, no más de los que abundan
que va retando al riesgo y que resbala,
a veces sorteándole a una bala
intentando evitar que le confundan,
tirándole al vacío y que le hundan
y además que se venguen y hagan gala.

Consciente de que el cielo él se ha ganado,
tratando de entender lo que ha sentido,
dudando de si mismo y ser valido,
mirando lo que encuentra a cada lado,
recuerda a dios consciente que ha pecado
mas siempre sin dudar se ha arrepentido.
©donaciano bueno

El #infierno de nuestra #infancia Share on X

Comentario: A la hora de escribir estos versos él cae en la cuenta de que, gracias a dios, aquel lugar en el que el fuego y y el olor a azufre eran sus principales características ya no existe. Qué alivio!

MI POETA SUGERIDO:  Pablo García Casado

1972

parís, texas

por qué travis qué hay de esa oscura pregunta
por qué la casa en ruinas por qué él por qué ella
por qué el verano de mil novecientos setenta y uno

qué tuvo que pasar qué clase de química por qué
la huelga en el sector metalúrgico por qué el atasco
por qué llegaron rendidos y aún así se besaron

como si mi vida les fuera en ello
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

C-121

it seems so long ago, Nancy
Leonard Cohen.

no muy lejos en esa ciudad con sus miles
de citas a ciegas hubo también otras noches
como ésta volviendo a casa -las vías

muertas del regreso las mismas preguntas­
y es que a pesar del amor de los brazos
y de las piernas abiertas la soledad regresa

con sus dudas.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Ginebra besos

me dices que la cama de tu cuarto
está sin hacer que bajaste y todas
las tiendas estaban cerradas que hoy

es domingo que ayer sábado dijimos
muchas cosas mucho amor ginebra besos
que si tengo algo de pan o de ternura

que prestarte.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Golosinas

como un caramelo saliendo del envoltorio
así me sentí la noche en que después de pintarme
de golfa tú por fin te decidiste una mejor

estrategia una retirada a tiempo y las cosas
no tendrían ese sabor que queda tras el fraude
me dejaste aquí tirada como un caramelo

después de chupado.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Home sweet home

la cabeza dentro del retrete los dedos en la garganta
hay un número determinado de neuronas que se pierden
después de una noche como ésta por más que lo intento

las tuyas siempre encuentran el camino.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

La edad del automóvil

ahora estás en el mercado lleva tus ojos
hacia un cuerpo y un volante pruébalo úsalo
y rompe el contrato verás qué rápido aparecen

futuros arrendatarios tú pregunta por la marca
el modelo y la amplitud del asiento de atrás
no te reprimas déjate llevar por la erótica

del negocio.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Las afueras

por más que se extiendan las ciudades hasta juntarse
unas con otras por más desengaños que el sexo la muerte
o las oposiciones nos deparen quedarán siempre las afueras

la oscuridad de los polígonos industriales la ineficacia
el ministerio de obras públicas por más que se empeñen
colectivos ciudadanos asociaciones de vecinos seguirán

amaneciendo los restos del amor en las afueras.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Número nueve

quise borrar las huellas de aquel cuerpo
limpié con táifol el lavabo los restos
del afeitado corrieron por el desagüe

quise borrar la cita en el centro la puesta
en escena el vestido corto sus buenos modos
el beso a la salida del restaurante el sí

el día después la frialdad del desayuno.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Número trece

te despiertas miras la hora vas a la cocina
bebes agua te quedas sentada escuchando
el motor del frigorífico por el patio interior

los hijos de la vecina juegan a destrozarse
los oídos estás sola y te acude una inquietud
propia de domingos con resaca un nerviosismo

de condones rotos.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Ritos

los recuerdos son facturas a tu nombre
sé que el adiós tiene su rito y el tuyo
es dejarme vacía la despensa de los sueños

a veces me pregunto qué hicimos mal
te mandaré flores cada otoño puedes venir
por las facturas al menos las de la luz

estoy a oscuras por culpa de tus ritos.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

Sweet Jane

lou reed

yo he vivido mucho tiempo pendiente de un hilo
telefónico de un buzón sin cerradura de las manos
de unos hombres que no quisieron encontrarme

acumulando toda clase de pastillas esquivando
como pude los domingos por la tarde yo he vivido
demasiado tiempo al otro lado de la pantalla

mirando el amor por los anuncios.
De «Las afueras» DVD Ediciones 3ª Edición 2007

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ÁFRICA [Mi poema]
Juan Gil-Albert [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Pocos saben que entiendes de gladiolos,
y que Plinio en tus flores se inspirara*,
negra tierra encerrada con sus dolos
en que el hambre a penuria se equipara;
que un mal dios os creó y os dejó solos,
lugar en que la vida está muy cara.
Perras flores de pétalos y estambres,
perras flores de escombros y de alambres.

Aguafuerte de Goya en claroscuro,
dibujada con sombras, sin sus luces,
ventana que tropieza con un muro
tapiada con soflamas de arcabuces
de aquellos que vislumbran un futuro
llevándole al soñar a dar de bruces.
¡Qué enorme es la abundancia, tan estrecha,
qué escasa de la vida es su cosecha!

¡Oh, África! tendida al sol de Oriente
y en sus brumas y llantos anegada,
que gimes y presumes de inocente
y sufres del derecho de pernada.
Nadie te ha de salvar. Solo tu gente
pegando al Occidente una patada.
Confiar no es posible en la esperanza
allí donde es vivir lo que está en danza.

Es hora de mirarte ya al ombligo,
que empieces a exigirte tus derechos.
Que estéril ha de ser pedir abrigo,
inútil los lamentos y despechos.
No olvides, predicar nunca es dar trigo,
lo que cuenta en el mundo son los hechos.
Ya lo dijo Machado, que el camino
solo se hace al andar. Y ese es tu sino.
©donaciano bueno

#África, la gran olvidada? Share on X

* El nombre del género se atribuye a Plinio y hace referencia, por un lado, a la forma de las hojas de estas plantas, muy habituales en África, similares a la espada romana denominada gladius (gladiadores).

MI POETA SUGERIDO: Juan Gil-Albert

A mis manos

Formas infatigables de mi alma,
blancos rayos de luz sobre las cosas,
terrenal soplo abierto, alas mías,
que me arrastráis sin freno ni codicia
por esta indescifrable primavera
del ser, los tactos, la tibieza, el frío,
las formas y el color de sus pasiones,
los más ocultos sinos de la tierra;
¿dónde vais desbocadas, presurosas,
a qué porción del mundo oscurecido,
a qué estelar materia abandonada
osáis acometer, cual si en los dedos
harpas o púas de un amor ardiente
guiaran vuestros toques extasiados?
La delicia del mundo os acompaña
en ese deambular como a las aves,
que van y toman siempre insatisfechas
de su angustiado vértigo amoroso
y alguna vez detiénense cantando
el repentino goce que las prende
a esa mortal belleza de la tierra.
Así vais y venís, cual alejadas
de mí y mi ajeno rostro entristecido,
entre cosas, materias vulnerables,
cuerpos, sustancias, posos, ilusiones,
roces enervadores, somnolientos
seres que al ser tocados se despiertan,
superficies hirsutas, densas moles
sin forma ni color que están temblando,
apariencias hermosas yabsorbentes,
yertos encantos, toscos materiales
que conservan extraña lozanía,
inmensa exploración de los sentidos
en las ligeras naves de mis manos.
¿Dónde depositar tales tesoros?
Poseer, poseer, parece el sino
de vuestra inagotable extravagancia.
Acumular los dones de la tierra,
los impalpables brotes del pecado,
los frutos de la nada, los carnales
relámpagos del ser, ¿en dónde ocultos?
¿Dónde lleváis, al son de qué festejos,
de que hastíos solemnes, de qué angustias,
ese espectral tesoro arrinconado,
a qué desván espléndido de polvo,
donde un fantasma llora arrepentido?
¡Volad, volad, extrañas claridades,
gracias definidoras que sentencian
Con su tacto el valor de lo existente,
ligerísimas hijas de mi cuerpo
que en su graciosa furia enajenada
húndense en el vacío, despertando
el misterioso sueño de la tierra
y después me abandonan los rumores,
el humo, la ilusión, las ansiedades,
el engaño de gracia y de hermosura,
esta ficción alada que construyen
con sus tristes techumbres c ontra el cielo!
Si tras los años puedo en algún día,
posado en una roca inexistente,
la gran melancolía de los dioses
revelar, meditando hacia la tierra,
diré: Yo te conozco, extraño mundo;
tu horror y tu delicia en el recuerdo
no me dejan gozar en mis alturas
el reposo anhelado. La corona
de terrenales flores no la siento
sobre mi sien desnuda y desolada.
Manos que reposáis tras los abismos
de espantosas distancias: ¿qué inquietudes
me transmitís, aún yertas en la sombra?
De «Las iusiones»

A un abanico perdido Para Lea Pentagna

En las manos del ocio, un breve tiempo
abriste tu ala blanca, pregonando
el lejano país donde se oculta
la oriental primavera. Yo podía,
con un antiguo gesto silencioso,
sentir la palpitante ligereza
del aire en mis mejillas, como vuela
entre el denso calor adormecido
la errante mariposa. Nunca tuve
poder más lisonjero que los días
en que en tu frágil cetro de bambúes
florecían las brisas al deseo
de su mecido dueño. ¿Quién osaba
rivalizar conmigo un privilegio
tan olvidado, y quién sonríe ahora
a esos dones trenzados por las gracias?
Breve fue, ¡oh tierno objeto!, la fragante
flor de tu amor, que arranca de las manos
el destino insaciable cuando intenta
hundirnos en distancias infinitas.
Como un sueño contemplan nuestros ojos
el vacío de algo que brillaba
como un cuerpo real, y sólo queda
de un tal placer la sombra de una duda,
con tan intensa fuerza evocadora
que visionarios somos de sus tercas
formas desvanecidas. Un aliento
de extraña ligadura nos conmueve
con todo lo que fue, y así tú ahora
transmites al que pulsa el varillaje
de tu inconsciente alma, unos secretos
velados por la lánguida pereza,
y que dan a esa faz que te sonríe,
como yo ayer, el soplo de la vida.
De «Las iusiones»

A un arcángel sombrío

Canción

Algún día
el sigiloso administrador de la divinidad,
aquel doncel extraño,
descenderá, para llevarme allí
donde su espada da luz a los elegidos
y la radiante oscuridad de sus ojos
satisface la integridad del hombre,
así como la fruta madura
sirve al inextinguible apetito de la muerte.

Removerá con su oscuro aleteo
el aire corrompido de la tierra
dejando que sus candorosos pies
levanten la polvareda de los caminos
y un viento invernal
hiele el corazón de las criaturas
y haga caer como frías muecas de consumación
los viejos ramajes de los árboles.

Dejará que los que le temen
oculten su vergüenza en la penumbra
y acallando sus pechos
musiten las plegarias que destinan
al huracán que arranca las cosechas
o a la pálida peste
que devora a sus hijos.

La vida que despierta,
el inclemente pasmo de su felicidad,
borrará pronto las huellas
de tanto horror,
y una radiante luz estacionada,
un nimbo clarividente y majestuoso
delatará a los hombres
que allí vive el elegido de su corazón,
y nadie osará desplegar los labios
ni cruzar con la irrespetuosa cabeza cubierta
por aquel vergel intransitable y quieto
donde se celebran las nupcias perennes del amor.

El murmullo de la vida
discurre bajo los apagados mármoles eternos,
y las flores que crecen
en los cercos de aquel confín
ostentan un no sé qué de repleto y magnífico,
y el balanceo de sus tallos
adquiere allí toda la gentileza de lo irremediable.

¡Venturoso el corazón que alberga
tu terrible placidez!
Aquellos sobre los que has descendido libremente
-como en nuestra melancólica tierra
solemos encontramos,
cual insospechado vestigio de tu existencia,
las encantadoras criaturas
sobre las cuales posamos nuestros ojos
con angustia mortal-
tendrán al fin aprisionado
en el frágil reducto de su cuerpo
tu luz enternecedora,
el filo de tu espada que da vida,
yen torno a sus mudas frentes de placer
el aleteo negro de tu fruición
estará moviendo aquellas lacias cabelleras deseadas.

Así reinas,
divino ser del universo,
sobre aquellos que te amaron ciegamente
a través de las apariencias.
De «Las iusiones»

El lujo

Balada

«¿Dónde estás, dónde, en qué país extraño
has ido a hundir el rostro venerable
en el agua que aniña y que refresca
los insignes harapos? ¿A qué tierra

ignorada del hombre te volviste,
llorando los caudales misteriosos
de una gran deserción, de una congoja
de algo viejo y pesado que se hunde?

¿Por qué caminos fuiste abandonando
el gran oro del sol, cuando mirabas
temblar la tierra, llena del reflejo
de tus antiguos ojos de esmeralda?»

Pocos recuerdan ya tus esplendores,
algún anciano amable, alguna dama
que acaba de expirar te sonreía
en su dichoso espejo. Y eso es todo.

Tus huellas más recientes se han perdido
entre la ciudadana indiferencia
de este gran malestar, y algún objeto
sale a veces cual lívido fantasma

hasta el ceño y encono de unos ojos
endurecidos. Polvo y terciopelo
son hoy tristes hermanos que se aman.
Mas nosotros seguimos el camino.

Y sin embargo yo te recordaba,
porque de niño pude vislumbrarte
cuando, tus equipajes preparados,
brilló una extraña cola tras la puerta

del dorado salón. Yo nunca supe
si eras hombre o mujer, porque fue un goce
tan cálido aquel soplo amarillento
que tenía delante, que confieso

me perdió, cual trastorno, una molicie
fría y severa en torno a unos modales
cuyo recuerdo guardo como un santo
la verdad revelada. Ví un sombrero

tan hermoso, posado en la cabeza
de un ser extraordinario, con sus plumas
de bengala caídas con un dejo
de tal inolvidable negligencia,

que me rendí a la sombra de su influjo
ceremonioso. En una mesa antigua
vi unos guantes en tono de canela
escarchados de perlas diminutas.

Ajetreadas gentes se movían
sobre un musgo de púrpura, y abajo
de los anchos balcones esperaban
los landeaux, entre un humo delicioso

de caballos que piafan impacientes
con sus sombrías riendas perfumadas,
y el primitivo fuego en las antorchas
de los ujieres, pálidos de muerte.

La voz timbrada de una dulce amiga
me dijo adiós, y al ir con reverencia
a besarle la mano en que oprimía
un haz de violetas como el cetro

de una divinidad, vi tras los velos
espesos que cubrían su semblante
como un tigre que enfunda su fiereza
con felina elegancia. Nunca supe

si era hombre o mujer. Salieron todos
con un frou-frou radiante de festines
y bailes, algo lúgubres en cambio.
Oí que los cocheros repetían:

«¡Hacia San Petersburgo!» En poco tiempo
todo había pasado. Y estas luces,
que alumbran como estrellas en el cielo
el tétrico paisaje de la Historia

se irán helando en siglos y distancias,
en silencioso polvo diamantino,
cual una nebulosa diadema
inalcanzable al ansia del arqueólogo.

Himno a la castidad

La canción ignorada entre las valvas
del corazón sospecho floreciente
como un ímpetu ciego que me tienta.
Que sea no lo sé, pero me llama
esta fruición oculta que sorprendo
dentro de mí tendiéndome en sus brazos
como en lecho de sierpes entre cercos
de algún rosal. Tristeza o alegría,
no sabría decirlo cuando sopla
un viento rumoroso en que vacila
el torpe sueño y déjame sumido
en una despiadada trascendencia,
mientras yo estoy rendido y arrullado
por unas leves coplas que acompañan
al feliz corazón. ¿Qué inarmonía
junta la desazón y el entusiasmo
en estas largas noches en que gime
la castidad? Las voces interiores
dícenme un embeleso de palabras
que cual un vino sienten derramarse
por los lánguidos miembros. Vanas ansias
del pecador mordido por el fuego
de aquella fuerza ignota cuando sangran
sus ilusiones. Mas todo se nubla,
y suspenso en su flor se desvanece
si una voz misteriosa nos convida
a sonreír cubiertos de laureles
como un fiel desposado al que se rinde
la falaz apariencia.

Himno a la vida

Cuando eras una joven indefensa
con aquel cuello frágil levantando
la lozana cabeza en que esplendía
el amplio sol su dulce arrobamiento,
y cual pájaro o flor que nada teme
abre al espacio el curso de sus alas
o sus pétalos tiñe ardientemente
con el claro rubor de su existencia,
entonces te canté como si hermana
fueras de mi ilusión, y en tu regazo
fraternal vuelo alzaba contemplando
esa faz adorable. Era aquel tiempo
en que tus ojos garzos me miraban,
del color de los bosques, y surgías
toda tú cual un árbol silencioso
llevándome contigo lentamente
hacia la esbelta copa en que soñaban
las misteriosas aves matutinas.
Allí la transparencia deseada
de miles de deseos tentadores
brillaba como engaño delicioso,
y una invisible mano removía
mis cabellos cual eco prematuro
de los desordenados sentimientos
que el amor transportaba entre sus brazos.
¡Ah, lenta violencia de mi vida,
trastornadora gracia del abismo,
ese negro principio originario
que trepa con tu verde savia alada
el confín sin medidas! ¡Dónde fueron
los que como racimos se mecían
en nacarado aire, tallas ubres
de una vitalidad encantadora,
entre las hojas mágicas de fuego
de aquel festín? ¿En dónde han escondido
sus verdes oleadas de cenizas
esas fragantes rosas tentadoras,
como senos de virgen que se han ido,
dejando sobre el tallo que las tuvo
sólo una sombra gris y porfiada?
Tu color se ha mudado, criatura,
el encendido rostro del que vive
esa ascensión incólume y hermosa
pasa de aquel fulgor del oro vivo
a este gris terrenal que esparce ahora
sobre tu sien la angustia de unas alas.
Postreras alas, cumbres que nos llevan
hacia dentro en un vuelo inesperado,
por extrañas regiones invisibles,
más allá de los lindes de la tierra,
aquí en el fondo mismo del abismo
donde mi vida vive su existencia.
Vuelve hacia mí tus lágrimas sombrías,
fraternal resonancia de ancho seno,
antigua jovencilla ilusionada
cuyos largos cabellos aún evocan
aquella brisa errante. Ahora el hermano
tiende a tus pies las viñas de amargura
y en derredor los campos que florecen
leves lirios oscuros se preparan
a vernos enlazados como amantes
cruzar las blancas crestas de la tierra
por donde están las uvas que no apagan
el eterno sabor incandescente
de su fértil amargo. Allí te esperan
más que tus rosas, ¡oh hija de la carne!,
calladas violetas vespertinas
sobre las cuales vamos densamente
uno hacia el otro, amándonos confusos,
en el cálido soplo que nos lleva.
De «Las iusiones»

La canción

Presiento una larga noche de silencio,
una pausa misteriosa sin palabras,
como si unos brazos doblados como plumas
recogiéranse de nuevo en su originaria mudez.

Lo que se habla al mandato de la poesía
no da luz al que dice sin quererlo
esas aterradoras resonancias antiguas
enviadas como rayos sobre la paciente humanidad.

Caída su lumbre en el corazón de quien la escucha,
¿qué queda en aquel que vio fluir de su mano
la chispa de los grandes designios?
Una nube de cenizas ciega sus ojos,

como los nubarrones se oscurecen
tras el alumbramiento fugitivo
de la tempestuosa tormenta. Luego callan,
más seductores en su enigmático mutismo.

Tan sólo la embriaguez de unos momentos
tienta al canto motivo de su ser. Y cuando cesa
un poeta de hablar esos oscuros signos que despiertan
el terror o las ávidas pasiones en los mortales indefensos,

todo él enmudece como una piedra prestigiosa
y ciémese sobre la vida una bonanza, un cierto fresco
que engaña a quienes se recrean bajo su sombra,
porque en su seno hierven peligrosas las canciones venideras.
De «Las iusiones»

La higuera

(Apunte para una oda anacreóntica)

No sé si era nostalgia.
El amor y el recuerdo
estaban confundidos en mi ser.
Entrelazados quedarán en la memoria
como un sueño que resplandece,
y el corazón seguirá ignorando
el origen de tanta clemencia.

¡Crepitante laxitud
que enalteces mi desfallecimiento,
mi mísera condición terrenal!
Bajo tu sombra morada
descansé un día, venturoso,
y en el olor caliente de tu existencia
me anegué de desesperación
porque el sol ácido
ponía un cerco de mortalidad
al amoroso refugio.

Cabellos tan frescos como los pámpanos
entre cuyo follaje tentador
crece el higo, más triste que la soledad;
dulce y caliente es la clara miel
de su boca,
y entre sus labios maduros
busca el poeta el sabor de lo irremediable.

¡Ah, las alas de oro,
los listados cuerpecillos de las abejas,
cuyos besos de fuego se cumplen
y en cuyo amor se apaga
el centelleo de la divinidad!
Si mis versos os siguen con admiración
y aspiran a eternizar este recuerdo
del ser a quien amo,
es que mis alas son las palabras,
y sin ellas caigo desvanecido en un torpe sueño.
De «Las iusiones»

La isla

Felicidad, no supe hasta este día
que como un abanico entre sus pliegues
guarda en sí ese paisaje deseado
del aire, tú en ti misma te encerraras,
sin que el hombre cansado consiguiera
ver llegar a sus sienes la frescura
de tu aliento. No solamente el oro
necesita que el ávido lo busque
para que en nuestra mano resplandezca;
todo goce es igual, todo está oculto
a la humana ansiedad, mas si el encuentro
surge al fin, ay, sabemos que no es nuestro,
tan sólo es una dicha de sí mismo.
¿Cómo no contemplarte si meciste
tantos años la imagen que pedía
nuestro amor a otro cuerpo? En unas horas
déjame que engañado me abandone
a mi torpe ternura, y en tu suave
pecho quemante duerma unos momentos
la languidez. Yo sé que los estíos
pasan sobre la tierra y se marchitan
los cálices primaverales, veo
cómo las nieves antes que florezca
el sol de abril descienden de las cumbres
donde brillaron, mientras las mañanas
no dejan para ti de abrir sus lentas
lenguas de fuego y prenden en las noches
de tu cálida piel, cual vivas joyas,
las luciérnagas; deja que me anegue
en tu monotonía, que es la sombra
del amor, cuando tiende como brazos
sus redes infinitas al amante,
rendido en virginal prisión eterna,
como un dios en su isla. La ventura
concédeme al igual que a esos pequeños
seres que duermen en tus anchas ramas,
tranquilos al saber que el nuevo día
repetirá al siguiente y al pasado
la febril somnolencia. Pueda al menos,
como este mar que olvida sus pasiones
sombrías en el fondo de sus aguas,
acercar unos labios murmurantes
en cuyo fiel latir apenas se oyen
las lejanas empresas. ¿Cómo luego
de haberte abandonado, como tantos,
para hundirme en la hostil indiferencia
dueña del mundo, logran mis desvelos
decir que busco aquello que mis ojos
vieron pasmados, como a un ser, un día?
De «Las iusiones»

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GANAPANES DE LA VIDA [Mi poema]
Eduardo García [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Distintos. Somos todos diferentes.
Y así que aparentemos ser iguales
nos une sólo un hecho, que animales,
unos más y otros menos, somos gentes

que la sed van saciando en mismas fuentes
dejando su recelo en los brocales,
sus penas, sus penurias y sus males
de un río del que somos afluentes.

Y es que así existan bobos pretenciosos
y un tonto haya del culo presumido,
-me niego aquí a anotar al mal nacido-,
que siempre van con mocos, los mocosos,

que chistes van contando, los graciosos,
jodidos, malas gentes, resentidos,
con caras de mafiosos, mal paridos,
o dando van tropiezos, los patosos,

que todos sin distingo son rufianes
en vía cuyo fin desconocemos
y andamos dando tumbos. Somos memos.
Iguales, de la vida ganapanes.
©donaciano bueno

Y me quedo corto, no crees? Share on X

Comentario: Ganapán: Mozo que se encargaba de llevar bultos o recados de un lugar a otro y que solía colocarse en determinados lugares públicos a donde se acudía a contratarlo.

MI POETA SUGERIDO:  Eduardo García

Debiera ser verdad

Debiera ser verdad, debiera el día
inundarse de luz como hoy lo veo,
con su gesto de sábado y ventanas
abiertas al rumor del oleaje:
caminas junto a mí, tu voz me alcanza
con su aliento de fruta y la cadencia
de tus pasos se funde con mis pasos
y no nos cabe el alma ni este puro
fervor de criaturas que el deseo
arroja hacia una playa que no existe.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

Despertar

Ese hombre que camina
con las manos sujetas a la espalda,
nos saluda al pasar, comprueba su reloj,
acude a su quehacer sin preguntarse
si va en su dirección y en su sentido.

No sabe que a su espalda se libra una batalla,
que su mano derecha
aferra sin piedad a la otra mano,
la retiene a su antojo por la fuerza,
prisionera, infeliz, sin voluntad.

Si un buen día la mano sometida
se niega a cooperar y en un descuido
reduce a su adversaria, se hace fuerte,
toma la iniciativa, arrebatando
el rumbo de los pasos, ya se atreve
a estrenar una vida renovada…

¿qué será de ese hombre inofensivo
cuando empiece a arrojarse a la aventura,
a derrochar las suelas y el impulso,
abandonándose al azar
del encuentro feliz, recolectando
a su paso semillas y canciones?
De «Refutación de la elegía» Generación del 27, Málaga, 2006

Fábula del violín en la escalera

Como eco de una voz en la escalera
un distante violín viene brotando,
viene rasgando el aire, resonando
por las frías estancias. Mira afuera
del círculo perfecto en que se encierra
tu vida ese violín que va borrando
las sombras de tus días, conjurando
tristeza con tristeza a su manera.
Si de pronto el reloj se detuviera
en el compás preciso, justo cuando
tu corazón se va de contrabando
al temblor de la cuerda y la madera,
seguiría el violín en la escalera
ahuyentando las sombras, resonando
por las calles del tiempo, a su manera.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

La isla

Tus caricias. El mar. Los cocoteros.
La sábana enredada entre tus piernas.
El maitre del hotel, su voz de frío:
«Veinticuatro horas, ¡ya sabe!».
Supe que un día era un plazo inconcebible,
que tan sólo unas horas bastarían.
Conocí el huracán, la madreselva.
Conocí el ancho cielo interminable.
Conocí las espadas y el enigma,
la boca del dolor, la del deseo,
la súplica que anuncian los labios no besados,
qué tibio el corazón cuando se precipita.
Cuantas mujeres hay en este mundo
las conocí por ti. En ti dormían.
De «Las cartas marcadas» Libertarias, Madrid, 1995

La mirada

Hay un dolor más hondo.
Hay una más profunda mordedura.
Un peor desenlace de tinieblas.
Una bala que acecha tus latidos.

Más allá del vaivén de los deseos.
Más allá de palabras sin orillas.
Más allá de la súbita desgracia.
Más allá del insomnio y la caída.

Mírale, ya llegó; es el desprecio.
No puedes sostener esa mirada.
Observa cómo escoge a quien más quieres.
Contémplate en sus ojos de verdugo.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

Las pasarelas del deseo

Llamamos vida
a un desfile de dígitos cansados
zumban coléricas las moscas atrapadas en cárcel de cristal
el viento de la sangre remueve las cortinas
la luz por un instante parece herir la tapia filtrarse en el cemento
la oquedad se adivina y más allá
palpitan en la noche los astros encendidos
combaten los caballos por la flor las aguas por la piedra
la orquídea cobra vida en el torrente
a la luz de la Luna el musgo brilla con fulgor de diamantes en la hierba
no hay rutas convenidas ni semáforos ni siniestros carteles de prohibido pasar
pero abundan los cruces de caminos cuando menos lo esperas amanece
los hombres vagan a su antojo las sendas se disuelven a su paso
quiero decir que a la sombra de los robles te esperan los amigos que perdiste
y hay sábanas tendidas que guardan el olor de encuentros que no fueron
mujeres
que solitario amaste a la distancia
pero aquí el eco salva todos los precipicios
irrumpen de la nada las pasarelas del deseo
trenzan sus trayectorias en todas direcciones
el viajero termina por arrojar al fuego la brújula y los mapas
confiando sus pasos al instinto se interna en la espesura
aunque un día de pronto se detenga a contemplar las huellas de su viaje
despierte abra los ojos comience a comprender
nada importa cuán vasta la travesía se despliegue
la apariencia radiante de confines la ilusión derrochada en la aventura
todas las pasarelas conducen a la tapia
si se es fiel a un deseo si se sigue
su rastro hasta el final
nos aguarda el ladrillo hincado en tierra
la mansedumbre hostil de la costumbre
un olor a madera que envejece
un desfile de escenas repetidas
la cárcel de cristal
sin cerradura
De «La vida nueva» Visor, Madrid, 2008

Las puertas

Al fondo de mí mismo hay cuatro puertas.
Desciendo por el pozo hacia los hondos
canales que me surcan. Pecho adentro
cruzo la oscuridad a ciegas. Voy
palpando las paredes. Ahora el aire
es más puro. Vislumbro el resplandor:

la puerta del jardín de los deseos,
la puerta del instante prodigioso,
la puerta de la infancia recobrada.

Huele a ausencia de pronto un viento frío.
Siento a mi espalda un hueco impenetrable:
por las hondas rendijas de tinieblas
mana un silencio atroz. Detengo el paso.

Mientras florezcan firmes mis deseos
y me aguarde el instante y el prodigio
y la luz en los patios de la infancia,
no cruzaré el umbral, la cuarta puerta,
no pisaré esa nada imponderable.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

Pero tu llanto

Es inútil que llores, mujer, ven
a mis brazos, olvida
la fría hostilidad de los pasillos,
la asepsia de las gasas, el goteo
mecánico del suero. Ven. No traigas
las sombras a esta casa donde fuimos
felices, que su aliento
se quede tras la puerta:
no rezume en tus ojos y me rompa,
no calcine mis labios si te beso.
Pero si hay que llorar lloremos juntos
y que entre la desgracia en nuestra casa.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

Tierra de nadie

Y entre todos los días y sus noches,
y entre todas las vidas que aquí arrojan,
en esta habitación que no es de nadie,
sus sombras paralelas,
tu cuerpo de gacela apresurada:

Piel arriba la sangre remonta hasta tus labios,
te inundan las hogueras con su clamor de jungla,
desnúdate -me dices-, olvida las palabras,
y entre mis brazos huecos yo te siento temblar
como luna en el agua, contra mi pecho oscuro,
y me siento rozar el techo de los cielos,
tierra, fuego y ardor, cenizas que se yerguen,
coronas mi cintura con aluvión de vértigo,
se desertiza el mundo en torno de esta cama
y mis manos se aferran a la vida en las tuyas,
una lluvia muy honda te riega noche adentro,
la carne se disuelve con su rumor de sombra
y un vasto corazón nos pertenece.

Esta escena transcurre por mi piel,
entre mis brazos huecos, contra mi pecho oscuro,
mientras tus manos vuelan muy lejos de las mías,
tumbado en esta cama,
en esta habitación que no es de nadie.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

Vuelta a casa

Hay un hombre que grita en el vagón del metro.
Yo he visto allá en sus ojos la lenta caravana
de imágenes heridas, de minuciosas sombras
que acuden a su encuentro con el gesto de siempre,
con el gesto que nunca volverá a contemplar.

Siente el peso en los hombros de unas manos de sombra.
Le reclaman. Se vuelve. Ahora está con ellas.
Esboza una sonrisa que se quiebra de pronto.
Su dolor se dilata, se le escapa del pecho.
Recorre ya las vías. Invade la ciudad.

Hay un hombre que grita con los labios sellados.
De «Horizonte o frontera» Hiperión 2003

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MANDA, MENDA, GUINDA, MONDA, TUNDA [Mi poema]
Juan de Loxa [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo soy la ley y el orden, soy quien manda,
un caballero andante en la porfía,
aquel que sale al quite cada día,
el más listo y marchoso de la panda.
Yo soy la ley, permitan que me ría.

Nadie sabe anunciarse como el menda,
que soy el más pudiente y talentoso,
ninguno hay más versado y más fastuoso
que a temas que hay difíciles entienda
y sepa resistir cualquier acoso.

Que en todos los saraos soy la guinda
que adorna y pone el cierre en el pastel.
No tengo competencia. En mi anaquel
siempre tiene presencia la más linda
mariposa desnuda del vergel.

Que yo soy un bufón, que soy la monda,
pues nadie me hace sombra haciendo gracia
que tengo del humor una farmacia
y actúo cual si fuera un trapisonda
haciendo malabares y acrobacia.

Y así que alguien me diera alguna tunda
ninguno ha de lograr que me amilane,
que nadie nunca habrá que a mi me gane,
un tipo como yo casi no abunda,
por más que alguien lo busque y que se afane.
©donaciano bueno

#Y tú mandas algo o ni en tu casa? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan de Loxa

KODAK

Ojos Míos Amados han venido para hoy hacerme
una fotografía
Qué triste flash flash flash llegar tan de repente
Y no haber dado cuerda suficiente a la sonrisa de
ahora

No vuelvas nunca desnudo No tus brazos extendidos
No sándalo
En las axilas Ante la lente de Ojos Míos Amados
He mirado mi corazón que es «dios de la aventura»
Y ha girado veloz aquel molino tuyo en lucha de
azucenas

Puedo jurar que surge del Amor este reOjo que
todo purifica
Renovando cl color a los muchachos de mi isla
temerosa

Vanse por los mares todo el ejército de imágenes
que arrojo

Por encima del hombre que ruge al rojo torbellino
encendido
Del salvavidas que arde tímidamente bajo el foco
y revela
incandescente el gesto y perdida la aurora navegable

Supervivientes Míos panza a la muerte Ojos fijos
Amados,
Qué de repente quieto y parpadeo al techo flash
ya nunca
No ahora sonrisa Sí un gusano de luz en el ombligo
Y dios
Dios dios cínicamente al fondo rizándose los
párpados.

Del libro Christian Dios en cada rincón de mi cuerpo

«Es urgente»

Es urgente pedir por esta boca,
poner los dedos en la llaga.
Pan y trabajo,
siempre se escapa el tiro
pa los de abajo.
No le saliera el tiro
por la culata.
Urgente es preguntar por los ausentes,
de su eterna prisión romper los lazos,
gritar para exigir la libertad que aspiro,
antes de que este tiempo nos quiebre entre balazos.
Sus fusiles…
Sus ametralladoras…
Por «hache» o por «be» no te dejan vivir.
Sus fusiles disparan si «hache» es:
pan para los hijos, escuelas, trabajo
o decir que basta ya de tanto asesinato.
Sus ametralladoras
sorprenden cualquier reunión, en donde
se hable del hombre y sus derechos.
Van a misa rodeados de sus hijos
y allí se dan la paz con las manos manchadas.
No saben que el amor es todo lo contrario.
Quitarnos las mordazas de la boca es
urgente, tirar al río el cinturón
a bofetadas, ay amor, de flores.
Que para limpiar la frente de sudores
bien pueden valer claveles
por pañuelo. ¡Qué dolores
para pintar el puente de otros colores!

Alegrías

¡Pan y trabajo!
Siempre se escapa el tiro
pa los de abajo.

¡Qué mala pata
no les saliera el tiro
por la culata!

(En la muerte de *Francisco Javier Verdejo).

I
Vemos pasar palabras
por el río. Se deshace
todo el dibujo que lo labios
como hojas
habían lanzado al aire
de una voz naufragando.

Pasan troncos de árboles
entre una mano sola
ya sin cuerpo, una mano
sola y con sortija.
Tan deprisa el reloj de las aguas.

Dicen adiós esas palabras
– letras que ya no pertenecen
a nombres, verbos, adverbios o adjetivos –
y un pájaro de la simétrica bandada,
pierde su brújula, sin noticias
ni horario de llegada
rozando de una nube el cloroformo.
En perpen
dicular, cometa herido,
clava su pico en la palabra. Levanta
su bandera blanca: poema.

La mano sola del ahogado
sujeta la letra a y araña
la piel de la madera.
En la orilla,
una botella ríe escapada
del barco de su vientre y ríe
verde de islas, tan borracha
que sueña ver paisajes
de suicidas
que aplauden el final de la lectura
de aquel libro que vence la corriente
y sobrevive.
Fragmento de «Parole, Parole»

Fotograma

…Amado mío…
Rita Haywoth

NECESARIO es un guante.
Un foco es necesario.
Necesaria es la orquesta.
Para alcanzar la caza
hace falta una pierna.
Esa pierna hace falta.

Se precisa un cabello.
Caderas se precisan.
Queremos ese busto,
Tecnicolor exijo
para el Amado mío.

La monja que soñaba
con ser Sor Imposible
cayó de la pantalla
de un bofetón de Dios.

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A UN TAL DJOKOVIC [Mi poema]
María Teresa Cervantes [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

El riesgo de creerse bendecido
por dioses que le otorgan su dispensa,
que exime a obedecer y en su defensa
por otros que en el palco enardecido,
querrán bailarle el agua, que es la prensa.

Que él es un personaje muy famoso
aupado a lo más alto de la gloria,
creyendo los demás somos escoria,
y tiene en su derecho entrar al coso
y oír como le aplauden con euforia.

Así funciona el mundo, hay unos pocos
que piensan son distintos, diferentes,
aupados a su altar por otras gentes,
los mismos, los que sufren de sofocos
y ven como se muestran prepotentes.

Delicias no se hicieron para cerdos,
si el astro ha de gritar ¡aquí chitón!
por eso él es el líder, un faltón,
que trata a los demás cual fueran lerdos,
no hay bula para bobos del montón.
©donaciano bueno

El día en el que los aplausos no se regalen, políticos, artistas…etc… comenzarán a valorarlos como se merecen. Entonces solamente podrán disfrutar de ellos, los expertos en alguna disciplina o que demuestren valores como personas, los que los merezcan realmente o los que los paguen.
Esto me retrotrae a la etapa por los años 60 de mi llegada a Madrid y aquellas tardes de teatro gratis en que disfrutaba merced a la Cla.

Tú qué eres, otro #aplaudidor más del montón? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  María Teresa Cervantes

La luna ha descendido su luz en el desierto.

La luna ha descendido su luz en el desierto.
No me pidáis que vuelva.
Aquellos que me amaron ya no están
y en mis ojos no hay paso a la ternura.

No me pidáis que vuelva, que retorne.
Voy a ausentarme, a revestirme de otra,
para que nadie sepa la que he sido.

Mi reino es de otro espacio, de otra edad,
de otro sueño tal vez, de otra memoria.
El reloj ha atrasado su rutina
y el alba se ha juntado con la noche.
He olvidado ese nombre con el que me nombraban,
he dejado de ser la del espejo.

Soy duna que se pierde entre la arena.
No me pidáis que vuelva.
(Premio Emma Egea, Cartagena, 1992)

AQUELLA triste historia :

la nostalgia por un tiempo perdido
que mis brazos quisieron retener
oscilando en mis sueños y en las rosas.

Ese deseo tierno de un jardín ideal
sólo habitado por mí.
Último otoño, reciente todavía,
en que de memoria supe
una página de Tácito.

INVENTAR otro espacio:

aquí las bellas margaritas
con pétalos de entonces.
Noches evadiendo sombras,
una nostalgia distinta.

Y reinventar al hombre de otro modo
–trágico protagonista del mundo-,
encerrado en un destino
que nunca fue opcional.

El que imagina voces y se sabe demente
(los silencios del cosmos)
y huye, huye, huye…
aun sin contar con nadie.

Esa hora distinta que nunca alcanzaría,
los secretos que tanto le oprimieron
escuchando el lamento
de pájaros heridos, incurables.

MÁS allá de mi cuerpo

he respirado vida.

Mas se advierte una luz
antes de que amanezca.

Hay un silencio que me recorre entera.

Hoy huelo a eternidad,
a oscuridad de abismo:
recuerdos adheridos a la noche.
Siento un peso de abismo
entre mis párpados.

Abro el cajón donde mamá guardaba
sus pañuelos bordados,
su mantilla de encaje.
Y la fotografía
con su mano a mi espalda.

Mi amor se quedó anclado
en el último bucle de sus largos cabellos.

Entre sus uñas pálidas:
el más sencillo esmalte del augurio.

YO era ¿quién? Nunca lo supe,

ni aún después de haber sido la que soy.

Concebida cual niña solitaria,
novela irrepetible,
por siempre inacabada.
Del libro Al fondo de la escena -inédito-

¿Quién pudo ser su verdadero autor?

HUBO ocultas razones

por si acaso el amor
sorprendía de frente.

Te conté muchas cosas
junto a un balcón de edad muy avanzada.
Yo miraba el espacio, el gran recinto.

Frente a mí contemplo todavía
la consola de roble que me daba otra imagen.

A través de un espejo oxidado de edades
mi imagen se emborrona,
tampoco a ti te veo.
Aún quiero imaginarme
buscando esa otra imagen
que nunca encontraría.
La entrada, el gran sillón
con más años que nunca
y ese olor a pasado en gris y negro:
la borrosa pantalla que permite
reconciliar la vida y la no vida.

LAS rosas apenas cumplen días.

El florido rosal
se tiende tiernamente hacia mi mano
y me deja un perfume
de poniente sereno.
Voy caminando a solas
desde dentro de mí.
Quizá no me parezca
a la que tú escuchabas en la lluvia,
a la que tú escribías
para saber sus cosas.
Ahora ha anochecido y tú te muestras otra,
otra que ha ido perdiendo
su terso rostro nácar,
el azul de sus ojos de crepúsculo.

Pienso en aquellos días con púrpura y metal
en tu viejo balcón.
Mas hoy se ha hecho tarde y tú no llegas.
Tu portal está oscuro, tu ventana cerrada.
Transitan transeúntes por la calle:
figuras enlutadas.

¿Se habrá muerto María?

El recuerdo es de fuego y arde en mí.

QUÉ difícil ahora

pensar lo que tu pienses,
el fragor angustioso
que se hunde en la noche.
Ya nada será igual, ni tus zapatos,
ni tu traje de otoño,
ni aquellos versos tuyos
rayando por el lado de las hojas caídas.

Dime en qué recientes páginas
anotas tus poemas de ese mundo de ahora,
si aún recuerdas tus más bellos instantes,
tus apacibles días, si existe allá un mañana.

Hoy quisiera leerte
mis últimas quimeras,
con pausado sonido. Explicarte
que he cruzado las calles de La Unión
y no te he visto.
Del libro La sombra que me acompaña -inédito-

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DEMASIADAS PUTAS [Mi poema]
José Luis García Martín [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

En este mundo hay putas, muchas putas,
que todo aquí se vende,
se vende a dios y al rey en las disputas
jugando con las tesis disolutas
del qué, cómo y depende.

Se venden y se compran los placeres,
los sueños e ilusiones,
se compran opiniones, pareceres
y hasta el amor se compra, no hay razones
que excluya a los quereres

Que el hombre es ser muy ducho en compraventa,
experto en voluntades,
en especial si el hecho trae a cuenta
gozando cuando mira y se incrementa
su saldo en vanidades.

Vendemos la existencia en nuestras vidas,
de inicio hipotecada
sin importar que surjan las heridas,
mandando a la razón balas perdidas,
del culo una patada.
©donaciano bueno

Di, si crees que es esto cierto Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Luis García Martín

Despedida

M Altolaguirre, Poesía, III, 1930

No me has querido y huyes por tus años
hacia un país en donde yo no existo,
pero cuánto me dejas al dejarme…
Otros verán tu vida deshacerse;
yo conservaré intacta la memoria
de una frágil belleza adolescente.
Pronto no has de ser tú, aunque no mueras;
aunque no vivas, vivirás en mí.
Siempre joven serás en mi recuerdo:
fíjate cuánto gano si te pierdo.
De «Treinta monedas» 1989

Calles

Calles de una ciudad que desconozco
con poca gente y viento y lluvia gris.
Espero a quien no llega mientras altas
se encienden luces en ventanas solas
y una mujer pasea en una esquina.
Hay ojos que me miran un instante
y no saben leer palabras que no digo:
«Dame otro nombre, cambia mi destino».
De «Autorretrato de desconocido» 1979

Cita

Desde el fondo del sueño
una mano me tiendes.
Una mano cortada
que me acaricia y huye.
Yo la busco sin prisa
por libros y rincones.
Encuentro sólo labios,
andenes, cigarrillos,
niños que se despiden,
unas gotas de sangre.
Por el fondo del sueño
tú te alejas despacio.
Quiero gritar tu nombre,
pero no sé quién eres.
En la calle sin nadie,
al doblar una esquina,
te vuelves a mirarme
y soy yo quien me mira.
De «Lección sobre la sombra» 1972

Cumpleaños

Una mujer antigua
como la noche, en la noche dijo:
«Nadie te ha de salvar, nadie
escuchará tu grito. El viento
dispersará el rebaño de nubes y palabras,
la frágil fortaleza que con esfuerzo alzaste
en estos treinta años de tu vida.
Todavía no sabes lo que es quedarse solo,
definitivamente solo, quebrados los espejos,
olvidados los nombres con que llenaste el mundo.
La cárcel feliz de la costumbre,
tardes de lluvia en la ciudad ausente,
el muchacho imprevisto que recoge
el cetro que otro, anónimo, le entrega,
la música cautiva entre las páginas
de algunos raros libros, las calles
maternales… Qué poco
le pediste a la vida. Y ese poco
te ha de faltar un día. No lo has tenido nunca.
Sigues en una celda de castigo
donde no llega el sol, con los ojos
cerrados, perro que busca terco
una rendija entre los lisos muros,
ave que deja el arca y que no encuentra
árbol en que posarse, solitaria
mañana de diciembre…
Tú eres
la celda, eres el carcelero
de un criminal sin rostro
de un puñado de arena en las manos del sueño
De «El enigma de Eros» 1982

El secreto

¿No habéis sentido nunca,
no en sueños, bien despiertos,
que el mundo se detiene,
que se escucha tan sólo,
agónica, distante,
una respiración;
que hay una lluvia inmóvil
y rayadas imágenes,
que el rostro de los niños
de pronto amarillea;
que la mujer que amas,
que el amigo que escuchas,
son de papel pintado,
garabatos antiguos;
que las flores no huelen,
sabe a ceniza el pan
y las palabras quedan
escritas en el aire
con una tinta clara
que al instante se borra?
Sólo un instante, sólo
algo visto y no visto:
el tiovivo del mundo
pronto gira de nuevo.
Y tú lo miras todo
con asombro y desgana.
Y sonríes, y olvidas
que estás en el secreto.
De «Al doblar la esquina» 2003

El otro amor

Sí, los pasos que impacientes suenan
en otra habitación, cerca, muy cerca, ,
( calla un instante,
escucha,
escucha bien)
son los pasos de mi amor más cierto.
Desde muy niño
rondó a mi alrededor, perrillo triste.
Antes de tú llegar ya estaba ella,
antes de tú nacer me sonreía,
segura del final, consoladora.
¿Temes acaso que celosa llegue
a perturbar este rincón feliz,
a manchar con sus labios
los tuyos tan recientes,
a acariciar un sexo que se esconde
con dedos fríos y amarillos?
Sólo me quiere a mí, no te preocupes.
Yo sólo a ella la he querido,
aunque quiera quererte sólo a ti.
Si apoyo la cabeza
en tu hermosa llanura soleada,
es a ella a quien escucho,
no a tu corazón, que late sólo
(repítelo otra vez), sólo por mí.
Dentro de treinta años,
cuando tengas mi edad,
sabrás aquello que ahora ignoras
(mejor que no lo sepas nunca).
Vuelve ahora a gemir,
a sonreír, a ser amanecer y ser
acaso,
azar afortunado,
manzana en el edén,
arena inmensa, diminuto
mar, siempre recién nacido.
El amor era ella,
la que espera impaciente,
pero tú eres la vida.
Malgasta conmigo tan divino tesoro,
recobra el varonil vigor perdido.
De «Mudanza» 2003

El pasajero

A veces, raras veces, siento la fatiga
de una travesía demasiado larga.
Se me cierran los ojos, llego a puerto.
¡Tantos queridos rostros me sonríen!
Es de nuevo la casa de la infancia,
el patio, el río, mi madre que me llama,
el verano en París, el cuarto diminuto
donde por primera vez no estuve solo
y luego, por primera vez, estuve solo.
Cierro los ojos. En la sombra el mundo
y a una nueva luz todas las cosas
que alguna vez amé, que tuve y que perdí.
Todas me esperan al final de todo.
Están muy cerca ya. ¿No se divisa
la tierra firme tras de aquellas nubes?
Miro la lenta estela de mi vida,
incesante se borra frente a mí.
El pasado, el futuro, espuma blanca,
monótona escritura que no acierto
a descifrar. Sueño en llegar a casa,
en acabar un viaje demasiado largo,
sin ilusiones ya, con agua apenas.
Estoy listo, adiós, adiós, la maleta
rebosa de impaciencia y de regalos.
Sueño en los rostros que me aguardan
-otra vez juntos tras de tanto tiempo!-
allá, en el puerto, bajo tierra leve.
De «Mudanza» 2003

Elogio del olvido

¿A qué grabar un nombre en las paredes,
manchar con torpes trazos la blancura
deslumbrante, impoluta, de la nada?
¿A qué este vano empeño de ir dejando señales,
de escribir en la arena, a resguardo del viento,
las triviales miserias que conforman tu vida?
Sobre las tercas líneas que dibujan un rostro
ha de pasar la mano piadosa de los años
borrando letras, sílabas, palabras sin sentido.
El papel en que escribes volverá a estar en blanco.
¿Y habrá dicha mayor que no haber sido?
De «El pasajero» 1992

Ex-libris

Virginia Woolf

Grávidos lucen cósmicos trigales.
Llena de son y escalofrío
la inocencia del agua.

Mallarmé

El silencio
blanco de los narcisos
lúcidamente atentos.

Rosalía de Castro

La muerte no es más triste que tus ojos.

Safo

La mañana
descalza en el jardín, aún
con el sabor del sueño.

Umberto Saba

Desde la orilla miro
un bello animal entre las aguas
solas
reír, gritar, iluminando el mundo.

Marcela de Juan

Bajo el peso de un pájaro
una rama se inclina
y bebe de mi vaso.

Octavio Paz

De piedra en piedra cruza
la tarde
arroyos de silencio transparente.
De «El enigma de Eros» 1982

Intermedio sentimental

Has llegado a mi vida
sin avisar, sin llamar a la puerta,
con tus botas gastadas,
con tu sonrisa herida,
y has derribado de un soplo
la muralla de tinta y de papel
que protegía mi mundo.
¡Era tan grata tanta soledad!
Pronto te irás. Adiós, adiós.
¿Qué me dejarás cuando te vayas?
¿Sólo dolor mientras se desvanece
ese olor a infancia y paraíso
que has traído contigo?
Mi corazón, hotel de pocas noches.
Te acaricio y sonrío.
Ya sé que estás de paso.
Que te dejas querer
un poco por piedad,
por gratitud,
que abandonas tu cuerpo
como un dócil juguete
mientras que tú te ausentas,
cierras los ojos,
piensas en quienes has amado,
en quien secretamente deseas,
nunca en mí.
Pero estás en mis brazos,
no en los suyos.
Ya sé que vivo de prestado,
nunca pude vivir de otra manera.
Cuando te hago reír,
cuando distraído sonríes,
cuando me veo reflejado en tus ojos
(también cuando muy lejos y a mi lado
pareces ser feliz),
el mundo se detiene
y baila sobre un pie.
De «Mudanza» 2003

Islas

Mykonos

Ebrio de luz el mar
desnudo y solo

Ustica

Sórdida un ave de sombra
y graznidos y viento y un negro minuto
de adiós y de espectros

Simushir

Cerros y luna canta
ave nocturna el tiempo
entre las olas blancas

Lemnos

Con desgana columnas que sustentan la tarde
El crepúsculo un ave que no acierta a volar

Zembra

Indolente y dorada
habitada por vientos
astros música magia

Bornholm

Nostalgia que salpican las olas y las horas
Sirenas indolentes de lejanos navíos
Bosteza la mañana con sueño y gaviotas

Kornat

Desierto vago junto al agua
que acecha lúbrica y me ama
en una lengua que no entiendo
De «Autorretrato de desconocido» 1979

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«A LA PUTA QUE SE LLEVÓ MIS POEMAS»
(Charles Bukowski)

» Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡POR DIOS!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!

¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero?
Usualmente lo sacan de los dormitorios y de los pantalones borrachos y enfermos
en el rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de 50,
pero no mis poemas.

No soy Shakespeare
pero puede ser que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros.
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía. «

CONSTRUIR, MÁS DIFÍCIL QUE DESTRUIR [Mi poema]
Luis García Montero [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Destruir es más fácil. Construir
precisa habilidad y de talento,
esfuerzo y no morir en el intento
tratando más de dar que en recibir,
del ánimo el sustento.

Crear exige ingenio, inteligencia,
trabajo, lucha, esfuerzo y sacrificio
y objetivo a lograr. Sin un resquicio.
Y si encuentras pedruscos, persistencia.
Lo más cercano al vicio.

Los nuevos que hoy se quejan desconocen
los tiempos de penurias que pasamos.
Que tanto nos costó y lo conquistamos.
Y así que vengan ahora y nos destrocen
aquello que avanzamos.

Que fuimos herederos de una guerra
de padres pobres, ricos en sofocos,
de niños que absorbíamos los mocos
para así alimentar. Sin una perra.
Y haciéndonos los locos.

Y que hoy llegó hasta aquí, sin darse cuenta,
en un plis-plas, sin más, lo firmo y juro,
cual fuera yo el objeto de un conjuro
que mira al calcetín va y da la vuelta,
se sienta y fuma un puro.
©donaciano bueno

Aquello que a nosotros tanto esfuerzo nos costó conquistar, vienen ahora unos imberbes a destruirlo. Ver para creer.

MI POETA SUGERIDO:  Luis García Montero

Bajo la luz quemada…

Bajo la luz quemada,
tienen frío los ojos con que buscas
estas horas de octubre
y su jardín manchado de ginebra,
hojas secas, silencios
que de nosotros hablan al caerse.

Porque si ya no existe,
aunque nadie se ocupe de sus solemnidades,
hay noches en que llega la verdad,
ese huésped incómodo,
para dejarnos sucios, vacíos, sin tabaco,
como en un restaurante de sillas boca arriba
ya punto de cerrar.
-Nos están esperando.

Nada sé contestarte,
sólo que soy consciente de mi propia ironía,
porque el hombre es un lobo también consigo mismo
-Nos están esperando.

Negras y en alto, buitres silenciosos,
nos esperan las nubes en la calle.

Cabo Sounion

Al pasar de los años,
¿qué sentiré leyendo estos poemas
de amor que ahora te escribo?
Me lo pregunto porque está desnuda
la historia de mi vida frente a mí,
en este amanecer de intimidad,
cuando la luz es inmediata y roja
y yo soy el que soy
y las palabras
conservan el calor del cuerpo que las dice.

Serán memoria y piel de mi presente
o sólo humillación, herida intacta.
Pero al correr del tiempo,
cuando dolor y dicha se agoten con nosotros,
quisiera que estos versos derrotados
tuviesen la emoción
y la tranquilidad de las ruinas clásicas.
Que la palabra siempre, sumergida en la hierba,
despunte con el cuerpo medio roto,
que el amor, como un friso desgastado,
conserve dignidad contra el azul del cielo
y que en el mármol frío de una pasión antigua
los viajeros románticos afirmen
el homenaje de su nombre,
al comprender la suerte tan frágil de vivir,
los ojos que acertaron a cruzarse
en la infinita soledad del tiempo.

Canción 19 horas

¿Quién habla del amor? Yo tengo frío
y quiero ser diciembre.

Quiero llegar a un bosque apenas sensitivo,
hasta la maquinaria del corazón sin saldo.
Yo quiero ser diciembre.

Dormir
en la noche sin vida,
en la vida sin sueños,
en los tranquilizados sueños que desembocan
al río del olvido.

Hay ciudades que son fotografías
nocturnas de ciudades.
Yo quiero ser diciembre.

Para vivir al norte de un amor sucedido,
bajo el beso sin labios de hace ya mucho tiempo,
yo quiero ser diciembre.

Como el cadáver blanco de los ríos,
como los minerales del invierno,
yo quiero ser diciembre.

Canción amarga

En la cara lleva
tres años perdidos
y el frío de las seis de la mañana.

Van a partirte el corazón.
De pronto
la luz apagada,
los pasillos turbios,
la puerta que clava su ruido en la espalda.

Van a partirle el corazón.
Y arrastra
una cadena oscura
de pasiones heladas,
ese frío que cabe solamente
detrás de una palabra.

Y yo la veo caminar,
despacio,
perderse en lo que anda,
fugitiva tristeza que va y viene
de la sombra a la puerta de mi casa.

La luz artificial deja en la calle
el temblor silencioso
de tres barcas ancladas.

cuando ella cruza por mi lado siento
como un golpe de remos
y un murmullo de agua.

Canción de aniversario

«…incómodos
de no sentir el peso de los años».
J. Gil de Biedma

Son
extrañamente hermosos todavía,
estos labios de hace ahora tres años
y me parece inédito
el gesto de tu beso,
este llegar aquí cada vez más tranquilo,
con la serenidad
del que tiene por cómplice la vida
y su rutina.

Hoy sabemos que entonces,
cuando tus veinte años y mi primer abrazo,
empezamos por ser
sobre todo indecisos: la tímida torpeza
de la primera noche
y la dificultad
con que dejar las manos
en el hábito infiel de nuestros vicios.

Ahora
extrañamente hermoso estar aquí,
demasiado a menudo y decididos,
incómodo
de no sentir el peso de los años
aprendiendo contigo la premeditación
y escribiendo en tu piel mi alevosía.

Porque suele haber bancos donde se espera siempre,
aceras que prefieres por costumbre
o líneas de autobús al mediodía.

Y sin embargo tú
reapareces inédita en tu gesto
para decirme hoy
que le conteste al tiempo y sus preguntas
el práctico saber que tienes de mi cuerpo.

Canción de brujería

Señor compañero, Señor de la noche,
haz que vuelva su rostro
quien no quiso mirarme.

Que sus ojos me busquen
sostenidos y azules
por detrás de la barra.

Que pregunte mi nombre
y se acerque despacio
a pedirme tabaco.

Si prefiere quedarse,
haz que todos se vayan
y este bar se despueble
para dejarnos solos
con la canción más lenta.

Si decide marcharse,
que la luna disponga
su luz en nuestro beso
y que las calles sepan
también dejarnos solos.

Señor compañero, Señor de la noche,
haz que no cante el gallo
sobre los edificios,
que se retrase el día

y que duren tus sombras
el tiempo necesario.

El tiempo que ella tarde en decidirse.
De «Habitaciones separadas»

Como cada mañana

Ahora sé
que estas calles nos han hecho solitarios
y nuestro corazón
tiene el pulso amarillo
de las maderas lentas de un tranvía.

Sobre su cuerpo viejo
andábamos despacio, de forma irregular,
con una simetría parecida a los árboles.

Era hermoso acudir
cada mañana
y respetar la cita con la hiedra
del muro,
los ropajes cansados de las casas estrechas
y de las calles sucias. Agradable
cruzar sobre algún puente,
detenerse lo exacto
para ver cómo el agua discute en las orillas.

En su jardín olimos
los primeros inviernos, su curso indefinido
por entre las palmeras.
Casi nadie pasaba,
sólo había
cuarenta sillas rojas
de los bares cerrados y alguna soledad
definitiva.

Durante muchos años,
durante tantos días que pasaron
el uno tras el otro,
el deber era un cierto paseo solitario,
la cita con un rumbo que sólo desviamos
para pisar las horas que caían,
los sueños que faltaban,
la superficie helada de los charcos,
para saltar los setos
o besamos las uñas moradas por el frío.
Y llegando a la puerta solíamos comprar
pequeños caramelos de nata o de violetas.

Entrábamos por fin para mezclamos
como cada mañana de la vida
con el paso cansado, los azulejos fríos
de un mundo hecho en latín
y números romanos.

Ahora sé
que en aquella ciudad deshabitada
la gente andaba triste,
con una soledad definitiva
llena de abrigos largos y paraguas.

Como el primer cigarro…

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos. Tú tenías
una pequeña estrella de papel
brillante sobre el pómulo
y ocupabas la escena marginal
donde las fiestas juntan la soledad, la música
o el deseo apacible de un regreso en común,
casi siempre más tarde.

Y no la oscuridad, sino esas horas
que convierten las calles en decorados públicos
para el privado amor,
atravesaron juntas
nuestras posibles sombras fugitivas,
con los cuellos alzados y fumando.
Siluetas con voz,
sombras en las que fue tomando cuerpo
esa historia que hoy somos de verdad,
una vez apostada la paz del corazón.

Aunque también se hicieron
los muebles a nosotros.
Frente a aquella ventana -que no cerraba bien-
en una habitación parecida a la nuestra,
con libros y con cuerpos parecidos,
estuvimos amándonos
bajo el primer bostezo de la ciudad, su aviso,
su arrogante protesta. Yo tenía
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el labio.

Conversaciones

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos. Tú tenías
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el pómulo
y ocupabas la escena marginal
donde las fiestas juntan la soledad, la música
o el deseo apacible de un regreso en común,
casi siempre más tarde.

Y no la oscuridad, sino esas horas
que convierten las calles en decorados públicos
para el privado amor,
atravesaron juntas
nuestras posibles sombras fugitivas
con los cuellos alzados y fumando.
Siluetas con voz,
sombras en las que fue tomando cuerpo
esa historia que hoy somos de verdad,
una vez apostada la paz del corazón.

Aunque también los muebles
se hicieron a nosotros.
Frente a aquella ventana -que no cerraba bien-,
en una habitación parecida a l a nuestra,
con libros y con cuerpos parecidas,
estuvimos amándonos
en el primer bostezo de la ciudad, su aviso,
su arrogante protesta. Yo tenía
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el labio.

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