A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

LAS GUERRAS [Mi poema]
Rafael Montesinos [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Las guerras, ¿quiénes hacen? los humanos,
los mismos que, ¡soldados a la guerra!,
envían a matar a otros hermanos,
y arrastran sus miserias cual gusanos
y luego con honores los entierra.

Y van creando ad-hoc sus tribunales
poniendo a injustos jueces con puñetas,
critican por luchar como animales,
culpándoles de viles criminales,
dejando siempre al margen a profetas.

Lavándose las manos cual Pilatos
al ver como ese mundo se hace añicos,
que ocultan sus modales de borricos
y dan la rienda suelta cual beatos
hablándoles de amor y de zorzicos.

Que unos hay que las piedras van tirando
al tiempo que su manos escondiendo.
Y hay otros que el dolor lo van sufriendo
y al cielo y a quien manda suplicando,
sin otro menester que ir resistiendo.
©donaciano bueno

Malditas #guerras y malditos los #hombres que las provocan! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Rafael Montesinos

A una adolescente

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
en el dulce pecado de la carne
tú y yo nos encontramos,
que el amor vuelve un día de repente,
igual que vuelve el árbol
del estéril invierno a la más verde
mentira del verano.

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
al corazón quisiste
llegar y te quedaste entre mis manos.
Mi corazón es sitio solamente
de corazón. Me lo dejé olvidado
en una tierra roja de olivares
donde todo es más claro.
Déjalo sollozar. Sólo me sirve
para un amor lejano.

Pero medí tu cuerpo con mis besos,
tus besos con mis labios,
para las altas lunas de tus pechos
fui poeta romántico,
porque en tu sangre había diecisiete
caballos galopando.

Canción a Marisa esperando la maternidad

Dios te salve, amor mío
lleno de gracia…
(Mi sangre por tu sangre
sangabrielaba.)

-¿Dónde está la cintura
que te anillaba?

-Se me cayó el anillo
dentro del alma.

-¿Y dónde, la amargura
que te apenaba ?

-A tristeza que huye,
risa de plata.

En tu seno otra infancia
mi vida aguarda.
Bendito sea el fruto
de mi esperanza.

Canción de mis veintiseis años

Al ganado, ¿y para qué?
Anónimo, final del siglo XV

¡AY!, lo poco que me queda
al final lo perderé.
Y después de todo, ¿qué?
¡Con lo poco que me queda!

Dímelo tú, vida mía,
todo esto ¿para qué?
Mi tristeza, mi alegría,
mi incredulidad, mi fe,
mi pobre melancolía
por la que me salvaré.
Dímelo tú, niña mía,
que después te cambiaré
por otra niña más fría
para cambiarla después.

Me muero por que me quieran,
pero nunca lo diré.
y después de todo, ¿qué?
¿Morir para que me quieran?
¿Que me quieran? ¿Para qué?

Aquel gran amor de un día
volverá y yo no estaré,
sI es que vuelve todavía.
Y después de todo, ¿qué?
¡Aquel pobre amor de un día!

El poeta canta el cambio de color de ojos de su amada
y repite las palabras de Adán

Rodeada de ensueños -¡levedad
de sus años, su voz y su sonrisa!-,
reclinada en su luz, digo en su brisa,
niña soñada y ángel de verdad,

con grácil -no aprendida suavidad
el color de sus ojos me improvisa.
y como ese color, así es precisa-
mente mi vida: clara en su mitad.

Tú si que eres ya huesos de mis huesos
y carne de mi carne y pena mía
y partidaria de mis altos besos,

que alternamos con tu melancolía;
besos que a veces dejo niña, en esos
pómulos donde un sol, rojo, se enfría.

Elegía ante un retrato de mi infancia

¿Por qué tan serio, dime, con mi mano en tu frente,
marinero sin mares que surcar? Como ahora,
el corazón tenía un sueño adolescente
y un hombre -da lo mismo.-. naufragando a deshora.

Tus seis años sabían que Dios me había dado
una luz que no acaba y un mundo que no quiero.
Estabas ya vencido de amor y enamorado.
Morías por las mismas cosas que yo me muero.

Esa mirada triste -mi mirada- me enseña
que presentías todo lo que vino después.
Tú te quedaste en esa cartulina pequeña,
yo me fui por el mundo. Lo demás, ya lo ves.

Fábula del limonero

Debajo del limonero,
la niña a mí me decía:
-Te quiero.

Y yo me puse a pensar
que era mejor la corteza.
Tiré las migas de pan.

Debajo del limonero
la niña me dio su beso
primero.

Y juntos vimos caer
los limones por el suelo,
cerca del amanecer.

Debajo del limonero,
la niña me dijo un día:
-Me muero.

Y ya no sé adónde ir ,
que el limonar me recuerda
la gracia de su perfil.

Fragmento de «Balada del amor primero»

Desde la calle de Rioja al Puente
de Triana, mi amor en ti renuevo.
Con el dolor de lo imposible llevo
tu nombre al corazón desde la frente.

¡La plaza de las citas, de repente!
-vieja es la historia, y el acento, nuevo-.
Al mismo cielo azul el alma elevo
y es la misma canción la de la fuente.

La calle estrecha donde aparecías
cada mañana, amor, frente a mi espera,
siente el temblor de las pisadas mías.

En este muro gris tu sombra ha sido.
junto a mi sombra, cuando yo no era
cauce doliente de tu injusto olvido.

Las demás… ¿cómo fueron?

Las demás… ¿cómo fueron? Tú jugabas
en algún sitio, niña todavía.
Bajo la madrileña luz del día,
entre juegos y penas me esperabas.

Las demás… ¿dónde fueron? Tú cantabas:
«Yo tenía un castillo…», y Dios sabía
que era yo, poco a poco, quien hacía
el castillo que matarileabas.

«Las demás, ¿cómo fueron?», me preguntas
pensativa la boca, el aire triste,
bajos los ojos y las manos juntas.

¡Las demás! … ¿Quiénes fueron? Yo quisiera
que me explicaras cómo te me hiciste
tan niñamente mi pasión primera.

Letrilla

Miénteme tu amor, ahora
que creo en ti. Sobre el lecho,
entre mis brazos estrecho
tu sangre trasnochadora.
¡Pronto, que llega la aurora!
Miénteme, amor, miénteme,
que ya me arrepentiré.

Ay, qué pena me da verte
intentándome asustar
con otro fuego. Pecar
es dejarte y no tenerte.
Mira, niña, que a la Muerte
le he hablado siempre de usté…
Y no me arrepentiré.

Vayan mis labios derechos,
ahora que nadie nos mira,
hacia la dulce mentira
levantada de tus pechos.

Queden mis labios deshechos,
ahora que nadie nos ve,
y ya me arrepentiré.

Quién

¿Quién me dio este país y este momento
transitorio de un siglo a la deriva?
¿Quién me puso en la frente pensativa
esta alegría y este sufrimiento?

¿Quién dejó entre mis labios este acento
de dolor? ¿Quién me tiene en alma viva?
¿Quién decretó a la dicha fugitiva?
¿Quién al dolor -¿por qué?- lo hizo tan lento?

El alma hacia los cielos se dirige,
velocísimamente enamorada,
descarnada del cuerpo que la rige.

Pero el amor, de pronto, da la vuelta,
y el alma da en el pecho alicortada.
yo no sé quién me tiene y quién me suelta.

Sálvame

A eso puedo decir -respondió Don Quijote-
que Dulcinea es hija de sus obras.
(II parte, cap. XXXI!)

Pobladora de todos mis sentidos,
tan castamente tú la pobladora,
sálvame, amor, ahora y en la hora
de la muerte, la tierra y los olvidos.

Ay, niña, sálvame a ratos perdidos
la eternidad que al alma, triste, llora
ya por perdida, oh mi eternizadora,
mi arcángel de los gestos doloridos.

Álcese ya mi voz en tu alabanza,
corazón que en un sólo nombre fija
mi corazón de yentes y vinientes,

oriunda de mi única esperanza,
hija de Dios y de tus obras hija,
que me salvas con besos diferentes.

Yo estoy solo en la tarde. Miro lejos…

Yo estoy solo en la tarde. Miro lejos,
desesperadamente lejos. Quedan
por el aire las últimas palabras
de los enamorados que se alejan.

Las nubes saben dónde van, mi sombra
nunca sabrá dónde el amor la lleva.
¿Oyes pasar las nubes, dime, oyes
resbalar por el césped mi tristeza?

Nadie sabe que amo. Nadie sabe
que si llegó el amor trajo su pena.
Yo estoy sólo en la tarde y miro lejos.
No sé de dónde vienes a mis venas.

Te me vas de las manos, no del alma.
Nos separan montañas, vientos, fechas.
El amor, cuando menos lo pensamos,
se nos viste de ausencia.

Estoy en soledad. Miro a lo lejos
oscurecer la tarde y mi tristeza.
Estoy pensando en ti y estoy pensando
que acaso en soledad también me piensas.

Si te gusta #Rafael_Montesinos... Share on X

UN SONETO PARA GENITO [Mi poema]
Vicente Molina Foix [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

A mi nieta Geno

Tal vez quieras saber. Quizás un día,
cuando tengas razón, tú me preguntes.
Ya no podré ayudarte en tus apuntes.
deberás agenciarte un mejor guía.

Y es que el tiempo acelera ya en exceso,
-como sé que aún no sabes, te lo digo-.
He intentado alargarlo y lo persigo
igual que hace el ratón buscando el queso.

Y así quiera atraparlo, se me escapa,
y así quiera pararlo, se resiste,
no puedo sujetarlo pues derrapa.

Cuando llegue ese día, Geno ¡guapa!,
hoy confieso por si antes no supiste,
¡cuánto ansié ser yo el centro de tu mapa!
©donaciano bueno

#Palabrita del niño Jesús! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Vicente Molina Foix

Bubólica

Arrancar florecillas
del campo
está hecho para nosotros.

Y saltar riachuelos
sin que el salto
nos impida seguir
con la mirada
los deslices plateados
del pez vivo.

Oír la esquila y ver
las nubes bajas
confundidas
con los recién nacidos
del rebaño.

Recostarse a la sombra
del arbolito
que apenas tiene
y observar cómo crecen
las crías de la reina
de las rapaces.

Una naturaleza pequeña
le conviene
a nuestro repentino
y algo escuálido amor.
Publicado en «Ínsula»

Descartes

En un principio se creyó ver en él al desprovisto de mensajes,
al venido de lejos,
a sólo un miembro de secciones ocultas
que todo encierran en el estrecho cauce de los libros.
-ignorantes, según se observa, lo fiel de su manejo
con problemas de audiencia más vasta-.

Tuvieron que llegar edades más adultas
que le reconocieran.
-algunos han pensado que hallábanse
ante un nuevo profeta de lo inútil-.

(Los grabados de época nos muestran un Descartes
siempre sentado junto al fuego,
con el hábito negro,
más preocupado en la textura o esencia del escrito
que propiamente haciéndolo.)

Dramatis personae

Aléjanse de mi horizonte algunos personajes de tragedia,
aquellos que -preciosamente- guardaba entre los hielos
en espera de una hipotética reunión escénica.

Los peces de asimétrica calcificación que Príamo enviara
como signo de mal talante a su hija Alejandra.

Las huellas del desespero, las que provocan unas sandalias
mal anudadas en pies desobedientes a mandatos
del corazón.

El cachorro que después creció, pero en la época en que
Holofernes no temía soliviantarlo con maullidos
ficticios y una escaramuza de carne cruda y helechos
nunca, finalmente, otorgados.

La escarapela de Clitemnestra, de decisivo empleo en la
resolución de los debates Cástor-Pólux, aunque
aumentado su valor dramático ahora por ciertos
célebres sollozos que conserva guardados en los
pespuntes de la capa.

El Barón de Escandinavia

Sí, puedo perfectamente recordar que sucedía en la noche
por el ruido preciso y espectacular -que aún estalla en mi rostro-
de los espolones de la guardia de corps, difícilmente sujeta
a sus señores en unos tiempos, aquellos de los que os hablo,
sembrados del desorden y la más indisciplinada nocturna
diversión desconsiderada. Nos sentamos, mi protector y yo,
en el banco frontal a la iglesia Nazarena, y allí escuché, arrobado,
el maligno relato. Él había conocido bien al Barón, y de aquel trato
su conocimiento tan pormenorizado del color rojizo que tenía
en el pelo y el amor antinatural que aún le profesaba.

Hubo un rasgo en la historia, con todo, que me asombró: el lobo
calzaba medias en lugar de mirliflores, como suele ser habitual,
y la princesa, no siendo una belleza deslumbrante, se negaba
una y otra vez a hacerse pasar por coqueluche y por amante de la Bestia,
ignorando la tonta que estas uniones un poco fuera de lo normal
siempre reportan después grandes beneficios, y renombre.

Fragmento de una col

¿Eres col o
me escuchas,
oreja de los campos
que el genio de la tierra
más profunda
ha tenido el capricho
de moldear así,
como espiral de carne
que respira?

Ya no puedo comerte,
por respeto.
Lo más probable es
que tengas vida,
blanca col,
col acaracolada,
y si muerdo los nervios
de ese cuerno
de tu abundancia
oiga al fondo
la queja de las manos
de los hombres
que han tardado
un año
y algunos siglos más
de raciocinio
en darte forma.

H. P. Lovecraft

En mi viaje a las Islas me contaron que Lovecraft jamás murió,
al menos no en el lugar ni en fechas que sus biógrafos marcaron.

Sostienen, ellos, que este escritor sabía otras muchas más cosas
de las que consignó en sus libros, y no todas, precisamente,
las recibidas de sus -ya certificados- contactos
con personas del Más Allá.

Los moradores me dicen, sin embargo, que ellos nunca observaron
por estos parajes sucesos sorprendentes, lejos de lo normal;
quizá, retrocediendo mucho, la cabalgadura que se negó
a seguir tirando la rueda del molino, convertida después
en manantial ( año 70) , o todo un pinar que en el verano
más lluvioso del cantón, el que no se recuerda, ardió sin un motivo
porque, según parece, no se avenía a ser talado de unos árboles sí
y de otros no.

Henry James

De mis postreras deducciones llego a pensar que este escritor mantuvo -durante mucho tiempo-
una compensación onírica.

Parece ser que todo sucedía de la siguiente forma: a los pocos minutos de entrado en la Caverna, y con operaciones
envidiables, muy extrañas, de pulgares cruzados,
chasquidos de la lengua, silbos desacordados, el fulgor permanente de una lámpara azul, se presentaban en la estancia
unos cuantos sujetos -protagonistas de los hechos-, bien adiestrados para aquello por embozados de tradición.

En los últimos años, por lo menos, las imágenes fueron siempre las mismas (y también
el lugar de la escena): un pájaro ideado, con el plumaje al viento, reconstruido en cera,
plástico y cartón, hermosísimo objeto de cuyo resplandor la habitación súbitamente se encendía;
un hombre deformado, con la cara rayada y ostensible carencia de curvas,
cualquier ángulo, cabello, ojo izquierdo y palabras ( sin vestido adecuado, torpemente aliñado, y sin dientes,
sentado en una tabla, difícilmente habituado al fluido carnal de aquella casa); y -por si elegir fuera ya fácil-
una tercera instancia, la de la reflexión ajena a la belleza, que suscitaba una forma débil y cenicienta, unas tablas de ley,
plumas pintadas, restos de muebles que sostuvieron una preciosa culpa, los polvitos de magia que ya no cambian nada.

Juego de disfraces

Desmadejado, desaparecido mi control sobre una cabellera
en alboroto que opta a menudo por resoluciones
distintas a las del sistema motriz,

penetro en la desértica extensión de los telares y en el
depósito de las almas muertas, que sostienen resignadamente
colores de lapislázuli y cartonajes con memoria particular,
mas desechada, raídos, túmido, ominosamente numeradas,
delicadamente sustraídos de tono, agrietados, por ajena
voluntad borrada.

En los pasadizos de la trastienda no únicamente duele
el hallazgo de frondas que treparon vertiginosas escalones
de mármol despintado o la arboleda que poseía poseía
articulaciones mecánicas para asustar y hacer caer de su caballo
a la Joven Furtiva que eligió las incertidumbres de un Caballero
sólo recientemente armado,

pues tal vez con semejante desafección encontráramos el mascarón
de proa que puso en pie a toda una generación y los nimbos
algodonosos que por primera vez llevaron a muchos a pensar
que quizá no todo consista en arribar al propio domicilio una vez
la obra terminada y revolverse entonces pesarosos entre las
engañosamente mullidas plumas del jergón.

Vuelta la espalda a un creciente clamor de asentimiento que invade
la platea, navego con vacilación un estrecho cuarto de luces y el
camarín de la estrella, dejado intacto en su crepúsculo de noche
resonante y con la misma argolla aún, sujetando los muslos que
trastornan y aquella máscara de labios curvados hacia abajo,
poseedora del secreto que desencadenó guerras.

Decretada mi extinción por ocupantes de los palcos más celebrados,
dudo acerca de enfrentarme a la conjuración mortal de luces
que convergen en el proscenio,

o practicar (sea por una sola vez!) la compuerta de hierro que conduce
al callejón de la Mala Conducta y hace evitar la probablemente
desmerecida dialéctica de la palestra.

Marcel Proust

Buscando, buscando, halló, en efecto,
acurrucado entre los pliegues calientes de la sábana,
a su sexo de por las mañanas, el pequeño y burlón,
que le enviaba gestos como queriendo continuar su reposo.

Proust, sin embargo, se mostró aquella mañana inflexible
y se lo calzó ( ayudándose de un cucharón de palo y del manípulo de cinc),
y ajustábase después los faldones de la redingote
pronunciando con decisión el apellido del chofer,
«Fontainebleau» .

Matchmaking

Con los años
me estoy haciendo
un excelso
casamentero
de antiguos
amores.

Visito en las ciudades
más pobladas
de tres países
a parejas estables
que se cogen la mano
agradecidas
y tienen el detalle de tenerme
en el altar
de sus aparadores
con una foto
de entonces,
muy favorecedora.
He llegado a contar
en hogares felices
seis libros dedicados

de mi puño y letra
con promesa
de amor eterno.

Y en un caso reciente
pude reconocer
la chaqueta de punto
tejida a mano
que regalé a mi amante
por Reyes
llevada por el otro,
y unas manchas de vomitona mía
en el entarimado
de la alcoba
que hoy me está prohibida.
Soy el visitador
de los enamorados.

Si es verdad, como dices,
tú, conciencia,
la que no miente,
que ya no sé amar,
reconoce al menos
que preparo muy bien
a quienes yo renuncio
para las duras pruebas
del amor de verdad.

Tren fantasma

Al final de la barra apareciste
como un tren fantasma
que mueve campanillas.

Tu cara aún tenía
el susto del viajero
que, en vagón de madera,
siente los escobazos, el hilo de
la muerte, la calabaza hueca.

Querías compañía para entrar en el túnel.

No te la di, no puedo.
He de ocupar mi sitio
detrás de las cortinas,
para seguir aullando
y mordiendo a los niños.

Si te gusta #Vicente_Molina_Foix... Share on X

LA VOZ DE MI ALMA [Mi poema]
Ricardo Molinari [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tengo una alma pagana, inconsistente,
como el amor que a veces sube y baja,
lo mismo se acelera o se relaja
que sale a navegar contra corriente
o siente de una rama se desgaja.

Que a veces se comporta inapetente
o sube al escenario a su soflama,
enciende la pavesa de su llama
o se hace resbalar por la pendiente
y muere en el desierto en el que clama.

Un alma que heredé de otra quimera
aquella que soñé cuando era un niño
y quise mantener haciendo un guiño
a esta vida tan perra y puñetera
que he intentado agradar con mi cariño.

Esencia de experiencia ya vivida
a punto de saltar por la ventana,
que sale a pasear cada mañana
haciéndome pensar que se suicida
queriendo recordar que no es cristiana.
©donaciano bueno

Y tu #alma,también goza de salud? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Ricardo Molinari

Qué muerte tan larga llevan las flores en tu seno…

¡Qué muerte tan larga llevan las flores en tu seno;
tu soledad no es parecida a la de nadie;
tu soledad tiene la boca quebrada y el acero
de los pechos fríos, con herrumbre.
No es el mundo lo que gira a tu alrededor
sino tu asco eterno
que lo desalienta y lo desprecia,
con una flor sin aire, con un dolor vacío.

Si yo me viera sumergido en el mar, donde la sal
cubre el átomo y los árboles dan flores
que nadie recoge, y el cielo estrellas
que nadie mira, tal vez encontrara tu sombra
sobre un piso de raíces
y espinas.

Si yo volviera al aire, qué almohada de brazos húmedos
tendría tu sombra,
qué serenidad hallaría tu pie desnudo;
tu canto haría temblar la raíz de las hojas muertas de los valles.

Pero el amor es el amor, y yo agradezco el tuyo
que me llena de lombrices los oídos.
¡Qué alto pino es la memoria del amor! Debajo
de las hojas
está tu cuerpo con su ángel
muerto.

Pero yo quisiera ser distinto: huir,
huir de la ceniza.
Si yo pudiera, qué viento hermoso movería
tu sueño de aire sin cielo
de agua sin peces, de amor sin recuerdo;
de flores que atraviesan una cuenca triste
dormida sobre el polvo.

Quisiera llegar por su boca, como por un pueblo desierto…

Quisiera llegar por su boca, como por un pueblo desierto,
al centro de su cuerpo;
quisiera despojarme del horizonte, de un escorpión
azul alejado del día;
quisiera volver a ser otra mañana
junto a un caballo con cola de pescado.
Pero no; cuando se me queda el corazón
por la piel distraído,
igual que una tierra sorda, inmensa,
me siento desamparado
porque nunca le ha de llegar la muerte,
porque su pelo ya no se humedecerá dentro de mis ojos.

A veces quisiera apagar su río amarillo,
su vida pegada como una hoja en mi sed.
¡Nada! Quisera dormir con una mano
sobre su seno.

Si el olvido es agua y el recuerdo fuego…

Si el olvido es agua y el recuerdo fuego,
¡ay! qué corazón de nieve tan triste tengo.
Si yo te viera con tu perfil perdido entre dos losas,
envueltos los pies desnudos en tus sábanas frías
y la azucena del pecho, lastimada, sin defensa,
mi mano quedaría sobre los techos golpeándose por
el filo de las tejas
hasta hacerse sangre y formar un río amargo
que bajara hasta el centro de la calle,
en busca de la basura.
¡Amor! ¡Amor! Qué es amor, sino quedarse más
solo con el corazón,
con el pensamiento estropeado, el cabello lleno de nubes
y hojas de Otoño. Sí, pero yo soy diferente: tengo
un cielo ardiendo en los ojos
y una muerte que me muerde los dedos
y me encarna las lágrimas.

Qué inútiles quedan los dientes después de nunca;
después de cerrar una ventana y romper los vidrios
para que se quede temblando el recuerdo
y no huya por encima de las cajas de sombreros,
hacia el mar.

Tu cabellera hundida, tu boca sorda, tu pecho enrojecido
de guardar tanta pluma de azucena prisionera.
¡Todo el amor del galápago!

¡Ay! qué viento frío te da vueltas el mundo de los caballos
y de las adelfas.
Mis brazos están dormidos, quebrados en un ataúd
de piedra profunda. Amor. Amor, viento mío.
Pero tu luna, qué grito tan alto sobre los álamos;
qué hemisferio de hielo líquido te envuelve los bosques,
tu voz perdida, tu sombra que huye con un clavel,
y el clavel con su esqueleto de ámbar, perfumado de nieve.

¡Cielo! ¡Cielo! Mi cielo muerto, con su isla de cieno
en la garganta.

Sí, qué tejado, qué sombra de madera sobre el último día…

Sí, qué tejado, qué sombra de madera sobre el último día.
Cantaba el mar en playas de níquel, el mar lleno de sudor,
siempre el mar.

Yo estaba desesperado como si ya no quedara otra vida,
como si el mundo fuera plano
y mi sueño estuviera colgado de una pared.

Sí; el amor, la carne, el triste sueño. Yo no quería morir,
no quise llevar una flor transparente sobre el hombro pasajero;
dejar de ser un pobre árbol sin jacintos.

(Mañana, cuando esté sereno, todo se me ha de volver tonto;
ya estoy sordo
de llevar mis ríos a un corredor;
de dirigirme a una frase viviente entre montañas,
a un vaso de café, a una canción, a toda una noche sin dormir.

Pero el amor es el amor,
y yo tolero lo que me ayuda a ser diferente:
silencio entre dos hojas, espacio entre los hombres.)

Si te vieran subir desnuda, sola…

Si te vieran subir desnuda, sola,
sin turbación, queriendo llegar ciega
a la tierra, sujeta, con tu aureola
de jacinto, de llama que se niega.

Sí, si te vieran salir del mar, una
mañana, con los muslos abrazados
por serpientes -de frío hondo, de luna
que no quiere morir-, desesperados,

te hallarían cantando desasida,
con la memoria inútil, diferente;
en tu destierro solo, transparente.

Amor de amor, palabra dulce, huída
hacia otro sueño sin defensa. Río
ardiente, suspirado. Aire de envío.

Si yo pudiera verte rama ardida…

Si yo pudiera verte rama ardida,
prometida de espejos -flor de celo-
quebrando el aire dulce sin consuelo,
en ámbitos de lumbre despedida.

Espacio estéril, cielo sin salida.
¡Ay, qué gozosa muerte es tu anhelo
de agua y tierra apretada, de tu cielo
sin ángeles! Tu cielo sin huída,

allí, donde mi voz está callada,
con el borde deshecho, con la frente
sin tarde: ¡clavel!; rosa desolada.

Sueño de sueño, luna de gemido,
-claridad despoblada- impaciente;
sí, campo, mar, estío, aire querido.

Ya no volveré a ti -luna de tierra…

Ya no volveré a ti -luna de tierra-;
quédate en tu cielo derrumbado,
con tu piel perdida, mojada en la lluvia.
Con tu soledad llena de espejos,
con tu dolor partido como una fruta.
Yo quiero volver a otro día, salir de tu sed
sin dejar un solo beso sobre una cornisa;
salir igual que una llama cubierta
de espumas y cenizas
a un nivel de flores.

Huir. Huir hacia donde el mar no lleve cariño
sobre las hojas,
donde no haya asfixia y tu nombre de piedra y espumas
se oculte entre montones de arena y conchas.

Pero el amor es el amor, y nadie puede desterrar una
raíz de plata
con destino y latidos. Con una sombra inmóvil cubierta
de memoria: con su casta de alma,
con su paisa e resbaladizo y sus manos
de vidrio quemado.

Si yo pudiera olvidar sin oírte, sin dejar
la huella de mi cintura temblando
en el aire. ¡Pero el amor es el amor, y el tiempo
mueve juncos y adelfas
para que se encuentren con la muerte!

Cuando pienso que nunca he de volver al frío,
qué ganas me llevan de talar un árbol;
de quebrar el ala de una paloma,
para que ella disfrute
de un amor enloquecido.

(Cuando uno vive alegre qué bien le debe caer
el canto de la noche sobre la carne. El canto de la
noche. ¡Agua y pinos!… Quién viera tu niebla
oscura, ala de frente, plumón muerto,
aire de vino desdichado. )

Pero yo quisiera volver a otro día. Siwmpre he soñado,
perdido en la sombra,
buscar una rosa de hielo con su hoja de viento.
-La rosa que no verá la multitud,
la que espera, como yo, un largo día de fiesta
a orillas de un río de Invierno.

Adiós, junco húmedo, oscuridad de Verano entristecido.
Hasta nunca, si nunca es volver alguna vez: estas
palabras como una flor
en su lecho de polvo, con su nunca, amando, en la garganta;
con tu sombra inmóvil, preferida.

¡Raíz de nieve, ocioso viento!

Yo quisiera ser feliz como un pie desnudo en una playa…

A Victoria y Enrique

Yo quisiera ser feliz como un pie desnudo en una playa;
como un reno frente al mar;
como la cinta llena de muerte de la gorra de los marineros;
como la hoja de ciprés que guarda el horizonte de las estatuas;
como duerme el Condestable de Castilla en la Catedral de Burgos;
como la hoja y la corona del laurel;
como tu sombra de plomo, dormida entre columnas y peces;
como el aire desierto.

¡Pero yo estoy con tu muerte sin pronto!
Con un cielo que se cansa de mirar los pastos;
con un cielo que vuelve hacia sí la mirada
de piedra y nieve
que llevo colgada de los dientes. Yo sé que él consuela a algunos,
pero a mí me destemp!a el corazón, de flor apretada,
de espuma sin raíz, de gemido impedido.

Pero tu muerte es tu muerte: sin murallas, con todo el tiempo
distante en la boca.
¡Como el aire desnudo!

Yo te he querido bien. Nunca lo sabrá el polvo…

1
Yo te he querido bien. Nunca lo sabrá el polvo
de tu cuerpo,
ni tu cama desolada, sin noche entera.
-Tampoco sabe el hielo si la montaña siente,
cuando le oculta las nubes
una rama de tierra muerta-.

Yo amo como en un sueño perdido.
Me agrada sentirme vivir;
mi cuerpo es torpe porque llevo el pensamiento lejano,
y la soledad rodea mis latidos
con su calor sin mejillas.

Hoy es día de mi cumpleaños, y deseo estar todo para ti
-como si estuviera muerto –
lejos del otro mundo, sin azul, sin hombres que metan sus palabras
en mi cuerpo distraído.

Tal vez ya no te acuerdes de mí. Qué importa.
El recuerdo es igual a una llovizna
sobre un largo acueducto.

El viento del Otoño mueve las hojas de los árboles
y el frío abre sus manos en una pampa de ceniza.

Yo quisiera estar en el campo junto a un río,
o al lado de un amigo verdadero,
porque estoy melancólico.

Mi corazón desearía quedar dentro de tu pecho.
¡Quién entiende el amor
sin un lirio morado entre las cejas,
sin un bronce húmedo apretado en el cuello!

Si te gusta #Ricardo_Molinari... Share on X

SOY CURIOSO, NO MÁS [Mi poema]
Raquel Ramírez de Arellano [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Soy curioso no más, soy muy curioso,
y observo que hay verdades de mentiras
que buscan engañar. Si tú las miras
habrás de comprobar que dejan poso.

Andan cerca de ti, como si nada,
ni miran ni suspiran, ni sonríen,
si llamas la atención de ti se ríen,
pegándote en el culo una patada.

No creas que exclusivas son de legos
pues salen de las bocas de eruditos,
que sueltan al azar. Son de esos mitos
que abundan en los centros para ciegos.

Poder escudriñar es imposible
así sea se escuche una patraña
que al cielo haga tronar. Y es que su maña
hará que el bulo sea digerible.
©donaciano bueno

#Bulos, mentiras y patrañas...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Raquel Ramírez de Arellano

NIDO VACÍO

la historia es un arma viva entre tus manos
Diane di Prima

Había un huevo
había un huevo de torcaz profundo
en los huesecillos del esqueleto de la noche
hice un trámite:
pareja de palomas en un macetero del balcón empollan un huevo
sus turnos son una visita salvaje
uno no habría podido nada
la otra habría sido un simulacro redondo
no son gallinas ni el ladrido de un sapo
son un pequeño recital de poesía urbana

Había un huevo
un pulso debilísimo zigzagueando en la yema
un futuro de paseos por el aire
un aeroplano
la estructura de un aeroplano
el croquis de un aeroplano que late generoso entre las flores
de momento solo un proyecto
de momento no odia a los gendarmes

Había un huevo
un mundo diminuto y circular
un penacho al que individualmente habían ido llegando los árboles
las ardillas escarban un hoyo profundo en esta pequeña broma
las ardillas también son poetas aquietados
sin mirarse se quitan de encima la existencia
y duermen y echan la siesta sobre el silbo de una flauta
un pequeño paraíso para afeitar las interrogaciones

Había un violín sobrenatural que brama a través del carbón
había un endecasílabo de bala junto a un cuerpo en la fosa común del firmamento
había un huevo
un proyecto de latido sobre la tierra seca del jarrón
un plan de alargadas pajas y mullidas hierbas
un dolor en la inocencia del perejil y en la fragilidad de los enchufes

De momento eres la pregunta más interesante
la pregunta mejor planteada
saca una vez con las negras
serás lo que hiciste
recordarás cualquier distancia con la precisión de una fórmula química
cázale una mariposa a Ferlinghetti y hallarás una nueva frontera

Había una pradera esperando su sitio
un huevo oval como multiplicando palacios en las púas de un erizo
una montaña quieta
un eslabón

Mi esposo asomó la lente de la cámara
(¡clic!)
una radiografía
(¡clic!)
del exterior
blanco roto
llegó el amanecer y con él su desaparición
la transparencia aleteando en el corazón desocupado del nido

Había un mullido hueco en el vacío legal de aquella tierra
un polluelo translúcido que abrió su pico en la intermitencia del mundo
un polluelo translúcido que comió la nada y era cero en la noción de algo
un boleto nulo sobre el serrín de la feria
la carencia
ninguno
el nadie más preciso de ninguno entre todas las cosas que no son

MIEDO DE MÍ

No deberías haber untado el reloj con el cuchillo del pan.
Lewis Carroll, el sombrerero en Alicia en el país de las maravillas.

Esconde la mano y tira la piedra
córtale la cabeza al tiempo

Ahora no venía lo del baño
el que espía tras el cristal mientras orinas

Ahora venía lo del invierno y Papá Noel
y los regalos y los polvorones que entregas a los últimos de la fila

En mi ciudad las niñas salen a la calle con la mochila llena de libros
donde no viene lo de la policía
ni lo de la bandera
ni lo de las pelotitas de goma

Ahí solo explican matrices y ecuaciones y Galdós
y ellas quedan con sus vecinas muy temprano

Yo solo estoy meando
en un baño sin puerta de madera
con un cristal tornasolado y grueso
a 700 kilómetros de mi madre

Un usurero asoma su nariz

Su nariz pegada contra el cristal

Su cara contra el cristal

Y tengo náuseas
y miedo
y pienso
¡menuda mierda
en menos de dos años he tenido una pipa en la cabeza
y el asedio de un voyeur!

De todas todas tengo que levantarme
y me verá correr los 200 metros valla hasta llegar al Puente de Carlos

¡Taxi!

La ropa espera sobre el bidé y mi vida pasa como un rayo por su pecera

En Praga los drogadictos se las gastan así

72 horas es un mundo

Y ponle la puta tapa a la sartén

Dejas toda la cocina perdida

Encuentra un asidero

Llévame al Norte

Dame otra cerveza

Tírame sobre la cama

Fóllame-Hagamos el amor

Nos corre(re)mos de risa

Que se vayan todos a la mierda

¿Cómo sería el tiempo si tuviéramos en la cabeza cada minuto?

¿Sabéis lo que es vivir con cada minuto metido en la cabeza?

La gente con agallas se suicida

Vete de farra donde quieras pero regresa con un ramo de flores
y deja todos los cabos sueltos los rojos los amarillos los morados

Cultívame un jardín

¿Qué seríamos tú y yo con 20 años más sin una valla blanca?

¿Qué sería de la noche sin ese puto caos de las estrellas?

Negro
negro
vacío
colapso de oscuridad

Yo tenía pensado morirme contigo
y ahora un agujero ha ocupado el centro del amor
y te estás colando despacio hacia dentro
como un conejito asustado que tuviera mucha prisa y mucho miedo de mí

LA CHICA DE LA MOTOSIERRA

La chica de la motosierra sale de mañana y pasea despacio
los coches a la derecha
los árboles a la izquierda

Brota del agujero del amor con la empuñadura de su arma sobre la espalda
y sonríe a los mirlos
y da los buenos días a las espigas

La chica de la motosierra
pasea desde la orilla de sus años en busca de la silla de la esperanza
el motor en silencio
el acelerador hacia atrás

Hinca sus rodillas en el suelo solo tres o cuatro segundos
e implora al cielo que le aflojen las pinzas de la ropa
implora al cielo para que su cuerpo caiga lánguido
sobre el agua de algún mar lejano
implora al cielo que se encienda una luz

La chica de la motosierra
es solo un espejismo frágil y delicado
que se asoma por tu espejo retrovisor izquierdo
cuando detienes la marcha en un paso para cigüeñas

La he mirado como la que se mira hace solo seis años
y he sonreído
como la que sonríe dos veces en la misma semana a una promesa

La chica de la motosierra
ha pelado muchas patatas para el comienzo del año
y en su dedo pulgar
esconde los chispazos del cuchillo contra la piel
el escozor
el cansancio de las comas
la olla a presión de una condena

La chica de la motosierra no tenía una motosierra
no tenía ni siquiera un cactus
no tenía nada entre sus manos
nada distinto a un paraguas cerrado en un día de sol
y solo piensa
qué rápido se transforma el tiempo
a qué velocidad pasan las horas
y detrás de todos esos minutos siempre se encuentra escondida en
forma circular
la palabra fin
y el segmento muerte.

LA CUADRÍCULA ROJA

Un día el corazón deja de ser tratado por el Rey como un Primer Ministro.
La autocracia ejerce de mentira sobre la opinión pública del pensamiento.
La nieve se derrite y un petirrojo da la voz de alarma:
¡Poetas: suban por la escalera hacia el templo de los botones,
desgraciadamente, no queda ni un penique en el bolsillo de los zapatos!
Un día amanece como todas las noches y pateas la cara del dinosaurio del agua que trabaja de alfarero con la arcilla caduca de los océanos.
La vitamina J de la sonrisa se fotografía con los mesoneros galácticos de las tabernas
y los fruteros se llenan de bolsitas de almendras para la cena,
las habitaciones se llenan de interruptores encendidos a media asta
y los salones se llenan de bombillas blancas que arrancan el sol del interior de las lámparas.
Un día como este Dios se toma la justicia por su mano y se tiende sobre tu cama con el desparpajo de un dócil habitante
que balancea con calmosa habilidad el rumor de las fuentes
y con la desnudez de las mariposas descalzas, hijas de la armonía,
fulmina con el cielo de los labios la inercia del despliegue de tus alas
y te besa arrodillado contra el suelo incapaz de volar mientras paga el alquiler de una casa de citas por entrar victorioso en el Olimpo.

Si te gusta #Raquel_Ramírez_de_Arellano... Share on X

LOS TRENES DE HOY [Mi poema]
Antonio José Mialdea [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Comprendo que hoy el tiempo haya cambiado,
pues trenes hay que avanzan tan veloces
que van como una flecha sin sus roces
y justo que al sentarte ya han llegado
sin ruido ni dar voces.

Que el tiempo ya no es lento, va deprisa
pues antes ya de hablar él se ha esfumado,
te mira y no recuerdas te ha mirado,
la risa se ha tornado y es sonrisa
y el soplo ha resbalado.

E impiden que saludes al de al lado
y menos que pudieras presentarte,
te advierten de que pronto has de bajarte
y así como lo dudes que ha llegado
incluso a reprocharte.

Te subes y está  presto el revisor
diciéndote, señor, coja el sombrero,
prepárese a salir, vaya el primero
sin dar siquiera tiempo a que a tu amor
le digas yo te quiero.
©donaciano bueno

Los #trenes avanzan que es una barbaridad Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Antonio José Mialdea

El color imposible de la tarde

Si tuviera que elegir
prefiero la distancia,
los colores imposibles de la tarde.
Prefiero estar perdido en medio de mis sueños.
Si tuviera que elegir,
elegiría tu silencio de amor que nunca llega.
Así no me recordarás a nadie.
Si tuviera que elegir
preferiría la carne de tus labios,
esa mezcla de futuro y de agonía,
ese puñal suave que me clavas
y que yo tan pronto olvido.

Entre el café y tu mirada…

Entre el café y tu mirada
algún verso escondido. Te llamo,
me llamas
y que decida este sorbo de sangre:
si hoy es preciso morir moriré
entre tu olor mojado de lirios
y abrazado a tus pies descalzos.
Mañana sólo es mañana.

He muerto de amor algunas veces

Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.

Intentaré no dormir

Después de tanto manantial de fuego
encendiendo mi piel de atardeceres ebrios
quién podrá sobrevivir
a este silencio tan oscuro.
Tu cuerpo, el aire y la palmera
la música que calla en el latir de tu pecho
mi voz que se ahoga si tu voz la llama.
Intentaré no morir
pero si muero
que me entierren recostado en tu palabra
y envuelto en azahar aunque sea invierno.

La espera y la lluvia

Como ya no me quedan lágrimas en esta noche
esperaré para llorar tu ausencia con la lluvia.
Mientras tanto viviré en el último silencio
que me dejaste derramado por tus labios
para seguir amándote.
Cuando ya no me quede dolor en esta noche
entonces llegaré hasta tu balcón para morir
convertido en el sol que ilumina
y traspasa cotidiano tus ojos.

Love the view

Liverpool, octubre de 1999

Te amo porque eres el otoño,
una lluvia ligera y la hierba mojada.
Te amo y tú ni siquiera lo sabes:
apenas si mi boca se ha posado sobre la miel que derramas.
Sólo cuando la luz de la tarde
detiene el tiempo para que sólo los dos existamos
creo en la ciudad de los jardines y del aire,
creo en la ciudad de la memoria y de los besos:
todos los sonidos del mundo se derraman por tus labios.

Paris, mayo del 98

De ti sólo tu fuego,
la palabra desnuda,
la mirada de un océano
y el silencio de un beso naufragando
por la ribera del Sena en un cuadro de Chagall.
Fíjate qué poco quiero:
ser solamente un pincel sangrando
madrugadas eternas
en la carne temblorosa de tus senos.

Resumen de este sueño

El universo
son los últimos colores de la tarde
y tus ojos infinitos.
La palabra,
en el lábil puerto de la espera
para no quebrar ingenua
ese mágico crepúsculo que eres,
que siento.

Si ves que te hablo y anochece…

Si ves que te hablo y anochece…
Si ves que te hablo y anochece
y el reloj sólo señala el tiempo de la espera.
Si tus ojos reflejan la soledad que existe
en aquella noche de amor de tanto frío.
Si los últimos perfiles de tu voz se ahogan
en aquel mar que aquella noche recorrimos.
No tengas miedo que así me has encontrado,
justo en el destello blanco que la luna
depositó sobre las orillas de tus labios,
justo donde comienza la agonía.

Sobrevivir a veces

Te pareces al mar cuando me susurras
y a través de ti me fugo de este mundo de sombras.
En mi angustia te busco con amapolas negras.
Te recorres mis sueños pero nunca me llamas.
A veces te siento volar desde el infinito,
pero tan en silencio…
Que al recostarte en el atardecer de mis labios
siempre acabas quebrándome el lenguaje.
Sólo tus grandes ojos fijos en los míos ausentes
Sobreviven la noche, juntos, insomnes.

Soñarte así

Ya sabes que te sueño en los perfiles del mundo.
Allí esperaré tus besos cada tarde.
Soñarte es morir, lo sé, pero no importa.
Morir así es como rescatarme
del sueño de tener que vivir clavado en la memoria
de aquellos besos -¿recuerdas?- que lloraron en el aire.

Thistle

Y tú ya no estás
y sin embargo tus caricias en el aire,
Thistle,
abrasan todavía ingenuas mi memoria
como si fueran tus manos.
Y alguno de los piélagos del alma,
de mi alma, Thistle,
todavía te llama
con la voz en el puerto quebrada de las olas.
Yo, a pesar de todo,
te debo la palabra
y todas esa tardes que pasamos
sentados al margen de la vida,
contándonos las cosas cotidianas
y otras que inventamos
huyendo del olvido.
Pero tú ya no estás,
ni siquiera desgarrada por las espinas del frío.

Tu cuerpo

Eres capaz de resumir el mundo cuando miras,
de trazar el horizonte con la línea tan delgada de tus labios,
de amarrar con tus manos mi vida desatada,
de envolver con tu cuerpo mi cuerpo sin descanso.
Tu cuerpo…
Crepúsculo que tiembla, noche de adentro.
Todo se vuelve oscuro cuando tu cuerpo de palmera
salvaje me detiene,
huracán del sur de cada cosa.
Eres una roca sola en el mar donde sostengo
mi universo sin palabras.

Tu cuerpo de abril

Mientras estuvimos desnudos a distancia
los contornos blancos de tu cuerpo de abril
perfilaban la luz de un tímido universo.
Mientras estuvimos desnudos a distancia
mi palabra era blanca como tu cuerpo de abril
y al llegar hasta ti nunca supe
si era tu luz o mi propio silencio .
Pero ahora tan cerca que mis manos te tocan
y el único espacio que nos queda es azul,
cuando ya las palabras carecen de forma
y sólo son aire que sólo quiere morir:
me pregunto si este amor es sólo un sueño
o una de esas tardes tan extrañas que te amo.

Un verso donde muera

Cuando ya no sea capaz de engendrar estrellas
que alumbren lo mismo tu vientre que tu espalda
o los flujos de la tierra que anochece.
Cuando no cambien de color los lirios si los miras
hacia los tonos curvos de tu cuerpo
o hacia donde se produjo la extática locura.
Búscame entonces un verso donde muera,
un verso que hable de los sueños de la vida
o uno que nos diga de la muerte si tú quieres;
que para amar, no importa lo que diga sino la sangre
que con nuestra sangre envenene cada esquina donde olvido.
Un verso que se calle cuando al corazón nos llegue.
De «Si ves que te hablo y anochece» 2004

Amor dame la mano

La mano suele ser lo primero que muere
pero en tu caso es el fuego
que mantiene el incendio y la agonía
de la fragilidad presente que ya eres
y de la ausencia poderosa que te esquiva
en el recuerdo azul.
Contigo sé que la verdad
-si acaso-
finge…

El no-lugar donde te sueño

Alargaré mis brazos como ramas
y con ellos rodearé el mar, tus fantasías
y aquella tarde en que por vez primera
de una gota de agua nació el fuego.
Alargaré mis brazos si me dejas
defender la soledad con que te escribo
cada verso, cada tarde, cada océano
acurrucado en las sombras de tu cuerpo.
Alargaré mis brazos muy callado
y regresaré al mismo silencio donde siempre
te recuerdo las mismas veces que te olvido:
el no-lugar donde te sueño.

Ese no-lugar donde te sueño
es tu voz sobre las olas meciendo la tristeza,
el amor invisible que navega a tu lado
sin apenas rozarte.
La noche que sonríe mientras te hiere
con rituales que recorren la flor de tu cuerpo.
Tu ser-de-vuelo, tu secreto en el mar
ahora se desangra y te abre los labios
para que yo muera en ellos de manera inexacta
como la voz sobre las olas cuando mece tu tristeza
en un tiempo en que tú ni eras todavía.

El vértice del frío

Ahora que en mis sueños atardece
por última vez escribo en el vértice del frío
y sólo tú podrás quebrar mi sombra.
Si hubieras visto el mar anegado de flores,
y tu palabra en tus manos y en mis manos el aire
ardiendo entre dos gotas de rocío,
comprenderías por qué construyo el mundo
en este lienzo en que las olas son olores
en el vértice del frío.

Variación sobre el vértice del frío

A África Vidal
con quien aprendí otra forma de leer poesía

Arrival 1946
The boat docked in at Liverpool.
From the train Tariq stared
at an unbroken line of washing
from the North West to Euston.

These are strange people, he thought-
an Empire, and all this washing,
the underwear, the Englishman’s garden.
It was Monday, and very sharp.
Moniza Alvi

Hoy es lunes. En Liverpool llueve
y en mis sueños aparece de repente el vértice del frío,
la afilada línea inquebrantable
donde el mar se convierte en un gran lienzo
en que olas son olores, donde el aire es un cuchillo
que se clava traspasando cada esquina
de este cementerio del tiempo.
Ahora que ante mí desnuda te contemplo
déjame que yo también en tus jardines me desnude
para después morir y renacer en este puerto.
De «El vértice del frío» 2005

I. Voy a escribirte…

Voy a escribirte de un mundo sin memoria.
Los océanos engulleron las últimas palabras.
Sólo sobrevivió tu nombre en este caos
perdido entre la última tarde y esta nada
tan particular donde me encuentro.
En esta soledad te busco herido de muerte y agotado,
y sólo me queda una pregunta, la de siempre:
¿dónde estás, en medio de qué fibras?
¿Dónde queman ya tus llamas, entre qué cadáveres y flores?
¿Hay algún claro en este bosque todavía?

II. Desnudo a pocos metros…

Desnudo a pocos metros de mi cuerpo espero,
mejor hubiera sido, seguro, despedirme
de ti pero te ansío. Tu palabra es esta misma ciudad
de infinitas verdades y mentiras
donde sé que para hallarte he de morir
entre cristalinas fuentes y arrayanes
en este desierto nupcial que acabará conmigo.

III. En este callar tan largo…

En este callar tan largo que sobrevuela mil vuelos
se quiebra el aire. Mis manos quieren ser agua
sobre tu piel y tus labios. Mis ojos quieren ser faros
de los secretos recónditos del tiempo.
Pero este maldito frío me desangra,
inmóvil, inerte, azul, sin tregua.
He preguntado por ti en todos los lugares,
pero nadie sabe decirme nada de tu fuego,
nadie…
Nadie…

IV. Buscaré…

Buscaré aunque no me quede más palabra
que yo mismo, infértil agonía.
Entre las ruinas del mundo y tu recuerdo
de caricias de muerte sobrevivo.
Adelgazo más si cabe estas páginas de mar
para que escuches la infinidad cansada del hastío
y de lábiles estrellas que se rompen
en cada noche de placer: un solo instante
era el anuncio de tu marcha tras la herida.

V. Aún así seguiré en este mar…

Aún así seguiré en este mar interminable
de silencio de besos que te tocan.
La misma soledad que se detiene
en el inmenso abismo en que te sueño,
esclavo aún de mí, de mis infiernos.
Deseo alzar los pies pero la tierra
no para de empapar atravesando
con su lento rocío mi cuerpo de cristal.

VI. Es urgente que tu cuerpo…

Es urgente que tu cuerpo
abrace al mío después del mediodía.
Que esta vigilia insomne
acurruque mis desvelos, que ya es hora
de que cures este jardín cerrado, que ya es hora
de que la lluvia calme esta sequedad que hiere.

VII. Ni uno solo de estos versos…

Ni uno solo de estos versos
incendiará mi pecho como lo incendiará mirarte.
Esta muerte, cada vez más honda, esta noche
de luna en que tus manos defienden mi hermosura,
estas alas que siento batir sobre el aire cansado
me descubren tu rostro de absoluto vacío.

VIII. Pues en tus alas…

Pues en tus alas, ahora que la noche
me atrapa por fin, me he subido
para volar contigo este des-tiempo.
Mi luz son tus ojos de paloma
y mi única memoria son tus huellas
que en el aire blancas como lirios vas dejando.
En tus alas, ser-de-vuelo, voy oculto
hacia ese no-lugar soñado tantas veces
en la fragilidad del tiempo que puedo ya tan lejos
entretejido contemplar. Sólo el amor me queda
después de esta batalla hacia mí mismo:
el amor que sólo existe en el des-tiempo contigo.

Si te gusta #Antonio_José_Mialdea... Share on X

POLÍTICOS FUNESTOS [Mi poema]
Eduardo Milán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Sean malditos aquellos gobernantes
que ascienden al estrado haciendo astillas
y suelen observarte en sus mirillas
tratando cual muñecos figurantes
y escupen a rabiar con sus colillas.

Políticos mediocres, fulloneros,
-admito, me he topado con más de uno-,
te ofrecen ver el cielo, que ninguno
reparte su dinero a pordioseros
que puedan amargar su desayuno.

Habría que pararse rebuscando
a regla tal que fuera la excepción.
No existe, mas sí tiene explicación,
que todos van con fuerza al mazo dando
fingiendo que tuvieran corazón.

Escasos de honradez, todos afines
prometen mil milongas y prometen
y siguen prometiendo hasta que meten
las manos en la caja. Son tan ruines
que a dioses ni a verdades se someten.
©donaciano bueno

Es así la auto proclamada #clase_política... o peor? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Eduardo Milán

A los veinte años tu sexo olía profundamente…

A los veinte años tu sexo olía profundamente,
antiguo, tibio, una raíz sin frío, precaria
aun viniendo de un pasado tan hondo, mítico
de atreverse a atravesar la selva sin ser visto.
Voz de ánima en pena que busca un continente,
África donde agarrarse, desgarrada. Pero volviendo,
el sexo de la mujer tiene una autonomía rara
como si le perteneciera y como si le fuera ajeno,
ajenjo, independiente, estado ebrio. Vive en la fiebre
su larga memoria que lo habilita al delirio. Sus labios
son verdaderos labios. Una raíz que no es una raíz
pero parece por su resonancia. A partir de un punto
el poema son innumerables ecos, aguas liberadas, felices
de expansivas después de ser tocadas.

El dolor del desencanto está presente…

El dolor del desencanto está presente
en este párrafo. Parra,
fado de Portugal, gota
de saudade para no beber en labios
sino en vaso de vino, solo. Lo que resta de saúde
no lo resta el vaso ni sus labios húmedos:
lo resta la saudade, lo mejor de Portugal.

Se agita el corazón como si fuera
un órgano exterior clavado dentro.
Felices los niños que no saben lo que tienen
a ciencia cierta -sí lo que no tienen, por arte de magia.
Tristeza es descubrirse el corazón.

Es duro abandonar el concepto,
las cosas queridas de esta vida de cosas,
en favor de la palabra, en su apuesta.
La verdad, la razón, la mentira, el movimiento,
la flor, el buzón de la correspondencia, la máscara
y las cartas de amor que se introducen selladas
no son nada absolutamente si no hay palabra cerca.
No cosas, palabra cerca.

La memoria es una llama
que habita la casa de uno,
dos, tres, los que quieras
que habiten tu casa interna.
Hay dos casas: una interna
y una externa, esta última
es la fachada que detiene los ojos
y la lluvia. Es una llama encendida
que no se apaga. Puede no dejarte vivir.
Dentro de ti es alimento no siempre en buen estado.
Fuera es una fogata. Cuando la memoria sale
en general sale mal: prende fuego en los pinos,
en los techos, en la antenas, y, si hay azoteas,
ahí. En la cordillera está en calma,
impávida la llama,
su memoria ceremonial sumida en sí misma.
Cuando sale bien incendia lo incendiable
la presencia de la llama y su ausencia,
ambas fundidas en una, fulgurante
memoria de lo que no se cumplió.

¿Para quién habla uno?
Habla uno para uno, no para dos ni para tres.
Ni siquiera para uno:
para dos ojos brillando en la espesura..
Habla el esperma en la esperanza del hijo.
Uno habla para otro intangible que es llovizna,
no tocable, no moldeable por las manos de masa,
o tocable por palabras, tan afecto.

No más de un poema por vez.
Esta es la vez de la amada, marca
el tiempo lo que es: su hora,
hora del cuerpo. Cuerpo tiene el amor
-espíritu lo demás, y lo demás, demasiado- ~
cuerpo no siempre justo, a veces excede el cuerpo. r
Sede de la forma y de tí sed,
agua a la que nada falta -otra mentira:
¿le falta algo a la flor? Nada falta a la gacela,
llena de celo, completa. Abra,
al abra se le parece.
Veníamos rondando la idea de apertura
del tiempo en un lugar preciso: el abra,
ése es el lugar preciso,
no la palabra que tu cuerpo calla.
El amor cuando es amor no habla,
no necesita.

Ella oficia lo que oficia,
lo que la pica.
Dándole el sol un brillo jubiloso,
la luna le quita esplendor, la opaca
El día la mueve, en tanto
la noche, reposo, la obliga a posarse.
Se posa. Y es como una pájara
que espera, posada, al pájaro
que venga de una vez a la morada,
que le haga justicia en la tierra.
Que -que-que, vertical descendente,
ha venido el pájaro a hacerle justicia
A la posada, a la en la morada abierta.

El sol, sol de dos nidos…

El sol, sol de dos nidos,
uno en la luz del día,
otro en la de la noche,
ahora bajo en calorías.
De ahí ese frío en verano,
esa tibieza en invierno,
ni primavera ni otoño.
No sabemos qué ponernos
ya que estamos habituados
a ponernos algo. El sol
sería bueno que eligiera,
que el sol tomara partido.

Éste va para los mártires del arte…

Éste va para los mártires del arte,
ya que lo invisible no es tan limpio
como parecía: ahora está poblado por la serie
paralela de los ojos. No los ojos del deseo,
ojos claros, verdes, amielados. Por la serie
de los ojos del hambre. Ni por la serie de los
ojos policía: por la de los ojos del hambre.
Esos podrían ser los ojos de tus hijos.
Ya verás a donde lleva esta mirada de los
ojos paralelos. Lleva a los acantilados de tu boca,
puedes cantarla como una canción.

Homenaje al lenguaje

Primera parte

*Ya pasó el tiempo en que me acercaba a ti como a un
almácigo. Entraba en tu ámbito extenso, casi
inconmensurable, más allá del contexto, como
quien entra más allá de sí mismo al páramo
donde se encuentra. Me quedaba mirándote sin
escribir, era como la misma hora siempre, era
como una paz
o una especie de paz. Desaparecían las tensiones. Era
como una especie de paz en extinción.

*No había árboles
pero tampoco guerra. Yo sabía que al entrar en ti, como
quien entra en tu lugar, no iba a ganar el premio. Y todo
lo que tenía encima me presionaba. El sol, siempre, es
una gran presión.

*Yo era los animales.
Yo era los animales pacificados
pero no por tu música sino por tu silencio. Por los
acordes que no oía, por las voces
que no escuchaba, hay una prolongación, muy extraña,
de rododendros. Yo logré ser -y ese es mi triunfo-
un silencio de los animales esperando de ti
o una especie, una señal.

*Estoy quitando dar,
estoy quitando dar al entrar en ti,
no estoy dando,
estoy quitándole a Gabriela,
estoy quitándole a Alejandro,
no soy, al entrar en ti,
mi segundo nombre. Amor, juegos contigo, miradas
al cielo -¿cómo es posible que existan estos árboles
sobre el cielo, tan ausentes de nosotros?-
No es que no los quiera: necesito pedir perdón.
Por eso entro.

*Dividí el mundo en dos, lo partí.
Están los que dan
y están los que no dan. Es muy simple.
Está el sol, ese huevo tan extraño que ya no
recuerda nada, y está la luna más extraña,
aún estando el sol, en su continuidad.
No recuerda su propia creación, su momento.
Y siento que una frontera me sigue.

*Yo no entraba en ti buscando poesía,
ni extraños frutos, ni paraíso, ni
manifestación. No tenía la menor idea
de lo que era una epifanía 0 un dejarse,
un caer. Entraba buscándote a ti.
La carne que me diste vino sola,
no pedida, como pulpa de Dios. Pero entonces
-yo no pedía nada, yo no sabía nada- ¿por qué
me culpo?

Segunda parte

* ¿La ausencia es mi centro?
¿Ese centro lo llena la escritura?
¿No lo llenan Gabriela,
Leonora, Andrés y Alejandro?
¿Pedirles que llenen mi ausencia
-si la ausencia es mi ausencia-
no es pedirles que me sirvan de soporte
para no caer?
¿La tristeza que siento cuando los veo
no es la tristeza por quererlos mediado por mi ausencia?

*Si la ausencia es mi ausencia
estoy identificado con lo que no está.
Si estoy identificado con lo que no está
de alguna manera no estoy.
¿Cómo querer si no estoy?
¿Qué me puede hacer estar
para volver a querer a los que quiero
sin verlos como a la distancia,
sin poder acercarme a ellos?
¿La escritura puede hacerme estar?
¿Es la escritura la asunción de la ausencia?

*La ausencia es un dolor
vuelto vacío, es un cambio
de centro: un centro que ya no está fuera
sino adentro.
Escribir es permitir
que la ausencia crezca
en sus dominios internos, que vaya
por sus propios fueros. Escribir
es reconocer el adentro, es
verlo.
Pero es un adentro que sale, se asoma
a la ventana, revela la ausencia.

*Olvidé durante mucho tiempo
que la palabra es de adentro,
enamorado tal vez de tanto verla fuera,
de tanto mundo que insiste en que la palabra es de afuera,
como si la palabra sólo comunicara
cuando la palabra no sólo es lazo.
Una palabra condenada a celebrar
o a condenar el mundo,
una palabra del mundo
no puede durar mucho tiempo.

*Una parte de la palabra
debe permanecer en su adentro.
Una parte de la palabra es secreto.
No sé si para toda la poesía:
para estos poemas.
Esa parte de la palabra que es secreto
protege su adentro.
Es la parte vigilante de la palabra,
la parte de la palabra que no habla,
su parte guardián de la frontera.
Es la parte-silencio de la palabra
que ya no escuchamos
empeñados en que la palabra hable por completo.
Olvidamos -olvidé- que el hombre-palabra
tiene una parte silencio.
El pájaro es todo el pájaro
pero la palabra no es toda palabra ella,
es parte silencio y parte habla.
Este es el aviso de la palabra:
silencio-aguas.
Gracias a Gabriela que me dijo:
«olvida todo y ponte a escribir.»
Esto es más o menos sincero.

Tercera parte

*Se puede bucear más,
siempre se puede más
averiguar los peces
del fondo.
Sin olvidar que parte
de la palabra es silencio.

*Ir allí
y volver
para que la memoria nazca
y muera el recuerdo.
Ir allí pero regresar a casa.
No olvidar por el camino que una parte
de la palabra es silencio.

*Ir a buscar el origen del dolor,
el prístino, el inmaculado o casi,
porque aún ese tiene rezagos de tiempo
como una cabeza coronada de polvo
o un sombrero cubierto de hojas verdes.
Es lo que queda del regreso: no olvidar
que parte de la palabra es silencio.

*Se puede parodiar al sol,
cómo no se va a poder decir que bien vale una parodia
el sol, una parodia que quema.
Parodiar esa garza por su pata
y por la otra que se dobla
explícita.
Es posible no entender una garza
sin olvidar que parte de la palabra es silencio.

*Es posible morder la mano
que te da de comer. Por justicia,
no por arrepentimiento.
Y dejar la mano intacta
sin la huella de los dientes.
Una vez es posible ser un perro.
Sin olvidar que una parte de la palabra es silencio.
No la más fiel, la más buena.

*Todo se puede en este mundo
a juzgar por los hechos
que no dejan mentir.
Esos hechos, los encargados
de frenar el exceso. El exceso,
esa cresta que en la aurora canta todo su Poder
es la potencia misma donde el abismo se expresa.
El exceso no cree en los hechos.
Olvida el exceso que parte de la palabra es silencio.

*Es posible ser sincero
pese al corazón expuesto
a la mordida del perro que pasa.
Siempre hay un perro que pasa
alrededor del sincero,
muy cerca, peligrosamente,
del corazón expuesto.
A tres pasos del estacionamiento,
en el cantero crece el ciruelo.
*Escrito esto,
pidiendo que no haya represalia
del destino cierto.
Con el dolor dicho,
con el pasado ausente,
con cierta paz, con esta noche
y para ella.

Ella es Gabriela.

Humildad, la fuente inagotable…

Humildad, la fuente inagotable
de recursos naturales es un río
que no quiebra, un río
que fue lluvia, una elevada
vertiente que cae
como toda la plata, finalmente.
El hombre del rocío en la cabeza
y en los hombros, el famoso rocío
de los prados, hoy canoso,
no es más que la humildad que anda,
el otrora verdura de las eras, cabizbajo.
No está solo: una bandada
anda empapada como voz de Neruda.
Ese río, dios mortal del mar,
renace en meaculpa de la lluvia.

Inventarse otro corazón…

Inventarse otro corazón
con ritmo lento, parece ser la idea.
Este presente será una eternidad
menos la falta, parecería el augurio.
Un corazón con falta puede andar
mucho más lento, con su seguridad
vacía. Las palabras podrían acompañar
como muletas la falta del corazón,
el gran faltado. El corazón, no yo,
es el faltado y las palabras sin corazón.
Es El faltado.

Jugados como siempre…

Jugados como siempre
estuvimos, como echados
aunque fuese sin echar fuera del mundo, dados
a las condiciones reinantes, a la eterna
imprecisión del hecho en sí
que se sustrae, cortante

o en secreto: ese caracol
que no escucha sino su ruido interno
de mar, que oye llover
particularmente sobre sus chapas
gotas precisas, las traslúcidas,
las que filtran toda densidad, toda viscosa
sofocación: botas entrando a la Universidad
cuando la aurora, sabia, distraída,
como un golpe de caballos fuera de épica.

No volver sino volver…

No volver sino volver
a decir, ahora adherido
a tu piel, que da lugar. Hablo
de tu piel que es de lo poco
que conozco y esplende.
No soy más que la sombra de tu cuerpo
pero puedo hablar, sombra que habla
pero habla. Soy un residuo de un cielo,
el tuyo, un azul abierto.

Palabra, no busques tu cuidado…

Palabra, no busques tu cuidado
como una piedra preciosa buscaría
un resguardo de los ojos ávidos
de un pueblo en busca de pureza.
Aquí la pobreza es entrañable, un poema
un intento mayor, el de salir.
Como esos elementos sometidos a altas,
muy altas temperaturas se subliman
para perder su peso original, grave,
no como piedras preciosas que descienden,
vete como esos elementos por el aire.
No pureza: felicidades para ti.

Piedad o compasión…

¿Piedad o compasión
la tuya, sombra?
Piedra de la piedad, en todo caso,
por el que tropieza, compasión
por los arrepentidos, por los con dolores
cóndores del habla. ¿Y cuál
sino ésta? La de haber hecho derivar
el cóndor del dolor, como un ancestro.
Como lo prueban estos como picos
de los últimos acentos, sombra.

Pierde peso, pierde peso…

Pierde peso, pierde peso,
todo consiste en perder peso,
hundidos en la nieve de un regreso
imposible. En aquella infancia suiza,
polvo ahora de otras sienes, en la América
hecha trizas en su nombre, en el barro de
su nombre, en su chocolate nadie vive.
¿Y quién vive en la Europa de sus sueños
o en su Asia entrecerrada? Dobladuras
de la memoria para que quepa en el sobre,
para que medialune el recuerdo. Noticias,
no eres tú. Ahora estamos en presente
como en un parasiempre preciso,
pájaros de un aire de otro reino, azules.

Por qué amo tu locura…

¿Por qué amo tu locura,
tu desparpajo, tu falta
de reloj y tus atajos
cuando estoy prácticamente a punto
de caer de cabeza en el abismo?

O sea en ti. Pero no sólo
eso: hay mucho más de ti que quiero
y no revelo. Esa lámpara
que enciendes en el fondo.

Señora mía que no quieres pertenecer…

Señora mía que no quieres pertenecer
porque insistes en que así te pierdes
a ti misma como de vista: mire bien,
voy hacia usted con este sentimiento
que he logrado juntar todo este tiempo
sin poco esfuerzo. Voy a su escondrijo
donde te escondes detrás de las moradas,
voy con todo mi capital a cuestas -vea bien
Roma mía, estos ahorros de amor para tu rosa.
No te me ocultes más, no se me niegue no
el pan de amor que incluye toda clase,
son momentos de desintegración mayor,
no totalice la noche del tanteo
que ciego soy, ceguera tú, ambos de amor.
Fíjese que voy con la ciudad encima,
recuerda el triste caballo de madera.

Estas palabras de amor entrecortés, estadas,
estas palabras estadas en el canon,
en la boca de los que las dijeron antes
-y fueron muchos -ahora quieren ser preciosas
a puro sentimiento. Por poco tiempo
estadas -y luego fueron de la boca de otros
por un momento, uno solo, de temblor.
Temblor, temor a ser rechazadas por la oreja
interrogante, «¿qué dices?», puesto el signo
de caracol enfrente. Ese beso no se dio.
Recíbelas, fírmalas con la firmeza de tu lengua,
langue de otra sangre si ignoras el signo.

Señora que dejas mucho que desear
al alcance de mis ojos pequeños
-pequeños: que no se detienen-: no tientes
al pobre de capital, no aumentes la tensión
de la ausencia. Entiende, mucha es la falta
en estos tiempos de roer tan duro, de colinas
y valles, de limones y rosas, de afueras
y adentros -sobre todo de adentros.
Ya está la intemperie en llaga viva,
no le propongas calor.

No demasiado
pero sí mucho.
no demasiado como masa
diluyendo al creyente en ti,
quitándole intensidad: «aquí estoy»,
dile al que huye, «regresa a casa»,
Mucho es el sentido que se ha perdido en la marcha
de ir hacia dónde, en la mancha de ir hacia
o en la de ir: se ha perdido el sentido
a sí mismo, ensimismado.
Sin sentido de mí estás dormida en tu sueño,
no yo, vuelve tú.

El poema de amor todavía va.
El canon de este tiempo dice: aquí no.
El Colorado ausente, esplendor ausente
entre dos o más de dos: no hay lugar,
El implosivo, explosivo, extraterrestre pecho:
no. Pero existe el poema de amor, va.
Hay que decirles a esas cosas que sí existe
el poema de amor: entrañable de oscuras,
pudorosas o impúdicas, olorosas quizás.

El que oculta en su manga un castillo,
guarda una fortaleza debajo,
una odisea que no dice, una estación espacial:
tiene artefactos, tiene futuro,
en silencio le funciona una industria militar.
Debo decirlo: triste de mí que nada tengo,
absolutamente nada de absoluto, ni su sombra,
ni unas migajas como consuelo de amigo
a excepción de ti: sola contra la guerra,
tú contra los blindados, ciegos dados.

Sin profundidad que reubique…

A Antonio Ochoa

Sin profundidad que reubique
las estrellas en la noche nueva
pasa el poema hacia la pregunta:
¿para qué sirvo? ¿Para qué todo esto?
Desdén, dolor,
desencanto en los ojos antes
encantados, poco pan con mano preparada
por dinero. Para esto:
como alivio del hambre milenaria
de los hombres que no tienen
más que eso.

Todo está ligado…

A Eduardo Vásquez

Todo está ligado
como para separar el pájaro
del aire y condenar al aire
como irrespirable. Todo está
ligado: toda la ciudad es un templo
-se refiere José a Sarajevo-, no sólo
las iglesias. Rosas llaman a los cráteres
donde estallaron granadas.
¿La llamada frivolidad, los tacones altos
de la adolescente, tan criticados por mí
como vanos en la adolescente que no veía
la bomba, el hambre, Sarajevo? Son los distintos
tiempos, lo que aquí se hace pero no resuelve
otro tiempo, lo que en otro tiempo se hace
pero no resuelve aquí. De oeste a este,
de norte a sur: el que decide no está
en el perfume que quieres, el que decide
el bombazo quiere estar en Dios.
Y la bomba es demasiado física, demasiada materia
condensada, tanto
como para estallar: el bombazo como nostalgia
de la explosión original, un deseo
de retroceder a un pequeño dios autorizado o de que,
más adelante en el tiempo,
llueva llanto.

Una rica me dijo que los pobres…

Una rica me dijo que los pobres
no tienen sentimiento. Era una lírica,
un yo profundo, una garza. Hay gente pobre,
en cambio, apegada
al ritmo del corazón de sus hijos,
a su llanto, a sus palabras bajas
que no alcanzan la estatura del Sentido
o recortadas, en sus brotes.
Un plátano, para ellos, es un plátano,
un beso, un beso, sobre todo el de la madre,
la mano del padre en la cabeza es un momento
de ascensión, ascender a la mano del padre.
Hay algo inminente cuando comen: comen, amiga lírica,
como si fueran a perder lo que está puesto
ahí adelante, comen con nostalgia, el plato
se coloca en el futuro, allí donde decían
los apaches: «Algún día comeremos una buena comida».
Esto es muy general, a grandes rasgos, esquemático,
pero como el amor no conoce espera, quema.

Uno-dos

A Elías Uriarte

Uno

I
Qué violencia la luz
que precipita la palabra.
Y qué canto el canto
si sólo dice externo
del follaje
y no dice del dolido
su dolor.
Hoy estamos dolidos
-si se puede a principios del 2000
hablar por todos- y mañana,
¿estaremos dolidos?

Los maduros estamos dolidos
como caídos de las ramas a las manos
todavía invisibles,
ausentes -pon la palma,
diríamos, queremos decir,
a las palmas que no están.
(No es por lo que fui: es por lo que soy
viendo inmejorables
a mis ancestros.)

II
Es como si el poema
tuviera la misión
de cantar el dolor puro,
el sin-hombre, no-nombrado
por no saber aun cómo se llama
ese fuego que quisimos redentor.
El nombre más, el nombre-antes,
el profesión, el nombre activo,
conquistador de todos los parajes.
De repente
se hizo silencio.
Como si el silencio
o la noche que lo hizo
trabajando anónima supiera
de la búsqueda del nombre.
Como si consintiera.
No puede venir al caso
ni al vacío
enumerar la posibilidad de nombres
porque se busca el nombre que no hay,
el dolor del nombre que no hay
pero que quiere llamarse.
La vida acostumbrados al dolor
y ahora resulta que no hay,
sucede que no hay
y no sabemos todavía darlo.

III
No es el deseo,
es la violencia de la luz
que precipita la palabra.
No es el deseo del nombre,
es la violencia.

¿Buscando un dolor puro
cuando el dolor, aquí, ahora,
está poblado de matices?
Desposeídos, humillados, postergados,
fueras de serie, sin tierra, sin-agua,
aborígenes, sin tierra, desplumados,
soltados a los dientes incisivos
del perro capital que vendrá
a incidir con sus dientes incisivos.
Esos: los que te miran con ojos sin comer.

IV
Yo no busco un dolor puro,
busco su nombre para delatarlo.
Nada de puro aquí,
nadie puro en mí
salvo la voluntad de delatar el dolor.
Eso es poeta, para los que vienen:
el que delata el dolor
que late en toda entraña oscura.
Eso es poeta, para los que vienen:
y luego canta la alegría
del derecho al aire de la tierra.

V
Los que no tienen nada,
aunque algo tengan, están seguros
de lo que en su falta espera.
Y nosotros, riquísimos en nada,
intentamos cantarles su canción.

Dos

Lo que por miedo no se dice
no es enigma ni futuro
que en él pueda convertirse:
es carga, es carga simple
y puro peso que el otro
pone en tus hombros para que masques,
para que mastiques ese pasto espeso
durante el tiempo que gustes:
0j0, no es enigma
ni pájaro futuro el miedo.

Vengo a besarte por el detalle…

Vengo a besarte por el detalle
del roquefort en el sandwich.
No se te había ocurrido mezclarlo
con el jamón y el pan integral.
No importa que hayas interrumpido
aquella escritura incierta. En realidad
no iba a ninguna parte. Y sobre todo
(la noche caía con su linaje quebrado
sobre nosotros y sobre nuestros hijos)
era un pálido remedo de unas fresas
memorables. En cambio, este roquefort
derretido aún está vivo.

Si te gusta #Eduardo_Milán... Share on X

EL ÁRBOL DE LA VIDA [Mi poema]
Carmen Matute [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

De niño yo veía aquel legajo,
El Árbol de la Vida» su portada,
recuerdo, no recuerdo casi nada,
miraba aquel estante desde abajo.

Presumo contenía algún mensaje
tratando de este tiempo que es la vida,
trazado desde el punto de partida
y así y hasta el final del corto viaje.

Ignoro hasta su autor, quién lo escribiera,
-que aquí quien lo escribió ya no hace al caso-,
la vida está llegando hasta su ocaso
y el hecho de saber ya no sirviera.

Si un día he de volver, vuelvo al estante,
anuncio procurarme un taburete,
hacer una ascensión como un cohete
y andar ya más seguro hacia adelante.

Prometo he de mimarle a cada hoja
cual mima a la botella el que es beodo
que sabe disfrutar hincando el codo
y alumbra a su gaznate cuando moja.

De niño yo veía aquel legajo,
El Árbol de la Vida» su portada,
recuerdo no recuerdo casi nada
mirando en el estante desde abajo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Carmen Matute

A veces huyo…

A veces huyo
por intrincados caminos
construidos de palabras,
que me llevan
a los páramos de nadie.
Durante breves momentos
siendo este precario puente
hacia los otros,
con las palabras
que me crecen como ramas
en la boca,
y me sacan
de mi silueta
de animal desnudo.
Desde esta orilla solitaria
agito mis palabras mínimas
como banderas blancas
entregadas a un sueño,
y por algún tiempo
logro fugarme
en las palabras,
hermosas.

Amado

Fui agarrándome de ti,
de tus ojos,
campanarios llenos de palomas,
y tu pecho
encendido como un lucero sólo.

Caminé desesperada
en los senderos
trazados por tus venas
y me así
a tus riñones
y testículos,
a tus orejas
y tu lengua.

Golosa
bebí con gratitud
láudano en tu boca
y me detuve
por siglos en tu sexo:
lo exploré
con soles diminutos
nacidos en las puntas de mis dedos
y cárdenos frutos mancillados.

Copié tu mirada,
doblé tu risa,
y lúbrica mordí
tu agonía con los dientes.

Amor desgarrado

Bajo el ala de la noche
que deja
su huella imprecisa
bajo la sombra
del corazón repudiado
rumores de vidrio
rozan el sueño esquivo.

En esa hora que rezuma olvida,
en esa hora secreta y desgarrada,
la piel que me contiene
se llena de nostalgia y latidos.

Desarraigado
el amor
acaricia
la entreabierta herida
que sangra.

Autorretrato

Mentira:
el perfume
la voz
el encaje
la mujer de plástico
flor y ángel.

Verdad:
esqueleto y piel
angustia
pensamiento
eterna herida
inacabada.

Carta al amante

Por recorrer tu piel a pedacitos
olvidé la piel agrietada
de la patria,
dejé de andar por sus caminos,
no llegué hasta sus aldeas,
ignoré el hambre y la violencia,
sumergida en un orgasmo inacabable.
Así me fui volviendo caracol.
Me fui volviendo tortuga,
oculta en las profundidades de su casa.
Vivía inútil, cantando
como la cigarra de la fábula.
Mi casa no tenía puertas ni ventanas.
Monumental, ¡el egoísmo me envolvía
en su crisálida!
Sin embargo, nuestro amor crecía.
Nuestro amor, que ha sido
un diálogo de años.
Un amarnos a besos,
a golpes a mordiscos.

Casi podría decirte…

Casi podría decirte
devorada por la angustia
me asomo
a la vieja cueva prohibida
donde habitan
-libres y crueles-
mis monstruos, mis fantasmas,
los antiguos dioses
que me reservan un castigo inevitable.

Apenas un momento
los observo
y sus voces dispersas
se unen
llamándome con su canto de sirenas.

Entre lágrimas
cumplo con el rito silencioso
-madre-
y vuelvo de nuevo
a cerrar esa puerta.

Con ecos de casa vacía…

XIX
Con ecos de casa vacía
resuena tu nombre
y se pierde
en el laberinto de mi lengua.
Desde este túnel
donde aún busco mi muerte
-madre-
de nuevo me atas
al iluminado árbol de la vida,
aunque tú y yo sabemos
que un ataúd espera
por mi rostro sin máscaras,
mi cuerpo desnudo,
mi corazón de polvo.

Con sus garras de ónix...

Con sus garras de ónix,
puntual,
ordeña la muerte
cada uno de nuestros días,
y los sorbe insaciable
con su cruel hocico
de animal carnicero.

Constante nos acecha
con su besos inmensos
de azahares flagelados,
con el helado silencio
de su ombligo infinito,
de oscuro túnel,
donde habremos de olvidar
las amapolas,
el agua, el fuego,
y la inútil fosforescencia
de los mitos
que inventamos diariamente.

Deseo

Aún deseo
mis antiguos tiempos
fetales,
en que fui pez
opalescente y ciego.
Mis tiempos de transparencias
líquidas
cuando la premonición
no se aglutinaba en mi garganta,
y el dolor
imponente me olvidaba.
Aún poseo
el dulce anhelo
del retorno al líquen,
al húmedo,
indefinible origen.

Magia erótica

Me disuelvo
en la magia
giro
en medio del fruto
pulposo
oigo
el suave ruido
de la brasa encendida
el lenguaje húmedo
anclado en la boca.

Un tambor anuncia
tu pulso
tu obscuro río.

Cerrados los ojos
te miro
me miro
honda ceniza soy
ahora.

Mujer

Tatuada
con inscripciones misteriosas
que una mano de fuego
trazó por error
aquí estoy
yo, mujer,
que soy más cadáver que ninguno.

Mujer sola

La memoria es una tumba abierta
donde puedo enterrar
la piedad por mí misma,
mientras un felino se desliza
muy suave
por el aire de la alcoba
con la afilada garra
dispuesta a rasgar
sin rabia
a la mujer sola
que apenas está saliendo
de los filamentos del sueño.

Poeta solo

Solo
como Borges
en el fondo de la rosa
torturado por báculos de plata
espejos laberintos
talismanes
viendo su ceguera de frente
sin árboles
ni caminos.
Solo
como Whitman el hermoso
se pie frente a sí mismo
sin máscaras
el poeta grita
en una calle
se da con la cabeza
en los muros deshabitados
solo
con su ira pertinaz.
A nadie importa
que ame el tun y la chirimía
la marimba
las tejas de sus indias
sus obscuros pies de adobe.
El poeta
se sienta a contemplar
a la joven Guatemala
-sangre y leche-
desangrándose violada.
El fuego de la furia
lo cobija
como un útero maligno
lo atrapa
bajo campanas delirantes
lo encierra en su caracol de llanto.
El poeta está solo
bajo el cielo azul indiferente.

Presagio

Tras las ventanas que tamizan
la luz del sol que muere
aguardaba
el amor de un joven fauno,
su ternura despiadada,
su plenitud un poco melancólica,
el abismo
y la certeza del pecado
que me acechaban en el fondo
de la noche
fogosa de su boca.

Tras los párpados
guardaba ya
el dolor
de su mirada en sombra,
su proclamado
corazón infiel
de su olvido
la ciega certidumbre.

Propuesta del higo

Te propongo
la dulzura del higo,
su carne sonrosada,
replegada y húmeda
como un animal marino.

Goza el misterio de este fruto,
su textura de molusco,
su íntimo tamaño.
Tersa,
su pulpa
apremiará el deseo
de tu lengua.

Te propongo
las delicias del higo.
Muerde su violado,
desamparado centro,
prueba de nuevo -empecinado-
su carne
que guarda mieles y diluvios.

Las delicias y dulzura del higo
-pequeño y desbordado-
tan sólo te propongo.
Que tu boca profunda
se demore
en el dulzor secreto,
que asalte con lentitud
su carne desvelada.

Deja que a tu paladar
traiga la memoria
de sabores primitivos.

Punto G

Un desangrarse lento
remontable
hasta la más pérfida belleza
hasta el misterio de la carne inerme

un ciego encadenarse
a la vida
en medio de secretas humedades
fingiéndose criatura marina
o tal vez demonio
cómplice de un ángel
goloso y triste

un desangrarse
un encadenarse
un agonizar feroz
entre la luz imprecisa y virgen
de un eclipse
cerrados los labios y los ojos
pero abierta
extraviada
florecida.

Solo

Nada he sido
nada soy
sino escondida isla
sin pájaros
ni habitantes
sin voces que la pueblen
yerma
apenas viva
negra isla
huérfana
de la ternura de los nidos
región del vértigo petrificado
sin risas
ni panales
áspera isla soy
hondo lamento arrinconado
en la soledad del viento
polvo y sal
nutren mi médula
desterrada la plegaria
y la esperanza
sin astros finales
sin oráculos
sin nombre
yo la torturada.

Tengo miedo

Tengo miedo.
Qué difícil contarte esta verdad,
porque tú no sabes nada
sobre su vestimenta leve,
que se va deslizando
por los huesos
y se prende
como una enredadera amarga
en lo más hondo
de las raíces de la vida.
Qué importa.
Todo es tan inútil.
Uno está atrapado,
encogido como un feto,
sin luchar,
porque el miedo bestial
te ahoga, te aprisiona.
No hay sueños, ni recuerdos.
Sólo el agua glauca,
maligna,
que sumerge el cuerpo tembloroso
dentro del miedo.

Si te gusta #Carmen_Matute... Share on X

LLORARES [Mi poema]
Cristina Maya [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hace algún tiempo se echó a navegar
un inmigrante de un país vecino
soñando ingenuo con otro lugar
donde hallar el pan y el vino,
donde poder trabajar.

Sueño a sueño, muerto a muerto,
sueño a sueño, muerto a muerto.

De nada sirve quererlo ocultar
puesto que el riesgo ya importa un comino
y sólo ansían su sueño alcanzar.
Inmigrante, tu destino
puede acabar en la mar.

Sueño a sueño, muerto a muerto,
sueño a sueño, muerto a muerto.

Por más que sufras nadie ha de llorar
cuando te falle tu remo divino
y entre las aguas te puedas ahogar.
Emigrante no hay camino
que el fin será naufragar.

Sueño a sueño, muerto a muerto,
sueño a sueño, muerto a muerto.

Emigrante, ese lugar,
el paraíso no existe.
Y es allí donde naciste
donde puedes realizar
el sueño que un día tuviste.

Emigrante, lo que oíste,
lo que te quieren contar
a ser verdad se resiste
pues quieren verte muy triste
o te quieren engañar.

Que el hogar en que caíste
es donde está tu lugar,
sé fuerte, vive y resiste
embiste con lanza en ristre
y así podrás mejorar.

Emigrante, tu destino
puede en la mar acabar.
©donaciano bueno

Lee y tararea #Cantares de Joan Manuel Serrat Share on X

Comentario: Es evidente que ese vocablo «Llorares» que da título a estos versos no es correcto, pero me ha parecido acertado así titularlo simulando el Cantares de Antonio Machado.. 

MI POETA SUGERIDO:  Cristina Maya

Deseo

Orilla
laxitud donde se duerme un río
tierra húmeda
placidez del silencio.
Deseo que crece
en las fuentes del sueño
o en el paisaje cálido
donde la luz se anida.
Camino blanco
concierto unánime
¡amanecer abierto de campanas!

Desolación

Crece la noche
en su fragor secreto de resinas,
como un hilo de sangre en la espesura,
crece la noche
sin otra voz que el sordo murmurar
del tiempo.
La luna eclipsa su presencia
y como sombra tenue
se posa entre las ramas desoladas,
en los oscuros quicios de las puertas,
en los senderos olvidados
donde la luz naufraga de nostalgia.
Un preludio de alas
anuncia el vuelo de la tarde
y mientras crece la noche,
yo escucho la canción de los crepúsculos,
la voz oscura del misterio
que enreda sueños
en el telar vicioso de las horas
y mece entre los mágicos follajes,
las larvas del silencio.

Divagación

Voy por tu piel desnuda
alcanzando tus manos que diluyen las horas,
acercando mis ojos a tus sueños,
dibujando tu frente, tu mirada,
súbitamente recobrándote.
Comienzo a oír tu voz ahora,
a algún país lejano perteneces,
dueño de alguna embarcación perdida,
así te siento….
Ahondo mi corazón en tu latido,
distante estás del mar soñado
Y a mi orilla te acoges dulcemente.

El adiós

En el límite del ayer
que era nostalgia
y en el continuo adiós
que es mi presencia
algo de mi propio abandono,
de ese lento sigilo
que no nombra ternuras ni añoranzas,
como el ensueño plácido, inconcluso,
en mi mundo de sombras sobrevive.
Como si al deslizarse la tierra
descubriera también la mínima catástrofe
del agua que se quiebra.
Una plegaria entonces
para aquellos que viven en fúnebre abandono
y un sol no más para que pueda,
llorar lo que se ha ido.

El laberinto

Cómo romper
la cáscara del tiempo,
enredada en la entraña
del pasado…
Cómo salir, soltar la amarra
de ese espacio compacto
del recuerdo…
Soy la misma
que refleja su imagen
en la memoria ajada
de los días.
La que adopta
una máscara idéntica
y repite el vestuario
de la escena.
La que viaja y regresa
por el mismo camino
hasta la orilla.
La que al cerrar los párpados
refleja sus sueños
en la pupila inerte
de la noche.
La que vive el amor y el desamor
y repite por siempre
la historia circular
del laberinto.

El regreso

He regresado de la ausencia,
me detuvo en el largo camino
la estación de la muerte.
Viajaban trenes imposibles,
transeúntes anónimos,
laberintos oscuros.
No sé en qué estancia
donde todas las voces se diluyen,
tuve sentido del silencio.
Olvidé mis palabras,
alejé los recuerdos
y anduve sola y desterrada.
no hubo espejo dónde reflejar
mi imagen
lugar alguno dónde asir la nostalgia.
Sólo un abismo innumerable
donde el tiempo ahondaba
cada vez mi vacío.
Quedé anclada en las horas,
aferrada al momento.
Perdida de mí misma,
me busqué en la memoria.
Fui así reconstruyendo
a fragmentos mi imagen
y descubrí el espejo
en mi propia conciencia.

Frente al atardecer

Esta tarde
de bruma gris y hondo abandono,
tiene dolor de ausencia.
Frente a mí
la lenta melancolía
de las hojas
y en la ventana el viento
preludia una canción entristecida.
Soy el instante impreciso,
el endeble reflejo
de un retrato, un espejo, un poema.
Soy el perfil desvanecido
de todas las imágenes posibles,
sombra no más de lo que fue,
palabra blanca
en el papel del aire.

Hilandera

Hilandera que tejes
con tus tristes designios
el hilo de la vida.
Mira como avanzas y avanzas
con el tiempo
cual implacable máquina.
Mira como arrastras
con paso indiferente
todo el clamor humano.
Hilandera desteje,
o al menos,
detén la rueda hostil
pues aún vive la esperanza.

Inagotable

Deshabitada,
ausente del lugar
acostumbrado,
enclavada en un tiempo indefinido
así me siento en esta noche.
Ah, no quiero saber más
de las fugas perpetuas,
de las claudicaciones.
Mi mente vuela ágil
sin poder detenerse
guiada por una luz inagotable,
por un sueño de estrellas
que calcinan el cielo.
Me erijo en el recuerdo
y busco mi lugar
en la cambiante forma
de las cosas.
Porque ahora la noche se perfila
en su mudez pesada
donde queda temblando
el pulso de las horas
y mi deseo habita
esa región innominada
que se quiebra por dentro
en mil pedazos.
Entonces no puedo desprender
la recia costra de los años
y soy sólo el fluir de mi conciencia
¡debatiéndose sola
entre la nada!

Insistencia

Crece con insistencia tu recuerdo
y en la sombra impalpable
te recobro,
porque nunca me canso
de soñar tu imagen,
de reconstruirte en un espejo
eternamente inmóvil,
de seguirte en la caricia
constante del deseo,
en la fuerza inevitable de la sangre
que corre intensamente
hasta romper la piel,
hasta adherirse en la entraña
y convivir con ella
en una misma herida.
Pues soy rueda veloz que no claudica
hasta seguir en la loca carrera
hacia tu encuentro.

Invitación

Ven a habitar
esta parte de mi alma
suspendida en la orilla
de un crepúsculo.
Ven a abordar este barco
naufragado en lo azul
de mi nostalgia.
Mi casa te aguarda
florecida de lilas
y abierta al horizonte
donde la luz es el preludio
de una aurora
que apenas se perfila.
Todos los sueños caben,
todos los espejismos.
Aquí las ventanas
son puertos para viajar
por rutas olvidadas
y en las tardes
el jardín reverdece
de tallos y de hojas,
de voces minerales
que emanan de la tierra.
Mi casa te espera
lejos del frío nocturno
que cuaja de tristeza cada calle,
lejos de la negra visión,
que empaña las esquinas
de humo y pesadumbre.
Tibieza, claridad,
sombra apacible
de la luz en la lámpara
junto al libro
de signos admirables.
El lecho de los sueños,
la almohada reclinada
y mi amor abrigándote
en el silencio puro
de la noche.
Mi casa te aguarda
de pie sobre la vida,
a esta hora o en el círculo
eterno de las horas.

La carta

Para Said en las inolvidables
tierras de Egipto.

Si escribo con símbolos tu nombre
y cotidianamente te descubro
todo me lleva a ti.
Si en los rastros del viento,
en los signos del agua
te conozco,
eres para mí la imagen viva
de una eterna presencia.

Yo aún añoro un azul transparente,
un desierto enigmático,
la grandeza de un mundo ahondándose en mí
y la arena me quema todavía.
¡Cuánto sol!
Cuánto amor detrás de cada piedra,
buscando su refugio,
su espejismo encantado
entre las sombras…

Aún me liga la cadena del tiempo,
el misterioso jeroglífico,
el gesto inmemorial hallado
en cada sello,
en cada fragmento de granito,
en el recinto sagrado de los muertos.

Amor, cuántos recuerdos,
cuánta historia estremecida
por mil guerras fugaces,
cuánta hermosura en cada empresa,
cuánta tragedia al mismo tiempo.
Imagen tras imagen,
vuelven a aparecer los monumentos,
las columnas inmensas,
los fantásticos templos.

Todo se transfigura
y el tiempo se dilata,
se torna dúctil, susceptible al calor
de la memoria.
Entonces pareces más cercano,
como personificando un mito
y vuelve a mi recuerdo aquella noche.
La esfinge y las pirámides
entre ecos y luces taciturnas,
eran el límite del mundo…

Que grandioso espectáculo
cubriendo en horizonte
y entre besos de estrellas
qué hondo aliento respiramos,
qué eternidad nos conmovió
hasta el fondo.

Desde esta tierra americana
donde el sol y la lluvia se confunden,
donde los páramos, los montes se entrelazan
y las vorágines se crecen día a día,
desde este mundo joven te recuerdo
y olvido la distancia y las fronteras.

Luna

Luna de presagios,
abórdame esta noche,
vivo presa
de tu mágico hechizo
y en tu espacio de luz
espejea mi alma.

Poema de la ausencia

Cómo golpea tu ausencia
cuando evoco tus pasos por la casa,
tus huellas en mi alcoba,
mi cotidiano empeño de tenerte.
Puedo palpar la luz de cada amanecer
con su luna desierta y congelada,
tu voz de agua
fluyendo por mi sangre
de magnolia encendida,
tu sombra fugitiva
que tejes y destejes,
por la escalera anónima
que hasta ti me conduce.
Puedo esperarte desvelada
en la noche profunda,
sembrar el horizonte
de voces que te nombran
desde mis sueños desolados.
Penetrar en un círculo etéreo
de niebla y lejanía
de polvo inerte y blanco
donde mi soledad de nieve
habita el más remoto sitio
de tu alma.
Allí donde tu imagen
en constante reflejo del silencio,
memoria impresa en el espejo.

Presencia

Todo lo llena tu presencia:
lo distante y lo próximo,
lo pequeño y lo grande,
el delicado nudo de los sueños.
El mundo es una larga huella tuya
y yo piso la tierra
desterrando el olvido.

Tras tu sombra

Transfigurado en una luz más pura,
en ese límite soñado
que contemplamos juntos,
invencible en tu mundo y sublimado
surges en mi recuerdo como un símbolo.
¿En qué lugar, qué puerto,
qué territorio habitarás ahora?
Vivo por ti, viviendo tras tu sombra
y en el continuo miedo de perderte,
de no encontrar la ruta,
de dar mil vueltas
en la ilusión frenética del tiempo.
Tiembla la noche de mi insomnio,
¿qué país es el tuyo?
¿A dónde habrás viajado
desafiando las sombras?
Sólo sé que me adentro
sutilmente en la ausencia,
en un mundo impreciso que no tiene salida,
donde voy sumergiéndome
hondamente a tu lado.

Una puerta abierta a ti

Vencida estoy
en tu noche febril.
Soy esa luna
que lentamente se desangra,
soy esa luz que se debate
entre la libertad del aire
y la penumbra.
Pues al sumirme en ti
como en un sueño,
he iniciado mi viaje
por un extraño laberinto
donde sólo se plasma
la única imagen tuya.
Abordo ahora un infinito tren
con rumbo conocido,
el tuyo.
Divago en tumultuosas calles
en extranjeros mundos,
buscándote.
Soy quien me bebo
sorbo a sorbo la ausencia
con la firme esperanza
de encontrarte.
Hay una puerta abierta a ti,
detente en ese umbral,
quiero saciar la sed
de esta aventura,
calmar ese deseo de tenerte,
de sentirte cotidianamente
habitando en mi casa,
abordando mi lecho.
Detente en esta orilla,
pasajero de todos mis momentos,
estación del silencio
infatigablemente recorrida.

Si te gusta #Cristina_Maya... Share on X

Y UN DÍA TÚ DIRÁS [Mi poema]
Juan Calzadilla [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Y un día tú dirás
que el mundo no te entiende,
y haciéndote preguntas seguirás
mas nunca una respuesta encontrarás
que veas que te atiende.

Y un día tú verás
que aquí no pintas nada,
y al mismo dios y al cielo clamarás
mas solo entre la sombra sentirás
te han dado una patada.

Y un día llorarás;
un día, no sé cuando,
cansado hacer preguntas pensarás
no atiendo a sugerencias, ni una más,
no sigo ya esperando.

Y un día al fin sonó
clamando en el desierto,
respuesta a tu pregunta tengo yo,
y un eco misterioso respondió,
¡qué importa! ya estoy muerto.
©donaciano bueno

A la #vejez viruelas, no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Calzadilla

La vía desapacible

Cuento con la solidaridad del espejo.
Pero, además, quiero que se ponga de mi parte
cuando me veo frente a él. Y no que se limite
a copiarme tal como me ve
sino que se haga mi cómplice para
que tape todos mis defectos como a una madre,
con abstracción de todo lo que soy
y lo que seré.

Quiero que el espejo se excuse
y no me venga con el cuento:
“Si te hubieses olvidado de ti, dejándote en casa,
hubieras advertido que quien te traicionó
es otro. No el espejo sino el que huyó
detrás de ti, el precipitado, el libre de pasado,
el liviano de culpas, el que
viéndose en el espejo
por un momento creíste ser tú”.

La derrota

Siempre estaba listo para librar la batalla
en otra parte, no en él mismo. En definitiva
en el espacio más conveniente a las tácticas
del otro y, hasta si se quiere, en el terreno elegido
por éste. Él sabía que todas las batallas donde
se pone en juego el resto son a muerte,
incluso las que no se libran, pero si no le había
sido dado escoger entre la lucha corporal
y el armisticio, ¿cómo no haber pensado
que hubiera podido al menos elegir el lugar
del combate? Pero también este recurso le fue
negado. Y no por el contendor, quien confiaba
ya en su triunfo, aún antes de alistarse,
sino por él mismo. ¡Si hubiera podido disponer
de su vida como de un arma filosa!
¡Si hubiera sabido que su existencia era el cuartel
en disputa! Porque había que pegar duro
con los cuerpos. Y esto tampoco él lo sabía.

Epitafio

En mi entierro iba yo hablando mal de mí mismo
y me moría de la risa.
Enumeraba con los dedos de las manos
cada uno de mis defectos

y hasta me permití delante de la gente
sacar a relucir algunos de mis vicios
como si me confesara en voz alta
y en la vía pública.

Comprendo que esto no es usual en un entierro
ni signo de buen comportamiento.
Un ciudadano cabal, aun estando muerto

—cuando es él el centro de la atención—
debe guardar las apariencias
y cuidar de no exponerse al ridículo.

El que huye de la ciudad huye de sí

Entiendo que hay un golpe que no sabe renunciar
a la tinta de escribir con sangre.
Un golpe en voz alta que reside en el ojo de la tormenta
desde cuya empuñadura nos mira.
Advierto que sus aristas al rojo vivo
entran en el cálculo de las probabilidades matemáticas.
Un golpe cuyo efecto
no será juzgado por la clarividencia del eco
y cuya sonoridad ciega omite todo exceso
de retórica alrededor de lo acontecido.
Un golpe que no deja lugar
para los ejercicios de la memoria.
Bien dibujado en el extremo opuesto de la forma
que toma en el puño al ser arrojado.
Un golpe para el que la estupefacción
es sólo el recibo que él nos pasa.

El habitante precavido

Últimamente el cielo ha comenzado
a producirnos dolor de cabeza.
El smog arrastra colas de llamativas sirenas.
A fuerza de recibir brillo las miradas
toman la consistencia del esmalte.
Con mañas de tirabuzón el humo
nos enjuga las frentes.
Trenza el balbuceo de nuestros métodos.
El horizonte de la inundación se ha puesto de pie.
La nube ejecuta su vuelo como si se tratara
de un cohete. Pareciera leerse en sus piruetas
un designio de muerte.

Es obvio. La cosa está ahora en los techos.
El crematorio arma su cielorraso
con el escape de nuestros coches.
Hay algo que no alcanza a despegarse de nosotros,
un aire envilecido que no nos toma por sorpresa
puesto que de por sí
anida como medusa en nuestras frentes.

Poema del Año Nuevo

Tú que celebras, ¿has notado alguna diferencia
de ayer a hoy? ¿Por qué tanto alboroto?
Asómate, observa la calle y dime
si en este día de año nuevo todo no continúa igual.
Tu mirada y las cosas que ves permanecen
a la misma distancia de ayer, unidas por una línea recta
a través de la cual tus ojos dan por conocido
todo lo que encuentran en esa dirección.
El cielo sigue siendo de un austero azul neutral.
No hay nada nuevo en la forma en que
el sol lame la pared de enfrente. De eso mismo
se ocupaba ayer. ¿Y acaso ha adelantado en su tarea?
¿Qué te hace pensar
que flota en el ambiente un matiz especial
de cuya condición efímera se desprenda
un estado de ánimo más optimista y diferente
al de ayer? ¿Qué es eso de salir a dar gritos
por la calle? Esta mañana los acontecimientos
sin presentarse duermen a pierna suelta.
El azar mantiene en secreto su próximo paso.
Dependemos mucho más de él que de nosotros.
Voltea y observa en tu cuarto la pared
donde el almanaque cuelga en su sitio, sin moverse,
a la par del tiempo que con su ir y venir
hace que las cosas, inmóviles también,
se resistan a cambiar, cubriéndolas
con su manto polvoriento.
El espacio que habitas es el mismo.
Tú también.

Si te gusta #Juan_Calzadilla... Share on X

UN SIMPLE GARABATO [Mi poema]
Julio Martínez Mesanza [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Confieso me he sentido algo aliviado
sabiendo que yo soy un ser vulgar,
que debo de aprender a caminar
mirando con cuidado a cada lado
pues puedo tropezar.

No es cierto que yo sea inteligente
-dijo un sabio, yo sé que no sé nada-
inmerso, como estoy en la manada
me arrastro entre la gente cual Vicente*
cobrando mi soldada.

Que soy un triste humano desvalido,
-excuso al que se sienta trascendente-,
no encuentro una respuesta suficiente
y acepto ser un ángel que ha caído
en medio la pendiente.

Boceto el de algún acto inapetente
que apenas alcanzó a ser garabato
de un tipo muy difuso y mentecato,
a veces repelente o complaciente,
la huella de un zapato.
©donaciano bueno

Solo sé que no #soy nada Share on X

*¿Dónde va Vicente?, donde va la gente

MI POETA SUGERIDO:  Julio Martínez Mesanza

La derrota

A Abelardo y Marie-Christine

Tuve una amarga cita en Muros Negros.
El Maligno quería mi cabeza,
y yo cerrar su boca para siempre.
Fui con todas mis armas a su encuentro.
Cuando pasaba por las negras calles
las gentes del comercio me insultaban.
Esperé más de un año, y se reían
al verme inmóvil en la plaza inmensa.
Diariamente bardajes y banqueros
cumplían su papel contra natura
y la prensa alentaba todo fraude.
Ninguna cruz había en esa plaza
donde la corrupción se subastaba
por medio de la imagen y el sonido.
El torpe imitador jamás venía,
y yo era como estatua en la que orinan
los perros y defecan las palomas.
Malvendí mi armadura y los arreos
para pagar las deudas contraídas
con los proveedores de cebada
y dejar la ciudad abominable.
Entonces proclamaron mi derrota
y el pacífico triunfo del Falsario.
Su sutil ironía fue ensalzada
junto a la fortaleza de sus leyes.
Medio dormido sobre mi montura
cabalgo por un bosque de ahorcados,
mientras me alejo de los negros muros.
No sé dónde serán las otras citas.
Le ruego a Dios que me conceda fuerzas
y combatir de frente al enemigo.

Es poder una torre sobre rocas…

A Luis Alberto de Cuenca

Es poder una torre sobre rocas
cuyo interior adornan ricas telas
e inscripciones de anales y de leyes.
Una torre que guarda los despojos
de solares y eternas dinastías.
Tiene el poder severos escenarios
e implacables sirvientes silenciosos.
Poder arroja infamia sobre el tibio
y no acepta en su guardia a los neutrales.
Tiene la torre normas que el profano
no comprende y desprecia torpemente.
Poder cierra la boca al arbitrista
y hace que el cuerdo abrevie su discurso.
Es poder una torre sobre un yermo
cuyo exterior el tiempo hizo terrible.
De «Europa» 1983

He soñado de nuevo con jinetes…

He soñado de nuevo con jinetes
pesadamente armados. A lo lejos
acampan. Vemos la humareda enorme
de sus festines y sus grandes sombras.
Sabemos que vendrán tarde o temprano,
y ante su carga no valdrán las hachas
ni las cobardes hoces, ni la astucia.
Sobre nuestras espaldas de vencidos
golpearán terribles sus espadas.
Quisiera desertar, pero me dicen
que sé algo de estrategia y que soy joven.
Quisiera estar del lado de los otros.
De «Europa» 1988

La torre y los cerdos

Arriba, donde reza la doncella,
todo el día es de día; abajo, donde
viven los cerdos, es siempre de noche.
Hay criados que conocen ambos mundos,
pues tienen que subir todos los días
para servir a la doncella orante.
Otros, los que alimentan a los cerdos,
pierden la vista paulatinamente,
y lo mismo sucede con los cerdos,
incluso algunos nacen ya sin ojos.
En tiempo de matanza la doncella
sueña con un inmenso mar de sangre
al que se asoman altos promontorios
formados por los huesos de los cerdos,
y sueña que uno de esos cerdos ciegos
la empuja y contra el rojo mar la estrella.
Esto sucede arriba de la torre,
desde la que se ve una tierra inculta
cruzada por acequias desecadas
y cerrada por anchos y altos setos.
Unas lomas impiden que la torre
se vea desde lejos, y el viajero
que ahora llega sólo puede verla
cuando su enorme sombra lo amenaza.
Limpiará muchos años las pocilgas
y vivirá la vida de los siervos:
el promiscuo placer y la torpeza
del vino, y su lenguaje serán gritos
y blasfemias y en viles altercados
se verá envuelto, y perderá su nombre.
Un día encontrará una cruz tirada
entre los excrementos de los cerdos,
una pequeña cruz labrada en oro,
que ocultará supersticiosamente
ya la que llevará siempre su mano
antes de hacer un rápido remedo
de señal de la cruz, para escudarse
ante un peligro o dar a la conciencia
una tregua después de la caída.
Pasado el tiempo, no tendrá memoria
del error que lo trajo a las pocilgas,
ni de por qué vagaba por los campos
buscando no se sabe bien qué cosas.
De «Las trincheras» 1996

Las campañas de mayo

Otros recuerdan los jardines falsos
del amor y los días en que amaron
o creyeron amar, y otros, los libros
que leían de niños y marcaron
su vida para siempre, ya que nunca
pudieron entender cómo es el mundo.
Y todos se consuelan de esta forma
e incluso se entusiasman cuando sienten
que la memoria puede moldearse
a voluntad y dar lo que no daban
el amor, los jardines y los libros.
Yo recuerdo las cosas que no hice:
las campañas de mayo sobre todo.
De «Las trincheras» 1996

Los prisioneros

A Lorenzo Martín del Burgo

Él era de una raza de gigantes.
Mirábamos sus ojos, y su orgullo
nos sojuzgaba. Mucho ponderamos
su grandeza de espíritu, su forma
de arrastrar las cadenas en la jaula.
Era la dignidad y lo inasible,
un astro en torno al cual todo giraba.
Cuando fue deportado, nuestras vidas
perdieron su más clara referencia:
allí permanecía aquella jaula,
pero sin nuestro superior trofeo,
y el tiempo en el cuartel se hizo insufrible.
En vano organizarnos correrías,
saqueos sistemáticos y asaltos
por sorpresa; fue inútil disfrazarnos
con harapos y entrar en las ciudades
del enemigo y practicar secuestros:
ningún botín podía devolvernos
la confianza perdida y la victoria
dejó de ser hermosa y el combate
se convirtió en oficio de asesinos.
Vemos la noche desde nuestra jaula
y nos imaginamos yermas lunas
más lejos cada vez unas de otras
y un sol sólo ceniza a la deriva
del que también se alejan esas lunas.
Entonces la traición de nuestros jefes
y todos nuestros crímenes no importan;
aunque tarde, aprendemos la renuncia
y viene a consolarnos el desprecio.
De «Europa» 1990

Nínive

No soy feliz, ni lo seré venciendo.
Ya no quiero vencer. Lanzo la flecha,
pero la estéril ansiedad persiste.
Mando romper el nervio de los arcos
y la ansiedad persiste. Ya me hiere
todo rumor y escucho predicciones
sobre eclipses e imperios. El insomnio
me devuelve un pretérito manchado.
La vejez de los dioses es inmensa,
y mil generaciones de los hombres
alcanzan lo que alcanza su agonía.
Los crímenes de un dios jamás prescriben,
se arrastran como siglos por los siglos
ensuciando los ojos de lo eterno.
Todo lo que alcancé ya no me sirve.
No quiero ver a la mujer gozada.
No quiero ver el campo victorioso.
No quiero ver las torres ni los templos.
Ni las palabras dichas ya me sirven:
escapan sin sentido de mi boca.
Todo lo que contemplo se empobrece.
Ningún alivio encuentro en los paisajes
que los hombres aprecian. Ha salido
muchas veces el sol, muchas ha muerto.
De «Europa» 1986

Nunca he visto gozosa a la discordia…

Nunca he visto gozosa a la discordia.
No conozco el olor que tiene el campo
después de la batalla. Nunca he visto
caballos sin jinete entre las picas
vagar y entre los muertos. No conozco
la voluntad de ser invulnerable
ni el estupor que nace con la herida.
De «Europa» 1983

Remedia amoris I

Amigos, el amor me perjudica:
no permitáis que caiga nuevamente.
Podemos emprender una campaña
o el estudio de textos olvidados:
algo que me mantenga distraído.
No me habléis de la dulce voz de aquélla
ni del hermoso talle de esa otra.
Quemad todo retrato, ensordecedme,
poned sus armas en mis propias manos:
si sé el secreto su poder se extingue:
ellas son incapaces de ternura.
De «Fragmentos de Europa» 1977-1997

Retirada

Vengan grises caballos por la senda
nevada, y un anciano se detiene
y ve pasar jinetes y armas oye.
Continuamente pasan los soldados,
y otra tierra recuerda y otro tiempo.
El corazón del viejo se ensombrece
mientras las muchas sombras enumera,
y otra guerra recuerda y otros hombres.
De «Europa» 1986

Rusia

Me puse a divagar y pensé en Rusia;
también pensé que el alma es como Rusia
y que son sus fronteras las de Rusia,
amenazadas por las mismas hordas.
Después pensé en un carro de combate
que avanza por la estepa día y noche
dejando sus rodadas infinitas
en los fangales del primer deshielo.
Por su torreta asoma la figura
de un hidalgo espectral y delirante
que a grandes voces desafía al mundo
y pide a Dios la salvación del diablo.
De «Las trincheras» 1996

San Luis
A Violeta

Hay algo noble en todas las espadas.
Hay algo noble en todos los jinetes.
Y espadas nobles hay en manos regias,
y audaces horas y monarcas santos
que cabalgan enfermos, poseídos
por una gracia que el temor destruye.
Ellos nunca quisieron ser los dioses
pues Dios era su sueño y su vigilia.
Hay espadas que empuña el entusiasmo
y jinetes de luz en la hora oscura.
De «Europa» 1986

Sancta María

Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra,
Majestad y Humildad, impera siempre.
Tiro como si fuera un trapo viejo
la razón inestable que ayer dijo
y dirá lo contrario de inmediato.
Olvido los tres siglos de cordura,
la mole de palabrería impresa,
e intento serte grato nuevamente.

Sólo quiero volver a las trincheras…

Sólo quiero volver a las trincheras,
a las trincheras donde nunca estuve.
La mañana de nieve, el negro muro,
tus palabras de hielo en mis oídos.
Sólo quiero volver a la tristeza
del frente occidental, que es mi tristeza.

Tartaria

Cuando a mi estéril corazón me vuelvo,
por las eternas dudas asolado,
pienso en Tartaria, en gélidos desiertos,
y una sombra comienza a tomar forma
y una forma se encarna lentamente,
mientras mi débil voluntad conquista.
Desde entonces que el jinete eterno,
a quien turban inmensas lejanías,
lleno de desazón, se ponga en marcha.

Si te gusta #Julio_Martínez_Mesanza... Share on X

UN NIÑO PINTADO [Mi poema]
Gómez Manrique [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tengo un niño pintado en la pupila,
un peque que es un sol, una monada,
no puede despegar de su mirada,
penetra con tal fuerza que encandila
a mi alma enamorada.

Me gusta ver cuando hace travesuras,
le miro y en sus ojos me recreo,
es un niño de comic. Mi teveo.
Si le veo me invita a hacer locuras
de guapo que le veo.

Sonríe y creo me hace carantoñas,
al menos yo inocente es lo que creo,
¡qué más da si es verdad!. Que me mareo.
Prefiero disfrutar de esas gazmoñas.
¡Bendito pataleo!

Bendita, loada lluvia esa semilla.
Fue de abril un día, una mañana.
Que ese día yo puse una peana
plantada en el ojal de la mirilla
y sigue en su ventana.
©donaciano bueno

Es un #niño tan majo que ni pintado...? Share on X

Gómez Manrique  Gómez Manrique

A una dama que iba cubierta

El corazón se me fue
donde vuestro vulto vi,
e luego vos conocí
al punto que vos miré;
que no pudo facer tanto,
por mucho que vos cubriese
aquel vuestro negro manto,
que no vos reconosciese.
Que debajo se mostraba
vuestra gracia y gentil aire,
y el cubrir con buen donaire
todo lo manifestaba;
así que con mis enojos
e muy grande turbación
allá se fueron mis ojos
do tenía el corazón.

Canción para callar un niño

Callad vós, Señor,
nuestro Redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Ángeles del cielo,
venid dar consuelo
a este moçuelo
Jesús tan bonito.
éste fue reparo,
aunque él costó caro.
de aquel pueblo amaro
cativo en Egito.
este santo dino,
niño tan benino,
por redimir vino
el linaje aflito.
Cantemos gozosas,
hermanas graciosas,
pues somos esposas
del Jesús bendito.

Canciones

Desnuda en una queça,
lavando la fontana,
estaba la niña loçana,
las manos sobre la treça.

Sin çarcillos nin sartal,
en una corta camisa,
fermosura natural,
la boca llena de risa,
descubierta la cabeza
como ninfa de Diana,
miraba la niña loçana
las manos sobre la treça.

Coplas

¡Ay dolor, dolor,
por mi fijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David.
Oíd, señores, oíd,
la gran desventura mía.

¡Ay dolor!

A mí dixo Gabriel
qu’el Señor era conmigo,
y dexóme sin abrigo,
amarga más que la hiel.
Díxome qu’era bendita
entre todas las nacidas
y soy de las afligida
la más triste y más aflicta.

¡Ay dolor!

¡O vós, hombres que transistes
por la vía mundanal,
decidme si jamás vistes
igual dolor de mi mal!
Y vosotras que tenéis
padre, fijos y maridos,
acorredme con gemidos,
si con llantos no podéis.

¡Ay dolor!

Llorad conmigos, casadas;
llorad conmigo, doncellas,
pues que vedes las estrellas
escuras y demudadas,
vedes el templo rompido,
la luna sin claridad.
Llorad conmigo, llorad
un dolor tan dolorido.

¡Ay dolor!

Llore conmigo la gente
de todos los tres estados,
por lavar cuyos pecados
mataron al inocente,
a mi fijo y mi señor,
mi redentor verdadero.
¡Cuitada! ¿Cómo no muero
con tan estremo dolor?

¡Ay dolor!

¡Ay dolor, dolor,
por mi primo y mi Señor!
Yo soy aquel que dormí
en el regazo sagrado,
y grandes secretos vi
en los cielos sublimado.

Yo soy Juan, aquel privado
de mi Señor y mi primo;
yo soy el triste que gimo
con un dolor estremado.

¡Ay dolor!

Yo soy el primo hermano
del facedor de la luz,
que por el linage humano
quiso sobir en la cruz.
¡O, pues, ombres pecadores,
rompamos nuestros vestidos!
¡Con dolorosos clamores
demos grandes alaridos!

¡Ay dolor!

Lloremos al compañero
traidor porque le vendió.
Lloremos aquel cordero
que sin culpa padesció.
Luego me matara yo,
cuitado, cuando lo vi,
si no confiara de mí
la madre que confió.

¡Ay dolor!

Estando en el agonía
me dijo con gran afán:
«Por madre ternás tú, Juan,
a la Santa Madre mía.»
¡Ved qué troque tan amargo
para mí de grande cargo!

¡Ay dolor!

¡O hermana Madalena,
amada del Redentor!
¿Quién podrá con tal dolor
remediar tan grave pena?
¿Cómo podrá dar consuelo
el triste desconsolado
que vido crucificado
al muy alto rey del cielo?

¡Ay dolor!

¡O Virgen Santa María,
Madre de mi Salvador!
¡Qué nuevas de gran dolor
si podiese vos diría!
mas, ¿quién las podrá decir,
quién las podrá recontar,
sin gemir, sin sollozar,
sin prestamente morir?

¡Ay dolor!

Vós, mi fijo adotivo,
no me fagáis más penar.
Decidme sin dilatar
si mi redentor es vivo,
que las noches y los días,
si d’Él otra cosa sé,
nunca jamás cesaré
de llorar con Jeremías.

Señora, pues de razón
conviene que lo sepáis,
es menester que tengáis
un muy fuerte corazón,
y vamos, vamos al huerto,
do veredes sepultado
vuestro fijo muy preciado
de muy cruda muerte muerto.

Fragmento del planto de las virtudes

Que la boca mencionada
d’este valle temeroso
prestamente fue juntada
con la ribera nombrada
del río tenebregoso.
no sin duda mayor pena
el que tragó la ballena
creo sintiese que yo
en me ver adonde no
fallaba salida buena.

E como toro judío
busca por donde fuir,
andaba del todo frío
desde las cuestas al río
catando por do salir:
mas a la fin no fallaba
en esta ribera brava
ningund seguro pasaje
pues la cumbre del boscaje
con las nubes comarcaba.

Sentimiento de partida

Yo parto de vos, doncella,
fuera de mi libertad;
yo parto con gran querella
de vuestra pura bondad.

yo parto con gran tormento
por esta triste partida,
e llevo tal pensamiento
que fará corta mi vida.

Yo parto con gran dolor
por ir de vos apartado:
yo parto muy amador
de vos, que voy desamado.

Yo parto en vuestra cadena
de que no cuido salir,
e llevo tan cruda pena,
que no vos la sé decir.

Yo parto mucho contento
de vuestra gentil figura;
yo parto bien descontento
de vuestra poca mesura.

Yo parto, mas non se parte
siempre de vos mi pensar;
e lievo la mayor parte
de dolor y de pesar.

Yo parto porque me alejo
el más triste que me vi;
yo parto, mas con vos dejo
la mayor parte de mí.

Yo parto triste porque
vuestro mirar me robó,
e lievo por buena fe
gran quexa de vuestro no.

Yo parto porque me aparta
la mi no buena fortuna;
yo parto con pena farta
sin esperanza ninguna.

yo me parto de miravos
con dolor muy dolorido,
e lievo de bien amarvos
prosupuesto no fingido.

Fin

No quiero más enojarvos,
mas por merced yo vos pido
que vos plaga recordarvos
de cuán triste me despido.

Si te gusta #Gómez_Manrique... Share on X

DOS MUNDOS DIFERENTES [Mi poema]
Cristóbal Castillejo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Vivimos en dos mundos diferentes,
en ríos muy dispares navegamos
surtidos por diversos afluentes
y, en fin, que no es igual lo que soñamos.

Partimos de patrones muy distintos
tú siempre preocupada por las formas,
a ti te gusta el blanco, a mi los tintos,
yo sólo me intereso por las normas.

A ti te encanta oír las comidillas,
yo a cuestas con mi cara de hombre serio,
huyendo de salir de mis casillas,
que escape de mi boca un improperio.

En una sola cosa coincidimos
aquello en que los dos complementamos.
Del día en que ambos dos nos conocimos
gozamos del saber que nos amamos.
©donaciano bueno

Y tú, en qué #mundo vives? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Cristóbal Castillejo

RESPUESTA A UN CABALLERO

Una copla me enviastes,
Señor, mala yacija,
Hecha con pies de estornija;
El mal es que trasnochastes,
Y al cabo paristes hija.
Mas, sin más satisfación
De los yerros que hay en ella,
Sois digno de haber perdón
Siquiera por la pasión
Que pasastes en hacella.

A OTRO, POR OTRO TANTO

Vuestras copias recibí,
Y es cierto que, si no fuera
Porque no digáis de mí
Que de envidia no las vi,
De asco no las leyera.

Y porque daros razón
De los yerros que llevaban
Era daros más pasión,
No os digo sino que son
Cuales de vos se esperaban.

A OTRO, POR LO MISMO

El que las coplas hicistes,
Todos los que las miramos
Sabed qu’en deuda os quedamos
De la risa que nos distes;
Pero vos de vos y dellas
Quexaros también podréis,
Porqu’el tiempo nos debéis
Que gastamos en leellas.

A UNO QUE QUERÍA QUE LE GLOSASE UN MOTE

No sufre glosa ninguna,
Porque huyen de rondón
La razón y la intención
Por su parte cada una.

Y de tal entendimiento
El mote tan lexos va,
Que no lo confesará
Sino a fuerça de tormento.

A UNO QUE APOSTÓ DE HACER UNA COPLA

Pues falta no hay en vos,
Desempeñad vuestra prenda,
Qu’esta cifra de contienda,
Mejor me perdone Dios
Que vuesamerced la entienda.

Y mirad a qué me atrevo,
Que aunque la echéis en la cama
Yo lo consiento y apruebo,
Tan sin temor de su fama
Como si fuese una dama.

RESPUESTA

No sé si huya de vos
O busque quien me defienda;
Porqu’en tan estrecha senda
No ternéis en mucho a dos
Si corréis suelta la rienda.

Y aunqu’el mote no fué nuevo,
Nueva querella me llama
De vengarme con renuevo,
Si en mí prueba vuestra dama
Cuán justamente os desama.

A UNA DAMA

¡Qué buen caballero era,
Perdónele Dios, amén,
Dexando tal heredera!
Si antes de escribir muriera,
¡Oh, cómo muriera bien!
Su pensamiento fué vano,
Aunque sano
Si le terciara el estilo.
Válgale por codicilo,
Pues lo escribió de su mano.

Mas si acuerda de aceptar
Vuesamerced esta herencia,
Quiéroos, señora, avisar
Que no os podéis escusar
De pleito ni diferencia;
Porque el alma que os dió a vos
Es de Dios,
Si quisiere recibirla;
La fe no pudo partirla,
Pues no puede ser de dos.

A UN AMIGO

No os burléis de la invención
D’este mi nuevo presente;
Que se hace por razón
Que este caballo bridón
Espuelas no las consiente.

Por su nombre lo veréis
Que derriba de loçano;
Mirad cómo arremetéis,
Porque a lo menos quedéis
Con las riendas en la mano.

A UN MAL PAGADOR

Pues no se escusa perderos,
Según que camino va,
Yerro pienso que será
Dexar perder mis dineros.

Y pues por tan poco precio
Perderme, señor, queréis,
Más quiero que me acuséis
De importuno que de necio.

A UNA QUE SE CASÓ CON UN BARBERO

Hi de puta, ¿qué señal
De querer quitar baraja?
Estando conmigo mal,
Señora, pesar de tal,
¿Echáis mano a la navaja?

Bastaba para una mora
Los regalos y sainetes
No dármelos ya, señora,
Sin que me queráis agora
Trasquilar a panderetes.

A UN CABALLERO

Por grosera cosa ser
Los dexó toda la gente;
Y vos, por bien parecer,
Holgáis, señor, de traer
El vuestro públicamente;
Por tanto, si no queréis
Que reniegue la paciencia,
Suplícoos que os le quitéis,
Salvo si no le traéis
En señal de penitencia.

Qu’en traer tan sin razón
Collar que tan poco pesa,
A muchos dais ocasión,
Señor, de murmuración,
Juzgándolo por empresa;
Mas, pues para lo dexar
Hay uso sobre razón,
No lo debéis dilatar,
Porque tan pobre collar
Peor es que de jubón.

A UNA GUARNICIÓN DE TERCIOPELO

En cuero me la envió
Con mil golpes por la cara;
Si el pelo no le faltara,
El tercio bien acudió;

Pues viene sobrerraída,
Señal es que fué borrón,
Porque para guarnición
Viene muy desguarnecida.

Si te gusta #Cristóbal_Castillejo... Share on X

José Angel Buesa

Poema de la duda

Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cauce sin agua, como un arco sin flecha,
pues lo que enciende un beso lo apaga una sospecha,
y en amor es culpable el que perdona.

Ya es sombra para siempre lo que miró la duda
con su mirada amarga como una fruta verde;
y el alma está perdida cuando pierde
el supremo pudor de estar desnuda.

Así, frente a la noche, te he de tender la mano
con un gesto cordial de despedida,
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida
la angustia irremediable de haberte amado en vano.

¡AY, EL DOLOR! [Mi poema]
Manuel Magallanes Moure [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El amor que sangra por la herida
cercano es al dolor. Que el sufrimiento
no tiene en que apoyarse ni un momento,
rezuma la esperanza ya perdida.
de sano el sentimiento.

Y es que el dolor que juega en la partida
lo mismo viene y va cual vuela el viento.
Igual que se marchó, sale a tu encuentro
o revuelve anunciando despedida
con un final cruento.

Mas también el dolor fuente es de vida
así que se convierta en vil lamento,
lo traigo a colación por el momento
en la que has de firmar ya la partida
y llegue el fin del cuento.
©donaciano bueno

No existe #placer sin #dolor, o si? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Magallanes Moure

Adoración

Tus manos presurosas se afanaron y luego,
como un montón de sombra, cayó el traje a tus pies,
y confiadamente, con divino sosiego,
surgió ante mí tu virgen y suave desnudez.

Tu cuerpo fino, elástico, su esbelta gracia erguía.
Eras en la penumbra como una claridad.
Era un cálido velo que toda te envolvía,
la inefable dulzura de tu serenidad.

Con el alma en los ojos te contemplé extasiado.
Fui a pronunciar tu nombre y me quedé sin voz….
Y por mi ser entero pasó un temblor sagrado,
como si en ti, desnuda, se me mostrara Dios.

Alma mía, pobre alma mía…

Alma mía, pobre alma mía,
tan solitaria en tu dolor.
Enferma estás de poesía,
alma mía llena de amor.

Crees que la vida es un cuento,
crees que vivir es soñar…
Pobre alma sin entendimiento,
hora es esta de razonar.

Ve que la vida no es aquella
que te forjaste en tu candor:
la vida con amor es bella,
pero es más bella sin amor.

Ve, alma mía, pobre alma mía
ve y empéñate en comprender
que el amor es melancolía
y es amargura la mujer.

Sin amor y sin sentimiento
serás fuerte, podrás triunfar.
Alma, la vida no es un cuento;
alma, el vivir no es el soñar.

Que en ti el vivir no deje huella
ni de placer ni de dolor:
la vida con amor es bella,
pero es más bella sin amor.

Sé cauta, sé diestra, sé fría;
no te dejes enternecer
que es el amor a la mujer
por tu amor a la Poesía.

Coge, alma, la flor del momento
y no la quieras conservar.
Si se marchita, échala al viento,
que lo demás fuera soñar.

Esta mujer es como aquélla:
todas son fuente de dolor.
Alma mía, la vida es bella,
pero es más bella sin amor.

Y mi alma dijo: «En mi embeleso
oí tu voz como un cantar.
¿Sabes? Soñaba con un beso
robado a orillas de la mar.

Amor

Amor que vida pones en mi muerte
como una milagrosa primavera:
ido ya te creí, porque en la espera,
amor, desesperaba de tenerte.

era el sueño tan largo y tan inerte,
que si con vigor tanto no sintiera
tu renacer, dudara, y te creyera,
amor, sólo un engaño de la suerte.

Mas te conozco bien, y tan sabido
mi corazón, te tiene, que, dolido,
sonríe y quiere huirte y no halla modo.

Amor que tornas, entra. Te aguardaba.
Temía tu regreso, y lo deseaba.
Toma, no pidas, porque tuyo es todo.

Ansiedad

Ella:
Sus ojos suplicantes me pidieron
una tierna mirada, y por piedad
mis ojos se posaron en los suyos…
Pero él me dijo : ¡más!

Sus ojos suplicantes me pidieron
una dulce sonrisa, y por piedad
mis labios sonrieron a sus ojos…
Pero él me dijo : ¡más!

Sus manos suplicantes me pidieron
que les diera las mías, y en mi afán
de contentarlo, le entregué mis manos…
Pero él me dijo : ¡más!

Sus labios suplicantes me pidieron
que les diera mi boca, y por gustar
sus besos, le entregué mi boca trémula…
Pero él me dijo : ¡más!

Su ser, en una súplica suprema,
me pidió toda, ¡toda!, y por saciar
mi devorante sed fui toda suya
Pero él me dijo: ¡más!

Él:
La pedí una mirada, y al mirarme
brillaba en sus pupilas la piedad,
y sus ojos parece que decían:
¡No puedo darte más!

La pedí una sonrisa. Al sonreírme
sonreía en sus labios la piedad,
y sus ojos parece que decían:
¡No puedo darte más!

La pedí que sus manos me entregara
y al oprimir las mías con afán,
parece que en la sombra me decía:
¡No puedo darte más!

La pedí un beso, ¡un beso!, y al dejarme
sobre sus labios el amor gustar,
me decía su boca toda trémula:
¡No puedo darte más!

La pedí en una súplica suprema,
que me diera su ser…, y al estrechar
su cuerpo contra el mío, me decía:
¡No puedo darte más!

Apaisement

Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.

Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.

Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
por él la luna de oro va.

Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros nos miramos
en el sereno atardecer.

Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del amar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.

Aquella tarde única se ha quedado en mi alma…

Aquella tarde única se ha quedado en mi alma.
Su luz flota en la sombra de mi noche interior.

Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana,
sólo un azul reflejo, nada más que un vapor
de luz que se filtraba por las breves junturas,
sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión
de claridad fluyendo por entre los postigos.
Nada más que el ensueño de aquel suave fulgor.

Sólo esa fugitiva vislumbre en la ventana.
No más. Y en la penumbra, libres al fin, tú y yo.
En silencio llegaba yo al fondo de la dicha;
con infantil dulzura, tú gemías de amor.

Sólo el azul reflejo de aquella tarde única…
¿No ves tú en la ventana? ¿No ves tú? Quizá no.
Acaso no lo viste, porque cuando yo inmóvil
me quedé contemplando aquel suave fulgor,
tú en aquellos momentos de lánguido reposo
dormías dulcemente sobre mi corazón.

Veo la fugitiva vislumbre en la ventana,
oigo el ritmo apacible de tu respiración.
Te siento. En la penumbra te siento. Eres tú misma
que te duermes, ya mía, sobre mi corazón.

De mis días tristes

Quedo, muy quedo penetré a tu alcoba
y ahogando el rumor de mis pisadas.

Avancé…

Ya la luz desfallecía.
El aposento sumergido estaba
en una claridad tenue y dudosa;
y era esa claridad así tan lánguida
como la suave luz de tus pupilas
cuando mi boca febriciente y ávida
muerde la dulce carne de tus labios…
Entonces languidecen tus miradas
con desfallecimientos de crepúsculo.

En el limpio cristal de la ventana
agonizan reflejos purpurinos
y las sombras germinan en la estancia.
como un florecimiento de tristezas
en los pliegues recónditos de un alma.

Flota un vago perfume… Así el perfume
de tu alma de mujer enamorada.
Así tan leve, así tan vago… Acaso
este perfume delicioso es tu alma!

Acaso este perfume es el espíritu
de aquellas pobres rosas deshojadas
que por buscar el sol del vaso huyeron
y sin sol se quedaron y sin agua…
Acaso este perfume delicioso
así tan leve, así tan vago, es tu alma!

Aquí la mesa pequeñita en donde
llorando escribes tus amantes cartas:
allí tu traje rosa, cuya seda
el tibio aroma de tu cuerpo guarda;
allá en el muro, hundida en la penumbra,
la silueta borrosa de una santa;
acá el vacío espejo de Venecia
como un pozo de sombra, y de la estancia
en un ángulo oscuro, el blanco lecho,
como un altar de albura inmaculada!

De rodillas caí junto a aquel lecho
y convulso de amor besé la almohada,
y el tibio aroma de tu carne virgen
busqué, besando las revueltas sábanas
que ajé ardorosamente en mi locura…

Y hallé las dulces huellas que buscaba
y el tibio aroma de tu cuerpo amado
llegó hasta el fondo mismo de mi alma.

Y lloré de placer y de amargura,
y amoroso besé, mordí con rabia
y fué un delirio enorme y angustioso…

Temblé.

Miré en redor y mi mirada
se hundió en la negra sombra de la noche.

Sentí fuego en los ojos… Eran lágrimas.
Tambaleando salí, como un demente,
y abierta y sola se quedó tu estancia…

El baño

A Pedro Gil

En un rincón discreto del parque legendario
sus muros que recubren viejas enredaderas
alza el baño, al través de las brumas ligeras
que suben de la tierra como de un incensario.

Dentro de la vacía piscina un solitario
sauce va dejando caer sus postrimeras
hojas. mientras los sapos desde sus madrigueras
gargarizan las notas de un vibrante rosario.

Dentro de la vacía piscina un solitario
sauce va dejando caer sus postrimeras
hojas, mientras los sapos desde sus madrigueras
gargarizan las notas de un vibrante rosario.

Flota en aquel recinto misterioso el ensueño
de las blancas mujeres que con reír sonoro
se hundieron en el agua de la piscina aquella.

Todo habla de caricias, y hasta un rayo risueño
del sol poniente, vuela como un beso de oro
que buscara una boca para posarse en ella.

El buen olvido

¡Hace ya tanto tiempo! Te creí tan distante,
tan perdida en el hondo sendero del olvido,
y ha bastado esta noche tranquila e inquietante,
y han bastado este aroma en el aire doemido,
y estas sombras profundas y este vago claror
de la luna en creciente, para que yo te tienda
mi alma a través de todo, como una buena senda
lunada de esperanza y olorosa de amor.

Porque olvidé tus besos, tengo sed de tu boca,
porque olvidé tu acento, tengo ansias de tu voz,
porque olvidé tu alma, mi alma ahora te evoca
al pie de la montaña, bajo el cielo de dios.

Amada, ¿ves la luna? Dame, dame tu mano.
Dame también tus labios. seremos como hermano
y hermana. Nos iremos por el vago sendero
que se interna en la noche. Nos seguirá un austero
silencio, y poco a poco será el buen recordar.

roces, palabras, besos. ¡Te creí tan distante!
Y en la pálida noche, el placer fulgurante
de sentirnos de nuevo, de volvernos a hallar.

El paseo solitario

Ya estoy solo, mi amor. Tras el penoso
ascender por atajos y quebradas
domino la extensión del mar ruidoso,
cuyas olas se rompen en cascadas
al pie del farellón en que reposo.

El mar, la soledad… Allá la ardiente
fulguración del sol que ya declina,
y abajo un remover de espuma hirviente
y un chorrear de agua cristalina
que está corriendo interminablemente.

El mar y el cielo en lo alto separados
poco a poco se acercan, se confunden,
cual dos enormes cuerpos enarcados
y ya en el horizonte, ambos se funden
como en un beso dos enamorados.

Ya estoy solo, mi amor. Estar contigo
en esta soledad fuera mi anhelo;
solos ante el océano, al abrigo
de estas rocas y bajo este áureo cielo
que alegre ríe como un rostro amigo.

Tener sobre mi hombro reclinada
tu cabeza y posar en tus pupilas
mis ojos y beber la luz dorada
de tus pupilas verdes y tranquilas
que miran como un mar hecho mirada.

Tenerte aquí mientras el mar desflora
sus espumas jugando entre las peñas;
tenerte aquí, sobre esta erguida roca
y preguntarte suavemente: -¿sueñas?
y unir después mi boca con tu boca

Para decirte lo que mi alma amante
callada guarda, pues no halló el momento
de decírtelo a solas y anhelante
contarle todo, todo lo que siento,
quisiera estar contigo en este instante.

Aquí en la soledad, a la difusa
claridad del crepúsculo marino,
encendida en amor mi alma y confusa
de placer, te hablaría en el divino
idioma en que el poeta habla a su musa.

Aquí en la soledad, de este paraje
donde ojos no hay que miren a hurtadillas
ni oídos prestos al espionaje,
yo a tus pies caería de rodillas
como cae ante el ídolo el salvaje…

Ya estoy solo, mi amor. El viento azota
las olas que en rebaños tumultuosos
atropelladas van. Un barco flota
y abre y cierra sus remos luminosos
en un blanco aleteo de gaviota.

Y prefiero estar solo, amada mía,
porque allá al lado tuyo está el tormento
de ver que en todo hay un mirar que espía,
de hallar en todo un escuchar atento
que oye cuanto mi boca te confía.

Sí! Prefiero estar lejos del encanto
que de tu ser divino se desprende
y recordar tu imagen que amo tanto
mientras resuena el mar y el cielo enciende
las luminosas flores de su manto.

Porque en la soledad amplia y desnuda
que me envuelve, mi boca se liberta
de la mordaza que la tiene muda
y con gran voz te llama y no despierta
ni un eco hostil mi voz ardiente y ruda.

Porque en la soledad te llamo y vienes
ya mí te acercas llena de ternura
y me dejas besar tus blancas sienes
y el prodigio admirar de tu hermosura
sin que las ansias de mi amor refrenes.

Porque en la soledad con alegría,
vienes al lado mío y soy tu dueño;
porque en la soledad mi fantasía
realiza en ti su más soñado sueño
y en mis brazos te estrecho, y eres mía!

Va la luna bogando como una
barca que se tumbó del lado izquierdo.
Volveré por aquella blanca duna
y alumbrarán mi senda tu recuerdo
y la luz misteriosa de la luna.

Si te gusta #Manuel_Magallanes_Moure... Share on X

DUDANDO QUE ES GERUNDIO [Mi poema]
Joan Maragall [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Aunque diga que sí, no estoy seguro
si digo lo que el cuerpo a mi me pide,
tampoco es evidente si coincide
con lo que se me ocurre o si es conjuro,
que ignoro la equidad cómo se mide.

Pues decir y pensar son diferentes
hay cosas que frecuente a veces pienso
y suelo repetir si echan incienso
y muestran sus aplausos complacientes
a los que con frecuencia soy propenso.

Hay veces en las que hablo sin saber
y otras hay que no sé ni lo que digo,
algunas que aborrezco y que maldigo
pues quisiera después retroceder
y lograr olvidarme no consigo.

Saber y conocer a ciencia cierta
es algo que aunque busco no he logrado
así que tantas veces lo he intentado
dejando a la verdad la puerta abierta
y ver que acto seguido se ha cerrado.

Mejor será plantarse ante la duda,
partiendo de la base que la mente
es pobre y limitada, inconsistente,
así que lo demuestre, es testaruda
y quiera ella seguir contracorriente.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Joan Maragall

Canto espiritual

Si el mundo es ya tan bello y se refleja,
oh, Señor, con tu paz en nuestros ojos,
¿qué más nos puedes dar en otra vida?

Así estoy tan celoso de estos ojos y rostro,
y del cuerpo que me diste, Señor,
y del corazón que en él late…
¡y tengo tal miedo a la muerte!

Pues, ¿con qué otros sentidos me harás ver
este cielo azul sobre las montañas,
y el ancho mar, y el sol que en todo brilla?
Dame en estos sentidos paz eterna
y no querré más cielo que este cielo azul.

Aquel que grite tan sólo «¡Detente!»
al instante que le traiga la muerte,
no lo entiendo, Señor, ¡yo, que quisiera
parar tantos instantes cada día
para que eternos fueran en mi corazón! …
¿O es que este «hacer eterno» es ya la muerte?
Pero entonces, la vida ¿qué sería?
Tan sólo sombra del tiempo que pasa,
ilusión de lo cerca y de lo lejos,
cuenta del mucho, el poco, el demasiado,
engañador, pues ¿ya todo lo es todo?

¡Da igual! Del modo que sea, este mundo
tan extenso, tan diverso y temporal,
esta tierra con todo cuanto engendra,
es mi patria, Señor, ¿y no podría
ser también una patria celestial?
Hombre soy, y es humana mi medida
para todo lo que pueda creer y esperar:
si mi fe y mi esperanza aquí se quedan
¿me acusarás por ello más allá?
Más allá veo el cielo y las estrellas,
y allí también un hombre ser quisiera:
si a mis ojos las cosas has hecho tan bellas,
si mis sentidos y ojos hiciste para ellas,
¿por qué cerrarlos, pues, otro «como» buscando?
¡Si para mí jamás lo habrá como éste!
Ya sé que existes, mas dónde, ¿quién lo sabe?
Cuanto miro se te parece en mí…
Déjame, pues, creer que estás aquí.
Y cuando llegue la hora temerosa
en que se cierren estos mis ojos humanos,
ábreme tú, Señor, otros mayores
para tu inmensa faz poder mirar.
¡Nacimiento mayor sea mi muerte!
(Versión de José Batlló)

Escolium

Cual dos que hablando juntos van,
andando por un sendero partido,
uno por el veril soleado;
otro abajo, en la umbría,
Adelaida y el poeta se han hablado,
cuerpo y espíritu él; tan sólo espíritu, ella.

Adelaida:
Ay! ¡Cuánta angustia en este camino!
¡Cuán oscuro y cuán malandado!
Veías siquiera el sol, las montañas,
brillar las cosas bajo el cielo azul,
y no este limbo de voces extrañas
sin forma ni color… Dime, Arnaldo:
¿Quién es ése que por la triste senda
nos conduce cual sombras sin virtud?
Ya será algún poeta que sueña
el sueño de eterna inquietud.

El poeta:
La verdadera vida
del espíritu vives, ¿y aún te quejas?
Hacia lo inmutable caminas.

Adelaida:
¡Nada hay como ver el sol!
Llévanos, pues, a la senda
de las cosas corporales,
buen amigo, aunque sea
sufriendo todos sus males.
Aunque la luz nos deslumbre,
aunque el fragor nos atonte,
y el cuerpo entero nos infierne,
con todos sus sentidos sufriendo,
la vida primera quiero,
ver, oir, gustar y tocar:
no sé vivir de otro modo,
ni tampoco deseo probar.

El poeta:
La vida que ahora ansías
es la gran resurrecci6n.
Quizá no fuera la que tenías,
pero tampoco la otra; aún no.

Adelaida:
Pues bien te contentas tú
con la vida que ahora tienes.

El poeta:
Mientras pueda ver a través del mundo
lo que para ti sólo es puro gozo o tormento,
de mi vida estaré contento,
ya que en una dos vidas son.
Pero si este ser fuese dividido
y sólo corporales quedaran mis sentidos,
antes preferiría abandonarlos
y, como tú, ser sólo un espíritu.
No ahora, que todo canta en mis entrañas,
y esposa tengo, e hijos,
y que en la cima de las solariegas montañas
un grito hay de renacimiento entre mil peligros.
De amor y lucha es éste mi momento,
y ansío brazos para amar, luchar.
Cuanto tengo, deseo, y a lo hecho pecho.
Mas, ¿qué sé yo de lo que querré mañana? (…)

Adelaida:
¿Y qué sabes tú de este mundo o de otros,
ni lo que un cuerpo es, o un espíritu,
ni el poder que el deseo tiene sobre nosotros,
en el pecho alentando hasta el final?
Si por muerta me tienes, yo me tengo por viva;
si bien, cual enterrada en vida,
mis sentidos furiosamente quiero,
mas algo hay que me oprime.
Si no puedes librarme de ello,
¿de qué os sirve, pues, poetas, la poesía?

El poeta:
En tal punto una voz escucho
que escuchar de otro modo no podría.

Adelaida:
¡Oh! ¡La voz sin sonido del difunto!
No es esta voz la que querría,
sino la que de mi pecho surgida
en torno mío alegre resonaba:
ésa es, amigo, la que yo te pido,
todo cuánto ella comportaba.
y si tanto no puede tu poesía,
si no puedes volverme al mundo, calla y acaba.

El poeta:
Por piedad, Adelaida,
al igual que aún hay cosas no sabidas,
apenas la poesía está iniciada,
y de virtudes desconocidas está llena.
Mas tienes razón, ya basta de hablar.
En silencio aguardemos otra edad.
(Versión de José Batlló)

Insolada

En una casa campesina había
una doncella que tenía
los diecisiete años de amor, y era tan bella
que decían de ella:
«Es una moza como un sol.»
Ella bien sabía
el parentesco que con él tenía:
porque cada mañana,
de par en par abierta la ventana,
con su fuego ambarino y mañanero
le llenaba su cuarto por entero,
y ella, toda desnuda, con delicia,
se entregaba al fulgor de su caricia.
De tanto darse a estas tan dulces mañas,
el sol se le quedaba en las entrañas
y bien pronto sentía
un ardor que en su seno se movía.
«Adiós los míos y mi casa amada:
me voy al mundo, por la luz preñada.»
Abandonada y sin hogar
por la comarca comenzó a vagar.
Alegre como un pájaro volando,
iba sola cantando:
«Yo me soy la alborada,
pues llevo dentro el sol y soy rosada,
mis cabellos rojean,
mis ojos centellean,
mis labios bermejean,
llevo en frente y mejillas su color
y en el pecho su ardor:
toda yo soy claror contra claror.»
La gente que la oía
se paraba admirada y la seguía:
la seguía por el llano y la montaña
para escucharle su canción extraña,
que poco a poco la iba embelleciendo.
Que su hermosura era cabal sintiendo,
dijo: «Mi hora ha llegado.»
No canto más y, hallándola a su lado,
entró en una cabaña que allí había.
La gente que en aquel entorno estaba
sólo veía un resplandor y oía
los gritos de dolor que ella lanzaba.
Las grietas de la puerta, de repente
lucieron como estrellas fuertemente.
En seguida se alzó una llamarada,
toda la gente huyó de allí aterrada,
y en la gran soledad sólo quedaba
un niño igual que el sol, que caminaba
y decía, subiendo por la sierra:
«Vengo a juntar al cielo con la tierra…»

La vaca ciega

En los troncos topando de cabeza,
hacia el agua avanzando vagorosa,
del todo sola va la vaca. Es ciega.
De una pedrada harto certera un ojo
le ha deshecho el boyero, y en el otro
se le ha puesto una tela. La vaca es ciega.
Va a abrevarse a la fuente que solía,
mas no cual otras veces con firmeza,
ni con sus compañeras, sino sola.
Sus hermanas por lomas y cañadas,
por silencio de prados y riberas,
hacen sonar la esquila mientras pastan
hierba fresca al azar. Ella caería.
Topa de morro en la gastada pila,
afrentada se arredra, pero torna,
dobla la frente al agua y bebe en calma.
Poco y casi sin sed; después levanta
al cielo enorme la testuz cornuda
con gesto de tragedia; parpadea
sobre las muertas niñas, y se vuelve,
bajo el ardiente sol, de lumbre huérfana,
por sendas que no olvida, vacilando,
blandiendo en languidez la larga cola.
(Versión de Miguel de Unamuno)

Las joyas

Quiero cubrir de joyas tu cabello,
tu garganta y tu pecho, brazos, manos,
en memoria de todas las caricias
que te haga ahora y que te hice antes.

Como lluvia, las joyas en tus miembros,
como lluvia los besos de mi amor,
y bajo cada beso que se encienda
un nuevo resplandor, como una estrella.

Una joya por beso, que ilumine,
quieta noche, lo noble de tu cuerpo;
mas después del gran día, luego el día;
la esposa, sin las joyas, del esposo.

Miércoles de Ceniza

¡Miércoles de Ceniza, oh tú que extiendes
tus nubes rosadas
sobre la ciudad de mis pensamientos,
igual que en la otra de calles pobladas!
Es en ésta que algún sonriente rayo
del sol de febrero
deja la alegría.
También sonríen mis nubes, cruzadas
por un chorro de poesía.

Es como una vuelta eterna al principio,
es la juventud siempre renovada.
De la neblina del mucho pensar
surge una palabra
toda iluminada
con un sentido nuevo: la niebla se deshace,
y el pensamiento toma otra vez fuerza;
un día, esta palabra te tendrá
a ti; también a ti, al verla impresa;
y también a tus ojos atónitos brillará
en ese instante, como recién creada.

Seré yo quien entraré traidoramente
en tu casa, cuando menos lo pienses,
y aguardaré allí, en la penumbra
durante días,
hasta que al verte solo
en tu alcoba, recluido en la tristeza,
sobre ti caeré cual chorro de sol
con mi perenne grito juvenil.
Me meteré en tus ojos, hasta tu corazón.
Mi brillante puñal hasta la entraña
te penetrará, dándote la vida con la muerte.
(Versión de José Batlló)

«Nutre al amor de recuerdos y ausencias…»

Nutre al amor de recuerdos y ausencias;
brotará así maravillosa flor;
desprecia cualquier complacencia
que no llegue por medio del dolor.
No guardes otro don que tus lágrimas
ni otro consuelo quieras que suspiros:
tu palabra mejor está en el alma,
y el más sabroso beso te dieron los zafiros.
No sería la amada en su presencia
nunca como es ahora en tu adoración.
Nutre al amor de recuerdos y ausencias;
brotará así maravillosa flor.
(Versión de José Batlló)

Oda a España

Escucha, España, la voz de un hijo
que te habla en lengua no castellana;
hablo en la lengua que me ha legado
la tierra áspera;
en esta lengua pocos te hablaron;
en la otra, demasiado.

Demasiado de los saguntinos
y de los que mueren por la patria;
y por tus glorias y tus recuerdos,
recuerdo y gloria de cosas muertas,
triste has vivido.

De distinta manera quiero hablarte.
¿Por qué derramar la sangre inútil?
La sangre es vida, si está en las venas,
vida hoy, vida para los que vengan;
vertida, es muerte.

Demasiado pensaste en tu honor
y escasamente en tu vida:
tus hijos, trágica, diste a la muerte.
Mortales honras te satisfacían;
tus fiestas eran tus funerales,
¡oh triste España!

Yo vi barcos zarpar repletos
de hijos que a la muerte entregabas:
sonriendo iban hacia el azar,
y tú cantabas junto a la mar
como una loca.

¿Dónde tus barcos? ¿Dónde tus hijos?
Pregúntalo al Poniente, a la ola brava:
perdiste todo, a nadie tienes.
¡España, España, vuelve en ti,
rompe el llanto de madre!

Sálvate, sálvate de tantos males;
que el llanto te haga alegre, fecunda y viva;
piensa en la vida que te rodea;
alza la frente,
sonríe ante los siete colores del iris.

¿Dónde estás España, dónde que no te veo?
¿No oyes mi voz atronadora?
¿No comprendes esta lengua que entre peligros te habla?
¿A tus hijos no sabes ya entender?
¡Adiós, España!
(Versión de José Batlló)

Si te gusta #Joan_Maragall... Share on X

LA VIDA A GUASA [Mi poema]
Orietta Lozano [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un ser que andaba descalzo
un día a dios se encontró
¿quién eres, le preguntó,
que a conocerte no alcanzo?

Y él le respondió, si quieres
saber más cosas de mí
tendrás que subir allí
donde guardo mis dossieres.

Mas saber, tú has de saber
que soy un ser infinito
y un cerebro tan chiquito
nunca me ha de conocer.

Es mejor puedas creer,
que eso a ti más te conviene,
no permitas que él se aliene
y en su lucha perecer.

Y si no, deja en la duda,
dalo por amortizado,
nadie nunca lo ha logrado
y yo no saldré en tu ayuda.

Por si las moscas intenta
ser contigo consecuente,
Y al fin del tiempo presente
verás que te trae a cuenta.

Haz mejor tabula rasa,
que a mi descubrir no intentes
no creas a los videntes,
tómate la vida a guasa.
©donaciano bueno

Un excelente #consejo no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Orietta Lozano

A este triste animal que me soporta…

A este triste animal que me soporta
le duele el vuelo de mi espíritu,
la sagacidad de mi garganta
que huye de la soga,
la escueta salud de mis microbios,
el juego lúgubre de mi carne.
La recolecta está hecha,
la oreja de Van Gogh, para un poema
de agua y de dolor,
un rayo de sol para mi ombligo.
Todos me dieron la palabra
plena de sutiles formas,
todos me dieron el ayuno pleno de sus bocas,
ahora, mis brazos fatigados
recogen las flores funerarias
esparcidas en mi alcoba.

Amo en ti lo que en otros…

Amo en ti lo que en otros
hubiera despreciado:
tus pasos algo tardos,
tus pies casi pesados;
tu cabeza inclinada hacia la frente;
tu madurez,
y tu cansancio.
Amo el gesto de tus labios,
tus sonrisas,
trago a trago.
Tu traje también lo amo:
es tu presencia;
sus arrugas son la marca
de tus luchas.
Tus zapatos son un signo de mi espera,
cuando van tristemente hacia tus calles.
¿Por qué tienes
las manos desatadas?
¿Quieres llevar la frente levantada
y estar firme,
y regresar a tu voz
hoy, y mañana,
con la misma palabra
decantada?
Te hallarías
inundado de fango,
enturbiadas tus manos,
y los hombros
agobiados de pronto por un peso
acerbo
tan intenso
que te arrastraría encadenado hacia los años
venideros.
Un sabor cáustico de acíbar
purifica mis labios.
Tengo envenenada la garganta.
Gritaría con rabia,
tumbaría mis puertas, mis techos, mis aldabas,
destruiría sin conciencia mi casa y tu casa,
para romper las ataduras
de tu alianza.
Pero sería la derrota de lo que vale adentro,
y estarías
empequeñecido por ti frente a tus ojos,
débil para la lucha de los odios
no tan grande, no tan fiero, no tan alto,
cuando tu cruz se levante
sobre el altar de tus años.

Ascendiendo hacia el olvido

Redimí mi carne, la inmolé en el sagrado
bebedizo de la poesía
y me lavé en sus aguas de yerbas perfumadas.
Me liberté en el mítico olor del lenguaje
que me poseyó en los sueños.
Todo será conmigo en la hora inviolable,
todo se irá conmigo, el polvo de la luna,
tus uñas desgarrando mi fastidio,
el olor inviolable del deseo.
Los perros hambrientos del lenguaje
han dejado su presa abandonada en el silencio.
-Me duele el lenguaje que agoniza tercamente
entre mis carnes-
Olvídame
con tu recuerdo me desciendes,
me detienes.
-Lo perdido nunca más será hallado-
Déjame en la edad del olvido.
Un día me uní a esta violenta caravana
y la destrocé como a una jaula de gorilas,
destrocé la nave en que se detuvo el desespero,
la incineré como carne sagrada y su polvo
me dio la dimensión del tiempo y de la muerte.
Déjame en la edad de la nada.
Déjame ascender hacia el olvido.

Danza

Qué voz hace crujir el vestido de seda
de esta noche y entreabrir los muslos tiernamente
y desnudar su espalda de mujer?
Parece ser el canto ebrio de bacantes
o el susurro lejano de una viuda
o la lluvia entrecortada de una novia.
¿Qué voz extraña hace que el perro se levante y dance,
y la luna galope en el lomo de un caballo,
y el lago abra su ojo cristalino más que nunca?
¡Levántate, amor! La noche espera ser ungida
de vinos y perfumes,
sacrificada como una diosa frágil
entre los brazos de la tierra.

Despojada

Dónde despertar, en qué momento,
lo inmediato duele, quema,
explota bruscamente entre mis cejas.
La búsqueda se ha perdido,
el tiempo cayó goteando por tus ojos
todo crimen quedó estático en mis sienes,
yo me hundo en cada flor como la abeja
y ningún fruto se perfila.
Me he despojado de todo encuentro,
sobre mi hombro se posa el pájaro del silencio
y a veces, sólo a veces, la carcajada del delirio,
viene a perforar los huesos a mi hastío.

Día

El sol se enreda en mis pestañas,
y tú asistes al rito cotidiano del agua y del espejo,
henchido, vaporoso, con tu rostro esculpido de sueño
y de deseo,
como si fueras a un congreso de dioses azulados,
o al territorio de esperma del poeta.
El día danza complaciente y tu garganta sin sonido
como un espejo mágico, brindando el sí desnudo a mí
pregunta.
Tú buscas incansable el color de mi tristeza,
el agua matutina entre mis dedos,
el control de la luz sobre mi cuerpo,
las horas que se yerguen como caballos musicales.
Yo palpo mi deseo tirada como una fruta seca
y me interno entre los fragmentos que va
dejando el día.
La ruta de cigarras fluye circundada de atardecidos cantos.

Esta noche

Como duelen los vientos esta noche
cuando lejos los tambores de la guerra
se acarician tristemente y pedazos de cielo
se desprenden podridos, fatigados.
Esta noche en la habitación con aroma de durazno
los amantes susurran como soldados heridos
y recuerdan su primer beso como una suave bala.
En los vejados divanes, los abuelos de risa lánguida
sólo esperan la fría caricia de la muerte
y se entretienen, tejiendo, sus horas de recuerdos.
La noche avanza como un gran dios que hechiza en el
miedo
más allá de los bosques y las sombrías trampas,
más allá del salvaje amor de la hembra humillada.
En esta noche de mirada de lobo
cómo duele el silencio que reposa como muchacha febril
detrás de los cristales de las casas.

Estallido

El poema estaba por salir
pero las rejas milimétricas, las rejas metafísicas
las nerviosas rejas
lo sostenían en el lado horizontal de la memoria .
… El estallido se produce,
la línea horizontal deviene multitud de líneas
y el poema baja hasta la más tranquila hoja.

Intimidad

La noche vuelve secreta
a tantear mi cuerpo,
me penetra lenta y suave
me abro
como una flor nocturna.

La amante

Soy la amante
que estrenas,
la nueva, la eterna,
la de muslos trigueños,
columnas seguras
que se abren perfectamente
para dar paso
a tu mar ancho y espeso.
Soy la de paralelas montañas,
erectas, duras,
por donde han caminado
pájaros heridos de amor.

Soy la amante nocturna,
la de noctámbulos besos,
( mis ojos, túneles profundos
donde se pierde la soledad).

Soy la de siempre, la eterna,
la que te arranca el hastío
de cada costado,
la que se tiende plácidamente,
la que se para,
la que te sorprende,
la que se quita las vestiduras
y se lava en tu río claro.
Soy la que te crucifica
con mis ojos, con mi lengua,
la que se pierde
en tu mirada lela,
la que infatigable
recorre tu cuerpo,
la que vibra con devoción
en tu silencioso mundo.
Soy ella, la eterna,
la antigua, la nueva,
la de siempre
la que se cierra
la que se abre
la de ambivalentes tardes.
Soy la que renace,
la que se abre
la que se cierra.

Ojos habitados

Ven, ciérrame los ojos con un beso
para que no pueda ver mi cielo,
y de nuevo
ábreme los ojos con un beso
para que así no pueda verlo entre mi sueño.
Oblígame al secreto
para que nada diga de los besos,
y pídeme que cante
para que pueda hablarte.
Eres el que puso en mis labios
la voz, desde hace mucho tiempo,
y has habitado
mis manos
desde que mi sangre sólo estaba creciendo.
Ibas a preguntarme
por mi cadena insomne,
y era mayor el hambre de mi acecho
y la estructura de mis huesos
estaba decayendo.
Ven, ciérrame los ojos
para que pueda descansar mi ruego.

Palabras

Fui lenta, vaporosa,
alegre espectadora
de un noctámbulo teatro
a mirar risueñamente
a la cantante calva
cuyos cabellos había dejado
suspendidos
en la intimidad del tiempo.

Palabras lejanas

A Alejandro Pluma

Soy la antigua amiga de la correspondencia lejana
de cartas delirantes enredadas en los sueños.
Apenas te acordarás de las secretas frases
entre sedas vaporosas que vestía la curva de mi vientre.
y hoy cuando el sol ha bajado hasta los árboles
y los pájaros circundan la autopista
te imagino tan duro y tan flexible
entre los fragmentos dejados por mis dedos.
Yo, la que te enviaba las estrellas entrega inmediata
y con fugitivo aire de poeta
merodeaba el correo y al librero de cabellos blancos.
Yo, a quien después de tanto conoces poco,
he dejado mi vocación de errante,
mis secretas corrientes de aire
por donde escapaba mi soledad.
Te conozco allí donde pareces más lejano
en la transparencia de tu sonido.
Pobre poeta malhumorado de largas barbas,
¿vendrán tus palabras a dispersar mi angustia?
Yo, la que intentaba en tediosas noches
dejar mi rostro en fugaces cuerpos
para quedarme sola con el agua y los espejos,
me miro ahora en la palabra de tu carta más amada,
y esta vez no habrá intentos de suicidios
a cambio de tu fruta indescifrable.
Sólo destellos de silencio.

Pensamiento II

A Alejandra Pizarnik

Vengo del silencio,
mis ojos se secaron como el agua de hace siglos.
Me lancé al vértigo de lo extraño y accesible
al final fantástico, al comienzo.
Senté a la muerte en mi silla paralela,
nos miramos y supimos que estábamos perdidas
supimos de la cita misteriosa,
todo lugar era el exacto, cualquier hora la precisa.
Los hombres la miraban como una doncella condenada,
la contemplaban indecisos, la injuriaban,
y ella la de tantas muertes, se protegía el rostro
con mis manos.
Ella siempre supo de mi sueño,
que la buscaba a lo largo de un pasillo,
en lo oscuro de una cueva,
en la geometría de las casas;
y con el miedo de una niña pálida
que acude a su primera cita, a su primera muerte
se aposentó en mi regazo suavemente
buscando para su juego el final fantástico,
el comienzo.

Pensamiento oculto

Por qué no vienes hacia mí
y posas tu palabra en mi desnuda carne
y renuevas mi sangre y la calientas.
Juguemos con la lunática noche
a dibujar mi voz en tu boca
a danzar con música de agua.
… Me crispa este sutil secreto
mientras amablemente hablamos
de las mil noches y una noche.

Si te gusta #Orietta_Lozano... Share on X

Antonio Machado

Profesión de fe 

Dios no es el mar, está en el mar; riela
como luna en el agua, o aparece
como una blanca vela;
en el mar se despierta o se adormece.
Creó la mar, y nace
de la mar cual la nube y la tormenta;
es el Criador y la criatura lo hace;
su aliento es alma, y por el alma alienta.
Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad, que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!

EXPLICACIONES [Mi poema]
Leopoldo de Luis [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo escribo por escribir
por placer, no hay más razones,
pues no tengo aspiraciones,
y no quiero competir,
huelgan más explicaciones.

Cojo las flores que encuentro
y en ellas siempre me inspiro
y las plasmo en un papiro
que en mis textos son el centro
de ese fiel que tanto admiro.

Casi todas son silvestres
y con ellas me entretengo.
Hay algunas de abolengo
que son falsas, no rupestres,
y a inspirarme no detengo.

Y aunque a mí nadie me aguante,
yo a discutir no me avengo,
pues por no tener, no tengo
ni a una musa en un estante,
pues ni sé si voy o vengo.

Cual Machado en mi camino,
a mi mismo ando buscando.
No puedo seguir soñando
así borracho de vino
sospeche estoy divagando.

Y es que mi único placer
se asemeja al onanismo,
no creer en uno mismo
y en los otros no creer
ni en la pila del bautismo.
©donaciano bueno

Y tú, también #escribes...por escribir...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Leopoldo de Luis

Con los míos estoy. He aquí mis cartas…

Con los míos estoy. He aquí mis cartas,
descubro claramente el juego:
miro la realidad y a este costado
se me inclina la voz por donde muero,

por donde el corazón ligeramente
me vence cada día con su peso
y una pequeña herida hacia la tierra
me va sangrando el verso.

Entre estas manos con que escribo cabe
acumulado todo lo que tengo,
todo lo que sostiene el breve mundo
querido que defiendo.

Cada mañana pongo a flote el barco
que se fue a pique en la tiniebla, el lienzo
de las velas coloco… (Cada día
el barco queda un poco más adentro.)

Soporto humanamente, como cada
uno, mi propio muerto,
y procuro que no me toque nadie
el hedor de este triste compañero.

No me resigno a que las cosas vayan
por la tierra peor que por el cielo.
Para cumplir con mi verdad escribo.
(Perdón si soy modesto.)

Cumpleaños

Un año es como un torpe dromedario
y abrimos sobre él otro desierto.
Hemos venido en un camello muerto
sobre el que cabalgamos a diario.

¿Será cada año otra cabalgadura?
¿Cumplir años será algo más que un reto
o será ir descubriendo ese secreto
que nos espera tras la puerta oscura?

Cumplir años es como apostar fuerte
por la lenta derrota de la muerte
y ver que aún sigue abierta nuestra herida.

Miguel Oscar Menassa: todo empieza
de nuevo cuando juegas otra pieza
en el ajedrez rojo de la vida.

El espejo

Con los ojos vendados nos miramos
cada día delante de un espejo
para ser sólo imágenes
nuestras que no veremos.

Desfilamos, retratos fidelísimos,
copias exactas, calcos o reflejos,
resbalamos por aguas espejeantes
como narcisos ciegos.

Debo de ser la sombra, los perfiles,
la refracción de ese cristal o hielo;
debe de ser el doble repetido,
el náufrago en el fondo de ese sueño.

Qué culto extraño ante el cristal, la luna,
de extraterrestre, de astronauta muerto
girando sin sentido
en la órbita cerrada por el pecho.
Qué culto extraño para
sentirnos sólo luminoso eco
de nuestra propia realidad corpórea,
mitología del agonizamiento
liturgia de pantallas sucesivas,
idolatrización de reverbero.

Sólo somos figuras proyectadas
sobre un cristal, pero jamás nos vemos.

El paisaje eres tú

No hay paisaje sin ti. Qué roca oscura,
qué mar de plomo, qué amarillo cielo.
Es sólo tu mirada la que infunde
belleza y claridad. Máquina extraña
que elabora el prodigio del paisaje.

Sólo es rosa la rosa si la miras
y este trozo de tierra abrupta y este
trozo de mar sombrío se revelan
en tus laboratorios cerebrales.
Ah, si fuese verdad tanta belleza.
Pero la verdad nace en los sentidos.
La verdad es tu mano y es tu lengua,
tu nariz, tus oídos, tus pupilas
y tu humana conciencia recogiendo
tanto material presto a la hermosura.

Cuando la bomba aséptica extermine
córneas, tímpanos, lenguas, pituitarias
y piel en forma tuya edificados,
¿qué será de esta pobre geografía
sin el soplo de un dios que la despierte?

El puzzle

Frente a frente y el puzzle en medio. Sé
que pude acertar solo el acertijo
pero es más llevadero buscar juntos
las piezas que completen el diseño.
Nunca damos con todas: huecos hay
porque ignoramos los cartones-guía,
porque no damos con la pieza-clave,
la pieza-madre que clausure el juego.

Tú sabes que encontramos piezas falsas,
quizá piezas que fueran de un tablero
distinto, de otra caja. Parecían
nuestras, mas su perfil no era el exacto.
Apartarlas costó: nunca se juega
sin arrancar un poco de esperanza,
nunca se manipulan los proyectos
sin arañar la piel de la alegría.

Volvamos juntos al rompecabezas.
No tengas miedo de elegir en vano,
siempre vale la pena pretender
dar un poco de amor al jeroglífico.
Poco a poco el enigma se resuelve
aunque se quede un cabo por atar.
Hacer un puzzle es conseguir que todo
concuerde con los límites del sueño.

Porque soñar, jugar, vivir, son sólo
formas de despejar la misma incógnita,
fórmulas variadas de escoger
las piezas y limar sus bordes ásperos.
Tantos años y no hemos hecho nada
más que intentar un poco de armonía
entre las ciegas fichas que nos dieron
por si solucionamos lo insoluble.

Elegía

Con sus alas de plomo va la tarde;
pasa en la piel ceniza de los campos.
Difusamente cunde la penumbra,
vellón de sucia lana en el ocaso.

Tú eras también de luna y de paisaje…
Se ha oscurecido el mundo entre tus manos.
Se ha detenido el tiempo, río sordo.
La luz ya es sólo sombra de tus párpados.

Se siente caminar lejanamente.
Alguien cruza en la sombra hacia el pasado.
Nada delante. Olvido. dios en sueños
aún alienta en el alma su amor manso.

Se retorna al recuerdo cual las olas,
una vez y otra vez, con lento paso.
Duele el amor, duele la certidumbre
de saberse de amor y odio poblados.

¿Ves? Somos cual la encina, aquí en la sombra.
Honda raíz, enfurecidos brazos.
Ferviente savia oculta nos abrasa.
La libertad nos nace por el llanto.

como la luz, aquí también morimos,
en el hermoso otoño del ocaso.
Un ascua fugitiva hacia la sombra.
el amor anochece en nuestros labios.

Elegía de otoño

Las hojas del otoño flotan sobre tu brisa
y caen en el estanque solitario del alma.
Un dolor de ser otros parece que nos pesa
como unas rotas alas.
(Acaso nunca el hombre es él mismo.) Escuchamos
la voz honda del tiempo, la palabra
del tiempo que en los labios cobrizos del otoño
pone su dejo antiguo, su amarillez, y pasa.

Escuchamos el tiempo pasar: es un rebaño
invisible que pisa por la hierba mojada;
es una larga ronda de vientos tañedores
entre las flautas rojas de las ramas;

es una herida queja de líquidos metales
por fugitivos corazones de agua.
Escuchamos el tiempo y apretamos los párpados
y sentimos el tiempo en nuestras lágrimas.

El otoño que arde con su lumbre de gloria
presta a las cosas luz misteriosa y dorada;
toda la tierra tiene una triste hermosura
como una dulce evocación de infancia.

También otoño el corazón nos dora
y sus hondos paisajes nos enciende en el alma
y nos sentimos tiempo transitando, fundida
nuestra amarilla cera en las hermosas brasas.

Caminamos pisando un corazón de hojas.
Pisando lentamente una esperanza.
Y miramos al cielo. Y abatimos la frente.
Y decimos: -Mañana.

Es como el agua en gracias generosas…

Es como el agua en gracias generosas
por el frescor humilde de la arena:
un albo deshojar de húmedas rosas,
líquido florecer que de amor suena.

Sencillamente fluyes, te derramas
en amorosa ofrenda por mi orilla.
De agua encendida o de fluyentes llamas
tocada dejas esta humana arcilla.

Como en la húmeda tierra tengo huellas:
sobre mí de tu paso transparente,
y brillantes guijarros, como estrellas,
iluminados bajo tu corriente.

Mira el agua. Contémplate. En el fondo
de mi alma, amor, lo mismo fluyes.
Miro el agua. Te miro. Y en el fondo
del tiempo, acaso, como el agua huyes.

Es como levantarte con los ojos…

Es como levantarte con los ojos,
con las húmedas alas de los ojos,
al imborrable cielo del recuerdo.
Pasan nubes oscuras, tristes pájaros.
Lentamente tu nombre al fin se queda
solo, desnudo, inmóvil, imposible,
como estrella varada.

Y nombrarte es dolor. Reconocerte
después de cada tarde, como el sueño,
es el dolor diario. Cruzo absorto
calles hacia la angustia de la nada,
entro en casas desnudas,
hablo a seres extraños, torpemente.

Reconocerte es triste, como es triste
siempre identificarnos lo más nuestro
inútilmente cerca, naufragando
en la luz impiadosa de los días.
Entramos y salimos de nosotros
abandonando siempre lo que somos,
esa sola verdad que nos habita,
apaleado perro en las veredas
por las que transitamos sordamente.

Sentirte cerca duele, como duele
siempre palpar la herida que no cura.
Sentirte en lenta huida hacia la tarde
con un dolor solar sobre los párpados.

Veo a veces tu cuerpo como un río,
como un río pasando mudamente
el puente de mis años, por mi pecho.
Y en un heroico cielo, siempre inmóvil,
só1o tu nombre, herido de memoria.

En esta soledad me estoy poblando,
haciéndome de bosque y fronda hirviente.

Una renunciación acaso sea
más que segar la pretendida rosa
brotar oscuros árboles de sueño.

Huelen las rosas

Sobre la mesa han puesto un barro humilde
con unas rosas que lo justifican
igual que justifica el hombre
un claro destello, una esperanza, una sonrisa.
Huelen las rosas, y sentir su aroma
también es dar constancia de la vida,
es percibir la realidad que llega
en su increíble y breve maravilla,
huelen las rosas, qué delgado mundo
de fragancia nos llega en su caricia,
qué prodigioso mecanismo se hace necesario
hasta dar con esta mina sutil de olor,
cuántos secretos reinos botánicos,
qué incógnitas provincias de vegetal acción,
desde la tierra suben elaboradas, resumidas,
adelgazadas hasta lo indecible
para ser un milagro entre la brisa de la mañana,
un invisible copo de aroma hacia la tarde,
un terciopelo de perfume solar al mediodía.

Trabajaron obreros diminutos y subterráneos
por las galerías donde la gota de agua
y las substancias germinales se alían.
La nieve puso un dedo entre los labios,
el viento golpeó las ramas niñas,
deshilvanó la lluvia sus collares, y entre tanto,
en la arcilla, porosa y maternal,
manos minúsculas manipulaban
ciegas en la alquimia del delgado perfume de las rosas,
para que al fin se derramara un día
desde esta mesa en la que he puesto un barro humilde,
y nos regale su delicia. ¿Porqué?¿Porqué?
¿Las hemos merecido?
¿Merecemos que sea así la vida tan hermosa y fragante,
que penetre por los sentidos su verdad sencilla
tan misteriosa y generosamente?.
Algo hay que nos responde por las rosas,
una respuesta de perfume, escrita en el aire,
las cosas que manejan nuestra manos
¿porqué han de ser distintas de los rosales?
Con amor ¿por qué no son también aroma concedida?
Vivir no es mas difícil que un rosal,
lo que anula su aroma es la injusticia.»

La extraña amiga

Cuando tú llegues no estaré yo, amiga
extraña, no veré tus ojos tristes.
Nunca podré, contra lo que se diga,
levantar el tapiz con que te vistes.

Sé bien, amiga, que eres sólo invento
de quienes siempre temen a tu nada.
Voy a creerme una vez más el cuento
de que eres una oscura enamorada.

Aún estando tan cerca no nos vemos
y nunca besaré tu boca muda
porque tu tiempo no es el que yo vivo.

Te llamo amiga y no nos conocemos.
Te pienso igual que a una mujer desnuda
y te ofrezco la mano con que escribo.

La mano

Toca mi mano. Apenas es un guante
para el amor y la desesperanza,
apenas en las cosas se afianza,
apenas palpa todo un breve instante.

Toca en mi mano esta sombría tela
para el ansia de asir tanta derrota,
apenas es una tenaza rota,
apenas una rosa que se hiela.

Toca mi mano enjuta de aire triste.
Por las llaves del tiempo aún se desliza
con ademán ansioso de herramienta.

Apenas es ya fragua que resiste
y debajo del guante de ceniza
oculta el hueso su amarilla afrenta.

Si te gusta #Leopoldo_de_Luis... Share on X

Gloria Fuertes

Escribo 

Escribo sin modelo
a lo que salga,
escribo de memoria
de repente,
escribo sobre mí,
sobre la gente,
como un trágico juego
sin cartas solitario,
barajo los colores
los amores,
las urbanas personas
las violentas palabras
y en vez de echarme al odio
o a la calle,
escribo a lo que salga.

SI EL CIELO AZUL PINTARA LAS ESTRELLAS [Mi poema]
Mayte Gómez Molina [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Si el cielo azul pintara las estrellas
y aquí la mar de sueños se pintara,
el hombre que en la tierra aposentara
podría disfrutar mirando en ellas
la vida del color que imaginara.

Pues todo aquí, se sabe, es de colores,
mas pende del cristal con que se mira,
y es cierto que se encoge o que se estira,
si debes de arrimarte y echar flores
o bien has de quemarle en una pira.

Admite, así es el cielo por la noche
tan negro que no tiene que envidiar
al blanco de la espuma que en el mar
le envía con sus nubes un reproche
abriendo el cielo azul de par en par.
©donaciano bueno

Te imaginas un cielo con #estrellas de colorines...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Mayte Gómez Molina

I.

Yo trabajo como una mula
Las mulas son cruces
entre caballos y burras y son
estériles

Quizás trabajar como una mula viene de
que toda tu vida es trabajo ya que
no puedes parir no puedes criar
no puedes crear,
relincha come
tira del arado espanta las moscas
vuelve al corral

En el pueblo de mi primer novio había
una mula atada a un palo
y a su alrededor había dibujado un círculo perfecto,
el radio de su cautiverio,
esclava como los corceles de un tiovivo
condenados a girar en torno a un eje
esperando, siempre esperando
a que se parta la cuerda
el motor la fusta
el arado

Lo que la mula no sabía ni
nosotras tampoco
es que si se parte la cuerda
nos quedaremos a un paso del perímetro,
dibujando un círculo nuevo
cerca de la comida y lo conocido

¿Quién nos va a volver a enseñar a no hacer nada?

IV.

He dedicado mis oraciones
a ídolos de madera
comidos por la carcoma,
huecos por dentro como huevos Kinder

Fue quizás esa
la decepción primera de la niña:
que el huevo no era macizo
no era todo de chocolate
Pero traía un juguete

La vida adulta se articula
sobre una premisa básica:
Nos engañaron
pero nos entretienen

La vida es vacío y una fina y deliciosa
capa de praliné

IV.

Ganarse la vida significa:
que la vida está fuera
que no es tuya que
se la tienes que robar a las oficinas

Buscarla dentro del huequito de la grapadora
ahí donde se meten las grapas
o debajo de todos los papeles
de esa máquina que hace trizas los documentos
Confeti laboral,
funeral de los árboles

Ganarse la vida tiene un impuesto muy alto
todo para un viernes de derrumbe
un sábado de descanso
y un domingo invadido por el pánico
a las siete de la tarde

Regala tu espalda al látigo cinco días a la semana
40 horas de esclavitud al servicio de una pirámide alimenticia
donde los ratones están abajo
y sueñan con ser águilas

Donde quien es cazado no sueña
con abolir la caza
sino con cargar el rifle

El progreso se cimenta sobre deseos de venganza

V.

Hay personas que dicen “nosotros”
cuando hablan de su empresa

Si fuésemos capaces de admitir que
somos huérfanos que
necesitamos un abrazo
que estamos cansados
que somos
niños solos
no habría yugo
ni tierras
ni amo
ni buey

III.

Todo lo rítmico
produce esclavos

La fábrica no tiene matices solo
pum pum pa pa pum pum pa pa
La discoteca no tiene claraboyas solo
pum pa pum pa pum pa pum pa

Ese sonido neumático
es lo más cercano
al latir del corazón de la madre
a la que siempre te quedas sin tiempo
para llamar,
De Los trabajos sin Hércules. Editorial: Hiperión.

Si te gusta #Mayte_Gómez_Molina... Share on X

EL FÚTBOL, ese Dios [Mi poema]
José Lupiáñez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

A mi me gusta el fútbol. No me gustan
los que llevan a extremo sus colores,
aducen que es el club de sus amores,
y a los fans de otros clubes los disgustan
afirmando ser siempre los mejores.

Que llevan su empatía al paroxismo
capaces de matar, morir sufriendo.
Disfruto si les veo divirtiendo
al ver meter un gol. Que el altruismo
virtud es la que aquí sale perdiendo.

Pues lo mismo, en el fútbol no es lo mismo,
según sea el que toma decisiones.
Los dueños, voluptuosos, los balones
se mueven dando muestras de cinismo
asignando al azar sus bendiciones.

Que llueve la alegría y se desata
la ilusión. Se van las frustraciones.
No tiene parangón. Rugen leones
al tiempo que se enciende una fogata.
Por fin se hace la luz. Sangran pasiones
©donaciano bueno

El #hombre hace al hombre #irracional? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Lupiáñez

La despedida

Aquí en lo oscuro
quedo pulsando mi dulcémele,
mientras veo que te alejas
feliz, contra la línea del horizonte.
Mueves el cuerpo al son de mis acordes,
cada vez más distante, más cómplice,
y un ritmo de secreto te hace tan diminuto.
sí, te alejas de esta pequeña hoguera
que hemos prendido juntos,
y en la alcoba, se extingue la ardentía,
como hermoso extinguirse era bajo tu cuerpo.
Hay un sol tibio que camina delante,
y una brisa en el rostro de quien amé;
mis besos lleva en él como prendidos,
hoy que se aleja,
feliz, contra la línea del horizonte.

Marie Claire

Una noche en París me raptó Marie Claire;
me tomó de la mano, me llevó a su mansión,
me tendió sobre un lecho, se quitó el camisón
y mostró sus encantos, que eran dignos de ver.

Derramó sus oscuros cabellos sobre mí
y abrazó bien mi vida, que no vale un real.
Se ofreció sin reservas, turbadora, ideal
y apretó entre sus muslos mi liviano existir.

Oh sultana divina, qué pasión, qué placer
galopar sobre un cuerpo de tan firme esplendor;
oh amazona de un cuento, tú sí sabes de amor,
de ese amor que nos hace invencibles, tal vez.

Hoy me acuerdo del triunfo de Les Champs Elysée
y del Sena y tus labios, de tu olor de azahar,
y me pongo muy triste, y me pongo a pensar
en un lecho, una noche de París, Marie Claire.

Miniatura del beso candolim

Al despertarme beso
los labios de mi amada,
que saben a mango y a miedo.
Y me tranquilizo.
Tiene la piel suave
como un amanecer
y lleva en sus tobillos
las ajorcas de plata
que tintinean en mi lecho
y envidian mis hermanas.
En la noche repleta
de espejuelos brillantes
como los de su falda
del Rajasthán,
la beso dulcemente
en los labios
y acaricio su frente
con mis dedos
para entender sus sueños.

Mirador umbrío

Desde la torre observas cómo cae la tarde,
las últimas montañas perdidas con la niebla,
los árboles que ascienden levemente, el abismo,
el fulgor de los astros que brillan por tus ojos.
Cerca quedan las playas del Sur, amplias
y lentas, vacías a esta hora en que el mar
se desvanece en fuegos. Vive el mar en la brisa,
su mágico vaivén como tus pasos, firmes,
en este oscuro mirador, alto, insomne,
distante como el humo de la ciudad en calma.
Y es el tiempo que inventa su eterno desvarío,
tu sombra, ya fundida con las sombras del mundo.

Narghile

Raki al atardecer,
turbio en el vaso.
El cafetín humea
y las narghiles
dispersan por el aire
un olor a manzana.
Fija el sol su reflejo
de sangre en los cristales.
Mostachos casi azules,
ojos negros con cercos
misteriosos y tristes.
La tarde ya se va,
pero en el alma
nos queda este perfume,
y en la boca,
el almíbar rabioso
que tienen tus palabras.

Noche de las sirenas

Sombras por las esquinas de la noche,
luna roja de sangre, ojo colérico,
que desde el aguacero nos contempla.

Noche de las sirenas, mar de invierno,
luces lejanas figurando astros,
lluvia en el rostro, pesadumbre amarga.

Bajo los altos arcos de la niebla
pasan los catafalcos de los buques,
purpúreos y solemnes, silenciosos…

Nocturnos

En las noches lascivas, amables, suntuosas,
nos miran desde el lecho vibrantes, decididas,
desde el lecho que ha sido la góndola azarosa
donde el amor dejaba sus rosas escondidas.

En las noches lascivas nos miran insistentes,
y sus brazos reclaman más dulzura y más brío,
y sus brazos nos rondan, nos prenden de repente
con la lenta amenaza de un mejor desafío.

Mientras las amas, miras esa oscura recámara:
los autos bordan móviles encajes luminosos;
ellas jadean sin tregua, de brillo acribilladas
y tú esperas tan sólo sus dorados sollozos.

Al fin con queja muerden tus hombros y con lágrimas,
y derraman sus cuerpos de nuevo entre tus brazos,
y tú las acaricias, pasas algunas páginas,
y la historia se acaba durmiendo en sus regazos.

Ofrenda

Hubo una flor, un lecho
donde aprendiste pronto la sombra
del deseo, la juventud de un cuerpo
vencido como nave, la soledad
que el alma dejaba en otra frente.

Hubo como una música
saltando de los labios,
como una espina en sangre,
clavada a tu memoria.

Y hubo un amor,
un cáliz, una celeste huída
hacia donde los cuerpos
encontrarán el goce, o la creciente
y fija lentitud de la ofrenda.

Paisaje

Brillan crestas de luz en el mar de la noche
y un desvelo de sombras de olas ondulantes;
brillan olas oscuras, altísimas, adversas
en la nada infinita que nos muestra su filo.

Bajo este mar antiguo laten dos corazones.
Nada existe, ni el aire, sino brillos y ritmos;
no existen los insectos, ni siquiera el perfume
sino brillos y ritmos; ojos que no se miran.

Pendiente del amor

Yo rodaba a tu suerte por la ladera abajo,
éramos un ovillo, una hoguera encendida;
dos cuerpos que rodaban desnudos hacia el valle,
carne fresca y elástica que el amor había herido.

Recuerdo que las risas no nos importunaban,
ni las zarzas que ansiaban dejar huella en tu muslo.
No importaba la luna, monedita de plata,
ni el cri cri de la noche con mil grillos despiertos.

Yo te amaba a mis anchas, porque así lo pedías,
eras dona en su juego, danzarina imprevista;
carne prieta y rotunda que abrasaba mis manos
o, de pronto, tigresa con sombras a la espalda.

«Ven aquí», te decía navegando en tu hondura.
«Ven aquí», cuando tu alma me mordía en la boca.
«Estos brazos tan bellos no podrán retenerme»
y más firme ceñías contra mí tus caderas…

En la noche de agosto, cuando Virgo es quien rige
dos cuerpos enlazados la floresta perfuma…
Arriba las ruinas son emblema emisario
de un amor que se sueña ser eterno en el tiempo.

Perfil

La imposible belleza de ese perfil me tienta,
las luces de la noche dando brillo a sus ojos,
la hermosura y el vértigo, la espiral que me acerca
los labios deseosos y el amor y su niebla.

Ojos desconocidos que tanto me conocen;
labios que besarán los labios de la dicha:
distancia que no empuja, que conduele o desvive
al pecho que se altera junto a un pecho que vibra.

La noche nos embriaga de su antiguo perfume,
y un perfil, ese enigma, convida a su lisonja;
la caricia es de pronto quemazón, nube, lumbre
y es su piel esa noche lasciva y peligrosa.

Qué sueño, qué sonrisa, qué misterio, qué mano
roza mi frente ahora sin saber lo que piensa,
hoy que la noche es bosque de súbito y de sombra
y un perfil imposible de belleza me tienta.

Rostro

Cómo se trenza el amor en las tardes,
mientras todo sucede sin vértigo y el sueño
cumple asilo de formas y de imágenes.
Cómo se trenza y cómo no desvía su ser:
el sueño pende. Los labios se han dormido,
la flor cae de su rizo; sueña la frente y cunde.
Mas hacia adentro, pasa el amor,
pasa el amor sin nombres;
el amor, un sonido.

Saeta con aviso

Por los aires
sombríos
de la noche
de octubre
va mi dolor
volando
hacia ti,
sin consuelo.
Atraviesa
las nubes,
dice adiós
a los pájaros,
y es a tu corazón
a donde apunta
su queja
sagitaria.
Va hasta
tu corazón,
distante
y sordo…
Un corazón
que hoy late
lejos,
con sangre
de otros
fuegos.

There she goes...

Mi amor va a la deriva como un barco sin rumbo;
su corazón heridas, sin par, lleva marcadas…
Mi amor se va alejando de sus horas gastadas
y alivio busca sola por los puertos del mundo.

Qué estela tan amarga va dejando en mi vida
su celeste congoja, que curar quise en vano;
no pude retenerla, se soltó de mi mano
y a su destino corre, sin que yo se lo impida.

«Matamos lo que amamos», le recordé algún hora;
«no hieras con tu daga mi pobre pecho inerme»,
pero siguió en su lance, queriendo o sin quererme,
hasta romperme el alma, por donde sufre agora.

Adiós, amor, le ha dicho mi corazón maltrecho;
adiós, aguardan tiempos de oscuro desconsuelo:
tú te marchas y, airosa, ya has levantado el vuelo,
yo me quedo escondiendo esta herida en mi pecho.

Uleke

Todos sufren por ver tu corazón,
se acercan a tu casa con las paredes blancas,
se mecen en la música de aquel viejo país
en donde naces. Y tu alcoba se inunda
de amistosa cadencia…
Oh lentas, suaves notas del armonio,
llenáis mi ser de bosques, de caminos
brillantes; vuestra danza desnuda
esa grávida estancia
donde juntos libamos un cálido
aguardiente. Uleke vendrá pronto
del mar, su cabellera es rubia
como la miel, como el temprano estío
de sus ojos.

Si te gusta #Leopoldo_de_Luis... Share on X