A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

LA TARDE ESTÁ MURIENDO [Mi poema]
Alejandro Duque Amusco [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La tarde está muriendo. Y el ocaso
se asoma silencioso en la colina
denunciando a la vida y su fracaso,
el tiempo que le resta tan escaso
su exceso en insistir que es de propina.

Allá sobre los montes se percibe
la sombra de una llama que se apaga
y avanza a la deriva. Y su declive.
Que espera llegue el cielo y la derribe
y siegue la cabeza con su daga.

Se encuentra en soledad con sus miserias
cual rama que de un árbol se desgaja
y deja al descubierto sus arterias.
Sus egos, sus victorias, sus histerias
le irán a acompañar en la mortaja.

Pobre tarde, no tiene quien le quiera,
que de ella ya se acuerde y que le llore,
ni encuentra quien conserve en la fresquera.
Se irá como se marcha otra cualquiera
sin que haya un abogado que asesore.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Alejandro Duque Amusco

La extraña realidad

Aquello que llamamos realidad
es simplemente el edificio gótico

de una Idea caída
sobre la piel delgada del espacio.

Una ilusión
que nunca será nuestra,

por ella nos perdemos
entre alamedas de fértiles engaños

o celajes que trazan al azar
el mundo real, el mundo imaginario:

nombres, rostros, figuras,
fechas, ciudades, años y paisajes

de sombra.
¿Existieron?
¿O fueron el destino del vacío
y las informes máscaras del tiempo?

Extraño torreón de negra luz,
la realidad, como una llamarada

que es superior a todo, más fuerte que el olvido,
ilumina la tierra de la ilusión final.

Y su verdad o su mentira abrasa
como rayo de sol mirado a cielo abierto

por la ventana azul de un día de verano.

Un resplandor que ciega.
Una impasible
llama.

Espera de un mediodía absoluto
que nunca será nuestro.
De «A la ilusión final»
Renacimiento, 2008, Sevilla

Lejanas estelas de junio

Desciende de la mañana abierta
un ala gritadora.

Los manzanos
maduran
los zumos ácidos del sol.

Al mediodía, los animales
corren inquietos.
Rumores y latidos.
Oíd la profunda respiración
de la tierra.
Viene de más allá,
del otro lado de la luz,
como oleaje
entre sueños.

Mirad las lumbres vivas.

Libélulas llameantes,
rayos rizados de color.

Nupcial derramamiento en el atrio del verano.
De «Del agua, del fuego y otras purificaciones»
Ed. El Bardo, 1983, Barcelona

Leyendo en la biblioteca

A esta líquida luz de las vidrieras
la sala de lectura, evanescente, va ensanchando el vacío,
crujen los anaqueles con los grandes tomos
donde otros, antes que tú, dieron a la penumbra
el oro quebradizo de sus sueños.
Gira el vacío y corre un viento ácido
por entre los pupitres -ataúdes dormidos- y los rostros borrosos
de quienes leen, olvidados de todo, en el borde del mundo.
La vida se repliega. En la tarde oferente del conocimiento
con su terco porqué cunde la nada.
La sabia catedral desaparece.

Un susurro de hojas en el libro del Tiempo.
De «Sueño en el fuego»
Renacimiento, 1989, Sevilla

Leyendo «La Commedia»

Selvas oscuras, fieras alimañas.
Dante, con firme compañía, siguió un camino
que es ascensión y meta de amor y sufrimiento,
hasta el vergel de verdores agudos
donde es suave el mirar, la luz no engaña,
y una Rosa
es el Ojo inmortal del universo.

Pero hoy que las sombras protectoras
se alejaron, zarparon en la noche, y bogan
entre la nada y el recuerdo de nunca,
cuando despiertes de tu largo sueño
¿encontrarás
en la otra orilla del río irrebogable
la mano del poeta
que acompaña, los ojos
de Beatriz, la sabia y suave lumbre de Matelda?
El círculo a otro abismo de negror se abre.

Bajo una inmensa ausencia, sólo estrellas.
De «Sueño en el fuego»
Renacimiento, 1989, Sevilla

Noche de San Lorenzo

Luna, llamada violenta
de la luz, sima del cielo,

desde esta quietud de noche plena
la vida reposa en lejanías.

¿Quién no se siente fuente estremecida
por la pleamar helada de los astros?

Arrebatados, en silencio, oímos
fluir esta bullente geometría:

la noche boga
por los ríos de luz,

y aún aceptamos otras leyes
que son las floraciones de la muerte.

El alma se abandona?
y por los ojos grandes del espacio
vaga, sobrecogida y sola,

a la deriva
de la inmensa patria.
De «A la ilusión final»
Renacimiento, 2008, Sevilla

Nostalgia de los sueños

Sueños de la niñez. Los brazos del gigante de la barba de plata
me llevaban al país de la innombrable noche
donde las banderolas de sueño se agitaban sobre los ojos extasiados,
y pasaban los pájaros del color de la luna.
Los días se tejían con fábulas de sueños.
Sueños de placidez que el mar suave acunaba
con su canción azul, entre islas de encanto,
o sueños otras veces traspasados por el pavor de una lanza sangrienta
(Tristán era alcanzado en la luz venenosa),
pero sueños, sueños siempre, larvas de la alucinación
que daban a la mente fulgores misteriosos,
colores y latidos.
Alfileres de oro.
Y al despertar, qué extraña y dulce turbación deslumbrada.
De la ladera oscura
la mañana surgía, tintineante de sol,
y el niño escapaba a los pinares a esconder sus riquezas.

Oh sueño, oh cofre de la noche, entonces lleno de monedas vivas.
De «Sueño en el fuego»
Renacimiento, 1989, Sevilla

Ofelia

Desconsuelo es
mi nombre.

No me llaméis,
dejadme.

(Barre el vacío
un lecho
de hojarasca.)

Siento
alejarse los jardines
colgantes
del amor.
De «Donde rompe la noche»
Visor, 1994, Madrid

Palabra

Celada hermosa,
detrás de cuya estela
se me fueron
los ojos deslumbrados;
viví para ahuyentar
la muerte y su cara empolvada
con tu gracia
de frágil danzarina.

Para esperarte
bajo la luna negra del deseo,
como sumiso amante,
por si acaso venías.
Pero tal vez
no eres más que eso: una espera
en la noche,
la espera que se cumple
en otra espera,
la promesa
por siempre demorada.
La cita de una ausencia.
¿Cómo tenerte, hechizo delicado,
si sé que las palabras
más amadas son esas
que nadie oye,
las más ansiadas son
las que nos cuestan
al final
la vida?
De «Donde rompe la noche»
Visor, 1994, Madrid

Promaquia

Ángel de hielo, obelisco mortal,
Azrael de los lienzos de bruma,
de los ojos voraces en la tiniebla ardiendo,
del tacto glacial sobre la carne,
y del suave licor del silencio, sobre todo del silencio,
con el que nos condenas, día a día,
a la tortura blanca del vacío.
Ángel cruel de mármol, dura muerte sin fin,
proseguirá la lucha, inevitable,
mientras la vida no se rinda e interponga su escudo
ante tu golpe fiero. Cuerpo a cuerpo, en la noche,
en la prolongada noche de nuestro singular combate,
tu soledad hambrienta, aterida de sombra,
grande y hueca como los ojos de los muertos,
va anudando a mi alma
la amoratada sábana postrera.
De «Del agua, del fuego y otras purificaciones»
Ed. El Bardo, 1983, Barcelona

Reloj de agua

En la gota de agua
parpadea
la aguja inmutable
del tiempo
y del no tiempo.

Como el hueso en la carne,
el sol está dentro de la gota suspensa.

Interior insolación del tiempo.
De «Del agua, del fuego y otras purificaciones»
Ed. El Bardo, 1983, Barcelona

Rubaiyat

Haya cielo
o infierno, nadie
elige. Duerme tranquilo
el día
indiferente.
También
la puerta a la otra vida
te la abrirá el azar.
De «Donde rompe la noche»
Visor, 1994, Madrid

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Espronceda

CANCIÓN DE LA MUERTE

Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.

Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.

En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.

Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.

Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.

Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.

AVISO A NAVEGANTES [Mi poema]
Luciana Jazmín Coronado [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Aviso a navegantes. La mirada
a veces se nos muestra delirante.
Prefiere no mirar hacia adelante.
Mejor será que finja no ver nada.

Mirar o ver el sol que se ilumina,
la sombra que se pierde en el hastío,
el frío cuando entiende que hace frío,
la duda que se esconde en la colina.

Malditas dioptrías. Su cerebro
no acierta a recordar. Y en su consola.
pendiente como está de una cabriola
la tecla anda sujeta de un requiebro.

Nadie sabe por qué cuando uno mira
la vista se nos muestra boca abajo
desnuda, y de cintura para abajo
queriendo simular que es que delira.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Luciana Jazmín Coronado

REZO

Invoca la pureza antigua.
Acepta que no puedes permanecer.

No te arranques
de tu yo, de tu último rezo.

Mira a tu planeta suelto en el oleaje, mira
la piedra del mundo envuelta en la desmemoria.
Junta a los santos, pídeles
que pronuncien los nombres sobre las cunas.

Haz de tus ojos alguaciles de oro, observa
las palabras
hasta pulverizar la verdad.

Para entrar en la fe
debes ser un retazo cosido en movimiento,
un lunar
en un desierto de carne fría.

Deja que los frutos crezcan a la misma hora.
Primero serán detalles, luego caerán todos juntos:
se abrirán, como limbos, sobre los azulejos.
(Los hijos imperfectos, inédito)

SOLO PIDE ALGÚN DESEO

¿Esta es la Tierra que piensa prosperar
entre vida y muerte
como una flor negra y blanca
pausada en la historia?

Los orfebres de este mundo han fracasado.
Los ancestros se han deshecho en semillas sin origen.

Camino
donde el lenguaje se acurruca en pozos para prohibirse
y las bocas quedan pegadas como resinas en un álbum.

Es posible recuperar la belleza.
Taparemos a los caídos
con velos de hojas enormes,
seremos luciérnagas en una noche de guerra,
y recogeremos la humanidad
como una pluma blanca.

No es necesario hacer nada,
solo pide algún deseo
y posaremos una mano en tu cabeza.
Entonces crecerá una selva de flores
expuesta a la noche
como un experimento
llevado por los ángeles.
(Los hijos imperfectos, inédito)

ESTRELLAS DE LA TIERRA

La vida se esconde bajo la arena
y en los árboles quebradizos
se amarra el origen.

Tienes los ojos ensombrecidos de mar,
los ojos de la tierra húmeda,
del color de la fuerza.

El trueno vendrá,
o vendrá el viento y arrastrará el calor,
llegará el agua, se dice, algún día.

No sabes dónde ir
pero ves una madre
en las estrellas que nacen en la noche
como piedras limpias.

Durante la espera suben los pájaros,
los antiguos y los recién llegados.

Te cuentan que las cuevas de roca
se humedecen con la sequía
y preparan lágrimas
para los muertos del futuro.

No sabes dónde ir
pero el viento, al final, llegará.

Cuando tus ojos sean ya de barro,
estrellas de la tierra.
(Los hijos imperfectos, inédito)

SOY LA ALQUIMISTA

cuando me abandona
papá muere

luego revive
es una flor nocturna
se le alargan los pétalos
como billetes gruesos
y me abraza
dejándome la sombra

a papá lo mato y lo revivo
soy su alquimista

papá tiene que morir en el viento
ya hice varias mutaciones
de un resto logro una joya

papá debe morir ser piedra dejar de ser pantera
no a los ojos felinos no a la astucia

papá ya no es porque de tanto mentir
fue árbol le cosieron la boca
(Catacumbas, Valparaíso Ediciones, 2016)

MI MADRE EN LA COCINA

mi madre teje una fe
cada día en la cocina
hurgando en los libros
la respuesta
de lo que deja de ser

sus arrugas son preciosas
pero ella las tapa;
yo siento que son destellos
de los años demorados
en cuidarme
las horas dedicadas
a enseñarme a decir

espero a mi madre que teje una fe
una pava silba permanente
el día se hace noche
y ella sigue entre los libros
abstraída como las lunas inmóviles
de su camisón

luego de medianoche
sigue sin comer
hace un esfuerzo por hervir zapallitos
mientras imagina
un piloto que la cubra
de todo lo que se viene

puedo tenderle una mano
explicarle que todo está bien,
que año tras año
me fue dejando
un sótano de estrellas
(Catacumbas, Valparaíso Ediciones, 2016)

DIÁLOGO

—¿Qué hacés?
—Quiero entregar mi cuerpo.

—¿A quién?
—A un punto de la noche.

—¿Y pedirás deseos?
—No.

—Ahora estás estupefacta, sin cara.
—Tengo frío de mí.

—¿Y qué es lo que queda?
—Quedo yo
incorpórea
elemental como el vértigo.

—¿Y qué harás después?
—Seré otra cosa.
(Catacumbas, Valparaíso Ediciones, 2016)

QUIÉN

¿Quién está desesperado?
¿Quién deja morir el paisaje
y arrima el sol
hacia la hora donde no se dice
ni se contempla
el temblor del sitio donde nacimos?
¿Quién pide deseos
sobre el hoyo olvidado
en las alcancías del mar?
¿Quién abraza el castigo
de partir sin volver,
de un viento que ya no estremece
ningún pétalo?

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SOY EL NIÑO QUE SOPLA [Mi poema]
Jorge Carrera Andrade [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Soy el niño que sopla y el aire come a besos,
que va saltando charcos, que a caballo galopa,
que de sueños se arropa,
en cole hace progresos
y su madre regaña porque ensucia su ropa.

El mismo que en los pasos saltando va la cebra,
que juega al escondite, con globos se entusiasma,
un niño algo fantasma
que grita y lo celebra
y por detrás observa a una tele de plasma.

Que pega a la pelota, la mira y se emociona
y espera unos segundos a ver como rebota,
que se mira a la bota
la gira y la flexiona
y se siente orgulloso y el cuerpo se alborota.

Un niño que a maestros y a sus padres respeta,
que calla y no replica cuando hablan los mayores,
con miedos y temores.
Que ante una piruleta
la gira y se entusiasma al ver tantos colores.

Creo, mejor creía, que el tiempo ya ha pasado
y el tren, descarrilado, se fue por otra vía,
que el sueño y la alegría
de mi se han olvidado
habiéndome robado la infancia que era mía.
©donaciano bueno

#Quién pudiera volver a esos años de la infancia? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Jorge Carrera Andrade

Amigo de las nubes

Forastero perdido en el planeta
entre piedras ilustres, entre máquinas
reparto el sol del trópico en monedas.

Ciudadanos de niebla, hombres del viento
y del disfraz azul, de la alcancía
y del dios de los números:
Yo leo en vuestras máscaras floridas.

Manjar de espinas con sazón de hielo
me brindáis cada día. Nada os pido
cínicos hospederos de este mundo,
guardianes de un incierto paraíso.

Mercaderes de avispas:
Soy hombre de los trópicos azules.
Os espío por cuenta de la luna.
Soy agente secreto de las nubes.

Amor es más que la sabiduría…

Amor es más que la sabiduría:
es la resurrección, vida segunda.
El ser que ama revive
o vive doblemente.
El amor es resumen de la tierra,
es luz, es música, sueño
y fruta material
que gustamos con todos los sentidos.
¡Oh mujer que penetras en mis venas
como el cielo en los ríos!
Tu cuerpo es un país de leche y miel
que recorro sediento.
Me abrevo en tu semblante de agua fresca,
de arroyo primigenio
en mi jornada ardiente hacia el origen
del manantial perdido.
Minero del amor, cavo sin tregua
hasta hallar el filón del infinito.

Biografía

La ventana nació de un deseo de cielo
y en la muralla negra se posó como un ángel.
Es amiga del hombre
y portera del aire.

Conversa con los charcos de la tierra,
con los espejos niños de las habitaciones
y con los tejados en huelga.

Desde su altura, las ventanas
orientan a las multitudes
con sus arengas diáfanas.

La ventana maestra
difunde sus luces en la noche.
Extrae la raíz cuadrada de un meteoro,
suma columnas de constelaciones.

La ventana es la borda del barco de la tierra;
la ciñe mansamente un oleaje de nubes.
El capitán Espíritu busca la isla de Dios
y los ojos se lavan en tormentas azules.

La ventana reparte entre todos los hombres
una cuarta de luz y un cubo de aire.
Ella es, arada de nubes,
la pequeña propiedad del cielo.

Biografía para uso de los pájaros

Nací en el siglo de la defunción de la rosa
cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
Quito veía andar la última diligencia
y a su paso corrían en buen orden los árboles,
las cercas y las casas de las nuevas parroquias,
en el umbral del campo
donde las lentas vacas rumiaban el silencio
y el viento espoleaba sus ligeros caballos.

Mi madre, revestida de poniente,
guardó su juventud en una honda guitarra
y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos
envuelta entre la música, la luz y las palabras.
Yo amaba la hidrografía de la lluvia,
las amarillas pulgas del manzano
y los sapos que hacían sonar dos o tres veces
su gordo cascabel de palo.

Sin cesar maniobraba la gran vela del aire.
Era la cordillera un litoral del cielo.
La tempestad venía, y al batir del tambor
cargaban sus mojados regimientos;
mas, luego el sol con sus patrullas de oro
restauraba la paz agraria y transparente.
Yo veía a los hombres abrazar la cebada,
sumergirse en el cielo unos jinetes
y bajar a la costa olorosa de mangos
los vagones cargados de mugidores bueyes.

El valle estaba allá con sus haciendas
donde prendía el alba su reguero de gallos
y al oeste la tierra donde ondeaba la caña
de azúcar su pacífico banderín, y el cacao
guardaba en un estuche su fortuna secreta,
y ceñían, la piña su coraza de olor,
la banana desnuda su túnica de seda.

Todo ha pasado ya, en sucesivo oleaje,
como las vanas cifras de la espuma.
Los años van sin prisa enredando sus líquenes
y el recuerdo es apenas un nenúfar
que asoma entre dos aguas
su rostro de ahogado.
La guitarra es tan sólo ataúd de canciones
y se lamenta herido en la cabeza el gallo.
Han emigrado todos los ángeles terrestres,
hasta el ángel moreno del cacao.

Canción de la manzana

Cielo de tarde en miniatura:
amarillo, verde, encarnado,
con lucero de azúcar
y nubecillas de raso,

manzana de seno duro
con nieves lentas para el tacto,
ríos dulces para el gusto,
cielos finos para el olfato.

Signo del conocimiento.
Portadora de un mensaje alto:
La Ley de la gravitación
o la del sexo enamorado.

Un recuerdo del paraíso
es la manzana en nuestras manos.
Cielo minúsculo: en su torno
un ángel de olor está volando.

Concha marina

Entre la arena, es la concha
lápida recordativa
de una difunta gaviota.

Cuaderno del paracaidista

Sólo encontré dos pájaros y el viento,
las nubes con sus mapas enrollados
y unas flores de humo que se abrían buscándome
durante el vertical viaje celeste.

Porque vengo del cielo
como en las profecías y en los himnos,
emisario de lo alto, con mi uniforme de hojas,
mi provisión de vidas y de muertes.

Del cielo voy bajando como el día.
Humedezco los párpados
de aquellos que me esperan: he seguido
la ruta de la luz y de la lluvia.

Buen arbusto, protéjeme.
Dile, tierra, a tu surco mojado que me acoja
y a ese tronco caído
que me enseñe el calor, la forma inerte.

¡Aquí estoy, campesinos europeos!
Vengo en nombre del pan, de las madres del mundo
de toda la blancura degollada:
la garza, la azucena, el cordero, la nieve.

Fortalecen mi brazo ciudades en escombros,
familias mutiladas, dispersas por la tierra,
niños y campos rubios viviendo, desde hace años,
siglos de noche y sangre.

Campesinos del mundo: he bajado del cielo
como una blanca umbela o medusa del aire.
Traigo ocultos relámpagos o provisión de muertes,
pero traigo también las cosechas futuras.

Traigo la mies tranquila sin soldados,
las ventanas con luz otra vez, persiguiendo
la noche para siempre derrotada.
Yo soy el nuevo ángel de este siglo.

Ciudadano del aire y de las nubes,
poseo sin embargo una sangre terrestre
que conoce el camino que entra a cada morada,
el camino que fluye debajo de los carros,

las aguas que pretenden ser las mismas
que ya pasaron antes,
la tierra de animales y legumbre con lágrimas
donde voy a encender el día con mis manos.

Cuerpo de la amante

I
Pródigo cuerpo:
dios, animal dorado,
fiera de seda y sueño,
planta y astro.
Fuente encantada
en el desierto.
Arena soy: tu imagen
por cada poro bebo.
Ola redonda y lisa:
En tu cárcel de nardos
devoran las hormigas
mi piel de náufrago.

II
TU boca, fruta abierta
al besar brinda
perlas en un pocillo
de miel y guindas.
Mujer: antología
de frutas y de nidos,
leída y releída
con mis cinco sentidos.

III
NUCA:
escondite en el bosque,
liebre acurrucada
debajo de las flores,
en medio del torrente,
Alabastro lavado
mina
y colmena de mieles.
Nido
de nieves y de plumas.
Pan redondo
de una fiesta de albura.

IV
TU cuerpo eternamente está bañándose
en la cascada de tu cabellera,
agua lustral que baja
acariciando peñas.
La cascada quisiera ser un águila
pero sus finas alas desfallecen:
agonía de seda
sobre el desierto ardiente de tu espalda.
La cascada quisiera ser un árbol,
toda una selva en llamas
con sus lenguas lamiendo
tu armadura de plata
de joven combatiente victoriosa,
única soberana de la tierra.
Tu cuerpo se consume eternamente
entre las llamas de tu cabellera.

V
FRENTE: cántaro de oro,
lámpara en la nevada,
caracola de sueños
por la luna sellada.
Aprendiz de corola,
albergue de corales,
boca: gruta de un dios
de secretos panales.

VI
TU cuerpo es templo de oro,
catedral de amor
en donde entro de hinojos.
Esplendor entrevisto
de la verdad sin velos:
¡Qué profusión de lirios!
¡Cuántas secretas lámparas
bajo tu piel, esferas
pintadas por el alba!
Viviente, único templo:
La deidad y el devoto
suben juntos al cielo.

VII
TU cuerpo es un jardín, masa de flores
y juncos animados.
Dominio del amor: en sus collados
persigo los eternos resplandores.
Agua dorada, espejo ardiente y vivo
con palomas suspensas en su vuelo,
feudo de terciopelo,
paraíso nupcial, cielo cautivo.
Comarca de azucenas, patria pura
que mi mano recorre en un instante.
Mis labios en tu espejo palpitante
apuran manantiales de dulzura.
Isla para mis brazos nadadores,
santuario del suspiro:
Sobre tu territorio, amor, expiro
árbol estrangulado por las flores.

Dictado por el agua

I
Aire de soledad, dios transparente
que en secreto edificas tu morada
¿en pilares de vidrio de qué flores?
¿sobre la galería iluminada
de qué río, qué fuente?
Tu santuario es la gruta de colores.
Lengua de resplandores
hablas, dios escondido,
alojo y al oído.
Sólo en la planta, el agua, el polvo asomas
con tu vestido de alas de palomas
despertando el frescor y el movimiento.
En tu caballo azul van los aromas,
Soledad convertida en elemento.

II
Fortuna de cristal, cielo en monedas,
agua, con tu memoria de la altura,
por los bosques y prados
viajas con tus alforjas de frescura
que guardan por igual las arboledas
y las hierbas, las nubes y ganados.
Con tus pasos mojados
y tu piel de inocencia
señalas tu presencia
hecha toda de lágrimas iguales,
agua de soledades celestiales.
Tus peces son tus ángeles menores
que custodian tesoros eternales.

III
Doncel de soledad, oh lirio armado
por azules espadas defendido,
gran señor con tu vara de fragancia,
a los cuentos del aire das oído.
A tu fiesta de nieve convidado
el insecto aturdido de distancia
licor de cielo escancia,
maestro de embriagueces
solitarias a veces.
Mayúscula inicial de la blancura:
De retazos de nube yagua pura
está urdido su cándido atavío
donde esplenden, nacidos de la altura
huevecillos celestes de rocío.

IV
Sueñas, magnolia casta, en ser paloma
o nubecilla enana, suspendida
sobre las hojas, luna fragmentada.
Solitaria inocencia recogida
en un nimbo de aroma.
Santa de la blancura inmaculada.
Soledad congelada
hasta ser alabastro
tumbal, lámpara o astro.
Tu oronda frente que la luz ampara
es del candor del mundo la alquitara
donde esencia secreta extrae el cielo.
En nido de hojas que el verdor prepara
esperas resignada el don del vuelo.

V
Flor de amor, flor de ángel, flor de abeja,
cuerpecillos medrosos, virginales
con pies de sombra, amortajados vivos,
ángeles en pañales.
El rostro de la dalia tras su reja,
los nardos que arden en su albura, altivos,
los jacintos cautivos
en su torre delgada
de aromas fabricada,
girasoles, del oro buscadores:
lenguas de soledad, todas las flores
niegan o asienten según habla el viento
y en la alquimia fugaz de los olores
preparan su fragante acabamiento.

VI
¡De murallas que viste el agua pura
y de cúpula de aves coronado
mundo de alas, prisión de transparencia
donde vivo encerrado!
Quiere entrar la verdura
por la ventana a pasos de paciencia,
y anuncias tu presencia
con tu cesta de frutas, lejanía.
Mas cumplo cada día,
Capitán del color, antiguo amigo
de la tierra, mi límpido castigo.
Soy a la vez cautivo y carcelero
de esta celda de cal que anda conmigo,
de la que, oh muerte, guardas el llavero.

Edición de la tarde

La tarde lanza su primera edición de golondrinas
anunciando la nueva política del tiempo,
la escasez de las espigas de la luz,
los navíos que salen a flote en el astillero del cielo,
el almacén de sombras del poniente,
los motines y desórdenes del viento,
el cambio de domicilio de los pájaros,
la hora de apertura de los luceros.
La súbita defunción de las cosas
en la marea de la noche ahogadas,
los débiles gritos de auxilio de los astros
desde su prisión de infinito y de distancia,
la marcha incesante de los ejércitos del sueño
contra la insurrección de los fantasmas
y, al filo de las bayonetas de la luz, el orden nuevo
implantado en el mundo por el alba.

El objeto y su sombra

Arquitectura fiel del mundo,
realidad, más cabal que el sueño.
La abstracción muere en un segundo:
sólo basta un fruncir del ceño.

Las cosas. O sea la vida.
Todo el universo es presencia.
La sombra al objeto adherida
¿acaso transforma su esencia?

Limpiad el mundo -ésta es la clave-
de fantasmas del pensamiento.
Que el ojo apareje su nave
para un nuevo descubrimiento.

El país del exilio no tiene árboles…

El país del exilio no tiene árboles.
Es una inmensa soledad de arena.
Sólo extensión vacía donde crece
la zarza ardiente de los sacrificios.
El país del exilio no tiene agua.
Es una sed sin límites,
sin esperanza de cercanas fuentes
o de un sorbo en el cuenco de una piedra.
El país del exilio no tiene aves
que encanten con su música al viajero.
Es desierto poblado por los buitres
que esperan el convite de la muerte.
Alza el viento sus torres deleznables.
Sus fantasmas de arena me persiguen
a través de la patria de la víbora
y de la zarza convertida en fuego.

El viaje infinito

Todos los seres viajan
de distinta manera hacia Su Dios:
La raíz baja a pie por peldaños de agua.
Las hojas con suspiros aparejan la nube.
Los pájaros se sirven de sus alas
para alcanzar la zona de las eternas luces.

El lento mineral con invisibles pasos
recorre las etapas de un círculo infinito
que en el polvo comienza y termina en el astro
y al polvo otra vez vuelve
recordando al pasar, más bien soñando
sus vidas sucesivas y sus muertes.

El pez habla a su Dios en la burbuja
que es un trino en el agua,
grito de ángel caído, privado de sus plumas.
El hombre sólo tiene la palabra
para buscar la luz
o viajar al país sin ecos de la nada.

Golondrinas

Que me busquen mañana.
Hoy tengo cita con las golondrinas.
En las plumas mojadas por la primera lluvia
llega el mensaje fresco de los nidos celestes.
La luz anda buscando un escondite.
Las ventanas voltean páginas fulgurantes
que se apagan de pronto en vagas profecías.
Mi conciencia fue ayer un país fértil.
Hoyes campo de rocas.
Me resigno al silencio
pero comprendo el grito de los pájaros
el grito gris de angustia
ante la luz ahogada por la primera lluvia.

Inventario de mis únicos bienes

La nube donde palpita el vegetal futuro,
los pliegos en blanco que esparce el palomar,
el sol que cubre mi piel con sus hormigas de oro,
la oleografía de una calabaza pintada por los negros.
las fieras de los bosques del viento inexplorados,
las ostras con su lengua pegada al paladar,
el avión que deja caer sus hongos en el cielo,
los insectos como pequeñas guitarras volantes,
la mujer vista de pronto como un paisaje iluminado por un relámpago,
la vida privada de la langosta verde,
la rana, el tambor y el cántaro del estómago,
el pueblecito maniatado con los cordeles flojos de la lluvia,
la patrulla perdida de los pájaros
-esos grumetes blancos que reman en el cielo-,
la polilla costurera que se fabrica un traje,
la ventana -mi propiedad mayor-,
los arbustos que se esponjan como gallinas,
el gozo prismático del aire,
el frío que entra a las habitaciones con su gabán mojado,
la ola de mar que se hincha y enrosca como el capricho de un vidriero,
y ese maíz innumerable de los astros
que los gallos del alba picotean
hasta el último grano.

Los amigos del paseo

Los sauces son buenos amigos
en el paseo solitario;
tiemblan, recuerdan y son tristes
como almas ante los fracasos.

Pensativos tocan el agua
apenas como sombras verdes,
y el corazón va como un pájaro
hacia su tenuidad doliente.

Tienen rumor de pies de seda
sobre el agua atenta a su sueño.
la sombra de Bion los inclina
y oyen su flauta en el recuerdo.

Dan al mal viento un olor triste
y a la vida un sabor bucólico,
y en su silencio verde ocultan
las viejas sombras del coloquio.

Y así los sauces me convencen
en el solitario paseo
de que hay un placer dulce y fino
en dar el corazón al viento.

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NIEVA EN SORIA, NIEVA… [Mi poema]
Winston Orrillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Nieva en Soria. Invierno. La galbana
se apropia del ambiente. Compungidos,
los pájaros no salen de sus nidos,
el lino dando paso va a la pana.

Nieva en Soria tejiendo en el paisaje
un manto que el insigne costurero
va adornando terreno junto al Duero
vestida y ofreciendo el nuevo traje.

Tanta y tanta es la nieve que ha caído
que incluso al olmo seco de Machado
de un blanco virginal se ha decorado
salvando solo al brote verdecido.

E incluso la tamuja en los pinares
y el alma San Saturio de la ermita
gozando va la nieve tan blanquita
cual fuera a liberar de sus pesares.

Nieva en Soria, despacio, en el ambiente
la incógnita es saber si habrá un mañana,
traslada su penar de mala gana,
designio al que se muestra resistente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Winston Orrillo

TOCO LA FLAUTA

Toco la flauta y encanto a los cretinos.
Voy con mis instrumentos alquilados.
Viajo de plaza en plaza como el viento.
Desvencijado estoy aunque a menudo
brillo como fogata repentina.
¡Oh condición, sistema y albedrío!
En el circo podréis interrogarme.
En mi carpa naufraga el que lo quiera.
No se cobra la entrada, mejor dicho,
ellos cobran (lo siento, no es mi culpa).
Mi labor es cantar de vez en cuando
o silbar viejos aires conocidos.
Y me acompaño siempre con la flauta
para que bailen todos los cretinos.

MAROMAS Y MOHINES

A Manuel Ruano

En no remotos tiempos
los reyes y señores
a su vera tenían,
-ventrudos, rencorosos-
los ásperos bufones.
Muy bien alimentados
-sobrias sobras reales-
almacenaban bilis
al hacer sus mohínes.
Mimados y escupidos,
sus relucientes trajes
vadeaban los imperios:
sus muecas y maromas
socorrían la triste
jaula de los reinados.
Hoy nosotros, en cambio,
asaz enflaquecidos,
sin trajes de colores,
sin reales privilegios,
a no distintos amos
su triste tarea
de encanallar la tierra
seguimos secundando.

EL AMOR

Una vieja
inscripción
pintada
en una vieja
pared, pero
con sangre.

¡ESTE VIEJO TAMBOR!

Mantenga usted
su mano
sobre mi corazón ¿Silencio? ¿No
lo escucha? Es mi
viejo motor
medio averiado. Pero
ahora funciona. Ya,
aproveche. No
sea que
más tarde
se pare, el
muy tozudo. Perdónelo,
es muy torpe. Un
caballo sería
–tal vez–
más diligente. ¡Este
viejo tambor! Si
a veces
hasta temo
que deje
de cantar
sin poder avisarme.

A MIGUEL HERNÁNDEZ

A este Miguel que al barro condecora
a este pastor de célicos rebaños
a este perito en lunas y pesares
enamorado fiel de caracolas

le sobra el corazón: nos los regala.
Recibimos su sangre encarnizada
su herencia de naufragios invisibles
de claros versos puros pedregosos.

Hasta Orihuela va la pluma mía
buscándote, Miguel, entre tu pueblo,
buscando, ruiseñor de las desdichas,

tus huellas en los huertos que erigiste.
La cárcel entre tanto aherrojaba
tu suave surtidor, oh silbo herido,

la cárcel y la muerte jazminero
para tu roja voz enamorada.

CUARTO 211

(De Víctor Humareda)

La muerte vino a buscarte
con su cabellera gualda.
La muerte que tú pintabas
con colores amarillos.

Voz de meseta, altiplano
de tu risa, yo la escucho.
Víctor de sangre y de noche
tu sombrero de hongo llora.

La ciudad encanallada
te dice adiós, sin decirlo.
¿A dónde se irán los sueños
de Marylin y Beethoven

ahora que ya no puedes
abrevar sus soledades?
Víctor, de noche, la muerte
vino a fornicar contigo.

POÉTICA

Déjame
poesía
quiero
volver
al cuarto
alevoso
en que moro
quiero
ser empotrado
en la frente
del día
lancinante
que es mío
quiero
ser desollado
por las horas
iguales
quiero
ser finalmente
decapitado
y luego
que arrojen
mis despojos
a tus pies
poesía.

PROMETEO

A Jorge Rendón Vásquez

Muchas gracias, buen padre,
por estos huesos largos
y estos ojos cansados
que un día me donaste.

Muchas gracias, repito,
por esta cobertura
que, guardando los huesos,
discreta me permite
pasear por la planicie.

Total agradecido por
la voz y el galope
violento de la sangre;
y también por el pelo
y el aire de matrero
que sirve, cuando menos,
para hurtar la tristeza
del ojo del avieso.

Muchas gracias, de veras,
igual por la espesura
del pecho, y la espaciosa
voluntad de estar vivo.

Te agradezco, buen padre,
y al padre de tu padre
y a todas las raíces
que en mi se avecindaron
y hoy azuzan a mi hijo

¡para hacerle que siga
robándonos el fuego!

HEMBRA EN CELO

Cada uno de tus
cabellos tiene
un voltaje
indeterminado. Tu
piel emite
rayos
y ríe
la amansada
medianoche
de marzo.
No sé ya
cuál
tu número
de calle
(o del entalle).

No sé
tampoco
ahora
si llegas
o te
has ido, si
regresas o
vuelas
allende
el equinoccio
de los besos
sin tregua.
Qué edad
tendrán
los astros
que en tu
pecho
conflictan
y cuál
la extrema
aurora
que alumbra
en tus pestañas
que ríen
y silencian
la angostura del verbo.

Que electrónica
línea
conecta
tus pezones
con el centro
del mundo.

Y cuál
la geometría
en que
cabe
la curva
demente
de tu espalda.
Mujer felino-niña
trepada
a mi cogote
te siento
y atraviesas
la edad
las estaciones
y vuelves
y renaces
detrás
de la marea
y tornas
a tu cueva
en el patio
del alba
donde orquestan
las olas
su adagio
submarino.

Del pecho
de la arena
emerges
con tatuajes
de actinias
y la sombra
de galeones
hundidos
el siglo XVII.

Del plexo
de las peñas
te viene
la tormenta
que envuelve
mi balandro
lo arrastra
y lo revuelca
y lo lleva
hacendosa.
–oh nana
de mil
mañas–
a su casa
en el cráter
más plúmbeo
del planeta
para hacer
allí mismo
un suave
vergel
albo
donde puedan
los astros
tomarse una pascana
en su marcha
aburrida
de galaxia
en galaxia.

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Raúl Carreras

¡Nieva! 

¡Nieva!
A través de la ventana,
de forma grácil, serena,
miro la nieve cuajada,
desquiciada primavera.

¡Nieva!
Va cayendo, tan callada,
copos de nieve ligera,
la ventisca susurrada
que da paso a la tristeza.

¡Nieva!
Y se extingue nuestra llama,
tu mirada se congela,
y ya no nos queda nada,
y en las venas…,
mi sangre también se hiela.

¡Nieva!
El cielo en copos se desgrana
y se funde con la tierra,
nuestras vidas se separan
al terminar la tormenta.

¡Nieva!
Como si una manta blanca
esté borrando tus huellas,
y se me derrite el alma
al marcharte de mi vera.

¡Nieva!
Solo una fugaz nevada
que se ha quedado deshecha
entre el barro de una lágrima.
Y en el invierno
del corazón… ¡también nieva!

POLÍTICA, EL ARTE DE JODER? [Mi poema]
Daniel Saldaña París [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

Política es el arte de pactar
con dios o con el diablo si conviene,
si alguno hay que a ese pacto no se aviene
se debe de estudiar qué regalar,
qué precio es el que tiene.

Política es el arte de mentir
al pueblo al que se dice que es quien manda,
después con la batuta ya en la banda,
la música que suena es repartir
al que es de nuestra panda.

Política es el arte de imponer
llenando el Parlamento de obsesiones,
sonando sin cesar mismas canciones,
pues son las que se deben de aprender
con sus emoticones.

Política es el arte de trepar
dejando al enemigo allí hecho astillas
de forma que no pueda progresar,
subiendo en el partido sin parar,
poniendo zancadillas.

Política es el arte de joder
a todo lo que pilla el soberano,
aquel el que ha llegado hasta el poder
mostrando los manjares a comer
al pobre que es vegano.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Daniel Saldaña París

Siempre es demasiado tarde: un escalofrío

como un recordatorio. Luna eclipsada.
No supimos amar como es debido,
perder sin mirar, mirar sin arder, quedarnos.
La piel explica el calor que no contiene:
escapa, capitula, rinde
las armas rotas del dolor, su duplicado.
Atrás quedó el vapor, las ruinas ciegas
del atardecer, los ruidos
de la doble canción del acabose.
Una intuición despierta: no se vuelve
del duelo circular. Camina.

Dime que vas a venir

después de haber quemado la razón
para abrazarme y luego
vamos a darle vuelo a la osamenta
—un tres allí, junto a los calcos
de la tímida voz que ya vacila—.
Dime que todo va a estar bien,
que el viento es vil pero amilana,
dime que nunca nada, ni por asomo,
nos va a partir de nuevo.
Aunque no sea verdad.
Aunque la sangre pese
y pase
a despedirse.

Dame la opción de ser,

pese a los años, otro:
un yo más quieto en su tersura,
que sepa quebrarse contra el muro
del mundo cruel y mercenario,
una versión de mí sin la mentira,
la sed de ser amado por cualquiera,
el modo triste de esconder la cara
cuando la tarde escupe su canción de cuna.
Dame un final alternativo:
un baile agarrado que se alente
hasta quedar suspendido —pura estatua:
árbol de savia sin manar.

En el anverso de esta tarde hay otra:

un sábado tocado por la gracia
donde somos, al fin, lo que pudimos ser:
ondas concéntricas en el estanque,
ritmo sin profusión, alquimia.
Pero la muerte tocó a la puerta con sus uñas largas de adornado acrílico
—tamborileaba, perra, una tonada mía—
y luego fuimos sombras laceradas,
ramilletes de nervios esculpidos
con la forma sinuosa de las pérdidas.
En el anverso de esta tarde, un hijo
corre descalzo sobre la hierba.

Un duelo dual desde el lugar del miedo,

una dócil manera de ser uno
sin arrastrar el peso de la falta,
pero también sin risa y sin ternura,
sin la abrasión del beso,
sin la tristeza subvertida del domingo
escondidos del mundo entre las sábanas.
Un duelo dual y recurrente,
la fatigada ola del deseo
que no desiste,
que azota y sala y va mermando
la poca claridad del horizonte.
Un duelo dual por un amor perdido
y otro dejado al mar, entre la arena.
(Inéditos)

Aeropuertos

1
Aeropuertos vacíos.
De sí, digo.
Pero también: de cientos.
De cientos que podrían.
O que podían ser y no fueron.

Aeropuertos de sí, ¿no?,
que tienen todos los tiempos.

Qué decir del “grano de la voz” —simiente:
dice la verdad
de lo que no se dice. (Escucha.)

Por ejemplo, voz que siembra campos de sorgo
enfrentados
a campos desorganizados:
ciudades vistas desde arriba.
El avión a lo que va, como decía.
Más vale tarde que atardece
que tarde detenida:
todo lo que amo
es visible y envejece.

2
Turbinas hechas para perturbar al indio
—a caballo
entre un tiempo y otro.
Modernidad, ¿por qué me has abandonado?

(Nota para más tarde:
Discursos que utilizan la palabra “verga”:
el naval, el pornográfico,
el que pretende —bobo— disgustar al prójimo.)
(Ya es más tarde: ¿será la hora
de regresar sobre mis propios pasos
al paréntesis precedente?
No hay manera de saberlo: esto
no se detiene nunca.)

A lo que iba:
turbinas hechas para matar un toro.
Marinetti, extasiado, monta en una de ellas (a caballo
entre un tiempo y otro).
Otros toros:
el de Picasso,
el de Botero (insultos),
el toro de la marca que usa un toro como marca.
Marca: lo que delata.
Y también: la impresión de un cuerpo en otro.

Turbinas para matar el tiempo.

TODO el hartazgo, el tedio

inherente a lo mediano. Todo,
en «n, lo que me lastra
—el spleen— he decidido
desplazarlo con
una acción fingida
por las islas. Por ejemplo:
hablo con insistencia
de Trinidad y Tobago, hablo
de las Islas Coco.
Funciona un poco, al principio; luego
ese tedio vital vuelve
apenas maquillado
por un tic excéntrico. Vuelve
como habrán de volver también, en su momento,
las obsesiones primarias, las
ficciones personales. Vuelve
como las narrativas de mi desprendimiento.

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Ricardo Palma

TORPEDO 

Hablaba un diputado en el Congreso
de Lima, Quito, Bogotá o Santiago
pues fiel memoria de lugares no hago
y nada importa el sitio del suceso.

-Si queréis gloria, libertad, progreso,
a Roma contemplad. Mirad que estrago
causa el puñal de un Bruto dando en pago
de tiranía vil muerte a un obseso.

¡Y Roma se salvó! Mas un tunante
de aquellos que en la barra echan venablos
gritó, del aguardiente en los eructos:

Esa es grilla, señor preopinante
Si un bruto salvó a Roma, ¿cómo diablos
No salvan a esta patria tantos brutos?

HABLEMOS EN PLURAL [Mi poema]
Amílcar Bernal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Hablemos en plural, de todo el mundo,
de aquellos que gobiernan los que menos,
que a todo lo que ocurre son ajenos,
y a mi siempre me vuelven iracundo,
al verles sus talegos ya tan llenos.

Hablemos de las gentes, los gobiernos
que antaño eran del pueblo, repicaban,
y si alguien no creía criticaban,
y hoy solo se dedican a jodernos
y a ver que nos mentían y trepaban.

Hablemos de los pobres, los que mandan
tan prestos a cuidar sus intereses,
antaño tan plebeyos y hoy burgueses,
aquel falso camino lo desandan
diciendo tonto tú que les creyeses.

Hablemos de los parias, la batuta
de aquellos que dirigen esta orquesta
al tiempo vivirán a mesa puesta
poniendo sus veneno en la cicuta
al ver como a los otros los apesta.

Hablemos del Gobierno sin tapujos
que insisten que nos vienen a salvar,
y empiezan con impuestos a gravar
para ellos disfrutar de muchos lujos
a costa que nos puedan arruinar.

Mejor hablar de fútbol, de mujeres
tirándole a este mundo pedorretas,
con bromas haciendo uso de mil tretas,
guardando a buen recaudo los placeres
mandando al que gobierna a hacer puñetas.
©donaciano bueno

Esos a los que #pagamos para que vivan bien a costa de #sablearnos? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Amílcar Bernal Calderón

El azar y la duda

A Marcela Salgado

La vida es un sendero
donde la Duda construye una verdad. Se muere
uno de saber lo justo. ¿Se podría
llevar a la muerte la almohada? Tiene
razón quien afirma
que dos más dos es cuatro. ¡Hasta ahí!
Lo demás es alta matemática,
cifras del Azar que es el dueño de todo. Por culpa
de la esfericidad de la tierra
el lugar más lejano de uno es uno mismo
y a la vez el más cercano; entonces
entre más se aleja uno de un amor
más se acerca a él.
Hablaba de la vida, creo
porque tengo experiencia en respirar y gracias
a eso vivo.

Crepúsculo blanco

A don Migueu, que vio la misma garza
que voló en mi sueño.

¿Adónde van las garzas?
A habitar los manchones de la tinta regada
del crepúsculo; vuelan
a licuarse en el luto de los árboles negros,
a aprender el idioma de las ramas más altas,
las palabras de hielo, la neblina que tapa
con su muro sin roca los colores del alba. Van las garzas, la tarde
agoniza. Se estila
—es de garzas costumbre—
acostarse entre nubes y flotar casi ausentes
en las ramas del aire; no ser viento
ni ala por las próximas horas;
no ser pluma ni prisa. Ser la noche que vino
disfrazada de nieve
a enredar en el árbol los cordajes del sueño.

Voyeur

Cuando huye la luna por mis ojos
que en la ventana,

y los autos se alejan en las luces
rojas
como sangre cobarde,

cuando la luna
llega
acercando su rostro a la ventana
y
mira huir a los autos en sus luces
rojas,
como noches de sangre,

cuando tarde
me encuentro en la ventana con la noche
y juntos
apostamos carreras sin movernos
como lunas cobardes,
puntos de luz hacia su mundo incierto
van en los autos que mis ojos cuentan
como ocasiones para huir que tuve
y no abordé.

Foto fija

A Adolfo Anuff, que va a cumplir años.

El gato y el ratón salen cada uno a la luz
por primera vez
el mismo día, a la misma hora,

el gato desde un rincón abrigado
como una caricia de durazno,
……………………………………….el ratón
desde una oscuridad de escalofrío,

y cada uno gasta en el otro
su primera mirada. Están
en la casualidad de la misma foto,
cada curiosidad como un espejo de la otra,
extasiados.

Se asombró el gato ante la certeza del ratón
y el ratón de lo mismo. El universo
de cada uno fue del otro en el primer atisbo de la luz. Y
podría jurarse
que el mundo fue inventado dos veces, una
para cada mirada.
………………………..Y después fue la vida.

Escrito fuera de casa

De cuántas aguas está hecho mi aguacero,
qué caminos
de nubes y huracanes
un día se encontraron
en este barrizal. Y aquí la lluvia.
Cae
—un asunto de presiones y velocidades del viento
tan previsible como la siguiente primavera—
esta lluvia políglota
fabricada con vientos de todos los mundos,
con polvo de mil y una batallas,
con ecos de gritos que nunca quisieron sobrepasar
las cortinas de tul de cada lecho.
Llueve arena de todos los desiertos,
viajera pertinaz, cometa
de todos los agostos, todo
lo cósmico y alado en mi aguacero
vive —oh—
y sería perfecto si no fuera
—mierda—
porque me vine sin paraguas.

De súbito

Un tipo con cara de malo del cine pasó por mi noche
metiendo suspenso, el miedo sembrando. ¡Qué tipo
con cara de malo del cine, qué susto, su vaho
deja sin sonrisa los rostros pintados, borra la alegría,
torna suspensivo lo que antes un punto
final era y basta! Un miedo con cara
de tipo que punto
suspensivo fuera, del todo maligno,
llegado nocturno, sigilo y vampira
mente acolmillado y con cara de cine
con resucitados y muertos que vuelven
por alcohol a casa,
un tipo profunda
mente escalofrío con cara de malo
pasó por la calle
que besa mi mundo.

Cromáticas

La diferencia entre el negro y el gris
es sólo una pincelada de tristeza;
entre el rojo y la sangre: la guerra;
entre el amarillo y el sol es la gota
de un cansado sudor.

Entre el anaranjado y la sed
sólo existe una fruta de distancia,
entre el verde y la alegría
un largo desierto,
entre el violeta y el morado
un error de la luz.

Entre el azul y el cielo
la diferencia son las mentiras sobre dios;
entre el ocre y el ladrillo
la casa sencilla de un pueblo pintado
con óleo y pasión;
entre el beis y el marrón
el olor del tabaco, el café de las dos.
El espacio entre la transparencia y el vacío
con sangre y deseo
lo llena el amor.

La diferencia entre pintar y soñar
es el color.

Tic tac

Junto al reloj antiguo,
……………………………..que suena
como lluvia de instantes sobre el techo del mundo,
uno espera contando latidos
como si viviera.

Junto al reloj digital,
……………………………..que es mudo,
condenado al silencio uno espera
cual si en el siguiente momento vacío
habitara la muerte.

Oh, mi corazón,
este triste reloj que no logra
mi sangre entender.

Enfermarás

Enfermarás
cuando empiece tu tiempo a cansarse
del horror de posar detenido
al borde de esa edad tras cuyo salto
comienza el infinito.

Enfermarás de resultados definitivos,
de flechas que aún yacen en el blanco
tras haber hecho las dianas posibles;
de sumas exactas y escasos residuos;
de no más abrazos,
de no más deseo.

Enfermarás
de visiones de hijos difusos,
de amores en sueños con punto final;
de la invalidez de todos tus permisos,
del desahucio de todas tus bacterias;
de la declaratoria oficial de nulidad de todos tus principios.

Enfermarás en el momento en que los jueces de impuestos
decidan no acosarte más;
cuando la más empecinada de tus locuras condescienda
a negociar con la razón monótona del prójimo;
en el último instante
del último mes de todas tus cuotas mensuales.

Enfermarás con el último bolsillo vacío
de usura y derroche;
tras beber en las manos del hastío, como en un desierto,
los ríos venenosos,
y haber escuchado completa la música: haberla bailado
al son del recuerdo,

enfermarás

y tendrás envidia
de quienes se quedan y pueden amar,
de quienes aún consiguen ser novios de alguna,
de los que no suelen sufrir de los males
que pudren el tiempo,
de los tranquilos que ya no serás,
de los que dirán las siguientes palabras,
los versos de nunca.

Y morirás de ti mismo sin serlo,
porque fuiste quizás sólo el sueño
de torpes demiurgos, ni Juan ni su intento,
de regreso al azar de un origen que traza futuros
que no te conciernen,
como el ciego que toca la tierra
con bastones de duda y tropiezos
avanzando de oscuro hacia negro volviéndose foto,
palabras en cartas, olvido y silencio.

Y después todo.

Uno o cualquiera

Copiado con la incertidumbre de la cal en el agua
como letra de pez
transparente y esquiva;
solo en su rol de sombra que se aferra
a la línea tortuosa de una cara obligada;
ajustando su horario a los pasos de un alba
contagiada de oscuro, va
el habitante de una sordera tan honda como el lecho del plomo
en la saeta de las cartas sin ruta que dan contra los muros
o enviado al fin del mundo
para dar la noticia del error que otros callan;
asediado por orgasmos adonde no llega el deseo
—saliva repudiada por el labio—;
dueño de herencias que extraños derrocharon
como agua vertical o de espejismo:
hielo.

Nuevo para los siempre presentes en la extranjería de la historia;
un tipo de vigilar, dicen de él los de su propio espejo;
el de los pasos tardos —piensa el ciego del bastón mudo
sobre el césped negro de su imaginación—;
ajeno para el pan como el suspiro pómez de la piedra muerta
pero muy conocido para el perro de nadie
y el vestido que baila su ajena alegría
en la fiesta de los sábados de cada nunca.

Por ese,
línea ahora perdida en el borrón, luz en la luz,
razón en lo cierto, sangre en la intención de la daga, el confundido
por todo lo visible, ese cualquiera,
inverso como un eco, torcido como el índice de la vejez,
siempre a punto de nada, el favorito
de los rostros anónimos, voten,

voten por él

para que sea proscrito de las listas
confeccionadas con las cifras personales de los que prestan su perfil
para la salvaguarda de los asuntos del estado,
de la fe,
de la prostitución de los oficios.

Rincones

El gato y el ratón salen cada uno a la luz
por primera vez
el mismo día, la misma hora,

el gato desde un rincón abrigado
como una caricia de durazno,
………………………………………..el ratón
desde una oscuridad de escalofrío,

y cada uno gasta en el otro
su primera mirada. Están
en la casualidad de la misma foto,
cada curiosidad como un espejo de la otra,
extasiados.

Se asombró el gato ante la certeza del ratón
y el ratón de lo mismo. El mundo
de cada uno fue el otro en el primer atisbo de la luz. Y
podría jurarse
que el mundo fue inventado dos veces
en la misma mirada,

y después fue la luz.

Ojos de faro negro

De la noche salieron los gatos
en su paso de nubes oscuras, huyeron
de la noche los hondos ronquidos,
los búhos
que alquilaron disfraz de pingüino, los pasos
de los celadores —dormida
su pistola los acompañaba.
…………………………………..Partieron
los que mueren a diario
de la vida nocturna
ni raudo ni lento, si acaso
como manda el reloj que repite
latidos eternos; se fueron
las putas
del andén alcahuete a la una
de la madrugada, la luna
alumbraba en sus pechos. No quedan,
cuando el alba encandila su miedo
de sol primerizo, vestigios
de la tinta vestida de viento
que es noche y recodo
de ojos cerrados.
………………………O apenas
quedo yo, por recuerdos tomado,
de nostalgia en nostalgia mirando
—la ventana me cede dioptrías—
cómo pierde la noche su tiempo,
su tinte y su alma,
y me deja en el centro de todo
sin nada a la vista, uno,
non
disfrazado de tango y vampiro
sobre el borde de todo,
vacío
de luz y miradas,
soledad que amanezco pensando
en la luz de unos ojos perdidos.

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MI POETA INVITADO:  Benjamín Prado

Hablemos, parlem 

Hablemos sin cuchillos en las manos
Hablemos sin quemarnos las banderas
Con razones, sin sangre en las aceras
Con libertad, sin ira, como hermanos
Hablemos de palabras, no de idiomas
Digamos «te respeto», «no te vayas»
Sin ver puntos finales donde hay comas
Sin ver desiertos donde solo hay playas
La justicia consiste en ser iguales
La igualdad, en poder ser diferentes
La esperanza, en querer mover montañas
Que aprendan a pensar en nuestra gente
Abrir ventanas, sin romper cristales,
Hay sitio para todos en España.

FELIZ NUEVO AÑO [Mi poema]
Susana Thénon [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Otro año más que pasa y lo celebro,
siempre atento observando lo que pasa,
otro más, más o menos, mas ¡qué guasa!
mi cuerpo ayer de pino se ha hecho enebro.

Un lapso más que al tiempo yo repaso
preguntando ¿estás vacío o estás lleno?,
si en la siega anegado está el terreno,
del vaso que es la vida ya anda escaso.

Bendiciones pidiera al nuevo año,
para el sol, que nos salve de la quema,
los que ignoran, librarse de la flema
si creen que el ayer aún no es antaño.

A quienes ven la luz del horizonte,
disfrutan del amor que está a su lado,
practican la bondad, y hasta al osado
que observa a la llanura donde hay monte.

Dios libre de los males a inocentes,
El agua se reparta en las regiones,
La suerte vaya dando bendiciones
a quienes son iguales, diferentes.

A todos, al mayor, quienes merecen
que el hado les regale sus favores,
repartan el amor sin resquemores,
amando a los humanos cuando recen.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Susana Thénon

FUNDACIÓN

Como quien dice: anhelo,
vivo, amo,
inventemos palabras,
nuevas luces y juegos,
nuevas noches
que se plieguen
a las nuevas palabras.
Hagamos
otros dioses
menos grandes,
menos lejanos,
más breves y primarios.
Otros sexos
hagamos
y otras imperiosas necesidades
nuestras,
otros sueños
sin dolor y sin muerte.
Como quien dice: nazco,
duermo, río,
inventemos
la vida
nuevamente.

LUGAR

Sabeís que llevo un esquimal dormido
en el lugar del corazón.
Después de abandonar las catedrales,
el diasapón febril de las tabernas,
llegué al confín, a la frontera inalcanzada.
Sabeís que llevo un arenal baldío
en el lugar de las palabras.
Por debajo del miedo,
por caminos cerrados desde antiguo,
se aventuró la mano hasta el silencio.
Sabeís que llevo una pupila roja
en el lugar de la alegría.

NOCTURNO

Déjame nadar por tus venas,
por tus ríos de sangre
y de saliva,
por tus mandíbulas de sombra,
por tus rincones tiernos,
por tus lentos respiros,
por tus ojos serenos,
por tus palabras tristes,
por tu sonrisa inquienta,
por tu marcha sobre el asfalto
turbio de las ciudades:
déjame serte.

NADA

Mis ojos se ennegrecen
ante estos días
de luz y risas ajenas,
de sal, de muerte hueca
en la sangre.
Quisiera desnudar mi grito
en la calle,
volcarlos en las esquinas,
atravesar paredes
y canciones,
golpear en lo más bajo,
trepar los pensamientos,
devorar las raíces del asombro.
Mis manos se marchitan
abrazando la nada
como esas hojas turbias
que se aferran al árbol.
La burla sopla su clarinete
y mi niebla se desenrosca,
me pide libertad,
se marcha
y se estrangula las horas.

AHORA

Las vida es prosa
coagulada en barro,
en piel,
en rojo tumefacto.
La vida es esta cosa doméstica
que manoseo todos los días
con indiferencia,
con la pasividad de un ave de corral,
sin sueños.
La vida no tiene ese color
que se presiente de lejos,
nos hipnotiza
con su arco iris
de impúdica esperanza.
¿Y después, después qué?
Pero ahora pienso
en la vida.
Esa prostituta.

QUIÉN

¿Quién caerá primero?
¿Quién estará solo
primero?
¿Quién
se resistirá inútilmente
al cielo que avanza?

JUEGO

Despojémonos de todo aquello
seguro
que se proyecta al exterior
con trazos lentos
y definitivos.
Todos empleados en la tarea
de ser, vivir, sentir
sin otros lazos.
Y quien no atine a sofocar
su amor por lo prohibido,
reclame su derecho al dolor,
su penitencia.
Despojémonos de todo cuanto
nos conformó a imagen y semejanza
nuestra
y gustemos sabiamente para el recuerdo
el minuto absurdo y libre.
De Edad sin tregua (1958)
**
¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita?
¿por qué grita esa mujer?
andá a saber

esa mujer ¿por qué grita?
andá a saber
mirá que flores bonitas
¿por qué grita?
jacintos margaritas
¿por qué?
¿por qué qué?
¿por qué grita esa mujer?

¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber

¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritas
que no cantan
¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca mujer?

Ya no grita
(¿te acordás de esa mujer?)

LA ANTOLOGÍA

¿tú eres
la gran poietisa
Susana Etcétera?
mucho gusto
me llamo Petrona Smith-Jones
soy profesora adjunta
de la Universidad de Poughkeepsie
que queda un poquipsi al sur de Vancouver
y estoy en la Argentina becada
por la Putifar Comissión
para hacer una antología
de escritoras en vías de desarrollo
desarrolladas y también menopáusicas
aunque es cosa sabida que sea como fuere
todas las que escribieron y escribirán en Argentina
ya pertenecen a la generación del 60
incluso las que están en guardería
e inclusísimamente las que están en geriátrico

pero lo que importa profundamente
de tu poesía y alrededores
es esa profesión –aaah ¿cómo se dice?–
profusión de íconos e índices
¿tú qué opinas del ícono?
¿lo usan todas las mujeres
o es también cosa del machismo?

porque tú sabes que en realidad
lo que a mí me interesa
es no sólo que escriban
sino que sean feministas
y si es posible alcohólicas
y si es posible anoréxicas
y si es posible violadas
y si es posible lesbianas
y si es posible muy muy desdichadas

es una antología democrática
pero por favor no me traigas
ni sanas ni independientes
De Ova completa (1987)

CANTO NUPCIAL (TÍTULO PROVISORIO)

me he casado
me he casado
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de mi existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola, ¿estoy bien?
yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme
en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban

al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería

me daba a entender
finamente
que me tenía podrida

y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme

y pasó tanto tiempo
que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo
y no podía creerlo
porque aunque perezca mentira
no había cicatrizado
sólo me había ido en sangre
entonces me dije: hola, ¿soy yo?
soy yo, me dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo

¿quiero venir a casa?

sí, dije yo

y volvimos a encontrarnos
con paz

yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junta
y ni la muerte puede separarme.

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LAS MATANZAS [Mi poema]
Luis Maggiori [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Recuerdo, yo era un niño, las matanzas,
mi padre con el gancho y el cerdito,
el cerdo el pobrecito y sus andanzas,
la gente en torno al mismo haciendo chanzas,
y yo sin entender por qué aquel rito.

Poniéndome del débil a su lado
al ver le sometían a torturas,
después como en el fuego era tostado
colgando para ser descuartizado
dejando al pobrecito sin costuras.

Aquello se alargaba una semana
con toda la familia celebrando
metidos en faena, aderezando,
debiendo soportar de mala gana
y a mi sin contemplar, me fueran dando.

Que allí todo se hacía picadillo
metiéndose en adobo, los riñones,
morcillas y chorizos, chicharrones,
el lomo, y con ternillas el botillo,
poniéndose a salar los dos jamones.

Aquellas, las matanzas, celebradas,
a mi siempre me traen mal recuerdo
así que al que mataran fuera un cerdo.
Prefiero no volver a las andadas,
expuesto a escuchar me llamen lerdo.

Matanza, esa palabra tan horrible
igual que suena mal carnicería,
mas yo como es normal también comía,
admito que era un niño muy sensible
con ganas de mediar en la porfía.
©donaciano bueno

Tú cómo recuerdas tu infancia? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Luis Maggiori

SIN GESTO EN LA MUERTE

Tengo que imaginar que fuiste un hombre
pues no ha dejado gesto tu partida:
la bomba en cada esquirla repartida
a picotazos te arrebata el nombre.

Me piden que me aparte y no me asombre
si pasa algún retazo de tu vida:
se está llevando el agua a la avenida
las inefables letras de tu nombre.

Y viaja inevitable por los aires
y arriba a inaccesibles marquesinas
algo de tu sonrisa y de tu pelo.

Esto es Beirut, Madrid o Buenos Aires,
donde han sofisticado las espinas
y no todo tu cuerpo tendrá duelo.

TU VOZ

Los pájaros que emigran de su boca
provocan primaveras con su canto.
El mundo era profano y ahora es santo:
su dulce melodía ya lo toca.

VOY HACIA VOS

Voy hacia vos
como quien vuelve
del exilio.
Voy hacia vos
con el temor
de que los cuerpos recobrados
sean, otra vez,
la tela de un sueño,
livianas imágenes
de la fiebre,
fantasmas de la nostalgia.
Voy hacia vos
con la pavura de que Dios
hoy no me piense
y vos seas tan real
que no lo crea.

Miedo

Miedo a los teléfonos,
a los carteros, a las palomas mensajeras,
a que estés detrás
de cada puerta,
a la vuelta de la esquina,
en la universidad,
entre mis papeles.
Miedo a no saber de vos.
Miedo a saber de vos.
Miedo a seguir escuchando
muchas voces y nunca la tuya.
Miedo a morirme esta noche
y no volver a verte.
Miedo a sobrevivirme
y poder con todo el dolor
y que aparezcas
y ya sea tarde.
Miedo a que todo haya sido
un malentendido
y vos sonrías mientras yo
escribo sobre el miedo.

Rosa de Laredo

Rosa de Laredo
venciendo al tiempo y al espacio.
Rosa irrepetible y siempre la misma.
Tu destino se reparte generoso
entre las manos que te requieren
y yo no puedo asegurar que has sido mía.
Rosa de Laredo,
nunca sabré tu secreto, tu magia.
Para retenerte he debido acuñarte en una palabra
pero solo Dios ha accedido a tu belleza.

La certeza de tu carne

1
Yo amo tu carne elemental:
la que no toca mi literatura,
la carne sin civilización
y sin juicio final,
la carne sin ambages
ni amagues,
la carne indispensable
que nunca es otra cosa.

2
Las águilas del sueño alzan vuelo,
queda tu carne.

Escucho el ladrido del Cerbero,
no queda nada.

La escritura

El camino se hace con palabras.
Nada delante.
Detrás, el juego perifrástico o acaso el eufemismo
es toda nuestra obra.
Ya se han repartido los limitados zapatos,
la silla de ruedas, el bastón
y la voz a los postrados.
Son nuestros utensilios.
Van dibujando con esmero el alfabeto insuficiente.
Aunque nos parezca un borrador
sigamos avanzando.
De algo ha de servir esta escritura.

Hoy

Hoy hubo:
la sonrisa sanadora
de mi hijo;
un sol que, por horas,
le sostuvo el mentón
a un apesadumbrado lirio
del patio;
la grandeza de una hormiga
que sin auxilio, lamento ni esperanza
se cargó una imposible cruz
sobre la espalda;
las cuerdas de Agri
cicatrizando el pecho
de un amigo.
Hoy hubo todo eso.
No tengo derecho a estar triste.

Eternidad

El día en que nuestra piel
fue un número impar
y perdimos identidad
pronombre y lejanía
sigue siendo el de hoy.
Miento cuando digo “yo” o “tú”.

Beso primero

Toco las anheladas riberas
de tu boca.
Ha concluido el naufragio.

La dicha

Ella pasa.
Una genealogía de anchas horas
se anula en mis ojos
que la tocan
y en el humilde instante
que permanece en mi retina
yo conozco la calma
yo, acaso, soy feliz.
Ella pasa
y sólo hay el módico reino
de su boca y sus ojos
agotándose en los míos.
Y todo lo demás
es exilio.

Voy hacia vos

Voy hacia vos
como quien vuelve
del exilio.
Voy hacia vos
con el temor
de que los cuerpos recobrados
sean, otra vez,
la tela de un sueño,
livianas imágenes
de la fiebre,
fantasmas de la nostalgia.
Voy hacia vos
con la pavura de que Dios
hoy no me piense
y vos seas tan real
que no lo crea.

Sin gesto en la muerte

Tengo que imaginar que fuiste un hombre
pues no ha dejado gesto tu partida:
la bomba en cada esquirla repartida
a picotazos te arrebata el nombre.

Me piden que me aparte y no me asombre
si pasa algún retazo de tu vida:
se está llevando el agua a la avenida
las inefables letras de tu nombre.

Y viaja inevitable por los aires
y arriba a inaccesibles marquesinas
algo de tu sonrisa y de tu pelo.

Esto es Beirut, Madrid o Buenos Aires,
donde han sofisticado las espinas
y no todo tu cuerpo tendrá duelo.

Por mi palabra

Del otro lado estás, en la ribera
donde apenas te toca el pensamiento.
Estás lejos y cerca. Yo lo siento:
estamos siendo Amor por vez primera.

Homero1 lo cantó: “amor es nudo”.
Prefiero hablar de puentes con glicinas
y ver que con tu paso te avecinas
por letras perfumadas. No lo dudo:

que está roncando el agua por debajo
que mucho sol abochornarte pueda
que un ventarrón brutal por la vereda
te apunte al pie y fracase mi trabajo.

Y aunque la Tierra vocifere y se abra
Amor, ya sos bendita en mi palabra.
de «Canto espiritual para la Cuenta del Omer»

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Osvaldo Lamborghini

Mi tema es la matanza 

Mi tema es la matanza
es claro: la matanza,
y no importa
nada y para nada
a qué muerte me refiero
ni de qué
muertos hablo, menos aún
si la guerra como efecto de la matanza
o a la inversa (estas minucias,
no tengo tiempo).
Pienso en mi mirada.
En qué campo de batalla nacieron mis ojos
y allí se estrenaron
para ver así,
y mirar de otro modo.
Como si hubiera modos.
Mentira es la palabra.

La palabra mentira,
¿por qué no enredarnos?

NADIE SE LIBRA DE BAILAR [Mi poema]
Severo Sarduy [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Bailar, saber bailar, eso es un arte,
bailar sin rechistar ni abrir la boca,
bailar siempre al compás de aquel que toca
y sabe con su labia camelarte,
bailar es la reoca.

Danzar sin conocer para qué danzas,
y dar un paso atrás y otro adelante,
seguir como un poseso a cada instante
al son tarareando tus andanzas
y así siempre constante.

Pues todos en la vida hemos bailado
uniéndonos al sol que más calienta,
siguiendo en tanto el ritmo se acrecienta
haciendo malabares disfrutando
si el cuerpo no revienta.

Que aquí nadie se libra de bailar.
ni dios, ni el rey, cual fuéramos payasos.
Importa que sigamos dando pasos
un día y otro día sin parar
y vuelta a los repasos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Severo Sarduy

Aunque ungiste el umbral y ensalivaste…

Aunque ungiste el umbral y ensalivaste
no pudo penetrar, lamida y suave,
ni siquiera calar tan vasta nave,
por su volumen como por su lastre.

Burlada mi cautela y en contraste
-linimentos, pudores ni cuidados-
con exiguos anales olvidados
de golpe y sin aviso te adentraste.

Nunca más tolerancia ni acogida
hallará en mí tan solapada inerte
que a placeres antípodas convida

y en rigores simétricos se invierte:
muerte que forma parte de la vida.
Vida que forma parte de la muerte.

El émbolo brillante y engrasado…

El émbolo brillante y engrasado
embiste jubiloso la ranura
y derrama su blanca quemadura
más abrasante cuanto más pausado.

Un testigo fugaz y disfrazado
ensaliva y escruta la abertura
que el volumen dilata y que sutura
su propia lava. Y en el ovalado

mercurio tangencial sobre la alfombra
(la torre, embadurnada penetrando,
chorreando de su miel, saliendo, entrando)

descifra el ideograma de la sombra:
el pensamiento es ilusión: templando
viene despacio la que no se nombra.

El paso no, del Dios, sino la huella…

A Gerardo Mello-Mourão

El paso no, del Dios, sino la huella
escrita entre las líneas de la piedra
verdinegra y porosa. Aún la hiedra
retiene las pisadas, aún destella

de su cuerpo el contorno sobre rojos
sanguíneos o vinosos: en los vasos
fragmentados, dispersos. No los pasos
del dios, sino las huellas; no los ojos:

la mirada. Ni el texto, ni la trama
de la voz, sino el mar que los decanta.
En su tumba -las islas ideograma

de esa página móvil donde tanta
frase, no bien grabada, se derrama-,
sumergida, tu estatua ciega, canta.

El rumor de las máquinas crecía…

El rumor de las máquinas crecía
en la sala contigua: ya mi espera
de un adjetivo -o de tu cuerpo- no era
más que un intento de acortar el día.

La noche que llegaba y precedía
el viento del desierto, la certera
luz -o tus pies desnudos en la estera-
del ocaso, su tiempo suspendía.

No recuerdo el amor sino el deseo:
no la falta de fe, sino la esfera-
imagen confrontando su espejeo

con la textura blanca, verdadera
página -o tu cuerpo que aún releo-;
vasto ideograma de la primavera.

Entrando en ti, cabeza con cabeza…

Entrando en ti, cabeza con cabeza,
pelo con pelo, boca contra boca:
el aire que respiras -la fijeza
del recuerdo-, respiro y en la poca

luz de la tarde -rayo que no cesa
entre los huesos abrasados- toca
los bordes de tu cuerpo; luz que apresa
la forma. Ya su cénit la convoca

a otro vacío donde su blancura
borra, marca de arena, tu figura.
El día devorando de sonidos

quema, de trecho en trecho, su espesura
y vuelca de ceniza la textura
en la noche voraz de los sentidos.

La transparente luz del mediodía…

La transparente luz del mediodía
filtraba por los bordes paralelos
de la ventana, y el contorno de los
frutos -o el de tu piel- resplandecía.

El sopor de la siesta: lejanía
de la isla. En el cambiante cielo
crepuscular, o en el opaco velo
ante el rojo y naranja aparecía

otro fulgor, otro fulgor. Dormía
en una casa litoral y pobre:
en el aire las lámparas de cobre

trazaban lentas espirales sobre
el blanco mantel, sombra que urdía
el teorema de la otra geometría.

Las húmedas terrazas dominaban…

A Octavio Paz

Las húmedas terrazas dominaban
el templo, la planicie entre dos mares,
superpuestas, azules, triangulares.
Simétricas estatuas deslizaban

sus fragmentos de mármol por la nieve
-fueron torsos de Apolo, manos anchas
que el musgo ha devorado con sus manchas-
fresca, trazando un laberinto breve.

Los cuerpos arrastrados por el río
han quedado en la arena sepultados
bajo las piedras nítidas del lecho.

En el delta una mano, el globo frío
de unos ojos han sido rescatados.
y más allá una frente, un brazo, el pecho.

Ni la voz precedida por el eco…

Ni la voz precedida por el eco
ni el reflejo voraz de los desnudos
cuerpos en el azogue de los mudos
cristales, sino el trazo escueto, seco:

las frutas en la mesa y el paisaje
colonial. Cuando el tiempo de la siesta
nos envolvía en lo denso de su oleaje,
o en el rumor de su apagada fiesta,

cuando de uno en el otro se extinguía
la sed, cuando avanzaba por la huerta
la luz que el flaboyant enrojecía,

abríamos entonces la gran puerta
al rumor insular del mediodía
y a la puntual naturaleza muerta.

No por azar, por gusto del dislate…

A Luce López-Baralt

No por azar, por gusto del dislate
ni por obedecer a una figura,
habló de una cegante noche oscura.
Que toda exaltación o disparate

aparente, se indague, y no se ciña
-el lenguaje no basta- a un simple juego:
de granadas y lámparas de fuego
bebió un vino, de antes de la viña.

No percibió ni forma ni sonido,
mas con la sangre lo irrigó un sentido
ajeno a la palabra y a la imagen.

Dejemos, de esa heráldica, que viajen
los símbolos, el mudo abecedario:
agua y sed, brasa y luz, cuerpo y sudario.

Omítemela más que lo omitido…

Omítemela más que lo omitido
cuando alcanza y define su aporía,
enciende en el reverso de su día
un planeta en la noche del sentido.

A pulso no: que no disfruta herido,
por flecha berniniana o por manía
de brusquedad, el templo humedecido
(de Venus, el segundo). Ya algún día

lubricantes o medios naturales
pondrás entre los bordes con taimada
prudencia, o con cautela ensalivada

que atenúen la quema de tu entrada:
pues de amor y de ardor en los anales
de la historia la nupcia está cifrada.

Pido la canonización de Virgilio Piñera*

Poco interés presentan estas cosas
para un Concilio, que otras más urgentes
-la talla de los ángeles, las fuentes
del Edén-, y sin duda, más valiosas

apremian sin cesar. Insisto empero
para que tenga sitio en los altares
este mártir de arenas insulares.
Por textual, su milagro verdadero

dio presa fácil a los cabecillas
y a los sarcasmos que, de tanto en tanto,
interrumpen las furias amarillas,

las madres del exilio y del espanto.
Es por eso que a Roma, y de rodillas,
iré a exigir que lo proclamen santo.

*Poeta, dramaturgo y narrador cubano nacido en Cárdenas
en 1912 y fallecido en 1979.

Renuncia a tu cuidado, bien lo sé…

Renuncia a tu cuidado, bien lo sé: tras
ese dolor que tu embestida aqueja,
en alivio y placer muda la queja,
más sosegada cuanto más penetras.

Cerveza transmutada o sidra añeja,
del oro tibio la furiosa recta
su apagado licor suma y proyecta
sobre el cuerpo deseoso que festeja

tanto derrame. A bálsamos o ardides
que atenúen la quema de tu entrada
nunca recurras. Mientras menos cuides,

unjas, prevengas, o envaselinada
disimules, mejor. Para que olvides
el mudo simulacro de la nada.

Que se quede el infinito sin estrellas…

Que se quede el infinito sin estrellas,
que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
un planeta en su abismo y en las huellas

del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas

que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:

un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.

Otros poemas:

Corta, Changó con tu espada…

Corta, Changó con tu espada
el alcohol, y haz que ese río
crecido, no bien vacío,
vuelva a su cauce y, saciada
tanta sed, halle morada
el nadador a la orilla
de tu fuente y en tu arcilla.
Que la sangre que consagras
dé su fuerza a las bisagras
del puño y de la rodilla.

Cuerpo con cuerpo: las pieles…

Cuerpo con cuerpo: las pieles
se aproximan y se alejan
entre espejos que reflejan
su deseo. No develes
la imagen -esos laureles
fenecen-; no te aconsejo
confiar en ese reflejo,
porque ese doble perverso
te revelará el reverso:
hueso con hueso, pellejo.

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UN SEGUIDOR INCONDICIONAL [Mi poema]
Jorge Eduardo Eielson [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Me apresto a imaginar, soy un labriego
que un buen día se puso aquí a sembrar,
-esto creo que es mucho imaginar-,
pues yo escribo montándome en mi ego
y aunque crea que sigo siendo un lego
entre letras me he echado a navegar
y creo doy el pego.

Saco brillo cual simple limpiabotas
fijando, dando lustre y esplendor,
pues que pinto la vida del color
haciendo de la misma chirigotas
quitándolas de aquí, poniendo notas
a excelencia, santísimo señor,
señor de las bellotas.

Que me chifla reírme de mí mismo
y me observo del uno y otro lado,
y me tiento y aun no me he acostumbrado
a entender de mi cuerpo ese guarismo
que existe entre optimismo y pesimismo,
no sé lo que será, qué me ha pasado
no tengo catecismo.

Juntador de palabras, jugador,
indigente que avanza a la deriva
cual salvado se filtra de una criba
dando tumbos a falta de un hervor,
no me crean que soy un escritor,
mas reafirmo no hay nadie que me impida
de mí ser seguidor.
©donaciano bueno

#Todo eso es ser poeta? Share on X

Si difícil es escribir, lo es mucho más hacerlo a sabiendas de que posiblemente nadie te lea. Tranquilos. Para evitar esta posible frustración hay que hacerlo pensando en que al menos tienes un seguidor que eres tú. El resto se dará por añadido.

MI POETA SUGERIDO:  Jorge Eduardo Eielson

Poesía en A mayor

estupendo Amor AmAr el mAr
y vivir sólo de Amor
y mAr
y mirAr siempre el mAr
con Amor
mAgnifico morir
Al pie del mAr de Amor
Al pie del mAr de Amor morir
pero mirAndo siempre el mAr
con Amor
como si morir
fuerA sólo no mirAr
el mAr
o dejAr de AmAr.

Solo de sol

Sólo el sol
el sol solamente
solo en el cielo
y yo tan solo
a solas con el sol
sonrío simplemente.

Guardo de Lima una botella…

Guardo de Lima una botella
Llena de lluvia
Y un puñado de arena
En el pañuelo. A veces recuerdo
La luz de su nublado cielo
Y la acaricio
Como se acaricia una perla
En el bolsillo.

Cuerpo enamorado

Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora.

Cuerpo multiplicado

No tengo límites
Mi piel es una puerta abierta
Y mi cerebro una casa vacía
La punta de mis dedos toca fácilmente
El firmamento y el piso de madera
No tengo pies ni cabeza
Mis brazos y mis piernas
Son los brazos y las piernas
De un animal que estornuda
Y que no tiene límites
Si gozo somos todos que gozamos
Aunque no todos gocen
Si lloro somos todos que lloramos
Aunque no todos lloren
Si me siento en una silla
Son millares que se sientan
En su silla
Y si fumo un cigarrillo
El humo llega a las estrellas
La misma película en colores
En la misma sala oscura
Me reúne y me separa de todos
Soy uno solo como todos y como todos
Soy uno sólo.

Cuerpo transparente

Completamente azul y despeinado
El corazón y la cabeza entre las nubes
Heme sin mejilla y sin mirada
Con un rayo de luna en el bolsillo
Para vivir
Uso una máscara de carne y hueso
Un cigarrillo y luego una sonrisa
O primero una sonrisa y luego un cigarrillo
Posiblemente encendido
Visto saco y pantalón planchado
Frecuento hoteles amarillos
Nadie me espera ni me conoce ni me mira
Mi cuerpo es humo materia indiferente
Que brilla brilla brilla
Y nunca es nada.

Sobre la luz

A María, Eva, Marigola, Julio, Luciano,
Lorraine, Aliocha, Placido, amigos.

La luz que solamente es luz
Cuando ilumina una cosa
No es luz verdadera. La luz
Que pasa velozmente y no deja sombra
Que todo lo sostiene y lo anima
Es quizás la luz divina. Pero la luz
De que hablo es otra luz
Hundida en mi memoria como un anillo de oro
En la espesura. Es una luz que brilla
Muy rara vez en la vida
Que no tiene peso ni medida
Pero que convierte el corazón
En una estrella
Una luz que no se explica que no
Se explica que improvisadamente aclara
Todo lo que existe
Como si fuera un espejo
Ante un vaso de agua pura
Un fulgor escondido
Un diamante que nos duele
Dulcemente y que nos nubla la mirada
Una suerte de esplendor vacío
Que sólo se percibe como oscuridad
O ceguera. Una luz
Más clara que la misma luz
Del cielo pero más humilde
Más cercana a nuestra mano
A nuestra pobre luz de cada día
Hecha de millares y millares
De cosas sencillas
De átomos que nacen
Y átomos que mueren
De centelleantes fragmentos
De otras cosas
Que igualmente nacen resplandecen
Y perecen.

No se trata de jugar tranquilamente…

No se trata de jugar tranquilamente
Con el pene o la vagina
Como si fueran pájaros o peces
No es suficiente penetrar
En el fondo de otro cuerpo
Con el glande o la mirada
Nuestra sangre y nuestros huesos
Son tinieblas que se juntan casualmente
Y eso es todo. Mas el amor verdadero
Es un gigante de oro
Que no tiene pene ni vagina
Y que tampoco muere.

Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

Penetro tu cuerpo tu cuerpo
De carne penetro me hundo
Entre tu lengua y tu mirada pura
Primero con mis ojos
Con mi corazón con mis labios
Luego con mi soledad
Con mis huesos con mi glande
Entro y salgo de tu cuerpo
Como si fuera un espejo
Atravieso pelos y quejidos
No sé cuál es tu piel y cuál la mía
Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo
Tu sangre brilla en mis arterias
Semejante a un lucero
Mis brazos y tus brazos son los brazos
De una estrella que se multiplica
Y que nos llena de ternura
Somos un animal que se enamora
Mitad ceniza mitad latido
Un puñado de tierra que respira
De incandescentes materias
Que jadean y que gozan
Y que jamás reposan.

A un pájaro de nombre Charlie

A todos aquellos que, como yo;
aman el jazz y las estrellas.

Si alguna vez confundes
Tu corazón con tu sexo y tu sexo
Con un saxofón que llora
En una calle oscura
O si derramas amor a manos llenas
Sin que nadie lo reciba
Y asustado como un niño te despiertas
Y ya no hay caricia
Ni desayuno tibio
Ni vestido viejo ni vestido nuevo
Y ni una sola gota de materia
Que te recuerde el universo entero
Sino tan sólo
Un saxofón que no te da tregua
Un saxofón que no te da tregua
Es porque Charlie respira
¿Recuerdas cuando tocaba
Round about midnight o Perdido
Y toda Nueva York se arrodillaba
Como si hubiera visto a Dios
En traje oscuro y saxofón de fuego?
Y si descubres el rocío
En el Central Park o Washington Square
Después de haber tomado tanto
Porque ya no tienes lágrimas ni saliva
Para besar a nadie
Cuando quisieras besar a todos
Si olvidas todo huyes de todo pierdes todo
Pero conservas en quién sabe qué bolsillo
La perla atroz de la belleza y la locura
Si lo que llamas vida es solamente
El vino añejo de un instante
El minuto que desaparece cada día
Por el water-closet y regresa transformado
En un pájaro amarillo
Si el café negro y el whisky puro
Se parecen tanto al cabello rubio
De una muchacha que solloza amargamente
Entre tus brazos. Si tu álma frágil
Y tu cuello de basalto tu cigarrillo
Igual a un lucero siempre encendido
Tu pantalón y tu camisa
Siempre en la silla si todo eso
Y muchas otras cosas todavía
Te recuerdan la tristeza y el fulgor
De Harlem bajo la lluvia
Es solamente porque existe
Un saxofón que no te da tregua
Es porque Charlie respira
Porque en sus labios se enciende y se apaga
Una galaxia que no nos aniquila
Como un pensamiento o una cifra aciaga
¿Acaso la música no es la medida
La suma total de cuanto existe
Y nuestra propia vida sólo el sonido
De una orquesta que se afina noche y día?
¿Recuerdas las manos de Bud en el piano
Volando como pájaros vivos
Sobre cascadas de luz y cristales hirvientes?
¿Y la trompeta de Dizzy en la noche
Que todo lo volvía incandescente
Y hasta el Empire State se derretía
Como si fuera de oro puro?
¿Y cuando Max tocaba la batería?
¿Recuerdas sus manos armadas
De millares y millares de centellas
Que él lanzaba a tus oídos
A tu corazón y a tu ombligo?
(Todo era ritmo entonces
Tambor el cielo entero
Tambor la luna llena
Y todo lo que nos rodeaba
Tambores solamente
Porque de ritmo somos
Y hasta de ritmo
Aunque de falta de ritmo
Morimos. Con nosotros
Nace el ritmo
Que no es tiempo ni sentido
Ni tampoco alborozo
Sino más bien latido
Tambor de piel humana
Que se quema
Huesos que no son huesos
Sino vacío
Infinitas flautas
De oxígeno divino
Que tampoco es nada
Sino ritmo
Luz que rebota
De nota en nota
En nuestro oído
Disfrazada de sonido)
Y si alguna vez
Lejos de caos de nuestro origen
Del insondable gorila que se asoma
Tristemente en tu mirada
Lejos del tiempo y la rutina
De nuestro amor lleno de trapos
De miserables botones faldas y pantalones
Que se arrugan fácilmente
Si de tanto correr tras de la luna
Bajo cipreses que igualmente corren
Sin darte nunca la mano
No te queda sino el ritmo de las cosas
El resplandor de los objetos
Un tambor en la cabeza
Una botella entre los brazos
Si después de tanto goce y tanto llanto
Tanto inmóvil viaje hacia la nada
El rayo violeta de Saturno
Baña tu cuerpo y tus sábanas sucias
Y ya cercano al fin arrojas
La inútil perla al tacho de basura
O como un perro escondes
Tu viejo saxofón debajo de la cama
Si tus costillas tu cráneo tu sonrisa
Tu pasta de dientes con sabor a tierra
Te recuerdan que la vida
Es sólo harina pan para el gusano
Si la sublime rosa suelta
Sus últimos protones en lugar de su perfume
O el cubo de la luz se apaga para siempre
Si te parece que no sabes nada
Porque no puedes decir nada
Ni sobre el amor ni sobre el ritmo
Si en vez de la fórmula sagrada
De la imposible nota jamás escuchada
Encuentras sólo silencio oscuridad entropía
Las calles lluviosas de Harlem
Más lluviosas y frías aún
Si tu cuarto de hotel en penumbra
Se ilumina como un hotel cuando miras
Una vieja fotografía de tu madre joven
Extrañamente azul y sin calzado
Y suena y suena en tu pecho cansado
Un saxofón que no te da tregua
Un saxofón que no te da tregua
Si todo eso no es bastante todavía
No te olvides que Charlie es un pájaro herido
Y que su grito es tu propio grito
Cuando abrazas lleno de rabia
Una extraviada muchacha de cabellos rubios
Y te duelan más que nunca las estrellas
En tu pobre corazón de niño
Y en tu glande estremecido.

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LA TARDE [Mi poema]
Eloy Sánchez Rosillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Presiento que esta tarde el corazón,
se muestra desarmado, se fatiga.
No tiene corazón que así se diga,
quien solo le hace caso a la razón.

La tarde tiene un halo de emoción
al ver como se esfuma y que se muere.
No hay nadie que le diga que se espere
que tiene que sonar otra canción.

Ni dios le ha de parar. Nobleza obliga,
pues que ella a someterse no se aviene.
que lleva la contraria, nunca viene
así que haya algún dios que la persiga.

La vida sigue llena de caminos,
mas todos se unirán alguna tarde.
Inútil esperar a que ella aguarde
echada y en la sombra de unos pinos.

Presiento que esta tarde el corazón,
se muestra desarmado, se fatiga.
No tiene corazón que así se diga,
quien solo le hace caso a la razón.
©donaciano bueno

#Dime si te gusta...o no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Eloy Sánchez Rosillo

Alrededores de la luz

Casi sin ver la realidad del día
ni la certeza de su claridad,
ando en busca de ti, de los vestigios
de unos años, de un mar, de unos lugares.
Porque la sombra avanza y los astros escriben
sus órdenes fatales en mi frente,
y es triste a solas proseguir la angustia
de los caminos que iniciamos juntos.

Pensar un cuerpo es inventar la noche
de las islas perdidas, el fulgor
olvidado en los brazos de la hierba.
Es difícil ahondar en el silencio,
llenar de amor el hueco que el instante
abre en el grito con que te pronuncio.

No escucho la presencia de tus pasos
vigilando la herida de los versos escritos
ni el temblor desolado de la tarde
deja en mi voz el poso transparente
de lo que ardió y se fue y es ya elegía.

Seguir es regresar, volver al borde
del lecho aquel, de la blancura en llamas.
La soledad me dicta letras anochecidas
y las horas se duermen en el pulso del tiempo.

Vuelve a llamarme. Esparce tus designios
en las proximidades de otra hoguera.
Se acabará el sonido del invierno,
la mirada extendida, la sed de las palabras
El deseo que recuerda el color de unos ojos
descansará en la tierra que conoce.
Las calles arderán a mediodía
y cantará la luz entre mis manos.

Camino del silencio

Y ahora cállate. No dejes que a tus labios
se asomen nunca más las palabras que hoy
has dicho por vez última. Guarda la voz
para tu soledad. Que tu trabajo
sea el silencio, el gozo o el dolor de callar
lo que las horas te dieran, lo que aprendiste
en los días luminosos que se fueron.

Cavidad permanente

Eran tan sólo cuerpos asustados,
carne color de grito, fiebre alerta
en la savia lunar de los rumores.
Al llegar pronunciaron su oleaje,
su ocupación cansada de la noche.
Hincaron su raíz en la penumbra
y en los atrios brillaron las señales
de una claudicación predestinada.
Nada dijeron de la luz herida,
de las gargantas que se despertaron
sobre la oscuridad de ciertas horas,
ni del murmullo arrodillado, lento,
de la respiración de sus edades.
Sobre la piel de una sonrisa muerta
creció la profecía de los nombres.
Las calles se olvidaron de los ecos
que acaricia al pasar la madrugada,
y la humedad trepó por la osamenta
de una ciudad hundida en el verano.
Nadie pudo advertir con su ternura
la palabra que el tiempo edificaba
sobre un reloj partido: la memoria.
El Sur se levantó sobre la sangre
y la sangre gritó en sus acueductos.
Después volvió el dolor a los caminos
y abrió sus espirales la costumbre.

Cuerpo dormido

A veces recuerdo la tibieza de aquellos días,
la gracia de aquel cuerpo dormido,
la blancura del lecho en un rincón del cuarto,
el libro abandonado, entreabierto,
la lámpara sumisa, la ventana,
el sonido lejano de la lluvia,
los lentos rumores de la noche.
y pienso entonces que fue hermosa la vida,
y acaricio en mi pecho las heridas del tiempo.

De la tristeza del regreso

Extraña conjunción, pueblo de ríos
fluyendo hacia ese centro, bajo un astro
que derrama su luz sobre las rocas.
Eterno mar, quimera de otro tiempo,
sombra asustada, oscuridad que sufre.

Acercarse hasta allí, viajar al fondo
de nuestra soledad, de nuestro miedo,
y encontrarnos de pronto frente a frente
con la mirada de la inmensidad.
Aventura de andar a ciegas por el borde
de una palabra llena de gritos y caricias,
de una fascinación antigua y poderosa.

Y más tarde volver al lugar conocido
-casa apagada, seca geometría-
con los ojos más viejos, sin nada entre las manos,
y seguir contemplando con dolor y en silencio
nuestro propio cadáver: la muerte acostumbrada.

Dejadme aquí, sumido en la penumbra…

Dejadme aquí, sumido en la penumbra
de esta habitación en la que tantas horas de mi vida
transcurrieron.
Es tarde ya. La noche se aproxima
y hoy -no sé por qué- más que otras veces necesito
quedarme solo y recordar muy lentamente
algunas cosas del pasado,
ciertas historias ya casi perdidas,
mientras el sol se aleja y la ciudad va hundiéndose
en la sombra.

Después de la lluvia

En el atardecer, después de la lluvia,
el sol acariciaba las piedras de la antigua ciudad
de una especial manera,
con un profundo y triste y natural amor.

Y al mirarnos supimos que éramos conscientes
de aquel minuto prodigioso,
de aquella intensa belleza inestable.

El espejo

Me instalo frente a ti, miro tus ojos
y vigilo el espacio donde tu voz me busca.
Me estremece el dolor del encuentro imprevisto,
la sed con que te acercas al borde de mi sombra,
el hueco que descubres en la luz de mi espejo.
La soledad me arropa. Sólo en la noche existo.
Y nunca me detengo sobre el mismo minuto
en el que tú te apoyas para seguir llamándome.
Suéñame de otro modo. Sacude el saco triste
del idioma heredado. Cuéntale a las palabras
las historias oscuras que sólo tú conoces;
diles cómo te asusta mi presencia y mi odio,
cuánta muerte te cuesta acariciar mi huida.
A veces, en el centro mismo de tu pregunta,
me reconozco y corro hacia otra oscuridad:
es amargo encontrar al final de un abrazo
mi propio grito erguido y mi propio deseo.
Por eso me divido, me desdoblo y me hundo
en heridas distintas: me da miedo encontrarte.
Tu sonido es el mío. Tu tristeza, tus ropas
saben a mí, y m escuece el recuerdo adherido
al tiempo conciliado, al tiempo único
en que la conjunción habitó nuestras sangres.

El mar estaba lejos…

El mar estaba lejos.
Pero en el aire húmedo de la mañana
se percibía un vago olor salado y rumoroso.

Fue entonces cuando el hombre despertó.
Guardó en su pecho las hermosas imágenes del sueño
y emprendió su camino.

Atrás fueron quedando
las ciudades, los pueblos, las aldeas
que el afán de los hombres levantara.
Atravesó también bosques umbrosos,
tierras resecas, valles pensativos.

Pasaron muchas horas. Y ya el sol último
arrojaba los restos de su incendio
a las cimas de los montes más altos.

Y el caminante se adentró en la noche
como un dios en su soledad.

Ahora la luna brilla en el centro del cielo
y su plena mirada contempla con amor
la juventud del hombre y su quimera.

El mar estaba aún lejos. Pero ya podía oírse
su canción misteriosa.

La madrugada
refrescaba las sienes fatigadas del hombre,
que siguió caminando y advirtió
una presencia humana en la lejana orilla.

Una hermosa muchacha lo veía acercarse:
eran grandes sus ojos;
su cabello, oscuro como el viento nocturno:
su cuerpo, silvestre y frágil.

Intensamente se miraron,
y el silencio les hizo comprenderse.
Abandonaron sus ropas en la arena
y juntos penetraron en las oscuras aguas.

El poema

A veces me tropiezo con tu sonido. Escucho
un eco que golpea las paredes del sueño
y oigo en mi pulso un ritmo de aventura y suicidio.
La noche se hace entonces laberinto. Mis pasos
penetran en el bosque, presienten el encuentro.
Me acerco a los lugares donde la muerte esconde
el vértigo y la luz de su relámpago.
Para todo soy ciego si este dolor me acecha:
la destrucción buscada es la vida más honda.
Ya no puedo escapar. tu voz es cárcel;
la orden se hace canción, llanto quemado,
lucidez delirante, tiempo entero.
Me rodean las cosas; en la penumbra gimen
y esperan que las nombre, que mis manos
impriman un color a su destino,
esculpan una forma en su carne reciente.
Me olvido del silencio, de la larga sequía;
la soledad se puebla de jadeos y gritos;
giran los signos y la sombra acepta
mi fiebre sacudida, mi pasión levantada.
Me pierdo en el camino. regreso. Al fin descifro
la secreta escritura, el vértice sonoro.
todo termina y callo. Tiembla la noche. Cae
una gota de lumbre sobre el papel en blanco.

El verano

Mejor tal vez sería no recordar de nuevo
los días que pasaron como caricias crueles
por tu piel y mis manos.
En la luz del deseo brillaron nuestros cuerpos
y juntos escuchamos la voz ancha del mar.
Las heridas fragantes de aquel tiempo persisten
como antiguos dolores recientes en mi carne.
Yo no quiero escuchar el lenguaje marchito
de las cosas que ardieron.
Pero sé que es inútil. No es posible
recurrir a un presente hecho de soledad
para olvidar el canto de un verano, unos brazos,
para dejar temblando en el camino
el fuego que aún enciende sin querer mis palabras.

El viajero

A veces me pregunto qué habría sido de mí
sin los recuerdos que tan celosamente guardo:
aquella callejuela que olía a madera y a fruta
en un húmedo barrio de París,
los árboles dormidos bajo el sol
en una plaza antigua de Florencia,
el órgano que hacía vibrar la catedral de Orvieto
en un amanecer lejano,
la lluvia golpeando en la ventana
de una habitación en la que yo sufrí,
los ojos oscuros que me miraron
en un crepúsculo de no sé dónde…

Cuando la inmediatez de los oficios cotidianos
se filtra hasta mis huesos y me impide
respirar con amor los olores espesos,
fríos, sin luz, de la costumbre,
cierro los ojos, regreso lentamente
a las tierras que en otro tiempo recorrí,
a los lugares en los que el olvido no impuso su silencio.
Acaricio los días que pasaron,
las horas que brillan en la distancia
como ciudades recostadas a la orilla de la noche.

Y pienso con tristeza que fue hermoso andar tantos
caminos,
aunque sepa que ya sólo podré pisarlos
con una pobre ayuda: la memoria.

La casa

Yo sé que sigue allí.
Si la memoria
se acerca sin querer a las riberas
de aquel tiempo que grita en el silencio
de los días perdidos, se levanta
otra vez en mi pecho el antiguo dolor,
la profunda caricia del incendio
que cantaba en el centro de un verano
vibrante, de unos meses extendidos
sobre la tierra aquella, tan lejana.

Heridas de la luz, caminos lentos
por los que anduvo un cuerpo, una alegría,
un temor que creció bajo los ojos
de cualquier madrugada.
Ahora regreso
a la casa de entonces. Allí siguen
los objetos que oyeron el sonido
de nuestra soledad en la penumbra
de aquella habitación, el viejo lecho
en que ardieron los astros, los minutos
que se fueron cayendo de tus manos.

Y afuera sigue el sol, y el árbol solo
anclado en el calor del mediodía.

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LA VIDA COMO VIENE [Mi poema]
Álvaro Salvador Jofre [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Voy desgranando las horas,
los días de la semana,
los minutos de jarana,
y las noches a deshoras,
de las citas las demoras
y los dichos, ¡un momento!
y al tiempo que es tan cruento
que cada día se acorta,
le digo ¡nada me importa!
y llega el remordimiento.

Y voy pensando es abril
¡dichosa la primavera!
bendita ha de ser la espera
a estación tan juvenil.
Y es que a ese tiempo gentil,
tan amable y tan florido
hay que estar agradecido
y mostrarle buena cara
condición sin duda para
disfrutar de haber nacido.

Que esta vida nunca es
como tú hubieras querido
y a volverla no has podido
del derecho o del revés.
Mas bien mira lo que ves,
corta manga o manga corta
es lo mismo, lo que importa
es te olvides del lamento
y aplicarte bien al cuento
que el llorar no reconforta.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Álvaro Salvador Jofre

Cherchez la femme

No penséis en la ausencia,
en el espacio blanco:
el aire
tan sólo transmisor, tan sólo nube,
oculta malla que responde al nombre
de las cosas.

Pensad en la cautela de Odiseo
desde el mástil central en que os halláis sujetos,
ya que sus cantos (los cantos de esas voces)
son vuestros propios cantos
contra vosotros mismos destinados.
Pensad que en vuestro lecho
desprovisto de nombres y sonidos
ha de haber siempre una mujer desnuda.

Y así quizás os baste,
habréis de hallar así la fuerza oculta
de un discurso vacío,
ausente de palabras y de historia.

Cuando traspira el aire

Quiero escribir un poema
que viva como un cuerpo,
como un cuerpo tendido al sol
como tu cuerpo
desnudo
tendido en el calor
de un mediodía.

Quiero decir
cómo traspira ese poema,
cómo ofrece su piel a las caricias
de la vida que pasa lentamente
montada en una estela de reactor.
Quiero indicar que late,
que palpita,
que tiene un corazón embovedado,
resbaladizo y blando como gato
pero fuerte también; en ocasiones
suele cambiar incluso de postura.
Lo que quiero aclarar
es que el poema
llega a sufrir calor, sudar,
sentir la piel quemada,
desperezarse al rato y dar la vuelta
con la indolencia de la satisfacción.
Ese poema, a veces,
se incorpora,
rojos sus miembros, llenos,
castigados
por la mano del dios que lo acaricia,
alza su rostro, exhibe
la poderosa y tierna geografía.
Y, a veces, el poema
da sus labios
donde la sed se advierte
como un río,
abre los ojos llenos de campanas
y se marcha hacia el borde de la arena
y penetra en el agua
y se refresca.

Quiero vivir un cuerpo
que sea como un poema,
como un poema escrito al sol
como tu poema
desnudo
tendido en el calor
de un mediodía.

Quiero decir…

Descripción de un cuerpo

I
Un cuerpo es una vida
o un instante.
Tal vez la vida toda
donde buscas
el secreto misterio de tu suerte.
Pero también un cuerpo nos deslumbra
con la honda inocencia del deseo.
Súbito, apasionado,
limpio,
con el fugaz calor de las ofrendas.
Un cuerpo es un instante
o una vida.

Y aunque la vida siga
de un cuerpo desterrada,
y aunque el instante quede
como sombra del tiempo,
al final de la ausencia
te aguardará la imagen
de una hermosa amazona
perdida en el sendero
donde quedó la vida,
donde flotó el instante.

II
Desnuda eres
como el azul del mar,
un mar bravío.

III
En la limpia corriente de tu cuello
se va mi corazón,
y sólo encuentra
arrecifes de miel
banderas de la vida.

IV
Asombra tanta sal en esta cala,
la embestida agridulce de unas olas
que esconden su tesoro de placer y misterio.
Aquí,
en la ensenada
en el canto imposible de las noches de insomnio
yo también me desnudo.

V
Heridas del amor,
flores de carne:
mi cuerpo ese jardín
donde tus dientes siembran
heridas del amor,
flores…

El impostor

¿Qué beso fue su beso?
¿El que te dió?
¿O el que luego escribió
que te había dado?

Esas no volverán

Que su pasión fue un trágico sainete
lo leímos tú y yo en algunos libros;
la nuestra
que sólo al terminar fue apasionada,
no me parece drama ni opereta.
Los dos tuvimos lágrimas y risas,
yo tengo soledad, tú…
desconcierto.

Gacela del joven ignorante

Yo no sé nada del Amor,
tan sólo puedo hablaros de mi amada.

Sus ojos son oscuros,
tan oscuros…
que ni siquiera en ellos se detiene
el temblor de la noche.
Su pecho es inocente como un niño,
y su cadera
es el tibio camino que conduce
al jardín de todos mis placeres.
Hay en su boca una promesa herida:
la sazón de la fruta en primavera.

Del Amor nada sé, sólo conozco
el cuerpo de mi amada.

Hoy como ayer

A Marga

Hoy como ayer nos vamos a la cama.
Los rostros otros, el cuerpo habituado
más maduro, inútil de saberse formalmente.

Todo transcurre bien.
Yo sé de tu tardanza y de los juegos,
tú de la rapidez y mi torpeza.
Los dos nos aplicamos el contacto
como sabia pareja de animales fecundos
que conocen la muerte
y la meditan…
Los rincones ocultos,
los suaves resortes permanecen
en su dulce lugar, siempre a la espera
de la repetición, del hábito, del rito
de la civilizada suerte que los halle
más allá del bien y del mal.

Todo transcurre bien
cuando el placer como un disparo exacto
nos alcanza.

Y el abrazo
vencido atrás quedó
como testigo mudo
de la perfecta técnica empleada.

Nada es igual que ayer
(tú bien lo sabes).
Así será la vida que nos queda
una templada cópula sin dolor y sin miedo,
quizá…
sin alegría.

La condición del personaje

Te he buscado por bares y por días
sin saber encontrarte.
Recorrí las callejas de tu barrio
-donde vivo también, de vez en cuando-
y he dejado los rastros de mi paso
por si acaso los vieras, telegramas
que cortejan tu nombre en las aceras.

Te he buscado por noches, entre copas
duras seguramente y excesivas,
esperando alcanzar la madrugada
de tus ojos cachorros: y encontrarte.

He pensado en llegarme hasta tu calle,
preguntar por tu puerta y proponerte
una cita, unas flores, un poema
para tenderme un puente, como entonces
cuando la juventud, y la ilusión, y eso…

Te he buscado en mi agenda y en mis discos
sin preguntar por ti, sin visitarte,
porque a veces los años se parecen
a esas juergas que sólo dan resaca.

Mas, a pesar de todo, te dedico estos versos
no sólo porque hacerlo es un vicio querido
sino porque con ellos quizás pueda mostrarte
la condición que exhiben algunos personajes:
«hombre cansado ya de muchas cosas
con papeles en regla de anteriores afectos
no demasiado joven y sin ningún dinero,
llama a tu corazón. No tiene fecha».

La rosa de los vientos

Parece un largo adiós,
desde hace meses,
este dejarte sola en los andenes,
estación de autobuses, aeropuertos,
rellanos de escalera…

La vida -según dicen-
a veces se parece a un vuelo con demora,
pero tú, con tus ojos
de niña extraviada en mitad de la feria,
me miras y te marchas
cargada de maletas sin señas ni remite.
Y vuelves (a mirarme
otra vez) a marcharte
como quien no conoce la dirección del viento.

Reina de los andenes, mi pequeña viajera,
cansada de equipaje, pero buscando aún,
nómada de ti misma, no se sabe qué rumbos
donde curar con cuerpos el amor.

Parece un largo adiós,
desde hace años,
este sentirme solo en los destinos,
antesalas de alcoba, barras fijas
pasillos de oficina.

Experto en despedidas que siempre me dolieron,
a vueltas con la vida y su máscara infiel,
bebiéndome las noches amargas, las felices
desplegando velámenes de ausente seducción,
derrotas exhibidas, cicatrices, ojeras,
nostalgias de otros sueños y otra edad.

Por eso, mi pequeña viajera impenitente,
este viejo corsario de los mares profundos
puede ofrecerte aún su tesoro más dulce:
una escondida playa al abrigo del mundo
-que no exista en los mapas ni en las cartas de viaje-
donde encuentre refugio después de cada envite,
desnudo y renovado,
tu joven e indeciso corazón.

Noche del mes de mayo

Quizá esta noche nos descubra nuevos,
a ti desnuda
y yo
vestido por la vida,
desnudo entre las luces
que proyecta tu cuerpo adolescente
sobre la triste sombra de los años.

Quizá esta noche nos descubra nuevos,
más sabia tú
y yo
con los ojos heridos,
con la mirada abierta
hacia el placer de verte y contemplarme
una vez más la piel enamorada.

Quizá esta noche nos descubra otros,
de diosa tú
y yo
de príncipe valiente que desvelara un sueño.

Penúltimo poema de amor

Hoy
cuando ni el corazón
ni esas torpes pasiones que suelen llamar bajas
lo esperaban,
has despertado en mí
el deseo de escribirte algunos versos.

Versos de amor, sin duda,
porque besos, caricias escogidas,
quisiera yo envolver con mis palabras,
hacértelos llegar por vía urgente
y acuse de recibo.

Sin embargo, amor mío,
inesperado amor de media tarde,
en este frío septiembre
al que mi vida aboca sin remedio
comienzan a pesarme los excesos
y siento haber escrito demasiadas palabras,
haberme desvelado en demasiados poemas
sobre todo de amor.

Y no porque el amor sea de esos temas
que al cabo no merecen los desvelos,
sino porque el desvelo que procura
debiera ser, al fin, vigilia de la vida,
nunca simples palabras
arrancadas al vuelo de una vana ilusión.

Comprenderás, entonces,
que hoy no pueda cantarte
con versos semejantes
a los que ayer usé,
palabras ya cansadas de tanto imaginarte,
de tanto confundirte en noches de pasión.

Hoy quisiera enfrentarme con la página blanca
como se enfrenta un joven con su primer amor,
y hacer de este poema un punto de partida,
un punto sin retorno, un lugar que recoja
los poemas posibles,
aquellos que hace tiempo escribí sin mesura
y todos los que quiero no tener que escribirte,
olvidando esos versos fugitivos del tiempo
-naipes al aire hoy, ayer vanos castillos-,
en donde siempre, siempre, con cruel insistencia,
el eslabón más débil
ha resultado ser el corazón.

Ponte Vecchio

Bajo los pies…
el agua,
la corriente que lenta se desliza y suave
nos abraza y nos ama.
Y desde atrás…
el aire
que como fiel amante limpia de cal el cielo,
la silueta crispada del orfebre,
el eterno homenaje que a Benvenuto hicieron los dioses y la historia

Indiferente miras los adornos,
la mercancía que dora el sol
y arranca
los velos del amor y la ilusión del tiempo,
del recuerdo.
Con indolencia pisas las baldosas
y a los labios acercas la ceniza
de la alucinación, la dulce brasa
que en tus manos ha puesto el joven camarada.
Y de repente sientes
que otra nueva belleza invade tu pupila
a la par que su música seductora te acoge
en la inquietante bruma de la felicidad.
¿Te llamas?
-Beatrice- dicen, desde el amor.
No huyas.

Tratado del amor pagano

Si en batalla de amor sientes derrota
no pienses en morir, porque en la muerte
nadie vence ni pierde, sólo ocurre
que te vas, que te irás, que ya te has ido.

Y si a la vida arrancas sus pudores
comprenderás quizás, pues la batalla
te acecha en el portal, en la salida
al descansillo ruin de tu destino.

No hay guerra en el amor…
Tan sólo miedo.

Y…

Y si cada mañana
el miedo se cruzara entre las sábanas
azules de mi lecho
como disfraz pereza traslucida
de recuerdo
y de escarnio, tal vez,
o de fracaso.

Y si en las doce
quizás del mediodía, noche tal vez o noche
simplemente
no hubiese más cerveza ni rostros familiares
apretones
de manos que salvan nuestras vidas.

Y si mis labios
faltasen a la cita plenos de libertad
como
un descuido tuyo, sin más,
Amor
como un despojo en cada primavera.

Y si frente al adiós o entre las cuatro
paredes de mi cuarto
una mañana
desnuda y poseída, al fin,
mi alma
Amor, marcase los caminos:
la esquina de la vida,
Amor
una mañana…
frente a las cuatro paredes
o al adiós, etcétera.

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CUANDO SEA MAYOR [Mi poema]
Irene Sánchez Carrón [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Cuando sea mayor quisiera ser
la mota de un afecto en tu pigmento,
la espuma que destila de tu aliento,
o el ansia en caminar para beber,
y estar de amor sediento.

Cuando tenga, quizás, más de cien años
y contigo me encuentre en primavera,
tú te asomes a holgar en la pradera,
yo ande envuelto en balidos de rebaños
te haré mi prisionera.

Cuando tenga mil años, ni uno más,
y mis huesos sin alma, ya no aguanten,
se rebelen, se nieguen o se planten
dudando sobre mi qué pensarás,
veré no me adelanten.

Pues sé bien que mil años duraré
mas mil uno, quizás, no estoy seguro,
que el amor cuando dicen que es tan puro
no es posible frenar, yo insistiré
y aquí yo hoy te lo juro.
©donaciano bueno

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He leído, no sé dónde, que un científico, tampoco recuerdo el nombre, vaticinó que para el año 2050 la ciencia ya habrá vencido a la muerte. Creo que se lamentaba de que Jimi Hendrix, su ídolo, no hubiera aguantado un poco más. Y qué quieren que les diga! Yo ni le creo ni le dejo de creer. Lo que siento es que a mi también me va a ocurrir lo mismo que al pobre Jimi, que en gloria esté.

MI POETA SUGERIDO: Irene Sánchez Carrón

Carpe Diem para un amante indeciso

Tómame ahora que aún es temprano
Juana de Ibarbourou

No entiendo tus palabras
ni los goces que ofreces
siempre para más tarde,
siempre un poco más lejos,
como una cena fría
tras el castigo impuesto.

Sólo sé dar razón de aquí,
de este momento,
de tus labios frutales
saliendo del invierno,
de mis manos hambrientas
rebuscando en el fuego,
del sabor de tu espalda
cuando empieza el deshielo.

Gocemos todo aquí,
si puede ser ahora,
lo presente y concreto,
lo seguro y lo cierto,
los placeres del alma
con el cuerpo.

No entiendo tu lenguaje
de promesas al viento.

Sólo quiero saber:
¿te quedarás más tiempo?
De «Ningún mensaje nuevo» Editorial Hiperión 2008

De senectute

Cuando yo era muy niña
las viejas se peinaban como diosas.
Me gustaba acercarme y contemplar
el sencillo ritual de cada día:
las viejas, sentadas a la puerta,
esperaban tranquilas a sus hijas
que llegaban alegres, bulliciosas,
a deshacer el moño del día anterior.

Con la mirada absorta de la infancia,
observaba caer los escasos cabellos
sobre los hombros secos y la espalda abatida.
Las viejas elevaban hacia el cielo su rostro
con los ojos cerrados
y no podía yo quitar mis ojos
de la piel transparente de sus sienes,
de la azulada red de duras venas,
de los largos mechones apagados.

Así avanzaba otro día,
se tejían las trenzas con esmero,
se trataban asuntos de mujeres,
a veces susurrados,
a veces relatados con viveza,
mientras peinas y horquillas
flotaban en la blanca palangana.

Cuando yo era muy niña
las viejas iban siempre de negro
y vivían
cara al sol en silencio y con los ojos cerrados,
y se peinaban
como si fueran diosas.
Pero aquel elegante recogido que tanto me gustaba
acababa cubierto por un pañuelo negro,
un día más, oculto.
un día más, perfecto.
De «Ningún mensaje nuevo» Editorial Hiperión 2008

El agua ciegamente

La costumbre me trae hasta tu cuerpo
o la necesidad de los planetas.
Esa costumbre ciega de semilla,
la que hace descender por las gargantas
el agua ciegamente,
la que guía a las aves migratorias
año tras año por la misma ruta,
la que impulsa en algún lugar remoto
esta brisa que ahora desordena
tu pelo. Y sonríes,
con costumbres de sol en su sistema.

El escondite

Tengo miedo.

Jugábamos al escondite.
Yo me ocultaba
y tú me perseguías.
Pasaron largas horas
y tú no me encontrabas.
Pasó la primavera,
se esfumaron los largos días de verano
y vino el otoño con su crujir de madera seca
y vino el invierno con su dolor de corazón sepultado en la nieve.
Te espero en mi rincón
y tengo miedo.

El poeta aguarda, impaciente, la llegada de alguna musa

(Estudio de escritor. Mesa de gran tamaño. Estanterías llenas de libros.
Puerta al fondo entreabierta. El personaje camina de un lado a otro del escenario.)

Que alguien recomponga los jarrones
rebosantes de rosas.
Necesito más luz
sobre el brazo desnudo que ahora escribe.
Los libros, que se vean desde todos los ángulos.
Unas hojas tiradas por el suelo pueden
crear ambiente.
Si es posible,
que caiga por completo la noche.
Una luna entre nubes
podría sugerir un halo de misterio.
En la calle
que parezca que la lluvia ha caído.

Ella entrará por la puerta del fondo.
Traerá el cabello húmedo -podría haber un fuego
donde secarlo lenta, muy lentamente-.
No hablará.
No hablaré.
El silencio es lo más apropiado.
No elevaré los ojos para verla
hasta pasado un rato.

Ella irá hacia las rosas con aire ensimismado
y mirará la luna caminar por mi cielo.

Necesito más luz sobre mi mano.
Necesito más luz sobre las rosas
y un fuego y una luna y un cielo
antes de que ella llegue.

Y que haya llovido.

El sur, el sueño

«Esa vana costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.»
J. L. Borges

Todo se ha ido borrando tiempo adentro
y he vuelto al sur inmóvil de la siesta.

Tú tal vez dormirás en la penumbra
de altos techos de cal. Te estoy buscando
entre el calor sin horas de la tarde
mientras muere de sed la vieja fuente
y vomitan geranios los balcones.

Vine porque las noches se llenaban
de un sol loco vertido por las calles.

Vine porque volví a escuchar los cascos
de caballos sin rumbo por el pecho.

Todo se ha ido borrando tiempo adentro.

Vine para morir.

Llamo a tu puerta.

En los parques

En otoño era fácil darnos a la emoción
de deambular sin rumbo y disfrutar pisando
las hojas en los parques.
Fue antes de que supiéramos que sólo caen las hojas
secas, envejecidas, amarillas y muertas,
como marchitas páginas.

Si fuésemos capaces aquí, en este momento,
de sujetar las riendas y frenar el galope,
sin querer llegar nunca,
acariciando el suelo, el aire acariciándonos,
sin saber hacia dónde, sin pensar en el cuándo,
sin final ni principio,

y en un girar continuo de palabras al viento,
cerrar todos los libros, quedarnos detenidos,
tender el alma al sol
tenue de los recuerdos que alguna vez quemaron
los labios y los ojos, y que ya sólo son
desorden de papeles.

Equipaje

Mantén, camino, tú, la esperanza.

Van cayendo los días
en las secas cunetas de mis años,
pasan las estaciones,
otros son los viajeros que hoy marchan a mi lado,
ha caído algún árbol que estuvo antes erguido
y las aves que perdieron el rumbo
vuelan ya de regreso.

Manténte tú, camino,
con cansancio y con sed, con hambre y con deseo,
y dame tus placeres,
tu empinada hermosura hacia el ocaso.
De «Atracciones de feria» 2002

Escultor con estatua

Duermo bajo tu luz y me despierta
un eco de latidos que viene de muy lejos.

Dejo caer mis dedos
por el caudal crecido de tu inmóvil cabello
y acaricio tu rostro,
tus mejillas, tus labios,
con mis ojos cerrados,
en lo oscuro, despacio,
voy a tientas, recorro
la nieve antes no hollada de tu carne.

Quiero sellar las grietas
que el tiempo helado forma
y cerrarte los ojos sobre sueños
y tenerte por siempre en mi hermosa mentira.

Quiero habitar tus brazos
que sólo viste el aire
y entrar al cielo inmóvil de tu alma
y ver mi soledad reflejada en tu pecho.

Bajo mis manos eres
la luz del primer día.

Geografía

«Eres libre» -dijiste.
Yo te miré en silencio
con la expresión absurda
de esas viejas muñecas
que se pierden un día
tras haberse arrastrado
por todos los caminos
sin rumbo de la infancia.

«Puedes ir donde quieras»
-dijiste. Y de repente
encogieron los mapas,
no hubo puertas abiertas,
una goma invisible
borró todas las calles
y entonces fue el dolor
un camino sin tierra y sin orillas.

Infancia

Soñaba el corazón…
¡Oh sueños de la escuela!
Concha Méndez

Calles estrechas,
balón,
cristales rotos,
la rodilla escociendo sobre el suelo,
última fila en clase,
solitarias vocales buscando consonantes,
los números en serie bajo las uñas sucias
y un nombre escrito en todos los cuadernos,
en todas las paredes,
sobre tu propio aliento en el espejo,
tu mano en el alféizar alimenta a los pájaros
mientras repites
que España limita al norte con el mar Cantábrico
y alguien te clava espigas
en el jersey de lana.
De «Ningún mensaje nuevo» Editorial Hiperión 2008

Ley de vida

No pudrirse:
imposible deseo de las frutas.

No pararse:
ambición y condena de las fuentes.

Los pastos van cerrando
el camino sin nombre del collado
por el que tú volvías.

Conozco bien las piedras
desde donde tus ojos oteaban
los tesoros del valle.

Subo la cuesta
y nadie va delante.
Bajo y tu sombra
no me sigue los pasos.

Mi corazón se ha vuelto
charco turbio de lluvia
donde tiembla tu rostro.

Los obstinados

«El aire es inmortal. La piedra inerte…»
F. García Lorca

Al fondo de rincones escondidos
crecen flores ocultas entre hierba.

Hay raíces clavadas a la piedra
que aguardan impertérritas la lluvia.

Al sur de los veranos agostados
se oye la seca espera de los pozos.

Tanta belleza vive, tanto amor…

Bajo la nieve sueñan los caminos
con los días azules del deshielo.

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UN HOMBRE A SU MANERA [Mi poema]
Armando Uribe Arce [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Habrá que hacer un hombre a su manera,
un hombre como quiera que dios manda,
que aprenda a comprender que en esta banda
el ritmo nunca sale cual quisiera.

Resulta yo nací para ser hombre
y en esta tentativa me he enfangado.
No quiero aquí pensar que me he quedado
sin nada que ofrecer y hasta sin nombre.

Ser hombre, quiera dios que yo lo fuera,
tarea que a pechera no le alcanza,
ser hombre y ser honesto, esa balanza,
habremos de esperar a que me muera.

Amigo, piensa bien lo que te espera,
los vientos del ayer hoy han cambiado,
ser hombre está mal visto, eres gafado,
que el gallo no ha la cresta que blandiera.

Pues salgo hoy a vivir y me persiguen,
me quieren condenar hasta en la hoguera,
No sé por qué quisieron que viniera.
Me voy antes de ver si lo consiguen.
©Donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Armando Uribe Arce

A peor vida

Busco en vano la puerta: no hay umbrales
todo el suelo y lugar donde solía
jugar conmigo mismo a juegos tales
que no me atrevo a recordar hoy día.
Golpeo el suelo con el puño, fuerte
y se abre un hoyo cuyo nombre es muerte.

ARMANDO URIBE y sus 5 poemas

1
La muerte sola es caos.
¿Alguien ha visto un caos?
No tiene piernas, brazos.
Muerte en silla de ruedas.
Muerte, no tiene caso
ni suerte, y ruedas, ruedas.

2
Se dicen los adioses
finales. ¿Por qué lloras?
Es que no hallo las horas
de morir. Y no hay caso.
Marcho paso tras paso
detrás de las señoras
fatales. ¿Por qué lloras?
No me quieren los dioses.

3
Líbrame: flojo y aburrido
me saco chispas de centolla,
bestia redonda me suicido,
en este mundo ¿quién me apoya?
En este mundo, en este nido
no cabes, muerte, en esta olla.

4
Y cómo quisiera estar muerto,
en traje de muerto,
con cofia y este par
de ojos negros abiertos.

5
Es muy probable que no seas
ni aquello ni lo otro
ni esto ni lo uno.
Adiós, adiós. ¿Qué hubo?
Qué me resta.

Cómo desapareces

Cómo desapareces, cómo no estás: te busco.
Mis manos desoladas te buscan, aire o fuego.
Mi corazón te busca debajo de las piedras
donde hay pájaros muertos, caracoles.
Tú sueñas, ay, tú duermes, tú conoces el día:
tú me dices adiós y adiós es -nunca-.

Críticas a la vida política

La dictadura
no fue un error, tiene apellidos,
como colas de rata o lagartija,
y su elenco de honor para asesinos
los regocija todavía y dura
indefinidamente; no fue un malentendido
sino la voluntad de pasar una lija
de hierro por encima de los niños.

Críticas a la vida sexual

Ciudades complicadas y secretas
y los terceros pisos en penumbra!
Libros de estampas japonesas,
Grabados en los muros, y abanicos,
Borlas de terciopelo y correas de seda,
Espejo grande oblicuo.
Amarrada a los pulsos, de los pies amarrada.
Sonrisa dolorosa con rouge color violeta.
Y la grupa es un grupo de amores que retozan
Con suaves movimientos de caballo las crines al aire del aliento.
Crimen de la virtud y delicia del vicio,
Anchas manchas violáceas, moretones
Dulcísimos, saliva como jugo
De agua marina, joyas en anillos
plateados, instrumentos de torturas
vehementes, el sol nos deja ciegos
con su relámpago y su rayo que desnuca.

Críticas a la vida social

¿Y qué fue del chileno
viril, culto, vernáculo,
señor de alguna tierra,
que sabe algo de leyes,
tranquilo? Se acabó, estará enterrado:
ya no corren los trenes,
las cortinas de fierro ya se cierran,
la ciudad y los campos son como cementerio.

Críticas de miedo

Los muertos que fuimos ya se aburrieron
de estar muertos. No renacimos sino que nacimos
mal hechos unas furias, maltrechos y con caras
de ningunos amigos de nadie en absoluto.
En eso estamos. Nos barrieron
debajo de los pies con escobas de arbusto.
Luego después de lo cual nuevamente nos fuimos
a las regiones lóbregas desde donde apagamos
… las lámparas.

No comprendeís aún la vida,
¿como querríais comprender la muerte?
Empezad por la vida. Está compuesta de esta
incomprensión. La pregunta atrevida
no la perturba. (Desperécela y vierta
en su útero). Dormid con ella siesta.

Cuentan los hombres

Cuentan los hombres
que hace años hubo un crimen en el Paraíso:
algo así como un robo de manzanas.
Los culpables se enfermaron de la fruta mal habida
y fueron asistidos por los gusanos que moran en las manzanas
y la tierra fue de los gusanos.

Divagaciones

La muerte despiadada no hace excepciones: uno
por uno nos recoge del suelo en que vagamos
como hormigones negros -cuando menos pensamos
pero en nada pensamos- cuando nos llega el turno
despiadada nos coge con sus pinzas de fierro
nos traslada al lugar de nuestro entierro.

La catástrofe el holocausto el fin
del mundo el cielo y el infierno
la loca el imbécil y el estafermo
bailando en honor del delfín
que me lleva en su lomo
y en la cabeza tengo un cono
con las letras: culpable
pues me prohíben que hable.

La baja estofa y la mala ralea,
los mentecatos, los canallas
y los mediocres sus primeros hermanos
por más que mucho se laven las manos
y alcen como abanicos sus agallas,
muy mal olor que no se orea.

Siniestra sordidez, abre tus alas de paraguas,
agítate murcielago peludo,
calvo, panzón, desnudo,
rondan la cama mariposas vagas.
Este, que fue mi amigo ya no lo es.
Siniestra sordidez
de todo lo que me rodea,
todos sonriendo y portando una tea.

Los zorros y los lobos tienen sus madrigueras
pero el hijo del hombre los hijos de los hombres
¿dónde reposan dónde descabezan
sus sueños? Pesadillas. ¡Y que troten
las caballerías de los degüellos!
Que se abra el lacre de los sellos.

«No comen, ni tienen excrementos mayores:
aunque es opinión que les crecen las uñas,
las barbas y los cabellos».
¡Encantados cadáveres! Amores
sepultados ahora son pezuñas
que se mezclan con vellos.

El apagado mundo

El apagado mundo, el encendido
mundo, el eterno, el escarpado monte
que hay que subir a pie desnudo en roca
viva, sin escaleras, manto oscuro
de mineral compacto, piedra almohada,
el mundo amado, muro amargo
en torno a la espinosa nada a solas.

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Benjamín Prado

Poema a la manera –

Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste, rozaste mi vida, se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.

Tú te llevaste los serruchos
viniste con las manos llenas de parques.
Tú me miraste y el cansancio se dio la vuelta.
Te desabroché la blusa y se cerró la tristeza.

Yo era un hombre cubierto de maleza,
yo era un hombre abrochado al desánimo,
intentaba hacerle esguinces al invierno.

La amargura tejía sus ciudades en mis cuadernos
pero llegaste para hacer sonreír a las cucharas
para tenderle una emboscada a los cuartos vacíos.

Besarte fue zarpar hacia un país sin dudas.
Yo sólo recuerdo la dirección de tu cuerpo.
Soltaste por mi cuarto los pájaros del júbilo
que volaron todos juntos como cien mil toneladas de periódicos.

Tu cara fabrica diques contra la melancolía.
La soledad son cien millones de preguntas.
Tu cintura es la respuesta a todo.

VIAJANTE de COMERCIO [Mi poema]
Javier Salvago [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Recuerdo aquellos tiempos de viajante,
-viajantes de comercio les decían-,
los que iban por las casas y venían
con alma aventurera y buen talante,
mostrando al personal lo que vendían.

Recuerdo a los tratantes de ganado
haciendo al engañar malabarismos,
en ferias de los pueblos, esos mismos
viviendo cada día en cada lado
exentos de prejuicios y esnobismos.

Durmiendo en cada aldea en la posada,
haciendo de la vida una carrera,
tratando engatusar a la primera
a un primo que pensaba le engañaba
y al tiempo demostrar que el primo él era.

¡Qué tiempos los de aquellos charlatanes
de honestos ganapanes, trotamundos,
ansiosos de vagar por esos mundos
jugando a pordioseros y haraganes
y en arte de engañar tan tremebundos!.

Arriero, afiladores, mercachifles,
de lana, vendedores de colchones,
libando de esa miel, camaleones
taimados, disparando con sus rifles
sabiendo camelar con sinrazones.

Sabiondos disfrazados de paletos
que en esta sociedad tantos abundan,
o tontos que hacen ver que desenfundan
los que ahora se acompañan de panfletos
saliendo a predicar. No les confundan.
©donaciano bueno

¿#Tú también te acuerdas...o no? Share on X

Los antiguos charlatanes, vendedores de crecepelos, sacamuelas, predicadores de mala muerte…ahora se han pasado a la política, un negocio en el que se mueven como pez en el agua, les da prestigio y desde luego más rentable.

MI POETA SUGERIDO: Javier Salvago

A media luz

Vivir así: sin angustiosos sueños,
con los deseos justos y contados,

sin prisa por llegar a ningún sitio,
sin esperar de nada demasiado…,

tal vez no sea vivir. Pero es mi vida
(o, al menos, lo que de ella va quedando).

Ars moriendi

Escribo para llegar
serenamente al silencio,
que es el morir.
Para aprender a callar,
en paz conmigo, sin miedo,
libre, al fin.

De la teoría a la práctica

Fue en la costa -quizá el primer verano
de fiebre aventurera-.
Nos conocimos en la pista
de alguna discoteca,

y luego paseamos por la playa,
bajo la luna, muy bebidos.
Recuerdo una pareja de la Guardia
Civil que nos dio el alto y un aviso.

Aquella noche se nos fue entre besos,
confidencias, miradas y caricias.
En el fondo, seguía siendo un romántico
y amaba de cintura para arriba.

Del amor solamente había tocado,
como del mar, la superficie.
Aunque podía pasar por un experto
buceador, aún era virgen.

No olvidaré su cara de sorpresa,
sobre un fondo de sábanas,
cuando por fin, casi a la amanecida,
la última noche me llevó a la cama.

Desde que te marchaste no consigo que vuelva…

Desde que te marchaste no consigo que vuelva
a reír el naranjo, en cuyas ramas
ponías a secar mínimas prendas.

Pálidas las paredes del salón, aún se acuerdan
de otras tardes, de ti, de otras mañanas,
de otras noches más allá de la regla.

Desde que te marchaste se ha quedado de piedra
esta casa de campo, donde fuimos,
sin pretenderlo, escándalo de viejas.

Esa chica

Había renunciado, como un muerto,
a la vida, al placer. Me limitaba
a resistir -como un superviviente
el día después- cuando llegaste tú.
No hubo ningún milagro, aunque tampoco
lo esperaba. En el cielo, las estrellas
siguieron alumbrando indiferentes,
ajenas a nosotros.
Aquí abajo
nada cambió. El mundo siguió siendo
el infierno de siempre. Los diarios
siguieron vomitando corrupciones,
atentados, catástrofes… No puedo
ni siquiera decir que mejorase
mi opinión del amor. Por no cambiar,
no cambió ni mi suerte. -Soy el mismo
pertinaz perdedor.-
La diferencia
es sólo que estás tú y que contigo
todo es más soportable. Hasta la vida
vuelve a ser un placer
cuando estamos a gusto.

La lucha por la vida

Presiento que no soy el mejor yo
de todos los que quise ser y he sido.
He conocido otros más hermosos,
mejor amantes y mejor vividos.
-Todos, sin excepción, mucho mas jóvenes,
prometedores y atractivos-.

No soy el mejor yo.
Pero, al menos, aguanto y sobrevivo.
Los demás, con sus sueños
-cansados, derrotados, aburridos-,
fueron cayendo
uno tras otro en el camino.

Me ha picado esta noche…

Me ha picado esta noche
la mosca de los celos en la oreja
y quisiera saber si estás en casa
o con otro, corriéndote una juerga.

Aunque andes de puntillas
se despierta la fiera
y uno que es liberal y no le importa
lo que hagan con la vida, si es ajena,

se vuelve suspicaz, mezquino, espía,
ve visiones, se amarga y se atormenta.
Es el amor que pasa.
Pues que llame a otra puerta.

Me recosté en tu cuerpo…

Me recosté en tu cuerpo, mientras tú preparabas
la comida. El contacto de tu piel bronceada

me despertó los tigres, dormidos un momento,
y sentí que sus uñas me arañaban por dentro.

Aunque era mediodía, nos fuimos a la cama.
Luego la casa olía a lentejas pegadas.

No es nada, pero duele

La soledad no existe.
Dicen que es sólo un tema
que pone el tono triste
en algunos poemas.

Me he plantado mi abrigo
mejor, frente al espejo,
y he salido a la tarde
con un corazón nuevo.

¡Tanta gente…! Imposible
que alguien pueda dudarlo.
La soledad no existe
nada más que en los tangos.

En la mesa vecina
del café, una enfermera
le cuenta a sus amigos
detalles de una juerga.

Pasan dos quinceañeras
y en sus ojos hay algo
de gatitas en celo
con la fiebre del sábado.

La soledad… ¡Mentira!
La niegan las parejas
que en los bancos del parque
se muerden y se estrechan.

La soledad no existe.
Ya ves, sólo es un tema
que pone el tono triste
en algunos poemas.

Poética

Amar por el placer de amar,
pero no sólo.
Zambullirse en la vida
no sólo por el gusto de gozarla.
Probar todos los frutos
para saber qué ocultan y a qué saben.
Comer para rumiar.
Vivir para contarlo.

Tedio

Está detrás de todo, en el fondo de todo,
estropeándolo y manchándolo todo con sus
torpes manos.
Como una araña gigante e invisible que al menor
descuido te atrapa en su viscosa tela, vive
siempre al acecho.
Si te ve feliz, te pone trampas.
Si te ve luchar, te sonríe con malicia y te pregunta:
¿Para qué?
Aparece en cualquier momento y en cualquier
lugar.
Llega con su mirada vacía, con sus palabras vacías,
con su vacía existencia, y trata de seducirte y
de convencerte de que nada, absolutamente
nada merece la pena.

Lo grave es que casi siempre lo consigue.

Un vividor retirado habla del deseo

En otro tiempo fue mi huésped,
mi inseparable compañero,
mi camarada. Compartía
conmigo mesa, cama y techo.

Como al hermano que no tuve,
le confiaba mis secretos,
y él me llevaba de la mano
por mundos mágicos y nuevos.

Me descubrió y abrió caminos
en la frontera de los sueños.
Me señaló ocultos tesoros
sobre los mapas de los cuerpos.

Con él, la noche estaba llena
de tentaciones y de vértigos.
Con él, tenía sentido todo:
el paraíso y el infierno.

Variaciones sobre un viejo tópico

Los violines de Verlaine.
Los soñados caminos de la tarde, de don Antonio.
Un viejo olor a campo.
Un viejo olor a lápices y a cuadernos.
El cielo gris.
El viento entre los árboles.
La caricia de las primeras lluvias.
La tristeza sin causa.
La soledad sonora.
La noche, cada vez más oscura Y más larga.
Un cigarrillo que de pronto te sabe al primer cigarrillo.
Una antigua canción que te devuelve tus quince años.
Toda tu vida en imágenes, que acuden atropelladamente
como una película mal montada…

Ha llegado el otoño.

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Mariano Roldán

Broma para alegrar a una vieja

No te entristezcas porque alcances
a oír, cercanos de tu cuerpo,
borrosos pasos: ya ves, todos
nos moriremos… No estés triste.
Olvida. Olvida…
Tú recoge
tu desdentado sonreír,
ponte a la hora en el recuerdo,
sal a vivir, pero al contrario:
¡qué sonrosadas tus mejillas!
¡cómo te miran hoy los hombres!
¡tu hombre, hoy, cómo te mira!
Su hermoso impulso por tu vientre.

O bien el pueblo:
«¡qué bien huele
el campo ya; cuántos colores!».
O bien los hijos:
«el Antonio
va debilucho; ay, Felipe,
¿otra vez andas sin las suelas?».
… P ero tus canas, tu reúma,
no existen. (Dalos al olvido.)
Anda, prepara el cucurucho.
Que estén calientes. Como estas
palabras mías.
(Olvida. Olvida…)
¡Dios, qué sabrosas tus castañas!
No me des cambio. Ilusionados
caramelillos de los nietos.
Adiós. Sonríe. Así.
Recuerda,
cuando me vaya.
¡Tú también
puedes ser joven todavía…!

EL BARRIO DE LAS LETRAS [Mi poema]
María Rosal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Madrid me gusta todo. Me seduce
el Barrio de las Letras.
Me siento acompañado por poetas
y escritos que me encuentro en cada cruce,
del suelo en las losetas.

No sé por qué será pero presiento
que voy acompañado.
Que llevo a los poetas a mi lado,
leyendo me entretengo a paso lento
cual fuera un ilustrado.

Allí me encuentro a Lope y a Cervantes
y veo paseando
a Góngora y Quevedo disputando,
y a Bécquer y a Zorrilla tan campantes
sus versos recitando.

Y veo a Garcilaso, a Calderón,
¡bendito Siglo de Oro!
a Tirso y a Galdós a los que adoro
de Ruiz, no he de olvidar, que es de Alarcón.
Si alguno olvido imploro

contemplen disculpar a mi memoria,
pido benevolencia.
Me gusta disfrutar de su presencia
mas piensen tan extensa fue su historia
que a tanto no le alcanza mi sapiencia.
©donaciano bueno

Si no conoces el #Barrio_de_las_Letras, no sabes lo que te pierdes Share on X

Un paseo por el Barrio de las Letras de Madrid. Sus calles hablan de un único, escenario de la mayor concentración de talento en la historia de la literatura universal. Otro de los encantos del “Barrio de las Letras” es su amplia oferta comercial, que va desde los más tradicionales establecimientos con siglos de historia (como zapateros, plateros o lutieres) a espacios modernos y vanguardistas. Del mismo modo, la zona está llena de restaurantes y terrazas en los que disfrutar de la gastronomía de Madrid y del popular “ir de tapas” de España

MI POETA SUGERIDOMaría Rosal

A mano armada

Supón que me presento
cualquier día en tu casa.
Que digo: «Hasta aquí hemos llegado»
que cierro las ventanas,
apago las cortinas,
los libros, los periódicos.

Supón que me presento
cuando menos lo esperas.
Ya puedo disfrutar
tu mirada de asombro,
el lecho abandonado,
los sentidos alerta.

Supón que te desnudo
con besos y sonrisas,
conjuro tus fantasmas,
asalto tu desvelo,
amanezco en tu sombra,
y me marcho,
y me juras
-dentro de un orden, claro-
fidelidad eterna.

Beatus ille

No he de callar, por más que con el dedo
o con la mano prieta me amordaces.
Orgullosa estaré, aunque disfraces
los vaivenes certeros donde cedo.

No he de callar, y en tan airoso ruedo,
cuando cerques mi orgullo y atenaces
mi fuste en altivez, cuando amenaces
no rendiré ni almena ni mi credo.

Y pues que en soledad luces mi arcilla
y te mantiene el deje de mi lumbre,
sigue frotando siempre, no hay mancilla.

No ha de mudar el tiempo tu costumbre
de alumbrarme en el gozo, ¡oh maravilla,
herida o sima y sin embargo cumbre!

Brindis

Mala bestia el amor
Mariano Roldán

Pongamos por ejemplo
que hoy es jueves.
Que un sol de plomo
cae tras los cristales
y recuerdo
tu mano en día de lluvia.
Digamos que estoy sola
y te deseo.
Que no hallo el escenario
donde acoplar tu imagen
con mi aliento.

Bebamos y brindemos
por la triste ironía
de estar vivos
y no poder amarnos.

Campo de plumas (Inédito)

Aunque me envíen a galeras no he de aborrecerte,
amado mío.
Envolveré tu barco, reventaré la proa contra rocas hostiles.
Comeremos con la sucia ralea de marinos sin patria, bebiendo
a morro barriles de ginebra.
No habrá losa de muerto que aplaque mis antojos. Ni antorcha
humana capaz de arder tu fuego.
Aunque pagues personal entrenado para guardar tu casa.
Así compres un perro y amaestres lagartos, sabré burlar la
guardia de absurdos mercenarios, agostar tus alarmas.
Desconectar ingenios de la era digital.

Convéncete.
Hay cosas que no cambian.
Por mucho que haya avanzado el mundo, en estas lides, no
he de capitular sin condiciones.

Prepárate a la lucha cuerpo a cuerpo.
De «Otra vez Bartleby»

Carpe diem

Rendida por tu luz, por tu grandeza,
brazo crepuscular, espacio enhiesto,
cuerpo de la memoria manifiesto
en las lides de amor: arte y nobleza,

cóncava identidad a tu belleza
se te ofrece y reclama, bien dispuesto.
Debes hendir gallardo, tierno, apuesto
para velar tus armas con destreza.

Armado caballero en la colina
del monte donde fue reina y señora
digna Venus triunfal, dale contento

con sabio gesto a la oquedad divina.
No dudes sumergirte sin demora
en tan filosofal conocimiento.

Casandra

Desmedida en tu huella,
eres hija inocente
del desierto y las olas.
Azul incandescencia.
Remota en tus senderos,
en la cumbre perfecta
del racimo y los labios,
cíngulo de tu aliento,
dormido en las adelfas.

¿Eres diosa o camino?
Mujer acaso. Y basta.

Como en todos los cuentos

Era bello y prohibido, lo que hacía
aún más deseable su estatura,
el arco de su pecho, su grandeza,
su forma de mirar, como una herida.
Era altivo, inasible. Nos tenía
bajo el yugo febril, en la penumbra
del amor incumplido largamente.

Sabiéndonos perdidas, decidimos
que no importaba el precio: la victoria
habría de ser su piel o nuestra vida.
Bajo un cielo de neón de luna muerta
velamos nuestras armas. Apostadas
en el rincón canalla, en la espesura
del último garito, dispusimos
el cerco tras el horno, imaginando
que bien valía el botín tanta batalla.

Era hermosa la noche. Consintieron
los dioses que el combate se inclinara
a mi estrella. Cuerpo a cuerpo, feroces,
desnudos y silentes demoramos
la huida. Mas cuando despeñamos erguidos
los deseos y coloqué mi beso
sobre su frente esquiva, como en todos
los cuentos se deshizo el hechizo
y mi príncipe-rana se perdió con la noche.

Cruzas las avenidas…

Cruzas las avenidas
leales de mi cuerpo,
desarmando la noche
con jazmines desnudos,
soldados ojivales
que alertan las columnas.
Es estertor el viento,
gótica letanía,
pájaro deshojado,
mártir de tu capricho.

Ecce

Descifrar los augurios
de la espiral perdida.
Sumergirme en la entraña
del azar y sus lizas.
Interpretar prodigios,
inciertas letanías.
Alimentar la llama
secreta de la vida…

Ese es mi oficio. Al fin,
sibila día a día.

E-mail

Mi amor no tiene rostro.
Sólo tiene palabras luminosas.
Mi amor es puntual
y cada noche
recojo en mi buzón
su mensaje cifrado.
Enciendo el aparato, parpadea…

Escribe con mayúsculas los besos
y acaricia su cuerpo en letras de colores.
No hay temor al contagio.
Tan sólo su locura me estremece
y yo se la devuelvo
en megabytes desordenados,
-ebria de amor,
ya libre-, acariciando
mi sistema binario desbocado,
mis ventanas al viento con el alba,
el CD Rom tan terso, la memoria…

Tantas noches de amor son un regalo.

Hortus clausus

Érase un cráter dulce, almibarado,
era un hueco ancestral, grieta festiva,
érase cicatriz con lomo y giba,
érase una quimera de cuidado.

Era un cuenco de anís certificado,
érase una hendidura en ofensiva,
érase sombra astral, vuelta en ojiva.
Era un pozo sin fin, nunca saciado.

Érase del placer audaz distrito,
era volcán umbrío, cordillera,
era de los deleites el garito.

Era, según se mire, una chistera
guarida de ilusión. Fuera delito
que no llevara el mundo por montera.

Hospes comesque corporis

Del salón en el ángulo oscuro…
con cuánta precisión, con qué destreza
-¡voto a Dios que me espanta esta grandeza!-
hiende Venus triunfal de amor el muro.

La huella digital talla el conjuro.
Andante… molto allegro -qué proeza-
contra el fragor erguido de cereza.
Cascada y vendaval, dulce cianuro.

Hospes comesque corporis: ¡oh dedo!
¡Ariete dispuesto al buen suceso
y a no cejar en mengua ni agonía!

Sirve otra ronda. Que te importe un bledo
vivir o fenecer en el exceso.
Labra orgulloso tu caligrafía.

Y porque nada, ¡oh dedo! te derrote,
otra oportunidad -algarabía-
te brinda a discreción el estrambote.

Lengua indagadora en las profundidades de las jaulas…

Lengua indagadora en las profundidades de las jaulas.
Boca niña inocente detrás de los deseos.
Boca mártir de labios erectos como espadas.
Boca beso de muerte henchida de cicuta.
Boca núbil de sueño que besa cuanto ignora.
Boca de doble filo de aves taciturnas. Doble hilera de dientes,
de dientes y arrecifes.
Lengua del vendaval taladrando lo restos
de un amor compulsado.
Lengua de terciopelo sobre un manto de nácar.
Lengua fileteada lista para el banquete, para la salazón de
la carne.
Lengua de esquirlas frescas.
Lengua de corazón expuesta en la vitrina.
Lengua de ofidio con un ojo en el vientre.
Lengua para limpiar el sudor, para acallar los centinelas
del frío, sus máscaras de níquel.
Lengua para el dolor, para gozar despacio.
Lengua del alacrán sembrando su simiente.
Lengua ramo de flores sobre el vértice erecto
de una fosa común entre las piernas.

Locus amonenus

No me basta tu piel para tenerte,
bálsamo, oscuridad, labio de arena,
turbia sublevación que me encadena
al abrazo sin alas de la muerte.

No basta mi dolor, paloma inerte,
para calmar la sed que me gangrena.
Pídeme siempre más, es tu condena,
conjuro desleal para perderte.

Porque ya no me basta con tu vida.
Porque tu sangre amaso en mi locura,
yerto mi corazón, potro sin brida.

Entrégate, desgrana tu cintura
en mis labios de sal. Lame la herida
que nos labrara Amor con desmesura.

Negaciones (Inédito)

No he venido a decirte que me escuches, a ti, embaucador,
tarado, charlatán de feria.
No he llegado hasta aquí a regalarte el aroma secreto de mis muslos,
pues dormitan las fieras y es preciso una recia armadura a su contagio.
No he venido a leerte las palabras que escribo por la noche,
cuando sueñan las hoces con un campo de espigas.
No he venido a que me hables, amordazado, infeliz, alma
destartalada.
No he venido a que me mires, ni a que me aprietes fuerte
contra los pernos de tu caja torácica.
No, no he andado desde la lejanía del desierto para besar la
deslumbrante antorcha de tu osario.

Entonces… ¿A qué has venido -me preguntas-
a qué tanto disfraz, tan triste maquillaje?
De «Otra vez Bartleby»

Poema de amor para otra primavera

Porque a esta hora tu cuerpo me parece
aquel oscuro túnel sin demora
que inventaron un día
los dedos poderosos del deseo.

Porque he desmantelado el corazón,
ese músculo antiguo de cajones dorados
y ya nada es tan cierto
como saberte altivo
tras la lluvia de junio,
sonámbulo y hermoso.

Y sin embargo hay noches en que crezco,
de puntillas,
al filo de la aurora,
hasta alcanzarte íntegro,
tan detrás de ti mismo,
en tu alada distancia.

Con las primeras luces me retiro.
Llevo calor ajeno
que me desviste el hombro.

Porque te has convertido…

Porque te has convertido
en fugaz visitante
y acudes cada noche
embozado a mi alcoba,
mis colchas y mis velos
ya tiemblan a tu paso.
He de ser favorita
en tu piel y en tu lumbre,
surco de la palabra
asediando tu carne.

Publicidad engañosa

Busco

Que sea tierno ante todo.
Que esté conmigo
no más de veinte días.
Que se vuelva de amor
y de remate loco
y que luego se vaya
sin ruegos, ni exigencias,
ni mentiras…

Así las condiciones.

Abstenerse los que creen en dios,
en sacramentos,
en la ley de los hombres.

Soy solo una mujer
con la espera entreabierta
para el que oculta veneno en la saliva
un cuchillo en los dientes
y entre las piernas
la razón poderosa de la desgracia.

¡Qué carajo!

Fuera vara de nardo, si no fuera
mástil, felicidad, sin par badajo,
dedo de luz divina, ¡qué carajo!
que tan sólo en ausencia sabe a tuera.

Nadie ignore su don, ninguna muera
ajena a las delicias del colgajo,
que en mostrando su afán no habrá destajo
ni hospitalario hogar pondrá barrera.

¡Danzad doncellas junto al palo santo!
Vuestra frente inclinad ante el icono
que izará desigual con vuestro abono.

Pues sólo así sabrá animarse tanto,
rendid honores, gusto, pleitesía,
hasta que os dé tributo en ambrosía.

Retorno

He sacado la llave de mi casa.
El pulso no muy firme. El latido
se me hace más intenso a cada instante.
Es la llave de antaño, con que abría
una puerta de largos corredores,
estancias amplias, con olor a espliego
y a retama,
al olor de los míos,
el puchero bullendo en la cocina.
Los gatos del ayer nos han dejado,
igual que tantas cosas.
Y da un escalofrío recorrer los sillones
con los dedos, tan descuidadamente
que parece que no estamos aquí.
Rezuman las paredes lejanía.
Huele a espera.
A esa mano que llegue autoritaria
y abra los visillos, y limpie los cristales.
¡Que entre otra vez la luz y pueble los salones
de gritos y chiquillos!
No en vano ésta es mi casa.

Somos lo que aprendimos

Esta costumbre dulce
de perder el respeto,
de agarrarse a la vida
como si nada fuera,
como si ya la muerte
se hubiera convertido
en borroso subtítulo
de una vieja película.

Nos fuimos desnudando
en andenes lentísimos,
al filo de la noche,
cuando la madrugada
era una vieja furcia.

Somos lo que aprendimos
en esta soledad donde regamos
margaritas de plástico y silencio.

Tan esquiva

Pues, oh hermosa Lesbia,
si sabes que te espero,
si sabes que tu imagen
certera me persigue
desde el preciso instante
en que, pétalos dulces,
tus pechos distraídos
convocaron mi espera
en el vértice oculto
de tu delta purísimo.

¿Por qué extingues remota
tu afán y mi deseo?

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YO SOY UN RETRATISTA [Mi poema]
Fernando de Rojas [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo soy un retratista. Mis retratos
se venden como churros.
Me fijo en los humanos y en los burros
que son los que parecen más sensatos
aunque ambos tan cazurros.

Ocurre que me voy dando un paseo
y observo a mis paisanos
se arrastran por el suelo cual gusanos,
y allí por donde paso miro y veo
larvados que hay enanos.

Parece que no viera lo que pasa
mi fotocopiadora,
que a nada lo que mira lo adulzora
y sólo alguna vez lo toma a guasa
riendo aun cuando llora.

Su lente es que a la antigua está chapada
sin trampa ni cartón,
llenando de emoción va la emulsión,
si clamo la respuesta es por callada,
las cosas como son.

Que yo soy avezado retratista,
mi cámara no miente
y va exhibiendo al mundo lo que siente
mostrando habilidades de un artista,
no hay nada que se invente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Fernando de Rojas

Lucrecia

Oh, quién fuese la hortelana
de aquestas viciosas flores,
por prender cada mañana
al partir a tus amores.

Vístanse nuevas colores
los lirios y la azucena;
derramen frescos olores
cuando entre por estrena.

Alegre es la fuente clara
a quien con gran sed la vea;
mas muy más dulce es la cara
de Calisto a Melibea.

Pues aunque más noche sea,
con su vista gozará.
¡Oh cuando saltar le vea,
qué de abrazos le dará!

Saltos de gozo infinitos
da el lobo, viendo al ganado;
con las tetas los cabritos;
Melibea con su amado.

Nunca fue más deseado
amador de la su amiga;
mi huerto más visitado,
ni noche tan sin fatiga.

Lucrecia y Melibea

Dulces árboles sombrosos,
humillaos cuando veáis
aquellos ojos graciosos
del que tanto deseáis,

Estrellas que relumbráis,
norte y lucero del día,
¿por qué no le despertáis,
si aún duerme mi alegría?

Melibea

Papagayos, ruiseñores,
que cantáis al alborada,
llevad nueva a mis amores
cómo espero aquí asentada.

La medianoche es pasada
y no viene:
sabedme si otra amada
lo detiene.

EL AUTOR, EXCUSÁNDOSE DE SU YERRO EN ESTA OBRA QUE ESCRIBIÓ, CONTRA SÍ ARGUYE E COMPARA

El silencio escuda y suele encubrir
Las faltas de ingenio e las torpes lenguas;
Blasón que es contrario publica sus menguas
Al que mucho habla sin mucho sentir.
Como la hormiga que deja de ir
Holgando por tierra con la provisión,
Jactóse con alas de su perdición:
Lleváronla en alto, no sabe dónde ir.

PROSIGUE

El aire gozando, ajeno y extraño,
Rapiña es ya hecha de aves que vuelan;
Fuertes más que ella por cebo la llevan:
En las nuevas alas estaba su daño.
Razón es que aplique a mi pluma este engaño,
No disimulando con los que arguyen;
Así que a mí mismo mis alas destruyen,
Nublosas15 e flacas, nacidas de hogaño.

PROSIGUE

Donde ésta gozar pensaba volando,
O yo aquí escribiendo cobrar más honor,
De lo uno y lo otro nació disfavor:
Ella es comida y a mí están cortando
Reproches, revistas17 e tachas. Callando
Obstara18 los daños de envidia e murmuros;
Y así navegando, los puertos seguros
Atrás quedan todos ya, cuanto más ando.

PROSIGUE

Si bien discernís mi limpio motivo,
A cuál se endereza de aquestos extremos,
Con cuál participa, quién rige sus remos:
Amor apacible o desamor esquivo,
Buscad bien el fin de aquesto que escribo,
O del principio leed su argumento.
Leedlo y veréis que, aunque dulce cuento,
Amantes, que os muestra salir de cautivo.

COMPARACIÓN

Como el doliente que píldora amarga
O huye o recela o no puede tragar,
Métenla dentro de dulce manjar:
Engáñase el gusto, la salud se alarga.
Desta manera mi pluma se embarga20
Imponiendo dichos lascivos, rientes,
Atrae los oídos de penadas gentes:
De grado escarmientan y arrojan su carga.

VUELVE A SU PROPÓSITO

Este mi deseo cargado de antojos
Compuso tal fin que el principio desata;
Acordó de dorar con oro de lata
Lo más fino oro que vio con sus ojos
Y encima de rosas sembrar mil abrojos.
Suplico pues suplan, discretos, mi falta;
Teman groseros y en obra tan alta
O vean y callen, o no den enojos.

PROSIGUE DANDO RAZONES
POR QUE SE MOVIÓ A ACABAR ESTA OBRA

Yo vi en Salamanca la obra presente.
Movíme acabarla por estas razones:
Es la primera que estó22 en vacaciones;
La otra que oí su inventor ser sciente;
Y es la final, ver ya la más gente
Vuelta e mezclada en vicios de amor.
Estos amantes les pondrán temor
A fiar de alcahueta, ni de mal sirviente.
Y así que esta obra, a mi flaco entender,
Fue tanto breve cuanto muy sutil,
Vi que portaba sentencias dos mil:
En forro de gracias, labor de placer.
No hizo Dédalo24 en su oficio e saber
Alguna más prima entretalladura,25
Si fin diera en esta su propia escritura,
Corta, un gran hombre y de mucho valer.
Jamás no vi sino en terenciana,
Después que me acuerdo, ni nadie la vido,
Obra de estilo tan alto y subido
En lengua común vulgar castellana.
No tiene sentencia de donde no mana
Loable a su autor y eterna memoria,
Al cual Jesucristo reciba en su gloria
Por su pasión santa, que a todos nos sana.

AMONESTA A LOS QUE AMAN QUE SIRVAN A DIOS Y DEJEN LAS MALAS COGITACIONES28 E VICIOS DE AMOR

Vosotros que amáis, tomad este ejemplo,
Este fino arnés29 con que os defendáis;
Volved ya las riendas, porque no os perdáis;
Load siempre a Dios visitando su templo;
Andad sobre aviso, no seáis de ejemplo
De muertos y vivos y propios culpados.
Estando en el mundo yacéis sepultados;
Muy gran dolor siento cuando esto contemplo.

FIN

Olvidemos los vicios que así nos prendieron,
No confiemos en vana esperanza;
Temamos Aquel que espinas y lanza,
Azotes y clavos su sangre vertieron;
La su santa faz herida escupieron,
Vinagre con hiel fue su potación,
A cada santo lado consintió un ladrón.
Nos lleve, le ruego, con los que creyeron.

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AQUÍ ME LAS DEN TODAS [Mi poema]
Ana María Rodas [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Lo bueno de la muerte es no enterarte,
muriendo sin saber que ya te has muerto,
al trance denunciando por incierto,
haciéndole sufrir en lado aparte,
fingir que tú eres tuerto.

Dejando de pensar que ella existiera,
si hiciérase presente, haciendo un feo,
se largue a otro lugar, vaya a paseo,
diciendo que ha de ser lo que dios quiera,
gritando eres ateo.

Pues dicen que es más vieja que la Tana,
seguro es que también ya ha fenecido.
A mi me hace pensar que algún bandido
disfruta recordando a esa fulana
y tú te lo has creído.

Y puestos a creer que fuera cierto,
que no formara parte de las modas,
prefiero aquí soñar a cielo abierto
cogiendo las manzanas de mi huerto
y aquí me las den todas.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Ana María Rodas

Animal que despierta

Soy la gata que camina dentro de mí
conmigo
las leves zarpas afelpadas
He bajado por el río
conservando el gusto por la caza
los ambiguos maullidos

Cuando cierro los ojos atravieso los siglos

Las arenas le dieron el color
a esta piel suave que esconde
una flor mojada entre las fauces
el oro egipcio se ve reflejado en la pupila
de esta gata
que demasiadas veces
recuerda su verdadera condición de fiera

La Reina de Saba habría dado la mitad de sus tierras
por tener estas garras.

De acuerdo

De acuerdo,
soy arrebatada, celosa,
voluble
y llena de lujuria.

¿Qué esperaban?

Que tuviera ojos,
glándulas,
cerebro, treinta y tres años
y que actuara
como el ciprés de un cementerio?

* * *

Hoy he descubierto la belleza
de ser yo misma.
-no,
no fue así;
me lo enseñaste-

Pero al hacerme mujer
al mostrarme que los seres
son tan libres

Comprendí
que libre-yo
y libre-tú
podamos tomarnos de la mano
y realizar la unión sin anularnos.

Por eso me apretujo dentro de mí misma
hasta salir las lágrimas
y en el pelo
se me prende
el sabor salado del olvido.

Algún imbécil dijo
que el poeta es la clave del mundo.

¡Mentira!
A mi sólo me queda encogerme hacia dentro
y esperar
ciegamente
un sonido, una expresión cualquiera
y que alguien
donde quiera que esté
emita una señal diciéndome que existo.

* * *

los teléfonos debieran ser parte
de la poesía
-la poesía está llena de recuerdos-
Hoy, una llamada solitaria
hizo rodar de nuevo el pasado a mi falda.

Se murieron tres años
casi cuatro.

Un bigote se movió sobre unos labios
murmurando
cosas triviales, de todos los dfas
que cómo están los niños,
si al fin me voy a Francia
que la perra tiene
tres cachorros
que cómo creció Carlos.

Y el teléfono de ayer me dijo
Cuánto te quiero.
Cuánto te extra no.

* * *

Te me acabas
como la vela que lanza
su último fuego.
como el asomo de vida que la final
remueve al que está ya casi muerto.
¡Cómo es de extraño
escribir poemas
para alguien que fue
y que comienza a diluirse en el cerebro!

¿Dónde te has escondido en este tiempo?

¿Dónde te has escondido en este tiempo?
Bajo tus mismas faldas.
Enfundada en tu propia fortaleza negaste la evidencia.
¿Qué evidencia
puede haber si no vas a un entierro?

¿Quién ha muerto en esta eterna primavera?
¿Quién puede morir en este lugar de cielos y volcanes
qué se reflejan siempre en los maizales verdes?
¿Quién soy yo para sentir, ahora, después de la década perdida
este infame dolor que me destroza el pecho?
Soy la superviviente. La que cerró los ojos
y se llenó las orejas con cera.
La que pasó junto a las rocas sin escuchar las voces.
Ciega por propia voluntad para evitar la visión de los buitres
limpiándose los picos en los huesos.

El más hermoso mito inventado por el hombre

El más hermoso mito inventado por el hombre
más hermoso que Dios
o el hermoso ideal del socialismo
y el dinero que acumulan los ricos.
Más hermoso que el odio, la invención más hermosa.
El amor.

Emerjo…

Emerjo
De las profundidades Huelo a sangre y a sal
Soy el océano
que se mueve crujiendo arrastrando
deseos
temores
visiones
entre los dedos

Soy un pantano humeante lleno
de sensuales animales viscosos
Soy el calor el agua el trueno
esta jungla prehistórica
este bosque tropical

Me hundo en lo desconocido No sé
A
Dónde
Regreso
Al resurgir sólo experimento
La certeza triunfal de haber sobrevivido el viaje.

En aquel tiempo la soledad era un cilicio

En aquel tiempo la soledad era un cilicio
prendido constantemente a mi cuerpo.
Ahora es la estancia perfecta
mi refugio
cuando salgo/finalmente/de ti.

La luna, siempre

Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo
rasga mi piel con su delgada luz
Cae sobre mi pelo
con la levedad de una sirena
que no se hubiera dado cuenta
que no posee piernas
Solivianta mi sangre
me enciende de locura
me regala una piel fosforescente
y me convierte
aceite hirviendo
en fauna
(cascos y cuernos y cabello desbocado
bajo el lúbrico soplo de lo oscuro).

La superviviente

Me habita un cementerio
me he ido haciendo vieja
aquí
al lado de mis muertos.
no necesito amigos
me da miedo querer porque he querido a muchos
y a todos los perdí en la guerra.

Me basta con mi pena.
Ella me ayuda a vivir estos amaneceres blancos
estas noches desiertas
esta cuenta incesante de las pérdidas.

Lunas que caían a pedazos…

Lunas que caían a pedazos
descolgadas del cielo
lunas nuevas no vistas nunca
Lunas llenas a ratos
me inundaron la garganta de llanto

Lunas Siempre fueron lunas

A dónde ha ido todo?
Qué viento de cuarenta años borró tu
carne de mi carne?

Ariosto envió a Orlando
el Furioso
a buscar su sanidad mental
a ese lugar lechoso donde uno encuentra
todo
lo que se pierde en la tierra/

A dónde iré a buscar yo
el calor de las noches
la lluvia tibia
las cenas de sopa de fideos?
Nos comimos
la luna a pedazos Casi duró cuatro años
De «El Fin de los Mitos y los Sueños».

Mujer que duerme

La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo
y abraza al perro antes de abrirse al sueño.
Luna sobre la piel
piel de sirena
Sueños desportillados
amaneceres blancos
Se estira, lee lo que escriben sus amigos
los ama tanto
los ama a todos
El penacho del volcán le avisa
que hay viento norte
A los cincuenta y tantos, dueña de una ventana
de diez metros
de largo
su vientre está dormido
Las sábanas son frescas
La ciudad gime
La mujer sueña.

1. Domingo 12 de septiembre, 1937

Domingo 12 de septiembre, 1937
a las dos de la mañana: nací.
De ahí mis hábitos nocturnos
y el amor a los fines de semana.
Me clasificaron: nena? rosadito.
Boté el rosa hace mucho tiempo
y escogí el color que más me gusta,
que son todos.
Me acompañan tres hijas y dos perros:
lo que me queda de dos matrimonios.
Estudié porque no había remedio
afortunadamente lo he olvidado casi todo.

Tengo hígado, estómago, dos ovarios,
una matriz, corazón y cerebro, más accesorios
Todo funciona en orden, por lo tanto,
río, grito, insulto, lloro y hago el amor.

Y después lo cuento.

2. Estamos hechos de recuerdos

Estamos hechos de recuerdos
de un pelo rubio
de un pecho
de cuatro
cigarrillos
moribundos.
De rítmicos movimientos.

El ron se hunde, ruidoso, en la garganta
-10,000 células muertas-
y el deseo ametralla
en los dedos.

3. Asumamos la actitud de vírgenes

Asumamos la actitud de vírgenes.
Así
nos quieren ellos.

Forniquemos mentalmente,
suave, muy suave,
con la piel de algún fantasma.

Sonriamos
femeninas
inocentes.

Y a la noche clavemos el puñal
y brinquemos al jardín
abandonemos
esto que apesta a muerte.

4. Lavémonos el pelo

Lavémonos el pelo
y desnudemos el cuerpo.

Yo tengo y tú también
hermana
dos pechos
y dos piernas y una vulva.

No somos criaturas
que subsisten con suspiros.

Ya no sonriamos
ya no más falsas vírgenes

Ni mártires que esperan en la cama
el salivazo ocasional del macho.

5. Como ya recorriste la vía más ancha

Como ya recorriste la vía más ancha
no tienes interés
en sus peces, ni en sus pechos.

Pegado a tu pedestal
porque tú
también
tienes uno de esos
mueve los hilos de tu trama

y te olvidas
que hasta ayer
te empujaba el sentimiento

6. Limpiaste la esperma

Limpiaste la esperma
y te metiste a la ducha.

Diste el manotazo al testimonio
pero no al recuerdo.

Ahora
yo aquí, frustrada,
sin permiso para estarlo
debo esperar
y encender el fuego
y limpiar los muebles
y llenar de mantequilla el pan.

Tú comprarás con sucios billetes
tu capricho
pasajero

A mí me harta un poco todo esto
en que dejo de ser humana
y me transformo en trasto viejo.

Poeta

El viejo rito me posee
Varias noches sin sueño
después baja el río de sangre
me ahogo en ella y renazco
nueva como moneda
redonda como un sueño
perfecta en mi dolor
recordando sólo lo suficiente del pasado
para construir la
telaraña
con la que cubro mi cama de soltera.

Sueños de luna

Te soñaba huyendo de mi lado
yo lloraba como tonta sobre los cristales rotos
y encendía las luces para que se advirtieran

las vírgenes

los adornos de plata
la curva que la pared dibuja al internarse
en el terreno

denso
inexplicable

que es el sueño
Ese de anoche
en el que tú brincabas desnudo
mostrando la piel más oscura de tu sexo
y los dientes filudos de animal en celo

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