A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

IGUAL QUE UNA PAVESA [Mi poema]
Julio Rivera [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer pasé a tu lado y no me viste,
me consta que eres algo despistada,
quizás fuera mirarme no quisiste,
no debes de culparle a tu mirada.

Trataste de entenderme y no entendiste
volviendo tu semblante hacia el pasado,
yo nunca descubrí por qué te fuiste,
y a qué tanta miseria me has dejado.

Recuerda que la mancha de una mora
con jugo de otra mora se la quita,
la flor de aquel jarrón ya no decora,
la rosa sin regarla se marchita.

Pasaste rutilante como estrella
y creo que al final tú te estrellaste,
posiblemente fueras la más bella
mas pienso del amor que te olvidaste.

Te fuiste mas no creas que eras esa
que escapa como el pájaro de un nido,
¿acaso sin llegar te habías ido?
lo mismo que en la llama una pavesa.
©donaciano bueno

A veces es mucho mejor que así fuera, no crees? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Julio Rivera

CLUB VERDUGOS

Se reúnen
por las noches a
armar rompecabezas con
los restos

EL FLUJO VITAL

Se ahorcó con el cable del televisor.

Por un instante de tensión
fue luz. Fue cáncer curado;
iceberg en llamas.

La sangre siguió por el cableado del vecindario
esperando encontrar un mejor organismo.

JINGLE

El amor nos llegó como una metralleta
en fiestas navideñas.

Dispuestos a acabar con todo
abrimos los regalos del cuerpo.

Fue desgarrador.
Y hermoso.

Un villancico cantado por niños autistas.

HACHI

Dicen que su perro
aún va a esperarlo a la estación
lo que no saben
es que el perro
solo va a ladrarle a la yerba
que cada día crece lentamente
se hace tarde
y se duerme
para volver a comenzar
al siguiente.

MOONLIGHT

Le dispararon al hombre que tocaba el piano.
También le dispararon al piano.
Sonó la peor melodía que he escuchado.
Y todos nos incomodamos en el restaurant.
Algunos se quedaron con los bocadillos en la boca sin poder tragarlos.

Y lo que vino después fue un estricto silencio
que hizo llorar a un bebé y a un par de mujeres.

Tomamos nuestros sacos y las mujeres sus bolsos.
Fuimos saliendo, abandonando ese lugar.

Afuera la rutina golpeaba fuertemente el asfalto.

VUELVE, ROTHKO

A la mañana un perro se desvinculó de su instinto y
murió.
Sentí dolor y lo llamé espina.

¡Espina, afuera! y el dolor se iba.

Hice una lista de las cosas rojas que conocía.
El dolor abundaba en todas ellas.

Hoy permanecemos al llanto del sol.
Cachorros de sangre.
Mi dolor y yo, en el asiento trasero.

Nadie conduce.

CONDUCTAS DE RIESGO

Hay que escribir
como escriben los perros:
sin ambición
con los huevos colgando y la lengua
de fuera

afirmo aquí
mi prematura necesidad
de sacar el agua del coco

romper la piñata dorada
y amarrarse la cuerda al cuello

riesgo es:
quitarse la comida de los dientes
con un anzuelo.

Si te gusta #Julio_Rivera... Share on X

POSIBLEMENTE TÚ [Mi poema]
Leonor Silvestri [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Posiblemente tú no me quisiste.
posible yo no fuera para tanto,
posiblemente fue que el desencanto
al corazón le fue creando un quiste
y reo sigue siendo de su llanto.

Quizás yo no te amé, posiblemente
te puse en un altar sin merecerlo,
no supe decidir nada más verlo,
dejando me arrastrara la corriente
sabiendo que era un sueño de estraperlo.

Los dos fuimos objeto de un fracaso
cautivos de impostoras emociones
-dejamos siempre al margen las razones-
los dos, ¿quien fue el culpable?, no hace al caso,
convictas son las falsas ilusiones.

Compréndeme tú a mi, yo te comprendo,
admito eras de todas la más bella,
ganancias hoy por eso no me arriendo,
habremos de evitar seguir mintiendo
conscientes se apagó ya nuestra estrella.
©donaciano bueno

#Nunca se sabe o acaso tú lo sabes? Share on X

MI POETA SUGERIDOLeonor Silvestri

Mamá dijo

Sacá la basura
Tomá el dinero
Comprá el pan
Traeme el vuelto
Barré la alfombra
Sacá al perro
Lleváme a pasear
Besáme la oreja
Olvidáte de los chicos
Dejáme sola
Agarrá mis manos
Atáme fuerte
para que no me escape.

Isabel

La condesa está triste
¿Qué tendrá la condesa?
Los insultos se escapan
de su boca de mierda
que ha perdido la risa
que ha ganado en color (rojo).
Está muda la noble
en su trono de oro,
y en el piso olvidada
Se desmaya una aldeana.
La condesa moderna,
Es cruel cruellísima.

(Cruella de vil)

María Julia arrebujada en sus pieles)
La condesa actúa
madrastra con sus súbditos
La condesa bruja
de cuento de hadas
La vieja está en la cueva
¡Qué llueva
Qué llueva!
sangre.

Denís

Si Denís fuera normal
bailaría salsa y merengue
en una fiesta escolar
al compás de una canción que dijera:
“Fuera de aquí orangután”
o
“Suéltame gorila”
o
algo similar

Si Denís fuera normal:
sería modelo
y no usaría aparatos fijos
para modelar su paladar

Por suerte,
Denís no es normal
y toma clases particulares conmigo.
Yo así puedo comprarme ropa
todos los meses
en las ferias americanas y las liquidaciones.

Lili, la dentista

Interacción morfológica.
Factores oclusales.
Funciones relativas.
El desarrollo parece sepultarse en el hueso.
Asociación inferior copulativa.
Formando una cripta esférica comunicante.
Mordida abierta anterior al esqueleto.
Una larga ventana da fácil acceso.
El lado medial del plano.
Posiciones cuspidales e intercuspidales retraídas.
Se deslizan más.
Cruzadas linguales.
Cinco o más dientes perdidos posteriores
Cinco figuras unilaterales.
Cambios óseos de ligamentos dentro de la articulación.
Temporormandibular.
La corriente literatura indica que:
durante la adolescencia
generalmente
no se incre mente no se decae
las chances de desarrollo.
Particular mecanismo.
Extracción de protocolos.
Gnathologicamente
especifica no resulta en signos o síntomas.
Los signos y los síntomas ocurren en individuos sanos.
Particularmente
durante la adolescencia.
Los Desordenes, fenómenos que ocurren naturalmente.

HONDURAS- NICARAGUA

Con la delicadeza oriental
de trazo o mano que sueña
o imagina ideograma antiquísimo
y conjura en tinta negra
un caracter que suena a cuerdas
las yemas, palmas de jaguares,
en mi espalda acarician
las hojas, pétalos, cual abrazo
de hiedra enamorada de su muro,
que se enroscan en tu brazo
imperceptibles y finas
nadie se dé cuenta
-ni vos, tal vez –
del roce, mi apetito por
un diminuto pedazo de tu piel
que escapa a la duerme vela
en este viaje interminable
y a la estricta vigilancia de la ropa
por arte de magia
logro posar sobre tus dedos
fingen no saber
fingen incluso ignorarme
no dormiremos, pero nuestros ojos
persisten en mantenerse cerrados
las visiones y las utopías abundan
no serán dichas, jamás pronunciadas
un antídoto contra la soledad
de un bus sofocante
rodeados de enemigos
misioneros y taekwondistas
donde compartimos naranjas
juegos y afanes
en la intimidad del secreto nunca
confesado de anhelarnos

Si, soy yo la que te toca
la que hace como si
no te toca pero te siente
desde atrás
sobre la espalda
y arquea el lomo
de gata
Mirame, sí
también yo he querido
que me toques
¿qué soñabas o pensabas?
o fingías no mirarme
y me olisqueabas
como gato, nocturno
que esperando la noche
hace siesta al sol
fiel a un sueño tan claro
y tan negro
-oh tremenda paradoja-
como roja nuestra bandera
y obsesión.

FELIPE

Pido perdón al viejo amor
por amar al nuevo
como si fuera el primero.

Te hubiera conocido antes,
un chingo de años antes
cuento te faltaban menos dientes, cuando
no te habías pegado el bicho.

Cuántas veces he pensado
ojalá te enamoraras de mí, tan fuerte, tan solidamente
hasta pensar «Por ella, me cuidaré, por ella,
viviré por verla envejecer cerca de mi vida,
en órbita.» Ojalá, ojalá ojalá un enamoramiento
fulminante que te sustrajera de la muerte

Pero, el amor jamás ha salvado a nadie
conozco bien el cuento, y contra quién compito
no siempre una yunta de bueyes tira menos que
un pelo de concha
Contra el guaro, sagrado, y la milonga
nada puede hacer esta mujer
ni niguna otra

Y yo tampoco he
-cómo hubiera alguien
podido- salvarte
esta vez.

JAMES TOWLE

A Dariush, en su cumpleaños 34.
Para mis cumpas ticos y los sufrientes por amor.

La cama está vacía
la forma de tu cuerpo
en ella
quedó grabada con un punzón
caliente en mi cabeza
cada vez que me meto.

Pero,
materialmente hablando
no queda
nada de vos.

Así,
pasarme las horas
tratando de recordar
cómo sabía tu piel
qué olor tenías
cuán suaves eran tus manos
cuando me tocabas.

-La razón, ¿quién la posee?
vieja mala, no me permite
pensar. –

La mente nunca ha sido una aliada.
Solo a través de nuestro tacto
la razón se sindica a los sentidos.

Así,
olvido por qué es
de algún modo siniestro
una suerte que esta cama hoy
esté tan solo llena de mí.

Amarte así, amarte
¿haberte esperado
toda una vida?
¿seremos los últimos?
destructores de máquinas
amamos como si fuéramos a quedarnos
toda la vida en Liverpool fabril
cuna de paño irlandés.
¿y si fuéramos los últimos?
amarte así
haberte amado
tanto

Hace siglos que juego este juego:
los cuentos no se cuentan rectos
la honestidad propia no existe
nadie puede dar cuenta de si
todo es pura inquietud y desazón.

De memoria
me conozco los mecanismos
con los cuales
quienes aun se aman
escapan al dolor indecible
del fracaso
y de la pérdida.

¿Por qué demorarme ahora en esta historia?

Impelida recodar
el amor es puro intento
propulsión sin resultado.

Testimonios remanentes inconforme:
actas de juicios, informes de autoridad,
sesiones de terapia futuras
dedicadas en exclusividad, poemas y fotos,
algunas canciones.

¿Existe un espacio de audición
cuando el lenguaje es
ecolalia, balbuceo, clausura?

Petitio Principi:
fracaso luego soy
anónimo, frágil, débil
casi absurdo.

Me opongo
a los símbolos de una economía política
triunfante.

El amor sigue siendo una maquinaria imposible
de adquirir y administrar por mis comunidades
me encuentro en una etapa artesanal de la conciencia
amatoria, de nuestra ética.

De todos modos,
Violencia, nuestro pacto ya no se quebrantará.
Atacar la casa del patrón
sabotear sus resortes
siguen siendo mis tácticas.

Quien no dobla las rodillas
se le rompe la cerviz
la nuca quebrada
a la fuerza
cae por el pozo de la horca vociferando
un viejo himno libertario
silencio
las cuerdas se anudan en cerrazón
de horca, juego infantil hoy
en horas libres.

En fin,
nada que se acerque a la verdad.
Ned Ludd nunca existió:
solo un nombre pergeñado para despistar
una trampa casa bobos.

Entonces ¿cómo podré encontrarte?

Ludismo, romper la maquina
de lo que nos interpela
ideológicamente,
nuevo crimen legislado
por el deber ser del amor.

Me abrazo al cuello de caballo
de lo que está por devenir
construiré eslabón de un engranaje
que se fragua a fuego lento,
sobre mi regazo reposa
un amante, o un gato mortal.

La paradoja:
fundición alejada de la humanidad,
ama y propietaria,
marcha por la panamericana
hacia el progreso

Ninguna sublevación espontánea
ninguna ficción del espíritu
salvaje emerge del vacío.
Por generaciones se transmite
una herencia de maltrato,
saberes resistentes macerados
para escapar a la lógica maniquea
de las culpas, las reacciones estímulo-respuesta,
el gran dirigente de las facturas a pagar.

Si el juego no es nuevo
habrá otros jugadores
otros últimos destructores de máquinas
tal vez nosotros mismos
seamos otros y volveremos
a jugar.

Si te gusta #Leonor_Silvestri... Share on X

DICHOSA MI GARGANTA [Mi poema]
José Miguel Ullán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tengo un nudo en la garganta
que llorar no me permite,
si se acerca algún envite
con frecuencia se atraganta,
mas si escucha que alguien canta
se levanta y sale al quite
que no juega al escondite,
cuando surge y no se achanta.

Pues no atiende a los lamentos
ni a la pena se acomoda
así sea que esté de moda
ni a los hechos que son cruentos
y es afín a sentimientos
que son propios de rapsoda
los que bailan en la boda
y hablan de acontecimientos.

Con su carga de energía,
siempre encuentra el vaso lleno,
va acertando con el pleno
que del fario no se fía,
y así fuera no hay tu tía
nunca piensa en el veneno,
ni se enfanga dentro el cieno
ni desaira a su alegría.

Cuando al alba se levanta
yo le doy los buenos días
¡buenos días tió Matías!
le repito cuando canta,
voy tirando de la manta
y arreglándole las vías
y aunque diga tonterías
¡qué dichosa es mi garganta!
©donaciano bueno

La #fuente de las #palabras? Share on X

MI POETA SUGERIDOJosé Miguel Ullán

Manjar lento

Benditas sean las cosas que llegan siempre tarde
y no lo sienten
–perdidas ya de vista o bien batidas
o incluso blanquecinas al sol del tacto–;

su demora nos libra del sofoco
propio de cualquier logro puntual
engullido
sin pasar por el paladar (‘¡a otra cosa!’)
de la gratitud no rentable.

Testamento

la voz es voz
hiciera
añicos las palabras redentoras

…la quijada blandida,
la mueca de tu hermano,
la saliva secreta, la agonía
capaz, de darte posesión primera,
última ya (oh cuerpo ensangrentado),
herencia de este salmo, tierra ajena,
fuga para siempre, libertad cautiva…

la voz es voz
no existe

no existe aroma nuevo

cerrad mis párpados
«Mortaja» 1970

Tres y trino

Para Sarah Gorby, acompañada
a la guitarra por Jean Bonal.

Tres vecinas en mi cama.
Tres. Tres. Tres.
Giro y giro como un pez.
Tres vecinas. y otra vez.
Corrióseme la persiana.
Desperté.

¡Vana fue aquesta mañana
sin las tres!

Un dibujo de abril para María Zambrano

Avant l’aurore, dans la forêt triangulare
Alfred Jarry

La exactitud vivida de lo que contemplamos
en la blanca mirada del agua
no nos deja ser el destino
-pero nos da, sin levantar la mano,
la mansa sensación de ir acercándonos
al felino escondite de aquel encuentro:

Menos borroso que una hermandad,
ventana.
Y más anónimo que un lirio,
espejo

Un manantial, una hermandad republicana {alguien
tenía que decirlo), un lirio
-y la voz temblorosa
(«la poesía va contra la justicia»)
de la primera luz,
al despertar perdida
en la corazonada discontinua del bosque.

Unidad

Unidad, nos hemos salvado,

aunque fuera preciso creerse
en los brazos del sueño primero:
esas sombras que cruzan el Duero
para oírse gemir en la noche
de la otra orilla, al desnacer,
lo mismo:

¿Qué es esto que yo no he sido?

De «En un paisaje abolido»:

7. Círculo mamario:
Acaso su único propósito era dar vueltas por la escarcha,
uniformado de arlequín, voltando una esfera sonrosada.
En eso diferente de nosotros, flacos, calientes y desengañados.

8. Afrodita ahí está, bajo un manzano,
abrazada por un celeste enjambre,
rocía con tofana su pelambre,
tan pagana, y el himen ya entrecano.

Manos arriba, la alabanza es dardo
-que abajo oscila cual balanza el nardo.

46. LA DESNUDEZ no brilla en esa carne, Fracastorio, sino que brilla
en nuestra irrestañable mirada.

De «El desimaginario»:

Alegremente embarulló el peligro con el deseo, con el exceso.
Doblez bisexual:
Por dentro, lancinante procesión; antruejo pajarero a flor de trono.
Innecesario, otro estilo.

Alianza de orgullo y de agua escrita con el tizón del escarmiento.
No hay más cera que la que arde; ni poema encendido en la victoria.

Dicen que el corazón es el freno de la quimera.
Todo secreto proporciona un disfraz. Latir de indiferencia
nos predispone a la mentira.
Bajo esa incertidumbre, contemplamos la huella del eclipse
lunar: lábil azar, trastocado en dicha puntual y párvula.
¿Premio o castigo? Incorruptible privilegio, la duda.
Aunque dicen también que el corazón es la espuela de la cordura.
Poco importa el decir cuando no calla
a la larga…

¿Enmudecer? Tampoco. El poeta reclama espuela y freno.
El desconsuelo es su lenguaje; el vicio, su posada.
¡Que la mano congele esos tesoros!

Insensible a los cielos -otro espacio, otra estrella-, toca
madera y llama.

Jamás, en este amante, la sazón del racionero comedido.
Escucha el acto -precipicio impuro- y no el retoque del prejuicio
noble.

Lengua de fuego, beso fatuo y mudo sobre la piel de la pardal
gramática. Lejano siempre, el resplandor real del ya dorado y
reflexivo cuerpo. Y, pese a ausencia y sinrazón, con mil amores
clavó allí los ojos; desde los aires, supo ver (creerse) el epitafio de
un error durable.
Dispuso en verso la febril ceniza que eyacularon la invención
y el vuelo. Para mudar la voz en imprudencia gris -ripio solar
de su zozobra suma.

Maleficio condal: pedir cuentas al juego de palabras (vida);
abandonarse a la pasión (pecado) y, a la ventura, faltar contra el
orden (muerte).
Recomenzar hasta la aurora.
Y, al fin, quebrar la soberana argolla de la marchita libertad.
Pues ¿qué lujuria sin mazmorra grana?

Sagrado don, lascivo despilfarro. La poesía ilumina lo estéril
(el suspiro).
De esa quietud voluptuosa nace la gran sospecha gongorina:
sin exageración no hay paisaje; sin laberinto no hay rigor;
sin lujo no hay escritura.
El conde nos propone una salida, neutra y terrible a un tiempo:
maldecir.

Soberbia. Necesidad. Capricho. Resistencia.
Hacerlo todo. Contarlo todo. Cantarlo todo. Creerlo todo.
Precisión.
Nada esperar.

Sólo se logra paz en pensamiento. Y, sin sobrar, nos basta.
Serenidad del desterrado eterno.
Nudo final, cada caricia. Despedida sincera, cada signo.
Sólo su ejemplo es hechicero en patria de siluetas uniformes.
Aquí no hay coba: la cuchilla sabe.

Tatuaje
El semejante nos imanta. Afinidad condenada al reflejo, a la lectura.
Ése es el mal original.
Añadid prohibición a piedad tal y sólo entonces amaréis su ofrenda.

Un estertor superficial no basta.
Prever la hora y regresar, sumisamente, al barco cuando más sopla el huracán,
aun irrisorio, empieza a ser más justo.
Pero la estafa criminal redobla.
como venganza o saciedad, la epístola. Y no su clueco contrincante, el himno.

De «Acuarelas de nieve»:

¡Ay de los que pasaron confiados por esta cárcel navegable
y blanda!
-¿Me amas todavía?
-¿Y tú qué piensas?

Desmesurados, paralelos, lentos, dóciles y esquimales.

El dulce escalofrío de ser tacto y pared, color y torbellino,
gaviota de la espuma, línea erecta, oro y tizne a la vez.

En aquel solemne exilio resplandecía su tenaz murmullo
casi lascivo.

Esta mancha sonora
que fue música y nieve,
¿qué es?

Esta música tibia
qué dibujo va a ser,
¿qué no es?

La noche que aquí yace vaticina otra isla más menguante.
El reino de la luna está fundado sobre una esponja.

La puerta empieza a devanar sus hilos.
Nadie saca la aguja del candado.

Los azules desmienten el deseo dentro de las palabras
desechadas. Es más sensato amar cuanto rechazas.
Ahora, cuando el asco ya llega a su destino.

No pierda más quien ha perdido tanto: las plegarias irán,
Melancolía, allí donde ´l sol tace. Despinta el aire este rincón
sagrado con mudable quietud. Y arden hierbas de amor
que no recuerdas.

Ojo dócil, lo mismo que la niebla del arcano final.
*
Humo de la mirada, crimen cóncavo cuando el agua amanece.

Paisaje, amor, revolución…
Fantasmas y piratas en la costa, protegidos por cañas palpitantes.

Si te gusta #José_Miguel_Ullán... Share on X

LOS PLACERES DE LA VIDA [Mi poema]
José María Souvirón [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La vida son etapas. La primera
apenas si te enteras, que es la inopia,
pues pasas por la misma sin luz propia
haciendo de reflejo de cualquiera.

Que siempre dices, sabes, lo que dicen
pues vas bailando al ritmo que te marcan.
Historias son de ayer que luego enmarcan
en esa la memoria. Y la bendicen.

Y llega en un tris tras la edad del pavo
etapa en que aparecen las calores
y caras en que afloran los colores
y escaso en el bolsillo ni un centavo.

Que intentas epatar, ser presumido,
dudando entre ser niño o ser mayor,
y en esto que te falta algún hervor
la eterna juventud se ha consumido.

Por fin ya eres un hombre ¡a trabajar!
-presumo aquí que encuentras un trabajo-
y dale a echar más horas a destajo
pues hay que a una familia alimentar.

Y empieza lo más duro, que es dudar
de dios, de todo el mundo hasta del Papa
y olvidas de ponerle en la solapa,
no encuentras de la vida algún lugar.

Y un día sin saber vas y te mueres,
ya sé que me olvidé de alguna etapa,
quien no ha de patinar nunca derrapa
quizá son lo importante, los placeres.
©donaciano bueno

#Di qué sería la vida sin los placeres? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José María Souvirón

Amor, no sé qué cálidos rumores…

Amor, no sé qué cálidos rumores
tienen esta mañana las colmenas.
Amor, no sé qué pálidos colores
hay en las cumbres altas y serenas.

No sé, amor, de qué trémulos dulzores
están las flores y las frutas llenas,
ni por qué son más dulces los olores
que vienen al abrir las alacenas.

No sé qué tienen, amor, esta mañana
que suenan como un ángelus lejano
cuando sale el rebaño, las esquilas;

y que al abrir de pronto la ventana,
alondras al alcance de mi mano
se quedaron mirándome tranquilas.

Como el rayo de luna en la palmera…

Como el rayo de luna en la palmera,
con la voz de la noche clara y fría,
con el olor del mar en la bahía,
con el rumor del agua en la pradera.

Con la alborada y con su luz primera,
con el dorado ardor del mediodía,
y con esta pasión de la voz mía,
te llamo y te reclamo por doquiera.

Te llamo con la calma y con la brisa,
con la piedra, la flor, la lluvia, el trigo,
te llamo con el llanto y la sonrisa,

como el enamorado y el amigo,
con orgullo y piedad, que tengo prisa,
que tengo prisa por estar contigo.

Cuando la aurora ponga en los caminos…

Cuando la aurora ponga en los caminos
flores de nieve y témpanos de aromas,
cuando el rumor de un vuelo de palomas
en la invernal caricia de los pinos;

y cuando los redondos remolinos
se lancen por lo alto de las lomas
buscando calentarse en las redomas
de los profundos pozos cristalinos.

Cuando el viento esté solo en el sendero
dando saltos de escarcha y luna fría,
o patinando en vértigo campero;

cuando la noche luche con el día…,
¡entonces te querré como te quiero,
como quiero quererte, vida mía!

En el alto castillo, la serena…

En el alto castillo, la serena
tarde ponía su misterioso brillo
y la rosada carne del ladrillo
se tornaba de luz sobre la almena.

El silencio contigo; la voz plena
del suave mar, abajo, y el sencillo
juguetear del claro vientecillo
con mi trémula mano en tu melena.

Los árboles oscuros al Poniente
rumoreaban plácidas canciones.
El tiempo se dormía, abandonado.

Y bajaba la noche, indiferente,
con un prodigio de constelaciones
sobre mi corazón enamorado.

En medio de esta noche tan oscura…

En medio de esta noche tan oscura
se anuncia el dulce brote de la espiga
y arde la flor que el temporal castiga
con una oculta luz, serena y pura.

Ya sé que la luz vive y que perdura,
ahora, qué más quieres que te diga?
Abierto está mi corazón, amiga,
por la herida de olvido y amargura.

Mira la sangre que la herida vierte:
cómo te dice «adiós hasta la muerte»
desde la sola y triste lontananza.

Y cómo, en esta ardiente despedida,
guarda lo que quizás para esta vida
no puede mantener a la esperanza.

He soñado que estabas a mi vera…

He soñado que estabas a mi vera
y que tenías tus manos en las mías;
ya no recuerdo lo que me decías,
pero era dulce oírte, compañera.

Me mirabas de amor, con la sincera
clara mirada de los bellos días
y se iban enredando mis poesías
en el perfume de tu cabellera.

Era tan dulce oírte, y era tanta
la maravilla de tu voz serena,
que, al sentir mi soñar desvanecido,

me desperté con llanto en la garganta,
y las carnes doliéndome de pena,
y el corazón doliéndome de olvido.

Hoy la primera lluvia silenciosa…

Hoy la primera lluvia silenciosa
cae sobre el jardín serenamente,
temprano otoño brota de la fuente
y huye la primavera de la rosa.

Huele a la tarde aquella deliciosa
de no sé dónde -¿en dónde fue?-. Se siente
una quietud pasada en el presente
y un recuerdo vibrar en cada cosa.

Reclinada en mi hombro tu cabeza,
vemos caer la lluvia en los rosales
con un blando rumor y movimiento

que da al jardín una ideal pureza
y hace brotar promesas inmortales
en mi tranquilo y alto pensamiento.

La alta noche y el mar

La alta noche y el mar. Las playas solas.
Un vientecillo fresco y desvaído.
Y en el confín oscuro, el suave ruido
de una orquesta de claras caracolas.

Ay, amor: por encima de las olas,
desde mi corazón estremecido
resbalaba, sin rumbo ni sentido,
el son de mis canciones españolas.

La fogata que ardía sobre la arena
era una estrella más, en la serena
infinitud. Cesaron mis canciones.

Las olas en la playa se morían…
y de pronto sentí cómo latían
al mismo tiempo nuestros corazones.

La lluvia

Cae la lluvia suavemente
con un susurro tierno y claro,
y el corazón se va durmiendo
por el rumor acompañado.

La lluvia trae muchas cosas
que ya teníamos olvidadas:
viejos jardines a lo lejos
desde balcones de la infancia.

Antiguas voces que se fueron,
músicas lentas y remotas
y unos instantes de amor pleno
bajo otra lluvia melancólica.

Llueve en ventanas y azoteas,
sobre los árboles y el campo;
llueve también sobre mis penas
y los recuerdos más lejanos.

Es bendición sobre la tierra,
amor de Dios en la campiña.
La lluvia es una compañera
que da ternuras infinitas.

Brillan las hojas, y en el aire
hay una pálida dulzura.
Llueve en el mundo. Llueve, llueve.
Cae la caricia de la lluvia.

Se oyen dianas de otros tiempos,
pregones cálidos de antaño,
canciones de mujeres muertas,
lento mugir de toros bravos.

Acordeones en el puerto,
tristes sirenas de navíos
y cascabeles en el alba
por carreteras con rocío.

Cae la lluvia suavemente
y la memoria se despierta
y largamente se respira
el lento efluvio de la tierra.

Y hay naranjales en los ojos
y un ancho mar junto a las manos
y una tranquila soledad
en un paisaje ilimitado.

Risas amigas acompañan
sin ruido al alma que está muda.
Como una bella enamorada
llega a mí, trémula, la lluvia.

Madrigal

Si al sol llamo sol, no es a él,
sino a ti que sol te llamo.

Si llamo luna a la luna,
es que a ti te estoy llamando.

Si llamo a la rosa rosa,
es que en la rosa te hallo.

Si llamo amor al amor,
es sólo porque te amo.

Mis ojos muy abiertos para verte…

Mis ojos muy abiertos para verte,
mis oídos atentos para oírte,
mis ásperas mejillas para herirte,
mis brazos para alzarte y sostenerte.

Mis dientes duros, no para morderte,
sino para rozarte y sonreírte,
mis largas piernas para perseguirte,
y mi gran corazón para quererte.

Mi corazón que hace sonar las horas,
con un compás que el tuyo ya conoce,
con un latir de luz de sol y luna.

Silencio y campanadas vibradoras,
desde la una, amor, hasta las doce,
desde las doce, amor, hasta la una.

¿Por qué no has sido tú?

Todo lo que he buscado se halla en ti,
y sé que estás dispuesta a quererme, si yo
tiendo un poco mi mano hacia tu mano.

Cuando estaba con otras
cerca de ti, queriéndolas,
entrabas hasta el fondo de mi alma
calladamente, pero con dominio,
y allí te establecías, olvidada y presente.

Antes, pasaste a veces por mi lado
y yo pensaba, aunque no lo quería,
que eras tú la que yo debía haber amado,
la que guardaba los tesoros
que yo, gozoso y torpe, buscaba en otras minas.

Ahora sigues presente
pero ya no me atrevo. He malgastado tanto
tu impaciente silencio, tu ternura encerrada,
tu carne, que esperaba no sabemos qué brotes
de primavera retrasada y dulce…
Si te dijera que te quiero
no te diría bastante,
y quizá este mundo de cristal y de luz
que has ido edificando sobre mi indiferencia,
se caería de golpe, dejándonos a oscuras.

No sabrías decírmelo,
ni yo a ti. Solamente
un prodigio violento
y un nuevo mundo abierto ante tanta esperanza…
¡Oh, qué rabia tardía!
Por qué no has sido tú?

Rápida plenitud

Tu novedad, tu pura novedad
es lo que me concilia con el mundo.

Aquí está mi pasado, en este instante,
todo hecho presente y asumido
por esa novedad que tú me traes.

Porque me has hecho nuevo para ti,
y todo lo anterior, todo lo huido
se vivifica ahora en tu presencia.

¿No es este árbol de esta noche el árbol
hecho con todos los que vi sin ti?
¿No es la brisa que pasa por tu lado
la brisa de mi infancia, que ha seguido
corriendo para estar junto a nosotros?

Pasan los años, pero el tiempo queda
y ahora estoy contigo en mi pasado,
y ya está aquí tu vida hecha presente.
Un presente fugaz que se renueva
con certidumbre de mantenimiento.

Calla. Escucha la noche. Oye los mundos.
Mira esas luces. Huele a primavera.
Nada más que este instante prolongado,
toda mi vida aquí con tu alegría.
O con tu pena, que me da lo mismo.

Y ahora, adiós, es hora de que partas.
Hasta luego, o quizá hasta. mañana.
Ahora el mundo está bien. Ya puedes irte.
Ya esto ha sido vivir. Esto es vivir.

Si el cerco de mi brazo te ceñía…

Si el cerco de mi brazo te ceñía,
era porque el amor me lo mandaba.
Si de lejos y quieto te miraba,
era porque el amor me lo pedía.

Si con un claro beso te quería,
era porque el amor me lo ordenaba;
y si yendo a tu lado me apartaba,
era porque el amor me lo exigía.

Así, cuando te digo que te quiero,
igual que cuando no te diga nada,
hago, mujer, lo que el amor me ordena.

Y el día en que te digan que me muero,
lo mismo que mi vida enamorada,
será mi muerte enamorada pena.

Variaciones

Ella tenía unos nombres extraños, a mi antojo.
Unos días se llamaba cereza; era redonda y suave,
pequeña y reluciente. No venía en racimo,
sino única y aislada cereza de mi gusto.

Otros días se llamaba paloma,
y era tierna, plumosa, llena de arrullos lentos.
En libertad volaba sobre los altos pinos
para volver cansada a dormir en mis manos.

Otros días se llamaba fuente, y era un prodigio
cantar sosegado, de frescor y de luces.
Cuando yo le agitaba las alas, se reía
con ondas que tardaban un rato en aquietarse.

Otros días se llamaba albahaca, y olía
maravillosamente -sobre todo al crepúsculo-
y era tan delicioso el aire de su aroma
que la ciudad entera parecía perfumada.

Otros días se llamaba lágrima, y daba pena
verla tan pequeñita, resbalando en tibieza
salada, melancólica, sin ganas de jugar
y pensando que sólo estaba por los suelos.

Otros días se llamaba cristal, y la veía
transparente y un poco avergonzada
de que yo la supiera del todo y sin secreto,
sin hablarle siquiera. Y era frágil y pura.

A veces se llamaba niebla, y era tristísimo
ver como todo, en ella y en mí, se hacía invisible.
Andábamos a tientas uno en busca del otro,
pero no nos hallábamos y estábamos distantes.

Otros días se llamaba piedra, y era tan dura
que mis manos sangraban y el amor me dolía.
Cuando ella se llamaba piedra… ( Mejor será
olvidar esos días minerales y oscuros. )

Otros días se llamaba corazón. Daba gusto
verla tan incansable, tan tierna. No podía
casi acercarme a ella por miedo de dañarla,
pero estábamos juntos y nos decíamos cosas.

Otros días se llamaba arcángel. Se perdía
de mi alcance. De pronto yo me encontraba, trémulo,
a la vera de Dios. Todo brillaba tanto,
que pienso que esos días comenzó mi locura.

Si te gusta #José_María_Souvirón... Share on X

DE BULOS Y MENTIRAS [Mi poema]
Julieta Marchant [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Mentiras, son mentiras, que este mundo
plagado está de bulos y mentiras,
pues dicen que es perfecto y es inmundo,
nos vamos consumiendo en unas iras.

Nos dicen, nos engañan y creemos
venimos a cumplir una misión
haciéndonos amar lo que no vemos,
cuidando no salirnos del renglón.

Buscando de encontrar un aliciente,
asidos con las manos a unos hierros,
sembrando de los hijos la simiente
que sirvan del futuro testaferros.

Y un día, cuando nadie se lo espera,
la trama de esta historia echa el telón,
empieza otra función que es la repera,
y empieza ya a escribirse otro guión.
©donaciano bueno.

Las #mentiras se conocen, lo contrario a las #verdades? Share on X

MI POETA SUGERIDOJulieta Marchant

Una imagen: mi abuela recogiendo castañas.

Un tiempo inalcanzable
o el espacio que prolonga una ínfima constelación.
Aguardo palabras mientras afuera acontece lo infinito:
él agacha la cabeza frente a una vitrina que le devuelve su reflejo
una mujer se acerca a su hija para estirar la costura de su falda
llueve y sin embargo nadie se levanta de las sillas
él enfoca la cámara esperando que no posen
–una escena espontánea para la posteridad–
qué escena podría serlo se pregunta y dice miren
justo cuando la pequeña del rincón se arregla el pelo.
Mi cabeza se puebla y se vacía, la mano empuja.
Cierra la puerta y concluye la imagen
pero el ruido de su nombre continúa escarbando.
No lamentamos despedirnos
sino saber que por mucho que construyamos
la lluvia seguirá existiendo
y sin embargo
nadie se levanta.
Dije basta y mi eco encontró refugio
en la amplitud de esa palabra.
Mientras escribo ella toca piano con los ojos cerrados
usa audífonos para no molestar
y el movimiento de su pie sobre el pedal
me incita a adivinar un cierto ritmo.
En el relato gira la música.
Tu cuento es incomprensible, le dice
y él explica que intenta retratar el mundo
a través de la experiencia de un árbol.
El profesor sale y vuelve con la hoja de un gomero
y pregunta ¿qué ves?
Nadie entiende
y sin embargo
no nos paramos de las sillas.
Qué sopesa este poema, cuál será su alcance.
Una voz o un murmullo, nunca supe la diferencia.
Qué tendrá que ver un gomero
una imagen
que no podremos entender aunque siga merodeando.
La memoria y su camino
quiero decir su torpeza, sus brazos largos.
Una idea básica: voy detrás de mi abuela
le ofrezco cargar las castañas.
Una pregunta elemental: cómo sostener ese canasto siendo yo tan pequeña.
Mira la tierra húmeda, quisiera hundir mi cuerpo ahí, dijo.
No vi tierra, sino un mar de hojas secas
sus crujidos al caminar acomodándose estaban
recuerdo lo frágil
quisiera hundir mi cuerpo
concluir.
Arrimarse a las lagunas que habitan las palabras
o dejarse tocar por ese espacio que una vocal deja intocable.
La pregunta didáctica: ¿qué es un poema?
¿Por qué usted habla de sí mismo en tercera persona?
Una distancia entre lo que pensé y lo que dije, nada medible por cierto.
Las hojas sometidas a mecerse
una se enreda en la dureza de una rama, se desprende y cae.
Mira cómo baja, apuntó con el índice
girando lento, el viento sostiene –aguanta–
y seguía apuntando
mi abuela
que se hundió en la tierra húmeda.
No estaba yo para contar esa historia, aunque estoy para escribirla.
Mi madre lanzó la bicicleta en medio del camino
corrió hacia el lado opuesto, se detuvo jadeando y lloró a gritos.
Fijo en el papel un relato, disimulo sus olvidos
estampo una cierta inmovilidad.
En el poema lo accidental
la primera escena que me arrebató un silencio involuntario:
solo queda soportar la contemplación
de unas manos intentando soltarse de unas manos muertas
–los dedos de mi madre son extremadamente largos–.
Llueve y los turistas con sus gorros de paja simulan que no llueve
me sumerjo en el mar
atrás
donde no podría obviar el agua
¿y si de pronto me abandono?
(nadie se levantaría de sus sillas).
El nombre aprieta, mi madre aprieta, mi abuela aprieta
un puñado de castañas
las curvas de sus manos se endurecen
y de pronto ya no están.
Desplazar el nombre, abandonarse en el área muda de la lengua
conservar lo que raspa bajo las palabras.
Siempre tuvo que ver con eso
para mí
el desgarro de lo simple.
Prometerse alivio a la sombra de un ciruelo
un beso discreto como si la cercanía rajara(adentro es posible desaparecer).
Jurar lo que seremos incapaces, tanto entusiasmo pienso
lo irrecuperable, la esquina donde dijo ya no más
–su eco encontró refugio en la estrechez de esa frase–.
Cierra la puerta y concluye la escena, pero el ruido continúa.
De la salida atesorar
el temblor
algún indicio que nos ate a la memoria
separarse de las manos de otro para hacerse cuerpo
retener y velar por lo propio.
Una cierta incomodidad al hablar del pasado, cuánta ajenidad.
Una imagen: la sombra de un árbol.
Una pregunta elemental: cuántas veces ese árbol impondrá la evocación.
Por qué usted habla de sí mismo en tercera persona
le pregunta y él la mira con violencia.
El pulso de las palabras serena la muerte.
La lluvia sigue impaciente, su cadencia obra.
Los turistas son tan solo parte del paisaje
allá, me pregunto
cuál será el lugar que nos corresponde
a pesar de todo el pesar
y sin embargo
–me precipito–
nadie se levanta de sus sillas.
De El nacimiento de la hebra (2015)

Té de jazmín

Las viejas teclas de un piano, el pedal como una huella
anclándose a las terminaciones de la que pareciera ser la última nota.
En la música están las señales, en el ritmo interno que raudo recorre
la ciudad, el territorio de lo ajeno que hicimos propio
perdidos y abiertos a las metáforas que decían viento, agua o nube.
Lo perpetuo o lo fugaz, ya no importa,
las diferencias tenues, las historias construidas en la arena
que cayendo sobre sí formaba olas simultáneas, el oleaje de la arena
su composición misma, ya no importa.
El día es uno solo, inmutable y desbordado recibe los golpes
de los árboles arqueándose y simulando la forma de los sauces,
la memoria de los sauces, sus enormes biografías intactas,
atados a la tierra, anclados al costado de los ríos, signos de líneas divisorias,
mensajes de pérdidas, ya no importa. Ni la lluvia,
ni tu mano, una sola de tus manos resistiéndose al diluvio,
la negación absurda a las huellas en el cuerpo,
la palabra falta que cargamos unida a los tobillos
y que intentamos desarmar arrastrando los pies por el cemento.

El nacimiento de la hebra (fragmento)

Una imagen: mi abuela recogiendo castañas.
Un tiempo inalcanzable
o el espacio que prolonga una ínfima constelación.
Aguardo palabras mientras afuera acontece lo infinito:
él agacha la cabeza frente a una vitrina que le devuelve su reflejo
una mujer se acerca a su hija para estirar la costura de su falda
llueve y sin embargo nadie se levanta de las sillas
él enfoca la cámara esperando que no posen
–una escena espontánea para la posteridad–
qué escena podría serlo se pregunta y dice miren
justo cuando la pequeña del rincón se arregla el pelo.
Mi cabeza se puebla y se vacía, la mano empuja.
Cierra la puerta y concluye la imagen
pero el ruido de su nombre continúa escarbando.
No lamentamos despedirnos
sino saber que por mucho que construyamos
la lluvia seguirá existiendo
y sin embargo
nadie se levanta.
Dije basta y mi eco encontró refugio
en la amplitud de esa palabra.

CAMINAMOS PENSANDO en el nombre

en su obrar sigiloso
el lento proceder de una palabra.
Lo que heredé de mi madre y lo que ella de la suya heredó:
un nombre endurecido por el tiempo
la etiqueta que la carne tolera.
El rastro que en nosotras se abandona
los cuerpos reposan en su quietud imaginaria
de mi madre me separa un muro
a través de él la escucho quejarse
su desvelo me sostiene.
Huye la imagen y con ella el invierno
–las estaciones cavan la ausencia–
resguardo una escena, circula adentro el trazo que la borra.
Si pudiese escribir sobre un recuerdo cualquiera
que en el trayecto se resistiera a la inmovilidad
la letra un puñado de plumas que sepultadas pretenden.
Esta lejanía atesora un cadáver.
Las manos de mi abuela trenzaron un pasado distinto al de las fotografías
avizoro una cierta cadencia en el reloj oprimiendo su muñeca
el pelo terso, su canosidad embrutecida por el limón
la enagua acaso, los objetos –pensamos–
mientras mi madre clasifica vestidos que nadie volverá a usar.
Lo que alguna vez cubrió un cuerpo ahora lo descubre
inservible y desposeído de sus partes.
Desmantelo la casa
me ovillo entonces
por el contacto con la muerte replegarse hacia la infancia
retroceder
protejo retazos
zurzo
donde la tela cede y oscurece la memoria
aprieto la mano.
Restituir la herencia de un nombre
con otro que recubre el espacio que el primero desdeñó
un origen fraguado apenas
reconocerse tal vez
en el olvido ajeno
las palabras flotan y rajan.
Estrechas salas de estar amontono:
esquinado el patio de hibiscus, mi madre anudando tallos
rudimentarias estrategias para encauzar un árbol aún minúsculo
yo amarro también, por imitación o desgano:
una cierta tendencia al orden
o la fe heredada en los métodos.
Simultáneos nudos poblando el paisaje
caracoles quebrados en el trayecto involuntario de un niño
breves muertes en mi pequeño pie resuenan.
El pulso empuja hacia el interior, redimo lo impreciso
que me habita cuando intento alcanzar
la huella de mi pie
su absurda rebeldía al arquearse hacia adentro
las plantillas que intentaron refrenarlo
(un cuerpo manifiesta su diferencia).
Los zapatos de mi abuela deformados
sus dedos martilleando la gamuza
la gruesa cicatriz vertical que cruza el empeine de mi madre
y quiebra el ángulo de la pierna.
Las diferencias nos hicieron el nombre.
En el patio un árbol atado a otro mayor simula perfección
me sobrepongo un vestido que nadie volverá a usar
ella dobla y clasifica prendas aún tibias
que en cajas preservarán su color.
Lo que una vez cobijó y que ahora la carne despoja.
Enmiendo mi nombre, me reanudo.

LA MUERTE DE ALGUIEN interrumpe una conversación

entre mi madre y yo extiendo la letra
entre mi madre y mi abuela mido
intuyo la distancia, el volumen de una interrupción.
Aprendí a caminar en la playa
ese andar frágil encorvó mis pies
siempre atados hacia adentro
queriendo tocarse o montar una ficción de unidad.
Me busco en la grafía de las cicatrices de mi madre.
La herida en uno de sus pies expone un injerto
la pisada de mi madre dividida en dos me habla de otro tiempo
esta escritura algo enmudece de nosotras
los nombres se aquietan y de pronto vuelven a cruzarse:
las palabras me dispensan lo que abandonó el recuerdo.

Bajo la lluvia la voz se extravía
trato de encauzar un arrojo sin orden.
Cerré los cuadernos para aquietar un murmullo
la escritura parece advertir que el ruido no dejará de suceder.
Dispongo cuerpos y suturo.
Allá afuera ocurre lo de siempre:
todo se agolpa y oprime
escribo en el resguardo de un hogar que se disipa
cuando la mano vuelve a su brazo
y anuncia el término de una línea.
Cierra la puerta y el pasillo oscurece de pronto.
Piensa en devolverse, piensa en reírse y olvidar
pero golpea y adentro nadie aguarda.
Volteamos demasiado tarde
una hilera de castaños permanece en silencio
y acomoda en la memoria un recuerdo incluso opuesto
al que conservamos cinco minutos atrás.
Las imágenes se acercan y acaban, nada las consuela.

¿Qué es un poema?, le preguntan
y él dibuja una línea que desborda el papel y va a dar a la mesa.
Abandona la sala señalándonos con el lápiz y no entendemos
(no nos levantamos de nuestras sillas).
Algunas preguntas esconden el deseo de que nadie responda.
Bajo un ciruelo lo miré a los ojos y su rostro dejó un hueco
en la sombra que sus bordes dibujaban en la muralla.
Ante la lluvia la pulsión se apacigua:
nos calma que el ruido de afuera adelante al ruido de adentro.
Cuando amanezca esa calma alcanzará su revés
y no sabremos de reservas.
Me levanto y las sillas de los turistas
siguen atestadas de su mismidad
una tormenta se aproxima a la playa y nadie se levanta.
Taparse los oídos, el gesto ante el espanto.
Tiembla la mano y la otra es incapaz de retener.
Tiembla el cuerpo y qué podría ser el cuerpo sino un temblor.
Me levanto y al alejarme he dejado de mirarlo
el hueco en su rostro, sin embargo, sigue ahí.
El sonido de los pasos se asemeja al de la lluvia
que no ha dejado de acontecer.

EL RUMOR DE LA PÁGINA en la mudez de la mano

el que acompaña pocas veces es acompañado
y yo me extravié a pesar de ti. Lloramos demasiado tarde
sufrimos demasiado pronto o amamos demasiado lejos.
La incertidumbre de un cuerpo
acabó con la certidumbre de otro cuerpo
y si eso fuera el dolor: equivocarse a pesar.

De pequeños aprendimos a juntar vocales y consonantes
una eme y una a fueron la unión ejemplar
el primer lazo para comprender
que el lenguaje era un sonido hecho de diferencias.
Confesó que ha dejado de escribir porque agrupar palabras
es demasiado, y yo atesoré esa frase
en el oído que piensa y escucha cuando pensar no es suficiente
ni para reunir ni para bifurcar.
Confesó que aprendió algunas palabras
mucho antes de entender las cosas
o lo que las cosas anhelan de las palabras.
El deseo en la página cuando este brazo declina
y se acopla a su sombra.
(Me reduzco ante la caída de mi brazo que no ejecuta ningún deseo).
Puesta en la frágil situación de la reserva, me remito a juntar:
él dijo tantas veces decir tú y sin embargo
la imagen ahora rasgada
me convoca a pensar que no dijo sino
un leve alcance
una escasa mancha que obvié
conmovida por una escena que quise retener
sostenida en una rama o removiendo quizá
las frases que en realidad dijo y que yo cubrí
con la costra de este cuerpo que trazó círculos en su herida
(siempre esquivamos lo que nos hace aminorar)
él dijo tanto y yo limpié
hasta quedarme con una línea de piedad
en la que me adherí como si dormida sobre un pliegue
el daño nos fuera perdonado por disimulación
o por error tal vez
permanecer repitiendo la costumbre
las suaves usanzas de los días de siempre
que hicieron soportable el lugar de la falta
(tantas veces hilvanamos lo que nos hace aminorar)

Confesó que el invierno enclava
cuando el frío y el hambre y el desvelo, confesó así
en la calma del que nada espera ni pretende
y yo atesoré esa frase en la boca que habla y piensa
cuando hablar no basta porque el oído empalma letras
que ensayan la distancia.
Dijo reparar es demasiado y suficiente.
Cierro los ojos, empuño el olvido
una imagen huye del cuerpo y forja un herida
que se hace espacio y va rompiendo antiguas costuras.
El pulso de una voz, hablar para ser silenciado
por otra voz que adentro habita
y que empuja a un cierto desamparo
o a la ajenidad entre el yo y las cosas.
Los objetos que dejó no soporta, los restos
la ignorancia de cómo lastiman
las pertenencias que procuramos que el otro recoja.

Dijo reparar.

Ella cerró los ojos y un breve descanso
alcanzó a la mano que por hambre escribe.
Una espera comprende su propio desvío
el descenso que toda promesa lleva adentro
silenciosos los cuerpos se buscan para calmar la soledad.
Quieta la carne y entonces el alma cede
el deseo que pretenden por ausencia raspa.
Dijo basta y encontró refugio.
Allá afuera los árboles no dejaban de mecer sus sombras.
Un sauce dice del recuerdo y sin embargo
lo irrecuperable irrumpe al fondo.
Aprendimos un sonido hecho de diferencias
reunir letras y encontrar en ellas la ternura
salvo ahora:
en el frío los cuerpos se alejan
y en sus ranuras se hunde una mano
que agudiza el espesor de la distancia.

Mide esta palma que por abandono escribe
mide esta hoja que por rumor confiesa.
(De El nacimiento de la hebra)

Quise construir una casa encima de tu casa…

quise construir una casa encima de tu casa
quisimos ciudades a destajo libros quizá destronando realidades o al revés
quise una isla encima de una hamaca
que meciera mi cuerpo hasta dejarme botada junto al resto en las veredas
tus cimientos son puro barro no hay manos suficientes
para crear siquiera la ficción de una patria

mi raíz se cierra a la tierra se enrosca no alcanza
todo lo que somos estrechándose y al otro lado
nadie o vestigios de los que estuvieron aguardando palabras

esperaste que esta casa a techo abierto fuera un hogar
pero quién dime quién podrá alguna vez soportar el viento
rasgando el cuerpo quién dime recordará
lo que se hizo en una pequeña esquina mientras allá afuera
escribían una historia o construían otras casas quién aguanta
su propio reflejo devolviéndose y diciendo no quién

si hubo alguna vez una raíz que saliera de mi cuerpo
agua siquiera o humedad si hubo hogar
es esto que destruyo al nombrarlo
los jardines tienen términos salidas túneles
entro acá y rehúyo dime quién se quedará
en la mitad de este jardín simulando que es más que un patio trasero
quién aguanta lo propio o soporta el silencio habitando
la memoria lo blanco haciendo sombras
la historia en el centro y palabras dispersas en lo que nadie ve
De Urdimbre (2009), incluido en Con mi caracol y mi revólver.

Si te gusta #Julieta_Marchant... Share on X

ME GUSTAN LAS CIUDADES [Mi poema]
Javier Sologuren [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Me gustan las ciudades, vestidas y aseadas,
ausentes de pasquines, paredes sin panfletos,
que amables te reciben y exhiben sus respetos,
exentas de excrementos y esquinas sin meadas
mostrando al visitante que no habitan paletos.

Me gustan las ciudades sin trampas ni cartón,
gentiles las aceras sin rampa o parapetos,
de grandes avenidas y sitios recoletos,
bailando al mismo ritmo, todas al mismo son,
luciendo trajes largos y a veces algo escuetos.

Me gustan las ciudades con aire de chulapas,
que lucen en sus venas su enjundia y sus gracejos,
ciudades con espacios que piensan en los viejos,
donde las señoritas presumen de ser guapas
y en que los caballeros se exhiben sin complejos.

Me gustan las ciudades donde nadie pregunta
¿qué haces aquí, quién eres, y tú dónde has nacido?
¿estudias o trabajas, a qué es que aquí has venido?
la vida es complaciente, que allí no hay horas punta,
pues siempre, a todas horas, eres muy bienvenido.

Me gustan las ciudades con variopintas gentes,
audaces, luchadoras, valientes, distendidas,
su ritmo ajetreado, sus idas y venidas,
locuaces taberneros, de bares sus ambientes
y en general ciudades alegres, divertidas.
©donaciano bueno

Yo aquí incluiría a #Madrid, y tú? Share on X

Madrid, es un ejemplo, pero, como es lógico,  hay muchas más. ¿conoces tú alguna?

MI POETA SUGERIDO:  Javier Sologuren

La belleza, las nubes…

La belleza, las nubes.
¡Las nubes!
¿Hay alguien que se detenga a verlas
desordenándose en sus fiestas
lentamente?
¿Contemplarlas?
(No faltará quién diga ¡está en las nubes!
¡Ese hombre no se halla en sus cabales!)
Las flores, la belleza.
Si contemplamos una flor como quien contempla un rostro
humano
o escucha el alma en su pasión desnuda del canto límpido
del ave
(Igualmente será visto con sorna)
Las nubes, las flores, las aves: rostros de la belleza,
¿dónde arden sus huellas?
Sus rastros se perdieron en las aguas
como desmantelados barcos.
Por qué pues distraemos con tales baratijas!
Pero la belleza, las flores, las aves, sobre nuestras cabezas,
las nubes en su callada música.
(pero ¿las nubes, la belleza?)

(pero ¿las nubes, la belleza?)
De «Un trino en la ventana vacía» 1991

La visita del mar

Soy un cuerpo que huye, sombra que madura
con un murmullo de hojas en tu mirada
igual al mediodía cruel y esplendoroso;
mar, ala perdida, párpados de nieve,
casto sonámbulo entre materias corrompidas,
ola sedosa en que tristemente espejeo.

Toda palabra es mía cuando estoy a la orilla
de tus ojos, mar, todo silencio es mío.

Extraño huésped que me dejas turbado,
instante en que habito sólo lentamente,
dichoso, melancólico, desierto, penetrante.

No estoy en mí, no soy mío, viento, son mis ojos,
mar, ahora que te miran, ahora que tu rostro
me alza largamente despierto en el vacío,
blanco corcel yo mismo, inmaterial, desnudo.

Pasos furtivos, mar, hacia ti me conducen
cuando la noche es que en ti una hoja de palma
y mi cuerpo no es sino blandísima nieve,
llorosa sombra, triunfante peso de oro.

En la altitud de la noche abro una ventana.
En mis ojos el sueño es un juguete de hielo,
una flecha preciosa que no alcanzará a herirme.

(Oído visible de la estrella, registradme).

Mar, desde tu pecho abre sus venas la zozobra,
canta el fuego fugaz de solitarias perlas;
mudo rayo terrestre que quema hasta el cabello.

El aire de la noche, tus dedos ciegos, celestes;
tu profunda seda, mar, ardiendo quietamente.

(La hermosa luz ya viene en unos pies danzando).

Playa pura, final, mar, donde no somos
sino un fantasma entre las flores de la aurora.
De «Vida continua» 1989

Memento

Los que caímos más de siete veces
y aun en cada paso,
y, sin embargo, no somos los caídos;
sentimos un extraño dolor por los caídos;
nosotros, tú y yo, los que caemos,
con profunda unción de hijo a padre
encendemos de vida a los caídos:
la vida enajenada en las batallas,
en la turbia agonía de los tiempos;
esa vida que anida en el recuerdo
de los que son, de los que fueron, los caídos.
De «Bajo los ojos del amor» 1950

Noción de la mañana

Voy de tu mano entre los limpios juncos,
entre nubes ligeras, entre espacios
de tierna sombra. Voy en tus ojos.

Voy de tu mano como quien respira
la pausa cálida del viento,
como quien pisa en el aire blandos frutos,
como quien bebe su risueño aroma.

(No he de perder el trino y la corriente
que te moja de libres claridades,
ni tu cabello suelto como el río
que apresura sus labios en la sombra).
De «Bajo los ojos del amor» 1950

Nuevo día

del alba son los pálidos corceles
y el tumulto lejano de los sueños
con trémulas saetas el arquero
los encumbrados aires frescos hiende

mi morosa cabeza que sostienes
en un remanso de tu brazo abierto
a las nociones de la luz oriento
traspasando la orilla del durmiente

un nuevo día sí un exaltado
fulgurar de la efímera existencia
un hoy que en ser ayer tárdase apenas

a su presente incógnito ingresamos
una vez más del embeleso presas
semblantes de la luz mueven a engaño

Reloj de sombra

(Entre la tarde nostálgica y la noche)

Con una larga garra de tristeza busco
la pálida altura de una planta femenina;
tal como un viento quejumbroso busco
la intempestiva desnudez, sombra y efigie,
grito distante del pájaro que emigra,
pena con que hiere una imagen a su espejo.

Errante luz blanca bajo el vacío del cielo,
pequeño reloj que sólo fuera una lágrima,
hora en que todo ser es una pálida violeta,
estatua de pronto, arrastrada por la música
en un ramo de tinieblas y nevadas agujas.

Hora en que busco algo que no es tuyo ni mío
con una mirada puesta en lo que huye.
De «Vida continua» 1989

Toast

La inquieta fronda rubia de tu pelo
hace de mí un raptor;
hace de mí un gorrión
la derramada taza de tu pelo.

La colina irisada de tu pecho
hace de mí un pintor;
hace de mí un alción
la levantada ola de tu pecho.

Rebaño tibio bajo el sol de tu cuerpo
hace de mí un pastor;
hace de mí un halcón
el apretado blanco de tu cuerpo.
De «Bajo los ojos del amor» 1950

Vida continua

Árbol que eres un penoso relámpago,
viento que arrebatas una ardiente materia,
bosques de rayos entre el agua nocturna:
¿he de decirles que para mí se está forjando
una pesada joya en mi corazón, una hoja
que hiende como una estrella el refugio de la sangre?

Ignoro otra mirada que no sea como un vuelo
reposado y profundo, ignoro otro paso lejano,
ola que fuese más clara que la vida en mi pecho.

Sepan que estoy viviendo, nubes, sepan que canto,
bajo la gloria confusa de la tarde, solitario.

Sepan que estoy viviendo, que me aprieta el cielo,
que mi frente ha de caer como lámpara vacía
a los pies de una estatua que vela tenazmente.
De «Vida continua» 1989

Si te gusta #Javier_Sologuren... Share on X

LA JUSTICIA, A HACER PUÑETAS [Mi poema]
Antonio de Solís y Rivadeneyra [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Comprendo. La justicia, ese es un tema
un harto complicado y peliagudo.
La ley aquí se aplica del embudo
lo estrecho para el otro si le quema

y lo ancho para mí. Si está muy crudo
diré que la sentencia yo la acato
-pecar nunca debiera de novato-
y de su rectitud tampoco dudo.

Pues yo creo en la ley y en la justicia
y siempre a su dictamen me someto,
de niño yo aprendí a tener respeto
y aun sigo siendo un niño sin malicia.

Mas me he de confesar, no chupo el dedo,
los jueces son humanos, no infalibles
y así que mucho insistan no están libres
por eso yo quizá les tenga miedo.

Que a cuestas con sus filias y sus fobias
sus ansias de poder y su codicia,
y a veces su tendencia o su presbicia,
se muestran más sutiles con sus novias.

Mas vayan preparándose los jueces
pues un competidor les ha salido,
las masas con las redes han venido
y dictan las sentencias con sus treces.

Habremos de observar si en estas grietas
el hecho se decanta hacia algún lado,
la lucha en el momento ya ha llegado
veremos quien presume de puñetas*.
©donaciano bueno

#A rey muerto rey puesto no? Share on X

*Los fiscales y los jueces, y desde hace un tiempo, también los secretarios judiciales, se ponen las puñetas en sus togas a partir del momento en que ascienden a la categoría segunda, esto es, la que convierte a los jueces en magistrados y a los fiscales en el equivalente.

Las redes sociales son la herramienta para la convocatoria y agitación de las turbas decididas a saltarse la ley , si la consideran injusta, por su cuenta. Si nadie lo remedia presiento se avecina la vuelta al patíbulo.

MI POETA SUGERIDOAntonio de Solís y Rivadeneyra

A la muerte de Montalbán

Joven, de la parca atroz
el golpe airado y violento
pudo extinguirte el aliento,
mas no usurparte la voz;
que de la fama veloz
el bronce la ha repetido,
y halla en el bronce el oído,
cuando a los vientos la fía,
no sé qué dulce armonía
que dura más que el sonido.

A la rosa

Viene abril y, ¿qué hace? En dos razones
viste a un rosal de hojas que ha tejido
y luego toma y dice: «Este vestido
tiene ojales; pues démosle botones.»

Dáselos, y los rompen a empujones
las hormillas, que el tiempo ha colorido,
ascuas hoy, que la púrpura ha encendido
de los que eran ayer verdes carbones.

Nace la rosa pues y, apenas deja
el botón, cuando un lodo la salpica,
un viento la sacude, otro la acosa,

ájala un lindo, huélela una vieja
y al fin viene a parar a la botica;
si esto es ser rosa, el diablo sea rosa.

A una dama

Que me tuviste amor has confesado
cuando ya me condenas a tu olvido;
no me mataras, no, de aborrecido,
dejárasme morir de enamorado.

Haber perdido el bien después de hallado,
es peor que no haberle conseguido;
no es infeliz quien dicha no ha tenido,
sólo aquel que la pierde es desdichado.

¡Oh, nunca yo supiera que me amaste!
Pues juzga mi temor, o mi fineza,
que tu mudanza es culpa de mi dicha.

bien conozco de ti que te mudaste;
pero no sé culpar a tu firmeza,
como tengo más cerca a mi desdicha.

Soneto

Amar a dos, y a entrambas con fineza,
amor es, y el amor más entendido;
que más firme será contra el olvido,
si en dos bases estriba su firmeza.

Niñas, si me cortáis pieza por pieza,
hay para entrambas; y pues siempre ha sido
señal de sujeción darse a partido,
partidme, y no quebradme la cabeza.

Amor y odio, ya en el campo estrecho
del corazón batallas han tenido
juntos en él, aunque entre sí distantes.

Pues si a un tiempo tal vez dentro del pecho
dos efectos contrarios han cabido,
¿por qué no han de caber dos semejantes?

Si te gusta #Antonio_de_Solís_y Rivadeneyra... Share on X

MI POETA INVITADO:  Xavier Rodríguez Ruera

ESPIRAL

Viajo melancólico
por un país en que son
de arena las columnas,
y en que los pájaros,
tiznadas sus alas por el vuelo,
regresan cada tarde a casa
cabizbajos, con un periódico
gris doblado bajo el ala.
Los niños despiertos
chapotean en los charcos
con sus botas de agua.
Los más afortunados
recogen moras en las zarzas,
o ven al caracol cruzar
la hoja con el lento
cabeceo de los barcos,
dejando tras de sí estelas de plata.
Sobran entonces motivos
parar pensar
que la pared que nos separa
de la infancia es frágil
como la página que la escritura
recorre en espiral.

MERCURIO

La constitución del poema.
Por qué nace, y si es imprescindible
que lo haga. Qué momento
de incertidumbre describe,
en qué momento del tiempo
se coloca, como puerta
que marcara el límite
entre la noche que acaba
y el alba que comienza.
Brillan aún en la pupila
de la ciudad puntas de luz,
ventanas o farolas, hospitales
donde una mujer sola
se mesa los cabellos,
o un hombre solo
hunde su rostro entre las manos.
Lejanos puntos rojos
que indican la frontera
donde termina el parque
y da comienzo el bosque.
Antenas como lejanos faros
iluminados que parpadean.
Autobuses que arrastran
a un solo viajero que dormita
con la cabeza apoyada en el cristal,
algún trueno lejano como piedra
rompiéndose
Un diminuto pájaro
hiende el aire
buscando
las negras cerezas
que crecen suspendidas
sobre charcos de azogue.

Las últimas cerezas.

LOS BOSQUES DE ENERO

Al niño y al muchacho que fui, que soy.

Muchacho que asustado
aún está. Te veo todavía
construyendo ciudades.
Te comprendo. No ha resultad
sencillo encontrarte.
Quise perderme con el viento.
Abrí ventanas imposibles
de cerrar cuando más tarde.
En cada rostro, un hogar
donde creí poder permanecer,
quedarme.
El frío dentro. El fuego
afuera. La soledad.
Hoy he venido y te he hallado
íntimo, aquí, conversando
con los obreros que transportan
palabras.
Hoy quiero decirte
que puedes descansar.
Traigo piedras, cristales,
maderas puras que he recogido
para ti en los bosques de enero.
La Fea Burguesía Ediciones

AYER, HOY Y MAÑANA [Mi poema]
Juan de Tassis y Acuña [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer, hoy y mañana, eso es el tiempo,
quien toma la medida a lo que pasa.
Y al paso que se da, suelta la grasa,
haciendo que el compás siga a destiempo
quemando su argamasa.

El tiempo siempre está en lo que acontece
cual fuera un enredado zascandil,
que avanza para atrás cuando más crece
y crece aunque parezca que envejece
con su alma juvenil.

Que el tiempo a mi se me hace cuesta arriba
y causa el consumirlo un gran trabajo,
hay veces que se mueve a la deriva
y debo de gastar mucha saliva
y esfuerzos a destajo.

El tiempo es el supuesto imaginario
que así que no se cuide, nunca muere,
y va dando la vuelta al calendario,
se muestra con la gente insolidario
tocando a miserere.

Que todos viejos somos en potencia,
y vamos hacia el fuego y caminamos,
y todos le oponemos resistencia
y habremos de pedir al fin clemencia,
de dios nos acordamos.

Ayer, tiempo, te vi, tan jovencito
mas ahora, si te vi ya no me acuerdo,
mañana ya veré si eres un mito,
por eso yo camino despacito
y encuentro si me pierdo.
©donaciano bueno

#Dime si te gusta..o no, o ni fu ni fa? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan de Tassis y Acuña

A los presagios del día del juicio

Cenizas que aguardáis aquella trompa
para unir las especies desatadas
con que al Juicio Final, serán llamadas
las almas puras con gloriosa pompa,

cuando la voz de Dios, abriendo, rompa
los mármoles y losas más pesadas,
porque salgáis unidas y apuradas
en forma a quien el tiempo no corrompa.

No puede estar ya lejos, pues es cierta
aquella confusión, cuya agonía
los dormidos espíritus despierta.

Antes en este caso juzgaría
que ver cosa inmortal, sin tiempo, muerta,
es ya de los prodigios de aquel día.

A una dama que se quería casar con Don Fulano de Castro, impotente

Señora, no me fastidia,
Envidia
ni mueven mi palma y labios
Agravios,
ni causan en mí desvelos
Celos;
antes alabo a los cielos
de que os sirva un impotente,
pues así el alma no siente
Envidia, Agravios ni Celos.

Diome el ciego Amor
Dolor;
ver sus deseos logrados,
Cuidados;
y que os gozasen sus ojos,
Enojos.
Supe sus aceros flojos;
y sabida su impotencia,
cesaron en mi conciencia
Dolor, Cuidados y Enojos.

Es Castro en nombre abreviado
Castrado,
castrado a quien falta el basto,
Casto,
castrado y casto varón,
Capón.
Mal podrá haceros buen son
aunque cascabeles toque,
quien es en toque emboque,
Castrado, Casto y Capón.

Bien sé que este amante rojo
es Flojo,
su pica, taco y velorto,
Corto;
y que no tiene esta pieza
Cabeza.
No jugará con destreza
instrumento tan mellado,
porque está de puro usado
Flojo, Corto y sin Cabeza.

Fáltale a vuestro Escipión
Bastón;
y aunque a la guerra os provoque
Estoque;
y para entrar la goleta,
Jineta.
y así, en la guerra secreta,
asaltos os faltarán,
faltándole al capitán
Bastón, Estoque y Jineta.

No correrá con pujanza
Lanza,
ni con gritos o a lo sordo,
Bohordo,
ni a fuer de juego de España,
Caña.
Si el corazón no me engaña,
la boda será funesta,
pues no se enristra en la fiesta
Lanza, Bohordo ni Caña.

Si no empuña Mandricardo
Dardo,
ni dispara en vuestro Onnuz
Arcabuz,
ni enciende cuando os pertrecha
Mecha,
siempre andará con sospecha,
señora, que otro os da asalto,
un hombre que ve que es falto
de Dardo, Arcabuz y Mecha.

Es un brazo sin espada
Nada;
reloj con pesas sin mano,
Vano.
y un impotente en el lecho,
Sin Provecho.
Ved, señora, el pie derecho
primero que lo juzguéis,
mirad que después no halléis
Nada, Vano y Sin Provecho.

Si al potro el Híjar no bate,
Acicate;
ya la yegua que más vuela,
Espuela;
ya la mula que más rúa,
Púa;
en ser lerda se habitúa,
y lo mismo es la mujer,
si no le bate al correr
Acicate, Espuela o Púa.

Fue un tiempo vuestro varón
Capón,
y es el que os goza al presente,
Impotente,
amén de otro monje añejo
Viejo.
Señora, mi mal consejo
es que corráis buen caballo
y no busquéis para gallo
Capón, Impotente o Viejo.

Vos tenéis, señora polla,
Argolla,
y en Castro contemplo solas
Bolas,
y en el capón solo y flaco,
Taco;
y de aquí, señora, saco
que uno destos solo y vos
nunca juntaréis los dos
Argollas, Bolas y Taco.

Plegue a Dios que no sea Castro
Padrastro;
de vuestro huerto y jardín,
Mastín;
y sea del hortelano
Alano.
Gozad del garbo lozano,
antes que seáis mujer
de un marido que ha de ser
Padrastro, Mastín y Alano.

Tenga otro en vuestros sollozos
Gozos,
y en vuestro burlado intento,
Contento,
y en veros quemar y arder,
Placer,
que a mí no me han de mover
riscos, bronce y pedernales
a tener de vuestros males
Gozos, Contento y Placer.

Cuando me trato más, menos me entiendo…

Cuando me trato más, menos me entiendo,
hallo razones que perder conmigo,
lo que procuro más, más contradigo
con porfiar y no ofender sirviendo.

La fe jamás con la esperanza ofendo;
desconfiando más, menos obligo;
el padecer no puede ser castigo,
pues sólo es padecer lo que pretendo.

De un agravio, señora, merecido
siempre será remedio aquel tormento
que cuanto mayor es, más se procura.
Porque para morir agradecido
basta de vos aquel conocimiento
con que nunca eché menos la ventura.

Determinarse y luego arrepentirse…

Determinarse y luego arrepentirse;
empezar a atrever y acobardarse;
arder el pecho y la palabra helarse;
desengañarse y luego persuadirse.

Comenzar una cosa y advertirse;
querer decir su pena y no aclararse;
en medio del aliento desmayarse,
y entre el amor y el miedo consumirse.

En las resoluciones detenerse;
hallada la ocasión no aprovecharse,
y perdido de cólera encenderse.

Y sin saber por qué, desvanecerse:
efectos son de amor; no hay que espantarse,
que todo del amor puede creerse.

El que fuere dichoso será amado…

El que fuere dichoso será amado
y yo en amor no quiero ser dichoso,
teniendo mi desvelo generoso
a dicha ser por vos tan desdichado.

Sólo es servir, servir sin ser premiado;
cerca está de grosero el venturoso;
seguir el bien a todos es forzoso,
yo sólo sigo el bien sin ser forzado.

No he menester ventura para amaros;
amo de vos lo que de vos entiendo,
no lo que espero, porque nada espero;

llévame el conoceros a adoraros;
servir más, por servir, sólo pretendo;
de vos no quiero más que lo que os quiero.

¡Oh cuánto dice en su favor quien calla!

¡Oh cuánto dice en su favor quien calla!
porque de amar, sufrir es cierto indicio,
y el silencio el más puro sacrificio
y adonde siempre amor mérito halla.

Morir en su pasión sin declaralla
es de quien ama el verdadero oficio,
que un callado llorar por ejercicio
da más razón por sí, no osando dalla.

Quien calla amando, sólo amando muere,
que el que acierta a decirse no es cuidado;
menos dice y más ama quien más quiere.

Porque si mi silencio no os ha hablado,
no sé deciros más que, si muriere,
harto os ha dicho lo que yo he callado.

Nadie escuche mi voz y triste acento…

Nadie escuche mi voz y triste acento
de suspiros y lágrimas mezclado,
si no es que tenga el pecho lastimado
de dolor semejante al que yo siento.

Que no pretendo ejemplo ni escarmiento
que rescate a los otros de mi estado,
sino mostrar creído, y no aliviado,
de un firme amor el justo sentimiento.

Juntóse con el cielo a perseguirme,
la que tuvo mi vida en opiniones,
y de mí mismo a mí como en destierro.

Quisieron persuadirme las razones,
hasta que en el propósito más firme:
fue disculpa del yerro el mismo yerro.

Pasé los golfos de un sufrir perdido…

Pasé los golfos de un sufrir perdido,
y piélagos de ofensas he surcado,
de enemigos impulsos agitado,
de poderosas olas impedido.

Hoy, pues, menos quejoso que advertido,
de esperanza las velas he animado,
y debo a mi noticia haber tomado
en mar de sinrazón puerto de olvido,

donde ya en dar benéficos alientos
a la violenta fuerza me libraron
del tiempo airado y de contrarios vientos.

Ya engañosas sirenas me dejaron
porque la falsa voz de sus acentos
mis diamantes oídos no escucharon.

Silencio, en tu sepulcro deposito…

Silencio, en tu sepulcro deposito
ronca voz, pluma ciega y triste mano,
para que mi dolor no cante en vano
al viento dado ya, en la arena escrito.
Tumba y muerte de olvido solicito,
aunque de avisos más que de años cano,
donde hoy más que a la razón me allano,
y al tiempo le daré cuanto me quito.
Limitaré deseos y esperanzas,
y en el orbe de un claro desengaño
márgenes pondré breves a mi vida,
para que no me venzan asechanzas
de quien intenta procurar mi daño
y ocasionó tan próvida huida.

Si te gusta #Juan_de_Tassis y Acuña... Share on X

A ESOS TIPOS TAN IGUALES [Mi poema]
Pompeyo Pérez Díaz [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

A esos tipos tan iguales
que se creen diferentes,
que ensuciando van las mentes
de los otros por sus males
concernientes.

A esos mismos, los que gritan
y a quien nadie quiere oir,
prepotentes sin cernir
ni razón porque levitan
cual faquir.

A esos mismos que presumen
del lugar de nacimiento,
y al igual, de su talento,
y en su esfuerzo se consumen
como el viento.

Mas valiera que tuvieran
un poquito de humildad,
y que en nombre de la paz
de ser más no presumieran
sin disfraz.

Y que aprendan de los ríos
sin fronteras, solidarios,
regalando los denarios
sin decir son tuyos, míos,
societarios.

Y así acaben las disputas
de ir primeros en las listas.
Todos juntos cual turistas
o arrastrando como putas
alquimistas.
©donaciano bueno

Dime de lo que #presumes y te diré de lo que #careces...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Pompeyo Pérez Díaz

VIOLETAS ARRANCADAS

sobre el brillo del agua
flotando los estiletes solitarios
es la hora de las violetas arrancadas
la decadencia del perfume
que empapa los miembros
de los seres invisibles
el sabor agridulce bañándose
en el rumor de la seda
es tiempo de atmósfera brumosa
imperio maligno del malva
el sonido del gong latente
estremeciéndose entre los juncos
empañando rostros marfileños
en su acto final perenne
ansiedad húmeda entre los dedos
claroscuro ambiguo.

TERCIOPELO MALDITO

brumosos canales para la urbe fantasmagórica
macilentas paredes
os veo zombies de terciopelo al atardecer
avanzando a través de despojos y brillantes anuncios
hermosos colores en el cabello
mis labios se encogen inquietos sabor de depresión
ratas que se mueven tras las esquinas
y te imagino entre gatos envuelta en pieles

soy el vampiro y te chuparé la sangre

reflejos opacos sobre mis guantes sobre las horas
de la fascinación
resonancias amargas en el rumor del fracaso
escapando al pasado decrépitas butacas
el encanto del celuloide en una B movie
impotencia de la basura en los callejones
taxis surcando el aire
tus malditos ojos felinos siguiéndome en el ocaso

Mi secreto

Y al fin
tras tantos vagabundeos pálidos
y libros incontables
y embaucadoras partituras
tras todas las botellas
de vinos exquisitos
y todas las risas carnales
todos los juegos oscuros
tan tiernos y extraños
tras contarte…seas quien seas
cómo escribiría
meticulosamente
sobre la curvatura de tu empeine
o el trazo inolvidable de tu cadera
tras todo eso
puedo confesar
como en una cadencia fugaz
seas quien seas
mi gran secreto
mi mayor deseo
deambular lánguidamente
con un hermoso instrumento francés
una Petit Jean L’aîné
o una Etienne La-Prevotte
(el cuello envuelto en seda)
atravesar abigarrados salones
con sabor a lilas
pulsar las delicadas cuerdas
de cobre y tripa
y al fin…recreando
(como en un poema)
la sensualidad y la melancolía
ser un guitarrista
en la época de la Guitaromanie

El olor de la compota de manzana con canela

Almost Blue.
Elvis Costello

Me lo dijiste una vez
el olor de la compota de manzana
con canela
es una razón para vivir
y al verte
con uno de esos camisones
blancos…que usas
como de otra época
(aunque cortos)
en mi cocina de pared roja
preparando el café
al observarte…allí inmóvil
bailarina de Degas
descalza preparando
el café en camisón
pensé que ese instante
el tiempo detenido
era como el olor de la compota
de manzana con canela
y te robé una foto
te volviste
posando para otra…sonriente
posición de reposo
y ahora echo de menos
las distintas formas
de tu risa incontenible
que nos hace sentir seres
inmortales el modo en que miras
a tu alrededor la singular
delicadeza de tu pensamiento
tu extravagante manera de hablar
y (tal vez) me inquieta aceptar
que todo cuanto extraño
sea (solamente)
casi tú

y me dijiste una vez
cuánto te gustaba recorrer
con un dedo
cada rincón de mi torso
para ti un perfecto
triángulo invertido
mi forma de andar inconfundible
aguardar con paciente
ternura a que expusiera
alguna de mis ideas absurdas
sobre lo bello y lo efímero
y no puedo olvidar
cómo intuiste…adivinaste
desde el principio…mi sentido
del humor extraño
(lo llamo humor oblicuo)
mi extravagante manera de hablar
todo cuanto crees desear
tanto y que…tal vez
sea (solamente)
casi yo

pero escribimos…nuestros nombres
con tu lápiz de labios
en el libro de visitas
del Museo de Montmartre
y caminamos
entre las flores lascivas
que imaginaba
Robert Mapplethorpe
nos reflejamos en decenas
de cristales…de espejos
bebimos grog y vinos de Borgoña
corrimos hacia aquella crêperie
bajo una tormenta
y ahora inventamos…susurramos
una transición dulce
hacia la nada

recuérdame

La huida

Observo el reflejo en el cristal
de repente mi imagen detenida
y recreo la tarde junto a los espejos
recordando escribir
sobre una máscara de lágrimas espesas
inquieto en el envejecido sofá
de terciopelo que desgrana
los tonos del verde
una vez más el beso del ansia
obsesión esquiva
una y otra vez
el reflejo en el cristal
y la conciencia de lo extraño
deslizándose por las cuerdas
de una guitarra o del archilaúd
sonoridades casi irreales
velando los contornos de la habitación
bellos sonidos
como esos cuerpos desnudos
que a veces contemplo
(no sin cierto asombro)
sobre mi colcha roja
y de repente los describo
como imágenes detenidas
como poemas de carne y alcohol
de sonoridades bellas
aliviando
el impulso de escapar.

Si te gusta #Pompeyo Pérez Díaz... Share on X

Fray Josepho

Libres e Iguales

Para conservar aquello
que nos mantiene ligados.
Para no quedar callados
frente a cualquier atropello.
Para no doblar el cuello
ante embustes colosales…
¡Libres e Iguales!

Para rechazar los cuentos
de una historia que no fue.
Para no perder la fe
de los puros argumentos.
Para refutar inventos
y delirios medievales…
¡Libres e Iguales!

Para defender el hecho
de que somos españoles.
Para escapar de pujoles
y otros ases del cohecho.
Para guardar, por derecho,
nuestras normas esenciales…
¡Libres e Iguales!

Para hablar, porque el mutismo
hace que nos pisoteen.
Para que no nos chuleen
en aras del buenrollismo.
Para escapar del cinismo
de pasteleros neutrales…
¡Libres e Iguales!

Para llamar justamente
a las cosas por su nombre.
Para que nadie se asombre
por desmentir al que miente.
Para que a nadie le tiente
dar favores especiales…
¡Libres e Iguales!

Para sofocar hogueras
de victimismos ficticios.
Para zanjar beneficios
que laten tras las banderas.
Para que trolas groseras
no cuelen como reales…
¡Libres e Iguales!

Para que la libertad
no encalle en el desvarío.
Para deshacer el lío
con la ley y la verdad.
Para atajar la ruindad
de procesos demenciales…
¡Libres e Iguales!

RECUERDOS SIN MEMORIA [Mi poema]
Enric Sòria [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Recuerdos, sin memoria no hay recuerdos,
que vagan sin parar o andan perdidos,
o llenos de pudor van escondidos
del alma en recovecos de ojos lerdos.

Vacíos, son recuerdos cuya historia
navega dando tumbos sin saberlo,
quizás fueran de saldo o de estraperlo,
no tienen ya cabida en la memoria.

Se fueron a por uvas, es frecuente
que de ellos ni ellos mismos ya se acuerden.
Olvidos son recuerdos que se pierden
y alguna vez afloran de repente.

En babia, a sí se dice si la mente
se acerca hasta el nirvana despistada.
El agua que pasó, agua es pasada,
del caño no saldrá ya de la fuente.

A alguno aquí le digo ¡que se joda!
por mí sería mejor no haber nacido.
Pues soy un soñador empedernido,
prefiero no se salve de la poda.

Volver hacia el pasado es mala cosa,
ocurre si el futuro no aparece.
Lo malo es comprender que se merece
tener que descansar en una fosa.
©donaciano bueno

#Di si te gustan estas elucubraciones mentales? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Enric Sòria

Alba

Mira la mar, ¿no ves cómo nos lleva,
soñolientos, hasta la orilla de nosotros mismos?
Todo es camino. La perezosa luz, al despertarse,
levanta atajos de escamosos limites.
Te beso entre esos oros, y el rumor de la mar
es un vasto reflejo del aliento
que mece la caricia. Esta mañana
la brisa de tu cuerpo es otra inmensidad.

Mira la mar. Qué justa semejanza
con los dos, en la mañana inmóvil
y sin embargo frágil como brisa.
Te beso. No sé nada. Te amo como la ola
que hierve entre la arena. Y mi gozo
es una pura llama que el alba multiplica
en encendidas crines que avanzan y se rompen:
una explosión de estrellas en la gloria solar.
La gloria de tu cuerpo espejado en el mío.

Después
la arena no sabrá
qué gozo ardiente la mañana ilumina.

Alguna cosa

No eran tan sólo cuerpos
aquello que yo amaba, había algo distinto,
alguna cosa, al menos entre los más queridos,
además de la línea perfecta o la sonrisa, tan hermosas.
Sí, es cierto que fueron muy hermosos
los cuerpos que yo amé, a través de las noches,
mucho más que a mí mismo y mucho más que a todo.
Sin embargo, los cuerpos no eran tan sólo amables,
no eran tan sólo hermosos.
Había algo distinto muy amado en los cuerpos.

Antro

Allí, en aquel antro oscuro,
que pronto dejará de estar de moda,
en la mesa vecina él lo besaba.
Con qué placer y con qué exaltación
él lo besaba.
Los ojos incendiados, y la urgencia
de los besos aquellos, aquellas contorsiones
de un cuerpo que se vuelca.
La fiebre de la carne y la sed de los labios.
Todo en él me causó admiración.
Y el placer otorgaba
otro sentido nuevo al antro oscuro.

Nosotros, en la mesa vecina, hablamos del Amor,
y los antiguos héroes, alegres.

Ars longa, vita brevis

Recuerdo muy bien aquella lengua.
Aquella suavidad, aquella forma dulce
y delicada de acariciar la verga, de acunarla.
Amaba mucho aquella gracia suya,
aquellos labios diestros y carnales,
sonrientes.

Al cabo de los años, he olvidado los ojos,
los senos, los tobillos, aquel cuerpo
de belleza común. Fueron pasto del tiempo.
Pero recuerdo bien aquella lengua.
Mi memoria resulta agradecida.

Un proverbio latino nos habla de estas cosas.

Ars poetica

His little, nameless, unremembered acts
of kindness and love.
Wordsworth

der sússe Glaube
an Wesen, die mein Traum gebar,
der rauhen Wirklichkeit zum Raube,
was einst so schon, so gottlich war.
F. Schiller

Cómo podría no acordarme de vosotras,
tardes anónimas,
vacías como el deseo, cuando en nada descansa.
Las horas en que, altivo,
abandonaba el gris ajetreo del hombre,
buscando la más callada voz,
la que me era precisa.

Tardes solitarias, sólo para mí vivas,
sólo para mi amor llenas y resonantes.
Bajo esa luz, el turbión de los hechos
quiméricamente llegaba a transformarse
en señal de aquiescencia,
tan bella como digna,
y el recuerdo más sórdido era fuente
de un centelleo amable,
si el deseo del tiempo, tan antiguo,
anidaba también, allí, divinizándolo.
Como evocan las ruinas forjadores imperios,
quizá con esplendores que jamás alcanzaron,
y la memoria inventa
falaces espejismos en el ayer desierto,
así yo agradecía las horas y las cosas,
y de una perfección derivé las restantes,
juzgándome, juzgándolas,
con atenta franqueza y la atención
distanciada y tranquila.
Dejando en el olvido los míseros rencores,
asperezas, actos calamitosos, brusquedades.
Así, en las quietas horas,
el mundo y mi destino por fin no parecían
dos seres escindidos, dispersión de fragmentos
en danza inacabable.
Así, la lucidez
edificaba espectros renovados.

Poco duró la farsa.
En el rebaño humano, la pantomima es ley;
y el silencio no encuentra una rendija
en que vivir por el silencio ajeno.
Los hombres pasan, sonámbulos, histriones,
armados de sus vagas creencias y motivos,
con ciega confianza en los objetos.
Del resto, una vez más, el olvido se encarga.

Cómo no acordarme de vosotras,
tardes sin nombre, tardes en que el amor
inventaba palabras convenientes,
palabras que jamás deberían ser dichas por el hombre,
por nadie predicadas.
Igual de inútil que buscar la firmeza en las nubes,
la ternura en las piedras.

Entonces, cuando hablaba a mi solo deseo.

Balcón interior

Ay, Valencia, capital del olvido
Luis Fernández

No sé si aún te acuerdas;
tenías dieciocho.
Estábamos en casa de un amigo,
en un atardecer del mes de junio.
Bebidos por completo,
buscamos la frescura del balcón.
Valencia era un paisaje de patios interiores,
de grises derrotados.
Un paisaje secreto,
un paisaje tristísimo,
una belleza sórdida,
como una obra de Buero
o la modulación
de un lamento alargado.

Entonces sí gozábamos del tiempo.

No hemos vuelto jamás a aquella casa.
Ni el dueño nos saluda.

Constatación

No soy mejor que tú, lo sé,
no lo pretendo.
Ni siquiera he inventado el tedio y el cansancio
ni tal vez he escogido apenas uno
de mis hábitos íntimos.

Es inútil, sencillamente, fingir que me interesa
alguna cosa en ti, criatura meramente humana
(como yo al fin y al cabo, que te busco y te ignoro)
más allá del banal enigma de tu cuerpo.

Conversación nocturna

Hemos hablado hoy mucho,
y saciado la noche de temas que nos gustan:
la Física, el Amor y la Alta Teología.
Ha sido, de verdad, hermosa nuestra charla,
pero ahora estoy cansado.
Ya es hora de apurar bien este vaso
-este daiquiri, el último,
qué color delicioso guardó para el adiós.
Te puedes ir. Desde ahora el alba me acompaña
tal vez mejor que tú.
Vuelve con un poema, mañana, si es que quieres.

Cuerpo que duerme

Puramente dormida, tranquila, entre mis brazos.
La admiro, la imagino, desconfío.
Intento acariciarla como intento creer
que me es posible amar este cuerpo que duerme
Un cuerpo; una borrosa resistencia a la mano.
Una tibia frontera.

Invento o magnifico espinas de penumbra.
Puramente dormido un cuerpo junto a mí.

Deseo

Porque el deseo es una pregunta
cuya respuesta nadie sabe.
Luis Cernuda

No decía palabras. Sólo era
dos labios que se abrían expectantes.
No, no decía palabras, tan sólo acariciaba,
lentamente, mientras todo su cuerpo
unas manos distintas lo surcaban.
y allí, entre esas manos, el silencio.

Dos bocas que se juntan,
renuevan el silencio,
y el aliento y la sangre
cobran sabiduría
de algún secreto ardiente e invencible,
como ola encabritada o tensa brida,
un secreto al que callan y otorgan.

Los cuerpos son tan sólo interrogantes
planteados deprisa,
porque no hay más respuesta
que no sea respuesta de unos labios abiertos,
que no sea de un cuerpo,
cuando un cuerpo es propicio.
El amor también es una sombra
que busca entre las sombras
otro cuerpo silente.

No decía palabras.
Tan sólo se entreabría
a una imperiosa voz no articulada.

El poeta revuelve cajones

Recuerdo o espina lenta, amor; te pienso
Joan Fuster

Amo tu adolescencia postergada:
menosprecio, carencias, soledad,
la absurda metafísica infligida,
para lograr que fueras
otra resignación gris del montón,
jugando encadenada, en un patio perpetuo de colegio.
Qué fácil es leer las fotos viejas.

Amo esa mirada muerta de las fotografías,
los desiertos que esconde, las apagadas quejas, la plegaria.
Qué tristes quince años, qué belleza.
Cuánta desolación habrá sido precisa
para cristalizar una mirada así
(cuánto amo esa mirada que eres tú,
trampa trivial, lo sé, de la fotografía).

Ahora, esa mirada es mía, como es mía
la voz de los amigos muertos ya,
algún cielo de Brueghel
y algún verso de Borges, algún cuerpo,
y nuestro desamor, y este poema.
Talismán espinoso que soporto, y que me da soporte:
la sombra más leal en la orilla del tiempo.

Cuánto has cambiado.
Qué fatuamente impúdicos
nos han vuelto los años,
y la vertiginosa continuidad de los gestos.

Espera

Espera, que no es hora
de nada imprescindible. No te marches.
Que el sol ahora acaricia, y en la playa
el rumor de las olas se acerca solitario.
Ven, que andaremos cogidos entre las alquerías
y hablaremos de todo como si lo creyéramos
y el amor en los besos también será creíble.
Ven y pasearemos entre cosas amigas,
plácidamente unidos, como los que se aman.
¿No adivinas qué atardecer diáfano
a la orilla del agua, en nuestra misma mesa,
embriagados de vino y de presencia mutua,
preludio ya de abrazos en el frescor nocturno?

Ven, que hallaré para ti
las flores que te harán aún más bella,
los gestos más amables, un sentido a las cosas.
Todo aquello que solo jamás yo encontraría.

Habitación con luz

He estado, casualmente, delante de la casa,
y la luz encendida dibujaba una sombra
en la ventana abierta.

Nos amábamos mucho en esa habitación,
con un amor amigo del grito y del teatro,
amor hecho de abrazos y mentiras excelsas.

Alguien vive ahora allí
-quizá un cuerpo bellísimo-,
alguien que no eres tú.

No nos amamos ya
(cuánto amor ha pasado, quién nos lo iba a decir.
Y no nos ha quedado el menor rastro).

Y sin embargo, en la luz encendida,
entre sombras extrañas,
aquel amor hondamente perdura.

Por ti

Dices que ya has hecho el amor con ciento veinte cuerpos
(y has arreglado el tuyo, según dices)
contando las mujeres y los hombres.
Te gusta pregonarlo,
y pasear ese sentido higiénico del mundo
por encima de cosas y de seres.
En cambio yo, ya ves, casi un monógamo
(perversión que a menudo me fastidia)
me sé idéntico a ese amante voluble
que busca cada noche en un cuerpo distinto
aquello que no cambia;
a los adolescentes, cuando rondan
la Alameda en la noche, o a los místicos
que saben de otro amor y de otros medios:
o a gigolós y a putas.
Pero no a ti, en nada a ti, jamás a ti.
Yo comparto con ellos un idéntico espasmo,
un idéntico miedo, una ansiedad idéntica
y una idéntica e indiferente lasitud.
Una belleza bronca se nos revela idéntica,
esa grosera, flaca, y siempre esquiva, realidad del amor
(la gracia verdadera de la vida). Una idéntica
burla nos aguarda al final. Divina, sí.
En cambio, tú, que del amor has hecho
una lista de nombres, una absurda terapia
sin dioses ni deseos,
no te atrevas a hablarme.

Ya tienes tu castigo.
El amor, para ti, jamás será una ofrenda.

**

Nos uníamos
como bocas o sexos
sin fisura ni sombra.

Qué difícil

Qué difícil resulta levantarse
y mirar otro cuerpo, tan nuevo todavía,
con una amarga serenidad de grieta.
Conocido de anoche. Tan sólo y para siempre.
Anoche, el desvarío… Juntos en un espasmo,
comunidad de llama, trenza carnal. Anoche.
Ese cuerpo distante que se espabila y tú
dejando una palabra, lastre, sobre las sábanas.
Qué difícil resulta levantarse,
la ducha, la gillette, y como un rito
el orden apagado de la ropa.
Por siempre y para siempre. Noches. Amaneceres.
y noches otra vez. Y pesadumbre.
Se pierde alguna cosa en el cuarto que dejas.
Siempre pasa.

Un gesto, una mirada, un abrazo indolente,
tiembla por los pasillos mientras la luz se impone.
Hoy, nuestros gestos diarios nacen con añoranza,
siempre pasa. Es el sueño. Alguna broma
flota como en un frágil puente oscilatorio.
Un beso. Alguna risa.
Fins aviat. Ens tornarem a veure. -Fins aviat.
La puerta. El ascensor.

También

También habría que llamarla Lesbia,
por más de una razón, Catulo amigo.
Podrían encontrarse otras similitudes.
Tú y yo, que nos vendemos por elogios
y sonrisas falaces, en callejas y esquinas,
nunca perdonaremos su peculiar pureza.
Catulo, nuestra Lesbia no merece un mal verso.
Aun así, los escribo,
movido, como tú, por un prurito
de tradición retórica.

Tarde

Contigo, como siempre, tengo esta sensación
de transcendente y contagioso hastío
-la elaborada forma en que me ignoras-
y esta esperanza mía tan inútil
que promueve reencuentros y viejas cortesías.
Una palabra tuya, y acudo, como siempre,
contento incluso de que me llamaras.
Otro error más, seguro.
Por ti me engaño más de la que me conviene.

Los besos grises, las miradas grises,
los amores grises,
del gris de la ceniza,
el gris de las metáforas gastadas,
estériles por siempre,
me son la merecida recompensa.

Como dos sombras o dos copas vacías,
desandamos Valencia
-sin jardines ni flores; sí, Valencia-
toda una larga, interminable tarde.

Una ceniza gris, menos que nada;
este amor trasnochado no se estila.
Una parodia gris en el olvido,
esta tarde que nada hace inmortal.

Un cuerpo

Un cuerpo preciso
como un teorema.

Cuerpo de piernas rectas, delineadas,
con la tensa armonía de un compás.
Cuerpo de líneas claras, luz y límite.
Tan angustioso y bello como los teoremas.

Delante de mí, ahora,
bajo cualquier excusa.
De «Andén de cercanías», Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Si te gusta #Enric_Sòria... Share on X

TRAGICOMEDIA [Mi poema]
César Simón [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Tantas horas del día meditando,
tanto esfuerzo a misterios descubriendo,
tanto empeño sin aprender sufriendo,
tantos palos a dios con mazo dando
y a todo resistiendo.

Cuánto tiempo buscando, media vida,
cuántos días de intentos y fracasos,
tantos pasos y logros tan escasos,
la faena ya dando por perdida
de estudios y repasos.

La vida se pasó sin darse cuenta,
-recuerda que hace un tiempo él aun soñaba-,
la vida no advirtió de que se acaba
y acaso hoy la desgana no le tienta
y no sirve de nada.

Descubre como el tiempo lo ha perdido,
mas sabe, lamentar no trae a cuenta,
se apresta a resignar y ha puesto en venta
las dulces experiencias que ha vivido
que entiende son su renta.

Y observa que el terreno está baldío,
que inútil es buscar, todo es barbecho,
la vida poco a poco se ha desecho
y seco se ha quedado sin su río
y aquí ya a lo hecho pecho.

Hoy nada puede hacer. Todo se acaba.
Y nadie ha de evitar ya esta tragedia,
sainete o entremés, tragicomedia,
que aquí ya se acabó lo que se daba,
si Dios no lo remedia.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: César Simón

Algo secreto

A Federico Chopin

Hay en tu vida algo secreto;
es una noche en una casa,
los balcones abiertos al jardín.
En las habitaciones ya no hay nadie,
y, fuera, sólo luz lunar.
Pero el piano suena quedamente
con una melodía muy antigua,
tan antigua que nunca ha enmudecido.
Un pájaro es quien canta, hay una rosa
y hay una espina, en el balcón.
Tú eres el pájaro que canta.
Tu voz es inmortal, porque no es tuya.
y tu carne es efímera y doliente.
De «Templo sin dioses» 1996

Anochecer de estepa

Pupila muerta, voy
-el surco del camino-
hacia los años.

Y qué fulgor -ya allá, ya todo ardido-
del charco, espejo enorme.
Y qué fulgor, y qué hueco del mundo.
Y qué quietud de estatua de sal.
La noche ya es de acero para siempre.
Frío cárdeno, el aire.
De «Erosión» 1968 – 1971

Cuando amas

Permanece en silencio cuando amas.
Escucha al fondo
la vastedad de la respiración,
la gota de agua y el rumor del viento.
Y ven lejos.
Ven, al amor, de lejos.
Desde la noche,
desde el desierto,
arrimado a los muros,
a perecer en él, como acto único.
De «Extravío» 1985

Elegía

Qué vago es el reloj
que suena. Qué extraño
este silencio, nube informe.
Cómo se hunde la hoja
al fondo del estanque.
Cómo florecen siempre los almendros
antiguos, cómo ruedan
aquellos soles, madre,
abuela, amigos -sonrientes-,
mientras sus voces cortan el cristal
de la tarde.
De «Erosión» 1968 – 1971

Elegía del tren eléctrico

Aquella estación. La veo.
Oigo el silbo del tren.

Me voy. Está lloviendo. Estoy sentado,
tarde grande de mayo, dolorosas
punzadas.
Lluvias.
Tú, amor mío.
¿Qué importa?
La tierra está muy seca.
Es mejor, sin palabras, que así sea
todo, que así se caiga
todo.

Pero aquella estación…
Y aquel azul…

Cómo se va hacia dentro
la verdad, oh noche
perdida, circulando,
silbando como el tren
encendido.
De «Erosión» 1968 – 1971

Invernal

Qué tentación, ser viento, ser girones,
ser basura que arrojan sobre escombros.
Dejar que todo lo que quiera
eche raíces en tu polvo.
De «Erosión» 1968 – 1971

La glorieta

A menudo te has detenido
en una esquina.
Has mirado las nubes,
si hacía o no aire,
los ramilletes de los arces.
Has pensado…
Luego, te has dicho…
Pero no. Te habías
olvidado de algo.

Alguien que te empujaba.
¿Un fontanero?
¿Una gruesa señora?
O un hombre importante -una cartera
auténtica, de cuero, una camisa,
un olor de pomada-.

Sí, las nubes.
En general, el aire.
Y no saber.
O sí.

Era allá dentro.
Unos pájaros altos -¿golondrinas?-
¿Blancos o negros? el Palacio
de Justicia.
No sé. Tú jurarías
que careces de peso.
De «Erosión» 1968 – 1971

La rambla

¿Qué música ha de haber
para ti, quietud porosa
de rambla, canto puro
de un ave, con que vibran
los cielos,
brisa que lame el vello
de los brazos,
silencio con que mana la bondad
de la sangre?

Oh tierra, así,
tan áspera, tan suave,
cierra apenas los ojos, piensa en días
que pasarán y pasarán, callados,
tranquilos -esas matas
desconocidas, esas flores
silvestres, esos charcos-
sobre ti.
De «Erosión» 1968 – 1971

Las palabras de Orfeo

-¿No estás ahí, no estás?
Y avanza a oscuras,
y se detiene y palpa,
y reclama a lo hueco.
-Pero ¿ acaso no estás ahí,
y este vacío no es tu cuerpo,
y el eco de los cuartos no es tu voz,
y los muros tu carne?
¿Y las vigas no son tus huesos,
y el suelo no son tus pasos,
y el aire del pasillo no es tu aura,
y tu huida las puertas
y mi deseo todo,
y tu presencia nada,
nada,
nada?
De «Precisión de una sombra» 1977 – 1981

Lo que nos diste

Avena diste, nubes.
Diste el silencio de la tierra,
la densa pulsación de un vino
que lamía la carne. Diste el ocre
ribazo que alimenta
esas brozas.

Sabíamos de las piedras
-de noche allí se posan los mochuelos-,
las diferentes copas y los modos
de estar, de ser ásperos, duros,
el olivo, el almendro, el algarrobo.

Para nosotros era el tiempo raudo,
más difícil la llama de la sangre;
pues yo creía ver
en el tostado rosa de la piel
los puntos
de arena aún,
la sal ya seca en finos
encajes, en el pelo aún mojado
de aquella agua del mar que en él olía;
yo allí creía ver algo más hondo
que un fácil cuerno de abundancia.

Oh ribazo clemente, entonces vino
tu cuerpo, vino tu sustancia,
tu hondura, tu volteo
en la luz, en las nubes y la broza.
Vino entonces el acto de las ropas,
tosco, el tanteo de los frutos
que a las manos prendían en sus cepos.
Y nosotros sabíamos, no obstante.
que estábamos perdidos,
hundidos en la tibia madriguera,
en el vergel viscoso de un instante.

Allí, prietos, como un canto rodado
en el lecho del río; allí, entregados,
mas sin perder la aguja que te punza
la frente. Y, por eso mismo,
serios, humanos, con la vida cierta,
verdadera, en sus límites tenaces.
Aquí había de ser la salvación
o no sería nunca.

No, no lo sería.
Así había que ser, amargos
como el baladre en medio de la rambla;
ásperos, duros, como la carrasca;
simples, intensos, sin quererlo ser ,
como el tomillo; sabedores mudos,
como la roca, como el cielo raso,
que allí están y allí insisten, y allí esperan.
De «Pedregal» 1964 – 1968

Los pasos

Más noche que en las calles cabe en uno
cuando pasa. ¿A qué andamos?
Allá creo que existe una muralla.
Cae la desolación a tierra. Es suelo.
Qué charco. Qué silencio.
El límite, qué claro. Noche cruda,
haznos como tu hielo.

El diamante es duro. Está al final.
El azufre es ardiente. Se rebasa,
se vuelca, llega al más allá. Su triunfo
es un delirio. Oh muerte.

Pero nosotros somos turbios.
No cuajamos.
No vemos bien la sombra.
Y, sin embargo, qué ágiles,
qué fugitivos tras la esquina
subimos por la noche,
huimos, nos perdemos
en los años.
De «Una noche en vela»

Los ruidos

Cuando uno se ha sumergido largos días
en las cosas, pasando los ojos por las aristas
de los muebles, por las superficies;
cuando uno ha estado largo rato detenido
en cualquier lugar de tránsito, un pasillo,
o en el cuarto de baño, de pie, frente al espejo,
contemplando vagamente el blanco
del lavabo,
sin pensar en realidad en nada,
inmerso en los rumores que van llegando:
una moto lejana,
una puerta metálica, al cerrarse,
el melancólico silbo del tren;
uno se dice: esto… Yo…, A palpas,
con un telo en los ojos, tal vez abiertos
a un mundo más lejano, como un radar orientado
a lo más decisivo: el vago gesto
de alguien que dijera: arriba,
el mar, los años, esas piedras
de los pretiles.
De «Erosión» 1968 – 1971

¿Para qué tocar esa piedra…

¿Para qué tocar esa piedra,
una presencia sin mentira?
Andar es indudable.
Sentir no es una mueca.
Y ver, y saber ver (cuando no es nada
lo que se ve y cuando, simplemente,
se enfría).
De «Estupor final» 1971 – 1977

Pedregal

Busca tu duro lecho, oh cuerpo
de plata.
En una mano rosas y en la otra
las frutas agrias.
De «Pedregal» 1964 – 1968

Regreso en el tren

Suave
la noche.
Blanca
la espuma, a flor
de labios. Tu cabeza
tronchada, cómo pende
del hombro.

Noche. Las estaciones
del trenecillo suburbano.
Acacias, bugambilias,
nísperos, tras de verjas, los caminos
entre acequias corruptas, de aguas negras
y brillantes. Bultos de moreras,
ásperas cañas de maíz
en dirección al mar. La Malvarrosa.
Ancho vagón de polvo y papelillos.
Cierras los ojos. Sientes
tu cuerpo joven, derrumbado, quieto,
pero germinativo y oloroso
como el estiércol. Sientes
cómo viene el azahar de oscuras fuentes,
cómo se emboscan las barracas
-girasoles, higueras-,
cómo ladran los perros a distancia,
cómo canta la vida desde el fondo
del barro.

Ya viene el mar, ya hueles
su frescor y su sal, su oscura mole
fragorosa. Ya caminas, ya sigues
al lado de las tapias. La Cadena,
el manantial de Sellarim, jardines
rotos, perdidos, de azulejos,
de fuentes y de bancos de azulejos.

Estrellas. Lejos los silbidos
del tren. Oh madreselva,
verdad, oh dispersión confusa,
aquí amaron tal vez -ficus enormes-,
aquí venían en calesa -blancos trajes
de seda cruda, gasas y sombreros
al viento, al mar-, aquí tomaron
zarzaparrilla, helados. Aquí urdieron
entrevistas nocturnas. Tantas cosas
que ignoras, tantos nombres
que ignoras, tanta dicha,
tanta pasión, que tú nunca sabrás.
Y ahora estos jardines
que pasaron de moda, estos solares,
estos faroles rotos, estas tapias
de bambú, de jazmines, de mojadas
pasioneras.

Oh noche, cómo es frágil
tu paso, cómo es joven
tu ropa descolgada y polvorienta;
cómo están secas estas manos
vacías, que te duelen, entre tanta
facilidad. Mas cómo es grande y pura
la ligereza, el temple con que bebes
lo que te dan: la vida misteriosa,
la densidad oscura, informe, vaga;
este total, lejano desvarío
de tus pasos, en medio del perfume
de los huertos, este ir a casa mudo,
prieto, febril, dichoso, ebrio de muerte.
De «Pedregal» 1964 – 1968

Suburbio

El alma es una pared
de invierno.

Los vagos pensamientos, sombras
de ropa, que zarandea el viento.

Un consumirse frío, el sol
adentro.
De «Erosión» 1968 – 1971

Vientos

Sé que meditas. Pero ven,
saca la testa del rebozo
de oscuras lanas y arpilleras.
Mira esa leve sombra, oye el portazo
-sobre el desnudo- de los vientos.
De «Estupor final» 1971 – 1977

Si te gusta #César_Simón... Share on X

NACER, ESE ACCIDENTE [Mi poema]
María Sanz [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Nacer por un desliz o un accidente,
nacer, una impostura, sin pidiera,
nacer sin consultar donde naciera,
nacer tan de improviso, de repente,
igual que sale el sol por Antequera*.

Nacer sin conocer por qué naciste,
dudar por qué tú fuiste el elegido,
fardando ya al nacer de haber nacido,
fingir que sabes bien por qué viniste
y estar al mismo tiempo compungido.

Vagar igual que un pollo sin cabeza,
a cuestas la inocencia y su ignorancia,
seguir desde que empieza la lactancia
y ver como te apesta la maleza,
sintiendo en esta vida no hay sustancia.

Echarte a navegar sobre el asfalto
y darte la impresión no existe el agua,
coger entre tus manos la piragua
y darte más que un salto un sobresalto
dudando si es que el líquido desagua.

Hacer del recorrido un pasatiempo
al tiempo que tú ves que el tiempo pasa,
que mustia ya se encuentra la carcasa
haciendo de la estancia un contratiempo
y pronto a convertirte en biomasa.

Querer saber aquello nadie sabe
pensando, y el cerebro se ha secado,
mirar ya sin mirar a cualquier lado
creyendo que en tu mano está la llave
y ver que cuatro pueblos te has pasado.
©donaciano bueno

#Di si te gusta... o no? Share on X

*Salga el sol por Antequera es un dicho que se utiliza para expresar incertidumbre ante el resultado de alguna acción, pero determinación para llevarla a cabo a pesar de ello.

MI POETA SUGERIDOMaría Sanz

Al filo del alba

La cal de las paredes
resbala por el aire.
El azulejo enmarca
peregrinos destellos.
Todo está en calma ahora.
Una extraña tiniebla
envuelve los perfiles
nocturnos. Cada instante
que pasa, resucita
convertido en recuerdo.

Pero toca a su fin tanta dulzura
cuando, al filo de alba,
me desatas de ti calladamente.

Anónimo

Porque el destino mira siempre al frente,
porque los cuatro puntos desleales
de mi vida se pierden en un mapa
cada vez más pequeño, yo diría,
aprovechando que no me oye nadie,
unas palabras, una frase, algo
más que esos versos. Porque si el destino
es una línea recta, si hay un norte
orientado a las luces de poniente,
yo quisiera decir o ser el eco,
tan sólo el eco ya, de algún poema,
aprovechando que no lee nadie
en este libro abierto de mi vida.

Apunte cotidiano

Esto que escribo ahora es un minúsculo
ensayo de mi vida,
solamente un intento
de llamar a las cosas por su nombre,
a los días de luz por su tristeza.
Esto que escribo ahora no tendría
la menor importancia, si no fuese
porque hay alguien que sigue
siendo mi punto de partida, el punto
que pongo en tantas íes como quedan
en pie tras un amago
de libertad con él, tras este intento
de ensayarme en su ausencia de mi vida.

Argonauta

Intrépido muchacho
aquél… Buscó mi templo
entre cientos de islas
para verme de cerca,

por saber si era cierto que yo estaba
desnuda entre unas míticas columnas
cuyo blancor se alzaba sobre el índigo
sereno de las olas.

Bello muchacho aquél… Rozó mis piernas
que ardían con el sol, tentó mi talle
ceñido por la brisa, y en mis manos
sus dorados cabellos se prendieron.

Dulce muchacho aquél… Llegó a dormirse
junto a mi pedestal, mas con el alba
-siempre hay un alba-, regresó a su nave.

Nunca se han explicado los arqueólogos
estas huellas extrañas
en mi cuerpo de mármol.

Calle de la guadaña

Una verdad me sigue por la calle.
Casi roza su sombra con la mía.
Oigo cómo se enreda
entre las buganvillas, cómo gime
implorando el abrazo de las tapias
hasta caer inerte sobre el suelo.

Dios mío, si es posible,
pase de mí su rostro,
este encuentro con ella a vida o muerte,
la tristeza tan larga que me augura.

La calle se hace ahora más estrecha,
más húmeda y extraña. Continúan
goteando su livor las buganvillas.
Vuelvo la vista atrás. Allí está ella,
erigida en el tiempo, modelada
por caricias. La miro.
Es sólo mi reverso.

Del propio ser

Es la segunda vez.
Como temblor de muerte,
azul de despedida,
sendero para un viento que destierra.

Ausencia y abandono
del propio ser. Locura sosegada
moviendo sus océanos.

Como ráfaga eterna,
como alas de mármol,
final para volver, ya sin principio.
Es la segunda vez que nace el cuerpo.

Duro es sentirse humana a cada instante…

Duro es sentirse humana a cada instante,
cuando se cruzan límites amargos
y hay que volver al punto de partida,
verso tras verso, con las alas rotas.

Y al ir hacia un paréntesis, te acuerdas
de que tienes un cáliz esperándote,
porque vivir es cosa de unos pocos
y tú sólo conoces lo imposible.

En la morada de la luz escribo…

En la morada de la luz escribo
con una transparencia contenida,
que me hace hueco, que me desenvuelve
de tanta noche cruel y su amenaza.
Voy de camino, siempre voy, a solas
por las estancias donde iba antes
de saber que ya no tengo regreso.
En la morada de la luz, del cálido
perfume que conforta mis poemas
escribo hacia delante, como vivo.

Hombres al natural

Son seres grises,
inequívocamente masculinos,
que lo mismo me envían
algún ramo de rosas
con cuatro plenilunios de retraso,
que intentan sorprenderme
al llegar en su lata
(léase coche) último modelo
donde se sienten mágicos.

Seres brillantes,
portadores de un agua de colonia
que anuncia su presencia
con cuatro primaveras de adelanto;
hombres al natural, de calle y riesgo,
que buscan evadirse
llevándome a cenar. Puedo ingerirlos
antes de que caduquen,
pero se me indigestan
media hora después, y no merece
la pena estropear esa velada.

Madre Naturaleza,
los pones a mi alcance, y agradezco
tus sabias intenciones.
Pero yo siempre he sido
inequívocamente femenina,
y declaro ante ti que cada vez
es mayor la distancia que nos une.

Junio

Y llegará el verano.
Yo sé que va a llegar,
con su espejismo
de nieve atravesando mis desiertos.
Será un verano umbroso,
con sol agonizante,
cuyos rayos
abrazarán la antigua
figura de quien tuvo
vientos para azotar múltiples alas,
pero que se estremece
al ver su tempestad a ras de tierra.
Verano
más cerca de la vida
que del tiempo.
¿Habrá espigas que doren su llegada?

La estatua

A un paso de la vida te sitúas.
Tienes la pierna adelantada, el busto
semidesnudo, pero el tiempo impide
que cruces unos límites, que huyas
en su nombre. Tan sólo estás a un paso
de conocer tu territorio. Sientes
tu soledad de mármol enclaustrada
entre el viento y la lluvia. Ah, si el tiempo
pasara por ti misma, liberándote…

La memoria

Si quieres olvidar, si no te basta
con ahuyentar heridas y desprecios,
acuérdate del día en que un poema
te liberó del mundo y sus engaños.

La profecía

Aunque ahora estos versos vaticinen
tu vida en sus metáforas, tan sólo
serán la voz que clame en el destierro
al que fuiste a parar, después que nadie
reconociese el eco de tus pasos
sobre tantos adioses. Un poema
dirá de ti la última palabra.
Para entonces, tal vez hayas vivido.

La última esperanza

Todavía conservo
la última esperanza
como un bien heredado
de todas mis carencias,
porque el dolor la exige
más y más cada día,
porque tanto silencio
lejano, perdurable,
descubre su horizonte
de infinitas llanuras.
La última esperanza
que conservo detiene,
como el dolor, mi vida
a las puertas del tiempo.

Moradas sextas

‘…Si no hubiera más luz, interior, no
entendiera tan grandes misterios.’
Teresa de Jesús

Donde hayan apagado las estrellas
su sed de iluminar la faz del tiempo,
habitará el secreto de sentirse
mujer por un designio de lo alto.
…Si no hubiera más luz interior, no
entendiera tan grandes misterios.

Por no tener

Si yo hubiera tenido
las palabras exactas
para huir cuando, oscuro,
me cercaba el silencio;
si yo hubiera tendido
lo que a todos concede
la vida, para luego
morir en paz, quién sabe
si ahora escribiría
estos versos, como única
constancia de mis bienes.

Sin título

Tú y yo nos encontramos
en Washington Square.
Me invitaste a cenar
en un club, y la orquesta
tocó para nosotros
«Indian summer»… Bailamos
inmersos en la noche
neoyorquina. Más tarde, mi vestido
brillaba abandonado sobre el suelo
de aquel apartamento, donde era
muy distinta la música: palabras
y suspiros mezclados con sirenas
de los barcos lejanos…
Pero, ¿será posible
que no recuerde ahora,
mientras abro los ojos,
cómo se titulaba la película
donde vi estas escenas?

Teoría de la verdad

La verdad es que nada
de lo que yo quería
ha buscado mi techo
más de lo necesario,
ni remedió mi suerte
mejor que la tristeza.
Lo cierto es que no tuve
la verdad por delante
sino era en el fracaso
repentino, tras muchas
ilusiones gastadas.
Ahora no es distinto
lo falso de lo cierto,
ni me es imprescindible
averiguarlo. Busco
todo cuanto quería
que me hubiese buscado.

Un sitio en la palabra

La verdadera historia no se escribe
sin dar al fracasado
un sitio en la palabra.
Y qué mejor motivo para hacerlo
que encontrar esas huellas
de los días envueltos con la propia renuncia,
ese final escrito sobre el aire.
Quién oyera la voz incandescente
de aquél cuyo silencio es su enemigo
y se sabe orador, y se responde
con la locuacidad de la derrota.
El hundido conoce como nadie
el sombrío dolor, la llama fría
que propaga su intento
de vivir, de alumbrarse.
Pero calla la vida, todo calla.
La verdadera luz se enciende sola.

Una palabra

De nada sirve abrir una palabra
y vaciar por ella lo más duro,
lo más incomprensible, si no tienes
fuerzas para cerrarla cuando llega
la hora sin minutos del silencio,
cuando todo es espejo de tu solo
suspiro helado, voz que nadie toma
entre sus labios para convertirla
de nuevo en tu palabra y en la suya.

Si te gusta #María_Sanz... Share on X

SEMBRAR A VOLEO [Mi poema]
Manuel Scorza [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Antiguamente dicen que se hacía,
-la forma de sembrar era a voleo-,
más propia, más humana, según creo,
que a mano la simiente se esparcía.

Mas ahora ya se extiende con tractores
que son el sustituto de las manos,
sin alma ni emoción, menos humanos,
y en esto como en todo hay detractores.

Sembrar es repartir. Que los amores
sujetos no han de estar a vanidades
el odio siempre arrastra tempestades,
frecuente es que se torne en desamores.

Recuerdo era aquel mundo más cercano,
sin tanta maquinaria, automatismo,
que el hombre siempre hacía de sí mismo
debiendo comportarse cual cristiano.

No quiero predecir, no soy profeta,
que al hombre se le ha abierto un nuevo frente,
la máquina avanzando firmemente
y el hombre ya en estado de retreta.
©donaciano bueno

#Di si te gusta... o no? Share on X

MI POETA SUGERIDOManuel Scorza

Años de los castigos

¡Años de los castigos!
¡Años de las prisiones!
¡Años que se comieron las arañas!
No tuve paz,
ni dónde reclinar la cabeza.
Los trenes me llevaban,
entraban a las tumbas,
cruzaban los infiernos,
mas mi corazón salía
de los hornos tiritando.

¡Años de los perseguidos!
¡Años de los flagelados!
¡Años como ratas echadas a morir!
Como piedra atravesé la vida,
las miserias, las prisiones,
anduve por los pueblos,
llegué a la comarca
donde el pan sólo se viste de fantasma.

Desde casas vacías,
desde catres solteros,
desde trajes gastados y pálidos deudores,
desde domingos sin nadie con quien pasear,
vengo diciendo que los hombres sufren,
las aguas sufren, las camas sufren.

A verme vienen quejándose las tardes,
las piedras quieren que cuente las pisadas,
el túnel tiene hinchado su único ojo,
toca el gallo su corneta lastimera.
¡Oscura es la vida,
la tierra sólo sirve para enterrarnos!

Epístola de los poetas que vendrán

Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
tal vez mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas
que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará el fuego
de su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.

Soy el desterrado

América,
a mí también debes oírme.
Yo soy el estudiante
que tiene un solo traje y muchas penas.
Yo soy el desterrado
que no encuentra la puerta en las pensiones.
Te digo que en las calles
y en las azoteas y en las cocinas,
y al fin de cada día y en mi pecho,
algo está muriendo.

Escúchame:
Yo soy el desterrado,
yo vagué por las calles
hasta que los perros
lamieron mi amor desesperados.
¡Acuérdate de mí!
Hay días que no tengo ganas
de ponerme los ojos,
días en que hasta los pájaros
se pudren a la mitad del vuelo.

¡Amor, amor,
tú no has dormido
en cuartos inmundos;
tú no sabes lo que es vivir
con una mujer que zurce su ropa llorando!

Ay, durante siglos los poetas callaron
y en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba,
hasta que ya no pudimos más,
y el dolor empezó a mancharlo todo:
la mañana,
el amor,
el papel donde cantábamos.
Un día el dolor
empezó a gotear desde abajo,
daban los muros gritos desgarradores,
una mano amarguísima volcó mi pecho.
Ahora vengo a ti gimiendo,
aquí está mi voz encarcelada debajo de esta frente, derrumbado.
De «Las imprecaciones» 1955

Crepúsculo para Ana

Sólo para alcanzarte escribí este libro.
Noche a noche,
en la helada madriguera
cavé mi pozo más profundo,
para que surgiera, más alta,
el agua enamorada de este canto.

Yo sé que un día las gentes
querrán saber por qué hay tanto rocío en las praderas,
yo sé que un día
irán ansiosas a los campos,
seguirán los hilos de los prados,
y a través de las florestas
llegarán hasta mi pecho,
y comprenderán,
-lo siento, estoy sintiéndolo-,
que es mi amor quien platea por ti el mundo en las mañanas,
y verás esta hoguera.

Desde ciudades enterradas,
desde salones sumergidos,
desde balcones lejanísimos,
verás este amor,
y escucharás mi voz
ardiendo de hermosura,
y comprenderás que sólo por ti he cantado.
Porque sólo por ti estoy cantando.

¡Sólo por ti resplandece
mi corazón extraviado!
¡Sólo para que me veas,
ilumino mi rostro oscurecido!
¡Sólo para que en algún lugar me mires
enciendo, con mis sueños, esta hoguera!

¡El Mudo,
El Amargo,
El Que Se Quedaba Silencioso,
te habla ahora a borbotones,
te grita cataratas, inmensidades!

Algún día amarás,
alguna vez
en las lianas de la ternura enredada
comprenderás que cuando el dolor nos llega
es imposible hablar;
cuando la vida pesa, las manos pesan:
es imposible escribir.

Hasta que con los años las escamas se nos caen.
Y un día, al volver el rostro,
vemos a lo lejos,
como remotos barcos encallados,
cosas que creíamos llevar dentro,
y miramos que son musgo los amores más ardientes.
¡El hombre enceguecido
no escucha las campanadas silenciosas de la hierba,
hasta que encuentra en los caminos,
como culebra, su antigua piel,
y reconoce entre las ruinas
su vieja máscara oxidada,
y descubre agujeros rotos
do eran ojos fulgurantes,
porque el tiempo crudelísimo
injurió el Rostro Puro,
y los años nos pusieron
anteojos de melancolía,
con los ojos que se mira la ruina,
el otoño,
la grosura de las mujeres!

Surge entonces
el Dolor inextinguible,
cual surge ahora esta voz
que llora por los días hermosos,
cuando la vida era azul.
Porque todo lo que nace ha de morir.
¡No digo más porque me entiendes!
Tú sabes que sólo quiero
que, en algún lugar, leas esta carta,
antes que envejezcan los carteros
que te buscan
a la salida de las iglesias,
entre las recién casadas,
a la hora del jazmín rendido.

¡Quiero que el rayo de mi ternura
traspase con lanza a los que no conozco,
y salte noche hirviendo
a los ojos de los que abran este libro,
y en algún lugar
un día de este mundo,
me oigas
y te vuelvas,
como quien se vuelve extrañado
al sentir detrás el resplandor de un incendio,
y comprendas que estoy ardiendo por ti,
quemándome
sólo para que veas,
desde tan lejos, esta luz!

El rey

No eres nada,
vives oscuro,
en una ciudad perdida.
Pero, de pronto, un día,
al despertar, eres Rey.

Arden musicales
remotos países
avasallados por tu valentía.
Poderoso monarca:
todo lo que tocas es resplandor,
y en tu honor cambian los arcos iris de plumaje.

Y cuando Ella sonríe,
brota agua
en la remota infancia
adonde se asoma,
tu pequeña vida ansiosa,
rapaz distante de todo.

Mas viene el Viento
y lo derriba todo:
cristal roto es tu monarquía;
vives en una ciudad malvada;
el tiempo sólo significa
que tus zapatos ya no resisten otro invierno.

Eras Rey
pero ya no te sonríe Esa Mujer.

Elegía de los desconocidos

Ya no nos conocemos, ya no nos entendemos,
¿qué pasa?

Nuestro amor como los árboles daba pájaros.
¿Qué está pasando?

El viento del mar desesperado
agita pañuelos de musgo en las esquinas.

Me voy.
Pañuelo de llorar: mejor me voy.

Al atardecer los pájaros también se van,
viajan a las torres buscando picos tiernos.

A los reptiles, yo.
Al fondo del agua a vivir ardiendo.

Porque para esta sed el agua está vacía,
vacía está el agua para mi corazón sediento.

La casa vacía

Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.

Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.

¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.

Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.

Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.

Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre:
me salgo yo.

La cita

Son las siete;
la calle está oscura;
ya no vendrás.

Aunque llegaras
todas las tardes
a la orilla de esta cita,
y aguardaras, inmóvil,
todas las horas que en el mundo faltan
ya no me hallarás,
porque esperándote perdí mi juventud.

Y no como el guerrero
que las manos moja
en la espuma bermeja de la guerra.
¡No como los ardientes varones que conocí! :
¡Alexander extraviado en la espesura!
¡Gabriel amarrado a los torrentes!
¡Eugenio deshojado a la aventura!
¡Amaro, que un día solo con tu fusil partiste!
¡Os envidio, jóvenes vehementes,
a quienes no bastándoles los crepúsculos,
por mirar llamaradas
incendiaron su propia edad florida!

Yo, miserablemente
perdí mi juventud;
aguardando que cumplieras
la cita de los parques,
gasté los veloces años.
¡Oh cafés humosos donde fingí
leer los diarios de mi feroz melancolía!

Esperándote perdí la juventud
y me pesa.
Son las siete:
y estoy solo.

La lámpara

Como la lámpara olvidada
arde invisible en el día,
así mi corazón se ha consumido
sin que tú lo vieras.

Mas ya pasaron para ti las mieses,
y tardos los años,
yo sé que ahora
tus ojos buscan
las huellas bermejas de mi pasión.

Es tarde:
mi corazón calcinado
apenas soporta sus cenizas,
y aunque estás cercana,
y quiero llamarte
mudas están las hogueras
donde antaño ardieron
airadas voces tiernas.

Mi tristeza ya no puede
ni con el peso del rocío.

Es tarde:
la vida se nos gasta en actos vanos

Es tarde:
detrás de mis ojos ya no hay nadie.

La prisión

¡No puedes salir del jardín
donde mi amor te aprisiona!

Presa estás en mí.
Aunque rompas el vaso,
seguirá intacta
la columna perfecta del agua;
aunque no quieras siempre lucirás
esa corona invisible
que lleva toda mujer a la que un poeta amó.

Y cuando ya no creas en estas mentiras,
cuando borrado el rostro de nuestra pena,
ni tú misma encuentres tus ojos bellísimos
en la máscara que te preparan los años,
a la hora en que regatees en los mercados,
los jóvenes venados vendrán a tu Recuerdo
a beber agua.

Porque puede una mujer
rehusar el rocío encendido del más grande amor,
pero no puede salir del jardín
donde el amor la encerró.

¿Me oyes?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años,
no puedes huir:
yo soy las alas con que huyes de mí.

La sombra

Como el centinela
que en la agreste torre
lucha por no rendir los ojos al invencible sueño,
yo resisto al olvido.

Pero te me vuelves pequeña;
la lluvia moja
las calles de 1943;
la lluvia rompe
el cristal en que te guarda
mi juventud.

¡Miseria de los amantes
que locamente sueñan
eterna la eternidad!
El Día es de espuma,
niebla es la carne,
humo el ayer.

El país luciente
de nuestra juventud hermosa,
el tiempo asoló con sus ejércitos potentes.
Marcial acampó la herrumbre
donde ardió la rosa.

En la memoria sólo una calle queda
por donde caminas lentamente.
Ya casi no te miro,
y el moribundo sol, atardeciendo,
te torna cada día más pequeña.

Pero pasan los años,
y a medida que te vuelves más pequeña,
arrojas una sombra más larga.

Música lenta

Para que tú entres,
a veces de tristeza, el corazón se me abre.

Como una puerta tímida,
para que tú entres, el corazón se me abre.

Pero tú no vienes,
no vuelas más sobre los campos.

En vano mi corazón
a la ventana de su dolor se asoma.
Pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para allá.

Pasa la mañana y no viene la tarde.
Y el corazón se me cierra,
como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.

Nocturno salvadoreño

La noche era bellísima.
Yo te quería.
San Salvador brillaba entre las flores.
Yo te quería.
La Felicidad nunca tendrá tus ojos azules.
Yo te quería.
Dueña de los Crepúsculos.
Yo te quería.
Pastora de la Brisa.
Yo te quería.
Ruiseñor Malvado.
Yo te quería.
Espuma del Silencio.
Yo te quería.
Agua bajo los Puentes.
Yo te quería.
Olvida los cantos que te escribí.
Yo te quería.
Aun ahora, aunque sea tarde,
y una paloma ciega
vuele para siempre entre nosotros.

Adiós a las bandadas,
adiós al tesoro enterrado en tu infancia,
adiós a las Hadas porque las Hadas no existen.

Ya dije las cosas que dije.
Por las que callo ha de crecerme musgo en la voz.
Cuando termine de contar esta agonía,
otro hombre se levantará de esta mesa.

Tal vez él no recuerde.
¡Pero yo me acuerdo tanto!
¡Si supieras cuánto te recuerdo!

Si te gusta #Manuel_Scorza... Share on X

ACERCA DE MI ABOLENGO [Mi poema]
Tomás Segovia [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Acerca mi abolengo yo aquí juro
que todo lo que valgo, lo que tengo
lo debo a la existencia de un conjuro
que supo adivinar que en el futuro
habría de ser rey. Y aquí sostengo

que tal afirmación se fundamenta
en datos a priori cabalísticos
que en un juego de azar se representa
que indican cantaría las cuarenta.
incluso disputando a los erísticos*.

Que yo, predestinado, era el mesías
que al mundo iba a salvar cual se merece
y escrito está en las mismas profecías,
sacando del actual galimatías
librando de las penas que adolece.

No crean lo dijera una gitana
leyéndome las líneas de la mano,
y menos lo soñara una mañana
después de alguna noche de jarana
sufriendo los calores del verano

Que fruto fui de grandes ambiciones
y si hoy ya se han quedado en el camino,
motivo no ha de ser de discusiones.
Quizás en el conjuro haya razones
que hicieron trastocar después mi sino.
©onaciano bueno

Que iba para...pero se quedó en el camino? Share on X

*Erístico: que abusa del procedimiento dialéctico hasta el punto de convertirlo en vana disputa.

MI POETA SUGERIDOTomás Segovia

Canciones sin su música

Porque te voy a ver tal vez mañana
y porque aún palpita aunque dolido el tiempo
por un instante pacto con mi historia
puedo al fin dar tu rostro a este abandono
poner mi nombre a aquél que desangraste
llamar mi vida a este naufragio
saber que fue todo verdad tu amor
y fue tu desamor verdad del todo
eras tú quien me alzaba de la sombra
y hecha sombra impensable eras tú quien me hería
confieso que te quise salvadora o maligna
mi esplendor o mi muerte eran tu ministerio
y yo te amaba en todos tus poderes
todo lo supe fue ese abismo el que quise
y hoy todavía para mí ya no hay mañana
sino por la violencia con que espero
por mi bien o mi mal volver a verte
una vez más una sola vez más
siempre una sola siempre
una misma vez más.

Confesión

El día,
está tan bello
que no puede mentir:
comemos de su luz nuestro pan de verdad.

Su cuerpo se desciñe
y se tiende y se ofrece.
Esta dicha no engaña: nada quiere.

Di: ¿no es más fuerte
que nuestro amor altivo de la muerte
esta sencilla gracia equilibrada
que nada
ejerce?

Pero cuánto pavor,
violenta alma mediata,
te infunde todavía esa burlona voz
que a solas te susurra «estás salvada».

No, no,
tu destino ni ha muerto ni es tu esclavo.
Soberbia y Miedo, confesad:
la vida toda fue verdad.

Contra mi tacto evocador me afano…

Contra mi tacto evocador me afano.
Con los más duros y ásperos pertrechos
he trabajado hasta dejar deshechos
por el hierro los dedos de esta mano.

Los quiero embrutecer, pero es en vano;
en sus fibras más íntimas, maltrechos,
aún guardan la memoria de tus pechos,
su tibia paz, su peso soberano.

Ni violencias ni cóleras impiden
que fieles y calladas a porfía
mis manos sueñen siempre en su querencia,

ni mil heridas lograrán que olviden
que acariciaron largamente un día
la piel del esplendor y su opulencia.

Desnuda aún, te habías levantado…

Desnuda aún, te habías levantado
del lecho, y por los muslos te escurría,
viscoso y denso, tibio todavía,
mi semen de tu entrada derramado.

Encendida y dichosa, habías quedado
de pie en la media luz, y en tu sombría
silueta, bajo el sexo relucía
un brillo astral de mercurio exudado.

Miraba el tiempo absorto, en el espejo
de aquel instante, una figura suya
definitiva y simple como un nombre:

mi semen en tus muslos, su reflejo
de lava mía en luz de luna tuya
alba geológica en mujer y hombre.

Dicho a ciegas

Di si eran éstas las palabras
Míralas bien
Córtalas con cuidado
Y vamos a guardarlas
Sepultadas debajo de la casa
Tesoro rescatado
Devuelto al culto
Palabras guarecidas
Mantenidas en vida
Que de secreto se alimentan
Reverenciadas en su catacumba
Ocultas mientras dure afuera
la locura lasciva del lenguaje
Para sólo sacarlas
Cuando pisemos el silencio soberano
En la omnisciente noche de la afasia
Y antes de que la clave se nos borre
Mirarlas un instante en su esplendor
Carne verbal viviente en el silencio
Inmaculadas concepciones
Rompedoras del círculo vicioso
Otra vez mediadoras
Para que se hagan mutuos mediadores
Dos que dicen tú y yo
Antes de que la noche del amor los borre
Mas todo está fundado si al borrarse se hablan.

Dime mujer dónde escondes tu misterio…

(Para Luci Fernández de Alba, que se sorprendió)

Dime mujer dónde escondes tu misterio
mujer agua pesada volumen transparente
más secreta cuanto más te desnudas
cuál es la fuerza de tu esplendor inerme
tu deslumbrante armadura de belleza
dime no puedo ya con tantas armas
mujer sentada acostada abandonada
enséñame el reposo el sueño y el olvido
enséñame la lentitud del tiempo
mujer tú que convives con tu ominosa carne
como junto a un animal bueno y tranquilo
mujer desnuda frente al hombre armado
quita de mi cabeza este casco de ira
cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra
quítame este ropaje de fiebre que me asfixia
húndeme debilítame envenena mi perezosa sangre
mujer roca de la tribu desbandada
descíñeme estas mallas y cinturones de rigidez y miedo
con que me aterro y te aterro y nos separo
mujer oscura y húmeda pantano edénico
quiero tu ancha olorosa robusta sabiduría
quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios
que corren por tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne
quiero recuperar el peso y la rotundidad
quiero que me humedezcas me ablandes me afemines
para entender la feminidad la blandura húmeda del mundo
quiero apoyada la frente en tu regazo materno
traicionar al acerado ejército de los hombres
mujer cómplice única terrible hermana
dame la mano volvamos a inventar el mundo los dos solos
quiero no apartar nunca de ti los ojos
mujer estatua hecha de frutas paloma crecida
déjame siempre ver tu misteriosa presencia
tu mirada de ala y de seda y de lago negro
tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de una vez sin titubeos
tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío
y que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada
tu cuerpo pleno y uno todo iluminado de generosidad
mujer mendiga pródiga puerto del loco Ulises
no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa
tu palabra imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda
tu palabra certera de fulgurante ignorancia
la salvaje pureza de tu amor insensato
desvariado sin freno brutalizado enviciado
el gemido limpísimo de la ternura
la pensativa mirada de la prostitución
la clara verdad cruda
del amor que sorbe y devora y se alimenta
el invisible zarpazo de la adivinación
la aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos
la esponjosa maternidad terreno de raíces
mujer casa del doloroso vagabundo
dame a morder la fruta de la vida
la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado
déjame recostar mi frente aciaga
en tu grave regazo de paraíso boscoso
desnúdame apacíguame cúrame de esta culpa ácida
de no ser siempre armado sino sólo yo mismo.

El extranjero

No le toques los pechos Extranjero
A esta sombra con fiebre que esta noche
Anocheció tan hembra
Por los linderos de los residentes
Todo el verano es de ellos
Escúchalos dichosamente extraviados
Sin saber cómo hacer
Para entender bajo sus propias voces
Este lamento de la plenitud
Que tan claro se oye en tu silencio
Y tienes que vagar a solas
Por las quietas afueras de su fiesta
Y poner sólo ecos distantes
En tu ramo nocturno en la sombra cortado
Y bañarte tan solo en murmullos de espumas
No saben que su amo
Tiene en ti un siervo más
Que también el verano te devuelve un rato
Tu corazón con llaga
Nadie sabe aquí el nombre
De tu amor extranjero
Y tienes que alejarte al borde de la noche
A decirlo a sus muertos
Que duermen allá afuera y que piensan en ti
Tras sus pesados párpados cerrados.

El quemado

De la mañana a la tarde
me consumes, sol; me secas
con tu gran ojo sin alma;
pero así la noche al fin
halla en mí el duro carbón
que no podrá disolver,
y al corazón seco vuelve,
sombría y fresca, la savia
que blanca le sorbió el día.

En brazos de la noche

Está ya oscurecida la hermosura;
los árboles desnudos
se mecen en la sombra,
y un gran silencio vela suspendido.

En brazos de la noche
se guarda y perpetúa la promesa del día,
la prometida plenitud del día
que cumple en sólo prometerse
un don que nos inclina,
y nos fuerza, y nos basta.

De noche la hermosura a solas habla;
a solas en el aire solo
late oculto el ardor de su promesa
sin cesar renovada.

Y a través de la noche,
desde el oscuro fondo de su entraña,
nos guía y acompaña
heridos de esperanza, al nuevo día,

nuevamente a cumplir bajo el sol nuevo
su plenitud igual y suficiente
de prometida nuestra sin fin, siempre la misma.

En las fuentes

Quién desteje el amor
Ése es quien me desteje
No es nadie
El amor se deshace solo
Como la trenza del río
destrenzada en el mar
No estoy de amor tejido
Estoy tejido de tejerlo

De sacar de mis íngrimos telares
Este despótico trabajo
Eternamente abandonando
el fleco que se aleja
A la disipación y su bostezo idiota
Y sólo escapo de su horror
Recogiéndome todo sin recelo
En el lugar donde nace la trama.

Encarnaciones

Hundido el rostro en tu cabello, aspiro
el sofocante aliento de la noche
que allí estancado humea y flota como el sueño.
Todo el inmenso espacio pesadamente yace
sobre esta tibia tierra adormecida,
sobre el cuarto y el lecho y nuestros miembros,
y la casi secreta agitación
que mueve nuestros pechos.
No respiramos aire, respiramos silencio;
un gran silencio inmóvil
que cubre nuestra piel desnuda
como oscuros aceites.
Y de pronto,
siento que mi ternura me desborda y anega,
que también con la sombra te acaricio,
y te abrazo también con el espacio,
y te rozo los labios con el aire;
que toda esta solícita violencia
es también este vasto silencio conmovido
que arrojado de bruces encima de nosotros
se asoma a nuestro amor,
y lo recorre entero un estremecimiento,
sollozo cálido, ala del destino.

Entre los tibios muslos te palpita…

Entre los tibios muslos te palpita
un negro corazón febril y hendido
de remoto y sonámbulo latido
que entre oscuras raíces se suscita;

un corazón velludo que me invita,
más que el otro cordial y estremecido,
a entrar como en mi casa o en mi nido
hasta tocar el grito que te habita.

Cuando yaces desnuda toda, cuando
te abres de piernas ávida y temblando
y hasta tu fondo frente a mí te hiendes,

un corazón puedes abrir, y si entro
con la lengua en la entrada que me tiendes,
puedo besar tu corazón por dentro.

La música

A Alicia Urreta

No se ve por ningún lado la fuente de silencio
el estanque de sombra la secreta semilla de tiempo
de donde ella ha debido levantarse
sigilosa descalza alada
mujer blanca y desnuda con un antifaz negro
en su danza de suspiros jugando con el fuego
música silencio viviente tesoro de irónicas monedas puras
chorro de enigmas deslumbrantes surtidor de inquietud
música boca sellada diosa que nada dice
por qué me clavas en el alma este imposible
de qué me estás hablando
qué atávica locura quieres hacerme confesar
qué serpiente dormida quisieras despertarme
adónde me arrastras por este túnel en que has convertido el tiempo
no te rías no huyas deja de socavar la tierra bajo mis pies
adónde quieres precipitarme
música abismo luminoso insidioso amor
música vibración de la ausencia lluvia de heridas
lluvia de claros venenos
lluvia de mudas preguntas sin respuesta
por qué me encadenas así al latido del tiempo
ah insensata avasalladora soy tu esclavo sonámbulo
espérame déjame tocarte enloquezco de libertad
dónde tenía yo estas oscuras entrañas que me acaricias
dónde estaba mi pureza límpida como el rayo
y que recibo ahora de tus manos de agua
música radiante de confusión
mina de luz lenguaje que gravita y gira
lenguaje astral silencio al fin solar
lenguaje movedizo bandada de señas y de risas
sigue durando no te acabes vive
sigue sigue fundando este imperio de éter
no te mueras fuera de ti apenas toque el mundo
va a disiparse este bloque de bondad que ha hecho de mí tu amor
espera llama helada no te vayas
acaba de decir la última sílaba termina esa palabra
materialízate detente formula ya el enigma
qué dices qué decías
ah no me arrebates ya tan fugitivo este blanquísimo dolor…

La semana sin ti

Quisiera haber nacido de tu vientre,
haber vivido alguna vez dentro de ti,
desde que te conozco soy más huérfano.

¡Oh! gruta tierna,
rojo edén caluroso.
Qué alegría haber sido esa ceguera!

Quisiera que tu carne se acordara
de haberme aprisionado,
que cuando me miraras
algo se te encogiese en las entrañas,
que sintieras orgullo al recordar
la generosidad sin par con que tu carne
desanudaste para hacerme libre.

Por ti he empezado a descifrar
los signos de la vida,
de ti quisiera haberla recibido.

Lluvia estival

En la apartada noche ya sin nadie,
tibia, agitada, leve cae la lluvia,
sola para sí sola.

Íntima bailarina por la noche,
misteriosa, alocada,
gime allá, vuela, ahoga aquí una risa,
caprichosa musita, se interrumpe,
juguetona, inquietante,
viene y va, calla, desde lejos torna
con sonreídas lágrimas,
va a decir algo que en suspiro muere.

Y huyendo con susurros
y voces de sirena,
deja en el aire un mórbido perfume
de amor difunto en punzante recuerdo,

y en el alma el errático, incurable,
secreto amor de todas las derivas…

Miel, aceite

Una mancha de miel tiñe la luz
Al tocar la ciudad
Que aun dormida elabora

Desde aquí arriba
Se la ve desbordar
Sus ondas caldeadas
Hacia la falda donde el monte
Inicia su inocencia ociosa

Tumbadas y abrazadas en el tiempo
La ciudad y la luz
Sin cesar se digieren una a otra

Por fin entiendo que un verano
Tanto tiempo esperado ha vuelto así

El cielo y la babel mezclan sus aires

Bellamente viciada
La rubia luz espesa
Unta las coyunturas
A su nivel es donde el mundo es uno

Hundidos en su dulce aceite
Nos deslizamos fuera de su ligadura
Al nivel de una miel
Donde amor y cimiento
Giran uno en el otro sin fractura.

Si te gusta #Tomás Segovia Share on X

SI UN DÍA NO ME ENCUENTRAS [Mi poema]
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si un día no me encuentras, no me he ido,
dejé sin conectar la grabadora,
ya sabes que fui un niño consentido,
y un paso al frente dar nunca he sabido
y estoy en mala hora.

No quiero, no preguntes qué me pasa,
debiera responderte es mi problema,
la vida sin tu amor me sobrepasa,
preciso estar a solas en mi casa
aislado de la quema.

No quiero compasión, de mi te apiades,
tampoco que me ayudes me interesa,
pues, digo, tengo miedo a tus verdades
y tiemblo al recordar a falsedades,
tu labio cuando besa.

Mañana si amanece, si hay mañana,
y el duelo de penar se haya cansado
vendré a dejar abierta mi ventana
y ver si es que la espiga ya está grana,
o acaso, triste, la hoz ya la ha segado.
©donaciano bueno

Hay veces que la #esperanza se hace #eterna? Share on X

MI POETA SUGERIDOJuan Ruiz, Arcipreste de Hita

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera…

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por sonseguir unión con hembra placentera.

Si lo dijera yo, se podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.

Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compaña nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

Digo que más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
siempre que quiere y puede hacer esa locura.

Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.
[…]

Cántiga de los clérigos de Talavera

Allá por Talavera, a principios de abril,
llegadas son las cartas de Arzobispo don Gil,
en las cuales venía un mandato no vil
que, si a alguno agradó, pesó a más de dos mil.

Este pobre Arcipreste, que traía el mandado,
más lo hacía a disgusto, creo yo, que de grado.
Mandó juntar Cabildo; de prisa fue juntado,
¡pensaron que traía otro mejor recado!

Comenzó el Arcipreste a hablar y dijo así:
-«Si a vosotros apena, también me pesa a mí.
¡Pobre viejo mezquino! ¡En qué envejecí,
en ver lo que estoy viendo y en mirar lo que vi!»

Llorando de sus ojos comenzó esta razón:
Dijo: -«¡El Papa nos manda esta Constitución,
oS lo he de decir, sea mi gusto o no,
aunque por ello sufra de rabia el corazón.»

Las cartas recibidas eran de esta manera;
Que el cura o el casado, en toda Talavera,
no mantenga manceba, casada ni soltera:
el que la mantuviese, excomulgado era.

Con aquestas razones que el mandato decía
quedó muy quebrantada toda la clerecía;
algunos de los legos tomaron acedía.
Para tomar acuerdos juntáronse otro día.

Estando reunidos todos en la capilla,
levantóse el Deán a exponer su rencilla.
Dijo: -«Amigos, yo quiero que todos en cuadrilla
nos quejemos del Papa ante el Rey de Castilla.

»Aunque clérigos, somos vasallos naturales,
le servimos muy bien, fuimos siempre leales
demás lo sabe el Rey: todos somos carnales.
Se compadecerá de aquestos nuestros males.

»¿Dejar yo a Venturosa, la que conquisté antaño?
Dejándola yo a ella recibiera gran daño;
regalé de anticipo doce varas de paño
y aún, ¡por la mi corona!, anoche fue al baño.

»Antes renunciaría a toda mi prebenda
y a la mi dignidad y a toda la mi renta,
que consentir que sufra Venturosa esa afrenta.
Creo que muchos otros seguirán esta senda.»

Juró por los Apóstoles y por cuanto más vale,
con gran ahincamiento, así como Dios sabe,
con los ojos llorosos y con dolor muy grande:
-«Novis enim dimittere -exclamó – quoniam suave!-»

Habló en pos del Deán, de prisa, el Tesorero;
era, en aquella junta, cofrade justiciero.
Dijo: -«Amigos, si el caso llega a ser verdadero,
si vos esperáis mal, yo lo peor espero.

»Si de vuestro disgusto a mí mucho me pesa,
¡también me pesa el propio, a más del de Teresa!
Dejaré a Talavera, me marcharé a Oropesa,
antes que separarla de mí y de mi mesa.

»Pues nunca tan leal fue Blanca Flor a Flores,
ni vale más Tristán, con todos sus amores;
ella conoce el modo de calmar los ardores,
si de mí la separo, volverán los dolores.

»Como suele decirse: el perro, en trance angosto,
por el miedo a la muerte, al amo muerde el rostro;
isi cojo al Arzobispo en algún paso angosto,
tal vuelta le daría que no llegara a agosto!»

Habló después de aqueste, Chantre Sancho Muñoz.
Dijo: -«Aqueste Arzobispo, ¿qué tendrá contra nos?
Él quiere reprochamos lo que perdonó Dios;
por ello, en este escrito apelo, ¡avivad vos!

»Pues si yo tengo o tuve en casa una sirvienta,
no tiene el Arzobispo que verlo como afrenta;
que no es comadre mía ni tampoco parienta,
huérfana la crié; no hay nada en que yo mienta.

»Mantener a una huérfana es obra de piedad,
lo mismo que a viudas, ¡esto es mucha verdad!
Si el Arzobispo dice que es cosa de maldad,
¡abandonad las buenas y a las malas buscad!

»Don Gonzalo, Canónigo, según vengo observando,
de esas buenas alhajas ya se viene prendando;
las vecinas del barrio murmuran, comentando
que acoge a una de noche, contra lo que les mando.»

Pero no prolonguemos ya tanto las razones;
apelaron los clérigos, también los clerizones;
enviaron de prisa buenas apelaciones
y después acudieron a más procuraciones.

Elogio de la mujer chiquita

Quiero abreviar, señores, esta predicación
porque siempre gusté de pequeño sermón
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.

De quien mucho habla, ríen; quien mucho ríe es loco;
hay en la mujer chica amor grande y no poco.
Cambié grandes por chicas, mas las chicas no troco.
Quien da chica por grande se arrepiente del troco.

De que alabe a las chicas el Amor me hizo ruego;
que cante sus noblezas, voy a decirlas luego.
Loaré a las chiquitas, y lo tendréis por juego.
¡Son frías como nieve y arden más que el fuego!

Son heladas por fuera pero, en amor, ardientes;
en la cama solaz, placenteras, rientes,
en la casa, hacendosas, cuerdas y complacientes;
veréis más cualidades tan pronto paréis mientes.

En pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azúcar muy poco yace mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor,
pocas palabras bastan al buen entendedor.

Es muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez reconforta y calienta:
así, en mujer pequeña, cuando en amor consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.

Como en la chica rosa está mucho color,
Como en oro muy poco, gran precio y gran valor,
como en poco perfume yace muy buen olor,
así, mujer pequeña guarda muy gran amor.

Como rubí pequeño tiene mucha bondad,
color virtud y precio, nobleza y claridad,
así, la mujer chica tiene mucha beldad,
hermosura y donaire, amor y lealtad.

Chica es la calandria y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor;
la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor,
en amor es más dulce que azúcar y que flor.

Son aves pequeñuelas papagayo y orior,
pero cualquiera de ellas es dulce cantador;
gracioso pajarillo, preciado trinador,
como ellos es la dama pequeña con amor.

Para mujer Pequeña no hay comparación:
terrenal paraíso y gran consolación,
recreo y alegría, placer y bendición,
mejor es en la prueba que en la salutación.

Siempre quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!

En la cama muy loca, en la casa muy cuerda…

»En la cama muy loca, en la casa muy cuerd:
no olvides tal mujer, sus ventajas recuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda
y para ello hace falta mensajera no lerda.
[…]

Habla el amor…

»Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.

»Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.

»Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillos, no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.

»Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claros y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.

»La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos

»La su boca pequeña, así, de buena guisa,
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa;
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
[…]

Haz a la dama un día la vergüenza perder…

»Haz a la dama un día la vergüenza perder
pues esto es importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer
hace más diabluras de las que ha menester.

»Talante de mujeres ¿quién lo puede entender?
su maestría es mala, mucho su mal saber.
Cuando están encendidas y el mal quieren hacer
el alma y cuerpo y fama, todo echan a perder.

»Cuando el jugador pierde la vergüenza al tablero,
si el abrigo perdiere, jugará su braguero;
cuando la cantadora lanza el cantar primero
siempre los pies le bullen, mal acaba el pandero.

»Tejedor y coplera nunca tienen pies quedos,
en telar y en el baile siempre bullen los dedos;
‘la mujer sin pudor, ni aun por diez Toledos
dejaría de hacer sus antojos y enredos.

»No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

»Es cosa bien segura: molino andando gana
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer muy requerida anda siempre lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana.

»Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña;
si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña)
Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña.

»Antes del mes cumplido dijo él: -Señora mía,
a Flandes volo ir; regalos portaría.
Dijo ella: -Monseñor; escoged vos el día,
mas no olvidéis la casa ni la persona mía.

»Dijo don Pitas Payas: -Dueña de la hermosura,
yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cuelquier locura.
Contestó: Monseñor; haced vuestra mesura.

»Pintó bajo su ombligo un pequeño cordero
y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero;
estuvo allá dos años, no fue azar pasajero.
Cada mes a la dama parece un año entero.

»Hacía poco tiempo que ella estaba casada,
había con su esposo hecho poca morada;
un amigo tomó y estuvo acompañada,
deshízose el cordero, ya de él no queda nada.

»Cuando supo la dama que venía el pintor,
muy deprisa llamó a su nuevo amador;
dijo que le pintase, cual supiese mejor,
en aquel lugar mismo un cordero menor.

»Pero con la gran prisa pintó un señor carnero,
cumplido de cabeza, con todo un buen apero.
Luego, al siguiente día, vino allí un mensajero:
que ya don Pitas Payas llegaría ligero.

»Cuando al fin el pintor de Flandes fue venido,
su mujer, desdeñosa, fría le ha recibido:
cuando ya en su mansión con ella se ha metido,
la señal que pintara no ha echado en olvido.

»Dijo don Pitas Payas: -Madona, perdonad,
mostradme la figura y tengamos solaz.
-Monseñor -dijo ella-, vos mismo la mirad:
todo lo que quisieres hacet; hacedlo audaz.

»Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pinté corder y encuentro este manjar?

»Como en estas razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, monseñer?
¿Petit cordet; dos años, no se ha de hacer carner?
Si no tardaseis tanto aún sería cordel.

»Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.

»Alza Pedro la liebre, la saca del cubil,
mas, si no la persigue, es un cazador vil;
otro Pedro la sigue, la corre más sutil
y la toma: esto pasa a cazadores mil.

»Medita la mujer: -Otro Pedro es aqueste
más apuesto y osado, mejor amante es éste
comparado con él no vale el otro un feste,
con el nuevo iré yo, ¡Dios ayuda me preste!
[…]

Las ranas que demandaban un rey

Las ranas en un lago cantaban et jugaban,
cosa non las nucía, bien solteras andaban,
creyeron al diablo que de mal se pagaban,
pidieron Rey a Don Júpiter, mucho gelo rogaban.

Envióles Don Júpiter una viga de lagar,
la mayor quel pudo, cayó en ese lugar:
el grand golpe del fuste fizo las ranas callar,
mas vieron que no era Rey para las castigar.

Suben sobre la viga cuantas podían subir,
digeron: non es este Rey para lo nos servir:
pidieron Rey a Don Júpiter como lo solían pedir,
Don Júpiter con saña hóbolas de oír.

Envióles por su Rey cigueña mansillera,
cercaba todo el lago, ansí fas la ribera,
andando pico abierta como era venternera
de dos en dos las ranas comía bien ligera.

Querellando a Don Júpiter, dieron voces las ranas:
señor, señor, acórrenos, tú que matas et sanas,
el Rey que tú nos diste por nuestras voces vanas
danos muy malas tardes et peores mañanas.

Su vientre nos sotierra, su pico nos estraga,
de dos en dos nos come, nos abarca et nos traga:
señor, tú nos defiende, señor, tú ya nos paga,
danos la tu ayuda, tira de nos tu plaga.

Respondióles Don Júpiter: tened lo que pedistes
el Rey tan demandado por cuantas voces distes:
vengué vuestra locura, ca en poco tuvistes
ser libres et sin premia: reñid, pues lo quisistes.

Quien tiene lo quel’ cumple, con ello sea pagado,
quien puede ser suyo, non sea enagenado,
el que non toviere premia non quiera ser premiado,
libertad e soltura non es por oro comprado.

Muy villano sería y muy torpe payés…

Muy villano sería y muy torpe payés
si de la mujer noble hablase de través,
pues en mujer lozana, placentera y cortés
reside el bien del mundo y todo placer es.

Si, después de crear al hombre, Dios supiera
que la mujer sería su mal, no se la diera
creada de su carne y como compañera;
si para bien no fuera, tan noble no saliera.

Si no quisiese bien el hombre a la mujer
el Amor no podría tantos presos tener;
por muy santo o muy santa que se suponga ser
nadie sin compañía quiere permanecer.

Hay un refrán que afirma lo que yo os digo ahora:
Un ave, si está sola, ni bien canta ni llora;
el mástil, sin la vela, no puede ir toda hora;
va. la berza, con el agua de la noria, mejora.
[…]

Pasando yo una mañana…

Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-«Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?»

Contesté yo a sus preguntas:
-«Me voy para Sotos Albos»
Dijo: -«¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.»

Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -«¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.»

Díjele: -«¡Por Dios, vaquera,
no me estorbes la jornada!
deja libre la carrera;
para ti no traje nada.»
Me repuso: -«Entonces torna,
por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada.»

Y la Chata endiablada,
¡que San Julián la confunda!
arrojóme la cayada
y, volteando su honda,
dijo afinando el pedrero:
-«¡Por el Padre verdadero,
tú me pagas hoy la ronda!»

Nieve había, granizaba,
hablóme la Chata luego
y hablando me amenazaba:
-«¡Paga o ya verás el juego
Dije yo:-«¡Por Dios, hermosa,
deciros quiero una cosa,
pero sea Junto al fuego!»

-«Yo te llevaré a mi casa
y te mostraré el camino,
encenderé fuego y brasa
y te daré pan y vino.
Pero ¡a fe!, promete algo
y te tendré por hidalgo.
¡Buena mañana te vino!»

Yo, con miedo y arrecido,
le prometí un garnacha
y ofrecí, para el vestido,
un prendedor y una plancha.
Dijo: -«Yo doy más, amigo.
¡Anda acá, vente conmigo,
no tengas miedo a la escarcha!».

Cogióme fuerte la mano
y en su pescuezo la puso,
como algún zurrón liviano
llevóme la cuesta ayuso.
-«¡Desgraciado!, no te espantes,
que bien te daré que yantes
como es en la tierra uso.»

Me hizo entrar mucha aína
en su venta, con enhoto;
y me dio hoguera de encina,
mucho conejo de Soto,
buenas perdices asadas,
hogazas mal amasadas
y buena carne de choto.

De vino bueno un cuartero,
manteca de vacas, mucha,
mucho queso de ahumadero,
leche, natas y una trucha;
después me dijo: -«¡Hadeduro!,
comamos de este pan duro,
luego haremos una lucha.»

Cuando el tiempo fue pasando,
fuime desentumeciendo;
como me iba calentando
así me iba sonriendo.
Observóme la pastora;
dijo: –«Compañero, ahora
creo que voy entendiendo».

La vaqueriza, traviesa,
dijo: «Luchemos -un rato,
levántate ya, de priesa;
quítate de encima el hato» .
Por la muñeca me priso,
tuve que hacer cuanto quiso,
¡creo que me fue barato!

Sírvela, no te canses, sirviendo el amor crece…

»Sírvela, no te canses, sirviendo el amor crece;
homenaje bien hecho no muere ni perece,
si tarda, no se pierde; el amor no fallece
pues siempre el buen trabajo todas las cosas vence.

»Agradécele mucho cuanto ella por ti hiciere,
ensálza10 en más precio de lo que ello valiere
no te muestres tacaño en lo que te pidiere
ni seas porfiado contra lo que dijere.

»Busca muy a menudo a la que bien quisieres,
no tengas de ella miedo cuando tiempo tuvieres;
vergüenza no te embargue si con ella estuvieres:
perezoso no seas cuando la ocasión vieres.

»Si la mujer encuentra un haragán cobarde
dice luego entre dientes: -¡Fuera, que se hace tarde!
Si a una dama cortejas, tu ropón no te enfarde,
que tu vestido airoso haga del talle alarde.

»La pereza excesiva es miedo y cobardía,
pesadez y vileza, suciedad y astrosía;
por pereza perdieron muchos mi compañía,
por pereza se pierde mujer de gran valía.

Si te gusta #Juan_Ruiz,_Arcipreste_de_Hita... Share on X

EL DIAPASÓN [Mi poema]
Pere Quart [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Sube y baja y baja y sube
diapasón, el de mi mente,
que observando va el presente
pues recita en una nube.

Que le embarga el sentimiento
y va dando tropezones
pues no encuentra explicaciones
o se aplica mal el cuento.

Pide aquí perdón, lo siento,
y el que ordena no hace caso,
y él camina, por si acaso,
recostado en su lamento.

Dice, el mundo está mal hecho,
así fuera dios quien diga,
pues que escaso está de miga
y empachado de despecho.

No te afanes, no te esmeres
piensa, inútil, que eres masa,
formas parte de esa grasa,
de quien manda nada esperes.

Pues la miel no ha sido hecha
de algún asno para goce,
y es que a nadie se conoce
que se encienda si no hay mecha.

Que esa diosa, veleidad,
a unos canta las cuarenta
mientras que a otros incrementa
el placer con la maldad.

Y unos sueñan con tener
y otros hay que se lamentan
y otros, rácanos, que cuentan
lo que tienen en su haber.

Lo que tiene, que no tienen,
que pudiera haber tenido,
lo que fue mal invertido
que a escaseces no se avienen.

Pues los pobres, sabios, justos
esos siempre son la escoria
y estarán en la memoria
los que amañen y den sustos.

Un ardid hay que a ambos une
y es se dan golpes de pecho
por el pobre y su derecho
a la espera se vacune.

Según dicta el diapasón,
hombres son sin distinciones,
entonando sus lecciones
y bailando al mismo son.
©onaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Pere Quart

Christmas

Plantan un árbol sin raíces
en el living
y hacen que dé de golpe,
turrones de Fatjó
y un tren eléctrico.
El favorito
y el dulce monopolista
descuelgan una estrella
-así como suena-, si quieren,
para el hijo embrutecido
que verraquea.

Entonces, ya está visto:
hacer milagros no es cosa de santos
hoy en día.

Ni tampoco se extraña nadie
-ni siquiera la rancia doncella,
beatona refinada-
de que el Niño esté desnudo
en invierno y de noche.

Por los christmas a tres tintas
se entrampan los pobres.

Y con el pretexto de los Reyes
degollaremos a tantos Inocentes cual convenga.

No, no exagero.
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

Codicilo de poeta

Os lego, amigos, sencillamente,
los tres humildes quehaceres de siempre:
vivir (y comer) con decoro cada día;
si podéis, encauzar codicia y lujuria;
pensar ( creer o dudar )
en la certeza y las hipótesis
de la muerte de la carne
y la vida nueva del alma.

No hay nada más que hacer; y ya basta.
El resto es literatura.
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

El amor del hombre

Existe la lujuria sucia y poderosa
-e intermitente como las campanas-
que nos encadena y arrastra a ratos
desde la raíz del gran deseo -clavada
en el centro geométrico de la carne-
secretamente atado a las potencias
de lo que es nuestra alma
-llamada así para entendernos-,
la cual lo atiza, lo dirige, lo exalta;
y pone en juego, dispara,
desenfrenadamente ,
todos los humores viscosos,
toda la ponzoña de la concupiscencia.

Promete, ¡y promete tanto!, cada nueva vez.

Expelimos en tumulto una profunda fuerza.
Virtud atesorada en el silencio
y la ignorancia de los sistemas íntimos.

Al buen tuntún nos revolcamos,
jadeantes, babeantes,
imperiosos como césares,
perfectos robots de la lascivia,
sobre el campo y pretexto de tanta furia,
¡la mujer!
ánfora blanda de la voluptuosidad.

Niños frenéticos, perseguimos el goce
y lloramos de rabia si nos detienen
en la carrera.

Carrera que nos llevará a la triste,
vergonzosa inercia
y desencantada paz;
al fin fuente agotada
en la amargura.

No sé el porqué -¿quién lo sabe?- de esa agrura de boca,
de ese residuo mixto
de asco y derrota.
¿Por qué, si es la naturaleza purísima
de la propia bestia,
la ley enorme de la vida,
quien nos mueve cual el viento a las semillas?

¡Humildad, hermanos! Desengañémonos.
Por lo visto, así es el amor del hombre,
y todos somos hijos de lúbricos ejercicios.
No hagamos aspavientos, y disfracémoslos,
por dignidad meramente burguesa,
con delicados motivos humanitarios,
y con la literatura de los trémulos juramentos;
y, sobre todo, con mutuas ternuras
de corazón a corazón.

Pues, de hecho, estas costumbres
son milenarias.
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

Espero, sospecho, temo, quisiera

Espero que no me mire,
que no me vea.

Sospecho que está siempre,
que no falla,
que me tiene fichado,
que no hay escapatoria.

Temo que me amenace,
que me riña,
que me castigue,
o que me espíe,
y me siga.

Me desazonan los misterios
los oráculos,
los enigmas,
los dones, los privilegios,
los éxtasis.

Las ceremonias me desasosiegan:
el culto,
la nube sacra.

Y quisiera sentirlo y verlo
hablarle, entenderlo,
servirlo como un hombre
siempre.

Quisiera que me tomara de una vez
o que me mudase en hoja,
en cosa pura, estúpida
en silencio o aire,
en piedra,
en átomo,

de su reino total.

Quiero amor o calma.
(De «Vacaciones pagadas» 1985
Versión de José Batlló)

Hay cosas demasiado puras…

Hay cosas demasiado puras
para ser dichas
o simplemente pensadas.
Pero los poetas,
incontinentes, verbosos,
osan inquietar las zonas inefables
con escogidas palabras
al fin y al cabo estúpidas.

Y aún pretenden
ser los trujamanes
de la musa inservible
o de algún dios,
sobrante como todos.
¿O exprimen de sí mismos
quizá celestes zumos?
Menos mal que escasean los espejos,
ya que los poetas, en efecto,
son harto ridículos
en su jactancia.

Más valdría callar,
que todos callásemos.
Y entonces aprestar las grandes orejas
y aprender algo
de los lamentos, los zumbidos,
del cántico de la vida;
de los entrañados latidos
y los admirables -pese a todo-
silencios animales
del hombre,
casi imposible probatura.
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

Juego

Navego contracorriente.
Voy cuando los demás vuelven.

Antes de Pensar repienso.
Lloro y sonrío en silencio
y en soledad.

Busco el anillo que perdí
donde hay luz y bonanza.

Tutto ch’altrui aggrada me disgrada.

Cuando puedo discrepo.
Por ejemplo:
No digo «higo chumbo»
sino «nopal».

Y para perderme la vida
trabajo cada domingo.
Moribundo celebraré
-si me lo permite la familia
y el resto de los poderes-
mi natalicio.
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

La cita

Yo no me detendré; y tú camina
como si no nos conociésemos.
Las confusas voces y las difíciles señales
de la ciudad, me turban;
por los ojos de los demás
y por los espejos,
me descubre la muerte
y me hace preguntas.
Mujer, anda

al otro lado del carril
hay que emprender el descenso.
Sigue, entonces, el recodo.
Pasado el puente de piedra,
atajo arriba.
No tuerzas a mano izquierda
hasta que encuentres el recinto
plantado de cipreses vivos
y de cruces muertas.
Quizá yo te haya adelantado;
si no, espérame.
Y no sentada, de pie,
entera, vertical, no como los demás.

Nos cuadraría un cielo bien alto,
un mediodía despejado
por el viento de los grandes viajes.
La noche es harto piadosa.
Y con tantas estrellas ilusiona.

Mujer, la vida es moda, ya lo sabes.
Desde hoy se impone
la escondida manera de la desnudez
hacia la línea ósea
hasta el polvo primero y último.

Desprevenidos y decepcionados,
despidámonos y desmemoriémonos
con nulos gestos de mármol.
La gravedad es infalible.

¿Quién sabe, empero, si en la hora undécima
no nos plantarán las alas?
Jamás pretendí entender misterio alguno.
Abrumado de leyes supremas,
ignoro con tino mortal
y con avaricia.

Y ahora, mujer, camina.
(De Tierra de naufragios 1956
Versión de José Batlló)

Letanía

Para los niños
mentiras.
Para el amor
mentiras.
Para los amigos
mentiras.
Para los clientes
mentiras.

Mentiras gordas o finas,
firmes o tiernas -juramentos, besos-;
vivas -cual sangre fresca-;
sabias, agradecidas.
Trolas y patrañas.
Medias mentiras.

Y mentiras históricas
que hoy achacamos a los mentirosos bisabuelos.
Mentiras literarias
-en cada verso, dos mentiras-.
Mentiras metafísicas
-el ser y el tiempo ¡rediez !-.
Mentiras técnicas, científicas:
cifras que se vuelven máquinas
y máquinas que mienten
cual leyendas locas.

Y mentiras de fe,
que son la triste gran misericordia
del cielo para los sufrientes
y míseros de la tierra;
altas mentiras fabulosas
que un día, no sé cómo,
dicen, serán certezas
(gracias, Señor, por adelantado,
a cuenta sin garantías,
por si así fuese.
¡Amén, amén, Señor!
Señor, ¿oyes el grito?

¡Para que la muerte, al rematarnos, mienta!)
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

Plegaria de enero

(Rito occidental)

Sois los Tres, sois los Tres
Viajantes de Comercio.

El Rubio,
champán y capones del Prat.

El Negro,
perlas y abrigos de astracán.

El Blanco,
coches cromados y artefactos.

¡Salvad a la Cristiandad
del Infierno con magro balance!

Oremus…
(Rezaremos un padrevuestro
por los que yerran sus cuentas
y por su conversión
a la sagrada área del dólar.)
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

Salmo de las lágrimas

¡Para mí no vale!
¡No juego! ¡No contéis conmigo!
(Nadie te lo pide; no te han invitado.
Pecador de poco juicio y mal provecho,
la fiesta no es para ti.
¡Ni traje nupcial traes…! ¿Qué pretendes
y qué denotan tantos aspavientos?).

Mujer, no me beses: te contagiaré
la llaga de la boca, o la del corazón.
Echa adelante o te rezagarás.

Muy bien, me habéis dejado solo a la orilla del camino
Me gusta esta llovizna y este relente,
la noche que pasa como un leve duelo.
Así, de espaldas al fango, cara al cielo
siento que soy, muy desdichadamente,
un hombre, y que soy yo.

Amigos, no lo sabréis nunca
pero os amo a todos
sólo porque os parecéis a mí.

(¡Hoy, quizá tan sólo hoy,
estoy enamorado de mí mismo! ).
También al que me rechazaba por leproso.

Me llega la música que danzáis
al oscurecer, sosegadamente
(¡la edad, la grasa, la presión!);
debe ser en el claro, buen lugar,
de encinar de can Pedrell,
mientras los espliegos huelen de uno en uno
con la refrenada envidia de los humildes.

¡Humildes, ja ja! ¡También yo soy humilde!
(Más bien diría resentido).
La casita y el pequeño huerto no me tentaron;
tenía un caserón y un jardín;
sonreía como el orate que no sufre,
saciado inexplicablemente
entre hartos, y vecino miope
de los incontables rabiosos del puño
-enarbolada, mutilada cruz-;
la mala sangre, que llama a la sangre,
prójimo de nadie,
ángeles pestilentes y andrajosos del Dios
que adora el favorito de rodillas
cuatro segundos, desde hace diecisiete siglos,
y siempre, siempre bendecido
a diestro y siniestro por enjoyadas manos.
«¡Oh cerdos inverecundos!» -como decía aquél;
y añadía luego: « ¡Oh cerdos lascivos!».

Pero esto son monsergas, sin embargo,
superadas felizmente por el vividor
y por la patrona que rige como es debido
pupilas complacientes con los parroquianos.

Buen señorito, que tiene pensado
para un verano, quizá el próximo,
encerrarse con catorce más
y un levita retórico y avispado
ocho días en Vallsoma, aire de pinos
y cocina sana y abundante.

Pero no quiero juzgar, ¿tal vez me compete?

Me iré y me voy
cobarde como soy, y delicado, y yermo.

Y lloraré, solo, por mí,
deshechas lágrimas finales
mientras se acerca cojeando el olvido
o un retoñar con mejor cara, ¡oh, Dios!

Y si me sobran, lloraré por todos.
(De «Vacaciones pagadas» 1959
Versión de José Batlló)

Si te gusta #Pere_Quart... Share on X

LA VUELTA A CASA [Mi poema]
Carles Riba [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Hoy he vuelto a la playa y ésta sigue
igual que la dejé, con sus rumores,
la arena llena está de pobladores
y el agua a los bañistas les persigue
cual dios a pecadores.

Y me he vuelto a encontrar a la marea
que va como el amor y luego vuelve,
se pira, hace un regate y se revuelve,
se esfuma cual pavesa de una tea
o rompe y se disuelve.

Igual que el cefirillo de la brisa,
la brisa siempre arrastra algún lamento,
la historia de un naufragio, el sentimiento
de un hecho que provoca una sonrisa,
o el llanto en algún cuento.

Que mira más allá de allende mares,
y admite comprender ya nada espera,
andando en auto-stop la carretera
le indica que en el mus hoy juega a pares
así nada tuviera.

No debo de ocultar que me he sentido
gozoso chapoteando por la arena,
volviendo a recordar aquella pena
que me hizo abandonar un día el nido
y que hoy ya es mi condena.
©donaciano bueno

#Todo cambia y nada cambia? Share on X

MI POETA SUGERIDOCarles Riba

Canción en la calma muerta

¡Melancolía en calma!
¡Ni aire ni pena viva
para animar las velas
de este día sin islas!
El tiempo es sólo ámbito,
el ámbito es huida
de ojos hacia un allá;
sin llenar los vencía.
La hora viene sin ola,
queda sin agonía:
como muerta desnuda
que nuda y triste iba.
No tienen peso ni alas
palabras que diría:
que en aire un aire fueran
poco se sentiría.
La noche habrá venido,
y me apercibiría,
no por pasos contiguos
ni por guía que brilla,
sino por rodearme
así de mi salida,
cual si, de mi sobrando,
dejarme no querría:
de mí, con el destino
y nombres que no signan,
con la esperanza negra.
y la memoria a trizas.
(Versión de José Agustín Goytisolo)

Conjuraría…

Conjuraría, en súplica, a la noche
y con la noche a una tormenta ardiente:
grandes vientos que alteran los armoniosos lagos,
en dulzuras de umbría, cuernos de acoso huraño,
bruscas muertes de estrellas; y súbita, más tarde
una brillante aurora que te hablase
-conjuraría, suplicante, al cielo,
para llenar tus brazos abiertos.

Precisaría, mi mano en tu frente,
el habla de un lenguaje inexistente:
violines entre nácares de un marino silencio,
alondras sobre el mundo en su primer destello,
silabear de fuentes; y súbito, más tarde
tu nombre cotidiano despertarte
-como escolta sólo precisos,
amor, mis sueños ofrecidos.
(Versión de José Agustín Goytisolo)

Don del poema

¿A quién sino a ti diré
la hora llorada en la soledad invisible,
amor, donde crece y calla el ansia imposible,
donde es incierto el astro, nocturno el verde es,
donde sed de más sed hace el ansia imposible?

¡Me llamas, real amor vero!
Puedo huir: todo lazo arde en tu llama púrpura;
puedo morir: ¡el fruto me es dado en tu dulzura!
Pero resto en tu vida, nazco a lo que más quiero
desde el centro secreto de tu propia dulzura.

Vivo, y no por antiguos sueños,
amor, yo te traeré el inefable poema,
sino por la hora tuya, pura en su rama extrema,
o por pobres trabajos de mis manos empeño
por imitar la flor -¡oh inefable poema!
(Versión de José Agustín Goytisolo)

La noche quiso que fuésemos noche…

La noche quiso que fuésemos noche
también nosotros, térreos
como la sombra y como los animales
que vagan desnudos a la caza del deleite.
El aire, entre tu pecho y mi pecho,
se cargó de hondas sales;
corríamos en fuentes abismales;
inundábamos de luna islas de olvido.

Nuestra vida, pobre si la entendíamos
según la luz, se había expandido
en ardiente, oscura flor.

Todo en la Aventura cambiaba:
si me mirabas, no era yo;
si te reías, no eras impura.
(Versión de Rafael Santos)

Más allá

Como proa con ola,
como luz con el vidrio,
como amante y amada,
me encontraré contigo,
Esperanza, Esperanza,
tú adusta, yo firmísimo.

No sabré si es amor
o si una brava lucha;
si fasto o languidez.
Será la prueba pura,
Esperanza, Esperanza,
¡más allá, más ventura!
(Versión de José Agustín Goytisolo)

Por tres fulgores conocí el amor…

Por tres fulgores conocí el amor,
tres fulgores nocturnos:
por astros blancos, pecho abierto,
fucilar del ocaso mustio.

Que venida de lejos los brazos extendías,
¡cómo yacías en tu cuerpo que brillaba!
Te veía y tomaba fuera de nuestros días,
y eras cierta en la orilla de una oscura mar brava.

Por tres caminos encontré el amor ,
por tres se ha escabullido:
por astros reyes, por congoja,
por alba de oriente florido.
(Versión de José Agustín Goytisolo)

Segunda elegía de Bierville

¡Sunion! Te evocaré de lejos con un grito de alegría,
a ti y a tu sol leal, rey de la mar y el viento:
por tu recuerdo, que me eleva, feliz de sal exaltada,
con tu mármol absoluto, noble y antiguo yo como él.
¡Templo mutilado, desdeñoso de las otras columnas
que en el fondo de tu salto, bajo la ola risueña,
duermen la eternidad! Tú velas, blanco en la altura,
por el marinero, que por ti orienta su rumbo;
por el ebrio de tu nombre, que a través del desnudo carrascal
viene a buscarte, extremo como la certeza de los dioses;
por el exiliado que a través de oscuras arboledas te vislumbra
súbitamente, ¡oh preciso, oh fantasmal!, y conoce
por tu fuerza la fuerza que lo salva de los golpes de fortuna,
rico de lo que ha dado, y en su ruina tan puro.
(Versión de Ramón Gallart)

Tankas de las cuatro estaciones

Vastedades

2
Luz en el viento
y en un viaje el mundo.
¡Ah,juventud
dentro de esta mirada,
dentro de mi añoranza!

* * *

3
Celosa, el alba
ha robado a mi sueño
beso y garganta.
Tres rosas me esperaban:
he perdonado al día.

* * *

6
A la memoria
te acercas cual la luna.
¿Vives? ¿Has muerto?
Nunca podré saberlo:
ya no vienes al alba.

* * *

8
Qué enfurecidas
oigo correr las aguas
de nuestro amor,
si a ti voy por el débil
puente de una caricia!

* * *

15
Una hoja más
desiste de la rama;
siempre parece
mayor el jardincillo
y que ya nos olvida.

* * *

25
Toda la vida
veré cómo te alzaste
desde ti misma,
nuda y nueva como el alba
y veraz como un sueño.

* * *

30
Sobre el silencio
de un ruiseñor atónito
llora la lluvia
en la noche de frondas
y sobre mi añoranza.
Versión de José Agustín Goytisolo)

Tankas del recuerdo

41
Otra llamada,
no del bosque, hace pura
la umbría insomne.
Voy delante. ¿Me sigues?
No me vuelvo. ¿Me amas?

* * *

45
Siguiendo siempre
Las invisibles aves
de la esperanza,
¿hasta dónde se ha ido
esta vez, que no vuelve?

* * *

56
La noche, el día,
el sueño con sus sueños,
la pena, el gozo,
parece nos escondan
y mejor nos despierten.

* * *

62
¡Pura te siento
hecha de tantas voces,
patria, de tanta
esperanza que se alza
aún más que las banderas!
Versión de José Agustín Goytisolo)

Un amante grita el nombre

Dios pudo hacer abrirse el brote
de una rosa más, la más noble
en alba de una isla sin hombres;
por remoto cambio nocturno,
romper, entre un cielo y el suyo,
en sonrisa un astro, el más puro;
y en golfo secreto, acabar
con la dulzura del gran mar
en la ola que brilla más:
prefirió dijera un amante
un nombre, solo en triste calle,
de súbito el nombre inefable,
lo gritase al viento brutal
que hace temblar todo rosal,
la vela del que cruza el mar,
y que rosa la noche vuelve
al viandante sin albergue.
(Versión de José Agustín Goytisolo)

Si te gusta #Carles_Riba... Share on X

 

INDECENTE BUKOWSKI [Mi poema]
Eduardo Mitre [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Bukowski, mal hablado, él es un jeta,
un bicho que parió una mala madre,
llevando un sucio escuerzo en la bragueta,
que en eso de escribir se parapeta
soltando cuando caga algún desmadre.

Bukowski, él es obsceno y maloliente,
inmerso en un submundo putrefacto,
que intenta navegar contra corriente
haciéndole a su vientre que reviente
causando con su hedor mayor impacto.

Sus versos son detritus, son basura,
así que a él le lea mucha gente
que entiende de su estado de locura,
disfruta saboreando su amargura
haciendo de la mierda un referente.

Poesía es amor, es fantasía,
contrario a la bazofia. Que es el arte,
de soñar y sentir melancolía,
rezumando tristeza o la alegría,
mostrando ese pañuelo en que limpiarte.
©donaciano bueno

#Pregunto: acaso poesía es decir #burradas? Share on X

Más Bukowski.

MI POETA SUGERIDO: Eduardo Mitre

Enero

Querétaro es ahora el tiempo
donde encarnan
también nuestros cuerpos.

Atrás los días sin imagen,
las puertas, los espejos,
las máscaras falaces
que la ausencia ha disuelto.

Bajo el hondo sol de enero
han vuelto Aries y Sagitario
a sernos favorables.

Y es otra vez la dicha viajar junto a la luz
que salta entre las piedras y los árboles
e ir con ella
al encuentro del mar:
azul abierto de par en par
a la medida del deseo.
De «Líneas de Otoño»

Casi la dicha

a Martha Beatriz

En Hanover este crepúsculo de invierno.
tu denudez consumada:
brasa blanca en el lecho.
Y la mirada que vuelve a gozarla
en la penumbra del deseo.
En la ventana
la nieve extendida
como tú en el sueño
absorta
como mis ojos sobre la página.
Lejos:
el grito de los niños
que resbalan por la colina
y el silencio y el pino
plantados
como un solo cuerpo
en el aquí y el ahora
donde no falta sino
la palabra digna
de tanto don tanta gracia.

Con la lengua

Deseo escribir una loa
en honor de tu sexo:
Nido oculto entre la fronda
y las lomas de tu cuerpo.

Abro el Diccionario
de la Lengua Española.
Suavemente mis dedos
separan sus sabias hojas.

Leo, releo y, tras una pausa,
transcribo al pie de la letra:
Adufa: plancha, compuerta
para cortar el paso del agua.

Corola: segundo verticilo
de las flores completas…
Brasa: carbón encendido,
rojo por la total incandescencia…

Salto, chispeante, a la zeta:
Zaguán: espacio cubierto
situado dentro de una casa,
y que sirve de entrada a ella…
De «De Seca en Meca»

Deshora

polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo

La cercanía infranqueable entre sus cuerpos.
Un puente de miradas donde se cruzan
y se separan.
En sus labios:
un vaivén de palabras
o de silencios
-no la lenta fragua del beso.
No el hondo goce
ni la dicha tersa
de las desnudeces enlazadas:
sólo el roce eléctrico
de los muslos que se adivinan.

Sólo el asombro de conocerse
en la esquina
de los tardíos encuentros.

Y el sueño donde quizá se poseen
al lado
de otro cuerpo que duerme.

Y el carbón del deseo
que ha de volverse sin duda
puro diamante

al precio de no haber sido nunca
los dos el mismo leño
la húmeda llama
en el lecho
de esta única vida.
De «Líneas de Otoño»

Desde un puerto

Ese barco era un árbol
y ahora
el mar piadoso
en cada ola le borra
el recuerdo de un pájaro.
Así, en cada amante,
al indefenso ausente
-sin rumor ni sangre-
rasgo a rasgo
el tiempo borra.
El tiempo, y el mismo amor
que -ávido de ser-
hunde su memoria en otra piel
ya un cuerpo en otro inmola.

Olvidar es morir
y renacer otra persona.
De «Líneas de Otoño»

Epílogo

El olor que deja
en la piel la ausencia.

El sabor de un nombre
que quema la lengua.

El dolor que queda
en la mujer y el hombre.

Y el tiempo que cuelga
las cuatro estaciones.
De «Líneas de Otoño»

Escrito en blanco

Nieva esta nieve
como a veces se hablan
hombres y mujeres.
Continua
mente
instantánea
nieva por primera vez siempre
como se miran los que se aman.

Nieva como la única cosa
real que sucede.

Y corren los niños para tocarla
y tras ellos las palabras
frágiles como la nieve
pendiente
de una mirada.
De «Líneas de Otoño»

Escritura

Dejar caer una por una
todas las máscaras
hasta la soledad desnuda
frente al tiempo sin cara.

Buscar en el silencio
donde manan las palabras
su ofendida inocencia,
su vocación de alianza.

Fijar su gracia elocuente
como el fuego y el agua.
Y atravesarlas como un puente
en un cuerpo y un alma.
De «Líneas de Otoño»

Húmeda llama

1
Tu desnudez expuesta
entera
como el pan en la mesa.

2
Beso a beso,
caricia a caricia, se dora
al sol del deseo.

3
Llama que moja y quema,
llama que llama:
tu lengua.

4
Arqueros enardecidos
disparan sus flechas
los cinco sentidos.

5
Entre tus piernas el blanco:
carbón de sangre
corazón de la hoguera.

6
Doble latido y un solo ritmo.
Como la vida y la muerte
al principio.

7
Caracol del oído:
el oleaje de los suspiros
y la marea de los ayes
y los Dios mío.

8
La mirada se pierde.
Salivan las sílabas.
Las pupilas ascienden
hacia alta caída.

10
Memoria del vértigo:
hacia adentro el quejido
y tus ojos abiertos
enceguecidos.

11
Zumbido de abeja:
el silencio
de vuelta
sin haberse ido.

12
Te descubro a mi lado
todavía temblando
como recién rescatada
de un naufragio.
O de un incendio.

13
y tienen de nuevo sed
de nombrar los labios:
la almohada, tu cabellera,
una pared de ladrillos,
un trozo de cielo: tribus
con rumbo desconocido.

14
Cruzan el aire -ya quieto-
tu nombre y el mío.
A recordarnos han vuelto,
a recrearnos los mismos.

15
Sobre el tiempo intacto
nuestros cuerpos tendidos,
expuestos al vacío,
melancólicamente plenos.
De «Líneas de Otoño»

La ausente

Emigran los pájaros
pero se quedan
el árbol y el tiempo.

Tengo miedo.

Hay mucha trampa
y poca luz
en el recuerdo.

Tengo miedo.

Qué pena, amor,
que tu presencia
dependa tanto de tu cuerpo.
De «Líneas de Otoño»

Líneas de otoño

A Oscar Vega

1
Luz líquida de otoño:
en la copa de los árboles
beben los ojos.

2
No pasa el verano, no.
Arde, eso sí
y en mil ascuas.
(El otoño
es su húmeda llama).
Del verde
al amarillo
al rojo
arde como el alcohol,
como la vida de Rimbaud,
como el cuerpo
cambiante
de la pasión.

3
Pasa el viento
como siempre pasa en el otoño:
haciendo caer las hojas.
Y en cada rama brota
la transparencia del invierno.

4
Me observan curiosos
desde la misma rama
la ardilla y el tordo.

5
El cuarto de hotel.
En la ventana el jilguero
también de paso.

6
Lección del otoño:
¿asirse a la tierra
o desprenderse de todo?

7
Árboles desnudos:
hojas las alas
y los pájaros frutos.

8
Los versos de Wang Wei,
desgajo uno,
lo injerto y prende bien:
otoño corto: el crepúsculo.

9
Hormiguero de astros.
Sola
la luna
con fulgor prestado.
Pero no importa.
Ya lo dijo
Antonio Porcchia:
nadie -ni aun el sol-
es la luz de sí mismo.

10
El invierno a la puerta.
El vino. La amistad
de los amigos
distantes o muertos.
Digo sus nombres:
oigo sus voces.

11
Los niños de Somalia.
Muda se quedará la página
ya oscuras mi casa
si no salto a otra línea.

12
El fresno
silencio de pie
el silencio

13
Se agita -barca su cuerpo-
mi mujer dormida.
¿El viento en su sueño?

14
La luz de la lámpara.
El poema:
árbol de las palabras.
Contigo
hablarán del otoño
si tu voz las despierta
si las palpan tus ojos.

Los amantes

Oh noche amable más que la alborada
San Juan de la Cruz

Amable más que el alba:
la noche en la ventana.
En el cuarto la penumbra
como un ave que no acaba
de posarse o alzar vuelo.
Y ellos
sobre la sábana
en feroz y dulce duelo
buscando el centro
de su ceguera iluminada.
Ellos: dos cuerpos en uno
en jadeante ascenso
al vértigo mutuo
que los completa y desgarra.
Luego el sueño que los acoge
y guarda sus miradas
hasta que la espada del día
los arroja de nuevo
a calles repletas
de caras vacías
y niños hambrientos.
Y la luz que los ve alejarse
parpadea en el viento.

Para un adiós

Un abrazo y palabras entrecortadas
habrán dicho el adiós increíble.
Y entre tu cuerpo y el mío
manará sin cesar la distancia.

Como se apela a una hierba mágica
para sanar del mal de ausencia,
escribiré entonces estas líneas.

Y si el tiempo que une y que separa,
lo entrega un día a tu mirada,
léelo, mas no vuelvas la cara.

Hermosa y feliz en tu presente,
no cometas el error de Eurídice;
que yo, al recordar tu dulce voz,
cuidaré que me aten como Ulises.

Presencia

Ofrecía su silencio
como un vaso de agua.
Y al beberlo
se refrescaban las palabras.

Prólogo al presente

Abre los ojos. Despierta.
El Paraíso está aquí,
de vuelta.
Con todos y todo
en la luz pasajera.

Es (no hay otro) esta tierra:
mesa de encuentros,
cuna de ausencias.

El Paraíso está aquí,
a la espera. Abre tus ojos
que abren sus puertas.

Despierta. Está aquí.
No es la dicha.
Es la presencia.

Reencuentro

in memoriam
Marcelo Quiroga Santa Cruz

Entré en el bosque,
a su pleno corazón
de silencio y luz inmóvil.
Con voz queda dije
tu nombre y otros nombres
como quien escribe
en el aire
para memoria de los árboles.
Mas no movió ninguna hoja
el álamo ni el roble.
Ni una sola rama el sauce.
Igual de indiferentes
pasaron
(felices en su vuelo)
un mirlo y dos gorriones.
De pronto
el viento mago
sacudió nubes y follajes:
se encendió el relámpago
y entré en la lluvia
contigo y los ausentes.

Sonata

Ojos que descubren
la voz de las cosas.

Oídos que escuchan
el paso de las rosas.

Olfato que todo lo funde
en un solo aroma.

Lengua que añora
el sabor de otra.

Cuerpo la ausencia
que padece los cuatro

sentidos que la transportan.
Cuerpo que apenas goza.

Le falta el tacto.
Le sobra memoria.

Si te gusta #Eduardo_Mitre... Share on X