A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

HACIA EL ABISMO [Mi poema]
Juan Bautista Arriaza [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Debajo la pendiente está el vacío,
debajo del vacío ya no hay nada,
que allí no hace calor y no hace frío,
ni existe la verdad ni el desvarío,
ni da vergüenza estar, ni escalofrío,
ni hay suelo al que pegarle una patada.

No dejes que te vengan con sus cuentos,
que todo allí se acaba, se termina,
no existen tan siquiera ni excrementos,
desagües para heces, ni cimientos,
ni vientos hay, ni peces ni aspavientos,
oscuro no es el fondo de una mina.

La nada será nada, que no existe,
la vida se convierte allí en no-vida,
y a nada aquella nada se resiste,
no existe el alimento, no hay alpiste
ni nadie te pregunta a qué viniste
y aun menos te dará la bienvenida.

Translúcida barrera de acetato,
que abismo es un portón con una aldaba,
que indica se esfumó todo el boato
e inútil es que pases un mal rato
allí donde termina ya el contrato
pues sabes que acabó lo que se daba.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Juan Bautista Arriaza

¡Cuán triste vivir!

¡Cuán triste vivir!
Morir por la patria,
Vivir en cadenas
¡cuán triste vivir!
Morir por la patria,
¡qué bello morir!

Partamos al campo,
que es gloria el partir;
La trompa guerrera
nos llama a la lid:
La patria oprimida
con ayes sin fin
convoca a sus hijos,
sus ecos oíd.

¿Quién es el cobarde,
de sangre tan vil,
que en rabia no siente
sus penas hervir ?
¿Quién rinde sus sienes
a un yugo servil
viviendo entre esclavos,
odioso vivir ?

Placeres, halagos,
quedaos a servir
a pechos indignos
de honor varonil;
que el hierro es quien solo
sabrá redimir
de afrenta al que libre
juró ya vivir.

Adiós hijos tiernos
cual flores de abril;
adiós, dulce lecho
de esposa gentil:
Los brazos, que en llanto
bañáis al partir
sangrientos, con honra,
veréislos venir;
mas tiemble el tirano
del Ebro y del Rhin,
si un astro a los buenos
protege feliz.

Si el hado es adverso,
sabremos morir…
morir por Fernando
y eternos vivir.
Sabrá el suelo patrio
de rosas cubrir
los huesos del fuerte
que expire en la lid:
Mil ecos gloriosos
dirán: «Yace aquí
quien fue su divisa
triunfar o morir».

Vivir en cadenas,
¡Qué bello morir!

La guarida del amor

Amor, como se vio desnudo y ciego,
pasando entre las gentes mil sonrojos,
pensó en buscar unos hermosos ojos
donde vivir oculto y con sosiego.

¡Ay Silvia!, y vio los tuyos, vio aquel fuego
que rinde a tu beldad tantos despojos,
y hallando satisfechos sus antojos,
en ellos parte a refugiarse luego.

¡Qué extraño es ver ya tantos corazones
rendir, bien mío, los soberbios cuellos,
y el yugo recibir que tú les pones,

si a más de que esos ojos son tan bellos,
está todo el Amor con traiciones,
haciéndonos la guerra dentro de ellos!

Perdí mi corazón…

Perdí mi corazón -¿lo habéis hallado,
ninfas del valle en que penando vivo?-
ayer andando solo y pensativo,
suspirando mi amor por este prado.

Él huyó de mi pecho desolado
como el rayo veloz, y tan esquivo
que yo grité: «Detente, ¡oh fugitivo!»
y ya no lo vi más por ningún lado.

Si no lo conocéis, como en un ara
arde en él una hoguera, y cruda herida
por víctima de Silvia lo declara.

Dadlo, por vuestro bien, que esa homicida
lo hizo tan infeliz que donde para
mi corazón, ya no hay placer ni vida.

Recuerdos de amor

Suave sería el labio de mi musa
modular solitario sus congojas,
al son del agua y silbo de las hojas
de selva y río en variedad confusa;
tal vez allí la ilusa
copia de mis pesares,
en tan nuevos cantares
sanara que envidioso a mis recreos
el ruiseñor, en circulares giros
bajara y repitiera entre gorjeos
lo que yo le cantara entre suspiros.

La vi deidad, y me postré a adorarla,
y por volver el ídolo benigno,
la prosa olvido, y me dedico a hablarla
en el lenguaje de los dioses digno.
De entonces fue mi signo
pintar en mis canciones
sus dulces perfecciones;
¡y cuánto, oh cielos, su beldad me humilla!
que es a su lado mi elocuencia parca.
Un hilo de agua que en el campo brilla,
y el ancho mar que casi el mundo abarca.

Hijos mis versos, Silvia, de tus ojos,
cuando mi amor mirabas indecisa,
tras de mil que engendraron tus enojos
volaron mil nacidos de tu risa;
Oh, cómo se divisa
en unos aquel frío
de tu ingrato desvío,
y en otros un calor que al mismo exceda
con que el torno del eje diamantino
la gran masa del sol rápido rueda,
ardiendo en fervoroso remolino!

Tú los cantabas, Silvia, ¡en qué lugares!
¿Te acuerdas de la selva en que habitamos,
que remedaba el ruido de los mares
con el sordo susurro de sus ramos?
Muramos, ¡ay! muramos
de vergüenza y disgusto;
que aún en algún arbusto
se ve escrito que en todo el universo
fuerza no habrá que a separarnos baste;
y aún está allí tu letra, allí mi verso;
¿y dónde está la fe que me juraste?

Los sauces pintarán con elegancia,
bajo el imperio de los euros roncos,
en sus fugaces hojas tu inconstancia,
y mi tristeza en sus desnudos troncos;
destemplados y broncos
murmurarán los vientos
de aquellos juramentos
cuando desafiaste a aquella roca
a firmeza… ¡oh dolor! ¡y ahora es aquella
en la que sólo estampo yo mi boca,
porque sólo tu nombre encuentro en ella.

Tal lo dispuso irremisible el hado;
encubra el velo lúgubre y espeso
que oculta el porvenir, lo ya pasado.
Silvia, murió el amor; mas no por eso
te ofendas de que impreso
subsista en mi memoria;
que si hay alguna gloria
en conmover los bellos corazones
con dulces metros llenos de ternura,
y esto se diere a mí, serán lecciones
de tus gracias, tu fuego y tu hermosura.

Y como corren a la mar undosa
las claras aguas por el campo ameno,
a ti mis versos; bríndales, hermosa,
tu blanda mano y tu mirar sereno;
guárdalos en tu seno;
y al abrigo de aquellas
cimas del Pindo bellas,
verá, de aliento y no de furia escaso,
el monstruo vil que por morderlos lidia,
que no se oye en la cumbre del Parnaso
el ladrar de la cueva de la envidia.

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Jeymer Gamboa

Pensamientos del corredor de larga distancia

Después de que me fui de la casa,
esto fue hace unos diez años,
por alguna razón, si la hay,
mi papá comenzó a hacer una hora diaria de ejercicio.

Compró una bicicleta estática, caminadora de cinta, pesas
y ropa deportiva.

Luego salió a correr todas las mañanas y desde entonces,
en la oscuridad de la madrugada, se puede escuchar su trote
sobre las calles de grava del pueblo.

Este año empezó a competir en maratones
y ha convencido a algunos vecinos para que lo acompañen
a recorrer largas distancias.

En nuestras breves y esporádicas conversaciones telefónicas
a veces me cuenta entusiasmado de estas competencias:
un esbozo del paisaje que arrancan sus ojos mientras corre,
el tiempo realizado durante una carrera
o las dificultades que impone el clima y el terreno al corredor.

Ayer me dijo que entró a la meta  en el puesto 32
de la categoría veteranos en la media maratón de La Paz.

Una hora con treinta y siete minutos.

Después nos quedamos en silencio
y le dije que debía colgar.

Pensé en su silueta recortada por la luz del amanecer,
corriendo a paso firme por montañas azules,
en el sonido de su respiración en la brisa helada
como una canción de fondo para sus pensamientos

y se me ocurrió que sale a correr todas las mañanas
para acortar la distancia que hay entre nosotros.

Cuaderno de catequesis

Los sábados, a la una en punto,
nos sentábamos frente al tele
para ver un episodio de Sankuokai,
nuestro programa favorito de la vida.
Después, había que alistarse para ir a catequesis.
Botines bien embetunados, laca en el pelo
y camisas estilo western con bordados,
que era como nos vestían nuestros padres.
En el camino de casa al salón pastoral
con mi primo Wilson recreábamos
las peleas de Ayato y Ryu contra los Gavanas.
Eran simulacros de karate y superpoderes,
bajo la sombra de los porós y los nísperos,
por parte de unos vaqueros galácticos
que pronto harían la primera comunión.
Fernando, el carpintero del barrio,
era el encargado de enseñarnos todo
sobre los sagrados sacramentos.
Tenía fama de ser el hombre
más mentiroso del pueblo.
Todas esas enseñanzas de Jesús
para mí eran un verdadero calvario,
pero rebuscando un poco en la biblia
encontraba partes que me gustaban.
Eso de mirar los pájaros que no siembran
y los lirios que crecen sin cansarse.
Después de memorizar los mandamientos,
nos íbamos directo a la pulpería de Luz
donde comprábamos zarzaparrilla La Mundial,
tosteles y fichas para jugar futbolín.
Poníamos canciones de Michael Jackson en la rocola
y así terminábamos de gastar las tardes de los sábados.
Anochecía y regresaba a mi casita de madera
donde había un sagrado corazón de Jesús

POR LA BOCA MUERE EL PEZ [Mi poema]
Blanca Andreu [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Pensar, una tarea de buen gusto,
que un día no pensé y hoy me arrepiento.
Si hubiera yo ocultado lo que siento
me hubiera así evitado algún disgusto
y algún que otro esperpento.

Pensar ante de hablar es lo correcto,
que hay veces que se dice y no se piensa,
pensar, y no pensar en la dispensa,
haciendo trabajar al intelecto
obviando así la ofensa.

Soltar lo que se ocurre al buen tuntún,
tirando seguir piedras al tejado,
sintiéndose valiente o arrugado
logrando que murmuren al runrún,
ser libre de pecado.

Cuidado con las moscas. Ya se sabe,
mejor es que la boca esté cerrada.
Demuestra que no tienes una espada
tratando de sacarla y que se clave.
Mejor usar la azada.

Y es que hablar por hablar no trae a cuenta
-se entiende que la boca tiene sed-,
mas deja de saciarla de una vez
la boca de gusanos se alimenta,
por boca muere el pez.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Blanca Andreu

Amor mío, amor mío, mira mi boca de vitriolo…

Amor mío, amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.

Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habitan la palabra
Alejandría
ni escribir cartas para Rilke el poeta.
«De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall»1980

Así, en pretérito pluscuamperfecto y futuro absoluto…

Así, en pretérito pluscuamperfecto y futuro absoluto
voy hablando del trozo de universo que yo era,
de subcutáneas estrellas de sangre
cazadas por el ángel de la anemia
en el cielo arterial,
diciendo leucocitos del alba y rio de linfa,
o bien de lo que quise:
el ligero Mediterráneo,
la prohibición de envejecer,
la gavilla del sueño barbitúrico,
y sobre todo, sobre todas las cosas,
Mozart anfetamínico preámbulo de pájaros,
Mozart en ala y aeropuerto,
arco de violín principe o piloto: Mozart el Músico.
«De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall»1980

Cinco poemas para abdicar

Cinco poemas para abdicar,
para que sean un destello terrestre en mi tránsito
mientras el vaivén de mi cuerpo me dote de viejo sueño y tenga un altar adornado,
mientras mis ojos suspendan la aspersión del líquido más breve,
abandonen su aire lacustre y la ligereza de la lágrima cóncava en donde beben grullas
y otras zancudas con pie de bailarina,
mientras mis manos sean hangares en las salinas negras para aviones de turbios vuelos,
mientras el súcubo murciélago diga en mi oído espuma y diga oscuridad
en las marineras negras.

Cinco poemas para la marcha en el paisaje de sábana de hilo,
un páramo es encaje antepasado,
iniciales bordadas hace ya tres mil días
y alguna mancha de amor.

Cinco poemas como cinco frutos cifrados
o como cinco velas para la travesía:
el primero hacia aquella a la que nadie ve en la vaga velada del lago:
un resquicio de abril para Virginia, porque amó a las mujeres.

El segundo para mi amor:
sé bien que encima de mis heridas busco la alondra de tus heridas,
sé bien que encima de mis heridas una cigüeña pone sus huevos.
Encima de tus heridas las ramas de los nervios se han dormido
y ahora son alas, páginas, oleaje, seres verdes.

Encima de mis heridas yo descubro una tela desventurada y ocre,
rasgada de enemigos,
o una palabra emborrachada por el lacre.
Pero cuando me duerma
ya no te querré.

El tercero para la casa que cae y el álamo vihuela o jardín bello,
para el ángel que guarda a la lombriz,
para todo lo que es pueril o leve y que clava
submarinos anzuelos en los ojos adultos.

El tercero es para el corazón de la raíz
y para la cerrada tierra de los estambres,
para la lluvia seria de las siestas del norte,
mala como una institutriz.
Dile que no se meta en los salones
y los llene de gafas estrujadas.
Ay, dile que no espante los espejos de mirada niña.

Había tres balcones sangrantes,
había tres balcones como tres heridas incurables del muro,
había tres balcones y siete temblorosos escabeles.
Ay, dile que no asuste las palabras palomas,
que no deje que vayan batiendo un aire usado con
alas de cuchillo.
Las palabras apátridas de mi tercer poema
que no me muerdan las mejillas
y las sonatas que yo no toqué nunca, que no cesen,
ni el pequeño cuaderno de Ana Magdalena.
Yo no dije: ¡silencio!,
y ahora el réquiem se teje con seres y desastres consanguíneos.
Dejadme las hortensias vestidas de pupilas, con traje de mirada,
esa campana vegetal que ya no suena y llora un zumo epílogo,
y las magnolias catalejos,
y aquel sillar tan grande como el siglo más cíclope.
Yo no dije: ¡silencio!
pero me fui bebiendo vino de exilio en la boca de piedra,
bebiendo fermentado líquido migratorio,
los ramos de las tórtolas de agosto y el eco de la casa
que se cae.
Veo que no sobrevive el alma alta del muro,
la espuma voladora borracha de gaviotas,
el ángel que cuidaba la cucaracha de uva y la lombriz,
ni ningún pájaro como lágrima póstuma y celeste,
ni la resina tañendo su ámbar triste,
ni tampoco las malvas, las violentas, las verdes partituras.

El cuarto es para mi amor.
Amor mío,
sé bien que no te escupirá mi sueño y que tu cuello
no será sajado
por el filo último de mi sueño,
que no te insultará el hiriente corazón de mi sueño,
porque si duermo ya no te querré.
Sé bien que busco encima de mis heridas
el escorpión de oro de tus heridas.
Sé bien que encima de mis heridas sólo habita
la imagen encalada de mi muerte.
Y por eso voy a asesinar
con la virgen cuchilla barbitúrico
la muchedumbre de heroicos locos que entonan para mí
la pesadilla y el bostezo,
amor mío, sin asomar por la ventana
fuegos viejos, frescas cenizas,
familias errantes de soles.

Mi amor para la imagen encalada de mi muerte,
para la cal que se come a los niños,
para mi último caballo, oro, sobre asfalto celeste y el hule
astral de abril.
Sé bien que galoparé en negro
porque negro es el color de los sueños,
negras las manos de la intimidad,
y sin espuelas, y sin bridas,
porque las espuelas son el poder, la aberración,
estrellas de tijera y abismo.

El quinto para mi caballo,
para cuando ya estemos sucediendo
como dos estaciones
o dos días iguales.
«De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall»1980

Cinerario

a Marta

I
Ahora me pregunto qué sería de aquel fuego
y de su noche, la ceniza.

II
El fuego es dios de nada, dijo el poeta, es nada
aunque a veces sople por las chimeneas
un aire alemán.

III
Ahora me pregunto qué fue de aquellos fuegos
y de su norte, la ceniza.

IV
El fuego es dios de nada -dijo el poeta- es nada
y jamás se controla por educación
o cualquier otra
sino que obra
y porfía.

V
Ahora me pregunto que será de aquel fuego
y su sepulcro, la ceniza.
«Capitán Elphistone» 1988

Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve…

Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve,
cómo será así extraño,
cuando tú ya no estés,
la catedral del día,
el claustro que condensa la gran edad de la luz
y el carácter de las tormentas.

Amor mío, amor mío, tú sin día para ti,
enjambrado entre espejos y entre las cosas malas,
muerta la plata trascendental
y las ya antiguas anémonas de égloga,
muerta esta versión, que ahora oscuro, y declino, para leerla, más joven.

Amor mío de nunca, afiebrado y pacífico,
versos para el pequeño pulpo de la muerte,
versos para la muerte rara que hace la travesía de los teléfonos,
para mi mente debelada versos, para el circuito del violín,
para el circuito de la garza,
para el confín del sur, del sueño,
versos que no me asilen ni sean causa de vida,
que no me den la dulce serpiente umbilical
ni la sala glucosa del útero.
«El sueño oscuro» 1994

Dame la noche que no intercede…

Dame la noche que no intercede,
la noche migratoria con cifras de cigüeña,
con la grulla celeste y su alamar guerrero,
palafrén de la ola oscuridad.
Dame tu parentesco con una sombra de oro,
dame el mármol y su perfil
leve y ciervo,
como de estrofa antigua.

Dame mis manos degolladas por la noche que no intercede,
palafrén de las más altas mareas,
mis manos degolladas entre los altos cepos y las llamas lunares,
mis manos migratorias por el cielo de agosto.

Dame mis manos degolladas por el antiguo oficio de la infancia,
mis manos que sajaron el cuello de la noche,
el destello del sueño con metáforas verdes,
el vino blasonado que se quedó dormido.

Amor de los incendios y de la perfección,
amor entre la gracia y el crimen,
como medio cristal y media viña blanca,
como vena furtiva de paloma:
sangre de ciervo antiguo que perfume
las cerraduras de la muerte.
«De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall»1980

Desde Irak

Respóndeme, político, ¿por qué
quieres desfigurar la faz del mundo?
¿Por qué quieres cortar
las cabezas azules de mis templos?
¿Por qué quieres
salpicar con mi sangre
a tu pueblo inocente?
¿No sabes que si envías
la muerte a visitarme
volverá sobre ti, boomerang en retorno?
¿Por qué quieres
matar mi casa
romper mi niño
quemar mi perro?

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LIBRES E IGUALES [Mi poema]
Alberto Ángel Montoya [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Por mucho que haya fuerzas contrapuestas
yo sé que el mundo avanza,
no puedo precisar si la tardanza
pudiera ya tener las botas puestas
que a tanto no me alcanza.

Que avanza, eso es seguro, a su pesar
aunque haya zancadillas,
políticos que piensan en sus sillas,
y dejan poco a poco de sembrar,
o queman las semillas.

Seguro es que ese fiel de la balanza
padece de agujetas.
Quisiera no pensar que a hacer puñetas
un día han de lanzar su confianza
usando de mil tretas.

Pecado es ese afán de distinguirse,
sus aires provincianos,
barreras construyendo en los hermanos,
y a ser todos iguales resistirse
como hacen los cristianos.

Que un día ha de llegar, si nos movemos,
a fuer de ser cabales,
se dejen de clavar ya los puñales.
Y más pronto que tarde lograremos:
más libres ser, e iguales.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Alberto Ángel Montoya

Ana

He vuelto al puerto tropical que un día
miró el reposo de mi sed liviana
bajo la sombra de tus brazos. Ana,
tu boca era una fruta al medio día.

Después amor y estío en romería.
Viajes por hielo en el borgoña grana.
Y tras el vino, la caricia vana.
Mío el desdén y tuya la porfía.

Hoy de otro cuerpo mi placer se ufana.
Al «Café de los guamos» todavía
llega en vinos nocturnos la mañana.

Pero un dolor invade mi alegría:
no haberte amado cuando fuiste mía
y amarte ahora que te sé lejana.

Campo de caza

A la sombra del bosque de tu oscura melena
me acechaban tus ojos como lagos siniestros.
El fuego de tus labios orientó mi camino
porque perdí la ruta cándida de tus brazos.
Mi ruego era un anuncio de huellas bajo el alba.
Vislumbré enardecido las cumbres de tus senos,
y al sentir el efluvio de tus vírgenes frondas
azucé mis lebreles por tus flancos desnudos.
A su raudo galope de besos, se ofrecían
en una primavera de incógnitos asombros,
los núbiles senderos florecidos de nardos
y las cálidas grutas de capitosos musgos.
Iniciaron colinas y ganaron florestas.
Y al final, ya enervados por las rutas ansiosas,
alígeros cayeron sobre el valle de nieve
donde temblaba inquieta la gacela escondida.

Mujer,
-maravillosa selva donde yo me he perdido-
tú fuiste a mis instintos como un campo de caza.

Cena

Una historia de ayer traza tu fino
labio en carmín, y es hoy en tus ojeras.
Y hay un collar de olvidos y de esperas
si se yergue tu cuello alabastrino.
Las orquídeas ensayan tu destino
en un haz de fugaces primaveras,
y se curvan tu labio y tus ojeras
a la vez sobre el llanto y sobre el vino.
Pero no lloras. Elegante y ducha
en el amor, sonríes a la pena.
Un llanto oculto con tu risa lucha,
y así bebes y ríes. Mas la cena
es ya el recuerdo de otra cena. Escucha:
son los «Cuentos de los bosques de Viena».

Cita

Cómo era de hermoso el albo cuello
al quitarte la marta cibelina.
Cómo era la espalda de divina.
Cómo el hombro en su albor era de bello.

Emuló con sus uñas el destello
del diamante nupcial tu mano fina,
y cayó con la marta cibelina
tu pudor a mis manos desde el cuello.

Te cercaban batistas y pecados
y a un tiempo con tu veste descendía
mi caricia inicial por tus collados.

La tarde aún en tu diamante ardía,
pero al vagar por tus oscuros prados
la noche negra comenzó en tu umbría.

Dos mujeres

Agua amarga de un mar cuya ribera
era el párpado azul. Qué cielo ido
de ese mar a otro mar, entristecido
de lágrimas también y azul ojera.

Yo las amé a las dos. La una era
triste y frágil y pálida de olvido.
Y la otra… ¿la otra?… hubiera sido
-si sido hubiese- igual a la primera.

¿Qué misterio de amor será este vano
ambicionar el fruto no caído,
cuando se tiene el fruto entre la mano?

Y soñar en un cielo descendido,
soñándolo lejano, y tan cercano
de una mar a otra mar el cielo ido.

El alba inútil

A los labios del hombre taciturno, la aurora
trajo un ebrio recuerdo de olvidados cantares.
El alba en las pupilas noctámbulas había
sorprendido la angustia de las viejas saudades.
En los círculos hondos de las mustias ojeras
se azulaba un exceso de veladas sensuales.
Vertió el vino de Francia en la copa vibrante.
-La noche prolongaban los grises cortinajes-.
Miró la flor marchita
de su frac un instante,
y evocó vagamente:
Casi estaba desnuda
en la fiebre del baile.
El breve seno apenas
velaban los encajes.
Oprimía la espalda
la caricia insinuante
que vagaba furtiva
de deseos. El talle
cedía entre su brazo
como un junco ondulante.
Después… aun más desnuda
la tuvo que en el vals,
y pensó vagamente:
Flor y mujer, vosotras
sólo duráis un baile.
-En la mano brillaba la heráldica sortija
herencia antigua y noble de un tiempo inmemorable.
Trémula entre los dedos fatigados, la copa
despertó una añoranza de mujeres fugaces-.
* * *
Las lámparas habían develado la alcoba.
El alba subrayaba de luz los ventanales.
Las severas efigies de los antepasados
miraban desde el fondo de remotas edades.
Con un grito argentado de dagas, la panoplia
al nieto recordaba las glorias ancestrales.
Dejó la copa exhausta
sobre la mesa grave.
Descorrió silencioso
los grises cortinajes,
y pensó vagamente:
¿Y de todo qué resta
tras el sensual alarde?
Sólo una flor marchita
en la seda del traje.
-En las manos del hombre taciturno, la aurora
palideció una huella de victorias cobardes-.

El beso

Un pebetero erótica fragancia
de ámbar y nardo en el salón deslíe,
al par que en bronce un sátiro sonríe
impregnando de mal toda la estancia.

Verde malva es el traje, y tu elegancia,
porque a su encanto mi pasión confíe,
mientras las copas un efebo escancia,
perversamente en el diván se engríe.

Súbito el vino tu fervor desmaya
en un rictus de amor. Mi mano ensaya
buscar el seno repulido y breve.

Y cuando tú revives de la ignota
languidez pasional, mancha una gota
de sangre tibia tu mentón de nieve

El retorno

Fue tan grande y amargo mi despecho,
y fue tu angustia en el adiós tan poca,
que al recordar la herida de tu boca
soñé con otra igual para mi pecho.

Mas hoy depongo mi rencor. Sospecho
que acaso loco yo, tú también loca,
el mal que así nuestro dolor provoca
uno al otro, a la vez, nos lo hemos hecho.

Prueba la copa y el dorado vino
ofréceme en tus labios. Adivino
que idéntica a esa flor presa en tu broche,

sumisa al ruego del amor serás.
Cómo eres tú, lo comprendí esta noche.
Cómo soy yo, tú nunca lo sabrás.

El rito

He hallado un rito antiguo, dolor, para que oficie
tu orgullo su venganza.
Asiática molicie
sobre cojines blandos. Mágico sueño de opio.
Edén imaginario que a la tristeza engañas,
colores imposibles y figuras extrañas
como si fueran vistos en un caleidoscopio.

No saber de los odios, envidias y rencores.
Creer estar tendido sobre un tapiz de flores.
Dejar de ser, o acaso ser todo y no ser nada.

Oh sueño que simulas roce de manos de hada
sobre los ojos puestas. El mundo qué pequeño.
Qué corta la existencia para vivir un sueño.

Frágil entre una nube de túnicas flotantes
pasa un desfile eterno de cuerpos insinuantes
que yo jamás amé.

Y todo en un pesado silencio de nirvana,
mientras que, suavemente, de la mesita enana
se difunde el aroma de las tazas de té.

Y ella lejos, muy lejos. Tan lejos, tan lejana,
que fue un milagro el lecho con ella esta mañana.

Ella

Ella está aquí, presente en la distancia
que separa su nombre de mi oído
y está aquí en el espacio estremecido
que hay entre mi recuerdo y su fragancia.

Ella se fue, y aún yerra por mi estancia
su nombre en su perfume diluido,
que por marcarle un límite al olvido
se hizo nombre y perfume la distancia.

Ella está aquí, presente en el abismo
de su ausencia en aroma. En el amargo
acento de su nombre en mi mutismo.

Que de tan corto amor, dolor tan largo,
sólo es nombre y perfume… Y sin embargo
yo pude acompañarla hasta mí mismo.

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LA TARDE VA CAYENDO [Mi poema]
Enrique Azcoaga [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La tarde va cayendo sumida en su pereza,
las hojas rebotando sobre el firme enfermizo,
-recuerdo hoy esa tarde sufriendo aquel hechizo-
en medio del susurro de un aura que bosteza.

Pudiera ser el mar dechado de inquietudes,
ignoro si las olas arrastran las verdades,
si en campos de amapolas nacen las vanidades,
o si cuando se abonan renacen las virtudes.

El sol y el firmamento despiertan mis sentidos,
fisgando en las colinas con su halo de misterio,
sujetos a sospechas, llorando el cautiverio
causantes de la pena por sueños prohibidos.

La sombra aligerada pintando va su nombre,
detrás de las colinas, allá en la lejanía,
la tarde va muriendo con su melancolía
se va tocando el cielo, despacio ya se esconde.
©donaciano bueno
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MI POETA SUGERIDOEnrique Azcoaga

Alegre novia mía, cuando llegas…

Alegre novia mía, cuando llegas
se llena el corazón de mariposas,
de puras narraciones jubilosas,
del fondo de los ojos que me entregas.

Mirándote en la fama de mis ciegas
canciones preferidas las rebosas,
llenando mi lamento con las rosas
recientes del amor que me revelas.

¡Qué tuya queda el alma cuando siente
crecer tu corazón! ¡Qué mía la pura
cosecha de tu encanto recatado!

¡Qué luz cuando dispones tiernamente
las tierras sin labrar de la amargura!
¡Qué gozo estar completo y conquistado!

Con gozo de alfarero te he entrañado…

Con gozo de alfarero te he entrañado
mujer, que sólo un barro preferido
busqué entre mis amores sin olvido
por ver de revelarme en lo encontrado.

Cantando mi dolor habla anhelado
sosiego a mi pesar, mas no el rendido
tributo de tus cuencas, ni el cumplido
prodigio que mi angustia ha superado.

No sabe el corazón si la hermosura
cautiva de unos ojos le han labrado,
si preso fue o señor en el empeño.

Se goza con saber que la ternura
naciente de tus ojos ha cantado,
el noble verde eterno de su sueño.

El mar y tú…

El mar y tú. Tu dicha con su duro
lento verter de espumas rescatadas.
El mar y tú: mis playas frecuentadas
por este afán de mar en que perduro.

El mar me trae el ayer. Tú mi maduro
presente enamorado. Tú enlazadas
la dicha y la congoja. El mar trenzadas
la gloria y la agonía de ser puro.

Tengo en ti, amor, la prueba de este canto
que pena como el mar; que su alegría
logra para vivir en tu pureza.

Tu espuma y él. Tu risa y su quebranto.
Que amor sin mar y mar sin agonía
no son cimas logradas de grandeza.

El verde almendro en flor de tu mirada…

El verde almendro en flor de tu mirada
en flor de gozo y luz cambia la muerta
balada de la dicha recubierta
por nuestra mejor sangre fracasada.

Ganándose en su paz desentrañada,
contenta paz suprema, orilla cierta,
descubre el corazón su descubierta
fragancia por la pena marchitada.

Me das amor, las cifras encendidas
que cuentan con las rosas del camino
naciente de una ley toda ella aurora.

Me das mi corazón, y en tus crecidas
llamadas cotidianas, el destino
secreto de la fuente creadora.

Llegada

Llegado marzo, esposa,
no sosiega la tierra.
El corazón avanza
nutrido por el gozo.
La dicha que marcea
como una gota fértil,
quiera colmar de anhelo
la clara sed del valle.

Llegado marzo, esposa,
los pulsos como fuentes
saltan, y salta el río,
y salta en la verdura
un latido sembrado
por la lluvia en los muertos,
que confían en marzo
como en la prima vera.

Llegado marzo, esposa,
se desmuere la tierra.
Cigüeñas a la vida
convocan, sin llamada.
Nada tiende hacia dentro.
¡Entreabren las ventanas!…
El almendro esperanza
y anuncia la ventura.

Llegado marzo, esposa,
la vida se hace novia,
don la existencia y dulce
promesa lo que tiembla.
¡Siento el hijo posible
como la encina siente
su rama fresca, y frutos
la parra reavivada!

Llegado marzo, esposa,
te quiero prometida;
te ensueño fértil, fresca
como ¡a hierba nueva;
dispuesta, madre, marzo,
colmo de mis afanes,
con prisa esposa, esposa
de campo hecho presagio.

Me canta el corazón como le canta…

Me canta el corazón como le canta
la savia fiel al árbol florecido;
me canta porque llego al presentido
cendal de tu ternura. No quebranta

la angustia mi canción, que nada espanta
a un corazón que canta prometido.
Me canta el corazón como invadido
de la tibieza fresca que te encanta.

Turba mi ser la alondra de tu vida
y el llanto arrepentido cae a tierra,
pues soy una congoja hecha armonía.

Me canta en las entrañas la encendida
balada de la dicha y se destierra
la niebla que hace al alma compañía.

Mujer

Mujer, mujer, espacio de mi vuelo!
¡Criatura eternamente merecida!…
¡Búscame más, adéntrate en mi vida
como en la tierra el mar, como el desvelo!

Trata de perseguirme, brinda el cielo
concreto de tus manos a mi herida;
no incumplas por frecuencia la rendida
costumbre de avivar mi desconsuelo.

En todo instante piensa que la pura
verdad de mi destino siempre quiere
lograrse en la bahía de tus ojos.

¡Que no tengo otro mar que la ternura!
¡Que el alma como gloria te prefiere!
¡Qué por tu luz son brasas mis despojos!

¡Otra vez Dios!

¡Otra vez Dios!… De nuevo la mañana.
De nuevo su pureza conseguida.
De nuevo en mi tarea, la encendida
propuesta de una estrofa soberana.

Florece el corazón. Cunde la sana
canción de lo que nace. Todo olvida.
La luz cae sobre el alma esclarecida
y el alma la acrecienta en su campana.

Naciendo está el amor, ¡oh dulce instante!
Posible es la bondad, Dios es posible…
La muerte y el dolor, mudos despojos.

Hay un silencio nuevo. Una fragante
promesa de ventura preferible…
Sólo recuerdo el valle de tus ojos.

Tengo un amor tan hecho, tan sentido…

Tengo un amor tan hecho, tan sentido,
que pesa como un cuerpo recordado;
es sombra, apenas sombra; es un delgado
consuelo día a día comprendido.

A veces cuando llego a estar vencido
yergue lo que hay en mí desamparado;
a veces, cuando vivo desolado
siembra su ley -¡revuelo!- en mi tejido.

Y es fresco, y es naciente, y me acompaña
-tal una edad distinta- procurando
ser ángel de mi sed, cielo, ventura.

Quiere que mariposa sea mi entraña;
y cuando voy gimiendo él va cantando
para debilitarme la amargura.

Una palabra busca mi desvelo…

Una palabra busca mi desvelo,
tan pura como el llanto amanecido,
tan joven como un ciervo perseguido,
tan honda, flor de flores, como el cielo.

Una graciosa salve cuyo vuelo
celebre, mayo ileso, tu rendido
sosiego; una palabra sin olvido
que nombre de rodillas tu consuelo.

Un pájaro encendido, una balada,
una canción fragante, una armonía
naciente cual tu brisa salvadora.

¡Tan pura como es limpia tu mirada!
¡Tan joven como nace tu alegría!
¡Tan honda como el alma creadora!

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DEL NOMBRE Y SUS CIRCUNSTANCIAS [Mi poema]
Antonio Alvarez de Garmendia [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

Espero alguien me crea, no sabía
que me llamara Antonio. Que a los años,
-debiera de pasar mil desengaños-,
y al verlo en los papeles sentiría
ser fuente con dos caños.

Pues yo siempre fui Dona o bien Donita
que así me bautizaran Donaciano,
y acaba como acaba ciudadano
que acude cada día aquí a su cita
invierno sea o verano.

Y puestos a elegir yo con mi nombre
a fuer de ser sincero estoy contento,
Antonio es más normal, lo sé, lo siento,
mas quiero a Donaciano, no se asombre,
me agarre al sufrimiento.

Y así me quedo pancho, tan campante
-aplíquese que el roce hace al cariño-
si escucho Antonio a alguno me constriño,
si en cambio Donaciano voy p’alante
recuerda que fui un niño.

Después de todo sé, no me echen culpas,
no tuve voz ni voto en la elección,
así como en los padres. posición,
y aún menos el lugar, pido disculpas.
No insistan que no tengo explicación.
©donaciano bueno

Tener un nombre raro tiene más #ventajas o #inconvenientes? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Antonio Alvarez de Garmendia

Yo soy la realidad

Yo soy la realidad,
el centro del circulo
y todas las partes del cuadrado,
soy lo que ves y más.

Cuando me miras
te estas mirando.
No hay espacio entre los dos,
somos unidad.

No necesito conocerte
para sentirte,
no necesito conocerte
para amarte.

Cada dolor del mundo
es mio,
cada sonrisa del mundo
te la doy a ti.

Somo los dos lados
de la misma moneda,
no necesitas conocer
para saber.

No olvidamos el lenguaje
del silencio
donde todo es unidad
y seremos universos.

Para la Nación de Pueblos Nativos Americanos.
Con respeto,
con amor,..

Poema número ocho.

Dedicado a mi amigo y familia José Oqueli
de Tacoa (Honduras Atlántica).

Nada desaparece
completamente.
Somos parte
de universos que vibran.

Somos ondas
suaves, abruptas y esquivas,
todas diferentes,
magníficas y únicas.

Lo que se fue,
deja lo que queda
y lo que queda
es parte de lo que será.

Somos pura esencia,
todo nos afecta,
la piel no existe,..
Cierra los ojos y vuela.

Sexto poema.

Recién levantado
miro el mundo,
todo es oscuridad
y luz.

Cada vida que sufre
preciosa es,
porque en ella se demuestra
la compasión humana.

Y es el concepto de Dios
y es el concepto de la revolución,
porque, ¿para que sirve la vida,
sino para aliviar el dolor?

Sino es para amar,
sino es para cuidar
y para cooperar,..
para ser Humanidad.

Poema tercero.

En la soledad,
cuando llegan
todos mis miedos,..
Mi corazón reza.

Mi ser
posa la cara en el suelo
y lloran lágrimas,
que bebe la tierra.

En ese momento
todo gira y está quieto,
Las estrellas bailan
bajo la luz del sol.

Recuerdo
todo
y a todos.

Solo puedo llorar,
Solo puedo lamentar el dolor ajeno
y suplico perdón.
Y la paz llega.

Conectado
dentro de mi
con algo
que no soy yo.

¿Quien eres?
La respuesta la tengo yo.
Eres lo único y absoluto.
Lo único.

Para encontrar el poema

Para encontrar el poema
no sirven los caminos,
solo vale notar en las venas
como la sangre brota
igual que flores de lirio.

Que nada sacian,
que nada entienden,
que nada buscan
y utilizan el llanto
para hacer
más fuertes sus raíces.

El poema disfruta
del filo del abismo,
del inestable equilibrio
que separa el todo de la nada
y cuando caemos,
la poesía nos toca,
nos mata y nos salva
de la vida vacía
donde está la existencia.

Allí está la poesía,
dónde nadie la alcanza,..

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LOS PECADILLOS [Mi poema]
Manuel José Leonardo Arce Leal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Cuando yo era pequeño, los pecadillos,
por mi mente rondaban siempre al acecho.
Me enfrentaba a mi dando golpes de pecho,
-que a mi lado jugaban otros chiquillos-,
mientras yo preguntaba ¿qué es lo que has hecho?

Pues pecadillos eran, nunca pecados,
que con pecados se iba recto al infierno,
no estaba preparado, que era muy tierno,
para hacer que mis huesos fueran asados
entre azufre y pavesas con mi cuaderno.

Y es que era un inocente que me creía
lo que algunos adultos me reprochaban,
al tiempo que observaba que se burlaban
al verme que, impotente, tanto sufría
candoroso, creyendo que en serio hablaban.

Y hoy escucho que dicen que los pecados
ni existen ni existieron, que son mentira,
quisiera denunciarlos, me entra la ira.
Si un día por quien puede son perdonados
pensaré que es un loco o es que él delira.
©donaciano bueno

#Dichosos pecados. Pues no los sufrí yo de niño? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Manuel José Leonardo Arce Leal

Décimas

Manso remanso del río.
Estrella en el cocotero.
Tanta paz cabe en enero
para tanto dolor mío.
Tanto color. Tanto frío.
Cocotero con su estrella.
Camino con tanta huella.
El río con su remanso.
La hamaca con su descanso.
Y yo, aquí, solo, sin ella.
* * *
Pasaste como cantando
aquella semana aciaga.
Tú me curaste una llaga
que se me abrió no sé cuándo.
Ya me estaba acostumbrando
al calor de tu cintura,
a tu caliente ternura
y a tu modo de besar.
Pero te empecé a olvidar
con dolor y sin premura.
* * *
No sé qué casualidad
te trae hoya mi recuerdo.
Pero te busco y me pierdo
y sigo en mi soledad.
Sé que es una necedad
querer volver a la infancia
como es, en última instancia,
algo tan torpe y tan fútil
llamarte, porque es inútil:
ya te tragó la distancia.

Epigrama para Antonio

Es famosa la méntula de Antonio
por su tamaño, en todo desmedido.

Mas, mientras él la luce por las termas,
su mujer me murmura en el oído:
-prefiero tu pequeño gladiador
al gigante dormido

Epigrama para Casia

Conmigo, en el amor, mi dulce Casia
es más que Cicerón en la tribuna:
conoce los secretos de la cama,
es entusiasta y única.

Mas su torpe marido
la olvidó y sólo busca cortesanas de puerto.

Qué sabio fue quien dijo
que no es la margarita para el cerdo.

Epigrama para Fedra

Sin saber que de Lesbos practicabas
los rituales extraños,
un día gris, inadvertidamente,
puse un beso en tus labios.

Hoy sonrío en la calle y me pregunto
-tras aquel desencanto-:
¿no sienten algo al verme tus amigas,
las que indirectamente yo he besado?

Hola

Tú, que vienes caminando
desde el fondo de mi vida;
que traes como bandera
la música de tu risa;
tú que en tus ojos escondes
lo que mi alma necesita;
tú, que en mi pecho has vivido
por años como dormida
y hoy me despiertas de golpe
hasta que no da cabida
mi pequeño corazón
para esta explosión de dicha.
Eres el río al que quise
ponerle diques un día.
Hoy que subió tu corriente
ya no hay diques que resistan.
En la casa de mi pecho,
en mi sueño y mi vigilia,
en las calles de mis manos,
en la ciudad de mis días,
en la patria de mis pasos
y en el país de mi vida
ven, entra y manda: es tu reino,
tu victoria, tu conquista.

Masacre en el dormitorio

Estábamos tranquilos,
dulces y agradecidos
con nuestras simples vísceras que nos dieron pretexto
para satisfacerlas.
Y estábamos haciéndolo
contentos.

Y he aquí que de pronto,
sin previo aviso
y sin pedir permiso, todos ellos
han venido a meterse en nuestra propia cama,
aquí,
entre nuestras sábanas,
y ponen los zapatos en la almohada
-donde pusiste el sueño-
y amenazan quebrar la cabecera que me costó serruchos y martillo.
No nos dejan estar,
nos registran los pelos de las ingles en busca del pecado,
sacan el código y el dedeté,
la indagación y los escapularios.
Yo no sé
ni me importa
si es que tienen derecho.
Me consta, nada más, que me son antipáticos,
que me molestan como las agruras
y los soporto sólo por ver si los alejo.

Son un tropel de gansos metidos en la cama,
graznan y ensucian todo con sus patas palmípedas,
amenazan con picos y miradas
y me parece que te me acobardan.

Lo único que quiero es besarte completa,
y poderme acostar sobre tu vientre
y saberte feliz de estar conmigo.

Amarte sin sofisma ni retórica.

Llenar los dos desnudos nuestra cama.
Creo que es suficiente.

No sé qué hacer con todos estos molestos pajarracos.
Miedo de que te lleven.
De que no nos permitan terminar nuestro abrazo.
Nos están estorbando.
No sé cómo espantarlos.

Creo que ahora mismo me sacaré los ojos.

Paisaje

Igual que las antenas de los televisores
tiendo a veces mis brazos para captar tu imagen.
Frío árbol de aluminio,
Y voy por la ciudad buscándote,
llamándote,
auscultando uno a uno los canales del viento.
Se me llenan los ojos de anuncios y señales,
de violencias ajenas, de misterios vulgares.
Pero tú no apareces.
Igual que las antenas de los televisores
tiendo mis fríos brazos de aluminio
en todas direcciones
para ver si te encuentro.
Abro mi pecho acústico para oír tus palabras
que lleguen por mis brazos
al corazón sonoro.
Pero tu voz no llega.
¿Dónde estás?
¿Por dónde pasa el río tembloroso de tu imagen?
¿Dónde estás?
No te encuentro. No capto
tu huella de luciérnagas.
Y me quedo en la noche
igual que las antenas de los televisores,
con mis rígidos brazos como árbol de aluminio.

Quinto

Nada de ésto es así.
Esta no es nuestra tierra.
Ni ésta ni cualquier otra ni el agua.
Yo soy un desterrado.
Todavía mi espalda tiene dolor de alas.
Nunca podré aprender a tocar las monedas:
Se palpan
se acarician,
se toman fieramente,
¿o se les busca algo?
Yo soy un desterrado,
un extranjero,
un intruso que se halla entre nosotros
con un martillo absurdo entre las manos
y un impulso distinto
que me lleva
por camino contrario.
No soy de aquí.
No sé de dónde vine.
Y no sé a dónde voy.
No me gusta.
Nada de ésto me gusta.
Me irritan vuestras caras de organismo.
Me molestan estas vuestras palabras que ahora uso.
Nada de esto me gusta.
¡Quién me obliga a necesitar de esto que no me gusta?

Mirad,
vengo a deciros,
¡pero no!
¡Qué nos importa!
Yo no soy de los vuestros.
Todavía mi espalda tiene dolor de alas.
Y vuestras rabadillas tienen dolor de colas.
Yo fui un ángel, primero;
después, fui un gran silencio
y un día seré Dios.
Vosotros fuisteis micos
y seguís siendo micos.
Después seréis gusanos y excremento.
¡Os excomulgo de mi credo limpio!
¡Os destierro del cosmos que sostengo!
¡Os clausuro la entrada de la vida que vivo!
¡Os expulso de todo!
Y sin embargo sigo entre vosotros,
y usando las palabras de vosotros,
y usando las palabras de vosotros.
Compartiendo temores y miserias
hambre, muerte, cansacio-
que no van con mis alas.
Yo soy un desterrado.

¡Pero algún día volveré a mi reino!

Retrato de la ciudad

Aguja de una iglesia que se eleva
con esa clara unción de la plegaria.
Árbol con golondrina necesaria.
Parque: almendro que músicas renueva.

Ansiedad de un crepúsculo que lleva
los tintes de una sangre temeraria.
Calles con rectitudes de araucaria.
Sudor, contra-quejidos en la gleba.

Heroica por la sangre de sus manes,
por su pecho de ardiente fumarola
y su raza de auténticos titanes.

Santa Ana es una flor en su corola
con pétalos de cerros y volcanes.
Santa Ana, para mí, se llama Lola…

Retrato de pie

Base de tu figura es tu pie breve
y porque en él se inicia tu estatura
lo encuentro de principio en tu figura,
como el agua es principio de la nieve.

Se me interna en alma su blancura
su peso musical de alondra leve:
en tu huella permíteme que lleve
el cimiento inicial de tu estructura.

Amalgama del iris y la cera.
Alpha, comienzo de tu recorrido.
Armonía perfecta de la espera.

La actitud de tu pie -como dormido-
llenándome de luz me desespera
y un beso se me escapa en su sentido…

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LA TOMASA Y LA RAMONA [Mi poema]
Carlos Barral [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(Ovillejos)

¿Quiénes se muestran perversos?
los versos.
¿Quien hay que de mi se mofa?
la estrofa.
¿Quién sabe lo que me pasa?
la guasa.
Que responda la Tomasa
pues yo nunca lo he sabido
por qué de mí se han reído
los versos, la estrofa a guasa.

Maldito sea el ovillejo,
¡pendejo!
Por qué me ignora y resiste
y triste,
a mi pesar me abandona,
burlona.
Que responda la Ramona
que dice que ella es más lista,
mas no harán que aquí desista
pendejo, triste, burlona.
©Donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOCarlos Barral

Baño de doméstica

Entonces arrojaba
piedrecillas al agua jabonosa,
veía disolverse
la violada rúbrica de espuma,
bogar las islas y juntarse, envueltas
en un olor cordial o como un tibio
recuerdo de su risa.

¿Cuántas veces pudo ocurrir
lo que parece ahora tan extraño?
Debió de ser en tardes señaladas,
a la hora del sol,
cuando sestea la disciplina.

En seguida volvía
crujiendo en su uniforme almidonado
y miraba muy seria al habitante
que aún le sonreía
del otro lado de la tela metálica.

Vaciaba el barreño
sobre la grava del jardín.
Burbujas
en la velluda piel de los geranios…

Su espléndido desnudo,
al que las ramas rendían homenaje,
admitiré que sea
nada más que un recuerdo esteticista.
Pero me gustaría ser más joven
para poder imaginar
(pensando en la inminencia de otra cosa)
que era el vigor del pueblo soberano.

Baño en cueros

Haberlo vivamente deseado y verlas
pisar el agua que la luna enturbia
y estarlas a mirar; los cuerpos blancos
romper la sombra del metal luciente
-desnudo universal, desnudo hasta la muerte-
y quedarse indeciso, en pie, en lo oscuro,
como un viejo marino sospechando un tiempo
súbitamente aventuroso, y, luego,
olvidando los restos de la cena triste
con guitarra y golletes salivosos,
entrar a carga de animal entero
llamado por el agua o por los cuerpos.

Corre hasta el filo castrador del frío,
agua como de espadas.
Las estatuas
se ablandan entre risas, en la espuma.

Exterior del gato

Ser el gato,
hacer un esfuerzo y ser el gato
transitorio del alba y en la cumbre
del mundo transitado, y presumible.

Ser por fuera del gato todo el gato posible
después del atigrado resplandor de la noche
última y la pasmada contracción felina.
Comenzar en el zinc al borde de las uñas,
en el cielo que escurre el canalón vacío
y en la flor espectral que crece entre las rejas.

El gato que despierta paso a paso las viejas
miserables espaldas de fábrica baldada
y el aire algodonoso de las ramas al suelo
y la tierra afeitada del muro hasta el camino
y hasta el bidón sonoro que su peso estremece.

Ser gato por fuera y tan cabal. Parece
que el mundo quepa dentro de esta pausa ondulada
precisa como un astro, que te llama
y a quien no negarás el pararte desnuda
donde nadie hubiera imaginado

aurora sobre el muro desconchado,
alba rosada sobre el gris de un gato,
con las puntas nocturnas de los pechos
apuntando a esos hombres cavilosos
que llegan tan despacio, pisando en las afueras.

Fósiles

Sumérjase el alma un instante
en el árido mar del deseo
y surja falaz de su espuma
tu efigie de bronce
*
Agite la brisa a su soplo
tus negros y sueltos cabellos
y envuelta en su halago
la bruma de tu cuerpo.
*
Al blanco cuenco de tus blandas manos,
febril apoyo de mi ardiente frente,
al brillo rojo de tus labios finos
dulce caricia de mi boca torpe,
siempre soñada.

Tú que derramas sobre tu frente un bucle,
al inclinarse triste la cabeza,
tú, que amedrentas en tus ojos negros
la melancólica luz y el dulce brillo
la que en el cuello dilatas un sollozo,
y en los labios humedeces un suspiro.
*
Sincronía de suspiros blandos,
sabrosa de salobre, teñida de resol,
moldeada en la morena carne
de la virgen del arpegio dulce
y pastoral.
(1942)

Gato ecuestre

¿Cuál de los dos, mi tigre, a quién celebran
las aristas de polvo, las lanzas habitadas
que destellan ventanas insurgentes
en la noche solemne de la proclamación?

¿A quién miran los ojos en la hierba peinada?
¿Para quién la sonrisa aduladora
en las sombras secretas del square
o la memoria hambrienta de los niños?

¿Cuál de los dos exhibe, cuál somete?
¿O acaso lo admirable es ser el bicho
extraordinario que muestra a quien lo doma
y esclaviza la zarpa civil que lo sujeta?

Pues por si acaso fuera en tu homenaje
baila.

Yérguete sobre los cuartos poderosos
la dorada testera propón a las estrellas,
enarca la ancha mano
y queda inmóvil.

Hombre en el mar (fragmento)

II
Y tú, amor mío, ¿agradeces conmigo
las generosas ocasiones que la mar
nos deparaba de estar juntos? ¿Tú te acuerdas,
casi en el tacto, como yo,
de la caricia intranquila entre dos maniobras,
del temblor de tus pechos
en la camisa abierta cara al viento?

Y de las tardes sosegadas,
cuando la vela débil como un moribundo
nos devolvía a casa muy despacio…
Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado hermosa.

El azul de la tarde,
los húmedos violetas que oscurecían el aire
se abrían
y volvían a cerrarse tras nosotros
como la puerta de una habitación
por la que no nos hubiéramos
atrevido a preguntar.
Y casi
nos bastaba un ligero contacto,
un distraído cogerte por los hombros
y sentir tu cabeza abandonada,
mientras alrededor se hacía triste
y allá en tierra, en la penumbra
parpadeaban las primeras luces.

Kvinorgarden* (Predio de las mujeres)

Bien, llévame si quieres al jardín de la Reina;
veré el verde maltrecho por las nieves tardías
y el furuoso brotar de las flores salvajes
y los tallos turgentes que quieren ser mordidos
y a Pomona en la cumbre carmín de una avenida,
con cuervos en los hombros, y una excedra sin nadie.

Mas dime si habrá gente, si habrá por los caminos
altos viejos sin sombra y niños relucientes,
si músicos ociosos con grandes volantines
y amantes de domingo, y si muchachas
tendidas en la yerba, discretamente a solas
con este sol extraño de dedos tan ligeros.

Porque ante todo vine para ver si los cuerpos
eran como los cuentan.
Si los pezones puros como puntas de pica
y los muslos morosos como fiesta
campestre desde el alba,
y la espalda de concha iridiscente
y altas las nalgas como en los sueños,
ríos
de piel resuelta, mansa vía
de gentes que no penan por sus formas
de animales enhiestos y lampiños,
y comparan su vello anaranjado
y aprecian lo distinto y que se ríen
del paisaje menudo de los pliegues
inguinales,
tan blando y tan exacto,
y se ungen la piel unos a otros
y se acarician con los abedules.

Dime si es cierto y di si podré verlo
y si podré ocultar mis gestos sin despacio
y no sospecharán que les espío
ni habrán de sentir miedo de mis ojos abiertos
llenos de blancas sombras y rincones obscuros

Y si me sonriesen, di, ¿qué haría?
con las manos tenaces, envaradas,
sin ni siquiera un libro en que enterrar los dedos.

Di si debo aceptar el trébol que me ofrezcan
vulgar y de tres hojas, como en los campos míos.
* Un imaginario parque estocolmés.

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AL HAMBRE NO HAY PAN DURO [Mi poema]
Aurelio Arturo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que ayer salí a la calle y no llovía,
pensé, quizás ya el cielo se ha secado,
dudé si era verdad pues percibía
que el mismo se tornaba algo nublado.

Después miré al vecino y sonreía,
aquel que siempre estaba enfurruñado,
llegué hasta sospechar si no veía
aquello que veía. Anonadado

seguí, o eso creí, dando bandazos,
debiendo de admitir que era feliz,
ocurre si no sientes los codazos,
te encuentras como en nido la perdiz.

Oí que en una radio se decía
del hambre una vacuna han descubierto
y en eso desperté. Vi no tenía
paraguas y que estaba el cielo abierto.

Tampoco vi al vecino que allí había,
la vida no es tan cruel como parece,
que a veces te da saltos de alegría
y otras hay que te rasca pues te escuece.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Aurelio Arturo

Madrigales

I
Déjame ya ocultarme en tu recuerdo inmenso,
que me toca y me ciñe como una niebla amante;
y que la tibia tierra de tu carne me añore,
oh isla de alas rosadas, plegadas dulcemente.

Y estos versos fugaces que tal vez fueron besos,
y polen de florestas en futuros sin tiempo,
ya son como reflejos de lunas y de olvidos,
estos versos que digo, sin decir, a tu oído.

II
Llámame en la hondonada de tus sueños más dulces,
llámame con tus cielos, con tus nocturnos firmamentos,
llámame con tus noches desgarradas al fondo
por esa ala inmensa de imposible blancura.

Llámame en el collado, llámame en la llanura
y en el viento y la nieve, la aurora y el poniente,
llámame con tu voz, que es esa flor que sube
mientras a tierra caen llorándola sus pétalos.

III
No es para ti que, al fin, estas líneas escribo
en la página azul de este cielo nostálgico
como el viejo lamento del viento en el postigo
del día más floral entre los días idos.

Una palabra vuelve, pero no es tu palabra,
aunque fuera tu aliento que repite mi nombre,
sino mi boca húmeda de tus besos perdidos,
sino tus labios vivos en los míos, furtivos.

Y vuelve, cada siempre, entre el follaje alterno
de días y de noches, de soles y sombrías
estrellas repetidas, vuelve como el celaje
y su bandada quieta, veloz y sin fatiga.

No es para ti este canto que fulge de tus lágrimas,
no para ti este verso de melodías oscuras,
sino que entre mis manos tu temblor aún persiste
y en él, el fuego eterno de nuestras horas

Morada del sur

I
En las noches mestizas que subían de la hierba,
jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes,
estremecían la tierra con su casco de bronce.
Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro.

Después, de entre grandes hojas, salía lento el mundo.
La ancha tierra siempre cubierta con pieles de soles.
(Reyes habían ardido, reinas blancas, blandas,
sepultadas dentro de árboles gemían aún en la espesura).

Miraba el paisaje, sus ojos verdes, cándidos.
Una vaca sola, llena de grandes manchas,
revolcada en la noche de luna, cuando la luna sesga,
es como el pájaro toche en la rama, «llamita»,
«manzana de miel»

El agua límpida, de vastos cielos, doméstica se arrulla.
Pero ya en la represa, salta la bella fuerza,
con majestad de vacada que rebasa los pastales.
Y un ala verde. tímida, levanta toda la llanura.

El viento viene, viene vestido de follajes,
y se detiene y duda ante las puertas grandes,
abiertas a las salas, a los patios, las trojes.

Y se duerme en el viejo portal donde el silencio
es un maduro gajo de fragantes nostalgias.

Al mediodía la luz fluye de esa naranja,
en el centro del patio que barrieron los criados.
(El más viejo de ellos en el suelo sentado,
su sueño, mosca zumbante sobre su frente lenta).

No todo era rudeza, un áureo hilo de ensueño
se enredaba a la pulpa de mis encantamientos.
Y si al norte el viejo bosque tiene un tic-tac profundo,
al sur el curvo viento trae franjas de aroma.

(Yo miro las montañas. Sobre los largos muslos
de la nodriza, el sueno me alarga los cabellos).

II
Y aquí principia, en este torso de árbol,
en este umbral pulido por tantos pasos muertos,
la casa grande entre sus frescos ramos.
En sus rincones ángeles de sombra y de secreto.

En esas cámaras yo vi la faz de la luz pura.
Pero cuando las sombras las poblaban de musgos,
allí, mimosa y cauta, ponía entre mis manos,
sus lunas más hermosas la noche de las fábulas.

Entre años, entre árboles, circuida
por un vuelo de pájaros, guirnalda cuidadosa,
casa grande, blanco muro, piedra y ricas maderas,
a la orilla de este verde tumbo, de este oleaje poderoso.

En el umbral de roble demoraba,
hacía ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
el alto grupo de hombres entre sombras oblicuas,
demoraba entre el humo lento alumbrado de
remembranzas:

Oh voces manchadas del tenaz paisaje, llenas
del ruido de tan hermosos caballos que galopan
bajo asombrosas ramas.
Yo subí a las montañas, también hechas de sueños,
yo ascendí, yo subí a las montañas donde un grito
persiste entre las alas de palomas salvajes.

Te hablo de días circuidos por los más finos árboles:
te hablo de las vastas noches alumbradas
por una estrella de menta que enciende toda sangre:

te hablo de la sangre que canta como una gota solitaria
que cae eternamente en la sombra, encendida:

te hablo de un bosque extasiado que existe
sólo para el oído, y que en el fondo de las noches pulsa
violas, arpas, laúdes y lluvias sempiternas.

Te hablo también: entre maderas, entre resinas,
entre millares de hojas inquietas, de una sola hoja:
pequeña mancha verde, de lozanía, de gracia,
hoja sola en que vibran los vientos que corrieron
por los bellos países donde el verde-es de todos los colores,
los vientos que cantaron por los países de Colombia.

Te hablo de noches dulces, junto a los manantiales, junto a cielos,
que tiemblan temerosos entre alas azules:

te hablo de una voz que me es brisa constante,
en mi canción moviendo toda palabra mía,
como ese aliento que toda hoja mueve en el sur, tan dulcemente,
toda hoja, noche y día, suavemente en el sur.

III
En el umbral de roble demoraba,
hacía ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
un viento ya sin fuerza, un viento remansado
que repetía una yerba antigua, hasta el cansancio.

Y yo volvía, volvía por los largos recintos
que tardara quince años en recorrer, volvía.

Y hacia la mitad de mi canto me detuve temblando
temblando temeroso, con un pie en una cámara
hechizada, y el otro a la orilla del valle
donde hierve la noche estrellada, la noche
que arde vorazmente en una llama tácita.

Y a la mitad del camino de mi canto temblando
me detuve, y no tiembla entre sus alas rotas,
con tanta angustia, una ave que agoniza, cual pudo,
mi corazón luchando entre cielos atroces

IV
Duerme ahora en la cámara de la lanza rota en las batallas.
Manos de cera vuelan sobre tu frente donde murmuran
las abejas doradas de la fiebre, duerme.
El río sube por los arbustos, por las lianas, se acerca,
y su voz es tan vasta y su voz es tan llena.
Y le dices, repites: ¿Eres mi padre? Llenas el mundo
de tu aliento saludable, llenas la atmósfera.
Soy el profundo río de los mantos suntuosos.

Duerme quince años fulgentes, la noche ya ha cosido
suavemente tus párpados, como dos hojas más, a su follaje negro.

No eran jardines, no eran atmósferas delirantes. Tú te acuerdas
de esa tierra protegida por una ala perpetua de palomas.
Tantas, tantas mujeres bellas, fuertes, no, no eran
brisas visibles, no eran aromas palpables, la luz que venía
con tan cambiantes trajes, entre linos, entre rosas ardientes.
¿Era tu dulce tierra cantando, tu carne milagrosa, tu sangre ?

Todos los cedros callan, todos los robles callan.
Y junto al árbol rojo donde el cielo se posa,
hay un caballo negro con soles en las ancas,
y en cuyo ojo líquido habita una centella.
Hay un caballo, el mío, y oigo una voz que dice:
«Es el potro más bello en tierras de tu padre».

En el umbral gastado persiste un viento fiel,
repitiendo una sílaba que brilla por instantes.
Una hoja fina aún lleva su delgada frescura
de un extremo a otro extremo del año.
«Torna, torna a esta tierra donde es dulce la vida».

V
He escrito un viento, un soplo vivo
del viento entre fragancias, entre hierbas
mágicas; he narrado
el viento; sólo un poco de viento.

Noche, sombra hasta el fin, entre las secas
ramas, entre follajes, nidos rotos -entre años-
rebrillaban las lunas de cáscara de huevo,
las grandes lunas llenas de silencio y de espanto.

Qué noche de hojas suaves y de sombras…

Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.

El aire besa, el aire besa y vibra
como un bronce en el límite lontano
y el aliento en que fulgen las palabras
desnuda, puro, todo cuerpo humano.

Yo soy el que has querido, piel sinuosa,
yo soy el que tú sueñas, ojos llenos
de esa sombra tenaz en que boscajes
abren y cierran párpados serenos.

Qué noche de recónditas y graves
sombras de hojas, sombras de tus párpados:
está en la tierra el grito mío, ardiendo,
y quema tu silencio como un labio.

Era una noche y una noche nada
es, pregona en sus cántigas el viento:
aún oigo tu anhelar, tu germinar melódico
y tu rumor de dátiles al viento.

Y he de cantar en días derivantes
por ondas de oro, y en la noche abierta
que enturbiará de ti mi pensamiento,
he de cantar con voz de sobra llena.

Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.

Sequía

Porque la sed había herido toda cosa,
todo ser, toda tierra de hombres…
Y nunca más volvería la lluvia.

Y moría la aldea en el silencio de bronce.
Los flacos perros alargaban sus lenguas hasta las
galaxias.
¿Y sólo en secreto saben hablar los bosques?

Y la sed enseñaba palabras procaces,
era un recuerdo de savias y frutas,
era un lirio de hielo abierto en todo el cielo.
y dijo el hombre: aquí junto a mi lecho
perros de sed y fuego saltan a mi garganta…
Pero más allá de las lontananzas
oigo venir la lluvia danzando jubilosa
con violetas y rosas,
la siento venir en distancias de años,
sus pies menudos, finos y saltarines.

Si lloviera en la aldea,
sobre los valles que bostezan secos,
si lloviera sobre las alfombras
del monte,
sobre la noche de rocas amarillas.

Una delgada aguja había,
perdida,
en la profusa sombra,
una agujita de agua.

Y la joven madre cobriza
inclinada y desnuda como hoja de plátano,
prendido de sus senos
tiene un hijo de barro,
otros días los cielos tímidos descendían
a picotear los granos en su palma de greda.

¿Dónde el agua desnuda,
el agua que brilla y canta?

El agua es en la noche como una luz opaca.

Y esa palabra húmeda sonando lejos en el monte.
Ese fresco tambor no se sabe en dónde.

Silencio

Cabelleras y sueños confundidos
cubren los cuerpos como sordos musgos
en la noche, en la sombra bordadora
de terciopelos hondos y olvidos.

Oros rielan el cielo como picos
de aves que se abatieran en bandadas,
negra comba incrustada de oros vivos,
sobre aquel gran silencio de cadáveres.

Y así solo, salvado de la sombra,
junto a la biblioteca donde vaga
rumor de añosos troncos, oigo alzarse
como el clamor ilímite de un valle.

Ronco tambor entre la noche suena
cuando están todos muertos, cuando todos,
en el sueño, en la muerte, callan llenos
de un silencio tan hondo como un grito.

Róndeme el sueño de sedosas alas,
róndeme cual laurel de oscuras hojas
mas oh el gran huracán de los silencios
hondos, de los silencios clamorosos.

Y junto a aquel vivac de viejos libros,
mientras sombra y silencio mueve, sorda
la noche que simula una arboleda,
te busco en las honduras prodigiosas,
ígnea, voraz, palabra encadenada.

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¡AY, MADRE! [Mi poema]
Efraín Bartolomé [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que saber, hay que saber,
que nací yo una mañana
y quise echarme a correr
al ver desde mi ventana
lo que me iba acontecer.

Y es que vine a mi pesar
sin que nadie me informara
y me tuve que aguantar
y seguir dando la cara
sonriendo sin cesar.

Pues llegué como quien llega
sin saberlo, de puntillas,
sin poner ninguna pega
ni a quien puso las semillas
y tampoco al que las riega.

Que yo hubiera deseado,
ser del mundo un presidente
para hacerle más aseado,
y poder mirar de frente
sin fingir hacia otro lado.

Mas no guárdole rencor.
A quien fuera que le hizo
le respondo sin pudor,
por favor, torne al hechizo
y le dé más esplendor.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Efraín Bartolomé

Si tuviera un amigo…

Si tuviera un amigo
o un hermano mayor con la mirada dulce
o un padre con la mano sobre mi hombro
o una madre tocándome la frente
le diría que es tarde que ha llovido
y que estuve abrazando a una mujer (su llanto ardía)
y nos dolía la noche porque estábamos juntos
pero yo me había ido

(Mi caudaloso amor: este páramo seco
este cauce polvoso de un río que murió soñando sauces
estuvo aquí total completo
Pero un día cambió
Se tornó un arroyuelo cálido que recorría la casa
Me seguía silencioso o maullando como un pequeño gato triste
Escuchábamos jazz
Leíamos poemas entrañables mientras ella volvía

Yo la esperé junto a una fuente turbia
Hasta el hastío más hondo
Hasta el zumbar de moscas en el espejo de agua
Hasta escupir la fiebre

Primero fue el tizón del horizonte
El cráneo a punto de estallar del que lo duda todo
Después la noche y su cerrado enjambre de insectos
derribándome

Mis ojos fueron nido de su veneno negro
Fui su prisión su casa fui su invadido continente

El río de otro tiempo reptaba en mi interior como canción amarga

¿A qué dolerse ahora?
El río sólo sigue la dirección del cauce
El tiempo pasa
El fuego quema
La quietud se adueñó de todos los objetos
y los hizo silencio piedra seca silueta solamente

Las fauces de la noche triturarán mis fémures
Me alcanzará el incendio de los días
Me convertiré en humo en polvo en nada
En sombra de la nada

¿A qué dolerse ahora?
Cuerpos de sal Agua del tiempo
Sal que en el agua se disuelve
somos.
«Música solar» 1984

Te contemplo desnuda…

Te contemplo desnuda
Soy
un cuchillo redondo
que te apunta.

Se iluminan los cuadros Los más lejanos soles resplandecen:
tus muslos lentos se abren.

No existe un solo pensamiento
Sólo la claridad que nos habita
La decidida vocación del pedernal
que a embates repetidos
quemó la historia
con su llama.
«Música solar» 1984

Tú me conoces ya como la palma de la mano…

Tú me conoces ya como la palma de tu mano
Soy esta acumulación lenta de imágenes
este puño de tierra húmeda en que palpita un breve corazón
de oro limpio

Tú me conoces
Soy un poco de sombra herida por un alambre
tenso

Soy mis sentidos como un pozo en que la luz desciende
La luz es un panal que gotea sol
un sol que gotea luz
un árbol derramando su follaje cuajado de sentidos como un ave
sus plumas
Digo «tú me conoces»
y algo más grande que mi cuerpo me envuelve en una manta tibia

Digo «tú me conoces»
y una pluma brillante de pavo real desliza su silencio sobre mi piel
desnuda.

En mi sangre navega un río de palomas
En mi sangre navega un río de palabras
En mi sangre navega tu voz densa
como un aguacero que ilumina el relámpago

Tú me conoces A veces
soy un bronco tropel de potros negros
Soy un cuchillo de diamante atravesando el seno de la ternura
Soy un lamento lamido por el mal
Soy el sol de la dicha derramado en tu piel
Soy un largo torrente de terrores
Soy un alado escalofrío en la columna vertebral del diablo
Soy la guanábana goteando en la boca reseca de la Sed
Soy la lanza en el hombro de este verso

(Me sabe a verso el beso de la mujer que amo
Me sabe a verso el vaso en que me bebo
Me sabe a verso el vicio de mi vaso
Me sabe a vicio el vaso en que buceo)

Vuela en el espejismo de la tarde soleada una ligera sal
un leve olor marino:
un aliento marino me atrofia la garganta.
Sale un alarido alargándose hasta el hastío
Por mis manos escapa el estilete del verso
Por mis manos escupe la poesía su espumarajo negro

Un aliento marino me levanta
Aletea en mi olfato Tensa mi piel
Pone alas en la ola

En las islas flotantes de los lirios hace su nido el sol de la blancura
Tú me conoces:
sólo el lirio es capaz de ahogar el agua
Tú me conoces
Soy la feliz fatiga de mi fruto
Amo y amo y amo
y el alma se adelgaza hasta la flama
Amo y amo
hasta que el alma lame lumbre
y amo
hasta el alma del hambre
hasta que el alma alumbre
hasta que el alma herrumbre
los alambres del hombre.
«Cuadernos contra el ángel» 1987

Uno ama Es amado…

Uno ama Es amado Saca rosas rojísimas de la piedra
más negra
Vive -en resumen- Ríe Cultiva su jardín en las tinieblas
Uno no necesita más que tiempo quemándose a su paso como
una hoguera suave
Marchando pues al ritmo de la sangre
sobre las tardes tibias y empedradas

Pero un día conoce la temperatura del Deseo:
Una la ama toda la tarde bajo la tempestad
Un día sus labios queman con dulcísimo sol el hombro de uno
Una noche la sueña: cruza con ella ríos inesperados

Uno ya no es el mismo
mira su rostro en el espejo redondo de su vino
en el espejo donde uno se disuelve

Se hace pequeño el mundo

Ya no le alcanza el aire
el día
la luna de antes

Uno despierta un día sobre el lecho de siempre y se encuentra
más solo
Uno se pone triste de repente
Uno se ve las manos en la luz: algo les falta
Uno siente sus brazos vacíos su hombro sin peso

Uno quiere de pronto tener alas

Uno no está con uno en ningún lado

Uno
ya
es
Otro.
«Cuadernos contra el ángel» 1987

Visión superficial de los escombros

1
Por las calles un ritmo de fantasmas
Un mundo de siluetas

La noche es esta erguida pasión de los escombros

Se fue la luz
Se perdió la ciudad
Es otra dimensión la de su estar a ciegas

Se mete en los pulmones la negrura

(Hubo una vez la luna blanqueando la memoria).

2
El blues arrastra la mañana y las hojas

Todo se ha caído de su sitio

El día se salió de su dorado camarín
y se hundió en la neblina

Llega el blues con sus pasos de jaguar
a olisquear en mi cuerpo su próximo banquete.

3
Amanece
Ha comenzado a arder el corazón del día

Tensa sus poderosos músculos
Ruge con qué terrible fuerza
Ventea la dirección de la desgracia
y se echa a andar

Cenizas humeantes bajo su planta Olfatos de un
amargo manjar

Lame el monstruo su desamor
crimen tras crimen

Cada noche
el sueño que la enjaula fortalece sus músculos
Afila sus colmillos y sus garras

Cruza el umbral del sueño

Atrás
despedazada
queda la jaula.
«Ciudad bajo el relámpago» 1983

Yo te beso…

Yo te beso
Frente a la destrucción y el aire sucio
te beso
En el estruendo de los automóviles
-la migraña del día-
te beso
En el festín de los ladrones
En el pozo de los iracundos
Ante el cuchillo de los asesinos
Ante la baba fóbica de los intolerantes
Frente a la sangre agusanada de los corruptos
Frente a la mansedumbre
Frente a la podredumbre
Frente a la muchedumbre
Yo te beso de frente
Y el día empieza a caminar
con la frente muy alta.
«Cuadernos contra el ángel» 1987

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DE SUEÑOS, BUEN CLIENTE [Mi poema]
Ángel Augier [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Los sueños que se fueron ya nunca volverán,
y nunca te hablarán, dirán por qué se fueron,
quizás es que no huyeron que están en el desván
con tantos cachivaches que ya no servirán,
mas sepas no murieron.

Los sueños difuminan al tiempo al que deshacen,
se van quedando solos compuestos y sin novia,
no tienen quien les ladre, ni nadie hay les abracen
y oscuro entre sollozos radiando preces pacen
culpando a alguna fobia.

Los sueños son eternos así que no se vean
se mueven sigilosos, están en la pavesa,
del sol en su reflejo, del beso cuando besa,
en una calentura, así que no me crean,
del aire en su calesa.

Los sueños tienen alma de vate o de poeta
y así vayan envueltos en un papel de estraza,
se encuentran asustando besando a alguna teta,
o algunos despechados buscando a la peseta,
del ego en una taza.

Recuerdo que hace un tiempo también yo tuve un sueño,
y así que esté lejano me acuerdo vagamente,
me acuerdo fue agradable pues que era muy risueño
que entonces yo aún soñaba y es que era muy pequeño,
y yo era muy inocente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Ángel Augier

A la luz de tu sombra conmovida…

A la luz de tu sombra conmovida
deja de escuchar a tantas voces tuyas,
me quedaré desnudo de silencio
cuando me des tu intimidad desnuda.

Los recuerdos que corren por tu sangre
Te han dejado fragante de ternura,
Fuerte eternidad estremecida
Y el color secular que te circunda.

La nostalgia se sube a tus arcadas
Para soñar el sol su ansia madura;
Mientras las ramas verdes te acarician
En el temblor henchido por la lluvia.

Para las sombras de tus corredores
Son mis palabras como sombras mudas
Que quieren saturarse de tus ecos
Y saturan tu paz de albas futuras.

Soneto al patio del Palacio Municipal de La Habana, 1937

Ansiedad

Esta flor mía, viva luz sin reflejo,
ahogada en ella misma,
bebiéndose a mi sombra su más íntima savia,
su perfume más puro,
sintiendo en cada pétalo, la clausura del aire
y el secuestro del agua, de la nube, del árbol…

Esta flor mía, encendida, consumiéndose sola,
muerta en su propia música,
apretada en su tallo, quebrado ya de angustia;
quemándose a sí misma,
en tanto que la tierra desnuda su ternura
y es más ancha la vida,
y el canto,
y la mañana…

Cuba

Cuba, flotante línea suspendida
en la punta del agua sin sosiego;
llama en el centro de su propio fuego,
roja al viento la túnica encendida.

Cuba, de amor extiendes tu medida
y la sombra sepulta su astro ciego:
tu sangre, ardiente luz, es dulce riego
para alzar el tamaño de la vida.

Marítima y frutal, solar y sola,
las olas que establecen tu corola
forman, Cuba, coraza a tu alegría.

Y en tu carrera de canción y espuma
deslumbra a la mirada entre la bruma
el fulgor con que en ti florece el día.

El mar

Se ha caído al suelo el Mar. Difícil
recogerlo, alzarlo, ayudarle.
La masa espesa se mece y se deshace en espuma,
en olas; se contrae y distiende, se agita y calma,
se enfurece y desborda como en inútil esfuerzo por levantarse.
La espesa masa no descansa: moja, hunde, ahoga;
su corrosivo hálito de salitre, esa onda salada y húmeda,
está ahí siempre incansable, y el espumoso oleaje de gelatina,
azogue, agua. Se ha caído al suelo el Mar.
Y es difícil asirlo, levantarlo.
Quizás sea preferible dejarlo donde está,
hasta que pueda alzarse por sí solo.
O hasta cuando lentamente se deseque por cansancio.
O por aburrimiento.

Isla en el tacto

I
Cosida al mar y al viento por puntuadas olas
a puro sol prendida,
tu perfil, isla mía, tu contorno en el agua
con tu constante litoral dibujas
revuelto hacia la luz y hacia la espuma,
hacia el húmedo mundo clamoroso
donde pierden la tierra y el árbol sus fronteras,
donde encuentra el azul su razón en los mapas
y se disuelve en sal la geografía.

II
Soledad por tu sol y por tu ola:
isla sola: sol y ola
confundidos ciñendo, acariciándote
la piel mulata de la costa,
la femenina piel, fragante de tabaco,
y la piel de la playa,
cálida y temblorosa con su arena de azúcar.

III
En ti misma comienza y se reanuda
la línea en movimiento de tus bordes inmóviles,
ese voluptuoso
límite que recorre tu dimensión exacta
y aprieta con su júbilo
tu verde desnudez estremecida.
En ti nace y renace,
ondulante rodeando tu náutica estructura,
esa inundada sombra flotadora,
esa flotante sombra sumergida
que marca tu presencia
en el sitio preciso donde el agua
seca las vestiduras de su viaje marítimo
y se detiene el aire para lavar su túnica.

IV
Isla mía, resonante,
naviera y vegetal a la deriva.
Cañaveral velamen
extendido de líquida, musical transparencia.
Sonora y descubierta caracola
de sol y mar y viento traspasada.
Palmar de verdes puntas de sonidos
del aire dueño y de la enredadera.
Amo y recorro al tacto
tu ámbito circundado de acústica intemperie,
tu ámbito en que despliega
la luz de su canción el oleaje.
Ola en la luz, luz rota en la ola:
Ola, ala de sal que interminable vuela en tu cielo terrestre;
luz, ala de sol que cubre tu dimensión celeste.
Ola y luz en una única canción
que sin cesar afila su fragancia
en los clamores de los arrecifes.

V
Desde todos sus pétalos la rosa de los vientos
desde todas sus hojas
olas de verdeazul lanza cada segundo
sobre tu acantilado relieve de desnuda
y abierta geometría.
Desde qué edad remota, desde qué día sin año,
isla mía sonora,
ya en su oficio sin pausa lanza la rosa insomne
olas prefabricadas, en serie, arquitectónicas,
con sus crestas perfectas, con su lote de espumas,
con su rumor secreto de amante silencioso,
con su clamor de enfurecido amante,
con su caricia apenas insinuada,
con su látigo sordo, su lenta cuchillada, su constante golpear,
ese ceñir sin tregua con sus líquidas manos,
con sus dedos de espumas
la extensión que se alarga, se cierra, se despliega,
la extensión que está anclada
en su firme frontera submarina,
esa incansable, ciega, salvaje, tierna, dominante costumbre
de no cesar de no cesar de no cesar
en el ardiente ceñir de tu collar de olas.

No te voy a decir…

No te voy a decir
que quiero ser la arena
que tus pies desnudos acaricie,
ni los rayos del sol que bajen jubilosos
a dorar más aún
la fina miel que forma tu epidermis,
ni el agua que la abrace con su espuma
ni el viento que la bese
y agite sus cabellos.

Sólo quiero pedirte que no dejes
que el beso y la caricia
de la arena y las olas,
de la luz y del aire,
destruyan la huellas de los míos
ni mi recuerdo que te sigue
como muda presencia inevitable.

Nocturno diferente

Hay una noche limpia: la del mar y la luna.
Había un pueblo de luces en el agua tranquila
con calles solitarias por donde, sin quererlo,
dejábamos vagar nuestra inquieta ternura.

Era una noche limpia, brillando entre las sombras.
Nos quedamos teñidos de luna y de horizonte
al ritmo de la voz anciana del botero.

Piscis

De las aguas, los peces.
El abismo
es ahora dos veces
uno mismo.

Soneto

Sigo, Amor, con mi júbilo sin bridas
por senderos de mieles tu carrera,
viajando con tu llama y tus heridas
desde el justo contorno de tu esfera.

El pulso tengo de innombrables vidas
en tu perfil sesgado a tu manera
como tu fortaleza tiene asidas
las campanas al sol de mi bandera.

Por una eterna acariciada
llega desnuda y limpia tu figura
al filo de mi luz enamorada,

y en la ventana azul de mi ventura
tu beso, Amor, tu voz y tu mirada
velando mi desvelo de ternura.

Un rostro y la distancia

a Raúl Luis, protagonista

Ella posaba para Boticelli
cuando la viste por primera vez. Los cabellos rectos
le llovían sobre el rostro, como ahora,
ocultando su inquieta mirada y esa expresión
de animalito asustado ante la vida.
Mientras inquirías del maestro
sobre la identidad de su modelo, ella desapareció,
sin que lograras saber dónde encontrarla.
Inútilmente recorriste las calles de Florencia,
pero te marchaste con su rostro grabado en la memoria
y con el lienzo que lo copió para la eternidad.
Vagaste años y años por el mundo sin límites
de tiempo ni de espacio, y en tu camino
siempre su imagen emergía entre brumas de sueño.
Y una tarde volviste a encontrarla inesperadamente
asomada al balcón de una casa en Madrid.
La misma boca interrogante,
la misma ansiedad honda en la mirada,
insinuándose bajo el pelo caído sobre el rostro.
Nada pudo detener tu violenta carrera hacia ella.
Buscaste en todas partes desesperado,
pero ella ya no estaba. Debiste conformarte
con arrancar del muro la tela de su imagen
recreada por la magia del Greco.
Más de un siglo después volviste a sorprenderla,
esta vez en París, pero también lejana,
inmóvil en el mundo atormentado de Modigliani,
aún fresca, la pintura que reflejaba el óvalo fino,
la llama interior, la talla esbelta en ángulos.
Solicitaste al maestro, pero ya su mirada
era la ausente de los que van hacia la muerte
y no supiste tampoco dónde hallarla.
Hoy, cuando de ella te separan muchos años
y mares y tierras de distancia,
en Varsovia la encuentras al fin de carne y hueso,
de encanto misterioso, de secreto fulgor,
de realidad y sueño. Y le has reconocido
el rostro huidizo de siglos que se ocultan
tras el velo adorable del cabello,
el mismo rostro perseguido y perdido y ansiado,
pero al llegar hasta ella, eres ajeno y lejano
porque nunca pudiste existir en su mirada,
porque jamás pudiste asomarte a sus ojos
ni hablarle a su corazón.
En tanto el tuyo queda rondando en torno al Vístula,
que discurre tan indiferente como ella,
mientras la distancia -de tierras, mares, años-
vuelve a trazar entre ustedes
una línea imposible para siempre.

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EL PATIO DE MONIPODIO [Mi poema]
José María Millares [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Nací, ¡por qué será! con la peseta
una tarde, de un mes, ¡qué importa el año!
amarrado al pezumen de una teta
haciendo con mi cuerpo una pirueta
cuidándome al llegar como oro en paño.

Me puse allí a pensar: no lo merezco,
no supe comprender por qué aplaudieran.
Debieran de esperar a ver si crezco,
mejor algo más tarde si florezco
y al punto así evitar se arrepintieran.

Curioso es que recuerdo esas palmadas,
a todo el personal haciendo la ola,
cual líder aplaudiendo en sus bancadas.
Mas siento un gran pesar. Que en las manadas
anduve luego el último en la cola.

Y así que ya no sirvan los descargos,
permitan que recuerde ese episodio.
Pues luego me embarqué en tragos amargos,
embargos de ladrones y recargos,
en este patio que es de Monipodio*.
©donaciano bueno

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*El patio de Monipodio representa un punto de reunión de ladrones, mendigos, falsos mutilados, supuestos estudiantes y prostitutas, que debían pagar un “impuesto de circulación” –si los finos permiten el término- para ejercer su profesión con tranquilidad. Monipodio es un personaje de la novela cervantina de corte picaresco. Era este tipo una especie de mecenas, protector y maestro de todos los ladronzuelos, timadores y pícaros sevillanos, que se reunían y escondían de la justicia en su patio, su mundo.

MI POETA SUGERIDO:   José María Millares

Todo

es nada y será polvo
polvo de la nada que no existe
pero sí sabemos por sagradas escrituras
que su idioma es el habla
habla de la poesía y de dios cuando habla
y cuando éste escribe
lo hace con el mismo idioma
de la nada
que dios dice cuando
al poeta
dicta.

Tras

la ventana de la celda está el frío
y la noche y tras sus cristales un ojo de vidrio
y ese ojo callado te observa
y también hay un pájaro pero el pájaro
no mira porque el pájaro
está muerto
y la rama que con el aire se menea
me toca a los cristales y hay ruido pero el aire
y el gato del jardín sí me miran
y me observan
y yo abro la ventana para que se vayan
de los cristales
y vuelva de nuevo
a mis ojos
el sueño.
Del libro Celdas

Es

hora de recoger
y llenar la maleta de pájaros
y palabras y de cosas pequeñas y olvidadas
que si mañana viene la noche
hasta la madrugada
estaremos
igual que ahora
dibujándolas.

Debajo

de la piedra hay un reloj
y agujas que caminan y el rodar del agua bajo tierra
y encima de esa nube el tiempo
y tras del pájaro que vuela
otra piedra lanzada tras el reloj que escapa
y tras de todos esa sombra
que huye y el silencio y más allá de su luz
ese animal sin ojos
que aún
nos llama.
De Cuadernos (2000-2009) (Calambur, 2009)

CAL ROJA DEL CIELO

Bicicletas marinas navegando las olas,
la nube hasta la cal roja del cielo, sin límites abierta,
dolida y esperando la mano oscura y fría
callada de la luz.

EL MAR

De nuevo el mar, su gloria, su agonía,
su precipicio oscuro, su estertor pegajoso,
su cuerpo aquí, desnudo,

moviendo lentamente su equipaje de nubes.
De Pájaros sin playa, 1999

1

SE vino abajo
el techo,
la música, los sueños,
sus nevadas lagunas.

De pronto, cuando nadie lo esperaba
se vino abajo toda la argamasa,
y abajo la censura,
y el puñal asesino de la idea,
su trazo envenenado,
y el sesudo incapaz,

el retorcido
prohombre,

su nefasta necedad.

Se vino abajo el techo.

El peso de la luz
hizo posible la infame negación
del ignorante.

Se vino abajo el techo
con todas sus mentiras.

El luto programado de la muerte

clavó el puñal
del miedo

en la nómina negra
del censor.
De Hago mía la luz, 1977

«Nadie
en el hueco
donde a solas se escucha el agua
y a solas la palabra…»
JMS

Celan

5

Baja
la rama un trozo de jardín
por el río de la acequia edificios que se van
junto a los años de la infancia
y en medio de hojas
y gritos de papeles allí quedan
entre tanta basura
el poema y la rama que bajaba
y esa sombra y esa luz y luego la soledad
que nos la entrega
y el silencio
que aún respira
su palabra.

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DE PROFESIÓN CONSTRUCTOR [Mi poema]
Maria Beneyto [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Constructor de poemas, mi cemento
no lleva la belleza en su argamasa,
mas no hay colesterol ni lleva grasa
pues tiene consistencia y fundamento
y va soltando al mundo lo que siento
de aquello que me pasa.

Se mueve como pájaro en la feria,
de allí es donde se nutre y se sustenta,
y va cantando al mundo las cuarenta
haciéndole un aparte a la miseria,
momentos que ha vivido de la histeria
y a veces que lamenta.

Saltando al escribir de rama en rama,
tratando de ir nadando y no se ahogue,
raspando va los restos del azogue
de espejo que al mirar ya no le llama
y gime y grita y va y al cielo clama
tratando que dialogue.

Que, pocas, las palabras son mi fuerza,
mas muchas hay que no me reconocen,
vendrán otros a hacer que las desbrocen,
de mí no han de esperar que las retuerza
ni aguarden que mi autoritas la ejerza
que lo hagan quienes gocen.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Maria Beneyto

Diez veces siete y una más…

Diez veces siete y una más. Ya sabes:
setenta y siete cabriolas, once
mujeres de cristal que se rompieron
en mí, y en mí se quedan enterradas,
calcinadas algunas, otras libres
de escogerse final. Yo, soportándolas,
muriéndome con ellas, como ellas
se morirán conmigo. Once mujeres
en donde estoy, salen a escena juntas
se despiden por mí con reverencias
teatrales, y acusan al misterio
de tenerlas con fuerza encadenadas
las unas a las otras. Yo renuncio
en su favor, a lo que me negasteis.
Ellas serán, así, mis sustitutas,
soportarán mejor el menosprecio,
y hasta quizás pondrán la otra mejilla
a vuestras manos sucias. No me importa
esa puesta en escena. Me despido
en voz baja o afónica, en la esquina
de la pena, con todos mis errores
alrededor. Que Dios os dé la vida
que merecéis, ya mí me dé el descanso
de no pertenecer a vuestro mundo
brutal, machista, hipócrita y cobarde.
Once mujeres os dirán .que lloro
perdón y amor aún. Y, genuflexas,
esperarán que me aplaudáis la huida.
De «Eva en el laberinto» 2006

El día que será

Ya no importa saberlo. Será el día
del arco iris cómplice del agua
que llore demasiado por los muertos,
y habrá quizás en el ambiente estigmas
de señalada indecisión, palomas
que endulzarán la luz, gaviotas grises
salobres de renuncia y de recuerdo
y golondrinas, golondrinas blancas…
Hasta vendrán las olas más rebeldes
llenas de pez disuelto, a verte quieta
y a dejarte la brisa en vez del viento
sobre la piel, con terquedad amorosa.

Un día como tantos. De la huida
tan sólo quedará aquella palabra
que seguirá secreta, intraducible,
y, cada vez que vuelva el arco iris,
vendrás -roja, amarilla, azul y verde-
a pretender decirla.
De «Casi un poco de nada» 2000

Forastera

«No soy de aquí». No. Procedía
de lugares mineros.
De tinieblas totales encerradas y ocultas.
De la sombra apresada
que ya la hizo suya, así, predestinándola
a ser noche, a ser dura claustrofobia
que se disfraza de panal, que inventa
brazos para el contacto
y senos, piernas
y sexo acogedor.

«No soy de aquí.» Él último en saberlo
miró la mina en ella:
antracita rabiosa en el cabello,
ojos de acecho en donde se encrespaban
grillos enfebrecidos.
Era el muchacho que iba de la novia
-casta o así-
a sus profundidades flácidas.
Novia inocente o algo parecido. Desde ella
a la tan ensayada entregada
de algo vacío y sórdido.)

«No soy de aquí.» De aquí, ¿quién es?
Todos vinimos de úteros felices,
paraísos de nata y luz atónita.
¿En dónde estaban, al llamarnos, ellos?
¿Cuál era su país, entonces,
cuál su pequeña patria, la parcela
de amor y de placer,
su desmesura
en la alegría y en el ansia…?

No es de aquí. Pero aquí está y aquí espera.
¿Qué?
Ella sabe que está aguardando algo
distinto, extraño, que no será nunca
el cotidiano santo y seña.
Algo quizás que estuvo el1 el principio
y va a volver
a recobrarla, a desnacerla, a darle
finalmente, parte mínima en lo suyo:
así, espera.
Cada noche. Impasible.
De «Nocturnidad y alevosía» 1993

Greta I de Suecia

A Rosa Mª Rodríguez Magda

Se llamaba -yo creo que se ha muerto
y lo que a veces surge es su cadáver-
Greta Garbo o Gustafson, una sombra,
una mujer que siempre regresaba
de mundos golpeados, derruidos,
y se acostaba, leve, en el silencio,
larga, flotante Ofelia de las nieves.
Era la niebla de una isla nórdica
poblada por abetos y abedules.
Una santa Lucía sin corona
de resplandor, sonámbula y felina,
que siempre parecía estar sacando
su mirada del agua. Mujer presa
de la fatalidad y la amenaza,
tenía horror al viento, miedo al día
y se huía a sí misma, distanciándose
como si al verse no se conociera.
Bebía siempre luz glacial. Llevaba
la luz por dentro, en lugar de sangre
y goteaba luz cuando lloraba.
Sin embargo, más que estrella era luna
sola y feliz, en soledad creciendo,
satélite que roba claridades
para vivir en claridad perfecta.

Era además, la extraña criatura
de la lluvia, el ser febril y altivo
tormentoso y feroz de la tragedia,
el gesto femenino despertándose
en un tiempo de bruma y desconcierto,
después de haber dormido sueños hondos
sin más amanecer que la esperanza.
Era el amor, pero otro amor, traía
con carne estremecida y beso fiero
la pasión, no encubierta, de la hembra
que no se deja poseer, posee…
Ignoro si era actriz, pero tenía
de todas las mujeres que se fueron
y anticipó el futuro como suyo.
Ella se reinventó, con la energía
de esgrimir su elección y su derecho
a esa absoluta soledad, tremenda,
de los seres nacidos islas libres
y se fue, se perdió bajo la lluvia
de donde nos llegó a través del agua.

(Una anciana sarcástica, pasea
soledades vestidas con su nombre.
No nos recuerda ya. Ni se recuerda.)
De «Hojas para algún día de noviembre» 1993

La inesperada

Era Eva, su infancia nunca usada
emergida del polvo de los astros
Eva la niña, corazón de selva,
selvática pastora de alimañas…
(De «Vida anterior»)

Eva la niña, nacerá del viento
y del amanecer
cuando se acabe
el tiempo, y el tiempo vuelva
a encarnarse en el sol.
Vendrá ilesa
y, a través de su infancia nunca usada
descenderá, pausada, del asombro.
Flores flotantes, casi aves, lirios
alados, le darán soporte
donde apoyar su luz.
Nadie la espera.
Nadie sabe que está, cerca, aguardando.
Nadie
sabe que va a existir.
(Yo lo sé, porque vino a ser soñada
por mis horas de ausencia,
esas que se me llevan y aproximan
al corazón astral.)
Y vendrá a ser la niñez del mundo
que la gran creación conserva intacta,
embrión de criatura
total,
alevín de mujer, presagio, magia,
y esperanza,
esa esperanza otra
por estrenar,
desconocida y libre…

Cuando se acabe el tiempo.
Este tiempo, esta extraña aberración que se va
a lo oscuro, a morir,
como una fiera herida
va al osario.
El tiempo que dará la mano a otro
sucesivo, de dulces manantiales,
cuando ella ponga el pie en el aire, lúcida,
trasportando la paz.
Sí, nacerá. Y muy pronto.
Observa el vientre de la tierra, tenso,
cómo late impaciencia
ocultando arboledas, bosques, flora
de inédito color intermitente,
que serán dados a nacer con ella.
Ha de llegar riendo,
y con su risa
incendiará la luz.
Seres ocultos
de los que ahora tienen miedo y guardan
en su voz musical
pájaros nuevos,
la predicen, y en nombre suyo intentan
ser,
atreviéndose a izar la melodía
que avisa la llegada de la noche
en los veranos plácidos, inmunes
al desamor.

Vendrá, Eva, la inédita, la otra,
la anterior, y con ella
bajarán las montañas a las simas
del mar, de donde fueron arrancadas,
y lo harán en silencio, porque todo
encontrará el lugar de sus ausencias
en la mañana que la traiga
-extraiga-
del viento, de la aurora
y del cósmico amor que la retiene
y no la deja ir.
Vendrá, y el día encontrará su origen,
su pérdida, su olor a madreselvas,
su música olvidada, su reverso.
Eva la niña ayudará a la vida
y todo lo nonato
nacerá con ella.
De «Hojas para algún día de noviembre» 1993

La peregrina

A Angelina Gatell

Yo era la mujer que se alzó de la tierra
para mirar las luces siderales.
Dejé el hogar con apagados troncos
cansada de ser sólo estela de humo
que prolongase así mi ser ardido.
Esa mujer del hueco tibio
que allí me contenía,
se despertó del sueño profundo de la especie
y decidió buscar, a plena luz, caminos.
La inquieta,
la andariega mujer a quien no bastan dulces
menesteres pequeños,
ésa me fue de súbito encontrada
en los más hondos pliegues de mi túnica
y yo no quise renunciar, quedarme.

Otras renunciaciones sí quedaron, sombras
que tenían la forma tan amada
de los pasados sueños, hijos
que estaban programados en mi sangre
a cambio de ceder y estarme quieta;
la rueca y el silencio de las horas
protegidas, pausadas, sin peligros,
las flores habituales, la inocencia…
Pero inocente no quería ser.
Quería
como Eva, saber, estar; ser libre
para el conocimiento de la luz, perderme
en la verdad, encontrarme, saberme,
llegar a las montañas que siempre estaban lejos,
pisar ciudades que edifica el miedo,
integrarme a las turbias caravanas
que hieren el desierto, someterme
a la carga común, y ser hallada
solidaria, eficaz, y no apartada
de ese esfuerzo que late
en el gran corazón que nos da vida;
el corazón del mundo, unido al nuestro
por invisible venas del misterio.
Así
atravesé la risa,
hendí la densa lágrima
deseando quedarme en cada gota
de sudor, en la mano encallecida,
en los niños sin ojos
o en la mujer que teje por las noches
debajo de la angustia.
Pero no me detuve ni siquiera
cuando cerró de pronto mi camino
la mirada absorbente del deseo
y su mágica voz
traduciendo la música más dulce.

La primavera
descendiendo en mis venas
de mujer en mujer; desde el principio
intentó mutilar -casi lo hizo-
mi ilusión por llegar a la asamblea
donde severa, la verdad, aguardaba.
Arañada de espinos,
vapuleada por los vientos, rota,
pude llegar, aún de día.
En lo alto del monte
reunidos, estaban.
Los hombres más ancianos y los otros,
como si no me viesen
hablaban, poseían
inefables vocablos.
Me acerqué con el triunfo cenital en los ojos,
con un contento de alas súbitas
en mis hombros felices,
pero no me dejaron entregar mis palabras
porque en ellos la ira de Dios resplandecía.
Bíblicas maldiciones
inflamaron mi oído,
y me dijeron Eva una y mil veces,
manantial del dolor, impúdica pureza,
hembra evadida del rincón oscuro
del lugar de vigía en la ventana,
desertora
de la orilla del fuego
y el hogar apagado…
Vergüenza de mi sexo acongojó mis hombros
que se creyeron alas para el vuelo.
Vergüenza de bajar de las alturas
sin lograr la palabra que buscaba.
Y ni siquiera en otras asambleas
vi algo de la luz que me justificase,
porque tampoco ellos encontraban nada,
a pesar de su hoz interrogante,
a pesar del secreto pretencioso y estéril
con que arropaban -delicadamente-
su poco de vacío…
Así regreso, con pies llagados
y ropas destrozadas, junto al fuego,
perseguida, insultada, y viendo activa
la maldición de Dios que llega
desde el vivir primero.
Carne de escándalo, asombrada,
aquí estoy para siempre quieta y muda;
jueces casi benignos me condenan
a la inmovilidad,
y me salva de ser lapidada
el silencio.
De «Eva en el laberinto» 2006

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ALUCINACIÓN [Mi poema]
Javier de Bengoechea [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Casi lloré de tantas emociones,
sentí lo que se siente cuando se ama,
se enciende la pabila de una llama
o anidan en tu cuerpo las pasiones.

No pude reprimir mis turbaciones,
debiera responder de otra manera,
ni supe comprender aunque quisiera
que el corazón no atiende a las razones.

Volví la vista atrás y en ese instante
cual pájaro que vuela hacia el Olympo
los brazos relancé con tanto ahínco

que fruto de tamaña excitación
volar creí, ¡qué extraña sensación!,
y di contra el pavés con mi semblante.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Javier de Bengoechea

A una mejilla blanca

( Madrigal póstumo )

Lento el carmín, cayó de su mejilla.
Ya se apagó ese pétalo de fuego.
Ya no es la sangre más desasosiego
que el de saberse quieta y amarilla.

Aquella de antes, ágil y sencilla,
es esta dura realidad de luego.
Jugó la rosa a terminar. Yo juego
a lamentar su lenta maravilla.

Ahora todo es igual de diferente:
la llamarán como antes la llamaban,
la olvidarán inolvidablemente…

En un principio fue lo que se acaba.
Sigue siendo lo mismo. Solamente
que ya no está una rosa donde estaba.

Ahora, sí

Ejercicios de amor, los que ahora hago,
y los que hacen conmigo. Sacrificios
sin duda, y de dudosos beneficios.
Hoy, mérito es amar. Ayer, halago.

Antes, cuando los cisnes sobre el lago,
amante era el mejor de los oficios.
La humanidad, delicias y delicios
pagándose con besos. No era pago.

Dichosa aquella edad, pero se acaba,
y el aquel -nunca más– de todo ello…
Se amaba, ¿de verdad?, pero se amaba.

Porque el labio era rojo y era bello,
deseaba, buscaba, y lo besaba.
¡Y amor, Dios mío, amor llamaba a aquello…!

Beso

Aquel clavel que abrió tu llamarada…
Aquella inolvidable quemadura…
Aquella doble y única locura,
¡ay!, maravilla fue, mas será nada.

Recordaré el clamor de tu mirada.
Recordará tu voz mi mordedura,
mas se deshojará mi dentadura
sobre el otoño de mi boca helada.

Ese beso me pesa gravemente.
Ha de caer a tierra por mi peso,
pero puedo y te amo todavía.

Y en los alrededores de mi frente
tendrá la maravilla de aquel beso
su consulado de melancolía.

El soneto de la voz más suave

( Madrigal decadente )

Esa garganta en que su voz habita,
adelgazada, amor en lo que cabe,
ni es comparable a nada ni se sabe
con qué vecinos pájaros limita.

Y si, a tal perfección, trino imita,
podría tutearse con el ave
este soneto de la voz más suave.
si su más suave voz me lo recita.

Su voz tan suave apenas si se siente.
Como suelen soñar los aburridos,
sueño un morir poético y consciente.

Primero han de morir otros sentidos.
Yo bien lo sé: definitivamente
la muerte me arrastrará por sus oídos.

Epitafio

Dos perfiles, son dos, en el inerte
yacer del afilado caballero,
pero un solo perfil, el verdadero,
haciendo la moneda de su muerte.

Moneda del vivir -azar y suerte-
ya jugó su caer triste y austero,
y ahí está el amante más sincero
esperando un amor que lo despierte.

Ya en línea y trazos fieles se resume
su enérgico morir tan delicado,
de amante que en olvidos se consume.

Qué fragancia de besos que no ha dado.
Oh valeroso y único perfume.
Oh, el morir en olor de enamorado.

Estoy

La escalera del viento hacia Tu altura,
se deshace en mis pies, y yo no puedo
subir, oh Dios, y sin subir, me quedo
flotando como pluma a la ventura.

¿En dónde estoy, oh Dios, o en qué postura
pondré mi vida, o cómo desenredo
los hilos de mi ansia, y me hallo, y cedo
-a quién, mi Dios- mi peso de amargura?

Así impaciente, por llegar, me estiro,
y me rompo la vida, y más me afano,
y arriba voy volando en un suspiro…

Mas Tu cielo es un velo tan lejano…
¿En dónde estoy, mi Dios, en dónde? Y miro,
y estoy sobre 1a palma de Tu mano.

M. E.

Queridísima y diestra profesora
de mi difícil corazón inquieto,
¿podrías restaurarme este soneto
que, amarillento, tu atención implora?

Mira cómo mi voz se decolora,
cómo se ha oscurecido este cuarteto.
Un tratamiento mágico y discreto
recompondría su esbeltez sonora.

Discretísima, docta criatura,
pasas como una tenue veladura
sobre mi corazón y sus pesares…

Pasas tus manos sabias, cuidadosas.
Imperceptibles, diminutas rosas,
yo beso en mí tus huellas dactilares.

Mala es mi sombra, mala…

Mala es mi sombra, mala. ¿Me convino
nacer? Pero nací. O así lo cuentan.
Y si me busco en mí, mis manos tientan
una pared al fondo de un camino.

Yo soy un ser nacido a contra sino.
Los hombres formidables me lamentan.
Aumentan segurísimos, y aumentan
mis posibilidades de asesino.

Soy una solución que siempre yerra.
(Siguen en pie la muerte y sus baluartes.)
Un hospital en medio de una guerra.

Me llamo trece, y me apellido martes.
Pero sé lo que soy: algo de tierra
rodeada de Dios por todas partes.

Mi edad media

Esos rostros románicos inmóviles, iguales
en sus ojos redondos, ¿sabemos lo que vieron?
Telarañas de siglos hasta que aparecieron
los rostros delicados de cejas ojivales.

Considero mi vida, repaso sus anales.
Pregunté a los tomistas y no me respondieron.
¿Cuál fue el aquel de aquellas matanzas que se hicieron
hasta que se inventaron las muertes naturales?

Piadosamente olvido mis siglos infantiles,
aquel cumplir diciembres pero jamás abriles,
aquel ir a la guerra tan triste de Mambrú.

Amor cortés, el mío, aunque en mis escrituras
se me hayan prolongado las edades oscuras:
hasta mi siglo veinte, no apareciste

Muchacha

Esa boca después, esa burbuja
de una sangre que hoy hierve alborotada…
Esos ojos después, esa mirada
que ha incendiado al clavel, y lo dibuja…

Y el corazón después, que hoy late y puja…
La mariposa de su vida… Nada…
Después la muerte, digo, despiadada,
la clavará a la nada con su aguja.

Esa boca, esa voz… Aquel invento
de clavar mariposas al olvido,
es así de feroz como lo cuento.

Y contaré lo hermosa que hayas sido,
que parecías tú, que fue un momento,
muchacha fría ya y sin parecido.

Nada

También en los supuestos de la nada,
el amor se presiente en la querella
de una futura creación: doncella
sabiéndose fecunda, recreada.

Antes de ser mi vida inaugurada,
fui barro enamorado de una huella,
de un talle vegetal, de alguna estrella…
Yo estoy hecho de tierra enamorada.

Y enamorado estoy de ti, y sustento
este amor enraizado y presentido
más allá de la vida y el momento.

Enamorado sin haber nacido,
y ahora tan muerto y nada, que presiento
la tierra enamorada que ya he sido.

Seguramente

Seguramente tú porque tú eres
una nube que pasa, un puro río,
y yo tengo una sed, y un cielo frío,
seguramente como tú prefieres.

Como los quieres tú, como los hieres,
seguramente es cierto que te ansío,
y es todo cierto, sí, ¿ verdad, bien mío?
seguramente, cuando tú me quieres.

Cuando en mi vida -río- te derramas,
seguramente sé -adiós torrente-
que alguien me ha de olvidar. Y tú me llamas,

y me has de amar apasionadamente.
¿Y quién me ha de olvidar, si tú me amas?
Seguramente, tú, seguramente.

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LOS POETAS MODERNOS [Mi poema]
Luna Miguel, Victor Peña, Kepa Murua [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Poetas, los modernos, los que molan,
mezclando van las churras y merinas,
las uvas, blancas, negras, las albinas,
y a todas las palabras ellos violan
cual fueran bolas chinas.

Se suben fácilmente a las paredes
y a veces en la mierda se deslizan,
que a quienes son lectores no matizan
ni cuentan lo que son cosas veredes
o si las descuartizan.

Se expresan con enorme desparpajo
pues tiran a matar al que se preste,
se mueven desde el norte hasta el oeste
mostrando de las tripas para abajo
cuidando siempre apeste.

Pues que ellos solo buscan epatar
y si es posible al tiempo que mal suene
e importa tres carajos si se aviene
a hacer como Machado a emocionar
y al alma le serene.
©donaciano bueno

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Para gustos los colores.

MI POETA SUGERIDO: Luna Miguel

POESÍA MASCULINA

nunca le he pedido que me coma la polla
en todo caso
he empujado levemente con el borde de mis palmas
la barricada de su omóplato
levemente
sutilmente
nunca he sido demasiado sutil
para qué voy a serlo si me llamo hombre
si con el borde de las palmas de mis manos
ya ordeno levemente
opacamente
hazme caso balbuceo
sé líquida pienso
nunca le he pedido que me haga el amor
ni siquiera aquella tarde en cartagena de indias
después de que mis testículos se remojaran en la piscina
o de que mi hijo riera como nunca
entre salpicaduras de cloro
era la hora de la siesta y nuestras bocas olían a lulo
cómemela podría haber dicho
trágatela está dulce
pero al final todo cuanto mis manos sostuvieron
fue el cuerpo inquieto del niño
mientras ella le cambiaba el pañal
antes de darle un beso en la frente
y de que nos quedáramos los tres dormidos
semidesnudos en la enorme cama de ese hotel
en el que nunca follamos
pero donde amé
levemente
torpemente
justo como ama un hombre.

(Cartagena de Indias, Colombia, enero 2017.
Este texto-diario es un boceto de un nuevo proyecto de escritura
con título provisional «Un hombre»)

Víctor Peña Dacosta

CARENCIAS AFECTIVAS

Mientras contemplo desde arriba
el rítmico movimiento
de tu cabeza sobre mi sexo,
siento, sobre todo (¿eso?, ¿ves?, ahora),
cuando te acercas y te alejas
(así, ahora, ¿ves?), sobre todo, el roce
de tu flequillo en mi cadera.
Es curioso y casi tierno
que esto sea (¿ves?, esto, ahora)
lo más cercano a una caricia
que he tenido en mucho tiempo.

Kepa Murua

LA EDAD DE AMARTE

Secas las manos de recoger
la red de tantos cadáveres conocidos
como una isla recortada
bajo el mar de tu vientre.
Ojalá la tierra nos separe
con la sed del amor y del odio
que la edad disuelve en lugares remotos
pese a todos sus viajes por encontrarte.
Y ojalá olvidemos la evidencia
con los sueños demorándose
de llevar sucias las manos.
No veo la luz acumulada, no oigo el grito
de las hembras parturientas.
La existencia, como si le faltara un brazo,
vuelve a ser sueño y llanto
en lugares jamás imaginados por el hombre.
Despertando una y otra vez
en los límites del pensamiento.

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A UNA TETA [Mi poema]
Juana Bignozzi [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Niñez
Haciendo una cuchufleta
nací yo como el que nace
por culpa de una bragueta,
tal cual fuera de un desguace,
colgándome de una teta.

Adolescencia
Misma teta dadivosa,
-de justicia es acordarme-,
presumida, de una diosa,
que acercose a consolarme
con el mimo de una rosa.

Madurez
Esa misma, no inocente,
a la que antaño empinaba
a beber agua en su fuente
y poco a poco tocaba
cada vez menos ardiente.

Vejez
Y que hoy, llegado a la meta,
aun la observo con ternura
ya en estado de retreta.
Ansias son de un caradura
que no acepta estar a dieta.
©donaciano bueno

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En primer lugar, el hombre, iluso, siempre busca a dios, después, más pragmático, a una teta a la que agarrarse. «Vivió chupando de la teta» se dice de quien nunca trabajó.

MI POETA SUGERIDO:  Juana Bignozzi

Extrañas parejas

siempre volví en olor de bienvenida
flores animalitos de mis colores
corazones de papel que son los que me importan
y ahora entro en una casa donde
hay que dar la luz y el agua
y no buscar bebida en vaso limpio no la hay
sólo una voz por el teléfono

he aceptado entrar en una casa a oscuras
para que en mi vida no echara raíces el patetismo
De «Interior con poeta» 1993

H. M.

Que haría yo sin tus flores
que haría yo sin esta permanencia
de tu gesto y tu lugar
Que haría yo si debiera pensar
en pérdida olvido y sobre todo final
Que haría yo si no tuviera
la certidumbre de tu memoria
De «Regreso a la patria» 1989

Interior con poeta III

Desde mi ventana
silencio de verano silencio de invierno
veo servir la comida
encenderse las luces
lámparas del atardecer mesas del mediodía
¿acogerían ellos a una sin patria?
¿no estaría mi corazón para siempre en otra tierra?
soy ajena a las ceremonias de la costumbre
que suelen acogerme para señalarme extranjera
vidas de espaldas al mar que es el camino de mi vida
De «Interior con poeta» 1993

La vida plena

A algunos les han quitado las ganas de hablar,
pasan mudos por el amor, aman perros vagabundos
y tienen una piel tan sensible
que nuestros pequeños saludos cotidianos
pueden producirles heridas casi de muerte.
Nosotros, seres amables e inofensivos,
miramos los gatos enfermos, las mujeres con collares
que pasan por la calle
y sentimos un desamor agradable,
casi suficiente.
De «Mujer de cierto orden» 1967

Le entrego mi nombre a la vida que sube

Detrás de estos juegos de inteligencia
detrás de nosotros, que estamos en lo que podemos,
que sólo manejamos vasos al borde de la lluvia
vinos amicales,
fosforescencias del mar tienen su nombre,
que yo sólo puedo decir a través de ojos lánguidos,
sonrisas tristes mi amor devastado.
Tan pobres que éramos,
y ahora los que vienen de Cuba, los que van hacia Cuba,
entran en mi lenta ternura de mujer que vive junto a un río
hacen insoportable nuestra miseria.
De «Mujer de cierto orden» 1967

Luz de gas

Todos pudimos apagar y encender las hogueras
digamos, las luces
los más inconscientes lo hicimos
pero yo pregunto
quién tuvo la valentía de verlas agonizar
y siguió hablando moviéndose
pensando en las celebraciones
sonriendo ante las consecuencias del cambio de estación
la luz que agoniza era una obra que amaba mi madre
en su fantasía del teatro
pero aquí no habrá salvadores
lúcidos detectives jóvenes enamorados
sólo héroes que miran cómo agonizan
y simulan vivir una vida
¿quién la llamó vida?
sin revolución.
De «Regreso a la patria» 1989

Nocturno

la luz de mis amigos en las cenas en mi ciudad
el perro de Anouilh que siempre aúlla para mí
casas de barrio a oscuras cazadores de lavabos de estación
mi amiga comprándome vino en el kiosco
un avión esperando para encender los motores
De «La ley tu ley» 2000

Que necia salir por esa ciudad…

Que necia salir por esa ciudad
a recoger mis confidencias entre adúlteras
poetas de diarios pueblerinos
burguesías napoleónicas y analizadas
solitarios a los que no recuerdo en sus actuales escenarios legales
salvo algunas soledades de domingo a la tarde en la provincia
alguna etapa antes de volver al verdadero destino ignorado

que necia creer que siempre más allá
había un imperio con toda su fanfarria
y el exotismo de sus colores
y no sólo este trabajo mínimo y constante
ser armonioso sin conciliar unir sin renunciar

sé que largué un bumerang que todavía no volvió
De «Regreso a la patria» 1989

S. B. mi corazón joven

marco un número a ciegas
creyendo saber a quién llamo
en realidad cubro el hueco de los llamados suspendidos
todo es verdad
la necrológica la fecha
la amiga avisándolo
pero esta noche tu voz
prolijo corrector
vino a consolidar y concluir aquel gozo
de nuestra amistad
con una cita imprecisa
De «Partida de las grandes líneas» 1997

Soy una mujer sin problemas

Todos lo saben
y entonces buscan mi compañía para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien que quiere morir en paz consigo mismo
y me produce estremecimientos, insomnio, soledad,
porque la paz conmigo misma sería una guerra sin fin,
dos o tres asesinatos inevitables y alguna entrega desmedida
que no entra en mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches
con un jardín inmenso donde los muertos se levantan para saludarme;
yo sueño con un hombre que me inquieta y como lo ignora
me habla amigablemente del resto del mundo
y de mis múltiples amores, tan simpáticos,
tan apropiados como tema de conversación.
De «Mujer de cierto orden» 1967

Supiste quién era…

Supiste quién era
antes de que yo empezara a sospecharlo
ahora caminando por lejanas y míticas ciudades
soy tu triunfo
vos hiciste esa figura que recorre lugares que nunca conocerás
pero son sólo tuyos para siempre
vos los soñaste yo los conozco
para mí las fachadas
para vos el deseo
lo único posible de ser llamado eternidad
De «Regreso a la patria» 1989

Tantas flores a la madrugada tanto vino blanco con los amigos…

Tantas flores a la madrugada tanto vino blanco con los amigos
íntima perdida última
tanta vida para la literatura
tanta hermosa fantasía desplegada
corazoncitos en los vidrios empañados en vez de amor
tanto lúcido ascendente iluminista buen alumno
aquellos mis amiguitos con su pacífico partido de izquierda
tanta prueba de amor colgada de un clavito
tanta vida tirada a los perros y a los cobardes
el recuerdo de algunos que en lo mejor de mi vida
en fin cambiemos de tema
después de besar a los íntimos todos los días
como si fuera la despedida del alma
puedo asegurarles que no les crearé ningún problema
soy muy inofensiva
no me pasearé por el mundo con plumas doradas
ni gritaré a destiempo
sólo que tal va consiga un bote al exilio
o todo termine en un claustro con una labor de petit point
De «Regreso a la patria» 1989

Yo que moriré vendiendo las joyas…

Yo que moriré vendiendo las joyas
que nunca tuve
extiendo esta mano como si blandiera guante de encaje
que no conoció
porque hizo domésticas tareas
con sentido histórico hartazgo y cierta dignidad
yo que moriré
espero limpia y perfumada y es probable con olor a decencia
no olvidaré el escenario inaugural
donde se encendieron y apagaron las luces
donde creció mi adolescencia y murió mi juventud
De «Regreso a la patria» 1989

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LLOVER A GUSTO DE TODOS [Mi poema]
Germán Bleiberg [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer salí a la calle. Vi llovía.
El cielo se encontraba tan nublado
que apenas si su estela percibía.
De nuevo la tristeza aparecía,
sentada allí a mi lado.

Sumido en la tiniebla en un letargo,
-debiera confesar me había perdido-,
acaso fue que yo pasé de largo,
-apunto a somnolencia en mi descargo-,
que ignoro qué había sido,

me vi absorbiendo el agua que caía,
-que el gusto, ya se sabe, no es de todos-,
sabiendo que paraguas no tenía.
Ocurre cuando el cielo desafía
y ensucia con sus lodos.

Pues lágrimas por nimias hacen charco
y puede salga el sol y se evapore.
Así desaparezcan dejan marco.
Alguno siempre habrá tire con arco
mas nadie que le borre.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Germán Bleiberg

Encuentro en ti la luz estremecida…

Encuentro en ti la luz estremecida
y un honesto temblor siempre soñado,
vibrando en juventud, limpio y alado,
un bienestar de soledad henchida,

y estos ojos de hierba humedecida
que cumplen su mirada, armonizado
el viento y el celeste azul logrado,
como un jardín bajo la brisa herida.

Yo te he buscado, amante, en el tranquilo
encendimiento firme de tu frente,
como triste abandono de azucena,

y te encuentro, presente, en el sigilo
de mi ágil corazón, tan dulcemente
ungido por tu voz loca y serena.

La clara lluvia, en rosa y azucena…

La clara lluvia, en rosa y azucena,
asume en tu presencia la dulzura,
y una aurora de arroyos insegura
ampara aquella luz de sombra llena.

¡Oh la experiencia arrebatada, ajena
a la ilusión constante de ternura
que en mí, con esperanzas, inaugura
una joven quietud viva y serena!

¡Oh los pasos que, tímidos, perdieron
aquel tranquilo séquito de flores!
¡Oh amada floreciente y encendida!

Cuando las noches íntimas huyeron,
quebró la luz del alba sus temblores
y tus ojos brotaron en mi vida.

Mientras de luz y de esperanza herido…

Mientras de luz y de esperanza herido
mi corazón te piensa y te edifica,
un llanto luminoso purifica
tu cielo claro en claridad crecido.

Las aves hacia ti me han conducido,
cuando el silencio el cántico amplifica,
que en ti las luces íntimas explica,
y esta pasión, primaveral latido.

El alma te construye entre azucenas
sobre el paisaje que la brisa hiere,
donde los aires tiemblan en tu ensueño.

Tu nombre vivo fluye por mis venas,
y toda mi nostalgia te prefiere
en la espiga y la hierba de mi sueño.

Retorno póstumo

Con las primeras violetas viene,
tan acostumbrado al ruido del tiempo,
él, nuestro sueño inhabitable,
transitando solo,
de nube en nube,
nuestro sueño confundido con el mar,
con el sediento desierto,
después de haber besado con labios infinitos
el último horizonte de la vida.

Viene desnudo, pensativamente,
bajo el peso de una palabra
horadando su conciencia de lirio incesante,
el sueño que forja palabras verdaderas,
palabras perennes,
el sueño agobiado por una palabra
que nunca osó pronunciar,
ni siquiera frente a un espejo,
la palabra que desde niño
enturbia secamente su voz segura,
su jadeante aliento,
como una flor desfallecida
entre las fauces de un grito,
palabra que se derrumba,
entre músicas sin aposento,
entre silencios velocísimos
devorando palabras nunca dichas.

Y retorna desnudo, sueño muerto,
el ritmo de angustiosos poemas,
poemas virginales de la muerte
y los amigos que por él oraban
en el funeral radiante de sombras,
apenas recuerdan su vaporoso tránsito,
y las ortigas, sin lastimar su piel transparente,
han olvidado aquellas manos soñadoras
antaño heridas por sus aguijones.

Orlaba el laurel su frente de sueño rubio,
y ahora se avergüenza, tímido,
de las frágiles alas suscitando sus vivos vuelos,
porque la única palabra que hubiere querido decir,

no pudo decirla nunca,
-Dios sabe qué misterios anudan los sueños-,
palabra aún por inventar
definitiva como el amor o como el odio.

Porque había un viento negro,
una mañana de tétricos, nocturnos vientos,
y su palabra quedó muerta,
insepulta en los abismos insondables,
germinando en el corazón del sueño,
y hoy regresa,
él, el sueño,
para pronunciar su palabra severamente,
la misteriosa,
cuando ignora que le cercan viejos huracanes,
oh sueño inmortal,
sueño muerto del poeta.

El Señor le ha concedido su póstumo retorno,
bajo el sol que irradia sobre el parque
el fuego vivo nutriendo las estatuas,
pero él, sueño agitado desde el origen de los cielos,
siente que su palabra se anega en silencio calcinante,
y que su voz es nada,
y que su cántico es inútil,
porque no encuentra su palabra última,
y el sueño sonríe,
acariciando húmedas violetas matinales,
para soñarse a sí mismo,
lejos, cada vez más lejos
de este ruido feroz de las horas.

Sólo aquel tembloroso viento amado…

Sólo aquel tembloroso viento amado,
tan dulcemente estrecho entre mis venas,
viene con tu paisaje y con serenas
voces de tu fervor puro y llorado.

Estoy solo, ya solo y entregado
a este dolor humilde en que me ordenas,
y espero, oculto en soledades plenas,
llegar a ti, febril y enajenado.

Hoy son tus ojos esta luz sin horas.
que yo buscaba como bien pequeño.
¡Víspera del espacio presentido,

las lentas llamas, manantial de auroras!
Y tu sangre tendrá un sabor de sueño
entre las mariposas florecido.

Tus ojos tienen el recóndito desmayo…

Tus ojos tienen el recóndito desmayo
del nocturno horizonte,
que nunca hiere el alba.
Pero también irradian alegrías
cuando recuerdas o presientes,
y entonces resplandece tu mirada
como el íntimo vuelo de una alondra en abril.

Y cuando ahora recorremos el camino
donde nuestro amor halló su origen,
las piedras de calles angostas,
los monumentos altivos,
las ruinas cansadas,
la silenciosa lluvia,
el hijo de una amiga soñando
su histórica ciudad de provincia,
espejan en su canción agitada
la letanía feroz del tiempo,
y cada vez más me iluminan
tus ojos de nocturno horizonte,
cuando la vida acucia con sus cielos
y renunciamos al pan cotidiano
a cambio de unas tazas gozosas
de policromada arcilla,
tazas que el agua convertirá en recuerdo.

Y entonces comprendo qué es la claridad
del horizonte fiel de tus ojos,
el horizonte oscuro de un amor
que me asedia cada amanecer con una sonrisa,
inmune al tránsito de la tristeza,
de la harapienta tristeza del mundo.

Vigilia

Esta puerta, tal vez cerrada al viento.
Todo parece -¿contra quién?- cerrado.
Hasta las nubes de la lejanía,
horizontal penumbra, y tantas rejas,

ventanales hostiles. Hace otoños,
la oscura chimenea, fuego ausente,
sólo ofrece cenizas para el frío
consuelo, antiguas lágrimas del aire,

y estas paredes blancas que me ciegan,
y la estancia en clausura y tantos pájaros
con alas nuevas, cántico en fervor
( quizá no estés cerrada, puerta. Cruje

tu madera nocturna en mi tristeza)
y sé que debo huir, no sé por dónde,
soledad de los límites murales,
cuando he de huir, amándote, naciente,

venciendo ventanales enrejados,
o por la siempre muerta chimenea
o por los muros íntimos de miedo:
¿por qué canta el olor primaveral

mientras yo sangro, herido, sin salida?
(La puerta, tan sencilla como el campo,
nadie ha intentado abrirla, y veo sangre
como espejos, amor hacia paredes,

hacia siempre, mi sangre inútil, tuya.)
La puerta cede, y todo, todo es mío,
y tus ojos mirando tan febriles
de ser futuro júbilo, inventando

primavera frutal para mañana,
tardío amanecer, mi flor o sangre
floreciendo ya impunemente tuya:
y qué cerca tus ojos siempre lejos,
toda tu ausencia azul en el paisaje,
joven muerte abrazándome, descalza.

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COGITO ERGO HABEO CEREBRUM [Mi poema]
María Julia De Ruschi [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Yo soy de los que piensan que el cerebro
es como cerradura sin la llave,
la web que en internet no tiene clave,
sin puente pretender cruzar el Ebro.

Lo pienso mas no crean lo celebro
pues nunca yo logré en él penetrar,
curioso por saber y allí observar
y hacerme enamorar con un requiebro.

Que hay veces cuando salgo a pasear
la llave de pensar busco y no encuentro
de forma que me tengo que aguantar.

Entonces ya me toca adivinar
aquello que pudiera estar por dentro
diciéndome pelillos a la mar.

El mar como el cerebro es tan profundo
que empiezo a divagar y allí me hundo.

Acaso el #cerebro no es un mar de dudas? Share on X

MI POETA SUGERIDO: María Julia De Ruschi

La partida

li capitani sui lo odiavano molto
Antonio Pigafetta

Magalhais siempre extranjero
hacer crecer el tiempo
a razón de mil inexactitudes por segundo
telarañas
que soñaron astrónomos,
comerciantes y locos
ambiciosos, traidores
y navegantes por vocación o por la fuerza
Magalhais siempre extranjero
abre los portulanos sobre las rodillas del mar
y su voluntad desesperada
vuela ya, ya ha llegado, ya pisó cielo
el astrologus sensible de otra manera
a los ultrajes monárquicos
le calienta la cabeza
y el capitán está harto
del artero don Faleiro
su noche de sabiduría quedará en el muelle
y el sol le devorará en silencio el mapa de los ojos
horóscopos, cartas astrales,
naufragios y susceptibilidad de cuartos húmedos
en el barrio del puerto
ambos comerán de la mano de los monarcas
y morderán las manos de los monarcas
y las manos de los monarcas jugarán con ellos
así en la tierra como en el mar
mientras aquel a quien el sueño levanta
por encima de todos los desaires
y agrias certidumbres robadas en noches
de cacería delirante
ese, el señor de los señores,
el que no llegará pero hará llegar a todos
Moisés de suntuosas quimeras
engaña sutilmente a reyes, constelaciones y
parte suavemente de las orillas del mundo,
se aleja poco a poco
poco a poco
a la locura que le da sus laureles, que lo pierde
così voleva la sua infelice sorte.

La soledad de la intérprete

qué hermosa es / o qué feliz me hace /
o qué transparencia en su ejecución
No puedo decir nada
Sé que está muriendo, o se está preparando para morir,
o está ensayando
el tallo de mariposas de su muerte próxima o reciente
Allí arriba, en soledad, sobre ese escenario,
de una vez por todas
para todos
¿Y yo hablando de su belleza o la inminente desaparición
que vierte gota a gota?
Sé que debería callar
Sé que debería poner mi barca, muda,
sobre la palma del cielo
Y continuar viaje
en la soledad de la Comunión Más Alta
Adiós, fuente, estremecedora agonía incesante

Descripción del poema Olmo de Sylvia Plath como si fuera una pintura

Veo un cuento de hadas: niñas vestidas con gasas vaporosas casadas con árboles de alambre.
Besan al sol esperando algo a cambio. Besan los pies del sol.
De noche también afilan sus espinas a la luz de la luna.
Una cara asesina pende ahorcada de las ramas de alambre. Caras, cabezas, frutos venenosos. Árboles clavados en un cementerio. No huyeron. Se castigaron a sí mismas.
Las mujeres que están pariendo cuchillos y niños muertos sin desayuno ni merienda.
La primera madre odiaba la sangre. A la segunda se le enfriaban los pies en las noches de invierno. Dejaba a la niña llorar y llorar.
El mundo congelado bajo una rosa de nieve.

Domingo

Yo recordaba el futuro, como Casandra, pero no quería morir.
Bailar, cantar, la ciudad vacía los domingos por la mañana, la corriente nos lleva y somos dóciles y gráciles y sonoras como los álamos. El viento nos arrebata un sueño, dos sueños, tres sueños, como en los cuentos de hadas… El viento también. Beso tus manos, Señora, el borde de tu manto azul; tus pies, Crucificado, el clavo; la espada de Judit, las espadas de los Arcángeles.
No quiero morir.

Te amaré nunca, para nunca…

te amaré nunca, para nunca

-superfluo, el poema, como la nada bella que indica:
el poema señala los límites, desde fuera de los límites-

aquí, pájaros amarillos rodean la fuente feliz

la soledad es la alianza, un hilo de sombra
su nudo invisible es un secreto compartido,
es un enigma demasiado evidente

recorreré todo el camino de mi corazón una vez más,
contemplaré con otro rostro y otro estupor las ruinas del mundo

he puesto todos los signos al servicio de nuestro entendimiento,
y el mundo en signos se ha desvanecido
De «Tierra sagrada», Polvo que une, Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2012

El tiempo

Ábrete, boca de la luna, niña que dejas ciega al agua
Al verte poner tu barca de papel en la charca, me enamoré para siempre
de las circunvoluciones de la luna dentro de mi cráneo y paseo por su silencio mineral …despacio, cada vez más despacio, con una lentitud que desgarra cada fibra de mi cuerpo veloz…
Cuando hemos logrado enemistarnos con el tiempo, tensar esas fibras
caer en esos pantanos
en esos sitios vulnerables donde se pierden sin remedio
algunas palabras
algunos caminos
la verdad es un animal solitario, casi tan solitario como la muerte
caídas y olvido

¿Comprendes lo que lees?

Mira, ahí hay agua
Los hombres somos todos mendigos
Yo quiero resucitar
En Nada escrito, Buenos Aires, hilos editora, 2010

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UN AMOR EN «LA NAVATA» [Mi poema]
Joan Brossa [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(Sátira política)

Te he visto en una foto, te deseo,
es posible que yo no te merezca,
quizás seas amable cuando crezca
y pueda disfrutar de tu flirteo.

Permíteme te diga, no hagas caso,
si alguna vez te dije te desprecio.
Me gustas a rabiar. Que no soy necio.
La vida se construye paso a paso.

Pues todos pecadores hemos sido,
la carne siempre es débil, dijo Cristo,
yo, ciego, no te vi. De nuevo insisto,
perdóname si un día te he mentido.

Y a aquellos que se sienten traicionados
quisiera disculparte, aquí les digo,
que sigo predicando. Soy su amigo.
Si me seguís seréis recompensados.
©donaciano bueno

#Toda la vida persiguiéndote para que viniera otro y en un momento me la birlara? Share on X

Una versión en clave de amor/humor del hecho de la compra por parte de la pareja líderes de Podemos de un magnífico chalet, con un gran jardín, piscina, casa de invitados…, en una zona destinada exclusivamente a los asquerosos capitalistas, de los que huían como gato escaldado y a los que ellos denunciaban. Aquí les dejo dos sabios refranes: 1. «por la boca muere el pez» y 2. «no es igual predicar que dar trigo». Por si quieren tomar nota.

MI POETA SUGERIDO:  Joan Brossa

Eco

A Maria-Lluïsa Palau

-¿Podrías decirme qué es el sol? -El sol.
-¿Y la luna, podrías? -Es la luna.
-¿Y por qué llora Pedro inconsolable?
-Porque en su vida no ha tenido suerte.

-¿Y qué son las montañas, las estrellas?
-Son solamente estrellas y montañas.
-¿Y estas raíces qué? ¿Y qué estas cañas?
-Pues no son más que cañas y raíces.

-¿Qué es esta mecedora? ¿Y esta mesa?
¿Y estas manos que forman sombras chinas?
Dime: ¿y el mundo, el hombre?
-Ved aquí
la faz final de la sabiduría:

Mírate a fondo, afirma siempre el ser
y aprende: nada más puedes hacer.
(Versión de Andrés Sánchez Robayna)

El gran triunfo

Siento el latido inmenso en la llanura
y lo canto en la altura de la cumbre.
En plena libertad, libres procura
Todas las Cosas. Jamás servidumbre

En la fuente del gozo, en tu hermosura
He hallado. ¿Ves?, amor, en muchedumbre
Cruzo el dédalo; mas contigo, pura
Naranja que ha crecido de la lumbre,

¡Cuánta luz salta con la sombra mía!
En plenitud de paz en ti me inclino,
Más allá del amor nada nos guía:

Sendas y objetos vuelcan el destino
En la hoguera del alba. Noche y día,
La tuya, amor, al tiempo desafía.
(Versión de Alfonso Alegre y Victoria Padilla)

El jardín de la reina

¡Eh, no piséis al escarabajo!
Johannes Brahms

Éste es el jardín de la Reina.

Ésta es la llave del jardín de la Reina.

Ésta es la cinta que sostiene la llave del jardín de la Reina.

Éste es el pez que ha mordido la cinta que sostiene
la llave del jardín de la Reina.

Éstos son los ojos que brillan como el pez que ha
mordido la cinta que sostiene la llave del jardín de la Reina.

Éstas son las manos que han hecho sombra a los ojos que
brillan como el pez que ha mordido la cinta que
sostiene la llave del jardín de la Reina.

Éste es el cabello que han peinado las manos que han
hecho sombra a los ojos que brillan como el pez que ha
mordido la cinta que sostiene la llave del jardín de la Reina.

Ésta es la fuente que ha mojado el cabello que han
peinado las manos que han hecho sombra a los ojos que
brillan como el pez que ha mordido la cinta que
sostiene la llave del jardín de la Reina.

Éste es el camino que bordea la fuente que ha mojado
el cabello que han peinado las manos que han hecho sombra
a los ojos que brillan como el pez que ha mordido la cinta
que sostiene la llave del jardín de la Reina.
(Versión de Andrés Sánchez Robayna)

El tiempo

Este verso es el presente.
El verso que habéis leído es ya el pasado
-ha quedado atrás después de la lectura-.
El resto del poema es el futuro,
que existe fuera de vuestra
percepción.
Las palabras
están aquí, tanto si las leéis
como si no. Y ningún poder terrestre
lo puede modificar.
(Versión de Carlos Vitale)

El último hombre

A pesar de las apariencias y las teorías, dice
que tiene miedo de la soledad; se siente distanciado
de los objetos; tiene miedo de no ser más que una
cosa entre las cosas, entre objetos sin nombre:
tiene conciencia de no estar aquí.
(Versión de Carlos Vitale)

España

No existe la censura:
lo que existe es un Servicio de Información Bibliográfica
para evitar posibles perjuicios económicos a los editores.

No hay gente que se muere de hambre:
hay personas que sufren insuficiencias tróficas
debidas a insuficiencias alimentarias.

No hay lucha de clases:
hay tensiones sociales polarizadas en torno a desiguales
repartos de la Renta Nacional.

No hay oposición episcopal:
no se trata de quitar al obispo sino de modificar
las estructuras jerárquicas que no son conscientes
del compromiso con las líneas posconciliares.

No hay partidos políticos:
hay articulación de contrastes de opiniones.

No hay subida de precios:
hay revisión de tarifas.

No hay derecho de huelga:
hay una manera de exteriorizar el conflicto directo.

No hay epidemia de cólera:
hay brotes de diarreas estivales.

No se habla de amnistía,
sino de condena de sanciones.

Etcétera.

Fin del ciclo

Las hojas caídas obstruyen el camino.
Imagino que soy el que no soy.
Aquí me estoy muy quieto.
Procuro no moverme
y ocupar el mínimo espacio.
Como si ya no estuviese allí.
El silencio es el original,
las palabras son la copia.
(Versión de Carlos Vitale)

La guerra

Cruza un burgués vestido de cura.
Cruza un bombero vestido de albañil.
Yo palpo una tierra muy humana.
Cruza un cerrajero vestido de barbero.
Me como un trozo de pan
y me tomo un buche de agua.
(Versión de Andrés Sánchez Robayna)

Noche

Más allá del espacio que percibimos brilla una multitud innumerable
de mundos semejantes al nuestro.
Todos giran y se mueven.
Treinta y siete millones de tierras. Nueve millones quinientas mil lunas.
Pienso con espanto en distancias incalculables
y en millones de globos muertos
alrededor de soles ya apagados.
Medito sobre el orgullo.
¿Qué ocurre más allá de los astros?
El suelo está regado.
Una mujer da un beso a una niña.
Hoy la cena ha sido espléndida.
Se oye tocar un manubrio.
Hay un espejo colgado en la pared.
Entrad, entrad, la puerta está abierta.
Afuera pasan un pastor y un trapero.
(Versión de Andrés Sánchez Robayna)

Nocturnalia

A Pepa

Pura contra la noche está mi mano,
Riqueza y fuerza me echaré a la espalda;
Busco la calma en lo que pensar pueda,
Donde empieza la queja trazo raya.

Suelen bastarme el hombre y su misterio,
El azufre que hiero no me daña;
Pero la suma escapa al juicio humano,
y me sacude el trueno y raya el rayo.

Pero no digo que mi error lamente:
-¡Echa raíces, olvidada tierra!
En torno de tu amor dialogando,

Cuanto retengo piérdolo con ansia:
Ni siento horror de morir como pienso
Ni pensar como muero me entristece.
(Versión de Andrés Sánchez Robayna)

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