A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

MI MADRE, YO Y DIOS [Mi poema]
Fernando Ruíz Granados [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mi madre era creyente. Yo no creo.
En casa los domingos se iba a Misa.
Decía su asistencia era precisa.
De Dios siempre llevaba un camafeo.

Mi madre era feliz. Yo lo sabía.
Cuidando de su hijos se afanaba.
Ganando cuatro perras las guardaba
en la hucha de soñar que ella tenía.

Mi madre era creyente a pié juntillas,
e igual que lo creía, practicaba,
si alguno le insistía no escuchaba
así le relatasen maravillas.

Confieso, me sentía prepotente,
haciendo ver que todo lo sabía,
y a veces a hurtadillas me reía
cuidando no me viera alguna gente.

Mi madre se murió muy sonriente
sabiendo con certeza que iba al cielo.
Yo pienso por la noche y me desvelo
¿Por qué no me hizo Dios a mi creyente?
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Fernando Ruíz Granados

DINTEL

The eternal seeks, and find, the temporal.
Theodore Roethke

La piedra eternal busca lo temporal
La esbelta columna que sostiene
El claro techo del cielo
El frontispicio del templo
Donde la luz de oro anima
Las figuras pétreas de los Dioscuros
La cóncava piedra de la clepsidra
Que guarda en su mano los instantes
Del inasible tiempo
El atezado bloque de granito
De las murallas imperiales
Que cubrirá la hierba
El diáfano estanque
Que contempla los jardines
Y cuya agua habrá de pervertirse
El poema que olvida
Los himnos y los trenos
El epitafio borrado por el limo
El cántaro roto de la sed
La sencilla piedra
Bajo la catedral del árbol

Restauración
Soy el árbol de tu huerto
El árbol del invierno
Cuyas desnudas ramas
Tienen por fronda
El intermitente follaje
De las nubes
Soy el árbol de tu huerto
El árbol sin fruto
Que espera paciente
La estación propicia
El tiempo de la restauración
De todas las cosas
Soy el árbol de tu huerto
El árbol erguido sobre la tierra
Que aguardará paciente
Todas las tormentas

BITÁCORA DE VIAJE

He visto los barcos
Anclados en los muelles
Los ojos convulsos de los peces
Todo resplandor sobre las olas
He visto el árbol en el bosque
En el río detenida la corriente
En la tarde todos los ocasos
He visto en la noche
Ciudades encendidas
En la poesía el relámpago que dura
En el tiempo la palabra del silencio

LA MANZANA

Desprender el fruto
La roja manzana del Paraíso
El perfecto fruto que pendió
De la rama más alta del jardín
Morderla
No para gustar de su sabor
Que contenta los sentidos
Probar del fruto para alcanzar
Su ardiente centro
Su ignorada esencia
Para vislumbrar el umbral del Comienzo
El corazón del fuego
Y volver al dulce calor
De la semilla
Para encontrar en lo minúsculo
La puerta al mundo

ENSAYO DE UN ÁRBOL

Ensayar un árbol en el poema
Asentar su raíz en el fondo blanco
De la hoja
Sembrarlo a la plenitud del día
Ensayar un árbol en cada poema
Orientar sus ramas
Hacia los cuatro puntos cardinales
Al Norte la rama del sentido
La segunda al Sur el rumbo
Al que emigran todos los pájaros
La tercera hacia el Este
El territorio donde nace la luz
Y soplan los vientos del solsticio
La última rama hacia el Oeste
El punto hacia donde fluye todo esplendor
El sitio en el que crece la noche
Y se confunden todos los árboles
Los árboles del mundo y los de la palabra

JARDÍN

En este lugar fue construido un jardín
En este lugar la luz levantó sus bóvedas
En este lugar fue sembrado el árbol
Cuya forma une al cielo con la tierra
En este lugar brotó la primera fuente
En este lugar nació el río de cuatro brazos
Que se extiende por los cuatro rumbos de la tierra
En este lugar todas las semillas rindieron fruto
En este lugar empezó todo
En este lugar el hombre nombró todas las cosas
A los peces del mar
A las aves del cielo
A las bestias de la tierra
En este lugar la mano desprendió el fruto
Si descansas tu oído sobre la tierra
Alcanzarás a oír sus antiguos murmullos
Si descansas tu oído sobre la tierra
Escucharás el vuelo del primer pájaro
Si descansas tu oído sobre la tierra
Escucharás tus pasos

AGUA DE PIEDRA

Todo quiere seguir siendo lo que es
El río que transcurre y que no cesa
El paciente viento que labra la montaña
La noche callada que no desgastará la eternidad
La mañana que madura como un fruto
El árbol que erige su antigua figura en los jardines
La desgastada arena de cuyo polvo se construye todo
El fuego dormido en la ceniza
La nube de oro que enciende la fragua del ocaso
La inscripción de piedra labrada por el poeta
Los territorios de sombra desgajados por el rayo
La nieve eterna que aguarda el despertar de la luz
La solitaria luna
El ojo del lobo que atisba la tiniebla
El sol que asciende desde la honda oscuridad
El paisaje que funda la mirada
El Universo entero que se hace y se deshace
El pájaro que escribe sus signos en la arena
Las letras que el viento escribe y borra

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A USTED, QUE SABE DE LA VIDA [Mi poema]
Salvador Rueda [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

A usted que tanto sabe de la vida,
a aquel que pasa el tiempo presumiendo,
a todos los que al vulgo van mintiendo
gozando con ruindad de la comida
y al resto desvistiendo.

A aquellos que en el mundo proliferan,
se suben con frecuencia al escenario,
disfrutan repitiendo su calvario
buscando solamente le aplaudieran,
y viven del erario.

A todos los que lanzan sus soflamas
tratando de chupar cual sanguijuelas
las tripas, van clavando las espuelas,
cual pájaros que sueltan por las ramas.
sus heces y secuelas.

Resulta que ellos son sus intereses
que al resto nada importa, vayan dando.
Y yo, que no soy sabio, estoy dudando
si acaso sigo andando haciendo eses
y no sé ni hasta cuando.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Salvador Rueda

La lámpara de la poesía

Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento
como un aceite de aroma y de gracia la ardiente poesía,
y a los ensalmos exhala cantando su fresca armonía,
vase llenando de luz inefable la esponja del viento.

Rozan los versos como alas ungidas de lírico ungüento
sobre las frentes, que se abren cual rosas de blanca alegría;
y un abanico de ritmos celestes el aire deslía,
cual si moviera sus plumas de magia de Dios el aliento.

Vierte en el aire la lámpara noble sus sones divinos,
que goteantes de sílabas puras derraman sus trinos
desde el tazón del cerebro de lumbre que canta sonoro.

Y revolando las almas acuden de sed abrasadas
como palomas que beben rocío y ondulan bañadas
en el temblor de la fuente sube del verso de oro.

La copla

Tiene la mariposa cuatro alas;
tú tienes cuatro versos voladores;
ella, al girar, resbala por las flores;
tú por los labios, al girar, resbalas.

Como luces su túnica, tú exhalas
de tu forma divinos resplandores,
y fingen ocho vuelos tembladores
tus cuatro remos y sus cuatro palas.

Ya te enredas del alma en una queja,
ya en la azul campanilla de una reja,
ya de un mantón en el airoso fleco.

En el pueblo, andaluz, copla, has nacido,
y tienes –¡ave musical!– tu nido
de la guitarra en el sonoro hueco.

El ave del paraíso

Ved el ave inmortal, es su figura;
la antigüedad un silfo la creía,
y la vio su extasiada fantasía
cual hada, genio, flor o llama pura.

Su plumaje es la luz hecha locura,
un brillante hervidero de alegría
donde tiembla 1a ardiente sinfonía
de cuantos tonos casa la hermosura.

Su cola real, colgando en catarata;
y dirigida al sol, haz que desata
vivo penacho de arcos cimbradores.

Curvas suelta la cola sorprende,
y al aire lanza cual tazón de fuente
un surtidor de palmas de colores.

La cigarra

Silencio; es la cigarra, la doctora,
la que enseñó a Virgilio la poesía
y dio a las viñas griegas su armonía
cual bordón inmortal de luz cantora.

Aun pasa con su lira triunfadora
ardiendo en entusiasmo y energía;
encerrado en sus élitros va el día,
escuchad su canción abrasadora.

Ser en la roja siesta enardecido,
es un ascua del sol hecha alarido
que a su propio calor fundirse quiere.

Quema al cantar su real naturaleza,
canta por el amor a la belleza,
canta a las almas, y cantando muere.

Hora de fuego

Quietud, pereza, languidez, sosiego…;
un sol desencajado el suelo dora,
y a su valiente luz deslumbradora
queda el que a fascinado y ciego.

El mar latino, y andaluz, y griego,
suspira dejos de cadencia mora,
y la jarra gentil que perlas llora
se columpia en la siesta de oro y fuego.

Al rojo blanco la ciudad llamea;
ni una brisa los árboles cimbrea,
arrancándoles lentas melodías.

Y sobre el tono de ascuas del ambiente,
frescas cubren su carmín rïente
en sus rasgadas bocas las sandías.

Las bodas del mar

Ya acudes a tu cita misteriosa
con el inquieto mar, luna constante,
y asoma las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.

En la onda azul, cual nacarada rosa,
se abre tu seno con pasión de amante
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.

El agua, como un tálamo amoroso,
te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.

Y al ostentar desnuda tus hechizos,
el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos…

El «copo»

Tíñese el mar de azul y de escarlata;
el sol alumbra su cristal sereno,
y circulan los peces por su seno
como ligeras góndolas de plata.

La multitud que alegre se desata
corre a la playa de las ondas freno,
y el musculoso pescador moreno
la malla coge que cautiva y mata.

En torno de él la muchedumbre grita,
que alborozada sin cesar se agita
doquier fijando la insegura huella.

Y son portento de belleza suma:
la red, que sale de la blanca espuma:
y el pez, que tiembla prisionero en ella.

La sandía

Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.

Carmín incandescente parecía
la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.

Tajada tras tajada, señalando
las fue el hábil cuchillo separando,
vivas a la ilusión como ningunas.

Las separó la mano de repente,
y de improviso decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.

Ramo de lirios

Porque de ti se vieron adorados,
tengo un vaso de lirios juveniles:
unos visten pureza de marfiles;
los otros terciopelos afelpados.

Flores que sienten, cálices alados
que semejan tener sueños sutiles,
son los lirios, ya blancos y gentiles,
ya como cardenales coagulados.

Cuando la muerte vuelva un ámbar de oro
tus largas manos de ilusión que adoro,
iré lirios en ellas a tejerte.

Y mezclarán sus tallos quebradizos
con sus dedos cruzados y pajizos,
¡que fingirán los lirios de la muerte!

Afrodita

Venus, la de los senos adorados
que nutren de vigor savias y rosas;
la que al mirar derrama mariposas
y al sonreír florecen los collados;

la que en almas y cuerpos congelados
fecunda vierte llamas generosas,
de Eros a las caricias amorosas
ostenta sus ropajes cincelados.

Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente
de cuanto sueña y goza, piensa y siente;
de cuanto canta y ríe, vibra y ama.

En el niño es candor, eco en la risa;
en el agua canción, beso en la brisa,
ascua en corazón, flor en la rama.

LA BACANAL

Está de fiesta la triunfante Roma;
desierto y mudo su elocuente Foro;
con estallar de estrépito sonoro
la delirante bacanal asoma.

No importa que minando la carcoma
esté su base de sillares de oro,
ni que entre mares de imborrable lloro
caiga como la impúdica Sodoma.

El festival con su esplendor la baña,
y sus noches magnificas recrea,
y con báquicos bailes le acompaña.

Y Roma, entre el festín que la rodea,
vacila como tronco en la montaña
que, antes de herirlo, el viento bambolea.

Abren la marcha grupos numerosos

Abren la marcha grupos numerosos
de Silenos con pieles revestidos,
que adelantan el paso confundidos
con grupos de bacantes bulliciosos.

Agitando los tirsos primorosos
de cien lazos espléndidos ceñidos,
excitan y enardecen los sentidos
con sus bailes de ritmos cadenciosos.

De la noche rompiendo las tristezas,
van antorchas de rayos penetrantes
que del cuadro destacan las bellezas.

Y un escuadrón de sátiros saltantes
conduce en las cornígeras cabezas
hojas de hiedra en círculos triunfantes.

Mujeres con figura de victoria

Mujeres con figura de victoria
siguen vestidas de lujosas galas,
y abren en sus omóplatos las alas,
símbolo de su triunfo y de su gloria.

Vivas luces ardiendo a la memoria
del gran Dionisos brillan cual bengalas,
y de sus tonos tienden las escalas
sobre el festín de la romana escoria.

Un bello altar de perlas coronado,
que irradia como asiático tesoro,
va de frondosas pámpanas orlado.

Y en pos de cien niños a compás sonoro,
llevan como presente delicado
el azafrán en páteras de oro.

Tras de un tropel que rompe y desbarata

Tras de un tropel que rompe y desbarata,
libre de toda ley, lazos y frenos,
llegan en el tumulto dos Silenos
en cuya piel la luz rayos desata.

Uno que e1 vivo júbilo retrata
va dando brincos de destreza llenos,
y el otro lanza vibradores truenos
de una trompeta de maciza plata.

Entre los dos, de trágico vestido,
un hombre va colérico accionando
y el rostro tras la máscara escondido.

Es el actor que avanza declamando,
y viene con acento enardecido
dáctilos y espondeos recitando.

Esparciendo, prolíficas, los dones

Esparciendo, prolíficas, los dones
con que la madre tierra las dotara,
entre pompas que un rey ambicionara
avanzan las diversas estaciones.

Resuenan encomiásticas canciones
en las que va la perfección más rara,
y en copa enorme que de hervir no para
hacen sátiros mil sus libaciones.

Trípodes al de Delfos semejantes
y piedras erizadas de facetas,
van mezclados con copas deslumbrantes.

Y ensalzan en su lira los poetas,
con ditirambos bellos y brillantes,
el premio destinado a los atletas.

Baco, encima de un carro reluciente

Baco, encima de un carro reluciente,
va por torvas panteras arrastrado,
y en un vaso de plata cincelado
bebe la espuma del licor hirviente.

Un tazón de Laconia transparente,
bajo el dosel de pámpanas formado,
luce su primoroso modelado
junto a jarros y perlas del Oriente.

Muestran las cabelleras destrenzadas
en el carro triunfal nobles matronas
con las sacerdotisas inspiradas.

Y cubiertas de pieles de leonas,
van al pagano rito encadenadas
mujeres con laureles y coronas.

Cien brutos de otro carro van tirando

Cien brutos de otro carro van tirando:
es un lagar de áureos racimos lleno,
que están, al son de un canto de Sileno,
enardecidos sátiros pisando.

Al brusco ritmo con que van bailando,
la uva derrama su jugoso seno,
y fingen sordo resonar de trueno
los duros pies el suelo golpeando.

Copas de plata el chorro desprendido
reciben en sus fondos deslumbrantes,
cual si el nácar hubiéralos bruñido.

Trasiéganlas las turbas delirantes,
y el carro lleva a su espaldar uncido
un reguero de lúbricas bacantes.

De la profusa bacanal liviana

De la profusa bacanal liviana
avanza otro vehículo asombroso
bajo un odre gigante y portentoso
que de leopardas pieles se engalana.

Sobre su inmensa cima soberana,
como en hombros de homérico coloso,
en montón hacinado y prodigioso
junta sus artes la ciudad romana.

Jarros, trípodes, vasos a porfía,
bajo relieves de cincel divino,
asombran la exaltada fantasía.

Y a lo largo llevadas del camino,
al par que derramando la alegría,
van vertiendo las cráteras el vino.

Sigue un cuadro de gracia y de belleza

Sigue un cuadro de gracia y de belleza:
niños vestidos de ideal blancura
muestran ceñidas en la frente pura
coronas que tejió Naturaleza.

Sobre un carro cargado de riqueza
vierte una gruta esencias y frescura,
y hay un coro de ninfas que asegura
verde laurel a la gentil cabeza.

Dos fuentes de las peñas se desmandan
entre ramajes y aromadas pomas,
y leche y vino en sus raudales mandan.

Ungen el aire asiáticos aromas,
y por cima del carro se desbandan
espirales de espléndidas palomas.

Dos cazadores con venablos de oro

Dos cazadores con venablos de oro,
de numerosos perros circundados,
que Hircania regaló en sus collados
para ornamento del festín sonoro,

van escuchando el encendido coro
de entusiásticos himnos, dedicados
al dios que lleva a su poder atados
tanto regio esplendor, tanto tesoro.

Arboles de magnífico follaje
ponen dosel de agreste poesía
al cuadro halagador con su ramaje.

Y en sus hojas estalla la armonía
de cien aves de espléndido plumaje
que en bellas jaulas regaló Etiopía.

Siguen el lento paso torvas fieras

Siguen el lento paso torvas fieras
de hirsuta piel en tintas salpicadas,
elefantes de trompas enroscadas,
las de diente voraz rubias panteras.

Con lanas como blondas cabelleras
van las llamas de formas delicadas,
y las alas de armiño inmaculadas
abren los cisnes como dos banderas.

Aguilas de pupila rutilante,
de duras garras y de corvo pico,
nobleza prestan al festín brillante.

Y el pavo real, de tornasoles rico,
desata la baraja deslumbrante
de las plumas sin fin de su abanico.

Cierra la marcha, espléndido y grandioso

Cierra la marcha, espléndido y grandioso,
un grupo de cien carros resonantes,
donde avestruces, ciervos y elefantes,
pasan en un desfile esplendoroso.

Baco, en medio, deslumbra victorioso
coronado de pámpanas flotantes,
entre sabias ciudades que triunfantes
simbolizó el artista prodigioso.

El vino en copas cinceladas prueban
sátiros que, beodos, van saltando
y a las bacantes lúbricas sublevan.

Y esclavos rudos a compás danzando,
ébano en troncos colosales llevan
sobre los recios hombros descansando.

Y entre esa orgía de placer profundo

Y entre esa orgía de placer profundo,
pasmo y asombro del cerebro humano,
que atraviesa en desfile soberano
con su tropel de carros rubicundo;

entre ese delirar vivo y jocundo
río que corre al lóbrego Océano
donde revueltas en su estruendo vano
van a morir las glorias de este mundo,

la antigua sociedad, roto su cielo,
siente que en su espaldas se desploma,
y herida pliega el vacilante vuelo.

Borra el festín su embriagador aroma,
se apagan las antorchas, tiembla el suelo,
¡se abre el abismo y se sepulta Roma!

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RECUERDOS QUE NO INTERESAN [Mi poema]
Vicente Luis Mora [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Recuerdo yo era un niño que soñaba
ansioso terminase ya la escuela
volviendo hacia la casa de mi abuela
y el pan, vino y azúcar que me daba.

Recuerdo cuando hervía esa cazuela
que al paire de la lumbre calentaba,
aquel olor a guiso que humeaba,
y el arte de mi hermano con la azuela.

Recuerdo la ilusión cuando ganaba
al inque o a la tuta a los amigos,
la higuera con sus brevas y sus higos
y cómo del robar yo disfrutaba.

Me acuerdo, muchas cosas no recuerdo.
Que no tengo interés. No me preguntes.
No quiero recordar, no llevo apuntes,
que el tiempo se ha quemado y ya me pierdo.

Verás, que recordar no trae a cuenta
y hoy solo me interesa la inocencia.
Por todo lo demás pido clemencia
si alguno ha de comprar lo tengo en venta.
©donaciano bueno

A qué #recordar, de qué sirve...? Share on X

El inque y la tuta eran dos de los más habituales juegos de aquella época en los que la imaginación era en realidad el juego por excelencia

MI POETA SUGERIDO:  Vicente Luis Mora

LA CASA NEGRA

Llegué de noche a esta casa extraña
desalojé el color para asentarme
me horrorizaron sus paredes blancas
tras diluir mi esencia bajé al sótano
allí encontré enterradas mis raíces
hacían de cimientos de la casa
ya era parte de ella sin saberlo
quise hacerla a mi imagen y medida
tomé mi esencia que dormía en cubos
y fui tapando su horroroso albor
y me salvó la mano que escribía
la pluma hisopo sustanciando el llanto
ahora hasta las tejas son oscuras
soy un tintero triste y solitario
las nubes no se acercan sin mancharse
mi cuerpo es un sinfín de líneas negras
el negativo exacto de la página
en esta casa ya no vive nadie.

AGUA CORTANDO UN CUADRO

Si escribo en esta página

la casa

se formará la imagen en tu mente
de una casa cualquiera de tu hogar
o el caserón sombrío de tu infancia
pero si aporto un hombre melancólico
mirando al mar detrás de una ventana
es mi casa y la piensas
negra quizás lejana no habitada

agua

escribo en mitad de este poema

y tu imagen mental se ha hecho pedazos
dónde está el agua? fuera de la casa
o dentro de la mente? tu primera
composición del cuadro se desarma
pero todo termina por formar
una imagen: azar hecho sentido
divide el agua el cuadro el cuerpo queda
mirando al mar detrás de la ventana
y separada por el agua oblicua
que la difracta del inútil cuello
mi cabeza por fuera de la casa
el mar rompiente brilla tras sus ojos.

A LA PREGUNTA DE POR QUÉ TE QUIERO

Porque la tesis va después del casus
porque la lluvia llega del oeste
el sol del este y éste del ocaso
te quiero porque baja la marea
y sube porque el cielo no es azul
te quiero porque el mar rompe en la costa
porque el amor la gravedad la muerte
hacen caer los cuerpos a la tierra
porque las nubes son en movimiento
y mueren como peces si se paran
porque la niebla es agua en suspensión
porque las cosas pasan y el reloj
no acierta nunca con la hora exacta
porque la rosa ya cortada muere
te quiero porque el átomo de cesio
es firme y el genoma variable
te quiero porque el sol calienta el aire
te quiero porque el cero es absoluto
porque mañana volarán las aves
porque hoy se acaba y esta noche es triste
casas vacías camas anchas frío
preguntas insensatas por teléfono

ANALEPSIS

Estoy a oscuras en la misma cama
que dos meses atrás nos contenía
aproximadamente por mi brazo
de ahora estaba entonces tu cabeza
mirándome serena tras la lucha
aproximadamente por el hombro
contrario mi temor a que te fueras
me siento raro a solas en las sábanas
sabiendo que fui yo quien finalmente
huyó y que sin embargo estoy aquí

me siento raro uno y somos tres
escritos sobre el folio de la cama

por un extraño azar soy como el tiempo
que escapa sin moverse del lugar.

MAREA

Llegó a mis costas la marea negra
con las primeras olas de la noche
no distinguí su corazón de grasa
tiznando el rompeolas de la playa
la mar estaba alta al despertar
llegaba hasta mi casa la marea
no pude controlarla resistí
cuanto se puede ante el destino mismo
perdí como se pierde ante el destino
llegó a mis costas la marea negra
me arrebató el color pero dejó
la suficiente tierra para verla
el agua exacta para agonizar
el aire justo para no asfixiarse
bastante vida para amar la muerte.

CREACIÓN DE RUINAS

Pintar un cuadro con hongos,
líquenes y algas, cuajado
de bacterias de larga duración,
que al pudrirse desplieguen
con lentitud colores imprevistos.

Hacer esculturas con arenas innobles,
que se vayan desgastando con el aire
y con la luz, su cáscara
cayendo con los años a pedazos.

Escribir textos mediante mecanismos
fuera de época, extraños para el hoy,
incomprensibles para el futuro.

Pensar el Partenón arcaico
como edificio anodino, acaso feo,
funcional, demasiado regular,
perfeccionado hoy por la caída.

Ser valioso por la agonía,
por el resistir despedazado.

LA AVISPA-ORQUÍDEA

La avispa-orquídea
se posa de costumbre
sobre el ortóptero brillante
y abre sus sépalas.

Húmedo el insecto de efluvio
fragante, mira hipnotizado
el aguijón rosado que busca
las junturas de su caparazón
para alcanzar la entraña.

FRACTAL DE TIEMPO (2009)

Somos la parte de la realidad
que deja de ser ella
para ser
nosotros.

La naturaleza
expulsa lejos de sí
microscópicas excrecencias
autoconscientes,
como un perro
sacudiéndose las pulgas.

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UNA HISTORIA DE AMOR/HUMOR [Mi poema]
Juan Bautista Arraiza [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

María fue mi novia, la quería,
después vino otra más y la siguiente,
a todas las juraba yo, inocente,
que un día hasta el altar las llevaría
con un beso en la frente.

El tiempo fue pasando y aunque cura
dejando fue una ristra de resabios,
colmando así el rubor de un pintalabios
mis ojos despistados de ternura
y algún beso en los labios.

Mas fue estando una noche de jarana
que osé ya traspasar la puerta abierta
metiéndome de lleno en la reyerta
tratando de gozar de una fulana,
creyendo que era experta.

Maldita decisión que aun me arrepiento,
tal tipa susodicha era una arpía,
me quiso a mi engañar ¿cómo sería,
-me dijo ser novicia en un convento-,
con un avemaría?
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Juan Bautista Arraiza

LA FUNCIÓN DE VACAS

Grande alboroto, mucha confusión,
voces de «Vaya» y «Venga el boletín»,
gran prisa por sentarse en un tablón,
mucho soldado sobre su rocín;
ya se empieza el magnífico pregón,
ya hace señal Simón con el clarín,
el pregonero grita: «Manda el Rey»,
todo para anunciar que sale un buey.

Luego el toro feroz sale corriendo
(pienso que más de miedo que de ira);
todo el mundo al mirarle tan tremendo,
ligero hacia las vallas se retira;
párase en medio el buey, y yo comprendo
del ceño con que a todas partes mira
que iba diciendo en sí el animal manso:
«Por fin, aquí me matan y descanso.»

Sale luego a echar plantas a la plaza
un jaque presumido de ligero;
zafio, torpe, soez, y con más traza
de mozo de cordel que de torero;
vase acercando al toro con cachaza;
mas no bien llega a ver que el bruto fiero
parte tras él furioso como un diablo,
vuelve la espalda y dice: «Guarda, Pablo.»

Síguese a tan gloriosa maravilla
un general aplauso de la gente;
uno le grita: «Corre, que te pilla»;
otro le dice: «Bárbaro, detente.»
Y al escuchar lo que el concurso chilla,
iba diciendo el corredor valiente:
«¿Para qué os quiero, pies? dadme socorro.
¿No es corrida de bestias? Pues yo corro.»

A las primeras vueltas ya se halla
el toro solo en medio de la arena;
por no saber qué hacerse, va a la valla,
a ver si en algún tonto el cuerno estrena;
mas desde allí la tímida canalla,
que estando en salvo de valor se llena,
al pobre buey ablandan el cogote,
unos con pincho, y otros con garrote.

En esto, con su capa colorada
sale a la plaza un malcarado pillo;
puesto en jarras, la vista atravesada,
y escupiendo al través por el colmillo,
dice con una voz agacharada:
«Echen, échenme acá el animalillo»;
mas viene el buey; él piensa que le atrapa;
quiere echarle la capa, pero escapa.

Hecha al fin la señal de retirada,
que en otras partes suele ser de entierro,
pues muere el animal de una estocada
o a las furiosas presas de algún perro,
sale el manso y pastor de la vacada,
y al reclamo del áspero cencerro,
la plaza al punto el buey desembaraza,
quedando otros más bueyes en la plaza.

LAS GRACIAS DEL BAILE

1
Hija de la inocencia y la alegría
Del movimiento reina encantadora,
Terpsícore, hoy te implora
Propia deidad mi ardiente fantasía.
Tú, que animada del impulso blando
Que siente toda ingenua criatura
Viendo a sus pies florida la llanura,
El cielo claro, el céfiro lascivo,
Vas sus fáciles saltos arreglando
Y esparces gracia en su bailar festivo;
Tú, del sagrado fuego en que me inflamo,
Diosa de juventud, serás la guía;
Tú, a quien mil veces llamo
Hija de la inocencia y la alegría.

2
¡Oh, si volviendo atrás su fugitivo
Curso la edad, me viera con presteza
De la Naturaleza
Transportado al Oriente primitivo!
¡Cómo te viera en toda tu influencia,
Oh diosa, deleitar a aquellas gentes
Que, aun sin pudor, se amaban inocentes!
Ellas, sin más adorno que las flores,
Yy su candor por única decencia,
Iban bailando en pos de sus amores,
Y sobre aquellos cuerpos que del arte
Aún no desfiguraban las falacias,
Lograbas derramarte
Tú, con todo el tesoro de tus gracias.

3
Mas ¡ay! que ruborosas de las cumbres
Se arrojaron las ninfas a los valles,
Y cubrieron sus talles
Con arte rudo, igual a sus costumbres.
Los árboles les dieron su corteza
Y sus frondosas hojas, y el ganado
Se vio de sus vellones despojado
Para cubrir las inocentes formas;
Despareció la humana gentileza;
¡Y tú, Naturaleza, te conformas!
En tus obras maestras ¡cuál ruina!
¡Y cuál, bajo la nube del misterio,
Terpsícore divina,
Perdiste lo más bello de tu imperio!

4
Tu imperio ya no luce, aunque se extiende
Sobre la airosa espalda, el alto pecho,
Y el talle a torno hecho,
Que un envidioso velo lo defiende;
En vez de aquella ingenuidad amable,
Pródiga de las gracias que atesora,
Nos vino la modestia encubridora.
No es lícito a los ojos gozar tanto;
Mas el alma sensible, ¿cómo es dable
Que no halle en la modestia un nuevo encanto?
Más interesa en el jardín ameno
La rosa que naciendo se sonroja,
Que cuando, abierto el seno,
Va dando a cada e céfiro una hoja.

5
De las lúbricas gracias el prestigio
Hermanaste el pudor de tal manera,
Que la virtud austera
Se paró, enamorada del prodigio.
El alto cielo en tu favor se inclina,
Y la Naturaleza con anhelo
Ansió la creación de algún modelo
Digno de tus lecciones: de gentiles
Miembros, de majestad alta y divina,
Incapaz de mover pasiones viles.
Tal su deseo fue; y entre millares
De bellas ninfas una fue elegida,
Cual Venus de los mares,
De la espuma del Sena concebida.

6
Alargóle Terpsícore la mano
Al desprender de la nativa espuma;
Bajo su pie de pluma
La hierba apenas se dobló del llano:
En los mórbidos miembros de Citéres,
En los tímidos ojos de Diana,
En el rubor semeja a la mañana;
Su acción con majestad voluptuosa
Anuncia, mas no brinda los placeres;
Cúbrela un manto de azucena y rosa,
Y así, dulce, sencilla, delicada
(Copia, en sin, del objeto que idolatro),
De gracias coronada,
Se ofreció de la Iberia al gran teatro.

7
El bello aspecto enajenó las almas;
Mas luego suena el populoso claustro
Cual si agitara el austro
Un bosque entero de movibles palmas.
Ella el suelo y el aire señorea,
Mostrándose fenómeno, igualmente
Del cielo y de la tierra independiente;
Mírala el vulgo con el mismo arrobo
Con que otra vez una inocente aldea
Majestuoso descendiendo el globo.
Mas de las almas tiernas entretanto,
¿Cuál aquel movimiento no sentía,
Aquel secreto encanto,
Aquel placer que llaman simpatía?

8
El sonoroso coro de instrumentos,
Como las aves a la luz del alba,
Le tributa su salva;
Mas la tímida ninfa a sus acentos
Asustada se muestra; y como pide
Su delicada acción más dulce pauta,
Sólo modula la melosa flauta.
Entonces el suavísimo sonido
Imperceptiblemente se decide
Su movimiento blando y sostenido:
Parece a Galatea cuando apenas
Su corazón palpita, y va con pausa
Sintiendo por sus venas
Aquella vida que de amor fue causa.

9
Despléganse los brazos con blandura
Y noblemente erguida la cabeza,
A rodear empieza
Los ojos desmayados de ternura;
Ya de los bellos brazos compañero
Presentase en el aire el pie divino,
Pie que la tierra no pisó más fino;
Sólo en un punto imperceptible estriba
Que al suelo toque el otro pie ligero,
y no vuele la bella fugitiva;
Ella suspensa está; también con ella
Enmudece la música; y entonces…
Una imagen tan bella
Nunca la Grecia la imitó en sus bronces.

10
Vuelve a sonar con trémulo suspiro
La querellosa flauta, y el hermoso
Cuerpo a moverse airoso
En torno de sí mismo en lento giro.
¡Cielos!, ¡oh, cuál las ávidas miradas
Van sucesivamente repasando
La flexible cintura, el brazo blando,
Del seno virginal la doble forma,
Y las demás que deja señaladas
El velo que a ceñirlas se conforma!
Mas ¡ay! que entonces un momento eterno
Nos roba de sus ojos la luz pura,
Y en el nubloso invierno
No es tan lenta la noche más oscura.

11
¿Dónde vas?, ¿dónde estás?, la flauta gime;
Y ella, como en un presto sobresalto,
Se alza en súbito salto
Y clávase de frente. La sublime
Orquesta resonando la saluda,
Cual relámpago vivo el entusiasmo
Rompe, y deshace el silencioso pasmo;
Entre el espeso rebatir de palmas
No hay una voz, no hay una lengua muda;
¡Viva!, suspiran las ardientes almas;
¡Viva!, suenan en las filas inferiores;
¡Viva!, en los palcos, relumbrantes de oro;
¡Viva!, en los corredores;
¡Viva!, repite el artesón sonoro.

12
Muestra el desnudo la indulgente falda
Que las gentiles formas determina:
Su cabeza declina
Voluptuosamente hacia la espalda;
Siempre en su rostro la modestia impera,
Más por cada deseo, compasivos
Devuelven un placer sus ojos vivos:
Placer de amor, que honestidad respira;
¡Placer de amar, necesidad primera
De un tierno corazón! ¡Cómo el que aspira
Tu llama a confundir honesta y pura
Con una liviandad torpe y ficticia,
Al pie de la hermosura
Pierde el sosiego y no halla la delicia!

13
Mas ¿qué mudanza súbita? La orquesta
Se precipita alegre, y en el aire
Con gracioso donaire
La ninfa sin cesar se manifiesta.
Como leve balón se alza y aterra:
Dijeran que debajo de su planta
La atracción de la tierra se quebranta;
O bien que, de placer, en cada salto
Suspira el seno de la madre tierra
Y vuelve hermosa a levantarla en alto.
Vaga el rosado velo en el ambiente,
Y revelado en trenzas su cabello,
Deja ver claramente
La afectuosa posición del cuello.

14
Ni el presto pensamiento seguiría
La fuga de los pies; no es por el cielo
Tan fugitivo el vuelo;
Por el agua sin riesgo correría;
Si el uno se detiene, el otro en tanto,
Como paloma que agilita el ala,
Con batido halagüeño le regala;
Ya abandonan el suelo, y se restaura
Su aérea posición; ¡celeste encanto,
Que de inmortalidad respira el aura!
Presta para ganar dulces despojo,
Y luego huir por las etéreas salas,
En sus pies y sus ojos
Lleva de Amor las flechas y las alas.

15
No abuses de ellas, no, mi ninfa, espera;
Ni así girando en círculo voluble
Esa imagen ligera
En un hermoso vértigo se nuble,
Como se turba el río cristalino
Alrededor del hoyo que le veda
Su curso, y se revuelve en remolino.
Nuestro amor la ofendió, sí; pues ya queda
Fija su planta, y veo en su hermosura
La expresión del dolor y la ternura;
Como niña que en siestas amorosas,
De su querido amante, incauta siente
Junto a sus frescas rosas,
En vez del labio el atrevido diente.

16
Ninfa gentil, serena los enojos.
Isbel…, ¡ay cielos!, que en mi propio agravio
Huyó tu nombre de mi ardiente labio
Como tu imagen de mis tristes ojos.
Tú, que a la esfera del amor te subes
¡Brinco amoroso de las gracias bellas,
Como ellas ágil y fugaz como ellas!
¿Cómo te ofende nuestro justo incienso,
Tú, que has nacido para hollar las nubes
Que andan vagando por el cielo inmenso?
¿Cómo tú misma la pasión no halagas,
Si cual abeja variando flores,
De pecho en pecho revolante vagas,
Vertiendo gracias y cogiendo amores?

17
Divina Isbel, tu cuerpo con molicie
En las auras parece se recuesta;
Tan frívola tu planta como presta,
Halaga la terrena superficie;
Fresca hermosura, juventud riente
Tus nobles actitudes hermosea;
Y tal es tu decoro, que ni el aire,
Cuando bailando tu ropaje ondea,
Audaz se ve que tu pudor desaire.
Sublime Isbel, ese país, que ha dado
A Venus, y a Diana honra divina,
Venus, menos que tú dulce y graciosa,
Menos casta Lucina,
Vuela, písale tú, serás su diosa.

18
Mas tú sigues risueña, y perfilando
El cuerpo celestial, libras su peso
Sólo en un pie, travieso
El otro al aire con los brazos dando.
Sólo tu rostro veo de soslayo,
Sólo de tus mejillas una rosa,
Y de tus vivos ojos sólo un rayo,
Todo me anuncia un atrevido vuelo;
Sí, linda Isbel; esa postura airosa,
Imagen de la paz y del consuelo,
No anuncia que te lances fugitiva
Del alto Jove a transportar la copa,
Sino a lograr la venturosa oliva,
Que está anhelando la infeliz Europa.

19
¿Quién goza, sino tú, el poder divino
De franquear la tierra, hender los vientos?
Pronto tus movimientos
Vuelo serán, los aires tu camino.
Tú, cual eres gentil, serás sensible;
Que nutrirse unos ojos tan fogosos
Con el hielo del alma es imposible;
Parte, y verás los hombres venturosos;
Vuela del Norte a los primeros climas,
Sube a los Alpes; sus nevadas cimas
Blanquean del candor de la inocencia;
De allí descubrirás el ara santa,
Que ya tal vez levanta
A la paz la feliz beneficencia.

20
A tu mano, a tu frente de alabastro,
Dará la paz su bienhechora oliva;
Tú partirás, Isbel, rauda y altiva,
Y de serenidad serás el astro.
Las artes, con los ojos aún no enjutos,
Alfombrarán las rosas tu carrera;
Tú ni sus hojas doblarás siquiera
Con tu rápido pie: valles y montes,
Que la guerra dejó yermos de frutos,
Traspondrás, y en los bajos horizontes
Alzará el arador la frente ansiosa,
Ennoblecida de sudor, y al verte
Tan bella y luminosa,
Presentirá su venturosa suerte.

21
¡Cuántos tributos de ternura y gozo
Te ofrecerán en tu glorioso giro!
La viuda ausente su último sollozo,
El padre anciano su postrer suspiro.
Mas cuando atenta a serenar los mares
Por el cristal del agua atravesares,
Huye del agua tú, Náyade bella;
Huye del agua tú, sigue mi aviso;
Que si como un amor te ves en ella,
Tú serás en amor como Narciso.
Así lleves la paz al hemisferio,
Desde el Ibero hasta el Britanio solio,
Del uno al otro imperio,
Y desde el Louvre al alto Capitolio.

22
Perdona, Isbel, perdona el extravío
De un entusiasmo que su bien presagia;
¿Qué puede producir la noble magia
De tu baile gentil, el señorío
De aquellas actitudes, do presiden
El amor, la belleza y la decencia,
Sino estas ilusiones de inocencia?
Y tú, divino origen de este encanto,
Terpsícore, perdona mi embeleso
Por una ninfa que proteges tanto;
No juzgues, ¡ay!, por eso, arte divina,
Que mis inciensos en tu honor rebajen,
Que a ti la gloria sólo se encamina
Del loor dado a tu perfecta imagen.

SONETOS

1

El jugador

Éste sí que es el modo verdadero
de aprovechar el tiempo; ésta si es brava
ocupación, en la que ayer estaba
con sus sentidos cinco un hombre entero.

Decía yo, a la izquierda del banquero
caerán el as y el tres: no lo acertaba
¿Parece que la cosa no importaba?
Pues importó todito mi dinero:

Y aún mas, que mi palabra es muy segura,
y sobre ella también quiso fiarme
el otro, que fiaba en su ventura.

Perdí, me sofoqué; y al retirarme
me dio un aire, cogí una calentura,
y no tuve después con qué curarme.

2

A los que con sólo una tintura de gramática creen poder juzgar
En toda la literatura, aplicándoles la sentencia de Apeles:
Ne sutor ultra crepidam

Ante los ojos del concurso Griego
puso Apeles un rasgo de su mano;
era la copia del Pastor Troyano,
causa fatal del memorable fuego.

Consultaba el Pintor con blando ruego
los votos de uno y otro ciudadano:
censura la sandalia un artesano,
y el divino pincel la enmienda luego.

Entonces lleno de soberbia el necio
pretende hacer ridículo aparato
de todo su saber, y en tono recio

Censuró lo más bello del retrato;
pero Apeles volviendo con desprecio
le dice: Zapatero a tu zapato.

3

En el día de San Fernando el deseo inútil

Canta, me dice un natural deseo
de obsequiar en su día al Soberano:
calla me dice Apolo, que es en vano,
pues yo la lira no te di de Orfeo.

Pero este gozo que en los rostros leo,
este ansioso postrarse al Solio hispano,
este amor al delirio tan cercano,
¿se ha de entregar, sin canto, al vil Leteo?

¿No está, responde Apolo, en compañía
del Rey la excelsa Amalia a quien ni escaso
su llama dio el Amor, ni yo la mía?

Pues de su labio en prosa, o verso acaso,
vale más «ten, Fernando, un feliz día,»
que todos los elogios del Parnaso.

4

En el mismo día al río que pasa por Aranjuez

Tajo, tú que el furor de las pasiones
remedas en cascadas rumorosas,
y luego espejo claro entre las rosas
nos retratas de Amalia las facciones;

alza la frente a mis alegres sones,
de la dorada arena en que reposas,
y oye cual tus orillas venturosas
resuenan en aplauso y bendiciones.

A Fernando su pueblo las ofrece,
y hoy se venera su bondad propicia,
que tanto, oh río, a ti se te parece;

pues como tu corriente su justicia
con los soberbios riscos se embravece,
y a las sencillas flores acaricia.

5

Oyendo anunciar las campanas las exequias del dos de mayo

Al anual luto, de un tirano insulto
centra la lealtad de un pueblo entero,
hoy nos llama con eco lastimero
el metal hueco, en religioso culto.

Lagrimas pide el sentimiento oculto
que aún guarda el corazón de hecho tan fiero:
lágrimas ya; que sangre ¡harta el acero
vertió en venganza al infeliz tumulto!

Siete giros dio el sol antes que viera
la espada deponer, con que lidiando
fatigó al corso la nación Ibera.

¡Gloriosa lid, pues terminó lanzando
al ancho mar la coronada fiera,
y volviendo a su trono al Rey Fernando!

6

En el aniversario de la entrada del Rey nuestro Señor en Madrid
a su vuelta de Francia

Católico Monarca, que has vencido,
siendo escudo a la fe de tus mayores,
mas que del fiero Marte los rigores
las perfidias de un siglo corrompido.

Tú que Fernando y español nacido
colmaste nuestros votos y clamores,
doblando así la afrenta a tus traidores
con dos títulos más de ser querido:

Hoy renueva, Señor, Madrid el gusto
de haberte visto regresar triunfante
de la opresión de un invasor injusto.

¡Cuánta gloria no encierra un solo instante,
pues da a tu sacra sien lauro el más justo,
y al pueblo ibero palma de constante!

7

En el día del cumpleaños de la Reina nuestra Señora

Vuelve, Aurora feliz, que la tormenta
con que nos afligió discordia impía
no permitió a la España hasta este día
tranquila ver, ni saludar contenta.

Luce serena ya, y el brillo aumenta
con que sirves al sol de hermosa guía:
dando a mi Reina, en años de alegría,
cuantos de amargo afán momentos cuenta.

Muéstrala que no siempre rodeado
el hispano dosel se halla de susto;
ni siempre hay penas de Fernando al lado:

sino que en paz ya gozarán del gusto,
que solo a su alma bella es adecuado,
de hacer el bien, y de premiar al justo.

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YO YA PASO DE TODO [Mi poema]
Pedro López de Ayala [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que digan lo que quieran que yo paso,
yo paso de la vida y de la muerte,
que paso de la buena y mala suerte
lo mismo que del éxito y fracaso.

Me abstraigo de lo cierto y de lo incierto,
pasado, del presente y del futuro,
lo mismo me da claro o si es u oscuro,
si yerro si es que dudo o es que acierto.

Que hoy ya paso de ti, paso de todo,
del cielo, del infierno y las soflamas,
los árboles que lucen con sus ramas
y un pepino me incumbe Quasimodo.

Y puestos a pasar, nada me importa
si el mundo se termina o no se acaba,
mañana ha de llover lo que se daba,
el frío o el calor no se soporta.

¿Qué importa si me dicen que estoy loco,
igual que un desquiciado o un baranda?
Presiento ya no toco en esta banda
y miro al despertarme y no me toco.
©donaciano bueno

#Y a ti, hay algo que te importe? Share on X

Baranda en un despectivo coloquial utilizada para referirse a una persona sin nombrarla. Por ejemplo: Tú y yo estamos hablando del político que te resulta muy antipático y en un momento dado me dices.

MI POETA SUGERIDOPedro López de Ayala

LOS ÇINCO SENTIDOS

Non podría yo, Señor, atanto me escusar,
que muchas más non sean mis culpas de contar,
ca los çinco sentidos non devo yo olvidar,
los que por muchas vezes me fizieron pecar.

Caté yo con mis ojos donde fize pecado,
logar do non conplía que me era devedado;
desque visto lo avía, fincava cobdiçiado
de mí, e por conplir lo era yo muy quexado.

Estos fueron comienços, en que Adam pecó:
desque vio la mançana, fermosa l’ paresçió,
e luego por talante comer la cobdiçió:
asaz fue virtüoso quien dello se guardó.

Si non viera David a Bersabé bañar,
non muriera Urías, nin fuera él pecar;
si non viera Amnón a su hermana Tamar,
nunca la cobdiçiara, nin la fuera forçar.

Por esto el santo Job a Dios Señor dezía
que con sus ojos mesmos en amistad ponía,
porque de ver la virgen mejor se defendría,
ca todo el mal achaque de allí le desçendía.

Muchas vezes, Señor, algunas cosas vi,
que después con pecado en ellas comedí,
e por ende, Señor, merçed te pido aquí,
que mis yertos perdones, pues los confieso a Ti.

E otrosí, Señor, en el oír pequé,
ca muchas cosas vanas oír las cobdiçié,
donde tomé grant quexa, e mucho trabajé
de fazer algunt yerro a toda mala fe.

En lo que omne oye luego conçebirá
en coraçón rencor, e luego pensará
cómo cunpla talante e nunca catará
que a Ti, Señor, enoja, nin dello curará.

Por mis pecados plógome alguna vez oír
cosas que me fizieron de tu graçia partir,
e luego esforçé mi voluntad conplir:
que nunca lo dexara por yo saber morir.

Oí muchas mentiras con falsa opinión
de fama de mi hermano; luego mi coraçón
creyó lo e afirmó lo, e busqué ocasión
de le traer en daño sin otra conpasión.

Si Judás non oyera, non cayera en error,
nin fiziera tal pleito por vender al Señor,
oyó al falso pueblo, e luego el traidor
cunplió lo por la obra como pudo peor.

Plogo me otrosí oír muchas vegadas
libros de devaneos, de mentiras provadas,
Amadís, Lançalote, e burlas asacadas,
en que perdí mi tienpo, a muy malas jornadas.

Si fazían sermón, oír non lo quería,
diziendo: «Non lo entiendo, que fabla en teología»;
e luego yo catava alguna conpañía
do fablase en burlas por pasar aquel día.

Señor mío, acorre, que non puedo contar
a Ti más por menudo en lo que fui pecar;
oí e escuché, e fui por ello obrar
grant daño de mi alma, non lo puedo negar.

Gustar es un sentido do puede, mal pecado,
pecar asaz el omne, si non es avisado;
con aqueste pecado Adam fue mal fadado,
que lo que l’ non cunplía quiso aver provado.

Gustó de la mançana del árbol defendido,
gustó tragos de muerte por que fuera perdido,
e perdió a nos otros por ser mal comedido:
mucho mal de tal gusto después nos ha venido.

Muchos enxienplos destos podría aquí dezir,
quantos mal se fallaron por mal gusto seguir,
mas suso en la gula, lo fuemos departir;
por ende non conviene otra vez repetir.

Tañiendo peca omne, quando toma plazer
en cosas desonestas, que non deve tañer;
e Dios por la su graçia nos quiera acorrer,
ca muchas ocasiones nos fazen ir perder.

En abriendo el ojo e luego lo çerrando,
faze mortal pecado omne non sospechando;
pero buena entinçión lo puede ir salvando,
e por la su sinpleza Dios le irá judgando.

Pero que la sinpleza non sea apartada
de todo bien saber ca sería judgada
por muy grant bestiedat e nesçedad pesada;
mas sea el omne sinple con cordura acordada.

Oler es un sentido, si es desordenado,
que se sigue de él muchas vezes pecado,
si lo faze el omne por ser más abivado
peca en la luxuria, que es grant mal vedado.

Achaques de pecar, por Dios, nunca busquemos,
ca mal pecado asaz conusco nos traemos;
e si con la su graçia dellos nos defendemos,
non tengamos que poco en aquesto fazemos.

Por todo el mundo tienen pecados sus anzuelos,
con que pescan las almas sus llantos e sus duelos;
por do quier que pasamos llenos están los suelos,
que sienbra el enemigo de padres e de agüelos.

LAS SIETE OBRAS DE MISERICORDIA

Acusar me yo puedo otrosí de maldat,
ca nunca yo conplí obras de pïedat;
e si non me acorre la tu noble bondat,
en grant ruido só, si vale la verdat.

El día del juïzio ternás cuenta, Señor,
cada uno cómo fizo, e quál es pecador;
e ¿quién será aquel día sin miedo e sin pavor,
si tu merçed non vale contra su grant error?

Mandaste Tú, Señor, al pobre acorrer;
si peresçiés’ de fanbre, que l’ diesen a comer;
al que sed padesçía, que l’ diesen a bever;
al desnudo e lazrado, algunt bien le fazer.

Vesitar al enfermo, mucho le apïadar,
qual omne a sí querría a su cristiano dar,
con poco de su algo le podría pagar,
e podría el doliente de mucho mal sanar.

Otrosí vee omne cativo, encarçelado,
su próximo cristiano, que está aprisionado,
deve con caridat fazer le bien de grado
ca mucho es menester a aquel que es lazrado.

Si vieres algunt cuerpo muerto, por aventura,
que está en grant pobreza, sin aver sepoltura,
sotierra lo por Dios, e toma dello cura,
e Dios te acorrerá, do sintieres tristura.

Leemos que Tobías estas obras cunplió;
en captiverio estando nunca dello çesó;
a los pobres fartando, los muertos soterró,
e por ende de Dios muchas graçias tomó.

Con grant vergüença estó, Señor, delante Ti:
de todas estas cosas ninguna non conplí;
nin vesité enfermos, nin al fanbriento di
una pobre limosna, nin dar non comedí.

Si yo vi pobre muerto, dél muy poco curé
de le dar sepoltura, mas los ojos çerré
por no l’ veer de enojo; muchas vezes dexé
pasar por la carrera do muerto lo fallé.

El cuitado enfermo, lazrado e doliente,
o de otra majadura de que fues’ padesçiente,
aborresçí l’ de ver de todo buen talente,
e gómito fazia, si me venía emiente.

Non ove pïedat del que vi en prisión,
nin le di mi esfuerço, nin la pobre raçión;
de le ver en cadena non ove conpasión,
mas olvidé lo sienpre con duro coraçón.

Con mi palabra sola pudiera l’yo acorrer
a algunt cuitado preso, non lo quise fazer,
e dexé lo así en cárcel, morir e podresçer
de fanbre e de frío; allá se fue perder.

Tenía muchos paños de mi cuerpo preçiados,
e de todos colores, senzillos e doblados,
los unos e los otros ricamente broslados,
e vi morir de frío pobres desanparados.

Con valor de mis paños a mill pobres vestiera,
e grant bien e grant pro de mi alma fiziera;
en mis tribulaçiones mejor cabdal toviera,
ca Dios me ayudara por quien lo yo partiera.

Sintiera yo muy poca mengua en mi fazienda,
si a los pobres lazrados fiziera alguna emienda,
e nunca se vería en tan mala contienda
quien lo así fiziere que Dios non lo defienda.

Mas ¿qué cunple a los pobres aquesto yo dezir,
e tan mal e tan tarde dello me arrepentir?
Por ende, mis señores, quien me quisier oír,
madrugue de mañana quien grant jornada ha de ir.

Verná Dios a jüizio aquel día de espanto,
tan grande e tan fuerte, e de tan grant quebranto,
que tremirá de miedo el omne que fuer santo
e ¿qué será mesquino de mí que pequé tanto?

Como justo jüez allí será el Señor:
dará a cada uno como es meresçedor
e de la su sentençia non avrá más clamor,
nin podrá apellar para ante otro mayor.

En quanto somos bivos e Dios nos da logar
de fazer buenas obras, nuestras almas salvar,
pongamos grant acuçia, non le demos vagar,
que quando non cuidáremos, nos verná a llamar.

Verná muy sin sospecha, así como ladrón,
aquel día espantable do no ha escusaçión
de ir al otro mundo: non sé quál coraçón
está sienpre seguro, si piensa en tal razón.

Si bien o mal fezimos, todo conusco irá;
si es prieta o blanca, allá paresçerá;
non ha lograr de emienda, ca çesado avrá
el tienpo que tenemos jamás non tornará.

Non fallaré allá ningunt encarçelado,
nin quien pida del pan, desnudo nin lazrado,
nin muerto sobre tierra, enfermo nin llagado:
cada uno estará o bien o mal pagado.

En esta corta vida conviene aperçebir
de fazer algunt bien e limosnas partir:
quando llegare el plazo que allá avemos de ir,
vamos aperçebidos, non nos puedan nuzir.

E vamos sin verguença las nuestras cuentas dar
a aquél que, sin engaño las sabrá bien tomar,
ca delante Él será muy çedo a declarar
cómo fizo cada uno no s’ podrá ençelar.

PRELIMINAR

En el nombre de Dios, que es uno en Trinidat
Padre, Fijo, Espíritu Santo, en sinple unidat
eguales en la gloria, eternal majestad,
e los tres ayuntados en la divinidat.

El Padre non es fecho, nin de otro engendrado,
nin por otra materia de ninguno crïado;
el engendrado dél Fijo, su solo muy amado
de los dos el Espíritu proçede inflamado.

Es alta teología sçiençia muy escura;
los señores maestros de la Santa Escriptura
lo pueden declarar, ca lo tienen en cura:
yo podrié, como sinple, errar por aventura.

Desta Santa Escriptura abastante creer,
en nuestra madre Eglesia firmemente tener,
quien bien así obrare podrá seguro ser,
e quien mal lo fiziere aver s’a de perder.

Aquesta Trinidat llamo con grant amor,
que me quiera valer e ser meresçedor
de ordenar mi fazienda en todo lo mejor
que a mi alma conpliere, que só muy pecador.

El pecado de Adam, nuestro padre primero,
nos trae obligado a pecar de ligero;
por ende, yo, Señor, la tu merçed espero,
que Tú eres jüez justo e verdadero.

Pensando yo en la vida deste mundo mortal,
que es poca e peligrosa, llena de mucho mal,
faré mi confesión en la manera qual
mejor se me entendier, si Dios aquí me val.

Lo primero, encomiendo en este escripto yo
la mi alma a Dios, que la formó e crió
por su preçiosa sangre después la redimió
que quiera perdonarla, si en algo fallesçió.

Fallesçió, non es dubda, contra su Criador,
que la crïó muy linpia e sin ningunt vigor,
siguiendo los deleites del cuerpo pecador,
que está muy manzellada delante el Salvador.

A Él pido merçed, que non quiera catar
las mis grandes maldades, en que le fui errar
que nunca yo podría sofrir nin soportar
las penas que meresco, si s’an de egualar.

Del limo de la tierra muy baxo só formado,
de materia muy vil; por eso só inclinado
en pecar a menudo e ser así errado.
por ende yo devía ser ante perdonado.

Justiçia será asaz, con pïedat, Señor,
perdonar al errado que cae en error
por la flaca materia, que l’ faz mereçedor,
si ha de sus pecados contriçión e dolor.

Para esto la tu graçia será muy menester,
ca sin ella el omne non puede bien fazer.
Otorga me, Señor, que yo la pueda aver,
e aya la mi alma por ende salva ser.

Cobdiçia la mi alma a Ti, Señor, servir,
como a mi Crïador, a quien ella ha de ir;
El cuerpo sin ventura luego me va fallir:
¿Quién puede tal batalla soportar e sofrir?

A Tu noble figura, Señor Tú me formaste
de espíritu de vida Tú me bivificaste,
por Tu preçiosa sangre carament me conpraste,
de poder del enemigo crüel Tú me libraste.

Del todo contra Ti fui yo desconosçido,
en te fazer enojo mucho aperçebido,
El bien que me feziste fue te mal gradeçido:
Por end, Señor, perdón con gemido te pido.

Conosco yo, Señor, que nunca te serví
como leal cristiano: en todo fallesçí,
e todo el mi tienpo muy mal lo despendí:
por ende me confieso luego, Señor, a Ti.

Segunt dize un sabio, conosçer el pecado
es señal de salud al omne que es errado:
Por ende de tu graçia estó yo esforçado,
que tal conosçimiento a mí será otorgado.

E, Señor pïadoso, Tú quieras perdonar
los mis grandes pecados en que te fiz pesar,
e me otorga tienpo, espaçio e logar,
que a Ti pueda servir e a Ti solo loar.

Los yerros que te fiz aquí, Señor, diré
algunos, ca he rresçelo que muchos olvidé
como tus mandamientos, çimientos de la fe,
por la mi muy grant culpa todos los quebranté.

LOS SIETE PECADOS MORTALES

Pecado de soberbia

Otrosí, Señor, pequé en los siete pecados
muy malos e muy feos, de muerte condenados,
que son dichos mortales por su nonbre llamados,
quales aquí diré, ca los he bien usados.

El primero es sobervia, en que el ángel pecó,
muy linpio e muy noble, qual Dios a él crïó,
Luçifer en el çielo, e luego en sí pensó
de ser egual de Dios, e por ende cayó.

Por sobervia pecó nuestro padre primero
Adam en paraíso, contra Dios verdadero;
pasando el mandamiento él fue el delantero;
después de nuestra madre, él fue el consejero.

Que serién tus eguales en alcançar saber
les dixo la serpiente por les fazer perder,
si comiesen la fruta que fueste defender,
e así por tal sobervia ovieron a caer.

El rey de los pecados sobervia es llamado,
de todos es señor e prínçipe coronado,
su fijo el dïablo por él es deseredado,
en los baxos abismos do yaze condenado.

Por sobervia peresçen muchos e peresçieron,
cuidando ser señores, los sus bienes perdieron;
los gigantes muy grandes que la torre fizieron
por su muy grant sobervia allí se confondieron.

Por su muy grant sobervia fue Roboán dañado,
fijo de Salomón, ca fue desmesurado:
en despechar sus pueblos fizo crüel mandado,
e perdió en un día diez tribus del regnado.

E fue Senacherib segunt dize Isaías,
sobervio e crüel en todos los sus días:
por ende fue ferido en sus cavallerías
de los sus enemigos a grandes peorías.

Otros muchos sobervios abaxó el Señor,
así como Olefernes Nabucodonosor,
Hamán e al fariseo: por ende es mejor
esquivar tal pecado que tanto es dañador.

Pero que non só rey asaz sobervia he,
en lo que fazer pude con todos me egualé;
perdona me, Señor, por voluntad pasé
a todos de talante, si de fecho non obré.

Pecado de avariçia

Avariçia es pecado, raíz e fundamiento,
e de todos los males éste es muy grant çimiento:
esquivar lo deve omne de buen entendimiento,
ca deste nasçe al alma muy grant destrüimiento.

E en este pecado se cuenta la usuría,
e las fuerças e furtos, e toda robería,
echar los grandes pechos, falsa mercaduría;
aquí son abogados en esta cofradía.

Por aqueste pecado fue vendido el Señor
por los treinta dineros por Judás el traidor;
por esta fue de muerte Acab mereçedor,
que tomara su viña al pobre servidor.

Esta trae las guerras destruye lo poblado;
a la viuda e al pobre tiene deseredado,
e faze de buen pleito muy malo el abogado,
al huérfano chiquillo dexa l’ mal consejado.

Aquí es simonía, que faze mucho mal;
A quien tiene oro e plata çinco obispados val;
aunque sea letrado, si aquesto le fal,
non l’ darán benefiçio por el su decretal.

Esta trae los pechos en los pueblos cuitados,
monedas, alcavalas, enprestidos doblados,
sueldo a cavalleros e omnes escudados,
galeotes, ballesteros por ella son echados.

Al que ha buena casa, echan le fuera della,
quien cuida estar con paz, dexan lo con querella,
a ricos e a pobres traen los a la pella,
levanta muchos males esta chica çentella.

Esta faze perder a muchos mercadores
su alma e su fama e los faz mentidores:
venden lana por lino e son engañadores,
quieren con una tinta teñir quatro colores.

Esta trae usuras, que lievan con engaño
por çiento quatroçientos antes del medio año;
si le tomares fiada la vara de su paño,
aunque muy bueno sea lievas lo con grant daño.

En aquesta cobdiçia peco de cada día,
con mucha avariçia bivo la vida mía,
parto mal con los pobres de toda mi quantía;
después quando me duele, llamo Santa María.

Nuestro Señor consiente e es muy sofridor,
no acaloña al culpado luego en el fervor;
después de que le pide acorro el pecador,
non recabda en un día por ser muy rezador.

E Señor pïadoso, ave merçed de mí,
ca en este pecado asaz yo falleçí,
cobdigiando e robando, e sin razón pedí
algo a mis vassallos, que mal les gradesçí.

Pecado de lujuria

Luxuria es pecado de la carne mortal,
que destruye el cuerpo e faze mucho mal
al alma e a la fama; a todos es egual
en dar les perdimento: por lo que çedo fal.

Es de muchas maneras este feo pecado:
en él es adulterio, que es de omne casado;
otro es el inçesto de monja de sagrado,
del santo monesterio que a Dios está fundado.

Otro es el estrupo quien peca con parienta;
pecado es que a Dios pesa, e dél mucho se sienta;
pone en grant vergüença a omne, e en afruenta,
e pena l’ gravemente, si se non arrepienta.

A todos es común nonbre fornicaçión;
qualquier que así peca en esta ocasión,
fornicador lo llaman, e es tribulaçión,
si en ello persevera el mesquino varón.

Los viejos que a Susaña falsamente acusaron,
por esto, mal pecado, a sí mesmos çegaron:
muchos señores grandes en esto tronpeçaron;
qual fue la fin de ellos muchos la señalaron.

Esta es la enemiga de la virginidad,
de santa continençia, e noble castidat;
su contraria es della la linpia puridat,
la sinple inoçençia la derecha bondat.

Desta son ocasión el mucho conversar
sienpre con las mugeres, e non se bien tenprar
en comer e en bever, e oçioso estar:
por ende nos de todo conviene bien guardar.

Tú me libra, Señor, deste duro pecado,
ca só mucho por él a tierra abaxado
la tu graçia me acorra, e sea ayudado,
non me vença el diablo, que asaz me ha dañado.

Pecado de envidia

Enbidia es un pecado que muchos males ha;
de bienes de tu próximo grant pesar te fará
e de sus grandes daños sienpre te alegrará:
ésta pierde al alma e al cuerpo gastará.

Peca en el Spíritu Santo quien de enbidia pecó,
que contra la bondat de Dios Señor erró,
e de çierta maliçia della se enbargó:
Por ende es menester perdón, si fallesçió.

El dïablo artero, que del çielo cayó,
por aqueste pecado al omne engañó,
quando en paraíso del árbol le mandó
comer, porque perdiese el bien que Dios le dio.

Los fijos de Isräel con enbidia perdieron
A Josep su hermano, quando le así vendieron
e después a su padre con maliçia mintieron:
que bestias lo mataran falsamente dixeron.

Leemos que Saúl por esto aborresçía,
a David, maguer mucho menester lo avía;
con grant enbidia pura sienpre lo perseguía:
por ende después ovo fuerte postrimería.

Enbidioso e malo e de mal coraçón
fui yo sienpre, Señor e en toda sazón;
busqué mal a mi hermano sin ninguna razón,
plogo me de su daño e de su perdiçión.

Señor, perdón te pido non quieras Tú catar
atanta culpa mía, en que te fiz pesar;
aya yo tu perdón e pueda me emendar,
e segunt me mandaste, a mi próximo amar.

Pecado de gula

Gula e tragonía es un mortal pecado:
por éste fue Adam de paraíso echado
porque quiso comer lo que le era vedado;
maguer, lo él comió: caro costó el bocado.

Leemos que Noé después que fue labrar
la viña e el vino quiso dende gustar
beviendo ende mucho, ovo se a desnudar,
mostrando sus vergüenças non podía acordar.

El uno de sus fijos luego le fue cobrir,
el otro començó fuertemente a reír;
quando el padre lo vio ovo le a maldezir:
en él la servidumbre començó a venir.

Lod, el que de Sodoma no l’ pudieran vençer
vençió lo el mucho vino, por que se fue perder,
e ovo sus dos fijas él mesmo a conosçer:
desto muchos enxienplos se podrían traer.

Escripto es que Esaú por un pobre manjar
la primogenitura a Jacob fuera dar,
fincó desventurado por una vez fartar
el vientre que non puede farto mucho durar.

Lee se que Judit que Olifernes mató,
desque de mucho vino muy farto lo sintió;
e con el desatiento luego se adormeçió:
pero muger e flaca la cabeça l’ cortó.

E dexé yo al pobre de fanbre peresçer,
que con pan e con agua le pudiera acorrer,
dél ove poco duelo por lo ver ir perder,
tanto que el mi cuerpo cunpliese al su plazer.

Busco muchas vïandas costosas e preçiadas,
de diversos sabores ricamente adobadas,
que a yantar e çena sienpre finquen sobradas:
muchos pobres fanbrientos las tienen deseadas.

Por este tal pecado el rico peresçió
que con el pobre Lázaro su pan muy mal partió;
comió muchos manjares mas en cabo murió;
después en el infierno perdido desçendió.

Comer ante de la ora, tienpo desordenado,
es pecado sin dubda e muy acaloñado:
por esto Jonatás de muerte fue judgado,
si el pueblo non oviera por él mucho rogado.

Señor, e ¿qué será de mí muy pecador?
que en éste e en los otros yago en grant error,
ca sienpre fui e só muy mal ayunador,
e con los pobres tuyos escaso partidor.

Pecado de ira

Ira es un pecado que a muchos escarneçe;
pierden por ella el alma e el cuerpo padesçe;
al que la ha usada, nunca le ella fallesçe
con mala conpañía, qual él della meresçe.

Esta trae discordias e guerras toda vía,
e toda malquerençia, e toda robería;
ésta quema los regnos, e destruye en un día
lo que en muy grant tienpo cobrar non se podría.

Esta faz maldizientes, e faz mal razonados
los unos contra otros, por que son enfamados
muchos omnes sin culpa; son por ende menguados
algunos de sus onrras que son poco culpados.

Esta faze omeçidos e los omnes matar,
faze muchas crüezas e muchos deçepar;
pierden mano e narizes e son de apïadar,
ca pierden lo que nunca jamás podrán cobrar.

Esta faze sañudos los omnes sin razón
contra sus servidores, con mucha ocasión,
ca los fieren con saña, donde viene lisión:
después que non han cobro, querrién aver perdón.

Maguer só yo el menor del mundo en estado,
muchas vezes pequé en tal, e fui errado
con ira e con saña, e dixe mal de grado,
enfamando a muchos: por que ora só cuitado.

En Ti espero, Señor, que avrás merçed de mí,
e me perdones yerros en que te fallesçí,
que son tantos e tales que yo bien meresçí
aver muy grandes penas, si non acorres y.

Pecado de açidia

Açidia es un pecado en que viene tristura,
de bien fazer pereza, e una grant floxura
muy muelle e sin pro, que pierde omne cura
de fazer buenas obras, si las faz, poco dura.

Esta faz a los omnes bivir en nigligençia;
nunca en bien trabajan, nin en ninguna sçiënçia;
a sí mesmos mal quieren e han poca paçiençia;
si algunt mal les contesçe, sufre se sin conçiençia.

Pecado es muy laído e de poco plazer,
mas tibio e muy frío para ir se perder
el omne que lo ha, sin ningunt bien fazer,
por ende del diablo ligero es de vençer.

Los que los sus pecados non quieren confesar,
e cras e cras diziendo lo quieren alongar,
con grant desesperança e poco a Dios amar:
aqueste grant pecado los faz así çegar.

Han poca devoçión a Dios e a sus santos,
ca son tales sus yerros, e tan feos e tantos,
que sólo los nonbrar de sí toman espantos:
mejor es con el alma fazer aquestos llantos.

Aquí puedo poner un pesado dormir,
que han algunos omnes que non pueden partir
del lecho donde yazen para poder oír
las misas e las oras do a Dios suelen servir.

A omnes oçïosos muchos yerros contesçen,
e muchas buenas obras por tal yerro falleçen;
piensan en otros males, por que después padesçen
las penas del infierno, que nunca desfallesçen.

De la su vida mesma están tan enojados,
non saben lo que quieren así están pesados,
e con razón lo fazen, que cargan sus pecados
por los levar a feria do les serán pagados.

Señor mío, merçed, non seas achacoso,
contra mí pecador non seas querelloso,
otorga me tu graçia, o Padre pïadoso,
e guarda me de mal tan grande e espantoso.

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EL MUNDO Y SUS EXCREMENTOS [Mi poema]
José Watanabe [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un ave se ha cagado en mi sesera
¿por qué será si yo nada la he hecho?
le puede suceder a otro cualquiera.
Maldigo a esa costumbre puñetera
pues sé que no hay derecho.

Derecho a no pedirme a mi permiso
sabiendo no sería de mi agrado
en un lugar tan digno y tan preciso
o haciendo a la basura aquí un inciso
echando hacia otro lado.

La suelta de excremento, esa costumbre
-la vida es un conjunto de excrementos,
que suelta defecando podredumbre-
se ceba en el que ofrece mausedumbre
y acaba con los vientos.

No excluye ni siquiera a la cabeza
la parte del humano, más ilustre,
que piensa, la que observa, la que reza,
dotada de alegría y de tristeza,
ornada de más lustre.

Así que haya nacido va evacuando
soltando sin descanso a sus blasfemias
siguiendo yendo a misa y repicando
te vayas, no te vayas descuidando
se truecan en pandemias.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: José Watanabe

He dicho

Qué rico es ir
de los pensamientos puros a un película pornográfica
y reír
del santo que vuela y de la carne que suda.

Qué rico es estar contigo, poesía
de la luz
en la pierna de una mujer cansada.

La boca

En la encañada
había piedras como huesos de un animal prehistórico
que se desbarató
antes de alcanzar nuestro valle.

Un gran cráneo
quedó detenido en la pendiente con la boca abierta
y el resto del cuerpo se dispersó hacia el río.

Yo trepaba la pendiente
y me detenía frente a esa boca, una oquedad
donde el viento se huracanaba,
y escuchaba
murmullos, palabras que se formaban a medias
y luego, sin decir nada, se diluían.

Nunca hubo una frase clara. La boca
como un oráculo piadoso
trababa sus propias frases ante el niño:
lo sé ahora
y le agradezco la vida ciega.

La jovencita

El algarrobo se inclina como una nube verde
sobre la única bodega del pueblo.
Detrás del mostrador humilde
una grácil jovencita lleva nuestra mirada
a un tiempo sin malicia.

Tiene el cabello recortado
como un muchachito travieso. El próximo año
tendrá la cabellera larga. El cuerpo
sobrecoge de tan puntual y prolijo: cumplirá
con el crecimiento de cada uno de sus cabellos
y hará sonar una música
menos inocente.

Mientras tanto, ella guarda sus negros mechones
en un frasco de vidrio
junto a los caramelos y gomas de menta.
Eso es siniestro, pequeña.
Tú, tan vivaz, hija
del solcito que venimos a buscar,
no deberías guardar nada muerto. No es justo
para los que ahora te miramos
como agüita de yerba para el desasosiego.

La piedra alada

EL pelícano, herido, se alejó del mar
y vino a morir
sobre esta breve piedra del desierto.
Buscó,
durante algunos días, una dignidad
para su postura final:
acabó como el bello movimiento congelado
de una danza.

Su carne todavía agónica
empezó a ser devorada por prolijas alimañas, y sus
huesos
blancos y leves
resbalaron y se dispersaron en la arena.
Extrañamente
en el lomo de la piedra persistió una de sus alas,
sus gelatinosos tendones se secaron
y se adhirieron
a la piedra
como si fuera un cuerpo.

Durante varios días
el viento marino
batió inútilmente el ala, batió sin entender
que podemos imaginar un ave, la más bella,
pero no hacerla volar.

La piedra del río

Donde el río se remansaba para los muchachos
se elevaba una piedra.
No le viste ninguna otra forma;
sólo era piedra, grande y anodina.

Cuando salíamos del agua turbia
trepábamos en ella como lagartijas. Sucedía entonces
algo extraño:
el barro seco en nuestra piel
acercaba todo nuestro cuerpo al paisaje:
el paisaje era de barro.
En ese momento
la piedra no era impermeable ni dura;
era el lomo de una gran madre
que acechaba camarones en el río. Ay poeta,
otra vez la tentación
de una inútil metáfora. La piedra
era piedra
y así se bastaba. No era madre. Y sé que ahora
asume su responsabilidad; nos guarda
en su impenetrable intimidad.

Mi madre, en cambio, ha muerto
y está desatendida de nosotros.

Las mariscadoras

Al amanecer
una decena de muchachas, como en un mito,
entran algunos palmos en el mar tranquilo.

Visten un traje negro
y buscan
entre las piedras
los cangrejos y las conchas que ha dejado la marea alta.

Una roca oscura se confunde con ellas. Sólo asoma
hierática,
con el agua baja. Si respirara el aire salino de las
muchachas reiría con ellas
que se lanzan cangrejos y comen almejas crudas.
Las muchachas ignoran que esa alegría vibrátil
es su victoriosa debilidad.
Cuando la marea suba
huirán del avance de las aguas, la roca no.
Ella será la hermana severa
que increíblemente pasa la noche bajo el agua.
Mañana
volverá a emerger con la cabellera de rizadas algas
y el triste orgullo de no deberle nada a nadie.

Poema del inocente

Bien voluntarioso es el sol
en los arenales de Chicama.
Anuda, pues, las cuatro puntas del pañuelo sobre tu cabeza
y anda tras la lagartija inútil
entre esos árboles ya muertos por la sollama.
De delicadezas, la del sol la más cruel
que consume árboles y lagartijas respetando su cáscara.
Fija en tu memoria esa enseñanza del paisaje,
y esta otra:
de cuando acercaste al árbol reseco un fosforito trivial
y ardió demasiado súbito y desmedido
como si fuera de pólvora.
No te culpes, quien iba a calcular tamaño estropicio!
Y acepta: el fuego ya estaba allí,
tenso y contenido bajo la corteza,
esperando tu gesto trivial, tu mataperrada.
Recuerda, pues, ese repentino estrago (su intraducible belleza)
sin arrepentimientos
porque fuiste tú, pero tampoco.
Así
en todo.

Simeón el estilita

Hagámosle caso a Simeón, oigamos
sus consejos, sus prédicas, sus advertencias
porque nos habla desde un sitio perfecto.
La sabiduría
consiste en encontrar el sitio desde el cual hablar.

Simeón nos habla desde lo alto de una columna
de piedra marmórea
que ha tallado
y plantado en medio del desierto.

No está, pues, ni en el cielo ni en la tierra.

Arriba, en el cielo,
vuelan los ángeles de ojos blancos
con sus pensamientos purísimos que
ninguna pasión humana agita
o enturbia.

Cuando Simeón baja la mirada a tierra
ve a los peregrinos
rodeando la base de su elevada columna, esperando
ansiosos
su palabra.
Observa tristemente
esos rostros demasiado afectados
por la inevitable vulgaridad de la vida terrestre, y luego
habla
y su palabra
es un fragor llameante que funde ángeles y rampantes.

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AL ÚNICO E INDISCUTIBLE [Mi poema]
Juan de Timoneda [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Nadie sabe de Ti, todo se dice,
se escribe, se publica, se comenta,
no sé si eso es verdad o es que se inventa,
si Tú eres la Verdad que se bendice
o si es que ese mensaje trae a cuenta.

Ignoro la razón de tu existencia,
tu vida y tus milagros, un misterio,
no paran de alabar tu magisterio
sacando de paseo a tu sapiencia
en cada Monasterio.

Y tienes un montón de seguidores
por eso es que a tu grey la dicen santa,
que nadie a Ti en las redes te adelanta
dispuestos a gozar de tus favores
tirando de la manta.

Quisiera que no fueras la entelequia
-lo digo porque a mi también me toca-
que va diciéndose de boca en boca
y expulsa sus esputos a la acequia
chocando en una roca.
©donaciano bueno

#Y tú, sobre este tema, qué opinas? Share on X

MI POETA SUGERIDOJuan de Timoneda

CANCIONERO: SARAO DE AMOR

-Canta el galán.

Baxo’l verde está la fruta
de muy alto merecer
que por tiempo he de coger.

En el árbol salen flores
y hojas qu’es gran holgança,
las hojas dan esperança
y las flores los amores.
Y la fruta los favores
de sabello mantener
que por tiempo he de coger.

Vos soys l’árbol, mi señora,
que dáys sombra a mis saludes,
la fruta vuestras virtudes
que todo el mundo enamora.
Vuestro vestido colora
mi esperança sin perder
que por tiempo he de coger.

Noche y día he mantenido
rescibiendo mil enojos
con lágrimas de mis ojos
este árbol tan polido.
Verdad es que no he cogido
la fruta de alto valer
que por tiempo he de coger.

-Responde la galana.

Si la guarda no se duerme
según lo que pretendéys
no pienso que cogeréys.
Desse árbol que dezís
la guarda es su honestidad,
y la perra la bondad
que siente por do venís.
Según lo que presumís
y yo siento y vos sabéys
no pienso que cogeréys.

Aquesse mantenimiento
que de lágrimas le distes,
no ha sido si bien sentistes
sino descontentamiento.
Porque según lo que siento
en no hazer lo que devéys
no pienso que cogeréys.

Si esperança hos da la hoja
y virtudes son su fruta
pues virtud, virtud secuta
virtud es bien que la coja.
Y si otro se hos antoja
de la fruta que querréys
no pienso que cogeréys.

-Canta el galán.

El hay, señora, que distes
que tan triste pareció
es hay que amor engendró.

Esse hay tan pronunciado
reuestido de tristeza,
según su naturaleza
muestra ser enamorado.
Señora, en estremo grado
esse hay que se sintió
es hay que amor engendró.

Ya sé que ay hay de desencanto
si mi coraçón descansa
ay otro hay que se lança
quando alguna cosa alcanço.
Pero vuestro hay tan manso
según tristeza mostró
es hay que amor engendró.

En esse ay hay dolencia
y requiere medicina,
pues que l’ay, señora, a¥na
pedilda con diligencia
porque tengo intelligencia
quel hay que vuestra boz dio
es hay que amor engendró.

-Responde la galana.

Hay que con hay ay dolor,
y sin hay ay mil dolores
hay que no ay hay, señor,
que no tenga un hay de amores.

No ay hay, que hay no sea
de algún dolor engendrado,
y assí hay, si havéys mirado,
de la tristeza es librea.
El hay es apuntador
de dolorosos temores,
hay que no ay hay, señor,
que no tenga un hay de amores.

Pero guárdehos Dios, galán,
en haver si hay passión,
porque muere el coraçón
quando sospiros no van.
Y assí el hay interior
causa males muy mayores:
hay que no ay hay, señor,
que no tenga un hay de amores.

Este hay triste que o¥stes
de mi propio dolor sale,
y a este dolor no vale
sino vos que l’entendistes.
Por do hay grande o menor
a buenos entendedores,
hay que no ay hay, señor,
que no tenga un hay de amores.

-Canta el galán.

De los plazeres me aparto
pues baxo tristeza veo
todo mi bien y desseo.

Los plazeres vo olvidando
porque ya dellos no soy
la tristeza quiero, y voy
a mi señora ymitando.
Ya si en ella contemplando
miro en su gentil asseo
todo mi bien y desseo.

Tras tristeza ay alegría,
y tras la guerra la paz,
y tras enojo solaz,
y tras noche viene el día.
Aguarda la pena mía
fiando en este rodeo
todo mi bien y desseo.

Tu luto causa tristeza
ad algunos y no a mí,
y es la causa ver en ti
l’esmalte de gentileza.
De constancia, amor, franqueza,
porque alcance me rodeo
todo mi bien y desseo.

-Responde la galana.

Dexad esta tortolica
biuda triste y sin marido
que no conoce a Cupido.

Dexad a la que ha dexado
todas essas çalagardas,
y a la que con tocas pardas
al amor tiene olvidado.
Despedid esse cuydado
pues que soys hombre entendido
que no conoce a Cupido.

Dexad la tórtola triste
que su perdido amor llora,
y pesar en ella mora
viendo qu’en dolor se viste.
Resistid pues que resiste
al ciego desconocido
que no conoce Cupido.

No conoce al mentiroso
de Cupido y chocarrero
que vende como logrero
daño y promete reposo.
No’s mostréys tan amoroso
a la que no’s ha querido
que no conoce a Cupido.

-Canta el galán.

Engañástesme, señora,
de cortés,
nunca más me engañarés.

De aquel engaño passado
con tan linda cortesía,
mayor engaño sería
no quedar desengañado.
Confiesso que fuy burlado,
mas después
nunca más me engañarés.

De mi mal tan lastimero
pensé, señora, corar,
y e venido a peorar
por creheros de ligero.
Si di, por no ser artero
al través,
nunca más me engañarés.

Si otros de agudezas llenos
con su dama sin compás
pierden por carta de más,
yo perdí en carta de menos.
Assí se engañan los buenos:
otra vez
nunca más me engañarés.

-Responde la galana.

Engañados son los bovos,
mi señor,
los mal diestros del amor.

No digo sabios, grosseros
hasta engañar la muger,
pero en público vender
y ellos contar los dineros.
Van por los despeñaderos
con dolor
los mal diestros del amor.

Con l’engaño que hos hizieron
ninguna afrenta se hos dio,
pues que muger engañó
a los que más sabios fueron.
Por do culpa a muger dieron
a sabor
los mal diestros del amor.

Si ogaño no soys traviesso,
podreyslo ser el que viene,
o mancebo, quel que tiene,
en perdello cobra seso.
Dexen pulpa, rohan huesso
con sudor
los mal diestros del amor.

-Canta el galán.

Morenica, qué has tenido
quel color tienes perdido.

Según tienes los desmayos,
son de passiones ensayos,
y tus ojos como rayos
el coraçón me han herido.
Morenica, qué has tenido
quel color tienes perdido.

Si passiones, morenica,
tienes como testifica
tu rostro, a mí las aplica
si de mí han produzido.
Morenica, qué has tenido
quel color tienes perdido.

Di que tienes, amor mío,
por qué assí diste desvío
a tu lindo y dulce brío,
o qué mal t’e merescido.
Morenica, qué has tenido
quel color tienes perdido.

-Responde la galana.

Tengo perdido el color
de verte, falso amador.

Perdido lo he en perder
aquel tan buen parescer
qu’en mí solías tener
de leal y firme amor.
Tengo perdido el color
de verte, falso amador.

Perdido cierto lo he
pues me quitaste la fe,
y asla dado a quien yo sé
por mostrarte burlador.
Tengo perdido el color
de verte, falso amador.

No me cumple encandilar
con esse tu disculpar,
qu’en ti ya no hay que fiar
mi coraçón fiador.
Tengo perdido el color
de verte, falso amador.

-Canta el galán.

Amich, dexa’l festejar,
que donzelles hui en dia
mostren en sa fantasia
molt ergull, poch exovar.

Amich, dexa’l que’t fa dany,
sense rahó no festeges,
y si l’affició bandeges
podràs-ten dexar ab guany:
Mira, dexales estar,
que aprés de sa gallonia
mostren en sa fantasia
molt ergull, poch exovar.

Al cap porten la oradura
y tot l’exovar que tenen,
ab açò cacen y prenen
al que veuhen sens cordura:
Y per més dissimular
que facen, ab sa follia
mostren en sa fantasia
molt ergull, poch exovar.

Los trajos les desigualen,
perque a fe si les repesen,
unes porten més que pesen,
altres porten més que valen.
Y axí tú si vols mirar,
veuràs com de cada dia
mostren en sa fantasia
molt ergull, poch exovar.

-Responde la galana.

El casar, buen cavallero,
s’es buelto mercadería,
pues vemos de cada’l día
que tiran más al dinero.

En tiempo antiguo tiravan
a la muger, no en altezas,
y assí muy más se casavan
en virtudes qu’en riquezas.
Pero ya rompió aquel fuero
los vicios, y grossería,
pues vemos de cada’l día
que tiran más al dinero.

Quien casar se quiere, pues
la riqueza no le enlaze,
quel hombre y la muger es
quien la haze y la deshaze.
No sea tan mal puntero
que se apunte a tyranía,
pues vemos de cada’l día
que tiran más al dinero.

Escoja, lleve de coro
esto antes que anochezca,
no subjección de thesoro,
sino muger que obedezca.
Y pintallo emos casero,
no siga contraria vía,
pues vemos de cada’l día
que tiran más al dinero.

-Canta el amigo.

Galán, no hay quien hos entienda,
sepamos si puede ser
qué tal es vuestro querer.

Vuestro amor no sé a qué tira
o por qué ley hos fundáys,
pues quien mira no miráys,
y mirays a quien no mira.
Vos calláys, otra sospira,
cierto no puedo entender
qué tal es vuestro querer.

No hay juyzio que metigue
esto qu’en vos acontesce,
una hos huye, otra hos sigue.
En verdad no hay quien desligue
por bien que piense saber
qué tal es vuestro querer.

No siento quien hos declare,
y en tal labyrinto entrar
perdido será en pensar
quando en el entrar pensare.
Declárenos, si mandare,
y dadnos a conoscer
qué tal es vuestro querer.

-Responde amigo.

Quien yo quiero, no me quiere,
quiéreme la que no quiero,
en fin, que penan, y muero.

Por las unas muero yo,
las otras mueren por mí,
a las que me dizen sí
respóndoles yo que no.
A las que me huyen, vo,
las que a mí vienen, no espero,
en fin, que penan, y muero.

Las que quiero obedescer,
no me quieren aun mirar,
y mueren por me hablar
las que yo no puedo ver.
No me quieren entender,
ni entender menos las quiero,
en fin, que penan, y muero.

Las unas de mí se alexan,
yo de las otras me alexo,
a las que me siguen dexo,
las que yo no sigo me dexan.
Las unas de mí se quexan,
yo de todas por entero,
en fin, que penan, y muero.

-Canta el galán.

Qué será de mí si muero
no te pudiendo ver más,
pues biviendo desespero
de merescerte jamás.

Si biviendo, el merescer
no tengo de conseguir,
y viéndote, he de morir,
mejor fuera no nascer.
Pero no, nascido quiero
aguardar que oyréys,
pues biviendo desespero
de merescerte jamás.

Bien sé, triste, que muriendo
havrán ya mis males medio,
pero más quiero el remedio
aguardar triste biviendo.
Muestra tu rostro halagüero
que la vida me darás,
pues biviendo desespero
de merescerte jamás.

Quieres ver quál es mi suerte
o en mi mal si hay medida,
que ni descanso con vida,
ni alivio hallo en la muerte.
Pues del bien soy estrangero
huelgo del mal que me das,
pues biviendo desespero
de merescerte jamás.

-Responde la galana.

El que pone su esperança
do ningún remedio espera,
no se quexe porque muera.

El que pone su esperança
en alta y dudosa parte,
de los plazeres se aparte,
lléguese a desconfiança.
Y si la muerte le alcança
en su tema lastimera,
no se quexe porque muera.

El pensamiento atrevido
antes de s’enamorar,
mire si podrá abaxar
por la parte que ha subido.
Quien esto no ha discernido
de amor siguiendo carrera
no se quexe porque muera.

No se quexe aquél que elige
amores, si en amor trata,
sino de la dama ingrata,
y no del mal que le afflige.
Pues l’atrevimiento rige

-Canta el galán.

Qué ves zagaleja
en yr por aquí,
que te veo aneja
sin estar en ti.

Qué ves, que no miras
cómo vas perdida,
y entre ti sospiras
de amores vencida.
Vencida, affligida
en yr por aquí
que te veo aneja
sin estar en ti.

Qu’es, díme zagala,
de tu discreción,
hermosura, y gala,
cayado, y çurrón.
Y tu coraçón
perdístele, dí.
que te veo aneja
sin estar en ti.

Por causas muy justas
que hay en amar
el mesmo mal gustas
que diste a gustar.
Quién vas a buscar,
descúbrete a mí,
que te veo aneja
sin estar en ti.

-Responde la galana.

Veo las ovejas
orillas del mar,
no veo el pastor
que me haze penar.

Las ovejas veo
orillas del río,
no ve mi desseo
el dulce amor mío.
Miro en derredor
del fresco pinar,
no veo el pastor
que me haze penar.

Los perros y el manso
veo, y su bardina,
mi gloria y descanso
no veo, mezquina.
Por bien quel amor
me esfuerça a mirar,
no veo el pastor
que me haze penar.

Veo muy essenta
su choça sombría,
sin ver quien sustenta
aquesta alma mía.
Veo mi dolor
crescer y menguar,
no veo el pastor
que me haze penar.

-Canta el amigo.

Mejor partido me fuera
no partir quando partí,
si en partiendo no perdiera
vida y alma que perdí.

Si en partir fuera partido
el coraçón que se parte,
no sintiera mi sentido
el dolor qu’en mí reparte.
Sé que con partir pudiera
no sentir lo que sentí,
si en partiendo no perdiera
vida y alma que perdí.

Mejor partido, partiendo,
fuera para mí partida
desconoscer, conosciendo
quán amarga m’es la hida.
Bien sé yo que no partiera
lo que se partió de mí,
si en partiendo no perdiera
vida y alma que perdí.

Pártome de parte buena,
y en gustar este partir,
voy partiendo, no de pena,
mas partir para morir.
Tal dolor no conosciera,
ni razón dirá de sí,
si en partiendo, no perdiera
vida y alma que perdí.

-Responde el amigo.

Partiendo quien ama
de quien mucho quiere,
no parte, mas muere.

Si parte el amado
partida forçada,
en la cosa amada
se queda forçado.
Con este cuydado
qu’en el alma hiere,
no parte, mas muere.

Allí los favores,
partiendo quien ama,
s’encienden en llama
de mil disfavores.
Y en estos dolores
aquél que partiere,
no parte, mas muere.

Quien piensa apartarse
de su bien y amor,
de qualquier dolor
podrá bien quexarse.
Quexando, llorarse,
pues el que bien quiere
no parte, mas muere.

-Canta el galán.

Si limitara mi vista
qual limitan el falcón,
limitara mi passión.

Yo no digo que no’s viera
señora de mi contento,
porque mayor descontento
a no veros cierto fuera.
Sino que si detuviera
no ver tanto su visión
limitara mi passión.

Si mi vista limitara,
limitárase mi pena,
y si la tengo por buena
es porque me cuesta cara.
Si limitada y avara
fuera mi conversación
limitara mi passión.

Ya que causaste que amasse,
amor, esta mi fatiga,
da lugar con que la diga
pues me das con qué la passe.
Que si se desacordasse
de tu tan flaca prisión
limitara mi passión.

-Responde la galana.

No limitéys los servicios,
galán, en quien los acoge,
quel que no siembra no coge.

Galán, pues son acogidos
los servicios y acceptados
no los tengáys por perdidos
sino por bien empleados.
Y en campo de enamorados
sabed, quien fuerça no acoge
quel que no siembra no coge.

Se hos dezir que, no gustassen
amantes de los amores,
si palabras no costassen
y fatigas, y dolores.
No dexéys tras sinsabores
quel buen servicio se arroge,
quel que no siembra no coge.

Diz que consiste en ventura
el sembrar del labrador,
y por continuar holgura
el qu’es discreto amador.
Y es menester la lavor
qu’en paciencia se remoge,
quel que no siembra no coge.

-Canta el galán.

Águila que vas bolando,
lleva en el pico estas flores,
dáselas a mis amores,
dile cómo estoy penando.

Lleva flores a la flor
de mi salud y dolencia,
y con salva real de amor
saludarás su presencia.
Mis encomiendas llegando,
qual te dixe, sin temores,
dáselas a mis amores,
dile cómo estoy penando.

Y si ignoras quién es ella,
sólo en mirar su lindeza
perderás la vista en vella
que te dió naturaleza.
Las fuerças d’estar mirando
el sol mundo, y sus primores,
dáselas a mis amores,
dile cómo estoy penando.

Dirásle la pena fuerte
que de su parte me guarda,
y quán cierta m’es la muerte
si el remedio mucho tarda.
Si de mí se va acordando,
las mercedes y favores
dáselas a mis amores
dile cómo estoy penando.

-Responde la galana.

Buelve águila a bolar
al galán que a mí te embía,
dirásle de parte mía
que quien sirve a de penar.

Buelve por donde veniste,
ante mí no te detengas,
sino que vayas y vengas
para consolar al triste.
Y con tu gentil mirar,
como de ti se confía,
dirásle de parte mía
que quien sirve a de penar.

Buelve águila depresto
pues de ti quiso servirse,
qu’en tardar podrá morirse,
y serás tú causa desto.
Y por más le consolar
me prossiga en su porfía
dirásle de parte mía
que quien sirve a de penar.

Buelve, mis dichos se atagen,
y dile si te paresce,
que gloria no se meresce
sin que por ella trabagen.
Sufra si quiere gozar,
dirásle de parte mía
que quien sirve a de penar.

-Canta el galán.

Haz jura, Menga,
si buen hado clamas,
zagal que a ti venga
dile que a mí amas.

Qualquier repicado
que s’enamorare
de ti, y se declare
por tu requebrado.
No escuches su arenga,
sus dichos ni tramas,
zagal que a ti venga
dile que a mía amas.

Bien puede mirarte
la tu quillotrencia,
mas no des audiencia
para requebrarte.
Que plática luenga
desdora las famas,
zagal que a ti venga
dile que a mí amas.

Yo sé que si juras
Menga qu’eres mía,
de enojo y porfía
que tú me asseguras.
Porque no detenga
tu gracia sus llamas,
zagal que a ti venga
dile que a mí amas.

-Responde la galana

Carillo, duerme a buen sueño
y descu¥date de ti,
que yo te juro por mí
de no tomar otro dueño.

Duerme en la desconfiança
pues que velo en no olvidarte,
recuerda por otra parte
en que no hagas mudança.
Mira quán limpia t’enseño
l’affición que puse en ti,
que yo te juro por mí
de no tomar otro dueño.

Carillo, bive contento
porque ventura y amor
en ti está y te da favor,
pues lo que tú sientes siento.
Y no temas que al bisieño
zagal de amor le dé el sí,
que yo te juro por mí
de no tomar otro dueño.

Esta mi alma cativa
toda la passeas y andas,
y señoreas y mandas
en ser tuya mientras biva.
Si muestro el gesto risueño
certifícote de aquí,
que yo te juro por mí
de no tomar otro dueño.

-Canta el amigo.

Los males que amor engendra,
vos que amores possehéys,
de dó nascen, si sabéys.

De dó nasce el no querer.
De dó nasce aquél si quiero.
De dó nasce el desplazer.
De dó nasce, hay que muero.
De dó nasce desespero:
de vos que muerto me havéys.
De dó nasce, si sabéys.

Aquel mostrar ser osado
en ausencia de su amada,
aquel yr determinado
y no determinar nada.
Aquel la lengua travada
tener ante quien queréys,
de dó nasce, si sabéys.

Aquel jamás repentirse
sin saber dó está su suerte,
aquel depresto rendirse
presumiendo tener fuerte.
Aquel no temer la muerte
aunque dos mil muertes véys,
de dó nasce, si sabéys.

-Responde el amigo.

Todos los males de amor
nascidos, y por nascer
nascen de tan solo el ver.

Los ojos son dos falcones
quel amor les a enseñado
qu’en ver gesto delicado
se suelten, cacen passiones.
Levante en los coraçones
yaguas para su bever
nascen de tan solo el ver.

Buscar motes, compañías,
huyr sin temer reproches,
de los días hazer noches,
de las noches hazer días.
Mil mudanças, mil porfías
quando assienta el bien querer
nascen de tan solo el ver.

El aborrecer parientes,
juntamente amor de madres,
el no temer a los padres
causa amor si paráys mientes.
Todos estos accidentes
si bien saben discerner
nascen de tan solo el ver.

-Canta el galán.

Tened quedos vuestros ojos
tan hermosos y tan bellos
porque me matáys con ellos.

Vuestros ojos, y niñeta
no me miren, porque son
para mí, y al coraçón
dos muy agudas saetas.
Esconded aquellas tetas
y essos dorados cabellos
porque me matáys con ellos.

Teneldos baxos y quedos
no miren al que a mirado
do está su pena y cuydado,
sus osadías y miedos.
No los demostreys tan ledos
al que presume de vellos
porque me matáys con ellos.

Son como el sol vuestros ojos,
que si los míos los miran
la fuerça y poder me tiran,
ciéganme, causan enojos.
Pues desplazer son despojos
de mí queráys escondellos
porque me matáys con ellos.

-Responde la galana.

Vida mía, assí gozeys,
el mirar no me quitéys.

No me quiteys el mirar,
que con él suelo alegrar
al coraçón qu’en amar
ocupado le tenéys.
Vida mía, assí gozéys,
el mirar no me quitéys.

Bien soys amador mal diestro,
no veys qu’en mirar hos muestro
que mi coraçón es vuestro,
y cativo a lo que véys.
Vida mía, assí gozéys,
el mirar no me quitéys.

No entiendo vuestra porfía,
que si hos miro es tyranía,
y si no descortesía,
mirad que no’s entendéys.
Vida mía, así gozéys,
el mirar no me quitéys.

-Canta el galán.

En tiempos de agora
ya no hay confiança
pues la mi señora
me a hecho mudança.

Mudança me han hecho
mis amores cierto,
y tal qu’en mi pecho
estoy bivo y muerto.
Con tal desconcierto
estoy en la balança
pues la mi señora
me a hecho mudança.

Son en este tiempo
falsos los quereres,
y por passatiempo
nos burlan mugeres.
Afuera plazeres
que pesar me alcança
pues la mi señora
me a hecho mudança.

Ya no hay que fiar
de muger ninguna,
pues para engañar
sobra sóla una.
De buena fortuna
no tengo esperança
pues la mi señora
me a hecho mudança.

-Responde la galana.

Mudança con arte
hos he demostrado,
pues en otra parte
bivís namorado.

L’encarecimiento
que bivís, morís,
es si bien sentís
falso el argumento.
Que bivir hos siento
muy falsificado,
pues en otra parte
bivís namorado.

En tiempo presente
l’amor qu’es entero
es muy verdadero
de muger prudente.
En vos no se siente
prudencia ni estado,
pues en otra parte
bivís namorado.

De los hombres digo
si como vos son,
qu’engaño y trayción
teneys por abrigo.
Hid para enemigo
falso reprovado,
pues en otra parte
bivís namorado.

En fin hos mostráys
perrillo de bodas.
requestando todas,
y ninguna amáys.
Muy bien blasonáys
ya soys divulgado
pues en otra parte
bivís namorado.

-Canta el galán.

Moriré si soys servida,
mi señora, en buena fe,
que de amores moriré.

Temo tanto lo que quiero
que tomaré por partido
sufrir la muerte que pido,
qu’esperar tanto el qu’espero.
Si desta causa no muero,
a la postre yo bien sé
que de amores moriré.

Quando por honra se da
la vida es bien empleada,
quién por muerte tan honrada
cien mil vidas no dará.
Si el temor temiendo está
el alma dize y mi fe
que de amores moriré.

Moriré, que muerte es vida
en morir por vos señora,
moriré luego a la hora
si sé que soys servida.
Moriré en pena crescida
si no hay quien me aya mercé
que de amores moriré.

-Responde la galana.

Nunca vi muerto de amores
a ningún fiel amador,
por amores, sí señor.

Quien de amor está llagado
dos mil muertes se atribuye,
y de ninguna no huye
pues no es mortal su cuydado.
De amores no ha sido ahogado
Leandro el buen amador,
por amores, sí señor.

De amores nunca fue visto
quel buen Píramo muriesse,
ni Acteón comido fuesse,
ni desastrado Calisto.
Ni Paris robusto y quisto,
ni aquel nombrado Agenor,
por amores, sí señor.

No perdáys por mí la vida,
que si la perdéys, yo sé
que hos dirán hombre sin fe,
y a mí cruel omicida.
Merced con muerte venida
no tiene ningún sabor,
por amores, sí señor.

-Canta el galán.

Salga, salga de la dança
la que hiere, prende, y mata
porqu’es una perra ingrata.

Salga de conversación
la que crueldad mantiene,
salga ya la que no tiene
de los hombres compassión.
Salga la qu’en presumpción
a todo hombre desacata
porqu’es una perra ingrata.

Salga, no bayle entre gente
porque causa más tristeza,
esconda su gentileza,
quítese l’inconviniente.
Salga fuera pues no siente
con qué desamor me trata,
porqu’es una perra ingrata.

Salga, no bayle, ni cante
canciones mal[e]as ni buenas,
porque no engendre más penas
en su triste y pobre amante.
Con su rostro rutilante
mis entrañas disbarata
porqu’es una perra ingrata.

-Responde la galana.

Aunque me pintéys ingrata
de la dança no saldré,
que no hay qué, ni para qué.

Si escucháys vuestra querella
vereys que mi ingratitud
es amiga de virtud,
y es bien la muger tenella.
No’s quexéys de mí, ni della,
si no demostrarhos he
que no hay qué, ni para qué.

Essa mesma crueldad
que vos en vos engendráys,
quanto más la publicáys
publicáys mi honestidad.
No me llaméys, por bondad,
perra, pues que tengo fe,
que no hay qué, ni para qué.

Que no cante, esso sería
quitarme que no hablasse,
y que no manifestasse
vuestra tan loca porfía.
Presumpción, ni villanía
en mí no hay razón qu’esté,
que no hay qué, ni para qué.

-Canta el amigo.

Dexa amigo las casadas,
quel requebrar las infama,
las donzellas sirve y ama.

Déxalas, no las requiebres
pues que son ya requebradas
de sus maridos, y amadas,
sus amores no les quiebres.
Déxalas porque son liebres
que no has de caçar su fama,
las donzellas sirve y ama.

Déxalas pues no se curan
de ti, no te cures dellas,
si no ama las donzellas,
a las que amores procuran.
Las casadas te asseguran
de honestidad y su trama,
las donzellas sirve y ama.

Quando no parasses mientes
en mi canto y proceder,
mira que puedes caher
en otros inconvenientes.
Las casadas entre gentes
honra y mira como dama,
las donzellas sirve y ama.

-Responde el amigo.

Por mis penas vi
querer de donzellas,
vencime por ellas,
mas nunca vencí.

Rebiven si muero,
si afloxo acrecientan,
sin causa atormentan
al más verdadero.
El bien que sentí
son pena y querellas,
vencime por ellas,
mas nunca vencí.

Soguzgan los ojos,
desdeñan con obras,
y son las sosobras
pesares, y enojos.
Partiendo de mí
gusté sus centellas,
vencime por ellas,
mas nunca vencí.

Es cosa muy fuerte
de ver su amor frío,
y el darnos desvío
es sentir la muerte.
Por do no perdí
mis justas querellas
vencime por ellas,
mas nunca vencí.

-Canta el galán.

Es como el sol reluziente,
hermosa y sin tener par
la que a mí haze penar.

Es una segunda Dido
la que a mí me prende y mata,
es l[e]a que me suelta y ata
descanso de mi sentido.
Es la que me ha socorrido
en mi congoxa y pesar
la que a mí me haze penar.

Es una Penálope
de dos mil gracias extrenus,
es una segunda Venus
alexandrina en mercé.
Es la que guarda la fe
sin perdella, ni quebrar
la que a mí haze penar.

Es un ábito vestido
de mi alma hecho a su grado,
que mis ojos lo han cortado,
y esperança lo ha cosido.
De hermosa tiene apellido
y assí se suele llamar
la que a mí haze penar.

-Responde la galana.

Hermosura no la he,
la gracia Dios me la dé.

Si quiso naturaleza
no dotarme en gentileza,
ame dotado en firmeza
con la qual proclamaré,
la gracia Dios me la dé.

Ser la persona graciosa
es una muy gentil cosa
muy más que no ser hermosa,
y assí con tino diré,
la gracia Dios me la dé.

Bien sé que mucha hermosura
a vezes trahe procura
de sobervia, y de locura,
por do siempre cantaré,
la gracia Dios me la dé.

-Canta el amigo.

Aquel pastorcico
qu’está baxo el robre
digo qu’está rico
pues de amor es pobre.

Quán bien fortunado
es aquel pastor
por no haver gustado
qué cosa es amor.
Aunque pobrezico
biva, y no le sobre,
digo qu’está rico
pues de amor es pobre.

Huélgase en sombríos
y en su cabañuela,
huelga ver los ríos
l’ave como buela.
Si pierde el pellico,
aunque no le cobre
digo qu’está rico
pues de amor es pobre.

Goza en ver las fuentes
sus reses preñadas,
y tiene las mientes
limpias, sossegadas.
Aunqu’el calderico
no tenga de cobre
digo qu’está rico
pues de amor es pobre.

No tiene pensijos
que le den cordojos,
mas libre de enojos
busca regozijos.
Con que al çurroncico
tassajo le sobre
digo qu’está rico
pues de amor es pobre.

-Responde el amigo.

Al más avisado
y rudo pastor
qu’es pobre de amor
digo desdichado.

Los simples pastores,
y los más sesudos
que siguen amores
salen más agudos.
Pero el descuydado
falto de primor
qu’es pobre de amor
digo desdichado.

L’amor es escuela
d’esfuerço, y criança,
y do siempre vela
saber, y pujança.
Y al más intrincado
diestro baylador
qu’es pobre de amor
digo desdichado.

De desdicha, parte
tiene quien desdeña
al amor, pues arte
y limpieza enseña.
El más estimado
de qualquier valor
qu’es pobre de amor
digo desdichado.

El amor esmalta
nuestra ligereza,
cubre alguna falta
de naturaleza.
Mote muy mirado,
dicho de sabor
qu’es pobre de amor
digo desdichado.

-Canta la galana.

No queráys a quien no quiere
quereros, por no querer
al amor hos someter.

No queráys, porque yo quiero
amador desengañaros
amando viviendo amaros
a que hos sugetéys primero.
Y os lo diré por entero
pues queréys sin deprender
al amor hos someter.

Lo primero, Dios hos guarde,
es que havéys de ser celoso,
servicial, y bollicioso,
hablar muy poquito, y tarde.
Ser osado, ser covarde,
podéys con esto entender
al amor hos someter.

Ser solícito, y secreto,
ser sufrible, conversable,
ser firme, no variable,
ser junto, nescio, y discreto.
Ser temido, ser sujeto,
y con discreción saber
al amor hos someter.

-Responde el galán.

Perla graciosa
estela del dia,
señora donosa
quí no us amaria.

Dama de bell grat,
mon bé, y mon delir,
lavis que m’au dat
no’l vos tinch servit.
Ab tal lliçó rosa
de tanta armonia
senyora donosa
quí no us amaria.

Descans de ma vida,
llum de mes entrañes,
de virtuts fornida,
de gràcies estrañes.
Escola abundosa
de sabiduria,
senyora donosa
quí no us amaria.

Dels meus ulls espill,
port de grans favors,
hon les mies dolors
entren sens perill.
Hon tostemps reposa
esta ànima mia,
senyora donosa
quí no us amaria.

-Canta el amigo.

Seguir quiero mis amores
con constancia, amor, y fe,
ver si los alcançaré.

Seguir quiero, quel seguir
es señal de gran esfuerço,
y pues con amor converso
qualquier mal podré sufrir.
Con sufrir, y prosseguir
mis desseos seguiré
ver si los alcançaré.

Seguir quiero mi porfía
pues lleva por apellido
de morir y ser vencido
por la qu’es señora mía.
Tras mis plazeres oy día
como el gamo correré,
ver si los alcançaré.

Amigo, doy a’ntenderme
según las penas consigo,
que si mis amores sigo
que por tiempo han de valerme.
Ellos han de socorrerme,
sólo a ellos serviré
ver si los alcançaré.

-Responde el amigo.

Hay que para todos hay
de sospirar y gemir
si amores quieres seguir.

Siguen quanto seguir quieres
tus amores, o porfías,
que más ciertas son sus vías
d’enojos, que de plazeres.
No sigas tus pareceres
sin primero decernir
si amores quieres seguir.

Ay, si tu bien paras mientes
para tus ojos llorar,
para tu lengua quexar,
para tu vida, accidentes.
Para murmurar las gentes,
para tu mano escrevir
si amores quieres seguir.

Para tus amigos pena
de verte penar assí,
sufrimiento para ti
que a las vezes te condena.
Un hay que a vezes te agena
de descansado bivir,
si amores quieres seguir.

-Canta la galana.

El que piensa ser querido
no se lo piense,
porque a vezes lo torcido
se destuerce.

El que piensa ser amado
sin sabello
sé que ha de quedar burlado
al fin dello.
El bien que havrá conseguido
no converse,
porque a vezes lo torcido
se destuerce.

El que piensa que su pena
es ya oída,
no lo piense que se agena
de su vida.
Ni piense de ser crehido
con dolerse,
porque a vezes lo torcido
se destuerce.

No piense que por ser visto
ya le aman,
ni de mal está previsto
si le llaman.
No piense estar muy subido
sin caherse,
porque a vezes lo torcido
se destuerce.

-Responde el galán.

No penséys lo que no pienso
señoras mías
que otras son mis fantasías.

Señoras, dadme primero
a saber por qué mudança
me dezís en esta dança
que de amores peno y muero.
Amores yo no los quiero
señoras mías
que otras son mis fantasías.

No quiero al que a de querer
forçarme mi voluntad,
cativar mi libertad
desterrarme mi plazer.
De todo hecharme a perder
señoras mías
que otras son mis fantasías.

No me cumple combidar
a bocados de dolor,
ni a bevidas de amargor,
ni a dormir sin descansar.
Ni quererme subjetar
a niñerías
que otras son mis fantasías.

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UN GRILLO EN LA MOLLERA [Mi poema]
Alonso de Ercilla y Zúñiga [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un grillo se ha incrustado en mi mollera
no para de gritar, ¡maldito grillo!,
le trae a mal traer a mi sesera.
No puede razonar como cualquiera
por culpa su estribillo.

Que el grillo, ¡voto a dios, que no es mi culpa!
no para de incordiarme y de joderme,
me chilla por la noche na’ más verme,
y no aprendió jamás lo que es disculpa
que el bicho nunca duerme.

No sirve que le pida que me olvide
ni que harto ya le lance un juramento,
presumo que él no tiene sentimiento
o es sordo, que el sonido no percibe,
y aún menos mi lamento.

Si un día alguien sospecha estoy grillao
me crean que es a causa de un sofoco,
que miro a mi sesera y no me toco
ni causa es de un canuto que he fumao
que es que me ha vuelto loco.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Alonso de Ercilla y Zúñiga

LA ARAUCANA – PRIMERA PARTE

CANTO I

El cual declara el asiento y descripción de la Provincia
de Chile y Estado de Arauco, con las costumbres y modos
de guerra que los naturales tienen; y asimismo trata en suma
la entrada y conquista que los españoles hicieron hasta
que Arauco se comenzó a rebelar.

No las damas, amor, no gentilezas
de caballeros canto enamorados;
ni las muestras, regalos y ternezas
de amorosos efectos y cuidados;
mas el valor, los hechos, las proezas
de aquellos españoles esforzados,
que a la cerviz de Arauco no domada
pusieron duro yugo por la espada.

Cosas diré también harto notables
de gente que a ningún rey obedecen,
temerarias empresas memorables
que celebrarse con razón merecen;
raras industrias, términos loables
que más los españoles engrandecen:
pues no es el vencedor más estimado
de aquello en que el vencido es reputado.

Suplícoos, gran Felipe, que mirada
esta labor, de vos sea recibida,
que, de todo favor necesitada,
queda con darse a vos favorecida:
es relación sin corromper, sacada
de la verdad, cortada a su medida;
no despreciés el don, aunque tan pobre,
para que autoridad mi verso cobre.

Quiero a Señor tan alto dedicarlo,
porque este atrevimiento lo sostenga,
tomando esta manera de ilustrarlo,
para que quien lo viere en más lo tenga:
y si esto no bastare a no tacharlo,
a lo menos confuso se detenga
pensando que, pues va a vos dirigido,
que debe de llevar algo escondido.

Y haberme en vuestra casa yo criado,
que crédito me da por otra parte,
hará mi torpe estilo delicado,
y lo que va sin orden, lleno de arte;
así de tantas cosas animado,
la pluma entregaré al furor de Marte;
dad orejas, señor, a lo que digo,
que soy de parte de ello buen testigo.

Chile, fértil provincia y señalada
en la región Antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.

Es Chile norte sur de gran longura,
costa del nuevo mar, del Sur llamado;
tendrá del este a oeste de angostura
cien millas, por lo más ancho tomado;
bajo del polo Antártico en altura
de veinte y siete grados, prolongado
hasta do el mar océano y chileno
mezclan sus aguas por angosto seno.

Y estos dos anchos mares, que pretenden,
pasando de sus términos, juntarse,
baten las rocas y sus olas tienden,
mas es les impedido al allegarse;
por esta parte al fin la tierra hienden
y pueden por aquí comunicarse:
Magallanes, señor, fue el primer hombre
que, abriendo este camino, le dio nombre.

Por falta de piloto, o encubierta
causa, quizá importante y no sabida,
esta secreta senda descubierta
quedo para nosotros escondida;
ora sea yerro de la altura cierta,
ora que alguna isleta removida
del tempestuoso mar y viento
encallando en la boca, la ha cerrado.

Digo que norte sur corre la tierra,
y baña la del oeste la marina;
a la banda del este va una sierra
que el mismo rumbo mil leguas camina;
en medio es donde el punto de la guerra
por uso y ejercicio más se afina:
Venus y Amor aquí no alcanzan parte,
sólo domina el iracundo Marte.

Pues en este distrito demarcado,
por donde su grandeza es manifiesta,
está a treinta y seis grados del Estado
que tanta sangre ajena y propia cuesta:
este es el fiero pueblo no domado
que tuvo a Chile en tal estrecho puesta,
y aquel que por valor y pura guerra
hace en torno temblar toda la tierra.

Es Arauco, que basta, el cual sujeto
lo más deste gran término tenía
con tanta fama, crédito y conceto,
que de un polo al otro se extendía,
y puso al español en tal aprieto
cual presto se verá en la carta mía;
veinte leguas contienen sus mojones,
poséenla diez y seis fuertes varones.

De diez y seis caciques y señores
es el soberbio Estado poseído,
en militar estudio los mejores
que de bárbaras madres han nacido:
reparo de su patria y defensores,
ninguno en el gobierno preferido;
otros caciques hay, mas por valientes
son éstos en mandar los preeminentes.

Sólo al señor de imposición le viene
servicio personal de sus vasallos,
y en cualquiera ocasión cuando conviene
puede por fuerza al débito apremiallos;
pero así obligación el señor tiene
en las cosas de guerra dotrinallos
con tal uso, cuidado y diciplina,
que son maestros después desta dotrina.

En lo que usan los niños en teniendo
habilidad y fuerza provechosa,
es que un trecho seguido han de ir corriendo
por una áspera cuesta pedregosa,
y al puesto y fin del curso resolviendo,
le dan al vencedor alguna cosa:
vienen a ser tan sueltos y alentados
que alcanzan por aliento los venados.

Y desde la niñez al ejercicio
los apremian por fuerza y los incitan,
y en el bélico estudio y duro oficio,
entrando en más edad, los ejercitan;
si alguno de flaqueza da un indicio,
del uso militar lo inhabilitan,
y el que sale de las armas señalado
conforme a su valor le dan el grado.

Los cargos de la guerra y preeminencia
no son por flacos medios proveídos,
ni van por calidad, ni por herencia,
ni por hacienda y ser mejor nacidos;
mas la virtud del brazo y la excelencia,
ésta hace los hombres preferidos,
ésta ilustra, habilita, perficiona
y quilata el valor de la persona.

Los que están a la guerra dedicados
no son a otros servicios constreñidos,
del trabajo y labranza reservados
y de la gente baja mantenidos:
pero son por las leyes obligados
de estar a punto de armas proveídos,
y a saber diestramente gobernallas
en las lícitas guerras y batallas.

Las armas dellos más ejercitadas
son picas, alabardas y lanzones,
con otras puntas largas enhastadas
de la fación y forma de punzones;
hachas, martillos, mazas barreadas,
dardos, sargentas, flechas y bastones,
lazos de fuertes mimbres y bejucos,
tiros arrojadizos y trabucos.

Algunas destas armas han tomado
de los cristianos nuevamente agora,
que el contino ejercicio y el cuidado
enseña y aprovecha cada hora,
y otras, según los tiempos, inventado,
que es la necesidad grande inventora,
y el trabajo solícito en las cosas,
maestro de invenciones ingeniosas.

Tienen fuertes y dobles coseletes,
arma común a todos los soldados,
y otros a la manera de sayetes,
que son, aunque modernos, más usados;
grevas, brazales, golas, capacetes
de diversas hechuras encajados,
hechos de piel curtida y duro cuero,
que no basta a ofenderle el fino acero.

Cada soldado una arma solamente
ha de aprender, y en ella ejercitarse,
y es aquella a que más naturalmente
en la niñez mostrare aficionarse;
desta sola procura diestramente
saberse aprovechar, y no empacharse
en jugar de la pica el que es flechero,
ni de la maza y flechas el piquero.

Hacen su campo, y muéstranse en formados
escuadrones distintos muy enteros,
cada hila de más de cien soldados;
entre una pica y otra los flecheros
que de lejos ofenden desmandados
bajo la protección de los piqueros,
que van hombro con hombro, como digo,
hasta medir a pica al enemigo.

Si el escuadrón primero que acomete
por fuerza viene a ser desbaratado,
tan presto a socorrerle otro se mete,
que casi no da tiempo a ser notado;
si aquél se desbarata, otro arremete,
y estando ya el primero reformado,
moverse de su término no puede
hasta ver lo que al otro le sucede.

De pantanos procuran guarnecerse
por el daño y temor de los caballos,
donde suelen a veces acogerse,
si viene a suceder desbaratallos:
allí pueden seguros rehacerse,
ofenden sin que puedan enojallos,
que el falso sitio y gran inconveniente
impide la llegada a nuestra gente.

Del escuadrón se van adelantando
los bárbaros que son sobresalientes,
soberbios cielo y tierra despreciando,
ganosos de extremarse por valientes;
las picas por los cuentos arrastrando,
poniéndose en posturas diferentes,
diciendo: «Si hay valiente algún cristiano,
salga luego adelante mano a mano».

Hasta treinta o cuarenta en compañía,
ambiciosos de crédito y loores,
vienen con grande orgullo y bizarría
al son de presurosos atambores;
las armas matizadas a porfía
con varias y finísimos colores,
de poblados penachos adornados,
saltando acá y allá por todos lados.

Hacen fuerzas o fuertes cuando entienden
ser el lugar y sitio en su provecho,
o si ocupar un término pretenden,
o por algún aprieto y grande estrecho;
de do más a su salvo se defienden
y salen de rebato a caso hecho,
recogiéndose a tiempo al sitio fuerte,
que su forma y hechura es desta suerte:

Señalado el lugar, hecha la traza,
de poderosos árboles labrados
cercan una cuadrada y ancha plaza
en valientes estacas afirmados,
que a los de fuera impide y embaraza
la entrada v combatir, porque, guardados
del muro los de dentro, fácilmente
de mucha se defiende poca gente.

Solían antiguamente de tablones
hacer dentro del fuerte otro apartado,
puestos de trecho a trecho unos troncones
en los cuales el muro iba fijado
con cuatro levantados torreones
a caballero del primer cercado,
de pequeñas troneras llena el muro
para jugar sin miedo y más seguro.

En torno desta plaza poco trecho
cercan de espesos hoyos por de fuera:
cuál es largo, cuál ancho, y cuál estrecho,
y así van, sin faltar desta manera,
para el incauto mozo que de hecho
apresura el caballo en la carrera
tras el astuto bárbaro engañoso
que le mete en el cerco peligroso.

También suelen hacer hoyos mayores
con estacas agudas en el suelo,
cubiertos de carrizo, yerba y flores,
porque puedan picar más sin recelo:
allí los indiscretos corredores,
teniendo sólo por remedio el cielo,
se sumen dentro, y quedan enterrados
en las agudas puntas estacados.

De consejo y acuerdo una manera
tienen de tiempo antiguo acostumbrada,
que es hacer un convite y borrachera
cuando sucede cosa señalada:
y así cualquier señor, que la primera
nueva de tal suceso le es llegada,
despacha con presteza embajadores
a todos los caciques y señores.

haciéndoles saber como se ofrece
necesidad y tiempo de juntarse,
pues a todos les toca y pertenece,
que es bien con brevedad comunicarse;
según el caso, así se lo encarece,
y el daño que se sigue en dilatarse,
lo cual, visto que a todos les conviene,
ninguno venir puede que no viene.

Juntos, pues, los caciques del senado,
propóneles el caso nuevamente,
el cual por ellos visto y ponderado,
se trata del remedio conveniente;
y resueltos en uno y decretado,
si alguno de opinión es diferente,
no puede en cuanto al débito eximirse,
que allí la mayor voz ha de seguirse.

Después que cosa en contra no se halla,
se va el nuevo decreto declarando
por la gente común y de canalla,
que alguna novedad está aguardando;
si viene a averiguarse por batalla,
con gran rumor lo van manifestando
de trompas y atambores altamente,
porque a noticia venga de la gente.

Tienen un plazo puesto y señalado
para se ver sobre ello y remirarse:
tres días se han de haber ratificado
en la definición sin retratarse;
y el franco y libre término pasado,
es de ley imposible revocarse,
y así como a forzoso acaecimiento,
se disponen al nuevo movimiento.

Hácese este concilio en un gracioso
asiento de mil florestas escogido
donde se muestra el campo más hermoso
de infinidad de flores guarnecido:
allí de un viento fresco y amoroso
los árboles se mueven con ruido,
cruzando muchas veces por el prado
un claro arroyo limpio y sosegado,

do una fresca y altísima alameda
por orden y artificio tienen puesta
en torno de la plaza y ancha rueda,
capaz de cualquier junta y grande fiesta,
que convida a descanso, y al sol veda
la entrada y paso en la enojosa siesta:
allí se oye la dulce melodía
del canto de las aves y armonía.

Gente es sin Dios ni ley, aunque respeta
aquel que fue del cielo derribado,
que como a poderoso y gran profeta
es siempre en sus cantares celebrado:
invocan su furor con falsa seta,
y a todos sus negocios es llamado,
teniendo cuanto dice por seguro
del próspero suceso o mal futuro.

Y cuando quieren dar una batalla
con él lo comunican en su rito:
si no responde bien, dejan de dalla,
aunque más les insista el apetito;
caso grave y negocio no se halla
do no sea convocado este maldito;
llámanle Eponamón, y comúnmente
dan este nombre a alguno si es valiente.

Usan el falso oficio de hechiceros,
ciencia a que naturalmente se inclinan,
en señales mirando y en agüeros,
por las cuales sus cosas determinan;
veneran a los necios agoreros
que los casos futuros adivinan:
el agüero acrecienta su osadía,
y les infunde miedo y cobardía.

Algunos destos son predicadores
tenidos en sagrada reverencia,
que sólo se mantienen de loores,
y guardan vida estrecha y abstinencia:
éstos son los que ponen en errores
al liviano común con su elocuencia,
teniendo por tan cierta su locura,
como nos la Evangélica Escritura.

Y éstos que guardan orden algo estrecha
no tienen ley, ni Dios, ni que hay pecados;
mas sólo aquel vivir les aprovecha
de ser por sabios hombres reputados;
pero la espada, lanza, el arco y flecha
tienen por mejor ciencia otros soldados,
diciendo que el agüero alegre o triste
en la fuerza y el ánimo consiste.

En fin, el hado y clima desta tierra,
si su estrella y pronósticos se miran,
es contienda, furor, discordia, guerra,
y a sólo esto los ánimos aspiran;
todo su bien y mal aquí se encierra:
son hombres que de súbito se aíran,
de condición feroces, impacientes,
amigos de domar extrañas gentes.

Son de gestos robustos, desbarbados,
bien formados los cuerpos y crecidos,
espaldas grandes, pechos levantados,
recios miembros, de nervios bien fornidos;
ágiles, desenvueltos, alentados,
animosos, valientes, atrevidos
duros en el trabajo y sufridores
de fríos mortales, hambres y calores.

No ha habido rey jamás que sujetase
esta soberbia gente libertada,
ni extranjera nación que se jatase
de haber dado en sus términos pisada,
ni comarcana tierra que se osase
mover en contra y levantar espada:
siempre fue exenta, indómita, temida,
de leyes libre y de cerviz erguida.

El potente rey Inga, aventajado
en todas las antárticas regiones,
fue un señor en extremo aficionado
a ver y conquistar nuevas naciones,
y por la gran noticia del Estado
a Chile despachó sus orejones;
mas la parlera fama de esta gente
la sangre les templó y ánimo ardiente.

Pero los nobles Ingas valerosos
los despoblados ásperos rompieron,
y en Chile algunos pueblos belicosos
por fuerza a servidumbre los trujeron,
a do leyes y edictos trabajosos
con dura mano armada introdujeron,
haciéndolos con fueros disolutos
pagar grandes subsidios y tributos.

Dado asiento en la tierra y reformado
el campo con ejército pujante,
en demanda del reino deseado
movieron sus escuadras adelante:
no hubieron muchas millas caminado,
cuando entendieron que era semejante
el valor a la fama que alcanzada
tenía el pueblo araucano por la espada.

Los promaucaes de Maule, que supieron
el vano intento de los Ingas vanos,
al paso y duro encuentro les salieron
no menos en buen orden que lozanos;
y las cosas de suerte sucedieron
que llegando estas gentes a las manos,
murieron infinitos orejones,
perdiendo el campo y todos los pendones.

Los indios promaucaes es una gente
que está cien millas antes del Estado,
brava, soberbia, próspera y valiente,
que bien los españoles la han probado;
pero con cuanto digo, es diferente
de la fiera nación, que, cotejado
el valor de las armas y excelencia,
es grande la ventaja y diferencia.

Los Ingas, que la fuerza conocían
que en la provincia indómita se encierra
y cuan poco a los brazos ganarían
llegada al cabo la empezada guerra,
visto el errado intento que traían,
desamparando la ganada tierra,
volvieron a los pueblos que dejaron,
donde por algún tiempo reposaron.

Pues don Diego de Almagro, adelantado,
que en otras mil conquistas se había visto,
por sabio en todas ellas reputado,
animoso, valiente, franco y quisto,
a Chile caminó determinado
de extender y ensanchar la fe de Cristo;
pero llegando al fin deste camino,
dar en breve la vuelta le convino.

A sólo el de Valdivia esta vitoria
con justa y gran razón le fue otorgada,
y es bien que se celebre su memoria,
pues pudo adelantar tanto su espada;
éste alcanzó en Arauco aquella gloria
que de nadie hasta allí fuera alcanzada:
la altiva gente al grave yugo trujo
y en opresión la libertad redujo.

Con una espada y capa solamente,
ayudado de industria que tenía,
hizo con brevedad de buena gente
una lucida y gruesa compañía
y con designio y ánimo valiente
toma de Chile la derecha vía,
resuelto en acabar desta salida
la demanda difícil o la vida.

Viose en el largo y áspero camino
por hambre, sed y frío en gran estrecho;
pero con la constancia que convino
puso al trabajo el animoso pecho,
y el diestro hado y próspero destino
en Chile le metieron, a despecho
455 de cuantos estorbarlo procuraron,
que en su daño las armas levantaron.

Tuvo a la entrada con aquellas gentes
batallas y reencuentros peligrosos
en tiempos y lugares diferentes,
que estuvieron los fines muy dudosos;
pero al cabo por fuerza los valientes
españoles, con brazos valerosos,
siguiendo el hado y con rigor la guerra,
ocuparon gran parte de la tierra.

No sin gran riesgo y pérdidas de vidas
asediados seis años sostuvieron,
y de incultas raíces desabridas
los trabajados cuerpos mantuvieron,
do las bárbaras armas oprimidas
a la española devoción trujeron
por ánimo constante y raras pruebas,
criando en los trabajos fuerzas nuevas.

Después entró Valdivia conquistando
con esfuerzo y espada rigurosa,
los promaucaes por fuerza sujetando,
curios, cauquenes, gente belicosa;
y el Maule y raudo Itata atravesando,
llego al Andalién, do la famosa
ciudad fundó de muros levantada,
felice en poco tiempo y desdichada.

Una batalla tuvo aquí sangrienta,
donde a punto llegó de ser perdido;
pero Dios le acorrió en aquella afrenta,
que en todas las demás le había acorrido:
otros dello darán más larga cuenta,
que les está este cargo cometido:
allí fue preso el bárbaro Ainavillo,
honor de los pencones y caudillo.

De allí llegó al famoso Biobío
el cual divide a Penco del Estado,
que del Nibiquetén, copioso río,
y de otros viene al mar acompañado;
de donde con presteza y nuevo brío,
en orden buena y escuadrón formado
paso de Andalicán la áspera sierra,
pisando la araucana y fértil tierra.

No quiero detenerme más en esto,
pues que no es mi intención dar pesadumbre;
y así pienso pasar por todo presto,
huyendo de importunos la costumbre;
digo con tal intento y presupuesto,
que antes que los de Arauco a servidumbre
viniesen, fueron tantas las batallas,
que dejo de prolijas de contallas.

Ayudó mucho el inorante engaño
de ver en animales corregidos
hombres que por milagro y caso extraño
de la región celeste eran venidos:
y del súbito estruendo y grave daño
de los tiros de pólvora sentidos,
como a inmortales dioses los temían
que con ardientes rayos combatían.

Los españoles hechos hazañosos
el error confirmaban de inmortales,
afirmando los más supersticiosos
por los presentes los futuros males;
y así tibios, suspensos y dudosos,
viendo de su opresión claras señales,
debajo de hermandad y fe jurada,
dio Arauco la obediencia jamás dada.

Dejando allí el seguro suficiente
adelante los nuestros caminaron;
pero todas las tierras llanamente,
viendo Arauco sujeta, se entregaron;
y reduciendo a su opinión gran gente,
siete ciudades prósperas fundaron:
Coquimbo, Penco, Angol y Santiago,
la Imperial, Villa- Rica y la del Lago.

El felice suceso, la vitoria,
la fama y posesiones que adquirían
los trujo a tal soberbia y vanagloria,
que en mil leguas diez hombres no cabían,
sin pasarles jamás por la memoria
que en siete pies de tierra al fin habían
de venir a caber sus hinchazones,
su gloria vana y vanas pretensiones.

Crecían los intereses y malicia
a costa del sudor y daño ajeno,
y la hambrienta y mísera codicia,
con libertad paciendo, iba sin freno:
la ley, derecho, el fuero y la justicia
era lo que Valdivia había por bueno,
remiso en graves culpas y piadoso,
y en los casos livianos riguroso.

Así el ingrato pueblo castellano
en mal y estimación iba creciendo,
y siguiendo el soberbio intento vano,
tras su fortuna próspera corriendo;
pero el Padre del cielo soberano
atajó este camino, permitiendo
que aquel a quien, él mismo puso el yugo,
fuese el cuchillo y áspero verdugo.

El Estado araucano, acostumbrado
a dar leyes, mandar, y ser temido,
viéndose de su trono derribado
y de mortales hombres oprimido,
de adquirir libertad determinado,
reprobando el subsidio padecido,
acude al ejercicio de la espada,
ya por la paz ociosa desusada.

Dieron señal primero y nuevo tiento
( por ver con qué rigor se tomaría),
en dos soldados nuestros, que a tormento
mataron sin razón y causa un día;
disimulóse aquel atrevimiento,
y con esto crecióles la osadía;
no aguardando a más tiempo, abiertamente
comienzan a llamar y juntar gente.

Principio fue del daño no pensado
el no tomar Valdivia presta enmienda
con ejemplar castigo del Estado;
pero nadie castiga en su hacienda.
El pueblo sin temor desvergonzado
con nueva libertad rompe la rienda
del homenaje hecho y la promesa,
como el segundo canto aquí lo expresa.

LA ARAUCANA – SEGUNDA PARTE

CANTO II
Pónese la discordia que entre los caciques de Arauco hubo sobre
la elección del Capitán General, y el medio que se tomó por el consejo
del Cacique Colocolo, con la entrada que por engaño los bárbaros
hicieron en la casa fuerte de Tucapel, y la batalla que con
los españoles tuvieron.

Muchos hay en el mundo que han llegado
a la engañosa alteza desta vida,
que Fortuna los ha siempre ayudado
y dádoles la mano a la subida,
para después de haberlos levantado,
derribarlos con mísera caída,
cuando es mayor el golpe y sentimiento
y menos el pensar que hay mudamiento.

No entienden con la próspera bonanza
que el contento es principio de tristeza;
ni miran en la súbita mudanza
del consumidor tiempo y su presteza;
mas con altiva y vana confianza
quieren que en su fortuna haya firmeza;
la cual, de su aspereza no olvidada,
revuelve con la vuelta acostumbrada.

Con un revés de todo se desquita,
que no quiere que nadie se le atreva,
y mucho más que da siempre les quita,
no perdonando cosa vieja y nueva;
de crédito y de honor los necesita:
que en el fin de la vida está la prueba,
por el cual han de ser todos juzgados,
aunque lleven principios acertados.

Del bien perdido, al cabo) qué nos queda
sino pena, dolor y pesadumbre?
Pensar que en él Fortuna ha de estar queda,
antes dejará el sol de darnos lumbre:
que no, es su condición fijar la rueda,
y es malo de mudar vieja costumbre;
el más seguro bien de la Fortuna
es no haberla tenido vez alguna.

Esto verse podrá por esta historia:
ejemplo dello aquí puede sacarse,
que no bastó riqueza, honor y gloria
con todo. el bien que puede desearse
a llevar adelante la vitoria;
que el claro cielo al fin vino a turbarse,
mudando la Fortuna en triste estado
el curso y orden próspera del hado.

La gente nuestra ingrata se hallaba
en la prosperidad que arriba cuento,
y en otro mayor bien que me olvidaba,
hallado en pocas casas, que es contento:
de tal manera en él se descuidaba
( cierta señal de triste acaecimiento)
que en una hora perdió el honor y estado
que en mil años de afán había ganado.

Por dioses, como dije, eran tenidos
de los indios los nuestros; pero olieron
que de mujer y hombre eran nacidos,
y todas sus flaquezas entendieron;
viéndolos a miserias sometidos
el error inorante conocieron,
ardiendo en viva rabia avergonzados
por verse de mortales conquistados.

No queriendo a más plazo diferirlo
entre ellos comenzó luego a tratarse
que, para en breve tiempo concluirlo
y dar el modo y orden de vengarse
se junten a consulta a difinirlo:
do venga la sentencia a pronunciarse,
dura, ejemplar, cruel, irrevocable,
horrenda a todo el mundo y espantable.

Iban ya los caciques ocupando
los campos con la gente que marchaba:
y no fue menester general bando,
que el deseo de la guerra los llamaba
sin promesas ni pagas, deseando
el esperado tiempo que tardaba,
para el decreto y áspero castigo
con muerte y destruición del enemigo.

De algunos que en la junta se hallaron
es bien que haya memoria de sus nombres,
que, siendo incultos bárbaros, ganaron
con no poca razón claros renombres,
pues en tan breve término alcanzaron
grandes vitorias de notables hombres,
que dellas darán fe los que vivieren,
y los muertos allá donde estuvieren.

Tucapel se llamaba aquel primero
que al plazo señalado había venido;
éste fue de cristianos carnicero,
siempre en su enemistad endurecido:
tiene tres mil vasallos el guerrero,
de todos como rey obedecido.
Ongol luego llegó, mozo valiente:
gobierna cuatro mil, lucida gente.

Cayocupil, cacique bullicioso,
no fue el postrero que dejó su tierra,
que allí llegó el tercero, deseoso
de hacer a todo el mundo él solo guerra;
tres mil vasallos tiene este famoso,
usados tras las fieras en la sierra.
Millarapué, aunque viejo, el cuarto vino
que cinco mil gobierna de contino.

Paicabí se juntó aquel mismo día,
tres mil diestros soldados señorea.
No lejos Lemolemo dél venía,
que tiene seis mil hombres de pelea.
Mareguano, Gualemo y Lebopía
se dan priesa a llegar, porque se vea
que quieren ser en todo, los primeros;
gobiernan estos tres mil guerreros.

No se tardó en venir, pues, Elicura
que al tiempo y plazo puesto había llegado,
de gran cuerpo, robusto en la hechura,
por uno de los fuertes reputado:
dice que ser sujeto es gran locura
quien seis mil hombres tiene a su mandado.
Luego llegó el anciano Colocolo;
otros tantos y más rige éste solo.

Tras éste a la consulta Ongolmo viene,
que cuatro mil guerreros gobernaba.
Purén en arribar no se detiene:
seis mil súbditos, éste administraba.
Pasados de seis mil Lincoya tiene,
que bravo y orgulloso ya llegaba,
diestro, gallardo, fiero en el semblante,
de proporción y altura de gigante.

Peteguelén, cacique señalado,
que el gran valle de Arauco le obedece
por natural señor, y así el Estado
este nombre tomó, según parece,
como Venecia, pueblo libertado,
que en todo aquel gobierno más florece,
tomando en nombre dél la señoría,
así guarda el Estado el nombre hoy día.

Este no se halló personalmente
por estar impedido de cristianos;
pero de seis mil hombres que el valiente
gobierna, naturales araucanos,
acudió desmandada alguna gente
a ver si es menester mandar las manos.
Caupolicán el fuerte no venía,
que toda Pilmaiquén le obedecía.

Tomé y Andalicán también vinieron,
que eran del araucano regimiento,
y otros muchos caciques acudieron,
que por no ser prolijo no los cuento.
Todos con leda faz se recibieron,
mostrando en verse juntos gran contento.
Después de razonar en su venida,
se comenzó la espléndida comida.

Al tiempo que el beber furioso andaba
y mal de las tinajas el partido,
de palabra en palabra se llegaba
a encenderse entre todos gran ruido:
la razón uno de otro no escuchaba,
sabida la ocasión do había nacido;
vino sobre cuál era el más valiente
y digno del gobierno de la gente.

Así creció el furor, que derribando
las mesas, de manjares ocupadas,
aguijan a las armas, desgajando
las ramas al depósito obligadas;
y dellas se aperciben, no cesando
palabras peligrosas y pesadas,
que atizaban la cólera encendida
con el calor del vino y la comida.

El audaz Tucapel claro decía
que el cargo del mandar le pertenece;
pues todo el universo conocía
que si va por valor, que lo merece:
» Ninguno se me iguala en valentía;
de mostrarlo estoy presto si se ofrece,
( añade el jactancioso) a quien quisiere;
y a aquel que esta razón contradijere…»

Sin dejarle acabar dijo Elicura;
» A mí es dado el gobierno desta danza,
y el simple que intentare otra locura,
ha de probar el hierro de mi lanza».
Ongolmo, que el primero ser procura,
dice: «Yo no he perdido la esperanza
en tanto que este brazo sustentare,
y con él la ferrada gobernare».

De cólera Lincoya y rabia insano
responde: «Tratar deso es devaneo,
que ser señor del mundo es en mi mano,
si en ella libre este bastón poseo».
«Ninguno, dice Angol, será tan vano
que ponga en igualárseme el deseo:
pues es más el temor que pasaría,
que la gloria que el hecho le daría».

Cayocupil, furioso y arrogante
la maza esgrime, haciéndose a lo largo,
diciendo: » Yo veré quién es bastante
a dar de lo que ha dicho más descargo:
haceos los pretensores adelante,
veremos de cuál dellos es el cargo;
que de probar aquí luego me ofrezco,
que más que todos juntos lo merezco».

«Alto, sús que yo aceto el desafío
(responde Lemolemo), y tengo en nada
poner a nueva prueba lo que es mío,
que más quiero librarlo por la espada:
mostrar ser verdad lo que porfío,
a dos, a cuatro, a seis en la estacada;
y si todos quistión queréis conmigo,
os haré manifiesto lo que digo».

Purén, que estaba aparte, habiendo oído
la plática enconosa y rumor grande,
diciendo, en medio dellos se ha metido,
que nadie en su presencia se desmande.
Y ¿quién a imaginar es atrevido
que donde está Purén más otro mande?
La grita y el furor se multiplica:
quién esgrime la maza, y quién la pica.

Tomé y otros caciques se metieron
en medio destos bárbaros de presto,
y con dificultad los despartieron,
que no hicieron poco en hacer esto:
de herirse lugar aún no tuvieron,
y en voz airada, ya el temor pospuesto,
Colocolo, el cacique más anciano,
a razonar así tomó la mano:

«Caciques, del Estado defensores,
codicia de mandar no me convida
a pesarme de veros pretensores
de cosa que a mí tanto era debida;
porque, según mi edad, ya veis, señores,
que estoy al otro mundo de partida;
mas el temor que siempre os he mostrado,
a bien. aconsejaros me ha incitado.

¿Por qué cargos honrosos pretendemos,
y ser en opinión grande tenidos,
pues que negar al mundo no podemos
haber sido sujetos y vencidos?
Y en esto averiguarnos no queremos,
estando aún de españoles oprimidos:
mejor fuera esa furia ejecutalla,
contra el fiero enemigo en la batalla.

«¿Qué furor es el vuestro, ¡oh araucanos!,
que a perdición os lleva sin sentillo?
¿Contra vuestras entrañas tenéis manos,
y no contra el tirano en resistillo?
Teniendo tan a golpe a los cristianos,
¿volvéis contra vosotros el cuchillo?
Si gana de morir os ha movido,
no sea en tan bajo estado v abatido.

«Volved las armas y ánimo furioso
a los pechos de aquellos que os han puesto
en dura sujeción, con afrentoso
partido, a todo el mundo manifiesto;
lanzad de vos el yugo vergonzoso,
mostrad vuestro valor y fuerza en esto:
no derraméis la sangre del Estado
que para redimirnos ha quedado.

«No me pesa de ver la lozanía
de vuestro corazón, antes me esfuerza;
mas temo que esta vuestra valentía
por mal gobierno el buen camino tuerza;
que, vuelta entre nosotros la porfía,
degolléis vuestra patria con su fuerza:
cortad, pues, si ha de ser desa manera,
esta vieja garganta la primera.

«Que esta flaca persona, atormentada
de golpes de fortuna, no procura
sino el agudo filo de una espada,
pues no la acaba tanta desventura.
Aquella vida es bien afortunada
que la temprana muerte la asegura;
pero a nuestro bien público atendiendo,
quiero decir en esto lo que entiendo.

«Pares sois en valor y fortaleza;
el cielo os igualó en el nacimiento;
de linaje, de estado y de riqueza
hizo a todos igual repartimiento;
y en singular por ánimo y grandeza
podéis tener del mundo el regimiento:
que este gracioso don, no agradecido,
nos ha al presente término traído.

«En la virtud de vuestro brazo
espero que puede en breve tiempo remediarse;
mas ha de haber un capitán primero,
que todos por él quieran gobernarse;
éste será quien más un gran madero
sustentare en el hombro sin pararse;
y pues que sois iguales en la suerte,
procure cada cual de ser más fuerte».

Ningún hombre dejó de estar atento
oyendo del anciano las razones;
y puesto ya silencio al parlamento
hubo entre ellos diversas opiniones:
al fin, de general consentimiento
siguiendo las mejores intenciones,
por todos los caciques acordado
lo propuesto del viejo fue acetado.

Podría de alguno ser aquí una cosa
que parece sin término notada,
y es que en una provincia poderosa,
en la milicia tanto ejercitada,
de leyes y ordenanzas abundosa,
no hubiese una cabeza señalada
a quien tocase el mando y regimiento,
sin allegar a tanto rompimiento.

Respondo a esto que nunca sin caudillo
la tierra estuvo, electo del senado.;
que, como dije, en Penco el Ainavillo
fue por nuestra nación desbaratado,
y viniendo de paz, en un castillo
se dice, aunque no es cierto, que un bocado
le dieron de veneno en la comida,
donde acabó su cargo con la vida.

Pues el madero súbito traído,
(no me atrevo a decir lo que pesaba),
que era un macizo líbano fornido
que con dificultad se rodeaba:
Paicabí le aferró menos sufrido,
y en los valientes hombros le afirmaba;
seis horas lo sostuvo aquel membrudo,
pero llegar a siete jamás pudo.

Cayocupil al tronco aguija presto,
de ser el más valiente confiado,
y encima de los altos hombros puesto
lo deja a las cinco horas de cansado;
Gualemo lo probó, joven dispuesto,
mas no paso de allí; y esto acabado,
Angol el grueso leño tomó luego,
duró seis horas largas en el juego.

Purén tras él lo trujo medio día
y el esforzado Ongolmo más de medio;
y cuatro horas y media Lebopía,
que de sufrirlo más no hubo remedio.
Lemolemo siete horas le traía,
el cual jamás en todo este comedio
dejó de andar acá y allá saltando
hasta que ya el vigor le fue faltando.

Elicura a la prueba se previene,
y en sustentar el líbano trabaja;
a nueve horas dejarle le conviene,
que no pudiera más si fuera paja.
Tucapelo catorce lo sostiene,
encareciendo todos la ventaja;
pero en esto Lincoya apercibido
mudó en un gran silencio aquel ruido.

De los hombros el manto, derribando
las terribles espaldas descubría,
y el duro y grave leño levantando,
sobre el fornido asiento lo ponía:
corre ligero aquí y allí mostrando
que poco aquella carga le impedía:
era de sol a sol el día pasado,
y el peso sustentaba aún no cansado.

Venía aprisa la noche, aborrecida
por la ausencia del sol; pero Diana
les daba claridad con su salida,
mostrándose a tal tiempo más lozana;
Lincoya con la carga no convida,
aunque ya despuntaba la mañana,
hasta que llegó el sol al medio cielo,
que dio con ella entonces en el suelo.

No se vio allí persona en tanta gente
que no quedase atónita de espanto,
creyendo no haber hombre tan potente
que la pesada carga sufra tanto:
la ventaja le daban juntamente
con el gobierno, mando, y todo cuanto
a digno general era debido,
hasta allí justamente merecido.

Ufano andaba el bárbaro contento
de haberse más que todos señalado,
cuando Caupolicán a aquel asiento,
sin gente, a la ligera, había llegado:
tenía un ojo sin luz de nacimiento
como un fino granate colorado,
pero lo que en la vista le faltaba,
en la fuerza y esfuerzo le sobraba.

Era este noble mozo de alto hecho,
varón de autoridad, grave y severo,
amigo de guardar todo derecho,
áspero y riguroso, justiciero;
de cuerpo grande y relevado pecho,
hábil, diestro, fortísimo y ligero,
sabio, astuto, sagaz, determinado,
y en casos de repente reportado.

Fue con alegre muestra recebido,
aunque no sé si todos se alegraron:
el caso en esta suma referido
por su término y puntos le contaron.
Viendo que Apolo ya se había escondido
en el profundo mar, determinaron
que la prueba de aquél se dilatase
hasta que la esperada luz llegase.

Pasábase la noche en gran porfía
que causó esta venida entre la gente:
cuál se atiene a Lincoya, y cuál decía
que es el Caupolicano más valiente;
apuestas en favor y contra había:
otros, sin apostar, dudosamente,
hacia el oriente vueltos aguardaban
si los febeos caballos asomaban.

Ya la rosada Aurora comenzaba
las nubes a bordar de mil labores,
y a la usada labranza despertaba
la miserable gente y labradores,
y a los marchitos campos restauraba
la frescura perdida y sus colores,
aclarando aquel valle la luz nueva,
cuando Caupolicán viene a la prueba.

Con un desdén y muestra confiada
asiendo del troncón duro y ñudoso,
como si fuera vara delicada,
se le pone en el hombro poderoso.
La gente enmudeció, maravillada
de ver el fuerte cuerpo tan nervoso;
la color a Lincoya se le muda,
poniendo en su vitoria mucha duda.

El bárbaro sagaz de espacio andaba,
y a toda prisa entraba el claro día;
el sol las largas sombras acortaba,
mas él nunca descrece en su porfía;
al ocaso la luz se retiraba
ni por esto flaqueza en él había;
las estrellas se muestran claramente,
y no muestra cansancio aquel valiente.

Salió la clara luna a ver la fiesta
del tenebroso albergue húmido y frío
desocupando el campo y la floresta
de un negro velo lóbrego y sombrío:
Caupolicán no afloja de su apuesta,
antes con mayor fuerza y mayor brío
se mueve y representa de manera
como si peso alguno no trujera.

Por entre dos altísimos ejidos
la esposa de Titón ya parecía,
los dorados cabellos esparcidos
que de la fresca helada sacudía,
con que a los mustios prados florecidos
con el húmido humor reverdecía,
y quedaba engastado así en las flores,
cual perlas entre piedras de colores.

En el carro de Faetón sale corriendo
del mar por el camino acostumbrado:
sus sombras van los montes recogiendo
de la vista del sol, y el esforzado
varón, el grave peso sosteniendo,
acá y allá se mueve no cansado,
aunque otra vez la negra sombra espesa
tornaba a parecer corriendo apriesa.

La luna su salida provechosa
por un espacio largo dilataba;
al fin, turbia, encendida y perezosa,
de rostro y luz escasa se mostraba;
paróse al medio curso más hermosa
a ver la extraña prueba en qué paraba,
y viéndola en el punto y ser primero,
se derribó en el ártico hemisfero.

Y el bárbaro, en el hombro la gran viga,
sin muestra de mudanza y pesadumbre,
venciendo con esfuerzo la fatiga,
y creciendo la fuerza por costumbre.
Apolo en seguimiento de su amiga
tendido había los rayos de su lumbre;
y el hijo de Leocán, en el semblante
más firme que al principio y más constante.

Era salido el sol, cuando el inorme
peso de las espaldas despedía,
y un salto dio en lanzándole disforme,
mostrando que aún más ánimo tenía:
el circunstante pueblo en voz conforme
pronunció la sentencia y le decía:
» Sobre tan firmes hombros descargamos
el peso y grave cargo que tomamos».

El nuevo juego y pleito difinido,
con las más cerimonias que supieron
por sumo capitán fue recibido,
y a su gobernación se sometieron;
creció en reputación, fue tan temido
y en opinión tan grande le tuvieron,
que ausentes muchas leguas dél temblaban
y casi como a rey le respetaban.

Es cosa en que mil gentes han parado,
y están en duda muchos hoy en día,
pareciéndoles que esto que he contado
es alguna fición y poesía:
pues en razón no cabe que un senado
de tan gran diciplina y pulicía
pusiese una elección de tanto peso
en la robusta fuerza y no en el seso.

Sabed que fue artificio, fue prudencia
del sabio Colocolo, que miraba
la dañosa discordia y diferencia
y el gran peligro en que su patria andaba,
conociendo el valor y suficiencia
deste Caupolicán que ausente estaba,
varón en cuerpo y fuerzas extremado,
de rara industria y ánimo dotado.

Así propuso, astuta y sabiamente,
para que la elección se dilatase,
la prueba al parecer impertinente
en que Caupolicán se señalase,
y en esta dilación tan conveniente
dándole aviso, a la elección llegase,
trayendo así el negocio por rodeo
a conseguir su fin y buen deseo.

Celebraba con pompa allí el senado
de la justa eleción la fiesta honrosa,
y el nuevo capitán, ya con cuidado
de dar principio a alguna grande cosa,
manda a Palta, sargento, que, callado,
de la gente más presta y animosa
ochenta diestros hombres aperciba

Fueron, pues, escogidos los ochenta
de más esfuerzo y menos conocidos;
entre ellos dos soldados de gran cuenta
por quien fuesen mandados y regidos,
hombres diestros, usados en afrenta,
a cualquiera peligro apercibidos:
el uno se llamaba Cayeguano,
el otro Alcatipay de Talcaguano.

Tres castillos los nuestros ocupados
tenían para el seguro de la tierra,
de fuertes y anchos muros fabricados,
con foso que los ciñe en torno y cierra,
guarnecidos de pláticos soldados
usados al trabajo de la guerra,
caballos, bastimento, artillería,
que en espesas troneras asistía.

Estaba el uno cerca del asiento
adonde era la fiesta celebrada;
y el araucano ejército contento,
mostrando no tener al mundo en nada,
que con discurso vano y movimiento
quería llevarlo todo a pura espada;
pero Caupolicán más cuerdamente
trataba del remedio conveniente.

Había entre ellos algunas opiniones
de cercar el castillo más vecino;
otros, que con formados escuadrones
a Penco enderezasen el camino:
dadas de cada parte sus razones,
Caupolicán en nada desto vino,
antes al pabellón se retiraba,
y a los ochenta bárbaros llamaba.

Para entrar al castillo fácilmente
les da industria y manera disfrazada,
con expresa instrucción que plaza y gente
metan a fuego y a rigor de espada,
porque él luego tras ellos diligente
ocupar los pasos y la entrada,
después de haberlos bien amonestado,
pusieron en efeto lo tratado.

Era en aquella plaza y edificio
la entrada a los de Arauco defendida,
salvo los necesarios al servicio
de la gente española, estatuida
a la defensa della y ejercicio
de la fiera Belona embravecida;
y así los cautos bárbaros soldados
de heno, yerba y leña iban cargados.

Sordos a las demandas y preguntas
siguen su intento y el camino usado,
las cargas en hilera y orden juntas,
habiendo entre los haces sepultado
astas fornidas de ferradas puntas;
y así contra el castillo, descuidado
del encubierto engaño, caminaban
y en los vedados límites entraban.

El puente, muro y puerta atravesando,
miserables, los gestos afligidos,
algunos de cansados cojeando,
mostrándose marchitos y encogidos;
pero dentro las cargas desatando,
arrebatan las armas atrevidos,
con amenaza, orgullo y confianza
de la esperada y súbita venganza.

Los fuertes españoles salteados,
viendo la airada muerte tan vecina,
corren presto a las armas, alterados
de la extraña cautela repentina,
y a vencer o morir determinados,
cuál con celada, cuál con coracina,
salen a resistir la furia insana
de la brava y audaz gente araucana.

Asáltanse con ímpetu furioso
suenan los hierros de una y otra parte:
allí muestra su fuerza el sanguinoso
y más que nunca embravecido Marte;
de vencer cada uno deseoso,
buscaba nuevo modo, industria y arte
de encaminar el golpe de la espada
por do diese a la muerte franca entrada.

La saña y el coraje se renueva
con la sangre que saca el hierro duro:
ya la española gente a la india lleva
a dar de las espaldas en el muro;
ya el infiel escuadrón con fuerza nueva
cobra el perdido campo mal seguro,
que estaba de los golpes esforzados
cubierto de armas, y ellos desarmados.

Viéndose en tanto estrecho los cristianos,
de temor y vergüenza constreñidos,
las espadas aprietan en las manos
en ira envueltos y en furor metidos;
cargan sobre los fieros araucanos
por el ímpetu nuevo enflaquecidos;
entran en ellos, hieren y derriban,
y a muchos de cuidado y vida privan.

Siempre los españoles mejoraban
haciendo fiero estrago y tan sangriento
en los osados indios, que pagaban
el poco seso y mucho atrevimiento;
casi defensa en ellos no hallaban;
pierden la plaza y cobran escarmiento:
al fin de tal manera los trataron
que afuera de los muros los lanzaron.

Apenas Cayeguán y Talcaguano
salían, cuando con paso apresurado
asomó el escuadrón caupolicano
teniendo el hecho ya por acabado;
mas viendo el esperado efeto vano
y el puente del castillo levantado,
pone cerco sobre él, con juramento
de no dejarle piedra en el cimiento.

Sintiendo un español mozo que había
demasiado temor en nuestra gente,
más de temeridad que de osadía
cala sin miedo y sin ayuda el puente,
y puesto en medio dél, alto decía:
«Salga adelante, salga el más valiente:
uno por uno a treinta desafío,
y a mil no negaré este cuerpo mío».

No tan presto las fieras acudieron
al bramar de la res desamparada,
que de lejos sin orden conocieron
del pueblo y moradores apartada,
como los araucanos cuando oyeron
del valiente español la voz osada,
partiendo más de ciento presurosos
del lance y cierta presa codiciosos.

No porque tantos vengan temor tiene
el gallardo español, ni esto le espanta,
antes al escuadrón que espeso viene
por mejor recibirle se adelanta:
el curso enfrena, el ímpetu detiene
de los fieros contrarios, que con tanta
furia se arroja entre ellos sin recelo,
que rodaron algunos por el suelo.

De dos golpes a dos tendió por tierra,
la espada revolviendo a todos lados:
aquí esparce una junta, y allí cierra
adonde ve los más amontonados;
igual andaba la desigual guerra
cuando los españoles bien armados
abriendo con presteza un gran postigo
salen a la defensa del amigo.

Acuden los contrarios de otra parte,
y en medio de aquel campo y ancho llano
al ejercicio del sangriento Marte
viene el bando español y el araucano;
la primera batalla se desparte,
que era de ciento a un solo castellano:
vuelven el crudo hierro no teñido
contra los que del fuerte habían salido.
Arrójanse con furia, no dudando,
en las agudas armas de juntarse,
y con las duras puntas van tentando
las partes por do más pueden dañarse:
cual los cíclopes suelen, martillando
en las vulcanas yunques, fatigarse,
así martillan, baten y cercenan,
y las cavernas cóncavas atruenan.

Andaba la vitoria así igualmente:
más gran ventaja y diferencia había
en el número y copia de la gente,
aunque el valor de España lo suplía;
pero el soberbio bárbaro impaciente
viendo que un nuestro a ciento resistía,
con diabólica furia y movimiento
arranca a los cristianos del asiento.

Los españoles, sin poder sufrillo,
dejan el campo, y de tropel corriendo
se lanzan por las puertas del castillo,
al bárbaro la entrada resistiendo,
levan el puente, calan el rastrillo,
reparos y defensas preveniendo:
suben tiros y fuegos a lo alto,
temiendo el enemigo y fiero asalto.

Pero viendo ser todo perdimiento
y aprovecharles poco o casi nada,
de voto y de común consentimiento
su clara destruición considerada,
acuerdan de dejar el fuerte asiento;
y así en la escura noche deseada
cuando se muestra el mundo más quieto
la partida pusieron en efeto.

A punto, estaban y a caballo cuando
abren las puertas, derribando el puente
y a los prestos caballos aguijando
el escuadrón embisten de la frente,
rompen por él hiriendo y atropellando,
y sin hombre perder, dichosamente
arriban a Purén, plaza segura,
cubiertos de la noche y sombra escura.

Mientras esto en Arauco sucedía,
en el pueblo de Penco, más vecino
que a la sazón en Chile florecía,
fértil de ricas minas de oro fino,
el capitán Valdivia residía,
donde la nueva por el aire vino,
que afirmaba con término asignado
la alteración y junta de Estado.

El común, siempre amigo de ruido,
la libertad y guerra deseando,
por su parte alterado y removido,
se va con este son desentonando:
al servicio no acude prometido,
sacudiendo la carga y levantando
la soberbia cerviz desvergonzada,
negando la obediencia a Carlos dada.

Valdivia, perezoso y negligente,
incrédulo, remiso y descuidado,
hizo en la Concepción copia de gente,
más que en ella, en su dicha confiado;
el cual, si fuera un poco diligente,
hallaba en pie el castillo arruinado,
con soldados, con armas, municiones,
seis piezas de campaña y dos cañones.

Tenía con la Imperial concierto hecho
que alguna gente armada le enviase,
al cual a Tucapel fuese derecho,
donde con él a tiempo se juntase:
resoluto en hacer allí de hecho
un ejemplar castigo, que sonase
en todos los confines de la tierra,
porque jamás moviesen otra guerra.

Pero dejó el camino provechoso,
y, descuidado dél, torció la vía,
metiéndose por otro, codicioso,
que era donde una mina de oro había,
y de ver el tributo y don hermoso
que de sus ricas venas ofrecía,
paró de la codicia embarazado,
cortando el hilo próspero del hado.

A partir (como dije) antes, llegaba
al concierto en el tiempo prometido,
mas el metal goloso que sacaba
le tuvo a tal sazón embebecido;
después salió de allí, y se apresuraba
cuando fuera mejor no haber salido.
Quiero dar fin al canto, porque pueda
decir de la codicia lo que queda.

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EL JEFE, EL QUE MANDA [Mi poema]
Vicente Gil [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

El Jefe manda aquí. Nadie discute.
Sus leyes son del mismo catecismo.
Se deben de acatar con realismo.
Mejor se ha de decir que lo disfrute.
Que el Jefe es uno mismo.

No debe compartir con otros parias.
que el Jefe siempre sabe lo que dice.
Si no lo sabe bien se le bendice.
Limita las respuestas a bancarias
y a que las amortice.

Que él es el capitán con mando en plaza,
si alguno le discute le despide,
el único, el que más, el que decide
y sabe manejar la última baza,
se insiste no se olvide.

El Jefe siempre ordena, es el que manda
quien debe de tomar las decisiones.
Si un día ves se sube a los balcones
o alguno hay que observa se desmanda
él lo hace por cojones.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Vicente Gil

CANTIGAS

1
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

Mas quiero vivir segura
nesta sierra a mi soltura,
que no estar en ventura
si casaré bien o no.

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

Madre, no seré casada
por no ver vida cansada,
o quizá mal empleada
la gracia que Dios me dio.

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

No será ni es nacido
tal para ser mi marido;
y pues que tengo sabido
que la flor yo me la só.

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

2
¿Cuál es la niña
que coge las flores
si no tiene amores?

Cogía la niña
la rosa florida.

El hortelanico
prendas le pedía,
si no tiene amores.

3
¡Sañosa está la niña!

¡Ay Dios! ¿quién le hablaría?

En la sierra anda la niña
su ganado a repastar,
hermosa como las flores,
sañosa como la mar.

Sañosa como la mar
está la niña.

¡Ay Dios! ¿quién le hablaría?

4
Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.

Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.

Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.

La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.

Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.

5
Consuelo, vete con Dios.

Pues ves la vida que sigo,
¡no pierdas tiempo comigo!

Consuelo mal empleado,
no consueles mi tristura:
¡vete a quien tiene ventura,
y deja el desventurado!

No quiero ser consolado,
antes me pesa contigo,
¡no pierdas tiempo comigo!

Bien quiere el viejo,
ay madre mía,
bien quiere el viejo
a la niña.

6
Mal ferida iva la garça
enamorada;
sola va y gritos daba.

A las orillas de un río
la garça tenía el nido,
ballestero la ha herido
en el alma;
sola va y gritos daba.

7
El que quisiere apurarse,
véngase muy sin temor
a la fragua del Amor.

Todo oro que se afina
es de más fina valía,
porque tiene mejoría
de cuando estaba en la mina.

Ansí se apura y refina
el hombre y cobra valor
en la fragua del Amor.

El fuego vivo y ardiente
mejor apura el metal,
y cuanto más, mejor sal,
más claro y más excelente.

Ansí el vivir presente
se para mucho mejor
en la fragua del Amor.

Cuanto persona más alta
se debe querer más fina,
porque es de más fina mina
donde no se espera falta.

Mas tal oro no se esmalta
ni cobra rica color
sin la fragua del Amor.

8
Águila que dio tal vuelo,
también volará al cielo.

Águila del bel volar
voló la tierra y la mar;
pues tan alto fue a posar
de un vuelo,
también volará al cielo.

Águila una, señora,
muy graciosa, voladera,
si más alto bien hobiera
en el suelo,
todo llevara de vuelo.

Voló el águila real
al trono imperial,
porque le era natural
sólo de un vuelo
sobirse al más alto cielo.

9
Del rosal vengo, mi madre,
vengo del rosale.

A riberas daquel vado
viera estar rosal granado.

Vengo del rosale.

A riberas daquel río
viera estar rosal florido,
vengo del rosale.

Viera estar rosal florido,
cogí rosas con sospiro:
vengo del rosale.

¡Del rosal vengo, mi madre,
vengo del rosale!

10
Por Mayo era, por Mayo,
ocho días por andar,
el Ifante don Felipe
nació en Évora ciudad.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

El Ifante don Felipe
nació en Évora ciudad;
no nació en noche escura
ni tampoco por lunar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las ondas del Mar!

No nació en noche escura
ni tampoco per lunar,
nació cuando el sol decrina
sus rayos sobre la mar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

Nació cuando el sol decrina
sus rayos sobre la mar,
en un día de domingo,
domingo pera notar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las ondas del mar!

En un día de domingo,
domingo pera notar,
cuando las aves cantaban
cada una su cantar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como la tierra y la mar!

Cuando las aves cantaban
cada una su cantar,
cuando los árboles verdes
sus frutos quieren pintar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

Cuando los árboles verdes
sus frutos quieren pintar,
alumbró Dios a la Reina
con su fruto natural.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

11
Allevánteste, panadera,
si te has de llevantar,
que un frayle dexo muerto,
no traygo vino ni pan.

Apiahá, apiahá, apiahá.

12
¡Mal aya quien los embuelve,
los mis amores!,
¡mal aya quien los embuelve!

Los mis amores primeros
en Sevilla quedan presos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!

En Sevilla quedan presos
por cordón de mis cabellos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!

Los mis amores tempranos
en Sevilla quedan ambos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!

En Sevilla quedan ambos,
sobre ellos armavan bandos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!

13
En la huerta nasce la rosa:
quiérome ir allá
por mirar al ruiseñor cómo cantavá.

Por las riberas del río
limones coge la virgo.

Quiérome ir allá,
para ver al ruiseñor
cómo cantavá.

Limones cogía la virgo
para dar al su amigo.

Quiérome ir allá,
para ver al ruiseñor
cómo cantavá.

Para dar al su amigo
en un sombrero de sirgo.

Quiérome ir allá,
por mirar al ruiseñor
cómo cantavá.

14
En la cozina estava el aznu
baylando,
y dixéronme, don azno,
que voz traen cazamiento
y oz davan en axuar
una manta y un paramiento
hilando.

ROMANCES

1
Niña era la Ifanta,
doña Beatriz se decía,
nieta del buen rey Hernando,
el mejor rey de Castilla,
hija del rey don Manuel
y reina doña María,
reyes de tanta bondad
que tales dos no había.

Niña la casó su padre,
muy hermosa a maravilla,
con el duque de Saboya
que bien le pertenecía,
señor de muchos señores,
más que rey es su valía.
Ya se parte la Ifanta,
la Ifanta se partía
de la muy leal ciudad
que Lixbona se decía;
la riqueza que llevaba
vale toda Alejandría,
sus naves muy alterosas,
sin cuento la artellaría.

Va por el mar de Levante
tal que temblaba Turquía.
Con ella va el Arzobispo,
señor de la cleresía,
van condes y caballeros
de muy notable osadía,
lleva damas muy hermosas
hijasdalgo y de valía.

¡Dios los lleve a salvamiento
como su madre querría!

2
En el mes era de Abril,
de Mayo antes un día,
cuando lirios y rosas
muestran más su alegría,
en la noche más serena
que el cielo hacer podía,
cuando la hermosa infanta

Flérida ya se partía,
en la huerta de su padre
a los árboles decía:

Quedaos adiós, mis flores,
mi gloria que ser solía,
voyme a tierras estranjeras,
pues ventura allá me guía.

Si mi padre me buscare,
que grande bien me quería,
digan que amor me lleva,
que no fue la culpa mía;
tal tema tomó comigo
que me venció su profía.

¡Triste, no sé a dó vo,
ni nadie me lo decía!

Allí habla don Duardos:
No lloréis, mi alegría,
que en los reinos de Inglaterra
más claras agoas había
y más hermosos jardines,
y vuesos, señora mía.

Ternéis trecientas doncellas
de alta genelosía,
de plata son los palacios
para vuesa señoría,
de esmeraldas y jacintos,
de oro fino de Turquía,
con letreros esmaltados
que cuentan la vida mía;
cuentan los vivos dolores
que me distes aquel día
cuando con Primaleón
fuertemente combatía:
señora, vos me matastes,
que yo a él no lo temía.

Sus lágrimas consolaba
Flérida que esto oía.

Fuéronse a las galeras
que don Duardos tenía;
cincoenta eran por cuenta,
todas van en compañía.

Al son de sus dulces remos
la princesa se adormía
en brazos de don Duardos,
que bien le pertenecía.

Sepan cuantos son nacidos
aquesta sentencia mía:
que contra la muerte y amor
nadie no tiene valía.

3
Voces daban prisioneros,
luengo tiempo están llorando,
en triste cárcel escuro
padeciendo y sospirando,
con palabras dolorosas
sus prisiones quebrantando:

¿Qué es de ti, Virgen y Madre,
que a ti estamos esperando?
Despierta el Señor del mundo,
no estemos más penando.

Oyendo sus voces tristes,
la Virgen estaba orando
cuando vino la embajada
por el Ángel saludando,

Ave, rosa, gratia plena,
su preñez le anunciando.

Suelta los encarcelados,
que por ti están sospirando;
por la muerte de tu Hijo
a su Padre están rogando.

Creza el Niño glorioso,
que la Cruz está esperando.

Su muerte será cuchillo,
tu ánima traspasando.
Sufre su muerte, Señora,
nuestra vida deseando.

4
Dios del cielo, rey del mundo,
por siempre seas loado,
que mostraste tus grandezas
en todo cuanto has criado.

Heciste reinos distintos,
cada uno en su grado;
dísteles muy justos reyes,
cada rey en su reinado,
también diste a Portugal,
de moros siendo ocupado,
el rey don Alonso Enríquez,
que se le hubo ganado.

Este sancto caballero,
del tu poder ayudado,
venció cinco reyes moros
juntos en campo aplazado;
tus cinco llagas le diste
en pago de su cuidado,
que las dejase por armas
a su reino señalado.

¡Recuérdate, Portugal,
cuánto Dios te tiene honrado!;
diote las tierras del Sol
por comercio a tu mandado;
los jardines de la tierra
tienes bien señoreado;
los pumares de oriente
te dan su fructu preciado;
sus paraísos terrenales
cerraste con tu candado.

¡Loa al que te dio la llave
de lo mejor que ha criado!
Todas las islas innotas
a ti solo ha revelado.

De quince reyes que has tenido
ninguno te ha desmedrado,
mas de mejor en mejor
te tienen acrecentado;
todas tus reinas pasadas
sanctamente han acabado.

Si a Dios diste loores
por cuantos bienes te ha dado,
dale gracias nuevamente,
pues de nuevo te ha mirado.

Diote el rey don Juan
tercero deste ditado,
y de su reina preciosa,
porque seas más liado,
dos hijas primeramente,
todo por Dios ordenado;
como quien sabe lo bueno,
ansí te lo ha guisado.

Bien sabes, reino dichoso,
las infantas que te ha dado,
unas para emperatrices,
otras reinas que has criado,
los más reyes de la cristiandad
de su progenie han manado,
y otrosí emperadores
procede de su costado.

Tú príncipe natural
Dios te le tiene guardado,
y nacerá en tus manos
a su tiempo limitado.

¡Cantad esto, mis serenas,
y sea muy bien cantado!

VILLANCICOS

1
Cuando la Virgen bendita
lo parió,
todo mundo lo sintió.

Los coros angelicales
todos cantan nueva gloria;
los tres reyes, la vitoria
de las almas humanales.

En las tierras principales
se sonó
cuando nuestro Dios nasció.

2
Por más que la vida pene,
no se pierda el esperanza,
porque la desconfianza
sola la muerte la tiene.

Si fortuna dolorida
tuviera quien bien la sienta,
sentirá que toda afrenta
se remedia con la vida.

Y pues doble gloria tiene
después del mal la bonanza,
no se pierda el esperanza
en quanto muerte no viene.

3
A ti, dino de adorar,
a ti, nuestro Dios loamos,
a ti, Señor, confesamos

Sanctus, Sanctus, sin cesar.

Inmenso Padre eternal,
omnis terra honra a ti,
tibi omnes angeli,
y el choro celestial,
pues qu’es dino de adorar,
cherubines te cantamos,
archángeles te bradamos

Sanctus, Sanctus, sin cesar.

SERMÓN

Antes d’aqueste muy breve sermón,
placiendo a la sacra ciencia divina,
muy receloso de gente malina,
a mis detratores demando perdón.

Los cuales dirán con justa razón:
«Púsose el perro en bragas d’acero.»
Darán mil razones, diciendo que es erro
pasar los lemites de mi jurdición.

A éstos respondo, que me den licencia
aquesta vez sola ser loco por hoy,
y toda su vida licencia les doy
que puedan ser necios con reverencia.

Y más le soplico hayan paciencia,
que esta locura no pasa de aquí;
y yo ge la doy que aquí y allí
lo sean por siempre, que es más preminencia.

Yo que lo sea esta noche y no más,
y quiero que ellos las noches y días.
Escuchad, señores, las palabras mías
se este partido está en compás.

Per signum crucis, ¡oh, calla, no más!
Per signum crucis, ¡oh, callad por Dios!
De inimicis nostris libera nos,
Deus noster, ¡Retro Satanás!

Tema: Non volo, volo et deficior.
¡Habentur verba ista originaliter in pariete istius
aulae, quae scripsit aliquis stultus.¿

Como aquel triste que va caminando
con grave congoja, hambriento, cansado,
per estéril tierra y gran despoblado,
los cortos atajos siempre anda buscando,

ansí yo indino, que voy predicando
per este desierto de mi pensamiento,
estéril de ciencia, de gracia hambriento,
no cumple ni quiero andar rodeando.

Pediendo la gracia per comparaciones
a aquella preciosa ab eterno criada,
sobida en el cielo por nuestra abogada,
y procuradora de nuestros perdones;

a aquella Señora que alcanza los dones
y gracias que habemos de Spírito Santo,
nos encomendemos cantando aquel canto
que os encomiendan en otros sermones.

Ave Maria, ab initio creata,
gratia plena concepta y nacida,
Dominus tecum, por Él escogida,
benedicta tu, rosa preservata

in mulieribus omnium beata,
benedictus fructus del verbo divino
ventris tui, Domina, de tanto bien dino,
Jesús, María, y sé tú nostra avocata.

Muy serenísima reina y señora,
devoto auditorio, hermanos en Cristo;
aquestas palabras, si bien habéis visto,
de mi fundamento que oístes ahora,
hallaréis escritas de carbón ahí fuera.

Escribiólas loco sin le faltar nada,
según que dicen, que pared cayada
papel de locos, oiréis cada hora.

Non volo, volo, et deficior

En nuestro común hablar per compás,
sin nadia quitar ni más añadir,
quieren aquestas palabras decir:
«no quiero, quiero, es por demás».

Mediante la gracia del Spirito Santo,
tres partecicas haré del sermón,
y todas tres partes en declaración
d’aqueste mi tema, del todo y del canto.

La primera parte será declarar
este «no quiero», qué es lo que no quiero;
y en la segunda, qué es lo que quiero,
y muy brevecico, por no os enojar.

En la tercera habéis de notar
cuáles son cosas que son por demás,
autorizadas per Santo Tomás;
y esto acabado, iréis reposar.

Cuanto a la parte que dije primera,
que dice non volo, scilicet «no quiero»,
aqueste «no quiero» declaro primero,
ansí procediendo d’aquesta manera.

No quiero deciros, ni nadia lo quiera,
cómo Dios es ansí uno y trino;
no quiero deciros su poder divino,
qué obra en sí y qué obra fuera.

No quiero argüir qué es lo que hacía
antes que el cielo y la tierra criase,
o por qué no hizo tal que no pecase
aquella primera celeste hierarquía.

No quiero dar cuenta adónde tenía
Dios este mundo antes de criado,
ni daros razón cómo es engendrado
el Hijo del Padre, per ninguna vía.

No quiero mover cuestión teologal,
si otro respecto, salvo encarnar,
le hizo la humana natura tomar,
o por qué no tomó natura angelical;

ni tomar cuenta al Verbo eternal,
si cuando encarnó se apartó del Padre,
o si d’ab initio perservó su madre,
ni quiero hablaros neste original.

No quiero deciros especulaciones
de Santo Agostín, De civitate, et cetra;
no quiero de Scoto alegar ni letra,
ni quiero desputas en predicaciones.

No quiero deciros las openiones
de los que hacían el mundo ab eterno;
ni alegar texto antigo ni moderno,
si el papa si puede dar tantos perdones.

Ni el precipto que está condenado,
nel saber divino se tiene albedrío,
y su albedrío si tiene poderío
para mudarse lo determinado.

No quiero estas dudas, porque es escusado
sobillas ninguno al predicatorio;
ni disputar si el romano papado
tiene poderío en el purgatorio.

No quiero argüir escusada cuestión,
si fue el infierno antes del pecado;
no quiero argüir si el fruto vedado
si era manzana, o pera, o melón.

No quiero deciros naqueste sermón
si fue el diluvio curso natural,
según los de Grecia; si fue divinal,
ira sañosa con causa y razón.

No quiero tocar secretos guardados,
no quiero meterme en divinas honduras;
ni quiero volar naquellas alturas
do queman las alas los desasesados.

No quiero ser uno de algunos letrados,
que, por demostrarse profundos varones,
desputan consigo en las predicaciones
y en las escuelas estánse callados.

No quiero argüir en placer ni pena,
los años de Arquiles, Patróculo et cetra,
ni descudriñar allende de la letra,
si era más luenga Hécuba o Helena.

¿Qué hace a la historia ser mala o buena
saber dónde Ulises erró el camino?
Ni quiero ser cierto ni ser adevino,
quién fue el primer juez en Baena.

Ansí que concluyo el «no quiero», que es
mi voluntad naqueste sermón
dejar los secretos de especulación,
y decir las cosas que tienen más pies.

Y porque, señores, no os enhadéis,
esto es cuanto a la parte primera.
La otra segunda es d’otra manera,
que dice «quiero». Veamos lo que es.

Quiero deciros con grande querella,
quiero deciros, de parte de Dios
y de Santa María, que anda con vos,
y comigo el diablo a la zacapella,

quiero deciros que moza y vieja,
y viejo y mozo, monja y fraile,
todos andamos al son de su baile,
vos y yo, y aquél y aquélla.

Juro a las órdenes que recebí,
y al sacramiento que hoy celebré,
que nunca en el mundo hubo tanta fe
con el infierno como hoy ha hí.

Sedme testigos que os lo digo ansí,
que ya este mundo no puede turar;
no puede turar, quiérese finar,
según las señales en él conocí.

Nueve señales habéis de saber
que tiene el enfermo que se quiere finar:
lo primero es que pierde el gustar,
y lo segundo, el desconocer.

Lo tercero es que se pierde el ver;
el cuarto, apaña la roca sin tiento,
el quinto, tiene un desasosegamiento
que no se contenta de estar ni jacer.

Lo sexto, no hace cura operación;
seteno, que tiene los cabos muy fríos;
engruesa la lengua, dice desvaríos,
que es el octavo señal con razón.

El nono y último, con fuerza y pasión
aprieta los dientes con ansias mortales.
Quiero deciros que a aquestas señales
veo que el mundo está en conclusión.

SEÑALES DEL FIN DEL MUNDO

Primera señal: pierde el gusto.

En cuanto manjares de grande sabor
se mantiene el mundo de necesidad;
el uno es justicia, el otro verdad,
el otro es la fe, el otro el temor.

Y pues perdió el gusto de este su dulzor,
y a tales manjares cobró tal fastío,
ya os juro, señores, neste hábito mío,
que nunca jamás sane su dolor.

¡Oh mundo, señal es de tu perdimiento
perdieres el gusto de tantas dulzuras!
¡Oh evangelios, santas scrituras,
cómo os hacen molinos de viento!

Acudí al mundo, que está en pasamiento,
no puede vivir, ya no gusta nada.

Segunda señal: pierde el conocer

Otra señal, muy más apertada,
que ya no conoce; que es más perdimiento.

Ya no conoce a su criador,
Ya no conoce para qué es criado,
Ya no conoce qué cosa es pecado,
Ya no conoce se tiene señor;
Ya no conoce a su Redemptor,
Ya no conoce sus santos consejos,
Ya no conoce ni mozos ni viejos,
Ya no conoce cuál cosa es mejor.

Tercera señal: pierde la vista

Otra señal tercera le siento,
que pierde la vista, los ojos quebrados.
No ve el peligro de tantos pecados,
ni ve el camino de tanto tormiento;

no ve la ceguera de su pensamiento,
ni ve los barrancos nesta triste estrada;
no se adó va ni a qué posada,
ni siente lo cierto de su perdimiento.

No ve lo que toma ni lo que le dan;
ni ve lo que deja, ni ve lo que lleva;
ni ve quién lo alumbra, ni ve quién lo ciega;
ni ve lo que pide ni qué le darán;

no ve quién lo llama, ni a qué afán;
no ve lo que topa, ni de qué se guarda;
no ve lo que viene, ni ve lo que tarda;
no ve lo que es piedra, ni ve lo que es pan.

Cuarta señal: apaña la ropa

El cuarto señal, apaña la ropa,
la ropa que halla, ajena a la suya,
la suya y ajena, no pergunta cúya;
cuya señal es su vida poca,

poca firmeza, ceguera muy loca,
loca la vida y loca la muerte,
muerte que apaña en paso tan fuerte,
fuerte señal, que es fuego de estopa.

Apaña ya el mundo a pierna tendida,
apaña ya ciego sin conocimiento,
apaña sin gusto del mantenimiento,
apaña sin gusto, quiere dar la vida,
apaña de prisa, que está de partida;
apaña y no sabe ya lo que se toma.

Apaña la ropa, la casa de Roma,
apaña la manta de cualquier partida.

Quinta señal: estar sin sosiego

El quinto señal ¡Oh, no me duerma alguno!
es que el doliente no está sosegado;
no se contienta de estar bien echado,
ni agradece ya más bien ninguno.

Impaciente y muy importuno?
«No estoy bien aquí, quiérome ir d’aquí.»
¿Adónde, allí? ¡Oh qué señal de paso fortuno!
Poco vivirás, ¡oh triste de ti!

«Quiérome vestir, quiérome llevantar.
¡Oh, llevantadme! Quiero ser conde.
Quiero señoría…» «¿¡Conde!? ¿Y dónde?
¿Adó quieres ir, que no hay lugar?»

«No puedo aquí estar ni asosegar.»
«Cuitado, ¿qué has? Oh, ¿no te contentas?
Naciste desnudo y en cama de riendas,
¿no asosiegas? ?poco has de turar.»

«Estos traveseros, quitaldos allá…
No quiero esta rienta; dadme un obispado…
No estoy contento, no estoy bien echado;
esta cabecera, mudalda acullá.

Bollidme esta cama, que muy dura está.
No puedo aquí estar ni asosegar…
Quiérome ir a Roma, quiero arcebispar,
quiero ser papa…» «¡Oh, el mundo se va!»

Sexta señal: no obra en él meleciña

Ya no le aprovechan las curas divinas
del Hijo de Dios, por él tan sagrado,
y por su salud muerto y crucificado;
y no obran ya en él sus doctrinas.

Ya no le aprovechan, callentes ni frías,
las yerbas y flores de la redención;
ya no le aprovechan, que está en conclusión:
sedme testigo que acaba sus días.

Ya no le aprovechan aguas estiladas
por los ojos claros de la Gloriosa;
ya no le aprovecha la pasión penosa
de mártires y vírgenes por él degolladas.

¡Oh qué señal de presto acabadas
aquestas pisadas del mundo doliente!
Pues de sus males sanar no consiente,
ya está al cabo de sus tres jornadas.

Séptima señal: tiene los cabos fríos.

Frías las manos para dar loores
por males o bienes a Dios su señor;
frías, hieladas en por su amor
dar de lo suyo a pobres pecadores;

frías, muy frías, en pagar sudores
a cuantos cristianos por esclavos tuvo;
frías, sin sangre, en pagar lo que debe
a los cuitados de sus servidores.

Fríos los pies para visitar
los desamparados de los hospitales;
fríos los cabos, son ciertas señales
que el triste del mundo se quiere acabar.

Fríos, hielados para caminar
a ver a su Dios, ni a romerías;
fríos, mortales, que acaba sus días:
el mundo, hermanos, se quiere finar.

Octava señal: turba el habla

Otro señal octavo lo ataja,
que engruesa la lengua, la habla turbada;
engruesa la triste, que está emponzoñada
de falsos testimonios por dame esa paja.

De noche y de día parlar como graja
lisonjas, mentiras de vidas ajenas.
Oh mundo, tú mueres, pues ya que apenas
de las cosas buenas no hablas migaja.

¡Oh qué señal!, pues que ya dispara
con lengua dañosa, la habla turbada.

Novena señal: siente rabia

El nono señal, fin de esta jornada,
aprieta los dientes con rabiosa cara,
medoña, espantable, terrienta, amara,
con tanta soberbia y cada vez más.

¡Oh triste de mundo, poco turarás!
¡Antes no te viera que tal te hallara!
Cerrados los dientes:

¡Oh pesia tal, y Dios es testigo!
¡Oh reñiego de tal, y Dios es presente!
¡Oh, mala señal, cuando el doliente
se muerde las manos lidiando consigo!

No sé que te liga ni sé te digo;
a según las visajes que haces sin tiento,
ya te aparecen en tu finamiento
aquellas visiones de nuestro enemigo.

Tú perdiste el gusto por le complacer,
perdiste la vista por le contemplar,
apañas la ropa para se la dar,
ganaste soberbia por no le perder.

Oh soberbio mundo, flaires, abades,
soberbios beguinos, soberbios ermitaños,
soberbios los meses, soberbios los años,
soberbios palacios, soberbias heredades,
soberbio te finas en cama de engaños.

Y pues las señales de tu acabamiento
ya están al cabo do nenguno apela,
no puede tardar aquella candela
del cielo espantable con ira y tormento.

Será tal la hora de tu pasamiento,
que sólo en vella las gentes se finen.
Dum veneris judicare seculum per ignem:
ésta es la candela de tu finamiento.

Esto abasta, señores, no más
cuanto a la parte segunda presente,
en la cual puede notar quien la siente,
que el triste del mundo va de cara atrás.

Y porque sigamos la regla y compás
de nuestro sermón, según su manera,
síguese ahora la parte tercera
que dice en el tema: «es por demás».

Es por demás la buena semiente ?
sembrada en la tierra estéril y mala;
es por demás vestirse de gala
la vieja arrugada sin muela ni diente;

y por demás es
al galgo ser lindo si no tiene pies;
y es por demás dieta al goloso;
es por demás buen peine al tiñoso,
y todas las cosas que ahora oiréis.

Es por demás pedir al judío
que sea cristiano en su corazón;
es por demás buscar perfección
adonde el amor de Dios está frío.

También está llano
que es por demás al que es mal cristiano
doctrina de Cristo por fuerza ni ruego;
es por demás la candela al ciego,
y consejo al loco y don al villano.

Es por demás predicar verdad,
es por demás clamar por virtud,
es por demás traeros salud,
es por demás reprender maldad,

es por demás, por bien que parezca,
es por demás loar la bondad;
es por demás quebrar la cabeza,
es por demás, que tanto se os da.

Fin

Es por demás, y aquí concluyo,
es por demás aqueste sermón;
empero a Dios demando perdón,
que mando que diga y de miedo rehuyo.

Pliega a la Virgen y al Hijo suyo
que nos dé muerte con nuestra vitoria,
y nos restituya nel cielo ad quam gloria
nos perducat por el poder suyo.

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DEL MUNDO Y SUS FRONTERAS [Mi poema]
José María Eguren [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(El odio al paredón)

La vida sigue igual. Eso es mentira.
Que el arte de vivir mucho ha cambiado.
No tiene parangón. Que es otra tira
de un cómic que elucubra y que delira
al ver lo del pasado en qué ha quedado.

Así que Julio Iglesias* lo cantara
a mi don Hilarión* más me interesa,
la vida del que habita hoy es más cara,
así que se lo adviertas no se para
y aun menos ya al pasado no regresa.

La vida no es igual pues que hay colores
tornando acidulado y turbulento,
la vida que pasaba a paso lento
dejando va un hedor a desamores
lanzando a cada instante algún lamento.

Avanza hacia el futuro con descaro
que nadie que vivió la conociera,
se muestra hacia el pasado pendenciera.
Mas nadie que aquí habita tiene claro
a donde ha de llevar esta quimera.

No existen ya tabiques ni paredes,
y nada que suponga impedimento.
Los hombres, personajes de este cuento,
habrán de soportar, cosas veredes,
la muerte a más tardar del sentimiento.

Que hay cosas que no tienen solución
no es justo ni es preciso vueltas darle
así que no se cansen de abrazarle
habrán que derribar el paredón
al odio hay que tapiarle.
©donaciano bueno

  • Famosa canción con la que el cantante ganó el entonces afamado Festival de Benidorm.
  • *Las ciencias adelantan que es una barbaridad, expresión en boca de don Hilarión en la zarzuela «La verbena de la Paloma»

MI POETA SUGERIDOJosé María Eguren

Las torres

Brunas lejanías…
batallan las torres
presentando
siluetas enormes.

Áureas lejanas…
las torres monarcas
se confunden
en sus iras llamas.

Rojas lejanías…
se hieren las torres;
purpurados
se oyen sus clamores.

Negras lejanías…
horas cenicientas
se oscurecen,
¡ay!, las torres muertas.

La tarda

Despunta por la rambla amarillenta,
donde el puma se acobarda;
viene de lágrimas exenta
la Tarda.

Ella del esqueleto madre
al puente baja inescuchada,
y antes que el rondín ladre
a la alborada
lanza ronca carcajada.

Y con sus epitalamios rojos,
sus vacíos ojos
y su extraña belleza,
pasa sin ver por la senda bravía,
sin ver que hoy me he muerto de tristeza
y de monotonía.

Va a la ciudad, que duerme parda,
por la muerta avenida,
sin ver el dolor, distraída,
la Tarda.

Los muertos

Los nevados muertos,
bajo triste cielo,
van por la avenida
doliente que nunca termina.

Van con mustias formas
entre las auras silenciosas,
y de la muerte dan el frío
a sauces y lirios.

Lentos brillan blancos
por el camino desolado.
y añoran las fiestas del día
y los amores de la vida.

Al caminar los muertos una
esperanza buscan:
y miran sólo la guadaña,
la triste sombra ensimismada.

En yerma noche de las brumas
y en el penar y la pavura,
van los lejanos caminantes
por la avenida interminable.

Las bodas vienesas

En la casa de las bagatelas,
Vi un mágico verde de rostro cenceño,
Y las cincidelas
Vistosas le cubren la barba de sueño.

Dos infantes oblongos deliran
Y al cielo levantan sus rápidas manos,
Y dos rubias gigantes suspiran,
Y el coro preludian cretinos ancianos.

Que es la hora de la maravilla;
La música rompe de canes y leones
Y bajo chinesca pantalla amarilla
Se tuercen guineos con sus acordeones.

Y al compás de los címbalos suaves,
Del hijo del Rino comienzan las bodas;
Con sus basquiñas enormes y graves
Preséntase mustias las primeras beodas.

Y margraves de añeja Germania,
Y el rútilo extraño de blonda melena,
Y llega con flores azules de insania
La bárbara y dulce princesa de Viena.

Y al dulzor de las virgíneas camelias
Van pos del cortejo la banda macrobia,
Y rígidas, fuertes, las tías Amelias;
Y luego cojeando, cojeando la novia,

La luz de Varsovia

Y en la racha que sube a los techos
Se pierden, al punto, las mudas señales,
Y al compás alegre de enanos deshechos
Se elevan divinos los cantos nupciales.

Y en la bruma de la pesadilla
Se ahogan luceros azules y raros,
Y, al punto, se extiende como nubecilla
El mago misterio de los ojos claros.

Marcha fúnebre de una Marionnette

Suena trompa del infante con aguda melodía…
La farándula ha llegado a la reina Fantasía;
Y en las luces otoñales se levanta plañidera
La carroza plañidera.

Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos
Y con sus caparazones los acéfalos caballos;
Van azul melancolía
La muñeca. ¡No hagáis ruido!;
Se diría, se diría
Que la pobre se ha dormido.

Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones
Y los siguen arlequines con estrechos pantalones.
Ya monótona en litera
Va la reina de madera;
Y Paquita siente anhelo de reír y de bailar,
Flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza;
Suena el pífano campestre con los aires de la danza.

¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar!
Con silente poesía
Va un grotesco Rey de Hungría
Y los siguen los alanos;
Así toda la jauría
Con los viejos cortesanos.
Y en tristor a la distancia
Vuelan goces de la infancia,
Los amores incipientes, los que nunca han de durar.

¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar!
Melancólico el zorcico se prolonga en la mañana,
La penumbra se difunde por el monte y la llanura,
Marionnette deliciosa va a llegar a la temprana sepultura.

En la trocha aúlla el lobo
Cuando gime el melodioso paro bobo.
Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía
Y la dicha tempranera a la tumba llega ahora
Con funesta poesía
Y Paquita danza y llora.

Los reyes rojos

Desde la aurora
Combaten los reyes rojos,
Con lanza de oro.

Por verde bosque
Y en los purpurinos cerros
Vibra su ceño.

Falcones reyes
Batallan en lejanías
De oro azulinas.

Por la luz cadmio,
Airadas se ven pequeñas
Sus formas negras.

Viene la noche
Y firmes combaten foscos
Los reyes rojos.

El dominó

Alumbraron en la mesa los candiles,
Moviéronse solos los aguamaniles,
Y un dominó vacío, pero animado,
Mientras ríe por la calle la verbena,
Se sienta iluminado,
Y principia la cena.

Su claro antifaz de un amarillo frío
Da los espantos en derredor sombrío
Esta noche de insondables maravillas,
Y tiende vagas, lucifugas señales
A los vasos, las sillas
Los ausentes comensales.

Y luego en horror que nacarado flota,
Por la alta noche de voluntad ignota,
En la luz olvida manjares dorados,
Ronronea una oración culpable, llena
De acentos desolados,
Y abandona la cena.

La dama i

La dama i, vagorosa
En la niebla del lago,
Canto las finas trovas,

Va en su góndola encantada
De papel a la misa
Verde de la mañana.

Y en su ruta va cogiendo
Las dormidas umbelas
Y los papiros muertos.

Los sueños rubios de aroma
Despiertan blandamente
Su sardana en las hojas.

Y parte dulce, adormida,
A la borrasca iglesia
De la luz amarilla.

Lied I

Era el alba,
cuando las gotas de sangre en el olmo
exhalaban tristísima luz.

Los amores
de la chinesca tarde fenecieron
nublados en la música azul.

Vagas rosas
ocultan en ensueño blanquecino
señales de muriente dolor.

Y tus ojos
el fantasma de la noche olvidaron,
abiertos a la joven canción.

Es el alba;
hay una sangre bermeja en el olmo
y un rencor doliente en el jardín.

Gime el bosque,
y en la bruma hay rostros desconocidos
que contemplan el árbol morir.

Lied III

En la costa brava
Suena la campana,
Llamando a los antiguos
Bajales sumergidos.

Y como tamiz celeste
Y el luminar de hielo,
Pasan tristemente
Los bajales muertos.

Carcomidos, flavos,
Se acercan bajando…
Y por las luces dejan
Oscuras estelas.

Con su lenguaje incierto,
Parece que sollozan,
A la voz de invierno,
Preterida historia.

En la costa brava
Suena la campana
Y se vuelven las naves
Al panteón de los mares.

Lied V

La canción del adormido cielo
Dejó dulces pesares;
Yo quisiera dar vida a esa canción
Que tiene tanto de ti.

Ha caído la tarde sobre el musgo
Del cerco inglés,
Con aire de otro tiempo musical.

El murmurio de la última fiesta
Ha dejado colores tristes y suaves
Cual de primaveras oscuras
Y listones perlinos.

Y las dolidas notas
Han traído la melancolía
De las sombras galantes
Al dar sus adioses sobre la playa.

La celestía de tus ojos dulces
Tiene un pesar de canto,
Que el alma nunca olvidará.

El ángel de los sueños te ha besado
Para dejarte amor sentido y musical
Y cuyos sones de tristeza
Llegan al alma mía,
Como celestes miradas
En esta niebla de profunda soledad.

¡Es la canción simbólica
como un jazmín de sueño,
que tuviera tus ojos y tu corazón!
¡Yo quisiera dar vida a esta canción!

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YO QUE SOY UN INGENUO [Mi poema]
Pedro Antonio de Alarcón [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo que soy un ingenuo, un inocente,
que no puedo entender que los idiomas
se inventaran tratando que la gente
mejoraran de forma inteligente
los puntos y las comas.

Yo que pienso que soy un alelado,
que defiendo y que voy contracorriente
que la lengua cuando es por duplicado
la mitad ya se encuentra condenado
a ser un indigente.

Que propugno que todos se eliminen
a uno sólo salvando de la hoguera
evitando los nuevos que germinen,
las barreras del habla se fulminen
cortando esa alambrera.

Hoy que insisto y predico en el desierto,
a sabiendas que nadie me hace caso
aquí lanzo mi ruego a cielo abierto
a quien quiera pensar que eso es lo cierto
y no soy un payaso.

Y es que un día, difícil saber cuando
si es que siguen los mismos mandatarios,
habrá alguno, que así sea soñando,
tome el mando esta torre* destripando
y evite estos calvarios.
©donaciano bueno

#Y tú, qué piensas? Share on X

*La Torre de Babel. Inglés, español, francés, mandarín, italiano, son solo algunos de los idiomas de las más de seis mil  lenguas que se hablan en nuestro mundo. De esta cifra, una veintena puede considerarse importante por su extensión y producción escrita.

MI POETA SUGERIDO: Pedro Antonio de Alarcón

EN EL MULADAR

Mendigo: tu blasfemia me estremece…
¡Deja que olvide a Dios el venturoso;
pero tu labio hambriento y asqueroso
con renovada fe bendiga y rece!

Todo, menos su Dios, le pertenece
al opulento sano y poderoso;
y el pobre, miserable y haraposo,
de todo excepto, de su Dios, carece.

Dios es al cabo el único enemigo
del vano, del audaz, del sibarita,
y la sola esperanza, el solo amigo

de quien llora, padece y necesita…-
¡Sin Dios, el universo se anonada!
¡Sin Dios, el rico es Dios, y el pobre nada!

LA CAZA DEL SAURIO

(A María Buschenthal)

Del agrio risco solitaria dueña,
la diestra armada del arpón luciente,
ved a la hermosa indiana adolescente
tendida al borde de tajada breña.

La verdosa cerviz no bien enseña
cauteloso lagarto, diligente
le asesta el golpe, y, trémula, lo siente
forcejear, clavado ya en la peña.

Del monstruo herido, que tenaz porfía,
tiembla entonces la pérfida agresora,
y bárbara, acelera su agonía…

Remátalo por fin, pero en mal hora;
que, al ver el cuadro de su hazaña impía,
tiembla de nuevo, se arrepiente… y llora.

LAS PALMERAS

Gentil palmera lánguida crecía
entre los muros de cercado huerto,
y, amortajada en su ramaje yerto,
cual alma sin amor desfallecía.

Luchó empero tenaz…, hasta que un día
consiguió descubrir el campo abierto,
y vio marchita, en medio del desierto,
otra palmera, que de sed moría.

Convalecer les hizo una mirada,
y el aura fue galante mensajera
del dulce amor que para siempre uniólas.

-Aprende el caso, niña desamada;
guarda el tesoro de tu fe, y espera;
que almas como la tuya no están solas.

LA MOÑA

(A la Marquesa del Salar)

¡Cuán airosa y ufana en la corrida
irá la noble fiera, engalanada
con tan bella divisa, regalada
por tan ilustre dama y tan garrida!

Cárdena sangre de la oculta herida
matizará la seda recamada,
y aun el toro, al mirarla disputada,
más sentirá el perderla que la vida.

¡Ay, si al coger la codiciada prenda,
tu corazón ganara y tu albedrío
el esforzado justador!… -¡Oh gloria!

¡Todos fueran al par a la contienda!…
¡Y yo, ante todos, redoblando el brío,
diera la vida allí por la victoria!

PROMESA DE UNA SANTA

Estoy, Señor, de mí tan desprendida,
y de toda afición tan apartada,
que, por el don que os intereso, nada
sacrificar pudiera agradecida.

Voto os hiciera de dejar la vida,
si ya no fuese vuestra, y tan cuitada,
que, al perderla, creyérame premiada
con no vivir y verme a Vos unida.

Mas, pues no hay meritorio sacrificio
en quien vive sin dichas, yo os ofrezco,
si volvéis la salud al moribundo,

ceñirme la existencia cual cilicio,
codiciar una vida que aborrezco,
¡abrazarme a la cruz de aqueste mundo!

ADIÓS AL VINO

¡No más, no más en piélagos de vino
sepultaré, insensato, mis dolores,
velando con quiméricos vapores
de la razón el resplandor divino!

¡No más, hurtando el rostro a mi destino,
pediré a la locura sus favores,
ni, ceñido de pámpanos y flores,
dormiré de la muerte en el camino!

Arrepentido estoy de haber hollado,
vate indigno, con planta entorpecida,
el laurel inmortal y el áurea ropa…

¡Néctar fatal, licor envenenado,
acepta, al recibir mi despedida,
el brindis postrimer… -¡Llenad mi copa!

EL VIERNES SANTO

Solo, negado, escarnecido, muerto,
enclavado en la Cruz, ¡oh Jesús mío!,
la frente inclinas sobre el mundo impío,
en la cumbre de Gólgotha desierto.

Ebrio, entretanto, y de baldón cubierto,
el mortal, en su infame desvarío,
adora una beldad de aliento frío,
pálida y mustia cual cadáver yerto.

¡Perdónalo, Señor! Que si en tal hora
la majestad de tu dolor ultraja
e ingrato y loco tu Pasión olvida,

su espíritu inmortal se agita y llora
por sacudir del cuerpo la mortaja…,
y vive en él como enterrado en vida!

OTRO AMANECER

El gallo canta…, y la mañana impía
despierta con su luz a los humanos,
haciéndoles trocar delirios vanos
por el forzoso afán de un nuevo día.

Tornan, pues, a embestirles con porfía
la ambición y el amor, fieros tiranos,
los ímprobos trabajos cotidianos…,
la deuda, el jefe, el tedio, la manía…

Y, en tanto, al amador desposeído,
que en sueños compartía la almohada
con tal o cual mujer que hubo querido,

el implacable día lo despierta
para hacerle mirar a su examada
vieja, monja, casada, loca o muerta.

CUENTO MORO

Hurí de cabellos de oro:
dícenme que quieres tú
que te cuente un cuento moro…-
Uno sé que es un tesoro,
y me lo contó Benzú.
En África se lo oí,
de Abbás en el campamento:
óyelo, preciada hurí;
que es un peregrino cuento
el cuento que dice así:

Muy diestro en tañer la lira
ser pudo el esclavo Hassán;
pero no al poner la mira
en la princesa Zelmira,
hija del viejo Sultán.

Del atrevido cantor
ni aun sospechaba el amor
la altiva infanta moruna,
como no sabe la luna
que la adora el ruiseñor.

Ni el triste en su loco afán
soñó nunca mejor suerte;
pues, de revelarlo Hassán,
la hija del viejo Sultán
pagárale con la muerte.

Y morir, para el cantor,
era asesinar su amor…
¡era no ver a Zelmira
con el éxtasis que mira
a la luna el ruiseñor!

Y así la miraba él,
rebozado en su alquicel,
cuando, las noches de luna,
paseaba en su vergel
la altiva infanta moruna.

Pero al cabo sucedió
lo que suceder debía
(estuviera escrito o no):
Zelmira se enamoró
y se casó el mejor día.

Se casó con Aliatar,
tan príncipe como ella,
poderoso en tierra y mar…,
y fue cosa singular
la boda de la doncella.

Sabedora allí Zelmira
del ingenio del cantor,
díjole: -«Tañe la lira,
y canta el ardiente amor
que el fiero Aliatar me inspira.»

Hassán maldijo su estrella;
sintió mortal agonía
a la voz de la doncella;
y, encarándose con ella,
armado de una gumía,

-«¡Antes (dijo) que cantar
la ventura de Aliatar,
cúmplase mi negra suerte!…»-
Y arrojó la lira al mar,
y él mismo se dio la muerte.-

Tal fue el caso que Benzú
me contó en Guad-el-Jelú,
y que yo te cuento a ti,
ya que quieres saber tú
lo que pasa por allí.

COPLAS

El día que tú te cases,
y no te cases conmigo,
¡que lástima le tendrá
el Amor a tu marido!
(Del autor)

Sale el sol, y no te veo…
Ocúltase, y no te he visto…
-Si a esto remedio le llamas,
yo prefiero el daño mismo.

Me dices que no te vea,
para que olvide tu amor…-
¡Ay! Los que pierden la vista,
sólo piensan en el sol.

Sirviérame de consuelo
saber, cuando estoy ausente,
que el no verme te dolía
tanto como a mí no verte.

Antes que me lo dijeras,
conocí que me querías;
y siempre que te dejaba,
«Me quiere!,» diciendo iba.

Nunca olvidaré el instante
en que con los labios secos,
pálida como una muerta,
me dijiste: -«Sí: te quiero.»

No me engañaste al decirme
que a mi amor correspondías.
¡Nadie miente por llevar
una corona de espinas!

¡Ojalá no me quisieras!…,
que lo peor del infierno
no es abrasarse en sus llamas,
sino saber que hay un cielo.

De tanto fiero tormento,
el que no puedo sufrir
es saber que por las noches
llorarás pensando en mí.

¡Ojalá hubiera ignorado
que es mío tu corazón!
¡Los ciegos de nacimiento
no echan de menos el sol!

Dime: ¿qué piensas hacer
de la vida que nos resta?
¿Hemos de estar siempre así?
No me lo digas: no mientas.

Si imaginas olvidarme,
no lo pienses, que te engañas.
¡Se olvida lo que se tuyo;
pero nunca una esperanza!

Para no amarnos es tarde:
para olvidarnos, temprano.
¡Tuyo seré y serás mía!…-
Yo no sé cómo ni cuándo.

A MI HIJA PAULINA EN SUS DÍAS

Por la primera vez hoy es tu día…-
¡Ven a mi corazón, prenda adorada…,
orgullo de la esposa más amada,
vida de mis entrañas, hija mía!

¿Qué te dirá de un padre la ufanía?
¿Qué te dirá tu madre embelesada,
sino verter del alma enajenada
lágrimas de cariño y de alegría?

Delicia de los dos…, ¡bendita seas!
¡Bendita seas, avecilla pura,
que alegras con tu canto nuestro nido!-

Y allá en los años en que no nos veas,
¡Dios te dé tanto bien, tanta ventura,
como tú con nacer nos has traído!

UN MORISCO DE AHORA

Insomne y soñoliento; con bufanda
(recuerdo del turbante) en el estío;
ajeno su magnánimo desvío
del siglo a la ruidosa propaganda;

adversario pasivo del que manda,
y absoluto señor de su albedrío;
Sultán, en fin, sin éxtasis ni hastío,
de las mozuelas con que a vueltas anda…

Tal, en Madrid, el último almohade
pasa por el rosario de la vida
horas indiferentes grano a grano…-

¿Qué quiere? -Nada quiere. Sólo añade
tinieblas a una crónica perdida,
oculto bajo un nombre castellano.

EL CIGARRO

(A D. Ángel María Chacón)

¡Lío tabaco en un papel; agarro
lumbre, y lo enciendo; arde, y a medida
que arde, muere; muere, y en seguida
tiro la punta, bárrenla, y… al carro!

Un alma envuelve Dios en frágil barro,
y la enciende en la lumbre de la vida;
chupa el tiempo, y resulta en la partida
un cadáver. -El hombre es un cigarro.

La ceniza que cae, es su ventura;
el humo que se eleva, su esperanza;
lo que arderá después…, su loco anhelo.

¡Cigarro tras cigarro el tiempo apura;
colilla tras colilla al hoyo lanza;
pero el aroma… piérdese en el cielo!

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LA ESPERANZA Y LA MANUELA [Mi poema]
Manuel Mejía Vallejo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(en clave de humor)

Salí a la calle en busca de esperanza
la calle aquella noche estaba oscura,
tenía un halo triste de amargura,
no pude soportar tanta tardanza
mi mal no tiene cura.

Tocaban las campanas a maitines,
se sabe la paciencia no es de humanos,
mas quise allí agarrarla con mis manos
corriendo a perseguir sobre patines
cual tirios y troyanos.

En medio del fragor me di la vuelta,
-ocurre cuando sientes que has perdido-,
te sientas a pensar por qué habrá sido
y llegas a entender y a darte cuenta
que el mundo ya se ha hundido.

Dejando mi pañuelo por si acaso
debiera de emerger como una vela,
me fui dando puyazos con mi espuela
creyéndome ya próximo el ocaso
a hacerme una manuela.

Y en esto en el que el clímax arribaba
volví a creer en dios, tocando el cielo.
Llegué a dudar si aquello era un señuelo
pues cuanto más movía disfrutaba
calmando el desconsuelo.

Me dije, ven aquí, tú, vil gusano,
la vida es muy bonita, si hoy te ahogas
preciso no es recurras a las drogas,
haz uso solamente de una mano
verás te desahogas.
©donaciano bueno

Hacerse una manuela: masturbarse, hacerse una puñeta, una paja. También se dice «hacerse una chaqueta» (v.) o manuelear. 

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Mejía Vallejo

A mi modo

Todos me dicen que viva
de esta o de otra manera,
todos me dicen que muera
hacia abajo o hacia arriba,
todos dicen en qué estriba
la brega que yo asumí
desde el día en que nací,
para jugarme del todo,
dejen que viva a mi modo,
nadie morirá por mí.

El viento lo dijo

A ratos suelo pensar
una verdad sin reproche:
pasar en vela la noche
no equivale a madrugar.
También suelo argumentar
cuando estoy de buen humor
otra verdad de cantor
ligado a sus pareceres:
conocer muchas mujeres
no es conocer el amor.

Todos me dicen que viva
de esta o de otra manera,
todos me dicen que muera
hacia abajo o hacia arriba.
Todos dicen en qué estriba
la brega que yo asumí
desde el día en que nací
para jugarme del todo.
Dejen que viva a mi modo,
nadie morirá por mí.

Si la muerte es como el mar,
la vida es como la espuma:
que se bañe con totuma
el que no sepa nadar.
Hay que aprender a saltar
pues la vida es trampolín:
ni diablo ni serafín
se salvará en la redada
que nos extiende la nada
desde el principio hasta el fin.

Lo quiera o no, viajaré
con el mundo o sin el mundo;
todo ser es vagabundo
del espacio, me lo sé.
Aún ignoro por qué
–hacia adelante, hacia atrás–
nadie llegará jamás
si a su destino se aferra:
no pasa de ser la tierra
otro vehículo más.

Después de tanto estudiar
llegamos a saber nada;
después de cada llegada
volvemos a comenzar.
Nadie deberá ignorar
si en el estudio confía,
que el hombre nunca podría
saber nada de su suerte,
y así encontrar en la muerte
su mejor sabiduría.

Vendrás un día a mi casa
de vino y pan en la mesa,
y otra forma de tristeza
que ni el olvido acompasa.
El tiempo que todo arrasa
dice la sola palabra
que contra el tiempo me labra
este afán de no andar muerto.
Si mañana estoy despierto
diré a mi puerta que te abra.

Amor es algo que un día
llegará a nuestra morada,
o es una cosa pasada
que siempre asoma tardía.
Nadie forme algarabía
con su amar y su olvidar;
uno y otro ha de pasar
como si fueran inmunes:
si toda la vida es lunes,
no hay domingo qué guardar.

Para mis labios cansados
de palabras y de besos,
no me quedaban sino esos
besos que me rehusabas
del amor y otras mentiras,
me mirabas como miras,
como si fuera pasado
este mi vivir al lado
del silencio que respiras.

Muchacha de senos duros,
no apresures tu caída
pues el amor no convida
sino en avaros conjuros.
Rara vez están maduros
dos senos y un corazón,
los labios y la canción,
un sexo y una constancia,
el punto junto a la errancia
o el reclamo en la razón.

Te daba el viento en la cara
–los caballeros contra el viento–
como si el golpe violento
de aquel viento te violara.
Para que se relievara
tu vientre en temblor ardido,
se te ceñía el vestido
a los muslos y a los senos,
con tan hondos desenfrenos
que el viento siguió en gemido.

Aún recuerda mi guitarra
las canciones de otros días,
cuando tras las melodías
iba el corazón de farra.
Si hoy por hoy no se desgarra
cuando la noche la llena,
no es que aparezca serena
sino que al fin aprendió
a esconder, como hago yo,
bajo el silencio la pena.

Por ser cierto lo del fardo
que traemos al nacer,
desde antes de caer
camino con paso tardo.
Iré sobre el barro pardo
sin metro dónde acampar,
sólo por justificar
esta verdad medio trunca:
el que no ha salido nunca
tampoco puede llegar.

Mi canción andará sola
por las puntas del camino,
dejando al paso su trino
donde la queja arrebola.
Si un viento bravo la inmola
tristea más hondo el vuelo
como el último pañuelo
de la total despedida:
tal vez le quedará vida
para volar hasta el suelo.

Anoche vino la muerte
a tomarme las medidas,
pero no busqué salidas
porque me sentía fuerte.
Sin embargo el alma advierte
que ser fuerte para huir
cuando debemos vivir
no es ninguna fortaleza:
la debilidad empieza
con fuerzas para morir.

Crónica

¡Canta piedra tu himno de reposo
en manos del artífice!
¡Canta poema la suave melancolía
del descenso!
¡Canta pájaro la búsqueda de la permanencia
del viento!

Tiempos hubo en los que el canto celebraba
el júbilo del alma.
Tiempos hubo en los que el alma ensalzaba
la pureza del vértigo.
Tiempos hubo en los que el viento enaltecía
la singularidad de la criatura.
Tiempos hubo en los que la criatura se asombraba
de la magnificencia del ser.
Tiempos hubo en los que el ser era una y misma cosa.

Sí, Ulises. El canto es el mismo aunque el eco sea diverso.
El marino lo oye. Lo oye la ola que riza sus cabellos
al compás de las manos que tejen y entretejen nuestros sueños.

Lo oye el caracol que se refugia en su cárcel
Y el aprendiz de navegante que salpica sus brazos
con tatuajes de manchadas figuras
lo oye el pez de pensamiento inviolable el árbol
que se inclina al borde de la ruta, el polvo del camino
que hacina pisadas de una eternidad vacía.
Lo oyes tú que desconfías de las sirenas y de sus triples dones
allí donde el mediodía pestañea inconsolable
y la tela persigue la obstinación de la mano.
Si, Ulises: canta ahora lo que el corazón
amordazó de pronto.
Tiempos hubo en los que la lluvia regaba las miradas
descubriéndoles el mundo.
Tiempos hubo en los que el mundo conformábase
con susurrar sus quejas.
Tiempos hubo en los que las quejas salmodiaban
sus cantos disconformes.
¡Canta viento la encontrada pasión
de las almas!
¡Canta luz el desfallecimiento del alba
en las dimensiones del día!
¡Canta espíritu la suave modulación
de las palabras!
¡Canta poema la palabra que engendra el mar
y el espejismo de su sueño!
¡Canta corazón la intemperancia del amor
y las sordideces del alma!
Sí, Proteo: el rostro es doble como
el alma es múltiple. Las manos que avistamos
despidiéndose son las recibidoras
del recién llegado: el gesto es parecido,
la mirada es igual, las palabras idénticas
pero la emoción es torpe. El ave va y regresa
y no hay instante en su acto. Volar, para ella,
es vivir: su ojo permanece y su voracidad
lo mismo. Sí, Proteo: uno y otro rostro
miran hacia atrás y hacia adelante desde
un mismo punto inmóvil. Llegar
es partir y detenerse es continuar
en progresiva duda. Sin ser tú
la forma permanece para cambiarse en hoja:
la huella ya no es ni el pie tampoco
ha sido: los dos son pura excusa de un devenir
perenne que yace desde siempre en el pasado.
Sí, Proteo: mirar es ver dos veces
y desdoblar al mundo en infinitas parcelas
sin descubrir a los dioses ocultos. El acto
es inmutable aunque el gesto sea equívoco
y el alma la orfandad de un presente variable.
Canta tú a la entrañable, similitud
de las palabras que dejaron de ser
para fecundar el poema.

Tiempos hubo en los que la sangre regodeaba
las manos del menos feliz de los mortales.
Tiempos hubo en los que las murallas
cedían al grito menos puro.
Tiempos hubo en los que el guerrero
apacentaba los trofeos del sueño.
Tiempos hubo en los que la violencia
era un don que germinaba mieses.
Tiempos hubo en los que el sabio
eludía el laberinto de papiros.
Tiempos hubo en los que el sacerdote
reinaba en la solidez de las pirámides.
Tiempos hubo en los que morir
era vivir dos veces.

¡Canta hormiga el riachuelo
dulce de la miel!
¡Canta abeja el concierto matinal
de la colmena!
¡Canta pescador el recilerdo-meditación
de la palmera!
¡Canta hombre la revelación
de tu sino!
¡Canta poema el desenvolvimiento
y la hartura, de la frase!
¡Canta frase la admisión del instante
en la infinidad del goce!

Si, Orfeo: no escuches. El ruego plañe
los goznes del alma en imprecación ostentosa.
Te llaman. Llaman al corazón que desfallece
de dicha en tan estrecho círculo. Llaman
a los bajeles que marcan la tranquilidad
de las aguas, al ganso que pasea entre el capitolio.
y la rosa, al niño que atisba su mirada
en la pelambre de la noche. Llaman sin cesar
y los gritos enmudecen a otros gritos
que recorren la sangre. Sí, Orfeo: no escuches.
Su voz no es su voz; su llanto es la azulada llama
que constriñe al desierto a desplegar sus velas.
El mar avanza, la roca cesa de gimotear, el sauce
desparrama sus galas en ofuscado abrazo,
el pólipo traduce su insistencia
en burbujas marmóreas. No escuches:
su voz es el canto aprendido en reveses
que nos fueron amargos: el tiempo
ha enturbiado la placidez del espejo
y los dedos persiguen la bendición tardía
Sí, Orfeo: es tu canto y otra voz
y otra boca los que enzarzan los dardos venidos
de la tierra. El viento calla. El mar calla.
Tu descenso es el pretexto menos lúcido
y la aventura más corta. Ir es penetrar
sin comprender las causas. El son te salva
aunque te condene el eco. Canta ahora
a la tersa melancolía del abismo.

Tiempos hubo en los que el mar
era el escrutinio de los pájaros.
Tiempos hubo en los que la fruta
era el meridiano del gusano.
Tiempos hubo en los que el amor era
el trajín de la criatura innoble.
Tiempos hubo en los que cantar
era violar el deseo de los dioses.
Tiempos hubo en los que la mano
hurtaba el huevo en las entrañas.
Tiempos hubo en los que la pasión
era la verosimilitud del alma.

¡Canta arena la pérfida inconsistencia
del deseo!
¡Canta roble la transparencia
de las pasiones indómitas!
¡Canta hormiga la paciente
recompensa del anhelo!
¡Canta espuma el mórbido
deleite de la ola!
¡Canta cuerpo el furor
y alevosía del verano!

Sí, Tiresias: Madame la de un solo ojo
he borrado las huellas. Su gesto es inmutable.
La carta lo descifra para rehacerlo
de nuevo. Mientras tanto la desesperanza
Cuece los légamos del sueño en una sola nube.
Madame ha dicho: él miente. Y yo mortal
incrédulo asiento con desgano. Sí, Tiresias:
recomponer el mundo es visión exultante
Y tu ceguez es mejor guía que tus ojos. Ver,
para ti, es meditar el instante y tejerlo
en la impudicia de la porfiada araña.
Temo tu voz como antes temimos
la espada que degolló al cordero. La sangre
gime en su tormento. La sangre clama;
yo invoco el azul de las torturas
en las celdas subterráneas. Ambos
desconfiamos de lo que es y que dejará de ser.
Sí, Tiresias: la verdad
es el placer más funesto. Por él ahogamos
el sollozo antes de estremecer la cueva:
la playa es el aposento y la degeneración
del limite. Yo ignoro tu dolor de saber
doblemente y me agito como venal criatura.
Canta tú
a la luz que estremece los rostros.

Tiempos hubo en los que el gusano
lamía la vellosidad de la esfera.
Tiempos hubo en los que el recuerdo
acariciaba el ocaso de la lumbre.
Tiempos hubo en los que las manos
transportaban la milagrería soberbia.
Tiempos hubo en los que el azul
era la nostalgia de los peces.
Tiempos hubo en los que el mediodía
era una fugaz remembranza.

¡Canta agua el festín
de los cuerpos desnudos!
¡Canta hierba la sabiduría
del ciempiés moribundo
¡Canta tierra la ceniza
de los días sobrevivientes!
¡Canta niño la alegría de la
soledad incompartida!
¡Canta hombre la sórdida
vigilancia de la estirpe!

Sí, Medea: amar es renunciar
a la lujuria de ser. A partir de su golpe
el corazón más templado tambalea porque
la sangre lo niega. La sangre es otro canto:
su soplo es irreversible y la estructura
lo teme. Sí, Medea: el amor roe el vientre
de la piedra y alimenta a la lombriz
de la angustia. El alma gime. Gime la boca
en espera de la sed que no la atormenta. Gime
la soledad desposeída del abrazo conciliador.
Gime el cuerpo desprovisto de su seno secreto.
Si, Medea: el amor es un goce a pagarse
con moneda de doble valor: quemar
la cabellera y esparcir las cenizas es el menor
de los caminos: la pasión no transige; las manos
añoran la aventura; la boca arroja la palabra
para ventearla en dardo. Antes, vivir era amar
como el animal que pregunta lo que la respuesta
le dicte y el corazón era la menos inmune
de nuestras fuerzas. Hoy, cada acto
engendra un derrotero opuesto. ¡Medea!
Caer es la banalidad de la criatura en pos
de levantarse: el amor es otra cosa:
recuerda los hallazgos de una caricia temprana;
la hondura del silencio; la manumisión
de la sonrisa; la ubicuidad de la mirada;
el peso del vocablo grabado
en las dimensiones del cuerpo.
Sí, Medea: invoca como nos
al desertor del alma.

Tiempos hubo en los que el ojo
traspasaba la tensión del objeto.
Tiempos hubo en los que la mosca
usufructuaba de la mieJ del vecino.
Tiempos hubo en los que la araña
adormecíase en el baúl del recuerdo.
Tiempos hubo en los que el gusano
refocilábase en el altar humeante.
Tiempos hubo en los que la viña
abríase al cazador furtivo.
Tiempos hubo en los que la rosa
era la medianez del inocente.
Tiempos hubo en los que el viento
rozaba la insuficiencia del poema.

¡Canta palmera la añorada
somnolencia de la nieve!
¡Canta océano la salubre
opacidad de los ojos!
¡Canta jilguero la maraña
de la cabellera virgen!
¡Canta velamen el olvido
del corazón en ruinas!
¡Canta mujer el deseo
eximido de proezas!

Sí. El día bulle. De la tierra brota
el sortilegio y la templanza ajenos
a mi cuerpo. El viento arremete con
la historia y el árbol se contempla deslumbrado.
El día es el mismo y sin embargo es otro. Cierro
un ojo y la verdad se escapa a horcajadas
del instante. La nube está presente.
El abejorro del agua balbucea sus frases
de silencio. Miro rehacerse a la hoja
y me pregunto: ¿fue siempre así?
¿el caballo de la vida sólo ha tenido
esta montura? El alma importa. El corazón
no duerme porque el sueño es la realidad
más temida. No intento más. El límite
me exige transparentar las dudas
y reflejarme desnudo.
Al costado de la mano que hiere
y del instante que pasa, desfallezco.
Pero soy en este punto que es
un detenerse y un seguir adelante.
Y sigo.

¡Canta poema el breve
encuentro de las aguas!
¡Canta poema la fugacidad
del instante infinito!
¡Canta poema la alegría
tumultuosa de la sangre!
¡Canta poema la maltrecha
armonía de la palabra!
¡Canta poema la palabra
y su porfía estremecedora!
Ganador del Primer Premio del Ismael Pérez Pazmiño de 1975

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UN GUIÑO A LA BAHIA [Mi poema]
Feliciano Mejía [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

De nuevo volví al mar. Yo no sabía
si el mar nunca pasaba de la raya,
pensando que quizá ya no estaría,
diciendo para mi qué es lo que haría
sin sol y sin la playa.

De nuevo volví al mar. Miré a la arena
dudando si ella a mi me recordaba,
no pude comprender si era de pena
pensando que sufría una gangrena
y nadie la ayudaba.

Y allí me hice a la mar. Como un cangrejo
pues era para mí como un hermano,
¡qué oscuro se encontraba aquel espejo!
pensé que igual que yo ya estaba viejo
a fuerza de pagano.

Que así me reencontré. Y esa bahía,
la misma en que viví cuando era niño.
escasa se encontraba de alegría
y aquí para mostrarle mi empatía
la quise hacer un guiño.
©donaciano bueno

#Te gusta el mar o quizá eres más de secano? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Feliciano Mejía

FRONTISPICIO

Aquí es mi muralla raída
donde arde mi fuego.

Si entras, ven:
dobla en dos tu gemido,
como pañuelo, tu lágrima.

Aquí es donde sueña
sueños verdes la Mariposa
y el Venado mastica arcoiris.

Pasajero, si has de entrar,
afila a buido diamante
tu cólera
y afuera deja arrojada tu conmiseración.

Esta es la puerta
de mi casa escarlata.

TANGO DEL MALVADO

Es malo y sufre.

Malvado hasta la santidad.

Y le duele el alma hasta las cachas
y ríe con risa de lata
y duerme con angustia de cernícalo.

En sus noches dementes
oigo su cantar
enmohecido, arrugando el aire.

Tortuoso hasta hacer marchitar
las begonias de la casa
de la mujer que ama.

Es malo, quiróptero,
y anida en su mañana
de brea chamuscada.

EL LADRON DE MAICAO

reía con quimbeo de palomas
huyendo de las balas.

Grandes bocados de pescado marinado
en los toldos tocoloros
de Boca de Ceniza
y picantes vasos de aguardiente metálico.

El ladrón de Maicao
frotaba sus hombros,
desesperado,
y lanzaba hacia el cielo sus manos
y reía
a gritos en el día caliente,
oliendo los sancochos a plena carrera
y escapando a las sirenas
de los guardias traficantes de drogas.

El bruno ladrón era un rayo
de vida
en la calina urticante
del puerto caldeado.

TOROS

Los toros que van a morir
esperan en su aprisco,
ebrios de sol
y de cansancio
y de grasa.

(las olas vienen y van, azules)

Los toros que van a morir
están parados -moscardón-moscas-bisbiseos-
en la tabla sin fin de la espera,
ahuecados por la luz mortecina
de lámparas eléctricas esmirriadas.

(las sombrillas por miles
se rasmillan con el viento caldeado
y con los gránulos de arena)

Los garfios de los ganchos
estáticos-serenos;
las reses,
emporcadas sus pezuñas
en el cieno surgido de sus vientres.

(el sol caldea las pieles
repletas de aceites…
masticaciones-alcoholes-televisores
altoparlantes y gritos de carteles
en cada centímetro de este mundo
donde el sol cae)

Los toros…..

BALADAS DE JIM MORRISON

I
TUMBA

Gordos los gatos amodorrados
entre los cipreses,
las cornejas
aspando el bisbiseo
del aire
y las gritonas bandadas de cuervos lerdos:
los buches repletados
de granos del cementerio…

Aquí no hay paz:
sólo un río de dinero
de mármol carcomido.

Sobre la tumba
de Jim
las agujas hipodérmicas
de los ateridos peregrinos
que van a saludar a Jim
en su sueño alucinado
del campo mortuorio
del Padre Lachaise.

Aquí no puede haber paz.

Sólo un grito de silencio
que parece un río
de mármol carcomido.

TARANTA

Huellas de muerte en el polvo
raya la niña suicida;
alfanjes, sus brazuelos moros,
alfanjes agudos, sus pestañas.

Bajo el aliento caldeado
de maitines, bajo el árbol
plateado de lo oscuro,
pasos de agonía daba
la tenue mujer enlutada.

Sudores vitrificados,
gritos verdes,
en el límite final
del vibrar de sus caderas.

Mugen y arañan los vientos, afuera
besando a los pordioseros.

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UN CANTO AL SOL [Mi poema]
Vania Vargas [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

(Décima francesa)

Hoy sale el sol. ¡Qué bien que hará un buen día!
Del rayo que atraviesa mi ventana
deduzco será así. Que la alegría,
dorando irá el fulgor a la mañana.
Sucede pues que asoma en la rendija
tostando una atrevida sabandija.
Que sale el sol, del todo y para todos,
brindando el resplandor a los rincones,
a aquellos que se niegan a emociones,
abstemios de experiencias y beodos.

Que sale el sol. Con él nace la vida,
y eleva la ilusión de los paisanos,
la flora luce un ansia desmedida,
y anima así al caudal de los pantanos.
El sol, bendito sol, gloria bendita,
que a aquel al que está muerto resucita.
¿El mundo sin el sol?  nada sería,
las luces feneciendo en el ambiente
de triste inanición cual indigente
y dudo si el amor no moriría.
©donaciano bueno

Tú, hijo, sí que eres un sol, me decía mi madre, qué es lo que vería en mi? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Vania Vargas

VIERNES 3 A.M

No íbamos a amarnos
ya lo sabíamos

Entonces caminábamos hacia el cuarto
a oscuras
como si estuviéramos soñando con
una amalgama de sombras
que respiraba con dificultad
por tener encima
todo el peso de la noche

Y cuando abríamos los ojos
o los cerrábamos de nuevo
no lo sé con certeza
estábamos uno al lado del otro
sabiendo que el amor sirve
para llenar vacíos
igual que leer o escribir
lo único que hacíamos con insistencia
cansados de no aprender a vivir

Afuera
el silbido de una fábrica
anunciaba el turno de la madrugada

La puerta que seguía abierta
temblaba de frío
gemía quedo
mientras escuchábamos
en nuestras cabezas
al narrador que contaba
la historia de dos seres que
cuando al fin abrían los ojos
o los cerraban
no lo sé con certeza
hablaban sin verse
como si estuvieran solos
mirando fijamente el techo
o la ventana abierta
mientras cada uno se marcaba espirales
sobre el vientre aún sensible
para seguir pronunciando
“imposibilidad” y “muerte”
sin angustia
para vestirse sin tristeza
dándose la espalda

Atrás de los árboles
que están del otro lado de la avenida
el reflector de un edificio gritaba
que el cuarto estaba lleno de ramas
arbustos negros
que dibujaban las ondas del viento
sobre las paredes que se creían limpias
sobre sus brazos desnudos
sobre sus caras
solo para convencerlos
de que seres de los bosques
como ellos
no existen
de que en un cuarto lleno de árboles
el frío nunca se acaba

ENCENDER LA LUZ

poner sobre la mesa
todo lo que traje
es una rutina

Escarbarme los bolsillos
sacar con cuidado las horas
para que no vuelen
y escogerlas
tocarlas / una por una / lanzarlas
con la punta de los dedos
hacia la palma de mi mano
y dejar encima sólo
los momentos más importantes

La mesa es un día plano y oscuro
y los puntos que quedaron sobre ella
espejos en miniatura
que hacen guiños desde su pequeñez

Ver cómo los observa / divertido
es una rutina
mejor dicho: imaginarlo y reír
con la que seguramente habría sido su risa
ante los instantes que me salvan los días

La única lección vital
que he aprendido
durante estos años
en los que insisto
en armar su imagen
para que quien la lea
lo nombre
para que quien lo imagine
le dé vida

Ahora es tu turno
se llamaba Alejandro
era mi hijo
y de vez en cuando
sale a jugar
desde mi olvido

LA MUJER COMPRA FLORES CUANDO VA CAMINO A CASA

y recorre con ellas las calles nocturnas
Mira los ojos que la miran
imagina las historias que le inventan

una abuela enferma
una declaración de amor
un poco de fe / una devoción

Y así transita medio camino
mudando de vidas y posibilidades
mientras los autos pasan a su lado
y ella le pisa los talones a su silueta
que se adelanta por banquetas anaranjadas
silueta de mujer sola
con ramo de flores en la mano

Entonces llega a casa sonriente
con sus flores y sus historias
y siente que su abuela mejoró
que sus oraciones serán respondidas
que alguien la ama

Enciende las luces / prepara el florero
lo observa un momento
y mientras termina la noche
enciende el televisor

Yo la observo de reojo
cuando paso frente a su ventana

El reflejo azul intermitente de la TV
lanza contra la pared su silueta temblorosa
silueta de mujer sola con florero

ha de esperar a alguien / imagino
mientras cierro mi puerta

Y como si ella intuyera mis pensamientos
apaga el televisor
se encierra en su cuarto con una nueva historia
y sonríe
como si esa noche alguien no tardara en llegar

FINALMENTE LLEGA EL DÍA EN QUE UNO ABRE LOS OJOS Y DECIDE

que no va a dejarse dominar por la tristeza
Entonces con un esfuerzo imperceptible
que bien podría venir de la voluntad que se creía muerta
levanta la cara / se arregla el pelo / se mantiene erguido

Mira a los ojos de la gente / dice buenos días / cómo le va
logra responder / bien / con la voz serena

Escucha con atención / interactúa
como si le hubiera vuelto al cuerpo el soplo de humanidad perdida
y es hasta que retoma el silencio cuando logra sentir
cómo la tristeza / que no se ha ido
lo mantiene con suavidad sobre sus rodillas
Logra distinguir cómo es ella la que / apenas detrás
habla / con su voz / sin mover los labios
como un ventrílocuo perfecto

NO PESA DE MÁS LA TRISTEZA COMO PARA SALIR UN DÍA

empacar algunas cosas / acomodarla
y agarrar camino

Dejar de resistirse a la tentación de detenerse
en un kilómetro cualquiera
invitarla a que descienda / recorra la orilla
baje a curiosear por los barrancos
y dar la vuelta / acelerar
perderla de vista

Imaginarla confundiendo el rastro
vagando durante días en mi búsqueda

Sé que algunas noches / antes de apagar la luz
seguramente me daría por recordar
su fidelidad / su mirada mansa

Y que el día que abra los ojos y no piense más en ella
estaría allí / del otro lado de la puerta
flaca / hambrienta
y no podría evitar abrazarla con la alegría
de los que se ven a los ojos
y saben que se pertenecen

No pesa de más la tristeza

DENTRO DE UN MOMENTO LLOVERÁ SÓLO DEBAJO DE LOS ÁRBOLES

las gotas sobre los charcos serán
una lenta cuenta regresiva hacia el vacío
en donde nacen / ascienden y explotan los ecos
que nos golpean por la espalda

Una fuerza que me sale de adentro se suelta de mi mano
sale corriendo
se parece a lo que apenas recuerdo de mí

Después del aguacero brincará sobre los ojos del abismo
con saltos infantiles
asomará a su filo la punta del zapato
nos hincaremos en el lodo
nos asomaremos a ellos para encontrar sólo nuestro rostro

¿Dónde está el abismo?

preguntará

Y luego de un momento se encontrará con sus ojos
descubrirá la oscuridad y el vacío
se quedará en silencio

Pero ahora sólo veo cómo corre a refugiarse
cómo empuja las puertas como si le pertenecieran
y detrás de las ventanas sucias
asoma su rostro de niña

se tapa los oídos
cierra los ojos ante la advertencia del rayo
y se queda viendo cómo llueve
sobre un camino que nadie transita
cómo llueve sobre este pueblo abandonado

Pueblo por agrupación de casas separadas por años
que aquí son pasos y develan
que se ha avanzado poco
a fuerza de volver como dementes

sobre los mismos sueños
hoy ruinas similares
de casas cada vez más pequeñas
espacios llenos de hierba muerta
esbozos apresurados de un jardín
que se lo tragó todo
y se convirtió en lo único que se asoma
por las ventanas grandes
siempre abiertas

Pueblo por deseo de apropiación
de asentamiento / de pertenencia
de gana de ver el camino como parte del paisaje
como esa línea que se pierde en la nada
ese hilo que teníamos que seguir para escapar
del que teníamos que aferrarnos para
no morir ahogados
pueblo porque estábamos condenados a abandonarlo
y no lo sabíamos
pueblo porque nos condena siempre a regresar

Soy de esas ruinas / las arrastro conmigo
por eso hay días que avanzo lento
como si me costara
y veo por las ventanillas hacia la ciudad
como si fuera extranjera

No es de aquí

Pensarán

Cuando en realidad miro hacia dentro
hacia mi propio fondo
con el asombro de quien perdió el rumbo
y descubre que va dejando tras de sí
los remedos mutilados de sus Tierras Prometidas

DE LA NADA SURGEN CAMINOS QUE DAN A LA NADA

los crean nuestros pasos sin rumbo
el ir y venir en el mismo lugar
el impulso colérico / la decisión de ir un poco más lejos esta vez
un poco más atrás
como si olvidáramos que venimos del vacío

Abro un nuevo surco con mi pie en el polvo
y frente a la puerta más cercana ella me remeda
espera el contacto con mis ojos
sale corriendo / me toma de la mano
me invita a caminar

La veo a mi lado
es como mi sombra más allá de medio día
somos lo mismo
caminando sin prisa en un tiempo muerto
en un lugar sin tiempo

Me busca la mirada y sonríe como quien disfruta el juego

Caminar entre ruinas / esconderse
hablar con los gatos que custodian los escombros es un juego
y no lo he aprendido / Isabel
le digo con los ojos
no he aprendido el juego donde sonríen los vencidos

Así / exactamente / es como se construyen
los pueblos fantasmas
le digo con la fuerza con que acomodo su mano entre mi mano
andando y desandando nos convertimos en su principio
algún día nos convertiremos en su final
seremos sólo ruinas bajo tierra
escombros en cajitas de madera para arqueólogos que no existen
seres imaginados que no sabrán inventarle historias a la ceniza
y la llamarán polvo e ignorarán que marcamos una Era hacia la nada
una Era que no verás porque estarás siempre aquí
le digo con los dientes apretados

Somos parte de una historia que nadie recordará
llena de batallas que duraron años y victorias de cinco segundos
donde fuimos héroes y enemigos que jugaron a matarse
a cambiar de bando / a poner su fe en cosas en las que nadie más creyó

y luego acumularon para el olvido
hojas con la crónica de sus derrotas
que ese también es un oficio / le digo
mientras veo que camina / se tropieza y sonríe con timidez
un reflejo con el que me voy transfigurando
en la medida que llego al punto del camino
donde hacia adelante sólo espera la nada

esa dimensión donde yo me vuelvo real
y ella se convierte en el fantasma

ELLA HA DEJADO DE LLORAR

está acostada
tiene los ojos abiertos
observa la manera en la que el aire
juega con la cortina cerrada
la recorre / la altera
la convierte en agua agitada

Entonces imagina que camina
que se asoma a su orilla
abre sus pliegues acuáticos
con la punta del pie
y se sumerge poco a poco
en su oscuridad profunda
en su noche sin fondo

Cierra los ojos
respira profundo
se hunde

Su sueño
es reencarnación.

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SE FUE A LA PATA COJA [Mi poema]
José Santos Chocano [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Se fue como el que sufre de un infarto
no supo soportar los desamores
que acuden de la mano de traidores
diciéndole a la vida ya estár harto
de flores sin olores.

Igual que cuando el alma se entristece
pues sufre de rencor y de migraña
haciéndole una chufla a esa patraña
que en forma del fantasma se aparece
en esta gran maraña.

Se fue con la cabeza bajo el brazo
repleto ya el zurrón de sinsabores,
preñada la zamarra de temores
dejando en la cuneta algún abrazo
de flores sin colores.

Lo mismo que el que sale y da un portazo
llevándose consigo una congoja,
okupa al que el casero desaloja
pegándole al marchar algún codazo,
se fue a la pata coja.
©donaciano bueno

#A la pata coja, y eso qué significa...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Santos Chocano

LA CANCION DEL CAMINO

Era un camino negro.
La noche estaba loca de relámpagos. Yo iba
en mi potro salvaje
por la montañosa andina.
Los chasquidos alegres de los cascos,
como masticaciones de monstruosas mandíbulas
destrozaban los vidrios invisibles
de las charcas dormidas.
Tres millones de insectos
formaban una como rabiosa inarmonía.

Súbito, allá, a lo lejos,
por entre aquella mole doliente y pensativa
de la selva,
vi un puñado de luces, como un tropel de avispas.

¡La posada! El nervioso
látigo persignó la carne viva
de mi caballo, que rasgó los aires
con un largo relincho de alegría.

Y como si la selva
comprendiese todo, se quedó muda y fría.

Y hasta mí llegó, entonces,
una voz clara y fina
de mujer que cantaba. Cantaba. Era su canto
una lenta… muy lenta… melodía:
algo como un suspiro que se alarga
y se alarga y se alarga… y no termina.

Entre el hondo silencio de la noche,
y a través del reposo de la montaña,
oíanse los acordes
de aquel canto sencillo de una música íntima,
como si fuesen voces que llegaran
desde la otra vida..

Sofrené ml caballo;
y me puse a escuchar lo que decía:

– Todos llegan de noche,
todos se van de día…

Y, formándole dúo,
otra voz femenina
completó así la endecha
con ternura infinita:

– El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la vida.

Y las dos voces, luego,
a la vez repitieron con amargura rítmica:

– Todos llegan de noche,
y todos se van de día …
Entonces, yo bajé de mi caballo
y me acosté en la orilla
de una charca.

Y fijo en ese canto que venía
a través del misterio de la selva,
fui cerrando los ojos al sueño y la fatiga.

Y me dormí, arrullado; y, desde entonces,
cuando cruzo las selvas por rutas no sabidas,
jamás busco reposo en las posadas;
y duermo al aire libre mi sueño y mi fatiga,
porque recuerdo siempre
aquel canto sencillo de una música íntima:

– Todos llegan de noche,
todos se van de día!
El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la vida…

DE VIAJE

Ave de paso,
fugaz viajera desconocida:
fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso;
duró un instante, de los que llenan toda una vida.

No era la gloria del paganismo,
no era el encanto de la hermosura plástica y recia:
era algo vago, nube de incienso, luz de idealismo.
No era la Grecia:
¡era la Roma del cristianismo!
Alrededor era de sus dos ojos ¡oh, qué ojos, ésos!
que las fracciones de su semblante desvanecidas
fingían trazos de un pincel tenue, mojado en besos,
rediviviendo sueños pasados y glorias idas…

Ida es la gloria de sus encantos,
pasado el sueño de su sonrisa.

Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos;
¡ella ha fugado como un perfume sobre la brisa!
Quizás ya nunca nos encontremos;
quizás ya nunca veré a mi errante desconocida;
quizás la misma barca de amores empujaremos,
ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos,
¡toda la vida bogando juntos y separados toda la vida!

BLASÓN

Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical…

Cuando me siento inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador.

QUIÉN SABE

Indio que asomas a la puerta
de esa tu rústica mansión:
¿Para mi sed no tienes agua?
¿Para mi frío cobertor?
¿Parco maíz para mi hambre?
¿Para mi sueño, mal rincón?
¿Breve quietud para mi andanza?

-¡Quién sabe, señor!

Indio que labras con fatiga
tierras que de otro dueño son:
¿Ignoras tú que deben tuyas
ser por tu sangre y tu sudor?
¿Ignoras tú que audaz codicia
siglos atrás te las quitó?
¿Ignoras tú que eres el amo?

-¡Quién sabe, señor!

Indio de frente taciturna
y de pupilas de fulgor:
¿Qué pensamiento es el que escondes
en tu enigmática expresión?
¿Qué es lo que buscas en tu vida?
¿Qué es lo que imploras a tu dios?
¿Qué es lo que sueña tu silencio?

-¡Quién sabe, señor!

¡Oh, raza antigua y misteriosa,
de impenetrable corazón,
que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor:
eres augusta como el Ande,
el Grande Océano y el Sol!
Ese tu gesto que parece
como de vil resignación,
es de una sabia indiferencia
y de un orgullo sin rencor…

Corre por mis venas sangre tuya,
y, por tal sangre, si mi Dios
me interrogase qué prefiero
-cruz o laurel, espina o flor,
beso que apague mis suspiros
o hiel que colme mi canción-,
responderíale diciendo:
-¡Quién sabe, señor!

LOS CABALLOS DE LOS CONQUISTADORES

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y sus ancas
relucientes y sus cascos musicales…

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

¡No! No han sido los guerreros solamente,
de corazas y penachos y tizonas y estandartes,
los que hicieron la conquista
de las selvas y los Andes:

Los caballos andaluces, cuyos nervios
tienen chispas de la raza voladora de los árabes,
estamparon sus gloriosas herraduras
en los secos pedregales,
en los húmedos pantanos,
en los ríos resonantes,
en las nieves silenciosas,
en las pampas, en las sierras, en los bosques y en los valles.

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Un caballo fue el primero,
en los tórridos manglares,
cuando el grupo de Balboa caminaba
despertando las dormidas soledades,
que de pronto dio el aviso
del Pacífico Océano, porque ráfagas de aire
al olfato le trajeron
las salinas humedades;

y el caballo de Quesada, que en la cumbre
se detuvo viendo, en lo hondo de los valles,
el fuetazo de un torrente
como el gesto de una cólera salvaje,
saludo con un relincho
la sabana interminable…
y bajó con fácil trote,
los peldaños de los Andes,
cual por unas milenarias escaleras
que crujían bajo el golpe de los cascos musicales…

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Y aquel otro, de ancho tórax,
que la testa pone en alto
cual queriendo ser más grande,
en que Hernán Cortés un día
caballero sobre estribos rutilantes,
desde México hasta Honduras
mide leguas y semanas entre rocas y boscajes,
es más digno de los lauros
que los potros que galopan
en los cánticos triunfales
con que Píndaro celebra
las olímpicas disputas
entre el vuelo de los carros y la fuga de los aires

Y es más digno todavía
de las odas inmortales
el caballo con que Soto, diestramente,
y tejiendo las cabriolas como él sabe,
causa asombro, pone espanto, roba fuerzas,
y entre el coro de los indios,
sin que nadie haga un gesto de reproche,
llega al trono de Atahualpa y salpica con espumas
las insignias imperiales.

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

El caballo del beduino
que se traga soledades.
El caballo milagroso de San Jorge,
que tritura con sus cascos los dragones infernales.
El de César en las Galias.
El de Aníbal en los Alpes.
El Centauro de las clásicas leyendas,
mitad potro, mitad hombre,
que galopa sin cansarse,
y que sueña sin dormirse,
y que flecha los luceros,
y que corre como el aire,
todos tienen menos alma, menos fuerza, menos sangre,
que los épicos caballos andaluces
en las tierras de la Atlántida salvaje,
soportando las fatigas,
las espuelas y las hambres,
bajo el peso de las férreas armaduras,
cual desfile de heroísmos,
coronados entre el fleco de los anchos estandartes
con la gloria de Babieca y el dolor de Rocinante.

En mitad de los fragores del combate,
los caballos con sus pechos arrollaban
a los indios, y seguían adelante.
Y, así, a veces, a los gritos de «¡Santiago!»,
entre el humo y e fulgor de los metales,
se veía que pasaba, como un sueño,
el caballo del apóstol a galope por los aires

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Se diría una epopeya
de caballos singulares
que a manera de hipogrifos desolados
o cual río que se cuelga de los Andes,
llegan todos sudorosos, empolvados, jadeantes,
de unas tierras nunca vistas,
a otras tierras conquistables.
Y de súbito, espantados por un cuerno
que se hincha con soplido de huracanes,
dan nerviosos un soplido tan profundo,
que parece que quisiera perpetuarse.
Y en las pampas y confines
ven las tristes lejanías
y remontan las edades
y se sienten atraídos
por los nuevos horizontes:
Se aglomeran, piafan, soplan, y se pierden al escape.

Detrás de ellos, una nube,
que es la nube de la gloria,
se levanta por los aires.

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

LA TRISTEZA DEL INCA

Este era un Inca triste, de soñadora frente,
de ojos siempre dormidos y sonrisa de hiel,
que recorrió su imperio, buscando inutilmente
a una doncella hermosa y enamorada de él.

Por distraer sus penas, el Inca dió en guerrero;
puso a su tropa en marcha y el broquel requirió;
fue sembrando despojos sobre cada sendero
y las nieves mas altas con su sangre manchó.

Tal, sus flechas cruzaron inviolables regiones,
en que apenas los rios se atrevian a entrar;
y tal fue, derramando sus heroicas legiones:
de la selva a los andes de los andes al mar.

Fue gastando las flechas que tenía en su aljaba,
una vez y otra y otra, de región en región,
porque cuando salía victorioso, lograba
levantar la cabeza, pero no el corazón.

Y cansado de tanto levantar la cabeza,
celebró bailes magnos y banquetes sin fin,
pero no logra nada disipar su tristeza,
ni la sangre del choque, ni el licor del festín.

Nada entraba en el fondo de su espiritu oculto:
ni las cándidas ñustas de dignástico rol,
ni los cirios de Quito, consagradas al culto,
ni del Cuzco, tampoco, los vestales del sol.

Fue llamado el más viejo sacerdote; Adivina
este mal que me aqueja y el remedio del mal;
dijo al gran sacerdote, con voz trémula y fina,
aquel joven monarca, displicente y sensual.

-Ay,senor! – dijo el viejo sacerdote –
Tus penas remediarse no pueden; tu pasión es mortal.
La mujer que has ideado tiene anil en las venas
un trigal en los bucles y en la boca un coral.

– Ay, senor! – ciertos dias vendran hombres muy blancos,
Ha de oirse en los bosques el marcial caracol:
cataratas de sangre colmaran los barrancos,
y entrarán otros dioses en el Templo del Sol.

La mujer que has ideado pertenece a tal raza,
vanamente la buscas en tu innumera grey,
y servirte no pueden oración ni amenaza,
porque tiene otra sangre, otro dios y otro rey

Cuando el rito sagrado le mando optar esposa,
hizo astillas el cetro con vibrante dolor,
y aquel joven monarca se enterró en una fosa
y pensando en la rubia fue muriendo de amor.

NOSTALGIA

Hace ya diez años
que recorro el mundo.
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!

Quien vive de prisa no vive de veras:
quien no hecha raíces no puede dar fruto.

Ser río que corre, ser nube que pasa,
sin dejar recuerdos ni rastro ninguno,
es triste, y más triste para el que se siente
nube en lo elevado, río en lo profundo.

Quisiera ser árbol, mejor que ser ave,
quisiera ser leño, mejor que ser humo,
y al viaje que cansa
prefiero el terruño:
la ciudad nativa con sus campanarios,
arcaicos balcones, portales vetustos
y calles estrechas, como si las casas
tampoco quisieran separarse mucho…
Estoy en la orilla
de un sendero abrupto.
Miro la serpiente de la carretera
que en cada montaña da vueltas a un nudo;
y entonces comprendo que el camino es largo,
que el terreno es brusco,
que la cuesta es ardua,
que el paisaje mustio…

¡Señor!, ya me canso de viajar, ya siento
nostalgia, ya ansío descansar muy junto
de los míos… Todos rodearán mi asiento
para que diga mis penas y triunfos;
y yo, a la manera del que recorriera
un álbum de cromos, contaré con gusto
las mil y una noches de mis aventuras
y acabaré con esta frase de infortunio:

-¡He vivido poco! ¡Me he cansado mucho!

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A UNA INTERROGANTE [Mi poema]
Juan Clemente Zenea [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Escribo hoy para ti. Mi interrogante.
No sé si eres real, quizás no existas.
Mas sueño en ver te vistas y desvistas
y me hagas disfrutar como un amante,
me gusta te resistas.

Me tienes cual fantasma prisionero,
te miro y me entretengo en tu hermosura.
No tienes parangón. Ni la locura
habrá de comprender cómo te quiero,
dechada de finura.

Maldigo a la razón. Tú, mi delirio,
quimera, mi ilusión, mi fantasía,
te tiendo en el balcón de mi alegría,
de mi alma en su pupila eres colirio,
bendita esa utopía.

Sin ti me muero, amor tan solidario,
cual muere con un soplo una entelequia,
la sangre queda inane en una acequia.
Te adoro, inspiración, el santuario
su luz con que me obsequia.
©donaciano bueno

#Bendita inspiración! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Clemente Zenea

LÁGRIMAS

Ave que cruzas callada
el mundo de mis delirios,
blanca azucena brotada ,
en un vaso de cristal;
visión de todos mis días,
sueño de todas mis noches,
hermosa flor que vivías
con aliento mundanal.

¡Bella mujer! ¿qué te has hecho?
¿Por qué no siento tu mano
tocar mi frente y mi pecho,
y encender mi corazón?
Ave errante, ¿dónde fuiste?
¿Te has marchitado, azucena?
Sueño, ¿te desvaneciste?
¿Te evaporaste, visión?

¿Do están tus rayos, estrella?
¿Do te has ido, hija del cielo,
la del alma pura y bella,
la del rostro angelical?
¡Acaso en tus sinsabores
llorando está, mi adorada,
tus desdichados amores
y mi destino fatal!

Cuando la tierra se viste
con su ropaje de viuda,
y asoma la luna triste
en la azulada región,
por mi mejilla descienden,
salobres y abrasadoras,
gotas, ¡ay!, que se desprenden
de mi enfermo corazón.

Porque a estas horas me acuerdo
de mi existencia pasada,
y en ella no hay un recuerdo
que amargo deje de ser.
De mi vida cada escena
es una historia de luto,
cada memoria una pena,
cada instante un padecer.

Entonces se me aparece
tu imagen de fada errante
que sobre la mar se mece
al morir radiante el sol.
Entonces tus ojos miro
aun más negros que la noche,
y en tu hermosa faz admiro
las tintes del caracol.

Entonces, saben los cielos
que me acusa la conciencia
proporcionarte desvelos
con mi torpe ingratitud,
¡y sabe Dios, alma mía,
que tu tormento y tu llanto
contribuyeron un día
a entristecer mi laúd!

Sobre sus cuerdas rodaron,
una tras otras perdidas,
las lágrimas que brotaron
tus ojos en tu aflicción.
Desahogando tus pasiones
al descender temblorosas,
formaron lánguidos
con su tenue vibración.

Son perlas, ángel divino,
que valen más que mi vida,
y aun más de lo que el destino
me quisiera conceder,
¡oh! ¡si pudiera beberlas,
yo en mi pecho guardaría
esas blanquísimas perlas
que están secando tu ser!

¡Pero mi boca es impura,
y ese raudal de diamantes
presta brillo a tu hermosura
y consuelo a tu dolor!
Mis labios tu faz tocando
no habrán de mancharla, hermosa,
tú estás de amores llorando,
¡y quiero verte llorar…!

MORIR DE AMOR

Ven, pajarillo, a mis prados,
ven a posarte en sus calles
sobre un lirio de los valles,
sobre un ciprés temblador;
alégrame con tus trinos,
muestra al sol tus lindas galas,
y arrúllame con tus alas
que estoy muriendo de amor.

Sauce verde en cuyas hojas
la luna su rayo quiebra,
cuyas ramas te celebra
el viento murmurador;
tú que en horas de ventura
susurrando me dormiste,
concédele sombra al triste
que está muriendo de amor.

Te mandé un suspiro anoche,
mas puede haberse perdido,
y acaso estará escondido
en la copa de una flor;
o errante sobre una fuente
tal vez mi mensaje olvida,
y no te anuncia, ¡oh Mercida!,
que estoy muriendo de amor.

Tú que a vivir me enseñaste,
tú que mis penas consuelas,
querubín que alegre vuelas
en torno del trovador,
déjame aspirar la esencia
que de tus labios exhalas,
y cúbreme con tus alas
que estoy muriendo de amor.

INTRODUCCIÓN

Al salir temblando Véspero
del seno azul de los mares,
viene a besarme la frente
la musa de mis romances.
Mas no penséis que en mi espíritu
se entronicen vanidades,
porque yo mismo lo he dicho:
¡mi esperanza es un cadáver!

Yo canto como los pájaros,
yo entonces lanzo a los aires
en la voz de la alegría
la expresión de hondos pesares.
Morirá mi acento lánguido,
y si algún eco dejare
en la atmósfera del siglo,
no podrá ofender a nadie.

¿Qué hallaréis en estas páginas?
Unas baladas fugaces
en que a las brisas del mundo
el alma sus flores abre;
Recuerdos de nieblas lúgubres,
melodías de los valles,
himnos del cielo en el golfo,
tristes lamentos de un sauce;

Que ese sol que baja pálido
tras mis montañas natales,
y ese murmullo del bosque
que vaga en ondas errantes;
¡Me anuncian, ¡ay!, el crepúsculo
de una ilusión adorable,
la noche en mi pensamiento,
y en mi corazón la tarde!

FIDELIA

Et dans chaque feuille qui tombe
Je vois un presage de mort.
Millevoye

¡Bien me acuerdo! ¡Hace diez años!
¡Y era una tarde serena!
¡Ya era joven y entusiasta,
pura, hermosa y virgen ella!
Estábamos en un bosque
sentados sobre una piedra,
mirando a orillas de un río
como temblaban las hierbas.

¡Yo no soy el que era entonces
corazón en primavera,
llama que sube a los cielos,
alma sin culpas ni penas!
Tú tampoco eres la misma,
no eres ya la que tú eras,
los destines han cambiado:
¡yo estoy triste y tú estás muerta!

La hablé al oído en secreto
y ella inclinó la cabeza,
rompió a llorar como un niño,
y yo amé por vez primera.
Nos juramos fe constante,
dulce gozo y paz eterna,
y llevar al otro mundo
un amor y una creencia.

Tomamos, ¡ay!, por testigos
de esta entrevista suprema,
¡unas aguas que se agotan
y unas plantas que se secan!…
¡Nubes que pasan fugaces,
auras que rápidas vuelan,
la música de las hojas,
y el perfume de las selvas!

No consultamos entonces
nuestra suerte venidera,
y en alas de la esperanza
lanzamos finas promesas;
no vimos que en torno nuestro
se doblegaban enfermas
sobre los débiles tallos
las flores amarillentas.

Y en aquel loco delirio
no presumimos siquiera
¡que yo al fin me hallara triste!
¡Que tú al fin te hallaras muerta!
Después en tropel alegre
Vinieron bailes y fuestas,
y ella expuso a un mundo vano
su hermosura y su modestia.

La lisonja que seduce,
y el engaño que envenena,
para borrar mi memoria
quisieron besar sus huellas;
pero su arcángel custodio
bajó a cuidar su pureza,
y protegió con sus alas
las ilusiones primeras;

conservó sus ricos sueños,
y para gloria más cierta
en el vaso de su alma
guardó el olor de las selvas;
guardó el recuerdo apacible
de aquella tarde serena,
¡mirra de santos consuelos,
áloe de la inocencia!…

Yo no tuve ángel de guarda,
Y, para colmo de penas,
desde aquel mismo momento
está en eclipse mi estrella;
que en un estrado una noche,
al grato son de la orquesta,
yo no sé por qué motivo
se enlutaron mis ideas;

sentí un dolor misterioso,
torné los ojos a ella,
presentí lo venidero:
¡me vi triste y la vi muerta!
Con estos temores vagos
partí a lejanas riberas,
y allá bañé mis memorias
con una lágrima acerba.

Juzgué su amor por el mío,
entibióse mi firmeza,
y en la duda del retorno
olvidé su imagen bella,
pero al volver a mis playas,
¿qué cosa Dios me reserva?…
¡Un duro remordimiento,
y el cadáver de Fidelia!

Baja Arturo al occidente
bañado en púrpura regia,
y al soplar del manso Alisio
las eolias arpas suenan;
gime el ave sobre un sauce,
perezosa y soñolienta,
se respira un fresco ambiente,
huele el campo a flores nuevas;

las campanas de la tarde
saludan a las tinieblas,
¡y en los brazos del reposo
se tiende naturaleza!…
¡Y tus ojos se han cerrado!
|Y llegó tu noche eterna!
¡Y he venido a acompañarte,
y ya estás bajo la tierra!…

¡Bien me acuerdo! Hace diez años
de aquella santa promesa,
y hoy vengo a cumplir mis votos,
¡y a verte por vez postrera!
Ya he sabido lo pasado…
Supe tu amor y tus penas,
y hay una voz que me dice
que en tu alma inmortal me llevas.

Mas… lo pasado fue gloria,
pero el presente, Fidelia,
el presente es un martirio,
¡yo estoy triste y tú estás muerta!

DIARIO DE UN MÁRTIR

I

[…]

II

Si después que yo muera,
al hogar de un amigo
mi huérfana infeliz y pordiosera
llega implorando protección y abrigo;

y albergue hospitalario
encuentra en sus desgracias,
yo saldré del sepulcro solitario
y al buen amigo le daré las gracias.

III

¡Catorce veces! -¡Una vida entera!-
Al llegar este día,
despertaba mi hermosa compañera
sonriendo de esperanza y de alegría.

Era que entonces recordaba, cuando
rendida el alma ardiente,
en una hora feliz puse temblando
la corona nupcial sobre su frente.

Y hoy, al abrir sus ojos, ¡qué amargura!
¡Oh! ¡Cómo habrá sufrido!
al comparar su inmensa desventura
con las delicias del placer perdido.

En bello porvenir albas hermosas
yo tierno le anunciaba
y al renovar los lirios y las rosas
incienso y mirra en el altar quemaba.

Era todo placer, fiesta solemne.
Y un ángel Dios quería
que encendiese la lámpara perenne
que ante la imagen de mi amor ardía.

Nunca turbamos con el ceño adusto
la paz del sentimiento;
y nos bastaban para dicha y gusto
modesta casa y corazón contento.

La postrera ocasión que así nos vimos,
libre el alma de engaños,
en el gozo habitual nos prometimos
saludar el mejor de nuestros años,

y así seguir sin vanidad ni orgullo,
cuidados ni temores,
viendo el tiempo correr sin un murmullo
como un agua que corre entre las flores,

y al apagar la juventud su fuego,
ver en tarde callada
el tibio sol de la vejez… y luego
su tumba al lado de mi tumba helada.

Y soñamos al fin de humanas cuitas.
Dos cruces y dos losas;
sobre mi cruz humildes margaritas,
sobre su cruz fragantes tuberosas.

Mas no vimos al ver tantas bondades
y bendecir al cielo,
las aves que presagian tempestades
tras nuestra barca en fugitivo vuelo.

Y llegó la tormenta: -se ennegrecen
los densos nubarrones;
las olas con las olas se enfurecen,
silban y braman rudos aquilones;

¡y nos hunden, mi bien, hados impíos
en un momento aciago!
¡Y en el revuelto mar, yo con los míos
en esta noche de dolor naufrago!

IV

Cesaron, ¡oh mi Dios!, las alegrías
del amor terrenal con sus anhelos.
Y ya empezaron a correr los días
del santo amor que seguirá en los cielos.

Conmigo seguirá, si por los vagos
espacios de la tumba, en paz y calma
navega el hombre en bonancibles lagos,
y un viaje inmortal emprende el alma.

Y ¡oh! nunca borre caprichosa suerte
la imagen ¡ay! que tu memoria encierra;
para amarte en el seno de la muerte
como tú me amarás desde la tierra.

Pero si quieres despertar mis celos,
y ni en tu mente alguna vez me nombras,
en la homérica selva de asfodelos
irá mi sombra a atormentar las sombras.

Mas no me olvidarás -que no se olvida
una como la nuestra, larga historia;
¡y al decirnos adiós en esta vida
nos dijimos adiós hasta la gloria!

V

Con su voz infantil, voz deliciosa
que vibra en mis oídos todavía,
al llover de la nieve silenciosa
libros de cuento mi Piedad leía.

Al pie de la caliente chimenea
yo al ver su rostro satisfecho estaba;
y mi santa mujer, ¡bendita sea!,
allí a su lado en su labor pensaba.

Ayer así nos contemplaba el cielo;
y hoy en mi hogar las desventuras moran,
ellas suspiran en extraño suelo
y mi destino y mi tormento ignoran.

Y yo al recuerdo de mis horas bellas
no se si viven mientras yo no muero;
¡y aquí pensando sin cesar en ellas
el fin del drama en la prisión espero!

VI

¡Oh! ¡Qué grato sería
libre y feliz sin pesadumbre alguna,
con la adorada mía
por la floresta umbría
vagar al rayo de esta blanca luna!

¡Y orillas de la fuente
ver la niña soltar sus trenzas blondas
al aromado ambiente,
y el agua transparente
con su imagen jugar sobre las ondas!

Y no con tanto anhelo,
harto el herido corazón de quejas
y amargo desconsuelo,
¡un pedazo de cielo
ponerme a mendigar desde las rejas!

¡Oh! ¡Cuántas, dueño amado,
noches tan llenas de esplendor, tan bellas,
en tiempo afortunado
los dos hemos pasado
al trémulo brillar de las estrellas!

Del espacio, señora,
con sus dardos de plata perseguía
eterna viajadora
la Diana cazadora
nube tras nube en la región vacía.

Contaba sus dolores
el ruiseñor a los favonios leves,
nos daban sus olores
las tempranas flores,
y un fresco soplo las postreras nieves.

¡Y la suerte entre tanto
pensaba convertir en un lamento
el armonioso canto
trocar la risa en llanto
y el gozo puro en sin igual tormento!

¡Quién entonces creyera
que tan pronto, mi bien, gimiendo a solas
de mi fiel compañera
separado me viera
por dura cárcel y profundas olas?

Y ¿quién pensar podría
que la ilusión del porvenir risueño,
en no lejano día
volando pasaría
como una sombra en fugitivo sueño?

¿Y éstas son las hermosas
albas del porvenir? -¡Delirio insano!
¡Ay mis lirios y rosas!
¡Oh dichas engañosas!
¡Oh breves gozos del amor humano!

¡Qué alegre y bella estaba
mi compañera, la adorada mía,
cuando la nave a Veracruz llegaba,
y al asomar el día
en el fondo del cielo el Orizaba
su túnica imperial desenvolvía!

Columbrábanse apenas,
al borde de las playas inseguro
las fajas de las tórridas arenas;
y en el confín oscuro
de la heroica ciudad torres y almenas
y en un penón el artillado muro.

Después -¡oh cuadro hermoso!-,
preñadas nubes en su ruda espalda
sustenta el Chiquihuite portentoso;
y en su risueña falda
despliega el Aculcingo generoso
su rica vestidura de esmeralda.

Naturaleza adula
el valle en donde en la apacible siesta
el arpa santa una oración modula,
y en cuyo seno, enhiesta
levanta su pirámide Cholula
y la Malinche su empinada cresta.

Y nada igual tampoco
en horas de entusiasmo y de desvelos
soñó jamás el pensamiento loco,
como los claros cielos
que cubren la laguna de Texcoco
y de Ixtaxihuatl los eternos hielos.

Contentos y pesares
Chapultepec a los viajeros cuenta,
y al humo del incienso en los altares
noble, regia, opulenta,
en medio de sus bosques seculares
Tenoxtitlán magnífica se ostenta…

¡Tenoxtitlán! ¡Qué suerte!
¡Ya no más te veré! -La triste vida
los términos alcanza de la muerte;
que mi bien se despida
de ver su esposo y de tornar a verte,
¡y adiós! ¡Adiós, Tenoxtitlán querida!

VIII

Conozco esa canción; ecos perdidos
sus notas son de plácidas historias;
que a sus dulces y lánguidos sonidos
desde mi edad de fáciles victorias
están acostumbrados mis oídos.

Una noche -¿te acuerdas?- recorrías
las teclas de marfil: tierno, amoroso,
mirándome en tus ojos me veías,
y tú con el intérprete armonioso
los misterios del alma me decías.

Sentado junto a ti, mi pensamiento
de la existencia mísera y precaria
las cuitas olvidó; y un vago acento,
preludio de una mística plegaria,
la fiebre estremeció del sentamiento.

Después, dichosa, angelical, serena,
alegraste mi hogar con tu sonrisa
y esa canción que de pesar me llena,
que viene en alas de la errante brisa
y en las bóvedas cóncavas resuena.

¿Qué cosas al espíritu agitado
no dirán esas voces gemidoras?
¿Qué no dirán al pobre encarcelado,
hablándole en las ansias de estas horas
de alegres tiempos del amor pasado?

Le dicen, ¡ay!, que su infortunio es cierto;
que dentro del pecho el corazón sucumba
y allí repose inanimado y yerto
cual reposa el cadáver en su tumba.

¡Porque es verdad que su esperanza ha muerto!

IX

Prisión, enfermedad, negras pasiones
contra mí desatadas;
¡y tantas, tan acerbas aflicciones
en un pecho mortal acumuladas!

¡Por la esposa infelice suspirando,
y de mi niña ausente,
y el soplo de la suerte marchitando
los pálidos laureles en mi frente!

¡Oh Dios!, ¡que así mi corazón heriste!
Recibe un alma tierna;
¡cierra las puertas de este mundo triste!
¡Abre las puertas de la patria eterna!

X

Si el labio tuyo jamás me nombra,
y a Dios descanso por mí no pides,
del otro mundo vendrá mi sombra
para rogarte que no me olvides.

Y una voz de agonía
vibrará junto a ti,
y dirá noche y día
¡acuérdate, alma mía,
acuérdate de mí!

Si tú me llamas en tus dolores
y oyes un eco muy lastimero:
yo soy quien dice: -Mujer, no llores;
en el sepulcro, mi bien, te espero.

Y si acaso decides
no amar de nuevo aquí
y amor al cielo pides;
nunca mi amor olvides,
¡acuérdate de mi!

XI

La desgracia, es verdad, no viene sola;
cuando el piélago agita turbulento
su inmensa mole azul, y Dios apaga
la lumbrera del alto firmamento;
el bóreas bramador, ola tras ola
vertiginosa convulsión propaga.

Así, en la vida también, cuando el destino
marca las horas de infortunios llenas,
y sus alas los ábregos sacuden,
unas penas impulsan otras penas,
palpita el corazón, y en torbellino
todos los males a la vez acuden.

¡Paz y resignación! -ánimo fuerte
para ver deshacerse el dulce asilo
del doméstico hogar, y al furibundo
golpe que asesta sobre mí la suerte,
desnudo el pecho presentar tranquilo,
¡y que vacile y se desplome el mundo!

XII

-¿Te despides al partir,
de la niña? -¡No, por Dios,
que por no hacerla sufrir
me iré sin decirle adiós!

-Si llama al padre, al tornar
de la escuela, ¿qué diré?
-Que por no verla llorar,
sin verla el padre se fue.

-Se fue mi padre, ¡ay de mí!
¿Por qué nos abandonó?
-¿Volverá muy pronto? -Sí.
-¿Volverá, muy pronto? No.

-¿Y he de abrazarle al volver?
-Si, niña, le abrazarás.
-Si hay un cielo podrá ser;
¿abrazarme aquí? ¡Jamás!

XIII

Despierto, oyendo angustiado
que la voz de un ser amado
me llama con ansiedad,
¡y en el sitio acostumbrado
busco el lecho de Piedad!

¡Qué juego de la pasión!
¡Su lecho…! ¡Qué desvarío!
¡Qué mentirosa ilusión!
-¡Si no hay más lecho que el mío
en esta oscura prisión!

XIV

En el arábigo idioma
Lulú significa perla,
y el creyente de Mahoma
llama a su novia Lulú.
Al verte de gracia llena
tu padre así te decía,
que por hermosa y por buena
perla en la casa eras tú.

El mismo nombre te daba
yo también algunas veces,
cuando decirte anhelaba
mi ternura y mi pasión;
y al estar en ti pensando,
hoy, en el fondo del alma,
una voz me está gritando:

«¡Lulú de mi corazón!»

XV

Te mando, mi bien, un beso
y un suspiro desde aquí,
y sólo siento estar preso
por no hallarme junto a ti.

Mas como quiere la suerte
separarnos a los dos,
desde el umbral de la muerte
con el beso va un adiós.

Y como, aunque yo lo ansío,
no he de verte nunca más,
otro beso por el mío
en el Cielo me darás.

XVI

Mensajera peregrina,
que al pie de mi bartolina
revolando alegre estás,
¿de do vienes, golondrina?
Golondrina, ¿a dónde vas?

Has venido a esta región
en pos de flores y espumas,
y yo clamo en mi prisión
por las nieves y las brumas
del cielo del septentrión.

Bien quisiera contemplar
lo que tú dejar quisiste,
quisiera verme en el mar,
ver de nuevo el Norte triste,
ser golondrina y volar.

Quisiera a mi hogar volver
y allá, según mi costumbre,
sin desdichas que temer,
verme al amor de la lumbre
con mi niña y mi mujer.

Si el dulce bien que perdí
contigo manda un mensaje,
cuando tornes por aquí,
golondrina, sigue el viaje
y no te acuerdes de mí.

Que si buscas, peregrina,
do el ramaje un sauce inclina,
ningún sauce encontrarás;
y yo diré: -Golondrina,
golondrina, ¿a dónde vas?

No busques, volando inquieta, ,
mi tumba oscura y secreta.
Golondrina, ¿no lo ves?

En la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés.

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LAMENTO POR UN BELLO PAÍS [Mi poema]
Luis Franco González [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Del día en que te vió cuando eras bello
logrando que se hubiera enamorado
hoy ha vuelto a pasar justo a tu lado
pudiendo así apreciar por tu destello
que poco sigue igual, muy disgustado.

No acierta a comprender esa deriva,
a qué vino el sufrir tan desgraciado,
e intenta discernir lo que ha pasado
si aquello fue irreal, triste misiva,
o fuera la esperanza te ha olvidado.

Que aquel era un país lleno de flores
plagado de esperanza y de sonrisas
-las fiestas patronales con sus misas-
y hoy solo se habla aquí de sinsabores
sumido en el dolor, sin más premisas.

Mirando va hacia atrás y se pregunta
qué pudo sucederle al Ecuador,
a qué viene sufrir tanto dolor,
por qué debió admitir tal marabunta
que flores ya perdieran su color.
©donaciano bueno

Dios qué buen #vasallo si tuviera buen #señor! Share on X

¿Dónde queda aquel país que yo conocí hace ya unos 45 años en el que la inseguridad no era motivo del debate público?

MI POETA SUGERIDO:  Luis Franco González

F

Nada me aterra más
que la mano de una niña
rebuscando entre mis vísceras a Dios.

Yo tenía un romance con querubines
a los que penetraba cuarenta veces en
un día.

Un solo cuerpo con dos cabezas
¿es suficiente?

He aquí la victoria:
mujer agonizante, incolora y
desértica;
su nombre es Catástrofe.

[Los hijos detrás de la sangre]

Adoptando el color necesario:
cetáceos, anfibios, cuadrúpedos.
Levantemos la piel, sacudamos el
disfraz.

Yo tenía un ángel entre las páginas de
un parís frío
al que besé y amé debajo de los
manzanos.

Un solo cuerpo con dos cabezas
no era suficiente. Yo quería más, asesino, víctima.

Para que nos serviría la historia,
lo heleno, lo bárbaro, lo latino:

también reposa el silencio
en la sabiduría glacial del cobalto.

¿Cuál es el acto reparador
de ese NO que mancha las manos?
¿la cruz?
¿la cicuta?
¿la poesía?

I

a J. S.

No importa si el castigo viene para los
huérfanos.

El hombre ha hecho dentro de sí,
un refugio para otro hombre.

Una luz polvorienta
que encuentra un profundo lamento
de lo vacío.

Así que no interesa el hecho que la flor
nazca de la mañana turbia y sedienta.

He venido temprano, sin bozal,
sin trompetas expeliendo el vocablo
negro de los ídolos,
a escudriñar la furia de las gaviotas
en la crápula de la desidia.

Subí presuroso a la torre
para escribir este canto que acoge la
derrota.

Ya la nostalgia divide mi mente,
la letra y el sollozo,
el pedacito donde deposito mi catre
y el apellido materno que me figura.

Y he comprendido que la guerra
aún muerde los nervios de mi carne.

Esto no acabará nunca,
por más que lo desee.

DOS | LA CIUDAD NO DUERME

Yo quería conducir esta inmensidad con mi dedo deforme y decir
aquí en este silencio
hay un paso perdido que penetra con una respiración agitada otro escenario donde esta
[ciudad me encuentra inestable golpean los fragmentos para colorear este cansancio
he dicho que basta con atisbar como una madre arroja a Tauro y luego mira sus manos
[callosas para no caer en pecado sin embargo
bajo esta ciudad hay un pulso escondido que marca territorio para dársenos como
[consuelo en el mañana
nos dice que es hora de dormir nos dice que es hora de comer
y uno no tiene tiempo para pensar en estupideces uno siempre está con la cabeza
[aplastada en un vocabulario infinito sílabas que cuajan estaciones donde me verás caer
sílabas que cuajan parqueaderos donde mi ciencia abrirá sus piernas
nos dice que es hora de dormir nos dice que es hora de comer
y uno no tiene tiempo para esas trivialidades
uno debe afrontar este mundo con la cara con la que nos cuesta despertar
lavarse la lepra
inventarse el hoy porque el pasado fue un engaño cíclope arrastrándose en la avenida 9 de octubre entre los ríos y ese reloj de los pobres llevarse consigo el estertor y la
[cartografía inútil del canon porque a estas alturas ya no es cierto que solo hay una voz
las voces que me fueron confiadas las he perdido
las voces que tuvieron un futuro y eran mi cárcel hablo desde la otra ternura y no hay transparencia sino transpiración la jaula de donde me he escapado con el agua de la
[profanación para que los espejos vuelvan a ser un testigo
para que los últimos tripulantes digan:
solo nos quedan estas dos piernas manchadas con las que hemos esperado el amor y esta
[tinta crispando los pétalos que ahora mismo besan la arquitectura del asco.

-D-

Nada me aterra más
que la mano de una niña
rebuscando entre mis vísceras a Dios.
Yo tenía un romance con querubines
a los que penetraba cuarenta veces en un día.
Un solo cuerpo con dos cabezas
¿es suficiente?
He aquí la victoria:
mujer agonizante, incolora y desértica;
su nombre es Catástrofe.
[Los hijos detrás de la sangre] Adoptando el color necesario:
cetáceos, anfibios, cuadrúpedos.
Levantemos la piel, sacudamos el disfraz.
Yo tenía un ángel polifónico
al que besé y amé debajo de los manzanos.
Un solo cuerpo con dos cabezas
no era suficiente.
Yo quería más, asesino-víctima.
Para que nos serviría la historia,
lo heleno, lo bárbaro, lo latino:
también reposa el silencio
en la sabiduría glacial del cobalto.

¿Cuál es el acto reparador
de ese NO que mancha las manos?

¿la cruz?
¿la cicuta?
¿la poesía?

-F-

¿Para qué sirve la virilidad del pájaro
en las visiones noctívagas del espanto?

Ciertamente
vaciamos el vaso
y quedamos tendido
en la selva silenciosa
de un cuerpo enemigo.

¡Oh primavera sagitaria y perversa!

Hemos llegado lejos
sobre nosotros mismos.

La noche extenderá sus brazos
encima del mar que aún me espera

totalmente acabado.

CUATRO | Cabeza caída [Juan Bautista]

a los hombres de la Luna, porque también se lo merecen
No es verdad que la tierra borda tus huesos
con racimos despiertos en la voz de la guerra
ni tampoco es el verbo que te calla con la mirada secreta de la pascua
es la lluvia que cede ante tu mundo solitario
que se levanta a medianoche para llenar el cántaro
de armarios y de cuartos sucios con jeroglíficos gastados en civilizaciones tardías
es el viejo sol de la pregunta que vuelve a enfrentarse
para hacer de ti un instrumento monosílabo
que renuncia a tu rostro curtido en la espuma
rugoso como el nombre de la pólvora en la sien
y luego danza vaciando la timidez del adverbio
y finalmente ya no es el ojo de la otra escultura
que se agazapa entre tus rodillas
ni tampoco el camarada que te abandona bajo otro fuego
son las olas que los helechos bostezas para resplandecer en tu mano
son los pasos que crecen en el dolor que te alza como una virgen negada
luego viene la diáspora de las máscaras
y el aserrín de los que sobreviven ante el paraíso
y los breves capítulos de esta laguna
que ya no verás convertidos en profecía
ya los dientes no rechinan ni la calle redime el ayer que cae quemado
en el abrazo de los suspiros que arañan la mueca
son las tardes que salen ante el ay que todos conocen y reparten
la elegía que los tímpanos redoblan en la erección de los mariscos
cómo se consigue una descendencia semejante a la de los que nunca cruzan esta noche
cómo podemos retroceder ante el diálogo del padre abriendo las espinas del aceite
en algún sitio todo el saber es otro hombre alimentado por otra bestia
el águila que remueve la yerba salobre que crece en los senos y en los botes
los vientres que se enlazan para tender el camino a los extranjeros
pero a mi lado no estarás como si fueras el niño que alguna vez castré
no estarás a mi lado poblándote de ellos
no estarás a mi lado llamándolos ni cubriendo a los asteroides de cuerdas

no estarás arroyo corazón caballo
no estarás en la noche de mi muerte ni arrancarás mi mandíbula
no dirás: “por qué viven”
no dirás: “por qué el minuto”
simplemente cerrarás la boca
escucharás al cazador que se insinúa ante tu cresta
te hincharás con la desidia del rito que la danza propicia
y dirás: “ay, el cazador es un tierno silogismo”
y dirás: “no buscaré tu cabeza”
pero temo por las garras que los teatros aplastan sobre los frutos
el río que nunca deja de correr perforando la transparencia de mi sexo
temo por los días que ya no podremos nombrar en el desierto
y dirás: “ay, amor mío, los dioses también nos fallan”
y dirás: “ay, amor mío, la blancura de tu soplo bajo la sílaba luminosa de tus cometas”
y me iré tranquilo
mientras algún símbolo tose descaradamente en tu cara
al principio todo lo que se desmorona será la respiración que seca las puertas
para dormir hasta hincarse bajo las mismas pestañas
pero no
seguiré teniendo miedo
y no es el aire que me asegura tu cabeza
vuelvo a preguntar por el miedo
¿para qué quieres mis ojos?
¿para qué mi lengua morada?
no es mucho lo que me ha regalado la dureza de este corazón del que siempre huyo
no es mucho lo que el pueblo ofrenda a los pies que crujen la condena
hace poco él estuvo con el mugido de los últimos prisioneros
cabeza, a dónde las palabras dibujarán las primeras palabras
a qué arenas estrellarás el vino de los insectos suicidas
para saltar hacia la otra llaga de esta oscuridad
para retornar al mismo instante del odio
para enfermarme nuevamente con la música que es otro neologismo
las vocales azules que tú vaciaste en tus pantaletas
las vocales amarillas que corren hacia la felicidad para descolgarse
para quitarte las hojas
para encerrarte en el prisma de la luna menguante
hay tantos templos, cabeza
hay tantos hombres que debes atender sobre la espada que duerme bajo tu belleza
hay tantos hombres que no les darías un minuto de este filo
hay tantas cosas que excitarían al criminal que te existe
hay tantas cosas que existen, dulce cabeza
las cosas que nunca harás sin mí
sin mí serás un laberinto en el que los púberes encontrarían su guarida
delirios que el yo pregunta sobre mis ojos
¿para qué quieres mis ojos?
también me detengo para vivir y ser feliz contigo
alguien conmigo me dice: “vamos, no hay cansancio en tus manos”
alguien conmigo abre la puerta y señala mi catre
alguien conmigo está callado y cubre mis heridas
alguien conmigo cabeza, también puede ser un infame
ya no quiebres tu figura sobre el lenguaje en el que los pájaros nos abandonan
los años que el engranaje de esta desidia une en los surcos
las rutas que he trazado sobre otro cuerpo
para posar mis uñas y dejar de llorar por ti
ya no jugaré con tus versículos atrincherados en la bandeja plateada
ya no podré culparte por el vómito ni por los incendios
ni por erizar el infinito con un astro tosigoso
inmensa la noche que separa esta línea
inmensa la noche que no te contempla
inmenso este silencio en el que recojo tus vestidos
aquí está la línea que jamás leerás
_________________
aquí está este odio que jamás leerás
_________________
que jamás escupirás que jamás asumirás que jamás amarás
la línea que jamás podrás oler, la que no podrás arrastrar
la fatiga y el látigo, la carne y las hojas
para que puedas sentirte afortunado
para que puedas decir: “mis huesos son triturados por los números”
es simplemente otro ángel que retorna triste al espejo
para poder secar tus lágrimas, cabeza
para poder brindarte la humanidad que me quitaste
para avergonzarte y mostrar tus muertos
para poder decirte como una última advertencia:
“irás al mar para ver al niño que agoniza con tus demonios en el cedro”
y cerrarás la boca.

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LA VIDA EN SERIO [Mi poema]
Franklin Mieses Burgos [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Me he decidido a tomar la vida en serio
ahora que ya vislumbro nubarrones,
-las mentiras, las verdades, las razones-,
sometiendo y las soflamas a un asedio,
que argumentos necios son de los bribones.

La virtud y la maldad, las emociones,
los versos sueltos, la libertad y el tedio,
que vinieron a invadirnos nuestro predio,
los santos y los cantantes, sus canciones
del moriturus sentencias sin remedio.

De las iglesias que ensayan oraciones
el arte de aderezar los monasterios,
las cruces y medias lunas, los misterios
los profetas que a insuflarnos ilusiones,
aproximan hasta ti los cementerios.

Y así al final ya con el deber cumplido
mofarme de la belleza y la elegancia,
las banderas y los símbolos, la estancia,
después de la borrachera, haber perdido,
los derechos y el respeto a la vagancia.

Y puesto que más vale tarde que nunca
al fin tomé una valiente decisión,
Voy a sumarme al recurso del montón
instigando a la suerte a ver si trunca.
a la espera de que suene el diapasón.
©donaciano bueno

#Dime si te gusta o no, en serio...? Share on X

MI POETA SUGERIDOFranklin Mieses Burgos

MENSAJE A LAS PALOMAS

Id ahora a decirle a todas las palomas
que el milagro de Dios nos estaba esperando
oculto bajo el agua.

Que además de la luz -viva entraña del verbo-
igualmente fue el beso; la caricia del ala
de su sombra en las algas,
en medio de la noche sin alba de los peces.

Id ahora a decirle
que cuando la luz fue la primera sonrisa
caída de su espejo,
algo dejó de ser en torno de la luz,
algo rodó en pedazos debajo de su lámpara.

También id a decirle
que el solo hecho de ser
es ya una destrucción.

Porque sólo no siendo
es posible lo intacto.

PRIMERA EVASIÓN

Lo redondo es un ángel caído en el vacío
de su propio universo,
donde la oscura voz de su verdad resuena
llena de eternidad cerrada y de infinito.

Lo redondo es un río que sale y que torna
de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada
donde su ser gravita.

Por su forma la lengua de Dios está explicando
su gracia preferida,
la imagen con que muestra la sombra de su rostro
desnuda sobre el mundo.

-¿No es su ley la que esculpe la manzana del orbe,
el anillo que muerde el pedestal del árbol,
la cabeza del hombre?

Lo redondo es un ángel cautivo que no sueña,
que no se translimita de su cerrado cielo;
un ángel prisionero
que está sujeto a Dios como un objeto más
de amor entre sus dedos.

SEGUNDA EVASIÓN

-¿Quién encendió la lámpara perenne de la rosa?
¿Quién desató el pequeño enigma de la hoja,
de la apretada piedra donde habita el silencio?

Cuando el ángel pregunta ya deja de ser ángel;
la ignorancia es la espada desnuda que defiende
su rosa de inocencia;
la rosa que no sabe ella misma el origen
terrible de su nombre, de su propio fantasma
cerrado como un nudo de aroma hasta la muerte.

HUMILDE MAYO

Mayo trajo la flor, la milagrosa
palabra vegetal que arrulla el viento.
Mayo pobló su propio firmamento
con la sola presencia de una rosa.

Yo la miré ascender tan jubilosa
a su pequeño, débil monumento,
que fue como si viera el nacimiento
de una terrestre aurora luminosa.

Era su viva lumbre madrugada
una encendida hoguera encarcelada
en el cielo cerrado de su esfera.

Única roja rosa amanecida.
Rosa de una estación empobrecida.
¡Sólo con ella fue la primavera!

ESTE TACTO

«Con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido».

Este tacto solícito que abruma;
este vivir más hondo en los sentidos,
va descubriendo cielos escondidos;
nuevos mares ocultos en la espuma.

Ignorados espacios por la pluma
de misteriosos pájaros caídos,
mundos de claridades suspendidos
tras la pequeña noche de la bruma.

Nada perdura inédito al contacto
de este absorto mirar inquisitivo
de las pupilas íntimas del tacto.

Así de mi interior huyen las nieblas;
porque si ciego para el mundo vivo,
lleno de luz estoy en mis tinieblas.

VIVA MUERTE

Huésped del cuerpo humano que me cierra
en mortales mortajas hospedado,
transito con mi ser resucitado
como una viva muerte por la tierra.

Y cuanto miro en torno es una guerra
suscitada en un tiempo limitado,
por donde va cayendo derramado
el instante de vida que la encierra.

Sólo de muerte en muerte caminando,
sólo de vida en vida cada día
igual que una semilla germinando.

Va mi vivir hacia su cielo incierto;
llevando sin saber, en su agonía,
la muerte en vida, y con la vida, muerto.

EL CIELO DESTRUIDO

(«¡Oh, cielo riguroso! ¡Oh, triste suerte!
¡Que tantas muertes das con una muerte!»)

El cielo destruido porque llora
mi acongojado corazón humano,
no es el perenne cielo cotidiano
donde el rostro del tiempo se cobra.

El hondo cielo que mi ser añora
por ser de íntimo sol su meridiano,
ese cielo cayó desde mi mano
hacia una eterna noche sin aurora.

Nada queda de él. Sólo el recuerdo
a mitad del camino en que me pierdo
alza el hueco fantasma de su nombre.

Cielo del ser mejor en su mañana.
¡A cambio del sabor de una manzana
perdido para siempre por el hombre!

A LA SANGRE

Agua de soledad, agua sin ruido,
desatado cristal de pura fuente;
agua que va cayendo interiormente
en mi cielo más hondo y escondido.

¿Qué misterioso viento sumergido,
tu natural hechura de torrente
transfigura ideal y simplemente
en un rojo clavel enardecido?

Hay un íntimo dios que te construye.
El mismo dios que lento de ti fluye
por los labios abiertos de la herida.

Vivo clavel humano que perdura
sujeto por la leve arquitectura
de la fugaz estatua de la vida.

AMOR

(«Quien a las llamas del amor no muere»)

Es el amor en todas las edades
del ser que valeroso lo frecuenta,
una oscura semilla que fermenta
en etapas de calma y tempestades.

Más dado a lo irreal que a realidades
del suelo material donde se asienta,
va como oveja dulce que apacienta
en prados de celestes claridades.

Arquitecto del cielo que idealiza:
arde desde la lava a la ceniza
de sus propios volcanes desatados.

Hasta que por el fuego que lo inflama,
es consumido por la misma llama,
«en soledad de dos acompañados».

EL MENSAJE

(«Que del arte ostentando los primores»)

Allí en donde el ángel nos revela
su celeste palabra iluminada;
allí mi alma atenta se desvela sola
de madrugada a madrugada.

Por esta voz eterna que ella anhela
verla en carne de estatua edificada,
hay una fría caricia que la hiela
y un fuego que la enciende en llamarada.

No da el ángel su voz, porque la tira
desde aquel alto desolado clima
de la noche cerrada en que delira.

Hay que bajar del cielo a lo más hondo
de la insondable entraña de la sima,
para alcanzar su voz que está en eL fondo.

SONETO A LA MUERTE

(«Bella ilusión, por la que alegre muero»)

Llueve tu soledad de noche oscura,
de eslabones de sangre desatados,
y una más alta claridad fulgura
debajo de los párpados cerrados.

Todo fuera de ti se hace negrura,
amasijo de lienzos apretados,
donde no es necesario ni perdura
el aire de los cielos libertados.

La luz que irrumpe súbita en la sombra
de nuestra humana oscuridad terrena,
como un destello lívido que asombra;

esa lograda claridad postrera
llena de eternidad y de ti llena:
es la única lumbre verdadera.

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