A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

EL ENFERMO IMAGINARIO [Mi poema]
Juan María Maury [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

En la estancia reposa ya el finado,
la tez muestra un semblante muy sereno,
rezando unos amigos a su lado,
pretenden liberarle del pecado
mas todos hablan de él, fue un hombre bueno.

Al fondo en una esquina la esperanza
atenta a lo que ocurre allí se esconde.
Si alguno le pregunta no responde.
Librando están a punto la mudanza
e ignoran el lugar, no saben donde.

En medio los rumores y los rezos,
llorosas las humildes parihuelas.
Uniéndose al gemir van las candelas
que aguantan los insultos, los bostezos.
Insignes y sufridas, las esquelas.

Que allí lo que fenece es una historia
plasmada a sangre y fuego en un sudario.
Un acto de traición, la del corsario
que hoy, triste, quedará ya en la memoria.
viniendo a emborronar al calendario.
©donaciano bueno.

Crees que hoy #España está en riesgo de #muerte? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan María Maury

LA TIMIDEZ

A las márgenes alegres
Que el Guadalquivir fecunda,
donde ostenta pomposo
El orgullo de su cuna,

Vino Rosalba, sirena
De los mares que tributan
A España, entre perlas y oro,
Peregrinas hermosuras.

Más festiva que las auras,
Más ligera que la espuma,
Hermosa como los cielos,
Gallarda como ninguna,

Con el hechicero adorno
De tantas bellezas juntas,
No hay corazón que no robe,
Ni quietud que no destruya.

Así Rosalba se goza,
Mas la que tanto procura
Avasallar libertades,
Al cabo empeña la suya.

Lisardo, joven amable,
Sobresale entre la turba
De esclavos que por Rosalba
Sufren de amor la coyunda.

Tal vez sus floridos años
No bien de la edad adulta
Acaban de ver cumplida
La primavera segunda.

Aventajado en ingenio,
Rico en bienes de fortuna,
Dichoso, en fin, si supiera
Que audacias amor indulta,

Idólatra más que amante,
Con adoración profunda,
A Rosalba reverencia,
Y deidad se la figura.

Un día alcanza a otro día
Sin que su amor le descubra;
El respeto le encadena
Y ella su respeto culpa.

Bien a Lisardo sus ojos
Dijeran que más presuma;
Pero él, comedido amante,
O los huye o no los busca.

Perdido y desconsolado,
Una noche en que natura
A meditación convida
Con su pompa taciturna,

Mientras el disco mudable,
En que ceñirse acostumbra,
Entre celajes de nácar
Esconde tímida luna;

Al margen del sacro río
La inocente suerte acusa,
Y así fatiga los aires
Con endechas importunas:

«Baja tu velo
Amor altivo,
Mira que al cielo
Osado va;
Buscas en vano
Correspondencia;
Amor insano,
Déjame ya.

»Déjame el alma
Que otra vez libre
Plácida calma
Vuelva a tener:
¡Qué digo, necio!
El cielo sabe
Si más aprecio
Mi padecer.

»Gima y padezca,
Una esperanza
Sin que merezca
A mi deidad;
Sin que le pida
Jamás el premio
De mi perdida
Felicidad.

»Tímida boca,
Nunca le digas
La pasión loca
Del corazón,
Adonde oculto
Está su templo,
Y ofrenda y culto
Lágrimas son».

Más dijera, pero el llanto,
En que sus ojos abundan,
Le interrumpe, y las palabras
En la garganta se anudan.

Cuando junto a la ribera,
En un valle donde muchas
Del árbol grato a Minerva
Opimas ramas se cruzan,

Süave cuanto sonora,
Lisardo otra voz escucha,
Que, enamorando los ecos
Tales acentos modula:

«Prepara el ensayo
De más atractivos
La rosa en los vivos
Albores de Mayo:

»Si al férvido rayo
Su cáliz expone,
Que el sol la corone
En premio ha logrado,
Y es reina del prado
Y amor de Dïone.

»¡Oh fuente! En eterno
Olvido quedaras
Si no te lanzaras
Del seno materno;

»Tal vez el invierno
Tu curso demora,
Mas tú, vencedora,
Burlando las nieves,
A tu ímpetu debes
Los besos de Flora.

»Y tú, que en dolores
Consumes los años,
Autor de tus daños
Por vanos temores,

»En pago de amores
No temas enojos,
Enjuga los ojos;
Que el dios que te hiere
Más culto no quiere
Que audacias y arrojos».

Rayo son estas palabras
Que al ciego joven alumbran,
Quien su engallo reconoce
Y la voz que las pronuncia.

Y al valle se arroja, adonde
Testigos de su ventura
Fueron las amigas sombras
De la noche y selva muda;

Mas muda la selva en vano
Y en vano la sombra oscura:
No sufre orgullosa Venus
Que sus victorias se encubran.

Lo que celaron los ramos
Las cortezas lo divulgan,
Que en ellas dulces memorias
Con emblemas perpetúan.

Las Náyades en los troncos
La fe y amor que se juran
Leyeron, y ruborosas
Se volvieron a sus urnas.

LA RAMILLETERA CIEGA

Caballeros, aquí vendo rosas;
frescas son y fragantes, a fe;
oigo mucho alabarlas de hermosas;
eso yo, pobre ciega, no sé.

Para mí ni belleza ni gala
tiene el mundo, ni luz ni color:
mas la rosa del cáliz exhala,
dulce, un halito, un aroma de amor.

Cierra, cierra tu cerco oloroso,
tierna flor, y te duele de mí:
no en quitarme tasado reposo
seas cándida cómplice así.

Me revelas el bien de quien ama,
otra dicha negada a mí ser:
debe el pecho apagar una llama,
que no pueden los ojos arder.

Tu, que dicen la flor de las flores,
sin igual en fragancia y matiz,
tú la vida has vivido de amores,
del Favonio halagada feliz.

Caballeros, compradle a la ciega
esa flor que podéis admirar;
la infeliz con su llanto la riega:
ojos hay para solo llorar.

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MI PERRO ES UN CANALLA [Mi poema]
Padre Juan Arolas [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mi perro es un capullo. Siempre ladra.
La lengua va, me mira y me la saca.
Mi perro es un gruñón. Y se desmadra.
Con gritos mis oídos les taladra.
Y encima se hace caca.

Le saco a pasear y alza la pata,
¡tamaño sinvergüenza, qué descaro!
allí donde le pille, en una mata,
se mea, lo disfruta, ¡hasta lo cata!,
no tiene ni un reparo.

Si voy y le reprendo no hace caso,
que a mi siempre me dice come y calla,
no para de husmear a cada paso
se ríe cuando piensa en mi fracaso.
Mi perro es un canalla.

Mas ¡ay cuando me mueve las orejas
y muestra sus ojitos complacientes!
Me encuentro prisionero entre sus rejas.
Mi perro es un ladrón, no tengo quejas.
así enseñe sus dientes.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOPadre Juan Arolas

A Una Bella

Sobre pupila azul, con sueño leve
tu párpado cayendo, amortecido,
se parece a la pura y blanca nieve
que sobre las violetas reposó.
Yo el sueño del placer nunca he dormido:
sé más feliz que yo.

Se asemeja tu voz, en la plegaria,
al canto del zorzal de indiano suelo,
que sobre la pagoda solitaria
los himnos de la tarde suspiró.
Yo sólo esta oración dirijo al cielo:
«Sé más feliz que yo».

Es tu aliento la esencia más fragante
de los lirios del Amo caudaloso,
que brotan sobre un junco vacilante
cuando el céfiro blando los meció.
Yo no gozo su aroma delicioso:
sé más feliz que yo.

El amor, que es espíritu de fuego
que de callada noche se aconseja
y se nutre con lágrimas y ruego,
en tus purpúreos labios se escondió.
Él te guarde placer ya mí la queja:
sé más feliz que yo.

Bella es tu juventud en sus albores,
como un campo de rosas del Oriente;
al ángel del recuerdo pedí flores
para adornar tu sien, y me las dio.
Yo decía al ponerlas en tu frente:
«Sé más feliz que yo».

Tu mirada vivaz es de paloma:
como la adormidera del desierto,
causa dulce embriaguez, hurí de aroma
que el cielo de topacio abandonó.
Mi suerte es dura, mi destino incierto:
sé más feliz que yo.

Apartado De Ti, Surco Los Mares

Apartado de ti surco los mares,
¡oh cándida mujer!
Triste víctima he sido en tus altares,
¿y mía no has de ser?
¡Qué terrible en sus tétricos horrores
se muestra el mar, mi bien!
Pues yo temo más que sus rigores,
tu enfado o tu desdén.
El bramido de recios vendavales
no me intimida a mí;
no temo todo el peso de los males;
tu olvido, hermosa, sí.
Tú, sobre leves plumas reclinada
no sientes aflicción;
sostiene mi cabeza acalorada
la dura tablazón.
Si de volverte a ver tengo el consuelo,
te juro, por mi fe,
que tú serás mis glorias y mi cielo,
y al mar no volveré.
Si Dios me da que pueda coronarte
la sien de albo jazmín,
y un ósculo tomar al despertarte
del labio de carmín;
que en cambio de una lágrima muy pura
me des tus alegrías,
y cubras con un velo de ventura
mis noches y mis días,
jamás será que fíe en la bonanza
del mar y sus arenas,
ni cuelgue el sutil lienzo de esperanza
de débiles antenas.

Dios Hombre

¡Tanto exigió el humano desvarío!
Niño llora en la cuna: el Dios del cielo
Que es víctima de amor!
¡Ved al eterno sol temblar de frío
Para ablandar el corazón de hielo
Del hombre pecador!

Ven, suspirando, ven, que, cuando lloras.
Y en tu vagido exhalas triste ruego,
Me pongo a contemplar
Que tú pintaste el cielo y las auroras,
Tú diste al serafín alas de fuego,
Tú lindes a la mar.

Tú al águila altaneras que retrata
Su sombra en el peñasco más erguido,
Las fuerzas y el ardor;
Tú el colibrí las plumas de oro y plata
Mientras ebrio de aroma se ha dormido
Colgado de una flor.

¡Yaces en desnudez y amarga pena,
Tú que a los mismos ángeles encantas,
Delicia de Israel!
¡Tú que has vestido el campo de azucena;
Tú que has puesto una alfombra a nuestras plantas
De rosa y de clavel!

¡Estrella de Jacob!… Tu luz bendita,
Que saluda la iglesia enamorada
Con arpas de Sión,
De la prole de Adán, prole proscrita,
Borró en la inicua frente señalada
Divina maldición.

Aquel ángel que al hombre inobediente
Y a la mujer bañada en largo lloro
Sacó del sacro Edén,
Envainada la espada refulgente,
Segunda vez abrió las puertas de oro
Que guardan todo bien.

Las aves desplegaron voces puras
Cantando un himno de alabanza al cielo
Con grata suavidad:
Demos a Dios la gloría en las alturas,
Y la paz a los hombres en el suelo
De buena voluntad

Los árboles vistieron frescas flores,
Y enfrenado con hórridas cadenas,
Rasgado el pecho infiel,
Bajó del orco impuro a los horrores,
Para sufrir el colmo de las penas
El pérfido Luzbel.

Desde el principio existe tu hermosura.
Siempre inmutable, eterna y escogida;
Hoy has venido a nos
Nacido de una Virgen bella y pura,
Verdad, amor y vida de la vida,
Luz de Luz, Dios de Dios.

Égloga I

(…) Dulcísima porción del pecho mío,
Erífile divina y amorosa,
agosta el sol las flores, y aun no veo
flotar allá en la cumbre deliciosa
donde nace el sonoro y claro río
tu leve vestidura cual deseo.
¡Ay! Ninfa, según creo
te empeña en su carrera
la cierva más ligera
que habita de estos sitios la frescura,
ven aquí a disfrutar del aura pura,
que dañará tus pies tanta fatiga;
la tarde se apresura,
no tardes en venir, mi dulce amiga.

¡Cuánto te causa de placer y olvido
perseguir a los gamos inocentes
y al ciervo herir con flecha penetrante!
Apenas brilla el sol en el egido
las dulces ansias de alejarte sientes
por el espeso bosque y selva errante:
respira un sólo instante, recuerda que eres mía
y que tu compañía vida me puede dar;
tu ausencia, muerte;
pues es todo mi bien amarte y verte
viviendo en soledad libre de intriga
sin miedo de perderte,
muéstrame tu semblante, tierna amiga.

¿Te acuerdas de aquel día en que prendimos
en la red un incauto pajarillo,
y que en torno volanso sin reposo
del mirto al sauce y desde allí al tomillo
su tierna compañera luego vimos
piar con un gemido lastimoso?
¿Que al prisionero hermoso
la libertad le diste
y al paso me dijiste:
«Para los que amor une no hay tormento
más agudo que el duro apartamiento
que al corazón más tierno más castiga»?
Recuerda aquél momento,
recuerda tus palabras, bella amiga.

Busca la limpia fuente al arroyuelo
entre menudas guijas murmurando,
los arroyos al río caudaloso,
y éste al profundo mar va caminando:
si miras, Ninfa mía, al claro cielo
de la serena noche en el reposo,
verás cuán luminoso
se muestra aquel lucero
eterno compañero
de la cándida luna refulgente:
amor a unión inclina cuanto siente
desde el ave de Jove hasta la hormiga;
mi pecho no consiente
por esta ley tu ausencia, bella amiga…

La Tristeza

Bella si risueña estás,
y si triste eres hennosa,
si pálida y pesarosa
mucho más.

Como aquel que te crió
y que en tus lindos ojuelos
puso el azul de los cielos,
te amo yo.

Y si el suelo en que nací,
de miseria y de dolor,
me merece algún amor,
es por ti.

Todo aquel carmín se fue
que formaba tu decoro;
estás triste y más te adoro
por mi fe.

Pues no es menos celestial
con las nubes del desmayo
el crepúsculo del mayo
matinal.

Ni pierde el sol su esplendor
si se entibia en el ocaso,
ni la luna si da escaso
su fulgor.

Cual en mis sueños te vi
me enamoras, dulce amiga;
¿quieres que mi Voz lo diga?
Pues así:

En mórbida languidez
cuando extravío de amor
ha marchitado el color
de tu tez;

en un Párpado feliz
la lágrima transparente
que ha nacido de la fuente
del desliz;

el seno que se contenta
con un descuido muy leve,
y si deja ver su nieve,
no la ostenta.

Silenciosa así te miro
y en tierna enajenación
me rinde el corazón
un suspiro.(…)

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NADA ES VERDAD NI ES MENTIRA [Mi poema]
José Joaquín de Mora [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Nada es cierto ni es mentira, me da igual,
nadie sabe la verdad de lo que dice,
que este mundo es un completo carnaval
así sea el mismo dios quien lo bendice.

Los valores esenciales de la infancia
los que antaño me inculcaron y creía
se han cambiado de chaqueta y su constancia
putrefacta se escapó en la cañería.

Casi todos, compañeros, mis amigos
han mudado de opinión y sus valores
ni siquiera han conservado, y son mendigos
del aroma que destila de otras flores.

Mi refugio, el manicomio, en él me escondo,
que allí a gusto en mi aposento bien me encuentro,
si me dicen que me digan, no hay trasfondo,
mi conflicto siempre viene desde dentro.

Que pensar, bien sabe dios, no trae a cuenta
y creer en lo que ves eso es de ilusos,
hoy he puesto a mi cerebro ya la venta,
beneficios no me aportan sus abusos.
©donaciano bueno

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En este mundo traidor
nada es verdad ni es mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor

MI POETA SUGERIDO:  José Joaquín de Mora

El desterrado

En abandono sumido
mis pesares entretengo
con este refrán sentido:
Tuve hogar y lo he perdido,
tuve patria y no la tengo.

Miro en redor y no encuentro
quien me halague y me sonría:
vivo fuera de mi centro,
y el alma me dice adentro
que esta no es la patria mía.

Al bosque voy aburrido,
y cuando del bosque vengo
canto mi refrán sabido:
Tuve hogar y lo he perdido,
tuve patria y no la tengo.

Con tenacidad extraña
me aqueja esta pesadumbre;
y la ilusión no me engaña,
que en desventura tamaña
no hace mella la costumbre.

Meditando en lo que he sido,
mi triste vida mantengo,
y nunca esta letra olvido:
Tuve hogar y lo he perdido,
tuve patria y no la tengo.

Epigrama

Trajes de moda y muy finos
tiene Juana la elegante,
pero nada es semejante,
al pañolón de merinos.

Gil, que celebrarlo oyó,
dijo con tono sincero:
pues, señores, el carnero
que da la lana, soy yo.

Imitación de Lord Byron

Plus mme une vaine ombre.
Victor Hugo.

Nadie sonríe en torno; nadie enjuga
si trabajo, el sudor; si gimo, el llanto;
si el enojo la frente acaso arruga,
nadie tiembla de espanto.

Ni muelle brazo que mi sien apoyo.
Tras las faenas del penoso día;
nadie los ecos de mis rimas oye
con blanda simpatía.

Nadie a la puerta, exánime, si tardo,
cuenta las horas, implorando al cielo;
y yo de nadie la venida aguardo
para calmar mi anhelo.

No hay ser viviente, si el dolor me abruma,
que vigorice el abatido pecho.
Una huella no más dobla la pluma
del solitario lecho.

Pues ora, huelgue el corazón, ya rotos
los vínculos están; y ya pareces,
Fortuna, blanda a los ardientes votos,
frustrados tantas veces.

Sepa quien puso en la turbada frente,
mezclada con el mirto la amapola,
cuanto placer sin ella el alma siente;
y sépalo ella sola.

Gocemos ambos; ella en el tumulto
de pasiones que excita su belleza;
yo, consagrado al misterioso culto
de la Naturaleza.

El tiempo y la amistad

Al Tiempo dijo Amistad:
hazme un lugarcito, hermano.
Alargándole la mano,
el Tiempo responde: entrad.

Al Dios ciego dije, no;
porque fijarlo no sé.
A vos digo, sí; porque
duráis tanto como yo.

Convite para ir al campo
Lisi ¿por qué no bajas a la aldea?
¿Qué hechizo tiene el tráfago anheloso
de la ciudad potente
para el alma inocente?

¿Por qué condenas al pesado yugo,
y a la escena de míseras pasiones,
y de acechanzas viles
tus años juveniles?

¿Por qué sumir en ese abismo oscuro
de rumoroso aturdimiento al alma,
para gozar nacida,
y en hierros oprimida?

¿Puede aspirar, en la pesada niebla
que a la opulencia y al poder circunda
los perfumes del aura
que sus fuerzas restaura?

¿Ni de Natura el cándido lenguaje
oír entre la turba vagarosa
que al audaz que la guía
ciega y dócil se fía?

¿Ni conservar el natural instinto
que a la virtud y a la bondad la lleva,
do verdad se estremece,
y tímida enmudece?

Ven, Lisi, al campo, ven; del almo cielo
la inmensidad verás, no interrumpida
por altos torreones
de lóbregas prisiones.

Y el blando césped hollarás, cubierto
de rocío oloroso, no teñido
con sangre del humano,
que vertiera su hermano.

Ecos oirás confusos de balidos
y lejanos cencerros, y de arroyos;
y el viento que murmura
por la verde espesura.

Gratos muy más que el atambor guerrero,
y que el himno sacrílego que entona
al Dios del universo,
hipócrita perverso.

Mansión de holgura y perenal deleite
los campos son. En ellos sin estorbo,
la libertad divina,
triunfa, goza y domina.

La irresolución

 Wether’tis better.
Shakespeare


En la soledad umbrosa
de un bosque, al anochecer,
pensativa y afanosa,
batallando está una hermosa
entre el amor y el deber.

Si va donde amor la llama,
sus pasos deber reprime;
el deseo que la inflama
con acerba voz comprime
temor de perder la fama.

Sabe que ansioso la espera
quien fe eterna le ha jurado;
mas la obligación severa,
de su pecho atormentado
la inclinación exaspera.

Venció amor, no hay más temer
lo que diga la opinión.
Echa a andar…; mas sin querer
deja hablar a la razón
y cede amor al deber.

Otra vez amor insiste,
y otra deber reconviene.
Turbada, anhelosa, triste,
se adelanta, y se detiene,
y ora cede, ora resiste.

En pensar lo que ha de hacer
pasa el tiempo sin sentir,
aunque es sentir padecer:
ya es tarde para acudir,
y tarde para volver.

Después, de amargo rigor
entre esperar y temer,
reflexiona con dolor
que está ofendido el deber,
y descontento el amor.

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MORITURI TE SALUTANT [Mi poema]
Eulogio Florentino Sanz [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Cuando la luz se apaga, el sol no hiere,
cuando el cielo se oculta al infinito,
cuando acabe este verso que hoy recito
y se pueda saber por qué se muere.

Cuando el viento ya deje de dar vueltas
mezclando, insolidario en el ambiente
el llanto de algún eco efervescente
que obligue a la verdad a rendir cuentas.

Habrán subido a verme al escenario
la luz, el cielo, el sol y el verso escrito
y todos, sabe dios, si eso es maldito,
habremos de exculpar al diccionario.

Que un día, no sé cuándo, ha de llegar
que el viento ha de llevarse a las palabras,
que allí no han de quedar ni las macabras
y al fin ya han de pasar a descansar.
©donaciano bueno

Los múltiples #idiomas matan las #palabras? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Eulogio Florentino Sanz

¿Por qué las rosas son tan pálidas?

¿Por qué, dime, bien mío, las rosas
tan pálidas yacen?

¿Por qué están en su césped tan muertas
las violas azules?… ¿Lo sabes?

¿Por qué, dime, tan flébil gorjea
la alondra en el aire?

¿Por qué exhalan balsámicas yerbas
hedor de cadáver?

¿Por qué llega tan torvo y sombrío
el sol a los valles?

¿Por qué, dime, se extiende la tierra,
cual sepulcro, tan parda y salvaje?

¿Por qué yazgo tan triste y enfermo
yo propio?… ¿Lo sabes?

¿Por qué, aliento vital de mi alma,
por qué me dejaste?

“Surca, fugaz pensamiento”.

Surca, fugaz pensamiento,
en las alas del amor,
surca las randas del viento;
llega a ella, en un momento,
de un suspiro portador.
Llega… si la hallas dormida,
no la recuerdes del sueño;
que, entre ilusiones perdida,
tal vez sueña embebecida
platicando con su dueño.
Tal vez allá en su ilusión,
el momento se figura
en que con dulce emoción
la ofrecí mi corazón
palpitando de ternura.
…………………………………
Cuán hermosa en su rubor!
tiene quince años apenas,
y un pensamiento de amor
da a su faz ese color
de clavel sobre azucenas.
Venturoso pensamiento,
préstame tus alas… no!
perdona mi loco intento,
que en tan hermoso momento
no debo mirarla yo.
Tú, dichoso, que la ves,
dala ¡ay! un beso por mí;
pero, no… no se le des,
que vengará en mí después
la audacia que estuvo en ti.
Plegando el ala ligera,
gira en torno de su cuello,
y en su blonda cabellera
posa un instante siquiera,
sin que se aperciba de ello.
…………………………………
Si una sospecha traidora
en su corazón se anida,
dila que Flavio la adora,
y que no la olvida un hora…
mas… que lo escuche dormida.
Si te atreves, por ventura,
dila que la amarga herida,
de mi corazón tortura,
un beso suyo la cura…!
mas… que lo escuche dormida.
Dila con blanda querella
que es el alma de mi vida;
que es de mi noche la estrella;
dila… que mi Dios es ella…!
mas… que lo escuche dormida.
Y así, trocado en su mente,
si un sueño malo la aqueja,
soñará más dulcemente;
y verás cómo en su mente
la felicidad refleja.
Dila, en fin, mientras palpitas
al roce de sus cabellos,
que sólo endulzan mis cuitas
estas flores, ya marchitas,
con que se adornaron ellos!

Lejos ¡ay! de sus amores,
así, con sentido acento,
Flavio, triste y sin colores,
dijo, besando unas flores,
a su loco pensamiento.
Y entre tanto, ¡femetinda!
para la traición alerta,
diz que el alma de su vida
no le idolatra dormida,
porque le vende despierta.

Epístolia a Pedro

Quiero que sepas, aunque bien lo sabes,
Que a orillas del Sprée (ya que del río
Se hace mención en circunstancias graves)

Mora un semi-alemán, muy señor mío,
Que entre los rudos témpanos del Norte
Recuerda la amistad y olvida el frío.

Lejos de mi Madrid, la villa y corte,
Ni de ella falto yo porque esté lejos,
Ni hay una piedra allí que no me importe;

Pues sueña con la patria, a los reflejos
De su distante sol, el desterrado,
Como con su niñez sueñan los viejos.

Ver quisiera un momento, y a tu lado,
Cuál por ese aire azul nuestra Cibeles
En carroza triunfal rompe hacia el Prado . . .

¿Ríes? . . . Juzga el volar cuando no vueles . . .
¡Átomo harás del mundo que poseas
Y mundo harás del átomo que anheles!

Al sentir coram vulgo no te creas . . .
Al pensar coram vulgo, no te olvides
De compulsar a solas tus ideas.

Como dejes la España en que resides,
Donde quiera que estés, ya echarás menos
Esa patria de Dolfos y de Cides;

Que obeliscos y pórticos ajenos
Nunca valdrán los patrios palomares
Con las memorias de la infancia llenos.

Por eso, aunque dan son a mis cantares
Elba, Danubio y Rhin, yo los olvido
Recordando a mi pobre Manzanares.

¡Allí mi juventud! . . . ¡ay! ¿quién no ha oído
Desde cualquier región, ecos de aquella
Donde niñez y juventud han sido?

Hoy mi vida de ayer, pálida o bella,
Múltiple se repite en mis memorias,
Como en lágrimas mil única estrella . . .

Que quedan en el alma las historias
De dolor o placer, y allí se hacinan,
Del fundido metal muertas escorias.

Y, aunque ya no calientan ni iluminan,
Si al soplo de un suspiro se estremecen,
¡Aún consuelan el alma! . . . ¡o la asesinan!

Cuando al partir del sol las sombras crecen,
Y, entre sombras y sol, tibios instantes
En torno del horario se adormecen;

El dolor y el placer, férvidos antes,
Se pierden ya en el alma indefinidos,
A la luz y a la sombra semejantes.

Y en esta languidez de los sentidos,
Crepúsculo moral en que indolente
Se arrulla el corazón con sus latidos,

Pláceme contemplar indiferente
Cuál del dormido Sprée sobre la espalda
Y en lúbrico chapín sesga la gente.

O recordar el toldo de esmeralda
Que antes bordó el Abril en donde ahora
Nieve septentrional tiende su falda:

Mientras la luz del Héspero incolora
Baria el campo sin fin, que el
Norte rudo Salpicó de brillantes a la aurora.

• • • • • •

¡Hijo de otra región, trémulo y mudo
Con la mirada que por ti paseo.
Nieve septentrional, yo te saludo!

Una tarde de Mayo (casi creo
Que salta a mi memoria su hermosura
De este cuadro invernal, como un deseo),

Una tarde de flores y verdura,
Rica de cielo azul, sin un celaje,
Y empapada en aromas y frescura;

En que, al son de las auras, el ramaje
Trémulo de los tilos repetía
De otros lejanos bosques el mensaje;

Yo, con mi propio afán por compañía,
Del recinto salí que nombró el mundo
Corte del rey filósofo algún día.

A su verdor del Norte sin segundo,
De un frondoso jardín los laberintos
Atrajeron mi paso vagabundo . . .

En armoniosa confusión distintos,
Cándidos nardos y claveles rojos,
Tulipanes, violetas y jacintos,

De admirar el vergel diéronme antojos;
Y perdíme en sus vueltas, rebuscando,
Ya que no al corazón, pasto a los ojos.

Y una viola, que al favonio blando
Columpiaba su tímida corola,
Quise arrancar . . . Mas súbito, clavando

Mis ojos en el césped, donde sola
Daba al favonio sus esencias puras,
Respeté por el césped la viola. . . .

¡Guirnalda funeral, de desventuras
Y lágrimas nacida, eran las flores
De aquel vasto jardín de sepulturas!

Pero jardín. Allí, cuando los llores,
Aún te hablarán la amante o el amigo
Con aromas y jugos y colores . . .

¡Y de tu santo afán mudo testigo,
Algo en aquellas flores sepulcrales,
Algo del muerto bien será contigo!

Dentro de nuestros muros funerales
Jamás brota una flor. …Mal brotaría
De ese alcázar de cal y mechinales,

Indice de la nada en simetría,
Que a la madre común roba los muertos
Para henchir su profana estantería;

¡Ruin estación de huéspedes inciertos
Que ofreciera a los vivos su morada
Por alquilar los túmulos abiertos!

De tierra sobre tierra fabricadas,
Más solemnes quizá, por más sencillas,
Las del santo jardín tumbas aisladas,

Con su césped de flores amarillas
Se elevan . . . no muy altas . . . a la altura
Del que llore, al besarlas, de rodillas.

¡Mas sola allí, sin flores, sin verdura,
Bajo su cruz de hierro se levanta
De un hispano cantor la sepultura! . . . (se refiere a Enrique Gil Carrasco)

Delante de su cruz tuve mi planta.
Y soñé que en su rótulo leía:
«¡Nunca duerme entre flores quien las canta!»

¡Pobre césped marchito! ¡Quién diría
Que el cantor de las flores en tu seno
Durmiera tan sin flores algún día!

Mas ¡ay del ruiseñor que, en aire ajeno,
Por atmósfera extraña sofocado,
Sobre extraña región cayó en el cieno!

¡Ay del vate infeliz que, amortajado
Con su negro ropón de peregrino,
Yace en su propia tumba desterrado!

Yo, al encontrar su cruz en mi camino,
Como engendra el dolor supersticiones,
Llamé tres veces al cantor divino.

Y de su lira desperté los sones,
Y turbé los sepulcros murmurando
La más triste canción de sus canciones . . .

Y a la viola, que al favonio blando
Columpiaba allí cerca su corola,
Volví turbios los ojos…Y clavando

La rodilla en el césped (donde sola
Era airón sepulcral de una doncella)
Desprendí de su césped la viola.

Y al lado del cantor volví con ella;
Y así lloré, sobre su cruz mi mano,
La del pobre cantor mísera estrella:

—Bien te dice mi voz que soy tu hermano;
¿Quién saludara tus despojos fríos
Sin el ¡ay! de mi acento castellano?

Diéronte ajena tumba hados impíos . . .
¡Si ojos extraños la contemplan secos,
Hoy la riegan de lágrimas los míos!

Sólo suena mi voz entre sus huecos,
Para que en ella, si la escuchas, halles
Los de tu propia voz póstumos ecos . . .

¡Por las desiertas y sombrías calles
Donde duerme tu féretro escondido,
No pasa, no, la Virgen de los valles!

Una vez que ha pasado no ha venido . . .
Trajéronla con rosas . . . A tu lado
La virgen, desde entonces, ha dormido . . .

Si su pálida sombra, al compasado
Son de media noche, inoportuna,
Flores entre tu césped ha buscado,

Bien habrá visto a la menguante luna
Que en el santo jardín, rico de flores,
Solo yace tu césped sin ninguna.

¡No tienes una flor!. .. Ni ¿a qué dolores
Una flor de tu césped respondiera
Con aromas y jugos y colores?

Sólo al riego de lágrimas naciera,
Y de tu fosa en el terrón ajeno
¿Quién derrama una lágrima siquiera?

¡Ay, sí, del ruiseñor, de vida lleno,
Que, en atmósfera extraña sofocado,
Sobre extraña región cayó en el cieno!

Cantor en el sepulcro desterrado,
Descansa en paz. ¡Adiós! . . . Y si a deshora
Un viajero del Sur pasa a tu lado,

Si al contemplar tu cruz, como yo ahora,
Con su idioma español el Viajero
Te llama aquí tres veces y aquí llora,

Dígale el son del aura lastimero
Cuál en los brazos de tu cruz escueta
Peregrino del Sur lloré primero . . .

¡Recibe con mi adiós tu vïoleta!
La tumba de la virgen te la envía . . .

• • • • •

¡Y al unirse la flor con su poeta,
Ya en el ocaso agonizaba el día!

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EL SEÑOR PRESIDENTE [Mi poema]
Jorge Cuesta [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

¿Quién manda siempre aquí? El Presidente.
¿Qué méritos aporta? El que más trepa.
El mismo que se pasa por la chepa
aquello que lamenta y que no siente
y allí donde le quepa.

¿Es fácil ser el Jefe? No es sencillo.
¿Cómo se puede hacer? Cuando se engaña.
Convierte la promesa en la patraña
y ansía convertirse en un Caudillo
y al resto dando caña.

¿El pueblo es tan ingenuo? Es muy inocente.
¿Y digo alguno habrá…? Se chupa el dedo.
Si dije digo aquí, ya hoy digo diego
que nadie obligará a ser consecuente
lo suyo es meter miedo.

¿Y qué se puede hacer? Pues ajo y agua*.
¿Por qué nadie protesta? Son autistas.
Pues vamos caminando cual turistas
cuidando que no se hunda la piragua
cual tristes pensionistas.
©donaciano bueno

La política: #Humor o #Tumor? Share on X

*Ajo y agua: paráfrasis de «A joderse y aguantarse», frase que se dice en situaciones en las que hay que contentarse con la situación y que no tiene remedio. 

MI POETA SUGERIDO:  Jorge Cuesta

DIBUJO

Suaviza el sol que toca su blancura,
disminuye la sombra y la confina
y no tuerce ni quiebra su figura
el ademán tranquilo que la inclina.

Resbala por la piel llena y madura
sin arrugarla, la sonrisa fina
y modela su voz blanda y segura
el suave gesto con que se combina.

Sólo al color y la exterior fragancia
su carácter acuerda su constancia
y su lenguaje semejanza pide;

como a su cuerpo no dibuja y cuida
sino la música feliz que mide
el dulce movimiento de su vida.

ELEGÍA

Después que mis ojos comprobaron que ya no la veía,
después que mis oídos penetraban en vano el silencio
que sus ruidos abandonaron,
sus paseos, sus palabras,
y que la muerte me dió una impresión certera y durable de su vacío,
la lluvia invadió súbitamente con su presencia nueva
mis sentidos desolados
y mi se apoyó mi vida en sentirla.
Y cuando alguien vino a hablarme de la civilización europea,
en vez de la lluvia, vi los trenes de Europa y sus paisajes a los lados,
los castillo que no hay en América
y recordé el castillo de Windsor
y cuando me estiré para verlo hasta que se perdía.
Pero se trataba de la fatiga de la vida,
de la pérdida de su frescura religiosa,
de la revolución social y de los hombres que no tienen ninguna fe
y se asoman a los ruidos confusos para discernir una voz,
y ven las nubes informes para sorprender una figura.
¿Y yo qué fe tenía?. Yo hablaba de la fe y eso me hacía vivir
durante ese momento
como tenerla hacía vivir más largamente,
y en los huecos de mi pensamiento y de mis palabras
renacía la lluvia y la puerta que enmarcaba sus hilos
y el tejado enfrente de donde escurrían los chorros más gruesos.
Pero hay todavía huecos
que no se abren ya sobre otra cosa distinta,
que no ven a otra lluvia, ni a más imágenes ni a más recuerdos:
hay huecos que se abren sólo a un vacío silencio
de donde ella partió y donde no crece nada…

NO AQUEL QUE GOZA, FRÁGIL Y LIGERO

No aquel que goza, frágil y ligero,
ni el que contengo es acto que perdura,
y es en vano el amor rosa futura
que fascina a cultivo pasajero.

La vida cambia lo que fue primero
y lo que más tarde es no lo asegura,
y la memoria, que el rigor madura,
no defiende su fruto duradero.

Más consiente el sabor áspero y grueso,
el color que a la luz se desvanece,
la materia que al tacto se destroza.

Y en vano guarda su variable peso
el árbol y su forma se endurece,
y el mismo instante se revive y goza.

HORA QUE FUE, FELIZ Y AUN INCOMPLETA

Hora que fue, feliz y aun incompleta,
nada tiene de mí más todavía,
sino los ojos que la ven vacía,
despojada de mí, de ella sujeta.

La vida no se ve ni se interpreta;
ciega asiste a tener lo que veía.
No es, ya pasada, suyo lo que cría
y ya no goza más lo que sujeta.

Es el eterno gozo quien apura
el ocio vivo y la pasión futura.
Sobreviviendo a su interior abismo,

el amor se obscurece y se suprime,
y mira que la muerte se aproxime
a la vana insistencia de mí mismo.

NO PARA EL TIEMPO, SINO PASA; MUERE

No para el tiempo, sino pasa; muere
la imagen de sí, que a lo que pasa aspira
a conservar igual a su mentira.
No para el tiempo; a su placer se adhiere.

Ni lleva al alma, que de sí difiere,
sino al sitio diverso en que se mira.
El lugar de que el alma se retira
es el que el hueco de la muerte adquiere.

Tan pronto como el alma el cambio habita,
no la abandona el cambio en lo que deja
ni de la vida incierta la separa;

se aventura y su riesgo sólo imita
al tiempo entonces su razón perpleja,
pues goza la razón, más no se para.

ESTE AMOR NO TE MIRA PARA HACERTE DURABLE

Este amor no te mira para hacerte durable
y desencadenarte de tu vida, que pasa.
Los ojos que a tu imagen apartan de tu muerte
no la impiden, sólo hacen más presente tu ruina.
No hay sitio en mi memoria
donde encuentre tu vida
más que tus ya distantes huellas deshabitadas.
Pues en mi sueño en vano tu rostro se refugia
y huye tu voz del aire real que la devora.
Dentro de mí te quema la sangre con más fuego,
los instantes que te absorben con más ansia, y tus voces,
mientras más duran,
se hunden más hondo en el abismo
de las horas futuras que nunca te han mirado.

ENTRE TÚ Y LA IMAGEN DE TI QUE A MÍ LLEGA

Entre tú y la imagen de ti que a mí llega
hay un espacio al cabo del cual eres sólo una memoria.
Tienes tiempo de abrir la puerta sin que te vea,
huir y regresar después de haber cambiado o muerto del todo.
Tienes tiempo de hacerte presente a otros ojos
y dejar en ellos otra visión deshabitada.
Tus palabras son hondas para contener en sus ecos
otras obscuras que escucharé precisas cuando te hayas apagado,
para sepultar en sus silencios dichas que no posees,
dicha que de ti apartan -porque no de tu ausencia-
los fragmentos de ti, que las sujetan,
distantes uno de otro, dispersos y recónditos,
sin reintegrarte nunca la vida que te arracan
y sólo tu muerte recupera.

TU AUSENCIA VIVA A TU PRESENCIA INVADE

Tu ausencia viva a tu presencia invade
que lentamente mueren si se mira;
pues no por verte más se acerca el horizonte de los ojos,
más vacío mientras más profundo.,
En la ventana, los cuadros y el espejo,
un aire indiferente y helado se aleja
de tu respiración, que renueva su asfixia,
inaccesible en ellos
el mundo inmóvil a donde no penetra
tu vida, tu presencia presa en el movimiento
de tu muerte fugaz y paulatina.

FUE LA DICHA DE NADIE ESTA QUE HUYE

Fue la dicha de nadie esta que huye,
este fuego, este hielo, este suspiro,
pero, ¿qué más de su evasión retiro
que otro aroma que no se restituye?

Una pérdida a otra substituye
si sucede al que fui nuevo respiro,
y si encuentro al que fui cuando me miro
una dicha presente se destruye.

Cada instante son dos cuando acapara
lo que se adhiere y lo que se separa
al azar de su frágil sentimiento,

que es vana al fin la voluntad que dura
y no transmite a su presión futura
la corrupción de su temperamento.

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CANTOS DE SIRENA [Mi poema]
Fermina Ponce [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Suenan cantos de sirena.
Por la alameda del río
va caminando una pena
con su sombra a su albedrío.
Mira el terreno baldío
que hay al lado allí y se siente
feliz como un afluente
de la escarcha en el estío.
La pena con su amorío
tiene otra cuenta pendiente.

Me dijo una rosa un día:
por mucho que me cortejes
y que finjas alegría,
ni grites con que me dejes,
podrás disfrutar mi amor,
que una flor es una flor
que a muchos causa rubor
y tú un simple ser humano,
poco más que un vil gusano
no tienes color ni olor.

Yo corte un árbol un día
y luego lo lamenté,
nunca descubrí el por qué
el árbol se resistía.
Si la parcela era mía
y fui yo el que le cuidé
quién debe decirme que
derecho yo no tenía
a hacer lo que pretendía,
el mismo que lo planté.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOFermina Ponce

ESPACIO

Esta noche más que nunca
necesito un espacio
tuyo y mío,
donde las letras entre líneas
sean escritas en secreto,
donde las pasiones más intensas
caminen sutilmente,
donde los pensamientos
imprudentes
seduzcan al sinsentido.
Esta noche más que nunca
necesitas un espacio
tuyo y mío,
donde conocernos
poco a poco
sea un juego de estrategias,
donde descubrir el día a día
sea el rompecabezas más sensato,
donde la música se constituya en la cadencia perfecta
entre tu piel y la mía.
Esta noche más que nunca
necesitamos un espacio
tuyo y mío,
donde amarnos sea más simple
que extrañarnos de esta manera.

RESPIRO

Mi alma se vuelve alba cuando llegas
el brillo de tus dedos cuenta los destellos de mi voz
r e s p i r o
el ocaso maduro canta con el fin del día
un enunciado parece parábola
insoslayable
se adentra al rincón de mi costilla y me hinco sin defensa
cuando te amo
. ser de mi luna ensimismada
r e s p i r o
la divinidad de la noche
en medio de un rosario de besos
en la omnipresencia de tus palabras
. sin conjugar
balbuceándome la mirada
en tu ángel dormido sobre mi regazo
en cada mezcla de aire
r e s p i r o.
De «Se llamará piedra» (Sudaquia editorial, 2021)

Un vestido de remiendos

Con mi vestido de remiendos color piel,
único,
tan Vogue,
tan Lady Gaga,
tan ridículamente doloroso,
implacablemente “trendy”
y es.

Con mi vestido de remiendos por aquello del “I’m sorry”.
¿Después de cada bofetada en el alma,
del rasguño imperceptible en el comedor,
por esa permisiva sociedad que amansó mi animal salvaje,
por esa manera de ser amada tan perfecta,
de su espacio con mi espacio no se mezclan,
de mi forma con su forma no conjugan, pero todo está muy bien?
¡Qué vestido tan bonito!
Cubre las batallas perdidas y ganadas,
en la arena o en la cama,
las salidas,
las llegadas,
el café frío en la mañana,
el beso en la frente,
ese “what the fuck is wrong with you?” en silencio
pero esa noche quiere hacerme el amor.

Me visto de remiendos,
parezco un mar tranquilo
y muero de desamor.

Mar

Dura tengo esta piel,
parece cuero tallado,
ya no sangra,
se ha oscurecido a punta de caracolas,
las calaveras silban en cada ola,
y la marca del fuego ya no deja cicatriz.
(Del poemario Mar de (L)una 2017. Premio ILBA 2018.)

Poema XXXII

A ellos.

Soy la amante de Frida,
de James Joyce,
de los besos nocturnos de Lorca y su luna,
de Picasso en las sábanas que no vio con ella,
de los versos que me invento en cauce,
de los pulsos que se agitan, mientras respiro en tu ausencia,
ese hombre inmortalizado en la Plaza Nouvel,

Soy la amante de las violetas sentadas en tu ventana,
del ángel sin mi nombre que se parece al mío,
de las rosas amarillas que les dio vergüenza seguir siendo mariposas,
de tu tatuaje que aún no llega.

Soy mi amante,
amante de tu nombre en mi boca,
de mi flor polinizada,
de tu tallo color ámbar,
del gemido naranja,
del invierno que no cesa,
soy mi amante.

Poema XXXVIII

“(…) Y desearías ser poeta; y desearías ser amante”.
Virginia Woolf.

El otoño tiene ese olor de deshojarse tan deprisa,
de dejar caer su peso uno a uno sin importar la ruta,
de inventarse un vestido marrón para cubrirse del frío, de arrojarse sin aviso sutilmente,
como un baile improvisado a tres tiempos.

El otoño tiene esa caricia con sabor a madera dulce en los pies descalzos,
de tus dedos enredados en mi pelo,
de silencios con los pechos erguidos que dicen tanto,
de ventanas entreabiertas hasta el amanecer.

El otoño tiene esa cordura disonante,
ese respiro de cambio de tercio,
de “llegaré pronto”, “duraré poco”
y “me extrañarás siempre”.
(Del poemario Poemas SIN NOMBRE 2019.)

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ADIÓS AL REGADÍO [Mi poema]
José Selgas [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que un día bajé al río, la corriente
seguía paso a paso disfrutando
del agua que lanzaba allí insistente.
Lo hacía de manera sonriente
por eso yo deduje está gozando,
aquí el amor se siente.

El líquido se adapta siempre al lecho
y si algo le entorpece lo escarcea,
y acepta sin dudar que a lo hecho pecho,
si nadie se lo impide va derecho
que nunca se inmiscuye en la pelea
aun fuera el cauce estrecho.

El río es un ejemplo de constancia
pues nunca desfallece caminando,
reparte donde pasa su ganancia
viviendo disfrutando de su estancia,
si insisten los labriegos va regando,
el río es tolerancia.

Los prados saben bien de sus favores
los ríos tienen alma cortesana,
se entregan y reciben los vitores
mostrando al cielo que obras son amores,
pues nunca han de caer en la desgana
aun sufran de dolores.

Ser libre es comportarse como el río,
la sombra la reparte la arboleda.
Si el río no tiene agua está vacío,
el campo quedará siempre baldío,
habremos de gritar ¡salve el que pueda,
que ha muerto el regadío.
©donaciano bueno

Acaso existe algo más #solidario que un río...? Share on X

El río Éufrates se está secando día tras día, a consecuencia de la sequía que viene azotando la región hace varios años, se suma a este problema, las políticas inapropiadas en su uso por parte de Irak, Turkía y Siria, siendo el país más perjudicado Irak, el que en tiempos antiguos fue llamado Mesopotamia, allí el Éufrates se ha convertido en un paisaje desértico.
En Génesis 15:18, Dios le hace una promesa a Abraham, diciendo:“A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eúfrates”.

MI POETA SUGERIDO:  José Selgas

A CONSUELO

En la sonrisa de tus labios rojos
Brilla el candor de tu infantil belleza,
Rubia es la luz que inunda tu cabeza,
Viva es la sombra de tus negros ojos.

Tu alegre faz mitiga mis enojos,
Y siendo tú consuelo a mi tristeza,
Siento dolor porque tu vida empieza,
Y es la vida mortal senda de abrojos.

Me aterra el ciego afán del mundo vano
Al contemplar la plácida ignorancia
Con que hoy te guarda la inocencia amiga.

Mañana… no lo sé; ¡terrible arcano!…
Flor que empiezas a ser toda fragancia,
Alma toda candor, ¡Dios te bendiga!

A LAURA

Por ti, Laura hermosa, mis flores contaron
Sus tristes pesares, su inquieto dolor;
Por ti sus brillantes colores mostraron;
Por ti, también ellas, alegres cantaron
Sus dichas de amor.

Hay flores humildes, graciosas y bellas
Con mantos de encaje y hermoso tisú;
Si ciñes, ¡oh Laura! tu frente con ellas,
Parecen corona formada de estrellas;
Y el cielo eres tú.

Al ver tu mejilla de castos colores,
Al verte más pura que pura es la flor,
Te ofrezco, en tributo y en prenda de amores,
Un libro modesto, con vidas de flores
Y ensueños de amor.

Si sientes ¡oh Laura! penoso desvelo,
Inquietos pesares, tristeza y afán;
Si tu alma suspira de amargo recelo…
Sus páginas abre, y en ellas consuelo
Tus ojos verán.

¡Feliz y envidiable la flor cuya historia
Merezca y consiga tu dulce favor!
¡Dichoso si ocupo tu casta memoria!
Pues son mis ensueños de nombre y de gloria,
Tu nombre y tu amor.

A VOSOTRAS

Estos versos oscuros;
Que por varias razones
Muy tristes van,
Están, niñas, seguros
Que a vuestros corazones
Agradarán.

Para todas galanos,
¡Oh niñas candorosas!
Los escribí,
Porque los hombres vanos
No entienden de estas cosas;
Vosotras sí.

En ellos, está el dolo
Y está la fe perdida
Por la ambición,
Mientras vosotras sólo
Vivís la hermosa vida
Del corazón.

HISTORIA

Ambicioso desvelo
Fragua en tu corazón locas quimeras;
En tu insensato vuelo
¿Quieres acaso remontarte al cielo?…
Pues no lo alcanzarás hasta que mueras.
Por más lisonja impura
Que en tu orgullo recibas,
Tu ambición es locura.
Sobre la tierra dura
Arrastrarás la vida mientras vivas.

Y aunque nunca se acabe
De tu ciega ambición el ansia vana,
Oye una historia en que tu nombre cabe;
Todo el mundo la sabe:
Historia fiel de la ambición humana.

De que es locura tu inquietud funesta
No intento convencerte.
Hoy la vida te presta
Su loco afán, pero vendrá la muerte…
En fin, la historia es esta:

Cansado de vivir entre las olas
Un pez que nueva vida apetecía,
Exclamaba a sus solas:
¡Qué dichoso sería
Si la grandeza de los dioses suma
Por favor especial me concediera
Dóciles alas de ligera pluma,
Y rápido pudiera,
Dejando las regiones de la espuma,
Como el águila sube
Vagar por las regiones de la nube!

Con la risa en los labios
Júpiter escuchaba
Esta sencilla exposición de agravios;
Y viendo el sentimiento
Con que volar el pez ambicionaba,
Alas le dio con que cortar el viento.
Y apenas, infeliz, hubo salido
De su propio elemento,
Al ver su dicha llena,
Del aire azul en la región serena
Le faltaron las fuerzas y el sentido,
Y por su audacia loca
Muerto vino a caer sobre una roca.

Aunque demás se sabe
Lo justa y natural que fue la muerte
Del pez que quiso asemejarse al ave,
Ninguno está contento con su suerte.

LA ÚLTIMA PÁGINA

Ameno valle de pintadas flores,
Aura que vuelas de la tarde en pos,
Sombras donde espiraron mis amores,
Nubes, ondas, esencias y colores,
Quedad con Dios.
Yo respiré bajo el ramaje umbrío,
Y bebí en ámbar celestial placer;
Ardió insensato el pensamiento mío,
Y todo el fuego del ardiente estío
Hirvió en mi ser.

Y yo, inconstante, en los placeres ciego,
Olvidé, Laura, tu inocente amor:
Ingratitud que con mi llanto riego;
Pues era sólo tan ardiente fuego
Sombra y vapor.

Tú no comprenderás, tierna doncella,
Cuánto en mis desengaños aprendí.
Tú leerás esta página: si en ella
Una lágrima encuentras, Laura bella,
Es para ti.

CANTAR

Si son espejos los ojos
Donde el alma se retrata,
Las mujeres de ojos negros
Deben tener negra el alma.

Pero no, que son los tuyos
Como la noche enlutada,
Y sólo a su sombra veo
La estrella de mi esperanza.

CONSUELOS DEL MUNDO

I.
¡Fuego! ¡Fuego!… y nadie acude;
Mudas están las campanas.
¡Fuego!… y la gente se ríe.
¡Fuego!… y riéndose pasa.

Mientras los ojos de Inés
Tan ardientes chispas lanzan,
Que a voces están diciendo:
«Este corazón se abrasa».

II.
¡Ladrones!… Y nadie acude.
¡Ladrones!… nadie se alarma;
Y bostezando en la esquina
Las diez el sereno canta.

Mientras a la pobre Inés
Dentro de su misma casa,
Y en presencia de su madre,
Le han robado toda el alma.

III.
¡Socorro!… (gritan) ¡Socorro!
Con voces atribuladas,
Y las gentes que las oyen
Ni se admiran ni se paran.

Y en tanto a la pobre Inés
Amargos celos la asaltan,
Y en su propio corazón
Le asesinan la esperanza.

IV.
Ayer mismo me contaron
Tu tristeza y tu desgracia;
Y por si buscas consuelo,
Oye estas cuatro palabras:

Dice un libro muy antiguo,
titulado Dicha humana,
Que las tristezas se curan
Mirando correr el agua.

Y pues tú tienes dos ojos
Y llanto en ellos no falta…
Ríete, Inés, de tus penas,
Mirando correr tus lágrimas.

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MIS BAJOS INSTINTOS [Mi poema]
Pablo Piferrer [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

He bajado a mis instintos donde todo huele mal,
donde dicen que está oscuro y hay serpientes venenosas,
con hedores variopintos cual si fuera un arrabal,
que hay materias putrefactas, las verdades son odiosas.

Y en sus vísceras perdido, nauseabundas, repugnantes,
me he fundido entre las olas de sus flujos vaginales,
y en sus filias y sus fobias repulsivas y aberrantes
y he bebido de las heces de pecados capitales.

Me he mezclado entre los odios, las manías y rencores,
inundados de excrementos, yo he absorbido esa bazofia
de quien finge de patrañas engañando al mal de amores
sus impulsos y pasiones escondido en una cofia.

De la gente que allí había cuyo nombre recordaba
se encontraba un tal Bukowski y un Camilo José Cela,
lenguaraces y groseros y otros más tontos del haba
y otra panda de ignorantes así fueran a la escuela.

Los más bajos, los instintos, la lujuria y la pereza
se encontraban dando un curso de soberbia y de avaricia,
revolcadas en basura proclamaban su grandeza
y, es primicia, con la gula, con la envidia y la codicia.

Que allí todo era basura y el olor que desprendía
era indigno de cristianos. Se comía con las manos
con la gula por montera. Lleno todo de gusanos.
Y aunque huí, oigan hermanos, siempre supe volvería.
©donaciano bueno

El mundo sería mejor sin los #bajos instintos de los hombres? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Pablo Piferrer

Canción de la Primavera

Ya vuelve la primavera:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Tiende sobre la pradera
El verde manto—de la esperanza.

Sopla caliente la brisa:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Las nubes pasan aprisa,
Y el azur muestran—de la esperanza.

La flor ríe en su capullo:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Canta el agua en su murmullo
El poder santo—de la esperanza.

¿La oís que en los aires trina?
Suene la gaita,—ruede la danza:
—«Abrid a la golondrina,
Que vuelve en alas—de la esperanza.»—

Niña, la niña modesta:
Suene la gaita,—ruede la danza:
El Mayo trae tu fiesta
Que el logro trae—de tu esperanza.

Cubre la tierra el amor:
Suene la gaita,—ruede la danza:
El perfume engendrador
Al seno sube—de la esperanza.

Todo zumba y reverdece:
Suene la gaita,–ruede la danza:
Cuanto el son y el verdor crece,
Tanto más crece—toda esperanza.

Sonido, aroma y color
(Suene la gaita,—ruede la danza)
Únense en himnos de amor,
Que engendra el himno—de la esperanza.

Morirá la primavera:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Mas cada año en la pradera
Tornará el manto—de la esperanza.

La inocencia de la vida
(Calle la gaita,—pare la danza)
No torna una vez perdida:
¡Perdí la mía!—¡ay mi esperanza!

El ermitaño de Montserrat

Allá en Montserrat -mora el ermitaño.
¿Sabéis por qué mora del convento al pie?
Con áspera vida -un año y otro año
orando ha llorado: -bien sabréis por qué,
por qué con tal vida vive el ermitaño.

El buen caballero partió de su tierra,
allende los mares la gloria buscó:
los años volaban, se acabó la guerra;
y allende los mares hasta él voló,
voló un triste viento de su dulce tierra. 10

«-Aprisa, mis pajes, aprisa el caballo:
»señora del alma, mi amor, ¿qué es de ti?
»en bascas de muerte conmigo batallo:
»o infiel o difunta: ¿qué de ello? ¡ay de mí!,
y «¡ay de mí!» diciendo, aguija el caballo.

Los mares cruzaba: llegaba a su suelo:
«-Madre, madre mía; mi amada ¿do está?»
«-¡Ay hijo, el mi hijo! -consuélete el cielo-,
»viva está tu amada; mas ya no será,
»ya no será tuya mientras esté en el suelo.»

De Santa Cecilia llamaba a la puerta;
los golpes doblando redobla el furor;
«-Señora, ¿no me oyes? Más te quiero muerta
»que infiel y perjura al antiguo amor,
»al amor que agora profana esa puerta.»

Flotante el cabello, ceñida de flores,
la ve tras la reja: ¿qué voz la llamó?
«-Mis lágrimas mira; por nuestros amores
»aquí vesme: un voto mi amor pronunció,
»pronunció que pronto secará estas flores.

»Voté, si tomases a la patria tierra
»salvo de las lides, consagrarme a Dios:
»tomabas con gloria de lejana guerra;
»¡feliz fue mi voto!, ¡Mi voto a los dos,
»a los dos separa por siempre en la tierra!

»¿Oyes las campanas? Llegada es la hora:
»el Señor me llama al pie del altar:
»nuestro amor olvida, aunque el alma llora;
»¡Dios que te ha salvado quiera conhortar,
»conhortar la angustia en esta triste hora!-»

Suspiros amargos lanzando del pecho,
los brazos caídos la frente inclinó;
escuchó su voto en llanto deshecho:
-sonó dentro el coro; mudo se postró,
se postró las manos cruzando en el pecho.

Lloró, lloró el triste: su vida llorando
vivió solitario del convento al pie:
pasó un año y otro: en llanto y orando
le encontró otro año: -ya sabéis por qué,
porque así ha vivido en rezo y llorando.

Ora en Montserrat doblan las campanas:
débil en la ermita una oigo tañer;
en Santa Cecilia otras más cercanas:
¿por qué éstas a aquélla se oyen responder,
responder doblando tan tristes campanas?

La cascada y la campana

En cañada solitaria -una cascada zumba;
de las peñas tajadas furiosa se derrumba,
y el negro sumidero en que brota y retumba
la engulle toda.

He aquí que en lo más hondo, entre la niebla oscura
que la espuma levanta, misteriosa figura
asomaba la cara: con siniestra amargura
me sonreía.

«-Tú que el abismo miras, mira en esta cascada
del destino del hombre la imagen retratada:
salta, brilla, retumba, se abisma, se anonada;
después, ¿qué es de ella?

Un más allá no busques, ni a ella ni a tu suerte:
Joven, camino y brilla; difunde, varón fuerte,
el son de tu renombre; después vendrá la muerte
a anonadarte.-»

Del vértigo hecho presa, cedía al parasismo;
nublóseme la vista clavada en el abismo,
cuando con son lejano retomóme a mí mismo
una campana.

Abrí atento el oído, su palabra sonora
desde el valle me dijo: «-Tú, hombre, espera y ora
para que esta jornada, de toda pena mora,
la cumplas fuerte.

Cuan dolorosa es breve, el sepulcro su fin;
más allá está tu patria, un eterno confín,
y allí tormento eterno o celestial festín:
dirálo el Juicio.

La imagen de tu suerte contempla en la cascada:
en la hoya del peñasco -entera se anonada;
mas por caño escondido rebrota en la llanada
formando río.

¿Lo ves que todo el llano serpentea y fecunda?
su corriente a cien villas de riquezas inunda,
hasta que en el Océano -con eterna y profunda
unión se abisma.

Dentro de ti propio llevas un destello divino;
su patria no es la tierra; el cielo, su destino;
Dios, su océano inmenso: ¿dudas por el camino?
Ora y espera.-»

Su eco de peña en peña quebrantándose expira;
el sol la roja cúspide por vez postrera mira;
el aura vespertina – en las ramas suspira:
cayó la tarde.

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VALE LA PENA VIVIR [Mi poema]
Santiago Espinosa [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Vale la pena, ser vale la pena
haciendo del amor un requisito
oyendo a ese clamor que a voz en grito
nos pueda liberar de esta condena.

Vale la pena hacer de nuestra estancia
que nadie ha de olvidar que es temporera,
la forma de animar tan tensa espera
haciendo del amor una ganancia.

Vivir haciendo el bien sin más premisas
dejando en buen estado a la conciencia,
mostrando la mejor de las sonrisas.

Amar siempre en estado de demencia
haciendo ostentación de esas divisas
y así no acepte Dios, pedir clemencia.
©donaciano bueno

Solo uno o todos los #caminos...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Santiago Espinosa

Al margen

Tarde de sed,
llueve sobre las calles

detrás de lo que escribo
siempre hay lluvia.

La música abre una esfera
donde entran y
salen los fantasmas
que no he visto

cesa la gravedad
bajo sus botas mojadas

y llueve
adentro.

LAS HORAS MUDAS

La niebla ha comenzado
a oscurecer

han apagado las luces
de la ciudad extranjera

y ya no vemos
las montañas ni el mar.

Ha desaparecido de repente
cualquier rastro sobre la carretera.

Dice un refrán que los amantes
están solos en el mundo,

antes del viaje definitivo.

Y no sabemos con certeza
si esto que vemos
es la respuesta,

la niebla en las montañas

un carro detenido
en la mitad de la carretera,

o si cada uno de nosotros
habrá de despertar
en dos orillas opuestas

ahora y en la hora
de los vientos.

DIARIO DEL INMIGRANTE

Papá o mamá, qué extraños estos árboles nudosos al pie de la colina. Qué extrañas las casas que observan desde la altura, a la espera de un silencioso asesino.

Qué extraña la quietud de los supermercados. La sensación de que estamos un poco muertos, apartados de todo lo que fuimos.

El ruido de cervezas en los puertos. Un punto que se pierde en las montañas. O a veces sentir entre los barrios, atravesando las calles peligrosas, que hemos llegado una vez más hasta el lugar del que partimos.

LOS CUERVOS Y EL SMOG

Son malos tiempos para los cuervos.
La gente los evade como intrusos
anacrónicos graznando desde los
techos con su oscuro chaquetón.

A veces se cuelan en los nidos
que no son suyos, aprovechando
la oscuridad. Y fingen los astutos
un canto andrógino y menos triste,
que responda verdaderamente
al gusto de los críticos.

La treta se descubre muy rápido:
oímos su canto sexual como dos negras
carcajadas en mitad de la noche,
algo operáticas e inoportunas.

Amanece, en las mesas de noche
comienzan a encenderse
los teléfonos
como una invocación.

Detrás de los tejados vemos
los cuervos que huyen

aparatosos,
atravesando los cielos
contaminados,

el nunca jamás,
hacia las bibliotecas
empolvadas
donde no hiere la luz,

volando con sus pesados
y oscuros chaquetones.

ALGO SOBRE LOS BEATLES

1
En el principio del amor
estuvieron los Beatles:

una mujer y un hombre
que han llegado
a la ciudad
escuchan a los Beatles
en la radio pensando
que todas sus historias
cabrían en este auto
sin pasaje de regreso,
que al otro lado
de la autopista
se encuentra
en realidad el cielo.

2
Los Beatles: esa modesta alegría
en lo profundo de los tristes.

Oyes su música y te dices
que arriba en algún punto
tiene que haber
un refugio
en los tejados.

Y los padres escuchan a los Beatles
y entienden en silencio el destello
de sus hijos y los hijos entienden
por los Beatles la nostalgia
de sus padres.

Aún separados y odiándose
los duendes los rodean.

3
Si el cielo es negro y vivimos a la espera
de la hora más larga. Si nadie responde
a los llamados y el mundo desvaría
sin sentido como una moneda.
Si algún día termina el amor
y pensamos que las raíces
se curvan sin propósito,
una canción de los Beatles
hablará de lo que estaba detrás.

Nacerá la alianza entre los seres
más absortos. Y esa guitarra
recordará tan suavemente
los pequeños y metálicos,
los misteriosos reinos de la luz.

4
Andaban los amigos por una carretera,
en la mitad del mundo. La ruta se extendía
entre los árboles y no había un eco
en qué apoyarse, solo el camino
entre la niebla. Pero sonaron los Beatles
en la radio y del cielo aparecieron los nevados.

Algo nos recordó en las cumbres que aquí estábamos,
que no éramos tan leves en el aire.
Y que aún quedaban millones de kilómetros
para llegar a algún lugar,
muchas canciones para volver a casa.

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YO UN DÍA QUISE SER DIOS [Mi poema]
Gabriel García Tassara [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Luchar por ser eterno es muy loable.
Yo un día quise armarlo y poseerlo
e, iluso, me enfrenté ya con mi sable
un sable de estraperlo.

Aquí donde me veis yo quise serlo
sabiendo grande es dios y yo pequeño
y aun hoy que no me alcanzo ya a creerlo
no ceso en el empeño.

¿Querer ser dios, quién dice que eso es malo?
Posible fuera propio de ignorantes.
Mas sé que si lo intento me resbalo,
ocurre a los tunantes.

Comprendo dios es alto y yo soy bajo,
que dios no se equivoca y yo derrapo,
que el mismo está allá arriba y yo aquí abajo
y de él soy su guiñapo.

Mas miro cada vez que salta un sapo
y admiro la destreza del escuerzo
y observo, cual muñeco que es de trapo,
lo útil de su esfuerzo.

Querer es pretender, es intentarlo,
mas ahora que lo pienso es picar alto,
mejor es evitar, y aquí zanjarlo,
caerme mientras salto.
©donaciano bueno

A eso se llama #afán_de_superación? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Gabriel García Tassara

HIMNO AL MESÍAS

Baja otra vez al mundo,
¡Baja otra vez, Mesías!
De nuevo son los días
De tu alta vocación;
Y en su dolor profundo
La humanidad entera
El nuevo oriente espera
De un sol de redención.

Corrieron veinte edades
Desde el supremo día
Que en esa cruz te vía
Morir Jerusalén;
Y nuevas tempestades
Surgieron y bramaron,
De aquellas que asolaron
El primitivo Edén.

De aquellas que le ocultan
Al hombre su camino
Con ciego torbellino
De culpa y expiación;
De aquellas que sepultan
En hondos cautiverios
Cadáveres de imperios
Que fueron y no son.

Sereno está en la esfera
El sol del firmamento;
La tierra en su cimiento
Inconmovible está:
La blanca primavera
Con su gentil abrazo
Fecunda el gran regazo
Que flor y fruto da.

Mas ¡ay! que de las almas
El sol yace eclipsado:
Mas ¡ay! que ha vacilado
El polo de la fe;
Mas ¡ay! que ya tus palmas
Se vuelven at desierto
No crecen, no, en el huerto
Del que tu pueblo fue.

Tiniebla es ya la Europa:
Ella agotó la ciencia,
Maldijo su creencia,
Se apacentó con hiel;
Y rota ya la copa
En que su fe bebía,
Se alzaba y te decía:
«¡Señor! yo soy Luzbel».

Mas ¡ay! que contra el cielo
No tiene el hombre rayo,
Y en súbito desmayo
Cayó de ayer a hoy;
«Y en son de desconsuelo,
Y en llanto de impotencia,
Hoy dama en tu presencia:
«Señor, tu pueblo soy».

No es, no, la Roma atea
Que entre aras derrocadas
Despide a carcajadas
Los dioses que se van;
Es la que, humilde rea,
Baja a las catacumbas,
Y palpa entre las tumbas
Los tiempos que vendrán.

Todo, Señor, diciendo
Está los grandes días
De luto y agonías,
De muerte y orfandad;
Que, del pecado horrendo
Envuelta en el sudario,
Pasa por un Calvario
La ciega humanidad.

Baja ¡oh Señor! no en vano
Siglos y siglos vuelan;
Los siglos nos revelan
Con misteriosa luz
El infinito arcano
Y la virtud que encierra,
Trono de cielo y tierra
Tu sacrosanta cruz.

Toda la historia humana
¡Señor! está en tu nombre;
Tú fuiste Dios del hombre,
Dios de la humanidad.
Tu sangre soberana
Es su Calvario eterno;
Tu triunfo del infierno
Es su inmortalidad.

¿Quién dijo, Dios clemente,
Que tú no volverías,
Y a horribles gemonías,
Y a eterna perdición,
Condena a esta doliente
Raza del ser humano
Que espera de tu mano
Su nueva salvación?

Sí, tú vendrás. Vencidos
Serán con nuevo ejemplo
Los que del santo templo
Apartan a tu grey.
Vendrás y confundidos
Caerán con los ateos
Los nuevos fariseos
De la caduca ley.

¿Quién sabe si ahora mismo
Entre alaridos tantos
De tus profetas santos
La voz no suena ya?
Ven, saca del abismo
A un pueblo moribundo;
Luzbel ha vuelto al mundo
Y Dios ¿no volverá?

¡Señor! En tus juicios
La comprensión se abisma;
Mas es siempre la misma
Del Gólgota la voz.
Fatídicos auspicios
Resonarán en vano;
No es el destino humano
La humanidad sin Dios.

Ya pasarán los siglos
De la tremenda prueba;
¡Ya nacerás, luz nueva
De la futura edad!
Ya huiréis ¡negros vestiglos
De los antiguos días!
Ya volverás ¡Mesías!
En gloria y majestad.

Naciera yo, naciera en las montañas

Naciera yo, naciera en las montañas,
yo que admiro su rústica belleza,
más cercano de sí , ¡naturaleza!
con su luna, su sol, su inmensidad.
Y salvando las breñas y torrentes
de las fieras salvajes al bramido
no hubiera con su aliento corrompido
mi falleciente ser la sociedad.
Y no que estoy con rabia contemplando
desde el profundo abismo de mi suerte
el triste pensamiento de la muerte
las horas de mi vida presidir.
Si es lo que suena, mi tremenda hora,
llevaré hasta la tumba mi deseo.
¡Crepúsculo oriental! yo no te veo.
Ya para mí no hay sol. . . . esto es morir

A DANTE

INVOCACIÓN DE UN POEMA.
Lasciate ogni speranza.

Sagrado Homero de la antigua Europa
que apuraste en tu ardor hasta las heces
de la suprema inspiración la copa;
Dante inmortal que con los siglos creces
y al rudo son de tu salvaje canto
a las generaciones estremeces;
Tú, que en las alas de tu genio santo
el Cielo recorriste y el Infierno,
mansiones de la luz y del espanto;
¿Por qué la voz del hombre es ese interno
lamento de dolor, hondo, infinito,
inenarrable, inacabable, eterno?
¿Por qué la voz del genio es ese grito
que resuena del mundo en la memoria
como el ¡ay! de Luzbel al ser maldito?

Canta Moisés, y la tremenda historia
canta del Cielo y del Edén vedado,
y al hombre despojado de su gloria.
Canta de los Profetas el sagrado
coro, y sus misteriosas armonías
la historia son del primordial pecado.
Llora con llanto eterno Jeremías,
David ve a Dios ceñudo e iracundo,
tiembla Jerusalen ante Isaías.
Y Job, envuelto el rostro en polvo inmundo,
a decir su dolor no encuentra nombres,
y lanza un ¡ay! que aun estremece al mundo.
Canta Homero, profeta de los hombres.
si los otros de Dios, el que esa lira
te dio, ¡gran Dante! con que al mundo asombres.
Canta, y canta de Ilion la inmensa pira,
y del Aquivo el funeral trofeo,
y de los Dioses la tremenda ira.
Canta Esquilo, y nos canta a Prometeo,
la roca insuperable del destino,
y el eterno buitre del deseo.
Prosigue el hombre su fatal camino,
y cuando el mundo con su peso oprime
el Capitolio del poder latino,
Canta Virgilio, y si su voz sublime
canta de nuevos siglos nueva aurora,
Roma asombrada con su canto gime.
Mas ¡ay! ya viene el que en los Cielos mora,
el que el Oriente y Occidente espera,
el que la triste humanidad implora,

¿Dolor?… ¿Siempre dolor? En su carrera
el Hombre-Dios exhalará un gemido
que oirán todos los vivos cuando él muera;
Y será tu Evangelio prometido
la historia, ¡oh Dios!, de la miseria humana,
escrita con la sangre de tu Ungido;
Y en visión iracunda y soberana
verá San Juan ante sus turbios ojos,
del caos humano y de la muerte hermana,
En la hora de los últimos despojos
la Bestia Apocalíptica triunfante
del mundo apacentarse en los despojos.
Sucumbe Roma, la nación gigante,
y corre desde el mudo Capitolio
al Gólgota inmortal la Europa infante.
Cesa el canto oriental y el ritmo eölio.
no hay Moises, no hay Homero. Dante sube
de la suprema inteligencia al solio.
Su canto oíd. Arrebolada nube
de robusta y magnífica armonía
le circunda la sien como a un querube.
Acaso ya tras la hecatombe impía
el hombre va a escuchar por vez primera
un himno de esperanza y de alegría.
Ya alza los ojos a la ardiente esfera,
ya resuena en su voz y en su alma late
la voz y el alma de la Europa entera.
Ya va a cantar el inspirado vate,
ya retiembla la lira entre sus manos…
¡Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate!

¡Oh de la vida y de la muerte arcanos!
¡Oh terrífico adios a la esperanza!
¡Oh sentencia fatal de los humanos!
¡Oh venganza de Dios! ¡Oh gran venganza
cuyo eterno cuchillo de diamante
ninguna mano a desclavar alcanza!
Tu Infierno es este mundo, ¡oh padre Dante!
encima del dintel de nuestra vida
la tremenda inscripción ya está delante.
El mal hizo en la tierra su guarida,
el bien no es más que idealidad suprema,
entre oscuros crepúsculos perdida.
Víctima de un recóndito anatema,
huérfana de su Dios abandonada
como las sombras de tu gran Poema;
De caminar y caminar cansada,
un círculo de círculos corriendo
como esos que corrió tu planta osada;
El eterno Cocito circuyendo
por ver si un soplo de aquilón divino
mueve la onda letal del lago horrendo;
Preguntando a la sombra su destino
sin más luz que la sombra que le espera
como al principio al fin de su camino;
La humanidad, ¡oh Dante!, desespera,
la humanidad, la humanidad y el hombre.
Que el hombre es, ¡ay!, la humanidad entera.
Edipo no halla de su enigma el nombre,
por los infiernos de su infierno gira,
y no hay visión allí que no le asombre.

Por eso, ¡oh Dios!, la humanidad suspira,
y el genio, que es su voz, cuando la canta
ayes arranca a su funesta lira.
Por eso hasta esa Musa sacrosanta
del bien supremo donde está el arcano
que en sus alas divinas se levanta.
Esa Musa de acento soberano.
la excelsa y refulgente Teología,
también es Musa del dolor humano.
¡Oh virgen celestial de la Poesía!
También ella es dolor… Mira a la ciencia,
la antes pura y genial Filosofía,
Mírala revolcarse en su impotencia;
carnal matrona de infecundo seno,
jamás pudo engendrar una crëencia.
De ella está el mundo con sus siglos lleno;
lo sabe todo, pero al hombre ignora,
y a remediar su mal le da veneno;
Y cuando suena la tremenda hora
de esas tormentas cuya voz retumba
sobre esta Europa que en tinieblas llora,
Cual vil sepulturera, abrir la tumba
del pueblo que murió dado le es sólo
y llorar en la inmensa catacumba.
La Europa va a morir. Tú, sacro Apolo
del Parnaso de Cristo, dime un canto
que resuene en su vasto mauseolo.
Tú la cantaste ya cuando áureo manto,
malla feudal, sacerdotal tiara
ostentaba en el trono sacrosanto.

Yo idolatrando la veré en el ara
el espectro del oro y la fortuna,
de inspiración y de entusiasmo avara.
Entonces como ahora, allá en su cuna
y en el lecho fatal de su agonía,
el fantasma tremendo la importuna.
Cantemos de la Historia la elegía:
Sol de la humanidad, de sus regiones
la idealidad se aleja cada día.
En vano entre magníficos blasones
renacerá, renacerá en su hoguera
el fénix inmortal de las naciones.
El hombre, ¡padre Dante!, desespera,
dobla la sien en la doliente mano,
y abandona el timón a la onda fiera.
No inquiere ya el arcano. No hay arcano.
No ansía ya la venganza. No hay venganza.
No hay más que el himno del dolor humano,
y el sempiterno adiós á la esperanza.

A LAS CUMBRES DEL GUADARRAMA

Cumbres de Guadarrama y de Fuenfría:
columnas de la tierra castellana,
que, por las nieves y los hielos,
cana la frente alzáis, con altivez sombría.
Campos desnudos como el alma mía,
que ni la flor ni el árbol engalana:
ceñudos, al nacer de la mañana;
ceñudos, al morir del breve día.
Al fin, os vuelvo a ver, tras larga era;
os vuelvo a ver con el latido interno
del patrio amor, que, vivo, persevera.
Para mí y para vos llegó el invierno.
Para vos tornará la primavera,
mas mi invierno, ¡ay de mí!, será ya eterno.

A FERNÁN CABALLERO

ENVIÁNDOLE UN EJEMPLAR DE MIS POESÍAS

Tú a quien dos veces admiré en el mundo,
primero, en esa arábiga Sevilla,

de una entusiasta juventud cercada,
la hermosa dama, la sin par Cecilia;
Después allá cuando de mí ignorado,
tras anchos mares en extraños climas
por la mafia entre aplausos repetido,
de Fernán Caballero el nombre oía;
Dígnate recibir como un recuerdo
de la antigua amistad nunca extinguida
como una ofrenda en el altar del genio
que en sus alas fulgentes te sublima,
Dígnate afable recibir el libro
arca no, sino tumba de reliquias
donde al fin encerré los pobres versos,
que al azar engendró mi fantasía.
Acaso entre ellos hallarás algunos
que al fresco murmurar de la onda estiva
de su jardín las auras aprendieron,
en las noches de luz de Andalucía;
Ysi espejos no son cual tus poemas
de un alma en tu fervor pura y tranquila
sí de esta audaz generación del siglo
la Haga aquí tal vez sangre destila;
Hijos siempre serán de aquella musa
que en ya lejanos cuanto hermosos días
de Byron, Goethe y Lamartine los nombres,
¡musa tú más feliz!, de ti aprendía.
Sé indulgente con ellos cual soliste;
y entre tanto esta página te diga
la sincera efusión de la memoria
que a Cecilia y Femán su autor envía.

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DISTANCIAS CORTAS [Mi poema]
Vicente W. Querol [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Cuando pasen los años ya verás
que la vida se escapa entre las manos,
que los sueños se quedan ya lejanos
y es que entonces quizás lamentarás
tu ignorancia al juzgar a los ancianos.

Que llevarte la vida por delante
intentando en la misma dejar huella
se parece al gozar de una doncella
que se atreve a bailar con un amante,
cual mendigo se agarra a la botella.

Y hallarás a un estómago vacío
los aplausos brillando por su ausencia,
la esperanza amarrada a la prudencia
y en la noche verás como hace frío
suplicándole, ateo, a dios clemencia.

Y ese día, que fin pone a tu estancia
llegará sin apenas darte cuenta
descuidando tu aspecto en la tormenta,
demostrando quién marca la distancia,
quién la vida la pone y la revienta.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Vicente W. Querol

EL VÉRTIGO

Guarneciendo de una ría
la entrada incierta y angosta,
sobre un peñón de la costa
que bate el mar noche y día,
se alza gigante y sombría
ancha torre secular
que un rey mandó edificar
a manera de atalaya,
para defender la playa
contra los riesgos del mar.

Cuando viento borrascoso
sus almenas no conmueve,
no turba el rumor más leve
la majestad del coloso.
Queda en profundo reposo
largas horas sumergido,
y sólo se escucha el ruido
con que los aires azota
alguna blanca gaviota
que tiene en la peña el nido.

Mas cuando en recia batalla
el mar rebramando choca
contra la empinada roca
que allí le sirve de valla;
Cuando en la enhiesta muralla
ruge el huracán violento,
entonces, firme en su asiento,
el castillo desafía
la salvaje sinfonía
de las olas y del viento.

Ció magnánimo el monarca
en feudo a Juan de Tabáres
las seis villas y lugares
de aquella agreste comarca.
Cuanto con la vista abarca
desde el alto parapeto,
a su yugo está sujeto,
y en los reinos de Castilla
no hay señor de horca y cuchilla
que no le tenga respeto.

Para acrecentar sus bríos
contra los piratas moros,
colmóle el Rey de tesoros,
mercedes y señoríos.
Mas cediendo a sus impíos
pensamientos de Luzbel,
desordenado y cruel
roba, asuela, incendia y mata,
y es más bárbaro pirata
que los vencidos por él.

Pasma el mirar su serena
faz y su blondo cabello,
que encubra rostro tan bello
los instintos de una hiena.
Cuando en el monte resuena
su bronca trompa de caza,
con mudo terror abraza
la madre al niño inocente,
y huye medrosa la gente
del turbión que la amenaza.

A ESPAÑA

Roto el respeto, la obediencia rota,
de Dios y de la ley perdido el freno,
vas marchando entre lágrimas y cieno,
y aire de tempestad tu rostro azota.

Ni causa oculta, ni razón ignota
busques al mal que te devora el seno;
tu iniquidad, como sutil veneno,
las fuerzas de tus músculos agota.

No esperes en revuelta sacudida
alcanzar el remedio por tu mano
¡oh sociedad rebelde y corrompida!

Perseguirás la libertad en vano,
que cuando un pueblo la virtud olvida,
lleva en sus propios vicios su tirano.

RECUERDOS

Tantas esperanzas muertas
y tantos recuerdos vivos!…
en el corazón humano
jamás se forma el vacío.
Nace una ilusión y muere;
pero su cadáver mismo
queda insepulto en el alma
y siempre en la mente fijo.
¡Ay! Por eso yo que os llevo
ha tantos años conmigo,
esperanzas engañosas
que me halagasteis de niño;
hoy que bajo el grave peso
de vuestro cadáver gimo,
¡infeliz de mí! quisiera
que nunca hubierais nacido.

II
¿Te acuerdas? Al pie de un árbol
en el jardín de tu casa,
el dulce y maduro fruto
ibas cogiendo en la falda.
Turbando nuestra alegría.
crujió de pronto la rama,
diste un grito, y desplomado
caí sin voz a tus plantas.
No vi más; pero entre sueños
me pareció que escuchaba
desconsolados gemidos,
tiernas y amantes palabras.
Y cuando volví a la vida,
en una sola mirada
se besaron nuestros ojos
se unieron nuestras almas.

III
¿Te acuerdas? Seis años hace
cuando por la vez primera
eterno amor nos juramos
y fidelidad eterna.
¡Cuán venturosas corrieron
las horas ¡ay! y cuán prestas!
un deseo, una esperanza
fue nuestra dulce existencia.
Turbose un día el encanto
de aquella pasión inmensa,
y el viento de la fortuna
llevome a lejanas tierras.
Colgándote de mi cuello,
en llanto amargo deshecha,
«vuelve, me dijiste, vuelve;
que mi corazón te llevas».
Volví… ¡Ya estabas casada!
y un ángel de rubias hebras
en tu regazo dormía
el sueño de la inocencia.
Posé, temblando, mis labios
en su faz blanca y risueña,
y al mirarte, vi que estabas
pálida como una muerta.

IV
Después, aturdido, ciego,
cuando me hirió el desengaño,
en tus queridas memorias
quise vengar mis agravios.
Busqué frenético el rizo
de tus cabellos castaños,
que en la postrer despedida
me diste, Inés, sollozando.
«Muera, dije, este recuerdo
de aquel corazón ingrato,
y arrastre el viento en cenizas
la inútil prenda que guardo».
Miréla suspenso y mudo,
hasta que ahogándome el llanto,
en vez de arrojarla al fuego
la llevé ¡loco! a mis labios.
¡Ay! quiera Dios que no veas
presa en amorosos lazos,
al hijo de tus entrañas
llorar, como estoy llorando.

V
¿Te acuerdas cuando en los días
de mi secreto infortunio
dudaba yo de mí mismo,
pobre, olvidado y obscuro;
enjugando compasiva
mi llanto abundante y mudo,
«no desmayes, me dijiste,
que el porvenir será tuyo».
Yo compartiré contigo
lauros, honores y triunfos,
y a la sombra de tu fama
nuestro amor llenará el mundo.
Hoy rompe a veces mi nombre
la indiferencia del vulgo,
y a veces también su aplauso
trémulo y turbado escucho.
Pero como estás muy lejos
y en vano te llamo y busco
paréceme que resuena
en el hueco de un sepulcro.

LA SOMBRA

Dulces y amorosos sueños
de la virgen candorosa,
que tomáis en el espacio
blanca y delicada forma;

melancólicos suspiros
de la flor que se deshoja,
que os convertís en el cielo
en espíritus de aroma;

yo siento sobre mi frente
vuestras alas temblorosas,
y siento en los labios míos
el beso de vuestra boca.

Lloráis para consolarme
de mis pasadas congojas,
y ese llanto es el rocío
que se columpia en las rosas.

Mas si queréis que no pene,
desde el cielo en donde mora,
si no al ángel que me inspira
bajadme al menos su sombra.

A VOLTAIRE

Eres ariete formidable: nada
Resiste a tu satánica ironía.
Al través del sepulcro todavía
Resuena tu estridente carcajada.

Cayó bajo tu sátira acerada
Cuanto la humana estupidez creía,
Y hoy la razón no más sirve de guía
A la prole de Adán regenerada.

Ya solo influye en su inmortal destino
La libre religión de las ideas;
Ya la fe miserable a tierra vino;

Ya el Cristo se desploma; ya las teas
Alumbran los misterios del camino;
Ya venciste, Voltaire. ¡Maldito seas!

CREPÚSCULO

El Sol tocaba en su ocaso,
y la luz tibia y dudosa
del crepúsculo envolvía
la naturaleza toda.
Los dos estábamos solos,
mudos de amor y zozobra,
con las manos enlazadas,
trémulas y abrasadoras,
contemplando cómo el valle,
el mar y apacible costa,
lentamente iban perdiendo
color, transparencia y forma.
A medida que la noche
adelantaba medrosa,
nuestra tristeza se hacía
más invencible y más honda.
Hasta que al fin, no sé cómo,
yo trastornado, tú loca,
estalló en ardiente beso
nuestra pasión silenciosa.
¡Ay! al volver suspirando
de aquel éxtasis de gloria,
¿qué vimos? sombra en el cielo
y en nuestra conciencia sombra.

FOTOGRAFÍAS

¡Pantoja ten valor! Rompe la valla:
luce, luce en tarjeta y en membrete
y cabe el toro que enganchó a Pepete
date a luz en las tiendas de quincalla.

Eres un necio. —Cierto. —Pero acalla
tu pudor y la duda no te inquiete.
¿Qué importa un necio más donde se mete
con pueril presunción tanta morralla?

¡Valdrás una peseta, buen Pantoja!
No valen mucho más rostros y nombres
que la fotografía al mundo arroja.

Enséñanos tu cara y no te asombres:
deja a la edad futura que recoja,
tantos retratos y tan pocos hombres.

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ANDANDO LA VIDA [Mi poema]
Gertrudis Gómez de Avellaneda [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La vida voy andando paso a paso,
a veces, si me canso, paro y miro,
me apresto a descansar. Y en un suspiro
me sigo desplazando hacia el ocaso.

Mirar hacia el pasado no interesa,
al fin y al cabo el tiempo ya se ha ido,
no puede retornar, ya te ha vencido.
No ignores que en sus garras ya está presa.

No hay tiempo que perder. Besa el camino.
Avanza sin pensar que éste se acaba.
Sin ruidos que escuchar. Nada te achante.

Nacer y fenecer, ese es tu sino.
Mas nunca se agotó lo que se daba
en tanto que haya vida por delante.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOGertrudis Gómez de Avellaneda

A LA MUERTE DE DON JOSÉ MARÍA DE HEREDIA

Le poète est semblable aux oiseaux de passage,
Qui ne batissent point leur nid sur le rivage.
Lamartine

Voz pavorosa en funeral lamento,
desde los mares de mi patria vuela
a las playas de Iberia; tristemente
en son confuso la dilata el viento;
el dulce canto en mi garganta hiela,
y sombras de dolor viste a mi mente.
¡Ay!, que esa voz doliente,
con que su pena América denota
y en estas playas lanza el océano,
«Murió ?pronuncia? el férvido patriota…»
«Murió ?repite? el trovador cubano»;
y un eco triste en lontananza gime,
«¡murió el cantor del Niágara sublime!»

¿Y es verdad? ¿Y es verdad?… ¿La muerte impía
apagar pudo con su soplo helado
el generoso corazón del vate,
do tanto fuego de entusiasmo ardía?
¿No ya en amor se enciende, ni agitado
de la santa virtud al nombre late?…
Bien cual cede al embate
del aquilón el roble erguido,
así en la fuerza de su edad lozana
fue por el fallo del destino herido…
Astro eclipsado en su primer mañana,
sepúltanle las sombras de la muerte,
y en luto Cuba su placer convierte.

¡Patria! ¡Numen feliz! ¡Nombre divino!
¡Ídolo puro de las nobles almas!
¡Objeto dulce de su eterno anhelo!
Ya enmudeció tu cisne peregrino…
¿Quién cantará tus brisas y tus palmas,
tu sol de fuego, tu brillante cielo?…
Ostenta, sí, tu duelo;
que en ti rodó su venturosa cuna,
por ti clamaba en el destierro impío,
y hoy condena la pérfida fortuna
a suelo extraño su cadáver frío,
do tus arroyos, ¡ay!, con su murmullo
no darán a su sueño blando arrullo.

¡Silencio!, de sus hados la fiereza
no recordemos en la tumba helada
que lo defiende de la injusta suerte.
Ya reclinó su lánguida cabeza
?de genio y desventuras abrumada?
en el inmóvil seno de la muerte.
¿Qué importa al polvo inerte,
que torna a su elemento primitivo,
ser en este lugar o en otro hollado?
¿Yace con él el pensamiento altivo?…
Que el vulgo de los hombres, asombrado
tiemble al alzar la eternidad su velo;
mas la patria del genio está en el cielo.

Allí jamás las tempestades braman,
ni roba al sol su luz la noche oscura,
ni se conoce de la tierra el lloro…
Allí el amor y la virtud proclaman
espíritus vestidos de luz pura,
que cantan el hosanna en arpas de oro.
Allí el raudal sonoro
sin cesar corre de aguas misteriosas,
para apagar la sed que enciende al alma
?sed que en sus fuentes pobres, cenagosas,
nunca este mundo satisface o calma?.
Allí jamás la gloria se mancilla,
y eterno el sol de la justicia brilla.

¿Y qué, al dejar la vida, deja el hombre?
El amor inconstante; la esperanza,
engañosa visión que lo extravía;
tal vez los vanos ecos de un renombre
que con desvelos y dolor alcanza;
el mentido poder; la amistad fría;
y el venidero día
?cual el que expira breve y pasajero?
al abismo corriendo del olvido…
Y el placer, cual relámpago ligero,
de tempestades y pavor seguido…
Y mil proyectos que medita a solas,
fundados, ¡ay!, sobre agitadas olas.

De verte ufano, en el umbral del mundo
el ángel de la hermosa poesía
te alzó en sus brazos y encendió tu mente,
y ora lanzas, Heredia, el barro inmundo
que tu sublime espíritu oprimía,
y en alas vuelas de tu genio ardiente.
No más, no más lamente
destino tal nuestra ternura ciega,
ni la importuna queja al cielo suba…
¡Murió!… A la tierra su despojo entrega,
su espíritu al Señor, su gloria a Cuba;
¡que el genio, como el sol, llega a su ocaso,
dejando un rastro fúlgido su paso!

Paisaje guipuzcoano

Suspende, mi caro amigo,
tus pasos por un instante:
no está la ermita distante,
y apenas las cinco son.
Ven a admirar —bajo el toldo
de aquellos verdes ramajes—
los pintorescos paisajes
de esta encantada región.

Mira a tus pies ese río,
cuyas herbosas orillas
millones de florecillas
cubren, difundiendo olor;
y desde el borde escarpado
oye las mansas corrientes
deslizarse transparentes
con soñoliento rumor.

Hileras de álamos blancos,
que el hondo cauce sombrean,
sus altas copas cimbrean
del viento al soplo fugaz;
mientras pescan silenciosos,
con luengas cañas y anzuelos,
dos vigorosos chicuelos
de viva y morena faz.

Mira en torno cuál se extienden
cuadros de trigos dorados,
por ricas franjas cortados
de verde-oscuro maíz;
y esos tan varios helechos
—fieles hijos de las sombras—
que prestan al bosque alfombras
de primoroso matiz.

¿Ves allá los caseríos
—que siembran el valle a trechos—
levantar sus rojos techos
de entre el verde castañar?
¿Ves cuál visten sus paredes
de parra lindos festones,
y cómo van los gorriones
sus racimos a picar?

Mas que ya las chimeneas
despiden humo, repara,
anunciando se prepara
la cena del segador;
y a las vacas lentamente
mira bajar de esos cerros,
llamando con sus cencerros
al perezoso pastor.

Mas, ¡oh, ve! también desciende,
saltando por entre breñas,
turba de niñas risueñas
que acá parece venir.
Sí; no hay duda, ramilletes
nos ofrecen con empeño…
¿Comprendes tú, caro dueño,
lo que nos quieren decir?

¡Ah!, sabe que esos perfumes,
que rinden cual homenaje,
solo son mudo lenguaje
de un triste y constante afán;
pues —con rara poesía—
el mendigo guipuzcoano,
cubre de flores la mano
que tiende pidiendo pan.

Acepta al punto, ¡querido!
¿quién hay que negarse pueda
a cambiar una moneda
por cada hermoso clavel?
Venid, niñas, cada tarde;
yo en el trueque me intereso,
y si al ramo unís un beso
garante os salgo de él.

¡Pero no entienden!… ¡Se alejan!
Mira por esos barrancos
saltar, desnudos y blancos,
sus breves y lindos pies…
Se detienen, se sonríen
viendo en mi pecho sus ramos,
y ligeras como gamos
desaparecen después.

Mientras tanto las montañas
sus picachos desiguales
van envolviendo en cendales
de gualda, azul y arrebol,
y en su carro majestuoso
—surcando el tibio occidente—
hunde a su espalda la frente,
cansado de vida, el sol.

A su postrera mirada
y a su postrera sonrisa,
suspiros vuelve la brisa,
perfumes vuelve la flor,
y llanto puro los cielos
vierten en el valle umbrío,
que lo convierte en rocío
de delicioso frescor.

¡Oh, mira! Ya por las faldas,
que cubren altos castaños,
bajando van los rebaños
para acogerse al redil…
Ya los niños sus anzuelos
han recogido y su pesca,
y se van armando gresca
con regocijo infantil.

Al árbol de Guernica

Tus cuerdas de oro en vibración sonora
vuelve a agitar, ¡oh lira!,
que en este ambiente, que aromado gira,
su inercia sacudiendo abrumadora
la mente creadora,
de nuevo el fuego de entusiasmo aspira.

¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo,
padrón es de alta gloria…
de un pueblo ilustre interesante historia…,
de augusta libertad sencillo templo,
que —al mundo dando ejemplo—
del patrio amor consagra la memoria.

Piérdese en noche de los tiempos densa
su origen venerable;
mas ¿qué siglo evocar que no nos hable
de hechos ligados a su vida inmensa,
que en sí sola condensa
la de una raza antigua e indomable?…

Se transforman doquier las sociedades;
pasan generaciones;
caducan leyes; húndense naciones…
y el árbol de las vascas libertades
a futuras edades
trasmite fiel sus santas tradiciones.

Siempre inmutables son, bajo este cielo,
costumbres, ley, idioma…
¡Las invencibles águilas de Roma
aquí abatieron su atrevido vuelo,
y aquí luctuoso velo
cubrió la media luna de Mahoma!

Nunca abrigaron mercenarias greyes
las ramas seculares,
que a Vizcaya cobijan tutelares;
y a cuya sombra poderosos reyes
democráticas leyes
juraban ante jueces populares.

¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
respetuoso mi acento,
y en ti se fija ufano el pensamiento,
me parece crecer bajo tu sombra,
y en tu florida alfombra
con lícita altivez la planta asiento.

¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
en esta tierra noble
que tú proteges, perdurable roble,
que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
y do el Cosnoaga inmoble
llega a tus pies en colosal penumbra!

¿En dónde hallar un corazón tan frío,
que a tu aspecto no lata,
sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío,
o en su desdén impío,
tu vejez santa con amor no acata?

Allá desde el retiro silencioso
donde del hombre huía
—al par que sus derechos defendía—,
del de Ginebra pensador fogoso,
con vuelo poderoso,
llegaba a ti la inquieta fantasía;

y arrebatado en entusiasmo ardiente
—pues nunca helarlo pudo
de injusta suerte el ímpetu sañudo—,
postró a tu austera majestad la frente
y en página elocuente
supo dejarte un inmortal saludo.

La Convención Francesa, de su seno
ve a un tribuno afamado,
levantarse de súbito, inspirado,
a bendecirte, de emociones lleno…
Y del aplauso al trueno
retiembla al punto el artesón dorado.

Lo antigua que es la libertad proclamas…
—¡Tú eres su monumento!—
Por eso cuando agita raudo viento
la secular belleza de tus ramas,
pienso que en mí derramas
de aquel genio divino el ígneo aliento.

Cual signo suyo mi alma te venera,
y cuando aquí me humillo
de tu vejez ante el eterno brillo,
recuerdo, roble augusto, que doquiera
que el numen sacro impera,
un árbol es su símbolo sencillo.

Mas, ¡ah, silencio!… El sol desaparece
tras la cumbre vecina,
que va envolviendo pálida neblina…
se enluta el cielo…, el aire se adormece…
tu sombra crece y crece…
¡Y sola aquí tu majestad domina!

Al partir

¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.

¡Voy a partir!… La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
las velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.

¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!

¡Adiós!… Ya cruje la turgente vela…
el ancla se alza… el buque, estremecido,
las olas corta y silencioso vuela.

A Él

No existe lazo ya: todo está roto:
plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.

Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Que tantos años de amarguras llenos
trague el olvido: el corazón respire.

Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano…
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
para acusar tu proceder tirano.

De graves faltas vengador terrible,
dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
No era tuyo el poder que irresistible
postró ante ti mis fuerzas vencedoras.

Quísolo Dios y fue: ¡ gloria a su nombre!
Todo se terminó, recobro aliento:
¡Ángel de las venganzas!, ya eres hombre…
ni amor ni miedo al contemplarte siento.

Cayó tu cetro, se embotó tu espada…
Mas, ¡ay!, cuán triste libertad respiro…
Hice un mundo de ti, que hoy se anonada
y en honda y vasta soledad me miro.

¡Vive dichoso tú! Si en algún día
ves este adiós que te dirijo eterno,
sabe que aún tienes en el alma mía
generoso perdón, cariño tierno.

A las estrellas

Reina el silencio: fúlgidas en tanto
Luces de paz, purísimas estrellas,
De la noche feliz lámparas bellas,
Bordáis con oro su luctuoso manto.

Duerme el placer, mas vela mi quebranto,
Y rompen el silencio mis querellas,
Volviendo el eco, unísono con ellas,
De aves nocturnas el siniestro canto.

¡Estrellas, cuya luz modesta y pura
Del mar duplica el azulado espejo!
Si a compasión os mueve la amargura

Del intenso penar por que me quejo,
¿Cómo para aclarar mi noche oscura
No tenéis ¡ay! ni un pálido reflejo?

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LA GAZA DE LAS LAMENTACIONES [Mi poema]
Ernesto Alcalá [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Existe ese lugar donde el rencor
se palpa y se respira en el ambiente,
-el niño cuando nace es la simiente-,
y un día se produce un estertor
que tiembla desde Oriente hasta Occidente.

Los odios se acumulan y saldrán,
y más cuando entra un ego de rebote,
es algo natural que un día explote.
Que el fuego crea gases y el volcán
hará que allí el entorno se alborote.

Después la destrucción vendrá y la muerte,
la lava, ya se sabe, no se para,
ni atiende quien los daños los repara.
Que al burro no le ampara ni la suerte,
ni un dios, el mismo Dios que lo fundara.

Por mucho que alguien quiera aquí engañar
o intente ya ocultar lo sucedido,
el odio si se encuentra comprimido
un día, cualquier día ha de explotar,
no tiene discusión, siempre así ha sido.
©donaciano bueno

El #odio es un #pozo del que acaso nunca se sale? Share on X

Las guerras ya se sabe es la única forma que tiene la especie humana para resolver sus litigios. Después vendrán los lamentos y la reconstrucción de los daños. Salvo en el caso de los muertos para los que no existe una segunda oportunidad. 

MI POETA SUGERIDO:  Ernesto Alcalá

NATURALEZA MUERTA

Me llené de lluvia.
Me inundó un oceáno de lágrimas scas.
Me llené de sol
y me ahogué en la calma de un atardecer
roto en la garganta.

Extraños

El desconcierto generalizado de las aves
acaricia mi lengua mientras duermo,
vals de tiniebla y hambre
en la casa encendida.

Amanece en las calles de mi ciudad acuática
y un aluvión de cuerpos reclaman su dádiva:
es el amor pagano de los reptiles,
vagantes eternos en los días sin rostro.

Cuerpos que se entrelazan
y caen a la sima como un torrente,
despertando, después,
en las áridas manos del cazador.

Mientras, en lo alto,
las voces del aire perpetúan las aguas;
auguran la llamada de los caimanes
en la noche del miedo.

Carne

Cuando te pienso todo es carne.
Carroña acerada que despeja mis dudas en el esófago.
Salda las cuentas la ingesta de ti,
como si al final todo fuese objeto de mercancía.

Años devotos
que sólo trajeron amor maloliente,
imaginado,
y una sombra acuosa que se me aparece
desmedrada en ojos.

Si alguien me escucha
que me diga que esconde el recuerdo afilado de la ausencia.
Si alguien se ofrece
que deshaga mis pasos uno a uno.

Sólo deseo saber si hay carne en la nevera,
y si es cierto que anoche dejó de llover.

HECATOMBE

El aire está enfermo y la ciudad calla.
Extraña en silencio a todos sus santos.
Ciudad disecada,
triste alimaña que clava los dientes en el asfalto.

Un coche fantasma recoge difuntos,
recolecta caras en las avenidas.
Rastrea con sigilo cada movimiento,
buscando carroña.

Avanza la muerte entre sombras.

Huidizas la las manos, la almas esperan
-allá, en lo confines de nuestra existencia-.

VOZ DE AGUDO SILENCIO

Como una voz esquiva y meridiana
suspendida en la traslúcida hojarasca,
arde sola mi esperanza en su solsticio.

Cual crespúsculo indomableatravesando mi alma
(indigencia de mi paso por el mundo),
sueña la gloria a deshoras;
solo desea invocar a los escribas
de los tiempos moribundos a mi espalda.

Si mi sangre llega hoy hasta los valles,
no seré pasajero y vil cenutrio,
ni siquiera hombre seré;
solo luz apelmazada y tremulante,
solo fin.

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Rosario Castellanos

Muro de lamentaciones

I
Alguien que clama en vano contra el cielo:
la sorda inmensidad, la azul indiferencia,
el vacío imposible para el eco.
Porque los niños surgen de vientres como ataúdes
y en el pecho materno se nutren de venenos.
Porque la flor es breve y el tiempo interminable
y la tierra un cadáver transformándose
y el espanto la máscara perfecta de la nada.

Alguien, yo, arrodillada: rasgué mis vestiduras
y colmé de cenizas mi cabeza.
Lloro por esa patria que no he tenido nunca,
la patria que edifica la angustia en el desierto
cuando humean los granos de arena al mediodía.
Porque yo soy de aquellos desterrados
para quienes el pan de su mesa es ajeno
y su lecho una inmensa llanura abandonada
y toda voz humana una lengua extranjera.

Porque yo soy el éxodo.
(Un arcángel me cierra caminos de regreso
y su espada flamígera incendia paraísos.)
¡Más allá, más allá, más allá! ¡Sombras, fuentes,
praderas deleitosas, ciudades, más allá!
Más allá del camello y el ojo de la aguja,
de la humilde semilla de mostaza
y del lirio y del pájaro desnudos.

No podría tomar tu pecho por almohada
ni cabría en los pastos que triscan tus ovejas.
Reverbera mi hogar en el crepúsculo.
Yo dormiré en la Mano que quiebra los relojes.

II
Detrás de mí tan sólo las memorias borradas.
Mis muertos ni trascienden de sus tumbas
y por primera vez estoy mirando el mundo.

Soy hija de mí misma.
De mi sueño nací. Mi sueño me sostiene.

No busquéis en mis filtros más que mi propia sangre
ni remontéis los ríos para alcanzar mi origen.

En mi genealogía no hay más que una palabra:
Soledad.

III
Sedienta como el mar y como el mar ahogada
de agua salobre y honda
vengo desde el abismo hasta mis labios
que son como una torpe tentativa de playa,
como arena rendida
llorando por la fuga de las olas.

Todo mi mar es de pañuelos blancos,
de muelles desolados y de presencias náufragas.
Toda mi playa un caracol que gime
porque el viento encerrado en sus paredes
se revuelve furioso y lo golpea.

IV
Antes acabarán mis pasos que el espacio.
Antes caerá la noche de que mi afán concluya.

Me cercarán las fieras en ronda enloquecida,
cercenarán mis voces cuchillos afilados,
se romperán los grillos que sujetan el miedo.
No prevalecerá sobre mí el enemigo
si en la tribulación digo Tu nombre.

V
Entre las cosas busco Tu huella y no la encuentro.
Lo que mi oído toca se convierte en silencio,
la orilla en que me tiendo se deshace.

¿Dónde estás? ¿Por qué apartas tu rostro de mi rostro?
¿Eres la puerta enorme que esconde la locura,
el muro que devuelve lamento por lamento?

Esperanza,
¿eres sólo una lápida?

VI
No diré con los otros que también me olvidaste.
No ingresaré en el coro de los que te desprecian
ni seguiré al ejército blasfemo.

Si no existes
yo te haré a semejanza de mi anhelo,
a imagen de mis ansias.

Llama petrificada
habitarás en mí como en tu reino.

VII
Te amo hasta los límites extremos:
la yema palpitante de los dedos,
la punta vibratoria del cabello.

Creo en Ti con los párpados cerrados.
Creo en Tu fuego siempre renovado.

Mi corazón se ensancha por contener Tus ámbitos.

VIII
Ha de ser tu substancia igual que la del día
que sigue a las tinieblas, radiante y absoluto.
Como lluvia, la gracia prometida
descenderá en escalas luminosas
a bañar la aridez de nuestra frente.

Pues ¿para qué esta fiebre si no es para anunciarte?

Carbones encendidos han limpiado mi boca.

Canto tus alabanzas desde antes que amanezca.

QUINIENTAS PALABRAS [Mi poema]
Justo Jorge Padrón [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si quinientas palabras no son plagio
¿cuántos versos se pueden fusilar?
La tal Lastra debiera meditar
qué me espera si escribo y tal naufragio
no puedo yo evitar.

Es posible ella misma nunca ha escrito,
y no entiende lo mucho que eso cuesta,
lo difícil que sale de esa apuesta
para ver como llega algún mosquito
y acabe con tu testa.

Ni quinientas palabras ni solo una,
el que quiera pescar se moje el culo,
que es de pillos robar con disimulo
y además de ganarse una fortuna
hacerse aun más el chulo.

‘Portavoza’, haga caso a los refranes,
con la ayuda, dice uno, del vecino
que mi padre mató un día un cochino.
Yo le diera a quien causa esos desmanes
aceite de ricino.
©donaciano bueno

#Cuántas #palabras es necesario copiar para considerarse plagio? Share on X

Adriana Lastra, esa es la «lumbrera», que para defender a su Jefe, Pedro Sánchez, a la sazón Presidente del Gobierno de España, del supuesto plagio del que se le acusa en la prueba final de su doctorado, soltó ante los medios esta perla. Ella que cursó estudios de Antropología Social, pero no acabó la carrera, y no ha ejercido actividad laboral fuera de la política. Portavoza, del PSOE o de la PESOE, según la jerga sexista.

MI POETA SUGERIDOJusto Jorge Padrón

Algo invisible fluye a nuestro lado

Acaso despedirse de la vida
sea contar las veces que nos quedan
por habitar las cálidas costumbres.
Quizá estas tibias cosas cotidianas
ofrezcan las imágenes de lo que un día fueron:
encuentros soberanos con la luz
o con ese misterio fugaz de la hermosura,
la voz de una mujer, aquel poema,
cierto instante encantado del crepúsculo,
cuando el aire se incendia en los balcones
y el valle como un cuento se duerme en sus palabras.
Algo queda latente en nuestros labios,
un gozo, una inquietud ante lo impronunciable,
y la brisa remonta la torre del jazmín
y susurra leyendas de amor y de nostalgia.
Algo invisible fluye a nuestro lado,
el delirio estelar, la música del cosmos
palpitando en su espera deslumbrada.

Desde el fondo del vino una mujer me invoca…

Desde el fondo del vino una mujer me invoca
con un riesgo sinuoso. Su cuerpo se ilumina
como exaltada llama empañada de invierno,
como enterrada lluvia rompiendo sus latidos,
deshaciéndose en música envolvente,
tan desolada y bella, hasta cegarme.

El oro fascinado de su risa
me lleva hasta el delirio de celebrar su cuerpo.
Con su hechizo me invade desde el aura
de su rosa sombría, que absorbe en su corola
el absoluto tiempo que viví.

Y así, preso y errante, en su inquieto perfume
tibiamente lejano, me destierra en el vino
bajo la maldición de su recuerdo.

El eros de la muerte

Crueldad, quiero tu lengua, tu inteligencia oculta
de perversión feroz y a la deriva,
contaminada en las maquinaciones
del placer que enmudece, despertando
la insidia y el peligro de tu experiencia única.

Qué enjambre de caricias en el nudo
con el que aún reclamas la posesión suprema.
Seguir, merodear de forma subrepticia
hasta ir descubriendo este delirio
atroz que se enardece por entrar y expandirse
en el fuego del daño y el desmayo.

Impaciente deseo tu cuerpo cenagoso,
maduro como el vicio que a sí mismo corrompe
con su olor a azahares ultrajados,
a estrellas que en el vino se disuelven.
En él presiento el odio que palpita
en su voltaje oscuro de noche y de marea,
por alcanzar la sangre, cuando el beso
insaciable la busca y la aniquila.

Ah, sombría violencia fascinada,
que encuentras tu destino en la tensión mortal
con que dos cuerpos duros se engastan, se penetran
hasta la raíz misma de sus limos,
allí donde la furia es la pasión
y el miedo de no ser el fulgor de la muerte.

El espectro del ansia

¡Qué sensación de nunca se hace umbría en tus ojos,
qué sinuosa evidencia desolada,
de vacío sin fin ante la posesión
entregada, desnuda e imposible!

¿Quién puede consolar este deseo
que está perdiendo el ser entre lo vivo?

¿Eres tú, inocencia demoníaca,
en la inmisericorde tentación,
la que reclama aún este fuego de médulas?

La pasión ha secado su hontanar.
Ya eres el desterrado de tu cuerpo.
Te escarba y te persigue el espectro del ansia.
El tacto se extravía en los ciegos sentidos,
anhela su redoble y no lo encuentra.

Agotada la copa enhiesta de la llama
se apagaron las luces de la sangre,
y en el desasosiego del futuro,
esa voz sin piedad de tu exilio sentencia:
Sólo lo que has perdido es tu desierto.

El sueño de sus sueños

Soñaron con el único tesoro
que alguna vez podría deslumbrarles:
ser el uno en el otro enteramente,
tornarse indestructibles para el tiempo y el mundo.

Anhelaron forjarse con poderes telúricos,
mitad árbol y viento, mitad tierra y hoguera,
y el soplo de la vida navegó por su sangre,
surgiendo vigoroso de la luz
de sus cuatro pupilas hechizadas.

El sueño de sus sueños fue el haberse encontrado,
porque desde ese instante, solitario y raigal,
se hicieron alma y sombra de un amor indeleble.

En el amanecer te desvaneces…

En el amanecer te desvaneces.
Sólo queda tu sombra entre mis manos,
una presencia de aire, anhelo y sueño y risa
que disipa su incendio consumido.

Con desesperación busco tu cuerpo,
el fugaz testimonio, ese deleite
de toda tu fragancia derramada,
cautiva todavía por mi piel.

Relumbras por mis médulas como un latido unánime,
como una ciega música que habitara en mi oído,
con su calor, su vibración de fondo,
su presencia invisible en el silencio.

Cruzo de la pasión a la demencia
persiguiendo tu espectro, el espejismo
de una imagen que asciende por la escala nocturna,
llevándote desnuda entre sus brazos.

Es tan raro el amor por uno mismo

Sigo en la oscuridad sin rostro. Sufre
el niño solitario que palpita en mis ojos,
perdido en la espiral de la congoja.
Él nada pide, escucha un porvenir desnudo.
Está oscuro y ausente y ya no me sonríe.
No sé cómo inducirlo a la alegría
Con mis lágrimas calla y no puede dormir.

Parte soy de la niebla que no me ama.
Un latido delgado me anuda a lo que vivo,
ya no sabe si soy lo que aún soy
o soy lo que me niega tercamente.
Es tan raro el amor por uno mismo
que en su frontera tiembla con su envés
y a veces se intercambia o se suprime.
¿Cómo entender entonces la súbita piedad,
la sinrazón de un odio que a veces se conmueve
mostrándome su helada transparencia?

Hoy es tu corazón un tacto inútil

Con la certeza del que nada aguarda
abres sin prisa la cancela antigua
y escuchas los lentísimos
pasos, que no parecen tuyos,
en la escalera gris.
Ninguna voz te ofrece su calor,
andas a oscuras, nada
te lleva a tu rincón, ni tan sólo la música,
ni los viejos poetas, ni las gastadas cartas
de amor son esta noche
para ti compañía.
Pasan por el recuerdo los perdidos
nombres que en otro tiempo
honda fe dieron a tu juventud.
Llega el rumor del viento,
el tedioso vacío de tu vida,
y en él te reconoces,
porque amas al que fuiste
y percibes la ausencia
de tus mejores días.
Hoy es tu corazón un tacto inútil,
lo sabes y no puedes engañarte
y aún dejas que la impávida memoria
se lleve cuanto amaras,
cuanto perdiste en esta tierra estéril:
aquel hondo temor que acaso siempre
tuviste por la vida: tu fracaso.
Pero nada te importa ya, y contemplas
por la ventana el árbol más tenaz,
llenas tu vaso y piensas:
éste es tu patrimonio de hombre solo.

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HOY HE VENIDO A VERTE [Mi poema]
Damaris Calderón [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Hoy he venido a verte y tú no estabas,
y he debido volverme sin te viera,
acuérdate que no es la vez primera,
que nunca yo ignoré de que abusabas
por eso del que espera desespera.

No seas tan ingenua que el amor
si encuentra un terraplén se desmorona,
debiendo de buscarse otra persona
que pueda deslumbrarle cual la flor
que, bella, siempre existe otra más mona.

Que el sueño de una noche de verano
si un día no amanece ya no existe,
así sea jugando va al despiste,
se escapa como el aire de la mano
pudiendo disfrutar y lo perdiste.

Hoy he venido a verte y tú no estabas,
recuerda que hoy el fuego está que arde,
mañana si hay mañana será tarde,
después no has de decir lo lamentabas
tuviste un corazón que es un cobarde.
©donaciano bueno

La mancha de una #mora con otra mora se #quita? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Damaris Calderón

DOS GIRASOLES SOBRE EL ASFALTO

En el terminal de ferrocarriles
sentada con mi madre
dos girasoles sobre el asfalto.
Su mano borra todo sucio paisaje.
Nunca he comido sino de esa mano
nunca
sino de ese fruto macerado.
Me enseñabas un sendero
para que no me extraviara.
Y siempre regreso, pequeño afluente,
buscando un poco de sosiego
como se le da al enfermo
una cucharada de sopa.
Y la cuchara hace frías,
metálicas promesas
hasta que la cabeza se queda
recostada contra el velador.
Una oruga cantándole a un gusano
-la canción de la morfina-
la cabeza roída por dentro
el tallo esplendente conectado al tubo de oxígeno.
El mar, como un patrullero,
pisándome los talones.
Thalassa thalassa
he intentado vivir siete veces.
De: Parloteo de Sombra

POR LA BORDA

Sol frontal
occipital
salteador de caminos
hablando el viento sur
y el ciclón tropical
(la voz de mi madre).
El pájaro que picotea el vidrio
y se refleja en la ventana
mitad sinsonte mitad tordo soy yo.
La mujer que avanza de espaldas.
He aprendido con las raíces
el lenguaje de lo que se hunde
y la muerte llega a mi casa
con la vivacidad del verano.

PARA CERRAR LOS OJOS

Toda mi vida soñé con los caballos.
Ser un caballo.
Astas de viento.
Ancas de viento.
El vigor de los jóvenes potros.

Ahora que voy a morir
déjame ver los caballos otra vez.

Cuando la lengua se deshace
sin palabras ni tierra que pronunciar.
Cuando la espuma deja a mis pies
un cerco efímero
Y todo es borrado por las aguas
barrido por la niebla
déjame ver los caballos otra vez.

Una carrera.
Otra carrera.
Ninguna carrera.
Cuando el manzano es la memoria del manzano
…………..su cáscara.
Déjame ver los caballos otra vez.
Puro vigor.
Puro deseo animal.
El macho monta a la hembra.
Muerde el pelaje.
Dobla las patas.
La penetra.
Escucho el relincho.
Tiemblo más que la hierba húmeda.
Vencida.
Despojada del hábito de ser humanos
déjame ver los caballos otra vez.

MIS 5 MALDITOS MINUTOS

Por mi arte pasé hambre
Pasé hambre por mis 5 malditos minutos.
Bukowsky

Doblándome
(literalmente)
como el insecto que carga una hoja
el doble de su peso
despreciando a Simon y a Peggy Guggenheim
y a su colección de perros
y a su colección de cuadros
y a su museo de arte de mascotas
de la que yo misma entré a formar parte,
escribí.
……………Y la palabra fue el hueso
arrancado a la noche
el cuerpo humeante el deseo
un oper kaut al estómago.
Y la muerte me alcanzará de todos modos.

MI CORAZÓN ES UNA TRAMPA PARA OSOS

Mi corazón es sordomudo
Mi corazón es una trampa para osos
De mi corazón la gente entra y sale
Como la sangre por una arteria
Mi corazón es borracho
(bebe el día y lo transforma en alcohol)
(bebe la noche y la transforma en destilado)
Mi corazón es un incendio
Es el viento
Mi corazón es una ola
(se repliega y arrasa).
Es un pirómano
Es una flecha
(se atraviesa a sí mismo).
Es un minutero
Una bomba
Un cuentamillas.
Es hereje
Es zurdo
Es una víscera
Amorosa.
Mi corazón es un niño
Al que le falta la respiración.

NINGÚN POEMA ES MÁS GRANDE QUE TÚ

Me gustaba “el arte de perder”.
El agujero en el buche.
Decir
(escribir)
en imperativo:
“No, no fue un desastre”.
El desastre sigue ahí.
El reloj de mi madre
sigue en mi mano, invisible.
Y la casa.
Y la frazada con sangre.
Y los continentes.
He visto gente
(la mayor parte)
vivir y morir sin literatura.
Y respiran
y se duermen igual.
El sol se pone
sin literatura.
El gusano no perdona.
Y hay ojos luminosos
sin letras.

SIN PARACAÍDAS

De abismo en abismo
desprendiéndome de todo lo minúsculo
desconocida como la palma de mi mano
en el cielo de Quito vi la gran fiebre
la gran res pastando
la gran res luminosa que nadie puede tocar
la manada el piñón de palabras saltando
las venas indígenas azules
ruido
ecuatorial
el centro del mundo
un órgano
una música feroz
un plato de tripas calientes
la catedral del oro
el hambre del oro
la devoción del oro
la miseria del oro
la acuarela violenta de Quito
las calles que suben al cielo de Quito
el empedrado
que baja a la boca del infierno.
El cielo la página de Quito
el poema hecho de la saliva espesa de la noche
noche de fiebre y de objetos de apariencias de nombres
que cambian de sitio.
Antes estuve acá ahora allá cortada
por el espejo el reflejo ecuatorial
cargando en mulas mis antepasados
una recua de mulas
abuelo va cortando el aire con un cuchillo
el aire a cuentagotas se deja apenas respirar
subiendo a la tierra bajando al cielo
echando sangre de narices
estallando como un bumeran o como un boeing
volando sobre la sábana sobre la frazada de alpaca
empalada por dos indios amarrados los ojos
en el delirio de la fiebre del plátano.
La fiebre que envidian los que no llegan al centro del mundo
al centro del ombligo
al centro del hambre
al centro del hombre
a la mitad del miedo.
Las islas esparcidas como cuentas
como ojos arrancados relumbrando
platería joyas sombreros bisutería
el museo del hombre
costa de Guayaquil
hecha a los peces a los guacamayos
a la alegría de la camisa de fuerza del turista multicolor
Cuenca
atravesada por los cuatros ríos
el dolor de los techos de tejas y el sonido de las goteras de la lluvia
el balido del ovillo de lana
el balido de la oveja antes de ser carneada
SE ASAN CABRITOS
SE ASAN CHANCHOS
SE ASAN CUYES FRESCOS AL HORNO
AQUÍ
Las calles empinadas
Las catedrales las iglesias la devoción
La flema la flama el escupitajo la sangre de narices
Los angelitos negros
( a la virgen le cortaron las tetas).
Las palabras palpitando como animales temblorosos en cuatro patas
el crepúsculo rojo sangriento
una víscera humeante
Las palabras atravesadas por la taquicardia
el cielonegroaplastante asfixiante de Quito
el vientre la gran res
la medida de mi muerte y sus ojos novillos.

OSCURO

Todo debe ser demasiado.
El dolor de la palabra dolor
arrastrando el peso de sus coyunturas
el dolor inarticulado
el dolor de las articulaciones las vejaciones
de las prisiones las cárceles de aire
el dolor que embota amputa anestesia
el dolor que debe doler
las luces crueles de las linternas crueles
como guiños de ojos
crueles que no veremos más
la aguja entrando en la carne
el manotazo de la noche
el zarpazo el lanzazo de la noche
los lanzas
el alcohol de la noche
el océano de la noche
el destilado del sol los borrachitos
el hueso el osobuco el costillar la costilla humana
la borrachera la tarantela la vida sin herrar.

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MI INGENIO EN VENTA [Mi poema]
Federico Balart [Poeta sugerido]New

MI POEMA … de medio pelo

 

Mi ingenio en venta he puesto muchas veces.
Me extraña que no encuentre un buen postor.
De todo lo que tengo es lo mejor,
pudiera asegurarlo que con creces
él tiene un buen motor.

Pues lleva un buen rodaje, lo aseguro,
la máquina he tratado yo con mimo,
y más, es mucho más lo que le estimo
mas deben de sacarme del apuro
que sufro por un timo.

Espero que las redes me acompañen,
seguro alguno habrá pique el anzuelo,
y venga a compensarme en mi desvelo,
descarten que farsantes les engañen,
crean que es un señuelo.

Si alguno ha de dudar lo pongo a prueba
después de evaluar que ponga el precio,
prometo se asemeja a un roble recio,
resiste a los rigores cuando nieva
se mueve con fluidez en el trapecio.

Ignoran que mi ingenio es creativo,
que sabe discernir rápidamente,
y no precisa a nadie de asistente
y ha sido en esta vida ejecutivo
hasta del sol naciente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOFederico Balart

Reverberación

Charco donde hallo el sol reproducido:
tanto las turbias aguas ennobleces
con la imagen prestada, que pareces
fragmento de los cielos desprendido.

Mas si, a impulso del viento sacudido,
tus linfas tenebrosas estremeces,
a los ojos atónitos ofreces
el cieno en tus entrañas escondido.

¡Oh mente humana, charco de agua obscura!
Cuando tus olas la impiedad altera
muestras por fondo el vicio o la locura;

y, bajo el hueco de la azul esfera,
sólo pareces bella, y clara, y pura,
cuando Dios en tu seno reverbera.

Visión

Por los ámbitos lóbregos de un sueño
vi cruzar un fantasma peregrino
que, envuelto en nube de fulgor divino,
me llamaba mirándome risueño.

Seguirle quise con ardiente empeño,
fascinado y extático y sin tino;
pero, al tocar su manto purpurino,
veloz huyó, mirándome con ceño.

Sentido de su rápida mudanza,
«¿Por qué –dije– te places en mi daño?»
Y él, al desvanecerse en lontananza:

«Yo soy –me dijo con semblante huraño–,
para quien no me logra, la Esperanza;
para quien me consigue, el Desengaño.»

Recuerdo

¡En mis brazos murió! Boca con boca,
bebí anhelante su postrer aliento,
que, aumentando por grados mi tormento,
desde entonces el alma me sofoca.

Yo mismo la vestí. Mudo cual roca,
sin lanzar un gemido ni un lamento,
cumpliéndole un sagrado juramento,
negro manto le puse y blanca toca.

Hoy, cuando la amargura me enloquece
una dulce visión de aspecto santo
con hábito monjil se me aparece.

Compasiva me mira; y cuando el llanto
mis párpados cansados humedece,
las lágrimas me enjuga con su manto.

Restitución

Estas pobres canciones que te consagro,
En mi mente han nacido por un milagro.
Desnudas de las galas que presta el arte,
Mi voluntad en ellas no tiene parte:
Yo no sé resistirlas ni suscitarlas;
Yo ni aun sé comprenderlas al formularlas;
Y es en mí su lamento, sentido y grave,
Natural como el trino que lanza el ave.
Santas inspiraciones que tú me envías,
Puedo decir, esposa, que no son mías:
Pensamiento y palabra de ti recibo;
Tú en silencio las dictas; yo las escribo.

Desde que abandonaste nuestra morada,
De la mortal escoria purificada,
Transformado está el fondo del alma mía,
Y voces oigo en ella que antes no oía.
Todo cuanto, en la tierra y el mar y el viento,
Tiene matiz, aroma, forma o acento,
De mi ánimo abatido turba la calma
Y en canción se convierte dentro del alma.
Y es que, en estas tinieblas donde me pierdo,
Todo está confundido con tu recuerdo:
¡Sin él, todo es silencio, sombra y vacío
En la tierra y el viento y el mar bravío!

Revueltos peñascales, áspera breña
Donde salta el torrente de peña en peña;
Corrientes bullidoras del claro río;
Religiosos murmullos del bosque umbrío;
Tórtola que en sus frondas unes tus quejas
Al calmante zumbido de las abejas;
Águila que levantas el corvo vuelo
Por el azul espacio que cubre el cielo;
Golondrina que emigras cuando el Octubre,
Con sus pálidas hojas el suelo cubre,
Y al amor de tu nido tornas ligera
Cuando esparce sus flores la primavera;
Aura mansa que llevas, en vuelo tardo,
Efluvios de azucena, jazmín y nardo;
Brisas que en el desierto sois mensajeras
De los tiernos amores de las palmeras
( ¡De las pobres palmeras que, separadas,
Se miran silenciosas y enamoradas!);
Pardas nieblas del valle, nieves del monte,
Cambiantes y vislumbres del horizonte;
Tempestad que bramando con ronco acento
Tus cabellos de lluvia tiendes al viento;
Solitaria ensenada, restinga ignota
Donde oculta su nido la gaviota;
Olas embravecidas que pone a raya
Con sus rubias arenas la corva playa;
Grutas donde repiten con sordo acento
Sus querellas y halagos la mar y el viento;
Velas desconocidas que en lontananza
Pasáis como los sueños de la esperanza;
Nebuloso horizonte, tras cuyo velo
Sus límites confunden la mar y el cielo;
Rayo de sol poniente que te abres paso
Por los rotos celajes del triste ocaso;
Melancólico rayo de blanca luna
Reflejado en la cresta de escueta duna;
Negra noche que dejas de monte a monte
Granizado de estrellas el horizonte;
Lamento misterioso de la campana
Que en la nocturna sombra suena lejana,
Pidiendo por ciudades y por desiertos
La oración de los vivos para los muertos;
Plegaria que te elevas entre la nube
Del incienso que en ondas al cielo sube
Cuando al Señor dirigen himnos fervientes
Santos anacoretas y penitentes:
Catedrales ruinosas, mudas y muertas,
Cuyas góticas naves hallo desiertas,
Cuyas leves agujas, al cielo alzadas,
Parecen oraciones petrificadas;
Torres donde, por cima de la veleta
Que a merced de los vientos se agita inquieta,
Señalando regiones que nadie ha visto
Tiende inmóvil sus brazos la fe de Cristo:
Luces, sombras, murmullos, flores, espumas,
Transparentes neblinas, espesas brumas,
Valles, montes, abismos, tormentas, mares,
Auras, brisas, aromas, nidos y altares,
Vosotros en el fondo del alma mía
Despertáis siempre un eco de poesía:
Y es que siempre a vosotros encuentro unido
El recuerdo doliente del bien perdido.
Sin él, ¿qué es la grandeza, qué es el tesoro
De la tierra y el viento y el mar sonoro?

Ya lo ves: las canciones que te consagro,
En mi mente han nacido por un milagro.
Nada en ellas es mío, todo es don tuyo:
Por eso a ti, de hinojos, las restituyo.
¡Pobres hojas caídas de la arboleda,
Sin su verdor el alma desnuda queda!

Pero no, que aun te deben mis desventuras
Otras más delicadas, otras más puras:
Canciones que, por miedo de profanarlas,
En el alma conservo sin pronunciarlas;
Recuerdos de las horas que, embelesado,
En nuestro pobre albergue pasé a tu lado,
Cuando al alma y al cuerpo daban pujanza
Juventud y cariño, fe y esperanza;
Cuando, lejos del mundo parlero y vano,
Íbamos por la vida mano con mano;
Cuando, húmedos los ojos, juntas las palmas,
En una se fundían nuestras dos almas:
Canciones silenciosas que el alma hieren;
Canciones que en mí nacen y que en mí mueren;
¡Hechizadas canciones, con cuyo encanto
A mis áridos ojos se agolpa el llanto!

Y aun a veces aplacan mis amarguras
Otras más misteriosas, otras más puras:
Canciones sin palabra, sin pensamiento,
Vagas emanaciones del sentimiento;
Silencioso gemido de amor y pena
Que, en el fondo del pecho, callado suena;
Aspiración confusa qué, en vivo anhelo,
Ya es canción, ya plegaria que sube al cielo;
Inquietudes del alma, de amor herida;
Vagos presentimientos de la otra vida;
Éxtasis de la mente que a Dios se lanza;
Luminosos destellos de la esperanza;
Voces que me aseguran que podré verte
Cuando al mundo mis ojos cierre la muerte:
¡Canciones que, por santas, no tienen nombres
En la lengua grosera que hablan los hombres!
Ésas son las que endulzan mi amargo duelo;
Ésas son las que el alma llaman al cielo;
Ésas de mi esperanza fijan el polo,
¡Y ésas son las que guardo para mí solo!

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VIVIR NO ME INTERESA I [Mi poema]
Angel L. Matos González [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ya no quiero. Vivir no me interesa.
Que el tiempo que he vivido ya es pasado
y así que este momento ande a mi lado
ya sé que no me aguarda una sorpresa.

Vivir o vegetar, que no es lo mismo,
saber dentro de poco serás nada,
pasar matando el tiempo la jornada
dudando aun de la pila de bautismo.

Cuidando no pasarte de la raya
y ser en demasía comedido
y a veces con la vida resentido
sentirte cual se siente una cobaya.

Atrás queda ese mundo que me asusta,
quizás yo nunca estuve preparado,
que el juego no he sabido en qué he jugado
o al menos al que quise no se ajusta.

Vivir, si esto es vivir, venga y lo vea,
andando la mirada boca abajo,
cual fuera una campana sin badajo
o el chorro de la orina cuando mea.

Si un día ha de llegar, no se demore
que tengo mi equipaje preparado
me iré solo y lo mucho que he soñado,
deseo que aquí nadie por mi llore.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Angel L. Matos González

La gente…

La gente me habla de ti
aunque no conocen la forma de tus pies,
la sensación de tu tímido cuello,
el temblor de tu vientre,
el ángulo de tus senos,
el húmedo calor entre tus piernas,
el intenso imán de tu sonrisa.

La gente me habla de ti
y me pregunto si tu imagen desolada
anda tatuada en mi mirada verde
y si es que tu nombre anda marcado
como carimbo sobre mi piel mezclada
o si acaso tu olor sigue en cada centímetro de mí
o si mi silencio denuncia tu presencia.

La gente me habla de ti
y muchas veces yo también.

NACE EL DíA

Nace el día
mientras el hombre sale de la sombra,
y las miradas saben a olvido,
las esquinas de la carne
duelen bajo los huesos
en estos días sin horas ni nombres,
en estos momentos encuevado
bajo el peso del silencio y los gérmenes
que germinaron en mis labios la lágrima,
el frío rocío de la carne que se desprende
cuando un adiós se siente sobre las hojas
y el viento me trae olor a vacío
como un río de camino a algún infierno
en donde se escribe la divina comedia
de un pequeño ser que quiso ser hombre,
y que fue barco de papel sobre una nada
ahora que es una escueta calavera
esperando su resurrección de entre los vivos
sin dioses ni ángeles ni vírgenes ni altares
sólo la calle sin números ni pieles
ni gritos ni llamadas sin tono
ni el sonido de sirenas serenas y nativas;
tan sólo nace otro día
y aún espero mi turno ante el naufragio.

El desvelo fugaz de la estrella

Llovió la noche luciérnagas infragantis en tanga
cayeron astros armados de fusil ocultos en Orión
un coro de lobos depilados cantaba a Sabina
la madrugada se diluía en el guiño del Cíclope.

Pintó el cielo su manto de pecas pecaminosas
el arañazo hidráulico del avión rayaba el celeste canvas
una procesión de santos en espirales en accidente en la avenida
un te quiero se musitaba entre dedos en la falda de Yemanyá.

Ardió la boca desdibujada en la silueta del dedo
amaneció apócrifa risa en la pegatina del farol fundido
se había gestado el homicidio de un descarado septiembre
el despertar se soñaba a sí mismo entre musas si blusas.

Esta noche soñé que el color había escapado del sueño
que corría robado de la paleta colorida de mi tierra
en un ave metálica vestida de tisne desvelado
al reflejo de una Luna disfrazada de luto.

Soñé otro espacio en otra ciudad con un corazón negro
entre telaraña de cables de edificios que punzaban el cielo
el aire se metía arrebatado de polvos decolorados
en un apagón que me llevaba preso en la memoria.

Soñé bocas que me hablaban sin palabras y gestos mudos
un mar de ojos en la costa de sus ojeras todo a oscuras
en un revuelo de pulsaciones miopes y multiplicadas
en el entierro de un ayer detenido en algún tiempo.

Soñé árboles en un continente de siluetas despavoridas
faroles, calles, alcantarillas, mares de rostros arrebatados de negrura
un reflejo monocromo de mi rostro sobre un charco huérfano
un latido en el hueco del pecho en donde falleció un latido.

Soñé la muerte gris en un ataúd de ángeles decapitados
una colérica mirada en huracanada fuga a la velocidad del trueno
un dolor que ya no arde tallado con tinta en los huesos
y soñé que me había llevado en la maleta todas las lágrimas negras de mi isla.

No es la noche y el desquicio de la gota de lluvia
cuando caen las palabras pesadas como silencio
en la dicotomía de un florecido olvido estrellado.

No es la pérdida de memoria sobre el alfiler abandonado
bajo entretejida telaraña de un pajar húmedo de rabias
en la fugaz silueta de la centella con forma de minotauro.

No es la ortografía de unos labios apalabrando un cuello
en un juego de sinónimos arrebatados de clásicos cuentos
a la fuga de memorias náufragas en perfumes madreselva.

No es ni siquiera un recuerdo en la barca a la velocidad de la luz
en un rechinar de huesos apócrifos en el mártir de un beso lanzado
donde se grafietea con libstic la gota de semen de un polizonte poeta.

Preguntas indirectas

Cómo se enciende un silencio
entre gotas temblorosas de moléculas
en la palpitación de un teclado acorazonado
solo vestido de ingenuo rayo de Lunas polizonte.

Qué lenguaje apalabra el color del suspiro
el clandestino aliento aruñado de rocío
en la mirada anónima en el ombligo de flor
en donde pernocta intranquila la desapalabrada pregunta.

Cuánto es el tiempo que contabiliza un no más
las cuentas del ábaco en coquetería se enumeran
el ardor del lápiz sobre el papel grita en grafito
al vestir de palabras el último latido del reloj.

Cuán infinito puede arder un verbo palpado
en la gramática recitada a un oído de sombras
al rayar la conjugación de algunos tiempos trapecistas
en el manto de un decir hambriento de voces.

Cuándo un cuando se vuelve libertad y cárcel en sincronía
al juego de deseos y fuegos al baño de dedos en fuga
en la tribulación que pendula entre espectros de húmedas pinceladas
y la retórica se petrifica a nombre de un carnal conjuro.

A dónde se han llevado el hueco de la nostalgia
al horizonte se maquilla de rojo entre faroles intermitentes
y adoquines de poemas hacer guardia de honor desarmada
bajo la llamada sin tono en el ala de la luciérnaga.

Quién define el final sin final del final firme
hace de las preguntas cometas con hilos de rizos libres
y de un basta un cuerpo de acuarela en canvas de sábana
en la última pulsación de un verso arrebatado de dudas.

“Cruzaste el tiempo
Cabalgas mi memoria
Luego la tempestad, la lluvia… y una luna que se dobla
En sueños me llevas siempre al mismo lugar
Donde no puedo parar de cantarle a mis días
Un bolero que te salve la vida
Un bolero que me cierre la herida”
Desmer Bueno

Tengo boleros desvelados en mis gargantas
notas musicales que no me atrevo a transgredir
veladas entre sombras amanecidas de copas
intentos de suicidados versos con un nombre anudado.

Tengo momentos deambulantes en mi memoria
rincones de islas musicalizadas en geográficas cuerdas vocales
sonrisas y lágrimas enjugadas en inocentes cantos
algunas promesas desdibujadas en apócrifas propuestas.

Tengo discografías de canciones dedicadas a tu nombre
una antología de versos que parece apalabrar tus presencias
noches infinitas tachadas en mis descalzos párpados
algunas cosas no dichas en la ronquera de mis dedos.

Tengo un tumulto para que te salve y me salve de nosotros mismos
un cuarto de espejos desmembrados en mis rayados huesos
tantas melodías en fugadas escapadas de bohemias con poemas
algunos silencios que aún no caben en ese bolero salvado de vida.

¿Quién eras tú ensombrecida en la calle

bañada de rayos de luna sobre tu piel efímera
y tus Converse musicalizando la acera
en un desfile de miradas apalabradas?

¿Quién eras tú a solas en la oscura mesa
con tu cabello riso al vuelo de la canción
en el reflejo anochecido de tus ojos en la copa
y tus dedos desdibujando tus labios en vino tinto?

¿Quién eras tú transfigurada en el monte
celaje de piel desnuda erguida al cielo
humedeciendo la humedad del río
en una alquimia trasmutada en la memoria?

¿Quién eras tú deshecha entre sábanas
con tus senos erectos hacia Orión
tu vulva volcánica en erupción de mi boca
en una nota de despedida al despertar del vértigo?

Quién eras tú, retóricamente me pregunto.
¿Tal vez un espejismo escurridizo en un verso?
¿Tal vez la metamorfosis de una aparición?
¿Tal vez algún fetichista sueño de Dios?

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ÁRBOL GENEALÓGICO [Mi poema]
Manuel José Othon [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Antes de nacer yo fueron mis padres
-mi padre ya murió siendo aun maduro-
y antes ya que mis padres mis abuelos
cansados ya vinieron de otros duelos,
de ancestros, de sus padres, sus compadres,
de aquellos que eran tiempos sin futuro.

Recuerdo, mis abuelos no recuerdo,
quizás solo a una abuela vagamente,
tan alta su vestido interminable,
diciéndome ¡chitón! aquí el que hable
habrá de comprobar que yo no muerdo
así guarde un sopapo aquí presente.

Les hablo de hace poco, hace cien años,
no crean que yo soy Matusalén,
que acaso yo era entonces un proyecto,
la punta de la esquina de un afecto
que se hizo realidad tras los apaños
de un dios que se empeñara y dijo amén.

Después llegó lo que hoy es otra historia,
y de otra que ahora empieza la antesala,
Mañana se verá, cuando esté muerto,
semillas plantarán en este huerto.
Si el agua ha de seguir dando esta noria.
o viene algún seísmo y la apuntala.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOManuel José Othon

IDILIO SALVAJE

¿Por qué a mi helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?… Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.

Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.

Mas si acaso no vienes de tan lejos
y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.

Si no, ven a lavar tu ciprio manto
en el mar amarguisimo y profundo
de un triste amor o de un inmenso llanto.

II
Mira el paisaje: inmensidad abajo,
inmensidad, inmensidad arriba;
en el hondo perfil, la sierra altiva
al pie minada por horrendo tajo.

Bloques gigantes que arrancó de cuajo
el terremoto, de la roca viva;
y en aquella sabana pensativa
y adusta, ni una senda ni un atajo.

asoladora atmósfera candente
de se incrustan las águilas serenas
como clavos que se hunden lentamente.

Silencio, lobreguez pavor tremendos
que viene sólo a interrumpir apenas
el balope triunfal de los berrendos.

III
En la estepa maldita, bajo el peso
de sibilante grisa que asesina,
irgues tu talla escultural y fina
como un relieve en el confín impreso.

El viento, entre los médanos opreso,
canta como una música divina,
y finge bajo la húmeda neblina,
un infinito y solitario beso.

Vibran en el crepúsculo tus ojos,
un dardo negro de pasión y enojos
que en mi carne y mi espíritu se clava;

y destacada contra el sol muriente,
como un airón, flotando inmensamente,
tu bruna cabellera de india brava.

IV
La llanura amarguísima y salobre,
enjuta cuenca de océano muerto,
y en la gris lontananza, como puerto,
el peñascal, desamparado y pobre.

Unta la tade en mi semblante yerto
aterradora lobreguez, y sobre
tu piel, tostada por el sol, el cobre
y el sepia de las rocas del desierto.

Y en el regazo donde sombra eterna,
del peñascal bajo la enorme arruga,
es para nuestro amor nido y caverna,

las lianas de tu cuerpo retorcidas
en el torso viril que te subyuga,
con una gran palpitación de vidas.

V
¡Qué enferma y dolorida lontananza!
¡Qué inexorable y hosca la llanura!
Flota en todo el paisaje tal pavura
como si fuera un campo de matanza.

Y la sombra que avanza, avanza, avanza,
parece, con su trágica envoltura,
el alma ingente, plena de amargura,
de los que han de morir sin esperanza.

Y allí estamos nosotros, oprimidos
por la angustia de todas las pasiones,
bajo el peso de todos los olvidos.

En un cielo de plomo el sol ya muerto,
y en nuestros desgarrados corazones
¡El desierto, el desierto… y el desierto!

VI
¡Es mi adiós…! Allá vas, bruna y austera,
por las planicies que el bochorno escalda,
al verberar tu ardiente cabellera,
como una maldición, sobre tu espalda.

En mis desolaciones ¿qué te espera?
-ya apenas veo tu arrastrante falda-
una deshojazón de primavera
y una eterna nostalgia de esmeralda.

El terremoto humano ha destruido
mi corazón y todo en él expira.
¡Mal hayan el recuerdo y el olvido!

Aún te columbro, y ya olvidé tu frente;
sólo, ay, tu espalda miro cual se mira
lo que huye y se aleja eternamente.

ENVÍO

En tus aras quemé mi último incienso
y deshojé mis postrimeras rosas.
Do se alzaban los templos de mis diosas
ya sólo queda el arenal inmenso.

Quise entrar en tu alma, y qué descenso,
¡qué andar por entre ruinas y entre fosas!
¡A fuerza de pensar en tales cosas
me duele el pensamiento cuando pienso!

¡Pasó…! ¿Qué resta ya de tanto y tanto
deliquio? En ti ni la moral dolencia,
ni el dejo impuro, ni el sabor del llanto.

Y en mi ¡qué hondo y tremendo cataclismo!
¡Qué sombra y qué pavor en la conciencia,
y qué horrible disgusto de mi mismo!

ANGELUS DOMINI

Sobre el tranquilo lago, occiduo el dia,
flota impalpable y misteriosa bruma
y a lo lejos vaguísima se esfuma
profundamente azul, la serranía.

Del cielo en la cerúlea lejanía
desfallece la luz. Tiembla la espuma
sobre las ondas de zafir, y ahúma
la chimenea gris de la alquería.

Suenan los cantos del labriego; cava
la tarda yunta el surco postrimero.
Los últimos reflejos de luz flava

en el límite brillan del potrero
y, a media voz, la golondrina acaba
su gárrulo trinar, bajo el alero.

II
Ondulante y azul, trémulo y vago,
el ángel de la noche se avecina,
del crepúsculo envuelto en la neblina
y en los vapores gráciles del lago.

Del septentrión al murmurante halago
los pliegues de su túnica divina
se extienden sobre el valle y la colina,
para librarlos del nocturno estrago.

Su voz tristezas y consuelo vierte.
Humedecen sus ojos de zafiro
auras de vida y ráfagas de muerte.

Levanta el vuelo en silencioso giro
y, al llegar a la altura, se convierte
en oración, y lágrima, y suspiro.

EL RUISEÑOR

Oid la campanita, cómo suena,
el toque del clarín, cómo arrebata,
las quejas en que el viento se desata
y del agua el rodar sobre la arena.

Escuchad la amorosa cantilena
de Favonio rendido a Flora ingrata
y la inmensa y divina serenata
que Pan modula en la silvestre avena.

Todo eso hay en mis cantos. Me enamora
la noche; de los hombres soy delicia
y paz, y entre los árboles cubierto,

sólo yo alcé mi voz consoladora,
como una blanda y celestial caricia,
cuando Jesús agonizó en el huerto.

EL RIO

Triscad, oh linfas, con la grácil onda,
gorgoritas, alzad vuestras canciones.
y vosotros, parleros borbollones,
dialogad con el viento y con la fronda.

Chorro garrulador, sobre la honda
cóncava quiebra, rómpete en jirones
y estrella contra riscos y peñones
tus diamantes y perlas de Golconda.

Soy vuestro padre el río. Mis cabellos
son de la luna pálidos destellos,
cristal mis ojos del cerúleo manto.

Es de musgo mi barba trasparente,
ópalos desleídos son mi frente
y risa de las náyades mi canto.

UNA ESTEPA DEL NAZAS

¡Ni un verdecido alcor, ni una pradera!
Tan sólo miro, de mi vista enfrente,
la llanura sin fin, seca y ardiente
donde jamás reinó la primavera.

Rueda el río monótono en la austera
cuenca, sin un cantil ni una rompiente
y, al ras del horizonte, el sol poniente,
cual la boca de un horno, reverbera.

Y en esta gama gris que no abrillanta
ningún color; aqui, do el aire azota
con ígneo soplo la reseca planta,

sólo, al romper su cárcel, la bellota
en el pajizo algodonal levanta
de su cándido airón la blanca nota.

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