A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

APTITUDES vs ACTITUDES [Mi poema]
Matilde Alba Swann [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Si ves las aptitudes te abandonan
habrás de recurrir a otras virtudes
sacando a relucir tus actitudes,
los años, ya lo sabes, no perdonan,
mas debes conocer, si te obsesionan,
mejor será se muestren y saluden.

Los años son honestos siempre pasan
no digas que son falsos, no te avisan,
los años van andando y no te pisan,
así que tú percibas que te abrasan,
los años con poderes no se casan,
pervierten y no alargan ni se sisan.

Demuestra que eres duro de mollera
y que ante adversidades no te apocas.
Y a aquel, que fue el pasado, no te enrocas
ni encuentras del futuro ya a la espera.
Tu historia ha de servirle al que te quiera
y al resto allí les den tapando bocas.

Y estira como el chicle que se estira,
del cóctel, la existencia, un trago largo,
dejando en la estacada a ese letargo
y gira igual que el aire gira y gira
haciendo del final una mentira
que es una falsedad el trago amargo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOMatilde Alba Swann

MAÑANA ES SIEMPRE

Cómo quisiera despertar cantando.
Pero amanezco, en cambio,
dolorida
de no haberme quedado en ese espacio,
en ese tiempo de morir prestada.
Una isla no inscripta en ningún mapa,
una célula enferma de ignorancia,
un asfixiado mundo en miniatura,
una avanzada humanidad triunfante,
en clarines y hogueras
homicidas.
Tabla sola, sin náufrago siquiera,
y luchando,
relincho hacia la costa,
y animada nomás por el recuerdo
de un aliento mordido a sus astillas.
Cómo quisiera despertar cantando,
y me muero de sed y hambre
de canto
mientras desborda la preñada aurora
en promisorio bermellón de vinos,
y expandida,
hoguera en panes, horneándose a lo alto.
Yo estoy abajo,
debajo de la historia,
sepultada en antorchas apagadas
y estandartes marchitos.
Sumergida en humores subterráneos
y en cenizas de huesos
de bandido,
Soy el ser que no fue, lo que no pudo,
la olvidada, desdeñada semilla,
pero existo.
Dentro
tengo un sauce inclinado que me llora.
Un niño triste me llama, sin nombrarme.
Me doy cuenta,
me doy cuenta, yo existo.
Mañana espero despertar, cantando.

SUEÑO QUE LLUEVE

Sueño que llueve y que me estás queriendo.
Cielo en congoja, mi corazón deshace,
y deshaces con él; lluvia tú mismo
me transcurres lento;
yo me dejo llevar por los canales
inundados de hojas
y de pasos
y un crujido me llora desde el hueso.
El mundo en selva
de colores
viene
a espejarme en nosotros, y a impregnarnos
de misterio, de aroma y de raíces.
A la vera de esta
irrealidad, palpita, un niño tibio
que indeciso arrima
con su barco de papel y quiere
navegar nuestra sangre.
Sueño que llueve; acaso estés soñando
a mi ritmo, y amándome,
y en tanto,
esta lluvia silente, tal vez sueñe
ser mujer, y sufrir.
Avido el suelo que la bebe sueña, quizás,
ser hombre y consumirla; ruedo
como una gota entre tus brazos, vuelco
sollozando tu nombre.
Tu deslizas, compactado llanto, por mi cielo
y rompes; un deshacer unidos,
ya no somos, y despierto.
Sin nosotros, y sin sí mismo, el sueño
se ha quedado soñando
ser la muerte.

EN ESTE DÍA DE LLUVIA

Un gris limpio, monótono, inasible,
en este día de lluvia
y cielo enfermo,
el corazón del agua está soñando
con bandadas de pájaros
de vidrio,
y en la rama otoñal, junta la ausencia,
luces mojadas, y voces
de aluminio.
Hay como un gato gris
rondando en torno,
así de blando,
así
de ojo amarillo.
Es casi tarde, mi niñez descalza,
viene a buscarme por un largo río,
bajo un mar vertical
deshilachado,
y un silencio de océano dormido.
Salgo a su encuentro, quedo de su mano,
me desnudo en su piel, líquida cuna,
vuelvo a mi antiguo manantial,
deshago,
gota a gota, pausada, mansa,
muerta.
Bajo un llanto de techos castigados,
somnolientos, reencarno,
soy de lluvia.

Y AQUÍ ESTA MI CANCION

Yo te canto colmena, por eso, por colmena,
y mi canto que quiso ser un grito de guerra,
un clarín de protesta, una arenga viril,
Después de conocerte Berisso bien de cerca
se repliega y comprende, que te haría feliz
alguna canción dulce de amor que te conmueva,
una canción de cuna sutil que te adormezca
bajo un cielo que el humo camufló de gris.

POBREZA A LOS DIEZ AÑOS

Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato.
de un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela… Apenas tercer grado…
Qué largo fue el recreo, el más largo el año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.

Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,
todos zapatos sanos. Me sentía en pecado
vencida y diminuta, mi corazón sangrando…
Si supieran los hombres cuánto a los diez años
puede sufrir un niño por no tener zapatos…
Que anticipo de angustia. Todavía perdura
doliéndome el pasado. El patio de la escuela
y aquel recreo largo…

Mi piecesito trémulo, miedoso, acurrucado.
Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.
Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.
La pobreza no tiene perdón a los diez años.

COMO UN CÁNTARO

Desde mi ángulo diurno de cordura,
no recordaba cómo,
llegué flecha, a disparar del arco.
Fue la herida de penetrar la noche,
que me llamó a encontrarme.
Se miraba mi boca
en un roto cristal crecido a espejo.
Con voluptuosa, medida muerte lenta, comencé,
como un junco, vergonzoso de luz bajo la brisa,
a declinar, y hallé hermoso contarme, derramando.
Fue el oído subiendo hasta la nota,
fue una danza de ninfas sobre el lienzo,
fue un murmullo de cuerdas arriesgadas,
fue el silencio total, dando en el fondo
del lugar de doler, y fue el estruendo
de cien locas gargantas, borbotones,
presurosos, urgidos
borbotones.
En el espejo, dos orillas curvadas de verano.
Estabas a mis márgenes, con el agua mía
riéndose a tus carnes,
escasamente, mi nivel no alcanzaba
siquiera al cáliz de tu cuerpo, cuerpo.
Hubieras, sí, jugado con mi espuma, inclinada
tu cabeza triste, y un poco sorprendida.
Hubieras tal vez puesto tu paladar
a escuchar mi voz de tempestad y azúcar,
y a medio claudicar, como quien oye
un lejano temblor
de cascos vueltos, vacilabas
la inminencia, mezcla de miedo que huye y regocijo,
que alza en danza de grito
hasta las nubes.
Yo volcaba, siempre rítmica cuerda, grave, grave,
y un sabor y un aroma discordantes,
como pájaros nuevos que se esquivan, atreviste
tus manos, hasta el borde mojado de mi cántaro.
Se miraban mis labios,
y eran,
viva síntesis flúida, hembra, hembra, y de pronto,
solamente agua, y de pronto,
ni siquiera.
El cristal sobre azogue de palabras, devolvía
la presencia,
de una boca en sabor desconocido.
Desde mi ángulo diurno de cordura, me miraba brillar
bajo la lámpara.
Después, vuelta de aquella elevación desnuda,
me descubrí tirada como un perro,
con la lengua volcada a las estrellas
y los dientes en polvo, y arañada
toda el agua de patas
imposibles; ya no estuve.
Sólo tu ausencia, fue la verdad real,
con gusto a sangre.
Quise inclinar de nuevo, y era un ancho arenal
seco, sediento,
puro sol fatigado de mis brasas,
era un cántaro hueco,
sin oquedad siquiera, una idea de cántaro
olvidada,
era un nombre cabal de inexistencia.
Y aquí, en la maraña, que quiso dejar a modo de
testimonio el viento, estoy;
mis dos brazos cubriéndome la cara,
así me encuentras.

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VIVIR NO ME INTERESA II [Mi poema]
Fernando de Herrera [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Así no he de seguir, no me interesa,
pues paso, me entristezco y me consumo.
La vida, el cigarrillo que me fumo,
me acecha a cada paso y ya me pesa
y casi no echa humo.

Los días se hacen largos, son eternos,
intento despistarme y no consigo,
preciso resguardarme de un abrigo,
recibo abrazos falsos por fraternos
que añaden más castigo.

No tengo ni un atisbo de esperanza
de ver ya la salida, no la encuentro.
Si quiero concentrarme me descentro,
me niego ya bailar en esta danza,
que muero hasta por dentro.

¿De qué sirve vivir ya en esta vida
que tanto te despista y sobresalta?
Te quieres agarrar y ves que salta,
y a veces se te muestra retorcida
y el aire incluso falta.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Fernando de Herrera

Como en la cumbre ecelsa de Mimante

Como en la cumbre ecelsa de Mimante,
do en eterna prisión arde y procura
alzar la frente airada y guerra oscura
mover de nuevo al cielo el gran gigante,

se nota de las nubes, que delante
vuelan y encima en hórrida figura,
la calidad de tempestad futura,
que amenaza con áspero semblante,

así de mis suspiros y tristeza,
del grave llanto y grande sentimiento
se muestra el mal, que encierra el duro pecho.

Por eso no os ofenda mi flaqueza,
bella estrella de amor, que mi tormento
no cabe bien en vaso tan estrecho.

Yo voy por esta solitaria tierra

de antiguos pensamientos molestado,
huyendo el resplandor del sol dorado,
que de sus puros rayos me destierra.

El paso a la esperanza se me cierra,
de una ardua cumbre a un cerro vo enriscado,
con los ojos volviendo al apartado
lugar, sólo principio de mi guerra.

Tanto bien representa la memoria
y tanto mal encuentra la presencia,
que me desmaya el corazón vencido.

¡Oh crueles despojos de mi gloria!
desconfïanza, olvido, celo, ausencia,
¿por qué cansáis a un mísero rendido?

Rojo Sol

Rojo sol, que con hacha luminosa
cobras el purpúreo y alto cielo,
¿hallaste tal belleza en todo el suelo,
que iguale a mi serena Luz dichosa?

Aura süave, blanda y amorosa,
que nos halagas con tu fresco vuelo,
¿cuando se cubre del dorado velo
mi Luz, tocaste trenza más hermosa?

Luna, honor de la noche, ilustre coro
de las errantes lumbres y fijadas,
¿consideraste tales dos estrellas?

Sol puro, Aura, Luna, llamas de oro,
¿oístes vos mis penas nunca usadas?
¿Vistes Luz más ingrata a mis querellas?

Voy siguiendo la fuerza de mi hado

por este campo estéril y ascondido;
todo calla y no cesa mi gemido
y lloro la desdicha de mi estado.

Crece el camino y crece mi cuidado,
que nunca mi dolor pone en olvido;
el curso al fin acaba, aunque estendido,
pero no acaba el daño dilatado.

¿Qué vale contra un mal siempre presente
apartarse y huir, si en la memoria
se estampa y muestra frescas las señales?

Vuela Amor en mi alcance y no consiente,
en mi afrenta, que olvide aquella historia
que descubrió la senda de mis males.

Esta desnuda playa

Esta desnuda playa, esta llanura
de astas y rotas armas mal sembrada,
do el vencedor cayó con muerte airada,
es de España sangrienta sepultura.

Mostró el valor su esfuerzo, mas ventura
negó el suceso y dio a la muerte entrada,
que rehuyó dudosa, y admirada
del temido furor, la suerte dura.

Venció otomano al español ya muerto,
antes del muerto el vivo fue vencido,
y España y Grecia lloran la vitoria,

pero será testigo este desierto
que el español muriendo, no rendido,
llevó de Grecia y Asia el nombre y gloria.

Subo con tan gran peso

Subo con tan gran peso quebrantado
por esta alta, empinada, aguda sierra,
que aun no llego a la cumbre cuando yerra
el pie y trabuco al fondo despeñado.

Del golpe y de la carga maltratado,
me alzo a pena y a mi antigua guerra
vuelvo ¿mas qué me vale? Que la tierra
mesma me falta al curso acostumbrado.

Pero aunque en el peligro desfallesco
no desamparo el paso; que antes torno
mil veces a cansarme en este engaño.

Crece el temor y en la porfía cresco,
y sin cesar, cual rueda vuelve en torno,
así revuelvo a despeñarme al daño.

Yo vi unos bellos ojos

con dulce flecha un corazón cuitado,
y que para encender nuevo cuidado
su fuerza toda contra mí pusieron.

Yo vi que muchas veces prometieron
remedio al mal, que sufro no cansado,
y que cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanzas me valieron.

Yo veo que se asconden ya mis ojos
y crece mi dolor y llevo ausente
en el rendido pecho el golpe fiero.

Yo veo ya perderse los despojos
y la membrana de mi bien presente
y en ciego engaño de esperanza muero.

Osé y temí

tanto que desprecié el temor cobarde;
subí a do el fuego más me enciende y arde
cuanto más la esperanza se desvía.

Gasté en error la edad florida mía,
ahora veo el daño, pero tarde,
que ya mal puede ser que el seso guarde
a quien se entrega ciego a su porfía.

Tal vez prüebo ?mas, ¿qué me vale?? alzarme
del grave peso que mi cuello oprime,
aunque falta a la poca fuerza el hecho.

Sigo al fin mi furor, porque mudarme
no es honra ya, ni justo que se estime
tan mal de quien tan bien rindió su pecho.

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DEL MUNDO Y MIS VIVENCIAS [Mi poema]
Porfirio Barba-Jacob [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que el mundo no es mi mundo está muy claro,
pues que éste lleno está de sabandijas,
se meten con descaro en las rendijas
dejando al que le pilla en desamparo
sin colcha y sin cobijas.
¡malvado su descaro,
malditas sus manijas!

Pues solo con padrino te bautizas
no tienes porvenir, de lo contrario
comprueba lo que arrastra el calendario,
lo poco que al entorno tú cotizas,
viniste a ser gregario
viviendo ya hecho trizas
en un confesionario.

Viniste sin saber por qué viniste
y un día tú te irás como cualquiera,
la flor que tú regaste en primavera
sin ti se quedará desnuda y triste
hasta que dios lo quiera.
Te dicen tú resiste
aun sea una quimera.

Cualquiera sea que al mundo haya pintado
tan burdo este aguafuerte en rasgos gruesos
pudiera haber marcado bien impresos
de flores y de música adornado,
cuidando sus accesos
y todos a su lado
comiéndonos a besos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Porfirio Barba-Jacob

FUTURO

Decid cuando yo muera… (¡y el día esté lejano!):
soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en el vital deliquio por siempre insaciado,
era una llama al viento…

Vagó, sensual y triste, por islas de su América;
en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;
la tierra mexicana le dio su rebeldía,
su libertad, su fuerza… Y era una llama al viento.

De simas no sondadas subía a las estrellas;
un gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue sabio en sus abismos -y humilde, humilde, humilde-
porque no es nada una llamita al viento…

Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su trágico lamento…

Era una llama al viento y el viento la apagó.

SOBERBIA

Le pedí un sublime canto que endulzara
mi rudo, monótono y áspero vivir.

El me dio una alondra de rima encantada…
¡Yo quería mil!

Le pedí un ejemplo del ritmo seguro
con que yo pudiera gobernar mi afán.

Me dio un arroyuelo, murmullo nocturno…
¡Yo quería un mar!

Le pedí una hoguera de ardor nunca extinto,
para que a mis sueños prestase calor.

Me dio una luciérnaga de menguado brillo…
¡Yo quería un sol!

Qué vana es la vida, qué inútil mi impulso,
y el verdor edénico, y el azul Abril…

¡Oh sórdido guía del viaje nocturno!
¡Yo quiero morir!

BALADA DE LA LOCA ALEGRÍA

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-
mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-
soy un perdido -soy un marihuano-
a beber y a danzar al son de mi canción…
Ciñe el tirso oloroso, tañe el jocundo címbalo.

Una bacante loca y un sátiro afrentoso
conjuntan en mi sangre su frenesí amoroso.

Atenas brilla, piensa y esculpe Praxiteles,
y la gracia encadena con rosas la pasión.

¡Ah de la vida parva, que no nos da sus mieles
sino con cierto ritmo y en cierta proporción!

Danzad al soplo de Dionisos que embriaga el corazón…

La Muerte viene, todo será polvo
bajo su imperio: ¡polvo de Pericles,
polvo de Codro, polvo de Cimón!

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-
mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-
soy un perdido -soy un marihuano-

a beber y a danzar al son de mi canción…

De Hispania fructuosa, de Galia deleitable,
de Numidia ardorosa, y de toda la rosa
de los vientos que beben las águilas romanas,
venid, puras doncellas y ávidas cortesanas.

Danzad en delitosos, lúbricos episodios,
con los esclavos nubios, con los marinos rodios.

Flaminio, de cabellos de amaranto,
busca para Heliogábalo en las termas
varones de placer… Alzad el canto,
reíd, danzad en báquica alegría,
y haced brotar la sangre que embriaga el corazón.

La Muerte viene, todo será polvo:
¡polvo de Augusto, polvo de Lucrecio,
polvo de Ovidio, polvo de Nerón!

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-
mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-
soy un perdido -soy un marihuano-
a beber y a danzar al son de mi canción…

Aldeanas del Cauca con olor de azucena;
montañesas de Antioquia, con dulzor de colmena;
infantinas de Lima, unciosas y augurales,
y princesas de México, que es como la alacena

familiar que resguarda los más dulces panales;
y mozuelos de Cuba, lánguidos, sensuales,
ardorosos, baldíos,
cual fantasmas que cruzan por unos sueños míos;

mozuelos de la grata Cuscatlán-¡oh ambrosía!-
y mozuelos de Honduras,
donde hay alondras ciegas por las selvas oscuras;

entrad en la danza, en el feliz torbellino:
reíd, jugad al son de mi canción:
la piña y la guanábana aroman el camino
y un vino de palmeras aduerme el corazón.

La Muerte viene, todo será polvo:
¡polvo de Hidalgo, polvo de Bolívar,
polvo en la urna, y rota ya la urna,
polvo en la ceguedad del aquilón!

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-
mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-
soy un perdido -soy un marihuano-
a beber -a danzar al son de mi canción…

La noche es bella en su embriaguez de mieles,
la tierra es grata en su cendal de brumas;
vivir es dulce, con dulzor de trinos;
canta el amor, espigan los donceles,
se puebla el mundo, se urden los destinos…

¡Que el jugo de las viñas me alivie el corazón!
A beber, a danzar en raudos torbellinos,
vano el esfuerzo, inútil la ilusión…

CANCIÓN DEL TIEMPO Y EL ESPACIO

El dulce niño pone el sentimiento
entre la pompa de jabón que fía
el lirio de su mano a la extensión.

El dulce niño pone el sentimiento
y el contento en la pompa de jabón.

Yo pongo el corazón -¡pongo el lamento!
entre la pompa de ilusión del día,
en la mentira azul de la extensión.

El dulce niño pone el sentimiento
y el contento. Yo pongo el corazón…

LAMENTACIÓN DE OCTUBRE

Yo no sabía que el azul mañana
es vago espectro del brumoso ayer;
que agitado por soplos de centurias
el corazón anhela arder, arder.

Siento su influjo, y su latencia, y cuando
quiere sus luminarias encender.

Pero la vida está llamando,
y ya no es hora de aprender.

Yo no sabía que tu sol, ternura,
da al cielo de los niños rosicler,
y que, bajo el laurel, el héroe rudo
algo de niño tiene que tener.

¡Oh, quién pudiera de niñez temblando,
a un alba de inocencia renacer!
Pero la vida está pasando,
y ya no es hora de aprender.

Yo no sabía que la paz profunda
del afecto, los lirios del placer,
la magnolia de luz de la energía,
lleva en su blando seno la mujer.

Mi sien rendida en ese seno blando,
un hombre de verdad pudiera ser…

¡Pero la vida está acabando,
y ya no es hora de aprender!

ELEGÍA DE SEPTIEMBRE

Cordero tranquilo, cordero que paces
tu grama y ajustas tu ser a la eterna armonía:
hundiendo en el lodo las plantas fugaces
huí de mis campos feraces
un día…

Ruiseñor de la selva encantada
que preludias el orto abrileño:
a pesar de la fúnebre muerte, y la sombra, y la nada,
yo tuve el ensueño.

Sendero que vas del alcor campesino
a perderte en la azul lontananza:
los dioses me han hecho un regalo divino:
la ardiente esperanza.

Espiga que mecen los vientos, espiga
que conjuntas el trigo dorado:
al influjo de soplos violentos,
en las noches de amor, he temblado.

Montaña que el sol transfigura.

Tabor al febril mediodía,
silente deidad en la noche estilífera y pura:
¡nadie supo en la tierra sombría
mi dolor, mi temblor, mi pavura!

Y vosotros, rosal florecido,
lebreles sin amo, luceros, crepúsculos,
escuchadme esta cosa tremenda: ¡He Vivido!

He vivido con alma, con sangre, con nervios, con músculos,
y voy al olvido…

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CADA DÍA YO ALGO APRENDO [Mi poema]
Francisco Layna Ranz [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Aprendo. Cada día yo algo aprendo,
que nunca yo echo nada en saco roto.
Cada día me monto en esa moto,
a aquel que no se monta no le arriendo
ganancias al piloto.

Cada día yo pienso. Habrá otro día.
Que mañana, quizás si es que hay mañana,
en esta gran nación llamada España
al nacer, si pudiera yo pondría
mi tienda de campaña.

De todo lo que he visto es lo mejor.
Y puesto que yo soy un gran viajero,
a todo aquel que estimo le sugiero
que observe a lo que existe alrededor
y póngase un babero.

Se sabe, si se tiene no se aprecia
que objeto ya es ausente de deseo,
mas miro en el espejo y no me creo
por fuera como el frío siempre arrecia
y aquí siempre es recreo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Francisco Layna Ranz

Color y lenguaje son insuficientes

[a veces los poetas entienden que Dante jamás estuvo en el infierno]

Hay una orfandad ineludible,
su tenue parentesco
con las cosas que en
apariencia refiere.
También lo contingente
se entumece,
y ahí
surge
el miembro fantasma,
un panorama meloso
entre lo real y lo irreal.

Cai´n mata a su hermano Abel
a la salida de un gran club.
Su rostro se vuelve blanco,
igual que se decolora un tejido,
y toda su descendencia
es blanca desde entonces.

Siguiente consideración, apartado primero:

cuando el clan llega
y hay lumbre para todos
y la vieja Donde
cierra los ojos,
cuando eso sucede
Nathaniel Mackey
se levanta y como
mago sin piel ni silueta
une canción y cansancio.

Silver Jews habla del agua americana y David Berman envejece en Nashville cada vez que un número se olvida de sí mismo

[los poetas americanos se entristecen a destiempo.
Berman contrata a un detective para que lo investigue]

Error es una
palabra
antigua.
Sus iniciales
dan lugar,
localizan.

Pero esto
no quiere
decir
que
el código postal
sea una idea.
No lo es
por mucho
empeño
que ponga.

Tampoco dice
nada del día
que tal vez,
por qué no,
un hombre
siempre tiene
sudor bastante.

Cuando alguien
desaparece
la tiza es de
color amarillo.

En ese suelo
el cuerpo
es un buen
ejemplo.

Y la prohibición
alude a lo
que sucedió.

En 1576
proclamaba
el escéptico
que nada
se sabe.
La mera
descripción
del accidente.

Diga usted
en dos
palabras
el nombre
del hongo
más venenoso.
Y si fracasa
tendrá que
regresar.

La ergástula
del regreso
la prepararán
muchachos
con los dedos
entablillados.

Prohibido
que
sepan.

No queda
mucho tiempo
y llueve en
lo sucio y
todo adopta
la brisa
provisional,
almendrada,
de venta en
cualquier
oficina en
mitad del
calor.
La palabra
parabrisas
fue la primera
después de
rostro, manga,
error.

Es una evidencia
que no admite
otra vez
en el lenguaje
la pérdida
de líquido.
Avergonzarse
debiera ser
el verbo de
aquel dios.

Semejante amargura
solo es posible
en el país
que desconoce
el álgebra de
los antiguos
y de los
que creen.

Es hora de
incendiar
la calle
principal.

Tenemos, por tanto,
que estar de acuerdo
en la urgencia
de impulsar
el argumento.

No sé muy bien
la razón ni
tampoco
el modo
de decirlo.
Pero es
urgente.

Lo particular

[Timothy Donnelly es cliente del Deux ex Machina,
pero hoy prefiere caravana, hoguera y derrota]

La Aubane habla de los amantes que se separan.
Bastante menos rotunda es la Serenade,
canción que intenta la solvencia y remedio.
Dos movimientos lentos y dos minuetos
y todas las hermanas del planeta se recrean.
Pero hay que considerar, amiga Zoë,
que una se canta en la claridad que abre,
y anochece en la otra cuando algo no ha ido bien.

1346: el Concilio de París decreta
el rezo del avemaría al oscurecer.
La Encarnación supone que todo
suceda de un punto a otro.
Nada hubo excepto el suceso.

Adiós, adiós, adiós.
Lo análogo es un manotazo,
un estribillo en la amplitud,
¿Sirve decir reloj en posición
no necesariamente vertical?
¿Por qué y por qué también
se dice broche de oro
en lugar de decir arena?

Todo el mundo debería amar la arena,
sin excepción alguna y sin biografía.

En ese intervalo Zoë Hitzig admiraba a los
árboles porque allí el vapor parecía un velo.
Ahora, por contra, prefiere no pronunciarse.

En el último carromato, Matthew Dickman
le contesta: “tengo dos monedas de oro
en el bolsillo. 25 centavos de Nebraska y 5
centavos de ninguna parte, una para cada ojo”.
Tiene un hermano vivo y un hermano muerto,
si bien Zöe prefiere no pronunciarse.

Se resume en que el periodo solo
es posible si estamos nosotros
y el corazón y el hígado se nos rompen.

La ciencia forense obtiene ADN del despojo.
Por eso alguno de estos gitanos jóvenes
prefiere confundir la página y el escenario
y hacer de la hilera negra revuelo y hambre,
saltarín en la hoguera geométrica o saturnal.

La caravana se detiene, ayuda al barro.
Relumbra el frío con lealtad porque se necesitan.
Timothy Donnelly ofrece vodka y lee
en voz alta su poema “La nueva inteligencia”.
Trata de lo particular como resultado de la nada
con la que alguna vez nos conformaremos.

El dolor asegura su aislamiento a través de su resistencia al lenguaje,
y de esta naturaleza inefable se puede concluir un efecto gradual.
Nada hay en el mundo externo que coincida referencialmente.
Donnelly lo ha leído en el libro The Body in Pain de la profesora Elaine Scarry.

Duele. Trocanteritis. Cadera derecha.
Paracetamol 650 miligramos.

“El himno a la vida” es un poema de 16 páginas,
originado en la “Oración” que escribió Lou Andreas-Salomé.
El problema de la mayoría alcanza las 198 páginas,
y procede de Peter Unger, de la dispersión gradual de la lluvia
y de la fecundidad de la mente humana
para imaginar variaciones en el significado.

Casi nueve y media de la noche.
Los gitanos prenden la hoguera, orinan y cenan.

Antiguamente significaba camino
abierto rompiendo los obstáculos,
de ahí el participio pasado.
Más tarde rumbo o senda de campo.

Diálogo de la toalla y el sacrificio

Acto primero

Dice Violencia:

¿Habrá quien sonría en el cielo al oír los suplicios?

Hagan paso a las víctimas: Maloc, dios de los amonitas, espera en el sitial.
Hijos e hijas arrojados al fuego. Son los lugares altos de la consagración.
No conviene olvidarlo, por el bien de nuestras vidas y nuestros nombres.

Holocausto o víctima, según el humor del viento.
Depende de un tenue rictus, una mueca,
el dedo que suave acaricia los ojos del caracol.
Becerro y chivo después, ya en la puerta del tabernáculo.

[APARECE TOALLA, BLANCA, HÚMEDA. CAMINA SIN PISAR]

TOALLA:

El sacrificio puede proporcionar

Olor agradable
Harina sin levadura
Imitación imperfecta
Dicho esto, todos cantan
que lo verdadero está
en el fuego esperado.

Mi vergüenza y mi deseo: esto es lo que yo ofrezco.

[APARECE SACRIFICIO, DESNUDO DE CINTURA. LA BOCA PINTADA
DE ARCILLA PORQUE CREE EN LO PRIMITIVO]

SACRIFICIO:

No los devoró.
Prefirió que sus hijos
fueran el placer de
los recién llegados.

Y sí, admito que me
gusta confundir
voluntad y peinado.
Amor y Cervantes
de rodillas, lujurioso.

Vacuno, ovino y ave.

Yo ofrezco eso.

[SACRIFICIO RÍE PORQUE SABE QUE LA RISA
ES EFECTIVA SI SE SABE MIRAR]

TOALLA:

Sin embargo, yo quisiera ser tijera.

La abnegación sería remedio
si el primogénito tuviese
en la sed las piedras
que Dios olvidó.

Diez mil arroyos
de aceite…

[UN VENDEDOR DE BIBLIAS DIGITALES LLAMA A LA PUERTA]

TOALLA CONTINÚA:

Es cosa miserable considerar sucias
las córneas del esquizofrénico.

El agua de sus ojos procede del hielo,
también del alfiler y
de la profundidad
del alfiler.

Sacrificio debería llamarse Soberbia.
Clavícula Sin.
Distancia entre el Tobillo
y la Pasión.

No desea voluntades,
aunque sí otras zonas
del cuerpo.

¿A dónde conduce
todo lo que nunca
será, fue, es?

No hay fruta,
no hay respuesta.
No quedan
en el mundo
olores
rotos…

Dice Violencia:

En el exceso está el nombre. Ya lo dicen los exégetas: no hay ser sin convulsión, se vive gracias a la hostilidad. El ruido del mercurio cae sobre la nieve, y la derrite, es la tortura de una gota permanente. Poca cosa para tanto martirio.

Mientras, la condesa Pizarnik repasa el menú semanal de los escolares.

[SACRIFICIO HUNDE LOS OJOS. ES HERMOSO OÍRLE CRECER. JUEGA CON EL TELEFONO.
DICE CONSTANTEMENTE QUE LE GUSTA LA ROPA MAL HECHA]

SACRIFICIO:

En Barcelona los machetes son caros.

Son preferibles
las manzanas
de oro,
oro del
Japón
imperial,

y las promesas.

¿Te escoció el chiste?

Pues lee los historiales, estudia los filósofos, mira los poetas… Gentiles, judíos, cristianos y moros, todos en esta concordia están.

TOALLA:

No sé que significa grano,
menos aún desafío.

No puedo, por tanto,
oponerme a tu
nombramiento,
a la torpeza,
a la foto
de tu garganta.
Al himno.

¿Crees
que es
verdad
lo que digo?

¿Sabías que Mompou
murió en 1987?

¿Quisieras tú escuchar
conmigo el Cant Magic?

[SACRIFICIO FUMA HACHIS Y BUSCA EN LA CENIZA
ALGUNA REFERENCIA A LA SALVACIÓN]

SACRIFICIO:

Cuando vuelva.
Cuando tenga frío.
Cuando me convierta
en el sueño de los actores.

[EL AIRE TIENE EQUIVOCADA LA DIRECCIÓN POSTAL]

Dice Violencia a Voltaire:

Pero ¿quién pregunta, quién habla?

SACRIFICIO

If you want a new towel…

Please place your towel on the floor.

TOALLA

Quiero tener
tres lados
por si
tienes miedo.
Diez mil arroyos
de aceite…

SACRIFICIO

Tal vez si usted
o algún miembro
de su familia
tuviera hueso…

Tal vez
morderlos,
dibujar figuras
geométricas
en sus ojos…

Tal vez en el altar
me cubra y acepte
el lienzo,
me someta rendido
a la paciencia
del objeto.

[SACRIFICO SALTA A LA COMBA Y JADEA.
UNA VEZ MÁS, SUS AYUDANTES
DISPARAN A LA CAMPANA DE LA PLACA]

SACRIFICIO

Lo propio de la historia
es la rebelión y el asesinato.
Otros dirán que la impureza.

Por eso existo,
para calmar el enojo
que supuso el inicio
de la sucesión
y la temporalidad.

[TOALLA GUARDA CONSIGO PALABRAS Y PINCELES.
TIENE VERGÜENZA Y EL CORAZÓN BOCA ABAJO]

TOALLA

El destino de los griegos
es silencioso porque no
hay ley.

Por eso discrepo.
En el oráculo culpa
y maldición son
cuestiones genéticas.

¿Nadie va a preguntarme?

Por ejemplo: cerca de aquí,
un pastor asesina
a sus perros.

[DOS ESTRELLAS NEGRAS ATRAVIESAN LA PANTALLA DEL ORDENADOR.
SACRIFICIO PREFIERE QUE EN SUS MANOS EL MAR SEA OBEDIENTE]

Violencia y Voltaire se besan y reniegan del estudio, la explicación y el consejo.

Toalla está en el suelo.

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SUPOSICIONES… [Mi poema]
Lupercio Leonardo de Argensola [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Supongo. Y es que yo siempre supongo.
Conozco. Fuera ignoro o lo contrario.
Certeza, ¿dónde está ese diccionario?
Que todo yo a la duda lo antepongo,
si alguno me pregunta le propongo
vaya a un confesionario.

Seguro. Pues yo nunca estoy seguro.
Falsario, de la trola es presidiario.
Penseque. ¿A qué pensar, si es ordinario?
Que ignoro, nada sé, me fumo un puro,
sujeto soy extraño de un conjuro
que me ha hecho algún sicario.

Calculo. Si no acierto disimulo.
Sospecho. Ya se ha dicho, a lo hecho pecho.
Presumo. No le ampara algún derecho.
Quien crea que yo soy aquí el más chulo
les digo la verdad que eso es un bulo
que ando algo maltrecho.

De todo lo que veo desconfío,
si alguno lo asevera pongo alerta.
No acierto a comprender. Me desconcierta.
Que hay veces me produce escalofrío,
no encuentro ya esa puerta.

Yo acuso al que asegura, es indudable,
presume de unas fuertes convicciones
y aquí me incluyo yo. Que los ladrones
atento siempre están, niegan que se hable,
detestan las razones.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOLupercio Leonardo de Argensola

A LA ESPERANZA

Alivia sus fatigas
El labrador cansado
Cuando su yerta barba escarcha cubre,
Pensando en las espigas
Del agosto abrasado
Y en los lagares ricos del octubre;
La hoz se le descubre
Cuando el arado apaña,
Y con dulces memorias le acompaña.

Carga de hierro duro
Sus miembros, y se obliga
El joven al trabajo de la guerra.
Huye el ocio seguro,
Trueca por la enemiga
Su dulce, natural y amiga tierra;
Mas cuando se destierra
O al asalto acomete,
Mil triunfos y mil glorias se promete.

La vida al mar confía,
Y a dos tablas delgadas,
El otro, que del oro está sediento.
Escóndesele el día,
Y las olas hinchadas
Suben a combatir el firmamento;
Él quita el pensamiento
De la muerte vecina,
Y en el oro lo pone y en la mina.

Deja el lecho caliente
Con la esposa dormida
El cazador solícito y robusto.
Sufre el cierzo inclemente,
La nieve endurecida,
Y tiene de su afan por premio justo
Interrumpir el gusto
Y la paz de las fieras
En vano cautas, fuertes y ligeras.

Premio y cierto fin tiene
Cualquier trabajo humano,
Y el uno llama al otro sin mudanza;
El invierno entretiene
La opinión del verano,
Y un tiempo sirve al otro de templanza.
El bien de la esperanza
Solo quedó en el suelo,
Cuando todos huyeron para el cielo.

Si la esperanza quitas,
¿Qué le dejas al mundo?
Su máquina disuelves y destruyes;
Todo lo precipitas
En olvido profundo,
Y ¿del fin natural, Flérida, huyes?
Si la cerviz rehuyes
De los brazos amados,
¿Qué premio piensas dar a los cuidados?

Amor, en diferentes
Géneros dividido,
Él publica su fin, y quien le admite.
Todos los accidentes
De un amante atrevido
(Niéguelo o disimúlelo) permite.
Limite pues, limite
La vana resistencia;
Que, dada la ocasión, todo es licencia.

Al Sueño

Imagen espantosa de la muerte,
Sueño crüel, no turbes más mi pecho,
Mostrándome cortado el nudo estrecho,
Consuelo solo de mi adversa suerte.

Busca de algún tirano el muro fuerte,
De jaspe las paredes, de oro el techo,
O el rico avaro en el angosto lecho
Haz que temblando con sudor despierte.

El uno vea el popular tumulto
Romper con furia las herradas puertas,
O al sobornado siervo el hierro oculto.

El otro sus riquezas, descubiertas
Con llave falsa o con violento insulto,
Y déjale al amor sus glorias ciertas.

La Vida en el Campo

Llevó tras sí los pámpanos octubre,
Y con las grandes lluvias insolente,
No sufre Ibero márgenes ni puente,
Mas antes los vecinos campos cubre.

Moncayo, como suele, ya descubre
Coronada de nieve la alta frente;
Y el sol apenas vemos en oriente,
Cuando la opaca tierra nos lo encubre.

Sienten el mar y selvas ya la saña
Del Aquilón, y encierra su bramido
Gente en el puerto y gente en la cabaña.

Y Fabio, en el umbral de Tais tendido
Con vergonzosas lágrimas lo baña,
Debiéndolas al tiempo que ha perdido.

No fueron tus divinos ojos

No fueron tus divinos ojos, Ana,
los que al yugo amoroso me han rendido;
ni los rosados labios, dulce nido
del ciego niño, donde néctar mana;

ni las mejillas de color de grana;
ni el cabello, que al oro es preferido;
ni las manos, que a tantos han vencido;
ni la voz, que está en duda si es humana.

Tu alma, que en todas tus obras se trasluce,
es la que sujetar pudo la mía,
porque fuese inmortal su cautiverio.

Así todo lo dicho se reduce
a solo su poder, porque tenía
por ella cada cual su ministerio.

Esos cabellos en tu frente enjertos

Esos cabellos en tu frente enjertos
(por más que disimules y los rices)
en otros cuerpos dejan las raíces,
y por ventura en otros cuerpos muertos.

¿Por qué pueblas, o Gala, los desiertos
de la Libia? ¿Por qué con tus barnices
ofendes nuestros ojos y narices,
cual si viesen sepulcros descubiertos?

Que aunque vuelvas a ser la que solías,
no puedes competir con Galatea;
oye, verás si la ventaja es poca:

en ti son años los que en ella días;
está en duda si el tiempo la hará fea,
y está en verdad que nunca la hará loca.

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MÚSICA AL GALOPE [Mi poema]
Francisco de Rioja [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ejemplo es de la música al galope
de un caballo que avanza desbocado
a un torero clavándole el estoque
con pinceles de mire y no me toque
observando a una niña en su tejado.

Unas tetas vestidas de amapolas
con pezones de un rojo pinturero
y la estampa atrevida de las olas.
Las sonrisas fingidas siempre a solas
del que empieza a sentir el desespero.

Son ejemplos pintados de amarillo
ante el tipo que nunca ha roto un plato,
garabatos de un trazo muy sencillo
atrevidos cantando un estribillo
al que grita si voy cojo y te mato.

Otra muestra de amable fantasía,
otro impulso de celo, otro arrebato,
otra nota bailando en una orgía,
un responso ante una sombra impía,
de la imagen y al verso un desacato.
©donaciano bueno

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Esperpento: Género literario que se caracteriza por la presentación de una realidad deformada y grotesca y la degradación de los valores consagrados a una situación ridícula

MI POETA SUGERIDO:  Francisco de Rioja

Claro i tranquilo el mar me conduzía

Claro i tranquilo el mar me conduzía
a que sulcara su profundo seno,
i apena entré, cuando el color sereno
huyó, de Bóreas con la saña fría.

Crespos montes de Humor al cielo vía
subir, i el mar, d’oscura sombra lleno,
cambiar varios semblantes, i el terreno
assiento entre las olas parecía.

Entonce, ¡ai!, ô mesquino!, un mortal yelo
me cubría, i el güeco leño roto
luchava con las aguas fatigado.

En tanto afán, con voz ya incierta, al cielo
moví a piedad; libróme, i hize voto
de fiar nunca en ponto sossegado.

Este que ves

Este que ves, ô güésped, vasto pino,
útil sólo a la llama ya en el puerto,
selva frondosa un tiempo, en descubierto
cielo dio amiga sombra al peregrino.

De la cumbre Citoria al ponto vino,
por la mordaz segur el tronco abierto,
i después, alta máquina, el incierto
golfo abrió, siempre con hinchado lino.

Vientos, aguas sufrió; llegó a la Aurora,
veloz nave, i rompió luengos caminos,
i a su patria bolvió soberbia i rica.

Mas no firme a sufrir del mar ahora
los ímpetus, por voto a los marinos
dioses Cástor y Pólus se dedica.

Crespas, dulces, ardientes hebras de oro

Crespas, dulces, ardientes hebras de oro
que ondas formáis por la caliente nieve,
¿cuándo veré salir las alvas luzes,
contento de encenderme en vuestro fuego,
que dexe de bolver al triste llanto,
bañado en cana espuma como cisne?

Igual entonces el Tebano Cisne,
siempre ilustrara los celages de oro
por quien el coraçón destilo en llanto,
o asombren sueltos la purpúrea nieve
que esparze rayos de invisible fuego,
o recojan en áurea red sus luzes.

Mas mientra viere tus divinas luzes,
no dexaré de andar, cual blanco cisne,
cantando en muerte el amoroso fuego
en que me encienden, i los cercos de oro
que me desatan, como el sol la nieve,
por los ojos contino en dulce llanto.

Siempre resuelto estoi en puro llanto,
salgan de Phebo o del Dragón las luzes,
caya dulce rocío o caya nieve;
i aunque más dulce cante que alvo cisne,
nunca veré el compuesto en nieve i oro
con blandos ojos a mi ardiente fuego.

¡Ô si ya consumiesse el duro fuego
el miserable coraçón en llanto,
i nunca viessen más bordarse en oro
el cielo a la mañana aquestas luzes!,
pues ardo siempre en ondas como cisne
cuando sale la noche i cae la nieve.

Bien sé, triste, que puede arder la nieve
cuando se acabe mi infinito fuego,
i que abitar en él bien puede el cisne
cuando toque piedad del grave llanto
a mi Eliodora en sus acerbas luzes,
i cuando esté ligado en lazos de oro.

Pues no me enlaza el oro ni la nieve,
den fin tus luzes a mi ardiente fuego,
i en llanto i muerte cantaré cual cisne.

Yo acabaré

Yo acabaré, infelice, en el ondoso
golfo que ensaña i turba el viento airado,
pues en nevoso ivierno sulqué osado
piélago assí profundo i proceloso.

Ya me arrebata el ponto furïoso,
i miro el leño, en pieças desatado,
entre la espuma errar (¡ai, yo cuitado!)
i no el cielo a mis lágrimas piadoso.

Yo acabaré, pues me creí imprudente
del manso mar, que inmenso me rodea
i bolverá en sus olas mis desnudos

güesos. No fíe de cristal luziente,
tome exemplo en mi mal quien no dessea
ser, cual yo, pasto de nadantes mudos.

Lánguida flor de venus

Lánguida flor de Venus, que ascondida
yazes, i en triste sombra i tenebrosa,
verte impiden la faz al sol hermosa
hojas i espinas de que estás ceñida;

i ellas el puro lustre i la vistosa
púrpura, en que te vi apuntar teñida,
te arrebatan, i a par la dulce vida
del verdor que descubre, ardiente rosa.

Igual es, mustia flor, tu mal al mío:
que si nieve tu frente descolora
por no sentir el vivo rayo ardiente,

a mí, en profunda oscuridad i frío
yelo, también de muerte me colora
l’ausencia de mi luz resplandeciente.

Cuando entre luz i púrpura aparece

Cuando entre luz i púrpura aparece
l’alba, i despierto, ¡ai, triste!, i miro el día
i no hallo la blanca Fili mía,
alba i púrpura i luz se me oscurece.

Lloro, i crece mi llanto cuanto crece
más la lumbre i la sombra se desvía;
i un torpe yelo assí me ata i refría
que aun la voz para alivio me fallece.

I a un tiempo apura amor con alto fuego
en este ancho desierto el pecho mío,
donde el pesar lo aviva más i enciende.

Lloro, pues, i ardo assí, i el mal se estiende
tanto, que a luz i a sombra i a rocío
muero en llamas i en lágrimas me anego.

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TÚ ERES FEA Y YO SOY GUAPO [Mi poema]
Rafael Maya [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Tú eres fea, yo soy guapo,
tú deliras, yo derrapo,
pues que ambos nos hizo dios
¿por qué distintos los dos
yo de arcilla y tú de trapo?

Juguemos. Tú eres grande y yo pequeño.
Yo soy inteligente y tú ignorante.
Yo voy siempre de frente hacia adelante
viviendo entre dos aguas este sueño,
cuidando no morir en el empeño
del que eres tú inocente y yo un farsante.

Tú manejas la fuerza y yo la maña.
Yo tengo la razón y tú ninguna.
Yo vine con el pan desde la cuna.
Cual huevo se parece a una castaña
yo siembro la concordia, tú cizaña,
lo mismo que es el hueso a la aceituna.

Los dos, es la verdad, nos esforzamos
cuidando en el viñedo los racimos.
Los dos desconocemos que vivimos.
Los dos sin descubrir a qué jugamos,
los dos lo que nos une despreciamos.
los dos llega un buen día y nos morimos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Rafael Maya

CIUDAD LEJANA

Ciudad, ciudad lejana, perdida en la aventura
De algún ensueño heroico. Te adoro a la distancia,
Y busco en el celoso confín, con vana instancia,
Tus torres que se yerguen venciendo la llanura.

¡Si penetrar pudiera de nuevo en la frescura
de tus herbosas calles henchidas de fragancia
colonial! ¡si pudiera los sueños de la infancia
juntar en tu regazo cual flores de ternura!

¡Vieja ciudad que olvidas al hijo desterrado!
Tú guardas unos ojos de cuyo fondo viste
Borrarse la leyenda de oro de mi pasado.

Rescátame un recuerdo no más, Canán lejana
Que huyes del horizonte cuando te busca el triste
Y surges más remota y azul cada mañana.

Volver a verte

Volver a verte no era sólo
un ligero y constante empeño,
sino anudar, dentro del alma.
el hielo roto del ensueño.

Volver a verte era un oscuro
presentimiento que tenía
de hallarte ajena, y sin embargo
seguir creyendo que eras mía.

Volver a verte era el milagro
de una dulce convalecencia
cuando todo,el alma desnuda
vuelve más bello de la ausencia.

Volver a verte tras la noche
impenetrable del abismo,
era hallar en tus ojos una
imagen vieja de mi mismo.

Y encontrar, en el hondo pasado,
días más bellos y mejores
como esta carta en cuyos pliegues
se conservan algunas flores.

Volver a verte era mostrarme
la pena que está congelada,
como bruma de tarde hermosa,
en el azul de tu mirada.

Y ya lo ves, del largo viaje
regrese más puro y más fuerte

Porque dormi toda una noche
en las rodillas de la muerte.

Porque yo miraba en tus ojos
un cielo de cosas pasadas,
como en el alma de las grutas
se ven ciudades encantadas.

Y porque ví tu clara imagen
entre el nimbo de luz serena
como jamás a ojos mortales
se apareció visión terrena.

Volver a verte era un oscuro
presentimiento que tenía
de hallarte ajena,y sin embargo
seguir creyendo que eras mía.

SEREMOS TRISTES

Oye, seremos tristes, dulce señora mía;
nadie sabrá el secreto de esta suave tristeza.
Tristes como ese valle que a oscurecer empieza,
tristes como el crepúsculo de una estación tardía.

Tendrá nuestra tristeza un poco de ufanía
no más, como ese leve carmín de tu belleza,
y juntos lloraremos, sin lágrimas, la alteza
de sueños que matamos estérilmente un día.

Oye, seremos tristes, con la tristeza vaga
de los parques lejanos, de las muertas ciudades,
de los puertos nocturnos cuyo faro se apaga.

Y así, bajo el otoño, tranquilamente unidos,
tú vivirás de nuevo tus viejas vanidades
y yo la gloria póstuma de mis triunfos perdidos.

TU

Eres una canción. Aire ligero
cernido entre las flores y los nidos.
Duermen bajo tus pies campos floridos,
y es tu melena un río verdadero.

Comienza en ti mi vida. Eres mi enero
que asoma en horizontes presentidos;
mi comarca de ríos conocidos,
mi alta constelación de marinero.

Por mis manos te vas como una brisa;
envuelves un jardín en un suspiro,
y se abren mariposas en tu risa.

Eres la sombra toda, eres la lumbre,
y yo, elevado el corazón, te aspiro
como el viento que viene de una cumbre.

EN LAS PRIMERAS HORAS

Este suave temblor,
este misterio, esta visión,
esta vaga vislumbre de candor,
este dulce comienzo de oración;
este vasto rumor
que sale del nocturno corazón;
ésta trémula voz,
esta brisa despierta y este olor;
esta clara canción
que sube hacia los cielos, como Dios;
este apacible són
de Dauta cristalina y caracol;
esta vaga ambición
de libertad, este calor
que nos llega al espíritu, este dón
de simpatía universal, ¿qué son,
oh hermano?

Y el hermano respondió:
Es que ya
viene la
Aurora.
Tiembla como un cristal
al borde del abismo sideral.
Lleva el astro de luz confidencial
que vió Dante inmortal
al salir de la cárcel infernal.
La orla de su manto celestial
se agita sobre el sueño terrenal.
Empieza a despertar
la pureza del cielo angelical.
Todo se santifica en esa señal
de luz.

Y sube el mar
a lavar a la ciudad.
Oh, hermano, va a llegar
el Rey. Apaga ya
la lámpara de humilde claridad
que alumbró nuestra mesa fraternal.
Póstrate en humildad
y reza tu oración universal
por la alegría de crear,
por la pequeña dádiva del pan,
por la humana maldad
y por el gozo singular
de pensar
y soñar.

Escucha la campana triunfal.
Hendida está la losa sepulcral.
Cristo sale de un huerto matinal.

Oh lento florecer
del mundo! ¡Oh primavera siempre fiel!
¡Oh dicha de creer
en Dios y en la mujer!
¡Oh perenne verdura del laurel!
¡Oh fresco manantial en la aridez!
¡Oh plenitud del ser!
¡Oh locura de ver!
Hermano, hay que encender
nuestra esperanza en este amanecer,
y lograr la embriaquez
en la copa de miel.
Ya caen a nuestros pies
las frutas en su plena madurez.
Tiembla el fuego solar como una red
de oro. Entre la mies
corre el agua propicia a nuestra sed.
¡Vamos a poseer
la tierra en su completa desnudez!

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EL DÍA EN QUE YO QUISE SER LIBRO [Mi poema]
Esteban Manuel de Villegas [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ese día en que yo quise ser libro
mirando estaba absorto aquel estante
con ojos del que mira alguna amante.
Fue tanta la emoción que hoy no calibro
el tiempo de aquel hecho tan vibrante.

Veía aquellas tapas coloridas
marcado el titular con letras de oro
buscando descubrir ese tesoro
que gentes con sus idas y venidas
quisieran disfrutar bajando al moro*.

Y al fin llegó aquel día en que a hurtadillas,
me puse allí a fisgar en un descuido
sin un solo traspiés, sin hacer ruido
entrando en esta estancia de puntillas
dejando al sentimiento comprimido.

Y así logré inmiscuirme en sus entrañas
gozando en sus inmensas fantasías
¡hurgaba en las historias como mías!
poniendo a trabajar a mis pestañas
de insomnio tantas noches y sus días.
©donaciano bueno

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*Bajarse al moro, expresión coloquial utilizada en España para referirse a viajar a Marruecos con la intención de comprar hachís para consumo propio o para comerciar con él

MI POETA SUGERIDOEsteban Manuel de Villegas

Al Céfiro

Oda sáfica

Dulce vecino de la verde selva,
Huésped eterno del abril florido,
Vital aliento de la madre Venus,
Céfiro blando;

Si de mis ansias el amor supiste,
Tú, que las quejas de mi voz llevaste,
Oye, no temas, y a mi ninfa dile,
Dile que muero.

Filis un tiempo mi dolor sabía;
Filis un tiempo mi dolor lloraba;
Quísome un tiempo, mas ahora temo,
Temo sus iras.

Así los dioses con amor paterno,
Así los cielos con amor benigno,
Nieguen al tiempo que feliz volares
Nieve a la tierra.

Jamás el peso de la nube parda
Cuando amanece en la elevada cumbre,
Toque tus hombros ni su mal granizo
Hiera tus alas.

Cantilena de un pajarillo

Yo vi sobre un tomillo
Quejarse un pajarillo,
Viendo su nido amado,
De quien era caudillo,
De un labrador robado.
Vile tan congojado
Por tal atrevimiento
Dar mil quejas al viento,
Para que al cielo santo
Lleve su tierno llanto,
Lleve su triste acento.
Ya con triste armonía,
Esforzando el intento,
Mil quejas repetía;
Ya cansado callaba,
Y al nuevo sentimiento
Ya sonoro volvía.
Ya circular volaba,
Ya rastrero corría,
Ya pues de rama en rama
Al rústico seguía;
Y saltando en la grama,
Parece que decía:
«Dame, rústico fiero,
Mi dulce compañía»;
Y que le respondía
El rústico: «No quiero.»

De la lira

Quiero cantar de Cadmo,
quiero cantar de Atridas:
mas ¡ay! que de amor solo
sólo canta mi lira.
Renuevo el instrumento,
las cuerdas mudo aprisa;
pero si yo de Alcides,
ella de amor suspira.
Pues, héroes valientes,
quedaos desde este día,
porque ya de amor solo
sólo canta mi lira.

Cantilena XXXIV

Ya de los altos montes
las encumbradas nieves
a valles hondos bajan
desesperadamente.
Ya llegan a ser ríos
las que antes eran fuentes,
corridas de ver mares
los arroyuelos breves.
Ya las campañas secas
empiezan a ser verdes,
y porque no beodas,
aguadas enloquecen.
Ya del Liceo monte
se escuchan los raveles,
al paso de las cabras
que Títiro defiende.
Pues, ea, compañeros,
vivamos dulcemente,
que todas son señales
de que el verano viene.
La cantimplora salga,
la cítara se temple,
y beba el que bailare
y baile el que bebiere.

Idilio 1

1
Perezosa estación de siesta grave,
y más que siesta pluma no ocupada,
que la batió otro tiempo vulgar ave,
y agora mano apenas divulgada,
me ocasionaron la que veis süave
égloga culta, bien que desgraciada,
generoso Señor, si en vuestro gremio
no resucita su esperanza el premio.

2
No de aquel hablo que acredita el oro
con faz dolosa y pálida apariencia,
apóstata del crédito y decoro,
contra quien pasma la mayor prudencia,
(que aunque rico no soy, mi techo adoro)
sino de aquel que luce en Vuecelencia
apacible escuchar, que si me escucha
el premio es grande y la merced es mucha.

3
Fértil terreno ofrezco, cultivado
del mejor labrador que aró terreno,
en cuya protección también ganado
amenidad pació de prado ameno.
Éste pues arrastró mi corvo arado,
haciendo proprio, que redima ajeno,
con idioma vulgar en este Idilio
la gravedad latina de Virgilio.

4
Sileno os hablará, Señor, oílde,
pues merece atención su dulce boca,
que aunque es sujeto para vos humilde,
para las selvas es deidad no poca.
Si se humillare a vos, a vos subilde,
heroico sois y la grandeza os toca.
Que quien favonias penetró paredes
igual estilo usó con Ganimedes.

5
Alas le ha dado el pensamiento, y galas
de florida estación prado florido,
que para entrar a generosas salas
va pronto, y va (aunque rústico) vestido.
Doseles pues de hoy más cubran sus salas
y bastidores borden su vestido,
si es que merecen ocuparos horas,
éstas que me dictó rimas sonoras.

6
Hace sombra a una cueva, cuando el día
tuesta las crines del león Nemeo,
una arboleda, que por serle pía
flechas resiste del calor febeo,
de quien la luz cansada se desvía,
mientras el aire bulle con aseo,
florida estancia, que al pastor de Anfriso
se la defienden Dafne y Cipariso.

7
Casi arrobado del nativo anhelo
que el pecho inunda, con süave olvido
Sileno yace aquí prestando al suelo
lo que le debe al alma, no al sentido.
De un mirto hizo almohada, cuyo vuelo
era a sus hombros pabellón florido,
ya malignantes Argos impedía
ver lo que en vano el suefio distraía.

8
Cuya quietud dispuso, no afectada
vigilia, no descanso interrumpido,
sino despierta sed bien almorzada
del olio a Baco en urnas ofrecido,
que negociando en él vista cargada,
ancho sosiego y general descuido,
grillos le echó con extasi halagüeño:
que no hay un paso desde el vino al sueñl

9
No allí la amarillez de la vIola
con delicada pluma se ve escrita;
que el requemado humor con fuerza sola
más arrebola que colores quita.
Su faz retrato es ya de la amapola,
sus venas del color que el cielo imita;
y minas fueran de oriental tesoro
si como son de vino fueran de oro.

10
Descomedida la pasión süave
guirnaldas puras le robó insolente,
que porque el verde suelo las recabe
se atrevió a las almenas de su frente.
Luego el letargo allí volvió la llave,
y le cerró los ojos mansamente:
que contra bandoleros cuidados
tales excesos suelen ser candados.

11
De la asa, que alisó larga costumbre,
el cántaro colgaba, que ofrecía
entre líquido humor secreta lumbre,
que vuelve en brasa la región más fría,
centella, que a la más excelsa cumbre
no perdonó jamás, cuya osadía
del mismo Baco se atrevió a la frente,
antes de hollar los áspides de oriente.

12
Viéronle apenas Cromis y Mnasilo,
tiernos rapaces, bien que muy dotados
de atrevida niñez, cuyo jubilo
efectos hoy dará desmesurados;
porque ejerciendo püeril estilo,
a donde el viejo está con pies alados
corren ligeros; que ocasiones tales
sirven de espuela para muchos males.

13
Y con las mismas trenzas que antes eran
adorno de su sien, con las robadas,
sus manos y sus pies ligan y alteran
las que el sueiio le echó, las ya alteradas.
Él despertó; más ellos perseveran;
que anima sus acciones libertadas
ver que los ha burlado el viejo grave
con la esperanza de un cantar süave.

14
De la esmeralda en ovas sustenida,
que campo de cristal es de Neptuno,
si no lo es de esmeralda, en quien guarida
halló a sus oDios vengativa Juno,
Egle, muchacha de niñez florida,
y del golfo, mayor que otro ninguno,
epílogo en beldad, con quien es fea
la más que cisne blanca, Galatea,

15
Salió volando, y al brindado empleo,
juglar cuanto agradable, alzó la mano,
no perdonando allí del semideo
con liquidada mora al rostro anciano,
antes lo remostó con tanto aseo,
que solamente del cabello cano
el ampo reservó, porque con esto
se hiciese más ridículo el compuesto.

16
Todo esto mira el semicabra, cuando
a los muchachos dos dice riendo:
«Nifios ¿por qué me atáis así burlando?
¿no es harto haber podido estarme viendo?
Soltad me, pues, y oíd, que en acabando,
ésa tendrá su paga. Y requiriendo
las dulces cuerdas de un rabel sonoro,
al aire de cristal dio voces de oro.

17
Entonces vieras tú Faunos y Drías
retozar de placer; entonces vieras
las cumbres de los árboles umbrías
moverse al dulce cántico ligeras,
ya las peñas más sordas y más frías
con mayor atención; solo a las fieras
no vieras revolverse, que la grave
canción fue de sus pies pasmo süave.

18
No se alegró jamás tanto la cumbre
del monte de las Musas, ilustrado
de Apolo con su cítara y su lumbre,
ni el Ísmaro, de Orfeo celebrado,
ni menos la tebana pesadumbre
a la voz de Anfión, ni el congelado
Istro, que atento escucha en su ribera
del blanco cisne la razón postrera,

19
porque cantaba regalado y pío
de cómo el mar y tierra, el aire y fuego,
se separaron de aquel gran vacío,
entonces nada, y se juntaron luego,
teniendo paces el calor y el frío,
y lo seco y lo húmedo sosiego,
y dando al fin principio a cuantas cosas
cria el mundo, así feas como hermosas.

20
Cómo se endureció luego decía
la masa de que el orbe se compuso,
y limitada Doris distraía
por hondos senos su cristal difuso,
y cómo poco a poco se imponía
su forma a cada cosa, y al confuso
caos espanto dio la vez primera
dorado el sol con rubia cabellera.

21
Del primero llover, que siempre cae
de levantadas nubes sacudidas
por viento volador que las distrae,
también cantaba en voces no aprendidas,
sonoro imán que espíritus atrae.
Luego refiere cómo las erguidas
selvas se levantaron, y por ellas
fieras vagaron de veloces huellas.

22
También su voz allí dictó a los vientos
la guerra de los bárbaros Titanes,
que en el sol asignaron sus asientos,
y en el cielo arbolaron tafetanes
hasta que defraudados sus intentos
Júpiter alto los mudó en volcanes,
y al Etna de Sicilia que los sufre
dio en vez de llanto lágrimas de azufre.

23
De las piedras por Pirra atrás echadas,
que edad dorada fue, siglo a Saturno,
en quien jamás espléndidas espadas,
ni calzado de horror se vio coturno;
luego de aquellas aves dice airadas,
que ya en tiempo dial y ya en nocturno
el pecho escarban de Prometeo; y luego
canta del mismo cómo roba el fuego.

24
También refiere del muchacho Hilas
la malograda historia, cómo y cuándo
arrebatado fue de aguas tranquilas,
y llorado de un Hércules; sonando
Hilas el monte, el Argonauta Hilas.
Y el caso de Pasife harto nefando:
jdichosa si jamás hubiera habido
toros que distrayeran su sentido!

25
¡Ay, desdichada, sí, virgen Cretea!
¿qué ilusión te engañó? pues las de Preto,
aunque fingida imagen las saltea,
no así amaron el coito indiscreto.
Tú sola en él abominable y fea
permaneciste; tú por dulce objeto
piel remendada y cuernos abrazaste,
y por cuernos y piel selvas erraste.

26
¡Ay Dios, cuán fugitiva al propio lecho
bramido sigues que alentó desvío
de empedernida vaca en su despecho,
vaca que celos da a tu desvarío!
y él a la sombra, recostado el pecho,
descuidado de ti, pace el umbrío
lugar inculto y tIa perezoso
de álamo débil cuerpo belicoso.

27
Ninfas que fecundáis montes dicteos,
cerrad, cerrad las sendas, no distraya
rastro de temerilla sus deseos,
tras cuya juventud furioso vaya,
ni en florida estación juncos Hibleos
diviertan su apetito, ni le atraya
legítima ocasión, porque no rife
rabiosa en celos de otro amor Pasife.

28
Luego tras ésta, el Dios de aquella canta
que, siendo en la carrera asaz valiente,
al ver oro lucir pasmó la planta,
debiendo ella pasmar a lo luciente;
y entre lanuda tez (cosa que espanta)
las hennanas del joven imprudente,
que al padre despojó de su luz propia
y de candor las vírgines de Etiopia.

29
Severa al padre, al enemigo pía,
y de un desdén llevada, al mar se entrega
la que por darse a nueva tiranía,
vieja cerviz y pelo fatal siega.
«Scila tú fuiste aquella» -el Dios decía-
«y la que, opuesta a la venganza griega,
tal vez echaste al mar de sus reliquias
con muslo ladrador naves duliquias.

30
Y agora, en ese Bósforo sentada,
mejilla ostentas purpurada en rosa,
que al mercadante es píldora dorada,
si llega al tacto de tu cinta, oDiosa,
cuya pretina siempre es tachonada
de perros ladradores, que a la undosa
región le han dado más abeto y pino,
que a la segur villana el Apenino.

31
No las Sirenes tan malignas fueron
a la sabrosa paz del navegante,
cuyas fletadas gúmenas le hicieron
por alta espuma peregrino errante;
ni los gemidos falsos que encendieron
la caridad del pobre caminante,
contra cuya cerviz se armó de estilo
y de asechanzas el caimán del Nilo.

32
¡Ay del avaro nauta que traciende
por mar enhiesto circuladas olas,
si a vista desta pérfida las hiende,
contra quien ya no bastan fuerzas solas!’
Dijo, y calló; más luego se suspende
cantando de las cumbres españolas
el precioso metal, cuyo deseo
naves de Tiro trujo al Pirineo.

33
Ni a ti quiso callar, faisán, que fuiste
vianda inocente al padre, ya la tía
venganza trageDiosa, pues moriste
para la mesa del señor tardía.
Ni a ti, que por celosa padeciste
de tus hados la última agonía,
Procris, al tiempo que el süave esposo
batió las plumas del arpón brioso.

34
Luego celebra una sumaria idea
de lo que es más sutil, de lo más bello,
por cuya perfección almas grangea,
el que tiene las almas de un cabello.
No entonces bullicioso el aire ondea
verdosas crines sobre pardo cuello
en el robredo rústico, ni deja
que le publique el Alción su queja:

35
Antes rémora fue, si ya no es freno,
al sonoro reír del cristalino
arroyo inquietador, que en verde seno
guarda raíces de coral bien fino,
porque mostró de suavidad Sileno
la suma perfección, cisne divino,
que, como al de Salinas canta ahora,
aguas suspende y vientos enamora.

36
Oh generoso, si joven, discreto,
y sobre quien el Sollauros deshoja,
imaginado por loable objeto
pues te deja tratar su frente roja,
el pindio agricultor con blando efeto
te inspira suavidad, y su congoja
te labra campos fértiles, de modo
que eres sefior de su semilla y todo,

37
¿qué pudo pues el de Meonia cuando
dictó oficioso la venganza griega,
o el mancebo de Tracia que sonando
lira inferior al Ténaro se llega?
¿qué pudo el viejo Ascreo, que volando
por los celestes piélagos navega,
o el Mantüano espíritu, que ocioso
cantó las armas y el varón piadoso?

38
Plectro tebano que aplacó la ira
del juvenil furor, cuyo segundo
aún no lo ha fomentado la mentira,
por no tener capacidad el mundo,
de hoy más sin duda sonará en tu lira
y en grave estilo meditar profundo,
que a las orejas del mayor Zorlo
haga jueces de su grave estilo.

39
Gózate dulce al padre, al mundo pío,
y del ciervo seglar los años veas,
sonoro a la región, donde el rocío
perlas recama en alas cefireas.
Gózate pío al padre, dulce al río,
mientras, cisne de amor, almas recreas,
y sea de tu voz tal el sonido,
como de tu prosapia el apellido.

40
Estas cosas cantó, que un tiempo Apolo
las meditó sagaz, y agora el río
con boca de cristal las parla solo
al lauro y al ciprés. El sol tardío
ya entonces caminaba al otro polo,
ya su redil las vacas y el cabrío.
La cama al leñador mucho le aplace,
y el día a su pesar noche se hace.

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LA FUENTE DE LOS PORQUÉS [Mi poema]
Roxana Landívar [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

¿Por qué me niego a ver lo que ahora veo,
por qué no quiero oír lo que hoy escucho,
por qué pienso que nada es ahora mucho,
por qué me siento vivo cuando meo?

¿Por qué no creo en nada cuando creo,
por qué dudo de todo cuando escribo,
por qué soy cual lamento de un mendigo
que va mirando al cielo y lo ve feo?

¿Por qué miro a la vida de soslayo
cual fuera yo ese tonto que delira,
que mira que reluce y que se tira
a llama que encendida es por un rayo?

¿Por qué soy el juguete en esta farsa
que no quiere jugar y no hacen caso,
que siente que la vida es un fracaso
y yo solo un peón en la comparsa?

¿Por qué no pude ser lo que yo quiero
y aun menos alcanzar lo que he soñado,
la fuente los por qués se me ha secado,
y acabo sin saber por qué me muero?
©donaciano bueno

Los hombres siempre a vueltas con los por qués? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Roxana Landívar

Horas

Los días terminan
entre una humareda roja
roja de carne marchitándose
roja de cielo despedazado

Los días me pasan al lado
como burlándose
empujándome
cada vez que pueden

Ellos saben sobre el tiempo
ese que dejé en la otra vida
la que no elegí

El tiempo de allá no se detuvo
me recuerdan

Volver es perder
quedarse es perder

Y yo mejor ni me muevo

Arrebato

Lucho con días así
me peleo
los desgarro
nos revolcamos a golpes

No puedo quedarme quieta
los días no ocurren como quiero
sigo persiguiendo
hace más de un año
la sombra de una niña que pude ser yo

La busco en las esquinas de las paredes
entre las páginas viejas de los libros

Ella vive y sufre en otro lado
quizás existe sin preguntarse mucho
pero yo la recuerdo como algo perdido
como lo arrebatado

Ella soy yo
ella es todas
esto lo sé
y no es suficiente

Los días todavía se desvanecen
mientras busco por la ventana

Retrato familiar

Las advertencias de la abuela
fueron ignoradas
repetidas
pobre abuela
quiere verse en una y no la dejan

Unas tontas a la deriva
ella y yo y su madre
y la otra antes que ella
atormentadas por la noche
a la que no se puede salir
sollozamos pegadas a un rincón
para que el orgullo no escuche

Después de tantas horas
ya no se espera
después de tantos siglos
ya no hay por qué
así que

¿Por qué?

La fuga

Me quedé sin trabajo
sin país
sin comida

Se fue incluso el perro-poeta
lo extraño ahora
aunque no lo quería

Se fueron todos
nadie avisó
están todas mis casas vacías

Quedó nada más un espejo
donde ella me mira
me mira
me mira

Retrato final

Seré la mujer rota
seré la mujer sin cabeza
te haré los platillos de mamá
y sonreiré al verte llegar

Me masturbaré en la cocina
mientras echo tus calcetines a lavar
pensaré en otros hombres
en los que estuvieron antes
en los que me esperan

Me disfrazaré
seré otra
voy a ser esta comedia
esta trampa que te aniquile
una llama que lo queme todo

El rapto

La niña fue amada

La niña creció
mutó en señora de la casa

Lavó y tuvo las manos de vieja
algunas veces se quemó planchando
ya no huele a pino ni a verano
sino a cloro y cebollas

La niña es amarga
no hay esperanza
fue arrancada y usada

Ahora no es más
que otra mujer desecho.

Carta guardada

Madre, lo que he elegido para no volver a ese lugar
te espantaría
te espantaría mi noche sin rumbo
te espantaría lo fácil que se me da quebrarlo todo

muchas veces he soñado que me confieso
esa biblia incrustada en la infancia me hizo pedazos
me pienso arrodillada en tu lecho de muerte
diciéndote cómo no he vivido la vida
ni un poco como querías

Madre, si vieras la intensidad
con la que merodeo por estas calles
tu angustia se tornaría aún más insoportable

¿qué hice mal? dirás
¿qué hicimos mal?

Y mi padre se levantará
a alguna hora siniestra de la madrugada
para revisar los ruidos de la culpa

madre, no he vivido la vida como querías
me sedujeron las manchas más terribles
madre, no he vivido la vida como querías
y creo que lo volvería a hacer

I
Me quedé sin trabajo
sin país
sin comida

Se fue incluso el perro-poeta
lo extraño ahora
aunque no lo quería

Se fueron todos
nadie avisó
están todas mis casas vacías

Quedó nada más un espejo
donde ella me mira
me mira
me mira

II
Encontré una vieja libreta de listas
vengo escribiéndolas hace algún tiempo

Listas interminables
el supermercado
los textos pendientes
esta lista en particular me hizo llorar
tendría que recordar más seguido
dejar de usar tanta autodefensa

Fueron algunas las cosas que necesité
una mochila para cargar los libros
ropa interior que no estuviese raída
un shampoo sin olor a detergente

Taché cada elemento con alivio y tristeza
como para enviar un mensaje en el tiempo
para decirme que mejora
todo mejora
al menos un poco
Tendría que recordar más seguido
para que las penas no aparezcan de golpe

III
Mejor te conocía en otro momento
o siendo otra

Llegaste tarde
ya estoy rota

No busco más refugios
ni brazos que me tomen

estoy sola
estoy sola
estoy bien

Muerte a la musa

Quería ser el fantasma
entre los poetas llorones
quería mi nombre apareciendo
en las noches de embriaguez
y coleccionar cada poema
en mi guarida de lágrimas
pero las musas son tan solo instrumentos
me rehúso a ser la madre de los poetas
a acariciarles la vida cada vez que sufren
el amor es hermoso porque muere
y no hay que quedarse siempre
aunque haya sido promesa.

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VERDADES COMO PUÑOS [Mi poema]
Gaspar Melchor de Jovellanos [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La puerta de mi casa siempre abierta
la tengo por quien quiera visitar,
no tienen que llamar,
ni existe un aldabón en esa puerta
y espera al visitante siempre alerta
poderle saludar.

No hay nada que ocultar. Que la morada
pintada está de blanco en las paredes,
sin nada en que te enredes
ni un simple recoveco, ni amueblada,
la tengo bien limpita, adecentada
para que tú te quedes.

Tiene un jardín con flores en la entrada.
repleto de jazmines y magnolios.
y en blanco hay unos folios
que exponen de inocencia la mirada.
No existe por respuesta una callada
ni existen portafolios.

Algunos hay que pasan y la miran,
no pueden resistir las tentaciones,
que en sus habitaciones
la paz de las conciencias se transpiran,
y allí solo hay verdades que se estiran
sin sus contradicciones.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Gaspar Melchor de Jovellanos

A Glori

Sentir de una pasión viva ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;

amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;

luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,

víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?

A Enarda

Quiero que mi pasión, ¡oh Enarda!, sea,
menos de ti, de todos ignorada;
que ande en silencio y sombras embozada,
y ningún necio mofador la vea.

Sea yo dichoso, y más que nadie crea
que es con tu amor mi fe recompensada;
que no por ser de muchos envidiada,
crece la dicha a más sublime idea.

Amor es un afecto misterioso,
que nace entre secretas confianzas,
mas muere al soplo de mordaz censura;

y sólo aquel que logra, ni envidioso
ni envidiado, cumplir sus esperanzas,
colma su gozo y fija su ventura.

De agudo mal el golpe no esperado

De agudo mal el golpe no esperado
asusta, Clori, tu preciosa vida;
y al mirarte doliente y afligida
mi enfermo corazón tiembla asustado.

Dos veces con influjo porfiado
ejerce el mal su saña enfurecida,
una turbando mi alma dolorida,
otra afligiendo tu ánimo angustiado.

¿Cuál, Clori, de las dos, pues la inclemencia
del mal sentimos ambos de consuno,
cuál, dime, sufrirá mayor martirio?

¿Tú, en quien se ceba la cruel dolencia,
o yo que todo el mal siento importuno
de tu misma dolencia y mi delirio?

A la mañana

Ven, ceñida de rayos y de flores
la rósea frente, ¡oh plácida mañana!
Ve; ven, y ahuyenta con tu faz galana
la perezosa noche y sus horrores.

Ven, y vuelve a los cielos sus ardores,
su frescura a la tierra, y su temprana
gloria a mi pecho, en Clori soberana;
en Clori mi delicia y mis amores.

Ven, ven, que si piadosa me escuchares,
yo te alzaré un altar sobre el florido
suelo que honrare Clori con su planta.

Y en él, después te ofreceré a millares
las víctimas mi pecho agradecido,
y los devotos himnos mi garganta.

Sátira primera a Arnesto

Quis tam patiens ut teneat se?
Juvenal

Déjame, Arnesto, déjame que llore
los fieros males de mi patria, deja
que su ruïna y perdición lamente;
y si no quieres que en el centro obscuro
de esta prisión la pena me consuma,
déjame al menos que levante el grito
contra el desorden; deja que a la tinta
mezclando hiel y acíbar, siga indócil
mi pluma el vuelo del bufón de Aquino.

¡Oh cuánto rostro veo a mi censura
de palidez y de rubor cubierto!
Ánimo, amigos, nadie tema, nadie,
su punzante aguijón, que yo persigo
en mi sátira al vicio, no al vicioso.
¿Y qué querrá decir que en algún verso,
encrespada la bilis, tire un rasgo
que el vulgo crea que señala a Alcinda,
la que olvidando su orgullosa suerte,
baja vestida al Prado, cual pudiera
una maja, con trueno y rascamoño
alta la ropa, erguida la caramba,
cubierta de un cendal más transparente
que su intención, a ojeadas y meneos
la turba de los tontos concitando?
¿Podrá sentir que un dedo malicioso,
apuntando este verso, la señale?

Ya la notoriedad es el más noble
atributo del vicio, y nuestras Julias,
más que ser malas, quieren parecerlo.
Hubo un tiempo en que andaba la modestia
dorando los delitos; hubo un tiempo
en que el recato tímido cubría
la fealdad del vicio; pero huyóse
el pudor a vivir en las cabañas.
Con él huyeron los dichosos días,
que ya no volverán; huyó aquel siglo
en que aun las necias burlas de un marido
las Bascuñanas crédulas tragaban;
mas hoy Alcinda desayuna al suyo
con ruedas de molino; triunfa, gasta,
pasa saltando las eternas noches
del crudo enero, y cuando el sol tardío
rompe el oriente, admírala golpeando,
cual si fuese una extraña, al propio quicio.

Entra barriendo con la undosa falda
la alfombra; aquí y allí cintas y plumas
del enorme tocado siembra, y sigue
con débil paso soñolienta y mustia,
yendo aún Fabio de su mano asido,
hasta la alcoba, donde a pierna suelta
ronca el cornudo y sueña que es dichoso.
Ni el sudor frío, ni el hedor, ni el rancio
eructo le perturban. A su hora
despierta el necio; silencioso deja
la profanada holanda, y guarda atento
a su asesina el sueño mal seguro.
¡Cuántas, oh Alcinda, a la coyunda uncidas
tu suerte envidian! ¡Cuántas de Himeneo
buscan el yugo por lograr tu suerte,
y sin que invoquen la razón, ni pese
su corazón los méritos del novio,
el sí pronuncian y la mano alargan
al primero que llega! ¡Qué de males
esta maldita ceguedad no aborta!

Veo apagadas las nupciales teas
por la discordia con infame soplo
al pie del mismo altar, y en el tumulto,
brindis y vivas de la tornaboda,
una indiscreta lágrima predice
guerras y oprobrios a los mal unidos.
Veo por mano temeraria roto
el velo conyugal, y que corriendo
con la impudente frente levantada,
va el adulterio de una casa en otra.
Zumba, festeja, ríe, y descarado
canta sus triunfos, que tal vez celebra
un necio esposo, y tal del hombre honrado
hieren con dardo penetrante el pecho,
su vida abrevian, y en la negra tumba
su error, su afrenta y su despecho esconden.

¡Oh viles almas! ¡Oh virtud! ¡Oh leyes!
¡Oh pundonor mortífero! ¿Qué causa
te hizo fiar a guardas tan infieles
tan preciado tesoro? ¿Quién, oh Temis,
tu brazo sobornó? Le mueves cruda
contra las tristes víctimas que arrastra
la desnudez o el desamparo al vicio;
contra la débil huérfana, del hambre
y del oro acosada, o al halago,
la seducción y el tierno amor rendida;
la expilas, la deshonras, la condenas
a incierta y dura reclusión. ¡Y en tanto
ves indolente en los dorados techos
cobijado el desorden, o le sufres
salir en triunfo por las anchas plazas,
la virtud y el honor escarneciendo!

¡Oh infamia! ¡Oh siglo! ¡Oh corrupción! Matronas
castellanas, ¿quién pudo vuestro claro
pundonor eclipsar? ¿Quién de Lucrecias
en Lais os volvió? ¿Ni el proceloso
océano, ni, lleno de peligros,
el Lilibeo, ni las arduas cumbres
de Pirene pudieron guareceros
de contagio fatal? Zarpa, preñada
de oro, la nao gaditana, aporta
a las orillas gálicas, y vuelve
llena de objetos fútiles y vanos;
y entre los signos de extranjera pompa
ponzoña esconde y corrupción, compradas
con el sudor de las iberas frentes.

Y tú, mísera España, tú la esperas
sobre la playa, y con afán recoges
la pestilente carga y la repartes
alegre entre tus hijos. Viles plumas,
gasas y cintas, flores y penachos,
te trae en cambio de la sangre tuya,
de tu sangre ¡oh baldón!, y acaso, acaso
de tu virtud y honestidad. Repara
cuál la liviana juventud los busca.
Mira cuál va con ellos engreída
la imprudente doncella; su cabeza,
cual nave real en triunfo empavesada,
vana presenta del favonio al soplo
la mies de plumas y de agrones, y anda
loca, buscando en la lisonja el premio
de su indiscreto afán. ¡Ay triste, guarte,
guarte, que está cercano el precipicio!

El astuto amador ya en asechanza
te atisba y sigue con lascivos ojos;
la educación y la caricia el lazo
te van a armar, do caerás incauta,
en él tu oprobrio y perdición hallando.
¡Ay, cuánto, cuánto de amargura y lloro
te costarán tus galas! ¡Cuán tardío
será y estéril tu arrepentimiento!
Ya ni el rico Brasil, ni las cavernas
del nunca exhausto Potosí nos bastan
a saciar el hidrópico deseo,
la ansiosa sed de vanidad y pompa.
Todo lo agotan: cuesta un sombrerillo
lo que antes un estado, y se consume
en un festín la dote de una infanta.
Todo lo tragan; la riqueza unida
va a la indigencia; pide y pordiosea
el noble, engaña, empeña, malbarata,
quiebra y perece, y el logrero goza
los pingües patrimonios, premio un día
del generoso afán de altos abuelos.

¡Oh ultraje! ¡Oh mengua! Todo se trafica:
parentesco, amistad, favor, influjo,
y hasta el honor, depósito sagrado,
o se vende o se compra. Y tú, Belleza,
don el más grato que dio al hombre el cielo,
no eres ya premio del valor, ni paga
del peregrino ingenio; la florida
juventud, la ternura, el rendimiento
del constante amador ya no te alcanzan.
Ya ni te das al corazón, ni sabes
de él recibir adoración y ofrendas.
Ríndeste al oro. La vejez hedionda,
la sucia palidez, la faz adusta,
fiera y terrible, con igual derecho
vienen sin susto a negociar contigo.
Daste al barato, y tu rosada frente,
tus suaves besos y sus dulces brazos,
corona un tiempo del amor más puro,
son ya una vil y torpe mercancía.

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DE ESOS TIEMPOS TAN BONITOS [Mi poema]
Rodrigo Caro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un tiempo hubo en que todo era bonito,
silbaban desde el cielo ruiseñores,
el arte en cotejar era bendito,
guardar fidelidad un requisito
y obras eran amores.

El pueblo definía el territorio,
pensando que después ya nada había,
formaba la familia nuestro emporio,
maestro, alcalde y cura, el confesorio
que todo curaría.

Un tiempo aquel preñado de ilusiones
cargado de creencia y de ignorancia,
alegres, divertidas emociones
al aire tan marcial de las canciones
sentidas de la infancia.

Tan próximo ese tiempo y hoy lejano,
un salto hacia el vacío en parapente,
entonces jovencito y hoy ya anciano
que intenta retornar a ese verano,
ingenuo e inocente.
©donaciano bueno

#Tiempos aquellos de bendita ingenuidad! Share on X

MI POETA SUGERIDO: Rodrigo Caro

A LAS RUINAS DE ITÁLICA

Estos, Fabio ¡ay dolor! que ves ahora
Campos de soledad, mustio collado,
Fueron un tiempo Itálica famosa;
Aquí de Cipion la vencedora
Colonia fue; por tierra derribado
Yace el temido honor de la espantosa
Muralla, y lastimosa
Reliquia es solamente
De su invencible gente.
Solo quedan memorias funerales
Donde erraron ya sombras de alto ejemplo;
Este llano fue plaza, allí fue templo;
De todo apenas quedan las señales.
Del gimnasio y las termas regaladas
Leves vuelan cenizas desdichadas;
Las torres que desprecio al aire fueron
A su gran pesadumbre se rindieron.

Este despedazado anfiteatro,
Impío honor de los dioses, cuya afrenta
Publica el amarillo jaramago,
Ya reducido a trágico teatro,
¡Oh fábula del tiempo! representa
Cuánta fue su grandeza y es su estrago.
¿Cómo en el cerco vago
De su desierta arena
El gran pueblo no suena?
¿Dónde, pues fieras hay, está el desnudo
Luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo despareció, cambió la suerte
Voces alegres en silencio mudo;
Mas aun el tiempo da en estos despojos
Espectáculos fieros a los ojos,
Y miran tan confuso lo presente
Que voces de dolor el alma siente.

Aquí nació aquel rayo de la guerra,
Gran padre de la patria, honor de España,
Pío, felice, triunfador Trajano,
Ante quien muda se postró la tierra
Que ve del sol la cuna y la que baña
El mar, también vencido, gaditano.
Aquí de Elio Adriano,
De Teodosio divino,
De Silio peregrino
Rodaron de marfil y oro las cunas.
Aquí ya de laurel, ya de jazmines
Coronados los vieron los jardines,
Que ahora son zarzales y lagunas.
La casa para, el César fabricada
¡Ay! yace de lagartos vil morada;
Casas, jardines, cesares murieron,
Y aun las piedras que de ellos se escribieron

Fabio, si tú no lloras, pon atenta
La vista en luengas calles destruidas;
Mira mármoles y arcos destrozados,
Mira estatuas soberbias que violenta
Némesis derribó, yacer tendidas,
Y ya en alto silencio sepultados
Sus dueños celebrados.
Así a Troya figuro,
Así a su antiguo muro,
Y a ti, Roma, a quien queda el nombre apenas,
¡Oh patria de los dioses y los reyes!
Y a ti, a quien no valieron justas leyes,
Fábrica de Minerva, sabia Atenas,
Emulación ayer de las edades,
Hoy cenizas, hoy vastas soledades,
Que no os respetó el hado, no la muerte,
¡Ay! ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte.

Mas ¿para qué la mente se derrama
En buscar al dolor nuevo argumento?
Basta ejemplo menor, basta el presente,
Que aun se ve el humo aquí, se ve la llama,
Aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento;
Tal genio o religión fuerza la mente
De la vecina gente,
Que refiere admirada
Que en la noche callada
Una voz triste se oye, que, llorando
Cayó Itálica dice, y lastimosa,
Eco reclama Itálica en la hojosa
Selva que se le opone, resonando
Itálica, y el claro nombre oído
De Itálica, renuevan el gemido
Mil sombras nobles de su gran ruina;
¡Tanto aun la plebe a sentimiento inclina!

Esta corta piedad que, agradecido
Huésped, a tus sagrados manes debo,
Les do y consagro, Itálica famosa.
Tú, si lloroso don han admitido
Las ingratas cenizas, de que llevo
Dulce noticia asaz, si lastimosa,
Permíteme, piadosa
Usura a tierno llanto,
Que vea el cuerpo santo
De Geroncio, tu mártir y prelado.
Muestra de su sepulcro algunas señas,
Y cavaré con lágrimas las peñas
Que ocultan su sarcófago sagrado;
Pero mal pido el único consuelo
De todo el bien que airado quitó el cielo.
Goza en las tuyas sus reliquias bellas
Para invidia del mundo y sus estrellas.

CANCIÓN DE AMOR A CRISTO

Mi amor se va, madre,
con Christo a ser firme,
con él tengo de irme.
No me deis, mi madre,
disgustos ni enojos,
que Christo es mis ojos,
mi bien y mi padre;
no hay bien que me quadre
que pueda impedirme,
con él tengo de irme.
Nadie me lo impida,
que me tengo de ir,
aunque sea morir
y acabar mi vida;
y si a la partida
quisiere admitirme,
con él tengo de irme.

SONETO SOBRE ORFEO Y EURÍDICE

Suspende el Tracio joven el quebranto
de la confusa cárcel del Olvido;
la cítara suspende el alarido
y la süave voz el triste llanto.

Sisifo se sentó sobre su canto,
y Tántalo pudiera haber cogido
la manzana fugaz sin ser temido
el tribunal atroz de Radamanto.

Ya Eurídice pasaba los umbrales
del Orco, ¡ay triste! Mírala y volvieron
él a su llanto y ella a su cadena.

¡Oh amor, cuán juntos das bienes y males!
Pues en un mismo amante causa fueron
la voz del bien, los ojos de la pena.

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YO SOY PREDICADOR [Mi poema]
Alberto Lista [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Robaros la inocencia ese es mi oficio.
Yo soy predicador.
Soy padre, el elegido del Señor,
quien dude de mi honor sabrá el suplicio
que habrá de soportar, sin un resquicio,
por ser tan pecador.

Mi plato preferido, las entrañas
mejor cuanto más tiernas.
Me apoyo en mis bondades sempiternas
exentas, digo y miento, de artimañas
que suelo difundir tomando cañas,
promesas son eternas.

Mi único interés ese es la ayuda
al otro ser humano.
Desprecio no he de hacer si con la mano
me viene a saludar y está desnuda.
La vida ya se sabe está muy cruda
¡a ver qué trae el hermano!

Si creen que por eso soy perfecto
se olviden de mi ejemplo
y atiendan lo que digo yo en el templo.
No intenten reprocharme algún defecto
y vengan a juzgarme por mi aspecto
que el ego no contemplo.

Lo mío es repartir la propaganda.
Igual que buzoneo
no suelo contentarme en lo que veo.
Denuncio aquel que vive de parranda
y llevo puesta al cuello mi bufanda
mi objeto de deseo.

Políticos fingiendo ser honestos
su dios es el poder,
profetas que adoctrinan ya al nacer,
escasos de equilibrio sus maestros
que os quieren atrapar como a cabestros
y luego hasta más ver.
©donaciano bueno

Hasta el #rabo, todo es #toro, no...? Share on X

MI POETA SUGERIDOAlberto Lista

mi corazón en amorosa llama;
si en tus labios, que el abril inflama
de ardiente rosa, y no me enajenaron;

si vi el seno gentil, do se anidaron
las gracias; do el carmín, que Venus ama,
sobre luciente nieve se derrama,
e inocentes mis ojos lo miraron;

no es culpa, no, de tu beldad divina,
culpa es del infortunio que ha robado
la ilusión deliciosa al pecho mío.

Mas si en el tuyo la bondad domina,
más querrás la amistad que un desgraciado
que de un dichoso el tierno desvarío.

A ELISA
En vano, Elisa, describir intento
el dulce afecto que tu nombre inspira;
y aunque Apolo me dé su acorde lira,
lo que pienso diré, no lo que siento.
Puede pintarse el invisible viento,
la veloz llama que ante el trueno gira,
del cielo el esplendor, del mar la ira;
mas no alcanza al amor pincel ni acento.
De la amistad la plácida sonrisa,
y el puro fuego, que en las almas prende,
ni al labio, ni a la cítara confío.
Mas podrás conocerlo, bella Elisa,
si ese tu hermoso corazón entiende
la muda voz que le dirige el mío.
A FILIS

En vano, Filis bella, afectas ira,
que es dulce siendo tuya, y más en vano
nos insulta ese labio soberano
do entre claveles la verdad respira.

Un tierno pecho que por ti suspira
esa linda esquivez adora en vano,
y por ser tuyo se contenta insano
si, no pudiendo amor, desdén te inspira.

No esperes que ofendidos tus amores
huyan de tu halagüeño menosprecio
ni de sufrir se cansen tus rigores;

aun más esclavos los tendrás que amores,
pues vale más, oh Filis, tu desprecio
que de mil hermosuras mil favores.

A LA AMISTAD

La ilusión dulce de mi edad primera,
del crudo desengaño la amargura,
la sagrada amistad, la virtud pura
canté con voz ya blanda, ya severa.

No de Helicón la rama lisonjera
mi humilde genio conquistar procura;
memorias de mi mal y mi ventura,
robar al triste olvido sólo espera.

A nadie, sino a ti, querido Albino,
debe mi tierno pecho y amoroso
de sus afectos consagrar la historia.

Tú a sentir me enseñaste, tú el divino
canto y el pensamiento generoso:
Tuyos mis versos son y esa es mi gloria.

AL AMOR

Tal vez, amor, bajo el sagrado velo
de la amistad encubres tu furor;
el corazón se entrega sin recelo,
y en él clavas la flecha a tu sabor.

Tirano dios, cuya perfidia lloro,
el infortunio me enseñó a temer,
más ¡ay de mí!, si mi peligro adoro,
¿qué vale, tu astucia conocer?

CORONA NUPCIAL

Esta que aún lleva la encarnada espina,
gloria de su vergel, purpúrea rosa,
y esta blanca azucena y olorosa
bañada de la lluvia matutina.

Un pastorcillo a tu beldad divina
ofrece, pobre don a nueva esposa;
y no mal te dispone, Lesbia hermosa,
cuando a adornar tu seno las destina.

Del virgíneo carmín la rosa llena
retrata tu candor, y en sus albores
tu casta fe la cándida azucena;

y ese mirto que enlaza las dos flores
en felices esposos la cadena
con que os ensalza el Dios de los amores.

DEL AMOR

Alcino, quien los ásperos rigores
de una ingrata beldad vencer procura,
ni encantos a la tésela espesura,
ni a la remota Colcos pida flores.

Amar es el hechizo, que en amores
la victoria y las dichas asegura,
y somete el pudor y la hermosura,
y corona al amante de favores.

Mas si el vil seductor quiere que sea
una impura pasión amor hermoso,
no se admire de verla desdeñada.

Que no es amante el que gozar desea,
sino el que sacrifica generoso
su bien y su placer al de su amada.

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EN DEFENSA DE LOS CLÁSICOS [Mi poema]
Manuel María de Arjona [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

¿Por qué solo se escriben versos libres
jugando al buen tun tún con las palabras,
tomando a las ideas más macabras
ya nadie intenta y mide sus calibres?

Los versos hoy se han vuelto revoltosos,
escasos ahora están de disciplina,
ninguno ya la métrica domina
y amén de no rimar se hacen famosos.

En nombre de los clásicos protesto,
me planto aquí en su honor y en su defensa,
y vengo a denunciar tamaña ofensa
así quede sin novia y ya compuesto.

¿Un verso sin la métrica y la rima?
Igual es que un ambiente sin atrezo,
sin chicha la plegaria de algún rezo
pues poco a la belleza se aproxima.

Por eso en estos versos reivindico
la vuelta del poeta a las andadas,
con hilo, igual que antaño, sean bordadas.
Lo digo, lo defiendo y lo rubrico.
©donaciano bueno

Tú qué opinas, te gustan más los #clásicos? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Manuel María de Arjona

A ALBINO

Hallar piedad con llantos lastimeros
entre los hombres Arión intenta,
y le es más fácil que un delfín la sienta,
que no los despiadados marineros.

Pues rendido a sus trinos lisonjeros
benigno el pez al joven se presenta,
y en su espalda la noble carga ostenta
que arrojaron sus necios compañeros.

¡Ay, Albino! Conócelo algún día,
ni más el plectro con gemidos vanos
intente ya domar la turba impía.

No se vencen así pechos humanos:
busquemos en los tigres compañía,
y verás que nos son menos tiranos.

A CICERÓN

Pende en el foro, triunfo de un malvado,
la cabeza de aquel que la ruina
evitó a Roma, muerto catilina,
y padre de la patria fue aclamado.

La ve el pueblo en los Rostros conturbado,
y un mudo horror los ánimos domina;
en los Rostros, do aquella voz divina
fue de la libertad muro sagrado.

¡O Cicerón! si tantos beneficios
paga tu ingrata patria de esta suerte,
¿cómo espera magnánimos patricios?

Mas ¿qué importa el morir? Témante ¡o muerte!
los viles siervos del poder y vicios,
pero el sabio ¿qué tiene que temerte?

AL AMOR

Sufre las nieves, sin temor al frío,
el labrador que ocioso no pudiera
de la dorada mies cubrir su era
a la llegada del ardiente estío.

No recela el furor del Noto impío,
ni la saña del Ponto considera
el mercader que en la ocasión espera
descanso lisonjero, aunque tardío.

Mujer, hijos y hogar deja y cubierto
el soldado de sangre, en suelo extraño
el honor de su afán contempla cierto.

Solo yo, crudo amor, busco mi daño,
sin esperar más fruto, honor ni puesto
que un costoso y estéril desengaño.

EL AUTOR A SÍ MISMO

Cansada nunca de tu vano intento,
corres, barquilla, el piélago espumoso,
y tu piloto sufre, temeroso,
del Aquilón el ímpetu violento.

Neptuno te presenta, fraudulento,
mansas las iras de su reino undoso,
cuitada! porque dejes tu reposo,
y luego llores del instable viento.

Al mar no vuelvas, mísera barquilla;
acógete, por fin, escarmentada,
al ocio dulce de la quieta orilla.

Que si a nave real, de horror cargada,
Neptuno la orgullosa frente humilla,
¡ay!, tú serás por burla destrozada.

LA DIOSA DEL BOSQUE

¡Oh si bajo estos árboles frondosos
se mostrase la célica hermosura
que vi algún día de inmortal dulzura
este bosque bañar!.

Del cielo tu benéfico descenso
sin duda ha sido, lúcida belleza;
deja, pues, diosa, que mi grato incienso
arda sobre tu altar.

Que no es amor mi tímido alborozo,
y me acobarda el rígido escarmiento
que ¡oh Piritoo! condenó su intento,
y tu intento, Ixión.

Lejos de mi sacrílega osadía;
bástame que con plácido semblante
aceptes, diosa, en tus altares, pía,
mi ardiente adoración.

Mi adoración y el cántico de gloria
que de mí el Pindo atónito ya espera;
baja tú a oírme de la sacra esfera,
¡oh, radiante deidad!

Y tu mirar más nítido y suave
he de cantar que fúlgido lucero;
y el limpio encanto que infundirle sabe
tu dulce majestad.

De pureza jactándose Natura,
te ha formado del cándido rocío
que sobre el nardo al apuntar de estío
la aurora derramó

Y excelsamente lánguida retrata
el rosicler pacífico de Mayo
tu alma: Favonio su frescura grata,
a tu hablar trasladó.

¡Oh, imagen perfectísima del orden
que liga en lazos fáciles el mundo,
sólo en los brazos de la paz fecundo,
sólo amable en la paz!

En vano con espléndido aparato
finge el arte solícito grandezas;
Natura vence con sencillo ornato
tan altivo disfraz.

Monarcas que los pérsicos tesoros
ostentáis con magnífica porfía,
copiad el brillo de un sereno día
sobre el azul del mar.

O copie estudio de émula hermosura
de mi deidad el mágico descuido;
antes veremos la estrellada altura
los hombres escalar.

Tú, mi verso, en magnánimo ardimiento
ya las alas del céfiro recibe,
y al pecho ilustre en que tu numen vive
vuela, vuela, veloz;

y en los erguidos álamos ufana
penda siempre está cítara aunque nueva
que ya a sus ecos hermosura humana
no ha de ensalzar mi voz.

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ENTRE MIL MARES [Mi poema]
Manuel José Quintana [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Yo he nadado entre mil mares
sobre las olas despiertas,
y en mi infancia entre pinares
al pie de sus hojas muertas.

Y en los campos de amapolas
con, de amores, meretrices
yo he bailado siempre a solas
disfrutando sus deslices.

De la iglesia a lo más alto
con mis sueños me he subido
y en lo amargo del asfalto
con frecuencia he sucumbido.

Que he jugado en muchas ferias
y pisado en secos charcos
siempre hurgando en las miserias
al igual que hacen los narcos.

Y en todas partes yo he visto
a locos y a sus brebajes
y a cuerdos dándose el pisto
travestidos de pelajes.

Hombres que lento caminan
a cuestas con sus zurrones,
si hay vino la bota empinan
si no, buscan las razones.

Todos avanzan perdidos,
todos luchando en su guerra
para al final, desvalidos,
confundirse con la tierra.
©donaciano bueno

Lo mismo que tú y el otro, el otro, el otro...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Manuel José Quintana

A Juan de Padilla

Todo a humillar la humanidad conspira
Faltó su fuerza a la sagrada lira,
Su privilegio al canto,
Y al genio su poder. ¿Los grandes ecos
Do están, que resonaban
Allá en los templos de la Grecia un día,
Cuando en los desmayados corazones
Llama de gloria de repente ardía,
Y el son hasta en las selvas convertía
A los tímidos ciervos en leones?
¡Oh, cuál cantara yo si el dios del Pindo
Poder tan grande a mis acentos diera!
¡Con qué vehemencia entonces la voz mía,
Honor, constancia y libertad sonando,
De un mar al otro mar se extendería!.
¡Patria! nombre feliz, numen divino,
Eterna fuente de virtud, en donde
Su inestinguible ardor beben los buenos;
¡Patria!… La vista atónita no encuentra
Patria en torno de sí, ni el labio implora
Con voz tan bella al simulacro yerto
Que se muestra en su vez. Pálido, triste,
De negro luto y de pavor cubierto,
Ni aun a esquivar se atreve
La mano asoladora
De la furia execrable que, inclemente,
Su seno oprime, su beldad desdora.
Sangre destila si afligido llora;
Su lúgubre alarido
Rompe los aires, y en dolor bañado,
Viene horroroso a lastimar mi oído.
¡Perdona, madre España! La flaqueza
De tus cobardes hijos pudo sola
Así enlutar tu sin igual belleza!
¿Quién fue de ellos jamás? ¡Ah! vanamente
Discurre mi deseo
Por tus fastos sangrientos y el contino
Revolver de los tiempos; vanamente
Busco honor y virtud: fue tu destino
Dar nacimiento un día
A un odioso tropel de hombres feroces,
Colosos para el mal; todos te hollaron,
Todos ajaron tu feliz decoro;
¡Y sus nombres aún viven! Y su frente
Pudo orlar impudente
La vil posteridad con lauros de oro!
¡Y uno solo! ¡Uno solo!… ¡Oh, de Padilla
Indignamente ajado,
Nombre inmortal! Oh gloria de Castilla!
Mi espíritu agitado,
Buscando alta virtud, renueva ahora
Tu memoria infeliz. Sombra sublime,
Rompe el silencio de tu eterna tumba,
Rómpele, y torna a defender tu España,
Que atada, opresa, envilecida, gime.
Sí, tus virtudes solas,
Sólo tu ardor intrépido podría
Volvernos al valor, y sacudido
Por ti sólo sería
Nuestro torpe letargo y ciego olvido.
Tú el único ya fuiste
Que osó arrostrar con generoso pecho
Al huracán deshecho
Del despotismo en nuestra playa triste.
Abortóle la mar más espantoso
Que los monstruos que encierra en su hondo seno.
Y él, respirando su infernal veneno,
Entre ignorancia universal marchaba,
Destruyendo sus pies cuanto corrieron.
¿De qué pues nos valieron
Siete siglos de afán y nuestra sangre
A torrentes verter? Lanzado en vano
Fue de Castilla el árabe inclemente,
Si otro opresor mas pérfido y tirano
Prepara el yugo a su infelice frente.
Ofendida, indignada
Se alzó, se estremeció, y arrojó el grito
De venganza y de horror. «Vuela, hijo mío,
Vuela, y ahuyenta la espantosa plaga
Que me insulta y me amaga:
Sé tú mi escudo, y en tu ardiente brío
Su curso infausto asolador quebranta.»
Dijo; y cual rayo que volando asuela,
O como trueno que bramando espanta,
El héroe de Toledo recorría
Un campo y otro campo: el pueblo todo,
Conmovido a su voz, ardiendo en ira
Y anhelando vencer, corre furioso
A la lucha fatal que se aprestaba.
Padilla le guiaba,
Y de la patria en su valiente mano
El estandarte espléndido ondeaba.
¡Oh estrago! ¡Oh frenesí! Dos veces fueron
Las que el genio feroz de la impía guerra
Entre muerte y dolor mezcló las haces;
¡Haces que nunca combatir debieron!
Un hábito, una tierra
Eran, y una su ley, unas sus aras,
Uno su hablar. ¡Ah bárbaros! ¿Y en vano
Naturaleza os diera
Vínculos tantos? Suspended los hierros
Que sedientos de sangre en vuestras manos
Contemplo con horror: ¿no sois hermanos?
Todos a un tiempo, todos
Revolved: al furor de vuestros brazos
Caiga rota en pedazos
La soberbia del déspota insolente
Que a todos amenaza… ¿En los oídos
No os dan los alaridos,
Las tristes quejas de la edad siguiente,
Que a ominosa cadena
Vuestra discordia pérfida condena?
De polvo en tanto la confusa nube,
Nuncia ya del furor, turbando el día,
Hasta el Olimpo sube;
Y del bronce tronante al estallido
El viento sacudido
Raudo dilata por Castilla toda
En ecos el horror: corre la sangre,
Vuela la muerte… ¡Oh Dios! ¿por qué dispersas
Las huestes vencedoras
Se derraman así? Solo en el llano,
De arena y sangre y de sudor cubierto,
Miro al héroe que lucha, y lucha en vano,
Y al fin cayó: su mísera caída
La libertad rendida
Llevó tras sí. Cayó: cuando salieron
Sus últimos suspiros,
Al seno augusto de la patria huyeron.
Tajo profundo, que en arenas de oro
La rubia espalda deslizando, llegas
El pie a besar a la imperial Toledo;
Toledo, que en desdoro
De su antigua altivez y su energía
Se encorva al yugo que esquivó algún día;
Toledo, oriente de Padilla… ¡Oh río!
Tú le viste nacer, tú lamentaste
Su destino infeliz, y en triste duelo
Su fin infausto denunciaste al cielo.
Tú aquel solar bañabas,
Do siempre incorruptibles se albergaron
La patria y el valor. Mis ojos vean
El suelo que él hollaba,
El espacio feliz do respiraba,
Y en mi llanto y dolor bañados sean.
¡Y nada encuentro! Y la venganza airada
Nada indultó! Su bárbara violencia
La inocente morada
De la opresa virtud sufrir no pudo.
Derrocóla; en su vez, solo, afrentoso,
El padrón del oprobio allí se mira,
Que a dolor congojoso
Incita el pecho y a furor sañudo,
Cuando contempla a la ignominia dado
Tan santo sitio y al silencio mudo.
¡Mudo silencio! No; que en él aún vive
Su grande habitador: vedle cuán lleno
De generosa ira
Clamando en torno de nosotros gira.
«Castellanos, alzáos; la inmensa huella
Corrió de tres edades
Por mi sangre infeliz; corrió, y aun ella
Hierve reciente y a venganza os llama.
¿Queréis por dicha conllevar la pena
Del siglo vil a quien mi muerte infama?
¿Seguir besando la fatal cadena?
¿Vuestro mal merecer? Volved los ojos,
Volved atrás, y contempladme cuando
Yo di a la tierra el admirable ejemplo
De la virtud con la opresión luchando.
Entonces los clamores
De la tremente patria en vano oísteis,
Negándoos a su voz, y fascinados
Tras la execrable esclavitud corristeis,
Forjando ¡oh indignación! los torpes lazos
Que oprobio han sido a tan robustos brazos.
«Y aquella fuerza indómita, impaciente,
En tan estrechos términos no pudo
Contenerse, y rompió; como torrente
Llevó tras si la agitación, la guerra,
Y fatigó con crímenes la tierra.
Indignamente hollada
Gimió la dulce Italia, arder el Sena
En discordias se vio, la África esclava,
El Bátavo industrioso
Al hierro dado y devorante ruego.
¿De vuestro orgullo, en su insolencia ciego,
Quién salvarse logró? Ni al indio pudo
Guardar un ponto inmenso, borrascoso,
De sus sencillos lares
Inútil valladar: de horror cubierto
Vuestro genio feroz, hiende los mares,
Y es la inocente América un desierto.
«Tantos estragos, sin respeto holladas
Justicia y fe, la detestable ofensa
Hecha a la patria de amarrarla al yugo
Y ahogar su libertad, a un tiempo alzaron
Su poderoso grito,
Y a la atónita Europa despertaron.
Ella sobre vosotros indignada
Cayó y os oprimió. ¿Qué se hizo entonces
Vuestra vana altivez? La tiranía
Que lenta os consumía
Tendió su cetro bárbaro, y llamando
A la exicial superstición, con ella
Fue abierto el hondo precipicio en donde
Se hundió al fin vuestro nombre,
Viles esclavos, que en tan torpe olvido
Sois la risa y baldón del universo,
Cuyo espanto y escándalo habéis sido.
«Estremecéos, a la Ignominia hoy dados,
Mañana al polvo, ¿no miráis cuál brama,
Con cuál furor se inflama
La tierra en torno a sacudir del cuello
La servidumbre? ¿Y se verá que, hundidos
En ocio infame y miserable sueño,
Al generoso empeño
Los últimos voléis? No; que en violenta
Rabia inflamado y devorante saña
Ruja el león de España,
Y corra en sangre a sepultar su afrenta.
La espada centellante arda en su mano,
Y al verle, sobre el trono
Pálido tiemble el opresor tirano.
Virtud, patria, valor: tal fue el sendero
Que yo os abrí primero;
Vedle, holladle, volad; mi nombre os guíe,
Mi nombre vengador, a la pelea:
Padilla el grito de las huestas sea,
Padilla aclame la feliz victoria,
Padilla os dé la libertad, la gloria.»
(Mayo de 1797.)

A la expedición española

Para propagar la vacuna en América bajo la dirección de don
Francisco Balmis.

¡Virgen del mundo, América inocente!
Tú, que el preciado seno
Al cielo ostentas de abundancia lleno,
Y de apacible juventud la frente;
Tú, que a fuer de más tierna y más hermosa
Entre las zonas de la madre tierra,
Debiste ser del hado,
Ya contra ti tan inclemente y fiero,
Delicia dulce y el amor primero;
Óyeme: si hubo vez en que mis ojos,
Los fastos de tu historia recorriendo,
No se hinchesen de lágrimas; si pudo
Mi corazón sin compasión, sin ira
Tus lástimas oír, ¡ah! que negado
Eternamente a la virtud me vea,
Y bárbaro y malvado
Cual los que así te destrozaron sea.
Con sangre están escritos
En el eterno libro de la vida
Esos dolientes gritos
Que tu labio afligido al cielo envía.
Claman allí contra la patria mía,
Y vedan estampar gloria y ventura
En el campo fatal donde hay delitos.
¿No cesarán jamás? ¿No son bastantes
Tres siglos infelices
De amarga expiación? Ya en estos días
No somos, no, los que a la faz del mundo
Las alas de la audacia se vistieron
Y por el ponto Atlántico volaron;
Aquellos que al silencio en que yacías,
Sangrienta, encadenada, te arrancaron.
«Los mismos ya no sois; pero ¿mi llanto
Por eso ha de cesar? Yo olvidaría
El rigor de mis duros vencedores;
Su atroz codicia, su inclemente saña
Crimen fueron del tiempo, y no de España.
Mas ¿cuándo ¡ay Dios! los dolorosos males
Podré olvidar que aun mísera me ahogan?
Y entre ellos… ¡Ah! venid a contemplarme,
Si el horror no os lo veda, emponzoñada
Con la peste fatal que a desolarme
De sus funestas naves fue lanzada.
Como en árida mies hierro enemigo,
Como sierpe que infesta y que devora,
Tal su ala abrasadora
Desde aquel tiempo se ensañó conmigo.
Miradla abravecerse, y cual sepulta
Allá en la estancia oculta
De la muerte mis hijos, mis amores.
Tened ¡ay! compasión de mi agonía
Los que os llamáis de América señores:
Ved que no basta a su furor insano
Una generación; ciento se traga;
Y yo, expirante, yerma, a tanta plaga
Demando auxilio, y le demando en vano.»
Con tales quejas el Olimpo hería
Cuando en los campos de Albión natura
De la viruela hidrópica al estrago
El venturoso antídoto oponía.
La esposa dócil del celoso toro
De este precioso don fue enriquecida,
Y en las copiosas fuentes le guardaba,
Donde su leche cándida a raudales
Dispensa a tantos alimento y vida.
Jenner lo revelaba a los mortales.
Las madres desde entonces
Sus hijos a su seno
Sin susto de perderlos estrecharon,
Y desde entonces la doncella hermosa
No tembló que estragase este veneno
Su tez de nieve y su color de rosa.
A tan inmenso don agradecida
La Europa toda en ecos de alabanza
Con el nombre de Jenner se recrea;
y ya en su exaltación eleva altares
Donde, a par de sus genios tutelares,
Siglos y siglos adorar le vea.
De tanta gloria a la radiante lumbre,
En noble emulación llenando el pecho,
Alzó la frente un español: «No sea,
Clamó, que su magnánima costumbre
En tan grande ocasión mi patria olvide.
El don de la invención es de fortuna,
Cócele allá un inglés; España ostente
Su corazón espléndido y sublime,
Y dé a su majestad mayor decoro
Llevando este tesoro
Donde con mas violencia el mal oprime.
Yo volaré; que un numen me lo manda;
Yo volaré: del férvido Océano
Arrostraré la furia embravecida,
Y en medio de la América infestada
Sabré plantar el árbol de la vida
Dijo; y apenas de su labio ardiente
Estos ecos benéficos salieron,
Cuando tendiendo al aire el blando lino,
Ya en el puerto la nave se agitaba
Por dar principio a tan feliz camino.
Lánzase el argonauta a su destino.
Ondas del mar, en plácida bonanza
Llevad ese depósito sagrado
Por vuestro campo líquido y sereno;
De mil generaciones la esperanza
Va allí, no la aneguéis, guardad el trueno,
Guardad el rayo y la fatal tormenta
Al tiempo en que, dejando
Aquellas playas fértiles, remotas,
De vicios y oro y maldición preñadas
Vengan triunfando las soberbias flotas.
A Balmis respetad. ¡Oh heroico pecho,
Que en tan bello afanar tu aliento empleas!
Ve impávido a tu fin. La horrenda saña
De un ponto siempre ronco y borrascoso,
Del vértigo espantoso
La devorante boca,
La negra faz de cavernosa roca
Donde el viento quebranta los bajeles,
De los rudos peligros que te aguardan
Los más grandes no son ni más crueles.
Espéralos del hombre: el hombre impío,
Encallado en error, ciego, envidioso,
Será quien sople el huracán violento
Que combata bramando el noble intento.
Mas sigue, insiste en él firme y seguro;
Y cuando llegue de la lucha el día,
Ten fijo en la memoria
Que nadie sin tesón y ardua porfía
Pudo arrancar las palmas de la gloria.
Llegas en fin. La América saluda
A su gran bienhechor, y al punto siente
Purificar sus venas
El destinado bálsamo: tú entonces
De ardor más generoso el pecho llenas;
Y obedeciendo al numen que te guía,
Mandas volver la resonante prora
A los reinos del Ganges y a la aurora.
El mar del Mediodía
Te vio asombrado sus inmensos senos
Incansable surcar; Luzón te admira,
Siempre sembrando el bien en tu camino,
Y al acercarte al industrioso chino,
Es fama que en su tumba respetada
Por verte alzó la venerable frente
Confucio, y que exclamaba en su sorpresa
«¡Digna de mi virtud era esta empresa.»
¡Digna, hombre grande, era de ti! Bien digo
De aquella luz altísima y divina,
Que en días más felices
La razón, la virtud aquí encendieron!
Luz que se extingue ya: Balmis, no tornes
No crece ya en Europa
El sagrado laurel con que te adornes.
Quédate allá, donde sagrado asilo
Tendrán la paz, la independencia hermosa;
Quédate allá, donde por fin recibas
El premio augusto de tu acción gloriosa.
Un pueblo, por ti inmenso, en dulces himnos
Con fervoroso celo
Levantará tu nombre al alto cielo
Y aunque en los sordos senos
Tú ya durmiendo de la tumba fría,
No los oirás, escúchalos al menos
En los acentos de la musa mía.

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EN LANDELIES LLUEVE… [Mi poema]
Antonio Mira de Amescua [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que en Landelies llueve, lento llueve
lo mismo que al caer hace la nieve.

La lluvia que insistente y molestosa,
mostrando va su acento, su relieve
y lo hace de una forma rencorosa
pues cae poco a poco cadenciosa
que fuerte no se atreve.

Rebota en la ventana suavemente
se agarra a los cristales y resbala,
pintando va un tapiz en el ambiente
fingiendo que su ardor es inocente
al tiempo que te cala.

Y lo hace sin parar, que es gota a gota,
-la lluvia forma parte del paisaje,
parece que no está pero se nota-,
cual fuera una pelota que no bota,
escasa de coraje.

Se muestra muy monótona y cansina,
no para de caer. Que en la mañana
te sigue acompañando la cretina,
cual fuera quiera darte de propina,
zurrando la badana.

Que en Landelies llueve, lento llueve
lo mismo que al caer hace la nieve.
©donaciano bueno

Landelies es una pequeña población al sur de Bélgica. cercana a Charleroi en el llamado Pais Noir, donde la lluvia forma parte del paisaje y en el que el autor pasó dos largos años estudiando, sin conocer prácticamente la luz del sol.

MI POETA SUGERIDO:  Antonio Mira de Amescua

CANCIÓN REAL A UNA MUDANZA

Ufano, alegre, altivo, enamorado,
Rompiendo el aire el pardo jilguerillo,
Se sentó en los pimpollos de una haya,
Y con su pico de marfil nevado
De su pechuelo blanco y amarillo
La pluma concertó pajiza y baya;
Y celoso se ensaya
A discantar en alto contrapunto
Sus celos y amor junto,
Y al ramillo, y al prado y a las flores
Libre y ufano cuenta sus amores.
Mas ¡ay! que en este estado
El cazador cruel, de astucia armado,
Escondido le acecha,
Y al tierno corazón aguda flecha
Tira con mano esquiva
Y envuelto en sangre en tierra lo derriba.
¡Ay, vida mal lograda,
Retrato de mi suerte desdichada!

De la custodia del amor materno
El corderillo juguetón se aleja,
Enamorado de la yerba y flores,
Y por la libertad del pasto tierno
El cándido licor olvida y deja
Por quien hizo a su madre mil amores:
Sin conocer temores,
De la florida primavera bella
El vario manto huella
Con retozos y brincos licenciosos,
Y pace tallos tiernos y sabrosos.
Mas ¡ay! Que en un otero
Dio en la boca de un lobo carnicero,
Que en partes diferentes
Lo dividió con sus voraces dientes,
Y a convertirse vino
En purpúreo el dorado vellocino.
¡Oh inocencia ofendida,
Breve bien, caro pasto, corta vida!

Rica con sus penachos y copetes,
Ufana y loca, con ligero vuelo
Se remonta la garza a las estrellas,
Y, puliendo sus negros martinetes,
Procura ser allá cerca del cielo
La reina sola de las aves bellas:
Y por ser ella de ellas
La que más altanera se remonta,
Ya se encubre y trasmonta
A los ojos del lince más atentos
Y se contempla reina de los vientos.
Mas ¡ay! que en la alta nube
El águila la vio y al cielo sube,
Donde con pico y garra
El pecho candidísimo desgarra
Del bello airón que quiso
Volar tan alto con tan corto aviso.
¡Ay, pájaro altanero,
Retrato de mi suerte verdadero!

Al son de las belísonas trompetas
Y al retumbar del sonroso parche,
Formó escuadrón el capitán gallardo;
Con relinchos, bufidos y corvetas
Pidió el caballo que la gente marche
Trocando en paso presuroso el tardo:
Sonó el clarín bastardo
La esperada serial de arremetida,
Y en batalla rompida,
Teniendo cierta de vencer la gloria,
Oyó a su gente que cantó victoria.
Mas ¡ay! que el desconcierto
Del capitán bisoño y poco experto,
Por no observar el orden
Causó en su gente general desorden,
Y, la ocasión perdida,
El vencedor perdió victoria y vida.
¡Ay, fortuna voltaria,
En mis prósperos fines siempre varia!

Al cristalino y mudo lisonjero
La bella dama en su beldad se goza,
Contemplándose Venus en la tierra,
Y al más rebelde corazón de acero
Con su vista enternece y alboroza,
Y es de las libertades dulce guerra:
El desamor destierra
De donde pone sus divinos ojos,
Y de ellos son despojos
Los purísimos castos de Diana,
Y en su belleza se contempla ufana.
Mas ¡ay! que un accidente,
Apenas puso el pulso intercadente,
Cuando cubrió de manchas,
Cárdenas ronchas y viruelas anchas
El bello rostro hermoso
Y lo trocó en horrible y asqueroso.
¡Ay, beldad malograda,
Muerta luz, turbio sol y flor pisada!

Sobre frágiles leños, que con alas
De lienzo débil de la mar son carros,
El mercader surcó sus claras olas:
Llegó a la India, y, rico de bengalas,
Perlas, aromas, nácares bizarros,
Volvió a ver las riberas españolas.
Tremoló banderolas,
Flámulas, estandartes, gallardetes:
Dio premio a los grumetes
Por haber descubierto
De la querida patria el dulce puerto.
Mas ¡ay! que estaba ignoto
A la experiencia y ciencia del piloto
En la barra un peñasco,
Donde, tocando de la nave el casco,
Dio a fondo, hechos mil piezas,
Mercader, esperanzas y riquezas.
¡Pobre bajel, figura
Del que anegó mi próspera ventura!

Mi pensamiento con ligero vuelo
Ufano, alegre, altivo, enamorado,
Sin conocer temores la memoria,
Se remontó, señora, hasta tu cielo,
Y contrastando tu desdén airado,
Triunfó mi amor, cantó mi fe victoria;
Y en la sublime gloria
De esa beldad se contempló mi alma,
Y el mar de amor sin calma
Mi navecilla con su viento en popa
Llevaba navegando a toda ropa.
Mas ¡ay! que mi contento
Fue el pajarillo y el corderillo exento,
Fue la garza altanera,
Fue el capitán que la victoria espera,
Fue la Venus del mundo,
Fue la nave del piélago profundo;
Pues por diversos modos
Todos los males padecí de todos.

Canción, ve a la coluna
Que sustentó mi próspera fortuna,
Y verás que si entonces
Te pareció de mármoles y bronces,
Hoy es mujer; y en suma
Breve bien, fácil viento, leve espuma.

LOA FAMOSA

Hala de echar mujer en hábito de labradora

Perdióse en un monte un Rey
andando a caza una tarde
con lo mejor de su gente:
duques, príncipes y grandes.
El sol hasta mediodía
abrasó con rayos tales
que el mundo a Faetón, su hijo,
temió, otra vez arrogante.
Pero revolviendo el tiempo
y levantándose el aire
se cubrió el cielo de nieblas
y amenazó tempestades.
Huyó a la choza el pastor,
y a la venta el caminante
y amainaron los pilotos
todo el lienzo de las naves.
Díjole al Rey un montero
que al pie de aquellos pinares
estaba una casería
en tal ocasión bastante.
Bajaron por una peñas
entre mirtos y arrayanes,
guiándoles el rumor
que remolinaba el aire.
Vieron que en un manso arroyo
se bañaban los umbrales
de un mal labrado cortijo
con olmos delante.
Apeóse el Rey, y entrando,
primero que se sentase,
quiso ver el dueño y huéspeda
y como en su casa honrarle.
Supo el labrador apenas
que las personas reales
ocupaban su aposento,
cuando en hielo se deshace.
Entró su pobre familia
a decirle que no aguarde,
pues le quiere ver el Rey,
a que al mismo Rey le hable.
Tiembla el labrador de nuevo,
mira el sayo miserable,
las abarcas y las pieles,
y de vergüenza no sale.
El pobre cortijo mira
como vigüela sin trastes,
hecho de pajas el techo
sobre unos viejos pillares.
Llamó a su mujer, y dice
«Mujer, a huéspedes tales,
si no es el alma, no tengo
casa ni mesa que darles.
Salid y decidle al Rey
que no es mucho me acobarde
ver su persona real
en mis pajizos portales,
que coma en la voluntad,
que es mesa que a Dios aplace,
y duerma en el buen deseo,
que no tengo más que darle;
que vos, como sois mujer,
pues no hay cosa que no alcancen,
hallaréis gracia en sus ojos,
y al fin podréis disculparme».
Dicen que entró la mujer
muy temerosa a hablarle
por la obligación que tienen
de cuanto el marido mande,
y el Rey, muy agradecido
a su vergüenza notable,
cenó y durmió más contento
que entre holandas y cambrayes.
Yo pienso, senado ilustre,
que es esto muy semejante
de lo que hoy pasa a Riquelme
con este humilde hospedaje.
En cada cual miro un rey,
un César, un Alejandre;
su pobre familia mira,
que es la que a serviros trae.
Si no salió el labrador
teniendo a su Rey delante,
quien ve tantos, ¿qué ha de hacer
sino lo que veis que hace?
Mandóme, como mujer,
que saliese a disculparle;
fue la obediencia forzosa,
aunque rústico el lenguaje.
No os ofrece grandes salas,
llenas de pinturas graves,
de celebradas comedias
por autores arrogantes.
No os ofrece ricas mesas
llenas de gusto y donaire,
sino voluntad humilde,
que es la que con reyes vale.
Perdonad al labrador,
pues hoy en su casa entrasteis,
porque me agradezca a mí
las mercedes que hoy alcance.
Oíd la pobre familia;
ya los labradores salen,
mientras que vuelvo a la corte,
bésoos los pies, Dios os guarde.

BAILE CURIOSO Y GRAVE

Cuando desde Aragón vino la Infanta
a casar con don Juan, Rey de Castilla,
las fiestas que se hicieron en Sevilla
no las olvida el tiempo y hoy las canta.

Después que los castellanos
hicieron muestra gallarda
con máscaras y sortijas,
toros y juegos de cañas,
mantener quiso un torneo
en servicio de su dama
un gallardo aragonés
de los Pardos de la casta.
Airoso terció la pica,
furioso juega la lanza,
dando con destreza y brío
los cinco golpes de la espada.
Con la gloria de aquel día
ganó de su gloria el alma,
la cual, venida la noche,
le admite dentro de su casa.
Con amorosas razones
consiguen sus esperanzas,
y ella, alabándole, dice,
al despedirlos el alba:

«Mirad por mi fama,
caballero aragonés».
«Por tus amores, señora,
cuanto me mandes haré».
«Mas, ¿cómo la ha de guardar
quien a sí guardar no pudo»?
«Con sólo saber callar».
«Que la guardéis no lo dudo».
«Seré como piedra mudo
y eterna fe guardaré;
por tus amores, señora,
cuanto me mandes haré».

En un corillo otro día
sin nombrar partes, se alaba,
y un adivino celoso
dio cuenta de ello a su dama.
Sus blancas manos torcía,
sus delgadas tocas rasga,
y llamando a su presencia
con este desdén le trata:

«Alabásteisos, caballero,
gentil hombre aragonés.
No os alabaréis otra vez.
Alabásteisos en Sevilla
que teníades linda amiga.
Gentil hombre aragonés,
no os alabaréis otra vez».

Sin admitirle disculpa
que se ausente de ella manda,
y él jura de no volver
hasta volver en su gracia.
El tiempo gastó la ira;
mas, como el amor no gasta,
la dama llora su ausente,
el retrato que miraba,
y la dama le demanda:

«Y mi bien, ¿cuándo vendréis»?
Y finge que le responde:
«Lindo amor, no me aguardéis,
que si de mi partida
fue causa un disfavor,
si no cesa el rigor,
yo no volveré en mi vida».
«Yo quedo arrepentida
y mi bien, ¿cuándo vendréis»?
Y finge que le responde:
«Lindo amor, no me aguardéis».

En hábito de romero
un pajecillo despacha
para que dé en Zaragoza
al caballero una carta.
Cuando llegó el pajecillo
al salir de la posada
encontróle el caballero.
De esta manera le habla:

«Romerico, tú que vienes
donde mi señora está,
di, ¿qué nuevas hay allá»?
«Estáse la gentil dama
a sombras de una alameda
dando suspiros al aire,
y a su fortuna mil quejas.
Diome que os diese esta carta
de su mano y de su letra,
que al escribirla, sus ojos
llenan el papel de perlas.
Y díjome de palabra
que a Sevilla deis la vuelta,
adonde seréis su esposo
en haz y en paz de la Iglesia».

Con el amor y el deseo
como con ligeras alas,
vuelve al galán a Sevilla,
y así le dice a su dama:

«A ser vuestro vengo,
querida esposa».
«Dulce esposo mío,
vení en buena hora».
«Tras fieros desdenes,
que la vida acortan
y al amor pudieran
negar la victoria,
a ser vuestro vengo,
querida esposa».
«Dulce esposo mío,
vení en buena hora».

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UN SEÑOR MINISTRO [Mi poema]
Juan Meléndez Valdés [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un Ministro es un tipo de bigotes
que suele hacer allí lo que le manda
aquel que siempre es jefe de la banda
pudiendo así esquivar a los azotes
si miente o se desmanda.

Un Ministro se siente prepotente,
quien puede decidir lo elige a dedo,
mas él ha de poner todo el denuedo
haciendo ver al resto de la gente
que sabe meter miedo.

Ser Ministro no puede ser cualquiera,
así él se considere preparado,
¿ser ministro de qué? ya has desbarrado,
que aquí lo que más cuenta es que lo quiera
aquel que te ha nombrado.

Si un día a ti la suerte te visita,
Ministro aquel que manda a ti te hiciera
prepárate a llenarte la cartera
pues si algo no va bien o algo se agita
irás muerto a la hoguera.
©donaciano bueno

No te caerá esa #breva, o si...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Meléndez Valdés

A Dorila

¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días
y los floridos años
de nuestra frágil vida!

La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,

que escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.

El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.

Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?

Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.

Ven ¡ay! ¿qué te detiene?
Ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do leve el viento aspira;

y entre brindis suaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.

A unos lindos ojos

Tus lindos ojuelos
me matan de amor.

Ora vagos giren,
o párense atentos,
o miren exentos,
o lánguidos miren,

o injustos se aíren,
culpando mi ardor,
tus lindos ojuelos
me matan de amor.

Si al final del día
emulando ardientes,
alientan clementes
la esperanza mía,

y en su halago fía
mi crédulo eror,
tus lindos ojuelos
me matan de amor.

Si evitan arteros
encontrar los míos,
sus falsos desvíos
me son lisonjeros.

Negándome fieros
su dulce favor,
tus lindos ojuelos
me matan de amor.

Los cierras burlando,
y ya no hay amores,
sus flechas y ardores
tu juego apagando;

Yo entonces temblando
clamo en tanto horror:
«¡Tus lindos ojuelos
me matan de amor!».

Los abres riente,
y el Amor renace
y en gozar se place
de su nuevo oriente,

cantando demente
yo al ver su fulgor:
«¡Tus lindos ojuelos
me matan de amor!».

Tórnalos, te ruego,
niña, hacia otro lado,
que casi he cegado
de mirar su fuego.

¡Ay! tórnalos luego,
no con más rigor
tus lindos ojuelos
me maten de amor.

El amor mariposa

Viendo el Amor un día
que mil lindas zagalas
huían de él medrosas
por mirarle con armas,
dicen que de picado
les juró la venganza
y una burla les hizo,
como suya, extremada.

Tornóse en mariposa,
los bracitos en alas
y los pies ternezuelos
en patitas doradas.

¡Oh! ¡qué bien que parece!
¡Oh! ¡qué suelto que vaga,
y ante el sol hace alarde
de su púrpura y nácar!

Ya en el valle se pierde,
ya en una flor se para,
ya otra besa festivo,
y otra ronda y halaga.

Las zagalas, al verle,
por sus vuelos y gracia
mariposa le juzgan
y en seguirle no tardan.

Una a cogerle llega,
y él la burla y se escapa;
otra en pos va corriendo,
y otra simple le llama,

despertando el bullicio
de tan loca algazara
en sus pechos incautos
la ternura más grata.

Ya que juntas las mira,
dando alegres risadas
súbito amor se muestra
y a todas las abrasa.

Mas las alas ligeras
en los hombros por gala
se guardó el fementido,
y así a todas alcanza.

También de mariposa
le quedó la inconstancia:
llega, hiere, y de un pecho
a herir otro se pasa.

De la primavera

La blanda primavera
derramando aparece
sus tesoros y galas
por prados y vergeles.

Despejado ya el cielo
de nubes inclementes,
con luz cándida y pura
ríe a la tierra alegre.

El alba de azucenas
y de rosa las sienes
se presenta ceñidas,
sin que el cierzo las hiele.

De esplendores más rico
descuella por oriente
en triunfo el sol y a darle
la vida al mundo vuelve.

Medrosos de sus rayos
los vientos enmudecen,
y el vago cefirillo
bullendo les sucede,

el céfiro, de aromas
empapado, que mueven
en la nariz y el seno
mil llamas y deleites.

Con su aliento en la sierra
derretidas las nieves,
en sonoros arroyos
salpicando descienden.

De hoja el árbol se viste,
las laderas de verde,
y en las vegas de flores
ves un rico tapete.

Revolantes las aves
por el aura enloquecen,
regalando el oído
con sus dulces motetes;

y en los tiros sabrosos
con que el Ciego las hiere
suspirando delicias,
por el bosque se pierden,

mientras que en la pradera
dóciles a sus leyes
pastores y zagalas
festivas danzas tejen

y los tiernos cantares
y requiebros ardientes
y miradas y juegos
más y más los encienden.

Y nosotros, amigos,
cuando todos los seres
de tan rígido invierno
desquitarse parecen,

¿en silencio y en ocio
dejaremos perderse
estos días que el tiempo
liberal nos concede?

Una vez que en sus alas
el fugaz se los lleve,
¿podrá nadie arrancarlos
de la nada en que mueren?

Un instante, una sombra
que al mirar desparece,
nuestra mísera vida
para el júbilo tiene.

Ea, pues, a las copas,
y en un grato banquete
celebremos la vuelta
del abril floreciente.

De los ‘besos de amor’

Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,

cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,

y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,

y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,

ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,

entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.

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UN TRISTE FIGURANTE [Mi poema]
Juan Nicasio Gallego [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mañana, si es que amaina la tormenta
y el sol desaparezca al horizonte
detrás de las colina de su monte
comprenda si el vivir le trae a cuenta.

Mañana cuando no haya nubarrones
y el cielo se descubra y transparente,
se aclare la negrura de su mente
y empiece a descubrir nuevas traiciones.

Mañana al contemplar, si es que hay mañana,
la corta trayectoria que ha tenido,
los muchos varapalos que ha sufrido
habrá de decidir si viene en gana

echar aquí el final a su carrera
de intérprete, no más que un figurante,
que sueña con matar a un contrincante
y acaba como un perro en la perrera.

Y así se irá, tal cual, como ha venido
sin nada que ocultar bajo el sobaco
igual que aquel que fuera a por tabaco*
y nunca más del mismo se ha sabido.
©donaciano bueno

Así es la #realidad, se quiera o no se quiera! Share on X

*Acerca de la expresión del marido que se fue a por tabaco y nunca más volvió.

MI POETA SUGERIDO:  Juan Nicasio Gallego

A una señorita que me pidió versos

Del padre Tajo el agua cristalina
con su puñal sacrílego ensangrienta,
de estragos siempre y lágrimas sedienta,
civil discordia en la nación vecina.

La ambición, que a dos príncipes fascina,
de Montiel los escándalos ostenta
a la asombrada Europa; y muda y lenta
peste voraz sus pueblos extermina.

¡Ay, que ya el monstruo la comarca huella
de los hijos del Betis, que a millares
abandonan su hogar despavoridos!

¿No escuchas sus lamentos, Dina bella?
¡Y ahora me pides himnos y cantares!
Pídeme llanto, indignación, gemidos.

La primavera (Gallego)

Sacude abril su fértil cabellera
y el ancho suelo puéblase de flores;
el alba le saluda, y mil colores
en torno brillan de la clara esfera.

Anuncia alegre el soto y la pradera
la vuelta de la risa y los amores,
y arroyos, aves, selvas y pastores
cantan la deliciosa primavera.

Ríe el zagal; alégrase el ganado;
todo el placer de su presencia siente;
el bosque, el río, el páramo, el poblado,

mas yo, que estoy de mi Pradina ausente,
suspiro solo y de tristeza helado,
cual si bramara el ábrego inclemente.

A Zaragoza

Viendo el tirano que el valor ferviente
domar no puede del león de España,
ni el lazo oDioso de coyunda extraña
dobla el fuerte Aragón la invicta frente,

y juró cruel venganza, y de repente
se hundió en el Orco, y con horrible saña
del reino oscuro que Aqueronte baña
alzó en su ayuda la implacable gente.

De allí el desmayo y la miseria adusta,
de allí la ardiente sed, la destructora
fiebre salieron y el contagio inmundo.

Ellos domaron la ciudad augusta;
no el hierro, no el poder. ¡Decanta ahora
tu triunfo, oh Corso, y tu valor al mundo!

Cargado de mortal melancolía

Cargado de mortal melancolía,
de angustia el pecho y de memorias lleno,
otra vez torno a vuestro dulce seno,
campos alegres de la patria mía.

¡Cuán otros, ay, os vio mi fantasía,
cuando de pena y de temor ajeno,
en mí fijaba su mirar sereno
la infiel hermosa que me amaba un día!

Tú, que en tiempo mejor fuiste testigo
de mi ventura al rayo de la aurora,
selo de mi dolor, césped amigo;

pues si en mi corazón, que sangre llora,
esperanzas y amor llevé conmigo,
desengaños y amor te traigo ahora.

Al cumpleaños de Para

¡Pradina hermosa! cuando Dios quería,
y yo feliz tus ojos celebraba,
de tu presencia angelical gozaba
y en tu blando mirar me embebecía.

De tu boca dulcísima la mía
en tiernos besos el maná gustaba,
a tu bella garganta me abrazaba,
y de amor y placer desfallecía.

Mas hora ¡triste! de tu lado ausente,
de la esperanza el mentiroso halago
es cuanto gozo en mi dolor vehemente.

Beso un papel; abrazo el aire vago;
la hiel del tedio gusto solamente,
y en amargura y llanto me deshago.

Los hoyuelos de Lesbia

Cruzaba el hijo de la cipria Diosa
solo y sin venda la floresta umbría
cuando, al pie de un rosal, vio que dormía
al blando son del mar mi Lesbia hermosa;

y al ver pasmado que su faz graciosa
los reflejos del alba repetía,
tanto se deslumbró que no sabía
si aquello era mejilla o era rosa.

Alargó el dedo el niño entre las flores
y en ambos lados le aplicó a la bella,
formando dos hoyuelos seductores.

¡Ay, que al verla reír, la dulce huella
del dedo del amor mata de amores!
¡Feliz el que su boca estampe en ella!

Al Duque de Rivas

Tú a quien afable concedió el destino,
digna ofrenda a tu ingenio soberano,
manejar del Aminta castellano
la dulce lira y el pincel divino.

Vibrando el plectro y animando el lino,
logra Saavedra, con dichosa mano,
vencen las glorias del cantor troyano,
robar las gracias del pintor de Urbino.

Lógralo, y logre yo, si más clemente
se muestra acaso la áspera fortuna
que hoy no me deja en blando son loarte,

tejer nuevas coronas en tu frente
ya esclarecida por tu ilustre cuna,
ya decorada del laurel de Marte.

A Lord Wellington

A par del grito universal que llena
de gozo y gratitud la esfera hispana,
y del manso, y ya libre, Guadiana
al caudaloso Támesis resuena;

tu gloria ¡oh Conde! a la región serena
de la inmortalidad sube, y ufana
se goza en ella la nación britana;
tiembla y se humilla el vándalo del Sena.

Sigue; y despierte el adormido polo
al golpe de su espada; en la pelea
te envidie Marte y te corone Apolo;

y si al triple pendón que al aire ondea
osa Alecto amagar, tu nombre solo
prenda de unión, como de triunfo, sea.

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UN HOSPITAL DE DIOS [Mi poema]
Nicomedes Pastor Díaz [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Así no lo creáis, yo aquí os lo cuento,
que en Quito esa ciudad del Ecuador
yo tuve que curarme de un dolor
y cual es mi penar que allí me encuentro
de dios un chiringuito bruñidor.

Debierais conocer que el hospital
en todas las paredes repetía
lo bueno que era Dios, que repartía
a todos por igual el bien y el mal,
(se olvidan de la plata), y la alegría.

Pensé que en una iglesia yo me hallaba,
prometo no encontré el confesionario,
tampoco si rezaba allí el rosario
que todo lo que hacían se pagaba
según lo que anunciaba el pecuniario.

Al fin me vi en la cola de una caja
de muchas, la que encuentras más a mano.
Que allí cuando se acerca algún hermano,
-te muestran claramente la baraja-
no sirve de atenuante el ser cristiano.

Pues todo que se ofrece es previo pago,
lo mismo que en un banco, no se fía,
si tienes un dolor pues no hay tu tía
así sea de un parto o de lumbago
ahórrate gritar avemaría.
©donaciano bueno

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El susodicho hospital, Vozandes, pertenece a los Evangelistas, dueños de una enorme manzana en lo mejor de la ciudad. Cuando accedes, la primera impresión es la de un gran banco, un hall lleno de cajas para pagar, antes de acceder al servicio que deseas. Una vez penetras en el pasillo todas las paredes, en todas las plantas, están rellenas de mensajes de la Biblia. Y yo me pregunto, ellos que creen en Jesucristo ¿por qué tan poco confían en los hombres?

MI POETA SUGERIDO:  Nicomedes Pastor Díaz

Mi inspiración

Cuando hice resonar mi voz primera
Fue en una noche tormentosa y fría:
Un peñón de la cántabra ribera
De asiento me servía:
El aquilón silbaba,
La playa y la campiña estaban solas,
Y el Océano rugidor sus olas
A mis pies estrellaba.

No brillaban los astros en el cielo,
Ni en la tierra se oía humano acento:
Estaba oscuro, silencioso el suelo,
Y negro el firmamento.
Sólo en el horizonte
Alguna vez relámpagos lucían,
Y al mugir de los mares respondían
Los pinares del monte.

Fuera ya entonces cuando el pecho mío,
Lanzado allá de la terrestre esfera,
Vio que el mundo era un árido vacío,
El bien una quimera.
Nunca un placer pasaba
Blando ante mí, ni su ilusión mentida,
Y el peso enorme de una inútil vida
Mi espíritu agobiaba.

Quise admirar del mundo la hermosura,
Y hallé do quiera el mal. De amor ardía,
Y nunca a mi benévola ternura
Otro pecho se unía.
Solo y desconsolado,
Cantar quise a la tierra mi abandono,
Mas ¿dó tienen los hombres voz ni tono
Para un desventurado?…

Al destino acusé, y acusé al cielo
Porque este corazón dado me habían;
Y de mi queja, y de mi triste anhelo
Los cielos se reían.
¿Dó acudir?… ¡Ay!… Demente
Visitaba las rocas y las olas
Por gozarme en su horror, llorar a solas
Y gemir libremente.

Un momento a mi lánguido gemido
Otro gemido respondió lejano,
Que sonó por las rocas cual graznido
De acuático milano.
De repente se tiende
Mi vista por la playa procelosa,
Y de repente una visión pasmosa
Mis sentidos sorprende.

Alzarse miro entre la niebla oscura
Blanco un fantasma, una deidad radiante,
Que mueve a mí su colosal figura
Con pasos de gigante.
Reluce su cabeza
Como la luna en nebuloso cielo:
Es blanco su ropaje, y negro velo
Oculta su belleza.

Que es bella, sí: de cuando en cuando el viento
Alza fugaz los móviles crespones,
Y aparecen un rápido momento
Celestiales facciones.
Pero nube de espanto
Tiñó de palidez sus formas bellas,
Y sus ojos, luciendo como estrellas,
Muestran reciente el llanto.

Cual manga de agua que aquilón levanta
En los mares del Sur, así camina,
Y sin hollar el suelo con su planta
A mi escollo se inclina.
Llega, calladamente
En sus brazos me ciñe, y yo temblando
Recibí con horror ósculo blando
Con que selló mi frente.

El calor de su seno palpitante
Tornome en breve de mi pasmo helado:
Creí estar en los brazos de una amante,
Y… «¿quién, clamé arrobado,
Quién eres que mi vida
Intentas reanimar, fúnebre objeto?
¿Calmarás tú mi corazón inquieto?
¿Eres tú mi querida?»

«¿O bien desciendes del elíseo coro
Sola, y envuelta en el nocturno manto,
A ser la compañera de mi lloro,
La musa de mi canto?
Habla, visión oscura;
Dame otro beso o muéstrame tu lira:
De amor o de estro el corazón inspira
A un mortal sin ventura.»

«No, me responde con acento escaso,
Cual si exhalara su postrer gemido;
Nunca, nunca los ecos del Parnaso
Mi voz han repetido.
No tengo nombre alguno,
Y habito entre las rocas cenicientas,
Presidiendo al horror y a las tormentas
Que en los mares reúno.»

«Mi voz solo acompaña los acentos
Con que el alción en su viudez suspira,
O los gritos y lánguidos lamentos
Del náufrago que espira.
Y si una noche hermosa
Las playas dejo y su pavor sombrío,
Solo la orilla del cercano río
Paseo silenciosa.»

«Entro al vergel, so cuya sombra espesa
Va un amante a gemir por la que adora;
Voy a la tumba que una madre besa,
O do un amigo llora.
Pero es vano mi anhelo;
Sé trocar en ternezas mis terrores,
Sé acompañar el llanto y los dolores,
Mas nunca los consuelo.»

«Ni a ti, infeliz: el dedo del destino
Trazó tu oscura y áspera carrera.
Yo he leído en su libro diamantino
La suerte que te espera,
A vano, eterno llanto
Te condenó, y a fúnebres pasiones,
Dejándoos sólo los funestos dones
De mi amor y mi canto.»

«De ébano y concha ese laúd te entrego
Que en las playas de Albión hallé caído;
No empero de él recobrará su fuego
Tu espíritu abatido.
El rigor de la suerte
Cantarás solo, inútiles ternuras,
La soledad, la noche, y las dulzuras
De apetecida muerte

«Tu ardor no será nunca satisfecho,
Y sólo alguna noche en mi regazo
Estrechará tu desmayado pecho
Iluso, aéreo abrazo.
¡Infeliz si quisieras
Realizar mis fantásticos favores!
Pero ¡más infeliz si otros amores
En ese mundo esperas!»

Diciendo así, su inanimado beso
Tornó a imprimir sobre mi labio ardiente.
Quise gustar su fúnebre embeleso,
Pero huyó de repente.
Voló: de mi presencia
Despareció cual ráfaga de viento,
Dejándome su lúgubre instrumento
Y mi fatal sentencia.

¡Ay! se cumplió: que desde aquel instante1
Mi cáliz amargar plugo a los cielos,
Y en vano a veces mi nocturna amante
Volvió a darme consuelos.
Mis votos más queridos
Fueron siempre tiranas privaciones,
Mis afectos desgracias o ilusiones,
Y mis cantos gemidos.

En vano algunos días la fortuna
Ondeó sobre mi faz gayos colores:
En vano bella se meció mi cuna
En un Edén de flores:
En vano la belleza
Y la amistad sus dichas me brindaron:
Rápidas sombras, ¡ay! que recargaron
Mi sepulcral tristeza!…

Escrito está que este interior veneno
Roa el placer que devoré sediento.
Canta, pues, los combates de mi seno,
Infernal instrumento.
Destierra la alegría
Que nunca pudo a su región moverte,
Y exhala ya tus cánticos de muerte
Sin tono ni armonía.

Y tú, amor, si tal vez te me presentas,
Yo pintaré tu imagen adorada,
Describiré el horror de las tormentas
Y mi visión amada.
En mi negro despecho
Rocas serán mis campos de delicias,
Lánguidas agonías mis caricias,
Y una tumba mi lecho.

Una voz

Yo conozco esa voz: a su sonido
Todo mi ser se estremeció temblando;
Hela subir cual bélico alarido
A los cielos mi muerte demandando.

Conozco ya esa voz: un tiempo ufana
La señal dio de paz y de alegría.
Hoy retumba cual lúgubre campana
Que al alta noche anuncia la agonía.

La oyó mi corazón la vez primera,
Y entre aromas y púrpura sonaba.
Fue el céfiro vital de primavera,
Y amor, amor, su acento pronunciaba.

Ahora se eleva de una tumba oscura;
Nube la sigue de terror secreto;
Aún pronuncia aquel nombre de ternura,
Pero es quien le pronuncia un esqueleto.

Agigantado, aéreo, luminoso,
Veole alzar la vengadora frente:
Lánzame ese gemido doloroso,
Y se hunde entre las sombras de repente.

Do quier que vuelvo mi aterrada planta,
Allí me sigue, inseparable sombra;
A cada paso airada se levanta,
Mi nombre dice, y otro ser me nombra.

Óigola entre la espuma del torrente,
Óigola en el bramar del torbellino,
En el sordo murmullo de la fuente,
En el tronar del piélago marino.

Ya, como aterrador remordimiento,
Mi sueño torna en convulsión inquieta;
Ya despierto a su estrépito violento,
Cual si escuchara la final trompeta;

Ya del placer el desmayado instante
Con bárbara ficción remedar quiere;
Ya en resuello profundo agonizante
Imita las congojas de quien muere…

De quien murió… ¡Gran Dios!… De quien me llama
De quien me emplaza a su desierto asilo,
De ese tremendo ser que me reclama,
Que ni en la tumba me miró tranquilo.

Obedézcote ya, voz misteriosa;
Heme sumiso a ti como en la vida;
Heme postrado ante la yerta losa;
Ve tu incesante petición cumplida.

A pasar van cual tu vivir amargo
Los lentos días de mi amargo duelo,
Y será más profundo mi letargo,
Que mi tumba también será de hielo.

De ti quedó un recuerdo de hermosura,
De ti la somhra que implacable miro,
De ti esa voz de muerte y de ternura,
Ese que vaga universal suspiro.

De mi existencia oscura, solitaria,
No quedará ni voz, ni sombra leve:
No habrá en mi losa funeral plegaria.
Nadie que un ¡ay! por mi memoria eleve.

A nadie llamaré, ni quien se asombre
Habrá en el mundo a mi nocturno acento;
Ni como el tuyo mi olvidado nombre
Eco será jamás de un pensamiento.

El amor sin objeto

Vanamente mis ojos inquietos
Por do quiera se tienden y giran,
Vanamente mis labios suspiran
Abrasados de fúnebre ardor.
Soledad espantosa me cerca,
Noche eterna mi pecho ha cubierto:
Para mí todo el mundo es desierto
Pues que nadie responde a mi amor.

Todo es fuego mi pecho exaltado,
Sólo amando me place la vida,
Y fijando en otra alma querida
De existir la penosa ilusión.
Ilusión… ilusión desgraciada,
Que la triste verdad no realiza,
Ilusión que mi pena eterniza
Porque nadie responde a mi amor.

Yo no sé lo que quiere mi pecho,
Yo no sé por qué tiemblo y qué lloro,
No conozco lo mismo que adoro,
No hallo objeto a mi triste pasión.
Sólo encuentro un inmenso vacío
Donde el alma se agita sedienta,
Y esta sed de querer se acrecienta
Porque nadie responde a mi amor.

Tal vez amo en mis tristes delirios
A un fantasma que forja mi mente,
Y do quiera le miro presente,
Le da vida mi fúnebre ardor.
Yo le escucho, le estrecho en mis brazos,
Yo su aliento de aroma respiro,
Yo… infelice… demente deliro…
Nadie, nadie responde a mi amor.

Vanamente de nácar y rosas
El Oriente engalana la aurora:
Vanamente su faz brilladora
Lanza el sol con radioso esplendor.
Ni la tarde en los campos me agrada,
Ni de noche la luna brillante;
Luz y sombra buscaba en mi amante,
¡Ay!… y nadie responde a mi amor.

Con mi amante risueña la aurora
Me inundara de blanda alegría,
Con mi amante gozara yo el día,
Campo y sombras, y grato frescor.
Con mi amante la luna me viera,
De sus rayos bañado y de llanto,
Apurar ese mágico encanto
Que a las penas les presta el amor.

Tú tal vez, corazón que yo busco,
Que tal vez solitario palpitas,
Y en fantásticos sueños te agitas,
Y suspiras y lloras cual yo.
Ven a mí, yo te haré venturoso,
Yo te ofrezco esas horas risueñas,
Yo te ofrezco esa dicha que sueñas…
Ven, querida, responde a mi amor.

Ven a mí… yo no busco hermosura:
No apetece este pecho vacío
Sino un pecho de amor como el mío,
Sino el alma, sino el corazón.
Ven… abiertos te esperan mis brazos,
Ya parece que en ellos te estrecho:
Ya parece que siento tu pecho
Contra el mío latiendo de amor.

Nadie me oye… mis voces se apagan,
Y se apaga con ellas mi vida.
Donde no halla mi pecho querida,
Un sepulcro hallará mi dolor.
Un sepulcro es el lecho florido
Que apetece mi anhelo postrero;
Un sepulcro la dicha que espero,
Pues no existe la dicha de amor.

La mariposa negra

Borraba ya del pensamiento mío
De la tristeza el importuno ceño:
Dulce era mi vivir, dulce mi sueño,
Dulce mi despertar.
Ya en mi pecho era lóbrego vacío
El que un tiempo rugió volcán ardiente;
Ya no pasaban negras por mi frente
Nubes que hacen llorar.

Era una noche azul, serena, clara,
Que embebecido en plácido desvelo.
Alcé los ojos en tributo al cielo
De tierna gratitud.
Mas ¡ay! que apenas lánguido se alzara
Este mirar de eterna desventura,
Turbarse vi la lívida blancura
De la nocturna luz.

Incierta sombra que mi sien circunda
Cruzar siento en zumbido revolante,
Y con nubloso vértigo incesante
A mi vista girar.
Cubrió la luz incierta, moribunda,
Con alas de vapor informe objeto;
Cubrió mi corazón terror secreto
Que no puedo calmar.

No como un tiempo colosal quimera
Mi atónita atención amedrentaba,
Mis oídos profundo no aterraba
Acento de pavor;
Que fue la aparición vaga y ligera,
Leve la sombra aérea y nebulosa,
Que fue sólo una negra mariposa
Volando en derredor.

No cual suele fijó su giro errante
La antorcha que alumbraba mi desvelo;
De su siniestro misterioso vuelo
La luz no era el imán.
¡Ay! que sólo el fulgor agonizante
En mis lánguidos ojos abatidos
Ser creí de sus giros repetidos
Secreto talismán.

Lo creo, sí… que a mi agitada suerte
Su extraña aparición no será en vano.
Desde la noche de ese infausto arcano
¡Ay Dios!… aún no dormí.
¿Anunciarame próxima la muerte,
O es más negro su vuelo repentino?…
Ella trae un mensaje del destino…
Yo… no le comprendí.

Ya no aparece solo entre las sombras;
Do quier me envuelve su funesto giro;
A cada instante sobre mí la miro
Mil círculos trazar.
Del campo entre las plácidas alfombras,
Del bosque entre el ramaje la contemplo,
Y hasta bajo las bóvedas del templo
Y ante el sagrado altar.

Para adormir mi frenesí secreto
Cesa un instante, negra mariposa:
Tus leves alas en mi frente posa:
Tal vez me aquietarás…
Mas redoblando su girar inquieto,
Huye, y parece que a mi voz se aleja,
Y revuelve, y me sigue, y no me deja,
Ni se para jamás.

A veces creo que un sepulcro amado
Lanzó bajo esta larva aterradora
El espíritu errante que aún adora
Mi yerto corazón.
Y una vez ¡ay! estático y helado
La vi, la vi, creciendo de repente,
Mágica desplegar sobre mi frente
Nueva transformación.

Vi tenderse sus alas como un velo
Sobre un cuerpo fantástico colgadas
En rozagante túnica trocadas,
So un manto funeral.
Y el lúgubre zumbido de su vuelo
Trocose en voz profunda melodiosa,
Y trocose la negra mariposa
En genio celestial.

Cual sobre estatua de ébano luciente
Un rostro se alza en ademán sublime,
Do en pálido marfil su sello imprime
Sobrehumano dolor,
Y de sus ojos el brillar ardiente,
Fósforo de visión, fuego del cielo,
Hiere en el alma como hiere el vuelo
Del rayo vengador.

Un momento ¡gran Dios! mis brazos yertos
Desesperado la tendí gritando.
Ven de una vez, la dije sollozando,
Ven y me matarás.
Mas ¡ay! que cual las sombras de los muertos
Sus formas vanas a mi voz retira,
Y de nuevo circula, y zumba, y gira,
Y no para jamás…

¿Qué potencia infernal mi mente altera?
¿De dónde viene esta visión pasmosa?
Ese genio… esa negra mariposa,
¿Qué es?… ¿Qué quiere de mí?…
En vano llamo a mi ilusión quimera;
No hay más verdad que la ilusión del alma:
Verdad fue mi quietud, mi paz, mi calma;
Verdad que la perdí.

Por ocultos resortes agitado
Vuelvo al llanto otra vez hondo y doliente,
Y mi canto otra vez vuela y mi mente
A esa extraña región,
Do sobre el cráter de un abismo helado
Las nieves del volcán se derritieron
Al fuego que ligeras encendieron
Dos alas de crespón.

A la muerte

Te teneam moriens.
TIB. Eleg. I, lib. I.

Ven a mis manos de la
tumba oscura,
Ven, laúd lastimero,
Do Tibulo cantaba su ternura
Dando a Delia su acento postrimero.

Y traeme los ayes encantados
Con que dulce gemía,
Cuando ya con los párpados cerrados
En brazos de su amor desfallecía.

Ven, y el son de tu armónico suspiro
Sobre mi arpa vibrando,
Al viento de las ansias que respiro
El fin de mi existencia preludiando.

Yo lloraré de un alma solitaria
El insaciable anhelo,
Invocando en mi lúgubre plegaria
El solo bien que me reserva el cielo.

Yo ensalzaré tu celestial dulzura,
Muerte consoladora.
Yo cantaré en tus brazos tu hermosura;
Nadie en el mundo como yo te adora.

Parece ya que en el dintel sombrío
De la tumba dichosa
Siento exhalarse un delicioso frío
Que el ardor templa de mi sed fogosa,

Y que un ángel más bello que mi Lina,
Con semblante risueño,
En féretro de rosas me reclina,
Y el himno entona de mi eterno sueño.

«Venid, exclama, a los sepulcros yertos
A terminar los males.
No es ilusión la dicha de los muertos;
La nada es el vivir de los mortales…»

Lo sé, lo sé; mas de otro modo un día
Brillante a mis ardores
El campo de la vida se ofrecía
Vertiendo aromas y brotando flores.

«Do más placer divise, dije ufano,
Allí está mi ventura.
El ser que me formó no es un tirano,
Y el bien en el gozar puso natura.»

«Destiérrese de mí la razón lenta
Y su impotente brillo:
Será mi norte lo que el pecho sienta,
Será feliz mi corazón sencillo.»

Dije, y cual ave del materno nido
Lanceme en vuelo osado;
La senda del placer hollé atrevido,
Siempre de sed inmensa arrebatado.

Corrí a las fuentes do mi lado ardiente
Beber el bien quería,
Y a su hidrópico afán desobediente
El néctar del deleite no corría…

Y corrió por mi mal… y era veneno:
Bebiéronle conmigo:
Crimen en vez de amor ardió en mi seno,
Fui amante inútil y funesto amigo.

Denso vapor al fin anubló el alma,
Y en letargo profundo
De quietud falsa, de horrorosa calma,
Dejé los hombres, y maldije al mundo…

¡O natura falaz! tú me engañaste
Con pérfida mentira
Cuando en mi débil corazón grabaste
Esa imagen ideal por que suspira.

Pasó de mis fantásticas visiones
La magia encantadora.
Destino atroz, no tengo ya pasiones,
Y un solo bien mi corazón implora.

Envía sólo un rayo de contento
Sobre mi hora postrera:
Dame un solo placer, solo un momento,
El momento no más en que me muera.

Ya que entoldaste siempre mi ventura
Con tan nubloso velo,
Rasga en mi ocaso su cortina oscura,
Déjame, cuando espire, ver el cielo.

¡Ay! y al sentir ese éxtasis profundo
Que da la patria eterna,
A la que fue mi patria en este mundo
Volver me deja una mirada tierna.

Llévame de mi Landro a los vergeles,
Y allí, muerte piadosa,
Bajo los mismos sauces y laureles
Do mi cuna rodó, mi tumba posa…

Apura, o muerte, mi deseo apura,
Y a mis votos te presta.
Lleva a su colmo mi postrer ventura;
Premia un instante una pasión funesta.

Propicia a la ilusión que me alucina
Llévame a la que adoro:
Tremola entre los brazos de mi Lina
Tu crespón, para mí bordado de oro.

En ellos ¡ay! exánime posando,
Mi rostro al suyo uniendo,
Al compás de su lloro agonizando,
Y sus tardías lágrimas bebiendo,

Mis brazos se enlazaran a su cuello,
Que apoyo me prestara
Para esforzar el último resuello
Que en sus labios mi espíritu exhalara…

¡Ay! accede al ansiar de un alma triste,
Muerte que anhelé tanto,
Y en vez de esa corona que no existe
Cubra una flor no más tu negro manto…

Mas no… no cederás tu poderío,
O destino inclemente,
Y contra el mármol del sepulcro mío
Con furor ciego estrellarás mi frente.

Mi tierna juventud, mis padeceres,
Mi llanto no te apiada…
Moriré, moriré, mas sin placeres;
¡Ay! moriré sin ver a mi adorada.

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